Guerra Civil en Colombia?
Guerra Civil en Colombia?
Guerra Civil en Colombia?
¿VIOLENCIA GENERALIZADA?
"¿Por qué no somos capaces de ver la guerra civil que el mundo entero sí ve en Colombia?" -,
estaba particularmente motivado por las reflexiones de un ensayo de William Ramírez Tobón,
donde se sugiere que en el país se "está configurando una nueva forma de guerra civil de cuyo
Espectador no han sido los únicos en sugerir que el conflicto colombiano debe definirse como
una "guerra civil". Dentro de nuestras fronteras, quizá le figura más destacada en clasificar así el
conflicto ha sido el ex-Presidente Alfonso López Michelsen quien, en uno de sus comentarios
sobre el actual proceso de paz, se refirió a "una clásica situación de guerra civil, ya existente". 4
Fuera de Colombia, la clasificación del conflicto como "guerra civil" es cada vez más
generalizada.
y Eduardo Pizarro Leongómez han criticado la utilización de tal concepto. Según Uricoechea,
Relaciones Internacionales, ed., Colombia medio siglo. Balances y perspectivas (Bogotá, 2000).
4 Alfonso López Michelsen, "El discurso del ex-presidente César Gaviria", El Tiempo, febrero 18, 2001.
1
"calificar el conflicto armado en Colombia como una guerra civil no es solo objetivamente
incorrrecto sino, lo que es aun peor, políticamente perverso". Pizarro, a su turno, señala que
"en Colombia constituye una grave torpeza intelectual hablar de guerra civil". 5 Fernando
Cepeda Ulloa también ha advertido sobre el "manejo ligero" de muchos conceptos alrededor
república, Andrés Pastrana, ha intentado hacer precisiones cuando en una intervención reciente
observó que en nuestro país no existe una guerra civil sino "una guerra contra la sociedad civil". 7
discutido "si el conflicto era o no una guerra civil, dándole con pasión a las palabras un
contenido taumatúrgico, como si a través de ellas la contienda fuera una u otra y, por tanto, más
o menos grave. Realismo mágico, en la mejor línea de Macondo". 8 Para analistas como
palabras, en Colombia "reina una guerra muy real que libra un revoltijo de movimientos
manifestaciones se trata de un conflicto "peculiar". Pero de todas formas estaríamos "ante una
guerra de lo más civil", cuyo "pavoroso contexto" que tiende a complicarse la volvería "aún más
5 Eduardo Pizarro Leongómez, "¿Representación ficticia?", El Espectador, agosto 26, 2000; y Fernando
Uricoechea, "¿Cuál guerra civil?", El Tiempo, Octubre?, 2000. Véanse también las observaciones de Pizarro
en Guillermo Solarte (Entrevistas), No ha pasado nada. Una mirada a la guerra (Bogotá, 1998), pp. 256-57.
6 Fernando Cepeda Ulloa, "Hablar mal (pésimo) de Colombia está de moda", Cambio, febrero 14, 2000.
7 Citado en Uricoechea, "¿Cuál guerra civil?".
8 M. A. Bastenier, "La incivil guerra colombiana", El País, noviembre 30, 2000. "No nos compliquemos con
el término", le respondió Alfredo Molano a Eduardo Pizarro, cuando éste, en una conversación virtual
organizada por la revista Semana que circuló en el internet, intentó explicar porque en Colombia no había
"guerra civil".
2
¿Guerra civil? ¿Guerra contra los civiles? ¿Guerra incivil? No se trata de una
en el caso que nos ocupa es de interés más que todo por profundas razones prácticas.
Interesa, en primer lugar, al mismo camino escogido domésticamente para lograr la paz.
lugar, a las relaciones formales entre el país y el mundo externo. La aplicación del derecho
internacional. La opinión pública ha adquirido un papel cada vez más predominante en una
amenaza con desplazar al principio de la soberanía. En este contexto, las percepciones que se
tengan en el exterior sobre el conflicto podrían influir en la toma de decisiones muy significativas
- desde los niveles y orientaciones de la ayuda internacional hasta una posible intervención
armada.
Este ensayo tiene el propósito de examinar varios interrogantes alrededor del concepto
concepto no sirve para identificar las características de la experiencia colombiana. Si, como
bien argumenta Willam Ramírez Tobón, del "diagnóstico oportuno y preciso" del conflicto
entonces a formular con ninguna precisión tal diagnóstico. Se hace necesario, por consiguiente,
un esfuerzo más sistemático por definir el tipo de guerra que se sufre hoy en Colombia. En la
3
disciplinas, la noción de "guerra civil". Paso seguido, examinaré con más detalle cómo se ha
la descripción del conflicto como una situación de violencia generalizada - una variante reciente
alternativo, sino revisar estereotipos. Este debe ser el primer paso para identificar aquellos
elementos que nos permitan quizá tener mayor claridad sobre la naturaleza del conflicto en
Colombia.
II
términos más amplios, según Clausewitz, "la guerra es… un duelo en gran escala"; o "un acto de
fuerza para obligar a nuestros enemigos a hacer nuestra voluntad". 9 Sin embargo, desde la
perspectiva del derecho y de la política internacional, la guerra ha estado asociada con los
conflictos entre Estados.10 Una simple definición de "guerra civil" remitiría entonces a un
9 Carl von Clausewitz, On War (London, 1993), p. 83. Un reconocido historiador moderno de la guerra como
John Keegan la define así con extrema cautela: "War is a collective killing for some collective purpose; that
is as far as I would go in attempting to describe it"; J. Keegan, War and our world (Londres, 1999), p. 72.
10 Kalevi J. Holsti, The state, war, and the state of war (Cambridge, 1996, reedición 1999), p.1. Para una
discusión sobre los diferentes conceptos de "guerra" desde la perspectiva del derecho internacional, véase
Ingrid Detter, The law of war (Cambridge, 2000), pp. 3-62. Para una discusión conceptual desde una
perspectiva moral, véase Ian Clark, Waging war. A philosophical introduction (Oxford, 1990), capítulo 1. El
interés de Clark en mostrar la relación entre el concepto de la guerra y las normas sobre su conducta le lleva
a examinar la noción de la guerra como algo que ocurre entre los Estados. Tal definición se encuentra ya en
Platón, : "me parece que la guerra y el conflicto civil difieren en naturaleza y nombre… La guerra significa
luchar con un enemigo externo; cuando el enemigo es de la misma familia, lo llamamos conflicto civil"; citado
en Clark, Waging war, p.12.
4
Así se le entendió entre nosotros en el siglo diecinueve, aunque la expresión "guerra
civil" se utilizaba con frecuencia indiscriminadamente al lado de otras como "revolución". Juan
características asociadas con tales conflictos en la América Latina: "en las guerras civiles,
políticas o religiosas, se enardecen más que en las de nación a nación las pasiones iracundas del
hombre". 11 En tales conflictos "el hermano combate contra el hermano y el hijo contra el
padre". Existe en ellos "el empeño de someter indefinidamente a los otros, con la irritación de
no poder conseguirlo plenamente, pues que las fuerzas se contrabalancean, los enemigos no se
separan, son habitantes de un mismo territorio y se transmiten unos a otros sus no satisfechos
odios y venganzas. Son hijos de una misma madre y se desgarran delante de ella, sin respeto
alguno". 12 Obsérvense los elementos identificados por Espinosa: las partes en conflicto
pertenecen a una misma comunidad política, existe cierto balance entre las fuerzas en disputa, y
Elementos de esta definición común de "guerra civil" estuvieron presentes entre los
Estado, como parte integral del conflicto, era referencia obligada. Emmerich de Vattel, en su
obra clásica publicada originalmente en 1758, observó que "la costumbre aplica el nombre de
guerra civil a toda guerra entre miembros de una misma sociedad política". Pero paso seguido
añadía: "si la guerra es entre un cuerpo de ciudadanos de un lado y el soberano y quienes les
son leales del otro, nada más se necesita para que la insurrección adquiera el título de guerra
civil… sino que los insurgentes tengan una causa para levantarse en armas". 13 De Vattel no
11 Juan Espinosa, Diccionario para el pueblo: republicano democrático, moral, político y filosófico (Lima,
1855), pp. 545 y ss.
12 Idem., p. 545-6.
13 Emmerich de Vattel, "Civil war", en R. Falk, ed., The Vietnam war and international law (Princeton, 1968),
vol.1, p. 20.
5
sólo favorecía así una muy amplia definición de "guerra civil", sino que iba más allá. Tales
conflictos daban lugar, dentro de una misma "Nación", al surgimiento de dos partidos que, por
sus visiones opuestas sobre la justicia de sus respectivos actos, deberían ser considerados por
las leyes de la guerra como "dos cuerpos políticos separados, dos distintas Naciones". 14 Así,
según de Vattel, la distinción conceptual dejaba de tener sentido: toda guerra civil debería ser
tratada como cualquier otra guerra internacional - una visión hoy en voga entre algunos círculos.
Sin embargo, de Vattel reconocía de todas formas que tan amplio concepto de "guerra civil"
encerraba ciertos elementos sobre la intensidad o la dimensión del conflicto. Sus referencias a
la existencia de la división de la República en dos partes opuestas, "cada uno con demandas de
ser el cuerpo del Estado", o al rompimiento del Estado que conduce a una "guerra pública entre
conflicto interno determinado, sobre todo con los fines de extender el radio de aplicación de las
leyes de la guerra a la conducta de dichos conflictos, y de definir las relaciones jurídicas entre
terceros Estados y las diversas partes en conflicto. En esta disciplina, la expresión "guerra civil"
conflicto armado entre dos órganos opuestos del Estado o de grupos de población dentro de
proporciones tanto en el tiempo como en el espacio". 16 Tal definición general no es, sin
embargo, suficiente. No todo conflicto interno puede entender como una "guerra civil". Y más
14 Idem.
15 Idem., pp. 19 y 22.
16 Erik Castren, Civil war (Helsinki, 1966), p.28.
6
aún, no toda "guerra civil" estaría sujeta a las mismas regulaciones del derecho internacional.
Interesa, pues, apreciar con alguna precisión los niveles y la dimensión de los conflictos.
En particular, la doctrina distinguía tres etapas hacia la calificación de una "guerra civil":
del derecho. La rebelión, que incorporaría actos como el tumulto o la asonada, aludiría a
enfrentamientos esporádicos contra las fuerzas del Estado. Sólo cuando la rebelión armada
aquellos casos donde el gobierno establecido fuese incapaz de "mantener el orden público y
ejercer la autoridad sobre todas las partes del territorio nacional". 17 La insurgencia sería el paso
intermedio hacia la beligerancia - el status final que le daría a la "guerra civil" las connotaciones
de una guerra internacional para los efectos de la aplicación de las leyes de la guerra. Esta
las definiciones. Nunca fue fácil distinguir entre "insurgencia" y "beligerancia". 18 Su aplicación
práctica ha sido, en efecto, más bien escasa desde la guerra civil de los Estados Unidos a
mediados del siglo XIX.19 Así que la concepción tradicional de "guerra civil" -como un "tipo de
conflicto donde los insurgentes han sido reconocidos como beligerantes" -, fue gradualmente
abandonado por los tratadistas de derecho internacional.20 De acuerdo con Ingrid Detter, la
17 Véanse Castren, Civil war; Daoud L. Khairallah, Insurrection under international law, with emphasis on
the rights and duties of insurgents (Beirut, 1973), pp. 69-72.
18 Para una discusión actualizada que muestra también la dificultad de definir ambas categorías, véase Brad
guerra civil de los Estados Unidos. Véase W.L. Walker, "Recognition of belligerency and grant of
belligerent rights", en Transactions of the Grotious Society. Problems of Peace and War (1938), vol 23, p.
179. Véase también Quincy Wright, "The American Civil War, 1861-1865", en Richard Falk, ed., The
international law of civil war, Baltimore y Londres, 1971).
20 Sobre el desuso del término, véanse los respectivos comentarios en: G. Draper, "The status of combatants
and the question of guerrilla warfare", The British Year Book of International Law, 1971 (Oxford, 1973); H.
McCoubrey y N. White, International organizations and civil wars (Aldershot y Vermont, 1995), p. 6; A.
Roberts and R. Guelff, eds., Documents on the laws of war (Oxford, 2000), p. 23 y A. Rosas, The legal status
7
expresión "guerra civil" todavía denota "la necesidad de las reglas elaboradas para el
En vista de tales dificultades, autores como Richard Falk han abogado por un marco
de referencia normativo más adecuado que no sólo sea aceptable a los gobiernos, sino que
también sirva para "promover políticas dirigidas a minimizar la violencia en los conflictos,
propósitos, Falk sugería clasificar los diferentes tipos de guerras civiles e identificar los temas
para el orden mundial que surgirían de sus distintas características. Falk propuso, en particular,
cinco categorías: (1) guerra civil estándar; (2) guerra de hegemonía; 3) guerra de autonomía; 4)
guerra de secesión; y 5) guerra de reunión. Otras guerras podían tener alguna combinación de
los elementos descritos en estas cinco categorías. Con la excepción de la "guerra civil
conflicto interno del internacional. Mientras que las "guerras de hegemonía" involucraban la
participación de terceros Estados, las otras tres de alguna manera proyectaban la eventual
disputa entre Estados - en la medida en que los conflictos buscaran con éxito luchar contra un
1970, sobre todo alrededor de las conferencias de Ginebra, un tipo de "guerra civil" adquirió
of prisoners of war. A study in international humanitarian law applicable in armed conflict (Helsinki,
1976), p. 245.
21 Detter, The law of war, pp. 43-44.
22 R. Falk, ed., The international law of civil war (London, 1971), 'Introduction'.
8
status independiente: las guerras de "liberación nacional". 23 Estas fueron incorporadas en el
artículo 1(4) del Protocolo I de 1977, el que se refirió a los "armed conflicts in which people
are fighting against colonial and alien dominion, and against racist regimes in the exercise of their
Tales guerra dejaban de ser así estrictamente "civiles" y quedaban equiparadas, para efecto de
la aplicación de las leyes de la guerra, a los conflictos internacionales. El espectro del artículo
1(4), como lo ha observado Heather A. Wilson, es muy limitado. Algunas de sus expresiones
fueron incorporadas teniendo en mente conflictos muy específicos: en Sur Africa, en Israel o en
anotadas. En su lugar, se habla hoy de "conflicto armado de carácter no internacional", para los
cuales las respectivas convenciones de Ginebra tendrían aplicación inmediata. Según Dietrich
Schindler, el derecho internacional distingue hoy cuatro tipos de conflictos: 1) los conflictos
clasificación se considera más útil para el fin de buscar la aplicación de normas humanitarias
mínimas, sin necesidad del intrincado proceso del reconocimiento de beligerancia, los
23 Véase el trabajo de Heather A. Wilson, International law and the use of force by national liberation
movements (Oxford, 1990).
24 'Protocol Additional to the Geneva Conventions of 12 August 1949, and relating to the protection of
victims of international armed conflicts (Protocol I), en Adam Roberts y Richard Guelff, eds., Documents on
the laws of war (Oxford, 2000), p. 423.
25 Wilson, International law and the use of force, p. 168. Véase también Holsti, The state, war, and the
9
problemas conceptuales no han desaparecido. La distinción entre conflictos armados
armados no-internacionales es tal que la sola clasificación nos dice muy poco sobre la
usa con frecuencia sin mayores elaboraciones, para referirse en general a los más diversos
conflictos internos. Entre economistas, por ejemplo, las "guerras civiles" se definen como "an
internal conflict with at least one thousand battle-related deaths". 27 Con base en este criterio,
Paul Collier y Anke Hoeffler clasifican 73 conflictos en distintas regiones del mundo, entre
1965-99, como "guerras civiles". Entre los estudiosos de relaciones internacionales también
parece dominar la tendencia a usar el concepto de "guerra civil" en su más amplia acepción.
Charles King reconoce las dificultades de definir qué es una "guerra civil". Cualquier definición,
según King, depende de criterios arbitrarios en un área donde además "no civil war today is
ever wholly internal". Su cautela no le impide clasificar alrededor de 40 "conflictos internos" sin
resolución en 1997 como "guerras civiles". 28 En un ejercicio similar, David Keen identifica
medio centenar de "guerras civiles" entre 1994 y 1998. Dentro de estas clasificaciones
generales, quedan así equiparados conflictos tan disímiles como los que se viven en Sudán,
Chechnya, Irlanda del Norte y Colombia. No es muy difícil apreciar las dificultades inherentes
en aplicar en forma tan laxa la categoría de "guerra civil", ya se trate de entender la naturaleza
de un conflicto determinado, o de buscar soluciones a los respectivos conflictos. Sin negar que
pueden existir elementos comunes, clasificar al Reino Unido y a Ruanda como países que sufren
27 Paul Collier, "Economic Causes of Civil conflict and their implications for policy", mimeo, 2000, p.3.
28 Charles King, "Ending civil wars", Adelphi Paper, 308 (Oxford, 1997).
10
Esfuerzos recientes por aproximarse al concepto de "guerra civil" no parecen ser
tampoco muy afortunados. Las "guerras civiles", según Peter Waldmann, han perdido su
como referencia al Estado. En su lugar, las "guerras civiles" habrían adquirido "una nueva
calidad 'pre' o 'paraestatal'". 29 Waldmann sugiere una "nueva definición de la función de las
guerras civiles que las entiende ya no sólo como contribución a la formación del Estado, sino
su análisis es el supuesto según el cual el Estado habría dejado der ser un "ordenamiento de
referencia básica". Waldmann, al igual que muchos otros, no cree que pueda establecerse "una
oposición auténtica entre guerra nacional y guerra internacional". Reconoce sí "el peligro de
hacer demasiado extensivo el espectro de los fenómenos que pueden clasificarse de 'guerra
civil'", pero insiste en su uso general: "no existe … un prototipo de guerra civil", sino que el
concepto abarcaría una amplia gama de "posibles formas y estilos". 30 Más adelante examinaré
algunos de los errores y problemas en abandonar al Estado como punto de referencia. Por lo
pronto, es suficiente señalar que el intento de Waldmann de aproximarse a "un concepto difícil
Pero quizá nadie recientemente ha expandido más el concepto de "guerra civil" que el
poeta y ensayista alemán Hans Magnus Enzensberger. La "guerra civil", según Enzensberger,
no es sólo "una costumbre antigua, sino la forma primaria de todo conflicto colectivo". 31 Hasta
el día de hoy, observa, "no existe una teoría útil sobre la guerra civil". Sus planteamientos no
29 Peter Waldmann, "Guerra civil: aproximación a un concepto difícil de formular", en Peter Waldmann y
Fernando Reinares, ed., Sociedades en guerra civil: conflictos violentos en Europa y América Latina
(Barcelona, Buenos Aires y Mexico, 1999), p. 27.
30 Waldmann, "Guerra civil", p. 35.
31 Hans Magnus Enzensberger, Civil war (Londres, 1994), p.11.
11
logran llenar tal vacío. Enzensberger enumera algunas de las guerra civiles "clásicas": la guerra
de 30 años en Alemania; las guerras civiles en los Estados Unidos y en España; la guerra entre
blancos y rojos en Rusia. Y contrasta las distintas características entre las guerras
diferente. Mientras que antes, según Enzensberger, las guerras civiles desembocaban en el
surgimiento del imperio de la ley, "es dudoso que las guerras civiles de hoy tengan un resultado
similar". Las "guerras civiles" de hoy no tienen objetivo definido, ni plan, ni estrategia; todo es
"plunder, death and destruction". 32 La novedad de las actuales guerras civiles está precisamente
que "they are waged without stakes on either side, that they are wars about nothing at all". 33
Estos conflictos no serían exclusivos del Tercer Mundo. "La verdad", observa Enzensberger,
"es que desde hace tiempo la guerra civil se trasladó a las metrópolis". Según él las guerras
civiles - que el llama "guerras moleculares" -, viven también en el seno de las sociedades
industralizadas; siempre comienzan en una minoría y, como los eventos en Los Angeles lo
mostrarían, "they can escalate at any time to epidemic proportions". 34 En últimas, su concepto
de "guerra civil" se confunde con las diversas formas de violencia y criminalidad del mundo
contemporáneo.35 Otros análisis recientes sobre la violencia, como el de John Keane, siguen
como el conflicto de dos bandos en el seno de un mismo Estado; y del otro, se le tiende a
32 Idem., p. 17.
33 Idem., p. 30.
34 Idem., pp. 19-20.
35 Para una crítica del ensayo de Enzensberger (aunque desde una perspectiva distinta de la planteada en
este ensayo), véase Beatrice Hanssen, "Violence and interpretation: Enzensberger's Civil wars, en Critique
of violence. Between poststructuralism and critical theory (Londres y Nueva York, 2000), pp. 179-185.
36 John Keane, Reflections on violence (Londres, 1996).
12
identificar, sobre todo recientemente, con cualquier manifestación de conflicto violento. Han
sido quizá los tratadistas de derecho internacional quienes más se han esforzado por darle
mayores precisiones al concepto. En esta disciplina, la "guerra civil" alcanzó a definirse como
aquel conflicto interno en el que los insurgentes adquirían el status de beligerancia. Obsérvese,
sin embargo, la paradoja: al adquirir el conflicto status de "guerra civil", éste dejaba de ser
"civil" para efectos de las leyes de la guerra, las que se aplicarían como si se tratase de una
guerra entre naciones. Los recientes intentos de ampliar el concepto de "guerra civil" a casi
todas las formas de conflictos tendrían el efecto similar de "internacionalizar" tales conflictos, en
la medida en que suponen que los Estados han dejado de ser puntos de referencia. En
cualquier caso, estamos frente a un concepto que, por su extendida ambiguedad, contribuye
muy poco al entendimiento de las características propias de los diversos conflictos internos que
se viven hoy en distintas regiones del mundo. Como lo intentaré mostrar en las líneas que
siguen, la creciente clasificación del conflicto interno colombiano como una "guerra civil" es así
mismo equívoca, e impide apreciar con claridad la naturaleza misma del conflicto y, por lo
III
"America se embarcó en una política de exquisita locura: financiar a ambas partes de la guerra
civil colombiana", escribió Mark Danner en el New York Review of Books. Danner es apenas
un comentarista más que acepta sin reparos el concepto de "guerra civil". The New York
Times nos habla de "la larga y asesina guerra civil en Colombia". El influyente columnista
George Will advierte a sus lectores en The Washington Post sobre los riesgos de la
13
participación de los Estados Unidos en "la guerra civil colombiana". Jorge Castañeda,
el conflicto colombiano como guerra civil en sus columnas de prensa. Incluso The Economist,
Tal categoría es con frecuencia utilizada en un sentido general y simple, aunque de por
doméstica y fraticida entre bandos opuestos de colombianos. Pero también con frecuencia las
nos ha dicho The New York Times. En otras ocasiones se intentan mayores precisiones
respecto de su duración: "36 años de guerra civil", dice The Sunday Telegraph; 40 años,
según The Daily Telegraph.38 Los intentos de precisar suelen presentar un panorama más
bien confuso con lo que la misma noción de "guerra civil" quedaría en entredicho. Según
George Will, la guerra civil colombiana sería "un sancocho, cocinado por largo tiempo, de
37 Mark Danner, "Clinton and Colombia. The privilege of Folly", The New York Review of Books, octubre 5,
2000; The New York Times, noviembre 6, 2000; George Will, "Colombia illusions", The Washington Post,
septiembre 10, 2000; Jorge Castañeda, "La crisis colombiana", El Tiempo, enero 7, 2000; y "Blood on the
border", The Economist, septiembre 16, 2000. Referencias similares abundan. Véase también, por ejemplo,
Carlos Ascasubi, "La masacre de arboledas y la guerra civil colombiana", Venezuela Analítica
(www.analitica.com), agosto 9 del 2000; y editorial del Neue Zurcher Zeitung, septiembre 7 del 2000. En el
prólogo a un trabajo publicado por el Banco Mundial, Andrés Solimano se refiere a la quinta década de
"bitter civil war" en Colombia; en C. Moser y C. McIlwaine, Urban perceptions of violence and exclusion in
Colombia (Washington, 2000), p. V. "It can no longer be denied that Colombia has descended into civil
war": Jenny Pearce en la contraportada del libro de Constanza Ardila Galvis , The heart of the war in
Colombia (Londres, 2000). Al lanzar su libro recientemente en Francia, la Senadora Ingrid Betancourt habría
destacado que "Colombia vive una espantosa guerra civil", según el informe de El Tiempo (7 de febrero del
2001). El candidato a la presidencia Alvaro Uribe Vélez se refirió al proceso de paz como "un proceso … de
mentiras en medio de una guerra civil creciente", en El Espectador, febrero 20 del 2001. El general (r) Alvaro
Valencia Tovar también se ha referido a la "guerra civil", caracterizada por la confrontación entre
autodefensas y grupos guerrilleros; "Esta horrenda guerra civil", El Tiempo (2001).
38 The Sunday Telegraph, septiembre 3, 2000; The Daily Telegraph, febrero 28, 2001.
39 Will, "Colombia illusions".
14
A ratos lo que está en discusión no es el que se trate o no de una guerra civil sino su
norteamericana sobre la historia de Colombia porque "le dicen al lector que la guerra civil en
ese país apenas tiene 40 años de vida". Según Szulc, la colombiana sería "la guerra civil más
larga y más brutal del hemisferio occidental, que se prolongó intermitentemente durante 160
años". 40 La Guerra de los Supremos habría sellado desde 1839 la suerte de los colombianos.
Desde entonces "estas guerras nunca terminaron". Szulc sólo ve una línea contínua desde tales
inicios que pasó por el "momento clave" de los "disturbios salvajes" en Bogotá en 1948: "la
guerra civil - la violencia - siguió después… y condujo a golpes militares, (y) al restablecimiento
de una democracia formal". Para Szulc esta "democracia formal" no tiene gran significado:
concepto ha sido llevado a sus extremos por el historiador alemán Tomás Fischer, quien se ha
referido a "la constante guerra civil en Colombia". Según Fischer, el país habría vivido en
guerra civil casi desde siempre, como "consecuencia del incompleto proceso de formación de la
nación". 41 Fischer reconoce que muchos de los elementos del conflicto colombiano actual no
corresponderían "con la idea que uno tiene de una guerra civil convencional". Sin embargo,
insiste en clasificarlo como una "guerra civil" determinada "a través de los numerosos y
simultáneos conflictos armados" que sufren los colombianos. Estos serían de tres tipos: unos
darwinista", entre "los marginados urbanos y los mestizos blancos de las clases altas"; y,
15
finalmente, los protagonizados entre el crimen organizado con intereses comerciales y el Estado.
Fischer acoge sin cuestionamientos el lugar común según el cual sólo un 15% de la violencia
colombiana tendría motivaciones políticas, mientras que el resto estaría más bien relacionado
con una violencia generalizada. (Más adelante discuto la validez de estas cifras). La "guerra
civil" colombiana se definiría así más que todo por los conflictos de origen social. Más aún,
según Fischer, "el problema real de Colombia no son la guerrilla ni la mafia ni los paramilitares ni
la delincuencia cotidiana, sino la estructura que los engendra". 42 En últimas, la constante "guerra
Tal vez el ensayo más reciente en el que se examina el concepto de "guerra civil" en su
de Fischer, sin embargo, Ramírez Tobón parecería apartarse de la noción de una guerra civil
continua desde el siglo XIX y sugiere más bien que estamos frente a un fenómeno novedoso.
¿En qué se diferenciaría específicamente el actual conflicto de los conflictos pasados? Ramírez
Tobón no ofrece al respecto una respuesta sistemática, pero describe los elementos que según
él indicarían que el conflicto colombiano clasificaría hoy como una "guerra civil". En primer
lugar, se ha producido una ampliación del círculo de actores colectivos violentos donde "el
Estado no es ya el único punto de referencia", haciéndole eco quizá a las ideas de Peter
42Idem., p.273.
43Idem., p. 260. La explicación de la violencia por la supuesta inexistencia o debilidad de una "nación" en
Colombia parecería estar extendida, a pesar de la pobre evidencia empírica que la sustenta y de la falta de
estudios modernos sobre la nacionalidad o el nacionalismo en Colombia. En un artículo reciente, por
ejemplo, se afirma en su primer párrafo, en tono abiertamente especulativo, que "Colombia no es ni una
nación ni un Estado sino una montonera que, cuando avanza, deja muertos"; Victor de Currea-Lugo, "Un
intento por explicar la violencia en Colombia: ¿Y si no somos nación?", América Latina Hoy (Revista de la
Universidad de Salamanca, España), diciembre de 1999, p. 17.
16
colombiana sería el "equilibrio de fuerzas… ya que ningúno de los bandos domina ni puede
dominar inequívocamente". Según Ramírez Tobón, "la guerra es 'civil' no porque la gran
mayoría de la población se alindere según identificaciones con los antagonistas, sino porque los
ciudadanos son insumos forzosos para la sostenibilidad de la lucha en aspectos cada vez más
intangibles…". 44
conflicto colombiano que, desde la prensa y la academia, parecerían identificarse con las
categóricas palabras de Pierre Gilhodes: "el conflicto colombiano, a pesar de las opiniones
contrarias, lo califico como "guerra civil". 45 ¿Se ajusta la naturaleza del conflicto colombiano a
este concepto en sus diversas acepciones? Desde una perspectiva general, puede decirse sí
que el conflicto es "civil", en la medida en que no se trata de una guerra internacional - entre
componentes transnacionales del tráfico de drogas se darían tal vez como ejemplos en los
intentos de caracterizar la guerra como "internacional". Tal caracterización, sin embargo, sería
internacional. Las "guerras civiles" pueden tener efectos externos; pero éstos tampoco las
17
transnacionales en el crimen organizado no puede conceptualmente confundirse con una guerra
internacional.
debería entonces haber problemas en aceptar la clasificación del conflicto, en sus fundamentos,
como "civil": éste se origina y desarrolla primordialmente dentro de las fronteras del Estado
colombiano; sus protagonistas son nacionales de un mismo Estado. Sin embargo, más allá de
Estado nacional -, tal conceptualización es equívoca, inadecuada y sirve muy poco para un
tipología básica de guerras civiles ofrecida por Richard Falk puede ser ilustrativa.
Cuatro de las las cinco formas de guerras civiles descritas por Falk pueden ser
una "guerra de secesión". Los grupos armados que luchan contra el Estado colombiano no
geografía del país. Como lo subrayó Hernando Gómez Buendía, "no existe ningún documento
o declaración de las Farc o del Eln donde se hable de partir el territorio". 46 Por si hubiere
dudas, en la "Agenda común", acordada por el Gobierno y las Farc, se estipuló expresamente
Tampoco estaríamos frente a una "guerra de autonomía" en la que, según Falk, "un Gobierno A
Contragobierno B por el control del Estado X.". 48 Esta sería la clásica confrontación anti-
18
colonial, donde se estaría luchando por el principio de auto-determinación nacional. Mucho
menos podría clasificarse el conflicto colombiano como "guerra de reunión", aquella en que "un
Gobierno A en un Estado X busca ganar control sobre los negocios del Estado Y con el fin que
clasificarse como una "guerra de hegemonía", en la que el "Gobierno A del Estado X impone a
una elite dependiente en Y" - los conflictos tal vez típicos de la Guerra Fría.
Faltaría por examinar la primera de las cinco variedades identificadas por Falk: la
lucha por ganar el control del Estado X". Mientras que las anteriores parecen estar definidas
por sus intenciones y motivos (secesión, autodeterminación, reunión), o por un nivel particular
nuevos Estados, la "guerra civil estándar" de Falk estaría confinada a las fronteras de un mismo
Estado, tanto en su desarrollo como en su impacto sobre el territorio del Estado. Hasta cierto
punto, por ser la noción más básica de la "guerra civil" se acercaría más a la concepción clásica
internacional creyó poder solucionar las dificultades de tal concepción distinguiendo los niveles
de intensidad del conflicto: rebelión, insurgencia, y beligerancia - sólo en éste último estaríamos
hablando propiamente de "guerra civil". De cualquier manera, ya hemos visto cómo esta
disciplina abandonó el concepto en su propósito de encontrar vías más expeditas para aplicar
las leyes de la guerra en los conflictos internos, dadas las enormes dificultades para establecer
cuándo las confrontaciones domésticas de un Estado adquirían las dimensiones de una "guerra
49 Idem.
19
civil". Pero incluso si no se acepta el anacronismo de la categoría, existen buenas razones para
beligerancia.50
Si bien la noción de "guerra civil" no es hoy en sentido estricto un concepto del derecho
internacional, podrían retenerse algunos elementos que sirvieron tradicionalmente para intentar
definirla en dicha disciplina. Sobresalen allí la seria división en el seno de una comunidad, la
armado. El ejemplo "clásico"es el de la guerra civil de los Estados Unidos - por lo demás uno
beligerancia.51 Otro caso que se acercaría al modelo clásico sería el de la guerra civil
caracterizan las guerras civiles "por la división masiva y colectiva de toda una nación en dos
bandos que abrigan dos concepciones contrastantes de lo que es deseable considerar como
modelo de sociedad"; tal división motivaría, a su turno, una movilización armada masiva de los
respectivos bandos. Como bien lo señala Uricoechea, "ese no es… el caso colombiano".
referirse, según Uricoechea, a una nación "asediada por aparatos armados que la inmensa
ejemplo, "Recognition of belligerency and grant of belligerent rights"; y Ann van Wyen y A. J. Thomas Jr,
"International legal aspects of the civil war in Spain, 1936-39", en Falk, ed., The international law of civil
war.
53 Uricoechea, "¿Cuál guerra civil?".
20
Buendía contrastan el caso colombiano con otras experiencias recientes donde sí podría
señalado Pizarro Leongómez, "ni la guerrilla ni los paramilitares representan algún conglomerado
social de significado", aunque puedan tener algunas bases sociales de apoyo dispersas a nivel
local.55 El lenguaje coloquial habla de la polarización del país. Pero sus manifestaciones
públicas - a través del voto, las marchas contra los violentos, los escritos en prensa, las
opuesta al recurso de la violencia, más aún una ciudadanía que en su inmensa mayoría no se
identifica ni confía en ninguna de las organizaciones armadas ilegales que propician el conflicto.56
Más equívoca y falsa aún sería entonces la noción de "guerra civil intermitente" o
historiador Tomas Fischer, respectivamente.57 Es cierto que Colombia sufrió varias "guerras
civiles" de significado nacional durante el siglo XIX, y un período de graves conflictos internos
que se conocen como la Violencia a mediados del siglo XX, antes del espiral de violencia que
la ciudadanía. Así lo sugieren las encuestas del Centro Nacional de Consultoría. Véase Carlos Lemoine,
Colombianos del milenio (Bogotá, 1999), p. 31.
57 Aunque algunos autores no utilizan la expresión "guerra civil", con frecuencia se hace alusión a "las
continuas rachas de violencia desde su temprana consolidación nacional en los 1820s"; véase, por ejemplo,
Todd Eisenstadt y Daniel García, "Colombia: negotiations in a shifting pattern of insurgency", en William
Zartman, ed., Elusive peace. Negotiating and end to civil wars (Washington, 1995), p.265. Uno de los
ensayos quizá más influyentes en este tipo de interpretación es el texto de Gonzalo Sánchez, Guerra y
política en la sociedad colombiana (Bogotá, 1991). Más recientemente, Sanchez cita a Roy Licklieder para
sugerir que "En Colombia… la estabilidad es una 'guerra civil suspendida'"; en Sánchez, "Colombia:
violencias sin futuro", Foro Internacional, México, XXXVIII:1, enero-marzo, 1998, p.42. Aunque según
Sánchez, Colombia ha sido "un país de guerra endémica", sin embargo, ha reconocido la necesidad de
distinguir conceptualmente los distintos períodos: "…el problema fundamental que se nos plantea es
entonces el de la definición de la naturaleza y las variaciones históricas de estas guerras". Véase su
introducción a Sánchez y Peñaranda, eds., Pasado y presente de la violencia en Colombia, p. 11.
21
establecer, sin embargo, líneas nítidas de continuidad entre los diversos períodos de conflicto en
esos casi dos siglos de existencia republicana. Las "guerras civiles" del siglo diecinueve
obedecieron a muy diversos motivos (la escasa literatura sobre las mismas no permitiría además
tener mayores precisiones sobre su naturaleza).58 Entre guerra y guerra hubo casi siempre
períodos de relativa tranquilidad. Más aún, entre el último conflicto decimonónico - la Guerra
de los Mil Días (1899-1902) - y la Violencia transcurrieron unas cuatro largas décadas de paz,
de enorme significado - un período tal vez no suficientemente valorado para la cultura política
nacional.
década de 1960) y la ola de violencia más reciente pueda trazarse otra clara línea de
continuidad, como si se tratase del mismo conflicto, tanto en sus orígenes como en su
significativas diferencias entre la violencia de hoy y la del pasado. Según Pécaut, los elementos
1980 no tenía precedentes en la historia del país: "for the first time an armed group undertook
violence that was deliberately intended to destabilize the state itself". 59 El narcotráfico "significó
58 Sobre las diferencias entre las guerras civiles del siglo diecinueve y la violencia de mediados del siglo XX,
véase Malcolm Deas, "Algunos interrogantes sobre la relación guerras civiles y violencia", en Gonzalo
Sánchez y Ricardo Peñaranda, eds., Pasado y presente de la violencia en Colombia (Bogotá, 1988). Véase
también Deas, Intercambios violentos (Bogotá, 1999). En general, la historiografía moderna no se ha
ocupado mucho en estudiar las guerras civiles del siglo pasado en Latinoamérica. Véase mi ensayo: "Las
guerras civiles del siglo XIX en la América Hispánica: orígenes, naturaleza y desarrollo", en A. Vaca
Lorenzo, ed., La guerra en la historia (Salamanca, 1999).
59 Daniel Pécaut, "From the banality of violence to real terror", en Kees Koonings y Dirk Kruijt, eds.,
Societies of fear. The legacy of civil war, violence and terror in Latin America (Londres y Nueva York,
1999), p. 153.
60 Pécaut, "Hilos de la madeja", Lecturas Dominicales. El Tiempo, julio 2 del 2000.
22
posiblemente ha influido más en la transformación del conflicto armado. Este no se puede
desvincular "de los inmensos recursos financieros que manejan los sectores ilegales, y de la
otras razones, Pécaut concluye que "nada entonces más lejano de este enfrentamiento armado,
IV
Si no es una "guerra civil", ¿cómo describir entonces el conflicto colombiano? Muchas de las
respuestas alternativas a la noción de "guerra civil" tampoco ayudan a hacer mayor claridad
sobre la naturaleza de la confrontación. "Más que una guerra civil generalizada", ha observado
Eduardo Pizarro Leongómez, "lo que existe es una completa y desgarradora geografía de la
violencia". 63 Esta es, en efecto, una de las descripciones más frecuentes del problema
colombiano: bajo esta interpretación, el país estaría sufriendo ante todo las consecuencias de
altísimos niveles de violencia "común" que tendrían poca relación con el conflicto armado con
los grupos guerrilleros. Recuérdese que esta forma de violencia general es la que recibe el
nombre de "guerra civil" por el poeta alemán Enzensberger. Es lo que se popularizó como la
Estudios sobre la Violencia en 1987. Desde entonces ésta ha sido también la interpretación
61 Idem. Según Camilo Echandía, el 41.97% de los recursos financieros de la guerrilla proviene de los
cultivos ilícitos. Véase Echandía, "Expansión territorial de las guerrillas colombianas: geografía, economía y
violencia", en Malcolm Deas y María Victoria Llorente, eds., Reconocer la guerra para construir la paz
(Bogotá, 1999), p. 135.
62 Idem.
63 En Solarte, No ha pasado nada, p. 256.
23
Bajo la actual administración del Presidente Andrés Pastrana, el discurso oficial ha
ha sido a ratos consistente. En varias ocasiones la retórica del gobierno ha reconocido que el
país está en "guerra". ¿Qué tipo de guerra? La respuesta, en los discursos del gobierno, varía.
Comisionado del gobierno se refirió a las "cinco décadas de guerra civil". 64 Esta referencia es,
expresó que el país padecía "dos guerras nítidamente diferenciables: la guerra del narcotráfico
a quienes calificaron el conflicto como una "guerra civil", el Presidente Pastrana expresó que en
el país no había una guerra civil sino una "guerra contra los civiles". Con todo, la expresión
"guerra" no es muy común en el discurso del gobierno. Quizá las más utilizadas, a tono con el
reconoció explícitamente, por medio de una resolución oficial, tanto el "carácter político" de
uno de los grupos insurgentes como la existencia misma del "conflicto armado". 66 Al expresar
los propósitos de la política de paz, el lenguaje gubernamental plantea, sin embargo, la ambición
de combatir un conflicto más amplio. El Presidente y sus representantes han insistido que las
negociaciones con la insurgencia no se limitan "a buscar el fin de la confrontación armada", sino
24
cultura de la violencia compartida por toda la nación, de allí que la propuesta última del proceso
de paz sea también la de un "proyecto pedagógico para entronizar entre nosotros la cultura de
la paz".
Sería necesario advertir que el discurso oficial contiene diversos matices y, en cualquier
representantes del Estado se ven obligados, por la misma dinámica del proceso, a hacer
haciendo eco al diagnóstico quizá más difundido del problema colombiano: el de estar sufriendo
una situación de violencia generalizada. Esta visión del problema colombiano se ha interiorizado
del "nosotros" para hacer referencia a los criminales pasa con frecuencia inadvertido. Como
cuando el premio Nobel Gabriel García Márquez, al proponerle al entonces candidato Andrés
Pastrana una "educación para la paz", se refirió a "los escombros de un país enardecido donde
nos levantamos para seguir matándonos los unos a los otros".68 (El subrayado es mío). Este
lenguaje, que criminaliza en últimas a la nación, es compartido por altos representantes del
que hicieron carrera y que hoy se repiten sin mayores cuestionamientos. En 1987, el informe de
la Comisión de Estudios sobre la Violencia sugirió que el conflicto armado sólo era responsable
67 Sobre este punto, véase el ensayo de Malcolm Deas, "La paz: entre los principios y la práctica", en
Francisco Leal Buitrago, ed., Los laberintos de la guerra. Utopías e incertidumbres sobre la paz (Bogotá,
1999).
68 El Espectador, mayo 19 de 1998.
69 Véase, por ejemplo, la cita del Presidente Ernesto Samper en su discurso de posesión, al describir el sueño
que le proponía a los colombianos: "se trata, como lo señala García Márquez, de superar esa paradoja de
'tener un amor casi irracional por la vida mientras nos matamos unos a otros por las ansias de vivir'"; (el
subrayado es mío), "Discurso de posesión del presidente Ernesto Samper Pizano", El tiempo de la gente
(Bogotá, 1994).
25
de un bajo porcentaje de los homicidios en el país. "Mucho más que los del monte" - se dijo
allí, en una frase que se popularizaría -, "las violencias que nos están matando son las de la
calle". 70 Años más tarde, bajo la administración Gaviria en 1993, la idea se repetía en un
documento de la Presidencia de la República: "la mayoría de los homicidios (cerca del 80%)
hacen parte de una violencia cotidiana entre ciudadanos, no directamente relacionada con
insistido en el diagnóstico: "la violencia política produce entre el 10% y el 15% de los
provenientes directamente del conflicto insurgente, se estiman en sólo el 13% del total". 73 Fabio
"produce entre el 15 y el 20 por ciento de la violencia del país", el resto "deriva de problemas
común, la falta de oportunidades". 74 Estas citas son deliberadamente repetitivas con el fin de
70 Citado en Mauricio Rubio, Crimen e impunidad. Precisiones sobre la violencia (Bogfotá, 1999), p. 76.
71 Presidencia de la República, Consejería Presidencial para la Defensa y la Seguridad Nacional, Seguridad
para la gente (Bogotá, octubre de 1993), p. 15.
72 En Solarte, No ha pasado nada, p. 256.
73 Nicanor Restrepo, Derecho a la esperanza (Bogotá, 1999), p. 17.
74 "La conversación", en La Revista, El Espectador, enero de 2001. La confrontación armada "es
responsable solamente del 12 por ciento" de los muertos en Colombia, ha expresado también Augusto
Ramírez Ocampo; véase su "Propuesta de una solución política al conflicto armado en Colombia", en Germán
Manga, ed., Inseguridad e impunidad en Colombia (Bogotá, 1997), p. 102.
26
ciudadana generalizada, ajeno al conflicto armado, una idea que, no debe extrañar, la repiten
responsabilidad de las organizaciones armadas ilegales en las altas tasas de homicidio del país,
al tiempo de haberle cargado casi toda la culpa del problema a "los conflictos cotidianos entre
los colombianos". Rubio subraya, ante todo, la debilidad de la evidencia empírica de quienes
insisten en afirmar en forma tan "categórica" que sólo un 10-15% de los homicidios del país
tendrían origen en el conflicto armado. En efecto, dadas las altas tasas de impunidad y el
número de muertes resultantes de la subversión?76 Más aún, como también lo reconocen otros
violencia? En palabras de Daniel Pécaut: "guerrillas… are political actors, but… how political
are they really when they practice protection rackets and kidnappings on a large scale, and even
resort to the services of organized crime and hired killers in order to achieve their goals?"77
asociación, como Rubio lo advierte, no es fácil de establecer. Pero sí parece claro que la
presencia de organizaciones armadas ilegales tendrían por lo menos dos efectos: afectarían el
75 Véase, por ejemplo, "Plenty of law, precious little order in Colombia", The Guardian, febrero 23 de 1996.
Este diario cita como fuente a la Comisión Andina de Juristas para decir que el 14 por ciento de los
homicidios son "políticos".
76 Rubio, Crimen e impunidad, pp. 71 y ss.
77 Pécaut, "From the banality of violence to real terror", pp. 142-43. El fenómeno de una clara frontera entre
delito político y delito común se identifica entre algunos autores como la "degradación" del conflicto. De
acuerdo con Gonzalo Sánchez, "De una violencia política con horizontes ético normativos definidos y con
criterios de acción regulados o autorregulados, se ha venido pasando a una indiferenciación de fronteras
con la criminalidad común organizada y en alianzas operativas o tácticas con el narcotráfico", en "Colombia:
violencias sin futuro", p. 46.
27
desempeño de la justicia ordinaria y propagarían tecnologías criminales.78 Otras evidencias le
permiten a Rubio sugerir que el grueso de la violencia colombiana no es fruto de la tal supuesta
intolerancia ciudadana. Sus conclusiones son cautelosas pero modifican de manera sustancial el
arraigado lugar común: "unos pocos, muy pocos criminales y agentes violentos con gran poder,
ante los cuales el ciudadano común se siente amenazado, inerme y desprotegido", 79 serían los
Rubio señala la aparente "gran inconsistencia" del diagnóstico oficial: "si, como se ha
venido afirmando por tantos años, el grueso de los muertos en el país poco tiene que ver con el
conflicto, las prioridades y los esfuerzos en materia de paz deberían estar orientados hacia otros
Hay que volver a advertir el énfasis de la retórica gobernamental. Cuando se habla del objetivo
final de la paz, "el silencio de las armas" parece pasar a un nivel secundario. La paz que se está
confunde con la solución de los problemas estructurales que estarían supuestamente motivando
78 Pécaut también acepta esta línea de argumentación: "Statistical evidence tends to suggest that there might
be a correlation between the existence of 'organized' violent groups, including the guerrillas, and the
increased in 'unorganized' vilolence", op. cit., p.143. Según Alejandro Gaviria, "press reports and
testimonies showing the prominent role of narco-traffickers and guerrilla groups in the diffusion of criminal
knowledge and the transfer of criminal techniques abound", véase su ensayo, "Increasing returns and the
evolution of violent crime: the case of Colombia" (fotocopia, s.f., 1999?). Una investigación dirigida por
Jesús Bejarano concluyó que "existe una correspondencia muy significativa entre los altos niveles de
violencia e inseguridad y la presencia de organizaciones armadas ilegales", Bejarano y otros, Colombia:
inseguridad, violencia y desempeño económico en las áreas rurales (Bogotá, 1997), p. 252. Agradezco la
comunicación de Camilio Echandía, coautor de este trabajo.
79 Rubio, Crimen e impunidad, pp. 156-57.
28
El propósito de este ensayo ha sido cuestionar la validez del concepto "guerra civil" en su
ramificaciones externas, sobre todo aquellas relacionadas con el problema de las drogas ilícitas.
Sin embargo, más allá de esta acepción general, por su misma ambiguedad, el uso del término
"guerra civil" sirve más para confundir que para hacer precisiones sobre la naturaleza del
generalizada, una de las formas más recientes como se han definido las guerras civiles
identifica con ninguno de los grupos armados ilegales que propician la violencia.
motivado el que algunos autores como Hernando Gómez Buendía expresen que "en Colombia
no hay 'guerra civil'. Lo que hay es una guerra contra los civiles". Tal descripción, como se ha
80Hernando Gómez Buendía, "¿Desmembración territorial o guerra civil?, Diners, mayo de 1999, reproducido
en Gómez Buendía, El lío de Colombia, p. 104. El intelectual español Fernando Savater hizo eco a la
descripción de Gómez Buendía en su artículo "Colombia agónica", El Tiempo, diciembre 12 de 1999.
29
delegado de las Naciones Unidas, "es la población civil la que pone los muertos". 81 Pero quizá
las más de las veces los ataques de los grupos guerrilleros van directamente dirigidos contra los
miembros de las Fuerzas Armadas. Similarmente, en los picos de la "guerra" contra los carteles
de la droga, los blancos preferidos de la mafia narcotraficante fueron agentes de policía y del
Una narración del conflicto que lo describiera exclusivamente como una "guerra contra
los civiles" estaría ignorando, ante todo, el elemento central que lo define: la confrontación entre
grupos armados ilegales y el Estado. Así lo definen ciertamente los mismos guerrilleros, aunque
con frecuencia las Farc se autoproclaman como "parte del pueblo en armas". En carta al
Presidente Pastrana, el 3 de diciembre de 1998, los voceros de las Farc se referían a los "34
comienzos del 2000, el jefe de las Farc volvía a definir en términos similares la naturaleza de la
"confrontación armada entre las dos fuerzas: Estado e Insurgencia". 84 Esta definición también es
incompleta y equívoca porque en la confrontación con el Estado hay más de dos fuerzas: los
demás grupos guerrilleros, otros grupos delincuenciales cuyos nexos con la guerrilla en acciones
como el secuestro se han hecho cada vez más evidentes, los narcotraficantes, y los grupos de
autodefensa, o paramilitares. Estos últimos, según los críticos del Estado colombiano -
incluidos por supuesto los guerrilleros -, serían apenas apéndices del mismo Estado. Tan
esta misma carta, Marulanda definió a las Farc como "una Organización alzada en armas contra el Estado". Y
se refirió al origen del conflicto como una lucha declarada en 1964 por "el Estado al pueblo, en cabeza de los
48 hombres marquetalianos"; idem., pp. 17 y 20.
30
simplista interpretación no sólo desconocería las complejidades del Estado colombiano, sino
que sería injusta con los esfuerzos genuinos que ha emprendido el Estado contra el llamado
paramilitarismo.85
apreciar la compleja naturaleza del Estado a través de sus dos siglos de vida republicana.
Recientes investigaciones sobre el tipo de guerras que se han vuelto comunes en el mundo tras
el fin de la Guerra Fría colocan precisamente al Estado en el centro de la discusión, aunque con
propósitos y enfoques diversos. "The new wars", señala Mary Kaldor, "arise in the context of
the erosion of the autonomy of the state and in some extreme case the desintegration of the
state". 86 Bajo un ángulo distinto, Kalevi J. Holsti también ha identificado la naturaleza del
Estado como la fuente de las llamadas "guerras del tercer tipo": "internal wars may escalate or
invite external intervention, but their primary if not exclusive etiology resides in the fundamental
quarrels about the nature of communities and the process and problems of state building". 87
seguridad y orden.
Trabajos como los de Kaldor y Holsti pueden servir de puntos de referencia, pero es
importante advertir que muchas de sus observaciones no serían relevantes al caso colombiano.
Ambos, en efecto, basan buena parte de su análisis en las experiencias post-coloniales y post-
85 Un informe reciente del Ministerio de Defensa ha expresado que "para el Estado colombiano y para su
Fuerza Pública, las autodefensas son organizaciones criminales". En este significativo documento se
expresa también que "el Gobierno y los altos mandos militares su decisión de no tolerar ningún tipo de
connivencia de los agentes del Estado con los miembros de esas bandas criminales"; Colombia, Ministerio
de Defensa, "Los grupos ilegales de autodefensa en Colombia" (Bogotá, diciembre del 2000), mimeo, p.1.
Ante las críticas recientes de un informe de las Naciones Unidas, el gobierno observó que un altísimo
porcentaje de las víctimas de los paramilitares son funcionarios del Estado; El Tiempo, marzo 27 del 2001.
86 Mary Kaldor, New and old wars. Organized violence in a global area (Cambridge, 1999), p.4. Véase
también su introducción en Kaldor, ed., Global insecurity (London y Nueva York, 2000).
87 Holsti, The state, war, and the state of war, pp. 15 y 18.
31
imperiales del Africa y de Europa oriental, cuyas diferencias con Colombia deben tenerse en
funciona - y a veces con extraordinaria eficiencia -, en las más diversas áreas, nacional y
Estado no se ha definido aquí como una guerra entre diferentes grupos étnicos en busca de sus
propios Estados nacionales - la falta de legitimidad horizontal a la que se refiere Holsti.89 Y los
sociedad nacional en niveles que marcan contrastes notables con quienes le disputan tal
autoridad.90 Todos estos aspectos, es cierto, merecen una discusión más sistemática que la
que permiten estas reflexiones finales. Pero es importante subrayar la necesidad de revisar tan
confusión intelectual que existe sobre la naturaleza del conflicto. Y ellos a su vez motivan
88 Los éxitos en la administración de Bogotá son un ejemplo. Véanse las interesantes aunque breves
observaciones de Antanas Mockus sobre el Estado "bifronte", en Lecturas Dominicales. El Tiempo,
octubre 22 de 1995. Véanse también las observaciones de Malcolm Deas sobre el estereotipo de la
"ausencia del Estado" en su ensayo "Siete tesis disidentes", Cambio, junio 26 del 2000.
89 Muchos de los estudios recientes sobre las "nuevas guerras" hacen énfasis en sus componentes étnicos.
Además de Holsti y Kaldor, véase, por ejemplo, Michael Ignatieff, The warrior's honor. Ethnic war and the
modern conscience (Londres, 1999). La expresión de insurgencia de carácter predominantemente étnico se
reflejó de manera excepcional en el Movimiento Armado Quintín Lame, surgido en 1985, pero que se acogió
con éxito al proceso de paz en 1991. Los indígenas además se han visto favorecidos en la nueva
institucionalidad colombiana. Véase Ricardo Peñaranda, "De rebeldes a ciudadanos: el caso del Movimiento
Armado Quintín Lame", en R. Peñaranda y Javier Guerrero, eds., De las armas a la política (Bogotá, 1999).
90 "… Nuestra democracia no es la mejor de las democracias posibles, pero en cualquier caso tiene unos
fundamentos de legitimidad que no son comparables a los de la guerrilla", había observado Jesús Bejarano
en su libro Una agenda para la paz (Bogotá, 1995), p. 138.
32
apresuramientos en la adopción de teorías que quieren explicar la guerra en otras regiones del
mundo.
Al sugerir que el conflicto no puede definirse como una "guerra civil", o como una
de la situación en Colombia. Y al sugerir que deben apreciarse mejor las complejidades del
Estado colombiano tampoco se quieren desconocer sus serios problemas. Podría incluso
invertirse la lógica que con frecuencia pretende servir de explicación: es el conflicto en últimas el
causante de la creciente debilidad del Estado, y no al contrario. Por encima de todo, lo que
estas líneas han querido enfatizar es la necesidad de abandonar conceptos como el de "guerra
civil" que, por su ambiguedad y por no ajustarse a la realidad, impiden la posibilidad de contar
con un diagnóstico acertado para la búsqueda de soluciones prontas y efectivas del mismo
conflicto.
33