Fue el matemático y filósofo inglés Alfred North Whitehead (1861-1947) quien sentenció que toda la Filosofía occidental no dejaba de ser una serie de notas a pie de página de los Diálogos de Platón (387-347 a.C.). Tal vez a ello contribuya el hecho de que Platón no expuso de manera ordenada sus ideas, sino que las diseminó de manera desordenada a través de sus escritos, en un estilo literario –el del diálogo, en lugar del ensayo– obligando a generaciones posteriores a reordenar (y, con ello, léase también reinterpretar) su verdadero mensaje.
¿LA REALIDAD DE UN MUNDO INVISIBLE?
Entre el conjunto de teorías que se insinúan en los textos del filósofo ateniense, destaca su discurso, que sienta los cimientos de la Filosofía occidental –y estará especialmente presente en las distintas filosofías esotéricas desde el Gnosticismo (MÁS ALLÁ, 390) hasta la Teosofía (MÁS ALLÁ, 379)–, referente a un mundo invisible que permanece oculto a nuestros sentidos y que solo es accesible a través de la razón. Se trata de la Teoría de las Formas o Mundo de las Ideas.
La palabra idea, en griego “eideia” o “eidos”, deriva del verbo “eiden”, que se traduce como “ver”. Así pues, la idea es la forma visible de un objeto material. Sin embargo, el concepto de Idea al que se refiere Platón es completamente diferente, ya que no es percibida por nuestros ojos… sino por nuestra mente. Y, al contrario de nuestro concepto de idea como la representación mental de algo, que puede ser real o imaginario pero que, en todo caso, es siempre producto de nuestra actividad mental, la idea platónica existe de manera independiente a que sea pensada o no y,