LIBROS SOBRE LA GUERRA
Lentamente, los descubrimientos de este tipo fueron aumentando y uno de los que más participó en ello fue Raymond Dart. Este anatomista australiano, asentado como profesor en la Universidad del Witwatersrand, en Suráfrica, descubrió en 1924 los restos de un Australopithecus africanus batizado como el Niño de Taung. Un hallazgo que se considera el nacimiento de la ciencia de la paleoantropología humana. Años después, en 1953, publicó un artículo en el que proponía la hipótesis de que los motores principales de la evolución humana eran la violencia interpersonal y la guerra. ¿Cómo podría ser de otro modo, si resulta evidente por sus restos más antiguos que el hombre es un cazador nato capaz de acabar con animales mucho más grandes que él y que los conflictos bélicos han sido desde muy temprano un rasgo definitorio, o eso parece, de nuestra sociedad?
La hipótesis del mono asesino cobró fuerza enseguida y no faltaron pruebas que la apuntalaran. Una de ellas fue el hallazgo de la necrópolis de Djebel Sahaba (Nubia) en la década de 1960, donde aparecieron 59 cuerpos fechados en el 12.000-10.000 a. C., de los cuales prácticamente la mitad presentaba pruebas en forma de puntas de flechas incrustadas, huesos rotos, etc. de haber perecido de forma violenta en algún tipo de enfrentamiento. Dado que los muertos no eran sólo hombres en edad de combatir, sino también mujeres y niños, estaba claro de que se había tratado de un intento deliberado de aniquilar al grupo. Si a esto le sumamos el descubrimiento realizado en 1974 por de que los chimpancés mantienen ocasionales guerras con grupos rivales de las que resultan muertos algunos individuos, las pruebas parecían irrefutables. Si bien esta teoría antropológica es muy conocida entre el público, desde el principio contó con el rechazo de muchos
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