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Mariquita Sánchez de Thompson

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Mariquita Snchez de

Thompson
(1786-1868)
Fuente: Felipe Pigna, Mujeres tenan que ser. Historia de
nuestras
desobedientes,
incorrectas,
rebeldes
y
luchadoras. Desde los orgenes hasta 1930, Buenos Aires,
Planeta, 2011, pgs. 195, 218-221, 224-227, 290-292, adaptado
para El Historiador.

Mara de Todos los Santos Snchez de Velazco y Trillo, ms conocida como


Mariquita Snchez de Thompson, naci el 1 de noviembre de 1786 en uno de los
hogares ms prestigiosos de aquel entonces. Era la nica hija de don Cecilio
Snchez de Velazco y de doa Magdalena Trillo y Crdenas, viuda en primeras
nupcias de un riqusimo y poderoso comerciante de Buenos Aires llamado Manuel
del Arco, cuya fortuna heredar Mariquita.
Desde 1808, se hicieron famosas las tertulias de su casa de la calle Unquera, ms
conocida por todos como del Empedrado o del Correo 1. () Se dice que en su
saln se interpret por primera vez el Himno Nacional, aunque ella en ningn
escrito mencion tan trascendente episodio. La tradicin, sin embargo, as lo
seala y hasta le pone dos fechas posibles: 14 o 25 de mayo de 1813. En la
instalacin del episodio tuvo mucho que ver el cuadro de Pedro Subercaseaux
pintado en 1910, basado en las Tradiciones Argentinas de don Pastor Obligado y
que hoy puede verse en el Museo Histrico Nacional.
Subercaseaux se refiere a este cuadro en sus Memorias: Se trataba aqu de
representar el ensayo del Himno Nacional Argentino. En el saln de la Chacra,
tapizado de rico brocado amarillo, hice que se agruparan mis personajes; unas
cuantas seoritas jvenes vestidas a la moda imperio, junto a las cuales
represent a San Martn, Pueyrredn y unos cuantos hombres ms. Al clavecn
apareca el que acompaaba el canto de doa Mariquita Thompson, la que deba
aparecer como figura principal del cuadro. 2
Lo del estreno del himno puede ser leyenda, pero lo que sabemos con seguridad
es que en esas reuniones hombres como Juan Martn de Pueyrredn, Nicols
Rodrguez Pea, Bernardo de Monteagudo, y Carlos Mara de Alvear, entre
muchos otros, tejieron y destejieron alianzas polticas, en la formacin de
asociaciones pblicas, como la Sociedad Patritica o secretas, como la Logia.
Pero la arrolladora personalidad de Mariquita se haba manifestado mucho antes.
Todava no tena quince aos cuando en 1801 se enamor y comprometi con su

primo Martn Thompson, contra la opinin de sus padres. Su tenacidad la llevara a


protagonizar uno de los juicios de disenso ms famosos de la poca.
Por aquel entonces, la Real Pragmtica sobre Hijos de Familia, que rega en todas
las posesiones espaolas desde 1778, estableca que los hijos de blancos
menores de 25 aos slo podan casarse contando con el consentimiento de sus
padres, tutores o encargados. Esta muestra del despotismo ilustrado no tuvo una
aplicacin pacfica y dio lugar a los llamados juicios de disenso, por los cuales los
novios buscaban que la autoridad diese el permiso negado por los padres, o
rechazase la imposicin de un matrimonio no deseado.
Tanto el padre de Mariquita, don Cecilio Snchez, como su madre, Magdalena
Trillo, se negaron a dar su consentimiento, ya que tenan en vistas para ella a un
comerciante rico, emparentado por el lado materno.
Las hostilidades comenzaron cuando Thompson, alfrez de Marina, fue trasladado
de Buenos Aires, primero a Montevideo y despus a Cdiz, aparentemente por las
influencias de don Cecilio, al tiempo que se le intent imponer a Mariquita los
esponsales con el candidato familiar, don Diego del Arco. La nia se neg e hizo
una declaracin ante autoridad competente de su voluntad de casarse con
Thompson. La respuesta fue encerrarla en un convento por un tiempo. Ya muerto
don Cecilio, y vuelta a casar doa Magdalena, comenz el juicio de disenso,
promovido por Martn Thompson a su regreso a Buenos Aires.
Doa Magdalena defenda su oposicin al amor de la pareja con estos
argumentos: Me es imposible convenir gustosa en que se case contigo pues basta
que su padre, que tanto juicio tena y tanto la amaba como hija nica, lo haya
rehusado en vida, y adems de eso, siendo Thompson pariente bastante
inmediato, sin las calidades que se requieren para la direccin y gobierno de mi
casa de comercio por no habrsele dado esta enseanza y oponerse a su
profesin militar, conozco que no pueden resultar de este enlace las
consecuencias que deben ser inseparables en un matrimonio cristiano, para que
entre padres e hijos haya la buena armona que debe consultarse principalmente
para evitar el escndalo y la ruina de las familias que tanto se oponen a los santos
fines del matrimonio (). 3
Mariquita le escribi una muy osada carta al virrey Sobremonte contndole su
caso: Excelentsimo Seor: Ya llegado el caso de haber apurado todos los medios
de dulzura que el amor y la moderacin me han sugerido por espacio de tres
largos aos para que mi madre, cuando no su aprobacin, cuanto menos su
consentimiento me concediese para la realizacin de mis honestos como justos
deseos; pero todos han sido infructuosos, pues cada da est ms inflexible. As
me es preciso defender mis derechos: o Vuestra Excelencia mndeme llamar a su
presencia, pero sin ser acompaada de la de mi madre, para dar mi ltima
resolucin, o siendo sta la de casarme con mi primo, porque mi amor, mi
salvacin y mi reputacin as lo desean y exigen (). Nuestra causa es demasiado

justa, segn comprendo, para que Vuestra Excelencia nos dispense justicia,
proteccin y favor. No se atender a cuanto pueda yo decir en el acto del depsito,
pues las lgrimas de madre quizs me hagan decir no slo que no quiero salir,
pero que ni quiero casarme. () Por ltimo, prevengo a V.E. que a ningn papel
mo que no vaya por manos de mi primo d V.E. asenso ni crdito, porque quin
sabe lo que me pueden hacer que haga. Por ser sta mi voluntad, la firmo en
Buenos Aires, a 10 de julio de 1804. 4
El trmite fue saldado el 20 de julio de 1804, al dar el virrey Sobremonte su
permiso para la boda contra la voluntad paterna.
Con la autoridad que le daba esta resolucin de su caso, la mujer del himno
escribir aos ms tarde: El padre arreglaba todo a su voluntad. Se lo deca a su
mujer y a la novia tres o cuatro das antes de hacer el casamiento; esto era muy
general. Hablar de corazn a estas gentes era farsa del diablo; el casamiento era
un sacramento y cosas mundanas no tenan que ver en esto, ah, jvenes del da!,
si pudieras saber los tormentos de aquella juventud, cmo sabras apreciar la
dicha que gozis! Las pobres hijas no se habran atrevido a hacer la menor
observacin; era preciso obedecer. Los padres crean que ellos saban mejor lo
que convena a sus hijas y era perder tiempo hacerles variar de opinin. Se casaba
una nia hermosa con un hombre que ni era lindo ni elegante ni fino y adems que
poda ser su padre, pero hombre de juicio, era lo preciso. De aqu vena que
muchas jvenes preferan hacerse religiosas que casarse contra su gusto con
hombres que les inspiraban aversin ms bien que amor. Amor!, palabra
escandalosa en una joven el amor se persegua, el amor era mirado como
depravacin. 5
Mariquita Snchez se convirti en una referente inevitable de las mujeres de la
elite rioplatense. Partidaria de la independencia, en una suscripcin de 1812
promovida por el Triunvirato para pagar armas venidas de Estados Unidos,
acaudill a un grupo de damas vinculadas a la Sociedad Patritica dirigida por
Bernardo Monteagudo, que adhiri e hizo publicar en la Gaceta un llamado que
expresa, a la vez, los cambios y las continuidades que se vivan en los tiempos
revolucionarios. All se deca que las mujeres, destinadas por la naturaleza y por
las leyes a vivir una vida retrada y sedentaria, no pueden desplegar su patriotismo
con el esplendor de los hroes de los campos de batalla. Saben apreciar bien el
honor del sexo a quien confa la sociedad el alimento y la educacin de sus jefes y
magistrados, pero tan dulces y supremos encargos, las consuelan apenas del
sentimiento de no poder contar sus nombres entre los defensores de la patria. En
la bsqueda de sus anhelos, han encontrado el recurso que siendo anlogo a su
constitucin, desahoga de algn modo su patriotismo. Las suscriptoras tienen el
honor de presentar a V.E. la suma [...] que destinan al pago de fusiles que
ayudarn al Estado en la erogacin que har por armamento que acaba de arribar
felizmente. Ellas sustraen generosamente las pequeas, pero sensibles
necesidades de su sexo, para consagrarles un objeto, el ms grande que la patria

conoce en las actuales circunstancias. Cuando el alborozo pblico lleve hasta el


seno de las familias la nueva de una victoria, podrn decir en la exaltacin de su
entusiasmo Yo arm el brazo de ese valiente que asegur su gloria y nuestra
libertad. Dominadas por esa ambicin honrosa, suplican las suscriptoras a V.E., se
sirva mandar grabar sus nombres en los fusiles que costean. Si el amor a la patria
deja algn vaco en el corazn de los guerreros, la consideracin al sexo ser un
nuevo estmulo que los obligue a sostener en su arma, una prenda del afecto de
sus compatriotas cuyo honor y libertad defienden. Entonces, tendrn derecho a
reconvenir al cobarde que con las armas en la mano abandon su nombre en el
campo enemigo. Y coronarn con sus manos al joven, que presentando con ellas
el instrumento de la victoria, d una prueba de gloriosa valenta. Las suscriptoras
esperan que aceptando V.E. este pequeo donativo, se servir aprobar su solicitud
como un testimonio de su decidido inters por la felicidad de la Patria. Buenos
Aires, 30 de mayo de 1812. 6
Aquella adhesin no le impidi ser luego amiga de Rivadavia e integrarse en 1823
a la Sociedad de Beneficencia, y presidirla en dos ocasiones. Esta buena relacin
tampoco le impidi hacerse federal en 1829. La propia Mariquita deca de s
misma: Yo soy en poltica como en religin muy tolerante. Lo que exijo es buena
fe. 7
Como vecina de los sectores ms pudientes en tiempos ilustrados, Mariquita
tuvo acceso a la educacin y las lecturas, sin necesidad de convertirse en monja,
como hubiera ocurrido en pocas anteriores. No cabe duda de que supo sacarles
provecho, y sus cartas, recuerdos y dems escritos muestran una personalidad
excepcional. Sin embargo, no hay que olvidar que en muchos aspectos no dejaba
de ser una fiel exponente de su clase social. Por ejemplo, en lo que se refiere al
orgullo de casta, como lo puso en evidencia en sus proyectos educativos, en los
que siempre conserv el criterio de diferenciar a los sectores de elite de los
populares. As, estando al frente de la Sociedad de Beneficencia, mantuvo
escuelas separadas para nias blancas y para nias pardas. 8 En cambio, tena
puntos de vista mucho ms avanzados a su tiempo en lo que se refera al
matrimonio y el papel de la mujer en la familia. Por ejemplo, en una carta a su hija
Florencia, en julio de 1854, deca: Quin diablos invent el matrimonio
indisoluble? [...] Es una barbaridad atarlo a uno a un martirio permanente. 9
Claro que esa afirmacin la haca ya madura. Como vimos, su fulminante romance
con Martn Thompson llev a su primer matrimonio, del que tuvo cinco hijos. A
comienzos de 1816, Thompson fue enviado en misin a Estados Unidos, para
intentar el reconocimiento de la independencia que estaba por declararse y, sobre
todo, para obtener buques y armas con qu sostenerla. Mariquita conoci
entonces la viudez virtual de otras mujeres de su clase social, que se convirti en
verdadera en 1819, cuando Thompson falleci en su viaje de regreso a Buenos
Aires. 10 Un ao despus, y siguiendo las prcticas de la poca que no vean bien
a una viuda rica relativamente joven, se volvi a casar, con el representante

consular francs en Buenos Aires, Jean Baptiste Washington de Mendeville, con


quien tuvo tres hijos. Fue un matrimonio curioso que, de hecho, concluy en 1836,
cuando Mendeville fue destinado como cnsul en Quito. Mariquita y sus hijos
quedaron en Buenos Aires y nunca ms volvi a encontrarse con su marido,
muerto en 1863 en Francia.
En tiempos de Rosas, Mariquita fue mentora de los representantes de la llamada
Generacin del 37 (Echeverra, Alberdi, los hermanos Juan Mara y Juan Antonio
Gutirrez, entre otros). Aunque por entonces era ya una mujer mayor, segua
ejerciendo sobre los jvenes escritores romnticos la misma fascinacin intelectual
que en sus aos mozos.
Entre 1839 y 1843 se expatri a Montevideo, temerosa de sufrir persecucin por
parte de Rosas. Curiosamente, Mariquita tena una antigua amistad con Rosas,
con quien se tuteaba, algo infrecuente fuera de las relaciones familiares. La
correspondencia entre ellos muestra mucha confianza. As, el Restaurador la trata
de francesita parlanchina y coqueta en una carta de 1838, cuando los reclamos
franceses anuncian el inminente bloqueo, a la cual Mariquita contesta: No quiero
dejarte en la duda de si te ha escrito una francesa o una americana. Te dir que,
desde que estoy unida a un francs, he servido a mi pas con ms celo y
entusiasmo an, y lo har siempre del mismo modo, a no ser que se ponga en
oposicin de la Francia, pues, en tal caso, ser francesa, porque mi marido es
francs y est al servicio de su nacin. T, que pones en el cepo a Encarnacin
si no se adorna con tu divisa, debes de aprobarme, tanto ms, cuanto que, no slo
sigo tu doctrina, sino las reglas del honor y del deber. Qu haras si Encarnacin
se te hiciese unitaria? Yo s lo que haras. As, mi amigo, en tu mano est que yo
sea americana o francesa. Te quiero como a un hermano y sentira me declararas
la guerra. Hasta entonces permteme que te hable con la franqueza de nuestra
amistad de la infancia. 11
Mariquita fue sin duda una influyente mujer. Era una gran lectora, estaba al
corriente de cuanto acontecimiento sucediese, y fue una sagaz cronista. En carta a
su segundo marido sealaba: En el diario que he llevado he escrito mil
ochocientas sesenta notas. Sin contar cartas particulares. Te puedes imaginar si es
broma, a ms cuarenta actas: esto es trabajo de cabeza y pluma. Siguiendo una
prctica habitual en los hombres que vivieron los convulsionados tiempos
revolucionarios, Mariquita volc por escrito sus recuerdos y dej una descripcin
de la vida virreinal en Buenos Aires, fuente de primera mano para la historia
social de esos tiempos. Una vez ms, la mirada punzante y la inteligencia de
Mariquita se ponen en evidencia: Estos pases, como sabes, fueron 300 aos
colonias espaolas. El sistema ms prolijo y ms admirable fue formado y
ejecutado con gran sabidura. Nada fue hecho sin profunda reflexin. Tres cadenas
sujetaron este gran continente a su Metrpoli: el Terror, la Ignorancia y la Religin
Catlica. De padres a hijos se transmiti con pavor. La Revolucin del Cuzco, los
castigos que se haban dado a los conspiradores y el suplicio al heredero del trono

de los Incas [...] Me tiembla el pulso y el corazn slo de escribirlo, y fueron


cristianos catlicos romanos los que tal mandaron y ejecutaron. [...] La Ignorancia
era perfectamente sostenida. No haba maestros para nada, no haba libros sino
de devocin e insignificantes, haba una comisin del Santo Oficio para revisar
todos los libros que venan, a pesar que venan de Espaa [...]. Para las mujeres
haba varias escuelas que ni el nombre de tales les dara ahora. La ms formal,
donde iba todo lo ms notable [...] la diriga doa Francisca Lpez, concurran
varones y mujeres. Nias desde cinco aos y nios varones hasta quince,
separados en dos salas, cada uno llevaba de su casa una silla de paja muy
ordinaria hecha en el pas de sauce; ste era todo el amueblamiento, el tintero, un
pocillo, una mesa muy tosca donde escriban los varones primero y despus las
nias. Debo admitir que no todos los padres queran que supieran escribir las
nias porque no escribieran a los hombres [...]. No puedes imaginarte la vigilancia
de los padres para impedir el trato con los caballeros, y en suma en todas las
clases de la sociedad haba vanidad en las madres de familia en este punto.12
As, esta mujer, que particip activamente de los acontecimientos polticos y
literarios de aquellos aos, que opin y entabl polmicas sobre diversos temas,
estuvo en boca de cuanto diplomtico pis suelo porteo, y con el correr de los
aos se convirti en una verdadera embajadora rioplatense. Falleci a los 81 aos,
el 23 de octubre de 1868

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