3 11 36 43

Autorretrato Reynaldo Prez S Antologa Poemas inditos Escritura de pjaro Luis Alberto Crespo Andrs Meja Gonzalo Ramrez Descripcin de la poesa de Reynaldo Prez S Juan Liscano Tanmatra Juan Snchez Pelez Un laberinto con cabras Guillermo Sucre Reynaldo Prez S en la ventana Luis Alberto Crespo Matadero de Reynaldo Prez S Luis Alberto Angulo La poesa responsable de Reynaldo Prez S Armindo Trevisan Los movimientos de la rosa Vctor Manuel Pinto El camino a la inversa de Aquilino Sergio Quitral Conocer un amigo Carlos Osorio Granado Poemas a Reynaldo Prez S Bibliografa Textos y autores

53 65 66 69 70 72 86 93 98 101 108 109

AUTORRETRATO
Reynaldo Prez S
Hay ciertas cosas que permanecen en m desde hace mucho, otras se sujetan a la variacin de los tiempos, las circunstancias. Cambio porque todo va cambiando, desde mi cuerpo, la ciudad, las personas, por eso es que la nostalgia nunca ha tenido en m fuerza, esa gravedad tan querida a no pocos escritores, poetas del pretrito que nunca sus pies tocaron la tierra. No me la he permitido, aunque los recuerdos, la memoria llena de paisajes sean tan seductores para el sueo. Pero para mi manera de ver mi propia escritura, la poesa, hoy en da, lo ido, ido est y se hace rmora, estorbo en el proceso de vivir y crear poemas ms o menos aceptables a mi primera lectura. Esta apreciacin se ha venido haciendo tras el esfuerzo consciente de que toda realidad es factible slo cuando ella es de por s real, no producto de la imaginacin o la memoria, que tampoco, en el presente es real. De esta forma, trato de que el poema est en contacto, palpable, casi fotogrfico con lo que me toca vivir, sin inventar absolutamente nada que no haya sido visto, odo, tocado: slo las percepciones, y stas deben estar ligadas al asunto real del poema. De aqu que el pasado sea un punto de referencia, nicamente eso. Referencia para sostenerme en mi presente y reconocer los cambios que deba obrar como consecuencia de lo que una vez fuese actual o para explicarme mi situacin. Soy demasiado crdulo, dira. He credo en los polticos y los he seguido alguna vez, para darme cuenta luego, tras pagar con mi sufrimiento personal, que ellos obedecen a categoras bien lejanas a las metas de cualquier hombre normal, verdadero. La inversin de los valores es la tica practicada. Muchas veces esa obediencia la he encontrado entre los poetas, pero a pesar de todo, no pude renunciar a la escritura como fuera con la poltica incipiente. La poesa, me ense el ms autntico de los poetas de mi adolescencia, Tefilo Tortolero, est en otro pas, en la tierra que no pueden pisar los pillos de la palabra, ella es evasiva, cobra caro y de cualquier forma cobra. Quise seguir, de este modo, la otra obediencia o la contra-obediencia, afirmar el espacio en que creo, aunque las reacciones no se han hecho esperar al exponer mis opiniones, hacerme responsable y no ceder al uso y abuso de la palabra con fines bien vergonzosos de puestos ad3

ministrativos, burocracia, poder. Y de nuevo, no es la poesa, son los polticos disfrazados de poetas con igual direccin, la misma solemnidad, parecidos hallazgos. Despus, sin embargo, de temporadas de silencio me obligo a regresar, as se mantenga en m el desprecio por los escribidores de poemas, fabricadores de estupideces lricas que me sirven, gracias a Dios, de ejemplos instructivos de lo que no debera ser mi conducta, el espejo necesario. No combatirlos, sino erradicarlos de mi escritura, una luz negra que indica dnde se inicia el abismo, la mentira, la muerte. Descubrirlos casi siempre me es doloroso, pues en algn momento pretendieron engaar y en un principio, sea por inexperiencia o juventud, nos embaucaron como charlatanes que son que viven de los incautos, en este caso la ingenuidad del poeta joven. De los escritores, los queridos poetas venezolanos, a quienes les debo, sea por la escritura o por sus formas de vida estn las palabras, las historias, la mano extendida de Tefilo Tortolero, con sus poemas con olor a humedad en casa vieja y su aroma alquitranado de las conchas de naranja. Jos Barroeta fuera de s, aadiendo pucheros en los versos, tormentas entre bosques. Juan Liscano sobre una hamaca llena de olor a mar, algas verdes cubriendo el cuerpo amoroso de una mujer, siempre salpicada por las aguas. Recuerdo a Ramn Palomares encontrado entre libros viejos, nadie lo mencionaba, y fue hallarme en los sabores de infancia a musgo de piedra, perfume de yerba recin cortada. Rafael Cadenas en sus Falsas Maniobras de cuartos, viajero en blanco entre canales, meandros, de un manglar detenido contra una pantalla tambin blanca. Ana Enriqueta Tern, catedrales, laberintos, rellenos de esculturas en paredes antiguas. Vicente Gerbasi, verde, oloroso a hojarasca y selva, entre sombras de palabras con puntos de sol. Tantos otros, que se mezclan a las lecturas tradicionales de poetas brasileros, italianos, portugueses, franceses, catalanes, ingleses, americanos. Todava me tocan los versos en gallego de Rosala de Castro, Cames, Francisco de Ass, Juan de la Cruz, Garcilaso, Shakespeare, Tu Fu, Bash, Li Po, Yehudah Ha-Levi, Shelom Ibn Gabirol... Me cri entre montes y quebradas, un pueblo llamado Antmano donde pasaba un tren lento todos los das, el mismo tren que llegaba a la Estacin Alemana, en Valencia. Muy cerca estaba Carapita con sus cabras en rebao, sus matas de jobo, semeruca, mangos, aguacates y hacia arriba la acequia, misteriosa, siempre llena de agua. Tambin fue la Hacienda de Mamera que me permiti recorrerla entre naran4

jos, nidos infinitos de colibres que parecan irreales, pequeos, muy pequeos. Ah me descubra solo, entre asustado por las serpientes y fascinado por los montes, los frutales, los animales. Luego, viene Tocuyito que hace expresar al poeta, las vacadas, los caballos, el viejo cementerio, las colinas resecas del verano, los olores a caaveral, los inmensos naranjales, los hornos de tabaco, el lento Torito torcindose entre guafas y pomarrosas, las lluvias interminables y sus olores a secano, los coloridos mereyes que cambian en invierno, pero antes, las terribles y montonas cocoas y chicharras quebrando el cielo con su canto. Luego el asfixiante vaho a moho y mangos podridos. De todo esto nace mi respeto al entorno natural, su influencia necesaria en el poema, el silencio atrapado de los bosques, la soledad llena de sol durante los mediodas. El es todava en m, no un refugio o santuario, sino un espacio vivo en que encuentro a Reynaldo tal como es, una parte ms de la creacin, natural, vivo, simple. Quiz de aqu venga mi alegra de tener en la casa un gallo que canta, una gallina asustadiza que se envalentona porque atrapa una cucaracha y va de un rincn al otro del patio, orgullosa de su presa, como que su pblico la estuviese observando, aplaudiendo. Debe ser cosa gentica lo de los idiomas. No me gusta leer poesa sino en su lengua, pues los traductores generalmente son malos poetas y me veo obligado a leer su deficiente poesa, o un poema, aunque excelente, del traductor. Aprend portugus en 1967 para acercarme a la poesa galaico-portuguesa y a Fernando Pessoa, ledo en su totalidad gracias a la Editorial Atica que me hizo llegar a Tocuyito una caja completa de libros del poeta y la obra de Mrio de S-Carneiro. Esa fue mi curiosidad, luego sigo con las lenguas latinas, el ingls, el alemn, esperanto, japons... poder leer, aunque sea con dificultad, un texto en su original vale ms que toda la obra traducida. Por otra parte, esas lenguas mantienen un misterio, resonancias que me han podido permitir en castellano descubrimientos, darle a ste el sitio que se merece, sobre todo en mis primeros libros y en Reclamo. Lstima que me sean tan difcil aprenderlas. Sin embargo, estoy seguro, que al poeta ledo le hubiese gustado que se le acercara uno con la lengua que lo vio crecer y morir. No he perdido el asombro que me despierta la vida, un milagro continuo y cotidiano. La Creacin la siento en todo, en lo bueno y lo malo, por eso acepto los cambios en las personas, los crmenes contra el hombre y la misma naturaleza, la bondad sin retribucin, la mal5

dad gratuita. Hago lo que puedo, pero s de mis lmites y reconozco que el libre albedro de los otros les es propio con sus responsabilidades. Dios no deja nada al azar y permite al hombre incluso la libertad de daar y daarse, lo otro es patrimonio del hombre con sus consecuencias. Trato de encontrarme con la vida en el sentido optimista, al menos ante la vida que me toca, de poder hacer, voluntariamente, pero lo que trabajo pertenece a la libertad de buscar ser yo, yo mismo. Si me equivoco, empiezo la correccin, porque tambin existe el arrepentimiento, el perdn, pero por sobre todo, mi propio perdn, pues lo que toca a Dios l lo perdona. Un sentido religioso hizo que mi poesa desde el primer libro estuviese impregnada de Dios. Senta que l estaba en la gente, las cosas, los ros, la mar y los rboles. Hay un poema en Para Morirnos de Otro Sueo que se inicia con una visin a un lado del ro Sena, presa de no s qu cosa, a solas sent una fuerza despertarse frente a m, como un ruido y fuego, ah estaban todos los ros, todos los tiempos, y la presencia me acompa hacia el viejo apartamento de Abilio Padrn, el pintor, con una paz extraa, solidaria, como si las cosas no fueran importantes y que mi pequeez o lo que sintiese estaban en segundo lugar. Pero mi vida religiosa no es el poema, es ste el que brota de esos intentos, los rastros dejados sobre el papel. Hubo tiempos en que sent que Dios se haba alejado de m, en los primeros aos de mi adolescencia, luego deb pasar por el pantesmo, las seducciones de la filosofa oriental, el mundo esotrico. Pero la Biblia, el Pentateuco, el Libro de Job, El Cantar de los Cantares y Los Proverbios nunca se me apartaron. Hasta que puse orden en mi sitio. Dios no se manifiesta sino mediante la bsqueda activa, personal aunada a un conjunto de seres, hombres, involucrados con su sentido histrico, las tradiciones, los rituales y sobre todo el temor a Dios, el respeto a los padres, el agradecimiento de que se pueda aceptar una voluntad superior a la ma, en lo pequeo y lo grande. Cada da se hace nuevo, bien diferente, se vuelve un regalo, incondicional. Cmo poder pasar un tiempo sin juzgar? Cmo poder aceptar a los otros, con sus defectos, con sus lmites? Nada se me hace fcil y este debe ser el propsito, me digo. De este modo voy tratando con lentitud en el tiempo, limando, puliendo, lijando. De pronto tengo la impresin de que el mundo se detiene, que la intencin de lograr algn conocimiento es imposible, me doy cuenta, entro en razn de lo pasajero, que la imaginacin me est jugando una mala pasada. Re6

curro desde adentro hacia afuera, quiz me ayude una oracin, un cambio de mirada, un estado de aceptacin plena, no importa si he llegado a mi mxima capacidad y que desde este sitio sea poco lo que pueda lograr, si se logra. Es entonces cuando de nuevo, partiendo de esta misma imposibilidad que lo posible llegue.

Reynaldo Prez S en Barcelona, Espaa 1969. Foto: Jos Abreu.

Parece no importarme las opiniones ajenas, cuando estoy seguro, o al menos as lo siento, de que lo que hago, mi conducta sea justa, desde un punto de vista superior, es decir de algo por encima de m. Unas veces es una cierta tica, pero ms bien es una respuesta de lo encontrado en la moral, ajustada a las palabras de la tradicin familiar. Debido a esto nunca he expoliado, ni siquiera al lector, he tratado de dar lo que tengo. No soporto el engao, la traicin , las palabras hueras de la poesa que parecen ser y no son, de los poetas que han cimentado su conducta en la fiesta al bufn de turno, la retrica sinnimo de muerte. Tampoco soporto la posibilidad de que me pueda ocurrir. Tal vez por esto me mantengo en guardia. Y nada nuevo es, recuerdo la distancia que mantuve entrando a la adolescencia, cuando estudiaba en el Luis Razzetti en La Quebradita, durante dos aos
7

no habl con nadie, no jugu con nadie, slo lo necesario. Para entonces existan cosas verdaderamente como los rboles, animales, objetos y tantas otras. En la otra banda estaban el mundo hostil, su violencia en los profesores, los alumnos que los secundaban, pero yo tena los cerros an vrgenes de Catia, las escapadas, solo con mis perros, al Avila, las salidas semanales para sumergirme, bucear en Las Salinas, en Arrecife. Hoy quiz no los tenga, pero voy aprendiendo mundos nuevos de un Reynaldo que construyo y me cuesta, ms estpido que inteligente, ms emotivo que estpido, ms ingenuo que vivo. Pero con todo me acompao, cuando no puedo y no veo salidas, hago lo que hace cualquier persona que sabe de sus imposibilidades: pide ayuda. Nunca se me ha negado. Vivo cotidianamente con la presencia de la muerte, no con terror, pero s como norte para que la vida tome el lugar exacto: estar con ella, agradecerla, dar lo poco que pueda dar, cuidarla. No detenerme sino el tiempo necesario, abandonar las rmoras, no asumir el futuro si mi presente no lo resuelve. Evitar que el sueo haga de m su campo de batalla, sin que permita relacionarme a la vida. Desconfo de los halagos, frente a ellos, inmediatamente, pongo una coraza. La comunicacin se rompe y opto por el silencio. Sospecho del lenguaje florido, la frase preada de adjetivos y vocablos en estado de diccionario, veo falsedad cuando el apoyo a la persona se logra en base a referencias europeas, frases de moda o atiborramiento de nombres aceptables en el arte y la poesa. Mi silencio a veces se rompe con la irona o el sarcasmo explosivo, es quiz un gran defecto, por eso para evitarlo, procedo por alejarme, irme adonde me sienta con bien, natural o reunirme con gente que no padezca de la enfermedad del intelecto. Ojal pudiese soportarlos como se acepta y se oye al enfermo. Parecido efecto tiene en m cuando se habla de religin boca para afuera, externamente. El sentido de mi vida est en buscar el sentido de sta. Me equivoco: no regreso. Miro hacia los lados, me vuelco de afuera para adentro, cumplo con el mismo movimiento al contrario. Sigo, no me detengo en el sufrimiento, de cualquier forma, el mal no tiene mal aspecto y por ah no es, trato de saltar por encima, en contracorriente. Sospecho que a Dios no le interesan las almas fciles, las que son devueltas intactas o con hipotecas, y por mi parte, tampoco. Divido el tiempo en das, y a estos desde el despertar al dormir. Lo tengo como
8

entrega y apertura, como enseanza y aprendizaje. Procuro dar, servir a lo superior al hombre, recibir sin miramientos, sin cuestionamientos. Si surge la poesa, es asunto de Dios, lo dems no interesa. Si pido cosas son como ser un hombre, un hombre bueno y cuesta su trabajo pareciera decirme Dios. Entonces, tomo caf y callado me voy caminando a mi trabajo. Valencia, mayo, l997

Reynaldo Prez S en Pars, 1968. Foto: Orlando Aponte.

ANTOLOGA

yo debo creer en dios por eso me da miedo correr por este lado del ro escucho a veces el rumor de su voz gruesa y el fuego silbando por amanecer otras me siento pequeo y camino est frente a m mirndome.

12

esta es una silla slo una silla en ella se sent mi padre mis hermanos todos mis mejores amigos ahora est sola sin nadie una silla.
de Para morirnos de otro sueo

13

diferente a todos en alguna parte debe existir un rbol donde mi memoria se regresa rbol mitad polvo y yo mismo no se es otra cosa al crecer dentro e infinito all tiemblan las hojas y las manos.

14

yo era ms pequeo y as y todo yo es grande y no cabe ya en ninguna parte oye cuando no oigo que aqu camino y voy tocando despacio la tierra le sorprendo dormido donde cae una hoja nada es all que debo guardarme no ser ese cuando habla l nada entiende vuelve a ocupar el cuarto antes entre hoja y l vuela el aire.
de Tanmatra

15

VI detenida la roca tiene el crecer pero las piedras crecen y el corazn late y sigue el fondo se achica son siluetas y tras ellas el vaco se colma de fantasma sobre el roquedo bate a pique la ola y lluvia se nace entre el caracol mecido sobre el musgo algn da estar detenido a la roca mientras haya sal y la mano no mire la otra mano la piedra no se merma.
Enero 1971

16

XXIII empieza a morrseme la parte que no es ma debo de estar contento debo rer con fuerza se muere mi amigo mi padre qu contento estoy as no vayamos a los campos no se pierda en el bosque no te guas ms no esperes que cubra la salida no voy a correr para indicarte has visto las rocas los rboles al fondo una ventana encuadra la vida si pudiese levantar un poco el cuerpo mostrar este contento a los campos?
de Nuevos poemas

17

1 espero en mi casa nada ms espero ya no vienen recuerdos no dejo mi fantasma volar nada por m me toca el momento mo si desgracia o mi techo me hunde a la tierra no creo no quiero creer pues soy traidor y nada hice malo con mis seres no venidos cuando bajo el mundo rueda otra alma.

18

mi cuerpo no tiene buena tierra no puede tenerla si mira a un lado donde est seco si permanece entre dormido deja que slo el sueo siembre bosques en un cuarto no estn las uas negras ni el barro sube a la rodilla tener una pared contra otra mientras se disipa el humo en la ventana.
de 25 poemas

19

mi camarada muerte flaca y aproximada de lado a pecho teta contra teta cuero amado que fuera cartuja y templo que fuera al menos todo lo imprevisto porque necesit hablar o tener odos un poco de nervios junto a la sbana y el piso duro luego estudiaron y junto a mi vista msculos y tendones arterias y venas todo sepultado mientras deseaba caminar

20

dice que no tiene tiempo para irse a una cama donde ella se acost pensando que ella no tiene tiempo que perder luego se lavaron la boca luego se fregaron con palabras de disculpa cuando la queja dej erecta la mentira entre sbanas y polvo haba olor a orines mal lavados que con el perfume se mezclaban yo era ese hombre
de Matadero

21

nadie en absoluto sabe decirme cmo se hace aqu est puesto el plan de una vida y voyme de ojos cerrados en cualquier lugar puedo perderme y todos hacen y todos hablan y los veo

22

ella se interpuso y yo se lo debo estaban dos vidas en uno ella se sent para ocuparse poner las cosas en orden estuve al medio ella se acost a lo largo de m ella se acost definitivamente veo a mi izquierda y me contento veo a mi derecha y me contento ella no ve hacia ninguna parte ella est sola ella se queda dormida
de Reclamo

23

y me dice cmo est mi nio y le digo la nia est bien y me dice no me engae y le digo es nia y est bien si lo puedo ver trigamelo y una de las mdicos se lo acerca como arroz en la hoja de parra y ella dice que es el cuarto que se le muere que el ltimo era anenceflico y sus ojos se cierran hasta que todos la agarran cursis por la vida emocionados por la vida

a pesar de los tubos y los tobos de sangre

24

ELEGA el padre se muere y todava se relaciona al agua y los rboles y yo no me puedo morir con sus dolores de vientre su tenesmo su mal olor y la vejiga vaca y yo le toco la frente o lo sorprende que le acaricio el pecho u observo su palidez en los cabellos como si el tenesmo de su alma no quisiera sino acompaarnos una hora ms un da para que la noche no baje por las ventanas levante las cortinas y se acueste infiel en su cuerpo sin vida y yo voy hacia el bao cierro la puerta y dejo correr el agua del lavamanos
de Px

25

segn me siento me ordeno y observo el entorno quiz no sea tan obscuro el cielo y tras la neblina brille mejor otro cielo as por gran amor a las cosas y vea una escalera que el pensamiento exige que llega hasta m consciente y sabr de esta forma hasta la luz del da que el hombre no est en desierto ni las aguas grandes de la vida sean abrasantes

26

asegn me siento me akomando i desmiro el entorno kizas el sielo non sia tan eskuro i endetras de la neblina relunbre miyor otro sielo ans por amistad grande por las kozas i vea una eskalera kel meoyo obliga ke se resibe en mi patrn de alma i sobre kual mente asta la albor del da ke onbre no esta en sekura ni las aguas grandes de la bida kemaderas

27

tal vez no hayan almas con defectos pero en m siento el corazn deformado un enorme pesar que no se va sino a los ojos mirando tal vez no aunque el dolor deja ms que quebranto de vez en cuando un gran malogramiento obscurece los das quedndome desterrado de los mos como si enfermo estuviera yo sin esperanza ni la maana igual florida que me va hablando quedo muy quedo

28

kizas non aigan almas tuertas mas sent dientro de mi desformado el korason un abultado tristor ke no esta ido sinon a los ojos katando kizas non ma la dolor deja mas ke tristura de bes en bes malogramiento grande eskurese los das akedandome destPrado de los mos komo si malato estubiera yo sin esperansa nin la mezma enflorida demanyana ke bame ablando kedo kediko
de Solonbra

29

lo extraordinario de la mandarina es la suavidad dispuesta en abrirse al entrar a la boca luego el perfume luego el sabor de acidez y la dulzura y ms luego pensar que tiene algo de mandarina por la dulzura la acidez el perfume al tocarse la apertura que recuerda lo extraordinario de un cuerpo es la suavidad para que alguien entre
de Tremor (1997)

30

carne disuelta es su cuerpo aqu all con un sealamiento alargando el espinazo al dejar su trasero curvarse a un lado hasta que la punta de los pies se apoye en el piso hasta disolverse sobre el fro cemento sin pensar absolutamente nada apoyado s apoyado s en que su carne puede hacer una figura temblorosa que recuerda un ave cruzando la mar sin referencia alguna la sal en el ocano
de Buscada (1999 - 2000)

31

El esconder el corazn no es de valientes simplemente es esconder el corazn para que no se vea la mezquindad arropando no por pobreza trato de humildad sino para entregarse de pleno a los lmites del cuerpo que debiera ser magnfico eterno con el adjetivo en su maysculo olor que de hecho siempre esconde el corazn
de Poemas de la cuesta (2002)

32

ROSA SALVAJE (el adjetivo no es su asunto del hombre que la cultiva la diferencia se ajusta por la forma color prestancia y condiciones dadas por el tiempo ella existe donde fuera olvidada madre e hija y de nuevo madre a la domstica) existe sin mano que la obligue ni ojo al transente se muestra sin afeites y dura lo que dura el golpe de viento blanca se la ve sin canto en manojos en zarzas casas hechas ruinas animales silvestres donde los hombres no hablan

33

ROSAE (la especialidad sobre la rosa la tiene experto en mentiras su paraso se siembra de rosas) de su smbolo no tiene la culpa la rosa pero s el hombre pero s su mstica ligado a pasiones que por la volubilidad se centra en la rosa que en ella es por lo que ella es mientras el hombre y su filosofa vuelve cursi hasta sus dioses (satn practica en la belleza fin que cumple la rosa)

34

ROSARIO pudieran ser la columna rosas atadas por un hilo una rosa tras otra se deshace y nuevamente marchitada pierde su cuenta y derecho botones y piedras en su lugar siguen el cmputo de preces a diversos dioses muertos y santos y la rosa queda de lado en el contacto a lo divino aunque permanezca an su nombre en la escalera
de Rosae Rosarum (2003)

35

POEMAS INDITOS

LASHON HARA quin borra la palabra que he dejado caer y cada da da retorcimientos y no tengo un sitio para sentarme y no tengo ningn modo de volverme atrs Seor de los Ejrcitos Seor de la Bondad cuando me creaste dejaste a los errores hacerse eternos y no puedo y quiero y pido perdn pero el dao lo tengo pegado al costado digo a veces es posible digo a veces no existe el mal sueo y no es lo que recuerdo no es el pan que como y amaso en tu nombre pero quiz fueran cosas de muchacho confuso fueran parte de una mentira fuera Dios mo un dao menos menos para hacerme mejor y responsable y con 30 aos la lengua me ahoga y sofoca sin saber nada sin nada donde tiene su propia maquinaria mortal caminando conmigo cenando en la misma mesa o rezando frente a Tu Nombre que me perdonas pero de los hombres haya una tumba de una sola roca la ma la propia ma y la del otro enfrente silenciosa en la culpa de la palabra sin padre.

36

A VECES quisiera recoger los das ponerlos en la cesta de mimbre y decirme que agua es agua y se vuelve a su lugar ya me estoy poniendo viejo cuando me comparo a los papeles amarillos de 20 aos y las letras se medio borran para decirme que los espejos no reflejan miro la cesta y por ah se escurre parte de la familia los pueblos en donde viviera los amigos que siguen siendo amigos y los enemigos que vuelven por hacerse amigos las ideas extraordinarias de la infancia y las que hoy dicen de sapiencia el infierno se me dice lo andas viviendo con un pesar hoy un dolor despus y la gloria de Dios te toca a veces cuando ves escurrirse el agua por un momento solo
Poemas de Menorah 1997

37

sol estoy aqu ruido llvame la luz y la sombra tienen el mismo sentido adnde va el miedo adnde va este hombre tiempo me dejas tiempo cuando te vayas ya estar ido sobre una sombra solo el sol se extiende miedo djame miedo

38

dios se esconde de ser dios y cuando lo crea deja de serlo entonces inventa campanitas por la maana enlazadas a la cerca sobre el verde y la herrumbre y nosotros miramos en asombro la revelacin azul hasta que se esconde de nuevo

39

a partir de un hombre hay silencio sin forma de rehuirlo se casa y tiene hijos de poco a poco al estacazo vive y se muere pero el silencio ir viniendo en forma de borrador vendr borrando carnes palabras e ideas hijos para adentrarse al silencio del padre nuestro ocano de ahogo de borrar la creacin y darse espacio

40

la vida rene a un ro una conversa a un hombre desconocido una vaca voces tras los cerros a un da de verano la muerte rene la conversa no terminada el da de verano la vaca tras los cerros las voces el ro la vida rene a un hombre que conversa de una vaca en las voces tras el cerro a un da de verano junto a un ro slo para no estar solo

41

EL NOMBRE no es lo que est aqu no lo que completo tampoco no es lo que creo lo que puede ser no es indefinido tampoco Dios mo he respetado a mis padres
Poemas 2009

42

ESCRITURA DE PJARO
Entrevista a Reynaldo Prez S

Luis Alberto Crespo Andrs Meja Gonzalo Ramrez

Poesa es constatar que nada es realidad y que al hacerla verificamos ese vaco para despus darle realidad en la escritura? La realidad debe existir si de verdad verdad existe. En verdad como que no hay mucho en que podamos sustentarnos, a veces creemos que tiene una forma, otras veces dudamos de ella. Es posible que est, de hecho, distorsionada y lo que vemos, sentimos, no sea sino una confusa interpretacin de nosotros y nuestro entorno. Ahora bien, la poesa no convierte nada en realidad, debe pertenecer a ese desdibujamiento arrebujado del mundo. Se constatan cosas, impresiones, pero de ah no se pasa. La esencia como que no es tocada y menos con la poesa. Claro que la poesa por momentos no es ms que un instante de oracin, muy ntimo y en ese estado se convierte en otra cosa, sin ninguna utilidad meramente fsica, sino la expresada por la misma oracin, ms que un pedir, un dar, un recibir en consecuencia, aunque un dar sin peso materializado, como una sensacin de otro cuerpo, un agradecimiento. La escritura no es para m substantividad, sino conversa con una especie extraa en que a uno se le acepta. No es el lector ideal. Ms bien alteridad, a veces humana, a veces fantasmagora, a veces alguien ms all de uno. Una existencia, si bien se manifiesta, efmera. No pudiera, sin embargo, llamarla realidad, tal como se entiende. Ms especficamente un cierto estado de ser, experimentado en un raro aqu y ahora, sentido pero no palpable donde las palabras rozan pero no son. Cmo acta la memoria en tu poesa? Nunca mira hacia atrs y de hacerlo, no es costumbre de la memoria devolverse y buscar dnde se ha quedado. Por qu entonces en tus poemas tiembla tanto extravindose, oscurecindose en la alteridad? Por qu no sabe detenerse? Le tengo, por instantes, rabia a la memoria. En la memoria no soy yo ni es el otro. La memoria es, s, la imposibilidad de vivir, una foto43

grafa borrosa, amarilla, de una proyeccin atemperada nuestra. En algunos de mis poemas la utilic para confrontarla al presente. No como comparacin sino como apuntalamiento de la presencia viva. Tambin puede ser comodidad, en la memoria no existe riesgo, el abrirse a lo diferente. Ella tiende a sumergirnos en la nostalgia, la cual no me interesa mayor cosa. Posiblemente se le asocie a la queja, no del pasado sino del presente. Jorge Manrique expresa algo pero nunca se detiene a ver, apenas un recuerdo, porque la mujer de Lot que busca mirar hacia atrs siempre est presente, como un remordimiento junto a uno. Lo mejor es no ser una estatua de sal. Por otra parte, no estoy seguro de nada, dudo de mis percepciones, incluso de las sensaciones que estn en contacto con todas las impresiones. Un horror a que nada pueda ser asido, tal como Herclito nos comunicara. Lo vivido siempre ha sido por primera vez, por ltima vez, nuestro tiempo, nuestra gente, los amores, hasta las mismas creencias. Cuando nio el horizonte me fascinaba, nunca llegu a tropezarlo, un horizonte devolva otro horizonte. Esa lnea curva que nos empequeece frente a la mar. No tengo ninguna seguridad. Existe? En tu poesa -en tu potica?- la muerte no es trmino, no es sensacin, es algo que forma parte de lo que es, poco importa si se mezcla con lo viviente, lo que est siendo. Tambin muerte es ese campo, esa lluvia, la cosa, el ser que miras, que piensas, que sientes, es decir la vida misma. No? Debes tener razn. No hay duda que la muerte anda por el lado izquierdo del cuerpo, la vida por el derecho. Por qu el izquierdo, por qu el derecho? El cielo bajo los pies, en la cabeza el infierno. Muerte y vida como que no tienen mayor diferencia. Los sueos, por ejemplo, mueren al despertarnos. Lo peor de todo, es que los aos van viniendo y pasamos por personas, experiencias, casas y animales. Nos quedan trozos, dejamos pedazos. Al final, nada sabemos, Uno mira irse a sus amigos, sus familiares. Se encoge el corazn y uno se va volviendo una isla, en tanto los aos siguen, hasta que uno forme parte de la mar de otra isla. Puede ser que tenga yo, en esto, un pensamiento primitivo, pero no siento mayor diferencia entre la vida de los campos y la muerte que se acerca por incendios, excavadoras, ciudades. Pero cuando el incendio se levanta la vida tambin se ofrece. Esta mirada, la opinin, debe venirme de la alegra de los seres vivos que se avalancha sobre los sembrados quemados o las tierras escarbadas. Al final como que no hay gran cosa por defender del pe44

dazo de tierra que tiene mi propio tamao. A quin le interesa? Y si interesa cul es el sentido? La humildad se descubre muy a menudo en tu poesa. En medio de esa inmensidad de cosas y de seres que es lo real o el mundo y al que tanto necesitas para expresarte poticamente, te ha visitado alguna vez la vanidad de la creacin o de su creador que es el yo? Siempre anda del lado derecho, a la derecha de la vida contrario a la muerte, pero como que es igual a una muerte menos tangible, pero desagradable. Se esponja como gallina, le brillan los ojos, parece flotar. Se confunde con la alegra, con la felicidad. Vanitas vanitatis. Uno la conoce, siempre mira al cielo. Lo que hago es no destruirla, lo que es imposible, sino observarla para que no se ajuste al corazn, para que no crezca. Ella no es inocente, tiene peso y personalidad: arrogante, soberbia. Hay das que se disfraza de humildad. En Las Florecillas se ven ejemplos y eso que el Santo de Ass fue un caso muy especial. Pero la humildad debe ser vigilada, cuidada. En qu momento no se est trabajando para la otra. Recuerdo a Cantinflas: Nadie sabe para quin trabaja. La vida es la vida y creo que no tiene esos atributos desvergonzados que la soberbia, la vanidad, ofrecen. Yo le tengo miedo a la vanidad. Adems la poesa vanidosa pertenece al pavo criollo, ms que al pavo real, que en cierta forma, podra tener hasta sus derechos. Se podra hablar de poesa guanaja? De poesa humus, estircol? La humildad que se reconoce es pura vanidad. Se debera estar alerta, ms bien, de no ser mala gente aunque el soberbio, el vanidoso, diga que lo eres. Nunca sabremos si somos soberbios, ni siquiera humildes. No es lo que se diga, debe ser importante hacer las cosas como Dios manda, me dijo hace aos un polica. Pudiera haber sido Dios, pienso, o el otro quien trata de vendernos la buena costumbre, las reglas de cortesa. Demasiado lenguaje y palabras. Esto es ms sencillo: vivir sin daar a los otros, morir sin daar a los otros. Cuerpo es no tenerlo? Alma es perderlo? Esto es un enredo. Alguien me dijo que al cuerpo debe achicrsele, se refera al volmen, para que el alma crezca. Hoy hablaba con una joven muy bella pero obesa y le dije que no se preocupara tanto que la gente flaca como que no es buena. Nadie representa a Satn gordo. Todos los malos hombres de la historia fueron flacos, aunque debe haber sus excepciones, le dije y yo no soy una de ellas. Supongo que la pregunta no va en esa direccin. Bueno, me preocupa como a
45

todos el cuerpo fsico, pero tambin el espiritual. Ya que estamos sobre este misterio llamado vida/muerte. El cuerpo es lo meramente palpable, cambiante, muriente. El alma debe ser lo contrario. Lo cierto que alma y cuerpo son como siameses que andan obligados en una especie de unidad. En hebreo hay tres almas. A nosotros se nos complica ms que a un perro o a un mosquito que tienen menos. Sin embargo, los defectos de uno de los dos, alma o cuerpo, tambin como los siameses se pagan, al final, juntos, en unidad. Esta pregunta se contesta en algunos poemas, quiz en donde el otro, el del alma, asume el lenguaje y el cuerpo, acepta. El cuerpo no sabe escribir ideas: toca, mira, oye, presiente, huele, saborea. El alma debe sentir, interpretar, sopesar, es como un espritu sin cuerpo. De las otras dos almas son tan mecnicas que no saben sino respirar, son muy simples. Son pura humildad. Hace aos me preocupaba la eternidad, hasta me aterraba. Hoy como que alma y cuerpo ya casi ni hablan, se han vuelto analfabetas.

Antologa presentada el el 8vo Festival Mundial de Poesa, Venezuela 2011.

Qu le debe tu poesa (su materia, su motivacin) al budismo, al zen, a la poesa galaicoportuguesa? Al mundo Zen pienso que nada, si me refiero a la escritura. Mis dos primeros libros se publicaron siendo un autntico ignorante sobre el Zen, sin embargo, a priori, Tefilo Tortolero en 1966 me puso en
46

guardia contra esa mana, que en sus lecturas la asociaba al surrealismo. Tefilo fue como un padre, un maestro, que me defendi de todos los peligros, incluso del surrealismo mismo. Cuando viaj a Pars ni me interes por nada sobre el tema, con todo lo que los franceses pudiesen aportar sobre el tema. Ni siquiera saba que el Zen era una especie de filosofa prctica, una gimnasia mental? Despus, en 1973, s lo supe, le, y hasta trat de practicarlo, no de escribir sobre experiencias ilusorias y literarias, hasta que un toro negro bram junto a m y un trueno quebr el silencio de los campos de Barrera, en Tocuyito. En ese momento, hice conciencia que todas esas filosofas no hay que buscarlas en los lejanos orientes, que andan por aqu en otras formas, incluso, mucho ms digeribles, pero nunca como punto de partida literario, ni vital. Creo que me divert con todas las historias y cuentos zenistas. Al pathos galaico-portugus s debo mucho, pero es cuestin de familia ms que todo, nuestros antepasados huyeron de Portugal y se radicaron en la Isla de la Palma, Canarias, donde la Inquisicin no fue tan efectiva. All se reunieron, en una parte de la isla, hacia el norte, hablando portugus hasta bien entrado el Siglo XVIII, luego en castellano antiguo salpicado de lusitanismos. De ah la saudade por algo siempre perdido o en trance de perderse, ms que todo un sentimiento. Igualmente, los encuentros con lo parecido: la poesa gallega, portuguesa, e incluso ciertos acentos del asturiano o mirands, y por ltimo del papiamento. Mis lecturas en poesa siempre, en un principio, fueron castellanas. Me llam la atencin la poesa indgena americana, su brevedad contundente, el ahorro del lenguaje. Eso est tambin en las cantigas. Eso lo descubri el poeta y crtico Guillermo Sucre, en mis dos primeros libros. Otros asociaron el poema corto con el tanka y no miraron la cultura cercana que nos rompa los dientes. Pero as son las opiniones y no hay nada que lamentar. Toda lectura es una traduccin y el lector parte de lo que conoce, recibe impresiones, y percibe lo que sus propios moldes le dictan. Repito no hay nada que lamentar. Hay algn poeta venezolano al que te acercas o que ha nutrido tu forma o que haya educado tu concepcin de la poesa? No uno sino muchos. Ya de Tefilo habl. De Andrs Bello, su intento pedaggico. De Salustio Gonzlez Rincones, su desparpajo. La locura de Luis Enrique Mrmol. La brevedad de Luis Castro. La ternura de Enriqueta Arvelo. De Andrs Eloy Blanco, la solidaridad con los desposedos y su sabidura amable. De Prez Bonalde, la buena
47

traduccin, el amor por la tierra. De Vicente Gerbasi, la mirada al paisaje, a la familia. De Ramn Palomares, la humildad de la palabra. Hay muchos ms, versos. Eugenio Montejo, por el desasosiego de la forma. De Ana Enriqueta, su dignidad frente a un caballo blanco. He dejado a muchos y siento remordimiento: Rafael Jos Muoz, Juan Liscano, Juan Calzadilla, Juan Snchez Pelez, Jess Sanoja Hernndez, Prez Perdomo, Gustavo Pereira, Caupolicn Ovalles, Rafael Cadenas, Jos Barroeta, Rafael Jos lvarez, Julio Miranda. Los ms nuevos nos acompaamos subiendo bajando la ladera. Como se ve son demasiados pero para todos bien valdr, como creo, un vaso de bon vino. El ejercicio de la medicina te ha permitido acercarte al cuerpo humano, averigundolo, vindolo cesar fsicamente o dolerse. Ser mdico cambi en ti tu voz o la hizo ms hacia fuera, ms figurativa? Bueno no s a que te refieres acercarse al cuerpo humano. Siempre nos acercamos, y la poesa es siempre un doble reclamo al cuerpo y a lo otro. Lo que ocurre con la medicina es que nos abre una puerta por donde se miran ngulos desconocidos. Otros misterios pudiera decirse. Es sorprendente el estado de amor que puede ofrecer la enfermedad, pero tambin el estado de violencia que se transmite a veces. Depende cmo es asumida la enfermedad por parte del paciente, y de qu manera el mdico la percibe. En cuanto a cmo ha incidido el trabajo mdico sobre la poesa, no tengo ninguna duda de que s ha marcado pautas, pero todo, absolutamente todo lo que me toca o me ha tocado vivir, se rezume por las palabras y entre las lneas, mejor. Si se quisiera hacer una biografa de un poeta bastara slo con seguir sus versos, sumergirnos en ellos. En cada uno de mis poemas se va reflejando mi experiencia, mis contactos con la vida, directa o indirectamente. Jos Regino Pea, cuando fue Decano de Medicina en la Universidad de Carabobo, me entusiasm a que retomara un deseo de adolescente, el de estudiar medicina, puesto que en los aos de la violencia, 1960, fui una especie de paramdico. l, Jos Regino, es de los pocos lectores limpios de poesa que he conocido, me dijo que como poeta yo estaba de un solo lado de la vida, que la medicina me permitira saltar al otro lado del ser humano. Eso me convence y empec, luego de mltiples impedimentos, a dar mis primeros pasos entre enfermedades, libros y poemas. Aunque mis primeros libros fueron consecuencia de la violencia que me tocara vivir. Nadie lo percibi as. Se pens en la mera ejercitacin literaria. Lo figurativo siempre ha existido, el problema se suscita en el momento de presentarse
48

el poema, o cmo se lo presenta, me refiero a la escritura. El tema exige diferentes formas, por momentos los versos son ms lineales. Son meras fotografas, encuadres para la vista. Para morirnos de otro sueo y Tanmatra los encuadres se corresponden al monlogo aparente. Px son instantneas vitales comentndose, comentadas para ajustarlas a la vida de quien al final se nos est yendo. La figuracin la encontramos los lectores. Creo que fue un crtico ingls o irlands que dijo que toda mi poesa era minimal. Debe ser, aunque no entend mucho, y menos para entonces. Qu cercana tiene tu libro Px con la poesa de Gottfried Benn? La tiene? El tema de la enfermedad, entre otras cosas, aunque no soy venerelogo, pero Benn lo asume, incluso al paciente, como naturaleza muerta, para evidenciar, tangencialmente, con cierto efectismo, la indolencia que estaba por volcarse en Europa, pero sin mostrar reacciones. Es ms, al principio participa de aquella espantosa mancha viscosa que se apodera de Alemania. Sin embargo, me refiero a Morgue, pienso, no obstante, que no fue un acto humano descriptivo, de posible solidaridad, consciente del poeta. Todo lo contrario o simplemente estetizante. William Carlos Williams tiene algo muy diferente que si me atrap. Los hospitales de Benn estn en blanco y negro, srdidos, nuestros hospitales tienen otro brillo. Carlos Contramaestre en su Homenaje a la Necrofilia pudiese haberme influenciado, pues las imgenes visuales se acercan ms a mis versos que las resonancias verbales. Matadero fue escrito, y tiene ese nombre, partiendo de una impresin que tuviera en el matadero municipal de Tocuyito, cuando un toro desollado se levanta chorreando sangre hasta que el matarife, entre risas, lo abate. Tambin fue un homenaje a Echeverra, el narrador argentino. Se ha sugerido relacin con Benn. En todo caso, la poesa no anda aislada, hasta Shakespeare debe sentirse en los versos. Nadie ha hablado del cine ni del teatro en mis versos. La medicina me ense una cierta agudeza formal, un escudriamiento mediante las herramientas de la escritura sobre el tema, igualmente, a no diferenciar paisaje para la poesa, con paisaje, geografa humana, anatoma del dolor. La mirada del poeta debe estar ah, no importan las circunstancias. En Rosae Rosarum, el ltimo libro, se renen las miradas, se ha cambiado el medio, el lenguaje busca cmo trepar para atrapar la poesa. Lo que entendemos por lrica asociada al romanticismo se seca. El humor es protesta, la irona es una calle, casas, paredes, la
49

mstica se subleva, la soledad es lo que se mantiene, el hilo de Ariadna se nos escapa. Y al final solo baste estar presente, testigo, de otra vida que pudiese ser la misma nuestra, con la visin de la nadidad permanente. Benn fue un poeta mirando por una ventana un cuerpo enfermo, fro, lejano. En Px se habla en algn momento de bellos objetos, naturalezas muertas, pero ciertamente es parte del lenguaje deshumanizado que el mismo ttulo mantiene. Ninguno estamos exentos. Usted es un poeta que irrumpe en la literatura venezolana con una obra potica cuya voz es interior y su fuerza expresiva es la de un silencio que retumba; un tiempo ms tarde y luego de fundar y dirigir la excelente revista Poesa, encontramos a un poeta dedicado con pasin y entrega al ejercicio de la medicina social en nuestra humansima Misin Barrio Adentro. En qu momento ocurri este encuentro entre el poeta y el mdico, cmo funcionan estos dos oficios que, como sabemos, siempre han tenido su raz y fundamento en la defensa de la vida? No hago el mayor esfuerzo, hago lo que me gusta. No tiendo a dividir al poeta y al hombre de lado y lado. Maimnides escribi una inmensa obra filosfica y no dej de ejercer la medicina. Garcilaso, fue soldado, y sin embargo tiene una de las mejores obras lricas. Yehuda Halev, poeta y mdico. Y muchos otros, incluso en nuestro pas. No se trata de dicotomas, detrs del mdico, detrs del escritor tiene que estar el hombre. Por mi parte, no es enemiga una del otro, medicina y poesa. Quiz la docencia s. Al menos, la docencia literaria. No hay nada que mine ms al poeta que las clases de literatura. De hecho, existe un gran cementerio de poetas asesinados por la retrica didctica. Veamos las heladas publicaciones profesorales y tendremos una muestra representativa. En Barrio Adentro, el ejercicio de la medicina me ha permitido adentrarme a un mundo prcticamente vedado, pues no es slo medicina, en el sentido de curacin, sino es prevencin ante todo. La relacin con el entorno es fundamental. La comunidad te rechaza o te acoge y todo depende de la actitud, del franqueo. Ms de tres aos estuve trabajando en La Gusima, Tocuyito, y tengo de esa poblacin los ms bellos recuerdos. Es una mezcla de medicina, misin religiosa, y por supuesto poesa. Hoy por hoy estoy incrustado en la Alcalda de Valencia, con una poblacin totalmente distinta, pero tambin de una gran nobleza, en especial los nios y los mayores. Aqu, en la
50

prctica mdica, la poesa no est reida con nada, todo lo contrario. A mi me permite congraciarme con la vida. Cuando alguien emerge de una enfermedad, siento que he salido de un mal verso. La alegra del paciente es la misma alegra del instante de la hechura del poema. No es otra cosa que la vida. Y pueden ir juntas, as lo siento. En su poemario Px parece encontrarse un cambio sustancial en su potica, la voz interior y densa, ahora sin perder nitidez ni intensidad, pasa a ser testigo del otro o los otros y aparecen el miedo, el dolor, el llanto, la materia y la sangre. Este cambio en la forma de indagar y hurgar la realidad se debe a su relacin con la ciencia, al ejercicio de la medicina social? Ya lo he dicho otras veces. No es slo en Px, ya se daba esa mirada en Matadero, pero hubo intentos anteriores en 25 Poemas. El poeta es el poeta y sus circunstancias para recordar a Ortega. Realmente la materia potica la dicta la vida, o Dios como dira el pobre Aquilino. El problema es no copiarse a s mismo. Tener mis propios versos, repitindose, una y otra vez, como variaciones de un mismo lenguaje. A m me asust mucho cuando un nuevo poema surga con el mismo tono. No es posible que se hable con las mismas cadencias, los mismos temas, las mismas palabras y mirada? Hay que cambiar el chip y Picasso y Marcel Duchamp me indicaron el camino. El intento mayor fue Matadero, lo que produjo reacciones y agresiones verbales. Fui muerto por mis congneres y admiradores. El libro no gust, sino en las grandes ciudades y no propiamente en Caracas, sino a contados poetas. Juan Liscano lo asoci al amor barato, pasajero, de los hoteluchos de los tringulos de las Bermudas. Nunca lo pens, ms bien senta un dilogo de no s qu espiritualidad. El rojo del libro asust a muchos. Fue el libro del descarnamiento. A Px, me lo plante de otra forma, era la vida y muerte de mi padre, por el paso de las diferentes salas de hospital, la niez, la juventud y sus ltimos aos. Sonia Brayner, ensayista y profesora brasilera, de esa forma lo presinti, es una oracin a la vida. Hay quiz reminiscencias de Jorge Manrique, de las elegas al padre de Ramn Palomares, de Vicente Gerbasi, de Tefilo Tortolero, de Pepe Barroeta, de Caupolicn Ovalles, pero la materia ac, se fragmenta, hacia un portavoz que va que viene, viniendo de cuerpo en cuerpo, enfermedades distintas, vecindades de los males, hasta que la vida triunfa, hasta que la muerte sigue como parte, pago, de una nueva estacin, diferente. Haya o no haya dolor siempre es la vida y el agua como ocurre siga corriendo.
51

DESCRIPCIN DE LA POESA DE REYNALDO PREZ S

Juan Liscano
I
La lectura del primer poema me convenci que estaba ante un poeta. Escritura o estilo (cuestin de artesana) y contenido eran una sola realizacin. Como siempre: forma y fondo, envoltura y lo envuelto. Este primer poema suyo ledo de un tris, era Urboros, un crculo perfecto. Esto sucedi en 1967. En marzo de 1991, recib Fragmentos de un taller, Ars poetica, y le: La primera lnea del poema es el poema. La ltima, reitera con otras palabras la primera. Las lneas centrales son meramente puentes para que la cabeza y la cola se confundan, en circunferencia. He aqu el poema, en minscula. Como lo acostumbr casi siempre. La mayscula implica corte y se pasa a otro prrafo (o estrofa). En Reynaldo Prez S, desde este inicio en nuestro encuentro de 1967, hubo la intuicin de crear poesa continua, afluencia, arabesco, sin cortes maysculos, sin comas ni puntos ni otros signos insistentes. hoy las gallinas del corral en mi casa sola cantaban con un timbre de flauta endiablada era la hora de la leche las gallinas corran y araaban la tierra y con el gallo del otro corral tejan el amor del Medioevo pens que era domingo y una de ellas al azar prolongara mi vida... las gallinas de mi casa triste cantaban mi vida
53

Lo agreste nostlgico se mezclaba luego con objetos, cosas, lo evocativo con lo inmediato, con el entorno de seres y casa, y el desgarrn de fantasa hacia lo otro. Publiqu seis poemas, en el nmero 48 de Zona Franca, aniversario tercero. Curiosamente un ao despus, exactamente, para el cuarto aniversario de la revista, aparecieron nueve poemas suyos (N 60). El ltimo deca: dame algo quiero hombre que existes cualquiera dame la silla dame Dios. Reynaldo, cuando le ofrec la justa retribucin de la publicacin inicial se asust. No quera recibir el dinero. Me cost trabajo convencerlo de que se trataba de algo normal. Quizs el espritu de la guerrilla con la que tuvo relacin, inspiraba su negativa.

II
El arte es una artesana trascendente. Escribir poesa es internalizar un estado de ser y del ser que reorganiza de otro modo la realidad y as lo expresa. La actitud potica se aparta de la idea de progreso, oferta y demanda, y de algn modo, recuerda. Recordar es sacarse del corazn. Cordare, forma verbal del latn cordem, acusativo cor, cordis, el corazn, porque el corazn, esto es, la sangre, era el alma de los antiguos. Cunto acierto tiene Paz cuando escribe: un poema puede ser moderno por sus temas, su lenguaje y su forma, pero por su naturaleza profunda es una voz antimoderna. Y aade: El poema expresa realidades ajenas a la modernidad, mundos y estratos psquicos que no slo son ms antiguos sino impermeables a los cambios de la historia. Dicha dicotoma, lenguaje moderno y naturaleza antimoderna, constituye el valor fundador de la poesa de Prez S. La modernidad estriba en la creacin de estilo y versificacin, en el desenfado de las pausas y disposicin de los versos, en la forma breve del poema, en las tensiones sintcticas a punto de romperse, en los encabalgamientos que no slo trasladan el sentido a versos siguientes sino en el corte de palabra cuyas slabas finales estn en otra lnea. La supresin de puntuacin envuelve las clusulas en obscuridades deliberadas que tornan ms vvidas sorprenden54

tes expresiones sbitas. La concordancia est sometida a dura prueba. Lcido criterio, un poeta que comparti con Prez S, la direccin de la revista Poesa en los inicios de la misma e integrante del grupo de Valencia en los aos 70, seal en la pestaa de Nuevos Poemas: el discurso lgico se quiebra para dar paso a una expresin, aparentemente sin sentido, que recuerda por su belleza y frescura el habla de los nios o del hombre primitivo. Y aade: una poesa que apenas rasga el silencio, hecha de palabras hiladas a un sol inexistente, o por lo menos digo yo, de existencia tan slo presentida en los sueos y visiones de donde Prez S extrae lo mejor de su creacin potica. Oliveros, el mismo poeta de gran inteligencia y creativa medida por su sentido de responsabilidad esttica, tres aos menor que Prez S, anot coincidencia oppositorum (como en la alquimia dice y en ciertas tradiciones orientales), en la poesa que estamos estudiando. Esta aguda observacin nos remite a la naturaleza profunda del contenido tradicional, antimoderno, de esta creacin cuyo continente, la escritura, el estilo, pueden engaar por su elaboracin dislocada, aparentemente vacilante, balbuceante, arbitraria, hasta trasgresora de sintaxis, de construccin ortodoxa: hace sueo en el campo es apenas sol sueo como soar hasta tarde pequeo terrn para apretarse en la mano o bien se vayan todos me dejan yo los muros pero de vuelta me arrimo amargo puro viento tambin La elaboracin de su lenguaje tiene cierta analoga con las construcciones vallejianas de interiorizacin dolorosa, de ultra percepcin pero sobre todo por la bsqueda tenaz del adentramiento orgnico precisamente en lo orgnico, lo cotidiano y lo inanimado, el objeto, el mueble. Prez S se suma a lo existente y lo material, pero no cesa de dejar caer la palabra alma, la palabra dios, la alusin al otro lado, a alguna realidad alterna:
55

ser que existe otro cuerpo un viento ms perfecto que este que ha movido la puerta no debe importarme que tengo ganas de caminar verdaderamente ganas Soliloquio sin interrupcin discursiva, sin partes, sin la entidad proyectada, construida, del poema-objeto suficiente. Pienso en aquello que tildaron de meloda infinita. Ya dije: poesa continua. Un tejido de palabras que se va desplegando por el tiempo. La poesa de Prez S podra presentarse grficamente como un rollo a la manera de los papiros y los poemas chinos. Su poesa no tiene perodos, etapas, libros. Fluye desde el primer poema publicado hasta el ltimo en un continuum hipnotizante, ritornello, mquina de orar, friso, de nostalgia campesina donde aparecen y reaparecen animales, ros, rboles, piedras, caminos, casa, muebles, difuntos, sincronizados en el ego a su vez colmado de otros l: maana ser otro de mi otro perdido recuerdo me escondo de m me asusto el inevitable Je suis un autre de Rimbaud, los heternimos de Pessoa, los yoes del existencialismo, del psicoanlisis: no estoy en ninguna parte pero s detrs del rbol me duermo apasito y algo Zen: lo abrupto del ilogicismo, de las clusulas, lo sorpresivo, las asociaciones divergentes o sin vinculacin: eres verde planta y yo no soy el color de los pasos del ganado
56

... te van a morir moviendo los peces ven contigo altamar qu he amado? no s llevo los viejos guantes ... La nave por todo sueo merced del viento a ninguna parte llega ... me ocupa el sueo que no tuve ... no es de noche aunque tampoco esta flor perfuma mi alma ... La espontaneidad es tambin Zen, la rfaga, el brote sin reflexin detenida, lo instantneo. Cuando relaciono esta manera de crear poesa con el Zen, no pretendo afirmar que Prez S adhiri al budismo y se someti a las disciplinas monsticas de ese ejercicio mental y espiritual de liberacin. Ley. Interioriz lo ledo. Comprendi. Uno de los textos clsicos del Zen se titula: El paso sin puerta, La puerta sin puerta. Muchas veces aparece la puerta en la potica de Prez S. Es, para l, un valor simblico, la espesa puerta rostro/ del agua que cae. Un poema resulta particularmente significativo: Frente a la puerta no hay sino la puerta slo ella impenetrable un vaco se me cubre a la vista camino hacia ella ausente
57

Qu puerta es esa sino la del otro lado, puerta metafsica, como la casa donde espera el nada ms esperar (espero en mi casa / nada ms espero ; me despojo del domingo / y me cubro de espanto / hablando solo / junto a esta casa). Y para terminar con la casa de aqu y del ms all: mi casa est como un muerto sola nadie sino yo sobre una silla el viento sopla sobre el patio la casa no responde ni yo sobre la silla. Silla tambin puede ser tambin metafsica, y cama, y cuarto, y cortina, y mesa, y pared, y columpio, y piedras, y calle (atravesar una calle / es pura eternidad) y ro, y caballo, y vaca (la vaca se mueve de adentro) y la flor (demasiado peso hay en la flor) y el rbol, y el campo, y todo el entorno cotidiano abstrado, de este poeta que responde enteramente al propsito nunca doctrinario, ideologizado, de rehuir los estmulos de la economa de mercado, de la electrnica rockera, del pop industrial, de las modas e ismos, pese a un lenguaje inventado y profundamente mgico, ilgico, contagioso, primario, verbo ceremonial, oral, moderno. no fue mi abuela la que me ense los rezos ella era diferente quise que me llevara a dios y ella se esconda en la cocina adentro dndome higos vieja sus ojos azules agachados. Yo debo creer / en dios / por eso me da miedo / correr por este lado del ro / escucho a veces el rumor / de su voz gruesa / y el fuego silbando / por amane58

cer / otras / me siento pequeo / y camino / est frente a m / mirndome. (Para morirnos de otro sueo, 1971). En Fragmentos de un taller (1991), en el primer trozo, leemos: Un poema no lleva a Dios, pues un poema es una forma de Dios. No es el hombre quien habla, es Dios, solamente Dios por medio del poeta. Salomn no nos canta en El Cantar de los Cantares, es Dios, de aqu el misterio del verdadero poema. Hay que leer este librillo de cartula verde y unas 64 pginas, (Editorial Amazonia, Valencia). En l se habla varias veces de Dios como en los poemas de Reynaldo Prez S. No se le asigna ninguna Iglesia, doctrina y proslitos. Forma parte del entorno cotidiano y metafsico. Sobrevivi al existencialismo, a la dictadura del racionalismo, a la desolacin de las mquinas, a Nietzche y a Sartre, a los dogmas de izquierda y de derecha, al hedonismo, al sentido de la historia, al atesmo obligatorio. Es Dios o dios simplemente, para mortificacin de muchos. Y es el alma, palabra prohibida salvo en los boletos, el alma y he aqu como participa en la existencia real soada de Prez S: a una orilla arrimo el cuerpo pero el alma cruza en abandono pensara saltar y el cuerpo pesa pero sin alma la orilla es ms pesada ver un rbol la quebrada ni ruidosa con uno y otro se roza el cuerpo aunque el alma siempre est delante.

III
En 1985, Prez S haba recogido gran parte de sus versos en cinco plaquettes y un libro, Tanmatra (1972). Las composiciones se repetan frecuentemente en estas publicaciones y el conjunto hacia pensar
59

en un solo libro, por la semejanza del lenguaje, del contenido y de la forma. Lo cotidiano no deba engaar. Si el despojamiento verbal y la sintaxis heterodoxa, si la presencia de cosas y elementos materiales confundidos con las tensiones del alma, podan inclinar a creer que se estaba ante una expresin pop al estilo beat nik, desenfadada, transgresora, inmediatista, expresionismo realista, un buen lector hubiera descubierto pronto que ese aparente realismo y esa presunta cotidianeidad no eran tales y ms bien estaban saturados de visiones, de imaginaciones, de fuga, de transfiguracin. Esa potica constitua ejercicio de transmutacin de la realidad existencial hacia una abstraccin ms cercana a lo metafsico que al hecho bruto de estar vivo, de vivir, de aprehender el entorno y expresarlo dentro de la historicidad. Frecuentemente apareca, mejor dicho estaba, el alma (estoy en mi calma solo), viajando, recorriendo espacios interiores, poblando los sueos (he de soar soar / vigilando cada paso / mientras afuera no existo). Por lo tanto, trabajo de desmaterializacin de lo material, a la manera chamnica, desactualizacin, deshistorizacin, descotidianizar lo cotidiano. Todo verdadero poeta persigue ms o menos la misma finalidad, de all el trasfondo de conciencia antimoderna del que habla Paz, pero muy pocos lo saben, menos lo internalizan, casi ninguno hace de ese ejercicio mental creador y liberador, un ars poetica, y ninguno arranca, como Prez S, de la materia prima, al modo alqumico. Retorno al idealismo? Proposicin alquimista? Prez S rehuye salvo en Fragmentos de un taller, obra en cierto modo colectiva lo explicativo, las parfrasis, los anlisis, para limitarse a lo creado, al poema, al tejido de poemas entrelazados desde que empez a escribir, llevando cada vez ms adentro el ejercicio crtico de lo existencial nico, racionalista y ateo. La muerte aceptada, invocada, all, adelante, es el apoyo mayor: he dejado que la muerte me socave no he hecho nada no puedo recobrarme y acepto mirar el sol cada maana y a cambio he podido poner la mesa sentarme a comer
60

IV
En 1986, Prez S sin abandonar la envoltura del poema breve, del lenguaje interiorizado hasta lo impronunciable, publica Matadero, ya tengo un espacio ms / ganado a fuerza de poesa declara en el poema prlogo. La carne est hueca / y yo me ocupo / adentro. La libertad sintctica torna difcil la lectura de estos poemas, claro, desde un juicio racional y lgico. Prez S parece perseguir el quebrantamiento total de la concordancia y lo discursivo. Impresionado, en la primera lectura, por la dislocacin verbal y conceptual de esos poemas, le escrib lo siguiente (Poesa, N 67, 1987): Matadero, una visin despedazada de la sexualidad, del cuerpo, de la carne expresada con una escritura que sigue siendo la suya, pero entrecortada, tasajeada. No s si se trata de algo anecdtico y subjetivo que por obra de poesa Usted es un verdadero poeta se proyecta hacia otra dimensin o de una reaccin contra la carne y su exposicin en la carnicera de la prostitucin, del intercambio, del deseo insatisfecho, del imposible placer. Pero algo suena ms all de lo literal. La poesa cuando es tal reencuentra arquetipos, smbolos, ritos, mitos. Usted escribe: no coagulamos / nos componemos / nos deshacemos mientras el gallo canta; dejen trabajar / en el matadero / fruncir la carne / sobajar los muslos / para decir el arte es mo. Ese terrible despedazamiento de la visin del cuerpo y del lenguaje, ese descuartizamiento me mueve a pensar en la putrefaccin y purificacin de la primera etapa de la obra alqumica, cuando se somete a la materia prima, a un proceso de ennegrecimiento nigredo para blanquearla y llevarla a su pureza original y poder entonces seguir el trabajo. Su libro impresionante y creado con genio literario y angustia existencial, parece tasajear el sexo, ennegrecer ms a Eros, esa carnicera de trozos humanos que usted ve en la cama. Nuestra circunstancia no es de liberacin sexual y ertica, sino de degradacin, comercializacin, espectculo, narcisismo. A veces el poeta es un simple medio entre el conocimiento literal y el conocimiento de lo Otro. Sin esa virtud de proyecciones ambiguas, no hay poesa sino prosa. Y el peligro de los poetas realistas consiste, precisamente, en ser prosistas de la poesa, por lo tanto no poetas, eso s, quizs, escribidores de versos sin poesa porque no hay ambigedad simblica y mtica. Matadero es un libro de erostimo negro, de desamor, y autodestruccin masoquista, lo contrario de Crmenes cuyo erotismo tiende hacia la claridad, la iluminacin, la integracin.
61

No olvidemos nunca que la ertica es una va hacia Dios como en el Tantrismo y en el Sufismo, el cual influenci determinantemente a la mstica espaola a travs de Al-Andaluz y su exquisita cultura.

***
Vuelto a leer Matadero, con motivo de este ensayo, y trazadas las lneas de penetracin en la obra de Prez S, debo admitir que con esos poemas lleva a su expresin ms coherente, la experiencia desmaterializadora de su sentir profundo, de ese deambular por el mundo exterior habillado por el alma, ausente a veces de s o temeroso, volteando sin cesar la realidad al revs, para ingresar en lo Otro, espacio ganado a fuerza de poesa, como escribi. Pero hay algo ms: la explosin interior por acumulaciones de contaminantes, de poluciones, de crmenes a distancia, de alienacin ontolgica, de pellejo del mundo, de erecciones de la mentira, de carne deglutida. Desde 1977, Prez S convive con esa acumulacin carnal, desolacin / e intemperie / hago racimo / del gusano / ni brasa ni alcohol / por el sentimiento / el postre / del orgasmo imposible / de donde comer el burro / sus horas de medioda. Y se sublev el lenguaje, el sentimiento, el alma. Relaciono quizs equivocadamente Matadero, no es en la forma sino en la explosin, con Oda Martima, uno de los ms imponentes poemas de la humanidad occidental, en particular cuando Pessoa desencadena su ser ciclnico y atlntico, sus nervios tensos como aparejos, y se entrega a la invocacin de la sangre, de las matanzas, de los descuartizamientos, de la barbarie, del terror carnal, de la crucificcin, al influjo delirante de un sadismo y un masoquismo liberadores asociados a una metafsica del mar: Sacien en m mi deseo mstico de ustedes clama Pessoa, entregado a las visiones de un mar sangriento y de tripulaciones asesinas. Culmina esa pasin de ser despedazado confesando su identificacin con Cristo. Algo de esa autoviviseccin, de ese tasajamiento simblico se advierte, esencia remota de sangre y sacrificio, en Matadero y tambin vislumbres del universo fantasmal e infernal de Bosco, no se trata en ningn momento, de parfrasis sino de un parentesco esotrico. Este apocalipsis concluye con un caballo fantasmal, presente frecuentemente en la poesa de Prez S, caballo, por supuesto, de la muerte:
62

es posible suprimir la albarda pero no es posible acostumbrarse que se es hombre a deformarse mientras se ve el contentamiento puesto sobre el lomo es posible emascularse el cuello abrir la puerta unos segundos para ver cmo la albarda se acomoda al otro dueo

V
Despus de Matadero no ha sido publicada plaquette alguna ni libro pero s poemas en la revista Poesa. En el nmero doble 69/70 de 1988 aparecieron tres poemas significativos si los comparamos con los de Matadero. Expresan conciliacin con la mujer siempre amada, tema extrao en la poesa de Prez S. Estos poemas, como todos los suyos, aborda lo amoroso con originalidad y subjetividad inconfundible. Nada de retrica ni de erotismo contagiante. Por lo contrario, un caer en s reflexivo, aceptacin de esa invalidez momentnea que inclina al varn hacia el mismo de la hembra. Transcribo el tercero de estos poemas singulares pues ahonda de manera lrica, arquetipal, misteriosa en el sueo de suavizar la carne: yerba escanciada dulce mente entre ramas viejas al cuerpo fuerte llega y noblemente pone suave la carne dura
63

su alma comparte lechos la belladona se harta y no abandona sueos quietud de la tierra honda fija y despierta siempre para dormirse slo al propio tinte suyo. Lo ltimo ledo por m son los poemas Vistas del Caballo (Poesa, Nos. 80/81, 1990), friso con variaciones de los mismo elementos piedra, liquen, hongo entrelazados en torno al motivo central del caballo, un caballo de sueo, inmaterial, lejano, metafrico, sin jinete, en suma: caballo de la nada. Se impone sealar el dominio rtmico alcanzado por Prez S, la flexibilidad de escritura y la suficiencia plena del poema breve, prisma y cristal.

VI
Reynaldo Prez S, cuya biografa desconozco y de la cual slo s datos escuetos de carrera universitaria contados viajes, condicin polglota y actividad en la Direccin de Cultura de la Universidad de Carabobo, advino desde su existir a la manifestacin de la escritura potica asumida con veneracin y conciencia creadora. La unidad de estilo fundamental, el argumento central de la propia identidad reflejada en los espejos de los hechos e incidencias vitales, la persistencia del poema breve, el acercamiento por rfagas a la necesidad de Dios, sellan su poesa de manera inconfundible. Detrs de lo escrito se oye el monlogo, ejercicio interior de vivir, de existir, en la dimensin de lo imaginario y del sueo del alma, no del cuerpo propiamente.

64

TANMATRA
Juan Snchez Pelez

Tanmatra (1972)

De Reynaldo Prez S (1945) acaba de aparecer un pequeo volumen en Monte vila, Para morirnos de otro sueo. Si el libro en cuestin demor en publicarse, todava no ha concitado por parte de la crtica el inters y el fervor que exige. El hecho de postergar o considerar distradamente Para morirnos de otro sueo o Tanmatra revelara nada ms ni nada menos que una increble ausencia entre nosotros de cualquier juicio serio sobre la poesa, o bien puede postular que nos hallamos sumidos en una gran banalidad. Yo admiro esta poesa de Reynaldo Prez, que ana al ms secreto vrtigo verbal la reflexin interior. Admiro adems, su conducta de trabajador solitario, su recogimiento, su no querer participar en los esplendores fugaces de lo literario, atento nicamente a su propia voz, ah donde la noche respira escondida. Escucho a menudo en vilo esta palabra que enumera el orden cotidiano en relacin con las jerarquas del ser, abrindonos paso hacia un mundo ms verdadero o ms prximo a nuestras races. Esta palabra grave, cargada de sentido y, no obstante, casi como un susurro.
65

UN LABERINTO CON CABRAS

Guillermo Sucre
No estoy abriendo (tampoco cerrando) ningn captulo de poesa venezolana. Pero no creo que pueda concluir la figura iniciada con Snchez Pelez y Cadenas, sin hablar de un joven poeta de mi pas cuya obra parece ser la transparencia misma: empieza por donde la de Snchez Pelez y la de Cadenas tienden ahora a desarrollarse. Un poeta en quien podramos ver la encarnacin de la verdadera inocencia, pero que no pretende ser ni candoroso ni naif (llega hasta poner como epgrafe de uno de sus libros una frase nada menos que de la Monadologa de Leibnitz). Me refiero a Reynaldo Prez S. Sus dos libros publicados hasta ahora tienen algo de milagroso, pero en un sentido que podra ser tomado como la negacin de todo milagro. No basta decir que rompen con cierta tradicin venezolana (aunque no slo venezolana) del nfasis retrico y de su contrario, pero aliado cauteloso, la vaguedad anglica, hacindola ya impracticable, o vergonzosa. En efecto, pocas veces Prez S alza el tono; incluso su lenguaje potico parece escapar de cierta tradicin espaola-castellana y andaluza. (Ciertos epgrafes de sus libros, tomados de Rosala de Castro y de Maro de S-Carneiro, parecen ms bien indicar su inclinacin por la tradicin galaico-portuguesa; as como cierta actitud de su obra recuerda la de un libro tan ajeno como el Tao Te Ching (con el cual, por cierto, el propio Cadenas tiene muchas analogas). Esto es ya un valor, pero no lo es todo, ni lo ms esencial. Su poesa parece milagrosa en otro sentido: no est dominada por ningn rapto potico, mucho menos metafrico (con ella se termina ser verdad? el influjo tropical que produce, sabemos, imaginaciones ardientes y exuberantes); tampoco la rige ninguna voluntad de transgresin verbal. No obstante, llega a producir el asombro que se experimenta frente a una materia muy pura y a la vez muy concreta; ante un discurso sin ritual, pero que lo supone, en el cual las palabras tienden a ser no las cosas mismas, por supuesto, sino su equivalencia ms ntima y transparente. Pero quiz nada ms secreto
66

que la transparencia. Como lo ha sealado Barthes, sta tiene un valor ambiguo: es de lo que no se puede decir nada y a un tiempo de lo que hay ms que decir (pero no citemos a un estructuralista, es decir, al peor de los littrateurs; no faltar alguien, en mi pas, que dictamine que esta poesa est fuera de la literatura). La transparencia, en todo caso, exige ms del lector: no se trata de seducirlo ni de persuadirlo, sino de iluminarlo, y aun de contradecir sus ideas ya hechas sobre la literatura. Los textos (poemas?) de Prez S son, en verdad, una escritura del habla. No quiere decir que sean simplemente coloquiales; el coloquialismo, sabemos, puede ser una trampa, cuando no una impostura, en quienes lo reducen a jerga de grupos o a una supuesta habla nativista. Lo que quiero decir con una escritura del habla es muy diferente. Tal vez podra describirla de este modo: omos una voz que discurre con libertad y hasta con cierto don potico, esa voz siente luego que est violando un secreto o que simplemente se ha excedido o quiz que ha tomado el mal camino, incluyendo el potico, y entonces sabe replegarse sobre s misma, se concentra (o se dispersa?) hasta regresar al silencio; se borra finalmente y se acoge al orden (real, irreal?) del mundo (el pedazo de tierra / tras la casa / y eso era lo ms importante). Queda slo el poema, el texto: un objeto verbal brevsimo; luminoso pero no destellante, indeterminado pero no ambiguo, ms bien muy preciso; instantneo, pero tambin simultneo, lleno de una profundidad que, sin embargo, es puramente lineal. Un objeto sin sombra o sin relieve que, a pesar de ello, contemplamos en diversos planos. La clave de todo esto es que esa voz no habla, sino que medita o contempla; su hablar es slo el ritmo (la escritura) de la conciencia. Y, en verdad, es all donde parece ocurrir (suceder) el poema. Esa conciencia puede vivir en la perplejidad: cmo los seres y las cosas que fueron una vez suyos no estn ya ms en el mundo? (qu haremos con tantos muertos / arrinconados sobre las sillas?, se pregunta; tambin esto: qu he amado? / no s llevo los viejos guantes). Su perplejidad es tambin una bsqueda: el cuarto est / vaco / de algo que busco / abuelo / como t. Puede ser incluso una conciencia laberntica, pero en su laberinto no hay minotauros ni sacrificios, ni oscuras inculpaciones (aunque alguna vez se diga s que soy la causa / de algn mal), sino cabras, caballos, pjaros, seres y objetos amados y ya perdidos. Quiero decir, ese laberinto no es una prisin, sino una prueba y una final reconcilia67

cin con el mundo, aun con la muerte. El mundo vive en esa conciencia; sta, a su vez, no vive sino en o por el mundo. Una mnada, nos quiere sugerir tambin Prez S, es un universo, y lo contrario es igualmente cierto (yo no es). As, los poderes de la imaginacin tienen sus lmites, pero para encontrar o descubrir su realidad; como dice este poeta: lo posible es ser caballo / pero no dragn / no puedo ser dragn / el cielo no me pertenece / la tierra me toma hasta / la tierra. Podemos hablar entonces de lmites? El sueo, por ejemplo, es una de las experiencias centrales de esta poesa: de nuevo en l encontramos no la evasin sino el reconocimiento del mundo. Soar el mundo es, pues, una forma de poseerlo. No estoy en ninguna parte / pero s / detrs del rbol / me duermo / apasito / yo lo he visto dormido. Tener el mundo sin dominarlo y, sin embargo, no quedarse con su ausencia; ser dominado y a la vez liberado por l: esta es, me parece, la mejor experiencia que ofrece Prez S, y no dir la leccin, porque nada en esta poesa quiere ser ni aleccionador ni ejemplar. De igual modo, se llega a poseer un lenguaje ya tan frgil (frases que se cortan, se quiebran y no pierden su ilacin) que no parece ser lenguaje. Citar finalmente, un poema que condensa este doble (doble) plano: Como un pastor de cabras as he ido iba y el alma tan chica no caba otro poco no hablaba no senta el alma era slo el alma sola mientras su corazn estaba plido las cabras bajaban subiendo por la ladera adentro.

68

REYNALDO PREZ S EN LA VENTANA

Luis Alberto Crespo

Secreto, recogido, sin alarde alguno, Reynaldo Prez S da a conocer su segundo libro de poemas, Tanmatra, editado por el autor y con ilustraciones de Santiago Pol. Su primer libro, Para Morirnos de Otro Sueo, fue editado por Monte vila hace ya algn tiempo. Nadie, o casi nadie dio cuenta de su aparicin. Poco importa, Reynaldo Prez S, como Henri Michaux, no frecuenta esos lugares. Tanmatra, al igual que Para Morirnos de Otro Sueo, propone una poesa dicha en voz baja, musitada casi y donde la palabra es paisaje, rbol, pjaro, ro. Para Morirnos de Otro Sueo nos entregaba la voz de quien no osa perturbar el orden de las cosas, el ritmo de la memoria dada a las andanzas de lo perecedero: la infancia, los primeros das. Tanmatra dice ms bien de la reflexin interior. La palabra recorre un breve espacio, se deshace luego en polvo, en cosa dentro del yo que la nombra. Poesa de los adioses esta de Reynaldo Prez S, poesa de despedidas. El poeta intenta en vano poseer por la palabra aquello que no es sino quimera, engao. Por ello Tanmatra es un lugar de nostalgias. La memoria evocadora se contenta con fundar una realidad que aunque perecedera ella morir con el poema nos permite identificar las formas a travs de las cuales el ser se manifiesta. El rostro de Pessoa, las manos de Rosala de Castro y la antigua mirada de los poetas chinos, pasan por estas aguas. Como ellos la palabra es instrumento, utensilio encantatorio que borra todo lmite entre el aqu y el all. El poeta, el hombre que habla, es uno con el tiempo y el espacio. Es olvido: No me anima / vivir / pero no canto no canto / nada. / Ustedes me olvidan / suave el aire la / violencia del aire / un pjaro se alza / se alza. En Reynaldo Prez S la palabra se volatiliza, apenas si toca el blanco de la pgina, apenas si imprime su huella de pjaro mnimo sobre la superficie siempre blanca del poema. Esta palabra es alegra, precepto mstico o simple evocacin del instante no llega jams a interrumpirse porque no est sujeta a nada racional, a nada que no sea respuesta de la memoria sumergida en lo ms inocente del yo.
69

MATADERO DE REYNALDO PREZ S

Luis Alberto Angulo
Recientemente, Reynaldo Prez S (Caracas, 1945), puso en circulacin su poemario Matadero (1986), con el que agrega una nueva faceta a su ya rica contribucin y que quizs est destinado a convertirse en el ms controversial de los hasta ahora publicados por el escritor y poeta venezolano. RPS, publica su primer libro hace quince aos, Para morirnos de otro sueo (1971) y un ao despus Tanmatra, que de inmediato capturan la atencin de la mejor crtica del pas en voces tan autorizadas como las de Juan Liscano y Guillermo Sucre. Posteriormente dos libros ms confirmaron la calidad y alto vuelo alcanzado en los primeros. Nuevos Poemas (1974) y 25 Poemas (1982), terminan por establecer un universo particular que va a influir poderosamente en nuestra joven poesa. Ahora nos sorprende con este nuevo libro. Sus lectores, acostumbrados casi a una particular lectura que lo entronca a lo mstico, somos incomodados, sacudidos sera lo correcto, por otra visin en la cual perdemos todo equilibrio y puede llegar incluso a parecernos obscena en su crudeza. Pasada no obstante la primera impresin y ubicndonos en el distanciamiento creado deliberadamente por el autor, es reconocida entonces la voz prezsociana que rompiendo con todo con nada rompe, y por el contrario nos llega crecida al mismo tiempo que feroz e incisiva desgarrando toda mentira, toda falsa modestia, para ensear de esta manera el blanco hueso del poema en una diseccin a veces sobre carne viva. Operacin, no obstante, sin sangre pero no exenta de dolor mediante la cual el topo de la sexualidad y el erotismo no se conforma en disponer los alimentos sobre cierta mesa, sino que insurge como verdugo rompiendo las coyunturas del lugar comn y sacudiendo la piel sobre un muro para revelarnos en nuestra pura realidad despellejada y ardiente.
70

Visin trgica, irnica, algunas veces cnica y determinista, con la que el poeta de Matadero contempla al mundo y se ve a s mismo. La contrahecha condicin humana cumple su cometido a expensas de su propia libertad: que es hombre a deformarse / mientras se ve / el contentamiento / puesto / sobre el lomo y como contrafondo su nica gran verdad, el problema de la finitud y la desesperanza. Pero el poema no pide ni da tregua, no busca un antiguo paraso perdido, nicamente se asienta sobre el duro suelo de su pequea gran verdad, para burlarse inmisericordemente del esteticismo vacuo, del buenpensante y el buen decir. En otro sentido, tambin es un exorcismo con el cual nos liberamos de fantasmales seres al materializarlos sin temor ni reverencia.

Matadero (1986)

Verdaderamente, Matadero no es un libro que sirva para compadecernos ni gratificarnos, pero es limpio y exacto como un filoso cuchillo sobre un pan. Nada le impide al lector, sin embargo, hacer una lectura en otras direcciones, nada que no sea en todo caso, el asumir la sinceridad aplastante de ese inslito poema que habla de los signos de este tiempo mucho ms de lo que tal vez ntimamente quisiramos: deben trabajar / en el matadero / fruncir la carne/sobajar los muslos/para decir el arte es mo el s substituye/al ojo o al sentido/hasta que tasan todo / sin poder or/ el verdadero precio.
71

LA POESA RESPONSABLE DE REYNALDO PREZ S

Armindo Trevisan

Antologa Potica (2003)

Leer un poeta es realizar una aventura. Ad-ventura: adnde se va? Dnde terminar semejante viaje que, rigurosamente, sera un viaje hacia lo que ha de venir, el futuro? Nadie sale impune de tal viaje, an ms tratndose de un poeta como Reynaldo Prez S, cuyo mensaje es un verso (una repeticin infatigable, dolorosa, trgica, de la soledad de la criatura humana). Abramos las pginas de Para morirnos de otro sueo: hemos venido a morir en las piedras de este ro perdimos los caballos bajo el cielo errantes uno a uno doblndonos.. (p. 41)
72

Poco antes deca: hay lugares que se prolongan donde nuestros cuerpos pesados se inclinan y una gran cada nos estremece. (p. 3) Es evidente que se puede interpretar semejante cada de mil formas; por ende, lo que ah resuena, de algn modo, es la cada original, bblica, que rememora una poca en que Dios vena a conversar con las criaturas al caer de la tarde y, conviva con ellas. Ahora lo que existe es la soledad, el no-convivio: a momentos hablo solo en este cuarto yo supongo que alguien me oye atentamente e incluso me contesta (...) (p. 9) No satisfecho con su desamparo, el poeta mira a su alrededor, verificando que existen muchos objetos que, aparentemente, le hacen compaa: esta es una silla slo una silla en ella se sent mi padre mis hermanos todos mis mejores amigos ahora est sola sin nadie una silla. (p.12)
73

Existir por ventura, una soledad objetual? Es en Tanmatra donde, de sbito, el poeta sugiere el tema de la memoria, que se le revela como una especie de eslabn sintctico de la realidad. Un bello poema nos facilita el leit-motiv: diferente a todos en alguna parte debe existir un rbol donde mi memoria se regresa rbol mitad polvo y yo mismo no se es otra cosa al crecer dentro e infinito all tiemblan las hojas y las manos. (p. 22) El poeta intenta rescatar el universo a travs de la memoria. Y tambin a travs del sueo: (...) un rojo cerezo de agua un pobre cerezo a lo hondo del sueo donde nunca despierta al alba. (p. 27) Infelizmente, ni la memoria ni el anzuelo onrico logran salvar a la desamparada criatura. Es decir: ni los objetos, que circundan al hombre, ni la memoria: (...) y ya no es memoria de algo sobre el aire. (p. 44)
74

ni ... un poco de sueo tan dulce y Lejos (...) (p. 28) pueden aduearse del yo. Por el contrario, la verdadera duea de todo es la muerte: yo pertenezco a ti y a la muerte (...) muerte yo te amo (...) (p. 38) El inventario del mundo, con sus pjaros, lluvias, vacas, sapos, es inagotable. El poeta selecciona algunas realidades tpicas, algunos devaneos bachelardianos: el vuelo, la unidad, el silencio grvido, la repulsin. Tenemos que esperar por Nuevos poemas para que en ellos en lo ntimo de una letana elegaca descubramos dos nuevos motivos, que pudieran servir de antdoto contra la muerte, o, al menos, para sabotearla. Por eso nos dice el poeta: (...) si somos speros corremos si lo contrario nos anima el alma se acuesta en el cuerpo otros animales son pequeos casi no respiran por sol. (p. 52) De ser la agitacin, el dinamismo insensato, o... la inercia y la inmovilidad? Entre un extremo y otro, quedar algo?
75

el cansancio del columpio. (p. 58) Curiosamente, es en las pginas de esta colectnea donde emerge, quiz por primera vez, el brote de una solucin que, a fin de cuentas, est tambin descartada: empieza a morrseme la parte que no es ma debo de estar contento debo rer con fuerza se muere mi amigo mi padre (...) (p. 60) En 25 poemas la misma temtica es reasumida: vase el cuerpo la casa se va tambin el amigo (...) no queda sino la puerta que no se mueve (...) (p. 69) De nada sirve sacudir el polvo que existe sobre las manos: el abandono es completo. No le queda al poeta (al hombre) sino la impotencia, el selaisseraller de la fatalidad: he dejado que la muerte me socave no he hecho nada (...) (p. 71)
76

Resumamos: los objetos estn desconectados, como actores que nada saben unos de otros o se miran asombrados. Los hombres: s, stos parece que se interesan por nosotros, pero, efectivamente, huyen de la comunicacin y a fortiori de la comunin. Podemos concordar (o no) con la Weltanschaung del poeta, por eso ningn lector atento y sensible dejar de admirar y saborear, literariamente, esta obra-prima de la lrica amarga de Reynaldo Prez S: a momentos hablo solo en este cuarto yo supongo que alguien me oye atentamente e incluso me contesta las cosas que digo no las s nunca pero pienso que debo tener algn buen amigo repartido en cualquier lado le hablo hasta por horas l me asiente inclinado al otro extremo de la cama lo que me da ms miedo es que una noche se pierda o se quede dormido y se olvide de pronto entonces corro hacia la puerta golpendome. (p. 9) En Matadero se abre un claro de esperanza en la poesa de Reynaldo. Es uno de los momentos ms altos de su poesa, no por ser aqu esperanzadora (lo que tambin es poesa), sino por estar electrizada de un no s qu de ternura, de legtima tendresse, a travs de la cual el realismo metafsico del poeta logra transfigurar (paradoja!) la materia prima y triste de su mundo en centellas vivaces de luz y compromiso humanista. A travs de la poesa, del amor y del sexo se ilumina
77

el espacio de la condicin humana, incluso cautiva, y una especie de zarza pagana arde sin consumirse ante los ojos estupefactos del poeta. Comencemos por un poema de vibracin mgica la carne est hueca y yo me ocupo adentro florece la rosa de montaa y me avivo en el bienpasante benditas sean las creaturas de dios ya tengo un espacio ms ganado a fuerza de poesa de humildad en barricada (p. 75) Se dira que Francisco de Ass rudo, spero, intratable, habra bajado a la tierra, vestido no con el sayal del fraile sino con la semidesnudez del guerrillero, perdido en las sierras inhspitas del miedo y de la angustia, de la melancola y la desesperacin: se substituye la carne dulce y el veneno se pone sobre el pecho apenas un tambor (...) (p. 76) Mas adelante: sufro porque la lluvia estira el cuero porque no hay ninguna extensin a la vista o se est sentado sin estar sentada se est esperando (p. 76)
78

La ms bella confesin del poeta aparece en una de esas pginas: soy amigo del amor (p. 76) Decimos que el poeta busca la salvacin por la palabra. Es la poesa quien puede socorrerlo, si es que algo ella puede. O ser que la palabra en s es slo un mero instrumento? Leamos: del buen decir estamos impregnados y no bastar lucha porque alguien la gana se hicieron la palabra por temor a la sombra o silbaron para llamar a sus perros y all me estaba construido de antes bien forrado aunque no oculto de nada sirvi la buena andadura el amor profeso el templo y el pastor la tierra tiene un nombre comn que un cielo estpido no borra (p. 82) Aparentemente, ni siquiera la palabra puede descifrar el enigma, sustituyndolo por la alegra. Conmovedoramente, braceando contra las olas, el poeta persiste en luchar. Tal vez la obsesin de la muerte esconda algo que no tiene nada que ver con ella. No sera ella la muerte la guardadora del secreto de la salvacin? En ese caso: mi camarada muerte flaca y aproximada de lado a pecho teta contra teta (p. 77)
79

Definitivamente, conviene hundir las manos en la materialidad de las relaciones. A fn de cuentas: ... detrs de la carne slo hay carne (...) (p. 85) Es importante comprender a la amada en su... carnalidad! Infelizmente, el poeta no confa en apetito tan instintivo y egosta. En algn sentido, el eros de esos poemas es romntico, pero de un romanticismo negativo: la mujer aquella mujer nunca aprendi a conjugar (...) ella quera querer y slo haba un quejido solitario sin una oreja una lengua por compaa (p. 86) Qu hacer? La carne es triste; sin embargo, ms que triste, traidora. El baile de disfraces de los encuentros no logra satisfacer un ansia tan contundente y pura. Quiz sea en el fondo de este crter fro donde Reynaldo logra darnos uno de sus momentos ms cargados de lirismo, sin duda de un lirismo erizado, espinoso, sin embargo digno y melanclicamente sublime: (...) donde come el celo as se hace mientras bailamos una danza y volvemos los ojos de una carne a otra carne se acuesta pero a sus espaldas una caravana en fiesta tiene ms ruido as se silencia su cuerpo y su piel despide
80

nombres ajenos voces o remordimientos pide ms pide ms que la boca (pp. 87-88) La poesa, el amor, el sexo... pero el propio, el sexo esencial termina siendo una efemeridad no menos esencial: debo aprovechar la rendija que me dieron el cuarto de hora por una cama (...) (p. 87) Ms adelante, la cuestin del tiempo es retomada: dice que no tiene tiempo para irse a una cama donde ella se acost pensando que ella no tiene tiempo que perder luego se lavaron la boca luego se fregaron con palabras de disculpa cuando la queja dej erecta la mentira entre sbanas y polvo haba olor a orines mal lavados que con el perfume se mezclaban yo era ese hombre (p. 90) En Reclamo la experiencia del cuerpo se hace ms intensa y explcita. Este sera el puente entre las soledades, el verdadero mtodo esto es, el camino para la solucin del impasse? Sera l el hifen que
81

une dos soledades, o quin sabe las puede abolir? El poeta confiesa, con cierto desaliento y acerada lucidez: vuelve a crujir el techo quiero pensar en la lluvia pero mi cuerpo es tan slo un cuerpo (...) (p. 110) A veces la ternura aflora en esas pginas, casi como un pjaro t canta, solitario, al inicio de la primavera: toco tus manos busco tus pies soy tan simple dios mo (p. 113) Evocaciones erticas aparecen por todas partes, sin embargo el poeta las analiza con frialdad saudosa, semejante a la del autor del Eclesiasts: un hombre no responde a su instinto construye una casa y se duerme (p. 118) El desencuentro es repeticin, es verso que se reitera, una splica que la debilidad obliga a proferir: te digo cosas para que nicamente te quedes un rato ms y no tener que espantarme de m que no sabe limitarse a sus dos manos (p. 120) Estamos atentos: en la aridez de estos poemas existenciales de Reynaldo la mujer encuentra su reino, aunque semejante reino nunca aparezca enftico. La mujer es objeto de un cario solitario, de alu82

sin, por lo tanto, sorprendentemente denso. Que el lector se detenga en el siguiente bello poema: ella me trae el caf a m me gusta un poco fuerte y negro ella se levanta y deja en un olvido la taza sobre la mesa nunca he querido hablarle ms de m pero en la taza de reojo la vi lenta y hermosa ruego para esta mujer tenerla fuera de mi mezquina forma de tratar la bondad del campo con los ojos cerrados (p.121) Otro poema admirable, profundamente ertico en su placidez, profundamente humano en su aparente objetividad, hace explotar los marcos habituales de las poses convencionales y nos propone cierta dulzura oblicua, cierta calidez de caricia indirecta, mucho ms convincente que tantos poemas seudo erticos, que intentan accionar las aspas de los molinos gigantes. Reynaldo es maestro en sugerir sentimientos clandestinos, caricias incapturables: ella se interpuso y yo se lo debo estaban dos vidas en uno ella se sent para ocuparse poner las cosas en orden estuve al medio ella se acost a lo largo de m
83

ella se acost definitivamente veo a mi izquierda y me contento veo a mi derecha y me contento ella no ve hacia ninguna parte ella est sola ella se queda dormida (p. 122) La poesa de Reynaldo Prez S es una poesa desnuda. Como toda desnudez, no puede ser fcilmente... agarrada. Es una poesa que exige respeto, que exige adhesin no diremos incondicional pero s adhesin libre, consentida, de alguien que est dispuesto a ver la vida en aquello que ella tiene de enigmtico o finito. Es una poesa que ante el trancazo de la muerte se niega a elevar el tono, o a vestir los ropajes ilusorios de un jbilo y una extraversin hipcritas. Es una poesa que se afirma valiosa dentro de su amargura y dentro de su monotona. Es una poesa que se expone, sin cinismo ni festiva animacin, en el nido de la condicin humana, que puede ser cmodo pero que tambin es interrogante. Por eso el poeta afirma, y sta es su carta de principios, su constitucin lrica: esta es la gracia soy soy un ser humano de carne y hueso (p. 127) a la que sigue una declaracin de amor, emocionante en su magnanimidad desolada: yo amo pero nada significa amar (p. 131) Hay tantas cosas para escribir sobre el universo potico de este poeta venezolano, de una seriedad y responsabilidad obsesivas, de una contencin formal soberbia, de una musicalidad fina submarina. Sera necesario detenerse en su tcnica de versificar que maneja el ritmo, enriquecido por recursos de rimas y aliteraciones, que no se perciben sino en una segunda lectura. Reynaldo es, sin duda, un poeta
84

sutil, aunque su produccin, posiblemente, jams venga a gozar de popularidad. Su poesa es sobre todo india en su melancola evasiva, en su discrecin orgullosa, en su devocin a las fuerzas csmicas; y europea en sus indagaciones filosficas, en su tendencia al egosmo de una bsqueda autosuficiente. Tal vez semejante experiencia lrica encuentre su tercera va en la sntesis entre el inconsciente indio y el aparataje intelectual europeo, proponindonos una ampliacin de su seriedad y responsabilidad en direccin a un dilogo mayor con las fuerzas csmicas, y en la absorcin ms ertica, ms humildemente deliciosa del mundo circundante, dentro de un crculo donde resplandezca la dulzura de las cosas aceptadas por s mismas, inclusive la mujer, y la certeza de que cabe al instinto y no al pensamiento la ltima palabra, al menos en poesa. De cualquier modo, es preciso leer a Reynaldo Prez S con la amorosa dedicacin que se consagra a un lirismo que dignifica la lucidez y preserva las reservas-oro de la mejor gracia (La gracia es la gracia, deca Alfonso Reyes).

85

LOS MOVIMIENTOS DE LA ROSA

Vctor Manuel Pinto
(lo visto sobre la rosa es virtud de quien la observa o defecto no de la rosa siempre maniquea inmaculada) Reynaldo Prez S Rosae rosarum (2011), del poeta Reynaldo Prez S, es un libro que nos detiene no para inmovilizarnos, sino para sentir el fluir de los movimientos internos del cuerpo que toman forma en los ritmos de sus poemas. Ms que detenernos, nos ofrece la valiosa oportunidad de la pregunta interior ante la forma de percibir un mundo que aguarda por un poco de atencin, que se asemeja a una pieza que espera por el encajar de otra para poder reconfigurar a travs de la conciencia, un organismo con base en la unin y con propiedad de los sentidos. Cuatro libros que se convierten en cuatro tiempos y cada tiempo pareciera acentuar un sentido diferente, sin dejar a un lado el resto del aparato sensorial humano en cada poemario. Pero esta canalizacin de los sentidos no se queda slo en la mera percepcin para la elaboracin pictrica de la imagen exterior, sino que sirve de instrumento para retraer el mundo, evaluarlo, internalizarlo a travs de un proceso en el que se involucra directamente la conciencia, que busca recrearse en las percepciones. Es un verdadero proceso creativo en todo sentido. Tremor, libro, tiempo o sentido que abre Rosae rosarum nos ofrenda un conjunto de imgenes familiares, tanto en la obra de Reynaldo, como para nosotros mismos. Es un libro con el olor de Reclamo (1992), sin embargo, emerge en otro tiempo, con un mayor nfasis en los sentidos, donde la creacin de la imagen, a pesar de ser generosa, se achica ms para su asociacin con el interior. Lejos de cualquier juego
86

ldico, y ms lejos an, de cualquier giro surrealista, estos poemas se inscriben en la dificultad para la vista vida de facilismo, o acostumbrada a la poesa de los somnferos. Para la mente abierta, que recin parpadea, los poemas de Tremor son un llamado a mantenerse alerta, porque el sol est prximo y la vida no espera: date prisa no le digo a la piedra pero s hermano cuerpo acaba (...) no circules que el viento no se aviene y el agua es demasiado yo tena un cuerpo duro y nada hermoso yo tena un alma acostada en ese cuerpo (p. 13) Existe un hilo conductor entre los cuatro libros que conforman Rosae rosarum, y en ese hilo hay un pequeo nudo, un nudo inteligente, que es apenas palpable en la cuerda de la lectura de corrido de esta obra. En Buscada (segundo libro del compendio), hay un nfasis por la conciencia de lo fsico que sirve como pie de expresin de ese mismo intento de comprensin que significa la bsqueda, de desglosar la percepcin del mundo cuando forma ya parte del interior y trabajar para dejarla all, con la posibilidad de que en sus espacios el alma logre una unin coherente y consciente. El penltimo poema de Tremor, se asemeja a ese pequeo nudo, a ese paso que inaugura otro movimiento para seguir el camino hacia Buscada. l no tiene un espejo no tiene un espejo se responde l cuando su mano se apoya
87

en su otra mano tibia una fra la otra (p. 31) Esta especie de asombro ante la sencillez y una aproximacin diferente hacia lo corporal, slo es posible mediante un enorme, constante y disciplinado llamado de atencin hacia el cuerpo y por el cuerpo. En Buscada, el cuerpo es el blanco de los sentidos, no en una confrontacin, sino en una cooperacin que gobierna la voluntad. la llegada de su cuerpo que no llega de ser ms prximo al engao porque desea no dormirse y se duerme (...) (p. 43) Pero la presencia de lo fsico slo es referencial, sirve como gua a un conjunto de significaciones internas que espejan la complejidad de ese proceso de creacin en la expresin, hecha poema. La expansin de una conciencia del cuerpo que pareciera remitirnos a los orgenes de la vida: carne disuelta es su cuerpo aqu all (...) apoyado s apoyado s en que su carne puede hacer una figura temblorosa que recuerda un ave
88

cruzando la mar sin referencia alguna la sal en el ocano (p. 47) Este proceso de comprensin, asimilacin y, valoracin del cuerpo, el redescubrimiento de sus posibilidades y alcances a favor de un despertar, a favor de la integralidad humana, es demasiado difcil de sostener, de mantenerlo firme, el mundo y sus distracciones y banalidades nos lleva de una ola a otra, sin embargo, la belleza sobrecogedora de este poema, la figura temblorosa de un cuerpo en movimiento hasta recrear un ave sobre el mar, toda esta agudeza se afinca en la disciplina de un trabajo fsico, mental y espiritual. La suma de estos tres esfuerzos o movimientos, logra a travs de los poemas reconstruir un estado de conciencia que una vez o siempre ha estado all, con un precio que no pagamos para su revelacin, es un proceso real y trascendente, que slo ocurrir por y a partir de nosotros, a partir de conocernos en los lmites del bien y el mal, de la rebelda y la obediencia, no slo al otro, sino ante el propio cuerpo que alberga nuestro ser: cuerpo cuerpo caballo de da y noche quien te bendice y te da de comer te toca tu crin te acaricia (...) caballo dos veces cuerpo para tenerte ah en un milagro de arenas y desiertos (p. 53) Poemas de la cuesta representa un nuevo movimiento, un nuevo uso del discurso, que en apariencia pareciera romper con el entramado lingstico de Tremor y Buscada. Es el lenguaje subordinado al paisaje. Poemas de la Cuesta, libro escrito es las Islas Canarias, se presenta como un documento de cartografa compleja. Tierra y carne, paisaje y cuerpo hilvanan una corriente de aire espiritual y reflexivo que nos
89

golpea de entrada, es un nuevo estado de percepcin, un asombro permanente en el que se descubre el espacio geogrfico donde habita el espacio fsico que alberga el alma. En lenguaje, en cierta forma ms lineal, deja abrir a travs de la geografa que se erige en los versos, momentos de una visin integradora de lo fsico, el intelecto y el espritu, como si la misma geografa se comprendiera de la unificacin de estos tres centros y el portavoz descubriera entre una fascinacin nica y fina en los sentidos su parentela con la tierra, sin metaforizar o filosofar. De este modo el poema se convierte en una especie de mapa, en un registro de esos instantes de redescubrimiento de algo que de una forma u otra nos ha habitado siempre. Sin embargo, estos hallazgos no se presentan con el carcter mecnico de la intermitencia, sino que van ascendiendo y ascendiendo hasta la luminosidad: La montaa es una cosa empinada que nos llama desde la altura y toda altura es trabajo y todo trabajo sufrimiento y todo sufrimiento es quitarnos el aire (...) lo del viento en ella lo de las nubes son parte de la fotografa pertenecen al romanticismo pero no a la falta de aire (p. 80) La desimbolizacin de la montaa hacia la realizacin de la montaa en un asenso fsico real, que en s mismo contiene todo el concepto del smbolo que ella comprende, pero un smbolo interior, un smbolo sagrado, que no es tocado por la representacin alegrica, por la metfora, e incluso por la mudanza de significados de un lugar a otro, buscando aproximaciones para la creacin de la mera estampa vaca. Es un ascenso hacia la vida, con la instrumentacin primaria comprendida como el cuerpo, y llevando ese cuerpo hacia arriba, lo alto, siempre despierto.
90

Son innumerables las posibilidades que estos tres libros (Tremor, Buscada, y Poemas de la cuesta) brindan al lector, posibilidades de apertura a uno o varios estados de contacto con algo que la impresin y la atencin asumen con familiaridad como real. Rosae rosarum, punto cumbre en la poesa de Reynaldo Prez S, es un trabajo que exige un mayor estudio, un mayor cuidado debido a su enorme complejidad mstica. Por ahora, slo tratar de extraer parte del resultado que me brind la impresin de su primera lectura. Dividido en dos partes (Rosae) y (Rosarum) la maestra en el uso del lenguaje, la alternancia y la forma en la que significados y significantes, denotaciones y connotaciones se entrelazan y bifurcan a partir del signo de la rosa, abanican un escenario nico y multiplicador al mismo tiempo de nuevas significaciones y percepciones impregnadas de misticismo.

Rosae rosarum (2011)

No es la sacralizacin de la rosa, la flor es slo el instrumento con el que el poeta dibuja un relieve del cuerpo de la naturaleza humana y los smbolos, pasiones y emociones que la gobiernan y desbocan, sin dejar de lado la existencia de una salida posible, de obtener un resultado integrador del ser, as la rosa se vuelve una herramienta que el poeta vaca de su concepcin semiolgica habitual, y la eleva y cruza, la destrivializa, y ms an, despoetiza, crendola nuevamente una y otra vez, con uno y otro nombre a partir de la bsqueda de ella y de s mismo, a travs de la atencin puesta en la flor y en s.
91

Es un libro que dialoga entre s, e invita a escuchar y discernir las semejanzas y oposiciones que emergen a partir de la rosa. Rosa salvaje y Rosa bermeja, son poemas que ejemplifican en cierta forma esta dialctica donde lo natural, la pureza, la humildad y sencillez recreada en la imagen de una (Rosa salvaje) hace un contraste con la ilusin que brinda el ritual prediseado del deseo, la pasin salivosa, la pura emocin jineteada por el impulso sexual de la otra (Rosa bermeja). Son dos fuerzas que danzan tomadas de la mano encerrando entre ellas un concepto del amor real, un amor desconceptualizado de su estado vulgar. Como si de la oposicin entre la pureza y el deseo, entre Dios y el Diablo, all en el centro, naciera la posibilidad de un equilibrio donde pueda emerger un sentimiento verdadero y perdurable. La poesa de Reynaldo Prez S, goza de grandes singularidades, una de las ms resaltantes es su lenguaje, en apariencia sencillo. Por ms entramado que se presente, nunca deja de ser un lenguaje generoso. Cada poema retrata, dibuja y borra al mismo tiempo una imagen siempre en movimiento, de manera que el uso de lo fsico tambin se suscribe a esta bsqueda de la rosa, se permuta de smbolo, a elemento natural, a objeto e instrumento, con espritus y tonos diferentes, pero en cada uno de esos estados, los significados abren otras ramificaciones donde la asociacin a travs de la lectura, la erige en el interior del lector siempre nueva, a pesar de ser siempre rosa. Es una poesa que trasciende y alcanza la conciliacin del signo con lo sagrado, lo vano, el amor, la religin, el hombre y la mujer, la frescura y lo desierto; la rosa se hace universal y desaparece tras el rostro humano, esclavo y siervo de s mismo, pero tambin rebelde y fiel a s. Los movimientos de la rosa, son la unin de fuerzas que juntas la observan y desglosan y arman nuevamente, a travs de una mirada donde el espritu, el intelecto y el cuerpo han encontrado una comunicacin armoniosa entre ellos, y todo lo visto aparece nuevo y sagrado, cada mirada redescubre y posibilita el afloramiento de significados ms reales. Esa especie de triangulacin interior que apunta hacia la tierra, hacia el hombre y su origen, encuentra su complemento cuando se dirige hacia las alturas y lo sagrado. El trabajo potico de Reynaldo Prez S, est signado por la devocin y el respeto a la vida, el lenguaje y el idioma. Es una puerta que siempre est batindose, dejando ver un espacio luminoso que pocos han alcanzado en poesa. Su obra, y me permito afirmar, es un gran monumento a la vida y al amor.
92

EL CAMINO A LA INVERSA DE AQUILINO

Sergio Quitral
A Reynaldo Prez S lo he definido como un maestro espiritual y moral de nuestra juventud, alrededor de 1985. La poesa hace cosas, crea caminos, hace que ests en estado de bsqueda y crea acompaantes de un mismo camino, espiritual y potico a la vez. Digo espiritual porque ese es el alcance de nuestro camino y por el efecto que todo hombre espiritual tiene en otro. As, estar con Reynaldo, era y ser ser compaero de un estado de bsqueda. Trato de recordar, el primer da que lo conoc, lo recuerdo en el anfiteatro de Economa en Faces, dictando los talleres de lectura potica. Yo me consideraba un poeta, porque escriba desde los diecisis aos con vocacin de poeta, es decir desde 1980. Sin embargo mi historia, como aprendiz de poeta, comienza en 1985, que es el ao de mi encuentro con Reynaldo y en cierta forma, aquello que me impulsa a estudiar poesa siguiendo un camino a la inversa. Un camino de retroceso. Escribiendo y despus aprendiendo a escribir. Lo mismo puedo decir de las lecturas de poesa. Los talleres de lectura de poesa eran un modo de leer al revs. Digo a la inversa porque parecamos ir desde el sonido a la configuracin escrita o verbal. Leamos: A aquel rbol que mueve la hoja/algo se le antoja... etc., Aquel rbol del bel mirar (...) Aquel rbol del bel veyer, etc. Porque tratbamos de apropiarnos del sentido oculto del poema, desde adentro. Naciendo conforme el poema floreca en nosotros. Con la msica. Ese fue el origen. Como estbamos siempre dentro del poema, compartamos los sentimientos de la humanidad que est ms all del tiempo. Este es el viaje del corazn, el de la poesa y la literatura. El de todo lenguaje escrito. Moza tan fermosa/non vi en la frontera/como la vaquera/de la Finojosa es un poema que yo conozco desde la infancia, pero nunca con el valor que veo ahora en el poema. Todo aquel deleite nostlgico y cargado de humor de Santillana nos lo apropibamos, con el arte de una comprensin transtemporal, porque ramos poetas escribiendo el poema. Entendiendo a Santillana como si fuera uno de nosotros.
93

Entendindolo desde dentro. Comprendiendo lo que deca su msica. Quiz sta era la base slida que conforma a un poeta y es llegar a disfrutar tambin del poema como lector. Creo que la escuela de Aquilino (pseudnimo de Reynaldo en Fragmentos de un Taller) se preciaba de formar no poetas, sino, buenos lectores, con la extraa premisa de que el poeta crea un buen lector y no otro poeta. Aqu, la revista Poesa, es una parte fundamental de nuestra herencia formadora. La revista Poesa era un producto de la Universidad, cuyo ncleo, para la poca que nos toc vivir, estaba bajo la direccin de Reynaldo, en el Departamento de Literatura. As la didctica estaba ms que asegurada para nosotros. Estbamos junto a la fuente editorial de poesa, ms importante del pas, en ese momento. Si no sala un buen poeta de all, era realmente una calamidad. La revista Poesa, es parte de mi agradecimiento a este slo hecho: la gracia de tener junto a nosotros, una revista de tan alta calidad, que en el fondo, estaba hecha para nosotros, sus devotos lectores. Al respecto de este aprendizaje, debo decir el estado lamentable de nuestro aprendizaje previo. Aquel por el cual ya nos sentamos poetas. Nosotros, lejos de sentirnos asidos a nuestra lengua madre, asumamos la generacin espontnea del poema, que se sustenta por el slo hecho de salir del alma. Es decir, bastaba tener sentimientos. Yo escriba desde mi llegada al pas, a los diecisis aos, poemas que eran verbosos y surreales. Pero de una porosidad diferente. Copiaba por aspersin todo lo que se filtraba. Creo que tena intuicin de escritor. Como todo poeta adolescente, careca de suficiente conciencia expresiva, pero tena mucho impulso. Llegar a Reynaldo fue un acontecimiento formador y liberador. Esto me permiti extraer lo importante. La mirada del poeta es algo que cada quien tiene, pero pocos desarrollan. Creo que de esto se trata ejercitar los sentidos. Desarrollar lo que tienes. En este contexto, Reynaldo tiene la providencia de haber reforzado la intensidad buscadora en nosotros, como individuos y escritores. Era nuestra eleccin. Y la eleccin era ir, por el camino de la intensidad. Fue nuestro maestro. Duro y despiadado y a la vez deferente, clido y tambin cristalino. Al leer a Reynaldo noto su dificultad para vivir con las palabras. Es como si ellas, no pudieran expresar el sentir. A Reynaldo hay que
94

orlo mientras se lee. Porque requiere un ejercicio diferente al de los poetas del lenguaje, de oratoria o verborreicos. Me parece obra ms de un msico, que busca continuos silencios, que de un poeta. Con l y su poesa que procede a la inversa, no hacia la exterioridad que reclama el lenguaje sino a la interioridad. Ese ha que es encontrar algo que no se puede expresar, lo hace un poeta que ocupa un captulo diferente al de los paisajistas, en la literatura venezolana. Un poeta, pone algo en evidencia, y es que va emprendiendo un viaje inmvil. Un viaje de la unificacin interior. Toda la obra de Reynaldo me parece, el camino de un devoto. Alguien que busca ciegamente y con dificultad verbal, la emocin integradora que se encuentra escondida en el lenguaje. Como si las palabras contuvieran una sonoridad diferente a la usual, para llevarnos de paseo a travs de su hipntica msica. Me sucede con el libro Solonbra. Los temas de Reynaldo evocan esta bsqueda en la mujer, en la carne, y en el simbolismo del ascenso, que est en rocas, que hay que escalar, en la soledad y desnudez propia de su estilo. Todo esto hace imaginar la trasposicin de lo que era Reynaldo, fsicamente delgado hasta el hueso, pareca de verdad entrar por los resquicios de las puertas, tal como sus poemas refieren esa lucha interior. As vida y obra estn unidas por un lazo de abnegacin, de redencin liberadora, de simbolismo que toca un necesario sacrificio. En la poca que lo conoc, nuestro mentor, Reynaldo, era casi siempre Aquilino. Quiero decir, un personaje. Un personaje imaginario, tmido, receloso, desconfiado, lleno de fallas y a la vez frgil. Por otro lado estaba Reynaldo, que se dejaba ver menos, que era de una austeridad suprema y de un profundo sentido de sacrificio y silencio, el lado luminoso, con un alto nivel de entrega. Creo que Reynaldo termina su obra formadora con un libro. Deja en Fragmentos de un Taller lo que habamos aprendido. Lo que Reynaldo haba aprendido desde que comenz su tarea educativa, a finales de los sesenta. Reynaldo se haba entregado por completo a su tarea de formar lectores, amantes de la poesa. Esta visin personal me hace darme cuenta de sus muchas facetas. El propsito que, la direccin del Departamento de Literatura pareca encomendarle, pero que era, en el fondo, algo personal. Una tarea del maestro, que est indeleblemente ligada al sentido de trabajo de Reynaldo.
95

Comienzo entonces diciendo, que los talleres de lectura eran el principio del aprendizaje. Como lectores de poesa. Pero los talleres, eran algo mucho ms serio que eso. Era captar a gente de talento. Era propiciar un nivel superior de aprendizaje, que condujera a facilitar la tarea de la escritura. A no cometer los errores del poeta surrealista. A ese manejo ciego de los sentidos bajo la creencia, de que los dictados de la musa bastaran. Pienso ahora, que es un buen principio el camino a la inversa. Pero quiz los talleres tambin tenan un problema, que era la posibilidad de anulacin. La capacidad de freno, que impeda quiz otra cosa, la libertad total, para cada quien. En este punto, Reynaldo dej los talleres cuando previ que la misin haba culminado y nosotros, dramticamente, sentimos habernos quedado solos. Entonces, muchos de los que estaban all, sencillamente murieron. Murieron a este arte. De cada diez o veinte, o ms, poetas formados, se redujeron a una dcima parte. Quiz deba ser as. Quiz esta muerte para muchos significaba que Reynaldo los haba creado, los haba inflado y sustentado y seran, en cierta forma, intentos fallidos de poeta. Esto me recuerda que los buenos y malos maestros hacen experimentos; son como el Dr. Frankenstein, por su deseo de dar vida a un hombre perfecto, hecho de pedazos o el Rabbi Judah Loew, que al quitar la palabra mgica de su monigote asesino: el Glem, ste se quedaba dormido y atontado. Cuando Reynaldo decidi dejar los talleres, para mi signific alejarme de Reynaldo. Seguir escribiendo, aun a pesar del olvido que significa ser poeta. Encontrarme y encontrar una voz personal o morir, como haban hecho los otros. As que, este camino, era un camino continuo, que sigue, ms all del encuentro con una personalidad o un dogma. Seguir escribiendo, es superar la condicin de un Glem vaco, perteneciente a una escuela. El maestro, en este caso Aquilino, era parte del camino, pero no el camino mismo. Por tanto era bueno estar solo. El camino era la vida y la poesa, poda o no, estar all para acompaarla. De las cosas de la Universidad, la carrera y los estudios en esa poca, ninguna tiene tanto valor para m, como el encuentro con Reynaldo. Yo era poeta y encontrarlo fue propiciar una amistad y un co96

nocimiento no solo en torno a la poesa. Aquilino tena razn, no creaba poetas, porque estos se deshacan solos. Creaba lectores y amantes de este arte extrao. El que yo me haya quedado escribiendo no tiene importancia. El que yo sea un poeta o lo haya sido siempre, no tiene importancia. As lo veo hoy. El ego ya tiene demasiados adeptos y ste parece ser su mundo, enfrascado en una lucha contra el tiempo y la muerte. Reynaldo, como en un sueo, me ense a caminar en la oscuridad. A no tenerle miedo a la oscuridad. Esa es la sorpresa y el misterio, que me produce su semblanza.

Fragmentos de un taller, ars potica (1990)

97

CONOCER UN AMIGO
Carlos Osorio Granado
Empezando la dcada de los 70, creo, a finales de 1974, contando yo con 19 aos, pero an sin tener un propsito especfico de vida y en una Valencia dnde los jvenes tenamos el espritu imbuido en la cultura Rock y Blue jeans de entonces, es cuando viene a caer en mis manos un ejemplar de un libro que un tal profesor de mi amigo Wally Johnson Watts escribi y se lo regal. Se trataba de Tanmatra, que era el segundo libro de poemas de Reynaldo Prez S. En mi vida haba visto algo igual! Qu es esto? Pregunt perplejo ante unos versos que no me ofrecan referencia alguna con la poesa celebrada en mi entorno. No transcurri mucho tiempo para tener la oportunidad de que el autor de aquellos misteriosos escritos me fuera presentado. Su aspecto me recordaba a la imagen del legendario Rasputn, aunque muchos lo conocan como profesor de Yoga. Pero por su afable disposicin hacia nosotros, me vi impulsado a invitarlo a que nos frecuentara para compartir su experiencia. Al poco tiempo nos reunamos en un parque de atmsfera agradable donde comenz leyndonos los Haiks de Matsuo Basho. Recuerdo que el primero en llamar mi atencin fue aquel del viejo estanque donde una rana salta y ... salto y cada se funden en una misma accin. En realidad no era su reputacin de maestro de yoga lo que me atraa, sino el tono ntimo de aquellos poemas que dejaban un sabor de contacto con el alma y la motivacin a intentar con esa nueva forma de hacer poesa, donde lo banal que se exhiba con grandilocuencia no tena lugar. Un silencio capaz de traspasar la piel para quedarse dentro resonando en pregunta. Era la magia! De esa experiencia con Tanmatra, mi perplejidad se acenta al leer los poemas de su libro inicial: Para morirnos de otro sueo, escritos con un lenguaje sencillo y difano y, adems en un tono donde nos habla un portavoz pleno de incertidumbre inmerso en una atmsfera metafsica, tierna y nostlgica.
98

No dejo de considerar milagrosos, para mi vida sin rumbo claro, aquellos encuentros con la nica persona para entonces digna de ser escuchada sin interrupcin, excepto para preguntar algo realmente importante. Reynaldo vena de pasar varios aos en Europa, principalmente en Pars. Mencionaba frecuentemente al Quartier latin y a una serie de grandes poetas y artistas plsticos con quienes haba establecido amistad. Ya para esa poca, contaba con una profusa biblioteca en su antigua casa de Tocuyito, a la que tuve acceso y donde poda consultar un sinnmero de obras, tanto de la literatura mundial como de textos fundamentales del pensamiento universal: Budismo Zen, Hinduismo, yoga, taosmo y muchos otros. Pareca que era necesaria una vida extra para leerlos. Otro aspecto asombroso era y sigue siendo, su incansable dedicacin al estudio y enseanza de idiomas. Estudiamos bajo su tutela Italiano, Portugus, Cataln, Quechua y Esperanto. Un ao despus, ya comenzaba a esbozar mis primeros poemas que no sin temor enseaba al poeta, quien los lea sin expresar gesto y conclua instndome a continuar escribiendo mientras me recomendaba lectura, sobretodo de los clsicos, pero sin que dejara de abrirme a la vida, a mi vida. Al leer a los principales representantes de la poesa hispanoamericana, me top con la certeza de tener como amigo a un poeta que sin duda estaba dando algo verdaderamente nuevo a nuestra literatura. Algo no slo en lo formal, sino en la voz que trasciende el mbito de lo racional para volverse obra plstica. Adems de escritor, traductor y director cofundador de la revista Poesa, donde por ms de tres dcadas estuvo ofreciendo lo mejor de la poesa contempornea, en ese espacio en que las nuevas generaciones de poetas vendran a encontrar un firme asidero, nos sorprende su perseverancia para estudiar y completar, hasta ejercer con vocacin impasible la profesin de mdico. Lo ms gratificante de esta sorpresa fue constatar lo vivo que puede estar un poeta mientras no se engae conformndose con la aceptacin externa, ajustndose a lo convencional o a las corrientes literarias en boga. Lo autocrtico e irreverente en los trabajos de Prez S, no responde a ningn tremendismo caracterstico de una escritura irresponsable. Por el contrario, su bsqueda se basa en una pertinaz indagacin
99

de lo real y autntico, en medio de un mundo confuso y plagado de ilusos intentos de originalidad. As lo vemos de una publicacin a otra, siempre fiel a s mismo. De esto ltimo recibimos su mayor legado. Todo homenaje a este maestro siempre ser poco.

Reynaldo Prez S, Carlos Osorio Granado y Nelson Moraes (Ecuador, 1976).

100

POEMAS A REYNALDO PREZ S

Juan Liscano
POEMA NIO
a Reynaldo Prez S

Inmviles mujeres vegetales en torno al lecho mueven sus abanicos. El mira el mapa del muro empapelado, cuenta una y otra vez las vigas hasta confundirse, hasta perderse y quedarse dormido entre las hmedas sbanas de su fiebre. Hojas flabeladas, laciniadas. Seis palmeras para el juego y las enfermedades suscitan presencias de vainas cadas, canoas para las martimas; esbeltos talles anillados, altas serpientes erguidas en la selva. Oleaje del patio bajo las palmas, mar de baldosas hasta donde llega el olor de fiera y hormiguero de las selvas nubladas. La desaparecida casa resurge, entera, en cualquier parte del recuerdo.

101

Eugenio Montejo

SLO LA TIERRA
a Reynaldo Prez-S

Por todos los astros lleva el sueo pero slo en la tierra despertamos. Dormidos flotamos en el ter, nos arrastran las naves invisibles hacia mundos remotos pero slo en la tierra abren los prpados. La tierra amada da tras da, maravillosa, errante, que trae el sol al hombre de tan lejos y lo prodiga en nuestras casas. Siempre ser fiel a la noche y al fuego de todas sus estrellas pero miradas desde aqu, no podra irme, no s habitar otro paisaje. Ni con la muerte dejara que mis cenizas salgan de sus campos. La tierra es el nico planeta que prefiere los hombres a los ngeles. Ms que el silencio de la tumba temo la hora de resurreccin: demasiado terrible es despertar maana en otra parte.

102

Tefilo Tortolero

a Reynaldo Prez S

No vi lo terrible de la muerte porque acompandome su cierta pisada me fue concedida la desmesura que aturde al animal soleado y alegras ms lejanas que las palabras que las nombran la gracia de untar en mi pecho esta luz leve cancin que mi alma despierta sobre un campo de agosto.

103

Gabriel Jimnez Emn

a Reynaldo Prez-So

He llegado otra vez a este parque y me he sentado a or el ruido que hace mi conciencia. Al pararme y parpadear, al sentarme otra vez, al registrarme los bolsillos siento que algo se agrieta en otra persona, vasos y botellas caen de mesas que nunca he visto y se rompen sin hacer ruido. He venido a leer al parque y no puedo adelantar la lectura si un nio me mira, pues mis ojos me miran con los suyos y slo veo pginas blancas sobre mis manos. Si un pjaro vuela cerca de m No puedo verlo realmente, slo presiento su aleteo en mis odos? en un rbol situado detrs del sol? Ignoro asimismo por qu hiero la hierba con mis pasos y de dnde he sacado fuerzas Para igualarme a las hojas. El parque est ah siempre, aliviando mi tentacin. Y ahora no s si estoy en l.

104

Luis Alberto Angulo

XZ
a Reynaldo Prez S

le a Buda y a Lao-Tse consult el I Ching abandon todos mis deseos y vaci mi mente de intelecto me fui a la montaa sin soberbia regres a los hombres pero no encontr iluminacin ni mi opacidad alcanz la noche continu oyendo la gota de agua horadando la piedra y el estruendo de la hierba creciendo en mi alma me lleva el viento

105

J. M. Villarroel Pars, Eugenio Montejo, Reynaldo Prez S, Alejandro Oliveros, Tefilo Tortolero (Valencia, 1970). Foto: Hctor Lpez Orihuela.

106

REYNALDO PREZ S

Naci en Caracas, Venezuela, en 1945. Poeta, traductor, profesor, editor, y mdico. En 1960 se radica en Tocuyito, Carabobo, luego se traslada a Pars (1967-1969). Publica por primera vez sus poemas, en Zona Franca, y ms tarde en El Nacional. En 1971 publica en Monte vila Editores: Para morirnos de otro sueo. Este mismo ao funda con Alejandro Oliveros y otros poetas valencianos, la revista Poesa que ms tarde estar a su cargo por ms de cien nmeros. Se grada de Licenciado de Educacin en la Universidad de Carabobo y en la Universidad Federal de Ro de Janeiro, hace postgrado en Literatura Brasilera. Posteriormente realiz estudios de Medicina en la UC. Para 1986 aparece el libro Matadero y crea Ediciones Poesa. Funda la editorial Amazonia y la revista La Tuna de Oro. Publica: Reclamo (1992), Px (1996) y Solonbra (1998). En la dcada de los noventa fund y dirigi el suplemento literario La Bicicleta, encartado en el diario Notitarde. En 1998 se hizo merecedor del premio del concurso de cuentos del diario El Nacional, con Viento sur. Fue Jefe del Departamento de Literatura de la Direccin de Cultura de la Universidad de Carabobo, donde Imparti Talleres de Lectura de poesa desde 1976 hasta su jubilacin en 2000. Luego se residencia por algunos aos en Canarias, Espaa, especialmente en Tenerife donde ejerce Medicina del mar. Para 2007 vuelve a Tocuyito, no como poeta, sino como mdico. Fue el poeta homenajeado en el Noveno Encuentro Internacional POESIA Universidad de Carabobo Venezuela 2011, donde recibi la Orden Alejo Zuloaga Egusquiza en su nica Clase. Tambin se le rindi homenaje en la octava edicin del Festival Mundial de Poesa de Venezuela, 2011.

107

BIBLIOGRAFA

OBRA POTICA Para Morirnos de Otro Sueo. Monte vila Editores C.A. Caracas-Venezuela, 1970. Tanmatra. Edicin Particular. Caracas-Venezuela, 1972. Tanmatra. Ediciones de la Secretara de Cultura de la Gobernacin de Carabobo. Valencia-Venezuela, 1998. Nuevos Poemas. Universidad de Carabobo. Valencia-Venezuela, 1975. Reclamo. Editorial Amazonia. Valencia-Venezuela, 1992. 25 Poemas. Fondo Editorial Fundarte. Caracas-Venezuela, 1982. 25 Poemas. Fondo Editorial Fundarte. Caracas-Venezuela, 2011. Mirinda Kampo. Ediciones de la Secretara de Cultura de la Gobernacin de Carabobo. 1985. Matadero. Editorial Amazonia. Valencia, Venezuela, 1986. Px. Ediciones Poesa. Valencia, Venezuela, 1996. Solonbra. Ediciones Poesa. Valencia, Venezuela, 1998. Antologa Potica. Monte vila Editores C.A. Caracas, Venezuela, 2003. Aire Limpio. Ediciones de la Casa nacional de las Letras Andrs Bello. Caracas-Venezuela, 2011. Rosae Rosarum. Monte vila Editores C.A. Caracas-Venezuela, 2011. OTRAS PUBLICACIONES Fragmentos de un Taller, Ars Poetica. Editorial Amazonia. Valencia, Venezuela, 1990. Sucre: Estampido de Dios. Ediciones Separata. Valencia, Venezuela, 1995.
108

TEXTOS Y AUTORES

El texto Autorretrato de Reynaldo Prez S, apareci publicado en el Papel Literario del diario El Nacional en junio de 1997. La entrevista, Escritura de pjaro, fue realizada por los poetas venezolanos, Luis Alberto Crespo, Andrs Meja y Gonzalo Ramrez, con motivo del homenaje al poeta Reynaldo Prez S en el Octavo Festival Mundial de Poesa, Venezuela 2011. El ensayo, Descripcin de la poesa de Reynaldo Prez S, del poeta Juan Liscano, fue tomado de las ediciones Separata, editada por el Departamento de Literatura de la Direccin de Cultura de la U.C. Incluimos el clido texto que sirviera de presentacin a la primera edicin de Tanmatra (1972), escrito por el recordado amigo de los poetas de Poesa, Juan Snchez Pelez. Un Laberinto con cabras, es el ttulo del captulo que el poeta Guillermo Sucre le consagra en el ensayo La metfora del silencio (Revista Nacional de Cultura N 216, p. 47) a la poesa de Prez S. Del poeta Luis Alberto Crespo, es la nota, Reynaldo Prez S en la ventana. (Revista Nacional de Cultura N 216, p. 171). La nota Matadero de Reynaldo Prez S del poeta Luis Alberto Angulo, fue tomada de la revista Gen-T, N 1, 1987. Angulo, forma parte de la redaccin de Poesa y dirige la revista Zona Trrida del Departamento de Literatura de la Direccin de Cultura de la Universidad de Carabobo. Del poeta brasileo Armindo Trevisan, incluimos el ensayo que sirviera de prlogo a la Antologa Potica de Reynaldo Prez S, editada por Monte vila Editores Latinoamericana, 2003. Los movimientos de la rosa, es parte de un estudio indito que viene realizando el poeta Vctor Manuel Pinto sobre la poesa de Reynaldo Pres S. Pinto, es Director de Poesia y Coordinador del Encuentro Internacional POESIA Universidad de Carabobo junto con el poeta Carlos Osorio Granado.
109

El camino a la inversa de Aquilino, es del poeta y profesor Sergio Quitral, quien gentilmente lo escribi para este nmero. Parte de la presentacin para la antologa potica Aire limpio (Fundacin Casa Nacional de las Letras Andrs Bello, Caracas, 2011), que realizara el poeta Carlos Osorio Granado, fue tomada para incluirla en este nmero con el nombre Conocer un amigo. Osorio Granado, es el Subdirector de Poesa. Los poemas dedicados a Reynaldo Prez S, de los poetas Juan Liscano, Eugenio Montejo, Tefilo Tortolero, Gabriel Jimnez Emn y Luis Alberto Angulo, fueron recogidos por el equipo de la redaccin de Poesa.

110

POESA 154 Se termin de imprimir en los talleres de Cosmogrfica, C.A. el 18 de noviembre de 2011 en la ciudad de Valencia, Estado Carabobo - Venezuela