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Santiago Guijarro La Primera Evangelizacion Ediciones Sigueme Salamanca 2013

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SANTIAGO GUIJARRO

LA PRIMERA EVANGELIZACIN

EDICIONES SGUEME SALAMANCA 2013

Cubierta diseada por Christian Hugo Martn Ediciones Sgueme S.A.U., 2013 C/ Garca Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / Espaa Tlf.: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563 ediciones@sigueme.es www.sigueme.es ISBN: 978-84-301-1825-0 Depsito legal: S. 9-2013 Impreso en Espaa / Unin Europea Imprime: Grficas Varona S.A.

CONTENIDO

PRLOGO. Reconstruir la historia para renovar la memoria . 1. UNA HISTORIA DE LA PRIMERA EVANGELIZACIN ............. 1. La historia de quila y Prisca .................................... 2. Reflexiones acerca de la historia de quila y Prisca .... 2. LAS NOTICIAS SOBRE LA PRIMERA EVANGELIZACIN ......... 1. Catlogo de las fuentes ............................................... 2. Valor histrico de las fuentes ...................................... Apndice: Fuentes no cristianas sobre la primera evangelizacin ....................................................................... 3. EL IMPULSO DEL PRIMER ENVO ....................................... 1. Los envos misioneros en los evangelios ...................... 2. El impulso postpascual de la primera evangelizacin . 3. El modelo prepascual de la primera evangelizacin .... 4. Conclusin ................................................................. 4. LA PRIMERA EVANGELIZACIN EN LA TIERRA DE ISRAEL ... 1. La patria de origen y la dispora ................................ 2. La misin en Jerusaln ............................................... 3. La misin en Galilea .................................................. 4. La misin en el entorno de Judea y Galilea ................ 5. Conclusin ................................................................. 5. LA PRIMERA EVANGELIZACIN EN LA DISPORA ............... 1. La novedad de la primera evangelizacin ................... 2. El crisol de Antioqua ............................................. 3. La misin a las naciones .............................................

9 23 23 37 45 46 54 59 65 67 73 79 85 87 88 92 99 106 112 115 116 119 128

4. La misin a los judos ................................................. 5. La comunidad de Roma ............................................. 6. Conclusin ................................................................. 6. EL PROCESO DE CONVERSIN ............................................ 1. Adhesin y conversin ............................................... 2. Dos visiones del proceso de conversin ...................... 3. La conversin a un nuevo movimiento religioso ......... 4. La conversin como proceso ...................................... 5. Conclusin ................................................................. 7. EL PRIMER ANUNCIO ....................................................... 1. Tres evocaciones del primer anuncio ........................... 2. Cmo fue el primer anuncio? .................................... 3. Conclusin ................................................................. EPLOGO. Una memoria enriquecida .................................... Bibliografa ......................................................................... ndices .................................................................................

140 145 148 151 152 154 156 159 168 171 172 184 194 197 207 225

PRLOGO

RECONSTRUIR LA HISTORIA PARA RENOVAR LA MEMORIA

La primera evangelizacin es un acontecimiento del pasado que sigue teniendo vigencia en el presente. En cuanto acontecimiento del pasado, es un hecho histrico que puede ser reconstruido a partir de las fuentes. En cuanto acontecimiento histrico que sigue teniendo vigencia en el presente, ha dado lugar a un relato que forma parte de la memoria compartida del cristianismo. En este libro se estudia la primera evangelizacin considerando ambas dimensiones. Su propsito es realizar una reconstruccin histrica del acontecimiento del pasado con el objeto de renovar la memoria compartida sobre l en el presente. Antes de abordar esta tarea, sin embargo, es necesario precisar qu entendemos por primera evangelizacin y aclarar cmo se relacionan estas dos formas de acercarnos a ella. 1. LA PRIMERA EVANGELIZACIN En primer lugar, hemos de precisar a qu nos referimos cuando hablamos de la primera evangelizacin. Podemos hacerlo inicialmente afirmando que se trata de la misin que llevaron a cabo los primeros discpulos de Jess. La primera evangelizacin queda as situada en un marco histrico y social bien definido: el de la primera generacin de discpulos o generacin apostlica, que comienza despus de la muerte de Jess y concluye con la desaparicin de los que

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haban sido sus discpulos. La muerte de Jess, sucedida en torno al ao 30 d.C., y la incorporacin de nuevos miembros a los grupos de discpulos que continuaron su proyecto marcan el comienzo de esta nueva etapa. Una generacin no es slo un hecho cronolgico, sino ante todo un hecho social que se define por la vinculacin entre las personas que comparten las mismas vivencias y proyectos, y muy especialmente por la vinculacin de estas personas a un grupo de otros significativos que encarnan los rasgos del grupo generacional 1. En el caso de la primera generacin de discpulos, este grupo de otros significativos estaba formado por quienes haban conocido y acompaado personalmente a Jess, aquellos que, en palabras de Lucas, fueron desde el principio testigos oculares y luego se convirtieron en servidores de la palabra (Lc 1, 2). Lo que caracteriza a esta primera generacin es, por tanto, la presencia de los apstoles. Consecuentemente, el final de una generacin viene marcado por la desaparicin de ese grupo significativo de personas. En el caso de la generacin apostlica, la desaparicin de varios de los discpulos que haban tenido un papel importante en la primera generacin (Santiago, Pedro, Pablo, etc.) coincide con otro acontecimiento que caus un enorme impacto en el judasmo, y que afect decisivamente al naciente movimiento cristiano: la guerra juda, que termin con la destruccin de Jerusaln y de su templo en el ao 70 d.C. Este acontecimiento provoc una profunda crisis en el judasmo y puso fin a la corta vida de la iglesia de Jerusaln, que haba sido hasta entonces punto de referencia para las dems comunidades de discpulos de Jess. Todos estos
1. Cf. B. J. Malina, Timothy: Pauls Closest Associate, 26-29. La divisin del tiempo en periodos es una construccin cultural que depende de la tradicin en que han sido socializados aquellos que la hacen; cf. E. Zerubavel, Time Maps, 97. (Las referencias completas de los libros y artculos citados se encuentran al final del libro, en la Bibliografa citada).

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acontecimientos sealan el final de la generacin apostlica y el comienzo de una nueva etapa en la historia del cristianismo naciente. Uno de los rasgos ms caractersticos de esta generacin apostlica fue precisamente la intensa actividad misionera que desplegaron aquellos primeros discpulos de Jess. Comparada con la siguiente generacin y las posteriores, ms preocupadas por la consolidacin de las comunidades creadas durante este periodo, la generacin apostlica estuvo volcada hacia fuera y puso en marcha un programa misionero original, cuyas caractersticas no encontramos en las generaciones que vinieron despus2. 2. EL RELATO NORMATIVO DE LA PRIMERA EVANGELIZACIN El carcter originario de la primera evangelizacin hizo de ella una referencia fundamental para las comunidades cristianas. Por este motivo, desde muy temprano, el recuerdo de aquellos acontecimientos qued preservado en un relato que formaba parte de la memoria del grupo. Este relato no solo mantena vivo el recuerdo de los orgenes, sino que contribua a definir la identidad de las primeras comunidades cristianas. Ahora bien, el relato que los primeros cristianos fueron construyendo a partir de los acontecimientos recordados incorporaba una interpretacin de los mismos, de modo que algunos aspectos quedaron resaltados, mientras que otros quedaron en la penumbra. Con el tiempo, este relato se convirti en un relato normativo, es decir, en el marco en que se recordaba y actualizaba la primera evangelizacin3.
2. R. Trevijano, en Factores, oportunidades e incentivos para la misin en la Iglesia prenicena, afirma rotundamente: No consta que despus de san Pablo la Iglesia primitiva haya desarrollado un esfuerzo misionero consciente, formal o institucionalizado (p. 393). 3. La expresin relato normativo traduce un trmino acuado en la literatura sociolgica e histrica de lengua inglesa (master narrative). Desde

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Prlogo

Resulta instructivo observar cmo se fue configurando este relato en la Iglesia antigua. Sus principales rasgos se encuentran ya en la obra lucana. En la perspectiva de Lucas, el proyecto de la evangelizacin estaba diseado desde el comienzo de la actuacin de Jess. De hecho, aparece plasmado en su primera intervencin en la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 16-30), que prefigura la misin de los discpulos (Hch 13, 14-52). Este proyecto se va desplegando primero en la actuacin del mismo Jess, que envi a sus discpulos primero a los Doce (Lc 9, 1-6) y luego a los Setenta y dos (Lc 10, 1-12) para que anunciaran la buena noticia, y que despus de su resurreccin renov este encargo a aquellos mismos discpulos, los cuales dieron testimonio de l hasta los confines del mundo (Lc 24, 46-48; Hch 1, 8). En sus primeros captulos, el libro de los Hechos narra de forma ejemplar cmo el mensaje evanglico, gracias a la predicacin de los apstoles y a la accin del Espritu Santo, lleg a una enorme multitud (Hch 15). La obra lucana es una historia de la primera evangelizacin construida a partir de este relato normativo. En la Primera carta de Clemente, escrita en Roma a finales del siglo I d.C., es decir, en una fecha cercana a la publicacin de la obra de Lucas, encontramos la primera formulacin sinttica de este relato normativo. En l aparecen ya algunos de sus rasgos ms caractersticos, como son la continuidad entre la misin de Jess y la de sus discpulos, la referencia a una nica misin y el papel fundamental de la predicacin:
Los apstoles nos predicaron el evangelio de parte del Seor Jesucristo; Jesucristo fue enviado de Dios. En resumen, Cristo de parte de Dios, y los apstoles de parte de Cristo: una y otra cosa,
una perspectiva histrica, puede definirse como un esquema general que sirve para interpretar y escribir la historia (J. Appleby y otros, Telling the Truth about History, 232). Los relatos normativos ejercen una importante funcin social, pues contribuyen a dar sentido a la experiencia de los grupos.

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por ende, sucedieron ordenadamente por voluntad de Dios. As pues, habiendo recibido los apstoles los mandatos y plenamente asegurados por la resurreccin del Seor Jesucristo y confirmados en la fe por la palabra de Dios, salieron, llenos de la certidumbre que les infundi el Espritu Santo, a dar la alegre noticia de que el reino de Dios estaba para llegar. Y as, segn pregonaban por lugares y ciudades la buena nueva y bautizaban a los que obedecan el designio de Dios, iban estableciendo a los que eran las primicias de ellos despus de probarlos en el Espritu por inspectores y ministros de los que haban de creer (1Clem. 42, 1-4)4.

Este relato normativo es el que sirvi como marco de referencia a los cristianos del siglo II d.C. para recordar la primera evangelizacin. Se hallan vestigios de l en las obras de Justino, cuando habla de la doctrina de Cristo predicada por los apstoles en todas las naciones (Apol. I, 42, 4). Y tambin en los escritos de Ireneo de Lyon, segn el cual los apstoles enseaban a los paganos a abandonar los dolos de piedra y de madera a los que adoraban como dioses, y a adorar como Dios verdadero a aquel que cre e hizo toda la raza humana (Adv. Haer. 3, 5, 2-3). A finales de aquel siglo, encontramos en Tertuliano una formulacin ms elaborada de este mismo relato normativo, que integra detalles tomados de los evangelios, como el mandato mateano de ensear y bautizar a todos los pueblos (Mt 28, 18-20), o la noticia lucana de la eleccin de Matas (Hch 1, 15-26):
Cristo Jess, nuestro Seor, mientras viva en la tierra, l mismo declaraba lo que era, lo que haba sido, qu voluntad del Padre administraba, qu deberes prescriba al hombre, ya pblicamente, al pueblo, ya aparte a sus discpulos; de entre los cuales haba escogido, para tenerlos a su lado, doce principales, destinados como maestros para las naciones. Y as, cado uno de ellos, a los otros once, cuando l marchaba al Padre despus de la resu4. D. Ruiz Bueno (trad.), Padres apostlicos, Madrid 1979, 216.

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rreccin, les mand ir y ensear a las naciones, para bautizarlas en el Padre y el Hijo y el Espritu Santo. Al punto, pues, los apstoles nombre ste que significa enviados, aadiendo, echando a suertes, a Matas como duodcimo en lugar de Judas por la autoridad de la profeca que est en el salmo de David, una vez que obtuvieron la fuerza del Espritu Santo que se les haba prometido para realizar milagros y pronunciar palabras, atestiguada primero la fe en Jesucristo a travs de Judea y establecidas sus iglesias, marcharon desde all a todo el mundo y proclamaron a las naciones la misma doctrina de la misma fe. Y del mismo modo fundaron iglesias, una en cada ciudad, desde las cuales otras iglesias pasaron luego de una en otra el sarmiento de la fe y las simientes de la doctrina, y cada da se los siguen pasando para ser realmente iglesias. Y por este motivo tambin ellas mismas sern consideradas apostlicas, como nuevos brotes de las iglesias apostlicas (Praesc. Haer. 20, 2-6)5.

Por fin, el relato normativo adquiere su forma ms triunfalista en la primera gran historia del cristianismo, la Historia eclesistica que Eusebio de Cesarea compuso y public a comienzos del siglo IV d.C., poco despus de que el cristianismo hubiera sido ya reconocido como religin lcita en el Imperio:
As, indudablemente, por una fuerza y una asistencia de arriba, la doctrina salvadora, como rayo de sol, ilumin de golpe a toda la tierra habitada. Al punto, conforme a las divinas Escrituras, la voz de sus evangelistas inspirados y de sus apstoles reson en toda la tierra, y sus palabras en el confn de mundo. Efectivamente, por todas las ciudades y aldeas, como en era rebosante, se constituan en masa iglesias formadas por muchedumbres innumerables. Los que por sucesin ancestral y por un antiguo error tenan sus almas presas del antiguo morbo de la supersticin idoltrica, por el poder de Cristo y gracias a la enseanza de sus discpulos y a los milagros que la acompaaban, rotas sus penossimas prisiones, se apartaron de los dolos como de amos espantosos y
5. E. Alcover, De Praescriptione Haereticorum de Tertuliano, 266-268.

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escupieron todo politesmo demonaco y confesaron que no hay ms que un solo Dios: el creador de todas las cosas. Y a este Dios honraron con los ritos de la verdadera religin por medio de un culto divino y racional, el mismo que nuestro Salvador sembr en la vida de los hombres (Hist. Ecl. 2, 3, 1-2a)6.

Estos testimonios de autores que vivieron en un periodo de tiempo relativamente dilatado presuponen el mismo relato normativo. Aunque cada uno de ellos subraya algn matiz que responde a sus intereses particulares (la institucin de ministerios en el texto de Clemente; la fundacin de iglesias apostlicas, en el de Tertuliano; o el rechazo de los dolos, en el de Eusebio), todos tienen como marco un mismo esquema en el que pueden identificarse cuatro rasgos caractersticos. En primer lugar, se subraya la continuidad entre la misin de Jess y la de sus discpulos. En el pasaje de Clemente y en el de Tertuliano este aspecto aparece explcitamente. No as en el de Eusebio, pero ello se debe a que, como l mismo afirma, lo relativo a la actividad previa a la pasin y la eleccin de los apstoles lo ha explicado en el libro precedente (Hist. Ecl. II, prol. 2). En segundo lugar, se presupone una nica misin, que habra sido llevada a cabo por los apstoles. En el pasaje de Clemente, esta palabra tiene todava un sentido genrico, pero en el de Tertuliano se precisa que la primera evangelizacin fue obra de los Doce apstoles, una vez reconstruido el grupo con la eleccin de Matas. Eusebio, sin embargo, se la atribuye de forma ms genrica a los evangelistas inspirados y a los apstoles. En ningn caso se cuenta con la posibilidad de una misin plural. En tercer lugar, la accin evangelizadora consiste fundamentalmente en anunciar un mensaje: proclamar la buena noticia de la llegada del Reino (Clemente), dar testimonio
6. A. Velasco Delgado (trad.), Historia eclesistica I, Madrid 1973, 69-70.

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de la fe en Jesucristo y proclamar la fe en l (Tertuliano) o ensear (Eusebio). Es este mensaje el que provoca la conversin. Quienes lo acogen reciben el bautismo (Clemente y Tertuliano) y renuncian a los dolos adoptando los ritos de la religin cristiana (Eusebio). Por ltimo, el resultado de esta accin evangelizadora es la fundacin de nuevas iglesias. En el texto de Clemente este aspecto se refleja indirectamente en el hecho de establecer inspectores y ministros. En los de Tertuliano y Eusebio aparece de forma explcita como el principal objetivo de la accin misionera de los apstoles. 3. RECONSTRUIR LA HISTORIA Este relato normativo de la primera evangelizacin, que se fue fraguando en los primeros siglos del cristianismo, se convirti en un elemento constitutivo de la memoria de los orgenes cristianos y determin durante mucho tiempo la forma de interpretar y escribir la historia de dichos orgenes. Sin embargo, desde una perspectiva histrica no puede tomarse como punto de partida de una reconstruccin que pretenda acercarse a los acontecimientos con rigor y objetividad. Por eso, los historiadores prescinden de l a la hora de realizar su tarea. El objetivo que persigue una reconstruccin histrica de la primera evangelizacin es recuperar los datos que las fuentes antiguas nos han transmitido acerca de aquel acontecimiento y examinarlos crticamente, con el fin de elaborar, en la medida de lo posible, un relato contrastado de lo sucedido. Es importante precisar que se trata de una reconstruccin y que, por tanto, existe una distancia entre los acontecimientos sucedidos y el relato que puede hacerse de ellos a partir de los datos que han llegado hasta nosotros. El relato no es el acontecimiento, sino una representacin del mismo.

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Por eso, la reconstruccin histrica constituye siempre un ejercicio de interpretacin. No se puede recuperar el pasado sin interpretarlo. Esta forma de entender la reconstruccin histrica plantea inevitablemente la pregunta acerca del marco hermenutico en el que se realiza. Los historiadores han reflexionado ampliamente sobre este tema en los ltimos aos y reconocen que tambin ellos utilizan meta-relatos que determinan su interpretacin. La historia de la primera evangelizacin tambin ha sido escrita en el marco de diversos meta-relatos. Tradicionalmente se inscribe en un relato particular elaborado en un contexto confesional: la llamada historia de la Iglesia. Pero, al mismo tiempo, ha sido reconstruida en un marco cultural ms amplio, que sita dicho acontecimiento en la llamada Historia de la Antigedad7. En ambos casos, a pesar de todos los esfuerzos para alcanzar la mayor objetividad posible, la reconstruccin histrica es siempre un ejercicio de interpretacin. Un problema particular que se plantea a la hora de escribir una historia de la primera evangelizacin es el de la posibilidad de la actuacin de Dios en la historia. En el relato normativo de los orgenes, la accin de Dios es un elemento fundamental. Sin embargo, la historiografa contempornea pone entre parntesis o rechaza abiertamente esta interpretacin como mtica o acientfica, argumentando que el objeto de la reconstruccin histrica son los hechos que pueden ser comprobados empricamente. Ahora bien, desde una perspectiva cristiana, que ve en la historia el lugar privilegiado de la accin de Dios, el relato tradicional contiene un elemento del que no se puede prescindir. Por eso, aunque al analizar los datos y reconstruir los acontecimientos del pasado sea hoy irrenunciable utilizar de forma crtica los recursos de la historiografa prescindiendo de
7. Sobre las implicaciones de estas dos perspectiva, cf. las reflexiones de C. Markschies, Por qu sobrevivi el cristianismo en el mundo antiguo?, 74-83.

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todo de tipo de explicacin sobrenatural, quien realiza esta reconstruccin desde una perspectiva creyente sita los resultados de su investigacin en el marco ms amplio de esta hermenutica creyente de la historia8. Uno de los presupuestos de esta hermenutica creyente es la continuidad de la accin de Dios en la historia. Esta continuidad establece un vnculo particular entre algunos acontecimientos del pasado y la situacin presente de la comunidad creyente que los rememora, con la conviccin de que ambos momentos forman parte de una misma historia de salvacin. Gracias a este vnculo, aquellos hechos dejan de ser nicamente cosa del pasado y se convierten en verdaderos acontecimientos que afectan a la forma de entender y de vivir el presente. Este vnculo entre los hechos del pasado y la situacin presente es el que ha motivado nuestro estudio, pues el inters por conocer mejor la primera evangelizacin no ha surgido, en este caso, de una curiosidad erudita por explorar el pasado, sino de una preocupacin muy particular del momento actual: la invitacin a llevar a cabo una nueva evangelizacin9. Tal invitacin, hecha por Juan Pablo II y renovada por Benedicto XVI, que ha sido objeto de reflexin en el snodo de obispos celebrado recientemente, est en el punto de partida de este estudio sobre la primera evangelizacin, cuyo objetivo es recuperar histricamente un acontecimiento fundante de la vida de la Iglesia que, desde una perspectiva creyente, tiene relevancia para el presente.
8. A la historia, como a otras ciencias, se aplica el principio etsi Deus non daretur (como si Dios no existiera), que pone a Dios entre parntesis a la hora de analizar los datos y acontecimientos. Pero esto no implica la renuncia a una posterior hermenutica creyente de los mismos. Sobre este principio y su aplicacin en teologa, cf. A. Gesch, La paradoja del cristianismo, 18-27. 9. Sobre la historia de esta invitacin, la situacin inicial que la provoc y el sentido universal que ha alcanzado en el magisterio de Benedicto XVI, cf. F. Sebastin, Evangelizar, 17-40.

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4. PARA RENOVAR LA MEMORIA La relacin entre el acontecimiento del pasado y la situacin presente que motiva la indagacin histrica puede ser contemplada tambin desde otro punto de vista que ayuda a precisar el marco de este estudio. La invitacin a realizar una nueva evangelizacin revela una situacin particular de las iglesias cristianas, las cuales experimentan en su entorno una crisis de fe y de adhesin eclesial. En situaciones de este tipo, los grupos vuelven instintivamente su mirada hacia los orgenes, esperando encontrar en ellos las claves que les permitan discernir el presente y proyectar el futuro, as como las pautas que les ayuden a redefinir los rasgos ms genuinos de su identidad como grupo. Esta vuelta al pasado motivada por el deseo de redefinir la identidad del grupo subraya un aspecto particular de aquel acontecimiento histrico: el hecho de que se trata de los orgenes. Los orgenes de un grupo o de una sociedad tienen una importancia singular en la construccin de su identidad colectiva. Para saber quines son, los miembros de un grupo necesitan conocer sus orgenes. Por eso, todos los grupos elaboran un relato de sus orgenes y poseen ceremonias conmemorativas que ayudan a preservarlos10. En el cristianismo existe, como hemos visto, un relato normativo de la primera evangelizacin. Pero tambin existen ceremonias que mantienen vivo el recuerdo de aquel acontecimiento fundante11. Esto significa que la primera evangelizacin forma parte de la memoria colectiva del cristianismo y es un elemento clave a la hora de definir su identidad como grupo,
10. P. Connerton, How Societies Remember, 41-71, destaca la importancia de las ceremonias conmemorativas para preservar la memoria grupal. 11. Esta evocacin se hace explcita en las oraciones y en las lecturas de la fiesta de Pentecosts. As reza, por ejemplo, la oracin colecta de la misa del da: Oh Dios, que por el misterio de Pentecosts santificas a tu Iglesia extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espritu sobre todos los confines de la tierra, y no dejes de realizar hoy en el corazn de tus fieles aquellas maravillas que obraste en los comienzos de la predicacin evanglica.

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tal como lo expres ya de manera intuitiva Pablo VI en la encclica Evangelii nuntiandi cuando afirm que evangelizar constituye la dicha y vocacin propias de la Iglesia, su identidad ms profunda (n. 14). Debido al importante papel que juega en la definicin de la identidad del grupo, la memoria colectiva posee una enorme solidez y tiende a mantenerse estable. Pero en momentos de crisis, cuando un grupo necesita revisar o redefinir su identidad compartida, la reconstruccin histrica de los acontecimientos originarios puede prestar un servicio inestimable12. Entonces la reconstruccin crtica del pasado puede contribuir a revisar y renovar determinados aspectos de esta memoria que han sido olvidados o no se han considerado relevantes en otras circunstancias y que, no obstante, podran tener un enorme inters en nuevas situaciones. Los grupos construyen sus memorias de forma dinmica en relacin con las situaciones que les toca vivir. As, en un contexto de cristiandad, la memoria colectiva integra fcilmente la imagen de una primera evangelizacin en la que lo ms importante es el anuncio universal de un mensaje, tal como hemos visto que hizo Eusebio. Sin embargo, en un contexto poscristiano, en el que la Iglesia no goza de una hegemona social, esta memoria compartida puede incorporar una imagen de la primera evangelizacin que subraye la propuesta de vida que hicieron las primeras comunidades. La crisis que ha motivado la invitacin a la nueva evangelizacin hace necesaria una vuelta a los orgenes que permita renovar de forma creativa la memoria de la primera evangelizacin sobre la que se construye la identidad de la Iglesia. Ahora bien, la recuperacin crtica de los orgenes no es siempre una tarea confortable. Exige, ante todo, honestidad en la bsqueda. Tambin requiere una actitud de
12. Sobre las relaciones entre memoria social y reconstruccin histrica, cf. P.Connerton, How Societies Remember, 13-21.

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apertura y una disposicin positiva para recuperar aspectos que han sido relegados con el paso del tiempo. Reclama, en fin, cierta dosis de valenta para redefinir el imaginario que configura nuestra memoria de grupo. La invitacin a promover una nueva evangelizacin est suscitando en la Iglesia catlica numerosas reflexiones en las que, constantemente, se hace referencia a la primera evangelizacin. Todas ellas, al explicar el sentido del adjetivo nueva que la califica, aluden de una forma u otra a la primera evangelizacin, reconocindole un carcter fundante y un valor paradigmtico. Ahora bien, estas reflexiones en torno a la nueva evangelizacin recurren constantemente al relato normativo preservado en la memoria colectiva cristiana13. La revisin de este relato normativo a partir de un ejercicio responsable de reconstruccin histrica es, en mi opinin, una tarea saludable, si se quiere definir esta novedad en coherencia y continuidad con dicho pasado fundante. El propsito de este libro es contribuir a esa tarea.

13. Un buen ejemplo de ello son las constantes referencias a la primera evangelizacin en G.Augustin (ed.), El desafo de la nueva evangelizacin.

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