Los guías turísticos que trabajan en las cuevas de Chislehurst, a media hora de la estación de Charing Cross en Londres, tienen que cumplir un requisito indispensable para poder hacer bien su trabajo: no tener miedo a la oscuridad.
A pesar de recibir el nombre de «cuevas», estos túneles subterráneos han sido producto de la mano del hombre y su antigüedad es objeto de polémica entre los expertos. De todos modos, la mayoría de ellos datan su origen en el siglo XIII, aunque se habla de la presencia de miembros del Imperio Romano (existen en el pueblo de una serie de indicios en este sentido), así como druidas y celtas (estas últimas sin confirmar). Su función ha ido variando a lo largo de los años, sirviendo las veces de excavaciones para la búsqueda de materiales como tiza o pedernal, almacenamiento de municiones, cultivo de champiñones, refugio durante la Segunda Guerra Mundial o lugar de fiestas y conciertos en los años 50 y 60.
ESPÍRITUS DE LA II GUERRA MUNDIAL
Hoy en día es una atracción turística que capta la atención de grandes y pequeños, que gustan de acariciar las paredes y husmear entre los recovecos cargados de historia. Sin embargo, buena parte de su público está interesado en lo que no se puede explicar de