Que nuestra primera parada fuera el Centro Botín de Santander no es casualidad. Tras una rápida visita a su colección actual donde se pueden admirar desde un Sorolla a un Juan Gris o un Francis Bacon, nos invitan a subir a su azotea al atardecer. Difícil imaginar mejor lugar para entender el porqué del eslogan (‘Cantabria infinita’) del Gobierno cántabro. Desde lo más alto de este imponente edificio, obra de Renzo pero retiene el señorío de antaño en cada uno de sus rincones. Tras un breve descanso, volvemos al volante para desplazarnos hasta El Nuevo Molino, un restaurante con alma tradicional y toques de modernidad con estrella Michelin desde 2008. Situado en un viejo molino del siglo XVIII, a veinte minutos del hotel, ofrecen un mar y montaña con productos de la zona. Especial mención a su de tudanca (raza de ternera oriunda de Cantabria) con anchoas de Santoña.
