Cómo Asumir Su Propia Identidad (Kabat - Zinn, Jon)
Cómo Asumir Su Propia Identidad (Kabat - Zinn, Jon)
Cómo Asumir Su Propia Identidad (Kabat - Zinn, Jon)
1 11111
9 788401 520105
para
len o
en to
.,
INTRODUCCIN
Sabe qu? Cuando se llega a ello, dondequiera que vayamos, all estamos. Sea lo que sea lo que acabemos haciendo,
eso es lo que hemos acabado haciendo. Sea lo que sea lo que
estemos pensando en este momento, eso es lo que hay en
nuestra mente. Sea lo que sea lo que nos ha ocurrido, ya ha
ocurrido. Lo importante es cmo vamos a manejarlo, es deci r, el Y ahora qu?.
Nos guste o no, el momento presente es lo nico con que
podemos trabajar. Sin embargo, vivimos con demasiada faci1idad, como si olvidramos de momento que estamos aqu
y que estamos en lo que ya estamos. En cada momento nos
encontramos en el cruce del aqu y el ahora. Pero cuando nos
envuelve la nube del olvido de donde estamos ahora, en ese
preciso momento nos perdemos. Entonces el Y ahora qu?
se convierte en un verdadero problema.
Al decir nos perdemos me refiero a que de momento
perdemos contacto con nosotros mismos y con la totalidad de
nuestras posibilidades. Caemos en una manera robotizada de
ver, pensar y hacer. Entonces rompemos el contacto con lo
que es ms profundo en nosotros mismos y que nos ofrece tal
vez las mayores oportunidades de ser creativos, aprender
y crecer. Si no tenemos cuidado, esos momentos nublados
pueden ensancharse y converti rse en la mayor parte de nuestra vida.
14
Para estar verdaderamente conectados con donde ya estamos, sea donde sea, hemos de hacer una pausa en nuestra experiencia, una pausa lo bastante larga para asimi lar el momento presente; lo bastante larga para realmente Sentir,
percibir el momento presente, verlo en su totalidad, ser
conscientes de l y as llegar a conocerlo y entenderlo mejor.
Slo entonces podemos aceptar la verdad de ese momento de
nuestra vida, aprender de l y avanzar. En lugar de eso, muchas veces da la impresin de que estamos ocupados con el
pasado, con lo que ya ha sucedido, o con el futu ro, que an
no ha llegado. Buscamos algn otro luga r donde estar, donde
esperamos que las cosas sean mejores, ms fe lices, ms de la
manera como deseamos que sea n, o como solan ser. Casi
todo el tiempo somos slo en parte conscientes de esa tensin, si es que lo somos en lo ms mnimo. Y ms importante
an, tambin somos, como mucho, slo conscientes en parte
de lo que estamos haciendo exactamente en y con nuestra
vida, y de los efectos que tienen nuestros actos y, de modo
ms suti l, nuestros pen sa mientos, en lo que vemos y no vemos, en lo que hacemos y no hacemos.
Por ejemplo, normalmente suponemos, sin darnos cuenta,
que lo que estamos pensando (las ideas y opiniones que
albergamos en cualquier momento dado) son la verdad
acerca de lo que est all en el mundo y de lo que est
aqu en nuestra mente. La mayor parte de las veces, no
es as.
Pagamos un elevado precio por esta suposicin errnea y
no analizada, por nuestra ignorancia casi involuntaria de la
riqueza de nuestros momentos presentes. Los efectos o repercusiones de esto se van acumul ando en silencio, y colorean
nuestra vida si n que nos demos cuenta ni sea mos capaces de
hacer algo al respecto. Es , posible que nunca estemos totalmente donde estamos en realidad, que nunca estemos
totalmente en contacto con nuestras posibilidades. Nos encerramos en una ficci n personal de que ya sabemos quines
somos, de que ya sabemos dnde estamos y hacia dnde vamos, de que ya sabemos lo que est sucediendo, mientras
todo el tiempo nos hallamos envueltos en pensamientos, fantasas e impulsos - casi todos sobre el pasado y el futuro, sobre lo que deseamos y nos gusta, y sobre lo que tenemos y no
Introduccin
15
16
18
19
1ntroduccin
PRIMERA PARTE
Solamente amanece e l da
al cual estamos despi ertos.
H ENRY 0Avto THOREAU,
Walden
QU ES LA PRESENCIA MENTAL?
La presencia mental es una antiqusima prctica budista
que tiene mucha aplicabilidad en nuestra vida actual. Esta
aplicabi lidad no tiene nada que ver con el budismo en s ni
con hacerse budista, pero s tiene todo que ver con despertar
y vivir en armona con uno mismo y con el mundo; con anal izar quines somos; con poner en duda nuestra visin del
mundo y nuestro lugar en l, y con desarrollar cierta valoracin de la plenitud de cada momento en que estamos vivos.
Por sobre todo, tiene que ver con estar conectados.
Desde el punto de vista del budismo, nuestro estado de
, conciencia de vigilia ordinario se considera muy limitado y
, !imitador, ms parecido en muchos aspectos a un sueo prolongado que a un estado de vigil ia. La meditacin nos sirve
para despertar de ese sueo de automati smo e inconsciencia,
hacindonos posible vivir nuestra existencia teniendo acceso
a todo el espectro de las posibilidades conscientes e inconscientes. Los sabios, los yoguis y los maestros zen han explorado de manera sistemtica este territorio durante miles de
aos; en ese proceso han aprendido algo que tal vez ahora
sea profundamente benefi cioso en Occidente para contrarrestar nuestra orientacin cultural hacia el control y el sometimiento de la naturaleza, en lugar de aceptar que somos una
ntima parte de el la. Esa experiencia colecti va sugiere que
mediante la investigacin interior de nuestra natura leza en
24
25
c?n
que existe.
.,
Cuando nos comprometemos a prestar atenc1on d~ una
manera receptiva, sin caer presas de ~uestros gustos y _di sgustos, opiniones y prejuicios, proyecciones y ex pectat~ vas, se
nos abren nuevas posibilidades y tenemos la oportunidad de
liberarnos del cors de la inconsciencia.
.
Me agrada pensar que la presencia _ment_al es e_I arte de vivi r consciente. No se necesita ser budi sta n1 yogu~ para prac~
tica rl a. De hecho, si usted conoce algo del budismo, sabra
que el punto ms importante es ser uno mismo y no trat~r de
ser nada que uno no sea ya. Fundamentalmente, el bud1sm,o
trata acerca de estar conectado con nuestr~ ~atural~za mas
profunda y de dejarla que emane de uno sin 1mped1mentos.
Tiene que ver con despertar y ver las cosas como son . En realidad, la palabra buda significa una persona que ha despertado a su propia naturaleza.
. .,
As pues, la presencia mental no entra en contrad 1cc1on
con ninguna creencia ni tradicin alguna, ni religiosa ni cientfica, ni tampoco trata de vendernos nada; sobre todo, no es
un nuevo credo ni una ideologa. Slo es una manera prctica de estar ms en contacto con la plenitud de nuestro ser
mediante un proceso sisternti co de autoobservacin, autoexploraci n y actos conscientes. No tiene nada que ver con
la frialdad, el anlisis ni la inse.nsibilidad. El tenor general de
la prctica de la presencia me ntal es amable, apreciativo y
sustentador. Otra manera de expresar este concepto sera de
corazn.
Un alumno d ijo una vez: Cuando yo era budista llevaba
locos a mis padres y amigos, pero cuando soy buda nadie se
molesta en absoluto .
27
d
d
que
pres
po d er, ya
f das reservas interiores de creat1v1 a ,
.
estras pro un
.
. , d.
r/
[ ] Observn.
d l~s=~ tu vida diaria con inters alerta; con la inten?, de com render, no de juzgar; con pl~na ~cepta
~~~ de lo u~ sea que surja, porque est ah1'. alientas a
ioprofunde que aflore a la superficie y .ennq,uezca t~
~ a conciencia con sus energas cautivas. E:te es e
v1~n irabajo del conocimiento; elimina los_~bs~c~los y
f~era las energas, mediante la comprens1on e a naf' {
28
DETENERSE
La gente cree que la meditacin es una especie de actividad especial, pero eso no es del todo correcto. La meditacin
eiJa simplicidad misma. A veces decimos en broma: No hagas nada, qudate all sentado. Pero la meditacin no se trata tampoco de limitarse a estar sentado. Es detenerse y estar
presente, nada ms. En general, corremos haciendo. Es usted
capaz de hacer un alto en su vida, aunque sea por un momento? Podra ser este momento? Qu ocurrira si lo hiciera?
29
Sugerencias: Trate de detenerse y tomar conciencia de su respiracin de vez ~n cuand~ en el tra.nscurso del da. Puede ser
durante cinco minutos, o incluso cinco segundos. Entr~ en la
plena aceptacin del momento presente, de cmo se siente Y
de qu percibe que ocurre. Durante esos momentos no tr~te
de cambiar nada en absoluto, slo respire y libre~e. Respire
y sea . Muera a tener que conseguir que nada sea diferente en
ese momento; en su mente y en su corazn, dse ~ermiso
para dejar que ese momento sea tal co~o es, y perm~tase ser
usted exactamente tal como es. Despues, cuando este preparado, avance en la direccin que su corazn le dicte, Y
hgalo atento y con resolucin.
ES ESTO
Es verdad . Por lo general, cuando emprendemos algo, lo natural es que esperemos un resultado satisfactorio de nuestros
esfuerzos. Deseamos ver resultados, aunque slo sea una sensacin agradable. No se me oc~rr~ otra .e~ce pcin que. la
meditacin. La meditacin es la unica act1v1dad humana intencionada y sistemtica que en el fondo nO es intentar mejorar ni llegar a ninguna otra parte, sino slo comprender
dnde se est ya. Tal vez su valor reside precisamente en
30
Por lo ge~eraf, las pe~sonas no captan esto enseguida. Desean meditar para relajarse, para experimentar un estado especial, para ser mejores, para reducir algn estrs o dolor
pa_ra ro_mper viejos hbitos o comportamientos, para ser libre~
o duminad~s. Todas stas son razones vlidas para emprender la prctica de la meditacin, pero, asimismo, estn cargadas de problemas si se espera que estas cosas sucedan por el
mero hecho de que se est haciendo meditacin. Uno queda
atrapado en el deseo de tener una experiencia especial o
en buscar sea les de progreso, y si no se siente algo especial
con cierta rapidez, tal vez aparezcan las dudas acerca del camino elegido, o de si se est haciendo bien.
Cuando dejamos de desear que ocurra otra cosa en este momento, damos un enorme paso hacia ser capaces de encontrar lo que est aqu ahora. Si esperamos llegar a algn sitio
o desarrollarnos de alguna manera, slo podremos avanzar
desde d~nde e~tamos. A pesar de todos nuestros esfuerzos y
expectativas, s1 no sabemos dnde estamos (conocimiento
que P!ocede directamente del cultivo de fa presencia mental), solo podremos girar en crculos. As pues, en la prctica
31
32
corto. Descubrir que para cul ti var la presencia mental tal vez
necesite recordarse una y otra vez estar despierto y consciente. Esto lo hacemos recordndonos mirar, sentir, ser. Es as de
sencillo, presentarse momento a momento, nutrir la conciencia a lo largo de momentos atemporales, estar aqu, ahora.
33
Esto no tiene por qu durar mucho rato cada vez. Usar la respiracin para que n~s vuelva al .momento ~~esente no lleva
tiempo, slo se precisa un cambio de atenc1on. Pero nos esperan grandes aventuras si nos tomamos un rato para unir los
momentos, respiracin a respiracin, momento a momento.
ACORDARSE DE RESPIRAR
! '
.. 1
Va bien perseverar. Cuando se ofrece amistad a la respiracin se ve de inmediato que la i\COnsciencia est en todas
partes. La respiracin nos ensea que la inconsciencia va no
slo con el territorio sino que eS el territorio. Esto lo hace
ensendonos, una y otra vez, que no resulta nada fcil
acompaar a la respiracin aunque uno quiera. Muchas cosas se entrometen, nos llevan a la fuerza, nos impiden concentrarnos. Vemos que, con los aos, la mente se ha atestado
de maletas y trastos viejos, de basura acumu lada. El saber
esto es un gran paso en la direccin correcta.
34
NO ES NECESARIO UN ESFUERZO
ESPECIAL PARA PRACTICAR
La prctica de la presencia mental significa que nos comprometemos de lleno a estar presente en cada momento. No
existe actuacin alguna. Slo hay este momento. No tratamos de mejorar ni de llegar a otra cosa. No vamos tras intuiciones ni visiones especiales. Tampoco nos obligamos a no
ser crticos, ni a estar serenos y relajados. Y, desde luego, no
alentamos la conciencia de nosotros mismos ni nos entregamos a la preocupacin por nosotros mismos. Lo que hacemos
es ms bien invitarnos a conectar con este momento con plena conciencia, con la intencin de encarnar, de la mejor manera posible, una orientacin de serenidad, presencia mental
y ecuanimidad aqu y en este mismo momento.
Walden
Walden
~h
Emprender la prctica de la meditacin formal, dedicndole un tiem~o c~da da, no significa que uno no vaya a pens~r. nunca mas,. n1 que no pueda salir o hacer cosas. Slo significa que se tienen ms probabilidades de saber lo que se
hace porque uno se detiene un momento y observa, escucha,
comprende.
Thoreau vio esto con ms claridad que nunca en Walden
Pond. Su conclusin fue: Slo amanece el da al cual estamos despiertos. Si queremos captar la realidad de nuestra
vida mientras la tenemos, necesitaremos despertar a nuestros
n:omentos. De otra manera, das enteros, e incluso toda la
vida, nos pasarn inadvertidos.
37
N O COMPLI CARLO
38
Las personas que acuden a nuestra clnica aprenden enseguida que el estrs forma parte inevitable de la vida. Si bien es
cierto que podemos aprender, tomando decisiones inteligentes, a que las cosas no empeoren, hay muchos aspectos en la
vida_ sobre los cuales tenemos poco control o ninguno. El
estres forma parte de la vida, parte del ser humano, es intrnseco a I condicin humana en s. Pero eso no sign ifica que
d~bamos ser vctimas ante las fuerzas mayores de nuestra
vida. Podemos aprender a trabajar con ellas, a comprenderlas, a encontr~rles sentido, a hacer opciones importantes y a
u.s_ar sus energ1as para crecer en fortaleza, sabidura y compas1.on. ~n. ~I ncleo de toda prctica de meditacin hay una
d1spos1c1 on a abrazar y trabajar con lo que es.
39
mar las olas, tampoco nos es posible su.prim!r de. forma .artifi. 1 las olas de la mente, y no es demasiado inteligente inten~~~lo. Eso slo producira ms tensin y lucha interi?res, no
1
calma, lo cual no quiere decir que esa calma sea in~.can
ble. Significa slo que no se puede alcanzar me 1ante
f;s errneos intentos de suprimir la natural actividad de la
mente.
40
-------=--~~~~~~~~~~~~~
La meditacin no tiene nada que ver con sentirse de una cier.B manera. Es sentir la l"lanera en que uno se siente. No se trata de vaciar ni aquietar la mente, aunque la quietud s se profundiza en la meditacin y se puede cultivar de una manera
sistemtica. Pero, por encima de todo, la meditacin consiste
en dejar que la mente sea como es y en saber algo sobre
Cmo est en ese momento. No es llegar a algn otro lugar,
sino permitirse estar donde uno ya est. Si no se comprende
esto, se llegar a pensar que uno es constitucionalmente incapaz de meditar. Per() eso es slo pensar ms y, en este
caso, es pensar de una manera equivocada.
Es verdad que la meditacin requiere energa y el compromiso a perseverar. Pero entonces, no sera ms correcto decir No persevero en IL1gar de decir No puedo? Cualquiera puede sentars~ y observar su respiracin u observar su
mente. Y no es necesario estar sentado. Se puede hacer caminando, de pie, recostad(), parado en un pie, corriendo o bandose. Pero para quecfarse as aunque sean cinco minutos
es necesaria la intencionalidad. Para hacerla parte de la propia vida se requiere disciplina. As pues, cuando alguien dice
que no puede meditar, lo que quiere decir en realidad es que
no se toma tiempo para ella, o que cuando lo intenta no le
gusta lo que ocurre. No es lo que busca o espera. No satisface
sus expectativas. Entonces, ta/ vez debera intentarlo de nuevo, esta vez olvidndose de sus expectativas y /imitndose a
observar.
41
ELOGIO AL NO HACER
.
meditar aunque sea por un rato, se
Si un? se sienta a
E~ mu importante no creer que
ser un tiempo ~e ,no hacedr.
ha~er nada. No podran
ser
h er es sinonimo e no
.
.,
no diferentes.
~c
A qui, .im portan la conciencia y la intenc1on.
ms
mo si hubiese dos tipos de no
De hecho, son c laves.
Superfici~lm~nte,, parece c~r trabao exterior alguno y el
hacer; uno implican~ _no h:~lamar u~a actividad sin esfuerotro
lo que
ri'1:m:mos a ver que ambas cosas son la
En ult1m.o
es lo que cuenta aqu. Lo que
ditacin formal supone hacerse
misma. La expe
con frecuencia llama.mas me
detener toda actividad exterdel iberadamente un t1em~o para d
del da que estar prena y cu ltivar la quietud, sinhotro or ed: Tal vez esos momend momento No acer na .
sen te en ca a
e podemos hacernos.
1
tos de no hacer son el mayor rega ~~~d urante horas y slo se
Thoreau s~la sentarse \su pu dida que el sol avanzaba
dedicaba a mirar y a escu~ ar a m~iaban de manera casi impar el cielo y luces y som ras cam
perceptible .
z~.
ha~e~
~~o
t~:ncia in~erior
fu:!:;i~~:E~~~:~~:r~=~~,; ~~~~1:~i~~~%~
~n inint~~~unm1revoloteaban
42
~~~~~~~~---''----~
do hablan de contemplacin y de abandonar los trabajos. La mayor parte del tiempo no me importaba la manera como transcurran las horas. El da avanzaba como
para iluminar algn trabajo mo; era de maana y, oh
maravilla, ya es el atardecer, y nada memorable se ha
r~a liz~do. En lugar de cantar, como los pjaros, sonrea
silencioso ante mi incesante buena suerte. As como el
gorrin _tiene su trino, as yo, sentado en el nogal delante de ~1 puerta, tena mi risa o mi gorgeo ahogado que
l pod1a escuchar salir de mi nido.
THOREAU,
Walden
43
El sabor y la alegra pura del no hacer son difciles de captar porque nuestra cultura da mucho valor al hacer y al prog~eso. Incluso nuestro ocio tiende a ser ocupado e inconsciente. La alegra del no hacer se basa en que no es necesario
que o~urr~ nada ms para que este momento sea completo.
La sab1?una que hay en ello y la ecuanimidad que resulta de
ello residen en saber que algo ms ocurrir.
El NO HACER EN ACCIN
44
45
Ts
H ACER EL NO HACER
No hacer no tiene nada que ver con ser indolente o pasivo todo lo contrario. Se requiere gran valor y energa para
cutivar el no hacer, tanto en la quietud como en la actividad.
Tampoco es fci l concederse un tiempo especial para .el no
hacer y perseverar en l frente a todo lo que es necesario hacer en nuestra vida.
Pero el no hacer no tiene por qu ser amenazador para las
personas que piensan que siempre tienen cosas que hacer. Es-
46
47
erfectas, que son lo que son. Esto tiene todo que ver con
el momento presente en su totalidad sin imponer!:
ada extra, percibiendo su pureza y la frescura de su capac1~ad para hacer surgir el momento siguiente: Entonc~s, sabiendo qu es qu, viendo con la mayor claridad p~s1ble, Y
conscientes de que no sabemos ms de lo que en realidad sabemos, actuamos, damos un paso, adoptamos una postura,
nos arriesgamos. Algunas personas hablan de eso como. de un
flujo, un momento que fluye en el siguiente sin solucin de
continuidad, sin esfuerzo, acunado en el lecho de la presencia mental.
~aptar
PACIENCIA
48
49
50
DEJAR MARCHAR
La expresin dejar marchar tiene que estar muy a la cabeza en la competicin por ser el clich del siglo en la Nueva
Era. Se usa en exceso, se abusa de ella a diario. Sin embargo,
es una maniobra interior tan potente que se merece una mirada, sea o no sea clich. Hay algo de vital importancia que
aprender de la prctica de dejar marchar.
51
Leaves of Grass
52
53
~~~~~~~~~~~~~
Dejar marchar es posible nicamente si podemos llevar conciencia y aceptacin a la bsica realidad de lo atascados que
pod~mos esta r, si nos permitimos reconocer las lentes que
deslizamos de modo tan inconsciente entre observador y observado, lentes que entonces fi ltran y colorean, tuercen y dan
forma a lo que vemos. En esos momentos pegajosos podemos
abrirnos, sobre todo si somos capaces de captarl os en conciencia y reconocer cuando quedamos atrapados, ya sea en ,
la persecucin y el aferramiento o en la condenacin y el rechazo, en la bsqueda de nuestras ganancias.
NO JUZGAR
54
55
CONFIANZA
Parte de la prctica de la presencia mental es cultivar un. corazn confiado. Comencemos por mirar en profundidad
aquello de nosotros mismos en que podem~s confiar: Si no
sabemos de inmediato qu es, tal vez necesitemos mirar un
poco ms profundo, estar algo m~ de tie~po con nosotros
mismos en quietud y simplemente siendo. S1durante un buen
espacio de tiempo no sabemos lo que hacemos y no nos gusta
la manera como resultan las cosas en nuestra vida, tal vez sea
hora de que prestemos ms atencin, de que estemos ms en
contacto, y observemos las elecciones que hacemos y sus
consecuencias a lo largo del camino.
Qu iz podramos probar a confiar en el momento presente aceptando lo que sea que sintamos o pensemos o veamos
e~ este momento porque eso es lo que est presente ahora.
Si podemos estar aqu y entrar en la textura completa del ~ho
ra, tal vez descubramos que este mismo momento es digno
56
GENEROSIDAD
57
58
59
escudo de imagen y aura. Ese aislamiento les ocurre a muchos padres de la familia nuclear y a las personas que desempean puestos de poder en todas partes.
Creer que uno se fortalece mediante la prctica d_e la meditacin puede crearnos un dilema similar. Es posible qu_e
uno comience a creerse y a representar el papel del m_ed1tador correcto y supremamente invulnerable, el que tiene
todo controlado y es lo bastante sabio para enfrentarlo todo
sin quedar cogido en reacciones emotivas; y mie~tra~ t~nto
tal vez detiene con eficacia el propio desarrollo sin s1qu1era
darse cuenta. Todos tenemos vida emocional. Nos amurallamos para protegernos de el la a nuestro propio riesgo.
.
As pues, cuando note que comienza a cre~rs_e una imagen de invulnerabilidad, de fuerza, de con~c1m 1ent? e_special o de sabidura basada en sus experi encias med1tat1vas,
pen~ando tal vez que est llegando a algn lugar c~n s~,prc
tica, y que comienza a hablar mucho sobre la med1tac1on, de
un modo autopromocionante e hinchado, sera una buena
idea que llevara la presencia mental a esa actitud y le preguntara si est huyendo de su vulnerabilidad o tal vez de alguna
afliccin o cualqui er tipo de miedo. Si en verdad es fuerte, no
hay necesidad de repetirlo tanto, _ni a usted ~.i.smo ni a l~s, dems . Es mejor que adopte otro sistema y d1ria la at_e~,c 1on a
donde ms teme mirar. Esto se puede hacer perm 1t1endose
sentir e incluso llorar, no necesitar tener op inio~es acerca de
todo no dar la sensacin de ser invencible o insensible a los
dems sino estar en contacto con los sentimientos y abierto a
ellos. Lo que parece debilidad es justamente donde est la
fuerza. Y lo que parece fuerza suele ser debilidad, un intento
de encubrir el temor; es una representacin o una fachada,
por muy convincente que pueda parecer a los dems, e incluso a uno mismo.
60
Me agrada practicar la simplicidad voluntaria para contrarrestar esos impulsos y asegurar que el alimento llega hasta
un plano profundo. Esto supone hacer intencionadamente
61
una sola cosa por vez y procurar estar yo all. Muchas ocasiones se presentan solas: dar un paseo, por ejemplo, o jugar
unos momentos con el perro, momentos en los cuales realmente estoy con el perro. Simplicidad voluntaria significa ir a
menos lugares en un da, no a ms, ver menos para poder ver
ms, hacer menos para poder hacer ms, adquirir menos para
poder tener ms. Todo va ligado. No es una verdadera opcin
para m (padre de hijos pequeos, mantenedor de la familia,
marido, hijo mayor de mis padres, persona a la que importa
muchsimo su trabajo) irme a una u otra Walden Pond a sentarme bajo un rbol durante unos cuantos aos y escuchar
crecer la hierba y ver el cambio de las estaciones, por mucho
que el impulso me incite a veces. Pero dentro del caos organizado y complejo de la vida familiar y laboral, con todas sus
exigencias y responsabilidades, frustraciones y regalos sin
par, hay infinitas oportunidades para elegir la simplicidad de
muchas maneras humildes.
Desacelerarlo todo es una gran parte de esta simplicidad.
Ordenarle a mi mente y cuerpo que contine hablando con
mi hija en lugar de ir a contestar el telfono, no reaccionar
ante los impulsos interiores de telefonear a alguien que
neces ita que lo llamen . Inmediatamente en ese momento,
elegir no adquirir cosas nuevas por impulso, e incluso no
contestar de manera automtica a la tentadora invitac in de
revistas, televisin y pelculas al primer tono de marcar, son
todas maneras de simplificar un poco la vida. Tal vez el simple hecho de sentarme por la noche y no hacer nada, o leer
un libro, o sa lir a dar un paseo solo, con uno de mis hijos o
con mi mujer, reordenar la pila de lea o mirar la luna, o sentir el aire en mi rostro bajo los rboles, o irme a dormir temprano.
Practico el decir no para mantener sencilla mi vida, y
encuentro que nunca lo hago lo suficiente. Es de por s una
disciplina ardua, y que bien vale la pena el esfuerzo. Sin embargo, resulta tambin engaosa. Hay necesidades y oportunidades a las que es necesario responder. Un compromiso
con la simplicidad en medio del mundo es un acto de delicado equilibrio: siempre est necesitado de escrutinio, de ms
indagacin y de atencin. Pero creo que la idea de la simplicidad voluntaria me mantiene consciente de lo que es impor-
62
Walden
CONCENTRACIN
63
carnos de manera estricta formas concentradas de meditacin, nos abstenemos deliberadamente de indagar aspectos
tales como a dnde fue la mente cuando estuvo vagando, o
que la calidad de la respiraci~n oscila. ~irigimos nuestra
energa exclusivamente a experimentar el aire que entra y el
aire que sale, o hacia algn otro objeto nico de atencin.
Con la prctica conti nuada, la mente tiende a hacerse cada
vez mejor para quedarse en la respiracin o para advertir hasta el primersimo impulso a distraerse por otra cosa, y para resistir de inmediato su atractivo y quedarse con la respiracin,
o a volver a ella de inmediato.
Con la prcti ca intensiva de la concen tracin se desarrolla
una cal ma o serenidad que tiene una notable estabi lidad
(constante, profunda, difcil de perturbar, pase lo que pase).
Es un gran regalo para s mismo poder cultivar samadhi peridicamente durante un prolongado espacio de tiempo. Eso se
realiza con ms facilidad en retiros de meditacin largos y
silenciosos, cuando uno se puede retirar del mundo a lo Thoreau con este mismo objetivo.
La estabilidad y la serenidad que llegan con la prctica de
la concentracin en un punto forman los cim ientos del cultivo de la presencia mental. Sin cierto grado de samadhi, la
presencia mental no ser muy fuerte. Slo es posible mi rar en
profundidad algo si se puede mantener la mirada sin que se
desve constantemente por distracciones o por la agitacin de
la propia mente. Cuanto ms profunda es la concentracin,
ms profunda es la capacidad para la presencia mental.
La profunda experiencia de samadhi es muy agradable. Al
atender a la respi racin con concentracin en un punto, todo
lo dems se evapora, entre otras cosas los pensamientos, los
sentimientos, el mundo exterior. Samadhi se caracteriza por
la absorcin en la quietud y una paz no perturbada. El sabor
de esta qui etud puede ser atractivo e incluso embriagador.
Uno se encuentra buscando naturalmente esa paz y la simplicidad de un estado caracterizado por la absorcin y la dicha.
Pero la prctica de la concentracin, por fuerte y satisfactoria que sea, est incompleta sin la presencia mental para
compl ementarla y profundizarl a.
En s misma, se parece a un estado de retiro del mundo.
Su energa caracterstica est cerrada, no abierta; absorta, no
64
VISIN
66
67
ella. La conciencia ve la ira, conoce su profundidad y es superior a ella. Por lo tanto, es capaz de contenerla, lo mismo
que una olla contiene el alimento. La olla de la conciencia
nos ayuda a contener la ira y a ver que sus efectos pueden ser
ms dainos que beneficiosos, aunque no sea nuestra intencin cau'sar dao. De esta manera nos ayuda a cocinarla y a
digerirl a, para que podamos usarla con ms eficacia; o, si
esto le da ms sentido, no hacer caso de ella, pasando de una
reaccin automtica a una reaccin consciente; o, sencillamente, dejarla marchar, escuchando los dictados de la totalidad.
Nuestra visin est relacionada con nuestros valores y con
nuestro modelo personal de lo que es ms importante en la
vida. Tiene que ver con los princ ipios primeros. Si somos partidarios de ciertos sentimientos (amor, no hacer dao, amabilidad, sabidura, generosidad, serenidad, tranquilidad, no hacer sinceridad y claridad), manifestamos estas cualidades
en 'n uestra vida diari a? ste es el grado de intencionalidad
que se requiere para que nuestra meditacin sea vital y no se
convierta en un ejercicio puramente mecnico, impulsado
tan slo por la fuerza del hbito o la creencia.
68
LA MEDITACIN DESARROLLA
SERES HUMANOS COMPLETOS
d:
69
70
sar con estos aspectos de nuestra psique, a los cua les volvemos instintivamente la espalda, relegndolos al inconsciente. Y eso puede resultar bastante aterrador, porque el
estado emocional que aflora es aquel que aparece cuan~ descendemos a lugares oscuros, desconocidos y misteri osos.
La forma de budismo que ech races y ha florecido en el
Tbet, desde el siglo v111 hasta nuestros das, ha desarrollado
tal vez la expresin ms refinada y artstica de estos aterrador~s aspectos d~ la psique humana. Muchas estatuas y pi nturas
tibetan as refl ei an seres grotescos y demonacos, todos ellos
respetados miembros del pante n de las de idades reverenc iadas. Hay que tener en cuenta que esas deidades no son dioses
en el sentido usual del trmino. Sera ms acertado decir que
representan diferentes estados mentales, cada uno con su tipo
de energa divina que ha de enfrentarse y honrar, y con la
cual hay que trabajar si queremos crecer y desarroll ar nuestro
verdadero potencial de seres humanos completos, hombres o
mujeres. Estas airadas cri aturas no son consideradas malas
aunque su apariencia sea temibl e y repulsiva, con los collare~
de calaveras y sus muecas grotescas. En realidad, ese terrible
aspecto externo es un disfraz adoptado por estas deidades,
que enca rnan la sabidura y la compasin, para ayudarnos a
alcanzar mayor comprensin y amabilidad con nosotros m ismos y con los dems, y que, desde luego, no se diferencian
de nosotros en lo fundamental.
En el bud ismo, el vehculo para este trabajo de desarrollo
interior es la med itacin. Incluso en los cuentos de hadas
para comunicarse con el hombre sa lvaje que vive en el fond~
d~ la l.aguna es necesari o sacar el agua de ella, algo que, se:
gun di ce Bly, requiere un repetitivo trabajo interior durante
mucho tiempo. No tiene nada de atractivo vaciar de agua
u~ a lag.~na con un cn taro, ni trabajar en una fragua caliente,
ni en vinedos sofocantes de calor, da tras da, ao tras ao.
Pero el repetitivo trabajo interior que este llegar a conocer las
fuerzas de nuestra psique requiere es su propia iniciacin. Es
un proceso que templa. Por lo general implica calor. Se necesita disciplina para soportar el calor, para perseverar. Pero el
resultado de perseverar es la consecucin, maestra, no ingenua, de un orden interior inalcanzable sin la disciplina, el ca-
~~~~~~~~~~~~-"'-~~~-
71
72
LA PRCTICA, UN CAMINO
. ~n tod~s las cul~uras se usa la metfora del viaje para describir la vida y la b~1squeda de su sentido. En Oriente, la pa labra Tao, que en chino quiere decir Cami no o Senda tiene ese significado. En el budismo suele llamarse cam ino' a la
prc~ica de la me?it~cin, camino de la presencia mental,
cam ino del entend1m1ento correcto, camino de la rueda de la
verdad (Dharma) ... Tao y Dharma tambin significan la Mane~a co~o son las cosas, la ley que rige la ex istencia y la no
ex1stenc1a. Todos los acontecimientos, ya los consideremos
buenos o malos en la superficie, estn en fundamental armona c,on el Tao. Nuestro trabajo es aprender a percibir esa armonia subyacente para que v ivamos y tomemos decisiones
de acuerdo con ella. No obstante, con frecuencia no est
mu~ ciar~ cul es el ,cam ino correcto, y ello deja mu cho espacio al l1 b~: albedno y al act.ua r por principios, y tambin
para la tens1on y la controversia, y no digamos para perdernos tota lmente.
Cua ndo practi camos la meditacin, en realidad reconocemos .que en ese momento estamos en el camino de la vida. El
ca.mino se abre ante nosotros en se y en todos los momentos
mientras permanecemos. Es ms correcto considerar la meditac in como una Manera que como una tcn ica. Es una
Manera de ser, una Manera de vivi r, una Manera de escuchar, una Man~ra de caminar por el ca mino de la vida y de
estar en armoni a con las cosas como son. Esto signi fica reconocer en parte que a veces, a menudo en toda poca crtica
n~ tenem?s idea ?e hacia dnde vamos o ni siquiera de ~
d?nde ;sta el camino. A l mismo tiempo podemos saber muy
bien. donde estamos ahora (aun a sabiendas de que estamos
perdidos, confundidos, furiosos o sin esperanza). Por otro
73
74
cado. Dado que ambos son partes diferentes de una misma persona, podramos decir que algunas personas jams
aprenden.
Pasado algn tiempo, el hermano menor se pone finalmente en marcha para conseguir el agua de la vida. Tambin
se encuentra con el enano, el cual le pregunta a dnde va con
tanta prisa. A diferencia de sus hermanos, l se detiene des~onta y le explica que ha salido en busca del agua de la
vida, pero reconoce que no tiene la ms remota idea de a
dnde buscarla ni qu direccin tomar. Y, por supuesto, el
enano le responde:
-Ah, yo s dnde se encuentra.
El enano procede a explicarl e dnde est y lo que debe
hacer para obtenerla, lo cual es bien complicado. Este hermano escucha con gran atencin y graba en su mente las palabras del enano.
Narrado con arte y destreza, este cuento da muchas vueltas en su desarrollo, pero eso lo dejar para que el lector lo
exp lore. Lo importante aqu es, senci ll amente, que a veces es
til reconocer que no se sabe el camino y estar abierto a recibir ayuda de fuentes inesperadas. Hacer esto pone a nuestra
disposicin las energas y los aliados interiores y exteriores
que salen de nuestra propia alma y generosidad. Los hermanos egostas son tambin, por supuesto, figuras internas de la
psique. El ':1ensaje nos dice que encontrarnos atrapados en
las tendencias humanas normales de la arrogancia y el egosmo, y no hacer caso del orden superior de las cosas acaba en
un cal.lejn sin salida en la vida, en el cual no se p~ede avan~ar, _ni retroceder, ni darse la vuelta. La historia nos dice que
1amas encontraremos el agua de la vida con esa actitud y que
nos quedar.emos atascados, posiblemente para siempre.
El trabajo de la presencia mental requiere que respetemos
y ha?a.mos caso de la energa de nuestro enano, en lugar de
prec1p1tarnos a hacer las cosas con una mente que (lamenta?lemente desconectada de nuestras partes superiores), est
1mpu.lsada por una ar:nbi~in me~quina y unas ideas de ganancia personal. La historia nos dice que slo saldremos con
bien si procedemos con conciencia de la manera como son
las cosas, con una disposicin a reconocer que no sabemos
hacia dnde vamos. El hermano menor ha de recorrer un lar-
75
~on las cosas (sus hermanos, por ejemplo). Tiene que soportar
0
MEDITACIN: NO CONFUNDIR
CON PENSAMIENTO POSITIVO
Nuestra capacidad de pensar como lo hacen:os diferencia a nuestra especie de todas las dem~s, y es milagrosa .por
encima de toda comparacin. Pero s1 no tenemos cuidado, nuestros pensamientos pueden echar fuera otras fac~tas
de nuestro ser igualmente preciosas} milagrosas. La atencin
consciente suele ser la primera sacrificada.
76
su valor Y su poder. Estar consciente se parece ms a un recipiente que puede sujetar y contener nuestros pensamientos,
ayudndonos a ver Y a saber que nuestros pensamientos son
pensamientos, para no quedar cogidos en ellos como si fuesen realidades.
La mente p~n~ante puede est~r a veces muy fragmentada.
De ~echo, casi siempre lo est. Esa es la naturaleza del pensamiento. Pero la conciencia, desenredada de cada momento
con int~ncin consciente, nos sirve para percibir que incluso
en m.ed10 de esa fragmentacin nuestra naturaleza interior ya
est int~grada y completa. No s lo no se halla limitada por el
~evo ltlJ O de, nuestra mente pensante, sino que es el recipiente que reune todos los fragmentos, igua l como la olla de
la sopa contiene zanahori as, guisantes, cebollas ... y permite
que se cuezan y se conviertan en un todo, la sopa misma.
Pero es una olla mgica, ms parecida a la marmita de un hec.hic~ro, porque cuece las cosas sin tener que hacer nada, ni
s1qu 1era ponerlo al fuego. La conciencia misma cuece, mientra.s se la .sostenga. De modo que deje que los fragmentos se
agiten mientras usted los sostiene conscientemente. Sea lo
que sea que surja en la mente o en el cuerpo, entra en la olla
y se transforma en parte de la sopa.
En la me~itaci n no se intenta cambiar el modo de pensar
pensando mas. Se trata de observar los pensamientos mismos.
Observarlos es sostenerlos. Al observar nuestros pensamient?s sin entrar en ellos, aprenderemos algo profundamente
l1?erador acerca del pensamiento mismo, lo cual puede servirnos para esta r menos prisioneros de esas pautas, tan fuertes
en n.osotros, de pensamientos, estrechos, inexactos, habituales, inmersos en uno mismo, hasta el punto de ser apresados
'
Y que estn equivocados adems.
Otra m~nera de contemplar la meditacin es considerar
el pr.oceso de pensar como una cada de agua, una cascada
continua de pensamientos. Con el cultivo de la presencia
m~ntal pasamos ms all o detrs de nuestros pensam1ent~s, ms o menos como encontraramos un lugar de obs~rvac16n en una cueva detrs de una cascada. Seguimos
viendo Y oyendo el agua, pero estamos fuera del torrente.
Al pr~cticar de este modo, nuestras pautas de pensamiento cambian solas, de manera que nutr~n la integracin, la
77
comprensin y la compasin en nuestra vida, pero no cambian porque tratamos de cambiar reemplazando un pensamiento por otro que creemos podra ser ms puro. S~ trata
ms bien de entender la naturaleza de ~uestros pensamientos
como pensamientos y nuestra relacin con ellos, para ~~e
puedan estar ms a nuestro servicio y no nosotros al serv1c10
de ellos.
Si decidimos pensar positivamente, eso pued~ ser ti!,
pero no es meditacin . Slo es ~~ pensar. Con igual facilidad podemos convertirnos en prisioneros del !lamado pensamiento positivo como del pensamiento negativo. El pensamiento positivo tambin puede ser !imitador, fragmentado,
inexacto, ilusorio, egosta y errneo. Se necesita otro elemento del todo diferente para inducir la transformacin en nuestra vida y llevarnos ms all de los lmites del pensamiento.
ENTRAR EN EL INTERIOR
?,e
78
Tao-te-Ching
Walden
79
Sugerencias: La prxima vez que sienta una sensa~in de insatisfaccin, de que algo le falta o de que no esta d.el todo
bien, vulvase hacia dentro, slo a modo de _experimento.
Vea si es capaz de captar la energa de ese preciso momento .
En lugar de coger una revista, irse al cine, telefonear a un
amigo, dedicarse a comer o hacer algo para desahogar~e de
una manera u otra, resrvese un lugar para usted mismo.
Sintese y entre en su respiracin, aunque slo se~ por unos
minutos. No busque flores ni luz ni una herm.osa v1sta,.~ada.
No ensalce las virtudes de algo ni condene la 1ncorrecc1on de
algo. Ni siqu iera piense para sus adentros: Ahora voy a entrar en mi interior . Limtese a estar sentado. More en el centro del mundo. Permita que las cosas sean como son.
SEGUNDA PARTE
EL CORAZN DE LA PRCTICA
Lo que hay detrs de nosotros y lo que hay delante de nosotros son insignificancias comparado con
lo que hay dentro de nosotros.
LIVIER WENDELL HOLMES
MEDITACIN SENTADO
Qu tiene de tan especial estar sentado? Nada, si nos referimos a la manera como nos sentamos normalmente. Es
slo una manera conveniente de quitarle peso a los pies. Pero
estar sentado es algo muy especial cuando se trata de la meditacin.
Superficialmente, eso se puede advertir con bastante facilidad desde fuera. Por ejemplo, es posible que no se sepa que
una persona est meditando cuando se la ve de pie, tumbada
o andando, pero se sabe enseguida cuando est sentada, sobre todo si est sentada en el suelo. Desde cualquier ngulo,
su postura revela que est alerta, aunque tenga los ojos cerrados y el rostro sereno y en paz. Es como una montaa en su
majestad y solidez. Hay en el la una estabi l idad que dice mucho, que se refleja a dos niveles, interior y exterior. En el instante en que la persona se queda medio dormida, todas esas
cualidades desaparecen. La mente se desploma en el interior,
y el cuerpo se desploma visiblemente.
La meditacin sentado supone aposentarse en una postura erguida, majestuosa, muchas veces durante perodos prolongados. Si bien es relativamente fcil adoptar una postura ergu i-
84
da, ese es slo el comienzo de este arduo proceso de desarrollo continuo. Resulta bastante fcil aparcar el cuerpo, pero
an queda el asunto de qu va a hacer la mente. Meditar sentado no es cuestin de adoptar una postura corporal especial,
por muy poderosa que sta sea; es adoptar una determinada
postura para la mente; sentar la mente.
Es mejor no complicar las cosas y comenzar con la respiracin, sintiendo cmo entra y sa le el aire. A la larga, se puede
expandir la concienc ia a observar todas las idas y venidas, los
giros y maquinaciones de pensamientos y sentimientos, percepciones e impulsos, del cuerpo y la mente. Pero tal vez sea
necesario algn tiempo para que la concentracin y la presencia mental sean lo bastante fuertes para contener conscientemente toda esa gama de objetos sin perderse en ellos,
aferrarse a algunos o abrumarse. Para la mayora de nosotros
eso lleva aos, y depende de la motivacin y de la intensidad
de la prctica. As, al comienzo tal vez convenga quedarse
con la respiracin, o usarla a modo de ancla para volver
cuando nos desviemos. Prubelo durante algunos aos y observe qu sucede.
El corazn de la prctica
85
TOMAR ASIENTO
DIGNIDAD
Sugerencias: Trate de dejarse un tiempo cada da para limitarse a ser. Cinco minutos irn bien, o diez o veinte o treinta, si desea aventurarse hasta eso. Sintese y observe desplegarse los momentos, sin otro programa que estar presente.
Use la respiracin a modo de ancla para ama rrar su atencin
al momento presente. Su mente pensante se va a desviar hacia ah y hacia all, segn sean las corrientes y los vientos
que se agiten en la mente, hasta que, en algn momento, la
cadena del ancla se tense y lo haga volver. Esto puede ocurrir
con mucha frecuencia. Cada vez que su atencin vague,
86
Quiz s lo neces itamos que de vez en cuando se nos recuerde que ya somos majestuosos, merecedores y dignos. A veces
no nos parece as debido a las heridas y cicatrices que llevamos del pasado, o debido a la incertidumbre del futuro. Es
dudoso que ll eguemos a sentirnos indignos porque s. Nos
han ayudado a sentirnos indignos. Nos lo ensearon de miles
de formas cuando ra mos pequeos, y aprendimos bien la
leccin.
El corazn de la prctica
87
POSTURA
Cuando uno se sienta con fuerte intencionalidad, el cuerpo hace una afirmacin de profunda conviccin y compromiso con su porte. Esto irradia hacia adentro y hacia afuera. Una
postura sentada digna es de suyo una afirmacin de la armona, la belleza y la riqueza de la vida.
A veces uno conecta con ella; otras, tal vez no. Aunque
uno se sienta deprimido, agobiado o confundido, este sentarse puede afirmar la fuerza y el valor de esta existencia vivida
ahora. Si es capaz de reunir la paciencia suficiente para mantener la postura sentada durante un rato, aunque sea breve,
eso puede conectarlo con el centro mismo de su ser, con ese
dominio que trasciende el estar animado o deprimido, libre o
agobiado, clarividente o confuso. Este centro se halla emparentado con la conc iencia misma; no oscil a con los estados
mentales ni con las circunstancias de la vi da. Es semejante a
un espejo, que refleja de manera objetiva lo que se le pone
delante. Bsto supone un profundo conocimiento de que, sea
lo que sea que est presente, con independencia de lo que
nos ha sacudido la vida o nos ha abrumado, va a cambiar por
s mismo, y por este solo motivo requiere que sostengamos el
espejo del momento presente, lo observemos, acojamos su
presencia, surquemos las olas de su despliegue como se surcan las olas de la propia respiracin, teniendo fe en que tarde
o temprano se encontrar la manera de actuar, de hacer las
paces, de pasar a travs y avanzar. No se trata tanto de intentar como de observar, de dejar que las cosas sean, y de sentirlas plenamente, momento a momento.
La meditac in sentada atenta no trata de escapar de los
problemas o dificultades entrando en una especie de estado
meditati vo desconectado, de absorcin o negacin. Por el
contrario, es una disposicin a acompaar el dolor, la confusin, la prdida, si eso es lo que domina el momento presente, y de continuar observando durante un perodo sostenido
de tiempo, ms all de pensar. Lo que se busca es limitarse a
comprender teniendo la situacin en la mente, junto con la
respiracin, mientras se mantiene la postura sentada.
Un maestro de la tradicin zen (Shunru Suzuki Roshi) lo
expresa de esta manera: El estado mental que existe cuando
88
El corazn de la prctica
89
90
El corazn de la prctica
91
el enfado cuando hago esto. No es que el enfado no est justificado en ocasiones. Ocurre que toda una serie de otros sentimientos entra en juego; sentimientos que rodean a esa rabia
y la doman; sentimientos de simpata y compasin hacia la
otra persona, y tal vez una mayor comprensin del baile en
que ambos estamos metidos. El baile de una cosa conduce
inevitablemente a otra en una concatenacin de consecuencias puestas en marcha sin intencin, cuyo resultado final
puede (errneamente) tomarse de modo personal y conducir
a una ignorancia que agrava la ignorancia, una agresividad
que agrava la agresividad, sin nada de sabidura en parte alguna.
Cuando Gandhi fue asesinado de un tiro a quemarropa,
junt las palmas de las manos de esa manera en direccin a
su agresor, murmur su mantra y muri. Aos de prctica de
meditacin y yoga, guiado por sus bienamados Bhagavadgita
(escritos clsicos hindes), lo haban llevado al punto en que
era capaz de poner en la perspectiva del desprendimiento
todo lo que haca, e incluso su propi a vida. Esto le permiti
elegir la actitud que adoptara en el momento mismo en que
se la quitaron. No muri enfadado, ni siquiera sorprendido.
Saba que su vida estaba en constan te peligro, pero se haba
entrenado para marchar al comps del tambor de su propia y
crecien te visin de lo que constituye un acto sabio. Haba
llegado al punto en que encarnaba verdad eramente la compasin. Vivi un compromiso inquebrantable con la libertad,
tanto poltica como espiritua l. En comparacin, su bienestar
personal tena un valor lim itado. Siempre lo pona en peligro.
92
SALIR DE LA MEDITACIN
Los momentos cercanos al final de un perodo de meditacin formal tienen su propia y engaosa topologa. La presencia mental puede descuidarse con la expectativa de acabar.
Es importante cmo se maneja esto. Precisamente estas transiciones son las que nos desafan a que profundicemos la presencia mental y ampliemos su alcance.
Hacia el final de un perodo de prctica formal, si nomostramos especial atencin, antes de darnos cuenta estaremos
desvindonos hacia otra cosa, sin tener conciencia alguna de
cmo lleg a su fin la meditacin. En el mejor de los casos, la
transicin ser borrosa. Podemos llevar presencia mental a
este proceso conectando con los pensamientos e impulsos
que nos dicen que es el momento de parar. Ya sea que uno
haya estado inmvil durante una hora o tres minutos, es posible que de pronto un sentimiento le diga : Ya es suficiente.
O que mire el reloj y vea que ya es la hora en que haba decidido acabar.
En su prctica de la meditacin, sobre todo cuando no
est guiada por un casete, vea si puede detectar el primersimo impulso a dejarla, y los dems que surjan despus, con
creciente fuerza. En el instante de reconocer cada impu lso,
respire con l durante unos instantes y pregntese: Para
quin ya es suficiente? Trate de mirar lo que hay detrs del
impulso: cansancio, aburrimiento, do lor, impaciencia; o,
simplemente, es la hora de parar? Sin que importe el motivo,
en lugar de saltar de manera automtica o de emprender otra
cosa, trate de quedarse un momento ms con lo que sea que
surja de esta indagacin , respirando con ello unos momentos
o incluso ms tiempo, y permita que la salida de su postura
de meditacin sea tambin un objeto de la observacin consciente momento a momento, al igual que cualqu ier otro momento de la meditacin .
Practicar de esta manera puede aumentar la presencia
El corazn de la prctica
93
94
El corazn de la prctica
En otras tradiciones se usa el suave sonido de una campanilla para sealar el fin de la sentada en grupo. La suavidad
de la campanilla hace volver tambin; asimismo seala si la
mente estaba vagando en el momento en que son. O sea,
cuando se trata de acabar una prctica sentado, es bueno lo
blando y suave y es bueno lo duro y spero. Ambas cosas nos
recuerdan estar presentes por completo en los momentos de
transicin, que todos los finales son tambin comienzos, y
que lo ms importante, segn palabras de Diamond Sutra, es
desarrol lar una mente que no se aferre a nada. Slo entonces seremos capaces de ver las cosas como son en realidad y
de reaccionar con toda la gama de nuestra capacidad emocional y de nuestra sabidura.
95
perodos de prctica prolongados. Basados en la firme conviccin de que se consigue mucho si se pide mucho a las personas o se les pide que se pidan mucho a s mismas, mientras
que si se les pide poco, lo ms que se consigue es un poco,
les pedimos un tiempo bsico de 45 minutos diarios de prctica en casa. Este tiempo nos pareca suficiente para instalarse en la quietud y atencin sostenida momento a momento, y
tal vez para experimentar por lo menos muestras de relajacin profunda y sensacin de bienestar. Tambin nos pareca
tiempo suficiente para dar cabida a amplias oportunidades de
abordar los estados mentales ms arduos que solemos evitar
porque nos acaparan la vida y nos agotan seriamente (si no
nos avasallan por completo) la capacidad para permanecer
tranquilos y atentos. Los sospechosos ms comunes son, desde luego, el aburrimiento, la impaciencia, la frustracin, el
miedo, la ansiedad (aqu entrara la preocupacin por lascosas que podramos estar haciendo si no estuvisemos perdiendo el tiempo meditando), las fantasas, los recuerdos, la
ira, el dolor, el cansancio y la afliccin.
Nuestra intuicin resu lt ser acertada. La mayora de las
personas que han pasado por nuestra clnica han estado dispuestas a hacer las modificaciones, casi nunca fciles, en el
curso de su vida cotidiana para practicar a diario 45 minutos
de un tirn, al menos durante un perodo de ocho semanas.
Y muchas no se han desviado nunca de ese camino de nueva
vida. No s lo se les hace fcil sino que se convierte en necesario, en una cuerda salvavidas.
Pero esta forma de mirar las cosas tiene otra cara. Lo que
- puede ser difcil pero factible para una persona en una eta~a
de su vida, tal vez sea casi imposib,l_e para otra, o para la misma persona en otra poca de su vida. Los conceptos largo y
Corto y mucho y poco son relativos en el mejor de los
casos. Es probable que la madre sola de hijos pequeos no
tenga 45 minutos seguidos para nada. Significa eso que no
puede meditar?
.
Cuando la vida est en crisis perpetua o uno se halla sum ido en un caos social y econmico, tal vez haya dificultad
para encontrar la energa psqui ca para meditar durante perodos largos, aunque se tenga el tiempo. Siempre surge algo
que se interpone en el cam ino, sobre todo cuando uno cree
96
El corazn de la prctica
97
tar, a los empleados que asisten a clases a la hora del almuerzo para reduccin del estrs. Slo lo hacemos con nuestros
pacientes, o con las personas que estn dispuestas a hacer un
cambio de estilo de vida tan intenso, movidas por sus propi as
razones. A los dems los estimulamos a practicar quince minutos d iarios de una vez, o dos veces al da, si les es posible.
Si lo piensa un momento, a pocos de nosotros, sea cual
sea nuestra ocupacin o la situacin en que nos encontremos, nos sera imposible liberar uno o dos espacios de quince
minutos en 24 horas. Y si no qu ince, pues diez o cinco.
Recordemos que en una lnea de 15 cm hay un n mero infinito de puntos, y que en una lnea de 2 cm tambin hay un nmero infinito de puntos. Bien, entonces, cuntos momentos
hay en 15 minutos, en 5, en 1 O o en 45? Resu lta que tenemos
muchsimo ti empo, si estamos dispuestos a sostener en la
conciencia cualquier nmero de momentos.
98
Sugerencias: Trate de estar sentado durante diferentes perodos de tiempo horario. Observe cmo afecta esto a su prctica. Desaparece su concentracin cuando est sentado ms
tiempo? Se queda colgado cuanto ms tiempo tiene que
estar presente? Surge la impaciencia en algn momento?
Reacciona la mente o se obsesiona? Hay inquietud? Ansiedad? Aburrimiento? Prisa? Sueo? Flojedad? Si es usted
novato en la meditacin, observe si de repente se encuentra
pensando: Esto es una idiotez, Estoy hacindolo bien? o
Y es esto todo lo que tengo que sentir?
Comienzan estos sentimientos de inmediato o slo aparecen despus de un rato? Es capaz de verlos como estados
mentales? Los puede observar sin juzgarlos ni juzgarse a s
mismo aunque sea durante perodos breves? Si les pone el felpudo de bienvenida, explora sus cualidades y los deja ser, tal
vez aprenda muchsimo acerca de lo que es fuerte e inquebrantable en usted mismo. Y lo que es fuerte tal vez se fortalezca an ms a medida que nutre su estabilidad y serenidad
interiores.
El corazn de la prctica
99
100
El corazn de la prctica
101
~~~~~~~~~~~~~~~-
CUL ES MI MANERA?
De la gente de Maine se cuenta que cuando alguien les pregunta una direccin, responden: No puede llegar all des~e
aqu. Respecto a las direcciones de la vida, tal vez es mas
exacto decir: Slo puede llegar all si est totalmente aqu.
Cuntos de nosotros advertimos este pequeo sesgo en la
tela del destino? Sabramos cmo queremos que sean las
cosas si pudisemos tenerlas a nuestra manera? Resolvera
algo tener las cosas como queremos, o slo aun:entara el
caos en nuestra vida si nos fuese posible hacer realidad nuestros deseos seg n el impulso de nuestros estados mentales,
con tanta frecuencia inconscientes?
Aqu hay una pregunta muy interesante: Cul es exactamente mi manera? , en el sentido de a mi Manera , con mayscu la. Rara vez contemplamos n~estra vida con ~se grado
de exploracin. A preguntas tan bsicas como Quin soy?,
102
El corazn de la prctica
103
MEDITACIN DE LA MONTAA
104
La meditacin de la montaa puede practicarse (o modifi carse para que se adecue a la vis in y significado personal
de la montaa) de la siguiente manera: cualquier postura sirve para el lo, pero, personalmente, la encuentro ms potente
cuando estoy sentado en el suelo con las p iernas cruzadas, de
modo que desde mi interior vea y sienta mi cuerpo lo ms parecido posible a una montaa. Estar en la montaa o tener
una a la vista es til, pero no necesario. Aqu , la imagen interior es la fuente de poder.
Traiga a su mente la imagen de la montaa ms hermosa
que conozca, de la cual haya odo hablar o se pueda imaginar, una montaa cuya forma le hable personalmente. Concentre la mente en la imagen o sensac in de esa montaa, y
observe su forma general, su elevada cima, su base enraizada
en la roca de la corteza terrestre, sus escarpadas o suaves laderas. Contemp le lo imponente y slida que es, su firmeza,
su inmovilidad, su belleza, ya sea vista desde lejos o de cerca; una belleza que emana de su sello nico de forma y silueta, y que al mismo tiempo encarn a las cualidades universales
de montaeidad que trascienden toda forma o silueta.
Tal vez su montaa tiene nieve en la cima y rboles en las
laderas ms bajas. Tal vez est coronada por un p ico prominente, quiz por una serie de picos o por una altiplanicie.
Con independencia del aspecto que tenga, respire con la
imagen de esa montaa, obsrvela, advierta sus cualidades.
Cuando est preparado, vea si puede hacer entrar la montaa
en su cuerpo, para que su cuerpo, all sentado, y la montaa
de su imaginacin se hagan uno. Su cabeza se convierte en la
elevada cima; sus hombros y brazos son las laderas; sus nal gas y piern as son la s lida base enraizada en el cojn, sobre el
suelo o en una silla. Experimente en su cuerpo la sensacin
de ereccin, la elevacin axial de la montaa que penetra
profundo en su columna. Invtese a convertirse en una montaa respirante, inamovible en su quietud, com pletamente lo
que usted es, ms all de palabras y pensamientos, una presencia centrada, arraigada, inmvil.
Ahora bien, usted sabe que mientras el sol viaja por el firmamento, las montaas estn sentadas. Luces, sombras y colores van cambiando casi momento a momento en la inquebrantabl e quietud de la montaa. Hasta el ojo no en trenado
El corazn de la prctica
105
106
El corazn de la prctica
en el mundo exterior y en nuestras vida y mente propias. Azotados por fuertes vientos, por el fro y la lluvia, aguantamos perodos de oscuridad y dolor, as como tambin saboreamos
exquisitos momentos de alegra y vigor. Incluso nuestra apariencia camb ia continuamente, igual que las montaas, cuando experimenta sus propios desgastes y deterioros.
Al convertirnos en montaa en nuestra meditacin, podemos conectar con su fuerza y estabilidad y adoptarlas como
nuestras. Podemos utilizar sus energas para apoyar nuestros
esfuerzos por encontrarnos en cada momento con presencia
mental , ecuanimidad y claridad. Puede ser til considerar que
P.ensamientos, sentimientos, preocupaciones, tormentas y crisis emocionales,. e incluso las cosas que nos suceden, son muy
semeantes al tiempo atmosfrico que se cierne sobre las
montaas. Esto solemos tomarlo de manera personal, pero su
caracterstica ms fuerte es impersonal. El tiempo atmosfrico
de nuestra vida no ha de ser pasado por alto ni negado. Ha de
s~r recibido, honrado, sentido, reconocido por lo que es, y tenido muy en cuenta en la conciencia ya que puede matarnos.
Al considerarlo as, llegamos a conocer un silencio, una quietud Y una sabidura mucho ms profundos de lo que habramos credo posible, justo dentro de las tormentas. Las montaas nos ensean esto y ms, si somos capaces de escuchar.
. _Sin embargo, una vez est todo dicho y hecho, la meditac1on de la montaa es slo un instrumento, un dedo que seala algn lugar. Quiz tengamos que mirar y despus continuar. Si bien la imagen de la montaa puede ayudarnos a ser
ms estables, los seres humanos somos ms interesantes que
las ~onta.as. Podemos ser como rocas, firmes e inmviles, y
al mismo tiempo suaves, amables y fluidos. Disponemos de
una amplia gama de posibilidades. Podemos ver y tocar, saber Y entender, aprender, crecer, sobre todo si aprendemos a
escuchar la armona interior de las cosas y mantener el eje
central de la montaa contra viento y marea.
107
108
fleja los rboles, las rocas, el cielo, las nubes, lo abraza todo
en s mismo momentneamente. El viento mueve el agua del
lago creando un o leaje, desde suaves ondu laciones hasta olas
grandes y agitadas. Los refl ejos ntidos desapa recen. Pero la
lu z del sol contina brillando en las olas y bailando en ellas
en un despliegue de relucientes diamantes. Cuando llega la
noche, es el turno de la luna para bailar en el lago, o, si la superficie est en calma, para refl ejarse en ella junto con las siluetas de los rboles y las sombras. En invierno es posible que
el lago se hiele, aunque debajo sigue lleno de vida y movimiento.
Cuando haya formado la imagen del lago en su imaginacin, permtase ser uno con l, mientras medita, para que sus
energas sea n sostenidas por su conciencia, apertura y comprensin de usted mismo, de la misma manera como las
aguas del lago estn contenidas y sostenidas por el cuenco receptivo y aceptador de la propia tierra. Respirando con el
lago momento a momento, sintiendo que el cuerpo del lago
es el suyo, mantenga mente y corazn abiertos y receptivos
para que refl ejen aq uello que se acerque. Experimente los
momentos de completa quietud, cuando los reflejos y el agua
sean completamente ntidos, y tambin los otros momentos,
cuando la su perficie est alborotada, agitada, revuelta, con
los reflejos y la profundidad perdidos por un tiempo. Experimente todo esto, sumido en la meditacin, sencillamente advirtiendo el juego de las diversas energas de su mente y cora zn, los pegajosos pensamientos, sentimientos, impul sos y
reacciones que vienen y van como las olas, advirtiendo sus
efectos mientras se limita a observar las diversas y cambiantes energas que juegan en el lago: el viento, las olas, la luz,
las sombras, los reflejos, los colores, los o lores.
Agitan la superficie sus pensamientos y sentimientos? Le
va bien eso? Puede ver una superficie ondu lante o ag itada
como un aspecto ntimo y esencial de ser un lago, de tener
superficie? Es capaz de identificarse no slo con la superficie sino con todo el cuerpo del agua, de modo que tambin
se convierte en la quietud que hay debajo de la superficie, la
cual slo experimenta, como mucho, suaves ondu laciones
aunque la superficie est agitada y revuelta?
Del mismo modo, tanto en su prctica de la meditacin
El corazn de la prctica
109
Walden
110
El corazn de la prctica
MEDITACIN CAMINANDO
Conozco a personas que en alguna ocas in les resu lta difcil permanecer sentadas pero que entran profundamente en
la p~ctica de la meditacin caminando. Sea uno qu ien sea,
no siempre nos es posible estar sentados. y algu nas personas
encuentran casi inaguantable permanecer sentadas y presentes con el grado de dolor y agitacin que sienten. Pero s pueden caminar con ellos.
, En los am b~ent~,s monsticos tradicionales, se alternan pen~dos de med1tac1on sentada con perodos de meditacin caminada. Ambas son la misma prctica. Caminar es tan bueno
como estar sentado. Lo importante es cmo se tiene la mente.
E~ la m ~ditacin caminada forma l se presta atencin al
propio ca minar. Uno se puede centrar en la colocacin del
pie o aisla r segmentos del movimiento, por ejemplo: levantar, mover, co locar, levantar; o tambin en el movimiento de
todo el cuerpo. Se pueden unir la conciencia de l ca minar con
la conciencia del respirar.
En la me~i taci n camin ando, no se anda para llegar a un
lugar determinado. Po_r lo general se va y se viene por el mi smo sendero, o se camina en un crculo. El hecho de no tener
un lugar concreto al cual ir hace literalmente ms fcil estar
donde se est. Qu se ~tido tiene intentar llega r a otro lugar
del sendero que se cam ina cuando en realidad es todo lo mismo? El desafo es puede uno estar completamente en este
paso, con esta respiracin?
La_ meditacin caminada se puede practicar a cualquier
velocidad, desde ultralento hasta muy enrgico. A qu ca ntid~d del ciclo del pie es posible atender depender de la ve locidad. La prctica consiste en dar cada paso como viene y
estar t~talmen~e presente con l. Esto significa Sentir las
sensaciones mismas del cam inar: en los pies, en las pi ernas,
en el andar, en el porte, momento a momento, como siern~re, y, e~ este caso, tambin paso a paso. A esto se le llamana, por eemplo, ebservar el paso, juego de palabras inten-
111
~~~~~~~~~~~~~~~~~
112
El corazn de la prctica
113
MEDITACIN ACOSTADO
MEDITACIN DE PIE
La meditacin de pie se aprende mejor de los rboles. Colquese junto a uno de ellos; mejor an, entre un grupo de rboles y mire en una sola direcc in. Sienta que sus pies echan
races en la tierra. Sienta su cuerpo mecerse suavemente,
como lo har siempre, igual que los rboles mecidos por la
brisa. Permaneciendo all, en contacto con su respiracin
asin:ile lo que tiene delante, o mantenga los ojos cerrados ~
presienta su entorno. Perciba el rbol que tiene ms cerca.
Escchelo, sienta su presencia, tquelo con su mente y con
su cuerpo.
Use la respiracin para ayudarse a permanecer en el momento, sintiendo su cuerpo de pie, respirando, siendo, momento a momento.
Cuando la mente o el cuerpo le d la primera sea l de que
tal vez es hora de continuar con otra cosa, siga de pie un rato
ms, recordando que los rboles estn erguidos y quietos durante aos, muchas veces vidas enteras, si gozan de esa suerte. Vea si no tien en algo que ensearle acerca de la quietud y
d e hallarse conectado. Despus de todo, ellos estn toca ndo
el suelo con las races y el tronco; el aire, con el tronco y las
ramas, la luz y el viento, con las hojas; todo en el rbol habla
de estar conectado. Experimente con estar de pie de esta manera, aunque sea durante perodos cortos. Trabaje con estar
con contacto con el aire en su piel, la sensacin de los pi es
en contacto con la tierra, los sonidos del mundo, el baile de
luz, color y sombra, el baile de la mente.
La posicin acostado es una manera de meditar maravillosa si uno consigue no quedarse dormido. Y si se duerme, tal
vez el sueo sea ms reparador si se entra en l a travs de la
meditacin. Se puede despertar en el mismo estado, llevando
esos primeros momentos de conciencia cuando se vuelve a la
vigil ia.
.
Si el cuerpo est echado, uno puede afloarl o por entero
con mucha mayor facilidad que en cualqui er otra posicin. El
cuerpo se hunde en la cama, la alfombra, el suelo o la tierra
hasta que los msculos dejan de hacer esfuerzo por mantenernos compuestos. ste es un aflojamiento profun?o a nivel
de los msculos y las neuronas motoras que los gobiernan. La
mente sigue rpidam ente si se le da permiso para permanecer
abierta y despierta.
Usar el cuerpo en su conjunto, que es el objeto de la atenci n en la meditacin acostado, es una bendicin. Se puede
sentir el cuerpo desde los pies a la cabeza, respirando e irradiando calor sobre toda la envoltura de la piel. Es el cuerpo
entero el que respira, el cuerpo entero el que est vivo. Al llevar la presencia mental al cuerpo en su conjunto, se p~ed~
recuperar el cuerpo entero en cuanto lugar del ser y la v 1t~li
dad, y recordar que U no , qu ienquiera que sea, no vive solo
en la cabeza.
Durante la prctica de la meditacin acostado tambin es
posible centrar la atencin en difere~tes. part:s. o zonas, ya
sea con un fl uir libre o de un modo mas s1stemat1co. En nuestra clnica introducimos a las personas a la meditacin acostado en form a de escner corporal , de 45 minutos. No todo
el mundo aguanta, de partida, estar sentado durante 45 mi,n~
tos, pero cualqu iera puede hacer el escner corporal. Lo uni-
114
coque se requiere es permanecer echado y sentir las diferentes zonas del cuerpo y despus dejarlas. El escner corporal
es sistemtico en el sentido de que avanzamos por las diversas partes del cuerpo en un orden determinado. Pero no hay
una nica manera de llevarlo a cabo. Se puede hacer el
escner comenzando por la cabeza y acabando en los pies, o
desde los pies a la cabeza, o desde un costado hacia el otro.
Una manera de practicarlo es dirigir interiormente la respiracin a las diversas zonas, como si uno pudiese inspirar
hacia las puntas de los pies, la rodilla, oreja y espirar desde
esas partes. Cuando usted est preparado, en la espiracin
sale de esa zona, invitndola a disolverse en los ojos de su
mente (imaginacin) mientras los msculos se aflojan y uno
entra en la quietud y conciencia abierta antes de pasar a la
zona siguiente del cuerpo, en la cual se entra con otra insp iracin, permitiendo, en la medida de lo posible, que toda la
respiracin se haga por la nariz.
Sin embargo, no es necesario que toda la meditacin
acostado sea tan sistemtica como el escner corporal. Tambin es posible centrar la atencin, a vol untad, en determinadas zonas del cuerpo, o cuando se hacen dominantes en el
campo de la conciencia debido tal vez al dolor o a algn problema de esa determinada zona. Entrar en ellas con receptividad, atencin y aceptacin puede ser profundamente
sanador, sobre todo si se practica con regularidad. Esto se
siente como una profunda nutricin de las clulas y tejidos
as como de la psique y el espritu, cuerpo y alma enteros.
La meditacin acostado es una buena manera de conectar
tambin con el cuerpo emocional. As como tenemos corazn fsico, tambin tenemos uno metafrico, mtico. Cuando
nos centramos en la regin del corazn, puede ser til que
sintonicemos con cualquier sensacin de opr-esin, constriccin o pesadez del pecho y tomemos conciencia de emoc iones tales como afliccin, tristeza, soledad, desesperacin,
ira, o el sentimiento de indignidad que puede haber bajo la
superficie de esas sensaciones. Hablamos de corazones rotos
de ser duro de corazn o de tener oprimido el corazn, por~
que ste, en nuestra cultura, es considerado la sede de nuestra vida emocional o afectiva. Asimismo, el corazn es la
sede del amor, de la alegra y la compasin, y tambin estas
El corazn de la prctica
115
116
El corazn de la prctica
117
~~~~~~~~~~~~~~~~
118
El corazn de la prctica
1 19
~~~~~~~~~~~~~~~~-
cuerpo de ninguna otra persona y ni siquiera se intenta mejorar el propio. No se juzga cmo lo est haciendo el cuerpo.
Uno se limita a morar en la quietud, dentro de la gama completa de las experiencias, tambin en las de cualquier intensidad o incomod idad (que en todo caso debern ser moderadas
si uno no se ha obligado a rebasar los propios lmites), saboreando la perfeccin de estos momentos en el cuerpo.
En todo caso, para el practicante dedicado, es difcil no
observar que el cuerpo gusta de una dieta regu lar de esto, y
que cambia solo. En esta prctica suele haber una sensacin
de estar de camino hacia, al mismo tiempo que la sensacin de tal como es ahora, a medida que el cuerpo se va
hundiendo ms hondo en un estiram iento o en relajacin
echado en el suelo, entre posturas ms trabajosas. Sin forzar
nada, hacemos lo pos ibl e por alinearnos con la trama y urdimbre de cuerpo y mente, suelo y mundo, permaneciendo
conectados.
Sugerencias: Trate de echarse en el suelo una vez al da y estire el cuerpo con atencin, aunque slo sea durante tres o
cuatro minutos, permaneciendo en contacto con su respiracin y con lo que su cuerpo le dice. Acurdese de que ste es
su cuerpo hoy. Compruebe si est conectado con l.
NO PRACTICAR ES PRACTICAR
A veces me gusta hacer notar que no hacer yoga es lo mismo que hacerlo, aunque espero que la gente no piense equivocadamente que esto significa que da igual practicar o no.
Lo que quiero decir es que cada vez que uno vuelve a practicar el yoga, ve los efectos de no haberlo practicado durante
un tiempo. En cierto modo se aprende ms volviendo a l que
si nunca se ha dejado de practicar.
Sugerencias: Trate de notar la diferencia entre las sensaciones y modo de manejar el estrs durante los perodos ~n. que
sigue la discip lina de meditacin y prctica de yoga d1an~s y
los perodos en que no lo hace. Vea si puede to_mar conciencia de las consecuencias de sus comportamientos menos
atentos y automticos, sobre todo cuando estn provocados
por pri sas o urgencias relativas al trabajo o la vida de hogar.
Cmo se comporta en su cuerpo durante esos perodos en
que est practicando y durante aquellos en que no lo hace?
Qu le ocurre a su compromiso de acordar~e d~ no hacer?
Cmo afecta la falta de prctica regular a su inquietud por el
~iempo y por el logro de ciertos resultados? Cmo af~cta a
sus relaciones? De dnde provienen sus comportamientos
ms desatentos o inconscientes? Qu los activa? Est dispuesto a mantenerlos conscientes cuando lo cogen por el
cuello, ya sea fuerte o no su prctica formal de esta semana?
Logra ver que no practicar es una prctica ardua?
120
Meditacin XVII
e! senci llo metodo de cambiarse a s mismo. Si yo me convierto en un centro de amor y amab ilidad en este momento,
El corazn de la prctica
121
122
Tambin puede llevar ms lejos la prctica. Habiendo establecido un radiante centro de amor en su ser, haga que esa
amabilidad amorosa irradie hacia afuera y dirjala hacia donde usted quiera. Primero podra d irigi rl a hacia las personas
de su familia inmediata; si tiene hijos, abrazndolos en la
imaginacin y en el corazn, visualizando sus YO esenciales, desendoles el bien, que no sufran sin necesidad, que lleguen a conocer su modo y manera en el mundo, que tengan
amor y aceptacin en la vida. Y luego puede continuar con su
pareja, sus hermanos, padres ...
El corazn de la
prctica~
124
Mi religin es la bondad.
ALAI LAMA
TERCERA PARTE
Sugerencias: Trate de tocar fondo con sentimientos de amor y
ternura dentro de usted mismo en alg n momento de su prctica de la meditacin. Intente ver detrs de cua lqu ier objecin a esta prctica que puede surgir, o detrs de los motivos
de sentirse indigno de amor o inaceptable. Obsrvelo todo
como pensamientos. Pruebe a dejarse baar en el ca lor y la
aceptacin de la amabilidad amorosa como si fuera un nio
en los brazos de una madre y de un pad re cariosos. Despus
hag~ la prueba y dirja la hacia fuera, hac ia otras personas y
hacia el mundo. Esta prctica no tiene lmite alguno, pero,
como ocurre con cualquier otra prctica, se profundiza y cree: con. la atencin constante, igual que las plantas de un jardin cuidado con amor. No piense que con eso est intentando ayudar a nadie ni al planeta. Usted se limita a sostenerlos
Y abrazarlos en la conc iencia, honrndo los, desendoles el
b!en, a?rindose a su dolor con cario, compasin y aceptacin. S1 en el proceso descubre que esta prctica lo llama a
actuar de modo diferente en el mundo, entonces perm ita que
esos actos encarnen la amabilidad amorosa y la presencia
mental.
EN EL ESPRITU DE LA
PRESENCIA MENTAL
Todos somos aprendices del mismo maestro con el
cual todas las instituciones religiosas trabajan al
principio: la realidad. La intuicin de la realidad
dice [. .. ] el maestro de las veinticuatro horas. Hazlo bien1 sin compadecerte. Es tan difcil acompaar a Jos nios al coche de la vecinal que ese da
los lleva a la escuela, o bajar la carretera hasta la
parada del autobs, como lo es entonar sutras en la
sala de Buda en una fra maana. Una accin no es
mejor que la otra, cada una puede ser muy aburrida y las dos tienen la caracterstica de la repeticin. La repeticin y el rito, y sus buenos resultados1 vienen de muchas formas. Cambiar un filtro,
limpiar narices, ir a reuniones, limpiar la casa, lavar los platos, comprobar el nivel de aceite del coche... No te permitas pensar que estas cosas te distraen de tus actividades ms serias. Esta rutina de
quehaceres no es un conjunto de difirnltades de las
que esperamos escapar para poder hacer nuestra
prctica , la que nos pondr en un Camino; esta
rutina eS nuestro camino.
GARY SNYOER,
128
demos iluminar el mundo con toda la brillantez que queramos y continuar con nuestra vida, llenando con ocupaciones,
con hacer, todas nuestras horas de vigilia. Hoy en da la vida
nos deja poco tiempo para ser, a menos que nos lo tomemos
a propsito. Ya no disponemos de un tiempo fijado en que
debamos dejar lo que estbamos haciendo porque no haba
suficiente luz para continuar; nos falta ese tiempo que antes
tenamos cada noche para hacer cambio de marcha, para
desentendernos de las actividades del da. Tenemos muy pocas ocasiones para que la mente se asiente en la quietud junto a un fuego.
Ahora, al final del da miramos la televisin, energa de
fuego electrni co, plida en comparacin. Nos sometemos a
un constan te bombardeo de sonidos e imgenes que proceden de otras mentes, que nos llenan la cabeza de informacin
y trivialidades, de aventuras, emociones y deseos de otras
personas. Mirar la televisin nos deja an menos espacio en
el da para experimentar la quietud. Nos arrebata tiempo, espacio y si lencio, como un soporfero que nos adormece en
una pasividad inconsciente. Goma de mascar para los ojos,
la llam Steve Allen. Los peridicos hacen ms o menos lo
mismo. No es que sean malos en s mismos, pero solemos
conspirar en usarlos para robarnos muchos momentos preciosos en los que podramos vivir con ms plenitud.
Resulta que no tenemos por qu sucumbi r al adictivo
atractivo de las absorciones externas en entreten imientos y
distracciones apasionadas. Podemos formarnos otros hbitos
que nos vuelvan hacia el elemental anhelo de calor, quietud
Y paz interior que hay dentro de nosotros. Cuando estamos
sentados con nuestra respiracin, por ejemplo, se parece mucho a estar sentado junto al fuego. Observando a fondo la respiracin podemos ver al menos tanto como en los carbones
encendidos, las brasas y las llamas, reflejos de nuestro baile
mental. Tambin se genera un cierto calor. Y si de verdad no
tratamos de llegar a ninguna parte, sino que slo nos permitimos estar aqu en este momento tal como es, podemos encon trarnos fcilmente con una antiqusima quietud (detrs y
dentro del juego de nuestros pensamientos y sentimientos)
que en tiempos ms sencillos la gente encontraba cuando se
sentaba junto al fuego.
129
ARMONA
130
13 1
para madrugar, du rante el tiempo que vivi en Walden, Thoreau tena la costumbre de levantarse temprano y baarse en
la laguna al amanecer. Lo haca por motivos interiores, como
una disciplina espiritual: Era un ejercicio religioso, y una de
las mejores cosas que he hecho.
. .
Con su bien conocido adagio sobre el tema, Benam1n
Franklin tambin elogiaba las virtudes de la salud, riqueza y
sabidura que se consiguen levantndose temprano. Pero no
lo deca de dientes para fuera; lo practicaba.
Las virtudes de levantarse de madrugada no tienen nada que
ver con meter ms horas de ajetreo e industria en el da, si n o
j usto lo contrario. N acen del silenc io y soledad ~e esa hma, y
de la posibilidad de usar ese tiempo para expandir la conc ien cia, para contemplar, pa ra concederse tiempo para ser, para no
hacer nada deliberadamente. Tranquilidad, oscuridad, aurora,
quietud, todo ello contribuye a hacer del amanecer una hora
especial para la prctica de la presencia mental.
Despertarse temprano tiene el valor aadido de comenzar
el da con una verdadera ventaja. Si puede comenza r su da
con una firme base de presencia mental y paz interior, entonces, cuando deba ponerse en marcha y comenzar ~ _hacer,
tiene muchas ms probabilidades de que el hacer, flu1ra de su
ser. Tiene ms probabilidades de llevar consigo una presencia mental robusta, una seren idad interior y un equ il ibri o
mental que si salta de la cama y enseguida tien e que atender
a las exigencias y responsabilidades del trabajo por urgente e
importante que ste sea.
El poder que da el levantarse temprano es tan ~ norme que
puede tener una profunda influencia en la vida d_e una persona, incluso sin la prctica formal de la presencia mental. El
solo hecho de ver la aurora cada da es, en s mismo, un a llamada a despertar.
Pero para m el amanecer es una hora maravillosa para la
meditacin formal. Nadie se ha levantado; a n no han empezado las pri sas del mundo . Me levanto y por lo general dedico alrededor de una hora a ser, sin hacer nada. Esto lo llevo a
cabo desde hace 26 aos, y no ha perdido su atractivo. A veces me resulta difcil despertar y ya sea mi cuerpo o mi mente
se resiste. Pero parte del valor est en hacerl o de todas man~
ras aunque no me apetezca .
132
133
La maana es cuando estoy despierto y hay un amanecer en m. [... ] Hemos de aprender a redespertar y a
mantenernos despiertos, no por medio de ayudas mecnicas sino mediante una expectacin infinita del amanecer, que no nos abandona a nuestro sueo ms profundo. No conozco hecho alguno alentador que la
indudable capacidad del hombre para elevar su vida
mediante el esfuerzo consciente. Ya es algo ser capaz
134
Walden
Sugerencias: Trate de contraer un compromiso cons igo mismo para leva ntarse ms temprano de lo que se levantara si
no se comprometiese. El hacerlo ya cambia la vida. Que ese
tiempo, no importa su duracin, sea un ti empo para ser,
un tiempo para la presencia mental deliberada. No lo llene
con otra cosa que no sea conciencia. No hay necesidad de
que repase menta lmente sus compromisos para el da ni de
que viva por adelantado. ste es un tiempo de no tiempo,
de presencia, de ser consigo mismo.
Adems, en el momento de despertar, antes de bajarse de
la cama, conecte con su respiracin, sienta las diversas sens.ac~o nes de su cuerpo, advierta cual quier pensamiento y sent1m1 ento que puedan estar presentes, que su presencia mental
toque este momento. Siente su respiracin? Percibe el amanecer de cada insp iracin ? Disfruta de la sensacin que causa el aire que entra con libertad plena en su cuerpo en este
momento ? Preg ntese : Estoy despierto ahora?
CONTACTO DIRECTO
135
dad de lo inesperado. Si no tenemos cuidado, incluso podemos olvidar que es posible el contacto directo. Es posible que
no desconectsemos de lo elemental , y ni siquiera nos diramos cuen ta. Podemos vivir en una realidad de sueos de
nuestra propia invencin, sin advertir siquiera la prdida, la
brecha, la distancia innecesaria que colocamos entre nosotros
mismos y la experiencia. Sin saber esto, empobreceremos espiritual y emocionalmente. Pero cuando nuestro contacto con
el mundo es directo puede ocurrir algo maravilloso y nico.
Viki Weisskopf, mentor y amigo mo, fsico famoso, cuenta esta pattica historia acerca del contacto directo:
Hace unos aos recib una invitacin para dar una serie
de charlas en la Universidad de Arizona, en Tucson .
Acept encantado porque eso me dara la oportunidad
de visitar el observatorio astronmico de Kitts Peak,
que tena un potente telescopio por el cual siempre haba deseado mirar. Ped a mis anfitriones que me organizaran una visita nocturna al observatorio para poder
mirar algunos objetos interesantes por el telescopio.
Pero se me dijo que eso sera imposible porque el telescopio estaba en uso constante para fotografas y otras
actividades de investigacin. No haba tiempo para dedicarse a mirar objetos. Contest que en ese caso me
sera imposible dar mis charlas. A los pocos das me informaron que todo se haba dispuesto seg n mis deseos. Una noche maravillosamente despejada subimos
en coche a la montaa. Las estrellas y la Va Lctea brillaba n con intensidad y se vean tan cerca que hasta pareca que se pud ieran tocar. Entr en la cpu la y ped a
los tcnicos que manejan el telescopio activado por ordenador que me hicieran ver Saturno y unas cuantas
galaxias. Fue un placer enorme ver por m mismo, Y
con la mayor claridad, todos los detalles que antes slo
haba visto en fotografas. Mientras estaba observando
todo eso, me di cuenta de que la sala haba comenzado
a llenarse de gente. Uno por uno fueron mirando tambin por el telescopio. Se me dijo que todos eran ast~
nomos que trabajaban en el observatorio, pero que a-
136
ms haban tenido la oportunidad de mirar directamente los objetos de sus investigaciones. Slo me resta esperar que este encuentro les haya hecho comprender la
importancia de esos contactos directos.
WEISSKOPF,
Es evidente que en la relacin mdico-pac iente se da apenas una importancia mnima al contacto directo. Hacemos lo
imposible por ayudar a los estud iantes de medicina a comprender la topologa de este paisaje y a no huir de l aterrados porque ell o implica sus sentim ientos como personas y la
necesidad de escuchar con verdadera empata, y de tratar a
los pacientes como a personas y no s lo como a rompecabezas de enfermedades y oportunidades para ejercer juicio y
control. Son tantas las cosas que pueden obstacu lizar el contacto directo! A muchos mdicos les fa lta la preparacin formal en esta dimensin de la medicina. Terminan los estud ios
inconscientes de la im portancia crucial que tiene la comunicacin y aten cin efi caz en lo que llamamos atencin o cuidado mdico, pero que con demasiada frec uencia es slo
cuidado de la enfermedad; e incluso un buen cuidado de la
enfermedad puede ser lamentablemente deficiente si el sujeto es excl uido de la ecuacin.
Mi madre, exasperada por su incapac idad para encontrar
un mdico dispuesto a tratar en serio sus inquietudes, explicaba su experiencia. En una visita solicitada por ella pues
an no poda caminar bien y tena mucho dolor, el cirujano
ortopdico que le haba reemplazado la cadera por una artifi cial la examin por rayos X y coment lo bien que se ve a la
cadera (soberbia fue la palabra que us), y no hizo amago
137
138
pasar estos videoclips se nos asign la tarea de fijarnos y despus informar de lo que ocurra.
Slo bamos en el tercer el ip cuando yo ya tena que hacer
esfuerzos increbles para no revolcarme de risa en el suelo.
Ante mi sorpresa, vi muchas expresiones de incomprensin
entre los asistentes, aunque algunos lo captaron de inmediato. En cada clip ocurra lo mismo, pero resultaba tan evidente
que era difcil verlo, como ocurre con muchas de las cosas
que tenemos ante las narices.
En casi todos los clips, mientras el alum no preguntaba al
paciente lo que se le haba enseado a decir para cerrar la
entrevista ( Hay algo ms que quiera preguntarme? ), cada
uno mova al mismo tiempo la cabeza de un lado a otro,
transmitiendo sin palabras el mensaje: No, por favor, no me
diga nada ms!
LA PROPIA AUTORIDAD
Cuando comenc a trabajar en el centro mdico me dieron tres batas blancas largas que en el bolsillo llevan primorosamente bordadas las palabras Dr. Kabat-Zinn/Departamento de Medicina. Quince aos llevan co lgadas, sin ser
usadas, detrs de mi puerta.
139
doctor Jntelo Todo o el Seor Sabidura y Compasin encarnadas. Precisamente lo importante en la reduccin del
estrs basada en la presencia mental (y por eso en la promocin de la salud en su sentido ms amplio) es desaiiar y animar a la persona a que se convierta en su propia autoridad,
responsabilizarse ms de su vida, de su cuerpo y de su salud.
Me gusta recalcar que cada persona es ya la autoridad mundial sobre ella misma, o por lo menos podra serlo si comenzase a prestar atencin a las cosas conscientemente. Gran
parte de la informacin que necesitamos acerca de nosotros
mismos y de nuestra salud, informacin que necesitamos sin
falta para crecer, curar y hacer opciones de vida ms eficaces, la tenemos ya en las puntas de los dedos, en la punta, o
mejor dicho delante, de nuestras narices.
Lo que precisamos para participar ms plenamente en nuestra salud y bienestar es escuchar con ms atencin y confiar
en lo que omos, confiar en los mensajes de nuestra vida, de
nuestros cuerpo, mente y sentimientos. Con demasiada frecuencia este sentido de participacin y confianza es un ingrediente que falta en la medicina. Lo llamamos movilizar los
recursos interiores del paciente para curar, para ser un poco
ms firmes y enrgicos, para hacer ms preguntas o para desenvolverse con ms habilidad. Esto no es reemplazar la atencin mdica especializada, sino un complemento necesario
de ella, si deseamos vivir una vida verdaderamente sana, sobre todo cuando hacemos frente a la enfermedad, discapacidad, desafos a la salud, y a un sistema sanitario que, con
frecuencia antiptico, es agresivo, insensible y a veces iatrognico, que en realidad es casi totalmente un sistema de
atencin a la enfermedad.
Desarrollar una actitud tal significa ser el autor de la propia vida y, por lo tanto, asumir uno mismo cierta medida ele
autoridad. Requiere creer en s mismo, algo que en el fondo,
por desgracia, muchos no hacemos.
140
Self-Reliance
141
142
dura expuesta por personas que han trabajado en profundidad en s mismas y han logrado considerable comprensin y
armona en sus vidas; y entonces ser transformado, estimulado, para vivir ms plenam~nte, sab~r cmo estar en el mundo
y tener una mejor p:rspect1~a de mis proble~as.
En un sentido mas amplio, todo esto es cierto. Los buenos
maestros y los largos perodos de meditacin e~ la soleda~ ~el
retiro pueden ser muy valiosos y sanadores, SI. uno esta ?1spuesto a mirar todo lo que surge duran~e el retiro. Pero ex1~te
tambin el pel igro, del que hay que cuidarse, de que el retiro
se convierta en un retiro de la vida en el mund~, Y que 1.a
transformacin tenga slo la profundidad de la piel. Es posible que esto dure unos das, semanas o ~~ses ~n.a vez acabado el retiro, y despus uno vuelva a los vieJOS ha.bitas Y ~alta de
claridad en las relaciones y al deseo del prximo retiro, ~el
prximo gran maestro, del peregrinaje a Asia o de cual.quier
otra fantasa romnti ca en que las cosas se van a profundizar o
aclarar y entonces uno va a ser una mejor persona.
.
Esta manera de pensar y de ver es una trampa demas1~d?
frecuente. A la larga no hay manera alguna de escapar con ex1to de uno mismo, slo hay transformacin. Ya sea q~e se re~u
rra a las drogas, a la meditacin, al alcohol ,.~I divorcio o a deiar
el trabajo, no puede haber ninguna resoluc1on que con?uzc~,al
crecimiento mientras no se haya hecho frente a la s1t~~c1on
presente, abrindose a ella con presencia mental , perm1t1endo
que la aspereza de la propia situacin lime las asper~zas de
nuestras propias aristas. En otras palabras es necesario estar
dispuesto a dejar que la vida misma sea nuestra maestra.
ste es el camino de trabajar donde uno se encuentra Y
con lo que se encuentra aqu y ahora .. Entonces, esto ~s en
realidad este lugar, esta relacin, este dilema, este ~rabaJO. El
desafo de la presencia mental es trabajar con las circunstancias mismas en que nos encontramos por desagradables,
desalentadoras, limitadas e interminables que parezcan, Y
cerciorarnos de haber hecho todo lo que estaba en nuestro
poder para usar sus energas para transformarnos a nos~tros
mismos antes de decidirnos a cortar por lo sano Y camb.1ar a
otra cosa. Aqu es donde ha de ocurrir el verdad.ero .t:abaJ
As pues, si piensa que la prctica de la me~1tac1on resulta
aburrida, o no la hace bien, o que las cond 1c1ones del lugar
144
145
~~~~~~~~~-
As pues, he descubierto que con frecuenc ia me siento impulsado por la necesidad de estar en otra parte o por lo siguiente
que creo que debe ocurrir o por el sigu iente lugar donde creo
que debo estar. Cuando voy subiendo a toda prisa las escaleras, de dos en dos escalones, a veces tengo la presencia mental de cogerme en medio de esa frentica carrera. Tomo conciencia de que estoy ligeramente sin aliento, con el corazn
tan acelerado como mi mente, de que en ese momento todo
mi ser est impulsado por un objetivo urgente que muchas
veces incluso olvido cuando ya estoy arriba.
Si soy capaz de capturar en la conciencia esa oleada de
energa mientras an estoy al pie de 1 ~ escalera? comen~an
do a subir, aminoro la marcha, y no solo me obligo a subir de
peldao en peldao sino a ir realmente lento, tal vez con una
respiracin completa por peldao, recordndome que en realidad no hay lugar alguno al que tenga que ir y cosa alguna
que no pueda esperar otro momento, en consideracin a estar
plenamente en ste.
Cuando me acuerdo de hacer esto, descubro que estoy
ms conectado durante el camino y ms centrado al llegar
arriba. Tambin descubro que casi nunca hay una prisa externa, sino slo una interna, impulsada normalmente por la impaciencia y un tipo de pensamiento ansioso no atento, el cual
vara desde una sutileza tal que he de esforzarme mucho para
detectarlo, o tan dominante que casi nada puede parar su
fuerza. Pero aun entonces, puedo tener conciencia de l y de
sus consecuencias, y esta conciencia en s misma me sirve
para evitar perderme por completo en la turbulencia de la
146
147
Uso un estropajo que sea lo bastante abrasivo como para quitar los restos de comida pegados si lo paso con bicarbonato de
soda, pero no tan abrasivo que raye el acabado. Quito todos
los elementos de los quemadores e incluso los tiradores para
encender, y los dejo en remojo en el fregadero para limpiarlos
y colocarlos al final. Despus friego cada centmetro cuadrado
de la superficie de la cocina, con movimientos circulares aqu,
movimientos hacia atrs y hacia adelante all, segn sea el lugar y la topologa de la porquera. Entro en los movimientos en
redondo y atrs y adelan te, sintindolos en todo mi cuerpo, ya
no tratando de 1impiar la cocina para que se vea hermosa, sino
slo moviendo, moviendo, observando, observando cmo van
cambia ndo las cosas lenta mente ante mis ojos. Al final , lim pio
con sumo cuidado las superficies con una esponja hmeda.
A veces aado msica a la experiencia; otras, prefiero el silencio para mi trabajo. Un sbado por la maana, estaba
puesto un casete de Bobby McFerrin cuando surgi la ocasin de fregar la cocina. Entonces la 1impieza se convi rti en
baile, fundindose y mezclndose los ensalmos, los son idos,
los ritmos y movimientos de mi cuerpo, desplegndose los
sonidos con los movimientos, las muchas sensaciones en mis
brazos y las necesarias modulaciones en la presin de mis dedos al fregar, cambiando de forma y desaparec iendo lentamente los restos pegados de anteriores cocciones, todo entrando y saliendo de la conciencia con la msica : una gran
danza de presencia, una celebracin del ahora. Y al fina l,
una coc ina limp ia. Se despierta esa voz interior que por lo
general reclama el mrito de estas cosas (M ira lo limpia que
he dejado la cocina) y busca la aprobacin (Verdad que
he hecho un buen trabajo? ), pero rpidamente se acalla ante
la comprensin ms profunda de lo que ha ocurrido.
148
149
150
Self-Reliance
151
EL MONTE ANLOGO
Tal vez s. Pero, al final, la montaa ser la que decida quin la escalar. [Gua de escaladores del
Everest cuando se le pregunt si un veterano escalador mayor tendra posibilidades de llegar a la
cima.]
R EN DAUMAL,
Mounl Analogue
152
INTERCONEXIN
153
pera su cola y se va feliz. Ocurre esto para que ocurra aquello. Nada viene de la nada. Todo tiene antecedentes. Incluso
la bondad del molinero viene de alguna parte.
Si miramos en profundidad cualquier proceso, es esto mismo. No hay sol, no hay vida. No hay agua, no hay vida. No
hay plantas, no hay fotosntesis; no hay fotosntesis, no hay
oxgeno para que respiren los animales. No hay padres, no
hay nosotros. No hay camiones, no hay alimento en las ciudades, no hay fabricantes de camiones, no hay camiones; no
hay trabajadores del acero, no hay acero para los fabricantes; no hay minera, no hay acero para los trabajadores del
acero; no hay alimento, no hay trabajadores del acero; no
hay lluvia, no hay alimento; no hay luz del sol, no hay lluvia.
No hay condiciones para la formacin de estrellas y planetas
en el universo formativo, no hay luz del sol, no hay Tierra. Estas relaciones no siempre son simples ni lineales. Por lo general, las cosas estn incorporadas en una compleja red de
interconexiones cuyo equilibrio es muy delicado. Por supuesto, lo que llamamos vida, o salud, o biosfera, son todos sistemas complejos de interconexiones sin ningn punto de partida ni final absolutos.
As vemos la inutilidad y el peligro de dejar que nuestra
manera de pensar convierta cualquier cosa o circunstancia en
una existencia separada, sin estar conscientes de su interconexin y cambio. Todo est relacionado con todo lo dems y, en cierto modo, simultneamente contiene todo lo
dems y est contenido por todo lo dems. Ms an, todo est
en continuo cambio. Las estrellas nacen, pasan por fases y
mueren. Los planetas tambin tienen un ritmo de formacin
y muerte final. Los coches nuevos ya estn camino de la
chatarrera incluso antes de salir de la fbrica. Esta conciencia
podra aumentar nuestra valoracin de la impermanencia y
servirnos para tomar ms en cuenta las cosas y circunstancias
mientras existen. Daramos ms valor a todo (vida, personas,
alimentos, opiniones, momentos), si percibimos, mirndolos
con ms atencin, que todo aquello con que estamos en contacto nos conecta con todo el mundo en cada momento, y que
las cosas y las dems personas, e incluso los lugares y las circunstancias, estn aqu slo de forma temporal. Esto hace el
ahora mucho ms interesante. En realidad hace el ahora todo.
154
155
EowARD
F.
R1cKETIS,
Sea of Cortez
156
KARMA
158
Se nutren cuando uno los percibe y les presta atencin consciente. La presencia mental puede as rehacer los eslabones
de la cadena de actos y consecuencias, y, al hacerlo, nos desencadena, nos libera y nos abre nuevas direcciones a travs
de los momentos que llamamos vida. Sin la presencia mental,
nos quedamos atascados muy fcilmente en el mpetu que
viene del pasado, sin tener idea de que estamos prisioneros, y
sin forma de salir. Nuestro dilema parece ser siempre culpa
de otra persona, o culpa del mundo, y as nuestras actitudes
estn justificadas. Entonces, el momento presente no es nunca un nuevo comienzo porque se lo impedimos.
De qu otro modo explicar, por ejemplo, el hecho tan
corriente de que dos personas que han vivido juntas toda su
vida adulta (han tenido hijos, han saboreado el xito en sus
respectivos dominios hasta un grado no habitual), en sus aos
de vejez, cuando a decir de todos deberan estar gozando de
los frutos de sus trabajos, pueden cu lparse mutuamente de
hacerse la vida desgraciada, de sentirse solos, atrapados en
una pesadilla, sintindose tan maltratados que la ira y el resentimiento son el pan de cada da? Karma! De cualquier
forma, esto se ve una y otra vez en las relaciones que se rompen o en las que carecen de algo fundamental desde el comienzo, cuya ausencia acarrea tristeza, amargura y resentimiento. Tarde o temprano vamos a cosechar lo que hemos
sembrado. Practique la ira y el aislamiento durante cuarenta
aos y acabar prisionero de la ira y el aislamiento. No es
una gran sorpresa. Y no satisface mucho decir que all hay
culpa.
En ltima instancia, es nuestra falta de presencia mental lo
que nos aprisiona. Nos hacemos cada vez ms expertos en
desconectarnos de la totalidad de nuestras posibilidades, y
nos atascamos ms y ms en nuestros hbitos de no ver (slo
de reaccionar y culpar), cultivados durante toda una vida.
Al trabajar en crceles, veo de cerca las consecuencias
del karma malo. Es sorprendente lo poco que se diferencia
de lo que ocurre fuera de aquel los muros. Cada preso tiene
una historia en que una cosa conduce a otra. Y eso son las
historias, despus de todo. Una cosa conduce a otra. Muchos
apenas saben qu les ocurri, qu fue mal. Por lo general es
una larga cadena de acontecimientos que comienzan con los
159
padres y la familia, la cultura de las calles (pobreza y violencia), confiar en personas indignas de confianza, buscar dinero fcil , aliviar el dolor y embotar los sentidos con el alcohol
y otras sustancias qumicas que nublan la mente y el cuerpo.
Las drogas hacen esto, pero tambin lo hacen la historia, las
privaciones y el desarrollo detenido. Estos deforman los pensamientos y los sentimientos, los actos y los valores, dejando
pocos caminos para modular o incluso reconocer los impulsos o los anhelos daosos, crueles, destructivos y autodestructivos.
Y as, en un momento, al cual conducen todos los dems
momentos, sin saberlo, uno puede desquiciarse, cometer
un acto irreversible, y experimentar entonces las mil maneras
en que ste da forma a los momentos futuros. Todo tiene
consecuencias, lo sepamos o no, nos Coja la polica o no.
Siempre somos cogidos. Cogidos en el karma de esa accin.
Cada da nos construimos nuestras propias prisiones. Por un
lado, mis amigos de la crcel hicieron su eleccin, aunque lo
ignorasen o no. Por otro lado, no tuvieron opciones; nunca
supieron que las hubiera. Esto es lo que los budistas llaman
inconsciencia o ignorancia. Es la ignorancia de cmo la
ambicin, por justificada o racional izada que sea, y el od io
legtimo pueden pervertirnos la mente y torcernos la vida. Tales estados mentales nos afectan a todos, a veces de manera
muy notoria, pero con mayor frecuencia de formas ms sutiles. Todos podemos ser aprisionados por deseos incesantes,
por una mente obnubilada por ideas y opiniones a las cuales
se aferra como si fuesen verdades.
Si queremos cambiar nuestro karma, eso supone dejar de
hacer esas cosas que nublen la mente y el cuerpo y coloreen
nuestros actos. No significa hacer buenas obras. Significa saber quin es uno y que uno no es su karma, no importa cul
sea ste en este momento. Significa alinearse con la manera
como son las cosas en realidad. Significa ver con claridad.
Por dnde empezar? Por qu no por la propia mente? Al
fin y al cabo, la mente es el instrumento mediante el cual todos nuestros pensamientos, sentimientos, impu lsos y per~ep
ciones se traducen en actos en el mundo. Cuando se interrumpe la actividad externa durante un rato y _s~ practica el
estar quieto all, en ese momento, con la dec1s1on de estar
160
161
demos disfrutar y admirarnos de una antiqusima intemporalidad que trasciende el nacimiento y la muerte, y, al mismo
tiempo, experimentar la fugaz brevedad de esta vida mientras
pasamos por ella, la impermanencia de las ataduras que nos
unen a nuestro cuerpo, a este momento, los unos a los otros.
Conocer directamente nuestra totalidad e integracin durante
la prctica de la meditacin nos permite que aceptemos las
cosas tal como son, profundicemos en la comprensin y la
compasin y disminuyamos la angustia y la desesperacin.
TOTALIDAD Y UNICIDAD
Sentados o acostados quietos, en cualqu ier momento podemos volver a conectar con nuestro cuerpo, trascender el c uerpo, fusionarnos con el aire que respiramos, con el universo, y
experimentar que somos cada uno un todo integrado en todos
ms y ms grandes. La experiencia de la interconexin nos
produce un profundo sentido de participacin e integracin,
de ser una parte ntima de las cosas, la aptitud de sentirnos a
gusto, como en casa, dondequiera que nos encontremos. Po-
Tao- te-Ching
162
Siddhartha
163
. NICOS Y SIMILARES
El PJARO CARBONERO
El pjaro carbonero
salta junto a m.
THOREAU
164
r~
165
Vieja laguna,
la rana se lanza dentro
y chapotea.
BASHO
Capta la idea?
QU ES ESTO?
El esp ritu de indagacin es fundamental para vivir conscientem ente. Indagar no es slo una manera de resolver problemas. Es una manera de procurar estar en contacto con el
misterio bsico de la vida misma y de nuestra presencia aqu.
Quin soy? Adnde voy? Qu significa ser? Qu significa
ser hombre, mujer, nio, progenitor; estudiante, obrero, jefe,
residente; persona si n hogar? Cul es m i karma ? Dnde estoy en este momento? Cul es mi cam ino, mi manera? Cul
es mi trabajo, con T mayscula, en el planeta?
Indagar no significa buscar respuestas, mucho menos
r~spuestas rpidas, que proceden de una manera superfi c.1al de pensar. Significa preguntar sin esperar respuestas,
simplemente considerar la pregunta, llevarla consigo, deja r
que se filtre, burbujee, se cueza, madure, entre y salga de la
conciencia, igual que todo lo dems entra y sale de la conciencia.
1
1
1
1
1
1
'
166
YOSMO
El verdadero valor de un ser humano est determinado principalmente por el grado en que ha conseguido liberarse de s mismo.
ALBERT
167
168
Esto no quiere decir, por cierto, que hay que ser alguien
antes de poder ser un nadie, que es una de las grandes tergiversaciones de la prctica de la meditacin de la Nueva Era,
con la cual se pretende que uno debe tener un fuerte sentido
del yo antes de exp lorar la vacuidad del no yo. No yo no
significa ser un nadie. Lo que qu iere decir es que todo es
interdependiente y que no existe un YO central aislado e independiente. Uno es uno en relacin con todas las dems
fuerzas y todos los dems acontecim ientos del mundo, entre
ellos nuestros padres, nuestra infancia, nuestros pensam ientos y sentimientos, los acontecimientos externos, el tiempo,
etctera. Adems, uno es ya algu ien, pase lo que pase. U no
es quien ya es. Pero uno no es su nombre, su edad, su infancia, sus creencias ni sus temores. Estas cosas son pa rte del total, pero no son el total.
As pues, cuando hablamos de no esforzarn os tanto por ser
a lguien y en su lugar limitarnos a experimentar directamente el ser, lo que queremos decir es que comenzamos desde donde nos encontramos y trabajamos aqu. La meditacin
no consiste en intentar convertirse en un nadie, o en un
zombie contemplativo, incapaz de vivir en el mundo real y
enfrentarse a prob lemas reales. Consiste en ver las cosas
como son, si n las distorsiones de nuestros procesos de pensamiento. Parte de esto es percibir q ue todo est interrel acionado y que si b ien es en cierto modo til el sentido convencional de tener un yo, ste no es absolutamente real ni
slido ni perm anente. O sea, si uno deja de intentar ser ms
de lo que es por miedo a ser menos, quienquiera que uno sea,
va a ser mu chsimo ms alegre y feliz, y adems ser ms fcil convivir con uno.
Podramos empezar por tomarnos las cosas menos a nive l
personal. Cuando ocurra algo, trate de verlo sin orientarlo hacia usted, a modo de diversin. Tal vez ocurri sin ms; qui z
no iba dirigido a usted. Observe su mente en tales ocasiones.
Est metiendo el YO en esto y el mi en aquello? Preg ntese: Qu in soy yo? o Qu es este "yo" que afirma ser
propietafio?
El solo hecho de tomar conciencia servir para eq uilibrar
el yosmo y reduc ir su influencia. Observe tambin que el
yo es impermanente. No importa lo que haga por tratar de
169
coger eso que tiene que ver con usted mismo, se le escapa.
No se puede coger, porque est en constante cambio, deterioro y reconstruccin, siempre de modo algo diferente, segn sean las circu nstancias del momento. Esto hace del sentido del yo lo que en la teora del caos se llama fuerza de
atraccin ajena, modelo que encarna el orden, pero que
tambin est imprevisiblemente desordenado. Nunca se repite a s mismo. Siempre que se mira, est un poco cambiado.
La naturaleza el usiva de un yo slido, permanente e inmutable es toda una observacin esperanzadora. Significa que
uno puede dejar de tomarse tan en serio y puede escapar del
apremio por hacer que los detalles de la propia vida persona l
estn en el centro del funcionamien to del universo. Al reconocer y dejar marchar impu lsos yostas, damos ms libertad
al universo para que haga suceder cosas. Dado que estamos
integrados en el universo y participamos en su desarrollo,
ante nuestra exces iva actividad egocntri ca, autocrtica, basada en la inseguridad y el temor por nosotros mismos, el universo aplaza las cosas y d ispone que ese mundo de sueos de
nuestro pensamiento orientado a nosotros mismos, parezca y
se sienta demasiado real.
IRA
La expresin de absoluta desesperacin que veo en el rostro de Naushon , mi hija de once aos, cuando me bajo del
coche ante la casa de su amiga un domingo por la maa na,
temprano, penetra en mi conciencia, pero no lo suficiente
para frenar la molestia y la ira que ella ve crecer en m y que
la hace temer que yo arme una escena y la ponga en ridculo.
Es demasiado fuerte el impulso en este momento para detenerlo del todo, aunque despus desear haberlo detenido.
Dese haber perm itido que su expresin me detuviera en ese
momento, me tocara, me hiciera ver lo que importaba en realidad, es decir, que ella sienta que puede contar conm igo y
confiar en m en lugar de temer que la traicione o que mortifique su naciente sensibilidad social. Pero en este momento estoy demasiado alterado porque me siento manipulado por su
amiga, que tena que haber estado preparada a determinada
170
~~~~~~~~~~~-'--~~___;_....!:...
171
172
174
pio de considerarlo retiro de meditacin y de honrar y respetar a mis hijos y la situacin familiar como a mis profesores
ha demostrado su primaca y valor una y otra vez. Ser padres
es una situacin laboral de extremada presin. Los primeros
aos pareca un trabajo a jornada completa para unas diez
personas, y slo ramos dos, incluso a veces uno, para hacerlo todo, y los bebs no vienen acompaados de ningn manual de instrucciones. Es el trabajo ms difcil del mundo, si
se quiere hacerlo bien, y la mayor parte del tiempo uno ni siquiera sabe si lo est haciendo bien, o lo que eso significa.
Casi no recibimos preparacin ni formacin algunas para ser
padres, slo tenemos el entrenamiento sobre la marcha, momento a momento, a medida que se presentan las cosas.
Al principio hay poqusimas oportunidades para tomar un
descanso. El trabajo exige estar siempre ocupado. Y los nios
ponen a prueba tus lmites porque quieren descubrir el mundo y quines son ellos. Ms an, a medida que crecen y se
desarrollan, van cambiando. No bien uno ha encontrado la
manera de manejar una situacin cuando ellos han crecido
y salen con algo que uno no ha visto jams. Hay que estar
constantemente conscientes y presentes para no quedarse anclado en una visin de las cosas que ya no sirve. Y, lgicamente, no hay provisin de respuestas ni frmulas sencillas
de cmo hacer las cosas bien en el mundo de la paternidad
y la matern idad. Eso significa que todo el tiempo uno se encuentra sin remedio en situaciones creativas y difciles, al
mismo tiempo que ante muchas tareas repetitivas que se hacen una y otra y otra vez.
Y el desafo aumenta cuando los hijos crecen y desarrollan sus propias ideas y fuertes voluntades. Una cosa es atender las necesidades de los bebs (que al fin y al cabo son muy
simples, sobre todo antes de que sepan hablar, y cuando son
tan absolutamente encantadores y adorables), y otra cosa
muy diferente es ver con claridad y responder con eficacia Y
con cierta mdica cantidad de sabidura y equilibrio (despus
de todo uno es el adulto) cuando hay un continuo choque de
voluntades con los hijos mayores, que no siempre son tan
encantadores ni adorables, que te rodean de discusiones, se
molestan mutuamente sin piedad, discuten, se rebelan, se
niegan a escuchar, entran en situaciones sociales en que ne-
176
177
178
17'-:J
Cartas
c. G. )UNG
Sugerencias: Trate de ver a sus hijos o nietos como a sus profesores, sea usted padre, madre, abuelo o abuela. De vez en
cuando obsrvelos en si lencio. Escchelos con ms atencin.
Lea su lenguaje corporal. Evale la estima de s mismos que
tienen observando su modo de andar, lo que dibujan, qu
ven, cmo se comportan. Cules son sus necesidades en este
momento? En esta hora de su da? En esta fase de su vida?
Pregntese: Qu puedo hacer por ellos en este momento?
Despus siga lo que el corazn le dicte. Y recuerde, los consejos son probablemente lo menos til en la mayor parte de
las situaciones, excepto si es el momento adecuado para darlos y uno sea muy sensible al momento oportuno y a la manera de enmarcar las cosas. El solo hecho de que usted est centrado, totalmente presente, receptivo y disponible es un gran
regalo para ell os. Y un abrazo consciente no hace dao tampoco.
180
Cmo asumir
~u
propia identidad
181
182
~~~~~~~~~~~
ESCOLLOS EN EL CAMIN O
Tan pronto uno queda cogido, deja de ver con cla r ida~ . Incl uso una percepcin o intu icin clara se nub la enseguida Y
pierde su autenticidad una vez que es reclamada por est~ tipo
de pensamiento en servicio del ego. As pues, es necesario recordar que todas las coloraciones yo, me, y mo son
s lo corrientes de pensamiento capaces de alejarnos de nuestro corazn y de la pureza de la experiencia directa. Este recordatorio nos mantiene viva la prctica en los momentos
precisos cuando tal vez ms la necesitamos_ y cuan_do ~sta
mos ms dispuestos a tra icionarla. Nos perm ite seguir mirando en profund idad, en el espritu de la indagacin y autntica
curiosidad, y pregu ntando constantemente: Qu es esto?,
Qu es esto?
183
Sugere ncias: Siempre que se coja pensando que est llegando a alguna parte o que no est llegando a donde tendra que
estar, le ser til hacerse pregu ntas del estilo: Adnde debera llegar?, Quin debe llegar a alguna parte?, Por
qu algunos estados mentales son ms vlidos que otros para
observarlos, aceptarl os y estar presente?, Estoy llevando la
presencia mental a cada momento o slo estoy entregado a
una repeticin inconsciente de las formas de la prctica de la
meditacin, confundiendo la forma con su esencia?, Estoy
utilizando la meditacin como tcn ica?
Tal vez estas preguntas le sirvan para abri rse paso por esos
momentos durante los cuales su prctica est dom inada por
estados emocio nales egocntricos, hbitos inconscientes y
emociones fuertes. Pueden hacer que vuelva de inmediato a
la novedad y belleza de cada momento tal como es. Quiz
olvid o no comprendi muy bien que la meditacin es en
realidad la nica actividad humaoa en la cual uno no trata de
llegar a ni nguna parte sino que slo se permite estar donde
est y ser como uno es ya? Esta medicina resu lta amarga de
tomar cuando no nos gusta lo que ocurre o dnde nos encontramos, pero en esas ocasiones va le particularmente la pena
tomarlo.
Si busca en el diccionario la palabra espritu , encontrar que deriva del latn spirare, que significa res~irar. La ~n
trada de aire es la inspiracin; la expulsin del aire, la espiracin. De aqu proceden todas las asociaciones del espritu
184
..
_ _ _ _ _ _ _ _ _E
:_n.:_:_:
el:....:e::spritu
r
de la prese~ m ental
185
186
la totalidad estn entrelazadas, que nada se encuentra aisl ado ni es ajeno. Si es considerada de esta manera, entonces
todo se convierte en espiritual en su sentido ms profundo.
Hacer ciencia es espiritual. Tambin lavar los platos. La que
cuenta es la experiencia interior. Y hay que estar allf para
ello. Todo lo dems es puro pensamiento.
Al mismo tiempo, hay que estar alerta a las tendencias al
autoengao, los pensamientos il usorios, la grandiosidad, el
autohincharse, y los impulsos de explotacin y crueldad dirigidos hacia otros seres. Mucho dao ha provenido en todas
las pocas de personas apegadas a una visin de Verdad espiritual. Y en mayor medida, de personas que se ocultan tras
la capa de la espiritualidad, pero estn dispuestas a hacer
dao a otros para satisfacer sus apetitos.
Adems, al ofdo afinado, nuestras ideas de espi ritualidad
suelen resonar con un ligero matiz de yo soy ms santo que
t . Los puntos de vista estrechos, a la letra, respecto al espritu, suelen colocarlo por encima del dominio grosero,
Contaminado y engaoso del cuerpo, la mente y la materia . Al caer en estas actitudes, la persona puede utilizar las
ideas de espri tu para huir de la vida.
Desde un punto de vista mitolgico, el concepto de espritu tiene una caracterstica ascendente, como James Hillman y
otros proponentes de la psicologa arquetpica sea lan. Su
energa encarna el ascenso, un elevarse por encima de las
cualidades terrenales de este mundo hacia un mundo de la no
materia, lleno de luz y resplandor; un mundo ms all de los
opuestos, en donde todo se funde en la unicidad, nirvana,
cielo, unidad csm ica . Si bien la un idad es seguramente una
experiencia humana excepcional, no es el fin de la historia.
Ms an, con demasiada frecuencia es slo nueve partes de
pensamiento ilu sorio (pero pensamiento al fin Y al cabo) y
una sola parte de experienc ia directa. La bsqueda de la unidad espiritual, sobre todo en la juventud, suele estar motivada por un anhelo ingenuo y romnti co de trascender el dolor,
el sufrimiento y las responsabilidades de este mundo de diferencias y sim ilitudes, en que la humedad y la oscuridad se
encuentran.
La idea de trascendencia puede ser un gran escape, gasolina sper para el engao. A eso se debe que la tradicin
_ __ _ __ _ __ En_ e_
I . :. .es:.!.:p:. :.ritu
:. de la pre~enlia me>ntal
1f\7
budista, sobre todo la zen, insiste en hacer el crculo completo y volver a lo corri ente y cotidi ano, a lo que ellos ll aman
estar libre y cmodo en el mercado . Esto significa estar conectado en cualqu ier parte, en cualquier circunstancia ni
arriba ni abajo, slo presente, pero totalmente. Los pra~ti
cantes zen tienen un dicho, del todo irreverente y maravill osamente provocativo: S i te encuentras con el Buda, mtalo,
el cual signi fica que cualqu ier apego conceptual a un Buda
est muy lejos del objeti vo.
Fjese que la imagen de la mo ntaa que usa mos en la meditac in de la montaa no se limita a lo elevado de la cima
por enci ma de la baj eza de la vida cotidi ana; es tambin I~
conex in de la base, arraigada en la roca, una disposicin a
perm anecer sentada y a estar con todas las condiciones cli mticas (niebl a, lluvia, nieve y fro) o, en el sentido de la
mente, con la depresi n, la angusti a, la confusin, el dolor y
el sufrim iento.
Los estudi antes de la psique nos recuerd an que la roca
es smbolo del alma , y no del espritu . Con su direcci n
hacia abaj o, el viaje del alma es un descenso simbli co, un
ir bajo la tierra. El agua, tambin smbolo del alma, representa al elemento hac ia abajo, como en la meditacin del
lago; el agua se encharca en lugares bajos, se acuna en la
roca, oscura y misteri osa, receptiva y, con frecuencia, fra y
hmeda.
El sentimiento del alma tiene sus races en la multiplicidad, no en la unicidad; est asentado en la complejidad y la
ambigedad, en la diferen cia y la similitud. Las historias del
alma son historias de bsqueda, de arri esgar la vida, de resistir la oscuridad y hacer frente a las sombras, de ser enterrado
bajo la tierra o bajo el agua, de perderse y a veces estar confundido; pero, a pesar de todo ello, perseverar. Cuando
perseveramos, conectamos fin almente con nuestro propio
oro al salir de la oscuridad y las tini ebl as sumergidas de
los dominios subterrneos que ms temamos, pero que no
obstante enfrentamos. Este oro estaba siempre all, pero tena
que ser descubierto de nuevo medi ante este descenso a la
oscuridad y la afliccin. Es nu estro, aun cuando los dems
no lo vean e incluso aunque a veces ni nosotros mismos lo
veamos.
188
189
r:'irar a travs de s~s propios ojos, ver con los ojos de la totalidad y actuar con integridad y amabilidad.
Y[ATS,
Lapislzuli