Este documento cuenta la historia de una mujer que trabajó como prostituta y tuvo una relación con un hombre más joven mientras él estudiaba. Ella lo apoyó económicamente y lo vestía bien. Luego de años sin verse, ella envejeció y cayó en alcoholismo. Una compañera de cuarto rompió una foto del hombre y ella la apuñaló hasta matarla. Más tarde, en el juicio por el asesinato, reconoció al fiscal como el hijo de su antiguo amante.
Este documento cuenta la historia de una mujer que trabajó como prostituta y tuvo una relación con un hombre más joven mientras él estudiaba. Ella lo apoyó económicamente y lo vestía bien. Luego de años sin verse, ella envejeció y cayó en alcoholismo. Una compañera de cuarto rompió una foto del hombre y ella la apuñaló hasta matarla. Más tarde, en el juicio por el asesinato, reconoció al fiscal como el hijo de su antiguo amante.
Este documento cuenta la historia de una mujer que trabajó como prostituta y tuvo una relación con un hombre más joven mientras él estudiaba. Ella lo apoyó económicamente y lo vestía bien. Luego de años sin verse, ella envejeció y cayó en alcoholismo. Una compañera de cuarto rompió una foto del hombre y ella la apuñaló hasta matarla. Más tarde, en el juicio por el asesinato, reconoció al fiscal como el hijo de su antiguo amante.
Este documento cuenta la historia de una mujer que trabajó como prostituta y tuvo una relación con un hombre más joven mientras él estudiaba. Ella lo apoyó económicamente y lo vestía bien. Luego de años sin verse, ella envejeció y cayó en alcoholismo. Una compañera de cuarto rompió una foto del hombre y ella la apuñaló hasta matarla. Más tarde, en el juicio por el asesinato, reconoció al fiscal como el hijo de su antiguo amante.
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Doctor MELITN BARBA
Puta Vieja
As era mi cuerpo, como el de la Margot, la cipota que est
acusada de guerrillera. Claro, han pasado tantsimos aos que ahora con mi cara cruzada de arrugas, la boca sin dientes y los pilguajos de chiches que me quedan, nadie podra reconocerme. Pero era bonita, aunque se ran. Cuando lo conoc acababa de llegar al "Over de Top", un burdel que quedaba en Soyapango y donde haba otras quince muchachas, todas lindas, porque el Over era de lujo, slo lo frecuentaban seores de carro y por la salida de una haba que pagar quince colones. En ninguna parte cobraban tanto.
l viva en una de las casitas de madera que quedaban a la
orilla de la cuestona que sube para Soyapango. Lo vea con su uniforme del Instituto Nacional, siempre bien limpio, con los cuadernos apretados debajo del sobaco y su quepis de lado, con la hebilla del cincho bien lustrada; caminaba la cuestona del Agua Caliente para tomar el bus en la Garita, aunque muchas veces se iba a pie, porque no tena ni cinco para la camioneta. Al principio me miraba con desconfianza porque yo iba bien pintarrajeada, las cejas recortadas y los montones de rouge en la cara. Quizs por eso decan que a las que se pintan as la cara les rebota de putas. Yo estaba bien cipota, de unos diecisiete. l era menor. Apenas llevaba una estrellita negra en la manga de la guerrera cuando me dijo que iba a cumplir los trece. No me miraba, me tragaba con los ojos, y yo que ya era un tigre que caza echado, me burlaba y a propsito usaba unos vestiditos cortitos, o me bajaba a comprar la leche, sin sostenes, caminando la cuestona a la par suya y lo miraba al pobre, todo rojo de vergenza tratando de cubrirse la bragueta con los libros, porque ya se le haba endurado la cuestin. Hasta que comenzamos a hacernos amigos. Al poco tiempo me regal una foto y es por esa foto que estoy presa. Era mi chulo. Pero no de esos que le pegan a una y dicen que la protegen. No. l nunca me peg. Era mi chulo porque era mi marido, aunque no vivamos juntos en la misma casa, pues
yo siempre anduve en los burdeles, hasta que puse mi propia
pieza a orilla de calle, all por La Tiendona, y aunque se quedaba a dormir conmigo toda la noche, pero slo los viernes, porque estaba estudiando. Yo, para qu voy a negarlo, siempre estuve engazada de l. Hasta ahora. Cuando recin comenzamos nuestro idilio no me quera agarrar los centavos, entonces yo le compraba ropa, buenas camisas italianas de donde Hugo Tona, y las mejores zapatillas que haban en La Marzenit. Me gustaba que anduviera bien guapo y, aunque salamos poco, me senta orgullosa de vestirlo bien tipera. As fue que se acostumbr a la buena ropa. Hasta la de uniforme se la compraba de la mejor tela, no la rascuache que la vendan en Martinez y Saprisa. Ninguno del Instituto Nacional se vesta tan bien como yo lo vesta a l. Los viernes me pona lo mejorcito que tena, pura angelita pareca, sin pintarme para que no me viera la cara de lo que era, y lo llevaba a comer. bamos a comer al restaurante Francs, uno bien elegante que quedaba esquina opuesta a donde Ambrogi y nos bamos en taxi para que no lo vieran sus amigos. Nunca lo llev a los restaurantes adonde lo llevan a una los clientes, como van a creer! Ni al Claros de Luna, ni al Mercedes, ni siquiera a El Migueleo. bamos al Francs porque adems all haba reservados y no me importaba gastar lo que fuera.
Para su bachillerato le regal un traje entero, de all mismo,
donde Tona, un casimir ingls gris oscuro, que se lo hizo el maestro
Huguet
de
la
Sastrera
Anatmica.
Se
miraba
elegantsimo con su corbata roja pringada de blanco, y esa noche
del ttulo nos fuimos al restaurante y lo hice que se bebiera como seis jaiboles. Cuando llegamos a la pieza iba bien atarantado y pasamos una velada deliciosa haciendo planes para su futuro. Por esa poca yo senta que me quera. Esa noche me regal otra foto de uniforme, donde estaba en grupo, pero se me perdi. La otra s, la conserv toda mi vida. daba ms de que no lo vieran conmigo, y yo lo comprenda, claro, porque iba a ser abogado y no era conveniente. A m no me importaba, yo era feliz con que llegara una vez por semana a traer los centavos para los gastos y para sus libros. Porque era buen estudiante. No le gustaba tener que prestar libros, por lo que yo haca el sacrificio para que no le faltaran. Me acuerdo cuando le compr el Cdigo Penal. Me dijo que donde el Choco Albino se encontraban usados, pero yo no permita eso. Para mi rey siempre deba ser lo mejor y se lo compr nuevo, no importaba si me machucaban ms veces la babosada. Al fin y al cabo ya estaba acostumbrada. As seguimos hasta que termin la carrera y lo mandaron a hacer su servicio social a un pueblo, pero nunca me dio el nombre del lugar. Eran tres aos que iba a pasar de juez y yo presenta que
era la despedida, porque ya no llegaba tan seguido, aunque
siempre le tena su ropita nueva, calcetines de seda, sus buenos zapatos y, en fin, todos sus libros. Porque aqu donde me ven, toda arruinada, me siento orgullosa de haberle comprado todos sus libros A su doctoramiento no me invit, pero es que para entonces yo ya no serva. Ni seas de aquel culito bonito del Over. Llevaba como quince aos de vida miserable, con tantos desvelos, y los clientes que obligan a tomar, y si una no cede, no salen. Era borracha entonces, pero delante de l lo disimulaba. No tomaba nada, aunque a veces me senta olor a trago y se molestaba. Se perda por temporadas slo llegaba por necesidad de los centavos. Pobrecito. En esos tres aos lo perd. No lo volv a ver nunca, por ms que hice para buscarlo. Como no permita que conociera a sus amigos, no tena a quin preguntarle. Despus supe que se cas con una rica de aquel pueblo. A saber!. Entonces, de decepcin, comenc a tomar ms seguido y fui perdiendo mi clientela. De aquella puta que cobraba cinco pesos en mi pieza, fui bajando hasta llegar a tostones. Estaba marchita. Me haba adelgazado y tomaba a diario. El nico consuelo era su fotografa, que haba mandado a ampliar y tena en un marquito con vidrio y todo. Pensaba que algn da volvera, pero as fueron pasando como veinte aos o ms.
Despus ya ni de puta serva, por vieja, flaca y fea. As puse
una mi ventecita de frutas all mismo, en el mesn, pero que iba a ganar! Adems estaba podrida de la sangre, porque en la Sanidad me haban puesto la novecientos catorce varias veces, pero siempre estaba toda llena de chiras. Entonces vino el pleito, porque la pieza la comparta con la Tencha, una puta no tan vieja que todava trabajaba con el cuerpo pero era ms borracha que el mismo guaro. Estaba necia desde haca meses querindome quebrar la foto y burlndose de mi abogado. Eso a mi no me importaba, pero que no me fuera a tocar la foto, porque se iba a arrepentir. Hasta una noche, en que las dos estbamos pasadas de borrachas, agarr la foto y la tir contra el suelo, y despus la rompi en mil pedacitos. Yo no le dije nada porque tena miedo, pero cuando estaba dormida le met a saber cuantas pualadas y me acost. Al da siguiente la hallaron bien muerta. Y no me arrepiento, si me volviera a romper la foto, la volvera a coser a puros trabones. A l, despus de veinticinco aos, lo volv a ver en el juicio. Estaba lindo, bien vestido, con un traje gris oscuro como el primero que le regal. Se vea elegante, como cuando yo lo vesta. Era el fiscal. Es decir, no era l propio, sino su hijo. Eran igualitos. La misma mirada seria, el mismo bigote, su misma boca que tantas veces me com, y como saba el muchacho! Hizo pedazos al defensor que me haban puesto, y yo, mientras l me insultaba,
me deca puta vieja y otras cosas, lo miraba, embelezada, no le
apartaba la vista, pensaba que era l, mi estudiante, el nico amor de mi vida. A veces me turbaba y yo le obsequiaba una sonrisa. Era lindo, tena la misma voz, y los mismos gestos. Coga el cigarrillo igualito que l, y de malicia echaba bocanadas de coronitas como el pap. Cuando termin el juicio lleg a la banca donde yo estaba y me pregunt que por qu lo vea con tanta ternura, si l estaba pidiendo mi condena. Porque s, le dije. Porque usted es bien lindo, como hubiera querido que fuera mi hijo, y le bes la mano Aqu en la crcel me ensearon el diario y recort la foto. Se miraban bien lindos. l, ya viejn, pero guapo, y l, jovencito, en primera plana. Resonante triunfo de padre e hijo, deca. Magistrado asciende a presidente de la Corte Suprema el mismo da que su hijo obtiene la condena de una asesina. Se miraban bien lindos!Bien lindos!. Dr. Melitn Barba