Paradojas de la historia. Lo que antaño fue perseguido con saña hasta la aniquilación, hoy resulta seña de identidad pública, lucrativo negocio y fuente de fama universal. Los arbitrarios procesos de Salem que llevaron a la muerte en 1692 a una veintena de personas acusadas falsamente de brujería, unos trescientos años más tarde son el mejor reclamo para una pequeña población de la costa este de EE UU que vive para la adivinación, el contacto con los espíritus y el esoterismo en general. Sin lugar a dudas, Salem es el parque temático del más allá en pleno siglo XXI.
EL TABLERO CATÓLICO
Allí mismo, cualquier visitante puede vivir experiencias terroríficas en los múltiples negocios locales que las ofrecen, comprar tarots, bolas de cristal, amuletos, incienso y demás enseres mágicos o pagar para que le echen las cartas, le espanten su mala fortuna o le pongan en contacto con un ser querido difunto. Todo ello es posible y mucho más, especialmente si uno acude a la localidad en Halloween, auténtica celebración mayor donde las calles bullen con atracciones al aire libre y las muchedumbres visten atuendos pintorescos, desde personajes fantásticos hasta los más depravados asesinos en serie reales o ficticios.
Lógicamente, no cabía pensar en otro marco incomparable a la hora de ubicar la mayor colección privada de ouijas originales que hay en el mundo. Su celoso y apasionado propietario es John Kozik, quien las muestra con absoluta amabilidad en una trastienda de la calle Essex. El espacio se antoja reducido, la ordenación cronológica, pero la cantidad de tableros y demás elementos relacionados con su historia resulta abrumadora. John es un hombre menudo, espigado, de rostro afable. Cultiva múltiples facetas: escritor, músico con colaboraciones en más de 40 discos, manager… Pero, por encima de todo lo demás, su máxima debilidad son esos sencillos tableros de madera con letras y números grabados sobre su superficie que permiten comunicar con quién sabe qué.
