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Cómo Asumir Su Propia Identidad (Kabat - Zinn, Jon)

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Kabat-Zinn

El autor propone la meditacin


como mtodo para relajarse y
combatir el estrs. Para ello analiza el arte de vivir el presente,
cada instante, con plena conciencia. Sin embargo, el aspecto ms
original de su enfoque es presentar la meditacin no como
prctica espiritual sino como
disciplin.a prctica y cotidiana.
sta es una gua de relajacin til
tanto para el meditador experto
como para el recin iniciadG.

1 11111

9 788401 520105

para

len o
en to

.,

INTRODUCCIN
Sabe qu? Cuando se llega a ello, dondequiera que vayamos, all estamos. Sea lo que sea lo que acabemos haciendo,
eso es lo que hemos acabado haciendo. Sea lo que sea lo que
estemos pensando en este momento, eso es lo que hay en
nuestra mente. Sea lo que sea lo que nos ha ocurrido, ya ha
ocurrido. Lo importante es cmo vamos a manejarlo, es deci r, el Y ahora qu?.
Nos guste o no, el momento presente es lo nico con que
podemos trabajar. Sin embargo, vivimos con demasiada faci1idad, como si olvidramos de momento que estamos aqu
y que estamos en lo que ya estamos. En cada momento nos
encontramos en el cruce del aqu y el ahora. Pero cuando nos
envuelve la nube del olvido de donde estamos ahora, en ese
preciso momento nos perdemos. Entonces el Y ahora qu?
se convierte en un verdadero problema.
Al decir nos perdemos me refiero a que de momento
perdemos contacto con nosotros mismos y con la totalidad de
nuestras posibilidades. Caemos en una manera robotizada de
ver, pensar y hacer. Entonces rompemos el contacto con lo
que es ms profundo en nosotros mismos y que nos ofrece tal
vez las mayores oportunidades de ser creativos, aprender
y crecer. Si no tenemos cuidado, esos momentos nublados
pueden ensancharse y converti rse en la mayor parte de nuestra vida.

14

Cmo asumir su propia identidad

Para estar verdaderamente conectados con donde ya estamos, sea donde sea, hemos de hacer una pausa en nuestra experiencia, una pausa lo bastante larga para asimi lar el momento presente; lo bastante larga para realmente Sentir,
percibir el momento presente, verlo en su totalidad, ser
conscientes de l y as llegar a conocerlo y entenderlo mejor.
Slo entonces podemos aceptar la verdad de ese momento de
nuestra vida, aprender de l y avanzar. En lugar de eso, muchas veces da la impresin de que estamos ocupados con el
pasado, con lo que ya ha sucedido, o con el futu ro, que an
no ha llegado. Buscamos algn otro luga r donde estar, donde
esperamos que las cosas sean mejores, ms fe lices, ms de la
manera como deseamos que sea n, o como solan ser. Casi
todo el tiempo somos slo en parte conscientes de esa tensin, si es que lo somos en lo ms mnimo. Y ms importante
an, tambin somos, como mucho, slo conscientes en parte
de lo que estamos haciendo exactamente en y con nuestra
vida, y de los efectos que tienen nuestros actos y, de modo
ms suti l, nuestros pen sa mientos, en lo que vemos y no vemos, en lo que hacemos y no hacemos.
Por ejemplo, normalmente suponemos, sin darnos cuenta,
que lo que estamos pensando (las ideas y opiniones que
albergamos en cualquier momento dado) son la verdad
acerca de lo que est all en el mundo y de lo que est
aqu en nuestra mente. La mayor parte de las veces, no
es as.
Pagamos un elevado precio por esta suposicin errnea y
no analizada, por nuestra ignorancia casi involuntaria de la
riqueza de nuestros momentos presentes. Los efectos o repercusiones de esto se van acumul ando en silencio, y colorean
nuestra vida si n que nos demos cuenta ni sea mos capaces de
hacer algo al respecto. Es , posible que nunca estemos totalmente donde estamos en realidad, que nunca estemos
totalmente en contacto con nuestras posibilidades. Nos encerramos en una ficci n personal de que ya sabemos quines
somos, de que ya sabemos dnde estamos y hacia dnde vamos, de que ya sabemos lo que est sucediendo, mientras
todo el tiempo nos hallamos envueltos en pensamientos, fantasas e impulsos - casi todos sobre el pasado y el futuro, sobre lo que deseamos y nos gusta, y sobre lo que tenemos y no

Introduccin

15

nos gusta-, que no paran de girar impidindonos ver nuestra


direccin y el suelo mismo donde nos encontramos.
Este libro trata acerca del despertar de esos sueos y de las
pesad ill as en que suelen convertirse. Ignorar que se est en
un sueo es lo que los budistas llaman ignorancia o inconsciencia. Estar en contacto con este no saber se llama presencia mental. El trabajo de despertar de estos sueos es el trabajo de la meditacin, el cultivo sistemtico del estado
despierto, de la conciencia del momento presente. Este despertar va de la mano con lo que podramos llamar sabidura, que es una visin ms profunda de la causa, efecto e
interrelacin de las cosas, para dejar de estar atrapados en
una realidad de nuestra creacin dictada por los sueos. Si
queremos encontrar nuestro camino tendremos que prestar
ms atencin al momento presente. ste es el nico que
tenemos para vivi r, c recer, sentir y cambiar. Habremos de
tomar ms conciencia y ms precauciones para protegernos de la Esci la y la Caribd is del pasado y el futuro, y del
mundo de ensueos que nos ofrecen en lugar de nuestras
vidas.
Cuando hablamos de meditac in, es necesario que sepa
que sta no es una actividad rara ni misteriosa, como nuestra
cu ltura popular pod ra interpretarla. No ti ene nada que ver
con convertirse en una especie de zombie, vegetal, narcisista
absorto en s mismo, contemplador del ombligo, cadete espacial , cultista, devoto, mstico ni filsofo oriental. La med itac in trata, sencillamente, acerca del hecho de ser uno mismo y de conocer algo acerca de quin es esa persona que uno
es. Trata acerca de comprender que, guste o no, se est en un
camino; a saber, el cami no que es la propia vida. La med itac in nos sirve para ver que este camino que ll amamos nuestra vida tiene direccin; que est siempre revelndose,
desplegndose, momento a momento; y que lo que ocurre
ahora, en este momento, influye en lo que sucede a conti nuacin.
Si lo que ocurre infl uye en lo que sucede a continuacin,
no es lgico entonces mi rar alrededor de tanto en tanto para
estar ms en contacto con lo que ocurre ahora, para exam inar
la orientacin interior y exterior y ver con claridad el camino
en que se est en realidad y la direccin a seguir? Si hacemos

16

Cmo asumir su propia identidad

esto, tal vez nos hallemos en mejo r posicin para trazarnos


una ruta que sea ms fiel a nuestro ser interior, un camino del
alma, un cam ino con corazn, nuestro cam ino personal, con
mayscula. Si no lo hacemos, el impulso mismo de nuestra
inconscienc ia en ese momento colorea el momento sigu iente. Los das, meses y aos pasan rpidamente inadverti dos, no
aprovechados, no valorados.
Es muy fc il quedarse en una especie de ladera resbalad iza cubierta de niebl a que baja directa hacia nuestra tumba;
o en la claridad dispersadora de la niebla que suele preceder
al momento de la muerte, despertar y comprender que lo que
haba mos credo todos esos aos acerca de como vivir la propia existencia y lo que tiene de importante eran, en su mejor
aspecto, medias verd ades no examinadas basadas en el temor
Y la ignorancia, eran tan slo nuestras ideas !imitadoras de la
vida, y no la verdad ni la manera como tena que ser nuestra vida.
Nad ie puede hacernos este trabajo de despertar, aunque a
veces nuestros fam iliares y amigos se esfuerzan, desespera dos, por llega r hasta nosotros, por ayudarnos a ver con ms
claridad o hacer que sa lgamos de nuestra ceguera. Pero despertar es, en definiti va, algo que slo uno mismo puede hacer. Cuando se llega a ello, dondequiera que ests, all ests.
Es la propia vida la que se despliega o desenvuelve.
Al final de una larga vida ded icada a ensear la presencia
mental, Buda, que probablemente tena muchos seguidores
que esperaban que l les hiciera ms fc il encontrar sus propios caminos, lo resumi as a sus discpulos: S una luz
para ti mismo.
En m i libro anterior, Ful/ Catastrophe Living, intent hacer
accesible el camino de la presencia mental al pblico estadounidense de modo que no parec iera bud ista o mstico ms
que sensato. La presencia mental no es bud ista, asitica ni
mstica en particul ar. Tiene que ver sobre todo con la atencin Y la conciencia, cualidades humanas universales. Pero
en nuestra sociedad tendemos a dar por descontadas estas capacidades, y no se nos ocurre desarroll arl as de una forma sistemtica pa ra ponerl as al servicio de la comprensin de uno
m ismo y la sab idura. La meditacin es el proceso mediante
el cual profund izamos atencin y toma de conciencia, refi -

nndolas y dndo les una mayor util idad prctica en nuestra


vida.

Ful/ Catastrophe Living podra considerarse una especie


de carta de navegacin, destinada a las personas que sufren
dolores fsicos o emocio nales o estn debilitadas por los efectos del exceso de estrs. El objetivo all era invitar al lector a
que comprendiera, por med io de su propia expe.riencia de
prestar atenci n a las cosas que con tanta. frecuenc1.a no notamos, que podra haber muy buenos moti vos para integrar la
presencia mental en el entramado de la pro~i a vida.
No quiero deci r con esto que la presencia mental sea una
especie de solucin curalotodo o barata para los probl emas
de la vida. Mu y lejos de eso. No s de ninguna soluci n mgica, y la verd ad es que tampoco la busco_. Una vida plena se
pinta a grandes pinceladas. M uchos caminos c~ndu c~n a la
comprensin y sabidura. Cada uno de nosotros tiene diferentes necesidades que sati sfacer y aspectos que vale la pena
perseguir en el curso de una vida. Hemos de trazar su propia
ruta, y sta ha de hall arse en consonancia con aquello a q ue
estamos dispuestos.
Evi dentemente hay que estar d ispuesto para la meditaci n. Hay que llegar en el momento correcto de la vida, en
un momento en que se est dispuesto a escuchar con atencin la propia voz, el propio corazn, la propi.a respiraci~ , a
estar simplemente presente para y con ellos, sin tener que 1r a
otra parte ni hacer nada mejor ni diferente. Esto resulta difcil
de conseguir.
Escrib Ful/ Catastrophe Living pensando en las personas
que nos enviaban a la clnica para redu ccin del estrs de~
Centro Mdico de la Universidad de M assachusetts. Me sent1
movido a hacerl o por la notable transform acin de mente y
cuerpo de que muchas personas daban fe cuando dejaban de
lado el intento de cambiar los graves problemas por los cuales haban llegado all y entraban en un perodo de ocho semanas de intensa disciplina de abrirse y escuchar, que caracteriza la prctica de la presencia mental.
A semejanza de una carta de navegacin, ese libro tena
que proporcionar detalles suficientes para que una persona
muy necesitada fuese capaz de trazar su pro.pia ruta con esmero. Tena que dirigirse a las urgentes necesidades de perso-

18

nas con graves problemas de salud y dolor crnico, as como


a las de aquellas que sufran diferentes tipos de situaciones
estresantes. Por estas razones tuve que incluir bastante cantidad de informacin sobrE; el estrs y la enfermedad, la salud
y la curacin, as como detalladas instrucciones acerca de
cmo meditar.
Este libro es diferente. Tiene como objetivo proporcionar
un acceso breve y fcil a la esencia de la meditacin de la
presencia mental y sus aplicaciones, a personas cuya vida
est, o no, dominada por problemas inmediatos de estrs, dolor o enfermedad. Va destinado, en particular, a aqullas personas reacias a los programas estructurados y a aquellas a
quienes no les gusta que se les diga lo que han de hacer pero
sienten la suficiente curiosidad por saber sobre la presencia
mental y su aplicabilidad para armar las cosas ellas solas,
ayudadas por unos pocos consejos y sugerencias ac y all.
Al mismo tiempo, este libro es ofrecido tambin a aquellas personas que ya practican la meditacin y desean ampliar, profundizar y reforzar su compromiso con una vida de
mayor conciencia y percepcin intuitiva. Aqu, en captulos
breves, el centro est en el espritu de la presencia mental,
tanto en nuestros intentos y prctica formales como en nuestros esfuerzos por aplicarlos a todos los aspectos de nuestra
vida cotidiana . Cada captulo es una mirada a una cara del
diamante multifactico de la presencia mental. Los captulos
se relacionan entre s por minsculas rotaciones del cristal.
Algunos pueden parecer similares a otros, pero cada faceta es
diferente y nica.
Esta exploracin del diamante de la presencia mental va
dirigida a todo aqul que desea trazarse una ruta hacia una
mayor cordura y sabidura en su vida. Lo que se precisa es la
disposicin a contemplar en profundidad los momentos presentes, con independencia de lo que contengan, llevados de
un espritu de generosidad y amabilidad hacia uno mismo y
de receptividad hacia lo que podra ser posible.
La primera parte explora la base lgica y la informacin
previa para despus emprender o profundizar una prctica
personal de la presencia mental. Invita al lector a introducir
la presencia mental en su vida de numerosas y distintas maneras. La segunda parte explora algunos aspectos elementales

19

1ntroduccin

Cmo asumir su propia identidad

de la prctica de la meditacin formal. La prctica forma.1 se


refi ere a perodos concretos en los cuales detenemos ~eliberada mente otra actividad y nos entregamos a determinados
..
todos de cul ti vo de la presencia mental y concentrac1on.
~a tercera parte explora una gama de aplicaciones y perspectivas de la presencia mental. Ciertos captu los, en las tres partes, acaban con sugerencias e~p lcitas para incorporar a la
vida la prctica de la presencia mental, tanto f?rmal como
informal. Estas sugerencias llevan el encabezam iento SUGERENCIAS.

Este libro contiene instrucciones su fi cientes para realizar


la prctica de la meditacin uno mismo, sin necesi dad de
emplear otros materiales ni apoyos.

PRIMERA PARTE

EL SURGIR DEL MOMENTO PRESENTE

Solamente amanece e l da
al cual estamos despi ertos.
H ENRY 0Avto THOREAU,

Walden

QU ES LA PRESENCIA MENTAL?
La presencia mental es una antiqusima prctica budista
que tiene mucha aplicabilidad en nuestra vida actual. Esta
aplicabi lidad no tiene nada que ver con el budismo en s ni
con hacerse budista, pero s tiene todo que ver con despertar
y vivir en armona con uno mismo y con el mundo; con anal izar quines somos; con poner en duda nuestra visin del
mundo y nuestro lugar en l, y con desarrollar cierta valoracin de la plenitud de cada momento en que estamos vivos.
Por sobre todo, tiene que ver con estar conectados.
Desde el punto de vista del budismo, nuestro estado de
, conciencia de vigilia ordinario se considera muy limitado y
, !imitador, ms parecido en muchos aspectos a un sueo prolongado que a un estado de vigil ia. La meditacin nos sirve
para despertar de ese sueo de automati smo e inconsciencia,
hacindonos posible vivir nuestra existencia teniendo acceso
a todo el espectro de las posibilidades conscientes e inconscientes. Los sabios, los yoguis y los maestros zen han explorado de manera sistemtica este territorio durante miles de
aos; en ese proceso han aprendido algo que tal vez ahora
sea profundamente benefi cioso en Occidente para contrarrestar nuestra orientacin cultural hacia el control y el sometimiento de la naturaleza, en lugar de aceptar que somos una
ntima parte de el la. Esa experiencia colecti va sugiere que
mediante la investigacin interior de nuestra natura leza en

24

Cmo asumir su propia identidad

cuanto seres y, en particular, de la naturaleza de nuestra


mente, con la autoobservacin esmerada y sistemtica, llevaremos una vida de mayor satisfaccin, armona y sab idura.
Tambin nos ofrece una visin del mundo que es complement~ri~ a la visin predomi_nante del reduccionismo y el
mat~na_l1s~o que en _la actualidad domina el pensamiento y
las 1nst1tuc1ones occidentales. Pero esta visin no es ni especialmente oriental ni mstica. En Nueva Inglaterra, en
1846, Thoreau percibi e l mismo problema en nuestro estado
mental ordinario y escribi con gran pas in acerca de sus
desafortunadas consecuenc ias.
La presencia mental ha sido ll amada el corazn de la meditacin budista. La presenc ia mental es bsicamente un concepto sencillo. Su poder reside en cmo se practica y en sus
ap licaciones. Presencia mental sign ifica prestar atencin de
una determinada manera: de forma deliberada, en el momento presente y sin enjuicia rla. Este tipo de atencin alimenta
una mayor conciencia, claridad y aceptacin de la realidad
del momento presente. Nos desp ierta al hecho de que nuestra
vida se despliega slo en momentos. Si no estamos totalmente presentes en muchos d e estos momentos, no slo podemos
perdernos lo que es ms valioso en nuestra vida sino tambin
no comprender la riqueza y la profundidad de nuestras posibilidades de crecimiento y tran sformacin.
Una concienc ia redu c ida del momento presente es inevitable tambin que nos cree otros problemas, a travs de nuestros actos y comportamie ntos inconscientes y automticos,
que suelen estar impul sados por temores e inseguridades muy
arraigados. Estos probl emas tienden a acumularse con el
tiempo si no son atendidos, y pueden dejarnos estancados y
desconectados. Con el tiempo es posible perder confianza en
la propia capacidad para redirigir las energas de manera que
conduzcan a sati sfaccin y feli cidad mayores, e incluso tal
vez a una salud mejor.
La presencia mental nos proporciona una ruta sencilla
pero efi caz para que sa lga mos del estancamiento y volvamos
a conectar con nuestras sabidura y vita lidad . Es una manera
de hacernos cargo de la direccin y calidad de nuestra vida
incluidas las relaciones dentro de la fa milia, la relacin co~
el trabajo y con el mundo y pl aneta, ms amplios, y, lo ms

El surgir del momento presente

25

fundamental , la relacin con nuestro yo en c,uanto per~on a.


El ncleo de este camino, que est en la ra1z del budismo,
del taosmo y del yoga, y que tambin encontr.amos en las
bras de personas corno Emerson, Thoreau y Wh 1tman_ en la
0
bidura de las culturas primitivas, es una valorac1on del
~omento presente, y el cultivo de una relacin_nti m~
l,
prestndole continua atencin, con esmero y d1scern1m1ento.
Es exactamente lo opuesto a tomarse la vida por descontada.
La costumbre de no hacer caso de nuestros momentos presentes, en favor de otros que an no han llegado, conduc~ a
una falta de conciencia generaliz~da de la trama de la vida
en que estamos incrustados. Esto inclu_y,e, entre otras cosa~,
una falta de conocimiento y comprens1on de nuestra propi a
mente y de cmo dicha fa lta influye en nuestr?~ ,actos Y _pe~
cepciones; lo qu e limita gravemente nuestra v1s_1on del s1gn1ficado de ser una persona y de la mutua c~nex 1 n ~~e tenemos con el mundo que nos rodea. Ha sido trad1 c1onal el
dominio por parte de la religin de estos interrogantes fund~
mentales dentro de un marco espiritual, pero la presen~,1a
mental tiene muy poco que ver con la religin, . excepc1on
de su sentido ms fundamental , ya que es un. intento por
apreciar y valorar el profundo misterio de estar vivos y de reconocer que nos hallamos vitalmente conectados con todo lo

c?n

que existe.
.,
Cuando nos comprometemos a prestar atenc1on d~ una
manera receptiva, sin caer presas de ~uestros gustos y _di sgustos, opiniones y prejuicios, proyecciones y ex pectat~ vas, se
nos abren nuevas posibilidades y tenemos la oportunidad de
liberarnos del cors de la inconsciencia.
.
Me agrada pensar que la presencia _ment_al es e_I arte de vivi r consciente. No se necesita ser budi sta n1 yogu~ para prac~
tica rl a. De hecho, si usted conoce algo del budismo, sabra
que el punto ms importante es ser uno mismo y no trat~r de
ser nada que uno no sea ya. Fundamentalmente, el bud1sm,o
trata acerca de estar conectado con nuestr~ ~atural~za mas
profunda y de dejarla que emane de uno sin 1mped1mentos.
Tiene que ver con despertar y ver las cosas como son . En realidad, la palabra buda significa una persona que ha despertado a su propia naturaleza.
. .,
As pues, la presencia mental no entra en contrad 1cc1on

El surgir del momento presente


26

Cmo asumir su propia identidad

con ninguna creencia ni tradicin alguna, ni religiosa ni cientfica, ni tampoco trata de vendernos nada; sobre todo, no es
un nuevo credo ni una ideologa. Slo es una manera prctica de estar ms en contacto con la plenitud de nuestro ser
mediante un proceso sisternti co de autoobservacin, autoexploraci n y actos conscientes. No tiene nada que ver con
la frialdad, el anlisis ni la inse.nsibilidad. El tenor general de
la prctica de la presencia me ntal es amable, apreciativo y
sustentador. Otra manera de expresar este concepto sera de
corazn.
Un alumno d ijo una vez: Cuando yo era budista llevaba
locos a mis padres y amigos, pero cuando soy buda nadie se
molesta en absoluto .

27

SENCILLO PERO NO FCIL

Si bien puede ser sencillo pr acticar la presencia mental,


no tiene por qu ser fcil. La presencia mental requiere esfuerzo y disciplina por la senci Dla razn de que las fuerzas
que trabajan en contra de la atencin, es decir, nuestros habituales inconsciencia y autornatis1t110, son extraordinariamente
tenaces. Tienen tal fuerza y estln tan fuera de nuestra conciencia que son necesarios un compromiso interior y cierto
tipo de trabajo s lo para perseverar en los intentos por capturar nuestros momentos en la conciencia y mantener la presencia mental. Pero ste es un tr ~bajo intrnsecamente satisfactorio porque nos conecta con 1111uchos aspectos de nuestra
vida que so lemos pasar por alto y no vemos.
Es tambin un trabajo ilurnina ..cJor y liberador. Literalmente nos permite ver con ms claridad y, por lo tanto, comprender con ms profundidad aspectos de nuestra vida que habamos desconectado o que no estbamos dispuestos a mirar.
Entre estas cosas se halla el conec-tar con nuestras emociones
profundas, como son la afl icc in , la tristeza, las heridas, la
rabia y el temor, a las cuales es corriente que quiz permitamos la entrada a la conciencia o no expresemos de forma
consciente. La presencia mental tambin nos ayudara a
apreciar ciertos sentim ientos -alegra, paz y felicidad- que
suelen pasar fugaces e inadvertido s. Es liberadora en el sent-

conduce a nuevas maneras de ser d~ntro de nuestra


do d~ qu~ 1 en el mundo, maneras que nos libera~ ,de las ruprop1a pie y
on tanta frecuencia. Tamb1en nos da
.
ue caemos c
1
unas en q
t atencin de este modo abre cana es
ar

d
d
que
pres
po d er, ya
f das reservas interiores de creat1v1 a ,
.
estras pro un
.
. , d.

. , claridad determ1nac1on, 1scern1hacia nu . .


.
. teligenc1a, imaginac1on,
,
in . t
,
sa b"d
1 una.
m1en o y ecial tendemos a no darnos cuenta ?e que estamo~
En e~p todo el tiempo. La incesante comen~e de pensa
p~nsan o ue discurre por nuestra mente no~ deia mu~ poco
m1entos q
. entar el silencio interior. Ademas, nos
ara expenm
.
1b t d para simplemente ser, sin tener
descanso P
.
muy poca 1 er a
deiamos
d 1t. mpo haciendo cosas. Nuestros actos
ernos to o e ie
.
1 d 1
que mov .d
fl .o de pensamientos e impu sos e os
estn mov_1 os por un. UJ 1 n por la mente como la corriente
,
tdianos que circu a
d
d
mas co 1 .
d
da Pero tambin con emas1a a
, si no e una casca
,
b
de un no,
d
trapados en ese torrente. Este aca a
.1.d d nos que amos a
d d
fac1 1 a
.d Es capaz de llevarnos a lugares on e
. .
d
. r nuestra v1 a.
por d mg1
.
de que a veces, ni s1qu1era nos etal vez no queremos ir, y
,
ta de que somos arrastrados.
.
mos cuen
. r
prendemos a salir de esa com ente,
d 11
s1gn1 1ca que
M ed tar
1
1
11 escuchamos y aprendemos e e a
,
t mos en a on a,
nos sen a
mos sus energas para que nos gu1en, no para
y despu~ us~ n Este roceso no se produce por arte de m~
q~e nos tir;~1ce ~er Al trabajo de cultivar nuestra cap,ac~
g1a. Hace a ta e
gl
to presente lo llamamos pract1 dad para estar en e mom_en . ,
, ctica de la med1tac1on .
ca o Pra

r/

pregunta: Cmo puedo deshacer .un ~n~edo que est


totalmente bajo el plano de mi conc1enc1a.

[ ] Observn.
d l~s=~ tu vida diaria con inters alerta; con la inten?, de com render, no de juzgar; con pl~na ~cepta
~~~ de lo u~ sea que surja, porque est ah1'. alientas a
ioprofunde que aflore a la superficie y .ennq,uezca t~
~ a conciencia con sus energas cautivas. E:te es e
v1~n irabajo del conocimiento; elimina los_~bs~c~los y
f~era las energas, mediante la comprens1on e a naf' {

gadatta: Estando contigo mismo. ...

28

Cmo asumir su propia identidad

El surgir del momento presente

turaleza de la vida y de la mente. La inteligencia es la


puerta hacia la libertad y la atencin alerta es la madre
de la inteligencia.
NISARGADATTA MAHARAJ

DETENERSE

La gente cree que la meditacin es una especie de actividad especial, pero eso no es del todo correcto. La meditacin
eiJa simplicidad misma. A veces decimos en broma: No hagas nada, qudate all sentado. Pero la meditacin no se trata tampoco de limitarse a estar sentado. Es detenerse y estar
presente, nada ms. En general, corremos haciendo. Es usted
capaz de hacer un alto en su vida, aunque sea por un momento? Podra ser este momento? Qu ocurrira si lo hiciera?

Una buena manera de detener todo el hacer es cambiar por

~n momento ~I <~modo de ser. Considrese un testigo eterno,


intem~oral . L1m1tese a observar este momento, sin tratar de
cambiarlo. Qu ocurre? Qu siente? Qu ve? Qu oye?

29

morir ahora de este modo, en realida? se hace ms v~vo.


Eso es lo que consigue el detenerse: No t.1ene nada de p~s1vo.
y cuando decida continu ar, es un tipo diferente de continuacin porque se ha deteni~o. En realidad,. el det~nerse hace .el
continuar ms vivo, ms ri co, le proporciona mas textura . Sirve para tener en perspectiva todas las cosas por las ~u ales .~os
preocupamos y que creemos inadecuadas. Nos da onentac1on.

Sugerencias: Trate de detenerse y tomar conciencia de su respiracin de vez ~n cuand~ en el tra.nscurso del da. Puede ser
durante cinco minutos, o incluso cinco segundos. Entr~ en la
plena aceptacin del momento presente, de cmo se siente Y
de qu percibe que ocurre. Durante esos momentos no tr~te
de cambiar nada en absoluto, slo respire y libre~e. Respire
y sea . Muera a tener que conseguir que nada sea diferente en
ese momento; en su mente y en su corazn, dse ~ermiso
para dejar que ese momento sea tal co~o es, y perm~tase ser
usted exactamente tal como es. Despues, cuando este preparado, avance en la direccin que su corazn le dicte, Y
hgalo atento y con resolucin.

ES ESTO

Lo extrao en esto de detenerse es que tan pronto se hace


uno est all. Las cosas se vuelven ms sencillas. En ciert~
modo, es como si uno muriese y el mundo continuara. Si usted muriese, todas sus responsabil idades y obligaciones se
evaporaran de inmediato. De alguna manera, los residuos de
esas cosas se solucionaran sin usted. Nldie podra encargarse de su programa nico. ste quedara en nada morira
con usted, lo mismo que ha ocurrido con los de toda~ las personas que han muerto ya. De modo que no hace falta que se
preocupe por ello en absoluto.
Si esto es cierto, tal vez entonces no es necesario que haga
esa otra lla,mad~ por telfono en este momento, aunque usted
crea que s1. Quiz no necesita leer algo en este momento ni
~acer ?tro trmite ms. Al tomarse unos momentos para ,.;,onr deliberadamente a la prisa del tiempo mientras an se
est vivo, uno se libera para tener tiempo para el presente. Al

Vieta aparecida en el New Yorker. Dos monj~s .zen c~n


su hbito y la cabeza rapada, uno joven y otro v~eo, est~n
sentados en el suelo sobre sus piernas cruzadas. El oven mira
al viejo con expresin algo perpleja mi~ntras. ~ste, vuelto hacia a l, le dice: No ocurre nada a cont1nuac1on . Es esto.

Es verdad . Por lo general, cuando emprendemos algo, lo natural es que esperemos un resultado satisfactorio de nuestros
esfuerzos. Deseamos ver resultados, aunque slo sea una sensacin agradable. No se me oc~rr~ otra .e~ce pcin que. la
meditacin. La meditacin es la unica act1v1dad humana intencionada y sistemtica que en el fondo nO es intentar mejorar ni llegar a ninguna otra parte, sino slo comprender
dnde se est ya. Tal vez su valor reside precisamente en

30

Cmo asumir su propia identidad

esto. Es posible que todos necesitemos hacer una cosa en


nuestra vida simplemente por s misma.

Pero no sera exacto referirse a fa meditacin como hacer.


Sera ms acertada describirla como ser. Cuando entendemos ese Es esto, tal entendimiento nos permite olvidar el
pasado y el futuro y despertar a fo que somos ahora, en el momento actual.

Por lo ge~eraf, las pe~sonas no captan esto enseguida. Desean meditar para relajarse, para experimentar un estado especial, para ser mejores, para reducir algn estrs o dolor
pa_ra ro_mper viejos hbitos o comportamientos, para ser libre~
o duminad~s. Todas stas son razones vlidas para emprender la prctica de la meditacin, pero, asimismo, estn cargadas de problemas si se espera que estas cosas sucedan por el
mero hecho de que se est haciendo meditacin. Uno queda
atrapado en el deseo de tener una experiencia especial o
en buscar sea les de progreso, y si no se siente algo especial
con cierta rapidez, tal vez aparezcan las dudas acerca del camino elegido, o de si se est haciendo bien.

Esto es razonable en casi todos los dominios del aprendizaje.


Por supuesto, ms o menos pronto hay que ver progresos para
perseverar en algo. Pero la meditacin es diferente. Desde la
p~rspectiva de la meditacin, cada estado es un estado especial; cada momento, un momento especial.

Cuando dejamos de desear que ocurra otra cosa en este momento, damos un enorme paso hacia ser capaces de encontrar lo que est aqu ahora. Si esperamos llegar a algn sitio
o desarrollarnos de alguna manera, slo podremos avanzar
desde d~nde e~tamos. A pesar de todos nuestros esfuerzos y
expectativas, s1 no sabemos dnde estamos (conocimiento
que P!ocede directamente del cultivo de fa presencia mental), solo podremos girar en crculos. As pues, en la prctica

El surgir del momento presente

31

de la meditacin, la mejor manera de llegar a alguna parte es


no tratar de llegar a alguna parte.

Si tu mente no est nublada por las cosas innecesarias,


sta es la mejor poca de tu vida.
Wu-MEN

Sugerencias: Trate de recordarse de vez en cuando : Es esto.


vea si hay algo a lo que no sea apl icable. Acurdese de que la
aceptacin del momento presente no tiene nada que ~er _c_on
resignarse ante lo que est sucediendo. Sim~lement_e s1gnif1ca
un reconocim iento claro de que lo que esta sucediendo est
sucediendo. La aceptacin no nos dice lo qu~ hemos de_ hacer. Lo que ocurre a continuacin, lo que se elige hacer, tiene
que proceder de la comprensin de este momento . T~I vez usted intente actuar a partir de un profundo conoc1m1ento del
Es esto. Influye eso en la manera como elige proceder o
reaccionar? Le es posible contemplar que de un modo m_uy
real ste podra ser en realidad la mejor poca, el mejor
momento de su vida? Si as fuese, qu significara para usted?

CAPTURAR SUS MOMENTOS

La mejor manera de capturar momentos es prestar ate~


cin. As es como cultivamos la presencia mental. Presencia
mental significa estar despierto; significa saber lo que hacemos. Pero cuando comenzamos a centrarnos en lo que hace
nuestra mente, por ejemplo, suele ocurrir que rpidamente
vuelve a estar inconsciente, en una modalidad piloto automti co de inconsciencia. Estos lapsos de la conciencia suelen
estar causados por un remolino de insatisfaccin por lo que
estamos viendo o sintiendo en ese momento, del cual surge
un deseo de que algo sea diferente, de que las cosas cambien.
Es muy fcil observar el hbito que tiene la mente de hacernos escapar del momento presente. Trate de mantener centrada la atencin en cualquier objeto, aunque sea por un rato

32

Cmo asumir su propia identidad

corto. Descubrir que para cul ti var la presencia mental tal vez
necesite recordarse una y otra vez estar despierto y consciente. Esto lo hacemos recordndonos mirar, sentir, ser. Es as de
sencillo, presentarse momento a momento, nutrir la conciencia a lo largo de momentos atemporales, estar aqu, ahora.

Sugerencias: Trate de preguntarse en este momento: Estoy


.
? D' d
l
desp1erto.
on e se encuentra mi mente en este momento?

El surgir del momento presente

33

algo especia l, ni preguntarse si se est h~ci~~do co~re_cta


mente. Tampoco significa pensar en la resp1 rac1on. Es l1m1tarse a advertir el aire que entra y el aire que sale.

Esto no tiene por qu durar mucho rato cada vez. Usar la respiracin para que n~s vuelva al .momento ~~esente no lleva
tiempo, slo se precisa un cambio de atenc1on. Pero nos esperan grandes aventuras si nos tomamos un rato para unir los
momentos, respiracin a respiracin, momento a momento.

ACORDARSE DE RESPIRAR

Sugerencias: Trate de acompaar una inspiracin completa,


Va muy bien tener un foco para la atencin, una cadena
de ancla que nos sujete al momento presente y que nos sirva
d~, gua para vo lver a l cuando la mente vague. La respirac1on cumple esta finalidad de manera extraordinaria. Puede
ser una fiel aliada. Llevando la concienc ia a la respiracin,
nos r~:ordam.?s que nos hallamos aqu ahora, de modo que
ta~b1en podriamos estar totalmente despabilados para cualquier cosa que ocurra.

La respiracin nos ayuda a capturar nuestros momentos. Es


s_orprendente que no haya ms personas que sepan esto. Al
fin Y al cabo, la respiracin est siempre ah, en nuestras mis':1s na ri ce:. Sera lgico pensar que, aunque fuera por casual 1dad, podriamos haber descubierto su utilidad en uno u otro
moment?. Hasta t~nemos la expresin: No tengo un mon:i~nto ni para_re~p1_rar (o para recuperar el aliento), expres1~n que nos tn~tnua que los momentos y la respiracin podrtan esta r rela cionados de un modo interesante.
Para usa~ la respiracin de manera que nutra la presencia
ment~I, limtese a sintonizarla a su sensacin, a la sensacin
del aire que entra en su cuerpo y a la sensacin del aire que
sale de su cuerpo. Eso. es todo. Sentir la respiracin; respirar y
s~ber que se est_resp1ran_do. Lo cual no significa una respiracin profunda ni un obligarse a respirar, ni tratar de sentir

el aire que entra, una espiracin completa, el aire que sale,


dejando su mente abierta y libre slo para ese momento; slo
para esa respiracin. Abandone toda idea de llegar a alguna
parte o de que suceda cualquier cosa. Slo vuelva a centrarse
en la respiracin cuando la mente vague, uniendo momentos
de presencia mental, respiracin tras respiracin. Prubelo
de vez en cuando mientras lee este li bro.

Kabir pregunta: Dime, alumno, qu es Dios?


Es el aliento dentro del aliento.
KABIR

! '

PRCTICA, PRCTICA, PRCTICA

.. 1

Va bien perseverar. Cuando se ofrece amistad a la respiracin se ve de inmediato que la i\COnsciencia est en todas
partes. La respiracin nos ensea que la inconsciencia va no
slo con el territorio sino que eS el territorio. Esto lo hace
ensendonos, una y otra vez, que no resulta nada fcil
acompaar a la respiracin aunque uno quiera. Muchas cosas se entrometen, nos llevan a la fuerza, nos impiden concentrarnos. Vemos que, con los aos, la mente se ha atestado
de maletas y trastos viejos, de basura acumu lada. El saber
esto es un gran paso en la direccin correcta.

34

Cmo asumir su propia identidad

PRCTICA NO QUIERE DECIR ENSAYO

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ El surgir del momento p_re_se


_n_te_ _3_5

NO ES NECESARIO UN ESFUERZO
ESPECIAL PARA PRACTICAR

Para explicar el cultivo de la presencia mental empleamos


la palabra prcti ca, pero no en el sentido usual de un ensayo que se repite para perfeccionar, de modo que la actuacin
o la competicin resulte lo mejor posible.

La prctica de la presencia mental significa que nos comprometemos de lleno a estar presente en cada momento. No
existe actuacin alguna. Slo hay este momento. No tratamos de mejorar ni de llegar a otra cosa. No vamos tras intuiciones ni visiones especiales. Tampoco nos obligamos a no
ser crticos, ni a estar serenos y relajados. Y, desde luego, no
alentamos la conciencia de nosotros mismos ni nos entregamos a la preocupacin por nosotros mismos. Lo que hacemos
es ms bien invitarnos a conectar con este momento con plena conciencia, con la intencin de encarnar, de la mejor manera posible, una orientacin de serenidad, presencia mental
y ecuanimidad aqu y en este mismo momento.

Como es lgico, con la prctica continuada y el tipo corree.to


de esfuerzo firme pero suave, la serenidad, la presencia mental y la ecuanimidad se desarrollan y profundizan solas, nacidas de la entrega a la quietud y la observacin. Por .supuesto
que llegan las comprensiones y las intuiciones, y las profundas experiencias de quietud y alegra. Pero sera incorrecto
decir que practicamos para que ocurran estas experiencias o
que tener muchas es mejor que tener pocas.
El espritu de la presencia mental es practicarla por s misma, y limitarse a tomar cada momento tal como viene, agradable o desagradable, bueno o malo, bonito o feo, y entonces
tra,bajar con eso porque eso es lo que est presente ahora,
mas que hacer prctica, sera mejor decir que la prctica nos
hace, o que la vida misma se transforma en nuestra maestra
de meditacin y en nuestra gua .

Los dos aos que Henry David Thoreau vivi en Walden


Pond fueron, sobre todo, un experimento personal de presencia mental. Eligi arriesgar su vida con el fin de deleitarse en
la maravilla y simplicidad de los momentos presentes. Pero
no es necesario hacer un esfuerzo especial ni ir a sitio especial alguno para practicar la presencia mental. Basta con concederse un poco de tiempo en la vida para la quietud Y lo que
llamamos hacer, y entonces sintonizar con la respiracin.
Toda Walden Pond est en el aire que respiramos. El milagro de las cambiantes estaciones est en el aire que respiramos; nuestros padres y nuestros hijos estn en el aire que
respiramos; nuestro cuerpo y nuestra mente estn en el aire
que respi ramos. La respiracin es la corriente que conecta el
cuerpo y la mente, que nos conecta con nuestros padres
y con nuestros hijos, que conecta nuestro cuerp? con el ~u.er
po del mundo exterior. Es la corriente de la vida. Lo unico
que hay en el riachuelo son peces dorados. Todo lo q~e n~ce
sitamos para verlos con claridad es la lente de la conc1enc1a.

El tiempo no es otra cosa que el riachuelo donde voy a


pescar. All bebo; pero mientras bebo, veo el arenoso
fondo y me doy cuenta de lo poco profundo que es el
riachuelo. Su delgada corriente pasa, pero la eternidad
permanece. Me gustara beber ms profundo; pescar en
el cielo, cuyo fondo est guijarros<;> de estrellas.
THOREAU,

Walden

En la eternidad hay en efecto algo verdadero y sublime.


Y ese algo se manifiesta en momentos, lugares y ocasiones que estn aqu y ahora.
Dios mismo se encuentra en el momento presente, y en
ninguna poca ser ms real y sublime.
THOREAU,

Walden

~h

Cmo asumir su propia identidad


DESPERTAR

Emprender la prctica de la meditacin formal, dedicndole un tiem~o c~da da, no significa que uno no vaya a pens~r. nunca mas,. n1 que no pueda salir o hacer cosas. Slo significa que se tienen ms probabilidades de saber lo que se
hace porque uno se detiene un momento y observa, escucha,
comprende.
Thoreau vio esto con ms claridad que nunca en Walden
Pond. Su conclusin fue: Slo amanece el da al cual estamos despiertos. Si queremos captar la realidad de nuestra
vida mientras la tenemos, necesitaremos despertar a nuestros
n:omentos. De otra manera, das enteros, e incluso toda la
vida, nos pasarn inadvertidos.

Una manera p~ctica de hacer esto es mirar a los dems y


preguntarnos s1 los vemos en realidad o slo vemos lo que
pensamos de ellos. A veces nuestros pensamientos actan
c?_mo gafas de ensueo. Cuando las tenemos puestas vemos
ninos. de ensueo, marido de ensueo, esposa de ensueo,
trabajo de ensueo, colegas de ensueo, compaeros de ensueo, amigos de ensueo. Podemos vivir en un presente de
ensueo durante un futuro de ensueo. Sin darnos cuenta, lo
coloreamos todo, a todo le damos efecto. Si bien las cosas
pueden cambiar en el sueo y dar la ilusoria impresin de
que son reales y ntidas, siguen siendo un sueo en el que estamos atr~pados. Pero si nos quitamos las gafas, podra ser,
slo podna ser, que visemos con algo ms de precisin lo
que realmente est all.
Para hacer esto, Thoreau sinti la necesidad de emprender

u~ retiro solitario durante un tiempo prolongado (estuvo dos


anos Y dos meses en Walden Pond). Fui al bosque porque
deseaba vivir pausadamente, encontrarme slo con las esenciale: reali~ades de la vida, y ver si yo lograba aprender lo
que el tenia que ensear, y no descubrir, a la hora de mi
muerte, que no haba vivido.

El surgir del momento presente

37

conviccin ms profunda: Influir en la calidad del da,

-~a es la ms suprema de las artes. [ ... )Jams he conocido a


~n hombre que estuviera totalmente despierto. Cmo poda
mirarlo a la cara?

Sugerencias: Pregntese de vez en cuando: Estoy despierto


en este momento?

Interior mo, escchame, el espritu supremo,


el Maestro, est cerca,
despierta, despierta!
Corre a sus pies ...
en este momento est junto a tu cabeza.
Has dormido durante millones y millones de aos.
Qu te parece si despiertas esta maana?
KABIR

N O COMPLI CARLO

Si decide comenzar a meditar, no hay necesidad alguna


de que lo comente con otras personas ni tar:np~co que explique por qu qu iere hacerlo ni lo que ! med1tac1n va a hac~r
por usted. En realidad, sa es la mejor m:n~ra de desperdiciar la energa y el entusiasmo para la practica, y d~ frustr~r
los esfuerzos, ya que as no ganarn impulso. Es meor meditar sin anunciarl o.
Cada vez que sienta un fuerte impulso de hablar .sobre la
meditacin y de lo formidab le que es, o de las maravillas que
le est haciendo, o que no le est haciendo, a usted, o dese.e
convencer a alguien de lo bien que le ira practicar!~, considrelo un pensamiento ms y medite otro poco. El impulso
pasar y todo el mundo estar mejor, sobre todo usted.

38

Cmo asumir su propia identidad

NO ES POSIBLE DETENER LAS OLAS


PERO S APRENDER A REMONTARLAS

Segun la opinin general, la meditacin es una manera de


dejar fuera las presiones del mundo o de la propia mente,
pero sa no es una impresin exacta. La meditacin no es dejar las cosas f~era ni excluirlas. Es ver las cosas con claridad y
colocarse deliberadamente en una relacin distinta con ellas.

Las personas que acuden a nuestra clnica aprenden enseguida que el estrs forma parte inevitable de la vida. Si bien es
cierto que podemos aprender, tomando decisiones inteligentes, a que las cosas no empeoren, hay muchos aspectos en la
vida_ sobre los cuales tenemos poco control o ninguno. El
estres forma parte de la vida, parte del ser humano, es intrnseco a I condicin humana en s. Pero eso no sign ifica que
d~bamos ser vctimas ante las fuerzas mayores de nuestra
vida. Podemos aprender a trabajar con ellas, a comprenderlas, a encontr~rles sentido, a hacer opciones importantes y a
u.s_ar sus energ1as para crecer en fortaleza, sabidura y compas1.on. ~n. ~I ncleo de toda prctica de meditacin hay una
d1spos1c1 on a abrazar y trabajar con lo que es.

Una manera de imaginar cmo funciona la presencia mental


es considerar la mente como la superficie de un lago 0 del
mar. Siem~re hay olas en el agua. A veces son grandes, a veces pequE!nas, y en ocasiones casi imperceptibles. Las olas se
pro.ducen al agitarse el agua movida por los vientos, que van
Y vienen, y varan en direccin e intensidad, igual como hacen los vientos del estrs y el cambio en nuestra vida, que
forman olas en nuestra mente.

Las perso111as que no entienden la meditacin creen que es


un_a ~spec i~ d~ manipulacin interior especial que como algo
mag1co dieara fuera esas olas para que la superficie de la
mente per-manezca lisa, en paz y calma. Pero as como no
podemos poner una placa de cristal sobre el agua para cal-

El surgir del momento presente

39

mar las olas, tampoco nos es posible su.prim!r de. forma .artifi. 1 las olas de la mente, y no es demasiado inteligente inten~~~lo. Eso slo producira ms tensin y lucha interi?res, no
1
calma, lo cual no quiere decir que esa calma sea in~.can
ble. Significa slo que no se puede alcanzar me 1ante
f;s errneos intentos de suprimir la natural actividad de la
mente.

A travs de la meditacin es posible encontrar refugio de wan


parte de los vientos que agitan la mente. T~I vez con el t1e~
po muera una buena parte d~ I~ tur~u l e.nc1a por ~alta de al imento contin uado. Pero, en ultimo termino, los vientos de la
vida y de la mente van a soplar, con independencia de lo que
hagamos. La meditacin tiene que ver con saber algo sobre
esto y cmo trabajar con ello.

El espritu de la prctica de la presencia n:iental f~e captad~


hermosamente en un pster de un yogu1 setenton, Swam1
Satchitananda, con su luenga barba blanca y holgadas ropas,
montado en una tabla de surf sobre las olas de una playa
hawaiana. El pie de la ilustracin rezaba: No es posibl e detener las olas, pero s se puede aprender a remontarlas.

PUEDE MEDITAR CUALQUIERA?

Me hacen mucho esta pregu nta. Una vez me la hizo con


algo de timidez un recepcionista, mi~ntras yo esperaba el ascensor. Tengo la impresin de que quienes me preguntan esto
lo hacen porque creen que tal vez todas las personas .s?n capaces de meditar excepto ellas. Desean ser tranquilizadas
asegurndoles que no estn solas, que hay al m.enos. ~nas
cuantas personas ms con las que s.e pueden 1~ent1f1ca~,
aquellas almas desventuradas que ~ac1eron con la incapacidad de meditar. Pero no es tan sencillo.
Pensar que uno es incapaz de meditar ;s algo as como
pensar que se es incapaz de apretar ~I b~ton del ascensor o
de doblar el codo cuando ste no esta lesionado, o que se es

40

Cmo asumir su propia identidad

-------=--~~~~~~~~~~~~~

incapaz de respirar, o de concentrarse o relajarse. Casi todo


el mundo es capaz de respirar con fac ilidad. Y, dadas las circunstancias adecuad\s, prcticamente cualquiera es capaz
de concentrarse, cualquiera puede relajarse.
Pero la gente suele confundir meditacin con relajacin o
con algn otro estado especial que hay que conseguir o sentir. Cuando la persona lo intenta una o dos veces y no llega a
ninguna parte o no siehte nada especial, entonces piensa que
es una de aquellas personas que no pueden hacerlo.

La meditacin no tiene nada que ver con sentirse de una cier.B manera. Es sentir la l"lanera en que uno se siente. No se trata de vaciar ni aquietar la mente, aunque la quietud s se profundiza en la meditacin y se puede cultivar de una manera
sistemtica. Pero, por encima de todo, la meditacin consiste
en dejar que la mente sea como es y en saber algo sobre
Cmo est en ese momento. No es llegar a algn otro lugar,
sino permitirse estar donde uno ya est. Si no se comprende
esto, se llegar a pensar que uno es constitucionalmente incapaz de meditar. Per() eso es slo pensar ms y, en este
caso, es pensar de una manera equivocada.
Es verdad que la meditacin requiere energa y el compromiso a perseverar. Pero entonces, no sera ms correcto decir No persevero en IL1gar de decir No puedo? Cualquiera puede sentars~ y observar su respiracin u observar su
mente. Y no es necesario estar sentado. Se puede hacer caminando, de pie, recostad(), parado en un pie, corriendo o bandose. Pero para quecfarse as aunque sean cinco minutos
es necesaria la intencionalidad. Para hacerla parte de la propia vida se requiere disciplina. As pues, cuando alguien dice
que no puede meditar, lo que quiere decir en realidad es que
no se toma tiempo para ella, o que cuando lo intenta no le
gusta lo que ocurre. No es lo que busca o espera. No satisface
sus expectativas. Entonces, ta/ vez debera intentarlo de nuevo, esta vez olvidndose de sus expectativas y /imitndose a
observar.

[J surgir del momento presente

41

ELOGIO AL NO HACER

.
meditar aunque sea por un rato, se
Si un? se sienta a
E~ mu importante no creer que
ser un tiempo ~e ,no hacedr.
ha~er nada. No podran
ser
h er es sinonimo e no
.
.,
no diferentes.
~c
A qui, .im portan la conciencia y la intenc1on.
ms
mo si hubiese dos tipos de no
De hecho, son c laves.
Superfici~lm~nte,, parece c~r trabao exterior alguno y el
hacer; uno implican~ _no h:~lamar u~a actividad sin esfuerotro
lo que
ri'1:m:mos a ver que ambas cosas son la
En ult1m.o
es lo que cuenta aqu. Lo que
ditacin formal supone hacerse
misma. La expe
con frecuencia llama.mas me
detener toda actividad exterdel iberadamente un t1em~o para d
del da que estar prena y cu ltivar la quietud, sinhotro or ed: Tal vez esos momend momento No acer na .
sen te en ca a

e podemos hacernos.
1
tos de no hacer son el mayor rega ~~~d urante horas y slo se
Thoreau s~la sentarse \su pu dida que el sol avanzaba
dedicaba a mirar y a escu~ ar a m~iaban de manera casi impar el cielo y luces y som ras cam
perceptible .

z~.

ha~e~

~~o
t~:ncia in~erior

fu:!:;i~~:E~~~:~~:r~=~~,; ~~~~1:~i~~~%~

d'a permitirme sacrificar la

genes en mi vida ..A veces, una


1

ma:~~a me sentab~ de-

bindome ?ado ~ acos~~;:~;:~Z I~ salida del sol hasta


!ante de m1 so lea a pue
.
ales y zuma-

el medioda.' ~xtasiado,.d:n~~~~ ~J~ ;~~tud, mientras


ques,,
la
silenciosos por la
los paaros can
ue caa en mi ventana de po-

~n inint~~~unm1revoloteaban

~~!~~eh~~~,~~~ ~e;~l~t~e ~f ;~~~nd~'/~~;: I~~~~

tante ca rretera me recor a 1 , por la noche y esto


'
. es como e ma1z
en esas estac1~n
10 ue habra sido cualquier traera mucho meor que
q
trados de mi vida sino

man~al. N0~ =~~~~:t~~ ~~sque


Y?
.

tengo habitua lmenbajo


mucho
mas
te.
Comprend1
lo que quieren decir los ori entales cuan-

42

Cmo asumir su propia idenlidad

El surgir del momento presente

~~~~~~~~---''----~

do hablan de contemplacin y de abandonar los trabajos. La mayor parte del tiempo no me importaba la manera como transcurran las horas. El da avanzaba como
para iluminar algn trabajo mo; era de maana y, oh
maravilla, ya es el atardecer, y nada memorable se ha
r~a liz~do. En lugar de cantar, como los pjaros, sonrea
silencioso ante mi incesante buena suerte. As como el
gorrin _tiene su trino, as yo, sentado en el nogal delante de ~1 puerta, tena mi risa o mi gorgeo ahogado que
l pod1a escuchar salir de mi nido.
THOREAU,

Walden

Sugerencias: Reconozca la belleza del momento presente en


su prctica diaria de meditacin, si la tiene. Si se levanta temprano, salga Y mire (una mirada sostenida, atenta) las estrell as,
la lu_na Y la luz del amanecer cuando aparezca. Sienta el aire,
el fno, el calor (una sensacin sostenida, atenta). Dse cuenta
de que el mundo que lo rodea est durmiendo. Cuando vea las
estrellas recuerde que en el tiempo est mirando millones de
aos atrs. El pasado se halla presente aqu y ahora.
Despus vaya a meditar sentado o echado. Que este o
cu~lqu1er otro momento en que practique sea su tiempo para
o lvidar todo hacer, para entrar en la modalidad de ser en la
que simplemente mora en la quietud y presencia ~enta l
a_tent_? a~ desenvof vers~ momento a momento del presente'.
sin anad1r nada, sin quitar nada, afirmando Es esto.

43

cuando Thoreau dice era de maana y, _oh maravilla, ya es


el atardecer, y nada memorable se ha realizado es com.o ondear una bandera roja ante un toro para l ~_s personas or~enta
das a hacer cosas y al progreso. Pero quien puede decir que
sus comprensiones de una maana pasada delan~e. de su
puerta son menos mem?rables ..tienen menos ment? que
toda una existencia de aetreo, v1v1da con escaso aprecio por
la quietud y la perfeccin del momento presente?

Thoreau cantaba una cancin que era tan necesario esc~char


entonces como ahora. Hasta hoy, l est sea lando continuamente, para cualquiera que est dispuesto a escuchar, l a~
funda importancia de la contempl ~n y del no apego a ningn resu ltado que no sea la dicha p~ra de s~r, todo mucho
mejor que lo que habra sido cualquier trabao m~~ua l . E~te
comentario recuerda al viejo maestro zen que dijo: Jo, o,
llevo cuarenta aos vendiendo agua junto al ro y mi trabajo
no tiene mrito alguno en absoluto.
Huele a paradoja. La nica manera de hacer_ alg de valor
es que el esfuerzo salga del no hacer y de olv1gar toda preocupacin acerca de si va a servir o .n?; De otro modo, pueden entrometerse el inters y la amb1c1on y deformar nuestra
relacin con el trabajo, o el trabajo mismo, que de algn
modo queda manchado, impuro y, en ltimo trmino, no
completamente satisfactorio aunque sea bueno. Todos los
cientficos conocen este estado mental y se guardan de ~I
porqu e inh ibe el proceso creativo~ deforma nuestra capacidad para ver con claridad las conexiones.

LA PARADOJA DEL NO HACER

El sabor y la alegra pura del no hacer son difciles de captar porque nuestra cultura da mucho valor al hacer y al prog~eso. Incluso nuestro ocio tiende a ser ocupado e inconsciente. La alegra del no hacer se basa en que no es necesario
que o~urr~ nada ms para que este momento sea completo.
La sab1?una que hay en ello y la ecuanimidad que resulta de
ello residen en saber que algo ms ocurrir.

El NO HACER EN ACCIN

El no hacer puede surgir en la accin y en .1. qu ietud. La


quietud interi or del hacedor se funde con la act1v1dad e~t~rna
hasta tal punto que la accin se hace a s mi_sma. Es act1v1dad
sin esfuerzo. Nada es forzado. No hay trabao de la voluntad ...
No hay un YO, nosotros ni mo de mente e~trecha que.
exija un resultado, y, no obstante, nada que?a sin hacer .. El
no hacer es la piedra angul ar de la maestna en cualquier

44

El surgir del momento presente

Cmo asumir su propia identidad

campo de actividad. He aqu una clsica declaracin de esto


de la China del siglo 111:

El cocinero del prncipe Wen Hui


est cortando en piezas un buey.
Estira una mano, baja un hombro,
afirma un pie, presiona con una rodilla
el buey se abre con un susurro
'
la brillante cuchilla
murmura como una suave brisa.
Ritmo! Exactitud!
Como una danza sagrada,
como El bosquecillo de moreras,
como armonas antiqusimas!
1

-Excelente trabajo! -exclam el prncipe-,


tu mtodo es intachable.
- Mtodo? -pregunt el cocinero,
dejando a un lado la cuchilla-.
Lo que sigo es el Tao,
que trasciende todos los mtodos!
Cu~do comenc a cortar bueyes
vea ante m al buey entero,
todo en una masa.
Despus de tres aos, ya no vea esa masa,
vea las diferencias.

Hay espacio entre las articulaciones;


la hoja es delgada y afilada:
Cuando esta fina hoja
encuentra ese espacio,
es todo lo que necesita!
Pasa como una brisa!
Por eso, hace diecinueve aos
que tengo esta cuchilla,
como recin afilada.
Es cierto que a veces hay
articulaciones duras. Las veo venir,
me detengo, observo con atencin,
me contengo, apenas muevo la hoja,
y, paf!, la parte se desprende,
cae como un terrn de tierra.
Entonces quito la hoja,
me quedo quieto, y me dejo invadir
por la alegra del trabajo.
Limpio la hoja
y la dejo a un lado.
-Eso es! - dijo el prncipe Wen Hui-,
mi cocinero me ha enseado
cmo debo vivir mi vida.
CHUANG

Pero ahora nada veo con los ojos.


Todo mi ser aprehende.
Mis sentidos estn ociosos. El espritu,
libre para trabajar sin plan,
sigue su propio instinto.
Guiada por la va natural,
por la abertura secreta, el espacio oculto,
mi cuchilla encuentra su propio camino.
No corto articulacin alguna,
no rompo hueso a~guno.

45

Ts

H ACER EL NO HACER

No hacer no tiene nada que ver con ser indolente o pasivo todo lo contrario. Se requiere gran valor y energa para
cutivar el no hacer, tanto en la quietud como en la actividad.
Tampoco es fci l concederse un tiempo especial para .el no
hacer y perseverar en l frente a todo lo que es necesario hacer en nuestra vida.
Pero el no hacer no tiene por qu ser amenazador para las
personas que piensan que siempre tienen cosas que hacer. Es-

46

El surgir del momento presente

Cmo asumir su propia identidad

tas personas podran descubrir que hacen ms y mejor si


practican el no hacer. No hacer significa dejar que las cosas
sean, y permitirles que se desenvuelvan a su manera. Es posible que esto suponga un esfuerzo enorme, pero se tratar de
un esfuerzo sin esfuerzo, gracioso, sabio; un hacer menos
hacedor que se cultiva en toda una vida.
La actividad sin esfuerzo ocurre en ocasiones en el baile y
en los deportes, en los niveles ms elevados de rendimiento
cuando ocurre, sorprende, quita el al iento a todo el mundo'.
Pero tambin sucede en todos los dems mbitos de la activid~d humana, desde la pintura a la reparacin de coches y la
enanza de los hijos. Algu nas veces se combinan los aos de
prctica con la experiencia, lo que eleva a una nueva capacidad para permitir que la ejecucin se despliegue trascendiendo la tcnica, el esfuerzo, el pensamiento. La accin entonce~ se convierte en una pura expresin de arte, de ser, de
dejar de lado todo hacer, una fusin de mente y cuerpo en
movimiento. Nos impresiona observar un a ejecucin soberbia, sea at.ltica o artstica, porque eso nos permite participar
en la magia de la verdadera maestra, nos eleva, aunque slo
sea de una manera fugaz, y tal vez nos permite participar de
la _intencin que cada uno de nosotros, a nuestro modo, podrra tocar esos momentos de gracia y armona en el vivir la
vida.
Influir en la calidad del da, sa es la ms suprema de las
artes, dijo Thoreau. Hablando del arte de la danza, Martha
Graham lo expres de esta manera: Lo nico que importa es
este m~n:ento de movimiento. Hacer el momento vital y digno de vivirse. No lo dejes pasar inadvertido y sin usar.
, Ni~gn maestro de meditacin podra haber dicho algo
n:as cierto. Podemos hacernos aprendices de este trabajo, sabiendo muy bien que el no hacer es verdaderamente el trabaj? de toda una vida; y conscientes siempre de que la modal 1dad de hacer es tan fuerte en nosotros que cultivar el
no hacer requiere, aunque parezca irn ico, considerable esfuerzo.
La meditacin es sinn imo de la prctica del no hacer. No
practicamos para perfeccionar las cosas ni para hacer lascosas a la perfeccin. Practicamos para captar y comprender
(hacer real para nosotros) el hecho de que las cosas ya son

47

erfectas, que son lo que son. Esto tiene todo que ver con
el momento presente en su totalidad sin imponer!:
ada extra, percibiendo su pureza y la frescura de su capac1~ad para hacer surgir el momento siguiente: Entonc~s, sabiendo qu es qu, viendo con la mayor claridad p~s1ble, Y
conscientes de que no sabemos ms de lo que en realidad sabemos, actuamos, damos un paso, adoptamos una postura,
nos arriesgamos. Algunas personas hablan de eso como. de un
flujo, un momento que fluye en el siguiente sin solucin de
continuidad, sin esfuerzo, acunado en el lecho de la presencia mental.

~aptar

Sugerencias: Durante el da, vea si es capaz de detectar la


perfeccin del momento prese~te, en t?dos los mome~t?s.' en
los normales, en los intermedios, e incluso en los d1f1cil.es.
Trabaje por permitir que se desarrollen ms cos.as en su v ida
sin forzarlas a que ocurran y si n rechazar aquellas que ~o responden a su idea de lo que debera suceder. ~ea s1 'W
notar los espacios a travs de los cuales podrra entra:. sin
esfuerzo en el espritu del cocinero de Chuan~ Ts.. Fijes.e
cmo puede cambiar la cal idad del rest~ de su d1a s1 e~ posible que se haga tiempo para estar en el d1~ t~mprano, sin programa. Al afirmar primero lo que es mas 1n:portante en su
propio ser, vea si no puede dar un salto .c~nsc1ente en todo el
da y acabar siendo ms capaz de perc1b1r, valorar y responder a la perfeccin de cada momento.

PACIENCIA

Ciertas actitudes o cualidades mentales apoyan la prctica


de la meditacin y proporcionan una buena tierra en. la cual
florecern las sem illas de la presencia mental. Al cultivar deliberadamente estas cualidades, en realidad cultivamos la tierra de nuestra mente y aseguramos que sta sea un~ fuente de
claridad, compasin y accin correcta en nuestra;''~
Estas cua lidades interiores que apoyan la practica de la
meditacin no se imponen, decretan ni legislan. Slo se cultivan , y esto nicamente cuando se ha llegado al punto en

48

Cmo asumir su propia identidad

que la motivacin interiof es lo bastante fuerte que deseamos


dejar de contribuir al propio sufrimiento y confusin y tal vez
al de los dems. Equivale a comportarse con tica, concepto
gravemente difamado en muchos crculos.
Por la radio he odo a alguien definir la tica como obediencia a lo que nadie puede obligarnos a cumplir. No est
mal. Se hace por motivos interiores, no porque alguien nos
lleva la cuenta ni porque nos castigaran si transgredisemos
l~s leyes y nos cogiesen. Marchamos al ritmo de nuestro propio tambor. Prestamos atencin a una audicin interior, as
como es un terreno interior el que preparamos para cultivar
la presencia mental. Pero no es posible la armona sin comprometerse al comportamiento tico: la cerca que mantiene
fuer~ las cabras que se comeran todos los brotes del jardn.
Pienso que la paciencia es una de esas actitudes ticas
fundamentales. Si se cultiva la paciencia, es casi inevitable
que se cultive la presencia mental,, y la prctica de la meditacin ir e.nriqueci.ndose y madurando poco a poco. Al fin y
al cabo, s1 en realidad no se trata de llegar a ninguna otra parte en este momento, la paciencia cuidar de s misma. Es un
recordatorio de que las cosas se desarrollan a su tiempo. No
s~ puede meter prisa a las estaciones. Llega la primavera, la
hierba crece sola. Por lo general, las prisas no sirven de nada
Y pueden crear mucho sufrimiento, a veces a nosotros, a veces a aquellos que nos rodean.
. La .~acie~cia e~ una alternativa siempre presente para la
ag1tac~o~ e 1mpac1encia endmicas de la mente. Rasque la
superf1c1e. de la impaciencia y lo que encontrar debajo, de
modo sutil o no tan su ti 1, ser rabia; esa fuerte energa de no
desear que las cosas sean como son y de culpar de ello a alg~~en (con frecuencia a uno mismo) o a algo. Lo cual no sign1f1ca que no haya que darse prisa cuando es necesario. Es
posible incluso darse prisa con paciencia, de forma consciente, avanzando rpido porque eso es lo que se ha elegido.
Desde el punto de vista de la paciencia, las cosas suceden
porque otras cosas suceden. Nada est separado ni aislado.
No hay causa primordial alguna que sea abso luta, final, responsable. Si alguien nos golpea con un palo, no nos enfadamos con el palo ni con el brazo que lo enarbola; nos enfadamos con la persona unida al brazo. Pero si miramos un

El surgir del momento presente

49

oco ms profundo, no podremos encontrar una causa pri-

~ordial satisfactoria ni dirigiremos el enfado ni siquiera con-

tra la persona, que literalmente no sabe lo que h~ce y que,


por lo tanto, est desquiciada e~ ese momento. D_onde colocar la culpa o el castigo? Es posible que nos enfadaramos con
los padres de esa persona, por los malos tratos que tal vez
dieron a un nio indefenso. O tal vez con el mundo, por su
falta de compasin. Pero qu es el mundo? No formamos
parte de l? Acas? .no tenemos tambin impulsos ra?iosos y,
bajo ciertas cond1c1ones, nos vemos asaltados por impulsos
violentos e incluso asesinos?
El Dalai Lama no manifiesta rabia alguna contra los chinos, aun c:uando durante aos la poltica del gobierno ~~i~o
ha practicado el genocidio con~ra los tibetanos, cultunc1d~o
contra sus instituciones, creencias y todo lo que les es mas
querido, y geocidio contra la tierra en que viven. C~a~do el
Dalai Lama gan el Premio No~el d,e la Paz, ~n penod1~ta le
pregunt acerca de esa falta de ira. El contesto: [~os chinos]
nos han quitado todo; debera dejarlos que me quitaran tambin la mente?
Esta acti tud es en s misma una notable demostracin de
paz; la paz interior de conocer lo.que,es ms fundamental, y la
paz exterior de encarnar esa sab1d.una en el porte y los actos.
La paz y esa disposicin a ser paciente frente a esos enormes
sufrimientos y provocaciones, slo se puede~, alcanzar m~
diante el cultivo de la compasin, una compas1on que no se 11mita a los amigos, sino que tambin se siente por aquellos que,
por ignorancia y por lo que suele considerarse maldad, pueden
hacernos sufrir a nosotros y a aquel los que amamos.
El grado de generosa compasin se basa en lo que los
budistas denominan buena presencia mental y buen entendimiento. No ocurre as como as. Es necesario practicarla, cultivarla. No es que no surjan sentimientos de ira. Se trata de que la ira puede utilizarse, trabaja~se, ~provecharse
para que sus energas puedan nutrir la pac1en~1a, la com~a:
sin, la armona y la sabidura, en nosotros mismos y qu1za
tambin en los dems.
Al emprender la meditacin cultivamos la cualidad de la
paciencia cada vez que nos detenemos, n?s s~~tamos y ~o
rnamos conciencia del flllir de nuestra resp1rac1on. Y esta in-

50

Cmo asumir su propia identidad

El surgir del momento presente

vitacin que nos hacemos a ser ms receptivos, a estar ms


en contacto, a mostrarnos ms pacientes con nuestros momentos, se extiende tambin , por supuesto, a otros momentos
de nues~ra vida. Sabemos que las cosas se desarrollan segn
su prop1~ naturaleza. Podemos acordarnos de perr;nitir que
nuestra vida se desarrolle de la misma manera. No fiecesitamos dejar que nuestro deseo de ciertos resultados domine la
calidad del momento, ni siquiera cuando las cosas son dolorosas. Cuando tenemos que empujar, empujamos. Cuando tenemos que tirar, tiramos. Pero sabemos tamb in cundo no
empujar y cundo no tirar.
Con_ todo esto intentamos equi librar el momento presente,
entendiendo que en la paciencia se encuentra la sabidu ra
sabiendo que lo que venga a continuacin estar determina~
do en gran medida por cmo somos ahora. Es til tener presente esto cua ndo nos impacientamos en nuestra prctica de
la meditacin, o cuando nos sentimos frustrados, impacientes
y enfadados en nuestra vida.

Tienes la paciencia para esperar


que el lodo se asiente y el agua se aclare?
Eres capaz de permanecer inmutable
hasta que la accin correcta surja sola?

sugerencias: Trate ~e observ~r la impaciencia y la ra_b ia


cuando surjan. Vea s1 le es posible adoptar un punto de vista
~ diferente, uno que vea cmo las cosas se de~arrollan . su
tiempo. Esto es particularmente til cuando se s1~nte urgido y
atascado o impedido en algo que desea o n ec~s 1ta hacer_. Por
difcil que pueda parecerle, intente no empua r la com~~te
del ro en ese momento y en su lugar escuche _con atenc~o~ .
Qu le dice? Qu le dice que haga? Si no le dice nada, l1m1tese a respirar, deje que las cosas sean como son, entre en la
paciencia, contin(1e escuchando. Si e_I ro_ le dice algo, ento,nces, hgalo, pero hgalo con conc1enc1a atenta. Despues,
una pausa, espere paci entemente, y escuche d_e n~evo.
Mientras atiende al suave fluir de su resp1rac1n durante
los ratos de prctica de meditacin formal, advierta el ocasional tirn de su mente que quiere ocuparse con otra cosa, que
desea llenar su tiempo o cambiar lo que est sucediendo. En
lugar de perderse en esos momentos, trate de_ seg~ir sentado,
paciente, con la respiracin y una alerta conc1enc1a de lo que
se est desarrollando a cada momento, permitindole que lo
haga a voluntad, si n imponerle nada. Slo observar'. sl? respirar, encarn ando la quietud, convirtindose en pac1enc1a.

DEJAR MARCHAR

La expresin dejar marchar tiene que estar muy a la cabeza en la competicin por ser el clich del siglo en la Nueva
Era. Se usa en exceso, se abusa de ella a diario. Sin embargo,
es una maniobra interior tan potente que se merece una mirada, sea o no sea clich. Hay algo de vital importancia que
aprender de la prctica de dejar marchar.

LAo-Ts, Tao-te Ching

Existo como soy, y eso basta, si nadie ms


en el mundo lo sabe, estoy satisfecho,
Y si todos y cada uno lo saben, estoy satisfecho.
Un mundo est consciente, y con mucho
el mayor para m, y se soy yo,
Y ya sea que tenga lo mo hoy o dentro
de diez mil o diez millones de a'ios1
puedo cogerlo alegremente ahora 0 1
con igual alegra, puedo esperar.
WALT WHITMAN,

51

Dejar marchar significa exactamente eso. Es una invi~acin a


dejar de aferrarse a cualquier cosa, ya s~ trate de una idea, un
objeto, un acontecimiento, un ?~~erminad? mome~to, una
opinin 0 un deseo. Es una dec1s1on consc iente de liberarse
con total aceptacin en la corriente de los mome~tos. ~resen
tes a medida que se desarrollan. Dejar marchar s1~nif1ca dejar de coaccionar, de resistirse o de luchar a cambio de algo

Leaves of Grass

52

Cmo asumir su propia identidad

El surgir del momento presente

53

~~~~~~~~~~~~~

ms poderoso y completo que surge de permitir que las cosas


sean como son, sin quedar atrapados en la atraccin o el rechazo que nos producen, en la pegajosidad intrnseca del deseo, gusto o disgusto. Es similar a abrir la mano para soltar
algo que se tena cogido.

Pero no es slo la pegajosidad de nuestros deseos -respecto a


los acontecimientos externos lo que nos atrapa. No es slo un
aferrarnos con las manos. Tambin lo hacemos con la mente.
Nos cogemos, nos atascamos, aferrndonos, muchas veces con desesperacin, a criterios estrechos, a esperanzas y
deseos egostas. En realidad, dejar marchar se refiere a la
eleccin de convertirnos en transparentes a la fuerte atraccin de nuestros gustos y disgustos y de la ignorancia que nos
hace .aferrarnos a ellos. Para ser transparentes es preciso que
permitamos que nuestros temores e inseguridades se agoten
en el campo de la plena conciencia.

Dejar marchar es posible nicamente si podemos llevar conciencia y aceptacin a la bsica realidad de lo atascados que
pod~mos esta r, si nos permitimos reconocer las lentes que
deslizamos de modo tan inconsciente entre observador y observado, lentes que entonces fi ltran y colorean, tuercen y dan
forma a lo que vemos. En esos momentos pegajosos podemos
abrirnos, sobre todo si somos capaces de captarl os en conciencia y reconocer cuando quedamos atrapados, ya sea en ,
la persecucin y el aferramiento o en la condenacin y el rechazo, en la bsqueda de nuestras ganancias.

La quietud, la intuicin y la sabidura surgen slo cuando nos


es posible asentarnos en nuestro ser completo en este momento, sin tener que buscar ni aferrar ni rechazar nada. sta
es una proposicin que se puede poner a prueba. Trate de hacerlo slo por diversin. Compruebe usted mismo si dejar
rnar~har cuando una parte de usted quiere aferrarse no le proporciona una satisfaccin ms profunda que aferrarse.

NO JUZGAR

No lleva mucho tiempo de meditacin descubrir que una


parte de nuestra mente nunca deja de ev~lua~ nuestr~J. ~x~e
riencias, comparndolas con otras experr enc1as o m1 1en olas segn las expectativas y criterios. que nos_ creamos, muchas vece~ por miedo. Entre los miedos estan: v~ lgo muy
poco, va a ocurrir algo malo, esto bueno no d~rara muc~o,
me van a hacer sufrir, las cosas no me van a salir como quiero, ay, si supiera algo, soy el nico que nada sabe. T':ndemos
a ver las cosas a travs de gafas coloreadas, a traves de las
lentes de si algo es bueno o malo para m, o de si es conform~
0 no con mis creencias o ideologa. Si es bueno, me gusta. S1
es malo no me gusta. Si no es ni bueno ni malo, no tengo
sentimi~nto alguno al respecto, ni positivo ni negativo, y hasta es posible que ni lo vea.
.
Cuando estamos en quietud, la mente que uzga puede
aparecer como una sirena de niebla. No me gusta el d~~or de
mi rodilla. Esto es aburrido. Me agrada esta sensac1on de
quietud. Ayer tuve una buena .m editacin, pero hoy me est
resultando mal. Esto no me funciona. No sirvo para esto. No
sirvo, punto. Este tipo de pensam ientos d?mina la mente Y
pesa. Es como llevar una maleta llena ~e piedras _sobre la_cabeza. Es agradable quitrsela de encima. lmaginese como
ser suspender todo juicio y dejar que cada momento. sea
como es, sin que intentemos calificarlo de bueno .n1 de
malo. Sera una verdadera quietud, una verdadera liberacin.
La meditacin significa cu ltivar una actitud no crtica hacia lo que surja en la mente, sea lo qu~ sea. Si~ esa actitud no
practicamos la meditacin. Eso no qu1e~e decir que no_aparecern juicios. Por supuesto que lo haran, ~arque esta en la
naturaleza misma de la mente comparar, uzgar y evaluar.
Cuando esto ocurre, no intentamos detenerlo ni ignorarlo, as
como no tratamos de detener ningn otro pensamiento que
. .,
.
surja en la mente.
El sistema que adoptamos en la med1tac1on es sencillamente ser testigos de lo que surja en la mente. o en el cuerpo,
y reconocerlo sin condenarlo ni buscarlo, sabiendo q~e nuestros juicios son pensamientos inevitables y necesarramente

54

Cmo asumir su propia identidad

!imitadores acerca de la experiencia. Lo que nos interesa


en la ~editacin es el contacto directo con la propia experiencia, ya sea de una inspiracin, una espiracin, una sensacin, un sentimiento, un sonido, un impulso, un pensamiento, una percepcin o un juicio. Y estamos alertas a la
pbsibil ida~ de quedar atrapados en juzgar el juicio, o en ponerle la etiqueta de buenos a algunos juicios y de malos a
otros.
. Si. bien nuestro pens~miento colorea todas nuestras experiencias, con frecuencia nuestros pensamientos tienden a
s.er menos qu.e exactos. Por lo general son slo opiniones parti cu lares desinformadas, reacciones y prejuicios basados en
conoci mientos limitados e influidos sobre todo por nuestro
condicionamiento del pasado. De todas maneras, cuando no
se lo reconoce ni nombra como tal, nuestro pensamiento
puede impedir que veamos con claridad en el momento presente. Quedamos atrapados en pensar que sabemos lo que
vemos y sentimos, as como en proyectar nuestros juicios sobre todo lo que vemos desviado un pelo. El so lo hecho de conocer e~te hbito y de observarlo cuando ocurre nos puede
conduc ir a una mayor receptividad y aceptacin sin crticas.
Lgi.camente, una orientacin no crtica no significa que
uno de!e de saber actuar o comportarse en sociedad, ni que
c.ual.q.u1er cosa que una persona ha9a est bien. Simplemente
s1gnif1ca que podemos actuar con mucha mayor claridad en
nuestra propia vida, y ser ms equilibrados, ms eficaces y
ms ticos en nuestras actividades si sabemos que estamos
inmersos en una corriente de gustos y disgustos inconscientes
que nos ocultan el mundo y la pureza bsica de nuestro ser.
Gusto y disgusto son maneras saneadas de significar ansia y
aversin, o avidez y odio. Cuando a esos estados mentales los
llamamos avidez y odio o a nsia y aversin, eso nos detiene un momento y nos recuerda que estas fuerzas estn
realmente trabajando hasta cierto punto en nuestras mentes
todo el tiempo. No es exageracin decir que tienen una toxicidad crnica, similar a un virus, que nos impide ver las cosas
como son en realidad y activar nuestro verdadero potencial.

El surgir del momento presente

55

CONFIANZA

La confianza es un sentimiento de segu ridad o conviccin


de que las cosas se van a desarrollar dentro de un marco forma l que encarna el orden y la integridad. Es posible que no
siempre comprendamos lo que nos sucede,. a nos~tros .~ a
otras personas, o lo que ocurre en determinada s1tuac1on;
pero si confiamos en nosotros mismos,. en otros, o ponemos
nuestra confianza en un proceso o un ideal, podemos descubrir los poderosos elementos estabilizadores {seguridad, equilibrio y apertura) que hay en esa confianza. ~i no estn basados en la ingenuidad, esos elementos, en cierto modo, nos
gu an y protegen de dao o autodestruccin.
Es importante que cultivemos la actitud ~e confia~za en la
prctica de la presencia mental, porque s1 no ~onf1amos en
nuestra capacidad de observacin, de estar abiertos y atentos, de reflexionar sobre la experiencia, de crecer y aprender
de la observacin y atencin, de conocer algo a fondo, resultar muy difcil que perseveremos en el cultivo de estas capaci dades, y entonces stas se marchitarn o quedarn latentes.

Parte de la prctica de la presencia mental es cultivar un. corazn confiado. Comencemos por mirar en profundidad
aquello de nosotros mismos en que podem~s confiar: Si no
sabemos de inmediato qu es, tal vez necesitemos mirar un
poco ms profundo, estar algo m~ de tie~po con nosotros
mismos en quietud y simplemente siendo. S1durante un buen
espacio de tiempo no sabemos lo que hacemos y no nos gusta
la manera como resultan las cosas en nuestra vida, tal vez sea
hora de que prestemos ms atencin, de que estemos ms en
contacto, y observemos las elecciones que hacemos y sus
consecuencias a lo largo del camino.
Qu iz podramos probar a confiar en el momento presente aceptando lo que sea que sintamos o pensemos o veamos
e~ este momento porque eso es lo que est presente ahora.
Si podemos estar aqu y entrar en la textura completa del ~ho
ra, tal vez descubramos que este mismo momento es digno

56

El surgir del momento presente

Cmo asumir su propia identidad

de nuestra con'fianza. Con estos experimentos, realizados una


y otra vez, puede llegar una nueva percepcin de que en algn lugar profundo de nuestro interior reside un ncleo muy
sano y digno de confianza, y que nuestras intuiciones, en
cuanto ecos profundos de la realidad del momento presente
son dignas de confianza.
'

S fuerte pues y entra en tu cuerpo;


en l tienes un lugar firme para apoyar los pies.
Piensa en ello detenidamente!
No te vayas a otro lugar!
Kabir dice esto: arroja todos los pensamientos
de cosas imaginarias,
y mantnte firme en lo que t eres.
KABIR

GENEROSIDAD

La generosidad es otra cualidad que, como la paciencia,


el dear marchar, el no juzgar y la confianza, proporciona cimientos slidos para la presencia mental. Pruebe a aprovechar el cultivo de la generosidad a modo de vehculo para la
observacin y exploracin de s mismo, a la vez que a modo
de ejercitacin en dar. Un buen lugar para comenzar es usted
mismo. Vea si es capaz de hacerse regalos que sean verdaderas bendiciones, tales como aceptarse a s mismo, o un rato al
da sin ningn objetivo. ~jerctese en sentirse lo suficiente
merecedor como para aceptar estos regalos sin obligaciones,
en limitarse a recibir de s mismo y del universo.

Vea si puede estar en contacto con un ncleo o centro de su


interior, cuya riqueza es incalculable. Permita que ese centro
comience a irradiar su energa hacia el exterior, que irradie
por todo su cuerpo y ms all. Experimente con dar esta energa, primero poco a poco, dirigindola hacia usted mismo y
hacia los dems sin pnsar en ganan cias ni en recibir nada a

57

cambio. D ms de lo que cree que es c~paz de dar, confia ~


do en que es ms rico de lo que usted piensa. Celebre esa riqueza. D como si tuviese una riqueza inagotable. A esto se
le llama dar como un rey.
.
.
No me refiero slo a dinero o posesiones materiales, aunque es maravilloso ser gen~roso con ellos y comp~rtir la
abundancia material. En reali dad le sugiero que practique ~I
compartir la plen itud de su ser: entusiasmo'. vital idad, espr~
tu confianza, apertura, receptividad, su meor yo y, por enc1m~ de todo, su presencia. Comprtala consigo mismo, con su
fam ilia, con el mundo.

Sugerencias: Trate de advertir la resistencia ~I, impulso de


dar, las preocupaciones por el futuro, la ~ensac1 on de que ta~
vez est dando demasiado, o el pensamiento de que no sera
valorado lo suficiente, o que va a quedar agotado por el esfuerzo, o que no va a conseguir nada a camb io, o que no ti ene lo suficiente. Considere la posibi li dad de que ninguna de
estas cosas se acercan a la realidad, sino que son simples formas de inercia de constriccin y de autoproteccin temerosa. Tales pens;mientos y sentimientos son las speras aristas
del automimo, que se rozan contra el mundo y suelen caus~r
nos, a nosotros y a los dems, dolor y un sentimiento de d istanciamiento aislamiento y empequeecimiento. El acto de
dar sirve par; limar las asperezas de estas ~ristas y _cont~ibuye
a hacernos ms conscientes de nuestra riqueza interior. Al
practicar la presencia mental de la generosidad, al dar y observar sus efectos en nosotros mismos y en los dems, nos
transformamos, nos purificamos y descubrimos versiones ampliadas de nosotros mismos.
. .
,
Es posible alegar que no se tiene suf1c1ente energ1a o entusiasmo para dar algo, que ya uno est abrumado o empobrecido. O tal vez pensamos que no hacemos otra cosa que dar,
dar y dar, y que eso los dems no lo ap.r~cian , no lo valoran o
ni siquiera lo ven, o que eso uno lo utiliza para ocultarse del
dolor y el temor, como forma de conseguir ca~ r bien o que
los dems dependan de uno. Estos comportam1en~os y relaciones difci les exigen un escrutinio atento y detenido. El dar
inconsc iente nunca es sano ni generoso. Tiene gran impor-

58

Cmo asumir su propia identidad

tancia que comprendamos los motivos para dar, y saber


cundo algunas formas de dar no son una muestra de generosidad sin ms bien de temor y fa lta de confianza.
En el cultivo consciente de la generosidad no es necesario
d_arlo todo, y ni siquiera algo. Por encima de todo, la generosidad es un dar interior, una actitud, una disposicin a compartir el propio ser con el mundo. Es muy importante que res~etemos y confiemos en los propios instintos, pero, al mismo
ti empo, debemos caminar por el borde y correr algunos riesgos, como parte del experimento. Tal vez sea necesario dar
menos, o confiar en la intuicin sobre la explotacin o los
~otivos o impulsos insanos. Quiz sea necesario dar, pero de
diferente manera o a diferentes personas. Tal vez, sobre todo,
sea necesario darse a uno mismo primero, durante un tiempo.
Despus se intentara dar a otras personas un poquitn ms
de lo que se cree que se puede dar, advirtiendo y dejando
marchar consc ientemente cualquier idea de obtener algo a
cambio.
. Tome la iniciativa para dar. No espere a que alguien le
pida. Observe lo que ocurre, sobre todo a usted. Es posible
que descubra que adqu iere una mayor claridad acerca de s
mi,smo, y ?e sus relaciones, al mismo tiempo que consigue
mas energ1a, nunca menos. Quiz descubra que, en lugar de
agotarse usted o sus recursos, lo repone todo. Tal es el poder
de la presencia mental, de la generosidad desinteresada. En
el fondo no existe dador, ni don ni receptor, slo hay el universo que se reacomoda.

HAY QUE SER LO BASTANTE FUERTE PARA SER DBIL

Si usted es muy hbil y tiene fuerza de voluntad, tal vez d


la impresin de persona invulnerable a los sentimientos de
incapacidad, inseguridad o dolor. Esto puede dejarlo muy
solo y, en ltimo trmino, ser causa de gran sufrimiento para
usted Y otras personas. Los dems se sentirn muy felices
de aceptar esa impresin y de confabularse en propagarla,
proy~ctando sobre usted una personal idad de roca que no se
permite tener verdaderos sentimientos. Es muy fcil desconectarse de los verdaderos sentimientos tras ese embriagador

El surgir del momento presente

59

escudo de imagen y aura. Ese aislamiento les ocurre a muchos padres de la familia nuclear y a las personas que desempean puestos de poder en todas partes.
Creer que uno se fortalece mediante la prctica d_e la meditacin puede crearnos un dilema similar. Es posible qu_e
uno comience a creerse y a representar el papel del m_ed1tador correcto y supremamente invulnerable, el que tiene
todo controlado y es lo bastante sabio para enfrentarlo todo
sin quedar cogido en reacciones emotivas; y mie~tra~ t~nto
tal vez detiene con eficacia el propio desarrollo sin s1qu1era
darse cuenta. Todos tenemos vida emocional. Nos amurallamos para protegernos de el la a nuestro propio riesgo.
.
As pues, cuando note que comienza a cre~rs_e una imagen de invulnerabilidad, de fuerza, de con~c1m 1ent? e_special o de sabidura basada en sus experi encias med1tat1vas,
pen~ando tal vez que est llegando a algn lugar c~n s~,prc
tica, y que comienza a hablar mucho sobre la med1tac1on, de
un modo autopromocionante e hinchado, sera una buena
idea que llevara la presencia mental a esa actitud y le preguntara si est huyendo de su vulnerabilidad o tal vez de alguna
afliccin o cualqui er tipo de miedo. Si en verdad es fuerte, no
hay necesidad de repetirlo tanto, _ni a usted ~.i.smo ni a l~s, dems . Es mejor que adopte otro sistema y d1ria la at_e~,c 1on a
donde ms teme mirar. Esto se puede hacer perm 1t1endose
sentir e incluso llorar, no necesitar tener op inio~es acerca de
todo no dar la sensacin de ser invencible o insensible a los
dems sino estar en contacto con los sentimientos y abierto a
ellos. Lo que parece debilidad es justamente donde est la
fuerza. Y lo que parece fuerza suele ser debilidad, un intento
de encubrir el temor; es una representacin o una fachada,
por muy convincente que pueda parecer a los dems, e incluso a uno mismo.

Sugerencias: Trate de reconocer las maneras que ti ene de


hacer frente a los obstculos con rigor. Pruebe a mo~trarse
suave cuando se sienta impulsado a ser duro; generoso cuanJ
do el impulso sea negarse, abierto cuando el impulso sea cerrarse a nivel emocional. Si siente afliccin o tristeza, intente
dejar ese sentimiento. Permtase sentir lo que sea que sienta.

60

Cmo asumir su propia identidad

Fjese en las etiquetas que pone a cosas como llorar o sentirse


vulnerable. Deje marchar las etiquetas. Limtese a sentir lo
que siente, mientras a la vez cultiva la conciencia del momento, remontando las olas de lo que es a lto y bajo,
bueno y malo, dbil y fuerte , hasta que vea que todas esas etiquetas son inadecuadas para describir su experienci a. Sea con la experiencia misma. Confe en su fuerza
ms profunda de todas: estar presente, estar despierto.

SIMPLI CIDAD VOLUNTAR IA

Con frecuencia surge en m el impu lso de meter otro de


esto u otro de aquello en este momento. Slo esa llamada por
telfono, slo detenerme aqu cuando voy hacia all. Aunque
eso est en la direccin contraria.

He aprendido a identificar este impulso y a desconfiar de l.


Trabajo muchsimo en decirle que no. Este impulso me hara
tomar el desayuno con la mirada clavada en la caja de los cereales, leyendo por centsima vez los contenidos dietticos
de los componentes, o la sorprendente oferta gratis de la casa
fabricante. A este impulso no le importa lo que yo coma,
mientras coma. El peridico es an ms atractivo, o un catlogo, o lo que sea que haya por all. Recoge basura para llenar el tiempo, conspira con mi mente para m;;intenerme inconsciente, adormecido, hasta cierto punto, en una niebla de
aturdimiento, el tiempo suficiente para llenar o sobrellenar
mi vientre mientras en realidad me pierdo el desayuno. Eso
me deja inasequible para los dems, hace que me pierda el
juego de la luz sobre la mesa, los aromas de la habitacin, las
energas del momento, incluidas las discusiones y peleas,
cuando nos juntamos antes de seguir nuestros rumbos distintos durante el da.

Me agrada practicar la simplicidad voluntaria para contrarrestar esos impulsos y asegurar que el alimento llega hasta
un plano profundo. Esto supone hacer intencionadamente

El surgir del momento presente

61

una sola cosa por vez y procurar estar yo all. Muchas ocasiones se presentan solas: dar un paseo, por ejemplo, o jugar
unos momentos con el perro, momentos en los cuales realmente estoy con el perro. Simplicidad voluntaria significa ir a
menos lugares en un da, no a ms, ver menos para poder ver
ms, hacer menos para poder hacer ms, adquirir menos para
poder tener ms. Todo va ligado. No es una verdadera opcin
para m (padre de hijos pequeos, mantenedor de la familia,
marido, hijo mayor de mis padres, persona a la que importa
muchsimo su trabajo) irme a una u otra Walden Pond a sentarme bajo un rbol durante unos cuantos aos y escuchar
crecer la hierba y ver el cambio de las estaciones, por mucho
que el impulso me incite a veces. Pero dentro del caos organizado y complejo de la vida familiar y laboral, con todas sus
exigencias y responsabilidades, frustraciones y regalos sin
par, hay infinitas oportunidades para elegir la simplicidad de
muchas maneras humildes.
Desacelerarlo todo es una gran parte de esta simplicidad.
Ordenarle a mi mente y cuerpo que contine hablando con
mi hija en lugar de ir a contestar el telfono, no reaccionar
ante los impulsos interiores de telefonear a alguien que
neces ita que lo llamen . Inmediatamente en ese momento,
elegir no adquirir cosas nuevas por impulso, e incluso no
contestar de manera automtica a la tentadora invitac in de
revistas, televisin y pelculas al primer tono de marcar, son
todas maneras de simplificar un poco la vida. Tal vez el simple hecho de sentarme por la noche y no hacer nada, o leer
un libro, o sa lir a dar un paseo solo, con uno de mis hijos o
con mi mujer, reordenar la pila de lea o mirar la luna, o sentir el aire en mi rostro bajo los rboles, o irme a dormir temprano.
Practico el decir no para mantener sencilla mi vida, y
encuentro que nunca lo hago lo suficiente. Es de por s una
disciplina ardua, y que bien vale la pena el esfuerzo. Sin embargo, resulta tambin engaosa. Hay necesidades y oportunidades a las que es necesario responder. Un compromiso
con la simplicidad en medio del mundo es un acto de delicado equilibrio: siempre est necesitado de escrutinio, de ms
indagacin y de atencin. Pero creo que la idea de la simplicidad voluntaria me mantiene consciente de lo que es impor-

62

Cmo asumir su propia identidad

El surgir del momento presente

tante, de una ecologa de mente, cuerpo y mundo en la cua l


todo esta interrelacionado y en que cada eleccin tiene consecuencias de largo alcance. No se llega a controlarlo todo.
Pero elegir la simplicidad siempre que sea posible aade a la
vida un elemento de la ms profunda libertad, que con mucha facilidad se nos escapa, y muchas oportunidades de descubrir que menos puede ser en realidad ms.

Si11plicidad, simplicidad, simplicidad! Oye, deja que


tus asuntos sean dos o tres y no cien ni mil; en lugar de
un milln cuenta media docena. [... ]
En medio de este agitado mar de la vida civilizada,
son tales los nubarrones, tormentas, arenas movedizas
y riil y una cosas a tomar en cuenta, que un hombre
tie11e que vivir calculando con mucha precisin, si no
quiere irse a pique y hundirse hasta el fondo sin llegar a
put>rto; Y quien lo consiga tiene que ser, en efecto, una
gran mquina de calcular. Simplifica, simplifica.
THOREAu,

Walden

CONCENTRACIN

La cocentrac in es una piedra angular de la prctica de


la presenja mental. La presencia mental ser todo lo robusta
que sea IJcapacidad de la mente para estar serena y estable.
Sin tranqJilidad, el espejo de la presencia mental tendr una
superiicif agitada y borrosa, y no reflejar las cosas con nitidez.
La corcentracin se puede practicar o bien acompaada
de la pre;encia mental o por separado. Podramos decir que
la concertracin es la capacidad de la mente para mantener
una atenc,n inalterable sobre un objeto de observacin. Se
cultiva pr:stando atencin a algo, como puede ser la respiracin, y Imitarse a centrarse en ella. En snscrito, concentracin se dice samadhi o lo centrado en un punto. Samadh i se desarrolla y profundiza volviendo continuamente la
atencin , la respiracin, cada vez que vaga. Cuando practi-

63

carnos de manera estricta formas concentradas de meditacin, nos abstenemos deliberadamente de indagar aspectos
tales como a dnde fue la mente cuando estuvo vagando, o
que la calidad de la respiraci~n oscila. ~irigimos nuestra
energa exclusivamente a experimentar el aire que entra y el
aire que sale, o hacia algn otro objeto nico de atencin.
Con la prctica conti nuada, la mente tiende a hacerse cada
vez mejor para quedarse en la respiracin o para advertir hasta el primersimo impulso a distraerse por otra cosa, y para resistir de inmediato su atractivo y quedarse con la respiracin,
o a volver a ella de inmediato.
Con la prcti ca intensiva de la concen tracin se desarrolla
una cal ma o serenidad que tiene una notable estabi lidad
(constante, profunda, difcil de perturbar, pase lo que pase).
Es un gran regalo para s mismo poder cultivar samadhi peridicamente durante un prolongado espacio de tiempo. Eso se
realiza con ms facilidad en retiros de meditacin largos y
silenciosos, cuando uno se puede retirar del mundo a lo Thoreau con este mismo objetivo.
La estabilidad y la serenidad que llegan con la prctica de
la concentracin en un punto forman los cim ientos del cultivo de la presencia mental. Sin cierto grado de samadhi, la
presencia mental no ser muy fuerte. Slo es posible mi rar en
profundidad algo si se puede mantener la mirada sin que se
desve constantemente por distracciones o por la agitacin de
la propia mente. Cuanto ms profunda es la concentracin,
ms profunda es la capacidad para la presencia mental.
La profunda experiencia de samadhi es muy agradable. Al
atender a la respi racin con concentracin en un punto, todo
lo dems se evapora, entre otras cosas los pensamientos, los
sentimientos, el mundo exterior. Samadhi se caracteriza por
la absorcin en la quietud y una paz no perturbada. El sabor
de esta qui etud puede ser atractivo e incluso embriagador.
Uno se encuentra buscando naturalmente esa paz y la simplicidad de un estado caracterizado por la absorcin y la dicha.
Pero la prctica de la concentracin, por fuerte y satisfactoria que sea, est incompleta sin la presencia mental para
compl ementarla y profundizarl a.
En s misma, se parece a un estado de retiro del mundo.
Su energa caracterstica est cerrada, no abierta; absorta, no

64

Cmo asumir su propia identidad

disponible; se parece ms a un trance que a un estado de


completa vigilia. Lo que falta es la energa de la cu riosidad,
la indagac in, la investigacin, la apertura, la disponibilidad,
el compromiso con toda la gama de fenmenos experimentados por los seres humanos. Este ltimo es el dominio de la
prctica de la presencia mental, en la cual la concentracin
en un punto y la capacidad de llevar la serenidad y estabilidad de la mente al momento presente, se ponen al servicio
de la observacin profunda y la comprensin de las interrelaciones de una amplia gama de experiencias de la vida.
La concentracin puede tener un gran valor, pero tambin
nos limita gravemente si nos dejamos sed ucir por el agrado
de esta experiencia interior y llega mos a considerarlo un refugio que nos protege de la vida en un mundo desagradable
e insatisfactorio. Uno podra sentirse tentado de evitar el desorden de la vida cotidiana y reemplazarlo por la tranq uilidad de la quietud y la paz. Esto, lgicamente, sera un apego
a la quietud qu e, como cualquier apego fuerte, conduce al
engao. Detiene el desarrollo y hace un cortocircuito en el
cultivo de la sabidura.

VISIN

Es prcticamente imposible, y en todo caso insensato,


comprometerse a una prctica de meditacin diaria sin tener
una cierta visin del porqu se hace, qu valor tendra en
nuestra vida; una idea de por qu ste podra ser el cam ino y
no slo otra justa ms contra molinos de viento imagina rios.
En las sociedades tradicionales, esta visin era suplida y reforzada por la cultura . Si usted fuese budista, tal vez la practica ra porque toda su cultura valora la meditacin como el
cq_l]l ino hacia la claridad, compasin y budeidad, cam ino de
sa.eJdura que conduce a la erradicacin del sufrimiento. Pe.ro
~n la cultura occidental encontrar muy pocn<ipoyo para elegir este camino personal de disciplina y constancia, sobre
todo uno inusual que supone esfuerzo pero no hacer, energa
pero no un producto tangible. Ms importante an, cualquier idea superfi cial o romnti ca que pudiramos albergar
de transformarnos en una persona mejor, ms serena o ms

El surgir del momento present~

clara o ms compasiva, no dura mucho tiempo cuando nos


enfrentamos a la turbu lencia de nuestras vidas, mentes y
cuerpos, o ante la perspectiva de levantarnos muy temprano
cuando hace fro y est oscuro para quedarnos sentados y
permanecer en el momento presente. Es algo demasiado fcil
de aplazar, considerado de importancia secundaria, de modo
que siempre puede esperar mientras uno aprovec~a paradormir un poco ms o, por lo menos, para estar abrigado en la
cama.
Si desea introduci r la meditacin en su vida de cualquier
manera que resulte comprometida y para largo p la~o, neces~
tar una visin que sea verdaderamente suya propia, una visin profunda y tenaz y que est cerca del ncleo de qu ien
usted cree ser, de lo que usted va lora en su vida y hacia donde se ve yendo. Slo la fuerza de esa visin dinmica y 1.a
motivacin de la cual nace pueden mantenerlo en este cam ino ao tras ao, con una disposic in a practicar cada da y a
llevar la presencia mental a lo que sea que suceda, para
abri rse a lo que sea que perciba y a dejarla que le indique a
dnde est el aferramiento y a dnde es necesario que ocurran el dejar marchar y el crecimiento.
La prctica de la meditac i n es muy poco romntica. Las
maneras en que necesitamos crecer suelen ser aquellas contra las cuales ms nos defendemos, las que estamos menos
dispuestos a adm itir que existen siquiera, y no digamo~ a
echarles un a mirada rpida y despus actuar para cambiar.
No nos va a sostener lo suficiente tener una idea quijotesca
de uno mismo como med itador, ni tener la opinin de que la
meditacin es buena para uno porque ha sido buena para
otros, ni porque la sabidura ori ental nos parece profunda, o
porque tenemos la costumbre de meditar. La visin de que
hablamos ha de renovarse cada da, ha de estar delante todo
el tiempo, porque la presencia mental misma req uiere ese nive l de conciencia del propsito, de la intencin. De otra manera, podemos quedarnos en la cama.
La propia prctica ha de convertirse en la personificacin
de nuestra visi n y contener lo que ms valoramos. Eso no
significa que tratemos de camb iar o de ser diferen~e a como
somos, permanecer tranquilo cuando no nos sentimos tranquilos, o mostrarnos amables cuando en realidad estamos fu-

66

Cmo asumir su propia identidad

riosos. Es tener presente lo que es de ms importancia para


uno, para que eso no quede perdido o traicionado en el ca lor
y la reactividad de un determinado momento. Si la presencia
mental tiene una profunda importancia para usted, entonces
cada momento es una oportunidad de practicarla.
Por ejemplo, supongamos que en algn momento del da
le surgen sentimientos de ira. Si se sorprende furioso y expresando esa ira, tambin se sorprender controlando y dirigiendo esa expresin y sus efectos momento a momento. Puede
estar en contacto con su validez en cuanto emocin, con las
causas antecedentes de su fuerte sentimiento y con la manera
como se manifiesta en sus gestos y posturas corporales, en su
tono de voz, en su eleccin de las palabras y los razonamientos, as como con la impresin que causa en los dems. Hay
mucho que decir sobre la expresin consciente de la ira. La
medicina y la psicologa saben muy bien que reprimir la ira,
en el sentido de interiorizarla, es daino, sobre todo si esto se
convierte en un hbito. Pero tambin es daino desahogar la
ira descontroladamente como reaccin habitual, por justificada que sea. Se puede sentir cmo nubla la mente. La rabia
alimenta sentimientos de agresividad y violencia (aun en el
caso de que est al servicio de corregir una injusticia o de
conseguir que ocurra algo) y de esa manera deforma lo que
es, con independencia de que se tenga razn o no. Esto se
puede sentir incluso cuando no es posible detenerse a veces.
La presencia mental nos pone en contacto con la toxicidad de
la ira para nosotros mismos y para los dems. Yo siempre salgo de ell a con una sensacin de que hay algo incorrecto en la
ira, aun cuando objetivamente tenga razn. Su toxicidad innata mancha todo lo que toca. Cuando es posible transformar
su energa en vigor y sabidura, sin el fuego ni el humo del
ansia justiciera y la absorcin en uno mismo, entonces su poder se multiplica, como tambin su capacidad de transformar
el objeto y la fuente de la ira.
As pues, si nos ejercitamos con resolucin en expandir el
contexto de la ira (propia o ajena) en los momentos precisos
en que surge y se enciende, sabiendo que tiene que haber
algo ms importante y fundamental que olvidamos en el calor de la emocin, entonces podremos conectar con un conocimiento interior que no est sumido en la ira ni aferrado a

El surgir del momento presente

67

ella. La conciencia ve la ira, conoce su profundidad y es superior a ella. Por lo tanto, es capaz de contenerla, lo mismo
que una olla contiene el alimento. La olla de la conciencia
nos ayuda a contener la ira y a ver que sus efectos pueden ser
ms dainos que beneficiosos, aunque no sea nuestra intencin cau'sar dao. De esta manera nos ayuda a cocinarla y a
digerirl a, para que podamos usarla con ms eficacia; o, si
esto le da ms sentido, no hacer caso de ella, pasando de una
reaccin automtica a una reaccin consciente; o, sencillamente, dejarla marchar, escuchando los dictados de la totalidad.
Nuestra visin est relacionada con nuestros valores y con
nuestro modelo personal de lo que es ms importante en la
vida. Tiene que ver con los princ ipios primeros. Si somos partidarios de ciertos sentimientos (amor, no hacer dao, amabilidad, sabidura, generosidad, serenidad, tranquilidad, no hacer sinceridad y claridad), manifestamos estas cualidades
en 'n uestra vida diari a? ste es el grado de intencionalidad
que se requiere para que nuestra meditacin sea vital y no se
convierta en un ejercicio puramente mecnico, impulsado
tan slo por la fuerza del hbito o la creencia.

Renuvate por completo cada da; renuvate una y otra


y otra vez, sin cesar.
Inscripcin china, citada por THOREAU en Walden

Sugerencias: Intente preguntarse por qu medita o por qu


desea meditar. No crea en sus primeras respuestas. Haga una
lista de todo lo que acuda a su mente y contine preguntndose. Indague tambin acerca de sus valores: lo que ms valora y respeta en la vida. Haga una li sta de lo que es importante para usted en realidad. Pregntese: Cul es mi visin,
mi mapa de dnde estoy y de adnde voy? Refleja esta visin mis verdaderos valores e intenciones? Me acuerdo de
encarn ar estos valores? Pongo en prctica mis intenciones?
Cmo estoy ahora en mi trabajo, en mi familia, en mis relaciones, conmigo mismo? Cmo deseo ser? Cmo podra

68

Cmo asumir su propia identidad

yo vivir mi visin, mis valores? Cmo me relaciono con el


sufrimiento, el mo y el de los dems?

LA MEDITACIN DESARROLLA
SERES HUMANOS COMPLETOS

Me han dicho que en pali, el idioma original de Buda no


existe palabra alguna que corresponda a nuestra pal~bra
meditacin , aunque bien puede decirse que la meditacin
ha evolu.cio.nado de una manera extraordinaria en la antigua
cultura 1nd1a. Una palabra que se usa con frecuencia es
bhavana. Bhavana se puede traducir como desarrollo mediante el entrenamiento mental . Para m, eso da en el clavo
en realidad, la meditacin trata del desarrollo humano. E~
una prolongacin natural de la aparicin de los dientes, de
desarrollar un cuerpo adulto, de trabajar y de hacer que ocurran cosas en el mundo, de formar una familia, de endeudarse
de uno u otro modo (aunque slo sea consigo mismo, con
pactos que quiz aprisionen el alma), y de comprender que
uno tambin envejecer y morir. En uno u otro momento
casi nos vemos obligados a sentarnos a contemplar nuestr~
vida Y preguntarnos quines somos y a dnde est el sentido
del viaje de la vida, nuestra vida.
Los antiguos cuentos de hadas, segn nos dicen sus intrpretes modernos, Bruno Bettelheim, Robert Bly, Joseph
Campbell y Clarissa Pinkola Estes, son antiguos mapas que
nos ofrecen orientacin para el desarrollo de seres humanos
~ompletos. La sabidura de estos cuentos llega hasta nuestro
tiempo desde una poca anterior a la escritura, despus de
haber sido narrados durante miles de aos alrededor de hog.ueras. Y hogares. Aunque estas historias son entretenidas y
s1mpt1cas de por s, en gran parte es as porque son emblemticas de los dramas que hemos de enfrentar cuando
bu_sc~mos la i~tegridad, la felicidad y la paz. Reyes y reinas,
pr1nc1pes y princesas, enanos y brujas, no son simples personajes que estn all fuera. Intuitivamente sabemos que son
aspectos
nuestras psiques, fragmentos de nuestro ser, que
buscan a tientas su integridad y plenitud. En nuestro interior
albergamos al ogro y a la bruja, y stos deben ser reconocidos

d:

El surgir del momento presente

69

y honrados, de otro modo nos consumirn (comern~. Los


cuentos de hadas son orientaciones antiguas que con tienen
una sabidura destilada a lo largo de milenios de ser contadas
alrededor de las hogueras por la noche, para la supervivencia
del instinto, desarrollo e integracin frente a los demonios,
dragones, bosques y pramos oscuros, interiores y exteriores.
Estas historias nos recuerdan que vale la pena buscar el altar
donde es posible encontrar y unir nuestros trozos de ser fragmentados y aislados, aportando nuevos grados de armona y
comprensin a nuestra vida, hasta llegar al punto en que verdaderamente podamos vivir felices para siempre, lo cual en
realidad significa en el atemporal aqu y ahora. Estas historias
son planos y mapas sabios, antiguos y sorprendentemente
complejos para nuestro desarrollo completo como seres humanos.
Un personaje recurrente en estos cuentos es el de un nio
o una nia, por lo general un prncipe o una princesa, que
pierde su bola de oro. Ya seamos ho~bres o muje~es'. viejos
o jvenes, cada uno de nosotros contiene a un pnnc1pe o a
una princesa (entre otros incontables personajes), y .hubo u~a
poca en que cada uno resplandeca con la dorada 1nocenc1a
y la infinita promesa que consigo lleva la juventud. Y todava
llevamos ese resplandor dorado, o podem~s contarlo, si cui damos de no dejar que nuestrodesarrollo se detenga.
Bly seala que entre el momento de perder la bola de oro,
que al parecer ocurre alrededor de los ocho aos, y el de tomar alguna medida para recuperarla, o al menos de reconocer que la hemos perdido, podran pasar unos treinta o cuarenta aos, mientras que en los cuentos, donde la historia que
sucede rase una vez, y, por lo tanto, fuera del tiempo normal, slo transcurren uno o dos das. Pero, en ambos casos,
es necesario hacer un pacto primero, un pacto con nuestras
sombras energas reprimidas, simbolizadas por un sapo o tal
vez por un hombre salvaje y peludo que habita en el fondo de
una laguna del bosque, como en /ron John. 1
Antes de poder hacer ese pacto, hemos de saber que esas
criaturas estn ah: el prncipe, la princesa, el sapo, el hombre salvaje o la mujer salvaje. Es un requisito previo conver1. Robert Bly, /ron john. Plaza y Jans, Barcelona, 1992. (N. de la T.J

70

Cmo asumir su propia identidad

sar con estos aspectos de nuestra psique, a los cua les volvemos instintivamente la espalda, relegndolos al inconsciente. Y eso puede resultar bastante aterrador, porque el
estado emocional que aflora es aquel que aparece cuan~ descendemos a lugares oscuros, desconocidos y misteri osos.
La forma de budismo que ech races y ha florecido en el
Tbet, desde el siglo v111 hasta nuestros das, ha desarrollado
tal vez la expresin ms refinada y artstica de estos aterrador~s aspectos d~ la psique humana. Muchas estatuas y pi nturas
tibetan as refl ei an seres grotescos y demonacos, todos ellos
respetados miembros del pante n de las de idades reverenc iadas. Hay que tener en cuenta que esas deidades no son dioses
en el sentido usual del trmino. Sera ms acertado decir que
representan diferentes estados mentales, cada uno con su tipo
de energa divina que ha de enfrentarse y honrar, y con la
cual hay que trabajar si queremos crecer y desarroll ar nuestro
verdadero potencial de seres humanos completos, hombres o
mujeres. Estas airadas cri aturas no son consideradas malas
aunque su apariencia sea temibl e y repulsiva, con los collare~
de calaveras y sus muecas grotescas. En realidad, ese terrible
aspecto externo es un disfraz adoptado por estas deidades,
que enca rnan la sabidura y la compasin, para ayudarnos a
alcanzar mayor comprensin y amabilidad con nosotros m ismos y con los dems, y que, desde luego, no se diferencian
de nosotros en lo fundamental.
En el bud ismo, el vehculo para este trabajo de desarrollo
interior es la med itacin. Incluso en los cuentos de hadas
para comunicarse con el hombre sa lvaje que vive en el fond~
d~ la l.aguna es necesari o sacar el agua de ella, algo que, se:
gun di ce Bly, requiere un repetitivo trabajo interior durante
mucho tiempo. No tiene nada de atractivo vaciar de agua
u~ a lag.~na con un cn taro, ni trabajar en una fragua caliente,
ni en vinedos sofocantes de calor, da tras da, ao tras ao.
Pero el repetitivo trabajo interior que este llegar a conocer las
fuerzas de nuestra psique requiere es su propia iniciacin. Es
un proceso que templa. Por lo general implica calor. Se necesita disciplina para soportar el calor, para perseverar. Pero el
resultado de perseverar es la consecucin, maestra, no ingenua, de un orden interior inalcanzable sin la disciplina, el ca-

El surgir del momento presente

~~~~~~~~~~~~-"'-~~~-

71

lor, el descenso a nuestra propia oscuridad, el miedo. Incluso


las derrotas interiores que sufrimos nos sirven para ese perseverar. Eso es lo que los junguianos llaman trabajo del alma, el
desarrollo de la profundidad del carcter mediante el conocimiento de algo de las profundidades y amplitudes tortuosas y
labernticas de nuestra mente. El calor templa, reordenando
los muchos tomos de nuestro ser psquico y, es muy probable, tambin los de nuestro cuerpo.
.
La belleza del trabajo meditativo radica en que es pos1~le
confiar en la prctica misma para que nos gue por el laben~
to. Nos mantiene en el camino, incluso en los momentos m ~s
oscuros, frente a los ms aterradores estados m~ntales y circunstancias extern as. Nos recuerda nuestras opciones. Es una
guia para el desarrollo huma~o, un mapa de .carreter~s .hacia
nuestros radiantes yo, no hacia el oro de una inocencia infantil ya pasada, si no hacia el d~ un .~dulto ~lenamente d~sarro
llado. Pero para que la med1tac1on reali ce este trabao, hemos de estar dispuestos a llevar a cabo el nuestro . Hemos de
estar dispuestos a encontrarnos con la oscuridad y la desesperacin cuando aparecen y enfrentarnos a ellas, un~ y otra vez
si es necesario, sin huir ni adormecernos en las miles de maneras que ideamos para evitar lo inevitable.

Sugerencias: Trate de estar abiert~ al prnci~e y la prin~esa,


al rey y la reina, al gigante y la brua, al salvae y la salvae, al
enano y la arpa, al guerrero, al sanador y al tramposo ~ue
hay en su interior. Cuando medite, saque el felpudo de bienvenida para todos ellos. Trate de se~tarse como un rey o un a
reina, o como un guerrero, o un sabio. En momentos de gran
confusin o de oscuridad, use la respiracin como la cuerda
que lo guiar por el laberinto. Man~enga viva la presencia
mental incluso en los momentos mas oscuros, recordando
que la conciencia no forma parte de la oscuridad .ni del dolor;
ella contiene el dolor, y lo sabe, de modo que ti ene que ser
ms fundamental, y acercarse a lo que es sano, fuerte y dorado en su propi o interior.

72

Cmo asumir su propia identidad

LA PRCTICA, UN CAMINO

En medio de este camino que llamamos nuestra vida,


me encontr en una selva oscura,
con un camino poco claro para atravesarla.
D ANTE AuGHIERI,

Divina comedia, Infierno

. ~n tod~s las cul~uras se usa la metfora del viaje para describir la vida y la b~1squeda de su sentido. En Oriente, la pa labra Tao, que en chino quiere decir Cami no o Senda tiene ese significado. En el budismo suele llamarse cam ino' a la
prc~ica de la me?it~cin, camino de la presencia mental,
cam ino del entend1m1ento correcto, camino de la rueda de la
verdad (Dharma) ... Tao y Dharma tambin significan la Mane~a co~o son las cosas, la ley que rige la ex istencia y la no
ex1stenc1a. Todos los acontecimientos, ya los consideremos
buenos o malos en la superficie, estn en fundamental armona c,on el Tao. Nuestro trabajo es aprender a percibir esa armonia subyacente para que v ivamos y tomemos decisiones
de acuerdo con ella. No obstante, con frecuencia no est
mu~ ciar~ cul es el ,cam ino correcto, y ello deja mu cho espacio al l1 b~: albedno y al act.ua r por principios, y tambin
para la tens1on y la controversia, y no digamos para perdernos tota lmente.
Cua ndo practi camos la meditacin, en realidad reconocemos .que en ese momento estamos en el camino de la vida. El
ca.mino se abre ante nosotros en se y en todos los momentos
mientras permanecemos. Es ms correcto considerar la meditac in como una Manera que como una tcn ica. Es una
Manera de ser, una Manera de vivi r, una Manera de escuchar, una Man~ra de caminar por el ca mino de la vida y de
estar en armoni a con las cosas como son. Esto signi fica reconocer en parte que a veces, a menudo en toda poca crtica
n~ tenem?s idea ?e hacia dnde vamos o ni siquiera de ~
d?nde ;sta el camino. A l mismo tiempo podemos saber muy
bien. donde estamos ahora (aun a sabiendas de que estamos
perdidos, confundidos, furiosos o sin esperanza). Por otro

El surgir del momento presente

73

lado suele suceder que nos quedemos atrapados en la fuerte


con~iccin de que sabemos hacia dnde vamos, sobre todo si
nos impulsa una ambicin egosta y deseamos mucho ciertas
cosas. Hay una ceguera, que proviene de nuestros programas
de autopromocin, y nos hace pensar que sabemos cuando
en realidad no sabemos tanto como creemos.
El cuento de los hermanos Grimm, El agua de la vida, trata
del clsico tro de hermanos, prncipes todos. Los dos mayores son ambiciosos y egostas. El pequeo es amable y generoso . Su padre, el rey, se est muriendo. Un anciano que aparece misteriosamente en el jardn del palacio les pregunta por
qu estn tri stes, y cuando se entera del problema les sugiere
una cura con el agua de la vida.
-Si el rey la bebe, se pondr bien de nuevo; pero es difci I encontrarla - les dice.
El hermano mayor obtiene permiso para ir en busca del
agua de la vida para su padre, con la secreta esperanza de
conseguir su favor y convertirse en rey. Casi tan pronto como
se pone en marcha montado en su caballo, se encuentra con
un enano, que se halla al borde del camino, que lo detiene y
le pregunta adnde va tan rpido. En su pri sa,. el herma~o trata al enano con desprecio y condescendencia, o rdenando le
que se quite de enmedio. Lo que se presume aq u es que el
prncipe conoce el camino por el mero h ec ~o de que sabe I?
que busca. No es as. Pero este hermano es incapaz de dominar su arrogancia y su ignorancia de las muchas maneras en
que las cosas pod ran desarrollarse o abrirse en la vida.
Por supuesto, el enano del cuento tampoco es una persona
exteri or, sino que simboliza los poderes superi ores del alma.
En este caso, el herma no egosta es incapaz de acercarse a su
propio poder interi or y su yo sensible con amabil idad y sab~
dura. Debido a su arrogancia, el enano dispone que su cami no acabe en una garganta que se va estrechando cada vez
ms hasta que llega un momento en que el prncipe n opu~de
proseguir su avance ni tampoco darse la vuelta para d1ng1rse
a la entrada; en otras palabras, se encuentra atascado. Y all
se queda mientras la historia contin a.
Cuando el primer hermano no regresa, el segundo hermano sale a probar suerte, tambin se encuentra con el enano,
lo trata igual que el primero y acaba de la misma fo rma: atas-

74

El su rgir del momento presente

Cmo asumir su propia identidad

cado. Dado que ambos son partes diferentes de una misma persona, podramos decir que algunas personas jams
aprenden.
Pasado algn tiempo, el hermano menor se pone finalmente en marcha para conseguir el agua de la vida. Tambin
se encuentra con el enano, el cual le pregunta a dnde va con
tanta prisa. A diferencia de sus hermanos, l se detiene des~onta y le explica que ha salido en busca del agua de la
vida, pero reconoce que no tiene la ms remota idea de a
dnde buscarla ni qu direccin tomar. Y, por supuesto, el
enano le responde:
-Ah, yo s dnde se encuentra.
El enano procede a explicarl e dnde est y lo que debe
hacer para obtenerla, lo cual es bien complicado. Este hermano escucha con gran atencin y graba en su mente las palabras del enano.
Narrado con arte y destreza, este cuento da muchas vueltas en su desarrollo, pero eso lo dejar para que el lector lo
exp lore. Lo importante aqu es, senci ll amente, que a veces es
til reconocer que no se sabe el camino y estar abierto a recibir ayuda de fuentes inesperadas. Hacer esto pone a nuestra
disposicin las energas y los aliados interiores y exteriores
que salen de nuestra propia alma y generosidad. Los hermanos egostas son tambin, por supuesto, figuras internas de la
psique. El ':1ensaje nos dice que encontrarnos atrapados en
las tendencias humanas normales de la arrogancia y el egosmo, y no hacer caso del orden superior de las cosas acaba en
un cal.lejn sin salida en la vida, en el cual no se p~ede avan~ar, _ni retroceder, ni darse la vuelta. La historia nos dice que
1amas encontraremos el agua de la vida con esa actitud y que
nos quedar.emos atascados, posiblemente para siempre.
El trabajo de la presencia mental requiere que respetemos
y ha?a.mos caso de la energa de nuestro enano, en lugar de
prec1p1tarnos a hacer las cosas con una mente que (lamenta?lemente desconectada de nuestras partes superiores), est
1mpu.lsada por una ar:nbi~in me~quina y unas ideas de ganancia personal. La historia nos dice que slo saldremos con
bien si procedemos con conciencia de la manera como son
las cosas, con una disposicin a reconocer que no sabemos
hacia dnde vamos. El hermano menor ha de recorrer un lar-

75

camino antes de que se pueda decir que entiende cmo

~on las cosas (sus hermanos, por ejemplo). Tiene que soportar
0

dolorosas lecciones de engaos y traiciones, y paga un ~-leva


do precio por su ingenuid~d para ~I fin_en!rar en p_ose~1on d.e
toda la gama de sus energ1as y sab1duna. Esta~ estan s.1mbolizadas por su llegada final al centro de un ca~ino pav1ment~
do con oro y su boda con la princesa (de quien yo no hab1a
dicho nada) y su coronacin como rey: un hombr~ con pleno
derecho, no al reino de su padre, sino al suyo propio.

Sugerencias: Cada da trate de considerar su vida com? un

viaje y una aventura. Hacia dnde va? Qu b~sca?. Donde


est ahora? A qu etapa del viaje ha llegado? 51 su v1~a fuese
un libro, cmo lo titulara hoy? Qu ttulo le pondna al captulo en que se encuentra ahora? Puede estar t?tal~e~~e receptivo a todas las energas que se hallan a su d1spos1c1on en
este momento? Observe que este viaje es nicamente suyo,
de nadie ms. De modo que el camino tiene que ser suyo
tambin. Est preparado para honrar su ser nico de e~ta ':1,nera? Ve un compromiso con la prctica de la med1tac1on
como una parte ntima de esta manera de ser? .Puede comprometerse a iluminar su camino con la presencia mental Y la
conciencia? Ve maneras en que podra quedarse atascado
fcilmente, o que se ha quedado en el pasado?

MEDITACIN: NO CONFUNDIR
CON PENSAMIENTO POSITIVO

Nuestra capacidad de pensar como lo hacen:os diferencia a nuestra especie de todas las dem~s, y es milagrosa .por
encima de toda comparacin. Pero s1 no tenemos cuidado, nuestros pensamientos pueden echar fuera otras fac~tas
de nuestro ser igualmente preciosas} milagrosas. La atencin
consciente suele ser la primera sacrificada.

Estar consciente no es lo mismo que pensar. Se encuentra


ms all del pensamiento, si bien lo aprovecha, respetando

76

Cmo asumir su propia identidad

su valor Y su poder. Estar consciente se parece ms a un recipiente que puede sujetar y contener nuestros pensamientos,
ayudndonos a ver Y a saber que nuestros pensamientos son
pensamientos, para no quedar cogidos en ellos como si fuesen realidades.
La mente p~n~ante puede est~r a veces muy fragmentada.
De ~echo, casi siempre lo est. Esa es la naturaleza del pensamiento. Pero la conciencia, desenredada de cada momento
con int~ncin consciente, nos sirve para percibir que incluso
en m.ed10 de esa fragmentacin nuestra naturaleza interior ya
est int~grada y completa. No s lo no se halla limitada por el
~evo ltlJ O de, nuestra mente pensante, sino que es el recipiente que reune todos los fragmentos, igua l como la olla de
la sopa contiene zanahori as, guisantes, cebollas ... y permite
que se cuezan y se conviertan en un todo, la sopa misma.
Pero es una olla mgica, ms parecida a la marmita de un hec.hic~ro, porque cuece las cosas sin tener que hacer nada, ni
s1qu 1era ponerlo al fuego. La conciencia misma cuece, mientra.s se la .sostenga. De modo que deje que los fragmentos se
agiten mientras usted los sostiene conscientemente. Sea lo
que sea que surja en la mente o en el cuerpo, entra en la olla
y se transforma en parte de la sopa.
En la me~itaci n no se intenta cambiar el modo de pensar
pensando mas. Se trata de observar los pensamientos mismos.
Observarlos es sostenerlos. Al observar nuestros pensamient?s sin entrar en ellos, aprenderemos algo profundamente
l1?erador acerca del pensamiento mismo, lo cual puede servirnos para esta r menos prisioneros de esas pautas, tan fuertes
en n.osotros, de pensamientos, estrechos, inexactos, habituales, inmersos en uno mismo, hasta el punto de ser apresados
'
Y que estn equivocados adems.
Otra m~nera de contemplar la meditacin es considerar
el pr.oceso de pensar como una cada de agua, una cascada
continua de pensamientos. Con el cultivo de la presencia
m~ntal pasamos ms all o detrs de nuestros pensam1ent~s, ms o menos como encontraramos un lugar de obs~rvac16n en una cueva detrs de una cascada. Seguimos
viendo Y oyendo el agua, pero estamos fuera del torrente.
Al pr~cticar de este modo, nuestras pautas de pensamiento cambian solas, de manera que nutr~n la integracin, la

El surgir del momento presente

77

comprensin y la compasin en nuestra vida, pero no cambian porque tratamos de cambiar reemplazando un pensamiento por otro que creemos podra ser ms puro. S~ trata
ms bien de entender la naturaleza de ~uestros pensamientos
como pensamientos y nuestra relacin con ellos, para ~~e
puedan estar ms a nuestro servicio y no nosotros al serv1c10
de ellos.
Si decidimos pensar positivamente, eso pued~ ser ti!,
pero no es meditacin . Slo es ~~ pensar. Con igual facilidad podemos convertirnos en prisioneros del !lamado pensamiento positivo como del pensamiento negativo. El pensamiento positivo tambin puede ser !imitador, fragmentado,
inexacto, ilusorio, egosta y errneo. Se necesita otro elemento del todo diferente para inducir la transformacin en nuestra vida y llevarnos ms all de los lmites del pensamiento.

ENTRAR EN EL INTERIOR

Es fcil llegar a la conclusin de que la me~itac~n tiene


que ver con entrar en el int~r~or . vivi r. e~ el interi or. P~ro
interior y exterior son d1stinc1ones l1m1tadas. E~ la qu1~
tud de la prctica formal volvemos nuestras energ1as hacia
dentro slo para descubrir que en mente y cuerpo contenemos todo el mundo.
Viviendo en nuestro interior durante perodos prolongados
l legamos a saber algo de la pobreza
buscar s!em~re fuera
de nosotros la fe licidad, la comprens1on y la sab1duria. No se
trata de que Dios, el entorrto y otras perso~~s no, pueden ayudarnos a ser felices o a encontrar sat1sfacc1on. Solo se trata de
que nuestras fe licidad, satisfaccin y comprensin, inclu~o la
de Dios, no van a ser ms profundas que nuestra .capac~dad
de conocer nuestro interior, de encontrar el mundo exterior a
partir de la profunda comodidad que pr~v.ie~e de sentirse a
gusto en la propia piel, de una ntima familiaridad con lamanera de ser de nuestra mente y nuestro cuerpo.
Viviendo en la quietud y mirando hacia den,tro dura~te
una parte de cada da, tocamos aquell,o que. ~s mas real y fiable en nosotros mismos, y que con mas facilidad se pasa por
alto y no se desarrolla. Cuando nos es posible centrarnos en

?,e

78

Cmo asumir su propia identidad

El surgir del momento presente

nosotros mismos, aunque sea du rante ratitos cortos, frente a


la atraccin del mundo exterior. sin tener que buscar en otra
~arte algo que nos llene o que nos haga felices, podemos sentirnos a gusto dondequiera que nos encontremos, en paz con
las cosas tal como son, momento a momento.

No salgas de tu casa para verlas flores.


Amigo mo, no te molestes en hacer esa excursin.
Dentro de tu cuerpo hay flores.
Una flor tiene mil ptalos.
Que harn un lugar para sentarte.
Sentado all tendrs una momentnea vista de la belleza
que hay den"tro de tu cuerpo, y fuera de l,
jardines delante y jardines detrs.
KABIR

Lo pesado es la raz de lo liviano,


lo inmvil es la fuente de todo movimiento.
As pues, la Maestra viaja todo el da
sin salir de su casa.
Por esplndidas que sean las 1istas,
ella permanece serena en s misma.
Por qu habra de revol~tearcomo un loco
el seor del pas ?
Si te dejas arrastrar de ac para all,
te desconectas de tu raz.
Si dejas que la inquietud te agite,
te desconectas de quien eres.
LAO-Ts~,

Tao-te-Ching

Dirige tu mirada hacia dentro, y encontrars


mil regiones en tu mente
an sin descubrir. Viaja por ellas
Y hazte experto en cosmografa de ti mismo.
THOREAU,

Walden

79

Sugerencias: La prxima vez que sienta una sensa~in de insatisfaccin, de que algo le falta o de que no esta d.el todo
bien, vulvase hacia dentro, slo a modo de _experimento.
Vea si es capaz de captar la energa de ese preciso momento .
En lugar de coger una revista, irse al cine, telefonear a un
amigo, dedicarse a comer o hacer algo para desahogar~e de
una manera u otra, resrvese un lugar para usted mismo.
Sintese y entre en su respiracin, aunque slo se~ por unos
minutos. No busque flores ni luz ni una herm.osa v1sta,.~ada.
No ensalce las virtudes de algo ni condene la 1ncorrecc1on de
algo. Ni siqu iera piense para sus adentros: Ahora voy a entrar en mi interior . Limtese a estar sentado. More en el centro del mundo. Permita que las cosas sean como son.

SEGUNDA PARTE

EL CORAZN DE LA PRCTICA
Lo que hay detrs de nosotros y lo que hay delante de nosotros son insignificancias comparado con
lo que hay dentro de nosotros.
LIVIER WENDELL HOLMES

MEDITACIN SENTADO
Qu tiene de tan especial estar sentado? Nada, si nos referimos a la manera como nos sentamos normalmente. Es
slo una manera conveniente de quitarle peso a los pies. Pero
estar sentado es algo muy especial cuando se trata de la meditacin.

Superficialmente, eso se puede advertir con bastante facilidad desde fuera. Por ejemplo, es posible que no se sepa que
una persona est meditando cuando se la ve de pie, tumbada
o andando, pero se sabe enseguida cuando est sentada, sobre todo si est sentada en el suelo. Desde cualquier ngulo,
su postura revela que est alerta, aunque tenga los ojos cerrados y el rostro sereno y en paz. Es como una montaa en su
majestad y solidez. Hay en el la una estabi l idad que dice mucho, que se refleja a dos niveles, interior y exterior. En el instante en que la persona se queda medio dormida, todas esas
cualidades desaparecen. La mente se desploma en el interior,
y el cuerpo se desploma visiblemente.

La meditacin sentado supone aposentarse en una postura erguida, majestuosa, muchas veces durante perodos prolongados. Si bien es relativamente fcil adoptar una postura ergu i-

84

Cmo asumir su propi a identidad

da, ese es slo el comienzo de este arduo proceso de desarrollo continuo. Resulta bastante fcil aparcar el cuerpo, pero
an queda el asunto de qu va a hacer la mente. Meditar sentado no es cuestin de adoptar una postura corporal especial,
por muy poderosa que sta sea; es adoptar una determinada
postura para la mente; sentar la mente.

Una vez estamos sentados, hay muchas maneras de abordar


el momento presente. Todas implican prestar atencin deliberadamente, sin hacer juicios. Lo que vara es el objeto de
atencin y el cmo.

Es mejor no complicar las cosas y comenzar con la respiracin, sintiendo cmo entra y sa le el aire. A la larga, se puede
expandir la concienc ia a observar todas las idas y venidas, los
giros y maquinaciones de pensamientos y sentimientos, percepciones e impulsos, del cuerpo y la mente. Pero tal vez sea
necesario algn tiempo para que la concentracin y la presencia mental sean lo bastante fuertes para contener conscientemente toda esa gama de objetos sin perderse en ellos,
aferrarse a algunos o abrumarse. Para la mayora de nosotros
eso lleva aos, y depende de la motivacin y de la intensidad
de la prctica. As, al comienzo tal vez convenga quedarse
con la respiracin, o usarla a modo de ancla para volver
cuando nos desviemos. Prubelo durante algunos aos y observe qu sucede.

El corazn de la prctica

85

vulvala hacia la respiracin, con toda su viveza. Mantenga


la postura erguida pero no rgida. Piense que es usted una
montaa.

TOMAR ASIENTO

Es til que llegue al cojn o a la sil la con la categrica


actitud de tomar asiento. Sentarse a meditar es diferente de
sentarse con despreocupacin en algn sitio. Hay energa
en la afirmacin que el sentarse hace cuando se toma asiento, tanto en la eleccin del lugar como en la presencia mental
que llena el cuerpo. La posicin encarna una postura,
como cuando se toma una postura por algo, aunque se est
sentado. Hay un fuerte sentido de honrar el lugar, la colocacin de cuerpo y mente, y el momento.
Tomamos asiento para meditar teniendo presente todo
'esto y sin embargo sin dar importancia alguna al lugar ni a la
postura. Puede haber, en efecto, claros lugares pod~rosos
dentro y fuera de casa, sin embargo, con esta actitud de
adoptar una postura, uno se puede sentar en cualqu ier lugar y
en cualquier postura y sentirse tan cmodo como en c~sa.
Cuando la mente y el cuerpo colaboran en sostener conscientemente el cuerpo, el tiempo, el lugar y la postura, y permanecer libre de tener que hacerlo de ci erta manera, entonces y
slo entonces se est sentado de verdad.

DIGNIDAD

Sugerencias: Trate de dejarse un tiempo cada da para limitarse a ser. Cinco minutos irn bien, o diez o veinte o treinta, si desea aventurarse hasta eso. Sintese y observe desplegarse los momentos, sin otro programa que estar presente.
Use la respiracin a modo de ancla para ama rrar su atencin
al momento presente. Su mente pensante se va a desviar hacia ah y hacia all, segn sean las corrientes y los vientos
que se agiten en la mente, hasta que, en algn momento, la
cadena del ancla se tense y lo haga volver. Esto puede ocurrir
con mucha frecuencia. Cada vez que su atencin vague,

Cuando expli camos la postura sentada, la palabra queparece ms apropiada es dignidad .

Cuando nos sentamos a meditar, nuestra postura nos habla,


hace su propia afi rmacin. Podramos decir que la postura
misma es la meditacin. El hecho de que nos desplomemos,
o nos hundamos en el asiento, refleja poca energa, pasividad, falta de claridad. Si nos sentamos tiesos como un palo,
estamos tensos, hacemos demasiado trabajo, nos esforzamos

86

Cmo asumir su propia identidad

demasiado. Cuando en las clases uso la palabra dignidad,


por ejemplo: Sintese de una manera que represente dignidad , todo el mundo acomoda de inmediato su postura y se
yergue ms. Pero no se ponen rgidos. Los rostros se relajan;
los hombros bajan; la cabeza, el cuello y la espalda se alinean .
La colum na se eleva desde la pelvis con energa. Algunas
personas tienden a echarse un poco hacia adelante, separndose del respaldo de la silla, con ms autonoma. Parece que
todo el mundo conoce esa sensacin interior de dignidad y
cmo encarnarla.

Quiz s lo neces itamos que de vez en cuando se nos recuerde que ya somos majestuosos, merecedores y dignos. A veces
no nos parece as debido a las heridas y cicatrices que llevamos del pasado, o debido a la incertidumbre del futuro. Es
dudoso que ll eguemos a sentirnos indignos porque s. Nos
han ayudado a sentirnos indignos. Nos lo ensearon de miles
de formas cuando ra mos pequeos, y aprendimos bien la
leccin.

As pues, cuando tomamos asiento en la med itacin y nos


acordamos de sentarnos con dignidad, volvemos a nuestra
vala y dignidad originales. Eso en s mismo es toda una afirmacin. Podemos apostar a que nuestro interior la escuchar.
Estamos dispuestos a escucharl a tambin? Estamos dispuestos a escuchar las corrientes de experiencia directa en este
momento, en ste, en ste, en ste ... ?

Sugerencias: Trate de sentarse con dignidad durante treinta


segundos. Observe cmo se siente. Trate de permanecer de
pie con dignidad. Dnde estn los hombros? Cmo est la
co lumna, cmo est la cabeza? Qu significara caminar
con dignidad?

El corazn de la prctica

87

POSTURA

Cuando uno se sienta con fuerte intencionalidad, el cuerpo hace una afirmacin de profunda conviccin y compromiso con su porte. Esto irradia hacia adentro y hacia afuera. Una
postura sentada digna es de suyo una afirmacin de la armona, la belleza y la riqueza de la vida.
A veces uno conecta con ella; otras, tal vez no. Aunque
uno se sienta deprimido, agobiado o confundido, este sentarse puede afirmar la fuerza y el valor de esta existencia vivida
ahora. Si es capaz de reunir la paciencia suficiente para mantener la postura sentada durante un rato, aunque sea breve,
eso puede conectarlo con el centro mismo de su ser, con ese
dominio que trasciende el estar animado o deprimido, libre o
agobiado, clarividente o confuso. Este centro se halla emparentado con la conc iencia misma; no oscil a con los estados
mentales ni con las circunstancias de la vi da. Es semejante a
un espejo, que refleja de manera objetiva lo que se le pone
delante. Bsto supone un profundo conocimiento de que, sea
lo que sea que est presente, con independencia de lo que
nos ha sacudido la vida o nos ha abrumado, va a cambiar por
s mismo, y por este solo motivo requiere que sostengamos el
espejo del momento presente, lo observemos, acojamos su
presencia, surquemos las olas de su despliegue como se surcan las olas de la propia respiracin, teniendo fe en que tarde
o temprano se encontrar la manera de actuar, de hacer las
paces, de pasar a travs y avanzar. No se trata tanto de intentar como de observar, de dejar que las cosas sean, y de sentirlas plenamente, momento a momento.
La meditac in sentada atenta no trata de escapar de los
problemas o dificultades entrando en una especie de estado
meditati vo desconectado, de absorcin o negacin. Por el
contrario, es una disposicin a acompaar el dolor, la confusin, la prdida, si eso es lo que domina el momento presente, y de continuar observando durante un perodo sostenido
de tiempo, ms all de pensar. Lo que se busca es limitarse a
comprender teniendo la situacin en la mente, junto con la
respiracin, mientras se mantiene la postura sentada.
Un maestro de la tradicin zen (Shunru Suzuki Roshi) lo
expresa de esta manera: El estado mental que existe cuando

88

Cmo asum ir su propia identidad

uno se sienta en la postura correcta es de suyo iluminacin


[ ... ) Estas formas [medi tacin sentado) no son los medios de
conseguir el estado mental correcto. Adoptar esta postura es
en s mismo el estado mental correcto. En la meditacin
sentado, ya tocamos nuestra propia naturaleza verdadera.
As, practicar la meditacin sentado significa, sobre todo,
senta rse de tal forma que el cuerpo afirme, irradie y transmita
una actitud de presencia, de estar comprometido a reconocer
y aceptar lo que su rja en cualquier momento. Esta orientacin es de no aferramiento y de estabilidad inquebrantable,
como un espejo limpio (slo refleja), vaco, receptivo y abierto. Tal actitud est contenida en la postura, en la manera
como uno elige senta rse. La postura encarna la actitud.
ste es el motivo por el cual muchas personas encuentran
til la imagen de una montaa para profundizar la concentracin y la presencia mental en la prctica sentada. Evocar las
cualidades de elevacin, solidez, majestuosidad, impasibilidad, arrai go, sirve para llevar directamente estas cualidades a
la postura y actitud.
Es im portante que todo el tiempo invitemos estas cual idades a la meditacin. Que nos ejercitemos una y otra vez en
encarnar la dignidad, la quietud, la ecuanimidad inquebrantable, frente a cualquier estado mental que se presente (sobre
todo cuando uno no se halla en un estado grave de afliccin
o confusin) puede ofrecer unos cimientos firmes y fiables
para conservar la presencia mental y la ecuanimidad, incluso
en perodos de estrs y confusin emocional extremos. Pero
eso s lo si se practica, practica y practica.
Aunque resu lte tentador hacerlo, no se puede pensar
que se entiende lo que es estar consciente y reservarlo slo
para aquellos momentos en que los grandes acontecimientos
nos golpean. Estos contienen tanto poder que nos abrumarn al instante, junto con nuestras romnticas ideas acerca de
la ecuanimidad y de saber cmo estar atento. La prctica de la
meditacin es el trabajo lento y disciplin ado de cavar trincheras, de trabajar en los viedos, de sacar el agua de la laguna con un cntaro. Es el trabajo de momentos y el trabajo de
toda una vida, todo en uno.

El corazn de la prctica

89

QU HACER CON LAS MANOS

Los diversos y sutiles canales de energa del cuerpo han


sido estudiados, comprendidos y usados de determinados
modos en las tradiciones yguicas y meditativas durante
milenios. Por instinto sabemos que todas nuestras posturas
corporales hacen sus afirmaciones nicas, las cuales irradian
hacia el interior y el exterior. En la actualidad, esto se conoce
con la expresin lenguaje corporal. Podemos usar ese lenguaje para leer qu piensan otras personas de s mismas,
porque las personas transmitimos continuamente esa informacin para que cualqui era que tenga sensibilidad pueda
captarla .
Pero en este caso nos referimos al va lor de la sensibi lidad
para captar el lenguaje del propio cuerpo. Este conocimiento
puede producir un crecimiento y una transformacin interiores extraordi na rios. En las tradiciones yguicas, este campo
de conocimiento implica ciertas posiciones del cuerpo llamadas mudras. En cierto modo, todas las posturas son mudras: cada una hace una afirmacin determinada y tiene una
energa asociada a ella. Pero normalmente las mudras aluden
a algo ms sutil que la postura de todo el cuerpo. Su foco de
atencin principal es la posicin de las manos y los pies.
Si va a un museo y observa con atencin las pinturas y estatuas budistas, advertir de inmediato que en los cientos de
representaciones diferentes de la meditacin sentado, de pie
o tumbado, las manos aparecen en numerosas posiciones. En
el caso de la meditacin sentado, a veces, las manos estn sobre las rodillas con las palmas hacia abajo; a veces, las dos
palmas o una estn hacia arriba; a veces, uno o ms dedos de
una mano tocan el suelo, mientras que la otra mano permanece levantada. A veces, las manos estn juntas en el regazo,
con los dedos de una mano apoyados sobre los dedos de la
otra, las puntas de los pulgares tocndose suavemente, como
si rodearan un huevo invisible, para formar lo que se llama el
mudra csm ico . A veces, los dedos y palmas de ambas manos se tocan, junto al corazn, en la tradicional postura de la
oracin cristiana. Esta misma postura, en el saludo oriental,
significa una reverencia en reconocimiento de la divinidad
que hay en el interior de la otra persona.

90

Cmo asumir su propia identidad

Todos estos mudras de las manos encarnan diferentes


energas, con las cuales es posible experimentar en la meditacin. Pruebe a sentarse con las palmas hacia abajo, apoyadas sobre las rodi llas. Observe la independencia que se contiene aqu. Para m, esta postura nos habla de no buscar oada
ms, de simplemente digerir lo que hay.
Si despus vuelve ambas palmas hacia arriba, atento al
hacerlo, tal vez advierta un cambio de energa en el cuerpo.
Para m, sentarse as encarna la receptividad, una apertura a
lo que est arriba, a la energa del cielo (los chinos dicen:
Como arriba, as abajo.). A veces siento un fuerte impulso
de abrirme a la energa de arriba. En ocasiones esto resulta
muy til, sobre todo durante perodos de confusin o alboroto, para afirmar la receptividad en la prctica sentado. Se
cons igue volv iendo las palmas de las manos hacia el cielo.
Esto no significa que busquemos activamente que algo nos
ayude mgicamente. Significa abrirse a intuiciones superiores, disponerse a vibrar con energas que solemos pensar que
son elevadas, divinas, celestiales, csmicas, universales, o de
un orden o una sabidura superiores.
Todas las posturas de manos son mudras, en el sentido de
que estn asoc iadas a energas sutiles o no tan sutiles. Tomemos, por ejemplo, la energa de la mano convertida en puo.
Cuando nos enfadamos, nuestras manos tienden a cerrarse.
Sin saberlo, algunas personas practican muchsimo este mudra, que riega las semillas interiores de la rabia y la violencia
cada vez que lo hacemos, y esas sem illas responden brotando
y fortalecindose.
La prxima vez que se sorprenda cerrando los puos por
enfado, trate de llevar la presencia mental a esa actitud interior encarnada en ese gesto. Sienta la tensin, el odio, la ira,
la agresividad y el temor que contiene. Despus, en medio de
su ira, y si la persona con quien est enfadado se halla presente, haga el experimento de abrir las manos y colocarlas
con las palmas juntas delante de su corazn, en la posicin
de oracin, ante la persona. (Por supuesto, esa persona no va
a tener la menor idea de lo que usted trata de hacer.) Observe
qu les ocurre a la ira y al dolor cuando usted mantiene esa
posicin durante unos momentos.
A m, me resulta prcticamente imposible continuar con

El corazn de la prctica

91

el enfado cuando hago esto. No es que el enfado no est justificado en ocasiones. Ocurre que toda una serie de otros sentimientos entra en juego; sentimientos que rodean a esa rabia
y la doman; sentimientos de simpata y compasin hacia la
otra persona, y tal vez una mayor comprensin del baile en
que ambos estamos metidos. El baile de una cosa conduce
inevitablemente a otra en una concatenacin de consecuencias puestas en marcha sin intencin, cuyo resultado final
puede (errneamente) tomarse de modo personal y conducir
a una ignorancia que agrava la ignorancia, una agresividad
que agrava la agresividad, sin nada de sabidura en parte alguna.
Cuando Gandhi fue asesinado de un tiro a quemarropa,
junt las palmas de las manos de esa manera en direccin a
su agresor, murmur su mantra y muri. Aos de prctica de
meditacin y yoga, guiado por sus bienamados Bhagavadgita
(escritos clsicos hindes), lo haban llevado al punto en que
era capaz de poner en la perspectiva del desprendimiento
todo lo que haca, e incluso su propi a vida. Esto le permiti
elegir la actitud que adoptara en el momento mismo en que
se la quitaron. No muri enfadado, ni siquiera sorprendido.
Saba que su vida estaba en constan te peligro, pero se haba
entrenado para marchar al comps del tambor de su propia y
crecien te visin de lo que constituye un acto sabio. Haba
llegado al punto en que encarnaba verdad eramente la compasin. Vivi un compromiso inquebrantable con la libertad,
tanto poltica como espiritua l. En comparacin, su bienestar
personal tena un valor lim itado. Siempre lo pona en peligro.

Sugerencias: Trate de tomar conciencia de las cualidades que


encarna en d iversos momentos del da, as como durante
su prctica sentado. Preste especial atencin a sus manos.
Cambia algo su posicin? Compruebe si no se hace ms
atento cuando se convierte en ms Corporal .
Cuando se ejercite en conectar ms con sus manos durante la meditacin sentado, vea si esto tiene alguna influencia
en su modo de tocar. Todo, desde abri r una puerta a hacer el
amor, supone tocar. Es posible abrir una puerta con tan poca
atencin que la mano no sabe lo que el cuerpo est haciendo

92

Cmo asumir su propia identidad

Y uno se golpea la cabeza. Imagnese el reto de tocar a otra


persona de manera no automtica, sin intencin de ganancia,
slo con presencia y cario.

SALIR DE LA MEDITACIN

Los momentos cercanos al final de un perodo de meditacin formal tienen su propia y engaosa topologa. La presencia mental puede descuidarse con la expectativa de acabar.
Es importante cmo se maneja esto. Precisamente estas transiciones son las que nos desafan a que profundicemos la presencia mental y ampliemos su alcance.
Hacia el final de un perodo de prctica formal, si nomostramos especial atencin, antes de darnos cuenta estaremos
desvindonos hacia otra cosa, sin tener conciencia alguna de
cmo lleg a su fin la meditacin. En el mejor de los casos, la
transicin ser borrosa. Podemos llevar presencia mental a
este proceso conectando con los pensamientos e impulsos
que nos dicen que es el momento de parar. Ya sea que uno
haya estado inmvil durante una hora o tres minutos, es posible que de pronto un sentimiento le diga : Ya es suficiente.
O que mire el reloj y vea que ya es la hora en que haba decidido acabar.
En su prctica de la meditacin, sobre todo cuando no
est guiada por un casete, vea si puede detectar el primersimo impulso a dejarla, y los dems que surjan despus, con
creciente fuerza. En el instante de reconocer cada impu lso,
respire con l durante unos instantes y pregntese: Para
quin ya es suficiente? Trate de mirar lo que hay detrs del
impulso: cansancio, aburrimiento, do lor, impaciencia; o,
simplemente, es la hora de parar? Sin que importe el motivo,
en lugar de saltar de manera automtica o de emprender otra
cosa, trate de quedarse un momento ms con lo que sea que
surja de esta indagacin , respirando con ello unos momentos
o incluso ms tiempo, y permita que la salida de su postura
de meditacin sea tambin un objeto de la observacin consciente momento a momento, al igual que cualqu ier otro momento de la meditacin .
Practicar de esta manera puede aumentar la presencia

El corazn de la prctica

93

mental en muchas situaciones diferentes que implican cerrar


o acabar algo y pasar a hacer otra cosa. Tal vez sea algo tan
senci llo y breve como conectar con el acto de cerrar la puerta, o tan complicado y doloroso como cuando llega a su fin
una poca de la vida. Es posible que se cuele mucho automatismo en el acto de cerrar la puerta porque se trate de algo carente de importancia en el esquema general de las cosas (a no
ser que el beb est durmiendo). Pero precisamente porque
es tan poco importante, ese cerrar con atencin la puerta activa y profundiza nuestra sensibilidad, nuestra capacidad de
conectar con todos nuestros momentos, y alisa algunas de las
arrugas ms hondas de nuestra inconsciencia habitual.
Curiosamente, igual , si no es ms, el comportamiento inconsciente puede co larse en nuestros cierres y transiciones
ms importantes de la vida, entre ellos nuestro envejecer y
nuestro morir. Aqu tambin, la presencia mental tiene efectos sanadores. Es posible que estemos tan defendidos para no
sentir el efecto total de nuestros dolores emocionales, ya sea
afliccin, tristeza, vergenza, desilusin, rabia, o, si es por
eso, alegra o satisfaccin, que sin darnos cuenta nos escapamos para entrar en una nube de insensibilidad en la cua l no
nos permitimos sentir nada en absoluto, ni tampoco saber lo
que estamos sintiendo. Como una niebla, la inconsciencia
cubre esos momentos que podran ser las ocasiones ms profundas para ver en accin la impermanencia, para entrar en
contacto con los aspectos universales e impersonales de ser y
de llegar a ser que subyacen a nuestros gastos emocionales
personalizados, para tocar el misterio de ser pequeos, frgiles y temporales, y para estar en paz con la inevitabilidad abso luta del cambio.
En la tradicin zen, las meditaciones sentados en grupo
acaban a veces con un fuerte sonido de platillos de madera
que se golpean con fuerza. Ningn romntico quedarse, con
el sonido de una suave campanilla para faci litar la sa lida de
una prctica. El mensaje aqu es cortar: hora de pasar a otra
cosa. Si uno est soando despierto, aunque sea un sueo ligero, el sonido lo sobresalta y le seala, por lo tanto, qu
poco estaba presente en realidad en ese momento. Recuerda
que la prctica sentado ya ha pasado y que se est en un nuevo momento al cual enfrentarse.

94

Cmo asumir su propia identidad

El corazn de la prctica

En otras tradiciones se usa el suave sonido de una campanilla para sealar el fin de la sentada en grupo. La suavidad
de la campanilla hace volver tambin; asimismo seala si la
mente estaba vagando en el momento en que son. O sea,
cuando se trata de acabar una prctica sentado, es bueno lo
blando y suave y es bueno lo duro y spero. Ambas cosas nos
recuerdan estar presentes por completo en los momentos de
transicin, que todos los finales son tambin comienzos, y
que lo ms importante, segn palabras de Diamond Sutra, es
desarrol lar una mente que no se aferre a nada. Slo entonces seremos capaces de ver las cosas como son en realidad y
de reaccionar con toda la gama de nuestra capacidad emocional y de nuestra sabidura.

La Maestra ve las cosas como son


sin intentar controlarlas.
Las deja ir a su manera,
y ella reside en el centro del crculo.
LAo-TS, Tao-te-Ch ing

Sugerencias: Trate de tomar conciencia de cmo acaba cada


una de sus med itaciones. Ya sea que est practicando echado, sentado, de pie o andando, identifique quin la acaba,
cmo acaba, cundo acaba y por qu acaba. No se juzgue de
ninguna manera, limtese a observar y est en contacto con la
transicin de una cosa a la siguiente.

CUNTO TIEMPO DE PRCTICA?

Pregunta: Doctor Kabat-Zinn, cunto tiempo debo meditar?


Respuesta: Cmo voy a saberlo?
Es constante esta pregunta sobre cunto tiempo meditar.
Desde el principio de nuestro trabajo de usar la meditacin
con los pacientes del hospital , pensamos que sera importante que estuvieran ya desde el comienzo mismo expuestos a

95

perodos de prctica prolongados. Basados en la firme conviccin de que se consigue mucho si se pide mucho a las personas o se les pide que se pidan mucho a s mismas, mientras
que si se les pide poco, lo ms que se consigue es un poco,
les pedimos un tiempo bsico de 45 minutos diarios de prctica en casa. Este tiempo nos pareca suficiente para instalarse en la quietud y atencin sostenida momento a momento, y
tal vez para experimentar por lo menos muestras de relajacin profunda y sensacin de bienestar. Tambin nos pareca
tiempo suficiente para dar cabida a amplias oportunidades de
abordar los estados mentales ms arduos que solemos evitar
porque nos acaparan la vida y nos agotan seriamente (si no
nos avasallan por completo) la capacidad para permanecer
tranquilos y atentos. Los sospechosos ms comunes son, desde luego, el aburrimiento, la impaciencia, la frustracin, el
miedo, la ansiedad (aqu entrara la preocupacin por lascosas que podramos estar haciendo si no estuvisemos perdiendo el tiempo meditando), las fantasas, los recuerdos, la
ira, el dolor, el cansancio y la afliccin.
Nuestra intuicin resu lt ser acertada. La mayora de las
personas que han pasado por nuestra clnica han estado dispuestas a hacer las modificaciones, casi nunca fciles, en el
curso de su vida cotidiana para practicar a diario 45 minutos
de un tirn, al menos durante un perodo de ocho semanas.
Y muchas no se han desviado nunca de ese camino de nueva
vida. No s lo se les hace fcil sino que se convierte en necesario, en una cuerda salvavidas.
Pero esta forma de mirar las cosas tiene otra cara. Lo que
- puede ser difcil pero factible para una persona en una eta~a
de su vida, tal vez sea casi imposib,l_e para otra, o para la misma persona en otra poca de su vida. Los conceptos largo y
Corto y mucho y poco son relativos en el mejor de los
casos. Es probable que la madre sola de hijos pequeos no
tenga 45 minutos seguidos para nada. Significa eso que no
puede meditar?
.
Cuando la vida est en crisis perpetua o uno se halla sum ido en un caos social y econmico, tal vez haya dificultad
para encontrar la energa psqui ca para meditar durante perodos largos, aunque se tenga el tiempo. Siempre surge algo
que se interpone en el cam ino, sobre todo cuando uno cree

96

Cmo asumir su propia identidad

que necesita disponer de un espacio de 45 minutos seguidos


cada da, incluso para comenzar. Practicar en casas estrechas, en med io de la vida de otros fami liares, puede producir
desagradables sensaciones que podran ser obstculos para la
prctica diaria.
Difcilmente se puede esperar que los estud iantes de medicina consigan encontrar perodos prolongados de tiempo
para el no hacer, como tampoco muchas otras personas que
estn en trabajos muy estresantes o en situaciones agotadoras
o absorbentes. Tampoco pueden hacerlo las personas que
simplemente sienten curiosidad sobre la meditacin, pero
que no tienen motivos fuertes para sobrepasar los lmites de
su comodidad o de su propio sentido del tiempo, urgencias o
agrado.
Para aquellas personas que buscan el equilibrio en su
vida, no s lo es til sino esencial una cierta flexibilidad. Es
importante saber que la meditacin tiene poco que ver con el
tiempo horario. Cinco minutos de prctica formal pueden ser
tan profundos como 45 minutos, o ms. La sinceridad del esfuerzo importa muchsimo ms que el tiempo transcurrido, ya
que de lo que se trata en rea lidad es de salir de los minutos y
las horas para entrar en los momentos, que no tienen dimensin Y son, por lo tanto, infinitos. As pues, si usted tiene cierta motivac in para practicar aunque sea un poco, eso es lo
importante. La presencia mental necesita ser atizada y alimentada, protegida de los vientos de la vida ajetreada o de la
mente inquieta y atormentada, como una llama pequea necesita ser resguardada de las fuertes corrientes de aire.
Si al principio slo dispone de cinco minutos, o incluso de
un minuto de presencia mental, eso es formidable. Signifi ca
que ya ha recordado el valor de detenerse, de pasar, aunque
slo de momento, del hacer al no hacer.
No insistimos en los 45 minutos de prctica diaria cuando
enseamos meditacin a determinados colectivos; los estudiantes de medicina, como ayuda para el estrs y a veces
para el trauma de la educacin mdica en su forma actual; a
los deportistas universitarios que desean entrenar la mente
junto con el cuerpo para tener un re ndimiento ptimo; a las
personas que estn en programas de rehabi litacin pulmonar,
que necesitan aprender muchas otras cosas adems de medi-

El corazn de la prctica

97

tar, a los empleados que asisten a clases a la hora del almuerzo para reduccin del estrs. Slo lo hacemos con nuestros
pacientes, o con las personas que estn dispuestas a hacer un
cambio de estilo de vida tan intenso, movidas por sus propi as
razones. A los dems los estimulamos a practicar quince minutos d iarios de una vez, o dos veces al da, si les es posible.
Si lo piensa un momento, a pocos de nosotros, sea cual
sea nuestra ocupacin o la situacin en que nos encontremos, nos sera imposible liberar uno o dos espacios de quince
minutos en 24 horas. Y si no qu ince, pues diez o cinco.

Recordemos que en una lnea de 15 cm hay un n mero infinito de puntos, y que en una lnea de 2 cm tambin hay un nmero infinito de puntos. Bien, entonces, cuntos momentos
hay en 15 minutos, en 5, en 1 O o en 45? Resu lta que tenemos
muchsimo ti empo, si estamos dispuestos a sostener en la
conciencia cualquier nmero de momentos.

En el centro de la presencia mental est el formar la intencin


de practicar y entonces coger un momento, cualquier momento, acordndose de mani festarl o en la postura, interior y
exterior. Tanto los perodos largos como los cortos son buenos, pero es posibl e que el largo nunca florezca si la frustracin y los obstculos del cam ino se presentan muy importantes. Es mejor aventurarse poco a poco en perodos ms
largos de prctica antes que jams probar la presencia mental
debido a que los obstcu los se ven demasiado grandes. Un
viaje de mi les de kilmetros comienza con un paso, en realidad. Cuando nos comprometemos a dar ese paso, en este
caso a tomar asiento durante el ms breve de los ti empos, podemos tocar la atemporalidad en cualqu ier momento. De
eso, y slo de eso, provienen todos los beneficios.

Cuando de veras me busques, me encontrars al instante;


me encontrars en la ms pequesima casa del tiempo.
KABIR

98

Cmo asumir su propia identidad

Sugerencias: Trate de estar sentado durante diferentes perodos de tiempo horario. Observe cmo afecta esto a su prctica. Desaparece su concentracin cuando est sentado ms
tiempo? Se queda colgado cuanto ms tiempo tiene que
estar presente? Surge la impaciencia en algn momento?
Reacciona la mente o se obsesiona? Hay inquietud? Ansiedad? Aburrimiento? Prisa? Sueo? Flojedad? Si es usted
novato en la meditacin, observe si de repente se encuentra
pensando: Esto es una idiotez, Estoy hacindolo bien? o
Y es esto todo lo que tengo que sentir?
Comienzan estos sentimientos de inmediato o slo aparecen despus de un rato? Es capaz de verlos como estados
mentales? Los puede observar sin juzgarlos ni juzgarse a s
mismo aunque sea durante perodos breves? Si les pone el felpudo de bienvenida, explora sus cualidades y los deja ser, tal
vez aprenda muchsimo acerca de lo que es fuerte e inquebrantable en usted mismo. Y lo que es fuerte tal vez se fortalezca an ms a medida que nutre su estabilidad y serenidad
interiores.

NO EXISTE LA MANERA CORRECTA

De excursin con mochila, en compaa de mi mujer y


mis hijos por el desierto de Teton, me sorprende recurrentemente esto del caminar. Con cada paso, el pie tiene queposarse sobre alguna parte. Cuando suben o descienden por
terrenos rocosos, pendientes escarpadas, senderos o si n sendero, nuestros pies toman decisiones en fracciones de segundo sobre dnde y cmo pisar, en qu ngulo, con qu presin, con el taln o la punra, de lado o recto. Los nios ni
siqu iera preguntan Pap, adnde pongo el pie?. Sencillamente lo hacen, y he advertido que siempre encuentran una
manera; el igen el lugar donde poner los pies a cada paso, y
no slo se trata de en qu lugar pongo los mos.
Lo que esto me dice es que nuestros pies encuentran su
manera. Al observar los mos, me sorprende comprobar los
muchos lugares y formas en que podra poner el pie a cada
paso, y cmo de estas posibilidades que se despliegan momentneamente, el pie elige una manera, la realiza con todo

El corazn de la prctica

99

el peso (o con menos si la situacin es peligrosa) y despus la


afloja cuando el otro pie hace su eleccin y avanza. Todo
esto ocurre casi sin pensar, a excepcin de los ocasionales lugares delicados donde el pensamiento y la experiencia inter~
vienen y en que tal vez yo tendra que echar una mano a m1
hija pequea, Serena. Por lo general no andamos mirn.donos
los pies, ni pensando cada paso que damos. Vamos mirando
el camino hacia adelante y nuestro cerebro, asimilndolo
todo, toma decisiones en fracciones de segundo para que pisemos de una manera que se ajuste a las necesidades del terreno en ese momento.
Esto no significa que no haya alguna manera equivocada
de dar el paso. S que hay que tener cuidado y sentir las pisadas. Pero los ojos y el cerebro son tan buenos para evaluar de
inmediato el terreno y dar rdenes detalladas a tronco, extremidades y pies, que el proceso completo de dar un paso por
terreno difcil es un proceso de exquisito equi librio en movimiento, au n c'o n la complicacin de las botas y las pesadas
mochilas. En esto hay una presencia mental incorporada. Los
terrenos difci les hacen que surja . Y aunque rea licemos diez
veces el mismo trayecto, en cada ocasin resolvemos de diferente manera el problema de cada paso. H acer excursiones a
pie siempre expone, revela, la ca lidad de nico del momento
presente.
No es distinto en la meditacin. En realidad y de verdad
no hay ninguna manera correcta nica para practicar, aunque tambin hay escollos a lo largo de este camino y hay que
vigi lar. Es mejor encontrarnos con cada momento en su novedad, conscientes de su rico potencial. Lo miramos en profundidad y despus entramos en el momento siguiente, sin retener el anteri or. Cada momento entonces puede ser nuevo,
cada respiracin un nuevo comienzo, un nuevo dej~r marchar, un nuevo dejar ser. Lo mismo que cuando caminamos
por terreno rocoso, aqu no existe ningn tengo que, debo
de. Es cierto que hay mucho que ve r y comprender a lo largo
de este cam ino, pero no se puede obligar, as como no se
puede obligar a una persona a apreciar la dorada luz del sol
poniente sobre los campos de trigo ni la luna ~ue aparece tras
las montaas. En momentos como sos es meor no hablar. Lo
nico que se puede hacer es estar presente con su enormidad

100

Cmo asumir su propia identidad

El corazn de la prctica

101

~~~~~~~~~~~~~~~-

Y esperar que los dems lo vean en el si lencio del momento.


Las pue~t~s de sol y las salidas de la luna hablan por s solas,
en sus 1d1omas, en sus propios lienzos. A veces el silencio
deja espacio para que hablen los indomados.
Del mismo modo, en la prctica de la meditacin es mejor respetar y atenerse a la propia experiencia directa, y no
pre~cuparse demasiado acerca de si esto es lo que se debe
senti r o ver o pensar. Por qu no confiar en la experiencia de
este momento del mismo modo que confiamos en nuestros
pies para que encuentren la manera de mantenernos equilibrados cuando caminamos por las rocas? Si practicamos este
tipo de confianza frente a la inseguridad y el fuerte hbito de
desear una cierta autoridad para ungir nuestra experiencia
(por minscula que sea, y generalmente lo es) con nuestra
bendicin, descubriremos que s ocurre algo de naturaleza
profundizadora a lo largo del camino. Nuestros pies y nuestra
respiracin nos ensearn a observar nuestro paso, a estar
presentes, a encontrarnos verdaderamente a gusto en cada
n:omento (dondequiera que nuestros pies nos lleven), a apreciar Y va lorar donde estamos. Qu otro don ms grande podra otorgrsenos?

Sugerencias: Trate de tomar conciencia de todas las veces


que'. durant~ la meditacin, surja el pensamiento: Lo estoy
haciendo bien?, Es esto lo que debo sentir? , Es esto lo
que "tiene que" suceder? No trate de con testar estas preguntas, limtese a mirar ms profundamente el momento presente. Expanda su conciencia de este momento mismo. Tenga la
pregunta en la conciencia junto con su respiracin y con toda
la extensin del contexto de este momento. Confe en que en
este momento Es esto, con independencia de lo que sea
esto o del lugar en que est. Mirar profundamente lo que
sea que el esto del momento presente sea mantiene una
continuidad de la presencia mental, permitiendo que un momento se despliegue y pase al siguiente sin analizar disertar
juzgar, condenar ni dudar; sencillamente observar' abrazar'
abrir, dejar ser, aceptar. Ahora mismo. Slo este ~aso, sl~
este momento.

CUL ES MI MANERA?

Somos muy rpidos para decir a nuestros hijos que no


siempre pueden salirse con la suya para que las cosas se hagan a su manera, a veces incluso dndoles a entender que
hay algo malo en desearlo. Y cuando ellos preguntan P~r
qu no, mam?, Por qu no, pap? , y hemos llegado al final de nuestra explicacin o de nuestra paciencia, es probable que digamos: No importa, limtate a hacerme caso. Lo
comprenders cuando seas mayor.

Pero no es bastante injusto eso? Acaso los adultos no nos


comportamos igual que nuestros hijos? Es que no desea mos
tambin que las cosas se hagan a nuestra manera, y todo el
tiempo si es posible? En qu nos diferenciamos de los nios,
aparte de que somos menos sinceros y francos al respecto?
Y qu, si uno se sale siempre con la suya? Cmo sera? Recuerda el problema que se le crea a la gente en los cuentos de
hadas cuando un genio, un duende o una bruja le ofrece pedir tres deseos?

De la gente de Maine se cuenta que cuando alguien les pregunta una direccin, responden: No puede llegar all des~e
aqu. Respecto a las direcciones de la vida, tal vez es mas
exacto decir: Slo puede llegar all si est totalmente aqu.
Cuntos de nosotros advertimos este pequeo sesgo en la
tela del destino? Sabramos cmo queremos que sean las
cosas si pudisemos tenerlas a nuestra manera? Resolvera
algo tener las cosas como queremos, o slo aun:entara el
caos en nuestra vida si nos fuese posible hacer realidad nuestros deseos seg n el impulso de nuestros estados mentales,
con tanta frecuencia inconscientes?

Aqu hay una pregunta muy interesante: Cul es exactamente mi manera? , en el sentido de a mi Manera , con mayscu la. Rara vez contemplamos n~estra vida con ~se grado
de exploracin. A preguntas tan bsicas como Quin soy?,

102

Cmo asumir su propia identidad

En qu camino estoy?, Cul es la direccin correcta


para m? , Si pudiera elegir un camino ahora, qu direccin tomara?, Cul es mi anhelo, mi camino?, Qu
amo en verdad? , con cunta frec uencia les damos vueltas?

La contemplacin de la pregunta Cul es mi Manera? es


un excelente elemento a inyectar en la prctica de la meditacin. No se precisan las respuestas, ni pensar que debe haber
una determinada respuesta. Es mejor no pensar en absol uto
sino slo perseverar en hacer la pregunta y dejar que las res~
puestas que se formulen lleguen y se vayan solas. Como ocurre con todo lo dems en la meditacin, slo observamos,
escuchamos, advertimos, dejamos ser, dejamos marchar y
continuamos generando la pregunta Cul es mi Manera?,
Cul es mi camino? , Qu in soy? .
Aqu la intencin es estar ab ierto a no saber, permitindose quiz llegar al punto de reconocer que No s y despus experimentar con relajarse un poco en ese no saber, en
lugar de condenarse por ello . Despus de todo, en este momento, sa puede ser un a afirm acin acertada respecto a
cmo tenemos las cosas.

La indagacin de este tipo conduce por s misma a aperturas,


a comprensiones, actos, visiones nuevas. La indagacin adquiere vida propia despus de un tiempo. Impregna nuestro
ser e infunde nueva vitalidad, entusiasmo y gracia a lo soso,
montono y rutinario. La indagac in acaba por hacernos
en lugar de hacerl a nosotros a ella. sta es una buena manera
de encontrar el camino que se halla ms cerca de nuestro corazn . Al fin y al cabo, el viaje es de proporciones hero icas,
pero mucho ms si est animado por la atencin consciente y
por el compromi so con una indagacin venturosa. En cuanto
ser humano, cada uno es la figura cen tral del viaje mtico del
hroe universa l, del cuento de hadas, de la aventurera empresa arturiana. Para hombres y mujeres por igual, este viaje
es la trayectoria entre el nacimiento y la muerte, una ex istencia vivida. Nadie escapa a esa aventura, slo trabajamos en
ella de diferente manera.

El corazn de la prctica

103

Podemos conectar con el desplegarse de nuestra propia


vida? Podemos estar a la altura de las circunstancias de
nuestra propia humanidad? Podemos asumir los desafos que
encontramos, e incluso buscarlos, para ponernos a prueba,
para crecer, para actuar por principios, para ser fieles a nosotros mismos, para encontrar nuestra manera y, fina lmente, no
slo conseguirla sino, lo ms importante, vivirla?

MEDITACIN DE LA MONTAA

Tratndose de la meditacin, las montaas ti enen mucho


que ensearnos, ya que representan un sentido arquetpico
en todas las culturas. Las montaas son lugares sagrados. La
gente siempre ha buscado ori entacin esp~ritu ~ I y re~ovaci ~n
en las montaas, y entre ellas. La montana s1mbo l1za el ~Je
primordial del mundo (monte Meru), es la m?rada d~ ~os dioses (O limpo), tambin el lugar en que el l1?er esp1nt~al se
encuentra con Dios y recibe sus mandamientos y alianza
(Sina). Las montaas son consideradas sagradas, simbolizan
el temor y la armona, la severidad y la majestad. Elevndose
por enci ma de todo lo dem_s en nuestro planeta, at~ae n Y
abruman con su sola presencia. Su naturaleza es la mas elemental : roca . Dura como la roca, slida como la roca. Las
montaas son el lugar de visiones donde uno puede tocar el
panorama a mayor esca la del mundo natural y las races, frgiles pero tenaces, de la vida. Las montaas ha~ desempeado un papel clave en la hi storia y la prehi st_ona. P~ra los
pueblos tradicion ales, las montaas eran, y siguen siendo,
madre, padre, guardin, protector, aliado.
.
En la prctica de la meditacin puede ser til a v;~es tode
mar prestadas esas maravi ll osas cualidades arquet1_p 1cas _
las montaas y utilizarlas como refuerzo de nuestra 1ntenc10nalidad y resolucin para abrazar el momento con ~ureza y
simplicidad elementales. La imagen de la montana_ en la
mente y en el cuerpo puede refrescar nuestra memoria para
record arnos por qu estamos sentados, para comenzar, y qu
signifi ca verdaderamente morar en el do~inio del n~ hacer
capa vez que tomamos asiento. Las montanas son el s1mbolo
por excelencia de la presenc ia y la quietud perdurables.

104

Cmo asumir su propia identidad

La meditacin de la montaa puede practicarse (o modifi carse para que se adecue a la vis in y significado personal
de la montaa) de la siguiente manera: cualquier postura sirve para el lo, pero, personalmente, la encuentro ms potente
cuando estoy sentado en el suelo con las p iernas cruzadas, de
modo que desde mi interior vea y sienta mi cuerpo lo ms parecido posible a una montaa. Estar en la montaa o tener
una a la vista es til, pero no necesario. Aqu , la imagen interior es la fuente de poder.
Traiga a su mente la imagen de la montaa ms hermosa
que conozca, de la cual haya odo hablar o se pueda imaginar, una montaa cuya forma le hable personalmente. Concentre la mente en la imagen o sensac in de esa montaa, y
observe su forma general, su elevada cima, su base enraizada
en la roca de la corteza terrestre, sus escarpadas o suaves laderas. Contemp le lo imponente y slida que es, su firmeza,
su inmovilidad, su belleza, ya sea vista desde lejos o de cerca; una belleza que emana de su sello nico de forma y silueta, y que al mismo tiempo encarn a las cualidades universales
de montaeidad que trascienden toda forma o silueta.
Tal vez su montaa tiene nieve en la cima y rboles en las
laderas ms bajas. Tal vez est coronada por un p ico prominente, quiz por una serie de picos o por una altiplanicie.
Con independencia del aspecto que tenga, respire con la
imagen de esa montaa, obsrvela, advierta sus cualidades.
Cuando est preparado, vea si puede hacer entrar la montaa
en su cuerpo, para que su cuerpo, all sentado, y la montaa
de su imaginacin se hagan uno. Su cabeza se convierte en la
elevada cima; sus hombros y brazos son las laderas; sus nal gas y piern as son la s lida base enraizada en el cojn, sobre el
suelo o en una silla. Experimente en su cuerpo la sensacin
de ereccin, la elevacin axial de la montaa que penetra
profundo en su columna. Invtese a convertirse en una montaa respirante, inamovible en su quietud, com pletamente lo
que usted es, ms all de palabras y pensamientos, una presencia centrada, arraigada, inmvil.
Ahora bien, usted sabe que mientras el sol viaja por el firmamento, las montaas estn sentadas. Luces, sombras y colores van cambiando casi momento a momento en la inquebrantabl e quietud de la montaa. Hasta el ojo no en trenado

El corazn de la prctica

105

es capaz de notar estos cambios hora tras hora. Cambios que


evocan esas obras maestras de Claude Monet, quien tuvo el
genio de colocar muchos caballetes y pintar la vida de los objetos inanimados hora tras hora, pasando de una tela a otra a
medida de que los juegos de luz, sombra y color transform aban la catedral, el ro o la montaa, despertando as el o jo del
observador. M ientras las luces cambian, mientras la noche sigue al da y el da a la noche, la montaa se li mit~ ~ p~rma
necer sentada, sin ms, siendo ella misma. Y continua inmvil mientras las estaciones del ao se siguen una a otra y el
tiempo atmosfrico cambia momento a moment? y da a da.
Serenidad que soporta y permanece a todo cambio. . ,
.
En verano no hay nieve en las montaas, a excepc1on qu iz de la cima misma o en recovecos protegidos de la luz del
sol directa . Es posible que en otoo, la montaa exhiba .una
capa de vivos colo res fuego; en invierno, una manta de nieve
y hielo. En cualquier estacin puede verse. envuelta ~n nubes
o en niebla o acribillada por helada lluvia. Los turistas que
llegan a visitarla tal vez se sienten decepcionados si n? ven la
montaa con claridad, pero a la montaa le da lo mismo: la
vean o no la vean, con sol o con nubes, caliente o helada, sigue sentada siendo el la misma. Vis.itada yor violentas ~or
mentas, azotada por la nieve, la lluvia y vientos de mag.n1tudes inimaginables, la montaa contin a sentada en medio de
tod o. Llega la primavera, los pajaril los vuelven a cantar _en
los rboles, vuelven las hojas a los rboles que las hab1an
perdido, aparecen las flo res en las mesetas elevadas y en ~as
laderas el caudal de los ros aumenta con las aguas de la nieve derr~tida y, entretanto, la montaa contina sentada,. ii:npasible ante el tiempo, ante lo que sucede en la superf1c1e,
ante el mundo de las apariencias.
Mientras estamos sentados con esta imagen en la mente,
podemos encarnar la misma quietud yarra igo inq.~ebrantables
ante todo lo que cambia en nuestra vida en cuest1on de segundos, horas y aos. En nuestra vi da y en nuestra prctica de la
meditacin no cesamos de experimentar la naturaleza cambiante de I ~ mente, del cuerpo y del mu ndo exterior. Experimentamos momentos de luz y momentos de tinieblas, momentos de colores vivos y momentos de insipidez montona.
Experimentamos tormentas de diversa intensidad y vio lencia

106

El corazn de la prctica

Cmo asumir su propia identidad

en el mundo exterior y en nuestras vida y mente propias. Azotados por fuertes vientos, por el fro y la lluvia, aguantamos perodos de oscuridad y dolor, as como tambin saboreamos
exquisitos momentos de alegra y vigor. Incluso nuestra apariencia camb ia continuamente, igual que las montaas, cuando experimenta sus propios desgastes y deterioros.
Al convertirnos en montaa en nuestra meditacin, podemos conectar con su fuerza y estabilidad y adoptarlas como
nuestras. Podemos utilizar sus energas para apoyar nuestros
esfuerzos por encontrarnos en cada momento con presencia
mental , ecuanimidad y claridad. Puede ser til considerar que
P.ensamientos, sentimientos, preocupaciones, tormentas y crisis emocionales,. e incluso las cosas que nos suceden, son muy
semeantes al tiempo atmosfrico que se cierne sobre las
montaas. Esto solemos tomarlo de manera personal, pero su
caracterstica ms fuerte es impersonal. El tiempo atmosfrico
de nuestra vida no ha de ser pasado por alto ni negado. Ha de
s~r recibido, honrado, sentido, reconocido por lo que es, y tenido muy en cuenta en la conciencia ya que puede matarnos.
Al considerarlo as, llegamos a conocer un silencio, una quietud Y una sabidura mucho ms profundos de lo que habramos credo posible, justo dentro de las tormentas. Las montaas nos ensean esto y ms, si somos capaces de escuchar.
. _Sin embargo, una vez est todo dicho y hecho, la meditac1on de la montaa es slo un instrumento, un dedo que seala algn lugar. Quiz tengamos que mirar y despus continuar. Si bien la imagen de la montaa puede ayudarnos a ser
ms estables, los seres humanos somos ms interesantes que
las ~onta.as. Podemos ser como rocas, firmes e inmviles, y
al mismo tiempo suaves, amables y fluidos. Disponemos de
una amplia gama de posibilidades. Podemos ver y tocar, saber Y entender, aprender, crecer, sobre todo si aprendemos a
escuchar la armona interior de las cosas y mantener el eje
central de la montaa contra viento y marea.

Los pjaros han desaparecido en el cielo,


y la ltima nube se aleja.

Nos sentamos juntos, la montaa y yo,


hasta que slo queda la montaa.
L1Po

107

Sugerencias: Trate de mantener en la mente la imagen de


esta montaa mientras est sentado en meditacin formal.
Explore su utilidad para profundizar su capacidad de morar
en la quietud; para estar sentado durante perodos ms largos;
para seguir sentado ante la adversidad, las dificultades y tormentas o la monotona mental. Pregntese qu est aprendiendo de sus experimentos con esta prctica. Ve alguna sutil transformacin en su actitud hacia las cosas que cambian
en su vida? Puede llevar con usted la imagen de la montaa
en la vida cotidiana? Es capaz de ver la montaa en los dems y permitirles que tengan su propia forma y silueta, admitiendo que cada montaa sea ella misma y nica?

MEDITACIN DEL LAGO

La imagen de la montaa es slo una de las muchas que


quiz compruebe que lo ayudan en su prctica y hacen que
sta sea ms viva y elemental. Las imgenes de rboles, ros,
nubes y firmamento tambin son tiles aliadas. La imagen
como tal no es fundamental, pero puede profundizar y expandir su visin de la prctica.
Algunas personas encuentran particularmente til la imagen de un lago. Sabemos que el principio del agua es tan elemental como el de la roca, y que su naturaleza es ms fuerte
que la roca, en el sentido de que el agua la erosiona. El agua
tambin posee la deliciosa cualidad de la receptividad. Se
abre para permitir la entrada a cualquier cosa y despus vuelve a ser ell a misma. Si se golpea una montaa o una roca con
un martillo, a pesar de su dureza, o ms bien debido a ella, se
astilla, se fragmenta, se rompe. Pero si se golpea el mar o una
laguna con un martillo, slo se consigue un martillo oxidado.
En esto se revela una de las virtudes del poder del agua.
Para usar en su prctica la imagen del lago, piense en un
lago, un cuerpo de agua retenido en un cuenco receptor por
la tierra misma. Observe con la mente y el corazn que el
agua gusta de asentarse en lugares bajos. Busca su propio nivel, pide ser contenida. El lago que usted evoq.ue ~uede. ser
profundo o superficial , azul o verde, lodoso o cristalino._ S1 no
hay vientos, la superficie del lago es lisa. Como un espejo, re-

108

Cmo asumir su propia identidad

fleja los rboles, las rocas, el cielo, las nubes, lo abraza todo
en s mismo momentneamente. El viento mueve el agua del
lago creando un o leaje, desde suaves ondu laciones hasta olas
grandes y agitadas. Los refl ejos ntidos desapa recen. Pero la
lu z del sol contina brillando en las olas y bailando en ellas
en un despliegue de relucientes diamantes. Cuando llega la
noche, es el turno de la luna para bailar en el lago, o, si la superficie est en calma, para refl ejarse en ella junto con las siluetas de los rboles y las sombras. En invierno es posible que
el lago se hiele, aunque debajo sigue lleno de vida y movimiento.
Cuando haya formado la imagen del lago en su imaginacin, permtase ser uno con l, mientras medita, para que sus
energas sea n sostenidas por su conciencia, apertura y comprensin de usted mismo, de la misma manera como las
aguas del lago estn contenidas y sostenidas por el cuenco receptivo y aceptador de la propia tierra. Respirando con el
lago momento a momento, sintiendo que el cuerpo del lago
es el suyo, mantenga mente y corazn abiertos y receptivos
para que refl ejen aq uello que se acerque. Experimente los
momentos de completa quietud, cuando los reflejos y el agua
sean completamente ntidos, y tambin los otros momentos,
cuando la su perficie est alborotada, agitada, revuelta, con
los reflejos y la profundidad perdidos por un tiempo. Experimente todo esto, sumido en la meditacin, sencillamente advirtiendo el juego de las diversas energas de su mente y cora zn, los pegajosos pensamientos, sentimientos, impul sos y
reacciones que vienen y van como las olas, advirtiendo sus
efectos mientras se limita a observar las diversas y cambiantes energas que juegan en el lago: el viento, las olas, la luz,
las sombras, los reflejos, los colores, los o lores.
Agitan la superficie sus pensamientos y sentimientos? Le
va bien eso? Puede ver una superficie ondu lante o ag itada
como un aspecto ntimo y esencial de ser un lago, de tener
superficie? Es capaz de identificarse no slo con la superficie sino con todo el cuerpo del agua, de modo que tambin
se convierte en la quietud que hay debajo de la superficie, la
cual slo experimenta, como mucho, suaves ondu laciones
aunque la superficie est agitada y revuelta?
Del mismo modo, tanto en su prctica de la meditacin

El corazn de la prctica

109

como en su vida diaria, puede identificarse no slo con el


contenido de sus pensamientos y sentimientos sino tambin
con la vasta e inalterable reserva de conciencia que reside
bajo la superficie de la mente? En la meditacin del lago nos
sentamos con la intencin de sostener y aceptar de manera
consciente todas las cualidades de la mente y el cuerpo, as
como el lago est sentado, sostenido, acunado, contenido por
la tierra, mientras refleja todo: sol, luna, estrellas, rboles,
rocas, nubes, cielo, pjaros, luz, y es acariciado por el aire
y el viento, que hacen destacar su brillo, su vitalidad, su potencial.
En un da as de septiembre u octubre, la laguna Walden es un espejo perfecto de la selva, redondeado por
piedras tan preciosas a mis ojos como si fuesen ms escasas o ms excepcionales. Acaso nada tan hermoso,
tan puro y al mismo tiempo tan grande como un lago
yace sobre la superficie de la tierra. Agua de cielo. No
necesita cerco. Las naciones vienen y van sin profanarl o. Es un espejo que ninguna piedra puede romper,
cuyo mercurio jams se desgastar, cuyo dorado la naturaleza repara continuamente; ni las tormentas ni el
polvo pueden enturbi ar su superficie siempre nueva;
espejo en el cual todas las impurezas que se le ofrecen
se hunden, son barridas y limpiadas por el cepillo brumoso del sol, por este pao de luz que no retiene ninguna respiracin que sobre l se respire, pero que enva
su respiracin hac ia lo alto para que flote en forma de
nubes por encima de su superficie y sean reflejadas en
su seno inmvil.
THOREAU,

Walden

Sugerencias: Trate de utilizar la imagen del lago para apoyar


la prctica sentado o echado en la quietud, sin ir a ningun a
parte, sostenido y acunado en la conciencia. Observe cuando
la mente reflexione; cuando se haga un lo. Observe la calma
bajo la superficie. Le sugiere esta imagen nuevas maneras de
portarse en momentos de confusin o trastorno?

110

El corazn de la prctica

Cmo asumir su propia identidad


~~~~~~~~~

MEDITACIN CAMINANDO

La paz es cada paso.


THICH NHAT H ANH

Conozco a personas que en alguna ocas in les resu lta difcil permanecer sentadas pero que entran profundamente en
la p~ctica de la meditacin caminando. Sea uno qu ien sea,
no siempre nos es posible estar sentados. y algu nas personas
encuentran casi inaguantable permanecer sentadas y presentes con el grado de dolor y agitacin que sienten. Pero s pueden caminar con ellos.
, En los am b~ent~,s monsticos tradicionales, se alternan pen~dos de med1tac1on sentada con perodos de meditacin caminada. Ambas son la misma prctica. Caminar es tan bueno
como estar sentado. Lo importante es cmo se tiene la mente.
E~ la m ~ditacin caminada forma l se presta atencin al
propio ca minar. Uno se puede centrar en la colocacin del
pie o aisla r segmentos del movimiento, por ejemplo: levantar, mover, co locar, levantar; o tambin en el movimiento de
todo el cuerpo. Se pueden unir la conciencia de l ca minar con
la conciencia del respirar.
En la me~i taci n camin ando, no se anda para llegar a un
lugar determinado. Po_r lo general se va y se viene por el mi smo sendero, o se camina en un crculo. El hecho de no tener
un lugar concreto al cual ir hace literalmente ms fcil estar
donde se est. Qu se ~tido tiene intentar llega r a otro lugar
del sendero que se cam ina cuando en realidad es todo lo mismo? El desafo es puede uno estar completamente en este
paso, con esta respiracin?
La_ meditacin caminada se puede practicar a cualquier
velocidad, desde ultralento hasta muy enrgico. A qu ca ntid~d del ciclo del pie es posible atender depender de la ve locidad. La prctica consiste en dar cada paso como viene y
estar t~talmen~e presente con l. Esto significa Sentir las
sensaciones mismas del cam inar: en los pies, en las pi ernas,
en el andar, en el porte, momento a momento, como siern~re, y, e~ este caso, tambin paso a paso. A esto se le llamana, por eemplo, ebservar el paso, juego de palabras inten-

111

~~~~~~~~~~~~~~~~~

cional, aunque es una observacin interior. Uno no se mira


los pies! Igual que en la meditacin sentada, i~n ~parecien
do cosas que desviarn la atencin de la experiencia pura de
caminar. Trabajamos con esos pensamientos, percepciones,
sentimientos e impulsos, recuerdos y expectativas que surgen
mientras se camina, de la misma manera como lo hacemos
en la meditacin sentada. En ltima instancia, caminar es
quietud en movimient_o, presencia me~tal_ fluida, ~orri ente.
Es mejor que practiquemos la med1tac16n cami nada en un
lugar en que uno no se convierta en un espectculo par~ los
dems, sobre todo si se va a caminar con mucha lentitud.
Lugares que nos sirven son la sa la de estar, los campos, los
claros del bosque; las playas solitarias tambin son buenas.
Empuje delante de usted un carro de con:pra por u~ supermercado y podr caminar con toda la lentitud que ~u1era.
La meditacin caminada informal se puede practicar en
cualquier parte. No supone pasearse de aqu para all, tampoco caminar en crcu lo, slo es un caminar normal. Se puede
cami nar con presencia mental por una acera, por un corredor
en el lugar de trabajo, en un paseo, cuando se saca al perro,
cuando se va de paseo con los hijos. Impl ica acordarse de estar en este momento, dando cada paso como viene, aceptando cada momento como viene. Cuando uno se descubre
apresurndose o impacientndose, va bi en quitarle fuerza a
la prisa y record ar que ahora uno est aqu y que cuando llegue all, estar all. Si se pi er~e el _aqu , lo ms p~obable es
que tambin se pierde el all1 . S1 la mente no esta centrada
aqu, no es probable que se centre por el nuevo hecho de que
uno llega a otra parte.

Sugerencias: Trate de llevar I ~ conciencia al caminar, ~onde


qu iera que se encuentre. Aminore un poco el paso. Centrese
en su cuerpo y en el momento presente. Aprecie el hecho de
poder caminar, ya que hay muchas personas que no ~ueden.
Perciba lo milagroso que es y, por un momento, no de por supuesto que su cuerpo funciona tan m arav~ll osament~. Sepa
que va caminando erguido ante la Mad_re Tierra. ~amine ~on
dignidad y seguridad y, como reza el dicho navao: Camina
en la belleza, dondequiera que est.

112

Cmo asumir su propia identidad

Tambin trate de caminar formalmente. Antes o despus


de sentarse, haga un perodo de meditacin cam inada. Mantenga la continuidad entre la meditacin caminada y la sentada. Diez minutos es bueno, o media hora. Una vez ms recuerde que no es el tiempo horario el que nos interesa aqu.
Pero aprender ms y com prender mejor la med itacin caminada si se plantea el desafo de continuarla hasta ms all
de su primer impulso de acabarla.

El corazn de la prctica

113

Sugerencias: Trate de permanecer de pie as, dondequiera


que se encuentre, ya sea en el bosque, en la montaa, junto
al ro, en su sala de estar o esperando el autobs. Cuando est
solo trate de abrir las manos con las palmas hacia el cielo, los
brazos extendidos en diversas posiciones, como ramas y hojas, accesible, abierto, receptivo, paciente.

MEDITACIN ACOSTADO
MEDITACIN DE PIE

La meditacin de pie se aprende mejor de los rboles. Colquese junto a uno de ellos; mejor an, entre un grupo de rboles y mire en una sola direcc in. Sienta que sus pies echan
races en la tierra. Sienta su cuerpo mecerse suavemente,
como lo har siempre, igual que los rboles mecidos por la
brisa. Permaneciendo all, en contacto con su respiracin
asin:ile lo que tiene delante, o mantenga los ojos cerrados ~
presienta su entorno. Perciba el rbol que tiene ms cerca.
Escchelo, sienta su presencia, tquelo con su mente y con
su cuerpo.
Use la respiracin para ayudarse a permanecer en el momento, sintiendo su cuerpo de pie, respirando, siendo, momento a momento.
Cuando la mente o el cuerpo le d la primera sea l de que
tal vez es hora de continuar con otra cosa, siga de pie un rato
ms, recordando que los rboles estn erguidos y quietos durante aos, muchas veces vidas enteras, si gozan de esa suerte. Vea si no tien en algo que ensearle acerca de la quietud y
d e hallarse conectado. Despus de todo, ellos estn toca ndo
el suelo con las races y el tronco; el aire, con el tronco y las
ramas, la luz y el viento, con las hojas; todo en el rbol habla
de estar conectado. Experimente con estar de pie de esta manera, aunque sea durante perodos cortos. Trabaje con estar
con contacto con el aire en su piel, la sensacin de los pi es
en contacto con la tierra, los sonidos del mundo, el baile de
luz, color y sombra, el baile de la mente.

La posicin acostado es una manera de meditar maravillosa si uno consigue no quedarse dormido. Y si se duerme, tal
vez el sueo sea ms reparador si se entra en l a travs de la
meditacin. Se puede despertar en el mismo estado, llevando
esos primeros momentos de conciencia cuando se vuelve a la
vigil ia.
.
Si el cuerpo est echado, uno puede afloarl o por entero
con mucha mayor facilidad que en cualqui er otra posicin. El
cuerpo se hunde en la cama, la alfombra, el suelo o la tierra
hasta que los msculos dejan de hacer esfuerzo por mantenernos compuestos. ste es un aflojamiento profun?o a nivel
de los msculos y las neuronas motoras que los gobiernan. La
mente sigue rpidam ente si se le da permiso para permanecer
abierta y despierta.
Usar el cuerpo en su conjunto, que es el objeto de la atenci n en la meditacin acostado, es una bendicin. Se puede
sentir el cuerpo desde los pies a la cabeza, respirando e irradiando calor sobre toda la envoltura de la piel. Es el cuerpo
entero el que respira, el cuerpo entero el que est vivo. Al llevar la presencia mental al cuerpo en su conjunto, se p~ed~
recuperar el cuerpo entero en cuanto lugar del ser y la v 1t~li
dad, y recordar que U no , qu ienquiera que sea, no vive solo
en la cabeza.
Durante la prctica de la meditacin acostado tambin es
posible centrar la atencin en difere~tes. part:s. o zonas, ya
sea con un fl uir libre o de un modo mas s1stemat1co. En nuestra clnica introducimos a las personas a la meditacin acostado en form a de escner corporal , de 45 minutos. No todo
el mundo aguanta, de partida, estar sentado durante 45 mi,n~
tos, pero cualqu iera puede hacer el escner corporal. Lo uni-

114

Cmo asumir su propia identidad

coque se requiere es permanecer echado y sentir las diferentes zonas del cuerpo y despus dejarlas. El escner corporal
es sistemtico en el sentido de que avanzamos por las diversas partes del cuerpo en un orden determinado. Pero no hay
una nica manera de llevarlo a cabo. Se puede hacer el
escner comenzando por la cabeza y acabando en los pies, o
desde los pies a la cabeza, o desde un costado hacia el otro.
Una manera de practicarlo es dirigir interiormente la respiracin a las diversas zonas, como si uno pudiese inspirar
hacia las puntas de los pies, la rodilla, oreja y espirar desde
esas partes. Cuando usted est preparado, en la espiracin
sale de esa zona, invitndola a disolverse en los ojos de su
mente (imaginacin) mientras los msculos se aflojan y uno
entra en la quietud y conciencia abierta antes de pasar a la
zona siguiente del cuerpo, en la cual se entra con otra insp iracin, permitiendo, en la medida de lo posible, que toda la
respiracin se haga por la nariz.
Sin embargo, no es necesario que toda la meditacin
acostado sea tan sistemtica como el escner corporal. Tambin es posible centrar la atencin, a vol untad, en determinadas zonas del cuerpo, o cuando se hacen dominantes en el
campo de la conciencia debido tal vez al dolor o a algn problema de esa determinada zona. Entrar en ellas con receptividad, atencin y aceptacin puede ser profundamente
sanador, sobre todo si se practica con regularidad. Esto se
siente como una profunda nutricin de las clulas y tejidos
as como de la psique y el espritu, cuerpo y alma enteros.
La meditacin acostado es una buena manera de conectar
tambin con el cuerpo emocional. As como tenemos corazn fsico, tambin tenemos uno metafrico, mtico. Cuando
nos centramos en la regin del corazn, puede ser til que
sintonicemos con cualquier sensacin de opr-esin, constriccin o pesadez del pecho y tomemos conciencia de emoc iones tales como afliccin, tristeza, soledad, desesperacin,
ira, o el sentimiento de indignidad que puede haber bajo la
superficie de esas sensaciones. Hablamos de corazones rotos
de ser duro de corazn o de tener oprimido el corazn, por~
que ste, en nuestra cultura, es considerado la sede de nuestra vida emocional o afectiva. Asimismo, el corazn es la
sede del amor, de la alegra y la compasin, y tambin estas

El corazn de la prctica

115

emociones son dignas de atencin y respeto cuando se las


descubre.
Un buen nmero de prcticas meditativas, como la meditacin de la amabilidad amorosa, estn orientadas hacia el
cultivo de determinadas actitudes, o estados afectivos, que
expanden y abren el corazn m~tafrico. ~ceptacin, perdn, amabilidad, cario, generosidad y confianza se fortalecen si se centra y se sostiene la atencin en la regin del corazn y se invocan esos sentimientos como par~e .de la
prctica de la meditacin formal. Pero estos sent1m1entos
tambin se fortalecen reconocindolos cuando surgen de manera espontnea en la prctica de la meditacin y sostenindolos conscientemente.
Tambin otras zonas corpora les tienen sentido metafrico
y es posible abordarlas durante las n:edit.aciones, acostad~ o
en otra postura, con ese tipo de conc1enc1a. El P.lexo sola r tiene un resplandor semejante al sol, y puede servirnos para conectar con nuestra centralidad , estando como est en el
centro de gravedad del cuerpo, y con nuestra vi.talidad (fuego
digestivo). La garganta vocaliza nuestras. emociones y .~uede
estar constreida o abierta. A veces se tiene la sensac1on de
un nudo en la garganta, aunque el corazn est abierto.
Cuando desarrollamos presencia mental de la zona de lagarganta, eso puede conectarnos m~s. con nuest~a habla, sus
tonalidades (por ejemplo, explos1v1dad, veloc idad, dureza,
volumen, automatismo por un lado, o suavidad, dulzura, sensibilidad por el otro) y su contenido.
Cada regin del cuerpo fsico posee su homloga en un
cuerpo o mapa emocional que tiene un sentido ms profundo
para nosotros, y que suele esta r comple~amente d~bajo de
nuestro plano de conciencia. Para continuar. creciendo es
necesario activar, escuchar y aprender cont1nuame nt~ de
nuestro cuerpo emocional. Las meditaciones acostado s1rv~n
muchsimo para esto, siempre que al levan tarnos estemo.s d1~
puestos al ri esgo de adoptar las posturas qu~ nues!ras in~u1ciones exijan. En la antigedad, cu lturas, m1tolog1as Y n~os
colaboraban en el proceso de activar nuestro. cuerpo e~oc 10nal y de honrar su vitalidad e impermanenc1a. Esto so l1~ hacerse en prcticas de iniciacin para personas del mismo
sexo organizadas por la comunidad de ancianos, cuyo traba-

116

Cmo asumir su propia identidad

El corazn de la prctica

117

~~~~~~~~~~~~~~~~

jo era educar a los adolescentes sobre lo que significaba ser


adulto dentro de su tribu o cultura. En la actualidad, casi no
se reconoce la importancia del desarrollo del cuerpo emocional. Nosotros, hombres y mujeres por igual, ms o menos, tenemos que arreglrnoslas solos para llegar a la edad adulta
plena. De tal forma se han desnaturalizado nuestros mayores
por falta de cario y asistencia que ya no existe un conocimiento co lectivo sobre cmo gu iar la naciente vitalidad emocional y la autenticidad de nuestros hijos. La atencin mental
puede contribuir a un renacer de esta (antigua) sabidura en
nosotros mismos y en los dems.
Dado que pasamos acostados tanto tiempo de nuestra
vida, la meditacin en esa postura es una puerta de fcil acceso hacia otra dimensin de la conciencia. Antes de dormirnos, antes de despertar, mientras descansamos en nuestra habitacin, la postura misma de echados puede invitarnos a
practicar la presencia mental, uniendo la respiracin y el
cuerpo momento a momento, llenando el cuerpo de conc iencia Y aceptacin, escuchando, escuchando, oyendo, oyendo,
creciendo, creciendo ...

Sugerencias: Trate de sinton izar con su resp iracin cuando


est acostado. Sienta como se mueve por todo el cuerpo. Est
presente con su respiracin en las diversas zonas de su cuerpo: pies, piernas, pelvis y genitales, vientre, pecho, espalda,
hor:1bros, brazos, garganta y cuello, cabeza, rostro, parte superior de la cabeza ... Escuche con gran atencin. Permtase
sentir lo que sea que est presente. Note las sensaciones de
los continuos cambios que se producen en su cuerpo. Observe lo que siente respecto a ese fluir y cambiar.
Trate deliberadamente de meditar echado, no slo cuando
se acuesta para dormir, y no slo en la cama. Hgalo echado
en el suelo en diferentes horas del da. De vez en cuando
hgalo en los campos, en las praderas, bajo los rboles, co~
lluvia, con nieve.
Preste especial atencin a su cuerpo cuando se est quedando dormido y cuando se est despertando. Aunque sea
du:a~te unos mi~utos, estrese, sobre la espalda si es posible,
y l1m1tese a sentir el cuerpo como una respiracin completa.

Permanezca muy atento a cualquier parte o zona del cuerpo


que le cause problemas, y a travs del aire inspirado y expulsado anime a esa parte a que se integre de nuevo en el resto
del cuerpo. Tenga presente su cuerpo emocional.

BAJAR El CUERPO AL SUELO AL MENOS UNA VEZ AL DA

Cuando uno se echa en el suelo se produce una particular


sensacin de que el tiempo se detiene, ya sea que se haga
para practicar una meditacin acostado, como el escner del
cuerpo, o para ejercitar el cuerpo, con suavidad pero firmeza, hacia sus lmites, primero en esta direccin, despus en
aqulla, como hacemos en el atento hatha yoga. El solo hecho de estar echado en el suelo tiende a aclarar la mente. Tal
vez sea debido a que estar en el suelo es algo tan inusual que
interrumpe nuestras respuestas neurolgicas habituales y nos
invita a entrar en ese momento por una repentina apertura de
lo que podramos llamar la puerta del cuerpo.
En la prctica del hatha yoga se trata de estar totalmente
en el cuerpo mientras se presta atencin a los diversos pensamientos, sensaciones y sentimientos que surgen cuando uno
se mueve, se estira, respira, mantiene posturas o se levanta
con brazos, piernas y tronco. Se dice que hay ms de 80.000
posturas bsicas de yoga, de modo que no vamos a agotar
muy rpido los nuevos retos para el cuerpo; pero a m concretamente me ocurre que siempre vuelvo a una rutina central
de unas 20 posturas, las cuales con los aos siguen llevndome ms profundo dentro de mi cuerpo y a una mayor quietud.
El yoga enlaza movimiento y quietud; es una maravillosa
prctica sustentadora. Como en las otras formas de prctica de
la presencia mental, aqu tampoco se trata de llegar a parte alguna. Pero s se mueve deliberadamente hasta los lmites del
cuerpo en este momento. Se explora un terreno donde tal vez
hay considerable intensidad de las sensaciones ligadas al estirarse, levantarse o mantener el equilibrio en una desacostumbrada configuracin espacial de extremidades, cabeza y tronco. All estamos, por lo genera l durante ms tiempo del que le
gustara a una parte de nuestra mente, respirando, sintiendo el
cuerpo. No se pretende descubrir nada. No se compi te con el

118

Cmo asumir su propia identidad

El corazn de la prctica

1 19

~~~~~~~~~~~~~~~~-

cuerpo de ninguna otra persona y ni siquiera se intenta mejorar el propio. No se juzga cmo lo est haciendo el cuerpo.
Uno se limita a morar en la quietud, dentro de la gama completa de las experiencias, tambin en las de cualquier intensidad o incomod idad (que en todo caso debern ser moderadas
si uno no se ha obligado a rebasar los propios lmites), saboreando la perfeccin de estos momentos en el cuerpo.
En todo caso, para el practicante dedicado, es difcil no
observar que el cuerpo gusta de una dieta regu lar de esto, y
que cambia solo. En esta prctica suele haber una sensacin
de estar de camino hacia, al mismo tiempo que la sensacin de tal como es ahora, a medida que el cuerpo se va
hundiendo ms hondo en un estiram iento o en relajacin
echado en el suelo, entre posturas ms trabajosas. Sin forzar
nada, hacemos lo pos ibl e por alinearnos con la trama y urdimbre de cuerpo y mente, suelo y mundo, permaneciendo
conectados.

Sugerencias: Trate de echarse en el suelo una vez al da y estire el cuerpo con atencin, aunque slo sea durante tres o
cuatro minutos, permaneciendo en contacto con su respiracin y con lo que su cuerpo le dice. Acurdese de que ste es
su cuerpo hoy. Compruebe si est conectado con l.

NO PRACTICAR ES PRACTICAR

A veces me gusta hacer notar que no hacer yoga es lo mismo que hacerlo, aunque espero que la gente no piense equivocadamente que esto significa que da igual practicar o no.
Lo que quiero decir es que cada vez que uno vuelve a practicar el yoga, ve los efectos de no haberlo practicado durante
un tiempo. En cierto modo se aprende ms volviendo a l que
si nunca se ha dejado de practicar.

Desde luego, esto es cierto slo si uno advierte cosas como lo


inmvil que se siente el cuerpo, la dificultad que entraa
mantener una postura, lo mucho que se impacienta la mente,

cmo se resiste a permanecer en la respiracin. En realidad


es difcil no notar eslas cosas cuando se est en el suelo sujetndose una rodilla mientras trata de llevar la cabeza hacia
ella. Es mucho ms difcil darse cuenta de eslas cosas cuando
de lo que hablamos es de la vida, ~o del yoga. Pero ~I mismo
principio es v lido. El yoga y la v1?a son maneras diferentes
de decir lo mismo. Olvidar o descuidar estar presentes y atentos nos ensear mucho ms que esta r atentos durante Lodo el
tiempo. Por fortuna no tenemos de qu preocu.~arnos en es~e
punto, ya que nueslra tendencia a la desatenc1on .ausencia
mental es muy fuerte. Es en la vuelta a la presencia mental
donde reside el darse cuenta.

Sugerencias: Trate de notar la diferencia entre las sensaciones y modo de manejar el estrs durante los perodos ~n. que
sigue la discip lina de meditacin y prctica de yoga d1an~s y
los perodos en que no lo hace. Vea si puede to_mar conciencia de las consecuencias de sus comportamientos menos
atentos y automticos, sobre todo cuando estn provocados
por pri sas o urgencias relativas al trabajo o la vida de hogar.
Cmo se comporta en su cuerpo durante esos perodos en
que est practicando y durante aquellos en que no lo hace?
Qu le ocurre a su compromiso de acordar~e d~ no hacer?
Cmo afecta la falta de prctica regular a su inquietud por el
~iempo y por el logro de ciertos resultados? Cmo af~cta a
sus relaciones? De dnde provienen sus comportamientos
ms desatentos o inconscientes? Qu los activa? Est dispuesto a mantenerlos conscientes cuando lo cogen por el
cuello, ya sea fuerte o no su prctica formal de esta semana?
Logra ver que no practicar es una prctica ardua?

MEDITACIN DE LA AMABILIDAD AMOROSA

Ningn hombre es una Isla, toda sola;


todo hombre es un trozo del continente, una parte del total;
si el mar se llevara un terrn de tierra,
Europa sera menos, igual que si se llevara un promontorio;
lo mismo que si se llevara la casa

120

Cmo asumir su propia identidad


--'----''----~~~~~~~~~~~~~

de tus amigos o la tuya propia.


La muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque formo parte de la humanidad; por lo tanto,
nunca enves a preguntar por quin doblan las campanas;
doblan por ti.
JOHN D o NNE,

Meditacin XVII

Vibramos con la pena de otra persona porqu e estamos

1~terrelac1onados. Al ser completos y formar parte al mismo

tiempo .de un _todo mayor, uno puede cambiar el mundo por

e! senci llo metodo de cambiarse a s mismo. Si yo me convierto en un centro de amor y amab ilidad en este momento,

entonce~, de modo quiz pequeo pero no insignifica nte, el


mund_o tiene ahora un ncleo de amor y amabilidad del que
carec1a el momento anterior. Esto me beneficia y tambin a
los dems.
'
Tal vez haya notado que no siempre es usted un centro de
amor y amabilidad, ni siquiera para s mismo. De hecho, en
nuestra so~ i edad podramos hablar de una epidemia de fa lta
de autoestima. En una conversacin durante una reunin en
Dharamsa la, en 1990, el Dalai Lama se qued atnito cuando un psiclogo occidental habl de la poca autoestima.
A.unque ~ ntiende el ingls bastante bien, tu vieron que traducirle vanas veces la frase al tibetano. Sencillamente, no lograba captar el concepto de poca autoestima. Cuando al fin
lo ~ntendi, se le vio entristecerse al saber que en Estados
Un idos muchas personas tienen profundos sentimientos de
odio a s mismas y de indignidad.
. Entre los tibetanos casi no se conocen estos sentimientos.
Tiene.~ todos los graves problemas de los refugiados de la
opres 10.n que viven en el Tercer Mundo, pero la fa lta de
a~toest1ma no es uno de ellos. Pero quin sabe qu les ocurrir a las generaciones futuras cuando entren en con tacto
con lo que irnicamente llamamos mundo desarrollado?
Tal vez somos muy desarrollados en el exterior y subdesarroll ados en el interior. Tal vez nosotros somos los que en medio
de toda nuestra riqueza viv imos en la pobreza.
Podemos tomar medidas para corregir esta pobreza me-

El corazn de la prctica

121

diante la meditacin de la amabi lidad amorosa. Como de


costumbre, se empieza con uno mismo. Invitara usted a un
sentimiento de amabilidad y amor y lo animara a surgir en su
corazn? Tendra que hacerlo una y otra vez, ya sabe, igua l
que lleva su mente de vuelta a la respiracin una y otra vez
durante la meditacin sentado. La mente no se va a aficionar
fcilmente a ello, porque las heridas que llevamos son profundas. Pero podra intentar, a modo de experimento, abrazarse a s mismo en la conciencia y aceptacin durante un
rato de su prctica, de idntica forma a como una madre
abrazara a su hijo herido o asustado, con un amor pleno,
d isponible e incondicional. Se siente capaz de cultivar el
perdn de s mismo, si no de otros? Le es siqu iera posible invitarse a ser feliz en este momento? Considera correcto sentirse bien ? Hay siqui era una base de fel icidad presente en
este momento?
La prctica de la ama bilidad amo rosa se hace de la siguiente manera, pero por favor no confunda las pa labras con
la prcti ca . Como siempre, son slo letreros que ind ican el
camino.

Comience por centrarse en su postura y respiracin. Despus,


desde el corazn o desde el vientre, invite sentimientos o
imgenes de amabilidad y amor que irrad ien hasta que llenen
todo su ser. Permita que su propia conciencia lo acune como
a un nio digno de cario y ternura. Que su conciencia encarne la energa de una mad re amorosa y la energa de un padre amoroso, poniendo a su disposici n en este momento el
reconocim iento y respeto de su ser, y un cario que tal vez
usted no rec ibi en su infancia. D isfrute de esta energa de
cariosa amabi lidad, inspirndola y espirndola, como si
fuese una cuerda de salvacin que ha estado estropeada durante mucho tiempo pero que por fin deja pasar un alimento
que anhelaba recibir.
Invite a que se presenten en usted los sentimientos de paz
y aceptacin. Hay personas a q uienes les va bien decirse de
vez en cuando cosas como: Libreme yo de la ignorancia,
Libreme de la ambicin y el od io , Que no sufra, Que
sea fe liz. Pero las palabras son slo medios para evocar sen-

122

Cmo asumir su propia identidad

timientos de cario. Son un desearse estar bien, intenciones


conscientemente formadas para liberarse ahora, durante este
momento por lo menos, de los problemas que nos hacemos
con tanta frecuencia o que agravamos con el miedo y la negligencia.

Una vez que se haya establec ido como centro de amor y


amabilidad y esta circu le por todo su ser, lo que equivale a
acunarse y envolverse a s mismo en ca rio y aceptac in,
qudese all para siempre; beba en su fu ente, bese en ell a,
renu vese, ntrase, al intese. Esto puede ser una prctica
profundamente curativa para el cuerpo y el alma.

Tambin puede llevar ms lejos la prctica. Habiendo establecido un radiante centro de amor en su ser, haga que esa
amabilidad amorosa irradie hacia afuera y dirjala hacia donde usted quiera. Primero podra d irigi rl a hacia las personas
de su familia inmediata; si tiene hijos, abrazndolos en la
imaginacin y en el corazn, visualizando sus YO esenciales, desendoles el bien, que no sufran sin necesidad, que lleguen a conocer su modo y manera en el mundo, que tengan
amor y aceptacin en la vida. Y luego puede continuar con su
pareja, sus hermanos, padres ...

Dirija amabi lidad amorosa hacia sus padres, estn vivos o


muertos, dese ndoles el bien, desendoles que no se sientan
solos ni sufran, honrndolos. Si se siente capaz, y le parece sano y 1iberador para usted, busque un lugar en su corazn para perdonarles sus limitaciones, sus temores y cua lquier mal y sufrimiento que le hayan causado, recordando la
frase de Yeat: Vamos, qu poda haber hecho, siendo lo
que era?

Y no hay necesidad alguna de que se detenga aqu. Se puede


dirigir la amab ilidad amorosa hacia cualquiera, hacia las personas que conocemos y hacia aquellos que nos son descono-

El corazn de la

prctica~

cidas. Es posible que eso las beneficie, y, desde luego, s que


nos beneficia a nosotros mismos, al purificar y prolongar
nuestro ser emocional. Esta prolongacin madura cuando diri gimos una amabilidad amorosa deliberada hacia personas
con las cuales lo hemos pasado mal, hac ia aquellas que no
nos caen bien o que nos producen rechazo, hacia quienes
nos amenazan o nos han hecho dao. Tambin se puede
practicar di rigiendo la amabi lidad amorosa ha~ia grupo~ enteros de personas, hacia todos aquellos que estan oprimi dos,
que su fren o que se hall an atrap~dos en guerras, v~o lenc ia u
odio, entendiendo que no son diferentes a uno mi smo, que
tambin tienen seres queridos, esperanzas y aspiraciones, necesidad de techo, alimento y paz. Y se puede extender la
amabilidad amorosa hacia el planeta, hacia todo lo que ste
es: glorias, sufrimiento callado, me?io ambiente, .arroyos y
ros, aire, mares, selvas, plantas y animales, en conjunto o de
uno en uno.

En realidad no hay lmite natu ral alguno para la prctica de la


amabilidad amorosa, en la meditacin ni en la vida. Es una
comprensin y rea lizacin continuadas, siempre en expansin, de la interrelac in. Es tambin su encarnacin. Cuando
somos capaces de amar un rbol, una flor, un perro, un luga r,
una persona o a uno mi smo durante un momento, podemos
encontrar a todas las personas, todos los lugares, todo el sufri miento toda la armona en ese momento. Practicar de esta
maner; no es tratar de cambiar nada ni de llegar ~ ninguna
parte, aunque a simple vista pod~a parecerlo; Lo que se ~ ace
en realidad es desvelar, descubrir lo que esta presente siempre. El amor y la bondad se encuentran aq u todo el tiempo,
en alguna parte, en todas partes en realidad. Por lo general:
nuestra capacidad para tocarlos y ser tocad?s por ellos est_a
enterrada bajo nuestros temores y penas, bajo nues.tra ambicin y nuestros od ios, bajo el desesperado aferram iento a la
il usoria idea de que en verdad estamos separados y solos.
Al invocar estos sentimi entos en nuestra prctica, nos estiramos contra los bordes de nuestra ignorancia, igua l que en
el yoga nos estiramos contra la resistencia de los msculos,
li gamentos y tendones, y, al igual que en eso y en todas las

124

Cmo asumir su propia identidad

otras formas de meditacin, contra los lmites y la ignorancia


de la mente y el corazn. Y al estirarnos, por do loroso que resulte a veces, nos expandimos, crecemos, cambiamos nosotros y cambiamos el mundo.

Mi religin es la bondad.
ALAI LAMA

TERCERA PARTE
Sugerencias: Trate de tocar fondo con sentimientos de amor y
ternura dentro de usted mismo en alg n momento de su prctica de la meditacin. Intente ver detrs de cua lqu ier objecin a esta prctica que puede surgir, o detrs de los motivos
de sentirse indigno de amor o inaceptable. Obsrvelo todo
como pensamientos. Pruebe a dejarse baar en el ca lor y la
aceptacin de la amabilidad amorosa como si fuera un nio
en los brazos de una madre y de un pad re cariosos. Despus
hag~ la prueba y dirja la hacia fuera, hac ia otras personas y
hacia el mundo. Esta prctica no tiene lmite alguno, pero,
como ocurre con cualquier otra prctica, se profundiza y cree: con. la atencin constante, igual que las plantas de un jardin cuidado con amor. No piense que con eso est intentando ayudar a nadie ni al planeta. Usted se limita a sostenerlos
Y abrazarlos en la conc iencia, honrndo los, desendoles el
b!en, a?rindose a su dolor con cario, compasin y aceptacin. S1 en el proceso descubre que esta prctica lo llama a
actuar de modo diferente en el mundo, entonces perm ita que
esos actos encarnen la amabilidad amorosa y la presencia
mental.

EN EL ESPRITU DE LA
PRESENCIA MENTAL
Todos somos aprendices del mismo maestro con el
cual todas las instituciones religiosas trabajan al
principio: la realidad. La intuicin de la realidad
dice [. .. ] el maestro de las veinticuatro horas. Hazlo bien1 sin compadecerte. Es tan difcil acompaar a Jos nios al coche de la vecinal que ese da
los lleva a la escuela, o bajar la carretera hasta la
parada del autobs, como lo es entonar sutras en la
sala de Buda en una fra maana. Una accin no es
mejor que la otra, cada una puede ser muy aburrida y las dos tienen la caracterstica de la repeticin. La repeticin y el rito, y sus buenos resultados1 vienen de muchas formas. Cambiar un filtro,
limpiar narices, ir a reuniones, limpiar la casa, lavar los platos, comprobar el nivel de aceite del coche... No te permitas pensar que estas cosas te distraen de tus actividades ms serias. Esta rutina de
quehaceres no es un conjunto de difirnltades de las
que esperamos escapar para poder hacer nuestra
prctica , la que nos pondr en un Camino; esta
rutina eS nuestro camino.
GARY SNYOER,

The Practice of the Wild

SENTADO JUNTO AL FUEGO


En los viejos tiempos, una vez que el sol se pona, la nica
fuente de luz que tena la gente, aparte de la luna cambiante
y el fi rmamento de estrellas, era el fuego. Durante millones
de aos, los seres humanos nos sentamos alrededor de hogueras, contemplando las ll amas y las brasas encendidas, con
fro y oscuridad a nuestras espa ldas. Tal vez all fue donde
comenz la meditacin formal.
El fuego era una comodidad, nuestra fuente de calor, de
luz y de proteccin; peligroso, pero controlable si se manejaba con gran cuidado. Sentarnos junto a l nos relajaba al fi nal
del da. Bajo su parpadeante luz podamos contar histori as y
hablar del da pasado, o lim itarnos a estar cal lados contemplando los reflejos de nuestra mente en las llamas siempre
cambiantes y los brillantes paisajes de un mundo mgico. El
fuego haca soportabl e la oscuridad, y serva para que nos
sintiramos seguros y a sa lvo. Era tranquilizador, fi able, reparador, meditativo y absolutamente necesari o para la supervivencia.
Esta necesidad ha desaparecido de nu estra vida cotidiana,
y, con ella, casi todas las ocasiones de estar quietos. En el
apresurado mundo actual, el fuego resulta poco prctico o es
un lujo que nos damos de vez en cuando para establecer cierto nimo o crear un ambiente. Slo tenemos que mover un
interruptor cuando la luz exterior comienza a apagarse. Po-

128

Cmo asumir su propia identidad

demos iluminar el mundo con toda la brillantez que queramos y continuar con nuestra vida, llenando con ocupaciones,
con hacer, todas nuestras horas de vigilia. Hoy en da la vida
nos deja poco tiempo para ser, a menos que nos lo tomemos
a propsito. Ya no disponemos de un tiempo fijado en que
debamos dejar lo que estbamos haciendo porque no haba
suficiente luz para continuar; nos falta ese tiempo que antes
tenamos cada noche para hacer cambio de marcha, para
desentendernos de las actividades del da. Tenemos muy pocas ocasiones para que la mente se asiente en la quietud junto a un fuego.
Ahora, al final del da miramos la televisin, energa de
fuego electrni co, plida en comparacin. Nos sometemos a
un constan te bombardeo de sonidos e imgenes que proceden de otras mentes, que nos llenan la cabeza de informacin
y trivialidades, de aventuras, emociones y deseos de otras
personas. Mirar la televisin nos deja an menos espacio en
el da para experimentar la quietud. Nos arrebata tiempo, espacio y si lencio, como un soporfero que nos adormece en
una pasividad inconsciente. Goma de mascar para los ojos,
la llam Steve Allen. Los peridicos hacen ms o menos lo
mismo. No es que sean malos en s mismos, pero solemos
conspirar en usarlos para robarnos muchos momentos preciosos en los que podramos vivir con ms plenitud.
Resulta que no tenemos por qu sucumbi r al adictivo
atractivo de las absorciones externas en entreten imientos y
distracciones apasionadas. Podemos formarnos otros hbitos
que nos vuelvan hacia el elemental anhelo de calor, quietud
Y paz interior que hay dentro de nosotros. Cuando estamos
sentados con nuestra respiracin, por ejemplo, se parece mucho a estar sentado junto al fuego. Observando a fondo la respiracin podemos ver al menos tanto como en los carbones
encendidos, las brasas y las llamas, reflejos de nuestro baile
mental. Tambin se genera un cierto calor. Y si de verdad no
tratamos de llegar a ninguna parte, sino que slo nos permitimos estar aqu en este momento tal como es, podemos encon trarnos fcilmente con una antiqusima quietud (detrs y
dentro del juego de nuestros pensamientos y sentimientos)
que en tiempos ms sencillos la gente encontraba cuando se
sentaba junto al fuego.

En el espritu de la presencia mental

129

ARMONA

Al entrar en el aparcamiento del hospital veo pasar por el


cielo una formacin de varios cientos de gansos. Van volando muy alto y no escucho sus graznidos. Lo primero que
pienso es que saben muy bien hacia dnde se dirigen. ~-uelan
hacia el noroeste, y hay muchos de ellos que la formac1on extiende hacia el este donde el sol de comienzos de noviembre
abraza el horizonte. Cuando pasan los primeros me siento tan
conmovido por la nobleza y belleza de su resuelta formacin
que cojo papel y lpiz y all mismo, en el.c~che, trato de.capturar la forma lo mejor que pueden mis inexpertos OJOS y
mano. Unos trazos rpidos son suficientes, muy pronto habrn desaparecido.
Cientos de gansos van formando una V, pero muchos otros
forman siluetas ms complejas. Todo est en movimiento.
Sus lneas descienden y ascienden con gra cia y armona
como un pauelo que se agita al viento. Es evidente que se
comunican entre ellos. De alguna manera, cada uno sabe
dnde est, tiene su lugar en esa compleja y cambiante forma, pertenece a ella.
Me siento curiosamente bendecido por su paso. Este momento es un regalo. Se me ha permitido ver y participar en
algo que s lo importante que es, algo que no se me concede
con mucha frecuencia. Una parte de ese regalo es su alboroto
salvaje; otra parte, la a'rmona, el orden y la belleza que encarnan.
Mi normal experiencia del tiempo que corre. queda suspendida mientras presencio su paso. La form~ es lo que los
cientficos llaman catica , como las formaciones de nubes
o las formas de los rboles. Hay un orden y, dentro de l, est
incrustado el desorden; sin embargo, ste tambin est ordenado. Para m, en este momento, es el regalo de la maravilla
y el asombro. Al llegar al trabajo hoy, la naturaleza me muestra cmo son las cosas en realidad en una pequea esfera, recordndome lo poco que sabemos los seres humanos y lo
poco que apreciamos, o vemos siquiera, la armona.
Y as, leyendo el diario esa noche, observo que las funestas consecuencias de talar las selvas que cubran las tierras
altas del sur de Filipinas no se vieron hasta que el tifn de fi-

130

Cmo asumir su propia identidad

nales de 1991 las azot, cuando la tierra, desnuda ya, no


pudo contener el agua y la dej precipitarse sin control hacia
las ti erras bajas con un volumen cuatro veces el normal, ahogando a miles de habitantes pobres de la regin. La mierda
ocurre , como dice aq uella pegatina para parachoques. El
problema es que, con demasiada frecuencia, no estamos dispuestos a ver nuestro papel en ella. Ciertamente, hay riesgos
en desdear la armona de las cosas.
La armon a de la naturaleza nos rodea y est dentro de nosotros todo el tiempo. Percibirla es una ocasin de inmensa
felicidad, pero suele apreciarse s lo en retrospectiva o en su
ausencia. Cuando todo va bien en el cuerpo, tiende a pasar
inadvertida. La falta de dolor de cabeza no es noticia de primera pgina para nuestra corteza cerebral. Capacidades tales
como caminar, ver, pensar y orinar se cuidan solas, y de esa
manera se mezclan en el paisaje del automatismo y la inconsc ienc ia. Slo el dolor, el temor o la prdida nos despiertan y nos hacen ver las cosas. Pero entonces ya es difcil ver
la armona, y nos encontramos atrapados en la turbulencia,
que se contiene a s misma, como los rpidos y las cascadas,
orden de grado ms difc il y sutil dentro del ro de la vida.
Joni Mitc hell canta: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes ...
Cuando me bajo del coche, me inclino en mi interior ante
esos viajeros por ungir el espacio areo de este aparcamiento
de hospital, necesa riamente civilizado, con una dosis muy
refresca nte de salvajismo natural.

Sugerencias: Trate de descorrer el velo de la inconsc iencia


para perc ibir armona en este momento. La ve en las nubes
en el c ielo, en las personas, en el tiempo atmosfrico, en I~
com ida, en su cuerpo, en esta respiracin? Mire y vuelva a
mirar, aqu mismo, ahora, en este momento!

TEMPRANO POR LA MAANA

Aunque no tena trabajo alguno al que acudir, ni hijos a


quienes alimentar y llevar a la escuela, ni motivos externos

En el espritu de la presencia mental

13 1

para madrugar, du rante el tiempo que vivi en Walden, Thoreau tena la costumbre de levantarse temprano y baarse en
la laguna al amanecer. Lo haca por motivos interiores, como
una disciplina espiritual: Era un ejercicio religioso, y una de
las mejores cosas que he hecho.
. .
Con su bien conocido adagio sobre el tema, Benam1n
Franklin tambin elogiaba las virtudes de la salud, riqueza y
sabidura que se consiguen levantndose temprano. Pero no
lo deca de dientes para fuera; lo practicaba.
Las virtudes de levantarse de madrugada no tienen nada que
ver con meter ms horas de ajetreo e industria en el da, si n o
j usto lo contrario. N acen del silenc io y soledad ~e esa hma, y
de la posibilidad de usar ese tiempo para expandir la conc ien cia, para contemplar, pa ra concederse tiempo para ser, para no
hacer nada deliberadamente. Tranquilidad, oscuridad, aurora,
quietud, todo ello contribuye a hacer del amanecer una hora
especial para la prctica de la presencia mental.
Despertarse temprano tiene el valor aadido de comenzar
el da con una verdadera ventaja. Si puede comenza r su da
con una firme base de presencia mental y paz interior, entonces, cuando deba ponerse en marcha y comenzar ~ _hacer,
tiene muchas ms probabilidades de que el hacer, flu1ra de su
ser. Tiene ms probabilidades de llevar consigo una presencia mental robusta, una seren idad interior y un equ il ibri o
mental que si salta de la cama y enseguida tien e que atender
a las exigencias y responsabilidades del trabajo por urgente e
importante que ste sea.
El poder que da el levantarse temprano es tan ~ norme que
puede tener una profunda influencia en la vida d_e una persona, incluso sin la prctica formal de la presencia mental. El
solo hecho de ver la aurora cada da es, en s mismo, un a llamada a despertar.
Pero para m el amanecer es una hora maravillosa para la
meditacin formal. Nadie se ha levantado; a n no han empezado las pri sas del mundo . Me levanto y por lo general dedico alrededor de una hora a ser, sin hacer nada. Esto lo llevo a
cabo desde hace 26 aos, y no ha perdido su atractivo. A veces me resulta difcil despertar y ya sea mi cuerpo o mi mente
se resiste. Pero parte del valor est en hacerl o de todas man~
ras aunque no me apetezca .

132

Cmo asumir su propia identidad

Una de las principales virtudes de una disciplina diaria es


una transparencia adquirida hacia los ruegos de los estados
de nimo transitorios. El compromiso de levantarse temprano
a meditar es independiente del de desear o no desear hacerlo
alguna determinada maana. La prctica nos llama a un grado superior, el de recordar la importancia de estar despiertos
y la facilidad con que uno puede caer en una forma automtica de vivir carente de conciencia y sensibilidad. El despertarse temprano para practicar el no hacer es de suyo un proceso
templador. Genera calor suficiente para reordenar nuestros
tomos, nos procura una celosa cristalina nueva y ms fuerte
de cuerpo y mente, celosa que nos conserva honestos y nos
recuerda que la vida es mucho ms que hacer cosas.
La disciplina proporciona una constancia que es independiente del tipo de da que tuvimos ayer y del tipo de da que
nos espera hoy. Yo trato en especial de darme tiempo para la
prctica formal, aunque slo sean unos minutos, los das en
que ocurren acontecimientos importantes, felices o molestos, cuando mi mente y las circunstancias estn alborotadas,
cuando hay muchas cosas que hacer y los sentimientos se
presentan fuertes. De esa manera es menos probable que no
vea el sentido de tales momentos, e incluso podra navegar
por ellos un poco mejor.
Al conectarse con la presencia mental por la maana temprano, uno se recuerda que las cosas cambian de manera
constante, que tanto las buenas como las malas vienen y van
y que es posible encarnar una perspectiva de constancia, sabidura y paz interior ante cualquier problema que se presente. Hacer la opcin diaria de despertarse temprano para practicar es una encarnacin de esta perspectiva. A veces me
refiero a ella con la expresin mi rutina, pero est muy lejos de ser una rutina. La presencia mental es todo lo contrario
de rutina.
Si a usted no le atrae la idea de levantarse una hora antes
de lo que lo hara normalmente, siempre puede probar con
media hora, quince minutos o cinco minutos. Lo que cuenta
es la intencin. Aun cinco minutos de prctica de presencia
mental por la maana pueden ser valiosos. E incluso cinco
minutos de sueo sacrificado nos servirn para que nos demos cuenta de lo apegados que estamos al sueo y, por lo

En el espritu de la presencia mental

133

tanto, de cunta disciplina y resolucin necesitamos para


procurarnos aunque sea ese pequeo rato para estar despiertos sin hacer nada. Al fin y al cabo, la mente pensante tiene
siempre la muy creble exc usa de que si no se va a hacer
nada, y no hay verdadera urgencia de hacerlo esta maana, y tal vez s hay verdaderos motivos para no hacerlo, por
qu no aprovechar para dormir un poco ms, algo que se necesita ahora, y comenzar maana?
Para superar esa previsible oposicin del otro rincn de la
mente, es necesario decidir la noche anterior que nos vamos
a despertar, sin que importe en absoluto lo que diga la mente
pensante. se es el sabor caracterstico de la verdadera intencionalidad y disciplina interior. Se hace, sin ms, porque uno
se ha prometido hacerlo a la hora fijada, apetezca a la mente
o no le apetezca. Despus de un tiempo, la disciplina se
transforma en parte de uno. Es la nueva manera como uno
elige vivir. No se trata de un deber, no supone obligarse.
Los valores y los actos han cambiado.
Si an no est preparado para eso (e incluso si lo est),
siempre puede aprovechar el momento mismo de despertar, a
la hora que sea, como un momento de presencia mental, el
primero del nuevo da. Antes incluso de moverse, trate de conectar con el hecho de que est respirando. Sienta su cuerpo
echado en la cama. Endercelo. Pregntese Estoy despierto
en este momento? S que se me ha hecho el regalo de un
nuevo da? Estar despierto para l? Qu ocurrir hoy? En
este momento no lo s en realidad. Incluso mientras pienso
en lo que tengo que hacer, puedo estar abierto a este no saber? Puedo considerar el da de hoy como una aventura?
Puedo verlo lleno de posibilidades en este instante?

La maana es cuando estoy despierto y hay un amanecer en m. [... ] Hemos de aprender a redespertar y a
mantenernos despiertos, no por medio de ayudas mecnicas sino mediante una expectacin infinita del amanecer, que no nos abandona a nuestro sueo ms profundo. No conozco hecho alguno alentador que la
indudable capacidad del hombre para elevar su vida
mediante el esfuerzo consciente. Ya es algo ser capaz

134

Cmo asumir su propia identidad

En el espritu de la presencia mental

de pintar un cuad ro o de tal lar una estatua, como lo es


hacer algunos objetos hermosos; pero es muchsimo
ms glorioso tallar y pintar la atmsfera misma y el medio a travs del cual miramos [ ... ] Influir en la calidad
del da, sa es la ms suprema de las artes.
THOREAU,

Walden

Sugerencias: Trate de contraer un compromiso cons igo mismo para leva ntarse ms temprano de lo que se levantara si
no se comprometiese. El hacerlo ya cambia la vida. Que ese
tiempo, no importa su duracin, sea un ti empo para ser,
un tiempo para la presencia mental deliberada. No lo llene
con otra cosa que no sea conciencia. No hay necesidad de
que repase menta lmente sus compromisos para el da ni de
que viva por adelantado. ste es un tiempo de no tiempo,
de presencia, de ser consigo mismo.
Adems, en el momento de despertar, antes de bajarse de
la cama, conecte con su respiracin, sienta las diversas sens.ac~o nes de su cuerpo, advierta cual quier pensamiento y sent1m1 ento que puedan estar presentes, que su presencia mental
toque este momento. Siente su respiracin? Percibe el amanecer de cada insp iracin ? Disfruta de la sensacin que causa el aire que entra con libertad plena en su cuerpo en este
momento ? Preg ntese : Estoy despierto ahora?

CONTACTO DIRECTO

Todos tenemos ideas e imgenes de la rea lidad, recogidas


de otras personas, de cursillos que hemos hecho, de libros que
hemos ledo, o de televisin, radio, prensa ..., de la cultura en
gener.al, que nos describen cmo son las cosas y lo q ue est
ocurriendo. En consecuencia, solemos ver nuestros pensamientos o los de otra persona, en lugar de ver lo que tenemos
delante o en nuestro interior. Muchas veces, ni siquiera nos
molestamos en mirar o comprobar cmo nos sentimos, porque creemos que ya lo sabemos y lo entendemos. De esta manera es posible que estemos cerrados a la maravillosa vitali -

135

dad de lo inesperado. Si no tenemos cuidado, incluso podemos olvidar que es posible el contacto directo. Es posible que
no desconectsemos de lo elemental , y ni siquiera nos diramos cuen ta. Podemos vivir en una realidad de sueos de
nuestra propia invencin, sin advertir siquiera la prdida, la
brecha, la distancia innecesaria que colocamos entre nosotros
mismos y la experiencia. Sin saber esto, empobreceremos espiritual y emocionalmente. Pero cuando nuestro contacto con
el mundo es directo puede ocurrir algo maravilloso y nico.
Viki Weisskopf, mentor y amigo mo, fsico famoso, cuenta esta pattica historia acerca del contacto directo:

Hace unos aos recib una invitacin para dar una serie
de charlas en la Universidad de Arizona, en Tucson .
Acept encantado porque eso me dara la oportunidad
de visitar el observatorio astronmico de Kitts Peak,
que tena un potente telescopio por el cual siempre haba deseado mirar. Ped a mis anfitriones que me organizaran una visita nocturna al observatorio para poder
mirar algunos objetos interesantes por el telescopio.
Pero se me dijo que eso sera imposible porque el telescopio estaba en uso constante para fotografas y otras
actividades de investigacin. No haba tiempo para dedicarse a mirar objetos. Contest que en ese caso me
sera imposible dar mis charlas. A los pocos das me informaron que todo se haba dispuesto seg n mis deseos. Una noche maravillosamente despejada subimos
en coche a la montaa. Las estrellas y la Va Lctea brillaba n con intensidad y se vean tan cerca que hasta pareca que se pud ieran tocar. Entr en la cpu la y ped a
los tcnicos que manejan el telescopio activado por ordenador que me hicieran ver Saturno y unas cuantas
galaxias. Fue un placer enorme ver por m mismo, Y
con la mayor claridad, todos los detalles que antes slo
haba visto en fotografas. Mientras estaba observando
todo eso, me di cuenta de que la sala haba comenzado
a llenarse de gente. Uno por uno fueron mirando tambin por el telescopio. Se me dijo que todos eran ast~
nomos que trabajaban en el observatorio, pero que a-

136

En el espritu de la presencia mental

Cmo asumir su propia identidad

ms haban tenido la oportunidad de mirar directamente los objetos de sus investigaciones. Slo me resta esperar que este encuentro les haya hecho comprender la
importancia de esos contactos directos.
WEISSKOPF,

The )oy of /n sight

Sugerencias: Trate de pensar que su vida es por lo menos tan


maravillosa y milagrosa como la luna o las estrellas. Qu se
interpone entre usted y el contacto di recto con su vida? Qu
puede hacer para cambiar eso?

HAY ALGO MS QUE QUIERA DECIRME?

Es evidente que en la relacin mdico-pac iente se da apenas una importancia mnima al contacto directo. Hacemos lo
imposible por ayudar a los estud iantes de medicina a comprender la topologa de este paisaje y a no huir de l aterrados porque ell o implica sus sentim ientos como personas y la
necesidad de escuchar con verdadera empata, y de tratar a
los pacientes como a personas y no s lo como a rompecabezas de enfermedades y oportunidades para ejercer juicio y
control. Son tantas las cosas que pueden obstacu lizar el contacto directo! A muchos mdicos les fa lta la preparacin formal en esta dimensin de la medicina. Terminan los estud ios
inconscientes de la im portancia crucial que tiene la comunicacin y aten cin efi caz en lo que llamamos atencin o cuidado mdico, pero que con demasiada frec uencia es slo
cuidado de la enfermedad; e incluso un buen cuidado de la
enfermedad puede ser lamentablemente deficiente si el sujeto es excl uido de la ecuacin.
Mi madre, exasperada por su incapac idad para encontrar
un mdico dispuesto a tratar en serio sus inquietudes, explicaba su experiencia. En una visita solicitada por ella pues
an no poda caminar bien y tena mucho dolor, el cirujano
ortopdico que le haba reemplazado la cadera por una artifi cial la examin por rayos X y coment lo bien que se ve a la
cadera (soberbia fue la palabra que us), y no hizo amago

137

de examinarle la cadera ni la pierna, y ni siquiera de hacer


caso a sus quejas hasta que el la hubo insistido varias veces. Y
an as, su queja tuvo muy poco peso, porque los rayos X fueron suficientes para convencer al mdico de que ella no tena
por qu sentir dolor alguno. Pero lo senta.
Sin siquiera proponrselo, los mdicos se esconden detrs
de su obra, de sus instrumentos, an lisis md icos y vocabulari o tcnico. Es posible que no deseen entrar en contacto
di recto con el paciente como persona completa, con sus pensamientos, temores, valores, preocupaciones y preguntas,
expresados y no expresados. Muchas veces dudan de su capacidad de hacer esto porque es un territorio desconocido y
potencialmente aterrador. En parte, tal vez tampoco estn
acostumbrados a mirar sus propios pensami entos, temores,
va lores, preocupaciones ni dudas, de modo que quiz los de
otra persona les parezcan bastante terribles. Y tambin es posible que crean que no tienen tiempo para abrir estas compuertas, o que tendran que saber cmo reaccionar. Pero lo
que neces itan la mayora de los pacientes es que se los escuche, que se est presente, que se tome en seri o a la persona, no slo a la enfermedad.
Con este fin, enseamos a nuestros estudiantes de medicina, entre otras muchas cosas, a hacer, al final de la entrevista, la pregunta amplia y abierta: Hay algo ms que
quiera decirme? Los animamos a esperar, durante un buen
rato si es preciso, para deja r al paciente el espacio psquico
necesario para que considere sus necesidades y tal vez el verdadero motivo que los ha llevado all. Muchas veces esto no
es lo que se trata en primer o segu ndo luga r, e incluso ni se
toca si el mdico no est particularmente interesado o tiene
prisa.
Un da, en una sesin de perfeccionamiento para el profesorado, algunos especialistas de otra institucin nos estaban
explicando su programa de formacin para la entrevista mdica, en el cual usan grabaciones en vdeo para que los alumnos vea n y comenten su esti lo en la entrevista. Llegados a
cierto punto, nos pusieron videoclips muy cortos en los cuales slo se vea la parte fi nal de varias entrevistas, cuando el
entrevistador (cada alumno) hace la ltima pregunta al paciente: Hay algo ms que qui era preguntarme? Antes de

138

Cmo asumir su propia identidad

pasar estos videoclips se nos asign la tarea de fijarnos y despus informar de lo que ocurra.
Slo bamos en el tercer el ip cuando yo ya tena que hacer
esfuerzos increbles para no revolcarme de risa en el suelo.
Ante mi sorpresa, vi muchas expresiones de incomprensin
entre los asistentes, aunque algunos lo captaron de inmediato. En cada clip ocurra lo mismo, pero resultaba tan evidente
que era difcil verlo, como ocurre con muchas de las cosas
que tenemos ante las narices.
En casi todos los clips, mientras el alum no preguntaba al
paciente lo que se le haba enseado a decir para cerrar la
entrevista ( Hay algo ms que quiera preguntarme? ), cada
uno mova al mismo tiempo la cabeza de un lado a otro,
transmitiendo sin palabras el mensaje: No, por favor, no me
diga nada ms!

LA PROPIA AUTORIDAD

Cuando comenc a trabajar en el centro mdico me dieron tres batas blancas largas que en el bolsillo llevan primorosamente bordadas las palabras Dr. Kabat-Zinn/Departamento de Medicina. Quince aos llevan co lgadas, sin ser
usadas, detrs de mi puerta.

Estas batas blancas simbolizan todo lo que a m no me hace


falta en mi trabajo. Supongo que van bien para los mdicos,
ya que rea lzan el aura de autoridad y por lo tanto el efecto
placebo positivo en sus pacientes. El aura aumenta an ms
si del bolsillo cuelga, en el ngulo preciso, un estetoscopio. A
veces, llevados de su entusiasmo, los mdicos jvenes tratan
de hacerlo mejor y lo ll evan colgado con estudiada despreocupacin del cuello y hombros.

Pero trabajando en la clnica para la reduccin del estrs, la


bata blanca sera un verdadero impedimento. Ya tengo que
trabajar horas extras para parar y devolver todo lo que la gente proyecta sobre m porque soy el Seor Relajacin , o el

En el espritu de la presencia mental

139

doctor Jntelo Todo o el Seor Sabidura y Compasin encarnadas. Precisamente lo importante en la reduccin del
estrs basada en la presencia mental (y por eso en la promocin de la salud en su sentido ms amplio) es desaiiar y animar a la persona a que se convierta en su propia autoridad,
responsabilizarse ms de su vida, de su cuerpo y de su salud.
Me gusta recalcar que cada persona es ya la autoridad mundial sobre ella misma, o por lo menos podra serlo si comenzase a prestar atencin a las cosas conscientemente. Gran
parte de la informacin que necesitamos acerca de nosotros
mismos y de nuestra salud, informacin que necesitamos sin
falta para crecer, curar y hacer opciones de vida ms eficaces, la tenemos ya en las puntas de los dedos, en la punta, o
mejor dicho delante, de nuestras narices.

Lo que precisamos para participar ms plenamente en nuestra salud y bienestar es escuchar con ms atencin y confiar
en lo que omos, confiar en los mensajes de nuestra vida, de
nuestros cuerpo, mente y sentimientos. Con demasiada frecuencia este sentido de participacin y confianza es un ingrediente que falta en la medicina. Lo llamamos movilizar los
recursos interiores del paciente para curar, para ser un poco
ms firmes y enrgicos, para hacer ms preguntas o para desenvolverse con ms habilidad. Esto no es reemplazar la atencin mdica especializada, sino un complemento necesario
de ella, si deseamos vivir una vida verdaderamente sana, sobre todo cuando hacemos frente a la enfermedad, discapacidad, desafos a la salud, y a un sistema sanitario que, con
frecuencia antiptico, es agresivo, insensible y a veces iatrognico, que en realidad es casi totalmente un sistema de
atencin a la enfermedad.
Desarrollar una actitud tal significa ser el autor de la propia vida y, por lo tanto, asumir uno mismo cierta medida ele
autoridad. Requiere creer en s mismo, algo que en el fondo,
por desgracia, muchos no hacemos.

La indagacin consciente puede cu rar la poca autoestima,


por la simple razn de que la poca estimacin personal es, de

140

En el espritu de la presencia mental

Cmo asumir su propia identidad

hecho, un clculo equivocado, una mala percepcin de la


realidad. Esto es posible verlo con claridad cuando se observa el propio cuerpo o sencillamente cuando observa la respiracin durante la meditacin. De inmediato usted ve que su
cuerpo es milagroso. Realiza hazaas pasmosas momento a
momento sin ningn esfuerzo consciente. Nuestro problema
con la estima personal nace, en gran medida, de nuestra manera de pensar, coloreada por las experiencias pasadas. Slo
vemos nuestros defectos y los inflamos hasta la exageracin.
A l mismo tiempo restamos importancia a nuestras buenas
cualidades, dndolas por supuestas, o no las reconocemos en
absoluto. Tal vez nos quedamos atascados en las heridas de
nuestra infancia, en muchas ocasiones profundas y an sangrantes, y nos olvidamos o jams descubrimos que tambin
tenemos cualidades de oro. Las heridas son importantes, pero
tambin lo son nuestra bondad interior, nuestro cario, nuestra amabi lidad hacia los dems, la sabidura del cuerpo,
nuestra capacidad de pensar, de saber qu es qu. Y s que
sabemos qu es qu, mucho ms de lo que somos capaces de
reconocer. Sin embargo, en lugar de ver de manera equilibrada, so lemos perseverar en el hbito de proyectar sob re los dems que ellos estn bien y nosotros no. Yo me resisto
cuando la gente proyecta as sobre m. Trato de devolverles la
proyeccin de la manera ms sensata que puedo, con la esperanza de que vean lo que hacen y comprendan que su energa positiva hacia m es en realidad de ellos. La positividad es de ell os. Es su energa y necesitan tenerla, usarla y
valo rar su fuente. Por qu iban a ceder su poder? Yo ya tengo
mis propios problemas.

[Las personas] miden su estima mutua por lo que cada


una tiene, no por lo que cada una es. [... ) Nada puede
darte paz sino t mismo.
RALPH W ALDO EMERSON,

Self-Reliance

141

DONDEQUIERA QUE VAYAS, ALLi ESTS

Se ha fijado que no hay manera de huir de nada? Que


con mayor o menor prontitud nos alcanzan las cosas con que
no queremos enfrentarnos y de las cuales tratamos de escapar, disimular o pretender que no existen, sobre todo si tienen que ver con nuestros viejos hbitos y temores? La idea romntica es que si las cosas no estn bien aqu, basta con ir
all y todo ser diferente: si este trabajo no es bueno, cambie
de trabajo; si esta esposa no es buena, cambie de esposa; si la
ciudad no es buena, camb ie de ciudad; si los hijos no son
buenos, djelos para que otras personas se hagan cargo de
ellos. La idea subyacente es que el motivo de los problemas
est fuera de uno, en los dems, en el luga r, en las ci rcunstancias. Se cambia el lugar, cambia n las ci rcunstancias y
todo se arregla; se puede comenzar de nuevo, se tiene un
nuevo comienzo.
El problema de esta manera de pensar es que ignora convenientemente el hecho de que uno lleva consigo la cabeza y
el corazn, y lo que algunos ll aman karm a . No se puede
escapar de s mismo, por mucho que se intente. Y, en todo
caso, qu razn, aparte del puro ilusionismo, nos va a hacer
creer que las cosas van a ser diferentes o mejores en otro lugar? Tarde o temprano, los mismos problemas surgi rn si en
realidad nacen en gran parte de nuestra manera de ver, pensar y comportarn os. Con demasiada frecuencia nuestra vida
deja de funcionar porque dejamos de trabajar en la vida, porque no estamos di spuestos a responsabilizarnos de las cosas
tal como son, y de trabajar con nuestras dificu ltades. No entendemos que, en rea lidad, es posible alcanzar la clarid ad, la
comprensin y la transformacin justamente en medio de lo
que est aqu y ahora, por muy problemtico que sea. Pero
para nuestro sentido del yo es ms fci 1 y menos aterrador
proyectar nuestra parte en los problemas sobre otras personas
y en el entorno.
Es mucho ms fci l encontrar defectos, cu lpar, creer que lo
que se necesita es un cambio en el exterior, escapar de las
fuerzas que nos retienen impidindonos crecer y encontrar la
felicidad. Incluso uno se puede culpar a s mismo de todo y, en
un escape de la responsabilidad, huir, pensando que se ha he-

142

Cmo asumir su propia identidad

cho un desastre de todo o que se est daado de manera


irreparable. En cualquier caso, uno se cree incapaz de verdadero cambio o crecimiento, y opina que es necesario ahorrar
ms dolor a ls dems eliminndose uno mismo del escenario.
Las vctimas de esta manera de ver las cosas estn por todas partes. Mire hacia cua lquier sitio y encontrar relaciones
rotas, familias rotas, personas rotas: errantes sin races, perdidos, yendo de aqu para all, de este trabajo a ese otro, de
esta relacin a esa otra, de esta idea de salvacin a esa otra
con la desesperada esperanza de que la persona adecuada, e
trabajo adecuado, el lugar adecuado, el libro adecuado, va a
mejorarlo todo. O con el sentimiento de estar solo, de ser
indigno de amor, desesperado, habiendo dejado de mirar e
incluso de hacer el menor intento, por errado que sea, de encontrar la paz mental.
La meditacin no confiere, por s misma, la inmunidad a
este hbito de bu scar en otra parte las respuestas y soluciones
a los propios problemas. A veces, las personas van sin cesar
de tcnica en tcnica, de maestro en maestro, de tradicin en
tradicin, buscando ese algo especial, esa enseanza especial, esa relacin especial, ese momentneo xtasis que les
abrir la puerta a la comprensin de s mismos y a la liberacin. Pero eso se puede transformar en un grave engao, en
una bsqueda interminable por evitar ver lo que tenemos ms
cerca y que tal vez es ms doloroso. Movidas por el miedo y
por el deseo de encontrar a ese alguien especia l que las ayude a ver con claridad, a veces, las personas caen en dainas
relaciones de dependencia con profesores de meditacin, olvidando que por muy bueno que sea el profesor, quien ha de
vivir el trabajo interior es uno mismo, y que el trabajo siempre procede de la tela de la propia vida.
Incluso algunas personas acaban por aprovecha r mal los
retiros de meditacin dirigidos por un maestro, considerndolos ms una manera de mantenerse a flote en su vida que
una oportunid ad ampliada de mirar en su interior con ms
profundidad. Todo es, en cierto modo, fcil en un retiro. Estn satisfechas las necesidades indispensables de la vida; el
mundo tiene sentido. Mi nica obligacin es sentarme y caminar, estar atento, permanecer en el presente, ser alimentado y atendido por un personal amable, escuchar la gran sabi-

En el espritu de la presencia menta~

dura expuesta por personas que han trabajado en profundidad en s mismas y han logrado considerable comprensin y
armona en sus vidas; y entonces ser transformado, estimulado, para vivir ms plenam~nte, sab~r cmo estar en el mundo
y tener una mejor p:rspect1~a de mis proble~as.
En un sentido mas amplio, todo esto es cierto. Los buenos
maestros y los largos perodos de meditacin e~ la soleda~ ~el
retiro pueden ser muy valiosos y sanadores, SI. uno esta ?1spuesto a mirar todo lo que surge duran~e el retiro. Pero ex1~te
tambin el pel igro, del que hay que cuidarse, de que el retiro
se convierta en un retiro de la vida en el mund~, Y que 1.a
transformacin tenga slo la profundidad de la piel. Es posible que esto dure unos das, semanas o ~~ses ~n.a vez acabado el retiro, y despus uno vuelva a los vieJOS ha.bitas Y ~alta de
claridad en las relaciones y al deseo del prximo retiro, ~el
prximo gran maestro, del peregrinaje a Asia o de cual.quier
otra fantasa romnti ca en que las cosas se van a profundizar o
aclarar y entonces uno va a ser una mejor persona.
.
Esta manera de pensar y de ver es una trampa demas1~d?
frecuente. A la larga no hay manera alguna de escapar con ex1to de uno mismo, slo hay transformacin. Ya sea q~e se re~u
rra a las drogas, a la meditacin, al alcohol ,.~I divorcio o a deiar
el trabajo, no puede haber ninguna resoluc1on que con?uzc~,al
crecimiento mientras no se haya hecho frente a la s1t~~c1on
presente, abrindose a ella con presencia mental , perm1t1endo
que la aspereza de la propia situacin lime las asper~zas de
nuestras propias aristas. En otras palabras es necesario estar
dispuesto a dejar que la vida misma sea nuestra maestra.
ste es el camino de trabajar donde uno se encuentra Y
con lo que se encuentra aqu y ahora .. Entonces, esto ~s en
realidad este lugar, esta relacin, este dilema, este ~rabaJO. El
desafo de la presencia mental es trabajar con las circunstancias mismas en que nos encontramos por desagradables,
desalentadoras, limitadas e interminables que parezcan, Y
cerciorarnos de haber hecho todo lo que estaba en nuestro
poder para usar sus energas para transformarnos a nos~tros
mismos antes de decidirnos a cortar por lo sano Y camb.1ar a
otra cosa. Aqu es donde ha de ocurrir el verdad.ero .t:abaJ
As pues, si piensa que la prctica de la me~1tac1on resulta
aburrida, o no la hace bien, o que las cond 1c1ones del lugar

144

Cmo asumir su propia identidad

En el espritu de la presencia mental

145

~~~~~~~~~-

donde est no son las adecuadas, y que si estuviese en alguna


cueva del Himalaya, en un monasterio oriental, en alguna
playa tropical o en un retiro en un paraje natural, las cosas
iran mejor y su meditacin sera ms slida, reconsidrelo.
Cuando llegue a su cueva, su playa o su retiro, all estar usted, con la misma mente, el mismo cuerpo y la misma respiracin que tiene aqu. Cuando lleve quince minutos en la
cueva, quiz se sienta solo, desee ms luz, comience a gotear
agua del techo ... Y si estuviese en la playa, podra llover o
hacer fro. Si se encontrase en un retiro, tal vez no le gustaran
los profesores, la com ida o la habitacin. Siempre habr algo
que le disguste. Entonces, por qu no olvidarse de eso y reconocer que puede sentirse a gusto dondequiera que est? En
ese preciso momento, usted toca el ncleo de su ser e invita a
la presencia mental a entrar y sanar. Si comprende esto, entonces, y slo entonces la cueva, el monasterio, la playa o el
centro de retiro le ofrecer esta verdadera riqueza.

Mi pie resbala en un reborde estrecho: en esa fraccin


de segundo, cuando las agujas del miedo se clavan en
el corazn y las sienes, la eternidad se cruza con el momento presente. El pensamiento y la accin no son diferentes, y la roca, el aire, el hielo, el so l, el miedo y el yo
somos uno. Lo estimulante es extender esta aguda conciencia a los momentos corrientes, en la experi encia
momento a momento del quebrantahuesos y del lobo,
los cuales, encontrndose a s mismos en el centro de
las cosas, no tienen necesidad alguna de guarda r en secreto su verdadero ser. En el aire mismo que inspiramos
en este momento reside el secreto que todos los grandes maestros intentan decirnos, el que un lama llama
la precisin, apertura e inteligencia del presente. La
finalidad de la meditacin no es la iluminacin es
prestar atencin incluso a los momentos ordinarios' ser
del presente, nada sino el presente, llevar esta pre~en
cia mental de ahora a cada momento de la vida corriente.
PETER MATTHIESSEN, The Snow Leopard

SUBIR A LA OTRA PLANTA

En la vida diaria abundan las ocasiones de practicar la


presencia mental. Una buena ocasin para m es cuando
subo al piso de arriba. Lo hago cien tos de veces al da cuando estoy en casa. Por lo general necesito buscar algo o hablar
con alguien arriba, pero la mayor parte de la cosas que tengo
que hacer estn abajo, de modo que a menudo me encuentro
dividido entre dos lugares. Subo slo para bajar tan pronto he
encontrado lo que buscaba, o ido al lavabo o lo que sea.

As pues, he descubierto que con frecuenc ia me siento impulsado por la necesidad de estar en otra parte o por lo siguiente
que creo que debe ocurrir o por el sigu iente lugar donde creo
que debo estar. Cuando voy subiendo a toda prisa las escaleras, de dos en dos escalones, a veces tengo la presencia mental de cogerme en medio de esa frentica carrera. Tomo conciencia de que estoy ligeramente sin aliento, con el corazn
tan acelerado como mi mente, de que en ese momento todo
mi ser est impulsado por un objetivo urgente que muchas
veces incluso olvido cuando ya estoy arriba.
Si soy capaz de capturar en la conciencia esa oleada de
energa mientras an estoy al pie de 1 ~ escalera? comen~an
do a subir, aminoro la marcha, y no solo me obligo a subir de
peldao en peldao sino a ir realmente lento, tal vez con una
respiracin completa por peldao, recordndome que en realidad no hay lugar alguno al que tenga que ir y cosa alguna
que no pueda esperar otro momento, en consideracin a estar
plenamente en ste.
Cuando me acuerdo de hacer esto, descubro que estoy
ms conectado durante el camino y ms centrado al llegar
arriba. Tambin descubro que casi nunca hay una prisa externa, sino slo una interna, impulsada normalmente por la impaciencia y un tipo de pensamiento ansioso no atento, el cual
vara desde una sutileza tal que he de esforzarme mucho para
detectarlo, o tan dominante que casi nada puede parar su
fuerza. Pero aun entonces, puedo tener conciencia de l y de
sus consecuencias, y esta conciencia en s misma me sirve
para evitar perderme por completo en la turbulencia de la

146

Cmo asumir su propia identidad

mente en esos momentos. Y, tal como es posible adivinar,


esto funciona tambin al bajar la escalera, pero aqu, dado
que la fuerza de gravedad est a mi favor, es incluso ms difcil desacelerar las cosas.

Sugerencias: Trate de aprovechar las ocasiones ordinarias y


repetitivas que se le presentan en su casa para practicar la
presencia mental. Ir a la puerta de ca lle, contestar el telfono, buscar a alguien por la casa para hablar, ir al lavabo, reti rar la ropa seca del tendedero o del secador, ir a la nevera,
todas estas actividades son ocasiones para aminorar la marcha y estar ms en contacto con cada momento presente. Observe los sentimientos interiores que lo empujan hacia el telfono o hacia la puerta al or el primer timbrazo. Por qu el
tiempo de reaccin tiene que ser tan rpido que lo saque de
la vida que estaba viviendo el instante anterior? No pueden
ser ms arm oniosas las transiciones? No podemos estar ms
donde nos encontramos, todo el tiempo?
Trate tambin de esta r presente en las cosas como darse
una ducha o comer. Cuando se encuentra bajo la ducha,
est ah en realidad? Siente el agua que se desliza por su
piel o se hall a en otro lugar, sumido en sus pensamientos,
perdindose toda la ducha? Comer es otra oportunidad para
practicar la presencia mental. Saborea su comida ? Tiene
conciencia de la velocidad, de la cantidad, de la hora, del lugar y de lo que est comiendo? Puede convertir todo su da,
a medida que transcurre, en una ocasin para estar presente o
para volver al presente, una y otra vez?

LIMPIAR LA COCINA ESCUCHANDO A BOBBY MCFERRIN

Soy capaz de perderme y encontrarme simultneamente


cuando limpio la cocina de guisar. sta es una gra n ocasi n,
aunque excepciona l, para la prctica de la presencia mental.
Dado que no lo hago con regularidad, es todo un reto cua ndo
me pongo a ello, y hay muchos grados de limpieza a los que
apu ntar. Juego a dejar la cocina tan limpia que parezca recin comprada cuando acabe.

En el espritu de la presencia mental

147

Uso un estropajo que sea lo bastante abrasivo como para quitar los restos de comida pegados si lo paso con bicarbonato de
soda, pero no tan abrasivo que raye el acabado. Quito todos
los elementos de los quemadores e incluso los tiradores para
encender, y los dejo en remojo en el fregadero para limpiarlos
y colocarlos al final. Despus friego cada centmetro cuadrado
de la superficie de la cocina, con movimientos circulares aqu,
movimientos hacia atrs y hacia adelante all, segn sea el lugar y la topologa de la porquera. Entro en los movimientos en
redondo y atrs y adelan te, sintindolos en todo mi cuerpo, ya
no tratando de 1impiar la cocina para que se vea hermosa, sino
slo moviendo, moviendo, observando, observando cmo van
cambia ndo las cosas lenta mente ante mis ojos. Al final , lim pio
con sumo cuidado las superficies con una esponja hmeda.

A veces aado msica a la experiencia; otras, prefiero el silencio para mi trabajo. Un sbado por la maana, estaba
puesto un casete de Bobby McFerrin cuando surgi la ocasin de fregar la cocina. Entonces la 1impieza se convi rti en
baile, fundindose y mezclndose los ensalmos, los son idos,
los ritmos y movimientos de mi cuerpo, desplegndose los
sonidos con los movimientos, las muchas sensaciones en mis
brazos y las necesarias modulaciones en la presin de mis dedos al fregar, cambiando de forma y desaparec iendo lentamente los restos pegados de anteriores cocciones, todo entrando y saliendo de la conciencia con la msica : una gran
danza de presencia, una celebracin del ahora. Y al fina l,
una coc ina limp ia. Se despierta esa voz interior que por lo
general reclama el mrito de estas cosas (M ira lo limpia que
he dejado la cocina) y busca la aprobacin (Verdad que
he hecho un buen trabajo? ), pero rpidamente se acalla ante
la comprensin ms profunda de lo que ha ocurrido.

Por lo que toca a la presencia mental, no puedo afirmar que


yo he limpiado la cocina. Es ms bien que la cocina se limpi a s misma, con la ayuda de Bobby McFerrin, el estropajo,
el bi carbonato y la esponja con las actuaciones invitadas del
agua caliente y una cadena de momentos presentes.

148

Cmo asumir su propia identidad

CUL ES MI TRABAJO EN El PLANETA, CON T MAYSCULA?

Cul es mi trabajo en el planeta? es una pregunta que


muy bien podramos hacernos una y otra vez. De otra manera, es posible que acabemos haciendo el trabajo de otra persona sin siquiera saberlo. Y, lo que es ms importante, que
esa otra persona sea un producto de nuestra imaginacin y,
tal vez, una prisionera de ella tambin.
En cuanto criaturas pensantes, empaquetadas, como toda
forma de vida, dentro de unidades orgnicas nicas que llamamos cuerpos, y al mismo tiempo incorporadas total e impersonalmente en la trama y urdimbre del desplegarse incesante de la vida, tenemos una capacidad singu lar para
responsabilizarnos de nuestra parte nica de lo que significa
estar vivos, al menos mientras disponemos de nuestro breve
momento bajo el sol. Pero tambin tenemos la singu lar capacidad de permitir que nuestra mente pensante nuble nuestro
trnsito por este mundo. Corremos el riesgo de jams comprender nuestra ca lidad de seres nicos, al menos mientras
permanecemos bajo la sombra arrojada por nuestros hbitos
de pensamiento y nuestros condicionamientos.
Segn cuenta la historia, una noche que estaba a la orilla
del lago Michigan, Buckminster Fuller, el descubridor/inventor de la cpu la geodsica, pas unas horas considerando la
posibilidad de suicidarse. Tena 32 aos, y una serie de fracasos en sus negocios lo haban llevado a pensar que haba hecho un desastre de su vida y que lo mejor que poda hacer era
quitarse de la escena y hacer ms sencillas las cosas a su mujer y su hijita, entonces un beb an. Tena la impresin de
que todo lo que tocaba o emprenda se converta en polvo, a
pesar de sus increbles dotes de creatividad e imaginacin,
que slo seran reconocidas ms tarde. Sin embargo, y tal vez
debido a su profunda fe en la unidad y orden del universo, de
los cuales se saba parte, en lugar de poner fin a su existencia,
decidi vivir, a partir de ese momento, como si hubiese
muerto esa noche.
Al estar muerto, ya no tendra que preocuparse de cmo le
resultaban las cosas personalmente y estara libre para dedicarse a vivir como representante del universo. El resto de su
vida sera un regalo. En lugar de vivir para s mismo se dedi-

En el espritu de la presencia mental

149

cara a preguntarse: Qu es necesario hacer en este planeta


(astronave Tierra, lo llamaba l) de lo que yo sepa algo y que
es probable que no se haga si yo no me responsabilizo de
ello? Decidi que se dirigira continuamente esa pregunta y
que llevara a cabo lo que saliera de ella, siguiendo su olfato.
De esa manera, trabajando por la humanidad como empleado del universo en general, se consigue modificar y contribuir al lugar en que se est, siendo quien se es y lo que se es.
Pero ya no es algo personal. Simplemente forma parte de la
totalidad del universo que se expresa.
Rara vez preguntamos y despus contemplamos con determinacin lo que nuestros corazones nos piden hacer y ser.
Me gusta enmarcar estos esfuerzos en forma de pregunta:
Cul es mi Trabajo en este planeta, con T mayscula?, o
Qu me gusta tanto que pagara por hacerlo? Si me dirijo
estas preguntas y no consigo encontrar una respuesta diferente a No lo s entonces sigo preguntndome. Si comenzamos a reflexionar sobre estas preguntas entre los veinte y los
treinta aos, es posible que a los treinta y cinco, cuarenta,
cincuenta o sesenta, la indagacin misma nos haya llevado a
unos cuantos lugares donde no habramos ido si nos hubisemos limitado a seguir las convenciones corrientes, las expectativas de nuestros padres o, peor incluso, nuestras propias
creencias y expectativas no examinadas y !imitadoras.
Podemos comenzar a hacernos esta pregunta en cualq uier
momento a cualquier edad. Jams hay un momento en la
vida en que no tendra un efecto profundo en nuestra visin
de las cosas y las elecciones que hacemos. Tal vez no signifique que uno cambie lo que hace, pero puede significar que
se cambie la forma de verlo o de tenerlo, y tal vez el Cmo
hacerlo. Una vez que somos empleados del universo, comienzan a suceder cosas muy interesantes, aun en el caso de
que otra persona nos est recortando el sueldo. Pero hay que
tener paciencia. Lleva tiempo desarrollar esta manera de ser
en la vida. El lugar para comenzar es, desde luego, aqu mismo. El mejor momento? Qu tal ahora mismo?
Nunca se sabe lo que va a resultar de estas introspecciones. Al propio Fuller le gustaba afirmar que lo que parece
estar sucediendo en el momento no es jams la historia completa de lo que en realidad est ocurriendo. Le gustaba decir

150

Cm asumir Su propia identidad

En el espritu de la presencia mental

que para la abeja lo que importa es la miel. Pero la abeja es


al mismo tiempo el vehculo de la naturaleza para llevar a
cabo la polinizacin cruzada de las flores. La interconexin
es un principio fundamental de la naturaleza. Nada est aislado. todos los acdntecimientos se conectan entre s. Lascosas se estn desplegando constantemente en diferentes planos. A nosotros nos toca percibir su trama y urdimbre lo
mejor que podemos y aprender a seguir nuestros hilos por el
tapiz de la vida con autenticidad y resolucin.
Fuller crea en una arquitectura subyacente de la naturaleza, en la cual la forma y la funcin estaran inextricablemente 1igadas. Crea que los planos de la naturaleza daran
sentido a nuestra vida y tendran aplicacin prctica en ella
de muchas maneras. Antes de su muerte, estudios cristalogrficos por rayos X haban demostrado que muchos virus
(reuniones submicroscpicas de macromolculas al borde de
la vida misma) estn estructurados siguiendo los mismos principios geodsicos que l descubriera jugando con poliedros.
No vivi lo suficiente para verlo, pero adems de todas
sus otras invenciones e ideas seminales, se abri todo un nuevo campo de qumica alrededor del imprevisible descubrimiento de los compuestos de carbono, semejantes a balones de ftbol, con notables propiedades que muy pronto
fueron 1lamadas Buckminsterfullereness (buckminsterful leidad)
o buckyballs (balones bucky). Jugando en su caja de arena, siguiendo su propio camino, sus meditaciones lo condujeron a
descubrimientos y mundos con los cuales jams so. As
pueden ser las de usted. Fuller nunca se crey especial en
ningn sentido, slo una persona normal a quien gustaba jugar con ideas y con formas. Su lema era: Si yo puedo entenderlo, cualquiera puede entenderlo.
Insiste en ti mismo; nunca imites. Puedes ofrecer tu propio don en cada momento con la fuerza acumulativa de
un cultivo de toda la vida; pero del talento adoptado
de otro, slo tendrs la posesin a medias improvisada.
[ ... ] Haz aquello que se te asigna y no podrs esperar
demasiado ni atreverte demasiado.
RALPH WALDO EMERSON,

Self-Reliance

151

EL MONTE ANLOGO

Tal vez s. Pero, al final, la montaa ser la que decida quin la escalar. [Gua de escaladores del
Everest cuando se le pregunt si un veterano escalador mayor tendra posibilidades de llegar a la
cima.]
R EN DAUMAL,

Mounl Analogue

Hay montaas exteriores y montaas interiores. Su sola


presencia nos atrae, nos invita a escalarla. Tal vez toda la enseanza de una montaa es que uno lleva la montaa entera
dentro, Ja exterior y la interior. Y a veces busca y busca la
montaa sin encontrarla hasta que llega el momento en que
est Jo suficientemente motivado y preparado para encontrar
un camino, primero hasta el pie, y despus hasta la cima. La
escalada de la montaa es una poderosa metfora de la bsqueda en Ja vida, del viaje espiritual, del cami no del crecimiento, de la transformacin y la comprensin. Las arduas dificultades con que nos encontramos a lo largo del camino
representan los desafos que necesitamos para estirarnos y
ensanchar as nuestras fronteras. Al fina l, la propia vida es la
montaa, Ja maestra, que nos presenta las oportunidades perfectas para hacer el trabajo interior de crecer en fuerza y sabidura. Y una vez hemos decidido hacer el viaje, ten efTlOS
muchsimo aprendizaje y crecimiento que hacer. Los riesgos
son considerables; los sacrificios, impresionantes; los resultados, siempre inciertos. En ltimo trmino, es la propia escalada la aventura, no estar de pie en la cima.
Lo primero que aprendemos es cmo es estar al pie de la
montaa. Slo despus encontramos las laderas y finalmente,
quiz, Ja cima. Pero uno no se puede quedar en la cima de
una montaa. El viaje no est completo sin el descenso, hacer
Ja bajada y volver a verlo todo desde lejos. Sin embargo, una
vez se ha visto la cima, se ha adquirido una nueva perspecti va, y eso puede cambiar para siempre la manera de v~r.
En un a historia maravillosamente sin acabar titulada

152

Cmo asumir su propia identidad

Mount Ana/ague, Ren Daumal hizo una vez el mapa de esta


aventura interior. La parte que ms recuerdo es una que tiene
que ver con la norma de que, antes de escalar la montaa
hasta la siguiente acampada, hay que aprovisionar el campamento que se deja, para aquellos que vengan despus, y bajar
la montaa a compartir con los otros escaladores los conocimientos que uno tiene de ms arriba, para que saquen algn
provecho de lo que uno ha aprendido hasta el momento con
su propio ascenso.
En cierto modo, eso es lo que cualquiera de nosotros hace
cuando ensea: explicamos a otros, lo mejor que podemos,
qu hemos visto hasta el momento. En el mejor de los casos,
es un informe del progreso, un mapa de nuestras experiencias, y de ninguna manera la verdad absoluta. Y as se desarrolla la aventura. Todos estamos juntos en el Mount Analogue. Y necesitamos la ayuda mutua.

INTERCONEXIN

Parece que, desde la infancia, todo.s sabemos que todo


est conectado con todo lo dems de cierta manera, que esto
ocurre porque ocurri aquello, que para que esto suceda tiene que suceder aquello. Recuerde todos esos viejos cuentos
popu lares, como aqul del zorro que se bebi casi toda la leche que tena una anciana en un balde, el que ella haba descuidado de vigi lar por recoger lea para el fuego. En un ataque de rabia, la mujer corta la cola al zorro. El zorro le pide
que le devuelva la cola y la mujer le contesta que le coser la
cola si l le devuelve la leche. Entonces el zorro va al establo
y pide leche a la vaca, pero sta le dice que le dar leche si l
le trae hierba. El zorro va al campo y le pide algo de hierba, y
el campo le dice: Treme un poco de agua. As pues, el zorro va al riachuelo y le pide un poco de agua, y el riachuelo
le dice: Treme un jarro. Y as contina la historia hasta
que un molinero, por amabilidad y compasin, da un poco
de grano al zorro para que ste se lo lleve a la gallina, para
que sta le d un huevo para el buhonero y que ste le d un
abalorio para darle a la doncella para que sta le d un jarro
con que recoger el agua; y as hasta que, al fin, el zorro recu-

En el espritu de la presencia mental

153

pera su cola y se va feliz. Ocurre esto para que ocurra aquello. Nada viene de la nada. Todo tiene antecedentes. Incluso
la bondad del molinero viene de alguna parte.
Si miramos en profundidad cualquier proceso, es esto mismo. No hay sol, no hay vida. No hay agua, no hay vida. No
hay plantas, no hay fotosntesis; no hay fotosntesis, no hay
oxgeno para que respiren los animales. No hay padres, no
hay nosotros. No hay camiones, no hay alimento en las ciudades, no hay fabricantes de camiones, no hay camiones; no
hay trabajadores del acero, no hay acero para los fabricantes; no hay minera, no hay acero para los trabajadores del
acero; no hay alimento, no hay trabajadores del acero; no
hay lluvia, no hay alimento; no hay luz del sol, no hay lluvia.
No hay condiciones para la formacin de estrellas y planetas
en el universo formativo, no hay luz del sol, no hay Tierra. Estas relaciones no siempre son simples ni lineales. Por lo general, las cosas estn incorporadas en una compleja red de
interconexiones cuyo equilibrio es muy delicado. Por supuesto, lo que llamamos vida, o salud, o biosfera, son todos sistemas complejos de interconexiones sin ningn punto de partida ni final absolutos.
As vemos la inutilidad y el peligro de dejar que nuestra
manera de pensar convierta cualquier cosa o circunstancia en
una existencia separada, sin estar conscientes de su interconexin y cambio. Todo est relacionado con todo lo dems y, en cierto modo, simultneamente contiene todo lo
dems y est contenido por todo lo dems. Ms an, todo est
en continuo cambio. Las estrellas nacen, pasan por fases y
mueren. Los planetas tambin tienen un ritmo de formacin
y muerte final. Los coches nuevos ya estn camino de la
chatarrera incluso antes de salir de la fbrica. Esta conciencia
podra aumentar nuestra valoracin de la impermanencia y
servirnos para tomar ms en cuenta las cosas y circunstancias
mientras existen. Daramos ms valor a todo (vida, personas,
alimentos, opiniones, momentos), si percibimos, mirndolos
con ms atencin, que todo aquello con que estamos en contacto nos conecta con todo el mundo en cada momento, y que
las cosas y las dems personas, e incluso los lugares y las circunstancias, estn aqu slo de forma temporal. Esto hace el
ahora mucho ms interesante. En realidad hace el ahora todo.

154

Cmo asumir su propia identidad

La presencia mental de la respiracin es un hilo en el cual


se pueden ensartar las cuentas de todo lo nuestro: experiencia, pensamientos, sentimientos, emociones, percepciones,
impulsos, comprensin, incluso la conciencia misma. El collar que se crea es algo nuevo, no una cosa en realidad, sino
una nueva manera de ver, una nueva manera de ser, una nueva manera de experimentar, que nos permite una nueva manera de actuar en el mundo. Esta nueva manera parece conectar lo que parece aislado. Pero, en realidad, nada est
jams aislado ni necesita reconectarse. Es nuestra manera de
ver la que crea la separacin y la mantiene.
Esta nueva manera de ver y de ser une los fragmentos de la
vida y les da un lugar; honra cada momento en su plenitud
dentro de otra plenitud mayor. La prctica de la presencia
mental es simplemente el descubrimiento continuado del
hilo de la interconexin. En algn momento incluso podemos
llegar a ver que no es del todo correcto decir que nosotros ensartamos las cuentas. Es ms bien que tomamos conciencia
de una conexin que ha estado aqu todo el tiempo. Hemos
subido a un punto panormico desde el cual podemos percibir con facilidad la totalidad y acunar en la conciencia el flujo del momento presente. El flujo de la respiracin y el flujo
de los momentos presentes interpenetran, cuentas e hilo juntos, dando algo ms grande.

Uno se convierte en otro, los grupos se fusionan en


grupos ecolgicos hasta cuando lo que conocemos
como vida encuentra y entra en lo que consideramos
no vida: percebe y roca, roca y tierra, tierra y rbol, rbol y lluvia y aire[ ... ) Y es extrao que la mayor parte
de los sentimientos que llamamos religiosos, la mayor
parte de los clamores msticos, dos de las reacciones
ms preciadas, usadas y deseadas de nuestra especie,
son en realidad la comprensin y el intento de decir
que el hombre est relacionado con todo, relacionado
inextricablemente a toda la realidad, la conocida y la
incognocible. Esto es muy fcil de decir, pero el sentimiento profundo de ello hizo un Jess, un san Agustn,
un san Francisco, un Roger Bacon, un Charles Darwin

En el espritu de la presencia mental

155

y un Einstein. Cada uno de ellos, a su ritmo y con su


propia voz, descubri y reafirm asombrado el conocimiento de que todas las cosas son una cosa y que una
cosa es toda s las cosas; el plancton, la brillante fosforescencia del mar, los planetas que giran y el universo
que se expande, todos estn unidos por el hilo elstico
del tiempo.
JoHN STEINBECK

EowARD

F.

R1cKETIS,

Sea of Cortez

NO HACER DAO: AHIMSA

En 1973 regres un amigo mo despus de pasar varios


aos en Nepal e India y dijo de s mismo: S i no puedo hacer
nada til al menos quiero hacer el menor dao posible.
Supongo que si uno se descuida, puede traer todo tipo de
cosas comunicables de Asia. Me contagi con la idea de
ahimsa en ese mismo momento, all, en mi sala de estar, y
nunca he olvidado el momento en que ocurri. Yo haba odo
antes esa idea. La actitud de no hacer dao est en el corazn
de la prctica del yoga y del juramento hipocrtico. Era el
principio subyacente en la revolucin de Gandhi y de su
prctica personal de la meditacin. Pero haba algo en la sinceridad con que mi amigo hizo este comentario, unido a la
incongruencia de la persona que yo crea conocer dicindolo,
que me impresion. Se me antoj una buena manera de relacionarse con el mundo y consigo mismo. Por qu no tratar
de vivir intentando causar el menor dao y sufrimiento posibles? Si vivisemos de esa manera, no tendramos los insensatos niveles de violencia que dominan nuestra vida y manera
de pensar actuales. Y seramos ms generosos con nosotros
mismos tambin, en el cojn de meditar y fuera de l.
Igual que cualquiera otra actitud, el no hacer dao puede
ser un principio fabuloso, pero es vivirlo lo que cuenta. Comience a practicar la amabilidad de ahimsa consigo mismo y
en su vida con los dems en cualquier momento.
Le parece a veces que es duro consigo mismo y se trata
con poca amabilidad? Recuerde ahimsa en ese momento.
Observe su dureza y djela marchar.

156

En el espritu de la presencia ment~57

Cmo asumir su propia identidad

Habla de otras personas a sus espaldas? Ahiroia.


Se exige ms all de sus lmites sin consideraci(1n por su
cuerpo y su bienestar? Ahimsa.
Causa sufrimiento o afliccin a otras personils? Ahimsa.
Es fcil tratar con ahimsa a las personas que no rio~ amenazan. La prueba es cmo relacionarse con una persona 0 situacin cuando uno se siente amenazado.
La disposicin a hacer dao o a herir provieneen definitiva del miedo. El no hacer dao requiere ver los "niQdos, entenderlos y reconocerlos como propios . Reconoeerlos como
propios significa responsabilizarse de ellos. Respt>n~abilizar
s~ significa no permitir que el miedo nos impon ga el punto de
vista o la manera de ver. Slo el tomar conciencia de nuestros aferramientos y rechazos, por doloroso que s<~a el encuentro, nos liberar de este crculo vicioso de sufrimiento.
Sin una diaria encarnacin en la prctica, los id~a les elevados tienden a sucumbir ante el inters propio.

Ahimsa es el atributo del alma y, por lo tatito, es para


que sea practicada por todos en todos los a1uritos de la
vida. Si no se puede practicar en todos los aspectos, no
tiene valor prctico alguno.
MAHATMA GANDHI

Si no puedes amar al rey Jorge V, por ejerr1pl 0 , 0 a sir


Winston Churchill, comienza por tu mujer, tu marido 0
tus hijos. Trata de poner su bienestar en pnm~ r lugar y
el tuyo en el ltimo cada minuto del da, ype~mite que
desde all se ensanche tu crculo de amor. MiE!ntras hagas todo lo que puedas por intentarlo, no Puede haber
posibilidad de fracaso.
MAHATl>'A GANDHI

KARMA

He odo decir a los maestros zen que la prctica diaria de


la meditacin puede convertir el karma malo en bueno.
Siempre consideraba esto un tpico rollo moralista. Me llev
aos entenderlo. Supongo que ste es mi karma.
Karma sign ifica que sucede esto porque sucedi _aquello.
B est en cierto modo conectado con A, todo efecto tiene una
causa anterior, y toda causa tiene un efecto que es su medida
y su consecuencia. En general , cuando hablamos ~el karn;a
de una persona, ste significa la suma total de la onentac1on
de la persona en su vida y a tenor de las cosas que ocurren a
su alrededor, causadas por sus anteriores condiciones, actos,
pensamientos, sentimientos, impresiones sensoriales, deseos.
El karma suele confundirse errneamente con el concepto de
destino fijado. Es ms bien una acumulacin de tendencias
que nos pueden encerrar dentro de determinadas pautas de
comportamien to, las cuales, de por s, tienen por cons~c~en
cia ms acu mulaciones de tendencias de naturaleza si milar.
Por todo ello es fcil que quedemos aprisionados por nuestro
karma y que pensemos que la causa siempre est en otra parte, en otras personas y en si tuaciones que escapan a nuestro
control, y que nunca est dentro de nosotros. Pero no es _necesario ser prisionero del viejo karma. Siempre nos es posible
cambiar nu estro karma. Se puede hacer un nuevo karma.
Siempre se tiene slo un momento en el cual se puede hacer
eso. Adivina cul ser ese momento?
He aqu cmo la presencia mental cambia el kar~a.
Mientras est sentado en meditacin, no permite que sus impulsos se traduzcan en accin. Durante esos momentos, por
lo menos, slo los est observando. Al mirarlos, pronto ~e
que todos los impulsos aparecen en la mente y pasan,_ que tienen vida propia, que no son usted sino slo pensam1en~os, Y
que no hay por qu ser gobernado por ellos. Al no reac~ 1ona r
a los impulsos ni alimentarlos, se llega a entender directamente su naturaleza: son pensamientos. Este proceso, en realidad, quema los impulsos destructivos en los fu~gos ~e la
concentracin, la ecua nimidad y el no hacer. Al mismo tiempo, las percepciones y los impulsos negativos no son y~ tan
arrinconados por los impulsos ms turbulentos y destructivos.

158

Cmo asumir su propia identidad

Se nutren cuando uno los percibe y les presta atencin consciente. La presencia mental puede as rehacer los eslabones
de la cadena de actos y consecuencias, y, al hacerlo, nos desencadena, nos libera y nos abre nuevas direcciones a travs
de los momentos que llamamos vida. Sin la presencia mental,
nos quedamos atascados muy fcilmente en el mpetu que
viene del pasado, sin tener idea de que estamos prisioneros, y
sin forma de salir. Nuestro dilema parece ser siempre culpa
de otra persona, o culpa del mundo, y as nuestras actitudes
estn justificadas. Entonces, el momento presente no es nunca un nuevo comienzo porque se lo impedimos.
De qu otro modo explicar, por ejemplo, el hecho tan
corriente de que dos personas que han vivido juntas toda su
vida adulta (han tenido hijos, han saboreado el xito en sus
respectivos dominios hasta un grado no habitual), en sus aos
de vejez, cuando a decir de todos deberan estar gozando de
los frutos de sus trabajos, pueden cu lparse mutuamente de
hacerse la vida desgraciada, de sentirse solos, atrapados en
una pesadilla, sintindose tan maltratados que la ira y el resentimiento son el pan de cada da? Karma! De cualquier
forma, esto se ve una y otra vez en las relaciones que se rompen o en las que carecen de algo fundamental desde el comienzo, cuya ausencia acarrea tristeza, amargura y resentimiento. Tarde o temprano vamos a cosechar lo que hemos
sembrado. Practique la ira y el aislamiento durante cuarenta
aos y acabar prisionero de la ira y el aislamiento. No es
una gran sorpresa. Y no satisface mucho decir que all hay
culpa.
En ltima instancia, es nuestra falta de presencia mental lo
que nos aprisiona. Nos hacemos cada vez ms expertos en
desconectarnos de la totalidad de nuestras posibilidades, y
nos atascamos ms y ms en nuestros hbitos de no ver (slo
de reaccionar y culpar), cultivados durante toda una vida.
Al trabajar en crceles, veo de cerca las consecuencias
del karma malo. Es sorprendente lo poco que se diferencia
de lo que ocurre fuera de aquel los muros. Cada preso tiene
una historia en que una cosa conduce a otra. Y eso son las
historias, despus de todo. Una cosa conduce a otra. Muchos
apenas saben qu les ocurri, qu fue mal. Por lo general es
una larga cadena de acontecimientos que comienzan con los

En el espritu de la presencia mental

159

padres y la familia, la cultura de las calles (pobreza y violencia), confiar en personas indignas de confianza, buscar dinero fcil , aliviar el dolor y embotar los sentidos con el alcohol
y otras sustancias qumicas que nublan la mente y el cuerpo.
Las drogas hacen esto, pero tambin lo hacen la historia, las
privaciones y el desarrollo detenido. Estos deforman los pensamientos y los sentimientos, los actos y los valores, dejando
pocos caminos para modular o incluso reconocer los impulsos o los anhelos daosos, crueles, destructivos y autodestructivos.
Y as, en un momento, al cual conducen todos los dems
momentos, sin saberlo, uno puede desquiciarse, cometer
un acto irreversible, y experimentar entonces las mil maneras
en que ste da forma a los momentos futuros. Todo tiene
consecuencias, lo sepamos o no, nos Coja la polica o no.
Siempre somos cogidos. Cogidos en el karma de esa accin.
Cada da nos construimos nuestras propias prisiones. Por un
lado, mis amigos de la crcel hicieron su eleccin, aunque lo
ignorasen o no. Por otro lado, no tuvieron opciones; nunca
supieron que las hubiera. Esto es lo que los budistas llaman
inconsciencia o ignorancia. Es la ignorancia de cmo la
ambicin, por justificada o racional izada que sea, y el od io
legtimo pueden pervertirnos la mente y torcernos la vida. Tales estados mentales nos afectan a todos, a veces de manera
muy notoria, pero con mayor frecuencia de formas ms sutiles. Todos podemos ser aprisionados por deseos incesantes,
por una mente obnubilada por ideas y opiniones a las cuales
se aferra como si fuesen verdades.
Si queremos cambiar nuestro karma, eso supone dejar de
hacer esas cosas que nublen la mente y el cuerpo y coloreen
nuestros actos. No significa hacer buenas obras. Significa saber quin es uno y que uno no es su karma, no importa cul
sea ste en este momento. Significa alinearse con la manera
como son las cosas en realidad. Significa ver con claridad.
Por dnde empezar? Por qu no por la propia mente? Al
fin y al cabo, la mente es el instrumento mediante el cual todos nuestros pensamientos, sentimientos, impu lsos y per~ep
ciones se traducen en actos en el mundo. Cuando se interrumpe la actividad externa durante un rato y _s~ practica el
estar quieto all, en ese momento, con la dec1s1on de estar

160

En el espritu de la presencia mental

Cmo asumir su propia identidad

sentado, ya se interrumpe la corriente o flujo de karma viejo


y se crea un karma nuevo y ms sano. En esto est la raz del
cambio, el punto decisivo de una existencia vivida.
El acto mismo de detenerse, de nutrir los momentos de no
hacer, de simplemente observar, nos pone en una posicin
muy diferente de cara al futuro. Cmo? Porque slo siendo
plenamente en este momento cualquier momento futuro puede ser de mayor comprensin, o claridad y bondad, menos
dominado por el miedo o el resentimiento y ms por la dignidad y la aceptacin. Slo lo que ocurre ahora ocurre despus.
Si no hay presencia mental, ecuanimidad o compasin ahora,
que es el nico momento que tenemos para conectar con nosotros mismos y nutrirnos, qu probabilidades existen de que
esto aparezca despus como por arte de magia, cuando estamos estresados o coaccionados?

La idea de que el alma entrar en lo exttico


slo porque el cuerpo se pudre
es pura fantasa.
Lo que encontramos ahora lo encontramos entonces.
KABIR

161

demos disfrutar y admirarnos de una antiqusima intemporalidad que trasciende el nacimiento y la muerte, y, al mismo
tiempo, experimentar la fugaz brevedad de esta vida mientras
pasamos por ella, la impermanencia de las ataduras que nos
unen a nuestro cuerpo, a este momento, los unos a los otros.
Conocer directamente nuestra totalidad e integracin durante
la prctica de la meditacin nos permite que aceptemos las
cosas tal como son, profundicemos en la comprensin y la
compasin y disminuyamos la angustia y la desesperacin.

La integracin en la totalidad est en la raz de todo lo que en


nuestro idioma y nuestra cultura significan las palabras Salud , curacin y sagrado. Cuando percibimos nuestra totalidad intrnseca, realmente no hay lugar alguno al cual ir ni
nada que hacer. Entonces estamos libres para elegir nuestro
cam ino. La quietud es pos ible en el hacer y en el no hacer. La
encontramos en nuestro interior en todo momento, y cuando
la tocamos, la saboreamos y la escuchamos, el cuerpo no
puede hacer otra cosa que tocarla, saborearla y escucharla
tambin, y al hacerlo, liberarse. Y la mente tambi n llega a
escuchar, y conoce al menos un momento de paz. Abiertos y
receptivos, encontramos el equilibrio y la armona aqu mismo, todo el espacio envuelto en este lugar, todos los momentos envuel tos en este momento.

TOTALIDAD Y UNICIDAD

Cuando estamos integrados en la totalidad, nos sentimos


uno con todo. Cuando nos sentimos uno con todo, nos sentimos ntegros y completos nosotros mismos.

Sentados o acostados quietos, en cualqu ier momento podemos volver a conectar con nuestro cuerpo, trascender el c uerpo, fusionarnos con el aire que respiramos, con el universo, y
experimentar que somos cada uno un todo integrado en todos
ms y ms grandes. La experiencia de la interconexin nos
produce un profundo sentido de participacin e integracin,
de ser una parte ntima de las cosas, la aptitud de sentirnos a
gusto, como en casa, dondequiera que nos encontremos. Po-

Los hombres corrientes odian la soledad;


pero el Maestro la aprovecha,
abrazando su soledad, comprendiendo
que es uno con todo el universo.
LAO-T S,

Tao- te-Ching

La paz entra en las almas de los hombres


cuando estos comprenden su unicidad con el universo.
BLACK ELK

(Globe Magazine, 11-10-1992)

162

En el espritu de la presencia mental

Cmo asumir su propia identidad

Siddh.artha escuch. En ese momento escuch con gran


atencin, absorto, totalmente vaco, asimilndolo todo.
Sinti que en ese momento haba aprendido el arte de
escuchar. Antes haba odo muchas veces todo eso
esas numerosas voces que hablaban en el ro, pero es~
da las percibi de otra manera. Ya no distingua las diferentes voces, la voz alegre de la voz llorosa, la voz infantil de la voz varonil. Todas se pertenecan mutuamente: el lamento de los que aoran, la risa de los
sabios, el grito de la indignacin y el gemido de los moribundos. Todos estaban entretejidos, trabados, entrelazados de mil maneras. Y todas las voces, todos los objetivos'. todos los placeres, todo lo bueno y lo malo,
todos untos eran el mundo. Todos juntos eran la corriente de los acontecimientos, la msica de la vida.
Cuando Siddhartha escuch con atencin este ro, esta
cancin entonada por mil voces; cua ndo dej de escuchar el lamento o la risa, cuando no lig su alma a ninguna voz en particular para asimilarla en su Yo, sino
que las escuch a todas, la totalidad, la unidad, entonces, la gran cancin de mil voces estaba compuesta por
una palabra.
HERMAN HESSE,

Siddhartha

Lo que se necesita es aprender de nuevo,


observar y descubrir por nosotros mismos,
el significado de la totalidad.
DAVID

BoHM, Wholeness and the lmp/icate Order

Soy grande; contengo multitudes.


WALT WHITMAN,

Lea ves of Crass

163

. NICOS Y SIMILARES

La totalidad experimentada de primera mano no puede ser


tirnica, porque es infinita en su diversidad y se refleja y encarna en cada uno en particular, como la malla del dios hind
lndra, smbolo del universo, que tiene joyas en todas las cimas, cada una de las cuales capta los reflejos de toda la malla
y as contiene el total. Algunos querran que adorramos, uniformemente, en el altar de la unicidad, usando el concepto
de unidad ms que el de un encuentro continuado con ella,
ms o menos apisonando, allanando todas las diferencias.
Pero es en las cualidades nicas de esto y de aquello, en su individualidad y propiedades parti cu lares (di feren cias y similitudes si lo prefiere), donde la poesa y el arte, la ciencia y la
vida, la maravilla, la gracia y la riqueza residen.
Todos los rostros se parecen, sin embargo, con qu facilidad vemos en cada uno su individualidad, identidad, unicidad o calidad de nica. Cunto valoramos estas diferencias.
El ocano es un todo, pero tiene incontables olas, todas diferentes entre ellas, tiene corrientes, cada una nica y siempre
cambiante; el fondo es todo un paisaje en s mismo, diferente
en todas partes; lo mismo ocurre en sus costas. La atmsfera
es un todo, pero sus corrientes tienen caractersticas y sintonas propias, aunque slo sean vientos. La vida en la tierra es
un todo, sin embargo se expresa en cuerpos nicos y temporales, microscpicos o visibles, vegetales o animales, extintos
o vivos. As, no puede haber un nico lugar para estar. No
puede haber una sola manera de ser, ni una sola manera de
practicar, ni una sola manera de amar, ni una sola manera de
crecer o sanar, ni una sola manera de vivir, ni una sola manera de sentir, ni una sola cosa que conocer o ser conoci da.

El PJARO CARBONERO
El pjaro carbonero
salta junto a m.
THOREAU

164

Cmo asumir su propia identidad

~el Psprilu cl~a presencia ment<ll

r~

165

El hombre que coga rbanos


sealaba el camino
con un rbano.
lssa

Vieja laguna,
la rana se lanza dentro
y chapotea.
BASHO

Medianoche. No hay olas,


no hay viento, el barco desocupado
recibe un torrente de luz de luna.
D OGEN

Capta la idea?

QU ES ESTO?

El esp ritu de indagacin es fundamental para vivir conscientem ente. Indagar no es slo una manera de resolver problemas. Es una manera de procurar estar en contacto con el
misterio bsico de la vida misma y de nuestra presencia aqu.
Quin soy? Adnde voy? Qu significa ser? Qu significa
ser hombre, mujer, nio, progenitor; estudiante, obrero, jefe,
residente; persona si n hogar? Cul es m i karma ? Dnde estoy en este momento? Cul es mi cam ino, mi manera? Cul
es mi trabajo, con T mayscula, en el planeta?
Indagar no significa buscar respuestas, mucho menos
r~spuestas rpidas, que proceden de una manera superfi c.1al de pensar. Significa preguntar sin esperar respuestas,
simplemente considerar la pregunta, llevarla consigo, deja r
que se filtre, burbujee, se cueza, madure, entre y salga de la
conciencia, igual que todo lo dems entra y sale de la conciencia.

No es necesario estar inmvil para indagar. La indagacin


y la presencia mental pueden darse simu ltneamente en el
desarrollo de su vida diaria. De hecho, la indagacin y la presencia mental son una y la misma cosa, a la que se llega desde disti ntas direcciones. Uno puede preguntarse Qu soy?
o Qu es esto? o Adnde voy? mientras repara un coche, va camino del trabajo, lava los platos, escucha a su hija
cantar en una noche estrellada de primavera, o est buscando
empleo.
En la vi da se presentan problemas de cualquier forma y tamao todo el tiempo. Varan desde asuntos triviales a cosas
ms profundas y a ms abrumadoras. El reto aqu es afrontarlas con indagacin, en el espritu de la presencia menta l.
Sign ificara preguntarse Qu es este pensamiento, este sentimiento, este dilema? Cmo voy a hacerle frente? O incluso: Estoy dispuesto a enfrentarlo o siquiera a reconocerlo? El primer paso es reconocer que hay un problema, lo
cual significa que hay algn tipo de tensin, esfuerzo o fa lta
de armona. Podramos tardar cuarenta o cincuen ta aos en
aproximarnos siquiera a alguno de los grandes demonios que
llevamos. Pero tal vez eso tambin est bien. No hay horario
programado algu no para la indagacin. Es como una olla instalada en el estante; est lista para cocer siempre que uno la
coja, le eche algo dentro y la ponga al fuego.
Indagar significa hacer preguntas una y otra vez. Tenemos el valor de mirar algo, lo que sea, y preguntarnos qu es?
Qu ocu rre? Esto supone mi rar en profundidad durante un
perodo de tiempo continuado, preguntar, preguntar: Qu es
esto? Qu va mal? Cul es la raz del problema? Cules son
los hechos? Cules son las relaciones? Cul sera la mejor
solucin? Preguntar, preguntar, continuamente preguntar.
Indagar no consiste tanto en pensar en las respuestas, si
bien el preguntar mismo va a producir muchos pensamientos
que parecen respuestas. En realidad supone escuchar los pensamientos inducidos por la pregunta, como si uno estuviese
sentado junto al riachuelo de sus pensamientos escuchando
correr el agua por encima y alrededor de las piedras, escuchando, escuchando, y observando la ocasional hoja o ramita que el agua lleva.

1
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166

Cmo asumir su propia identidad

YOSMO
El verdadero valor de un ser humano est determinado principalmente por el grado en que ha conseguido liberarse de s mismo.
ALBERT

E1 NSTEIN, The World As I See lt

YO, me y mo son productos de nuestra manera de


pensar. Mi amigo Larry Rosenberg, del Centro lnsight Meditation de Cambridge llama selfing (aqu traducido yosmo) a esa inevitable e incorregib le tendencia a construir un
yo, un me y un mo de casi todo y de cada situacin, y
despus actuar en el mundo a partir de esa perspectiva limitada que en su mayor parte es fantasa y defensa. Apenas transcu rre un momento en que esto no ocurra, pero forma de tal
manera parte del entramado de nuestro mundo que pasa totalmente inadvertido, ms o menos como el pez del proverbio, que no tiene conocimiento del agua, tan inmerso est en
ella. Esto puede comprobarl o uno mismo con mucha facilidad, ya est meditando en silencio o viviendo una fraccin
de 5 minutos de su vida. Prcticamen te de todos y cada uno
de los momentos y experienci as, nuestra mente pensante
constru ye mi momento, mi experiencia, mi hijo, m i
hambre, mi deseo, mi opinin, mi manera, m i autoridad, mi futuro, mi s conocimientos, mi cuerpo, mi
casa, mi ti erra, mis sentimientos, mi coche, mi problema.
Si observamos este proceso del yosmo con atencin e
indagacin sosteni das, veremos que lo que ll amamos el yo
es en real idad una constru ccin de nuestra propia mente, que
es muy poco permanente adems. Si buscamos profundamente un yo estable, indivisible, el yo central que subyace
a mi experiencia, es probable que no encontraremos otra
cosa que ms pensamiento. Podramos decir que yo soy mi
nombre, pero eso no es totalmente exacto. Mi nombre es slo
una etiqueta. Lo mismo va le para la edad, el sexo, las opin iones, etctera. Ninguna de estas cosas son fundamenta les para
quien uno es.

En el espritu de la presencia mental

167

Cuando indagamos as, siguiendo lo ms profundamente


posible el hilo hacia quin o qu e.s uno, es casi seguro qu:
descubriremos que no hay terreno firme alguno en que aterrizar. Si uno pregunta: Quin es el yo que pregunta quin
soy?, finalmente llega a No s. El ~O apar~ce como una
construccin que se conoce por sus atributos, ninguno d~ los
cuales, tomados por separados o juntos, forman ~n r~al1dad
el total de la persona. Adems, este YO construido tiene la
tendencia a disolverse y reconstruirse sin cesar, casi momento a momento. Tambin tiene una fuerte tendencia a sentirse
apocado, pequeo, inseguro e incierto, d~do que, para empezar su existencia es muy tenue. Esto solo empeora mucho
m~ la tirana y el sufrimi ento asociados a la inconsciencia de
lo mucho que estamos atrapados en el yo, el me, y el
mO.
Despus est el problema de las fuerzas exteriores. El YO
tiende a sentirse bien cuando las circunstancias externas apoyan su fe en su bondad, y a sentirse mal cuando .se conv ierten
en crticas, en dificultades y en lo que son considerados ~bs
tculos y derrotas. Aqu se encuentra, quiz, la mejor explicacin de la poca estima propia que se tienen muchas personas.
En realidad no estamos familiarizados con este aspecto construido de nuestro proceso de identidad . Esto nos facilita perder
el equilibrio y sentirnos vulnerables y de poco ~alor cuando no
se nos apalanca y refu erza en nuestra necesidad de aprob~
cin y de sentirnos importantes. Es muy probable que continuemos buscando la estabilidad interior en las recompensas
exteriores, en las posesiones materiales y en las pers?nas que
nos aman para que nuestro yo construido siga fun cionando.
Sin embargo, con demasiada frecuenci a, no hay grado de estabi lidad duradera en nuestro ser ni serenidad en nuestra mente.
Los budistas podran decir que esto se debe a qu~, en prin;er
lugar, no existe yo alguno totalmente s~parado, sino q~e solo
existe el proceso de continua construcc1on del yo, o yo1smo
Si consi guisemos reconocer o identificar el proc:so del
yosmo como un hbito arra igado, y entonces nos disemos
permiso para tomarn os el da libre, para ?eJa; de esforza rn~s
tanto por ser algui en y en su lugar nos l1m1tasemo~ ~ expe~1mentar simplemente el ser, tal vez seramos much1s1mo mas
felices y nos sentiramos mucho ms relajados.

168

Cmo asumir su propia identidad

Esto no quiere decir, por cierto, que hay que ser alguien
antes de poder ser un nadie, que es una de las grandes tergiversaciones de la prctica de la meditacin de la Nueva Era,
con la cual se pretende que uno debe tener un fuerte sentido
del yo antes de exp lorar la vacuidad del no yo. No yo no
significa ser un nadie. Lo que qu iere decir es que todo es
interdependiente y que no existe un YO central aislado e independiente. Uno es uno en relacin con todas las dems
fuerzas y todos los dems acontecim ientos del mundo, entre
ellos nuestros padres, nuestra infancia, nuestros pensam ientos y sentimientos, los acontecimientos externos, el tiempo,
etctera. Adems, uno es ya algu ien, pase lo que pase. U no
es quien ya es. Pero uno no es su nombre, su edad, su infancia, sus creencias ni sus temores. Estas cosas son pa rte del total, pero no son el total.
As pues, cuando hablamos de no esforzarn os tanto por ser
a lguien y en su lugar limitarnos a experimentar directamente el ser, lo que queremos decir es que comenzamos desde donde nos encontramos y trabajamos aqu. La meditacin
no consiste en intentar convertirse en un nadie, o en un
zombie contemplativo, incapaz de vivir en el mundo real y
enfrentarse a prob lemas reales. Consiste en ver las cosas
como son, si n las distorsiones de nuestros procesos de pensamiento. Parte de esto es percibir q ue todo est interrel acionado y que si b ien es en cierto modo til el sentido convencional de tener un yo, ste no es absolutamente real ni
slido ni perm anente. O sea, si uno deja de intentar ser ms
de lo que es por miedo a ser menos, quienquiera que uno sea,
va a ser mu chsimo ms alegre y feliz, y adems ser ms fcil convivir con uno.
Podramos empezar por tomarnos las cosas menos a nive l
personal. Cuando ocurra algo, trate de verlo sin orientarlo hacia usted, a modo de diversin. Tal vez ocurri sin ms; qui z
no iba dirigido a usted. Observe su mente en tales ocasiones.
Est metiendo el YO en esto y el mi en aquello? Preg ntese: Qu in soy yo? o Qu es este "yo" que afirma ser
propietafio?
El solo hecho de tomar conciencia servir para eq uilibrar
el yosmo y reduc ir su influencia. Observe tambin que el
yo es impermanente. No importa lo que haga por tratar de

En el espritu de la presencia mental

169

coger eso que tiene que ver con usted mismo, se le escapa.
No se puede coger, porque est en constante cambio, deterioro y reconstruccin, siempre de modo algo diferente, segn sean las circu nstancias del momento. Esto hace del sentido del yo lo que en la teora del caos se llama fuerza de
atraccin ajena, modelo que encarna el orden, pero que
tambin est imprevisiblemente desordenado. Nunca se repite a s mismo. Siempre que se mira, est un poco cambiado.
La naturaleza el usiva de un yo slido, permanente e inmutable es toda una observacin esperanzadora. Significa que
uno puede dejar de tomarse tan en serio y puede escapar del
apremio por hacer que los detalles de la propia vida persona l
estn en el centro del funcionamien to del universo. Al reconocer y dejar marchar impu lsos yostas, damos ms libertad
al universo para que haga suceder cosas. Dado que estamos
integrados en el universo y participamos en su desarrollo,
ante nuestra exces iva actividad egocntri ca, autocrtica, basada en la inseguridad y el temor por nosotros mismos, el universo aplaza las cosas y d ispone que ese mundo de sueos de
nuestro pensamiento orientado a nosotros mismos, parezca y
se sienta demasiado real.

IRA

La expresin de absoluta desesperacin que veo en el rostro de Naushon , mi hija de once aos, cuando me bajo del
coche ante la casa de su amiga un domingo por la maa na,
temprano, penetra en mi conciencia, pero no lo suficiente
para frenar la molestia y la ira que ella ve crecer en m y que
la hace temer que yo arme una escena y la ponga en ridculo.
Es demasiado fuerte el impulso en este momento para detenerlo del todo, aunque despus desear haberlo detenido.
Dese haber perm itido que su expresin me detuviera en ese
momento, me tocara, me hiciera ver lo que importaba en realidad, es decir, que ella sienta que puede contar conm igo y
confiar en m en lugar de temer que la traicione o que mortifique su naciente sensibilidad social. Pero en este momento estoy demasiado alterado porque me siento manipulado por su
amiga, que tena que haber estado preparada a determinada

170

Cmo asumir su propia identidad

hora y no es as. Me encuentro demasiado alterado para ver


el problema de mi hija aqu, en este momento.
Me hallo atrapado en una red de indignacin justiciera.
Mi YO no quiere que lo hagan esperar, que se aprovechen
de l. Le aseguro que no voy a armar una escena, pero que
tamb in deseo decirlo de inmediato porque me siento utilizado. Voy a la casa y hago las averiguaciones pertinentes, matizadas de molestia, a la madre de la amiga, que est medio
dormida; despus espero, hirviendo de ira interior durante lo
que result ser un rato muy corto en realidad.
Y as se disolvi el asunto. Pero no en mi memoria, que
an lleva, y espero que para siempre, la expresin del rostro
de mi hija que yo no fu i capaz de leer con la suficiente rapidez para estar totalmente presente. Si hubiese sido capaz, la
ira se habra disuelto entonces, y all mismo.
Hay que pagar un precio por aferrarnos a la estrecha perspectiva de tener razn. Mi fugaz estado de nimo me importa mucho menos que la confianza de mi hija. Pero su confianza qued pisoteada de todas maneras en ese momento. Si
no ponemos cu idado y atencin, los estados emocionales de
mente estrecha pueden dominar el momento. Esto sucede
todo el tiempo. El dolor colectivo que causamos a los dems
y a nosotros mismos nos hace sangrar el alma. Por difcil que
nos resulte admitirlo, sobre todo de nosotros mismos, la ira
matizada de yo puede ser algo a lo que nos entregamos y rendimos con demasiada frecuencia .

ENSEANZAS DE LA COM IDA DEL GATO

Me fastidia encontrar platos de gato sucios en el fregadero


junto con los nuestros. No s muy bien por qu me saca tanto
de quicio, pero es as. Tal vez se deba a que yo no tuve animales domsticos cuando estaba creciendo. O quiz pienso
que es una amenaza a la sa lud pblica (ya se sabe, los virus y
esas cosas). Cuando decido limpiar los platos sucios de los
gatos, primero friego todos los platos nuestros que hay en el
fregadero y despus lavo los de ellos. En todo caso, no me
gusta encontrar platos de gatos en el fregadero, y reacciono
de inmediato cuando los encuentro.

En el espritu de la presencia mental

~~~~~~~~~~~-'--~~___;_....!:...

171

Primero me enfado. Despus la ira se va personalizando y


entonces la dirijo contra quien crea que es el culpable, que
por lo general es mi mujer, Myla. Me duele que ella no respete mis sentimientos. Le he dicho en incontables ocasiones
que no me agrada, que eso me disgusta. Le he pedido de la
manera ms educada posible que no lo haga, pero sigue hacindolo con cierta frecuencia. Ella opina que esto es tontera
y ~ompu l sin de mi parte, y cuando va escasa de tiempo,
deja los platos sucios de los gatos remojndose en el fregadero.
Mi descubrimiento de comida de gatos en el fregadero
puede ampliarse a una acalorada discusin, en gran parte
porque me siento enfadado, resentido y, sobre todo, justificado, en mi ira y en mi resentimiento, porque s que yo
tengo la razn. No debe haber comida de gatos en el fregadero! Pero cuando la hay, mi parte yosta puede cobrar bastante fuerza.
ltimamente he notado que ya no pierdo tanto la forma
con esto. No he tratado a propsito de cambiar mi manera de
manejarlo. Sigo sintiendo lo mismo respecto a la comida de
los gatos, pero como si ahora viese todo el asunto de otra
manera tambin, con mayor conciencia y con mucho ms
sentido del humor. Por ejemplo, cuando sucede, y sigue sucediendo con molesta frecuencia, descubro que estoy ms
consciente de mi reaccin en el momento que ocurre y lo
miro. Es esto! , me recuerdo.
Noto que la ira empieza a surgir en m. Resulta que viene
precedida de una leve sensacin de repugnancia. Despus observo agitarse una sensacin de haber sido traicionado, y sta
no es tan leve. Algu ien en mi familia no ha respetado mi peticin, y YO lo voy a tomar como una ofensa personal. Despus de todo, mis sentimientos cuentan en la familia, o no?
Me he dedicado a experimentar con mis reacciones ante
el fregadero de la cocina observndolas con gran atencin sin
actuar movido por ellas. Puedo informar que la sensacin inicial de repugnancia no es tan terrible y que si me quedo con
ella, respiro con ella y me permito sentirla, en realidad desaparece en uno o dos segundos. Tambin he observado que
es esa sensacin de haber sido traicionado, frustrado en mis
deseos, la que me enfurece mucho ms que la comida del

172

Cmo asumir su propia identidad

gato en s misma. As pues, he descubierto que en realidad no


es la comida del gato la fuente de mi ira. Es el sentir que no se
me hace caso ni respeta. Muy diferente de la comida del
gato. Aj!
Entonces recuerdo que mi mujer y mis hijos consideran
este asunto de manera muy diferente. Ellos creen que hago
una montaa de un grano de arena y que si bien tratarn de
respetar mis deseos cuando les parezcan razonables, otras
veces no los encuentran razonables y tambin los respetan de
todas maneras, tal vez sin siquiera pensar en m.
As pues, he dejado de tomrmelo como una ofensa personal. Cuando no quiero que haya comida de gatos en el fregadero, me arremango y lavo los platos en ese momento. Si no,
simplemente los dejo all y me marcho. Ya no tenemos discusiones por esto. En realidad me he sorprendido sonriendo
cuando me encuentro con los objetos culpables en el fregadero. Al fin y al cabo, me han enseado muchsimo.

Sugerencias: Trate de observar sus reacciones en situaciones


molestas o que lo hacen enfadar. Observe cmo cede su poder a otras personas cuando habla de algo que lo enfurece.
Experimente con imaginarse que la conciencia es una enorme olla en la cual usted mete todos sus sentimientos y se limita a estar all con ellos, dejndolos que se cuezan a fuego
lento, recordando que no tiene nada que ver con ellos en ese
momento, que se van a cocer ms, los va a digerir y a comprender con ms facilidad por el nuevo hecho de tenerlos en
la olla de la presencia mental.
Observe los modos como sus sentimientos son creaciones
de sus opiniones de las cosas, y que tal vez sus opiniones no
son completas. Puede permitir que ese estado de cosas est
bien, sin pensar que tiene la razn ni que est equ ivocado?
Puede tener la paciencia y el valor suficientes para probar a
meter emociones cada vez ms fuertes en la olla y dejarlas
que se cuezan all, en lugar de proyectarlas hacia fuera y
obligar al mundo a ser como usted quiere que sea en este momento? Ve como esta prctica podra conducirlo a conocerse de maneras nuevas, y a liberarse de opiniones y puntos de
vista viejos, gastados y !imitadores?

En el espritu de la presencia mental

SER PADRES ES PRCTICA

Comenc a meditar cuando tena veintitantos aos. En


aquel tiempo tena cierta flexibilidad en cuanto a tiempo, y
poda asistir peridicamente a retiros de meditacin que duraban entre diez y quince das. Estos retiros estaban programados para que los participantes dedicaran cada da, desde
el amanecer hasta tarde por la noche, slo a permanecer sentados o a caminar de manera consciente, con unas pocas y
sabrosas comidas vegetarianas intercaladas, todo en silencio.
En este trabajo nos ayudaban excelentes profesores de meditacin, que nos daban inspiradoras charlas por la noche y con
quienes podamos tener frecuentes entrevistas para revisar
cmo iban las cosas.
Me encantaban esos retiros porque me permitan dejar en
suspenso todo lo dems de mi vida, ir a un lugar agradable y
tranquilo en el campo, ser bien atendido, y llevar una vida
contemp lativa extraordinariamente simplificada, en la cua l
el nico verdadero orden del da era practicar, practicar y
practicar.
No es que fuera fcil, le advierto. Con frecuencia haba
muchsimo dolor fsico a causa de estar sentado inmvil tantas horas, y eso no era nada comparado con el dolor emocional que afloraba a veces al permanecer ms quietos y menos
ocupados el cuerpo y la mente.
Cuando 'mi mujer y yo decidimos tener hijos, comprend
que debera renunciar a los retiros, al menos durante algn
tiempo. Me dije que siempre podra vo lver al paraje con templativo cuando mis hijos hubieran crecido lo suficiente para
no necesitarme junto a ellos todo el tiempo. Haba un cierto
matiz romntico en la fantasa de volver a la vida monstica
cuando fuera viejo. La perspectiva de dejar esos retiros, o al
menos de reducirlos en gran medida, no me alter demasiado, porque aun cuando los valoraba mucho, haba decidido
que haba una manera de considerar el tener hijos como un
retiro en s mismo, un retiro que, a excepcin del silencio y la
simpl icidad, tendra la mayor parte de las caractersticas importantes de aquellos a los que renunciaba.
As fue como me lo plante: Poda considerar a cada beb
un pequeo Buda o maestro zen, un profesor particular de

174

Cmo asumir su propia identidad

presencia mental cado en mi vida, cuya presencia y actos


ciertamente iban a pulsar todas mis teclas y a desafiar todas
las creencias y lmites que yo tena, ofrecindome consta ntes
oportunidades de ver dnde estaba aferrado a algo y liberarme de ello. Porque cada hijo va a ser un retiro de por lo
menos 18 aos, casi sin descanso de buena conducta. El
programa del retiro sera implacable y me exigira continuos
actos de generosidad y amabilidad amorosa. Mi vida, que
hasta ese momento consista en ocuparme de mis necesidades y deseos personales, lo que es perfectamente normal en
una persona joven y soltera, iba a cambiar por completo. Era
evidente que la paternidad iba a ser la mayor transformacin
de mi vida adulta hasta ese momento. Hacerlo bien me exigira la mayor claridad de visin y sera el mayor desafo a dejar marchar y dejar ser con que me encontrara en mi vida.
En todo caso, los bebs piden y necesitan ser atendidos
constantemente. Sus necesidades deben satisfacerse segn
sus programas, no segn los nuestros, y todos los das, no
cuando a uno le apetece. Ms importante an, los bebs y los
nios necesitan toda nuestra presencia en cuanto seres para
desarrollarse y estar bien. Necesitan ser abrazados, cuanto
ms mejor; que uno camine con ellos; que les cante, los acune, juegue con ellos, los consuele; que les d la comida, a
veces tarde por la noche o muy temprano por la maana; y
todo ello cuando uno est agotado y slo desea dormir o
cuando tiene obligaciones y responsabilidades en otra parte.
Para los padres, las intensas y siempre cambiantes necesidades de los nios son oportunidades perfectas para estar totalmente presentes y no actuar en la modalidad piloto automtico, para relacionarnos de una manera consciente y no
mecnica, para percibir el ser de cada hijo y que sus vibraciones, vitalidad y pureza estimulen las nuestras. Me pareca
que ser padre era nada menos que la oportunidad perfecta
para profundizar la presencia mental, si lograba dejar que los
hijos y la familia fueran mis profesores y recordaba reconocer
y escuchar con atencin las enseanzas de vida que vendran
rpida y frenticamente.
Igual que en cualquier retiro largo, ha habido perodos
fciles y perodos menos fciles, momentos maravillosos y
momentos muy dolorosos. A lo largo de todos ellos, el princi-

En el espritu de la presencia menta~

pio de considerarlo retiro de meditacin y de honrar y respetar a mis hijos y la situacin familiar como a mis profesores
ha demostrado su primaca y valor una y otra vez. Ser padres
es una situacin laboral de extremada presin. Los primeros
aos pareca un trabajo a jornada completa para unas diez
personas, y slo ramos dos, incluso a veces uno, para hacerlo todo, y los bebs no vienen acompaados de ningn manual de instrucciones. Es el trabajo ms difcil del mundo, si
se quiere hacerlo bien, y la mayor parte del tiempo uno ni siquiera sabe si lo est haciendo bien, o lo que eso significa.
Casi no recibimos preparacin ni formacin algunas para ser
padres, slo tenemos el entrenamiento sobre la marcha, momento a momento, a medida que se presentan las cosas.
Al principio hay poqusimas oportunidades para tomar un
descanso. El trabajo exige estar siempre ocupado. Y los nios
ponen a prueba tus lmites porque quieren descubrir el mundo y quines son ellos. Ms an, a medida que crecen y se
desarrollan, van cambiando. No bien uno ha encontrado la
manera de manejar una situacin cuando ellos han crecido
y salen con algo que uno no ha visto jams. Hay que estar
constantemente conscientes y presentes para no quedarse anclado en una visin de las cosas que ya no sirve. Y, lgicamente, no hay provisin de respuestas ni frmulas sencillas
de cmo hacer las cosas bien en el mundo de la paternidad
y la matern idad. Eso significa que todo el tiempo uno se encuentra sin remedio en situaciones creativas y difciles, al
mismo tiempo que ante muchas tareas repetitivas que se hacen una y otra y otra vez.
Y el desafo aumenta cuando los hijos crecen y desarrollan sus propias ideas y fuertes voluntades. Una cosa es atender las necesidades de los bebs (que al fin y al cabo son muy
simples, sobre todo antes de que sepan hablar, y cuando son
tan absolutamente encantadores y adorables), y otra cosa
muy diferente es ver con claridad y responder con eficacia Y
con cierta mdica cantidad de sabidura y equilibrio (despus
de todo uno es el adulto) cuando hay un continuo choque de
voluntades con los hijos mayores, que no siempre son tan
encantadores ni adorables, que te rodean de discusiones, se
molestan mutuamente sin piedad, discuten, se rebelan, se
niegan a escuchar, entran en situaciones sociales en que ne-

176

Cmo asumir su propia identidad

ces itan orientacin y claridad por nuestra parte pero a las


cuales tal vez no estn receptivos; en resumen, cuyas necesidades nos exigen una constante sal ida de energa que nos
deja poco tiempo para nosotros mismos. Es interminabl e la
lista de situaciones que desafan nuestras ecuanimidad y claridad y en las cuales nos encontramos que las perdemos.
Sencillamente, no hay forma de escapar, de esconderse, de
cambiar las cosas de forma que nos sirva a nosotros o a ellos.
Los nios lo ven todo desde el interior y de cerca: nuestras
mantas, idiosincracias, verrugas y espinillas, defectos, incongruencias y fallos.
Estas pruebas no son impedimentos ni para ser padres ni
para la prctica de la presencia mental. Son la prctica S i
uno se acuerda de verlo as. De otra manera, es posible que
la vida como progenitor se convierta en una carga prolongada e insatisfactoria, en que nuestra falta de fuerza y claridad
de objetivos puede conducirnos a olvidarnos de respetar e incluso de ver la bondad interior del nio y de uno mismo. Los
nios pueden ser heridos y apocados con facilidad por una
infan cia que no respeta de manera adecuada sus necesidades
y su belleza interior. Las heridas pueden crear ms problemas, a ellos y a la familia, problemas de falta de seguridad en
s mismos, de estima propia, de comunicacin y aptitudes,
problemas que no desaparecen por s solos cuando ellos se
hacen mayores, sino que suelen agrandarse. Y nosotros, en
cuanto padres, es posible que no estemos lo bastante receptivos para percibir los signos de ese apocamiento o las heridas
y, en consecuencia, no seamos capaces de curarlas, porque
en cierta med ida esto lo hemos ocasionado co n nuestras manos o con nuestra falta de atencin consciente. Puede tambin ser muy sutil, fcilmente negado o atribuible a otras causas, 1ibrndonos as, mental mente, de una responsabi 1idad
que en verdad nos correspondera asumir.
Es evidente que, con toda esa energa que sale, tiene que
haber alguna fuente de energa que entre, nos nutra y revitalice a los padres de tanto en tanto, porque, de otro modo, el
proceso no se sostendr por mucho tiempo. l o e dnde podra venir esta energa? Slo se me ocurren dos fuentes posibles: apoyo exterior, proveniente de la parej a, de fam iliares, am igos, cuidadoras de ni os, etctera, y de hacer otras

En el espritu de la presencia mental

177

cosas que nos gustan, al menos de vez en cuando; y apoyo


interior, proveniente de la prctica de la meditacin si se
puede uno hacer tiempo en la vida para la qu ietud, para simplemente ser, para estar sentado, o para hacer algo de yoga,
para nutrirnos de la manera como necesitamos ser nutridos.
Yo medito temprano por la maana porque no hay ningn
otro momento en que haya silencio en la casa y que nad ie solicite mi atencin, y tambin porque, con el trabajo y otras
obligaciones, si no lo hago entonces tal vez estar demasiado
cansado u ocupado para hacerlo despus. Tamb in encuentro que la prctica por la maana temprano establece el tono
para todo el da. Es a la vez un recordatorio y una afirmacin
de lo que es importante, y dispone el escenario para que la
presencia mental se derrame de manera natural en otros aspectos del da.
Pero cuando haba bebs en casa, aun ese tiempo por la
maana era difcil de encontrar. No se poda estar muy atado
a nada porque todo lo que uno se dispona a hacer, aunque lo
hubiera organizado con mucho cuidado, siempre era interrumpido o frustrado. Nuestros bebs dorman muy poco. Al
parecer siempre se dorman tarde y despertaban muy temprano, sobre todo cuando yo estaba med itando. Parece que advertan cuando yo estaba levantado y se despertaban tambin. Algunos das tena que buscarme tiempo a las cuatro de
la madrugada para poder hacer meditacin o yoga. Otras veces estaba demasiado cansado para preocuparme y pensaba
que dormir era ms importante. Y en ocasiones me sentaba a
meditar con el beb en el regazo y dejaba que l, o ella, deci diera cunto iba a durar. A ellos les encantaba estar envueltos
en la manta de meditacin, s lo con la cabecita fuera, y solan quedarse muy qui etos durante largos ratos, mientras yo
no segua m i respiracin, si no nuestra respiracin.
En ese tiempo, yo tena la fuerte impresin, y an la tengo,
de que mientras los tena en mi regazo cuando med itaba, la
conciencia de mi cuerpo, de mi respiracin y de nuestro estrecho contacto, los ayudaba a serenarse y a explorar la qu ietud y los sentimientos de aceptacin. Y su relajacin interior,
que era mucho mayor y ms pura que la ma, porque sus
mentes no estaban llenas de pensamientos ni preocupaciones
adultas, me ayudaban a estar ms sereno, relajado y presente.

178

Cmo asumir su propia identidad

Cuando ya daban sus primeros pasos, yo hada yoga con


ellos, subidos o montados encima de m o colgando de mi
cuerpo. Jugando en el suelo descubramos espontneamente
nuevas posturas de yoga para dos cuerpos, y cosas que podamos hacer juntos. Ese tipo de juego corporal, en su mayor
parte no verbal, consciente y respetuoso, era una fuente de
inmensa alegra y diversin para m como padre y una profunda fuente de conexin que todos compartamos.
Cuanto ms crecen los hijos, ms cuesta recordar que siguen siendo maestros particulares de zen. Las dificultades
para estar presente sin reaccionar y para ver claramente mis
reacciones, normales y exageradas, y para darme cuenta
cuando me distraigo, parecen hacerse mayores a medida que
poco a poco tengo menos voz y voto en sus vidas. Las viejas
cintas de mi propia educacin suenan de pronto a todo volumen antes de que yo me d cuenta: ideas machistas arquetpicas sobre mi papel en la familia, sobre la autoridad legtima e ilegtima y cmo afirmar mi poder, lo cmodo que me
siento en mi casa, las relaciones interpersonales entre personas de diferentes edades y fases y de sus necesidades muchas
veces competitivas. Cada da es un nuevo reto. Muchas veces
uno se siente abrumado y, en ocasiones, muy solo. Uno ve
como se ensancha la separacin y reconoce la importancia
de la distancia para un sano desarrollo y exploracin psquicos; pero la separacin, por sana que sea, tambin duele.
A veces me olvido de lo que significa ser adulto y me quedo
estancado en comportamientos infantiles. Mis hijos me enderezan enseguida y me despiertan si mi presencia mental no
est a la altura de la tarea del momento .
Ser padre y la vida familiar puede ser un campo perfecto
para la prctica de la presencia mental , pero no lo es para los
dbiles de corazn, los egostas, los perezosos o los romnticos despistados. Ser padre es un espejo que obliga a mirarse a
s mismo. Si uno logra aprender de lo que observa, tiene la
oportunidad de continuar creciendo.

Una vez que se comprende y se acepta que entre los


seres humanos ms unidos siguen existiendo distancias
infinitas, puede desarrollarse una maravillosa vida lado

En el espritu de la presencia mental

17'-:J

a lado, si cada uno logra amar la distancia entre ellos,


distancia que hace posible que cada uno vea al otro entero contra el cielo.
RAINER MARIA R1LKE,

Cartas

La consecucin de la totalidad exige que uno ponga en


juego todo su ser. Nada menos que eso servir; no
puede haber condicin alguna ms fcil, ni sustituto,
ni concesin.

c. G. )UNG
Sugerencias: Trate de ver a sus hijos o nietos como a sus profesores, sea usted padre, madre, abuelo o abuela. De vez en
cuando obsrvelos en si lencio. Escchelos con ms atencin.
Lea su lenguaje corporal. Evale la estima de s mismos que
tienen observando su modo de andar, lo que dibujan, qu
ven, cmo se comportan. Cules son sus necesidades en este
momento? En esta hora de su da? En esta fase de su vida?
Pregntese: Qu puedo hacer por ellos en este momento?
Despus siga lo que el corazn le dicte. Y recuerde, los consejos son probablemente lo menos til en la mayor parte de
las situaciones, excepto si es el momento adecuado para darlos y uno sea muy sensible al momento oportuno y a la manera de enmarcar las cosas. El solo hecho de que usted est centrado, totalmente presente, receptivo y disponible es un gran
regalo para ell os. Y un abrazo consciente no hace dao tampoco.

SER PADRES (2)

Evidentemente, as como nuestros hijos son nuestros


maestros, nosotros somos importantes maestros de vida para
nuestros hijos, y la forma de asumir ese papel tiene una gran
influencia en sus vidas y en la propia. Yo pienso que la paternidad-maternidad es una custodia-tutora prolongada pero

180

Cmo asumir

~u

propia identidad

En el espritu de la presencia mental

temporal. Cuando pensamos en ellos como nuestros hijos o


mis hijos, y comenzamos a relacionarnos con ellos como si
fuesen nuestras posesiones a las que hay que formar y controlar para satisfacer nuestras necesidades, estamos, creo, metidos en un buen lo. Nos guste o no, los hijos son, y sern
siempre, seres suyos propios; pero necesitan mucho amor y
orientacin para llegar a ser seres humanos completos. Un
verdadero tutor o gua necesita sabidura y paciencia en
abundancia para legar lo que es ms importante a la generacin que le sigue en el camino. Algunas personas, entre las
que me cuento, necesitamos una presenc ia mental casi constante, adems de nuestros instintos bsicos para sustentar,
amar, ser t iern os y considerados, para hacer bien este trabajo,
protegindolos m ientras desarroll an sus fuerzas, opin iones y
habi l idades para avanzar por los cam inos q ue despus exp lorarn ms a fondo solos.
Algunas personas que consideran val iosa la meditacin en
sus vidas, se sienten tentadas a ensear med itacin a sus hijos. Esto podra ser un gran error. En mi opinin, la mejor manera de impartir sabidura, meditacin o cualquier otra cuestin a los hijos, sobre todo cuando son pequeos, es vivirl a
uno mismo, encarnar lo que ms se desea impartir, y mantener la boca callada. Cuanto ms se habla de meditacin o se
la elogia o se insiste en que los hijos hagan las cosas de cierta
manera, mayores son las probabilidades, creo, de que se alejen de ello de por vida. Van a detectar el apego que uno tiene
a su propia op inin, la agresividad que se esconde en el deseo de dominarlos y de imponerl es ciertas creencias que slo
son la verdad de uno mismo, no la de el los, y se van a dar
cuenta de que se no es su cam ino sino el de uno. A med ida
que crecen, tambin pueden detectar la hipocresa, a la vez
que la distancia entre lo que se profesa y lo que se vive.
Si uno es devoto a su prctica de la meditacin, ellos se
van a dar cuenta y lo vern y aceptarn con natura lidad,
como parte de la vida, como una actividad normal. A veces
incluso es posible que se sientan atrados a imitarlo, como
hacen los nios con la mayor parte de las cosas que ven en
sus padres. Lo importante es que la motivacin para aprender
meditacin y practicarla tiene que nacer siempre de ellos, y
slo hasta el grado en que se mantenga su inters.

181

La verdadera enseanza es casi completamente no verbal.


Mis hijos a veces hacen yoga conm igo porque me ven hacerlo. Pero la mayor parte del tiempo tienen cosas ms importa ntes que hacer y no les interesa. Lo mismo va le para la meditacin. Pero s que saben sobre meditacin; tienen cierta
idea de lo que es, y saben que yo la va loro y la practico. y
cuando desean hacerla, saben sentarse por haberse sentado
conmigo cuando eran pequeos.
Si usted practica la med itacin descubri r ciertos momentos en que ser sensato que recomiende sesiones med itativas
a sus hi jos. Estas sugerencias pueden funcionar o no en el
momento, pero ser algo as como pl antar semillas para despus. Buenas ocasiones son, por ejemplo, cuando los nios
sienten dolor o miedo, o les cuesta concili ar el sueo. Sin impo nerl o ni insistir, sugirales que sintonicen con su respiracin, que respiren ms despacio, que floten sobre las olas en
una pequea barca, que observen el do lor o el miedo, que
busquen imgenes y colo res en ellos, que usen la imaginacin para jugar con la situacin, y despus se acuerden que
slo son imgenes que hay en la mente, como pelculas;
que ellos pueden cambiar la pelcula, el pensa miento, la
imagen, el color y as, a veces, sentirse mejo r ms rpido y
controlar ms.
En ocasio nes esto funciona bien con los ni os pequeos,
pero cuando !legan a los se is o siete aos es posible que les
d vergenza o piensen que eso es tonto. Esto tambin pasa y
vuelven a hacerse receptivos en ciertos momentos. En todo
caso, se han plantado semillas al sugerirles que hay maneras
interiores de trabajar con el mi edo y el dolor, y con frecuencia ell os vuelven a este conocimi ento cuando son mayores.
Van a saber por experi encia directa que hay algo ms aparte
de sus pensa mientos y sentimientos, y que pueden relacionarse con stos de maneras que les permita tener ms opciones para participar e in fl uir en los resultados de diversas situaciones; que el hecho de que las mentes de otras personas
estn agitadas, no significa que las de ellos tengan que estarlo
tambin.

182

Cmo asumir su propia identidad

En el espritu de la presencia mental

~~~~~~~~~~~

ESCOLLOS EN EL CAMIN O

Si usted sigue el camino de la prctica mental, de tod,a la


vida, el mayor obstculo que probablemente encontrara en
ciertos puntos del camino ser su mente pensante.

Por ejemplo, es posible que de vez en cuando uno piense que


est llegando a alguna parte, sobre todo si ha ten ido momentos de satisfaccin que superan los experimentados con anterioridad. Entonces uno comienza a darl e vueltas al pensamiento, o incluso a decirlo, que ha llegado a alguna parte,
que la prctica de la meditacin funciona. El ego desea _r;clamar y atribuirse el mrito de esta sensacin o comprens1on
especial, sea cual sea. Tan pronto esto sucede, ya no se est
en meditacin sino en publ icidad. Es fcil quedar atrapado
en ello, en uti lizar la prctica de la meditacin para apoyar el
hb ito de autoinflarse.

Tan pronto uno queda cogido, deja de ver con cla r ida~ . Incl uso una percepcin o intu icin clara se nub la enseguida Y
pierde su autenticidad una vez que es reclamada por est~ tipo
de pensamiento en servicio del ego. As pues, es necesario recordar que todas las coloraciones yo, me, y mo son
s lo corrientes de pensamiento capaces de alejarnos de nuestro corazn y de la pureza de la experiencia directa. Este recordatorio nos mantiene viva la prctica en los momentos
precisos cuando tal vez ms la necesitamos_ y cuan_do ~sta
mos ms dispuestos a tra icionarla. Nos perm ite seguir mirando en profund idad, en el espritu de la indagacin y autntica
curiosidad, y pregu ntando constantemente: Qu es esto?,
Qu es esto?

183

sentir aburrimiento o cansancio, en creer que no se llega a


ninguna parte, as como no hay nada malo en pensar que se
va llegando a alguna parte; de hecho, es posible que la prctica d seales de estar hacindose ms profunda y slida. El
escollo se presenta cuando uno infla esos pensamientos o experiencias y comienza a considerarlos algo especial. Entonces, cuando uno se apega a su experiencia, la prctica se detiene, y nuestro desarrollo con ella.

Sugere ncias: Siempre que se coja pensando que est llegando a alguna parte o que no est llegando a donde tendra que
estar, le ser til hacerse pregu ntas del estilo: Adnde debera llegar?, Quin debe llegar a alguna parte?, Por
qu algunos estados mentales son ms vlidos que otros para
observarlos, aceptarl os y estar presente?, Estoy llevando la
presencia mental a cada momento o slo estoy entregado a
una repeticin inconsciente de las formas de la prctica de la
meditacin, confundiendo la forma con su esencia?, Estoy
utilizando la meditacin como tcn ica?
Tal vez estas preguntas le sirvan para abri rse paso por esos
momentos durante los cuales su prctica est dom inada por
estados emocio nales egocntricos, hbitos inconscientes y
emociones fuertes. Pueden hacer que vuelva de inmediato a
la novedad y belleza de cada momento tal como es. Quiz
olvid o no comprendi muy bien que la meditacin es en
realidad la nica actividad humaoa en la cual uno no trata de
llegar a ni nguna parte sino que slo se permite estar donde
est y ser como uno es ya? Esta medicina resu lta amarga de
tomar cuando no nos gusta lo que ocurre o dnde nos encontramos, pero en esas ocasiones va le particularmente la pena
tomarlo.

ES ESPIRITUAL LA PRESENCI A MENTAL?

Tambin puede haber ocasiones en que uno piensa que no


est llegando a ninguna parte con la prctica de la meditacin. No ha ocurrido nada de lo que se desea que ocurra.
Hay una sensacin de cansancio, de aburrimiento. Aq u, de
nuevo, el problema es el pensamiento. No hay nada malo en

Si busca en el diccionario la palabra espritu , encontrar que deriva del latn spirare, que significa res~irar. La ~n
trada de aire es la inspiracin; la expulsin del aire, la espiracin. De aqu proceden todas las asociaciones del espritu

184

Cmo asumir su propia identidad

con el aliento de v ida, energa vital, conciencia, alma, con


frecuencia enmarcados como dones divinos que se nos han
otorgado, y un aspecto, por lo tanto, de sagrado, lum inoso,
inefable. En sentido profundo, el aliento mismo es el ltimo
don del espritu. Pero, como hemos visto, la profundidad y alcance de sus vi rtudes pueden permanecer desconocidas para
nosotros durante todo el tiempo que nuestra atencin est absorta en otra parte. El trabajo de la presencia mental es despertar a la vitalidad en todos los momentos que tenemos. En
estado desp ierto, todo in.spira y estimula. Nada se hall a excluido del dominio del espritu.
En la medida de lo posible, evito siempre usar la palabra
espiritual>). No la encuentro ni til ni necesaria en mi trabajo en el hospital; trabajo con el que llevo presencia mental a
la corriente princi pal de la med icin a y la asistencia sa nitaria;
ni en otros mbitos como nuestra clnica de reduccin del
estrs, que es multitnica y est en el centro de la ciudad ; ni
en las c rceles, ni en las escuelas, ni en nuestro trabajo con
organizaciones profesionales y deportistas. Tampoco encuentro que la palabra espiritual sea particu larmente compatible con la manera como yo llevo la agudizacin y profundizacin de mi prctica de la med itacin.
Con esto no pretendo negar que sea posible considerar
la meditacin fundamentalmente como una prctica espiritual>). Se trata de que tengo problemas con las connotaciones
inexactas, incompletas y, con frecuencia, errneas de esa palabra. La meditacin puede ser un camino profundo para el
desarrollo personal , para afinar la percepcin, las opiniones,
la conciencia. Pero, en mi opinin, el vocabu lario de la espiritualid ad crea ms problemas prcticos que los que resuelve.
Algunas personas llaman disciplina de la conciencia a
la meditacin. Prefiero esa formulacin a la de prctica espiritual , porque la palabra espiritual evoca connotaciones
muy distintas a diferentes personas. Todas esas connotaciones estn entretejidas, de manera inevitable, con sistemas de
creencias y con expectati vas inconscientes que a la mayora
de nosotros no nos gusta examinar, y que con demasiada facilidad pueden impedirnos el desarrollo, e incluso or que el
autntico crec imi ento es posible.
A veces se me acercan personas en el hospital y me dicen

..

_ _ _ _ _ _ _ _ _E
:_n.:_:_:
el:....:e::spritu
r
de la prese~ m ental

185

q_ue el tiemp~ pa~ado : n la clnica de reduccin del estrs ha


sido la expe~1enc1a m~s espiritu al que han tenido jams. Me
alegra q_ue p1en~en ~s 1 , porque eso proviene directamente de
su p~op1a experiencia con la prctica de la meditacin y no
de_ninguna ~eora, ideologa ni credo. Por lo general s lo que
qu ieren decir (a l menos eso creo); pero tambin s que tratan
de P?ner en p~labras una experiencia interi or que, en ltimo
trmino,_trasciende las etiquetas. Pero mi mayor deseo es
que, no importa cual haya sido su experienc ia, contin en tenindola, que eche races, viva y crezca. En el mejor de los
c~sos, habrn odo que la pr~ti~a ~o es el intento de llegar a
ningun a parte, en absoluto, ni s1qu1era a experiencias espirituales agradables o profun?as. Es de esperar que lleguen a
c~mpren_der q~e la presenc1_a mental est ms all del pensamiento, ilusorio o de otro tipo; que el aqu y el ahora es la
fase en la cual se realiz a continuamente este trabajo.
El concepto de espiritualidad puede estrechar nuestro
pensamiento en lugar de ensancharlo. Con demasiada frecuencia, algunas cosas se consideran espiritu ales mientras
otras s~ excluyen. Es espiritual la ciencia? Es espiritual la
mate~nidad o la paternidad ? Son espiritua les los perros? Es
espmtual el cuerpo? Es espiritual la mente? Es espiritual el
parto? ~s espiritual comer? Es espiritual pintar, interpretar
u~a partitura, dar un paseo o mirar una flor? Es espiritua l respirar, o esca lar una montaa? Evidentemente, todo depende
d~ co_m o lo encaremos, de cmo lo sostengamos en la concienci a.
La presencia mental permite qu e todo brille con la luminosidad que la palabra espiritual quiere connotar. Einstein
hablaba de ese sentimiento religioso csmico que experi~~ntaba al contemplar el orden subyacente en el universo
f1~1co. La gran ?eneti sta Barbara M cClintock, cuyas investigaciones fuero n ignoradas y desdeadas por sus colegas va rones durante muchos aos hasta que, fin almente, le fueron reconocidas a los ochenta aos con el Premio Nobel 1 deca
Una emocin ante el organismo cuando trataba de desent~aar Y,c.omprende~ la versati lidad y complejidad del mater_1al genet1co del ma1z. Tal vez, en definiti va, espiritu al signif1q~e tan s?_lo experimentar directamente la interconexin y
la integrac 1on en la totalidad, un ver que la individualidad y

186

Cmo asumir su propia ide ntid ad

la totalidad estn entrelazadas, que nada se encuentra aisl ado ni es ajeno. Si es considerada de esta manera, entonces
todo se convierte en espiritual en su sentido ms profundo.
Hacer ciencia es espiritual. Tambin lavar los platos. La que
cuenta es la experiencia interior. Y hay que estar allf para
ello. Todo lo dems es puro pensamiento.
Al mismo tiempo, hay que estar alerta a las tendencias al
autoengao, los pensamientos il usorios, la grandiosidad, el
autohincharse, y los impulsos de explotacin y crueldad dirigidos hacia otros seres. Mucho dao ha provenido en todas
las pocas de personas apegadas a una visin de Verdad espiritual. Y en mayor medida, de personas que se ocultan tras
la capa de la espiritualidad, pero estn dispuestas a hacer
dao a otros para satisfacer sus apetitos.
Adems, al ofdo afinado, nuestras ideas de espi ritualidad
suelen resonar con un ligero matiz de yo soy ms santo que
t . Los puntos de vista estrechos, a la letra, respecto al espritu, suelen colocarlo por encima del dominio grosero,
Contaminado y engaoso del cuerpo, la mente y la materia . Al caer en estas actitudes, la persona puede utilizar las
ideas de espri tu para huir de la vida.
Desde un punto de vista mitolgico, el concepto de espritu tiene una caracterstica ascendente, como James Hillman y
otros proponentes de la psicologa arquetpica sea lan. Su
energa encarna el ascenso, un elevarse por encima de las
cualidades terrenales de este mundo hacia un mundo de la no
materia, lleno de luz y resplandor; un mundo ms all de los
opuestos, en donde todo se funde en la unicidad, nirvana,
cielo, unidad csm ica . Si bien la un idad es seguramente una
experiencia humana excepcional, no es el fin de la historia.
Ms an, con demasiada frecuencia es slo nueve partes de
pensamiento ilu sorio (pero pensamiento al fin Y al cabo) y
una sola parte de experienc ia directa. La bsqueda de la unidad espiritual, sobre todo en la juventud, suele estar motivada por un anhelo ingenuo y romnti co de trascender el dolor,
el sufrimiento y las responsabilidades de este mundo de diferencias y sim ilitudes, en que la humedad y la oscuridad se
encuentran.
La idea de trascendencia puede ser un gran escape, gasolina sper para el engao. A eso se debe que la tradicin

_ __ _ __ _ __ En_ e_
I . :. .es:.!.:p:. :.ritu
:. de la pre~enlia me>ntal

1f\7

budista, sobre todo la zen, insiste en hacer el crculo completo y volver a lo corri ente y cotidi ano, a lo que ellos ll aman
estar libre y cmodo en el mercado . Esto significa estar conectado en cualqu ier parte, en cualquier circunstancia ni
arriba ni abajo, slo presente, pero totalmente. Los pra~ti
cantes zen tienen un dicho, del todo irreverente y maravill osamente provocativo: S i te encuentras con el Buda, mtalo,
el cual signi fica que cualqu ier apego conceptual a un Buda
est muy lejos del objeti vo.
Fjese que la imagen de la mo ntaa que usa mos en la meditac in de la montaa no se limita a lo elevado de la cima
por enci ma de la baj eza de la vida cotidi ana; es tambin I~
conex in de la base, arraigada en la roca, una disposicin a
perm anecer sentada y a estar con todas las condiciones cli mticas (niebl a, lluvia, nieve y fro) o, en el sentido de la
mente, con la depresi n, la angusti a, la confusin, el dolor y
el sufrim iento.
Los estudi antes de la psique nos recuerd an que la roca
es smbolo del alma , y no del espritu . Con su direcci n
hacia abaj o, el viaje del alma es un descenso simbli co, un
ir bajo la tierra. El agua, tambin smbolo del alma, representa al elemento hac ia abajo, como en la meditacin del
lago; el agua se encharca en lugares bajos, se acuna en la
roca, oscura y misteri osa, receptiva y, con frecuencia, fra y
hmeda.
El sentimiento del alma tiene sus races en la multiplicidad, no en la unicidad; est asentado en la complejidad y la
ambigedad, en la diferen cia y la similitud. Las historias del
alma son historias de bsqueda, de arri esgar la vida, de resistir la oscuridad y hacer frente a las sombras, de ser enterrado
bajo la tierra o bajo el agua, de perderse y a veces estar confundido; pero, a pesar de todo ello, perseverar. Cuando
perseveramos, conectamos fin almente con nuestro propio
oro al salir de la oscuridad y las tini ebl as sumergidas de
los dominios subterrneos que ms temamos, pero que no
obstante enfrentamos. Este oro estaba siempre all, pero tena
que ser descubierto de nuevo medi ante este descenso a la
oscuridad y la afliccin. Es nu estro, aun cuando los dems
no lo vean e incluso aunque a veces ni nosotros mismos lo

veamos.

188

Cmo asumir su propia ident idad

En todas las culturas, los cuentos de hadas son cuentos del


alma y no cuentos del espritu en su mayor parte. El enano es
una figura del alma, como lo vemos en El agua de la vida. La
Cenicienta es una historia del alma. El arq uetipo aqu es la
cen iza, como Robert Bly observa en /ron }ohn. Uno (porque
estas hi storias siempre tratan de uno) est mantenido abajo, en las cenizas, cerca de la chimenea, conectado pero
tambin sufriente, su belleza interior inadvertida y exp lotada.
Durante ese tiempo, se produce un nuevo desarrollo interior,
una maduracin, una metamorfosis, un temple, que cu lmina
en la aparicin de un ser humano completamente desarrollado, resplandeciente y dorado, pero tambi n sabio en las
cosas del mundo, no un agente pasivo e ingenuo. El ser humano completamente desarrollado encarna la unidad del
alma y el espritu, lo de arriba y lo de abajo, lo materia l y lo
inmaterial.
La prctica de la meditac in es de suyo un espejo de este
viaj e de crecimiento y desarrollo. Tambin hace que bajemos
y subamos, nos exige que afrontemos, e incluso que abracemos, el dolor y la oscuridad as como la alegra y la luz. Nos
recuerda que usemos lo que se nos presente y cualquier lugar
en que estemos como ocasiones para indagar, para abrirnos,
para crecer en fuerza y sabidura y para hacer nuestro propio
cam ino.
Yo creo que las palabras como alma y espritu son intentos de describir la experiencia interior de los seres humanos c uando buscamos conocernos a nosotros mismos y encontrar nuestro lugar en este mundo extrao. Ningn trabajo
verdaderamente espiritual puede ca recer de alma, como tampoco ning n trabajo verdaderamente del alma puede estar
desprovisto de espritu . Nuestros demonios y dragones, nuestros enanos, brujas y ogros, nuestros prnc ipes y princesas,
nuestros reyes y reinas, nuestras grietas y nuestros griales,
nuestras mazmorras y nuestros remos ... , todos estn ya aqu,
ahora, listos para ensearnos. Pero hemos de escucharlos y
asumirlos en el espritu de la inacabable bsqueda heroica
que cada uno de nosotros encarna, lo sepamos o no, en el
entramado mismo de una vi da humana viv ida, en el sentido
de lo que significa ser completamente humano. Tal vez lo
ms espiritual que cualquiera de nosotros puede hacer sea

En el espritu de la presencia mental

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r:'irar a travs de s~s propios ojos, ver con los ojos de la totalidad y actuar con integridad y amabilidad.

... sus ojos, sus antiqusimos y brillantes ojos, son alegres.


W. B.

Y[ATS,

Lapislzuli

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