En uno de los diálogos más increíbles del filme El león en invierno (1968), una Leonor de Aquitania (c. 1122-1204) interpretada por Katharine Hepburn se mofa de aquella vez que cabalgó semidesnuda hacia Damasco. Por supuesto, aunque le venía bien al personaje, entre maquiavélico y deslenguado, la Leonor de verdad no hizo ningún toples durante la segunda cruzada.
Para ser justos con el director, Anthony Harvey, su representación fue más razonable que las anteriores. Tomó a una de las mujeres más denostadas de la historia e hipnotizó con ella a toda una generación. Hoy Leonor ya no es la reina lasciva, frívola, falsaria y medio bruja que fue hasta el siglo xx, sino “la madre de Europa”. Así la han apodado los académicos. La cultura popular, por su parte, la reconoce como la inventora del amor cortés. Bien podía serlo. Por lo que dijeron los que la conocieron, a más de uno le quitó el sosiego. Y es que era tan bella que los cronistas se referían a ella como . Con el latinajo querían describir lo que las palabras vulgares no podían. En efecto, era más que “pulcra” y, al mismo tiempo, inteligente y audaz. Tanto que fue capaz de sobrevivir en un feudo de los hombres –la