SIN LÍMITES
Tabasco, más agua que tierra
La referencia al agua es constante en la poesía de Carlos Pellicer, y cómo no habría de ser así en un territorio como el tabasqueño, del que escribe: Cantemos el agua, porfiada felicidad y tragedia de Tabasco.
Esa dualidad es la que no ha logrado manejarse, como sucede con frecuencia cuando llegan las lluvias o temporales, y cada año 11 mil kilómetros cuadrados se cubren de agua y la línea costera desaparece regularmente bajo las inundaciones en el otoño. Las tormentas que las provocan han sido incontrolables y en la memoria han quedado las inundaciones de 1879, 1918, 1927, 1932, 1944; las de 1952, 1955, 1957, 1959, 1980, 1999, una de las más graves la de 2007 y de nuevo las de los años siguientes. La actual, en este 2020, sólo recrea lo ya sabido, los lugares comunes como la ineficacia de las instituciones y las graves consecuencias entre la población, siempre y reiteradamente afectada porque materialmente el agua le llega al cuello.
Así la bendición de contar con los dos ríos más caudalosos del país: el Usumacinta y el Grijalva, rodeados de una intrincada red de ríos como Mezcalapa,
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