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Acciones Protectoras

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ACCIONES PROTECTORAS

I.- DIVERSAS FORMAS DE PROTECCIÓN

El dominio y los demás derechos reales necesitan de protección jurídica, cuando un


tercero pretende vulnerarlos o efectivamente los vulnera. El ordenamiento jurídico consulta
varios instrumentos de los que el titular dispone para la preservación de su derecho.

1.- Medidas generales de protección del dominio:

a) La legítima defensa: opera en el Derecho Penal, y cubre no sólo a la persona, sino


también a los bienes (art. 10 N°4 del C.P.)
b) Garantía constitucional de inviolabilidad de la propiedad privada. La excepción es la
expropiación por causa de utilidad pública (art. 19 N° 24 C.P.R.). En el marco de esta
garantía, la Constitución otorga a los afectados el recurso de protección (art. 20 C.P.R.)
c) Los delitos contra la propiedad, cuya tipificación constituye otra forma de
protección del dominio (art. 432 y ss. C.P.)

2.- Medidas de protección en el Derecho Privado.

Se han configurado ciertas acciones tendientes a la protección del dominio y demás


derechos reales que se denominan genéricamente “acciones protectoras”.
Un primer grupo está constituido por las acciones del dominio propiamente tales, que lo
protegen en forma directa. Algunas de ellas están destinadas a eliminar perturbaciones al
dominio ya consumadas: la acción reivindicatoria. Otras de estas acciones están destinadas
a prevenir un daño que se teme, evitando que se consume, como las llamadas acciones
posesorias (o interdictos) de obra nueva y obra ruinosa; las acciones de demarcación y
cerramiento; la tercería de dominio (art.518 y ss. Código de Procedimiento Civil)
Un segundo grupo protegen el dominio en forma sólo indirecta, ya que normalmente están
destinadas a otros objetivos: las acciones posesorias y la acción publiciana; la tercería de
posesión. Si bien estas acciones protegen la posesión cuando el poseedor lo es como
consecuencia de ser dueño, lo que generalmente ocurre, al protegerse la posesión se está
protegiendo el dominio.
Todo lo anterior, en el ámbito de las acciones reales.
Pero hay acciones personales que también protegen en definitiva el dominio, cuando
la perturbación a este derecho deriva de una relación contractual. Así por ejemplo, si al
terminar el comodato, el comodatario no restituye la cosa al comodante, éste puede ejercitar
la acción personal para lograr judicialmente la restitución; lo mismo puede acontecer en el
arrendamiento; recordemos lo dicho a propósito del derecho de reclamación de la cosa
fructuaria de que goza el nudo propietario. El camino podrá resultar más expedito para el
demandante, pues la prueba del contrato puede ser menos dificultosa para el perjudicado
que la prueba de dominio, necesaria para reivindicar.

II LA ACCION REIVINDICATORIA

1.- Concepto

De conformidad al art. 889 del Código Civil, “La reivindicación o acción de


dominio es la que tiene el dueño de una cosa singular, de que no está en posesión, para que
el poseedor de ella sea condenado a restituírsela”

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2.- Condiciones o requisitos para entablarla

a) Que se trate de una cosa susceptible de reivindicarse

La cosa debe ser singular. Como ha dicho la Jurisprudencia, es condición esencial


para que pueda prosperar la acción reivindicatoria que se determine y especifique de tal
manera la cosa singular que se reivindica, que no pueda caber duda en su individualización,
a fin de que la discusión de las partes pueda recaer sobre una cosa concreta y que los
Tribunales resuelvan el litigio con pleno conocimiento los hechos. No pueden reivindicarse
las universalidades.
El art. 890 del Código Civil establece que pueden reivindicarse las cosas corporales,
sean raíces o muebles, con la excepción contemplada en el inc. 2°: aquellas cosas muebles
compradas en una feria, tienda, almacén u otro establecimiento industrial en que se vendan
cosas de la misma clase. En este caso, habrá que reembolsar al poseedor el valor de la cosa
(incluyendo en tal valor lo que se pagó por ella y lo que se gastó en repararla y mejorarla).
También pueden reivindicarse los derechos reales que signifiquen cosas corporales
singulares (891). Luego, el derecho de herencia no puede reivindicarse (y así lo excluye
expresamente el art. 891, 2°) porque es una universalidad jurídica y está amparado por la
acción de petición de herencia (arts. 1.264, 1268, 1269 del CC).
También se puede reivindicar una cuota determinada proindiviso de una cosa
singular (art. 892 del CC). La comunidad puede recaer sobre una cosa singular, en cuyo
caso se habla más bien de copropiedad, pero también puede recaer sobre una universalidad
jurídica, caso en el cual algunos hablan de comunidad propiamente tal. Tratándose del
primer caso no cabe duda que la cuota (por ejemplo 1/5 de una cosa determina) puede
reivindicarse: es el caso del art. 892 del CC. El problema reside en saber si cabe la
reivindicación en el segundo caso, es decir, cuando la cosa común es una universalidad
jurídica (por ejemplo, cuando se reivindica el tercio de una cosa que forma parte de una
herencia). Aquí tiene incidencia la discusión doctrinaria referente a la naturaleza jurídica de
la comunidad y concretamente el punto de si los derechos de cada comunero se comunican
cuotativamente a cada uno de los objetos que la componen o por el contrario, permanecen
como cuota abstracta, sin que ningún comunero pueda pretender derecho sobre cada objeto.
Si seguimos la primera doctrina (romana) podrá admitirse que pueda el comunero
reivindicar su cuota en una cosa singular de la comunidad; de aceptarse la segunda
doctrina, en la que se tiene una cuota ideal, la conclusión ha se ser negativa. Cabe señalar
que el art. 1268 del CC, regulando la acción de petición de herencia, concede también al
heredero la acción reivindicatoria para perseguir un objeto de la herencia; no afirma si que
puede reivindicar una cuota del objeto.
La jurisprudencia ha emitido fallos en ambos sentidos. En todo caso, como la cuota
debe ser “determinada”, el actor tiene que precisar a cuanto asciende.

- No pueden reivindicarse:
1° El derecho de herencia: el heredero está amparado por la acción de petición de herencia.
Por ella, no se discute el dominio sino la calidad de heredero. Puesto que la acción
reivindicatoria se dirige a recuperar el dominio de una cosa singular, no cabe tratándose de
una universalidad jurídica como es la herencia. El heredero sí puede intentar las acción
reivindicatoria para reclamar cosas singulares que están dentro de una universalidad (art.
1.268 del CC).
2° Los derechos personales: sin perjuicio de que pueda reivindicarse el documento en el
cual consta el crédito.
3° Las cosas muebles compradas por su poseedor en feria, tienda, almacén u otro
establecimiento industrial en que se vendan cosas muebles de la misma clase (art. 890, 2° y
3° del CC). Estos preceptos han originado un conflicto con el art. 115 del C.P.P., cuando la
especie ha sido hurtada, robada o estafada. Se ha sostenido que hay contradicción entre las
disposiciones, por cuanto el C.P.P. manda devolverla al dueño sin el requisito de reembolsar
lo que se gastó en adquirirla y prima este precepto, por ser especial. En contra, se estima

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que no hay contradicción y que el C.P.P. sólo señala la oportunidad de restitución de la cosa
al dueño permaneciendo el derecho de reembolso que el art. 890 del CC otorga al
adquirente.
Por otra parte, se ha aplicado la disposición del art. 890 inciso 2° del Código Civil a
establecimientos no mencionados en ella, toda vez que el texto es ejemplificativo y
genérico.
4° En el pago de lo no debido hay un caso en que no puede reivindicarse. Se ha pagado una
cosa que se creía deber y el supuesto acreedor la enajena. Hay acción contra el tercero
adquirente, si adquirió a título gratuito o si a título oneroso y de mala fe: art. 2302 del CC.
No hay acción contra el tercero de buena fe que adquirió a título oneroso (artículo 2303).
5° Tampoco hay acción reivindicatoria cuando el tercero adquirió la cosa por prescripción.
6° Cuando se ha declarado resuelto un contrato no hay lugar a la acción reivindicatoria en
contra de terceros poseedores de buena fe (arts. 1490 y 1491 del CC).

b) Que el reivindicante sea dueño de la cosa.

Art. 893 del CC: puede reivindicar el propietario, cualquiera sea su calidad (pleno o
nudo, absoluto o fiduciario).
Excepcionalmente el poseedor podrá reivindicar, aunque no se pruebe dominio,
ejercitando la llamada acción publiciana (art. 894), que se concede al que ha perdido la
posesión regular de la cosa y se hallaba en el caso de poderla ganar por prescripción; pero
esta acción no se podrá ejercer ni contra el verdadero dueño ni contra el que posea con
igual o mejor derecho.
El demandante, al interponer la acción reivindicatoria, debe probar su calidad de
dueño, pues al demandar reconoce en el demandado la calidad de poseedor, con lo que éste
se apoya en la presunción de dominio del art. 700 del CC, que el reivindicante queda
obligado a destruir. La situación se altera sin embargo, cuando reivindica el Fisco,
conforme a la presunción del art. 590 del CC.
Aparece en esta materia una importante dificultad: la prueba del domino (probatio
diabólica). Para acreditarlo, tiene importancia determinar si el reivindicante lo adquirió por
un modo originario o derivativo. En el primer caso le bastará probar los hechos que
constituyeron ese modo originario. Pero si adquirió por un modo derivativo, como la
tradición, no basta con probar que ese modo se configuró a favor del que se pretende dueño,
porque quedará la interrogante de si el antecesor, a su vez, tenía o no el dominio
(recordemos que nadie puede transferir más derechos que los que tiene sobre la cosa). En
definitiva, para sortear la dificultad se acude a la prescripción adquisitiva, con más
seguridad la extraordinaria (recordemos que puede recurrirse también a la agregación de
posesiones, aunque con sus calidades y vicios).
En lo concerniente a la acción publiciana, se ha planteado un problema muy
discutido en la doctrina, consistente en determinar si para estar en condiciones de ejercitar
esta acción es necesario tener cumplido el plazo para ganar por prescripción ordinaria o
basta con tener sólo algún tiempo de posesión. Se ha sostenido que es necesario haber
completado el plazo porque al apoderarse otro de la cosa se produce una interrupción
natural de la prescripción del primero, que hace perder todo el tiempo anterior, con lo que
ya no queda “en vías de ganar por prescripción” (Alessandri).
Otros piensan que no es necesario el cumplimiento del plazo de prescripción: si ya
está cumplido, no es necesaria la acción publiciana, pues bastaría alegar la prescripción y
entablar la acción reivindicatoria, no la publiciana. Quien enteró el plazo es dueño, no
poseedor. Por lo demás, así lo denotan el texto del precepto y la historia de su
establecimiento, pues Andrés Bello tomó esta institución íntegramente del Derecho
Romano y allí estaba establecida sin requerir el cumplimiento del plazo.
Es interesante mencionar que algunos fallos han concluido que cuando el
reivindicante no ha logrado probar el dominio, pero sí ha demostrado mejor derecho que el
demandado, la demanda debe ser acogida sobre el supuesto que el actor, implícitamente, ha
ejercido la acción publiciana.

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c) Que el reivindicante esté privado de la posesión de la cosa.

En relación con los inmuebles, surge el problema de si corresponde entablar acción


reivindicatoria a un propietario que teniendo inscrito a su nombre un predio le es arrebatado
materialmente. La solución debemos buscarla en el tema de la adquisición, conservación y
pérdida de la posesión, en el que se plantea a su vez la polémica sobre el valor de la
inscripción, con sus dos posiciones:
1° Considerando que la inscripción conservatoria es única y suficiente prueba de
posesión (la inscripción representa el corpus y el animus), no procedería hablar en la
hipótesis planteada de pérdida de la posesión, por lo que no competería al perjudicado la
acción reivindicatoria. Tal afirmación es consecuencia de atribuir a la posesión inscrita un
valor absoluto y excluyente. El dueño entonces, debería entablar la acción de precario
(2195, 2°) y la querella de usurpación.
2° Pero puede también sostenerse que no obstante tener posesión inscrita, al privarse al
dueño de la tenencia material se le ha privado de una parte integrante de la posesión, su fase
material, y podría el dueño en el caso planteado, reivindicar, al no ser íntegramente
poseedor. Hay fallos que así lo han resuelto (y tendría también acción posesoria, de amparo
o restitución, según veremos).

3.- Contra quien se puede reivindicar

La regla general es que la acción se entable contra el actual poseedor: art. 895.
Para el reivindicante tiene importancia determinar quien es el poseedor porque debe
litigar contra legítimo contradictor, debiendo considerarse en este punto el efecto relativo
de las sentencias. Si en la práctica se presentan dudas acerca de la identidad del actual
poseedor, la ley establece medidas de resguardo en favor del reivindicante: art. 896
(obligación de hablar que pesa sobre el mero tenedor); art. 897 (indemnización de
perjuicios al reivindicador que pesa sobre el poseedor ficto).
Puede ocurrir que el poseedor haya fallecido, dejando varios herederos. La acción
reivindicatoria tiene por objeto no sólo la entrega de la cosa, sino también el pago de otras
indemnizaciones como deterioros, devolución de los frutos o de su valor, etc. El art. 899
resuelve este caso: mientras la ación para obtener la entrega de la cosa es indivisible (no es
posible cumplirla por partes), la de indemnizar es perfectamente divisible (en relación a lo
anterior, arts. 1526 N°2, art. 1354) el pago de las deudas hereditarias se efectúa a prorrata
por los herederos.

- Casos en que la acción reivindicatoria no se dirige contra el actual poseedor:

a) Se puede dirigir contra el que dejó de poseer, ya de buena fe (artículo 898), ya de


mala fe (artículo 900).
a.1) De buena fe: cabe la acción en su contra, siempre que a consecuencia de la
enajenación, se haya hecho imposible o difícil la persecución de la cosa. En este caso, no se
persigue la cosa, sino que el dueño exige para sí el precio que recibió el poseedor al
enajenarla, y si éste enajenó de mala fe (aunque inicialmente adquirió de buena fe, al
enajenar lo hizo a sabiendas de ser ajena la cosa), para que se le pague la indemnización de
todo perjuicio. El reivindicador, al aceptar el precio, confirma la enajenación, ratifica un
acto que le era inoponible (caso de voluntad presunta). Se produce aquí una figura de
subrogación real (la cosa se reemplaza por el precio).
a.2) El poseedor estaba de mala fe: se trata de la “reivindicatoria ficta”, que se dirige
contra aquél que poseía de mala fe y por hecho o culpa suya, ha dejado de poseer. Aquí, el
demandado además del pago del precio y de indemnizar todo perjuicio, responderá por los
frutos, deterioros y expensas de acuerdo a las reglas del poseedor de mala fe vencido, en las
prestaciones mutuas. Cabe consignar que el inciso final del art. 900 dispone que la
obligación de saneamiento a que tiene derecho el comprador que ha sido privado de la cosa,

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no pesa sobre el reivindicante, sino que recae sobre el poseedor de mala fe que dejó de
poseer.
En doctrina, se ha discutido si en los casos de los arts. 898 y 900 puede hablarse de
acción reivindicatoria. Algunos sostienen que se trata sólo de acciones personales.
b) Se puede dirigir también contra el mero tenedor, que retenga la cosa indebidamente:
art. 915.
El alcance de este artículo ha motivado discusiones.
En primer lugar, ha surgido controversia en su calificación. Por una parte, se le ha
estimado simplemente como la acción reivindicatoria que, excepcionalmente, se permite
contra el mero tenedor; otros, la han considerado como una acción distinta, como
puramente restitutoria contra el mero tenedor. Pero más importancia tiene precisar el
alcance de la acción. Podría estimarse que se trata de una acción que corresponde al que
entregó la mera tenencia de una cosa a otro, por un contrato (comodato, arriendo, etc.) y
que al terminar la vigencia de esa relación, el tenedor se niega a restituir. Se tendría
entonces la acción reivindicatoria, además de la acción personal que surge del contrato.
Con este alcance, sería dudoso que pudiera intentarla el adquirente del dueño (por ejemplo,
el tercero que compra la cosa al comodante o al arrendador), por cuanto él no contrató con
el tenedor (salvo la posibilidad de cesión del contrato) y en todo caso, tampoco podría
intentarse contra el que detenta la cosa sin una relación jurídica inicial; es decir, contra el
que desde un comienzo, detenta sin justificación jurídica.
Una segunda alternativa es la de entenderla precisamente como la situación inversa:
aplicable sólo a aquellos tenedores que no tienen, y nunca tuvieron un título que justifique
la detentación: los “injustos detentadores”. Pero también puede estimarse aplicable a ambas
situaciones: al “detentador injusto” desde un comienzo o al que haya empezado a detentar
con título que luego quedó sin justificación (porque fue declarado nulo, resuelto, etc).
Ambos serían, al tiempo de la demanda, “injustos detentadores”.
La jurisprudencia ha aplicado la regla a ambas categorías de tenedores.
En la doctrina se ha insinuado la conveniencia de consagrar una acción general
restitutoria para aquellos casos en los que no es posible entablar acción reivindicatoria,
acciones posesorias o acciones personales de restitución emanadas de un contrato, sea
porque el demandado no es poseedor (lo que por regla general excluye la acción
reivindicatoria), sea porque ha pasado más de un año o incluso seis meses (lo que excluye
las acciones posesorias), sea porque fue otro el contratante o simplemente no hubo contrato
alguno. La necesidad se torna imperiosa, si recordamos que el mero tenedor puede alegar
prescripción, amparándose en el art. 2510, regla tercera.
Para llenar este vacío se ha acudido frecuentemente a la acción de precario,
contemplada, en el art. 2195.
Para Peñailillo, parece más adecuado fundar tal acción general restitutoria en el art.
915, confiriendo a este precepto un sentido extensivo, es decir, haciéndolo aplicable a todo
tenedor que a la época de la demanda, no pueda justificar aceptablemente su insistencia en
mantener la cosa en su poder

- Actitudes que puede asumir el demandado de reivindicación y que suponen debate:


a) sostener que el demandante no es dueño (simplemente negarlo, o agregar que lo es
cierto tercero).
b) Que no es (el demandado) poseedor de la cosa (con la salvedad del art. 915, en
virtud del cual el actor puede ejercitar la acción en contra del injusto detentador).
c) Alegar que él (el demandado), es el dueño.

4.- Extinción de la acción reivindicatoria por prescripción.

Se desprende del artículo 2517, que la acción reivindicatoria no se extingue por la


prescripción extintiva, por no ejercitar la acción en determinado plazo, sino que se extingue
como consecuencia de haberse perdido el dominio. En otras palabras, se extingue por la
prescripción adquisitiva que corre en favor de otro. Por ello, si el dueño ve que un tercero

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empieza a poseer el bien de su dominio, puede reivindicarlo, pero antes que aquél poseedor
se lo gane por prescripción adquisitiva.

5.- Medidas precautorias

La acción reivindicatoria se tramita en juicio ordinario. En el intertanto el


demandado está muy protegido, ya que goza de la presunción de ser dueño de la cosa (art.
700). Por lo demás, el art. 902, 1°, expresamente dispone que seguirá gozando del bien
reivindicado, hasta que quede ejecutoriada la sentencia definitiva. El poseedor podría
enajenarlo en consecuencia, burlando las expectativas del reivindicante. De ahí que los
artículos 901 y 902 autorizan al último para solicitar ciertas medidas precautorias con el
objeto de asegurar los resultados del juicio. Si la cosa es mueble, puede pedirse el
secuestro, es decir, el depósito hecho por orden judicial en manos de un tercero. Si la cosa
es inmueble puede solicitarse prohibición de celebrar actos o contratos, medidas para evitar
el deterioro de la cosa, nombramiento de interventor, etc. (las últimas también para cosas
muebles).

6.- Prestaciones mutuas

a) Concepto: consisten en las devoluciones e indemnizaciones que recíprocamente se


deben el reivindicante y el poseedor , cuando éste es vencido en el juicio reivindicatorio.
Las prestaciones mutuas constituyen reglas generales, aplicables también en otras
situaciones en que deben efectuarse restituciones, como en la acción de petición de herencia
(art. 1.266) y la acción de nulidad (art. 1.687). Las prestaciones mutuas están reguladas en
los artículos 904 y ss.

b) Obligaciones que tiene el poseedor vencido para con el reivindicante

b.1) Restitución de la cosa : arts. 904 y 905.


El art. 904 establece que debe hacerse en el plazo que el juez señale. Se trata de un caso
excepcional de plazo judicial. (art. 1494, 2°)

b.2) Indemnización de los deterioros que hubiere causado en la cosa: art. 906. Debemos
distinguir entre poseedor vencido de mala fe o de buena fe, la que se considerará en el
momento en que se produjeron los deterioros (aplicando el art. 913 por analogía); debemos
tener presente además que después de la contestación de la demanda el poseedor de buen fe
es considerado de mala fe, porque ya sabe que su situación es discutible:
• Poseedor de mala fe: responde por los deterioros que por su hecho o culpa sufrió la
cosa;
• Poseedor de buena fe: sólo responde de los deterioros cuando se aprovechó de los
mismos.

b.3) Restitución de los frutos: artículos 907 y 913. También distinguimos, según se trate
del poseedor de buena o mala fe:
• Poseedor de mala fe: restituye los frutos naturales y civiles de la cosa, incluso
aquellos que pudo percibir con mediana inteligencia y actividad. Si no existen los
frutos, deberá el valor que tenían al momento de la percepción.
• Poseedor de buena fe: no está obligado a restituir los frutos percibidos antes de la
contestación de la demanda Por los percibidos después responde como el poseedor
de mala fe.
La buena o mala fe se refiere al tiempo de la percepción (artículo 913).

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b.4) Indemnización de los gastos de custodia y conservación de la cosa durante el juicio
reivindicatorio.

De conformidad al artículo 904, esta obligación de indemnizar sólo pesa sobre el


poseedor de mala fe.

c) Obligaciones que tiene el reivindicante para con el poseedor vencido.

c.1) Indemnización de los gastos ordinarios invertidos en la producción de frutos.

Tanto el poseedor de mala fe como el de buena fe, tiene derecho al pago de estos
gastos (artículo 907, último inciso).

c.2) Indemnización por las mejoras introducidas en la cosa.

Se entiende por mejora, toda obra ejecutada para la conservación de la cosa, para
aumentar su valor o para fines de ornato o de recreo. Se distinguen entonces tres clases de
mejoras: necesarias, útiles y voluptuarias.
El artículo 908 se refiere a las mejoras necesarias. Los artículos 909, 910, 912 y 913
a las mejoras útiles. El artículo 911 a las mejoras voluptuarias.
Para el pago de las mejoras, se atenderá a dos factores: la buena o mala fe del
poseedor vencido y la calidad de las mejoras:
• En cuanto a las mejoras necesarias, prevalece la calidad de las mejoras sobre la
buena o mala fe del poseedor. Siempre el reivindicante debe abonar al poseedor
vencido estas mejoras. Las mejoras necesarias pueden ser de dos clases: obras
materiales (artículo 908, 2º); y obras inmateriales (artículo 908, 3º).
• En cuanto a las mejoras útiles: en este caso, debemos distinguir entre poseedor de
buena o mala fe. En este caso, se atiende, para considerar al poseedor de buena o
mala fe, al momento en que fueron hechas las mejoras (artículo 913):
1º Poseedor de buena fe: deben reembolsársele las mejoras útiles que ejecutó,
encontrándose de buena fe (artículo 909, incisos 1º y 2º). El inciso 3º del artículo
909 da al reivindicante un derecho optativo, según el cual puede elegir entre pagarle
al poseedor de buena fe el valor de las mejoras útiles (considerado dicho valor el
tiempo de la restitución) o bien pagarle el aumento de valor que la cosa hubiere
experimentado.
2º Poseedor de mala fe: no tiene derecho a que se le restituyan las mejoras útiles,
pero el artículo 910 lo autoriza a llevarse los materiales que hubiere invertido en la
cosa, cumpliendo con dos requisitos:
+ que dichos materiales puedan separarse sin detrimento de la cosa reivindicada;
+ y en la medida que el reivindicante se niegue a pagar los valores de esos
materiales.
El artículo 912 determina cuándo se puede efectuar esta separación de los
materiales. Se deduce de esta norma que si los materiales no pueden sacarse sin
detrimento de la cosa, el poseedor de mala fe pierde estas mejoras.
• En cuanto a las mejoras voluptuarias: el reivindicante no está obligado a pagarlas ni
al poseedor de buena o mala fe (artículo 911). Ambos tendrán si derecho de llevarse
los materiales, siempre que el reivindicante no se allane a pagarles el valor de
dichos materiales.

d) Derecho de retención del poseedor vencido.

El poseedor tiene un derecho legal de retención, mientras el reivindicante no pague


o asegure el pago a su satisfacción (artículo 914).

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III DE LAS ACCIONES POSESORIAS

1.- Generalidades.

El Código Civil regula estas acciones en los arts. 916 a 950.

a) Definición.

Conforme al artículo 916, son aquellas que “tienen por objeto conservar o
recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos”

b) Características.

b.1) Son acciones inmuebles (916 y 580).

b.2) Son acciones reales: se ha discutido este carácter, partiendo del supuesto que la
posesión es un hecho para la mayoría de las doctrinas, mientras que el artículo 577 dispone
que las acciones reales nacen de los derechos reales. Sin embargo, se afirma que deben
incluirse entre las acciones reales, porque pueden ejercerse sin respecto a determinadas
personas y en contra de cualquiera persona que turbe o arrebate la posesión, sin que importe
la existencia de un vínculo preestablecido con ella (art 927,1°).

b.3) En el ámbito procesal, su ejercicio generalmente deja a salvo el derecho a discutir


posteriormente el dominio entre las mismas partes (arts. 563 y 576 del Código de
Procedimiento Civil). En el caso de la querella de restablecimiento (cuyo carácter de acción
posesoria se discute) quedan a salvo incluso las acciones posesorias comunes (artículos 928
del Código Civil y 564 del Código de Procedimiento Civil).

c) Diferencias con la acción reivindicatoria.

c.1) La acción reivindicatoria ampara el domino, o sea un derecho; las acciones


posesorias amparan la posesión, o sea un hecho.

c.2) El titular para ejercitar la acción reivindicatoria es el dueño y excepcionalmente el


poseedor regular cuando está en vías de ganar la cosa por prescripción (acción publiciana).
Las acciones posesorias pueden ejercitarlas el poseedor y aún el mero tenedor en la querella
de restablecimiento.
El derecho real de herencia no puede ampararse por acción posesoria , desde el
momento que es una universalidad jurídica, pero nada impide que se pueda amparar un
inmueble determinado de la sucesión.
El art. 922 consagra la acción en favor del usufructuario, el usuario y el habitador,
quienes si bien son menos tenedores de la cosa, son poseedores de sus respectivos derechos.
Por otra parte, se dice que entre comuneros no puede entablarse acción posesoria,
puesto que entre ellos, en opinión de parte importante de la doctrina y de la jurisprudencia,
no corre prescripción.
Respecto de los bienes nacionales de uso público, como no pueden ganarse por
prescripción, ni siquiera pueden poseerse, se ha concluido que no procede acción posesoria.
Pero, a su vez, si un particular adquiere un derecho de uso y goce sobre ellos, de parte de la
autoridad, puede proteger ese derecho (para algunos real) con la correspondiente acción
posesoria (teoría de los derechos reales administrativos).

d) Debe intentarse dentro de cierto plazo.

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Así como se exige un año de posesión para tener acción posesoria, se concede el
mismo plazo para ejercitarla; al cumplirse el año, se extingue la acción: art. 920.
En cuanto al cómputo del plazo, distingue la ley entre las acciones tendientes a
conservar y aquellas cuya finalidad es recuperar la posesión. Las primeras prescriben al
cabo de un año contado desde el acto de molestia o embarazo; las segundas al cabo de un
año contado desde que el poseedor anterior ha perdido la posesión. En caso de nueva
posesión violenta, el año se cuenta desde el último acto de violencia; en caso de posesión
clandestina, desde que ésta cesa. La prescripción de las acciones posesorias, por ser plazo
especial, no se suspende (2524), en favor de las personas indicadas en el art. 2509.

e) Prueba de la posesión.

Quien entabla una acción posesoria, fundamentalmente debe probar:


e.1) Que es poseedor tranquilo y no interrumpido por un año a lo menos;
e.2) que se le ha arrebatado o turbado la posesión.

e.1) Prueba de la posesión tranquila y no interrumpida, por un año al menos: los artículos
924 y 925, de contenido aparentemente contrapuesto, entran en juego: mientras el art. 924
dispone que la posesión de los derechos inscritos se prueba por la inscripción, el art. 925
establece que la posesión del suelo se prueba por hechos posesorios positivos.
La doctrina ha interpretado de manera diversa estos preceptos. Para algunos autores,
el art. 924 es aplicable a la prueba de la posesión de todos los derechos reales, con
excepción del dominio. Este último, más fácil de ejercitarse mediante actos materiales, (al
punto que en la terminología del Código se confunde el derecho con la cosa misma) debe
probarse en la forma indicada en el art.925 (artículos como el 700, 715, 916, mostrarían esa
diferencia entre el dominio y los demás derechos reales). Así, por ejemplo, el art. 916, al
definir las acciones posesorias distingue claramente entre el dominio y los demás derechos
reales constituidos sobre inmuebles. Al hablar del dominio, el legislador lo identifica con el
bien raíz. Luego, esta identificación se aplica a la prueba de la posesión (del dominio), y se
aplicará el art. 925, esté o no inscrito el inmueble. Con esta posición, la doctrina que la
sustenta demuestra también no asignar a la inscripción conservatoria un valor tan absoluto.
Propugnan esta teoría Ruperto Bahamondes , J.E. Montero, etc.
Para otros, que rechazan aquella confusión entre el derecho y la cosa (con preceptos
como los arts. 686 y 687, en los que quedaría claro que siempre lo que se inscribe son
derechos, sean el dominio u otro derecho real, nunca los bienes mismos) y que asignan un
valor categórico a la inscripción como símbolo de la posesión, el art. 924 se refiere a la
prueba de los derechos inscritos y el art. 925 a los no inscritos (los arts. 686, 724, 728, 729,
apoyarían la solución) Se objeta la primera teoría, señalándose que no es tan preciso que el
legislador identifique el derecho real de dominio con la cosa sobre la cual recae. Además, el
art. 924 no ha excluido el dominio expresamente, pudiendo quedar comprendido en la frase
“los derechos inscritos”. Sin embargo, se atenúa el rigor de esta doctrina con respecto al art.
925, admitiendo también la prueba de hechos posesorios en ciertos casos:
• Cuando el poseedor inscrito tiene menos de un año de inscripción, la posesión
material le servirá de prueba;
• Cuando hay dos inscripciones paralelas, se prefiere al que está en posesión material;
• Cuando los deslindes indicados en la inscripción no son exactos, y hay discusión
respecto a ellos, se prefiere al que está en posesión material.
La jurisprudencia se ha inclinado mayoritariamente por la segunda doctrina.

e.2) Prueba de la turbación o privación de la posesión: quien interponga la acción


posesoria; deberá acreditar estos hechos y cuándo acaecieron, para dejar en claro si se
interpuso en tiempo oportuno.

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2.- Las acciones posesorias en particular

Las acciones posesorias son:

a) Querella de amparo
b) Querella de restitución
c) Querella de restablecimiento
d) Acciones posesorias especiales : d.1) Denuncia de obra nueva
d.2) Denuncia de obra ruinosa

a) Querella de amparo.

a.1) Concepto.
Es la que tiene por objeto conservar la posesión de los bienes raíces o de derechos
reales constituidos en ellos.

a.2) Objetivos que persigue: están indicados en el art. 921:


• Que no se turbe o embarace la posesión . Turbación, embarazo o molestia causada a
la posesión, es todo acto o hecho voluntario, ejecutado de buena o mala fe, que sin
despojar a otro de su posesión, entraña o supone disputar o cuestionar el derecho
que pretende tener el poseedor, de ejercerla. La acción puede intentarse tanto
cuando se ha tratado de turbar la posesión, como cuando en el hecho ya se ha
turbado (artículo 551 número 2 del Código de Procedimiento Civil). Se ha resuelto
también que la turbación puede ser de hecho o de derecho. La acción puede dirigirse
también en contra del propietario porque nadie puede hacerse justicia por sí mismo.
• Que se indemnicen los daños que con los actos de perturbación se hubieren
causado; y
• Que se de garantías contra el daño que fundadamente se teme.

a.3) Procedimiento: se rige por los artículos 549 y siguientes del Código de Procedimiento
Civil.

a.4) Prescripción: la acción prescribe en un año, contado desde el acto de molestia o


embarazo inferido al poseedor (artículo 920).

b) Querella de restitución.

b.1) Concepto.
Es la que tiene por objeto recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales
constituidos sobre ellos (art. 926 del Código Civil y artículo 549 del Código de
Procedimiento Civil).

b.2) Objetivos: el querellante persigue dos objetivos (artículo 926 del Código Civil):
• Que se le restituya la posesión de la que injustamente fue privado; y
• Que se le indemnicen los perjuicios.

b.3) Sujetos pasivos de la acción.


Previéndose la posibilidad de traspasos, se permite dirigir la acción contra todo el
que derive su posesión del que efectuó el despojo (artículo 927 del Código Civil); el
despojo puede ser total o parcial; y carece de importancia si el autor tiene o no ánimo de
entrar en la posesión.

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En cuanto a la situación del poseedor inscrito que es despojado materialmente de su
finca, debemos tener presente el análisis efectuado en relación a la acción reivindicatoria; la
dificultad consiste en determinar si se ha perdido o no la posesión . La respuesta dependerá,
en última instancia, de la concepción que se tenga de la inscripción conservatoria. Si se
concibe la inscripción como símbolo de posesión, en términos absolutos y excluyentes, se
puede concluir que no hay privación y ni siquiera turbación. Entonces el afectado debería
recurrir a la querella de restablecimiento, si el despojo fue violento y actúa dentro de los 6
meses; a una acción de precario (artículo 2195 del Código Civil); a la querella de
usurpación, etc. Sólo habría turbación si alguien pretende inscribir a su nombre el mismo
inmueble, y privación de posesión si efectivamente inscribe.
En cambio, si se concibe la inscripción sólo como garantía de la posesión,
entendiéndose siempre la última como la tenencia con ánimo de señor y dueño, en el caso
propuesto habría sin duda turbación de la posesión, lo que daría fundamento a la querella de
amparo.
A su vez, como unos mismos hechos pueden constituir turbación de posesión en un
sector del inmueble y despojo en otro sector del mismo, pueden interponerse
simultáneamente las querellas de amparo y restitución, según lo ha resuelto la
jurisprudencia (aplicación del artículo 17 del Código de Procedimiento Civil); si no está
claro que los hechos constituyen turbación o privación de la posesión, puede plantearse una
en subsidio de la otra. Para algunos autores tal podría ser la actitud del poseedor inscrito
que se le priva de la posesión material pudiendo intentar acción de restitución y en subsidio,
de amparo.

b.4) Prescripción: la acción prescribe en un año, contado desde que el poseedor anterior
perdió la posesión (artículo 920).

c) Querella de restablecimiento.

c.1) Concepto.
Es la que se concede al que ha sido despojado violentamente de la posesión o mera
tenencia de un inmueble, a fin de que le sea restituido, en el estado existente antes del acto
de violencia (artículos 928 del Código Civil y 549 del Código de Procedimiento Civil).
Esta acción, denominada también “querella de despojo violento”, tiende a evitar que
los particulares se hagan justicia por sí mismos.
Se dice que esta no es una acción posesoria propiamente tal, porque también puede
ejercitarla el mero tenedor.
No es necesario entonces probar posesión; basta acreditar el despojo. Tampoco es
necesario que el actor carezca de acción posesoria de amparo o restitución, como pareciera
sugerirlo el tenor literal del art. 928.

c.2) Objetivos: están indicados en el artículo 928:


• Recuperar la cosa de la que fue violentamente despojado;
• Resarcimiento de los daños que se le ocasionaron.

c.3) Prescripción.
Esta acción prescribe en seis meses, contados desde el acto de despojo (artículo
928), plazo que no se suspende (conforme al art. 2524)

d) Acciones posesorias especiales.

d.1) Reglas comunes:


1° La jurisprudencia ha resuelto que no es aplicable a estas acciones especiales el art.
918, que exige un año completo de posesión tranquila, en atención a que está
comprometido el interés público.

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2° El art. 946 contempla el caso en que haya pluralidad de querellados o de
querellantes
Cuando hay pluralidad de sujetos activos, también distinguimos dos situaciones:
• Cada uno podrá pedir la prohibición, destrucción o enmienda de la cosa;
• Cada uno podrá pedir indemnización, pero sólo por el daño que haya sufrido.
3º Estas acciones no tendrán lugar contra el ejercicio de una servidumbre: art. 947.

d.2) Denuncia de obra nueva.


Su objeto es obtener que se prohíba toda obra nueva sobre el suelo de que se está en
posesión y asimismo la que embarace el goce de una servidumbre legítimamente
constituida sobre el predio sirviente: los artículos 930, 1° y 931, 1°, indican estos dos
objetivos.
El art. 930, incisos 2° y 3°, alude a obras nuevas no denunciables.

d.3) Denuncia de obra ruinosa.


Tiene por objeto evitar que el mal estado de los edificios o construcciones
entorpezca el ejercicio de la posesión.
Los art. 932 y 935 se refieren a las obras ruinosas denunciables
Los objetivos que se persiguen son:
• Obtener la destrucción del edificio ruinoso;
• Obtener su reparación, si ello es posible;
• Si el daño que se teme no fuere grave, obtener que el dueño rinda caución de
resarcir todo perjuicio que sobrevenga por el mal estado del edificio.
Las reparaciones deben ser hechas por el querellado; pero si éste no las hace, las hará el
querellante en la forma indicada en el art. 933.
El art. 934 se pone en el caso que el edificio se derrumbe:
• Si se derrumbó antes de notificarse la demanda, no hay derecho a indemnización
(sanción al querellante negligente); cabe consignar que no sólo el o los vecinos
colindantes con el edificio ruinoso pueden accionar, sino que cualquier persona,
según lo establece por lo demás el artículo 149 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones.
• Si se derrumbó después de notificada la demanda distinguimos:
1º si se debió a caso fortuito, no habrá lugar a indemnización a menos de probarse
que el caso fortuito, si el mal estado del edificio, no lo hubiera derribado.
2º si hubo dolo o culpa, se indemnizará de todo perjuicio a los vecinos.
La acción para pedir la destrucción de la obra ruinosa, no prescribe mientras haya
justo tenor de que el edificio u obra pueda derrumbarse: art. 950
Los artículos 2323 y siguientes se refieren a la responsabilidad extracontractual por
la ruina de un edificio.

d.4) Acción popular: arts. 948 a 950


La municipalidad y cualquier particular tendrá, en favor de los caminos, plazas u
otros lugares de uso público, y para la seguridad de los que transitan por ellos, los derechos
que la ley concede a los dueños de heredades o edificios privados.
Si a consecuencia de haber interpuesto una acción popular, haya de demolerse o
enmendarse una construcción, o de resarcirse un daño sufrido, se recompensará al actor, a
costa del querellado, con una suma que no será inferior a la décima parte ni superior a un
tercio, de lo que cueste la demolición o enmienda, o el resarcimiento del daño.
Adicionalmente, si se castiga el delito o la negligencia con una pena pecuniaria, se
adjudicará al actor la mitad.

d.5) Prescripción de las acciones posesorias especiales: artículo 950.


Distinguimos:

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• Las que tiene por objeto indemnizar un daño, prescriben para siempre al cabo de un
año completo;
• Las dirigidas a precaver un daño, no prescriben mientras haya justo motivo de
temerlo (por ejemplo, denuncia de obra ruinosa);
• La denuncia de obra nueva prescribe en un año, pero queda a salvo el derecho para
entablar la acción reivindicatoria, salvo que la obra nueva se haya construido en
virtud de una servidumbre legítimamente constituida.

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