Ante el periodismo, “entrega total, lealtad absoluta”
PARÍS.– 7 de enero de 2015. Mediodía. Un hombre grita: ¡No! mirando fijamente la pantalla del televisor. El dueño de la pizzería sube el volumen del sonido. La voz alterada de un reportero desgarra el silencio sepulcral que envuelve ahora la sala del restaurante. Nos quedamos todos petrificados viendo las imágenes del despliegue policiaco que rodea una callecita parisina y sus alrededores.
Es la calle Nicolas Appert donde Charlie Hebdo tiene su sede. Terroristas islámicos acaban de perpetrar un atentado contra el semanario satírico. Dos hombres encapuchados salieron del edificio de Charlie blandiendo sus metralletas y aullando: “¡Vengamos al profeta Mahoma!”, antes de huir en un auto.
Me encuentro en Biarritz buscando las huellas de Porfirio Díaz, quien solía veranear en ese elegante balneario del país vasco galo durante su exilio en Francia. Uno de los historiadores de la ciudad acaba de señalarme que una de las mansiones alquiladas por el dictador se convirtió a mediados del siglo pasado en una tétrica casa de citas.
Justo antes de enterarme del ataque contra Charlie Hebdo me estaba preguntando si a don Julio le iba divertir la anécdota o si la iba a encontrar demasiado trivial.
El atentado
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos