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Las raíces históricas de los conflictos armados actuales
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Las raíces históricas de los conflictos armados actuales
Libro electrónico285 páginas2 horas

Las raíces históricas de los conflictos armados actuales

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Las guerras actuales y las de los últimos veinte años presentan unas características especialmente terribles en relación con el periodo de la Guerra Fría. Se ha producido un aumento del número de actores armados (ejércitos, policías, guerrilleros, grupos de insurgentes y de paramilitares, bandas de narcotraficantes, etc.) y han proliferado los cuerpos de seguridad privados. Se hace indispensable una perspectiva que atienda a los múltiples actores y sectores sociales implicados y a los factores de origen histórico diverso, del pasado lejano, del más próximo e incluso de la coyuntura más reciente. Más allá del ámbito estrictamente académico, aportar a la ciudadanía elementos para comprender mejor los conflictos bélicos actuales es un paso necesario para contribuir a transformar el militarizado e injusto mundo en que vivimos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 nov 2011
ISBN9788437083179
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    Las raíces históricas de los conflictos armados actuales - Varios Autores

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    LAS RAÍCES HISTÓRICAS

    DE LOS CONFLICTOS

    ARMADOS ACTUALES

    Enric Prat Carvajal, ed.

    UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

    Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente,

    ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información,

    en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico,

    electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.

    © Del texto, los autores, 2010

    © De esta edición: Publicacions de la Universitat de València, 2010

    Publicacions de la Universitat de València

    http://puv.uv.es

    publicacions@uv.es

    Ilustración de la cubierta: Guerrillero somalí, Mogadiscio

    Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera

    Fotocomposición, maquetación y corrección: Communico, C.B.

    ISBN: 978-84-370-7835-9

    Realización de ePub: produccioneditorial.com

    ÍNDICE

    PRESENTACIÓN - Josep Joan Moreso

    INTRODUCCIÓN - Enric Prat Carvajal

    INSURGENCIA GLOBAL Y CONTRAINSURGENCIA. EL NEXO ENTRE DESARROLLO Y SEGURIDAD DESDE UNA PERSPECTIVA MÁS AMPLIA - Mark Duffield

    UN CONFLICTO OLVIDADO: CHECHENIA - Carlos Taibo

    ORÍGENES DE LOS CONFLICTOS EN LA REGIÓN DE ORIENTE MEDIO.MEMORIAS DIVERGENTES Y TRAUMAS HISTÓRICOS - Georges Corm

    CONFLICTOS SAHELIANOS. ANÁLISIS DE UNAS ESTRUCTURAS ESTATALES INVIABLES. Ferran Iniesta

    GUERRA INCESTUOSA. COLOMBIA Y SU «COLA DE CERDO» - María Luisa Rodríguez Peñaranda

    TRATANDO DE COMPRENDER LOS VEINTE AÑOS DE GUERRA EN AFGANISTÁN (1989-2009) Y EL «MOMENTO UNIPOLAR» DE ESTADOS UNIDOS - Marc W. Herold

    PRESENTACIÓN

    Vivimos en la era global. Vivimos en un mundo que ha globalizado la casi totalidad de las esferas: la económica y la financiera, por supuesto, pero con la globalización de la comunicación y el conocimiento ésta también se ha extendido a las esferas política y social. Paradójicamente, este fenómeno no se ha reproducido en la salvaguarda de los derechos humanos: no hay una justicia global que vele por salvaguardar los derechos y la dignidad de todas las personas. Si hace nueve años los líderes mundiales se reunían para redactar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que fijan los parámetros cuantitativos que se deben seguir para liberar a gran parte de la humanidad de la extrema pobreza, el hambre, el analfabetismo y las enfermedades, entre los más destacados, este año, cuando ya hemos superado el ecuador del plazo para alcanzarlos, el 2015, nos encontramos con que cada vez hay más distancia entre los países, con que han crecido las desigualdades en ámbitos tan cruciales como la salud o la educación, con que la distribución de la riqueza a nivel mundial está muy lejos de ser mínimamente justa, con que hay pueblos que continúan sometidos a la tiranía de gobiernos autoritarios, con que todavía miles de personas perecen cada día víctimas del hambre y la desnutrición.

    Ante estos problemas, los universitarios tenemos la responsabilidad de trabajar para que la dignidad y los derechos de todos los seres humanos sean promovidos. Tenemos el deber de reflexionar sobre cómo introducir el respeto de los derechos humanos y de la democracia y también sobre cómo garantizar el imperio de la ley para salvaguardar éstos. Tenemos el deber de contribuir a concebir mecanismos económicos que no excluyan de los beneficios de la economía de mercado a casi la mitad de la humanidad. y tenemos el deber de trasladar todas estas reflexiones a nuestra sociedad civil.

    Fue, precisamente, este sentimiento de responsabilidad el que nos condujo, hace ya dos cursos, a dedicar el año académico 2008-2009 a la Justicia global. En este contexto, el Institut Universitari d’Història Jaume Vicens i Vives (IUHJVV) de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) organizó un seminario sobre las raíces históricas de cinco conflictos armados, actuales y de desgarradora repercusión (Chechenia, Colombia, Afganistán, Oriente Medio y los conflictos sahelianos), que fueron introducidos por una ponencia sobre la insurgencia y contrainsurgencia globales.

    El seminario, organizado con la colaboración de la Oficina de Promoció de la Pau i dels Drets Humans de la generalitat de Catalunya y el Consejo Social y el Departamento de Humanidades de la upf, incluyó, entre sus participantes, a algunos de los mejores especialistas en la materia que, posteriormente, han desarrollado sus ponencias, dando fruto a la colección que hoy tengo el placer de presentar.

    La obra busca acercar al conjunto de la sociedad civil la dura realidad a la que se enfrentan cada día miles de personas. Porque, desgraciadamente, desde nuestra burbuja de cristal, demasiado a menudo olvidamos que después de más de cincuenta años trabajando para el desarrollo, todavía un tercio de la humanidad vive en la pobreza crónica y, peor aún, como nos alerta Mark Duffield, cómo ésta se ha ido redescubriendo como terreno de reclutamiento para el despliegue de las amenazas por las que el orden liberal se siente continuamente en peligro.

    En la presente colección, hay artículos que abordan conflictos injustamente olvidados por los medios de comunicación. Sería el caso de Chechenia, que, como apunta Carlos Taibo, suele ser recordado únicamente en casos extremos y estremecedores como los acontecidos en el teatro Dubrovka de Moscú en el 2002 o en la escuela de Beslán, en Osetia del Norte, en el 2004. O el de los conflictos sahelianos, que, como recuerda Ferran Iniesta, pese a derivar en gran parte de una errónea implantación del Estado moderno como herramienta para la gestión política de los pueblos africanos, han tenido consecuencias en la actualidad que aún son desconocidas por la mayor parte de la población (evidentemente, salvo excepciones como la de Darfur, donde se estima que en los últimos seis años han perecido decenas de miles de personas y donde más de un millón se han visto obligadas a huir a campos de refugiados).

    Otros artículos tratan conflictos más presentes en los medios, como el conflicto árabe-israelí, que, como recuerda Georges Corm, es uno de los pocos cuyo origen se remonta a la época posterior a la Segunda guerra Mundial y que, pese a su longevidad, en estos sesenta años no parece que haya experimentado progreso alguno. O la peculiaridad del conflicto colombiano, con ataques indiscriminados contra toda la sociedad civil ya que, según María Luisa Rodríguez Peñaranda, al enfrentar a ejércitos formales y clandestinos las convenciones que regulan la guerra (protección de los civiles, prohibición de los crímenes de guerra y de lesa humanidad) son continuamente inobservadas por todas las partes. O, por último, el candente conflicto en Afganistán, que nos ha traído de nuevo el debate sobre la noción de guerra justa (legitimado, demasiado a menudo, por sus defensores por servir como instrumento para preservar la libertad de la sociedad, en esa ocasión, norteamericana), pero donde se ha violado sistemáticamente el principio de proporcionalidad, que es un elemento esencial de presentación la doctrina de la guerra justa, precisamente. y es que, como nos recuerda Marc W. Herold, «si tiene que haber algo llamado justicia global, ningún país debería valorar la vida de sus propios ciudadanos por encima de la de otros».

    En suma, éstas son sólo algunas de las ideas expuestas en una colección que, por su rigor expositivo, dilucidará algunas de nuestras dudas sobre el origen, las causas y el desarrollo de estos conflictos, pero que, al mismo tiempo, estoy convencido, también logrará que paremos un momento a reflexionar. Porque si los líderes mundiales se reunían hace nueve años para intentar paliar la desigualdad en el mundo, nuestro deber como sociedad civil es continuar trabajando para lograrlo.

    Josep Joan Moreso

    Rector de la Universitat Pompeu Fabra

    INTRODUCCIÓN

    Enric Prat Carvajal[*]

    Los textos que se recopilan en esta publicación son las versiones escritas de las conferencias que se pronunciaron en el seminario «Las raíces históricas de los conflictos armados actuales», celebrado en Barcelona entre enero y marzo del 2009. El seminario fue organizado por el Institut Universitari d’Història Jaume Vicens i Vives de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y contó con la colaboración del gabinete del Rectorado, del Consejo Social y del Departamento de Humanidades de esta universidad, así como de la Oficina de Promoció de la Pau i dels Drets Humans de la generalitat de Catalunya, además del Ministerio de Educación y Ciencia (Dirección general de Investigación. Acciones complementarias HAR2008-04808-E).

    Una publicación de estas características representa una aportación académica útil para los estudiosos y para los ciudadanos en general, tanto por la temática abordada como por los especialistas que han colaborado en ella. Las personas que han escrito los textos (Mark Duffield, Carlos Taibo, Georges Corm, Ferran Iniesta, María Luisa Rodríguez y Marc Herold) son reconocidos especialistas en el análisis de los conflictos armados y proceden de diferentes disciplinas académicas. Conviene que sea así porque los conflictos armados son un objeto de estudio marcadamente multidisciplinar. Para comprender adecuadamente los conflictos armados actuales es necesario tener en cuenta e integrar las aproximaciones realizadas desde la historia, la ciencia política, las relaciones internacionales, la economía, el derecho internacional, la psicología social, la antropología, la sociología, los estudios culturales, el periodismo de investigación, la filosofía política o la investigación para la paz.

    Al seminario se inscribieron más de doscientas personas, la mitad de las cuales eran alumnos de la upf de diferentes estudios académicos: Humanidades, etc. Pero además de los estudiantes universitarios asistieron investigadores, profesores de enseñanza secundaria y de universidad, así como miembros de instituciones, entidades y ONG por la paz y los derechos humanos. El elevado número de asistentes indica el gran interés existente, tanto entre los universitarios como entre los miembros de diferentes colectivos de la sociedad, por los cursos o jornadas de debate donde se traten en profundidad las claves históricas interpretativas del mundo actual, y donde se analicen con rigor los fenómenos económicos, los sistemas políticos, las desigualdades sociales o los comportamientos colectivos que se proyectan sobre el tiempo presente. Estoy convencido de que uno de los principales compromisos y retos de los historiadores y los científicos sociales es el de contribuir a que los ciudadanos dispongan de elementos suficientes para entender mejor el mundo actual, y entre nuestras aportaciones destaca la recuperación de las ideas y los proyectos del pasado, reciente o lejano, que puedan ser útiles para pensar y transformar el militarizado e injusto mundo en el que vivimos.

    Con el seminario sobre las raíces históricas de los conflictos armados actuales pretendíamos contribuir al esclarecimiento de las diferentes causas que desencadenan las guerras y a la comprensión de los conflictos bélicos más relevantes. La información sobre las principales guerras actuales ocupa un considerable espacio en la mayoría de los medios de comunicación, aunque siguen existiendo «conflictos olvidados», entre los que destaca el de Chechenia. Por otra parte, los conflictos armados suelen generar importantes controversias entre diferentes colectivos políticos y sociales. A pesar de ello, las raíces históricas y las causas profundas de los conflictos bélicos siguen siendo poco conocidas. Esto se debe, en gran parte, a la complejidad de las guerras, entre otras razones porque en ellas están involucrados múltiples actores y sectores sociales, políticos y religiosos, y porque en su estallido y desarrollo inciden factores de origen histórico diverso (del pasado lejano, del pasado más próximo y de la coyuntura más reciente).

    *****

    Las guerras constituyen uno de los grandes problemas que padece la humanidad. Según un informe de la Escola de Cultura de Pau, en el 2008 se registraron 31 conflictos armados, 30 de los cuales seguían activos al finalizar el año, en las siguientes zonas del mundo: Asia (14), áfrica (9), Europa (4), Oriente Medio (3) y América (1). Los de mayor gravedad fueron los de Afganistán, República del Chad, Colombia, Irak, Israel-Palestina, Pakistán (noroeste), República Democrática del Congo (este), Somalia, Sri Lanka (nordeste) y Sudán (Darfur).[1]

    Estos conflictos bélicos y los de los últimos veinte años presentan unas características terribles. En relación con el período de la guerra Fría, se ha producido un aumento del número de actores armados (ejércitos, policías, guerrillas, grupos de insurgentes y de paramilitares, bandas de narcotraficantes, etc.) y han proliferado los cuerpos de seguridad privados. Las poblaciones civiles son las víctimas principales de las guerras[2] y sobre ellas se han practicado, en diferentes ocasiones, el genocidio y la «limpieza étnica» (por ejemplo, en 1994 se consumaron unos 800.000 asesinatos en Ruanda). Diferentes fuerzas y grupos armados han ejercido, durante las guerras, una brutal violencia de género contra las mujeres (son violadas, obligadas a actuar como esclavas sexuales, forzadas a ejercer la prostitución, etc.).[3]Las guerras han provocado desplazamientos masivos de población y la existencia de millones de refugiados.[4]

    Además, se han incrementado las acciones de terrorismo suicida, sobre todo en Israel-Palestina, Irak y Afganistán.

    La gran mayoría de los conflictos armados de los últimos veinte años han tenido carácter intraestatal, es decir, se trataba de guerras internas o civiles. A su vez, desde el final de la Guerra Fría parece más difícil que se produzca un conflicto militar entre estados. Mary Kaldor aporta algunas razones al respecto:

    La capacidad de los Estados para usar la fuerza de modo unilateral contra otros Estados está muy debilitada. Ello se debe, en parte, a razones prácticas: el creciente poder destructivo de la tecnología militar y la mayor interconexión entre los Estados, sobre todo en el ámbito militar. Es difícil imaginar, hoy en día, un Estado o grupo de Estados que se arriesguen a una guerra a gran escala que podría ser todavía más destructiva que lo que se experimentó durante las dos internacional de armas, diversas formas de cooperación e intercambio militar, los acuerdos de control de armamento, etcétera, han creado una forma de integración militar mundial.[5]

    Desde luego, el estallido de la guerra entre los principales estados del planeta parece poco probable, por los motivos que apunta Kaldor. Pero las guerras entre una o diversas potencias militares, especialmente las que están vinculadas a la OTAN, y algunos estados militarmente inferiores son más probables que en la guerra Fría, por la desaparición de la contención que suponía la existencia de la URSS y del Pacto de Varsovia, y por la supuesta conexión de la red de grupos de Al Qaeda con algunos estados. No se debería olvidar que en la década de 1990 y en los últimos años ha habido diferentes enfrentamientos militares entre estados, aunque los agresores, sobre todo Estados Unidos, siempre han tenido una superioridad militar abrumadora, como en la guerra del golfo Pérsico de 1991, en la guerra de Afganistán del 2001 y en la guerra de Irak del 2003.

    Por otra parte, debemos añadir que, aunque la mayoría de las guerras sean internas o civiles, bastantes de ellas se han internacionalizado. Por ejemplo, los conflictos armados que se producen en África no se pueden catalogar simplemente como guerras civiles, ya que en la mayoría de ellos existe una implicación de gobiernos de países de la región, además de que algunos gobiernos y empresas occidentales venden armas a los gobiernos de los países en guerra y persiguen el control de los recursos naturales africanos. El conflicto que enfrenta a Israel y Palestina afecta de manera evidente al conjunto de conflictos de la región en la que está inserto y repercute en todo el mundo árabe, especialmente en Líbano, Siria y Jordania. Y algunos de los conflictos armados actuales, como el de Irak y el de Afganistán, guardan una relación directa con la guerra global contra el terrorismo desencadenada por la Administración de Estados Unidos.

    *****

    En relación con las causas de los conflictos armados, los especialistas mantienen razonados debates. Sin entrar en ellos, relacionaremos algunas de las principales posibles causas que pueden conducir a los enfrentamientos violentos.

    Entre las causas de carácter interno se pueden destacar las siguientes: la pobreza y el subdesarrollo económico, porque generan, en las poblaciones que los padecen, problemas sociales graves, como la falta de alimentos, de trabajo, de servicios sanitarios y educativos, que pueden fomentar el enfrentamiento violento entre diversos grupos de la sociedad; la codicia y las disputas por el control de recursos naturales (agua, petróleo, gas, coltán, oro, diamantes, fosfatos, cobre, maderas tropicales, etc.) y por el de los territorios estratégicos desde los que poder controlar estos recursos; las reivindicaciones identitarias, de autodeterminación o de mayor autogobierno, reclamadas por comunidades o minorías que se sienten oprimidas o marginadas por sus gobiernos o estados; la instrumentalización y la manipulación de los resentimientos que puedan existir entre diferentes grupos étnicos por parte de determinados líderes, grupos, instituciones y medios de comunicación; el monopolio del poder ejercido por un colectivo étnico y su uso en contra de los intereses de los otros grupos étnicos; la existencia de estados, regímenes, sistemas políticos y gobiernos dictatoriales, opresores, tiránicos, represores, explotadores, injustos o que violan los derechos humanos; y la disputa violenta del poder por parte de las elites del propio aparato de Estado.

    Entre los factores externos que pueden contribuir al estallido y desarrollo de los conflictos bélicos se pueden citar los siguientes: el comercio internacional de armamentos, en particular el de las armas pequeñas y ligeras (pistolas, rifles, granadas, morteros, etc.), que son las que más se utilizan en los conflictos armados actuales, por su fácil manejo, y que pueden adquirirse fácilmente y a bajo coste en el mercado negro; la actividad de los grupos vinculados a Al Qaeda; y la guerra contra el terrorismo liderada por Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre del 2001, que hasta ahora se ha concretado en las intervenciones militares de Afganistán e Irak.

    Finalmente, debemos mencionar que otra causa de las guerras, en este caso de su reproducción, es la no resolución de las reivindicaciones o de los agravios que han desencadenado el conflicto armado, una vez cesado el enfrentamiento violento. La triste realidad es que en bastantes ocasiones la guerra reaparece porque los acuerdos que condujeron al fin de las hostilidades armadas no eran sólidos o no se cumplieron. Paul Collier ha proporcionado un dato muy elocuente sobre el resultado de los acuerdos de paz suscritos en los últimos años: «cuatro de cada diez sociedades firmantes de un acuerdo de paz han recaído en la violencia menos de una década después».[6]

    Una vez señaladas estas posibles causas de las guerras, que pueden servir de orientación para estudiar los conflictos armados actuales, cabe añadir que sólo el análisis histórico concreto de cada uno de los conflictos puede determinar qué causas los provocaron.

    *****

    Acabaremos con unas reflexiones básicas que pensamos que deben ser tenidas en consideración a la hora de analizar los conflictos bélicos y sus raíces históricas.

    1) Es un error analizar los conflictos armados y sus raíces históricas a partir de un modelo general en el que supuestamente han de encajar forzosamente todos los casos. Cada conflicto bélico tiene sus propias causas y factores explicativos, tanto de orden interno como internacional. En cada uno de ellos inciden actores y grupos diferentes. Cada uno de ellos cuenta con unos antecedentes históricos propios. Por lo tanto, conviene analizar cada conflicto en concreto.

    2) En la gestación y el estallido de cada conflicto armado suelen confluir factores de origen histórico diverso: del pasado lejano, del pasado más próximo o de la coyuntura más reciente. A la hora de proceder a analizarlos conviene precisar los distintos factores y sus orígenes, tanto los históricos como los recientes, ya sean internos o internacionales, que han contribuido a crear un clima bélico o a establecer las condiciones que han hecho posible la guerra, y hay que identificar cuáles son los factores directamente precipitantes o desencadenantes del conflicto armado.

    3) Es preciso evitar las explicaciones parciales de las causas de los conflictos armados y de la violencia. Como afirma Ferran Iniesta en el artículo que aquí se publica, «rara vez hay un conflicto de raíz única». En el mismo sentido, Paul Collier ha señalado que «casi todos los conflictos presentan múltiples niveles de causalidad».[7]Por lo tanto, se impone llevar a cabo una interpretación y explicación multicausal o multifactorial de los conflictos armados, en la medida en que los elementos que inciden en su gestación y desarrollo acostumbran a ser de naturaleza diversa: económica, social, religiosa, cultural, política, medioambiental, étnica e ideológica. Es necesario estudiar también la interrelación que suele haber entre todos estos factores.

    4) Los factores que pueden incidir en el estallido o agravamiento de una guerra pueden ser tanto de carácter internacional como nacional y regional, tanto internos como externos al país que padece directamente el conflicto armado. El desarrollo de un conflicto puede repercutir en toda la región en la que está inserto, radicalizando las posturas enfrentadas: por ejemplo, el conflicto entre Israel y Palestina repercute en todo el mundo árabe, el conflicto de Afganistán repercute en Pakistán, el conflicto de Irak repercute en Irán, etc.

    5) Conviene detectar los mitos, las deformaciones y las invenciones sobre el pasado y sobre el presente que utilizan algunos contendientes para justificar sus actuaciones violentas o sus proyectos excluyentes. También es importante examinar el proceso de construcción de la imagen del enemigo. Todo ello, puede desempeñar un papel de aceleración o de desencadenamiento de los conflictos armados en la medida en que sean capaces de generar odio y de movilizar a sectores de la población hacia el enfrentamiento violento contra otros sectores de la sociedad.

    6) El fanatismo religioso o el nacionalismo excluyente pueden ser una causa de las guerras. Pero conviene aclarar que la existencia de diferencias nacionales, étnicas o religiosas no tiene por qué conducir forzosamente al enfrentamiento violento. En cambio, la manipulación política e ideológica de estas diferencias sí que puede provocar el conflicto y la guerra.

    7) Hay que tener en cuenta los diferentes intereses y proyectos presentes

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