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Fábulas Esopo

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Pertenecientes

a un gnero antiqusimo y de duradera fortuna en nuestro mbito cultural,


las fbulas son composiciones generalmente breves que proporcionan una enseanza
prctica, un consejo moral o una regla de comportamiento. Pese a su carcter folclrico y
popular y su difusin esencialmente oral, ya desde muy antiguo estos cuentecillos se
atribuyeron en Grecia casi de forma sistemtica a un personaje nebuloso, quiz incluso
legendario, llamado Esopo. El presente volumen ofrece las versiones originales de estos
textos, algunos de los cuales como La tortuga y la liebre, La zorra y las uvas o La
cigarra y las hormigas han perdurado sin perder un pice de vigor hasta nuestros das.

Esopo

Fbulas
ePub r1.0
T it ivillus 04.03.15

Esopo, s. VI a. C.
Traduccin: Gonzalo Lpez Casildo
Diseo de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2

INTRODUCCIN

I. La fbula
La fbula es una composicin literaria, en prosa o en verso, en que, mediante una ficcin de tipo
alegrico y la personificacin de animales irracionales, objetos inanimados o ideas abstractas, se
intenta dar una enseanza prctica, a veces incluso con la intervencin de personajes humanos y
divinos. Suele ser una composicin de carcter gnmico, formada por un relato, generalmente breve,
al que precede o, con ms frecuencia, sigue un consejo moral o regla de comportamiento (conocido
comnmente con el nombre de moraleja) que trata de ensear un principio general de conducta,
presentando un ejemplo especfico de comportamiento. La fbula tiene relacin con algunos otros
tipos de composiciones, como el aplogo, cuya intencin es asimismo didctica, o con los bestiarios,
en los que tambin aparecen animales parlantes.
Durante mucho tiempo se ha especulado sobre el origen de la fbula, en un intento de averiguar si
proceda originariamente de Grecia o de la India y cul de ellas haba tenido influencias sobre la otra.
Sin embargo, desde el momento en que ha habido conocimiento de las fbulas sumerias, acadias,
asiras y babilnicas, ha quedado fuera de toda duda que la fbula ms antigua tiene su origen en
Mesopotamia. Desde aqu habra llegado a Grecia a travs del Asia Menor y por otra parte a India a
travs de Persia. No obstante, la fbula griega y la india tuvieron influencias mutuas, con intercambio
de temas y formas, lo que no es de extraar, pues desde antiguo se haba establecido, generalmente
por va comercial, un contacto entre ambas culturas.
La primera fbula occidental que aparece en Grecia la escribi Hesiodo en el siglo VIII a. C. (El
halcn y el ruiseor, Trabajos y Das, 202). Posteriormente vuelven a aparecer fbulas en Arquloco
(El zorro y el mono y El guila y el zorro), en Semnides (El escarabajo y el guila), y
tambin algunos otros poetas lricos aluden a fbulas. Pero tradicionalmente se ha venido
manteniendo, ya desde la antigedad, que el creador de la fbula griega sera un personaje del que
poco o nada conocemos, llamado Esopo (siglo VI a. C.). A l se han ido atribuyendo todas las fbulas
griegas que, en realidad, son annimas y pertenecen a un gnero popular y tradicional, cuya amplia
difusin se fue realizando de forma oral. Estas fbulas ms tarde fueron recopiladas en colecciones
que se conocieron como fbulas espicas. Se trata de fbulas, generalmente de animales, que en
Hesiodo y Arquloco contienen una fuerte crtica social, con un ataque directo a la arbitrariedad de
los poderosos frente a los ms dbiles, pero que poco a poco fueron sufriendo transformaciones y se
convirtieron en transmisoras de enseanzas morales y tambin en ejercicios para las escuelas
retricas.
La fbula griega pronto se introdujo en el mundo romano. Ocasionalmente Horacio e igualmente
Cicern y Apuleyo incluyen alguna fbula en sus obras. Pero fue Fedro (siglo II a. C.), un liberto de la
casa de Augusto, oriundo de Macedonia, quien perfeccion la fbula en Roma. En su obra incluye
fbulas creadas por l, junto con las de tradicin espica que recrea con considerable gracia y un

cierto espritu crtico. Le sigue la obra de Babrio, romano helenizado del siglo 11 de nuestra era, que
se sirve de la fbula como agradable pasatiempo literario. Son tambin autores de algunas fbulas:
Dositeo (siglo II), Libanio y Aftonio (siglo IV) y Aviano, que a finales del siglo IV compuso 42
fbulas espicas.
La Edad Media recoge la tradicin espica y la fbula adquiere gran popularidad, emplendose
tanto como elemento moralizador como a modo de stira. Durante los siglos XII y XIII, Espaa recibe
y, a su vez, transmite los fabularios orientales: Pedro Alfonso, a principios del siglo XII, compuso su
Disciplina clericalis, una compilacin de aplogos orientales, traducidos del rabe al latn; Alfonso
X, en 1251, encarg la versin castellana del Calila e Dimna; el Infante D. Fadrique, al ao siguiente,
traduca al castellano, a travs de un texto rabe, el Sendebar indio. De ese modo los temas orientales
confluan con los de los fabularios de origen griego o latino, que, en esa poca, abundaban en
Europa bajo los ttulos de Isopete o Romulus.
En los siglos siguientes, XIV y XV, aparecen fbulas y aplogos en las obras del Arcipreste de Hita
y de D. Juan Manuel.
El humanismo renacentista convierte las fbulas espicas y de Fedro en libro preceptivo en las
universidades. As se cuentan en ms de 160 las ediciones de fbulas que entre los siglos XVI y XVII se
publican en Espaa, ya sean en latn, en castellano o en cataln.
Realmente los siglos XVII y XVIII son los que constituyen lo que bien podramos denominar como
la edad de oro de la fbula. En Francia, La Fontaine utiliza ese antiguo gnero con nuevos motivos
y de l parte la concepcin moderna de la fbula como gnero animalstico. Su ejemplo da nuevos
mpetus a este gnero en toda Europa: Gay, en Inglaterra; Lessing, en Alemania; Pignotti, en Italia, e
incluso la moda de la fbula espica se extiende hasta Rusia con Krylov. En Espaa nuestros ms
insignes fabulistas son Toms de Iriarte y Flix Mara Samaniego. A estos seguirn, ya en el siglo
XIX, Hartzenbush y Campoamor.

II. Esopo y la fbula espica


Esopo es un personaje al que, a partir del siglo V a. C., se le fue atribuyendo el relato de fbulas
tradicionales, algunas de ellas ya conocidas con anterioridad, y se convirti en una figura
emblemtica, cuyo nombre sirvi para caracterizar el gnero fabulstico. Sin embargo, pocos datos
tenemos de Esopo, nombre que incluso ha llegado a considerarse legendario. Su existencia se sita en
el siglo VI a. C. y su origen en Frigia o Tracia. A l hacen referencia, en algunos pasajes de sus obras,
autores como Herdoto, Aristfanes, Platn, Aristteles y tambin se le menciona en diversas fbulas
de colecciones annimas griegas y de Fedro principalmente.
La primera mencin que tenemos de Esopo aparece en Herdoto (His. II, 134), quien nos lo
presenta como creador de fbulas (logopois) y esclavo de un tal Iadmn en la isla de Samos, donde
comparte esclavitud con la hetera Rodopis, amante del hermano de Safo. Tambin nos menciona su
muerte a manos de los habitantes de Delfos, acusado falsamente de un robo sacrlego, y el castigo
que los delfios hubieron de expiar.
En Aristfanes aparece Esopo como un personaje que contaba fbulas (concretamente la de El
escarabajo y el guila) para defenderse de la falsa acusacin de los delfios. Del mismo modo, segn
Aristteles, interviene en la asamblea de los samios con la fbula de La zorra y el erizo. En el

Fedn de Platn, Scrates, en los ltimos das de su vida, en prisin, dice que trata de versificar las
fbulas de Esopo que conoce perfectamente.
Todos estos datos y algunos otros, como una copa tica del siglo V a. C. en que se representa una
caricatura de Esopo con una zorra, o la estatua, obra de Lisipo, que se dice que los atenienses le
erigieron en el gora en prueba de su reconocimiento, son clara muestra de que ya en el siglo V a. C.
se haba creado una leyenda en torno a Esopo y de que sus fbulas eran populares.
Pero en el siglo I d. C. (o quiz ms tarde) aparece una novela bizantina de la Vida de Esopo. En
esta, Esopo es de origen griego y, por culpa del destino, esclavo. Su imagen es de extrema fealdad:
tripudo, cabezn, canijo, bizco, una verdadera ruina. Y, por si fuera poco, tartaja y desdentado. No
obstante, a esa total fealdad de su aspecto exterior contrapone un ingenio y una sabidura poco
comunes, que le ayudan a salir con xito de todas las situaciones conflictivas que se le presentan
(excepto en Delfos).
En esta Vida, Esopo es un personaje que viaja de un lugar a otro, siempre corriendo riesgos y
viviendo aventuras. En un primer momento es un esclavo tartamudo, al que su amo vende a un
mercader de esclavos que lo lleva primero a feso y ms tarde a Samos, donde, a su vez, lo vende al
filsofo Janto (nombre que Aristteles atribua al amo de Esopo).
Como esclavo de Janto le van surgiendo a Esopo una serie de aventuras e incidentes con la mujer
y las esclavas de Janto o con este mismo y sus amigos filsofos. En todas estas situaciones Esopo,
con sus dichos ingeniosos, sus fbulas y sus ancdotas, en una palabra con su sabidura, siempre sale
airoso y supera a su amo o a los filsofos, a los que ridiculiza.
Luego, liberado ya por su amo, al que tambin salva cuando se halla en situaciones apuradas,
viaja a Babilonia, a Egipto y, por ltimo, a Delfos, donde muere a causa de la acusacin de haber
robado una copa de oro del templo. Y los delfios, como castigo a su impiedad, sufren una peste.
Estos son todos los datos ms sobresalientes que poseemos sobre Esopo, y de esos relatos en
prosa de fbulas de animales que a l se atribuyen nada se ha conservado.
La fbula espica, por lo tanto, es el nombre que constantemente se ha atribuido a las recopilaciones
de fbulas que posteriormente formaron colecciones con materiales que se consideraban propios de
Esopo.
La primera de estas colecciones de fbulas de la que tenemos noticia es la que, hacia el ao 300 a.
C., escribi el filsofo peripattico Demetrio de Falero, segn nos cuenta Digenes Laercio (V, 80).
Todas las colecciones posteriores (Fedro, Babrio, Fbulas Annimas, Aviano, Dositeo, Sintipas)
parten de esta. Demetrio lo que hace fundamentalmente es recoger y prosificar las fbulas usadas
como ejemplos en la literatura anterior y presentarlas como piezas de una coleccin.
Las restantes colecciones greco-latinas de fbulas derivan, como hemos dicho, de la coleccin de
Demetrio de Falero, por supuesto con todo tipo de variantes en las fbulas que adoptaron y con la
creacin de muchas ms.
Las tres colecciones ms extensas que nos han llegado: Fedro, Babrio, y Fbulas Annimas
Griegas mezclan la fbula de animales con cuentos, mximas, ancdotas. Es decir, el concepto de
fbula es ms amplio. Para los rtores y filsofos cnicos (Dositeo, Aviano) la fbula era un arma
de enseanza y ataque, una mezcla entre lo serio y la broma. Luego se volvi a moralizar y a ensear
en las escuelas.

La transmisin de estas fbulas espicas se ha realizado principalmente a travs de tres colecciones,


si bien la ms antigua recopilacin de fbulas que se conserva, solo fragmentariamente, nos ha
llegado en un papiro, llamado Rylands, del siglo I d. C.
Estas colecciones, que se conservan completas, son la Augustana, la Vindobonense y la
Accursiana.
La coleccin Augustana debe su nombre a que el cdice se conservaba en Augsburgo, aunque en
la actualidad se halla en Mnich. Puede datar del siglo I o II d. C., y es la coleccin ms extensa de
fbulas annimas griegas en prosa.
La coleccin Vindobonense tiene parte de sus fbulas en verso y aparece con un lenguaje ms
descuidado.
La tercera coleccin, la Accursiana, que public por primera vez a finales del siglo xv Bario
Accursio, a quien debe su nombre, es el resultado de una refundicin de las otras dos.
Junto a estas colecciones principales hay transmisiones secundarias de diversos tipos: algunos
manuscritos, como el Bodleiano, en que aparecen prosificaciones de las fbulas en verso, o cdices,
como el Brancacciano, con colecciones tardas y mucho ms breves de fbulas destinadas al estudio
en las escuelas retricas.
La estructura de las fbulas suele ser la misma en todas ellas, salvo unas pocas excepciones.
Normalmente constan de un relato en prosa, en el que se expone el tema de forma breve y escueta, y
se concluyen con una moraleja (epimitio), que en alguna ocasin va antepuesta (promitio) al texto
como introduccin al tema. Esta conclusin del epimitio puede explicar algo o bien servir de ejemplo
o enseanza a fin de influir en la conducta de alguien, si bien suele ser de tipo negativo, es decir, que
explica cmo no son las cosas o pretende que no se acte de la misma forma que el personaje. Todo
ello con una intencin didctica o moralizadora. Los epimitios suelen presentarse con carcter
general, sin dirigirse a nadie en concreto. Sin embargo, los epimitios (y los promitios) son de origen
tardo y, a veces, no se adaptan bien a la fbula.
La tipologa fabulstica es variada:
Fbulas de confrontacin o agonales. Estas constituyen el tipo fundamental y son las ms
numerosas. En ellas, dos a veces ms personajes disputan sobre alguna cosa.
Fbulas de situacin, en las que se presenta al personaje ante una situacin dada y se sacan
unas conclusiones.
Fbulas etiolgicas, en las que se intenta explicar la causa de algo.
Los personajes de las fbulas son preferentemente animales parlantes. Todos ellos denotan esas
caractersticas que tradicionalmente se les atribuyen: la astucia de la zorra, el poder del len, la
voracidad y rapia del lobo, la laboriosidad de la hormiga, la insensatez del burro, la estupidez del
mono, etc.
Sin embargo, no son los animales los nicos personajes de las fbulas. Tambin aparecen plantas
o rboles, como el olivo, el espino, el cambrn; hombres de las ms variadas condiciones sociales
o profesionales: navegantes, comerciantes, mdicos, adivinos, labradores, pescadores, filsofos,

amos y esclavos, ricos y pobres; dioses y hroes: Zeus, Hermes, Afrodita, Apolo, Prometeo,
Heracles, etc.; e incluso personificaciones de ideas abstractas: la verdad, la vergenza, el desenfreno,
la fortuna

III. Ediciones y traducciones


a) Ediciones. En la actualidad las ediciones que se manejan comnmente son las de Chambry,
Hausrath y Perry. Las tres, muy cuidadas y correctas, con textos razonablemente seguros. Todas las
anteriores, superadas por estas, han quedado en desuso.
E. Chambry, Aesopi fabulae, Pars, 1925; reimpresin 1959.
E. Chambry, Esope. Fables, Pars, 1927; 4. edicin 1985 (con traduccin francesa y sin
aparato crtico).
A. Hausrath, Corpus fabularum aesopicarum I-II, Leipzig, 1940-1956.
A. Hausrath, Aesopische Fabeln, Mnich, 1940 (bilinge).
B. E. Perry, Aesopica I, Greek and Latin texts, Urbana, 1952.
b) Traducciones. Las traducciones al castellano de las fbulas espicas son numerosas. La primera,
annima, se imprimi en Zaragoza en 1489 y est hecha sobre el texto latino de Lorenzo Valla de
1439. La ltima, anterior a la que ahora presentamos, es obra de Francisco Martn y Alfredo Rspide
y se public en Madrid en 1989. Va precedida de una introduccin muy cuidada e interesante.
Tambin queremos hacer mencin de la traduccin de P. Bdenas de la Pea, publicada en Madrid
en 1978 y reimpresa en 1985. En esta, junto con las fbulas, est la Vida de Esopo y las Fbulas de
Babrio, traducidas estas por J. Lpez Facal. Va precedida de una introduccin general a cargo de
Carlos Garca Gual.
Estas dos traducciones han sido realizadas desde el griego, a partir de la edicin de Perry.
c) La presente traduccin se ha realizado a partir del texto griego de la edicin de E. Chambry. La
eleccin de esta edicin (a diferencia de los ltimos traductores que, como hemos dicho, utilizan la
de Perry) no se ha basado en una preferencia por el texto pues todas las ediciones nos parecen
excelentes, sino que, a pesar de que contiene un nmero menor de fbulas, sin embargo creemos
que, si algn lector curioso desea acercarse al texto griego, le ser ms accesible.
En nuestra traduccin nos hemos atenido estrictamente al texto griego, pero debemos hacer
algunas precisiones:
En la fbula nmero 85, El labrador y el rbol, aparece una mezcla de estilo directo e indirecto,
por lo que, con la intencin de que el lector pueda comprender mejor el texto, nos hemos permitido
suprimir un pronombre personal de segunda persona, a fin de que toda la narracin quede en tercera
persona, manteniendo el estilo indirecto.
Por otra parte, hemos observado que todos los traductores emplean el gnero masculino para
referirse a ciertos animales, como el oso o el camello, mientras que en el texto griego aparecen en
gnero femenino. Nosotros, por el contrario, hemos preferido mantener el gnero que aparece en
griego. No obstante, en la fbula nmero 148, El camello visto por primera vez, curiosamente en

el ttulo aparece el camello con gnero masculino, en tanto que en el texto de la fbula se refiere al
mismo en femenino. En este caso hemos traducido camello y no camella, manteniendo el mismo sexo
en toda la fbula.
Por lo dems, para terminar con palabras de otro gran fabulista, Toms de Iriarte, confiamos no
encontrarnos entre esos traductores que l critica, que traducen obras celebradas y en asadores
vuelven las espadas.

Bibliografa
DELMANT, A., Politik in den Fabeln Aesops, en Gymnasium 98, 1991, pp. 397-419.
GARCA GUAL, C., Historia y tica de la fbula espica, en Actas del V Congreso Espaol de
Estudios Clsicos, Madrid, 1976.
Ideologa y estructura de la fbula espica, en Estudios ofrecidos a E. Alarcos I, Oviedo, 1977,
pp. 309-322.
JANSSEN , J., La fable et les fabulistes, Bruselas, 1955.
LEIBFRIED, E., Fabel, Stuttgart, 1967.
NJGAARD, M., La Fable Antique I, Copenhague, 1964.
RODRGUEZ ADRADOS, F., Estudios sobre el lxico de las fbulas espicas, Salamanca, 1948.
La fbula griega como gnero literario, en Estudios sobre los gneros literarios, Cceres, 1982,
pp. 13-46.
Historia de la fbula greco-latina I-II-III, Madrid, 1979-1986.
Filosofa cnica en las fbulas espicas, Buenos Aires, 1986.
The Life of Aesop and the Origins of Greek Novel, en Quaderni Urbinati di cultura Classica 1,
1979, pp. 93-112.
La fbula, en Investigacin y Ciencia 53, 1981, pp. 6-20.

FBULAS

1. Los bienes y los males


Los bienes, como eran dbiles, fueron perseguidos por los males, y subieron al cielo. Los bienes
preguntaron a Zeus cmo haban de estar entre los hombres. Este respondi que no se acercasen a los
hombres todos a la vez, sino de uno en uno. Por eso, porque estn cerca, los males van ntimamente
unidos a los hombres; y, en cambio, los bienes acuden a ellos lentamente, pues bajan del cielo.
Nadie alcanza los bienes rpidamente, pero todos somos golpeados por los males a diario.

2. El vendedor de estatuillas
Un hombre que haba tallado un Hermes de madera lo llev a la plaza y trataba de venderlo. Como no
se acercara ningn comprador y quisiera atraerse a alguno, pregonaba a voces que venda un dios
benefactor y proveedor de ganancias. Cuando uno de los que se hallaban por all le dijo: Eh, t!, y
por qu lo vendes si tiene tales cualidades? No sera mejor que t te aprovechases de sus
beneficios?, respondi: Yo necesito beneficios rpidos y l suele proporcionarlas ganancias
lentamente.
La fbula es oportuna para el avaro que no se preocupa ni de los dioses.

3. El guila y la zorra
Un guila y una zorra que haban trabado amistad decidieron habitar cerca una de otra, suponiendo
que el trato reforzara su amistad. Entonces el guila subi a un rbol muy alto y empoll; la zorra se
meti entre las matas que haba debajo y pari. En cierta ocasin, cuando la zorra haba salido a por
comida, el guila, falta de alimento, baj a las matas y, tras arrebatar a las cras, las devor junto con
sus polluelos. Cuando la zorra, a su regreso, supo lo ocurrido, no se afligi tanto por la muerte de
sus cras como por la dificultad de tomar venganza; pues al ser un animal terrestre no poda
perseguir a uno volador. Por eso, de lejos maldeca a su enemiga, lo nico que les queda a los
incapaces y dbiles. Mas ocurri que, no mucho despus, el guila pag el castigo por su crimen
contra la amistad. Pues, cuando unos estaban sacrificando una cabra en el campo, descendi volando
y arrebat del altar una vscera en ascuas. Despus que la hubo llevado a su nido, se levant un fuerte
viento y de una paja fina y seca prendi un fuego brillante. Y a causa de l los polluelos, quemados
pues todava no podan volar, cayeron al suelo. La zorra se acerc corriendo y los devor a todos
a la vista del guila.
La fbula muestra que los que traicionan la amistad, aunque logren evitar el castigo de los
perjudicados por su debilidad, sin embargo, al menos, no escapan al castigo del dios.

4. El guila y el escarabajo
Un guila persegua a una liebre. Esta, ante la ausencia de alguien que le prestara ayuda, al ver un
escarabajo, lo nico que la suerte le proporcion, le implor auxilio. El escarabajo le dio nimos y,
cuando vio que el guila se acercaba, le pidi que no se llevase a quien le haba solicitado ayuda.

Pero aquella, desdeando la insignificancia del escarabajo, devor a la liebre ante su vista. El
escarabajo, pensando en vengarse del guila, no paraba de observar sus nidos y, si en alguna ocasin
aquella pona, echando a volar haca rodar los huevos y los cascaba, hasta que el guila, expulsada de
todas partes, recurri a Zeus esta ave est consagrada a Zeus y le pidi que le proporcionara un
lugar seguro para su puesta. Como Zeus le concediera que pusiese en su propio regazo, el
escarabajo, enterado de ello, haciendo una bola de estircol, alz el vuelo y, llegndose al regazo del
dios la dej caer all. Zeus, al querer sacudirse el estircol, se levant y, sin darse cuenta, revent los
huevos. Y dicen que, a partir de entonces, las guilas no ponen en la poca en que aparecen los
escarabajos.
La fbula ensea que no hay que menospreciar a nadie, por pensar que es tan dbil que, ultrajado,
no pueda vengarse algn da.

5. El guila, el grajo y el pastor


Un guila, abatindose desde lo alto de una roca, arrebat un cordero, y un grajo que lo haba visto,
por envidia, quiso imitarla. Y, lanzndose con gran estruendo, se precipit sobre un carnero.
Enredadas sus garras en los mechones de lana, bata las alas sin poder elevarse, hasta que el pastor,
percatado de lo sucedido, echando a correr, lo cogi y, habindole cortado la punta de las alas, al
caer la tarde, se lo llev a sus hijos. Al preguntarle estos qu pjaro era, dijo: Segn yo s con
certeza, un grajo; segn cree l, un guila.
As, competir con los poderosos, adems de que no sirve de nada, incluso aade ridculo a las
desgracias.

6. El guila con las alas cortadas y la zorra


En cierta ocasin un guila fue capturada por un hombre. Este le cort las alas y la dej en su casa en
compaa de las gallinas. El guila estaba abatida y no coma nada por la tristeza. Y era igual a un rey
prisionero. Otro hombre que la compr, le arranc las alas y tras ungirlas con ungento logr que
renacieran. El guila, echando a volar y apresando entre sus garras una liebre, se la llev como
regalo. Una zorra que lo vio dijo: No se la des a ese, sino al primero, porque ese es bueno por
naturaleza; en cambio, congrciate ms con aquel, no sea que vaya a cogerte de nuevo y te arranque
las alas.
Se debe corresponder debidamente a los bienhechores y alejar prudentemente a los malvados.

7. El guila herida por una flecha


En lo alto de una roca estaba posada un guila, tratando de cazar liebres. Un hombre, disparndole
con un arco, la hiri y la flecha penetr hasta dentro, pero la muesca con las plumas qued ante sus
ojos. El guila, cuando la vio, dijo: Para m es otro dolor el morir por mis plumas.
El aguijn del dolor es ms terrible cuando el peligro parte de uno mismo.

8. El ruiseor y el halcn
Un ruiseor, posado sobre una alta encina, cantaba segn su costumbre. Un halcn, al verlo, se lo
llev consigo. El ruiseor, viendo que su fin estaba prximo, le pidi que lo soltara, diciendo que l
no era suficiente para llenar la tripa de un halcn y que, si careca de alimento, deba buscar pjaros
ms grandes. Y el halcn, respondiendo, dijo: Pero yo sera estpido si soltara el alimento que ya
tengo en mis garras y persiguiera lo que todava no ha aparecido.
As tambin los hombres ms insensatos son los que por esperanza de bienes mayores dejan
escapar los que estn en sus manos.

9. El ruiseor y la golondrina
Una golondrina aconsejaba a un ruiseor que anidara bajo el mismo techo que los hombres y con
ellos habitara como ella. El ruiseor dijo: No quiero recordar el dolor de mis antiguas desgracias y
por eso habito lugares solitarios.
Quien se ha afligido de algn infortunio tambin quiere evitar el lugar donde ocurri el
sufrimiento.

10. El deudor ateniense


En Atenas, un deudor a quien el prestamista reclamaba su deuda, primero le pidi que le concediera
un aplazamiento, diciendo que se encontraba en un apuro. Pero, como no le convenciera, llev la
nica marrana que tena y, en presencia de aquel, la puso en venta, Al acercarse un comprador
pregunt si la marrana era prolfica, aquel dijo que no solo para, sino que de un modo
extraordinario, pues haba parido hembras en los Misterios y machos en las Panateneas. Atnito aquel
ante sus palabras, el prestamista le dijo: Pero no te asombres, pues tambin te engendrar cabritos en
las Dionisias.
La fbula muestra que muchos, por su propio beneficio, no vacilan ni en atestiguar en falso lo
imposible.

11. El negro
Un hombre compr un negro creyendo que tena tal color por descuido de su anterior dueo. Y,
cuando lo llev a su casa, le aplic todo tipo de jabones e intent limpiarlo con baos de toda clase. Y
no pudo cambiar su color, pero le hizo enfermar.
La fbula muestra que las naturalezas se mantienen como fueron al principio.

12. La comadreja y el gallo


Una comadreja que haba cogido un gallo quiso comrselo con un pretexto razonable. Y le acusaba

de que era molesto para los hombres por cantar durante la noche, sin dejarles conciliar el sueo. Este,
en su defensa, deca que lo haca para provecho de aquellos, porque los despertaba para sus trabajos
habituales. Entonces la comadreja le acus de ser impo con respecto a la naturaleza, pues cubra a su
madre y a sus hermanas. Como este dijera que tambin lo haca en provecho de los amos, pues con
eso les ponan muchos huevos, la comadreja dijo: Aunque tienes abundancia de justificaciones de
buena apariencia, yo, sin embargo, no voy a quedarme sin comida y lo devor.
La fbula muestra que la naturaleza malvada, cuando se ha propuesto delinquir, si no puede
hacerlo con un pretexto razonable, comete el mal a las claras.

13. La comadreja y los ratones


En una casa haba muchos ratones. Una comadreja, enterada de ello, lleg all y, tras cazarlos uno a
uno, se los iba comiendo. Los ratones, atrapados sin cesar, se introducan en sus agujeros y la
comadreja, no pudiendo llegar hasta ellos, comprendi que haba de hacerlos salir por medio de un
plan. Por eso, se subi a una percha y, colgada de all, se haca la muerta. Uno de los ratones que
asom la cabeza, al verla, dijo: Anda esta!, aunque fueras un saco, no me acercara a ti.
La fbula muestra que los hombres prudentes, cuando han experimentado las maldades de
algunos, ya no se dejan engaar por sus representaciones.

14. La comadreja y las gallinas


Una comadreja, como hubiese odo que en una granja haba unas gallinas enfermas, hacindose pasar
por mdico y llevando el instrumental de tal ocupacin, se present all, y, parada ante el gallinero,
les pregunt cmo estaban. Ellas, respondiendo, dijeron: Bien si t te alejas de aqu.
As, los hombres malvados tampoco pasan inadvertidos a los prudentes, aunque finjan las
mayores bondades.

15. La cabra y el cabrero


Un cabrero llamaba a las cabras al aprisco. Una de ellas qued atrs, comiendo algo dulce. El pastor
le arroj una piedra con tan buena puntera que le rompi un cuerno. Y suplicaba a la cabra que no se
lo dijese al amo. Ella dijo: Aunque yo calle, cmo lo voy a ocultar?, pues a la vista de todos est mi
cuerno roto.
La falta, cuando es manifiesta, no es posible ocultarla.

16. La cabra y el burro


Un hombre alimentaba a una cabra y a un burro. La cabra, envidiando al burro por la abundancia de
su comida, le deca: Recibes muchos castigos, unas veces moliendo, otras llevando carga, y le
aconsejaba que, fingiendo un ataque, se dejara caer en una zanja y consiguiera as un descanso. El

burro le crey, se dej caer y se descoyunt. El amo, habiendo llamado al veterinario, le pidi que lo
socorriera. Este le dijo que le aplicara el bofe de una cabra y recobrara la salud. Y, tras sacrificar la
cabra, curaron al burro.
Quien maquina insidias contra otro se hace el principal causante de sus propios males.

17. El cabrero y las cabras monteses


Un cabrero que haba llevado sus cabras a pastar, al ver que se mezclaban con otras monteses, al caer
la tarde, a todas las hizo entrar en su cueva. Al da siguiente, desencadenada una gran tormenta, no
pudiendo llevarlas al pasto acostumbrado, las cuidaba dentro, echando a las propias comida
moderada, solo para que no pasaran hambre; y, en cambio, amontonaba ms para las extraas, con la
intencin de apropirselas tambin. Pasada la tormenta, cuando sac a todas al pasto, las monteses,
tirando al monte, huan. Como el pastor les reprochase su ingratitud, ya que lo dejaban despus de
haber recibido ms cuidados, volvindose le dijeron: Pues tambin por eso mismo ms nos
precavemos, porque si a nosotras, que nos hemos acercado a ti ayer, nos trataste mejor que a las que
llevan tiempo contigo, resulta evidente que, si tambin se te acercasen otras despus de esto, las
preferiras a nosotras.
La fbula muestra que no debemos acoger con satisfaccin las amistades de quienes nos estiman
ms a los amigos recientes que a los antiguos, sino pensar que, si se hacen amigos de otros al
envejecer nuestra amistad, los preferirn a ellos.

18. La esclava fea y Afrodita


Un amo amaba apasionadamente a una esclava fea y malvada. Esta, con el dinero que l le daba, se
arreglaba con esplendor y rivalizaba con su propia ama. Continuamente ofreca sacrificios a Afrodita
y se ufanaba porque la haba hecho bella. Pero esta se apareci en un sueo a la esclava y le dijo que
no le estuviera agradecida porque la hubiese hecho bella, sino que estoy enfadada e irritada con
aquel a quien t pareces bella.
No conviene que los que se enriquecen por medios vergonzosos se cieguen, y menos si son viles
y feos para mayor vergenza.

19. Esopo en un astillero


Esopo, el fabulista, disponiendo de un rato libre, entr en un astillero. Como los obreros le
provocasen con bromas y le incitasen a replicar, Esopo les cont que antiguamente existan el caos y
el agua, pero que Zeus, queriendo mostrar tambin que la tierra era el tercer elemento, aconsej a
esta que se bebiese el mar en tres tragos. Y ella, con el primero mostr los montes; habiendo dado un
segundo trago, dej al desnudo las llanuras, y si le pareciese bien beber tambin agua por tercera
vez, vuestro oficio se hara intil.
La fbula muestra que los que se burlan de los mejores, sin advertirlo se ganan rplicas ms
punzantes de ellos.

20. Los dos gallos y el guila


Dos gallos se peleaban por unas gallinas y uno puso en fuga al otro. El vencido se march a un lugar
sombreado y se ocult. El vencedor, envanecido, se encaram a lo alto de un muro y cant a plena
voz. Un guila descendi volando directa a l y lo apres. El que estaba oculto en la oscuridad pis
sin miedo desde entonces a las gallinas.
La fbula muestra que la divinidad se opone a los soberbios y concede gracia a los humildes.

21. Los gallos y la perdiz


Un hombre que tena gallos en casa encontr en venta una perdiz domesticada, la compr y la llev a
casa para criarla junto con aquellos. Como estos la picaran y acosaran, la perdiz se hallaba
atribulada, pensando que era desdeada por ser de otra especie. Pero, pasado un poco de tiempo,
cuando observ que los gallos se peleaban entre s y no se separaban antes de haberse hecho sangre,
se dijo a s misma: No me disgustar ya ms porque me piquen, pues veo que ellos tampoco se
perdonan.
La fbula muestra que los prudentes soportan fcilmente los excesos de sus vecinos cuando ven
que ellos ni siquiera perdonan a sus parientes.

22. Los pescadores y el atn


Unos pescadores que haban salido de pesca, aunque se fatigaron durante mucho tiempo, nada
capturaron, y, sentados en la barca, se hallaban desalentados. En eso, un atn perseguido, que se
precipitaba con gran estrpito, salt, sin advertirlo, a la barca. Los pescadores lo capturaron, se lo
llevaron a la ciudad y lo vendieron.
As, muchas veces lo que no proporcion el oficio, lo otorg la suerte.

23. Los pescadores que pescaron piedras


Unos pescadores tiraban de una red. Y, como era pesada, daban saltos de alegra, pensando que habra
abundante pesca. Pero cuando, al arrastrarla hasta la orilla, encontraron pocos peces y la red llena de
piedras y desechos de otro tipo, se desanimaron sobremanera, no tanto contrariados por lo ocurrido
como porque haban imaginado lo contrario. Uno de ellos, que era viejo, dijo: Dejmoslo ya,
compaeros, pues, segn parece, la pena es hermana del gozo y, puesto que habamos disfrutado de
antemano, sin duda debamos sufrir tambin alguna decepcin.
Pues bien, viendo lo mudable de la vida, no debemos alegrarnos siempre de las mismas cosas, y
pensar que forzosamente del buen tiempo nace la tempestad.

24. El pescador que tocaba la flauta

Un pescador experto en tocar la flauta se acerc al mar con su flauta y sus redes y, situado sobre una
roca saliente, toc primero la flauta, pensando que los peces saltaran espontneamente hacia l ante
el agradable son. Mas como, despus de esforzarse mucho, no obtuviera ningn resultado, dej la
flauta, cogi el esparavel y, tras echarlo al agua, pesc muchos peces. Al sacarlos de la red a la orilla,
cuando los vio saltar, dijo: Malditos animales!, cuando tocaba la flauta no bailabais; ahora, en
cambio, cuando he cesado, lo hacis.
La fbula es oportuna para los que hacen algo a destiempo.

25. El pescador y los peces grandes y pequeos


Un pescador, al sacar del mar la red, apres en ella los peces grandes y los esparci por tierra. Sin
embargo, los peces ms pequeos escaparon en el mar por los agujeros.
La salvacin es cosa fcil para los que no son afortunados, pero rara vez se puede ver que evite
los peligros quien es grande por la fama.

26. El pescador y el picarel


Un pescador ech la red en el mar y sac un picarel. Como era pequeo, le suplic que no lo cogiera
en ese momento, sino que lo dejara. Cuando crezca dijo y sea grande, me podrs coger, y
entonces te ser de ms utilidad. Y el pescador dijo: Tonto sera yo si, soltando la ganancia que est
en mis manos, aunque sea pequea, esperara una supuesta, aunque sea ms grande.
La fbula muestra que sera insensato quien suelta lo que tiene en sus manos, aunque pequeo, por
esperanza de algo mayor.

27. El pescador que bata el agua


Un pescador se hallaba pescando en un ro. Y, cuando tendi las redes y abarc la corriente desde
todos los lados, bata el agua con una piedra atada a una gruesa cuerda, para que los peces, al huir,
inevitablemente cayesen en ellas. Uno de los habitantes del lugar, sin embargo, al ver lo que haca, le
censur por enturbiar el ro y no dejarles beber agua clara. l respondi: Si no remuevo el ro as,
morir de hambre.
As tambin los dirigentes de las ciudades consiguen ms cuando llevan sus patrias a la sedicin.

28. El alcin
El alcin es un pjaro amante de la soledad que vive permanentemente en el mar. De l se dice que,
para precaverse de las caceras de los hombres, empolla en los escollos costeros. En cierta ocasin,
un alcin, cuando iba a hacer la puesta, busc un promontorio y, al ver una roca junto al mar, decidi
empollar all. Un da que sali por comida ocurri que el mar, agitado por un impetuoso viento,
subi hasta el nido y, cubrindolo de agua, ahog a los polluelos. El alcin, a su vuelta, cuando se

percat de lo sucedido, dijo: Desgraciado de m, que, guardndome de la tierra por insidiosa, me


refugi en el mar que me ha resultado menos de fiar!.
As tambin algunos hombres, guardndose de los enemigos, caen, sin darse cuenta, en amigos
mucho ms molestos que los enemigos.

29. Las zorras a orillas del Meandro


En cierta ocasin, se reunieron unas zorras junto al ro Meandro, queriendo beber de l. Como el
agua se precipitaba con un ruido estrepitoso, aun incitndose unas a otras, no se atrevan a penetrar.
Al cabo sali una de ellas y, rindose de las dems y de su miedo, para humillarlas, y presumiendo de
ser ms valiente, salt al agua osadamente. La corriente la arrastr hacia el centro y las dems que
estaban a la orilla del ro le decan: No nos dejes, vuelve y mustranos el acceso por el que sin
peligro podamos beber. Aquella, mientras era arrastrada, les dijo: Tengo un encargo para Mileto y
quiero llevarlo all; cuando regrese os lo mostrar.
A los que por fanfarronera se exponen al peligro.

30. La zorra con el vientre hinchado


Una zorra que estaba hambrienta, al ver en el hueco de una encina panes y carne abandonados por
unos pastores, se meti en l y se los comi. Pero, como se le hinchase el vientre y no pudiera salir,
gema y se lamentaba. Otra zorra que pasaba por all, al or su gemido, acercndose le pregunt el
motivo. Cuando comprendi lo que le haba pasado, le dijo: Aguarda ah hasta que ests como
estabas cuando entraste, y as fcilmente saldrs.
La fbula muestra que el tiempo resuelve las dificultades de las cosas.

31. La zorra y la zarza


Una zorra que estaba subida en un seto resbal y, a punto de caerse, se agarr de una zarza para
evitarlo. Y, como se hiriera y daara las patas por sus pinchos, le dijo: Ay de m!, pues recurr a ti
en demanda de ayuda, me has dejado peor. Mira esta! dijo la zarza, te equivocaste al haber
querido agarrarte de m, que acostumbro a agarrarme de todo.
La fbula muestra que del mismo modo son necios quienes recurren a la ayuda de aquellos a
quienes les es ms natural hacer dao.

32. La zorra y las uvas


Una zorra hambrienta, al ver unos racimos que colgaban de una parra, quiso apoderarse de ellos, y
no pudo. Apartndose, se dijo a s misma: Estn verdes.
As tambin algunos hombres, cuando no pueden conseguir las cosas por incompetencia, culpan a
las circunstancias.

33. La zorra y la serpiente


Haba una higuera junto al camino. Una zorra encontr una serpiente dormida y sinti envidia de su
tamao. Al querer igualarla, se tendi a su lado e intentaba estirarse hasta que, en su desmesurado
empeo, sin darse cuenta revent.
Eso les pasa a los que compiten con los ms poderosos, pues ellos mismos revientan antes de
poder llegar a igualarlos.

34. La zorra y el leador


Una zorra que hua de unos cazadores, al ver a un leador, le pidi que la escondiera. Este le sugiri
que entrase en su cabaa y se ocultase. No mucho despus, se acercaron los cazadores y preguntaron
al leador si haba visto a una zorra pasar por all. Aquel neg haberla visto, pero haciendo un gesto
con la mano, les indic dnde se ocultaba. Pero, como ellos no entendieran lo que se les apuntaba por
seas y creyeran lo que deca, la zorra, al verlos retirarse, sali y se march sin decir nada. Cuando
el leador le reproch que, aunque la haba salvado, no le haba dado ni las gracias, dijo: Te las
habra dado, si hubieses tenido las mismas actitudes y gestos con las manos que con tus palabras.
De esta fbula se podra uno servir contra aquellos hombres que proclaman sin duda su honradez,
pero con sus acciones cometen maldades.

35. La zorra y el cocodrilo


Una zorra y un cocodrilo disputaban sobre su abolengo. Como el cocodrilo diera todo lujo de
detalles sobre la distincin de sus antepasados y dijera finalmente que su padres haban sido
gimnasiarcos[1], la zorra le dijo: Aunque no lo digas, muestras por tu piel que llevas muchos aos
haciendo gimnasia.
As tambin, los hechos ponen en evidencia a los hombres mentirosos.

36. La zorra y el perro


Una zorra, que se haba introducido en un rebao de ovejas, cogi un corderillo lechal y finga
besarle tiernamente. Al preguntarle un perro por qu lo haca dijo: Lo cuido y juego con l. Y el
perro respondi: Pues si no apartas de ti al corderillo, te ofrecer los cuidados de los perros.
La fbula es adecuada para un hombre astuto y un ladrn necio.

37. La zorra y el leopardo


Una zorra y un leopardo disputaban sobre su belleza. Como el leopardo a cada instante adujese la
variedad de colores de su cuerpo, la zorra, respondiendo, dijo: Cunto ms hermosa que t soy yo,
que tengo variedad de colores no en el cuerpo, sino en el alma!.

La fbula muestra que la buena constitucin de la mente es mejor que la belleza del cuerpo.

38. La zorra y el mono elegido rey


En una asamblea de animales un mono se puso a bailar, se gan a los dems y lo eligieron rey. La
zorra, sintiendo envidia de l, al encontrar en una trampa un trozo de carne, lo llev all y le dijo que
haba hallado un tesoro, pero que ella no lo poda aprovechar, y que se lo ofreca como presente de
su realeza; y le invit a cogerlo. El mono se acerc descuidadamente y fue atrapado por la trampa, y,
al acusar a la zorra de haberle engaado, aquella dijo: Mono!, con tal necedad eres t el rey de los
animales?.
As, los que emprenden proyectos irreflexivamente se exponen al ridculo, adems de fracasar.

39. La zorra y el mono que disputaban sobre su abolengo


Una zorra y un mono que hacan el mismo camino disputaban sobre su abolengo. Despus de referir
cada uno muchas cosas, cuando estuvieron en cierto lugar, el mono volviendo su mirada exhal un
gemido. Al preguntar la zorra la causa, el mono seal unas tumbas y dijo: Cmo no voy a llorar
al ver las estelas de mis antepasados libertos y esclavos?. Y aquella le dijo: Miente cuanto quieras,
pues ninguno de esos se va a levantar para contradecirte.
As, tambin los hombres mentirosos fanfarronean ms cuando no tienen quienes les contradigan.

40. La zorra y el macho cabro


Una zorra que haba cado en un pozo llevaba largo rato en l. Un macho cabro, forzado por la sed,
lleg junto al mismo pozo y al verla le pregunt si era buena el agua. Ella, contenta por la
coincidencia, se deshaca en elogios del agua, diciendo que era excelente y le animaba a que bajara.
Despus que baj despreocupadamente movido por su deseo, apenas hubo apaciguado la sed, miraba
con la zorra la forma de subir. Y la zorra, tomando la palabra, dijo: S algo til si lo nico que
quieres es la salvacin de ambos. As pues, apoya tus patas delanteras en el muro y endereza los
cuernos, y yo, luego de trepar por encima, tambin te sacar. Atendi este a la propuesta de buena
gana y la zorra, escalando por sus patas, lomo y cuernos, lleg hasta la boca del pozo y, tras salir, se
alej. Al reprocharle el macho cabro que haba incumplido el pacto, se volvi y le dijo: Si tuvieras
tanta inteligencia como pelos en tu barba, no habras bajado antes de considerar la forma de subir.
As tambin, los hombres sensatos deben mirar las consecuencias de sus acciones y luego
aplicarse as a ellas.

41. La zorra rabona


Una zorra a la que un cepo le haba cortado el rabo se avergonzaba de tener que sufrir una vida
insoportable, por lo que decidi que deba llevar tambin a las dems zorras a su misma situacin

para ocultar la inferioridad propia con la desgracia comn. Y, despus de reunir a todas, las animaba
a cortarse los rabos, diciendo que el rabo no solo era indecente, sino tambin que colgaba de ellas un
peso innecesario. Y una le replic: Si eso no te conviniera, no nos lo aconsejaras.
Esta fbula se ajusta a aquellos que dan consejos a los amigos, no por buena voluntad, sino por su
propia conveniencia.

42. La zorra que nunca haba visto un len


Una zorra que no haba visto nunca un len, cuando por casualidad se encontr con uno, al verlo por
primera vez se turb tanto que incluso casi se muere. Cuando se lo encontr por segunda vez tuvo
miedo, pero no tanto como antes. Pero la tercera vez que lo vio tom tanta confianza que incluso se
acerc y charl con l.
La fbula muestra que la costumbre atempera incluso las situaciones terribles.

43. La zorra a la mscara


Una zorra, que haba entrado en casa de un actor y examinado cada uno de sus enseres, encontr
tambin una mscara[2] fabricada con gran fidelidad, y, cogindola en sus manos, dijo: Qu cabeza,
y no tiene seso!.
La fbula es en contra de los hombres extraordinarios en su cuerpo, pero faltos de juicio en su
mente.

44. Dos hombres que disputaban acerca de los dioses


Dos hombres disputaban qu dios era mayor, si Teseo o Heracles. Pero los dioses, irritados con
ellos, castigaron cada uno al pas del otro.
La disputa de los subordinados estimula a los seores a irritarse con los sbditos.

45. El homicida
Uno que haba matado a un hombre era perseguido por los parientes de la vctima. Cuando lleg a
orillas del ro Nilo, le sali al encuentro un lobo y, lleno de miedo, subi a un rbol que haba junto
al ro y all trataba de ocultarse. Pero al ver una serpiente que trepaba por el rbol, se lanz al ro. Y
en el ro, un cocodrilo lo devor.
La fbula muestra que para los hombres malditos no es segura ni la tierra, ni el aire ni el agua.

46. El hombre que prometa lo imposible


Un pobre que estaba enfermo y se encontraba muy mal, cuando los mdicos lo desahuciaron,

prometi a los dioses hacer una hecatombe[3], y les ofreci tambin consagrar un exvoto, si se
restableca. Al preguntarle su mujer, que estaba all a su lado: Y con qu vas a pagarlo?, le dijo:
Crees, en efecto, que me voy a recuperar para que los dioses tambin me lo reclamen?.
La fbula muestra que los hombres prometen fcilmente lo que de hecho no esperan cumplir.

47. El cobarde y los cuervos


Un cobarde parti para la guerra. Al graznar unos cuervos, tir las armas y se qued quieto; luego,
cogindolas de nuevo, prosigui; y cuando graznaron otra vez, se detuvo y al fin les dijo: Graznad
lo ms fuerte que podis, pero no me cataris.
La fbula es sobre los muy cobardes.

48. El hombre mordido por una hormiga y Hermes


En cierta ocasin, al ver uno que una nave se hunda con sus tripulantes, afirm que los dioses
juzgaban de modo injusto, pues por un solo impo moran hasta los inocentes. Mientras eso deca,
ocurri que fue mordido por una hormiga, ya que haba muchas en el lugar en que se encontraba. Y
l, al que haba picado una sola, pisote a todas. Se le present Hermes, le dio un golpe con el
caduceo [4] y le dijo: Y ahora no reconoces que los dioses son jueces como t lo eres de las
hormigas?.
Nadie blasfeme contra un dios cuando acontece una desgracia, y que se fije ms en sus propios
fallos.

49. El hombre y la mujer terrible


Uno que tena una mujer demasiado terrible de carcter con todos los de la casa quiso saber si
tambin tendra igual actitud con los criados de su padre. As que la envi all con un pretexto
verosmil. A su regreso, unos das despus, le pregunt cmo la haban recibido los criados. Al
responder ella: Los boyeros y pastores me miraban con recelo, le dijo: Mujer, si suscitaste odio
en estos que al amanecer sacan los rebaos y retornan por la tarde, qu hay que esperar de aquellos
otros con los que conviviste todo el da?.
As, muchas veces lo grande se llega a conocer por lo pequeo y lo oscuro por lo claro.

50. El truhn
Un truhn que se haba apostado con otro que demostrara que el orculo de Delfos[5] era mentiroso,
cuando lleg el da fijado, fue al templo con un gorrin en la mano cubierto bajo su manto. Se par
frente al orculo y le pregunt que le contestara si tena en las manos algo animado o inanimado, con
la intencin de mostrar vivo al gorrin, si deca inanimado, pero, si deca animado, sacarlo despus
de haberlo ahogado. Y el dios, dndose cuenta de su malicia dijo: Basta ya!, pues en ti est que lo

que tienes est muerto o vivo.


La fbula muestra que es imposible confundir a la divinidad.

51. El fanfarrn
Un atleta de pentatln[6] que, debido a su falta de bros, siempre era criticado por sus conciudadanos,
se march de la ciudad en cierta ocasin y cuando, pasado un tiempo, regres, deca jactndose que
haba sobresalido mucho por su arrojo tambin en otras ciudades, pero que en Rodas haba realizado
un salto tal como ninguno de los vencedores olmpicos haba logrado. Y de eso deca que presentara
como testigos a los que all asistiesen, si es que alguna vez venan a la ciudad. Uno de los que se
hallaban presentes, respondiendo, le dijo: Mira t!, si eso es verdad, en absoluto necesitas testigos.
Pues aqu est Rodas y el salto.
La fbula muestra que, cuando la demostracin por medio de hechos est a mano, toda palabra
aparte de eso es superflua.

52. El canoso y las heteras


Un hombre canoso tena dos queridas, de las que una era joven, la otra vieja. La mayor, avergonzada
de mantener relaciones con uno ms joven que ella, no paraba de arrancarle los pelos negros,
mientras estaba a su lado. La ms joven, sin embargo, tratando de disimular que tena como amante a
un viejo, le arrancaba las canas. As le ocurri que, depilado unas veces por una y otras por la otra, se
qued calvo.
As, en todas partes lo anmalo es perjudicial.

53. El nufrago
Un ateniense rico navegaba junto con algunos otros. Y, como se hubiera levantado una violenta
tempestad y la nave zozobrara, los dems intentaron salvarse a nado, pero el ateniense, invocando sin
cesar a Atenea, le prometi innumerables ofrendas si lo salvaba. Uno de los otros nufragos, al pasar
a su lado nadando le dijo: Aunque te proteja Atenea, mueve tambin los brazos.
Pues tambin nosotros mismos, junto con la invocacin a los dioses, debemos hacer algo,
fijndonos en nuestro inters.
Porque es preferible que alcancemos la benevolencia de los dioses esforzndonos, y no que los
dioses nos salven cuando nos hemos despreocupado de nosotros mismos.
Los que caen en desgracias deben tambin ellos esforzarse en su propio inters y as pedir ayuda
al dios.

54. El ciego
Un ciego estaba acostumbrado a reconocer qu animal era el que le ponan en sus manos. Y en cierta

ocasin en que le dieron un lobezno, luego de palparlo y aunque no estaba seguro, dijo: No s si es
un cachorro de lobo o de zorra o de algn animal de ese tipo; sin embargo, s con plena seguridad
que ese animal no es apto para ir con un rebao de ovejas.
As, la ralea de los malvados se muestra muchas veces incluso por su cuerpo.

55. El tramposo
Un pobre, que se hallaba enfermo y se encontraba mal, prometi a los dioses sacrificarles cien
bueyes si le salvaban la vida. Estos, queriendo ponerle a prueba, hicieron que se repusiera lo ms
pronto posible. Y aquel, ya restablecido, puesto que careca de bueyes de verdad, model cien de sebo
y los quem sobre un altar, despus de decir: Recibid la promesa, dioses. Los dioses, queriendo a
su vez engaarlo, le enviaron un sueo en el que se le aconsejaba que fuera a la playa, pues all
encontrara mil dracmas[7] ticas. Y l se puso contento y se fue a la carrera a la orilla del mar. All
cay en manos de unos piratas y se lo llevaron consigo, y, vendido por ellos, encontr las mil
dracmas.
La fbula es oportuna para un hombre mentiroso.

56. El carbonero y el batanero


Un carbonero que realizaba su trabajo en su casa, al ver que un batanero se haba instalado como
vecino, le fue a visitar y le invit a que fuese a vivir con l, explicndole que tendran ms amistad
entre s y viviran con menos gasto al habitar en una sola casa. Y el batanero le respondi: Para m
eso es totalmente imposible, pues lo que yo blanquee, t lo tiznars.
La fbula muestra que no se puede unir lo desigual.

57. Los hombres y Zeus


Se dice que en primer lugar la divinidad model los animales y que les otorg a uno fuerza, a otro
rapidez, a otro alas, y que el hombre, que estaba desnudo, dijo: Solo a m me dejas sin don alguno,
a lo que Zeus respondi: No te das cuenta del regalo y, sin embargo, te ha correspondido el ms
grande, pues has recibido la razn, que tiene poder entre los dioses y entre los hombres, ms
poderosa que los poderosos, ms rpida que los ms rpidos. Y entonces el hombre comprendi el
regalo y, despus de postrarse y dar las gracias, se march.
Aun cuando el dios dot a todos con la razn, algunos no se dan cuenta de tal dote y ms bien
envidian a los animales incapaces de comprender e irracionales.

58. El hombre y la zorra


Un campesino, enojado con una zorra que le haba causado innumerables daos, la cogi y, con la
intencin de darle un buen castigo, le at al rabo una estopa empapada en aceite y le prendi fuego.

Pero un dios la encamin a los pastos del campesino, en plena poca de la cosecha. l la persigui,
pero al final tuvo que lamentar la prdida de toda su cosecha.
Debemos ser mansos y no irritarnos en exceso, pues de la ira muchas veces les vienen grandes
daos a los irascibles.

59. El hombre y el len que caminaban juntos


En cierta ocasin caminaba un len con un hombre. Cada uno de ellos se jactaba de s mismo. Y en el
camino encontraron una estela de piedra con la figura de un hombre que estrangulaba a un len. El
hombre, ensendosela al len, dijo: Ya ves cmo somos ms fuertes que vosotros. Y aquel sonri
y dijo: Si los leones supiesen esculpir, veras a muchos hombres debajo de un len.
De palabra se jactan de ser valerosos y audaces muchos a los que las pruebas contradicen,
ponindoles al descubierto.

60. El hombre y el stiro


Se dice que, en cierta ocasin, un hombre trab amistad con un stiro [8]. Y, cuando lleg el invierno y
el fro, el hombre, llevndose las manos a la boca, soplaba. Al preguntarle el stiro el motivo por el
que lo haca, le dijo que se calentaba las manos a causa del fro. Despus, dispuesta la mesa para
ellos, como la comida estuviera caliente, el hombre, cogindola poco a poco, la llevaba hacia la boca
y soplaba. Preguntando de nuevo el stiro por qu lo haca le dijo que era para enfriar la comida, ya
que estaba demasiado caliente. A lo que aquel dijo: Renuncio a tu amistad de humano, porque de la
misma boca despides calor y fro.
Pues bien, tambin nosotros debemos evitar la amistad de aquellos cuya ndole es ambigua.

61. El hombre que rompi una estatua


Un hombre que era pobre y tena una estatua de madera de un dios le suplic que le proporcionase
algn bien. Pero, como a pesar de ello segua cada vez ms pobre, irritado, lo cogi de la pierna y lo
golpe contra la pared. La cabeza se rompi enseguida y de ella se esparcieron monedas de oro. Y el
hombre, recogindolas, grit: Creo que eres perverso e ingrato, pues, cuando te honraba, en
absoluto me ayudaste; y, en cambio, cuando te golpe, me has recompensado con muchos bienes.
La fbula muestra que en nada te beneficiars honrando a un hombre malvado; golpendole,
obtendrs ms provecho.

62. El hombre que encontr un len de oro


Un hombre avaro y cobarde que haba encontrado un len de oro dijo: No s qu ser de m en la
presente situacin; estoy fuera de mis casillas y no s qu hacer: me dividen mi avaricia y la cobarda
de mi naturaleza. Pues qu azar o qu divinidad hizo un len de oro? Pues mi alma lucha consigo

misma en las presentes circunstancias: ama el oro, pero teme la figura de oro. El deseo me impulsa a
cogerla, pero mi carcter a mantenerme lejos. Ah, fortuna, que das y no permites coger! Ah, tesoro
sin placer! Ah, gracia divina que te conviertes en desgracia! Entonces qu?, de qu manera me
aprovechar?, a qu artimaas he de recurrir? Me voy para traer aqu a que lo cojan a mis criados
que forman una muy numerosa tropa y yo, de lejos, ser un observador.
La fbula se ajusta a un rico que no se atreve a tocar ni a utilizar su riqueza.

63. El oso y la zorra


Un oso presuma mucho de amar a los hombres, pues no coma cadveres. La zorra le dijo: Ojal te
llevases a rastras a los muertos, pero no a los vivos.
Esta fbula censura a los ambiciosos que viven en la hipocresa y en la vanagloria.

64. El labrador y el lobo


Un labrador, luego de desuncir la yunta, la llevaba a abrevar; un lobo hambriento y que buscaba
comida, al encontrar el arado, empez a lamer el horcate de los toros y, cuando, sin darse cuenta,
poco a poco meti el cuello y no pudo sacarlo, arrastr el arado sobre la tierra de labor. El labrador,
cuando a su regreso lo vio, dijo: Ojal, mala cabeza, dejaras tus rapias y fechoras y te pusieras a
labrar!.
As, a los hombres malvados, aunque proclamen su honradez, no se les cree por su forma de ser.

65. El astrnomo
Un astrnomo tena la costumbre de salir cada tarde y observar las estrellas. Y, en cierta ocasin en
que daba un paseo por las afueras y escrutaba con toda su atencin el cielo, sin darse cuenta cay en
un pozo. Mientras se lamentaba y daba gritos, uno que pasaba cerca, al or sus lamentos, se acerc y,
comprendiendo lo sucedido, le dijo: Hombre!, t que intentas ver lo del cielo, no ves lo que hay en
la tierra?.
Uno podra valerse de esta fbula para aquellos que fanfarronean extraordinariamente sin ni
siquiera poder realizar lo comn entre los hombres.

66. Las ranas que pedan un rey


Unas ranas, molestas por su propia anarqua, enviaron embajadores a Zeus, pidiendo que les
proporcionase un rey. Zeus, al comprender su simpleza, dej caer un leo a la charca. Y las ranas,
primero, espantadas por el ruido, se sumergieron al fondo de la charca. Despus, puesto que el leo
estaba inmvil, salieron y llegaron a tal grado de confianza que, subindose a l, se sentaron encima.
Indignadas de tener tal rey, llegaron por segunda vez ante Zeus y le pidieron que les cambiase el
gobernante, pues el primero era demasiado negligente. Y Zeus, irritado con ellas, les envi una

culebra de agua que, atrapndolas, las devor.


La fbula muestra que es mejor tener gobernantes sumisos y sin maldad que intrigantes y
malvados.

67. Las ranas vecinas


Dos ranas eran vecinas. Una viva en una charca profunda y lejos del camino, la otra en l en muy
poca agua. Y cuando la de la charca le aconsej a la otra que se mudase junto a ella, donde llevara
una vida mejor y ms segura, aquella no le hizo caso, diciendo que le era difcil mudarse, porque
estaba acostumbrada a ese lugar, hasta que ocurri que un carro que pas por all la aplast.
As tambin, los hombres que pasan el tiempo en ocupaciones viles acaban por morir antes de
aplicarse a otras ms nobles.

68. Las ranas en una charca


Dos ranas vivan en una charca. Cuando lleg el verano se les sec la charca, por lo que la
abandonaron y andaban buscando otra. Y en esto que encontraron un pozo profundo y, al verlo, una
le dijo a la otra: Anda t!, bajemos juntas a este pozo. Y esta le respondi: Y si el agua de aqu se
seca, cmo vamos a subir?.
La fbula muestra que no hay que embarcarse en ninguna empresa sin pensarlo.

69. La rana mdico y la zorra


En cierta ocasin, una rana estaba en su charca y gritaba a todos los animales: Soy mdico y
conozco los frmacos. Una zorra que le haba odo dijo: Cmo vas a salvar a otros t que,
estando coja, no te curas a ti misma?.
La fbula muestra que quien no est iniciado en educacin cmo va a poder educar a otros?

70. Los bueyes y el eje


Unos bueyes arrastraban una carreta. Como el eje chirriaba, volvindose le dijeron as: Eh t!,
mientras nosotros llevamos toda la carga t te quejas?.
As tambin, algunos hombres, cuando otros se esfuerzan, ellos fingen cansarse.

71. Los tres bueyes y el len


Tres bueyes pacan siempre juntos. Un len, aunque quera comrselos, no poda debido a su unin.
Sin embargo, los indispuso con falsas palabras, logr separarlos y al verlos solos los devor uno
tras otro.

Si quieres sobre todo vivir sin peligro, desconfa de los enemigos y, por el contrario, confa en
los amigos y consrvalos.

72. El boyero y Heracles


Un boyero llevaba a una aldea una carreta y esta se atasc en un hoyo profundo. l, aunque su ayuda
era imprescindible para salir del atasco, se qued de brazos cruzados suplicando a Heracles, el nico
de todos los dioses al que veneraba. El dios se le apareci y le dijo: Agarra las ruedas y aguijonea a
los bueyes, y suplica a los dioses cuando t mismo tambin hagas algo, o suplicars en vano.

73. Breas y Helios


Breas y Helios disputaban sobre su fuerza. Resolvieron conceder la victoria a aquel de ellos que
lograra despojar de su ropa a un caminante. Y Breas comenz a soplar fuerte, pero, como el
hombre se sujetara la ropa, arreci ms. Y el caminante, an ms agobiado por el fro, incluso se
puso encima una prenda ms gruesa, hasta que Breas, cansado, se lo pas a Helios. Y este en primer
lugar brill moderadamente; cuando el hombre se quit el ms grueso de los mantos, despidi un
calor ms ardiente, hasta que el hombre, no pudindolo soportar, se desnud y fue a baarse a un ro
que flua cerca.
La fbula muestra que muchas veces convencer es ms eficaz que forzar.

74. El vaquero y el len


Un vaquero que apacentaba una manada de toros perdi un becerro. Despus de haber ido por todas
partes sin encontrarlo, prometi a Zeus sacrificarle un cabrito si encontraba al ladrn. Penetr en un
bosque y vio que un len devoraba el becerro; muerto de miedo levant las manos al cielo y dijo:
Soberano Zeus, antes te promet sacrificar un cabrito si encontraba al ladrn, ahora te sacrificar un
toro si logro escapar de su garras.
Esta fbula podra decirse con relacin a hombres desgraciados que, cuando no tienen, piden
encontrar algo y, cuando lo han encontrado, buscan librarse de ello.

75. El ruiseor y el murcilago


Una noche cantaba un ruiseor en su jaula colgado de una ventana. Un murcilago oy su voz y
acercndose le pregunt por qu callaba durante el da y por el contrario cantaba de noche. Aquel le
contest que tena sus motivos, pues en cierta ocasin, mientras cantaba de da, lo atraparon, por lo
que desde entonces se haba vuelto prudente; a lo que el murcilago dijo: No tienes que protegerte
ahora, cuando de nada te sirve, sino antes de que te atraparan.
La fbula muestra que el arrepentimiento tras las desgracias es intil.

76. La comadreja y Afrodita


Una comadreja enamorada de un apuesto joven pidi a Afrodita que la convirtiese en mujer. Y la
diosa, compadecida de su pasin, la transform en una hermosa joven. Y as, al verla aquel se
enamor de ella y se la llev a su casa. Cuando ambos se hallaban en la alcoba, Afrodita quiso
conocer si la comadreja, al cambiar de cuerpo, haba modificado su modo de ser, e hizo aparecer un
ratn. La comadreja, sin darse cuenta de su actual estado, se levant del lecho y persigui al ratn con
la intencin de comrselo. Y la diosa, irritada con ella, la devolvi de nuevo a su primitiva
naturaleza.
As tambin, los hombres malvados por naturaleza, aunque cambien su aspecto, en ningn caso
modifican su manera de ser.

77. La comadreja y la lima


Una comadreja que haba entrado en el taller de un herrero se puso a lamer la lima que all haba. Al
raerse la lengua se produjo mucha sangre. Ella se alegraba suponiendo que haba limado algo del
hierro y continu, hasta que termin por cortrsela por completo.
La fbula se dice contra los que, en su afn de disputas, se perjudican a s mismos.

78. El viejo y la Muerte


En cierta ocasin un viejo que haba ido a cortar lea recorra un largo camino cargado con ella.
Tras dejar la carga en el suelo a causa de la fatiga de la caminata, llam a la Muerte. Cuando se le
apareci esta y le pregunt por qu la llamaba, el viejo dijo: Para que me lleves la carga.
La fbula muestra que cualquiera ama la vida, aunque sea desgraciado en ella.

79. El labrador y el guila


Un labrador que haba atrapado un guila en una trampa, admirado de su belleza, la dej libre. Esta
no se mostr desagradecida con l, sino que, al verlo al pie de un muro que amenazaba ruina, vol
hacia l y le arrebat con sus garras una cinta que llevaba en su cabeza. l se levant y se puso a
perseguirla. El guila dej caer la cinta y el labrador la recogi. Al regresar comprob que se haba
desplomado el muro en que estuvo sentado, asombrndose de cmo le haba salvado la vida el guila.
Quienes reciben algn bien de alguien deben devolverlo, pues el bien que hagas se te devolver.

80. El labrador y los perros


Un labrador, obligado por el mal tiempo a permanecer en su granja sin poder salir a procurarse
comida, primero se comi sus ovejas. Como an persista el mal tiempo, tambin acab con las
cabras. En tercer lugar, y como no haba ninguna mejora, termin por sacrificar los bueyes de

labranza. Los perros, al ver lo que haca, se dijeron unos a otros: Hemos de irnos de aqu, pues si el
amo ni siquiera se abstuvo de los bueyes que trabajan con l, cmo nos va a perdonar la vida a
nosotros?.
La fbula muestra que hay que guardarse principalmente de quienes ni siquiera se abstienen de
hacer dao a los de su casa.

81. El labrador y la serpiente que mat a su hijo


Una serpiente se introdujo en casa de un labrador y mat a su hijo. Aquel, terriblemente dolorido por
ello, cogi un hacha y, acercndose al nido de la serpiente, se puso a acecharla para darle muerte tan
pronto saliera. Cuando la serpiente asom la cabeza, dio un hachazo y, aunque fall el golpe, parti
en dos una piedra que haba al lado. Despus, fingiendo hacer las paces, la llam para reconciliarse
con ella. Esta dijo: Ni yo puedo tener buena disposicin contigo al ver cmo partiste la piedra, ni t
conmigo, al ver la tumba de tu hijo.
La fbula muestra que las grandes enemistades no tienen una fcil reconciliacin.

82. El labrador y la serpiente congelada de fro


Un invierno, un labrador encontr una serpiente aterida de fro. Compadecido de ella, la cogi y se la
puso en el pecho. Aquella, reanimada por el calor y habiendo recobrado su propia naturaleza, mordi
a su bienhechor y lo mat. Y l, a punto de morir dijo: Es justo lo que me pasa, por haberme
compadecido de un malvado.
La fbula muestra que las naturalezas malvadas no cambian, aunque se las trate con la mayor
humanidad posible.

83. El labrador y sus hijos


Un labrador estaba a punto de morir y quera que sus hijos se dedicarn a la agricultura; les hizo
venir y les dijo: Hijos mos, yo ya abandono esta vida, pero vosotros encontraris todo lo que yo he
ocultado en la via, si lo buscis. Estos, as pues, pensando que all se hallaba enterrado un tesoro en
alguna parte, removieron toda la tierra de la via tras la muerte de su padre. Y no encontraron un
tesoro, pero la via, bien cavada, dio mucho mejor fruto.
La fbula muestra que el esfuerzo es un tesoro para los hombres.

84. El labrador y la Fortuna


Cavando un labrador la tierra encontr un trozo de oro. As que cada da ofrendaba una corona a la
Tierra, como si ella le hubiese concedido ese beneficio. Se le apareci entonces la diosa Fortuna y le
dijo: Eh t!, por qu atribuyes a la Tierra mis regalos, que te he dado yo porque quera
enriquecerte? Pues si cambian las circunstancias y ese oro tuyo pasa a otras manos, s que en ese

momento me lo vas a reprochar a m, la Fortuna.


La fbula muestra que se debe conocer al benefactor y a l darle las gracias.

85. El labrador y el rbol


En las tierras de un labrador haba un rbol que no produca fruto, sino que serva solo de refugio a
los gorriones y a las alborotadoras cigarras. El labrador decidi cortarlo por estril. As pues, cogi
el hacha y le asest un golpe. Las cigarras y los gorriones le suplicaron que no talase su refugio, sino
que lo dejase intacto, y que ellos le alegraran con sus cantos. Este, sin preocuparse de ellos en
absoluto, asest otro golpe y un tercero. Cuando hizo un hueco en el rbol, encontr el panal de miel
de unas abejas. Y luego de probarla, dej el hacha y honr al rbol como si fuera sagrado y desde
entonces lo cuid.
Los hombres no aman y honran por naturaleza lo justo en la misma medida en que persiguen su
beneficio.

86. Los hijos del labrador que rean


Los hijos de un labrador rean a diario. Este, como aun aconsejndolos mucho no poda con sus
palabras persuadirles de que cambiasen, comprendi que deba hacerlo con hechos y les invit a que
trajesen un haz de varas. Al hacer estos lo que se les haba encomendado, les entreg primero las
varas juntas y les pidi que las partiesen. A pesar de que pusieron todo su empeo, no lo pudieron
lograr; a continuacin desat l el haz y les dio las varas una a una. Al romperlas ahora con facilidad,
les dijo: Asimismo vosotros, hijos, si estis de acuerdo, seris indomables para los enemigos; pero,
si discuts, seris fciles de someter.
La fbula muestra que la concordia es tanto ms fuerte cuanto ms fcil de vencer es la discordia.

87. La anciana y el mdico


Una anciana enferma de los ojos contrat un mdico a sueldo. Este, cada vez que durante sus visitas le
aplicaba ungento sobre los ojos, le fue sustrayendo uno a uno sus enseres. Despus de haberse
llevado todo, y haber quedado la anciana curada, le pidi el salario acordado. Como ella no quisiese
pagar, la llev a los magistrados. Ella deca que le haba prometido el salario si le curaba la vista,
pero que ahora se encontraba peor de su enfermedad que antes: Pues entonces dijo vea todos
los enseres de la casa, ahora, en cambio, no puedo ver ninguno.
As, los hombres malvados, por ambicin, sin darse cuenta atraen contra s la inculpacin.

88. La mujer y el marido borracho


El marido de una mujer era un completo borracho; y queriendo apartarle ella de su vicio, tram lo
siguiente: esper a que estuviese adormecido por la bebida y sin sentido, como un muerto, y,

cogindolo a cuestas y llevndolo al cementerio, lo dej en el suelo y se march. Cuando calcul que
ya estara despejado, se acerc a la puerta del cementerio y empez a dar golpes en ella. Al decir
aquel: Quin es el que golpea la puerta?, la mujer respondi: Soy yo que traigo la comida a los
muertos. Y aquel: Mejor, amiga, treme de beber y no de comer, pues me pones muy triste
recordndome la comida, pero no la bebida. Esta, golpendose el pecho, dijo: Ay de m,
desdichada!, pues lo que urd no me fue til en absoluto; pues t, marido, no solo no te has corregido,
sino que incluso te has puesto peor y tu vicio se te ha convertido en hbito.
La fbula muestra que no hay que echar races en las malas acciones. Pues llega un momento en
que se impone el hbito al hombre, incluso aunque l no quiera.

89. La mujer y sus sirvientas


Una viuda muy trabajadora que tena sirvientas jvenes acostumbraba a despertarlas para el trabajo
de noche con el canto del gallo. Estas, rendidas del continuo cansancio, decidieron ahogar al gallo de
la casa, pues pensaban que l era el causante de sus males al despertar de noche a la seora. Y les
ocurri que, despus de hacerlo, cayeron sobre ellas desgracias an peores, pues la seora, al no
saber la hora por los gallos, las despertaba para el trabajo de madrugada.
As, para muchos hombres sus propias decisiones se convierten en la causa de sus males.

90. La mujer y la gallina


Una viuda tena una gallina que le pona un huevo cada da. Pens que si echaba a la gallina ms
grano pondra dos veces al da y as lo hizo. Pero la gallina engord y ni siquiera poda poner una
vez al da.
La fbula muestra que los que desean ms por ambicin pierden incluso lo que tienen.

91. La bruja
Una bruja entendida en conjuros y remedios contra la clera de los dioses tena una abundante
clientela con la que se ganaba muy bien la vida. Unos la denunciaron acusndola de que introduca
innovaciones en materia religiosa, la llevaron a juicio y fue condenada a muerte. Al ver uno que la
sacaban del tribunal dijo: Eh t!, la que prometes evitar las iras de los dioses, cmo no pudiste
persuadir ni siquiera a los hombres?.
De esta fbula se podra servir uno contra una embaucadora que, aunque promete cosas
extraordinarias, se muestra incapaz de llevar a cabo las normales.

92. La ternera y el buey


Una ternera que vea trabajar a un buey lo compadeca por su desgracia. Pero, cuando llegaron las
fiestas, desuncieron al buey y cogieron a la ternera para sacrificarla. Al ver el buey lo que suceda,

sonri y le dijo: Por eso no trabajabas, ternera, porque enseguida ibas a ser ofrecida en sacrificio.
La fbula muestra que el peligro acecha a quien se mantiene ocioso.

93. El cazador cobarde y el leador


Un cazador segua el rastro de un len. Pregunt a un leador si haba visto huellas del animal y
dnde pernoctaba; y este dijo: Te voy a mostrar al propio len. El cazador palideci de miedo y,
rechinndole los dientes, dijo: Busco solo su rastro, no al propio len.
La fbula pone en evidencia a los osados y cobardes, a los atrevidos de palabra y no a la hora de
actuar.

94. El cerdo y las ovejas


Un cerdo se introdujo entre un rebao de ovejas. Un da lo apres el pastor y aquel se puso a gruir y
forcejear. Como las ovejas le censurasen por gritar y le dijesen: A diario nos coge a nosotras y no
gritamos, l respondi a eso: Pero no es lo mismo cuando me cogen a m que a vosotras; pues a
vosotras os toma o por la lana o por la leche; de m, en cambio, busca la carne.
La fbula muestra que se quejan con razn aquellos que corren peligro no por sus riquezas, sino
por su salvacin.

95. Los delfines, las ballenas y el gobio


Delfines y ballenas luchaban entre s. Como la disputa se hiciese muy violenta, sali a la superficie un
gobio (es este un pez pequeo) e intentaba separarlos. Uno de los delfines, tomando la palabra, le
dijo: Nos resulta ms soportable morir luchando entre nosotros que tenerte de mediador.
As, algunos hombres que no valen nada, cuando median en un altercado, creen ser alguien.

96. Dmades el orador


Dmades el orador hablaba un da en la Asamblea de Atenas, y como los atenienses no le prestaban la
ms mnima atencin, les pidi que le permitiesen contar una fbula de Esopo. Al consentrselo ellos,
comenz diciendo: Demter, una golondrina y una anguila hacan el mismo camino; cuando
llegaron a un ro, la golondrina ech a volar y la anguila se sumergi. Y, despus de decir eso, se
call. Y al preguntarle ellos: Y bien, qu le pas a Demter?, dijo: Est irritada con vosotros, que
os desentendis de los asuntos de la ciudad y os dedicis a las fbulas de Esopo.
As tambin, son insensatos los hombres que se preocupan poco de lo necesario y prefieren lo
que se hace por placer.

97. Digenes y el calvo

Digenes, el filsofo cnico, insultado por un calvo, le replic: Yo no te insulto, qu va!, pero
aplaudo a tus cabellos porque se han apartado de una mala cabeza.

98. Digenes de viaje


Digenes el perro, durante un viaje lleg a un ro de mucho caudal y se detuvo junto a la orilla sin
saber qu hacer. Uno de los que solan ayudar a vadearlo, al verlo vacilar, se le acerc, lo cogi en
vilo y lo pas al otro lado con amabilidad. l se qued lamentndose de que por su pobreza no poda
pagar a su bienhechor. Mientras an segua pensativo, aquel, al ver a otro viajero que no poda
cruzar, corri a su lado y tambin le ayud a pasar. Y Digenes se le acerc y le dijo: No te debo
gratitud por lo ocurrido; pues veo que lo haces no por una resolucin tuya, sino por compulsin.
La fbula muestra que los que hacen el bien tanto a personas serias como indiscriminadamente no
alcanzan fama de buen hacer, sino ms bien de insensatez.

99. Las encinas y Zeus


Unas encinas lanzaban reproches a Zeus diciendo: En vano fuimos tradas a la vida, pues afrontamos
la tala con ms violencia que todos los rboles. Y Zeus: Vosotras mismas sois causantes de vuestra
desgracia; si no produjerais astiles ni fuerais tiles para la carpintera y la agricultura, no os talara el
hacha.
Algunos que han sido causantes de sus propios males reprochan a los dioses insensatamente.

100. Los leadores y el pino


Unos leadores que estaban cortando un pino utilizaban para ello las cuas de su propia madera, ante
lo cual el pino dijo: No reprocho tanto al hacha que me cort como a las cuas de m nacidas.
No es tan terrible cuando se padece algn dolor por culpa de hombres extraos como por los de
casa.

100. El abeto y la zarza


Un abeto y una zarza disputaban entre s. El abeto, ensalzndose a s mismo, dijo: Soy hermoso, muy
grande y alto y sirvo para cubiertas de templos y para naves. Cmo te comparas conmigo?. La
zarza replic: Si te acordaras de las hachas y de las sierras que te cortan, preferiras tambin ser una
zarza.
Mientras se siga vivo, nadie debe enorgullecerse por la fama, pues la vida de los humildes no es
peligrosa.

102. La cierva junto al manantial y el len

Una cierva se acerc a un manantial apremiada por la sed. Despus de beber, y contemplar su propia
sombra en el agua, se enorgulleca de sus cuernos, al ver su gran tamao y colorido; en cambio, se
afliga por sus patas, porque, segn ella, eran finas y dbiles. Mientras an consideraba esto, apareci
un len que se puso a perseguirla. Aquella se dio a la fuga y sac gran ventaja en la carrera al len,
pues la fuerza de los crvidos se encuentra en sus patas, la de los leones en el corazn. Pues bien,
mientras corran por la llanura, ella consigui mantener la ventaja, pero cuando el terreno se hizo
algo boscoso, entonces se le engancharon sus cuernos en las ramas, y al no poder correr, fue
alcanzada. En ese momento se dijo a s misma: Desdichada de m, que iba salvndome gracias a lo
que pensaba que no me serva de nada, y en cambio muero por aquello en que confiaba!.
As, muchas veces en los peligros nos salvan los amigos en quienes menos confiamos, mientras
que los dignos de mucha confianza nos traicionan.

103. La cierva y la parra


Una cierva que hua de unos cazadores se ocult bajo una parra. Cuando aquellos la haban rebasado,
la cierva pens que se hallaba totalmente oculta y comenz a comer las hojas de la parra. Al moverse
estas, los cazadores se volvieron y pensaron que algn animal se ocultaba bajo las hojas, lo que era
verdad, y alcanzaron con sus dardos a la cierva. Esta, al morir, dijo: Es justo lo que me pasa, pues
no deb maltratar a la que me haba salvado.
La fbula muestra que los que daan a sus benefactores son castigados por el dios.

104. La cierva y el len en una cueva


Una cierva que hua de unos cazadores lleg junto a una cueva en la que haba un len y all entr
para ocultarse. Atrapada por el len y mientras este la despedazaba, dijo: Desdichada de m, que,
huyendo de los hombres, me puse en las garras de una fiera!.
As, algunos hombres, por miedo de un peligro menor, se lanzan a uno mayor.

105. La cierva tuerta


Una cierva tuerta de uno de sus ojos se detuvo cerca de una playa y all paca, con el ojo sano hacia la
tierra para vigilar el acceso de los cazadores y el daado hacia el mar, pues de all no sospechaba
ningn peligro. Pues bien, unos que navegaban cerca de aquel lugar la vieron, le dispararon y dieron
en el blanco. A punto de morir se deca: Infeliz de m que, guardndome de la tierra por
asechadora, tuve mucho ms adverso el mar en el que confi!.
As, muchas veces, en contra de lo que creamos, los asuntos que parecan adversos se muestran
tiles y, por el contrario, lo considerado provechoso resulta inseguro.

106. El cabrito que estaba sobre una terraza y el lobo

Un cabrito que estaba sobre una terraza, al ver pasar por delante un lobo, lo insultaba y se mofaba de
l. El lobo dijo: Eh t!, no me injurias t, sino tu emplazamiento.
La fbula muestra que muchas veces tambin el lugar y la ocasin dan valor frente a los ms
poderosos.

107. El cabrito y el lobo que tocaba la flauta


Un cabrito, rezagado del rebao, era perseguido por un lobo. El cabrito, volvindose, dijo al lobo:
Estoy convencido, lobo, de que te voy a servir de alimento; pero, para que mi muerte no sea triste, te
pido que toques la flauta mientras yo bailo. Mientras el lobo tocaba la flauta y el cabrito bailaba, los
perros, que lo haban odo, aparecieron y se pusieron a perseguir al lobo. Este, volvindose, dijo al
cabrito: Me est bien empleado, pues, siendo carnicero, no deb imitar a un flautista.
As, los que hacen algo a destiempo tambin quedan privados de lo que tienen entre manos.

108. Hermes y el escultor


Hermes, que quera conocer en qu estima le tenan los hombres, luego de tomar forma humana,
lleg al taller de un escultor. Al ver una estatua de Zeus, pregunt cunto vala. Al decirle aquel que
una dracma, sonri y pregunt cunto costaba la de Hera. Al decirle que ms cara y al ver tambin
una estatua suya, supuso que, puesto que tambin era mensajero y comerciante, los hombres le
tendran en mucha consideracin, le pregunt: El Hermes cunto?, y el escultor dijo: Pues, si me
compras esas, esta te la doy de regalo.
La fbula se ajusta a un hombre vanidoso que no disfruta de estima alguna entre los dems.

109. Hermes y la Tierra


Zeus, tras haber modelado al hombre y a la mujer, orden a Hermes que los llevara a la Tierra y les
mostrara dnde cavar para procurarse alimento. Cuando Hermes cumpli lo encomendado, al
principio la Tierra pona impedimentos. Pero como Hermes la forzara diciendo que Zeus as lo haba
ordenado, dijo: Pues que caven cuanto quieran, porque lo habrn de devolver con gemidos y
llantos.
La fbula es oportuna para los que toman prestado con facilidad y lo devuelven con dolor.

110. Hermes y Tiresias


Hermes, que quera comprobar si el arte adivinatoria de Tiresias era verdadera, nada ms robarle sus
bueyes del campo, tom forma humana, fue a verlo a la ciudad y se hosped en su casa. Cuando
comunicaron a Tiresias la prdida de su yunta, fue con Hermes a las afueras de la ciudad para indagar
un augurio acerca del robo y le pregunt si vea alguna ave. Hermes le dijo que vea un guila que
volaba de izquierda a derecha. Tiresias dijo que esa no le vala. Despus Hermes vio una corneja

posada en un rbol y que unas veces miraba hacia arriba y otras se inclinaba hacia abajo, y as se lo
hizo saber. Tiresias, en respuesta, dijo: Esa corneja jura por el cielo y por la tierra que, si t quieres,
recobrar mis bueyes.
Uno podra servirse de esta fbula contra un ladrn.

111. Hermes y los artesanos


Zeus orden a Hermes que esparciera una pcima de falsedad entre todos los artesanos. Este la
prepar, hizo unos lotes iguales y los distribuy a cada uno. Pero, como an le sobrara mucha
pcima y solo quedara el zapatero sin haber recibido su parte, cogi todo el lquido y lo verti sobre
l. Desde entonces ocurre que todos los artesanos mienten, pero los que ms de todos, los zapateros.
La fbula es oportuna para un embustero.

112. El carro de Hermes y los rabes


En cierta ocasin, Hermes conduca por toda la tierra un carro lleno de mentiras, malicia y engao, e
iba distribuyendo un poco de la carga en cada territorio. Se dice que el carro se rompi de repente
cuando lleg al territorio de los rabes. Estos arrebataron la carga que iba en l como si fuera muy
valiosa y no permitieron que siguiera adelante hacia otros hombres.
Los rabes son mentirosos y mendaces por encima de toda raza. Pues en su lengua no hay verdad.

113. El eunuco y el sacerdote


Un eunuco fue a ver a un sacerdote y le pidi que hiciese un sacrificio en su favor para ser padre. El
sacerdote le dijo: Cuando miro el sacrificio intercedo para que llegues a ser padre, pero cuando veo
tu aspecto ni siquiera me pareces hombre.

114. Los dos enemigos


Dos conocidos que se odiaban mutuamente viajaban en la misma nave; uno de ellos iba sentado a
popa, el otro a proa. Al desencadenarse una tempestad y estar la nave a punto de naufragar, el que iba
a popa pregunt al piloto qu parte de la nave se hundira antes. Al decirle este que la proa,
respondi: Pues entonces no me importa morir, si veo que mi enemigo muere antes que yo.
La fbula muestra que muchos hombres no se preocupan en absoluto de su propio dao con solo
ver que sus enemigos lo reciben antes.

115. La vbora y la zorra


Una vbora era arrastrada en la corriente de un ro sobre un matojo de cambrones y una zorra que

pasaba, al verla, dijo: Digno de la nave el piloto.


Contra un malvado que emprende acciones perversas.

116. La vbora y la lima


Una vbora que se haba introducido en el taller de un herrero pidi ayuda a las herramientas. Cuando
ya otras se la haban prestado, lleg ante una lima y le rog que le diese algo. Esta, como respuesta,
dijo: Eres tonta si piensas llevarte algo de m, que no acostumbro a dar, sino a quitar a los dems.
La fbula muestra que son necios los que piensan obtener algo de los avaros.

117. La vbora y la culebra de agua


Una vbora sola ir a beber a una fuente. Una culebra de agua que viva all trat de impedrselo,
molesta porque la vbora no se contentara con el lugar donde coma y porque viniera tambin adonde
ella viva. Como la disputa cada vez iba a ms, acordaron entablar una lucha y que la vencedora se
quedara con la posesin del agua y de la tierra. Fijaron el da. Las ranas, que odiaban a la culebra, se
acercaron a la vbora y la animaban ofrecindose a luchar a su lado tambin ellas. Trabada la lucha,
la vbora peleaba contra la culebra, y las ranas, que no podan hacer otra cosa, croaban con fuerza.
Como venci la vbora, acus a las ranas de que, aunque haban prometido aliarse con ella, no solo
no la haban ayudado en la lucha, sino que se haban puesto a cantar. Estas le dijeron: Eh t!, sabe
bien que nuestra ayuda se materializa no por medio de las manos, sino solo por la voz.
La fbula muestra que cuando hay que ayudar con las manos, de nada sirve hacerlo de palabra.

118. Zeus y la vergenza


Cuando Zeus model a los hombres, insufl en ellos los dems sentimientos, pero olvid la
vergenza. Y al no saber por dnde introducirla, orden que penetrara por el ano. Esta, indignada, al
principio se opuso. Pero, cuando Zeus le insisti con rotundidad, dijo: Entro con la condicin de
que no se introduzca Eros: si entra l, yo me saldr al instante. De aqu viene el que todos los
invertidos son desvergonzados.
La fbula muestra que los que son dominados por Eros son desvergonzados.

119. Zeus y la zorra


Zeus, admirado por la sagacidad y la astucia de la zorra, la hizo reina de los animales. Pero para
saber si la zorra haba abandonado su codicia tras cambiar de estado, Zeus hizo aparecer ante ella un
escarabajo cuando la llevaban en una litera. Esta no pudo aguantarse al verlo revolotear por la litera,
se levant de un brinco de modo indigno e intent atraparlo. Y Zeus, irritado con ella, de nuevo la
devolvi a su primitiva condicin.
La fbula muestra que los hombres viles, aunque adopten un aspecto ms ilustre, en ningn caso

cambian su natural.

120. Zeus y los hombres


Zeus, tras haber modelado a los hombres, orden a Hermes que les infundiera la inteligencia. Y este
hizo una medida y verti igual cantidad a cada uno. Pero ocurri que los hombres de talla pequea,
colmados por la medida, se hicieron prudentes, pero los altos, al no llegarles la pcima a todo el
cuerpo (ni siquiera hasta las rodillas), se volvieron ms insensatos.
La fbula cuadra a un hombre grande de cuerpo pero insensato en su espritu.

121. Zeus y Apolo


Zeus y Apolo disputaban sobre el arte de manejar el arco. Cuando Apolo tens el arco y dispar una
flecha, Zeus dio una zancada tan grande como el alcance del disparo de Apolo.
As, los que compiten con los poderosos, adems de no llegar a su altura, se exponen incluso al
ridculo.

122. Zeus y la serpiente


Cuando Zeus celebraba su boda, todos los animales le llevaron regalos, cada uno segn su capacidad
natural. La serpiente subi reptando con una rosa en la boca. Zeus, al verla, le dijo: Acepto los
regalos de todos los dems, pero de tu boca no cojo nada en absoluto.
La fbula muestra que los dones de los malvados son temibles.

123. Zeus y la tinaja de bienes


Zeus encerr todos los bienes en una tinaja y la dej al lado de un hombre. Este, llevado de la
curiosidad, quiso saber qu haba en ella y quit la tapa; y todos volaron hacia los dioses.
Con los hombres solo qued la esperanza, garante de que se les darn los bienes que huyeron.

124. Zeus, Prometeo, Atenea y Momo


Zeus, Prometeo y Atenea, que haban fabricado respectivamente un toro, un hombre y una casa,
eligieron como juez a Momo. Este, envidioso de estas obras, dijo en primer lugar que Zeus haba
fallado al no poner los ojos del toro en los cuernos para que viera dnde golpeaba; Prometeo,
porque no haba situado el entendimiento del hombre en su exterior, para que los malvados no
pudiesen pasar desapercibidos y fuese evidente qu tena cada uno en el pensamiento, y, en tercer
lugar, dijo que Atenea deba haber puesto ruedas a la casa, para que, si algn vecino malvado viva al
lado, fcilmente pudiera cambiarse de lugar. Y Zeus, irritado con l por su envidia, lo ech del

Olimpo.
La fbula muestra que nada hay tan perfecto que no admita ninguna censura.

125. Zeus y la tortuga


Cuando Zeus se cas, invit al banquete a todos los animales. Solo falt la tortuga, y Zeus, como
ignoraba el motivo, al da siguiente le pregunt por qu haba sido la nica en no asistir al banquete.
Ella respondi: La casa propia es la casa mejor. Y Zeus, irritado con ella, dispuso que llevase
consigo su casa a cuestas.
As, muchos hombres prefieren vivir con sencillez a estar con lujo en casa de otros.

126. Zeus juez


Dispuso Zeus que Hermes anotara los fallos de los hombres en tejuelas y las pusiera en un cofrecillo
cerca de l, para imponer las penas a cada uno. Mezcladas las tejuelas unas con otras, Zeus las extrae
del cofre, unas ms tarde, otras antes, cuando el dios se dispone a hacer justicia.
No hay que extraarse de que los delincuentes y malvados no reciban ms rpido el castigo de sus
delitos.

127. El Sol y las ranas


Tenan lugar las bodas del Sol en verano. Todos los animales disfrutaban con ello y se regocijaban
tambin las ranas. Una de ellas dijo: Insensatas!, por qu os regocijis? Es un solo sol y seca todo
el pantano; si al casarse engendra un nio igual a l, qu mal no habremos de soportar?.
Muchos insensatos se alegran por cosas que no son motivo de alegra.

128. La mula
Una mula alimentada de buena cebada saltaba de gozo dicindose a s misma: Mi padre es un caballo
de rpida carrera y toda yo me parezco a l. Y en esto un da se le present una necesidad
apremiante y la mula se vio obligada a correr. Al terminar su trote, entristecida, se acord de que su
padre era burro.
La fbula muestra que no debe uno olvidarse de su propio origen, aunque el tiempo le lleve a la
fama; pues esta vida es insegura.

129. Heracles y Atenea


Heracles caminaba por un camino estrecho. Al encontrar en el suelo algo semejante a una manzana,
intent romperlo. Como vio que se haba hecho doble, lo pis an ms y lo golpe con su maza. El

objeto se hinch hasta impedir el paso por el camino. Heracles tir su maza y qued atnito. Atenea
se le apareci y le dijo: Djalo, hermano. Son la Porfa y la Disputa. Si se las deja en paz, se quedan
como eran al principio, pero en los combates se hinchan as.
Para todos es claro que las guerras y las disputas son causantes de gran dao.

130. Heracles y Pluto


Cuando Heracles fue divinizado e invitado a la mesa junto a Zeus, salud a cada uno de los dioses
con mucha cordialidad. Pero cuando entr el ltimo, Pluto, baj la mirada hacia el suelo, en seal de
desprecio. Zeus, extraado de lo sucedido, le pregunt por qu, despus de haber hablado a todas las
divinidades cordialmente, haba menospreciado a Pluto. Este dijo: Lo miro con desprecio porque en
el tiempo en que estuve entre los hombres vi que l estaba con los malvados la mayora de las veces.
La fbula podra decirse de un hombre rico en fortuna, pero malvado de carcter.

131. El hroe
Un hombre tena la estatua de un hroe en su casa y le ofreca costosos sacrificios. Y, como gastaba
mucho sin cesar en sacrificios, el hroe se le apareci por la noche y le dijo: Pero hombre!, deja de
dilapidar tu hacienda. Pues si te haces pobre por habrtela gastado toda, me echars a m las culpas.
As, muchos que fracasan por su propia insensatez inculpan a los dioses.

132. El atn y el delfn


Un atn, perseguido por un delfn en medio de un gran estruendo, estaba a punto de ser atrapado, y no
se dio cuenta de que su impetuosa carrera lo arrojaba a una playa. Llevado del mismo mpetu tambin
se sali del mar el delfn. Y el atn, al verlo, se volvi y dijo al delfn ya moribundo: Para m la
muerte ya no es penosa, pues veo que tambin perece el que ha sido culpable de mi muerte.
La fbula muestra que los hombres soportan con ms facilidad las desgracias cuando ven que
tambin las sufren los que han sido sus culpables.

133. El mdico incompetente


Haba un mdico que era un incompetente. Atenda a un enfermo y, aunque todos los mdicos
afirmaban que no corra peligro, aunque sera larga su enfermedad, solo l le deca que arreglase
todas sus cosas, pues no pasars de maana. Luego de hablarle as, se retir. Despus de un tiempo,
ya recuperado el enfermo, sali a la calle, si bien iba plido y con fatiga. El mdico se encontr con
l y le dijo: Hola!, cmo estn los de abajo?. Y aquel respondi: Estn tranquilos bebiendo agua
del Leteo. Pero, hace poco, la Muerte y Hades amenazaron terriblemente a todos los mdicos porque
no dejan morir a los enfermos y hacan una lista de ellos. Iban a apuntarte a ti tambin, pero me ech
a sus pies, les supliqu y les jur que t no eras un verdadero mdico, sino que te haban calumniado

sin fundamento.
La presente fbula proscribe a los mdicos sin instruccin, ignorantes y diestros solo en hablar.

134. El mdico y el enfermo


Un mdico cuidaba a un enfermo. Al morir este, aquel dijo a los que lo llevaban a enterrar: Ese
hombre, si se hubiera apartado del vino y se hubiera puesto lavativas, no habra muerto. Uno de los
presentes, respondiendo, dijo: No debas decir eso ahora, amigo, que ya es intil, sino habrselo
aconsejado cuando poda servirle.
La fbula muestra que los amigos deben proporcionar la ayuda en el momento de la necesidad y
no ironizar tras el desenlace de las cosas.

135. El milano y la serpiente


Un milano arrebat una serpiente y se fue volando. Esta se revolvi y lo mordi, y ambos cayeron
desde lo alto. El milano estaba muerto. La serpiente le dijo: Por qu enloqueciste tanto que quisiste
daar a los que en nada te haban perjudicado? Pagaste, pues, la pena justa de tu rapia.
Cuando uno se entrega a la codicia y perjudica a los ms dbiles, al encontrarse con uno ms
poderoso, como no lo espera, habr de pagar entonces hasta los males que haba cometido con
anterioridad.

136. El milano que relinchaba


Un milano tena una voz distinta a la de los dems, muy aguda. Pero al or relinchar a un caballo, lo
intent imitar repetidas veces. Y sin aprender a relinchar, se qued privado incluso de su propia voz,
y no tuvo ni la del caballo ni la primera.
Los ruines y malvados que envidian las cualidades contrarias a su naturaleza tambin se ven
privados de las que les corresponden.

137. El pajarero y el spid


Un pajarero sali de caza llevando liga y las caas. Al ver un tordo posado en lo alto de un rbol,
quiso capturarlo. Y as, tras anudar las caas a lo largo, apunt atentamente, pendiente por completo a
de dnde soplaba el aire. Al levantar la cabeza de esa manera, sin darse cuenta pis un spid que
dorma ante sus propios pies, y este, revolvindose, le solt un mordisco. l, al morir, deca para s:
Desdichado de m que queriendo cazar a otro, yo mismo sin advertirlo fui cazado de muerte!.
As, los que urden tretas contra el prjimo, acaban cayendo en desgracias ellos mismos.

138. El caballo viejo

Un caballo viejo fue vendido para tirar en un molino. Enganchado a la rueda dijo lamentndose: De
qu carreras a qu vueltas he llegado!.
Nadie se envanezca demasiado con el poder de su juventud o su fama, pues la vejez consumi a
muchos en medio de fatigas.

139. El caballo, el buey, el perro y el hombre


Cuando Zeus hizo al hombre, le dio una existencia efmera. Pero este, sirvindose de su propia
inteligencia, cuando lleg el invierno se construy una casa para vivir. Y he aqu que en cierta
ocasin en que haca mucho fro y Zeus envi la lluvia, un caballo que no poda resistirla, lleg a la
carrera al hombre y le pidi que lo protegiese. Este dijo que no lo hara a menos que le cediera parte
de sus propios aos. El caballo acept con gusto. No mucho despus se present tambin un buey que
tampoco poda resistir el invierno. Igualmente el hombre le dijo que no lo recibira sin que antes le
proporcionase cierto nmero de sus aos. Y tambin este le dio una parte y fue acogido. Finalmente
lleg un perro aterido de fro y, tras conceder al hombre una parte de su vida, hall abrigo. As
ocurri que los hombres, cuando estn en los aos que les dio Zeus son ntegros y buenos; pero
cuando estn en la edad del caballo, son vanidosos y altaneros; al llegar a la del buey se hacen
dominantes; y los que cumplen la edad del perro se convierten en irascibles y gruones.
Podra uno servirse de esta fbula a propsito de un viejo colrico y de mal carcter.

140. El caballo y el mozo de cuadra


Un mozo que robaba la cebada del caballo y la venda, lo limpiaba y lo peinaba todos los das. El
caballo le dijo: Si realmente quieres que yo sea hermoso, no vendas la cebada que me alimenta.
Los ambiciosos que halagan a los pobres con palabras seductoras y con adulaciones, los despojan
incluso de lo necesario.

141. El caballo y el burro


Un hombre tena un caballo y un burro. Mientras marchaban por un camino dijo el burro al caballo:
Lleva parte de mi carga, si quieres que yo sea salvo. Este no le hizo caso; el burro cay por la
fatiga y muri. El amo traslad toda la carga al caballo, incluso la propia piel del burro, y el caballo,
lamentndose, gritaba: Ay de m, desdichado!, pues por no haber querido llevar una carga pequea,
he aqu que la llevo toda, incluso su piel.
La fbula muestra que, si los grandes se asocian con los pequeos, unos y otros se salvarn en la
vida.

142. El caballo y el soldado


Un soldado alimentaba con cebada a su caballo en tiempo de guerra, pues lo consideraba un

colaborador en sus necesidades. Pero cuando la guerra acab, el caballo se ocupaba de algunos
trabajos serviles y del transporte de cargas pesadas, alimentado solo con paja. Cuando de nuevo se
oy hablar de guerra y la trompeta la pregonaba, el amo embrid al caballo, se arm l mismo y se
mont en l. Pero este cada dos por tres se caa, al estar sin fuerzas, y dijo al amo: Vete con los de a
pie, los hoplitas[9], de inmediato; pues t, que de caballo me convertiste en burro, cmo quieres
tener de nuevo un caballo de un burro?.
No se deben olvidar las desgracias en tiempos de seguridad y reposo.

143. La caa y el olivo


Una caa y un olivo disputaban por su firmeza, resistencia y tranquilidad. El olivo haca reproches a
la caa por dbil y porque se inclinaba fcilmente a todos los vientos. La caa guard silencio sin
decir palabra. Y al cabo de un rato, al soplar un viento fuerte, la caa sacudida y acamada por los
vientos se salv con facilidad; en cambio el olivo, al intentar resistir el vendaval, se rompi con
violencia.
La fbula muestra que los que no se enfrentan a las circunstancias y a los ms fuertes que ellos
son ms poderosos que quienes porfan con sus superiores.

144. La camella que descargaba el vientre en un ro


Una camella atravesaba un ro que flua rpido. Al descargar su vientre y ver enseguida el
excremento delante de s arrastrado por la rpida corriente, dijo: Qu es esto? Lo que estaba detrs
de m lo veo ahora pasar delante de m!.
La fbula puede aplicarse en una ciudad en que los ltimos e insensatos tienen el poder, en vez de
los primeros y sensatos.

145. La camella, el elefante y el mono


Los animales queran elegir a su rey. Se presentaron una camella y un elefante que rivalizaban por ser
preferidos sobre todos por el gran tamao de su cuerpo y por su fuerza. Pero un mono dijo que
ambos eran inadecuados, la camella porque no se encolerizaba con los delincuentes, el elefante
porque habra que temer que nos atacara un cerdito al que el elefante tiene miedo.
La fbula muestra que una pequea causa impide incluso muchas de las cosas ms importantes.

146. La camella y Zeus


Una camella, al ver a un toro muy ufano de sus cuernos, tuvo envidia de l y quiso tambin
conseguirlos iguales. Por eso fue a ver a Zeus y le pidi que le proporcionara cuernos. Y Zeus,
irritado con ella porque no le bastaba con el gran tamao de su cuerpo y con su fuerza, sino que
tambin deseaba algo ms, no solo no le dio cuernos, sino que le quit incluso parte de sus orejas.

As, muchos que por ambicin envidian a los dems se quedan privados hasta de lo suyo.

147. La camella que danzaba


Una camella, obligada a danzar por su amo, dijo: Soy fea no solo danzando sino incluso en mis
andares.
La fbula se dice de toda obra que carece de gracia.

148. El camello visto por primera vez


La primera vez que vieron un camello los hombres huyeron de miedo espantados por su tamao.
Pero cuando, avanzando el tiempo, observaron su mansedumbre, se atrevieron a acercarse hasta
cierto punto. Al darse cuenta, poco despus, de que el animal no se encolerizaba, llegaron a confiarse
tanto que incluso le pusieron bridas y se lo dieron a los nios para que lo llevaran.
La fbula muestra que el trato mitiga lo terrible de las cosas.

149. Los dos escarabajos


En una islita paca un toro. De su excremento se alimentaban dos escarabajos. Y al llegar el invierno,
uno dijo al otro que quera volar a tierra firme para que al quedarse el otro solo tuviera suficiente
comida, y que l pasara all el invierno. Dijo tambin que si encontraba mucha comida se la llevara.
Cuando lleg a tierra firme y encontr estircol abundante y fresco, se qued all atiborrndose.
Pasado el invierno vol de nuevo a la isla. El otro que lo vio bien nutrido y fuerte le censur que no
le hubiese trado nada, aunque se lo haba prometido. Este dijo: No me lo reproches a m, sino a la
naturaleza del lugar; pues all alimentarse es posible, traerse algo no.
Esta fbula se podra aplicar a aquellos que ofrecen su amistad solo hasta la hora de comer, pero
ms all no ayudan a los amigos en absoluto.

150. El cangrejo y la zorra


Un cangrejo que haba ido a parar a una playa desde el mar viva solo. Una zorra hambrienta y sin
tener que llevarse a la boca lo vio, se precipit hacia l y lo cogi, Cuando este estaba a punto de ser
engullido, dijo: Es justo lo que me pasa, porque, siendo de mar, quise hacerme de tierra.
As tambin, los hombres que dejan su manera de vivir habitual y emprenden algo que en
absoluto les conviene, como es natural, terminan siendo desgraciados.

151. El cangrejo y su madre


Una cangreja dijo a su hijo que no caminara torcido ni arrastrara el cuerpo sobre la roca hmeda.

Este le replic: Madre, anda derecha t que pretendes ensearme y, al verte, te imitar.
Los que reprenden deben vivir y caminar rectos y entonces ensear lo mismo.

152. El nogal
Un nogal que estaba junto a un camino y al que los que pasaban le tiraban piedras, lamentndose, dijo
para s: Desdichado de m, que cada ao me ocasiono a m mismo ultrajes y sufrimientos!.
La fbula es para los que se afligen con sus propios bienes.

153. El castor
El castor es un animal cuadrpedo que vive en los lagos. Se dice que sus testculos son tiles para la
curacin de algunas enfermedades. Y, si alguna vez alguien lo ve y lo persigue con intencin de
castrarlo, al saber por qu lo persiguen, huye hasta cierta distancia, valindose de la rapidez de sus
patas para mantenerse ntegro. Pero, cuando se encuentra acorralado, se corta sus propios testculos,
los tira y as consigue la salvacin.
As tambin, son sensatos los hombres que, cuando son objeto de asechanzas a cansa de sus
bienes, los desprecian por no poner en peligro sus vidas.

154. El hortelano que regaba sus hortalizas


Un hombre se detuvo junto a un hortelano que estaba regando sus hortalizas y le pregunt por qu las
hortalizas salvajes son floridas y compactas, y en cambio las cultivadas finas y marchitas. Y aquel le
dijo: La Tierra es madre de aquellas, de estas madrastra.
As tambin, no se cran igual los nios alimentados por su madrastra que los que tienen madre.

155. El hortelano y el perro


El perro de un hortelano se cay a un pozo. El hortelano para sacarlo de all tambin baj l mismo
al pozo. Pero como el perro pensara que se le acercaba para hundirlo ms, se revolvi y lo mordi.
l sali de all dolorido y dijo: Es justo lo que me pasa. Pues por qu me apresur a salvar a quien
intenta suicidarse?.
La fbula es contra los injustos y desagradecidos.

156. El citaredo
Un citaredo falto de aptitudes cantaba sin cesar en una casa encalada; como su voz resonaba contra
las paredes pens que tena una voz muy buena y, animado por eso, resolvi que deba ir tambin al
teatro. Pero una vez en la escena, como de hecho cantaba muy mal, lo echaron a pedradas.

As tambin, algunos oradores que en las escuelas parece que son alguien, cuando llegan a la
poltica se muestran dignos de nada.

157. El tordo
En un mirto viva un tordo. Por el dulzor de su fruto no se alejaba de l. Un pajarero, al observar que
el tordo tena predileccin por ese lugar, lo caz con liga. El tordo, a punto de morir, dijo:
Miserable de m, que por el dulzor de la comida me privo de la salvacin!.
La fbula es oportuna para un hombre que, corrompido por la molicie, est perdido.

158. Los ladrones y el gallo


Unos ladrones que haban entrado en una casa no encontraron nada ms que un gallo y, llevndoselo
consigo, se marcharon. Cuando lo iban a matar, el gallo pidi que lo liberaran, diciendo que era til a
los hombres, pues los despertaba al alba para ir al trabajo. Los ladrones, respondiendo, le dijeron:
Pues tambin por eso te vamos a matar, porque al despertarlos no nos dejas robar.
La fbula muestra que lo que causa beneficios a los buenos contrara ms a los malvados.

159. El estmago y los pies


El estmago y los pies disputaban sobre su poder. A cada momento decan los pies que le aventajaban
tanto que incluso llevaban encima al propio estmago. Este respondi: Pero venga ya!, si yo no os
proporcionara el alimento, tampoco vosotros podrais llevarme.
As tambin, en los ejrcitos no vale para nada una gran muchedumbre si los generales no
planean lo mejor.

160. El grajo y la zorra


Un grajo hambriento se pos sobre una higuera. Y al ver que los higos todava no estaban maduros
aguard hasta que maduraran. Una zorra vio que el grajo echaba races all e, informada por l del
motivo, dijo; Pero hombre!, ests equivocado al fiarte de la esperanza, que sabe engaar pero en
modo alguno alimenta.
Para el hombre pendenciero.

161. El grajo y los cuervos


Un grajo que se distingua de los dems por su tamao, menospreciando a los de su especie se uni a
los cuervos y se crea digno de vivir con ellos. Estos, que no reconocieron su aspecto ni su canto, lo
echaron a golpes. Y l, expulsado por los cuervos, se fue de nuevo junto a los grajos, que irritados

por su ultraje tampoco lo recibieron. Y as le ocurri que qued privado de la convivencia con unos
y con otros.
As tambin, los hombres que dejan la patria y prefieren otra extraa tampoco son bien
considerados en esta por ser extranjeros. Y por sus conciudadanos son rechazados por haberlos
despreciado.

162. El grajo y los pjaros


Zeus, que quera proclamar un rey de los pjaros, les seal un da en el que deban reunirse todos
para elegir entre ellos como rey al ms hermoso de todos. Los que se haban congregado se lavaban
junto a un ro. Pero el grajo, que se saba feo, se fue y recogi las plumas que se les haban cado a
otros pjaros, se las puso alrededor y se las peg. Result, pues, que con ello se convirti en el ms
hermoso de todos. Pues bien, lleg el da de la cita y todos los pjaros fueron ante Zeus. El grajo, con
su variado colorido tambin fue. Cuando Zeus estaba a punto de nombrar rey al grajo por su
hermosura, los pjaros, irritados, le fueron quitando cada uno su pluma. As le ocurri que,
desplumado, de nuevo pas a ser grajo.
As tambin, los hombres con deudas mientras tienen el dinero ajeno parecen ser alguien, pero,
cuando lo devuelven, se encuentran como eran al principio.

163. El grajo y las palomas


Un grajo que haba visto en un palomar unas palomas bien alimentadas, tras pintarse de blanco, lleg
para compartir su misma vida. Ellas, mientras se mantuvo callado, pensaron que era una paloma y le
dieron acogida. Pero cuando, en cierto momento, sin darse cuenta, grazn, lo expulsaron al instante
por intruso. El grajo, al perder la comida de all, volvi de nuevo a los grajos y estos no lo
reconocieron por el color de su plumaje y lo expulsaron. As, deseoso de tener dos no logr ni una.
Pues bien, debemos tener suficiente con lo nuestro, pensando que la avaricia, en vez de ser de
utilidad, muchas veces tambin nos quita hasta lo que poseemos.

164. El grajo huido


Un hombre que haba atrapado un grajo le at la pata a una cuerda de lino y se lo dio a sus hijos. El
grajo, como no soportaba la vida con los hombres, cuando logr un poco de confianza, huy y se fue
a su nido. Pero enredada la cuerda con las ramas, no poda volar y, cuando se hallaba a punto de
morir, se deca a s mismo: Pero desdichado de m, que por no soportar la esclavitud junto a los
hombres, sin advertirlo me priv hasta de mi salvacin!.
Esta fbula podra aplicarse a aquellos hombres que, queriendo liberarse de peligros moderados,
sin darse cuenta caen en riesgos mayores.

165. El cuervo y la zorra

Un cuervo cogi un trozo de carne y se pos en un rbol. Una zorra que lo vio, queriendo apoderarse
de la carne, se detuvo y empez a elogiarlo por su tamao y hermosura, diciendo tambin que
debera l ms que nadie reinar sobre los pjaros y que as habra sido, si hubiese tenido voz. El
cuervo, queriendo mostrarle que tambin tena voz, solt la carne y se puso a graznar con fuerza. La
zorra cogi la carne, ech a correr y le dijo: Cuervo, si tuvieras tambin inteligencia, nada te
faltara para gobernar t sobre todos.
La fbula es oportuna para un hombre insensato.

166. El cuervo y Hermes


Un cuervo cogido por una trampa prometi a Apolo quemar en su honor incienso. Salvado del
peligro, incumpli su promesa. De nuevo cogido por otra trampa, olvidndose de Apolo, prometi a
Hermes ofrecerle un sacrificio. Pero este le dijo: Cmo voy a confiar en ti, malvado, que te has
apartado de tu primer amo y le has faltado?.
Los que se muestran ingratos para con sus benefactores no tendrn quien les defienda si caen en
un peligro.

167. El cuervo y la serpiente


Un cuervo que careca de alimento, al ver una serpiente dormida en un lugar soleado, se abati sobre
ella y la cogi. Esta se revolvi y lo mordi. Y el cuervo, a punto de morir, dijo: Desdichado de m,
que encontr una presa tan fcil y por ella muero!.
Esta fbula podra decirse con respecto a un hombre que por encontrar un tesoro pone en peligro
su salvacin.

168. El cuervo enfermo


Un cuervo que estaba enfermo dijo a su madre: Madre, suplica al dios y no llores. Ella,
respondiendo, dijo: Cul de los dioses, hijo, se apiadar de ti?, pues a cul no arrebataste carne?.
La fbula muestra que los que tienen muchos enemigos en vida no encontrarn ningn amigo en
la necesidad.

169. La cogujada
Una cogujada cogida en una trampa, lamentndose, deca: Ay de m, desdichada e infeliz voladora,
no arrebat a nadie oro ni plata ni ninguna otra cosa de valor, y un granito de trigo me acarre la
muerte!.
La fbula es para los que se exponen a un gran peligro por una ganancia despreciable.

170. La corneja y el cuervo


Una corneja envidiosa de un cuervo porque haca predicciones a los hombres por medio de sus
augurios y presagiaba el futuro y porque, debido a eso, los hombres invocaban su testimonio, quiso
lograr lo mismo. Y al ver a unos caminantes acercarse, vol a un rbol y, posada en l, se puso a
graznar con fuerza. Ellos se volvieron hacia su voz espantados y uno, tomando la palabra, dijo:
Vaymonos, amigos, pues es una corneja que con sus graznidos no presagia nada bueno.
As tambin, los hombres que compiten con los ms poderosos, adems de no lograr lo mismo,
se exponen al ridculo.

171. La corneja y el perro


Una corneja que ofreca un sacrificio a Atenea, invit a un perro al festn. Este le dijo: Por qu
gastas tu dinero en sacrificios intilmente?, pues la divinidad te odia tanto que incluso ha quitado el
crdito a tus augurios. Y la corneja respondi: Pues por eso le ofrezco sacrificios, porque s que
ella est a malas conmigo, para que cambie.
As, muchos, por miedo, no vacilan en hacer bien a sus enemigos.

172. Los caracoles


El hijo de un labrador asaba caracoles. Al orlos chirriar, dijo: Malos bichos!, mientras se queman
vuestras casas, vosotros cantis.
La fbula muestra que todo lo que se hace a destiempo es reprochable.

173. El cisne cogido en vez de una oca


Un hombre pudiente criaba una oca junto con un cisne, no para lo mismo sin embargo. Pues a uno
por su canto, a la otra para la mesa. Cuando le lleg la hora a la oca, que por ello haba sido criada,
era de noche y el momento no permiti distinguir una del otro. El cisne, cogido en vez de la oca,
cant una cancin como preludio de su muerte y con el canto revel su naturaleza y evit la muerte.
La fbula muestra que muchas veces la msica produce un aplazamiento de la muerte.

174. El cisne y su amo


Dicen que los cisnes cantan ante la muerte. Un hombre encontr un cisne puesto en venta y, como
haba odo que es un animal muy melodioso, lo compr. Y en cierta ocasin en que tena convidados
se acerc al cisne y le pidi que cantase durante la comida. Este entonces se qued en silencio, pero
en otra ocasin ms tarde, cuando crey que iba a morir, enton un treno [10] para s mismo; y el amo,
al orle, dijo: Si no cantas ms que si vas a morir, fui necio yo que te lo ped entonces y no te
sacrifiqu.

As, algunos hombres, lo que no quieren conceder voluntariamente, lo cumplen en contra de su


voluntad.

175. Los dos perros


Un hombre que tena dos perros ense a uno a cazar y al otro lo hizo guardin de la casa. Y he aqu
que cuando el cazador coga alguna pieza, el amo tambin echaba al otro una parte de ella. Enfadado
el perro de caza y reprochando al otro que cuando l sala se esforzaba en todo momento, mientras
que l, sin hacer nada, gozaba de sus esfuerzos, este le dijo: Pero no me lo reproches a m, sino al
amo que no me ense a trabajar, sino a devorar los trabajos ajenos.
As, tampoco los nios negligentes merecen reproche cuando sus padres los educan de esa
manera.

176. Las perras hambrientas


Unas perras hambrientas, al ver en un ro unas pieles mojadas y no pudiendo llegar hasta ellas,
acordaron unas con otras que primero se beberan el agua y, as, luego llegaran a las pieles. Les
ocurri que de beber reventaron antes de llegar hasta las pieles.
As, algunos hombres, sometindose a trabajos arriesgados por su afn de ganancias, llegan a
perderse antes de obtenerlo que quieren.

177. El hombre mordido por un perro


Un hombre, mordido por un perro, iba de un lado a otro buscando quien lo curara. Como alguien le
dijera que lo que deba hacer era untar la sangre con pan y echrselo al perro que lo haba mordido,
respondiendo dijo: Pero si hago eso, forzosamente me mordern todos los perros de la ciudad.
As tambin, cuando es halagada la maldad de los hombres, an ms se les anima a cometer dao.

178. El perro invitado a comer o El hombre y el perro


Un hombre preparaba una comida, pues haba invitado a uno de sus amigos ntimos. Su perro invit a
otro perro dicindole: Amigo, ven aqu a comer conmigo. Lleg este todo feliz y se detuvo
mirando el gran banquete y gritando en su corazn: Vaya, qu alegra me acaba de entrar de
pronto!, pues voy a comer y a darme un banquete hasta hartarme, de modo que maana no tenga
hambre en absoluto. Mientras el perro se deca eso a s mismo y al tiempo mova el rabo como
confiando en el amigo, el cocinero, cuando le vio mover el rabo ac y all, lo cogi de las patas y lo
ech al instante afuera por la ventana. Este, al caer, se fue dando grandes ladridos. Uno de los perros
con que se encontr en el camino le pregunt: Qu tal comiste, amigo?. Y l dijo: Emborrachado
hasta la saciedad por la mucha bebida, ni siquiera s el camino mismo por donde sal.
La fbula muestra que no se debe confiar en los que se muestran dispuestos a hacer bien con lo

ajeno.

179. El perro de caza y los perros


Un perro criado en una casa, experto en luchar con las fieras, vio una larga comitiva de ellas
caminando en fila. Rompi las cadenas que le ataban por el cuello y escap a todo correr. Otros
perros que lo vean tan fuerte como un toro le dijeron: Por qu huyes?. Y l contest: S que
vivo con una comida extraordinaria y me encanta mi cuerpo, pero estoy siempre cerca de la muerte,
luchando con osos y leones. Los otros perros se dijeron entre s: Vivimos una buena vida, si bien
pobre, sin tener que luchar con leones ni con osos.
No debe uno atraerse los peligros por molicie y vanagloria, sino evitarlos.

180. El perro, el gallo y la zorra


Un perro y un gallo que haban trabado amistad caminaban juntos. Al echarse la noche encima, el
gallo dorma subido a un rbol, el perro al pie del mismo en un hueco que tena. Cuando el gallo,
segn su costumbre, cant al amanecer, una zorra que lo oy corri hacia l y parndose le pidi que
bajase con ella, pues deseaba abrazar a un animal que tena tan buena voz. El gallo le dijo que antes
despertara al guardin de la puerta, que dorma junto al tronco del rbol y que, cuando este le hubiera
abierto, bajara. Cuando la zorra trat de hablar con l, el perro sbitamente dio un salto y la
despedaz.
La fbula muestra que los hombres precavidos ante la proximidad de los enemigos los envan con
engao a otros ms fuertes.
181. El perro y el caracol
Un perro que acostumbraba a engullir huevos, al ver un caracol, abri su boca y lo trag de un gran
bocado, creyendo que era un huevo. Al sentir pesadez de estmago y dolor dijo: Es justo lo que me
pasa si creo que todo lo redondo es un huevo.
La fbula nos ensea que los que emprenden un asunto alocadamente, sin darse cuenta, se enredan
en situaciones extraas.

182. El perro y la liebre


Un perro de caza que haba atrapado una liebre, unas veces la morda, otras le lama el hocico. Esta,
harta, le dijo: Pero t!, deja de morderme o besarme, para que sepa si eres enemigo o amigo mo.
La fbula es oportuna para un hombre ambiguo.

183. El perro y el carnicero


Un perro que haba irrumpido en una carnicera mientras el carnicero estaba ocupado arrebat un
corazn y huy a todo correr. Cuando el carnicero se volvi y lo vio huir, dijo: Eh t!, sabe que,

dondequiera que ests, me cuidar de ti, pues no me has quitado un corazn, sino que me lo has
dado.
La fbula muestra que muchas veces los infortunios se convierten en enseanza para los hombres.

184. El perro dormido y el lobo


Un perro dorma a la puerta de una casa. Un lobo se le ech encima y el perro le pidi que no lo
matara en ese momento. Pues ahora dijo estoy flaco y reseco; pero si esperas un poco, mis
amos van a celebrar sus bodas y yo entonces comer mucho y engordar ms, y ser una comida ms
grata para ti. Pues bien, el lobo, convencido, se march y al volver al cabo de unos das, encontr al
perro durmiendo arriba, en la azotea, y detenindose desde abajo lo llam hacia s, recordndole el
pacto. Y el perro: Lobo, si a partir de este momento me ves durmiendo ante la casa, ya no aguardes a
las bodas.
La fbula muestra que los hombres prudentes, si tras haber corrido algn peligro, se salvan, se
guardan de l de por vida.

185. La perra que llevaba un trozo de carne


Una perra que llevaba un trozo de carne cruzaba un ro. Al ver su propia sombra en el agua supuso
que haba otra perra con un trozo mayor, solt el suyo y se dispuso a coger el de aquella. Le ocurri
que se qued sin ninguno de los dos, al no conseguir el uno porque ni siquiera exista y el otro
porque el ro lo haba arrastrado.
La fbula es oportuna para un hombre ambicioso.

186. El perro que llevaba una campanilla


Haba un perro que morda sin motivo a todo el que se le acercaba. Su amo le colg una campanilla
para prevenir a todos. El perro presuma en la plaza agitando la campanilla. Una perra vieja le dijo:
Por qu te pavoneas?, no la llevas por tu valor, sino como prueba de tu maldad oculta.
Las actitudes presuntuosas de los fanfarrones ponen en evidencia su maldad escondida.

187. El perro que persegua a un len y la zorra


Un perro de caza, al ver un len, se puso a perseguirlo. Cuando el len se volvi y rugi, lleno de
miedo, huy en sentido contrario. Una zorra que lo vio dijo: Qu mala cabeza! Perseguas un len
y ni siquiera has soportado su rugido?.
La fbula se podra decir con respecto a hombres arrogantes que, intentando hacer falsas
acusaciones contra otros mucho ms poderosos, cuando estos les hacen frente, rpidamente se echan
atrs.

188. El mosquito y el len


Un mosquito se acerc a un len y le dijo: Ni te temo ni eres ms fuerte que yo; si no qu fuerza
tienes: que araas con tus garras y muerdes con tus dientes? Eso tambin lo hace una mujer cuando se
pelea con su marido. Yo soy mucho ms fuerte que t. Si quieres, entremos en lucha. Y el mosquito
hizo zumbar su trompetilla y le clav el aguijn, picndole en la parte sin pelo de sus fauces, cerca de
las narices. Y el len se puso a rascarse con sus propias garras hasta que desfalleci. El mosquito,
luego de vencer al len, volvi a hacer zumbar su trompetilla y entonando un epinicio [11] ech a
volar; se enred con la tela de una araa y, mientras era devorado, se lamentaba de cmo, tras pelear
con los animales ms grandes, pereca por obra de un animal insignificante, la araa.

189. El mosquito y el toro


Un mosquito que se haba posado en el cuerno de un toro estuvo all un buen rato, y cuando se
dispona a marchar, pregunt al toro si quera que se fuese ya. Este, respondiendo, dijo: Ni me
enter cuando llegaste ni me enterar si te marchas.
Uno podra servirse de esta fbula con respecto a un hombre insignificante que no es molesto ni
til, ni cuando est presente ni cuando se halla ausente.

190. Las liebres y las zorras


En cierta ocasin unas liebres que luchaban con unas guilas invitaron a las zorras a hacer una
alianza. Estas dijeron: Correramos en vuestra ayuda si no supisemos quines sois y con quines
luchis.
La fbula muestra que los que gustan de disputas con los ms poderosos desprecian su propia
salvacin.

191. Las liebres y las ranas


En cierta ocasin se reunieron las liebres y deploraban entre s su propia vida porque era insegura y
llena de temor; eran, en efecto, vctimas de hombres, perros, guilas y otros muchos animales. As
pues, era mejor morir una vez que temer de por vida. Pues bien, habiendo determinado eso, se
precipitaron al pantano para arrojarse a l y ahogarse. Pero las ranas, situadas alrededor del pantano,
cuando oyeron el ruido de su carrera, enseguida saltaron al agua. Una de las liebres, que pareca ms
sagaz que las dems, dijo: Deteneos, compaeras, no os consideris indignas!, pues, como veis,
tambin hay otros animales ms temerosos que nosotras.
La fbula muestra que los desdichados se consuelan con otros que sufren desgracias peores.

192. La liebre y la zorra

Una liebre dijo a una zorra: Realmente sacas muchas ganancias o puedes decir por qu tu nombre
es gananciosa?[12]. La zorra dijo: Si no te lo crees, ven aqu, que te invito a comer. Aquella la
acompa, y la zorra no dispona en su casa de otra comida que la propia liebre. Esta dijo: Para mi
desgracia he aprendido de dnde procede tu nombre, no de sacar ganancias sino de engaar.
A los indiscretos muchas veces les ocurre un mal muy grande cuando se dejan llevar por su
indiscrecin.

193. La gaviota y el milano


Una gaviota que se haba tragado un pez se desgarr la garganta. Y yaca muerta en la playa. Cuando
la vio un milano dijo: Tienes lo que te has merecido, porque aunque naciste para volar hacas la vida
en el mar.
As, los que dejan su forma natural de vivir y se lanzan a otra totalmente distinta naturalmente son
desdichados.

194. La leona y la zorra


Una leona a la que una zorra haca reproches porque nunca engendraba ms que una sola cra dijo:
Una sola, pero len.
No se debe medir lo bueno por la cantidad, sino considerar su valor.

195. El reinado del len


Un len fue un rey no colrico ni cruel ni violento, sino manso y justo como un hombre. Durante su
reinado se celebr una gran asamblea de todos los animales para otorgar y recibir justicia
mutuamente: el lobo al cordero, la pantera a la cabra montes, el tigre al ciervo, el perro a la liebre
La tmida liebre dijo: Ansi ver este da en el que los humildes se muestren temibles a los
violentos.
Si hay justicia en la ciudad y todos juzgan atenindose a ella, hasta los humildes viven con
tranquilidad.
196. El len que se haba hecho viejo y la zorra
Un len ya viejo y que no poda procurarse comida por medio de su fuerza comprendi que deba
hacerlo mediante algn plan. As que se fue a una cueva y all, recostado, finga estar enfermo. Y de
este modo, atrapando a los animales que se acercaban a l para visitarlo, los devoraba. Muertas ya
muchas fieras, una zorra que se haba percatado de su astucia se acerc y detenindose lejos de la
cueva le pregunt cmo estaba. Al responder el len mal y preguntarle la causa por la que no
entraba dijo: Habra entrado de no haber visto huellas de muchos que entran pero de ninguno que
sale.
As, los hombres prudentes evitan los riesgos al preverlos a partir de indicios.

197. El len encerrado y el labrador


Un len entr en el establo de un labrador. Este, para capturarlo, cerr la puerta del corral. Y aquel, al
no poder salir, primero mat las ovejas, despus se volvi contra los bueyes. Y el labrador, temiendo
por s mismo, abri la puerta. Una vez se hubo marchado el len, la mujer al ver cmo se lamentaba
su marido le dijo: Es justo lo que te pasa, pues por qu quisiste encerrar a quien debas mantener lo
ms lejos posible?.
As los que hostigan a los ms fuertes es natural que sufran sus propios desmanes.

198. El len enamorado y el labrador


Un len, enamorado de la hija de un labrador, le propuso matrimonio. El labrador, que no quera dar
en matrimonio a su hija a una fiera, y que tampoco poda por miedo rechazarla, ide lo siguiente:
puesto que el len le insista sin cesar, le dijo que lo consideraba un pretendiente digno de su hija,
pero que no poda drsela en matrimonio a menos que se arrancara los dientes y se cortara las
garras, pues le daban miedo a la joven. El len acept con facilidad una y otra cosa por amor. Y el
labrador, menosprecindolo, lo ech a palos tan pronto apareci.
La fbula muestra que los que confan fcilmente en el prjimo, cuando se desprenden de lo que
les hace superiores, se hacen vulnerables para aquellos a quienes antes resultaban temibles.

199. El len, la zorra y la cierva


Un len que, enfermo, estaba echado en una sima dijo a su amiga la zorra con la que tena relacin:
Si quieres que yo sane y viva, trae a mis manos una cierva muy grande que habita en el bosque,
engandola con tus dulces palabras, pues deseo sus entraas y su corazn. La zorra se march y
encontr a la cierva retozando en el bosque. Se acerc a ella sonriente, la salud y le dijo: He
venido para comunicarte una buena noticia. Sabes que nuestro rey, el len, es vecino mo y est
enfermo y cercano a la muerte. Pues bien, deliberaba cul de los animales reinara despus de l.
Deca que el jabal es insensato, el oso perezoso, la pantera colrica, el tigre vanidoso; la cierva es la
ms digna para reinar, porque es esbelta de figura, vive muchos aos, su cornamenta es temible para
las serpientes y, para qu decir ms?, has sido designada para reinar. Qu tendr yo, la primera en
decrtelo? Pero promtemelo, que tengo prisa, no sea que el len me busque de nuevo, pues me
necesita como consejera en todo. Si me escuchas a m que soy vieja, te aconsejo que vengas y
permanezcas junto a l mientras muere.
As habl la zorra. La mente de la cierva qued obcecada por sus palabras y fue a la gruta sin
comprender lo que iba a ocurrir. El len se lanz sobre ella aprisa, pero solo le desgarr las orejas
con sus garras. La cierva se meti rpidamente en el bosque. Y la zorra patale porque se haba
esforzado en vano. El len se lament rugiendo fuerte, pues el hambre y el dolor le dominaban, y
peda a la zorra que hiciese algo por segunda vez y de nuevo la trajese con engaos. Esta dijo: Me
encargas un asunto difcil y enojoso, pero, no obstante, te servir. Y, como un perro rastreador,
sigui su rastro mientras urda astucias, y pregunt a los pastores si haban visto una cierva herida.
Estos le indicaron que en el bosque. La encontr pastando y se detuvo desvergonzadamente. La

cierva, irritada y erizando el pelo, dijo: Miserable!, ya no me cogers; si te acercas a m no vivirs


ms. Aplica tu zorrera a otros necios, haz reyes a otros y entusismalos. La zorra dijo: Eres tan
floja y cobarde; tanto desconfas de nosotros tus amigos? Cuando el len te cogi de la oreja, iba a
aconsejarte y a darte instrucciones sobre un reino de tanta importancia, porque estaba muriendo. Pero
t no consentiste la caricia de una mano enferma. Y ahora aquel est ms enfadado contigo y quiere
hacer rey al lobo. Ay de m, amo malvado! Anda, ven, no te asustes en absoluto y hazte como un
cordero. Pues te juro por todas las plantas y manantiales, que ningn mal vas a sufrir del len; yo te
servir a ti sola. As, volvi a engaar a la infortunada y la convenci de que fuera de nuevo.
Cuando entr en la cueva, el len se dio un buen banquete, ya que devor todos sus huesos, mdula y
entraas. La zorra estaba quieta mirando y arrebat furtivamente el corazn que se haba cado y se lo
comi como pago de su esfuerzo. El len, escudriando todo, solo echaba de menos el corazn. La
zorra, situada lejos, dijo: Verdaderamente esa no tena corazn, no busques ms; pues qu corazn
podra tener quien por dos veces entr a la cueva y a las garras de un len?.
El ansia de honores perturba la mente humana y no comprende la eventualidad de los peligros.

200. El len, el oso y la zorra


Un len y un oso encontraron un cervatillo y se lo disputaban. Se trataron mutuamente de un modo
terrible y, exhaustos, yacan medio muertos. Una zorra que pasaba cerca, cuando los vio extenuados y
al cervatillo que yaca en medio, lo cogi y se alej por entremedias de ellos. Estos, sin poder
ponerse en pie, dijeron: Desdichados de nosotros que nos fatigamos para una zorra!.
La fbula muestra que se afligen con razn aquellos que ven que uno cualquiera se lleva el
provecho de sus propios trabajos.

201. El len y la rana


Al or un len croar a una rana, se volvi hacia el lugar de donde provena el ruido, pensando que
haba un animal grande. Pero, al cabo de un rato, al verla salir del estanque, se acerc y la pisote
tras decirle: Siendo tan pequea gritas tanto?.
La fbula es oportuna para un charlatn que no sabe nada ms que hablar.

202. El len y el delfn


Un len, errante por una playa, vio un delfn que asomaba la cabeza sobre las olas y le invit a una
alianza diciendo que les convena sobre todo ser amigos y ayudarse, pues aquel reinaba sobre los
animales marinos y l sobre los terrestres. El delfn acept gustosamente y el len, que desde haca
tiempo tena una lucha con un toro salvaje, llam al delfn en su ayuda. Como este, aun queriendo, no
poda salir del mar, el len lo acus de traidor. El delfn, respondiendo, dijo: No me lo recrimines a
m, sino a la naturaleza que, por haberme hecho marino, no me permite subir a tierra.
As tambin, nosotros, al hacer pactos de amistad, debemos elegir unos aliados tales que, en los
peligros, puedan estar a nuestro lado.

203. El len y el jabal


En verano, cuando el calor ardiente produce sed, un len y un jabal fueron a una pequea fuente a
beber. Discutan cul de ellos bebera primero, y de ello se provocaron a muerte. De pronto, al
volverse para tomar aliento, vieron unos buitres que aguardaban para devorar a quien de ellos
cayera. Por eso, depusieron su enemistad y se dijeron: Es mejor que seamos amigos que alimento
para buitres y cuervos.
Es hermoso terminar las malas disputas y las porfas, puesto que llevan a todos a un final
peligroso.

204. El len y la liebre


Un len que haba encontrado una liebre dormida se dispona a devorarla. Pero, al ver de pronto
pasar un ciervo, dej la liebre y lo persigui. Pues bien, la liebre se levant por el ruido y huy. El
len, despus de perseguir al ciervo mucho rato y no poder cogerlo, se volvi a por la liebre. Y, al
encontrar que tambin ella haba huido, dijo: Es justo lo que me pasa, porque dej la comida que
tena en mi poder y prefer una esperanza mayor.
As, algunos hombres, que no se contentan con ganancias moderadas, al perseguir esperanzas
mayores, sin darse cuenta dejan escapar hasta lo que tienen en sus manos.

205. El len, el lobo y la zorra


Un viejo len se hallaba enfermo, acostado en su cueva. Los dems animales, excepto la zorra,
acudieron all para visitar a su rey. Entonces el lobo, aprovechando la ocasin, acus a la zorra ante
el len porque, sin duda, no aceptaba en absoluto al que mandaba sobre todos ellos. Y, por eso, ni
haba ido a verlo. En tanto, tambin la zorra se present y escuch las ltimas palabras del lobo. Pues
bien, el len rugi contra ella. Y esta pidi una oportunidad para defenderse y dijo: Y quin de los
aqu reunidos te ha sido tan til como yo, que he ido por todas partes y he tratado de conseguir de los
mdicos un remedio para ti y te lo he trado?. Y, cuando el len le orden que enseguida dijese el
remedio, aquella aadi: Que despellejes a un lobo vivo y te pongas encima su piel caliente. Y al
momento el lobo yaca muerto y la zorra sonriendo dijo as: No hay que mover al amo a la
malevolencia, sino a la benevolencia.
La fbula muestra que el que intriga contra otro hace que la intriga revierta en su propio
perjuicio.

206. El len y el ratn agradecido


Un ratn se puso a corretear sobre el cuerpo de un len dormido. Este se despert y lo atrap; y
estaba a punto de devorarlo. Pero, como el ratn le pidiera que lo soltase y le dijera que si lo salvaba
se lo agradecera, el len, sonriendo, lo dej libre. Ocurri que, no mucho despus, l se salv
gracias al ratn. Pues, cuando, capturado por unos cazadores, fue atado a un rbol con una soga, el

ratn, que haba odo sus lamentos, acudi y se puso a roer la soga y, una vez que lo hubo desatado,
dijo: Te reste un da de m, incrdulo de que yo pudiera devolverte el favor, pero ahora sabe bien
que tambin hay agradecimiento de parte de los ratones.
La fbula muestra que con los cambios de fortuna los que pueden mucho llegan a estar
necesitados de los ms dbiles.

207. El len y el onagro


Un len y un onagro cazaban fieras: el len por medio de la fuerza y el onagro gracias a la rapidez
de su patas. Tras haber cazado unos animales, el len los distribuy e hizo tres partes. Y dijo:
Coger la primera en calidad de jefe, pues soy el rey. La segunda como socio a medias; y la tercera
parte te har un gran mal, si no quieres huir.
Es bueno que uno se mida en todo conforme a su propia fuerza y no se una ni se asocie con otros
ms poderosos que l.

208. El len y el burro que cazaban juntos


Un len y un burro que haban hecho una sociedad entre s salieron de caza. Al llegar a una cueva en
la que haba cabras monteses, el len se situ a la entrada a esperar que salieran; el burro, en el
interior, salt sobre ellas y rebuznaba para hacerlas salir. Cuando el len haba atrapado a la mayor
parte, el burro sali y le pregunt si haba luchado y haba expulsado a las cabras con bravura. Este
dijo: Sbete bien que de no haber sabido que eras un burro, tambin yo habra sentido miedo.
As, los que fanfarronean ante los que saben, naturalmente se exponen a la risa.

209. El len, el burro y la zorra


Un len, un burro y una zorra, luego de asociarse entre s, salieron de caza. Tras una buena cacera,
el len orden al burro que la repartiese entre ellos. Tras hacer este tres partes iguales y de invitarle a
escoger, el len, indignado, salt sobre l, lo devor y orden a la zorra que hiciese el reparto. Esta
reuni todo en una sola parte y, dejando un poco para s misma, le invit a escoger. Al preguntarle el
len quin le haba enseado a repartir as, la zorra dijo: La desgracia del burro.
La fbula muestra que las desdichas del prjimo son un aviso para los hombres.

210. El len, Prometeo y el elefante


Un len reproch a Prometeo muchas veces que le haba modelado grande y hermoso, y le haba
equipado la mandbula con dientes, le haba fortalecido las patas con las garras y le haba hecho ms
poderoso que las dems fieras. Pero, aun as deca, temo al gallo. Y Prometeo dijo: Por qu
me culpas sin motivo? Pues recibiste de m todo lo que poda modelar, pero tu alma es cobarde solo
con respecto a eso. Entonces el len se lamentaba y se reprochaba su cobarda y hasta quera morir.

Con tal nimo se encontr a un elefante y llamndole se detuvo a charlar. Y, al ver que sus orejas se
movan continuamente, dijo: Qu te pasa?, por qu tu oreja no permanece quieta ni un
momento?. Y el elefante, mientras que por casualidad revoloteaba a su alrededor un mosquito, dijo:
Ves esa cosa pequea, la que zumba? Si se mete en el orificio de mi oreja, estoy muerto. Y el len
dijo: Por qu, pues, he de morir si soy tal y ms afortunado que el elefante en la medida en que el
gallo es ms fuerte que un mosquito?.
Ves cunta fuerza tiene el mosquito como para incluso causar temor a un elefante?

211. El len y el toro


Un len que acechaba a un toro de gran tamao quiso apoderarse de l con engao. Le dijo que haba
sacrificado un cordero y que le invitaba al festn, para acabar con l cuando se pusiera a la mesa.
Cuando el toro lleg y vio muchos calderos y grandes asadores, pero ningn cordero, no dijo nada y
se march. Como el len se lo censurara y le preguntara por qu, sin que le hubiera sucedido nada
malo, se iba inesperadamente, dijo: No lo hago sin motivo, pues veo que los preparativos estn
dispuestos no como para un cordero, sino para un toro.
La fbula muestra que las artimaas de los malvados no se ocultan a los hombres prudentes.

212. El len furioso y el ciervo


Un len andaba furioso. Un ciervo, al verlo as desde el bosque, dijo: Ay de nosotros desdichados!,
pues qu no har fuera de s ese que en estado normal nos era insoportable?.
Eviten todos a hombres irritados y que acostumbran a cometer daos cuando toman el mando y
ejercen el poder.

213. El len que tuvo miedo de un ratn y la zorra


Mientras un len dorma, un ratn recorra su cuerpo. El len se despert y se revolcaba por todas
partes buscando al que se le haba subido encima. Una zorra que lo vio le ech en cara que siendo
len tuviese miedo del ratn. Y l respondi: No tengo miedo del ratn, sino que me asombro de
que alguien, mientras un len duerme, se atreva a recorrer su cuerpo.
La fbula ensea a los hombres prudentes a no desdear ni siquiera las cosas corrientes.

214. El bandido y la morera


Un bandido mat a un caminante y, cuando los vecinos se pusieron a perseguirlo, lo abandon
desangrado y huy. Al preguntarle unos que caminaban en sentido contrario por qu tena las manos
manchadas, les dijo que acababa de bajar de una morera. Y en tanto que as deca, llegaron los que lo
perseguan, lo cogieron y lo colgaron de la morera. Y esta le dijo: No me disgusta contribuir a tu
muerte, porque tambin t te limpiabas en m del crimen que habas cometido.

As, muchas veces los buenos por naturaleza, cuando algunos les tildan de malvados, no vacilan
en obrar mal contra ellos.

215. Los lobos y los perros que combatan entre s


En cierta ocasin lobos y perros libraban una contienda. Un perro griego fue elegido general de su
bando. Este demoraba entrar en combate mientras los lobos amenazaban con violencia. l les dijo:
Sabis por qu lo retraso? Siempre hay que deliberar previamente. Pues la raza y la piel de los
lobos es solo una y la misma. Las nuestras son muy variadas y todos se ufanan de ser de pases
distintos. Ni siquiera la piel de todos es nica e igual, sino que unos son negros, otros rojizos, otros
blancos y cenicientos. Y cmo podra mandar a la lucha a seres discordes y que no tienen todo
igual?.
Cuando los ejrcitos estn en una sola voluntad y criterio consiguen la victoria contra los
enemigos.

216. Los lobos y los perros reconciliados


Los lobos dijeron a los perros: Por qu, siendo iguales a nosotros en todo, no nos consideris
como hermanos? Pues en nada nos diferenciamos de vosotros, excepto en las inclinaciones. Y
nosotros vivimos con libertad; vosotros, en cambio, sometidos a los hombres y sirvindoles,
soportis sus golpes, llevis puesto un collar y guardis sus rebaos; pero cuando comen solo os
echan los huesos. Si nos hacis caso, dadnos todos los rebaos y tendremos todo comn, comiendo
hasta la saciedad. Pues bien, los perros consintieron en eso y los lobos entraron en los corrales y
mataron primero a los perros.
Los que traicionan a su patria reciben tales pagas.

217. Los lobos y las ovejas


Unos lobos que acechaban un rebao de ovejas, pero que no podan hacerse con ellas por los perros
que las guardaban, comprendieron que haban de hacerlo por medio de un engao. Enviaron al
rebao unos emisarios para reclamar que les entregaran los perros, diciendo que estos eran los
culpables de su enemistad y que, si se los entregaban, habra paz entre ellos. Las ovejas se los
entregaron sin prever lo que ocurrira, y los lobos, ahora ya sin los perros, mataron impunemente a
las ovejas desprotegidas.
As tambin, las ciudades que traicionan fcilmente a sus dirigentes, sin darse cuenta, pronto se
ven sometidas tambin ellas a sus enemigos.

218. Los lobos, las ovejas y el carnero


Unos lobos enviaron emisarios a las ovejas para hacer una paz duradera con ellas, si cogan a los

perros y los mataban. Las ovejas, insensatas, aceptaron hacerlo. Pero un anciano carnero dijo:
Cmo voy a confiar y convivir con vosotras, cuando aun guardndome los perros, no me es
posible pastar sin peligros?.
No debe uno despojarse de su propia seguridad confiando por un juramento en sus enemigos
irreconciliables.

219. El lobo orgulloso de su sombra y el len


En cierta ocasin un lobo vagaba por lugares desrticos y, declinando ya Hiperin hacia su ocaso, al
ver su propia sombra alargada, dijo: Cmo temo yo al len cuando soy de tal tamao?, teniendo
un pletro [13] de largo, no voy a ser sencillamente soberano de todas las fieras juntas?. Un len ms
fuerte atrap al orgulloso lobo y se dispuso a devorarlo, mientras este gritaba arrepentido: La
presuncin es responsable de nuestras desgracias.

220. El lobo y la cabra


Un lobo vio a una cabra pacer junto a una cueva abrupta, pero como no poda llegar adonde ella
estaba le aconsej que bajara, no fuera a caer sin darse cuenta. Afirmaba que el prado donde l estaba
era mejor, y su hierba muy abundante. La cabra le respondi: No me llamas para pastar, sino que t
mismo careces de comida.
As tambin, los malhechores, cuando obran mal ante quienes los conocen, son infructuosos en
sus artimaas.

221. El lobo y el cordero


Un lobo que vio a un cordero beber en un ro quiso devorarlo con un pretexto razonable. Por eso,
aunque el lobo estaba situado ro arriba, le acus de haber removido el agua y no dejarle beber. El
cordero le dijo que beba con la punta del hocico y que adems no era posible, estando l ro abajo,
remover el agua de arriba; mas el lobo, al fracasar en ese pretexto, dijo: El ao pasado injuriaste a
mi padre. Sin embargo, el cordero dijo que ni siquiera tena un ao de vida, a lo que el lobo replic:
Aunque tengas abundantes justificaciones, no voy a dejar de devorarte.
La fbula muestra que no tiene fuerza una defensa justa con quienes tienen la voluntad de hacer
dao.

222. El lobo y el corderillo que se refugi en un templo


Un lobo persegua a un corderillo, y este se refugi en un templo. Al llamarle el lobo y decirle que el
sacerdote lo iba a sacrificar en honor al dios, si lo coga, aquel dijo: Para m es preferible ser
vctima de un dios que morir a tus manos.
La fbula muestra que para quienes el morir est prximo es mejor la muerte con gloria.

223. El lobo y la vieja


Un lobo hambriento iba de un lado a otro en busca de comida. Llegado a cierto lugar oy llorar a un
nio chiquitn y a una vieja que le deca: Deja de llorar; si no, en este momento te entregar al
lobo. El lobo, pensando que la vieja deca la verdad, se detuvo y esper un buen rato. Al caer la
tarde oy de nuevo a la vieja que haca mimos al pequeo y le deca: Si viene aqu el lobo, nio, lo
mataremos. Cuando el lobo oy eso, se fue diciendo: En esta casa dicen unas cosas pero hacen
otras.
La fbula es para los hombres que no tienen las obras iguales a las palabras.

224. El lobo y la garza


Un lobo que se haba atragantado con un hueso iba de un lado a otro buscando a quien lo curara. Al
encontrarse con una garza, le pidi que le sacase el hueso a cambio de una retribucin. Y aquella
meti su propia cabeza en la garganta del lobo, sac el hueso y le reclam la paga acordada. l,
respondiendo, dijo: Eh t!, no te contentas con haber sacado sana tu cabeza de la boca del lobo,
sino que tambin pides paga?.
La fbula muestra que la mayor recompensa por una buena accin a los malvados es que ellos no
te hagan dao.

225. El lobo y el caballo


Un lobo que caminaba por un campo encontr un montn de cebada; como no poda utilizarla de
comida, la dej y se fue. Pero se top con un caballo y le condujo al campo, dicindole que, aunque
haba encontrado cebada, no se la haba comido, sino que se la haba guardado a l porque tambin le
gustaba escuchar el ruido de sus dientes. Y el caballo, respondiendo, dijo: Pero venga ya!, si los
lobos pudieran comer cebada, nunca habras preferido tus odos a tu tripa.
La fbula muestra que los malvados por naturaleza, aunque pregonen su bondad, no son credos.

226. El lobo y el perro


Un lobo, al ver a un perro muy grande atado con una cadena, le pregunt: Quin te ha atado y te ha
criado as?. Este dijo: Un cazador. Pero que no le pase lo mismo a mi amigo el lobo, pues el
verdadero peso de la cadena es tener que pasar mucha hambre.
La fbula muestra que en las desgracias ni siquiera se llena la tripa.

227. El lobo y el len


En cierta ocasin, un lobo que haba atrapado una oveja de un rebao, la llevaba a su cubil. Un len
se encontr con l y le quit la oveja. El lobo, desde lejos, dijo: Me has quitado lo mo

injustamente. El len, sonriendo, dijo: Es que te lo ha dado un amigo con justicia?.


La fbula evidencia a los bandidos rapaces y ambiciosos que se encuentran en una desgracia y se
lo reprochan unos a otros.

228. El lobo y el burro


Un lobo que se haba puesto al mando de los restantes lobos impuso a todos unas leyes, para que lo
que cazase cada uno lo llevase al comn y que todos tuvieran su parte y no devorarse entre s por
estar faltos. Se acerc un burro sacudiendo la crin y dijo: Hermosa idea de la mente de un lobo, pero
cmo es que t has depositado en tu cubil la caza de ayer? Llvala al centro y reprtela. El lobo,
puesto en evidencia, derog sus leyes.
Los que parecen establecer las leyes justamente no perseveran fieles en lo que establecen y
determinan.

229. El lobo y el pastor


Un lobo segua a un rebao de ovejas sin hacerles ningn dao. El pastor al principio se guardaba de
l como de un enemigo y con temor lo vigilaba. Pero como aquel jams intent coger una presa, sino
que se limitaba a acompaar al rebao, el pastor pens que ms que un asesino era un guardin. As
que, cuando un da tuvo necesidad de acercarse a la ciudad, se march, dejando las ovejas con l. El
lobo comprendi que haba llegado su oportunidad, se lanz sobre las ovejas y despedaz a la
mayora. El pastor, al volver y ver el rebao destrozado, dijo: Es justo lo que me ha pasado, pues
por qu confi las ovejas a un lobo?.
As tambin, los hombres que entregan su dinero en manos de los avaros naturalmente son
despojados.

230. El lobo harto y la oveja


Un lobo harto de comida, al ver una oveja echada en el suelo y dndose cuenta de que se haba
desplomado de pnico ante su proximidad, se le acerc y le daba nimos diciendo que si le contaba
tres verdades la dejara escapar. La oveja dijo en primer lugar que le habra gustado no encontrarse
con l; luego que, como esto ya era imposible, verlo ciego; y en tercer lugar: Ojal todos los lobos
malos perezcis de mala manera, porque, sin haber sufrido mal alguno de nosotras, nos hacis la
guerra malamente!. Y el lobo reconoci la sinceridad de sus palabras y la dej ir.
La fbula muestra que muchas veces la verdad tiene fuerza incluso con los enemigos.

231. El lobo herido y la oveja


Un lobo mordido y maltratado por unos perros yaca herido, sin poderse procurar comida; al ver a
una oveja le pidi que le llevara agua del ro que flua all cerca: Si me das de beber, yo encontrar

comida por m mismo. La oveja, respondiendo, dijo: Si yo te doy de beber, t me utilizars como
comida.
La fbula es oportuna para un malhechor que acecha con hipocresa.

232. La lmpara
Una lmpara borracha de aceite, mientras luca, se jactaba de que brillaba ms que el sol. Pero silb
una rfaga de viento y al momento se apag. Al encenderla alguien por segunda vez, le dijo: Luce,
lmpara, y calla; el resplandor de los astros nunca desaparece.
No debe cegarse uno con la fama y los honores de la vida, pues todo lo que adquiera es ajeno.

233. El adivino
Un adivino se ganaba su pan instalado en la plaza. Se le acerc uno y le comunic que su casa estaba
con las puertas abiertas y que se haban llevado todo lo de dentro. Se levant de un salto y
lamentndose fue a la carrera para ver lo sucedido. Uno de los que se encontraban cerca, al verlo,
dijo: Eh t!, t que pregonabas que preveas los asuntos ajenos, cmo no predijiste los propios?.
Uno se podra servir de esta fbula contra quienes administran su propia vida de modo
descuidado e intentan cuidar de lo que en absoluto les importa.

234. Las abejas y Zeus


Unas abejas que, por envidia, haban negado a los hombres su miel, llegaron ante Zeus y le pidieron
que les proporcionase fuerza para golpear con sus aguijones a los que robaban sus panales. Y Zeus,
irritado con ellas por su envidia, dispuso que, cuando golpeasen a uno y le dejasen clavado el
aguijn, tambin murieran ellas.
Esta fbula podra ajustarse a hombres envidiosos que aceptan incluso sufrir un dao ellos
mismos.

235. El apicultor
Un ladrn entr en casa de un apicultor mientras este estaba ausente y le sustrajo la miel y los
panales. Al regresar y ver vacas las colmenas, se detuvo a examinarlas. Las abejas, que volvan de
libar, al sorprenderlo, lo golpearon con sus aguijones y lo maltrataron de un modo terrible. Y aquel
les dijo: Malditos bichos, dejasteis ir indemne al que os rob los panales y a m, que cuido de
vosotras, me golpeis terriblemente.
As, algunos hombres que no se guardan de sus enemigos por desconocimiento, a los amigos los
expulsan por insidiosos.

236. Los sacerdotes mendicantes


Unos sacerdotes mendicantes que tenan un burro solan llevarlo en sus caminatas cargado con sus
bagajes. Y he aqu que un da, muerto el burro de cansancio, lo desollaron y se hicieron atabales con
su piel. Al encontrarse con ellos otros mendicantes, y preguntarles dnde estaba el burro, dijeron que
haba muerto, pero que ahora reciba ms golpes que los que nunca haba soportado en vida.
As tambin, algunos criados, aun cuando salen de la esclavitud, no se liberan de los trabajos
serviles.

237. Los ratones y las comadrejas


Ratones y comadrejas estaban en guerra. Los ratones, siempre vencidos, se reunieron para tratar de
ello y supusieron que les pasaba eso por su anarqua; de donde escogieron a algunos de ellos y los
nombraron generales. Y estos, como queran mostrarse ms relevantes que los dems, se hicieron
unos cuernos y se los ataron a s mismos. Entablado el combate, ocurri que los ratones resultaron
nuevamente vencidos. Todos los dems, en efecto, se refugiaron en sus agujeros y se introdujeron en
ellos con facilidad; pero los generales, al no poder entrar a causa de los cuernos, fueron capturados y
devorados.
As, para muchos la vanagloria se hace causa de males.

238. La mosca
Una mosca haba cado en una olla de carne, y a punto de ahogarse en el caldo se dijo a s misma:
He comido, he bebido y me he baado; aunque muera, no me importa en absoluto.
La fbula muestra que los hombres soportan la muerte con facilidad cuando les viene sin
padecimiento.

239. Las moscas


Unas moscas revoltosas se coman la miel derramada en una despensa, y por el dulzor del manjar no
se marchaban. Al no poder echar a volar por habrseles pegado las patas, y medio ahogadas, dijeron:
Desdichadas de nosotras que perecemos por un corto placer!.
As, para muchos la glotonera es causa de mltiples males.

240. La hormiga
La hormiga actual fue antiguamente un hombre; y, dedicado a la agricultura, no le bastaba con sus
propios trabajos, sino que, mirando tambin con envidia los ajenos, se pasaba la vida robando los
frutos de sus vecinos. Zeus, irritado por su ambicin, lo transform en ese animal que se llama
hormiga. Pero, aunque cambi la forma, no modific sus inclinaciones; pues hasta ahora, yendo de

un lado a otro por los campos, recoge el trigo y la cebada de otros y los atesora para s misma.
La fbula muestra que los malvados por naturaleza, aunque se los castigue sobremanera no
cambian su modo de ser.

241. La hormiga y el escarabajo


En verano, una hormiga que iba por el campo recogiendo granos de trigo y cebada los guardaba
como comida para el invierno. Al verla un escarabajo se asombr de que fuera tan laboriosa, pues se
afanaba precisamente en la poca en que los dems animales se dan a la indolencia, apartados de los
trabajos. Ella entonces se call; pero ms tarde, cuando lleg el invierno, disuelto el estircol por la
lluvia, el escarabajo fue a ella hambriento a pedirle una parte de su comida. La hormiga le dijo:
Escarabajo, si hubieses trabajado cuando yo me esforzaba y me lo reprochabas, ahora no estaras
falto de comida.
As, los que no prevn el futuro en tiempos de abundancia son muy infortunados al cambiar la
situacin.

242. La hormiga y la paloma


Una hormiga que, sedienta, haba bajado a un manantial, arrastrada por la corriente, estaba a punto de
ahogarse. Una paloma, al verla, cogi una rama de un rbol y la arroj al manantial. La hormiga se
subi encima de ella y se salv. Ms tarde un pajarero, tras haber ajustado las caas, captur la
paloma. Cuando la hormiga lo vio, mordi el pie del pajarero. Este, al sentir dolor, dej caer las
caas e hizo que la paloma al momento huyera.
La fbula muestra que se debe corresponder con agradecimiento a los benefactores.

243. El ratn de campo y el de ciudad


Un ratn de campo era amigo de otro que viva en una casa. El de la casa, invitado por su amigo, fue
primero a cenar al campo. Despus de haber comido cebada y trigo, dijo: Reconcelo, amigo, llevas
la vida de las hormigas, pero, ya que yo tengo multitud de bienes, ven conmigo y disfrutars de
todo. Y, al instante, los dos se fueron. Y el de la casa le mostr legumbres y trigo, y adems dtiles,
queso, miel, frutos. Aquel a su vez, admirndole, lo elogiaba vehementemente y maldeca su propia
suerte. Cuando se disponan a empezar a comer, de repente un hombre abri la puerta. Atemorizados
por el ruido, los ratones se lanzaron a los agujeros. Cuando quisieron de nuevo coger unos higos
secos, lleg otro hombre para retirar algo de lo que haba dentro. Al verlo los ratones, de nuevo se
precipitaron a ocultarse en un escondrijo. El ratn de campo, sobreponindose al hambre, suspir y
dijo al otro: Disfruta t, amigo, con tu comida hasta que te hartes, gozndolo con placer y peligro y
mucho miedo; yo, desdichado, vivir despreocupadamente sin temer a nadie, comiendo cebada y
trigo.
La fbula muestra que pasar la vida con sencillez y vivir con tranquilidad est por encima de una
vida regalada con miedo y con dolor.

244. El ratn y la rana


Un ratn de tierra se hizo amigo de una rana, para su desgracia. La rana, con mala intencin, at la
pata del ratn a la suya. Y, en primer lugar, fueron por tierra para comer trigo; y luego, cuando se
acercaron a la orilla del estanque, la rana arrastr al ratn al fondo, regocijndose ella en el agua y
gritando su ero, ero, ero. El desgraciado ratn, hinchado por el agua, muri; y flotaba atado a la pata
de la rana. Lo vio un milano y lo cogi con sus garras. La rana, encadenada, le segua y tambin ella
sirvi de comida al milano.
Aunque alguien est muerto, tiene fuerza para la venganza; pues la justicia divina cuida todo y
devuelve lo mismo en compensacin.

245. El nufrago y el mar


Un nufrago, arrojado a la costa, se qued dormido de cansancio. Pero cuando, ya recuperado,
volvi sus ojos al mar, le reprochaba que, al seducir a los hombres con la mansedumbre de su
aspecto, estos se adentraban en l y que luego l se encrespaba y acababa con aquellos. El mar,
semejante a una mujer, le dijo: Pero, hombre!, no me lo reproches a m, sino a los vientos; pues yo
por naturaleza soy tal como me ves ahora tambin, pero estos me atacan de improviso, me encrespan
y me exasperan.
Tampoco debemos nosotros culpar de las afrentas a los que las hacen cuando estn sometidos,
sino a los que gobiernan.

246. Los muchachos y el carnicero


Dos muchachos fueron juntos a comprar carne. Y en esto que, mientras el carnicero estaba ocupado,
uno cogi unos despojos y los meti en el pliegue del vestido del otro. Al volverse el carnicero y
advertir el hurto, les ech la culpa, pero el que los haba cogido juraba que no los tena y el que los
tena que no los haba cogido. Y el carnicero, dndose cuenta de su argucia, dijo: Aunque me lo
ocultis a m jurando en falso, a los dioses no os ocultaris.
La fbula muestra que la impiedad del juramento en falso es la misma, aunque se disfrace con
falsos argumentos.

247. El cervatillo y el ciervo


En cierta ocasin un cervatillo dijo al ciervo: Padre, eres ms grande y ms rpido que los perros y
adems llevas cuernos enormes para tu defensa. Por qu, entonces, los temes tanto?. Y aquel,
sonriendo, dijo: Eso que dices es verdad, hijo; pero s una cosa, que, cuando escucho el ladrido de
un perro, al momento, no s cmo, me doy a la fuga.
La fbula muestra que ningn consejo fortalece a los cobardes por naturaleza.

248. El joven prdigo y la golondrina


Un joven prdigo al que, por haberse comido el patrimonio, solo le quedaba el manto, al ver una
golondrina que haba venido algo prematuramente, pens que ya era verano y que no iba a necesitar
el manto, as que lo cogi y tambin lo vendi. Ms tarde volvi el mal tiempo y el fro; y cuando,
mientras paseaba, vio a la golondrina muerta de fro, le dijo: Me has perdido a m y tambin a ti.
La fbula muestra que todo lo que se hace inoportunamente resulta arriesgado.

249. El enfermo y el mdico


Un enfermo al que el mdico le pregunt cmo se encontraba le dijo que sudaba ms de lo normal. El
mdico sentenci: Eso es bueno. Al preguntarle por segunda vez cmo estaba, dijo que, aquejado
por los escalofros, estaba destrozado. El mdico sentenci: Tambin eso es bueno. Cuando le
visit por tercera vez y le pregunt sobre su enfermedad, dijo que tena diarrea. Y aquel, despus de
sentenciar tambin eso es bueno, se march. Cuando fue a visitarlo uno de sus familiares y le
pregunt cmo estaba, le dijo: Me muero de lo bien que estoy.
As, muchos hombres son considerados felices por el prjimo a causa de su apariencia externa en
lo que ellos mismos se encuentran peor.

250. El murcilago, la zarza y la gaviota


Un murcilago, una zarza y una gaviota, hicieron una sociedad y decidieron dedicarse al comercio.
As pues, el murcilago tom dinero a prstamo y lo deposit en el fondo comn; la zarza puso sus
ropas y, en tercer lugar, la gaviota cierta cantidad de bronce. Y embarcaron. Pero, cuando se
desencaden una violenta tempestad y la nave zozobr, ellos llegaron salvos a tierra, aunque lo
perdieron todo. Por eso, desde entonces la gaviota siempre est al acecho en las costas, no sea que el
mar arroje el bronce; el murcilago, por temor a los prestamistas, no aparece de da y sale a comer
por la noche; y la zarza se agarra a las vestiduras de los que se le acercan, por si logra reconocer las
suyas.
La fbula muestra que hasta el final nos preocupa aquello por lo que nos interesamos.

251. El murcilago y las comadrejas


Un murcilago que haba cado al suelo fue capturado por una comadreja y, cuando esta le iba a
matar, le suplic por su salvacin. Al decirle la comadreja que no poda liberarle, pues por naturaleza
combata a todos los voladores, l le dijo que no era un pjaro, sino un ratn, y as le dej libre. Ms
tarde cay de nuevo al suelo y lo cogi otra comadreja, a la que tambin pidi que no lo devorara.
Como esta dijese que odiaba a todos los ratones, l repuso que no era ratn, sino murcilago, y de
nuevo fue liberado. Y as ocurri que, por cambiar dos veces de nombre, logr su salvacin.
La fbula muestra que tampoco nosotros debemos permanecer siempre en lo mismo, pensando
que los que se acomodan a las circunstancias muchas veces evitan los peligros.

252. Los rboles y el olivo


En cierta ocasin los rboles vinieron a elegir un rey para ellos y optaron por el olivo: Reina sobre
nosotros. Y el olivo les dijo: Voy a ir a mandar sobre los rboles dejando mi aceite que el dios y
los hombres estiman en m?. Y los rboles dijeron a la higuera: Aqu, reina sobre nosotros. Y dijo
la propia higuera: Me voy a poner en camino para reinar sobre los rboles dejando mi dulzor y mi
buen fruto?. Y dijeron los rboles al espino: Aqu, reina sobre nosotros. Y el espino dijo a los
rboles: Si en verdad vosotros me ungs como rey vuestro, vamos, poneos bajo mi proteccin; y si
no, que salga fuego del espino y devore a los cedros del Lbano.

253. El leador y Hermes


Un hombre que cortaba lea junto a un ro perdi su hacha. As pues, sin saber qu hacer, se quejaba
sentado a la orilla. Hermes, comprendiendo el motivo y compadecido del hombre, se sumergi en el
ro, sac un hacha de oro y le pregunt si era esa la que haba perdido. Como aquel dijera que no,
Hermes baj de nuevo y sac una de plata. Al decir l que tampoco era la suya, baj por tercera vez y
sac la suya. Cuando dijo l que esa s era la que haba perdido, Hermes, acogiendo con agrado su
honradez, le regal las tres. El leador volvi junto a sus compaeros y les cont lo sucedido. Y uno
de ellos quiso que le ocurriera lo mismo; se fue al ro y luego de dejar caer adrede su hacha a la
corriente, se sent llorando. Pues bien, Hermes se le apareci tambin y comprendiendo el motivo
del llanto, se sumergi igualmente, sac un hacha de oro y le pregunt si esa era la que haba
perdido. l dijo con agrado: S, sin duda, esta es. Y el dios, aborreciendo tal desvergenza, no solo
se qued con aquella, sino que tampoco le devolvi la suya.
La fbula muestra que la divinidad se opone a los injustos tanto como ayuda a los justos.

254. Los caminantes y la osa


Dos amigos caminaban juntos. Aparecindoseles una osa, uno subi apresuradamente a un rbol y
all se ocult; el otro, a punto de ser atrapado, se ech al suelo y se hizo el muerto. Cuando la osa le
acerc el hocico y husme a su alrededor, l contuvo la respiracin, pues dicen que este animal no
toca a un muerto. Al retirarse la osa, el otro baj del rbol y le pregunt qu le haba dicho la osa al
odo. Este dijo: Que no camine de ahora en adelante en compaa de amigos que no permanecen al
lado en los peligros.
La fbula muestra que las desgracias prueban los autnticos amigos.

255. Los caminantes y el cuervo


Un cuervo mutilado de uno de sus ojos sali al encuentro de unos que iban de viaje de negocios.
Ellos se volvieron y uno era partidario de retroceder, pues eso sealaba el presagio; el otro,
respondiendo, dijo: Y cmo nos puede predecir el porvenir este que ni previo su propia mutilacin
para evitarla?.

As tambin, los hombres que se despreocupan de sus propios asuntos tambin estn
desacreditados para dar consejos al prjimo.

256. Los caminantes y el hacha


Dos hombres caminaban juntos. Habiendo encontrado uno un hacha, el otro le dijo: La hemos
encontrado. El primero le corrigi: No debes decir la hemos encontrado, sino la has
encontrado. Al cabo de un rato, al acercrseles los que haban perdido el hacha acusaron al que la
tena en su poder. Y dijo este a su acompaante: Estamos perdidos. Entonces el amigo replic: No
digas estamos perdidos, sino estoy perdido, pues cuando encontraste el hacha tampoco la compartiste
conmigo.
La fbula muestra que los que no comparten los sucesos afortunados, tampoco en las desgracias
son leales.

257. Los caminantes y el pltano


Un verano, hacia el medioda, unos caminantes, agotados por el calor, vieron un pltano, se
acercaron a l y se echaron a descansar tumbados a su sombra. Levantando la vista hacia el pltano le
deca el uno al otro que ese rbol infructuoso no era muy til para los hombres. Y el pltano,
respondiendo, dijo: Desagradecidos, an estis gozando de un beneficio procedente de m y me
llamis intil e infructuoso.
As tambin algunos hombres son tan desagradecidos que se muestran incapaces de reconocer el
beneficio que otros les proporcionan.

258. Los caminantes y el matojo


Unos caminantes que iban por la costa llegaron a un mirador y, al ver desde all un matojo flotando a
lo lejos, pensaron que era una gran nave. Por ello aguardaban a que fuese a fondear. Cuando el
matojo, llevado por el viento, estuvo ms cerca, ya no les pareca ver una nave, sino una barca. Pero,
al comprobar que se trataba de un matojo, le dijo uno al otro: En vano esperbamos nosotros lo que
no era nada.
La fbula muestra que algunos hombres que a primera vista parecen ser terribles, cuando llegan a
la prueba, se muestran dignos de nada.

259. El caminante y la Verdad


Caminaba un hombre por un desierto y encontr a una mujer sola, muy afligida, y le dijo: Quin
eres?. Ella contest: La Verdad. Y por qu has dejado la ciudad y vives en el desierto?. Ella
dijo: Porque la mentira en tiempos antiguos viva solo con unos pocos; ahora est con todos los
hombres, si es que quieres estar enterado.

La vida es muy mala y difcil para los hombres cuando la mentira prevalece sobre la verdad.

260. El caminante y Hermes


Un caminante que recorra un largo camino prometi, si encontraba algo, darle a Hermes la
mitad de ello. Al hallar una alforja en la que haba almendras y dtiles, la cogi pensando que haba
dinero. La sacudi, vio lo que haba dentro, se lo comi y, cogiendo las cascaras de las almendras y
los huesos de los dtiles, los puso sobre un altar diciendo: Recibe, Hermes, la promesa, pues te he
dejado lo de dentro y lo de fuera de lo que encontr.
La fbula es oportuna para un avaro que, por ambicin, trata de engaar con argucias incluso a
los dioses.

261. El caminante y la Fortuna


Un caminante que ya llevaba un largo trecho, rendido por la fatiga, se ech a dormir tumbado junto a
un pozo. Estaba ya casi a punto de caerse y la Fortuna se le apareci, lo despert y le dijo: Eh t!, si
te hubieras cado no culparas a tu propia insensatez, sino a m.
As, muchos hombres, cuando son desafortunados por s mismos, culpan a los dioses.

262. Los burros ante Zeus


En cierta ocasin, unos burros, contrariados y fatigados por llevar continuamente pesadas cargas,
enviaron emisarios a Zeus pidindole cierta liberacin de sus trabajos. Este quiso hacerles ver que
eso era imposible y les dijo que se liberaran de sus sufrimientos si al mear hacan un ro. Y aquellos
lo tomaron en serio, y desde entonces hasta el da de la fecha, donde ven una meada de otros, all se
paran tambin ellos y mean.
La fbula muestra que lo que el destino ha asignado a cada uno es irremediable.

263. El que compr un burro


Un hombre que iba a comprar un burro se lo llev a prueba y lo puso en el establo, metindolo entre
los suyos. El burro se puso junto al ms perezoso y voraz, apartndose de los dems. Y, como no
haca nada, el hombre lo at, se lo llev y se lo devolvi a su dueo. Cuando este le pregunt si le
haba hecho una prueba conveniente, le respondi diciendo: No necesito ms pruebas, pues s que es
como el que de entre todos eligi por compaero.
La fbula muestra que se supone que uno es igual que los amigos con los que se siente a gusto.

264. El asno salvaje y el burro domstico

Un asno salvaje, al ver un burro domstico en un lugar soleado, se le acerc y le felicitaba por el
vigor de su cuerpo y por el buen provecho de su comida. Pero, ms tarde, al verlo cargado y al
arriero que iba detrs pegndole con un palo, dijo: No te considero feliz, pues veo que tienes
abundancia, no sin grandes males.
As, no son envidiables las ganancias que se logran con peligros y desgracias.

265. El burro que transportaba sal


Un burro atravesaba un ro cargado de sal. Resbal y al caerse al agua se disolvi la sal, por lo que
se levant ms ligero. Complacido por ello, cuando en otra ocasin lleg cargado de esponjas a un
ro, pens que, si de nuevo se caa, se levantara ms ligero y as resbal voluntariamente. Pero le
ocurri que, al no poder levantarse porque las esponjas haban absorbido el agua, se ahog all.
As tambin, algunos hombres, sin darse cuenta, se meten en desgracias por sus propios
designios.

266. El burro que cargaba con una imagen


Un hombre que haba cargado a un burro con una imagen lo llevaba a la ciudad. La gente con que se
encontraba se arrodillaba a adorar la imagen y el burro interpret que lo adoraban a l, por lo que
rebuznaba orgulloso y ya no quera seguir adelante. Y el arriero, dndose cuenta de lo que ocurra,
mientras le pegaba con la vara, le dijo: Qu mala cabeza, solo faltaba que los hombres se
arrodillasen a adorar a un burro!.
La fbula muestra que los que se ufanan con los bienes ajenos se exponen a la risa de los que los
conocen.

267. El burro revestido con piel de len y la zorra


Un burro revestido con la piel de un len iba de un lado a otro asustando a los animales. Y en esto
que, al ver a una zorra, intent tambin atemorizarla. Esta pues casualmente le haba odo antes
rebuznar dijo al burro: Sabe bien que tambin yo me habra asustado de ti, si no te hubiera odo
ahuecarte.
As, algunos ignorantes que parecen ser alguien por los humos que se dan se ponen en evidencia
por su prurito de hablar.

268. El burro que consideraba dichoso al caballo


Un burro consideraba dichoso a un caballo porque era alimentado generosa y cuidadosamente, en
tanto que l mismo no tena siquiera paja suficiente, y era muy desgraciado. Al estallar la guerra, el
soldado armado mont al caballo, llevndolo a todas partes, e incluso lo condujo por entre las filas
enemigas. Y el caballo result herido. El burro, al verlo, cambiando de opinin compadeci al

caballo.
La fbula muestra que no se debe envidiar a los que mandan y a los ricos, sino amar la pobreza,
considerando qu se envidia en aquellos y sus riesgos.

269. El burro, el gallo y el len


En cierta ocasin un gallo coma juntamente con un burro. Al acercarse un len al burro, el gallo
grit; y el len pues dicen que este teme la voz del gallo se puso a huir. El burro, creyendo que
hua por l, ech a correr en pos del len. Lo persigui un buen trecho hasta donde ya no llegaba la
voz del gallo, y el len se volvi y lo devor. Este, mientras mora, grit: Desdichado de m e
insensato!, pues no siendo de padres luchadores qu me impuls a luchar?.
La fbula muestra que muchos hombres a propsito se enfrentan a los enemigos cuando estn en
condiciones de inferioridad y as mueren a manos de aquellos.

270. El burro, la zorra y el len


Un burro y una zorra, despus de establecer una sociedad entre s, salieron de caza. Un len los
encontr y la zorra, viendo que amenazaba peligro, se acerc al len y le prometi entregarle el
burro si le garantizaba su seguridad. Al decirle el len que quedara libre, la zorra llev al burro a
una trampa y le hizo caer en ella. Y el len, al ver que este no poda huir, en primer lugar atrap a la
zorra y as luego se volvi contra el burro.
As, los que maquinan contra sus socios muchas veces, sin darse cuenta, tambin se pierden a s
mismos.

271. El burro y las ranas


Un burro atravesaba una charca llevando una carga de lea. Se cay por haber resbalado y no pudo
levantarse, por lo que se lamentaba y gema. Al orle las ranas de la charca quejarse, dijeron: Eh t!,
y qu habras hecho si llevaras aqu tanto tiempo como nosotras, cuando, habindote cado hace un
momento, te lamentas as?.
Uno podra servirse de esta fbula contra un hombre indolente que se aflige con los trabajos ms
insignificantes y l mismo se conforma fcilmente con los ms grandes.

272. El burro y la mula cargados por igual


Un burro y una mula caminaban juntos. Y en esto que el burro, viendo que ambos tenan cargas
iguales, se molestaba y se quejaba de que la mula, a la que se consideraba merecedora de doble
cantidad de comida, no llevara una carga mayor. Pero, cuando haban avanzado un poco en su
camino, el arriero, al ver que el burro no poda aguantar, le quit parte de la carga y la coloc sobre
la mula. Un poco ms adelante, viendo el arriero que el burro estaba an ms cansado, de nuevo le

cambi parte de su carga, hasta que quitndosela toda se la puso encima a la mula. Y entonces esta
mir al burro y le dijo: Eh t!, acaso no te parece que con razn merezco el doble de comida?.
As pues, tambin conviene que nosotros juzguemos la disposicin de cada uno no desde el
principio, sino desde el final.

273. El burro y el hortelano


Un burro que prestaba servicio a un hortelano, puesto que coma poco y trabajaba mucho, pidi a
Zeus que lo librara del hortelano y lo vendiese a otro amo. Zeus le atendi y le orden trabajar para
un alfarero. Y de nuevo lo llevaba mal y estaba ms afligido que antes, ya que cargaba la arcilla y las
vasijas. As pues, de nuevo suplic que le cambiara el amo, y lo vendi a un curtidor. Pues bien,
habiendo ido a dar en un amo peor que los anteriores y viendo lo que se haca en su casa, dijo entre
gemidos: Ay de m desdichado!, mejor era para m permanecer junto a mis anteriores amos, pues
este, segn veo, me sacar hasta la piel.
La fbula muestra que los siervos anhelan ms a los anteriores amos cuando toman experiencia
de los posteriores.

274. El burro, el cuervo y el lobo


Un burro que tena una herida en el lomo paca en un prado. Al posarse sobre l un cuervo le golpe
la herida, entonces el burro al sentir dolor se encogi y dio un brinco. El arriero que estaba alejado,
sonri; y un lobo que pasaba cerca lo vio y se dijo a s mismo: Desdichados de nosotros, que nos
persiguen con solo vernos y, en cambio, cuando esos se acercan, se ren!.
La fbula muestra que los hombres que obran mal se ponen en evidencia por su propio aspecto y
a primera vista.

275. El burro y el perrito o El perro y el amo


Un hombre que tena un perro malts y un burro pasaba el tiempo jugando siempre con el perro. Y, si
en alguna ocasin coma fuera, le llevaba algo, y, cuando se acercaba y mova el rabo, se lo echaba.
El burro, lleno de envidia, corri hacia l y dando saltos le dio una coz. Y l, irritado, orden que lo
sacasen a golpes y lo atasen al pesebre.
La fbula muestra que no todos han nacido para todo.

276. El burro y el perro que caminaban juntos


Un burro y un perro caminaban juntos. Encontraron en el suelo una carta sellada, el burro la recogi
y, roto el sello y desenrollada, la ley de modo que el perro pudiera orle. La carta hablaba
casualmente de alimentos, es decir, de heno, cebada y paja. As pues, el perro se encontraba a disgusto
mientras el burro lea eso; y de aqu que le dijera al burro: Lee un poco ms abajo, queridsimo, a

ver si encuentras, en otro prrafo, algo sobre carnes y huesos. El burro ley la carta entera y no
encontr nada de lo que el perro buscaba, y de nuevo el perro volvi a decir: Trala al suelo porque,
amigo, no resulta nada interesante.

277. El burro y el arriero


Un burro conducido por un arriero se adelant a su dueo abandonando el camino y se dirigi a un
precipicio. Cuando estaba a punto de despearse, el arriero, cogindole del rabo, intentaba hacerlo
volver atrs. Pero, al resistirse el burro con fuerza, lo solt y dijo: Vence, pues mala victoria
logras.
La fbula es oportuna para un hombre pendenciero.

278. El burro y las cigarras


Un burro, al or cantar a unas cigarras, se complaci con su grato son y, envidindoles su buena voz,
les pregunt qu coman para tener tal voz. Como estas dijeran: Roco, el burro, aguardando al
roco, muri de hambre.
As tambin, los que desean algo en contra de la naturaleza, adems de no conseguirlo, sufren
tambin las mayores desgracias.

279. El burro que se pensaba que era un len


Un burro que se haba puesto una piel de len era considerado len por todos y causaba el pnico de
hombres y rebaos. Pero como al soplar el viento la piel se le quit y el burro qued desnudo,
entonces todos se lanzaron contra l y lo golpearon con palos y estacas.
Siendo pobre y un cualquiera, no imites a los ms ricos, no seas entonces objeto de burlas y
corras peligro. Pues lo extrao no es apropiado.

280. El burro que coma cambrones y la zorra


Un burro coma la aguda cabellera de unos cambrones. Una zorra lo vio y, burlndose, dijo: Cmo
con una lengua tan delicada y suave ablandas y comes una comida dura?.
La fbula es para los que profieren con su lengua palabras duras y peligrosas.

281. El burro que finga estar cojo y el lobo


Un burro que pastaba en un prado, cuando vio que un lobo se precipitaba contra l, fingi estar cojo.
Acercndosele el lobo le pregunt por qu cojeaba; l le dijo que al atravesar un seto haba pisado
una espina, y le pidi que primero le quitase la espina y luego lo devorase, para que no se le clavase

al comer. Cuando el lobo le hizo caso y le levant la pata, prestando toda su atencin al casco, el
burro de una coz a la boca le salt los dientes. Y el lobo, maltrecho, dijo: Es justo lo que me pasa,
pues por qu, si mi padre me ense el oficio de carnicero, yo mismo he cogido el de mdico?.
As tambin, los hombres que se dedican a cosas que en nada les convienen es natural que resulten
desdichados.

282. El pajarero y las palomas silvestres y domsticas


Un pajarero extendi sus redes y en ellas at unas palomas domsticas. Luego se apost lejos y
esper con impaciencia el resultado. Cuando se les acercaron unas silvestres y se enredaron en las
redes, el pajarero ech a correr e intent cogerlas. Como estas culparan a las domsticas de que,
siendo de la misma especie, no les hubiesen advertido de la trampa, aquellas, respondiendo, dijeron:
Pero para nosotras es mejor guardar a nuestros amos que agradar a nuestra familia.
As tambin, entre los criados no son censurables cuantos, por amor a sus amos, faltan al afecto
de sus parientes.

283. El pajarero y la cogujada


Un pajarero coloc redes para pjaros. Una cogujada que lo haba visto de lejos le pregunt qu
haca. Este le dijo que construa una ciudad y a continuacin se retir lejos y se ocult; la cogujada,
creyendo en las palabras del hombre, se acerc y cay en la red. Cuando el pajarero se aproximaba
corriendo, aquella dijo: Eh t!, si construyes una ciudad as, no encontrars a muchos que la
habiten.
La fbula muestra que casas y ciudades se hallan desiertas principalmente cuando los gobernantes
son severos.

284. El pajarero y la cigea


Un pajarero que haba extendido unas redes para grullas, esperaba de lejos con impaciencia la caza.
Como se posara una cigea junto con las grullas, ech a correr y tambin la captur con aquellas.
Al pedir esta que la soltara y decir que ella era no solo inofensiva para los hombres, sino tambin
muy til, pues coga las serpientes y los dems reptiles y se los coma, el pajarero respondi:
Aunque no eres especialmente mala, al menos mereces castigo por haberte posado con malvados.
Por lo tanto, tambin nosotros debemos evitar el trato con los malvados, para que tampoco
parezca que participamos de su maldad.

285. El pajarero y la perdiz


Un pajarero, al presentrsele un husped bastante tarde y no teniendo qu servirle, ech mano de una
perdiz domstica e iba a sacrificarla. Esta le acus de desagradecido, ya que, aunque le haba sido

muy til al llamar y entregarle a las de su misma especie, l estaba dispuesto a matarla; l dijo: Por
eso con ms razn te voy a sacrificar, porque ni siquiera perdonas a las de tu especie.
La fbula muestra que los que traicionan a los suyos no solo son odiados por los perjudicados,
sino tambin por aquellos a quienes su traicin beneficia.

286. La gallina y la golondrina


Una gallina que haba encontrado unos huevos de serpiente los empoll cuidadosamente y ms tarde
abri los cascarones. Una golondrina que la vio dijo: Necia!, por qu cras eso que, si crece,
comenzar por ti, la primera, a hacer dao?.
As, la maldad es indomable aunque se le presten los mayores servicios.

287. La gallina que pona huevos de oro


Un hombre tena una hermosa gallina que pona huevos de oro. Pensando que dentro de ella haba
cantidad de oro, la sacrific y encontr que era igual que las restantes gallinas. Esperando encontrar
una gran riqueza acumulada, qued privado hasta de la pequea ganancia.
Que uno se baste con lo que tiene a su disposicin y evite la insaciabilidad.

288. La cola y el cuerpo de la serpiente


En cierta ocasin, la cola de una serpiente pretenda ir delante y avanzar la primera. El resto del
cuerpo deca: Cmo me llevars sin ojos y sin nariz, como tienen el resto de los animales?. Pero
no la convenci, sino que incluso result vencida la sensatez. La cola iba la primera y conduca,
arrastrando, ciega todo el cuerpo, hasta que, cayendo en una sima pedregosa, la serpiente se hiri el
espinazo y todo el cuerpo. Movindose, la cola suplicaba a la cabeza: Slvanos si quieres, seora,
pues he sufrido la experiencia de una mala disputa.
La fbula pone en evidencia a los hombres dolosos y malos y que se oponen a sus amos.

289. La serpiente, la comadreja y los ratones


Una serpiente y una comadreja luchaban en una casa. Los ratones, a los que perseguan ya la una, ya
la otra, cuando las vieron luchar salieron de paseo. Ellas, al ver a los ratones, dejaron de luchar entre
s y se volvieron contra aquellos.
As tambin en las ciudades los que se inmiscuyen en las revueltas de los dirigentes populares, sin
darse cuenta se convierten en vctimas de unos y otros.

290. La serpiente y el cangrejo

Una serpiente y un cangrejo vivan en el mismo sitio. Y el cangrejo se comportaba con la serpiente
leal y amistosamente. Esta, en cambio, era prfida y malvada. Aunque el cangrejo continuamente la
animaba a obrar con rectitud con respecto a l y a imitar su buena disposicin, aquella no le haca
caso. Por eso, irritado, cuando observ que dorma la cogi del cuello y la mat; y, al verla tiesa,
dijo: Eh t!, no debas ahora ser recta, cuando has muerto, sino cuando te lo aconsejaba: y no
estaras muerta.
Esta fbula naturalmente podra decirse contra aquellos hombres que, siendo malvados con sus
amigos en vida, dejan sus buenas acciones para despus de su muerte.

291. La serpiente pisoteada y Zeus


Una serpiente, pisoteada por unos hombres, se quej a Zeus. Este le dijo: Si hubieras mordido al
primero que te pisote, el segundo no habra intentado hacerlo.
La fbula muestra que los que se enfrentan a los primeros que atacan se hacen temibles para los
dems.

292. El nio que coma entraas


Unos pastores que sacrificaban una cabra en el campo invitaron a los vecinos. Con ellos haba
tambin una mujer pobre, con la que estaba su hijo. En el transcurso del banquete, el nio, con la tripa
hinchada por la carne y sintindose mal, dijo: Madre, vomito mis entraas. La madre le dijo: No
las tuyas, hijo, sino las que te has comido.
Esta fbula es para un hombre con deudas, que, habiendo tomado el dinero ajeno resueltamente,
cuando se le reclama, se enfada como si lo diera de lo suyo.

293. El nio que cazaba saltamontes y el escorpin


Un nio cazaba saltamontes delante de un muro y haba cogido muchos. Cuando vio un escorpin,
pensando que era un saltamontes, ahuec la mano e iba a ponrsela encima. Y este, levantando el
aguijn, dijo: Ojal hubieras hecho eso antes, para que tambin se te hubieran escapado los
saltamontes que cogiste!.
Esta fbula ensea que no se debe tratar por igual a todos, los buenos y los malos.

294. El nio y el cuervo


Una mujer consult acerca de su propio hijo, que era muy pequeo, a unos adivinos, y estos
predijeron que lo matara un cuervo. Por eso, asustada, prepar una gran arca y en ella lo escondi,
tratando de evitar que un cuervo lo matara. Y continuamente la abra a horas fijas y le proporcionaba
los alimentos necesarios. Y en cierta ocasin, la abri y dej levantada la tapa. Y el nio
descuidadamente asom la cabeza. As ocurri que la aldabilla[14] del arca le cay en la mollera y lo

mat.

295. El nio y el len pintado


Un anciano cobarde que tena un hijo nico, valeroso y apasionado por la caza, lo vio en sueos
muerto por un len. Temiendo que el sueo se hiciese real y resultase verdico, prepar una vivienda
muy hermosa y elevada, donde protegi a su hijo. Pint tambin la vivienda por gusto con animales
de todo tipo, entre ellos un len. El hijo, cuanto ms lo vea, ms pena tena. Y un da, situado cerca
del len, dijo: Animal malsimo!, por ti y un sueo falso de mi padre fui encerrado en una crcel
propia de mujeres, qu voy a hacerte?. Y tras decir eso, ech la mano a la pared para cegar al len.
Se le meti bajo la ua una espina, que le produjo un dolor agudo, y se le hinch hasta producirse
una infeccin. Por eso le prendi una fiebre y al poco muri. El len, aunque era una pintura, le
caus la muerte, sin que fuera til para nada el ardid del padre.
Que lo que le tenga que ocurrir a uno lo soporte con valenta y no recurra a ardides, pues no lo
evitar.

296. El nio ladrn y su madre


Un nio que haba sustrado de la escuela la tablilla de su compaero se la llev a su madre. Ella no
solo no lo reprendi, sino que incluso se lo alab. Despus rob un manto y se lo llev a ella. Y
aquella lo alab an ms. Pasando el tiempo, cuando se convirti en un joven, incluso intent robar
cosas ms importantes. Cogido una vez in fraganti, lo llevaron al verdugo con las manos atadas a la
espalda. Su madre lo acompa dndose golpes de pecho, y el chico dijo que quera confesarle algo
al odo; y tan pronto como se le acerc, le cogi la oreja y se la mordi. Al acusarle ella de
impiedad, porque no contento con los delitos que ya haba cometido, maltrat tambin a su madre,
aquel, respondiendo, dijo: Si me hubieras reprendido cuando por primera vez rob una tablilla y te
la llev, no habra llegado al extremo de ser conducido incluso a la muerte.
La fbula muestra que lo que no se castiga en un principio va a ms.

297. El nio que se baaba


En cierta ocasin un nio que se baaba en un ro estuvo en un tris de ahogarse. Al ver a un
caminante, lo llam para que lo socorriese. Este reprendi al nio por atrevido. El mozalbete le dijo:
Ahora aydame, luego, cuando est a salvo, podrs reprenderme.
La fbula se dice contra los que, en su propio perjuicio, dan ocasin de que se les critique.

298. El hombre que tena dinero en depsito y el Juramento


Un hombre que haba tomado dinero prestado de un amigo pensaba quedarse con l. Y en esto que, al
citarle este a que prestase juramento, se fue al campo para evitarlo. Llegado a las puertas de la ciudad

vio que sala un cojo y le pregunt quin era y adnde iba. Al decir este que l era el Juramento y que
iba contra los impos, por segunda vez le pregunt cada cunto tiempo acostumbraba a visitar las
ciudades. Este dijo: Cada cuarenta aos, pero a veces incluso cada treinta. Y l, sin vacilar un
momento, al da siguiente jur que no haba recibido dinero en depsito. Pero al encontrarse con el
Juramento este lo llev a un precipicio; el otro le culpaba de que, aunque le haba dicho antes que se
marchara durante treinta aos, ni siquiera le haba dado un solo da de garanta.
l, respondiendo, dijo: Entrate bien de que, cuando alguien tiene la intencin de molestarme,
acostumbro a visitarlo el mismo da.
La fbula muestra que el castigo del dios para los impos no es a plazo fijo.

299. El padre y sus hijas


Un hombre que tena dos hijas dio una en matrimonio a un hortelano, y la otra a un alfarero. Al cabo
del tiempo, fue a ver a la del hortelano y le pregunt cmo estaba y qu tal les iban las cosas. Ella
dijo que todo les iba bien, pero que solo peda a los dioses que llegase el mal tiempo y la lluvia para
que las hortalizas se regasen. No mucho despus, fue a ver a la del alfarero y le pregunt cmo
estaba. Al decir esta que de lo dems nada le faltaba, pero que solo peda que permaneciese el cielo
raso y un sol brillante para que las vasijas se secasen, le dijo: Si t pretendes el buen tiempo y tu
hermana el malo con cul de vosotras voy a rogar?.
As, los que intentan al mismo tiempo distintos asuntos es natural que fracasen en ambos.

300. La perdiz y el hombre


Un hombre que haba cazado una perdiz iba a degollarla. Ella le suplicaba diciendo: Deja que viva y,
a cambio de m, yo cazar para ti muchas perdices. l respondi: Por eso mismo estoy decidido a
sacrificarte, porque quieres tender trampas a tus parientes y amigos.
Que quien maquina artimaas insidiosas contra sus amigos caer l mismo en sus trampas.

301. La paloma sedienta


Una paloma, atormentada por la sed, al ver pintada en un cuadro una cratera[15] de agua, supuso que
era real. Por eso, se precipit con mucho estruendo y, sin advertirlo, se estamp contra el cuadro. Y
le ocurri que, al romprsele las alas, cay al suelo y uno de los que andaban por all la captur.
As, algunos hombres que, por un deseo vehemente, emprenden irreflexivamente los asuntos, sin
darse cuenta se lanzan a la ruina.

302. La paloma y la corneja


Una paloma criada en un palomar se jactaba de su fecundidad. Una corneja que haba escuchado sus
palabras dijo: T!, deja de presumir por eso; pues cuantas ms cras tengas, tantas ms

servidumbres lamentars.
As tambin, los ms desafortunados de los sirvientes son los que en la esclavitud tienen hijos.

303. Las dos alforjas


En otro tiempo Prometeo, que haba modelado a los hombres, colg de ellos dos alforjas, la de los
males ajenos y la de los propios. Y la de los extraos la coloc delante, la otra la colg detrs. De ah
que los hombres ven enseguida los males ajenos pero no reparan en los propios.
Uno podra servirse de esta fbula contra un intrigante que, ciego ante sus propios asuntos, se
preocupa de los que no le interesan en absoluto.

304. El mono y los pescadores


Un mono, sentado en lo alto de un rbol, al ver que unos pescadores echaban una red barredera en un
ro, observaba lo que hacan y, al dejar estos la red y retirarse un poco para comer, baj del rbol e
intent imitarlos dicen, en efecto, que este animal es imitador. Pero al coger las redes, se
enganch y corra peligro de ahogarse. Y se dijo a s mismo: Es justo lo que me ha pasado, pues
por qu, sin saber pescar, me puse a ello?.
La fbula muestra que el intento de lo que en absoluto interesa no solo es intil, sino tambin
daino.

305. El mono y el delfn


Los que navegan tienen la costumbre de llevar consigo perros malteses y monos para su distraccin
durante la travesa. Uno que iba a navegar se llev tambin un mono. Cuando llegaron a la altura del
Sunio, el cabo del tica, se desencaden una violenta tempestad. Como la nave se fuese a pique y
todos tratasen de ganar la costa a nado, tambin el mono nadaba. Un delfn que lo haba visto y haba
supuesto que era un hombre, se puso debajo de l, y lo transport hacia tierra firme. Cuando lleg al
Pireo, el puerto de los atenienses, pregunt al mono si era ateniense de nacimiento. Al responderle
este que s y que all tena ascendientes ilustres, le volvi a preguntar si conoca el Pireo. Creyendo el
mono que le hablaba de un hombre, le dijo que era muy amigo suyo, incluso ntimo. Y el delfn,
irritado por tanta mentira, se sumergi y lo ahog.
La fbula es para los hombres que cuando desconocen la verdad, acostumbran a engaar.

306. El mono y la camella


En una asamblea de animales se levant un mono y se puso a bailar. Como todos lo acogieran bien y
le aplaudieran mucho, una camella, llena de envidia, quiso ganrselos. Por eso, se levant e intent
bailar tambin ella. Pero, como haca muchas cosas raras, los animales, indignados, la echaron a
golpes de palos.

La fbula es oportuna para los que, por envidia, rivalizan con los mejores.

307. Los hijos del mono


Dicen que los monos engendran dos cras y que aman a una de ellas y la cran con cuidado, en
cambio a la otra la aborrecen y la abandonan. Ocurri, por una cierta suerte divina, que la ms
mimada, abrazada dulce y estrechamente a la madre, se ahog y la desdeada sali adelante.
La fbula muestra que la suerte resulta ms poderosa que la previsin.

308. Los navegantes


Navegaban unos hombres embarcados en una nave. Cuando estaban en alta mar se desencaden una
violenta tempestad y la nave casi se hundi. Uno de los navegantes, rasgndose las vestiduras,
invocaba a los dioses patrios entre llantos y lamentos, prometiendo que les ofrecera sacrificios de
agradecimiento, si se salvaban. Cuando ces la tempestad y se hizo de nuevo una calma chicha, se
pusieron a celebrarlo, bailaban y daban saltos, porque haban escapado de un peligro inesperado. Y el
piloto, que era un hombre duro, les dijo: Amigos, debemos alegrarnos, sin olvidar que quiz de
nuevo se produzca una tempestad.
La fbula ensea a no exaltarse demasiado con los sucesos felices, pensando lo mudable de la
fortuna.

309. El rico y el curtidor


Un rico estableci su vivienda junto a un curtidor; no pudiendo soportar el mal olor, no dejaba de
insistirle para que se mudase. Este siempre le daba largas, diciendo que se mudara al cabo de poco
tiempo. Tras muchos aos de repetirse lo mismo, ocurri que pasado un tiempo el rico, habituado al
olor, ya no le importun ms.
La fbula muestra que la costumbre mitiga hasta lo desagradable de las cosas.
310.El rico y las plaideras
Un rico que tena dos hijas, cuando muri una, contrat unas plaideras. La otra le dijo a la madre:
Desdichadas de nosotras, que no sabemos lamentarnos nosotras mismas cuando la pena es nuestra,
y estas, a las que en nada les concierne, se dan golpes de pecho y lloran con tanta vehemencia!. Y
aquella, respondiendo, dijo: No te asombre, hija, el que esas se lamenten de modo tan lastimero,
pues lo hacen por dinero.
As, algunos hombres, por ambicin, no vacilan en especular con las desgracias ajenas.

311. El pastor y el mar


Un pastor que apacentaba su rebao cerca del mar, al verlo calmo y tranquilo, quiso navegar. Pues
bien, vendi sus ovejas, compr dtiles, los carg en una nave y se hizo a la mar. Pero, al producirse

una violenta tempestad y correr peligro la nave de irse a pique, ech toda la carga al mar y se salv
con dificultad con la nave vaca. Despus de unos pocos das, al acercrsele uno y admirar la
tranquilidad del mar pues casualmente estaba en calma, interrumpindole, dijo: Buen hombre,
de nuevo desea dtiles el mar y por eso parece que est tranquilo.
La fbula muestra que los sufrimientos sirven de enseanza a los hombres.

312. El pastor y el perro que meneaba la cola ante las ovejas


Un pastor que tena un perro muy grande acostumbraba a darle de comer las ovejas que moran y sus
corderinos recin nacidos. Y un da, cuando entraba el rebao, el pastor, al ver que el perro se
acercaba a las ovejas y meneaba la cola ante ellas, dijo: Que caiga sobre tu cabeza lo que t quieres
para estas!.
La fbula es oportuna para un adulador.

313. El pastor y los lobeznos


Un pastor que haba encontrado unos lobeznos los crio con mucho cuidado pensando que finalmente
no solo custodiaran sus ovejas, sino que cuando otros lobos le quitaran algunas, se las devolveran a
l. Pero estos, tan pronto como crecieron y adquirieron confianza, comenzaron a destruir el rebao.
Cuando el pastor se dio cuenta de ello, dijo entre llantos: Es justo lo que me ha pasado, pues por
qu salv, cuando eran pequeos, a esos que haba incluso que matar cuando crecieran?.
As, los que salvan a los malvados, sin darse cuenta, los fortalecen primero contra ellos mismos.

314. El pastor y el lobo criado con perros


Un pastor que haba encontrado un cachorro de lobo recin nacido y lo haba recogido lo criaba
junto con sus perros. Cuando creci, si en alguna ocasin un lobo arrebataba una oveja, tambin l
junto con los perros lo persegua. A veces, no pudiendo los perros coger al lobo regresaban de
vaco, pero aquel lo segua hasta que lo coga y, como lobo, tomaba parte de la presa; luego volva.
Cuando no eran los otros lobos los que robaban una oveja, l la mataba a escondidas y la coma con
los perros, hasta que el pastor tuvo sospechas y, comprendiendo lo que haca, lo mat, colgndolo de
un rbol.
La fbula muestra que una naturaleza malvada no forma un modo de ser honrado.

315. El pastor y el lobezno


Un pastor encontr un lobezno y lo crio; luego, convertido en cachorro, le ense a robar de los
rebaos cercanos. El lobo, cuando aprendi, dijo: Mira, no sea que t, que me has acostumbrado a
robar, eches de menos alguna de tus ovejas.
Los malos por naturaleza, que aprenden a robar y a ser ambiciosos, muchas veces daan a los que

les haban enseado.

316. El pastor y las ovejas


Un pastor que haba llevado sus ovejas a un encinar, al ver una encina muy grande repleta de bellotas,
extendiendo debajo su manto, se subi a ella y sacuda el fruto. Las ovejas, al comer las bellotas, sin
darse cuenta, tambin se comieron a la vez el manto. Cuando el pastor baj y vio lo sucedido, dijo:
Malditos animales!, vosotros que proporcionis a los dems las lanas para sus ropas, a m, que os
alimento, me quitis hasta el manto.
As, muchos hombres, por ignorancia, beneficiando a los que nada les importan, cometen
maldades con los suyos.

317. El pastor que meta un lobo en el aprisco y el perro


Un pastor que meta las ovejas en el aprisco estuvo a punto de encerrar con ellas tambin a un lobo,
pero su perro, al verlo, le dijo: Si quieres salvar las ovejas de tu rebao cmo metes con l este
lobo?.
La convivencia con los malos puede hacer un dao muy grande y causar la muerte.

318. El pastor que gastaba bromas


Un pastor que apacentaba su rebao bastante lejos de la aldea continuamente gastaba la siguiente
broma: llamaba, en efecto, a gritos a los aldeanos en su ayuda diciendo que unos lobos atacaban las
ovejas. Dos y tres veces los de la aldea se asustaron y salieron fuera, volviendo despus burlados.
Ocurri finalmente que una vez los lobos atacaron de verdad. Mientras saqueaban el rebao y el
pastor llamaba a los aldeanos en su ayuda, estos, suponiendo que bromeaba como de costumbre, no
se preocuparon en absoluto y as se qued sin ovejas.
La fbula muestra que los embusteros ganan esto: no ser credos cuando dicen la verdad.

319. La Guerra y el Desenfreno


Los dioses se casaron con quien a cada uno le toc en suerte. La Guerra asisti al ltimo sorteo. Solo
consigui al Desenfreno y, muy enamorada de l, se cas. Lo acompaa a cualquier sitio que vaya.
Adonde llegue el Desenfreno, en una ciudad o en una nacin, la Guerra y las luchas enseguida
vienen tras l.

320. El ro y el cuero
Un ro, al ver que un cuero flotaba en su corriente, le pregunt: Cmo te llamas?. Al responderle

este: Mi nombre es duro, cubrindole con su corriente, dijo: Bscate otro nombre, pues yo te voy
a hacer blando.
Una desgracia en la vida muchas veces hizo bajar a tierra a un hombre osado y arrogante.

321. La oveja esquilada


Una oveja esquilada malamente dijo al que la estaba esquilando: Si buscas lanas, corta ms arriba;
pero si deseas carne, sacrifcame de una vez y deja de atormentarme por partes.
La fbula es ajustada para los que se dedican a sus oficios sin aptitudes.

322. Prometeo y los hombres


Prometeo, por mandato de Zeus, model a los hombres y a los animales. Zeus, al observar que los
animales irracionales eran muchos ms, le orden que, destruyendo a algunos, los transformara en
hombres. Cuando este hizo lo que se le haba ordenado, result de ello que los que no haban sido
modelados hombres desde el principio tenan la forma de los hombres pero el espritu de animales.
La fbula es oportuna contra un hombre burdo y bestial.

323. La rosa y el amaranto


Un amaranto que creca junto a una rosa dijo: Qu flor ms hermosa y deseable eres para dioses y
hombres!, te felicito por tu belleza y por tu aroma. Esta dijo: Yo vivo por poco tiempo, amaranto,
y, aunque nadie me corte, me marchito; sin embargo, t floreces y vives siempre tan joven.
Es mejor perdurar contentndose con poco que, por darse importancia poco tiempo, sufrir un
cambio desafortunado o incluso morir.

324. El granado, el manzano, el olivo y la zarza


Un granado, un manzano y un olivo disputaban sobre su fertilidad. Como se produjese una disputa
muy acalorada, una zarza, que desde una valla cercana les haba odo, dijo: Amigos, dejemos alguna
vez de pelear.
As, en las disputas de los mejores tambin los que no valen nada intentan parecer que son algo.

325. El trompeta
Un trompeta que convocaba al ejrcito, al ser hecho prisionero por los enemigos, grit: No me
matis, soldados, a la ligera y sin motivo; pues no he matado a ninguno de vosotros, ya que, excepto
este bronce, no tengo ningn otro. Ellos le dijeron: Pues por eso precisamente vas a morir, porque
t, que no puedes combatir, renes a todos para el combate.

La fbula muestra que ms delinquen los que incitan a obrar mal a los gobernantes malos y
violentos.

326. El topo y su madre


Un topo animal ciego dijo a su madre que vea. Y ella para probarle le dio un grano de
incienso y le pregunt qu era. El topo respondi que una piedrecita, y la madre dijo: Hijo, no solo
ests privado de la vista, sino que tambin has perdido el olfato.
As, algunos fanfarrones, en tanto que proclaman cosas imposibles, son rebatidos hasta en las ms
insignificantes.

327. El jabal y la zorra


Un jabal, parado junto a un rbol, se afilaba los dientes. Al preguntarle una zorra por qu, sin que le
amenazara ningn cazador ni ningn peligro, aguzaba sus dientes, dijo: No lo hago vanamente, pues
si me sobreviene un peligro no tendr entonces que afilarlos y los utilizar, pues ya estarn
dispuestos.
La fbula ensea que los preparativos deben hacerse antes de los peligros.

328. El jabal, el caballo y el cazador


Un jabal y un caballo pacan en el mismo lugar. Como el jabal destrozaba la hierba y enturbiaba el
agua, el caballo, queriendo librarse de l, se ali con un cazador. Y, al decirle este que no poda
ayudarle a no ser que soportara un freno y le dejara montar, el caballo acept todo. Y el cazador,
montado en l, mat al jabal y, llevndose al caballo, lo at al pesebre.
As, muchos, por una ira irreflexiva, mientras quieren librarse de los enemigos se entregan a
otros.

329. La cerda y la perra que se insultaban


Una cerda y una perra se insultaban una a otra. La cerda juraba por Afrodita que desgarrara a la
perra con sus dientes. La perra a eso contest con irona: Bien nos juras por Afrodita, pues muestras
que eres muy amada por ella, que a quien prueba de tus carnes impuras, en absoluto deja entrar en su
templo. Y la cerda: Por eso, en efecto, es ms evidente que la diosa me ama, pues rechaza por
completo a quien me mata o maltrata de cualquier forma; t, sin embargo, hueles mal viva o muerta.
La fbula muestra que los oradores prudentes metdicamente transforman en elogio las injurias
de los enemigos.

330. Las avispas, las perdices y el labrador

Avispas y perdices, atormentadas por la sed, fueron a ver a un labrador a pedirle de beber y le
prometan que, a cambio del agua, le devolveran este favor: las perdices removeran sus vias, las
avispas, revoloteando en crculo, ahuyentaran a los ladrones con sus aguijones. El labrador dijo:
Tengo dos bueyes que, sin prometer nada, hacen todo; por tanto, es mejor darles a ellos que a
vosotras.
La fbula vale contra hombres depravados que prometen prestar un servicio, pero cometen
grandsimos daos.

331. La avispa y la serpiente


Una avispa se pos en la cabeza de una serpiente y la atormentaba golpendola continuamente con su
aguijn. La serpiente, sintiendo un dolor agudo y no pudiendo rechazar al enemigo, puso su cabeza
bajo la rueda de un carro y as muri junto a la avispa.
La fbula muestra que algunos escogen morir junto con los enemigos.

332. El toro y las cabras monteses


Un toro, perseguido por un len, se refugi en una cueva en la que haba cabras monteses. Golpeado
y corneado por ellas, dijo: No lo aguanto porque os tenga miedo a vosotras, sino al len que est
ante la entrada.
As, muchos, por miedo a los ms poderosos, soportan incluso las insolencias de los inferiores.

333. El pavo real y la grulla


Un pavo real se burlaba de una grulla, y mofndose del color de su cuerpo le deca: Estoy revestido
de oro y prpura; t, en cambio, nada hermoso llevas en tus alas. Esta dijo: Pero yo canto cerca de
las estrellas y vuelo a lo alto del cielo; t, en cambio, como un gallo, vas por abajo entre las
gallinas.
Es mejor ser clebre con un vestido pobre que vivir sin fama enorgullecido por la riqueza.

334. El pavo real y el grajo


Celebraban las aves un consejo para tratar de su reino, y un pavo real pretenda que se le votase rey
por su belleza. Dispuestas las aves a eso, un grajo dijo: Pero, si nos persigue un guila, cuando t
reines, cmo nos vas a ayudar?.
La fbula muestra que no son censurables quienes, en previsin de los peligros futuros, antes de
sufrirlos, se protegen.

335. La cigarra y la zorra

Una cigarra cantaba en lo alto de un rbol. Una zorra, queriendo comrsela, ide algo as: se situ
enfrente para admirar su buena voz y le peda que bajara, diciendo que deseaba ver de qu tamao era
el animal que emita tal sonido. Y aquella, sospechando su engao, arranc una hoja y la dej caer. La
zorra corri hacia lo que crey ser la cigarra y esta dijo: Te has equivocado, amiga, si supusiste que
iba a bajar; pues yo me guardo de las zorras desde que en un excremento de zorra vi alas de cigarra.
Las desgracias del prjimo hacen prudentes a los hombres sensatos.

336. La cigarra y las hormigas


En invierno las hormigas secaban el grano mojado. Una cigarra hambrienta les pidi comida. Las
hormigas le dijeron: Por qu durante el verano no recogiste comida tambin t?. Esta dijo: No
holgaba, sino que cantaba melodiosamente. Ellas, rindose, dijeron: Pues si en verano cantabas,
baila ahora.
La fbula muestra que no debe uno descuidarse en ningn asunto, para no afligirse y correr
peligro.

337. El muro y la estaca


Un muro, golpeado violentamente por una estaca, gritaba: Por qu me destrozas, sin que yo te haya
hecho ningn mal?. Y esta le dijo: Yo no tengo la culpa de esto, sino el que por detrs me golpea
con fuerza.

338. El arquero y el len


Subi a un monte un arquero experto en cazar. Todos los animales huyeron y solo un len le ret a
una lucha. El arquero le dispar un dardo y, alcanzando al len, dijo: Ve conociendo cmo es mi
mensajero, que enseguida ataco yo. El len, herido, ech a correr. Al decirle una zorra que tuviese
nimo y no huyera, el len dijo: De ningn modo me engaars; pues cuando tiene un mensajero tan
amargo, si me ataca l en persona, qu voy a hacer?.
Desde el principio se deben examinar previamente los finales y as despus salvar la vida.

339. El macho cabro y la vid


Un macho cabro coma el brote tierno de una vid. Esta le dijo: Por qu me daas?, es que no hay
hierba? Ya proporcionar yo todo el vino que necesiten cuando te sacrifiquen.
La fbula censura a los desagradecidos y que quieren aprovecharse de los amigos.

340. Las hienas

Dicen que las hienas cambian cada ao su naturaleza y que unas veces se hacen machos y otras
hembras. Y en cierta ocasin, una hiena macho mont contra natura a una hembra. Esta, tomando la
palabra, dijo: Pero, amigo, hazlo as, que pronto te pasar lo mismo.
Naturalmente podra decirse esto contra el que ejerce un mando desptico sobre quien le va a
sustituir de inmediato en el mismo.

341. La hiena y la zorra


Dicen que las hienas, que cambian cada ao su naturaleza, unas veces son machos y otras hembras. Y
una hiena, al ver a una zorra, le reproch que no se acercara a ella, que quera ser su amiga. Y
aquella, respondiendo, dijo: No me lo reproches a m, sino a tu naturaleza, por la que ignoro si te he
de tratar como amiga o como amigo.
Contra un hombre ambiguo.

342. La cerda y la perra (sobre su fecundidad)


Una cerda y una perra disputaban acerca de su fecundidad. Como la perra dijese que era la nica de
los cuadrpedos que para tras muy breve gestacin, la cerda respondi: Cuando digas eso,
reconoce que los pares ciegos.
La fbula muestra que no se juzgan las acciones por su rapidez, sino por su perfeccin.

343. El jinete calvo


Un calvo que se haba puesto una peluca montaba a caballo. El viento, al soplar, se la quit; una gran
risa les dio a los que andaban por all. Y aquel detuvo el caballo y dijo: Por qu es extrao que
huyan de m unos pelos que no eran mos, que incluso abandonaron al que los tena, con quien
nacieron?.
Que nadie se apene por la desgracia que le llegue, porque lo que no obtuvo de la naturaleza al
nacer, eso tampoco permanece con l; pues vinimos desnudos, desnudos tambin nos marcharemos.

344. El avaro
Un avaro que haba convertido en dinero toda su hacienda y haba adquirido un lingote de oro lo
enterr en un lugar (y al tiempo sepult all su propia alma y su mente) e iba all todos los das a
mirarlo. Un trabajador que le haba observado de cerca y haba comprendido lo que pasaba
desenterr el lingote y se lo llev. Cuando el otro volvi y vio el lugar vaco, comenz a lamentarse
y mesarse los cabellos. Uno, al ver cmo se lamentaba y enterarse de la causa, dijo: Eh t!, no te
desanimes as, pues, cuando lo tenas, tampoco tenas el oro. As pues, coge una piedra en vez de oro,
ponla y piensa que tienes el oro, pues te colmar del mismo provecho; porque, segn veo, cuando
estaba el oro, tampoco hacas uso de su posesin.

La fbula muestra que la posesin no es nada, si con ella no va el uso.

345. El herrero y el perrito


Un herrero tena un perro que dorma mientras l trabajaba; a la hora de comer, en cambio,
despertaba y se le pona a su lado. El herrero, echndole un hueso, le dijo: Desgraciado, dormiln!,
cuando golpeo el yunque, duermes; pero cuando muevo los dientes, enseguida despiertas.
La fbula censura a los dormilones y perezosos, y que comen de los trabajos ajenos.

346. El invierno y la primavera


El invierno se burl de la primavera y le ech en cara que en cuanto apareca ya nadie estaba
tranquilo, sino que el uno iba a los prados y bosques, al que le era grato cortar flores y lirios o
incluso mecer una rosa ante sus ojos y ponrsela en el pelo; otro, subiendo en una nave y surcando el
mar, va, si se tercia, a ver a otros hombres; y que ya nadie se preocupa de los vientos o de la mucha
agua de las lluvias. Yo dijo me parezco a un jefe y a un soberano y ordeno mirar no al cielo,
sino hacia abajo, hacia el suelo y obligo a tener miedo y a temblar y, a veces, a pasar el da en casa a
gusto. Por eso dijo la primavera los hombres gustosamente se libraran de ti; de m, en
cambio, incluso el propio nombre les parece que es hermoso, y por Zeus!, el ms hermoso de los
nombres, de modo que cuando me voy me aoran y estn flamantes cuando aparezco.

347. La golondrina y la serpiente


Una golondrina que haba anidado en un tribunal ech a volar; una serpiente, deslizndose, devor a
sus cras. Al regresar aquella y encontrar el nido vaco se lamentaba con gran dolor. Otra golondrina
intent consolarla y le dijo que no era ella la primera que haba perdido sus cras; la otra le contest:
No lloro tanto por mis hijos como porque me han agraviado en este lugar en el que logran ayuda
los que reciben agravios.
La fbula muestra que muchas veces son ms difciles las desgracias para los que las sufren
cuando son provocadas por quienes menos lo esperan.

348. La golondrina y la corneja que disputaban sobre su belleza


Una golondrina y una corneja disputaban sobre su belleza. La corneja tom la palabra y le dijo: Tu
belleza florece en la estacin primaveral; mi cuerpo, en cambio, se mantiene en perfecta forma
incluso en invierno.
La fbula muestra que la larga duracin del cuerpo es mejor que su belleza.

349. La golondrina y los pjaros

Nada ms brotar el murdago, una golondrina se dio cuenta del riesgo que amenazaba a las aves y,
habiendo reunido a todos los pjaros, les aconsej que, mejor que nada, cortasen las encinas donde se
produce el murdago; y si eso no les era posible, que se refugiasen en los hombres y les suplicasen
que no utilizaran el poder del murdago para capturarlos. Rindose estos de sus tonteras, ella se fue
a suplicar ayuda a los hombres. Estos la acogieron por su sagacidad y hasta la aceptaron como
convecina. As ocurri que los hombres cazan y se comen a los restantes pjaros, pero solo la
golondrina, como protegida, anidaba sin miedo en sus casas.
La fbula muestra que los que prevn el porvenir naturalmente apartan de s los peligros.

350. La golondrina que presuma y la corneja


La golondrina dijo a la corneja: Yo soy virgen y ateniense, princesa e hija del rey de Atenas y
aadi el episodio de Tereo, la violacin y la amputacin de la lengua. Y la corneja dijo: Qu
habras hecho si hubieras tenido lengua, cuando hablas tanto con la lengua cortada?.
Los que presumen de palabra, ellos mismos, al mentir, se contradicen.

351. La tortuga y el guila.


Una tortuga pidi a un guila que le enseara a volar. Aunque esta le advirti que eso exceda a su
naturaleza, aquella insisti en su peticin. As pues, la cogi con sus garras y se la llev a las alturas,
luego la solt. La tortuga cay sobre una roca y se destroz.
La fbula muestra que muchos se daan a s mismos por no hacer caso, en su afn de porfiar, a
los ms prudentes.

352. La tortuga y la liebre


Una tortuga y una liebre discutan sobre su rapidez. Y, tras fijar fecha y lugar, se separaron. As pues,
la liebre, despreocupndose de la carrera, confiada en su rapidez natural, se ech junto al camino y se
puso a dormir. La tortuga, consciente de su propia lentitud, no dej de correr y as, sobrepasando a la
liebre que dorma, alcanz el premio de la victoria.
La fbula muestra que muchas veces el trabajo vence a una naturaleza despreocupada.

353. Las ocas y las grullas


Ocas y grullas coman en el mismo prado. Se les aparecieron unos cazadores y las grullas, que eran
ligeras, echaron a volar. Las ocas, rezagadas por la pesadez de sus cuerpos, fueron capturadas.
As, tambin entre los hombres, cuando se produce una guerra en la ciudad, los pobres, ligeros de
peso, fcilmente se mantienen a salvo al huir de una ciudad a otra y continan siendo libres; sin
embargo, los ricos, al quedarse por el exceso de sus bienes, muchas veces son esclavizados.

354. Las ollas


Un ro arrastraba una olla de barro y otra de bronce. La de barro deca a la de bronce: Nada lejos de
m y no cerca, pues si t te me acercas me romper y tambin si yo te toco sin querer.
La vida es insegura para un pobre que vive cerca de un soberano ladrn.

355. El loro y la comadreja


Un hombre que haba comprado un loro lo llev a vivir a su casa. El loro, como animal manso que
es, salt sobre el hogar y se pos en l, y desde all gritaba alegremente. Una comadreja, al verlo, le
pregunt quin era y de dnde haba venido. El loro dijo: El amo me ha comprado hace poco. Y
bien dijo ella t, el ms osado de los animales, un recin llegado, gritas de tal manera, cuando a
m, nacida en la casa, los amos no me lo permiten, sino que, si en alguna ocasin lo hago, se enfadan
y me echan. l respondi: Seora de la casa, mrchate lejos, pues los amos no se enfadan del
mismo modo con mi voz que con la tuya.
La fbula es oportuna contra un hombre criticn que intenta siempre echar las culpas a otros.

356. La pulga y el atleta


En cierta ocasin una pulga dio un salto y se pos en el pie de un atleta enfermo y, al saltar, le
produjo una picadura. l, muy irritado, se dispona a aplastar a la pulga con sus uas. Pero ella con
un impulso dio un salto natural y, alejndose, escap de la muerte. El atleta, enojado, dijo: Heracles,
cuando me auxilias as con una pulga, cmo vas a ser un colaborador contra mis rivales?.
Por lo tanto, la fbula tambin a nosotros nos ensea que no debemos invocar enseguida a los
dioses para asuntos de poca importancia y sin riesgo, sino para las necesidades mayores.

357. La pulga y el hombre


En cierta ocasin una pulga no haca ms que molestar a uno. Al atraparla le dijo: Quin eres t
que te alimentas de todos mis miembros, picndome a la ligera y sin motivo?. Ella grit: As
vivimos, no me mates, pues no puedo hacerte un gran mal. l, rindose, le dijo as: En un momento
estars muerta con mis propias manos, pues no conviene en absoluto que surja en modo alguno
ningn mal, ni pequeo ni grande.
La fbula muestra que no conviene compadecerse del malo, grande o pequeo.

358. La pulga y el buey


En cierta ocasin una pulga pregunt as al buey: Qu te ha pasado para que diariamente sirvas
como un esclavo a los hombres, siendo tan grande y valeroso, si soy yo quien desgarra sus carnes y
bebe con avidez su sangre?. Y el buey: No soy desagradecido con la raza de los mortales, pues

ellos me aman y me quieren sobremanera y con frecuencia me frotan en la frente y en el lomo. Y


ella: Pero para m, desdichada, ese frote grato para ti, es un destino lamentable si es que por
casualidad me alcanza. Los que fanfarronean de palabra son derrotados hasta por el humilde.

GLOSARIO DE NOMBRES PROPIOS[16]

Afrodita (18, 76, 329). Diosa del amor y de la belleza. Nacida, segn Hesiodo, de la espuma marina
acumulada en torno a los genitales del dios Urano, arrojados al mar cuando fue castrado por su
hijo Crono. Segn Homero, Afrodita es hija de Zeus y de Dione.
Apolo (121, 166). Dios de la msica y de la poesa, de la curacin y de la profeca. Era hijo de Zeus y
de Leto y hermano gemelo de Artemis. Encarna la belleza masculina. Reciba culto en toda
Grecia, pero fundamentalmente en Delfos, donde haba un famoso santuario a l consagrado.
Atenas (10, 96, 350). Ciudad griega, la ms importante del tica. Se halla situada en la llanura central
del tica y est rodeada de montaas, excepto por el sur.
Atenea (53, 124, 129, 171). Diosa guerrera, pero tambin protectora de las artes manuales.
Personifica el trabajo y la actividad intelectual. Nace de la cabeza de Zeus, como hija de Zeus y
Metis, a la que el gran dios se haba tragado al saber que estaba embarazada, por temor a que
diera a luz un hijo ms fuerte que l. Su smbolo era la lechuza y su rbol el olivo. Es la diosa
protectora de la ciudad de Atenas.
tica (305). Regin situada al sudeste de la Grecia Central, con una extensin de unos 2.500 km2. Es
una zona rida y montaosa. Su ciudad principal es Atenas.
Breas (73). Viento del norte. En la mitologa griega es hijo del titn Astreo (el de las Estrellas) y de
Eos (la Aurora). Personifica las fuerzas elementales de la naturaleza.
Delfos (50). Ciudad de la regin griega de la Fcide, en la Grecia Central, situada al pie del monte
Parnaso y a unos 15 km de la orilla septentrional del golfo de Corinto. Es famosa por el orculo
de Apolo.
Dmades (96). Orador y poltico ateniense del siglo IV a. C. Orador de palabra fcil y vivaz, cuyas
facultades le hicieron cautivar a las masas. Sin embargo, no se conserva ninguno de sus
discursos; nicamente un discurso fragmentario, Sobre los doce aos, conservado en un
manuscrito del siglo XII, pero que actualmente se considera espurio.
Demter (96). Diosa de la agricultura. Hija de Crono y Rea; madre de Pluto y Persfone. Recibe culto
principalmente en Eleusis, donde unas celebraciones mistricas conmemoran el rapto de su hija
Persfone por Hades.
Desenfreno (319). Palabra que utilizamos para traducir el trmino griego hybris, personificacin de
todo lo que represente exceso, abuso, insolencia, ultraje, desmesura, soberbia En la fbula lo
hemos traducido por desenfreno, palabra de gnero masculino, para ponerla en oposicin a
guerra (en griego plemos), de gnero femenino. Sin embargo, el trmino griego hybris es
femenino, mientras que plemos es masculino.
Digenes (97, 98). Filsofo, natural de Snope (414-325 a. C.). Su apodo kyon (perro) dio nombre a la
escuela cnica. La leyenda nos lo presenta viviendo desnudo en un tonel, sin preocupacin ni
ocupacin alguna, excepto la meditacin en la inutilidad y fugacidad de los bienes mundanos.
Dionisias (10). Festivales en honor del dios Dioniso que incluan representaciones dramticas. El

tica celebraba anualmente dos festivales: las Dionisias rurales hacia el mes de diciembre y las
Grandes Dionisias o Dionisias urbanas que se celebraban en Atenas en marzo.
Eros (118). Dios del amor. Suele representarse como un nio con un arco y unas flechas. Es la
personificacin del deseo fsico, pero encarna las cualidades que inspiran el amor.
Esopo (19, 96). Fabulista (ver Introduccin).
Fortuna (84, 261). En griego tykhe. Divinidad alegrica que designaba la suerte, el azar. Presida
todos los acontecimientos, distribuyendo, conforme a su voluntad, los bienes y los males.
Guerra (319). En griego plemos. Personificacin divinizada.
Hades (133). Dios del mundo subterrneo que rige el mundo de los muertos. Hijo de Crono y Rea,
hermano de Zeus y Poseidn. El trmino Hades tambin se utiliza para designar el reino de esta
divinidad.
Helios (73, 127). Dios del Sol. Hijo de los titanes Hiperin y Tea. Era hermano de Selene (la Luna) y
de Eos (la Aurora).
Hera (108). Diosa olmpica, hija de Crono y Rea. Esposa legtima de Zeus. Es la diosa del
matrimonio y de las mujeres casadas
Heracles (44, 72, 129, 130, 356). Hijo del dios Zeus y la mortal Alcmena. El ms famoso de los
hroes griegos, nacido en Tebas, que, con su fuerza, logra vencer a los monstruos y superar los
ms arduos trabajos. Sus hazaas eran muy populares y su culto estaba muy extendido. Se le suele
representar con aspecto rudo, vestido con una piel de len y llevando una maza.
Hermes (2, 48, 108, 109, 110, 111, 112, 126, 166, 253, 260). Hijo de Zeus y Maya. Mensajero de los
dioses; inventor de la lira; dios de los comerciantes, de los ladrones, de los caminantes. Es
representado con alas en sus pies, un caduceo en sus manos y con la cabeza cubierta con un gorro
de ala ancha.
Hiperin (219). Titn hijo de Urano y Gea. Padre del Sol. Tambin se emplea este nombre como
epteto del Sol.
Juramento (298). En griego Horcos. Hijo de Eris (la Discordia). Es la divinidad encargada de
recoger la palabra jurada y castigar a los que la violan.
Leteo (133). Ro que personifica el olvido. Es uno de los cinco ros que fluyen en el mundo
subterrneo, en el reino de Hades.
Meandro (29). Ro del Asia Menor que fluye entre las regiones de Lidia y Caria con un curso muy
tortuoso y desemboca por Mileto.
Mileto (29). Ciudad jonia en la costa del Asia Menor, con puerto en el mar Egeo.
Misterios (10). Cultos que comportan una iniciacin consistente en una revelacin. Se conoce la
existencia de muchos cultos mistricos en Grecia, pero sus detalles permanecen ocultos. Los
cultos ms famosos son los de Demter y Persfone en Eleusis, que se celebraban en septiembreoctubre durante la estacin de la siembra, pues son la manifestacin de un culto de tipo agrario.
Momo (124). Personificacin de la burla y el sarcasmo. Esta divinidad no reciba culto.
Muerte (78, 133). En griego Thnatos. Personificacin divina, hija de Nyx (la Noche) y hermana de
Hypnos (el Sueo).
Nilo (45). Ro del nordeste de frica. Nace en el lago Victoria, riega Egipto (pas del que se ha dicho
que es un don del Nilo) y desemboca en el Mediterrneo, formando un delta.
Olimpo (124). El monte ms alto de Grecia, situado entre Tesalia y Macedonia. En la mitologa
griega representaba el lugar donde residan los doce dioses olmpicos en mansiones construidas

por Hefesto; en la cumbre se encontraba la morada de Zeus.


Panateneas (10). Fiestas atenienses instituidas en conmemoracin del nacimiento de Atenea, diosa
protectora de la ciudad. Se celebraban anualmente a finales de julio; pero cada cuatro aos la
celebracin era ms importante (Grandes Panateneas). Incluan juegos, certmenes deportivos y
musicales. Culminaban con una gran procesin hasta el Partenn. (Esta procesin fue
representada por el escultor Fidias en el friso de este templo).
Pireo (305). Puerto de Atenas, situado en el golfo de Egina, a unos ocho kilmetros de la ciudad.
Estuvo fortificado y unido a Atenas por los Muros Largos.
Pluto (130). Divinidad hija de Demter. Es la personificacin de la riqueza.
Prometeo (124, 210, 303, 322). Hijo del titn Japeto y hermano de Epimeteo. Se le considera
favorecedor de los humanos, a quienes llev el fuego y ense toda clase de artes para mejorar
sus vidas. Segn algunas leyendas, l mismo cre a los hombres, por mandato de Zeus,
moldendolos con arcilla.
Rodas (51). La ms oriental de las islas del mar Egeo, no lejos de la costa de Caria.
Sunio (305). Cabo que forma la punta ms meridional del tica. En el siglo V a. C. se construy en su
promontorio un templo, dedicado al dios Posidn, que era lo primero que vean los navegantes
cuando se aproximaban a las costas del tica.
Tereo (350). Mitolgico rey de Tracia, casado con Procne, que, enamorado de la hermana de esta,
Filomela, la viol y luego le cort la lengua y la encerr en una fortaleza para que no pudiera
contar lo sucedido. Pero ella lo represent en un tapiz y logr envirselo a Procne por medio de
una sirvienta. Procne la liber y entre ambas tramaron la venganza. Tereo fue convertido en
abubilla; Filomela se transform en golondrina y Procne en ruiseor.
Teseo (44). Hroe hijo de Egeo, rey de Atenas. Se le representa como amigo de Heracles, cuyas
proezas a menudo emulaba.
Tierra (25, 84, 109, 154). En griego Gea. Diosa hija de Caos, madre y esposa de Urano (el Cielo).
Entre sus descendientes estn los titanes, el ms joven de los cuales, Crono, le ayud a vengarse
de Urano castrndolo.
Tiresias (110). Legendario adivino ciego de Tebas. Aparece en muchas obras: la Odisea, de Homero;
Antgona y Edipo Rey, de Sfocles; Bacantes y Fenicias, de Eurpides, etc.
Verdad (259). En griego, aletheia. Personificacin alegrica divinizada.
Zeus (1, 4, 19, 57, 66, 74, 99, 108, 109, 111, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 130, 139, 146,
162, 234, 240, 262, 273, 291, 322, 346). Dios supremo de la religin griega. Hijo de Crono, al que
derroc y sucedi, formando la generacin de los dioses olmpicos. Es considerado padre de
los dioses y de los hombres. Es el nico dios griego cuyos hijos son tambin dioses poderosos:
Apolo, Artemis, Herirles, Dioniso, Atenea Habita en el Olimpo. Los mitos referentes a l son
abundantsimos.

NDICE DE ANIMALES QUE APARECEN EN LAS


FBULAS[17]

Abeja, 85, 234, 235


guila, 3, 4, 5, 6, 7, 20, 79, 110, 190, 191, 334, 351
Alcin, 28
Anguila, 96
Araa, 188
Asno, 264
spid, 137
Atn, 22, 132
Avispa, 330, 331
Ballena, 95
Becerro, 74
Buey, 55, 70, 71, 80, 92, 139, 197, 330, 358
Buitre, 203
Burro, 16, 128, 141, 142, 208, 209, 228, 236, 262, 263, 264, 265, 266, 267, 268, 269, 270, 271, 272,
273, 274, 275, 276, 277, 278, 279, 280, 281
Caballo, 128, 138, 139, 140, 141, 142, 225, 268, 328, 343
Cabra/macho cabro, cabrito, 3, 10, 15, 16, 17, 40, 74, 80, 106, 107, 195, 208, 220, 292, 332, 339
Camella/o, 144, 145, 146, 147, 148, 306
Cangrejo, 150, 151, 290
Caracol, 172, 181
Carnero, 5, 218
Castor, 153
Cerdo/a, marrana, cerdito, 10, 94, 145, 329, 342
Cierva/o, cervatillo, 102, 103, 104, 105, 195, 199, 200, 204, 212, 247
Cigarra, 85, 278, 335, 336
Cigea, 284
Cisne, 173, 174
Cocodrilo, 35, 45
Cogujada, 169, 283
Comadreja, 12, 13, 14, 76, 77, 237, 251, 289, 355
Cordero, corderillo, 5, 36, 195, 199, 211, 221, 222, 312
Corneja, 110, 170, 171, 302, 348, 350
Cuervo, 47, 161, 165, 166, 167, 168, 170, 203, 255, 274, 294

Culebra de agua, 66, 117


Delfn, 95, 132, 202, 305
Elefante, 210
Escarabajo, 4, 119, 149, 241
Escorpin, 293
Gallina/gallo, 6, 12, 14, 20, 21, 89, 90, 158, 180, 269, 286, 287, 333
Garza, 224
Gaviota, 193, 250
Gobio, 95
Golondrina, 9, 96, 248, 286, 347, 348, 349, 350
Gorrin, 50, 85
Grajo, 5, 160, 161, 162, 163, 164, 334
Grulla, 284, 333, 353
Halcn, 8
Hiena, 340, 341
Hormiga, 48, 240, 241, 242, 336
Jabal, 199, 203, 327, 328
Len/leona, 42, 59, 62, 71, 74, 93, 102, 104, 179, 187, 188, 194, 195, 196, 197, 198, 199, 200, 201,
202, 203, 204, 205, 206, 207, 208, 209, 210, 211, 212, 213, 219, 227, 267, 269, 270, 279, 295, 332,
338
Leopardo, 37
Liebre, 4, 6, 7, 182, 190, 191, 192, 195, 204, 352
Lobo, lobezno, 45, 54, 64, 106, 107, 184, 195, 199, 205, 215, 216, 217, 218, 219, 220, 221, 222, 223,
224, 225, 226, 227, 228, 229, 230, 231, 274, 281, 313, 314, 315, 317, 318
Loro, 355
Milano, 135, 136, 193, 244
Mono, 38, 39, 145, 304, 305, 306, 307
Mosca, 238, 239
Mosquito, 188, 189, 210
Mula, 128, 272
Murcilago, 75, 250, 251,
Oca, 173, 353
Onagro, 207
Oso/a, 63, 179, 199, 200, 254
Oveja, 36, 54, 80, 94, 197, 217, 218, 227, 229, 230, 231, 311, 312, 313, 314, 315, 316, 317, 318, 321
Paloma, 163, 242, 282, 301, 302

Pantera, 195, 199


Pavo real, 333, 334
Perdiz, 21, 285, 300, 330
Perro/a, perrito, 36, 80, 107, 139, 155, 171, 175, 176, 177, 178, 179, 180, 181, 182, 183, 184, 185, 186,
187, 191, 195, 199, 215, 216, 217, 218, 226, 231, 247, 275, 276, 305, 312, 314, 317, 329, 342, 345
Picarel, 26
Pulga, 356, 357, 358
Rana, 66, 67, 68, 69, 117, 127, 191, 201, 244, 271
Ratn, 13, 76, 206, 213, 237, 243, 244, 251, 289
Ruiseor, 8, 9, 75
Saltamontes, 293
Serpiente, 33, 45, 81, 82, 122, 135, 167, 199, 284, 286, 288, 289, 290, 291, 331, 347
Ternera, 92
Tigre, 195, 199
Topo, 326
Tordo, 137, 157
Toro, 64, 74, 146, 149, 179, 189, 202, 211, 332
Tortuga, 125, 351, 352
Vbora, 115, 116, 117
Zorra, 3,6, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 54, 58, 63, 69, 115, 119, 150, 160,
165, 180, 187, 190, 192, 194, 196, 199, 200, 205, 209, 213, 267, 270, 280, 327, 335, 338, 341

ESOPO. Fabulista griego que se cree vivi en torno al s. VI a. C.


Pocos datos seguros existen sobre la biografa de Esopo, y ya en la poca clsica el personaje real se
vio rodeado de elementos legendarios, quedando definitivamente cubierto por la ficcin y la fantasa
cuanto pudo tener de histrico. Ello no ha de llevar forzosamente a refutar su existencia, ya que un
historiador de tanto crdito como Herodoto lo describe como un esclavo de un ciudadano de Samos
que haba vivido en la centuria anterior. Segn una tradicin muy difundida, Esopo naci en Frigia,
aunque hay quien lo hace originario de Tracia, Samos, Egipto o Sardes. Sobre l circul una gran
cantidad de ancdotas e incluso descripciones sobre su fsico que se hallan recogidas en la Vida de
Esopo, publicada en el siglo XIV al frente de una recopilacin de sus fbulas preparada por el monje
benedictino Mximo Planudes.
As, se cuenta que Esopo fue esclavo de un tal Xanto o Janto de Samos, que le dio la libertad. Debido
a su gran reputacin por su talento para el aplogo, Creso lo llam a su corte, lo colm de favores y
lo envi despus a Delfos para consultar el orculo y para ofrecer sacrificios en su nombre y
distribuir recompensas entre los habitantes de aquella ciudad. Irritado por los fraudes y la codicia de
aquel pueblo de sacerdotes, Esopo les dirigi sus sarcasmos y, limitndose a ofrecer a los dioses los
sacrificios mandados por Creso, devolvi a este prncipe las riquezas destinadas a los habitantes de
Delfos.
Estos, para vengarse, escondieron entre el equipaje de Esopo una copa de oro consagrada a Apolo, le
acusaron de robo sacrlego y le precipitaron desde lo alto de la roca Hiampa. Posteriormente se
arrepintieron, y ofrecieron satisfacciones y una indemnizacin a los descendientes de Esopo que se
presentaran a exigirla; el que acudi fue un rico comerciante de Samos, descendiente de aquel a quien
Esopo haba pertenecido cuando era esclavo. De todo este relato parece histrico que Esopo fue un

esclavo y que viaj mucho con su amo, el filsofo Janto; tambin se concede bastante credibilidad al
episodio de su muerte.
Cinco siglos despus de Esopo, una coleccin latina versificada del siglo I d. C. hecha por Fedro, un
esclavo liberado por el emperador romano Augusto, incluy fbulas inventadas por el propio autor
junto con otras espicas tradicionales, reelaboradas con mucha gracia y que influyeron en la manera
adoptada por escritores posteriores. Similar alcance tuvieron en el siglo II d. C. las fbulas griegas en
verso de Babrio, y durante la Edad Media las de Esopo tuvieron una extraordinaria aceptacin. En el
siglo XVIII, con el auge del Neoclasicismo, el gnero pareci vivir una edad de oro de la mano de
autores tan prestigiosos como el francs La Fontaine. En lengua castellana alcanzaron gran fama en
la misma poca las fbulas de Flix Samaniego y Toms de Iriarte.

Notas

[1]

Funcionarios encargados del mantenimiento y vigilancia de los gimnasios en las ciudades


helenizadas. Este cargo surge en Egipto en poca de los Ptolomeos. <<

[2] En las representaciones teatrales, los actores utilizaban una mscara que les cubra la cara y la

cabeza, lo que permita que un mismo actor representase ms de un personaje. Probablemente la


mscara, al hacer el efecto de una caja de resonancia, acrecentaba la voz del actor; sin embargo, este
se vea obligado a tener una diccin muy clara y unos ademanes muy expresivos, pues no poda hacer
uso de la expresin facial. <<

[3] Sacrificio de cien bueyes. <<

[4] Vara delgada, con dos serpientes enroscadas, con que sola representarse a Hermes. Simbolizaba la

paz y hoy suele emplearse como smbolo del comercio. <<

[5] Los orculos eran lugares sagrados que gozaban en Grecia de gran prestigio y en los que se

practicaba oficialmente alguna clase de adivinacin. El ms famoso de Grecia fue el de Delfos,


consagrado al dios Apolo. Aqu la sacerdotisa, Pitia, expresaba, bajo la inspiracin del dios, las
respuestas a los que iban a consultar una prediccin. <<

[6] Competicin atltica en la que se disputaban cinco pruebas: salto de longitud, carrera pedestre,

lanzamiento de disco, lanzamiento de jabalina y lucha. <<

[7] La dracma era la moneda ms comn en circulacin en Grecia y vala seis bolos, que era la

moneda ms pequea. El resto de las monedas eran mltiplos de la dracma: didracma (dos dracmas),
tetradracma (cuatro dracmas), mina (cien dracmas), talento (sesenta minas). <<

[8] Los stiros son divinidades mitolgicas de los bosques y montaas, que van en el cortejo del dios

Dioniso y participan en sus orgas bailando y bebiendo. Suelen representarse con forma humana,
pero con patas de macho cabro o con cola de caballo. <<

[9] Soldados de infantera pesada en el ejrcito griego. <<

[10] Canto de lamentacin. <<

[11] Canto de victoria. <<

[12]

La fbula se basa en la doble significacin del trmino griego kerd (gananciosa o


engaosa) que se aplica a la zorra. <<

[13] El pletro es una medida de longitud griega equivalente a cien pies. Unos treinta metros. <<

[14] El trmino griego krax (cuervo) tambin se emplea por extensin con la significacin de

aldabilla o cierre de una caja o arca, objetos que, por su forma, recuerdan el aspecto del pico de un
cuervo. <<

[15] Vasija grande y ancha donde sola mezclarse el vino con agua antes de servirlo en las copas. <<

[16] Los nmeros expresados entre parntesis a continuacin de los nombres indican las fbulas en

que estos aparecen. <<

[17] Los nmeros hacen referencia al de las fbulas en que los animales aparecen. <<

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