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Los pobres salvarán al mundo
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Libro electrónico103 páginas1 hora

Los pobres salvarán al mundo

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Información de este libro electrónico

Los pobres nos dan lo que ni las revoluciones, ni las ideologías, ni los progresos técnicos y científicos nos han dado: la salvación, entendida como el mundo humano, equilibrado, acogedor, feliz... que todos soñamos. Esta visión, inspirada en el texto de Mons. Macry Crechi. Lo que la Iglesia pierde sin los pobres, cambia nuestra mirada en relación a las personas que padecen cualquier clase de pobreza, y nos hace mucho más comprensible el Evangelio de Jesús. Sin recurrir a idealizaciones, bien al contrario, Oriol Xirinachs nos muestra a partir de su dilatada experiencia, actitudes, cuestionamientos, percepciones, que se convierten en pistas para descubrir la presencia de Dios y la Buena Noticia de Jesús entre nosotros. Un libro que nos remite a la esperanza en medio de esta sociedad occidental tan afectada por crisis de toda clase.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 oct 2017
ISBN9788491650706
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    Vista previa del libro

    Los pobres salvarán al mundo - Oriol Xirinachs Benavent

    La colección Emaús ofrece libros de lectura

    asequible para ayudar a vivir el camino cristiano en el momento actual.

    Por eso lleva el nombre de aquella aldea hacia

    la que se dirigían dos discípulos desesperanzados cuando se encontraron con Jesús,

    que se puso a caminar junto a ellos,

    y les hizo entender y vivir

    la novedad de su Evangelio.

    Oriol Xirinachs

    Los pobres salvarán al mundo

    Colección Emaús 144

    Centre de Pastoral Litúrgica

    Director de la colección Emaús: Josep Lligadas

    Diseño de la cubierta: Mercè Solé

    Dibujo de la cubierta: © Cesc

    Ilustraciones interiores: © Agustín de la Torre Zarazaga

    © Edita: CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA

    Nàpols 346, 1 – 08025 Barcelona

    Tel. (+34) 933 022 235

    cpl@cpl.es – www.cpl.es

    Edición digital: septiembre de 2017

    ISBN: 978-84-9165-070-6

    Printed in UE

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

    Presentación

    Yo afirmo que los pobres salvarán al mundo, y que lo salvarán sin querer, a pesar de ellos mismos, que nada piden a cambio de esto, sencillamente porque no sabrían decir el precio del servicio que hacen... Repito que los pobres salvarán al mundo (Georges Bernanos, Les enfants humiliés, 1940)

    ¡Estoy convencido de ello!... Y en estos escritos me gustaría aportar unas experiencias que me lo confirman, y también aportar algunos criterios que he aprendido de ellos y que deberían inspirar nuestro camino con ellos para avanzar en esta salvación.

    Por suerte hoy ya no amamos a los pobres por amor a Dios (de ahí viene la palabra pordiosero). Reconozcamos que, en el fondo, más que por amor a Dios era por amor a nosotros mismos haciendo méritos ante Dios. Hoy lo hemos sustituido por la expresión: Es que me dan más de lo que yo les doy que, aun admitiendo la voluntad de corregir aquella, creo que no pasa de ser un gesto de buena voluntad. Y lo digo porque pienso que en la mayoría de los casos lo que nos dan no pasa de ser una satisfacción vaga y piadosa, ética o psicológica, pero para provecho personal.

    Así pues, comparto la afirmación de Bernanos al decirnos que los pobres salvarán al mundo. De hecho, lo que nos está diciendo es que nos lo dan todo. Nos dan lo que ni las revoluciones, ni las ideologías, ni los progresos técnicos y científicos nos han dado: la salvación, entendida como el mundo humano, equilibrado, acogedor, feliz... que todos anhelamos... ¡pero no conseguimos! Por tanto, ¿no sería hora de probar su salvación? Aquella que conseguiríamos si los pusiéramos en el centro, los escucháramos, aprendiéramos de ellos, y los hiciéramos nuestros maestros.

    Toda la salvación que nos trae Jesús empieza poniendo a los pobres en el centro: Pero Jesús conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: Levántate y ponte en camino (Lc 12,8 y Fl 2).

    En estos textos me gustaría ofrecer algunos rasgos que he aprendido de ellos. Estoy seguro de que, si empezáramos a aplicarlos en nuestro camino común, descubriríamos su potencial y eficacia para construir este mundo nuevo que queremos. Se trata de actitudes, cuestionamientos, visiones, propuestas... pistas, en definitiva, que si dejamos que conviertan y orienten todo lo que nosotros hacemos por ellos, nos harán descubrir todo lo que ellos hacen por nosotros y que juntos nos conducirán a la salvación del mundo.

    Y, evidentemente, que si los cristianos tenemos que aportar nuestra experiencia evangélica como contribución al esfuerzo de los hombres y mujeres que trabajan en ello, es necesario que primero descubramos y dejemos que los pobres salven a nuestra Iglesia. Por eso es muy interesante el fragmento con el que abro mis escritos.

    Se trata de un fragmento del prólogo de Mons. Moacyr Grechi, para el libro de Jorge Pixley y Clodovis Boff Opción por los pobres. Él titula dicho prólogo Lo que pierde la Iglesia sin los pobres, y lo que dice es que lo pierde todo. Por tanto, podemos formularlo en positivo diciendo que con los pobres lo gana todo, o que los pobres salvarán a la Iglesia.

    Lo que pierde la Iglesia sin los pobres

    Pero si preguntamos qué pierde la Iglesia sin los pobres, la respuesta debe ser: sin los pobres lo pierde prácticamente todo.

    Pierde su universalidad y se convierte en una Iglesia de élite, en Iglesia de minorías.

    Pierde el sentido de la historia y su función de fermento del mundo y queda así al margen de la marcha de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, como un gueto o reserva etnológica.

    Pierde la fuerza de la encarnación en el mundo, del arraigo en la realidad concreta y dolorosa de las mayorías que sufren, porque solo ellas experimentan y viven el drama del mundo, reduciéndose a una Iglesia perdida en la atmósfera enrarecida de un espiritualismo desencarnado.

    Pierde el vigor de su unidad (¿qué es una Iglesia que no tiene en sus pobres uno de los epicentros de su unidad alrededor del centro permanente que es Jesucristo?), de su santidad (¿cómo se puede entrar en el Reino pasando de largo ante las multitudes caídas por los caminos del mundo?), de su catolicidad (¿cómo puede ser la Iglesia de los apóstoles sin vivir su modelo de vida, como nos lo describen los Hechos de los Apóstoles con las palabras todo era en común y no había entre ellos ningún necesitado?).

    Finalmente, sin los pobres, la Iglesia pierde a su Señor, que se identifica con ellos y los constituye jueces definitivos del mundo, y que lo salvarán sin querer, a pesar de ellos mismos, porque no sabrían decir el precio del servicio que han hecho. Son palabras del gran cristiano que fue Georges Bernanos.

    Está perdido quien ayuda a los pobres ha dicho Bertolt Brecht: por eso la Iglesia ha pagado y está pagando la opción por los pobres con la sangre y las lágrimas de muchos de sus hijos. Pero sub specie aeternitatis está salvado para la vida eterna quien se une a los perdidos de este mundo.

    Mons. Moacyr Grechi

    Todos para uno y uno para todos

    Y si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él (1Cor 12,26)

    El espíritu corporativo se da en todos los estamentos, profesiones, partidos políticos, familia, clero... Ya

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