SIN LÍMITES
La música en cuarentena (II)
Prosiguiendo con lo delineado en el texto de hace dos semanas, nos corresponde retomar lo ya anunciado sobre los cuatro elementos constitutivos de la materia sonora bien ordenada: el ritmo, la melodía, la armonía y el timbre. Acordamos que, dada su hondura, era necesario contentarnos con una sutil “barnizada” de cada uno de ellos y, asimismo, dijimos que su disección es bastante forzada ya que conforman un tejido prácticamente indivisible.
De manera tácita se piensa que en los albores de la vida humana surge el ritmo musical –de hecho, en todo lo creado hay siempre una escansión rítmica implícita–, y éste fue producto de algún movimiento, voluntario o no, de percusión. No sobra precisar que el efecto de cualquier ritmo vigoroso sobre nuestro cuerpo y psiquis nos remite de inmediato a una sensación instintiva de movimiento primordial. Sin embargo, tenían que transcurrir miles de años para que nuestros antepasados pudieran codificar por escrito los ritmos que primero tocaron
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