LOS MISTERIOS DEL   TITANIC

Era la noche del 14 de abril de 1912. Sobre la cubierta del trasatlántico Titanic, el marinero de guardia Frederick Fleet oteaba en la noche fría y serena. El trasatlántico, el “insumergible”, la más grande y hermosa nave del mundo, avanzaba majestuosa en la quinta noche de su viaje inaugural hacia Nueva York. Se encontraba a 700 km al sur de Terranova y a 1.900 de la ciudad norteamericana de Nueva York. A las 23.40 Fleet vio de pronto frente de sí una enorme masa blanca en medio de la oscuridad. Observó un instante y llamó inmediatamente por teléfono al puente de mando.

–¿Qué sucede?, habló la voz del oficial que atendió el teléfono.

–Un témpano, frente a proa.

Prontamente se interrumpió el ruido de las maquinarias y el barco se preparó para retroceder. Fleet observaba con espanto acercarse cada vez más la inmensa montaña de hielo, mucho más alta que el castillo de proa. El marino se hallaba es pantado, esperando el encontronazo. Pero luego, ya en el último momento, la proa comenzó a doblar a la izquierda, mientras la montaña de hielo se escurría por el flanco derecho de la nave.

El peligro parecía haberse conjurado. Más el témpano, con un espolonazo bajo las aguas, había abierto una enorme hendidura en el casco del buque. En el recinto de la caldera número 6, el fogonero Fred Barret estaba hablando con el segundo oficial de la máquina cuando se encendió la luz roja de alarma. Se sucedió enseguida un estruendo ensordecedor, mientras toda la pared de acero de la embarcación se abrió, dejando pasar un torbellino de espuma blanca…

“Así murió el “Titanic”, el insumergible. A las 2.20 del día 15 de abril, el imponente buque, luego de haberse empinado, comenzó a deslizarse bajo el agua. Hasta que al fin, en una nube de espuma, las aguas cubrieron el asta de la bandera de popa. Con la nave desaparecieron 1.503 personas” (Enciclopedia Estudiantil Códex, núm. 89, pág. 10).

ES UNA DE ESAS HISTORIAS INMORTALES que jamás podremos olvidar. Su grandeza y su propio destino hacen que sintamos una especial fascinación por un buque llamado Titanic.

Las aguas del Atlántico Norte eran temidas desde antaño por la peligrosidad que conllevaban los muchos icerbergs que vagan por la zona… La White Star Line conocía ya de su peligro por el hundimiento del “Naronic”, un imponente buque que zarpó la mañana del 11 de febrero de 1893 del puerto de Liverpool con destino a Nueva York. Su desplazamiento era de 10.000 toneladas y tenía una eslora o longitud de 185 m. Contaba con motores sumamente potentes y dos altas chimeneas. Era el barco más suntuoso del mundo de su época, de una gran rapidez y esperaban que superaran a la otra joya de la compañía “Majestic”.

Sus propietarios, la White Star Line, estuvieron esperando noticias del barco, pero este había desaparecido misteriosamente con toda su tripulación y pasajeros.