Tiempo de ganar: 8 semanas que elevarán al máximo tu rendimiento personal. El sistema de trabajo que cambiará tu vida
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Se conforma de 8 procesos que, en buenas manos, pueden valer una fortuna. Es la esencia de las mejores asesorías para equipos que deseen lograr resultados sobresalientes. Le será de gran utilidad tanto al trabajador técnico como a los mandos intermedios y a los altos ejecutivos de cualquier compañía. De hecho funciona para todo ser humano y empresa que quiera comenzar a ganar...
¡Ganar clientes, dinero, posicionamiento, prestigio, relaciones, oportunidades! ¿Por qué a algunos individuos y negocios les va siempre bien mientras a otros parece que las crisis los persiguen? Aquí, el lector hallará respuestas y propuestas. ¡Ocho semanas (o pasos) para alcanzar los más altos niveles de rendimiento y productividad personal!
Creo en momentos que cambian destinos; en reflexiones que impactan la mente y nos llevan a propiciar grandes hechos. Cuando hablo en público invito a mi audiencia a buscar esos momentos y reflexiones. Te invito a que hagamos lo mismo en este libro. Porque ya basta de perder. ¡Es tiempo de ganar.!
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Comentarios para Tiempo de ganar
8 clasificaciones2 comentarios
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Es un excelente libro, te ayudará a tener equilibrio de productividad personal y laboral...Lo recomiendo ampliamente!!!
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Increíble y muy útil, como siempre con los libros de este autor
Vista previa del libro
Tiempo de ganar - Carlos Cuauhtémoc Sánchez
1a SEMANA - RITMO PRODUCTIVO
1 PRODUCTIVIDAD MEDIBLE
Ayer mi hijo me invitó a jugar con una aplicación interactiva. Desde el teléfono debía disparar a los blancos enemigos, pero no los identificaba fácilmente. Los ladinos se escondían. Fui acribillado una y otra vez. Mi hijo se rio. ¿Por qué no disparas, papá?
. Contesté: Porque no sé qué rayos estoy buscando
.
¿Qué buscamos en este libro? ¿Los más altos niveles de
rendimiento personal
? ¿Nuestra
productividad medible?
Y ¿qué es eso?
Si habláramos de fabricación industrial, haríamos comparaciones como ésta: La máquina X
elabora juguetes; hace un gran ruido, mueve engranes, empuja pistones, activa inyectores, consume combustible y produce DIEZ juguetes al día. Por otro lado, la máquina Z
, no hace ruido, consume menos combustible y produce MIL juguetes diarios. ¿Cuál es más productiva?
Como aquí hablaremos de personas
, pensemos por ejemplo, en el joven X
: a los 30 años culminó su carrera profesional y dos maestrías; se casó, tiene un hijo y una esposa a quienes cuida con esmero; se ha convertido en líder de ventas y genera en promedio treinta negocios importantes al año. Ahora comparémoslo con el joven Z
, de la misma edad: no terminó la universidad, está indeciso de casarse con su novia, ha cambiado de empleo cinco veces, actualmente no tiene trabajo, y no ha generado ningún negocio de importancia… ¿Cuál de las dos personas es más productiva?
Todos tenemos la misma cantidad de días y horas en un lapso de tiempo. Para medir
el rendimiento
personal
debemos preguntarnos ¿quién hace más cosas buenas durante ese lapso? ¿Qué resultados medibles logran uno y otro?
¿Acaso se trata de una competencia? ¡Qué inconveniente!, (protestarán algunos). Claro (habrá que contestarles): La vida es una competencia; con los demás y con nosotros mismos. De hecho, el resumen es éste: Se recuerda con mayor admiración y cariño a las personas altamente productivas porque siempre dejan un legado.
Anteriormente la gente soñaba con retirarse o jubilarse para no hacer nada. Hoy sabemos que solo quien ama lo que hace y lo disfruta, está retirado del trabajo, pero no deja de ser productivo jamás. Porque la productividad le da otro giro a nuestros actos. Convierte el agotamiento en satisfacción.
Hace dos años conocí a un hombre muy especial. Se llama Joch. Hizo las gestiones para contratarme a nombre de su empresa. De entre todos los productos de capacitación, su director general eligió el más completo y caro. Ocho sesiones, una por semana, para entrenar a los trabajadores y gerentes de la Compañía en el
método timing
. Como la empresa en la que Joch trabajaba se encontraba en Guadalajara y en aquél entonces yo radicaba en la ciudad de México, iba a tener que tomar un avión de ida y vuelta cada lunes durante dos meses.
Joch me esperaba en la sala de llegadas del aeropuerto. Sostenía, tembloroso, un letrero con mi nombre. Iba enfundado en una especie de aparato ortopédico para piernas completas con dos bastones de apoyo. Me acerqué a él identificándome. Se aprestó a abrazarme poniéndose en problemas de equilibrio. Después acomodó sus bastones, tomó la empuñadura de mi maleta y la jaló. Cojeaba de la pierna izquierda y hacía un extraño movimiento semicircular con la derecha. Nos subimos a un taxi. De camino a las oficinas me confesó que había tenido un accidente de trabajo seis meses atrás. Me relató contristado:
«Fue una tragedia, afectó a toda la empresa; el rendimiento de los trabajadores bajó; la productividad cayó; por eso estás aquí; convencí al director general para que te contratara, pero en realidad lo hice también con la esperanza de que me ayudaras a mí. Verás. Después del accidente fui reasignado como encargado de presupuestos y cotizaciones. Sin embargo odiaba esa labor; soy malo para los números, estaba deprimido e influido por los pensamientos venenosos de otro compañero. Así que comencé a trabajar lo menos posible; jamás terminaba lo que me encargaban, hasta que estalló una bomba por causa mía: La empresa perdió la licitación de tres concursos de los que yo estaba encargado. El ge jota (así le decimos; significa gran jefe, aunque después yo le agregué TS que quiere decir toro sentado) —sonrió—, el GJ-TS se puso furioso. Me dijo:
—Joch. Tú estás aquí por lástima; el director general de la empresa desea ayudarte y de paso curarse en salud, para que no lo demandes, pero en realidad has dejado de ser productivo. Entrégame todo tu departamento y tu oficina; ahora te mudarás al último rincón y ahí pasarás el día.
—¿Me estás corriendo? —le reclamé.
—De ninguna manera —contestó—, solo te estoy liberando de las labores que tanto te molestan; cumplirás tu horario de trabajo sin hacer nada. Recibirás tu sueldo íntegro…
En mi empresa hay muchos trabajadores poco eficientes, pero yo soy el número uno. El rey de los improductivos. Así me conocen. Y, la verdad, ya me harté de eso».
Joch tenía razón en su hartazgo. Ninguna persona mentalmente sana puede ser feliz sabiéndose improductiva.
Por definición, el improductivo es estéril, carece de propósito en la vida, estorba, origina conflictos, pide favores y préstamos (se especializa en pedir); incluso limosna; y con frecuencia acaba en profunda depresión. De hecho, quien no se valora a sí mismo es improductivo: no hace bien su trabajo, no cumple sus promesas, no está cuando se le necesita, no tiene fuerza para enfrentar retos.
Nuestra
productividad
incluye generar dividendos económicos, pero va mucho más allá del dinero. Tiene que ver con nuestra influencia en el mundo y estima propia. Independientemente del trabajo, tú y yo vivimos para ser productivos. Esa es nuestra razón de existir.
2 DIS-FRUTABLES
Dar fruto
es progresar para tu propio beneficio, pero brindando también a otros el beneficio de tu trabajo. Quien
da fruto
es alguien
disfrutable
. Dis-frutar viene de la palabra des-frutar; antes, por ejemplo, un niño le decía a su padre: ¿puedo des-frutar el árbol de peras? Se des-fruta un árbol quitándole la fruta para comerla, venderla o sembrarla.
¿Conoces a alguien cuya compañía se disfruta? Es porque produce buen fruto: ¡Sus palabras, su sabiduría, sus consejos, su riqueza material, o sus bromas! ¿Conoces a alguien cuya compañía prefieres evitar? Es porque no produce fruto (o el poco que produce es amargo). Ser productivo es sinónimo de dar buenos frutos. (Y por sus frutos los conoceréis).
Joch me platicó que esa sensación de improductividad lo estaba matando. Dijo: «Me separé de mi esposa después del accidente y ella se ha negado a hablar conmigo porque dice que contamino su estado de ánimo. A mis padres, no les interesan mis charlas. Mi sobrino no quiere que le ayude a hacer sus tareas. Soy rechazado por todos. Hace poco, me miré al espejo y observé la imagen de una persona sin vida, invisible, que podría no existir y daría exactamente lo mismo».
La medida es simple: puedes saber cuán productivo es un ser humano, evaluando qué tan disfrutable es; cuál es su grado de aportación al entorno y a sí mismo.
Todo lo que tenemos en la vida es prestado. El cuerpo, la familia, los talentos, el dinero, los bienes materiales. Nuestra obligación elemental es hacer que cuanto está bajo nuestro cargo se multiplique y mejore. Por el simple hecho de que tú toques algo o a alguien, debe valer más, no menos. Nuestra misión en la vida es sumar valor a aquello en lo que tenemos injerencia. Tu hijo no debería decir: por culpa de mis padres estoy traumado, lastimado y apocado
; debería decir: gracias a ellos soy una persona exitosa y feliz
. Nuestra existencia tiene diferentes dimensiones. Las principales son: salud física, preparación mental, espiritualidad, pareja, familia, amistades, trabajo y creatividad. En todas ellas debemos sumar valor y dar fruto.
Ahora hablemos de trabajo. En ese ámbito, el tema de la productividad causa incomodidades, porque cuando alguien lo menciona creemos que tiene intenciones de hacernos trabajar más. Pero veamos las cosas en blanco y negro: El trabajo es una de las áreas vitales de toda persona sana. Quien no tiene trabajo se siente incompleto. Tú y yo somos personas de bien, por lo tanto trabajamos.
Si alguien nos contrata, lo hace por una sola razón: porque podemos
dar fruto
valioso. Al momento en que dejemos de generarlo, perderemos el empleo. Lo mismo aplica si ponemos un negocio: nuestros clientes nos buscan porque les damos un producto disfrutable a cambio de su dinero. Dejemos de darles ese producto y se irán con la competencia.
Cuando solo cumplimos
, llenamos un hueco. Pero si desbordamos nuestras habilidades en éxitos que exceden lo requerido, nos convertimos en personas altamente realizadas, distinguidas por un fruto de grandeza, con la satisfacción intrínseca de saber que, sin nosotros, nuestro pequeño mundo no sería lo que es; entonces nos amamos más porque la alta
productividad personal
eleva la autoestima.
3 CUESTIÓN DE RITMO
A pesar de su doble cojera, Joch se movía rápido. Caminando por las oficinas de su empresa, detrás de él, miré alrededor tratando de percibir «el ritmo» del lugar. La gente parecía impecable, uniformada, en silencio, pero noté que me espiaban con desconfianza. Algunos murmuraban al verme pasar. Había algo pesado en el ambiente. Iba a ser un reto interesante impartir ocho charlas a los empleados de esa Compañía.
Para llegar al cubículo de Joch, fue necesario sortear un acceso obstruido por cajas de cartón y aparatos eléctricos descompuestos; su rincón tenía escasos dos metros cuadrados, con una silla y una mesa desvencijada. La luz era mortecina. Casi lúgubre. No había teléfono ni computadora.
—Te presento mi mazmorra de castigo. Aquí paso cuarenta horas a la semana haciendo nada. Pero en realidad no soy el único. Hay muchos que aparentan trabajar y pierden el tiempo de lo lindo.
El
ritmo negativo
se percibe en el ambiente. (Aunque Joch mantenía un puesto de bajo rendimiento oficial
, algunos otros lo tenían a escondidas. Dejaban pasar la jornada sin producir mucho). ¿Cómo elevar nuestro
rendimiento
personal
en cada área (no solo en el trabajo, pero incluyéndolo)? La respuesta es axiomática: todo es cuestión de ritmo.
Imagina que caminas con tu pareja en un bosque; ambos escuchan el rumor de los árboles, las hojas rozándose a causa del viento, el lejano riachuelo emitiendo el eco del agua en movimiento, los pájaros gorjeando, los insectos frotando sus patas y grillando. Hay un beat musical que los envuelve. Tu pareja y tú van por el bosque tomados de la mano y construyen una conversación de amor. A veces guardan silencio y respiran hondo, forman parte de un
ritmo positivo
. Ahora imagina que en ese ambiente exquisito se escucha el ruido de un grupo de personas acercándose con sierras y antorchas para cortar árboles y quemar plantas; también cargan armas, disparan a los animales y profieren majaderías. ¿Qué sucedió? Los intrusos traen consigo un nuevo ritmo. Completamente asincrónico. Un
ritmo negativo
.
Hace poco visité la casa de unos amigos, quienes no se explican por qué su joven adolescente es tan rebelde. El muchacho estaba encerrado en el baño. Escuchaba a todo volumen una música asonante, átona, desafinada, conformada solo por percusiones; el vocalista, de voz grave y rasposa, repetía el estribillo reiterativo. Fuck you, fuck you, fuck you. Y el coro le contestaba Fuck your mother, una y otra vez. Me pregunté si nadie en esa casa se daba cuenta que la música también contribuye a ponernos en
ritmo positivo o negativo
. Que los seres humanos somos rítmicos. De manera automática todos tenemos un
compás de desplazamiento
por la vida, al trabajar, al charlar, al efectuar cada uno de nuestros quehaceres. Nos movemos conforme a ciertos
beats mentales
.
Este concepto es neurálgico, de importancia fundamental:
► ENTRAMOS A UN RITMO PRODUCTIVO (+) cuando hacemos cosas que construyen y levantan nuestra estima propia, entramos en una
cadencia
mental
que nos lleva a hacer más cosas constructivas; entonces aprovechamos las horas al máximo, nos sentimos plenos y dejamos una estela de bienestar. RECUERDA ESOS DÍAS EN LOS QUE REALIZAS ACTIVIDADES EXITOSAS; sientes entusiasmo y energía para realizar otra y otra más; a cada tarea que completas le pones una palomita (buena calificación mental) y eso te anima a seguir adelante; nada parece detenerte; tu
cadencia
es rápida, eficiente; al terminar la jornada te das cuenta que finalizaste trabajos pendientes, resolviste problemas, obtuviste ganancias, consolidaste relaciones, y la gente con la que conviviste terminó haciendo lo que sugeriste.
► ENTRAMOS A UN RITMO NOCIVO (-) cuando cometemos errores o las cosas nos salen mal, nos llenamos de emociones negativas y percibimos un beat asincrónico; entonces nos peleamos con la gente, el día se nos esfuma sin que hayamos hecho nada productivo y dejamos una estela de conflictos. RECUERDA ESOS DÍAS EN LOS QUE SIENTES IRRITACIÓN Y FASTIDIO. Te peleas con todos. Te equivocas una y otra vez. Haces cosas que molestan a los demás. Como no avanzas en el trabajo, decides posponer los pendientes. Tu cadencia
es lenta, desafinada; te duele la espalda, la cabeza, la rodilla o la rabadilla, y al final del día solo te apetece tirarte a ver la televisión o dormirte.
Todos hemos experimentado los dos tipos de días. Durante un periodo determinado de años, hay gente que vive más tiempo computable en
ritmo productivo (+)
. Por lógica matemática, esa gente logra más cosas; tiene mayor rendimiento. Simple ¿no crees? Ése es parte del secreto del joven X
que ha logrado tanto a sus treinta años de edad. El ritmo productivo (+)
hay que buscarlo, provocarlo, crearlo y hacerlo fluir.
el ritmo nocivo
(-) hay que evitarlo, romperlo, revertirlo.
En el deporte esto se aplica todo el tiempo. Durante un partido en el que dos equipos o atletas compiten, con frecuencia uno de ellos tiene el control de las jugadas, es más rápido, más