Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8
Inventario del mal.
Imaginarios teriomorfos en Los Cantos de
Maldoror del Conde de Lautramont J ulieta Yelin Universidad Nacional de Rosario - CONICET julietayelin@yahoo.com.ar
Los animales han sido objeto de representacin desde los orgenes de la literatura occidental. Esta relacin ancestral se vincula con el carcter ambivalente que, como los grandes temas literarios, tienen los animales en relacin al hombre: una contigidad familiar en convivencia con la ms radical extraeza. El tpico de los animales impone a la literatura la presencia de un elemento irreductible a las categoras del pensamiento, que puede ser nombrado pero se resiste a cualquier forma de identificacin con la experiencia humana. En este sentido, el mundo animal constituye para el hombre una zona incognoscible del universo que lo rodea, a la vez que pone en evidencia para l la existencia de una regin desconocida de s mismo. Creadores de ficciones, desde Homero hasta nuestros das, han dado cuenta de esta tensin y la han tornado sumamente productiva al concebir los imaginarios de animales como motores de una interrogacin incesante sobre lo humano. En su libro Las estructuras antropolgicas de lo imaginario: introduccin a la arquetipologa general [1], Gilbert Durand explica la primitiva presencia de los smbolos teriomorfos en la realidad humana a partir del esquema de lo animado, asociando la experiencia de lo animal a la inquietud primigenia generada por la observacin de un movimiento rpido e indisciplinado; y expone como experiencia fundamental la de la pululacin o el hormigueo: acciones anrquicas que revelaran la naturaleza animal a la imaginacin humana en una primera instancia. Movimiento inmotivado e incontrolable, agitacin vital de una multiplicidad informe, la pululacin se presenta como impresin primera de lo animado sin nima, de una existencia regida por leyes completamente extraas a la racionalidad humana. Para Durand el esquema de animacin acelerada que es la agitacin hormigueante, pululante o catica, parece ser una proyeccin asimiladora de la angustia ante el cambio () [2]. De este modo, la funcin de los smbolos teriomorfos aparece ligada a una repugnancia primitiva frente a la agitacin, que expresa una angustia frente al cambio como testimonio revelador del paso irrevocable del tiempo. Los imaginarios teriomorfos constituiran uno de los rostros del tiempo para la imaginacin humana, y es por ello que su presencia en una enorme cantidad de testimonios artsticos puede ser asociada a experiencias de angustia o terror. Desde esta perspectiva es que Durand sostiene que es bastante comn encontrar lazos estrechos entre construcciones iconogrficas o literarias del mal y la utilizacin, ampliacin o reinvencin del repertorio de los bestiarios. [3] Nos interesa pensar aqu estas teorizaciones a partir de una lectura de Los Cantos de Maldoror (1869) del Conde de Lautramont, seudnimo del excntrico poeta de lengua francesa Isidore Ducasse, nacido en la ciudad de Montevideo en 1846. En ellos es posible hallar un saber acerca del valor arcaico y la enorme fuerza de impacto sobre la conciencia de los imaginarios de animales; tal como lo prueba la persistencia an hoy de su carcter perturbador y la extenssima descendencia que tiene la obra lautreamoniana tanto en la tradicin europea como en la hispanoamericana. Nos proponemos aqu indagar de qu modo se articula en Los Cantos el mal como tpico central del poema-relato con los imaginarios teriomorfos, motores centrales tanto para la creacin de imgenes como para el discurrir narrativo del texto; ms precisamente: qu funcin cumple en estos textos la animalidad en funcin de una caracterizacin moral del hombre; de qu modo se construyen potica y narrativamente los pasajes semnticos hombre-animal / animal-hombre, y cules son los efectos provocados por estos movimientos dentro de la que podramos denominar la hiptesis lautreamoniana del mal como atributo esencial de la naturaleza humana.
I. El bestiario, inventario del mal Le mal que vous mavez fait est trop grand, trop grand le mal que je vous ai fait, pour quil sois volontaire. [4] [5] En su trabajo consagrado enteramente a Lautramont, Gastn Bachelard [6] analiza el bestiario de Los Cantos teniendo en cuenta las potencialidades agresivas de cada uno de los animales: aquellos que muerden y destrozan (tiburn, len), los que tienen garras (guila, cangrejo), los que tienen ventosas y los succionadores (pulpo, sanguijuela, piojo), los venenosos (vboras), etc.; y concluye que existe en el texto una primaca de aquellos cuya agresividad es ms acelerada, ms inmediata, en la medida en que los mismos responden de modo ms cabal al ideal de crueldad que se construye en el texto. La violencia de Lautramont, sostiene Bachelard, no admite ninguna morosidad, ningn regodeo morboso: el mal es una forma pura e irracional, ligada al placer slo como realizacin, nunca como amenaza. El bestiario puede ser ledo, desde esta perspectiva, como un vasto repertorio de agresiones cuyas modulaciones instituyen temporalidades e intensidades diferentes, pero que coinciden en su extraeza con respecto al mundo de la violencia humana. Cette violence pure nest pas humaine; prendre des formes humaines serait la ralentir, la retarder, la raisonner. Mettre la base de la violence une ide, une vengeance, une haine, serait perdre son ivresse immdiate, indiscute, son cri. [7] Como el grito, sentido pleno sin referencia, la agresividad animal tiene la carga de inmotivacin e irracionalidad necesarias para crear un mal extrao a la conducta humana, de una exterioridad tan atroz que posiciona al hombre frente a s mismo como frente a un desconocido. La presencia siempre silenciosa y negada de lo animal como potencia primigenia destinada fatalmente a realizarse es el motor potico y narrativo de Los Cantos y escenifica una y otra vez el enfrentamiento del hombre al mal como suceso familiar, cotidiano, al tiempo que radicalmente ajeno. Pero de qu modo se construyen al interior del texto estas oscilaciones entre un mundo reconocible y otro desconocido que habita dentro de l? Podramos sugerir la presencia de al menos dos figuras fundamentales, ambas asociadas al cambio: la pululacin y la metamorfosis. Se trata de movimientos de pasaje y desplazamiento de sentidos, de procedimientos mediante los cuales el relato avanza, vale decir, atraviesa los pantanos generados por la proliferacin de imgenes poticas, al tiempo que produce en su propio acontecer la suspensin en nuevas imgenes. Nos detendremos slo en la lectura de dos fragmentos en los cuales dichos procedimientos ocupan un lugar central: el pasaje VII del Canto segundo (Il existe un insecte que les hommes nourrissent leurs frais) [8] y pasaje IV del Canto cuarto (J e suis sale. Les poux me rongent ). [9]
II. La pululacin Il existe un insecte que les hommes nourrissent leurs frais. Ils ne lui doivent rien; mais, ils le craignent. Celui-ci, qui naime pas le vin, mais qui prfre le sang [10] As se inicia el episodio de los piojos en el Canto segundo, frecuentemente estudiado por la crtica a causa de su relacin intertextual con un pasaje del Apocalipsis. Aqu las langostas han sido sustituidas por los piojos, insectos cuya agresividad se realiza por medio de la succin de sangre. Se nos advierte: los piojos prefieren la sangre al vino: este desplazamiento refiere, por un lado, a la analoga vino-sangre de Cristo instaurada por la liturgia cristiana, pero fundamentalmente describe una accin y un objeto que caracterizan e identifican a hombres y animales; vale decir que la distincin entre ellos no es esencial sino simplemente de objeto: los hombres beben vino, los piojos, sangre; los hombres se alimentan de la sangre de otro hombre -el Hombre-, los piojos de la sangre de las cabezas humanas. Estos desplazamientos metonmicos giran en torno a la figura rectora del proceso digestivo como movimiento primero de transformacin y en el cual se cifran todas las amenazas del mal: el terror que se impone en Los Cantos es el de ser tragado, metabolizado, el terror a la desaparicin. La figura de los piojos encarna an con ms fuerza que la de las langostas la amenaza de la desaparicin humana porque aquellos tienen la cualidad de alimentarse del hombre, al tiempo que su tamao y cantidad impide cualquier control y permite percibir claramente la impresin arcaica de la pululacin catica a la que se refera Durand. El mal que encarnan los piojos no puede ser individuado, puesto que cada uno de ellos es insignificante disociado del resto; su peligrosidad est asociada a la pluralidad y la indeterminacin. Puede leerse aqu tambin la tensin, la fuerza descentradora del devenir-animal deleuziano, situado siempre en los dominios de la multiplicidad, de la negacin de identidad: la manada, la banda, la poblacin. [11] En este episodio, con miras a la aniquilacin de los hombres, Maldoror concibe una enorme fosa en la que se cra una multitud de piojos listos para cumplir su cometido. Pour moi, sil mest permis dajouter quelques mots cet hymne de glorification, je dirai que jai fait construire une fosse, de quarante lieues carres, et dune profondeur relative. Cest l que gt, dans sa virginit immonde, une mine vivante de poux. [12] La obra ha sido creada mediante la fecundacin de un piojo hembra (J arrachai un pou femelle aux cheveux de lhumanit) [13], que, impregnado de sangre humana, dio a luz una maraa horrenda que espera en la fosa el momento indicado. De ello puede inferirse que la amenaza -que es siempre amenaza de desaparicin- tiene como origen una sustancia humana y, en consecuencia, que el hombre slo debe temer a aquello que viene de s. El Apocalipsis lautreamoniano, en este sentido, no constituye la realizacin de un castigo divino ni la pica lucha del Bien contra el Mal, sino la mediocre exterminacin del hombre por l mismo.
III. La metamorfosis La metamorfosis es el procedimiento imperante en Los Cantos. La transformacin es la operacin por la cual todo acontece y ello es posible en tanto pasaje no se resuelve jams en un punto de llegada. Retomando a Deleuze y Guattari, se trata de un devenir que no produce otra cosa que s mismo, que no tiene otro sujeto que s mismo, es decir, que hay un devenir-Maldoror (devenir-animal, devenir-monstruoso) pero no un trmino enunciable como Maldoror-devenido. [14] Esta potica de la transformacin da al texto la apariencia de una narracin infinita en donde son desestabilizadas las estructuras binarias en que se fundan las oposiciones ms enraizadas del imaginario humano: la de dios en oposicin al demonio, la de los hombres en oposicin a dios, la de las bestias en oposicin a los hombres. Tal negacin de los lmites entre existencias es realizada a partir de un deslizamiento analgico que provoca una vacilacin respecto a las identidades entendidas como instancias a priori. An el narrador est en continua metamorfosis: alternativamente sujeto y objeto de la voz narrativa, Maldoror se constituye en centro de este universo analgico en el cual los lmites se desdibujan y las formas siempre mutantes se presentan como desvaros de la percepcin. En el Canto cuarto, en uno de los pasajes ms fascinantes del texto, mediante una violenta irrupcin de la primera persona, Maldoror se describe a s mismo. All lo horrible, lo bestial, lo vergonzante toma dimensiones hiperblicas. J e suis sale. Les poux me rongent. Les pourceaux, quand ils me regardent, vomissent. Les crotes et les escarres de la lpre ont caill ma peau, couverte de pus jauntre. [15] Maldoror es la suciedad absoluta. El cuerpo habitado por los piojos, la lepra, los parsitos, los hongos, toda clase de pequeos escarbadores de la piel -lmite corporal que separa interior y exterior. Los pies, unidos a la tierra, races que lo inmovilizan y llevan hasta su vientre la vegetacin. Es necesario precisar que Maldoror no est invadido de alimaas, sino que es un conjunto de alimaas que han tomado el lugar de sus miembros; en un voto de rebelda contra el Creador se ha metamorfoseado en ese monstruo pasivamente sufriente, en una exhibicin obscena de lo perverso e inmundo de la naturaleza. All, y no en la interminable sucesin de actos malignos que trama y realiza, se encuentra su verdadera rebelin contra una moral que considera artificial y cnica. Simple exhibicin de la naturaleza, su auto-descripcin pone en funcionamiento toda la serie de desfiguraciones que constituyen su devenir imperceptible: ni planta ni carne, ni hombre ni bestia y, lo ms horroroso: ni vivo ni muerto: Cependant mon coeur bat. Mais comment battrait-il, si la pourriture et les exhalaisons de mon cadavre (je nose pas dire corps) ne le nourrissaient abondamment? [16] Los Cantos de Maldoror describen con precisin potica el devenir-animal que acontece sin pausa en eso que de modo impreciso podramos llamar la experiencia de ser hombre. Y esta experiencia es, evidentemente, una experiencia del lenguaje (como lugar de la comunidad y de la soledad ms radical, como poder y como impotencia, como reducto de la intimidad y como exterioridad absoluta). Lautramont encuentra y escribe el fascinante resplandor del mal en el intento siempre fallido que su bestial Maldoror hace de una vivencia de lo humano.
Bibliografa consultada BACHELARD, Gastn, Lautramont, Paris, Librairie Jos Corti, 1974. BAYN, Miguel, Lautramont, Madrid, Epesa, 1973. BLANCHOT, Maurice, Lautramont et Sade, Paris, ditions du Minuit, 1963. DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Flix, Devenir-intenso, devenir-animal, devenir-imperceptible..., en Mil mesetas, Valencia, Pre-textos, 1998. DURAND, Gilbert, Las estructuras antropolgicas de lo imaginario: introduccin a la arquetipologa general, Madrid, Ed. Taurus, 1982. De la mitocrtica al mitoanlisis. Figuras mticas y aspectos de la obra, Barcelona, Ed. Anthropos, 1993. Lo imaginario, Barcelona, Ediciones del Bronce, 2000. LAUTRAMONT, Conde de, Les Chants de Maldoror, Oeuvres Compltes, Paris, Gallimard, 1973. Los Cantos de Maldoror, Barcelona, Barral Editores, 1970. Introduccin, traduccin y notas de Aldo Pellegrini. Los Cantos de Maldoror, Madrid, Ed. Ctedra, 2001. Edicin y traduccin de Manuel Serrat Crespo. PLEYNET, Mancelin, Lautramont, Valencia, Pre-textos, 1977.
Notas [1] Madrid, Ed. Taurus, 1982. [2] Durand, Gilbert, op. cit., p. 68. [3] Gilbert Durand nombra como ejemplos las imaginaciones iconogrficas del infierno y el tratamiento del tema del mal en la literatura de Vctor Hugo. [4] Conde de Lautramont, Chant premier , Les Chants de Maldoror, Oeuvres Compltes, Paris, Gallimard, 1973, p. 39. [5] En todos los casos citaremos la traduccin al castellano de Manuel Serrat Crespo, Madrid, Ed. Ctedra, 2001. (El mal que me habis hecho es demasiado grande, demasiado grande el mal que os he hecho, para ser deliberado., p. 105). [6] Gastn Bachelard, Lautramont, Paris, Librairie Jos Corti, 1974. [7] Gastn Bachelard, op. cit. p. 15. (Esta violencia pura no es humana; darle forma humana sera aminorarla, retardarla, racionalizarla. Poner en la base de la violencia una idea, una venganza, un odio, sera perder su embriaguez inmediata, indiscutida, su grito.). La traduccin es nuestra. [8] Conde de Lautramont, op.cit., p. 83. (Existe un insecto que los hombres alimentan a su costa, op.cit., p. 148). [9] Ibidem, p. 167. (Estoy sucio. Los piojos me roen, op.cit., p. 229). [10] Ibidem, p. 83. (Existe un insecto que los hombres alimentan a su costa. Nada le deben; pero le temen. ste, a quien no le gusta el vino y prefiere, en cambio, la sangre, op.cit., pp. 148-149). [11] Ver Gilles Deleuze y Flix Guattari, Devenir-intenso, devenir-animal, devenir-imperceptible..., en Mil mesetas, Valencia, Pre-textos, 1998, p. 245. [12] Conde de Lautramont, op.cit., p. 87. (Yo, si se me permite aadir algunas palabras a este himno de glorificacin, dir que hice construir una fosa, de cuarenta leguas cuadradas y de adecuada profundidad. All yace, en su inmunda virginidad, una mina viviente de piojos., p. 152). [13] Ibidem, p. 87. (Arranqu un piojo hembra de la cabellera de la humanidad, op.cit., p. 152). [14] Deleuze y Guattari, op. cit., p. 244. [15] Conde de Lautramont, p. 167. (Estoy sucio. Los piojos me roen. Los lechones, cuando me miran, vomitan. Las costras y las escaras de la lepra han descamado mi piel, cubierta de pus amarillento., op.cit., p. 229). [16] Ibidem, p.167. (Sin embargo, mi corazn late. Pero cmo podra latir si la podredumbre y las exhalaciones de mi cadver (no me atrevo a decir mi cuerpo) no lo nutrieran en abundancia?, op.cit., p. 229).
Julieta Yelin 2005 Espculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
2010 - Reservados todos los derechos
Permitido el uso sin fines comerciales
_____________________________________
Smese como voluntario o donante , para promover el crecimiento y la difusin de la Biblioteca Virtual Universal. www.biblioteca.org.ar
Si se advierte algn tipo de error, o desea realizar alguna sugerencia le solicitamos visite el siguiente enlace. www.biblioteca.org.ar/comentario