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El Nuevo Testamento en su contexto: Propuestas de lectura
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El Nuevo Testamento en su contexto: Propuestas de lectura
Libro electrónico174 páginas2 horas

El Nuevo Testamento en su contexto: Propuestas de lectura

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La comprensión de los textos del Nuevo Testamento requiere situarlos en su contexto sociocultural, que es bien lejano del nuestro. Ser conscientes de esta distancia y de esta diferencia es defender al texto del lector moderno (evitando lecturas etnocéntricas y anacrónicas) y también defender al lector actual del texto (no obligándole a aceptar una visión del mundo que le resulta ajena y, quizá, inasumible). En este libro se presentan, de forma breve y sencilla, varios ejemplos de lecturas de textos del Nuevo Testamento en su contexto cultural. Solo cuando se ha comprendido adecuadamente un texto en su originario contexto histórico y cultural se puede reinterpretarlo hermenéuticamente, es decir, preguntarse por el sentido que puede tener en la actualidad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 jun 2013
ISBN9788499458281
El Nuevo Testamento en su contexto: Propuestas de lectura

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    El Nuevo Testamento en su contexto - Rafael Aguirre Monasterio

    Introducción

    Cuando en la antigüedad un ejército asediaba una ciudad amurallada y desconocida no la asaltaba nada más llegar, sino que la observaba atentamente, exploraba su entorno, daba vueltas alrededor, registraba las características del terreno y las posibles entradas y salidas. Poco más o menos así podemos imaginar la estrategia de Josué cuando tuvo enfrente a Jericó, la primera ciudad de la tierra tan anhelada. Se trataba de entrar y conquistar la ciudad, pero antes había que girar entorno, conocer bien el terreno, descubrir los accesos, saber cómo había que realizar el ataque.

    Algo similar sucede con los textos del Nuevo Testamento. El objetivo del exégeta es conocerlos e interpretarlos, pero si intenta hacerlo de forma precipitada y directa puede incurrir en lecturas fundamentalistas, que toman todo al pie de la letra, o en lecturas anacrónicas y etnocéntricas, que imponen a los textos categorías de otra cultura. También para abordar un texto hay que saber el terreno que se pisa. Tenemos en la actualidad buenas y variadas traducciones de la Biblia, pero el ideal es, por supuesto, conocer los idiomas en que se escribió originariamente.

    Nadie pone en cuestión las grandes ventajas de la competencia filológica, de modo que no hace falta encomiarla en este momento. Lo que ahora nos interesa es destacar la importancia de situar el texto en su contexto literario y cultural. Solo así se puede captar su verdadero sentido. Habrá que ver de qué texto se trata, pero normalmente será necesario situarlo en su contexto literario inmediato (perícopa, unidad literaria), en el conjunto de la obra de la que forma parte (narrativa, epistolar) e, incluso, en el contexto total del Nuevo Testamento; porque el conocimiento de un texto aumenta notablemente cuando se lo relaciona con otros textos diferentes, pero con los que mantiene una relación textual o social. Y podríamos hablar, con toda propiedad, de situarlo en el contexto de la literatura cristiana de los orígenes y del mismo Antiguo Testamento.

    Del igual modo, es necesario situarlo también en su contexto cultural, que es bien lejano del nuestro. Ser conscientes de esta distancia y de esta diferencia es defender el texto del lector moderno (evitando lecturas etnocéntricas y anacrónicas), y también defender al lector actual del texto (no obligándolo a aceptar una visión del mundo que le resulta ajena y, quizá, inasumible). La labor del exégeta no es tanto extraer el sentido del texto, sino guiar al lector para que se introduzca en él y lo comprenda. Esto requiere una inmersión en el mundo cultural supuesto por el texto. Esta inmersión en los textos lejanos del Nuevo Testamento —que son de carácter teológico— puede ser más plena y fructífera si se empatiza con la dinámica creyente que los recorre a todos ellos. Es decir, resulta muy coherente con la hermenéutica contextual el planteamiento de la dimensión teológica de los textos, aspecto que queda aquí simplemente apuntado y que no se desarrolla explícitamente en las páginas que siguen.

    Muchos de los más importantes avances en los estudios bíblicos de los últimos años se han debido a un mejor conocimiento del contexto cultural del mundo bíblico. Pensemos, por ejemplo, en lo que ha supuesto una comprensión más profunda del judaísmo del segundo Templo, debido a muchos factores, principalmente a los descubrimientos de los manuscritos del mar Muerto, para la interpretación de los evangelios y de Pablo.

    En nuestros días la toma de conciencia del marco del Imperio romano, en el que ha nacido toda la literatura del Nuevo Testamento, está llevando a caer en la cuenta de muchos aspectos que frecuentemente han pasado desapercibidos y que son de gran importancia. La superación de la mentalidad colonial que ha dominado en Occidente en el momento de máximo auge de los estudios críticos de la Biblia —además en los países en los que estos estudios se realizaban (Alemania, Inglaterra, Francia)—, debida a muchos factores políticos e ideológicos, entre los que jugó un papel clave la obra de Edward W. Said, Orientalismo, nos ha llevado a caer en la cuenta del etnocentrismo imperante en el mundo académico más elevado, más allá incluso del uso popular y eclesial de la Biblia.

    La exégesis requiere escuchar al otro en su alteridad, sin avasallarlo precipitadamente con nuestras cuestiones y sin imponerle nuestras categorías mentales. Precisamente dejándole ser otro es como más nos sorprenderá y más tendremos que aprender de él.

    En este pequeño libro presentamos varios ejemplos de lectura de textos del Nuevo Testamento en su contexto cultural. Sin embargo, no hacemos en ellos una interpretación completa de los textos que se tratan. Los métodos exegéticos deben verse como complementarios y no como excluyentes. Y es en este marco de complementariedad de los métodos donde se percibe que un conocimiento adecuado del contexto cultural de los textos es imprescindible para captar su significado. Esta es una de las convicciones comunes a los autores de este pequeño libro, que llevamos ya varios años trabajando en equipo[1]. El lector captará fácilmente que los diversos capítulos, debido cada uno a un autor distinto y que abordan textos diferentes, sin embargo responden a una misma metodología de fondo; también percibirá que una de las características del trabajo de nuestro equipo es el recurso a las ciencias sociales (no solo a la historia, sino también a la antropología cultural y a la sociología) para una adecuada contextualización sociocultural de los textos. Cada capítulo presenta una breve bibliografía comentada para posibilitar al lector que lo desee caminar por los senderos nuevos que estas páginas desean sugerir. El origen de estos trabajos está en dos jornadas de estudio realizadas en Roma en los años 2008 y 2010, en el Colegio Español y en el Pontificio Instituto Bíblico, en las que tuvimos la oportunidad de dialogar sobre este acercamiento bíblico con colegas y estudiosos de diversas procedencias.

    Los autores

    CAPÍTULO I

    Exégesis contextual, ciencias sociales y dimensión teológica

    Rafael Aguirre Monasterio

    1.  Exégesis contextual y hermenéutica contextualizada

    Este capítulo tiene un carácter introductorio a la metodología que se usa en los siguientes, que están elaborados por diversos autores pero que constituyen en conjunto un pequeño libro unitario, y esperamos que también novedoso. Tratamos de presentar, desde diversas perspectivas, un acercamiento a los textos bíblicos, que tiene tres presupuestos básicos:

    1)  que el contexto situacional es clave para captar el sentido originario de los textos;

    2)  que para ello se requiere el uso de las ciencias sociales;

    3)  que de esta forma se puede descubrir más adecuadamente el sentido teológico originario de los textos y su relevancia actual.

    Los autores de esta obra colectiva llevamos varios años de trabajo en equipo con estas premisas y hemos realizado varias iniciativas en común[1].

    En estas páginas introductorias voy a presentar los presupuestos metodológicos que subyacen a las aportaciones concretas que vienen a continuación. Todos los miembros de nuestro equipo recibimos una formación básica en los métodos modernos de la exégesis común en lo fundamental. Algunos estudiamos en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, otros lo hicieron en diversos centros de España y del extranjero, pero para todos fue decisivo el contacto con la tierra de la Biblia, con sus gentes y costumbres; la inevitable conjunción de texto y vida, que allí fácilmente se experimenta, nos marcó profundamente. Ello nos llevó a interesarnos por el uso de las ciencias sociales en la exégesis bíblica.

    En esta tarea ha constituido para nosotros una ayuda inestimable la relación con estudiosos norteamericanos, como B. Malina, J. Elliot y el Context Group; también lo ha sido la relación con biblistas europeos con una orientación semejante, como G. Theissen, Ph. Esler y H. Moxnes. Pero siempre hemos tenido también una honda preocupación de procesar estas influencias desde nuestro propio entorno cultural y desde nuestras preocupaciones sociales y religiosas.

    La lectura contextual tiene para nosotros una doble referencia que, desde el inicio, queremos explicitar: el contexto originario que es decisivo para captar el sentido literal del texto y que es la tarea propia de la exégesis; y el contexto del lector actual, que hay que tener en cuenta para que ese texto sea significativo y relevante en la actualidad, tarea que corresponde a la hermenéutica. La interpretación bíblica es un diálogo intercultural entre lo que el texto significó para sus primeros destinatarios (momento exegético, que busca el sentido literal) y lo que significa para sus lectores actuales (momento hermenéutico).

    Dicho de otra manera, el punto de partida es el texto que tenemos delante en su estado actual. Pero ese texto ha experimentado un proceso de elaboración, con frecuencia ha conocido una evolución, tiene una prehistoria. Además ese mismo texto tiene también una historia posterior, ha ejercido unos efectos, ha sido releído y reinterpretado, y ha podido ir desplegando una riqueza de sentido. La exégesis crítica estudia el sentido del texto en su contexto originario histórico y cultural. A veces se reduce indebidamente la exégesis crítica al método histórico-crítico, pero este solo estudia la prehistoria del texto, el proceso de su formación, lo que es un paso necesario, pero insuficiente. Para captar el sentido del texto en su estado final hay que contar con la narratología, con la retórica, con la pragmática etc. (dependerá de la naturaleza de cada texto).

    La exégesis crítica tiene muchas dimensiones y utiliza variados recursos. Si el lector actual está interesado en hacer no una mera lectura del sentido histórico del texto, sino apropiarse de su sentido de forma relevante en sus circunstancias históricas y culturales (y esto es lo que sucede en una lectura creyente de la Escritura), entonces realiza una operación hermenéutica. Es decir la exégesis y la hermenéutica son dos momentos diferentes de la lectura e interpretación del texto bíblico. Hay una exégesis que no desemboca en la hermenéutica y actúan legítimamente quienes entienden así su trabajo. Sin embargo, en mi opinión, los textos neotestamentarios por su propia naturaleza —quieren provocar la transformación del lector— piden que la exégesis desemboque en la hermenéutica. Ahora bien, la hermenéutica, como ya he dicho, pero conviene repetirlo, tiene que partir siempre del sentido del texto descubierto por la exégesis. No estudiamos la Biblia como los custodios de un museo de antigüedades, pero nos parece inaceptable leerla dando rienda suelta al subjetivismo que prescinde del sentido originario. Cuando nuestro equipo trabaja sobre los viejos textos bíblicos del pasado —y lo quiere hacer con todo rigor y seriedad— lo hace sin ocultar su preocupación por explicitar la interpelación religiosa y el valor cultural de esos textos en el presente. De lo dicho se sigue que nos parece inaceptable una lectura precrítica y preilustrada del texto, pero también nos desmarcamos de las lecturas posmodernas que consideran que el texto es una realidad absolutamente abierta por la que el lector campa sin ningún tipo de control para hacer sus descubrimientos.

    De este modo, entonces, podemos distinguir[2]:

    1)  Lo que está antes del texto, su prehistoria o proceso de elaboración. De esto se ocupa el método histórico crítico.

    2)  El texto en su situación actual. De captar el sentido originario de este texto se ocupan diversos recursos o métodos de la exégesis crítica (análisis literario, retórica, narrativa, pragmática, recurso a las ciencias sociales). El estudio de lo que está antes del texto y del sentido originario del texto es la tarea de la exégesis crítica. Ahora bien, un texto hay que situarlo en su contexto literario y social si queremos captar adecuadamente su sentido. En este pequeño libro en lo que insistimos, alejándonos de algunas corrientes vigentes en la exégesis y en la lingüística, es en la importancia de tener en cuenta el contexto social de los textos.

    3)  Lo que está después del texto, los sentidos que se descubren en lecturas sucesivas a lo largo del tiempo, los efectos que va produciendo en quien acepta involucrarse en su intención significativa, reconextualizándolo en unas nuevas circunstancias. Esta es la tarea de la hermenéutica, que puede considerarse como el desenlace, inacabado siempre, de la interpretación del texto.

    2.  Contexto social, lenguaje y

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