La pandemia de 2020 cambió los patrones de comportamiento en la sociedad, las empresas y los entornos educativos. En muchos sitios, los profesores aún tienen que organizar la entrada del alumnado al centro por puertas angostas y en fila, lo cual tiene sus ventajas. Las colas bien organizadas han servido desde siempre para poner orden, pero además pueden evitar contagios y ofrecer un aprendizaje de comportamiento en situaciones de pánico en una multitud.
Y es que la imagen de los alumnos avanzando despacio y en orden nos parece antinatural, al contrario que los tumultos en las puertas de los edificios de masas humanas que pretenden entrar lo antes posible. No hay más que fijarse en las rebajas. Incluso aunque la gente haga cola, en cuanto la fila se pone en marcha, basta con que una sola persona se pare para que se forme un tapón en el acceso. El movimiento caótico de la multitud causa estragos, como vimos durante la festividad judía de Lag Ba'omer, en 2021, en Israel, donde 45 personas murieron y otras 150 resultaron heridas de gravedad aprisionadas por la muchedumbre; o la estampida en el barrio de Itaewon, en Corea del Sur, tragedia que dejó un saldo de más de 150 muertos durante la