GUi AJEFETROPA
GUi AJEFETROPA
GUi AJEFETROPA
Aunque los ejemplos y situaciones de "Guía para el Jefe de Tropa" se refieren a la edad en
que el muchacho puede pertenecer a la Tropa de Scouts, la obra tiene una proyección de
gran utilidad para todos los Dirigentes Scouts, inclusive de las Secciones Femeniles. Es por
ello que nuestro Reglamento incluye esta obra entre aquellas que todo Dirigente Scout, a
cualquier nivel, debe conocer.
La Asociación edita este título como un homenaje más al Fundador, con motivo del 75
Aniversario del Movimiento Scout.
El Editor.
A manera de Prólogo
No hay que preocuparse del volumen de este libro.
El Escultismo no es ciencia abstracta ni difícil; antes bien es juego alegre si se le aborda por
el lado bueno. Al mismo tiempo es instructivo y (como la misericordia) beneficia tanto al
que da como al que recibe.
En este mundo, las niñas son de mucha importancia, pues cuando las madres de la nación
son buenas ciudadanas y mujeres de carácter, se preocupan de que sus hijos no carezcan
de estos atributos. Según marchan las cosas, se hace indispensable el adiestramiento para
ambos sexos, y se imparte por medio de actividades de los Scouts y de las Guias. Los
principios son los mismos, tanto para los varones como para las niñas; la única diferencia
estriba en cuestión de detalles.
En una de sus novelas, el escritor inglés A. S. M. Hútchinson, sugiere que lo que la juventud
necesita es ambiente sano; pues éste se lo proporciona el Escultismo y es el mismo que
Dios ha brindado a todo el mundo: aire libre, felicidad y oportunidad de ser útil.
Sin duda alguna, el Jefe de Tropa al iniciar a sus muchachos en las actividades del
Escultismo, se impone el deber de participar en esa misma felicidad y utilidad. Descubre que
Si se espera que este libro indique los peldaños para subir hasta la cúspide de una perfecta
sabiduría, se sufrirá un desengaño.
Me propongo simplemente delinear, a guisa de sugestión, lo que hemos encontrado que nos
podría dar buenos resultados y las razones que lo justifican.
Un hombre lleva a la práctica las sugestiones que se le hacen con tanto mayor afán cuanto
mejor comprenda los fines de ellas.
Así es que gran parte de estas páginas se referirán preferentemente a los objetivos de los
pasos y no a sus detalles; éstos podrán ser colegidos por el principiante, ayudado por su
propio ingenio y en consonancia con el ambiente que lo rodea.
El Escultismo no es ciencia abstracta ni difícil; antes bien es juego alegre si se le aborda por
el lado bueno. Al mismo tiempo es instructivo y (como la misericordia) beneficia tanto al
que da como al que recibe.
En este mundo, las niñas son de mucha importancia, pues cuando las madres de la nación
son buenas ciudadanas y mujeres de carácter, se preocupan de que sus hijos no carezcan
de estos atributos. Según marchan las cosas, se hace indispensable el adiestramiento para
ambos sexos, y se imparte por medio de actividades de los Scouts y de las Guías. Los
principios son los mismos, tanto para los varones como para las niñas; la única diferencia
estriba en cuestión de detalles.
En una de sus novelas, el escritor inglés A. S. M. Hútchinson, sugiere que lo que la juventud
necesita es ambiente sano; pues éste se lo proporciona el Escultismo y es el mismo que
Dios ha brindado a todo el mundo: aire libre, felicidad y oportunidad de ser útil.
Sin duda alguna, el Jefe de Tropa al iniciar a sus muchachos en las actividades del
Escultismo, se impone el deber de participar en esa misma felicidad y utilidad. Descubre que
ha emprendido una labor mucho más elevada de lo que se imaginó al comenzar, puesto que
se da cuenta de que rinde un servicio a Dios y a la humanidad, servicio digno de que le
consagre toda su vida.
Si se espera que este libro indique los peldaños para subir hasta la cúspide de una perfecta
sabiduría, se sufrirá un desengaño.
Me propongo simplemente delinear, a guisa de sugestión, lo que hemos encontrado que nos
podría dar buenos resultados y las razones que lo justifican.
Un hombre lleva a la práctica las sugestiones que se le hacen con tanto mayor afán cuanto
mejor comprenda los fines de ellas.
Así es que gran parte de estas páginas se referirán preferentemente a los objetivos de los
pasos y no a sus detalles; éstos podrán ser colegidos por el principiante, ayudado por su
propio ingenio y en consonancia con el ambiente que lo rodea.
Poco antes de que estallara la primera Guerra Mundial, Baden-Powell había preparado y
dirigido un curso para Jefes de Tropa. Para poder dar este curso, hizo unos apuntes relativos
al adiestramiento de muchachos mediante el Escultismo. Después de terminado el conflicto
se le sugirió que esos apuntes bien podrían ser publicados en forma de libro. Los revisó a la
luz de la experiencia que se había adquirido, pues de mil maneras la guerra fue una prueba
por la cual pasó el adiestramiento del scout y fue así como, en 1920, apareció la obra
originalmente escrita en inglés con el título de "Aids to Scoutmastership" (Guía para el Jefe
de Tropa).
En aquel mismo año se celebró en Londres el primer Jamboree mundial de scouts, con el fin
de fundar y estimular la fraternidad mundial de los Scouts. En dicha reunión, Baden-Powell
fue aclamado espontáneamente como Jefe Scout del mundo, honor que él siempre
consideró como el más elevado de todos los que había recibido.
La edición mundial de esta "Guía Para el Jefe de Tropa", se ciñe a este último análisis. El
material de las primeras ediciones ha sido amoldado ligeramente para que se conforme a
ella, y se han llenado unos cuantos vacíos con párrafos tomados de otras obras de Baden-
Powell. En vista del propósito que persigue esta nueva edición, para elevarla del plan
nacional al internacional se ha evitado hacer referencias a ciertas prácticas educativas
inglesas, tan en boga en la tercera década de este siglo, pero que ya no son ni pertinentes
ni oportunas. El trabajo de redacción en inglés fue ejecutado con toda idoneidad por William
Hillcourt, miembro del personal de redacción de los Boy Scouts de Estados Unidos, quien
durante su vida de Escultismo ha seguido con asiduidad y orgullo el sendero que abrió B.-P.
Nos es grato dejar constancia del reconocimiento de que es acreedora Lady Baden-Powell,
quien generosamente ha dado su consentimiento y estímulo para que pudiera prepararse
esta edición.
Mi propio y firme criterio es que el Escultismo, por todo el mundo, necesita tornarse hacia la
idea original y simple de que es un juego, que ayudará al auto desarrollo del muchacho con
la más mínima intervención posible por parte de los adultos. Si nosotros, que nos hemos
Apoyada en este criterio, la presente edición de "Guía para el Jefe de Tropa" sale ahora a
la luz pública. Acariciamos la esperanza de que esta obra ha de contribuir a mantener vivo
el verdadero espíritu del Escultismo, tal cual lo vislumbró su Fundador. Nuestro anhelo es
que ayude a los Jefes de Tropa, en todo el mundo, a comprender los fines y métodos de
nuestras actividades.
J.S. WILSON
EL JEFE DE TROPA
Como palabra preliminar de aliento para los que aspiran a ser Jefes de tropa, quisiera
desvanecer el concepto errado que usualmente se tiene sobre que, para llegar a lucirse
como Jefe de Tropa, el individuo debe ser émulo del admirable caballero Crichton, es decir,
ser sabio... No hay tal cosa.
Sencillamente, lo que sí debe ser es hombre-muchacho, esto es:
1) Poseer espíritu de muchacho y saber, como primera medida, colocarse en su plano;
2) ser consciente de las necesidades, perspectivas y deseos inherentes a las distintas
edades de los muchachos;
3) tratar con el muchacho individualmente, y no en conjunto, y
4) fomentar el espíritu de cooperación para obtener los mejores resultados.
Con referencia al primero de estos puntos, es de saber que el Jefe de Tropa no tiene que ser
ni maestro de escuela, ni oficial de mando, ni director espiritual, ni tampoco instructor. Todo
lo que se requiere es el don de saber gozar con provecho del aire libre, compenetrarse del
anhelo de los muchachos, y tener el tino de encontrarles otras personas que los encarrilen
en la debida dirección, ya sea con respecto a materia de señales o de dibujo, del estudio de
la naturaleza o de la exploración.
Tiene que hacer las veces de hermano mayor, esto es, considerar las cosas desde el punto
de vista del muchacho, aconsejarlo, y guiarlo por el buen sendero, transmitiéndole
entusiasmo. Como un verdadero hermano mayor, debe apreciar el valor de las tradiciones
de su familia y procurar que las conserve, aún cuando para ello necesité emplear mucha
firmeza. Eso es todo. El Movimiento es una confraternidad de alegría, tanto más jovial
cuanto que en el juego del Escultismo se hace una gran obra para los demás: combatir el
engendro del egoísmo.
Con respecto al segundo punto, diremos que existe por ahí gran variedad de manuales que
tratan de los aspectos sucesivos de la vida del adolescente.
En cuanto al tercer punto, la misión del Jefe de Tropa -de suyo muy interesante- es procurar
que el muchacho muestre sus recónditos sentimientos e imponerse sutilmente de lo que
anida en su alma. Logrado esto, debe asir lo bueno que encierra su ser, para desarrollarlo a
fin de que elimine lo malo. Por malo que sea el carácter de una persona, siempre hay en él
un lado bueno. El juego consiste en acertar a descubrir esa buena semilla; saber cultivarla y
abonarla, para que llegue a fructificar con mayor abundancia. Esto no es instruir a la
mentalidad joven; es educarla.
Por lo que hace al cuarto punto: en el adiestramiento para el Escultismo, el Sistema de
Patrullas refleja en su conjunto la expresión del adiestramiento individual, que en la práctica
indica todo lo que al muchacho se le ha enseñado.
El Sistema de Patrullas cuenta también con un valioso elemento para la formación del
carácter, si se sabe aprovecharlo como se debe. Mueve a cada muchacho a tratar de asumir
alguna responsabilidad personal por el bien de su Tropa. Induce a cada patrulla o tropa a
preocuparse del descargo de alguna misión bien definida que sea de provecho para la Tropa.
Interpretando este espíritu, el Jefe de Tropa queda en condiciones de juzgar, no solamente
su propia instrucción, sino también sus ideas con respecto a la perspectiva moral de sus
Del ejemplo personal del Jefe de Tropa depende en gran medida su éxito en el
adiestramiento del muchacho. Es asunto fácil llegarse a convertir uno en héroe, así como lo
es el insinuarse como hermano mayor del muchacho. A medida que el tiempo nos aleja de
nuestros días juveniles, se nos va olvidando la gran capacidad que posee la juventud para
admirar a sus héroes.
El Jefe de Tropa, quien para sus muchachos es un héroe, tiene en sus manos una poderosa
palanca para su desarrollo; pero esto también le impone una seria responsabilidad. Los
muchachos no tardan en descubrirle alguna característica o rasgo, no importa cuán
pequeño, provenga éste de alguna virtud o de algún defecto. El afán de imitar innato en los
muchachos inconscientemente hace suyos sus gestos, los modales que muestre, su ceño, su
felicidad radiante, o su mirada de impaciencia; su voluntad para disciplinarse o flaquezas
morales... No sólo se fija, sino que lo imita.
Por lo tanto, para lograr que cumplan en todo el espíritu de los cánones de la Ley Scout, es
preciso que el Jefe de Tropa la observe él mismo con escrupulosidad en todos los actos de
su vida. De este modo bastará apenas una palabra suya para que los muchachos acaten sus
indicaciones.
La tarea del Jefe de Tropa se asemeja al juego de golf, a la siega y a la pesca con anzuelo.
Si uno se precipita, no llega a ninguna parte: ni siquiera hasta donde llegaría aún movido
por impulso apático... Pero es necesario actuar. De nada sirve permanecer inmóvil. La
disyuntiva es: avanzar o estancarse. Por consiguiente, avancemos.., y hagámoslo
jovialmente.
Lealtad al Movimiento
El Jefe de Tropa debe recordar que además de su deber en particular para con sus
muchachos, tiene otro en general para con el Movimiento. Nuestra intención de convertir a
los muchachos en buenos ciudadanos tiende a beneficiar a la nación, pues así ésta podrá
contar con hombres viriles y dignos de confianza, cuya concordia y espíritu de rectitud la
mantengan unida en el interior y en paz con los vecinos.
Investidos del deber de enseñar la abnegación y la disciplina, mediante la propia práctica y
el ejemplo, es preciso que los Jefes de Tropa estén por encima de mezquinos resentimientos
personales, y deben tener tal amplitud de criterio que les permita subordinar sus propios
puntos de vista a una norma de pensamiento más elevada. A ellos les toca enseñar a sus
muchachos a ser ecuánimes, cada uno en su respectiva órbita, como piezas del engranaje
de una maquinaria. Cada Jefe de Tropa tiene señalada su esfera de trabajo, y cuanto más se
dedica a él, tanto más responderán los scouts al adiestramiento. Luego, tornando la mirada
a los propósitos más elevados que persigue el Movimiento, o a los efectos de la labor diez
años más tarde, será posible aquilatar en su justa proporción los detalles de hoy.
Cuando un Jefe de Tropa no quiere seguir concienzudamente la línea de conducta requerida,
la única actitud varonil que debe adoptar es decirlo sin ambages a su Comisionado o a la
Oficina Nacional, y si no se pueden arreglar las cosas, entonces renunciar al puesto. En
primer lugar, cuando entró a desempeñarlo lo hizo con los ojos abiertos, y resulta peregrino
que, si después encuentra que no le satisfacen los detalles, se queje de que la culpa de todo
la tienen los superiores.
Afortunadamente, en nuestro Movimiento, debido a la descentralización y a que se deja a
las autoridades locales libertad de acción, suprimimos muchos de los trámites engorrosos
que siempre han sido causa de fricciones y quejas en muchos organismos.
También tenemos la buena fortuna de contar con un cuerpo de jefes de tropa de amplio
criterio en su perspectiva y en la lealtad que en general le guardan al Movimiento.
Una vez cierto individuo se atrevió a decirme que el hombre más feliz de la tierra era él y
tuve a bien informarle que había otro aún más feliz que él: yo.
No vaya a suponerse que en la consecución de esta felicidad no nos salieron al paso mil
contrariedades. Todo lo contrario.
EL MUCHACHO
El primer paso que se debe dar para el éxito en el adiestramiento de un scout es tratar de
conocer algo de la vida de los muchachos en general y luego la de ése en particular.
Cierto doctor inglés (Saleeby) hablando en Londres ante la Sociedad de Ética, dijo lo
siguiente: "El primer requisito para que un maestro tenga éxito es conocer la naturaleza del
muchacho. Ni el niño ni la niña son reproducciones en pequeño de un hombre o de una
mujer; ni una hoja de papel en blanco sobre la que el maestro debe escribir. No. Todo niño
tiene su propia curiosidad peculiar, hija de su inexperiencia, es decir, una mentalidad
misteriosa para el adulto, que necesita ayuda atinada, estímulo y modelación, o
modificación y hasta restricción."
En lo que sea posible, será bueno recordar cuáles eran las ideas de uno cuando era
muchacho, para poder entender mejor sus sentimientos y anhelos. Habrá que tomar en
consideración las siguientes cualidades del muchacho:
Genio. Debe tenerse presente que un muchacho por naturaleza siempre está rebosante de
buen humor. Puede que éste se incline a lo superficial, pero siempre le hace apreciar una
broma o un chascarrillo, y ver el lado cómico de las cosas. Esta actitud permite al que
trabaja con muchachos contar con una oportunidad placentera y radiante para facilitarle su
obra, y lo habilita además para hacerse compañero jovial con sólo participar en la alegría de
la ocasión, en vez de que se le tome por capataz.
Valentía. Generalmente el muchacho está pleno de ánimo a más de no ser miedoso. Por
naturaleza no es quejumbroso, aunque más tarde llegue a serlo, cuando haya perdido el
respeto a si mismo o cuando ha frecuentado la compañía de los quejosos.
Confianza. El muchacho por lo general tiene suprema confianza en sus propias facultades.
Por lo tanto, no le gusta que se le trate como si fuera chicuelo, ni que se le diga que haga
las cosas o la manera de hacerlas. Prefiere ensayar por su propia cuenta, aunque se
equivoque; pero precisamente al cometer errores adquiere experiencia y forja su carácter.
Agudeza. Raro es el muchacho que no sea más perspicaz que un lince. Es fácil instruirle en
lo relativo a la observación, fijar la atención en las cosas y deducir el significado de éstas.
Amor a la aventura. El muchacho que habita en la ciudad es casi siempre más inquieto
que sus hermanos del campo, debido a los sucesos que a diario ocurren en la ciudad, tales
como el paso raudo de un coche de bomberos que acuden a un incendio, o una viva pelea
entre dos de sus vecinos, etc. No puede permanecer en una colocación por más de uno o
dos meses, pues bien pronto le entra el irresistible deseo de cambiar de posición.
Lealtad. Ésta es una de las características del muchacho que debe inspirar esperanza
ilimitada en él. Los muchachos son generalmente amigos leales entre si, y de ese modo la
amistad es en cada uno de ellos casi natural. Es lo único que considera como deber. Puede
dar la impresión de ser egoísta; pero, por regla general, debajo de esa superficie, siente un
ansia por ayudar a los demás, y éste es el terreno fértil que nuestro adiestramiento de
Escultismo trata de cultivar.
A juzgar por mi propia experiencia, yo diría que los muchachos viven en un mundo aparte
exclusivamente suyo... un mundo que ellos se han hecho para sí mismos; y en ese mundo
no tienen cabida ni los maestros ni las lecciones. El mundo del muchacho tiene sus propios
acontecimientos y normas, códigos y chismes y opinión pública.
"Contra el viento y marea por parte de maestros y padres, los muchachos se mantienen
leales a su propio mundo. Obedecen su propio código, por diferente que sea al que se les
inculca en el hogar y en el aula. Prefieren sufrir contentos el martirio que los adultos les
infligen a ser desleales a su propio código."
"El código del maestro, por ejemplo, ordena el silencio, precaverse de los peligros y la
conducta decorosa. El código de los muchachos es diametralmente opuesto: prescribe la
Bulla, los riesgos y el tumulto.
"¡Diversión, pleitos y hartazgos! Éstos son los tres elementos principales del mundo del
muchacho. Son fundamentales. Son por los que verdaderamente se preocupa, y no tienen
nada que ver con maestros ni con libros de texto."
"Según la opinión pública en el Reino de los Muchachos, eso de sentarse durante cuatro
horas diarias, en un cuarto, ante un pupitre, es una miserable pérdida de tiempo y de sol.
¿Habrá alguien que sepa de algún muchacho, (uno natural y saludable) que haya conocido
algún muchacho que, interrumpiendo su retozo al aire libre, vaya y suplique a la mamá que
le permita sentarse en la sala?"
"Que siga librándose la batalla entre el código de los maestros y el de los muchachos. Éstos
vencerán en lo futuro como han vencido en lo pasado. Pocos de entre ellos se someterán y
"¿Acaso no es cierto, como la historia lo confirma, que a Edison, quien patentó mil
invenciones suyas, cuando era niño lo despachó a su casa el maestro con una nota en la
que decía de él que era 'demasiado estúpido' para aprender?"
"¿No es cierto que los maestros de escuela consideraban torpes a Newton y a Darwin,
quienes más tarde enunciaron célebres teorías científicas?"
"¿Es que no es posible tratar a los muchachos como tales? ¿No podríamos adaptar la
gramática y la historia, la geografía y la aritmética, a las necesidades del mundo de los
muchachos? ¿No podríamos traducir nuestra sapiencia de adultos al lenguaje de la vida de
ellos?"
"¿Es que no está anteponiendo la acción a los estudios, como debe hacerlo? ¿No es en
realidad un pequeño obrero sorprendente que se desempeña por sí solo, a falta de
inteligente dirección?"
"¿No seria infinitamente más apropiado que por algún tiempo los maestros dedicaran sus
estudios a analizar las maravillas de la vida del muchacho que por el momento tratan en
vano de doblegar y reprimir?"
"¿Por qué nadar contra la corriente, si ésta, al fin y al cabo, corre en el mismo sentido que
uno desea ir?"
"¿No es hora ya de que adaptemos y armonicemos nuestros fútiles métodos a los hechos
incontestables? ¿Por qué hemos de insistir en comentar plañideramente: "cosas de
muchacho", en vez de regocijarnos de la energía, ánimo e iniciativa que tan admirablemente
despliegan los muchachos? ¿Y cuál tarea puede ser más noble y más íntima, para el
verdadero maestro, que la de encauzar alegremente las fuerzas salvajes de la naturaleza
del muchacho por las sendas del servicio a la sociedad?"
Cuando se ha granjeado la simpatía y apoyo de los padres del muchacho y los ha inducido a
formar consorcio con él en el desarrollo de un interés más pleno por la obra de la Tropa y el
objetivo del Movimiento, entonces la labor del Jefe de Tropa se vuelve proporcionalmente
liviana.
De vez en cuando pueden presentarse en el hogar influencias malignas que deben ser
contrarrestadas. Además existen otras tentaciones contra las cuales el instructor del
muchacho tendrá que estar listo a entrar en lid. Mas, si ya está advertido de ellas,
probablemente lo encontrarán preparado a emplear métodos para que no ejerzan
maleficencia en los muchachos de que se hace cargo, y de esta manera poder desarrollar su
carácter del mejor modo.
El fumar y el daño que causa al adolescente; el juego de azar, con todo el séquito de
jaranas que lo acompaña; los perjuicios del alcohol y de pasar el tiempo con muchachas;
falta de aseo, etc... Todo esto sólo puede ser corregido por el Jefe de Tropa que conoce el
ambiente a que están acostumbrados sus mozalbetes.
El delito juvenil no es por naturaleza innato en el muchacho, sino que brota del espíritu
aventurero que le es inherente, de su propia torpeza, o de su falta de disciplina, según la
idiosincrasia del individuo.
El mentir natural es otro de los defectos que abundan entre los muchachos, y, por
desgracia, una enfermedad extendida por todo el mundo. Se encuentra en las tribus
salvajes, particularmente, tanto como en los países civilizados. Decir la verdad, con la
correspondiente exaltación de un hombre a la categoría de autoridad fidedigna, realza su
carácter y el prestigio de su patria. Por tanto, nos incumbe hacer todo lo que podamos para
que los muchachos realcen el timbre del honor y sean veraces entre sí.
El antídoto más eficaz contra el ambiente perjudicial es naturalmente el cambio de éste por
uno benéfico, y la mejor manera de efectuarlo es recurriendo al local de Tropa y al
campamento de scouts. Cuando digo local, no quiero significar un ejercicio semanal de
media hora en un salón de clase que se haya dispuesto para ese objeto, -cosa de que
parece se valen a menudo los que tratan con muchachos- sino un lugar que los mozalbetes
puedan considerar como verdaderamente de su propiedad, sea ese local un sótano o un
desván; algún lugar al que puedan acudir todas las noches, si fuere necesario, y encontrar
en él trabajo de su agrado y diversión, abundante variedad de actividades y una atmósfera
brillante y feliz. Con sólo conseguir esto, el Jefe de Tropa habrá hecho una obra muy buena
al proporcionar a sus muchachos el correcto ambiente, que para algunos de ellos será el
antídoto contra el veneno que de otro modo les iría emponzoñando la mente y el carácter.
Luego, el campamento (el cual debe organizarse con tanta frecuencia como sea posible) es
otro antídoto aún más potente que el del local. La atmósfera limpia y refrescada por la
brisa, sumada a la del compañerismo y consorcio continuo bajo los toldos, en el campo y
alrededor de la fogata, hace que entre los muchachos se avive un entusiasmo edificante, y
A mi me place comparar al hombre que trata de lograr que los muchachos caigan bajo
buena influencia con un pescador aficionado deseoso de triunfar en su deporte.
Si un pescador ceba su anzuelo con la misma clase de alimento que a él le gusta, lo más
probable es que no atrape muchos peces, y seguramente menos a los cautos y grandes. Así
pues, tiene que emplear la carnada que agrade a los peces.
Para poder ganarse la confianza del muchacho, uno debe de ser su amigo; pero al principio
no hay que precipitarse a establecer esa relación, sino esperar que haya dejado de ser
huraño. El escritor E. D. How, en su libro titulado "Book of the child" (Libro del Niño)
sintetiza el procedimiento correcto para estos casos en la siguiente anécdota:
"Un hombre, a quien el paseo cotidiano llevó cierta vez por una calle poco elegante, vio a un
pilluelo, de cara sucia y piernas mal desarrolladas, jugando en la cuneta con una cáscara de
plátano. El hombre le hizo una inclinación de cabeza... El muchacho se alejó lleno de temor.
Al día siguiente, el hombre volvió a inclinar la cabeza. El pequeño se había dado cuenta de
que no tenía nada que temer, y le lanzó un salivazo como respuesta. Al otro día, el rapaz
sólo se quedó mirándolo. Al subsiguiente, exclamó: "¡Ea!" cuando pasaba el hombre.
Andando el tiempo, el chicuelo correspondió con una sonrisa al saludo que ya estaba
acostumbrándose a recibir. Y por último, el triunfo fue decisivo, cuando el muchacho estaba
esperando en la esquina, y tomó los dedos del hombre entre sus manitas sucias. Era aquella
una calle sombría; pero al hombre le pareció desde entonces uno de los lugares más
brillantes que había visto en su vida."
ESCULTISMO
El Escultismo es sencillo
Para un extraño, el Escultismo debe parecer, a primera vista, una cuestión muy complicada,
y es probable que más de algún hombre por ahí pospuso indefinidamente tratar de llegar a
ser Jefe de Tropa, al considerar el gran número y variedad de cosas que tendría que saber,
según él, para poder adiestrar a los muchachos. Pero no le parecería tan fiero el león como
lo pintan, si nuestro hombre fijara su atención en los siguientes puntos:
1. El objetivo del Escultismo es muy sencillo;
Carácter. Lo enseñamos por medio del Sistema de patrullas, la Ley Scout, historias de
scouts, conocimiento de la vida en los bosques, la responsabilidad del Guía de patrulla,
juegos en conjunto y el ingenio que requiere el trabajo del campamento. Esto incluye el
reconocimiento del Creador por Su obra divina, el aprecio de la belleza en su forma natural,
el amor a las plantas y a los animales que despierta la vida al aire libre, durante la cual se
familiariza uno con ellos.
Artes manuales y destreza. De vez en cuando, por medio de actividades bajo techo, pero
más particularmente, por exploraciones; construcción de Puentes; vida de campamento;
expresión de la personalidad en las artes, todo lo cual tiende a producir trabajadores
eficientes.
Para los detalles de estas cuatro divisiones véase el cuadro siguiente, y para su descripción
consúltese la segunda parte de esta obra.
ESQUEMA DE ESCULTISMO
ADIESTRAMIENTO PARA LA CIUDADANÍA
Mediante la Mediante la
práctica de: práctica de:
Cívicas: Salud
Vigor
Probidad;
Respeto al derecho de los demás;
Desarrollo físico;
Disciplina;
Deportes;
Habilidad para dirigir;
Natación;
Responsabilidad.
Caminatas;
Excursiones a montañas;
Otras actividades semejantes.
Morales:
(Véase abajo.)
Honor;
Hidalguía;
Confianza en uno mismo;
Valor;
Capacidad para gozar;
Nobleza de sentimientos e ideas;
Religiosidad;
Devoción;
Respeto a uno mismo;
Lealtad.
Mediante la Mediante la
práctica de: práctica de:
Intelectuales:
Humanitarismo.
Observación;
Ayudar en hospitales;
Deducción;
Autoexpresión.
Servicios a Dios.
Aficiones; Otras labores en beneficio de la colectividad.
Estudio de los bosques;
Rastreo.
Desde el punto de vista de los muchachos, el Escultismo los mezcla en bandos fraternales,
que son su organismo natural, ya sea para el juego, la travesura o el ocio; les da traje y
equipo elegantes; les toca la imaginación y el romanticismo y los hace entregarse a una
vida activa al aire libre. Desde el punto de vista de los padres, estimula en sus hijos la salud
corporal y los desarrolla; les da energía; les enseña trabajos manuales y les aguza el
El adiestramiento del scout atrae a los muchachos de todas las clases sociales, ricos y
pobres, y aún a los impedidos, sordomudos y ciegos. Inspira el deseo de aprender. El
principio motriz del Escultismo es estudiar las ideas del muchacho y animarlo a que se
eduque por sí solo en vez de esperar a recibir instrucción.
Más aún: estimula la conciencia de responsabilidad del muchacho, para bien de su propio
desarrollo y salud; confía en su honor, y espera que todos los días haga una Buena Acción.
Cuando el propio Jefe de Tropa tiene en sí mismo algo de muchacho, y logra comprender
todas las cosas desde el punto de vista del muchacho, bien puede, si tiene imaginación,
inventar nuevas actividades, haciéndolas variar con frecuencia, para satisfacer la sed de
novedad de los mozalbetes. Fijémonos, por ejemplo, en lo que hacen las empresas
teatrales. Si éstas ven que alguna representación no agrada al público, no insisten en
repetirla, con la esperanza de que a la larga llegue a gustarles a los espectadores; lo que
hacen es retirar la representación y substituirla por otra de más interés
Los muchachos pueden encontrar aventuras hasta en un charco sucio, y si el Jefe de Tropa
es hombre-muchacho, también podrá encontrarlas allí. Para encontrar nuevas ideas no es
necesario incurrir en grandes gastos ni contar con aparatos, pues muchas veces los mismos
muchachos contribuyen con sugestiones.
Otra manera eficaz de que se puede valer el Jefe de Tropa para idear actividades que
plazcan a los muchachos es manteniendo los oídos abiertos y dejar que repose un poco su
cerebro.
Oyendo, podrá descubrir lo más profundo del carácter de cada muchacho y percatarse de la
manera en que más pueda interesársele.
Así, del mismo modo, durante las deliberaciones en el seno del Consejo de los Guías de
patrulla, o alrededor del juego de campamento, si uno se impone la tarea de escuchar y
observar, como ocupación especial, se llega a obtener muchísima más información de la
fuente de los mismos muchachos que la que se les puede extraer mediante la conversación.
Además, cuando se visite a los padres, no hay que llegar ante ellos con la idea de causarles
buena impresión con respecto al valor que tiene el Escultismo, sino con el propósito de
averiguar sus ideas, con respecto a la instrucción que debe darse a sus hijos, lo que esperan
del Escultismo, o qué defectos le encuentran.
En general, cuando hay pocas ideas nuevas, debe evitarse imponer a los scouts actividades
que a uno le parece que les han de agradar. Se deben averiguar las actividades que
interesan a la mayoría, oyéndola o haciéndole preguntas, y luego ver hasta qué punto se
pueden poner en práctica, esto es, si son beneficiosas.
GUÍA PARA EL JEFE DE TROPA - Lord Baden-Powell of Gilwell 16
El Escultismo es un juego alegre al aire libre, en
donde muchachos grandes y pequeños buscan
juntos La aventura, como si fueran hermanos,
cosechando salud y felicidad, habilidad y
diligencia.
Cuando una Tropa deja oír el estruendo alegre de sus carcajadas, goza de sus triunfos, y
palpita de emoción anticipando nuevas aventuras, pocos serán los que, llenos de
aburrimiento, la abandonen.
El rasgo fundamental es el espíritu del Movimiento, y la llave que libera este espíritu es el
romance misterioso que encierra la Selva y que se revela en el concierto de la naturaleza.
¿Dónde podrá encontrarse algún muchacho -y si a eso vamos-, un hombre maduro, aún en
estos tiempos materialistas por que atravesamos, que sea sordo al llamado de la naturaleza
y que se substraiga a la fascinación de un camino real?
Tal vez no se deba ello más que a la obediencia de un instinto primitivo.., pero el hecho es
que existe. Con esa llave puede abrirse una imponente puerta, aunque sólo sea para dejar
entrar una ráfaga de aire libre y un rayo de sol en las vidas que, de otro modo, irían
marchitándose poco a poco.
Pero generalmente puede hacer mucho más.
Los héroes indómitos de las selvas, los colonizadores y exploradores, los que vagan por los
mares y los que surcan los cielos, son como el "flautista de Hamelin" para los muchachos.
Los seguirían a cualquier parte donde aquellos los condujeran; harían cualquier cosa,
siempre que les tocaran la fibra de lo varonil y del arrojo, las aventuras, las hazañas, la
eficiencia, la destreza y el sacrificio espontáneo en provecho de los demás.
En ello hay satisfacción y goce espiritual para el muchacho.
Observad a ese joven que va por la calle, mirando sin ver; sus ojos perdidos en el vacío.
¿Se irá forjando en su mente una epopeya de arriesgadas aventuras en las praderas o en la
vasta extensión de los azarosos mares? ¡Quién sabe! Lo que sí podemos afirmar es que su
imaginación febril le ha transportado a un mundo de sueños, distante de la prosaica realidad
de su existencia.
¿Habéis leído las historias de Búfalo Bill y las manadas de bisontes que vagaban por las
vastas praderas occidentales de la América del Norte? ¿Podéis imaginaros y ver el humo que
sale en espirales de las tiendas de los indios sioux y comanches? Yo he soñado con ellos
durante muchos años.
Las excursiones ofrecen ahora al muchacho la oportunidad de echarse a la espalda una
mochila, a la usanza de los primeros colonizadores, y sentirse parte activa de los hombres
de las selvas. Puede descubrir y seguir senderos y rastros, hacer señales, encender fuego,
construir su choza y cocinar su merienda. Puede aplicar su talento y habilidad manual al
arte de explorar y acampar.
La pandilla constituye su grupo natural de amigos, que sigue dirigiendo el mismo jefe, en
las prácticas del Escultismo.
Podrá formar parte del conjunto, pero sabe también que tiene valor como ser individual.
Las actividades al aire libre le enseñan a conocer los goces sanos de la vida.
Esto tiene también su lado espiritual.
La sabiduría de la naturaleza se asimila a pequeños sorbos durante las caminatas por los
bosques, donde el alma incipiente se expande y busca a su alrededor nuevos prodigios. Las
excursiones constituyen por excelencia la escuela de la observación y de la práctica que nos
hacen comprender las maravillas de un mundo portentoso.
La visión del muchacho vuela sobre las praderas y los mares. En sus excursiones, se identifica con el indio, el
explorador y el hombre de las selvas.
SISTEMA DE PATRULLAS
Es importante que el Jefe de Tropa conozca los extraordinarios resultados que puede
conseguir mediante el Sistema de patrullas. Es la mejor garantía de la vitalidad y del éxito
de la Tropa. Ahorra al Jefe de Tropa gran parte de las pequeñas labores rutinarias.
Pero ante todo, la patrulla es la escuela del carácter del individuo. Ella vigoriza en el Guía de
Patrulla el sentido de responsabilidad y la cualidad de líder. Impulsa a los muchachos a
subordinar su interés personal en provecho del conjunto, y desarrolla en ellos los principios
de abnegación y dominio de sí mismos, en el espíritu de mutua cooperación y camaradería.
Mas, para obtener los mejores resultados, hay que depositar verdadera y completa
responsabilidad en los Guías de patrullas. Si sólo se les asigna una responsabilidad parcial,
los resultados serán también parciales. El principal objeto no es evitar molestias al Jefe de
Tropa, sino imponer responsabilidad al muchacho, porque es el mejor medio para fortalecer
su carácter.
El Jefe de Tropa que desee tener éxito en su misión no sólo debe estudiar la teoría y los
métodos del Sistema de patrullas, sino poner en práctica las sugestiones que lee. La
importancia estriba en la ejecución de ellas, y los Guías de patrullas y scouts sólo pueden
adquirir experiencia mediante la práctica continua.
Mientras más labores se les encomienden tanto más darán de si y fortalecerán su energía y
su carácter.
UNIFORME SCOUT
He dicho a menudo que no me importaba un bledo si el scout viste uniforme o no, con tal
que ponga su corazón en el trabajo y se ajuste a la Ley Scout. Pero es raro el scout que no
Todos los principios del Escultismo van encaminados hacia un buen fin. El éxito de su
aplicación depende del Jefe de Tropa y de la forma en que los ponga en práctica. Mi objeto
actual es esforzarme por ayudarlo en este sentido: primero, mostrándole el propósito del
adiestramiento y, segundo, sugiriéndole los métodos por medio de los cuales puede llevarlo
a cabo.
Muchos Jefes de Tropa probablemente desearían que les señalase prolijamente los detalles.
Pero esto en realidad sería imposible, pues lo que puede ser conveniente para una Tropa en
particular o para una clase de muchachos en determinado lugar, tal vez no dé resultados
buenos con otros que se encuentren sólo a dos kilómetros de distancia o mucho menos con
aquellos que se encuentran esparcidos por todo el mundo, viviendo bajo condiciones
totalmente diferentes. Sin embargo, se pueden hacer ciertas sugestiones generales que, al
adoptarse, los Jefes de Tropa puedan juzgar por sí mismos en cuanto a los detalles que
producen mejores resultados.
Pero antes de entrar en pormenores, debo repetir una vez más: no se amedrenten por la
magnitud imaginaria de la empresa. Eso desaparecerá después que hayan visto su objeto.
En esto debe fijarse la vista y aplicar todos los medios para conseguirlo.
Como bien lo dice la obra inglesa ‘Peveril del Pico": “Poco importa que no realicemos
plenamente nuestros ideales, siempre que éstos sean elevados y nos impulsen hacia la
perfección.”
Habrá momentos en que se acumulen tantas dificultades que al parecer se desvanezcan
todas las brillantes posibilidades de éxito. Pero consuela pensar que la magnitud de esas
dificultades, que se han mirado a través del prisma de la exageración, desaparece en cuanto
las abordamos.
CARÁCTER
"El florecimiento de una nación se debe no tanto a la potencia de sus armamentos cuanto a
la firmeza del carácter de sus hijos."
"Para el éxito en la vida, el carácter es más esencial que la erudición."
El carácter es de valor fundamental tanto para una nación, como para un individuo. Y siendo
lo que señala la carrera de un hombre, hay que desarrollarlo desde una edad temprana,
cuando es todavía un muchacho de mente perceptiva. El carácter no puede ser imbuido en
el muchacho. Él lo posee en embrión, pero es necesario hacer que se manifieste para
cultivarlo. ¿De qué manera?
El carácter es generalmente hijo del medio ambiente. Por ejemplo: tómese dos muchachos,
gemelos, si se quiere. Enséñeseles las mismas lecciones en la escuela, pero poniéndolos en
ambientes diferentes, distintos compañeros y hogares, fuera de la escuela. Colóquese a uno
bajo el cuidado de una madre bondadosa y alentadora, entre limpios compañeros de juego,
justos y sinceros, donde se confíe en su honor para el cumplimiento de sus deberes. Y
déjese al otro holgazanear en un hogar sucio, entre compañeros mal hablados, pillos y
díscolos. ¿Será posible que éste último crezca con la misma firmeza de carácter que su
hermano?
Millares de muchachos se pierden diariamente porque se les deja crecer sin educarles el
carácter, convirtiéndose en despilfarradores, en piltrafas humanas y en pesadilla y peligro
para la sociedad.
Podrían haberse salvado con sólo haberles proporcionado ambiente sano en sus primeros
años, cuando sus mentes pasaban por el estado perceptivo. Y hay muchos miliares de otros
que no descendieron a tal bajo nivel, (hay escorias en todas las clases sociales) pero que
habrían sido hombres mucho mejores y más útiles, si a tiempo se les hubiera cultivado el
carácter.
Aquí es donde reside el principal objetivo del Escultismo: educar, no instruir; pero hay que
tener presente: educar en el sentido de hacer que el muchacho aprenda por sí mismo y de
su propia espontaneidad las cosas que tienden a desarrollar y a templar su carácter.
Es preferible que el número de muchachos que compongan una Tropa no pase de treinta y
dos. Sugiero esta cifra porque al adiestrarlos he descubierto que dieciséis es el mayor
número de muchachos que he podido dirigir con éxito, en la empresa de hacer que revelen
y afirmen su carácter. Concedo a otros mentores doble capacidad que la mía, y de ahí que
duplique el número haciéndolo llegar a treinta y dos.
He oído a algunos decir que han tenido a su cargo buenas tropas compuestas de sesenta y
hasta de cien muchachos; y sus jefes me refieren que han resultado ser tan buenas como
los grupos menos numerosos. Me he "admirado" de eso (pero admiración en el sentido
literal significa "sorpresa") y no les he creído.
Me preguntan que ¿para qué preocuparse por el adiestramiento individual? Pues porque
creo que es la única manera de educar. Se puede instruir a un gran número de muchachos,
hasta un millar a la vez, con sólo poseer una voz estentórea y un método agradable de
disciplina. Pero eso no es adiestramiento y mucho menos educación.
La educación es lo que cuenta en el desarrollo del carácter y en la formación de hombres.
Cuando se infunde en el individuo el incentivo de la propia perfección, hace brotar en él sus
Caballerosidad y probidad
El Código de Honor de los caballeros medievales fue la base de las normas de conducta de
todos los caballeros desde 500 años. D. J., cuando el Rey Arturo redactó en la Tabla
Redonda el canon de sus caballeros.
El romanticismo de los caballeros atrae a todo muchacho y estimula su sentido moral. Su
Código de Caballerosidad abarca el honor, auto disciplina, cortesía, valor, abnegación en el
cumplimiento del deber y orientación religiosa.
Estas normas, según fueron publicadas en tiempos de Enrique VII, son las siguientes:
1. Nunca deberán quitarse sus armaduras, excepto para dormir;
2. Buscarán la aventura para alcanzar "brillo y renombre";
3. Defenderán al débil y al desvalido;
4. En una querella, apoyarán al que tenga la razón y solicite ayuda;
5. No deberán ofenderse entre sí;
6. Lucharán por la defensa y bienestar de su país;
7. Trabajarán por honor antes que por lucro;
8. No romperán nunca una promesa por ninguna razón;
9. Se sacrificarán por el honor de su patria;
10. "Preferirán morir con honor a escaparse y vivir en la infamia."
El ideal de los caballeros y el principio de rectitud en las acciones son, por sobre todo, lo
primero que debe inculcarse en los muchachos para guiarlos por el limpio sendero de la
justicia que debe formar parte de su carácter, si es que desean llegar a ser buenos
ciudadanos.
El hábito de ver las cosas desde el punto de vista de otro puede desarrollarse en los juegos
al aire libre, para los cuales es esencial la imparcialidad. Durante el juego se observan
reglas estrictas que implican dominio de sí mismo y buen humor de parte de los jugadores,
y al fin de la justa, lo correcto es que el victorioso muestre hidalguía hacia el vencido, y que
éste sea el primero en felicitar al vencedor.
Esto debería practicarse hasta convertirlo en hábito.
Otra gran ayuda, para fomentar entre los muchachos el sentido de la justicia, es la práctica
de debates sobre asuntos que les interesen y en los cuales dos bandos argumenten, lo cual
sirve para hacerles comprender que todo asunto importante tiene dos aspectos, y que no
hay que dejarse llevar por la elocuencia de un orador antes de haber oído la contraparte,
para entonces pesar la justicia que asiste a ambos litigantes antes de dictar el fallo.
Una medida práctica para garantizar esto es que la votación no se haga levantando las
manos, porque los muchachos timoratos o desatentos votan siguiendo a la mayoría. Cada
cual debe entregar su voto ("Si" o "No") anotado en una hoja de papel. Esto da al muchacho
ocasión de juzgar, con su propio criterio, después de aquilatar ambos aspectos del asunto.
De la misma manera, los juicios ficticios o el arbitraje de litigios, si se efectúan seriamente
siguiendo las prácticas de un tribunal auténtico, son de gran valor para dar a los muchachos
la idea de justicia y rectitud en sus acciones, y también proporcionarles nociones de su
proceder cuando más tarde puedan llegar a ser jurados o testigos de algún juicio verdadero.
La Corte de Honor de la Tropa es otro paso encaminado hacia ese fin y teniendo a los
muchachos como miembros de ella (una responsabilidad real) la seriedad de sus puntos de
vista se arraiga más profundamente en ellos, fomentándoles el deseo de analizar
cuidadosamente la decisión que deben tomar en un argumento.
Así es como, usando su juicio con el fin de enseñar rectitud, abnegación y sentido de
obligación para con los demás, el Jefe de Tropa puede aprovechar grandes oportunidades
para educar a sus muchachos, ya sea bajo techo o al aire libre.
A pesar de que sólo la he abordado someramente, creo que -de todas las materias que nos
Disciplina
Para que una nación prospere debe tener disciplina, y ésta sólo se consigue en las masas
disciplinando al individuo. Con ello quiero significar obediencia a la autoridad y a los otros
dictados del deber.
Esto no puede lograrse con medidas represivas, sino fomentando y educando al muchacho
primero en la autodisciplina y en el renunciamiento de sus propios placeres en beneficio de
los demás. Esta enseñanza tiene una gran eficacia mediante el ejemplo, señalando
obligaciones al muchacho y esperando de él que sea digno de confianza.
El Sistema de patrullas impone una gran obligación a sus jefes haciéndolos responsables de
todo lo que sucede entre los scouts que dirigen.
En 1596, Sir Henry Knyvett hizo ver a la reina Isabel que el Estado que descuida la
instrucción y disciplina de la juventud no solamente forma malos soldados y marinos, sino
que produce el mal mucho mayor de que sus ciudadanos sean igualmente malos en la vida
civil, o, según sus propias palabras: "La falta de una verdadera disciplina hace que las
riquezas del príncipe y del país se dilapiden frívola y lamentablemente."
La Ley Scout es la base sobre la cual descansa toda la educación del Escultismo.
Todas sus cláusulas deben explicarse clara y detalladamente por medio de sencillas
ilustraciones de su aplicación en la vida diaria.
Y no hay mejor enseñanza que el ejemplo. Si el Jefe de Tropa se ciñe estrictamente a la Ley
Scout en todos sus actos, los muchachos están prontos a imitarlo.
Este ejemplo tiene mayor fuerza persuasiva si el Jefe de Tropa hace la Promesa Scout en la
misma forma en que la hacen los jóvenes que están bajo su guía.
En el primer artículo de la Ley que es: "El scout cifra su honor en ser digno de confianza",
estriba el buen comportamiento y disciplina futuros del scout. El scout debe ser íntegro. Así
debe explicárselo cuidadosamente el Jefe de Tropa -como primer paso- antes de que haga la
Promesa.
La investidura del scout se hace adrede con cierta ceremonia, ya que si un pequeño ritual de
esta clase se lleva a cabo con solemnidad impresiona al muchacho, y tomando en cuenta la
seria importancia de la ocasión, lo correcto es impresionarle hasta donde sea posible. Es
también muy importante que el scout periódicamente refresque su conocimiento de la Ley.
Los muchachos tienen la tendencia de ser olvidadizos y no debe permitírseles que, habiendo
hecho la promesa solemne de ajustarse a la Ley Scout, carezcan de habilidad para decir, en
cualquier momento, en qué consiste dicha Ley.
Cuando el scout haya comprendido lo que se espera de su honor después de su iniciación, el
Jefe de Tropa debe tener plena confianza en él para encargarle la ejecución de algunas
órdenes. En sus acciones debe demostrarle que lo considera responsable. Confíesele alguna
misión y téngase fe en que la cumplirá fielmente. No hay que mantenerse en acecho
tratando de averiguar cómo la cumple. Déjesele que lo haga a su manera. Permítasele que
grite y se afane si es necesario, pero en todo caso hay que dejarlo solo, y confiarse en que
hará lo mejor que pueda. La confianza debe ser la base de toda educación moral.
Imponer responsabilidad es la clave del éxito con los muchachos, especialmente con los más
alborotosos y díscolos.
El objeto principal del Sistema de patrullas es inculcarles sentido de responsabilidad a
tantos muchachos como sea posible, con miras a desarrollar su carácter. Si el Jefe de Tropa
confiere al Guía de patrulla amplia autoridad, es mucho lo que puede esperar de él; y
dejándole manos libres en el desempeño de su labor habrá hecho más para fortalecer su
carácter que cualquier estudio escolar al respecto, por intenso que fuere.
El muchacho no recibe todo el beneficio del Escultismo hasta que no obtiene el grado de
scout de primera clase. Las pruebas que debe pasar para obtenerlo fueron ideadas con la
intención de que a quien demuestre suficiente capacidad para esa categoría se le considere
poseedor de las cualidades básicas necesarias para ser un ciudadano viril y honrado.
Cuando el muchacho es consciente de que ha pasado sus días de noviciado, y de que es ya
un ser responsable, con capacidad ejecutiva, digno de la confianza de sus superiores,
adquiere seguridad en si mismo. Las ambiciones y las esperanzas comienzan a golpear a las
puertas de su alma.
Entonces se sentirá mejor preparado que antes y dueño de esa confianza en sí mismo que
da esperanza y ánimo, en momentos difíciles de la lucha por la vida, así como fuerza
espiritual en los empeños para llegar a la meta de sus aspiraciones.
Los conocimientos de Primeros Auxilios y los medios para extinguir incendios, el viajar en
carromatos y el construir puentes, son de gran valor para desarrollar la destreza y aguzar el
ingenio, ya que el muchacho, en cooperación con los demás, es responsable de la parte que
le corresponde en la obra.
La natación tiene su valor educativo -mental, moral y físico- porque da confianza del
dominio de un elemento y la de poder salvar vidas, y con ella se desarrollan también los
pulmones y las extremidades.
Cuando el autor de estas líneas adiestraba a la Policía Sudafricana, acostumbraba enviar a
los hombres en parejas para que llevaran a cabo recorridos de grandes distancias, de
trescientos a quinientos kilómetros, con el objeto de enseñarlos a defenderse mutuamente y
a usar su inteligencia.
Pero cuando tenía un recluta algo torpe, lo enviaba solo, sin nadie que lo protegiera, tanto
para que se desempeñara por sí mismo, y buscara los medios de alimentarse él y a su
caballo, como para que, sin ayuda, rindiera el informe de su expedición. Esta fue la mejor
práctica de todas para imprimir confianza en sí mismo y avivar su inteligencia; y refleja un
principio que puedo recomendar con toda fe a los Jefes de Tropa para el adiestramiento de
sus scouts.
De todas las escuelas, el campamento es, sin duda ninguna, la mejor para enseñar a los
chicos las cualidades del carácter que se desea inculcarles. Allí el ambiente es saludable; los
muchachos se vuelven ambiciosos y perspicaces; les rodea todo un mundo interesante, y el
Jefe de Tropa tiene a ésta constantemente, día y noche, bajo su dirección.
El Jefe de Tropa tiene en el campamento, según puede notarse, la mayor oportunidad de
observar y conocer las características individuales de cada scout, para después encauzarlas
en la dirección conveniente a su desarrollo; y los muchachos a su vez van adquiriendo las
cualidades del carácter inherente a la vida campestre, en la cual el comprensivo Jefe de
Tropa puede inculcarles, con jovial y bondadosa dirección, disciplina, habilidad, ingenio,
confianza, destreza, conocimiento de los bosques, manejo de canoas, espíritu colectivo, los
secretos de la naturaleza, etc. Una semana de esta clase de vida equivale a seis meses de
enseñanza teórica en las aulas por excelente que ésta sea.
Por lo expuesto anteriormente se aconseja que el Jefe de Tropa poco experto en ese ramo
estudie el arte de acampar en sus distintos aspectos.
Alegría de vivir
Ayude al muchacho a crear confianza en sí mismo, a que sea ingenioso y se baste a sí solo,
es decir, que mire de frente a la vida y se labre su propio porvenir.
Hace algunos años me encontraba en la sala de un amigo que acababa de morir, y en una
mesa, junto a su abandonada pipa y su tabaquera había un libro de Richard Jefferies -"Field
and Hedgerow"- que tenía doblada la esquina de una página donde decía lo siguiente: "El
concepto del bien moral no es completamente satisfactorio. La forma más elevada que
conocemos hasta el presente es el puro renunciamiento: la práctica del bien no con miras
de una recompensa inmediata o más tarde, ni con el deseo de realizar un ideal imaginario.
¡Ésta es la mejor interpretación que podemos darle y es tan poco satisfactoria! Se necesita
algo que satisfaga más completamente los anhelos del corazón que cualquier obra de
abnegación personal. Debe ser algo que vaya de acuerdo con la percepción de la belleza y
de un ideal. La virtud personal no basta y yo no puedo dar una definición del bien ideal;
pero me parece que, en alguna forma, debe ir estrechamente asociado con la belleza ideal
de la naturaleza."
En otras palabras, se podría decir que la felicidad es una combinación de íntima convicción y
de sentido común. Y se gozará cuando la conciencia y los sentidos estén igualmente
satisfechos. Si la definición que hemos citado es la verdadera, la correlativa es por lo menos
igualmente acertada, o sea que la apreciación de la belleza no produce felicidad a menos
que se tenga paz de conciencia. De ahí que, si queremos que nuestros muchachos sean
felices en la vida, debemos imbuirles la costumbre de hacer el bien al prójimo, además de
enseñarles a apreciar las bellezas de la Naturaleza.
El paso más corto para alcanzar esto último es mediante el conocimiento del concierto de la
Creación.
La gran mayoría de los muchachos tiene cerrados los ojos del alma y al Jefe de Tropa
corresponde la dicha de realizar el milagro de abrírselos.
Cuando el germen del conocimiento de los bosques ha entrado en la mente de un
muchacho, la observación, la memoria y la deducción se desarrollan automáticamente, y
entran a formar parte de su carácter, quedando integrados en él, no importa cuál sea la
senda que siga en la vida.
A medida que se presentan las maravillas de la naturaleza a la mente joven, puede también
mostrársele la belleza que encierra para que la vaya comprendiendo gradualmente. Cuando
en la mente se ha dado cabida a la apreciación de la belleza, ésta crece simultáneamente
con la observación, y lleva alegría y optimismo al corazón aún en el ambiente más árido.
La amplitud de miras empieza naturalmente con el respeto a Dios, que mejor podemos
designar con el nombre de "Veneración."
La veneración a Dios y el respeto a nuestro prójimo y a nosotros mismos, como siervos de
Dios, es la base de. toda forma de religión. La manera de expresar esta veneración a Dios
varia según las sectas y creencias. La que adopta el muchacho depende, como regla, de la
voluntad de sus padres. Ellos son los que lo deciden, y a nosotros nos corresponde respetar
sus deseos y secundar sus esfuerzos para inculcar la veneración en el niño, sea cual fuera la
fe que profese.
Puede que haya muchas dificultades relacionadas con la definición de la instrucción religiosa
que abarca nuestro Movimiento, dada la gran variedad de sectas existentes; y los detalles
de la expresión de los deberes para con Dios deben, por lo tanto, dejarse en su mayor parte
en manos del director espiritual. Pero no hay dificultad alguna en sugerir la línea que deba
seguirse en el sentido humano, ya que los deberes directos para con nuestro prójimo los
comprenden casi todos los cultos.
La actitud del Escultismo en lo tocante a religión, aprobada en nuestro Consejo por los jefes
de las diferentes sectas y creencias, es como sigue:
(a) Todo scout debe pertenecer a alguna secta religiosa, y asistir a los actos o servicios que
ella prescribe.
(b) Cuando la Tropa se componga de creyentes de una religión determinada, es de
esperarse que el Jefe de Tropa se ajuste a las prácticas y enseñanza de dicha religión, en la
forma que crea más conveniente, de acuerdo con el capellán o autoridades religiosas
correspondientes.
(c) Si la Tropa está formada de adictos a credos religiosos distintos, se le debe inducir a
cada muchacho a concurrir a los servicios y prácticas de su religión respectiva, y en el
campamento se puede establecer la costumbre de decir diariamente una especie de
plegaria, y celebrar un servicio semanal de carácter sencillo, al cual asistan
voluntariamente."
El Jefe de Tropa no puede ser muy desacertado si toma estas normas como guía. Estoy
plenamente convencido de que hay más de una manera de inculcar la veneración. La
elección de una de ellas depende de las circunstancias y del carácter individual del
c) Buenas Acciones. - Si el Jefe de Tropa estimula un poco a los muchachos a que hagan
diariamente una buena acción, la práctica pronto se vuelve un hábito en ellos, y es el mejor
paso hacia la formación de un cristiano práctico y no teórico. El niño se inclina naturalmente
hacia el bien si ve que hay una forma práctica de hacerlo; y el precepto de la buena acción
diaria le brinda la oportunidad para desarrollar y manifestar el instinto de la bondad,
haciendo brotar en él el espíritu de caridad cristiana hacia el prójimo.
La expresión de esa tendencia hacia el bien es más efectiva, más espontánea, en el
muchacho, y está más de acuerdo con los métodos del Escultismo que la aceptación pasiva
de los preceptos didácticos.
d) Retención del muchacho de más edad. - Tan pronto como un muchacho empieza a
adquirir nociones generales y el dominio de las cuatro reglas, se le lanza al mundo,
creyéndose que lleva el suficiente bagaje para que se labre honradamente su porvenir como
buen ciudadano. Cuando deja la escuela primaria, tiene generalmente la oportunidad de
ingresar en otras instituciones docentes a las cuales puede asistir después de sus horas
regulares de trabajo, si así lo desea o si sus padres lo instan. Los mejores muchachos lo
hacen así y adquieren finalmente una buena cultura.
¿Pero cuál será la suerte del muchacho de medianos alcances o de malas inclinaciones? Se
le deja desviarse de la buena senda en el preciso período de su vida en que lo que más
necesita es continuar y terminar los estudios emprendidos, y en el momento justo en que
pasa material, mental y moralmente a lo que va a ser durante el resto de su vida.
Aquí es donde el Movimiento del Escultismo puede hacer mucho por el adolescente, y para
cooperar en su importante misión es que estamos haciendo todo lo posible por organizar
Rover Scouts con el fin de retener al jovenzuelo, conservando nuestro contacto con él, para
inspirarle los más elevados ideales durante el período de su vida en que vacila en elegir
entre el bien y el mal.
Respeto a sí mismo
Entre las formas de respeto que deben fomentarse en el muchacho no hay que omitir una
muy importante: el respeto a sí mismo, o sea la dignidad personal en su aspecto más
elevado.
Esto también puede inculcársele mediante el estudio de la naturaleza, como paso inicial.
Puede estudiarse la anatomía de plantas, aves y mariscos, mostrando la perfección de la
obra del Creador. De manera similar el niño puede estudiar su propia anatomía: el
esqueleto, los músculos, nervios y tendones; la circulación de la sangre, la respiración, el
cerebro, centro regulador de las acciones; todo ello repetido hasta en su más mínimo
detalle en millones de seres y sin embargo diferente en todos, como las facciones y huellas
digitales. Despiértese en el niño la idea de que se le ha dado un cuerpo constituido
maravillosamente para que lo desarrolle como templo y obra exclusiva de Dios; y que ese
cuerpo está materialmente capacitado para efectuar buenas obras y acciones, si se le guía
con el recto sentido del deber y la caballerosidad, es decir, con una alta finalidad moral.
Esto es lo que engendra el respeto a sí mismo.
Por supuesto que esta norma de conducta no debe predicársele abandonándola después
Lealtad
Además del respeto a Dios y al prójimo, la lealtad para con la patria ocupa un lugar
preponderante, y es factor importantísimo para mantener en los hombres bien equilibrados
sus miras y puntos de vista. Las manifestaciones de esa lealtad, como el saludo a la
bandera, el ponerse de pie cuando se toca el himno nacional, etc., ayudan a promoverla,
pero lo esencial es desarrollar el verdadero espíritu que mueve tales demostraciones.
SALUD Y VIGOR
Es obvio que la salud y el vigor son de un valor incalculable cuando se trata de seguir una
carrera profesional y de gozar sanamente de la vida.
En las prácticas del Escultismo, nosotros podemos dar a los muchachos alguna instrucción
sobre la salud e higiene personal que son tan esenciales para que lleguen a ser ciudadanos
eficientes.
Nuestra tarea será hacer que se inclinen a la práctica de los deportes, y la de enseñarles
que, antes de dedicarse sin peligro a ejercicios agotadores, deben primero desarrollar un
cuerpo sano. Esto se consigue con alimentación sencilla y adecuada, con el cuidado
higiénico de su persona en materia de limpieza, respiración por la nariz, descanso, vestido
apropiado, hábitos regulados, continencia, etc. Debemos evitar que se vuelvan melindrosos
y piensen que son propensos a contraer enfermedades, etc. Antes bien, se les hará
comprender que deben mantenerse en buen estado de salud para los deportes, como fin
que persigue la educación física.
Con sólo media hora a la semana de reuniones ordinarias de las tropas de scouts no nos es
posible darles educación física formal, pero lo que se puede es hacer al niño RESPONSABLE
PERSONALMENTE DE SU PROPIA SALUD, indicándole la forma de conservarla y de
mantenerse sano. También podemos enseñarle unos pocos ejercicios que le ayuden a
desarrollar su vigor si se practican adecuadamente, y podemos interesarle en las
Consérvese sano
Las estadísticas nos muestran la existencia de un gran número de individuos que no gozan
de buena salud; y que con un poco de cuidado y atención podrían haber sido personas
sanas y útiles a la sociedad. Algunos informes sanitarios escolares nos han demostrado que
uno de cada cinco alumnos adolece de algún defecto que le impide desempeñarse con
eficiencia durante el resto de su vida: defecto -entiéndase bien- que pudo haber sido
corregido.
Estos datos son inmensamente importantes, y señalan de inmediato la necesidad y el
remedio. Si se instruye al niño a su debido tiempo podrían salvarse millares anualmente,
convirtiéndolos en ciudadanos vigorosos y capaces, evitando que durante el resto de sus
días arrastren una vida miserable y solamente útil a medias.
Esto tiene trascendencia tanto para el individuo como para la nación entera.
Mucho se ha dicho sobre la cultura física y el desarrollo de las generaciones futuras sobre
bases mucho más generales, y hacia este fin tienden los grandes esfuerzos de nuestra labor.
Pero quiero advertir a los Jefes de Tropas que no dejen que este impulso los guie por la
senda equivocada.
En el cuadro que aparece en la capítulo "Escultismo" de la primera parte de este libro, se
puede ver cómo y por qué el Carácter y la Salud Física son los principales objetivos del
Escultismo, y también se ven allí los medios de que nos valemos para lograrlos.
Pero no hay que olvidar que la salud no tiene necesariamente que ser el resultado de los
ejercicios físicos.
El adiestramiento físico que se da al ejército ha sido cuidadosamente estudiado y es
excelente para el propósito que persigue. Está destinado a desarrollar el sistema muscular
del individuo; y los soldados mejoran tremendamente su constitución física bajo esta
intensa forma de preparación.
Pero a menudo es artificial, y lleva por objeto la adquisición del desarrollo que no se obtuvo
en forma natural.
Los ejercicios violentos no son naturales. El guerrero zulú, aunque es un espléndido
ejemplar de la raza humana, desconoce por completo la gimnasia sueca. Y el muchacho
corriente, que ha jugado fútbol y se ha mantenido en buenas condiciones físicas mediante
ejercicios practicados de vez en cuando, tampoco tiene que recurrir a los ejercicios violentos
para continuar su desarrollo armónico.
Son los juegos al aire libre, las caminatas, la vida bajo tiendas de campaña y la
alimentación sana, en combinación con el adecuado descanso, lo que lleva al cuerpo la salud
y el vigor, en forma natural y no de manera artificial y efímera.
No hay quien no convenga en esto. Es simple en teoría, aunque en la práctica se presentan
algunas dificultades que hay que vencer.
Los muchachos de la ciudad o los que trabajan todo el día en las fábricas no tienen la
oportunidad de salir al aire libre a practicar sus juegos, y naturalmente deberían
aprovecharla los que trabajan a campo raso y los niños de los campos: pero es el caso que
un muchacho campesino raras veces conoce un juego y ¡ni siquiera sabe cómo correr! Es
desconcertante ver cuán pocos muchachos pueden hacerlo.
El paso elástico y natural se adquiere solamente con la práctica de las carreras. Sin este
ejercicio, el pobre muchacho desarrolla el andar lento y pesado del campesino o el paso
desigual y arrastrado del habitante de las ciudades. ¡Y cuánto carácter se revela en el porte
airoso de un hombre!
Juegos organizados
Uno de los objetivos del Escultismo es organizar equipos deportivos y juegos que además de
mejorar la salud fortalezcan el carácter del muchacho. Estos juegos deben ser interesantes
y despertar el espíritu de competencia. Mediante su práctica pueden inculcarse en los
muchachos nociones de hombría, respeto a las reglas, disciplina, dominio de sí mismo,
determinación, fortaleza de ánimo, don de mando y desapasionamiento en el desarrollo del
Gimnasia
La gimnasia constituye una forma intensa de actividad para lograr el desarrollo del cuerpo,
cuando no hay suficiente oportunidad de practicar los juegos, y bien puede emplearse como
complemento de éstos siempre que:
1. No se hagan ejercicios simplemente como mecánicos movimientos calisténicos, sino como
algo que todo muchacho comprenda bien, y desee practicar espontáneamente, consciente
del beneficio que le reporta;
2. El instructor tenga algún conocimiento de anatomía, y comprenda el perjuicio que
algunos movimientos pueden ocasionar al cuerpo en formación.
Los seis ejercicios corporales que se mencionan en el Escultismo para Muchachos pueden
ser enseñados, sin peligro para el niño, por un Jefe de Tropa que no sea experto en
anatomía. Estos ejercicios no deben convertirse en actividades rutinarias de las reuniones,
sino que cada scout, después de aprenderlos, debe practicarlos en su casa durante sus
horas libres.
Debemos hacer todo lo posible para que el chico se interese en el ejercicio constante de su
cuerpo y practique con ánimo y tesón las pruebas difíciles hasta que logre ejecutarlas a
perfección.
Una buena idea, por ejemplo, es que cada una de las tropas adopte algún sistema particular
de ejercicios sencillos, como saltos de altura o de longitud, etc., en forma tal que, luego,
todos los muchachos, individualmente, puedan desarrollar su destreza, y adquirir por sí
mismos un grado más alto de perfección.
También se verá que los grupos uniformados despiertan considerable entusiasmo en los
muchachos; y el de cualquier deporte promueve compañerismo en los atletas participantes,
e incidentalmente exige cambios de ropa, tanto antes como después de los juegos, lo cual,
a su vez, trae como consecuencia la higiene y el hábito del aseo.
En esa forma, el muchacho desarrolla muy pronto un marcado interés personal en el
mantenimiento de su propia destreza. y ese interés puede aprovecharse como cimiento para
una instrucción valiosa en hábitos de pulcritud, alimentación adecuada, higiene, continencia,
templanza, sobriedad, etc. Todo esto, en conjunto, es lo que se llama educación física.
Ejercicios
El entrenamiento a que se somete a un soldado, día tras día, durante meses y meses,
indudablemente produce un desarrollo físico admirable. Pero, los instructores militares, que
son peritos eficientes, tienen a los reclutas constantemente bajo su vigilancia, sujetos a una
estricta disciplina; y a pesar de ello, esos instructores expertos cometen errores, de vez en
cuando: las afecciones cardíacas y otras dolencias provienen frecuentemente de tales
métodos, hasta en hombres fuertes que han entrado ya en la plenitud de la vida.
Más aún, el ejercicio en esa forma pertenece a la categoría de la instrucción. Es algo que
tiene todo el aspecto de lo compulsivo y rigurosamente doctrinario. En ninguna forma debe
considerarse como procedimiento educativo bajo el cual los muchachos puedan aprender
por sí solos, enseñándose a sí mismos.
Tratándose de los scouts, yo he indicado con frecuencia que esa clase de adiestramiento no
debe emplearse mucho. Fuera de las objeciones que algunos padres de familia expresan con
respecto al militarismo, dicho sistema nos desagrada por otros motivos, además de los
mencionados. Uno de ellos es que un director deficiente no puede interpretar el propósito
fundamental del Escultismo (es decir, el desarrollo espontáneo del individuo) y careciendo
de originalidad para enseñarlo, aunque lo interpretase, recurre al ejercicio rutinario de la
milicia, como medio fácil con que se le hace posible dar a sus muchachos alguna forma de
buena presencia superficial, para que produzcan buena impresión en cualquier desfile.
Pero también hay Jefes de Tropa que se dejan llevar demasiado lejos hacia el extremo
contrario, y permiten que sus muchachos incurran en el error de presentarse desaliñados en
todas partes, como si carecieran de disciplina en absoluto, la cual es peor que lo antedicho.
Lo apropiado es adoptar un término medio, es decir: darles instrucción suficiente para
mostrarles cuál debe ser su conducta, e inspirarles un compañerismo sincero que los
estimule a enaltecerse, y a conducirse como hombres que saben mantener en alto el
prestigio de su Tropa. Para conseguir esto, será necesario el ejercicio sistemático a
intervalos, pero en una forma que no menoscabe la clase de adiestramiento que se
considera más apropiado para scouts.
Todo el ejercicio que se requiere para que nuestros muchachos tomen la actitud debida, y
conseguir que adopten el porte varonil, puede limitarse a varios minutos de gimnasia
silenciosa o algún juego sencillo, al principio de cada reunión. Nosotros no queremos que se
descuiden los ejercicios por completo; pero nos parece oportuno manifestar que lo
preferible seria un simulacro en maniobras de bomberos, la construcción de puentes o algo
parecido. Esto requiere destreza, actividad y disciplina; pero lo importante es el hecho de
que cada uno de los muchachos tiene que usar su propia inteligencia, en la parte del trabajo
que le corresponde, para conseguir el éxito completo de todo el grupo. Además, la
competencia interesa mucho a los muchachos, así como a las personas que los observan en
sus labores; y por último, esa forma de cooperación fomenta el entusiasmo y la equidad.
Es muy esencial que los muchachos derrotados en un juego nunca muestren resentimiento,
y que se abstengan de acusar al adversario de injusticia en su proceder o sus decisiones. No
importa cuál sea su decepción en la derrota, deben manifestar con nobleza el
reconocimiento de la superioridad del contrincante. Así pondrán de relieve su concepto de la
disciplina y del dominio sobre sí mismos, lo cual promueve sentimientos elevados que se
necesitan tanto para el exterminio de los prejuicios.
Y en cuanto a otros aspectos, yo recuerdo cierto regimiento magnifico cuyos reclutas habían
recibido muy poca instrucción. Después que se les indicó la forma en que debían portarse,
se les dijo que cuando ese comportamiento se convirtiera en hábito, se les permitiría
disfrutar de sus diversiones, y se les consideraría como verdaderos soldados. Es decir, la
tarea de adiestrarse se les confirió a ellos mismos, en lugar de recurrir a varios meses de
tedioso ejercicio para inculcarles el comportamiento militar. Y aquellos hombres
entrenáronse a sí mismos y unos a otros, con tanto éxito que consiguieron salir de la
categoría de reclutas en menos de la mitad del tiempo requerido generalmente.
Ahí tenemos otro ejemplo de la diferencia entre instrucción y educación. Ese admirable
resultado se obtuvo inspirando ambición en los individuos, y confiándoles toda la
responsabilidad. Y ésa es, exactamente la forma en que, según mi humilde opinión, puede
lograrse con la mayor facilidad el desarrollo físico y mental de la juventud. Pero recordando
siempre que los deportes, el aire libre, una alimentación nutritiva y el descanso adecuado
contribuyen mucho más al desarrollo normal del organismo humano que todos los ejercicios
militares imaginables.
Al aire libre
La mitad de los buenos resultados provenientes del ejercicio físico depende del aire puro,
que puede inhalarse ventajosamente a través de la piel, así como por las fosas nasales,
cuando hay la oportunidad adecuada. En otras palabras, el secreto del éxito está en el aire
del campo; y el propósito fundamental del Escultismo es, en realidad, desarrollar el hábito
de salir frecuentemente a disfrutar de los beneficios del aire libre tanto como sea posible.
Una vez, en una ciudad de considerable importancia, pregunté a cierto Jefe de Tropa sí
conducía las excursiones del sábado en el parque o en el campo; y me informó que ni
siquiera se llevaban a cabo tales excursiones. ¿Y por qué? Pues porque a sus muchachos no
les gustaban. Preferían congregarse, el sábado por la tarde, en su propio salón de
reuniones. Desde luego que lo preferían. Porque estaban acostumbrados a eso
precisamente: a quedarse en casa. Y nosotros debemos evitar que los muchachos dedicados
al Escultismo sean victimas del hábito de permanecer en casa demasiado tiempo. Debemos
inducirlos a que salgan de casa frecuentemente, y tratar de conseguir que las giras
campestres les interesen.
A propósito del asunto, nos permitimos citar las siguientes frases de Alejandro Dumas: ‘"Si
yo fuese rey de Francia", escribió en cierta ocasión el famoso novelista, "no permitiría que
ningún niño menor de doce años de edad entrara en ninguna población. Hasta esa edad, los
niños tendrían que vivir en el campo: bajo el sol, en los bosques, en compañía de perros y
"En esa forma, los niños aprenderían a interpretar los ruidos y el silencio de la noche, y
adquirirían la mejor de todas las religiones: la que Dios mismo pone de manifiesto en el
aspecto glorioso de sus maravillas."
"Y a la edad de doce años, fuertes, con una mente despejada y comprensiva, tendrían ya la
capacidad para recibir la instrucción metódica que fuese adecuado proporcionarles, y que
podría entonces impartírseles con facilidad, en el término de pocos años."
"Lo único que puedo hacer es expresar mis ideas, y sugerir la senda. Mi opinión es que la
educación física debe ser el primer paso en el desarrollo del niño."
Nuestra organización no es ni un club ni una cátedra, sino más bien una escuela práctica
para estudiar las maravillas de la naturaleza.
Tenemos que salir frecuentemente al campo, para fortalecer la salud del cuerpo y del
espíritu, como jefes o como simples scouts.
El aspecto de esta enseñanza que mayor entusiasmo despierta en los muchachos es la vida
de campamento, que ofrece al Jefe de Tropa la mejor oportunidad para el desarrollo de su
labor constructiva.
Es preciso tener a nuestra disposición algún espacio al aire libre; terreno que sea nuestro,
preferiblemente por tiempo ilimitado, y que sea de fácil acceso para los scouts. Además, a
medida que la enseñanza del Escultismo vaya progresando, los terrenos de campamento
deben formar parte integrante de cada centro.
Esos campos podrán emplearse como centros de adiestramiento para los dirigentes del
Escultismo, donde éstos tengan la oportunidad de recibir adiestramiento en el arte de
acampar, así como adquirir el espíritu de fraternidad que surge de una vida en contacto
directo con la naturaleza. Ya se han establecido muchos, con ese propósito, y para que los
scouts puedan emplearlos como campamento. De modo que su gran utilidad se ha
demostrado; pero debemos adquirir más terreno, antes de que las tierras adyacentes a
nuestras poblaciones se hayan dedicado a fines de urbanización.
Pero aquello no podía llamarse acampar. Vivir en tiendas de campaña es algo muy diferente
a lo que nosotros llamamos acampar. Cualquier pollino puede vivir bajo un toldo donde no
sea más que parte integrante de una recua, y donde reciba cuanto necesite sin hacer el
menor esfuerzo para obtenerlo por sí mismo. Los beneficios que una temporada en un sitio
como ése ha de proporcionar no valen la pena de que los muchachos salgan de sus hogares.
El campamento ideal es uno en que todo el mundo está satisfecho, alegre y atareado; uno
en que las tropas se conservan siempre intactas, y en que todos los concurrentes están
orgullosos de su labor y del grupo en general.
Pero el Jefe de Tropa no debe perder su tiempo en tareas pertenecientes a los scouts que lo
acompañan, sino más bien inducir a éstos a trabajar cuanto sea posible. Realmente, con
respecto a esto, el mejor lema es: "Cuando se quiere conseguir que se haga una cosa, no
debe hacerla uno mismo." Nosotros queremos campamentos limpios y saludables, regidos
en armonía con todas las reglas e instrucciones locales; pero que sean, además,
campamentos en que los scouts puedan vivir una vida tan semejante como sea posible a la
de los verdaderos colonizadores de antaño.
Entre todas las clases de adiestramiento físico, la natación se distingue por las ventajas que
siguen:
- es una diversión agradable, y a los jóvenes les interesa mucho;
- estimula el hábito de aseo personal;
- desarrolla la determinación y el ánimo;
- crea y refuerza la confianza en uno mismo;
LA HIGIENE PERSONAL
El aseo
Si se quieren inculcar esos hábitos y otros parecidos en la juventud, así como para
conseguir que siempre se tenga presente la necesidad de mantener una limpieza
escrupulosa, se pueden emplear diversos recursos. El exterminio de moscas, por ejemplo,
además de ser un servicio público de gran significación a que deben dedicarse los scouts,
tiene también la ventaja de inducir a los muchachos a precaverse contra los microbios, tan
pequeños que pueden viajar adheridos a las patas de un insecto, pero tan peligrosos que
pueden causar la muerte de cualquier persona.
Alimentos
Entre todos los aspectos de la educación de un niño, hay muy pocos tan importantes como
la nutrición; pero muchos padres de familia pecan de ignorancia crasa con respecto a este
asunto, y lo mismo se necesita entre los muchachos. Por esto es tan conveniente que todo
Jefe de Tropa tenga ciertos conocimientos de bromatología y nutrición. Así le será posible
proteger la salud de los muchachos que lo acompañan, y ayudarlos a fortalecer sus energías
con eficacia, especialmente cuando están en un campamento.
Los detalles de importancia en este asunto son numerosos; pero sólo es necesario
mencionar dos o tres con el fin de recalcar su trascendencia. En cuanto a cantidad se
refiere, por ejemplo, un muchacho, entre las edades de trece y quince años, no necesita
consumir más de un ochenta por ciento de la ración adecuada para un hombre maduro;
pero realmente puede ingerir hasta un ciento cincuenta por ciento, si se le permite hacerlo.
Templanza
La sobriedad es una virtud de capital importancia, tanto en la gente joven como en las
personas mayores. Mas, para un muchacho, la moderación de su apetito, en lo relativo a
cantidad y en cuanto a la índole de los alimentos, se considera especialmente importante
por la práctica de imponerse privaciones a sí mismo. Tal vez nadie ha logrado medir
exactamente la capacidad de un muchacho para engullir comida; pero se notará que éste
adopta una sobriedad ejemplar si se le muestra un objetivo que justifique su esfuerzo, como
la destreza para el atletismo, por ejemplo. Y en esa forma, la templanza se convierte en un
detalle de adiestramiento moral y físico al mismo tiempo.
Continencia
Aún existe una fuerte barrera de prejuicios y gazmoñería, en la actitud de muchos padres
de familia y gran parte del pueblo en general, oponiéndose al adelanto de modificaciones
gradualmente progresivas en ese sentido. Esto hay que reconocerlo, y tratarlo con todo el
tacto indispensable. Para los padres de familia, es un deber ocuparse de que sus hijos
reciban la instrucción apropiada; pero muchos lo descuidan, y luego inventan excusas para
justificarse, ignorando tal vez que su negligencia es rayana en lo criminal.
Refiriéndose a esta importante cuestión, un distinguido erudito (el Dr. Allen Warner) ha
dicho lo siguiente: "Con frecuencia se ha expresado el temor de que tal enseñanza
engendre ciertos hábitos perjudiciales; pero no existe ninguna prueba para demostrar eso, y
en cambio la experiencia demuestra que la falta de información conduce al naufragio físico y
moral de numerosas vidas humanas."
Estas manifestaciones son irrefutables. El autor de estas líneas puede comprobarlo con
datos copiosos, adquiridos durante muchos años de observación personal. La inmoralidad
secreta que existe ahora tiene aspectos verdaderamente alarmantes. Y un detalle muy
digno de mención es el hecho de que, debido a que se considera como una especie de tabú
para la conversación entre adultos y personas menores de edad, el asunto se hace
provocativo y tentador, lo cual trae como consecuencia que los jóvenes adquieran
generalmente una información errónea, transmitida de unos a otros.
En una obra titulada "Lo que un muchacho debe ser", ("What a Boy should know") los
doctores Schofield y Jackson dicen esto: "El desarrollo sexual evoluciona gradualmente; y es
un infortunio serio el hecho de que los vicios perjudiciales comienzan y se practican a una
edad muy temprana. Recordando el viejo adagio de que andar prevenido es como andar
armado, a los niños debe decírseles lo que los aguarda; porque pronto entrarán en el
arriesgado período de la pubertad, y no debe permitirse que lleguen a la puericia careciendo
de los conocimientos necesarios para enfrentarse a las nuevas dificultades de su desarrollo."
En este asunto, el Jefe de Tropa hallará un amplio campo de acción beneficiosa. Mas
primero debe averiguar si el padre del muchacho se opone a que su hijo adquiera las
nociones indicadas. Además, le conviene consultar a otras personas que conozcan bien al
muchacho; y debe cerciorarse de que él mismo tenga la experiencia y la instrucción
suficientes.
Una manera conveniente para emprender su labor es referirse a esta cuestión mientras
habla sobre otras, disertando con sencillez y naturalidad, como si desempeñara el papel de
un hermano mayor. Algunos Jefes de Tropa tal vez consideren esto muy difícil, si nunca lo
han hecho; pero hallarán que se trata de una tarea relativamente fácil que, sin embargo,
tiene una importancia inapreciable.
Hablando en términos generales, ésa es una forma bastante adecuada para impartir dichos
conocimientos a la juventud; pero recordemos que será necesario tomar en cuenta los
diferentes rasgos distintivos de los muchachos, y que cada caso en particular exigirá que se
trate la cuestión de una manera distinta. Lo principal, desde luego, es que el Jefe de Tropa
consiga granjearse primeramente la confianza del muchacho, y que se establezca entre los
dos una relación de fraternidad que les facilite conversar franca y libremente.
Por último, es preciso agregar una breve advertencia para los divulgadores del Escultismo
que sean jóvenes y carezcan de experiencia. El hecho de que, por su edad, estén más
próximos al muchacho que otras personas mayores no puede considerarse siempre como
una ventaja. Esto frecuentemente resulta desventajoso, y es a veces un verdadero peligro.
Ciertas manifestaciones publicadas por el autor de estas líneas anteriormente se han
interpretado en el sentido de que considera como deber de todo Jefe de Tropa la tarea de
instruir a cada uno de sus scouts en los detalles de la higiene sexual. Pero la intención del
autor jamás ha sido ésa; pues opina que tal procedimiento a veces podría tender a
desquiciar el sistema de la familia. Su verdadera intención ha sido indicar a los Jefes de
Tropas que se fijen en este importante aspecto del desarrollo individual, y sugerirles que
traten de conseguir que los scouts dirigidos por ellos reciban tal instrucción, de parte de la
persona mejor capacitada para darla, en el momento oportuno y en la forma más adecuada.
Además, el autor opina que frecuentemente se verá que quien puede hacerlo mejor no es el
Jefe de Tropa, sino tal vez el padre de familia, el médico, el director espiritual o alguna otra
persona íntimamente relacionada con el muchacho.
Restricciones
Hace algún tiempo, alguien publicó una edición del libro "Escultismo para muchachos" y en
ella ordenaba rotundamente que los scouts nunca deben fumar. Esto nos induce a sugerir
que se recuerde que por lo general resulta contraproducente ordenar así a los muchachos a
que se abstengan de hacer ciertas cosas, pues tal método casi siempre les presenta una
tentación fascinante de actuar en sentido contrario. Lo apropiado es aconsejarlos con tacto
y positivamente contra los hábitos perjudiciales, o hablarles acerca de éstos calificándolos
como necedades o ridiculeces despreciables; y es casi seguro que así se les pueda inducir a
evitarlos, especialmente cuando se trata de malas costumbres como el hábito de blasfemar,
el vicio de fumar y otros que los jóvenes pueden adquirir con facilidad. Es también
conveniente establecer ciertas normas de buen tono, y crear una especie de opinión pública
entre los muchachos, en un plano que indique la línea de conducta que deben seguir para
aparecer cultos y caballeros ante la sociedad.
Equilibrio
Eso tal vez ha de parecerles a ciertas personas como una manera extraña de enseñar
disciplina y vigorizar la salud. Pero la experiencia demuestra que produce buenos
resultados.
Probablemente algunos de mis lectores han observado que a veces se incluye como parte de
la gimnasia militar, en la forma de inducir a los soldados a que anden por un tablón puesto
de canto a una altura de varios palmos sobre el nivel del suelo. Se ha descubierto que,
induciéndolos a enfocar su atención en esa prueba de habilidad, adquieren o intensifican la
destreza de dominarse a sí mismos y regir sus nervios. Además, el experimento se ha
extendido hasta el extremo de haberse visto que un soldado ineficaz en las pruebas de
puntería recobra el dominio sobre sí mismo y la facultad de concentración practicando varias
veces el ejercicio ese de "andar por el tablón."
Como ya lo he indicado, tales ejercicios fortalecen el carácter; y ésta es una de las razones
por las cuales yo deploro la tendencia moderna de anteponer la seguridad a todo lo demás.
Pues, para que la vida humana sea vigorosa, se necesita cierta dosis de peligro y para
prolongar la existencia, es necesario ejercitar nuestro ánimo, de vez en cuando en la
práctica de afrontarse a lo peligroso. Los scouts tienen que prepararse para topar
dificultades y peligros en la vida. Por esto debe cuidarse de que su adiestramiento no peque
de ser demasiado benigno.
Scouts de extensión
Por lo general, la tarea de orientar y ayudar a estos muchachos desvalidos es una labor muy
difícil, que requiere atención y paciencia mucho más intensas que las necesarias en el
adiestramiento de muchachos normales. Pero el resultado lo justifica. Así lo demuestra
sobradamente el testimonio de médicos, enfermeras y maestros (quienes, en su mayoría,
no son scouts) con respecto al bien que, por medio del Escultismo, se hace a dichos
muchachos, y por ende a los asilos que los albergan.
Nadie sabe, con exactitud, en dónde se halla el error; pero es indiscutible que tal es la
situación.
Por medio del Escultismo, nosotros podemos hacer algo para remediar esos males. Podemos
dar unos cuantos pasos en la tarea de proporcionarle aún al más pobre mozalbete un rumbo
y una oportunidad en la vida, o por lo menos inspirarle alguna esperanza, y enseñarle algún
oficio.
¿En qué forma? Naturalmente, lo primero que se nos ocurre, con respecto a eso, es pensar
en las Especialidades de artes manuales. Pero debe recordarse que, aunque decimos artes
manuales, aquilatadas al reflejo de nuestras normas, son algo más que aficiones y parte
integrante del sistema que nosotros empleamos para orientar a los muchachos por medio
de un comienzo fácil. Estas aficiones luego se convierten en algo más aproximado a las
especialidades, como adiestramiento vocacional para scouts de primera clase. Mientras
tanto, las aficiones o pasatiempos tienen su valor propio. Son labores en que un muchacho
aprende a emplear sus manos y su cerebro, así como empieza gradualmente a derivar del
trabajo. Y es posible que, en el caso de algún muchacho, sigan siendo sus aficiones por
muchos años, mientras en otro sean tal vez el paso inicial hacia una de las artes mecánicas
que se conviertan luego en su profesión u oficio permanente. Sea como fuere, el muchacho
que las practica no estará tan expuesto como antes a convertirse más tarde en disipador.
Porque las aficiones son un antídoto contra las artimañas de Satanás.
Pero, sin la ayuda de ciertas cualidades, las aficiones o artes manuales carecerán de la
virtud de orientar al muchacho hacia una profesión. Por eso, el artífice debe tener disciplina.
Tiene que adaptarse a las indicaciones del jefe o director y al ambiente de sus compañeros
de trabajo. Tiene que mantenerse formal, serio, eficiente y dispuesto.
Ahora ¿en qué forma utilizamos nosotros ese recurso en el adiestramiento de los scouts?
Prácticas iniciales
El primer paso para conseguir que un scout se dedique a las obras manuales puede darse
con mayor facilidad en el campamento que en cualquier otra parte. En la práctica de edificar
chozas, derribar árboles, construir puentes, improvisar utensilios, levantar carpas, tejer
alfombras y esteras en los telares del campamento, etc., los muchachos adquieren las
nociones elementales y se inician en las artes mecánicas, mientras descubren que dichas
tareas tienen considerable utilidad en cuanto a las comodidades de la temporada de
campamento.
Después de haber comenzado así, les interesará mucho continuar en la práctica de sus
aficiones, durante las noches de lluvia o de frío. Y será para ellos un aliciente significativo al
darse cuenta de que han de recibir algún reconocimiento, cuando se les confieran insignias
por su pericia, o cuando ganen algún dinero por el trabajo bien hecho que puedan vender.
Así, paso a paso, se convierten pronto en trabajadores enérgicos y entusiastas.
Especialidades
Las insignias son sencillamente incentivos para los muchachos, ofrecidas con el fin de que
adopten aficiones u ocupaciones; y para conseguir que progresen en sus labores. Ante otras
personas, son una prueba de que el muchacho ha hecho eso y su propósito no es demostrar
que quien las ostenta es maestro en el oficio en que se ha iniciado. Si alguna vez
intentamos hacer del Escultismo un sistema formal de instrucción seria, en eficiencia, se
perdería todo el valor y el quid del adiestramiento a que nos dedicamos y correríamos el
riesgo de inmiscuirnos en el trabajo de las escuelas careciendo de los expertos
indispensables.
GUÍA PARA EL JEFE DE TROPA - Lord Baden-Powell of Gilwell 40
Nosotros deseamos encarrilar a TODOS nuestros muchachos, dándoles impulso progresivo
en el curso de su desarrollo espontáneo y no mediante una instrucción objetiva obligatoria.
Pero el fin del sistema de Especialidades en el Escultismo es también darle al Jefe de Tropa
un instrumento con que pueda estimular e inducir a los scouts a dedicarse a las aficiones
que puedan ayudarlos en la formación de su carácter y en el desarrollo de su destreza.
El examen para conferir insignias no es de competencia, sino sencillamente una prueba del
esfuerzo individual. Por tanto, el Jefe de Tropa y el Sinodal tienen que trabajar en estrecha
armonía, juzgando separadamente cada paso por sus méritos, y aquilatándolo todos para
saber cuándo deben ser generosos y cuándo deben ser estrictos.
Algunos opinan que los muchachos tienen que llenar el máximum de ciertos requisitos antes
de considerárseles merecedores a ostentar una Especialidad. Eso está muy bien en teoría; y
con ese método se consigue que unos cuantos muchachos adquieran gran eficacia; pero
nuestro propósito es lograr que todos se interesen. El Jefe de Tropa que al principio pone a
sus muchachos ante una valla sobre la cual pueden pasar fácilmente, los verá salvándola
con entusiasmo y confianza en sí mismos; pero si los pone ante una tapia de piedra,
demasiado alta, los verá intimidarse, y ni siquiera intentar saltarla.
Sin embargo, nosotros no recomendamos el otro extremo, es decir, el que Consiste casi en
regalar las Especialidades a cuantos demuestran haber adquirido cualquier conocimiento
insignificante de las labores asignadas. Realmente se trata de un asunto en que los
examinadores deben usar su juicio y discreción, siempre teniendo en mente los propósito
fundamentales.
En otras palabras, el éxito del sistema de Especialidades depende mayormente del mismo
Jefe de Tropa, y de la forma en que él lo dirija.
Inteligencia
Por eso puede manifestarse que, cuando un muchacho forma el hábito de la observación y
la deducción, indudablemente ha dado un paso importantísimo en el desarrollo de su
carácter.
Así también puede verse claramente lo mucho que representa el rastreo como recurso para
la formación de dicho hábito. El rastreo en el campo y las conferencias acerca de su práctica
son detalles que deben estimularse, como parte del adiestramiento en todas las Tropas de
scouts.
Durante las noches de invierno y en días lluviosos, el Jefe de Tropa podrá emplear el tiempo
ventajosamente leyendo a los muchachos las principales noticias de actualidad publicadas
en los periódicos, y ayudándolos a interpretarlas por medio de mapas, etc. Otro recurso
excelente para inducir a los muchachos a estudiar, y a expresarse sin timidez ni
apocamiento, es la preparación de representaciones teatrales con episodios históricos de la
comarca en que viven.
Autoexpresión
Nuestra especialidad de Artista se usa con el fin de inducir a los muchachos a expresar sus
ideas gráficamente guiados por sus propias facultades de observación e imaginación, sin
que traten de hacerse artistas y sin imitar a éstos. Estimulando al mozalbete a que dibuje,
aunque sea de una manera tosca y rudimentaria, se le puede inducir a reconocer lo artístico
en el color o en las líneas, y a darse cuenta de que hasta en un ambiente sórdido puede que
haya luz y sombra, colorido y belleza.
Otra fase algo más avanzada en su educación puede iniciarse instándolo a practicar la
fotografía mental, es decir, a observar los rasgos de un paisaje, incidente o persona,
fijándolos en su mente, y luego a reproducirlo en papel.
El muchacho le tiene un amor natural a la música, y por ese amor se le puede orientar hacia
la poesía y los sentimientos más elevados, como por una transición de ascenso fácil y
naturalmente progresivo. Eso le proporciona al Jefe de Tropa un medio que puede utilizar
inmediatamente para enseñar a los muchachos a proporcionarse regocijo, y al mismo
tiempo dar mayor elevación a sus pensamientos.
Además, esa practica nos dio la oportunidad de conocer la belleza literaria de las obras
dramáticas famosas, así como experimentar emociones de alegría o tristeza, de amor o
conmiseración, mientras interpretábamos los distintos papeles.
Pero, sobre todo, nos proporcionó el placer y la felicidad de divertir a otras personas en
momentos en que necesitaban solaz o entretenimiento.
Muchas Tropas de scouts se dedican a labores teatrales durante los meses de invierno; y en
esa forma, no sólo acrecentan sus recursos pecuniarios, sino que adquieren educación
valiosa para si, mientras divierten a otras personas.
De afición a profesión
Las aficiones, artes manuales, inteligencia y salud son pasos preliminares para desarrollar el
amor al trabajo y habilidad para soportar las luchas de la vida, lo cual es algo esencial en la
consecución del éxito. Y la segunda fase consiste en preparar al joven trabajador para la
clase de trabajo que mejor se amolde a sus cualidades.
Los mejores trabajadores y las personas que mejor disfrutan de la vida son los que
consideran a su trabajo como si fuese una especie de deporte o juego; y mientras más
entusiastamente juegan, más gozan en sus labores. No sin fundamento, el famoso
historiador H. G. Wells ha manifestado lo siguiente: “Yo he notado que los llamados
hombres preeminentes en realidad son personas que tienen corazón de niño; es decir, que
son niños en la seriedad de la forma en que gozan trabajando. Trabajan porque les gusta
trabajar y así su trabajo es realmente un juego, un placer para ellos. El niño no es
únicamente el padre del hombre, sino que es el hombre y no desaparece nunca.”
Otro hombre ilustre (Ralph Parlette) también tiene razón cuando dice así: "Jugar es
experimentar amor en hacer algo; y trabajar es sentirse obligado a hacer algo."
Eso basta por ahora en cuanto a la forma en que un muchacho puede prepararse
prácticamente, por medio del Escultismo, para iniciarse en alguna profesión. Pero eso sólo lo
prepara. Aún está en manos del Jefe de Tropa el poder de darle más ayuda, a fin de que esa
profesión o carrera sea provechosa y le traiga éxito:
Primero, mostrando al muchacho los medios para perfeccionar la instrucción superficial que
ha recibido, medios por los cuales puede probablemente convertir sus aficiones en artes
mecánicas, por ejemplo. El Jefe de Tropa puede indicarle dónde podrá obtener educación
técnica superior, cómo conseguir becas o aprendizajes, instruirse a sí mismo para ciertas
profesiones, invertir sus ahorros, solicitar empleos, etc.;
Todo esto significa que el Jefe de Tropa debe hacer investigaciones, e informarse bien sobre
tales detalles y otros parecidos. En otras palabras, trabajando un poco, le será posible
ayudar a muchos de sus scouts a proseguir una vida útil, sana y fructuosa.
Es algo muy alentador para cualquier mozalbete, aunque sólo sea un humilde mensajero, el
saber que se halla con seguridad en la senda de las promociones, cuando hace su trabajo
tan bien que su jefe no puede hallar otro empleado mejor. Pero tendrá que aferrarse a su
buena conducta, sin permitir que los contratiempos o desalientos lo desvíen del rumbo
correcto puesto que, si se desorienta y su ánimo decae, jamás tendrá éxito. La paciencia y
la perseverancia siempre triunfan, cuando se va por el camino de la virtud.
Los empleos
Es por tanto un asunto de consulta con los padres, y uno sobre el cual debe avisar a éstos
contra el peligro de inducir a su hijo a tomar un empleo que no armoniza con sus
características, por el sólo hecho de que aporte dinero inmediatamente. Es provechoso que
trate de conseguir que el muchacho y sus padres vislumbren las posibilidades ulteriores que
se presentarán si se dan los primeros pasos en la dirección más adecuada, según sean las
circunstancias.
Y en ese punto es importante distinguir entre los empleos que brindan oportunidades de
desarrollo progresivo al muchacho, y los que no conducen a nada, o sea, la clase de
empleos que no ofrece perspectivas de adelanto. Estos últimos con frecuencia producen
mucho dinero por algún tiempo, y aumentan los ingresos pecuniarios semanales de la
familia. Por esto algunos los eligen para sus hijos, sin importarles el hecho de que no les
ofrecen ventajas para que se hagan de una buena profesión o de un buen oficio más tarde,
cuando sean hombres.
SERVICIO AL PRÓJIMO
Las cualidades de las que hemos tratado son prendas personales destinadas a hacer del
muchacho un ciudadano trabajador, viril y sano, pero, hasta cierto punto, tienen carácter
que pudiéramos llamar egoísta, puesto que sólo atañen a su persona. Pasemos ahora al
cuarto ramo del adiestramiento, mediante el cual, obteniendo una visión más amplia de las
cosas, el muchacho da una parte de sí mismo en beneficio de los demás.
Egoísmo
Las huelgas y los paros, con frecuencia, son ejemplos de un exagerado egoísmo. En muchos
casos, los empresarios no han querido reconocer que un hombre que ejecuta faenas
pesadas merece, en honor a la justicia, participar de las comodidades y goces del mundo,
como fruto de sus esfuerzos, y no vivir condenado a perpetua servidumbre, en beneficio de
los accionistas del negocio. Por otra parte, el obrero debe comprender que, sin capital, no
habría trabajo en gran escala, y que los accionistas de una empresa deben percibir alguna
ganancia en pago al riesgo de su inversión.
En los periódicos podemos ver ejemplos de egoísmo cuando leemos cartas de hombres de
pocas luces que, por cualquier pequeña contrariedad, recurren a la prensa con el fin de
ventilar sus asuntos.
Más aún, podrá verse que así ocurre en todas las escalas sociales, y hasta en los juegos de
los niños. A veces, cuando uno de éstos se siente disconforme por no haber obtenido
suficientes triunfos, abandona bruscamente el juego diciendo: "¡No juego más!" No le
importa un bledo echar a perder la diversión de sus compañeros; lo único que desea es
satisfacer su despecho.
El Escultismo tiende, en forma práctica, a liberar al niño de sus hábitos egoístas. Cuando
éste se satura de espíritu caritativo, se encuentra en muy buen camino para dominar o
extirpar esas tendencias nocivas.
Así el muchacho puede comprender mejor que parte de sus "deberes para con Dios" es
desarrollar, como don sagrado, esos sentimientos que Dios le ha infundido, para que le sean
de provecho en el curso de la vida. Así mismo debe cuidar su cuerpo, energías y vigor
reproductivo para emplearlos en el servicio de Dios; atender la mente, cuyos maravillosos
atributos (razón, memoria y apreciación) lo elevan sobre el nivel de los irracionales; exaltar
el alma animada por el soplo divino del amor que puede desarrollar mediante la expresión y
práctica continuas. Así es como se enseña al muchacho que el cumplimiento de los deberes
para con Dios significa, no simplemente acogerse a su infinita bondad, sino cumplir con el
elevado principio de "Amaos los unos a los otros".
Lo curioso del caso es que esta obligación de servir a los demás con buenas acciones es lo
que atrae más de lleno y más rápidamente el celo del scout. Aunque parezca trivial, el
hecho de sacrificar pequeñas conveniencias y placeres personales, en favor de los demás,
realmente forma la base sobre la cual descansa el espíritu de renunciamiento en provecho
ajeno.
Las acciones laudables de menor importancia incluidas en el credo del scout son en sí el
primer paso para desarrollar los buenos sentimientos hacia el prójimo. El estudio de la
naturaleza y los animales fortifica la nobleza de sentimientos en el muchacho, y lo induce a
vencer esa inclinación hacia la crueldad que muchas personas consideran inherente a la
niñez, pero que yo, de mi parte, no creo tan común como se supone.
De esas pequeñas buenas acciones pasa el muchacho a la práctica de auxilio que debe
prestar a lesionados o heridos, y de allí, en gradación natural, al salvamento de vidas, en
casos de urgencia, desarrollando con ello el sentido del deber para con los demás y la
espontaneidad de sacrificio en cualquier momento de peligro. Todo esto le imbuye
nuevamente la idea de abnegación por su hogar, el prójimo y la patria, estimulándolo a
exaltar su patriotismo y su lealtad, en un sentido mucho más elevado que el simple ademán
mecánico de agitar una bandera.
Servicio a la colectividad
Efecto posterior