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La Radio Como Comunicacion

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LA RADIO COMO COMUNICACION

La historia de la radio en la Argentina comenzó después de la Primera


Guerra Mundial para entonces, políticos y funcionarios consideraban a
la radiofonía un medio de telecomunicación que incidía
fundamentalmente en la seguridad nacional.

En 1913, el Congreso Nacional sanciono la ley 9127 con el fin de


reglamentar el monopolio estatal sobre todos los tipos de
comunicaciones: telegráficas, telefónicas y de radiocomunicaciones.

El espíritu de la ley definió la radio dentro de los parámetros de la


"seguridad del Estado". En ese momento, la radio se encontraba muy
lejos de ser un medio masivo de entretenimiento y de información. Se
la percibía más cercana a medios como el telégrafo (desde 1869) y el
teléfono (desde 1881). Ambos no sólo fueron las bases de la
modernidad económica y social en la Argentina, también fueron las
condiciones necesarias para la aparici6n de la radio como
telecomunicación en 1910.

Durante la Primera Guerra Mundial, el gobierno argentino coloco bajo


control del Estado estos servicios de radio que habían comenzado en
manos de radioaficionados privados. Las razones fueron que se la
consideraba un medio de telecomunicación y un instrumento de
seguridad estatal.

Lo mismo sucedía en estados Unidos, en Inglaterra y en Francia.

Hacia 1915, bajo la Ley 9127, el Ejercito Argentino adquirió cuatro


estaciones inalámbricas. Fueron compradas a la Compañía Marconi de
Telegrafía sin Hilos del Rio de la Plata. Solo al finalizar la guerra, una
visión mas liberal de las cosas motivo a que las autoridades
concedieran a la compañía alemana Siemens & Halske el control de
establecer y de explotar las ondas radioeléctricas para
comunicaciones con el exterior.

Pese a estos logros tecnológicos y jurídicos que favorecían la


ampliación del sistema de radiodifusión, fallaban algunos de orden
social, político y cultural para que la radio se convirtiera en un medio
de comunicación de masas. Dichas condiciones llegaron
paulatinamente desde la primera década del siglo. De este modo,
durante los anos previos a la aparici6n de la radio como medio de
comunicación de masas se consolidó y formó un público.

Un conjunto de personas desconectadas entre si, sin vínculos


personales mutuos y con el hábito de prestar atención a cierto
contenido que se les presenta de manera mas o menos impersonal.
Tanto la masa de inmigrantes como la de criollos contaban con la
experiencia de ser públicos del drama criollo.

Diarios y revistas, concurrían al teatro y a la opera. Cada una de estas


experiencias sirvieron de antecedentes para la formación del publico
de la radio.

Desde 1903 descendió el consumo de las acrobacias (asisten 24.131


personas) y comenzó a ser mas notorio el gusto por el drama criollo
(260.0334 personas) en salas de teatro. Ya durante 1906, en Buenos
Aires, asistieron al teatro 2.638.334 personas: el 17% a operas ya
operetas y el 29% a operas, operetas, zarzuelas, comedias y dramas
en español, y comedias y dramas de origen nacional.

Esto significó la masificación del género y, de alguna manera, el


comienzo de la masificación de un público que luego escuchará la
radio. Un segundo elemento central fue la publicidad comercial.
Comenzó en Buenos Aires en los primeros años del siglo XX, aunque
hasta los años veinte no llego su momento de auge.

En tercer lugar, en la formación del público influyeron ciertas


experiencias sociales y políticas características del espacio público de
la sociedad de masas; por ejemplo, las experiencias electorales y sus
efectos desde 1916.

Otro factor que contribuyo fue la lectura mas o menos habitual de la


prensa escrita, tanto diaria como periódica. Había aumentado el
número de personas alfabetizadas como efecto de las mejoras en la
educación formal y de los inmigrantes que ingresaban al país. Según
el censo de 1914, en la Capital Federal el 96,02% de los adultos cran
alfabetos; en La Plata y en sus alrededores, el 72,82%. La provincia
de Buenos Aires alcanzaba para entonces el 64,10%. También la tasa
de alfabetización en las provincias de Córdoba (55,67%) ………………
…….

Que en los años veinte se formó un público de Personas habituadas a


consumir conocimiento, a atender y a razonar de acuerdo con un
modelo más o menos impersonal de comunicación que requería un
medio como la radio. Si se suman los grupos de alfabetos argentinos,
alemanes, españoles, italianos y otros grupos nacionales menores, se
alcanza la cifra de 2.213.916 personas, entre varones y mujeres,
fundamentalmente concentrados en las zonas de mayor urbanidad.
Además, esta tendencia se refuerza con el hecho de que existieron
grupos grandes de trabajadores dedicados a profesiones realizadas
en zonas urbanas, como son los obreros de la industria y artes ma-
nuales.

(841.237 personas), los empleados de "comercio" (293.646) y el


"personal de servicio" (218.619).

Solo en la ciudad de Buenos Aires vivían 1.575.814 personas. Esto


representaba una base demográfica solida y muy prometedora para
la aparición lenta pero secura de una audiencia y de un público de
masas. Un público que, además, comenzaba a ser, poco a poco, un
grupo consumidor atractivo para los empresarios.

Finalmente, dentro de las condiciones necesarias para la aparición de


la radio como medio de masas, fue importante que el gobierno de
Hipólito Yrigoyen dejara una amplia libertad de acción a la prensa. Era
común y además, algo valorado, la expresión de ideas de manera
libre y por diferentes medios.

El “siglo XX corto" se perfilaba, en 1920, como el tiempo de la "gente


común". Y el hombre común era el componente típico ideal para el
público de los nuevos medios de comunicación de masas como lo
eran la radio y el cine.

LA RADIO COMO Comunicación De MASAS

(1920-1935)

En el segundo periodo de la historia de la radio, esta se transformo en


un instrumento para difundir ideas a grandes cantidades de personas.
Adquirió en poco tiempo las características de las organizaciones de
la industria cultural. Se convirtió en un medio revolucionario en tanto
posibilito a la "gente de a pie" trasladar la cultura popular y nacional
hasta la intimidad de su casa. El desarrollo de esta etapa se
interrumpió en 1933, momento en que comenzó el proceso de mayor
regulación hacia la radio como medio de difusión. Hasta este año, la
radio estuvo regulada como un instrumento de radiocomunicación y
desde el punto de vista de sus contenidos, como la prensa escrita.

Después de la guerra, la radio volvió a manos de los aficionados de


las comunicaciones a distancia. En Buenos Aires había unos veinte
aficionados. Entre ellos se destacó un grupo de experimentadores.
Estaban vinculados con la medicina (eran médicos y estudiantes en la
universidad) y el 27 de agosto de 1920, gracias a un equipo traído de
Francia, transmitieron, desde el Teatro Coliseo, Parsifal de Richard
Wagner. Esta emisión se considera la primera de |a historia de la radio
como medio de difusión en la Argentina. Después de la primera
transmisión de Enrique Susini y de sus compañeros, el proceso de
institucionalización de la radio se aceleró. En 1922, los importadores
de equipos y los fabricantes locales realizaron un acuerdo con Susini y
sus socios (Luis Romero Carranza, Cesar Guerrico y Miguel Mujica)
para organizar sobre bases firmes las transmisiones de Radio
Argentina (LOR). En esos anos, existían unos 1.000 receptores de
radio en casas de familia. Esto comenzó a crear conciencia sobre la
posibilidad de organizar comercialmente la radio como un medio de
comunicación de masas.

Entre 1920 y 1922, las radios que se organizaban para poner al aire
sus programas debían ser autorizadas por la Municipalidad de Buenos
Aires. Este tipo de autorización dependía del corto y limitado alcance
que las radios tenían en ese entonces. Después, fue el Ministerio de
Marina el encargado de dar a los radioaficionados el permiso. Esto se
mantuvo hasta que la responsabilidad fue asumida por el Ministerio
del Interior, en 1925. Se realizaba a través de la Dirección General de
Correos y Telégrafos (después, Telecomunicaciones) y las emisoras
eran veintiuna.

Los permisos en la Argentina se concedían de acuerdo con cuatro


prioridades: servicios postales, servicios telegráficos,
radiotelegráficos y servicios de radiodifusión. La explotación de las
emisoras era asumida por personas privadas (experimentadores,
aficionados o empresarios) y el control lo realizaba la Dirección de
Correos y Telégrafos. El hecho de que se haya transferido el manejo y
el control del sistema radial desde el Ministerio de Marina al Ministerio
del Interior muestra el cambio de percepción sobre el problema en
aquella época. Así, el poder político tomaba conciencia de que la
radio no solo era un medio de defensa estratégico, sino que era una
manera de informar a los ciudadanos, de producir cultura y educación
popular.

Desde el principio, las emisoras argentinas dedicadas a la difusión de


contenidos se organizaban como empresas privadas orientadas al
lucro. Con cierta diferencia del resto de América Latina, donde la radio
no fue en lodos los países un buen negocio, la Argentina junto con
Cuba, México y también Brasil, conto, desde los inicios, con la
presencia de empresarios habilidosos y capaces de observar cuales
eran los secretos del negocio del nuevo medio.

Este tipo de empresario (por ejemplo, Emilio Azcarraga, Goar Mestre o


Jaime Yankelevich) hizo posible que la radio despegase de sus
primeros tiempos "románticos".

El periodo bohemio se caracterizó por la presencia de aficionados que


experimentaban, con una imagen ideal de como podría desarrollarse
el medio. Se podría decir que la organización de la radio en la
Argentina, en los anos veinte, respondi6 a dos perspectivas visibles,
identificadas por las intenciones y conductas de sus administradores.
La primera etapa tuvo como protagonistas a los aficionados y a los
experimentadores y la segunda, a los empresarios. Sin embargo,
estas categorías no son tan simples como parecen, porque los
organizadores aficionados no sólo eran románticos y bohemios,
también eran personas que podían organizar un negocio y llevarlo
adelante. Así lo demuestra el grupo de Susini. Miguel Mujica llegó a
gerente general de una empresa de comunicaciones telefónicas en
España en los anos treinta, y durante el gobierno de Arturo Frondizi,
fue el secretario de Comunicaciones. Romero Carranza fue medico
radiólogo y fundó la primera empresa dedicada a producir celuloide
virgen para ser usada en el cine profesional. Tal vez el personaje más
complejo del grupo era el mismo Susini: además de ser medico,
investigador y empresario, fue director de cine y de teatro, y estuvo
junto con Yankelevich y Carranza en la fundación de la televisión
argentina. En resumen, los aficionados no fueron bohemios
despreocupados de las cuestiones económicas y administrativas. Pero
tampoco organizaron la radio como una empresa eficiente o un medio
de difusión masiva. Estaban más interesados en el medio como una
tecnología de experimentación, que en desarrollar un negocio
rentable.

En la segunda etapa, la empresarial (desde mediados de los anos


veinte hasta fines de los anos cuarenta), la radio se transformó en un
negocio. Su fortalecimiento, su ampliación y la posibilidad de
integrarse a otros negocios del sector de manera sobre todo
horizontal (revistas y diarios) fue una motivación constante desde
1925 en adelante. Los objetivos culturales se subordinaron a los
objetivos del negocio. Los empresarios eran licenciatarios del Estado,
quien concedía un permiso para administrar y explotar una onda de
transmi-si6n, de propiedad estatal. Por lo tanto, era el Estado quien
tenía el derecho de hacer uso de todas las ondas disponibles en el
momento que lo creía necesario (por ejemplo, cuando había un
problema de seguridad nacional).

En la etapa empresaria, la publicidad cumplió una función central.


Desde el principio de la década se concentro en llegar a las "amas de
casa en tanto controlaban la intimidad del hogar. Los productos
masivos tenían relaci6n con este sector de la vida social. La mujer se
convir-ti6 en un agente de persuasión: influía en el hombre sobre las
decisiones de consumo. Por otro lado, los productores de la radio
argentina usaron como contenido para sus programas, entre otras
cosas, la música popular, sobre todo el tango y el folklore, aunque en
gran medida también el jazz. Esta música no fue conocida gracias a la
radio: ésta sólo realizó un trabajo de amplificación y de
popularización. Terminó de hacer conocidas las melodías y los ritmos
que las masas criollas ya escuchaban en el drama criollo, en el teatro
popular y que los inmigrantes bailaban en !os conventillos. Sin
embargo, para el público de inmigrantes, la radio fue más novedosa
en relación con sus contenidos. Muchas letras de canciones, melodías
y ritmos fueron escuchados por primera vez en la radio.

No hay que olvidar que el mundo cultural de los años veinte estaba
centrado en el teatro. Como medio cultural, el teatro dejaba poco a
poco de concentrarse en el genero criollo para hacerlo en el genera
español. El teatro español adquirió popularidad durante los años
veinte. Dejará de tenerla sólo a finales de la década, al ser
reemplazado por el star system nacional. Los autores de las obras de
teatro que convertían a los actores nacionales en estrellas tomaron
progresiva conciencia de la presencia y de la relevancia de la radio.
Con la radio, el teatro se transformó en radioteatro y llegó hasta un
público más amplio y diverso. En 1924, Federico Mansilla presentó la
obra de Belisario Roldan, El rosal de las ruinas. Mas adelante, produjo
un ciclo de obras de autores nacionales que pueden ser consideradas
un antecedente del radioteatro que se conoció en los años treinta.
Eran diferentes, ya que no contaban con la continuidad argumental
entre una y otra emisión, rasgo esencial y característico de ese
género.

Sólo a fines de la década del veinte, la radio terminó de desarrollar


por completo el modelo del radioteatro, que entre 1930 y 1955 tuvo
su momento de esplendor. El género fue el resultado de una
combinación de otros géneros y formas culturales anteriores: el teatro
popular, el circo criollo (con los payadores, el drama criollo, el folletín,
el melodrama mazorquero, etc.), las obras de Florencio Sánchez y de
Evaristo Carriego.
Este género modificó los horarios, los ritmos y las costumbres de la
gente en cuanto "publico" de la radio. Su temática evolucionó desde
un género definido por formatos épicos, de aventura y acción,
pasando por la intriga, el enredo, el malentendido, hasta llegar a
algunos títulos psicológistas, intimistas, susurrantes, es decir, que
hacían hincapié en la vida interior de sus personajes. La última etapa
fue el resultado de la influencia del psicoanálisis sobre toda la cultura
de masas. Pero además, el radioteatro acercó definitivamente el
público a la radio. Por ejemplo, produjo la implicación emocional del
público, característica común en la cultura de masas. La gente
confundía a los personajes de ficción con los actores reales. Los
amaba o los odiaba como si realmente existiesen en la realidad.

Otro tema central para la radio fue el deporte y especialmente el


fútbol. En los años veinte, el fútbol cobraba importancia en las clases
más populares, tanto entre inmigrantes como entre criollos. En 1928,
el fútbol se desarrollaba básicamente en Buenos Aires, en el Gran
Buenos Aires, en La Plata y en Rosario. Sobre la base de esta
popularidad urbana, la radio introdujo el "domingo de futbol", al
Transmitir los partidos al interior del país. De este modo, el fútbol se
trasladó desde la cancha de juego hasta el hogar. El futbol pasó a la
vida privada y doméstica gracias a esta rutina de escuchar los
partidos de los domingos en la casa. Se puede decir que la radio
ayudó a que el futbol se transformara en un objeto cultural cotidiano
y familiar. El hecho de que, en 1933, Susini haya filmado Los tres
berretines deja en evidencia la relaci6n cercana de la radio con la
cultura popular. Los tres berretines son el futbol, el tango y el cine. No
sólo eran los tres berretines de la gente, también eran los de la radio
en aquél momento.

Para esa época, el público ya había desarrollado otros hábitos de vida


cotidiana que afectaban a la radio. En las clases medias acomodadas,
comenzó a ser un artefacto de uso diario en los hogares. Se introdujo
en los cambios que se estaban realizando en el canon de construcción
de casas y viviendas. Así, la radio comenz6 a cumplir una doble
función: era un objeto de confort instalado en las nuevas "salas de
estar" para ser mostrado y además, un bien de consumo en el tiempo
de ocio de las clases medias en ascenso. En síntesis, la radio adquirió
un lugar definitivo en los hogares de clase media.

Por otro lado, los profesionales de la radio (autores, directores,


actores, locutores, periodistas) generaban los contenidos por medio
de la adaptación de temas, de modos y de géneros de la cultura
popular, a los requerimientos técnicos, estéticos y sociológicos del
nuevo medio. Sus orígenes eran diversos. Muchos ni Siquiera tenían
profesiones reconocidas ni una estricta preparación técnica. Los
primeros profesionales de la radio llegaron de otras actividades
culturales (las letras, el teatro, la música) o solo de casualidad. Sus
orígenes sociales también son variados. Algunos guionistas y
escritores provenían de familias acomodadas. Habían estudiado
humanidades y letras en la universidad y veían en la radio un lugar de
realización profesional. Les interesaba mucho más su vocación que el
salario. Esa relación emocional y cercana con el trabajo y con el
medio se irá perdiendo poco a poco con el correr del tiempo, ya sea
por la burocratización de las emisoras o por el cambio de percepción
que los profesionales tuvieron del medio y de su propio trabajo.

Durante la primera época de la etapa empresarial, de los anos veinte


hasta los anos treinta, el pago a los empleados (actores, músicos,
locutores, periodistas, etc.) se solía hacer con mercaderías que los
anunciantes usaban para comprar el tiempo publicitario de las
emisoras (comida, bebidas, ropa, etc.). La modificación de este hábito
marcó una nueva visión de los profesionales de los contenidos de las
radios sobre su papel y sobre su trabajo dentro de la organización. En
definitiva, desde finales de los anos veinte en adelante, la radio pudo
establecer una rutina de tiempo, de temas, de personas y de
programas. Así se alcanzó la organización de la forma de producción
cultural en serie.

Desde el punto de vista de su organización,


las emisoras funcionaron coma empresas durante toda la década, sin
ser reguladas por ley especial alguna. Hasta la presidencia de
Irigoyen no se introdujo un cambio en el ordenamiento de la
radiodifusión. EI 10 de abril de
1929 se publico el Reglamento y se crea la Dirección de
Radiocomunicaciones, dependiente de la Dirección de Correos y
Telégrafos. La ley no intentaba obstaculizar o controlar la libertad de
las decisiones privadas de los explotadores de la emisora. El
Reglamento manifestaba la necesidad de ofrecer audiciones
"altamente artísticas y culturales", ordenaba que la propaganda debía
aparecer sin perjudicar la calidad de los programas, y que era
conveniente evitar la propaganda religiosa y política durante las
transmisiones. Además, limitaba la utilización de discos (lo que ayudó
a crear conciencia sobre la importancia de los números musicales en
vivo) y controlaba la relación entre la calidad de noticias y los
programas. En definitiva, se definió la radio como un medio de
expansión de la cultura de elite, alejada del periodismo y sin contacto
con los problemas políticos o ideológicos del momento.
El Reglamento estaba muy lejos de ser la experiencia intervencionista
que posteriormente será considerada legítima por algunos sectores
de la sociedad y tuvo vigencia hasta 1933. En esta fecha se sanciono
la primera ley que regulo las actividades de la radio. En esos
momentos había 530.000 receptores de radio en la Argentina y 20
millones en el mundo.

En resumen, durante los años veinte se organizaron las condiciones


necesarias para que luego la radio terminara por consolidarse en los
años cuarenta. Dos emisoras tuvieron en esta primera época
relevancia como medios de comunicación de cultura de masas: radio
Splendid y radio Belgrano (llamada Nacional hasta que una
disposición del presidente Uriburu no permitió mas el uso de esta
palabra en asuntos privados). Estas dos emisoras marcaron el canon
estético y profesional de la radio en el país. El resto de las emisoras
tuvieron los artistas de segunda línea y una menor participación en la
distribución de la inversión publicitaria.

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