Beato Enrique Susón. Gran Místico Dominico
Beato Enrique Susón. Gran Místico Dominico
Beato Enrique Susón. Gran Místico Dominico
Silvia BARA, Beato Enrique Susn. Gran mstico dominico, (Celebraciones Vivas
61), Monte Carmelo, Burgos 2008.
Este anhelo de tener siempre presente al Seor, de vivir unido a Dios, va a ser
una constante en la vida de Susn. Para expresar su ardiente deseo recurre con
frecuencia al lenguaje de los amantes, a imgenes del amor corts de su tiempo,
en el que el caballero enamorado hara cualquier cosa por servir a su dama y
conquistar su amor. La dama de Susn es la Sabidura eterna, que personifica
a Jesucristo y atrae y abraza con amor los corazones de sus fieles. As por
ejemplo, nuestro autor exclama en el captulo 4 de la Vita: Estoy totalmente
decidido a tomar como esposa a la Sabidura y entregarme por completo a su
amor y servicio. A raz de esta experiencia de encuentro y seduccin por la
Sabidura, Enrique Susn intenta hacerse semejante y amable a su amor. Para
lograrlo contempla la vida de Jesucristo; le conmueve especialmente su gesto de
entrega por nosotros hasta la muerte. Siente una gran devocin por la cruz de
Cristo, pues en ella descubrimos el inmenso amor de Dios por cada uno de
nosotros.
En un primer momento, decide mostrar este amor al Seor a travs de una gran
austeridad y mortificacin, a imagen de los padres del desierto, cuyas vidas se
lean durante las comidas. Al igual que sus contemporneos, considera que el
sufrimiento acompaa al amor y no hay amante que no sea mrtir. Sin
embargo, aos ms tarde, en una experiencia mstica, la Sabidura le revelar
que los ejercicios ascticos pueden ser un buen comienzo pero no son un fin en
si mismos. No se trata de imitar los sufrimientos de Cristo, de cargar con la
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cruz de Cristo, sino de cargar con la propia cruz: afrontar las situaciones
adversas que se presentan en la vida, tanto interiores como exteriores, con la
confianza de que Dios camina a nuestro lado. La Sabidura le invitar entonces
a iniciarse en la ciencia del abandono total y perfecto, de modo que est tan
despojado de s mismo que no le importe cmo Dios se le manifiesta, por s
mismo o por sus criaturas, en la alegra o en el sufrimiento. Y es que nuestro
dominico va a pasar por situaciones muy duras causadas por las crticas de sus
compaeros, incomprensiones y calumnias, adems de momentos de angustia y
de gran desolacin interior.
Estudio en Colonia
Susn debi ser buen estudiante ya que fue enviado al Estudio General de
Colonia, en torno a 1324. Fundado por San Alberto Magno, Colonia era un
centro de estudio y de investigacin para aquellos dominicos que se iban a
dedicar a la enseanza o a la formacin de los estudiantes. En ese momento el
regente de estudios era el Maestro Eckhart, hombre profundamente sabio y
querido en la Orden. Provincial en dos ocasiones, Maestro en Teologa por la
universidad de Pars, Eckhart era un activo promotor de la reforma de la vida
religiosa dominicana, que ya presentaba algunos signos de relajacin. El
Maestro Eckhart reciba entonces el apelativo de Maestro de vida (Lesemeister),
pues no slo sus palabras sino su vida entera supona un gran testimonio de fe.
Las obras de Susn denotan tambin su gran aprecio por el Maestro y la gran
influencia de la enseanza eckhartiana.
Adems de las tareas de gobierno y de enseanza universitaria, Eckhart haba
mantenido una gran actividad como predicador, especialmente en los mbitos
femeninos, en los numerosos monasterios y grupos de beguinas que florecan
en Alemania. Se haba propuesto divulgar en la lengua del pueblo, el medio
altoalemn, las reflexiones que se hacan en la Universidad de Pars o en
Colonia, de modo que todos pudieran llegar a vivir una vida espiritual intensa.
Sin embargo, sus sermones eran difciles y paradjicos y podan prestarse a
malentendidos o deformaciones. Es ms, los seguidores del Libre Espritu
pretendan apoyarse en la autoridad del Maestro Eckhart para alejarse de la
enseanza de la Iglesia, afirmando que, una vez alcanzada la unin con Dios, la
persona no puede pecar ms, est liberada y ya no tiene necesidad de ejercitar
las virtudes ni de celebrar los sacramentos. En 1326, dos dominicos que no
aceptaban la reforma de vida propugnada por el Maestro Eckhart, le acusan de
formar parte de esta hereja. En el proceso de investigacin contra l se ponen
de manifiesto las envidias y rivalidades entre el clero diocesano y las rdenes
mendicantes. La mayora de los dominicos alemanes da su apoyo a Eckhart. Sin
embargo, en 1329, probablemente tras el fallecimiento de Eckhart, la bula del
Papa Juan XXII In agro dominico conden 17 tesis eckhartianas y seal otras 11
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61), Monte Carmelo, Burgos 2008.
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En sus inicios, el da de la fiesta de Santa Ins, [...] su alma cay en xtasis, tal
vez en su cuerpo o fuera del cuerpo. Vio y oy lo que ninguna lengua puede
expresar: era algo sin forma y sin modo y sin embargo encerraba en s la alegra
deleitable de todas las formas y de todos los modos. Su corazn arda de deseo
y, sin embargo, se senta saciado ... y se olvid de s mismo y de todas las
cosas. No saba si era de da o de noche. Era la dulzura de la vida eterna que
haca irrupcin en un silencioso y apacible sentimiento de presencia. Entonces
se dijo: Si esto no es el cielo, no s qu puede ser el cielo [...]. Este rapto
inefable dur una hora, o quizs media. [...] Volviendo en s, exclam: Oh
Dios! dnde estaba y dnde estoy ahora? Oh!, mi Bien amado, esta hora
nunca se borrar de mi corazn! Vita c. 2
Esta experiencia tan profunda de Dios le acompa a lo largo de su vida y le
llev a cuidar su vida interior. As, aprendi a conocerse a s mismo, a discernir
la presencia del Seor en el fondo de su corazn y a cultivar una relacin
personal con Jesucristo. Desde la maana hasta la noche, en los caminos, el
refectorio o en la capilla, se acostumbr a vivir en un dilogo constante con el
Seor, el mejor amigo, pues as como ninguna relacin humana puede evitar
una cierta separacin entre las personas, al abrirnos a la gracia de Dios, todos
podemos llegar a una unin profunda con l en la esencia del alma, en lo ms
hondo del ser humano.
Oh amor que sobrepasa todo amor! exclama Susn ... T, plenitud infinita
de todo amor, te difundes en el corazn del que ama, te derramas en la esencia del
alma, de manera que no hay ninguna parte del amado que quede excluida y no est
amablemente unida a tu amor, oh t, desnudez de todo en el todo! Vita c. 50.
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ms bueno, superbueno. Est ms all de nuestras categoras. Dionisio y
los autores que le siguieron, como Susn seala con este mtodo dialctico
algo importante: la trascendencia de Dios. A veces creemos que sabemos todo
sobre Dios y no nos dejamos sorprender por su Misterio, por su inmensidad.
Por ello, los nombres con los que designamos a Dios son tiles, pero tambin
han de ser trascendidos. Del mismo modo, Susn se sirve de muchas imgenes
para referirse a Dios y a nuestra unin con l con la intencin de que la persona
no se quede con ninguna de ellas, sino que las trascienda todas.
A pesar de que no podemos apresar a Dios, s podemos alcanzar cierto
conocimiento sobre l a travs de sus obras, nos recuerda el dominico. Por su
bondad ha querido irradiar su luz e iluminar la realidad y tambin nuestro
conocimiento. Y su Palabra, la Sagrada Escritura, es un mensaje de amor para
la persona que desea conocer a Dios. Dios est totalmente en todas las cosas y es
totalmente exterior a ellas, es como un crculo cuyo centro est en todas partes y
la circunferencia en ningn lugar.
Susn da mucha importancia tambin al hecho de que Dios es uno y trino
pues encuentra un paralelismo entre la vida intratrinitaria y nuestra vida
espiritual. As como Dios es una unidad absolutamente simple (a este aspecto lo
llama Deidad) y al mismo tiempo tres personas distintas, el ser humano puede
llegar a la unidad con Dios sin dejar de ser distinto de l, pues en Dios cabe la
unidad y la distincin a un tiempo. Con ello quiere distanciarse de la secta del
Libre Espritu, que mantenan que el hombre, una vez alcanzada la unin con
Dios, se volva uno con l sin distincin.
Somos creados a imagen y semejanza de Dios
Dios es la fuente de nuestro anhelo, est detrs de nuestra sed ms honda.
Porqu? Porque somos creados a su imagen y semejanza, Dios uno y trino. Se
trata de algo extraordinario hasta el punto de que esta condicin de imagen de
Dios, de alguna manera, nos emparienta con l. Para Susn y toda la escuela
dominicana alemana, la imagen de Dios en el alma se encuentra en el
intelecto. No se trata aqu de la capacidad de razonar o de conocer, sino de
algo mucho ms profundo, que incluye la capacidad de encuentro con Dios, de
iluminacin. Recibe tambin diversos nombres, como la esencia del alma, el
alma intelectual, la fortaleza, algo simple del alma o el fondo del alma,
esta ltima expresin muy utilizada por Tauler. Es un don de Dios y es la
condicin de posibilidad para que la persona se abra a lo eterno.
Sin embargo, este fondo ntimo del alma suele quedar en penumbra y ser un
misterio para la persona misma, pues vive volcada hacia fuera. Porqu buscar
en las cosas exteriores, cuando el alma lleva en s misma el Reino de los Cielos?
se pregunta nuestro autor. El Reino de Dios en el alma es la justicia, la paz y la
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Para orientarse con nimo decidido hacia Dios, hay que decir adis a las
ataduras de el mundo engaoso e ilusorio. Muchas veces buscamos la alegra
en cosas que no sacian, en ilusiones que al final se desvanecen, o estamos atados
a cosas que en el fondo nos impiden ser verdaderamente libres y felices. Por
ello, lo primero es desprenderse de estas ataduras, lo que exige un esfuerzo
activo por parte de la persona. Nuestro autor propone, por ejemplo, una
oracin asidua y poner en prctica los valores que se quieren vivir, esto es, el
ejercicio bien entendido de la virtud.
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corporal: Es bueno para vosotros que os deje, ya que debis recibir el Espritu?
(Vida c. 46)
Susn no describe esta etapa con la precisin con que lo har ms tarde Santa
Teresa, en el siglo XVI, pero s parece distinguir dos estadios. En un primer
momento, la persona tiene experiencias intensas y gozosas de Dios, algn
xtasis o rapto, en los que se olvida de s misma y se siente tan llena de Dios
que percibe que Dios y todas las cosas no son ms que una unidad. Puede
describirse tambin como una muerte del espritu, pues en esas ocasiones sus
sentidos no distinguen su propio ser. Sin embargo este estado no es permanente
y tras el xtasis se vuelve a una percepcin normal. El mstico relata que en una
poca de su vida estaba tan fuertemente arrobado fuera de s mismo, que en
presencia o no de gente, mientras haca uso de sus sentidos, stos estaban tan
privados de su operacin propia, que en todas partes y en todas las cosas el
Uno y slo l responda. (Librito de la Verdad c. 5)
En esta etapa algunos se confunden y se pierden, como sucede con los que
afirman que ya no hay distincin entre ellos y Dios. Implcitamente, el autor se
est refiriendo a los Hermanos del Libre Espritu. Susn insiste en que en la
unin mstica no se da una transformacin de la naturaleza creada en la Dios,
sino que slo hay desapropiacin y olvido de uno mismo en la
contemplacin.
El ltimo paso del itinerario mstico es el de la unin transformante o esencial.
Propiamente, esta posesin permanente y perfecta slo se produce despus de
la muerte. Sin embargo, explica nuestro autor, ya en vida puede experimentarse
en mayor o menor medida como un anticipo de lo que vendr. Cuando la
persona ha alcanzado este estado, es duradero, no se pierde. Pero no se trata de
un xtasis permanente, sino que la persona experimenta la presencia de Dios de
manera permanente, habitual. Entonces, las cosas exteriores no alteran la
contemplacin interior, pues sta tiene lugar en la libertad. Las cosas, las
personas o los acontecimientos no alteran ya este estado, pues en l todas las
facultades estn al servicio de la unin con Dios.
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Es interesante constatar cmo para los msticos renanos lo que separa de Dios
no son las necesidades materiales sino la bsqueda de la propia voluntad frente
al proyecto de Dios. Tampoco distrae del verdadero encuentro con Dios el
servicio a los dems. Por el contrario, es precisamente en los gestos de amor y
de entrega donde podemos encontrarnos con Jesucristo. La unin mstica, la
experiencia de Dios cristiana, reenva siempre a los hermanos, al mundo. En
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varios lugares Susn explica que si una persona est en oracin, incluso en un
xtasis gozoso y llega alguien que lo necesita, es mejor atender al hermano que
permanecer en oracin.
4. La experiencia espiritual no aleja sino reenva a lo cotidiano
Por tanto, una de las riquezas de la propuesta de Enrique Susn es que indica
con claridad que todos estamos llamados a esta unin con Dios, al retorno a
nuestra fuente. No es algo exclusivo de los religiosos o de los contemplativos,
sino una invitacin para cada persona, en su estado de vida y su situacin
concreta. Claro que ayuda cultivar en nuestra vida diaria un tiempo de silencio,
de oracin personal, o buscar espacios ms amplios de recogimiento. Pero
nuestro beato nos invita a vivir lo cotidiano desde Dios, a contemplar todo
desde su mirada. De alguna manera supone un aliento para todos, pues nos
propone un camino para vivir alegres y confiados en medio de nuestras tareas,
de las diversas actividades, preocupaciones o incluso en nuestras dificultades. Y
sobre todo, la mstica dominicana y en el fondo toda mstica cristiana no asla o
separa del mundo, sino que nos reenva a dar testimonio de lo contemplado, a
trabajar por un mundo ms justo y solidario, donde todos puedan vivir desde el
proyecto del Reino.
Todo ello acogiendo nuestra fragilidad, pues Susn recuerda una y otra vez que
llegar a la unin con Dios es una gracia, un don que no depende de nosotros,
sino del infinito amor de Dios que sale a nuestro encuentro. Lo que est en
nuestra mano es abrirnos a recibirle, preparar nuestra espera, crecer en libertad
interior para ir quitndonos las legaas de nuestros ojos interiores, cambiar
nuestra mirada para descubrir su Presencia que nos abarca y nos habita. Pero
esta unin no es un mrito o un premio para los puros o los perfectos.
El lenguaje de las tres etapas puede dar lugar a malas interpretaciones: no se
llega a la perfeccin ms que en el sentido del amor desprendido y despojado
de toda atadura hacia Dios. Frente a aquellos que crean que la persona que se
ha unido a Dios es perfecta, se ha vuelto igual que Dios y por tanto ya no
tiene que celebrar los sacramentos ni pedir perdn, nuestro dominico insiste en
que los que viven unidos a Dios siguen siendo personas normales, con sus
necesidades de alimento, de sueo, y como a todos les viene bien hacer oracin,
celebrar los sacramentos y participar de la vida de la Iglesia. Su vida cotidiana
es como la de los dems, con la diferencia de que viven con una alegra interior
profunda y una serenidad que las dificultades no les pueden arrebatar.
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