“Reque la primera vez que me tropecé con ella, no pude por menos que asociarla inmedia-cuerdo tamente a todo el cúmulo de fenómenos OVNI que se han dado por los alrededores, porque se da el caso de que la imagen, en lugar de rostro, luce una perfecta escafandra que cualquiera podría identificar con las que cubren sus cabezas, al decir de los testigos, muchos de los presuntos ovninautas. Sin duda, habría hecho las delicias alucinadas de más de un investigador obsesionado por la supuesta realidad del fenómeno”.
Solo en la España mágica, la misma que inmortalizara Juan G. Atienza (1930-2011) o Carlos Pascual en sus guías de viaje, y que todavía perdura para quien se decida abandonar la comodidad de estar sentado frente a internet, podía existir un santo de estética tan bizarra como el que descansa en la ermita que corona el monte Aralar. Así que, tal vez, merezca conocer cuál es su historia…
ORÍGENES LEGENDARIOS PARA UNA ERMITA
Escribía la genial pluma de Atienza que “el origen de este santuario del monte Aralar es muy remoto, y su leyenda, que bien me gustaría tener aquí espacio para repetir, solo que el itinerario se nos haría interminable, reúne una serie de características arcaicas que forman parte de eso que llamó el inconsciente colectivo y que a mí muy a menudo, a la vista de los recuerdos populares