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DE CULTO
ESCRITORES
SUMARIO
Babelia
EN PORTADA Leila Guerriero
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Alberto Manguel
Escritores de culto A ese autor le salen adoradores, lectores que le siguen en todo lo que hace. Ser seguidor es apasionante. Ser seguido no lo es tanto, afirma Enrique Vila-Matas sobre una categora esquiva y contradictoria cuyos miembros mantienen una peculiar relacin con el xito. Una larga lista de escritores, editores y crticos opina sobre esta rama sagrada de la literatura. Portada: ilustracin de Frank Viva IDA Y VUELTA La era de la fealdad Antonio Muoz Molina EL LIBRO DE LA SEMANA Jorge M. Reverte Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin, de Timothy Snyder Escaramuzas y Farol de Saturno, de A. Martnez Sarrin J.-C. Mainer Peregrinaje, de Clara Jans Antonio Ortega
El escritor portugus Antnio Lobo Antunes fotografiado en su casa de Lisboa. Foto: Francisco Seco
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LECTURAS COMPARTIDAS La tristeza de los vampiros R. Montero 15 Vampiros, de Baudelaire, Byron, Conan Doyle, Dumas Ray Loriga PENSAMIENTO Redes de parentesco Enrique Gil Calvo
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SILLN DE OREJAS Idilios (culturales) y M. Rodrguez Rivero / Max 17 ARTE Entrevista con Txomin Badiola ngela Molina LLAMADA EN ESPERA Cine en el museo? Estrella de Diego
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MSICA Gotan Project. Bandonen a toda mquina M. Prez Martnez 20 PURO TEATRO Mujeres sobradamente desesperadas Marcos Ordez 22 MITOLOGAS Manuel Vicent Yves Montand. Dinamitero con un cigarrillo en los labios
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Primeras pginas Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin, de Timothy Snyder.
Charla digital. Jos Manuel Caballero Bonald hablar con los lectores de su ltimo libro, Entreguerras, el mircoles a las 18:30 horas.
EN UNA DE LAS MUCHAS brillantes observaciones del imprescindible Una vida de Pierre Menard, su autor, Michel Lafon, seala que, desde siempre, los lectores han inventado, para justificar una fragmentada y colectiva obra maestra, un mtico autor, genial y remoto, que brinde a esa obra coherencia y prestigio. Nacen as, largo tiempo despus de los libros que se les atribuyen, Homero y el autor de Las mil y una noches, y por qu no, el sagaz Espritu Santo. A estos autores imaginarios, Michel Lafon agrega ahora nuestro Jorge Luis Borges. Borges, es bien sabido, publica en 1939, en la revista Sur de Buenos Aires, un texto fundamental para la literatura, Pierre Menard, autor del Quijote. En l, bajo el aspecto de una nota necrolgica, Borges lamenta la desaparicin del autor francs Pierre Menard, cuya escueta obra incluye, palabra por palabra, la composicin de varios captulos del Quijote de Miguel de Cervantes. Las pginas de Menard, sin embargo, como Borges comprueba, a pesar de coincidir exactamente con las de Cervantes, son absolutamente distintas del original. La diferencia est en nuestra lectura: las mismas frases, compuestas por un lego culto del siglo diecisiete y por un melanclico contemporneo de Bertrand Russell, no dicen lo mismo ni tienen igual significado. El texto de Borges concluye: Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante una tcnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura: la tcnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones errneas. Esa tcnica de aplicacin infinita nos insta a recorrer la Odisea como si fuera posterior a la Eneida y el libro Le jardin du Centaure de madame Henri Bachelier como si fuera de madame Henri Bachelier. Esa tcnica puebla de aventura los libros ms calmosos. Atribuir a Louis Ferdinand Cline o a James Joyce la Imitacin de Cristo, no es una suficiente renovacin de esos tenues avisos espirituales?. Pienso que Borges no supuso que caera vctima de su propio juego. Si es el lector quien debe juzgar, no ya el valor de una obra sino su naturaleza y significado, entonces todo texto depende no ya de su invencin y factura, sino de su identidad en la mirada de su lector. Lo que Borges propone (lo que Menard propone y Michel Lafon ensaya) es nada ms ni menos que la aniquilacin de la literatura. Naturalmente, una obra de tal poder requiere ms que el autgrafo que Borges le atribuye: Pierre Menard (como Homero) exige una biografa. Y ahora, gracias a Michel Lafon, la tiene. La traduccin de Csar Aira es brillante, justa, lmpida. A partir de unas pocas claves en el texto de Borges, Lafon (erudito conocedor de la literatura francesa y argentina) construye un Menard preciso, comprensible, inteligente. El modesto bigrafo resulta ser un tal Maurice Legrand, amigo de Menard y de otros escritores de principios del siglo veinte, cuyos papeles son descubiertos por un editor annimo a finales de 2010. En ellos, Legrand revela casi todo lo que puede saberse de Menard. Como en un brillante juego de espejos, Menard, oscuro nativo de Montpellier, devoto del misterioso Jardn Botnico de la ciudad, pensador inagotable, resulta ser no uno sino muchos hombres: el tmido autor de obras inacabadas o nunca iniciadas; el confidente de Valry, de Gide, de Unamuno; el corresponsal de Borges joven; el modelo del Monsieur Teste del propio Valry (la estupidez no es mi punto fuerte), pero tambin discpulo de ese mismo Monsieur Teste; la fuente de buena parte de nuestra mejor literatura. Menard escribe unos pocos textos fragmentarios y pronuncia frases inspiradas que aparecern luego en textos famosos de Borges, de Bioy, de Valry. Y es Menard quien, invitado a participar en una suerte de misterioso congreso secreto de literatos en Montpellier, en los recodos del Jardn Botnico, propone la invencin de un escritor de genio a quien se le atribuirn las obras maestras que el congreso ir produciendo, para encarnar, de alguna manera, la literatura del porvenir. Por casualidad, en 1919, el joven Borges se encuentra en Montpellier con su familia; por casualidad, visita el Jardn Botnico de senderos que se bifurcan; por casualidad se encuentra con Menard y Menard lo convierte en su elegido. Borges crey haber inventado a Menard; es justicia potica que ahora Menard haya inventado a Borges. Pero esto no es ms que un dbil resumen de un libro de una inteligencia y riqueza literaria deslumbrantes. Michel Lafon, alias Maurice Legrand, alias Menard, alias Valry o Borges, ha reflexionado sobre la extraa relacin entre lo imaginado y lo escrito, lo escrito y lo ledo, lo recordado, lo recreado y lo supuesto: es decir, entre el mundo y nuestra experiencia literaria del mundo. Proponerse ampliar, enriquecer o reconstruir una obra maestra parece tarea imposible, fruto de la presuncin o la arrogancia; humildemente lograrlo (como lo logr Menard con respecto a Cervantes, y ahora Michel Lafon con respecto a Borges) es milagroso. Pero, como deca Chesterton, lo ms extraordinario de un milagro es que ocurre.
Una vida de Pierre Menard. Michel Lafon. Traduccin de Csar Aira. Lumen. Barcelona, 2011. 184 pginas. 59 euros. Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) ha publicado recientemente Conversaciones con un amigo (traduccin de Pedro B. Rey. Introduccin de Claude Rouquet. Pginas de Espuma, 2011. 256 pginas. 14 euros) y Bibliotecas (Gobierno de Navarra, 2011. 96 pginas. 8 euros). www.alberto.manguel.com.
Adelanto editorial Lea el lunes un fragmento de Qu caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?, de Antnio Lobo Antunes.
EL RINCN
La poesa es la tentacin del abismo, sufro de vrtigo potico, asegura Hctor Abad Faciolince (Medelln, 1958). Foto: Alejocock
El rincn abierto
Los libros invaden toda la casa de Hctor Abad Faciolince mientras las montaas entran a travs de las ventanas
UNA DE las bibliotecas ms agradables de ver y de habitar es sin duda la de Hctor Abad Faciolince. Tiene unos siete mil libros bien seleccionados, que en parte son herencia de su padre, Hctor Abad Gmez, el conocido mdico y filntropo antioqueo, pero que en gran medida son el producto de los afanes de un lector plural. Ocupan toda la casa, desde el hall hasta las habitaciones y el comedor, alternndose con cuadros, fotografas y diversos objetos que hablan de la cultura y sensibilidad de otros pueblos. De modo que no hay una biblioteca que sea un lugar aparte, y ni siquiera su estudio es un rincn aparte de la biblioteca. Casa, biblioteca y estudio son la misma cosa, el mismo estado de nimo. El escritor confes alguna vez que una de las razones por las cuales siempre vuelve a su tierra, y concretamente a Medelln, es porque no puede vivir sin las montaas de Antioquia. Ciertamente, ellas son otro elemento de su vida cotidiana, pues estn en la casa y en el estudio a todas horas a travs de amplias cristaleras. Y no slo las montaas: el viento, el sereno y las voces y los silencios de la noche antioquea tambin se quedan a dormir a veces en el estudio y en el amplio saln contiguo. Esta condicin abierta de su espritu y de sus sentidos rige toda su escritura, donde la vida, los sentimientos, las emociones y las ideas se abren en una elegante pica de la cotidianidad. Tal vez todo provenga del hecho de que, como l dice, padece de vrtigo potico (es un lector y hacedor de versos desde los doce aos), que es el vrtigo a la nada, al hecho ineluctable de convertirnos en humo, en viento, en nada. Esta potica del olvido es la que subyace en su libro ms ledo y aplaudido, El olvido que seremos. Y, cmo no, en Testamento involuntario, que es su ltima obra publicada y su primer libro de poemas. Lo encontramos muy afanado en su correccin para entregrselo al editor antes de marchar a un viaje de una semana a la selva amaznica colombiana. El ttulo es porque pienso que fatalmente la poesa es la tentacin del abismo, sufro de vrtigo potico. Y ahora que voy a viajar a la selva tengo muy presente eso. El libro est dedicado a su mejor amigo, Daniel Echavarra, un insomne que se suicid a los diecisis aos y con quien escribi poemas desde los doce. En cambio, su ltima novela, Antepasados futuros, que termin el ao pasado en un retiro cerca de Florencia, slo ser publicada pstumamente. Dice que susceptibilidades familiares por parte de su exmujer as lo han determinado. Dasso Saldvar
EL PAS BABELIA 14.01.12 3
EN PORTADA / Reportaje
Un secreto
Si hay culto es porque hay un dios. Enrique Vila-Matas, Alan Pauls, Yuri Herrera, Rafael Gumucio, Jorge Herralde, Pilar Reyes, Elena Ramrez, Manuel Borrs Autores y editores explican una categora sagrada llena de matices, aristas y contradicciones. Por Leila Guerriero
RIMERO, LAS DEFINICIONES. Pero eso es un problema cuando se trata de una categora esquiva, viciosamente escurridiza, llena de aristas, de matices, de contradicciones. Cuando se trata, como ahora, de encontrar respuesta a esta pregunta: qu es un escritor de culto? Alguien con gran prestigio y un grupo nfimo de lectores; alguien que, ms que lectores, tiene devotos; alguien que captur los retorcijones ms o menos angustiosos de toda una generacin y supo cmo traducirlos en una obra; alguien que es producto de una estrategia editorial? Todo eso, ms que eso, nada de todo eso? La primera acepcin de la palabra culto que da el diccionario Mara Moliner es esta: Respeto, veneracin y acatamiento tributados a Dios o a los dioses. Antes que nada, entonces, esto: si hay culto es porque hay un dios. AUTOR DE CULTO es un concepto ligado a lo religioso dice Enrique Vila-Matas, autor de Dublinesca. A ese autor le salen adoradores, lectores que no quieren perderse ni un folio suelto del autor, lectores que le siguen en todo lo que hace. Ser seguidor lo digo por propia experiencia es apasionante. Ser seguido tambin tengo la experiencia no lo es tanto, porque a muchos adoradores slo les interesa lo que un da leyeron de ti y quieren encontrar siempre eso en lo que haces. Pueden llegar a impedir al autor ser libre a nivel creativo y machacarle su capacidad de sorprender continuamente, de hacer con sus escritos lo que le d la gana en todo momento. Nada admiro tanto como ese da en la vida de Bob Dylan, en Newport, en 1965, cuando todo el mundo le consideraba un cantante de folk y se present con una ruidosa banda elctrica que ninguno de sus adoradores comprendi. El nombre tiene mucho de religioso dice el escritor Toms Gonzlez, autor de la novela Primero estaba el mar, a quien se menciona como el secreto mejor guardado de Colombia. Es un escritor del que se podra tener la imagen en una repisa, como la de un santo. Los escritores de culto son como santos con pocos aunque muy fervientes devotos. Si te llaman escritor de culto y lo aceptas, tienes cierto prestigio y puedes escribir en paz lo que te d la gana, pues te dieron y te diste por perdido en cuanto a ventas se refiere. Es un trmino ms usado por editores o crticos dice el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka, autor de la novela La enfermedad. Los escritores somos muy vanidosos y la categora puede ser una forma de matizar un fracaso con los lectores. Los escritores lo queremos todo: crtica y pblico. Tambin puede ser una definicin provisional. Hace ms de veinte aos, tal vez Robert Walser era considerado un escritor de culto. Bolao tambin. Hoy es casi una civilizacin. T. S. Eliot dice el escritor argentino Fabin Casas, autor de Los lemmings hablaba de la importancia que tena para un escritor poseer un grupo pequeo de lectores. Deca que no era necesario ser un superventas sino tener un pequeo grupo de lec4 EL PAS BABELIA 14.01.12
tores influyentes. Ese caldo forma lo que se denomina un escritor de culto. La prensa es la que termina dndole un lugar especfico. Tiene que ver con la devocin que se le tiene a algunos escritores que son reconocidos por sus pares y por un crculo de lectores, pero no por el mercado dice el escritor mexicano Yuri Herrera, autor de Trabajos del reino. La nocin proviene de un equvoco sobrecogedor dice el escritor chileno Carlos Labb, autor de Caracteres blancos. Alguien elabora un proyecto de escritura diferente de lo que se considera la corriente masiva, pero despus se comienza a admirarlo por la fuerza con que defendi su proyecto y no por las caractersticas de su propuesta. El culto es un afn borreguil de saber todo lo que le pasa al autor en vez de quedarse con sus libros. Debe haber, en la escritura de un escritor de culto, algo que tienda a lo sagrado y lo secreto dice el escritor chileno Rafael Gumucio, autor de la novela La deuda. Algo que te haga sentir, como lector, nico y elegido. Es una categora religiosa, que relaciona al libro a una de sus funciones ms controvertidas: ser depositaria de la palabra de dios, y los escritores sus sacerdotes. Es un escritor que tiene un talento extraordinario para una sola cosa, y ni siquiera en esa sola cosa es fcil decidir si es amo de
tonio Di Benedetto que no es un autor de culto en la Argentina pero que s lo sera en Mxico), y que incluye, entre muchos otros, a Mario Bellatin, Fabio Morbito, Daniel Sada, J. R. Wilcock, Emmanuel Bove, Antonio Di Benedetto, Thomas Pynchon, Gabriel Zaid, Sergio Pitol, Guillermo Fadanelli, Israel Centeno, Bukowski, J. D. Salinger, David Foster Wallace, Julio Ramn Ribeyro, Mario Levrero, Rafael Snchez Ferlosio, Roberto Merino, Germn Marn, Denton Welch, Braulio Arenas, Felisberto Hernndez, Macedonio Fernndez, Virgilio Piera. Un escritor de culto es un escritor con una voz propia, que sorprende, exige y excita al lector dice Jorge Herralde, editor de Anagrama. Es aquel que erige una obra emblemtica para un determinado pblico,
y cuya vida puede llegar a convertirse en motivo de inters para sus seguidores dice Elena Ramrez, directora editorial de Seix Barral en Espaa. El culto implica un nivel de devocin por parte del grupo (grande o pequeo) de seguidores dice Diego Rabasa, del consejo editor de Sexto Piso. Tiene que haber cierto nivel de conexin ontolgica. Coexistir con la obra del escritor a un nivel vivencial y no slo literario. Es un autor que tiene un grupo de fieles lectores que lo admiran dice Matas Rivas, de Ediciones Universidad Die-
Vila-Matas: En este pas, autor de culto siempre ha sonado a escritor bueno y disparejo, pero tambin a autor al que le falta algo Abad Faciolince: Kundera lo fue hasta que todo el mundo empez a leerlo. El xito es imperdonable en un escritor de culto
su talento o si su talento no es en realidad una extraa forma de enfermedad dice el autor de la novela El pasado, el escritor argentino Alan Pauls. Esquiva, escurridiza: una categora llena de matices y contradicciones.
DE QUINES hablamos cuando hablamos de escritores de culto? Las personas cuyos testimonios se recogen en este artculo dieron nombres que dibujan una lista tan nutritiva como disfuncional (en la que, por ejemplo, quienes son de culto en algunos pases no lo son en su lugar de origen, como podra ser el caso del argentino An-
de dioses
Enrique Vila-Matas, fotografiado por Daniel Mordzinski.
go Portales, de Chile. Pueden llegar a convertirse en moda y vender ms, pero en general son secretos. Es un estigma difcil de sacarse porque el periodismo cultural lo repite para referirse a todo lo que no es masivo. Pero tienen una virtud que es el doblez positivo del estigma: son long sellers. Es aquel dice Andrea Palet, editora de Los Libros Que Leo, editorial chilena independiente que ya tiene fans antes de que la indus-
tria y/o la prensa se enteren de su existencia. De culto es un tag muy estable: puedes estar vendiendo como loco, pero te van a seguir llamando de culto hasta el hogar de ancianos. La perspectiva de un escritor de culto es hoy distinta a la de hace un siglo dice Manuel Borrs, editor de Pre-Textos. Antes, adquira su sancin ms por el boca a odo, sin interseccin de la publicidad. Hoy en da pueden convivir escritores de culto inventados tanto por motivos crematsticos como apoyados por la sancin de los lectores. Es aquel que tiene una obra singular, alejada del canon oficial, que experimenta con las formas y es reconocido como tal por la crtica y una minora lectora dice Samuel Alonso, director de publicaciones de 451 Editores.
La calificacin de culto puede tener que ver con el concepto de autor secreto dice Enrique Redel, de Impedimenta. Sus atributos los crea una minora que niega el gusto mayoritario, que suele ser calificado de borreguil. La obra tiende a ser difcil de conseguir. El propio autor se prodiga poco. Cuando comienza a dar entrevistas a los medios mayoritarios se vende. Entrar en la categora es apetecible, pero lo que es malo es quedarse, pues vendra a ser un reconocimiento de su fracaso para llegar a pblicos ms amplios dice Luis Solano, de Libros del Asteroide. Es un escritor ajeno al gran pblico que frecuentemente termina por conquistarlo. Kafka fue de culto, como Joyce, escritores-para-escritores que acabaron por imponerse en las academias y las universidades. Dostoievski fue de culto unos diez aos y hacia 1910 era patrimonio de la humanidad. Pero quiz ya no haya autores de culto confiables, es decir, que puedan permanecer escondidos.
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EN PORTADA / Reportaje
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Hoy todo se publica, de todo se oye hablar y nada permanece en lo oscuro dice el crtico mexicano Christopher Domnguez Michael. Un autor de culto es igual a mucho prestigio, pocas ventas dice Julin Rodrguez, de Perifrica. Esquiva, escurridiza, llena de aristas, de matices, de contradicciones.
UN ESCRITOR DE culto es necesariamente un fracaso en las ventas? No dice Ana Pareja, de la editorial independiente espaola Alpha Decay. Bolao, Salinger son xitos de ventas y no son excepciones. Debe ser un deleite supremo empezar como escritor de culto y luego conquistar un gran nmero de lectores. Entre otros, Sebald, Tabucchi o Bolao. Pero las listas de ms vendidos son poco compatibles con los escritores de culto, incluso con los que han dado una cabriola considerable, como los antes citados dice Jorge Herralde, de Anagrama. Convertir a un autor en escritor de culto es una tpica operacin de marketing de agencias literarias o editoriales. Pas con Bolao en Estados Unidos, pasa a cada rato en Espaa con autores centroeuropeos de principios del siglo XX dice el escritor chileno Carlos Labb.
un traidor a sus aclitos. Pero la literatura no responde a ese maniquesmo imaginario de editoriales salvajemente comerciales y lectores puros de catacumbas.
SE HA hablado de usted como un escritor de culto. Se ha sentido cmodo con eso?
que le falta algo, concretamente, ser tan conocido como Camilo Jos Cela. No me incomoda dice el escritor mexicano Yuri Herrera, porque no me creo ninguna de las etiquetas. Tard tanto en conseguir publicar que no tengo prisa por ser reconocido ni puedo medir el impacto que podra tener ser denominado as en algunos crculos.
The Telegraph confeccion una lista de libros de culto. Encabezada por Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut, inclua No Logo, de Naomi Klein, y Recuerdos del futuro, del suizo Erich von Dniken, que escribi all acerca de las probables visitas que hacan, en el pasado, los extraterrestres a la tierra.
el lector de un escritor de culto? Un esnob. Un borrego. Alguien que no se quiere dar cuenta de cmo es manejado dice Carlos Labb. Un sofisticado o un obsesivo, un fantico de lo extrao dice Matas Rivas, de Ediciones Universidad Diego Portales. Un hurgador de libreras de viejo. Un gourmet de ropa vieja, de perlas encontradas en chiqueros. Una mezcla de cartonero y de dandi. Un adorador de la originalidad. Un masturbador. Un devoto de la profanacin dice el escritor Alan Pauls. Todo verdadero lector tiene un escritor de culto. Aquel que se sigue libro a libro, al margen del resultado. Sus lectores fieles celebran sus aciertos pero lo acompaan en sus fracasos, deciden compartir su mundo, tan imperfecto y dispar como la vida misma dice Pilar Reyes Forero, directora editorial de Alfaguara.
QUIN ES
PERO, AHORA, otra vez confusin. Confusin, por ejemplo, porque junto a J. D. SalinEN 2011, Impedimenta public ger (que lleva vendidos unos en Espaa el Diccionario de Li65 millones de libros), se teratura para Esnobs, del franmencionan autores como el cs Fabrice Gaignault, una uruguayo Felisberto Hernngua de autores a veces extradez (que no debe llegar a vagantes, a veces malditos, a varios miles), y otros que haveces de culto?, y, en la introbitan catacumbas a las que duccin, el espaol Jos Cardescienden unos pocos: el los Llop escribe: Todos hechileno Juan Emar (uno de cumos tenido nuestros autores yos libros, Diez, fue publicasecretos. () Cuando alguno do hace poco por la editorial () empezaba a ser ms conoindependiente argentina Mancido por los lectores () el salva, con prlogo de Csar hecho de compartirlo no proAira). duca felicidad alguna, sino Dan Brown es un escricierta incomodidad. Una de tor de culto pero es un culto las consecuencias () era la masivo y, por lo tanto, muy expulsin de aquel autor de poco selectivo dice el escrinuestro paraso privado. tor argentino Rodrigo Fresn, Con los autores de culto autor de la novela El fondo pasa como con el chiste de un del cielo. J. D. Salinger es, restaurante que fue muy selectambin, un escritor de culto; to, pero que tiene demasiado pero lo suyo se acerca al ms xito: Ahora ya no va nadie: exquisito budismo zen. As, vive lleno dice el escritor Haruki Murakami o Paul Auscolombiano Hctor Abad Fater o David Foster Wallace seciolince, autor de El olvido que seremos. Lo mismo pue- Len Tolsti, Marcel Proust, J. D. Salinger, John Banville, Iris Murdoch y Kurt Vonnegut (de izquierda a derecha y de arriba abajo). Fotos: Bettmann / ran sumos sacerdotes de secde decirse de un escritor de Corbis, Getty Images / Hulton Archive, Getty I. / San Diego Historical Society, Getty I. / Ulf Andersen, Julian Calder / Corbis, Getty I. / Jean-Christian Bourcart tas en expansin, mientras que Thomas Pynchon y Jorge culto que se populariza, como Luis Borges y Vladmir NaboSndor Mrai: ya no lo lee na kov sern, siempre, ttems frente a los die, todos lo leen. Milan Kundera fue un cuales arrodillarse. Entre unos y otros escritor de culto hasta que todo el mundo empez a leerlo. El xito es imperdonable A HORA, CONFUSIN. Confusin por cosas estn todas esas ntimas religiones (proen un escritor de culto. como estas: porque Matadero cinco, de pongo estampitas de John Banville, Rick Parte de una minora ilustrada cree Kurt Vonnegut, s, y Kurt Vonnegut tam- Moody, Iris Murdoch, Felisberto Herdemostrar su superioridad intelectual en bin; y porque Siddharta, de Hermann nndez, Denis Johnson, Michael Ondaatla oposicin a ciertos atributos narrativos Hesse, s, y El lobo estepario, de Her- je, Steven Millhauser) por las que unos que consideran fciles dice el escrimann Hesse, tambin, pero Hermann cuantos miles estn dispuestos a lo que tor argentino Guillermo Martnez, autor Hesse, definitivamente, no. En el ao sea. Es decir: a seguir leyendo. Y a recode Crmenes imperceptibles, entre otros 2005 se public The Rough Guide to nocerse entre ellos con complicidad. libros, y trata de poner en circulacin Cult Fiction, una gua que reuna a cien- Nunca dejaremos de creer y de rezarles escritores difciles para poder seguir to noventa y cuatro autores y en la que a Len Tolsti y Marcel Proust y Francis sintindose los happy few de jardines rela ficcin de culto se defina como Scott Fitzgerald. Un escritor de culto es cnditos. Estos escritores tienen caracNo siempre dice Enrique Vila-Ma- una devocin irracional por una mino- aquel que hace que leer sea tan pero tan tersticas que son elevadas a categoras tas. En Espaa, por ejemplo, nada. Prime- ra hacia un autor o libro. Figuraban parecido a orar, con una atendible difedeseables per se: opacidad, hermetismo, ro, me llamaban autor de culto porque no all Kurt Vonnegut, Thomas Pynchon y rencia: no slo sentimos que nos escufalta de trama. Adems hay algunas otras me lea nadie. Despus, porque me lean David Foster Wallace junto a Gabriel cha sino que, adems, nos habla nada caractersticas de imagen: 1. Sus libros afuera. En este pas, donde ha ido pasando Garca Mrquez, Marcel Proust y Geor- ms que a nosotros. Y, por supuesto, deben ser inaccesibles. 2. La biografa del el tiempo y seguimos siendo catlicos, incul- ge Orwell; libros como El curioso inci- Dios existe y se llama Shakespeare. Como si el culto fuera una religin escritor de culto debe contener algn ele- tos y diferentes, la denominacin autor dente del perro a medianoche, de Mark mento oscuro. 3. No debe tener jams de culto siempre ha sonado a escritor bue- Haddon, junto a La ta Julia y el escribi- con diversas capas tectnicas, todas neun xito de ventas. Esto lo convertir en no y disparejo, pero tambin a autor al dor, de Mario Vargas Llosa. En 2008, cesarias para formar, al fin, la iglesia.
Herralde: Un escritor de culto es un escritor con una voz propia, que sorprende, exige y excita al lector
IDA Y VUELTA
Escultura del artista Juan Ripolls en el aeropuerto de Castelln. Foto: ngel Snchez
La era de la fealdad
Por Antonio Muoz Molina
LGO MS HA ocurrido a lo largo de todos estos aos alucinados, los aos del delirio que dur tanto y del que no parece que despertemos del todo; algo ms, aparte de la sinvergonzonera, del despilfarro, de la arrogancia de los nuevos ricos, de la obsesin por los orgenes, de la creencia alentada por la clase poltica de que se puede tener todo sin pagar por nada ni responsabilizarse de nada ni agradecer nada. Ahora se abren los ojos, ya sin remedio, y lo que se ve no es solo que de nuevos ricos hemos pasado a nuevos pobres, y que es a los dbiles a los que les toca pagar las calamidades desatadas por los poderosos. Lo que se ve, adems, es que en todos estos aos, sin que nos diramos mucha cuenta, nos ha ido rodeando e invadiendo un ocano de fealdad, un ocano que ocupa desde los paisajes que parecan ms deshabitados o remotos hasta el corazn de las ciudades. Es una fealdad pblica y tambin privada; una fealdad a escalas inmensas y en tamaos reducidos y no por eso menos viles; se la ve caminando por las calles y cuando se viaja en coche o en tren por esos alrededores cancerosos que nunca terminan y que incluyen siempre centros comerciales, polgonos cimarrones en mitad de pramos, barriadas compactas con torres de muchos pisos que nunca llegarn a ser habitados o urbanizaciones de adosados que se pierden en la lejana, franquicias de comida basura, prostbulos con letreros de nen que parpadean dbilmente en los mismos secanos y bajo el mismo sol arcaico que tanto emocionaba a los estetas de la generacin del 98. La fealdad de iniciativa privada y de pequea escala lo asalta a uno desde la puerta de un bar del que sale una musiquilla de mquina tragaperras y un olor a fritangas, desde una de esas tiendas o bazares chinos, desde un atroz saln de juegos junto al que algn jubilado se agrava la bronquitis crnica poco antes de aplastar la colilla en el suelo y del volver adentro para dilapidar la pensin escuchando el Baile de los pajaritos. Es asombroso que tratndose de una fealdad en la que intervienen tantos empeos individuales el
efecto general sea tan unitario: el mismo en una calle del centro de Madrid y en una del extrarradio, en el sur o en el norte, en nacionalidades histricas dotadas de una identidad cultural que se remonta al paleoltico o a las cruzadas y en esas otras que se han ido apaando por imitacin en las ltimas dcadas. Justo en ese tiempo en el que ms recursos se han invertido en recuperar identidades es cuando se ha logrado una unidad ms perfecta: la esttica espaola de lo desaliado y lo pavoroso. Casi no se puede decir, porque otro de los muchos logros de esta poca ha sido el fomento de orgullos colectivos tan propensos al agravio que la menor crtica conduce al linchamiento, al anatema y la excomunin. Pero en muchas ocasiones, en una capital o en un pueblo de mil habitantes, lo que sorprende, lo que casi estremece, es el grado y las variedades de fealdad que uno va encontrando. Pero a ver quin es el valiente que da un nombre. La arquitectura popular ha sido arrasada casi en todas partes. Y lo que queda muchas veces es un monumento histrico rodeado de horrores, aislado del ecosistema en el que tuvo sentido. Queda el monumento, mal que bien, quedan las extensiones de bloques de pisos con cierres de carpintera metlica y portales de falso mrmol, algunos de ellos aderezados con fantasas posmodernas de los aos ochenta, quedan los pavimentos de granito y las calles sin aceras y con bolardos o chirimbolos y bancos pblicos sin respaldo que a los arquelogos del porvenir les servirn para fechar la era Zapatero de principios del siglo XXI. Y quedan otros dos rasgos fundamentales de dicha era: los llamados edificios emblemticos o icnicos y la escultura de rotonda de trfico. Ahora es bastante cmico leer las crticas tajantes, aunque retrospectivas, que empiezan a publicarse sobre las extravagancias arquitectnicas de estos ltimos veinte aos. Pero hasta que Lltzer Moix public en 2010 Arquitectura milagrosa el debate pblico sobre tales delirios no haba existido (o si exista entre los arquitectos no llegaba a nosotros, la plebe no experta y no autorizada a juzgar), y nadie prestaba mucha atencin
a detalles tan poco relevantes como los costes de la construccin y los del mantenimiento. La era Calatrava tambin les resolver problemas de datacin a los arquelogos del futuro lejano, y adems les alegrar las excavaciones con hallazgos abundantes, aunque en ocasiones difciles de interpretar. Pero quizs el misterio arqueolgico definitivo del prximo milenio sern las rotondas o glorietas de trfico: el Stonehenge y el Machu Picchu y la isla de Pascua de la gran era de la fealdad pblica espaola. Quizs en Kazajistn o en Mongolia o en alguna otra repblica postsovitica de Asia Central se encontrarn monumentos semejantes. Aproximarse por carretera a cualquier ciudad espaola es un horror ms o menos idntico en el que no hay ms variaciones que el tamao de las esculturas en las glorietas de trfico y quizs el perfil distante de la aguja de una catedral. Las hay abstractas y las hay figurativas. Casi todas ellas exaltan algn fundamento de la gloria local. Algunas recuerdan el gusto escultrico de aquellos dos antiguos amigos de Occidente, Sadam Husein y Muamar el Gadafi. Algn historiador del arte con inclinaciones depravadas podra hacer una tesis sobre ese fenmeno esttico. Estoy impaciente porque se termine y se inaugure la que ser probablemente la obra maestra de la escultura de glorieta. Ahora mismo las fotos la muestran todava rodeada de andamios, en medio de un pramo, pero no puede faltar mucho para que est terminada. Recibir a los viajeros que lleguen al aeropuerto de Castelln, que fue inaugurado con gran pompa hace casi un ao por las autoridades autonmicas y provinciales, pero en el que sigue sin aterrizar ni despegar ningn avin. La escultura, obra del artista Ripolls, es, segn la descripcin del peridico, un coloso de metal de 20 toneladas. Representa, en palabras del propio artista, una figura a la que le saldr de la cabeza un avin; ese es el germen y el esperma del nacimiento de la obra. Parece ser que se trata de un homenaje algo alegrico al expresidente de la Dipu-
tacin Provincial de Castelln, de cuyo cerebro brot, por citar al artista, el germen y el esperma de este aeropuerto. Recordar que la escultura costar 300.000 euros es sin duda una mezquindad. Quin le pone precio al arte. Y al fin y al cabo ese gasto es una nadera en un aeropuerto que ha costado 150 millones de euros, y que costar mantener 8 millones al ao. En el caso no improbable de que ningn avin llegue a aterrizar en l, los vecinos de la zona podrn recrearse paseando buclicamente por las pistas y admirando en silencio la escultura del artista Ripolls. Quizs dentro de mil aos el coloso castellonense de 20 toneladas ser una de las pocas reliquias visibles de nuestra era de la fealdad.
Arquitectura milagrosa. Hazaas de los arquitectos estrella en la Espaa del Guggenheim. Lltzer Moix. Anagrama. Barcelona, 2010. 288 pginas. 18 euros. antoniomuozmolina.es
EL LIBRO DE LA SEMANA
Por Jorge M. Reverte EN SEPTIEMBRE de 1939, los ministros de Exteriores de la Alemania de Hitler y la Unin Sovitica de Stalin firmaron un pacto que estableca unas fronteras que marcaban los lmites de su reparto de una fraccin de Europa: esa lnea se conoci por los nombres de sus firmantes: Mlotov-Ribbentrop. Alrededor de esa lnea artificial, de carcter poltico, se cometi, entre 1932 y 1945, el mayor de los crmenes de la historia de la humanidad: el exterminio intencionado, fruto de un clculo poltico, de catorce millones de personas. Una cifra que resulta casi inconcebible por su magnitud, y que ha pasado desapercibida porque no tena nombre propio. No coincide con el Holocausto de los judos, ni con el genocidio de los armenios. Los asesinatos masivos decididos por Hitler y Stalin en esa amplia zona, que incluye una parte de Polonia, Ucrania, Bielorrusia y las Repblicas Blticas, tuvieron unas races fuertemente polticas, por encima (o simultneamente) de las motivaciones ideolgicas raciales o nacionalistas que se utilizaran, o bien se ocultaran, en cada caso. Timothy Snyder es uno de esos historiadores que cambian la perspectiva. No en vano ha sido colaborador de Tony Judt, a quien debemos una historia de Europa que ha removido viejos conceptos y nos ha permitido alcanzar un mejor conocimiento de los fundamentos de lo que ahora conocemos por un continente democrtico y relativamente consolidado. En esa misma lnea, Snyder trabaja ahora en solitario en la preparacin de una historia de la Europa oriental. Snyder se ha tomado el trabajo de romper algunos muros que nos impedan valorar una buena parte del pasado reciente, y comprender, por tanto, importantes fenmenos del presente que nos perturban. Antes de su investigacin sobre lo que llama tierras de sangre, predominaban algunas explicaciones dominantes que impedan acceder a fenmenos tan drsticos como las grandes matanzas. Una de ellas era el Holocausto, que hizo que la atencin de casi todo el mundo se fijara en el mayor genocidio de todos los tiempos y obviara otros asuntos de gran importancia. Otra, la propaganda
El primero de ellos, sustancial para la tesis de Snyder sobre el carcter poltico de las matanzas, fue la gran hambruna provocada por Stalin en Ucrania, con un resultado de ms de tres millones de muertos. Pero hay ms, bastantes ms, como las matanzas tnicas provocadas por los nacionalistas ucranios contra civiles polacos; o las matanzas posteriores de civiles ucranios por polacos. El caso de Bielorrusia, atrapada entre las fuerzas nazis y las del Ejrcito de Stalin, es escandalosamente desconocido. El diezmado de la poblacin, juda y no juda, fue de proporciones descomunales. Y para qu hablar de los ms de tres millones de prisioneros rusos que los ejrcitos alemanes (o sea, la Wehrmacht, no slo las SS) dejaron morir de hambre y fro, a propsito, en campos rodeados de alambradas y ametralladoras.
La lista es interminable, los nmeros imposibles de concebir. Y el diagnstico aterrador: Hitler y Stalin, apoyados por un aparato poltico que implicaba la colaboracin de muchos miles de sus conciudadanos, pergearon esas matanzas en funcin de sus intereses econmicos (por tanto, polticos). Hitler quera hacer desaparecer a la mayora de los eslavos para convertir el Este de Europa en un gigantesco productor de alimentos para Alemania. Stalin quera hacer desaparecer el campesinado para convertir grandes territorios, como Ucrania, en productores de alimentos para los obreros soviticos, y tambin le sobraban los campesinos. Las grandes matanzas no fueron pergeadas por odiosos demonios malignos, sino por modernos estadistas. Fueron obra de burcratas antes que de sdicos. Y concitaron una enorme complicidad tanto en Rusia (ms que en la URSS) como en Alemania. Posiblemente el Holocausto fue el nico de esos gigantescos crmenes que tuvo una base ideolgica, aunque no fue en principio concebido como un exterminio, sino como el desplazamiento (con sus muertes necesa-
rias incluidas) de todos los judos a Madagascar o al Este de la Unin Sovitica. Una de las mayores monstruosidades de esa increble etapa europea fue la cmplice liquidacin de Polonia entre Stalin y Hitler. Ambos coincidan en liquidar a los polacos como pueblo. Para ello invadieron al unsono el pas. Y su primer empeo fue el de acabar con todos aquellos ciudadanos que tuvieran un mnimo nivel de formacin. Las polticas de memoria suelen ser selectivas, porque son, sobre todo, polticas. De eso hay numerosos ejemplos vigentes hoy. Y Espaa es un buen caso para ilustrar el asunto. La Historia rigurosa y contrastada de los acontecimientos es el nico antdoto para librarse de ese mal de la memoria selectiva. El problema es que suele tardar mucho en producirse. Snyder nos brinda uno de los mejores libros que se han producido en mucho tiempo para que la Historia desplace a la memoria interesada (normalmente nacionalista). No tiene la elegancia y la brillantez de Judt en su prosa, pero es ms que un digno epgono.
Por Luis Perdices de Blas LA OBRA de Conrad goza de buena salud si atendemos a sus numerosas reediciones en diversos idiomas, incluido el espaol. En esa lengua, precisamente, se acaba de publicar su primera novela, La locura de Almayer (1895). En la misma aparece el primero, de los muchos personajes, que cre e inmortaliz: Nina, la hija mestiza del holands Almayer; una mujer extica, bella, apasionada,
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primitiva y sofisticada que no encaja en el mundo de los blancos, que no comparte los planes de su padre y elige trazar su propio destino. Actualmente tambin podemos contar con estudios documentados, completos y sugerentes sobre dicho autor. En esta labor de profundizacin desempean un papel sobresaliente la Joseph Conrad Society en Reino Unido y la Joseph Conrad Society of America (EE UU), que editan dos revistas especializadas en este autor polaco nacionalizado ingls. Adems, su produccin literaria se ha divulgado gracias a que algunas de sus novelas se han llevado a la gran pantalla de la mano de directores de la talla de Alfred Hitchcock (Sabotaje, basada en El agente secreto), Ridley Scott (Los duelistas, basada en El duelo) y Francis Ford Coppola (Apocalypse now basada en El corazn de las tinieblas). Las memorias de su mujer son sesgadas, subjetivas, incompletas y dems calificativos que en este sentido queramos aadir. Es decir, son la narracin de una fiel y absoluta
admiradora de su marido, que tuvo que armase de infinita paciencia y comportarse como una filsofa para convivir con el genio. No obstante, en ese subjetivismo y en la proximidad al personaje solitario es donde radica el encanto de las mismas. Es, por lo tanto, la visin de la guardiana general de la paz de la vida del novelista, de una mujer que se dedic a su marido y a su obra literaria hasta tal punto que en su luna de miel aprendi a utilizar una vieja mquina de escribir para transcribir sus obras. Fue el primer extranjero que conoci y del que se enamor por su naturaleza extica y eso que su futuro marido ya haba abandonado la Marina y su vida aventurera. Junto a su admiracin por el literato tambin nos muestra su excentricidad, irona, despiste, exigencia como amante y marido, caprichos, extravagancias, desorden, indolencia y volubilidad de carcter (el hombre de los eternos cambios de humor). Adems de su costumbre de hacer de avestruz cuando
estaba en situaciones comprometidas y de utilizar a su pragmtica y estricta mujer para salir de ellas. Traza la silueta de su ilustre marido, que abandon la Marina por la literatura y vivi en un mundo de fantasa, celoso de su libertad, exageradamente sensible para una inglesa, tirano en su hogar y seducido por la figura de Napolen. Son, en definitiva, los recuerdos de una mujer, de la que su marido deca que tena un hipertrofiado sentido del humor, que no perda la cabeza, a diferencia de su consorte, sobre todo cuando tena ataques de gota; pero que fue un apoyo imprescindible para que pudiese desarrollar su obra literaria y, sobre todo, su vida sentimental y cotidiana. Jessie incide en la relacin de su marido con diversos literatos y en cierta manera expone cmo se forj un novelista, siempre desde su personalsimo punto de vista y sin profundizar en el proceso de creatividad literaria. Merece la pena leer estas memorias de la persona que ms prxima estuvo al novelista y a su obra. No le sobran razones cuando, refirindose a su marido que a veces trataba como a un hijo, afirma: Tengo la absoluta seguridad de ser quien tuvo una conexin ms ntima con esa mente tan compleja.
Farol de Saturno
Antonio Martnez Sarrin Tusquets. Barcelona, 2011 88 pginas. 10 euros
Por Jos-Carlos Mainer MARTNEZ Sarrin dio a su primer diario el ttulo taurino de Cargar la suerte y se autorrecomend, para evitar el irresponsable, estril, frvolo y superficial elitismo, una buena dosis de independencia, apartamiento alerta, irona o humor en toda la gama y llaneza. El segundo volumen, Esquirlas, evocaba las astillas que se desprenden de lo que se fractura a fuerza de golpes contra algo ms duro: la estupidez ajena o la historia, supongo. Y se encomendaba all al adelgazamiento expresivo, economa, transparencia [], indicios de que un escritor ha logrado la madurez y la maestra. En Escaramuzas, el tercero de los diarios, se acoge a la claridad, concisin, elegancia y una punta de humor, mientras que el ttulo parece que evoca no tanto el combate como la esgrima gil y reiterada. De todas estas cosas lances de lidia, esquirlas y escaramuzas hay en este tenaz heredero de Juan Benet (la impresin de su muerte abra Esquirlas) y, por supuesto, tambin estn todas esas virtudes del estilo que buscan sus autorrecomendaciones. Del gran estilo benetiano queda el empaque sentencioso a lo Quevedo de quien Martnez Sarrin es fidelsimo, as como el arrimo a cierto desgarro culto ms que popular. Y, sin embargo, hay una permanente renuncia a la frondosidad divagatoria que no era ajena a Benet. El apunte tiende a ser ms esquemtico que otra cosa; se prefiere la enumeracin de nombres propios a la efusin de adjetivos; la mencin escueta de un estado de nimo o un paisaje al deliquio rememorativo. Supongo que por eso se cita a menudo al lacnico Po Baroja con encomio. Y el escritor confiesa que, si pusiera mano a una ficcin en prosa, le gustara ser un Baroja sin su extremado nihilismo o un Pla menos cnico. Por ah. Por supuesto, desde el diario de 1995 cuyas anotaciones nos llevan de 1968 a 1992 hasta el actual, con textos de 2000-2010, el talante del escritor se ha hecho ms adusto porque el horno no est para bollos y la irritacin salta ms a menudo. No siempre se comparten los trminos de esta: no es lo mismo Camilo Jos Cela que Vargas Llosa, ni Francisco Umbral que Flix de Aza, por ejemplo, y quiz fuera deseable que se aplicara a alguno de los zaheridos Espada, Juaristi o Savater la misma piedad que a Ernst Jnger o a Jorge Luis Borges. Pero es norma que vale para los diarios y una prerrogativa de la stira moral que sus crticos nos atengamos a la coheren-
Antonio Martnez Sarrin (Albacete, 1939) fotografiado en 2010 en su casa de Madrid. Foto: Luis Sevillano
Se apuntan ttulos de posibles libros que son muy reveladores porque hablan de aislamiento, resistencia o dao
cia expresiva y no entremos en la discrepancia ideolgica. Por lo dems, el lugar personalsimo desde el que se libran las escaramuzas del ltimo diario queda perfectamente delimitado. Con mucha razn, su autor nos recuerda que unos aos convulsos en la vida de Francia (la vspera de la guerra de 1939) nos legaron La nusea de Sartre, La conspiracin de Nizan, Gilles de Drieu la Rochelle, El tiro de gracia de Yource-
nar y Tierra de hombres de Saint-Exupry. No es mal paisaje literario en lo que toca a la pugna de las ideas y los sentimientos Y en lo que concierne al motor moral de una potica, recordemos que este escritor al que Benet llamaba el moderno vindica todava la memoria de aquella absoluta radicalidad esttica que parece palpar ese extremo de lo expresable con sentido: all estn los suyos, desde Czanne, Rimbaud y Mallarm hasta Joyce, Faulkner, Paul Celan y John Cage. Sin olvidar a Robert Bresson y a Andri Tarkovski. En algunas anotaciones de este diario se apuntan ttulos de posibles libros que son muy reveladores Sin anestesia, Paradero desconocido, Victoria del desollado porque hablan de aislamiento, resistencia o dao. El ltimo poemario de Martnez Sarrin, sin embargo, se llama Farol de Saturno, lo que tambin tiene su miga: nos trae una luz aunque sombra y menciona al patrn mitolgico de los grandes creadores melancli-
cos y algo malhumorados. El farol epnimo alumbra dos notables conjuntos de composiciones aparentemente dispares y, sin embargo, complementarios: Hbitos de los discpulos de Buda es una serie de stiras morales acerca de la sobrevivencia y la segunda parte, sin ttulo, es un inventario de motivos campesinos, modestos y desvencijados recuerdos de la infancia pero profundamente enraizados en la vida, que parecen ser las recompensas de aquellos primeros discpulos de Buda que esquivaron la vida consuetudinaria, callaron casi siempre y procuraron no participar de las injusticias. La apelacin a Buda es lo de menos, aunque sirva para subrayar el sesgo laico y utilitario de estos consejos y observaciones. Martnez Sarrin y los discpulos de Gautama son, en rigor, mucho ms romanos, de la secta de Juvenal y tambin sobrinos de Lucrecio, el materialista, y de Sneca, el estoico. No los quieren en los empleos que piden agresividad, tesn, / disponibilidad fuera de horario, / bien rasurado, polos de Lacoste / y, en cualquier trance, positividad y, desde luego, son alrgicos al telfono mvil de los huevos, / que hoy se utiliza tanto para un roto: / intercambiar cuatro sandeces / sincopadas sin arte, / como para un descosido: / navegar por la Red o dedicarse al zapping. El ltimo de los poemas de esta serie nos descubre a dos claros poetas que avanzaron por aquella misma senda y que yo quera faros o atalayas / guiando en plena noche nuestras torpes derivas: Robert Graves y Jorge Guilln. Ninguno de los dos son mala recomendacin y, en efecto, bastantes de los poemas campesinos de la segunda parte tienen ecos de la avidez vital de Graves, de la serenidad demorada de Guilln y no poco de la uncin emotiva de Claudio Rodrguez, otro poeta apreciado por el autor y varias veces presente en sus diarios. Pero Martnez Sarrin prefiere acercarse sin muletas filosficas, ni coartadas lricas, a ese mundo en que hay escarabajos, ratas, una jornada de pesca, una hoguera de pastor bien calculada o la carta de una enamorada iletrada. En Carretera que serpentea sobre la colina evita que las sendas perdidas tengan que ver con las que recorra aquel filsofo / de palabra exigente y poltica errada (Holzwege, de Heidegger) e incluso prefiere que los claros del bosque no recuerden los de cierta vieja dama / con algo de sibila y pitonisa (Mara Zambrano). Y en Pequea alquera, la tentacin de pensar en los paisajes mgicos y levitantes de Joan Mir, le lleva a acumular por el contrario los nombres de otras cosas que prefiere: petrleo o queroseno, / ropa fuerte y barata, buenas botas / para el agua y el barro y, sobre todo, una de esas barajas / que, por lo abarquillada y lo mugrienta, / han dejado de usar en al casino. Cuando en el cierre canta el ltimo grillo del otoo (sin ms propsito ni ms postulacin de un yo ridculo), el poeta zumbn y corrosivo piensa que celebra lo que fue / su conexin al Todo, / que se verific con el mnimo coste. Esta diminuta fbula es una joya concentrada de las que slo la madurez y la maestra producen de cuando en cuando.
Por Antonio Ortega EN BUSCA DE los lugares donde Vladimr Holan sita su extraordinario poema Toscana, tiene lugar ese peregrinaje azaroso por paisajes reales e interiores, por ciudades concretas y soadas, que da ttulo al nuevo libro de Clara Jans (Barcelona, 1940). El motivo que recorre la obra es el
Tarkovski), elementos sincrnicos en un trayecto potico esencialmente diacrnico. Viaje a travs del tiempo para olvidar el tiempo, para alcanzar la luz, y reducir al vaco / el sentido de las palabras. Un libro cuyo descriptivismo lrico proviene de diversos lenguajes artsticos, y cuya naturaleza ecfrstica surge del encuentro con lugares y sueos, con el rostro del otro. Un camino que avanza a travs de diferentes encuentros, tejiendo el tiempo del relato, y escribiendo el tiempo como tal en unos poemas que describen la lnea / cuyo fin unir el ser a la nada. Poemas que en su fuerza dramtica y en su plasticidad son capaces, en su espritu creador, de retener la vida y alejar la muerte, en ese perpetuo y suspenso llamear / de una belleza que nos sostiene todava / desde lo inaccesible del misterio.
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de la maravillosa pelcula de John Huston, Fat City, o el vagabundo Dove Linkhorn de la novela objeto de estas lneas. Su autor, Nelson Algren, no ha tenido suerte en nuestro pas. Algunos de sus libros aparecieron en los aos sesenta en traducciones ms bien dudosas, a veces retomadas y nunca corregidas. A Walk on the Wild side (mucho ms conocida como ttulo de una famosa cancin de Lou Reed) es una novela anterior a esa meloda que se desarrolla en 1930 y cuenta la historia de Dove Linkhorn, un muchacho criado en la Amrica profunda por un padre amargado que dedica la semana a la limpieza de pozos negros y los sbados a la predicacin, y que le impide acudir a la escuela. Condenado a la miseria vital y moral de ser un palurdo encerrado en un poblacho de Tejas, el chico escapa del lugar y se dedica a vagabundear desplazndose en tren de un lado a otro con otros cientos de tipos como l en plena Gran Depresin hasta que, por fin, recala en un burdel de Nueva Orleans. El mundo de la prostitucin ofrece aqu el retrato tremendo de un espacio cerrado y sellado de una veracidad escalofriante. Es la historia de un camino infernal con retorno al pozo de donde sali, pero ese camino da lugar a una historia terrible y a un personaje conmovedor. A Nelson Algren le cubren las espaldas Thomas Wolfe y John Dos Passos. Su literatura es la de un mundo srdido y brutal donde la supervivencia es el nico fin. En l, Algren planea la construccin de una suerte de moral de los bajos fondos en la que cabe toda degradacin, pero en la que tambin tiene cabida, junto a la picaresca del desamparo, una suerte de inocencia intuitiva que pone en pie un ltimo sentido de dignidad contra toda esperanza: la existencia de un cdigo de conducta lumpen donde llegan a convivir la degradacin y la ternura. Intentar ganarse la vida en esta ciudad es como rascarle el culo a un pobre, se dice en un momento determinado y la frase resume perfectamente el estado anmico de los personajes que pueblan la novela. Y en medio de ella se alza la figura de ese buen muchacho que es Dove Linkhorn, al que ninguna bajeza lograr borrar su conmovedora lealtad a los escasos rasgos de bondad y decencia que lograr vislumbrar a lo largo de su cada. Por qu aguanta Dove Linkhorn esta vida desesperanzada que no hace sino destrozarlo paso a paso sin posibilidad de escapar de ella? l mismo lo explica cuando recobra el sentido tras una paliza de dos policas que le daban por muerto: Saben? se disculp ante las estrellas sureas que se desplegaban sobre las cabezas de los dos polis, no quera irme de este viejo mundo, porque es el nico que conozco. El estilo de Algren es duro, muy impactante, pero lleno tambin de imgenes de un realismo expresionista mezclado con las ensoaciones de Dove que, al entreverarse, dan lugar a un tono entre elegaco y demoledor donde cabe la irona, que corta como un cuchillo. Escribe escenas cortas que se van distribuyendo hacia adelante siempre, con golpes expresivos secos y precisos que dinamizan la novela no de una manera lineal sino sincopada. Esta es una impresionante historia de almas perdidas transitando por la oscuridad en busca de alguna luz que refleje, aunque sea por unos momentos, la humanidad de sus pobres vidas. Un paseo por el lado salvaje es la mejor novela de Nelson Algren y una ocasin inmejorable de conocer a uno de los grandes narradores norteamericanos de los aos cincuenta, poca gloriosa de la novela americana moderna. Jos Mara Guelbenzu
en la doble acepcin: relatadas y enumeradas o calculadas. El resultado es un mosaico de ficciones yuxtapuestas ligadas entre s por una red de simetras y crculos envolventes construidos mediante la reiteracin de personajes y motivos y sucesos que se reparten entre el marco del presente o la realidad (la casa familiar con su jardn ednica menor, la cotidianeidad, la presencia espordica de allegados y prximos, los recuerdos) y la fabulacin, que desvela facetas ocultas de aquel mundo, conjura miedos, alumbra secretos o moldea sueos. Todo lo que sucede dentro del marco realza los elementos all circunscritos, que a la vez se hibridan en mltiples combinaciones, ya en el mbito de la ficcin, para ir generando esta gavilla de relatos de variada extensin y de naturaleza plural ciencia-ficcin (metacsmica), lo fantstico, el cuento de hadas Anderseniana o la metaficcin, y una brillante muestra del arte de contar pues el lector, a medida que avanza por este work in progress, aprecia el modo en que la imaginacin, cuando se materializa, pasa a formar parte de la realidad, segn le dice el zambuliano una de esas criaturas fantsticas a Pedro su creador. Y a la inversa. Ana Rodrguez Fischer
LIBROS / Entrevista
Qu caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? es el nuevo libro del autor portugus, una nove solos en la que se cruzan las voces de los muertos y los vivos de una familia rota. Lo que yo persig
P. Y sin embargo, el tema de la familia es en usted un tema recurrente R. No lo s. Jams he pensado en eso. No me interesa. Sabe por qu? Porque no me interesa la intriga. En ninguna novela ma encontrar intriga. Lo que busco es poner la vida entre las cubiertas del libro. La intriga, si es que la hay, sirve solo para atraer al lector hacia lo que me interesa de verdad: la naturaleza del hombre. P. Pues el libro est lleno de personajes tristes, desesperados y solos R. Dgame un libro alegre o feliz. Lo que me gusta, lo que yo persigo en los libros es la felicidad en la mano del escritor. Se puede leer, por ejemplo, La muerte de Ivn Ilich, de Tolsti, y encontrarlo triste. Para m, sin embargo, leerlo constituye una alegra enorme, porque me ensea quin soy. Lo mismo me pasa con Quevedo, que tal vez sea mi escritor favorito en castellano. P. Y qu opina de Cervantes? El Quijote no es un libro con final feliz, pero tampoco es un libro enteramente triste. Tiene pasajes esperanzados debe ir con prejuicios a cuestas. A veces se puede tener la sensacin de no entender nada, y eso est bien porque luego, sbitamente, uno entiende todo: lo oscuro se vuelve claro. P. No le preocupa que esto no pase siempre, que algunos lectores de sus libros, difciles siempre, se rindan y lo dejen? R. Mientras uno escribe no puede pensar en el lector. Si le haces guios al lector, el libro resulta malo. He hablado mucho con Juan Mars (un amigo mo que me gusta mucho como escritor, cuya ltima novela, Caligrafa de los sueos, me parece una maravilla) de que no se puede transigir en eso. Uno tiene que hacer lo que tiene que hacer con la novela. Y si al lector le gusta, mejor. Y si no le gusta presin de que los libros no me pertenecen, de que ni siquiera tengo el derecho de poner el nombre en la cubierta. Ellos vienen de partes tuyas o no tuyas que no conoces. En los buenos momentos la mano camina sola. La literatura no se hace con la lgica de la cabeza, sino con la
El ttulo procede de una cancin navidea del Alentejo. As la cantaron campesinos que no saban leer y que jams haban visto el mar Escribo a mano, porque es como bordar, me gusta el olor del papel, me gusta esa cosa artesanal de la escritura, el dibujo de las letras
R. S, y divertidos. Es cierto. Claro que me gusta el Quijote. Pero Cervantes no es de los escritores que ms me entusiasman. Los que me deslumbran de verdad son los poetas del Siglo de Oro: Gngora, Quevedo, fray Luis de Len, san Juan de la Cruz Por cierto, sabe lo que deca Cervantes del castellano? P. Pues no. R. Que era como el portugus, pero con hueso. Es verdad: el castellano es un idioma muy fuerte. El portugus es muy plstico, un buen idioma para escribir. Pero esconde el peligro de su propia facilidad. Tienes que luchar todo el tiempo contra esa facilidad Es mucho ms difcil hacer un buen libro en francs que en portugus, creo. Por eso el trabajo de Cline o de Proust me parece increble. P. Siempre dice que los libros incluyen su propia clave para entenderlos y disfrutarlos. Este suyo ltimo tambin? R. Uno tiene que entrar en un libro sin ideas preconcebidas. Mientras lees a m me encanta leer, que es un placer absoluto, no como escribir, que a veces no lo es, mientras lees, deca, tienes que conservar una virginidad en la mirada. No se
E L PISO DE Lobo Antunes en Lisboa es un dplex coqueto con un amplio ventanal que da a una calle transitada. Sin embargo, nada del ruido de los coches de abajo alcanza la silenciosa casa del novelista. Las habitaciones se encuentran tapizadas de estanteras de libros meticulosamente ordenados. Un cuarto almacena todas sus novelas, todas las traducciones de sus novelas. En una pared del saln hay frases pintadas con rotulador. Son mximas de pensadores o poetas, puestas all por un Lobo Antunes convertido en grafitero de su propio apartamento. Habla de su deuda con Espaa, agradece el tratamiento que se le dispensa all, recuerda a amigos escritores espaoles a los que admira particularmente (Javier Maras, Pere Gimferrer), asegura que los dos pases deberan fundirse en uno solo. Luego enciende otro de sus cigarros y, ya avanzada la tarde, enciende de golpe la luz de un flexo: As le veo mejor. P. Cmo se logra una voz personal como la suya? R. Con trabajo. A m me ha llevado mucho tiempo encontrar mi estilo, muchos aos. P. Muchos libros tambin? R. Bueno, yo empec a publicar tarde, con 36 aos. Uno va aprendiendo con lo que va escribiendo, aunque le dir que jams vuelvo a leer lo que ya he escrito. P. Por qu? R. Pues porque tengo miedo Cada vez ms los libros se hacen solos. Antes, los planificaba mucho. Ahora no de encontrar defectos muy grandes y poca calidad. Uno solo puede escribir si est convencido de que es el de los afectos, con la de los sentimientos o mejor. Y despus, es tan difcil, y hay tantas de las emociones. P. El inconsciente? decepciones con los propios libros R. Mire: uno lee a Lorca o ve una pelcula P. Para superar eso trabaja doce horas de Fellini, y comprende que sus asociacioal da, no? R. S, normalmente s. Aunque ahora nes carecen de lgica. Sin embargo, son una no. Ahora espero. Y le dir que no s si ya maravilla. Y es algo verdadero. Eso no se puehe escrito mi ltimo libro, si voy a ser de hacer con la cabeza, eso es un milagro. Y capaz de escribir otro. La verdad es que de dnde vienen los milagros? No lo s. P. Y despus de eso, corrige mucho? nunca sabes R. Las primeras redacciones son siemP. Y por qu se siente culpable cuando pre malas. El problema no es escribir, sino no escribe? R. Porque escribir es la nica cosa que corregir. Para corregir, tu estado de espris hacer, que hago. Adems, tengo la im- tu debe ser completamente diferente. Ah
La sustancia de lo trivial
Qu caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?
Antnio Lobo Antunes Traduccin de Antonio Sez Delgado Mondadori. Barcelona, 2012 352 pginas. 22,90 euros
se resiste a aparecer con claridad. Nada es del todo preciso, y no obstante se dira que contemplamos el magma de una memoria que bulle revelndose con la mxima transparencia que permiten las palabras, que en la obra de Lobo Antunes tratan de decir lo que ellas no pueden decir. En algn lugar de estas pginas una voz reconoce: Cules son los recuerdos de un cerebro que se descompone. A diferencia de otros libros, impregnados de un sustrato dramtico que pone la obra en movimiento, no hay en Qu caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? ningn motivo medular que tia la urdimbre que tejen las distintas voces. Y si hubiera que buscarlo tal vez se trate de la familia misma, en tanto que institucin cuarteada, compuesta de numerosas tensiones, incomprensiones, humillaciones y dolencias. Y como la familia, la prosa adquiere un desmembramiento semejante. No hay aqu, en efecto, nada a lo que pueda aferrarse el lector. Cada voz, cuando es reconocida (aunque ella nunca se reconoce a s misma), tiende a solaparse por la irrupcin de otra voz que se mezcla con ella cambiando la perspectiva, de modo que los personajes se evaporan en su pretensin de construirse al contrastarse con los dems, y los mltiples saltos que desmenuzan la sintaxis obligan al estilo a recurrir a estribillos y ritornelos que apenas significan otra cosa que una alusin que los identifica. Hay que abandonar, por tanto, ese empeo legtimo, por otro lado de comprender lo que se lee, al menos a la manera que impone la lectura tradicional. Lobo Antunes propone una lectura despojada de lo interesante; disipa ese espejismo para que no veamos, complacindonos en la distancia, al personaje en una vitrina, sino la efervescencia que lo concreta, donde lo no dicho y desconocido (siempre somos otra cosa y bajo la otra cosa otras cosas ocultas) emerge con la misma pertinencia que lo sustancialmente narrativo: la discordia entre los hermanos, el envilecimiento del padre, la criada como portadora de secretos (que todos conocen) de los miembros de la familia, los desastres amorosos que fecundan la leyenda familiar, la madre resignada al olvido. No es posible extraer un aspecto de esta novela sin violentar su dinamismo. Alguna vez Lobo Antunes ha declarado: El libro es un organismo vivo, que nada tiene que ver conmigo, con su propio temperamento, su propia fisonoma. Ms que de una novela, parece la descripcin de un personaje. Tambin ha repetido que sus novelas no son polifnicas, sino una voz con diferentes tonos. La combinacin de ambas declaraciones suscita la figuracin de que la novela, antes que una estructura, se constituye finalmente en personaje. Acaso, si no estamos demasiado errados, esto pueda servir para transitar por estas intrincadas pginas cuyos captulos siguen el orden de una corrida de toros, con sus precedentes, los diferentes tercios, la faena, la suerte suprema y el regusto amargo que deja la conclusin de la ceremonia. La novela reclama al lector que mantenga un desasosiego a la altura exigida por Lobo Antunes, un autor que, por decirlo de alguna manera, hace tiempo que ha roto los vnculos entre la enunciacin y el significado. Ha creado un estilo mitad de ndole psicolgico, autorreferencial, y la otra mitad imprevisible. Aqu lo imprevisible domina todas las incidencias de esas voces que se desvanecen para no destruirse. Esta voz, aquella voz, esas voces quebrndose, nunca antes, hasta la escritura de Lobo Antunes, haban sido registradas en la literatura. Para acceder a esa sonoridad hay que leer de otro modo. Tal vez escuchar.
juega al ftbol!
se tiene que estar vigilante. Y tratar de vertebrar tu delirio. P. Es usted uno de los escritores ms prestigiosos de Europa, muchas veces candidato al Nobel. Piensa en eso? Piensa en los premios? R. Los premios no valen nada. Hace denador: escribo a mano, porque es como bordar, me gusta el olor del papel, me gusta esa cosa artesanal de la escritura, el dibujo de las letras. Hay tres o cuatro cosas importantes en la vida: los libros, los amigos y las mujeres y Messi. Lo he visto hace poco, en la tele, en el Mundialito. Ah,
urina con personajes tristes, desesperados y los libros es la felicidad en la mano del escritor
Por Francisco Solano ESTA NOVELA DE Lobo Antunes viene editorialmente publicitada por esta declaracin del autor: Un libro ideal para dar trabajo a los crticos. Yo quera escribir una novela a la manera clsica, que destruyese todas las novelas hechas de esta manera. Tambin Joyce, con Finnegans Wake, se propuso mantener ocupados a los crticos trescientos aos. Estas desme-
persigo en los libros es la felicidad en la mano del escritor, cuenta Antnio Lobo Antunes. Foto: Pedro Loureiro
unos aos me llamaron de Mxico para decirme que haba ganado el Juan Rulfo y me limit a contestar: Cunto?. No saba que la conversacin se estaba retransmitiendo para una rueda de prensa! Del Nobel hablan todos los aos, pero eso, como escritor, te tiene que dar igual. Si viene, estar bien porque es mucho dinero, y si no, pues tambin estar muy bien. Hay muchos premios Todos los escritores tienen su premio, hay premios para todos P. Siempre se sinti escritor? R. Nunca serv para otra cosa. No sirvo para la vida prctica. Ni siquiera tengo or-
si pudiera escribir como Messi juega al ftbol! El baln parece enamorado de l! P. Cmo ve ahora a Portugal? R. La gente vive muy mal. Hace dos das, baj a comprar cigarrillos y en el quiosco dos seoras casi se matan por diez cntimos. Este barrio es un barrio pobre, donde hay restaurantes muy baratos, tascas modestas, donde puedes comer por cinco o seis euros. Antes estaban siempre llenos. Ahora estn vacos. La gente no tiene dinero. El paro sube y, al mismo tiempo, hay una clase social con muchsimo dinero. Es todo muy injusto.
suras delatan una patologa de la ambicin literaria. Faulkner, otro gigante, deca que haba que juzgar a un novelista por el esplendor de su fracaso. Para los tres la literatura es un arte de exploracin que incluye recelar de los descubrimientos, no dar nada por acabado. Esta cualidad predomina en la escritura de Lobo Antunes. Al lector que se haya asomado a su extensa obra no le sern extraos esos monlogos obsesivos, voces que se cruzan urdiendo un entramado cuyo dibujo
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LECTURAS COMPARTIDAS
Por
Rosa Montero
Brad Pitt y Kirsten Dunst, en una imagen de la pelcula de Neil Jordan Entrevista con el vampiro (1994). Foto: lbum
1971 y Rice termin la novela en 1973, aunque se public en 1976), la afilada, demencial tragedia que palpita en las pginas de Entrevista con el vampiro se comprende mucho mejor y resulta an ms desasosegante. Incluso el rasgo ms novedoso del libro, su atesmo, su total ausencia de Dios, el vampiro como muestra no ya de la existencia del Demonio, sino de la ciega ferocidad y del mal sin sentido de la vida humana; este ingrediente deicida, digo, puede ser reconocible como el rabioso alarido de dolor de alguien que ha sufrido la mayor prdida posible, la ms impensable e inasumible: la muerte de un hijo pequeo. Pero hoy quiero hablar de otra novela maravillosa, de una nueva versin del mito vamprico que se ha publicado hace unos cuantos meses en Espaa: se titula Los Anticuarios y es del argentino Pablo de Santis. Se
podra decir que este libro es la anttesis del de Anne Rice: mientras que la norteamericana alla con el furioso desconsuelo de un lobo solitario, De Santis susurra, produciendo un sonido semejante al roce del sudario de un fantasma al pasar como una brisa helada junto a nosotros. Los Anticuarios es una obra ms bien breve, delicada y de una melancola lacerante. Tan triste, tan bella, tan conmovedora en su desesperado, imposible anhelo de la felicidad y del amor. Los vampiros de De Santis, anticuarios de profesin, son los monstruos ms sensatos, menos monstruosos y ms modestamente desgraciados que conozco. Si Anne Rice creaba un mundo de encajes, refinamiento barroco y grandes salones aristocrticos, De Santis convierte todo ese esplendor neogtico en el claroscuro de la vida cotidiana, en la menudencia menes-
tral y en la vulgaridad que todos vivimos. Los vampiros de Pablo de Santis son monstruos de clase media, amables y tmidos, seres asustados y desamparados. Y esa menudencia es lo que les confiere su grandeza, porque representan a la perfeccin la tragedia de la condicin humana. La vida es as, polvo y prdida, deseo y permanente frustracin. Y una soledad pequea e inacabable. Es imposible no identificarse inmediatamente con esos vampiros desdichados y comunes. Imposible no amarlos. Rodeados de objetos antiguos y polvorientos, ms vetustos que valiosos, los vampiros de esta novela estn fuera de su tiempo, de su sociedad, de su entorno, de su familia. Son seres marginales que daran cualquier cosa por ser normales. Por llevar una vida modosa y aburrida. Por eso toman un bebedizo que les salva de su sed de sangre; y por eso se encargan ellos mismos de castigar a quienes se exceden. No son en absoluto transgresores: slo son individuos enfermos y condenados a no conocer el amor, ya que su cario resulta letal. Y son una pequea y prudente comunidad escondida y perseguida por la intolerancia y la saa de los normales. Parecen tan reales, en fin, que al acabar el libro casi te descubres sospechando de tus vecinos. Porque esos pobres vampiros deben de existir en alguna parte. Creo que he ledo toda la obra de Pablo de Santis, que siempre ha sido un autor original, notable y ameno. Pero quiz un poco demasiado cerebral, demasiado fro. Sus novelas son estructuras cuidadosamente hilvanadas, cuentos bablicos, cajas de sorpresas, pero en alguna ocasin me ha parecido que el artificio pesaba ms que el contenido, que le faltaba calor y corazn. En Los Anticuarios, en cambio, la emocin se remansa como en un pequeo lago de aguas quietas que desde la orilla parecen tranquilas, pero que luego son hondas y procelosas y estn habitadas por extraos peces abisales. Y esa falta de melodramatismo, unida a la profundidad del sentimiento, producen un resultado formidable. Es un texto terso y limpio, maravillosamente escrito, que apuesta por la contencin. Para m, sin duda, la mejor novela de Pablo de Santis. Un grito sofocado e inolvidable.
Los Anticuarios, Pablo de Santis. Destino. Barcelona, 2011. 272 pginas. 17,50 euros. Entrevista con el vampiro, Anne Rice. Traduccin de Marcelo Covin. Ediciones B. Barcelona, 2009. 384 pginas. 19 euros.
Por Ray Loriga HE AQU UNA soberbia coleccin de relatos para aquellos cansados de la constante revisin, o malversacin, que muchos andamos perpetrando sobre el luminoso mundo de las criaturas de la noche. Sangre de la fuente original, podra decirse, o al menos de las ms originales y acertadas recreaciones de las viejas leyendas populares vampricas y fantasmagricas previas a la fijacin del mito por parte de Bram Stoker. Nada es realmente original en el mundo de los no muertos, y as muchos de estos cuentos coinciden en sus tramas pero, y he aqu el placer para el lector, todos estn sujetos por la mano
que ms que vamprico parece en ocasiones de ciencia ficcin ntima, si es que existe tal categora. En l, Maupassant, en forma de elegante diario, nos narra las tribulaciones de un hombre que se atreve a suspirar por otros mundos y otros seres para terminar, cmo no, devorado por sus fantasas. Otra brillante sorpresa para aquellos que no conozcan los generosos y amplios lmites del gnero es el relato de Poe que se adentra en lo ms profundo del alma para construir el retrato de una enfermedad tan similar a la vida que resulta aterrador. Nada me extraara que el Arrebato de Ivan Zulueta hubiese bebido muy acertadamente de esta fuente. Bello y elegante el poema de Baudelaire y bello y arrogante, como no poda ser de otra forma, el de Lord Byron. Thophile Gautier y su Muerta enamorada es un juicioso aviso para todos aquellos que hayan cado alguna vez en la tentacin de amar apasionadamente, escrito con desarmante dulzura. Por ltimo, la seminal Carmilla de Le Fanu, madre reconocida del mismsimo Drcula y seguramente el texto ms conocido de la antologa. En fin, todo un festn. Quienes quieran disfrutar de la mejor literatura y de muy diferentes formas de aterrorizar sus noches en vela, difcilmente encontrarn un volumen ms apropiado que esta coleccin de monstruos, parsitos y enfermos de amor.
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PENSAMIENTO
Redes de parentesco
Familias analiza los modelos imperantes desde la Edad Media hasta la familia posconyugal a partir de 1975
Por Enrique Gil Calvo
lenguaje, el parentesco es sin duda la principal institucin humana, que constituye nuestra principal diferencia especfica con las dems especies animales. Las otras tambin se comunican y se aparean, pero slo los seres humanos decimos no (principal caracterstica del lenguaje) y slo nosotros, al emparejarnos (lo que implica decir no a las parejas prohibidas por el tab del incesto), contraemos alianzas con otras familias, reforzando y ampliando nuestras redes de parentesco: es la regla de exogamia que fundamenta el orden social. Valga esta simplista generalizacin para introducir mi comentario a este gran libro que describe la transformacin de las redes espaolas de parentesco, como creadoras y reproductoras de los rdenes institucionales (asentamientos de la poblacin, organizaciones econmicas, regmenes polticos, representaciones culturales, etctera) que se han venido sucediendo sobre el territorio espaol. Una empresa tan ambiciosa que amenazaba con resultar fallida, pero que viene a suponer un indudable progreso respecto a los escasos precedentes con que contbamos: la monografa de David Reher La familia en Espaa. Pasado y presente (Alianza, 1996) y La historia de la familia en la pennsula Ibrica (UCLM, 2008) compilado por Francisco Garca Gonzlez (que tambin firma aqu uno de los mejores captulos). El conjunto del libro se distribuye entre los tres grandes sistemas de estructura familiar que cabe reconocer en la historia europea. Ante todo, el modelo tradicional de antiguo rgimen patriarcal, cuando el emparejamiento se concertaba entre las redes familiares de los contrayentes que continuaban dependiendo a todos los efectos de sus redes de parentesco. Despus, el rgimen liberal de familias conyugales fundadas y dominadas por un varn proveedor, que se constituy y se extendi a partir del proceso de individualizacin exclusivamente masculina (pues las mujeres seguan dependiendo de padres, maridos o hermanos) surgido con la revolucin industrial, emancipando a profesionales y asalariados de sus familias de origen. Este modelo se inici en el Reino Unido ya en el siglo XVIII, pero solo se difundi por Europa en el XIX. Y por ltimo, el actual modelo de
UNTO CON EL
familia posconyugal (o ms bien convendra hablar de los nuevos modelos de familia matrifocal), surgido desde los aos setenta del siglo pasado a consecuencia del rpido desarrollo del proceso de individualizacin femenina, que ha emancipado a las mujeres de sus padres y maridos gracias a su reciente independencia laboral y profesional. Pues bien, en el libro que comento, sus diez primeros captulos se dedican a analizar el modelo tradicional de antiguo rgimen, que contina predominando hasta bien entrado el siglo XIX. Pero tambin aqu hay que hablar de los modelos, en plural, pues en un primer periodo predominaba el modelo musulmn (impropiamente llamado endogmico) de matrimonio con los primos cruzados que impone una parentela exclusivamente patrilineal, mientras que en las reas del norte de la Pennsula (cantbricas y pirenaicas) donde no se impuso la dominacin musulmana se estableci un modelo de familia troncal (o de herencia indivisa). Pero al avanzar la Reconquista, la repoblacin cristiana se coloniz con modelos familiares de herencia igualitaria, de acuerdo a una cultura de frontera con exceso de tierras libres expropiadas a los rabes. Finalmente, tras la limpieza tnica decretada por los Reyes Catlicos, el modelo endogmico musulmn desapareci, bien por la expulsin directa de los moriscos o por la estrategia de los conversos de adoptar la exo-
Slo los seres humanos contraemos alianzas con otras familias: es la regla de exogamia que fundamenta el orden social
gamia para emparentar con cristianos viejos, a fin de lograr para sus descendientes estatutos de limpieza de sangre. As se consolidaron a lo largo de la Edad Moderna las fronteras entre las dos Espaas: la foral basada en la herencia indivisa y la de rgimen comn basada en la herencia igualitaria. Vase el excelente captulo V de Lloren Ferrer sobre herencia y reproduccin social. Y para profundizar en esta misma cuestin decisiva, la segunda parte del libro, dedicada al anlisis del rgimen liberal, se abre con el extraordinario captulo XI de Robert Rowland sobre la transicin demogrfica, interpretada en funcin de la reproduccin familiar de acuerdo a una tipologa de modelos troncales y nucleares directamente relacionada con la de Emmanuel Todd (otro clebre discpulo de Peter Laslett a quien apenas se cita en el libro). Tambin destaca
el captulo de Xavier Roig, que analiza con perspectiva biopoltica la difcil convergencia liberal de los diversos modelos de familia (burguesa, campesina, obrera), as como la campaa higienista contra la prostitucin y la masturbacin. E igualmente, pero con perspectiva feminista, el captulo de Ana Aguado sobre las relaciones de gnero impuestas por el modelo conyugal dominado por el varn proveedor. Finalmente, la tercera parte presidida por los nuevos modelos de familia posconyugal, posteriores a 1975, est dominada por el preocupante declive de la nupcialidad (captulos XV y XIX), que amenaza con estrangular el proceso de formacin de nuevas familias. Pero junto a esta crucial cuestin, se discuten tanto sus mecanismos sustitutivos (adopcin y reproduccin asistida, faltando la inmigracin) como la creciente conflictividad familiar que tanto crispa los debates pblicos, en materias tales como el aborto y la violencia de gnero. Es el objeto del ltimo captulo (el XIX ya citado) de dos reconocidos expertos como Iglesias de Ussel y Mar-Klose, cuya presuncin de imparcialidad queda desmentida entre lneas por cierto sesgo conservador.
Familias. Historia de la sociedad espaola (del final de la Edad Media a nuestros das). Francisco Chacn y Joan Bestard (directores). Ediciones Ctedra. Madrid, 2011. 1.247 pginas. 40 euros.
Subversivos de derechas
Contrarrevolucionarios. Radicalizacin violenta de las derechas durante la Segunda Repblica, 1931-1936
Eduardo Gonzlez Calleja Alianza Editorial. Madrid, 2011 444 pginas. 24 euros
calificacin de reaccionarios, ya que en 1931 la visceral oposicin al nuevo rgimen, en definitiva a la democracia como tal, no tiene delante revolucin alguna. Gonzlez Calleja era ya un experto en el periodo republicano como consecuencia de sus trabajos sobre la violencia. Ahora complementa lo anterior con una precisa reconstruccin de las ideas polticas, del funcionamiento de las organizaciones y de los proyectos conspirativos de la derecha espaola, desde el mismo momento en que la Repblica es proclamada, y a partir de entonces sin tregua ni descanso. Es un dato de suma importancia para valorar las frustraciones experimentadas por un rgimen poltico que desde su nacimiento tuvo que afrontar recurrentes intentos de destruccin, en los cuales por aadidura estn implicados personajes de primera fila, como ese general Goded que en 1932 es jefe de Estado Mayor, o incluso cuentan con ejecutorias de republicanismo. Mucho antes de octubre de 1934, la Repblica vivi en un marco de golpe de Estado permanente. El autor acierta al conjugar en su anlisis el carcter de las organizaciones, sus posiciones ideolgicas, el recurso a la formacin de grupos paramilitares, la concrecin de las mismas en actos conspirativos o de violencia, y, en fin, las redes de alianzas y de competencias que se forman y se deshacen sucesivamente entre ellas, a veces bajo la influencia de grupos externos, tales como los financieros monrquicos que en el verano de 1933 impulsan el acercamiento entre las JONS y el grupo de Primo de Rivera. La exhaustiva labor investigadora ha permitido a Gonzlez Calleja esta reconstruccin del complejo de organizaciones e intereses que desde distintos ngulos convergen en el propsito de subvertir el orden republicano. Como resultado, no solo en-
Por Antonio Elorza TRABAJADOR INCANSABLE, Eduardo Gonzlez Calleja realiza con este libro una aportacin fundamental al conocimiento de la Segunda Repblica. Tal vez habra que poner en cuestin el ttulo, ya que en su exhaustiva revisin de la trayectoria de las derechas durante el quinquenio republicano, salvo para el bienio 1934-1936, lo que nos muestra es la actuacin de partidos, instituciones y grupos a los cuales debera ser adscrita la
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contramos en el libro anlisis monogrficos sobre esos distintos grupos en mayor o menor medida fascistizados, con tanto mayor inters cuanto que la historiografa se ha ocupado menos de algunos de ellos, sino que la maraa que aparentemente engloba a los mismos se transforma en una red de componentes heterogneos, cuya dinmica deviene transparente, perfectamente comprensible para el lector. Nada tiene de extrao que el punto de llegada sea un anlisis pormenorizado y convincente de toda la gama de fuerzas subversivas de derecha que acaban depositando en el Ejrcito la responsabilidad del golpe de Estado en julio de 1936. Falta tal vez la reflexin sobre el carcter genocida que asume desde un primer momento el levantamiento militar y las conclusiones buscan un distanciamiento, casi una equidistancia, en contraste con la informacin proporcionada en el relato principal. Por encima de ello, se encuentra en Contrarrevolucionarios la posibilidad de conocer en profundidad qu fue y qu hizo en clave de violencia y subversin la derecha durante la Segunda Repblica.
SILLN DE OREJAS
Por
dejando con un palmo de narices a una dama que tambin la deseaba y que, a cuenta de su decepcin, me obsequi con una ristra de maldiciones tan monstruosas como las que dedica Lady Anne al (an desconocido) asesino de su marido (Ricardo III, acto 1, escena 2). Incluso hubo un momento en que me pareci que la enfurecida matrona, con ojos nublados por la ira, iba a propinarme un mordisco en el brazo, como si se tratara de una walking dead
Emprendedores
A MENUDO ME he preguntado qu hicieron Jos y Mara con el oro que los magos orientales les regalaron (junto con incienso y mirra) por el natalicio de su primer hijo. El evangelista Mateo, muy aficionado, como Faulkner, a las elipsis narrativas, no comenta nada al respecto, de modo que tendr que preguntrselo a Gustavo Martn Garzo, cuya imaginacin ya me sirvi para llenar ciertas lagunas histrico-teolgicas (El lenguaje de las fuentes, 1993). Es poco probable que si el Nacimiento hubiera tenido lugar aqu y ahora, y algn visitante de pas emergente les hubiera obsequiado de modo proporcional, el esforzado matrimonio se hubiera decidido a invertirlo en una librera. S, ya s que, aunque cierran algunas emblemticas como la generalista ncora y Delfn, en Barcelona, o la de cmics El aventurero, en Madrid, han abierto otras a cargo de intrpidos emprendedores. Pero los tiempos parecen menos propicios, al menos hasta que se aclaren las cosas y se regule la implosin digital (ring, ring, es ah la Secretara de Estado?). Leo en el blog Futurebook, vinculado al prestigioso semanario The Bookseller, ciertas previsiones para 2012 que dan mucho que pensar. Ah van: el libro de bolsillo ser pronto la principal vctima del libro digital; aumentar la actividad internacional de la librera Amazon, que podra adquirir algn gigante editorial anglfono con el que ampliar su divisin editorial y aumentar sus beneficios; se anuncia un crecimiento espectacular de la autoedicin online, al mismo tiempo que un llamativo descenso del precio de las descargas. Con estas perspectivas se pone (an ms) difcil el negocio. Como, pese a todo, siempre hay locos maravillosos, intenten conseguir que el banco les conceda un crdito. Parece imposible, ya lo s, al menos hasta que cambie la poltica econmica impuesta por Sarkomerk y Merkozy que nos condena a restringir el gasto (y, por tanto, a no crecer). Pero consulense pensando que en Las palmeras salvajes (Siruela), del citado Faulkner, Harry Wilbourne encuentra casualmente (en un tacho de basura) la cantidad de dinero que precisa para escapar con Carlota Rittenmeyer y emprender una nueva vida. Si la cosa funciona para un personaje de novela, no hay razn para pensar que no lo haga para quienes nos las venden. De modo que, a partir de ahora, todos a meter la mano en las basuras (sobre todo en las de los bancos).
cualquiera. En todo caso, debo confesar que pagu un alto precio por el infantil trofeo: esa noche so que todos mis conciudadanos (y no slo la flor y nata de la cultura) se haban convertido en canbales hambrientos de carne humana, como aquellos que obsesionan al narrador de Diario de un loco, el estupendo relato (1918) de Lu Xun hoy tan difcil encontrar en muchas libreras espaolas, demasiado ocupadas en gestionar (y devolver) lo efmero. Me despert temblando y baado en sudor helado. Cuando descubr mi rostro en el espejo del bao me sobresalt la sangre coagulada en torno a mi boca. Por cierto, bienvenido a su oficina, seor Lasalle.
Por Luis Fernando Moreno Claros DEL ESCRITOR alemn Ernst Jnger (18951998), prolfico diarista, adems de novelista y ensayista controvertido, contamos en castellano con casi todos sus diarios: los dos tomos de Radiaciones de 1939 a 1948 y ahora, al aadir el volumen que reseamos, con cuatro de los cinco tomos de que consta la serie Pasados los setenta, que comprende las anotaciones de los
continentes. Lo invitaban presidentes y lo galardonaban con toda clase de premios; asisti a congresos de entomologa su firme aficin en todo el mundo, y hasta designaron con su nombre a una rara especie de mariposa. Esta etapa de paz y fama se refleja en Pasados los setenta. Este nuevo tomo IV contiene las anotaciones que un Jnger algo ms viejo (haca dos dcadas que haba pasado los setenta aos), aunque siempre pleno y vital, consign desde 1986 hasta 1990. Quien siga estos diarios jngerianos ya sabe lo que hay: mucho de exquisita irrelevancia, otro tanto de crptico misterio, y algunas perlas de sabidura: El viaje por el mundo interior es cada vez ms importante, por ejemplo. Aunque tambin lo son los viajes por el exterior, pues en estos aos Jnger viaj a Malasia, Sumatra, Francia y Suiza; tambin vino a Espaa, a Bilbao, donde en 1989 la universidad vasca lo nombr doctor honoris causa. De todo ello dej constancia el escritor en estas laboriosas y felices anotaciones.
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ARTE / Entrevista
ODO VIAJE se dirige a su origen. Despus de casi veinte aos sin exponer en su ciudad natal, el de Txomin Badiola (Bilbao, 1957) trata del deseo de alcanzar el manantial, tener a sus predecesores al alcance de la mano para saquearlos y abusar de ellos. La galera Carreras Mgica es la va de un itinerario por un conjunto de obras agrupadas bajo el ttulo Los dbiles idealizan, los fuertes se apropian. Chapas, fragmentos de esculturas, fotocollages con imgenes de violencia conviven con textos que tratan del agn creativo, de la lucha del artista con sus antecesores. PREGUNTA. Una de las obras de la exposicin se titula Una entrada, mil salidas, y alude al sentido de su trabajo, muy relacional, una obra abierta donde usted pone en juego al espectador incorporndolo al espacio, pero con una perspectiva fenomenolgica diferente a la del minimalismo y el posminimalismo. RESPUESTA. La muestra est planteada como un gran texto y su estructura como un antimarco, lo que hace que las obras pierdan su unidad, se relacionen y se produzcan diferentes encabalgamientos, variaciones, contigidades. A partir de esta proliferacin el problema es obtener un tipo de forma cuyo objetivo sea a la vez contener y ser desbordada. La forma entendida no como algo concluso sino como algo deficitario, incompleto, una mala forma. P. As titul su retrospectiva hace diez aos en el Macba, Malas formas (1990-2001). Como ahora, desarticulaba antiguas piezas y formaba otras, creando nuevas lecturas. R. En aquella exposicin ya comentaba que para m el arte es una demanda de amor que se expresa con malas formas. El visitante estaba sometido al juego del lenguaje a travs de un trnsito. Ahora la perspectiva es ms limitada y menos estridente porque el espectador se sita en el centro de la sala y mira alrededor, Vista parcial de la exposicin de Txomin Badiola, Una entrada, mil salidas. Arriba, el artista. ya que todo est en las paredes y dentro de un nacin que no era nuestra, nos bautizaron marco continuo. Le exijo mayor esfuerzo, y as en Barcelona. hasta se podra decir que le maltrato. P. Aquel grupo continu conceptual y P. Su obra sigue siendo muy ambigua, formalmente con la escultura tradicional, conceptual y estructuralmente. ya que haca construcciones, pero a la vez R. Tiene que ver con un particular posivivi su contradiccin, en el sentido de que cionamiento con respecto al sentido. Me buscaba una cierta deconstruccin. pregunto si se puede pedir sentido a una R. S, fue una poca fue muy intensa, obra cuando esta no es sino una promesa estbamos las veinticuatro horas del da de algo perpetuamente diferido, algo que juntos, en el estudio, en la universidad, nunca est presente en su plenitud. algunos compartamos vivienda. Mi apreP. En la creacin actual hay una explocio por ese momento es cada vez mayor. sin de dispositivos, instalaciones. Cree que el medio ha de ser un contrato social cin que comisari para La Caixa abri vas Lo que se dilucid entonces era el ser o no de debate en torno a su trabajo. En esta ser artista. Queramos salir de un paradigcon el pblico? R. El dispositivo no debe ser una mera exposicin hay una obra donde se puede ma muy formalizado y definir algo ms estrategia de presentacin ni tampoco plan- leer esta frase de Bloom: Los dbiles ideali- particular. Todo ello coincide con la expotearse con una autosuficiencia tal que se zan, los fuertes se apropian. Esta es mi tc- sicin de Oteiza y el boom galerstico, la convierta en el soporte de la pura vacuidad, nica. No me interesan las obras de arte en la movida En 1988 decid ir a Londres, que sino que debe trabajar para desencadenar medida que me apabullen con su prestigio entonces era un pramo. Haba pasado ya cuestiones que las obras, muchas veces so- sino cuando puedo saquearlas y me ponen el movimiento de la nueva escultura inglemetidas al peso de la convencin, no son en una situacin productiva. Mi militancia sa y todava no haban aparecido los YBA. artstica comenz en la universidad, con Mo- All reorden mi cabeza e hice un ejercicio capaces de hacer por s mismas.
Me interesan las obras cuando puedo saquearlas y me ponen en una situacin productiva
ARTE / Exposiciones
forma tiene un valor intrnseco, aunque sus pinturas no sean una representacin fiel de la realidad. Begoa Garayoa
Sergio Sanz
Bric--brac Galera Marlborough. Orfila, 5. Madrid Hasta el 28 de enero
UNO DE LOS artistas ms singulares de su generacin, Sergio Sanz (Santander, 1964) presenta una seleccin de su obra reciente, fechada toda en 2011, con una veintena de cuadros, de diversos formatos y pintados con acrlico sobre lienzo. Doy cuenta de estos datos tcnicos, en apariencia irrelevantes, para enfatizar mejor el halo de rareza que ha desprendido siempre Sergio Sanz, una rareza que restalla precisamente por la discrecin de sus medios. No es que hoy sea raro pintar o, en todo caso, hacerlo bien, como l lo hace, sino el extrao mundo que con ello construye o reconstruye, porque su universo figurativo est repleto de jirones temporales escapados de la corriente histrica, convertida as por l en un bric--brac, cuyo peso nos resulta tanto ms agobiante cuanto el pasado narrado nos resulta de una presencia inminente. En este sentido, hay un tema dominante en la exposicin, el de los conjuntos y bandas de jazz de la dorada poca de los aos 1920, pero al que Sergio Sanz somete al filtro de lo siniestro, recreando el sabor de las fotografas antiguas, con
Gnther Frg
Galera Altxerri Reina Regente, 2. San Sebastin Hasta el 11 de febrero
GNTHER FRG (Fssen, Alemania, 1952) es un pintor, escultor y fotgrafo que se dio a conocer internacionalmente a mediados de los aos ochenta. Sus pinturas ms tempranas parecan mimetizar con las obras del expresionismo abstracto de los pintores americanos Barnett Newman y Clifford Still, pero pronto se distanci de estos y desarroll su carrera dentro de la abstraccin. La muestra abarca las ltimas etapas de la brillante trayectoria pictrica del artista. La tendencia a la reduccin caracteriza a varias de las vanguardias artsticas del siglo XX. Dentro del arte no figurativo se intentaba acceder, precisamente, a la esencia de lo figurativo. Basndose en este enfoque, Frg empez a pintar cuadros abstractos de gran formato en la dcada de los noventa con estructuras en forma de rejas, inspirados en las composiciones no figurativas de Piet Mondrian, que abstraen lo figurativo hasta convertirlo en estructuras con forma de cuadrcula. Frg se apropi de este mtodo de trabajo y lo redujo, para obtener en su obra un elaborado despliegue de colores y formas sobre la superficie del lienzo. Estos cuadros de rejilla, construidos con lneas verticales cruzndose con otras horizontales, que estn presentes en la exposicin, tienen un efecto arquitectnico. Tambin se pueden ver algunas obras que reflejan una etapa de transicin, en la que Frg empieza a deshacerse de las estructuras de rejas, tan habituales en fases anteriores de su carrera. Dejar de pintar los cuadros de rejilla, que le hicieron clebre en todo el mundo, fue un acto de audacia del que ha salido triunfante. Sus pinturas ms recientes, que cierran la muestra, estn influidas por Claude Monet. Presentan aglomeraciones de pinceladas cortas en el mismo color dispuestas unas junto a otras. Estas aglomeraciones van modificando su tonalidad a lo largo de la superficie del cuadro. Esto hace que tengan un efecto paisajstico, como si el artista hubiera capturado las fugaces armonas de luz y color de un paisaje. En el arte de Gnther Frg, la
Cabaa del dramaturgo August Strindberg en la isla Kymmendo, del archipilago sueco de Haninge.
blancos y negros como satinados o tonos sepias. En el fondo, estos grupos recuerdan las Conversation pieces, esas escenas de conversacin, donde nuestro mundo se fragu en un marco familiar burgus, cuya domesticidad se ha transformado cada vez ms en una exhibicin de seres ms o menos monstruosos. Entre el surrealismo y el pop, la pintura de Sanz posee la peculiaridad de lo espectral, aunque sus fantasmas se hayan despojado de los colorines dalinianos en favor de una intimidante fuerza herrumbrosa. Con un dibujo de calidad suntuosa, de nuevo la pintura de Sergio Sanz no nos deja indiferentes. No puede hacerlo, pues nadie puede ser refractario a los secretos mejor guardados de uno mismo, sobre todo, cuando alguien los airea con tan insidiosa penetracin. Francisco Calvo Serraller
en el museo?
divanes, manicomios versus divanes, psicpatas, psicticos, sueos, interpretaciones de sueos han salpicado el cine de Hollywood, quin sabe si porque el cine es en s mismo, como dijeran Baudry y Metz, un mecanismo muy semejante al del sueo. El cine discurre visualmente, como el inconsciente, y propicia un doble espacio, el de la pantalla y el de la sala, que divide al espectador en dos mientras dura la pelcula y que proporciona sobre todo un placer inmenso, el de las identificaciones o las condensaciones sin peligro, igual que cuando soamos y sabemos que soamos podemos degustar la cada por el precipicio. Por eso el cine en el cine nos fascina y el cine en el ordenador o la pantalla casera nos entretiene. Por eso para ir de verdad al cine hay que ir hasta el cine, pagar la entrada, esperar en la oscuridad, mezclarse con el resto de cuerpos que quieren diluirse en la experiencia de identificacin no con los personajes, dice Baudry, sino con nosotros mismos como acto puro de percepcin. Ms importante an: las pelculas tienen un principio y un fin que hay que respetar, que no debera vulnerarse porque ir al cine no es slo ver la pelcula. La esencia de ese tipo de obra es el transcurso, una unidad idntica a la del David de Miguel ngel. Cmo veran ustedes que se exhibiera solo su hipntico trasero? Fatal, verdad? Pues a m me pasa lo mismo con esa mana de poner fragmentos de pelculas como mero acompaamiento o incluso pelculas enteras que van pasando en las salas de los museos sin que nadie las mire en realidad. Es cierto que los surrealistas decan que al cine haba que ir sin orden y comer una vez dentro, pero me parece una falta de respeto hacia el director usar su trabajo como contextualizacin de las grandes obras. Tal vez el cine exige un tiempo que falta en el museo y pone sobre el tapete el problema mismo del vdeo. Cmo ver vdeo? Entrar a la mitad y verlo luego en sentido inverso no me parece solucin, con lo cual me quedo con la muy consolidada propuesta del Whitney: poner horarios de pases en la entrada. As que ni monitores solitarios ni pelis descuartizadas el cine tiene una entidad ms all del contexto. Que el cine entre al museo, pero no a cualquier precio. Hay que quebrarse sobre todo la cabeza para resolver el problema de cmo exponerlo: lo propuesto hasta ahora, de verdad, no funciona.
EL PAS BABELIA 14.01.12 19
PARECE FCIL de contestar: cuando preguntan si el cine debe entrar a los museos los cinfilos decimos que claro, sobre todo si al museo en teora, of course entran las autnticas obras de arte. Por eso se toma el MOMA como ejemplo desde muy pronto incluy al cine entre las artes a exponer. Pero el MOMA es excepcional: el cine suele tener all su lugar de honor en el sitio que le corresponde, la sala de proyecciones. Nunca se trocea ni se salpica entre las esculturas o las pinturas; nunca se usa como el relleno que ilustra las grandes formas de arte que, con ese modo de exhibir lo filmado, terminan por seguir pareciendo las autnticas protagonistas: ah est el cine vulnerado y hecho pedazos. Un instrumento para el discurso del comisario. La frmula, tristemente extendida, de intercalar fragmentos de pelculas en las salas, fue la elegida en una exposicin de finales del XX en el Museo Judo neoyorquino, si bien all la cosa no era tan grave al tener el proyecto un matiz casi documental. En la exposicin sobre el doctor Freud se colocaron monitores con secuencias de cine clsico donde se apelaba a cuestiones psicoanalticas. Gentes disfuncionales,
MSICA / Discos
abuso, Mi catapm, Nuestro ayer o Versos y cantares. Es el retorno de un gigante de la msica popular espaola, y deberamos celebrarla como se merece: con tanto respeto como jbilo. Juan Puchades
Arcngel
DIRASE QUE ESTA tercera entrega de Anthony Joseph, msico nacido en Trinidad y residente en Londres desde finales de los aos ochenta, es toda una mezcla sonora de sabor retro; pero est facturada con tanta intensidad, inteligencia y corazn que escapa como de la peste de los lugares comunes. La combinacin de los elementos musicales que la conforman (adems de su compromiso textual) le otorga categora de asombrosa contemporaneidad. Todo eso, sin un pice de impostura (su ejercicio como una de las bellas artes es hoy moneda corriente en el negocio), y, por lo tanto, con una conviccin tan notable como vigorosa. Anthony, griot criollo, poeta, novelista, msico, lector en pblico y conferenciante, es autor de una revulsiva obra literaria y musical de carcter transgenrico, sin duda una consecuencia de su carcter antillano. Rubber Orchestras es un lbum inspirado en la escritura de Ted Joans, poeta de la generacin beat exiliado de Estados Unidos y fallecido en 2003 en la Columbia Britnica (Canad). Joseph ha visto en la poesa de Joans un mensaje flexible, estilo mutante y lenguaje espontneo. Una propuesta elstica como una goma (rubber). Malcolm Catto, batera y cantante de The Heliocentrics (la punzante banda londinense que se ali con el no menos singular etope Mulatu Astatke), produce el disco, a excepcin de Generations, la pieza que lo cierra, una suite agitadora en la que Joseph habla de su pas a travs de la historia de sus ancestros, de cuya resolucin se ha encargado Jerry Dammers, fundador de The Specials. Afrobeat, free jazz, retazos de psicodelia, soul y otros aderezos picantes sazonan un lbum brillante que conjuga con idntica singularidad el canto con el spoken word. Javier Losilla
Quijote de los sueos Sony Music
PACO ARCNGEL viene protagonizando junto al guitarrista Miguel ngel Corts un curioso caso de renovacin de las formas flamencas, muy cimentado en la tradicin y con aportaciones muy creativas en lo musical. Es la misma inquietud que anima su primera grabacin como productor que viene muy determinada por los textos que le ha escrito Juan Cobos Wilkins. Tambin en las letras deja su sello Jos Luis Ortiz Nuevo en unos tangos con piano y arreglos de Dorantes, uno de los invitados de lujo junto al tambin pianista Jess Cayuela o los guitarristas Jos Antonio Rodrguez y, sobre todo, Daniel Mndez, muy afn a las exigencias del proyecto. Uno encuentra fandangos en homenaje a Paco Toronjo, otros de corte ms tradicional y unos terceros que se convierten en cancin. Tambin alegras, buleras y una sole popular. Todo siempre teido por el gusto melismtico y meldico del onubense. Fermn Lobatn
Calexico
Selections from Road Atlas 1998-2011 City Slang / Music As Usual
Chacho
Primer ministro de la rumba Sant Gaudenci
NOMBRE FUNDAMENTAL de la rumba catalana, Chacho (Josep Maria Valent) abandon las grabaciones en 1977 para no regresar hasta ahora, con un disco en el que vuelve a entonar algunas de sus piezas de clsicas pero en su impresionante y macerada voz actual (la de un seor de 71 aos) y acompaado de jvenes msicos que tiran por el lado de la ortodoxia rumbera. Aunque se echa en falta su caracterstico piano, es una delicia escuchar de nuevo sus inimitables y estremecedoras maneras en Usted
ESTE CD tiene una historia que conviene explicar. Durante cada gira de Calexico, se poda comprar un CD que no llegaba a las tiendas. Hoy es tctica bastante habitual, pero, cuando ellos empezaron, resultaba una simptica manera de fidelizar a los espectadores que visitaban su puesto de merchandising. Fueron ocho lanzamientos con ttulos como Circo o Aerocalexico que han alcanzado cierta leyenda, por su carcter exclusivo; ahora se han reunido en una caja de vinilos, Road Atlas. Encontrarn los palos habituales del grupo de Tucson: baladas dolientes, guitarras tronantes, mutaciones fronterizas, enigmticos ambientes cinematogrficos, rock galopante. Excepto alguna pieza poco desarrollada, todo podra haber encajado en discos oficiales de Calexico. Mejor dicho, si viviramos en tiempos de singles, esto sonara como una atractiva coleccin de caras B: John Convertino y Joey Burns divirtindose, explorando, acertando las ms de las veces. Diego A. Manrique
gozo de Nuestra Seora del Soul. Desaparecida y aorada la nueva Edith Piaf del R&B, Amy Winehouse, las posibles vacantes femeninas ya cuentan con apartado de solicitudes para ponerse esa corona en su caso de espinas y rosas que le toc llevar a la diva. Por la parte masculina la cosa de momento queda ms repartida mientras las viejas leyendas, Al Green, Lee Fields o una Marvin Staples, de vez en cuando dicen esta boca es ma por si lo habamos olvidado. Metidos como estamos en tiempos de crisis, moral y econmica, el soul devuelve ese aliento, de vida y emocin que parece faltar en otros territorios. Y para todas las generaciones. Hawthorne, como otros compaeros del
alma, reescribe el espritu del soul, respetando el canon del gnero. Sin complejos ni culpa. Cuando Mayer Hawthorne salta a la pista con el tema A Long Time, sabe que no tendr detrs a una escudera vocal como The Blossoms cubrindole las espaldas o que su voz no podr alcanzar las pulsaciones o llamaradas sexuales de un Marvin Gaye o un James Brown, pero consigue que sus canciones nos devuelvan a ese paraso perdido que fueron los aos de la Motown, de la Stax, entre Detroit y Memphis. Es entonces cuando aparece el chico ms listo de la clase que revive los mejores sonidos de la factora musical en canciones como The Walk como si Smokey Robinson y sus Miracles estuvieran pisndole los talones. Otro tanto pasa
con Hooked, que hace que este muchacho con cara de secretario de club de fans de Sandra Dee hubiera hecho un mster impartido por Lamont Dozier Brian y Eddie Holland. En temas como You Called Me hasta saca genio y figura. Si adems, les digo que como invitado ha tenido a una leyenda como Dennis Coffey, de los Funk Brothers, que a sus 70 aos acaba de sacar disco musculoso, un msico que con su Gibson consegua que la Motown entrara en xtasis mientras el animoso de Edwin Starr lanzaba su grito de guerra, ya ven que este chico no tiene ni un pelo de tonto.
How Do You Do. Mayer Hawthorne. Universal Republic.
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PURO TEATRO
Por
Marcos Ordez
Mireia Pmies, Neus Bernaus, Alba Florejachs y Vanessa Segura, en una escena de El ao que viene ser mejor, de Marta Buchaca, Carol Lpez, Merc Sarrias y Victria Szpunberg. Foto; David Ruano
tadas para permanecer inmviles en un escaparate. El ao que viene ser mejor galopa a caballo entre las Mujeres alteradas de Maitena y el modelo dramtico que ms o menos patentaron har casi veinte aos las T de Teatre con Homes!, solo que ahora a estas mujeres se les ha echado el tiempo y la crisis encima, co-
Uno de los episodios ms feroces es una entrevista mltiple en la que las protagonistas intentan conseguir un trabajo de lo que sea Predomina un gran sentido del timing de comedia, un gran odo para lo coloquial, y, cosa infrecuente, una gran intuicin
mo a casi todo el mundo, y el trasfondo es mucho ms cido porque todo est ms negro. El espectculo cuenta (a rfagas, a chispazos, en collage, y dirigido con mucho bro por Merc Vila Godoy) las historias de estas treintaeras que quieren cambiar de trabajo, de piso, de vida, de todo; que quieren volver atrs o saltar hacia un maana menos incierto; que se conformaran con una aventura ocasional en un hotel de no menos de
tres estrellas. Mujeres hartas de que los chicos de 20 les llamen seora y los de su edad mueca; hartas de las madres que llevan la ecografa de sus hijos en el mvil, y de tener que pagar la cena entre todos cuando ellas solo han tomado una ensalada y una cerveza para no gastar; hartas de tener que salir a ligar los sbados por la noche, hartas de los que dicen que van a llamar y no llaman, y de los que dicen no soy t, soy yo; y de que las dejen por mail, por mensaje en el contestador o incluso por post-it. El truco, por supuesto, consiste en rerse antes, con una gran carcajada negra y desde el mismsimo principio, desde el origen literal. En El tren de la vida, el sketch que abre la funcin, una funcionaria del ms all comunica a una de las protagonistas que su porvenir est frreamente determinado porque sus padres pagaron por una vida de oferta: Cajera de supermercado, una relacin tonta, y mucha masturbacin. Una vejez rodeada de gatos. Gatos negros. El bingo ser su nica alegra pero tambin su ruina. Siguiente!. No todos los episodios tienen la pegada de El bolso de Gucci, El tren de la vida o la mltiple entrevista de trabajo. Hay cadas en la trivialidad, y un sketch, el de las dos cubanas, prescindible, a mi juicio, por estereotpico, pero predomina un gran sentido del timing de comedia, un gran odo para lo coloquial, y, cosa infrecuente en nuestro teatro, una gran intuicin: si el espectculo ha funcionado como ha funcionado (y como imagino que funcionar en Madrid y en gira) es porque este equipo ha sabido conectar con el pblico y darle, desde el aqu y el ahora, algo que deseaban escuchar en un escenario, algo que va ms all (por gracia, por arquitectura) de los consabidos monlogos estilo Mujeres.com que tanto proliferaron, hasta la fatiga, har unos aos. Tampoco importa demasiado que hacia la mitad el inters languidezca un tanto porque cierran en beaut con otra perla, desolado-
ra y divertidsima: el fragmento Vanessa quiere volver con su ex (al que dej porque crea que podra encontrar algo mejor y result que no), donde la narradora pasa sulfrica revista a su vida sentimental, y las amigas aconsejan y comparten cuitas. Neus Bernaus, Mireia Pmies y Vanessa Segura son tres actrices muy eficaces y que en ocasiones rozan la excelencia, pero la que me ha robado el corazn (y me ha partido el pecho) es Alba Florejachs, un verdadero cicln cmico, una actriz formada en Cuba, con muchas horas de vuelo en salas alternativas, con grandes dotes fsicas y de improvisacin y una muy alta dosis de verdad. Cuando ella est en escena sube el voltaje y no puedes quitarle los ojos de encima. Ah, y canta muy bien (ah queda su formidable versin de All of Me), y sabe hacer el puente, y morirse a cmara lenta. Si quieren saber lo que es una verdadera actora anzuelada, corran a verla: no aparece una cmica de ese calibre todos los das. APUNTEN ALGUNOS estrenos: el da 12, Jordi Casanovas dirige en el Flyhard barcelons la versin original de Burundanga, de Galcern, ya presentada en Temporada Alta, con su compaa habitual y Carles Canut como estrella invitada. El da 14, Pedro Casablanc lleva Josef K, torturado a la pequea del Espaol. El da 19, Animalario lleva El montaplatos, de Pinter, al Matadero, con Alberto San Juan y Willy Toledo. El da 20, David Selvas dirige Hedda Gabler en el Lliure, con Laila Marull, y Llus Homar firma Luces de bohemia en el Mara Guerrero. No pasaremos hambre.
El ao que viene ser mejor, de Marta Buchaca, Carol Lpez, Merc Sarrias y Victria Szpunberg. Direccin de Merc Vila Godoy. Intrpretes: Neus Bernaus, Alba Florejachs, Mireia Pmies y Vanessa Segura. Teatro Bellas Artes. Madrid. www.teatrobellasartes.es.
MITOLOGAS
Por
Manuel Vicent
Yves Montand, en El salario del miedo (1953), de Henri-Georges Clouzot. Foto: Archivesdu7eArt / DR
ne accesible a cualquiera con solo alargar la mano, una gelatina con muelles, como la defina Jack Lemmon, que quiere pescar a un caballero adinerado europeo, indefenso frente a las armas de mujer, un hecho que sucedi dentro y fuera de la pantalla, con el escndalo de los devotos de Godard. Su matrimonio con Miller pasaba por una etapa tormentosa. Durante el rodaje de la pelcula las dos parejas se haban instalado en unos apartamentos contiguos y comunicados dentro de los jardines del hotel Beverly Hills en Los ngeles. Despus de una bronca Miller se haba largado a Irlanda para escribir el guin de Vidas rebeldes, que rodara John Huston. Por otra parte en abril Simo-
ne Signoret tuvo que ir a Hollywood para recibir un Oscar por su pelcula Un lugar en la cumbre y a continuacin deba volver a Pars para cumplir otro contrato. Yves Montad y Marilyn se quedaron solos. En este caso la tentacin no viva arriba, sino en el bungalow de al lado, separado por un mismo vestbulo. Hay que imaginar la inminente explosin que iba a producirse entre una mujer desolada, llena de dudas, necesitada de amor y un mujeriego acostumbrado a esta clase de capturas. A la Signoret le haban dado el Oscar, pero Marilyn tena a Yves. La escena se produjo una noche de mutuo insomnio despus de una jornada de rodaje aburrido, del cual ambos se sentan avergon-
zados, dada la humillante inanidad de la historia. Yves Montand en pijama se acerc al dormitorio de Marilyn para darle las buenas noches, se sent en el borde de la cama y entre ellos se estableci un dilogo anodino. Cmo ests? Tienes fiebre? Descuida, me pondr bien. Ha sido un da muy duro. Me alegro de verte. Gracias por haber venido. Para despedirse Montand fue a darle un beso en la mejilla y Marilyn volvi el rostro y sus labios enloquecieron. Esa noche comenz una historia de amor, que dur algunos meses. Una vez ms Marilyn necesitaba enamorarse perdidamente de cualquiera y Montand, una vez satisfecho su orgullo de gallo, quiso librarse de aquella mujer que le llamaba a cualquier hora de la noche, le persegua por los aeropuertos y estaba dispuesta a resolver una vez ms su desamor vaciando tubos de pastillas. Marilyn Monroe, que solo en apariencia representaba a la rubia tonta, siendo una actriz superdotada, acab por hacer mundialmente famoso a Yves Montand, como antes haba hecho a Arthur Miller. Los progresistas de Pars perdonaron a su hroe aquel lance de frivolidad y lo mismo hizo Simone Signoret despus de las lgrimas, ofendida no tanto por la infidelidad de su marido como por la humillacin del escndalo publicitario. Ya se sabe lo que pasa en los rodajes. Montand se redimi purificndose con Costa Gravas. Volvi a ser aquel tipo que cantaba O bella ciao, bella ciao, con ms conviccin, la cancin de los partisanos de Italia, su pas de origen, contra el fascismo que se reprodujo con los coroneles griegos. Varias generaciones guardan en la memoria junto con Melina Mercouri, Simone Signoret, Edith Piaf, la imagen de este divo que encarna la mitologa de la Resistencia al que hay que imaginar bajo el cielo de otoo en Pars con una meloda de acorden al fondo, caminando sobre las hojas muertas de los jardines de Luxemburgo. Muri en Senlis, en 1991. Est enterrado en el cementerio de Pre Lachaise, junto a Simone Signoret, a pocos pasos de la Avenida de los Combatientes Extranjeros Muertos por Francia, pero en cualquier lugar del mundo seguir pasando un tren y en una estacin perdida siempre habr un resistente apoyado en su bicicleta con un cigarrillo en los labios.
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