Cuando se produjo la invasión de la URSS por Alemania, en los ámbitos gubernamentales y falangistas españoles estalló la euforia. Todo el mundo quería presentarse voluntario para combatir el bolchevismo y pagar con la misma moneda la intervención de Stalin en España. Sin embargo, y a pesar de que en el ambiente se respiraba la idea de una rápida victoria alemana, el Ministerio del Aire, regentado por el general de división Juan Vigón Suero-Díaz (cuya formación no era precisamente la de aviador, sino de ingeniero), no era tan optimista. Se pensó en organizar varias escuadrillas sucesivas, con una estancia en el frente de seis meses cada una, y se nombró para su mando a sus tres primeros comandantes: Ángel Salas Larrazábal, José Muñoz Jiménez y Julio Salvador Díaz de Benjumea. Sin embargo, el comandante José Muñoz Jiménez, amparado en su amistad personal con Salas, y ante su reiterada insistencia, logró ser agregado a la primera escuadrilla.
Numerosas solicitudes comenzaron a llegar al comandante Salas, uno de los mejores pilotos de caza de la aviación franquista durante la guerra civil, como atestiguaban sus dieciséis victorias, más una compartida. Tras la ardua tarea de selección, la escuadrilla quedó finalmente constituida el 14 de julio. Sus componentes fueron citados el día 23 para recibir órdenes directas del comandante Salas en el aeródromo de Getafe. Al día siguiente a las 22.30 partía en tren, desde la madrileña estación del Norte, la primera escuadrilla con rumbo a Berlín. Durante el trayecto, los alemanes, muy expeditivos a la hora de evitar infecciones, exigieron a los integrantes de la expedición que dejaran sus ropas para ser desinfectadas. Finalmente, llegaron a Berlín la tarde del 27 de julio. En la estación de Anhalt fueron recibidos Otto-Friedrich Freiherr von Houwald, jefe de la Escuela de Caza n.º 1, situada en el aeródromo de Werneuchen, a 28 km de la capital alemana. Una vez allí, la expedición fue recibida, lógicamente por error, bajo los compases del Himno de Riego.
