En 2007 hubo 15 procesos electorales en 14 estados para elegir 1,708 autoridades locales. Los estados en los que hubo elecciones fueron: Baja California, Durango, Sinaloa, Zacatecas, Aguascalientes, Michoacán, Tlaxcala, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Veracruz, Tamaulipas y Chihuahua.
En tres estados hubo elección de Gobernador: Yucatán, Baja California y Michoacán. En el resto de los estados se verificaron elecciones de ayuntamientos y diputados locales.
En las 14 elecciones se registraron 31.9 millones de votos, de los cuales el PRI recibió el 42%, el PAN, 32% y el PRD, 16%.
Éstos son los datos y cifras más relevantes de los procesos electorales del 2007:
PRI
* Recuperó Yucatán después de haberlo perdido hace 6 años.
* Ganó 9 de las 14 capitales que estuvieron en juego, incluyendo 3 de estados donde no gobierna: Aguascalientes, Morelia y Tlaxcala.
* Ganó todos los distritos electorales en 4 estados: Durango, Puebla, Oaxaca y Tamaulipas. En Veracruz ganó 28 de 30 distritos.
* Obtuvo el triunfo en 60% de las 1,218 presidencias municipales. Respecto al 2001 pasó de 600 a 727 municipios ganados, un crecimiento del 21%.
*Su nivel de votación fluctuó entre 55% y 22%, obteniendo el índice más alto en Tamaulipas y el más bajo en Tlaxcala.
PAN
* Conservó Baja California y perdió Yucatán.
* En Michoacán prácticamente duplicó su votación respecto del 2001: pasó de 247 mil votos a 490 mil.
* En comparación con el número de presidencias municipales ganadas hace 6 años, tuvo un retroceso del 38% al pasar de 326 a 236.
* El porcentaje de votación más alto lo obtuvo en Baja California (48%) y el más bajo en Oaxaca (13%).
PRD
* Retuvo Michoacán con sólo 5 mil votos más de los obtenidos por Lázaro Cárdenas Batel hace 6 años (557 mil en 2001 frente a 562 mil en 2007).
* Pasó de 235 a 188 presidencias municipales ganadas en relación con 2001.
* En la mitad de los 14 estados, recibió menos del 10% de la votación siendo Baja California la entidad donde obtuvo el nivel más bajo: 2.5%.
En 2008 habrá comicios en seis estados: Baja California Sur, Coahuila, Guerrero, Hidalgo, Nayarit y Quintana Roo. No estará en juego ninguna gubernatura.
Seguiremos trabajando...para transformar la política en algo que produzca orgullo y admiración. Antanas Mockus
viernes, noviembre 30, 2007
Recuento electoral 2007
jueves, octubre 04, 2007
La mafia nos robó la presidencia
De los cinco candidatos a la presidencia que compitieron en 2006, sólo dos han publicado su testimonio. Uno, Roberto Madrazo del PRI en su libro La traición (Planeta, 2007). El otro, Andrés Manuel López Obrador en La mafia nos robó la presidencia (Grijalbo, 2007).
El origen del texto del ex jefe de gobierno del DF es una serie de entrevistas que el cineasta Luis Mandoki le hizo para la realización de un documental sobre su vida y trayectoria política, incluyendo el desafuero, la elección presidencial y el conflicto postelectoral del año pasado.
López Obrador escribe sobre un pliego de 300 hojas su bitácora de viaje. Desde Tabasco hasta la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, pasando por la presidencia estatal del PRI en Tabasco, la búsqueda de la gubernatura de su estado natal y el liderazgo nacional del PRD .
El primer capítulo titulado “Tabasco y otras cosas” incluye aspectos personales de AMLO, pero también políticos. Obrador narra sus primeros años en ese estado que “es más agua que tierra”, del que partiría para estudiar en la UNAM y al que regresaría de la mano de Carlos Pellicer primero, y de Enrique González Pedrero después, pero también volvería para competir por el gobierno estatal en dos ocasiones (1988 y 1994).
En el segundo capítulo, describe su paso por la presidencia nacional del PRD entre 1996 y 1998, periodo en el que el partido arrasó en el Distrito Federal en las elecciones federales intermedias y ganó las gubernaturas de Zacatecas, Tlaxcala y pavimentó el camino para hacer lo mismo en Baja California Sur en 1999, año en el que se coaligaría con el PAN para destronar al PRI en Nayarit.
Su gestión al frente del Gobierno de la capital del país, la instrumentación de las políticas sociales a favor de grupos vulnerables, la construcción del segundo piso del periférico, el Paraje San Juan, el predio El Encino, los videoescándalos y el desafuero son descritos en el penúltimo capítulo.
En la cuarta y última parte, López Obrador pone en papel lo que ha repetido frente a los medios de comunicación: el 2 de julio de 2006 se fraguó un fraude electoral en su contra. Antes de concluir, advierte que este año, 2007, el 4 de enero, comenzó su gira por los municipios del país, ya que como alguna vez declaró Juárez: “Sólo le han quitado una pluma a nuestro gallo”.
El texto incluye información importante sobre la evolución de la comunicación política en México.
En la página 63, AMLO recuerda que en 1996 “a los partidos políticos de oposición no se les permitía ni siquiera contratar publicidad para comunicarse por televisión”. Diez años después, él sería el contendiente con más spots en las pantallas de televisión.
En la página 94, Andrés Manuel describe a los capitalinos como gente excepcional, progresista, “generosa, informada, consciente y avispada”. Por eso, en el DF “no se puede manipular, aquí la televisión no pasa”.
Y añade: “Cuando se hacen encuestas entre los capitalinos y se les pregunta: ¿usted cree que la televisión informa o manipula?, el 50 por ciento responde: Manipula”. En 2006, el ex candidato de la Coalición por el bien de todos (PRD, PT, Convergencia), gastó en compra de espacios para difundir mensajes por televisión: 357.2 millones de pesos.
López Obrador, también, exhibe su opinión sobre el marketing político. “La campaña no se limitó a la publicidad o a la mercadotecnia, porque no se trataba de introducir un producto al mercado, sino de postular y transmitir ideas para la transformación del país.
“Además, las campañas que se sustentan únicamente en la publicidad requieren mucho dinero y nosotros no estábamos dispuestos a conseguirlo a cambio de subordinar principios y decisiones futuras, sometiéndonos a grupos de intereses creados” (p. 186).
En efecto, el equipo de campaña de AMLO estuvo integrado por incondicionales, gente de partido o ex colaboradores en el gobierno del DF. No contrató consultores. En su equipo cercano no hubo especialistas.
Además, en el contexto de la elección de 2006, entre las páginas 210 y 217, están las respuestas al porqué perdió la presidencia el abanderado del PRD. Éstas son sus palabras:
1. El “PAN promovió ante el IFE…la realización de un debate entre candidatos. Como sabía que tenían toda una estrategia en medios para hacerme aparecer en el posdebate como perdedor, decidí no participar”.
2. En los meses de abril y mayo, “no sólo era ‘un peligro para México’, me parecía a ‘Hugo Chávez’, iba a ‘endeudar al país’, ‘a expropiar bienes de las clases medias’, a limitar que ‘sólo se tuviera un departamento, un carro y dos hijos por familia’, sino que se difundían supuestos estudios psicológicos sobre mi persona, donde aparecía como desquiciado.
3. “Había quienes, con ínfulas de superioridad, contaban, entre otros chistes, que era el Whiskas (marca de un alimento para gatos), porque ocho de cada diez gatas (trabajadoras domésticas) me preferían”.
4. “A pesar de toda la guerra sucia, al final de la campaña manteníamos la delantera en casi todas las encuestas”.
5. “Sin embargo, la estrategia de Fox, Salinas, Elba Esther Gordillo, Calderón y otros de la misma pandilla era, para entonces, no permitir por ningún motivo nuestro triunfo”.
De estos cinco puntos se desprenden los factores clave del fracaso de AMLO:
1. Ausencia en el primer debate.
2. Publicidad negativa del PAN.
3. “Guerra sucia” .
4. Lectura incorrecta de las encuestas.
5. Acción concertada de grupos de interés.
El lector puede o no estar de acuerdo con el autor del libro, pero lo que no se le puede escatimar a La mafia nos robó la presidencia es que es un texto imprescindible para entender por qué el propio Andrés Manuel López Obrador se quedó a 250 mil votos de conquistar la presidencia de la República.
miércoles, septiembre 12, 2007
Reforma Electoral en México
En efecto, en la medida en que los partidos políticos de oposición durante el régimen priísta ganaron más espacios de poder a través de las urnas, tuvieron acceso a más financiamiento público y eso les permitió incrementar su presencia en los medios de comunicación, especialmente en la televisión.
Más todavía, el acceso a una mayor cantidad de recursos económicos permitió a los partidos profesionalizar sus campañas, es decir, los partidos tuvieron la posibilidad de contratar a asesores, especialistas y expertos en diferentes disciplinas a fin de confeccionar mejores estrategias para persuadir al electorado.
Es un hecho que las reformas electorales, desde la LOPPE de 1977 hasta la de 1996, han impulsado la pluralidad y la competitividad políticas.
Sin embargo, una revisión rápida a las elecciones federales de los últimos 10 años, permitiría observar que de las cuatro que se han llevado a cabo, sólo la primera, la de 1997, está exenta de escándalos vinculados con dinero.
Los principales partidos políticos (PAN, PRI, PRD) han protagonizado los tres casos más sonados: Pemexgate, Amigos de Fox y Videoescándalos. Y la razón para recurrir a fuentes ilegales de financiamiento ha sido la misma: comprar más espacio en los medios de comunicación.
Conviene, asimismo, recuperar un dato de la última elección federal que en mayo de este año difundió la Comisión de Fiscalización del IFE: se desconoce quién solventó el gasto de 281 mil spots que los partidos no reconocen como suyos, y que equivalen a 37% de los 757 mil anuncios que se detectó fueron transmitidos durante la campaña electoral de 2006.
La misma Comisión de Fiscalización informó que en la campaña electoral de 2006, de los 2 mil 62 millones de pesos gastados en medios electrónicos, la televisión captó 67.05%, la radio 28.53% y la prensa escrita 4%.
Con lo anterior quiero argumentar que lo que hace 10 años funcionó, abrió la puerta a la competitividad y garantizó la pluralidad, hoy se pervirtió. Ni los partidos políticos, ni los ciudadanos están ganando con ese derroche de recursos, sino las televisoras (particularmente Televisa) que ven robustecer sus arcas cada tres años.
Por ello, creo que, como lo contempla la Reforma Electoral, se deben recortar los tiempos de campaña, reducir el financiamiento público a los partidos, impedir que los partidos y candidatos compren espacios en medios electrónicos y limitar sólo a tiempos oficiales la emisión de spots.
Sin duda esta reforma está incompleta, pero creo que es un avance que puede servir de plataforma de lanzamiento de próximas iniciativas más integrales.
Estoy a favor de que se limite la video-política como medio para rescatar el contenido sustantivo de la política, tal como expresa Al Gore en “The Assault on Reason”, o Joe Trippi en “The Revolution will not be Televised”.
Sin embargo, creo que la contratación de spots debió de haberse restringido a los periodos de campaña. Estoy a favor de la restricción no de la prohibición. Estoy en contra de que se prohiba a las personas contratar spots televisivos, pues pienso que con ello sí se limita la libertad de expresión.
Me preocupa que se dé al traste con la video-política pues en México todavía no tenemos al Internet como medio sustituto. Hay, inclusive, una pasaje del ante-proyecto que no deja de sorprenderme, y que no he comprendido en su totalidad, y es el hecho de que las prohibiciones de los spots políticos también rigen para el Internet. ¿En qué están pensando los senadores...?
Me preocupa que se ligue a la video- política con todo lo malo, pero que se olvide lo bueno: gracias a los spots de TV el PRI perdió la mayoría de la Cámara en el 97, y la Presidencia en el 2000. El acceso de partidos opositores a la televisión fue, sin duda, uno de los factores clave de la democratización mexicana.
No estoy de acuerdo con que se prohiban las campaña negativas: pues no vamos a poder criticar a los políticos por corruptos, por mañosos, o porque sus propuestas de gobierno nos lleven a la ruina.
Me parece que manejar los mensajes televisivos mediante los tiempos oficiales, va a acentuar la solemnidad de la política, cuando el spot televisivo le había quitado ya ese aspecto. La política corre el riesgo de alejarse del ciudadano.
La fórmula de distribución de los tiempos oficiales a los partidos en la televisión: 30% en igualdad de condiciones y 70% de acuerdo a la votación anterior, viola el principio de igualdad de condiciones en las contiendas democráticas, que es uno de los principios de la Democracia según Robert Dahl, ¿cómo podemos aspirar a que las minorías se conviertan en mayorías si la competencia por el poder no se hace en igualdad de condiciones?
La senadores se inspiraron en países como Francia y Gran Bretaña que prohibien las campañas políticas por televisión. O sea que nos alejamos del modelo de las campañas americanas, para acercarnos a las europeas, pero se les olvida que las últimas campañas europeas se han hecho con toda la línea del marketing político americano. Si no hubo spots en la tele, sí hubo video-política en el Internet, y de qué calidad.
¿Quién gana con la prohibición de los spots políticos? Me queda claro que pierden las televisoras, pero también pierde la liberta de expresión, y con ella nuestra consolidación democrática. Gana el status quo, el clientelismo, los partidos que tienen estructuras de tierra, o en su defecto, que tienen bases de datos para montar campaña de tierra. Pierden los partidos pequeños. ¡No me queda claro que gane la Democracia!
A mí lo que más me preocupa son dos cosas:
Pasamos aparentemente de un sistema de partido único, un partido de Estado a uno plural, que sin embargo no logra cuajar ni consolidarse positivamente sino todo lo contrario, pero especialmente un poder de partidos que no tiene límites ni reglas. O sea que los partidos antes eran aplastados por el sistema y ahora son los nuevos mounstros del sistema y del Estado, y lo peor, alejados de la sociedad, sin responsabilidad ni limites legales, entre ellos el dispendio esandaloso de recursos públicos y la fiscalización simulada que ellos mismos promueven a través de las leyes.
Pasamos también de un Estado de censura con la prensa a una más abierto y democrático. Pero sucede igual, sin reglas ni límites, cualquier poder es catastrófico para la democracia. Los medios en México se han convertido –salvo contadas excepciones- en un megapoder económico que ha invadido la política sin un contrapeso adecuado. Y eso sí es negativo para la democracia. México es uno de los pocos países –si no es que el único, voy a revisar el dato por ahí lo tengo- en el que los medios no están sujetos a ninguna ley ni responsabilidad frente a la sociedad. ¿Cómo es posible eso? ¿Cómo pueden estar indignados y hablar de libertad de expresión, cuando son ellos los únicos que no están sujetos a ninguna responsabilidad en el sistema democrático y han vivido los últimos 15 años lucrando con el dinero público a través de las campañas electorales?
Finalmente, eso del 30-70 no es equitativo definitivamente, hay muchas fórmulas en el mundo, desde la mayoritaria hasta la proporcional pura, ésta claro que afecta alos partidos pequeños. Pero volvemos al punto: esos partidos pequeños son negocios familiares sin representación social, que beben del erario durante las campañas y sistemaáticamente desparecen después de las elecciones.
¡Falta consolidar el sistema de partidos, ponerles reglas y límites, al igual que a los medios! Ambos son instituciones básicas del sistema democrático ¿Por qué no hablan nunca de eso nuestros legisladores??? Esos son nuestros problemas reales por los que no avanzamos, no si el IFE contrata 10 o 20 spots.
Y respecto a la prohibición de los spots por cualquier persona, no sé si sepan que en NL funciona así, la Ley Electoral no limita la compra de spots políticos a cualquier persona y ese es el boquete principal del dispendio de recursos en nuestras campañas. Este punto yo lo analicé en mi tesis. Sin esa limitación, se abre la caja de pandora para el uso de recursos ilegales, privados, prohibidos, etc. Ese es el meollo de la nula fiscalización a los partidos que tenemos en NL y además la principal condicionante para la falta de equidad en las campañas .
Al cerrar el espacio televisivo, ahora sí se abrió la puerta para que circule el dinero sucio...y sin posibilidades de control.Antes, por lo menos, se tenía recurso a la tele para hacer contrapeso al caciquismo y al clientelismo, ¿pero ahora?El argumento de que se justifica la fórmula de reparto de los tiempos oficiales por el hecho de que los partidos pequeños sean familiares, no es válido. Estoy de acuerdo en que los partidos pequeños son familiares, pero eso no justifica que se viole el principio de igualdad de condiciones en la contienda. ¡Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa...! (Zitarosa)
En pocas palabras, nos costó mucho esfuerzo abrir el espacio de la tele a la oposición para que ahora, ya con la oposición en el poder, lo volvamos a cerrar. Es la partidocracia de la que han hablado algunos comentaristas.Si mal no recuerdo el 70% de los electores se entera de las campañas y de la propuesta de los candidatos por TV, ¿y ahora cómo le van a hacer?....
mt
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El Dictamen del 11 de septiembre de 2007 al Proyecto de Decreto de la Reforma Electoral puede consultarse: aquí.
sábado, agosto 25, 2007
¿Qué es Comunicación Política?
La portada del texto Democracia y Posmodernidad, escrito por Javier del Rey Morató, exhibe una fotografía cuyo pie despliega palabras atribuidas a Wilbur Schramm, que a la sazón rezan: “Los políticos tienen que ser expertos en comunicación, debido a que tienen que ofrecerse a sí mismos, dar a conocer resultados y persuadir a los votantes, y a quienes toman decisiones, de su forma de pensar”.
No tiene desperdicio la cita anterior, y sirve de pretexto para indicar que, en efecto, la comunicación es el recurso fundamental de la política (y una de las categorías básicas de la democracia). En la actualidad, los discursos se generan en el seno de un intercambio de mensajes y respuestas, desde los ciudadanos a los gobiernos, y desde éstos a sus gobernados.
Ante este escenario, sólo habría dos formas de gobernar: por coacción o por consenso, es decir, con la policía o a través de la comunicación política.
Si partimos de la aseveración que no podemos no comunicar –un gobierno, a cualquier nivel está vedado no comunicar- entonces, resulta que lo mismo ciudadanos que gobernantes necesitan disminuir la incertidumbre entre ambos: los primeros sobre la opinión de éstos, y los segundos sobre la opinión de aquellos.
Si aspiramos a entender este tipo de dinámicas, no se postergue más la exposición de los esfuerzos loables que varios autores han llevado a cabo en la construcción de un estado de la cuestión en torno a la comunicación política.
Inicialmente, Dan Nimmo y Keith R. Sanders, en los albores de los noventa, ubicaron los orígenes de la comunicación política como campo delimitado de estudio a mediados del siglo XX, y califican como instructivo y profético al texto de Eulau, Eldersveld y Janowitz, titulado Political Behavior, publicado en 1956, que describe a la comunicación política como “un campo esencial, emergente y mediador, dentro de las ciencias sociales”.
Dos obras son fundamentales para decantar el estado que guarda la comunicación política como área de estudio, a saber: Handbook of Political Communication, escrito por Nimmo y Sanders, en el que confeccionan un recuento de lo investigado en torno del tema hasta la década de los setenta; y New Directions in Political Communication, el cual robustece, actualizando la obra anterior, el estudio de la comunicación en el ámbito político al hacer énfasis en las nuevas direcciones que ha tomado la investigación en el área.
No menos importantes son las aportaciones de Cándido Monzón en Opinión pública, comunicación y política; o las de Gilles Gauthier, André Gosselin y Jean Mouchon con el libro Comunicación y política. También es necesario hacer referencia a los textos de Alejandro Muñoz Alonso y Juan Ignacio Rospir, Comunicación política, al de Jean-Marc Ferry, Dominique Wolton y otros, El Nuevo Espacio Público; al de Óscar Ochoa, Comunicación política y Opinión Pública, o bien, al de Brian McNair, An Introduction to Political Communication.
La comunicación política juega un rol fundamental en el accionar de los sistemas políticos, es la sustancia que alimenta sus diferentes componentes y resulta imprescindible para su funcionamiento. En este orden de palabras se inscribe Robert Meadow, quien en Politics as Communication, define la comunicación política como “el intercambio de símbolos y mensajes que, con un significativo alcance, han sido compartidos por, o tienen consecuencias para, el funcionamiento del sistema político”.
Richard Fagen, en Política y Comunicación, por un lado, asume que “una actividad comunicacional se considera política en virtud de sus consecuencias, actuales y potenciales, que ésta tiene para el funcionamiento del sistema político”. Blake y Haroldsen, por otro, en A Taxonomy of concepts in Communication entienden que la comunicación política es aquella que “conlleva actuales o potenciales efectos sobre el funcionamiento de un estado político u otra entidad política”.
Diversos autores, principalmente norteamericanos o con influencia estadounidense (David Paletz en Political Communication Research, Swanson con Handbook of Political Communication, así como Doris Graber a través de Mass Media and American Politics), asumen que la comunicación política abarca toda dinámica comunicativa entre gobernantes y gobernados, o sólo entre los primeros, o bien, únicamente de los gobernados entre sí, siempre y cuanto tal interacción conlleve significados políticos.
Jean Marie Cotteret, en Comunicación Política, identifica los canales por los que viajan los contenidos de la comunicación política. Por ello, la define como “el intercambio de informaciones entre los gobernantes y gobernados por canales de transmisión estructurales e informales”.
Jacques Gerstlè considera que la comunicación política cumple su función cuando es entendida como: “el conjunto de técnicas y procedimientos que poseen los actores políticos, y particularmente los gobernantes, para atraer, controlar y persuadir a la opinión pública para hacer o no hacer algo”.
Dan Nimmo y David Swanson asumen que “una comunicación puede ser considerada política en virtud de las consecuencias que regulan la conducta humana bajo ciertas condiciones de conflicto”. Por ello, definen a la comunicación política como “el uso estratégico de la comunicación para influir en el conocimiento público, las creencias y la acción sobre asuntos públicos”.
Dominique Wolton define comunicación política como: “el espacio en que se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para expresarse públicamente sobre política, y que son los políticos, los periodistas y la opinión pública a través de los sondeos”.
lunes, agosto 13, 2007
2 de julio
Es el título de la crónica escrita por Carlos Tello Díaz sobre el día más importante de la historia contemporánea de México.
En 2 de julio (Planeta, 2007) asistimos a una narración intensa, vasta en datos sorprendentes y llena de revelaciones asombrosas. El texto de Tello Díaz adquiere relevancia particularmente por la riqueza de sus fuentes, directas e indirectas.
El autor, en tan sólo 178 páginas, confecciona un epítome preciso de aquella jornada electoral.
El cúmulo de documentos impresos y audiovisuales, algunos de ellos inéditos, que dan cuerpo al texto de Tello Díaz, lo convierten en un archivo histórico imprescindible.
En él se dan cita los actores principales de la contienda: candidatos, autoridades, periodistas, medios, intelectuales, encuestadores, pero sobre todo ciudadanos.
La crónica empieza a las 8 de la mañana: los funcionarios de casilla a lo largo y ancho del país están obligados a tener todo listo a esa hora para que los ciudadanos depositen sus votos en las urnas.
Con ello, “llegaban a su fin las elecciones más caras y más largas del mundo, unas elecciones que habían costado al país una fortuna: cerca de 12 mil millones de pesos, y habían durado, sin contar siquiera las precampañas, una eternidad: más de cinco largos meses”.
A esa hora, Andrés Manuel López Obrador y Luis Carlos Ugalde también ya estaban listos. El candidato de la Coalición Por el Bien de Todos sería el primero en votar. El presidente del IFE lo haría más tarde, pues a las 8 am comenzó la sesión del Consejo General del instituto.
En ese momento, en la casa de Felipe Calderón “había silencio y paz en el aire de la mañana”.
El último de los 20 capítulos de 2 de julio se ubica a las 3 de la mañana, coincide con la hora en que cierran sus ediciones los periódicos. Para ese momento, el candidato del PAN y su equipo estaban seguros de su victoria, Roberto Madrazo ya había aceptado su derrota y López Obrador denunciado el fraude en su contra.
El resto de los mexicanos, por su parte, horas antes, se fue a dormir sin saber quién sería el próximo presidente.
Sin excepción, los libros que gravitan en torno a la jornada electoral del 2 de julio de 2006 comparten uno de dos objetivos: pretenden documentar o buscan desmontar la denuncia de fraude electoral del abanderado perredista, Andrés Manuel López Obrador. El texto de Tello Díaz no rehuye a ese propósito.
Es en la búsqueda de esa empresa donde el autor tropieza, donde otorga argumentos a sus detractores para descalificar al libro en su conjunto. El también articulista del semanario Proceso y de Milenio Diario, en la página 160, asegura que AMLO dijo: “Perdí”.
Y añade: “Andrés Manuel no tenía la certidumbre de su derrota, pero la había vislumbrado. Y había tomado, entonces, la decisión de no aceptarla. Fue su punto de quiebre el 2 de julio. A partir de ese momento...toma la decisión de comenzar a mentir”.
Nadie del grupo íntimo de López Obrador admite esa versión. Todos desmienten a Tello. Pero éste insiste: “Mis fuentes para recrear esta escena, que es clave, son todas indirectas, pero confiables”. ¿Será?
viernes, agosto 10, 2007
Elecciones en Baja California 2007
Uno de los rasgos que caracterizan a la democracia es: la incertidumbre, particularmente en las elecciones. Nada está dicho hasta que la última casilla cierre y el último voto se cuente.
Por ello, nadie debe llamarse a engaño si los resultados arrojados por las urnas no coinciden con los datos ofrecidos en el último ejercicio demoscópico publicado por la más reputada casa encuestadora días antes de la jornada.
Así lo prueba la elección presidencial mexicana en 2006, y lo confirma la elección para renovar al gobernador de Baja California en 2007.
En junio de 2006, de acuerdo con la mayoría de las encuestas publicadas, Andrés Manuel López Obrador se perfilaba como el seguro ganador de la contienda del 2 de julio. Pero, perdió. En agosto de 2007, a juzgar por las encuestas de Reforma, Milenio y El Universal, el príista Jorge Hank Rhon parecía caminar firme rumbo a la victoria. También, perdió.
Tanto al perredista como al priísta les afectó la intensa campaña negativa que en su contra lanzó el PAN, partido que, coincidentemente, en las dos elecciones postuló a sendos candidatos con perfil gris y antipático (Guadalupe Osuna y Felipe Calderón).
En 2006 y en 2007, Acción Nacional acertó estratégicamente en orientar el sentido de la elección hacia un referéndum al candidato opositor. Es decir, los electores comparecieron ante las urnas para votar a favor o en contra de López Obrador o Hank Rhon. En ambos casos el miedo se impuso y los dos candidatos perdieron.
El 2 de julio de 2006 y el 5 de agosto de 2007, los votantes no sufragaron por el cambio o la continuidad del partido en el poder, el PAN, sino para permitir o evitar la llegada al poder de dos personajes con altos índices de popularidad y cercanos a la gente, pero, al mismo tiempo, con crecientes tasas de rechazo y opinión negativa.
En Baja California como en el resto del país el año pasado, el temor generado en la mayoría del electorado y la mala imagen de los candidatos de la oposición (según una encuesta de Excélsior), permitirán al PAN asirse seis años más al poder.
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Ejemplos de spots negativos contra AMLO y Hank Rhon:
1. López Obrador: Un peligro para México.
2. Hank Rhon: Yo lo compro todo.
domingo, julio 15, 2007
El presidente electo
De la nutrida pléyade de textos unos tienen mejor manufactura que otros, y muy pocos combinan rigor metodológico con solidez argumentativa. De entre los mejores destaca uno, precisamente por albergar ambas características: El presidente electo, su título. Salvador Camarena y Jorge Zepeda, sus autores (Planeta, 2007).
La obra de Camarena y Zepeda pretende erigirse -como reza el subtítulo- en “Instructivo para sobrevivir a Calderón y su gobierno”, con dos propósitos de por medio: a) Investigar el estado del México actual; y, b) Advertir qué nos espera a los mexicanos con el gobierno de Calderón.
El presidente electo es un díptico. La primera parte, “La conquista del poder”, está a cargo de Salvador Camarena, experimentado periodista que tuvo el tino de, a diferencia de la mayoría de sus colegas, cubrir la contienda presidencial desde las entrañas del “cuarto de guerra” calderonista.
La segunda parte, “La silla presidencial vs. los otros poderes”, escrita por Jorge Zepeda, director de la revista Día Siete y articulista de El Universal, incluye un diagnóstico pormenorizado de los retos que enfrentará el gobierno de Calderón, e identifica las fortalezas y debilidades del político michoacano.
A lo largo de poco más de 180 páginas, apretadamente, Camarena esboza el perfil de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa; identifica los cuatro pilares sobre los que descansa la fortaleza política del hoy presidente, a saber: su padre biológico (Luis Calderón Vega), su padre político (Carlos Castillo Peraza), su padrino político (Luis H. Álvarez) y su esposa (Margarita Zavala).
Reconstruye, también, el “asalto al poder” de Calderón y su equipo, relata los entretelones del war room a lo largo del camino recorrido desde la lucha interna del PAN hasta la campaña presidencial.
Zepeda, por su parte, disecciona con precisión quirúrgica los retos de la administración calderonista que van de la brecha social de México a los límites del Estado mexicano pasando por el poder de las élites y el “fuego amigo” lanzado desde las oficinas del CEN del PAN, así como el PRI y el México corporativo, el PRD y López Obrador, el Congreso y, por supuesto, los poderes salvajes: el narcotráfico y el crimen organizado.
El texto de Salvador Camarena y Jorge Zepeda está lejos de ser una burda recopilación hemerográfica sobre lo sucedido a lo largo de los últimos doce meses.
miércoles, julio 11, 2007
Profesionalización de las campañas electorales
Uno de los rasgos que caracterizan la comunicación política moderna es: la profesionalización de las campañas electorales. La burocracia partidista cedió su lugar a especialistas de diversas disciplinas (ciencia política, sociología, psicología, actuaría, ciencias de la comunicación, etc.) en la planeación, organización y ejecución de las campañas políticas.
Se puede decir que la profesionalización es directamente proporcional al nivel de competitividad de las contiendas políticas. Para hablar de elecciones competidas en México, no precisa remontarse a la prehistoria del sistema político mexicano, apenas un par de décadas es suficiente.
Antes de la controvertida elección de 1988 era innecesario, por ejemplo, medir la intención de voto del electorado pues desde el momento en que era ungido el candidato del partido oficial a cualquier cargo de elección popular se tenía la certeza de su triunfo.
La presencia en las pantallas de televisión de los partidos de oposición y sus candidatos era prácticamente invisible. En contraste, la cobertura a los eventos del partido en el poder era total.
La reforma electoral de 1996 trajo consigo, entre otras cosas, un financiamiento público más robusto para todos los partidos, incluido el PRI, pero que benefició particularmente a la oposición.
Tener más recursos económicos en sus arcas, para el PRD y el PAN significó la posibilidad de comprar más y mejores espacios en los medios de comunicación, principalmente la tv, así como de contratar consultorías profesionales de expertos en la realización de campañas electorales.
Lo arriba descrito sirve de pretexto para hablar de una de las consultorías de más prestigio y de mayor influencia en México: Publicum Estrategias. Su director general, Mentor Tijerina, fue el estratega general de la campaña del actual gobernador de Nuevo León, José Natividad González Parás.
En 2003, Tijerina catapultó a “Nati” –como se le conoce al gobernador en su estado- a niveles inusitados de popularidad y preferencia electoral merced a una campaña estratégicamente perfecta y tácticamente impecable.
Natividad terminaría obteniendo más de 20 puntos porcentuales por encima de su más cercano competidor merced a, sobre todo, una campaña diseñada e instrumentada por un equipo profesional comandado por un experto en campañas políticas.
El objetivo de este post es recomendar la página web de Publicum Estrategias, que fue rediseñada. En ella incorporan nuevas secciones, útiles para todo interesado en la política, el gobierno y las campañas electorales. Incluye una sección de Noticias, un Laboratorio de ideas (encuestas, estudios, análisis, ensayos) y varios blogs tanto de la empresa como de sus consultores (Publicum Estrategias, Mentor Tijerina, Roberto Garza, Gabriela Salazar).
jueves, mayo 10, 2007
Calderón, presidente. La lucha por el poder
Dos de julio, 2006: México vivió la elección presidencial más competida de su historia. La guerra por el poder, particularmente entre los candidatos de PAN (derecha) y PRD (izquierda), dejó una estela de rencor a su paso. Disputa que, mutada en conflicto postelectoral, puso a prueba el andamiaje institucional mexicano.
El periodista Jorge Fernández Menéndez elaboró el recuento de daños de aquellos días, “los más difíciles que nuestra democracia haya enfrentado”, y lo pone a disposición en un libro: Calderón, presidente. La lucha por el poder (Grijalbo, 2007).
En él narra desde un punto de vista estrictamente personal –como él mismo afirma-, los cinco meses de disputas y maniobras de la lucha abierta por el poder. Pero no los de la contienda electoral propiamente, sino los que van de la noche del día de la elección al 1 de diciembre del año pasado, cuando Felipe Calderón toma posesión como presidente.
En Calderón, presidente. La lucha por el poder asistimos a una narración surcada por seis entrevistas hechas en distintos momentos al actual jefe del ejecutivo mexicano, quien responde en tres etapas: como candidato, presidente electo y presidente en funciones.
Acaso el libro que nos entrega el también periodista del diario Excélsior, ofrece sus mejores líneas en el último tramo de su recorrido.
Por un lado, la entrevista con Calderón ya instalado en Los Pinos, donde admite existió la posibilidad de que la elección hubiera sido anulada por tres factores: la presión ejercida por AMLO, la fragilidad del Tribunal Electoral y las dudas sembradas entre la opinión pública sobre la legitimidad de su triunfo.
Por otro, el par de anexos. Un ensayo de Michelangelo Bovero (“Elecciones cuestionadas”), publicado en Excélsior el 8 de septiembre de 2006 -tres días antes, el Tribunal hubo entregado la constancia de presidente electo a Calderón. Y un artículo del mismo Jorge Fernández Menéndez que apareció en noviembre pero en la revista Letras Libres.
En su disertación, el politólogo italiano advierte de la presencia, en los albores del siglo XXI, de un extraño virus agresor de las democracias reales: el fenómeno de las elecciones controvertidas, cuestionadas e impugnadas.
Esta presencia nociva para la salud de la democracia es resultado de cuatro razones, a saber: a)la personalización de la política; b)la verticalización del poder; c)la erosión del sistema de partidos; y, d)la simplificación del sistema de partidos en una forma dicotómica.
En ¿Por qué no despierta el México Bronco?, por su parte, Fernández Menéndez argumenta que un estallido social violento está lejos de tener lugar en nuestro país, a pesar de “las insuficiencias gubernamentales, la inhibición en el uso de la fuerza pública, las deficiencias y deformaciones de nuestra clase política y de la debilidad de algunas instituciones.
"Y pese, también, a una guerrilla que existe pero que no puede trascender".
Al autor se le debe agradecer su honestidad. Advierte al lector que el texto que tiene entre sus manos “no intenta disfrazarse de una falsa objetividad”, toda vez que ésta, la que relata en su libro, es una historia “marcada una y otra vez por las opiniones del autor”.
Y tal vez por ello se entiende que lo que supondría un acopio cabal de eventos suscitados entre julio y diciembre del año pasado, deviene artículo editorial de largo aliento.
Es decir, el periodista aprovecha una hoja sí y otra también para percutir una larga lista de epítetos en contra de Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición de izquierda (llamada Por el Bien de Todos), quien de una página a otra pasa de fascista a golpista.
La cantidad de tinta que confluye en la explicación del porqué AMLO perdió la elección, desconoció el resultado final de la misma, movilizó a sus seguidores, instaló un plantón, desconoció a las instituciones y se autoungió presidente legítimo de México, parece contradecir la portada e, incluso, el título del texto.
Lecturas recomendadas:
Michelangelo Bovero, “Elecciones cuestionadas”.
Jorge Fernández Menéndez, “¿Por qué no despierta el México Bronco?”.
domingo, abril 22, 2007
México: democracia en construcción
Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Yale, O’Donnell, en entrevista para el diario Reforma, no rehuye hablar de López Obrador, ex candidato a la presidencia de México, pero lo hace con mesura, evitando jugar a la futurología: “No se qué hubiera pasado de haber ganado Andrés Manuel López Obrador pero hay muchos casos de candidatos que provocan este tipo de reflexión aterrorizada y que después gobiernan de manera muy sensata”.
El también profesor de la Universidad de Notre Dame descarta que entre los latinoamericanos exista un sentimiento de desilusión por la democracia, prefiere hablar de un engaño, ya que “hemos ganado un régimen de libertades pero muchas veces los liderazgos políticos que vienen del frío de la oposición no están a la altura de las expectativas”.
En este contexto, cabría añadir que el proceso de transición a la democracia impulsa en México la presencia de los rasgos que caracterizan la comunicación política moderna, por ejemplo: elecciones altamente competitivas, profesionalización de las campañas, medición continua de la opinión pública, personalización de los comicios, rendición de cuentas, incremento en el uso de los medios electrónicos de comunicación para la difusión de mensajes y contiendas con alto índice de negatividad.
La transición política mexicana inicia con las reformas electorales de 1977, casi diez años después (en las elecciones presidenciales de 1988) podemos hallar varias de las características arriba enlistadas. En las cinco contiendas electorales subsecuentes (1991, 1994, 1997, 2000 y 2006), los mexicanos hemos sido testigos de los cambios en la lucha por el poder.
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El acceso a Reforma requiere suscripción. Afortunadamente, tengo la posibilidad de compartirles la entrevista completa gratuitamente, dando un click aquí.
Sugiero leer la entrevista con O'Donnell acompañada del siguiente artículo: "Democratic Deepening in Third Wave Democracies: Experiments with Participation in Mexico City", de Imke Harbers, en Political Studies, 2007, Vol. 55.
El infierno de los periodistas
viernes, marzo 23, 2007
Comunicación Política e Internet: El Blog como arma electoral
Las nuevas formas de Comunicación Política pasan necesariamente por las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación), particularmente la Internet. En el siglo XXI, las estrategias de Comunicación Política contemplan la confección de mensajes adaptados a los formatos de novedosos vehículos de comunicación: blogs, videoblogs, audioblogs, redes sociales virtuales, You Tube, MySpace, etc.
No resulta arriesgado afirmar que, en la llamada Sociedad de la Información, el político que no tome en cuenta la Internet en el diseño de su estrategia comunicativa para contender por un cargo de elección popular, reduce sensiblemente sus posibilidades de triunfo.
Los políticos norteamericanos lo tienen claro. Un botón de muestra. John Edwards, precandidato demócrata a la presidencia de EU, anunció su interés en postularse por el Partido Demócrata a través de You Tube.
En la misma vía caminan los senadores Barack Obama y Hillary Clinton: los usuarios de sus respectivos web sites se informan de las actividades de ambos precandidatos a través, por ejemplo, de videos, participan en debates en línea, crean redes sociales virtuales, apoyan económicamente las campañas con donaciones electrónicas e interactúan por medio de blogs.
En este contexto se inserta un trabajo periodístico realizado por el diario Reforma, donde se reconoce que la estrategia para llegar a la Casa Blanca en 2008 pasa por Internet: “El blog, nueva arma electoral”.
El rotativo ofrece un terminología básica para adentrarse al mundo de la “democracia virtual”.
Identifica pros y contras del uso de los blogs en la política. A favor: la sociedad adquiere voz y se amplían los canales de interacción con el candidato; el político refuerza sus vínculos partidarios; el usuario recobra peso en las decisiones de sus gobernantes.
En contra: No hay garantía de que el candidato lea directamente los post de sus seguidores; pocos políticos usan profusamente la red; acceder a una página web exige una pc con conexión a Internet; los bloggeros pueden dejar anónimamente mensajes difamatorios.
El trabajo del diario editado en la ciudad de México permite escuchar la voz del catedrático de la Universidad Complutense de Madrid Mariano Cebrián Herreros, quien desmenuza la Política 2.0.
Destaca cómo a través de los blogs los políticos pueden entablar contacto y comunicación directa con los ciudadanos, “marginándose de la intermediación de otros como pueden ser los medios de comunicación (cine, prensa, radio y televisión)”, lo que entraña un cambio de actitud por parte de los políticos en cuanto a que tienen que entablar un diálogo, una respuesta directa a cada uno de los ciudadanos.
Sin embargo, explica Cebrián Herreros, la atención que merece el blog exige mucho tiempo y experiencia, por lo que se corre el riesgo de que “con frecuencia no sean los propios candidatos quienes lo realicen personalmente sino equipos preparados para esta cuestión”.
Y añade: los blogs no van a todo el electorado, “porque es un porcentaje muy alto el que todavía no tiene conexión a Internet; puede ser que vaya a grupos elitistas en cuanto que son los que poseen más desarrollo de Internet”.
La comunicación política a través de los blogs se destina a la captación de votos de los indecisos. Cebrián explica la importancia de llegar a esta escuálida franja del electorado: “tal como están hoy día las campañas electorales muy reñidas, los porcentajes (de indecisos) -que no suelen ser muy altos, un cinco, siete por ciento-“ son determinantes.
Mariano Cebrián, como corolario, recomienda que todo candidato instrumente este tipo de comunicación directa. Pero advierte: “cuando los candidatos tratan de promover estas nuevas formas de comunicación tienen que pensar en que la respuesta debe ser inmediata conforme a las exigencias de Internet, de lo contrario pueden crear grandes frustraciones y volverse totalmente en su contra”.
- Drew Clark, "Web 2.0 gives birth to Politics 2.0".
- Michele Micheletti, “Bloggging: A New People’s Movement?.
- María Lourdes Vinuesa, “Comunicación Política y Nuevas Tecnologías: La Comunicación Política del Siglo XXI”.
- Raúl Trejo Delarbre, “Blogs: la democratización del ego”.
domingo, febrero 25, 2007
Fundación Carolina otorga becas para especializarse en Comunicación Política
La Fundación Carolina emite una convocatoria anual para sus becas. El 20 de diciembre publicó su Convocatoria 2007-2008 en la que ofrece más de 1,500 becas para estudiantes latinoamericanos. El periodo de inscripción de solicitudes cierra hasta el próximo 4 de marzo.
El programa de becas de la Fundación Carolina tiene por objeto promover la ampliación de estudios de licenciados universitarios, así como la especialización y actualización de conocimientos de postgraduados, profesores, investigadores, artistas y profesionistas de América Latina.
Para mayor información de sus becas y programas visiten la página en Internet http://www.fundacioncarolina.es/ donde podrán llenar la solicitud electrónicamente.
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La dirección de la Fundación Carolina en México, sus teléfonos y el e-mail de la secretaria general:
Col. Chapultepec Morales
C.P. 11580
Delg. Miguel Hidalgo
Tel/fax (5255) 5545 7212 y 5545 7213
sábado, febrero 24, 2007
La intolerancia de la izquierda latinoamericana hacia la prensa
El Comité para la Protección de Periodistas ha liberado su último reporte sobre los ataques que sufrieron los profesionales de la comunicación en América Latina, a lo largo del convulso 2006.
El diagnóstico: algunos de los nuevos líderes de la izquierda latinoamericana no sólo no han embarnecido los dispositivos legales para garantizar la libertad de prensa en la región, la han estrechado a extremos impensables hace tan sólo unos años.
El análisis producto de la pluma de Carlos Lauría, coordinador del Programa de las Américas del Comité para la Protección de Periodistas, es contundente: la nueva camada de líderes de izquierda en Latinoamérica, mezcla de izquierdistas, populistas, socialdemócratas y liberales progresistas, comparten un gen común: la intolerancia a la prensa crítica.
La mayoría de los latinoamericanos –agrega Lauría- se desencantaron con los políticos tradicionales después de una década, la de los noventa, de aplicación de políticas de libre mercado, promovida por EUA y el FMI, que prometía mejoras en los estándares de vida.
El resultado: En Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, los ciudadanos eligieron presidentes reformistas, que están redefiniendo la política doméstica e internacional del subcontinente.
Algunos periodistas esperaban que la nueva generación de líderes políticos de izquierda, emergidos en el último sexenio, ensancharían la libertad de prensa. No ha sido así.
En Venezuela, por citar un ejemplo, los periodistas independientes han sido etiquetados como “enemigos del pueblo”. En Argentina, por citar otro, se les ha negado el acceso a boletines y eventos oficiales.
Empero, esto no ha sido óbice para que los medios de comunicación desentierren hechos que los gobiernos preferirían mantener ocultos.
Un dato a destacar: los líderes de izquierda en América Latina no han movido un dedo por destrabar la creciente concentración de medios de comunicación de unas cuantas manos (incluso la han respaldado: en México, la llamada Ley Televisa fue votada por unanimidad en la Cámara de Diputados, incluyendo obviamente al PRD).
Ejemplos sobran: Grupo Cisneros en Venezuela, Globo en Brasil, Grupo Clarín en Argentina y Televisa en México.
Venezuela y Bolivia representan los casos más crudos de la relación prensa – gobierno. Ante la falta de oposición política real en ambos países, los medios de comunicación privados han llenado ese hueco. Y sufrido las consecuencias.
Sin embargo, también, se debe subrayar que los medios en sendas naciones han soslayado que quien actúa políticamente le responden políticamente.
En este orden de ideas, los medios de comunicación están apuntalando intereses particulares por encima de principios éticos y estándares profesionales básicos, mientras los gobiernos constriñen la libertad de expresión a través de algún tipo de presión, abierta o soterradamente.
A diferencia de la satanización que de los medios hace Hugo Chávez al tildarlos de “fascistas” o “conspiradores”, los presidentes de Argentina y Uruguay, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez, respectivamente, reconocen a los medios de comunicación como “la oposición política no electa”.
En contraste, los periodistas argentinos y uruguayos acusan a sus respectivos gobiernos de confundir deliberadamente las líneas que dividen a la oposición de la prensa crítica.
Aún más, para mantener el respaldo popular, Chávez, Kirchner y Morales han fortalecido los medios estatales que están al servicio de sus gobiernos, al tiempo que controlan los medios privados que apoyan sus políticas por medio de la contratación de espacios para publicidad oficial.
Lo anterior “es un intento para estrangular la crítica. Esto representa un paso atrás en términos de calidad democrática en la región”.
Brasil no ha estado exime de este tipo de relaciones tensas entre el presidente y la prensa. Ante los escándalos de corrupción en todos los niveles de su gobierno, el presidente Lula se negó a dar entrevistas. El argumento: las notas periodísticas eran desmedidas y sin fundamento.
Durante la campaña de reelección en octubre del año pasado, el partido al que pertenece el presidente Lula, el de los Trabajadores, reafirmó su compromiso con la libertad de prensa.
Pero el día de la victoria, durante la celebración en la avenida principal de Sao Paulo se podían leer ciertas consignas: “El pueblo venció a los medios”. En la capital brasileña, al mismo tiempo, los periodistas que cubrían los festejos recibían empellones e insultos.
En Ecuador y Nicaragua el futuro aún no es claro, toda vez que Rafael Correa y Daniel Ortega fueron apenas electos en noviembre. Sin embargo, ya desde la campaña electoral los conflictos con la prensa han emergido.
En suma, la intolerancia de los líderes de izquierda a la prensa crítica abreva de una cultura autoritaria que vive latente en la mayoría de las democracias latinoamericanas. Lo que explica que un presidente de derecha como lo es el colombiano Álvaro Uribe, padezca iguales tensiones.
En efecto, la derecha no sale ilesa del análisis del CPJ (por sus siglas en inglés). El presidente de Colombia, quien fue reelecto en marzo, ha atacado frecuentemente a los medios independientes, calificándolos como “traidores”.
De acuerdo con un reporte de inteligencia del gobierno de Uribe, los medios de comunicación críticos a su administración son etiquetados como “deshonestos” y “dañinos” para los intereses nacionales.
¿Y México?
La situación que priva en la relación entre la prensa y el sector más visible de la izquierda mexicana no dista mucho del diagnóstico elaborado por el Comité para la Protección de Periodistas. Así se evidenció durante el proceso electoral y postelectoral que México vivió en 2006.
Hoy día, el PRD y su ex candidato presidencial todavía enarbolan la bandera del “cerco mediático” a fin de justificar su incapacidad para entender la relación entre la prensa y los hombres con poder político.
En el diccionario confeccionado por los perredistas, el término “cerco mediático” alude a todas aquellas voces que no acompañan su coro. Todo periodista que no comparte su visión de la realidad si no es “aliado de la derecha” es “enemigo del desarrollo de México”, “escudero del estatus quo”.
En un reciente artículo en la revista Proceso, la politóloga Denise Dresser caracterizó los rasgos que identifican los perfiles de la izquierda en México. Para redactarlo, retomó un extraordinario análisis elaborado por el también politólogo Javier Corrales, publicado en Foreing Policy, intitulado “La muchas izquierdas de América Latina”.
El texto viene a colación pues en él desfilan los Fraudócratas, aquellos que piensan que el eje de la vida política en México es el fraude; los Provocadores Permanentes, quienes saben gritar pero no cómo convencer; los Puristas, que suponen que el éxito del PRD dependen de su autoridad moral y no de su estrategia política.
Los Mercaderes, los Apóstoles de AMLO, los Populistas Premodernos y los Socialdemócratas Marginados. Los primeros ven en el PRD un negocio y viven de él. Los segundos, aquellos que obnubilados por el líder carismático no se dan cuenta que lo que López Obrador les dio en 2006 se los resta para 2009.
Los terceros, herederos del viejo PRI, sus mañas y sus prácticas, que abrazan a la izquierda con el manto del clientelismo, las dádivas y los favores. Y los últimos, pero no menos importantes, los marginales. “Aquellos que miran la experiencia de izquierdas exitosas en el mundo, con la esperanza de reproducirlas en México”, que hoy son minoría, pero que deberían convertirse en mayoría.
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Lecturas recomendadas:
Carlos Lauría, “Leftists lean on the Latin American media”.
Committee to Protect Journalists, “Ataques a la prensa en 2006” (pdf).
Javier Corrales, “Hugo Boss”, en Foreing Policy edición en español, febrero-marzo 2006.
martes, enero 30, 2007
Sitio web de Enrique Jackson
Recordar: aquel website recibía al usuario con un video, asociado con los spots que en aquel momento se difundían por televisión.
Ahora mismo, el sitio enriquejackson.org.mx ha sido suplantado. En su lugar: una estructura poco afable. Inacabada. Innavegable.
Comparar ambas experiencias es inevitable.
Hace dos años, sin privilegiar el culto a la imagen, la página incluía fotografías de Jackson bien seleccionadas, que acompañaban su semblanza. Hoy no.
P. ej., los downloads sugieren al visitante bajar un fondo de pantalla. La imagen resulta ser no el potencial líder de un instituto político, el PRI, sino un corredor con la intención de “ganar” sobre un deplorable paisaje como telón de fondo.
Destaca una pestaña en el costado izquierdo: Mis compromisos. No son tales. Acaso frases capturadas de algunos discursos. ¿Apenas un decálogo? Ni eso. Ideas sin ton ni son.
Añorar: en 2005, Enrique Jackson asumía compromisos, desafiaba retos, 10 al menos, en un texto lacónico, pero atractivo. En 2007, pareciera que los rehuye.
Las ausencias persisten. Una más. Nulo el compromiso con la transparencia. Aprovechar Internet a guisa de caja de cristal, generaría afectos e invitaría a otros contendientes a tomar medidas similares.
En contraste, presencias innecesarias. Espacio desperdiciado. Un ejemplo: la opción relativa a la convocatoria. Un link bastaría.
Enriquejackson.org.mx está desprovisto de vehículos eficientes de interacción. Apenas un foro. Pusilánime intento: no existen fechas, horarios, ni temas a discutir.
El discurso de Jackson gira en torno a los jóvenes. La página prescinde del tema. Carece de dispositivos generadores de participación política juvenil. Un blog ayudaría.
La sala de prensa, un desastre. Imposible conocer la agenda de Jackson. Menos aún ver, escuchar o leer sus entrevistas, notas, comentarios y discursos.
Éste el panorama. La solución: rediseñarla. O liquidarla.
De la página de Beatriz Paredes, ni hablar. Aún mantiene la que empleó como candidata a jefa de gobierno del Distrito Federal.
martes, enero 09, 2007
La imagen de los políticos
La imagen de un político se esculpe. El objetivo: posicionarlo. Cómo: con base en las necesidades del mercado electoral. Las herramientas: encuestas y grupos de enfoque. El resultado: un candidato con el perfil ideal.
La imagen de las figuras públicas no es sino la percepción que de ellos se tiene. En otras palabras, la opinión que se forma a partir de la primera impresión. Un juicio positivo o negativo. No hay espacio para los matices.
En la política moderna se privilegia la forma sin descuidar el fondo. El discurso importa, la imagen se impone. Pulcritud, sobriedad y empatía rodean al político en campaña y al gobernante en el ejercicio del poder.
De acuerdo con la experta en marketing político Gisela Rubach, se cuenta sólo con cinco segundos para generar en el electorado una primera impresión positiva. De ser así, dispositivos de percepción quedan abiertos en la mente del potencial votante, logrando que el mensaje del candidato sea recibido.
En campaña, difícilmente hay segundas oportunidades: la primera impresión es vital.
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Para ampliar la información al respecto, una entrevista con Gisela Rubach: aquí.