Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814) —conocido como el marqués de Sade—, hizo mucho más... more Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814) —conocido como el marqués de Sade—, hizo mucho más que llevar la literatura erótica a su extremo (sadismo).
El Marqués reflexionó y filosofó sobre casi todo: propiedad privada, psicología humana, percepción y cognición, religión, leyes, inequidad entre hombres y mujeres, virginidad, virtud, aborto, el sexo como instrumento de poder, o como goce compartido en una sociedad potencialmente libre.
Leyendo sus libros, uno lamenta que solo se lo recuerde por sofista y pornógrafo (claro que el mejor y más famoso de todos ellos).
Una lectura de "Utopía" (1516) de Thomas More, en el siglo XXI
La sociedad utopiense imaginada por el inglés Thomas More (equívocamente castellanizado Tomás Mor... more La sociedad utopiense imaginada por el inglés Thomas More (equívocamente castellanizado Tomás Moro) no es utópica por ideal. Los conflictos, la guerra o la hambruna, no están ausentes, pero su organización eficiente logra pre-venirlas, atenuarlas y superarlas. Y es precisamente la racionalidad o sensatez con que se toman las decisiones en esta república ficticia, lo que la convierte en una sociedad imposible de verse concretada.
Nabokov fue un Borges, es más, el Borges que Borges nunca fue y querría o debiera haber sido, un ... more Nabokov fue un Borges, es más, el Borges que Borges nunca fue y querría o debiera haber sido, un Borges arquetípico. Nabokov fue el auténtico cosmopolita, el auténtico aristócrata; bibliófilo y políglota predicador de todas las literaturas (Proust, Kafka, Stevenson, Tolstoi) como profesor itinerante; el auténtico trotamundos intelectual y geográfico, el auténtico excéntrico (en preferencias, en pensamientos) e introvertido o indiferente (en personalidad) que expulsado de Petersburgo estudia en Inglaterra (el inglés como su segunda lengua, hablado por sus institutrices), para trasladarse luego a Berlín, y expulsado de Alemania llega a París, y que finalmente expulsado de Europa en la Segunda Guerra Mundial, arriba a la radiante y juvenil Estados Unidos, donde se dedica al anacrónico estudio científico de mariposas (entomólogo, a cargo de la colección de ejemplares de la Universidad de Harvard), para finalizar su viaje en un lugar común a ambos, Suiza.
Cuenta la leyenda que en el siglo III a. C. el emperador chino Shih Huang Ti mandó quemar todas l... more Cuenta la leyenda que en el siglo III a. C. el emperador chino Shih Huang Ti mandó quemar todas las bibliotecas para que se desconociese el pasado, y él fuese para el futuro —artificiosamente, forzosamente— el principio de la historia.
Con este y otros métodos, y con idénticas intenciones de persuadirse únicos, primeros y últimos; determinadas cosmovisiones alrededor del mundo fueron cristalizadas en compendios o biblios y proclamados con el tiempo sagrados e inmutables (cada cual llamado El Libro); en donde añadir una coma haría estragos en el andamiaje del universo.
Cada uno de estos textos pretende abarcarlo todo, desde las fibras íntimas del ser hasta las fronteras del cosmos: cómo todo empezó desde el barro originario, desde el Caos, y cómo esta obra producto de una voluntad y de una inteligencia, perecerá. Todos y cada uno de ellos, por lo tanto, se empujan, se expelen mutuamente, se refutan y se ofenden; profetizando así, aún antes de declararse, las guerras y enconos.
Por este camino anduvieron los metarrelatos y cosmogonías posteriores hasta nuestros días –religiosos, escolásticos, sincréticos, seculares; inspiraciones divinas, híbridas o humanas– que invitan de igual modo a abandonar la búsqueda de la verdad más allá de sus páginas, a contentarnos con el paraíso perdido o el materialismo histórico, o la ineludible influencia de los astros.
Ensayo literario ganador en el certamen de Narrativa "La masa literaria" 2019 (México)
Las Cien... more Ensayo literario ganador en el certamen de Narrativa "La masa literaria" 2019 (México)
Las Ciencias de la Comunicación aportarían que el arte del desamor es una extensión de un acto dialógico, en solitario. El momento posterior a una ruptura en las comunicaciones, es cuando el abandonado más desea seguir hablando –polemizar sobre esa ruptura, tratar sus consecuencias, su injusticia, su sinrazón, su locura.
Pero la Comunicación va aún más lejos en su ambición interpretativa del universo: todo es mensaje. Toda conducta, por más íntima, quieta o silenciosa que sea, está dirigida a Alguien, por más inmerso en la inconsciencia, por más fantasmal e impreciso que ese alguien o algo sea (un muerto, un arquetipo, una ciudad, un dios, un orden, un antepasado, un pasado, un otro-yo).
El Manco de Lepanto o Príncipe de los Ingenios Miguel de Cervantes siguió al pie de la letra las ... more El Manco de Lepanto o Príncipe de los Ingenios Miguel de Cervantes siguió al pie de la letra las recomendaciones dadas por Oscar Wilde trescientos años después: para decirles la verdad a los hombres, había que hacerlos reír, de lo contrario, te matarán. Y no está de más agregar que Borges destaca, por sobre todas las virtudes de Wilde, la de tener razón, la de dar siempre en el clavo.
Es bastante impresionante cómo un soldado del 1600, con o sin intención, pudo burlarse de tantas cosas consideradas social y culturalmente sagradas, para revelarnos con humor y simpleza: el valor y el honor pueden ser llanamente locura, estupidez. La poesía, un cúmulo de falsedades y exageraciones. El amor y el suicidio, un síntoma de ego exacerbado. Y la mujer, un sujeto que se concebía en la mente del hombre por medio de todo lo anterior.
Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814) —conocido como el marqués de Sade—, hizo mucho más... more Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814) —conocido como el marqués de Sade—, hizo mucho más que llevar la literatura erótica a su extremo (sadismo).
El Marqués reflexionó y filosofó sobre casi todo: propiedad privada, psicología humana, percepción y cognición, religión, leyes, inequidad entre hombres y mujeres, virginidad, virtud, aborto, el sexo como instrumento de poder, o como goce compartido en una sociedad potencialmente libre.
Leyendo sus libros, uno lamenta que solo se lo recuerde por sofista y pornógrafo (claro que el mejor y más famoso de todos ellos).
Una lectura de "Utopía" (1516) de Thomas More, en el siglo XXI
La sociedad utopiense imaginada por el inglés Thomas More (equívocamente castellanizado Tomás Mor... more La sociedad utopiense imaginada por el inglés Thomas More (equívocamente castellanizado Tomás Moro) no es utópica por ideal. Los conflictos, la guerra o la hambruna, no están ausentes, pero su organización eficiente logra pre-venirlas, atenuarlas y superarlas. Y es precisamente la racionalidad o sensatez con que se toman las decisiones en esta república ficticia, lo que la convierte en una sociedad imposible de verse concretada.
Nabokov fue un Borges, es más, el Borges que Borges nunca fue y querría o debiera haber sido, un ... more Nabokov fue un Borges, es más, el Borges que Borges nunca fue y querría o debiera haber sido, un Borges arquetípico. Nabokov fue el auténtico cosmopolita, el auténtico aristócrata; bibliófilo y políglota predicador de todas las literaturas (Proust, Kafka, Stevenson, Tolstoi) como profesor itinerante; el auténtico trotamundos intelectual y geográfico, el auténtico excéntrico (en preferencias, en pensamientos) e introvertido o indiferente (en personalidad) que expulsado de Petersburgo estudia en Inglaterra (el inglés como su segunda lengua, hablado por sus institutrices), para trasladarse luego a Berlín, y expulsado de Alemania llega a París, y que finalmente expulsado de Europa en la Segunda Guerra Mundial, arriba a la radiante y juvenil Estados Unidos, donde se dedica al anacrónico estudio científico de mariposas (entomólogo, a cargo de la colección de ejemplares de la Universidad de Harvard), para finalizar su viaje en un lugar común a ambos, Suiza.
Cuenta la leyenda que en el siglo III a. C. el emperador chino Shih Huang Ti mandó quemar todas l... more Cuenta la leyenda que en el siglo III a. C. el emperador chino Shih Huang Ti mandó quemar todas las bibliotecas para que se desconociese el pasado, y él fuese para el futuro —artificiosamente, forzosamente— el principio de la historia.
Con este y otros métodos, y con idénticas intenciones de persuadirse únicos, primeros y últimos; determinadas cosmovisiones alrededor del mundo fueron cristalizadas en compendios o biblios y proclamados con el tiempo sagrados e inmutables (cada cual llamado El Libro); en donde añadir una coma haría estragos en el andamiaje del universo.
Cada uno de estos textos pretende abarcarlo todo, desde las fibras íntimas del ser hasta las fronteras del cosmos: cómo todo empezó desde el barro originario, desde el Caos, y cómo esta obra producto de una voluntad y de una inteligencia, perecerá. Todos y cada uno de ellos, por lo tanto, se empujan, se expelen mutuamente, se refutan y se ofenden; profetizando así, aún antes de declararse, las guerras y enconos.
Por este camino anduvieron los metarrelatos y cosmogonías posteriores hasta nuestros días –religiosos, escolásticos, sincréticos, seculares; inspiraciones divinas, híbridas o humanas– que invitan de igual modo a abandonar la búsqueda de la verdad más allá de sus páginas, a contentarnos con el paraíso perdido o el materialismo histórico, o la ineludible influencia de los astros.
Ensayo literario ganador en el certamen de Narrativa "La masa literaria" 2019 (México)
Las Cien... more Ensayo literario ganador en el certamen de Narrativa "La masa literaria" 2019 (México)
Las Ciencias de la Comunicación aportarían que el arte del desamor es una extensión de un acto dialógico, en solitario. El momento posterior a una ruptura en las comunicaciones, es cuando el abandonado más desea seguir hablando –polemizar sobre esa ruptura, tratar sus consecuencias, su injusticia, su sinrazón, su locura.
Pero la Comunicación va aún más lejos en su ambición interpretativa del universo: todo es mensaje. Toda conducta, por más íntima, quieta o silenciosa que sea, está dirigida a Alguien, por más inmerso en la inconsciencia, por más fantasmal e impreciso que ese alguien o algo sea (un muerto, un arquetipo, una ciudad, un dios, un orden, un antepasado, un pasado, un otro-yo).
El Manco de Lepanto o Príncipe de los Ingenios Miguel de Cervantes siguió al pie de la letra las ... more El Manco de Lepanto o Príncipe de los Ingenios Miguel de Cervantes siguió al pie de la letra las recomendaciones dadas por Oscar Wilde trescientos años después: para decirles la verdad a los hombres, había que hacerlos reír, de lo contrario, te matarán. Y no está de más agregar que Borges destaca, por sobre todas las virtudes de Wilde, la de tener razón, la de dar siempre en el clavo.
Es bastante impresionante cómo un soldado del 1600, con o sin intención, pudo burlarse de tantas cosas consideradas social y culturalmente sagradas, para revelarnos con humor y simpleza: el valor y el honor pueden ser llanamente locura, estupidez. La poesía, un cúmulo de falsedades y exageraciones. El amor y el suicidio, un síntoma de ego exacerbado. Y la mujer, un sujeto que se concebía en la mente del hombre por medio de todo lo anterior.
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El Marqués reflexionó y filosofó sobre casi todo: propiedad privada, psicología humana, percepción y cognición, religión, leyes, inequidad entre hombres y mujeres, virginidad, virtud, aborto, el sexo como instrumento de poder, o como goce compartido en una sociedad potencialmente libre.
Leyendo sus libros, uno lamenta que solo se lo recuerde por sofista y pornógrafo (claro que el mejor y más famoso de todos ellos).
Nabokov fue el auténtico cosmopolita, el auténtico aristócrata; bibliófilo y políglota predicador de todas las literaturas (Proust, Kafka, Stevenson, Tolstoi) como profesor itinerante; el auténtico trotamundos intelectual y geográfico, el auténtico excéntrico (en preferencias, en pensamientos) e introvertido o indiferente (en personalidad) que expulsado de Petersburgo estudia en Inglaterra (el inglés como su segunda lengua, hablado por sus institutrices), para trasladarse luego a Berlín, y expulsado de Alemania llega a París, y que finalmente expulsado de Europa en la Segunda Guerra Mundial, arriba a la radiante y juvenil Estados Unidos, donde se dedica al anacrónico estudio científico de mariposas (entomólogo, a cargo de la colección de ejemplares de la Universidad de Harvard), para finalizar su viaje en un lugar común a ambos, Suiza.
Con este y otros métodos, y con idénticas intenciones de persuadirse únicos, primeros y últimos; determinadas cosmovisiones alrededor del mundo fueron cristalizadas en compendios o biblios y proclamados con el tiempo sagrados e inmutables (cada cual llamado El Libro); en donde añadir una coma haría estragos en el andamiaje del universo.
Cada uno de estos textos pretende abarcarlo todo, desde las fibras íntimas del ser hasta las fronteras del cosmos: cómo todo empezó desde el barro originario, desde el Caos, y cómo esta obra producto de una voluntad y de una inteligencia, perecerá. Todos y cada uno de ellos, por lo tanto, se empujan, se expelen mutuamente, se refutan y se ofenden; profetizando así, aún antes de declararse, las guerras y enconos.
Por este camino anduvieron los metarrelatos y cosmogonías posteriores hasta nuestros días –religiosos, escolásticos, sincréticos, seculares; inspiraciones divinas, híbridas o humanas– que invitan de igual modo a abandonar la búsqueda de la verdad más allá de sus páginas, a contentarnos con el paraíso perdido o el materialismo histórico, o la ineludible influencia de los astros.
Las Ciencias de la Comunicación aportarían que el arte del desamor es una extensión de un acto dialógico, en solitario. El momento posterior a una ruptura en las comunicaciones, es cuando el abandonado más desea seguir hablando –polemizar sobre esa ruptura, tratar sus consecuencias, su injusticia, su sinrazón, su locura.
Pero la Comunicación va aún más lejos en su ambición interpretativa del universo: todo es mensaje. Toda conducta, por más íntima, quieta o silenciosa que sea, está dirigida a Alguien, por más inmerso en la inconsciencia, por más fantasmal e impreciso que ese alguien o algo sea (un muerto, un arquetipo, una ciudad, un dios, un orden, un antepasado, un pasado, un otro-yo).
Es bastante impresionante cómo un soldado del 1600, con o sin intención, pudo burlarse de tantas cosas consideradas social y culturalmente sagradas, para revelarnos con humor y simpleza: el valor y el honor pueden ser llanamente locura, estupidez. La poesía, un cúmulo de falsedades y exageraciones. El amor y el suicidio, un síntoma de ego exacerbado. Y la mujer, un sujeto que se concebía en la mente del hombre por medio de todo lo anterior.
El Marqués reflexionó y filosofó sobre casi todo: propiedad privada, psicología humana, percepción y cognición, religión, leyes, inequidad entre hombres y mujeres, virginidad, virtud, aborto, el sexo como instrumento de poder, o como goce compartido en una sociedad potencialmente libre.
Leyendo sus libros, uno lamenta que solo se lo recuerde por sofista y pornógrafo (claro que el mejor y más famoso de todos ellos).
Nabokov fue el auténtico cosmopolita, el auténtico aristócrata; bibliófilo y políglota predicador de todas las literaturas (Proust, Kafka, Stevenson, Tolstoi) como profesor itinerante; el auténtico trotamundos intelectual y geográfico, el auténtico excéntrico (en preferencias, en pensamientos) e introvertido o indiferente (en personalidad) que expulsado de Petersburgo estudia en Inglaterra (el inglés como su segunda lengua, hablado por sus institutrices), para trasladarse luego a Berlín, y expulsado de Alemania llega a París, y que finalmente expulsado de Europa en la Segunda Guerra Mundial, arriba a la radiante y juvenil Estados Unidos, donde se dedica al anacrónico estudio científico de mariposas (entomólogo, a cargo de la colección de ejemplares de la Universidad de Harvard), para finalizar su viaje en un lugar común a ambos, Suiza.
Con este y otros métodos, y con idénticas intenciones de persuadirse únicos, primeros y últimos; determinadas cosmovisiones alrededor del mundo fueron cristalizadas en compendios o biblios y proclamados con el tiempo sagrados e inmutables (cada cual llamado El Libro); en donde añadir una coma haría estragos en el andamiaje del universo.
Cada uno de estos textos pretende abarcarlo todo, desde las fibras íntimas del ser hasta las fronteras del cosmos: cómo todo empezó desde el barro originario, desde el Caos, y cómo esta obra producto de una voluntad y de una inteligencia, perecerá. Todos y cada uno de ellos, por lo tanto, se empujan, se expelen mutuamente, se refutan y se ofenden; profetizando así, aún antes de declararse, las guerras y enconos.
Por este camino anduvieron los metarrelatos y cosmogonías posteriores hasta nuestros días –religiosos, escolásticos, sincréticos, seculares; inspiraciones divinas, híbridas o humanas– que invitan de igual modo a abandonar la búsqueda de la verdad más allá de sus páginas, a contentarnos con el paraíso perdido o el materialismo histórico, o la ineludible influencia de los astros.
Las Ciencias de la Comunicación aportarían que el arte del desamor es una extensión de un acto dialógico, en solitario. El momento posterior a una ruptura en las comunicaciones, es cuando el abandonado más desea seguir hablando –polemizar sobre esa ruptura, tratar sus consecuencias, su injusticia, su sinrazón, su locura.
Pero la Comunicación va aún más lejos en su ambición interpretativa del universo: todo es mensaje. Toda conducta, por más íntima, quieta o silenciosa que sea, está dirigida a Alguien, por más inmerso en la inconsciencia, por más fantasmal e impreciso que ese alguien o algo sea (un muerto, un arquetipo, una ciudad, un dios, un orden, un antepasado, un pasado, un otro-yo).
Es bastante impresionante cómo un soldado del 1600, con o sin intención, pudo burlarse de tantas cosas consideradas social y culturalmente sagradas, para revelarnos con humor y simpleza: el valor y el honor pueden ser llanamente locura, estupidez. La poesía, un cúmulo de falsedades y exageraciones. El amor y el suicidio, un síntoma de ego exacerbado. Y la mujer, un sujeto que se concebía en la mente del hombre por medio de todo lo anterior.