Dios Revelado

DIOS REVELADO

por

James Smith

¡Bienvenido al devocional que cambiará tu vida para siempre! Dios Revelado es un libro inspirador y lleno de sabiduría, que te guiará a través de un viaje de fe y te ayudará a profundizar en tu relación con Dios.

Cada página está llena de reflexiones profundas y perspicaces, que te llevarán a una mayor comprensión de la Palabra de Dios y te permitirán experimentar su amor y su gracia de una manera más profunda. Con más de 365 devocionales, encontrarás inspiración y aliento para cada día del año.

En Dios Revelado, descubrirás la belleza de la creación de Dios, aprenderás acerca de su amor y su misericordia, y encontrarás consuelo y esperanza en tiempos de prueba y dificultades. Además, el libro incluye oraciones poderosas y pensamientos finales para ayudarte a aplicar las lecciones aprendidas a tu vida diaria.

Este devocional es perfecto para aquellos que buscan una guía espiritual en su vida, así como para aquellos que desean profundizar en su fe y crecer en su relación con Dios. Con su estilo de escritura cautivador y fácil de leer, Dios Revelado es un libro que no querrás dejar de leer.

¡No esperes más para empezar a experimentar el poder transformador de la Palabra de Dios en tu vida! Haz de Dios Revelado tu compañero diario y experimenta la presencia de Dios de una manera nueva y emocionante.

Contents

LA PETICIÓN

ORACIÓN VESPERTINA

EL ENCARGO

SUEÑO TRANQUILO

ORACIONES AGRADABLES

GRATITUD

LA GLORIA DE DIOS

TODAS LAS BENDICIONES ESPIRITUALES

ABRE MIS OJOS

SER ENSEÑADOS A ORAR

INDULTO GRATUITO

QUICKENING

CASTIGO

DEPENDENCIA

LA PRESENCIA DIVINA

FIELES

UNA BOTELLA EN EL HUMO

NO ESCONDAS TU ROSTRO

LUZ Y VERDAD

NUESTRO EJEMPLO

REGOCIJÁNDOSE

EL RECONOCIMIENTO

PARA LA EMANCIPACIÓN

ENSEÑANZA DIVINA

UNA VISIÓN DULCE

CONFIANZA

TRATOS MISTERIOSOS

UN PRIVILEGIO

PREFACIO

EL CONOCIMIENTO DE DIOS

El Dios de toda gracia

Un Dios lleno de COMPASIÓN y MISERICORDIA

El Dios de la ESPERANZA

El Dios de la PAZ

El Dios de todo consuelo

El Dios de la PACIENCIA

El Dios de la VERDAD

El Dios GRANDE y PODEROSO

Dios es AMOR

Yahweh-Tzidqenu

Yahweh-Jireh

El Dios FIEL

LA PETICIÓN

Q uédate con nosotros , porque cae la tarde y el día está muy avanzado. Lucas 24.29

La presencia de Jesús es la vida y el gozo de los santos. Cuando la disfrutamos, nos aterra la idea de perderla; y cuando la hemos perdido, no podemos descansar hasta recuperarla. Ese es un día sombrío, en el que no se disfruta de la presencia de Jesús; y esa es una noche lúgubre, cuando Jesús está ausente de nosotros.

Jesús había acompañado a los dos discípulos a Emaús; ahora hizo como si quisiera dejarlos e ir más lejos; pero ellos le obligaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque cae la tarde y el día está muy avanzado.

Lector, ¿has gozado hoy de la presencia de Jesús? ¿Ha comulgado con tu espíritu, fortaleciendo tu fe, excitando tu esperanza y profundizando tu consuelo?

Si es así, sé que tu oración de esta noche será: ¡Quédate conmigo! Sí, precioso Señor Jesús, te suplicamos que nos visites, converses con nosotros, nos abras las Escrituras y permanezcas con nosotros. Permítenos deleitar nuestros ojos con tu gloria y nuestros corazones con tu gracia. Contigo, podemos sentirnos en casa, podemos ser felices en cualquier lugar. Sin ti, no podemos descansar, no podemos sentirnos satisfechos, no podemos disfrutar del reposo, tengamos lo que tengamos. Te has ganado el amor de nuestro corazón, te has convertido en el centro y la fuente de nuestro consuelo. Ven, pues, y quédate con nosotros esta noche, y será una noche bendita. Tu presencia nos liberará de todas nuestras preocupaciones, y nos elevará por encima de todos nuestros problemas. Tu presencia nos dará un banquete, nos refrescará y nos hará sentir satisfechos con nuestra suerte, sea cual fuere.

ORACIÓN VESPERTINA

P ero yo clamo a Dios , y Yahveh me salva. Por la noche, por la mañana y al mediodía clamo en mi angustia, y él escucha mi voz. Salmo 55:16-17

El cristiano bien instruido lleva todo a Dios - y al hacerlo, obtiene alivio, goza de paz y crece en gracia. Para todo lo que necesitamos, debemos invocar a Dios. Y de todo lo que tememos, debemos huir a Dios.

Al final de cada día, es nuestra misericordia invocar al Señor.

Debemos hacer confesión de pecado - y obtener perdón.

Debemos llevarle nuestras cargas - y obtener alivio.

Debemos exponerle nuestras necesidades, y obtener lo que necesitamos.

¡Oh, qué precioso es acudir al Señor al final de cada día, y contarle todo lo que nos ha afligido, entristecido, abatido o inquietado el ánimo!

Y ¡qué bienaventurado es acudir a él cada mañana y pedirle gracia para vivir santamente y con alegría durante el día!

Ni es menos bendito tener unos minutos con Dios al mediodía, partiendo, por así decirlo, el día en dos, y llevando cuentas cortas con Dios.

Ojalá tuviéramos un espíritu de oración habitual, para que al anochecer, y al amanecer, y al mediodía, pudiéramos orar y clamar en voz alta a Dios.

Si estuviéramos más con el Señor en oración, tendríamos. . .

más fuerza para llevar nuestras cruces,

más paciencia para soportar nuestros problemas,

y más consuelo en medio de las penas de la vida.

Espíritu Santo, establece tu residencia en mi corazón como Espíritu de oración, y llévame diariamente, cada hora, sí, muy a menudo, al propiciatorio. Haz que las horas de oración me parezcan estaciones preciosas. Y especialmente al atardecer, cuando esté cansado y agotado por los trabajos y problemas del día, permíteme encontrar dulce consuelo y refrigerio en derramar mi alma a Dios.

Precioso Señor Jesús, atrae nuestras almas hacia ti tarde tras tarde, y condúcenos a la presencia de tu Padre, para que podamos tener una dulce y santa comunión con Dios. Que nuestras devociones asciendan como dulce incienso a Dios.

A medianoche me levanto para darte gracias. Salmo 119:62

EL ENCARGO

E n tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Yahweh Dios de verdad. Salmo 31:5

Si el Señor se ha tomado la molestia de redimirnos, bien podemos confiar en que cuidará de nosotros. Si la sangre de su Hijo se derramó como precio de nuestro rescate, y si su brazo todopoderoso se desnudó para rescatarnos del pecado y de su castigo, entonces podemos confiarle nuestras almas, todo lo nuestro. "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Qué bien puede negarnos quien no negaría a su Hijo unigénito y amado?

Entreguemos, pues, mañana tras mañana y tarde tras tarde, nuestras almas, nuestro ser, nuestro todo, en sus manos, para que seamos preservados de todo mal y guardados por su poder para la salvación eterna. Como nuestro