Acciones Protectoras
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II LA ACCION REIVINDICATORIA
1.- Concepto
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2.- Condiciones o requisitos para entablarla
- No pueden reivindicarse:
1° El derecho de herencia: el heredero está amparado por la acción de petición de herencia.
Por ella, no se discute el dominio sino la calidad de heredero. Puesto que la acción
reivindicatoria se dirige a recuperar el dominio de una cosa singular, no cabe tratándose de
una universalidad jurídica como es la herencia. El heredero sí puede intentar las acción
reivindicatoria para reclamar cosas singulares que están dentro de una universalidad (art.
1.268 del CC).
2° Los derechos personales: sin perjuicio de que pueda reivindicarse el documento en el
cual consta el crédito.
3° Las cosas muebles compradas por su poseedor en feria, tienda, almacén u otro
establecimiento industrial en que se vendan cosas muebles de la misma clase (art. 890, 2° y
3° del CC). Estos preceptos han originado un conflicto con el art. 115 del C.P.P., cuando la
especie ha sido hurtada, robada o estafada. Se ha sostenido que hay contradicción entre las
disposiciones, por cuanto el C.P.P. manda devolverla al dueño sin el requisito de reembolsar
lo que se gastó en adquirirla y prima este precepto, por ser especial. En contra, se estima
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que no hay contradicción y que el C.P.P. sólo señala la oportunidad de restitución de la cosa
al dueño permaneciendo el derecho de reembolso que el art. 890 del CC otorga al
adquirente.
Por otra parte, se ha aplicado la disposición del art. 890 inciso 2° del Código Civil a
establecimientos no mencionados en ella, toda vez que el texto es ejemplificativo y
genérico.
4° En el pago de lo no debido hay un caso en que no puede reivindicarse. Se ha pagado una
cosa que se creía deber y el supuesto acreedor la enajena. Hay acción contra el tercero
adquirente, si adquirió a título gratuito o si a título oneroso y de mala fe: art. 2302 del CC.
No hay acción contra el tercero de buena fe que adquirió a título oneroso (artículo 2303).
5° Tampoco hay acción reivindicatoria cuando el tercero adquirió la cosa por prescripción.
6° Cuando se ha declarado resuelto un contrato no hay lugar a la acción reivindicatoria en
contra de terceros poseedores de buena fe (arts. 1490 y 1491 del CC).
Art. 893 del CC: puede reivindicar el propietario, cualquiera sea su calidad (pleno o
nudo, absoluto o fiduciario).
Excepcionalmente el poseedor podrá reivindicar, aunque no se pruebe dominio,
ejercitando la llamada acción publiciana (art. 894), que se concede al que ha perdido la
posesión regular de la cosa y se hallaba en el caso de poderla ganar por prescripción; pero
esta acción no se podrá ejercer ni contra el verdadero dueño ni contra el que posea con
igual o mejor derecho.
El demandante, al interponer la acción reivindicatoria, debe probar su calidad de
dueño, pues al demandar reconoce en el demandado la calidad de poseedor, con lo que éste
se apoya en la presunción de dominio del art. 700 del CC, que el reivindicante queda
obligado a destruir. La situación se altera sin embargo, cuando reivindica el Fisco,
conforme a la presunción del art. 590 del CC.
Aparece en esta materia una importante dificultad: la prueba del domino (probatio
diabólica). Para acreditarlo, tiene importancia determinar si el reivindicante lo adquirió por
un modo originario o derivativo. En el primer caso le bastará probar los hechos que
constituyeron ese modo originario. Pero si adquirió por un modo derivativo, como la
tradición, no basta con probar que ese modo se configuró a favor del que se pretende dueño,
porque quedará la interrogante de si el antecesor, a su vez, tenía o no el dominio
(recordemos que nadie puede transferir más derechos que los que tiene sobre la cosa). En
definitiva, para sortear la dificultad se acude a la prescripción adquisitiva, con más
seguridad la extraordinaria (recordemos que puede recurrirse también a la agregación de
posesiones, aunque con sus calidades y vicios).
En lo concerniente a la acción publiciana, se ha planteado un problema muy
discutido en la doctrina, consistente en determinar si para estar en condiciones de ejercitar
esta acción es necesario tener cumplido el plazo para ganar por prescripción ordinaria o
basta con tener sólo algún tiempo de posesión. Se ha sostenido que es necesario haber
completado el plazo porque al apoderarse otro de la cosa se produce una interrupción
natural de la prescripción del primero, que hace perder todo el tiempo anterior, con lo que
ya no queda “en vías de ganar por prescripción” (Alessandri).
Otros piensan que no es necesario el cumplimiento del plazo de prescripción: si ya
está cumplido, no es necesaria la acción publiciana, pues bastaría alegar la prescripción y
entablar la acción reivindicatoria, no la publiciana. Quien enteró el plazo es dueño, no
poseedor. Por lo demás, así lo denotan el texto del precepto y la historia de su
establecimiento, pues Andrés Bello tomó esta institución íntegramente del Derecho
Romano y allí estaba establecida sin requerir el cumplimiento del plazo.
Es interesante mencionar que algunos fallos han concluido que cuando el
reivindicante no ha logrado probar el dominio, pero sí ha demostrado mejor derecho que el
demandado, la demanda debe ser acogida sobre el supuesto que el actor, implícitamente, ha
ejercido la acción publiciana.
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c) Que el reivindicante esté privado de la posesión de la cosa.
La regla general es que la acción se entable contra el actual poseedor: art. 895.
Para el reivindicante tiene importancia determinar quien es el poseedor porque debe
litigar contra legítimo contradictor, debiendo considerarse en este punto el efecto relativo
de las sentencias. Si en la práctica se presentan dudas acerca de la identidad del actual
poseedor, la ley establece medidas de resguardo en favor del reivindicante: art. 896
(obligación de hablar que pesa sobre el mero tenedor); art. 897 (indemnización de
perjuicios al reivindicador que pesa sobre el poseedor ficto).
Puede ocurrir que el poseedor haya fallecido, dejando varios herederos. La acción
reivindicatoria tiene por objeto no sólo la entrega de la cosa, sino también el pago de otras
indemnizaciones como deterioros, devolución de los frutos o de su valor, etc. El art. 899
resuelve este caso: mientras la ación para obtener la entrega de la cosa es indivisible (no es
posible cumplirla por partes), la de indemnizar es perfectamente divisible (en relación a lo
anterior, arts. 1526 N°2, art. 1354) el pago de las deudas hereditarias se efectúa a prorrata
por los herederos.
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no pesa sobre el reivindicante, sino que recae sobre el poseedor de mala fe que dejó de
poseer.
En doctrina, se ha discutido si en los casos de los arts. 898 y 900 puede hablarse de
acción reivindicatoria. Algunos sostienen que se trata sólo de acciones personales.
b) Se puede dirigir también contra el mero tenedor, que retenga la cosa indebidamente:
art. 915.
El alcance de este artículo ha motivado discusiones.
En primer lugar, ha surgido controversia en su calificación. Por una parte, se le ha
estimado simplemente como la acción reivindicatoria que, excepcionalmente, se permite
contra el mero tenedor; otros, la han considerado como una acción distinta, como
puramente restitutoria contra el mero tenedor. Pero más importancia tiene precisar el
alcance de la acción. Podría estimarse que se trata de una acción que corresponde al que
entregó la mera tenencia de una cosa a otro, por un contrato (comodato, arriendo, etc.) y
que al terminar la vigencia de esa relación, el tenedor se niega a restituir. Se tendría
entonces la acción reivindicatoria, además de la acción personal que surge del contrato.
Con este alcance, sería dudoso que pudiera intentarla el adquirente del dueño (por ejemplo,
el tercero que compra la cosa al comodante o al arrendador), por cuanto él no contrató con
el tenedor (salvo la posibilidad de cesión del contrato) y en todo caso, tampoco podría
intentarse contra el que detenta la cosa sin una relación jurídica inicial; es decir, contra el
que desde un comienzo, detenta sin justificación jurídica.
Una segunda alternativa es la de entenderla precisamente como la situación inversa:
aplicable sólo a aquellos tenedores que no tienen, y nunca tuvieron un título que justifique
la detentación: los “injustos detentadores”. Pero también puede estimarse aplicable a ambas
situaciones: al “detentador injusto” desde un comienzo o al que haya empezado a detentar
con título que luego quedó sin justificación (porque fue declarado nulo, resuelto, etc).
Ambos serían, al tiempo de la demanda, “injustos detentadores”.
La jurisprudencia ha aplicado la regla a ambas categorías de tenedores.
En la doctrina se ha insinuado la conveniencia de consagrar una acción general
restitutoria para aquellos casos en los que no es posible entablar acción reivindicatoria,
acciones posesorias o acciones personales de restitución emanadas de un contrato, sea
porque el demandado no es poseedor (lo que por regla general excluye la acción
reivindicatoria), sea porque ha pasado más de un año o incluso seis meses (lo que excluye
las acciones posesorias), sea porque fue otro el contratante o simplemente no hubo contrato
alguno. La necesidad se torna imperiosa, si recordamos que el mero tenedor puede alegar
prescripción, amparándose en el art. 2510, regla tercera.
Para llenar este vacío se ha acudido frecuentemente a la acción de precario,
contemplada, en el art. 2195.
Para Peñailillo, parece más adecuado fundar tal acción general restitutoria en el art.
915, confiriendo a este precepto un sentido extensivo, es decir, haciéndolo aplicable a todo
tenedor que a la época de la demanda, no pueda justificar aceptablemente su insistencia en
mantener la cosa en su poder
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empieza a poseer el bien de su dominio, puede reivindicarlo, pero antes que aquél poseedor
se lo gane por prescripción adquisitiva.
b.2) Indemnización de los deterioros que hubiere causado en la cosa: art. 906. Debemos
distinguir entre poseedor vencido de mala fe o de buena fe, la que se considerará en el
momento en que se produjeron los deterioros (aplicando el art. 913 por analogía); debemos
tener presente además que después de la contestación de la demanda el poseedor de buen fe
es considerado de mala fe, porque ya sabe que su situación es discutible:
• Poseedor de mala fe: responde por los deterioros que por su hecho o culpa sufrió la
cosa;
• Poseedor de buena fe: sólo responde de los deterioros cuando se aprovechó de los
mismos.
b.3) Restitución de los frutos: artículos 907 y 913. También distinguimos, según se trate
del poseedor de buena o mala fe:
• Poseedor de mala fe: restituye los frutos naturales y civiles de la cosa, incluso
aquellos que pudo percibir con mediana inteligencia y actividad. Si no existen los
frutos, deberá el valor que tenían al momento de la percepción.
• Poseedor de buena fe: no está obligado a restituir los frutos percibidos antes de la
contestación de la demanda Por los percibidos después responde como el poseedor
de mala fe.
La buena o mala fe se refiere al tiempo de la percepción (artículo 913).
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b.4) Indemnización de los gastos de custodia y conservación de la cosa durante el juicio
reivindicatorio.
Tanto el poseedor de mala fe como el de buena fe, tiene derecho al pago de estos
gastos (artículo 907, último inciso).
Se entiende por mejora, toda obra ejecutada para la conservación de la cosa, para
aumentar su valor o para fines de ornato o de recreo. Se distinguen entonces tres clases de
mejoras: necesarias, útiles y voluptuarias.
El artículo 908 se refiere a las mejoras necesarias. Los artículos 909, 910, 912 y 913
a las mejoras útiles. El artículo 911 a las mejoras voluptuarias.
Para el pago de las mejoras, se atenderá a dos factores: la buena o mala fe del
poseedor vencido y la calidad de las mejoras:
• En cuanto a las mejoras necesarias, prevalece la calidad de las mejoras sobre la
buena o mala fe del poseedor. Siempre el reivindicante debe abonar al poseedor
vencido estas mejoras. Las mejoras necesarias pueden ser de dos clases: obras
materiales (artículo 908, 2º); y obras inmateriales (artículo 908, 3º).
• En cuanto a las mejoras útiles: en este caso, debemos distinguir entre poseedor de
buena o mala fe. En este caso, se atiende, para considerar al poseedor de buena o
mala fe, al momento en que fueron hechas las mejoras (artículo 913):
1º Poseedor de buena fe: deben reembolsársele las mejoras útiles que ejecutó,
encontrándose de buena fe (artículo 909, incisos 1º y 2º). El inciso 3º del artículo
909 da al reivindicante un derecho optativo, según el cual puede elegir entre pagarle
al poseedor de buena fe el valor de las mejoras útiles (considerado dicho valor el
tiempo de la restitución) o bien pagarle el aumento de valor que la cosa hubiere
experimentado.
2º Poseedor de mala fe: no tiene derecho a que se le restituyan las mejoras útiles,
pero el artículo 910 lo autoriza a llevarse los materiales que hubiere invertido en la
cosa, cumpliendo con dos requisitos:
+ que dichos materiales puedan separarse sin detrimento de la cosa reivindicada;
+ y en la medida que el reivindicante se niegue a pagar los valores de esos
materiales.
El artículo 912 determina cuándo se puede efectuar esta separación de los
materiales. Se deduce de esta norma que si los materiales no pueden sacarse sin
detrimento de la cosa, el poseedor de mala fe pierde estas mejoras.
• En cuanto a las mejoras voluptuarias: el reivindicante no está obligado a pagarlas ni
al poseedor de buena o mala fe (artículo 911). Ambos tendrán si derecho de llevarse
los materiales, siempre que el reivindicante no se allane a pagarles el valor de
dichos materiales.
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III DE LAS ACCIONES POSESORIAS
1.- Generalidades.
a) Definición.
Conforme al artículo 916, son aquellas que “tienen por objeto conservar o
recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos”
b) Características.
b.2) Son acciones reales: se ha discutido este carácter, partiendo del supuesto que la
posesión es un hecho para la mayoría de las doctrinas, mientras que el artículo 577 dispone
que las acciones reales nacen de los derechos reales. Sin embargo, se afirma que deben
incluirse entre las acciones reales, porque pueden ejercerse sin respecto a determinadas
personas y en contra de cualquiera persona que turbe o arrebate la posesión, sin que importe
la existencia de un vínculo preestablecido con ella (art 927,1°).
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Así como se exige un año de posesión para tener acción posesoria, se concede el
mismo plazo para ejercitarla; al cumplirse el año, se extingue la acción: art. 920.
En cuanto al cómputo del plazo, distingue la ley entre las acciones tendientes a
conservar y aquellas cuya finalidad es recuperar la posesión. Las primeras prescriben al
cabo de un año contado desde el acto de molestia o embarazo; las segundas al cabo de un
año contado desde que el poseedor anterior ha perdido la posesión. En caso de nueva
posesión violenta, el año se cuenta desde el último acto de violencia; en caso de posesión
clandestina, desde que ésta cesa. La prescripción de las acciones posesorias, por ser plazo
especial, no se suspende (2524), en favor de las personas indicadas en el art. 2509.
e) Prueba de la posesión.
e.1) Prueba de la posesión tranquila y no interrumpida, por un año al menos: los artículos
924 y 925, de contenido aparentemente contrapuesto, entran en juego: mientras el art. 924
dispone que la posesión de los derechos inscritos se prueba por la inscripción, el art. 925
establece que la posesión del suelo se prueba por hechos posesorios positivos.
La doctrina ha interpretado de manera diversa estos preceptos. Para algunos autores,
el art. 924 es aplicable a la prueba de la posesión de todos los derechos reales, con
excepción del dominio. Este último, más fácil de ejercitarse mediante actos materiales, (al
punto que en la terminología del Código se confunde el derecho con la cosa misma) debe
probarse en la forma indicada en el art.925 (artículos como el 700, 715, 916, mostrarían esa
diferencia entre el dominio y los demás derechos reales). Así, por ejemplo, el art. 916, al
definir las acciones posesorias distingue claramente entre el dominio y los demás derechos
reales constituidos sobre inmuebles. Al hablar del dominio, el legislador lo identifica con el
bien raíz. Luego, esta identificación se aplica a la prueba de la posesión (del dominio), y se
aplicará el art. 925, esté o no inscrito el inmueble. Con esta posición, la doctrina que la
sustenta demuestra también no asignar a la inscripción conservatoria un valor tan absoluto.
Propugnan esta teoría Ruperto Bahamondes , J.E. Montero, etc.
Para otros, que rechazan aquella confusión entre el derecho y la cosa (con preceptos
como los arts. 686 y 687, en los que quedaría claro que siempre lo que se inscribe son
derechos, sean el dominio u otro derecho real, nunca los bienes mismos) y que asignan un
valor categórico a la inscripción como símbolo de la posesión, el art. 924 se refiere a la
prueba de los derechos inscritos y el art. 925 a los no inscritos (los arts. 686, 724, 728, 729,
apoyarían la solución) Se objeta la primera teoría, señalándose que no es tan preciso que el
legislador identifique el derecho real de dominio con la cosa sobre la cual recae. Además, el
art. 924 no ha excluido el dominio expresamente, pudiendo quedar comprendido en la frase
“los derechos inscritos”. Sin embargo, se atenúa el rigor de esta doctrina con respecto al art.
925, admitiendo también la prueba de hechos posesorios en ciertos casos:
• Cuando el poseedor inscrito tiene menos de un año de inscripción, la posesión
material le servirá de prueba;
• Cuando hay dos inscripciones paralelas, se prefiere al que está en posesión material;
• Cuando los deslindes indicados en la inscripción no son exactos, y hay discusión
respecto a ellos, se prefiere al que está en posesión material.
La jurisprudencia se ha inclinado mayoritariamente por la segunda doctrina.
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2.- Las acciones posesorias en particular
a) Querella de amparo
b) Querella de restitución
c) Querella de restablecimiento
d) Acciones posesorias especiales : d.1) Denuncia de obra nueva
d.2) Denuncia de obra ruinosa
a) Querella de amparo.
a.1) Concepto.
Es la que tiene por objeto conservar la posesión de los bienes raíces o de derechos
reales constituidos en ellos.
a.3) Procedimiento: se rige por los artículos 549 y siguientes del Código de Procedimiento
Civil.
b) Querella de restitución.
b.1) Concepto.
Es la que tiene por objeto recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales
constituidos sobre ellos (art. 926 del Código Civil y artículo 549 del Código de
Procedimiento Civil).
b.2) Objetivos: el querellante persigue dos objetivos (artículo 926 del Código Civil):
• Que se le restituya la posesión de la que injustamente fue privado; y
• Que se le indemnicen los perjuicios.
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En cuanto a la situación del poseedor inscrito que es despojado materialmente de su
finca, debemos tener presente el análisis efectuado en relación a la acción reivindicatoria; la
dificultad consiste en determinar si se ha perdido o no la posesión . La respuesta dependerá,
en última instancia, de la concepción que se tenga de la inscripción conservatoria. Si se
concibe la inscripción como símbolo de posesión, en términos absolutos y excluyentes, se
puede concluir que no hay privación y ni siquiera turbación. Entonces el afectado debería
recurrir a la querella de restablecimiento, si el despojo fue violento y actúa dentro de los 6
meses; a una acción de precario (artículo 2195 del Código Civil); a la querella de
usurpación, etc. Sólo habría turbación si alguien pretende inscribir a su nombre el mismo
inmueble, y privación de posesión si efectivamente inscribe.
En cambio, si se concibe la inscripción sólo como garantía de la posesión,
entendiéndose siempre la última como la tenencia con ánimo de señor y dueño, en el caso
propuesto habría sin duda turbación de la posesión, lo que daría fundamento a la querella de
amparo.
A su vez, como unos mismos hechos pueden constituir turbación de posesión en un
sector del inmueble y despojo en otro sector del mismo, pueden interponerse
simultáneamente las querellas de amparo y restitución, según lo ha resuelto la
jurisprudencia (aplicación del artículo 17 del Código de Procedimiento Civil); si no está
claro que los hechos constituyen turbación o privación de la posesión, puede plantearse una
en subsidio de la otra. Para algunos autores tal podría ser la actitud del poseedor inscrito
que se le priva de la posesión material pudiendo intentar acción de restitución y en subsidio,
de amparo.
b.4) Prescripción: la acción prescribe en un año, contado desde que el poseedor anterior
perdió la posesión (artículo 920).
c) Querella de restablecimiento.
c.1) Concepto.
Es la que se concede al que ha sido despojado violentamente de la posesión o mera
tenencia de un inmueble, a fin de que le sea restituido, en el estado existente antes del acto
de violencia (artículos 928 del Código Civil y 549 del Código de Procedimiento Civil).
Esta acción, denominada también “querella de despojo violento”, tiende a evitar que
los particulares se hagan justicia por sí mismos.
Se dice que esta no es una acción posesoria propiamente tal, porque también puede
ejercitarla el mero tenedor.
No es necesario entonces probar posesión; basta acreditar el despojo. Tampoco es
necesario que el actor carezca de acción posesoria de amparo o restitución, como pareciera
sugerirlo el tenor literal del art. 928.
c.3) Prescripción.
Esta acción prescribe en seis meses, contados desde el acto de despojo (artículo
928), plazo que no se suspende (conforme al art. 2524)
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2° El art. 946 contempla el caso en que haya pluralidad de querellados o de
querellantes
Cuando hay pluralidad de sujetos activos, también distinguimos dos situaciones:
• Cada uno podrá pedir la prohibición, destrucción o enmienda de la cosa;
• Cada uno podrá pedir indemnización, pero sólo por el daño que haya sufrido.
3º Estas acciones no tendrán lugar contra el ejercicio de una servidumbre: art. 947.
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• Las que tiene por objeto indemnizar un daño, prescriben para siempre al cabo de un
año completo;
• Las dirigidas a precaver un daño, no prescriben mientras haya justo motivo de
temerlo (por ejemplo, denuncia de obra ruinosa);
• La denuncia de obra nueva prescribe en un año, pero queda a salvo el derecho para
entablar la acción reivindicatoria, salvo que la obra nueva se haya construido en
virtud de una servidumbre legítimamente constituida.
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