Mesa de recepción
Como lo prometido es deuda, yo debo saldar la que contraje con vosotros, queridos lectores, en mi sección del número de septiembre. Había quedado que me faltaba terminar de leer el último libro del escritor suizo , . Y les decía que la impresión que me estaba dejando era que la novela estaba llena de trucos para atrapar al lector (cosa por otra parte nada extraña, tratándose de una novela de intriga), pero, , (tal vez las dos novelas con los mejores finales en la historia universal de la novela en occidente) o , para mí, la mejor novela negra que leí. Para resumir, ¿la recomendaría? Vale la pena leerla, y si yo fuera director de una escuela de escritura la pondría de lectura obligada. Para aprender a construir una trama al borde de lo inextricable y cómo se puede incrustar en un relato de género una historia que parece puesta con calzador (la de los extravagantes abuelos de uno de los detectives), pero que demuestra lo excelente escritor que es Joël Dicker.
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