Derechos Fundamentales
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BIBLIOGRAFÍA
El presente trabajo trata de dar una visión histórica y preconstitucional como antecedente de la
actual regulación de la protección de los derechos fundamentales derivada del art. 53 de nuestro
texto constitucional. Además se hace un recorrido por los tres campos básicos de la protección
de los derechos fundamentales en el ámbito penal, laboral y civil, con referencias expresas de la
legislación aplicable al quedar sin efecto la Ley 62/78, por las derogaciones operadas por la Ley
de Enjuiciamiento Civil 1/2000, y la Ley de Procedimiento Laboral, aprobada por Real Decreto
Legislativo 2/1995. Quedando el trabajo completamente dedicado al nuevo cauce procesal que
para la defensa de los derechos fundamentales ha establecido la Ley de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa 29/98, con referencia a sus antecedentes, concordancias y jurisprudencia recaída,
para su mejor aplicación y comprensión
(5) José Antonio RAZQUIN LIZARRAGA: «Agotamiento de la vía judicial previa y coexistente del proceso especial
de la Ley 62/78 y el Contencioso-Administrativo Ordinario», publicado en REDA n.º 67.
el requisito del art. 43.1 de la LOTC, habiéndose agotado la vía judicial procedente.
Así lo entiende la STC, Sala 1.ª, 23/1984, de 20 de febrero (Ponente: Gomez-
Ferrer), confirmada por la STC, Sala 2.ª, 84/1987, de 29 de mayo. Pero para tener
cumplido el requisito de agotamiento de la vía judicial procedente, no basta sólo
con los dos requisitos enunciados sino que debemos adicionar el de existencia
de una perfecta correlación entre el amparo judicial y el amparo constitucional,
correlación que deriva de la configuración constitucional y legal del amparo como
un remedio subsidiario y está relacionada con el también requisito constitucional
de la invocación en la vía judicial previa del derecho fundamental cuya protección
se pretende; en definitiva, no cabe alterar el objeto de la pretensión, así la STC,
Sala 2.ª, 45/1982, de 12 de julio, Ponente: Truyol Serra. Por lo tanto, el amparo
constitucional debe acotarse a los actos, causa de pedir y pretensiones debatidas
en el proceso previo, por lo que la falta de correlación entre la vía judicial proce-
dente y el amparo constitucional implica el incumplimiento del requisito del art.
43.1 in fine de la LOTC.
Merece la pena detenerse en el análisis de la compatibilidad y simultaneidad entre
el recurso contencioso-administrativo especial de la Ley 62/78 y el proceso con-
tencioso-administrativo ordinario, que ha sido objeto de atención por la jurispru-
dencia del Tribunal Constitucional, en concreto las sentencias 42/1989 de 16 de
febrero y 48/1989 de 21 de febrero, Ponente: García-Mon.
-- Una primera cuestión es la relativa a la existencia de litispendencia entre
ambos recursos en los supuestos de duplicidad de vías judiciales previas,
tempranamente R. GÓMEZ-FERRER MORANT, señaló la improcedencia de
tal excepción procesal como causa de inadmisibilidad o como suspensión de
la tramitación del proceso ordinario posterior.
-- Una segunda cuestión serían los efectos de las sentencias, el efecto de cosa
juzgada. Si se trata de sentencia estimatoria del recurso especial, al anular el
acto impugnado, deja sin contenido el recurso contencioso ordinario, por falta
de acto impugnable u objeto del recurso contencioso-administrativo [art. 82 c)
de la LJCA 1956].
Si la sentencia es desestimatoria del recurso especial, operará como cosa juzgada
parcial respecto del recurso contencioso-administrativo ordinario, dando lugar a
la inadmisibilidad parcial de éste respecto de las infracciones que de los mismos
derechos fundamentales se aleguen en la vía contencioso-administrativa ordinaria,
en virtud de la causa prevista en el art. 82 d) de la LJCA 1956, por concurrir las
identidades a que se refiere el art. 1252 del Código Civil.
Si la sentencia es de inadmisión del recurso especial, habría que distinguir entre
la inadmisibilidad que no suponga pronunciamiento sobre el fondo, es decir, por
motivos formales que no comportaría efectos de cosa juzgada respecto al fondo
del asunto, Vg. Extemporaneidad.
(12) Jesús GONZÁLEZ PÉREZ, Comentarios a la Ley de Jurisdicción Contencioso-Administrativa, Segunda Edición
de 1994.
Como indica el auto de 10-07-1993 (RJ 1993/5651) del TS, la posibilidad de de-
clarar ad liminem litis la inadecuación de los recursos interpuestos en el procedi-
miento especial sobre protección de los derechos fundamentales de la persona,
cuando en el escrito inicial se omite totalmente la cita del derecho o libertad fun-
damental supuestamente vulnerados o se hace una cita meramente formularia,
pero no cuando, como ocurre en este caso, se hace en dicho escrito de interposi-
ción una exposición lo suficientemente amplia y razonada de los derechos funda-
mentales supuestamente vulnerados, pues lo contrario supondría trasladar a la
fase inicial del procedimiento la resolución de cuestiones que deben serlo, en el
sentido procedente, al final del mismo.
La actual regulación supone una novedad respecto de la contenida en la Ley
62/78, pues en ella no se establecía como requisito de admisión del recurso la
fundamentación del escrito de interposición; no obstante, a pesar de la ausencia
normativa indicada, la jurisprudencia la había exigido, imponiendo con ello un
análisis previo e inicial de la pretendida vulneración de los derechos fundamentales
alegados en el escrito de interposición con objeto de fiscalizar la adecuación del
procedimiento a la pretensión, pudiendo el órgano judicial pronunciarse sobre la
admisión antes de impulsar su tramitación; así se ha pronunciado tanto en el auto
anteriormente enunciado como en el de fecha 29 de abril de 1991.
Una vez analizado el escrito de interposición, corresponde entrar en el estudio de
los plazos de interposición que recoge el art. 115 de la LJCA.
Artículo 115. 1. El plazo para interponer este recurso será de diez días que se
computarán, según los casos, desde el día siguiente al de la notificación del acto,
publicación de la disposición impugnada, requerimiento para el cese de la vía de
hecho, o transcurso del plazo fijado para la resolución, sin más trámites. Cuando
la lesión del derecho fundamental tuviera su origen en la inactividad administrativa
o se hubiera interpuesto potestativamente un recurso administrativo, o, tratándose
de una actuación en vía de hecho, no se hubiere formulado requerimiento, el
plazo de días se iniciará transcurridos veinte días desde la reclamación, la presen-
tación del recurso o el inicio de la actuación administrativa en vía de hecho, res-
pectivamente.
La preferencia y sumariedad conlleva la no necesidad de agotar la vía administra-
tiva previa, mediante la interposición de los recursos administrativos, así como
acortamiento en los plazos. No obstante, no es óbice para que sea posible la in-
terposición potestativa de recursos administrativos, en este sentido las sentencias
del TS de 15 de junio de 1993 y 26 de octubre de 1994, RJ 1993/4594, RJ
1994/8233, al declarar la última de ellas «que la no necesaria del recurso de repo-
sición y demás recursos administrativos, así como la denuncia de mora, a que se
refiere la Ley 62/78, debe interpretarse en el sentido de que la previa interposición
de aquellos recursos administrativos, cuando así proceda de acuerdo con las reglas
del proceso contencioso-administrativo, tiene carácter potestativo para el actor»;
(14) Berta SANTILLAN PEDROSA, en obra conjunta dirigida por Enrique ARNALDO ALCUBILLA y Rafael
FERNÁNDEZ VALVERDE, Jurisdicción Contencioso-Administrativa, Comentarios a la Ley 29/98, Editado por
El Consultor 1998.
tación, que se reclamen los antecedentes para completarlo (art. 55.1 LRJCA).
Dicho plazo quedará en suspenso y el Juzgado a la Sala decidirá lo pertinente en
el plazo de tres días (art. 55.2).
Esta regla ya estaba prevista en el art. 70 de la LRJCA de 1956, si bien con la li-
mitación de que la solicitud de completar el expediente sólo se podía presentar
dentro de los diez primeros días para formular la demanda o la contestación. La
Ley de 1998, además de suprimir esta limitación, puntualiza que la Administración,
al remitir de nuevo el expediente, deberá indicar en el índice los documentos que
ha adicionado (art. 55.3).
Como señala Ángel MARTÍNEZ REIXACH, parece lógico que se deba poner en
conocimiento del órgano judicial la entrada del requerimiento, a efectos del
cómputo de los plazos del art. 48 de la LRJCA 1998 para la remisión del expediente
(18)
.
El art. 116 de la LRJCA establece en su punto tercero, una habilitación para que
desde el inicio, ya la Administración o los demás demandados, puedan solicitar
la inadmisión del recurso interesando la correspondiente comparecencia, con lo
que cuando sea oportuno se da lugar a la terminación de la tramitación inmedia-
tamente.
La nueva ley prevé que la falta de envío del expediente administrativo no suspen-
derá el curso de los autos (art. 116.4 LRJCA 1998). Y si se recibiera con posterio-
ridad a los cinco días señalados en el art. 116.1, se pondrá de manifiesto a las
partes por plazo de cuarenta y ocho horas, en el que podrán hacer alegaciones,
y sin alterar el curso de los autos; se trata en definitiva de cautelas para que se
hagan efectivos los principios de preferencia y sumariedad.
El art. 117 de la LRJCA de 1998 establece:
1.º-- Recibido el expediente o transcurrido el plazo para su remisión y, en su
caso, el emplazamiento a los demás interesados, el órgano jurisdiccional,
dentro del día siguiente, dictará acto mandando seguir las actuaciones o comu-
nicará a las partes el motivo en que pudiera fundarse la inadmisión del proce-
dimiento.
2.º-- En el supuesto de posibles motivos de inadmisión del procedimiento se
convocará a las partes y al Ministerio Fiscal a una comparecencia para dar la
tramitación prevista en este capítulo.
3.º-- En el siguiente día, el órgano jurisdiccional dictará auto mandando prose-
guir las actuaciones por esté trámite o acordando su inadmisión por inadecua-
ción del procedimiento.
(18) Ángel MENÉNDEZ REIXACH, en REDA número 100.
del art. 24.1 de la CE de 1978. Las menores garantías, como indica CLAVERO
ARÉVALO, sobre todo en el innecesario menor plazo para recurrir, en la imposibi-
lidad de ampliación del expediente y en la falta de entrega del mismo, llaman la
atención en el procedimiento especial para la defensa de los derechos fundamen-
(20)
tales en comparación con el proceso contencioso-administrativo ordinario .
Para finalizar este comentario indicar que el art. 118 de la LRJCA, al igual que el
art. 8.4 de la Ley 62/78, sustituye la entrega del expediente por la puesta de ma-
nifiesto del mismo. La falta de entrega se explica por ser común el plazo para
contestar para todas las partes y el Ministerio Fiscal, lo que a la brevedad de plazos
se suma la limitación de la puesta de manifiesto del expediente y demás actuacio-
nes.
Procede ahora el análisis de la demanda y su contestación. Lo que la LRJCA llama
demanda o escrito de demanda no es una demanda en sentido técnico --acto de
iniciación del proceso--, sino el escrito en el que el demandante formula la preten-
sión, que así se viene denominando por conservar la terminología de la Ley de
Enjuiciamiento Civil.
Como señala GONZÁLEZ PÉREZ, al contener la pretensión, no es un simple es-
crito de alegaciones de la parte demandante. No es un acto de instrucción del
(21)
proceso, sino el acto básico del mismo . De aquí las consecuencias que de
esta configuración derivan: del mismo depende la existencia del proceso y su ex-
tensión. Por tanto, la no presentación del escrito de demanda dentro del plazo
determina, no la caducidad de un trámite, sino la caducidad del recurso.
La peculiaridad del procedimiento para la defensa de los derechos fundamentales
se caracteriza por el objeto del mismo, al limitarse a asegurar el preservar o res-
tablecer los derechos o libertades que explican esta actuación especial, de con-
formidad con el art. 114.2.
Así el art. 114.2 reenvía en cuanto a la pretensión a las normas generales de los
arts. 31 y 32. Según éstos, nos encontramos con las siguientes alternativas de la
pretensión:
a) Declaración de no ser conforme a Derecho el acto o disposición impugnada.
b) Reconocimiento de una situación jurídica individualizada, así como la
adopción de las medidas adecuadas para el pleno restablecimiento de la misma.
c) La indemnización de daños y perjuicios si procede.
que tanto el Ministerio Fiscal, como las partes demandadas, puedan plantear, en
este trámite, cuestiones de inadmisibilidad con tres limitaciones:
1) Que no versen sobre lo ya decidido en el trámite de admisión.
2) Que no tengan carácter de previas.
3) Que se oiga al recurrente sobre tal cuestión, antes de dictar sentencia.
En este sentido la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias de 31
de julio de 1998, RJCA 1998/2817.
Después de la fase de alegaciones de las partes que pueden y deben realizarse
en un plazo de veinte días en total, procede el recibimiento de la prueba, así el
art. 120 de la LRJCA señala «Evacuado el trámite de alegaciones o transcurrido
el plazo para efectuarlas, el órgano jurisdiccional decidirá en el siguiente día sobre
el recibimiento a prueba, con arreglo a las normas generales establecidas en la
presente ley, y sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 57. El período probatorio no
será en ningún caso superior a veinte días comunes para su proposición y practi-
ca».
(25)
Como señala José Juan SUAY , la nueva regulación de la fase de prueba ya
estaba prevista en la anterior Ley 62/78, aunque en unos términos excesivamente
amplios y generales. Sin embargo la nueva regulación resulta más consistente,
así las cosas, cualesquiera de las partes pueden promover el recibimiento del
proceso a prueba en sus respectivos escritos de demanda y contestación, de
conformidad con el art. 60.1.
Aunque también puede el recurrente pedir que el recurso se resuelva sin proceder
a dicho trámite, lo que deja el pleito concluso para sentencia, si la parte demandada
no se opone (art. 57). En todo caso, el órgano jurisdiccional puede acordar de
oficio el recibimiento a prueba del proceso si lo estima pertinente (art. 61.1).
La única especialidad que recoge el art. 120 es la fijación de un plazo máximo de
veinte días comunes para la proposición y práctica de la prueba, regla a la sazón
que ya se encontraba en la Ley 62/78.
Por lo tanto se deberá estarse al régimen del art. 60 de la Ley en cuanto regula
la prueba en el proceso ordinario, por lo que señalaremos el momento procesal
oportuno para pedir el recibimiento a prueba, y la admisión y práctica de los medios
de prueba propuestos, se determina por las mismas normas que el proceso ordi-
nario.
nente pues en el apartado cuarto del art. 60 se hace una remisión explícita «a las
normas generales establecidas para el proceso civil».
caso del art. 23 CE en relación con el status de la función pública), su tutela exi-
giera analizar las normas de desarrollo.
Este criterio jurisprudencial se admite, entre otras, en la sentencia del Tribunal
Supremo de 19 de mayo de 1997 (La Ley 1997, 7674) cuando afirma «que es
necesario empezar advirtiendo la existencia de una jurisprudencia reiterada de
esta Sala que, en salvaguarda de la funcionalidad adecuada del proceso especial
de la Ley 62/78, y en evitación del posible uso abusivo del mismo, aprovechando
incorrectamente las ventajas de su carácter preferente, viene proclamando que
no cabe debatir en el mismo cuestiones de legalidad ordinaria»; que no procede
utilizar el proceso especial «cuando, para determinar la vulneración de un derecho
fundamental, es preciso, previamente, emitir un juicio de legalidad ordinaria»; y
que no existe inconveniente para que se pronuncie una decisión de inadmisión,
incluso en sentencia, cuando se evidencie sin más complejos análisis que un de-
terminado conflicto no afecta a un derecho fundamental, tutelable por el cauce
especial de la Ley 62/78.
En el mismo sentido las siguientes sentencias y autos RJ 1998/7844, RJ
1999/4203, RJ 1995/3002; RJCA 1998/3020; RJCA 1998/4403; RJ 1998/4914,
entre muchas, que mantienen la misma doctrina.
Teniendo en cuenta los principios recogidos en la exposición de motivos de la
LRJCA, se anticipa que va a ser polémica la interpretación de la confusa redacción
del actual art. 121, en su apartado segundo. Efectivamente, la exposición de mo-
tivos de la ley alude «a la necesidad de introducir importantes variaciones sobre
la normativa vigente, cuyo carácter restrictivo ha conducido, en la práctica, a un
importante deterioro de esta vía procesal. La más relevante novedad es el trata-
miento del objeto del recurso --y, por tanto, de la sentencia-- de acuerdo con el
fundamento común de los procesos contencioso-administrativos, esto es, contem-
plando la lesión de los derechos susceptibles de amparo desde la perspectiva del
ordenamiento jurídico. La Ley pretende superar, por tanto, la rígida distinción entre
legalidad ordinaria y derechos fundamentales, por entender que la protección del
derecho fundamental o libertad pública no será factible, en muchos casos, si no
se tiene en cuenta el desarrollo legal de los mismos».
(29)
Como bien señala Berta SANTILLAN PEDROSA , la exposición de motivos
critica la actuación de los Tribunales Contenciosos a la hora de delimitar cuál era
el objeto de debate procesal en el proceso especial de protección de los derechos
fundamentales.
No resulta de recibo criticar una de las características que desde el principio ha
aparecido como específica del procedimiento --que debe mantenerse para no
desvirtuar la esencia de este proceso-- y es que su objeto debe limitarse al análisis
(29) Berta SANTILLAN PEDROSA, en la anterior obra citada.
(31) José María ÁLVAREZ-CIENFUEGOS SUÁREZ, la Jurisdicción Contencioso Administrativa, publicada por El
Consultor en 1998.
Bases de Régimen Local 7/1985 operada por la Ley 11/99, como el allanamiento
es equivalente al ejercicio de acciones judiciales, corresponderá al Pleno o al Al-
calde de conformidad con la nueva dicción de los arts. 21 y 22 de la Ley de Bases
de Régimen Local 7/1985.
El momento procesal para presentar el allanamiento ha sido objeto de debates
doctrinales. Pero parece que en ningún caso cabe admitir un allanamiento tras
haberse desestimado la pretensión en primera instancia mediante sentencia.
En cuanto al reconocimiento total en la vía administrativa de las pretensiones del
demandante, comentando la Ley de 1956, los profesores GARCÍA DE ENTERRÍA
(33)
y T. R. FERNÁNDEZ se quejaban de que el sistema legal permitía un recono-
cimiento con caracteres de finalizador del procedimiento que otro acto ulterior
podría enervar, viéndose el particular con la carga de volver a iniciar el contencioso,
satisfacer al demandante extraprocesalmente y reproducir luego el acto litigioso
y así indefinidamente. En iguales términos se expresa el profesor GIMENO SEN-
DRA, aunque con más radicalidad, reclamando la naturaleza de cosa juzgada
para esta satisfacción extraprocesal a la que denomina autocomposición adminis-
(34)
trativa . Para este profesor nos encontramos ante un supuesto equivalente al
allanamiento, por lo que tiene que tener idénticas consecuencias.
Una de las novedades de la LRJCA, en este apartado, es el establecimiento de
un breve procedimiento contradictorio antes de dictar el auto, así el juez debe
comprobar la conformidad del demandado con el nuevo acto y su apreciación de
que se trata de un reconocimiento total de la pretensión. Igualmente habrá que
escuchar la posición de la Administración, y una vez que se complete este incidente
podrá dictarse ya el auto pertinente.
Sin embargo la nueva ley contempla una nueva exigencia al juez: comprobar que
el acto no infrinja manifiestamente la ley (art. 76 LRJCA). Se encuentra recogida
la satisfacción extraprocesal en la jurisprudencia del Tribunal Supremo --RJ
1993/7261--, en el ámbito de la jurisprudencia menor encontramos la sentencia
del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha --RJCA 1998/2422--,ésta
dictada en un procedimiento especial de la Ley 62/78.
Para terminar con los modos de terminación del proceso, nos resta el análisis del
art. 77 de la LRJCA, que no sólo regula uno de los modos de terminación del
proceso distinto de la sentencia, sino que introduce una técnica de autocomposición
--la conciliación-- a fin de que lleguen a conseguir las partes un acuerdo transac-
cional que implique la desaparición de la controversia. Desde una perspectiva
general, el art. 77, como dice Alfonso PÉREZ MORENO, es una ventana abierta
(33) GARCÍA DE ENTERRÍA Y TOMÁS RAMÓN FERNÁNDEZ, Curso de Derecho Administrativo, Tomo II, Madrid
1993.
(35)
en la Ley a los denominados «equivalentes jurisdiccionales» . Las formas de
alternativas o equivalentes jurisdiccionales posibles no están expresamente con-
templadas en la LRJCA. Cabe plantearse si el art. 77 hay que interpretarlo como
un todo referido a la conciliación o como consagrador de una diversidad de técnicas
de composición que confluyan en un acuerdo transaccional. En sus tres apartados
utiliza los términos acuerdo, transacción, conciliación. El art. 113, regulador de la
ejecución, se refiere únicamente a acuerdo. El art. 77 no implanta una conciliación
preventiva o previa al proceso, sino únicamente una conciliación intraprocesal,
es decir, dentro de un proceso iniciado y con la finalidad de ponerse fin.
La realidad es que la norma sólo está previniendo una fórmula de autocomposición
a instancia del Juez o Tribunal, de oficio o a solicitud de parte, para que los litigan-
tes intenten la conciliación mediante un acuerdo que implique desaparición de la
controversia. Conciliación intraprocesal a semejanza de la establecida por el art.
692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881, ahora art. 415 de la Ley 1/2000 de
Enjuiciamiento Civil, en la comparecencia en el juicio de menor cuantía, si bien
con importantes diferencias, entre las que son las más importantes, que en el
procedimiento contencioso-administrativo no es trámite preceptivo la comparecen-
cia para intentar el acuerdo; y que si las partes no secundan la propuesta del ór-
gano judicial sigue siempre el procedimiento. Tampoco se plantea la sugerencia
de este órgano como una exhortación ni, en ningún caso, cabe pensar que se
contemple una autocomposición con mediación judicial. En esta materia se debe
tener en cuenta la Ley 52/1997, de 27 de noviembre, sobre Asistencia Jurídica
del Estado, en su art. 5 contempla la posibilidad de que pueda proponerse una
solución extrajudicial del litigio, de ser ésta posible. El art. 9 señala la posibilidad
de que los Abogados del Estado asuman la representación y defensa en los pro-
cedimientos arbitrales de la naturaleza nacional o internacional, con el requisito
de autorización del titular del Departamento u Organismo Público afectado y con
el informe de la Dirección General del Servicio. Y el art. 7 señala, para desistir o
allanarse o apartarse de querellas, el requisito necesario es la autorización expresa
de la Dirección General del Servicio Jurídico del Estado.
Una vez analizadas las formas de terminación del proceso, procede el estudio de
los recursos contra los autos y sentencias en el procedimiento especial.
De conformidad con lo establecido en el art. 81.2 b), y siguiendo a Fernando LÓ-
(36)
PEZ RAMÓN , indicar que la específica consideración de este supuesto, que
se reitera en el art. 121.3, pudiera parecer innecesaria, habida cuenta de que los
asuntos relativos a derechos fundamentales, por su propia lógica, deben conside-
rarse de cuantía indeterminada y, en consecuencia, las sentencias dictadas en
los mismos susceptibles de apelación conforme al criterio general derivado del
(35) Alfonso PÉREZ MORENO, en REDA número 100.
art. 81.1 a) de la nueva ley. Sin embargo, considérese como señala el citado autor,
que el criterio de la cuantía no es tenido en cuenta, al excluirse de la apelación
las sentencias de los Juzgados en materia contencioso electoral [art. 81.2 b)],
parece haya de permitirse la apelación.
Al margen del anterior problema, el argumento de la cuantía indeterminada de los
asuntos relativos a derechos fundamentales y libertades públicas sirve para concluir
que las correspondientes sentencias de los Juzgados han de considerarse sus-
ceptibles de apelación, aunque hayan sido dictadas en el procedimiento conten-
cioso-administrativo ordinario y no en el procedimiento especial de defensa de
los derechos fundamentales.
Pero el Tribunal Constitucional en la STC 188/1994, de 20 de junio, dictada en
recurso de amparo deducido frente a la inadmisión de la apelación contra la sen-
tencia dictada conforme al procedimiento especial de la Ley 62/78 por la que se
acordaba la inadmisión de la apelación al considerar que el proceso especial no
alcanzaba la cuantía establecida en el art. 94.1 de la Ley Jurisdiccional de 1956.
Frente a esta postura el Tribunal Constitucional va a esgrimir, primero, un razona-
miento difícilmente criticable cual es la lógica consideración de los procesos rela-
tivos a los derechos fundamentales como procesos de cuantía indeterminada, lo
que se traducía en la posibilidad de recurrir en apelación. Y en segundo lugar,
que toda inadmisión de un recurso debía ser razonable, criterio que requería a su
vez tener en cuenta la naturaleza y finalidad del proceso en que se pretende el
ejercicio del recurso inadmitido.
Introduciendo así como señala Fernando LÓPEZ RAMÓN, un sorprendente criterio
de razonabilidad de las previsiones legales sobre apelación de las sentencias
dictadas en el procedimiento especial.
Criterio que el TC consideró infringido en el caso examinado, porque «siendo el
de la Ley 62/78 un procedimiento especialmente ideado para la defensa judicial
de los derechos fundamentales, no es razonable que, a los efectos de la apelación,
se esté mecánicamente al criterio y exigencias establecidas para el caso de los
recursos intentados en un procedimiento ordinario que, como es el caso del con-
tencioso-administrativo, aparece informado por el principio de la única instancia».
La regulación originaria contenida en la Ley 62/78 incorporaba un recurso de
apelación, como ahora, en un solo efecto, aunque ante el Tribunal Supremo y lo
que es más importante, solamente en su caso (art. 9.1). Lo que vino a entenderse
en el sentido de que el recurso de apelación sólo era posible si estaba previsto,
para el mismo caso, el recurso ordinario, esto es, no siempre, sólo si reúne los
requisitos relativos a la cuantía o la materia que son exigibles con carácter general
[STS de 26 de mayo de 1987].
La Ley 29/1998 rescata ahora el recurso de apelación. Y lo hace, además, con
carácter general, esto es, el recurso de apelación procede siempre, como literal-
El número 6 de nuevo reitera, como ya lo hicieran los textos de 1894, 1952 y 1956
y los proyectos de 1995 y 1997, la fórmula remisiva de que las costas causadas
en los autos serán reguladas y tasadas según lo dispuesto en la LEC. La remisión
a la Ley de Enjuiciamiento Civil la hace aplicable en nuestro proceso en la tasación
de costas.
Sin perjuicio de lo establecido en el art. 424 de la Ley de 1881 de Enjuiciamiento
Civil, de incluir sólo los honorarios de Letrado cuando su intervención resulta
preceptiva no siempre es regla cumplida. El Auto del Tribunal Constitucional
24/1993, dictada en recurso de amparo impugnatorio de la adjunción de la minuta
de letrado en un juicio de faltas, cuya actuación no es preceptiva, mantiene la in-
clusión valorada por la Audiencia, apoyándose en que la complejidad real del
asunto demandaba la presencia de letrado y, fundamenta esta decisión anómala,
además, en el art. 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal deja un amplio margen
de libertad a los Tribunales en esta materia.
a) El contenido sólo puede versar sobre dos aspectos: la prohibición o la mo-
dificación de las circunstancias de la reunión-lugar, tiempo, duración e itinerario,
siendo criterio preferente este último de acuerdo con el favor libertatis.
b) Debe dictarse por la autoridad competente. Dicha facultad de conformidad
con la LOFAGE, corresponde al Delegado del Gobierno, sin perjuicio de las
delegaciones que pudiera realizar a favor del Subdelegado del Gobierno.
c) De conformidad con la Ley 9/99 de reforma de la LODR, se requiere informe
del Ayuntamiento afectado, excepto cuando se trate de una convocatoria ur-
gente, a fin de que la Entidad Local informe en un plazo de 24 horas, sobre
las circunstancias del recorrido propuesto. En caso de no recibirse el informe
en plazo, se entenderá favorable. En todo caso, el informe no tendrá carácter
vinculante y deberá ser motivado.
d) Debe estar perfectamente motivada.
e) Por último, ha de notificarse a las partes en el plazo de cuarenta y ocho
horas.
Cuando los promotores de la reunión estén en desacuerdo con el contenido de
la resolución administrativa o aprecien defectos formales en su tramitación podrán
acogerse al procedimiento especial que regula el art. 122 LRJCA, constituye uno
de los procesos más eficientes y breves de los contemplados en el sistema de
control judicial.
De ahí que se utilice con carácter preferente al procedimiento especial de protec-
ción de derechos fundamentales cuya duración mínima, está calculada en ocho
meses. Y es la posibilidad que brinda actualmente la nueva regulación de la de-
fensa jurisdiccional de los derechos fundamentales, al permitir alegar cuestiones
de legalidad ordinaria y de constitucionalidad del acto en el mismo proceso.
Son competentes para su conocimiento las Salas de lo Contencioso-Administrativo
de los Tribunales Superiores de Justicia de la Comunidad Autónoma [art. 10.1 h)].
Están legitimados activamente para iniciar este proceso los promotores u organi-
zadores de la reunión. En cuanto a la legitimación pasiva, sólo se prevé a favor
de la Administración autora de la resolución en cuya representación acudirá el
Abogado del Estado.
Tampoco se requiere postulación, excepcionándose así la regla general impuesta
en el art. 23.2 de la LRJCA.
El procedimiento se inicia con la interposición del recurso contencioso-administra-
tivo ante el Tribunal competente. El plazo estipulado para ello es de 48 horas
desde la notificación de la resolución administrativa.
(33)
GARCÍA DE ENTERRÍA Y TOMÁS RAMÓN FERNÁNDEZ, Curso de Derecho
Administrativo, Tomo II, Madrid 1993.
(34)
Vicente GIMENO SENDRA, Derecho Procesal Administrativo, Valencia 1993.
(35)
Alfonso PÉREZ MORENO, en REDA número 100.
(36)
Fernando LÓPEZ RAMÓN, en REDA número 100.
(37)
Juan José SUAY RINCÓN, en REDA número 100.
(38)
Antonio MARTÍNEZ MARÍN, en REDA, número 100.
(39)
M.ª Teresa CARBALLEIRA RIVERA, en REDA número 100.