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Guía Comprensión Lectora 8º #1

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Colegio San Flix

Gua de Comprensin Lectora 8 Bsico N 1


Nombre: Puntaje: Fecha:

Lee el siguiente texto y responde las preguntas 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7:


Golfo de Penas
A travs de grandes mares arboladas, llevbamos dos das en medio del golfo de Penas luchando contra
un temporal del noroeste. Era esa mar gruesa, pesada, que como montaas de agua queda bailando despus de la
tempestad; la mar de ese golfo que poco tiempo atrs haba hecho registrar a la escuadra norteamericana el
temporal ms grande soportado en sus ltimos cuarenta aos de navegacin por todas las latitudes del globo.
Entre ola y ola nuestro barco se recostaba como un animal herido en busca de una salida a travs de ese horizonte
cerrado de lomos movedizos y sombros.
Agrrate, viejo! dijo un marinero, haciendo rechinar sus dientes y contrayendo la cara como si un doloroso
atoro le anudara las entraas. El barco, cual si lo hubiera escuchado, cruji al borde de una rolada de cuarenta y
cinco grados, y fue subiendo quejosamente sobre el lomo de otra ola, semirrecostado, pero ya libre de la vuelta
de campana o de la ida por ojo.
La cerrazn de agua era completa. Arriba, el cielo no era ms que otra ola suspendida sobre nuestras
cabezas, de cuya comba se descargaba una lluvia tupida y mortificante.
De pronto, emergiendo de la cerrazn, apareci sobre el lomo de una ola una sombra ms espesa; otra ola
la ocult; y una tercera la levant de nuevo, mostrndonos el ms inslito encuentro que pueda ocurrir en estos
mares abiertos: un bote con cinco hombres.
Raro encuentro, porque por ese golfo solo se aventuran buques de gran tonelaje. El nuestro, con sus trece
millas de mquina, haca ms de veinticuatro horas que estaba luchando por atravesarlo de sur a norte, y una
cscara de nuez, como ese bote minsculo, no poda tener la esperanza de hacerlo con ese tiempo en menos de
una semana hasta el faro San Pedro, primeros peones de tierra firme que se hallan al sur del temido golfo.
En medio de los ruidos del temporal, la campana de las mquinas reson como un corazn que golpeara
sus paredes de metal y el barco fue disminuyendo su andar.
Era un bote de ciprs, rstico, ancho, de gruesas cuadernas que mostraban su pulpa sonrosada de tanto
relavarse con el agua del mar y de la lluvia. Los cuatro bogadores remaban vigorosamente, medio parados,
afirmando un pie en el banco y el otro en el empalletado, y mirando con extraa fijeza al mar, especialmente en
la cada de la ola, cuando la falda de agua resbalaba vertiginosamente hacia el abismo. El patrn, aferrado a la
caa del timn, iba tambin de pie, y con una mano ayudaba al remero de popa con un envin del cuerpo, con el
que pareca darles fuerza a todos, que, como un solo hombre, seguan el comps de su impulso. De tarde en tarde
algn lomaje labrado esconda al bote, y, entonces, semejaban estar bogando suspendidos en el mar por un
extrao milagro.
Cuando estuvo a la cuadra, le lanzaron un cabo amarrado a un escandallo, que el remero de proa at con
vuelta corrediza a un eslabn apernado en su barco. La cercana se haca cada vez ms peligrosa. Las olas suban
y bajaban desacompasadamente al buque y al bote, de tal manera que, en cualquier momento, podra estrellarse el
esquife hacindose pedazos contra los costados de fierro del barco. Una escalerilla de cuerdas fue lanzada por la
borda y, cuando la cresta de una ola levant el bote hasta los pescantes mismos del puente, en la bajada, de un
salto, el patrn se agarr a la escalera y trep por ella con la agilidad de un gato. Puso pie en cubierta, y como
una exhalacin ascendi por las escaleras hasta el puente de mando.
Arriba, patrn y capitn se encerraron en la cabina. Estbamos a la expectativa. Los remeros mantenanse
alejados a prudente distancia con su cscara de nuez; el barco encajaba la proa entre las olas y la levantaba como
una cabeza cansada, sacudindola de espumas. El contramaestre y los marineros estaban listos con la maniobra
para izar el bote a bordo en cuanto el capitn diese la orden.
Los minutos se alargaban A qu tanta demora para salvar un bote en medio del ocano?
La expectacin se aminor cuando vimos salir al patrn de la cabina. Hizo un gesto molesto con la mano
y baj de nuevo las escaleras con su misma agilidad de gato. Pero la orden de izar a los nufragos no se oy.
Nuestro asombro, entonces, aument.

Pas a mi lado, me enfrent con una mirada fra y enrgica. Quise hablar, pero la mirada me detuvo. El
hombre iba empapado; llevaba el cuerpo cubierto por
un pantaln de lana burda y un grueso jersey; la cabeza y los pies desnudos; el rostro, relavado como el ciprs de
su bote por la intemperie, y en todo su ser una agilidad desafiante, con la que pareca esconderse apenas del
castigo implacable de la tempestad. Cruz de nuevo como una exhalacin, salt, por la borda, se aferr en la
escalerilla, y, aprovechando un balanceo, estuvo de un brinco agarrado de nuevo a la caa de su timn.
Largaaa! grit, y el proel desat el cabo, lanzndolo al aire con un gesto de desembarazo y de desprecio.
Los remeros bogaron vigorosamente, y el bote se perdi detrs de una montaa de agua. Otra lo levant en su
cumbre y despus se esfum como haba venido, como una sombra ms oscura tragada por la cerrazn.
En el barco, la nica orden que se oy fue la de la campana de las mquinas, que aument el andar. Los
marineros estaban estupefactos, como esperando algo an, con las manos vacas. El contramaestre recoga el
cabo y el escandallo con lentitud, desabrido, como si recogiera todo el desprecio del mar.
Por qu no los llevamos? pregunt ms tarde al capitn.
No quiso el patrn que los llevramos en calidad de nufragos me contest, aadiendo: Cuando le
ped que me dijera la razn, repuso:
Somos loberos de la isla de Lemuy y vamos a los canales magallnicos en busca de pieles! No somos
nufragos!
No saben que la autoridad martima prohbe salir de cierto lmite con una embarcacin menor?
Piensan, acaso, atravesar el golfo con esa cscara?
No es una embarcacin menor, es un bote de cinco bogas y todos los aos en esta poca
acostumbramos atravesar con l el golfo! Lo nico que le pedimos es que nos lleve y nos deje un poco ms
cerca de la costa; nada ms!
Si los llevo debo entregarlos a las autoridades de la capitana del puerto de su jurisdiccin.
No, all nos registrarn como nufragos..., y eso... ni vivos ni muertos! No somos nufragos, capitn!
Entonces, no los llevo.
Bien, capitn!
Y haciendo un gesto con la mano, el patrn haba dado por terminada la entrevista. Sin poderme contener,
profer:
As como los dej peleando con la muerte aqu en medio de este infierno de aguas, pudo haberles dado
una chance dejndolos ms cerca de la costa! Quin le iba a aplicar el reglamento en estas alturas?
Era un testarudo ese patrn! me replic el capitn, y mirndome de reojo, agreg: Si me ruega
un poco lo habra llevado!
Afuera, la cerrazn se apretaba cada vez ms sobre el golfo de Penas
Fuente: Coloane, Francisco. El golfo de penas. (Fragmento). Editorial Andrs Bello. 2da. Edicin. Santiago de Chile. 1982.

1. Consideras correcta la decisin del Capitn del Barco de no rescatar a los loberos en la tormenta del Golfo de
Penas?. Marca con una X si ests de acuerdo o si ests en desacuerdo y entrega dos fundamentos:
______De acuerdo
________En desacuerdo
Dos fundamentos:
1._________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________________2.____
__________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________
_______________________________________________________________________________

2. Qu les sucedi a los marineros cuando observaron en medio de la tempestad del Golfo de Penas un bote con
cinco hombres?.
A. Incertidumbre.
B. Sorpresa.
C. Miedo.
D. Tristeza.
3. En la siguiente oracin del primer prrafo del texto: Entre ola y ola nuestro barco se recostaba como un
animal herido en busca de una salida a travs de ese horizonte cerrado de lomos movedizos y sombros. La
palabra sombros significa:
A. Congelados.
B. Decados. C. Melanclicos.
D. Oscuros.
4. Las razones que tuvo el Patrn del Bote de no aceptar ser auxiliado por el Capitn del Barco se debi
fundamentalmente porque era un:
A. Hombre desconfiado y saba que el Capitn lo entregara a la autoridad martima de la jurisdiccin.
B. Cazador de lobos marinos y al ser entregado a la autoridad como nufrago se le castigara por realizar una
actividad prohibida y arriesgada.
C. Hombre de mar fuerte y testarudo y consideraba que lograra atravesar el Golfo de Penas como lo haca cada
ao.
D. Patrn de una pequea embarcacin, pero su tripulacin eran loberos con mucha experiencia en tormentas
marinas.
5. El Barco de gran tonelaje tena como ruta atravesar el Golfo de Penas de:
A. Norte a Sur.
B. Este a Oeste.
C. Sur a Norte.
D. Oeste a Este.
6. En la siguiente oracin del cuarto prrafo del texto: y una tercera la levant de nuevo, mostrndonos el ms
inslito encuentro que puede ocurrir en estos mares abiertos: un bote con cinco hombres. La palabra inslito
significa:
A. Inusual.
B. Intil.
C. Insignificante.
D. Ingenioso.
7. La Escuadra que debi soportar el temporal ms grande en el Golfo de Penas en cuarenta aos de navegacin
por los mares del Globo fue la:
A. Chilena.
B. Inglesa.
C. Espaola.
D. Norteamericana.
Lee el siguiente texto y responde las preguntas 8, 9, 10, 11, 12 y 13:
EL MDICO A PALOS
Acto Primero. Escena segunda
MARTINA, GINS, LUCAS.
(Salen por la izquierda.)
LUCAS: Vaya..., que los dos hemos tomado una buena comisin... Yo no s todava qu regalo tendremos por
este trabajo.
GINS: Qu quieres, amigo Lucas? Es fuerza obedecer a nuestro amo; adems que la salud de su hija a todos
nos interesa... Es una seorita tan afable, tan alegre, tan guapa... Vaya, todo se lo merece.
LUCAS: Pero, hombre, fuerte cosa es que los mdicos que han venido a visitarla no hayan descubierto su
enfermedad.

GINS: Su enfermedad bien a la vista est; el remedio es el que necesitamos.


MARTINA: (Aparte) Qu yo no pueda imaginar alguna invencin para vengarme!
LUCAS: Veremos si ese mdico de Miraflores acierta con ello... Como no hayamos equivocado la senda...
MARTINA: (Aparte, hasta que repara en los dos y les hace cortesa. Pues ello es preciso, que los golpes que
acaba de darme los tengo en el corazn. No puedo olvidarlos...) Pero, seores, perdonen ustedes, que no los haba
visto porque estaba distrada.
LUCAS: Vamos bien por aqu a Miraflores?
MARTINA: S, seor (Sealando adentro por el lado derecho) Ve usted aquellas tapias cadas junto aquel
noguern? Pues todo derecho.
GINS: No hay all un famoso mdico que ha sido mdico de una vizcondesita, y catedrtico, y examinador, y
es acadmico, y todas las enfermedades las cura en griego?
MARTINA: Ay!, s, seor. Curaba en griego; pero hace dos das que se ha muerto en espaol, y ya est el
pobrecito debajo de la tierra.
GINS: Qu dice usted?
MARTINA: Lo que usted oye Y para quin le iban ustedes a buscar?
LUCAS: Para una seorita que vive ah cerca, en esa casa de campo junto al ro.
MARTINA: Ah!, s. La hija de don Jernimo Vlgate Dios! Pues qu tiene?
LUCAS: Qu s yo? Un mal que nadie le entiende, del cual ha venido a perder el habla.
MARTINA: Qu lstima! Pues... (Aparte, con expresin de complacencia Ay, qu idea se me ocurre!) Pues,
mire usted, aqu tenemos al hombre ms sabio del mundo, que hace prodigios en esos males desesperados.
GINS: De veras?
MARTINA: S, seor.
LUCAS: Y en dnde le podemos encontrar?
MARTINA: Cortando lea en ese monte.
GINS: Estar entretenindose en buscar algunas yerbas salutferas.
MARTINA: No, seor. Es un hombre extravagante y luntico, va vestido como un pobre patn, hace empeo en
parecer ignorante y rstico, y no quiere manifestar el talento maravilloso que Dios le dio.
GINS: Cierto que es cosa admirable, que todos los grandes hombres hayan de tener siempre algn grado de
locura mezclada con su ciencia.
MARTINA: La mana de este hombre es la ms particular que se ha visto. No confesar su capacidad a menos
que no le muelan el cuerpo a palos; y as les aviso a ustedes que si no lo hacen no conseguirn su intento. Si le
ven que est obstinado en negar, tome cada uno un buen garrote, y zurra, que l confesar. Nosotros, cuando lo
necesitamos, nos valemos de esta industria, y siempre nos ha salido bien.
GINS: Qu extraa locura!
LUCAS: Habrse visto hombre ms original?
GINES: Y cmo se llama?
MARTINA: Don Bartolo. Fcilmente le conocern ustedes. l es un hombre de corta estatura, morenillo, de
mediana edad, ojos azules, nariz larga, vestido de pao burdo con un sombrerillo redondo.
LUCAS: No se me despintar, no.
GINS: Y ese hombre hace unas curas tan difciles?
MARTINA: Curas dice usted? Milagros se pueden llamar. Habr dos meses que muri en Lozoya una pobre
mujer; ya iban a enterrarla y quiso Dios que este hombre estuviese por casualidad en una calle por donde pasaba
el entierro. Se acerc, examin a la difunta, sac una redomita del bolsillo, le ech en la boca una gota de yo no
s qu, y la muerta se levant tan alegre cantando el frondoso.
GINES: Es posible?
MARTINA: Como que yo le vi. Mire usted, an no hace tres semanas que un chico de unos doce aos se cay de
la torre de Miraflores, se le troncharon las piernas, y la cabeza se le qued hecha una plasta. Pues, seor,
llamaron a don Bartolo; l no quera ir all, pero mediante una buena paliza lograron que fuese. Sac un cierto
ungento que llevaba en un pucherete, y con una pluma le fue untando, untando al pobre muchacho, hasta que al
cabo de un rato se puso en pie y se fue corriendo a jugar a la rayuela con los otros chicos.

LUCAS: Pues ese hombre es el que necesitamos nosotros. Vamos a buscarle.


MARTINA: Pero, sobre todo, acurdense ustedes de la advertencia de los garrotazos.
GINS: Ya, ya estamos en eso.
MARTINA: All, debajo de aquel rbol, hallarn ustedes cuantas estacas necesiten.
LUCAS: S? Voy por un par de ellas. (Coge el palo que dej en el suelo BARTOLO, va hacia el foro y coge
otro, vuelve y se lo da a GINS).
GINS: Fuerte cosa es que haya de ser preciso valerse de este medio!
MARTINA: Y si no, todo ser intil. (Hace que se va y vuelve) Ah!, otra cosa. Cuiden ustedes de que no se les
escape, porque corre como un gamo; y si les coge a ustedes la delantera no le vuelven a ver en su vida. (Mirando
hacia dentro, a la parte del foro). Pero me parece que viene. S, aqul, es. Yo me voy, hblenle ustedes, y si no
quiere hacer bondad, menudito en l. Adis, seores...
Fuente. Moliere. El Mdico a palos. Acto I, escena II. (Adaptacin). Editorial Edaf. Espaa 2007.

8. Cuando Martina expresa: aqu tenemos al hombre ms sabio del mundo, que hace prodigios en esos males
desesperados, se refiere a:
A. Don Jernimo.
B. El Mdico de Miraflores.
C. El Mdico a Palos.
D. Don Gins.
9. El propsito de Martina de recomendar a don Bartolo como el mdico que sanar la enfermedad de la hija de
don Jernimo es por:
A. Amor.
B. Venganza.
C. Traicin.
D. Despecho.
10. En la oracin La mana de este hombre es la ms particular que se ha visto. Qu palabra reemplaza a
mana sin alterar el significado del texto?
A. Rebelda.
B. Rabia.
C. Razn.
D. Rareza.
11. La enfermedad que sufre la hija de Don Jernimo es que ha perdido el/a:
A. Habla.
B. Audicin.
C. Memoria.
D. Razn.
12. En el texto, Gins expresa: es cosa admirable que todos los grandes hombres hayan de tener siempre
algn grado de locura mezclada con su ciencia. Marca con una X si ests de acuerdo o en desacuerdo con esta
afirmacin. Fundamenta tu respuesta.
________De acuerdo
_________En desacuerdo
__________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________________
13. En la oracin expresada por Martina: y no quiere manifestar el talento maravilloso que Dios le dio.
Qu palabra reemplaza a talento sin alterar el significado de la oracin?
A. Actitud.
B. Conducta.
C. Inteligencia.
D. Conocimiento.

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