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AAVV - Literatura Maya PDF

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LITERATURA

MAYA
PROLOGO

I. LA LITERATURA MAYA

H a sta n o so tro shan llegado numerosos testimonios de la cultura que crea­


ron los mayas prehispánicos, en un vasto territorio que comprende los ac­
tuales estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, parte de
Tabasco y parte de Chiapas; Guatemala, Belice y parte de Honduras. Entre
estos testimonios se encuentra un gran número de textos, escritos en carac­
teres jeroglíficos sobre piedra, estuco, madera, cerámica, hueso, jade y otros
materiales, y en códices elaborados con tiras de papel de amate o de piel de
venado. Todos estos textos constituyen la expresión gráfica de la historia,
ideas y sentimientos de los mayas; sin embargo, aunque ha habido conside­
rables avances en la labor de descifre de la compleja escritura que desarrolla­
ron los mayas, y gracias a esos logros sabemos que sus escritos tratan de as­
tronomía, cronología, religión, historia y actividades cotidianas de la comu­
nidad, no se ha podido encontrar la clave para descifrar la escritura, y mien­
tras no podamos leer sus códices e inscripciones, éstos forman parte del acervo
arqueológico y no del acervo literario.
El conocimiento de la escritura no estaba al alcance de todos los estratos
sociales del pueblo maya; más bien, era monopolio del grupo sacerdotal, que
en el período Clásico (300-900 d.C.) tuvo también el poder político; en el
período Posclásico (900-1500 d.C.) la escritura era enseñada no sólo a los
que habrían de ostentar cargos sacerdotales, sino también a los gobernantes,
y quizá a todos los nobles, pero siguieron siendo los sacerdotes quienes reali­
zaron y manejaron los códices. Esto no significa que el pueblo permaneciera
completamente ajeno al contenido de ellos, pues eran dados a conocer en las
festividades religiosas, en las cuales los sacerdotes hacían una transmisión
oral, apoyándose en los códices, que tal vez era más rica que los datos escri­
tos; asimismo, en estas ceremonias se llevaban a cabo representaciones dra­
matizadas de los mitos, los propios ritos y la historia, materias fundamenta­
les de los textos escritos.

IX
Como consecuencia de diversos cambios socio-políticos ocurridos en el
período Posclásico, que llevaron a los mayas a una decadencia cultural en
el último momento de esa época, a la llegada de los españoles ya no se reali­
zaban inscripciones en piedra y en estuco, pero todavía se elaboraban códices,
y, según los cronistas españoles del siglo xvi, éstos eran muy numerosos.
O sea, que el conocimiento de la escritura permanecía vivo, a pesar de la de­
cadencia. Sin embargo, sólo conservamos tres códices mayas: el Dresde, el
París (o Peresiano) y el Madrid (o Trocortesiano), que ningún maya puede
ya leer. ¿Qué ocurrió con los libros y con sus creadores?
Los frailes españoles, en su afán dogmático de “desterrar la idolatría” y
sabiendo tal vez que “los códices eran para los mayas algo más que el medio
de conservar sus conocimientos y sus tradiciones; eran el símbolo de todo
lo sagrado y digno de respeto, la clave para comprender el espacio y el tiem­
po y para situarse en ellos, la norma de vida y el principio de identidad de
su ser comunitario” ,1 destruyeron todos los libros que pudieron encontrar,
y los sacerdotes mayas fueron perseguidos, torturados y muertos. El obispo
Fray Diego de Landa, a quien debemos una de las obras más importantes
sobre la cultura maya, la Relación de las cosas de Yucatán, pero a quien hay
que atribuir también las más lamentables acciones en contra de los mayas,
entre las que está el famoso “Auto de fe de Maní” , escribe:

Hallárnosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían


cosa en que no hubiese supersticiones y falsedades del demonio, se los que­
mamos todos, lo cual sintieron a maravilla y les dio mucha pena.2

Así se perdieron, en los primeros siglos de la Colonia, los textos y quie­


nes los sabían leer; pero la conciencia maya de su propia identidad no murió
en todos con la conquista española; el afán de conservar por escrito sus tra­
diciones religiosas, sus ritos, su acontecer histórico, sus fiestas e, incluso, sus
vivencias de la naturaleza, trascendió al profundo cambio ocasionado por la
implantación violenta de un nuevo orden político-social y una nueva religión.
Algunos hombres mayas, lejos de abandonar su herencia cultural, aprovecha­
ron el aprendizaje del alfabeto latino para escribir, en su propia lengua, nue­
vos libros, que recogieron datos consignados en sus antiguos códices y las
tradiciones orales que eran complemento de ellos, así como los acontecimien­
tos y las emociones que a sus autores les tocó vivir. Al conjunto de estos
libros indígenas, escritos después de la Conquista, es a lo que podemos llamar
“literatura maya” .
Así, nuestro criterio para considerar un texto dentro de la literatura maya
es que haya sido escrito por hombres mayas, en una lengua mayanse y que
su contenido pertenezca a la tradición maya prehispánica que, aunque alte­

1 Mercedes de la Garza, La conciencia histórica de los antiguos mayas, Presentación


Alberto Ruz Lhuillier, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios
Mayas, México, 1975 (Serie Cuadernos, 11); p. 68.
2 Fray Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, 9.a ed., Introd. Angel María
Garibay, Edit. Porrúa, México, 1966 (Biblioteca Porrúa, 13); p. 105.

X
rada e influida por la cultura occidental, pervivió entre los grupos indígenas
después de la llegada de los españoles.
Partiendo de este criterio, no consideramos como literatura maya, prime­
ro, los textos en lenguas mayanses, cuyo contenido no es indígena; por ejem­
plo, registros eclesiásticos y administrativos, literatura bíblica, catecismos,
himnos, sermones, bulas papales, cuentos europeos, y gramáticas y dicciona­
rios elaborados desde el siglo xvi. Segundo, los libros sobre la tradición maya
prehispánica escritos por frailes, soldados y encomenderos españoles con dis­
tintas finalidades que van, desde la misión evangelizadora y un verdadero
interés de conocimiento, hasta el afán de congraciarse con la Corona españo­
la. Y tercero, los textos de tradición maya, obtenidos de informantes indíge­
nas en los siglos xix y xx por etnohistoriadores, con la excepción de aquellos
en los que claramente perviven elementos de la antigua cultura maya.

II. RELACION DE LOS PRIN CIPA LES LIBRO S MAYAS

En el vasto territorio maya se hablan actualmente veintisiete lenguas ma­


yanses, y fuera del territorio, hacia el norte de Veracruz y sur de Tamaulipas,
encontramos una más, el huasteco. Este grupo de lenguas quizá forma parte
de un grupo mayor, el macromaya, que a su vez está emparentado con otras
grandes divisiones lingüísticas. Norman Me Kuown supone que la diversifi­
cación de estas lenguas se inició, a partir de un primer grupo ubicado en los
altos de Guatemala, desde 1800 a.C., y ha hecho la siguiente clasificación de
la familia mayanse:
1. HUASTECANO: huasteco, chicomucelteco (cotoque).
2. CHOLANO: chontal, chol, chortí.
3. TZELTALANO: tzeltal, tzotzil, tojolabal.
4. CHUJ.
5. KANJOLABANO: jacalteco, kanjobal, solomeco.
6. M O TOCINTLECO .
7. MAME ANO: mam, aguacateco, ixil.
8. QUICHEANO: rabinal (achí), uspanteco, quiché, cakchiquel, tzutuhil.
9. KEKCH IANO : kekchí, pokonchí, pocomán.
10. MAYA: yucateco, lacandón, itzá, mopán.3
En algunas de estas lenguas se escribieron los libros indígenas colonia­
les, lo cual pudo lograrse gracias a la extraordinaria labor de los primeros
misioneros españoles; éstos, por necesidades de la evangelización, adaptaron
los caracteres latinos para representar los sonidos de las lenguas mayanses, e
inventaron símbolos especiales para glotalizar consonantes, que no existen en
español, como la C H ’, la DZ y la P \ Además de crear el sistema de repre­
sentación gráfica, que surgió después de no pocas dificultades, los frailes es-

3 Norman Me Quown, The Classification of the Mayan Languages, International Jour­


nal of American Linguistics, Vol. X X II, No. 3, Indiana, 1956. “Los orígenes y la diferen­
ciación de los mayas, según se infiere del estudio comparativo de las lenguas mayanas” , en
Desarrollo cultural de los mayas, edit. Evon Z. Vogt y Alberto Ruz Lhuillier, Universidad
Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios Mayas, México, 1971.

XI
7 CHORTI 17 K A N JG SA L 23 ACHI
8 TZELTAL 18 IXíL 24 QUICHE
9 TZOTZIL 19 USPANTECO 25 C A K C K IC U EL
10 TO JO LABAL 20 KEKCHI 26 TZUTUHIL
11 CHUJ 21 PO CO M CH I
12 JACALTECO 22 PO CO M AN
pañoles estudiaron y ordenaron los diversos elementos del lenguaje, elaboran­
do un buen número de gramáticas y vocabularios.
Este trabajo, al lado del afán de los indígenas por conservar su historia y
tradiciones, fue la base de la sobrevivencia de la literatura maya prehispánica
en nuevos libros, entre los que destacan, por su importancia histórica y lite­
raria, algunos debidos a los quichés, a los cakchiqueles y a los yucatecos.
Entre ellos encontramos textos religiosos, históricos, cronológicos, astronómi­
cos, médicos, literarios y legales; pero es muy difícil hacer una clasificación
temática de los libros, ya que la mayor parte de ellos reúne varios tipos de
textos. Por eso, en la relación de las obras principales, que hacemos a conti­
nuación, éstas aparecen ordenadas conforme a la lengua en la que fueron
escritas. (Los libros que se reeditan en esta antología se señalan con un as­
terisco.)

TEXTO S EN YUCATECO

Libros de Chilam Balam.


Provienen de distintos poblados de la península de Yucatán, de los que
toman sus diferentes nombres: *Chumayel, Tizimín, Káua, Ixil, Tecax, Nah,
Tusik, Maní, Chan Kan, Teabo, Peto, Nabulá, Tihosuco, Tixcocob, Telchac,
Hocabá y Oxkutzcab. Las copias conocidas pertenecen a los siglos x v m y
xix. De los de Teabo, Peto, Nabulá, Tihosuco, Tixcocob, Telchac, Hocabá
y Oxkutzcab sólo se tienen referencias, y no hay seguridad de que en todos
los casos se trate de un libro independiente; por ejemplo, el Teabo parece
ser el mismo que el Tecax; el Hocabá es quizá otro nombre de Káua; el
Peto puede haber surgido de una mala interpretación de la palabra “pueblo” .
Estos libros reciben su nombre del sacerdote taumaturgo llamado Chilam
Balam, que vivió un poco antes de la llegada de los españoles y que se hizo
famoso por predecir el advenimiento de hombres distintos y de una nueva
religión. Su profecía aparece en varios de los libros, al lado de predicciones
semejantes de otros sacerdotes. El nombre se compone de dos términos:
ckilán, “el que es boca” y balam, “jaguar o brujo” , por lo que puede tradu­
cirse como “brujo profeta” . Este personaje vivió en Maní, y quizá de ahí
proviene el hecho de nombrar así a los libros, pues se menciona por primera
vez en una transcripción hecha por Pío Pérez: “Hasta aquí termina el libro
titulado Chilambalam, que se conservó en el pueblo de M an í...” 4
Los Libros de Chilam Balam no son obras estructuradas y con un sentido
unitario, sino que cada libro es una recopilación de los escritos más diversos
y procedentes de diferentes épocas. En ellos encontramos: textos religiosos:
míticos (algunos de los cuales son fruto del sincretismo maya-cristiano), ri­
tuales y proféticos (tablas de profecías de los katunes o períodos de 20 años;
de los tunes o años y de los kines o días, así como profecías sobre la llegada
de los españoles); textos cronológicos: explicaciones sobre el calendario indí­

4 Alfredo Barrera Vásquez y Silvia Rendón, El Libro de los Libros de Chilam Balam,
4.* ed., Fondo de Cultura Económica, México, 1969 (Col. Popular, 42); pp. 9-10. Códice
Pérez, trad. Ermilo Solís Alcalá, Imprenta Oriente, Mérida, 1949; p. 137.

X III
gena y almanaques; textos astronómicos, con influencia europea; textos his­
tóricos: desde crónicas con registros de fechas, hasta acontecimientos aisla­
dos; textos literarios, y una variedad de escritos no clasificados.

* Cantares de Dzitbalché.
Proceden de Dzitbalché, Campeche. Recopilados en el siglo xvm . Es un
conjunto de dieciséis cantos sobre rituales, como el de sacrificio por flecha-
miento y la ceremonia de Año Nuevo; oraciones; cantos a la orfandad, a la
naturaleza y a las doncellas que van al matrimonio.

* Códice de Calkiní.
Llamado por algunos Chilam Balam de Calkiní o Crónica de Calkiní. Pro­
cede de Calkiní, Yucatán. Siglo xvn (?). Está compuesto por varias relacio­
nes sin orden cronológico, pues se trata de una recopilación. Habla del linaje
de los Canules; de la extensión y límites del territorio que les pertenecía; de
sus hombres ilustres, y de la conquista española realizada por Montejo. En
los documentos aparecen las fechas de 1579, 1582 y 1595. El último pasaje
parece haber sido añadido posteriormente, pues data de 1821.

Códice Pérez.
Recopilación de varios textos procedentes de Maní, Ticul, Sotuta y otros
sitios de Yucatán. Siglo xix. Contiene algunos textos del tipo de los Libros
de Chilam Balam. Incluye gran parte del Chilam Balam de Maní, y otros escri­
tos del mismo sitio. Se piensa que la tercera parte del códice se basa en el
Chilam Balam de Oxkutzcab, que se ha perdido. Encontramos en él tablas y
correlaciones de los calendarios cristiano y maya; material profético; alma­
naques, y fechas históricas. Hay también una copia parcial del Chilam Balam
de Ixil, parte de los Documentos de tierras de Sotuta y del Tratado de tie­
rras de Maní y la Crónica de Chac-Xulub-Chen, escrita por Pech Ah Nakuk,
llamada también Crónica de Chicxulub y Códice Nakuk pech. Procede de
Chicxulub, Yucatán. Siglo xvi. Relata la conquista española y otros acon­
tecimientos de Yucatán entre 1511 y 1562. Tiene algunos apéndices que in­
cluyen una lista de los conquistadores españoles.

Crónica de Maní (con versión en español).


Procede de Maní, Yucatán, 1557-1813. Consta de una copia en yucateco,
de finales del siglo xvi, y de otra en español, del siglo xvn, del Tratado de
tierras de Maní, perteneciente a 1557. Incluye una copia del mapa de la pro­
vincia de Maní, textos en yucateco y español, escritos entre 1624 y 1813, y
dos mapas de Calkiní de los siglos x v i i y xvm .

Crónica de Yaxkukul, escrita por Pech Ah Macán.


Procede de Yaxkukul, Yucatán, siglo xvi. Se trata de una crónica de la
conquista española y otros acontecimientos de Yucatán, ocurridos entre 1511
y 1553. Incluye una crónica escrita por Ah Naum Pech en 1541, listas de los
conquistadores españoles y datos sobre los límites de Yaxkukul. Es muy se­
mejante a la Crónica de Chac-Xulub Chen.

XIV
Crónicas de los Xiú (con versión en español).
Llamadas también Libro de probanzas, Papeles de la familia Xiú, Manus­
crito de Ticul y Crónica de Oxkutzcab. Proceden de Maní, Yucatán. 1608-
1817. Recopilación de documentos relativos a la familia Xiú, reyes de la pro­
vincia de Maní. Muchos de los escritos son pruebas de nobleza y “proban­
zas” , en las que se establecen límites de tierras y se piden privilegios para
los Xiú, que se consideraban poseedores legítimos del pueblo de Oxkutzcab.
Contiene un pequeño registro histórico con el árbol genealógico de la fami­
lia, y al final, uno de los autores, Juan Xiú, declara que en 1685 copió el
texto de un antiguo libro jeroglífico. Como los asuntos cubren los años de
1533 a 1545, dicho texto jeroglífico habría sido escrito durante la conquista
española y constituiría un caso excepcional, ya que no se sabe de otros libros
jeroglíficos mayas escritos después de la llegada de los españoles.5

Documentos de tierras de Sotuta (con versión española de Gaspar Anto­


nio Chi).
Proceden de Sotuta, Yaxcabá y otros sitios de Yucatán, 1600. Se descri­
ben los límites del territorio de Sotuta, como estaban establecidos en 1600,
de acuerdo con la división de Ñachi Cocom, de 1545. Incluye acuerdos terri­
toriales realizados en Yaxcabá en 1600.

Documentos de Tabí (con versión en español).


Proceden de Tabí, Yucatán. 1569-1821. Documentos legales con infor­
maciones sobre la época prehispánica y acontecimientos históricos del si­
glo XVI.

Libros del judío.


Proceden de la Península de Yucatán. Siglos x v m y xix. Un conjunto
de diez libros, de los cuales los primeros cinco están en yucateco y los res­
tantes en español. Son textos de medicina maya que hablan de síntomas y
curaciones de enfermedades, así como del uso de plantas nativas como re­
medios.

Ritual de los Bacabes.


Procede de Yucatán. Siglo xvm . Consta de cuarenta y dos textos médi­
cos de carácter ritual, en los que se alude a las principales creencias míticas
de los mayas.

Títulos de Ebtún (con versión en español).


Proceden de la provincia Cupul, Yucatán. Siglos xvi a xix. Son títulos
y tratados de tierras, con información sobre la sociedad colonial, las finanzas
de los indígenas, la tenencia de la tierra y las leyes, así como una breve infor­
mación histórica y mapas locales tardíos.

5 Ralph L. Roys, The Indiatt Background of Colonial Yucatan, Carnegie Institution


of Washington, Washington, 1943.

XV
TEXTO S EN CHONTAL

Texto chontal, en Papeles de Paxbolon-Maldonado (con traducción española


de la misma época).
Es el único texto conocido en chontal. Se conserva una copia procedente
de Tixchel, Campeche, 1614. Fue escrito en náhuatl en 1567, un año des­
pués de que Pablo Paxbolon tomara el cargo de Cacique y Gobernador de
Tixchel. En 1612 se hizo una traducción al chontal para Martín Maldonado,
realizada por el amanuense nativo del pueblo. Contiene una probanza de mé­
ritos y servicios de Pablo Paxbolon, que se divide en tres partes: a) Una re­
lación de las generaciones de reyes de Acalán, desde los tiempos prehistóri­
cos hasta el siglo xvi. Termina con una genealogía de Pablo Paxbolon. b) Lis­
ta de 76 localidades de Acalán. c ). Relato de sucesos de Acalán-Tixchel desde
los tiempos de Cortés hasta 1604. Aparentemente fue escrita en 1610. Con­
tiene datos importantes, como el de la muerte del gobernante mexica Cuauh-
témoc.6

TEXTO S EN QUICHE

* Popol Vub.
Llamado también Popol Buj, E l libro del consejo, Manuscrito de Chichi-
castenango, Libro del común, Libro Nacional de los quichés, Historias del
origen de los indios de esta provincia de Guatemala. Procede de Santa Cruz
del Quiché, Guatemala. Escrito por un miembro del linaje Kavek, alrededor
de 1550-1555, que pudo haber sido Diego Reynoso. Se inicia con la cosmo­
gonía quiché, en la que ocupa el lugar principal la creación del hombre, que
es formado de masa de maíz, después de que los dioses creadores han fra­
casado haciendo hombres de barro y de madera. Dentro del mito cosmogó­
nico destaca también el origen del Sol y de la Luna, que resultan de la apo­
teosis de dos héroes culturales, Hunahpú e Ixbalanqué.
Después del relato cosmogónico, la obra presenta la historia de los gru­
pos quichés: su origen; sus migraciones; la fundación de sus ciudades; sus
relaciones, tanto de paz, como de guerra, con los otros grupos de Guatemala,
y los hechos de sus reyes. Esta parte nos habla también de su organización
política, social y religiosa, de sus rituales y de sus conceptos sobre los dioses
y sobre el sentido de la vida humana. Nos ilustra, asimismo, sobre los otros
grupos que poblaron Guatemala durante el período Posclásico, y sobre el
carácter determinante dé la influencia tolteca en el mundo maya.

* Rabinal Achí.
Procede de San Pablo de Rabinal, Guatemala. Drama indígena llamado
por sus creadores ‘"Baile del tun” , cuyo asunto es un ritual de sacrificio de
un guerrero del linaje Kavek, realizado por los de Rabinal. En 1850 uno de

6 France V. Scholes y Ralph L. Roys, The Maya Chontal Indians of Acalán-Tixchel,


University of Oklahoma Press, Norman, 1968 (The Civilization of American Indian Series).

XVI
sus depositarios, Bartolo Sis, de San Pablo de Rabinal, lo transcribió y lo dio
a conocer, pero dicha transcripción ha desaparecido.

* Título de los Señores de Totonicapán.


Procede de Totonicapán, Guatemala. 1554. Es un título de propiedad
que refiere la historia del pueblo quiché, desde sus orígenes, hasta mediados
del siglo xv. Señala los hechos más importantes, sobre todo los de carácter
guerrero. Hasta ahora sólo se conocía una traducción española hecha a me­
diados del siglo xvn, cuyo autor, Dionisio José Chonay, dice haber omitido
la primera parte por referirse a la creación del mundo según la Biblia; pero
recientemente Robert M. Carmack dice haber encontrado el manuscrito ori­
ginal en quiché, en posesión de los Principales de San Miguel Totonicapán.7

Título C ’oyoi.
Procede de Utatlán, Guatemala. Escrito por miembros de la rama Quej-
nay de los quichés, entre 1550 y 1570. Incluye dos pinturas. Es una narra­
ción de la llegada de los fundadores de linaje; sus migraciones; la posible
fundación de Utatlán; las conquistas del rey Quikab, y una visión de la con­
quista española Hay una petición de tierras en la que se enumera las pro­
piedades territoriales de los C’oyoi.

Títulos Nijaib.
Cuatro documentos que asientan los derechos sobre las tierras de la rama
Nijaib de los quichés.
Nijaib I: Llamado también Título de la casa de Ixcuin Nehaib, Señora del
territorio de Otzoya. Procede de la región de Quetzaltenango, Guatemala.
Escrito entre 1550 y 1560. Contiene datos sobre la vida del rey Quikab y
sobre la historia de los quichés antes de la Conquista; incluye declaraciones
sobre el tributo que se pagaba a Moctezuma, y termina con un importante
relato de la conquista española de la región de Quetzaltenango.
Nijaib II: Llamado también Título Real de Don Francisco Izquín Nehaib.
Procede de Momostenango, Guatemala. 1558. Es una carta de nobleza de
Don Francisco Izquín Nehaib que registra los nombres de las familias quichés
Kavek, Ahau Quiché, Ilocab y Tamub. Contiene una historia de la conquista
y el tributo en Verapaz, río Chixoy, y Quetzaltenango, hacia 1501.
Nijaib I I I: llamado también Antiguo título quiché. Procede de la región de
Momostenango, Guatemala. 1542. Señala las fronteras de las tierras cercanas
a Momostenango e incluye datos sobre Izquín Nehaib y los quichés de la
rama Ilocab.
Nijaib IV: Procede de Santa Cruz del Quiché. 1555. Es un título del terri­
torio de Otzoya, que describe los límites políticos y menciona a los señores
quichés, ilustrándonos sobre sus relaciones políticas.

Título del Ajpop Huitzitzil Tzunún. Noticias de la conquista y batalla que


Don Pedro de Alvarado ganó en el Pinar de Quetzaltenango.

7 Robert Carmack et al., La formación del reino quiché, Instituto de Antropología


e Historia, Ministerio de Educación, Guatemala, 1975 (Publicación especial, 7).

XVII
Procede de Quetzaltenango, Guatemala. 1567. Es una Probanza y Título
de Martín Velázquez Ajpop Huitzitzil Tzunún, confirmando su posición
como “principal y cabeza de su calpul” y su derecho sobre las tierras. Con­
tiene una breve narración sobre la conquista quiché de los mames del área
de Culajá, y de eventos de la conquista española en Quetzaltenango. Incluye
una relación de Pedro de Alvarado, fechada en 1524.

Título de los indios de Santa Clara la Laguna.


Procede de Santa Cruz del Quiché, Guatemala. 1583. Escrito por miem­
bros del linaje Kavek. Contiene una breve declaración de las fronteras de
tierras, pero incluye una historia de las migraciones y genealogía quiché, que
aparece en el mismo orden que en el Popol Vuh.

Título de los Señores de Sacapulas (con versión en español).


Llamado también Título territorial de los Señores de Sacapulas o Título
Sacapulas. Procede de Santo Domingo Sacapulas, Guatemala. 1551. Se acom­
paña de un mapa circular donde se asientan por escrito los límites de tierras,
y de dos pequeños documentos, uno en quiché y otro en español. Fue escrito
por señores de los linajes Canil y Tolteca de Sacapulas. Relata los orígenes
quichés, sus migraciones y asentamientos alrededor de Sacapulas, con genea­
logías y derechos de los oficios políticos dentro de la comunidad.

Título Tamub.
Llamado también Historia quiché de Don Juan de Torres. Procede de
la región de Totonicapán, Guatemala. 1580. Fue escrito por miembros de la
línea Ekoamak’ de los Tamub Quichés. Es un título que señala los límites
territoriales y relata la historia de los Tamub: migraciones, organización po­
lítica y genealogías. Corrobora y complementa los datos contenidos en el
Popol Vuh sobre los Kavek, Nijaib y Ahau Quiché.

TEX TO S EN CAKCH IQ UEL

* Anales de los cakchiqueles.


Llamado también Memorial de Sololá, Memorial de Tecpán-Atitlán, Ma­
nuscrito cakchiquel y Anales de los Xahil de los indios cakchiqueles. Procede
de Sololá, Guatemala. Fines del siglo xvi y principios del x v i i . Es el primer
manuscrito indígena conocido (fines del siglo xvii). Fue escrito principal­
mente por dos miembros del linaje Xahil: el autor de la primera parte fue
Francisco Hernández Arana, nieto del rey cakchiquel Hun Ik ’ y testigo de la
Conquista en 1524; en 1573 empezó a transcribir las tradiciones de su lina­
je, y continuó hasta su muerte (1582 ?). En 1583 Francisco Díaz, también
del linaje Xahil, prosiguió la relación, registrando eventos del pueblo. Se ini­
cia con referencias de unas declaraciones testimoniales rendidas por indios
conversos. Después relata el mito del origen del hombre, creado de masa de
maíz, tras el cual viene una narración histórica que parte del origen de los
linajes cakchiqueles, señalando los nombres de los diversos grupos que, pro­
X V III
cedentes de un lugar remoto más allá del mar, llegaron a Tulán para recibir
a sus dioses y sus dignidades políticas. Refiere la salida de Tulán hacia la
actual Guatemala; menciona los sitios que tocaron las tribus en su larga
peregrinación, las guerras contra otros pueblos, la fundación de sus ciudades
y, sobre todo, sus relaciones de paz y de guerra con los quichés, que fueron
determinantes en su historia.
Dentro del relato histórico encontramos varias leyendas míticas, que ex­
presan sus conceptos religiosos y el sentido de sus rituales. Toda esta pri­
mera parte es muy semejante al Popol Vuh, y nos corrobora la veracidad de
sus datos históricos y la comunidad de creencias religiosas en Guatemala.
La segunda parte narra los hechos de la conquista española, no sólo refi­
riéndose a los cakchiqueles, sino también dando a conocer el sometimiento
de los quichés. Después se convierte en un registro anual de acontecimien­
tos de escasa importancia, que va de 1571 a 1604.

* Historias de los Xpantzay. Trasunto de los títulos de tierras de Tecpán,


Guatemala (con versión española de 1659).
Proceden de Tecpán, Guatemala. 1550s. Son tres documentos que en
1659 los indios de Tecpán presentaron como prueba de sus derechos sobre
las tierras, para lo cual fueron traducidos al español.
El primero, titulado Historia de los Xpantzay de Tecpán, Guatemala, re­
lata el origen del grupo y señala los linderos de sus tierras. E l segundo,
Guerras comunes de quichés y cakchiqueles, refiere la participación cakchi­
quel en las actividades militares de los quichés, durante los reinados de Gu-
cumatz y Qikab. El tercero, llamado Testamento de los Xpantzay, narra la
historia de la dinastía reinante de los Xpantzay, dando detalles sobre la mi­
gración cakchiquel en el área del Lago Atitlán.

Título Chajoma.
Procede de San Martín Xilotepeque. 1555. Escrito por los cakchiqueles
de la rama Chajoma. Es un título de propiedad que contiene una lista de
toponímicos prehispánicos y nombres de los grupos sociales de la región cak­
chiquel. Incluye breves referencias a la historia cakchiquel y listas de reyes.

TEXTO S EN POKONCHI

Título del barrio de Santa Ana.


Procede de San Cristóbal Verapaz (Cahcoh), Guatemala. 1565. Señala
los límites de tierras del barrio de Santa Ana en el siglo xvi. Proporciona
algunos datos sobre los orígenes legendarios y un registro de acontecimien­
tos religiosos y posesiones de tierras de principios del siglo xvi.

TEXTO S IN D IG EN A S EN ESPAÑOL

Incluimos aquí dos obras escritas en español porque obviamente son de

XIX
tradición indígena y es muy probable que hayan sido trasladadas de origina­
les en quiché y tzutuhil que se perdieron. Ellas son:

Papel del origen de los señores o Título Zapotitlán.


Procede de la región de Zapotitlán, Guatemala. 1579. Se encuentra en
la Relación geográfica de Zapotitlán y Suchitepec enviada al Rey por el Co­
rregidor Juan de Estrada, 1579. Contiene la genealogía e historia de los
reyes de Utatlán, tal vez escritas para pedir la legitimación de los reyes del
área de Zapotitlán. Es una versión diferente a la versión oficial de la capital
quiché, por lo que constituye una fuente de inestimable valor para el conoci­
miento de la historia de los quichés. Por su composición, parece ser una casi
exacta transcripción del original en quiché.

Relación' de los caciques y principales del pueblo de Atitlán o Relación Tzu­


tuhil.
Procede de Atitlán, Guatemala. 1571. Es una breve y clara descripción
de la organización política y social de los tzutuhiles de Atitlán, en la época
prehispánica. Asimismo, relata la conquista española y la imposición de tri­
buto a los tzutuhiles por parte de los españoles. Se mencionan los nombres
de seis señores, que aparecen también en un documento de 1563, que regis­
tra la disputa entre dos facciones de los tzutuhiles de Atitlán. En esta disputa
se presentaron dos “pinturas” o códices prehispánicos tzutuhiles, por lo que
puede pensarse que la Relación Tzutuhil se basó en documentos prehispá­
nicos.8

III. PROPOSITOS CON LO S QUE FUERON ESCRITO S


LOS LIBRO S MAYAS

El sentido de la creación de nuevos textos mayas, a partir del momento


de la Conquista, sólo puede ser cabalmente comprendido si tomamos en
consideración por qué realizaron obras escritas los mayas prehispánicos, pues
aunque la elaboración de textos en la época colonial responde, en gran me­
dida, a nuevas necesidades surgidas de la conflictiva situación que trajo con­
sigo el dominio español, sus autores fueron herederos de una peculiar con­
cepción del cosmos que nos ayuda a explicar el afán de los antiguos mayas
por registrar sus logros científicos, sus conceptos religiosos y su historia.

8 Robert M. Carmack, Quichean Civilization, The Ethnohistoric, Ethnographic and


Archaeological Sources, University of California Press, Los Angeles, 1973. Para conocer
la historia de cada una de estas obras, desde su descubrimiento hasta su actual localiza­
ción, las copias, publicaciones y comentarios que se han hecho de ellas, consúltese, ade­
más, Charles Gibson y John B. Glass, "A Census of Middle American Prose Manuscripts
in the Native Historical Tradition” , en Guide to Ethnohistorical Sources, part four, Editor
Howard D. Cline, University of Texas Press, Austin, 1975 (Handbook of Middle American
Indians, No. 15). Alfred M. Tozzer, A Maya Grammar, Papers of the Peabody Museum
of American Archaeology and Ethnology, Harvard University, Vol. IX, Cambridge, Mas-
sachusetts, 1921.

XX
P E N IN S U L A
DE Y U C A T A N G U A T E M A LA
1X1L 1 UTATLAN
C H U M A YE L 2 IX IM C H E
TIZIMIN 3 STA. CR U Z DEL Q U ICH E
MANI 4 C H IC H IC A STE N A N G O
KAUA 5 SO LO LA
C H IXC U LU B 6 TO TO NICAPAN
TIXKOKOB 7 TECPAN
8 TEABO 8 R A B IN A L
9 OXKUTZCAB 9 QUETZALTENANGO
10 TELCHAC 10 SACAPU LAS
11 TEKAX
12 PETO
13 C H AN KO M
14 TIH O SU C O
15 H O C A BA
16 CALKINI
17 DZITBALCHE
18 EBTUN
19 YA X KU KU L
20 SOTUTA
21 T U SIK
Los mayas destacaron por una notable preocupación por el hombre, que
se expresa fundamentalmente en su arte escultórico, y por unos conocimien­
tos científicos que sobrepasaron en muchos aspectos a los de todas las cultu­
ras antiguas del mundo. Ambos aspectos no están desvinculados entre sí, ya
que la ciencia surgió entre los mayas por un afán de comprender y mejorar
la vida del hombre. Los grandes cálculos cronológicos y astronómicos de los
mayas responden a una original idea del mundo y la temporalidad, que con­
siste en considerar al universo como un conjunto de energías divinas en cons­
tante movimiento, regidas por una ley cíclica. El mundo, creado por los dio­
ses mediante un proceso de ordenamiento, destrucción y reordenamiento, es
para ellos escenario y manifestación constante de los seres divinos que son,
tanto las grandes fuerzas naturales: astros, tierra, agua, viento y fuego, como
los períodos de tiempo; éstos son concebidos en forma de deidades que re­
corren el espacio en un movimiento cíclico ordenado, trayendo sobre el mun­
do y los hombres cargas de influencias benéficas o maléficas.
Así, en tanto que los astros y el tiempo son dioses, y de los dioses de­
pende la existencia del hombre, podemos decir que la ciencia astronómica y
cronológica surgió de la necesidad de conocer las energías divinas para pro­
teger a los hombres, planear su vida material y planear su propia historia.
Por ejemplo, los mayas calcularon con gran exactitud el ciclo de Venus,
que es de 584 días, midiendo su aparición como estrella matutina, su desa­
parición, su reaparición como estrella vespertina y su nueva desaparición.
Pero este cálculo se realizó porque se creía que, en su nacimiento como es­
trella de la mañana, Venus surgía del inframundo y, por ello, venía cargada
con las influencias maléficas del dios de la muerte, que caerían sobre los
hombres. Por tanto, los sacerdotes se afanaron por conocer con exactitud el
día del orto helíaco de Venus, y de registrar por escrito sus conocimientos,
para prevenir a la comunidad y prepararla para el peligro de muerte al que
se enfrentaría (los cálculos sobre Venus se encuentran en el Códice Dresde).
Además de los astros, los períodos de tiempo divinos influyen sobre el
mundo y los hombres: cada día traía una carga de influencias benéficas o
maléficas, que determinaban el destino de los nacidos en él, y las acciones
individuales y colectivas, por lo que se creó un calendario de los días, calen­
dario ritual constituido por veinte signos y trece numerales, el cual debía
ser consultado para elaborar los horóscopos y antes de realizar cualquier acti­
vidad. Quienes lo manejaban eran los sacerdotes, de modo que ellos fijaban
el día propicio para cada una de las labores agrícolas, para las bodas, para
la construcción, para los rituales de purificación, para las fiestas, etcétera,
pues si una actividad se llevaba a cabo en un día maléfico, fracasaría.
Lo mismo ocurría con los ciclos mayores, como los katunes (períodos de
20 años de 360 días), que eran, en el momento de la Conquista, la base para
medir el tiempo. Las fechas se registraban por la “cuenta de los katunes” o
u kahlay katunob ( “cuenta corta” ), procedimiento que sustituyó a un com­
plejo sistema de fechar en el que se incluían otros varios ciclos y se utili­
zaba una fecha Era (la llamada “cuenta larga” o “serie inicial” , que se usó
durante el período Clásico). Sólo había trece katunes de diferente nombre,
debido a que únicamente podían finalizar en los días Ahau del calendario

XXII
ritual; se presentaban en un orden descendente y alternado: Katún 13 Ahau,
Katún 11 Ahau, Katún 9 A hau..., Katún 12 Ahau, Katún 10 Ahau, Katún
8 Ahau... El ciclo se cerraba cuando llegaba de nuevo cualquiera de los trece
katunes, o sea, cada 256 años, y entonces volvían a darse las mismas influen­
cias divinas, por lo que los hechos ocurridos en el katún anterior del mismo
nombre se repetirían. Con base en esta creencia, los sacerdotes consignaban
en sus códices todos los acontecimientos, registrando antes que nada la fecha,
y llevaban un cómputo sistemático del tiempo, para saber cuándo retornaría
el katún. Al acercarse el fin del ciclo, consultaban sus libros, pues lo ahí re­
gistrado constituía el futuro que esperaba a la comunidad, y daban a conocer
al pueblo las profecías. En el Códice Pérez se asienta:

Así lo escribieron con sus signos los grandes sacerdotes cuando averigua­
ron el orden que deben llevar los Katunes; para saber las calamidades de cada
Katún..?

Así, encontramos que uno de los propósitos esenciales que tenía la reali­
zación de textos era la posibilidad de prepararse para recibir el futuro, acep­
tando las influencias benéficas de los dioses y conjurando las maléficas por
medio de múltiples rituales, lo cual indica que los mayas pensaron que po­
dían, de algún modo, cambiar el futuro.
En síntesis, el maya se afanó por conocer el ritmo de los astros y por
computar el tiempo con toda exactitud, para programar las actividades bási­
cas de la comunidad, en especial la agricultura, que fue el fundamento de su
vida material. Pero la preocupación por el conocimiento del mundo y la tem­
poralidad no está desligada de la preocupación histórica, más bien es esen­
cialmente un afán de comprender el devenir de la vida del hombre, y cimiento
para que los hombres planeen su propia historia, decidiendo su futuro con
base en su pasado.10
Este sentido radical que tuvo la elaboración de textos escritos para el
maya prehispánico fue determinante en la creación de los libros mayas post-
hispánicos, y tan es así, que son precisamente estas obras las que nos han
proporcionado la información básica, corroborando los datos arqueológicos y
epigráficos, para acercarnos a la comprensión de los conceptos mayas prehis­
pánicos.
Por su propia palabra, sabemos que los autores de los textos mayas colo­
niales, que fueron seguramente sacerdotes y nobles conocedores de sus códi­
ces antiguos y de sus tradiciones orales, se impusieron la obligación de pre­
servar la herencia de sus antepasados; la herencia espiritual: sus creencias
religiosas, y la herencia material: sus tierras, ante la invasión espiritual y
material de los españoles. El medio para lograr tal fin fueron los textos que,
como hemos visto, recogen los mitos y rituales indígenas, confirman la no­
bleza y antigüedad de los linajes, y prueban la legítima posesión de las tie­
rras. Por ello, todos los textos fueron libros de la comunidad, Popol Vuh o
Popolhuun, y eran guardados cuidadosamente por alguna familia principal

9 Códice Pérez, p. 215.


10 Vid de la Garza, op. cit.

X X III
del pueblo, y heredados de padres a hijos. En muchos de ellos, fundamental­
mente los de contenido histórico, encontramos que los diversos depositarios
anotaron durante siglos enteros las cosas que consideraron de importancia
para la comunidad, dignas de ser recordadas o útiles para la defensa de su
territorio, y ésta fue la manera de mantener la identidad y perpetuar el ser
histórico de los grupos mayas..
Los cronistas españoles nos corroboran el sentido comunitario de los libros
mayas, que ellos conocieron y muchas veces utilizaron para redactar sus rela­
ciones sobre los mayas. Antonio de Fuentes y Guzmán, por ejemplo, autor
de la Recordación florida, que hace referencia a varios textos quichés, nos
dice:
En distintos manuscritos de los citados, se halla la propia noticia y tradi­
ción de la certeza de su linaje, que es cuaderno de los Calpules o familias nobles
del pueblo de Sta. Catarina Istaguacán, escripto en veinte, y ocho fojas, por un
cacique dellos, Don Francisco Careta Calel Ysumpam...n

En la mayor parte de los libros encontramos la declaración de la finali­


dad que llevó al autor a escribir, y de acuerdo con tal finalidad, podemos
dividir los textos principales en dos grandes grupos: los que predominante­
mente buscan preservar la herencia espiritual, y los que buscan preservar la
herencia material, aunque muchos de los escritos persiguen ambas cosas y no
sea tan legítimo separar los intereses religiosos de los meramente económicos.

Los libros sagrados de la comunidad


A los textos del primer grupo les llamaremos aquí “los Popol Vuh o
Popolhuun sagrados ’ , ya que su contenido es fundamentalmente religioso y
fueron elaborados con el fin principal de ser leídos en reuniones de la comu­
nidad indígena, siguiendo la tradición de los antiguos sacerdotes, quienes
transmitían al pueblo el contenido de sus códices por medio de discursos
pronunciados en las ceremonias religiosas. López Cogolludo asienta:

Tenían fábulas muy perjudiciales de la creación del mundo, algunos (des­


pués que supieron) las hicieron escribir, y guardaban, aun ya cristianos bauti­
zados, y las leían en sus juntas.12

Sólo que estas nuevas ceremonias eran reuniones clandestinas que se lle­
vaban a cabo en las noches y en lugares lejanos al pueblo, debido a la perse­
cución de que era objeto tal tipo de actos y quienes los realizaban. Hay múl­
tiples testimonios, escritos por españoles, por los que sabemos que los frailes
sometían a los indios a diversos tormentos físicos para obligarlos a confesar
los actos de idolatría.13

11 Antonio de Fuentes y Guzmán, Recordación florida. Discurso historial y demostra­


ción natural, material, militar y política del Reyno de Guatemala, 3 vols., Biblioteca “Goa-
themala” de la Sociedad de Geografía e Historia, vols. VI-VIII, Guatemala, 1932.
12 Fray Diego López Cogolludo, Historia de Yucatán, 3.a ed., 2 vols., Imprenta de
Manuel Aldana Rivas, Mérida, 1867; vol. I, p. 310.
13 Vid France V. Scholes y Eleanor B. Adams, Don Diego Quijada, Alcalde Mayor
de Yucatán, 2 vols., Antigua Librería Robredo de José Porrúa e hijos, México, 1938 (Bi­
blioteca histórica mexicana de obras inéditas, 14 y 15).

XXIV
Fray Francisco Ximénez, que logró obtener de los quichés el manuscrito
del Popol Vuh, nos ilustra sobre el valor que sus textos sagrados tenía para
los mayas, al relatar:

Pero como fue con todo sigilo que se conservó entre ellos con tanto secre­
to, que ni memoria se hacía entre los ministros antiguos de tal cosa, e indagan­
do yo aqueste punto, estando en el Curato de Santo Tomás Chichicastenango,
hallé que era Doctrina que primero mamaban con la leche y que todos ellos casi
lo tienen de memoria, y descubrí que de aquestos libros tenían muchos en­
tre sí...14

Entre los libros sagrados, que claramente fueron escritos con el propó­
sito fundamental de fortalecer la religión maya y “desterrar el cristianismo” ,
frente al afán de los frailes de “desterrar la idolatría” , los más importantes
son el Popol Vuh, los Anales de los cakchiqueles y los Libros de Chilam
Balam, aunque eventualmente estas obras también pudieron haber servido
para confirmar la autenticidad de los linajes y defender los derechos sobre
las tierras.
Los textos religiosos e históricos de estas obras, que en algunas partes
tienen influencia cristiana, fueron muy probablemente redactados utilizando
antiguos códices, pues la complejidad de los mitos y la abundancia de datos
históricos que poseen no pudieron haber sido retenidos en la memoria for­
mando parte únicamente de la tradición oral. El autor del Popol Vuh nos lo
confirma cuando dice:

Esto lo escribiremos ya dentro de la ley de Dios, en el Cristianismo; lo


sacaremos a la luz porque ya no se ve el Popol Vuh, así llamado... Existía el
libro original, escrito antiguamente, pero su vista está oculta al investigador y
al pensador...15

En los Anales de los cakchiqueles encontramos una notable diferencia en­


tre la primera parte, donde se narra la historia del pueblo cakchiquel, según
“las historias de nuestros primeros padres y abuelos...” ,16 con registros de
fechas y una concordancia de datos con el Popol Vuh, y la segunda parte,
donde se relata la Conquista y los acontecimientos ocurridos desde entonces.
Esto nos sugiere que, como en el Popol Vuh, el autor pudo tener a la vista
un antiguo códice jeroglífico. Esta misma diferencia se aprecia en los Libros
de Chilam Balam, donde los mitos, las profecías y los registros históricos,
aunque sufrieron modificaciones por los sucesivos copistas de los textos, se
distinguen claramente de los escritos que a lo largo de los años fueron agre­
gándose al núcleo original. Los fragmentos antiguos de los diferentes Chila-
mes, que refieren los mismos acontecimientos, son llamados “textos de fondo”
por Alfredo Barrera Vásquez y Silvia Rendón, quienes realizaron un impor­
tante cotejo de varios de ellos titulado Libro de los libros de Chilam Balam.

14 Fray Francisco Ximénez, Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Gua­


temala, 3 vols., Biblioteca “Goathemala” de la Sociedad de Geografía e Historia, vols. I-III,
Guatemala, 1929; vol. I, p. 5.
15 Popol Vuh, Vid infra, p. 11.
16 Anales de los cakchiqueles, Vid infra, p. 114.

XXV
En los libros sagrados, tradición histórica y mitología se presentan entre­
mezcladas. El relato se inicia generalmente como la narración de la historia
de las tribus, por lo que podría pensarse que se trata sólo de textos histó­
ricos; pero para ellos no hay oposición entre historia y mito; al referir la
historia se dan a conocer como lo esencial las ideas religiosas, pues se hace
partir la narración del origen mítico del mundo y el hombre, y a lo largo del
texto se enfatiza el lugar principal que ocuparon los dioses en la historia de
las tribus; se describen los rituales; se intercalan otros mitos, y se presenta
a los gobernantes como hombres sabios y poderosos por su obediencia a las
deidades y su cumplimiento de los rituales, entre los que está la adivinación
del futuro por medio de los libros sagrados. Dice el autor del Popol Vuh:

Grandes Señores y hombres prodigiosos eran los reyes portentosos Gucu-


matz y Cotuhá, y los reyes portentosos Quicab y Cavizimah. Ellos sabían si se
haría la guerra y todo era claro ante sus ojos; veían si habría mortandad o
hambre, si habría pleitos. Sabían bien que había donde podían verlo, que existía
un libro por ellos llamado Popol Vuh. Pero no sólo de esta manera era grande
la condición de los Señores. Grandes eran también sus ayunos. Y esto era en
pago de haber sido creados y en pago de su reino. Ayunaban mucho tiempo y
hacían sacrificios a sus dioses.17

Los Libros de Chilam Balam no constituyen un relato ordenado de la


historia de cada grupo; sin embargo, entre los textos aislados que los inte­
gran, encontramos también los mitos cosmogónicos, los orígenes históricos,
los rituales y la exaltación de los gobernantes:

Verdaderamente muchos eran sus “Verdaderos Hombres” . No para vender


traiciones gustaban de unirse unos con otros; pero no está a la vista todo lo que
hay dentro de esto ni cuánto ha de ser explicado. Los que lo saben vienen del
gran linaje de nosotros, los hombres mayas. Esos sabrán el significado de lo que
hay aquí cuando lo lean. Y entonces lo verán y entonces lo explicarán y enton­
ces serán claros los oscuros signos del Katún. Porque ellos son los sacerdotes.18

Todo ello nos indica que estos libros sagrados siguieron teniendo, como
los antiguos códices, el sentido de afirmar el poder de los gobernantes loca­
les, dentro del tradicional sistema político maya, y de servir de base para la
transmisión de los mitos y para el ritual de adivinación, aunque es posible
que, a causa de la persecución religiosa, esta práctica ritual pronto se haya
perdido.
Los textos escritos para ser cantados, bailados o representados, de los
que conocemos E l libro de los cantares de Dzitbalché y el Rabinal Achí, pa­
recen haber tenido, como los anteriores, el propósito de afirmar entre los
mayas sus convicciones religiosas, mantener su identidad histórica y exaltar a
los reyes, pues en esas ceremonias clandestinas de los primeros siglos de la
Colonia se hacían también representaciones dramáticas. Fuentes y Guzmán
refiere:

17 Popol Vuh, Vid infra, p. 94.


18 Libro de Chilam Balam de Chumayel, Vid infra, p. 226.

XXVI
Danzan, pues, cantando alabanzas del santo que se celebra; pero en los
bailes prohibidos cantaban las historias y los hechos de sus mayores y de sus
falsas y mentidas deidades...19

Estos bailes prohibidos, o “bailes del tun” , se representaron durante los


siglos xvi, x v i i y xvm , y fueron siempre considerados como actos religiosos,
ya que los actores se confesaban, se preparaban con ayunos y abstinencias,
ejecutaban ritos antes de la representación, y esperaban algún castigo divino
después de ella.20
Por todo esto, los manuscritos que contenían el texto de las represen­
taciones, y que probablemente eran legados de padres a hijos dentro de las
familias de maestros oficiales de danzas o holpopob, pueden también ser con­
siderados como libros sagrados de la comunidad. En ellos, además de conser­
varse los rituales prehispánicos, se hacen alabanzas de los antepasados. El
Canto 5 de E l libro de los cantares de Dzitbalché, por ejemplo, dice que es
necesario medir la cuenta de los katunes, desde el tiempo en que se constru­
yeron las antiguas ciudades mayas, y, al referirse a sus constructores, afirma
que fueron “los grandes y poderosos hombres” . En seguida declara por qué
se escribieron esos cantares:

Lo que signifique / aquí en los poblados, damos; / el significado, / el cual


vemos hoy, / y lo que sabemos / porque día / a día vemos / en medio de los
cielos / la señal de lo que / nos fue dicho por / los hombres antiguos / hom­
bres de aquí / de nuestros pueblos, / de aquí de nuestra tierra. Damos / lo cier­
to de nuestra intención / para que se pueda / leer lo que / hay en la faz del /
cielo al entrar la / noche, así desde / el horizonte hasta el meridiano...

Así pues, la lectura de los libros sagrados y las representaciones de tipo


dramático, acompañadas de ritos de purificación y de otros rituales, eran ce­
remonias religiosas, de algún modo semejantes a las grandes fiestas de la
época prehispánica. Sólo que aquí había algo más: una intensa actitud defen­
siva, por la cual se trataba de dar a la comunidad una motivación para recha­
zar el dominio político, económico y espiritual'.de los españoles. Así, mien­
tras los frailes trataban de evangelizar a los indígenas, con la convicción de
que los llevaban al camino de la verdad y de la salvación, -los sacerdotes
mayas buscaban afirmar en ellos la confianza en sus dirigentes y en sus creen­
cias, su valor y su dignidad como pueblo que, tanto frailes como autoridades
españolas, habían invalidado. Indudablemente, ésta es una de las causas radi­
cales de las múltiples rebeliones indígenas que se han llevado a cabo desde
la conquista española hasta nuestros días, y nos explica también el hecho de
que, de algún modo, no se haya perdido el principio de identidad y la fuerza
comunitaria del pueblo maya, aunque haya desaparecido lo más rico de sus
creaciones culturales.

19 Fuentes y Guzmán, op. cit., pp. 212-213.


20 Rene Acuña, Introducción al estudio del Rabinal Achí, Universidad Nacional Autó­
noma de México, Centro de Estudios Mayas, México, 1975 (Serie Cuadernos, 12); pp.
147-148.

XXVII
Los textos legales: crónicas, probanzas y títulos
Los textos escritos con la finalidad de preservar la herencia material de
los mayas son principalmente crónicas, títulos de propiedad, tratados de tie­
rras y probanzas de méritos y servicios, que fueron redactados por los miem­
bros de algunas familias nobles, muchas veces a petición de las autoridades
españolas, para confirmar la legítima posesión de las tierras, para solicitar
privilegios o para limitar los tributos. Pero como los autores tratan de probar
la nobleza de sus linajes y la antigüedad de ellos en la posesión de las tierras,
muchos de los escritos son importantes textos históricos, con un rico acervo
de datos sobre la historia y la organización política y social de los antiguos
mayas, y otros ponen el énfasis en registrar los acontecimientos de la con­
quista española y nos dan una valiosa información sobre la sociedad colonial.
Estos escritos eran presentados ante las autoridades coloniales, principal­
mente en los litigios de tierras o sobre los tributos, como prueba de los de­
rechos del grupo, y eran también libros comunitarios, que estaban en manos
de las familias de Principales y se heredaban de padres a hijos.
Casi todos los autores declaran el motivo que los llevó a escribir, que va
desde el deseo de que su linaje sea conocido, hasta problemas concretos. Por
ejemplo, el Texto chontal constata que Pablo Paxbolon compareció ante el
escribano público Juan Bautista:

y dijo que tenía necesidad que tomasen los dichos de los viejos porque quiere
saber y oír cómo empezó y cómo vienen sus abuelos y padres, reyes antiguos; lo
cual declararon y dijeron los que se nombran Alonso Chagbalam y Luis Tuzin,
muy viejos...21

Mucho más explícitos son los autores del Códice de Calkiní y de las H is­
torias de los Xpantzay. El primero afirma haber escrito para que no se olvi­
dara el trato de los calkinienses y los mopilaenses sobre los límites de su
territorio:

Nada de pleitos ni envidias. Ni nadie deberá gritar porque no sea suyo (el
bosque). Ésta es la causa de que demos el título, nuestra palabra, nosotros los
calkinienses, para que sea visto por los hijos de los mopilaenses que vienen
atrás.22

Y el segundo, dirigiéndose a sus hijos, declara:

Si por acaso os hiciere mal Don Francisco Ordóñez y dijere que no tenéis
linaje, hijos míos, ya veo que querrá provocar un pleito. Por eso me pongo
ahora a escribir vuestra estirpe, vuestro nacimiento.23

Muchos de estos textos, por su carácter legal, no fueron realizados con


la libertad que se advierte en los libros sagrados, sino que predomina en
ellos la necesidad de ajustarse a los requerimientos de los españoles. Por
ejemplo, en los títulos quichés hay un especial interés por mostrar sus rela-

21 Scholes y Roys, op. cit., p. 367.


22 Códice de Calkiní, Vid infra, p. 438.
23 Historias de los Xpantzay, Vid infra, p. 426.

XXVIII
dones con la familia reinante de Utatlán, porque ello les permitía obtener
mayores privilegios. En algunos casos, los misioneros pedían a los nativos
adaptar la historia de sus migraciones a los relatos bíblicos, quizá con el fin
de que fueran mejor tratados por los encomenderos. Es posible que por ello
encontremos tan marcada influencia cristiana en libros como el Título de los
Señores de Totonicapán.24
Sin embargo, estos textos no dejan de ser importantes documentos para
el conocimiento de la historia e instituciones de los mayas prehispánicos y de
la organización política y social de la Colonia.

IV. CONTENIDO Y FORMA D E LOS LIBRO S MAYAS

Desde un punto de vista formal, no todos los textos mayas pueden ser
considerados como obras literarias, pues mientras que algunos de ellos son
verdaderas obras poéticas en las que destaca la riqueza del lenguaje y los
recursos estilísticos, la mayoría está formada por documentos de carácter me­
ramente legal, que tienen sólo un valor histórico. Fue fundamentalmente en
los escritos de carácter religioso, y en algunos textos históricos y médicos,
donde los mayas expresaron su sensibilidad poética, su capacidad imagina­
tiva y su riqueza espiritual, por lo que son éstos los libros que, a nuestro
parecer, constituyen la aportación maya a la literatura universal.
Al igual que todas las literaturas de las grandes culturas pre-griegas del
Viejo Mundo y las orientales, los escritos literarios de los mayas son primor­
dialmente una manifestación de las vivencias religiosas y de la preocupación
histórica, y fueron realizados con un fin práctico, no con un fin propiamente
artístico. Además, los libros revelan una mentalidad y una concepción sui
generis del mundo y de la vida, de ahí que sea muy difícil hacer una clasi­
ficación de ellos basándose en los géneros clásicos establecidos en la cultura
occidental, pues, de acuerdo con este criterio, resultaría que casi todas estas
obras son a la vez épicas, líricas, dramáticas, didácticas e históricas. Sin em­
bargo, los diversos temas que contienen los libros determinan ciertas dife­
rencias estilísticas, lo que nos permite dividir la obra escrita de los mayas en
cuatro grandes grupos: literatura mítica y profética; literatura ritual; litera­
tura médica, astronómica y calendárica, y literatura histórica y legendaria.
En los puntos anteriores hemos resumido el contenido particular de los
principales textos mayas, y nos hemos referido a la temática para tratar de
explicar el sentido y la finalidad de la creación de estos escritos. Aquí dare­
mos una visión general del contenido, destacando los temas concretos' que,
a nuestro parecer, son medulares en la literatura maya, ya sea porque son
comunes a los textos de Yucatán y de Guatemala, o porque aparecen en la
mayoría de los escritos de una de estas dos regiones, y haremos algunas con­
sideraciones sobre el estilo de los libros mayas.

24 Carmack, Quichean Civilization, p. 21.

XXIX
Literatura mítica y profética
Intercalado en los escritos históricos, en las profecías, en los textos mé­
dicos, etcétera, hay un importante material mítico en las obras mayas. En­
contramos, desde relatos aislados, hasta los grandes mitos cosmogónicos, que
tratan de dar una explicación general del universo.
Entre los mitos particulares, que a veces están integrados a los relatos
cosmogónicos, tenemos, por ejemplo, los del origen del fuego (Anales de los
cakchiqueles y Popol Vuh); la explicación de las características físicas de
ciertos animales (Popol V uh); el origen del tiempo ( Chilam Balam de Chu-
mayel); el origen de la oscuridad y de la noche (Anales de los cakchiqueles);
el castigo a la soberbia (Popol V uh); el nacimiento milagroso de los héroes
culturales (Popol Vuh).
En los relatos míticos aislados se menciona a diversas deidades, por ejem­
plo: patronos de actividades humanas: Hunbatz y Hunchouen, de los flau­
tistas y artesanos (Popol Vuh) y Cit Bolon Tun, de los médicos (Libros de
Chilam Balam ); guardianes de la naturaleza, como Zaquicoxol, del fuego
(Anales de los cakchiqueles); dioses tribales, como Tohil, de los quichés
(Popol V uh); provocadores de las enfermedades, como los dioses de Xibal-
bá (Popol V uh); y los del Metnal (Ritual de los Bacabes); los dioses de los
puntos cardinales o Bacabes (Libros de Chilam Balam, Ritual de los Bacabes),
etcétera.
Hay también varios mitos que explican el origen de los rituales, como
el de Tolgom, “el hijo del lodo que tiembla” (la ciénaga), que es asaeteado
por los cakchiqueles durante su peregrinación, relato que fundamenta el ri­
tual de sacrificio por flechamiento, que se realizaba cada año en el mes
XJchum, quinto del calendario cakchiquel (Anales de los cakchiqueles). Otro
mito de este tipo es el de Tohil, dios protector de los quichés: el principal
problema de las tribus durante su peregrinación desde Tulán era que no
tenían fuego, pero éste les fue dado a los quichés por Tohil, y cuando las
demás tribus lo piden, el dios demanda a cambio el sacrificio de venados, de
aves y de hombres. Aquí se explica el origen del sacrificio humano por ex­
tracción del corazón (Popol Vuh).
En el mismo libro encontramos expresado míticamente el origen del rito
de adivinación con granos de maíz: en el proceso de formación del hombre
aparecen los adivinos Ixpiyacoc e Ixmucané, quienes, por medio de los gra­
nos, pronostican que serán buenos unos hombres hechos de madera.
El mito del origen del Sol y de la Luna en el Popol Vuh, donde los per­
sonajes centrales juegan a la pelota con los dioses del inframundo, nos revela
el sentido simbólico de este juego que, aunque a la llegada de los españoles
tenía un carácter más profano que religioso, debe haber sido un importante
ritual, como lo muestra la existencia de campos de juego en los centros cere­
moniales. Entre los nahuas, el juego simbolizaba, al lado de otras significa­
ciones, la lucha de los astros en el cielo, la pugna de las fuerzas luminosas
contra las fuerzas oscuras; los aztecas nos presentan a su dios Huitzilopochtli
(el Sol) luchando en el campo de juego contra Coyolxauhqui y los Centzon-
huitznahuac (la Luna y las estrellas). En el libro quiché, el juego parece estar
también aludiendo al movimiento de los astros, sólo que no nos presenta una

XXX
oposición entre la Luna y el Sol, sino entre los seres luminosos (Sol y Luna)
y los seres de la oscuridad (los dioses del inframundo), por lo que la lucha
no sólo representa la dinámica astral, sino también la pugna de los principios
de vida, representados por los seres celestes, y los principios de muerte, sim­
bolizados por los seres infr aterres tres, de la cual resultan vencedores los pri­
meros.25
La expresión religiosa más importante en los textos es el mito cosmogó­
nico, que aparece en el Popol Vuh, los Anales de los cakchiqueles y los Libros
de Chilam Balam. Estos relatos del origen del cosmos son fundamentales
también para conocer las ideas cosmológicas y las ideas que del hombre y
los dioses tuvieron los mayas prehispánicos, y nos revelan, asimismo, que
tanto los mayas de Yucatán como los de Guatemala compartieron la misma
cosmovisión con los grupos nahuas, lo que expresa un trasfondo de creencias
religiosas comunes a nivel mesoamericano.
El mito cosmogónico del Popol Vuh es el más completo y significativo
entre los mitos mesoamericanos sobre el origen. Relata la creación como un
proceso que va desde la decisión de los dioses de crear el cosmos, hasta la
formación del hombre, que completa y da sentido a la obra de los dioses.26
En los Anales de los cakchiqueles no se menciona la creación de la natura­
leza, sino únicamente la formación del hombre, y el mito aparece después de
que se ha iniciado el relato de la historia del pueblo cakchiquel; pero es nota­
blemente semejante al mito del Popol Vuh. En los Libros de Chilam Balam,
fundamentalmente en el de Chumayel sí encontramos, aunque en textos in­
conexos, las ideas sobre el origen del mundo, y algunas oscuras menciones
del origen del hombre, según ei pensamiento maya. Estos fragmentos están
escritos, como casi todos los textos míticos de los Libros de Chilam Balam,
en un lenguaje enigmático, plagado de términos cristianos, por lo que, a pri­
mera vista, parecería que se trata de mitos cosmogónicos diferentes a los
quichés y cakchiqueles; pero un análisis cuidadoso de ellos, estableciendo
una comparación de su contenido con el de los mitos de Guatemala y los
nahuas, nos ha permitido saber que, a su manera, los mayas de Yucatán ex­
presaron las mismas ideas cosmogónicas básicas que aquéllos.
El mito del Popol Vuh, armónicamente estructurado, se inicia con la
imagen de los dioses creadores, situados en un escenario estático de mar y
cielo, donde se llevará a cabo la obra de creación. El agua aparece en este
mito como el principio generador mismo, ya que se identifica con los dioses
creadores. Estos son llamados Tepeu y Gucumatz, nombres ambos de Quet-
zalcóatl, el dios creador del mito náhuatl. En la narración del manuscrito
cakchiquel no se mencionan estos dioses, y en el Chilam Balam de Chumayel
el principio vital que sostiene al mundo aparece como una “serpiente de vida
con los cascabeles de su cola” ,27 lo que claramente alude a Quetzalcóatl, la
serpiente emplumada.

25 Mercedes de la Garza, El hombre en el pensamiento religioso náhuatl y maya,


Prólogo Miguel León-Portilla, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Es­
tudios Mayas, México, 1978, (Serie Cuadernos, 14); p. 45.
26 Ibidem, p. 37.
27 Libro de Chilam Balam de Chumayel, Vid infra, p. 243.

XXXI
En el Popol Vuh el mundo surge de la palabra de los dioses, que es fuer­
za mágica y energía creadora; por medio de esta fuerza, la tierra emerge de
las aguas y se forman los valles y las montañas. En seguida son creados los
animales, cuya aparición es explicada como una necesidad de romper la inmo­
vilidad y el silencio, es decir, de dar movimiento al mundo. El Chilam Balam
de Chumayel expresa la misma idea de dinamismo, pero de una manera más
abstracta: lo primero que se crea es el tiempo, y una vez dinamizado el es­
pacio, aparecen los distintos seres:

Cuando no había despertado el mundo antiguamente, nació el Mes y em­


pezó a caminar solo... nacido el Mes creó el que se llama Día y creó el cielo
y la tierra, por escala: agua, tierra, piedras y árboles.28

Sobre los animales, que no son mencionados en el texto cakchiquel ni en


el de Chumayel, el Popol Vuh nos dice que los dioses les repartieron sus
moradas y les pidieron que hablaran, que los invocaran por haberlos creado.
Pero los animales no pudieron hablar y los dioses los mandaron habitar en
los barrancos y los bosques, y los condenaron a ser comidos y utilizados por
el hombre, lo cual expresa ya la meta de la creación: formar seres que reco­
nozcan y veneren a los dioses. Este propósito se confirma cuando los dioses
deciden:

— ¡A probar otra vez! Ya se acerca el amanecer y la aurora; ¡hagamos al


que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados, para ser
recordados sobre la tierra...? Probemos ahora hacer unos seres obedientes, res­
petuosos, que nos sustenten y alimenten. Así dijeron.29

En este fragmento se hace patente el concepto que del hombre, el mundo


y los dioses tuvieron los mayas prehispánicos. Al decirnos que el objetivo
de los dioses al crear el mundo no es sólo que haya quienes los reconozcan
y los veneren, o sea, seres conscientes, sino también la necesidad de los dio­
ses de ser alimentados, nos dan a conocer que para los mayas sustentar a las
deidades es su misión esencial sobre la tierra, y que los dioses no son per­
fectos, sino que requieren ser alimentados por los hombres para poder sub­
sistir. Así, los dioses dependen de los hombres, como los hombres dependen
de los dioses. El hombre, por esta responsabilidad existencial, aparece como
un ser diferente de los otros que habitan el mundo.
A partir de este momento, en que se pone de manifiesto que la creación
del hombre es lo que da sentido a la creación del universo, el relato del
Popol Vuh se concentra en los intentos de los dioses de formar hombres cons­
cientes. Intentan primero hacerlo de barro, pero fracasan, pues estos seres no
tenían entendimiento y se deshicieron con el agua. Después hacen hombres
de madera, que hablaban y se multiplicaban, pero tampoco reconocieron a
los creadores, y fueron aniquilados por medio de un diluvio. Esta catástrofe
cósmica es mencionada también en varios fragmentos del Chilam Balam de
Chumayel, del Chilam Balam de Maní y del Ritual de los Bacabes, y coincide

28 Ibidern, pp. 253, 254.


29 Popol Vuh, Vid infra, p. 15.

XXXII
con la desaparición del universo del mito de los nahuas, lo que nos corrobora
también la comunidad de creencias, respecto del origen, en Mesoamérica.
El texto de Chumayel menciona la formación de un hombre de barro,
después de la creación del tiempo, y habla en otro fragmento de unos hom­
bres que fueron gigantes y que procedían de unos seres semidivinos llamados
Guerreros; pero pone el énfasis en la descripción de la catástrofe, que sobre­
vino porque los nueve dioses del inframundo (Bolontikú) roban el principio
de vida (la serpiente emplumada) a los trece dioses de los cielos (Oxlahun-
tikú), lo que ocasiona la destrucción del mundo y de los hombres:

Y fueron enterrados por la orilla de la arena en las olas del mar. Y enton­
ces, en un solo golpe de agua, llegaron las aguas. Y cuando fue robada la Gran
Serpiente, se desplomó el firmamento y hundió la tierra.30

El mito del libro de Chumayel coincide con el mito náhuatl, que tam­
bién habla de la existencia de gigantes en uno de los Soles y de la destruc­
ción cósmica por agua, por lo que podemos pensar que igualmente alude a
varias Edades previas en las que vivieron distintas clases de hombres; y el
Popol Vuh coincide con ambos al referir, además de la catástrofe, la exis­
tencia anterior de diferentes hombres. En cuanto al libro de los cakchiqueles,
concuerda con el Popol Vuh y con el Chilam Balam de Chumayel al men­
cionar al hombre de tierra que no respondió al propósito de los dioses.
En el Popol Vuh y en los Anales de los cakchiqueles encontramos después
el relato de la aparición de los hombres actuales, aquellos que van a satis­
facer el requerimiento de las deidades, y que son formados de masa de maíz.
Estos hombres coinciden con los llamados “hombres amarillos” en el texto
de Chumayel, que son los hombres de maíz, los mayas actuales; y corres­
ponden también a los hombres creados por Quetzalcóatl en el Quinto Sol,
cuyo alimento es el maíz, de los que habla el mito náhuatl.
Tanto el texto quiché como el cakchiquel nos dicen que una vez que los
dioses decidieron hacer al hombre de masa de maíz, varios animales partici­
paron en la formación, consiguiendo el grano en una tierra de la abundancia
llamada Paxil. En el mito náhuatl se señala la misma idea: las hormigas con­
ducen a los dioses creadores al lugar donde se hallaba el maíz, también un
sitio de la abundancia, llamado Tonacatépetl. Es este alimento, que fue la
base de subsistencia de los pueblos prehispánicos, lo que va a permitir en
los mitos que el nuevo hombre sea cualitativamente diferente de los ante­
riores, que sea un ser consciente; es decir, que para ellos “no es el espíritu
el que infunde vida a la materia, como ocurre en otras cosmogonías, sino
la materia la que condiciona el espíritu” .31
Según el Popol Vuh fueron cuatro varones y cuatro mujeres los primeros
hombres formados, y según los Anales de los cakchiqueles, trece hombres y
catorce mujeres. En la primera obra no aparecen al mismo tiempo los varo­
nes y las mujeres, lo cual se debe a que los hombres resultaron perfectos:

30 Libro de Chilam Balam de Chumayel, Vid. infra, p. 243.


31 De la Garza, El hombre..., p. 46.

XX XIII
Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió su vista, al­
canzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo. Cuando
miraban, al instante veían a su alrededor y contemplaban en torno a ellos la
bóveda del cielo y la faz redonda de la tierra... Grande era su sabiduría; su
vista llegaba hasta los bosques, las rocas, los mares, las montañas y los valles.32

En la vista están simbolizados la conciencia y el conocimiento, por lo


que “ver todo” significa ser perfecto, autosuficiente. Los dioses interrogan
a los hombres, y al oír su respuesta se dan cuenta de su perfección y esto les
disgusta; no quieren un hombre así, pues puede no venerarlos ni procrear;
los dioses necesitan a un hombre carente, que requiera de ellos, así como
ellos requieren de los hombres, y, por ello, les echan un vaho sobre los ojos
para que “no vean más que un poco” , es decir, les quitan la perfección.
Esta idea, que no aparece en el texto cakchiquel, ni en los Libros de
Chilam Balam, ni en el mito náhuatl, tiene quizá alguna influencia cristiana,
pues se parece a la pérdida del Paraíso en el Génesis; sólo que para los
quichés la perfección se pierde limitando el conocimiento, mientras que en
el Génesis se pierde adquiriéndolo, y la contingencia humana se explica por
una decisión de los dioses, no por una falla del hombre. La idea expresada
en el Popol Vuh es acorde con el sentido que tenía la vida del hombre para
los pueblos prehispánicos: alimentar a sus dioses porque éstos son insufi­
cientes, idea que dista mucho de la hebrea, en la que Dios es omnipotente
y perfecto. Así, aunque el escritor quiché pudiera haber tenido alguna in­
fluencia bíblica, el sentido esencial de esta parte del mito no es cristiano.
Una vez perdida la perfección de los hombres, aparecen en el Popol Vuh
las mujeres, para dar alegría y compañía al hombre y para engendrar a los
hijos. Las primeras parejas humanas, en los dos textos de Guatemala, se mul­
tiplican y dan lugar a las tribus quichés y cakchiqueles, y una vez que estas
tribus estuvieron establecidas en sus lugares de asentamiento, aparece el Sol,
completándose la obra de creación. La misma idea de la aparición del Sol
después de la de los hombres se manifiesta en el Chilam Balam de Chumayel.
Pero en el Popol Vuh encontramos un mito que, con algunas variantes,
es mencionado también por cronistas españoles, como Torquemada,33 y que se
incluye en el texto antes del relato de la formación de los hombres de maíz.
Es un rico pasaje, en cuanto a símbolos míticos, que narra las hazañas de los
semidioses. Hu.nahpú e Ixbalanqué, quienes, después de jugar a la pelota en
el inframundo con los dioses de la muerte, de ser sometidos a varias pruebas
y de morir, renacen convertidos en el Sol y la Luna. En el libro se da por
supuesto que es éste el Sol que aparece en el cielo cuando ya las tribus estu­
vieron establecidas.

En los Libros de Chilam Balam encontramos un buen número de profe­


cías que no sólo nos ilustran sobre este aspecto esencial de la religión maya
prehispánica, sino que nos dan a conocer que después de la Conquista per­
sistieron las concepciones fundamentales de los mayas. Como ya hemos seña­

32 Popol Vuh, Vid infra, p. 63.


33 Fray Juan de Torquemada, Monarquía indiana, 4.a ed., 3 vols., Introd. Miguel
León-Portilla, Edit. Porrúa, México, 1969 (Biblioteca Porrúa, 41-43); Vol. II, pp. 53-54.

XXXIV
lado, la elaboración de profecías se basó en un concepto cíclico del tiempo,
por el cual se creía que los acontecimientos, tanto naturales como históricos,
se repetían, debido a que volvían a presentarse en cada ciclo las mismas car­
gas de influencias divinas que habían determinado los hechos en el lapso
anterior del mismo nombre. Basándose en sus códices, donde estaban regis­
trados los hechos, los sacerdotes preparaban sus profecías para darlas a co­
nocer al pueblo. Y siglos después, en el Chilam Balam de Chumayel, uno de
los escritores mayas asienta:
Estoy en 18 de agosto de este año de 1766. Hubo tormenta de viento. Es­
cribo su memoria para que se pueda ver cuántos años después va a haber otra.34

Esto nos da a conocer que, por lo menos hasta el siglo x vm , la creencia


prehispánica básica de la recurrencia cíclica de los acontecimientos estaba
vigente.
Las profecías contenidas en los Libros de Chilam Balam se refieren a
tres tipos de períodos: los katunes (20 tunes), los tunes (años de 360 días)
y los días.
Las predicciones katúnicas ( Chumayel, Káua, Pérez, Tizimin) constitu­
yen dos series completas y una incompleta, y no se inician con el Katún. 13
Ahau, sino con el 11 Ahau, debido a que éste fue el katún de la llegada de
los españoles. Las predicciones túnicas (Maní, Tizimín) se refieren sólo a
una rueda de veinte tunes, correspondiente a un Katún 5 Ahau-, el ciclo se
denomina Cuceb, “lo que gira” . Las predicciones diurnas (Ixil, Káua, Tizi­
mín, Pérez) son las del Sansamal Kin Xoc, “La cuenta diaria de los D ías”
de un año, que señala si un día es bueno o malo, y que servía como funda­
mento para las actividades generales; y las del Chuenil Kin Sansamal, “Ar­
tificio diario de los Días” . que señala las influencias de los veinte días del
calendario ritual.35
Hay en los Libros de Chilam Balam (Pérez, Chumayel y Tizimín) otro
tipo de predicciones que, precisamente, se titulan “Profecías” ; se adjudican
a cinco sacerdotes mayas llamados Napuctun, Ah Kauil Chel, Nahau Pech,
Natzin Yabun Chan y Chilam Balam. Son profecías fatalistas que anuncian
la llegada de extranjeros, de una nueva religión y de un tiempo de miseria
y sufrimiento, por lo que se relacionaron con la Conquista. Pero en realidad,
a causa de la idea cíclica de la historia, en ellas se confunden acontecimientos
como el dominio de los itzáes, que se consideraban extranjeros, y el yugo
español; la adoración de Kukulcán, introducida por los toltecas, y el cris­
tianismo. En general, en todos los textos proféticos se entremezclan aconte­
cimientos del pasado y el futuro, ya que, para ellos, ambos son resultado de
la misma carga de influencias divinas del katún.
Los textos proféticos son ricos en contenido religioso, histórico y moral,
pues mencionan un gran número de deidades, incluyen ideas cosmogónicas
y cosmológicas, y generalmente se refieren a situaciones socio-políticas en
las que hay un relajamiento de las costumbres. Casi todas las predicciones

34 Libro de Chilam Balam de Chumayel, Vid infra, p. 269.


35 Vid Barrera Vásquez y Rendón, op. cit., pp. 45-48.

XXXV
anuncian desgracias, en un tono de desesperada resignación, quizá por haber
sido escritas precisamente en una época de destrucción, violencia y atropello
de los hombres y las creencias mayas.

Aunque el estilo de los relatos míticos y proféticos de Yucatán es distin­


to al de los textos míticos de Guatemala, en tanto que en los primeros abun­
da el uso de fórmulas sintéticas, lo que les da un carácter profundamente
esotérico, y en los segundos el texto fluye en una forma más narrativa, en
ambos encontramos un lenguaje altamente simbólico y multívoco, en el que
se emplean metafóricamente objetos, colores y seres naturales, como flores,
animales, árboles y piedras, para expresar las ideas, las vivencias y las ac­
ciones.
Como es manifiesto también en las artes plásticas, el medio natural en
el que vivieron los mayas, extraordinario por su majestuosidad, su variedad
y su belleza, domina toda la creación maya; está presente en todo pensa­
miento, en toda imagen, en todo ritual, en toda afección humana. Es la na­
turaleza la que condiciona el espíritu, como lo expresa el Popol Vuh, en la
idea de que el haber sido formado de masa de maíz es lo que permite al
hombre hacerse consciente de sí mismo y de los dioses. Y el espíritu se torna
a la vez naturaleza, al expresarse simbolizado en ceibas, en aves, en jaguares,
en flores y en piedras. Todas las ideas, las virtudes y las pasiones humanas,
en el arte maya toman formas vegetales, animales y minerales, lo cual nos
habla de una unidad indisoluble del hombre con su medio. En este sentido,
cabría decir que la cultura maya es, esencialmente, una cultura de la natu­
raleza.
Así, en los escritos de los mayas, hasta los conceptos más abstractos,
como el de que el mundo tiene una racionalidad y un orden inherentes, son
expresados en una forma plástica, concreta, casi tangible, empleando a veces
como símbolos hasta los objetos de uso cotidiano. No en vano el lenguaje
escrito propio de la cultura maya prehispánica, los códices y las inscripciones,
es fundamentalmente un arte plástico, es pintura y escultura.
Veamos, por ejemplo, cómo se describe el reordenamiento del mundo,
después de la destrucción por agua, en el Chilam Balam de Chumayel-.

Al terminar el arrasamiento se abará Chac Imix Che, la ceiba roja, colum­


na del cielo, señal del amanecer del mundo, árbol del Bacab, Vertedor, en donde
se posará Kan Xib Yuyum, Oropéndola-amarilla-macho. Se alzará también Sac
Imix Che, Ceiba-blanca, al norte, allí se posará Zac Chic, Blanco-remendador,
Zenzontle: soporte del cielo y señal del aniquilamiento será la ceiba blanca. Se
alzará también Ek Imix Che, Ceiba-negra al poniente del país llano; señal del
aniquilamiento será la ceiba negra; allí se posará Ek Tan Picdzoy, Pájaro-de-
pecho-negro. Se alzará también Kan Imix Che, Ceiba-amarilla, al sur del país
llano, como señal del aniquilamiento; allí se posará Kan Tan Picdzoy, Pájaro-
de-pecho-amarillo, Kan Xib Yuyun, Oropéndola-amarilla-macho, Ah Kan Oyal
Mut, Ave-vencida-amarilla. Se alzará también Yaax Imixche, Ceiba-verde, en el
centro de la provincia, como señal y memoria del aniquilamiento. Ella es la
que sostiene el plato y el vaso; la Estera y el Trono de los katunes por ella
viven.36

36 Ibidem, p. 92.

XXXVI
La exuberancia de los textos míticos y proféticos, que al mismo tiempo
es de un gran refinamiento, como la de lab artes plásticas, se debe también
al recurso estilístico de repetir un mismo pensamiento en diferentes térmi­
nos o formas verbales, es decir, al paralelismo de las frases, que revela una
significación compleja, dificultando la comprensión del texto, pero que le da
una simetría, un ritmo peculiar, propio para ser recitado, lo cual corrobora
las afirmaciones de los cronistas de que los textos sagrados eran aprendidos
de memoria sobre la base de lo registrado en los códices, que fueron sim­
plemente un apoyo para la expresión oral. Esta modalidad estilística, propia
del pensamiento mítico, fue común a las literaturas mesoamericanas y a las
literaturas religiosas del Viejo Mundo.
En las palabras que los dioses creadores del Popol Vuh dicen a los adi­
vinos Ixpiyacoc e Ixmucané, cuando les piden ayuda para la formación del
hombre, podemos apreciar el paralelismo de los componentes de las frases
y de la estructura de las frases mismas:

Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela, nuestro abuelo,


Ixpiyacoc, Ixmucané, haced que aclare, que amanezca, que seamos invocados,
que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre creado, por el hom­
bre formado, por el hombre mortal, haced que así se haga.37

Otra peculiaridad del estilo de los textos míticos y proféticos es la enu­


meración de cualidades, de seres, de atributos, etcétera, que responde al mis­
mo afán de expresar un hecho o idea en todas las formas posibles, o descri­
biendo todos los detalles. A veces las repeticiones y las enumeraciones tor­
nan monótono el texto, pero esta monotonía siempre está impregnada de un
hondo sentido poético, que comunica la elevada sensibilidad del hombre
maya. En la predicción para un Katún 3 Ahau leemos:

Entonces serán asentados los Señores de los pueblos en sus Esteras y Tro­
nos y le será cortada la garganta al que detenta la Estera y el Trono, al Jaguar
del pueblo, al Tigre rojo, al Gato Montés rojo, al Gato Montés blanco.38

Y el Popol Vuh, para afirmar que no había seres antes del ordenamiento
del mundo, dice:

No había todavía un hombre ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árbo­


les, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques...39

Como ya hemos señalado, los libros mayas que hemos llamado Popol Vuh
o Popolhuun sagrados no guardan una unidad temática, sino que incluyen
tanto las tradiciones religiosas, como las históricas; pero mientras que los
Libros de Chilam Balam son recopilaciones de fragmentos aislados y escritos
en diferentes épocas por distintos autores, lo que ocurre también con los
Anales de los cakchiqueles, el Popol Vuh es una obra unitaria, notablemen­

37 Popol Vuh, Vid infra, p. 16.


38 Barrera Vásquez y Rendón, op. cit., p. 55.
39 Popol Vuh, Vid infra, p. 13.

XXXVII
te estructurada, que revela la presencia de un solo autor, dotado de una
extraordinaria capacidad artística. De ahí que haya sido considerado como
la obra maestra de la literatura indígena mesoamericana.
No pretendemos hacer aquí el análisis literario que merece el Popol Vuh,
pero no podemos dejar de destacar algunas de sus virtudes.
Los mitos e historias de los quichés han sido integrados en esta obra,
logrando un relato excelente por su congruencia y altura poética. No se trata
simplemente de una transcripción de textos aislados, como ocurre con la ma­
yoría de las obras indígenas, sino que hay una secuencia ordenada, expresada
con notable fluidez. Se ha dicho que la obra se divide en varias partes, unas
míticas y otra histórica, pero ésta es una división arbitraria, pues, en reali­
dad, la obra es una narración de la historia de los quichés, desde sus orígenes
hasta el momento de la Conquista, según la visión religiosa del mundo y
del hombre de los mayas prehispánicos. Es decir, que se trata de un relato
mítico-histórico de la historia quiché, en el que los diversos elementos que
lo componen forman un todo armónico. Prescindiendo de la variedad y la
abundancia de imágenes de la expresión mítica, esta historia se puede sinte­
tizar así:
Los fundadores de los linajes quichés son formados de masa de maíz por
los dioses, después de varios intentos fallidos de hacer seres que los veneren
y sustenten, y de haber creado el universo para ellos. Estos hombres, que
empiezan a multiplicarse y a buscar una forma de vida, peregrinando haciá
otras tierras, y siempre acompañados y aconsejados por sus creadores, se
mueven en un mundo nuevo, recién formado, todavía inmerso en la hume­
dad y en la oscuridad, porque no había salido el Sol. Al llegar a las tierras
donde fijan sus residencias, habiendo constituido ya numerosas tribus, pre­
sencian la salida del Sol, fundan ciudades, inician sus rituales, se organizan
social y políticamente, luchan contra otros pueblos, se engrandecen y ex­
tienden su poderío.
El Popol Vuh es un poema escrito con predominio de paralelismos, en
un lenguaje metafórico que atiende más a expresar la significación que el
hecho, y en el que no hay la oscuridad y la exuberancia de los textos de
Yucatán ni la monotonía, a veces desesperante, del Rabinal Achí, sino que
se ha logrado crear los elementos formales más adecuados para comunicar,
con profundidad, emoción y dramatismo, las ideas, las vivencias y los aconte­
cimientos que fundamentaron el ser del hombre quiché.

Literatura ritual
Al lado de las narraciones míticas y proféticas, y también escritos con
una gran riqueza conceptual y expresiva, están los textos rituales, constitui­
dos por himnos sagrados, oraciones, cantos diversos y dramas. Todos ellos
eran parte esencial de las fiestas religiosas, que en 1Y época prehispánica se
sucedían sin interrupción, y constituyen la actualización dramatizada de los
mitos, en que consiste primordialmente el ritual.
Estos textos, entre los que destacan E l libro de los cantares de Dzitbalché
y el Rabinal Achí, están escritos con el lenguaje simbólico que responde a la
forma peculiar de conceptualización del maya.

XXXVIII
Los cantares de Dzitbalché constituyen el único ejemplo que tenemos
sobre el texto que acompañaba a las danzas rituales. Entre ellos encontra­
mos oraciones que se pronunciaban én las ceremonias religiosas, dedicadas
generalmente al Sol, como dador de la vida; nos revelan éstas el vitalismo
de los mayas, que es expresado también en las plegarias a los dioses de las
que nos habla el Popol Vuh, en las cuales piden alimentos, hijos, y larga y
buena vida para ellos. Hay también un ejemplo de las oraciones que pronun­
ciaban los médicos en los ritos curativos, y varios cantos, que van desde los
himnos sagrados que acompañaban a los rituales más importantes, como los
de sacrificio humano, hasta cantares para la ceremonia de bodas e, inclusive,
para ritos secretos que hacían las mujeres en un lugar apartado, para seducir
o retener al hombre amado. Pero algunos de ellos parecen ser sólo líricos,
es decir, la expresión de una vivencia subjetiva, interna y personal, como el
Cantar 8, que es el lamento de un huérfano por su condición de soledad y de
abandono, y el Cantar 14, que comunica una emoción de alegría provocada
por el canto de las aves:

Pues si hay alegría


en los animales,
¿por qué no se alegran
nuestros corazones? Si así son
ellos al amanecer:
¡bellísimos!
¡Sólo cantos, sólo juegos
pasan por sus pensamientos!

Estos cantos líricos son sencillos y emotivos, muy distintos de las oscu­
ras y complejas obras míticas y proféticas. Asimismo, los cantos rituales, los
himnos y las oraciones usan metáforas más simples, aunque presentan tam­
bién paralelismos y redundancias. Por ejemplo, en los cantares para la danza
del sacrificio por flechamiento, se dice al que va a ser sacrificado:

Endulza tu ánimo, bello


hombre; tú vas
a ver el rostro de tu Padre
en lo alto. No habrá de
regresarte aquí sobre
la tierra bajo el plumaje
del pequeño Colibrí o
bajo la piel
del bello Ciervo
del Jaguar, de la pequeña
Mérula o del pequeño Pajuí.
(Cantar 1)

Y al flechador se le dice:

Bien untado has


grasa de ciervo macho
en tus bíceps, en tus muslos,
en tus rodillas, en tus gemelos,
en tus costillas, en tu pecho.
XXXIX
Coge tu arco, ponle su dardo...
apúntale al pecho...
(Cantar 13)

Es probable que esta simplicidad, en comparación con el lenguaje mítico,


se deba a que se trata de un canto, no de un intento de explicación del mun­
do y sus fenómenos; y, además, en el rito seguramente eran más importan­
tes el ademán, la danza y la música, que la palabra.
Pero había rituales más complejos que las danzas y los cantos, que con­
sistían en la escenificación del acontecimiento, sobre la base de un texto dia­
logado; éste era aprendido de memoria por actores que caracterizaban a los
personajes mediante múltiples atavíos, máscaras y otros recursos. La repre­
sentación se acompañaba de música y danza, y estaba a cargo del Holpop o
maestro de ceremonias, quien, de manera semejante al Corega del primitivo
teatro griego, hacía las funciones de director. El Rabinal Achí, es la única
pieza con estructura dramática que ha llegado hasta nosotros, y nos confirma
las referencias de los cronistas españoles sobre este tipo de representaciones
en la época prehispánica, que tenían, esencialmente, un sentido ritual.
Se ha dicho que esta obra se transmitió oralmente por varias generacio­
nes hasta que uno de sus depositarios, Bartolo Sis, decidió escribirla para
asegurar su pervivencia; asimismo, se ha dicho que es un texto de contenido
histórico por tener el siguiente asunto: los rabinalenses capturan, someten
a un interrogatorio y, finalmente, sacrifican a un guerrero quiché que les
había ocasionado un daño. Pero, de acuerdo con el análisis que del libro ha
realizado René A cuña40 es muy posible que se trate de un texto ritual, “que
pertenece a una clase de bailes o ritos gladiatorios, cuyo uso persistió desde
el siglo xvi, hasta finales del x vm , a pesar de las periódicas prohibiciones,
civiles y eclesiásticas, que solamente demuestran su tenaz supervivencia” .41
Y también parece verosímil su hipótesis de que el libro no fue transmitido
oralmente, sino que existió un manuscrito que, como los otros textos religio­
sos e históricos, fue heredado de generación en generación hasta llegar a
Bartolo Sis.
El libro nos da a conocer que los ritos de sacrificio humano se acompa­
ñaban de un estricto y variado ceremonial, y que esta forma de muerte dignifi­
caba y sacralizaba a los hombres. Al mismo tiempo, su cuidadosa conserva­
ción dentro de la comunidad, y las normas que regían este tipo de teatro
religioso, nos expresan que las representaciones dramatizadas de los ritos
eran, ellas mismas, actos rituales.
El Rabinal Achí es una de las mejores muestras de la forma indígena de
pensamiento y expresión. Es de las pocas obras mayas con una estructura
unitaria y armónica, y tiene la peculiaridad de presentar el pasado del per­
sonaje principal, el guerrero quiché, a medida que dialoga con el Varón de
Rabinal y que se acerca la hora de su holocausto. El libro tiene una especial
monotonía porque abundan en él las fórmulas de cortesía y las repeticiones,
no sólo constituidas por los abundantes paralelismos, sino porque el diálogo

40 Acuña, op. cit.


41 Ibidem, p. 160.

XL
consiste en que el interlocutor siempre repite el parlamento anterior al iniciar
el suyo.
Él paralelismo en esta obra se ilustra en el siguiente parlamento:
Si mi Gobernador, mi mandatario, permite que te deje marchar a las mon­
tañas, a los valles; si mi Gobernador lo dice, entonces te dejaré marchar a las
montañas, a los valles. Sí, si mi Gobernador dice eso, te dejaré marchar.42

Como en las demás obras religiosas mayas, también aquí el lenguaje es


metafórico, por ejemplo, para expresar la idea de que los enemigos huyeron
en multitud, dice: “Se tornaron en moscas, en mariposas, en grandes hor­
migas, en hormiguitas” . Pero, a pesar del ritmo monótono, de la lentitud y
del lenguaje simbólico y complejo, el texto tiene un alto tono dramático y
poético. Como se trataba de la representación de un rito, no había expecta­
tiva, pero se comunica con gran fuerza expresiva el dolor del hombre que
va a morir lejos de su tierra. Este dice:
¡Ah, oh cielo! ¡Ah, oh tierra! Mi decisión, mi denuedo, no me han servido.
Busqué mi camino bajo el cielo, busqué mi camino sobre la tierra, apartando
las yerbas, apartando los abrojos... ¿Debo realmente morir, fallecer aquí, bajo
el cielo, sobre la tierra?... ¡Cómo no puedo cambiarme por esa ardilla, ese pá­
jaro, que mueren sobre la rama del árbol, sobre el retoño del árbol donde con­
siguieron con qué alimentarse, con qué comer, bajo el cielo, sobre la tierra!43

En los Libros de Chilam Balam hay algunos textos rituales, entre los que
se encuentra el “Lenguaje de Zuyúa” , una serie de acertijos que el jefe su­
premo, el halach uinic, ponía como prueba a los gobernantes de las provin­
cias o bataboob, para comprobar su derecho a gobernar, adquirido por per­
tenecer a la nobleza. Sé trata de un lenguaje esotérico, aunque utiliza imáge­
nes simples e ingenuas, generalmente asociadas con la comida. Las adivinan­
zas aparecen acompañadas de la explicación de su significado:
“Traedme el Sol, hijos míos, para tenerlo en mi plato. Hincada ha de tener
la lanza de la alta cruz en el centro de su corazón en donde tiene asentado a
Yax-Bolon, Jaguar-verde, bebiendo sangre. Esto es habla de Zuyúa” . Esto es lo
que se les pide; el Sol es un gran huevo frito y la lanza con la alta cruz hin­
cada en su corazón a que se refiere es la bendición, y el jaguar verde sentado
encima bebiendo sangre, es el chile verde cuando comienza a ponerse colorado.
Así es el habla de Zuyúa.44

Literatura médica, astronómica y calendárica


Hay en la literatura maya varios textos médicos, que provienen de la
tradición prehispánica, así como algunos escritos relativos al calendario maya
y que tocan asuntos astronómicos, pero que de ninguna manera son una con­
tinuación de los grandes cálculos matemáticos, astronómicos y cronológicos
de los antiguos mayas, sino sólo un afán de explicar el calendario maya y
algunos fenómenos naturales, ya bajo la influencia del pensamiento occi­
dental.

42 Rabinal Achí, Vid infra, p. 320.


43 Ibidem, p. 334.
44 Barrera Vásquez y Rendón, op. cit., p. 132.

XLI
Si estos textos han sido considerados, en cierto modo, científicos, por
los temas que tocan, no por ello ha de pensarse que los mayas (ni los prehis­
pánicos, y menos aún los de la Colonia) desarrollaron una ciencia pura y
teorética, como la ha entendido, en gran medida, la cultura occidental; pues
aunque los grandes logros de los mayas prehispánicos puedan ser un conoci­
miento verdadero, la actitud de sus creadores no fue de un interés meramente
cognoscitivo e intelectual, sino una actitud religiosa y práctica, que responde
a su peculiar concepción del cosmos. Por ello, los libros de medicina maya,
que nos transmiten los conocimientos médicos anteriores a la Conquista, son
esencialmente textos religiosos, y las explicaciones del calendario ponen el
acento en las cargas de influencias divinas que el tiempo traía sobre los hom­
bres, según los antiguos mayas.
Además de los escritos incluidos en los Libros de Chilam Balam de Ixil,
de Tekax y de Káua, que describen síntomas y curaciones de varias enfer­
medades, hay algunos manuscritos cuyo contenido es exclusivamente médico,
que datan de los siglos x v m y xix, pero que provienen de antiguas fuentes.
Ellos son los llamados Libros del judío y el Ritual de los Bacabes.
El título de Libros del judío que han recibido varios textos quizá deriva
de una obra de Ricardo Ossado, alias “el judío” , quien, según se dice, cura­
ba las enfermedades mediante hierbas y otros remedios indígenas. Estos ma­
nuscritos, de los cuales los primeros cinco están escritos en maya y los cinco
restantes en español, son: Libro del judío; Libro de medicina maya; Libro
de medicina maya de Sotuta; Libro del judío de Sotuta; Cuaderno de Teabo;
Apuntes sobre algunas plantas medicinales de Yucatán; El libro de los médi­
cos yerbateros de Yucatáñ o noticias sobre yerbas y animales medicinales
yucatecos sacados de los antiguos libros mayas de Chilam Balam, calendarios
y demás cosas curiosas; Noticias de varias plantas y sus virtudes; Juan Pío
Pérez, Recetarios de indios en lengua maya; Yerbas y hechicerías del Yu­
catán,.45
El Ritual de los Bacabes, el más importante texto médico maya, contiene
cuarenta y dos encantamientos médicos, que nos expresan el sentido mágico-
religioso que tuvo la medicina maya, por lo que puede también ser conside­
rado como un libro ritual. Entre las fórmulas curativas tenemos, por ejemplo,
“El encantamiento para el ataque-de-guacamaya y convulsiones” , las “Pala­
bras para la erupción-de-tarántula” , el ataque de tarántula, etcétera. En ellos
se alude al origen del mundo, a los diferentes estratos del cosmos, y se men­
ciona a varias deidades, entre las que destacan las maléficas que provocan las
enfermedades; pero el sitio principal lo ocupan los Bacabes, dioses de los
cuatro puntos cardinales y ordenadores del mundo. Estos textos están escritos
en un lenguaje arcaico, plagado de simbolismos esotéricos; es un lenguaje sin­
tético, que no pretende explicar, sino lograr la curación por la fuerza mágica
de la palabra sagrada. Un fragmento de las “Palabras para el ataque-de-jaguar-
guacamaya, la locura del ataque” basta para darnos una idea de este tipo de
textos mágicos:

45 Tozzer, op. cit., p. 195. Gibson, op. cit., p. 389.

X L II
Entonces vertedores, vosotros acalláis. Vosotros aquietáis la codicia de la
creación, la codicia de la oscuridad, vosotros cuatro dioses, vosotros, cuatro Ba­
cabes. El caería en el corazón del Metnal (el inframundo), en el lugar del padre
de Can vah-ual-kak (“vigoroso-enemigo-del-fuego” ). Ix Ma-uay (“ señora dañina-
uno” ), Ix Mac-u-holcab, quien mantuvo cerrada la abertura de la tierra...46

En cuanto a los textos calendáricos y astronómicos, en el Códice Pérez y


en el Chilam Balam de Tizimín hay una “Explicación del calendario maya” ,
que describe el calendario solar llamado por los mayas de Yucatán Haab,
constituido por 18 meses de 20 días, más cinco días sobrantes, considerados
fatales. El texto se refiere a estos días como:

Los más temibles, los de mayor pena por el temor de muertes inesperadas
y peligros de ser devorados por. el jaguar. En ellos todo era malo: mordeduras
de serpientes venenosas en el monte y golpe de ramas ponzoñosas a los hom­
bres, según decían.47

Este fragmento explica también los signos de la matemática maya, para


comunicar cómo contaban los años los antepasados. Menciona, asimismo, el
calendario ritual, de 260 días, afirmando que se han hecho dibujos explica­
tivos de todo esto. El autor dice haber copiado este texto de unas pinturas,
y registra su nombre, Diego Chi, así como la fecha, 16 de julio de 1689,
afirmando:

Pero lo que escribo no es nada meritorio, sólo para que sepan las cosas en
que pasaban su vida nuestros antepasados en la época de su ceguera...48

En el Chilam Balam de Chumayel hay también un pasaje sobre el calen­


dario maya. Presenta los nombres de los meses, con su equivalencia en el
calendario gregoriano; menciona los equinoccios y los solsticios, y explica la
trayectoria del Sol, y los eclipses de Sol y de Luna, ilustrando su exposición
con dibujos.
El autor de este texto no está tratando de hacer pervivir los conocimien­
tos de sus antepasados, sino de dar a conocer al pueblo estos fenómenos,
pues dice:

Se explica para que sepan los hombres mayas qué es lo que le sucede al
sol y a la luna.49

Literatura histórica y legendaria


En la mayor parte de los libros mayas encontramos textos históricos,
pues el registro de los hechos del pasado parece haber sido una de las preocu­
paciones esenciales de los hombres mayas en el momento de la Conquista, ya
fuera por el afán de mantener su identidad y su dignidad como pueblo frente

46 Ritual of the Bacabs. A book of Maya Incantations, Transíated and Edited by


Ralph L. Roys, University of Oklahoma Press: Norman, 1965 (The Civilization of the
American Indian Series); p. 5.
47 Barrera Vásquez y Rendón, op. cit., p. 150.
48 Ibidem, p. 151.
49 Libro de Chilam Balam de Chumayel, Vid infra, p. 232.
X L III
al nuevo orden implantado por los españoles; por la necesidad de conocer el
futuro, con base en el concepto cíclico de la historia, o por confirmar la no­
bleza de sus linajes para conservar sus tierras y obtener privilegios. Así, rela­
taron acontecimientos, tanto del pasado prehispánico, como de la Conquista
y los primeros siglos de la Colonia, aprovechando las cualidades expresivas
del alfabeto latino, que les permitió integrar en forma narrativa los datos
consignados en sus códices y sus tradiciones orales. Estos textos históricos
indígenas constituyen las fuentes básicas para el conocimiento de la historia
de los mayas prehispánicos del período Posclásico, y nos proporcionan va­
liosa información sobre el contacto cultural en la Colonia.
Entre las narraciones históricas destacan las migraciones de los xiúes y
los itzáes, y la historia del pueblo quiché. Las primeras aparecen en varios
Libros de Chilam Balam, y la segunda, en casi todos los textos de Guate­
mala. Tanto los xiúes, como los quichés, enfatizan su origen en Tulán (quizá
la Tula tolteca del Altiplano Central) y en la historia quiché sobresale la
presencia de dos grandes reyes: Gucumatz (identificado con Kukulcán-Quet-
zalcóatl) y Qikab, así como la del gobernante supremo de todos los grupos,
Nacxit, sin duda asociado a la figura legendaria de Ce Ácatl Topiltzin Acxitl
Quetzalcóatl, fundador de Tula, personaje que también aparece mencionado
en el Chilam Balam de Chumayel.

Los grupos más importantes de la historia del período Posclásico en Yu­


catán parecen haber sido los xiúes y los itzáes. Los primeros de origen
náhuatl, y los segundos, de origen desconocido, pero casi seguramente maya.
Los acontecimientos principales de la llegada de estos grupos a Yucatán
están registrados en los libros de Chilam Balam de Maní, de Tizimín y de
Chumayel, en tres textos que, según Barrera Vásquez y Rendón, constituyen
una sola crónica, a la que ha denominado Crónica Matichu y que nos pre­
senta en su obra El libro de los libros de Chilam Balam.50
En esta crónica se señalan escuetamente los acontecimientos, pero regis­
trando la fecha de cada uno de ellos, mediante el sistema de “cuenta corta” .
En la primera parte se consigna que los xiúes salieron de Nonoual (el No-
noualco náhuatl) en un Katún 3 Ahau (849-869); peregrinaron durante cua­
tro katunes y un año, guiados por su caudillo Chan Tepeu, hasta llegar a
Chacnabitón (región quizá situada al sur de Chakanputún) al final de un
Katún 5 Ahau (1086-1106). Después, en la tercera parte de la crónica, se
menciona a otro caudillo, Ah Suytok Tutul Xiú, quien llega a Uxmal en un
Katún 2 Ahau (987-1007) y ahí establece su gobierno, que dura diez katunes.
Algunos de estos datos están corroborados por las fuentes escritas espa­
ñolas y por investigaciones arqueológicas, sobre todo la llegada de Tutul Xiú,
que se menciona en casi todas las Relaciones histórico-geográficas de Yuca­
tán, presentándolo como un gran conquistador y héroe cultural.51

50 Barrera Vásquez y Rendón, op. cit.


^ Relaciones histórico-geográficas de las Provincias de Yucatán-Valladolid, en Col. de
Documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas
posesiones españolas de Ultramar, 2 * Serie, Vols. 11 y 13, Establecimiento Tipográfico
“Sucesores de Rivadeneyra” , Madrid, 1898, 1900.

X LIV
La segunda parte de la crónica relata la historia de los itzáes, que se
inicia con la llegada del grupo a Siyan Can Bakhalal, en un Katún 8 Ahau
(415-435); en el Katún 13 Ahau (495-514) ocupan Chichén Itzá y, después
de reinar ahí diez katunes, abandonan la ciudad, en otro Katún 8 Ahau, para
establecerse en Chakanputún, en el Katún 6 Ahau (692-711); permanecieron
ahí durante trece veintenas de años y volvieron a dejar su sitio de asenta­
miento en otro Katún 8 Ahau (928-948); anduvieron errantes durante dos
veintenas más y llegan a Chichén Itzá de nuevo a fines del Katún 4 Ahau.
Después de varios acontecimientos, viene un nuevo abandono de Chichén
Itzá, causado por un problema político con Mayapán, y curiosamente vuelve
a darse en un Katún 8 Ahau (1185-1204). Mayapán constituye una tiranía
sobre Yucatán, y es destruida en el siguiente Katún 8 Ahau (1441-1461). La
crónica ya no menciona los acontecimientos que siguieron a este hecho, pero
por otras fuentes sabemos que los itzáes abandonaron la península de Yuca­
tán después de la destrucción de Mayapán, para ir a establecerse en el Petén
(Guatemala), donde fueron conquistados por los españoles 137 días antes de
la llegada de otro Katún 8 Ahau (1697-1717), el 13 de marzo de 1697, y que
precisamente pudieron ser sometidos porque se avecinaba el katún que siem­
pre había significado para ellos un cambio político-social importante.
La identidad y el sitio de origen de los itzáes han sido muy discutidos,
pues, ni esta crónica, ni los datos que nos proporcionan las fuentes españo­
las son muy claros a este respecto. Pudieron ser mayas que llegaron a Yuca­
tán procedentes del área central, o mayas de lengua chontal, originarios de
Chakanputún, o nahuas que, como los xiúes, se asimilaron a la cultura maya.
Lo que sí parece estar claro es que llegaron a Chichén Itzá, procedentes de
Chakanputún, casi al mismo tiempo que los toltecas, quienes venían guiados
por un personaje llamado Kukulcán (Quetzalcóatl), y que a partir de enton­
ces la influencia tolteca fue determinante en Chichén Itzá y en toda la penín­
sula de Yucatán, como lo muestra también la arqueología.

Los acontecimientos históricos del pueblo quiché se relatan en el Popol


Vuh, el Título de los Señores de Totonicapán, la Historia quiché de Don Juan
de Torres, los Títulos de la casa de Ixcuin Nehaib, el Título de los indios de
Santa Clara la Laguna y el Título de los Señores de Sacapulas. Otros textos
quichés, como el Papel del origen de los Señores, el Título real de Don Fran­
cisco Izquín Nehaib, y los textos cakchiqueles, como los Anales de los cak­
chiqueles y las Historias de los Xpantzay, asientan también varios datos so­
bre los quichés que corroboran la veracidad de la narración histórica conte­
nida en los principales textos.
La historia del pueblo quiché se inicia en el Popol Vuh a. partir del final
del mito cosmogónico, es decir, con los cuatro primeros hombres formados
de masa de maíz: Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui Balam.
Éstos se multiplicaron en Oriente, donde estaban al lado de varios otros gru­
pos, como «los Tepeu (toltecas llamados yaquis por los mayas), los Olomán
(olmeca-xicalancas) y los cakchiqueles. Todos juntos esperaban la salida del
Sol, y no tenían todavía ídolos. Desde el sitio en que estaban reunidos se
dirigieron hacia la ciudad de Tulán-Zuiva (Cueva de Tulán), Vucub-Pec (Siete

XLV
Cuevas), Vucub-Ziván (Siete barrancos), para recibir ahí a sus dioses. En los
mitos nahuas encontramos la mención de Chicomóztoc (Siete cuevas o ba­
rrancos), como el sitio de origen de ese pueblo, lo cual nos habla de una
unidad originaria de los principales grupos del período Posclásico en Meso-
américa. Concuerdan con el Popol Vuh los Anales de los cakchiqueles, que
se inician mencionando a los primeros padres, Gagavitz y Zactecauh, quienes
llegaron a Tulán, procedentes del otro lado del mar; el Título de los Seño­
res de Totonicapán, que asienta que los caudillos de los pueblos se dirigie­
ron a Pa Tulán, Pa Civán desde la otra parte del océano; los Libros de
Chilam Balam, donde encontramos, como hemos visto, el mismo sitio de
origen para los xiúes, y otros textos de Yucatán, como el Códice de Calkiní,
que afirma que los hombres mayas llegaron del Oriente.
Desde ese sitio, donde reciben a sus dioses y se diversifican las lenguas,
los quichés y los otros grupos de Guatemala inician su peregrinaje hacia sus
tierras de asentamiento, y aunque casi no hay registros de fechas en los tex­
tos de Guatemala, se puede suponer que esta peregrinación se da más o me­
nos al mismo tiempo que la de los grupos de Yucatán. Dichas migraciones
están referidas, asimismo, en muchas crónicas españolas, pero en ellas se ha­
bla sobre todo de la salida de Quetzalcóatl y sus seguidores hacia el sur y
de la llegada de Kukulcán a Yucatán.
Los textos de Guatemala relatan la peregrinación mencionando conflic­
tos guerreros que tuvieron con los habitantes de algunas regiones y dando el
nombre de los sitios que fueron tocando las tribus, por lo que se ha podido
inferir que pasaron por la Costa del Golfo de México, hasta llegar a la Laguna
de Términos, donde se encontraba Chakanputún, el sitio en el que los itzáes
estuvieron establecidos por muchos años. Es posible que en ese importante
lugar de reunión de grupos se haya empezado a dar la mayanización de los
pueblos procedentes del Altiplano Central.
Quizá a causa de conflictos con los itzáes en Chakanputún, las tribus de­
jan ese lugar, y siguiendo el curso de los grandes ríos, como el Usumacinta,
arriban a Guatemala, donde se establecen en las altiplanicies y montañas de
la región central, después de grandes adversidades, que son narradas en el
Popol Vuh. Dice este texto que los grupos quichés se reunieron en una mon­
taña llamada Chi-Pixab y ahí designaron sus nombres a los tres grandes
grupos: Quiché, Tamub e Ilocab; también dieron su nombre a los cakchi­
queles, a los de Rabinal y a los de Tziquinahá. De ahí partieron a los bosques
y buscaron lugares seguros donde poner a sus dioses, dejándolos en los mon­
tes de Avilix, Hacavitz y Patohil (al norte del Quiché). En el monte Avilix
se reunieron los quichés, los cakchiqueles, los tzutuhiles y otros, para esperar
la aurora. Al llegar a este punto se relata la salida del Sol, precedido por
Icoquih (Venus), la gran estrella. Los hombres queman incienso y bailan; al
salir el Sol, los dioses se convierten en piedras, así como algunos animales.
Con este relato mítico los quichés simbolizaron el origen de la vida seden­
taria y de la estructuración de su nueva cultura; pero sin olvidar su proce­
dencia y su vínculo con los grupos del Altiplano Central, como lo expresa
el Popol Vuh, cuando dice que los hombres cantaron:

XLVI
— ¡Ay de nosotros! En Tulán nos perdimos, nos separamos, y allá queda­
ron nuestros hermanos mayores y menores. ¡Ay de nosotros hemos visto el sol!,
pero ¿dónde están ellos aihora que ya ha amanecido? 52

En el monte Hacavitz los quichés fundan su primera ciudad, se multi­


plican y dominan a las otras tribus. Entonces, los cuatro caudillos transmi­
ten a sus hijos el símbolo del poder, un envoltorio llamado Pizom-Gagal, y
regresan a su lugar de origen. Los nuevos gobernantes, Qocaib, Qoacutec
y Qoahau, van después a Oriente, de donde sus padres habían venido, para
recibir los atributos de poder de manos del “Señor, Rey del Oriente” , Nac­
xit, que era “el único juez supremo de todos los reinos” .53 Nacxit es, sin
duda, algún sucesor de Topiltzin Acxitl Quetzalcóatl, quien probablemente
residía en Chichén Itzá y que, según los quichés, ejercía el mando supremo
sobre todos los grupos mayas. Los cakchiqueles también lo mencionan otor­
gando el poder y las dignidades a los reyes; estas dignidades eran, tanto para
los cakchiqueles como para los quichés, los títulos de Ahpop y Ahpop Camhá.
Es importante destacar que entre las muchas insignias y distintivos que
Nacxit da a los quichés, en el Popol Vuh se citan “las pinturas de Tulán,
las pinturas, como le llamaban a aquello en que ponían sus historias” ,54 en lo
cual no sólo vemos expresada la tradición de conservar cuidadosamente por
escrito la historia, sino la confirmación de la existencia de un texto antiguo
en el que está basado el Popol Vuh, posiblemente.
Cuando regresan los reyes quichés a su ciudad Hacavitz, se unen ahí to­
das las tribus para rendirles veneración y reconocer su poder. Después viene
un período de peregrinaje buscando un nuevo sitio para establecerse, pues
ya eran muy numerosos; tocan varios lugares, que son consignados por el
Título de Totonicapán, y bajo la cuarta generación de reyes fundan la ciudad
de Chi Izmachí, con edificios de cal y canto, donde reinan los reyes Cotuhá
e Iztayul.
Al principio hubo dificultades, pero el engrandecimiento de las tres ca­
sas reales de los Quiché: Cavec, Nihaib y Ahau Quiché, provocó la indigna­
ción de los otros grupos quichés: los Tamub v los Ilocab, quienes decidie­
ron hacerles la guerra; éstos fueron derrotados, sometidos y sacrificados
ante los dioses.
Con este hecho, el grupo quiché se engrandeció aún más y abandonó Chi
Izmachí para fundar una nueva ciudad, Gumarcah (llamada por los mexica­
nos Utatlán, “lugar de cañas” ). Ahí gobernaron, con los cargos supremos,
Cotuhá y Gucumatz, de la quinta generación, que realizaron la expansión
del reino quiché y afianzaron su poderío sobre todos los demás grupos.
A Gucumatz y Cotuhá se les considera en los textos como reyes prodi­
giosos, sobre todo a Gucumatz, “ Serpiente emplumada” , quien, elevado al
rango de semi-dios por su poder de subir al cielo y descender a Xibalbá;
convertirse en serpiente, en tigre, en sangre coagulada... aparece como el
símbolo del predominio quiché y se equipara al Kukulcán de los mayas de

52 Popol Vuh, Vid Infra, p. 74.


53 Ibidetn, p. 86.
54 Ibidem, p. 86.

XLVII
Yucatán. También en los Anales de los cakchiqueles vemos la influencia que
el culto a Quetzalcóatl tuvo entre los mayas de Guatemala: refiere este texto
que durante su peregrinación, los hombres se detienen en Qabouil Abah,
“la piedra del dios” , y ahí el caudillo Gagavitz se arroja al agua y se convierte
en serpiente emplumada.55 Asimismo, uno de los grandes reyes cakchiqueles
fue Tepeuh (otro nombre de Quetzalcóatl), quien se hacía temer por sus artes
de hechicería, y todas las tribus le rendían tributo.
Siguiendo con la historia quiché, gobiernan después otros reyes prodi­
giosos: Qikab y Cavizimah. Qikab fue quizá el rey más importante de los
quichés; bajo su gobierno, el reino se extiende hasta las montañas de los
mames, las tierras de los tzutuhiles y los cakchiqueles, y la costa del Pacífico
y el Petén. Su ciudad se convierte en la más poderosa de Guatemala, y reci­
be un abundante tributo. La grandeza del rey Qikab es enfatizada por todos
los textos, incluso por los cakchiqueles, que lo consideran como amigo y de­
fensor de este pueblo, contra los mismos quichés. Las guerras que llevaron
a los quichés al dominio sobre los demás grupos están, asimismo, narradas
en la mayoría de los libros.
A finales del siglo xv, a causa de numerosas guerras, había disminuido
el poderío quiché; sin embargo, a la llegada de los españoles, los quichés
lucharon valerosamente contra ellos.

Es necesario destacar que en los textos históricos hay un particular in­


terés en asentar las genealogías de las familias nobles o almehenoob, de las
que salían los gobernantes y los sacerdotes en la época prehispánica. Hay
muchos libros que precisamente tienen como finalidad registrar la historia
de un linaje particular, como el Códice de Calkiní, que contiene la genealo­
gía de la familia Canul; las Crónicas de los Xiú, que asientan el árbol genea­
lógico de la familia; el Texto chontal, de Pablo Paxbolon, donde se regis­
tran las generaciones de los reyes de Acalán; el Título de los indios de Santa
Clara la Laguna, que incluye la genealogía quiché, etcétera.
Pero también en los textos que parecen no haber sido escritos sólo con
fines legales, como las crónicas que relatan la Conquista, se enfatiza la fina­
lidad de mostrar su linaje ilustre. La Crónica de Chac-Xulub-Chen, por ejem­
plo, nos dice:
Y fueron muchos los que miraron cumplidos los sucesos que cuento dentro
de mi información a saber, para que sean conocidos los de mi linaje y por mis
hijos, y por los que vengan detrás hasta que tenga lugar la muerte aquí en la
tierra.56

Y en las obras que hemos considerado como “libros sagrados de la co­


munidad” , encontramos que el relato histórico se centra en las hazañas de
los hombres ilustres, y que se incluyen genealogías. Por ejemplo, en el Popol
Vuh, que al final enumera las generaciones de los reyes quichés, desde los

55 Anales de los cakchiqueles, Vid infra, p. 134.


56 Nakuk Ah Pech, Crónica de Chac-Xulub-Chen, en Crónicas de la Conquista, Uni­
versidad Nacional Autónoma de México, México, 1950 (Biblioteca del Estudiante Univer­
sitario, 2).

X LV III
fundadores o cabezas de linaje hasta los que se seguían considerando reyes
bajo el dominio español; los Anales de los cakchiqueles, que también pre­
sentan genealogías al final, y el Libro de Chilam Balam de Chumayel, donde
encontramos un “Libro de los linajes” que habla de troncos de familias
nobles.
La preocupación central de mencionar los linajes nobles en los registros
de tipo histórico no surgió en el momento de la Conquista, y no respondió
sólo a la necesidad de obtener favores especiales y de proteger las tierras
contra el despojo que realizaron los españoles, sino que es también una
herencia de los mayas prehispánicos. Landa afirma:

Que tienen mucha cuenta por saber el origen de sus linajes... y eso pro­
curan saberlo de los sacerdotes, que es una de sus ciencias, y jáctanse mucho
de los varones señalados que ha habido en sus linajes.57

Esta aseveración de que el registrar el origen de los linajes era una de


las ciencias, se corrobora con el descifre de glifos de tipo histórico en las
inscripciones jeroglíficas mayas, entre los que encontramos nombres de per­
sonajes y de dinastías; fechas de nacimiento, de ascenso al trono, de aconte­
cimientos guerreros y de muerte de gobernantes. Las inscripciones que con­
tienen estos glifos generalmente aparecen en estelas o dinteles de piedra
donde se representa al mandatario con sus atributos de poder. Esto parece
indicarnos que los registros de tipo histórico giraban alrededor de la familia
gobernante. Y, además, sabemos que fue en las familias nobles donde se cul­
tivó la escritura.
Por todo lo anterior, podemos decir que la historia, para los mayas, es
la historia del grupo dominante, y que una de las finalidades que ellos tenían
al registrarla y transmitirla al pueblo, mediante discursos de los sacerdotes o
representaciones dramáticas, era la de engrandecer al linaje en el poder, afir­
mando y justificando así su dominio sobre el pueblo y su derecho a seguir
gobernando. Este propósito obviamente desapareció con la conquista espa­
ñola, pero fue precisamente de la nobleza de sus linajes, de lo que algunos
mayas se valieron para proteger sus bienes y sus vidas, y para preservar su
herencia cultural, cuando cayeron bajo el yugo español.

En los escritos de carácter histórico encontramos varias formas expresi­


vas, pero todos ellos se distinguen de los textos propiamente religiosos por
el escaso uso de las metáforas y el afán de claridad y precisión. Los textos
históricos del Popol Vuh y de la primera parte de los Anales de los cakchi­
queles están profundamente unidos al mito y a la leyenda. Los aconteci­
mientos reales a veces se expresan alegóricamente, haciendo intervenir en
ellos a los dioses protectores de las tribus, y al mismo tiempo que se relatan
las peregrinaciones, la fundación de ciudades, las guerras y las sucesiones, se
explica en forma mítica el origen del fuego, de la cultura y de los rituales.
Destaca en estos textos el tono de exaltada veneración por los hechos de los
ancestros, sobre todo por los fundadores de los linajes, que aparecen como

57 Landa, op. cit., p. 41.


X LIX
semidioses, lo que da a los escritos un carácter de verdaderos poemas épicos.
En el Popol Vuh se intercalan, además, oraciones y fragmentos que se
pueden considerar de carácter didáctico, como los consejos que los cuatro
primeros hombres dan a sus hijos al dejar el mando de las tribus. En todos
ellos se manifiestan los valores morales que rigieron la vida de los quichés,
y revelan un profundo sentido poético de la vida:

¡Oh tú, hermosura del día! ¡Tú, Huracán; Tú Corazón del Cielo y de la
Tierra! ¡Tú, dador de la riqueza, y dador de las hijas y de los hijos! Vuelve
hacia acá tu gloria y tu riqueza; concédeles la vida y el desarrollo a mis hijos
y vasallos; que se multipliquen y crezcan los que han de alimentarte y mante­
nerte; los que te invocan en los caminos, en los campos, a la orilla de los ríos,
en los barrancos, bajo los bejucos.
Dales sus hijas y sus hijos. Que no encuentren desgracia ni infortunio...
Que no caigan, que no sean heridos... Que no encuentren obstáculos ni detrás
ni delante de ellos... Concédeles buenos caminos, hermosos caminos planos...58

Tanto en éstos, que podemos considerar como poemas históricos, como


en las crónicas y anales de los mayas de Guatemala, encontramos una narra­
ción fluida, que busca explicar los hechos, como debió ser la versión oral de
la historia que se hacía en la época prehispánica. Por el contrario, en los
fragmentos donde se asientan los acontecimientos principales de los itzáes y
los xiúes, contenidos en los Libros de Chilam Balam, destaca el interés por
registrar las fechas con exactitud, y los hechos se asientan de una manera tan
escueta, que creemos encontrarnos ante los propios códices de los que segu­
ramente fueron copiados estos datos. Quizá, como parecen confirmarlo los
mismos textos, esto se deba a que ya en la época colonial todavía se regis­
traban los acontecimientos con la finalidad de servir de referencia para cono­
cer el futuro, según el concepto cíclico de la historia que tuvieron los mayas
prehispánicos.

Pero los mayas no sólo se afanaron por trasladar a un nuevo lenguaje


escrito la historia recordada en sus códices y en sus tradiciones orales, sino
que también narraron la conquista española, dejando una constancia, expre­
sada ya con aparente indiferencia, ya con un profundo dolor, de la signifi­
cación que para ellos tuvo el someterse al dominio español.
Nakuk Ah Pech hace una relación bastante objetiva de la Conquista, se­
ñalando cómo el gobierno maya fue sustituido por el español, y muy velada-
mente revela sus emociones ante tales hechos:

A saber, después vinieron a esta tierra, a esta provincia, los señores extran­
jeros; pero no eran los hombres mayas, en su corazón, para entregar su tributo
a los señores extranjeros recién llegados... Y he aquí que (recordando) las
cosas que fueron pasadas, pongo, ay, fuerza en mi corazón.59

En los Anales de los cakchiqueles, la narración de la Conquista es inclui­


da dentro de su propia cronología, la cual tiene como punto de referencia

58 Popol Vuh, Vid, infra, pp. 94-95.


59 Nakuk Ah Pech, op. cit., p. 201.

L
un acontecimiento de fundamental importancia para ellos: la revolución en
la ciudad de Iximché; este hecho funciona como una especie de fecha Era,
pues a partir de él se cuentan los años y se sitúan los acontecimientos pos­
teriores.
Como si asentara un dato más de la historia cakchiquel, lacónicamente el
escritor relata:
El día 5 Ah [16 de enero de 1524] se cumplieron 28 años [desde la revo­
lución de Iximché]...
Durante ese año llegaron los castellanos. Hace cuarenta y nueve años que
llegaron los castellanos a Xepit y Xetulul. El día 1 Ganel [20 de febrero de
1524] fueron destruidos los quichés por los castellanos. Su jefe, el llamado
Tunatiuh Avilantaro [Pedro de Alvarado], conquistó todos los pueblos. Hasta
entonces no eran conocidas sus caras. Hasta hacía poco se rendía culto a la ma­
dera y a la piedra.60

Y sobre su impresión de los recién llegados, dice:

En verdad infundían miedo cuando llegaron. Sus caras eran extrañas. Los
Señores los tomaron por dioses. Nosotros mismos, vuestro padre, fuimos a ver­
los cuando entraron a Iximché.61

Muy diferente es la “visión de los vencidos” 62 manifiesta en los Libros


de Chilam Balam, donde se expresan dolidos lamentos por la llegada de los
conquistadores, una gran indignación por su actitud violenta y rapaz, y un
profundo desprecio por su religión y por su enseñanza. Estos textos nos dan
a conocer la conciencia maya del profundo cambio que significó la Conquista
en el ser histórico del hombre maya.
En las predicciones del Katún 11 Ahau en el que llegaron los españoles,
con una notable fuerza expresiva y una honda penetración, los escritores
mayas asientan:

Solamente por el tiempo loco, por los locos sacerdotes, fue que entró en
nosotros la tristeza, que entró en nosotros el “Cristianismo” . Porque los “muy
cristianos” llegaron aquí con el verdadero Dios; pero ese fue el principio de la
miseria nuestra, el principio del tributo... la causa de que saliera la discordia
oculta, el principio de las peleas con armas de fuego, el principio de los atro­
pellos...63
¡Ay! ¡Entristezcámonos porque llegaron!
Del oriente vinieron cuando llegaron a esta tierra, los barbudos, los men­
sajeros de la señal de la divinidad, los extranjeros de la tierra, los hombres
rubicundos... comienzo de la Flor de Mayo [la lujuria]. ¡Ay del Itzá, Brujo-
del agua, que vienen los cobardes blancos del cielo! El palo del blanco ba­
jará, vendrá del cielo, por todas partes vendrá, al amanecer veréis la señal que
le anuncia.
¡Ay! ¡Entristezcámonos porque vinieron, porque llegaron los grandes
amontonadores de piedras, los grandes amontonadores de vigas para construir,

60 Anales de los cakchiqueles, Vid infra, p. 161.


61 Ibidem, p. 162.
62 Vid Miguel León-Portilla, Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la con­
quista, Introd., Selección y notas, trad. Angel María Garibay, Universidad Nacional Autó­
noma de México, México, 1969 (Biblioteca del Estudiante Universitario, 81).
63 Libro de Chilam Balam de Chumayel, Vid infra, p. 226.

LI
los falsos ibteeles de la tierra que estallan fuego al extremo de sus brazos, los
embozados en sus sabanos, los de reatas para ahorcar a los Señores! Triste es­
tará la palabra de Hunab Ku, Unica-deidad, para nosotros, cuando se extienda
por toda la tierra la palabra del Dios de los cielos.
¡Ay! ¡Entristezcámonos porque llegaron! ¡Ay del Itzá, Brujo-del-agua, que
vuestros dioses no valdrán ya más!
Este Dios Verdadero que viene del cielo sólo de pecado hablará, sólo de
pecado será su enseñanza. Inhumanos serán sus soldados, crueles sus mastines
bravos. ¿Cuál será el Ah Kin, Sacerdote-del-culto-solar, y el Bobat, Profeta, que
entienda lo que ha de ocurrir a los pueblos de Mayapán, Estandarte-Venado, y
Chichén Itzá, Orillas-de-los-pozos-del-brujo-del-agua? ¡Ay de vosotros, mis Her­
manos Menores, que en el 7 Ahau Katun tendréis exceso de dolor y exceso de
miseria por el tributo rendido con violencia y antes que nada entregado con
rapidez! Diferente tributo mañana y pasado mañana daréis; esto es lo que vie­
ne, hijos míos. Preparaos a soportar la carga de la miseria que viene a vuestros
pueblos, porque este katun que se asienta es katun de miseria, katun de pleitos
con el diablo, pleitos en el 11 Ahau.64

Pero el escritor maya no sólo se lamenta de las torturas físicas, del des­
pojo de sus bienes materiales y de la imposición de tributo, sino también
del ultraje cometido en sus mujeres. La lujuria, que tiene entre los mayas
como símbolo la flor, es una de las actitudes de los españoles que más se
destaca en estos textos, situándola entre las causas fundamentales de la vio­
lación que sufre el hombre maya en lo más íntimo de su ser y de su dig­
nidad:

Ellos [los españoles] enseñaron el miedo; y vinieron a marchitar las flo­


res. Para que su flor viviese, dañaron y sorbieron la flor de los otros... No
había Alto Conocimiento, no había Sagrado Lenguaje, no había Divina Enseñan­
za en los sustitutos de los dioses que llegaron aquí. ¡Castrar al Sol! Eso vinie­
ron a hacer aquí los extranjeros. Y he aquí que quedaron los hijos de sus hijos
aquí en medio del pueblo, y ésos reciben su amargura.65

M erced es de la G arza

64 Barrera Vásquez y Rendón, op. cit., pp. 68-69.


65 Libro de Chilam Balam de Chumayel, Vid infra, p. 229.
OBRAS CITADAS

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LUI
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LIV
CRITERIO DE ESTA EDICION

I gnorados en diversos archivos de América y Europa, permanecieron durante varios si­


glos los textos escritos, después de la conquista española, en lenguas mayanses y caracte­
res latinos, que constituyen una de las más importantes manifestaciones del pensamiento
y la forma de vida de los hombres mayas. A partir de la segunda mitad del siglo xix, gra­
cias al interés de algunos estudiosos, entre los que destaca Charles Etienne Brasseur de
Bourbourg, estos escritos empezaron a ser traducidos y divulgados. Pero no fue sino
hasta hace aproximadamente cincuenta años, cuando se inició el estudio científico de los
documentos mayas, los cuales pasaron así a ser considerados ya no sólo como un vesti­
gio bello y misterioso de una lejana cultura, sino también como una fuente de primera
importancia para el conocimiento, tanto de la civilización maya prehispánica, como de
la actitud y visión de los hombres mayas ante la conquista y la colonización españolas.
Contamos, de este modo, con diversas traducciones y estudios críticos de los prin­
cipales textos, que han sido publicados aisladamente. Ahora, acordes con el propósito
de la BIBLIOTECA AYACUCHO de recoger el patrimonio cultural de América La­
tina, desde el legado de las civilizaciones indígenas hasta las grandes creaciones de nues­
tro tiempo, en este volumen hemos reunido un grupo de obras, seleccionadas entre las
más destacadas de la literatura de lenguas mayanses traducidas al español, con el objeto
de dar una visión de conjunto del afán expresivo y la sensibilidad poética del pueblo
maya.
Nuestro criterio básico ha sido no sólo que en esta antología esté representada la
creación literaria tanto de los grupos mayanses de México, como de los de Guatemala,
sino además considerar la diversidad de textos que los mayas elaboraron, por lo cual
hemos agrupado los que aquí reproducimos de acuerdo con su temática y con la fina­
lidad con la que fueron escritos. Así, hemos dividido este volumen en tres partes, que
incluyen obras de Guatemala y la península de Yucatán:

I. LOS POPOL VUH * O POPOLHUUN * * MITICOS,


HISTORICOS Y PROFETICOS

Presentamos en esta parte tres de los que hemos llamado Popol Vuh o Popolhuun
sagrados, “Libros Sagrados de la comunidad”, que parecen haber sido escritos con el pro­
pósito principal de afirmar y perpetuar la herencia espiritual de los mayas, por medio

* “Libro de la comunidad” en quiché.


* * “Libro de la comunidad” en yucateco.

LV
de su lectura en reuniones indígenas clandestinas. Contienen fundamentalmente los
grandes mitos cosmogónicos y una variedad de mitos menores; la historia y leyendas del
origen de las tribus, migraciones, fundación de ciudades y hechos de los principales go­
bernantes, así como profecías para diversos lapsos, basadas en el concepto cíclico del
tiempo de los mayas prehispánicos. Estas obras son:
— Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Procedente de Santa Cruz del
Quiché, Guatemala. En la traducción al español del texto original en quiché,
con introducción y notas, de Adrián Recinos; editada en la Colección Popular del
fondo de Cultura Económica, México, 1960.
— Memorial de Sololá. Anales de los cakchiqueles. Procedente de Sololá, Guate­
mala. En la traducción al español del original en cakchiquel, con introducción
y notas de Adrián Recinos. Editada por el Fondo de Cultura Económica, Biblio­
teca Americana, México, en 1950.
— Libro de Chilam Balam de Chumayel. Procedente de Chumayel, Yucatán. En la
traducción del yucateco al español, con prólogo, de Antonio Mediz Bolio. Reim­
presión corregida por el traductor, editada por la Universidad Nacional Autóno­
ma de México, Biblioteca del Estudiante Universitario, No. 21, en 1941.

II. LOS POPOL VUH O POPOLHUUN RITUALES

Aquí ofrecemos dos obras de carácter ritual, que son únicas en su género. La pri­
mera constituida por un texto con estructura dramática, representante de los drama-
bailes llamados “baile del Tun”, que se escenificaban en las celebraciones religiosas, con­
tinuando una tradición de los antiguos mayas; y la segunda, integrada por cantares de
índole diversa, muchas veces unidos a la danza, que acompañaban a ritos de origen pre-
hispánico. También consideramos estas obras como “Libros sagrados de la comunidad” ,
ya que se representaban en las reuniones secretas posteriores a la Conquista, con el sen­
tido primordial de fortalecer el vínculo comunitario, haciendo pervivir la religión maya.
Los libros rituales son:
— Rabinal Achí. Procedente de San Pablo de Rabinal, Guatemala. Prólogo y adap­
tación de Francisco Monterde, de la traducción del original en quiché (que desa­
pareció) al francés hecha por Georges Raynaud y vertida al español por Luis
Cardoza y Aragón. Editado con el nombre de Teatro indígena prehispánico
(Rabinal Achí) por la Universidad Nacional Autónoma de México, Biblioteca
del Estudiante Universitario, No. 71, México, en 1955.
— Libro de los cantares de Dzitbalché. Procedentes de Dzitbalché, Campeche. En
la traducción del yucateco al español, con introducción y notas, de Alfredo Ba­
rrera Vásquez. Editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia,
México, en 1965.

III. LOS POPOL VUH O POPOLHUUN HISTORICO-LEGALES

Esta parte incluye tres de los textos de carácter principalmente histórico, pero ela­
borados con el objeto central de preservar la herencia material de los mayas; es decir,
que fueron redactados por algunos miembros de la nobleza maya con el propósito de
confirmar, en los litigios de tierras, su legítima posesión de las mismas; de limitar los
tributos, y de solicitar privilegios a las autoridades españolas, por el hecho de pertene­
cer a un linaje ilustre. Eran también Popol Vuh o Popolhuun, libros de la comunidad,
que estaban en manos de los nobles, cuyas genealogías se asentaban en ellos. Los que
aquí presentamos son:
— Título de los Señores de Totonicapán. Procedente de Totonicapán, Guatemala.
En la traducción del original en quiché al español, hecha por Dionisio José
Chonay, con introducción y notas de Adrián Recinos. Editada por el Fondo de
Cultura Económica, Biblioteca Americana, Serie de Literatura indígena, México,
en 1950.
LV I
— Las historias de los Xpantzay. Tres documentos procedentes de Tecpán, Guate­
mala. En traducción del cakchiquel al español hecha en el siglo xvi, con intro­
ducción de Adrián Recinos. Publicados en Crónicas indígenas de Guatemala,
Editorial Universitaria, Guatemala, en 1957.
— Códice de Calkiní. Procedente de Calkiní, Yucatán. En la traducción del yuca-
teco al español, con proemio, de Alfredo Barrera Vásquez. Publicado por el
Gobierno del Estado de Campeche, Biblioteca campechana, No. 4, en 1957.
Pensamos que el hecho de presentar unidos estos textos, precedidos de un intento
de sistematización y análisis general de la literatura maya, que ofrecemos en nuestro
Prólogo, puede contribuir al entendimiento y a la necesaria divulgación de esta impor­
tante expresión cultural, perteneciente a una de las más notables civilizaciones de la
América prehispánica, por lo que agradecemos a los traductores o a sus deudos, así como
a las editoriales que autorizaron las reediciones, haber hecho posible la realización de
este volumen.
Las notas que agregamos a los textos se distinguen con un asterisco y la mención N.E.
entre paréntesis.

M. de la G.

LV II
I

LOS POPOL VUH O POPOLHUUN


MITICOS, HISTORICOS Y PROFETICOS
POPOL VUH

Las antiguas historias del Quiché


(Traducción, introducción y notas de Adrián Recinos)

INTRODUCCION

De todos los pueblos americanos, los quichés de


Guatemala son los que nos han dejado el más rico
legado mitológico. Su descripción de la creación, se­
gún aparece en el Popol Vuh, que puede llamarse
el libro nacional de los quichés, es, en su ruda y
extraña elocuencia y poética originalidad, una de las
más raras reliquias del pensamiento aborigen.

H u b e r t H o w e B a ncro ft
The Native Races, t. JII, cap. n

Los p u e b l o s del continente americano no se encontraban al tiempo del des­


cubrimiento en el estado de atraso que generalmente se cree. En lo material
habían alcanzado un notable grado de adelanto, a pesar de su aislamiento del
resto del mundo, como lo demuestran las obras de arquitectura, los caminos
de los incas del Perú y de los aztecas de México y los mayas de Yucatán y
Guatemala, la organización social y política y las conquistas en el orden inte­
lectual. Los mayas, especialmente, poseían conocimientos exactos de los mo­
vimientos de los astros, un calendario perfecto y una sorprendente aptitud
para los trabajos literarios y artísticos.
Las guerras de la Conquista fueron sumamente destructoras. La opulen­
ta ciudad de México o Tenochtitlán fue arrasada por los vencedores. La ca­
pital de los quichés de Guatemala, llamada Utatlán o Gumarcaah, pereció
entre las llamas junto con sus reyes, y sus habitantes fueron reducidos a la
esclavitud. No corrieron mejor suerte los documentos pertenecientes a la cul­
tura de los indios que fueron destruidos por los primeros misioneros cristia­
nos para obligarlos a abandonar sus viejas creencias religiosas. Y, sin embar­
go, esos mismos misioneros, pasado el ardor de la persecución religiosa, se
dieron a la fructuosa labor de recoger la tradición indígena y las noticias de

3
sus artes y costumbres, las cuales se han conservado felizmente en las obras
de Sahagán, Las Casas, Torquemada y otros escritores.
La existencia de una literatura indígena precolombina en el continente
americano permaneció ignorada hasta el siglo xix. Si bien los cronistas es­
pañoles del período colonial habían incluido en sus obras algunas muestras
de la poesía y las oraciones y admoniciones de los indios, su verdadero pen­
samiento no fue conocido hasta que los modernos investigadores descubrie­
ron los cantos y leyendas que aún se conservan en los diversos países ameri­
canos. Entre todos aquellos pueblos se distinguen por su superior calidad las
narraciones de los mayas de Yucatán y los quichés y cakchiqueles de Gua­
temala.
Los primitivos habitantes de esta región del Nuevo Mundo poseían un
sistema propio de escritura que los califica de verdaderamente civilizados.
Por medio de sus signos y caracteres escribían los datos de su comercio, sus
noticias cronológicas, geográficas e históricas. Los mayas, principalmente, de­
sarrollaron una brillante cultura en el sur de México y en el actual territorio
de Guatemala, e inventaron una escritura jeroglífica que en parte se ha lo­
grado descifrar. Algunos de los libros escritos por ellos en un sistema gráfico
original se conservan felizmente en las bibliotecas europeas.
E l historiador Bernal Díaz del Castillo dice que los indios de México
tenían “ unos librillos de un papel de corteza de árbol que llaman amate, y
en ellos hechas sus señales del tiempo e de cosas pasadas” . Otros cronistas
de aquella época refieren que los antiguos pobladores de estas tierras poseían
escritas sus historias, la genealogía y sucesión de sus reyes, los acontecimien­
tos de cada año, la demarcación de las tierras, las ceremonias y fiestas, sus
leyes y ritos religiosos.
Los misioneros españoles que tomaron a su cargo la instrucción religiosa
de los indios se preocuparon desde un principio por enseñarles a hablar* y leer
la lengua castellana, y algunos de ellos aprendieron a escribir usando el alfa­
beto latino, no sólo para componer las frases del nuevo idioma, sino también
para transcribir las palabras y los textos de las lenguas indígenas. E l buen
sentido con que los naturales se dedicaron a estas disciplinas permitió que
se conservaran por escrito las noticias de la antigüedad y el tesoro literario
que sólo ellos conocían y que se había estado transmitiendo probablemente
en forma oral, de generación en generación.
Tratando por ahora de las historias de los indios quichés de Guatemala
es interesante dar a conocer la manera un tanto misteriosa como se descu­
brió el libro más notable de la antigüedad americana.
A principios del siglo x vm el Padre Fray Francisco Ximénez, de la Orden
de Santo Domingo, que había llegado de España a Guatemala en 1688 "en
una barcada de religiosos” , desempeñaba el curato del pintoresco pueblo de
Santo Tomás Chuilá, hoy Chichicastenango, donde se conservaba y existe
todavía la antigua tradición de los indios quichés. Gracias a su carácter bon­
dadoso^ y a su espíritu comprensivo de la psicología y necesidades de los in­
dios, el Padre Ximénez logró inspirarles confianza y consiguió que le dieran
a conocer un libro escrito pocos años después de la conquista española, en
la lengua quiché, con auxilio del alfabeto castellano. E l Padre Ximénez se

4
interesó vivamente en el hallazgo, y hallándose ya en posesión del idioma
indígena, pudo enterarse del gran valor del manuscrito que había caído en
sus manos, y se dedicó con ahínco a estudiarlo y traducirlo a su propio idio­
ma. Como garantía de la veracidad de su traducción, el buen fraile transcribió
íntegro el texto quiché del documento indígena, y junto a él, en columnas
paralelas, insertó su traducción castellana. Este manuscrito, que se conserva
actualmente en la Biblioteca Newberry de Chicago, lleva el título siguiente
que le fue dado por su descubridor y primer traductor:
Empiezan las historias del origen de los Indios de esta provincia de Gua­
temala, traduzido de la lengua quiché en la castellana para más comodidad
de los Ministros del Sto. Evangelio, por el R. P. F. Franzisco Ximénez, Cura
doctrinero por el Real Patronato del Pueblo de Sto. Tomás Chuilá.
El nombre de su autor se ignora en absoluto. Solamente se sabe lo que
dice el propio manuscrito, o sea que existía antiguamente un libro llamado
Popol Vuh en donde se refería claramente el origen del mundo y de la raza
aborigen, todo lo cual veían los reyes en él, y que, como ese libro ya no exis­
tía, se escribía esta narración "ya dentro de la ley de Dios, en el Cristia­
nismo” .
Esta primera traducción del P. Ximénez no era muy clara; apegada estric­
tamente al original, a veces era difícil de leer y de oscuro sentido; pero él
la revisó, la hizo menos literal y de más agradable lectura y la incluyó en el
primer tomo de su extensa Historia de la Provincia de San Vicente de Chia-
pa y Guatemala que terminó hacia el año 1722. Escribió además el laborioso
fraile otra importante obra, el Tesoro de las Lenguas Cacchiquel, Quiché y
Tzutuhil, en dos volúmenes, de los cuales el primero, de 204 folios dobles,
contiene un vocabulario, y el segundo una gramática de dichas tres lenguas,
que consta de 92 folios dobles, o sea 184 páginas. En esta obra hizo Ximé­
nez un estudio minucioso de la lengua quiché siguiendo el método de la gra­
mática latina y señalando las relaciones y diferencias que existen entre las
tres lenguas que aún se hablan en Guatemala. Brasseur de Bourbourg se apro<-
vechó bien de este trabajo para componer su Grammaire de la Langue Qui-
chée que publicó en París en 1862.
Unidas a la Gramática o Arte de las tres lenguas hoy depositado en la Bi­
blioteca Newberry de Chicago, se encuentran la copia del Manuscrito de
Chichicastenango hecha por Ximénez y su primera traducción castellana. En
opinión de Brasseur de Bourbourg esta copia debe tenerse como el original
de la narración quiché.
El P. Ximénez dice en su Historia de la Provincia que las historias que
recogió en Santo Tomás Chuilá eran la doctrina que los indios primero ma­
maban con la leche de su madre y que todos ellos las sabían de memoria, y
que según pudo enterarse en aquel pueblo “de aquestos libros tenían muchos
entre sí” . Lo cierto es que el documento que Ximénez tuvo en sus manos es
el único que efectivamente ha aparecido y cuyo contenido se ha conservado
felizmente gracias a su previsión y diligencia.
Estudiando el texto del Manuscrito de Chichicastenango se encuentran
algunos datos que permiten fijar aproximadamente la época en que fue redac­
tado por uno o varios indios quichés. Se habla en él de la visita que hizo al

5
Quiché el Obispo D. Francisco Marroquín para bendecir la ciudad española
que sustituyó a la antigua Utatlán, visita que, según el P. Ximénez, tuvo lu­
gar en 1539, y al enunciar en las páginas finales la serie de los reyes que
gobernaron el territorio, menciona como miembros de la última generación
a Juan de Rojas y a Juan Cortés, nietos de los reyes a quienes el conquistador
español Pedro de Alvarado quemó frente a Utatlán en 1524. Los últimos
señores quichés vivieron hasta después de la mitad del siglo xvi. E l Oidor
de la Real Audiencia Alonso Zorita los conoció durante la visita que hizo al
Quiché en 1553 y 1557 y los encontró “ tan pobres y miserables como el más
pobre indio del pueblo” . Las firmas de estos principes aparecen en varios
documentos indígenas, entre ellos el Título de los Señores de Totonicapán,
extendido el 28 de septiembre de 1544. De estos datos es posible deducir
que el célebre manuscrito quiché se terminó de redactar alrededor de 1544.
Los trabajos del P. Ximénez permanecieron olvidados en el archivo del
Convento de Santo Domingo, de donde pasaron en 1830 a la biblioteca de
la Universidad de Guatemala. Allí los encontró en 1854 el viajero austríaco
Dr. Cari Scherzer, y dándose cuenta de su valor se hizo extender una copia
de la primera traducción de Ximénez y la publicó en Viena en 1857 con el
título primitivo de Las Historias del origen de los indios de esta provincia
de Guatemala.
E l célebre americanista Charles Etienne Brasseur de Bourbourg llegó a
Guatemala un año después de Scherzer y se interesó también por estas his­
torias; adquirió no• se sabe exactamente de qué manera, el manuscrito de
Ximénez, y haciendo uso del conocimiento de la lengua quiché que aprendió
durante el año que administró el curato del pueblo de Rabinal, se dedicó a
traducirlo al francés. Vuelto a su país, Brasseur publicó un hermoso volu­
men con el título de Popol Vuh. Le Livre Sacré et les mythes de l’antiquité
américaine. Este volumen, editado en París en 1861, contiene el texto qui­
ché, la traducción de Brasseur y un erudito comentario, y desde su aparición
fue acogido con vivo interés por el mundo científico de América y Europa.
Brasseur de Bourbourg dio al documento indígena el nombre de Popol
Vuh que conserva hasta ahora, y aunque por ello ha sido criticado por varios
comentaristas, el hecho es que el autor de esta narración se propuso eviden­
temente reproducir el libro antiguo que ya no se veía en su tiempo y que era
conocido con el nombre de Popol Vuh.
La versión francesa de Brasseur fue a la vez traducida al castellano y en
esa forma fue publicada en Centroamérica a fines del siglo pasado y luego
reproducida en Yucatán. Otros trabajos sobre la mitología y la historia pre­
colombina de Guatemala fueron publicados al mismo tiempo en América y
los países europeos por Bancroft, Brinton, Charencey, Chavero, Müller, Seler,
Raynard, Spence, etc., animados todos estos autores del interés que les había
inspirado la aparición del Popol Vuh.
Muerto Brasseur, su colección de manuscritos y obras impresas se dis­
persó y hoy se encuentra repartida en varias bibliotecas de Francia y los E s­
tados Unidos de América.
Una segunda versión del Popol Vuh se debe al profesor Georges Raynaud,
dedicado durante muchos años al estudio de las religiones y de los manus­

6
critos indígenas americanos. Su traducción vio la luz en París en 1925 y fue
trasladada al castellano dos años después con el título de Los dioses, los hé­
roes y los hombres de Guatemala antigua o Libro del Consejo.
Dos traducciones alemanas de este libro han sido publicadas en Alema­
nia: la primera, por Noah Elieser Pohorilles, apareció en 1913 en Leipzig;
la segunda se debe al Dr. Leonhard Schultze-Jena, de la Universidad de Mar-
burg. Este distinguido americanista, que había recogido anteriormente las
oraciones de los indios quichés y publicado un libro sobre la vida y las creen­
cias de aquel pueblo americano, tuvo a la vista una copia fotográfica del ma­
nuscrito de Ximénez y publicó en Stuttgart en 1944 un hermoso volumen
con el título de Popol Vuh. Das heilige Buch der Quiche Indianer. Tiene esta
obra el mérito de haber reproducido el texto quiché tal como lo transcribió
el P. Ximénez y de haberse basado en él su versión alemana que, por esta
razón, es más fiel y exacta que la versión francesa de Brasseur.
Dos traducciones modernas en castellano han aparecido en los últimos
años. La primera se debe al licenciado J. Antonio Villacorta y don Flavio
Rodas, y fue publicada en Guatemala en 1927 con el título de Manuscrito
de Chichicastenango. El Popol Buj. Se incluye en esta edición el texto quiché
tomado de la obra de Brasseur y fonetizado nuevamente para uso del lector
español. Por una coincidencia, que revela el interés que inspira el documento
indígena, el autor de esta introducción estaba trabajando en los Estados Uni­
dos al mismo tiempo que el profesor Schultze-Jena en Alemania en la tra­
ducción del manuscrito quiché que en 1941 había encontrado en la Bibliote­
ca Newberry. Conociendo la importancia de este documento, y con la espe­
ranza de poder añadir algo nuevo a la interpretación de los anteriores traduc­
tores, emprendí desde aquel año la difícil tarea de trasladar las historias de
los indios de mi país al idioma castellano y de aclarar por medio de notas los
pasajes oscuros, añadiendo los datos geográficos y de otra naturaleza que
contribuyeran a su mejor inteligencia. Mi traducción fue publicada en México
en 1947 bajo el título de Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché.
Por empeño de mi inolvidable amigo el arqueólogo Sylvanus G. Morley,
mi versión castellana fue trasladada al inglés y publicada en 1950 por la im­
prenta de la Universidad de Oklahoma, Estados Unidos, en un bello libro
que lleva el título de Popol Vuh. The Sacred Book of the Ancient Quiché
Maya. Esta versión, reproducida poco después en Inglaterra, es la primera
que se ha publicado íntegramente en el idioma inglés.
Como podrá observar el lector, el libro de los antiguos indios quichés
ha recibido la atención de los hombres de estudio de ambos continentes.
Está para publicarse, además, una traducción al japonés.* La parte mitoló­
gica que contiene ha dado lugar asimismo a varias obras de entretenimiento,
entre las cuales 'pueden citarse las del escritor argentino Arturo Capdevila y
del escritor yucateco Ermilo Abreu Gómez, en América, y los cuentos de

* La traducción de Recinos de 1947 ha sido vertida a los siguientes idiomas: Inglés,


Goetz y Morley, 1950; Italiano, Terracini, 1960; Japonés, Hayashiya, 1961. Asimismo,
fue la base de la versión de Saravia Enríquez, 1965. Nuevas traducciones: Burgess y
Xec, 1955, español; Kinzhalov, 1959, ruso; Cordan, 1962, alemán; Villacorta, 1962, es­
pañol; Edmonson, 1971, inglés. (N. £.)

7
Charles Finger y Walter Krickeberg en Europa. En la presente edición * * se
ha tratado de ofrecer a los lectores el libro sagrado de los quichés en una
forma más sencilla y popular, sin alterar su contenido, y conservando los da­
tos más importantes del comentario y de las notas con que ha aparecido an­
teriormente.
En la descripción de la creación, uno de los pasajes más notables de esta
crónica, notará el lector alguna semejanza con el Libro del Génesis. Es evi­
dente que el autor conocía algo de los textos bíblicos que le habían enseñada
los misioneros cristianos; pero, como ha dicho el comentarista Adolfo Ban-
delier, “el conjunto es una colección de tradiciones originales de los indios
de Guatemala, y como tal, la obra de mayor valor para la historia y la etno­
logía indígena de la América Central” .
Otro famoso historiador, Hubert Howe Bancroft, ha dicho por su parte
que el Popol Vuh es una de las más raras reliquias del pensamiento aborigen
del Nuevo Mundo.
Los lectores que recorran las páginas de este libro no dejarán de confir­
mar estas dos opiniones de dos sabios americanistas.

En el Popol Vuh pueden distinguirse tres partes. La primera es una des­


cripción de la creación y del origen del hombre, que después de varios ensa­
yos infructuosos fue hecho de maíz, el grano que constituye la base de la
alimentación de los naturales de México y Centroamérica.
En la segunda parte se refieren las aventuras de los jóvenes semidioses
Hunahpú e Ixbalanqué y de sus padres sacrificados por los genios del mal
en su reino sombrío de Xibalbay; y en el curso de varios episodios llenos de
interés se obtiene una lección de moral, el castigo de los malvados y la humi­
llación de los soberbios. Rasgos ingeniosos adornan el drama mitológico que
en el campo de la invención y expresión artística no tiene rival en la América
precolombina.
La tercera parte no presenta el atractivo literario de la segunda, pero
encierra un caudal de noticias relativas al origen de los pueblos indígenas de
Guatemala, sus emigraciones, su distribución en el territorio, sus guerras y
el predominio de la raza quiché hasta poco antes de la conquista española.
En esta parte se describe también la serie de los reyes que gobernaban
el territorio, sus conquistas y la destrucción de los pueblos pequeños que no
se sometieron voluntariamente al dominio de los quichés. Para el estudio de
la historia antigua de aquellos reinos indígenas los datos de esta parte del
Popul Vuh, confirmados por otros preciosos documentos, el Título de los
Señores de Totonicapán y otras crónicas de la misma época, son de inestima­
ble valor.
Cuando, en 1524, los españoles, bajo el mando de Pedro de Alvarado,
invadieron por orden de Cortés el territorio situado inmediatamente al sur
de México, encontraron en él una población numerosa, dueña de una civili­
zación semejante a la de sus vecinos del norte. Ocupaban el centro del país
los quichés y cakchiqueles; al poniente vivían los indios mames que aún ha-

* * Fondo de Cultura Económica, 1960 (Colección Popular No. 11).

8
hitan los departamentos de Huehuetenango y San Marcos; en las márgenes
del sur del Lago de Atitlán se encontraba la raza aguerrida de los zutujiles;
y, hacia el norte y oriente, se extendían otros pueblos de raza y lengua distin­
tas. Todos eran, sin embargo, descendientes de los mayas que en el centro
del Continente desarrollaron, en los primeros siglos de la era cristiana, una
maravillosa civilización.
Las características físicas de los quichés y demás pueblos indígenas de
Guatemala, y la semejanza entre las lenguas, demuestran suficientemente el
parentesco que las une con la madre común. Robustecen el concepto de la
unidad racial maya-quiché las ideas comunes que se encuentran en los docu­
mentos de Guatemala y Yucatán acerca del origen de sus habitantes.
Además del elemento maya original se observan en el compuesto étnico
y en las lenguas de los antiguos reinos indígenas las huellas de la raza tolteca
que, procedente del norte de México, invadió la península de Yucatán bajo
el mando de Quetzalcóatl hacia el siglo xi de nuestra era.
Los datos de los documentos revelan que las tribus guatemaltecas vivie­
ron largo tiempo en la región de la Laguna de Términos y que, no encon­
trando probablemente en ella suficiente espacio vital ni la independencia ne­
cesaria para sus actividades, la abandonaron y emprendieron una peregrina­
ción total hacia las tierras del interior, siguiendo el curso de los grandes ríos
que tienen su origen en las montañas de Guatemala: el Usumacinta y el Gri-
jalva. De esta manera llegaron a las altiplanicies y montañas del interior don­
de se establecieron y propagaron aprovechando los recursos del país y las
facilidades que éste les brindaba para la defensa contra sus enemigos.
Durante su largo viaje, y en los primeros tiempos de su establecimiento
en las nuevas tierras, padecieron las tribus grandes penalidades que se des­
criben en los documentos, hasta que descubrieron el maíz y comenzaron a
practicar la agricultura. El resultado, a través de los años, fue sumamente
favorable para el desarrollo de la población y de la cultura de los diferentes
grupos, entre los cuales se destaca la nación quiché.
Si la producción intelectual marca el grado supremo de la cultura de un
pueblo, la existencia de un libro de tan grandes alcances y mérito literario
como el Popol Vuh es bastante para asignar a los quichés de Guatemala un
puesto de honor entre todas las naciones indígenas del Nuevo Mundo.
Confío en que el curioso lector que recorra las páginas de este libro y se
sienta cautivado por el encanto de la antigua mitología americana podrá con­
firmar esta opinión.

A drián R ecin os

9
PREAMBULO

E s t e e s el principio de las antiguas historias de este lugar llamado Quiché.1


Aquí escribiremos y comenzaremos las antiguas historias,2 el principio y el
origen de todo lo que se hizo en la ciudad de Quiché, por las tribus de la
nación quiché.
Y aquí traeremos la manifestación, la publicación y la narración de lo
que estaba oculto, la revelación por Tzacol, Bitol, Alom, Qaholom, que se
llaman Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú, Zaqui-Nimá-Tziís, Tepeu, Gucumatz,
u Qux Cho, u Qux Palo, Ah Raxá Lac, Ah Raxá Tzel, así llamados.3 Y [al

1 En este principio de las antiguas historias de la raza y en los renglones siguientes,


el desconocido autor da el nombre de Quiché al país, así llamado: varal Quiché u bi;
a la ciudad, Quiché tinamit, y a las tribus de la nación, r’amag Quiché vinac. La palabra
quiché, queché o quechelah significa bosque en varias de las lenguas de Guatemala, y
proviene de qui, quiy, muchos y che, árbol, palabra maya original. Quiché, tierra de
muchos árboles, poblada de bosques, era el nombre de la nación más poderosa del inte­
rior de Guatemala en el siglo xvi. El mismo significado tiene la palabra náhuatl Quauht-
lemallan, que es probablemente una traducción del nombre Quiché y que, lo mismo que
éste, describe con acierto el país montuoso y fértil que se extiende al sur de México. Es
indudable que el nombre azteca Quauhtlemallan, del cual se derivó el moderno de Gua­
temala, se aplicaba a todo el país y no solamente a la capital de los cakchiqueles, Ixim-
ché (el árbol llamado ahora ramón), a la cual los tlaxcaltecas que llegaron con Alvarado
llamaron Tecpán-Quauhtlemallan. Todo este territorio situado al sur de Yucatán y el
Petén-Itzá era conocido desde antes de la conquista española con los nombres de Quauht­
lemallan y Tecolotlán (Verapaz hoy día).
2 Para escribir las antiguas historias del origen y desarrollo de la nación quiché el
autor probablemente se sirvió, no sólo de la tradición oral, sino también de las pinturas
antiguas. Sahagún refiere que los sacerdotes toltecas cuando caminaban hacia el Oriente
(Yucatán) llevaban consigo “ todas sus pinturas donde tenían todas las cosas de antigua­
llas y de los oficios mecánicos” . En el capítulo vi de la Cuarta Parte de este libro se lee
que el Señor Nacxit (Quetzalcóatl) dio a los príncipes quichés, entre otras cosas, “las
pinturas de Tulán (u tzibal Tulán), las pinturas, como le llamaban a aquello en que po­
nían sus historias” .
3 Estos son los nombres de la divinidad, ordenados en parejas creadoras de acuerdo
con la concepción dualística de los quichés, como sigue:
Tzacol y Bitol, el Creador y el Formador;

10
mismo tiempo] la declaración, la narración conjuntas de la Abuela y el Abue­
lo, cuyos nombres son Ixpiyacoc e Ixmucané,4 amparadores y protectores, dos
veces abuela, dos veces abuelo, así llamados en las historias quichés, cuando
contaban todo lo que hicieron en el principio de la vida, el principio de la
historia.
Esto lo escribiremos ya dentro de la ley de Dios, en el Cristianismo; lo
sacaremos a luz porque ya no se ve el Popol Vuh, así llamado,5 donde se veía

Alorn, la diosa madre, la que concibe los hijos, de al, hijo, alan, dar a luz. Qaholom,
el dios padre que engendra los hijos, de qahol, hijo del padre, qaholah, engendrar. Ma­
dre y padre los llama Ximénez; son el Gran Padre y la Gran Madre, así llamados por
los indios, según refiere Las Casas, y que estaban en el cielo;
Hunahpú-Vuch, un cazador vulpeja o tacuazín (Opossum), dios del amanecer; vuch
es el momento que precede al amanecer. Hunahpú-Vuch es la divinidad en potencia fe­
menina, según Seler. Hunahpú-Utiú, un cazador coyote, variedad de lobo (Canis latrans),
dios de la noche, en potencia masculina;
Zaqui-Nimá-Tziís, Gran pisóte blanco (Nasua nasica) o coatí, encanecido por la edad,
diosa madre; y su consorte, Nim-Ac, Gran cerdo montés, o jabalí, ausente en este lugar
por una omisión mecánica, pero invocado en el capítulo siguiente;
Tepeu, el rey o soberano, del náhuatl Tepeuh, tepeuani, que Molina traduce por
conquistador o vencedor en batalla; ah tepehual entre los mayas, quienes lo tomaron
igualmente de los mexicanos. Gucumatz, serpiente cubierta de plumas verdes, de guc, en
maya, kuk, plumas verdes, quetzal por antonomasia, y cumatz, serpiente; es la versión
quiché de Kukulcán, el nombre maya de Quetzalcóatl, el rey tolteca, conquistador, civi­
lizador y dios de Yucatán durante el período del Nuevo Imperio Maya. El fuerte colo­
rido mexicano de la religión de los quichés se refleja en esta pareja creadora que con­
tinúa siendo invocada a través del libro hasta que la divinidad toma forma corporal en
Tohil, a quien en la Tercera Parte se identifica expresamente con Quetzalcóatl;
U Qux Cho, el corazón o el espíritu de la laguna. U Qux Paló, el corazón o espí­
ritu del mar. Ya se verá que a la divinidad la llamaban también el Corazón del Cielo,
u Qux Cah;
Ah Raxá Lac, el Señor del verde plato, o sea la tierra; Ah Raxá Tzel, el Señor de
la jicara verde o del cajete azul, como dice Ximénez, o sea el cielo.
El nombre Hunahpú ha sido objeto de muchas interpretaciones. Literalmente, sig­
nifica un cazador con cerbatana, un tirador; etimológicamente es eso mismo y es vocablo
de la lengua maya, ahpú en maya es cazador y ah ppuh ob, forma de plural, son los
monteros que van a la caza, según el Diccionario de Aíotul. Es evidente, sin embargo,
que los quichés debían tener alguna razón más plausible que esta etimología para dar
ese nombre a la divinidad. El cazador en los tiempos primitivos era un personaje muy
importante; el pueblo vivía de la caza y de los frutos espontáneos de la tierra antes de
la invención de la agricultura. Hunahpú sería, en consecuencia, el cazador universal, que
proveía al hombre de sustento; hun tiene también en maya la acepción de general y
universal. Pero posiblemente los quichés que descendían directamente de los mayas, qui­
sieron reproducir en el nombre Hunahpú, el sonido de las palabras mayas Hunab Ku,
“el único dios” , que servían para designar al dios principal del panteón maya, que no
podía representarse materialmente, por ser incorpóreo. La pintura de un cazador podría
haber servido en los tiempos antiguos para representar el fonema Hunab Ku que ence­
rraba una idea abstracta, la de un ser espiritual y divino. El procedimiento es común en
la escritura pictográfica precolombina. Hunahpú es también el nombre del vigésimo día
del calendario quiché, el día más venerado de los antiguos, equivalente al maya Ahau,
señor o jefe, y al náhuatl Xóchitl, flor y sol, símbolo del dios sol o Tonatiuh.
4 Ixpiyacoc e Ixmucané, el viejo y la vieja (en maya ixnuc es vieja), equivalentes
de los dioses mexicanos Cipactonal y Oxomoco, los sabios que según la leyenda tolteca
inventaron la astrología judiciaria y compusieron la cuenta de los tiempos, o sea el ca­
lendario.
5 Popo Vuh, o Popol Vuh, literalmente el libro de la comunidad. La palabra popol
es maya y significa junta, reunión o casa común. Popol na es la “casa de comunidad

11
claramente la venida del otro lado del mar, la narración de nuestra oscuridad,
y se veía claramente la vida.
Existía el libro original, escrito antiguamente, pero su vista está oculta
al investigador y al pensador. Grande era la descripción y el relato de cómo
se acabó de formar todo el cielo y la tierra, cómo fue formado y repartido
en cuatro partes, cómo fue señalado y el cielo fue medido y se trajo la cuerda
de medir y fue extendida en el cielo y en la tierra; en los cuatro ángulos, en
los cuatro rincones,6 como fue dicho por el Creador y el Formador, la madre
y el padre de la vida,7 de todo lo creado, el que da la respiración y el pensa­
miento, la que da a luz a los hijos, el que vela por la felicidad de los pueblos,
la felicidad del linaje humano, el sabio, el que medita en la bondad de todo
lo que existe en el cielo, en la tierra, en los lagos y en el mar.

PRIMERA PARTE

CAPITULO PRIMERO

E s t a e s la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en si­


lencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.

donde se juntan a tratar de cosas de república” , dice el Diccionario de Motul. Pop es


verbo quiché que significa juntar, adunar, amontonarse la gente, según Ximénez; y popol
cosa perteneciente al cabildo comunal, nacional. Por esta razón Ximénez interpreta el
Popol Vuh como Libro del Común, o del Consejo. Vuh o uúh es libro, papel o trapo y
se deriva del maya húun o úun, que es papel y libro y el árbol de cuya corteza se hacía
el papel antiguamente y que los nahuas ñaman amatl, en Guatemala popularmente amatle
(Ficus cotinifolia). Nótese que en muchas palabras la n del maya se convierte en /, o h
aspirada en quiché. Na, casa en maya, se convierte en ha, o ja; húun, o úun, libro en
maya, se vuelve vuh o uúh en quiché.
6 Los cuatro puntos cardinales, según Brasseur. Es la misma idea de los cuatro
Bacabes que sostienen el cielo de los mayas.
7 Cuando enumera personas de los dos sexos, se observará que el Popol Vuh ga­
lantemente menciona primero a la mujer.

12
Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un
hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, ba­
rrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el
cielo en toda su extensión.
No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera,
ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apa­
cible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo
el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el
agua rodeados de claridad.1 Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules,2 por
eso se les llama Gucumatz. De grandes sabios, de grandes pensadores es su
naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo,
que éste es el nombre de Dios. Así contaban.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la
oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron,
pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron
sus palabras y su pensamiento.
Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando
amaneciera debía aparecer el hombre.3 Entonces dispusieron la creación y
crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la crea­
ción del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón
del Cielo, que se llama Huracán.
El primero se llama Caculhá Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El
tercero es Raxa-Caculhá. Y estos tres son el Corazón del Cielo.4

1 Estaban en el agua porque los quichés asociaban el nombre de Gucumatz con el


líquido elemento. El Obispo Núñez de la Vega dice que Gucumatz es culebra de plumas
que anda en el agua. El manuscrito cakchiquel refiere que a uno de los pueblos primi­
tivos que emigraron a Guatemala se le llamó Gucumatz porque su salvación estaba en
el agua.
2 Guc, o q’uc, kuk en maya, es el ave que hoy se llama quetzal (Vharomacrus mo-
cinno); el mismo nombre se da a las hermosas plumas verdes de la cola de esta ave, a
las cuales se llama quetzalli en náhuatl. Raxón, o raxom es otra ave de plumaje azul ce­
leste, según Basseta, un pájaro de “pecho musgo y alas azules” , según el Vocabulario de
los Padres Franciscanos. Ranchón en la lengua vulgar de Guatemala, es la Cotinga ama-
bilis, de color azul turquesa y pecho y garganta morados que los mexicanos llaman xiuh-
tototl. Las plumas de estas dos aves tropicales, que abundan especialmente en la región
de Verapaz, eran usadas en los adornos ceremoniales de los reyes y señores principales
desde los tiempos más antiguos de los mayas.
3 Con la concisión propia del idioma quiché, el autor refiere cómo nació claramente
la idea en la mente de los Formadores, cómo se reveló la necesidad de crear al hombre,
objeto último y supremo de la Creación, según las ideas finalistas de los quichés. La idea
de crear al hombre se concibió entonces, pero como se verá en el curso de la narración,
no se puso en práctica hasta mucho tiempo después.
4 Huracán, una pierna; Caculhá Huracán, rayo de una pierna, o sea el relámpago;
Chipi Caculhá, rayo pequeño. Esta es la interpretación de Ximénez. El tercero, Raxa
Caculhá, es el rayo verde, según el mismo escritor, y el relámpago o el trueno, según
Brasseur. El adjetivo rax tiene, entre otros significados, el de repentino o súbito. En
cakchiquel raxhaná-hih es el relámpago. Sin embargo, de todo esto, racán tiene en quiché
y en cakchiquel el significado de grande o largo.

13
Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz; entonces conferenciaron
sobre la vida y la claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién
será el que produzca el alimento y el sustento.
— ¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y deso­
cupe [el espacio], que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que
aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza
en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hom­
bre formado. Así dijeron.
Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la
creación de la tierra: — ¡Tierra!, dijeron, y al instante fue hecha.
Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación,
cuando surgieron del agua las montañas; y al instante crecieron las montañas.
Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación
de las montañas y los valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y
pinares en la superficie.
Y así se llenó de alegría Gucumatz, diciendo: — ¡Buena ha sido tu ve­
nida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá!
—Nuestra obra, nuestra creación será terminada, contestaron.
Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las
corrientes de agua, los arroyos se fueron libremente entre los cerros, y las
aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del
Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecun­
daron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida
dentro del agua.
De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de
pensar y meditar sobre su feliz terminación.

CAPITULO II

Lu ego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos
los bosques, los genios de la montaña,5 los venados, los pájaros, leones, tigres,
serpientes, culebras, cantiles [víboras], guardianes de los bejucos.
Y dijeron los Progenitores: — ¿Sólo silencio e inmovilidad habrá bajo
los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo haya quien los guarde.
Así. dijeron cuando meditaron y hablaron en seguida. Al punto fueron
creados los venados y las aves. En seguida les repartieron sus moradas a los
venados y a las aves. —Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos y en los
barrancos. Aquí estarás entre la maleza, entre las hierbas; en el bosque os
multiplicaréis, en cuatro pies andaréis y os sostendréis. Y así como se dijo,
así se hizo.
Luego designaron también su morada á los pájaros pequeños y a las aves

5 Literalmente, el hombrecillo del bosque. Los antiguos indios creían que los mon­
tes estaban habitados por estos seres guardianes, espíritus de los montes, especie de
duendes semejantes a los alux de los mayas.

14
mayores: —Vosotros, pájaros, habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí
haréis vuestros nidos, allí os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas de
los árboles y de los bejucos. Así les fue dicho a los venados y a los pájaros
para que hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y
sus nidos.
De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los anima­
les de la tierra.
Y estando terminada la creación de todos los cuadrúpedos y las aves, les
fue dicho a los cuadrúpedos y pájaros por el Creador y Formador y los Pro­
genitores: —Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra
especie, según la variedad de cada uno. Así les fue dicho a los venados, los
pájaros, leones, tigres y serpientes.
—Decid, pues, nuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre,
vuestro padre. ¡Invocad, pues, a Huracán, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculha, el
Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, el Creador, el Formador, los Pro­
genitores; hablad, invocadnos, adoradnos!, les dijeron.
Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chilla­
ban, cacareaban y graznaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada
uno gritaba de manera diferente.
Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que habla­
ran, se dijeron entre sí: —No ha sido posible que ellos digan nuestro nom­
bre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto no está bien, dijeron
entre sí los Progenitores.
Entonces se les dijo: —Seréis cambiados porque no se ha conseguido
que habléis. Hemos cambiado de parecer: vuestro alimento, vuestra pastura,
vuestra habitación y vuestros nidos los tendréis, serán los barrancos y los
bosques, porque no se ha podido lograr que nos adoréis ni nos invoquéis.
Todavía hay quienes nos adoren, haremos otros [seres] que sean obedientes.
Vosotros, aceptad vuestro destino: vuestras carnes serán trituradas. Así será.
Esta será vuestra suerte. Así dijeron cuando hicieron saber su voluntad a los
animales pequeños y grandes que hay sobre la faz de la tierra.
Luego quisieron probar suerte nuevamente, quisieron hacer otra tentativa
y quisieron probar de nuevo a que los adoraran.
Pero no pudieron entender su lenguaje entre ellos mismos, nada pudie­
ron conseguir y nada pudieron hacer. Por esta razón fueron inmoladas sus
carnes y fueron condenados a ser comidos y matados los animales que exis­
ten sobre la faz de la tierra.
Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hom­
bre por el Creador, el Formador y los Progenitores.
— ¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; ¡hagamos
al que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados, para
ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras
obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos ala­
bados y venerados por ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes,
respetuosos, que nos sustenten y alimenten. Así dijeron.
Entonces fue la creación y la formación. De tierra, de lodo hicieron la
carne [del hombre]. Pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía, es­

15
taba blando, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no
movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía velada la vista, no podía
ver hacia atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápida­
mente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener.
Y dijeron el Creador y el Formador. Bien se ve que no puede andar ni
multiplicarse. Que se haga una consulta acerca de esto, dijeron.
Entonces desbarataron y deshicieron su obra y su creación. Y en seguida
dijeron: — ¿Cómo haremos para perfeccionar, para que salgan bien nuestros
adoradores, nuestros invocadores?
Así dijeron cuando de nuevo consultaron entre sí: —Digámosles a Ixpi-
vacoc, Ixmucané, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú: ¡Probad suerte otra vez!
¡Probad a hacer la creación! Así dijeron entre sí el Creador y el Formador
cuando hablaron a Ixpiyacoc e Ixmucané.
En seguida les hablaron a aquellos adivinos, la abuela del día, la abuela
del alba,6 que así eran llamados por el Creador y el Formador, y cuyos nom­
bres eran Ixpiyacoc e Ixmucané.
Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al agorero, al
formador, que son los adivinos: —Hay que reunirse y encontrar los medios
para que el hombre que formemos, el hombre que vamos a crear nos sosten­
ga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros.
—Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela, nuestro abue­
lo, Ixpiyacoc, Ixmucané, haced que aclare, que amanezca, que seamos invoca­
dos, que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre creado, por
el hombre formado, por el hombre mortal, haced que así se haga.
—Dad a conocer vuestra naturaleza, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú, dos
veces madre, dos veces padre,7 Nim-Ac, Nimá-Tziís, el Señor de la esmeralda,
el joyero, el escultor, el tallador, el Señor de los hermosos platos, el Señor de
la verde jicara, el maestro de la resina, el maestro Toltecat,8 la abuela del
sol, la abuela del alba, que así seréis llamados por nuestras obras y nuestras
criaturas.
—Echad la suerte con vuestros granos de maíz y de tzité.9 Hágase así y
6 R ’atit quib, r’atit zac. La palabra atit debe entenderse aquí en sentido colectivo,
abarcando a los dos abuelos Ixpiyacoc e Ixmucané, a quienes luego llama el texto por
sus nombres. La misma expresión se lee más adelante.
7 El autor llama dos veces madre a Hunahpú-Vuch y dos veces padre a Hunahpú-
Utiú, definiendo de esta manera el sexo de cada uno de los miembros de la pareja crea­
dora.
8 El texto parece enumerar en este sitio los oficios corrientes del hombre de aquel
tiempo. El autor invoca al ahqual, que es evidentemente el que tallaba las esmeraldas
o piedras verdes; al ahyamanic, o sea el joyero o platero; al ahcbut, cincelador o escul­
tor; al ahtzalam, tallador o ebanista; al ahraxalac, o sea el que fabricaba los verdes o
hermosos platos; al ahraxazel, el que hacía los vasos o jicaras, verdes y hermosas, que
ambos sentidos tiene la palabra raxá; al ahgol, que era el que trabajaba la resina o el
copal, y, por último, al ahtoltecat, que era sin duda el platero, tolteca. Los toltecas, en
efecto, fueron grandes maestros en el arte de la platería, que, según la leyenda, les fue
enseñado por el propio Quetzalcóatl.
9 Tzité, árbol de pito, Erythrina corallodendron, Tzompanquahuitl en lengua mexi­
cana. Se usa en el campo para formar cercados. Su fruto es una vaina que encierra unos
granos rojos parecidos al frijol, los cuales usaban y usan todavía los indios junto con
los granos del maíz en sus sortilegios y hechicerías.

16
se sabrá y resultará si labraremos o tallaremos su boca y sus ojos en madera.
Así les fue dicho a los adivinos.
A continuación vino la adivinación, la echada de la suerte con el maíz y
el tzité. — ¡Suerte! ¡Criatura!, les dijeron entonces una vieja y un viejo.
Y este viejo era el de las suertes del tzité, el llamado Ixpiyacoc.10 Y la vieja
era la adivina, la formadora, que se llamaba Chiracán Ixmucané.
Y comenzando la adivinación, dijeron así: — ¡Juntaos, acoplaos! ¡Ha­
blad, que os oigamos, decid, declarad sí conviene que se junte la madera y
que sea labrada por el Creador y el Formador, y si éste [el hombre de made­
ra] es el que nos ha de sustentar y alimentar cuando aclare, cuando ama­
nezca!
—Tú, maíz; tú, tzité; tú, suerte; tú, criatura: ¡unios, ayuntaos!, les dije­
ron al maíz, al tzité, a la suerte, a la criatura. ¡Ven a sacrificar aquí, Corazón
del Cielo; no castigues a Tepeu y Gucumatz!
Entonces hablaron y dijeron la verdad: —Buenos saldrán vuestros muñe­
cos hechos de madera; hablarán y conversarán sobre la faz de la tierra.
— ¡Así sea!, contestaron, cuando hablaron.
Y al instante fueron hechos los muñecos labrados en madera. Se parecían
al hombre, hablaban como el hombre y poblaron la superficie de la tierra.
Existieron y se multiplicaron; tuvieron hijas, tuvieron hijos los muñecos
de palo; pero no tenían alma, ni entendimiento, no se acordaban de su Crea­
dor, de su Formador; caminaban sin rumbo y andaban a gatas.
Ya no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia.
Fue solamente un ensayo, un intento de hacer hombres. Hablaban al princi­
pio, pero su cara estaba enjuta; sus pies y sus manos no tenían consistencia;
no tenían sangre, ni sustancia, ni humedad, ni gordura; sus mejillas estaban
secas, secos sus pies y sus manos, y amarillas sus carnes.
Por esta razón ya no pensaban en el Creador ni en el Formador, en los
que les daban el ser y cuidaban de ellos.
Estos fueron los primeros hombres que en gran número existieron sobre
la faz de la tierra.

CAPITULO III

E n se g u id a fueron aniquilados, destruidos y deshechos los muñecos de palo,


y recibieron la muerte.
Una inundación fue producida por el Corazón del Cielo; un gran diluvio
se formó, que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo.
De tzité se hizo la carne del hombre, pero cuando la mujer fue labrada
por el Creador y el Formador, se hizo de espadaña11 la carne de la mujer.

10 Ah tzité, el que adivina la suerte por los granos del tzité; Basseta interpreta la
palabra como hechicero, y eso es en este caso Ixpiyacoc.
11 El nombre quiché zibaque se usa corrientemente en Guatemala para designar esta
planta de la familia de las tifáceas, muy usada para la fabricación de esteras llamadas en
el país petates tules.

17
Estos materiales quisieron el Creador y el Formador que entraran en su com­
posición.
Pero no pensaban, no hablaban con su Creador y su Formador, que los
habían hecho, que los habían creado. Y por esta razón fueron muertos, fue­
ron anegados. Una resina abundante vino del cielo. El llamado Xecotcovach
llegó y les vació los ojos; Camalotz vino a cortarles la cabeza; y vino Cotz-
balam y les devoró las carnes. El Tucumbalam llegó también y les quebró y
magulló los huesos y los nervios, les molió y desmoronó los huesos.
Y esto fue para castigarlos porque no habían pensado en su madre, ni en
su padre, el Corazón del Cielo, llamado Huracán. Y por este motivo se oscu­
reció la faz de la tierra y comenzó una lluvia negra, una lluvia de día, una
lluvia de noche.
Llegaron entonces los animales pequeños, los animales grandes, y los pa­
los y las piedras les golpearon las caras. Y se pusieron todos a hablar; sus ti­
najas, sus comales,12 sus platos, sus ollas, sus perros, sus piedras de moler,13
todos se levantaron y les golpearon las caras.
—Mucho mal nos hacíais; nos comíais, y nosotros ahora os morderemos,
les dijeron sus perros y sus aves de corral.14
Y las piedras de moler: —Eramos atormentadas por vosotros; cada día,
cada -día^de noche, al amanecer, todo el tiempo hacían holi, holi huqui, huqui
nuestras caras, a causa de vosotros.15 Este era el tributo que os pagábamos.
Pero ahora que habéis dejado de ser hombres probaréis nuestras fuerzas. Mo­
leremos y reduciremos a polvo vuestras carnes, les dijeron sus piedras de
moler.
Y he aquí que sus perros hablaron y les dijeron: — ¿Por qué no nos da­
bais nuestra comida? Apenas estábamos mirando y ya nos arrojabais de vues­
tro lado y nos echabais fuera. Siempre teníais listo un palo para pegarnos
mientras comíais.
Así era como nos tratabais. Nosotros no podíamos hablar. Quizás no os
diéramos muerte ahora; pero ¿por qué no reflexionabais, por qué no pensa­
bais en vosotros mismos? Ahora nosotros os destruiremos, ahora probaréis
vosotros los dientes que hay en nuestra boca: os devoraremos, dijeron los
perros, y luego les destrozaron las caras.
Y a su vez sus comales, sus ollas les hablaron así: —Dolor y sufrimiento
nos causabais. Nuestra boca y nuestras caras estaban tiznadas, siempre está­
bamos puestos sobre el fuego y nos quemabais como si no sintiéramos dolor.
Ahora probaréis vosotros, os quemaremos, dijeron sus ollas, y todos les des­

12 Comalli en lengua mexicana, xot en quiché, plato grande, semejante a un disco


de barro, que se usa para cocer las tortillas de maíz.
13 Qui caa, en el original, piedra de moler, metate en México.
14 Los perros cuyas carnes comían aquellos hombres de palo no eran los que hoy
existen en América, sino una variedad que los cronistas españoles llaman perros mudos,
porque no ladraban. Sus aves de corral eran el pavo, el faisán y la gallina de monte.
15 Estas palabras son únicamente una imitación del ruido que hace la piedra du­
rante la molienda del maíz.

18
trozaron las caras. Las piedras del hogar, que estaban amontonadas, se arro­
jaron directamente desde el fuego contra sus cabezas causándoles dolor.16
Desesperados corrían de un lado para otro; querían subirse sobre las ca­
sas y las casas se caían y los arrojaban al suelo; querían subirse sobre los
árboles y los árboles los lanzaban a lo lejos; querían entrar en las cavernas
y las cavernas se cerraban ante ellos.
Así fue la ruina de los hombres que habían sido creados y formados, de
los hombres hechos para ser destruidos y aniquilados: a todos les fueron
destrozadas las bocas y las caras.
Y dicen que la descendencia de aquéllos son los monos que existen ahora
en los bosques; éstos son la muestra de aquéllos, porque sólo de palo fue
hecha su carne por el Creador y el Formador.17
Y por esta razón el mono se parece al hombre, es la muestra de una ge­
neración de hombres creados, los hombres formados que eran solamente mu­
ñecos y hechos solamente de madera.

CAPITULO IV

H a b ía entonces muy poca claridad sobre la faz de la tierra. Aún no había sol.
Sin embargo, había un ser orgulloso de sí mismo que se llamaba Vucub-
Caquix.18
Existían ya el cielo y la tierra, pero estaba cubierta la faz del sol y de la
luna.
Y decía (Vucub-Caquix): —Verdaderamente, son una muestra clara de
aquellos hombres que se ahogaron y su naturaleza es como la de seres sobre­
naturales.19
—Yo seré grande ahora sobre todos los seres creados y formados. Yo soy
el sol, soy la claridad, la luna, exclamó. Grande es mi esplendor. Por mí
caminarán y vencerán los hombres. Porque de plata son mis ojos, resplande­
cientes como piedras preciosas, como esmeraldas; mis dientes brillan como
piedras finas, semejantes a la faz del cielo. Mi nariz brilla de lejos como la
luna, mi trono es de plata y la faz de la tierra se ilumina cuando salgo frente
a mi trono.
16 La idea de un diluvio antiguo y la creencia de otro que sería el fin del mundo
y tendría caracteres parecidos al que se describe en este lugar del Popol Vuh, existía
todavía entre los indios de Guatemala en los años subsiguientes a la conquista española,
según se lee en la Apologética Historia (cap. ccxxxv, p. 620).
17 Según los Anales de Cuauhtitlán, en la cuarta edad de la tierra “ se ahogaron mu­
chas personas y arrojaron a los montes a otras y se convirtieron en monos” . (Traducción
de Galicia Chimalpopoca.)
18 Vucub-Caquix, o sea Siete Guacamayos. Todo este episodio de Vucub-Caquix y
sus hijos es completamente fabuloso y sin relación con hecho histórico alguno. Los qui­
chés usaban frecuentemente el número siete (vucub) en los nombres propios, como se verá
en el curso de este libro.
19 Esta parece ser una alusión a la inundación que destruyó a los hombres de palo.
Más adelante observa el narrador que Vucub-Caquix existía al tiempo de la inundación.
La idea común entre los indios era que no todos los hombres primitivos habían perecido
durante el diluvio.
19
Así, pues, yo soy el sol, yo soy la luna, para el linaje humano. Así será
porque mi vista alcanza muy lejos.
De esta manera hablaba Vucub-Caquix. Pero en realidad, Vucub-Caquix
no era el sol; solamente se vanagloriaba de sus plumas y riquezas. Pero su
vista alcanzaba solamente el horizonte y no se extendía sobre todo el mundo.
Aún no se le veía la cara al sol, ni a la luna, ni a las estrellas, y aún no
había amanecido. Por esta razón Vucub-Caquix se envanecía como si él fuera
el sol y la luna, porque aún no se había manifestado ni se ostentaba la cla­
ridad del sol y de la luna. Su única ambición era engrandecerse y dominar.
Y fue entonces cuando ocurrió el diluvio a causa de los muñecos de palo.
Ahora contaremos cómo murió Vucub-Caquix y fue vencido, y cómo fue
hecho el hombre por el Creador y Formador.

CAPITULO V

E s t e es el principio de la derrota y de la ruina de la gloria de Vucub-Caquix


por los dos muchachos, el primero de los cuales se llamaba Hunahpú y el se­
gundo Ixbalanqué. Estos eran dioses verdaderamente. Como veían el mal que
hacía el soberbio, y que quería hacerlo en presencia del Corazón del Cielo, se
dijeron los muchachos:
—No está bien que esto sea así, cuando el hombre no vive todavía aquí
sobre la tierra. Así, pues, probaremos a tirarle con la cerbatana cuando esté
comiendo; le tiraremos y le causaremos una enfermedad, y entonces se aca­
barán sus riquezas, sus piedras verdes, sus metales preciosos, sus esmeraldas,
sus alhajas de que se enorgullece. Y así lo harán todos los hombres, porque
no deben envanecerse por el poder ni la riqueza.
—Así será, dijeron los muchachos, echándose cada uno su cerbatana al
hombro.
Ahora bien, este Vucub-Caquix tenía dos hijos: el primero se llamaba
Zipacná, el segundo era Cabracán; y la madre de los dos se llamaba Chimal-
mat, la mujer de Vucub-Caquix.
Zipacná jugaba a la pelota con los grandes montes: el Chigag, Hunahpú,
Pecul, Yaxcanul, Macamob y Huliznab. Estos son los nombres de los montes
que existían cuando amaneció y que fueron creados en una sola noche por
Zipacná.
Cabracán movía los montes y por él temblaban las montañas grandes y
pequeñas.
De esta manera proclamaban su orgullo los hijos de Vucub-Caquix:
— ¡Oíd! ¡Yo soy el sol!, decía Vucub-Caquix. — ¡Yo soy el que hizo la tie­
rra!, decía Zipacná. — ¡Yo soy el que sacudo el cielo y conmuevo toda la
tierra!, decía Cabracán. Así era como los hijos de Vucub-Caquix le dispu­
taban a su madre la grandeza. Y esto les parecía mal a los muchachos.
Aún no había sido creada nuestra primera madre, ni nuestro primer padre.
Por tanto, fue resuelta su muerte [de Vucub-Caquix y de sus hijos] y su
destrucción, por los dos jóvenes.

21
CAPITULO VI

C o n tarem o s ahora el tiro de cerbatana que dispararon los dos muchachos


contra Vucub-Caquix, y la destrucción de cada uno de los que se habían en­
soberbecido.
Vucub-Caquix tenía un gran árbol de nance, cuya fruta era la comida de
Vucub-Caquix. Este venía cada día junto al nance y se subía a la cima del
árbol. Hunahpú e Ixbalanqué habían visto que ésa era su comida. Y habién­
dose puesto en acecho de Vucub-Caquix al pie del árbol, escondidos entre
las hojas, llegó Vucub-Caquix directamente a su comida de nances.
En este momento fue herido por un tiro de cerbatana de Hun-Hunahpú,20
que le dio precisamente en la quijada, y dando gritos se vino derecho a tierra
desde lo alto del árbol.
Hun-Hunahpú corrió apresuradamente para apoderarse de él, pero Vucub-
Caquix le arrancó el brazo a Hun-Hunahpú y tirando de él lo dobló desde la
punta hasta el hombro. Así le arrancó [el brazo] Vucub-Caquix a Hun-Hu­
nahpú. Ciertamente hicieron bien los muchachos no dejándose vencer primero
por Vucub-Caquix.
Llevando el brazo de Hun-Hunahpú se fue Vucub-Caquix para su casa,
a donde llegó sosteniéndose la quijada.
— ¿Qué os ha sucedido, Señor? —dijo Chimalmat, la mujer de Vucub-
Caquix.
— ¿Qué ha de ser, sino aquellos dos demonios que me tiraron con cer­
batana y me desquiciaron la quijada? A causa de ello se me menean los dien­
tes y me duelen mucho. Pero yo he traído [su brazo] para ponerlo sobre el
fuego. Allí que se quede colgado y suspendido sobre el fuego, porque de se­
guro vendrán a buscarlo esos demonios. Así habló Vucub-Caquix mientras
colgaba el brazo de Hun-Hunahpú.
Habiendo meditado Hun-Hunahpú e Ixbalanqué, se fueron a hablar con
un viejo que tenía los cabellos completamente,blancos y con una vieja, de
verdad muy vieja y humilde, ambos doblados ya como gentes muy ancianas.
Llamábase el viejo Zaqui-Nim-Ac y la vieja Zaqui-Nimá-Tiís.21 Los mucha­
chos les dijeron a la vieja y al viejo:
—Acompañadnos para ir a traer nuestro brazo a casa de Vucub-Caquix.
Nosotros iremos detrás. “Estos que nos acompañan son nuestros nietos; su
madre y su padre ya son muertos; por esta razón ellos van a todas partes tras
de nosotros, a donde nos dan limosna, pues lo único que nosotros sabemos
hacer es sacar el gusano de las muelas.” Así les diréis.
De esta manera, Vucub-Caquix nos verá como a muchachos y nosotros
también estaremos allí para aconsejaros, dijeron los dos jóvenes.
—Está bien — contestaron los viejos.
A continuación se pusieron en camino para el lugar donde se encontraba
20 Aquí aparece Hun-Hunahpú en lugar de Hun-Ahpú, error evidente que se corri­
ge en el curso de la narración.
21 Zaqui-Nin-Ac, el Gran Jabalí Blanco; Zaqui-Nimá-Tziís, el Gran Pisóte Blanco.
El viejo y la vieja representan a la pareja creadora que, bajo diferentes nombres, apa­
rece en toda la primera parte de estas historias.

22
Vucub-Caquix recostado en su trono. Caminaban la vieja y el viejo seguidos
de los dos muchachos, que iban jugando tras ellos. Así llegaron al pie de la
casa del Señor, quien estaba gritando a causa de las muelas.
Al ver Vucub-Caquix al viejo y a la vieja y a los que los acompañaban,
les preguntó el Señor:
— ¿De dónde venís, abuelos?
—Andamos buscando de qué alimentarnos, respetable Señor, contestaron
aquéllos.
— ¿Y cuál es vuestra comida? ¿No son vuestros hijos éstos que os acom­
pañan?
— ¡Oh, no, Señor! Son nuestros nietos; pero les tenemos lástima, y lo
que a nosotros nos dan lo compartimos con ellos Señor, contestaron la vieja
y el viejo.
Mientras tanto, se moría el Señor del dolor de muelas y sólo con gran
dificultad podía hablar.
—Yo os ruego encarecidamente que tengáis lástima de mí. ¿Qué podéis
hacer? ¿Qué es lo que sabéis curar?, les preguntó el Señor. Y los viejos con­
testaron:
— ¡Oh, Señor, nosotros sólo sacamos el gusano de las muelas, curamos
los ojos y ponemos los huesos en su lugar.
—Está muy bien. Curadme los dientes, que verdaderamente me hacen
sufrir día y noche, y a causa de ellos y de mis ojos no tengo sosiego y no
puedo dormir. Todo esto se debe a que dos demonios me tiraron un bodo-
cazo, y por eso no puedo comer. Así, pues, tened piedad de mí, apretadme
los dientes con vuestras manos.
—Muy bien, Señor. Un gusano es el que os hace sufrir. Bastará con sacar
esos dientes y poneros otros en su lugar.
—No está bien que saquéis los dientes, porque sólo así soy Señor y todo
mi ornamento son mis dientes y mis ojos.
—Nosotros os pondremos otros en su lugar, hechos de hueso molido.
Pero el hueso molido no eran más que granos de maíz blanco.
—Está bien, sacadlos, venid a socorredme, replicó.
Sacáronle entonces los dientes a Vucub-Caquix; y en su lugar le pusieron
solamente granos de maíz blanco, y estos granos de maíz le brillaban en la
boca. Al instante decayeron sus facciones y ya no parecía Señor. Luego aca­
baron de sacarle los dientes que le brillaban en la boca como perlas. Y por
último le curaron los ojos a Vucub-Caquix reventándole las niñas de los ojos
y acabaron de quitarle todas sus riquezas.
Pero nada sentía ya. Sólo se quedó mirando mientras por consejo de
Hunahpú e Ixbalanqué acababan de despojarlo de las cosas de que se enor­
gullecía.
Así murió Vucub-Caquix. Luego recuperó su brazo Hunahpú. Y murió
también Chimalmat, la mujer de Vucub-Caquix.
Así se perdieron las riquezas de Vucub-Caquix. El médico se apoderó de
todas las esmeraldas y piedras preciosas que habían sido su orgullo aquí en
la tierra.
La vieja y el viejo que estas cosas hicieron eran seres maravillosos. Y ha­

23
biendo recuperado el brazo, volvieron a ponerlo en su lugar y quedó bien
otra vez.
Solamente para lograr la muerte de Vucub-Caquix quisieron obrar de
esta manera, porque les pareció mal que se enorgulleciera.
Y en seguida se marcharon los dos muchachos, habiendo ejecutado así
la orden del Corazón del Cielo.

CAPITULO VII

H e aq u íahora los hechos de Zipacná, el primer hijo de Vucub-Caquix.


—Yo soy el creador de las montañas, decía Zipacná.
Este Zipacná se estaba bañando a la orilla de un río cuando pasaron cua­
trocientos muchachos,22 que llevaban arrastrando un árbol para sostén de su
casa. Los cuatrocientos caminaban después de haber cortado un gran árbol
para viga madre de su casa.
Llegó entonces Zipacná y dirigiéndose hacia donde estaban los cuatrocien­
tos muchachos, les dijo:
— ¿Qué estáis haciendo, muchachos?
— Sólo es este palo, respondieron, que no lo podemos levantar y llevar
en hombros.
—Yo lo llevaré. ¿A dónde ha de ir? ¿Para qué lo queréis?
—Para viga madre de nuestra casa.
—Está bien, contestó, y levantándolo se lo echó al hombre y lo llevó
hacia la entrada de la casa de los cuatrocientos muchachos.
—Ahora quédate con nosotros, muchacho, le dijeron. ¿Tienes madre o
padre?
—No tengo, contestó.
—Entonces te acompañaremos mañana para preparar otro palo para sos­
tén de nuestra casa.
—Bueno, contestó.
Los cuatrocientos muchachos conferenciaron en seguida y dijeron:
— ¿Cómo haremos con este muchacho para matarlo? Porque d o está bien
lo que ha hecho levantando él solo el palo. Hagamos un gran hoyo y eché­
moslo para hacerlo caer en él. “Baja a sacar y traer tierra del hoyo” , le dire­
mos, y cuando se haya agachado para bajar a la excavación le dejaremos caer
el palo grande y allí en el hoyo morirá.
Así dijeron los cuatrocientos muchachos y luego abrieron un gran hoyo
muy profundo. En seguida llamaron a Zipacná.
—Nosotros te queremos bien. Anda, ven a cavar la tierra porque noso­
tros ya no alcanzamos, le dijeron.
—Está bien, contestó. En seguida bajó al hoyo. Y llamándolo mientras
estaba cavando la tierra, le dijeron: — ¿Has bajado ya muy hondo?
— Sí, contestó, mientras comenzaba a abrir el hoyo, pero el hoyo que

22 Omuch qaholab, cuatrocientos muchachos. Se usa el nombre colectivo para indi­


car un gran número, un montón.

24
estaba haciendo era para librarse del peligro. El sabía que lo querían matar;
por eso, al abrir el hoyo, hizo, hacia un lado, una segunda excavación para
librarse.
— ¿Hasta dónde vas?, gritaron hacia abajo los cuatrocientos muchachos.
—Todavía estoy cavando; yo os llamaré allí arriba cuando esté termina­
da la excavación, dijo Zipacná desde el fondo del hoyo. Pero no estaba ca­
vando su sepultura, sino que estaba abriendo otro hoyo para salvarse.
Por último los llamó Zipacná; pero cuando llamó ya se había puesto en
salvo dentro del hoyo.
—Venid a sacar y llevaros la tierra que he arrancado y está en el asiento
del hoyo, porque en verdad lo he ahondado mucho. ¿No oís mi llamada?
Y sin embargo, vuestros gritos, vuestras palabras, se repiten como un eco
una y dos veces, y así oiga bien dónde estáis. Esto decía Zipacná desde el
hoyo donde estaba escondido, gritando desde el fondo.
Entonces los muchachos arrojaron violentamente su gran palo, que cayó
en seguida con estruendo al fondo del hoyo.
— ¡Que nadie hable! Esperemos hasta oír sus gritos cuando muera, se
dijeron entre sí, hablando en secreto y cubriéndose cada uno la cara, mientras
caía el palo con estrépito. [Zipacná] habló entonces lanzando un grito, pero
llamó una sola vez cuando cayó el palo en el fondo.
— ¡Qué bien nos ha salido lo que le hicimos! Ya murió, dijeron los jó­
venes. Si desgraciadamente hubiera continuado lo que había comenzado a
hacer, estaríamos perdidos, porque ya se había metido entre nosotros, los
cuatrocientos muchachos.
Y llenos de alegría dijeron: —Ahora vamos a fabricar nuestra chicha
durante estos tres días. Pasados estos tres días beberemos por la construc­
ción de nuestra casa, nosotros los cuatrocientos muchachos. Luego dijeron:
—Mañana veremos y pasado mañana veremos también si no vienen las hor­
migas entre la tierra cuando hieda y se pudra. En seguida se tranquilizará
nuestro corazón y beberemos nuestra chicha, dijeron.
Zipacná escuchaba desde el hoyo todo lo que hablaban los muchachos.
Y luego, al segundo día, llegaron las hormigas en montón, yendo y viniendo
y juntándose debajo del palo. Unas traían en la boca los cabellos y otras las
uñas de Zipacná.
Cuando vieron esto los muchachos, dijeron: — ¡Ya pereció aquel demo­
nio! Mirad cómo se han juntado las hormigas, cómo han llegado por mon­
tones, trayendo unas los cabellos y otras las uñas. ¡Mirad lo que hemos
hecho! Así hablaban entre sí.
Sin embargo, Zipacná estaba bien vivo. Se había cortado los cabellos de
la cabeza y se había roído las uñas con los dientes para dárselos a las hor­
migas.
Y así los cuatrocientos muchachos creyeron que había muerto, y al tercer
día dieron principio a la orgía y se emborracharon todos los muchachos.
Y estando ebrios los cuatrocientos muchachos, ya no sentían nada. En segui­
da Zipacná dejó caer la casa sobre sus cabezas y acabó de matarlos a todos.
Ni siquiera uno, ni dos se salvaron de entre los cuatrocientos muchachos;
muertos fueron por Zipacná, el hijo de Vucub-Caquix.

25
Así fue la muerte de los cuatrocientos muchachos, y se cuenta que en­
traron en el grupo de estrellas que por ellos se llama Motz, aunque esto tal
vez será mentira.

CAPITULO VIII

C o n tarem o s ahora la derrota de Zipacná por los dos muchachos Hunahpú


e Ixbalanqué.
Ahora sigue la derrota y muerte de Zipacná, cuando fue vencido por los
dos muchachos Hunahpú e Ixbalanqué.
El corazón de los dos jóvenes estaba lleno de rencor porque los cuatro­
cientos muchachos habían sido muertos por Zipacná. Y éste sólo buscaba
pescados y cangrejos a la orilla de los ríos, que ésta era su comida de cada
día. Durante el día se paseaba buscando su comida y de noche se echaba los
cerros a cuestas.
En seguida Hunahpú e Ixbalanqué hicieron una figura a imitación de un
cangrejo muy grande, y le dieron la apariencia de tal con una hoja de pie de
gallo,13 del que se encuentra en los bosques.
Así hicieron la parte inferior del cangrejo; de pahac24 le hicieron las pa­
tas y le pusieron una concha de piedra que le cubrió la espalda al cangrejo.
Luego pusieron esta [especie de] tortuga, al pie de un gran cerro llamado
Meauánf5 donde lo iban a vencer [a Zipacná].
A continuación se fueron los muchachos a hacerle encuentro a Zipacná
a la orilla de un río.
— ¿A dónde vas, muchacho?, le preguntaron a Zipacná.
—No voy a ninguna parte, sólo ando buscando mi comida, muchachos,
contestó Zipacná.
— ¿Y cuál es tu comida?
. —Pescado y cangrejos, pero aquí no los hay y no he hallado ninguno;
desde antier no he comido y ya no aguanto el hambre, dijo Zipacná a Hu­
nahpú e Ixbalanqué.
— Allá en el fondo del barranco está un cangrejo, verdaderamente un
gran cangrejo y ¡bien que te lo comieras! Sólo que nos mordió cuando lo
quisimos coger y por eso le tenemos miedo. Por nada iríamos a cogerlo, di­
jeron Hunahpú e Ixbalanqué.
— ¡Tened lástima de mí! Venid y enseñádmelo, muchachos, dijo Zipacná.
—No queremos. Anda tú solo, que no te perderás. Sigue por la vega del
río y llegarás al pie de un gran cerro, allí está haciendo ruido en el fondo
del barranco. Sólo tienes que llegar allá, le dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
— ¡Ay, desgraciado de mí! ¿No lo podéis encontrar vosotros, pues, mu­
23 Ec, “ pie de gallo” , una bromeliácea de hojas grandes y brillantes que crece sobre
los árboles.
24 Otras hojas más pequeñas llamadas pahac, dice Ximénez.
25 La montaña de Meaguán se levanta al poniente del pueblo de Rabinal, en la re­
gión del río Chixoy.,

26
chachos? Venid a enseñármelo. Hay muchos pájaros que podéis tirar con la
cerbatana, y yo sé dónde se encuentran, dijo Zipacná.
Su humildad convenció a los muchachos. Y éstos le dijeron: — Pero ¿de
veras lo podrás coger? Porque sólo por causa tuya volveremos; nosotros ya
no lo intentaremos porque nos mordió cuando íbamos entrando boca abajo.
Luego tuvimos miedo al entrar arrastrándonos, pero en poco estuvo que lo
cogiéramos. Así, pues, es bueno que tú entres arrastrándote, le dijeron.
—Está bien, dijo Zipacná, y entonces se fue en su compañía. Llegaron
al fondo del barranco, y allí, tendido sobre el costado, estaba el cangrejo mos­
trando su concha colorada. Y allí también, en el fondo del barranco, estaba
el engaño de los muchachos.
— ¡Qué bueno!, dijo entonces Zipacná con alegría. ¡Quisiera tenerlo ya
en la boca! Y era que verdaderamente se estaba muriendo de hambre. Quiso
probar a ponerse de bruces, quiso entrar, pero el cangrejo iba subiendo. Sa­
lióse en seguida y los muchachos le preguntaron:
— ¿No lo cogiste?
—No, contestó, porque se fue para arriba y poco me faltó para cogerlo.
Pero tal vez sería bueno que yo entrara para arriba, agregó. Y luego entró
de nuevo hacia arriba, pero cuando ya casi había acabado de entrar y sólo
mostraba la punta de los pies, se derrumbó el gran cerro y le cayó lenta­
mente sobre el pecho.
Nunca más volvió Zipacná y fue convertido en piedra.
Así fue vencido Zipacná por los muchachos Hunahpú e Ixbalanqué;
aquel que, según la antigua tradición, hacía las montañas, el hijo primogénito
de Vucub-Caquix.
Al pie del cerro llamado Meauán fue vencido. Sólo por un prodigio fue
vencido el segundo de los soberbios. Quedaba otro, cuya historia contaremos
ahora.

CAPITULO IX

E l t e r c e r o de los soberbios era el segundo hijo de Vucub-Caquix, que se


llamaba Cabracán.
— ¡Yo derribo las montañas!, decía.
Pero Hunahpú e Ixbalanqué vencieron también a Cabracán. Huracán,
Chipi-Caculhá y Raxa-Caculhá hablaron y dijeron a Hunahpú e Ixbalanqué:
—Que el segundo hijo de Vucub-Caquix sea también vencido. Esta es
nuestra voluntad. Porque no está bien lo que hace sobre la tierra, exaltando
su gloria, su grandeza y su poder, y no debe ser así. Llevadle con halagos
allá donde nace el sol, les dijo Huracán a los dos jóvenes.
—Muy bien, respetable Señor, contestaron éstos, porque no es justo lo
que vemos. ¿Acaso no existes tú, tú que eres la paz, tú, Corazón del Cielo?,
dijeron los muchachos mientras escuchaban la orden de Huracán.
Entretanto, Cabracán se ocupaba en sacudir las montañas. Al más pe­
queño golpe de sus pies sobre la tierra, se abrían las montañas grandes y
pequeñas. Así lo encontraron los muchachos, quienes preguntaron a Ca­
bracán:

27
— ¿A dónde vas, muchacho?
—A ninguna parte, contestó. Aquí estoy moviendo las montañas y las
estaré derribando para siempre,26 dijo en respuesta.
A continuación les preguntó Cabracán a Hunahpú e Ixbalanqué:
— ¿Qué venís a hacer aquí? No conozco vuestras caras. ¿Cómo os lla­
máis?, dijo Cabracán.
—-No tenemos nombre, contestaron aquéllos. No somos más que tirado­
res con cerbatana y cazadores con liga en los montes. Somos pobres y no te­
nemos nada que nos pertenezca, muchacho. Solamente caminamos por los
montes pequeños y grandes, muchacho. Y precisamente hemos visto una gran
montaña, allá donde se enrojece el cielo. Verdaderamente se levanta muy alto
y domina la cima de todos los cerros. Así es que no hemos podido coger ni
uno ni dos pájaros en ella, muchacho. Pero ¿es verdad que tú puedes derri­
bar todas las montañas, muchacho?, le dijeron Hunahpú e Ixbalanqué a Ca­
bracán.
— ¿De veras habéis visto esa montaña que decís? ¿En dónde está? En
cuanto yo la vea la echaré abajo. ¿Dónde la visteis?
— Por allá está, donde nace el sol, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
—Está bien, enseñadme el camino, les dijo a los dos jóvenes.
— ¡Oh, n o !, contestaron éstos. Tenemos que llevarte en medio de noso­
tros: uno irá a tu mano izquierda y otro a tu mano derecha, porque tene­
mos nuestras cerbatanas, y si hubiere pájaros les tiraremos.
Y así iban alegres, probando sus cerbatanas; pero cuando tiraban con
ellas, no usaban el bodoque de barro en el tubo de sus cerbatanas, sino que
sólo con el soplo derribaban a los pájaros cuando les tiraban, de lo cual se
admiraba grandemente Cabracán.
En seguida hicieron un fuego los muchachos y pusieron a asar los pája­
ros en el fuego, pero untaron uno de los pájaros con tizate,27 lo cubrieron de
una tierra blanca.
—Esto le daremos, dijeron, para que se le abra el apetito con el olor
que despide. Este nuestro pájaro será su perdición. Así como la tierra cubre
este pájaro por obra nuestra, así daremos con él en tierra y en tierra lo se­
pultaremos.
— Grande será la sabiduría de un ser creado, de un ser formado, cuando
amanezca, cuando aclare, dijeron los muchachos.
— Como el deseo de comer un bocado es natural en el hombre, el cora­
zón de Cabracán está ansioso, decían entre sí Hunahpú e Ixbalanqué.
Mientras estaban asando los pájaros, éstos se iban dorando al cocerse,
y la grasa y el jugo que de ellos se escapaban despedían el olor más apeti­
toso. Cabracán sentía grandes ganas de comérselos; se le hacía agua la boca,
bostezaba y la baba y la saliva le corrían a causa del olor excitante de los
pájaros.
Luego les preguntó: — ¿Qué es esa vuestra comida? Verdaderamente es
agradable el olor que siento. Dadme un pedacito, les dijo.
26 Literalmente, mientras haya sol y claridad.
27 Del náhuatl tizatl, yeso. El autor usa la palabra maya y quiché zahcab que se
aplica a una especie de cemento blanco natural que usaban los antiguos indios.

28
Diéronle entonces un pájaro a Cabracán, el pájaro que sería su ruina. Y en
cuanto acabó de comerlo se pusieron en camino y llegaron al oriente, adonde
estaba la gran montaña. Pero ya entonces se le habían aflojado las piernas y
las manos a Cabracán, ya no tenía fuerzas a causa de la tierra con que habían
untado el pájaro que se comió, y ya no pudo hacerles nada a las montañas,
ni le fue posible derribarlas.
En seguida lo amarraron los muchachos. Atáronle los brazos detrás de la
espalda y le ataron también el cuello y los pies juntos. Luego lo botaron al
suelo, y allí mismo lo enterraron.
De esta manera fue vencido Cabracán tan sólo por obra de Hunahpú e
Ixbalanqué. No sería posible enumerar todas las cosas que éstos hicieron
aquí en la tierra.
Ahora contaremos el nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué, habiendo
relatado primeramente la destrucción de Vucub-Caquix con la de Zipacná y
la de Cabracán aquí sobre la tierra.

SEGUNDA PARTE

CAPITULO PRIMERO

A hora diremos también el nombre del padre de Hunahpú e Ixbalanqué. De­


jaremos en la sombra su origen, y dejaremos en la oscuridad el relato y la
historia del nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué. Sólo diremos la mitad,
una parte solamente de la historia de su padre.
1 He aquí la historia. He aquí el nombre de Hun-Hunahpú, así llamado.
Sus padres eran Ixpiyacoc e Ixmucané. De ellos nacieron, durante la noche,28
Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, de Ixpiyacoc e Ixmucané.29
Ahora bien, Hun-Hunahpú había engendrado y tenía dos hijos, y de estos
dos hijos, el primero se llamaba Hunbatz y el segundo Hunchouén.30
La madre de éstos se llamaba Ixbaquiyalo, así se llamaba la mujer de
Hun-Hunahpú. Y el otro Vucub-Hunahpú no tenía mujer, era soltero.
Estos dos hijos, por su naturaleza, eran grandes sabios y grande era su
sabiduría; eran adivinos aquí en la tierra, de buena índole y buenas costum­
bres. Todas las artes les fueron enseñadas a Hunbatz y Hunchouén, los hijos

28 Esto es, antes que hubiera sol, ni luna, ni hubiese sido creado el hombre.
29 Hun-Hunahpú, 1 Hunahpú; Vucub-Hunahpú, 7 Hunahpú, son dos días del ca­
lendario quiché. Como se sabe, los antiguos indios designaban les días anteponiendo un
número a cada uno, formando series de 13 días que se repetían sin interrupción hasta
formar el ciclo de 260 días que los mayas llamaban tzolkín, los quichés cholquih y los
mexicanos tonalpohualli. Era costumbre dar a las personas el nombre del día en que
nacían.
30 Nótese que, fuera de la indicación de que se dirá el nombre de los padres de
Hunahpú e Ixbalanqué, no se vuelve a hablar de estos héroes hasta que se cuenta su
nacimiento en el capítulo v de la Segunda Parte. Ailí se refiere la otra mitad de la his­
toria, que en este lugar deja el autor intencionalmente en la oscuridad.

29
de Hun-Hunahpú. Eran flautistas, cantores, tiradores con cerbatana, pinto­
res, escultores, joyeros, plateros: esto eran Hunbatz y Hunchouén.31
Ahora bien, Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú se ocupaban solamente
de jugar a los dados y a la pelota todos los días; y de dos en dos se dispu­
taban los cuatro cuando se reunían en el juego de pelota.
Allí venía a observarlos el Voc,32 el mensajero de Huracán, de Chipi-
Caculhá, de Raxa-Caculhá; pero este Voc no se quedaba lejos de la tierra,
ni lejos de Xibalbá-,33 y en un instante subía al cielo al lado de Huracán.
Estaban todavía aquí en la tierra cuando murió la madre de Hunbatz y
Hunchouén.
Y habiendo ido a jugar a la pelota en el camino de Xibalbá, los oyeron
Hun-Camé y Vucub-Camé, los Señores de Xibalbá.
— ¿Qué están haciendo sobre la tierra? ¿Quiénes son los que la hacen
temblar y hacen tanto ruido? ¡Que vayan a llamarlos! ¡Que vengan a jugar
aquí a la pelota, donde los venceremos! Ya no somos respetados por ellos,
ya no tienen consideración ni miedo a nuestra categoría, y hasta se ponen
a pelear sobre nuestras cabezas, dijeron todos los de Xibalbá.
En seguida entraron todos en consejo. Los llamados Hun-Camé y Vucub-
Camé eran los jueces supremos. A todos los Señores les señalaban sus fun­
ciones Hun-Camé y Vucub-Camé y a cada uno le señalaban sus atribuciones.
Xiquiripat y Cuchumaquic, eran los Señores de estos nombres. Estos son
los que causan los derrames de sangre de los hombres.
Otros se llamaban Ahalpuh y Ahalganá, también Señores. Y el oficio de
éstos eran hinchar a los hombres, hacerles brotar pus de las piernas y teñir­
les de amarillo la cara, lo que se llama Chuganal. Tal era el oficio de Ahal­
puh y Ahalganá.
Otros eran el Señor Chamiabac y el Señor Chamiaholom, alguaciles de
Xibalbá, cuyas varas eran de hueso. La ocupación de éstos era enflaquecer
a los hombres hasta que los volvían sólo huesos y calaveras y se morían y se
los llevaban con el vientre y los huesos estirados. Tal era el oficio de Cha­
miabac y Chamiaholom, así llamados.
Otros se llamaban el Señor Ahalmez y el Señor Ahaltocob. El oficio de
éstos era hacer que a los hombres les sucediera alguna desgracia, ya cuando
iban para la casa, o frente a ella, y que los encontraran heridos, tendidos
boca arriba en el suelo y muertos. Tal era el oficio de Ahalmez y Ahaltocob,
como les llamaban.
Venían en seguida otros Señores llamados Xic y Patán, cuyo oficio era
causar la muerte a los hombres en los caminos, lo que se llama muerte re­
pentina, haciéndoles llegar la sangre a la boca hasta que morían vomitando

31 Ah chuen, en maya, significa artesano. Diccionario de Motul.


32 Al lugar donde jugaban a la pelota, pa hom en el original, llegaba a observarlos
el voc o vac, que es el gavilán.
33 Chi-Xibalhá. Antiguamente, dice el P. Coto, este nombre Xibalbay significaba el
demonio, o los difuntos o visiones que se aparecían a los indios. En Yucatán tenía los
mismos significados. Xibalbá era el diablo y xibil es desaparecerse como visión o fan­
tasma, según el Diccionario de Motul. Los mayas practicaban un baile que llamaban X i­
balbá ocot, o baile del demonio. Para los quichés Xibalbá era la región subterránea habi­
tada por enemigos del hombre.

30
sangre. El oficio de cada uno de estos Señores era cargar con ellos, oprimirles
la garganta y el pecho para que los hombres murieran en los caminos, hacién­
doles llegar [la sangre] a la garganta cuando caminaban. Este era el oficio
de Xic v Patán.
Y habiéndose reunido en consejo, trataron de la manera de atormentar
y castigar a Hun-Hunahpú y a Vucub-Hunahpú. Lo que deseaban los de
Xibalbá eran los instrumentos de juego de Hun-Hunahpú y Vacub-Hunahpú,
sus cueros,34 sus anillos, sus guantes, la corona y la máscara,35 que eran los
adornos de Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú.
Ahora contaremos su ida a Xibalbá y cómo dejaron tras de ellos a los
hijos de Hun-Hunahpú, Hunbatz y Chouén, cuya madre había muerto.
Luego diremos cómo Hunbatz y Hunchouén fueron vencidos por Hunah­
pú e Ixbalanqué.

CAPITULO II

E n seg u id afue la venida de los mensajeros de Hun-Camé y Vucub-Camé.


— Id, les dijeron, Ahpop Achih,36 id a llamar a Hun-Hunahpú y Vucub-
Hunahpú. “ Venid con nosotros” , les diréis. “ Dicen los Señores que vengáis” .
Que vengan aquí a jugar a la pelota con nosotros, para que con ellos se ale­
gren nuestras caras, porque verdaderamente nos causan admiración. Así,
pues, que vengan, dijeron los Señores. Y que traigan acá sus instrumentos
de juego, sus anillos, sus guantes, y que traigan también sus pelotas de cau­
cho, dijeron los Señores. “Venid pronto, les diréis” , les fue dicho a los men­
sajeros.
Y estos mensajeros eran búhos: Chabi-Tucur, Huracán-Tucur, Caquix-
Tucur y Holom-Tucur.37 Así se llamaban los mensajeros de Xibalbá.
Chabi-Tucur era veloz como una flecha; Huracán-Tucur tenía solamente
una pierna; Caquix-Tucur tenía la espalda roja, y Holom-Tucur solamente
tenía cabeza, no tenía piernas, pero sí tenía alas.
Los cuatro mensajeros tenían la dignidad de Ahpop-Achih. Saliendo de
Xibalbá llegaron rápidamente, llevando su mensaje, al patio donde estaban
jugando a la pelota Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, en el juego de pelota
que se llamaba Nim-Xob Carchaba Los búhos mensajeros se dirigieron al
34 Tzuun, rodela de cuero, interpreta Ximénez. Eran los cueros que les cubrían las
piernas y los protegían contra el golpe de la pelota.
35 Vachzot, cerco de la cara, según Ximénez, máscara. Todos estos objetos eran ne­
cesarios para el violento juego de la pelota y para ornato de los jugadores.
36 Título de algunos de los Señores y jefes quichés.
37 Chabi-Tucur, Búho flecha; Huracán-Tucur, Búho de upa pierna, o Búho gigante;
Caquix-Tucur, Búho guacamaya; Holom-Tucur, Cabez,a de búho, o Búho que se distin­
guía por la cabeza. Tucur es el nombre quiché del búho. Así se llama también un pueblo
de la Verapaz, San Miguel Tucurú. Esta ave nocturna es conocida indistintamente en
Guatemala con el nombre de tucurú y con el de tecolote, del náhuatl tecolotl.
38 La gran Carchah, centro importante de población en la Verapaz, región en donde
parecen haber localizado los quichés los hechos mitológicos del Popol Vuh. En el Ma­
nuscrito cakchiquel se lee que éstos y los quichés fueron a poblar a Sabinal, al medio de
Chacachil, al medio de Nimxor, al medio de Moinal, al medio de Carchah (nicah Car-

31
juego de la pelota y presentaron su mensaje, precisamente en el orden en
que se lo dieron Hun-Camé, Vucub-Camé, Ahalpuh, Ahalganá, Chamiabac,
Chamiaholom, Xiquiripat, Cuchumaquic. Ahalmez, Ahaltocob, Xic y Patán,
que así se llamaban los Señores que enviaban su recado por medio de los
buhos.
— ¿De veras han hablado así los Señores Hun-Camé y Vucub-Camé?
—Ciertamente han hablado así, y nosotros os tenemos que acompañar.
— “Que traigan todos sus instrumentos para el juego” , han dicho los
Señores.
— Está bien, dijeron los jóvenes. Aguardadnos, sólo vamos a despedirnos
de nuestra madre.
Y habiéndose dirigido hacia su casa, le dijeron a su madre, pues su padre
ya era muerto: —Nos vamos, madre nuestra, pero en vano será nuestra ida.
Los mensajeros del Señor han venido a llevarnos. “ Que vengan” , han dicho,
según manifiestan los enviados.
—Aquí se quedará en prenda nuestra pelota, agregaron. En seguida la
fueron a colgar en el hueco que hacía el techo de la casa. Luego dijeron:
—Ya volveremos a jugar. Y dirigiéndose a Hunbatz y Hunchouén les di­
jeron:
—Vosotros ocupaos de tocar la flauta y de cantar, de pintar, de escul­
pir; calentad nuestra casa y calentad el corazón de vuestra abuela.
Cuando se despidieron de su madre, se enterneció Ixmucané y echó a
llorar. —No os aflijáis, nosotros nos vamos, pero todavía no hemos muerto,
dijeron al partir Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú.
En seguida se fueron Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú y los mensajeros
los llevaban por el camino. Así fueron bajando por el camino de Xibalbá,
por unas escaleras muy inclinadas. Fueron bajando hasta que llegaron a la
orilla de un río que corría rápidamente entre los barrancos llamados Nu zivan
cul y Cuzivan39 y pasaron por ellos. Luego pasaron por el río que corre en-

chah). Algunos de estos lugares conservan sus nombres antiguos y pueden identificarse
fácilmente en la región de la Verapaz. Según el documento cakchiquel, Nim Xor y Car­
chah eran dos sitios diferentes.
39 Nu zivan cul, mi barranco o el barranco angosto. Cu zivan, barranco angosto, es­
trecho. Zivan es barranco, pero se llama así también a las cuevas subterráneas en Vera-
paz y el Petén; son los siguanes del lenguaje corriente. Los datos topográficos que sumi­
nistra este capítulo y las indicaciones que se encuentran en otros lugares de esta Segunda
Parte demuestran que los antiguos quichés tenían ideas bastante precisas sobre la locali­
zación del reino de Xibalbá, donde habitaban unos jefes sanguinarios y despóticos a
quienes aquéllos estuvieron sujetos en los tiempos mitológicos. En el presente capítulo
se señala, como punto de partida del camino de Xibalbá, el gran pueblo de Carchá que
existe todavía a pocos kilómetros de Cobán, la capital del departamento de la Alta Vera-
paz. Saliendo de Carchá el camino bajaba “ por unas escaleras muy inclinadas” hasta llegar
a los barrancos o siguanes, entre los cuales corría un río precipitadamente; es decir, des­
cendían de las montañas del interior hasta las tierras bajas del Petén, a los dominios de
os itzáes. Al final de esta Segunda Parte se dice que los de Xibalbá eran los Ah-Tza, los
4h-Tucur, los malos, los búhos. Estas palabras, sin embargo, pueden leerse también como
‘los de Itza” (Petén) y “ los de Tucur”, o sea Tocolotlán, la tierra de los búhos (la Ve-
rapaz). Son las dos regiones del norte de Guatemala, muy conocidas en el mundc antiguo,
hasta donde los quichés no pudieron extender sus conquistas. Estos nombres confirman
las indicaciones topográficas del texto. Las tribus que en tiempos relativamente recientes

32
tre jícaros espinosos. Los jícaros eran innumerables, pero ellos pasaron sin
lastimarse.
Luego llegaron a la orilla de un río de sangre y lo atravesaron sin beber
sus aguas; llegaron a otro río solamente de agua y no fueron vencidos. Pa­
saron adelante hasta que llegaron a donde se juntaban cuatro caminos y allí
fueron vencidos, en el cruce de los cuatro caminos.
De estos cuatro caminos, uno era rojo, otro negro, otro blanco y otro
amarillo. Y el camino negro les habló de esta manera: —Yo soy el que de­
béis tomar porque yo soy el camino del Señor. Así habló el camino.
Y allí fueron vencidos. Los llevaron por el camino de Xibalbá y cuando
llegaron a la sala del consejo de los Señores de Xibalbá, ya habían perdido
la partida.
Ahora bien, los primeros que estaban allí sentados eran solamente mu­
ñecos, hechos de palo, arreglados por los de Xibalbá.
A éstos los saludaron primero:
— ¿Cómo estáis, Hun-Camé?, le dijeron al muñeco.
— ¿Cómo estáis, Vucub-Camé?, le dijeron al hombre de palo. Pero éstos
no les respondieron. Al punto soltaron la carcajada los Señores de Xibalbá y
todos los demás Señores se pusieron a reír ruidosamente, porque sentían que
ya los habían vencido, que habían vencido a Hun-Hunahpú y Vucub-Hu-
nahpú. Y seguían riéndose.
Luego hablaron Hun-Camé y Vucub-Camé: —Muy bien, dijeron. Ya vi­
nisteis. Mañana preparad la máscara, vuestros anillos y vuestros guantes, les
dijeron.
—Venid a sentaros en nuestro banco, les dijeron. Pero el banco que les
ofrecían era de piedra ardiente y en el banco se quemaron. Se pusieron a dar
vueltas en el banco, pero no se aliviaron y si no se hubieran levantado se les
habrían quemado las asentaderas.
Los de Xibalbá se echaron a reír de nuevo, se morían de la risa; se re­
torcían del dolor que les causaba la risa en las entrañas, en la sangre y en
los huesos, riéndose todos los Señores de Xibalbá.
—Idos ahora a aquella casa, les dijeron; allí se os llevará vuestra raja
de ocote40 y vuestro cigarro y allí dormiréis.
En seguida llegaron a la Casa Oscura. No había más que tinieblas en el
interior de la casa.
Mientras tanto, los señores de Xibalbá discurrían lo que debían hacer.

llegaron a establecerse en las montañas del interior de Guatemala tenían sin duda alguna
creencia de que el norte del territorio estaba poblado por sus viejos enemigos, los mismos
que en épocas anteriores disponían de las vidas de sus antepasados. Esos habitantes del
norte eran los mayas del Viejo Imperio, una de cuyas ramas, la de los itzáes, fue la últi­
ma en rendirse a los españoles en los años finales del siglo x v i i . Otros datos dispersos
en el Popol Vuh revelan que Xibalbá era un lugar profundo, subterráneo, un abismo
desde el cual había que subir para llegar a la tierra; pero el propio documento quiché
explica que los Señores de Xibalbá no eran dioses, ni eran inmortales, que eran falsos de
corazón, hipócritas, envidiosos y tiranos. Que no eran invencibles se demuestra en el
curso de la narración.
40 Chah en quiché, ocotl en lengua mexicana, pino resinoso que usan los indios para
alumbrarse.

33
— Sacrifiquémoslos mañana, que mueran pronto, pronto, para que- sus
instrumentos de juego nos sirvan a nosotros para jugar, dijeron entre sí los
Señores de Xibalbá.
Ahora bien, su ocote era una punta redonda de pedernal del que llaman
zaquitoc, éste es el pino de Xibalbá. Su ocote era puntiagudo y afilado y
brillante como hueso; muy duro era el pino de los de Xibalbá.
Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú entraron a la Casa Oscura. Allí fueron
a darles su ocote, un solo ocote encendido que les mandaban Hun-Camé y
Vucub-Camé, junto con un cigarro para cada uno, encendido también, que les
mandaban los Señores. Esto fueron a darles a Hun-Hunahpú y Vucub-Hu­
nahpú.
Estos se hallaban en cuclillas en la oscuridad cuando llegaron los porta­
dores del ocote y los cigarros. Al entrar, el ocote alumbraba brillantemente.
— Que enciendan su ocote y sus cigarros cada uno; que vengan a devol­
verlos al amanecer, pero que no los consuman, sino que los devuelvan ente­
ros; esto es lo que os mandan decir los Señores. Así les dijeron. Y así fueron
vencidos. Su ocote se consumió, y asimismo se consumieron los cigarros que
les habían dado.
Los castigos de Xibalbá eran numerosos; eran castigos de muchas ma­
neras.
El primero era la Casa Oscura, Quequma-ha, en cuyo interior sólo había
tinieblas.
El segundo la Casa donde tiritaban, Xuxulim-ha, dentro de la cual hacía
mucho frío. Un viento frío e insoportable soplaba en su interior.
El tercero era la Casa de los tigres, Balami-ha, así llamada, en la cual no
había más que tigres que se revolvían, se amontonaban, gruñían y se mofa­
ban. Los tigres estaban encerrados dentro de la casa.
Zotzi-ha, la Casa de los murciélagos, se llamaba el cuarto lugar de cas­
tigo. Dentro de esta casa no había más que murciélagos que chillaban, grita­
ban y revoloteaban en la casa. Los murciélagos estaban encerrados y no
podían salir.
El quinto se llamaba la Casa de las Navajas, Chayin-ha,41 dentro de la
cual solamente había navajas cortantes y afiladas, calladas o rechinando las
unas con las otras dentro de la casa.
Muchos eran los lugares de tormento de Xibalbá; pero no entraron en
ellos Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú. Solamente mencionamos los nombres
de estas casas de castigo.
Cuando entraron Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú ante Hun-Camé y
Vucub-Camé, les dijeron éstos:
— ¿Dónde están mis cigarros? ¿Dónde está mi raja de ocote que os die­
ron anoche?
— Se acabaron, Señor.
—Está bien. Hoy será el fin de vuestros días. Ahora moriréis. Seréis

41 Cbay, obsidiana, sustancia vidriosa, piedra volcánica negra, la “ piedra de rayo”


de los campesinos, de la cual desprendían los indios pequeñas hojas cortantes que usaban
como cuchillos o navajas y puntas de flecha.

34
destruidos, os haremos pedazos y aquí quedará oculta vuestra memoria. Se­
réis sacrificados, dijeron Hun-Camé y Vucub-Camé.
En seguida los sacrificaron y los enterraron en el Pucbal-Cbah, así lla­
mado. Antes de enterrarlos le cortaron la cabeza a Hun-Hunahpú y enterra­
ron al hermano mayor junto con el hermano menor.
—Llevad la cabeza y ponedla en aquel árbol que está sembrado y en el
camino, dijeron Hun-Camé y Vucub-Camé. Y habiendo ido a poner la ca­
beza en el árbol, al punto se cubrió de frutas este árbol que jamás había
fructificado antes de que pusieran entre sus ramas la cabeza de Hun-Hunahpú.
Y a esta jicara la llamamos hoy la cabeza de Hun-Hunahpú, que así se dice.
Con admiración contemplaban Hun-Camé y Vucub-Camé el fruto del ár­
bol. El fruto redondo estaba en todas partes; pero no se distinguía la cabeza
de Hun-Hunahpú; era un fruto igual a los demás frutos del jícaro. Así apa­
recía ante todos los de Xibalbá cuando llegaban a verla.
A juicio de aquéllos, la naturaleza de este árbol era maravillosa, por lo
que había sucedido en un instante cuando pusieron entre sus ramas la ca­
beza de Hun-Hunahpú. Y los Señores de Xibalbá ordenaron: — ¡Que nadie
venga a coger de esta fruta! ¡Que nadie venga a ponerse debajo de este
árbol!, dijeron, y así dispusieron impedirlo todos los de Xibalbá.
La cabeza de Hun-Hunahpú no volvió a aparecer, porque se había vuelto
la misma cosa que el fruto del árbol que se llama jícaro. Sin embargo, una
muchacha oyó la historia maravillosa. Ahora contaremos cómo fue su llegada.

CAPITULO III

E s t a e s la historia de una doncella, hija de un Señor llamado Cuchumaquic.


Llegaron [estas noticias] a oídos de una doncella, hija de un Señor. El
nombre del padre era Cuchumaquic y el de la doncella Ixquic. Cuando ella
oyó la historia de los frutos del árbol, que fue contada por su padre, se
quedó admirada de oírla.
— ¿Por qué no he de ir a ver a ese árbol que cuentan?, exclamó la joven.
Ciertamente deben ser sabrosos los frutos de que oigo hablar. A continuación
se puso en camino ella sola y llegó al pie del árbol que estaba sembrado en
Pucbal-Chah.
— ¡Ah!, exclamó, ¿qué frutos son los que produce este árbol? ¿No es
admirable ver cómo se ha cubierto de frutos? ¿Me he de morir, me perderé
si corto uno de ellos?, dijo la doncella.
Habló entonces la calavera que estaba entre las ramas del árbol y dijo:
— ¿Qué es lo que quieres? Estos objetos redondos que cubren las ramas del
árbol no son más que calaveras. Así dijo la cabeza de Hun-Hunahpú diri­
giéndose a la joven. ¿Por ventura los deseas?, agregó.
—Sí, los deseo, contestó la doncella.
—Muy bien, dijo la calavera. Extiende hacia acá tu mano derecha.
—Bien, replicó la joven, y levantando su mano derecha, la extendió en
dirección a la calavera.

35
En ese instante la calavera lanzó un chisguete de saliva que fue a caer
directamente en la palma de la mano de la doncella. Miróse ésta rápidamente
y con atención la palma de la mano, pero la saliva de la calavera ya no es­
taba en su mano.
—En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia (dijo la voz en el
árbol). Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera
despojada de la carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es
lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren espántanse
los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos,
que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un Señor, de un hombre
sabio o de un orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino se here­
da; no se extingue ni desaparece la imagen del Señor, del hombre sabio o
del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran. Esto
mismo he hecho yo contigo. Sube, pues, a la superficie de la tierra, que no
morirás. Confía en mi palabra que así será, dijo la cabeza de Hun-Hunahpú
y de Vucub-Hunahpú.
Y todo lo que tan acertadamente hicieron fue por mandato de Huracán,
Chipi-Caculhá y Raxa-Caculhá.
Volvióse en seguida a su casa la doncella después que le fueron hechas
todas estas advertencias, habiendo concebido inmediatamente los hijos en su
vientre por la sola virtud de la saliva, Y así fueron engendrados Hunahpú e
Ixbalanqué.
Llegó, pues, la joven a su casa y después de haberse cumplido seis meses,
fue advertido su estado por su padre, el llamado Cuchumaquic. Al instante
fue descubierto el secreto de la joven por el padre, al observar que tenía hijo.
Reuniéronse entonces en consejo todos los Señores Hun-Cumé y Vucub-
Camé con Cuchumaquic.
—Mi hija está preñada, Señores; ha sido deshonrada, exclamó el Cuchu­
maquic cuando compareció ante los Señores.
—Está bien, dijeron éstos. Oblígala a declarar la verdad, y si se niega a
hablar, castígala; que la lleven a sacrificar lejos de aquí.
—Muy bien, respetables Señores, contestó. A continuación interrogó a
su hija:
— ¿De quién es el hijo que tienes en el vientre, hija mía? Y ella contestó:
—No tengo hijo, señor padre, aún no he conocido varón.
—Está bien, replicó. Positivamente eres una ramera. Llevadla a sacrifi­
car, señores Ahpop Achih; traedme el corazón dentro de una jicara y volved
hoy mismo ante los Señores, les dijo a los búhos.
Los cuatro mensajeros tomaron la jicara y se marcharon llevando en sus
brazos a la joven y llevando también el cuchillo de pedernal para sacrificarla.
Y ella les dijo: —No es posible que me matéis, ¡oh mensajeros!, porque
no es una deshonra lo que llevo en el vientre, sino que se engendró solo
cuando fui a admirar la cabeza de Hun-Hunahpú que estaba en Pucbal-Chah.
Así, pues, no debéis sacrificarme, ¡oh mensajeros!, dijo la joven dirigiéndose
a ellos.
— ¿Y qué pondremos en lugar de tu corazón? Se nos ha dicho por tu
padre: “Traedme el corazón, volved ante los Señores, cumplid vuestro deber

36
y atended juntos a la obra, traedlo pronto en la jicara, poned el corazón en
el fondo de la jicara.” ¿Acaso no se nos habló así? ¿Qué le daremos entre la
jicara? Nosotros bien quisiéramos que no murieras, dijeron los mensajeros.
—Muy bien, pero este corazón no les pertenece a ellos. Tampoco debe
ser aquí vuestra morada, ni debéis tolerar que os obliguen a matar a los
hombres. Después serán ciertamente vuestros los verdaderos criminales y míos
serán en seguida Hun-Camé y Vucub-Camé. Así, pues, la sangre y sólo la
sangre será de ellos y estará en su presencia. Tampoco puede ser que este
corazón sea quemado ante ellos.42 Recoged el producto de este árbol, dijo la
doncella. El jugo rojo brotó del árbol, cayó en la jicara y en seguida se hizo
una bola resplandeciente que tomó la forma de un corazón hecho con la savia
que corría de aquel árbol encarnado. Semejante a la sangre brotaba la sa­
via del árbol, imitando la verdadera sangre. Luego se coaguló allí dentro la
sangre, o sea la savia del árbol rojo, y se cubrió de una capa muy encendida
como de sangre al coagularse dentro de la jicara, mientras que el árbol res­
plandecía por obra de la doncella. Llamábase Arbol rojo de granad pero
[desde entonces] tomó el nombre de Arbol de la Sangre porque a su savia
se le llama la Sangre.
— Allá en Ja tierra seréis amados y tendréis lo que os pertenece, dijo la
joven a los búhos.
—Está bien, niña. Nosotros nos iremos allá, subiremos a servirte; tú,
sigue tu camino mientras nosotros vamos a presentar la savia en lugar de tu
corazón ante los Señores, dijeron los mensajeros.
Cuando llegaron a presencia de los Señores, estaban todos aguardando.
— ¿Se ha terminado eso?, preguntó Hun-Camé.
—Todo está concluido, Señores. Aquí está el corazón en el fondo de la
jicara.
—Muy bien. Veamos, exclamó Hun-Camé. Y cogiéndolo con los dedos
lo levañtó, se rompió la corteza y comenzó a derramarse la sangre de vivo
color rojo.
—Atizad bien el fuego y ponedlo sobre las brasas, dijo Hun-Camé.
En seguida lo arrojaron al fuego y comenzaron a sentir el olor los de
Xibalbá, y levantándose todos se acercaron y ciertamente sentían muy dulce
la fragancia de la sangre. t
Y mientras ellos se quedaban pensativos, se marcharon los búhos, los
servidores de la doncella, remontaron el vuelo en bandada desde el abismo
hacia la tierra y los cuatro se convirtieron en sus servidores.
Así fueron vencidos los Señores de Xibalbá. Por la doncella fueron enga­
ñados todos.

42 Aunque no se había mencionado antes, Ixquic sabía muy bien que los Señores
deseaban su corazón para quemarlo. Esta era una antigua costumbre de los mayas.
43 Chuh Cakché. Es el árbol que los mexicanos llamaban ezquahuitl, árbol de san­
gre, y los europeos denominaban sangre, Sangre de Dragón, Croton sanguifluus, una
planta tropical cuya savia tiene el color y la densidad de la sangre.

37
CAPITULO IV

A hora bien, estaban con su madre Hunbatz y Hunchouén44 cuando llegó la


mujer llamada Ixquic.
Cuando llegó, pues, la mujer Ixquic ante la madre de Hunbatz y Hun­
chouén, llevaba a sus hijos en el vientre y faltaba poco para que nacieran
Hunahpú e Ixbalanqué, que así fueron llamados.
Al llegar la mujer ante la anciana, le dijo la mujer a la abuela: —He lle­
gado, señora madre; yo soy vuestra nuera y vuestra hija, señora madre. Así
dijo cuando entró a la casa de la abuela.
— ¿De dónde vienes tú? ¿En dónde están mis hijos? ¿Por ventura no
murieron en Xibalbá? ¿No ves a éstos a quienes les quedaron su descen­
dencia y linaje y que se llaman Hunbatz y Hunchouén? ¡Sal de aquí! ¡Vete!,
gritó la vieja a la muchacha.
—Y, sin embargo, es la verdad que soy vuestra nuera; ha tiempo que lo
soy. Pertenezco a Hun-Hunahpú. Ellos viven en lo que llevo, no han muerto
Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú: volverán a mostrarse claramente, mi se­
ñora suegra. Y así, pronto veréis su imagen en lo que traigo, le fue dicho
a la vieja.
Entonces se enfurecieron Hunbatz y Hunchouén. Sólo se entretenían en
tocar la flauta y cantar, en pintar y esculpir, en lo que pasaban todo el día,
y eran el consuelo de la vieja.
Habló luego la vieja y dijo:
—No quiero que tú seas mi nuera, porque lo que llevas en el vientre es
fruto de tu deshonestidad. Además, eres una embustera: mis hijos de quie­
nes hablas ya son muertos.
Luego agregó la abuela: —Esto que te digo es la pura verdad; pero en
fin, está bien, tú eres mi nuera, según he oído. Anda, pues, a traer la comida
para los que hay que alimentar. Anda a cosechar una red grande [de maíz]
y vuelve en seguida, puesto que eres mi nuera, según lo que oigo, le dijo a
la muchacha.
—Muy bien, replicó la joven, y se fue en seguida para la milpa que po­
seían Hunbatz y Hunchouén. El camino había sido abierto por ellos y la
joven lo tomó y así llegó a la milpa; pero no encontró más que una mata
de maíz; no había dos, ni tres, y viendo que sólo había una mata con su
espiga, se llenó de angustia el corazón de la muchacha.
— ¡Ay, pecadora, desgraciada de mí! ¿A dónde he de ir a conseguir una
red de maíz, como se me ha ordenado?, exclamó. Y en seguida se puso a
invocar al ChahaV%de la comida para que llegara y se la llevase.
— ¡Ixtoh, Ixcanil, Ixcacau,46 vosotras las que cocéis el maíz; y tú Chahal,
guardián de la comida de Hunbatz y Hunchouén!, dijo la muchacha. Y a con­
tinuación cogió las barbas, los pelos rojos de la mazorca y los arrancó, sin
44 Era la abuela de estos muchachos, que les servía de madre.
45 Guardián de las sementeras.
46 Brasseur interpreta estos nombres como sigue: Ixtoh, la diosa de la lluvia; Ixca-
nil, la diosa de las mieses (de ganel, espiga de maíz amarillo); e Ixcacau, la diosa del
cacao.

38
cortar la mazorca. Luego los arregló en la red como mazorcas de maíz y la
gran red se llenó completamente.
Volvióse en seguida la joven; los animales del campo iban cargando la
red, y cuando llegaron fueron a dejar la carga a un rincón de la casa, como
si ella la hubiera llevado. Llegó entonces la vieja y luego que vio el maíz
que había en la gran red, exclamó:
— ¿De dónde has traído todo este maíz? ¿Por ventura acabaste con
nuestra milpa y te la has traído toda para acá? Iré a ver al instante, dijo la
vieja, y se puso en camino para ir a ver la milpa. Pero la única mata de
maíz estaba allí todavía y asimismo se veía el lugar donde había estado la red
al pie de la mata.47 La vieja regresó entonces a toda prisa a su casa y dijo a
la muchacha:
—Esta es prueba suficiente de que realmente eres mi nuera. Veré ahora
tus obras, aquéllos que llevas [en el vientre] y que también son sabios, le
dijo a la muchacha.

CAPITULO V

C o n tarem os ahora el nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué. Aquí, pues, di­


remos cómo fue su nacimiento.
Cuando llegó el día de su nacimiento, dio a luz la joven que se llamaba
Ixquic; pero la abuela no los vio cuando nacieron. En un instante fueron
dados a luz los dos muchachos llamados Hunahpú e Ixbalanqué. Allá en el
monte fueron dados a luz.
Luego llegaron a la casa, pero no podían dormirse.
— ¡Anda a botarlos afuera!, dijo la vieja, porque verdaderamente es mu­
cho lo que gritan. Y en seguida fueron a ponerlos sobre un hormiguero. Allí
durmieron tranquilamente. Luego los quitaron de ese lugar y los pusieron
sobre las espinas.
Ahora bien, lo que querían Hunbatz y Hunchouén era que murieran allí
mismo en el hormiguero, o que murieran sobre las espinas. Deseábanlo así
a causa del odio y de la envidia que por ellos sentían Hunbatz y Hunchouén.
Al principio se negaban a recibir en la casa a sus hermanos menores; no
los conocían y así se criaron en el campo.
Hunbatz y Hunchouén eran grandes músicos y cantores; habían crecido
en medio de muchos trabajos y necesidades y pasaron por muchas penas,
pero llegaron a ser muy sabios. Eran a un tiempo flautistas, cantores, pinto­
res y talladores; todo lo sabían hacer.
Tenían noticia de su nacimiento y sabían también que eran los sucesores
de sus padres, los que fueron a Xibalbá y murieron allá. Grandes sabios eran,
pues Hunbatz y Hunchouén y en su interior sabían todo lo relativo al naci­
miento de sus hermanos menores. Sin embargo, no demostraban su sabiduría,
por la envidia que les tenían, pues sus corazones estaban llenos de mala vo-
47 U qolibal cat chuxe. Ni Brasseur ni Ximénez traducen chuxe, al pie.

39
luntad para ellos, sin que Hunahpú e Ixbalanqué los hubieran ofendido en
nada.
Estos últimos se ocupaban solamente de tirar con cerbatana todos los
días; no eran amados de la abuela ni de Hunbatz ni de Hunchouén. No les
daban de comer; solamente cuando ya estaba terminada la comida y habían
comido Hunbatz y Hunchouén, entonces llegaban ellos. Pero no se enojaban,
ni se encolerizaban y sufrían calladamente, porque sabían su condición y se
daban cuenta de todo con claridad. Traían sus pájaros cuando venían cada
día, y Hunbatz y Hunchouén se los comían, sin darle nada a ninguno de los
dos, Hunahpú e Ixbalanqué.
La sola ocupación de Hunbatz y Hunchouén era tocar la flauta y cantar.
Y una vez que Hunahpú e Ixbalanqué llegaron sin traer ninguna clase
de pájaros, entraron [en la casa] y se enfureció la abuela.
— ¿Por qué no traéis pájaros?, les dijo a Hunahpú e Ixbalanqué.
Y ellos contestaron: —Lo que sucede, abuela nuestra, es que nuestros
pájaros se han quedado trabados en el árbol y nosotros no podemos subir
a cogerlos, querida abuela. Si nuestros hermanos mayores así lo quieren, que
vengan con nosotros y que vayan a bajar los pájaros, dijeron.
—Está bien, dijeron los hermanos mayores, contestando, iremos con voso­
tros al amanecer.
Consultaron entonces los dos entre sí la manera de vencer a Hunbatz y
Hunchouén. — Solamente cambiaremos su naturaleza, su apariencia; cúmpla­
se así nuestra palabra, por los muchos sufrimientos que nos han causado.
Ellos deseaban que muriésemos, que nos perdiéramos nosotros, sus herma­
nos menores. En su interior nos tenían como muchachos. Por todo esto los
venceremos y daremos un ejemplo. Así iban diciendo entre ellos mientras se
dirigían al pie del árbol llamado Canté.48 Iban acompañados de sus herma­
nos mayores y tirando con la cerbatana. No era posible contar los pájaros
que cantaban sobre el árbol y sus hermanos mayores se admiraban de ver
tantos pájaros. Había pájaros, pero ni uno solo caía al pie del árbol.
—Nuestros pájaros no caen al suelo. Id a bajarlos, les dijeron a sus her­
manos mayores.
—Muy bien, contestaron éstos. Y en seguida subieron al árbol, pero el
árbol aumentó de tamaño y su tronco se hinchó. Luego quisieron bajar Hun­
batz y Hunchouén, pero ya no pudieron descender de la cima del árbol.
Entonces exclamaron desde lo alto del árbol: — ¿Qué nos ha sucedido,
hermanos nuestros? ¡Desgraciados de nosotros! Este árbol nos causa espan­
to de sólo verlo, ¡oh hermanos nuestros!, dijeron desde la cima del árbol.
Y Hunahpú e Ixbalanqué les contestaron: —Desatad vuestros calzones,49
atadlos debajo del vientre, dejando largas las puntas y tirando de ellas por
detrás, de ese modo podréis andar fácilmente. Así les dijeron sus hermanos
menores.

48 Canté, palo amarillo, Gliricidia sepium. Arbol de cuyas raíces obtenían los mayas
una sustancia de color amarillo, según el Diccionario de Motul. En Yucatán es conocido
con el nombre de Zac-yab y en Centroamérica con el de Madre de cacao.
49 Desatad vuestros calzones, o bragas; probablemente era un simple taparrabo se­
mejante al maxtatl de los indios mexicanos y al ex de los mayas.

40
—Está bien, contestaron, tirando la punta de sus ceñidores, pero al ins­
tante se convirtieron éstos en colas y ellos tomaron la apariencia de monos.
En seguida se fueron sobre las ramas de los árboles, por entre los montes
grandes y pequeños y se internaron en el bosque, haciendo muecas y colum­
piándose en las ramas de los árboles.
Así fueron vencidos Hunbatz y Hunchouén por Hunahpú e Ixbalanqué;
y sólo por arte de magia pudieron hacerlo.
Volviéronse éstos a su casa y al llegar hablaron con su abuela y con su
madre, diciéndoles: — ¿Qué será, abuela nuestra, lo que les ha sucedido a
nuestros hermanos mayores, que de repente se volvieron sus caras como ca­
ras de animales? Así dijeron.
—Si vosotros les habéis hecho algún daño a vuestros hermanos, me ha­
béis hecho desgraciada y me habéis llenado de tristeza. No hagáis semejante
cosa a vuestros hermanos, ¡oh hijos m íos!, dijo la vieja a Hunahpú e Ixba-
lanqué.
Y ellos le dijeron a su abuela:
—No os aflijáis, abuela nuestra. Volveréis a ver la cara de nuestros her­
manos; ellos volverán, pero será una prueba difícil para vos, abuela. Y tened
cuidado de no reíros. Y ahora, ¡a probar su suerte!, dijeron.
En seguida se pusieron a tocar la flauta, tocando la canción de Hunahpú-
Qoy. Luego cantaron, tocaron la flauta y el tambor, tomando sus flautas y
su tambor. Después sentaron junto a ellos a su abuela y siguieron tocando
y llamando con la música y el canto, entonando la canción que se llama Hu-
nahpú-Qoy.
Por fin llegaron Hunbatz y Hunchouén y al llegar se pusieron a bailar;
pero cuantío la vieja vio sus feos visajes se echó a reír al verlos la vieja, sin
poder contener la risa, y ellos se fueron al instante y no se les volvió a ver
la cara.
— ¡Ya lo veis, abuela! Se han ido para el bosque. ¿Qué habéis hecho,
abuela nuestra? Sólo cuatro veces podemos hacer esta prueba y no faltan más
que tres. Vamos a llamarlos con la flauta y con el canto, pero procurad con­
tener la risa. ¡Que comience la prueba!, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
En seguida se pusieron de nuevo a tocar. Hunbatz y Hunchouén volvieron
bailando y llegaron hasta el centro del patio de la casa, haciendo monerías y
provocando a risa a su abuela hasta que ésta soltó la carcajada. Realmente
eran muy divertidos cuando llegaron con sus caras de mono, sus anchas posa­
deras, sus colas delgadas y el agujero de su vientre, todo lo cual obligaba a
la vieja a reírse.
Luego se fueron otra vez a los montes. Y Hunahpú e Ixbalanqué dije­
ron: — ¿Y ahora qué hacemos, abuela? Sólo esta tercera vez probaremos.
Tocaron de nuevo la flauta y volvieron los monos bailando. La abuela
contuvo la risa. Luego subieron sobre la cocina; sus ojos despedían una luz
roja, alargaban y se restregaban los hocicos y espantaban de las muecas que
se hacían uno al otro.
En cuanto la abuela vio todo esto se echó a reír violentamente; pero ya
no se les volvieron a ver las caras, a causa de la risa de la vieja.
—Ya sólo esta vez los llamaremos, abuela, para que salgan acá por la

41
cuarta vez, dijeron los muchachos. Volvieron, pues, a tocar la flauta, pero
ellos no regresaron la cuarta vez, sino que se fueron a toda prisa para el
bosque.
Los muchachos le dijeron a la abuela: —Hemos hecho todo lo posible,
abuelita; primero vinieron, luego probamos a llamarlos de nuevo. Pero no
os aflijáis; aquí estamos nosotros, vuestros nietos; a nosotros debéis vernos,
¡oh madre nuestra! ¡oh nuestra abuela!, como el recuerdo de nuestros her­
manos mayores, de aquellos que se llamaron y tenían por nombre Hunbatz y
Hunchouén, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
Aquéllos eran invocados por los músicos y los cantores, por las gentes
antiguas. Invocábanlos también los pintores y talladores en tiempos pasados.50
Pero fueron convertidos en animales y se volvieron monos porque se enso­
berbecieron y maltrataron a sus hermanos.
De esta manera sufrieron sus corazones; así fue su pérdida y fueron des­
truidos Hunbatz y Hunchouén y se volvieron animales. Habían vivido siem­
pre en su casa; fueron músicos y cantores e hicieron también grandes cosas
cuando vivían con la abuela y con su madre.

CAPITULO VI

C om enzaron entonces su trabajo, para darse a conocer ante su abuela y ante


su madre. Lo primero que harían era la milpa. —Vamos a sembrar la milpa,
abuela y madre nuestra, dijeron. No os aflijáis; aquí estamos nosotros, vues­
tros nietos, nosotros los que estamos en lugar de nuestros hermanos, dijeron
Hunahpú e Ixbalanqué.
En seguida tomaron sus hachas, sus piochas y sus azadas de palo y se
fueron, llevando cada uno su cerbatana al hombro. Al salir de su casa, le
encargaron a su abuela que les llevara su comida.
—A mediodía nos traeréis la comida, abuela, le dijeron.
—Está bien, nietos míos, contestó la vieja.
Poco después llegaron al lugar de la siembra. Y al hundir el azadón en
la tierra, éste labraba la tierra, el azadón hacía el trabajo por sí solo.
De la misma manera clavaban el hacha en el tronco de los árboles y en
sus ramas y al punto caían y quedaban tendidos en el suelo todos los árboles
y bejucos. Rápidamente caían los árboles, cortados de un solo hachazo.
Lo que había arrancado el azadón era mucho también. No se podían
contar las zarzas ni las espinas que habían cortado con un solo golpe de
azadón. Tampoco era posible calcular lo que habían arrancado y derribado
en todos los montes grandes y pequeños.
Y habiendo aleccionado a un animal llamado Ixmucur,51 lo hicieron subir
50 Los pintores y talladores de Yucatán invocaban a Huncbevén y Hun-ahau, que
eran los hijos menores de Ixchel e Itzamná (la diosa y el dios que veneraban los mayas
de la península), según refiere el P. Las Casas (1909, ccxxxv, “De los libros y de las
tradiciones religiosas que había en Guatemala” ).
51 La tórtola, mucuy en maya.

42
a la cima de un gran tronco y Hunahpú e Ixbalanqué le dijeron: — Observa
cuando venga nuestra abuela a traernos la comida y al instante comienza a
cantar y nosotros empuñaremos la azada y el hacha.
—Está bien, contestó Ixmucur.
En seguida se pusieron a tirar con la cerbatana; ciertamente no hacían
ningún trabajo de labranza. Poco después cantó la paloma e inmediatamente
corrió uno a coger la azada y el otro a coger el hacha. Y envolviéndose la
cabeza, el uno se cubrió de tierra las manos intencionalmente y se ensució
asimismo la cara como un verdadero labrador, y el otro adrede se echó asti­
llas de madera sobre la cabeza como si efectivamente hubiera estado cortan­
do los árboles.
Así fueron vistos por su abuela. En seguida comieron, pero realmente
no habían hecho trabajo de labranza y sin merecerla les dieron su comida.
Luego se fueron a su casa. —Estamos verdaderamente cansados, abuela, di­
jeron al llegar, estirando sin motivo las piernas y los brazos ante su abuela.
Regresaron al día siguiente, y al llegar al campo encontraron que se ha­
bían vuelto a levantar todos los árboles y bejucos y que todas las zarzas y
espinas se habían vuelto a unir y enlazar entre sí.
— ¿Quién nos ha hecho este engaño?, dijeron. Sin duda lo han hecho
todos los animales pequeños y grandes, el león, el tigre, el venado, el conejo,
el gato de monte, el coyote, el jabalí, el pisóte, los pájaros chicos, los pájaros
grandes; éstos fueron los que lo hicieron y en una sola noche lo ejecutaron.
En seguida comenzaron de nuevo a preparar el campo y a arreglar la tie­
rra y los árboles cortados. Luego discurrieron acerca de lo que habían de
hacer con los palos cortados y las hierbas arrancadas.
—Ahora velaremos nuestra milpa; tal vez podamos sorprender al que
viene a hacer todo este daño, dijeron discurriendo entre sí. Y a continuación
regresaron a la casa.
— ¿Qué os parece, abuela, que se han burlado de nosotros? Nuestro
campo que habíamos labrado se ha vuelto un gran pajonal y bosque espeso.
Así lo hallamos cuando llegamos hace un rato, abuela, le dijeron a su abuela
y a su madre. Pero volveremos allá y velaremos, porque no es justo que nos
hagan tales cosas, dijeron.
Luego se vistieron y en seguida se fueron de nuevo a su campo de ár­
boles cortados y allí se escondieron, recatándose en la sombra.
Reuniéronse entonces todos los animales, uno de cada especie se juntó
con todos los demás animales chicos y animales grandes. Y era media noche
en punto cuando llegaron hablando todos y diciendo así en sus lenguas:
“ ¡Levantaos, árboles! ¡Levantaos, bejucos! ”
Esto decían cuando llegaron y se agruparon bajo los árboles y bajo los
bejucos y fueron acercándose hasta manifestarse ante sus ojos [de Hunahpú
e Ixbalanqué].
Eran los primeros el león y el tigre, y quisieron cogerlos, pero no se de­
jaron. Luego se acercaron al venado y al conejo y sólo les pudieron coger las
colas, solamente se las arrancaron. La cola del venado les quedó entre las
manos y por esta razón el venado y el conejo llevan cortas las colas.
El gato de monte, el coyote, el jabalí y el pisóte tampoco se entregaron.

43
Todos los animales pasaron frente a Hunahpú e Ixbalanqué, cuyos corazones
ardían de cólera porque no los podían coger.
Pero, por último, llegó otro dando saltos al llegar, y a éste, que era el
ratón, al instante lo atraparon y lo envolvieron en un paño. Y luego que lo
cogieron, le apretaron la cabeza y lo quisieron ahogar, y le quemaron la cola
en el fuego, de donde viene que la cola del ratón no tiene pelo; y así tam­
bién le quisieron pegar en los ojos los dos muchachos Hunahpú e Ixba-
lanqué.
Y dijo el ratón: —Yo no debo morir a vuestras manos. Y vuestro oficio
tampoco es el de sembrar milpa.
— ¿Qué nos cuentas tú ahora?, le dijeron los muchachos al ratón.
— Soltadme un poco, que en mi pecho tengo algo que deciros y os lo
diré en seguida, pero antes dadme algo de comer, dijo el ratón.
—Después te daremos tu comida, pero habla primero, le contestaron.
—Está bien. Sabréis, pues, que los bienes de vuestros padres Hun-Hu­
nahpú y Vucub-Hunahpú, así llamados, aquéllos que murieron en Xibalbá,
o sea los instrumentos con que jugaban, han quedado y están allí colgados
en el techo de la casa: el anillo, los guantes y la pelota. Sin embargo, vues­
tra abuela no os los quiere enseñar porque a causa de ellos murieron vues­
tros padres.
— ¿Lo sabes con certeza?, le dijeron los muchachos al ratón. Y sus cora­
zones se alegraron grandemente cuando oyeron la noticia de la pelota de
goma. Y como ya había hablado el ratón, le señalaron su comida al ratón.
—Esta será la comida: el maíz, las pepitas de chile, el frijol, el pataxte,
el cacao: todo esto te pertenece, y si hay algo que esté guardado u olvidado,
tuyo será también, ¡cómelo!, le fue dicho al ratón por Hunahpú e Ixba-
lanqué.
—Magnífico, muchachos, dijo aquél; pero ¿qué le diré a vuestra abuela
si me ve?
—No tengas pena, porque nosotros estamos aquí y sabremos lo que hay
que decirle a nuestra abuela. ¡Vamos!, lleguemos pronto a esta esquina de
la casa, llega pronto a donde están esas cosas colgadas; nosotros estaremos
mirando al desván de la casa y atendiendo únicamente a nuestra comida, le
dijeron al ratón.
Y habiéndolo dispuesto así durante la noche, después de consultarlo en­
tre sí, Hunahpú e Ixbalanqué llegaron a mediodía. Cuando llegaron llevaban
consigo al ratón, pero nc lo enseñaban; uno de ellos entró directamente a la
casa y el otro se acercó a la esquina y de allí hizo subir al instante al ratón.
En seguida pidieron su comida a su abuela: —Preparad nuestra comi­
da,52 queremos un chilmol,53 abuela nuestra, dijeron. Y al punto les prepara­
ron la comida y les pusieron delante un plato de caldo.
Pero esto era sólo para engañar a su abuela y a su madre. Y habiendo

52 Literalmente, moled nuestra comida. La comida de los indios quichés consistía


principalmente en tortillas y bollos de maíz cocido y molido en la piedra que se llamaba
caam, el metatl de México.
53 Chilmulli, en náhuatl, salsa de chile o ají.

44
hecho que se consumiera el agua que había en la tinaja: —Verdaderamente
nos estamos muriendo de sed; id a traernos de beber, le dijeron a su abuela.
—Bueno, contestó ella y se fue. Pusiéronse entonces a comer, pero la
verdad es que no tenían hambre; sólo era un engaño lo que hacían. Vieron
entonces en su plato de chile54 cómo el ratón se dirigía rápidamente hacia la
pelota que estaba colgada del techo de la casa. Al ver esto en su chilmol,
despacharon a cierto Xan, el animal llamado Xan, que es como un mosquito,
el cual fue al río y perforó la pared del cántaro de la abuela, y aunque ella
trató de contener el agua que se salía, no pudo cerrar la picadura hecha en
el cántaro.
— ¿Qué le pasa a nuestra abuela? Tenemos la boca seca por falta de
agua, nos estamos muriendo de sed, le dijeron a su madre y la mandaron
fuera. En seguida fue el ratón a cortar [la cuerda que sostenía] la pelota,
la cual cayó del techo de la casa junto con el anillo, los guantes y los cueros.
Se apoderaron de ellos los muchachos y corrieron al instante a esconderlos
en el camino que conducía al juego de la pelota.
Después de esto se encaminaron al río, a reunirse con su abuela y su
madre, que estaban atareadas tratando de tapar el agujero del cántaro. Y lle­
gando cada uno con su cerbatana, dijeron cuando llegaron al río: — ¿Qué
estáis haciendo? Nos cansamos [de esperar] y nos vinimos, les dijeron.
—Mirad el agujero de mi cántaro que no se puede tapar, dijo la abuela.
Al instante lo taparon y juntos regresaron, marchando ellos delante de su
abuela.
Y así fue el hallazgo de la pelota.

CAPITULO VII

Muy c o n te n to s se fueron a jugar al patio del juego de pelota; estuvieron


jugando solos largo tiempo y limpiaron el patio donde jugaban sus padres.
Y oyéndolos, los Señores de Xibalbá dijeron: — ¿Quiénes son esos que
vuelven a jugar sobre nuestras cabezas y que nos molestan con el tropel
que hacen? ¿Acaso no murieron Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, aquellos
que se quisieron engrandecer ante nosotros? ¡Id a llamarlos al instante!
Así dijeron Hun-Camé, Vucub-Camé y todos los Señores. Y enviándolos
a llamar dijeron a sus mensajeros: — Id y decidles cuando lleguéis allá: “Que
vengan, han dicho los Señores; aquí deseamos jugar a la pelota con ellos,
dentro de siete días queremos jugar; así dijeron los Señores, decidles cuando
lleguéis” fue la orden que dieron a los mensajeros. Y éstos vinieron enton­
ces por el camino ancho de los muchachos que conducía directamente a su
casa; por él llegaron los mensajeros directamente ante la abuela de aquéllos.
Comiendo estaba cuando llegaron los mensajeros de Xibalbá.
•—Que vengan, con seguridad, dicen los Señores, dijeron los mensajeros

54 Dentro del chilmol. La salsa líquida y roja hacía las veces de espejo y reflejaba
los movimientos del ratón en el techo, sin que los muchachos parecieran estarlos obser­
vando.

45
de Xibalbá. Y señalaron el día los mensajeros de Xibalbá: —Dentro de siete
días los esperan, le dijeron a Ixmucané.
—Está bien, mensajeros, ellos llegarán, respondió la vieja. Y los mensa­
jeros se fueron de regreso.
Entonces se llenó de angustia el corazón de la vieja. ¿A quién mandaré
que vaya a llamar a mis nietos? ¿No fue de esta misma manera como vinie­
ron los mensajeros de Xibalbá en ocasión pasada, cuando vinieron a llevarse
a sus padres?, dijo su abuela, entrando sola y afligida a su casa.
Y en seguida le cayó un piojo en la falda. Le cogió y se lo puso en la
palma de la mano, y el piojo se meneó y echó a andar.
—Hijo mío, ¿te gustaría que te mandara a que fueras a llamar a mis'
nietos al juego de pelota?, le dijo al piojo. “Han llegado mensajeros ante
vuestra abuela” , dirás; “que vengan dentro de siete días, que vengan, dicen
los mensajeros de Xibalbá; así lo manda decir vuestra abuela” , le dijo ésta
al piojo.
Al punto se fue el piojo contoneándose. Y estaba sentado en el camino
un muchacho llamado Tamazul, o sea el sapo.
— ¿A dónde vas?, le dijo el sapo al piojo.
—Llevo un mandado en mi vientre, voy a buscar a los muchachos, le
contestó el piojo al Tamazul.
—Está bien, pero veo que no te das prisa, le dijo el sapo al piojo. ¿No
quieres que te trague? Ya verás cómo corro yo, y así llegaremos rápidamente.
—Muy bien, le contestó el piojo al sapo. En seguida se lo tragó el sapo.
Y el sapo caminó mucho tiempo, pero sin apresurarse. Luego encontró a su
vez una gran culebra, que se llamaba Zaquicaz.
— ¿A dónde vas, joven Tamazul?, díjole al sapo Zaquicaz.
—Voy de mensajero, llevo un mandado en mi vientre, le dijo el sapo a
la culebra.
—Veo que no caminas aprisa. ¿No llegaré yo más pronto?, le dijo la cu­
lebra al sapo. — ¡Ven acá!, contestó. En seguida Zaquicaz se tragó al sapo.
Y desde entonces fue ésta la comida de las culebras, que todavía hoy se tra­
gan a los sapos.
Iba caminando aprisa la culebra y habiéndola encontrado el Vac,55 que
es un pájaro grande, al instante se tragó el gavilán a la culebra. Poco después
llegó al juego de pelota. Desde entonces fue ésta la comida de los gavilanes,
que devoran a las culebras en los campos.
Y al llegar el gavilán, se paró sobre la cornisa del juego de pelota, donde
Hanahpú e Ixbalanqué se divertían jugando a la pelota. Al llegar, el gavilán
se puso a gritar: ¡Vac-có! ¡Vac-có! [ ¡Aquí está el gavilán! ], decía en su
graznido. ¡Aquí está el gavilán!
— ¿Quién está gritando? ¡Vengan nuestras cerbatanas!, exclamaron.
Y disparándole en seguida al gavilán, le dirigieron el bodoque a la niña del
ojo, y dando vueltas se vino al suelo. Corrieron a recogerlo y le pregunta­
ron: — ¿Qué vienes a hacer aquí?, le dijeron al gavilán.

55 Gavilán que come culebras. Vocabulario de los P.P. Franciscanos.

46
—Traigo un mensaje en mi vientre. Curadme primero el ojo y después
os diré, contestó el gavilán.
—Muy bien, dijeron ellos, y sacando un poco de la goma de la pelota
con que jugaban, se la pusieron en el ojo al gavilán. Lotzquic56 le llamaron
ellos y al instante quedó curada perfectamente por ellos la vista del gavilán.
—Habla, pues, dijeron al gavilán. Y en seguida vomitó una gran culebra.
—Habla tú, le dijeron a la culebra.
—Bueno, dijo ésta y vomitó al sapo.
— ¿Dónde está tu mandado que anunciabas?, le dijeron al sapo.
—Aquí está el mandado en mi vientre, contestó el sapo. Y en seguida
hizo esfuerzos, pero no pudo vomitar; solamente se le llenaba la boca como
de baba, y no le venía el vómito. Los muchachos ya querían pegarle.
—Eres un mentiroso, le dijeron, dándole de puntapiés en el trasero, y el
hueso del anca le bajó a las piernas. Probó de nuevo, pero sólo la baba le
llenaba la boca. Entonces le abrieron la boca al sapo los muchachos y una
vez abierta, buscaron dentro de la boca. El piojo estaba pegado a los dientes
del sapo; en la boca se había quedado, no lo había tragado, sólo había hecho
como que se lo tragaba. Así quedó burlado el sapo, y no se conoce la clase
de comida que le dan; no puede correr y se volvió comida de culebras.
— ¡Habla!, le dijeron al piojo, y entonces dijo el mandado: —Ha dicho
vuestra abuela, muchachos: “Anda a llamarlos; han venido mensajeros de
Hun-Camé y Vucub-Camé para que vayan a Xibalbá, diciendo: 'Que vengan
acá dentro de siete días para jugar a la pelota con nosotros, que traigan tam­
bién sus instrumentos de juego, la pelota, los anillos, los guantes, los cueros,
para que se diviertan aquí’, dicen los Señores.” “De veras han venido” , dice
vuestra abuela. Por eso he venido yo. Porque de verdad dice esto vuestra
abuela y llora y se lamenta vuestra abuela, por eso he venido.
— ¿Será cierto?, dijeron los muchachos para sus adentros, cuando oyeron
esto. Y yéndose al instante llegaron al lado de su abuela; sólo fueron a des­
pedirse de su abuela.
—Nos vamos, abuela, solamente venimos a despedirnos. Pero ahí queda
la señal que dejamos de nuestra suerte: cada uno de nosotros sembraremos
una caña, en medio de nuestra casa la sembraremos: si se secan, esa será la
señal de nuestra muerte. ¡Muertos son!, diréis, si llegan a secarse. Pero si
retoñan: ¡Están vivos!, diréis, ¡oh abuela nuestra! Y vos, madre, no llo­
réis, que ahí os dejamos la señal de nuestra suerte, dijeron.
Y antes de irse, sembró una [caña] Hunahpú y otra Ixbalanqué; las sem­
braron en la casa y no en el campo, ni tampoco en tierra húmeda, sino en
tierra seca; en medio de su casa las dejaron sembradas.

56 Lotz, acedera, vulgarmente en Guatemala, chicha fuerte; lotzquic, goma de jugo


de acedera. E s una hierba tropical americana, que los mexicanos llaman Xocoyolli, y que
parece ser Oxalis en nuestra clasificación de historia natural, dice Brasseur. Agrega que
los indígenas de la América Central le aseguraron que la usaban para quitar las catara­
tas de los ojos. Garcilaso de la Vega, el Inca, habla igualmente de una planta semejante
usada por los indios del Perú.

47
CAPITULO VIII

M arch aro n entonces, llevando cada uno su cerbatana, y fueron bajando en


dirección a Xibalbá. Bajaron rápidamente los escalones y pasaron entre va­
rios ríos y barrancas. Pasaron entre unos pájaros y estos pájaros llamábanse
Molay.
Pasaron también por un río de podre y por un río de sangre, donde de­
bían ser destruidos según pensaban los de Xibalbá; pero no los tocaron con
sus pies, sino que los atravesaron sobre sus cerbatanas.
Salieron de allí y llegaron a una encrucijada de cuatro caminos. Ellos sa­
bían muy bien cuáles eran los caminos de Xibalbá: el camino negro, el cami­
no blanco, el camino rojo y el camino verde. Así, pues, despacharon a un
animal llamado Xan. Este debía ir a recoger las noticias que lo enviaban a
buscar. —Pícalos uno por uno; primero pica al que está sentado en primer
término y acaba picándolos a todos, pues ésa es la parte que te corresponde,
chupar la sangre de los hombres en los caminos, le dijeron al mosquito.
—Muy bien, contestó el mosquito. Y en seguida se internó por el camino
negro y se fue directamente hacia los muñecos de palo que estaban sentados
primero y cubiertos de adornos. Picó al primero, pero éste no habló; luego
picó al otro, picó al segundo que estaba sentado, pero éste tampoco habló.
Picó después al tercero; el tercero de los que estaban sentados era Hun-
Camé. — ¡Ay!, dijo cuando lo picaron.
— ¿Qué es eso, Hun-Camé? ¿Qué es lo que os ha picado? ¿No sabéis
quién os ha picado?, dijo el cuarto de los Señores que estaban sentados.
— ¿Qué hay, Vucub-Camé? ¿Qué os ha picado?, dijo el quinto sentado.
— ¡Ay! ¡Ay!, dijo entonces Xiquiripat. Y Vucub-Camé le preguntó:
— ¿Qué os ha picado? Y dijo cuando lo picaron, el sexto que estaba senta­
do: ¡Ay!
— ¿Qué es eso, Cuchumaquic?, le dijo Xiquiripat. ¿Qué es lo que os ha
picado? Y dijo el séptimo sentado cuando lo picaron: — ¡Ay!
— ¿Qué hay, Ahalpuh?, le dijo Cuchumaquic. ¿Qué os ha picado? Y dijo,
cuando lo picaron, el octavo de los sentados: — ¡Ay!
— ¿Qué es eso, Chamiabac?, le dijo Ahalcaná, ¿Qué os ha picado? Y dijo,
cuando lo picaron, el noveno de los sentados: — ¡Ay!
— ¿Qué es eso, Chamiabac?, le dijo Ahalcaná, ¿Qué os ha picado? Y dijo,,
cuando lo picaron, el décimo de los sentados: — ¡Ay!
— ¿Qué pasa, Chamiaholom?, dijo Chamiabac. ¿Qué os ha picado?
Y dijo el undécimo sentado cuando lo picaron: — ¡Ay!
— ¿Qué sucede?, le dijo Chamiaholom. ¿Qué os ha picado? Y dijo el
duodécimo de los sentados cuando lo picaron: — ¡Ay!
— ¿Qué es eso, Patán?, le dijeron. ¿Qué os ha picado? Y dijo el deci­
motercero de los sentados cuando lo picaron: — ¡Ay!
— ¿Qué pasa, Quicxic?, le dijo Patán. ¿Qué os ha picado? Y dijo el
decimocuarto de los sentados cuando a su vez lo picaron: — ¡Ay!
— ¿Qué os ha picado, Quicrixcac?, le dijo Quicré.
Así fue la declaración de sus nombres, que fueron diciéndose todos los
unos a los otros; así se dieron a conocer al declarar sus nombres, llamándose

48
uno a uno cada ;efe. Y de esta manera dijo su nombre cada uno de los que
estaban sentados en su rincón.
Ni un solo de los nombres se perdió. Todos acabaron de decir su nombre
cuando los picó un pelo de la pierna de Hunahpú que éste se arrancó. En
realidad, no era un mosquito el que los picó y fue a oír los nombres de todos
de parte de Hunahpú e Ixbalanqué.
Continuaron su camino [los muchachos] y llegaron a donde estaban los
de Xibalbá.
—Saludad al Señor, al que está sentado, les dijo uno para engañarlos.
—Ese no es Señor, no es más que un muñeco de palo, dijeron, y siguie­
ron adelante. En seguida comenzaron a saludar:
— [Salud, Hun-Camé! ¡Salud, Vucub-Camé! ¡Salud, Xiquiripat! ¡Salud,
Cuchumaquic! ¡Salud, Ahalpuh! ¡Salud, Ahalcaná! ¡Salud, Chamiabac! ¡Sa­
lud, Chamiaholom! ¡Salud, Quicxic! ¡Salud, Patán! ¡Salud, Quicré! ¡Salud,
Quicrixcac!, dijeron llegando ante ellos. Y enseñando todos la cara les dije­
ron sus nombres a todos, sin que se les escapara el nombre de uno solo.
Pero lo que éstos deseaban era que no descubrieran sus nombres.
—Sentaos aquí, les dijeron, esperando que se sentaran en el asiento [que
les indicaban].
—Este no es asiento para nosotros, es sólo una piedra ardiente, dijeron
Hunahpú e Ixbalanqué, y no pudieron vencerlos.
—Está bien, id a aquella casa, les dijeron. Y a continuación entraron en
la Casa Oscura. Y allí tampoco fueron vencidos.

CAPITULO IX

E s t a era la primera prueba de Xibalbá. Al entrar allí [los muchachos], pen­


saban los de Xibalbá que sería el principio de su derrota. Entraron desde
luego en la Casa Oscura; en seguida fueron a llevarles sus rajas de pino en­
cendidas y los mensajeros de Hun-Camé le llevaron también a cada uno su
cigarro.
—Estas son sus rajas de pino, dijo el Señor; que devuelvan este ocote
mañana al amanecer junto con los cigarros, y que los traigan enteros, dice
el Señor. Así hablaron los mensajeros cuando llegaron.
—Muy bien, contestaron ellos. Pero, en realidad, no [encendieron] la
raja de ocote, sino que pusieron una cosa roja en su lugar, o sea unas plumas
de la cola de la guacamaya, que a los veladores les pareció que era ocote en­
cendido. Y en cuanto a los cigarros, les pusieron luciérnagas en la punta a
los cigarros.
Toda la noche los dieron por vencidos.
— Perdidos son, decían los guardianes. Pero el ocote no se había acabado
y tenía la misma apariencia, y los cigarros no los habían encendido y tenían
el mismo aspecto.
Fueron a dar parte a los Señores.
—¿Cómo ha sido esto? ¿De dónde han venido? ¿Quién los engendró?

49
¿Quién los dio a luz? En verdad hacen arder de ira nuestros corazones, por­
que no está bien lo que nos hacen. Sus caras son extrañas y extraña su ma­
nera de conducirse, decían ellos entre sí.
Luego los mandaron a llamar todos los Señores.
— ¡Ea! ¡Vamos a jugar a la pelota, muchachos!, les dijeron. Al mismo
tiempo fueron interrogados por Hun-Camé y Vucub-Camé.
— ¿De dónde venís? ¡Contadnos, muchachos!, les dijeron los de Xibalbá.
— ¡Quién sabe de dónde venimos! Nosotros lo ignoramos, dijeron úni­
camente, y no hablaron más.
—Está bien. Vamos a jugar a la pelota, muchachos, les dijeron los de
Xibalbá.
—Bueno, contestaron.
—Usaremos esta nuestra pelota, dijeron los de Xibalbá.
—De ninguna manera usaréis ésa, sino la nuestra, contestaron los mu­
chachos.
—Esa no, sino la nuestra será la que usaremos, dijeron los de Xibalbá.
—Está bien, dijeron los muchachos.
— Vaya por un gusano chil, dijeron los de Xibalbá.
—Eso no, sino que hablará la cabeza del león, dijeron los muchachos.
—Eso no, dijeron los de Xibalbá.
—Está bien, dijo Hunahpú.
Entonces los de Xibalbá arrojaron la pelota, la lanzaron directamente al
anillo de Hunahpú. En seguida, mientras los de Xibalbá echaban mano del
cuchillo de pedernal, la pelota rebotó y se fue saltando por todo el suelo del
juego de pelota.
— ¿Qué es esto?, exclamaron Hunahpú e Ixbalanqué. ¿Nos queréis dar
la muerte? ¿Acaso no nos mandasteis llamar? ¿Y no vinieron vuestros pro­
pios mensajeros? En verdad, ¡desgraciados de nosotros! Nos marcharemos
al punto, les dijeron los muchachos.
Eso era precisamente lo que querían que les pasara a los muchachos, que
murieran inmediatamente y allí mismo en el juego de pelota y que así fue­
ran vencidos. Pero no fue así, y fueron los de Xibalbá los que salieron ven­
cidos por los muchachos.
—No os marchéis, muchachos, sigamos jugando a la pelota, pero usare­
mos la vuestra, les dijeron a los muchachos.
—Está bien, contestaron, y entonces metieron la pelota [en el anillo de
Xibalbá], con lo cual terminó la partida.
Y lastimados por sus derrotas dijeron en seguida los de Xibalbá:
— ¿Cómo haremos para vencerlos? Y dirigiéndose a los muchachos les
dijeron: — Id a juntar y a traernos temprano cuatro jicaras de flores. Así
dijeron los de Xibalbá a los muchachos.
—Muy bien. ¿Y qué clase de flores?, les preguntaron los muchachos a
los de Xibalbá.
—Un ramo de chipilín colorado;57 un ramo de chipilín blanco, un ramo
de chipilín amarillo y un ramo de Carinimac, dijeron los de Xibalbá.
57 Cierta planta llamada chipilín, dice Ximénez. Es una planta de la familia de las
leguminosas, Crotalaria longirostrata.

50
—Está bien, dijeron los muchachos.
Así terminó la plática; igualmente fuertes y enérgicas eran las palabras
de los muchachos. Y sus corazones estaban tranquilos cuando se entregaron
los muchachos para que los vencieran.
Los de Xibalbá estaban felices pensando que ya los habían vencido.
—Esto nos ha salido bien. Primero tienen que cortarlas, dijeron los de
Xibalbá. — ¿A dónde irán a traer las flores?, decían en sus adentros.
—Con seguridad nos daréis mañana temprano nuestras flores; id, pues,
a cortarlas, les dijeron a Hunahpú e Ixbalanqué los de Xibalbá.
—Está bien, contestaron. De madrugada jugaremos de nuevo a la pelota,
dijeron y se despidieron.
Y en seguida entraron los muchachos en la Casa de las Navajas, el se­
gundo lugar de tormento de Xibalbá. Y lo que deseaban los Señores era que
fuesen despedazados por las navajas, y fueran muertos rápidamente; así lo
deseaban sus corazones.
Pero no murieron. Les hablaron en seguida a las navajas58 y les advir­
tieron:
—Vuestras serán las carnes de todos los animales, les dijeron a los cu­
chillos. Y no se movieron más, sino que estuvieron quietas todas las navajas.
Así pasaron la noche en la Casa de las Navajas, y llamando a todas las
hormigas, les dijeron: —Hormigas cortadoras, zompopos,59 ¡venid e inmedia­
tamente id todas a traernos todas las clases de flores que hay que cortar para
los Señores!
—Muy bien, dijeron ellas, y se fueron todas las hormigas a traer las flo­
res de los jardines de Hun-Camé y Vucub-Camé.
Previamente les habían advertido [los Señores] a los guardianes de las
flores de Xibalbá: —Tened cuidado con nuestras flores, no os las dejéis ro­
bar por los muchachos que las irán a cortar. Aunque ¿cómo*podrían ser vistas
y cortadas por ellos? De ninguna manera. ¡Velad, pues, toda la noche!
—Está bien, contestaron. Pero nada sintieron los guardianes del jardín.
Inútilmente lanzaban sus gritos subidos en las ramas de los árboles del jar­
dín. Allí estuvieron toda la noche, repitiendo sus mismos gritos y cantos.
— ¡Ixpurpuvec! ¡Ixpurpuvec!, decía el uno en su grito.
— ¡Puhuyú! ¡Vuhuyú!, decía en su grito el llamado Puhuyú.60
Dos eran los guardianes del jardín de Hun-Camé y Vucub-Camé. Pero
no sentían a las hormigas que les robaban lo que estaban cuidando, dando
vueltas y moviéndose cortando las flores, subiendo sobre los árboles a cortar
las flores y recogiéndolas del suelo al pie de los árboles.

58 Ta x-e cha chire cha. Brasseur observa en este lugar que los quichés se compla­
cían en estos juegos de palabras. En todo este capítulo se usa por el autor la palabra
cha, que significa hablar, decir, lanza, navaja, vidrio, etc. Lo mismo puede decirse de la
palabra cah usada como adjetivo, verbo y adverbio.
59 Hormigas rojizas o negras que salen por la noche y cortan las hojas tiernas y las
flores. Son conocidas popularmente en Guatemala con el nombre de zompopos, palabra
mexicana.
60 Purpuvec y puhuy (pronuncíese purpugüec y pujuy), son los nombres que dan
todavía los quichés y cakchiqueles al mochuelo o lechuza. Son palabras imitativas del
grito de estas aves.

51
Entretanto los guardias seguían dando gritos, y no sentían los dientes
que les cortaban las colas y las alas.
Y así acarreaban entre los dientes las flores que bajaban, y recogiéndolas
se marchaban llevándolas con los dientes.
Pronto llenaron las cuatro jicaras de flores, y estaban húmedas [de rocío]
cuando amaneció. En seguida llegaron los mensajeros para recogerlas. —Que
vengan, ha dicho el Señor, y que traigan acá al instante lo que han cortado,
les dijeron a los muchachos.
—Muy bien, contestaron. Y llevando las flores en las cuatro jicaras, se
fueron, y cuando llegaron a presencia del Señor y los demás Señores, daba
gusto ver las flores que traían. Y de esta manera fueron vencidos los de
Xibalbá.
Sólo a las hormigas habían enviado los muchachos [a cortar las flores],
y en una noche las hormigas las cogieron y las pusieron en las jicaras.
Al punto palidecieron todos los de Xibalbá y se les pusieron lívidas las
caras a causa de las flores. Luego mandaron llamar a los guardianes de las
flores. — ¿Por qué os habéis dejado robar nuestras flores? Estas que aquí
vemos son nuestras flores, les dijeron a los guardianes.
—No sentimos nada, Señor. Nuestras colas también han sufrido, contes­
taron. Y luego les rasgaron la boca en castigo de haberse dejado robar lo
que estaba bajo su custodia.
Así fueron vencidos Hun-Camé y Vucub-Camé por Hunahpú e Ixbalan-
qué. Y éste fue el principio de sus obras.
Desde entonces trae partida la boca el mochuelo, y así hendida la tie­
ne hoy.
En seguida bajaron a jugar a la pelota y jugaron también tantos iguales.
Luego acabaron de jugar y quedaron convenidos para la madrugada siguiente.
Así dijeron los de Xibalbá.
—Está bien, dijeron los muchachos al terminar.

CAPITULO X

E n tr a r o n después en la Casa del Frío. No es posible describir el frío que


hacía. La casa estaba llena de granizo, era la mansión del frío. Pronto, sin
embargo, se quitó el frío porque con troncos viejos lo hicieron desaparecer
los muchachos.
Así es que no murieron; estaban vivos cuando amaneció. Ciertamente lo
que querían los de Xibalbá era que murieran; pero no fue así, sino que
cuando amaneció estaban llenos de salud, y salieron de nuevo cuando los
fueron a buscar los mensajeros.
— ¿Cómo es eso? ¿No han muerto todavía?, dijo el Señor de Xibalbá.
Admirábanse de ver las obras de Hunahpú e Ixbalanqué.
En seguida entraron en la Casa de los Tigres. La casa estaba llena de
tigres. — ¡No nos mordáis! Aquí está lo que os pertenece, le dijeron a los
tigres. Y en seguida les arrojaron unos huesos a los animales. Y éstos se
precipitaron sobre los huesos.

52
— ¡Ahora sí se acabaron! Ya les comieron las entrañas. Al fin se han
entregado. Ahora les están triturando los huesos. Así decían los guardias, ale­
gres todos por este motivo.
Pero no murieron. Igualmente buenos y sanos salieron de la Casa de
los Tigres.
— ¿De qué raza son éstos? ¿De dónde han venido?, decían todos los de
Xibalbá.
Luego entraron en medio del fuego a una Casa de Fuego, donde sólo fue­
go había, pero no se quemaron. Sólo ardían las brasas y la leña. Y asimismo
estaban sanos cuando amaneció. Pero lo que querían [los de Xibalbá] era
que murieran allí dentro, donde habían pasado. Sin embargo, no sucedió así,
con lo cual se descorazonaron los de Xibalbá.
Pusiéronlos entonces en la Casa de los Murciélagos. No había más que
murciélagos dentro de esta casa, la casa de Camazotz, un gran animal, cuyos
instrumentos de matar eran como una punta seca, y al instante perecían los
que llegaban a su presencia.
Estaban, pues, allí dentro, pero durmieron dentro de sus cerbatanas.
Y no fueron mordidos por los que estaban en la casa. Sin embargo, uno de
ellos tuvo que rendirse a causa de otro Camazotz que vino del cielo y por el
cual tuvo que hacer su aparición.
Estuvieron apiñados y en consejo toda la noche los murciélagos y revo­
loteando: Quilitz, quilitz, decían; así estuvieron diciendo toda la noche. Pa­
raron un poco, sin embargo, y ya no se movieron los murciélagos y se estu­
vieron pegados a la punta de una de las cerbatanas.
Dijo entonces Ixbalanqué a Hunahpú: — ¿Comenzará ya a amanecer?,
mira tú.
—Tal vez sí, voy a ver, contestó éste.
Y como tenía muchas ganas de ver afuera de la boca de la cerbatana, y
quería ver si había amanecido, al instante le cortó la cabeza Camazotz y el
cuerpo de Hunahpú quedó decapitado.
Nuevamente preguntó Ixbalanqué: — ¿No ha amanecido todavía? Pero
Hunahpú no se movía. — ¿A dónde se ha ido Hunahpú? ¿Qué es lo que has
hecho? Pero no se movía, y permanecía callado.
Entonces se sintió avergonzado Ixbalanqué y exclamó: — ¡Desgraciados
de nosotros! Estamos completamente vencidos.
Fueron en seguida a colgar la cabeza sobre el juego de pelota por orden
expresa de Hun-Camé y Vucub-Camé, y todos los de Xibalbá se regocijaron
por lo que había sucedido a la cabeza de Hunahpú.

CAPITULO XI

llamó [Ixbalanqué] a todos los animales, al pisóte, al jabalí, a


E n se g u id a
todos los animales pequeños y grandes, durante la noche, y a la madrugada
les preguntó cuál era su comida.
— ¿Cuál es la comida de cada uno de vosotros?, pues yo os he llamado
para que escojáis vuestra comida, les dijo Ixbalanqué.

53
—Muy bien, contestaron. Y en seguida se fueron a tomar cada uno lo
suyo, y se marcharon todos juntos. Unos fueron a tomar las cosas podridas;
otros fueron a coger hierbas; otros fueron a recoger piedras. Otros fueron
a recoger tierra. Variadas eran las comidas de los animales [pequeños] y de
los animales grandes.
Detrás de ellos se había quedado la tortuga, la cual llegó contoneándose
a tomar su comida. Y llegando al extremo [del cuerpo] tomó la forma de
la cabeza de Hunahpú, y al instante le fueron labrados los ojos.
Muchos sabios vinieron entonces del cielo. El Corazón del Cielo, Hura­
cán, vinieron a cernerse sobre la Casa de los Murciélagos.
Y no fue fácil acabar de hacerle la cara, pero salió muy buena; la cabe­
llera también tenía una hermosa apariencia, y asimismo pudo hablar.
Pero como ya quería amanecer y el horizonte se teñía de rojo: — ¡Oscu­
rece de nuevo, viejo!, le fue dicho al zopilote.
—Está bien, contestó el viejo,61 y al instante oscureció el viejo. “Ya os­
cureció el zopilote” , dice ahora la gente.
Y así, durante la frescura del amanecer, comenzó su existencia.
— ¿Estará bien?, dijeron. ¿Saldrá parecido a Hunahpú?
—Está muy bien, contestaron. Y efectivamente, parecía de hueso la ca­
beza, se había transformado en una cabeza verdadera.
Luego hablaron entre sí y se pusieron de acuerdo: —No juegues tú a
la pelota; haz únicamente como que juegas; yo solo lo haré todo, le dijo
Ixbalanqué.
En seguida le dio sus órdenes a un conejo: —Anda a colocarte sobre el
juego de pelota; quédate allí entre el encinal, le fue dicho al conejo por
Ixbalanqué; cuando te llegue la pelota sal corriendo inmediatamente, y yo
haré lo demás, le fue dicho al conejo cuando se le dieron estas instrucciones
durante la noche.
En seguida amaneció y los dos muchachos estaban buenos y sanos. Luego
bajaron a jugar a la pelota. La cabeza de Hunahpú estaba colgada sobre el
juego de pelota.
— ¡Hemos triunfado! ¡Habéis labrado vuestra propia ruina; os habéis
entregado!, les decían. De esta manera provocan a Hunahpú.
— Pégale a la cabeza con la pelota, le decían. Pero no lo molestaban con
esto, él no se daba por entendido.
Luego arrojaron la pelota los Señores de Xibalbá. Ixbalanqué le salió al
encuentro; la pelota iba derecho al anillo, pero se detuvo, rebotando, pasó
rápidamente por encima del juego de pelota y de un salto se dirigió hasta el
encinal.
El conejo salió al instante y se fue saltando; y los de Xibalbá corrían

61 Los quichés llaman al zopilote macho mama cuch, o sea zopilote viejo. La identi­
dad del animal que aquí se menciona carece, sin embargo, de importancia. Los antiguos
indios se servían de los objetos y seres naturales para representar las ideas y cosas inma­
teriales, por el parecido de sus nombres. En el presente caso trataban, sin duda, de re­
presentar la idea de la oscuridad que precede inmediatamente al amanecer, a la cual lla­
maban vuch.

54
persiguiéndolo. Iban haciendo ruido y gritando tras el conejo. Acabaron por
irse todos los de Xibalbá.
En seguida se apoderó Ixbalanqué de la cabeza de Hunahpú; se llevó de
nuevo la tortuga y fue a colocarla sobre el juego de pelota. Y aquella cabeza
era verdaderamente la cabeza de Hunahpú y los dos muchachos se pusieron
muy contentos.
Corrieron, pues, los de Xibalbá a buscar la pelota y habiéndola encon­
trado entre las encinas, los llamaron, diciendo:
—Venid acá. Aquí está la pelota, nosotros la encontramos, dijeron, y la
tenían colgando.
Cuando regresaron los de Xibalbá exclamaron: — ¿Qué es lo que vemos?
Luego comenzaron nuevamente a jugar. Tantos iguales hicieron por am­
bas partes.
En seguida Ixbalanqué le lanzó una piedra a la tortuga; ésta se vino al
suelo y cayó en el patio del juego de pelota hecha mil pedazos como pepitas,
delante de los Señores.
— ¿Quién de vosotros irá a buscarla? ¿Dónde está el que irá a traerla?,
dijeron los de Xibalbá.
Y así fueron vencidos los Señores de Xibalbá por Hunahpú e Ixbalanqué.
Grandes trabajos pasaron éstos, pero no murieron, a pesar de todo lo que
les hicieron.

CAPITULO X II

H e aqu í la memoria de la muerte de Hunahpú e Ixbalanqué. Ahora conta­


remos la manera como murieron.
Habiendo sido prevenidos de todos los sufrimientos que les querían im­
poner, no murieron de los tormentos de Xibalbá, ni fueron vencidos por to­
dos los animales feroces que había en Xibalbá.
Mandaron llamar después a dos adivinos que eran como profetas; llamá­
banse Xulú y Pacam y eran sabios, y les dijeron:
—Se os preguntará por los Señores de Xibalbá acerca de nuestra muerte,
que están concertando y preparando por el hecho de que no hemos muerto,
ni nos han podido vencer, ni hemos perecido en sus tormentos, ni nos han
atacado los animales. Tenemos el presentimiento en nuestro corazón de que
usarán la hoguera para darnos muerte. Todos los de Xibalbá se han reunido,
pero la verdad es que no moriremos. He aquí, pues, nuestras instrucciones
sobre lo que debéis decir:
—Si os vinieren a consultar acerca de nuestra muerte y que seamos sacri­
ficados, ¿qué diréis entonces vosotros, Xulú y Pacam? Si os dijeren: “ ¿No
será bueno arrojar sus huesos en el barranco?” “ ¡No conviene — diréis—
porque resucitarán después! ” Si os dijeren: “ ¿No será bueno que los col­
guemos de los árboles?” , contestaréis: “De ninguna manera conviene, por­
que entonces también les volveréis a ver las caras” . Y cuando por tercera
vez os digan: “ ¿Será bueno que arrojemos sus huesos al río?” , si así os
fuere dicho por ellos: “Así conviene que mueran —diréis— ; luego conviene

55
moler sus huesos en la piedra, como se muele la harina de maíz; que cada
uno sea molido [por separado]; en seguida arrojadlos al río, allí donde brota
la fuente, para que se vayan por todos los cerros pequeños y grandes.” Así
les responderéis cuando pongáis en práctica el plan que os hemos aconsejado,
dijeron Hunahpú e Ixbalanqué. Y cuando se despidieron de ellos, ya tenían
conocimiento de su muerte. Hicieron entonces una gran hoguera, una espe­
cie de horno hicieron los de Xibalbá y lo llenaron de ramas gruesas.
Luego llegaron los mensajeros que habían de acompañarlos, los mensa­
jeros de Hun-Camé y de Vucub-Camé.
— “ ¡Que vengan! Id a buscar a los muchachos, id allá para que sepan
que los vamos a quemar.” Esto dijeron los Señores, ¡oh muchachos!, excla­
maron los mensajeros.
—Está bien, contestaron. Y poniéndose rápidamente en camino, llegaron
junto a la hoguera. Allí quisieron obligarlos a divertirse con ellos.
— ¡Tomemos nuestra chicha y volemos cuatro veces cada uno [encima
de la hoguera], muchachos!, les fue dicho por Hun-Camé.
—No tratéis de engañarnos, contestaron. ¿Acaso no tenemos conocimien­
to de nuestra muerte, ¡oh Señores!, y de que eso es lo que aquí nos espera?
Y juntándose frente a frente, extendieron ambos los brazos, se inclinaron
hacia el suelo y se precipitaron en la hoguera, y así murieron los dos juntos.
Todos los de Xibalbá se llenaron de alegría y dando muchas voces y sil­
bidos, exclamaban: — ¡Ahora sí los hemos vencido! ¡Por fin se han entre­
gado!
En seguida llamaron a Xulú y Pacam, a quienes [los muchachos] habían
dejado advertidos, y les preguntaron qué debían hacer con sus huesos, tal
como ellos les habían pronosticado. Los de Xibalbá molieron entonces sus
huesos y fueron a arrojarlos al río. Pero éstos no fueron muy lejos, pues
asentándose al punto en el fondo del agua, se convirtieron en hermosos
muchachos. Y cuando de nuevo se manifestaron, tenían en verdad sus mismas
caras.62

CAPITULO X III

día volvieron a aparecer y fueron vistos en el agua por la gente.


A l q u in to
Tenían ambos la apariencia de hombres-peces63 cuando los vieron los de
Xibalbá, después de buscarlos por todo el río.
Y al día siguiente se presentaron dos pobres, de rostro avejentado y as­
pecto miserable, vestidos de harapos, y cuya apariencia no los recomendaba.
Así fueron vistos por los de Xibalbá.
Y era poca cosa lo que hacían. Solamente se ocupaban en bailar el baile

62 Es decir, las de Hunahpú e Ixbalanqué.


63 Literalmente hombre pez. El autor juega indudablemente con estas palabras para
dar a entender que los héroes de la historia eran hijos de las aguas.
64 En el baile del lxtzul los bailarines llevaban máscaras pequeñas y colas de guaca­
maya en el colodrillo, según Barela. Landa dice que en las fiestas de Año Nuevo, cuando
éste caía en el día Muluc, los mayas de Yucatán bailaban un baile de zancos muy altos.

56
de Puhuy [lechuza o chotacabra], el baile de Cux [comadreja] y el del Iboy
[armadillo], y bailaban también el Ixtzul [ciempiés] y el Chitic [el que anda
sobre zancos].64
Además, obraban muchos prodigios. Quemaban las casas como si de
veras ardieran y al punto las volvían a su estado anterior. Muchos de los
de Xibalbá los contemplaban con admiración.
Luego se despedazaban a sí mismos; se mataban el uno al otro; ten­
díase como muerto el primero a quien habían matado, y al instante lo resu­
citaba el otro. Los de Xibalbá miraban con asombro todo lo que hacían, y
ellos lo ejecutaban como el principio de su triunfo sobre los de Xibalbá.
Llegó en seguida la noticia de sus bailes a oídos de los Señores Hun-
Camé y Vucub-Camé. Al oírla exclamaron: — ¿Quiénes son esos dos huér­
fanos? ¿Realmente os causan tanto placer?
—Ciertamente son muy hermosos sus bailes y todo lo que hacen, con­
testó el que había llevado la noticia a los Señores.
Contentos de oír esto, enviaron entonces a sus mensajeros a que los lla­
maran con halagos. — "¿Qué vengan acá, que vengan para que veamos lo
que hacen, que los admiremos y nos maravillen. Esto dicen los Señores.” Así
les diréis a ellos, les fue dicho a los mensajeros.
Llegaron éstos en seguida ante los bailarines y les comunicaron la orden
de los Señores.
—No queremos, contestaron, porque francamente nos da vergüenza.
¿Cómo no nos ha de dar vergüenza presentarnos en la casa de los Señores
con nuestra mala catadura, nuestros ojos tan grandes y nuestra pobre apa­
riencia? ¿No estáis viendo que no somos más que unos [pobres] bailarines?
¿Qué les diremos a nuestros compañeros de pobreza que han venido con
nosotros y desean ver nuestros bailes y divertirse con ellos? ¿Por ventura
podríamos hacer lo mismo con los Señores? Así, pues, no queremos ir, men­
sajeros, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
Con el rostro abrumado de contrariedad y de pena se fueron al fin; pero
por algún tiempo no querían caminar y los mensajeros tuvieron que pegarles
varias veces en la cara cuando se dirigían a la residencia de los Señores.
Llegaron, pues, ante los Señores, con aire encogido e inclinando la fren­
te; llegaron prosternándose, haciendo reverencias y humillándose 65 Se veían
extenuados, andrajosos, y su aspecto era realmente de vagabundos cuando
llegaron.
Preguntáronles en seguida por su patria y por su pueblo; preguntáronles
también por su madre y su padre.
— ¿De dónde venís?, les dijeron.
—No lo sabemos, señor. No conocemos la cara de nuestra madre ni la
de nuestro padre: éramos pequeños cuando murieron, contestaron, y no di­
jeron una palabra más.
—Está bien. Ahora haced [vuestros juegos] para que os admiremos.
¿Qué deseáis? Os daremos vuestra recompensa, les dijeron.

65 Hay aquí una repetición del mismo concepto expresado en una serie de verbos
sinónimos.

57
—No queremos nada; pero verdaderamente tenemos mucho miedo, le
dijeron al Señor.
—No os aflijáis, no tengáis miedo. ¡Bailad! Y haced primero la parte
en que os matáis; quemad mi casa, haced todo lo que sabéis. Nosotros os
admiraremos, pues eso es lo que desean nuestros corazones. Y para que os
vayáis después, pobres gentes, os daremos vuestra recompensa, les dijeron.
Entonces dieron principio a sus cantos y a sus bailes. Todos los de Xibalbá
llegaron y se juntaron para verlos. Luego representaron el baile del Cux, bai­
laron el Puhuy y bailaron el Iboy.
Y les dijo el Señor: —Despedazad a mi perro y que sea resucitado por
vosotros, les dijo.
—Está bien, contestaron, y despedazaron al perro. En seguida lo resu­
citaron. Verdaderamente lleno de alegría estaba el perro cuando fue resuci­
tado, y movía la cola cuando lo revivieron.
El Señor les dijo entonces: — ¡Quemad ahora mi casa! Así les dijo. Al
momento quemaron la casa del Señor, y aunque estaban juntos todos los
Señores dentro de la casa, no se quemaron. Pronto volvió a quedar buena y
ni un instante estuvo perdida la casa de Hun-Camé.
Maravilláronse todos los Señores y asimismo sus bailes les causaban mu­
cho placer.
Luego les fue dicho por el Señor: —Matad ahora a un hombre, sacrifi­
cadlo, pero que no muera, dijeron.
—Muy bien, contestaron. Y cogiendo a un hombre, lo sacrificaron en
seguida, y levantando en alto el corazón de este hombre, lo suspendieron a
la vista de los Señores.
Maravilláronse de nuevo Hun-Camé y Vucub-Camé. Un instante después
fue resucitado el hombre por ellos [por los muchachos] y su corazón se ale­
gró grandemente cuando fue resucitado.
Los Señores estaban asombrados. — ¡Sacrificaos ahora a vosotros mis­
mos, que lo veamos nosotros! ¡Nuestros corazones desean verdaderamente
vuestros bailes!, dijeron los Señores.
—Muy bien, Señor, contestaron. Y a continuación se sacrificaron. Hunah­
pú fue sacrificado por Ixbalanqué; uno por uno fueron cercenados sus bra­
zos y sus piernas, fue separada su cabeza y llevada a distancia, su corazón
arrancado del pecho y arrojado sobre la hierba. Todos los Señores de Xibalbá
estaban fascinados. Miraban con admiración, y sólo uno estaba bailando, que
era Ixbalanqué.
— ¡Levántate!, dijo éste, y al punto volvió a la vida. Alegráronse mucho
[los jóvenes] y los Señores se alegraron también. En verdad, lo que hacían
alegraba el corazón de Hun-Camé y Vucub-Camé y éstos sentían como si
ellos mismos estuvieran bailando.66

66 Estos engaños, que recuerdan los actos de sugestión de los fakires de la India,
eran bien conocidos de los indios mayas de México. Sahagún, describiendo las costum­
bres de los huastecas, tribu mexicana relacionada con los mayas de Yucatán, refiere que
cuando volvieron a Panuda, o Pánuco, “llevaron consigo los cantares que usaban cuando
bailaban y todos los aderezos que usaban en la danza o areyto. Los mismos eran amigos
de hacer embaimientos, con los cuales engañaban a las gentes, dándoles a entender ser

58
Sus corazones se llenaron en seguida de deseo y ansiedad por los bailes
de Hunahpú e Ixbalanqué. Dieron entonces sus órdenes Hun-Camé y Vucub-
Camé.
— ¡Haced lo mismo con nosotros! ¡Sacrificadnos!, dijeron. Despedazad­
nos uno por uno!, le dijeron Hun-Camé y Vucub-Camé a Hunahpú e Ixba-
lanqué.
—Está bien; después resucitaréis. ¿Acaso no nos habéis traído para que
os divirtamos a vosotros, los Señores, y a vuestros hijos y vasallos?, les dije­
ron a los Señores.
Y he aquí que primero sacrificaron al que era su jefe y Señor, el llamado
Hun-Camé, rey de Xibalbá.
Y muerto Hun-Camé, se apoderaron de Vucub-Camé. Y no los resuci­
taron.
Los de Xibalbá se pusieron en fuga luego que vieron a los Señores muer­
tos y sacrificados. En un instante fueron sacrificados los dos. Y esto se hizo
para castigarlos. Rápidamente fue muerto el Señor Principal. Y no lo resu­
citaron.
Y un Señor se humilló entonces, presentándose ante los bailarines. No
lo habían descubierto, ni lo habían encontrado. — ¡Tened piedad de m í!,
dijo cuando se dio a conocer.
Huyeron todos los hijos y vasallos de Xibalbá a un gran barranco, y se
metieron todos en un hondo precipicio. Allí estaban amontonados cuando
llegaron innumerables hormigas que los descubrieron y los desalojaron del
barranco. De esta manera los sacaron al camino y cuando llegaron se proster­
naron y se entregaron todos, se humillaron y llegaron afligidos.
Así fueron vencidos los Señores de Xibalbá. Sólo por un prodigio y por
su transformación pudieron hacerlo.67

CAPITULO XIV

dijeron sus nombres y se ensalzaron a sí mismos ante todos los


E n se g u id a
de Xibalbá.
— Oíd nuestros nombres. Os diremos también los nombres de nuestros
padres. Nosotros somos Ixhunahpú e Ixbalanqué, éstos son nuestros nom­
bres.68 Y nuestros padres son aquellos que matasteis y que se llamaban Hun-
Hunahpú y Vucub-Hunahpú. Nosotros, los que aquí veis, somos, pues, los
verdadero lo que es falso, como es hacer creer que se quemaban las casas, cuando no
había tal; que hacían aparecer una fuente con peces, y no había nada, sino ilusión de
los ojos: que se mataban a sí mismos haciendo tajadas y pedazos sus carnes, y otras cosas
que eran aparentes y no verdaderas...”
67 Se refiere naturalmente a la metamorfosis de Hunahpú e Ixbalanqué en los dos
muchachos pobres que engañaron trágicamente a los Señores de Xibalbá valiéndose de
sus artes de magia.
68 Xhunahpu, Xbalanque en el original. La X inicial denota el diminutivo en quiché.
En este lugar sirve para establecer la relación de padre e hijo entre Hun-Hunahpú e
Ixhunahpú.

59
vengadores de los dolores y sufrimientos de nuestros padres. Por eso noso­
tros sufrimos todos los males que les hicisteis. En consecuencia, os acabare­
mos a todos vosotros, os daremos muerte y ninguno escapará, les dijeron.
Al instante cayeron de rodillas, todos los de Xibalbá.
— ¡Tened misericordia de nosotros, Hunahpú e Ixbalanqué! Es cierto
que pecamos contra vuestros padres que decís y que están enterrados en Puc-
bal-Chah, dijeron.
—Está bien. Esta es nuestra sentencia, la que os vamos a comunicar.
Oídla todos vosotros los de Xibalbá:
—Puesto que ya no existe vuestro gran poder ni vuestra estirpe, y tam­
poco merecéis misericordia, será rebajada la condición de vuestra sangre. No
será para vosotros el juego de pelota.69 Solamente os ocuparéis de hacer ca­
charros, apastes70 y piedras de moler maíz. Sólo los hijos de las malezas y del
desierto hablarán con vosotros. Los hijos esclarecidos, los vasallos civiliza­
dos no os pertenecerán y se alejarán de vuestra presencia. Los pecadores, los
malos, los tristes, los desventurados, los que se entregan al vicio, ésos son
los que os acogerán. Ya no os apoderaréis repentinamente de los hombres, y
tened presente la humildad de vuestra sangre. Así les dijeron a todos los de
Xibalbá.
De esta manera comenzó su destrucción y comenzaron sus lamentos. No
era mucho su poder antiguamente. Sólo les gustaba hacer el mal a los hom­
bres en aquel tiempo. En verdad no tenían antaño la condición de dioses.
Además, sus caras horribles causaban espanto. Eran los Enemigos, los Búhos.71
Incitaban al mal, al pecado y a la discordia.
Eran también falsos de corazón, negros y blancos a la vez,72 envidiosos
y tiranos, según contaban. Además, se pintaban y untaban la cara.
Así fue, pues, la pérdida de su grandeza y la decadencia de su imperio.
Y esto fue lo que hicieron Hunahpú e Ixbalanqué.
Mientras tanto la abuela lloraba y se lamentaba frente a las cañas que
ellos habían dejado sembradas. Las cañas retoñaron, luego se secaron cuando
los quemaron en la hoguera; después retoñaron otra vez. Entonces la abuela
encendió el fuego y quemó copal ante las cañas en memoria de sus nietos.
Y el corazón de su abuela se llenó de alegría cuando por segunda vez retoña­
ron las cañas. Entonces fueron adoradas por la abuela y ésta las llamó el
Centro de la Casa, Nicah [el centro] se llamaron.
Cañas vivas en la tierra llana \Cazam Ah Chatam Uleu~\ fue su nombre.
Y fueron llamadas el centro de la Casa y el Centro, porque en medio de su
casa sembraron ellos las cañas. Y se llamó Tierra Allanada, Cañas Vivas en
la Tierra Llana, a las cañas que sembraron. Y también las llamó Cañas Vivas
69 Recuérdese que el juego de pelota estaba reservado a la gente principal.
70 Vasijas grandes de barro de ancha boca, así llamadas en Guatemala.
Ah-Tza, los de la guerra. Ab-Tucur, los búhos. Como indica Brasseur, puede haber
relación entre estos nombres y los itzáes, tribu maya que habita al norte de Guatemala
en la región llamada Petén-Itzá, y los pobladores de Tucurú, pueblo de la Verapaz. Es
probable que los quichés y cakchiqueles emigraran desde el norte, huyendo de la tiranía
de aquellos pueblos y con el propósito de vivir en libertad en tierras nuevas.
72 Con aspecto de negros y de blancos, doble apariencia, símbolo de su falsía: de
dos caras.

60
porque retoñaron. Este nombre les fue dado por Ixmucané a las que dejaron
sembradas Hunahpú e Ixbalanqué para que fueran recordados por su abuela.
Ahora bien, sus padres, los que murieron antiguamente, fueron Hun-
Hunahpú y Vucub-Hunahpú. Ellos vieron también las caras de sus padres allá
en Xibalbá y sus padres hablaron con sus descendientes, los que vencieron
a los de Xibalbá.
Y he aquí cómo fueron honrados sus padres por ellos. Honraron a Vucub-
Hunahpú; fueron a honrarlo al Sacrificadero del juego de pelota. Y asimis­
mo quisieron hacerle la cara. Buscaron allí todo su ser, la boca, la nariz, los
ojos. Encontraron su cuerpo, pero muy poco pudieron hacer. No pronunció
su nombre el Hunahpú. Ni pudo decirlo su boca.
Y he aquí cómo ensalzaron la memoria de sus padres, a quienes habían
dejado y dejaron allá en el Sacrificadero del juego de pelota: “Vosotros se­
réis invocados” , les dijeron sus hijos, cuando se fortaleció su corazón. “Seréis
los primeros en levantaros y seréis adorados los primeros por los hijos escla­
recidos, por los vasallos civilizados. Vuestros nombres no se perderán. ¡Así
será! ” , dijeron a sus padres y se consoló su corazón. “Nosotros somos los
vengadores de vuestra muerte, de las penas y dolores que os causaron.”
Así fue su despedida, cuando ya habían vencido a todos los de Xibalbá.
Luego subieron en medio de la luz y al instante se elevaron al cielo. Al
uno le tocó el sol y al otro la luna. Entonces se iluminó la bóveda del cielo
y la faz de la tierra. Y ellos moran en el cielo.
Entonces subieron también los cuatrocientos muchachos a quienes mató
Zipacná, y así se volvieron compañeros de aquéllos y se convirtieron en es­
trellas del cielo.

TERCERA PARTE

CAPITULO PRIMERO

H e aqu í, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando


se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre.
Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman
Tepeu y Gucumatz: “Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine
la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos escla­
recidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, so­
bre la superficie de la tierra.” Así dijeron.
Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la oscuridad y en la noche;
luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta ma­
nera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron
lo que debía entrar en la carne del hombre.
Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los
Creadores y Formadores.

61
De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las
mazorcas blancas.
Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida:73 Yac [el
gato de monte], Utiú [el coyote], Quel [una cotorra vulgarmente llamada
chocoyo] y Hoh [el cuervo]. Estos cuatro animales les dieron la noticia de
las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil
y les enseñaron el camino de Paxil.
Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hom­
bre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo la san­
gre del hombre. Así entró el maíz [en la formación del hombre] por obra
de los Progenitores.
Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una
hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazor­
cas blancas y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables za­
potes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos
alimentos había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá.
Había alimentos de todas clases, alimentos pequeños y grandes, plantas
pequeñas y plantas grandes. Los animales enseñaron el camino. Y moliendo
entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo Ixmucané nueve
bebidas, y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crea­
ron los músculos y el vigor del hombre. Esto hicieron los Progenitores, Tepeu
y Gucumatz, así llamados.
A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación
de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se
hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hom­
bre. Unicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cua­
tro hombres que fueron creados.

73 Ecbá, comida, alimento. Cuando se trata del hombre, echa es el maíz cocido y
molido que era la comida corriente del indio americano, y que los quichés pensaban lógi­
camente que había servido para formar a los primeros hombres.

62
CAPITULO II

E s t o s son los nombres de los primeros hombres que fueron creados y for­
mados: el primer hombre fue Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el ter­
cero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam.
Estos son los nombres de nuestras primeras madres y padres.74
Se dice que ellos sólo fueron hechos y formados, no tuvieron madre, no
tuvieron padre. Solamente se les llamaba varones. No nacieron de mujer, ni
fueron engendrados por el Creador y el Formador, por los Progenitores. Sólo
por un prodigio, por obra de encantamiento fueron creados y formados por
el Creador, el Formador, los Progenitores, Tepeu y Gucumatz. Y como te­
nían la apariencia de hombres, hombres fueron; hablaron, conversaron, vie­
ron y oyeron, anduvieron, agarraban las cosas; eran hombres buenos y her­
mosos y su figura era figura de varón.
Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió su vista,
alcanzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo. Cuando
miraban, al instante veían a su alrededor y contemplaban en torno a ellos la
bóveda del cielo y la faz redonda de la tierra.
Las cosas ocultas [por la distancia] las veían todas, sin tener primero que
moverse; en seguida veían el mundo y asimismo desde el lugar donde estaban
lo veían.
Grande era su sabiduría; su vista llegaba hasta los bosques, las rocas,
los lagos, los mares, las montañas y los valles. En verdad eran hombres ad­
mirables Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam.
Entonces les preguntaron el Creador y el Formador: — ¿Qué pensáis de
vuestro estado? ¿No miráis? ¿No oís? ¿No son buenos vuestro lenguaje y
vuestra manera de andar? ¡Mirad, pues! ¡Contemplad el mundo, ved si apa­
recen las montañas y los valles! ¡Probad, pues, a v er!, les dijeron.
Y en seguida acabaron de ver cuanto había en el mundo. Luego dieron
las gracias al Creador y al Formador: — ¡En verdad os damos gracias dos y
tres veces! Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, habla­
mos, oímos, pensamos y andamos; sentimos perfectamente y conocemos lo
que está lejos y lo que está cerca. Vemos también lo grande y lo pequeño en
el cielo y en la tierra. Os damos gracias, pues, por habernos creado, ¡oh
Creador y Formador!, por habernos dado el ser, ¡oh abuela nuestra!,
¡oh nuestro abuelo!, dijeron dando las gracias por su creación y formación.
Acabaron de conocerlo todo y examinaron los cuatro rincones y los cua­
tro puntos de la bóveda del cielo y de la faz de la tierra.
Pero el Creador y el Formador no oyeron esto con gusto.
—No está bien lo que dicen nuestras criaturas, nuestras obras; todo lo
saben, lo grande y lo pequeño, dijeron. Y así celebraron consejo nuevamente
los Progenitores: — ¿Qué haremos ahora con ellos? ¡Que su vista sólo al­
cance a lo que está cerca, que sólo vean un poco de la faz de la tierra! No
está bien lo que dicen. ¿Acaso no son por su naturaleza simples criaturas y

74 Es decir, los antepasados, los progenitores. En el capítulo siguiente el autor vuel­


ve a llamarlos madres, en el mismo sentido genérico.

63
hechuras [nuestras]? ¿Han de ser ellos también dioses? ¿Y si no procrean y
se multiplican cuando amanezca, cuando salga el sol? ¿Y si no se propagan?
Así dijeron.
—Refrenemos un poco sus deseos, pues no está bien lo que vemos. ¿Por
ventura se han de igualar ellos a nosotros, sus autores, que podemos abarcar
grandes distancias, que lo sabemos y vemos todo?
Esto dijeron el Corazón del Cielo, Huracán, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá,
Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, Ixpiyacoc, Ixmucané, el Creador y el
Formador. Así hablaron y en seguida cambiaron la naturaleza de sus obras,
de sus criaturas.
Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos, los cuales
se empañaron como cuando se sopla sobre la luna de un espejo. Sus ojos se
velaron y sólo pudieron ver lo que estaba cerca, sólo esto era claro para ellos.
Así fue destruida su sabiduría y todos los conocimientos de los cuatro
hombres, origen y principio [de la raza quiché].
Así fueron creados y formados nuestros abuelos, nuestros padres, por
el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra.

CAPITULO III

E ntonces existieron también sus esposas y fueron hechas sus mujeres. Dios
mismo las hizo cuidadosamente. Y así, durante el sueño, llegaron, verdadera­
mente hermosas, sus mujeres, al lado de Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahu­
cutah e Iqui-Balam.
Allí estaban sus mujeres, cuando despertaron, y al instante se llenaron
de alegría sus corazones a causa de sus esposas.
He aquí los nombres de sus mujeres: Cahá-Paluna, era el nombre de la
mujer de Balam-Quitzé; Chomihá se llamaba la mujer de Balam-Acab; Tzu-
nunihá, la mujer de Mahucutah; y Caquixahá era el nombre de la mujer de
Iqui-Balam. Estos son los nombres de sus mujeres, las cuales eran Señoras
principales.
Ellos engendraron a los hombres, a las tribus pequeñas y a las tribus
grandes, y fueron el origen de nosotros, la gente del Quiché. Muchos eran
los sacerdotes y sacrificadores; no eran solamente cuatro, pero estos cuatro
fueron los progenitores de nosotros la gente del Quiché.
Diferentes eran los nombres de cada uno cuando se multiplicaron allá en
el Oriente, y muchos eran los nombres de la gente: Tepeu, Olomán, Cohah,
Quenech, Ahau, que así se llamaban estos hombres allá en el Oriente, donde
se multiplicaron.75
Se conoce también el principio de los de Tamub y los de Ilocab, que vi­
75 Es posible reconocer entre estos nombres el de Tepeu, que en otros lugares de
este libro se aplica a los yaquis, Yaqui-Tepeu, una de las tribus de origen tolteca que
emigraron junto con los quichés. También puede identificarse a los de Olomán, que son
los olmecas, olmeca-xicalancas, que vivían al sur de Veracruz, con quienes los quichés
estaban asimismo íntimamente unidos.

64
nieron juntos de allá del Oriente. Balam-Quitzé era el abuelo y el padre de
las nueve casas grandes de los Cavec; Balam-Acab era el abuelo y padre
de las nueve casas grandes de los Nihaib; Cahucutah, el abuelo y padre de las
cuatro casas grandes de Ahau-Quiché.
Tres grupos de familias existieron; pero no olvidaron el nombre de su
abuelo y padre, los que se propagaron y multiplicaron allá en el Oriente.
Vinieron también los Tamub y los Ilocab, y trece ramas de pueblos, los
trece de Tecpán, y los Rabinales, los Cakchiqueles, los de Tziquinahá, y los
Zacahá y los Lamaq, Cumatz, Tuhalhá, Uchabahá, los de Chumilahá, los de
Quibahá, los de Batenabá, Acul-Vinac, Balamihá, los Canchaheles y Balam-
Colob.16
Estas son solamente las tribus principales, las ramas del pueblo, que
nosotros mencionamos; sólo de las principales hablaremos. Muchas otras sa­
lieron de cada grupo del pueblo, pero no escribiremos sus nombres. Ellas
también se multiplicaron allá en el Oriente.
Muchos hombres fueron hechos y en la oscuridad se multiplicaron. No
había nacido el sol ni la luz cuando se multiplicaron. Juntos vivían todos, en
gran número existían y andaban allá en el Oriente.
Sin embargo, no sustentaban ni mantenían [a su Dios]; solamente alza­
ban las caras al cielo y no sabían qué habían venido a hacer tan lejos.
Allí estuvieron entonces en gran número los hombres negros y los hom­
bres blancos, hombres de muchas clases, hombres de muchas lenguas, que
causaba admiración oírlas.
Hay generaciones en el mundo, hay gentes montaraces, a las que no se les
ve la cara; no tienen casas, sólo andan por los montes pequeños y grandes,
como locos. Así decían despreciando a la gente del monte.
Así decían allá donde veían la salida del sol. Una misma era la lengua de
todos. No invocaban la madera ni la piedra, y se acordaban de la palabra del
Creador y Formador, del Corazón del Cielo, del Corazón de la Tierra.
Así hablaban y esperaban con inquietud la llegada de la aurora. Y eleva­
ban sus ruegos, aquellos adoradores de la palabra [de Dios], amantes, obe­
dientes y temerosos, levantando las caras al cielo cuando pedían hijas e hijos:
— ¡Oh tú, Tzacol, Bitol! ¡Míranos, escúchanos! ¡No nos dejes, no nos
desampares, oh Dios, que estás en el cielo y en la tierra, Corazón del Cielo,
Corazón de la Tierra! ¡Danos nuestra descendencia, nuestra sucesión, mien­

76 Los trece pueblos de Tecpán, que el Título de Totonicapán llama Vukamag Tec-
pam, son las tribus pocomames y poconchíes, según Brasseur. La tribu de Rabinal se es­
tableció en el centro de la actual República de Guatemala, y sus descendientes forman
todavía un núcleo importante de población quiché. Los cakchiqueles constituyeron un
reino fuerte y numeroso, rival del reino quiché y tuvieron por capital a Iximché (nom­
bre indígena del árbol actualmente llamado ramón). Los mexicanos llamaban a Iximché
T ecpán-Quauhtemallan, de donde viene el nombre moderno Guatemala. La tribu de Tzi­
quinahá tuvo por capital la ciudad lacustre de Atitlán, y ocupó la parte occidental del
territorio que circunda el lago de este nombre. Zacahá es el actual Salcajá, cerca de Que-
zaltenango, Lamac, Cumatz, Tuhalhá y Uhabahá existían en los alrededores de Sacapulas,
según Brasseur. No ha sido posible identificar las tribus restantes. La de Balamihá puede
ser la que se estableció en el lugar llamado hoy Balamyá, del departamento de Chimal-
tenango.

65
tras camine el sol y haya claridad! ¡Que amanezca, que llegue la aurora!
¡Danos muchos buenos caminos, caminos planos! ¡Que los pueblos tengan
paz, mucha paz, y sean felices; y danos buena vida y útil existencia! ¡Oh tú,
Huracán, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá, Chipi-Nanauac, Raxa-Nanauac, Voc,
Hunahpú, Tepeu, Gucumatz, Alom, Qaholom, Ixpiyacoc, Ixmucané, abuela
del sol, abuela de la luz! ¡Que amanezca y que llegue la aurora!
Así decían mientras veían e invocaban la salida del sol, la llegada de la
aurora; y al mismo tiempo que veían la salida del sol, contemplaban el luce­
ro del alba, la gran estrella precursora del sol, que alumbra la bóveda del
cielo y la superficie de la tierra, e ilumina los pasos de los hombres creados
y formados.

CAPITULO IV

B alam -Qu it z é , Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam dijeron: —Aguarde­


mos que amanezca. Así dijeron aquellos grandes sabios, los varones enten­
didos, los sacerdotes y sacrificadores. Esto dijeron.
Nuestras primeras madres y padres no tenían todavía maderos ni piedras
que custodiar,77 pero sus corazones estaban cansados de esperar el sol. Y ya
eran muy numerosos todos los pueblos y la gente yaqui,7S los sacerdotes y
sacrificadores.
— ¡Vámonos, vamos a buscar y a ver si están guardados nuestros símbo­
los! , si encontramos lo que pondremos a arder ante ellos.79 Pues estando de
esta manera no tenemos quien vele por nosotros, dijeron Balam-Quitzé, Ba­
lam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam.
Y habiendo llegado a sus oídos la noticia de una ciudad, se dirigieron
hacia allá.
Ahora bien, el nombre del lugar a donde se dirigieron Balam-Quitzé,
Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam y los de Tamub e Ilocab eran Tulán-
'Zuiva, Vucub-Pec, Vucub-Ziván ,80 Este era el nombre de la ciudad a donde
fueron a recibir a sus dioses.
Así, pues, llegaron todos a Tulán. No era posible contar los hombres que
llegaron; eran muchísimos y caminaban ordenadamente.
Fue entonces la salida de sus dioses; primero los de Balam-Quitzé, Balam-

77 Es decir, ídolos.
78 Los mexicanos, los antiguos toltecas, el pueblo náhuatl, que uniéndose a los mayas
del sur, fueron el origen de las naciones indígenas de Guatemala. El autor llama a los
yaquis los sacerdotes y sacrificadores, y estos mismos nombres les da en varios lugares a
los jefes quichés Balam-Quitzé y compañeros.
79 Evidentemente buscaban el incienso para quemar ante los dioses.
80 Este pasaje de Popol Vuh es muy interesante como prueba de la comunidad de
origen de los quichés y demás pueblos de Guatemala y de las tribus que se establecieron
en los tiempos antiguos en diversas partes de México y Yucatán. Tulátt-Zuiva, la Cueva
de Tulán, Vucub-Pec, Siete Cuevas, y Vucub-Ziván, Siete Barrancas, son los nombres
quichés del sitio a que la tradición mexicana da el nombre de Chicomoztoc, que en len­
gua náhuatl significa igualmente Siete Cuevas.

66
Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, quienes se llenaron de alegría: — ¡Por fin
hemos hallado lo que buscábamos!, dijeron.
Y el primero que salió fue Tohil, que así se llamaba este dios, y lo sacó
a cuestas en su arca81 Balam-Quitzé. En seguida sacaron al dios que se llama­
ba Avilix, a quien llevó Balam-Acab. Al dios que se llamaba Hacavitz lo lle­
vaba Mahucutah; y al dios llamado Nicahtacah lo condujo Iqui-Balam.
Y junto con la gente del Quiché, lo recibieron también los de Tamub.
Y asimismo Tohil fue el nombre del dios de los de Tamub, que recibieron
el abuelo y padre de los Señores de Tamub que conocemos hoy día.
En tercer lugar estaban los de Ilocab. Tohil era también el nombre del
dios que recibieron los abuelos y los padres de los Señores a quienes igual­
mente conocemos ahora.
Así fueron llamadas las tres [familias] quichés y no se separaron porque
era uno el nombre de su dios, Tohil de los Quichés, Tohil de los Tamub y de
los Ilocab; uno solo era el nombre del dios, y por eso no se dividieron las
tres [familias] quichés.
Grande era en verdad la naturaleza de los tres, Tohil, Avilix y Hacavitz.
Y entonces llegaron todos los pueblos, los de Rabinal, los Cakchiqueles,
los de Tziquinahá y las gentes que ahora se llaman Yaquis. Y allí fue donde
se alteró el lenguaje de las tribus; diferentes volviéronse sus lenguas. Ya no
podían entenderse claramente entre sí después de haber llegado a Tulán. Allí
también se separaron, algunas hubo que se fueron para el Oriente,82 pero
muchas se vinieron para acá.
Y sus vestidos eran solamente pieles de animales; no tenían buenas ro­
pas que ponerse, las pieles de animales eran su único atavío. Eran pobres,
nada poseían, pero su naturaleza era de hombres prodigiosos.
Cuando llegaron a Tulán-Zuiva, Vucub-Pec, Vucub-Ziván, dicen las anti­
guas tradiciones que habían andado mucho para llegar a Tulán.

CAPITULO V

Y no tenían fuego. Solamente lo tenían los de Tohil. Este era el dios de las
tribus que fue el primero que creó el fuego. No se sabe cómo nació, porque
ya estaba ardiendo el fuego cuando lo vieron Balam-Quitzé y Balam-Acab.
— ¡Ay, nuestro fuego ya no existe! Moriremos de frío, dijeron. Entonces
Tohil les contestó: — ¡No os aflijáis! Vuestro será el fuego perdido de que
habláis, les dijo entonces Tohil.
— ¿De veras? ¡Oh Dios, nuestro sostén, nuestro mantenedor, tú, nues­
tro D ios!, dijeron, dándole sus agradecimientos.
Y Tohil les respondió: —Está bien, ciertamente yo soy vuestro Dios;
¡que así sea! Yo soy vuestro Señor; ¡que así sea! Así les fue dicho a los
81 El arca o jaula de madera que los indios llevan a cuestas para conducir sus pro­
ductos o cargamentos de un lugar a otro. El nombre corriente en Guatemala es cacaxte,
como tantos otros, de la lengua mexicana.
82 A Yucatán.

67
sacerdotes y sacrificadores por Tohil. Y así recibieron su fuego las tribus y
se alegraron a causa del fuego.
En seguida comenzó a caer un gran aguacero, cuando ya estaba ardiendo
el fuego de las tribus. Gran cantidad de granizo cayó sobre las cabezas de
todas las tribus, y el fuego se apagó a causa del granizo, y nuevamente se
extinguió su fuego.
Entonces Balam-Quitzé y Balam-Acab le pidieron otra vez su fuego a
Tohil: — ¡Ah, Tohil, verdaderamente nos morimos de frío!, le dijeron
a Tohil.
—Está bien, no os aflijáis, contestó Tohil, y al instante sacó fuego, dando
vueltas dentro de su zapato.83

Alegráronse al punto Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Ba­


lam, y en seguida se calentaron.
Ahora bien, el fuego de los pueblos [de Vucamag] se había apagado
igualmente, y aquéllos se morían de frío.
En seguida llegaron a pedir su fuego a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Ma­
hucutah e Iqui-Balam. Ya no podían soportar el frío ni la helada; estaban
temblando y dando diente con diente; ya no tenían vida; las piernas y las
manos les temblaban y nada podían coger con éstas cuando llegaron.
—No nos causa vergüenza venir ante vosotros a pediros que nos deis
un poco de vuestro fuego, dijeron al llegar. Pero no fueron bien recibidos.
Y entonces se llenó de tristeza el corazón de las tribus.
—El lenguaje de Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam
es diferente. ¡Ay! ¡Hemos abandonado nuestra lengua! ¿Qué es lo que he­
mos hecho? Estamos perdidos. ¿En dónde fuimos engañados? Una sola era

83 Damos la versión de Ximénez. La expresión alude indudablemente a la manera


primitiva de sacar fuego por medio de un palo que se hace girar rápidamente dentro de
otro. Según el "Título de los Señores de Totonicapán, Balam-Quitzé y sus compañeros
fueron “comenzando a frotar madera y piedras, los que primero sacaron fuego” . Los
pueblos de Vukamag sólo consiguieron que los quichés les dieran “un poco” de su fuego
ofreciendo darles a sus hijas.

68
nuestra lengua cuando llegamos allá a Tulán; de una sola manera habíamos
sido creados y educados. No está bien lo que hemos hecho, dijeron todas las
tribus bajo los árboles y los bejucos.
Entonces se presentó un hombre ante Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahu­
cutah e Iqui-Balam, y habló de esta manera el mensajero de Xibalbá: —Este
es, en verdad, vuestro Dios; éste es vuestro sostén; ésta es, además, la repre­
sentación, el recuerdo de vuestro Creador y Formador. No les deis, pues, su
fuego a los pueblos, hasta que ellos ofrenden a Tohil. No es menester que
os den algo a vosotros. Preguntad a Tohil qué es lo que deben dar cuando
vengan a recibir el fuego, les dijo el de Xibalbá. Este tenía alas como las
alas del murciélago. Yo soy enviado por vuestro Creador, por vuestro For­
mador, dijo el de Xibalbá.
Llenáronse entonces de alegría, y se ensancharon también los corazones
de Tohil, Avilix y Hacavitz cuando habló el de Xibalbá, el cual desapareció
al instante de su presencia.
Pero no perecieron las tribus cuando llegaron, aunque se morían de frío.
Había mucho granizo, lluvia negra y neblina, y hacía un frío indescriptible.
Hallábanse todas las tribus temblando y tiritando de frío cuando llegaron
a donde estaban Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam. Gran­
de era la aflicción de sus corazones y tristes estaban sus bocas y sus ojos.
En seguida llegaron los suplicantes a presencia de Balam-Quitzé, Balam-
Acab, Mahucutah e Iqui-Balam. — ¿No tendréis compasión de nosotros, que
solamente os pedimos un poco de vuestro fuego? ¿Acaso no estábamos jun­
tos y reunidos? ¿No fue una misma nuestra morada y una sola nuestra patria
cuando fuisteis creados, cuando fuisteis formados? ¡Tened, pues, misericor­
dia de nosotros!, dijeron.
— ¿Qué nos daréis para que tengamos misericordia de vosotros?, les pre­
guntaron.
—Pues bien, os daremos dinero, contestaron las tribus.
—No queremos dinero, dijeron Balam-Quitzé y Balam-Acab.
— ¿Y qué es lo que queréis?
—Ahora lo preguntaremos.
—Está bien, dijeron las tribus.
—Le preguntaremos a Tohil y luego os diremos, les contestaron.
— ¿Qué deben dar las tribus, ¡oh Tohil!, que han venido a pedir tu
fuego?, dijeron entonces Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-
Balam.
— ¡Bueno! ¿Querrán dar su pecho y su sobaco? 84 ¿Quieren sus corazo­
nes que yo, Tohil, los estreche entre mis brazos? Pero si así no lo desean,
tampoco les daré su fuego, respondió Tohil.
—Decidles que eso será más tarde, que no tendrán que venir ahora a
unir su pecho y sus sobacos. Esto os manda decir, les diréis. Esta fue la res­
puesta a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam.

84 Es decir, entregar a las víctimas para que las sacrifiquen, al estilo mexicano,
abriéndoles el pecho con el cuchillo de pedernal y ofrendando sus corazones a la divini­
dad. La misma idea se repite más adelante en términos inequívocos.

69
Entonces transmitieron la palabra de Tohil. —Está bien, nos uniremos
y lo abrazaremos, dijeron [los pueblos], cuando oyeron y recibieron la pa­
labra de Tohil. Y no obraron con tardanza: — ¡Bueno, dijeron, pero que sea
pronto! Y en seguida recibieron el fuego. Luego se calentaron.

CAPITULO VI

H ubo , sin embargo, una tribu que hurtó el fuego entre el humo, y fueron
los de la casa de Zotzil. E l dios de los cakchiqueles se llamaba Chamalcán y
tenía la figura de un murciélago.
Cuando pasaron entre el humo, pasaron suavemente, y luego se apodera­
ron del fuego. No pidieron el fuego los cakchiqueles porque no quisieron en­
tregarse como vencidos, de la manera como fueron vencidas las demás tribus
cuando ofrecieron su pecho y su sobaco para que se los abrieran. Y ésta era
la abertura que había dicho Tohil: que sacrificaran a todas las tribus ante
él, que se les arrancara el corazón del pecho y del sobaco.
Y esto no se había comenzado a hacer cuando fue profetizada por Tohil
la toma del poder y el señorío por Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e
Iqui-Balam.
Allá en Tulán-Zuiva, de donde habían venido, acostumbraban no comer,
observaban un ayuno perpetuo, mientras aguardaban la llegada de la aurora
y atisbaban la salida del sol.
Turnábanse para ver la grande estrella que se llama Icoquih ,85 y que sale
primero delante del sol, cuando nace el sol, la brillante Icoquih, que siempre
estaba allí frente a ellos en el Oriente, cuando estuvieron allá en la llamada
Tulán-Zuiva, de donde vino su dios.
No fue aquí, pues, donde recibieron su poder y señorío, sino que allá
sometieron y subyugaron a las tribus grandes y pequeñas, cuando las sacri­
ficaron ante Tohil y le ofrendaron la sangre, la sustancia, el pecho y el cos­
tado de todos los hombres.
A Tulán les llegó al instante su poder; grande fue su sabiduría en la
oscuridad y en la noche.
Luego se vinieron, se arrancaron de allá y abandonaron el Oriente. —Esta
no es nuestra casa, vámonos y veamos dónde nos hemos de establecer, dijo
entonces Tohil.
En verdad les hablaba a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-
Balam. —Dejad hecha vuestra acción de gracias, disponed lo necesario para
sangraros las orejas, picaos los codos, haced vuestros sacrificios, éste será
vuestro agradecimiento ante Dios.
—Está bien, dijeron, y se sacaron sangre de las orejas. Y lloraron en sus
cantos por su salida de Tulán; lloraron sus corazones cuando abandonaron
a Tulán.
— ¡Ay de nosotros! Ya no veremos aquí el amanecer, cuando nazca el

85 Icoquih, Venus, la precursora del sol, literalmente la que lleva a cuestas al sol.

70
sol y alumbre la faz de la tierra, dijeron al partir. Pero dejaron algunas gen­
tes en el camino por donde iban para que velaran.
Cada una de las tribus se levantaba continuamente para ver la estrella
precursora del sol. Esta señal de la aurora la traían en su corazón cuando
vinieron de allá del Oriente, y con la misma esperanza partieron de allá, de
aquella gran distancia, según dicen en sus cantos hoy día.

CAPITULO VII
L legaron por entonces a la cumbre de una montaña y allí se reunieron todo
el pueblo quiché y las tribus. Allí celebraron todos consejo para tomar sus
disposiciones. Llaman hoy día a esta montaña Chi-Pixab, éste es el nombre
de la montaña.
Reuniéronse allí y se ensalzaron a sí mismos: — ¡Yo soy, yo, el pueblo
del Quiché! Y tú, Tamub, éste será tu nombre. Y a los de Ilocab les dije­
ron: —Tú, Ilocab, éste será tu nombre. Y estos tres [pueblos] quichés no
desaparecerán, una misma es nuestra suerte, dijeron cuando designaron sus
nombres.
En seguida dieron su nombre a los Cakchiqueles: Gagchequeleb fue su
nombre. Asimismo a los de Rabinal, que éste fue su nombre que hasta ahora
no han perdido. Y también a los de Tziquinahá,86 que así se llaman hoy día.
Estos son los nombres que se dieron entre sí.
Allá se reunieron a esperar que amaneciera y a observar la salida de la
estrella que llega primero delante del sol, cuando éste está a punto de nacer.
—De allá venimos, pero nos hemos separado, decían entre sí.
Y sus corazones estaban afligidos, y estaban pasando grandes sufrimien­
tos: no tenían comida, no tenían sustento; solamente olían la punta de sus
bastones y así se imaginaban que comían, pero no se alimentaban cuando
venían.
No está bien claro, sin embargo, cómo fue su paso sobre el mar; como
si no hubiera mar pasaron hacia este lado; sobre piedras pasaron, sobre pie­
dras en hilera sobre la arena. Por esta razón fueron llamadas Piedras en hile­
ra, Arenas arrancadas, nombres que ellos les dieron cuando pasaron entre el
mar, habiéndose dividido las aguas cuando pasaron.
Y sus corazones estaban afligidos cuando conferenciaban entre sí, porque
no tenían que comer, sólo un trago de agua que bebían y un puñado de maíz.
Allí estaban, pues, congregados en la montaña llamada Chi-Pixab. Y ha­
bían llevado también a Tohil, Avilix y Hacavitz. Un ayuno completo obser­
vaba Balam-Quitzé con su mujer Cahá-Paluma, que éste era el nombre de su
mujer. Así lo hacían también Balam-Acab y su mujer, la llamada Chomihá;
y también Mahucutah observaba un ayuno absoluto con su mujer, la llamada
Tzununihá, e Iqui-Balam con su mujer, la llamada Caquixahá.
Y ellos eran los que ayunaban en la oscuridad y en la noche. Grande era
su tristeza cuando estaban en el monte que ahora se llama Chi-Pixab.
86 El pueblo de Rabinal conserva su nombre antiguo. Tziquinahá es el actual pueblo
de Atitlán.

71
CAPITULO VIII

Y nuevamente les habló su dios. Así les hablaron entonces Tohil, Avilix y
Hacavitz a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam: — ¡Vámo­
nos ya, levantémonos ya, no permanezcamos aquí, llevadnos a un lugar es­
condido! Ya se acerca el amanecer. ¿No sería una desgracia para vosotros
que fuéramos aprisionados por los enemigos en estos muros donde nos tenéis
vosotros los sacerdotes y sacrificadores? Ponednos, pues, a cada uno en lu­
gar seguro, dijeron cuando hablaron.
—Muy bien. Nos marcharemos, iremos en busca de los bosques, contes­
taron todos.
A continuación cada uno tomó y se echó a cuestas a su dios. Así llevaron
a Avilix al barranco llamado Euabal-Ziván, así nombrado por ellos, al gran
barranco del bosque que ahora llamamos Pavilix, y allí lo dejaron. En este
barranco fue dejado por Balam-Acab.
En orden fueron dejándolos. El primero que dejaron así fue Hacavitz,
sobre una gran pirámide colorada, en el monte que se llama ahora Hacavitz.
Allí fue fundado su pueblo, en el lugar donde estuvo el dios llamado Ha­
cavitz.
Asimismo se quedó Mahucutah con su dios, que fue el segundo dios es­
condido por ellos. No estuvo Hacavitz en el bosque, sino que en un cerro
desmontado fue escondido Hacavitz.
Luego vino Balam-Quitzé, llegó al gran bosque; para esconder a Tohil
llegó Balam-Quitzé al cerro que hoy se llama Patohil. Entonces celebraron
la ocultación de Tohil en la barranca, en su refugio. Gran cantidad de cule­
bras, de tigres, víboras y cantiles87 había en el bosque en donde estuvo escon­
dido por los sacerdotes y sacrificadores.
Juntos estaban Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam;
juntos esperaban el amanecer allá sobre el cerro llamado Hacavitz.
Y a poca distancia estaba el dios de los Tamub y de los de Ilocab. Amac­
han se llamaba el lugar donde estaba el dios de los de Tamub, y allí les ama­
neció. Amac-Uquineat se llamaba el lugar donde les amaneció a los de Ilocab;
allí estaba el dios de los de Ilocab, a corta distancia de la montaña.
Allí estaban también todos los de Rabinal, los Cakchiqueles, los de Tzi­
quinahá, todas las tribus pequeñas y las tribus grandes. Juntos se detuvieron
aguardando la llegada de la aurora y la salida de la gran estrella llamada
Icoquih, que sale primero delante del sol, cuando amanece, según cuentan.
Juntos estaban, pues, Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-
Balam. No dormían, permanecían de pie y grande era la ansiedad de sus co­
razones y su vientre por la aurora y el amanecer. Allí también sintieron ver­
güenza, les sobrevino una gran aflicción, una gran angustia y estaban abru­
mados por el dolor.
Hasta allí habían llegado. — ¡Ay, que hemos venido sin alegría! ¡Si al
menos pudiéramos ver el nacimiento del sol! ¿Qué haremos ahora? Si éra­

87 Canti, variedad de serpiente venenosa, Trigonocephalus specialis. Estos animales


eran considerados por los antiguos indios como dioses menores de su mitología.

72
mos de un mismo sentir en nuestra patria, ¿cómo nos hemos ausentado?,
decían hablando entre ellos, en medio de la tristeza y la aflicción y con las­
timera voz.
Hablaban, pero no se calmaba la ansiedad de sus corazones por ver la
llegada de la aurora: —Los dioses están sentados en las barrancas, en los
bosques, están entre las parásitas, entre el musgo; ni siquiera un asiento de
tablas se les dio, decían.
Primeramente estaban Tohil, Avilix y Hacavitz. Grande era su gloria, su
fuerza y su poder sobre los dioses de todas las tribus. Muchos eran sus pro­
digios e innumerables sus viajes y peregrinaciones en medio del frío y el co­
razón de las tribus estaba lleno de temor.
Tranquilos estaban respecto a ellos los corazones de Balam-Quitzé, Balam-
Acab, Mahucutah e Iqui-Balam. No sentían ansiedad en su pecho por los
dioses que habían recibido y traído a cuestas cuando vinieron de allá de
Tulán-Zuiva, de allá en el Oriente.
Estaban, pues, allí en el bosque que ahora se llama Zaquiribal Pa-Tohil,
P ’Avilix, Pa-Hacavitz.
Y entonces les amaneció y les brilló su aurora a nuestros abuelos y nues­
tros padres.
Ahora contaremos la llegada de la aurora y la aparición del sol, la luna
y las estrellas.

CAPITULO IX

H e aquí , pues, la aurora, y la aparición del sol, la luna y las estrellas.


Grandemente se alegraron Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-
Balam cuando vieron a la Estrella de la mañana. Salió primero con la faz
resplandeciente, cuando salió primero delante del sol.
En seguida desenvolvieron el incienso que habían traído desde el Oriente
y que pensaban quemar, y entonces desataron los tres presentes que pensa­
ban ofrecer.
El incienso que traía Balam-Quitzé se llamaba Mixtán-Pom\ el incienso
que traía Balam-Acab se llamaba Caviztán-Pom; y el que traía Mahucutah
se llamaba Cabauil-Pom. Los tres tenían su incienso. Lo quemaron y en se­
guida se pusieron a bailar en dirección al Oriente.
Lloraban de alegría cuando estaban bailando y quemaban su incienso, su
precioso incienso. Luego lloraron porque no veían ni contemplaban todavía
el nacimiento del sol.
En seguida, salió el sol. Alegráronse los animales chicos y grandes y se
levantaron en las vegas de los ríos, en las barrancas, y en la cima de las
montañas; todos dirigieron la vista allá donde sale el sol.
Luego rugieron el león y el tigre. Pero primero cantó el pájaro que se
llama Queletzú. Verdaderamente se alegraron todos los animales y extendie­
ron sus alas el águila, el rey zope, las aves pequeñas y las aves grandes.
Los sacerdotes y sacrificadores estaban arrodillados; grande era la ale­
gría de los sacerdotes y sacrificadores y de los de Tamub e Ilocab y de los

73
rabinaleros, los cakchiqueles, los de Tziquinahá y los de Tuhalhá, (Jchabahá,
Quibahá, los de Batená y los Yaqui Tepeu, tribus todas que existen hoy día.
Y no era posible contar la gente. A un mismo tiempo alumbró la aurora a
todas las tribus.
En seguida se secó la superficie de la tierra a causa del sol. Semejante a
un hombre era el sol cuando se manifestó y su faz ardía cuando secó la
superficie de la tierra.
Antes que saliera el sol estaba húmeda y fangosa la superficie de la tierra,
antes que saliera el sol; pero el sol se levantó y subió como un hombre. Pero
no se soportaba su calor. Sólo se manifestó cuando nació y se quedó fijo
como un espejo. No era ciertamente el mismo sol que nosotros vemos, se
dice en sus historias.
Inmediatamente después se convirtieron en piedra Tohil, Avilix y Haca­
vitz, junto con los seres deificados, el león, el tigre, la culebra, el cantil y el
duende. Sus brazos se prendieron de los árboles cuando aparecieron el sol, la
luna y las estrellas. Todos se convirtieron igualmente en piedras. Tal vez no
estaríamos vivos nosotros hoy día a causa de los animales voraces, el león,
el tigre, la culebra, el cantil y el duende; quizás no existiría ahora nuestra
gloria si los primeros animales no se hubieran vuelto piedra por obra del sol.
Cuando éste salió se llenaron de alegría los corazones de Balam-Quitzé,
Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam. Grandemente se alegraron cuando
amaneció. Y no eran muchos los hombres que allí estaban; sólo eran unos
pocos los que estaban sobre el monte Hacavitz. Allí les amaneció, allí que­
maron el incienso y bailaron, dirigiendo la mirada hacia el Oriente, de donde
habían venido. Allá estaban sus montañas y sus valles, allá de donde vinieron
Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, así llamados.
Pero fue aquí donde se multiplicaron, en la montaña, y ésta fue su ciu­
dad; aquí estaban, además cuando aparecieron el sol, la luna y las estrellas,
cuando amaneció y se alumbró la faz de la tierra y el mundo entero. Aquí
también comenzaron su canto, que se llama Camucú\ lo cantaron, pero sólo
el dolor de su corazones y sus entrañas expresaron en su canto. — ¡Ay de
nosotros! En Tulán nos perdimos, nos separamos, y allá quedaron nuestros
hermanos mayores y menores. ¡Ay, nosotros hemos visto el so l!, pero ¿dón­
de están ellos ahora que ya ha amanecido?, les decían a los sacerdotes y sa­
crificadores de los yaquis.
Porque en verdad, el llamado Tohil es el mismo dios de los yaquis, cuyo
nombre es Yolcuaí-Quiizalcuaf.8S
Nos separamos allá en Tulán, en Zuiva, de allá salimos juntos y allí fue
creada nuestra raza cuando vinimos, decían entre sí.
Entonces se acordaron de sus hermanos mayores y de sus hermanos me­
nores, los yaquis, a quienes les amaneció allá en el país que hoy se llama

88 El gran civilizador era adorado como una divinidad por los antiguos mexicanos,
quienes le daban diferentes nombres. Llamábanle Ehecatl, o dios del viento; Yulcuat, o
sea serpiente cascabel; Quetzalcóatl, o serpiente cubierta de plumas verdes. Este último
significado corresponde también al nombre maya Kukulcán y al nombre quiché Gucu­
matz. En este lugar del texto se revela que los quichés identificaban también a Quetzal­
cóatl con su dios Tohil. Ambos eran efectivamente dioses de la lluvia.

74
México. Había también una parte de la gente que se quedó allá en el Oriente,
los llamados Tepeu Olimán, que se quedaron allí, dijeron.
Gran aflicción sentían en sus corazones allá en el Hacavitz; lo mismo
sentían los de Tamub y de Ilocab, que estaban igualmente allí en el bosque
llamado Amac-Tan, donde les amaneció a los sacerdotes y sacrificadores de
Tamub y a su dios, que era también Tohil, pues era uno mismo el nombre
del dios de las tres ramas del pueblo quiché. Y también es el nombre del
dios de los rabinaleros, pues hay poca diferencia con el nombre de Huntoh,
que así se llama el dios de los rabinaleros; por eso dicen que quisieron igua­
lar su lengua a la del Quiché.
Ahora bien, la lengua de los cakchiqueles es diferente, porque era dife­
rente el nombre de su dios cuando vinieron de allá de Tulán-Zuiva. Tzotzihá
Chimalcán era el nombre de su dios, y hablan hoy una lengua diferente; y
también de su dios tomaron su nombre las familias Ahpozotzil y Ahpoxá,
así llamadas.
También se cambió la lengua del dios, cuando les dieron su dios allá en
Tulán, junto a la piedra; su lengua fue cambiada cuando vinieron de Tulán
en la oscuridad. Y estando juntas les amaneció y les brilló su aurora a todas
las tribus, estando reunidos los nombres de los dioses de cada una de las
tribus.

CAPITULO X

Y ahora referiremos su estancia y su permanencia allá en la montaña, donde


se hallaban juntos los cuatro llamados Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucu­
tah e Iqui-Balam. Lloraban sus corazones por Tohil, Avilix y Hacavitz a
quienes habían dejado entre las parásitas y el musgo.
He aquí cómo hicieron los sacrificios al pie del sitio donde pusieron a
Tohil cuando llegaron a presencia de Tohil y de Avilix. Iban a verlos y a sa­
ludarlos y darles gracias también por la llegada de la aurora. Ellos estaban
en la espesura, entre las piedras, allá en el bosque. Y sólo por arte de magia
hablaron cuando llegaron los sacerdotes y sacrificadores ante Tohil. No traían
grandes presentes, sólo resina, restos de goma noh y pericón 89 quemaron
ante su dios.
Y entonces habló Tohil; sólo por un prodigio les dio sus consejos a los
sacerdotes y sacrificadores. Y ellos [los dioses] hablaron entonces y dijeron:
“Verdaderamente aquí serán nuestras montañas y nuestros valles. Noso­
tros somos vuestros; grandes serán nuestra gloria y nuestra descendencia por
obra de todos los hombres. Vuestras son todas las tribus y nosotros, vuestros
compañeros. Cuidad de vuestra ciudad y nosotros os daremos vuestra ins­
trucción.

89 En lugar del incienso de Oriente, los quichés quemaban en los altares de sus
dioses una variedad de sustancias aromáticas: trementina, o sea la resina del pino, que
ellos llamaban col; pom, o sea el copalli de México; la goma que llamaban noh, que es
otra resina, según Ximénez, y la hierba pericón o hipericón, Tagetes lucida, de la familia
de las compuestas.

75
“No nos mostréis ante las tribus cuando estemos enojados por las pala­
bras de sus bocas y por su comportamiento. Tampoco dejéis que caigamos en
el lazo. Dadnos a nosotros en cambio los hijos de la hierba y los hijos del
campo y también las hembras de los venados y las hembras de las aves.90
Venid a darnos un poco de vuestra sangre, tened compasión de nosotros.
Quedaos con el pelo de los venados91 y guardaos de aquellos cuyas miradas
nos han engañado.
“Así, pues, el venado [la piel] será nuestro símbolo que manifestaréis
ante las tribus. Cuando se os pregunte ¿dónde está Tohil?, presentaréis el
venado ante sus ojos. Tampoco os presentéis vosotros mismos, pues tendréis
otras cosas que hacer. Grande será vuestra condición; dominaréis a todas las
tribus; traeréis su sangre y su sustancia ante nosotros, y los que vengan a
abrazamos, nuestros serán también” , dijeron entonces Tohil, Avilix y Ha­
cavitz.92

Apariencia de muchachos tenían, cuando los vieron al llegar a ofrendar­


les los presentes. Entonces comenzó la persecución de los hijos de las aves
y los hijos de los venados, y el producto de la caza era recibido por los sacer­
dotes y sacrificadores. Y en cuanto encontraban a las aves y a los hijos de
los venados, al punto iban a depositar la sangre de los venados y las aves en
la boca de las piedras de Tohil y de Avilix.
Y cuando la sangre había sido bebida por los dioses, al punto hablaba la
piedra, cuando llegaban los sacerdotes y sacrificadores, cuando iban a lle­
varles sus ofrendas. Y de igual manera lo hacían delante de sus símbolos,
quemando pericón y bolom-ocox.
Los símbolos de cada uno estaban allá donde habían sido colocados por

90 Como se ha dicho en otro lugar, bajo la palabra queh, venado, se comprenden


todos los cuadrúpedos.
91 El texto alude probablemente a la piel cubierta de pelo del venado, que los sacer­
dotes debían enseñar al pueblo en lugar de los verdaderos dioses de los quichés, obede­
ciendo las órdenes de Tohil.
92 Se notará que los tres dioses hablaban juntos a las tribus.

76
ellos, en la cumbre de la montaña. Pero ellos [los sacerdotes] no vivían en
sus casas durante el día, sino que andaban por los montes, y sólo se alimen-'
taban de los hijos de los tábanos y de las avispas y de la abejas que busca­
ban; no tenían buena comida ni buena bebida. Y tampoco eran conocidos lor
caminos de sus casas, ni se sabía dónde habían quedado sus mujeres.

CUARTA PARTE

CAPITULO PRIMERO

A hora b ie n , muchos pueblos fueron fundándose uno por uno, y las diferen­
tes ramas de las tribus se iban reuniendo y agrupando junto a los caminos,
sus caminos que habían abierto.
En cuant9 a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, no se
sabía dónde estaban. Pero cuando veían a las tribus que pasaban por los ca­
minos, al instante se ponían a gritar en la cumbre de los montes, lanzando
el aullido del coyote y el grito del gato de monte, e imitando el rugido del
león y del tigre.

Y viendo las tribus estas cosas cuando caminaban: —Sus gritos son de
coyote, de gato de monte, de león y de tigre, decían. Quieren aparentar que
no son hombres ante todas las tribus, y sólo hacen esto para engañamos a
nosotros los pueblos. Algo desean sus corazones. Ciertamente no se espantan
de lo que hacen. Algo se proponen con el rugido del león, con el rugido del
tigre que lanzan cuando ven a uno o dos hombres caminando; lo que quie­
ren es acabar con nosotros.
Cada día llegaban [los sacerdotes] a sus casas y al lado de sus mujeres,
llevando solamente las crías de los abejorros y de las avispas y las crías de
las abejas para darles a sus mujeres.
Cada día también llegaban ante Tohil, Avilix y Hacavitz y decían en sus
corazones: —He aquí a Tohil, Avilix y Hacavitz. Sólo la sangre de los ve-

77
nados y de las aves podemos ofrecerles; solamente nos sacaremos sangre de
las orejas y de los brazos. Pidámosles fuerzas y vigor a Tohil, Avilix y Haca­
vitz. ¿Qué dirán de las muertes del pueblo, que uno por uno los vamos ma­
tando?, decían entre sí cuando se dirigían a la presencia de Tohil, Avilix y
Hacavitz.
Luego se punzaban las orejas y los brazos ante la divinidad, recogían su
sangre y la ponían en el vaso, junto a la piedra. Pero en realidad, no eran de
piedra, sino que se presentaba cada uno bajo la figura de un muchacho.
Alegrábanse con la sangre de los sacerdotes y sacrificadores cuando llega­
ban con esta muestra de su trabajo:
— ¡Seguid sus huellas [las de los animales que sacrificaban], allá está
vuestra salvación!
—De allá vino, de Tulán, cuando nos trajisteis, les dijeron, cuando os
dieron la piel llamada Pazilizib, untada de sangre: que se derrame su sangre
y que ésta sea la ofrenda de Tohil, Avilix y Hacavitz.93

CAPITULO II

H e aquí cómo comenzó el robo de los hombres de las tribus [de Vuc Amag]
por Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam.
Luego vino la matanza de las tribus. Cogían a uno solo cuando iba cami­
nando, o a dos cuando iban caminando, y no se sabía cuándo los cogían, y en
seguida los iban a sacrificar ante Tohil y Avilix. Después regaban la sangre
en el camino y ponían la cabeza por separado en el camino. Y decían las
tribus: “El tigre se los comió.” Y lo decían así porque eran como pisadas
de tigre las huellas que dejaban, aunque ellos no se mostraban.
Ya eran muchos los hombres que habían robado, pero no se dieron cuen­
ta las tribus hasta más tarde. — ¿Si serán Tohil y Avilix los que se introdu­
cen entre nosotros? Ellos deben ser aquellos a quienes alimentan los sacer­
dotes y sacrificadores. ¿En dónde estarán sus casas? ¡Sigamos sus pisadas!,
dijeron todos los pueblos.
Entonces celebraron consejo entre ellos. A continuación comenzaron a
seguir las huellas de los sacerdotes y sacrificadores, pero éstas no eran claras.
Sólo eran pisadas de fieras, pisadas de tigre lo que veían, pero las huellas no
eran claras. No estaban claras las primeras huellas, pues estaban invertidas,
como hechas para que se perdieran, y no estaba claro su camino. Se formó
una neblina, se formó una lluvia negra y se hizo mucho lodo; y empezó a
caer una llovizna. Esto era lo que los pueblos veían ante ellos. Y sus corazo­
nes se cansaban de buscar y perseguirlos por los caminos, porque como era
tan grande el ser de Tohil, Avilix y Hacavitz, se alejaban hasta allá en la
cima de las montañas, en la vecindad de los pueblos que mataban.

93 A pesar de sus incoherencias y de su sentido muy oscuro, este capítulo parece ser
el prólogo de la destrucción de las tribus de Vuc Amag, enemigos de los quichés, a
quienes los sacerdotes se proponían sacrificar en la forma que habían aprendido en el
Norte, como se verá en los capítulos que siguen.

78
Así comenzó el rapto de la gente cuando los brujos cogían a las tribus en
los caminos y las sacrificaban ante Tohil, Avilix y Hacavitz; pero a sus
[propios] hijos los salvaron allá en la montaña.
Tohil, Avilix y Hacavitz tenían la apariencia de tres muchachos y cami­
naban por virtud mágica de la piedra. Había un río donde se bañaban a la
orilla del agua y allí únicamente se aparecían. Se llamaba por esto En el Baño
de Tohil, y éste era el nombre del río.94 Muchas veces los veían las tribus,
pero desaparecían inmediatamente cuando eran vistos por los pueblos.
Se tuvo entonces noticia de donde estaban Balam-Quitzé, Balam-Acab,
Mahucutah e Iqui-Balam, y al instante celebraron consejo las tribus sobre la
manera de darles muerte.
En primer lugar quisieron tratar las tribus sobre la manera de vencer a
Tohil, Avilix y Hacavitz. Y todos los sacerdotes y sacrificadores [de las tri­
bus] dijeron ante las tribus: —Que todos se levanten, que se llame a todos,
que no haya un grupo, ni dos grupos de entre nosotros que se quede atrás
de los demás.
Reuniéronse todos, se reunieron en gran número y deliberaron entre sí.
Y dijeron, preguntándose los unos a los otros: — ¿Cómo haremos para ven­
cer a los quichés de Cavec95 por cuya culpa se están acabando nuestros hijos
y vasallos? No se sabe cómo es la destrucción de la gente. Si debemos pere­
cer por medio de estos raptos, que así sea; y si es tan grande el poder de
Tohil, Avilix y Hacavitz, entonces que sea nuestro dios este Tohil, ¡y ojalá
que lo hagáis vuestro cautivo! No es posible que ellos nos venzan. ¿No hay
acaso bastantes hombres entre nosotros? Y los Cavec no son muchos, dijeron,
cuando estuvieron todos reunidos.
Y algunos dijeron, dirigiéndose a las tribus cuando hablaron: — ¿Quién
ha visto a esos que se bañan en el río todos los días? Si ellos son Tohil,
Avilix y Hacavitz, los venceremos primero a ellos y después comenzaremos
la derrota de los sacerdotes y sacrificadores. Esto dijeron varios de ellos
cuando hablaron.
— ¿Pero cómo los venceremos?, preguntaron de nuevo.
—Esta será nuestra manera de vencerlos. Como ellos tienen aspecto de
muchachos cuando se dejan ver entre el agua, que vayan dos doncellas que
sean verdaderamente hermosas y amabilísimas doncellas, y que les entren
deseos de poseerlas, replicaron.
—Muy bien. Vamos, pues; busquemos dos preciosas doncellas, exclama­
ron, y en seguida fueron a buscar a sus hijas. Y verdaderamente eran bellí­
simas doncellas.
Luego les dieron instrucciones a las doncellas: — Id, hijas nuestras, id a
lavar la ropa al río, y si viereis a los tres muchachos, desnudaos ante ellos,
y si sus corazones os desean, ¡llamadlos! Si os dijeren: “ ¿Podemos llegar a
vuestro lado?” “Sí” les responderéis. Y cuando os pregunten: “ ¿De dónde
venís, hijas de quién sois?, contestaréis:” “Somos hijas de los Señores.”
94 Brasseur localiza el río de este nombre en un lugar a cinco o seis leguas al sud­
oeste de Cubulco, en el camino de Joyabaj, en la cumbre de la montaña que separa a
ambos pueblos.
95 La familia de Cavec era la más importante y numerosa del reino quiché.

79
Luego les diréis: —Venga una prenda de vosotros. Y si después que os
hayan dado alguna cosa os quieren besar la cara, entregaos de veras a ellos.
Y si no os entregáis, os mataremos. Después nuestro corazón estará satisfe­
cho. Cuando tengáis la prenda, traedla para acá y ésta será la prueba, a nues­
tro juicio, de que ellos se allegaron a vosotras.
Así dijeron los Señores cuando aconsejaron a las dos doncellas. He aquí
los nombres de éstas: Ixtah se llamaba una de las doncellas y la otra Ixpuch.96
Y a las dos llamadas Ixtah e Ixpuch las mandaron al río, al baño de Tohil,
Avilix y Hacavitz. Esto fue lo que dispusieron todas las tribus.
Marcháronse en seguida, bien adornadas, y verdaderamente estaban muy
hermosas cuando se fueron allá donde se bañaba Tohil,97 a que las vieran y
a lavar. Cuando ellas se fueron, se alegraron los Señores porque habían en­
viado a sus dos hijas.
Luego que éstas llegaron al río comenzaron a lavar. Ya se habían desnu­
dado las dos y estaban arrimadas a las piedras cuando llegaron Tohil, Avilix
Y Hacavitz. Llegaron allá a la orilla del río y quedaron un poco sorprendi­
dos al ver a las dos jóvenes que estaban lavando, y las muchachas se aver­
gonzaron al punto cuando llegó Tohil. Pero a Tohil no se le antojaron las
dos doncellas. Y entonces les preguntó: — ¿De dónde venís? Así les dijo
a las dos doncellas y agregó: — ¿Qué cosa queréis que venís aquí hasta la
orilla de nuestra agua?
Y ellas contestaron: — Se nos ha mandado por los Señores que vengamos
acá. “Id a verles las caras a los Tohil y hablad con ellos” , nos dijeron los
Señores; y “traed luego la prueba de que les habéis visto la cara” , se nos
ha dicho. Así hablaron las dos muchachas, dando a conocer el objeto de su
llegada.
Ahora bien, lo que querían las tribus era que las doncellas fueran viola­
das por los naguales de Tohil.98 Pero Tohil, Avilix y Hacavitz les dijeron,
hablando de nuevo a Ixtah e Ixpuch, que así se llamaban las dos doncellas:
—Está bien, con vosotras irá la prueba de nuestra plática. Esperad un poco
y luego se la daréis a los Señores, les dijeron.
Luego entraron en consulta los sacerdotes y sacrificadores y les dijeron
a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam: —Pintad tres capas,
pintad en ellas la señal de vuestro ser para que les llegue a las tribus y se
vayan con las dos muchachas que están lavando. Dádselas a ellas, les dijeron
a Balam-Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah.
En seguida se pusieron los tres a pintar. Primero pintó un tigre Balam-
Quitzé; la figura fue hecha y pintada en la superficie de la manta. Luego

96 Ixtán es muchacha en cakchiquel. Ichpoch significa muchacha también en náhuatl,


según Brasseur. El Título de los Señores de Totonicapán agrega una tercera joven a quien
llama Quibatzunah (la bien arreglada o acicalada). Es más lógico creer que la misión que
despacharon las tribus se compusiera de tres sirenas, puesto que los dioses a quienes se
trataba de seducir eran también tres.
97 Tohil en este lugar vuelve a ser nombre colectivo.
98 Conforme a las creencias de los quichés, aquellos jóvenes que aparecieron en el
Baño de Tohil eran la encarnación de los dioses en figura humana y su representación
corporal, su alter ego. El nagual era la persona o animal en que se transformaban los
indios a voluntad.

80
Balam-Acab pintó la figura de un águila sobre la superficie de la manta; y
luego Mahucutah pintó por todas partes abejorros y avispas, cuya figura
y dibujos pintó sobre la tela. Y acabaron sus pinturas los tres, tres piezas pin­
taron.
A continuación fueron a entregar las mantas a Ixtah e Ixpuch, así lla­
madas, y les dijeron Balam-Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah: —Aquí está
la prueba de vuestra conversación; llevadla ante los Señores: “En verdad
nos ha hablado Tohil, diréis, he aquí la prueba que traemos” , les diréis, y
que se vistan con las ropas que les daréis. Esto les dijeron a las doncellas
cuando las despidieron. Ellas se fueron en seguida, llevando las llamadas
mantas pintadas.
Cuando llegaron, se llenaron de alegría los Señores al ver sus rostros y
sus manos, de las cuales colgaba lo que habían ido a pedir las doncellas.
— ¿Le visteis la cara a Tohil?, les preguntaron.
—Sí se la vimos, respondieron Ixtah e Ixpuch.
—Muy bien. ¿Y traéis la prenda, no es verdad?, preguntaron los Seño­
res, pensando que ésta era la señal de su pecado.
Extendieron entonces las jóvenes las mantas pintadas, todas llenas de ti­
gres y de águilas y llenas de abejorros y de avispas, pintados en la superficie
de la tela y que brillaban ante la vista. En seguida les entraron deseos de
ponérselas.
Nada le hizo el tigre cuando el Señor se echó a las espaldas la primera
pintura. Luego se puso el Señor la segunda pintura con el dibujo del águila.
El Señor se sentía muy bien, metido dentro de ella. Y así, daba vueltas de­
lante de todos. Luego se quitó las faldas ante todos y se puso el Señor la
tercera manta pintada. Y he aquí que se echó encima los abejorros y las avis­
pas que contenía. Al instante le picaron las carnes los zánganos y las avispas.
Y no pudiendo sufrir ni tolerar las picaduras de los animales, el Señor em­
pezó a dar de gritos a causa de los animales cuyas figuras estaban pintadas
en la tela, la pintura de Mahucutah, que fue la tercera que pintaron.
Así fueron vencidos. En seguida los Señores reprendieron a las doncellas
llamadas Ixtah e Ixpuch: — ¿Qué clase de ropas son las que habéis traído?
¿Dónde fuisteis a traerlas, demonios?, les dijeron a las doncellas cuando las
reprendieron. Todos los pueblos fueron vencidos por Tohil.
Ahora bien, lo que querían era que Tohil se hubiera ido a divertir con
Ixtah e Ixpuch y que éstas se hubieran vuelto rameras, pues creían las tribus
que les servirían de tentación. Pero no fue posible que lo vencieran, gracias
a aquellos hombres prodigiosos, Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e
Iqui-Balam

CAPITULO III

E ntonces celebraron consejo nuevamente todas las tribus. — ¿Qué haremos


con ellos? En verdad grande es su condición, dijeron cuando se reunieron
de nuevo en consejo. —Pues bien, los acecharemos, los mataremos, nos ar­
maremos de arcos y de escudos. ¿No somos acaso numerosos? Que no haya

81
uno, ni dos de entre nosotros que se quede atrás. Así hablaron cuando cele­
braron consejo. Y armáronse todos los pueblos. Muchos eran los guerreros
cuando se reunieron todos los pueblos para darles muerte.
Mientras tanto estaban Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-
Balam, estaban en el monte Hacavitz, en el cerro de este nombre. Estaban
allí para salvar a sus hijos en la montaña.
Y no era mucha su gente, no tenían una muchedumbre como la muche­
dumbre de los pueblos. Era pequeña la cumbre del monte donde tenían asien­
to y por eso las tribus dispusieron matarlos cuando se reunieron todos, se
congregaron y levantaron todos.
Así fue, pues, la reunión de todos los pueblos, todos armados de sus
arcos y sus escudos. No era posible contar la riqueza de sus armas; era muy
hermoso el aspecto de todos los jefes y varones y ciertamente todos cumplían
sus órdenes.
—Positivamente serán destruidos, y en cuanto a Tohil, será nuestro dios,
lo adoraremos, si lo hacemos prisionero, dijeron entre ellos. Pero Tohil lo
sabía todo y lo sabían también Balam-Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah. Ellos
oían todo lo que proyectaban, porque no dormían, ni descansaban desde que
se armaron de sus armas todos los guerreros.
En seguida se levantaron todos los guerreros y se pusieron en camino
con la intención de introducirse por la noche. Pero no llegaron, sino que
estuvieron en vela en el camino, todos los guerreros y luego fueron derrota­
dos por Balam-Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah.
Quedáronse todos en vela en el camino y nada sintieron hasta que aca­
baron por dormirse. En seguida comenzaron a arrancarles las cejas y las bar­
bas; luego les quitaron los adornos de metal del cuello, sus coronas y co­
llares. Y les quitaron el metal del puño de sus picas. Hiciéronlo así para
castigarlos y para humillarlos y para darles una muestra del poderío de la
gente quiché.
En cuanto despertaron quisieron tomar sus coronas y sus varas, pero ya
no tenían el metal en el puño ni sus coronas. — ¿Quién nos ha despojado?
¿Quién nos ha arrancado las barbas? ¿De dónde han venido a robarnos
nuestros metales preciosos?, decían todos los guerreros. ¿Serán esos demo­
nios que se roban a los hombres? Pero no conseguirán infundirnos miedo.
Entremos por la fuerza a su ciudad y así volveremos a verle la cara a nues­
tra plata; esto les haremos, dijeron todas las tribus, y todos ciertamente
cumplirían su palabra.
Entretanto estaban tranquilos los corazones de los sacerdotes y sacrifica­
dores en la cumbre de la montaña. Y habiendo consultado Balam-Quitzé,
Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, construyeron una muralla en las ori­
llas de su ciudad y la cercaron de tablas y aguijones. Luego hicieron unos
muñecos que tomaron forma de hombres, y los pusieron en fila sobre la
muralla, los armaron de escudos y de flechas y los adornaron poniéndoles
las coronas de metal en la cabeza. Esto les pusieron a aquellos simples mu­
ñecos y maniquíes, los adornaron con la plata de las tribus que les habían ido
a quitar en el camino y con esto adornaron a los muñecos.
Hicieron unos fosos alrededor de la ciudad y en seguida le pidieron con­

82
sejo a Tohil: — ¿Nos matarán? ¿Nos vencerán?, dijeron sus corazones a
Tohü.
— ¡No os aflijáis! Yo estoy aquí. Y esto les pondréis. No tengáis miedo,
les dijo a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, luego les die­
ron los zánganos y las avispas. Esto fue lo que les fueron a traer. Y cuando
vinieron los pusieron entre cuatro grandes calabazas que colocaron alrededor
de la ciudad. Encerraron los zánganos y las avispas dentro de las calabazas,
para combatir con ellos a los pueblos.
La ciudad estaba vigilada desde lejos, espiada y observada por los agen­
tes de las tribus. —No son numerosos, decían. Pero sólo vieron a los mu­
ñecos y los maniquíes que meneaban suavemente sus arcos y sus escudos.
Verdaderamente tenían la apariencia de hombres, tenían en verdad aspecto de
combatientes cuando los vieron las tribus, y todas las tribus se alegraron
porque vieron que no eran muchos.
Las tribus eran muy numerosas; no era posible contar la gente, los gue­
rreros y soldados que iban a matar a Balam-Quitzé, Balam-Acab y Mahucu­
tah, quienes estaban en el monte Hacavitz, nombre del lugar donde se ha­
llaban.
Ahora contaremos cómo fue su llegada.

CAPITULO IV

E staban , pues, Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, esta­


ban todos juntos en la montaña con sus mujeres y sus hijos cuando llegaron
todos los guerreros y soldados. Las tribus no se componían de dieciséis mil,
ni de veinticuatro mil hombres."
Rodearon toda la ciudad, lanzando grandes gritos, armados de flechas y
de escudos, tañendo tambores, dando el grito de guerra, silbando, vocife­
rando, incitando a la pelea, cuando llegaron al pie de la ciudad.
Pero no se amedrentaban los sacerdotes y sacrificadores, solamente los
veían desde la orilla de la muralla, donde estaban en buen orden con sus
mujeres y sus hijos. Sólo pensaban en los esfuerzos y vociferaciones de las
tribus cuando subían éstas por las faldas del monte.
Poco faltaba ya para que se arrojaran sobre la entrada de la ciudad, cuan­
do abrieron las cuatro calabazas que estaban a las orillas de la ciudad, cuan­
do salieron los zánganos y las avispas, como una humareda salieron de las
calabazas. Y así perecieron los guerreros a causa de los insectos que les mor­
dían las niñas de los ojos, y se les prendían de las narices, la boca, las pier­
nas y los brazos. — ¿En dónde están, decían, los que fueron a coger, los que
fueron a sacar todos los zánganos y avispas que aquí están?
Directamente iban a picarles las niñas de los ojos, zumbaban en banda­

99 Literalmente la bolsa, saco o costal en que se guardaba el cacao y que contenía


ocho mil almendras. Equivale al xiquipil de México. La misma palabra se empleaba tam­
bién para contar las tropas. El texto da a entender que el ejército de las tribus contenía
más de 24 000 hombres.

83
das los animales sobre cada uno de los hombres; y aturdidos por los zán­
ganos y las avispas, ya no pudieron empuñar sus arcos ni sus escudos, que
estaban doblados en el suelo.
Cuando caían quedaban tendidos en las faldas de la montaña y ya no
sentían cuando les disparaban las flechas y los herían las hachas. Solamente
palos sin punta usaron Balam-Quitzé y Balam-Acab. Sus mujeres también
entraron a matar. Sólo una parte regresó y todas las tribus echaron a correr.
Pero los primeros que cogieron los acabaron, los mataron; no fueron pocos
los hombres que murieron, y no murieron los que ellos pensaban perseguir,
sino los que los insectos atacaban. Tampoco fue obra de valentía, porque no
murieron por las flechas ni por los escudos.
Entonces se rindieron todas las tribus. Humilláronse los pueblos ante
Balam-Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah. —Tened piedad de nosotros, no
nos matéis, exclamaron.
—Muy bien. Aunque sois dignos de morir, os volveréis [nuestros] vasa­
llos por toda la vida, les dijeron.
De esta manera fue la derrota de todas las tribus por nuestras primeras
madres y padres; y esto pasó allá sobre el monte Hacavitz, como ahora se
le llama. En éste fue donde primero estuvieron fundados, donde se multipli­
caron y aumentaron, engendraron sus hijas, dieron el ser a sus hijos, sobre
el monte Hacavitz.
Estaban, pues, muy contentos cuando vencieron a todas las tribus, a las
que derrotaron allá en la cumbre del monte. Así fue como llevaron a cabo
la derrota de las tribus, de todas las tribus. Después de esto descansaron sus
corazones. Y les dijeron a sus hijos que cuando los quisieron matar, ya se
acercaba la hora de su muerte.
Y ahora contaremos la muerte de Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah
e Iqui-Balam, así llamados.

CAPITULO V

Y como ya presentían su muerte y su fin, les dieron sus consejos a sus hijos.
No estaban enfermos, no sentían dolor ni agonía cuando dejaron sus reco­
mendaciones a sus hijos.
Estos son los nombres de sus hijos: Balam-Quitzé tuvo dos hijos, Qocaib
se llamaba el primero y Qocavib era el nombre del segundo hijo de Balam-
Quitzé, el abuelo y padre de los de Cavec.
Y éstos son los dos hijos que engendró Balam-Acab, he aquí sus nom­
bres: Qoacul se llamaba el primero de sus hijos y Qoacutec fue llamado el
segundo hijo de Balam-Acab, de los de Nihaib.
Mahucutah tuvo solamente un hijo, que se llamaba Qoahau.
Aquellos tres tuvieron hijos, pero Iqui-Balam no tuvo hijos. Ellos eran
verdaderamente los sacrificadores, y éstos son los nombres de sus hijos.
Así, pues, se despidieron de ellos. Estaban juntos los cuatro y se pusie­
ron a cantar, sintiendo tristeza en sus corazones; y sus corazones lloraban

84
cuando cantaron el Camucú, que así se llamaba la canción que cantaron
cuando se despidieron de sus hijos.
— ¡Oh hijos nuestros! Nosotros nos vamos, nosotros regresamos; sanas
recomendaciones y sabios consejos os dejamos. Y vosotras, también, que vi­
nisteis de nuestra lejana Patria, ¡oh esposas nuestras!, les dijeron a sus mu­
jeres, y de cada una de ellas se despidieron. Nosotros nos volvemos a nues­
tro pueblo, ya está en su sitio Nuestro Señor de los Venados,100 manifiesto
está en el cielo. Vamos a emprender el regreso, hemos cumplido nuestra mi­
sión, nuestros días están terminados. Pensad, pues, en nosotros, no nos bo­
rréis [de la memoria], ni nos olvidéis. Volveréis a ver vuestros hogares y
vuestras montañas, estableceos allí, y que ¡así sea! Continuad vuestro cami­
no y veréis de nuevo el lugar de donde vinimos.
Estas palabras pronunciaron cuando se despidieron. Luego dejó Balam-
Quitzé la señal de su existencia: —Este es un recuerdo que dejo para voso­
tros. Este será vuestro poder. Yo me despido lleno de tristeza, agregó. En­
tonces dejó la señal de su ser, el Pizom-Gagal, así llamado, cuyo contenido
era invisible, porque estaba envuelto y no podía desenvolverse; no se veía
la costura porque no se vio cuando lo envolvieron.
De esta manera se despidieron y en seguida desaparecieron allá en la
cima del monte Hacavitz.
No fueron enterrados por sus mujeres, ni por sus hijos, porque no se
vio qué se hicieron cuando desaparecieron. Sólo se vio claramente su des­
pedida, y así el Envoltorio fue muy querido para ellos. Era el recuerdo de
sus padres e inmediatamente quemaron copal ante este recuerdo de sus
padres.
Y entonces fueron creados los hombres por los Señores que sucedieron
a Balam-Quitzé, cuando dieron principio los abuelos y padres de los de Ca­
vec; pero no desaparecieron sus hijos, los llamados Qocaib y Qocavib.
Así murieron los cuatro, nuestros primeros abuelos y padres; así desapa­
recieron, dejando a sus hijos sobre el monte Hacavitz, allá donde permane­
cieron sus hijos.
Y estando ya los pueblos sometidos y terminada su grandeza, las tribus
ya no tenían ningún poder y vivían todas dedicadas a servir diariamente.
Se acordaban de sus padres; grande era para ellos la gloria del Envol­
torio. Jamás lo desataban, sino que estaba siempre enrollado y con ellos.
Envoltorio de Grandeza le llamaron cuando ensalzaron y pusieron nombre
a la custodia que les dejaron sus padres como señal de su existencia.
Así fue, pues, la desaparición y fin de Balam-Quitzé Balam-Acab, Ma­
hucutah e Iqui-Balam, los primeros varones que vinieron de allá del otro
lado del mar, de donde nace el sol. Hacía mucho tiempo que habían venido
aquí cuando murieron, siendo muy viejos, los jefes y sacrificadores así lla­
mados.

100 Entre los mayas, lo mismo que entre los quichés, el Señor o dueño de los Vena­
dos es un símbolo de desaparición y despedida. En Yucatán le llaman Yumilceh, Señor
venado.

85
CAPITULO VI

L uego dispusieron irse al Oriente, pensando cumplir así la recomendación


de sus padres que no habían olvidado. Hacía mucho tiempo que sus padres
habían muerto cuando las tribus les dieron sus mujeres, y se emparentaron
cuando los tres tomaron mujer.
Y al marcharse dijeron: —Vamos al Oriente, allá de donde vinieron
nuestros padres. A sf dijeron cuando se pusieron en camino los tres hijos.
Qocaib llamábase el uno y era hijo de Balam-Quitzé, de los de Cavec. El
llamado Qoacutec era hijo de Balam-Acab, de los de Nihaib; y el otro que
se llamaba Qoahau era hijo de Mahucutah, de los Ahau-Quiché.
Estos son, pues, los nombres de los que fueron allá al otro lado del mar;
los tres se fueron entonces, y estaban dotados de inteligencia y de experien­
cia, su condición no era de hombres vanos. Despidiéronse de todos sus her­
manos y parientes y se marcharon alegremente. “No moriremos, volvere­
mos” , dijeron cuando se fueron los tres.
Seguramente pasaron sobre el mar cuando llegaron allá al Oriente, cuan­
do fueron a recibir la investidura del reino. Y éste era el nombre del Señor,
Rey del Oriente a donde llegaron. Cuando llegaron ante el Señor Nacxit ,m
que éste era el nombre del gran Señor, el único juez supremo de todos los
reinos, aquél les dio las insignias del reino y todos sus distintivos. Entonces
vinieron las insignias de los Ahpop y los Ahpop-Camhá, y entonces vino la
insignia de la grandeza y del señorío del Ahpop y el Ahpop-Camhá, y Nacxit
acabó de darles las insignias de la realeza, cuyos nombres son: el dosel, el
trono, las flautas de hueso, el cham-cham, cuentas amarillas, garras de león,
garras de tigre, cabezas y patas de venado, palios, conchas de caracol, tabaco,
calabacillas, plumas de papagayo, estandartes de pluma de garza real, tatam
y caxcón. Todo esto trajeron los que vinieron, cuando fueron a recibir al
otro lado del mar las pinturas de Tulán, las pinturas, como le llamaban a
aquello en que ponían sus historias.
Luego, habiendo llegado a su pueblo llamado Hacavitz, se juntaron allí
todos los de Tamub y de Ilocab; todas las tribus se juntaron y se llenaron
de alegría cuando llegaron Qocaib, Qoacutec y Qoahau, quienes tomaron nue­
vamente allí el gobierno de las tribus.
Alegráronse los de Rabinal, los cakchiqueles y los de Tziquinahá. Ante
ellos se manifestaron las insignias de la grandeza del reino. Grande era tam­
bién la existencia de las tribus, aunque no se había acabado de manifestar

101 Nacxit es el nombre abreviado que los quichés y cakchiqueles daban en sus his­
torias al Rey del Oriente, que no era otro que Topiltzin Acxitl Quetzalcóatl, el célebre
rey tolteca que obligado a abandonar sus dominios del norte emigró a fines del siglo x a
tierras de Yucatán (el Oriente de las crónicas antiguas), fundó la ciudad de Mayapán y
repobló la de Chichén Itzá, civilizó la península y terminada su misión se marchó por
donde vino. La fabulosa Tlapallan adonde se cuenta que emigró el gran monarca era el
país que se extiende desde Xicalanco hacia el oriente, o sea la región costanera y los mo­
dernos Estados mexicanos de Tabasco, Campeche y Yucatán.
En las Crónicas o Libros de Chilam Balam de Yucatán se habla de la profecía del
retorno de Kukulcán-Quetzalcóatl a quien se llama en dichos documentos Nacxit-Xuchit.

86
su poderío. Y estaban allí en Hacavitz, estaban todos con los que vinieron
del Oriente. Allí pasaron mucho tiempo, allí en la cima de la montaña es­
taban en gran número.
Allí también murieron las mujeres de Balam-Quitzé, Balam-Acab y Ma­
hucutah.
Viniéronse después, abandonando su patria y buscaron otros lugares don­
de establecerse. Incontables son los sitios donde se establecieron, donde es­
tuvieron, y a los cuales les dieron nombre. Allí se reunieron y aumentaron
nuestras primeras madres y nuestros primeros padres. Así decían los anti­
guos cuando contaban cómo despoblaron*su primera ciudad llamada Hacavitz
y vinieron a fundar otra ciudad que llamaron Chi-Quix.
Mucho tiempo estuvieron en esta otra ciudad, donde tuvieron hijas y
tuvieron hijos. Allí estuvieron en gran número, y eran cuatro los montes a
cada uno de los cuales le dieron el nombre de su ciudad. Casaron a sus hijas
y a sus hijos; solamente las regalaban y los regalos y mercedes que les hacían
los recibían como precio de sus hijos y así llevaban una existencia feliz.
Pasaron después por cada uno de los barrios de la ciudad, cuyos diversos
nombres son: Chi-Quix, Chichac, Humetahá, Culbá y Cavinal. Estos eran
los nombres de los lugares donde se detuvieron. Y examinaban los cerros y
sus ciudades y buscaban los lugares deshabitados porque todos juntos eran
ya muy numerosos.
Ya eran muertos los que habían ido al Oriente a recibir el señorío. Ya
eran viejos cuando llegaron a cada una de las ciudades. No se acostumbra­
ron a los diferentes lugares que atravesaron; muchos trabajos y penas sufrie­
ron y hasta después de mucho tiempo no llegaron a su pueblo los abuelos y
padres. He aquí el nombre de la ciudad a donde llegaron.

CAPITULO VII

C hi-Izmachí es el nombre del asiento de su ciudad, donde estuvieron des­


pués y se establecieron. Allí desarrollaron su poder y construyeron edificios
de cal y canto bajo la cuarta generación de reyes.
Y gobernaron Conaché y Beleheb-Queh, el Galel-Ahau. En seguida rei­
naron el rey Cotuhá e Iztayul, así llamados, Ahpop y Ahpop-Camhá, quie­
nes reinaron allí en Izmachí, que fue la hermosa ciudad que construyeron.
Solamente tres Casas grandes existieron allí en Izmachí. No había enton­
ces las veinticuatro Casas grandes, solamente tres eran sus Casas grandes,
una sola Casa grande de los Cavec, una sola Casa grande de los Nihaib y una
sola de los Ahau-Quiché. Sólo dos tenían Casas grandes, las dos ramas de la
familia [los quichés y los Tamub].
Y estaban allí en Izmachí con un solo pensamiento, sin animadversiones
ni dificultades, tranquilo estaba el reino, no tenían pleitos ni riñas, sólo la
paz y la felicidad estaban en sus corazones. No había envidia ni tenían celos.
Su grandeza era limitada, no habían pensado en engrandecerse ni en aumen­
tar. Cuando trataron de hacerlo, empuñaron el escudo allí en Izmachí y sólo

87
para dar muestras de su imperio, en señal de su poder y señal de su gran­
deza.
Viendo esto los de Ilocab, comenzó la guerra por parte de los de Ilocab,
quienes quisieron ir a matar al rey Cotuhá, deseando tener solamente un
jefe suyo. Y en cuanto al Señor Iztayul, querían castigarlo, que fuera casti­
gado por los de Ilocab y que le diesen muerte'. Pero su envidia no les dio
resultado contra el rey Cotuhá, quien cayó sobre ellos antes que los de Ilocab
pudiesen darle muerte al rey.
Así fue el principio de la revuelta y de las disensiones de la guerra. Pri­
mero atacaron la ciudad y llegaron los guerreros. Y lo que querían era la
ruina de la raza quiché, deseando reinar ellos solos. Pero sólo llegaron a
morir, fueron capturados y cayeron en cautividad y no fueron muchos de
entre ellos los que lograron escapar.
En seguida comenzaron a sacrificarlos; los de Ilocab fueron sacrificados
ante el dios, y éste fue el pago de sus pecados por orden del rey Cotuhá.
Muchos fueron también los que cayeron en esclavitud y en servidumbre;
sólo fueron a entregarse y ser vencidos por haber dispuesto la guerra contra
los Señores y contra la ciudad. La destrucción y la ruina de la raza y del rey
del Quiché era lo que deseaban sus corazones; pero no lo consiguieron.
De esta manera nacieron los sacrificios de los hombres ante los dioses,
cuando se libró la guerra de los escudos, que fue la causa de que se comen­
zaran a hacer las fortificaciones de la ciudad de Izmachí.
Allí comenzó y se originó su poderío, porque era realmente grande el
imperio del rey del Quiché. En todo sentido eran reyes prodigiosos; no
había quien pudiera dominarlos, ni había nadie que los pudiera humillar.
Y fueron asimismo los creadores de la grandeza del reino que se fundó allí
en Izmachí.
Allí creció el temor a su dios, sentían temor y se llenaron de espanto
todas las tribus, grandes y pequeñas, que presenciaban la llegada de los cau­
tivos, los cuales eran sacrificados y matados por obra del poder y señorío del
rey Cotuhá, del rey Iztayul y los de Nihaib y de Ahau-Quiché.
Solamente tres ramas de la familia [quiché] estuvieron allí en Izmachí,
que así se llamaba la ciudad, y allí comenzaron también los festines y orgías
con motivo de sus hijas, cuando llegaban a pedirlas en matrimonio. Y así se
juntaban las tres Casas grandes, por ellos así llamadas, y allí bebían sus be­
bidas, allí comían también su comida, que era el precio de sus hermanas, el
precio de sus hijas, y sus corazones se alegraban cuando lo hacían y comían
y bebían en las Casas grandes.
—Estos son nuestros agradecimientos y así abrimos el camino a nuestra
posteridad y nuestra descendencia, ésta es la demostración de nuestro con­
sentimiento para que sean esposas y maridos, decían.
Allí se identificaron, y allí les dieron sus nombres, se distribuyeron en
parcialidades, en las siete tribus principales y en cantones.
—Unámonos, nosotros los de Cavec, nosotros los de Nihaib y nosotros
los de Ahau-Quiché, dijeron las tres familias y las tres Casas grandes. Por
largo tiempo estuvieron allí en Izmachí, hasta que encontraron y vieron otra
ciudad y abandonaron la de Izmachí.

88
CAPITULO VIII
D e s p u é s de haberse levantado de allá, vinieron aquí a la ciudad de Gumar­
caah,m nombre que le dieron los quichés cuando vinieron los reyes Cotuhá
V Gucumatz y todos los Señores. Habían entrado entonces en la quinta gene­
ración de hombres desde el principio de la civilización y de la población, el
principio de la existencia de la nación.
Allí, pues, hicieron muchos sus casas y asimismo construyeron el templo
del dios; en el centro de la parte alta de la ciudad lo pusieron cuando llega­
ron y se establecieron.
Luego fue el crecimiento de su imperio. Eran muchos y numerosos cuan­
do celebraron consejo en sus Casas grandes. Se reunieron y se dividieron,
porque habían surgido disensiones y existían celos entre ellos por el precio
de sus hermanas y de sus hijas, y porque ya no hacían sus bebidas en su
presencia.
Esta fue, pues, la causa de que se dividieran y que se volvieran unos
contra otros y se arrojaran las calaveras de los muertos, se las arrojaran en­
tre sí.
Entonces se dividieron en nueve familias, y habiendo terminado el pleito
de las hermanas y de las hijas, ejecutaron la disposición de dividir el reino
en veinticuatro Casas grandes, lo que así se hizo. Hace mucho tiempo que
vinieron todos aquí a su ciudad, cuando terminaron las veinticuatro Casas
grandes, allí en la ciudad de Gumarcaah, que fue bendecida por el Señor
Obispo. Posteriormente la ciudad fue abandonada.
Allí se engrandecieron, allí instalaron con esplendor sus tronos y sitiales,
y se distribuyeron sus honores entre todos los Señores. Formáronse nueve
familias con los nueve Señores de Cavec, nueve con los señores de Nihaib,
cuatro de los Señores de Ahau-Quiché y dos con los señores de Zaquic.
Volviéronse muy numerosos y muchos eran también los que seguían a
cada uno de los Señores; éstos eran los primeros entre sus vasallos y muchí­
simas eran las familias de cada uno de los Señores.
Diremos ahora los nombres de cada uno de los Señores de cada una de
las Casas grandes. He aquí, pues, los nombres de los Señores de Cavec. El
primero de los Señores era el Ahpop,103 [luego] el Ahpop-Camhá,m el Ah-
Tohil,105 el Ah-Gucumatz,m el Nim-Chocoh-Cavec,m el Popol-Vinac-Chituy,m
el Lolmet-Quehnay,m el Popol-Vinac Pa Hom Tzalatz 110 y el Uchuch-
Camhá.m
102 La palabra Gumarcaah significa cabañas podridas, según Ximénez; traduciéndola
a su idioma, los mexicanos llamaron a la ciudad de Utatlán, lugar de cañaverales. Era, a la
llegada de los españoles, la ciudad más importante de la América Central.
103 £i rey.
104 El adjunto al monarca, destinado a sucederle.
105 El sacerdote de Tohil.
106 El sacerdote de Gucumatz
107 El Gran elegido de Cavec.
108 El Consejero Chituy, Ministro tesorero.
109 El Factor o Contador y recaudador de tributos.
110 El Consejero del juego de pelota largo.
1,1 El Mayordomo, según Brasseur.

89
Estos eran, pues, los Señores de los de Cavec, nueve Señores. Cada uno
tenía su Casa grande. Más adelante aparecerán de nuevo.
He aquí los Señores de los de Nihaib. El primero era el Ahau-Galel, lue­
go vienen el Abau-Ahtzic-Vinac, el Galel-Camhá, el Nimá-Camha, el Ucbuch-
Camhá, el Nim-Chocoh-Nihaibab, el Avilix, el Yacolatam, el Utzam-pop-
Zaclatol y el Nimá-Lolmet-Ycoltux, los nueve Señores de los de Nihaib.
Y en cuanto a los de Ahau-Quiché, éstos son los nombres de los Señores:
Abtzic-Vinac, Abau-Lolmet, Abau-Nim-Cbocoh-Abau y Ahau-Hacavitz, cuatro
Señores de los Ahau-Quiché, en el orden de sus Casas grandes.
Y dos eran las familias de los Zaquic, los Señores Tzutuhá y Galel-Zaquic.
Estos dos señores sólo tenían una Casa grande.

CAPITULO IX

D e e s t a manera se complementaron los veinticuatro Señores y existieron


las veinticuatro Casas grandes. Así crecieron la grandeza y el poderío del
Quiché. Entonces se engrandeció y dominó la superioridad de los hijos
del Quiché, cuando construyeron de cal y canto la ciudad de los barrancos.
Vinieron los pueblos pequeños, los pueblos grandes ante la persona del
rey. Se engrandeció el Quiché cuando surgió su gloria y majestad, cuando
se levantaron la casa del dios y la casa de los Señores. Pero no fueron éstos
los que las hicieron ni las trabajaron, ni tampoco construyeron sus casas, ni
hicieron la casa del dios, pues fueron [hechas] por sus hijos y vasallos, que
se habían multiplicado.
Y no fue engañándolos, ni robándolos, ni arrebatándolos violentamente,
porque en realidad pertenecía cada uno a los Señores, y fueron muchos sus
hermanos y parientes que se habían juntado y se reunían para oír las órdenes
de cada uno de los Señores.
Verdaderamente los amaban y grande era la gloria de los Señores; y era
tenido en gran respeto el día en que habían nacido los Señores por sus hijos
y vasallos, cuando se multiplicaron los habitantes del campo y de la ciudad.
Pero no fue que llegaran a entregarse todas las tribus, ni que cayeran
en batalla los [habitantes de los] campos y las ciudades, sino que se engran­
decieron a causa de los Señores prodigiosos, del rey Gucumatz y del rey
Cotuhá. Verdaderamente, Gucumatz era un rey prodigioso. Siete días subía
al cielo y siete días caminaba para descender a Xibalbá; siete días se con­
vertía en culebra' y verdaderamente se volvía serpiente; siete días se con­
vertía en águila, siete días se convertía en tigre: verdaderamente su aparien­
cia era de águila y de tigre. Otros siete días se convertía en sangre coagulada
y solamente era sangre en reposo.
En verdad era maravillosa la naturaleza de este rey, y todos los demás
Señores se llenaban de espanto ante él. Esparcióse la noticia de la naturaleza
prodigiosa del rey y la oyeron todos los Señores de los pueblos. Y éste fue
el principio de la grandeza del Quiche, cuando el rey Gucumatz dio estas
muestras de su poder. No se pciuxo su imagen en la memoria de sus hijos

90
y sus nietos. Y no hizo esto para que hubiera un rey prodigioso; lo hizo
solamente para que hubiera un medio de dominar a todos los pueblos, como
una demostración de que sólo uno era llamado a ser el jefe de los pueblos.
Fue la cuarta generación de reyes, la del rey prodigioso llamado Gucu­
matz, quien fue asimismo Ahpop y Ahpop-Camahá.
Quedaron sucesores y descendientes que reinaron y dominaron, y que
engendraron a sus hijos, e hicieron muchas cosas. Fueron engendrados Te-
pepul e Iztayul, cuyo reinado fue la quinta generación de reyes, y asimismo
cada una de las generaciones de estos Señores tuvo sucesión.

CAPITULÓ X

H e aquí ahora los nombres de la sexta generación de reyes. Fueron dos


grandes reyes, Gag-Quicab se llamaba el primer rey y el otro Cavizimah, e
hicieron grandes cosas y engrandecieron el Quiché, porque ciertamente eran
de naturaleza portentosa.
He aquí la destrucción y división de los campos y los pueblos de las na­
ciones vecinas, pequeñas y grandes. Entre ellas estaban la que antiguamente
fue la patria de los cakchiqueles, la actual Chuvilá,m y los de Rabinal,113 Pa-
macá,m la patria de los de Caoqué,m Zaccabahá,m y las ciudades de los de
Zaculeu}11 de Chuvi-Miquiná,m Xelahú,n9 Chuvá-Tzacm y Tzolohché.121
Estos [pueblos] aborrecían a Quicab. El les hizo la guerra y ciertamente
conquistó y destruyó los campos y ciudades de los rabinaleros, los cakchi­
queles y los de Zaculeu, llegó y venció a todos los pueblos, y lejos llevaron
sus armas los soldados de Quicab. Una o dos tribus no trajeron el tributo,
y entonces cayó sobre todas las ciudades y tuvieron que llevar el tributo ante
Quicab y Cavizimah.
Los hicieron esclavos, fueron heridos y asaeteados contra los árboles y
ya no tuvieron gloria, no tuvieron poder. Así fue la destrucción de las ciu­
dades que fueron al instante arrasadas hasta los cimientos. Semejante al rayo
que hiere y destroza la roca, así llenó de terror en un momento a los pueblos
vencidos.

112 “En las ortigas”, nombre que los mexicanos tradujeron por Chichicastenango, con
idéntico significado, que es el nombre que hoy subsiste.
113 El pueblo de Rabinal.
114 Hoy Zacualpa, junto a las montañas de Joyabaj.
115 La nación Caoqué, probablemente representada por los actuales pueblos de Santa
María y Santiago Cauqué.
116 Hoy San Andrés Saccabajá.
117 “Tierra blanca”, fortaleza de los mames junto al pueblo antiguo de Chinabjul,
hoy Huehuetenango.
118 “ Sobre el agua caliente” , hoy Totonicapán, nombre mexicano del mismo significa­
do, como Atotonilco en el Estado de Jalisco (México).
119 “Bajo los diez venados o jefes” , la antigua Culahá de los mames, hoy Quezalte-
nango.
120 “Frente a la fortaleza”, hoy Momostenango.
121 “El saúco” , hoy Santa María Chiquimula, a poca distancia de Santa Cruz Quiché.

91
Frente a Colché, como señal de una ciudad [destruida] por él, hay ahora
un volcán de piedras, que casi fueron cortadas como con el filo de un hacha.
Está allá en la costa llamada de Petatayub,m y pueden verlo claramente hoy
día las gentes que pasan, como testimonio del valor de Quicab.
No pudieron matarlo ni vencerlo, porque verdaderamente era un hombre
valiente, y todos los pueblos le rendían tributo.
Y habiendo celebrado consejo todos los Señores, se fueron a fortificar
las barrancas y las ciudades, habiendo conquistado las ciudades de todas las
tribus. Luego salieron los vigías para observar al enemigo y fundaron a ma­
nera de pueblos en los lugares ocupados: — Por si acaso vuelven las tribus
a ocupar la ciudad, dijeron cuando se reunieron en consejo todos los Señores.
En seguida salieron a sus puestos. —Estos serán como nuestros fortines
y nuestros pueblos, nuestras murallas y defensas; aquí se probarán nuestro
valor y nuestra hombría, dijeron todos los Señores cuando se dirigieron al
puesto señalado a cada parcialidad para pelear con los enemigos.
Y habiendo celebrado consejo todos los Señores, se fueron a fortificar
las barrancas y las ciudades, — ¡Id allá, porque ya son tierra nuestra! ¡No
tengáis miedo si hay todavía enemigos que vengan a vosotros para mataros;
venid aprisa a dar parte y yo iré a darles muerte!, les dijo Quicab cuando
los despidió a todos en presencia del Galel y el Ahtzic Vinac.123
Marcháronse entonces los flecheros y los honderos, así llamados. Enton­
ces se repartieron los abuelos y padres de toda la nación quiché. Estaban en
cada uno de los montes y eran como guardias de los montes, como guardianes
de las flechas y las hondas y centinelas de la guerra. No eran de distinto
origen ni tenían diferente dios, cuando se fueron. Solamente iban a fortifi­
car sus ciudades.
Salieron entonces todos los de Uvilá,m los de Chulimal, Zaquiyá, Xahba-
quieh, Chi-Temah, Vahxalahuh, y los de Cabracán,125 Chabicac-Chi-Hunahpú,
y los de Macá,126 los de Xoyabah,121 los de Zaccabahá,m los de Ziyahá,129 los
de Miquiná,m los de Xelahuh ,131 y los de la costa. Salieron a vigilar la guerra
y* a guardar la tierra, cuando se fueron de orden de Quicab y Cavizimah,
[que eran] el Ahpop y el Ahpop-Camhá, y del Galel y el Ahtzic-Vinac, que
eran los cuatro Señores.

122 La costa de Petatayub es evidentemente el litoral del Pacífico donde existe hoy
el pueblo guatemalteco de Ayutla, sobre la frontera con México.
123 El Ahau-Galel era el jefe de la Casa de Nihaib y el Ahtzic-Vinac el jefe de la
Casa de Ahau-Quiché.
124 Chuvilá, o Chichicastenango. Tanto en el manuscrito de estas Historias del ori­
gen de los Indios como en los Títulos de la Casa Ixcuín-Nihaib, se les llama Ah-Uvilá a
los habitantes de este pueblo.
125 Actualmente Cabricán, pueblo del departamento de Quezaltenango.
126 Panacá, hoy Zacualpa, pueblo del departamento del Quiché.
127 El actual Joyabaj.
128 Hoy San Andrés Saccabajá.
129 Ziyahá, o Zihá, antiguo nombre del pueblo conocido hoy con el nombre de Santa
Catarina Ixtlahuacán.
130 Totonicapán.
131 Quezaltenango.

92
Fueron enviados para vigilar a los enemigos de Quicab y Cavizimah, nom­
bres de los reyes, ambos de la Casa de Cavec, de Queemá, nombre del Señor
de los de Nihaib, y de Achac-Iboy, nombre del Señor de los Ahau-Quiché.
Estos eran los nombres de los Señores que los enviaron y despacharon cuan­
do se fueron sus hijos y vasallos a las montañas, a cada una de las montañas.
Fuéronse en seguida y trajeron cautivos, trajeron prisioneros a presencia
de Quicab, Cavizimah, el Galel y el Ahtzic-Vinac. Hicieron la guerra los fle­
cheros y los honderos, haciendo cautivos y prisioneros. Fueron unos héroes
los defensores de los puestos, y los Señores les dieron y prodigaron sus pre­
mios cuando aquéllos vinieron a entregar todos sus cautivos y prisioneros.
A continuación se reunieron en consejo de orden de los Señores, el Ah­
pop, el Ahpop-Camhá, el Galel y el Ahtzic-Vinac, y dispusieron y dijeron
que los que allí estaban primero tendrían la dignidad de representantes de
su familia. — ¡Yo soy el Ahpop! ¡Yo soy .el Ahpop-Camhá!, mía será la
dignidad de Ahpop; mientras que la tuya, Ahau-Galel, será la dignidad de
Galel, dijeron todos los Señores cuando celebraron su consejo.
Lo mismo hicieron los de Tamub y los de Ilocab; igual fue la condición
de las tres parcialidades del Quiché cuando nombraron capitanes y ennoble­
cieron por primera vez a sus hijos y vasallos. Tal fue el resultado de la con­
sulta. Pero no fueron hechos capitanes aquí en el Quiché. Tiene su nombre
el monte donde fueron hechos capitanes por primera vez los hijos y vasallos,
cuando los enviaron a todos, cada uno a su monte, y se reunieron todos.
Xebalax y Xecamax son los nombres de los montes donde fueron hechos ca­
pitanes y recibieron sus cargos. Esto pasó en Chulimal.
Así fue el nombramiento, la promoción y distinción de los veinte Galel,
de los veinte Ahpop, que fueron nombrados por el Ahpop y el Ahpop-Camhá
y por el Galel y el Ahtzic-Vinac. Recibieron sus dignidades todos los Galel-
Ahpop, once Nim-Chocoh, Galel-Ahau, Galel-Zaquic, el Galel-Achih, Rahpop-
Achih, Rahtzalam-Achih, Utzam-Achih, nombres que recibieron los guerreros
cuando les confirieron los títulos y distinciones en sus tronos y asientos, sien­
do los primeros hijos y vasallos de la nación quiché, sus vigías, sus escuchas,
los flecheros, los honderos, murallas, puertas, fortines y bastiones del Quiché.
Así también lo hicieron los de Tamub e Ilocab; nombraron y ennoble­
cieron a los primeros hijos y vasallos que había en cada lugar.
Este fue, pues, el origen de los Galel-Ahpop y de las dignidades que
existen ahora en cada uno de estos lugares. Así fue su origen cuando surgie­
ron. Por el Ahpop y el Ahpop-Camhá, por el Galel y el Ahtzitc-Vinac apa­
recieron.

CAPITULO XI

D iremos ahora el nombre de la casa del Dios. La casa era designada asimis­
mo con el nombre del dios. El Gran Edificio de Tohil era el nombre del edi­
ficio del templo de Tohil, de los de Cavec. Avilix era el nombre del edificio

93
del templo de Avilix, de los de Nihaib; y Hacavitz era el nombre del edifi­
cio del templo del dios de los Ahau-Quiché.132
Tzutuhá, que se ve en Cahbahá, es el nombre de un gran edificio, en el
cual había una piedra que adoraban todos los Señores del Quiché y que era
adorada también por todos los pueblos.133
Los pueblos hacían primero sus sacrificios ante Tohil y después iban a
ofrecer sus respetos al Ahpop y al Ahpop-Camhá. Luego iban a presentar
sus plumas ricas y su tributo ante el rey. Y los reyes a quienes sostenían eran
el Ahpop y el Ahpop-Camhá, que habían conquistado sus ciudades.
Grandes Señores y hombres prodigiosos eran los reyes portentosos Gu­
cumatz y Cotuhá, y los reyes portentosos Quicab y Cavizimah. Ellos sabían si
se haría la guerra y todo era claro ante sus ojos; veían si habría mortandad
o hambre, si habría pleitos. Sabían bien que había donde podían verlo, que
existía un libro por ellos llamado Popol Vuh.
Pero no sólo de esta manera era grande la condición de los Señores. Gran­
des eran también sus ayunos. Y esto era en pago de haber sido creados y en
pago de su reino.134 Ayunaban mucho tiempo y hacían sacrificios a sus dioses.
He aquí cómo ayunaban: Nueve hombres ayunaban y otros nueve hacían
sacrificios y quemaban incienso. Trece hombres más ayunaban, otros trece
hacían ofrendas y quemaban incienso, ante Tohil. Delante de su dios se ali­
mentaban únicamente de frutas, de zapotes, de matasanos y de jocotes. Y no
tenían tortillas que comer.
•Ya fuesen diecisiete hombres los que hacían el sacrificio, o diez los que
ayunaban, de verdad no comían. Cumplían con sus grandes preceptos, y así
demostraban su condición de Señores.
Tampoco tenían mujeres con quienes dormir, sino que se mantenían so­
los, ayunando. Estaban en la casa del dios, estaban todo el día en oración,
quemando incienso y haciendo sacrificios. Así permanecían del anochecer a
la madrugada, gimiendo en sus corazones y en su pecho, y pidiendo por la
felicidad y la vida de sus hijos y vasallos y asimismo por su reino, y levan­
tando sus rostros al cielo.
He aquí sus peticiones a su dios, cuando oraban; y ésta era la súplica
de sus corazones:
“ ¡Oh tú, hermosura del día! ¡Tú, huracán; tú, Corazón del Cielo y
de la Tierra! ¡Tú, dador de la riqueza, y dador de las hijas y de los hijos!
Vuelve hacia acá tu gloria y tu riqueza; concédeles la vida y el desarrollo a
mis hijos y vasallos; que se multipliquen y crezcan los que han de alimentarte

132 Las casas o templos de los dioses del Quiché fueron destruidas después del aban­
dono de la ciudad. La piedra y otros materiales extraídos de las ruinas de Utadán sir­
vieron para construir los edificios de Santa Cruz, la vecina ciudad fundada por los espa­
ñoles. Apenas quedan, entre las ruinas de la antigua capital quiché, los restos del sacri­
ficatorio o templo de Tohil.
133 Tzutuhá, Agua o fuente florida. Cahbahá, casa de sacrificios o sacrificatorio. El
nombre de este lugar tiene gran parecido con el del pueblo conocido hoy como San An­
drés Saccabajá, situado a poca distancia de Santa Cruz Quiché.
134 El ayuno de los quichés era absoluto, según el texto. Entre los mexicanos era
práctica general, pero menos rigurosa, pues hacían una comida ligera durante el día y
otra por la noche.

94
y mantenerte; los que te invocan en los caminos, en los campos, a la orilla
de los ríos, en los barrancos, bajo los árboles, bajo los bejucos.
“Dales sus hijas y sus hijos. Que no encuentren desgracia ni infortunio,
que no introduzcan el engañador ni detrás ni delante de ellos. Que no caigan,
que no sean heridos, que no forniquen, ni sean condenados por la justicia.
Que no se caigan en la bajada ni en la subida del camino. Que no encuen­
tren obstáculos ni detrás ni delante de ellos, ni cosa que los golpee. Concé­
deles buenos caminos, hermosos caminos planos. Que no tengan infortunio,
ni desgracia, por tu culpa, por tu hechicería.
“Que sea buena la existencia de los que te dan el sustento y el alimento
en tu boca, en tu presencia, a ti, Corazón del Cielo, Corazón de la Tierra,
Envoltorio de la Majestad. Y tú, Tohil; tú, Avilix; tú, Hacavitz, bóveda de
cielo, superficie de la tierra, los cuatro rincones, los cuatro puntos cardinales.
¡Que sólo haya paz y tranquilidad ante tu boca, en tu presencia, oh Dios! ”
Así [hablaban] los Señores, mientras en el interior ayunaban los nueve
hombres, los trece hombres y los diecisiete hombres. Ayunaban durante el
día y gemían sus corazones por sus hijos y vasallos y por todas sus mujeres
y sus hijos cuando hacían su ofrenda cada uno de los Señores.
Este era el precio de la vida feliz, el precio del poder, o sea el mando del
Ahpop, el Ahpop-Camhá, el Galel y el Ahtzic-Vinac. De dos en dos entraban
[al gobierno] y se sucedían unos a otros para llevar la carga del pueblo y
de toda la nación quiché.
Uno solo fue el origen de su tradición y el origen de la costumbre de
mantener y alimentar, y uno también el origen de la tradición y de las cos­
tumbres semejantes de los de Tamub e Ilocab y los rabinaleros y cakchique­
les, los de Tziquinahá, de Tuhalahá y Uchabahá. Y eran un solo tronco [una
sola familia], cuando escuchaban allí en el Quiché lo que todos ellos hacían.
Pero no fue sólo así como reinaron. No derrochaban los dones de los
que los alimentaban y sostenían, sino que se los comían y bebían. Tampoco
los compraban: habían ganado y arrebatado su imperio, su poder y su se­
ñorío.
Y no fue así no más como conquistaron los campos y ciudades; los
pueblos pequeños y los pueblos grandes pagaron cuantiosos rescates; traje­
ron piedras preciosas y metales, trajeron miel de abejas, pulseras, pulseras
de esmeraldas y otras piedras y trajeron guirnaldas hechas de plumas azules,135
el tributo de todos los pueblos. Llegaron a presencia de los reyes portentosos
Gucumatz y Cotuhá, y ante Quicab y Cavizimah, el Ahpop, el Ahpop-Camhá,
el Galel y el Ahtzic-Vinac.
No fue poco lo que hicieron, ni fueron pocos los pueblos que conquista­
ron. Muchas ramas de los pueblos vinieron a pagar tributo al Quiché; llenos
de dolor llegaron a entregarlo. Sin embargo, su poder no creció rápidamente.

135 El raxón (Cotinga) compartía con el quetzal, guc, el honor de adornar con sus
plumas a los dioses y a los reyes; las bellas plumas azul celeste del raxón eran anudadas
y entonces se llamaban pixoh raxón, plumas cosidas, expresión que Zúñiga (Diccionario
Pokoncbí-Castellano) explica diciendo que “van las plumas entretejidas y con ñudos de
un hilo muy delgado con grande sutileza y son unas guirnaldas destas plumas azules que
usan en sus bailes y que les ciñen las sienes y frente” .

95
Gucumatz fue quien dio principio al engrandecimiento del reino. Así fue el
principio de su engrandecimiento y del engrandecimiento del Quiché.
Y ahora enumeraremos las generaciones de los Señores y sus nombres,
de nuevo nombraremos a todos los Señores.

CAPITULO X II

H e aquí, pues, las generaciones y el orden de todos los reinados que nacie­
ron con nuestros primeros abuelos y nuestros primeros padres, Balam-Quitzé,
Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, cuando apareció el sol y aparecieron
la luna y las estrellas.
Ahora, pues, daremos principio a las generaciones, al orden de los reina­
dos, desde el principio de su descendencia, cómo fueron entrando los Seño­
res, desde su entrada hasta su muerte; cada generación de Señores y antepa­
sados, así como el Señor de la ciudad, todos y cada uno de los Señores. Aquí,
pues, se manifestará la persona de cada uno de los Señores del Quiché.
Balam-Quitzé, tronco de los de Cavec.
Qocavib, segunda generación de Balam-Quitzé.
Balam-Conaché, con quien comenzó el título de Ahpop, tercera generación.
Cotuhá e Iztayub, cuarta generación.
Gucumatz y Cotuhá, principio de los reyes portentosos, que fueron la
quinta generación.
Tepepul e Iztayul, del sexto orden.136
Quicab y Cavizimah, la séptima sucesión del reino.137
Tepepul e Iztayub, octava generación.
Tecum y Tepepul, novena generación.138
Vahxaqui-Caam 139 y Quicab, décima generación de reyes.

136 Tepeti pul, palabras de la lengua mexicana que significan cerro de piedras.
137 Cag-Quicab, de muchos brazos, interpreta Ximénez. Puede ser el de las manos
de fuego. Cavizimah, que se adorna de puntas como lanzas o saetas (itz en náhuatl), según
Ximénez. Quicab y Cavizimah fueron los grandes conquistadores que subyugaron a todos
los pueblos del interior en Guatemala, como se refiere extensamente en el capítulo x de
esta parte.
138 En tiempo de estos reyes dice Ximénez que se sublevaron los cakchiqueles (so­
metidos anteriormente por Quicab). Según el Memorial de los Cakchiqueles, los quichés
fueron vencidos por ellos en Iximché y sus reyes hechos prisioneros y obligados a entre­
gar a sus dioses.
139Ocho Bejucos. Como observa Brasseur, es la traducción del nombre mexicano
Chicuey Malinali, duodécimo día del calendario azteca. Durante el reinado de estos prín­
cipes ocurrió, según Ximénez, el suceso del indio cakchiquel que los quichés recordaban
en su baile llamado Quiché Vinac. Este indio, que era probablemente hijo del rey cak­
chiquel, llegaba por las noches a insultar a voces al rey quiché, y cuando por fin lo cap­
turaron y estaban a punto de sacrificarlo, anunció la llegada de los españoles con estas
palabras: “Sabed que ha de venir un tiempo en que desesperaréis por las calamidades
que os han de sobrevenir, y aqueste mama caixon [viejo amargo, mote dirigido al rey]
también ha de morir; y sabed que unos hombres vestidos y no desnudos como nosotros,
de pies a cabeza y armados, destruirán estos edificios y quedarán hechos habitación de
lechuzas y gatos de monte y cesará toda aquesta grandeza de aquesta corte.”

96
Vucub-Noh y Cauutepech, el undécimo orden de reyes.140
Qxib-Queh y Beleheb-Tzi, la duodécima generación de reyes. Estos eran
los que reinaban cuando llegó Donadiú y fueron ahorcados por los caste­
llanos.141
Tecum y Tepepul, que tributaron a los castellanos; dejaron hijos y fue­
ron la decimotercera generación de reyes.142
Don Juan de Rojas y don Juan Cortés, decimocuarta generación de reyes,
fueron hijos de Tecum y Tepepul.
Estas son, pues, las generaciones y el orden del reinado de los Señores
Ahpop y Ahpop-Camhá de los Quichés de Cavec.
Y ahora nombraremos de nuevo las familias. Estas son las Casas grandes
de cada uno de los Señores que siguen al Ahpop y al Ahpop-Camhá. Estos
son los nombres de las nueve familias de los Cavec, de las nueve Casas gran­
des y éstos son los títulos de los Señores de cada una de las Casas grandes:
Ahau-Ahpop, una Casa grande. Cuhá era el nombre de la Casa grande.
Ahau-Ahpop-Camhá, cuya Casa grande se llamaba Tziquinahá.
Nim-Chocoh-Cavec, una Casa grande.
Ahau-Ah-Tohil, una Casa grande.
Ahau-Ah-Gucumatz, una Casa grande.
Popol-Vinac Chituy, una Casa grande.
Lolmet-Quehnay, una Casa grande.
Popol-Vinac Pahom Tzalatz Ixcuxebá, una Casa grande.
Tepeu-Yaqui, una Casa grande.
Estas son, pues, las nueve familias de Cavec. Y eran muy numerosos los
hijos y vasallos de las tribus que seguían a estas nueve Casas grandes.
He aquí las nueve Casas grandes de los de Nihaib. Pero primero diremos
la descendencia del reino. De un solo tronco se originaron estos nombres
cuando comenzó a brillar el sol, al principio de la luz.
Balam-Acab, primer abuelo y padre.
Qoacul y Qoacutec, la segunda generación.
Cochahuh y Cotzibahá, la tercera generación.
Beleheb-Queh [ I ] , la cuarta generación.
Cotuhá [ I ] , la quinta generación de reyes.
Batzá, la sexta generación.

140 Vucub Noh, 7 noh, día del calendario. Cauutepech, adornado de argollas, dice
Ximénez, porque este rey solía usar de aquestos adornos.
141 Oxib-Queh, 2 Venado; Beleheh Tzi, 9 Perro: son días del calendario. Al rey
Beleheb-Tzi le llamaron los mexicanos Chiconavi-Ocelotl, o sea 9 Tigre, y de ahí provino
el nombre de Chignavizelut con que lo designaron los españoles. Donadiú, o Tonatiuh,
el sol en náhuatl, era el nombre que los mexicanos daban al conquistador español Pedro
de Alvarado que destruyó el reino quiché y quemó a sus reyes.
142 Tecum, amontonado. No debe confundirse a este rey con el general en jefe del
ejército quiché que pereció luchando al frente de sus tropas contra los españoles. No se
sabe cuál fue la suerte del rey Tecum, pero Tepepul es el rey Sequechul de que hablan
el Libro de Cabildo y los cronistas de la Conquista, que reinó de 1524 a 1526. Después
de la insurrección de los indios en 1526, fue encarcelado hasta 1540 y en este último año
Alvarado lo ahorcó junto con el rey cakchiquel Belch-Oat, a quien los españoles llamaban
Sinacán.

97
Iztayul, la séptima generación de reyes.
Cotuhá [ I I ] , el octavo orden del reino.
Beleheb-Queh [ I I ] , el noveno orden.
Quemá, así llamado, décima generación.
Ahau-Cotuhá, la undécima generación.
Don Christóval, así llamado, que reinó en tiempo de los castellanos.
Don Pedro de Robles, el actual Ahau-Galel.
Estos son, pues, todos los reyes que descendieron de los Ahau-Galel.
Ahora nombraremos a los Señores de cada una de las Casas grandes.
Ahau-Galel, el primer Señor de los de Nihaib, jefe de una Casa grande.
Ahau-Ahtzic-Vinac, una Casa grande.
Ahau-Galel Camhá, una Casa grande.
Nimá-Gamhá, una Casa grande.
Uchuch-Camhá, una Casa grande.
Nim-Chocoh-Nihaib, una Casa grande.
Ahau-Avilix, una Casa grande.
Yacolatam, una Casa grande.
Nimá-Lolmet-Ycoltux, una Casa grande.
Estas son, pues, las Casas grandes de los de Nihaib; éstos eran los nom­
bres de las nueve familias de los de Nihaib, así llamados. Numerosas fueron
las familias de cada uno de los Señores, cuyos nombres hemos consignado
primero.
He aquí ahora la descendencia de los de Ahau-Quiché, siendo su abuelo
y padre
Mahucutah, el primer hombre.
Qoahau, nombre de la segunda generación de reyes.
Caglacán.
Cocozom.
Comahcun.
Vucub-Ah.
Cocamel.
Coyabacoh.
Vinac-Bam.
Estos fueron los reyes de los de Ahau-Quiché: éste es el orden de sus
generaciones.
He aquí ahora los nombres de los Señores que componen las Casas gran­
des; sólo había cuatro Casas grandes:
Ahtzic-Vinac-Ahau se llamaba el primer Señor de una Casa grande.
Lolmet-Ahau, segundo Señor de una Casa grande.
Nim-Chocoh-Ahau, tercer Señor de una Casa grande.
Hacavitz, el cuarto Señor de una Casa grande.
Cuatro eran, pues, las Casas grandes de los Ahau-Quiché.
Había, pues, tres Nim-Chocoh, que eran como los padres [investidos de
autoridad] por todos los Señores del Quiché. Reuníanse los tres Chocoh
para dar a conocer las disposiciones de las madres, las disposiciones de los
padres. Grande era la condición de los tres Chocoh.
Eran, pues, el Nim-Chocoh de los Cavec, el Nim-Chocoh de los Nihaib,

98
que era el segundo, y el Nim-Chocoh-Ahau de los Ahau-Quiché, que era el
tercer Nim-Chocoh, o sea los tres Chocoh, que representaba cada uno a su
familia.
Y ésta fue la existencia de los quichés, porque ya no puede verse el
[libro Popol Vuh\ que tenían antiguamente los reyes,143 pues ha desapa­
recido.
Así, pues, se han acabado todos los del Quiché, que se llama Santa Cruz.144

143 La frase de este lugar en el original está evidentemente mutilada. Se completa,


sin embargo, con facilidad, cotejándola con otras dos frases del texto, la del preámbulo
que dice: rumal ma-habi chi ilbal re Popo Vuh, y la del capítulo xi de la Cuarta Parte
que dice: Xax qu’etaatn vi qo cut ilbal re, qo vuh, Popol Vuh u bi cumal. El autor da
fin a su obra explicando de nuevo que ha tenido que escribirla porque ya no existe el
libro antiguo en que los reyes leían el pasado y el porvenir de su pueblo.
144 Fue el Obispo Marroquín quien bautizó con el nombre de Santa Cruz la ciudad
española que reemplazó a la antigua capital quiché.

99
MEMORIAL DE SOLOLA
Anales de los Cakchiqueles
(Traducción, introducción y notas de Adrián Recinos)

INTRODUCCION *

H ISTO RIA D EL MANUSCRITO CAKCHIQUEL

H emos explicado en otra parte 1 los orígenes de la escritura en América, es­


pecialmente en México y Guatemala, donde este arte casi divino alcanzó su
mayor desarrollo. Los escritores indígenas aprendieron rápidamente el uso
del alfabeto castellano, y ya sea obedeciendo a su propio deseo de conservar
por escrito los hechos y leyendas de sus antepasados que se venían transmi­
tiendo por tradición oral y con el auxilio de pinturas, o bien accediendo a
los- consejos de los misioneros católicos interesados en el conocimiento de la
antigüedad americana, compusieron las historias, libros y anales que forman
la fuente y base principal de nuestros conocimientos sobre la vida y cultura
de los primitivos pobladores del Continente.
La literatura indígena de Guatemala ha contribuido al conocimiento de
la antigüedad americana con un gran libro, el Popol Vuh, que condensa en
sus páginas las ideas cosmogónicas y religiosas de las razas que poblaron el
territorio que se extiende al sur de México, y cuya mentalidad está impreg­
nada de la cultura que propagó en aquella zona el gran civilizador tolteca
Quetzalcóatl.
El pueblo quiché, cuyas tradiciones y antigua historia refiere el Popol
Vuh, no fue el único que desarrolló una cultura importante en Guatemala.

* Por su extensión, no podemos incluir completa la Introducción de Adrián Recinos.


Hemos seleccionado las partes que se refieren más directamente al manuscrito cakchiquel,
eliminando las que resumen generalidades sobre este grupo: Las ciudades cakchiqueles,
La lengua cakchiquel, El cómputo del tiempo y Breve noticia de los antiguos pobladores.
(N. E.)
1 Popol Vuh. Las historias antiguas del Quiché, México, 1947.

101
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C T^-uAmI aAu VÍhaJ í oÁjn.f¿i/myu&M£f o h x u f **m cAt'c n fy fib ftjr , ** '

r
A su lado, y rivalizando con él constantemente, prosperó la nación cakchi-
quel, que no era en rigor diferente de la quiché, y que, al contrario, forma
con ella una rama de la raza maya cuya maravillosa civilización brilló varias
siglos antes en la región, y presenta asimismo huellas de la influencia tolteca.
Juntos peregrinaron los dos pueblos desde el norte siguiendo el litoral del
Golfo de México a través de la Península de Yucatán hasta fijar su residencia
en las tierras altas de la actual República de Guatemala, donde vivieron bajo
una misma organización social y política.
Hasta el reinado del gran rey Quikab, o sea hasta mediados del siglo xv,
los cakchiqueles permanecieron unidos a los quichés y vivieron junto a la
corte de sus reyes. Vero cuando Quikab fue destronado por una revuelta
encabezada por sus propios hijos, los cakchiqueles, que se veían amenazados
por la hostilidad de sus hermanos de ayer, desalojaron los lugares que ocu­
paban cerca de ellos. E l mismo sabio monarca, privado de la autoridad real,
les aconsejó que fueran a establecerse en la fértil zona que se extiende alre­
dedor de Yximchée (junto al actual Tecpán-Guatemala), donde fijaron la ca­
pital de su nación. Allí se engrandecieron, vencieron a sus enemigos, hicieron
grandes conquistas y vivieron en la abundancia hasta que los españoles los
subyugaron en el siglo xvi.
Las vicisitudes de esta nación, sus luchas, sus triunfos, sus sufrimientos
y su esclavitud y miserias cuando sopló sobre ellos el vendaval de la conquista
extranjera, fueron descritos en un libro compuesto a fines del siglo xvi por
varios indios instruidos en la escritura moderna. Este libro se conservó en el
pueblo de Sololá, cabecera de corregimiento, situado en una montaña que
domina el Lago de Atitlán, y fue recogido más tarde por los religiosos de
San Francisco que administraban espiritualmente la región. E l Padre Fray
Francisco Vázquez, cronista de la Seráfica Orden, lo tuvo en sus manos desde
fines del siglo x v ii y lo utilizó en la narración de algunos episodios de inte­
rés para la historia general del país y especialmente para la historia de la fun­
dación y desarrollo de los conventos franciscanos de Guatemala. A aquel libro
llama el Padre Vázquez “los papeles de los indios” }
Consumada la independencia de Centroamérica en 1821, y apenas orga­
nizada la República federal, estalló la guerra civil que produjo finalmente la
separación de los Estados. El año de 1829, el general Francisco Morazán, al
frente de un ejército compuesto principalmente de fuerzas de E l Salvador y
Honduras, ocupó la capital de Guatemala. E l nuevo gobierno que se estable­
ció con ese motivo decretó la expulsión de las congregaciones religiosas, y
como consecuencia de esta medida los archivos y bibliotecas de los conventos
fueron trasladados a centros pertenecientes al Estado o a la Curia eclesiástica,
y no fueron pocos los que pasaron a manos de personas particulares. E l ma­
nuscrito cakchiquel quedó por entonces bajo la protección de la Curia ecle­
siástica.
E l abate francés Charles Etienne Brasseur de Bourbourg visitó Guatema­
la en 1855 y se dedicó a estudiar la historia y las lenguas indígenas del país,

2 Vázquez, vol. i, cap. xxi.

103
con el apoyo del arzobispo Dr. Francisco García Peláez, que era también
historiador distinguido, y que, como dice Brasseur, simpatizaba con todos los
hombres de estudio. E l investigador europeo recibió también valiosa ayuda
de parte del Dr. Don Mariano Padilla, dueño de “ una colección de libros y
papeles que pueden considerarse como la biblioteca americana más completa
de la América Central” .3 E l Dr. Padilla había reunido en su colección muchos
documentos originales y copias de otros tantos, relativos a la historia y a las
lenguas del país. Hombre de espíritu amplio y desprendido, y amigo de las
demás personas aficionadas a estos trabajos, sirvió de guía al Dr. Cari Scher-
zer, quien visitó Guatemala en 1854 y publicó en Viena, tres años más tarde,
la versión de Ximénez del Popol Vuh. Con el abate Brasseur de Bourbourg,
Padilla llevó su generosidad hasta el grado de cederle algunos de los docu­
mentos que formaban su valiosa colección histórica.
E l abate encontró en Guatemala otro espíritu no menos generoso e ins­
truido en las antigüedades del país: don Juan Gavarrete, a quien el polígrafo
francés llama “joven y celoso arqueólogo guatemalteco” . Brasseur recuerda
también, entre los amigos que tuvo en Guatemala, a don Francisco Gava­
rrete, hermano de don Juan, autor de la obra más antigua que se conoce acer­
ca de la geografía de Guatemala .4
Don Juan Gavarrete conocía todos los documentos históricos de los ar­
chivos civiles y eclesiásticos, y acometió la empresa gigantesca de paleogra-
fiar los más importantes. E l trabajo de más aliento realizado por él fue la
transcripción de la Historia de la Provincia de San Vicente de Chiapa y Gua­
temala, por Fray Francisco Ximénez, en seis volúmenes y cerca de 2.200 pá­
ginas. Dicha copia se conserva en la Biblioteca Nacional de Guatemala. G a­
varrete paleografió también parte de la Recordación Florida de Fuentes y
Guzmán, las Historias del Origen de los Indios del Padre Ximénez, las Car­
tas del conquistador D. Pedro de Alvarado y muchos otros documentos re­
lativos a la historia de Guatemala.
Comisionado en 1844 para reorganizar el archivo del convento de San
Francisco de la ciudad de Guatemala, que se encontraba bajo la custodia del
arzobispado, descubrió entre aquellos papeles un manuscrito en lengua cak-
chiquel compuesto de 48 folios redactados de una misma mano en caracteres
españoles y letra de principios del siglo xvn. Cuando, en 1855, llegó a Gua­
temala el abate Brasseur de Bourbourg, tuvo conocimiento del manuscrito,
y comprendiendo su importancia para el estudio de la historia antigua del
país, se ocupó en traducirlo al idioma francés y finalmente lo guardó para sí
con la misma facilidad con que adquirió otros documentos de la misma clase.
Antes de regresar a Europa dejó copia de su traducción al señor Gavarrete,
quien la trasladó a su vez al castellano y la dio a luz en 1873 en el Boletín
de la Sociedad Económica de Guatemala con el título de Memorial de Tecpán
Atitlán, que le dio el primer traductor de este documento.
E l señor Gavarrete refiere la historia del hallazgo de este manuscrito en
la “advertencia” que puso al frente de su edición del Memorial, el cual dice

3 Brasseur, 1857, vol. i, pp. xxxv-xxxvi.


4 Francisco Gavarrete, Catecismo de Geografía de la República de Guatemala.

104
que fue “encontrado casualmente por el editor cuando en el año 1844 se ha­
llaba ocupado en arreglar el archivo del convento de San Francisco de esta
capital, por disposición del limo. Señor Arzobispo Doctor D. Francisco Gar­
cía Peláez para devolverlo a los religiosos de aquella orden, de cuyo restable­
cimiento se trataba". Agrega que el documento fue examinado “por muchas
personas versadas en los idiomas indígenas sin que pudiera obtenerse, a pe­
sar de sus esfuerzos, una traducción íntegra y exacta de su texto, habiendo
sido bastante, sin embargo, lo que de su sentido pudo percibirse, para venir
en conocimiento de su grande importancia histórica” .
Continúa diciendo que en 1855 el abate Brasseur de Bourbourg, “ habien­
do habido a las manos el manuscrito de que se trata, se dedicó a traducirlo
empleando los conocimientos que ya poseía en el idioma mexicano y en las
tradiciones primitivas de los pueblos de este continente, y valiéndose, ade­
más, de vocabularios antiguos de las lenguas quiché y cakchiquel, con lo que
logró llevar a cabo su empresa vertiéndole del cakchiquel al francés, aunque,
a decir verdad, el mismo traductor, habiendo hecho posteriormente grandes
progresos en el conocimiento de estos últimos idiomas y en la generalidad de
sus estudios americanos, manifestó alguna desconfianza sobre la exactitud de
una versión que desde entonces no tuvo ocasión de ver y corregir. El texto,
sin embargo, quedó en su poder, y en la gran Colección histórica que logró
formar se halla marcado con el número IX ; pero habiendo dejado al que sus­
cribe el borrador de su traducción, de él se ha servido para verterlo a su vez
al español, coleccionándolo entre los documentos históricos del Museo Na­
cional y darlo ahora a la publicidad.”
Brasseur utilizó el manuscrito cakchiquel en la composición de su Histoire
des Nations Civilisées du Mexique et de l’Amérique Centrale, y aun llegó a
incluir algunos pasajes completos del mismo en el tomo primero de dicha
obra, pero nunca publicó su traducción íntegramente. El mismo investigador
es responsable del título con que este documento ha sido conocido desde en­
tonces, Memorial de Tecpán-Atitlán, por haber sido escrito en Tzololá, co­
munidad indígena de la raza cakchiquel establecida desde tiempo antiguo
junto al Lago de Atitlán. Los mexicanos que ayudaron a los españoles a la
conquista de Guatemala dieron a aquel lugar el nombre de Tecpán-Atitlán,
pero el nombre primitivo ha subsistido, y el antiguo centro comercial se
conoce hoy con el nombre eufonizado de Sololá. Por esta razón creemos más
adecuado el título de Memorial de Sololá con que presentamos el documento
indígena en esta edición.
A la muerte de Brasseur, su Colección Americana de documentos histó­
ricos y lingüísticos, a que esta obra pertenecía, pasó a manos de Mr. Alphonse
Pinart, quien la puso en venta en París del 28 de enero al 5 de febrero de
1884. En el catálogo respectivo figuran una copia y la primera traducción
del documento con el título de Memorial de Tecpan-Atitlan, texte cakchiquel
et essai de traduction frangaise en regard, faite á Rabinal en 1856. Ms. 68 ff.
E l manuscrito indígena y la traducción de Brasseur fueron adquiridos por el
Dr. Daniel G. Brinton. Este distinguido investigador norteamericano estudió
el importante documento indígena, lo tradujo al inglés y lo editó en 1855,

10 5
y finalmente lo donó a la biblioteca del Museo de la Universidad de Pennsyl-
vania, en Filadelfia, donde se conserva como parte de la colección que lleva
su nombre.
En 1885 publicó el Dr. Brinton la interesante obra que intituló The
Annals of the Cakchiquels, y que contiene el texto original del libro indígena,
acompañado de su traducción al idioma inglés, una extensa introducción y
algunas notas, todo presentado en la forma académica e irreprochable que
caracteriza las publicaciones de aquel eminente sabio americanista. Brinton
menciona en esta obra las noticias relativas al documento indígena y las tra­
ducciones que de él se habían hecho hasta aquel tiempo. Asegura que el aba­
te Brasseur tenía la intención de editar el texto original junto con su versión
al francés, pero no vivió lo suficiente para realizar su deseo.
El Dr. Brinton había traducido previamente al idioma inglés una gramá­
tica de la lengua cakchiquel, de autor desconocido, que el Dr. Mariano Gál-
vez, Jefe del Estado de Guatemala, donó en 1836 a la Sociedad Filosófica
Americana de Filadelfia, junto con otras obras de la misma índole. E l estu­
dio de esos trabajos proporcionó al Dr. Brinton un conocimiento general de
la lengua en que fue escrito el Memorial de Sololá y le permitió llevar a cabo
su traducción al inglés, la cual dice haber hecho directamente del texto indí­
gena, pero con ayuda de la versión manuscrita de Brasseur de Bourbourg,
cuya copia poseía. Sin embargo, como el mismo doctor Brinton declara, su
traducción se aparta frecuentemente de la del americanista francés.
Brinton no creía haber superado todas las dificultades que ofrece este do­
cumento, y advierte que su objeto en este y los demás volúmenes de la serie
de literatura indígena americana publicada por él, ha sido suministrar mate­
rial de estudios y no presentar un trabajo acabado. Lo cierto es que la pu­
blicación, en inglés, del documento histórico de los indios cakchiqueles de
Guatemala, ha atraído sobre ese pueblo, desde 1885, la atención de los hom­
bres de estudio de los Estados Unidos y Europa.
E l profesor de la Sorbona Georges Raynaud, autor de una traducción
moderna del Popol Vuh, emprendió también la versión al francés del libro
cakchiquel, conforme al texto publicado por Brinton. Ese trabajo, traducido
al castellano por Miguel Angel Asturias y J. M. González de Mendoza, ha
sido editado con el nombre de Anales de los Xahil de los Indios Cakchiqueles.
Brinton no publicó todo el manuscrito de Sololá. De las 96 páginas que
contiene, solamente dio a conocer 48, que a su juicio eran las que encerra­
ban asuntos de interés general. En 1934, el Licenciado don J. Antonio Villa-
corta publicó en Guatemala el texto indígena completo en la obra que lleva
por título Memorial de Tecpán Atitlán (Anales de los Cakchiqueles). E l texto
original va acompañado en la edición del señor Villacorta de una traducción
castellana que sigue de cerca a la de Brinton y que tampoco va más lejos
del punto en que Brasseur suspendió la suya.
Recientemente, el padre guatemalteco Celso Narciso Teletor ha publica­
do una versión española de las partes del Memorial que no habían sido tra­
ducidas anteriormente*

* 1946. (N. E.)

106
E l Dr. Ernest Mengin, de Copenhague, tiene en preparación una edición
en facsímil del manuscrito cakchiquel de Sololá, como parte de la serie inti­
tulada Corpus Codicum Americanorum.**

II

LO S AUTORES D EL MEMORIAL

La c u estió n relativa al autor o autores del Memorial de Sololá no presenta


mayor dificultad. E s indudable que en su redacción intervinieron varias per­
sonas, cuyos nombres aparecen en algunos lugares del manuscrito. Desde
luego, la sección legendaria que se refiere en la primera parte representa la
tradición popular conservada durante centenares de años y transmitida de
generación en generación. Un miembro de la famila o parcialidad de los Xahil
tuvo la feliz idea, y la capacidad intelectual, de recoger esa tradición y escri­
birla, después de la Conquista, en su idioma original, valiéndose del alfabeto
castellano. E l mismo escritor, u otro más moderno, prosiguió el relato y refi­
rió las hazañas de los reyes y guerreros, las conquistas y fundaciones de pue­
blos, la sucesión de los jefes de la nación hasta la llegada de los conquista­
dores europeos. Se observa en esta parte un orden cronológico que justifica
el título de Anales de los Cakchiqueles, que Brinton dio a este documento.
La narración prosigue de la misma mano por algún tiempo, pero es indu­
dable que, en la última época, varias personas tuvieron acceso al libro cak­
chiquel convirtiéndolo en una especie de diario de la comunidad indígena, en
el cual se registraron nacimientos y muertes, tránsito de viajeros importantes,
disputas de tierras, incendios de casas y plantíos, eclipses, terremotos, prisio­
nes, socorros a gentes necesitadas, contribuciones, gastos comunes, compra
de campanas, retablo y órgano para la iglesia, etc., etc. Toda la vida de la
comunidad indígena se refleja en este curioso libro. A él puede aplicarse la
frase de Brinton, quien dice — hablando de los Libros de Chilam Balam —
que todos esos volúmenes son una especie de libro de memorias en que se
copiaron artículos diversos de libros más antiguos y sucesos contemporáneos
de interés general o particular.
El Memorial de Sololá es justamente eso, y bien puede afirmarse que en
su composición tomaron parte varios miembros de la antigua familia de los
Xahil. Uno de ellos, Francisco Hernández Arana, nieto del rey Hunyg, de­
clara su nombre hacia la mitad de la obra; y otro, Francisco Díaz, continúa
la narración desde el punto donde la dejó el primero, hacia el año 1581, y la
lleva hasta el año 1605. Del libro primitivo, escrito por estos dos compila­
dores, y que contenía, además, otros documentos de distinta mano, se sacó,
probablemente a mediados del siglo xvn, la copia que se conserva hasta hoy
y que parece ser la obra de un perfecto pendolista.
Debe advertirse que el primero de los compiladores no agregaba a su
nombre la palabra Xahilá, y que el segundo se llamaba a sí mismo Francisco

* * Se editó en 1952. (N. E.)

107
Díaz a secas, sin el aditamento de Gebutá Queh que arbitrariamente le im­
puso Brasseur de Bourbourg.
En los párrafos 117 y 118 relata el primer autor que los yaquis ( mexi­
canos) de Culuacán, enviados por el Emperador Moctezuma, fueron recibi­
dos por los reyes Hunyg y Lahuh Noh allá por el año de 1510, y que él vio
a los enviados y a sus numerosos acompañantes. Suponiendo que Hernández
Arana tuviera en 1510 cinco años de edad, mínimo necesario para que se
grabara en su memoria la llegada de los mexicanos, se puede fijar supletoria­
mente el año de su nacimiento en 1505.
En los párrafos 130 y 131 nos informa el autor que su padre fue el Ahpop
Achí Balam, hijo primogénito del rey Hunyg. En el mismo lugar anota que
el segundo hijo de aquel jefe se llamaba Ahmak y fue el padre de D. Pedro
Solís. Este D. Pedro Solís parece haber sido hombre importante, y desarrolló
su vida paralelamente a la de Hernández Arana. Fue alcalde varias veces, y
en 1580, cuando había llegado a avanzada edad, lo designa el manuscrito
como el Ahpoxahil, o rey cakchiquel. Murió en 1584.
Abuela del autor y de D. Pedro Solís fue la reina Chuuyzut, primera es­
posa del rey Hunyg. Desgraciadamente, el rey y su hijo el Ahpop Achí Ba­
lam murieron en 1521, a consecuencia de la peste. Fueron electos entonces
como reyes Cahí.Ymox y Beleché Qat, los últimos monarcas independientes
de la nación cakchiquel. “Nosotros éramos niños — dice el autor— y por eso
no nos escogieron a nosotros.” Efectivamente, Hernández Arana tendría en­
tonces 14 años, y quedó sin el apoyo de sus padres. Es probable, sin embar­
go, que cuando mucho después contempló el sacrificio de los últimos reyes
bajo el dominio de los españoles, haya bendecido el hecho de que sus mayo­
res no lo hubieran tomado en cuenta al elegir a los sucesores de su padre y
abuelo.
Un año más tarde, en 1522, Hernández Arana contrajo matrimonio, cuan­
do tenía probablemente 16 años de edad. Era costumbre de los antiguos in­
dios (fielmente seguida por los modernos) casar a sus hijos en edad tem­
prana, y en el caso presente, es justo reconocer que Hernández Arana nece­
sitaba más que nunca la compañía de una buena esposa.
En abril de 1524 presenció la llegada de los castellanos a la capital cak­
chiquel. “Sus caras no eran conocidas, y los Señores los tomaron por dioses.”
También Moctezuma había cometido el error, fatal para su imperio, de creer
que Cortés era el propio dios Quetzalcóatl que realizaba su anunciado retorno
al hogar de sus mayores.
Luego vino la insurrección general contra los castellanos, y los reyes y el
pueblo entero abandonaron las ciudades y se refugiaron en los montes, hu­
yendo del mal trato y las exacciones de los invasores. Durante cuatro años
pelearon contra ellos, sufriendo pérdidas cuantiosas. Nuestro autor dice que
en esos críticos tiempos pasó muchas penalidades y que dos veces estuvo en
peligro de muerte.
E l 12 de enero de 1528 nació su hijo Diego, cuando sus padres se en­
contraban en Bocó, hoy Chimaltenango. Por una coincidencia ese día comen­
zaron los cakchiqueles a pagar el tributo a los españoles y con ello se afianzó
la paz. Este hijo Diego Hernández Xahil tuvo también una carrera cívica im­

108
portante; fue electo alcalde de Sololá en 1559, 1567, 1573, 1576, 1583
y 1586.
El autor refiere los trabajos forzados impuestos a los indios en los lava­
deros de oro, en las obras de construcción de la capital de la colonia y en los
caminos; los actos de violencia de Alvarado, las ejecuciones de los nobles y
la destrucción de la primera ciudad de Guatemala en 1541, y registra la muer­
te del Adelantado y la de su esposa doña Beatriz de la Cueva.
Describe también la fundación y desarrollo de Sololá, que llegó a ser un
centro importante de la nación cakchiquel, y los trabajos de conversión e ins­
trucción religiosa llevados a cabo por los frailes de las diferentes órdenes.
El 1.° de enero de 1559, a tiempo que estaba escribiendo, fue atacado el
autor por otra epidemia que causó innumerables víctimas en todo el país.
Poco después, en 1560, aparece una nota en la cual un desconocido miembro
de la comunidad indígena apunta que ese año murieron su padre, su madre
y sus hermanos. Esta nota confundió a Brinton porque supuso que la había
escrito el conocido autor del Memorial, que, en tal caso, no podía ser Fran­
cisco Hernández, cuyos padres murieron en 1519. Lo que ocurre en este lugar
ha sido apuntado anteriormente; al libro de memorias de Sololá tenían acceso
muchos de los vecinos del pueblo y alguno de ellos ha de haber escrito esta
noticia de la muerte de sus padres, sin cuidarse de decir quiénes eran ellos ni
quién era él. La existencia de otras anotaciones de diferentes individuos apoya
esta explicación.
Don Pedro Solís y Francisco Hernández fueron alcaldes en 1561. Hernán­
dez volvió a serlo en 1562.
La última mención del nombre de nuestro autor se encuentra en el pá­
rrafo 212, donde se lee lo siguiente: “Nació Catalina, hija de Pedro Ramí­
rez y mi hija ante Dios [ahijada]. Yo, Francisco Hernández Arana, en el mes
de diciembre del año de 1581.”
En 1583 aparece por primera vez una anotación suscrita por Francisco
Díaz, la que dice así: “Me casé aquí, yo el viejo Pacal Francisco Díaz, con
Francisca Catalina, hermana del difunto Diego Pérez Atzih Vinak Baqahol” .
Desde este lugar en adelante aparece con frecuencia el nombre de Francisco
Díaz, quien fue varias veces alcalde y mayordomo de la cofradía, casó tres
veces, tuvo muchos hijos y sufrió prisiones y destierros, al parecer por causas
baladíes, embriaguez y otras faltas que, por lo visto, se castigaban con rigor
en aquel tiempo, principalmente cuando eran cometidas por los indios. En
1594 visitó la ciudad de México acompañando a varios religiosos.
Francisco Díaz, continuador del Memorial Cakchiquel, era hijo de Pedro
Can y nieto del Pequeño Pacal Diego López, según declaración de esta última
persona, que dejó escritos un testamento y una relación de sus antepasados
en el libro común de Sololá. En dichos documentos afirma Diego López que
sus abuelos descendían del rey Oxlahuh Tzíi. Por consiguiente, fue un error
de Brasseur, que todos sus sucesores han repetido, unir al nombre de Fran­
cisco Díaz el de Gebutá Queh. Este último nombre aparece ciertamente en
otro lugar del Memorial, pero no le corresponde al hijo de Pedro Can. Es
evidente que Brasseur leyó muy por encima las páginas 14 y 15 del manus­
crito, no traducidas por él, en que Francisco Canux, hijo de Gebutá Queh,

109
creyó oportuno consignar la historia de su familia, la que no parece haber
tenido relación alguna con la familia de Francisco Díaz.
Debe tenerse, en consecuencia, como únicos autores conocidos de la parte
narrativa del Memorial de Sololá a Francisco Hernández Arana y a Francisco
Díaz, miembros ambos de la familia Xahilá y descendientes del rey Oxlahuh
Tzíi.

III
CO NTRIBUCION A LA H ISTO R IA

No dedica mucho espacio este documento a las ideas cosmogónicas, aunque ,


sí describe en pocas líneas la creación del hombre y confirma las ideas del
Popol Vuh acerca de este asunto. Envueltos en el velo de la fábula relata al­
gunos episodios de la edad heroica, rindiendo culto a lo maravilloso como to­
dos los pueblos primitivos. Pero el mérito principal de la obra radica en su
valiosa contribución a la historia, desde las primeras fundaciones de los indios
hasta la conquista española y el primer siglo de la colonización.
En la introducción al Memorial anuncia el autor que va a escribir las his­
torias de sus antepasados, tal como ellos solían contarlas; cómo llegó su pue­
blo, desde el otro lado del mar, a la legendaria Tulán, núcleo de las razas de
México y Guatemala, y cómo, después de organizarse, los guerreros de las
siete tribus emprendieron el viaje hacia el sur, buscando los montes y valles
donde debían fijarse y prosperar bajo el sol de la civilización.
E s interesante notar que el manuscrito cakchiquel, lo mismo que el Popol
Vuh y demás documentos quichés y los Libros de Chilam Balam, señalan a
la legendaria Tula como el centro de difusión de las razas que poblaron las
tierras de la Península de Yucatán y el interior de la actual República de
Guatemala. Aunque entre los arqueólogos e historiadores ha habido discre­
pancia acerca de la localización de Tula, hoy parece un hecho establecido que
la ciudad prehistórica era la misma cuyas espléndidas ruinas se contemplan
al norte de la capital de México, en el Estado de Hidalgo, en el centro de la
zona de Tula-Jilotepec. Es curioso observar que los investigadores no deba­
tieron ni resolvieron este punto hasta fines del siglo pasado y primeras déca­
das del actual, y, sin embargo, un documento indígena de Guatemala había
fijado desde la época de la Conquista la localización de la ciudad de las siete
barrancas, la Tulán Ziván de los quichés, el Chicomoztoc de los aztecas. En
efecto, el historiador guatemalteco Fuentes y Guzmán, escribiendo a fines
del siglo x v ii ,5 decía que en el manuscrito de don Francisco Gómez, primer
Ahzib quiché, que le confió el P. Vázquez, cronista de la orden franciscana,
se leía que la familia de Tanub (jefe quiché) había fundado “la gran ciudad
de Tula en el lugar que corre entre Santiago de los Valles y Xilatepeq, 50 le­
guas de México, de donde salieron innumerables y nobles gentes por orden
de su oráculo a poblar de nuevo y fundar su monarchía en otra parte, para

5 Fuentes y Guzmán, 1.a parte, libro vil, cap. ii.

110
cuyo fin y buen efecto peregrinaron más término de setecientas leguas con
largos rodeos y demoras, parando muchos años, y muy de asiento, en sitios
y parajes de su camino, hasta llegar, por orden de su oráculo, a darle vista a
una laguna para hacer su fundación” .
El Memorial de Sololá menciona los lugares por donde pasaron las tribus
después de su salida de Tula, la estación que hicieron junto a la Laguna de
Términos, que parece haber sido en el siglo x la zona de concentración de
los pueblos emigrantes, y su llegada al interior de Guatemala. Algunos de los
lugares mencionados en este documento conservan todavía su nombre anti­
guo. En la Introducción al Popol Vuh hemos dado todos los pormenores co­
nocidos acerca de la peregrinación de los quichés y cakchiqueles, por lo cual
referimos a aquel lugar al lector que se interese por esta materia.
Según se cuenta en este libro, los cakchiqueles convivieron en buena ar­
monía con los quichés hasta mediados del siglo xv. Cooperaron en las con­
quistas del gran rey Quikab; pero cuando este monarca fue destronado, como
se ha dicho anteriormente, a consecuencia de una revuelta encabezada por
sus propios hijos, la nación cakchiquel se estableció por separado en el terri­
torio que se extiende desde el Lago de Atitlán hasta los volcanes de Agua y
de Fuego, y hasta las montañas del norte que los indios llamaban de Nimaché,
o árboles grandes, alusión a los corpulentos cipreses y abetos que allí crecen.
Al pie de dichas montañas corre el caudaloso Río Motagua fNimá-ya, o río
grande). Los cakchiqueles fundaron su capital en el monte Ratzamut y la
llamaron Yximchée, nombre del árbol conocido actualmente con el nombre
de ramón.
Declarada la rivalidad entre los dos pueblos, se sucedió una serie de gue­
rras que duró once años, como resultado de las cuales se debilitaron los qui­
chés y se consolidó el reino cakchiquel.
En 1510 el Emperador Moctezuma I I envió una embajada a la corte de
Yximchée, probablemente para comunicar a los reyes los temores que abri­
gaba por la presencia de los españoles en las islas de las Antillas. E l autor
del Memorial refiere haber presenciado la llegada de los mensajeros mexi­
canos.
Algunos años después los cakchiqueles, seguramente bien informados de
la fuerza y poderío militar de los españoles, e impresionados por la conquista
de México, buscaron la amistad de Hernán Cortés y le enviaron una emba­
jada ofreciéndole acatar la soberanía de España. E l hecho quedó consignado
en la carta de Cortés al emperador Carlos V, fechada el 15 de octubre de
1524, en la cual el conquistador de México relata varios acontecimientos ocu­
rridos hasta entonces. Refiere Cortés que regresando de la provincia de Pa­
nuco, en una ciudad llamada Tuzapán ( ¿T uxpan?), se encontró con dos es­
pañoles que había enviado en unión de algunos naturales de Tenuxtitlán
( México) y otros de la provincia de Soconusco “a unas ciudades de que mu­
chos días había que yo tenía noticia, que se llaman Ucatlán y Guatemala, y
están desta provincia de Soconusco otras sesenta leguas” . Y agrega: ‘‘Con los
cuales dichos españoles vinieron hasta cien personas de los naturales de aque­
llas ciudades, por mandato de los señores dellas, ofreciéndose por vasallos y
súbditos de Vuestra Cesárea Majestad.”

111
E l hecho parece indudable, pero a juzgar por los acontecimientos ulte­
riores no deben haber tomado parte en la embajada los quichés de XJtatlán,
que poco después resistieron denodadamente la invasión española. E s proba­
ble que hayan sido sólo los cakchiqueles de Iximché, ya desde entonces lla­
mada Guatemala, los que se ofrecieron de paz a los castellanos.
Es bien sabido — y el libro de Sololá lo explica claramente— que los cak­
chiqueles continuaron demostrando sus sentimientos amistosos hacia los es­
pañoles, hasta que las exigencias de éstos y el trato duro que daban a los
indios sometidos, los obligaron a levantarse en armas en la gran insurrección
general que se inició el mismo año de 1524 en que dio principio la Conquista.
Los propios españoles acusaron a Alvarado por las exacciones y actos de vio­
lencia que había cometido con los indios, y ese fue el origen del proceso ins­
truido en México en 1529 contra el conquistador de Guatemala. Entre los
cargos que entonces se le hicieron figura el de que había pedido a los reyes
cakchiqueles que le dieran mil hojas de oro de a quince pesos cada hoja, de
lo cual le entregaron una parte, y que “por temor que del ovieron por las
crueldades que le vieron fazer e porque avía tomado la señora muger del
cacique para la traer por su manceba e porque le tenían por onbre codecioso
e cruel, se alzaron de guerra e ansi han estado mucho tiempo e lo mismo fi -
zieron en todas las comarcas e dezian e publicaban los señores e naturales
que mientras el dicho Pedro Alvarado fuera capitán, no estañan de paz con
los cristianos aunque murieran en la guerra” .6
Alvarado negó haber tomado por fuerza a la mujer del cacique; declaró
haberse apoderado de una india vieja que llamaban Súchil porque ésta sabía
los secretos de la tierra que los Señores se negaban a revelarle, y que esa
mujer le sirvió de guía para marchar a la conquista de Cuzcatlán (E l Salva­
dor). E l Memorial dice solamente, acerca de este asunto, que cuando Tuna-
tiuh volvió (de Cuzcatlán) pidió una hija del rey cakchiquel, y que los Seño­
res se la dieron.
En cuanto a la exigencia del oro, Alvarado se limitó a presentar testigos
que declararon que lo que los indios le dieron “cuando entró en la cibdad
de Guatemala” no llegaba a dos o tres mil pesos de oro bajo “ en cuentas e
axícaras e bezotes” .
Y respecto a la sublevación de los. indios, se dice en la Provanza de los
descargos del Adelantado que “después que volvió [de Cuzcatlán] a la pro­
vincia de Guatemala, los naturales della se alzaron y rebelaron contra el ser­
vicio de Su Magestad faziéndoles el dicho Don Pedro de Alvarado buenos
tratamientos, e aquella noche que se alzaron cenaron muchos señores y prin­
cipales a su mesa con él e después de alzados le dieron muy cruda guerra e
hicieron muchos hoyos e minas con estacas cubiertas con tierra e yerva donde
cayeron e murieron muchos cavallos y españoles” .
Coinciden en este punto los documentos españoles y el manuscrito indí­
gena, pero éste nos revela que los indios se atrevieron a lanzarse a la revuelta
engañados por un falso profeta de su raza que les ofreció usar de poderes
sobrenaturales p/ira aniquilar al invasor. Los indios lucharon en vano muchos

6 Proceso de Alvarado, Interrogatorio, § xxv.

112
años, sufrieron muertes y privaciones sin cuento, perdieron sus cosechas, sus
hogares y su capital, que fue incendiada por los españoles, y finalmente se
sometieron y aceptaron la esclavitud, el tributo y los vejámenes que siguió
imponiéndoles el conquistador. Varios principes y señores fueron sacrifica­
dos, e igual destino sufrieron el último rey cakchiquel y el último rey quiché,
a quienes, según el cronista Vázquez, tuvo presos “conservándoles las vidas
el piadoso don Pedro de Alvarado hasta el año 1 5 4 0 ...”
Al desaparecer Alvarado se aliviaron los sufrimientos de los indios y el
Memorial hace justica al trato moderado y conmiseración que aquéllos encon­
traron en los sucesivos gobernadores, como Maldonado y Cerrato. “Pronto
cesó el lavado de oro, se suspendió el tributo de muchachas y muchachos.
Pronto también cesaron las muertes por el fuego y en la horca y cesaron los
despojos en los caminos por parte de los castellanos. Pronto volvieron a verse
transitados los caminos por la gente como lo eran antes de que comenzara
el tributo” , dice el Memorial, hablando de la llegada de Maldonado. Y más
adelante comenta que “el Señor Cerrato alivió verdaderamente los sufrimien­
tos del pueblo” .
De esta manera el venerable documento indígena presenta el cuadro de
la Conquista y colonización con sobriedad y mesura, pero también con los
colores de la verdad que brillan solamente en la auténtica historia. Con razón
el escritor norteamericano Justin Winsor (vol. n, p. 419) declara que “ tal
vez la contribución indígena más importante a la historia de Guatemala es el
Memorial de Tecpán Atitlán de Ernández Arana” , y que este documento “ es
de gran valor porque proporciona la relación indígena de la conquista de
Guatemala".

A drián R eciño s

113
PRIMERA PARTE

1. A quí escribiré unas cuantas historias de nuestros primeros padres y an­


tecesores, los que engendraron a los hombres en la época antigua, antes que
estos montes y valles se poblaran, cuando no había más que liebres y pájaros,
según contaban; cuando nuestros padres y abuelos fueron a poblar los mon­
tes y valles ¡oh hijos míos! en Tulán.1
2. Escribiré las historias de nuestros primeros padres y abuelos que se
llamaban Gagavitz el uno y Zactecauh el otro;2 las historias que ellos nos
contaban: que del otro lado del mar llegamos al lugar llamado Tulán, donde
fuimos engendrados y dados a luz por nuestras madres y nuestros padres ¡oh
hijos nuestros!
Así contaban antiguamente los padres y abuelos que se llamaban Gaga­
vitz y Zactecauh, los que llegaron a Tulán, los dos varones que nos engen­
draron a nosotros los Xahilá .3
3. He aquí los nombres de las casas y parcialidades de los Gekaquch,
Bakaholá y Zibakihay: 4
Katún y Chutiah, así llamados, engendraron a los de Baqaholá.
Tzanat y Gucuchom, así llamados, engendraron a los Gekaquchi.
Daqut Ahauh y Chabom Ahauh engendraron a los Zibakihayi.
Así, pues, éramos cuatro familias las que llegamos a Tulán, nosotros la
gente cakchiquel ¡oh hijos nuestros!, dijeron.5
Allí comenzaron los Caveki, que engendraron a los llamados Totomay y
Xurcah.
Allí comenzaron también los Ahquehay que engendraron a Loch y Xet.
Comenzaron igualmente los Ah Pak y Telom, que engendraron a los lla­
mados Qoxahil y Qobakil.
De la misma manera dieron principio también allí los Ikomagi?
Y esas cuatro ramas que allá comenzaron eran las tribus.

1 Tulán, la ciudad prehistórica, centro de distribución de todas las tribus de México


y la América Central, como adelante se dirá.
2 Gagavitz, “cerro de fuego, volcán” , Zactecauh, “montón blanco, cerro de nieve” .
La palabra vitz o uitz es maya y significa cerro o montaña.
3 Xahilá, de xah, bailar, probablemente eran los bailarines que ejecutaban las dan­
zas sagradas. En el orden presentado por el autor, esta familia era la primera del pueblo
cakchiquel. Las otras tres casas o familias se enumeran a continuación.
4 Gekaquch, “buitre negro”, es el ave conocida con el nombre vulgar de zopilote.
Baqahol, “el que hace a los hijos” . Zibaquihay, “casa de zibaque” , “el meollo de un jun­
quillo con que se hacen petates” , según Barela.
5 Katún, “quemado, o nacido el día Qat” . Chutiah, “caña pequeña” . Tzanat, especie
de tordo, comúnmente llamado sanate (Quiscalus macrurus, Cars.). Guguchom, “quetzal
cazado” . Daqui Ahauh, o Taqui Ahauh, pues la letra d no existe en cakchiquel, podría
ser “el señor convidado”, de taqué, “convidar” . Chahotn Ahauh podría ser “el señor de
la ropa lavada o del lavatorio” . Cakchequel, “los del árbol rojo” .
6 Totomay y Xurcah eran los jefes de la casa de Cavek, la casa reinante del Quiché.
Los Ahquehay, «los que cubrían sus casas con pieles de venado” . Qoxahil, “los que
están bailando” ; Qobakil, “los de los huesos” . Ikomagi, “los que van a hacer desmontes” .

114
4. He aquí las historias de Gagavitz y Zactecauh; éste es el principio
de las historias que contaban Gagavitz y Zactecauh:
"De cuatro [lugares] llegaron las gentes a Tulán. En oriente está una
Tulán; otra en Xibalbay, otra en el poniente, de allí llegamos nosotros, del
poniente; y otra donde está Dios. Por consiguiente había cuatro Tulanes
¡oh hijos nuestros! ” Así dijeron. “Del poniente llegamos a Tulán,7 desde el
otro lado del mar; y fue a Tulán a donde llegamos para ser engendrados y
dados a luz por nuestras madres y nuestros padres.” Así contaban.8
5. Entonces fue creada la Piedra de Obsidiana9 por el hermoso Xibal­
bay, por el precioso Xibalbay.10 Entonces fue hecho el nombre por el Crea­
dor y el Formador,11 y rindió culto a la Piedra de Obsidiana.12
Cuando hicieron al hombre, de tierra lo fabricaron,13 y lo alimentaron de
árboles, lo alimentaron de hojas. Unicamente tierra quisieron que entrara
[en su formación]. Pero no hablaba, no andaba, no tenía sangre ni carne,
según contaban nuestros antiguos padres y abuelos ¡oh hijos míos!14 No se

7 Chu kahibal ka kih x-oh pe vi pa Tullan, en el original.


8 Es evidente que el autor quiso indicar en este sitio la procedencia de los cuatro
grupos de gentes que llegaron a Tulán (no los que vinieron de Tulán, como equivoca­
damente han leído los traductores). Se ha comentado algunas veces este pasaje que da a
entender que hubo antiguamente cuatro lugares llamados Tulán. Prescindiendo de la Tula
donde está Dios y la Tula de Xibalbay, que pertenecen a los dominios del cielo y el in­
fierno, serían dos los centros donde tuvieron su origen las razas mesoamericanas. Los
documentos históricos, sin embargo, hablan de una sola ciudad de ese nombre. Todas las
fuentes indígenas de Guatemala, Yucatán y la altiplanicie mexicana hablan de un centro
primitivo de población que se llamó Tullan, Tullán-Zuiva, Vucub-Pec, Vucub Ziván (los
siete barrancos), Tullán-Chicomoztoc, Tulapan, que fue una gran ciudad y el origen de
las emigraciones que partieron con destino al sur de México y Guatemala. Ese lugar se
ha identificado en los tiempos modernos con la Tula del Estado de Hidalgo, donde exis­
ten las ruinas de la capital de Quetzalcóatl, rey de la nación tolteca. La frase del texto,
“del poniente llegamos a Tulán, desde el otro lado del mar” , está de acuerdo con la tra­
dición que conservaban los cakchiqueles y los quichés de una emigración primitiva que
llevó a sus antepasados al lugar de Tulán, hogar común de los pueblos de México y la
América Central.
9 Ri chay abah. La piedra de chay u obsidiana, de la cual hacían los indios sus ins­
trumentos cortantes y sus ornamentos. Los cakchiqueles veneraban esta piedra como sím­
bolo de la divinidad.
10 Ruma raxá Xibalbay, kaná Xibalbay. Raxá, vocablo de las lenguas de Guatemala,
y kaná, tomado por ellas, como el anterior, de la lengua maya, tienen un mismo signifi­
cado: hermoso, magnífico, rico, cosa preciosa. Kan llamaban los mayas a las piedras pre­
ciosas que les servían de moneda y que sus mujeres usaban como adorno de su persona.
El ms. cakchiquel menciona a Xibalbay como uno de ios sitios dotados de riqueza y her­
mosura donde tuvo su cuna la piedra sagrada, Chay Abah. La indicación de que la piedra
de obsidiana que, como todo mineral, se cría en el interior de la tierra, provino del
precioso Xibalbay, da a entender que los cakchiqueles se imaginaban a éste como un
reino subterráneo de gran poder y magnificencia, en lo cual coincidían en parte con la
concepción que los quichés tenían de ese lugar y que se expone extensamente en el
Popol Vuh.
11 Ruma Tzakol, Bitol. Estos son los mismos nombres que se dan en el Popol Vuh
al Creador y al Formador.
12 Tzukul richín ri chay abah. Literalmente, mantuvo a la piedra de obsidiana.
13 Van pokón ka x-utzin vinak.
14 Según la tradición quiché los dioses hicieron dos tentativas infructuosas de crea­
ción del hombre, empleando sucesivamente la tierra y la madera.

115
sabía qué debía entrar [en el hombre]. Por fin se encontró de qué hacerlo.15
Sólo dos animales sabían que existía el alimento en Paxil,16 nombre del lugar
donde se hallaban aquellos animales que se llamaban el Coyote y el Cuervo.17
El animal Coyote fue muerto y entre sus despojos, al ser descuartizado, se
encontró el maíz. Y yendo el animal llamado Tiuh-tiuhls a buscar para sí la
masa del maíz, fue traída de entre el mar por el Tiuh-tiuh la sangre de la
danta y de la culebra y con ellas se amasó el maíz. De esta masa se hizo la
carne del hombre por el Creador y el Formador.19 Así supieron el Creador,
el Formador, los Progenitores,20 cómo hacer al hombre formado, según dije­
ron. Habiendo terminado de hacer al hombre formado resultaron trece varo­
nes y catorce mujeres; había [una mujer] de más.21
En seguida hablaron, anduvieron, tenían sangre, tenían carne. Se casaron
y se multiplicaron.22 A uno le tocaron dos mujeres. Así se unieron las gentes,
según contaban los antiguos ¡oh hijos nuestros! Tuvieron hijas, tuvieron
hijos aquellos primeros hombres. Así fue la creación del hombre, así fue la
hechura de la piedra de obsidiana.
“Y poniéndonos en pie, llegamos a las puertas de Tulán.23 Sólo un mur­
ciélago24 guardaba las puertas de Tulán. Y allí fuimos engendrados y dados
a luz; allí pagamos el tributo en la oscuridad y en la noche ¡oh hijos nues­
tros! ” , decían Gagavitz y Zactecauh. Y no olvjdéis el relato de nuestros ma­
yores, nuestros antepasados. Estas fueron las palabras que nos legaron.
6. Entonces se nos mandó venir por nuestras madres y nuestros padres
a las trece parcialidades de las siete tribus, a los trece grupos de guerreros.25
Luego llegamos a Tulán en la oscuridad y en la noche. Entonces dimos el
tributo, cuando llevaron el tributo las siete tribus y los guerreros. Nosotros

15 Se encontró el maíz, el alimento principal del hombre americano.


16 Qo vi ri echa pam Paxil. Echa significa alimento, comida y por antonomasia maíz.
Paxil y Cayala eran, según el Popol Vuh, los lugares donde fue descubierto el maíz. Según
la leyenda mexicana Quetzalcóatl se transformó en hormiga para penetrar a Tonacatepeil
a robar el grano alimenticio.
17 Utiuh, Koch. En el Popol Vuh estos animales, guardianes del maíz, son cuatro:
Yac, Utiú, Qel y Hoh, o sea la zorra, el coyote (especie de lobo), el perico y el cuervo.
18 Gavilán pequeño, según el Compendio de Nombres del P. Guzmán.
19 La formación definitiva del hombre por medio del maíz aparece descrita igual­
mente en el Popol Vuh, pero los cakchiqueles, imitando a los mexicanos, agregan a la
mezcla la sangre de la culebra y la de la danta.
20 Tzakol, Bitol, Alom, Qaholom, el Creador, el Formador, la que da a luz, el que
engendra a los hijos. Son los mismos nombres que se leen en el Popol Vuh y con los
que ambos documentos designan a la divinidad creadora. Para mayor facilidad hemos
reunido los dos últimos apelativos bajo la denominación colectiva de los Progenitores.
21 X-qohé ruvi en el original.
22 X-e kulú x-in ka. El verbo in significa alimentar, multiplicar.
23 Ka pal ru chi ri Tullan x-oh pe vi.
24 Zotz, el murciélago, es el símbolo de la raza cakchiquel, cuyo nombre totémico
era zotzil. El rey de aquel pueblo recibió más tarde el título de Ahpop-Zotzil, o sea el
Señor de la estera, o jefe, de los zotziles.
25 Oxlahuh chob ka vukamag, oxlahu chob ka ahlabal. El 13 era un número favo­
rito de los mayas y sus descendientes, quienes probablemente lo consideraban afortunado.
El Popol Vuh dice también que eran trece las ramas de los pueblos que llegaron del
Oriente, oxlahú u ga amag. Y en el Libro de Chilam Balam de Chumayel se lee que
Hunac Ceel contaba con trece divisiones de combatientes.

116
nos colocamos en orden en la parte izquierda de Tulán, allí estuvieron las
siete tribus. En la parte de la derecha de Tulán se colocaron en orden los
guerreros. Primero pagaron el tributo las siete tribus y en seguida pagaron
el tributo los guerreros. Pero éste se componía únicamente de piedras pre­
ciosas [jade], metal, guirnaldas cosidas con plumas verdes y azules26 y pin­
turas y esculturas. Ofrendaban flautas, canciones, calendarios rituales, calen­
darios astronómicos,27 pataxte 28 y cacao. Sólo estas riquezas fueron a tributar
los guerreros a Tulán durante la noche. Sólo flechas y escudos, sólo escudos
de madera eran las riquezas que fueron a dar en tributo cuando llegaron a
Tulán.

7. Luego se les dijo y mandó a nuestras madres: “Id, hijos míos, hijas
mías, éstas serán vuestras obligaciones, los trabajos que os encomendamos” .
Así les habló la Piedra de Obsidiana. “Id a donde veréis vuestras montañas
y vuestros valles; allá al otro lado del mar están vuestras montañas y vues­
tros valles ¡oh hijos míos! Allá se os alegrarán los rostros. Estos son los re­
galos que os daré, vuestras riquezas y vuestro señorío.” Así les dijeron a las
trece parcialidades de las siete tribus, a las trece divisiones de guerreros.
Luego les dieron los ídolos engañadores de madera y de piedra. Iban bajando
hacia Tulán y Xibalbay cuando les fueron entregados los ídolos de madera y
de piedra,29 según contaban nuestros primeros padres y antecesores, Gagavitz
y Zactecauh. Estos fueron sus regalos y éstas fueron también sus palabras.
26 Xa ka ruyón xit, puak, gug u raxón kubul cbactit. Al ave que los mexicanos lla­
maban quetzal y a sus hermosas plumas verdes daban los cakchiqueles el nombre de gug,
y el de raxón al “pájaro de pecho musgo y alas azules” (Cotinga amabilis, Gould) de que
habla el Vocabulario de los PP. Franciscanos. Es la misma ave que los aztecas llamaban
siuhtototl y que los pueblos de Soconusco daban en tributo a los emperadores mexicanos.
Es interesante notar la similitud del lenguaje del libro cakchiquel y del libro quiché acer­
ca del tributo que debían pagar los pueblos vasallos en la época antigua. El Popol Vuh
menciona entre los objetos que constituían el tributo las piedras preciosas, el yeso o
tierra blanca, las esmeraldas y otras joyas, y las guirnaldas hechas de plumas azules:
xit, puvac, zahcab, cuval, yamanic, raxón kubul chactic. (Parte 4.a, cap. xi.)
27 Cholkih, el calendario ritual de 260 días, o sea el tzolkín de los mayas, o el tonal-
poualli de los mexicanos. Maykih, el calendario sideral. Los cakchiqueles usaban un año
de 400 días, que llamaban huná y un período de 20 años, o sea 8,000 días, que llamaban
may, para contar los espacios largos de tiempo.
28 Pek en cakchiquel es un fruto semejante al cacao, llamado comúnmente pataxte,
palabra mexicana cuyo nombre botánico es Theobroma bicolor, Humb. & Bonpland.
29 X-qui kah pe pa Tullan Xibalbay ka x-yao pe ri chee abah.

117
8. Las siete tribus fueron las primeras que llegaron a Tulán, según de­
cían. En pos de ellas llegamos nosotros los guerreros llevando nuestros tri­
butos; todas las siete tribus y los guerreros entramos cuando se abrieron las
puertas de Tulán.
9. Los zutujiles fueron la primera de las siete tribus que llegó a Tulán.
Y cuando acabaron de llegar las siete tribus llegamos nosotros los guerreros.
Así decfan. Y mandándonos llegar nos dijeron nuestras ‘ madres y nuestros
padres: “ Id, hijas mías, hijos míos. Os daré vuestras riquezas, vuestro seño­
río; os daré vuestro poder y vuestra majestad, vuestro dosel y vuestro
trono.30
Así se os tributarán las rodelas, riquezas, arcos, escudos, plumas y tierra
blanca.31 Y si se os tributan piedras preciosas [jade], metal, plumas verdes
y azules; si se os ofrendan pinturas, esculturas, calendarios rituales, calen­
darios siderales, flautas, cantos, cantos por vosotros despreciados, vuestros
serán también, os los tributarán las tribus y allá los recibiréis. Seréis más
favorecidos y se os alegrarán los rostros. No os daré su señorío, pero ellas
serán vuestros tributarios. En verdad, grande será vuestra gloria. No os me­
nospreciarán. Os engrandeceréis con la riqueza de los escudos de madera. No
os durmáis y venceréis ¡hijas mías! ¡hijos míos! Yo os daré vuestro seño­
río, a vosotros los trece jefes, a todos por igual:32 vuestros arcos, vuestros
escudos, vuestro señorío, vuestra majestad, vuestra grandeza, vuestro dosel
y vuestro trono. Estos son vuestros primeros tesoros.”
Así les hablaron a los quichés cuando llegaron los trece grupos de gue­
rreros a Tulán. Los primeros que llegaron fueron los quichés.33 Entonces se
fijó el mes de Tacaxepeual34 para el pago del tributo de los quichés; des­
pués llegaron sus compañeros, uno en pos de otro, las casas, las familias, las
parcialidades, cada grupo de guerreros, cuando llegaron a Tulán, cuando aca­
baron de llegar todos ellos.
10. Llegaron los de Rabinal, los Zotziles, los Tukuchées, los Tuhalahay,
los Vuchabahay, los Ah Chumilahay, llegaron también los Lamaquis, los
Cumatz y los Akahales. Con los de Tucurú acabaron de llegar todos.35
30 X-tin yael y ginomal, yvahauarem, x-tin yael y gagal y tepeval, yx muh, yx ka
galibal.
31 Zahcab. Esta palabra tiene dos significados: tierra blanca o yeso, que era una
sustancia que usaban los indios para pintarse el rostro y el cuerpo, y miel, que en tiem­
pos posteriores era también objeto de tributo.
32 Yx oxlahuh chi Ahpopo ti hunamah. Ahpop, “el señor de la estera” , símbolo de
la realeza. Los ahpop eran los reyes, pero daban también este nombre a los jefes y seño­
res principales.
33 El autor se contradice cuando anota que los quichés fueron los primeros que lle­
garon a Tulán, después de haber escrito al principio de este párrafo que fueron los
zutujiles. El Popol Vuh confirma que los quichés llegaron primero en gran número, mar­
chando ordenadamente, y que luego llegaron todas las tribus, los rabinales, los cakchi­
queles y los de Tziquinahá, o sea los zutujiles. (Popol Vuh, 3.a Parte, cap. iv.)
34 “Nombre de un mes de los indios y es principio de año, o tiempo de sembrar las
primeras milpas.” P. Barela, Vocabulario Cakchiquel.
35 Según el Popol Vuh (3.* Parte, cap. ni), las tribus que emigraron con los quichés
eran los de Rabinal (de lengua quiché), los cakchiqueles (que comprendían a los zotziles,
tukuchées y akajales) y los Lamaquib, Cumatz, Tuhalhá y Uchabahá, qué habitaron des­
pués, según parece, la región de Sacapulas en el actual Departamento del Quiché. El

118
Después llegaron los trece [grupos de] guerreros, nosotros los Bacah
Pok, nosotros los Bacah Xahil,36 Primero llegaron unos y tras ellos los demás
de nosotros los Bacah. Los Bacah Pok llegaron primero y en pos de ellos lle­
gamos nosotros los Bacah Xahil. Así contaban nuestros padres y antecesores
¡oh hijos nuestros!
Hacía tiempo que habían llegado las siete tribus, y poco después comen­
zaron a llegar los guerreros. Luego llegamos nosotros los cakchiqueles. En
verdad, fuimos los últimos en llegar a Tulán. Y no quedaron otros después
que nosotros llegamos, según contaban Gagavitz y Zactecauh.
De esta manera nos aconsejaron: “Estas son vuestras familias, vuestras
parcialidades” , les dijeron a Gekaquch, Baqahol y Zibakihay. “ Estos serán
vuestros jefes, uno es el Ahpop, el otro el Ahpop Qamahay” ,37 Así les dije­
ron a los Gekaquch, Baqahol y Zibakihay. “Procread hijas, engendrad hijos,
casaos entre vosotros los señores” , les dijeron. Por lo tanto, ellos fueron
madres y abuelas. Los primeros que llegaron fueron los Zibakihay; después
llegaron los Bakahol y luego los Gekaquch. Estas fueron las primeras fami­
lias que llegaron.
11. Más tarde, cuando llegamos nosotros los jefes, se nos mandó de esta
manera por nuestras madres y nuestros padres: “Id, hija mía, hijo mío, tu
familia, tu parcialidad se ha marchado. Ya no debes quedarte atrás, tú el hijo
más pequeño.38 En verdad, grande será tu suerte. Búscalos, pues” 39 le dijeron
el ídolo de madera y de piedra llamado Belehé Toh y el otro ídolo de piedra
llamado Hun Tihax.40 “Rendid culto a cada uno” , se nos dijo. Así contaban.
12. En seguida se revistieron de sus arcos, escudos, cotas de algodón41
y plumas, y se pintaron con yeso. Y vinieron las avispas, los abejorros, el
lodo, la oscuridad, la lluvia, las nubes, la neblina. Entonces se nos dijo: “En
verdad, grandes serán vuestros tributos. No os durmáis y venceréis, no seréis

Popol Vuh menciona también la tribu de los Chumilahá (casa de las estrellas) y algunas
más que no aparecen en esta parte del Memorial de Sololá. Los Cumatz .son los culebras,
los Akahales los de las colmenas. El pueblo llamado de los Tucurúes (búho en castellano,
tecolotl en náhuatl) fue a establecerse en la región que los mexicanos llamaron Tecolotlán
y los españoles Tezulutlán y Vera Paz, en el norte de Guatemala.
36 Ri oh Bacah Pok, ob Bacah Xahil.
37 El rey de los cakchiqueles recibía por antonomasia el título de Ahpop y el jefe
que le seguía en categoría y estaba destinado a sucederle, el de Ahpop-Qamahay. A los
oficiales de la corte, encargados de recaudar y llevar los tributos, se les daba el nombre
de Qamahay.
38 At chipil al.
39 Re ka a tzuku hee.
40 9 Toh y 1 Tihax, días del calendario. Era uso corriente entre los antiguos indios
llamar a las personas por el nombre del día en que nacían. La designación del primer
ídolo, Belehé Toh, es interesante porque este nombre recuerda el del dios de los quichés,
Tohil, y el de los rabinaleños, Hun Toh, y confirma la aserción del Popol Vuh acerca
de que las tribus rendían culto originariamente a la misma divinidad, aunque los cakchi­
queles adoraban también a otros dioses.
41 Achcayupil en el original, palabra tomada del náhuatl ichca uipilli, según Seler;
escaupil, según Clavigero. En la Relación de Mérida (Relaciones de Yucatán, t. i, p. 41)
se lee que: “Los españoles de a caballo llevaban para defensa unos sayos de faldas largas
acolchados con algodón que llamaban escuypiles, que les cubrían hasta la rodilla.” Brinton
interpretaba la palabra achcayupil como lanza, pero advertía que el significado era dudoso.

119
despreciados, hijos míos. Os engrandeceréis, seréis poderosos. Así poseeréis
y serán vuestros los escudos, las riquezas, las flechas y las rodelas. Si se os
tributan piedras preciosas [jade], metal, plumas verdes y azules, canciones
por vosotros despreciadas, vuestras serán también; seréis más favorecidos y
se os alegrarán los rostros. Las piedras de jade, el metal, las plumas verdes
y azules, las pinturas y esculturas, todo lo que han tributado las siete tribus
os alegrará los rostros en vuestra patria; todos seréis favorecidos y se os
alegrarán los ojos con vuestras flechas y vuestros escudos. Tendréis un jefe
principal y otro más joven. A vosotros los trece guerreros, a vosotros los
trece señores, a vosotros los jefes de igual rango, os daré vuestros arcos y
vuestros escudos. Pronto se van a alegrar vuestros rostros con las cosas que
recibiréis en tributo, vuestros arcos y vuestros escudos. Hay guerra allá en el
oriente, en el llamado Zuyva; allá iréis a probar vuestros arcos y vuestros
escudos que os daré. ¡Id allá,42 hijos míos! ” Así se nos dijo cuando fuimos
a Tulán, antes que llegaran las siete tribus y los guerreros. Y cuando llega­
mos a Tulán fue terrible, en verdad; cuando llegamos en compañía de las
avispas y los abejorros, entre las nubes, la neblina, el lodo, la oscuridad y la
lluvia, cuando llegamos a Tulán.
13. Al instante comenzaron a llegar los agoreros. A las puertas de Tu*
lán llegó a cantar un animal llamado Guardabarranca,43 cuando salíamos de
Tulán “Moriréis, seréis vencidos, yo soy vuestro oráculo” , nos decía el ani­
mal. “ ¿No pedís misericordia para vosotros? ¡Ciertamente seréis dignos de
lástima! ” Así nos habló este animal, según contaban.
14. Luego cantó otro animal llamado Tucur,44 que se había posado en
la cima de un árbol rojo, el cual nos habló también diciendo: “Yo soy vues­
tro oráculo.” “Tú no eres nuestro oráculo, como pretendes” , le respondimos
a esta lechuza. Estaban también allí los mensajeros que llegaron a darnos los
ídolos de piedra y de palo, dijeron nuestros padres y antepasados en aquel
tiempo. Después cantó otro animal en el cielo, el llamado perico,45 y dijo
también: “Yo soy vuestro mal agüero, ¡moriréis! ” Pero nosotros le dijimos
a este animal: “Cállate, tú no eres más que la señal del verano. Tú cantas
primero cuando sale el verano y después que cesan las lluvias: entonces can­
tas.” Así le dijimos.
15. Luego llegamos a la orilla del mar. Allí estaban reunidas todas las
tribus y los guerreros a la orilla del mar. Y cuando lo contemplaron, se les
oprimieron los corazones 46 “No hay manera de pasarlo; de nadie se ha sa­
bido que haya atravesado el mar” , se dijeron entre sí todos los guerreros y
las siete tribus. “ ¿Quién tiene un palo47 con el cual podamos pasar, hermano
nuestro? Solamente en ti confiamos” , dijeron todos. Y nosotros les hablamos

42 U hix ka en el original.
43 Chahal civán (Myadectus unicolor, Salv.), pájaro que se distingue por su canto
prolongado y melodioso.
44 Búho o lechuza.
45 Kanixt, periquito o cotorra.
46 Ok x-e k’il xatak qui cux. El texto es claro, pero los traductores lo interpretaron
equivocadamente diciendo “gran número perecieron devorados por el pesar” .
47 ¿Chinak ko hu cheen?

120
de esta manera: “Id vosotros, marchad los primeros, cuidadosamente.”
“ ¿Cómo pasaremos en verdad los que estamos aquí?” Así decíamos todos.
Luego dijeron: “Compadécete de nosotros ¡oh hermano! que hemos venido
a amontonarnos aquí a la orilla del mar, sin poder ver nuestras montañas ni
nuestros valles. Si nos quedamos a dormir aquí seremos vencidos, nosotros
los dos hijos mayores, los jefes y cabezas, los primeros guerreros de las siete
tribus ¡oh hermano nuestro! ¡Ojalá que pasáramos y que pudiéramos ver
sin tardanza los presentes que nos han dado nuestras madres y nuestros pa­
dres ¡oh hermano mío! ” Así hablaron entre sí los que engendraron a los
quichés. Y dijeron nuestros abuelos Gagavitz y Zactecauh: “Con vosotros
hablamos: ¡Manos a la obra, hermanos nuestros! No hemos venido para
estarnos aquí amontonados a la orilla del mar, sin poder contemplar a nues­
tra patria que se nos dijo que veríamos, vosotros nuestros guerreros, nuestras
siete tribus. ¡Arrojémonos [al mar] ahora mismo! ” Así les dijeron y al
punto se llenaron todos de alegría.

16. “Cuando llegamos a las puertas de Tulán fuimos a recibir un palo


rojo que era nuestro báculo, y por esto se nos dio el nombre de Cakchique­
les48 ¡oh hijos nuestros!” , dijeron Gagavitz y Zactecauh. “Hinquemos la
punta de nuestros báculos en la arena dentro del mar y pronto atravesare­
mos el mar sobre la arena49 sirviéndonos de los palos colorados que fuimos
a recibir a las puertas de Tulán.” 50 Así pasamos, sobre las arenas dispuestas
en ringlera, cuando ya se había ensanchado el fondo del mar y la superficie
del mar.51 Alegráronse todos al punto cuando vieron las arenas dentro del

48 X a ka hun caka chee ka chamey ok x-oh pe xiko ka qama pe chu chi Tullan, que-
reqa ka binaam vi Cakchiquel vinak ri.
49 Canika x-kok pe tah palouh ruma zanayi, en el original. Literalmente, “pronto en­
traremos en el mar por medio de la arena” .
50 H a xi kah in ve ri cakachée x-ka cam pe chu chii Tullan.
51 X a chuvi cholo chic zanayi x-oh iko vi pe. El Popol Vuh (3.a Parte, cap. vil) des­
cribe en forma semejante el paso de las tribus por el mar, con la única diferencia de
que, según el libro quiché, la gente caminó sobre piedras colocadas en orden sobre la
arena. En el Título de los Señores de Totonicapán se lee: “ Cuando llegaron a la orilla
del mar, Balam-Quitzé lo tocó con su bastón y al instante abrió paso.”

121
mar. En seguida celebraron consejo. “Allí está nuestra esperanza, allá en las
primeras tierras debemos reunimos — dijeron— ; solamente allí podremos
organizamos ahora que hemos llegado de Tulán.”
17. Lanzáronse entonces y pasaron sobre la arena; los que venían a la
zaga entraban en el mar cuando nosotros salíamos por la otra orilla de las
aguas. En seguida se llenaron de temor las siete tribus, hablaron entonces
todos los guerreros y dijeron las siete tribus: “Aunque ya se han visto los
presentes, no se han alegrado vuestros rostros ¡oh señores! ¡oh guerreros!
¿Acaso no fuimos con vosotros al oriente? ¿Acaso no hemos venido a buscar
nuestras montañas y nuestros valles, donde podamos ver nuestros presentes,
las plumas verdes, las plumas azules, las guirnaldas?” Así dijeron las siete
tribus reunidas en consejo. Y diciendo “está bien” dieron fin las siete tribus
a su conferencia.
En seguida se dirigieron al lugar de Teozacuancu,52 fuéronse todos allá
y a continuación se encaminaron a otro lugar llamado Meahauh, donde se
reunieron. Luego, saliendo de Meahauh, llegaron a otro lugar llamado Valval
Xucxuc, donde descansaron. Juntáronse de nuevo y saliendo de allí llegaron
a los lugares llamados Tapcu y Olomán P
18. “Reunidos todos allí, celebramos consejo” , decían nuestros padres
y abuelos Gagavitz y Zactecauh. Y hallándonos ya en ese lugar, sacamos y
desenvolvimos nuestros presentes. Y dijeron todos los guerreros: “ ¿Quiénes
vendrán a ponerse aquí frente a nosotros los soldados, los que damos la
muerte,54 y cuyas armas son bien conocidas?, ¡oh hermano menor nuestro!,
¡oh nuestro hermano mayor! ” , nos dijeron. Y nosotros les contestamos: “En
verdad la guerra está cercana: ataviaos, cubrios de vuestras galas, revestios
de plumas, desenvolvamos nuestros presentes. Aquí tenemos las prendas que
nos dieron nuestras madres y nuestros padres. He aquí nuestras plumas. Yo
soy el que sabe.” Así les dijimos. Y en seguida desenvolvimos nuestros pre­
sentes, los presentes que teníamos, las plumas, el yeso [para pintarse la cara],
las flechas, los escudos y las cotas de algodón.
19. Así nos presentamos ante todos. Primero nos adornamos con los
arcos, los escudos, las cotas de algodón, las plumas verdes, el yeso; nos ata­
viamos todos de esta manera y les dijimos: “A vosotros os toca, hermanos

52 Posiblemente es el mismo sitio que los mexicanos llaman Coatzacoalco, a juzgar


por el parecido de los nombres, aunque la etimología es diferente. Teozacuancu, en len­
gua náhuatl, significa el dios zacuán, un pajarillo que los españoles llaman turpial
(Icterus gularis). Coatzacoalco es lugar de culebras. En la guardianía de San Salvador, la
religión de San Francisco administraba en el siglo xvi tres pueblos denominados Teoza-
cuango, según Vázquez. El Oidor García de Palacio menciona en esa región “la sierra de
Teozaquango” . Fray Alonso la visitó en 1586, y en la Relación de su viaje se le llama
Tetzacuango. El nombre fue evidentemente llevado de México a Centroamérica.
53 El texto separa estos nombres por medio de una coma. El Popol Vuh menciona
también los nombres de Tepeu, Olomán, con los cuales designa a varias de las tribus
que llegaron del oriente. Tepeu es palabra mexicana que significa señor. Olomán, indu­
dablemente, es el nombre con que los quichés y cakchiqueles designaban a los olmecas
que vivían al sur de Veracruz.
54 Oh ahchay, oh ahqam. Chay es la obsidiana de que hacían sus armas cortantes,
y ahchay el que las maneja, o sea el soldado o guerrero. Ahqam, el que mata.

122
Y parientes nuestros;55 en verdad el enemigo está a la vista, ataquémosle,
probemos nuestras flechas y nuestros escudos. Vamos al instante, tomemos
nuestro camino” , les dijimos. “No queremos ir a escoger el camino” , con­
testaron. “Escoge tú nuestro camino, hermano, tú que lo conoces", nos dije­
ron. “Entonces lo escogeremos nosotros” , respondimos. Luego nos juntamos
y en seguida fuimos a hacer encuentro a una tribu enemiga, los nonoualcas,
los xulpiti,56 así llamados, que se encontraban a la orilla del mar y estaban
en sus barcas.
20. En verdad fue terrible el disparar de las flechas y la pelea. Pero
pronto fueron destruidos por nosotros; una parte luchó dentro de las barcas.
Y cuando ya se habían dispersado los nonoualcas y xulpiti, dijeron todos los
guerreros: “ ¿Cómo atravesaremos el mar, hermano nuestro?” Así dijeron.
Y nosotros respondimos: “En sus canoas pasaremos, sin que nos vean nues­
tros enemigos.”
Así, pues, nos embarcamos en las canoas de los nonoualcas y dirigién­
donos al oriente pronto llegamos allí. Formidables eran, en verdad, la ciudad
y las casas de los de Zuyva, allá en el oriente. Cuando hubimos llegado a la
orilla de las casas nos pusimos a lancearlos, luego que llegamos. Fue terrible
realmente cuando nos encontramos entre las casas; era en verdad grande el
estruendo. Levantóse una polvareda cuando llegamos; peleamos en sus casas,
peleamos con sus perros, con sus aves de corral, peleamos con todos sus ani­
males domésticos.57 Atacamos una vez, atacamos dos veces, hasta que fuimos
derrotados. Unos caminaban por el cielo, otros andaban en la tierra, unos
bajaban, otros subían, todos contra nosotros, demostrando su arte mágica
y sus transformaciones.
Uno por uno fueron regresando todos los guerreros a los lugares de
Tapcu y Olomán. “Llenos de tristeza nos reunimos allí y allí también nos
despojamos de las plumas y nos quitamos los adornos ¡oh hijos nuestros! ”
Así dijeron Gagavitz y Zactecauh.
En seguida preguntamos: “ ¿Dónde está vuestra salvación?” Así les diji­
mos a los quichés. “Puesto que truena y retumba en el cielo, en el cielo está
nuestra salvación” , dijeron. En consecuencia, se les dio el nombre de to]o-
jiles.58
Y dijeron los zotziles: “Sólo podremos vivir y estar a salvo en el pico
de la guacamaya.” 59 Y por lo tanto se les llamó los cakix.60
55 K ’achag, ka nimal, nuestros hermanos menores, nuestros hermanos mayores. Esta
expresión, que se repite en toda esta parte, nos parece más conveniente traducirla por
nuestros hermanos y parientes.
56 Ah Nonovalcat, ah Xulpiti. Los nonoualcas habitaban las tierras al sur de Vera-
cruz hasta el actual Yucatán; su país era la Tlapallan de que hablan las historias antiguas.
57 X-tzalo ka qui tzii, c’aq, x-tzalo conohel c’avah, en el original.
58 Tohoh, que se pronuncia tojoj, significa tronar, retumbar. De esta palabra se
deriva probablemente el nombre del dios de los quichés, Tojil, y el apelativo tojojiles,
que, según el texto, les dieron a aquellas gentes.
59 Los zotziles eran una rama de los cakchiqueles que tomó como distintivo el mur­
ciélago (zotz). El mismo nombre lleva una tribu que se estableció antiguamente en
Chiapas. Los mexicanos dieron a los zotziles de Chiapas el nombre de tzinacán, que en su
lengua significa murciélago.
60 Los guacamayos.

123
Luego hablamos nosotros, los cakchiqueles: “Sólo en medio de la llanu­
ra 61 estará nuestra salvación, cuando lleguemos a aquella tierra.” Y en con­
secuencia se nos llamó los chitagah.
Otros, llamados gucumatz, dijeron que sólo en el agua había salvación.62
Los tukuchées dijeron que la salvación estaba en un pueblo en alto, y en
consecuencia se les llamó los ahcic-amagP
Y dijeron los akajales: “Sólo nos salvaremos dentro de una colmena” ,64
y por eso se les dio el nombre de akajales.
De esta manera recibieron todos sus [respectivos] nombres y eran muy
numerosos.65 Pero no se crea que se salvaron. Tampoco debe olvidarse que
del oriente vinieron los nombres de todos ellos. “El diablo fue el que nos
vino a dispersar” dijeron Gagavitz y Zactecauh.
Y nosotros dijimos, cuando removíamos el seno de nuestras montañas y
nuestros valles: “Vamos a probar nuestros arcos y nuestros escudos a algu­
na parte donde tengamos que pelear. Busquemos ahora nuestros hogares y
nuestros valles.” Así dijimos.
En seguida nos dispersamos por las montañas; entonces nos fuimos to­
dos, cada tribu tomó su camino, cada familia siguió el suyo.66 Luego regre­
saron al lugar de Valval Xucxuc, pasaron al lugar de Memehuyá y Tacna-
huyú, así llamados.67 Llegaron también a Zakiteuh y Zakikuvá, así llamados.68
Se fueron a Meahauh y Cutamchah69 y de allí regresaron a los lugares lla­
mados Zakijuyú70 y Tepacumán. Luego fueron a ver sus montes y sus valles;
llegaron al monte Togohil donde le alumbró la aurora a la nación quiché.71
Fuimos después a Pantzic y Paraxón,72 donde brilló nuestra aurora ¡oh hijos
nuestros! Así contaban nuestros primeros padres y abuelos Gagavitz y Zac­
tecauh.
“Estos son los montes y llanuras por donde pasaron, fueron y volvieron.
No nos vanagloriemos, sólo recordemos y no olvidemos nunca que en verdad
hemos pasado por numerosos lugares” , decían antiguamente nuestros padres
y antepasados.

61 Nikah tagah.
62 Gucumatz, “serpiente emplumada” . Este nombre, equivalente del maya Kukulcán
y del náhuatl Quetzalcóatl, va asociado a la idea del agua en todas las historias antiguas.
63 “El pueblo en alto.”
64 Chupam akah.
65 Kiy chi, “eran muchos” .
66 Toda esta relación es simbólica de la dispersión de las tribus que fueron a buscar
un sitio donde vivir en paz y seguridad.
67 Memehuyú, “el país de los mames” ; Tacnahuyú, “el Volcán de Tacaná” . Se trata
de la región del sudoeste de Guatemala, fronteriza con México, habitada hasta la fecha
por los mames, antigua rama de los mayas.
68 7,akiteuh, “escarcha” , común en aquellas montañas durante el invierno; Zakikuvá,
“fuente de aguas buenas” .
69 Cutam, tronco; chah, pino: “tronco de pino” .
70 “Cerro blanco.”
71 El monte de Tohil, que los documentos quichés llaman Patohil y Zakiribal Tohil,
porque en él hallaron refugio las tribus para el dios de este nombre.
72 Pantzic, “en el sauce”. Paraxón, “el sitio del pájaro azul” (Gotinga), montaña
situada a alguna distancia de Yximchée y que figura a menudo en la historia cakchiquel.

124
21. He aquí los lugares por donde pasaron: Popo Abah, de donde ba­
jaron a Chopiytzel, entre los grandes montones [de rocas], bajo los grandes
pinos. Bajaron allá por Mukulicya y Molotnic-chéeP Encontráronse entonces
con Qoxahil y Qobakil, así llamados;74 en los sitios llamados Chiyol y Chia-
bak los encontraron.75 Eran también de los Bacah y únicamente se dedicaban
al arte mágica. Cuando los encontraron les preguntaron: “ ¿Quiénes sois vo­
sotros?” Y contestaron Qoxahil y Qobakil: “ ¡Oh, Señor! no nos mates.
Somos tus hermanos, somos tus parientes. Somos los únicos que quedamos
de los Bacah Pok y los Bacah Xahil y seremos servidores de tu trono, de tu
señorío ¡oh Señor!” contestaron. Y dijeron Gagavitz y Zactecauh: “ Tú no
eres de mi casa ni de mi familia.” Pero aquéllos replicaron: “En verdad eres
mi hermano y mi pariente.” Entonces dijeron las parcialidades: “Son los
llamados Telom y Cahibak.”
En seguida se marcharon de allí, de Chiyol y Chiabak, y dos veces andu­
vieron su camino, pasando entre los volcanes que se levantan en fila, el de
Fuego y Hunahpú,76 Allí se encontraron frente a frente con el espíritu del
Volcán de Fuego, el llamado Zaquicoxol11 “En verdad, a muchos ha dado

73 Popó Abah, “piedras juntas” . Chopiytzel, “piña mala” . Mukulic-ya, “agua escon­
dida” . Molomic-chée, “árboles juntos, bosque espeso” .
74 Qoxahil Qobakil rubii. Eran de la familia de los Bacah Pok y Bacah Xahil.
75 Chiyol, “en lo resbaloso, húmedo”. Chiabak, “en los huesos” .
76 Chucohol boleh huyú Chi Gag chi Hunahpú. El Volcán de Fuego conserva hasta
hoy su nombre, traducido de la lengua indígena, muy merecido por su actividad cons­
tante. Al Volcán Hunahpú le dieron los españoles el nombre de Volcán de Agua, proba­
blemente a causa de la inundación que destruyó en 1541 la primera ciudad de Guate-
mal, edificada al pie de la montaña.
77 “El que saca fuego con el pedernal.” “Al duente que anda en las montañas llaman
ru vinakil chee vel Zakicoxol” , dice el Padre Coto. Este duende u “hombrecillo del bos­
que” era el guardián de la montaña, según la tradición de los cakchiqueles.

125
muerte el Zaquicoxol y ciertamente causa espanto ver a este ladrón” , di­
jeron.
22. Allí, en medio del Volcán de Fuego, estaba el guardián del camino
por donde llegaron y que había sido hecho por Zaquicoxol. “ ¿Quién es el
muchacho que vemos?” dijeron.78 En seguida enviaron a Qoxahil y Qobakil,
los cuales fueron a observar y a usar de su poder mágico. Y cuando volvieron
dijeron que ciertamente su aspecto era temible, pero que era uno solo y no
muchos. Así dijeron. “Vamos a ver quién es el que os asusta” dijeron Gaga­
vitz y Zactecauh. Y después que lo vieron le dijeron: “ ¿Quién eres tú?
Ahora te vamos a matar. ¿Por qué guardas el camino?” , le dijeron. Y él
contestó: “No me mates. Yo vivo aquí, yo soy el espíritu del volcán.” Así
dijo. Y en seguida pidió con qué vestirse. “Dame tu vestido” , dijo. Al ins­
tante le dieron el vestido: la peluca, un peto color de sangre, sandalias color
de sangre, esto fue lo que llegó a recibir Zaquicoxol. Así fue como se salvó.
Se marchó y descendió al pie de la montaña.
Sufrieron entonces un engaño a causa de los árboles y los pájaros. En
efecto, oyeron hablar a los árboles, y que los pájaros se llamaban a silbidos
allá arriba. Y al oírlos, exclamaron: “ ¿Qué es lo que oímos? ¿Quién eres
tú?” , dijeron. Pero era solamente el ruido de los árboles; eran los que chillan
en el bosque, los tigres y los pájaros que silbaban. Por este motivo se dio a
aquel lugar el nombre de Chitabal,79
23. En seguida partieron de allí. Unicamente mencionaremos en su or­
den los nombres de cada uno de aquellos lugares: Beleh Chi Gag, Beleh Chi
Hunahpú. Xezuh, Xetocoy, Xeuh, Xeamatal, Chi Tzunún-Choy, Xecucú-
Huyú, Tzunún-Huyú, Xiliviztán, Zumpancu, Tecpalan, Tepuztán.80 Luego ba­
jaron a Chol Amag y Zuquitán. Ciertamente era difícil su lenguaje; sólo los
bárbaros entendían su idioma. Nosotros interrogamos a los bárbaros llama­
dos Loxpín y Chupichín y les dijimos cuando llegamos: vaya vaya ela opa.u
Se sorprendieron los de Chol Amag cuando les hablamos en su idioma; se
asustaron, pero nos respondieron con buenas palabras.

78 ¿Chinak ri mak alab on oh tzet?, x-e cha ka. Los traductores no han entendido
bien esta frase y ponen la pregunta en boca del hombrecillo Zakicoxol, no obstante que
el verbo tzet (mirar) va precedido del pronombre oh (nosotros) y que el verbo decir (cha)
se encuentra en tercera persona de plural. El error proviene de la partícula on que usa el
autor como complemento interrogativo y que, unido al sustantivo alab (muchacho), en la
transcripción de Brinton, le da la forma de plural, alabón (muchachos). Sin embargo, en
el original la partícula on está separada del sustantivo alab.
79 “El estrépito.”
80 Beleh Chi Gag, Beleh Chi Hunahpú, son lugares vecinos al Volcán de Fuego y al
Volcán de Agua. Xetocoy, “lugar de abejorros” . Chi Tzunún Choy, “en la laguna de los
gorriones”, uno de los pueblos situados en las márgenes del Lago de Atitlán. Al margen
del ms. cakchiquel se lee en este lugar “ S. Pedro de la Laguna” , que es el nombre de
uno de dichos pueblos. Xecucú-Huyú, “bajo el cerro del quetzal o del perico” . Tzunún-
Huyú, “cerro de los gorriones” . Los nombres Xiliviztán, Zumpancu, Tecpalan y Tepuztán
son evidentemente de origen mexicano.
81 Estas palabras, si algún sentido tienen, no pueden traducirse. Sin embargo, Bras­
seur las lee así: Wa ya cía opa y las traduce: “pan, agua, traed” . Brinton creía que eran
palabras de la lengua xinca que se hablaba en la costa sudeste del Pacífico de Guatemala,
pero no se comprende cómo podrían haberlas empleado los cakchiqueles en el extremo
opuesto del territorio.

126
24. Llegaron después por segunda vez a los lugares de Memehuyú y
Tacnahuyú. [Sus habitantes] no hablaban claro, eran como tartamudos.82
Pero ciertamente eran buenas gentes. Nos hablaron tratando de seducirnos
para que nos demoráramos allí y aprendiéramos su lengua, diciéndonos: “Tú,
Señor, que has llegado y estás con nosotros, nosotros somos tus hermanos,
tus parientes, quédate aquí con nosotros.” Así dijeron. Querían que olvidá­
ramos nuestra lengua, pero nuestros corazones sentían desconfianza cuando
llegamos ante ellos.
25. He aquí algunos de los nombres de los lugares a donde llegaron:
Zakiteuh, Zakiquá, Niqah Zubinal, Niqah Chacachil, Tzulakauh, Ixbacab,
Niqah Nimxor, Niqah Moinal, Niqah Carchah.83 Llegaron ante los hijos de
Valil, los hijos de Tzunún-, llegaron ante Mevac y Nacxit que era en verdad
un gran rey.84 Entonces los agasajaron y fueron electos Ahauh Ahpop y Ah­
pop Qamahay. Luego los vistieron, les horadaron la nariz y les dieron sus car­
gos y las flores: llamadas Cinpual.85 Verdaderamente se hizo querer de todos
los guerreros. Y dirigiéndose a todos, dijo el Señor Nacxit: “Subid a estas

82 Maqui galah que chao, quere xa e tnem. Alude a las tribus mames que se habían
establecido en las montañas del occidente de Guatemala y la costa de Soconusco. La len­
gua mame, aunque de origen maya también, es diferente del cakchiquel, y por esta razón
Samaron mudos a sus habitantes, de la misma manera que los aztecas llamaban a la zona
al sur de Veracruz Nonoualca, que en la lengua de aquéllos significa “tierra de mudos” ,
o sea país de lengua extranjera, según refieren los Anales de Chimalpahín.
83 Niqah Zubinal, “en el centro del lodazal”. Niqah Chacachil, “en el centro de
Chacachil” . Algunos de estos nombres se conservan en diferentes lugares del interior de
Guatemala. Nimxor y Carchah son dos sitios que menciona el Popol Vuh como la zona
que habitaban y donde jugaban a la pelota los héroes de la leyenda quiché. El pueblo
moderno de San Pedro Carchá se encuentra a poca distancia del sitio antiguo, en el
Departamento de la Alta Verapaz, Guatemala.
84 Topiltzin Acxit Quetzalcóatl, mencionado en los documentos quichés y cakchiquel
como el rey o emperador Nacxit, cuya corte se hallaba en Chichén Itzá o Mayapán. Los
príncipes indígenas de Guatemala hicieron varios viajes al “Oriente” , o sea a Yucatán,
para recibir la investidura real de manos del Señor Nacxit. (V. Popol Vuh y Título de
los Señores de Totonicapán.) En los Libros de Chilam Balam, hablando de la profecía
del retorno de Kukulcán-Quetzalcoatl, se da a este personaje el nombre de Nacxit-Xuchit.
La Crónica o Libro de Tizimín refiere que Hunac Ceel, cacique de Mayapán, a quien
designa también con el nombre de Ah Nacxit Kukulcán, título que se iba transmitiendo
probablemente por herencia, derrotó a Chac Xib Chac, Señor entonces de Chichén Itzá.
85 Ha r’oquegam, ri orbal tzam, ri tiquiyo ru bi, ha qa ti cinpual taxuch. La cere­
monia de la investidura de los jefes está bien descrita aquí; no faltan ni la imposición
de la capa o manto real, ni la perforación de la nariz, marca de rango y de poder según
Ximénez. Completaba el acto una ofrenda de flores, las Cempoal Xúchitl, las flores ama­
rillas que llevaban en las manos los bailarines en el festival de la diosa madre al princi­
pio del undécimo mes azteca.
Interpretando equivocadamente las palabras del texto, los traductores han inventado
dos nombres de persona: Orbaltzam y Cinpuval Taxuch, que no son otra cosa, sin em­
bargo, que la perforación de la nariz y las flores amarillas de las fiestas antiguas, que
en México se llaman todavía cempoales ( Tagetes erecta L.) o clavel de las Indias. Por
cierto que el nombre mexicano era usado también en Guatemala durante el período co­
lonial. El historiador Fuentes y Guzmán describe con el nombre de Cempoal-Súchil una
“yerba comunísima y abundante en los valles de Guatemala” cuyo nombre deriva de la
lengua mexicana diciendo que ella significa veinte flores porque florece en ramilletes de
ese número de flores. Fuentes pondera las virtudes medicinales de esta planta y traza de

127
columnas de piedra, entrad a mi casa.86 Os daré a vosotros el señorío, os daré
las flores Cinpuval Taxuch. No les he concedido la piedra a otros” , agregó.
Y en seguida subieron a las columnas de piedra. De esta manera se acabó de
darles el señorío en presencia de Nacxit y se pusieron a dar gritos de alegría.
26. Luego se encontraron con los de Mimpokom y los de Raxchich,
cuyo pueblo se llama Pazaktzuy.87 Los pokomames pusieron a la vista todos
sus presentes y bailaron sus danzas. Las hembras de los venados, las hembras
de las aves,88 la caza del tirador de venado, trampas y liga [para coger a los
pájaros], eran los presentes de los de Raxchich y Mimpokom.
Pero las siete tribus los observaban de lejos. Luego enviaron al animal
Zakbim89 para que fuera a espiarlos, y enviaron también a Qoxahil y Qobakil
para que pusieran en juego sus artes de magia. Cuando se fueron a hacer su
observación les dijeron: “Id a ver quiénes son los que se acercan y si son
nuestros enemigos.” Así les dijeron. Llegaron los de Mukchée, pero no se
presentaron pronto y no fueron a espiar. Llegó por fin la señal de Zakbim,
el sonid9 de una calabaza y una flauta de reclamo. “Ahora iremos a veros” ,
dijeron. “ Grande es en verdad su poder y están bailando una danza magnífica.
Son muy numerosos” , dijeron cuando llegaron. Y Gagavitz y Zactecauh orde­
naron a sus compañeros: “Poneos vuestros arreos como para entrar en ba­
talla.” Así dijeron. Armáronse entonces de sus arcos y sus escudos y atavia­
dos de esta manera se mostraron ante los pokomames. Llenáronse éstos al
punto de terror y los nuestros los prendieron en seguida y los atormentaron.
27. Luego encontraron a los dos llamados Loch el uno y Xet el otro.90
Los encontraron allá al pie de Cucuhuyú y Tzununhuyú. Y cuando los en­
contraron dijeron éstos: “No nos mates, Señor, nosotros seremos los servi­
dores de tu trono y tu poder.” Así dijeron y poco después entraron a servir

ella un dibujo que puede verse en la Primera Parte, Libro IV, cap. vn de la Recordación
Florida.
El Dr. Cervantes de Salazar refiere que el cacique de Potonchán, pueblo situado a
la orilla del Río de Tabasco, queriendo honrar al general Juan Grijalva, le echó al cuello
con gran comedimiento “una cadena de rosas y flores muy olorosas y púsole en la mano
una flor compuesta de muchas flores, que ellos llaman súchil” . Crónica de la Nueva E s­
paña, Madrid, 1914.
86 X ati hotoba can ree vapal abah, t’oc chuvi vochoch. Estas palabras son muy inte­
resantes porque parecen referirse a las pirámides adornadas de columnas de piedra de
Chichén Itzá, residencia de Nacxit Kukulcán y sus sucesores que tomaron el mismo
título. Hablando de la ciudad de Tullantzincp, dice Sahagún (Lib. X, cap. xxix) que sus
habitantes “ dejaron muchas antiguallas allí y un cu, que llamaban en mexicano Uapal-
calli, el cual hasta ahora por ser trabajado en piedra y peña ha durado tanto tiempo” .
La expresión cakchiquel vapal abah resulta ser idéntica a la mexicana uapalcalli, y ambas
describen gráficamente las pirámides de Tullantzinco, Tula y Chichén Itzá.
87 “La Gran Pokom” , Mimpokom en el original, debiendo ser Nimpokom. Fue en
los tiempos antiguos centro importante de población y hoy es un sitio arqueológico situa­
do a poca distancia del pueblo moderno de Rabinal. Raxchich, “palmera verde” , proba­
blemente el árbol llamado coyol. Pazaktzuy, “en la calabaza blanca” .
88 En el original se lee xman queh, xman tziquin, pero es seguro que se quiso decir
xnam queh, xnam tziquin, como se lee en el Popol Vuh (3.a Parte, cap. x), en el pasaje
en que se describen los animales que los quichés sacrificaban al dios Tohil.
89 La comadreja.
90 Miembros de la familia de los Ahquehayi.

128
llevando los arcos y los tambores. Regresaron y con una calabaza fabricaron
una trampa para coger pájaros. Allí se separaron y por esa razón se dio al
lugar el nombre de Tzaktzuy,9X que fue el símbolo que tomaron los Ahquehay,
los primeros padres y abuelos que engendraron a los Ahquehay. Así fue
como llegaron, decían, y estuvieron en el lugar nombrado. Una parte de la
parcialidad llegó ¡oh hijos míos! y así fue verdaderamente como nuestros
primeros padres y abuelos nos engendraron y nos dieron el ser a nosotros la
gente cakchiquel.
28. Fueron después a reunirse al lugar de Oronic Cakhay92 a donde
llegaron todos los guerreros de las siete tribus. Y dijeron Gagavitz y Zacte­
cauh, dirigiéndose a los quichés: “Vamos todos a ese lugar, conquistemos la
gloria de todas las siete tribus de Tecpán” ,93 rebajemos su orgullo. Tú cuenta
sus caras,94 tú permanecerás en Cakhay. Yo entraré al lugar de Cakhay, yo
los conquistaré y abatiré su espíritu. Iré a aquel lugar a vencerlos, allí donde
no han sido vencidos todavía.” Así dijeron. Pronto llegaron, en efecto; llega­
ron a Cakhay y al instante comenzaron a pasar todos, pero allá dentro del
lugar desfalleció su espíritu. Luego comenzó a llover y dieron con el monte
ardiendo95 y no pudieron seguir hasta el interior del lugar. Dijeron enton­
ces: “ ¡Oh Señor! yo te daré la carne del venado y la miel, yo que soy caza­
dor, que soy dueño de la miel, pero no puedo pasar, dijo, porque el monte
está ardiendo.” De esta manera ofrendaron el venado y la miel, a causa de la
quema del monte.
Salieron de allí y llegaron a Tunacotzih y Gahinak Abah.96 Loch y Xet
probaron allí sus arcos y tambores y por haber tocado sus tambores se dio
al lugar el nombre de Tunacotzih.
29. Por aquel tiempo encontraron a los Cavek,97 allí bajo los grandes
pinos, en el paraje llamado Ximbal Xuk.9S Se oía entonces el canto de las
codornices bajo los altos pinos, por arte de encantamiento de los Cavek.
Gagavitz y Zactecauh les preguntaron: “ ¿Quiénes sois vosotros? ¿Qué es lo
que dicen [las aves]?” , les dijeron. Y Loch y Xet respondieron: “Son nues­
tros servidores ¡oh Señor! y sólo están lanzando sus quejas” , dijeron. En
seguida llevaron sus presentes: redes para cazar pájaros, fibra de maguey,
instrumentos,99 sandalias, éstos eran sus presentes. No llevaban otros porque
sólo hacían sus casas de cueros de venado, y por esta razón se les llamaba los
Ahquehay.100
91 La trampa hecha de una calabaza blanca, tzak tzuy.
92 Cakhay, literalmente “casa roja” . Así llamaban a las pirámides cués o montículos
antiguos de los indios, que a veces estaban pintados de rojo. Oronic Cakhay podría ser
“pirámide perforada o abierta” .
93 Los pokomanes, según Brasseur de Bourbourg.
94 Es decir, el número de los enemigos.
95 Chahotn, “la quema del monte, o roza”, que se practica todavía para limpiar la
tierra de siembra y aprovechar la ceniza como abono. Al acto de quemar el monte llaman
chahón.
96 Tunacotzih, “tocar el tun o tambor” . Gahinak Abah, “piedra caída” .
97 La tribu principal de los quichés.
98 “Redes atadas.”
99 X a banbal, instrumentos en general, que podrían ser de música o de baile.
100 “Los de las casas de pieles de venado” , de queh, venado, y hay, casa.

129
Luego extendieron las trampas sobre los árboles y cogieron en ellas a las
codornices bajo los grandes pinos. Trajeron después las codornices en las re­
des y ofreciéndolas dijeron: “ ¡Oh Señor! no me mates.” "¿Quién eres tú?” ,
les contestaron. Y ellos replicaron: “Fuimos vencidos por los Señores qui­
chés, nosotros tus hermanos y parientes, nosotros los Cavek. No tenemos
otras riquezas que las cuentas amarillas” ,101 dijeron cuando se las entrega­
ron los padres y antecesores de los Cavek. Eran dos varones llamados Totu-
maym el primero y Xurcah el segundo y eran vasallos del llamado Cavek
Paoh. Y dirigiéndose a ellos dijo Gagavitz: “Vosotros seréis la cuarta de
nuestras parcialidades: los Gekaquch, los Bakahol, los Cavek y los Ziba-
kihay.” Así les dijo. “En verdad, vosotros sois nuestros hermanos, nuestros
parientes.”
Y hablando a los Ahquehay les dijo también: “Vosotros os contaréis
entre nuestra parcialidad, seréis los obreros de nuestras construcciones, los
trabajadores diligentes. Ya no sois siervos, arrojad las redes. Los Cavek son
recibidos, ellos forman parte de nuestra tribu.” Así dijeron en otro tiempo
nuestros padres, nuestros antecesores ¡oh hijos míos! Así, pues, no debemos
olvidar las palabras de aquellos jefes.

La victoria de nuestros abuelos después de haber


muerto uno de ellos:

30. Habiendo llegado al lugar de Chopi-Ytzel, le dijo Gagavitz a Zac-


tecauh: “Atravesemos este barranco.” “Está bien” , contestó. Pasó primero
Gagavitz y luego quiso pasar Zactecauh, pero no pudo hacerlo y cayó en el
barranco. Así murió uno de nuestros abuelos; sus rostros se separaron y sólo
uno, Gagavitz, fue el que nos engendró a nosotros los Xahilá.
31. Por segunda vez llegaron en seguida a los lugares de Zakihuyú y
Teyocumán. Allí contemplaron el volcán llamado Gakxanul.m En verdad era
espantoso el fuego que salía del interior de la montaña. El fuego era lanzado
a lo lejos. No podía decirse la manera de penetrar al interior porque durante
un año estuvo ardiendo el Gagxanul y era imposible llegar hasta el fuego.
Habían llegado al pie del monte todos los guerreros de las siete tribus, pero
ninguno habló una palabra, porque en verdad sus corazones estaban afligidos.
Tampoco pudieron decir cómo podían apoderarse del fuego. No había más
recurso que esperar. Y dijeron a nuestro abuelo Gagavitz cuando llegó al pie
del volcán, le dijeron todos los guerreros: “ ¡Oh, tú, hermano nuestro, tú has
llegado y tú eres nuestra esperanza. ¿Quién irá a traernos el fuego y a probar
de esa manera nuestra suerte, oh hermano mío?” Así le dijeron. Y nosotros
les contestamos: “ ¿Quién desea que yo vaya a probar suerte? Corazón de
héroe tiene el que no teme. Yo iré primero —les dijo Gagavitz— , pero no

101 A titil a kana abah (chalchihuites), las cuentas de piedras de colores, blancas,
verdes o amarillas, que en el Popol Vuh se llaman titil canabah y en maya tetil kan,
“cuescas o piedras que servían a las indias de moneda y de adorno al cuello” , según el
Diccionario de Motul.
102 Totomay en el párrafo 3.
103 “El volcán desnudo” , llamado actualmente de Santa María.

130
quiero que tan pronto os llenéis de temor.” En verdad causaba espanto con­
templar el volcán.
Hubo, sin embargo, un tal Zakitzunún [Gorrión blanco] que deseaba ir.
“Yo iré contigo” , le dijo Zakitzunún a Gagavitz. En seguida se ataviaron y
engalanaron y se dijeron el uno al otro: “ ¡Nada de arcos ni de escudos! ”
Se desnudaron y se cubrieron de calabazas redondas, de las llamadas Cañas
verdes,104 y de hojas frescas y se proveyeron de agua. Luego introdujeron la
cabeza, metieron el cuello y [arrastrándose] con los codos, los brazos y las
piernas entraron para apagar el fuego. Así contaban. Luego bajó Gagavitz al
interior del fuego, mientras Zaquitzunún derramaba el agua sobre el fuego.
Las cañas verdes del maíz se mezclaban con el agua que se derramaba sobre
el fuego. En verdad causaba miedo bajar dentro del monte, y cuando se apa­
gó el fuego del volcán, brotó una humareda que se extendió a lo lejos y pro­
dujo la oscuridad y la noche.
Todos los que estaban al pie del volcán huyeron llenos de pavor. Gaga­
vitz permaneció mucho tiempo en el volcán; cayó el sol y se llenaron de
angustia sus corazones. El fuego había sido capturado, pero no para ellos.
Algunas chispas salieron y bajaron hasta el pie del volcán. Llegaron hasta
allí, pero a ellós no los alcanzaron. Por último salió Gagavitz del interior
del volcán. En verdad su aspecto causaba miedo cuando salió del monte lla­
mado Gagxanul. Todos los guerreros de las siete tribus exclamaron: “En
verdad causan espanto su poder mágico, su grandeza y majestad; ha destrui­
do y hecho cautivo [al fuego].” Así dijeron.
32. En cuanto regresó lo sentaron en el trono, le hicieron grandes hono­
res y le dijeron todos: “Tú, hermano nuestro, has conquistado el fuego de
la montaña y nos has dado nuestro fuego. Vosotros sois dos héroes,105 uno
es el primer héroe y el otro el segundo héroe. Vosotros sois nuestros jefes,
nuestras cabezas directoras.” Así dijeron todos los guerreros de las siete tri­
bus dirigiéndose a Gagavitz. Y éste les contestó: “El espíritu de la montaña
se ha convertido en mi esclavo y mi cautivo ¡oh hermanos míos! Cuando
vencimos al espíritu de la montaña libertamos la piedra de fuego, la piedra
llamada Zacchog,106 que no es una piedra rica. Tres [personas] están junto
con la piedra bailando la danza del Ixízul,107 del espíritu del volcán Gagxa­
nul.” Contaban que era muy violenta la danza del Ixtzul, que se bailaba por
muchos grupos haciendo un estruendo indescriptible.
33. Marcháronse de allí y llegaron a Cecic Ynup,m así llamado, y se
fueron remando por el lago. No había una ceiba en pie ni tampoco fueron a
bañarse en las aguas al pie de ceiba alguna. Por ese motivo la llaman la Ceiba

104 Rax ah. Se llama así al maíz tierno.


105 Yx cai chi al, Brinton traduce al, cuyo significado directo es hijo, por héroe, y
éste parece ser el sentido de la palabra en este lugar.
106 Zakchog en cakchiquel y en mame; zaquitoc en quiché; el pedernal o sílex, pie­
dra dura de que hacían los indios sus hachas y cuchillos y otros instrumentos, y de la
cual sacan chispas para encender el fuego.
107 Ixtzul, ciempiés, “baile de máscaras pequeñas y llevan al colodrillo las colas de
guacamaya” , dice Barea.
108 “Ceiba escondida entre la tierra.”

131
escondida. Luego se dirigieron al lugar llamado Qalalapacay .m Atando las
hojas de la pacaya adornaron con ellas sus asientos. Por esta razón se dio a
aquel lugar el nombre de Qalalapacay, según contaban nuestros abuelos.

La conquista de los Ykomagi:

34. Luego divisaron a lo lejos a los Cakixahay y Qubulahay,m así lla­


mados, tributarios de los Ykomagi. Pronto fueron capturados y puestos en
libertad por ellos y se fueron reuniendo despacio en el lugar denominado
Chi-Galibal.m Cuando los encontraron pidieron misericordia y se abrazaron.
Por esta razón se dio al lugar el nombre de Chi-Galibal. Luego que se entre­
garon, dijeron: “Somos tus hermanos y parientes y ahora que nos has con­
quistado seremos vasallos de tu trono y tu poder. Como un solo hombre te
serviremos.” Así hablaron los Ykomagi, sus vasallos los Cakixahay y Qubu-
lahay. De esta manera fue la rendición de los Ykomagi y así salvaron la vida.
Ellos engendraron a los zotziles, los padres y antecesores de los Ahpozotziles
Qulavi Xochoch y Qulavi Canti,112 así llamados. De ellos procedieron grupos
de hombres, pero no vasallos.
35. Llegaron después al lugar de Cakbatzulú^ donde se encontraron
con el llamado Tolgom. En verdad se sintieron llenos de temor porque esta­
ba temblando el lugar de Cakbatzulú. Al llegar se espantaron los guerreros
y no dieron principio a la lucha. Una vez allí dijeron todos los guerreros:
“Has llegado, hermano, pero ¿qué pasa? Realmente estamos llenos de te­
mor.” Así dijeron. Y les replicó Gagavitz: “ ¿Quiénes sois, oh guerreros?
Mirémosle a la cara. ¿Acaso no podemos pelear? ¿No tenemos arcos y escu­
dos con que armarnos, oh hermanos nuestros?” Así les dijo. Y a todos los
enviaron a prender a Tolgom. Luego dijeron: “ ¿Qué es lo que se ha dicho
aquí, oh hermanos nuestros? Ya se ha hecho la prueba y ciertamente es te­
mible. ¡Anda tú a verlo! ” , le dijeron todos.
En seguida fue a ver a Tolgom; llegó y en verdad causaba espanto verlo
y el lugar estaba temblando. Y le dijo a Tolgom: “ ¿Quién eres tú? No eres
mi hermano ni mi pariente. ¿Quién eres? Ahora mismo te mataré.” Al ins­
tante se llenó de espanto [Tolgom] y dijo: “Soy el hijo del lodo que tiem­
bla.114 Esta es mi casa ¡oh Señor!” , contestó. “Te castigaremos, beberemos
tu sangre” , le dijo a Tolgom. En seguida se rindió, lo capturaron, fueron a
prenderlo y llegaron con él. Y dijeron los guerreros de las siete tribus des­
pués de haberse rendido Tolgom: “Consagremos este lugar; regocijémonos
de tener a nuestro prisionero, nuestro esclavo. Alegrémonos y cortémosle la

109 “Pacayas atadas.” La pacaya es una palmera de anchas hojas muy usadas para
fines ornamentales.
110 Cakixahay, “casa de las guacamayas”, el pueblo de Alotenango, según Brasseur;
Quhulahay, “casa de las guirnaldas” , “antigua ciudad de donde salieron los indios que
poblaron Cubulco, cerca de Rabinal” , según el mismo traductor.
111 “Lugar del abrazo.”
112 Zochoch es la serpiente cascabel y Cantí la víbora (Trigonocephalus specialis).
Podrían interpretarse estos nombres como “Culebras juntas” , “Víboras juntas” .
113 “El baile del flechamiento.”
114 “La ciénaga."

132
cabeza a nuestro prisionero. Divirtámonos, disparemos nuestras flechas, con­
sagremos el nombre de este lugar, Qakbatzulú, y que así sea llamado por la
gente115 ¡oh Señores!” , les dijeron a todos los guerreros.
36. De esta manera hablaron: “ ¡Oh hermano! Uno de vosotros es el
hijo mayor y el otro el hijo menor. Así lo haremos ver con la claridad del
día al Consejo. Nosotros los trece [grupos de] guerreros te daremos tu dosel,
tu trono, ir sitial, tu señorío. Estos son los dos hijos de los zotziles y tuku­
chées, así llamados. Vosotros seréis el Ahpozotzil y el Ahpoxahil, así os lla­
marán. Tú serás el primero de los guerreros y de tus hermanos y parientes,
los Bacah Pok y los Bacah Xahil, así llamados. Iguales serán vuestro poder
V majestad ¡oh hermano nuestro! ” . le dijeron. En seguida les rindieron aca­
tamiento y les dieron [las dignidades] de Ahpozotzil y Ahpoxahil. Pero no
fuimos nosotros los zotziles y tukuchées, sino nuestros hermanos y parientes,
los Bacah Pok y nosotros los Bacah Xahil ¡oh hijos nuestros! Y dijeron
nuestros antiguos padres y abuelos: “Nosotros somos los jefes de los gue­
rreros por obra del gran poder y sabiduría de aquellos que son portadores
de los arcos y los escudos.” De esta manera se humillaron ante nuestros pri­
meros padres muchos que vieron abatidos su grandeza y linaje.116
37. Entonces comenzó la ejecución de Tolgom. Vistióse y se cubrió de
sus adornos. Luego lo ataron con los brazos extendidos contra un álamo117
para asaetearlo. En seguida comenzaron a bailar todos los guerreros. La mú­
sica con que bailaban se llama el canto de Tolgom. A continuación comen­
zaron a disparar las flechas, pero ninguna de ellas iba a dar en las cuerdas
[con que estaba atado], sino iban a caer más allá del árbol de jicaras,118 en
el lugar de Qakbatzulú, a donde iban a caer todas las flechas. Por fin lanzó
su flecha nuestro antepasado Gagavitz, la cual fue a dar al punto al sitio lla­
mado Cheetzulún9 y se clavó en Tolgom. En seguida lo mataron todos los
guerreros. Algunas de sus flechas penetraron [en su cuerpo] y otras fueron
a caer más lejos. Y cuando aquel hombre murió, su sangre se derramó en
abundancia detrás del álamo. Luego llegaron y acabaron de repartir [sus pe­
dazos] entre todos los guerreros de las siete tribus que tomaron parte en la
ofrenda y sacrificio, y su muerte se conmemoró en lo de adelante en el mes
Uchum.120 Reuníanse cada año para sus festines y orgías y flechaban a los
niños, pero en lugar [de flechas] les tiraban con ramas de saúco, como si

115 T ’ucheex ruma vinak tzak. Vitiak tzak, “la gente creada” , las criaturas.
116 En este párrafo, evidentemente traído de otro lugar de la crónica indígena, el
autor explica con toda claridad el sistema político de sus antepasados, según el cual el
hijo mayor, a la muerte del padre, ocupaba el puesto de Ahpozotzil, o rey, y el hijo
menor el de Ahpoxahil, o adjunto.
117 Chuvach chee lama. “Frente al árbol álamo.” Diccionario Cakchiquel.
118 Zimah chee, árbol de la familia de las bignoniáceas, que da un fruto como ca­
labaza, cuya corteza, endurecida al secarse, sirve a los indios para guardar y beber el agua.
El árbol se llama jícaro en Guatemala, del náhuatl xicalli, y su nombre botánico es
Crescentia cujete, L.
119 “El baile del árbol”, por la danza que hicieron frente a Tolgom, a quien habían
atado al árbol llamado jícaro.
120 Quinto mes del calendario cakchiquel.

133
fueran Tolgom.121 Así contaban antiguamente nuestros abuelos ¡oh hijos
nuestros!
De esta manera alcanzamos en unión de los zotziles y tukuchées el cono­
cimiento de la ciencia mágica y la grandeza y poderío. [Todos] se sometie­
ron ante los padres y abuelos de nosotros los cakchiqueles; y jamás se ex­
tinguió la gloria del nacimiento de nuestros antiguos padres.
38. A continuación se marcharon más allá del lugar de Qakbatzulú y
arrojaron a la laguna los pedazos de Tolgom. Desde entonces es famosa la
punta [del cerro] del lanzamiento de Tolgom. En seguida dijeron: “Vamos
adentro de la laguna.” Pasaron ordenadamente y sintieron todos mucho mie­
do cuando se agitó la superficie del agua. De allá se dirigieron a los lugares
llamados Panpatí y Vayan Chocol,m practicando sus artes de hechicería. Allí
encontraron nueve zapotes en el lugar de Chitulul.123
A continuación comenzaron a cruzar el lago todos los guerreros yendo
por último Gagavitz y su hermana llamada Chetehauh. Hicieron alto y cons­
truyeron sus casas en la punta llamada actualmente Qabouil AbahP* En se­
guida se marchó Gagavitz; fue realmente terrible cuando lo vieron arrojarse
al agua y convertirse en la Serpiente emplumada.125 Al instante se oscurecie­
ron las aguas, luego se levantó un viento norte y se formó un remolino en el
agua que acabó de agitar la superficie del lago.126
Allí deseaban quedarse las siete tribus, querían ver la ruina del poder de
los zutujiles. Cuando aquéllos bajaron a la orilla del agua y se detuvieron
allí, les dijeron a los descendientes de los atziquinahay: “Acaba de agitarse
la superficie de nuestra laguna, nuestro mar ¡oh hermano nuestro! Que sea
para ti la mitad del lago y para ti una parte de sus frutas, los patos, los can­
grejos, los pescados” les dijeron. Y después de consultar entre- sí, contesta­

121 X a tunay chi ru qexevach ti qui cok. Brinton y los demás traductores interpre­
taron que en estas fiestas los cakchiqueles asaeteaban y mataban a los niños, pero el texto
dice claramente que se trataba de un simulacro, y que en lugar de flechas se usaban las
ramas suaves del saúco.
122 “Festín en el agua.”
123 “Entre zapotes” , o sea el árbol tropical y su fruta, Lucuma mamosa, L.
124 Qabouil Abah, o sea “la Piedra del Dios” . Se recordará que los antiguos cakchi­
queles adoraban la piedra sagrada, Chay Abah.
125 Gucumatz. Aunque en el original se lee Qutzucumatz, es evidente que hay en
esto error de copia. Como se ha dicho anteriormente, el nombre de Gucumatz y Kukulcán
va siempre asociado a la idea del agua.
126 Todo este episodio se refiere a la división entre los cakchiqueles y los zutujiles
del territorio que baña el Lago de Atitlán. Este lago está situado en el centro de Guate­
mala, sobre el eje de la Cordillera de los Andes, y ocupa la concavidad de un antiguo
cráter, a 1,500 metros sobre el nivel del mar, entre los volcanes de Atitlán y San Lucas,
por el sur, y el macizo de las montañas donde está situada la ciudad. de Sololá, por el
norte. Su navegación es peligrosa para las pequeñas embarcaciones a causa de los fuertes
vientos que lo azotan y que los indios llaman chocomil. Algunos historiadores derivan
el nombre de este lago de Atit, nombre que se da en el Popol Vuh a la vieja Yxmucané,
la abuela del sol y de las criaturas. Pero el nombre actual del lago no es indígena de
Guatemala, sino mexicano, y significa en náhuatl “en el agua, o junto al agua” , según el
Vocabulario de Molina. Atitlán es la traducción de las palabras Chi-aa, con que los zutu­
jiles designaban el lago y su ciudad capital, según, se lee en la Relación del pueblo y ca­
becera de Atitlán.

134
ron: “Está bien, hermano, la mitad de la laguna es tuya, tuya será la mitad
de los frutos, los patos, cangrejos y pescados, la mitad de las espadañas y
las cañas verdes. Y así también juntará la gente todo lo que mate entre las
espadañas.” Así respondió el Atziquinahay.127
Se marcharon y se separaron en seguida, pero volvieron a reunirse por­
que deseaban conseguir mujeres, pues carecían de ellas. En efecto, ninguna
mujer joven, ni hermana, había venido, ni se habían juntado con ellas. Y ex­
clamaron: “ ¿Dónde habla mi muchacha, aquella a quien tomaré por esposa?
En verdad, voy a buscar hasta dar con ella — decían— , voy a pelear por un
corazón.”
Revistieron sus armas y tenían realmente un aspecto terrible cuando sa­
lieron en busca de mujeres. Los zutujiles se llenaron al punto de temor. Al
llegar les dijeron: “ ¿A quién tomaré por mujer? Ciertamente mi corazón está
dispuesto a pelear.” Así les dijeron a las tribus zutujiles y a las mujeres de
Tzununáa.m Al instante respondió el Atziquinahay diciendo: “Oh Señor,
hermano mío, mi pariente, aquí está tu mujer; hemos compartido nuestro
lago, la mitad del lago es tuya, la otra mitad es mía.” Así dijo y los guerre­
ros sintieron dolor por las mujeres, pero acataron la decisión del Atziqui­
nahay. Nuestro abuelo Gagavitz dijo entonces: “Quien haya venido para to-
itiar esposa está bien que se quede con las mujeres jóvenes.” Y contestaron
los atziquinahay: “He escuchado tus palabras, hermano mío. Puesto que
ellos han venido a conquistar a las muchachas, yo se las daré.”
De esta manera fue hecha la división del lago, según contaban nuestros
abuelos. Y así fue también como nuestros hermanos y parientes se quedaron
con los zutujiles. Pero nosotros no aceptamos [la invitación para quedarnos].
Nuestros primeros padres y abuelos, Gagavitz y Zactecauh129 se fueron y
pasaron adelante entre las tinieblas de la noche. Cuando hicieron todo esto
no había brillado la aurora todavía, según contaban, pero poco después les
alumbró. Luego llegaron al lugar de Pulchich,m de donde partieron en grupos.

Esta fue su aurora:

39. Los primeros que partieron fueron Gekaquch, Baqahol, Zibakihay


y Cavek, quienes se fueron en grupos. “Vosotras, nuestras familias, nuestras
parcialidades, sed las primeras, llegad y trabajad, echad los cimientos de
nuestras construcciones, que ya pronto amanecerá. ¡Partid!” , les dijeron.
A continuación se marcharon y llegaron a los lugares donde iba a brillar su

127 Efectivamente, el Lago de Atitlán está dividido hasta la fecha en dos partes, la
del sur y sudoeste, que habitan varios pueblos de raza y lengua zutujil, incluyendo el de
Atitlán, que es el más importante y fue corte de los reyes Atziquinahay; y la del norte
y oriente, en que se encuentran la ciudad de Sololá y varios pueblos más que fueron
fundados por los indios cakchiqueles. Al poniente se encuentran también algunos pueblos
de origen quiché.
128 “El agua de los gorriones.” Posiblemente se trata del mismo lugar que en otra
parte del texto se llama Chi Tzunún Choy, “en la laguna de los gorriones” .
129 Zactecauh había muerto, como se lee en el párrafo 30.
130 “Palmera [coyol] deshojada.”

135
aurora, Pantzic, Paraxone, Zimahihay,131 Pazibakul, Pacavek y Quebil,132 que
así se llamaban los lugares donde brilló su aurora. Comenzaron a construir
sus casas y allí se encontraron con su jefe llamado Nimahay} 33 Los primeros
que edificaron fueron los primeros que llegaron, Gekaquch, Zibakihay y
Cavek. Por último llegó Baqahol y comenzó a edificar cuando llegó. Al llegar
le dijo Baqahol a Gekaquch: “Yo soy el rey, yo te recibo [en mi grupo].”
Así le dijo a Gekaquch. Desde que llegó deseaba y codiciaba la dignidad de
jefe. Pero ellos le contestaron: “Tú no eres nuestro rey, tú no has venido
para ser nuestro rey” , le dijeron. Entonces les ofreció una piedra de esme­
ralda diciéndoles: “Yo os daré esta esmeralda con cuatro brazos y piernas
para vuestro adorno, pues yo soy vuestro rey.” Así les dijo. Pero no los en­
gañó. A continuación dio principio a la construcción de una fortaleza, que­
riendo terminarla cuanto antes porque deseaba obtener el poder real y anhe­
laba conseguirlo de ellos.
Entonces llegó Chuluc Balam m enviado por Gagavitz para destruir la
fortaleza. El corazón de Gagavitz estaba lleno de cólera porque Baqahol pre­
tendía el poder real. Así, pues, el animal Chuluc Balam llegó a destruir la
fortaleza. Luego llegó Gagavitz a los lugares de Puhuhil135 y Paraxone, trans­
formado en el pájaro raxón, Y cuando apenas iba llegando, cuando llegaba a
Pantzic y Paraxone, amaneció.
40. Cuentan nuestros antiguos padres y abuelos que el sol ya había
salido y la aurora había aparecido cuando se formaron las familias 136 de Ge­
kaquch, Zibalkihay, Cavek y Ahquehay. No habían querido unirse a Baqahol,
pero tuvieron que soportarlo las familias desde que lo recibieron como su
rey. Para impedirlo le habían dicho. “No te recibiré, Baqahol, aunque has
dicho: 'Yo soy el rey’ . Así dijiste y ofreciste tu esmeralda a las madres y las
abuelas. ¿Acaso no te has llamado a ti mismo rey, Baqahol? Tú no eres nues­
tra madre ni nuestra abuela.” Pero los que lo recibieron dijeron: “No ha
dicho: 'Yo soy tu madre, yo soy tu abuela’. ¡Tú eres mi rey! ” , dijeron y de
esta manera se sometieron a él.
41. Inmediatamente lo reconocieron como su rey y Señor, lo sentaron
en la silla y en el trono y en seguida lo bañaron en el baño con el cántaro
y el huacal.137 Luego le dieron la manta, la faja, la cuna y lo cargaron, le
pusieron los polvos de colores, las piedras amarillas, [lo untaron con] el
hollín y la tierra colorada y le presentaron las insignias del reino de parte de

131 Aunque en este lugar del original se lee Zinahihay, en otros aparece este nombre
como se escribe en nuestra traducción.
132 Pantzic y Paraxone. Véase la nota al párrafo 20. Zimahihay, “casa de los jícaros” .
Pazibacul, “en los juncales” , de zibak, junco. Pacavek, “en el sitio de Cavek” . Quebil,
“el cercado de cañas” .
133 Nimahay, “la casa grande” .
134 Nombre de una planta medicinal de Guatemala, de efectos diuréticos, según el
P. Pantaleón de Guzmán. “ Chulbalam, orina de tigre” , le llama el autor de la Recorda­
ción Florida. El texto aclara más adelante que Chuluc Balam era un animal.
135 Como sugiere Raynaud, debe haber error en este nombre, que debería ser Pantzic,
como se lee en otros lugares del texto.
136 Ru tee, ru nam, literalmente, “las madres, las abuelas” .
137 Zel, la jicara en forma de bacía hecha de media calabaza.

136
las familias y las parcialidades. Así contaban nuestros abuelos ¡oh hijos míos!
Así fue como reconocieron las familias y las parcialidades al que hicieron
nuestro rey. Así lo hicieron también todos los guerreros en el lugar donde
brilló la aurora; y así fue constituido el señorío por las familias y parciali­
dades.
Reuniéronse en el lugar donde Ies amaneció. Tres ramas de nuestro pue­
blo vieron allí la aurora, los zotziles, los cakchiqueles y los tukuchées. Los
akajales se hallaban un poco más lejos, en medio del cerro donde les ama­
neció a las tres ramas del pueblo. En el monte Tohohil les alumbró la auro­
ra a los quichés; en el monte Zamanebm brilló la aurora para los ribanale-
ños. Los zutujiles deseaban ver su aurora en Tzala, pero no se había acabado
de hacer el fuego por las tribus cuando amaneció. Aún no se habían ido para
Tzala cuando salió [el sol] en el cielo y subiendo sobre el lugar de Queletat,
difundió la claridad y llegó a Xepoyom.
Abandonaron en seguida [esos lugares] los guerreros y las tribus sin
hacer sus trabajos, porque deseaban ir inmediatamente a reunirse y a vivir
en las orillas del lago. En ese tiempo se espantaron las tribus cuando pasó
por el cielo, como por encanto, el ave de plumas verdes,139 y escucharon sus
fuertes graznidos cuando pasaba por el cielo. De esta manera estuvieron ob­
servándola las mujeres de Tzununaa, de Tzololaa y de Ahachel y Vaiza.140
Estuvo volando sobre el agua y la mitad del pueblo acudió a verla.141

Estos son los trabajos que pasaron cuando estuvieron allí:

42. “Verdaderamente pasamos muchos trabajos cuando llegamos a es­


tablecernos en nuestros pueblos” , decían antiguamente nuestros abuelos ¡oh
hijos míos! No se había traído nada para comer, para alimentar el estómago.
Tampoco había con qué vestirse. Todo faltaba. Sólo vivíamos de la savia de
las plantas y olíamos la punta de nuestros bastones142 para satisfacer nuestro
estómago.
Fue entonces cuando comenzamos a hacer nuestras siembras de maíz, de­
rribamos los árboles, los quemamos y depositamos la semilla. Así consegui­
mos un poco de alimento. Así también hicimos nuestros vestidos: aporrean­
do la corteza de los árboles y las hojas del maguey hicimos nuestros vestidos.
Cuando ya teníamos un poco de maíz, aparecieron los zopilotes en el cielo

138 Monte situado a poca distancia de Rabinal.


139 Guqucot, literalmente, “el águila de plumas verdes” , el quetzal, cuyo nombre
maya kuk pasó a todos los dialectos de Guatemala.
140 Tzununá, Sololá y Panajachel (“lugar de matasanos” de ajaché, Casimiroa edulis,
Llave y Lex), son lugares de las márgenes del Lago de Atitlán bien conocidos en la
actualidad.
141 Ru chinamit chakap x-be ruquín, literalmente, “la mitad del pueblo se fue con
él o ante él, fue a presenciar su vuelo” .
142 X a ka ti ka gek ru xe ka chamey. La misma frase aparece en el Popol Vuh
(3.* Parte, cap. vn) como sigue: X a u xe qui chamiy chi qui zico. Brasseur da de este
párrafo la interpretación verdadera, pero los demás traductores del Memorial Cakchiquel
no lo han comprendido y han interpretado la frase diciendo: “nuestros corazones descan­
saban a la sombra de nuestras lanzas” , lo que no está de acuerdo con el texto original.

137
y se arrojaron sobre lo sembrado comiéndose una parte de nuestro alimento.143
Esto contaban las gentes de antaño. /
43. Tampoco eran casados los tukuchées cuando llegaron allá a tomar
esposas. [Solamente] venía la mujer de nuestro abuelo Gagavitz, que se lla­
maba Qomakaa,144 nuestra primera abuela, la que nos dio el ser a nosotros
los Xahilá. Ellos sí eran casados. En realidad se les había prohibido casarse.
Cuando se bañaban, se extendían sus órganos y derramaban por el extremo
su simiente.145 Y se les prohibía la unión sexual, según cuentan.
Era prohibido, también, casarse dos veces [tener dos mujeres] y separar­
se cuando se tenían hijos.146 Así contaban las gentes antiguamente.
44. Por entonces comenzaron también a adorar al demonio.147 Cada
siete días, cada trece días le hacían ofrendas poniéndole delante resina fresca,
ramas verdes y cortezas frescas de los árboles, y quemando ante él a un gato
pequeño,148 imagen de la noche. Llevábanle también los hongos [que crecen
al pie] de los árboles, y se sangraban las orejas. No le rendían culto antigua­
mente a la Piedra de Obsidiana [Chay Abah], según contaban. Solamente
crecía más y más la adoración al demonio a medida que aumentaba la pros­
peridad de las tribus. Posteriormente aumentó su culto, según contaba anti­
guamente nuestro padre y abuelo Gagavitz.
Mientras tanto se acercaban a Pantzic, Paraxone, Zimahihay, Pacibaqul,
Pacavek y Quehil.
45. Entonces se presentaron algunos guerreros de los pueblos llamados
Cupilcat y Canalakam,149 Llegaron y se situaron en la falda del cerro entre
el bosque espeso, donde fueron destruidos los de Cupilcat. Enviaron allí a
los guerreros, quienes hirieron a muchos. En seguida se dirigieron al bosque
espeso en la falda del cerro donde nuestros abuelos aniquilaron y mjátáron
a los de Cupilcat y Canalakam. Allí conquistó su gloria Baqahol y desde en­
tonces se hicieron famosos los lugares llamados Yalabey, Zimahihay. y Mot-
zoray.15° Se dice que sólo dos quedaron con vida; uno que era de loá' Cupilcat
se fue para el Quiché y allí lo castigaron e hicieron sufrir.

143 Serían los cuervos y no los buitres que no se alimentan de granos.


144 Maní navipe quixhaíl ok x-e ul chiri qui qambal yxok vae tukuchee. X-pe vi ri
xhail ri ka mama Gagavitz Qomakaa rubi. En esta forma reestablecemos estas dos frases
del texto que en el original aparecen divididas, por error evidente de copia, entre el final
del párrafo anterior y el principio de esta parte.
145 Chi x-atini kahar qui niqahal toe, ba kat ru xe k ’ihatz.
146 Hachac vi rih ruvach talqualax. Nuestra interpretación es enteramente literal.
Los traductores que nos han precedido dan a esta frase un significado sicalíptico que no
tiene. Al contrario, revela un principio de importancia moral y social para la conserva­
ción de la familia.
147 Ru tzukic kaxtok.
148 Seguramente un gato de monte (yac), pues el gato doméstico no se conocía en
América antes del descubrimiento. El autor dice que hacían ofrendas al demonio, pero
aquí se nota ya la influencia cristiana. Debe entenderse que se propuso describir el culto
que rendían a sus dioses en el tiempo de su gentilidad.
149 Cupilcat, “el que pasa golpeando” . Canalakam, “bandera amarilla” .
150 “Camino de las ortigas”, “Casa de las jicaras”, “Espacio de las Pléyades” .

138
46. Habiéndose, marchado de Pantzic y Paraxone, lugares que desocu­
paron, llegaron al bdsque llamado Chiqohom.151 Allí pasaron algunos traba­
jos.152 “Encalemos el interior de estos árboles” , dijeron hallándose entre el
bosque, y así encalaron el tronco hueco de los árboles. Con excrementos de
los animales, águilas ;y tigres blanquearon el interior de los árboles. Cuando
ya estaban viviendo^allí instalaron adentro al demonio Chay Abah. Pero los
animales, las cotorras y los pericos les hacían guerra en la casa del demonio
en donde permanecieron. Por esta razón dieron al bosque el nombre de Chi­
qohom.
47. Dos hijos iuvo Gagavitz, el primero que se llamaba Caynoh y el
segundo Caybatz,152 ambos eran varones. Cuando murió Gagavitz, el que vino
de Tulán, eran muy'jóvenes nuestros abuelos Caynoh y Caybatz. Luego que
murió su padre, lo enterraron en Paraxone, allí donde brilló su aurora.
48. Llegaron entonces154 los dos jóvenes y en cuanto llegaron se presen­
taron Gekaquch, Baqahol y Zibakihay, quienes les dijeron: “Hemos venido
nosotros, vuestras madres y vuestras abuelas; aquí estamos nosotros el Galel
Xahil, el Ahúchan Xahil, que éstos son nuestros títulos. Nosotros somos
vuestro Galel, vuestro Ahpop.155 Así Ies dijeron cuando llegaron. Pero los
que llegaron no sabían si eran descendientes de Zactecauh, el que murió en
el barranco de Chopiytzel. Así contaban nuestros padres y abuelos ¡oh hijos
míos!
49. El primero que se engrandeció fue Tepeuh,156 el Señor de Cauké,
cuya residencia se llamaba Cuztum Chixnal.lS7 Tepeuh se hacía temer por sus
artes de hechicería: temblaba el sitio donde vivía y todas las tribus rendían
tributo a Tepeuh.
50. Ahora bien, Gekaquch y Baqahol enviaron sus órdenes al Galel
Xahil. Y dijeron al Galel y al Ahuchán Xahil: “Que vayan primero Caynob
y Caybatz como nuestros recaudadores de tributos. Nosotros somos vues­
tros Señores” , les dijeron a las parcialidades. Y, efectivamente, fueron en­
viados por las parcialidades.

Van a presentarse ante Tepeuh:

51. Nuestros abuelos Caynoh y Caybatz llegaron ante Tepeuh. A la


primera llamada se pusieron en marcha dejando solos al Galel Xahil y al

151 “En los tambores” , probablemente porque habían ahuecado los árboles dándoles
la forma de un tambor alargado.
152 X-qui tih vi halal qui pokob, en el original, pero es evidente que la última pala­
bra debería ser pokón, y así lo han leído los traductores.
153 Cay Noh, el día 2 Noh. Cay Batz, el día 2 Batz.
154 Bala ka x-e pe vi, en el original.
155 Los funcionarios de la corte zutujil llevaban los títulos de Lolmay, Atzihuinac,
Galel, Ahuchán, etc.; eran los factores, contadores y tesoreros, según se lee en la “Peti­
ción de varios caciques indígenas de Santiago Atitlán al Rey de España, Felipe II, fecha­
da el 1.° de febrero de 1571” . V. Ternaux Compans, Recueil de piéces relatives a la con-
quéte du Mexique, París, 1838. Los jefes supremos eran el Ahpop y el Ahpop Galel.
156 Tepeuh, palabra náhuatl que significa el jefe, el dominador.
157 La fortaleza Chixnal.

139
Ahuchán Xahil. Cuando llegaron ante Tepeuh, éste les dijo: “ ¿Quiénes sois?”
Y Caynoh y Caybatz contestaron: “Somos los hijos de Gagavitz.” Tepeuh
quedó sorprendido cuando oyó sus palabras. Y así fue como Tepeuh los dejó
con vida porque habían llegado ante él con humildad.
52. A continuación fueron despachados por Tepeuh a recaudar el tri­
buto y fueron a recoger el tributo de los pueblos. Pero no tuvieron que hacer
venir a los pueblos para recoger el tributo. En verdad todos temían el poder
mágico de Caynoh y Caybatz. Donde ellos estaban durante la noche brillaba
un resplandor como el del fuego, y hacían temblar la tierra como un terre­
moto. Por este motivo les temían los pueblos cuando llegaban ante ellos.
Todos los pueblos les traían el tributo cuando iban a recibirlo. Allá en el
oriente les pagaban con objetos preciosos: metal, telas. Estos eran los valo­
res que debían tributarles los pueblos. Grandes eran en verdad. Y por eso
se convirtieron en hijos de Tepeuh, por las obras que habían llevado a cabo;
fueron en verdad amados por él.

Les dan sus mujeres:

53. Fueron en seguida a recoger el tributo de los atziquinahay que des­


cienden también de nuestros padres y abuelos. Allá llegaron los atziquinahay
a darles sus mujeres, pero lo que éstos querían era únicamente sus tesoros,
el metal y las telas era lo que apetecían. Cuando llegaron dijeron los atzi­
quinahay: “Han bajado los mensajeros de Tepeuh. En verdad su poder es
terrible; démosles mujeres y nos apoderaremos de sus tesoros.” Así dijeron
y ninguno de los Señores fue a ver a Caynoh y Caybatz. Estos tenían miedo
de que a alguien se le ocurriera irles a robar sus tesoros durante la noche
por medio de las hijas de los Señores. Y así sucedió, que les robaron las
vasijas de sus tesoros mientras dormían. Eran las hijas de los Señores Zun-
qún Ganel Mayahauh, el uno, y Puzi Ahauh, el otro, y las hicieron sus espo­
sas los llamados Caynoh y Caybatz. Llamábase la una Bubatzo y la otra
Icxiuh.158 Al darse cuenta de que no estaba su tesoro, nuestros abuelos se
llenaron de terror y dijeron: “Nos habéis hecho desgraciados ¡oh atziquina­
hay! Tepeuh se enojará con nosotros.” “No os aflijáis, os daremos vuestras
mujeres, seréis nuestros yernos, nada malo os haremos. Id a hablar con Te­
peuh y nada se os dirá.” En seguida les dieron a sus mujeres y se fueron a
hablar con Tepeuh. Pero no llegaron allá, temiendo presentarse ante Tepeuh,
sino que se escondieron en una cueva y se quedaron allí. Caynoh dio a la
cueva donde se escondieron el nombre de Parupec.159

En su busca:

54. Las parcialidades se pusieron en seguida a buscarlos. “Vamos a


buscar a nuestros Señores. ¿En dónde están? Somos muy desgraciados. He­
mos oído sus voces, pero no encuentran a sus hijos las madres ni los padres.”

158 “La Tejedora y Hierba de la luna.”


159 “En la cueva.”

140
Así dijeron Gekaquch, Baqahol, Cavek y Zibakihay refiriéndose a Caynoh y
Caybatz. Y habiéndolos buscado en la cueva, les dijeron luego que llegaron
junto a ellos: “Os estamos buscando, Señores nuestros. ¡En verdad tened
compasión de nosotros! ” Así dijeron. Y al instante contestaron Caynoh y
Caybatz: “No iremos allá si no viene nuestro Señor el Galel Ahuchán. ¿Qué
querrán hacer de nosotros? ¿No seremos humillados si llegamos ante Te-
peuh? No iremos ciertamente a que nos maten los que han recibido la orden.
Id a informarlo así a Tepeuh. ¡Id en seguida! ” , dijeron. Y al instante en­
viaron las parcialidades a un mensajero que se puso en camino para informar
a Tepeuh.
Alegróse al instante Tepeuh cuando escuchó la noticia; se alegraron tam­
bién los cakchiqueles, zotziles y tukuchées y se alegraron los atziquinahay.
En seguida fueron a buscar a nuestros abuelos.

Nueva llegada al bosque de Chiqohom:

55. Regresaron entonces a reunirse con sus esposas. Tan pronto como
les vieron las caras se alegraron todas las tribus, cuando aquéllos regresaron.
Inmediatamente fueron ahorcados y murieron el Galel Xahil y el Ahuchán
Xahil.
56. Por el voto de todos, después que aquéllos murieron, entraron [los
príncipes] al gobierno.160 Caynoh fue hecho Ahpop Xahil y Caybatz fue nom­
brado Ahpop Qamahay. Ambos Señores mandaban en todas partes161 desde
que entraron a reinar.
57. Caynoh y Caybatz tuvieron hijos, tuvieron hijas; el primero tuvo
cuatro hijos y el segundo tuvo cinco hijos. Nueve varones tuvieron Caynoh
y Caybatz.162 En verdad era terrible el poder mágico de Gagavitz, Zactecauh,
Caynoh y Caybatz.
58. Luego dijeron Caynoh y Caybatz: “Que se complete nuestro go­
bierno como nos ordenaron nuestros padres. Que entren dos de nuestros
hijos al gobierno” , dijeron. En seguida entró un hijo del rey Caynoh y lo
hicieron Ahuchán Xahil del reino; y entró también un hijo del rey Caybatz,
el cual vino a ser el Galel Xahil del reino. De esta manera tuvimos cuatro
Señores nosotros los Xahilá y así nuestros abuelos completaron su gobierno
entre ellos.

Mueren Caynoh y Caybatz:

59. Entraron [al gobierno] el Galel Xahil y el Ahuchán Xahil y poco


después murieron los reyes. Inmediatamente les sucedieron sus sustitutos. De
dos en dos entraron sus hijos al gobierno. Fueron proclamados como Ahpop
Xahil y Ahuchán Xahil los dos hijos del rey Caynoh. Y entraron los hijos

160 Ronohel tzih tok x-e catn, x-e oc chi ahauarem.


161 E cay chi ahaua x-e ux humah tzih.
162 Aunque al principio de este párrafo dice el autor que Caynoh y Caybatz tuvieron
hijos e hijas, prescinde de éstas al final y solamente da la cuenta de los varones.

141
del rey Caybatz como Ahpop Qamahay Xahil y Galel Xahil,163 y fueron pro­
clamados. Así se completó su gobierno entre los hijos de Caynoh y Caybatz.
Aquellos nuestros primeros abuelos organizaron el gobierno ¡oh hijos m íos!,
pero sólo una de nuestras madres, uno de nuestros padres nos dieron el ser
a nosotros los Xahilá.
60. Les rindieron homenaje y les hicieron presentes. En verdad eran
muchos sus pueblos y aldeas. Luego se multiplicaron las hijas y los hijos de
los nueve varones que tuvieron los reyes Caynoh y Caybatz. Pero al morir
el rey Citan Qatú se dividió el poder entre nuestros padres y abuelos. Verda­
deramente hubo muchos señores y el reino se fraccionó.
61. Estaban los hijos de Qoxahil y Qobakil, asimismo los hijos del Ga­
lel Xahil y el Ahuchán Xahil, y también los hijos de Ah Cupilcat, al que
habían perdonado la vida. Nuestros abuelos se dividieron en parcialidades
que se pusieron en contra de los hijos del rey Caynoh. Entraron [contra
ellos] los hijos de Qoxahil y Qobakil, y también entraron los hijos del Ahu­
chán Xahil a quien habían ahorcado. Estos entraron contra el Ahpop y el
Ahuchán.
62. En contra del Ahpop Qamahay Xahil y del Galel Xahil entraron
los hijos de Ah Cupilcat, y en contra también entraron los hijos del Galel
Xahil con quien se marcharon y a quien se entregaron en un tiempo Caynoh
V Caybatz cuando fueron a presentarse ante Tepeuh. Aquéllos habían estado
viviendo entre los Ykomagi, que eran unas gentes que llevaban el nombre
de su ciudad, de su antigua capital.
63. Abandonaron entonces el lugar donde les amaneció y regresaron to­
dos a Pantzic y Paraxone, Yulabey, Zimahihay, Panchee, Chiqohom, Chiavar
y Zupitagahi, a donde llegaron siguiendo las vueltas del río. He aquí los
nombres de los lugares donde les rindieron homenaje: los pueblos de Zah-
cab, Petze, la ciénaga Paginona, Galeah, Puzbal, Zaliqahol Nimcakahpec, Yut-
gum Calla, Chuvi Xilom, Molinxot, Pachalic Bak y la pequeña ciudad donde
se habían establecido los akajales, la ciudad de Ochal y Qabouil Ziván, en
donde se engrandeció el rey Ychalcán Chicumcuvat, rey de los akajales.
64. Llegaron después nuestros abuelos a la ciudad de Ochal y se hicie­
ron querer por los akajales. Llegaron allí las cuatro parcialidades. La nación
de los akajales no se había dividido, pero allí se repartieron todos y se divi­
dió la tribu de los akajales. En seguida abandonaron la ciudad de Ochal, en
la tierra caliente y valles ardientes; luego llegaron los hijos del Señor Ychal­
cán y Xepakay. Sentáronse en las raíces debajo de una ceiba, pero lo que
apetecían era una salsa de chile,164 caza y pescado. Y como estaban solos se
les acercaron unos hombres del valle que querían ahorcar a los hijos del rey,
porque no podían sufrir que pretendieran sobrepasar la grandeza de sus pa­
dres. Por ese motivo querían matar a los Señores. Pero una noche salieron
los príncipes y arrojaron a las gentes de Panah, Chiholom, Xepakay y Xey-

163 Ahpop Xahil, Ahuchán Xahil x-qui kaleh ri e cay ru qahol ahauh Caynoh; x-e
oc ka cay ru qahol ahauh Caybatz, Ahpop Qamahay Xahil, Galel Xahil x-qui kaleh.
164 Maloh ye, “chile o ají desmenuzado” , el chirmol de los indios, chilmolli en lengua
náhuatl.

142
nup. Los akajales se alegraron cuando llegaron al valle los hijos del rey. Con
este motivo se separaron los akajales y abandonaron la ciudad de Ochal, y
uniéndose los akajales a nuestros abuelos se fueron a vivir juntos a Zakiqahol
y Nimcakah Pee.

Aquí escribiré los nombres de nuestros antepasados, los que gobernaron


y recibieron los homenajes y presentes de un gran número de ciudades
después de la muerte del rey Citan Qatú, después que nuestros abuelos
dividieron su reino entre ellos.

65/66. Gobernaron el rey Citan Qatú, hijo del rey Caynoh, que poseía
poderes mágicos. Luego gobernó el rey Qotbalcán. Gobernó el" rey Alinam,
y gobernó el rey Ixttamer Zaquentol. Después entró a gobernar el rey Chiyoc
Quey Ahgug. Entonces salieron juntos los Señores Galel Xahil y Xulú Qatú
contra los quichés y deseando hacer la guerra contra los Señores que estaban
en Ginona, peleando contra la ciudad de Ginona. En consecuencia, fue en­
viado el jefe Xulú Qatú por los reyes Chiyoc Queh y Ttahtah Akbal que a
la sazón gobernaban, diciéndole que no tuviera ciertamente compasión de los
valientes jefes, pero sí tuviera compasión de la gente.
67. En aquel tiempo el rey Qikab165 les dijo a los Señores: “Regresad
a vivir a vuestra patria, C h i a v a r Así les fue dicho por el rey Qikab.

Llegan a Chiavar:

68. Por orden del rey Qikab regresaron en seguida nuestros abuelos a
la ciudad de Chiavar Tzupitagah.m Al mismo tiempo se poblaron todos los
lugares por la gente que por ese motivo se marchó con los jefes cuando fue­
ron a habitar en la ciudad de Chiavar por orden de Qikab.
69. Gobernaba entonces el rey Xitayul Hax. Entraron a poblar la ciu­
dad de Chiavar167 cuando reinaba Xitayul Hax.
70. Entró después a gobernar el rey Xiquitzal, mientras estaban allá en
la ciudad de Chiavar Tzupitagah. Mientras tanto gobernaba el reino con es­
plendor el rey Qikab en la ciudad de Gumarcaah-chi-Yzmachíi168 y todos los
pueblos le rendían tributo.
165 Rey del Quiché, poderoso monarca que dominó a todos los pueblos de Guate­
mala y fue depuesto finalmente por una revuelta encabezada por sus hijos.
166 “ ¿En la milpa del valle de la defensa?”
167 Sin que exista prueba alguna que permita identificar a Chiavar, el hecho de
que Chuilá (hoy Chichicastenango) estuviera tan cerca de la corte de Qikab, y que en el
Popol Vuh (4.a Parte, cap. x) se la designe como “la patria de los cakchiqueles”, da mo­
tivo para creer que Chiavar y Chuilá eran un mismo lugar, o por lo menos tan vecinos
que llegaron a confundirse en uno solo.
168 Chi Yzmacht, “en las barbas” , era el nombre de la primera ciudad formal donde
los quichés establecieron su capital y comenzaron a construir sus casas empleando la
piedra, la cal y otros materiales duraderos. Pero habiendo crecido la población y la ri­
queza e importancia del reino, los reyes Cotuhá y Gucumatz trasladaron la ciudad al sitio
llamado Gumarcaah, “cañas podridas” , que los mexicanos convirtieron, por traducción,
en JJíatlán, o lugar de cañaverales, de otatl, caña. El libro cakchiquel une los dos nom­
bres y llama a la capital quiché Gumarcaah-chi-Yzmachí.

143
71. Por orden de él se reunieron todos los guerreros de las trece tribus
en Gumarcaah, para poner en orden y uniformar sus arcos y sus escudos, y
fueron a la conquista de todos los pueblos pequeños y los pueblos grandes y
de todos los campos y ciudades. Pero esto no lo hicieron solos los quichés,
sino que los guerreros de las trece divisiones conquistaron a los pueblos y de
este modo aumentó la gloria del rey Qikab.
72. Sin embargo, una parte de los Señores no cumplieron con lo que
les habían recomendado nuestros abuelos. Olvidaron las órdenes sobre tener
misericordia de los zotziles y tukuchées y no cumplieron con tener compasión
de la gente, y de esta manera amenguaron su grandeza y majestad.
73. Gobernaban entonces Rahamún y Xiquitzal. Y guerreaban nues­
tros abuelos que se llamaban Huntoh y Vukubatz}69 Eran valerosos guerreros
e hicieron la guerra al lado del rey Qikab. Entonces se encontraba nuestro
abuelo Vukubatz en Bogoiyá, y en Xequizchée estaba Huntoh. Aquellos abue­
los, rocas poderosas, habían ido a luchar en la guerra y habían librado una
campaña gloriosa contra Panah y Chiholom, donde reinaba el rey Y chal Amu-
llac, señor de los akajales. Estuvieron también en Pogoiyá; luego conquista­
ron la ciudad de Panah, donde aquél gobernaba anteriormente. Después que
Huntoh y Vukubatz conquistaron a los de Panah murieron los reyes Raha­
mún y Xiquitzal.170

Entran a gobernar:

74. Después de estos sucesos gobernaron nuestros abuelos Huntoh y


Vukubatz. Ellos recibieron el poder y majestad. Entraron a gobernar cuando
reinaba el rey Qikab y tuvieron piedad de los zotziles y tukuchées.
75. Nuestro abuelo el rey Vukubatz tuvo por padre al llamado Citan
Tihax Cablah, quien era hijo del rey Citán Qatú, y de Tihax Cablah. El reino
fue dividido entre nuestros abuelos, o sea el abuelo y rey Caynoh y el rey
Citán Qatú. De esta manera entraron a gobernar nuestros abuelos; por orden
del rey Qikab entraron a gobernar con todos los Señores, Señores principales.
Igualdad de mando tenían Vukubatz y Huntoh, así llamados. Dos fueron
los reyes.
76. Entraron a gobernar nuestros abuelos después que se establecieron
en Chiavar Tzupitagah. El rey Qikab se había engrandecido verdaderamente
cuando reinaban nuestros abuelos Huntoh y Vukubatz. Aquellos guerreros
inspiraban verdadero terror y no olvidaban los consejos ni el recuerdo de
nuestros primeros padres y abuelos, Gagavitz, Zactecauh, Caynoh, Caybatz
y Citán Qatú. Eran verdaderamente sabios y poseedores del arte mágica aque­
llos reyes Huntoh y Vukubatz, los que recibieron la grandeza y majestad.
En verdad se rindieron los pueblos y ciudades que fueron conquistados

169 Dos días del calendario, 1 Toh y 7 Batz.


170 El texto cakchiquel de los últimos párrafos, desde donde traducimos: “Estuvie­
ron también en Pogoiyá” , fue omitido por Brinton. Villacorta lo transcribe y da de él una
versión inexacta. La parte de que se trata dice así: Xav't ka e qoh chiri Pogoiyá, ok x-qui
kagah ri tinamit Panah mahaok que ahavar; tok x-qui kaqah ri Panah, ri Huntoh, Vuku­
batz, x-e cam ri ahaua Rahamún Xiquitzal.

144
por el rey Qikab en unión de todos los guerreros. De esta manera se engran­
deció el rey Qikab. Era temido el poder del rey entre las siete tribus, y los
guerreros llevaron la guerra a todas partes. Las siguientes son las ciudades
que conquistaron antes que comenzara la revuelta que los quichés hicieron
después contra el rey Qikab.
Nombres de todas las ciudades:
Halic, Ah Chumilahay,
Vitaum, Lamagi,
Lahub, Cumatz,
Beleh Cuihay, Rapak,
Xubabal, Chichah,
Gagalix, Uxá,
Hultucur, Ahalquil,
Qamagekum, Molomic Abah,
Cuiqotuk, Nimpokom,
Chicakyug, Nacuxcux,
Cohá, Bulbuxiyá,
Ah Tzuruyá, Panah,
Zutum, Chiholom,
Chixnal, Gekaziván,
Molobak., Guguhuyú,
Toxqomine, Qaxqán,
Tuhallahay, Vukuziván,
Uchabahay, Xerahapit.
Todos estos lugares fueron conquistados por Huntoh y Vukubatz
en unión del rey, y después de haberlo hecho, nuestros abuelos se estable­
cieron en Chiavar.
He aquí el principio de la revuelta contra Qikab:
79. Comenzó entonces la revuelta contra el rey Qikab de parte de los
quichés y también contra la parcialidad [ chinamital] del rey. La revuelta se
propagó y la parcialidad del rey fue destruida junto con los jefes principales.
Los quichés no querían que los vasallos le prestaran sus servicios [al rey].
Deseaban que los caminos fueran transitados [libremente] por la gente del
Quiché, pero el rey no quería tal cosa. Los jefes principales se disgustaron
con el rey y se negaron a hacerle sus presentes. Por esta causa el pueblo del
Quiché se puso en contra del rey y de este modo se amenguó su gloria.
80. Los dos hijos del rey se habían ensoberbecido. Llamábase el uno
Tatayac y el otro Ah Ytzá.m Tenían también los títulos de Chituy y Quehnay

171 Tatayac, “el padre zorra o padre de la zorra” . Ah Ytzá puede interpretarse como
“el del Itzá” , o sea el pueblo maya del Petén-Itzá, que habitaba la parte norte del actual
territorio de Guatemala y que fue el último reducto indígena que sometieron los espa­
ñoles en 1697. También puede entenderse este nombre como derivado de tza, la guerra,
y ah-tza, el guerrero u hombre pendenciero, y como el brujo o hechicero, ahitz en cak­
chiquel.

145
los dos hijos del rey.172 Reuniéronse entonces los quichés para conferenciar;173
los hijos los habían predispuesto contra el rey para que no le pagaran el
tributo, ya que estaban disgustados por tener que prestarle sus servicios. De
esta manera, los hijos se pusieron en contra del rey. Además, los llamados
Tatayac y Ah Ytzá sentían rencor contra su padre porque ambicionaban el
poder real y codiciaban las piedras preciosas, el metal, los esclavos y la gente
de su padre. Luego se reunieron en consejo los quichés para deliberar contra
los jefes principales que prestaban sus servicios al rey, y mataron a todos los
que servían en primer término al soberano.
81. Estos eran los nombres de aquellos Señores y jefes principales:
Herecb, Tagunún, Ixhutzuy, Eventec, Azacot y Camachal. Así se llamaban.
Ciertamente se reunieron los hijos en consejo con los diferentes grupos,174
pero no dispusieron matar al rey. Después que entraron los soldados a las
casas de los Señores, éstos fueron muertos por la soldadesca y no por orden
del rey. El rey se encontraba a la sazón en la ciudad de Panpetak. Los sol­
dados querían dar muerte también al rey, pero por orden de los hijos de éste
su casa estaba bien guardada en Panpetak. El rey Qikab se humilló ante los
soldados, y éstos regresaron entonces con el propósito de destruir y matar a
los Señores de la casa de Xahil. Después que el rey se humilló ante los solda­
dos dispuso entregarles las piedras preciosas y el metal, así como el gobierno
y el mando supremo, y entregó el poder y la majestad a los guerreros. El
corazón del rey Qikab estaba lleno de rencor por el mal que habían hecho
sus hijos, los llamados Tatayac y Ah Ytzá. De esta manera tomaron el go­
bierno y el poder los soldados y el pueblo. En seguida, y por orden de las
tribus, señalaron su residencia a los trece Señores, a los jefes principales que
iniciaron la revuelta; y se extinguió la grandeza del Quiché después de este
acto del rey Qikab. Así fue como las tribus se apoderaron del mando anti­
guamente ¡oh hijos nuestros! Desde entonces, por este acto de los soldados,
el pueblo y los vasallos dejaron de engrandecer a los reyes. En verdad tuvie­
ron piedad del rey, del mismo modo que la tuvieron anteriormente las trece
divisiones de guerreros cuando se contuvo la revuelta de los quichés contra
el rey. Pero cuando la revuelta estaba próxima a terminar, comenzó de nuevo
contra nuestros abuelos.

Principia otra revuelta:

82. En seguida comenzó otra revuelta contra los reyes Huntoh, Vuku­
batz, Chuluc y Xitamal Queh, que eran los cuatro reyes. Una mujer fue la
causa de esta otra revuelta contra los zotziles y los tukuchées. La mujer que
dio origen a la revuelta se llamaba Nimapam Ixcacauh.175 Esta mujer había

172 Estos eran los títulos de dos de los señores de la casa de Cavek, según el
Popol Vuh.
173 X-e rachqulchich Queché vinak, en el original.
174 Ri hutak chob.
175 Nimapam Ixcacauh, “la del gran vientre” . Según la leyenda quiché, Ixcacau era
una de las diosas de la agricultura y especialmente del cacao, y como tal es invocada en
el Popol Vuh (2.a Parte, cap. iv).

146
ido a la ciudad de Gumarcaah a vender tortillas de maíz y un soldado de la
guardia del rey se las quiso arrebatar. La mujer se negó a darle las tortillas
por la fuerza y el soldado fue rechazado a palos por la mujer. Quisieron en­
tonces ahorcar al soldado, querían ahorcarlo a cauja de la mujer llamada
Nimapam Ixcacauh. Con este motivo se reanudó la revuelta de los quichés.
Estos querían que se diera muerte a la mujer, pero nuestros abuelos Huntoh
y Vukubatz se negaron a entregarla a los quichés o a los soldados.
Quisieron entonces los quichés humillar a los reyes [cakchiqueles] y que
fuera el rey Qikab quien tal hiciera. Enfurecidos, se reunieron en consejadlos
quichés y dijeron: “Sólo el Ahpozotzil y el Ahpoxahil han recibido la gran­
deza y majestad; matémoslos porque se están engrandeciendo Huntoh y
Vukubatz.” Así dijeron los soldados respecto a nuestros abuelos. Quisieron
entonces inducir al rey Qikab a que consintiera en que fueran muertos los
zotziles y los tukuchées, pero el rey no escuchó las palabras de los quichés.
En realidad, el corazón del rey estaba en favor de Huntoh y Vukubatz. Por­
que era grande en verdad la sabiduría de Qikab, rey prodigioso. No sola­
mente era un rey ilustre, sino que su juicio y sabiduría, traídos de Tulán,
inspiraban admiración. Pero la soldadesca carecía de ciencia, era sólo la ple­
be; y como, además, aspiraba al poder, no obedecieron las órdenes dadas por
el rey y continuaron haciendo la guerra.

Estas fueron las órdenes dadas a los Señores:

83. Poco después llegó un mensajero del rey a llamar a los Señores,
cuando ya se había decidido por los quichés la muerte de los zotziles y tuku­
chées. Aquella noche el Tey Qikab aconsejó a los reyes Huntoh y Vukubatz
diciéndoles: “Este no es el principio ni el fin de la guerra contra nosotros
¡oh hijos míos! Bien habéis visto lo que han hecho conmigo. Codiciaban
mis esclavos, mi gente, mis piedras preciosas, mi plata. Lo mismo harán con
vosotros, hijos míos, mis hermanos y parientes.” En seguida les dio sus ór­
denes: “La suerte está echada.176 Mañana dejaréis de ejercer aquí el mando
y poder que hemos compartido con vosotros. Abandonad la ciudad a estos
rebeldes sucios y cochinos.177 Que no oigan más vuestras palabras, hijos míos.
Id a vivir al lugar de Yximchée sobre el Ratzamut.m Ahí será vuestra capi­
tal. Construid allí vuestras casas donde vayan a fortificarse todas las tribus.

176 Mi x-utzin maló, equivalente del clásico Alea jacta est.


177 C’unum, c’achak. Esta mención del falo y los excrementos es un término con que
“1 airado rey Qikab calificaba a los rebeldes que lo habían despojado del poder y habían
dado muerte a sus amigos.
178 Yximchée, nombre del árbol que en Guatemala y Yucatán se conoce con el nom­
bre de ramón (Brosimium alicastrum, Sw.), cuyas hojas sirven de forraje para el ganado
y de cuyo fruto se alimentan los habitantes cuando escasea el maíz. De aquí el nombre
ixim chée, literalmente árbol de maíz. El Ratzamut es un monte eminente en el cual los
cakchiqueles establecieron su capital. Las ruinas de la ciudad existen a poca distancia de
la moderna población de Tecpan Quauhtemallan, así llamada por los tlaxcaltecas que
acompañaban a los españoles durante la Conquista. Sabiamente el rey Qikab aconsejaba
a los cakchiqueles que abandonaran la ciudad de Chiavar y se alejaran aún más de Gu­
marcaah y de sus enemigos.

147
Abandonad a Chiavar. Y en cuanto a vosotros, plebeyos, que mi maldición
os acompañe en vuestro triunfo.” Así dijo el rey Qikab ante nuestros abue­
los. Luego se despidieron los Señores. Y así recibieron nuestros abuelos las
órdenes del rey. Y los quichés no los atacaron.
Cómo se marcharon de Chiavar:
84. El día 13 Iq abandonaron la ciudad de Chiavar, cuando nuestros
abuelos desalojaron a Chiavar Tzupitagah. Así, pues, el día 13 Iq se fueron
y luego hicieron alto.179 El día 1 Akbal descansó la gente y se detuvieron. El
día 2 Qat fundaron la ciudad de Yximchée sobre el Ratzamut. Nuestros abue­
los Huntoh, Vukubatz, Chuluc y Xitamal, los cuatro reyes y Señores de los
cakchiqueles, salieron para la ciudad de Yximchée y allí se establecieron.
En seguida se encerraron [dentro de la ciudad] nuestros abuelos en pre­
visión de la guerra con los quichés y construyeron un fuerte de maderos. To­
das las tribus se alegraron cuando se fundó la ciudad por aquellos ilustres
varones, los reyes Huntoh y Vucubatz, que habían peleado al lado del rey
Qikab. Y por este motivo se llenaron de alegría los guerreros de las siete
tribus. Los quichés ya no podían hacer ningún daño y pronto recuperaron
las tribus todo su vigor.
A continuación llegaron los mensajeros de las siete tribus ante el Ahpo­
zotzil y el Ahpoxahil y dijeron todos los guerreros: "Bien ha sido, hermanos
y parientes míos, que os hayáis venido de Chiavar para estar aquí, Ahpozot­
zil y Ahpoxahil. Verdaderamente ha sido bueno que vinierais aquí a Yxim­
chée. Sólo un hombre de corazón había entre los Cavek, entre los quichés,
una sola alma grande. Pero ahora, solos, ya no pelearán los quichés.” Esto
dijeron en su arenga todas las siete tribus cuando llegaron ante los reyes.
Luego empeñaron su palabra todos los guerreros de las siete tribus cuando
se pobló la ciudad de Yximchée y así fue como los quichés se quedaron solos
y no se volvieron a juntar con ellos.
De esta manera fundaron nuestros abuelos la ciudad de Yximchée ¡oh
hijos míos! Los quichés no intentaron hacer la guerra contra los cakchique­
les. Apenas llegaban a enseñar la cara. Pero nuestros abuelos fueron los pri­
meros en alzar el brazo.
Cuando se declaró la guerra contra los quichés por nuestros abuelos
Huntoh y Vukubatz, todos los habitantes de la ciudad de Qizqab habían
ocupado los lugares de Chakihyá y Xivanulm y nuestros hombres se trasla­
daron a Xechibohoy y Xechitur.m Poco después de haberse establecido los
quichés, nuestros abuelos invadieron dos de las fundaciones quichés y los ha­
bitantes de Qizqab y Xechituh fueron muertos por orden de los reyes. Los

179 X-ul x-qat baya quij. Se ha interpretado anteriormente esta frase por los traduc­
tores diciendo que los cakchiqueles “quemaron los caminos” . El verbo qat significa que­
mar, pero entre otras acepciones tiene también la de parar, tardar, hacer alto o dete­
nerse; y el verbo y sustantivo bay no es camino y significa lo mismo que qat en el pre­
sente caso, parar o detenerse, según se lee en el Vocabulario Maya-Quicbé-Cakcbiquel
que se habla en la laguna de Atitlán.
180 “Río Seco y el Tigrillo.”
181 “Bajo el tarro, Bajo el baño de vapor.”

148
quichés abandonaron en seguida los lugares de Chakihyá y Xivanul, llenos
de terror cuando comenzó la guerra. Después de la destrucción de Qizqab y
Xechituh se dirigieron los quichés a los ríos de Xivanul y Chakihyá, que hoy
se llaman de San Gregorio y Santo Tomás.
85. A continuación repartieron los reyes entre los Señores principales
de las siete tribus a todos los pueblos que debían prestarles servicios, o sea
los de Popoyá, los de Pancag, los de Holom, Mixcu y Tamyac,m todos de
raza pocomam. En cuanto a los pueblos de la costa, los Ytziyule, los de Xea-
bah y los de Zakquchabah,m los dos reyes los tomaron todos para sí. A Hun­
toh y Vukubatz les rendían tributo las siete tribus y los Señores principales.
Los Señores eran cuatro, pero los dos llamados Chuluc y Xitamal Queh no
tenían importancia.184 Todas las siete tribus reconocieron inmediatamente el
poder de nuestros abuelos cuando se establecieron en Yximchée.
Así fue como se extinguió la gloria de los quichés, según contaban nues­
tros padres y abuelos ¡oh hijos míos!
La muerte de los reyes:
86. El rey Huntoh murió primero, y en seguida murió el rey Vukubatz.
Cuando murieron los reyes, nuestros padres ya habían asentado la ciudad.
87. En seguida reinó el rey llamado Lahuh Ah,185 hijo primogénito del
rey Huntoh.
88. Reinó después el rey llamado Oxlahuh Tzíi,m hijo primogénito del
rey Vukubatz. Nueve hijos varones tuvo el rey, nuestro abuelo zibakihay.187
La esposa del rey Vukubatz se llamaba lxomox.m El hijo mayor del rey se
Jlamaba Oxlahuh Tzíi’, el segundo se llamaba el Señor Cablahuh Batz; 189
Chopená Tohín se llamaba el tercero; Chopená Tziquin Uqá era el nombre
del cuarto. Estos dos [últimos] antepasados nuestros perecieron en la gue­
rra. Chopená Tohín murió en Tucurú Cakixalá,190 nombre del lugar donde
murió. Panatacat191 fue el lugar donde pereció Chopená Tziquin Uqá. El
quinto hijo se llamaba Chopená Queh; el sexto Nimá Ahín. El séptimo se
llamaba también Ahín\ y Caok y Qatú eran los nombres de los otros dos.
Todos estos antepasados nuestros fueron varones ilustres.
182 Popoyá, “ríos reunidos” ; Ah Pancag, “los del fuego” ; Ah Holom, “los de la ca­
beza” ; Mixcu, el antiguo pueblo y fortaleza pocomam que con gran esfuerzo conquista­
ron los españoles y cuyos sobrevivientes fueron trasladados al sitio que ocupa el actual
pueblo de Santo Domingo Mixco, inmediato a la ciudad de Guatemala. Tamyac, “cose­
cha de /lores” .
183 “ Llegada de los brujos” , “ Bajo las peñas” y “ la Piedra del Rey Zope” .
m 'Mani qui covil, literalmente, “no eran fuertes” .
185 10 Ah, día del calendario.
186 13 Tzíi, día del calendario.
187 Es decir, perteneciente a la rama o familia de Zibakihay, uno de los cuatro cla­
nes de los cakchiqueles.
188 Aquí tenemos un nombre curioso, formado por el día Imox acompañado del pre­
fijo ix, distintivo del femenino.
189 12 Batz, día del calendario.
190 “ Los búhos y guacamayos” .
191 Palabra de la lengua pipil, nombre primitivo de la ciudad de Escuintla, al sur
del Lago de Amatitlán.

149
89. Estos reyes y antecesores nuestros, Oxlahuh Tzíi y Lahuh Ah eran
verdaderamente temibles por su valor. Se les temía asimismo por su ciencia,
pues no habían olvidado las lecciones de sus padres y abuelos. Por ese moti­
vo se llenaron de satisfacción los corazones de los vasallos cuando aquéllos
entraron a gobernar rodeados de gloria y majestad. Grandes y numerosas
guerras tuvieron que librar. El rey Lahuh Ah murió. En seguida entró a go­
bernar el rey Cablahuh Tihax, así llamado,192 hijo primogénito del rey Lahuh
Ah. El rey Oxlahuh Tzíi reinó también cuando gobernaba Cablahuh Tihax
y estos reyes disfrutaron asimismo de gran poder.
Ocurrió entonces la muerte del rey Qikab, el rey prodigioso del Quiché,
y los quichés intentaron hacer la guerra a los cakchiqueles. Gobernaban a la
sazón en el Quiché los reyes llamados Tepepul e Iztayul, y los corazones
de los quichés aborrecían a la ciudad de Yximchée.
Vino por este tiempo una gran hambre ocasionada por fuertes heladas
que mataron las siembras de maíz en el mes de Uchum. La helada destruyó
las siembras y de esta manera se perdieron las cosechas, según contaban
nuestros antepasados ¡oh hijos míos! Cogieron los quichés en estos días a
un hombre que se había escapado de los cakchiqueles y llegó ante los quichés
llevándoles la noticia del hambre. Ese hombre les dijo así: “El hambre es
verdaderamente terrible y la gente ya no puede soportar más a causa del
hambre.” Así dijo cuando llegó ante los quichés, y éstos decidieron al punto
la muerte de los cakchiqueles porque les tenían un odio mortal.
Lo que pasó:
90. A continuación salieron violentamente de la ciudad de Gumarcaah,
para aniquilar a todos los Señores. Llevaban a su dios Tohohil. Los guerre­
ros llegaron de todas partes; no era posible contar la gente; no eran ocho
mil, ni dieciséis mil los que iban.193 Venían las tribus, que ahí se habían cu-
.bierto de plumas cuando se reunieron y se ataviaron con sus arcos, sus escu­
dos y sus armas de guerra, sus plumas verdes tornasoladas 194 y las guirnaldas
resplandecientes, y con sus coronas de metal y de piedras preciosas. Así iban
adornados cuando salieron de allá.
91. La llegada de los quichés a Yximchée fue el día 10 Tzíi. No había
llegado a conocimiento de nuestros abuelos Oxlahuh Tzíi y Cablahuh Tihax
que venían los quichés a matar a los zotziles y tukuchées. Sólo un prófugo
que oyó la noticia se la llevó a los reyes. “Pasado mañana os matarán, ven­
drán a exterminaros todos los quichés, a matar a la gente en la ciudad, a
donde se introducirán. En verdad causa espanto ver cómo vienen. No son
ocho mil, ni dieciséis mil hombres.” Así dijo el fugitivo cuando llegó ante
los cakchiqueles.
192 12 Tihax, día del calendario.
193 Maqui xa hu chuvy, ca chuvy x-pe. Chuvy era el saco de 8,000 almendras de
cacao. La misma unidad se usaba para contar a los ejércitos numerosos. La frase del texto
da a entender que el ejército quiché se componía de más de 16,000 hombres.
194 Chi tonatiuh gug. En esta interesante expresión aparece la palabra náhuatl tona-
tiuh, el sol, sirviendo de adjetivo para describir las plumas de quetzal y las guirnaldas
hechas de las plumas de éstas y otras aves.

150
Los Señores se reunieron en consejo inmediatamente y dijeron: “Ya ha­
béis oído. Es necesario ir a cortar el paso a los quichés.” Esto dijeron los
reyes. Al instante salieron a ocupar el camino; una división de soldados
marchó a hacer pedazos a los quichés. Unicamente salió a su encuentro la
gente de la ciudad. Por el camino real se dirigieron hacia la cumbre de la
montaña e hicieron alto para combatir con los enemigos, los de Tibakoy y
Raxakán195 y cerraron el camino a los de Galeah, Pazaki Uleuh y Ginona.
92. En seguida se revistieron los guerreros de sus escudos y sus armas
de guerra, esperando la llegada [del enemigo].

La destrucción de los quichés:

93. Cuando apareció el sol en el horizonte y cayó su luz sobre la mon­


taña estallaron los alaridos y gritos de guerra y se desplegaron las banderas,
resonaron las grandes flautas, los tambores y las caracolas. Fue verdadera­
mente terrible cuando llegaron los quichés. Pero con gran rapidez bajaron
a rodearlos [los cakchiqueles], ocultándose para formar un círculo, y llegan­
do al pie del cerro se acercaron a la orilla del río, aislando las casas del río,
lo mismo que a los servidores de los reyes Tepepul e Iztayul que iban acom­
pañando al dios. En seguida fue el encuentro. El choque fue verdaderamente
terrible. Resonaban los alaridos, los gritos de guerra, las flautas, el redoble
de los tambores y las caracolas, mientras los guerreros ejecutaban sus actos
de magia. Pronto fueron derrotados los quichés, dejaron de pelear y fueron
dispersados, aniquilados y muertos los quichés. No era posible contar los
muertos.
Como resultado, fueron vencidos y hechos prisioneros y se rindieron los
reyes Tepepul e Iztayul196 y entregaron a su dios. De esta manera el Galel
Achih, el Ahpop Achí, el nieto y el hijo del rey, el Ahxit, el Ahpuvak, el
Ahtzib y el Ahqot y todos los guerreros fueron aniquilados y ejecutados.197
No podían estimarse en ocho mil, ni en dieciséis mil los quichés a quienes
los cakchiqueles dieron muerte en aquella ocasión. Así contaban nuestros
padres y abuelos ¡oh hijos míos! Esto fue lo que hicieron los reyes Oxlahuh
y Tzíi y Cablahuh Tihax junto con Voo Ymoxm y Rokel Batzín. Y no de
otra manera se engrandeció el lugar de Yximchée.

La muerte del rey Y chal


(Amolac Lahuh Noh Chicum Cuat):

94. Los akajales estaban viviendo en los pueblos de Chi Holom, Gugu-
huyú y Qaxqán, donde reinaba Ychal Amolac. Los mensajeros de los reyes
Oxlahuh Tzíi y Cablahuh Tihax fueron a instarle a que bajara [a Yximchée].
Pero él les contestó: “Que vengan los guerreros del rey y los vasallos de

195 “Comida de mono” y “Pierna verde” .


196 Quereqá x-qagé, x-telecheex, x-qui ya quij ahaua Tepepul Yztayul.
197 Todos estos nombres corresponden a dignatarios de la corte del Quiché. El
Ahxit es el joyero, el Ahpuvak el platero, el Ahtzib el escribano y el Ahqot el tallador.
198 5 Ymox, día del calendario.

151
mi abuelo.199 Que midamos con ellos nuestros arcos y nuestros escudos. Los
quichés han querido probar a hacer la guerra contra nuestros campos y nues­
tra ciudad y nosotros les hemos hecho frente a los quichés. Probemos a lu­
char con ellos, que vengan los soldados del rey” , dijo cuando se presentaron
ante Ychal.
En seguida tomó el rey su resolución: “Está bien. Mis soldados se levan­
tarán contra el Ahpozotzil y el Ahpoxahil. Irán todos mis guerreros. Yo seré
uno de los que vayan, iré200 a conocer la ciudad cakchiquel; iré a hacer la
guerra a los vasallos de mi abuelo” , dijo el rey Ychal a los mensajeros.
95. Los reyes se alegraron al punto cuando les comunicaron las pala­
bras del rey Ychal. Convocaron inmediatamente un consejo para deliberar
acerca de Ychal. “Bueno será que se apague la luz de sus ojos y que arroje­
mos a Ychal en brazos del demonio” , dijeron los Señores. Y en seguida se
decidió su muerte por nuestros abuelos Hunahpú Tzián, Nimazahay, Ahciq
Ahauh, Choc Tacatic, Tzimahi Piaculcán y Xumak Cham, quienes estaban
envidiosos a causa de la riqueza con que aquél llegaría y de las joyas con que
se presentaría.
96. Cuando se fue el rey Ychal muchos guerreros partieron con el sabio
rey. Al despedirse de su casa, Ychal exclamó: “Tal vez regreso, tal vez no
regresó, o puede ser que muera.” Así habló el rey cuando se Iba. Tan pronto
como se dieron cuenta de que se iba el rey, salieron rápidamente sus hijos,
luego que lo supieron, y dijeron: “Atended .a los fuertes, construidlos de cal
y canto, armaos para infundir temor a los zotziles y tukuchées.” Así les dije­
ron a los guerreros. En consecuencia regresó una parte a sus casas y a sus
familias. En seguida salió el rey Lahuh Noh.201
97. Con el rostro sombrío llegó a la ciudad de Yximchée. Cuando llegó,
su muerte ya había sido decretada por disposición de los jefes. En cuanto
llegó [Ychal] fue conducido al consejo; pero apenas entró cuando mataron
al rey junto con todos los varones que lo acompañaban. Se apoderaron de sus
criados y aposentadores en cuanto llegaron y exterminaron y mataron a todos
los akajales. Así murió Ychal Amolac en Yximchée. He aquí los nombres
de los guerreros que murieron con él, todos Señores principales: Zoroch,
Hukahic, Tameltoh, Huvarahbix y Vailqahol. Así se llamaban aquellos dis­
tinguidos Señores. Muchos fueron los guerreros que vinieron a morir.
Como resultado de esto cayó la ciudad de Chi Holom. Muchas gentes de
los akajales vivían en las ciudades de Qaxqán, Ralahal Iq, Guguhuyú y Vu-
kuziván. Todas estas ciudades acabaron siendo destruidas por los reyes Ox­
lahuh Tzíi y Bablahuh Tihax. Deseando repoblar Xerahapit, trasladaron allí
a los akajales para que fueran a llorar a sus muertos.

199 V’icán nu mama.


200 In qa hurí qui be.
201 Tok r’elic chic ahauh Lahuh Noh. Los traductores de este documento han leído
aquí que el rey salió el día 10 Noh, pero esto es un error. Aparte de que el sentido de
la frase es muy claro, el subtítulo puesto por el autor al frente de este párrafo confirma
el hecho de que el rey de los akajales se ñamaba Ychal Amolac Lahuh Noh Chicumcuat.
El último nombre es mexicano y significa siete serpientes. Chicomecouatl, según Sahagún,
era la diosa de la abundancia que daba de comer y de beber.

152
He aquí la muerte de Caoké:

98. En Paraxtunyá estaba el rey llamado Belehé Quih, que era vecino
del rey Voo Caok,202 el Atziquinahay.203 Caoké sólo pensaba en la guerra,
tenía la guerra en su corazón. Habiendo construido unas fortificaciones a su
alrededor, el rey Belehé Quih aspiraba al poder supremo. Entonces dijeron
los reyes Oxlahuh Tzíi y Cablahuh Tihax, cuando recibieron la noticia de los
preparativos de guerra: “Los corazones del Atziquinahay y Belehé Quih es­
tán llenos de maldad. Están pensando hacernos la guerra. Caoké se ha pro­
puesto tomar el poder supremo. Conviene que entremos en guerra con él."
Así dijeron los reyes y al instante se decidió la muerte de Caoké y salieron
los guerreros a matarlo. En realidad, Caoké era valiente y era fácil matarlo
porque bajaba trece veces a la ciudad y probaba suerte trece veces al día.
Habiéndose efectuado la guerra, la ciudad de Paraxtunyá cayó en manos de
nuestros abuelos Oxlahuh Tzíi y Cablahuh Tihax y murieron todos los que
hemos nombrado.

Entonces tuvo lugar la revolución de Yximchée:

99. Una cuestión de tierras fue la causa de la lucha iniciada por los aka­
jales que se pusieron a pelear Con los tukuchées, porque los tukuchées habían
destruido las milpas de los akajales. Pronto capturaron y maltrataron a los
hombres que destruyeron las milpas; en la punta de Chiquib lo hicieron las
gentes de aquel tiempo.
100. Los reyes Cablahuh Tihax y Oxlahuh Tzíi eran jueces de los tuku-
chées y de los akajales. Estaban el Señor de los tukuchées llamado Cay Hu­
nahpú, el Atzih Vinak Cavek204 y, además, los jefes Tzirín Yyú y Toxqom
Noh, así llamados. El rey Cay Hunahpú daba muestras de aspirar al poder,
tenía muchos vasallos. Pero el Ahpozotzil y el Ahpoxahil no le entregaron a

™ El día 5 Caok.
203 El rey zutujil.
204 2 Hunahpú, día del calendario. El nombre de Cavek da a entender que este jefe
era de origen quiché.

153
los akajales para que los matara. Efectivamente, Cay Hunahpú ardía en de­
seos de matar a los akajales. Por esta razón, Cay Hunahpú marchó contra los
reyes Cablahuh Tihax y Oxlahuh Tzíi, pues aquel jefe aborrecía al Ahpozotzil
y al Ahpoxahil y pretendía gobernar solo.
Entonces creció la lucha instigada por los jefes, pues el rey Cay Hunahpú
deseaba hacer la revolución. Verdaderamente el rey Cay Hunahpú deseaba
la guerra en su corazón. Este jefe no quería ser humillado por los reyes Ox­
lahuh Tzíi y Cablahuh Tihax, e hizo grandes preparativos después que lo
humillaron.
Los Señores y sus vasallos no deseaban la revuelta y con pena se entera­
ron de ella. Los rayos se llenaron de temor cuando supieron [los preparati­
vos] de Cay Hunahpú, pero no trataron de impedirlos.
101. En seguida se fijó por el rey Cay Hunahpú el día en que debía
tener lugar la revolución, y el día 11 Ah [18 de mayo de 1493] estalló la
revolución. Sacaron de la ciudad a los tukuchées hacia el otro lado del río;
allá fueron y salieron todos los guerreros tukuchées para invadir la ciudad.
Pero no bajaron los guerreros de los reyes Cablahuh Tihax y Oxlahuh Tzíi.
Sólo una división de guerreros obedeció las órdenes de los Señores de Xechi-
pekén, el Ahpop Achí Zinahitoh, que éste era el nombre del varón que man­
daba en Xechipekén.

La muerte de los tukuchées que fueron completamente aniquilados:

102. Al apuntar en el horizonte el día 11 Ah irrumpieron los tukuchées


desde el otro lado de la ciudad. Al instante se oyó el sonido de las flautas
y el toque de los tambores del rey Cay Hunahpú, quien estaba revestido de
sus armas de guerra, cubierto de plumas resplandecientes y guirnaldas torna­
soladas, con coronas de metal y pedrería. Cuando irrumpieron desde el otro
lado del río infundieron terror. No era posible contar a los tukuchées; no
eran ocho mil, no eran dieciséis mil.
Luego comenzó el ataque a la ciudad en el extremo del puente, lugar que
había escogido Chucuybatzín para la guerra y para llevar a los tukuchées a la
revuelta. Cuatro mujeres se habían armado de cotas de algodón y de arcos,
disfrazándose para la guerra como cuatro jóvenes guerreros.205 Las flechas
lanzadas por estas combatientes penetraron en la estera de Chucuybatzín.206
Fue espantosa la gran revolución que hicieron los Señores antiguamente.
Después de la lucha llevaron a enseñar los cuerpos de las mujeres al cuar­
tel de los zotziles y los xahiles, de donde procedían. De ahí salió una divi­
sión que apareció en el camino real junto al foso profundo, y ella sola dis­
persó a los guerreros de Tibaqoy y Raxacán a lo largo del camino. Sólo dos
[hombres] cayeron cuando los pusieron en fuga. Y el que había ido al otro
lado de la ciudad a lanzar la revolución y la matanza y había sido hecho pe­
dazos era el Ahpop Achí Zinahitoh, Señor de Xechipekén.

205 ¿Amazonas?
206 X-oc chuva ru pop Chucuybatzín. La estera o petate era el símbolo de la autori­
dad del jefe.

154
103. En seguida hicieron pedazos a los tukuchées. Pronto fueron de­
rrotados; ya no peleaban y se echaron a huir. Los soldados fueron aniqui­
lados, y dieron muerte a las mujeres y a los niños. Murió207 el rey Cay Hu­
nahpú, murieron los jefes Tzirín Iyú y Toxqom Noh y todos los padres e
hijos de los Señores. Los de Tibaqoy y de Raxacán se fueron en seguida al
Quiché; otra parte se fue al territorio zutujil, se confundieron entre sus va­
sallos y se dispersaron.
Así fue antiguamente la destrucción de los tukuchées ¡oh hijos míos! La
llevaron a cabo nuestros abuelos Oxlahuh Tzíi y Cablahuh Tihax. El día
11 Ah fue la dispersión de los tukuchées.
104. En el undécimo mes después de la revuelta los quichés quisieron
matar a los de Tibaqoy y entonces los tukuchées se dirigieron a Chiavar
a matar a los quichés y los aniquilaron en el lugar llamado Yaxón Tzíi, el día
9 Caok [10 de diciembre de 1493].
105. En el decimosexto mes Hespués de la revolución murió Zinahitoh,
quien quería derrocar al Ahauh Atzih Vinak Ahmoxnay. Zinahitoh quería
asumir él solo el poder pasando sobre los jefes, y por eso mataron a Zina­
hitoh. Muchos guerreros fueron a matarlo a la ciudad el día 11 Can [26 de
mayo de 1494].
106. Un año menos diez días después de la revolución ahorcaron al
Ahauh Atzih Vinak Ahmoxnay, el día 11 Akbal [12 de junio de 1494].
Hicieron pedazos el cuerpo en descomposición del Señor.208 Así lo mataron.
El día 8 Ah [22 de junio de 1494] se cumplió un año después de la
revolución.
107. Poco menos de dos años después de la muerte de los tukuchées
fueron muertos los zutujiles en Zahcab el día 1 Ahmak [10 de julio de 1495].
Los zutujiles fueron muertos y aniquilados y sus jefes Nahtihay y Ahquibihay
se entregaron. Sólo el Señor Voo Caok, el Ahtziquinahay, nó se rindió, pero
su corazón estaba lleno de malas intenciones hacia los cakchiqueles.
El día 5 Ah [27 de julio de 1495] se cumplieron dos años después de la
revolución.
El día 2 Ah [30 de agosto de 1496] se cumplieron tres años después
de la revolución.
108. El día 3 Queh [13 de septiembre de 1496 o 31 de mayo de 1497]
hubo una revuelta en el Quiché. Los tukuchées fueron a tomar parte allá en
el Quiché.
El día 12 Ah [4 de octubre de 1497] se cumplió el cuarto año después
de la revolución.
109. Durante el quinto año murieron los de Mixcu, tributarios del rey
Cablahuh Tihax, que querían asumir el poder. El día 7 Camey [16 de di­

207 X-u ya, literalmente, “se entregó”, pero debe entenderse que él y sus compañe­
ros recibieron la muerte.
208 X a x-u hach coboyel ahaua. “Por haber detenido a los mensajeros del rey” , es el
sentido que los traductores han dado a esta frase, no obstante ser relativamente clara.
Sólo puede haber duda respecto al adjetivo coboyel. Coboco significa hediondo, según el
Diccionario Cakchiquel, y ésa es la interpretación que le hemos dado a la palabra del
texto.

155
ciembre de 1497] cayeron los guerreros sobre la ciudad de los de Mixcu y
los aniquilaron.
110. Murieron entonces los yaquis de Xivicu que se habían aliado al
rev Voo Caok, Señor de los akajales,209 cuando el pueblo akajal se levantó
queriendo apoderarse del mando de aquel lugar.
111. Seis días faltaban para que se cumplieran cinco años desde la re­
volución, cuando los akajales recibieron la muerte frente a la ciudad porque
el rey Voo Caok quería asumir el mando del lugar210
El día 9 Ah [8 de noviembre de 1498] se cumplieron cinco años des­
pués de la revolución.
El día 6 Ah [13 de diciembre de 1499] se cumplieron seis años después
de la revolución.
El día 3 Ah [16 de enero de 1501] se cumplieron siete años después de
la revolución.
112. Durante el octavo año después de la revolución, los zutujiles fue­
ron exterminados por los de Xeynup y Xepalica; fueron muertos y aniquila­
dos. Zakbín y Ahmak perecieron el día 13 Ahmak [8 de febrero o 25 de oc­
tubre de 1501].
El día 13 Ah [20 de febrero de 1502] se cumplieron ocho años desde
la revolución.
El día 10 Ah [27 de marzo de 1503] se cumplieron nueve años desde
la revolución.
113. Doce días antes del décimo año después de la revolución, nuestro
abuelo el rey Oxlahuh Tzíi les impuso el escudo a los cakchiqueles.211 En
verdad demostró su gran poder cuando hizo venir a Yximchée a todas las
tribus. Esto pasó el día 8 Ymox [18 de abril de 1504].
El día 7 Ah [30 de abril de 1504] se cumplió el décimo año después de
la revolución.
El día 4 Ah [4 de junio de 1505] se cumplió el undécimo año después
de la revolución.
El día 1 Ah [9 de julio de 1506] se cumplió el duodécimo año de la
revolución.
El día 11 Ah [13 de agosto de 1507] se cumplió el decimotercer año
de la revolución.
114. El día 13 Tziquín [15 de agosto de 1507 o 1® de mayo de 1508]
murió la Señora Voo Queh,212 mujer de Lahuh Tihax, hijo de Qikab.
Estaba para terminar el decimocuarto año después de la revolución cuan­
do murió también nuestro abuelo Oxlahuh Tzíi. Murió el día 3 Ahmak
[20 de julio de 1508]. Este rey se había hecho temer verdaderamente por

209 En el párrafo 107 se ha dicho que Voo Caok era el Ahtziquinahay, o rey de los
zutujiles, y aquí se le llama Señor de los akajales. Podrían ser dos personas distintas con
un mismo nombre, 5 Caok, pero lo más probable es que en uno u otro lugar haya un
error de copia.
210 Xa x-rab gagar chic ahauh Voo Caok, en el original.
211 X-iko pokob Cakchequel. Esta frase puede interpretarse en el sentido de que el
rey cakchiquel alistó en aquella fecha a sus vasallos en las filas del ejército.
212 3 Queh, día del calendario.

156
su poder. Jamás fue vencido desde el día en que nació; hizo muchas guerras
y conquistó muchas ciudades hasta el día en que murió. Los siguientes son
los hijos de este rey:
115. Hunyg se llamaba su hijo primogénito que entró a gobernar a la
muerte de su padre el rey Oxlahuh Tzíi. Las cuatro parcialidades unánime­
mente consintieron en que gobernara el rey Hunyg.
Vakaki Ahmak era el nombre del segundo hijo.
Noh era el tercer hijo.
Belehé Qat era el cuarto hijo.
Ymox era el quinto hijo.
Noh, el sexto.
Maku Ixquhay se llamaba la Señora esposa del rey Oxlahuh Tzíi. Tuvie­
ron tres hijos, el mayor de los cuales era el rey Hunyg. Otras dos mujeres
fueron madres cada una de parte de los hijos del rey. La cuñada del rey tuvo
a Belehé Qat.2i3
El día 8 Ah [16 de septiembre de 1508] se cumplieron catorce años
desde la revolución.
116. Luego murió el rey Cablahuh Tihax; el día 4 Ey [2 de febrero
de 1509] murió el rey.
El día 5 Ah [21 de octubre de 1509] se cumplieron quince años desde
la revolución.
117. En seguida entró a gobernar el rey llamado Lahuh Noh, hijo pri­
mogénito de Cablahuh Tihax. Por este tiempo los reyes Hunyg y Lahuh Noh
recibieron a los yaquis de Culuacán. El día 1 Toh [4 de julio de 1510] lle­
garon los yaquis, mensajeros del rey Modeczumatzin, rey de Mexicu.214
118. Nosotros vimos cuando llegaron los yaquis de Culuacán. Estos
yaquis, que vinieron hace muchos años, eran muy numerosos ¡oh hijos míos!
Reinaban entonces nuestros abuelos Hunyg y Lahuh Noh.
El día 2 Ah [25 de noviembre de 1510] se cumplieron dieciséis años
después de la revolución.
119. En el curso de este año se reanudó la guerra con los quichés. El
día 8 Ganel [12 de mayo de 1511] entramos al Quiché, gobernando Hunyg,
nuestro abuelo, y el Nimá Ahpop Achí, abuelo vuestro, cuando llevaron la
guerra al Quiché ¡oh hijos míos! Los que hicieron la guerra al Quiché fue­
ron vuestro abuelo el Ahpop Achí Balam, el Ahpop Achí Ygich y el Galel
Achí Qatú, quienes dieron muerte a mucha gente quiché. Pero no fue de
esta manera como se engrandecieron nuestros padres y abuelos.
El día 12 Ah [30 de diciembre de 1511] se cumplieron diecisiete años
después de la revolución.
El día 9 Ah [2 de febrero de 1513] se cumplieron dieciocho años des­
pués de la revolución.

120. Durante este año pasaron los animales, salieron del bosque las pa­
lomas. El día 3 Coak [20 de marzo de 1513] pasaron las palomas por la
ciudad de Yximché, y en verdad causaban espanto los animales.

213 X a ri xnam ahauh x-alán ri Belehé Qat.

157
121. Cien días después de haber salido las palomas del bosque, llegó
la langosta. El día 2 Yq [30 de junio de 1513] pasó por la ciudad y en ver­
dad causó gran alarma en aquel tiempo antiguo el paso de la langosta.
122. Nueve gentes fueron quemadas en Yximché. Un incendio destruyó
la ciudad el día 4 Camey [31 de diciembre de 1513]. Nuestro abuelo el rey
Hunyg no estaba allí, se encontraba en el otro lado del río; no estaban nues­
tros padres y abuelos cuando se incendió la ciudad. Todos presenciamos [el
incendio] ¡oh hijos míos!
El día 6 Ah215 [9 de marzo de 1514] se cumplieron diecinueve años
desde la revolución.
123. Durante este año vuestros abuelos mataron a los quichés en el
río Zotzil. Muchos Señores principales perecieron cuando llevaron allá la
guerra.
124. Nuevamente fueron aniquilados los quichés y sufrieron pérdidas
cuando Mukché fue invadido por los quichés. Muchos de los jefes princi­
pales216 y el Galel Achí perecieron en ese lugar; murieron también muchos
de menor categoría. Y nuestros padres y abuelos hicieron muchos prisioneros.
El día 3 Ah [13 de abril de 1515] se cumplió un ciclo de veinte años217
desde la muerte de los tukuchées que hicieron la revolución.
El día 13 Ah [17 de mayo de 1516] se cumplió un año más [21].
125. Durante este año el rey Lahuh Noh llevó sus armas a Cakhay.218
El día 8 Ganel [20 de enero de 1517] fue ocupada la fortaleza. Los jefes
hicieron allí una demostración de fuerza verdaderamente grande. Llegaron
todas las siete tribus, Hunyg y Lahuh Noh la hicieron. Hicieron esta guerra
vuestros abuelos el Ahpop Achí Balam, el Ahpop Achí Ygich y el Galel
Achí Qatú.
Se cumplió el 2 2 ° año de la revolución el día 10 Ah [21 de junio
de 1517].
126. Durante este año nuestros padres y abuelos destruyeron de nuevo
a los quichés; los exterminaron como por el rayo. Se encontraron con los
quichés dos divisiones de soldados. En esa ocasión se entregó Yaxonkik, hijo
del jefe Ahpoptuh, y muchos otros Señores principales. Así se engrandecie­
ron vuestros abuelos ¡oh hijos míos! Muchos prisioneros hicieron también
en la guerra de que hablamos.
El día 7 Ah [26 de julio de 1518] se cumplió el 23.° año después de
la revolución.

214 Estos mensajeros mexicanos, yaquis de Culuacán, deben haber sido enviados en
1510 por el emperador Moctezuma II.
215 Chi vahxaqui Ah, o sea el 8 Ah, se lee en el original, pero es evidentemente
un error.
216 Qiy nimak rahpop achij.
217 Hu may, o sea un período de veinte años, semejante al katún maya, pero más
fiel que éste al sistema vigesimal de numeración que usaban los antiguos indios ameri­
canos. Son exactamente 20 X 400, o sea 8,000 días.
218 Cakhay, literalmente, “casa roja” , era el nombre que daban los indios a las pirá­
mides erigidas para fines religiosos y que servían, además, de fortalezas para la defensa.
Eran semejantes a los teocalli de México. Cakhay se hallaba a una legua al oeste de Ra­
binal, según Brasseur de Bourbourg.

158
El día 4 Ah [30 de agosto de 1519] se cumplió el 24.° año después de
la revolución.
127. He aquí que durante el quinto año apareció la peste ¡oh hijos
míos! Primero se enfermaban de tos, padecían de sangre de narices y de
mal de orina. Fue verdaderamente terrible el número de muertes que hubo
en esa época. Murió entonces el príncipe Vakaki Ahmak. Poco a poco gran­
des sombras y completa noche envolvieron a nuestros padres y abuelos y
a nosotros también ¡oh hijos míos! cuando reinaba la peste.
El día 1 Ah [3 de octubre de 1520] se cumplió un ciclo y cinco años
de la revolución, mientras azotaba la peste.
128. En el curso de este año en que azotaba la epidemia murió nuestro
padre y abuelo, Diego Juan.219
El día 5 Ah [12 de marzo de 1521] emprendieron nuestros abuelos la
guerra contra Panatacat, cuando comenzaba a extenderse la peste.220 Era te­
rrible en verdad el número de muertes entre la gente. De ninguna manera
podía la gente contener la enfermedad.
129. A los cuarenta [días] de haber comenzado la epidemia murió
nuestro padre y abuelo; el día 12 Camey [14 de abril de 1521] murió el rey
Hunyg, vuestro bisabuelo.
130. A los dos días murió también nuestro padre, el Ahpop Achí Ba­
lam, vuestro abuelo ¡oh hijos míos! Juntos murieron nuestros abuelos y
padres.
Grande era la corrupción de los muertos. Después de haber sucumbido
nuestros padres y abuelos, la mitad de la gente huyó hacia los campos. Los
perros y los buitres devoraban los cadáveres. La mortandad era terrible. Mu­
rieron nuestros abuelos y junto con ellos murieron el hijo del rey y sus her­
manos y parientes. Así fue como nosotros quedamos huérfanos ¡oh hijos
míos! Así quedamos cuando éramos jóvenes. Todos quedamos así. ¡Para
morir nacimos! 221

Nombres de nuestros antepasados hijos de reyes:

131. El Ahpop Achí Balam, así llamado, hijo primogénito del rey Hu-
nyg, estaba ya investido de mando entre los jefes cuando llegó la grande y
mortal epidemia.
132. El segundo hijo se llamaba Ahmak; hijo suyo es don Pedro Solís.
Tohín fue el tercer hijo. No dejó descendencia y murió con el rey, mu­
rieron nuestros tres padres.

219 Brinton no podía explicarse la aparición de este nombre castellano antes de la


Conquista. Diego Juan debe de haber sido uno de tantos indios bautizados por los espa­
ñoles años más tarde, y que anotó la muerte de sus padres en el libro común de Sololá.
220 La ciudad actual de Escuintla. Alvarado atacó y destruyó en 1524 aquel antiguo
pueblo de raza pipil que en su Relación a Cortés llama Yscuintepeque. La peste que
azotaba a los pueblos en ese tiempo pudo ser la viruela, que comenzó a diezmar a los
habitantes de la Isla Española en 1517 y que, según se dice, fue introducida en México
por un negro del ejército de Pánfilo de Narváez.
221 Ru poyibal alaxic.

159
133 Nuestro padre Francisco, el Ahpop Achí Tzián, fue el cuarto hijo.
134. El quinto hijo fue Balam, quien no dejó descendencia.
135. Ahtzalam Hunahpú fue el sexto hijo. El y otros tres de nuestros
abuelos se libraron de la epidemia. En cuanto a todos nosotros, éramos niños,
sobrevivimos y pudimos ver toda la peste ¡oh hijos míos!
Este es el nombre de nuestra abuela la primera esposa del rey Hunyg,
era una Señora llamada Chuvy Tzut; tuvo tres hijos: nuestro padre, el pa­
dre de don Pedro Solís, y Tohín, que no tuvo hijos. Y habiendo muerto la
Señora Chuvy Tzut, ocupó su lugar la Señora Ixgekaquch, mujer ahtziqui-
nahay [zutujil], madre del Ahpop Achí Tzián y de Balam. Dos hijos tuvieron.
136. Cien días después de la muerte de los reyes Hunyg y Lahuh Noh
fueron electos reyes Cahi Ymox y Belehé Qat\ 222 el día 1 Can [11 de agosto
de 1521] fueron electos; pero sólo uno entró a gobernar, Belehé Qat, que
se había salvado [de la peste]. Nosotros éramos niños y estábamos solos;
ninguno de nuestros padres se había salvado. Tzián y Balam también esta­
ban pequeños y éstos éramos los descendientes del rey Hunyg. Por esta ra­
zón gobernó Belehé Qat, pero se declaró que sólo entraba a gobernar un año
como Galel Qamahay, porque el Señor Atzih Vinak Baqahol no deseaba la
llegada al gobierno de Belehé Qat. Lo que deseaba el Señor Atzih Vinak
Bagahol era que entrara al gobierno nuestro padre el Ahpop Achí Tzián.
Así fue su entrada al gobierno.
Lo que pasó durante el 26.a año:
137. Veinte días después de la elección de los reyes estalló una revo­
lución contra el Ahtziquinahay, la cual tuvo lugar el día 10 Queh [2 de sep­
tiembre de 1521]. Los jefes, el Ahtziquinahay y Qitzihay llegaron a Yxim­
chée buscando auxilio; llegaron para reclutar soldados.
138. Doce días después, el día 11 Ymox [16 de septiembre de 1521],
los zotziles y tukuchées mataron a las tribus zutujiles; murieron los de Tzi-
quinahay. Hicieron muchísimos prisioneros. Y por esta razón los zutujiles,
temiendo la muerte, entregaron sus joyas y dinero y la ciudad de Xepoyom
fue capturada. En seguida regresaron a sus hogares los reyes Tepepul Ahtzi­
quinahay y Qitzihay.
139. Por aquel tiempo huyeron todos los de Xecaká Ahah y fueron a
refugiarse entre los cakchiqueles. Llegaron entonces a la ciudad numerosos
zutujiles que querían hacer la guerra contra los de Tziquinahá y de Pavacal,
pues deseaban unirse entre sí porque los soldados habían sido insultados por
los de Pavácal.
140. El día 9 Batz [5 de noviembre de 1521] hubo una matanza en
Lakanabah y en Chitulul; no quedó ninguno de los Señores principales. Sólo
los hombres de Belehé Qat y Cahí Ymox tomaron parte en esto.
El día 11 Ah [7 de noviembre de 1521] se cumplieron 26 años desde
la revolución.
141. Ha pasado un año desde que murieron nuestros padres y abuelos
a consecuencia de la peste.
222 4 Ymox y 9 Qat, días del calendario.

160
142. Durante este año nos casamos con vuestra madre ¡oh hijos m íos!,
un año después de haber muerto vuestros abuelos; el día 12 Toh [22 de
mayo de 1522] tomamos esposa.
El día 8 Ah [12 de diciembre de 1522] se cumplió el 27.° año de la
revolución.
143. Durante este año cesó la guerra con el Quiché; en su undécimo
año cesó la guerra del Quiché.
El día 5 Ah [16 de enero de 1524] se cumplieron 28 años.

SEGUNDA PARTE

Llegada de los castellanos a Xetulul: 223

144. D urante este año llegaron los castellanos. Hace cuarenta y nueve
años que llegaron los castellanos a Xepit y Xetulul,224
El día 1 Ganel [20 de febrero de 1524] fueron destruidos los quichés
por los castellanos. Su jefe, el llamado Tunatiuh Avilantaron conquistó to­
dos los pueblos. Hasta entonces no eran conocidas sus caras. Hasta hacía
poco se rendía culto a la madera y la piedra.226
145. Habiendo llegado a Xelahubf 21 derrotaron allí a los quichés; fue­
ron exterminados todos los quichés que habían salido al encuentro de los
castellanos. Entonces fueron destruidos los quichés frente a Xelahub.
146. Luego salieron [los españoles] para la ciudad de Gumarcaah, don­
de fueron recibidos por los reyes, el Ahpop y el Ahpop Qamahay, y los qui­
chés les pagaron el tributo. Pronto fueron sometidos los reyes a tormento
por Tunatiuh.
223 Culibal Castilán vinak. Los indios adoptaron la palabra castilán, variante de cas­
tellano, para designar a los españoles.
224 Xepit, “ bajo el árbol de guanacaste” (Enterólobium cyclocarpum), pich en maya.
Xetulul, “bajo los zapotes” , árbol y fruta del trópico. Los mexicanos tradujeron a su
lengua el nombre de este lugar y lo llamaron Zapotitlán. Es la región de la costa del Pa­
cífico, en el actual Departamento de Suchitepéquez, “cerro de flores” . Los españoles
llegaron a Xetulul en febrero de 1524. Dice el autor del ms. cakchiquel que cuando
escribía esta parte hacía 49 años que habían llegado los castellanos. Por consiguiente,
debe haberla escrito en el año 1573, si se trata de años cristianos, o en octubre de 1577,
si son años cakchiqueles.
225 El Adelantado Don Pedro de Alvarado, conquistador de Guatemala, Teniente de
Cortés en la conquista de México y enviado por él en diciembre de 1523 a someter los
reinos indígenas del sur. Bajo un rostro agraciado y sonriente ocultaba un alma cruel.
Por su gallarda apostura y rubios cabellos los mexicanos le apellidaron Tonatiuh, el sol.
226 Es decir, a los ídolos.
227 El nombre quiché de esta ciudad era Xelahub, que significa debajo de diez, lo
que interpretan algunos autores diciendo que estaba gobernada por diez jefes. Los mexi­
canos cambiaron ese nombre por Quetzaltenango, o lugar de quetzalli, las plumas verdes
y largas del quetzal (Pharomacrus moccino, De la Llave) con que se adornaban los jefes
quichés que perecieron luchando con los españoles.

161
147. El día 4 Qat [7 de marzo de 1524] los reyes Ahpop y Ahpop
Qamahay fueron quemados por Tunatiuh.228 No tenía compasión por la gente
el corazón de Tunatiuh durante la guerra.229
En seguida llegó un mensajero de Tunatiuh ante los reyes [cakchiqueles]
para que le enviaran soldados: “Que vengan los guerreros del Ahpozotzil y
el Ahpoxahil a matar a los quichés” , dijo a los reyes el mensajero. La orden
de Tinatiuh fue obedecida al instante y dos mil soldados marcharon a la ma­
tanza de los quichés.230 Unicamente partieron los hombres de la ciudad; los
demás guerreros no bajaron a presentarse ante los reyes. Sólo tres veces fue­
ron los soldados a recoger el tributo de los quichés. Nosotros también fuimos
a recibirlo para Tunatiuh ¡oh hijos míos!

Cómo vinieron a Yximchée:

148. El día 1 Hunahpú [12 de abril de 1524] llegaron los castellanos


a la ciudad de Yximchée; su jefe se llamaba Tunatiuh. Los reyes Belehé Qat.
y Cahí Ymox salieron al punto a encontrar a Tunatiuh. El corazón de Tuna­
tiuh estaba bien dispuesto para con los reyes cuando llegó a la ciudad. No
había habido lucha y Tunatiuh estaba contento cuando llegó a Yximchée.
De esta manera llegaron antaño los castellanos ¡oh hijos míos! En verdad
infundían miedo cuando llegaron. Sus caras eran extrañas. Los Señores los
tomaron por dioses. Nosotros mismos, vuestro padre, fuimos a verlos cuando
entraron a Yximchée.
Tunatiuh durmió en la casa de Tzupam. Al siguiente día apareció el jefe,
causando terror a los guerreros, y se dirigió a la residencia donde se encon­
traban los reyes. “ ¿Por qué me hacéis la guerra a mí cuando yo os la puedo
hacer a vosotros?” , dijo. Y los reyes contestaron: “No hay tal, porqué de
esa manera morirían muchos hombres. Allí has visto cómo están sus despojos
en los barrancos.” Y en seguida entró a la casa del Señor Chicbal.
149. Luego preguntó Tunatiuh a los reyes qué enemigos tenían. Los
reyes contestaron: “Dos son nuestros enemigos ¡oh Dios! los zutujiles y

228 Chi cahi Qat ka x-e porox ahahua Ahpop, Ahpop Qamahay ruma Tunatiuh. Estas
lacónicas palabras, que el ms. indígena emplea para referir el sacrificio de los reyes
quichés, están de acuerdo con el relato de Alvarado en su primera Relación a Cortés,
en la que dice: “Y viendo que con correrles la tierra y quemárselas yo los podía atraer
al servicio de S. M. determiné de quemar a los señores, los cuales dijeron al tiempo que
los quería quemar, como parecerá por sus confesiones, que ellos eran los que habían
mandado hacer la guerra y los que la hacían... Y como cognoscí de ellos tan mala volun­
tad al servicio de S. Majestad y para el bien y sociego desta tierra, yo los quemé y mandé
quemar la cibdad y poner por^los cimientos.” La versión de este hecho que se lee en el
capítulo final del Popol Vuh es diferente. Allí se dice que los reyes Oxib-Quieh y Be­
leheb-Tzi fueron ahorcados por los castellanos: x-e hitzaxic rumal Castilán vinac. La rela­
ción de Alvarado y la tradición cakchiquel prestan mayor fuerza a la primera versión de
la tragedia.
229 Maqui iqo vinak ru qux Tunatiuh chi labal. “Los estragos ordinarios de la guerra
no eran suficientes a saciar su cólera”, se lee en la versión de Gavarrete.
230 Vomuch achihá, o sea vo, 5, omuch, 400; 5 X 400, 2,000 soldados. Dos mil hom­
bres, dicen Bernal Díaz, Vázquez y Ximénez. “Me embió quatro mil hombres” , dice Alva­
rado en su primera Relación a Cortés.

162
[los de] VanatacatP1 Así les dijeron los reyes. Apenas cinco días después
salió Tunatiuh de la ciudad. Los zutujiles fueron conquistados en seguida
por los castellanos. El día 7 Camey [18 de abril de 1524] fueron destruidos
los zutujiles por Tunatiuh.
150. Veinticinco días después de haber llegado a la ciudad [Yximchée]
partió Tunatiuh para Cuzcatán, destruyendo de paso a AtacatP2 El día 2
Queh [9 de mayo] los castellanos mataron a los de Atacat. Todos los gue­
rreros y sus mexicanos fueron con Tunatiuh a la conquista.
151. El día 10 Hunahpú [21 de julio de 1524] llegó [a Yximchée]
de regreso de Cuzcatán; 233 hacía dos meses que había salido para Cuzcatán
cuando llegó a la ciudad. Tunatiuh pidió entonces a una de las hijas del rey
y los Señores se la dieron a Tunatiuh.

Demanda de dinero:

152. Luego Tunatiuh les pidió dinero a los reyes. Quería que le dieran
montones de metal, sus vasijas y coronas. Y como no se las trajesen inme­
diatamente, Tunatiuh se enojó con los reyes y les dijo: “ ¿Por qué no me

231 El zutujil o atziquinahay era el pueblo establecido en las márgenes meridionales


del Lago de Atitlán. Vanatacat era el pueblo que los mexicanos llamaron Izquintepec,
hoy Escuintla, en la costa del Pacífico de Guatemala.
232 El capitán español pudo haber tomado un camino más directo para ir a la con­
quista de Cuzcatán (en lengua mexicana, lugar de piedras preciosas, hoy República de
El Salvador); pero de acuerdo con los reyes cakchiqueles, decidió pasar conquistando a
Atacat, o sea el pueblo que Alvarado llama en su segunda Relación Yscuintepeque hoy
Escuintla, en la costa del Pacífico. Por el hecho de mencionarse juntos en este párrafo
los nombres de Cuzcatán y Atacat, y por una mala división de las palabras del original,
que carece de puntuación, Brasseur de Bourbourg tradujo con inexactitud este párrafo
del manuscrito cakchiquel, diciendo que los españoles habían dado muerte a un cacique'
de Cuzcatlán a quien discurrió llamar Atlacatl, variante del nombre que el documento
indígena usa en tres lugares diferentes para designar el pueblo de Escuintla. En su His-
toire des Nations Civilisées du Mexique et de VAmérique Centrale, Brasseur repitió la
noticia de que Alvarado mató al cacique Atlacatl ainsi que tous les seigneurs de sa cour,
expresión que con justicia critica Bancroft (Central America, I), ya que, en realidad, los
jefes y el pueblo de Cuzcatlán se habían escapado a las montañas, y Alvarado tuvo que
contentarse con procesarlos y condenarlos en rebeldía. Alvarado dice con toda claridad en
su Relación que ni el rey de Cuzcatlán ni sus súbditos pudieron ser habidos porque no
quedó hombre de ellos en el pueblo, pues todos “se fueron a las sierras” . Y agrega que
despachó mensajeros a llamar a los señores. Y como éstos no quisieron volver —dice—
“yo hice proceso contra ellos y contra los otros que me habían dado la guerra y los
llamé por pregones y tampoco quisieron venir; e como vi su rebeldía y el proceso cerra­
do, los sentencié y di por traidores y a pena de muerte a los señores destas provincias” .
Brasseur de Bourbourg rectificó más tarde el nombre que había dado al rey de Cuzcatlán,
diciendo que aquel príncipe se llamaba Atonal (“sol de agua” ), y que había perecido en
el combate junto con la flor de sus guerreros, noticias ambas desprovistas de fundamento.
233 Cuatro días después, el 25 de julio de 1524, día de Santiago, 1 Qat del calen­
dario cakchiquel, fundó Alvarado en Yximchée la ciudad de Santiago de los Caballeros
de Guatemala, pero ésta no se edificó allí, sino en Bulbuxyá, en 1527, como se verá más
adelante. La fundación en Yximchée no pasó de ser una fórmula que no dejó el menor
recuerdo en la crónica cakchiquel. En realidad, los acontecimientos no permitieron que
los españoles llevaran adelante la construcción de su capital en el asiento de la antigua
corte de los indios.

163
habéis traído el metal? Si no traéis con vosotros todo el dinero de las tribus,
os quemaré y os ahorcaré", les dijo a los Señores.
153. En seguida los sentenció Tunatiuh a pagar mil doscientos pesos
de oro. Los reyes trataron de obtener una rebaja y se echaron a llorar, pero
Tunatiuh no consintió y les dijo: “Conseguid el metal y traedlo dentro de
cinco días.234 ¡Ay de vosotros si no lo traéis! ¡Yo conozco mi corazón! ”
Así les dijo a los Señores.
154. Habían entregado ya la mitad del dinero a Tunatiuh cuando se
presentó un hombre, agente del demonio,235 quien dijo a los reyes: “Yo soy
el rayo. Yo mataré a los castellanos; por el fuego perecerán. Cuando yo
toque el tambor salgan [todos] de la ciudad, que se vayan los Señores al
otro lado del río. Esto haré el día 7 Ahmak [26 de agosto de 1524]” . Así
habló aquel demonio a los Señores. Y, efectivamente, los Señores creyeron
que debían acatar las órdenes de aquel hombre. Ya se había entregado la
mitad del dinero cuando nos escapamos.

Entonces nos fugamos de la ciudad:

155. El día 7 Ahmak pusimos en ejecución nuestra fuga. Entonces


abandonamos la ciudad de Yximchée, a causa del hombre demonio. Después
salieron los reyes. “Ciertamente morirá al punto Tunatiuh” , dijeron. “Ya
no hay guerra en el corazón de Tunatiuh, ahora está contento con el metal
que se le ha dado.”
Así fue como, a causa del hombre demonio, abandonamos entonces nues­
tra ciudad el día 7 Ahmak, ¡oh hijos míos!
156. Pero Tunatiuh supo lo que habían hecho los reyes. Diez días des­
pués que nos fugamos de la ciudad, Tunatiuh comenzó a hacernos la guerra.
El día 4 Camey [5 de septiembre de 1524] comenzaron a hacernos sufrir.
Nosotros nos dispersamos bajo los árboles, bajo los bejucos ¡oh hijos míos!
Todas nuestras tribus entraron en lucha con Tunatiuh. Los castellanos co­
menzaron en seguida a marcharse, salieron de la ciudad, dejándola desierta.
En seguida comenzaron los cakchiqueles a hostilizar a los castellanos.
Abrieron pozos y hoyos para los caballos y sembraron estacas agudas para

234 Nuestra traducción de este pasaje difiere radicalmente de las de nuestros prede­
cesores. El manuscrito original dice: Tok x-u qat ka Tunatiuh oxo ko peso chi gana
puvak. Los traductores han leído hasta ahora que Alvarado había arrancado a los reyes
tres ornamentos o anillos de la nariz o de las orejas, pero qat no significa aquí arrancar,
sino sentenciar. Tampoco se menciona parte alguna de la cara. El original dice clara­
mente que la sentencia del conquistador fue por 1,200 pesos de oro, gana puvak, metal
amarillo. Oxo es 3, y ko el numeral 400; 3 veces 400 son 1,200. El texto habla también
de la súplica doliente de los reyes para que Alvarado rebajara la multa, y de la negativa
y amenazas del conquistador. La rectificación que aquí hacemos de uno de los cargos de
crueldad que se han hecho a Alvarado es importante, porque desde la primera traducción
errónea de este pasaje la conducta del capitán español con respecto a los reyes cakchique­
les se ha venido citando en todas las historias como una de las muestras más características
de su genio violento y sanguinario.
235 Hun achí qaxtok.

164
que se mataran.236 Al mismo tiempo la gente les hacía la guerra. Muchos cas­
tellanos perecieron y los caballos murieron en las trampas para caballos. Mu­
rieron también los quichés y los zutujiles; de esta manera fueron destruidos
todos los pueblos por los cakchiqueles.237 Sólo así los dejaron respirar los
castellanos, y así también les concedieron [a éstos] una tregua todas las
tribus.
El noveno mes después de nuestra huida de Yximchée se cumplieron
29 años.
El día 2 Ah [19 de febrero de 1525] se cumplió el 2 9 ° año después
de la revolución.
157. Durante el décimo año [del 2 ° ciclo] continuó la guerra con los
castellanos. Los castellanos se habían trasladado a Xepau.m Desde allí, du­
rante el décimo año, nos dieron la guerra y mataron a los hombres valientes.
158. Luego salió Tunatiuh de Xepau y comenzó a hostilizarnos porque
la gente no se humillaba ante él. Habían transcurrido seis meses del segundo
año de nuestra huida de la ciudad, [o sea de] cuando la abandonamos y nos
fuimos, cuando llegó a ella de paso Tunatiuh y la quemó. El día 4 Camey
[7 de febrero de 1526] incendió la ciudad; a los seis meses del'segundo
año de la guerra lo ejecutó y se marchó de regreso.
El día 12 Ah [26 de marzo de 1526] se cumplió el 30 año de la re­
volución.
159. Durante el transcurso de este año tuvo algún descanso nuestro
corazón. Igualmente lo tuvieron los reyes Cahí Ymox y Belehé Qat. No nos

236 “Hicieron muchos hoyos e minas con estacas cubiertas con tierra e yerva donde
cayeron e murieron muchos cavallos y españoles.” Provanza de los descargos de D. Pedro
de Alvarado, en Proceso de residencia contra Pedro de Alvarado (1529). México, 1847.
237 Alvarado obligó a los zutujiles a pelear contra los cakchiqueles. En la Relación
del pueblo y cabecera de Atitlán se lee que “D. Pedro de Alvarado sacó del pueblo can­
tidad de gente, a veces seiscientos indios soldados, para dar guerra a los indios del pueblo
y cabecera de Tecpán-Quauhtemallan a otras provincias que estaban rebeldes” . En la
misma forma ha de haber exigido el capitán español la ayuda de algunos pueblos del
Quiché contra sus antiguos enemigos los cakchiqueles.
238 Los historiadores de la Conquista no han podido descubrir cuál era el lugar de
Xepau que menciona el manuscrito cakchiquel como el cuartel general desde donde los
castellanos dirigían la guerra contra los pueblos indígenas del interior de Guatemala, su­
blevados desde 1524. Este lugar se encontraba en el occidente del país, puesto que tenía
comunicación fácil con México y a él llegaron 200 soldados españoles que Cortés envió
a Alvarado para ayudarlo a la pacificación de la tierra. Bernal Díaz del Castillo resuelve
el enigma de Xepau en el capítulo cxcm de su Verdadera Historia cuando relata el re­
greso de las tropas que acompañaron a Cortés a Honduras y dice que no habiendo acep­
tado la invitación que Alvarado hizo a los de Guatemala y a otros pueblos de la comarca
para que llegaran a Yximchée a tratar con él acerca de la paz, los castellanos se fueron
sin parar “hasta donde Pedro de Alvarado había dejado poblado su ejército, porque es­
taba la tierra de guerra, y estaba en él por capitán un su hermano que se decía Gonzalo
de Alvarado; llamábase aquella poblazón donde los hallamos Olintepeque” . Por consi­
guiente, Olintepeque era el Yepau de los cakchiqueles. Ese pueblo, que aún se conoce
por el nombre mexicano, se encuentra 4 kilómetros al norte de Quetzaltenango, al pie
de una montaña donde probablemente se fortificaron los españoles contra posibles ata­
ques de los indios.

165
sometimos a los castellanos y estuvimos viviendo en Holom Balam ¡oh hijos
míos!239
160. Un año y un mes habían pasado desde que Tunatiuh arrasó [la
ciudad], cuando llegaron los castellanos a Chi) Xot.240 El día 1 Caok [27 de
marzo de 1527] comenzó nuestra matanza por parte de los castellanos. Fue­
ron combatidos por la gente y siguieron haciendo una guerra prolongada. La
muerte nos hirió nuevamente, pero ninguno de los pueblos pagó el tributo.
Poco faltaba para que se cumplieran 31 años desde la revolución cuando
llegaron a Chij Xot.
El día 9 Ah [30 de abril de 1527] se cumplieron 31 años de la revo­
lución.
161. Durante este año, mientras estábamos ocupados en la guerra con
los castellanos, abandonaron éstos a Chij Xot y se fueron a vivir a Bul-
buxyá.m
Durante el año continuó la guerra. Y ninguno de los pueblos pagó el
tributo.

La introducción del tributo:

162. Quince meses después de haber aparecido [los castellanos] en


Chij Xot se introdujo el tributo a favor del Capitán [Alvarado] por Chintá
Queh. Aquí en Tzololá, el día 6 Tzíi [12 de enero de 1528], fue introducido
el tributo.
Entonces nació mi hijo Diego. Nos hallábamos en Bocó [Chimaltenango]
cuando naciste el día 6 Tzíi ¡oh hijo mío! 242 Entonces se comenzó a pagar

239 Holom Balam, “cabeza de tigre” , monte elevado cerca de Yximchée.


240 Chij-Xot. “En los comales.” “Montes delante de Comalapa” , dice una nota mar­
ginal de letra diferente escrita en el documento indígena. Debe ser el mismo lugar lla­
mado antiguamente Ru yaal xot, “el río de los comales” , nombre que los mexicanos tra­
dujeron a su lengua transformado en Comalapan. Este lugar se encuentra en las cercanías
del pueblo que edificaron los españoles y llamaron San Juan Comalapa, comprendido hoy
en el Departamento de Chimaltenango. En esta expedición los castellanos iban capita­
neados por D. Pedro de Portocarrero.
241 Los españoles, que no habían permanecido en un lugar fijo hasta entonces, a cau­
sa de la guerra con los indios, se encontraban en el mes de octubre de 1527 en los llanos
de Chimaltenango cuando decidieron fundar la capital definitiva de la Colonia. Al efecto
escogieron el valle de Bulbux-ya (manantial o agua que brota), que los mexicanos llama­
ron Atmulunca, o Almolonga (de móloní, manar la fuente). El sitio escogido estaba al
pie del Volcán de Agua. Jorge de Alvarado, en ausencia de su hermano D. Pedro, fundó
la ciudad en Bulbuxyá, el 22 de noviembre de 1527, día de Santa Cecilia.
242 Haok x-alax nu qahol Diego. Pa Bocó tan oh qo vi ok x-at alax chi vakaki Tzii,
at nu qahol. Los traductores leyeron que había nacido un hijo llamado Diego Pablo Co-
tanoj, refundiendo en ese nombre las palabras Diego y Pa Bocó, lugar geográfico muy
conocido, y la mitad de la frase tan oh qo vi, “nos hallábamos en ese tiempo” . Este hijo
del autor llegó a ser hombre importante a quien el ms. menciona varias veces con el
nombre de Diego Hernández Xahil. Bocó, mencionado repetidas veces en el mismo docu­
mento, es el actual Chimaltenango, “ lugar de escudos” en lengua náhuatl, traducción del
cakchiquel Bocó o Pokob. “El pueblo de Chimaltenango que los indios llaman Bocó” ,
dice Fuentes y Guzmán (lib. xv, cap. i, Primera Parte). Y Ximénez (1929, i, 77) refiere
que los Sacatepéquez “tenían su frontera [con los de Yximchée] donde hoy es Chimal­
tenango, y por eso se llama aquel pueblo Bocó, que es lo mismo que Pokob” .

166
el tributo. Hondas penas pasamos para librarnos de la guerra. Dos veces
estuvimos en gran peligro de muerte.
El día 6 Ah [3 de junio de 1528] se cumplieron 32 años desde la re­
volución.
163. A los ocho meses' del segundo año desde la introducción del tri­
buto, murió el jefe Ahtún Cuc Tihax. Murió el día 6 Akbal [28 de junio
de 1529]. El Ahpozotzil y el Ahpoxahil no se habían presentado todavía.
El día 3 Ah [8 de julio de 1529] se cumplieron 33 años.
164. Durante el curso de este año se presentaron los reyes Ahpozotzil
V Ahpoxahil ante Tunatiuh. Cinco años y cuatro meses estuvieron los reyes
bajo los árboles, bajo los bejucos. No se fueron los reyes por su gusto; dis­
puestos estaban a sufrir la muerte por parte de Tunatiuh. Pero sus noticias
llegaron hasta Tunatiuh. Y así, el día 7 Ahmak [7 de mayo de 1530] salie­
ron los reyes y se dirigieron a Paruyaal Chay.243 Numerosos Señores se les
unieron. Los nietos de los jefes, los hijos de los jefes, gran número de gente,
fueron a acompañar a los reyes. El día 8 Noh [8 de mayo] llegaron a Pan-
choy.244 Tunatiuh se llenó de alegría ante los jefes cuando volvió a verles las
caras.
El día 13 Ah [12 de agosto de 1530] se cumplieron 34 años desde la
revolución.
165. Durante este año se impusieron terribles tributos. Se tributó oro
a Tinatiuh; se le tributaron cuatrocientos hombres y cuatrocientas mujeres
para ir a lavar oro. Toda la gente extraía el oro. Se tributaban cuatrocientos
hombres y cuatrocientas mujeres para trabajar en Pangan 245 por orden de
Tunatiuh en la construcción de la ciudad del Señor. Todo esto, todo, lo vi­
mos nosotros ¡oh hijos míos!
El día 10 Ah [16 de septiembre de 1531] se cumplieron 35 años desde
la revolución.
166. Durante los dos meses del tercer año transcurrido desde que se
presentaron los Señores, murió el rey Belehé Qat; murió el día 7 Queh
[24 de septiembre de 1532] cuando estaba ocupado en lavar oro. Después
de la muerte del rey vino aquí inmediatamente Tunatiuh a poner al sucesor
del rey. En seguida fue instalado el Señor Don Jorge en el gobierno por la
sola orden de Tunatiuh. No hubo elección de la comunidad para nombrarlo.
En seguida les habló Tunatiuh a los Señores y sus órdenes fueron obedeci­
das por los jefes, porque en verdad le temían a Tunatiuh.
El día 7 Ah [20 d octubre de 1532] se cumplió el 36.° año después de
la revolución.

243 “El río de los chayes (obsidiana)”, Iztapan en náhuatl. Este es el nombre actual
de un pueblo inmediato a Chimaltenango, San Andrés Izapa.
244 Pancboy, “en 4a laguna”, nombre antiguo del* valle donde los españoles edifica­
ron la segunda ciudad de Guatemala, capital del reino, hoy llamada la Antigua. D. Pedro
de Alvarado había regresado a Guatemala después de su primer viaje a España a princi­
pios de abril.
245 Pangan, “ en lo amarillo” , otro nombre que daban los indios a la ciudad de
Guatemala.

167
167. Diecisiete meses después de la muerte de Belehé Qat los Señores
tuvieron que reconocer como rey a Don Jorge, el padre de Don Juan Xuárez.
El día 4 Ah [24 de noviembre de 1533] se cumplió el 37.° año de la
revolución.
168. Durante este año se retiró el rey Cahí Ymox, Ahpozotzil, y se fue
a vivir a la ciudad. Le vino al rey el deseo de separarse porque se impuso a
los Señores el tributo lo mismo que a todo el mundo y, en consecuencia,
tenía que pagarlo el rey.
El día 1 Ah [29 de diciembre de 1534] terminó el 38.° año desde la
revolución.
169. Durante el transcurso de este año partió Tunatiuh para Castilla
haciendo nuevas conquistas en el camino. Entonces destruyó a los de Tzut-
zumpan y los de Choloma.2% Muchos pueblos fue a destruir y a conquistar
Tunatiuh.
Una cosa notable ocurrió cuando él estaba en Tzutzumpan. Yo oí retum­
bar a Hunahpú.247 No había venido el Señor Mantunalo cuando se fue Tuna­
tiuh para Castilla: rápidamente salió para Tzutzumpan.248
El día 11 [2 de febrero de 1536] se cumplió el 39.° año después de la
revolución.
170. Durante el año, el día 11 Noh [16 de mayo de 1536] llegó el
Señor Presidente Mantunalo,249 quien vino a aliviar los sufrimientos del pue­
blo. Pronto cesó el lavado de oro,250 se suspendió el tributo de muchachas
v muchachos. Pronto también cesaron las muertes por el fuego y en la hor­
ca, y cesaron los despojos en los caminos por parte de los castellanos. Pronto
volvieron a verse transitados los caminos por la gente como lo eran antes de
que comenzara el tributo,251 cuando llegó el Señor Maldonado ¡oh hijos míos!
El día 8 Ah [8 de marzo de 1537] se cumplió el 40.° año después de la
revolución.
El día 5 Ah [12 de abril de 1538] se cumplió el 41.° año después de la
revolución.
171. Antes de que terminara el segundo año del tercer ciclo [antes del

246 Pueblos antiguos de la jurisdicción de San Pedro Sula en el occidente de Hon­


duras. Alvarado ambicionaba anexionar a su gobernación la provincia de Honduras, y
en esa ocasión fundó ciudades y repartió tierras antes de embarcarse para España.
247 El Volcán de Agua.
248 El Licenciado don Alonso de Maldonado llegó a Guatemala, por orden de la
Audiencia de México, el año 1536 para residenciar a Alvarado. Este, que no tenía muy
limpia la conciencia, no esperó la llegada del juez de residencia y se marchó a Honduras
y de allí a España.
249 El Licenciado Maldonado se presentó ante el Ayuntamiento de Guatemala el
10 de mayo de 1536. El título de Presidente no lo tuvo hasta el año 1542, cuando fue
designado para presidir la primera Audiencia que se estableció en Centroamérica y se
llamó de los Confines, por haberse dispuesto originalmente que se instalara en un lugar
cercano a la frontera entre Honduras y Nicaragua.
250 Canih x-tane chololah puvak. Esta frase ha sido interpretada generalmente en el
sentido que aquí se indica, suponiendo que haya error en la copia del ms. original y que,
en lugar de la palabra chololah, se haya escrito primitivamente una forma de verbo chah,
chahol, que significa lavar.
251 X vah xa kabir ok ti tiquer patanihic, omitido en las traducciones anteriores.

168
año 42 después de la revolución], fueron a recibir al Señor Tunatiuh a Porto
Cavayo,252 cuando desembarcó Tunatiuh después de haber ido a Castilla. Uno
de los Señores fue a recibirlo.253 Nosotros también fuimos allá ¡oh hijos
míos! Entonces hirieron al Ahtzib Caok254 por cosas de su parcialidad. El
día 11 Ahmak [30 de abril de 1539] hirieron al Ahtzib.
El día 2 Ah [17 de mayo de 1539] se cumplió el 42.° año de la revo­
lución.
172. Seis meses después de la muerte de Ahtzib llegó Tunatiuh a Pan-
choy,255 y en seguida partió el Señor Mantunalo. Cuando éste se fue, le su­
cedió Tunatiuh.256
Trece meses después de la llegada de Tunatiuh fue ahorcado el rey Ahpo­
zotzil Cahí Ymox. El día 13 Ganel [26 de mayo de 1540] fue ahorcado por
Tunatiuh en unión de Quiyavit Caok.257
El día 12 Ah [20 de junio de 1540] se cumplió el 43.° año de la revo­
lución.

252 Puerto Caballos, posteriormente llamado Puerto Cortés, a donde, durante los
primeros años de la Colonia, llegaban los barcos con pasajeros y carga para Guatemala
y Honduras. Alvarado desembarcó en Puerto Caballos el 4 de abril de 1539 y permane­
ció en Honduras cinco meses atendiendo a la descarga de su equipaje y el de su séquito,
arreglando con el Adelantado Montejo el traspaso de sus derechos a la gobernación y
construyendo un camino para seguir a Guatemala.
253 Ha hun ahauh x-he qulún. En las primeras traducciones se lee en este lugar que
Alvarado volvió de España con el cargo de Comendador o jefe único, y esta noticia se
ha seguido repitiendo. La frase del texto es suficientemente clara y el sentido que le
damos se confirma con la mención que se hace en el mismo párrafo de la agresión de
que fue víctima el jefe cakchiquel, el Ahtzib Coak. Alvarado ya era Comendador de la
Orden de Santiago cuando volvió de su primer viaje a España en 1527.
254 Haok x-chay Ahtzib Caok. Todos los traductores han interpretado estas palabras
diciendo que Alvarado mató con su espada al Ahtzib Caok. El texto no dice quién hirió
al jefe indígena, y el verbo chay significa herir, golpear, maltratar y no precisamente
matar; aunque en este caso da lo mismo, porque, según se dice en el párrafo siguiente,
el príncipe cakchiquel murió a consecuencia de sus heridas.
255 La ciudad de Guatemala, a donde llegó el 15 de septiembre de 1539, o sea 6 me­
ses (cakchiqueles) y 16 días después de la muerte de Ahtzib.
256 Ok x-ul xa x-e halo qui ruqin Tunatiuh. Literalmente, “se cambiaron con Tu­
natiuh” .
257 Se ha calculado mal hasta ahora la fecha de la muerte del rey Cahí Ymox. El
Profesor Raynaud, que por lo general ha dado con alguna exactitud la concordancia de
las fechas indígenas y europeas, dice que el día 13 Ganel cayó el 13 de septiembre
de 1539; pero Alvarado no llegó a la ciudad de Guatemala hasta el 15 de septiembre de
aquel año, y el texto dice que el Ahpozotzil fue ahorcado trece meses después, lo cual
nos lleva al año 1540. Efectivamente, contando trece meses de veinte días desde el 15 de
septiembre de 1539, se llega al 1.° de junio de 1540, fecha sólo 6 días posterior al
26 de mayo, que corresponde a otro día 13 Ganel del calendario indígena.
Estos datos están de acuerdo también con los documentos españoles. Se sabe, en
efecto, que el Cabildo de Guatemala, en sesión del 19 de mayo de 1540, representó a
Alvarado el peligro que había en que el rey cakchiquel y el rey quiché, que se hallaban
presos desde hacía tiempo, continuaran en la misma situación “porque estos indios siem­
pre han sido rebeldes y de su estada en la tierra se teme que se levantarán y harán algún
alzamiento con que la tierra se pierda, y por ende piden a S.S. que o los lleve en su
armada, o, si han hecho por qué, haga justicia de ellos” . Alvarado se reservó la resolu­
ción del punto por el momento, pero siete días después ahorcó al rey cakchiquel, y,
aunque ello no consta, seguramente hizo lo mismo con el rey quiché, Tepepul.

169
173. Catorce meses después de haber sido ahorcado el rey Ahpozotzil,
ahorcaron a Chuuy Tziquinú, jefe de la ciudad,258 porque estaban enfadados.259
El día 4 Can [27 de febrero de 1541] lo ahorcaron en Paxayá. Lo condu­
jeron por el camino y lo ahorcaron secretamente.
Diecisiete días después de haber sido ahorcado el Señor,260 de haber ahor­
cado a Chuuy Tziquinú, el día 8 Iq [16 de marzo de 1541] fue ahorcado el
Señor Chicbal junto con Nimabah Quehchún, pero esto no lo hizo Tunatiuh,
que entonces ya se había marchado para Xuchipillan. El teniente de Tuna­
tiuh los ahorcó. Don Francisco hizo la ejecución.261
Cinco meses después de haber sido ahorcado el Señor Chicbal llegó la
noticia de que Tunatiuh había ido a morir a Xuchipillan.262
El día 9 Ah [25 de julio de 1541] se cumplió el 44.° año de la revo­
lución.
174. Durante el año hubo un gran derrumbe,263 en el cual murieron los
castellanos en Panchoy. El día 2 Tihax [10 de septiembre de 1541] se de­
rrumbó el Volcán Hunahpú; 264 el agua brotó del interior del volcán, murie­
ron v perecieron los castellanos y pereció la mujer de Tunatiuh.265
Entonces comenzó nuestra instrucción:

115. Durante el octavo mes después que tuvo lugar el derrumbe, llega­
ron aquí a nuestra iglesia nuestros Padres de Santo Domingo, Fray Pedro

258 Ahauh Vatinamit, o sea Señor de Yximchée.


259 Xax cak vachix.
260 Del día 4 Can al 8 Iq hay exactamente 17 días. En las traducciones anteriores
se lee que “otros diecisiete jefes fueron ahorcados al mismo tiempo que Chuuy Tziquín ”,
lo que es inexacto. El texto habla de 17 días, no de 17 jefes: Xaqá ru vuklah x-e hitzax
chic ahauá, ri x-e hitzon Chuuy Tziquinú, chi vahxaki Iq x-e hitzar ahauh Chicbal ruqin
Nimabah Quehchún.
261 Este párrafo ha sido interpretado también con inexactitud, diciendo que don
Francisco de la Cueva, a quien Alvarado dejó al frente de la gobernación de Guatemala
en 1540, al partir en busca de las Islas de la Especiería, fue nombrado “teniente suyo
para ahorcar” . Esa expresión, que ha venido repitiéndose por traductores e historiadores,
procede de un error de traducción. La versión que aquí damos es literal, como puede
verse por el texto que transcribimos: Tan mani chic ahauh Tunatiuh. Aok x-be Xuchi­
pillan, xa ru chahal Tunatiuh x-e hitzán. H a Don Fran00' x-banó. Alvarado murió el 4 de
julio de 1541, en el pueblo de Atenquillo, en la provincia de Nueva Galicia, México,
después de pelear con los indios sublevados que ocupaban los peñones de Mixtón, No-
chistlán, Tlaltenango, Xuchipila y Xalpa.
262 Ga vo vinak, 5 meses cakchiqueles de 20 días, es un tiempo muy corto para que
pudiera llegar a Guatemala la noticia de la muerte de Alvarado, dados los medios de
comunicación que existían entonces. Ocho meses habría sido un tiempo más aproximado,
pues la noticia se recibió a fines de agosto.
263 Ulalah, de ul, “derrumbe” .
264 Volcán de Agua.
265 Fijada la concordancia del día 2 Tihax con el 10 de septiembre de 1541, se agre­
gan de aquí en adelante 2 días a las fechas del calendario español. Doña Beatriz de la
Cueva, segunda esposa de Alvarado, pereció en la trágica noche del 10 de septiembre
de 1541, cuando un terremoto, acompañado de un espantoso torrente que se precipitó del
Volcán de Agua después de un fuerte temporal de lluvias, destruyó el palacio del Go­
bernador de Guatemala en que se hallaba aquella dama y arruinó la primera capital de
la Colonia.

170
Angulo y Fray Juan de Torres. Llegaron de México el día 12 Batz [10 de
febrero de 1542]. Nuestra instrucción comenzó por medio de los Padres de
Santo Domingo. Luego salió la Doctrina en nuestra lengua.266 Nuestros pa­
dres, Fray Pedro y Fray Juan, fueron los primeros que nos predicaron la
palabra de Dios. Hasta entonces no conocíamos la palabra ni los manda­
mientos de Dios; habíamos vivido en las tinieblas. Nadie nos había predi­
cado la palabra de Dios.
Estuvieron también los Padres de San Francisco, Padre Alamicer, el Pa­
dre clérigo y los Padres de Santo Domingo,267 que nos predicaron. Ellos tras­
ladaron la doctrina a nuestra lengua y así fuimos pronto instruidos por ellos.
El día 6 Ah [31 de agosto de 1542] se cumplió el 45.° año de la re­
volución.
El día 3 Ah [5 de octubre de 1543] se cumplió el 46.° año de la re­
volución.
El día 13 Ah [8 de noviembre de 1544] se cumplió el 47.° año de la
revolución.
En el, curso de este año hubo una diferencia entre los Padres de Santo
Domingo y los Padres de San Francisco, quienes se marcharon con motivo
de la ceniza. Nuestros Padres de Santo Domingo no dieron aquí la ceniza y
por esta razón se marcharon los de San Francisco.
El día 10 Ah [13 de diciembre de 1545] se cumplió el 48.° año desde
la revolución.
El día 7 Ah [17 de enero de 1547] cumplió el 49.° año después de la
revolución.
Se comenzaron a juntar las casas:

176. Durante este año llegó el Señor Licenciado don Juan Roser.268
En el quinto mes del sexto año desde que comenzó nuestra instrucción en
la palabra de Nuestro Señor Dios, se agruparon las casas por orden del Señor
Juan Roser. Entonces llegó la gente desde las cuevas y los barrancos.269 El

266 Fray Juan de Torres colaboró en la formación de la Doctrina Cristiana en lengua


guatemalteca ordenada por el Reverendísimo Señor Don Francisco Marroquín, primer
Obispo de Guatemala, etc., impresa en México en 1556. Esta Doctrina, escrita en espa­
ñol y en cakchiquel, puede haber sido la que Fray Juan enseñó a los indios.
267 El P. Lázaro Lamadrid, en la 2.a edición de la Crónica del P. Vázquez, opina que
el P. Alamicer de que aquí se habla podría ser el P. Gonzalo Méndez, cuyo nombre cree
que no sabían escribir los indios; pero no sólo no hay semejanza entre esos dos nombres,
sino que en otro lugar del Memorial se lee correctamente escrito el del venerable misio­
nero franciscano. Como en este párrafo se menciona a religiosos de diferentes órdenes y
hasta a un simple clérigo, es más probable que el autor haya querido referirse, bajo el
nombre de Padre Alamicer, a algún padre de la Merced que hubiera llegado con los otros.
268 El Licenciado Juan Rogel, Oidor de la Audiencia de los Confines, recorrió las
provincias haciendo nueva tasación de los tributos.
269 Las autoridades españolas, en cumplimiento de la Real Cédula de 10 de junio
de 1540, que disponía que se juntaran los indios en pueblos formados, y con auxilio de
los frailes, procedieron a hacer las llamadas reducciones, reuniendo a los naturales que
se hallaban dispersos en los montes y reconcentrándolos en los pueblos donde podían
vivir con mayor orden y recibir la educación religiosa, que era la única que en aquel
tiempo se les impartía.

171
día 7 Caok [30 de octubre de 1547] se estableció esta ciudad270 y allí estu­
vimos todas las tribus.
El día 4 Ah [21 de febrero de 1548] se cumplió el 50.° año desde la
revolución.
El día 1 Ah [27 de marzo de 1549] se cumplió el 51.° año desde ia re­
volución.
177. Durante este año [1549] llegó el Señor Presidente (ferrado,271
cuando todavía estaba aquí el Señor Licenciado Pedro Ramírez.272 Cuando
llegó condenó a los castellanos, dio libertad a los esclavos y vasallos 273 de
los castellanos, rebajó los impuestos a la mitad, suspendió los trabajos for­
zados e hizo que los castellanos pagaran a los hombres grandes y pequeños.
El Señor (ferrado alivió verdaderamente los sufrimientos del pueblo. Yo
mismo lo vi ¡oh hijos míos! En verdad muchas penalidades tuvimos que
sufrir.
El día 11 Ah [ 1 ° de mayo de 1550] se cumplió el 52.° año desde la
revolución.
El día 8 Ah [5 de junio de 1551] se cumplió el 53.° año desde la
revolución.
178. Durante este año murió el Ahtzib Juan Pérez, murió el día 12
Tihax [19 de enero de 1552]. A los cuatro meses de la muerte del Ahtzib
hizo erupción el Volcán de Fuego.274 El día 9 Ah [3 de abril de 1552] salió
el fuego del interior del volcán.
El día 5 Ah [9 de julio de 1552] se cumplió el 54.° año de la revolución.
179. Durante el año llegó Ja campana de bronce, vino de parte del Em­
perador de Castilla. El día 3 Hunahpú [23 de diciembre de 1552] llegó esta
campana; cuando estábamos a viernes llegó.
Un mes y cinco días 275 después que llegó la campana de bronce el Señor

270 El autor no explica de qué ciudad se trata, si de Yximchée o de Tzololá, pero


es indudable que se refiere a esta última, donde la familia Xahilá fue a establecerse des­
pués de la Conquista. Un poco más adelante se habla de varios lugares situados en las
márgenes del Lago de Atitlán, y más lejos ya se menciona específicamente el pueblo de
Nuestra Señora de la Asunción Tzololá, edificado en la montaña que domina el lago por
el lado del norte. El P. Vázquez describe la llegada de los padres de San Francisco y
dice que Fray Alonso Bustillo pobló a los indios de Tzololá.
271 El Licenciado Alonso López Cerrato, Presidente de la Audiencia de los Confines,
llegó a Gracias (Honduras) en mayo de 1548. Fue un protector de los indios, a quienes
libró de la esclavitud y de muchas cargas que sobre ellos pesaban. En virtud de gestio­
nes de Cerrato se obtuvo la traslación de la Audiencia a la ciudad de Guatemala, donde
se instaló en 1549.
272 El Licenciado Pedro Ramírez de Quiñones fue uno de los tres primeros oidores
de la Audiencia de los Confines. Comisionado por este tribunal, pasó al Perú con una
fuerza militar de Guatemala en auxilio del Presidente de la Audiencia de aquel virreinato
y regresó a su puesto a principios de 1548. Durante la administración del Presidente
Cerrato y la de su sucesor continuó desempeñando Ramírez el cargo de oidor. En 1558
y 1559 desempeñó la presidencia y emprendió la conquista de los lacandones, encabe­
zando la primera expedición que se organizó en el país con ese objeto.
273 Chi munil c’alabil, ambas palabras tienen el significado de esclavo, sirviente, va­
sallo., pero no el de prisioneros que han dado los traductores a la segunda.
274 X-kah chi huyú Chigag.
275 X-hu vinak voo.

172
Licenciado Ramírez quiso matar al Señor Obispo en Pangán cuando estaba
el Señor (ferrado. Ramírez penetró, a la casa de Dios. Esto pasó el martes
2 Can [17 de enero].276
Ocho meses después de haber reñido los Señores en Pangán, se pelearon
también nuestros Padres en Xelahub, los de Santo Domingo y los de San
Francisco que querían quitarles Xelahub a los de Santo Domingo.
180. El día 2 Ah [13 de agosto de 1553] se cumplió el 55.° año des­
pués de la revolución.277
Durante el curso de este año volvió a llegar la langosta. Los insectos
llegaron al día siguiente del día de la Visitación; el día 12 Tziquin [3 de
julio de 1554] llegó la langosta. Pasaron por igual por todos los lugares y
nosotros los vimos con vosotros ¡oh hijos míos!
El día 12 Ah [17 de septiembre de 1554] se cumplió el 56.° año desde
la revolución.
181. Durante este año llegó el Señor Presidente Doctor Quexata.
El día 2 Hunahpú [2 de enero de 1555] llegó el Señor aquí, vino de
México. Llegó al segundo día de la Circuncisión.278 El Señor (ferrado estaba
en Pangán cuando llegó.
Poco después de haber llegado el Señor Doctor Quexata murió el Señor
Presidente (ferrado; poco tiempo estuvieron juntos los Señores.279
Algún tiempo después murió el Doctor Quexata,280 sin condenar a nadie,
ni detener a nadie. Al contrario, el Señor Cerrado sí condenó de verdad [a
los castellanos] e hizo lo que era justo.
En seguida murió el Señor Don Francisco, Ahpozotzil; murió el 1 Can.
Fue el lunes 14 del mes de octubre cuando murió. En el año del nacimiento
de Nuestro Señor Jesucristo [1555]. Diecisiete días antes del día 1 Batz
[9 de noviembre] se cumplió un año [aniversario de la revolución]. Cuando
murió Don Francisco faltaban nueve días para que se cumpliera el 57° año
de la revolución [22 de octubre de 1555].281

276 Tan qoh ahauh Qerrado. “Estando presente el gobernador Cerrato” , se lee en las
traducciones anteriores. El texto sólo dice que Cerrato se encontraba (en Pangán, la ciu­
dad de Guatemala), y a renglón seguido agrega que fue Ramírez el que penetró a la
iglesia con tan aviesa intención: X-oquebex r’ochoch Dios ruma Ramírez. También han
dicho los traductores que “la puerta dé la iglesia fue forzada por Ramírez” , pero esta
versión no está de acuerdo con el original, que dice únicamente que aquél penetró al
templo. La presunta víctima de Ramírez era el primer Obispo de Guatemala, Don Fran­
cisco Marroquín, electo en 1535. Xa chi cay Can pa martes x-ban. La mayoría de los
traductores han leído que todo esto pasó un día jueves. El texto dice expresamente martes.
277 X-e r’ox lauha r’ox may yuhuh, en el original, por error de copia. Debería decir
r'oo lauha, el año 15 del tercer ciclo.
278 El Dr. Don Antonio Rodríguez de Quesada, Oidor de la Audiencia de México,
fue promovido a la presidencia de Guatemala, de la cual tomó posesión el 14 de enero
de 1555.
279 Cerrato había solicitado volver a España para terminar allá sus días; pero murió
en Guatemala antes de fenecerse el juicio de residencia a que estaba sujeto como todos
los presidentes que cesaban en su cargo. Los historiadores coloniales están de acuerdo
con el analista cakchiquel al encomiar la labor humanitaria y justa del gobernante español.
280 Murió en Guatemala el 28 de noviembre de 1558.
281 Este pasaje presenta algunas dificultades para su interpretación y para el cómpu­
to del tiempo. El Ahpozotzil Don Francisco murió, según el texto, el 14 de octubre

173
El día 9 Ah [22 de octubre de 1555] se cumplió el 57° año desde la
revolución.
182. Dos meses después de la muerte del Señor Don Francisco, murió
nuestro Padre Fray Domingo de Vico en Aculan.282 En verdad nuestro padre
fue sujeto a grandes sufrimientos y fue muerto por las tribus. Un mes des­
pués de la muerte de nuestro padre en Acalan fue desterrado el Padre Fray
Francisco de la Parra por el Señor Obispo y el Gobernador Ramírez.283 Todo
lo hicieron aquí, pues vinieron a pasar aquí la Pascua de Navidad.
El día 6 Ah [25 de noviembre de 1556] se cumplió el 58.° año desde
la revolución.
183. Murió aquí Alonso de Paz el día 12 Ganel [12 de mayo de 1557].
Durante el decimotercer mes de este año, el día de Santiago cayó en
Pangán el 1 Tziquín [25 de julio de 1557]. En ese día los castellanos de
Pangán hicieron una gran celebración porque entonces se proclamó a nues­
tro Señor de Castilla, se proclamó al señor Don Phelipe Emperador. Estaban
entonces los tres Señores Ramírez, Doctor Mexía y Loaisa, estaban los tres
Oidores en Panchoy cuando esto tuvo lugar.284
A los diez días del cuarto mes después del día de Santiago llegó la orden
que libró Ramírez, conforme a la cual debían pagar tributo los Señores prin­
cipales lo mismo que la gente pobre. Inmediatamente se estableció el control
del tributo que no se practicaba antiguamente por los Señores. Ellos sabían
que se robaban el tributo, pero se ignoraba quiénes se apoderaban de él. No

de 1555, 9 días antes del 22 de octubre en que, de acuerdo con la concordancia que aquí
se establece, se cumplía el 57.° año (cakchiquel) de la revolución de los tukuchées. No se
sabe por qué motivo afirmaba el autor que 17 días antes del día 1 Batz se cumplía un
año de la revolución. La concordancia de la fecha del calendario indígena y la fecha cris­
tiana consta en las siguientes palabras: Chi hun Can x-cam pa lunes x-cahlahuh ok chi
kih yq octubre, ok x-cam ha qa ri huna r’alaxic kahaual Jesuxpto, x-vuklah ru hu Batz
ruquin volahuh chic chi huna. Los traductores han interpretado mal estas palabras y han
dicho que Don Francisco murió un lunes 14 de octubre y que la Natividad de N. S. Jesu­
cristo cayó aquel año en el día 1 Batz, omitiendo todo el resto del párrafo y la cuenta
de los días, que, sin duda, era importante para el autor. Es evidente que la Natividad de
Jesucristo jamás puede caer en noviembre.
282 Pray Domingo de Vico fue uno de los misioneros dominicanos que emprendieron
la conquista pacífica de los indios de la Verapaz y el Petén. Los lacandones de la pro­
vincia de Acallan lo sacrificaron el 29 de noviembre de 1555. Fue el Padre Vico un mi­
sionero abnegado, gran teólogo y consumado lingüista, y uno de los primeros religiosos
que compusieron artes y vocabularios y otras obras en las lenguas indígenas, para la con­
versión e instrucción de los naturales.
283 El Padre Fray Francisco de la Parra, originario de Galicia, España, tomó el há­
bito en el Convento de San Francisco de Santiago de Guatemala. Compuso el Vocabulario
trilingüe guatemalteco de los tres principales idiomas Kakchiquel, Quiché y Tzutuhil,
obra que se ha perdido y de la cual da noticia Beristáin. El Padre de la Parra es más
conocido por haber inventado cinco caracteres especiales para representar ciertos sonidos
peculiares de las lenguas indígenas. “Obligado a desterrarse voluntariamente de su patrio
suelo —dice el P. Vázquez— fue a servir a Yucatán.”
284 Del Licenciado D. Pedro Ramírez de Quiñones se ha hablado anteriormente.
Los otros dos oidores eran el Licenciado D. Antonio de Mejía y el Licenciado García
Jofre de Loaiza. Fue el 26 de julio de 1557, un día después del de Santiago, cuando el
Ayuntamiento de Guatemala proclamó solemnemente a Felipe II como Rey de Castilla y
de León y de las Indias.

174
entregaban cabal el maíz, mandaban gallinas viejas y dejaban de trabajar en
las milpas.285 De esta manera solamente pagaban una parte del tributo a los
Señores. El día de San Francisco, un lunes, dictó Ramírez la orden, el día
7 Camey [4 de octubre de 1557].
Un mes después de la promulgación de la orden del Gobernador Ramí­
rez se publicó la Doctrina, el lunes, día de los Santos, pero no se prestaron
a aceptar la doctrina que nos daban.286
El día 3 Ah [30 de diciembre de 1557] se cumplió el 59.° año desde la
revolución.
184. Alcaldes en el año 1557, Don Juan Juárez y Francisco Pérez.
Durante este año marchó una expedición al Lacantún.287 El día 5 Ey
[27 de abril de 1558] salió de aquí el Gobernador Ramírez como general
de la fuerza. El jefe Don Martín salió como jefe de la fuerza de aquí cuando
faltaba un mes para el tercer ciclo.
Don Juan Juárez, Francisco Pérez y Martín Rahobachí Oxlah, Alcaldes
de campo, dieron las ordenanzas.288
El día 13 Ah [3 de febrero de 1559] se cumplieron tres ciclos [60 años]
desde la revolución.
Se cumplieron tres ciclos.
185. Durante el undécimo mes de este año en que estamos vino un
Señor Presidente Real. El día 3 Qat [2 de septiembre de 1559] de nuestro
sistema de contar [el tiempo] 289 llegó el Señor a Pangán.
El día 1 Akbal [30 de diciembre de 1559] el Gobernador Pedro Ramí­
rez dio posesión al Gobernador Don Diego Pérez.
En el sexto mes después de la llegada del Señor Presidente a Pangán co­
menzó aquí la peste que había azotado antiguamente a los pueblos. Poco
a poco llegó aquí. En verdad una muerte espantosa cayó sobre nuestras ca­
bezas por disposición de nuestro poderoso Dios. Muchas familias [sucum­
bieron] ante la peste. Se apoderaba hoy de la gente un frío intenso y fiebre,
les salía sangre de la nariz, luego venía la tos más y más fuerte, se les torcía
285 X-chopih qa yxim, x-el tzakom aq, x-tané camanihic. Confundiendo la palabra
tzakom con zaotn, leyeron los traductores que el gobernador había reducido el impuesto
del maíz y el de los pollos asados (!).
286 Se trata de la Doctrina Cristiana en español y en la lengua indígena, compuesta
“con parecer de los intérpretes de las Religiones del Señor Santo Domingo y San Fran­
cisco: Frai Juan de Torres y Frai Pedro de Betan?os”, a que nos hemos referido en otro
lugar y que fue impresa por primera vez en México en 1556. Betanzos había usado en
este libro la palabra Dios como equivalente del vocablo qabouil del idioma indígena, y
este punto, al parecer de poca importancia, provocó en todo el Reino de Guatemala una
agitación que duró mucho tiempo y motivó el rechazo casi general del trabajo de los dos
misioneros indicados.
287 En nota anterior se hizo mención de esta primera tentativa para la conquista de
los lacandones que vivían en la parte norte de Guatemala, en las fuentes occidentales del
Usumacinta.
288 Así en el original. Se trata probablemente de las disposiciones para que los jueces
de campo obligaran a los indios a hacer siembras de trigo y maíz.
289 Chi oxi Qat chupam k’ahilabal. El Presidente que llegó por ese tiempo fue el
Licenciado Juan Núñez de Landecho, quien tomó posesión de su cargo el 2 de septiembre
de 1559. Este personaje se distinguió por sus excesos y arbitrariedades y sus extorsiones
a los indios.

175
el cuello y les brotaban llagas pequeñas y grandes.290 Todos fueron atacados
aquí por la enfermedad. Todos vieron la enfermedad ¡oh hijos míos! El día
de la Circuncisión [1.° de enero de 1559], un lunes, cuando estaba escri­
biendo, fui atacado por la epidemia.
Diego Hernández Xahil y Francisco Hernández Galel Baqahol, Alcaldes.
1559 años.
Se cumplió el 6 1 ° año de la revolución el día 10 Ah [9 de marzo de
1560].
186-190.291 Durante el segundo mes de este año llegó el Señor Doctor
Mexía, enviado a estos lugares por la codicia de los zutujiles.292 Haciendo
su visita llegó el Señor al pie de la montaña hasta Patulul, pasó a Chicuchim
y fue a visitar el paraje de Zuba terminando por inspeccionarlo todo. Llegó
a las márgenes del lago y allí fuimos a encontrarlo. Llegó el Señor aquí ante
los Padres. Ciertamente se enojaron los Padres Fray Pedro y Fray José por­
que el alguacil no se había presentado ante ellos. Por lo tanto, una parte de
los principales que habían maltratado al alguacil, maltrataron a Don Martín
y cerraron la iglesia y fueron a quejarse ante el Doctor Mexía. Verdadera­
mente fueron muchas las quejas que presentaron ante el Señor y fueron
atendidas por el Señor, porque sabía lo que había hecho Fray Pedro. Muchos
llegaron a declarar ante el Señor sobre lo que habían hecho los principales.
Y así llegaron ante el Señor porque se habían enojado con el Señor. Y no
fueron bien recibidas las quejas de los principales por el corazón de los
Padres.293
Durante este año fueron destruidos los lacandones.
Un mes y cinco días después de la Pascua de Navidad murió mi madre y
poco después la muerte arrebató a mi padre. Enterramos a mi madre y seis
días más tarde enterramos también a mi padre.294 Al mismo tiempo murió
aquí Doña Catalina, mujer de Don Jorge, el día 11 Akbal.
Siete días después de la Pascua arreció la epidemia. En verdad no era
posible contar el número de hombres, mujeres y niños que murieron este
año. Murieron mi madre, mi padre, mi hermano menor y mi hermana. A la
gente le brotaba la sangre de la nariz.
191. Se cumplió el 6 2 ° año de la revolución el día 7 Ah [13 de abril
de 1561]. Alcaldes, Don Pedro Solís y Francisco ^Hernández.
Comenzó el 6 3 ° año de la revolución el día 4 Ah [18 de mayo de 1562].
Andrés Chuc y Juan Pérez Lolmay Qoraxón, Alcaldes. Año de 1561.
192. La enfermedad y la muerte siguieron ocupadas cuando terminó
el 63.° año después de la revolución [18 de mayo de 1562].

290 “El año de 1558 —dice Juarros (1936, t. i, p. 161)— afligió a esta metrópoli una
cruel peste de fluxo de sangre de narices, de que murió mucha gente, sin que se le pu­
diera hallar remedio.”
291 Hemos seguido hasta ahora el orden de los párrafos que aparece en la edición de
Brinton. De aquí en adelante seguimos la numeración de los párrafos del texto como se
lee en la edición de Guatemala, 1934.
292 Ruma qui cherel Tzutuhile.
293 Todo este pasaje es muy confuso y de difícil traducción. Parece referirse a que­
rellas locales de aquel tiempo que no tienen mayor importancia.
294 Evidentemente, esta anotación no es de Francisco Hernández.

176
Don Jorge, el Ahpozotzil, se casó aquí el día 4 del mes de agosto.
Comenzó el 64.° año el día 1 Ah. Francisco Hernández y Juan López
Mama Zimah, Alcaldes. Año de 1562.
193. Nació mi otro hijo Rafael. Se cumplió el 64.° año de la revolución
[22 de junio de 1563].
Durante este año se midieron los solares293 aquí en Tzololá y todas las
calles.
194. Don Martín Galel Xahil y Don Diego Pérez, Alcaldes. Año de
1563.
Comenzó el 65.° año después de la revolución el día 11 Ah [22 de ju­
nio de 1563]. Juan Ahtzalam Zakbín y Pedro Galel Gekaquch [Alcaldes].
Los alcaldes fueron azotados y heridos y los cambiaron inmediatamente
los principales. Pagaron también este año el tributo al Gobernador; ante el
Doctor Bará fue pagado el tributo.296
En este año murió también el Señor Obispo, el primer Obispo Don Fran­
cisco Marroquín.297
Se cumplió el 65.° año desde la revolución [26 de julio de 1564].
Comenzó el 66.° año el día 8 Ah. Alcaldes, Don Pedro de Robles y Pedro
Ramírez. Año de 1564.
195. Se propagó la enfermedad de la viruela, de la cual murió mucha
gente.
Llegó también a mediados de este año un juez castellano, Don Francisco
Bre?eño Visitador, así llamado.298
Se cumplió el 66.° año desde la revolución el lunes después de la Cir­
cuncisión.
196. Comenzó el 67.° año después de la revolución el día 5 Ah [30 de
agosto de 1565]. Año de 1565. Alcaldes, Francisco Pérez y Martín Ma
Ahauh™
Llegó a Pangán el Obispo Don Bernardino300 el 3 de septiembre.
Murió aquí Don Pedro, Gobernador Qavinay de los zutujiles.
Murió también el rey Don Jorge. Por espacio de veintinueve años había
gobernado Don Jorge.
Llegó un Obispo Don Bernardino.
Hubo un gran terremoto; las casas cayeron por tierra en Zelahay y Pat-
zún, pero no causó daños aquí en Tzololá.301

295 Xolar, en el original.


296 El Dr. Barros de Santillán, Oidor de la Real Audiencia.
297 El Obispo Marroquín murió en Guatemala el Viernes Santo, 18 de abril de 1563.
298 Xavi qaha huná mi x-ul chi vi hun qatonel castillán. El Licenciado Francisco Bri-
zeño, que había sido Oidor de la Audiencia de Bogotá, llegó a Guatemala como Visita­
dor y Juez de residencia el 2 de agosto de 1564.
299 Ma Ahauh, forma usada para indicar un nombre distinguido.
300 Don Bernardino de Villalpando, Obispo de Santiago de Cuba, fue nombrado para
ocupar la silla vacante de Guatemala, a donde llegó en 1565.
301 Debe ser el mismo terremoto que describe Berna! Díaz del Castillo y que causó
grandes daños en la ciudad de Guatemala. He aquí las palabras del cronista: “en el año
de mil e quinientos y sesenta y seis, siendo... mes de mayo, entre la una y las dos del
día, comenzó a temblar de tal arte la tierra, que levantaba las casas y paredes y aun te-

177
Terminó el séptimo año [el 67.°] el martes [4 de octubre de 1566],
pasada la Circuncisión, en el mes de septiembre.302
Don Juan Juárez, Jorge Taueta, Don Cristóbal, Don Juan Hernández
Luis Pérez, fueron los hijos de Don Jorge. Año de 1566.
197. Comenzó el 68.° año de la revolución el día 4 Ah [4 de octubre
de 1566]. Diego Hernández Ma Xahil y Alonso Pérez Ma Zihakihay, Al­
caldes.
En este año fue destituido del cargo de Alcalde Diego Hernández Xahil.
El Corregidor Antonio Carlos lo condenó al destierro.
El 16 del mes de diciembre falleció Doña María, mujer de Don Juan
Juárez. Año de 1567.
198. Don Pedro de Robles y Pedro Ramírez, Alcaldes. El 69.° año de
la revolución se cumplió el día 12 Ah [12 de diciembre de 1568].
El 31 del mes después de la Pascua de Resurrección recibimos el Santo
Sacramento aquí en Santa María Asunción Tzololá. Año de 1568.
199. Don Pedro Solís y Juan Pérez Ma Zitnah, Alcaldes. El 70.° año
de la revolución cayó el día 9 Ah [16 de enero de 1570].
Durante este año fue el Visitador Don Francisco Bre^eño a Zuba, pero
no vino aquí. Llegó Don Francisco Breseño a Patulul y Santa María Mag­
dalena [Patulul].
200. Recibimos aquí el jupillio el 7 de noviembre de 1569.303
Gonzalo de Guzmán y Francisco Hernández Galel Bakahol, Alcaldes.
El 71.° año desde la revolución cayó en el día 8 Ah.
El día 7 del mes de enero mataron los zutujiles al Xahil Batzin de Pa-
lopoo.
Murió aquí el Señor Don Juan Juárez el 25 de junio, un sábado, al día
siguiente de la fiesta de San Juan Bautista. Sólo tuvo dos hijos, Don Ambro­
sio y Femoyaua. Don Cristóbal [tuvo] un hijo, Don Juan Cortés; Luis Pé­
rez un hijo, Agustín. Jorge de Vera no dejó descendencia, y Don Juan Her­
nández no tuvo sucesión.304
201. Don Cristóbal Rubio y Francisco de Paz Ma Matzar, Alcaldes.
El 72.° año de la revolución cayó en el día 5 Ah.
El 30 de julio cayó el rayo en la casa de Pedro Ramírez. Cuatro días des­
pués murió el nieto de Pablo Ximénez.

jados, y cayeron en el suelo muchas de ellas, y otras quedaron sin tejas, acostadas a un
lado, que pensamos que la tierra se abría para sorbernos, y puesto que todos salimos al
campo, no estábamos seguros, ni tampoco osábamos dormir dentro de nuestras casas,
que en el campo, y en los patios, y en la plaza de esta ciudad hacíamos nuestros ranchos...
Y de estos recios temblores hay mucho que decir, que duraron nueve días” , etc. (capí­
tulo ccxiv).
302 Estas líneas son repetición de las últimas del párrafo 195, y en ambas hay error
al decir que la Circuncisión cayó en septiembre. Tal vez quiso decirse la Natividad de la
Virgen, que se .celebra el 8 de septiembre.
303 El jubileo. Desde aquí comienza el autor a contar equivocadamente los aniver­
sarios de la revolución de Yximchée; y como, por otra parte, sigue computando el tiempo
conforme al calendario cristiano, se hace innecesario continuar desde este punto la con­
cordancia que se ha venido haciendo de las fechas indígenas y las españolas.
304 Estos eran los hijos del Ahpozotzil Don Jorge. A Jorge de Vera se le llama
Jorge Tahueta al final del párrafo 196.

178
Año de 1571:
202. Jorge de Vera y Francisco Pérez, Alcaldes. El día 2 Ah se cumplió
el 73.° año de la revolución.
El 28 de febrero murió la mujer de Pedro Ramírez, Ana.
El 19 de agosto se casó Pedro Ramírez con la mujer Magdalena.
El 31 de agosto nació el nieto de Pedro Ramírez, Gabriel.
El 2 de septiembre murió Juliano, hijo de Pedro Ramírez, en un día do­
mingo; sólo tres días vio a su hijo.
El 19 de noviembre llegó Juan Orozco de Ayaba, juez, con Luis Azetún,
escribano,305 a hacer la cuenta de las casas aquí en Santa María Asunción
Tzololá.
El 25 de diciembre se observó la erupción del volcán. Hubo fuego y os­
curidad sobre la ciudad de Xelahub durante la Pascua de Navidad. Entonces
salieron del bosque las palomas.

Año de 1572:
203. Don Cristóbal Rubio y Pedro Ramírez, Alcaldes.
El 74.° año de la revolución cayó en el día 12 Ah.
El 18 de marzo murió Juan Pérez, persona importante, hermano menor
de Pedro Ramírez.
El día 8 de diciembre murió Don Martín Galel Xahil, el día de Santa
María Concepción.
El día 15 de diciembre llegó el Señor Matheo, Doctor, Señor Oidor.
Fueron a recibirlo a Chocoyá y se fue para México por el camino de Santiago.

Año de 1573:
204. Diego Hernández Xahil y Pedro Martín, Alcaldes.
El 75.° año de la revolución cayó en el día 9 Ah.
El 28 de enero nació María, hija de Pedro Ramírez.
El 9 de febrero llegó el Señor Presidente Doctor Don Pedro Villalobos
aquí a Tzololá Santa María Asunción. Venía de México.306
El 10 de marzo murió Don Diego Pérez, Atzih Vinak Bakahol, un día
martes.
El 5 de abril nació el hijo de Pablo Ximénez, Pedro Elias.

Año de 1574:
205. Don Ambrosio de Castellano y Juan López Ma Zimah, Alcaldes.
El 76.° año de la revuelta cayó el día 8 Ah.
A los cuatro días del mes de julio Diego de Paz de Quiñones trajo nues­
tra tasación decretada por el Presidente Antonio González,307 como sigue:
dos tostones cada uno, media fanega de maíz y una gallina.

305 Juan Orozco de Ayala, Alguacil Mayor de Guatemala; Luis Acetuno de Guzmán,
escribano de S. M ., fue Alcalde Ordinario de la ciudad de Guatemala en 1603.
306 El Doctor D. Pedro de Villalobos, Oidor de México, llegó a Guatemala como
Presidente de la Audiencia el 26 de enero de 1573.
307 El Doctor D. Antonio González, Oidor de Granada, destinado a la Audiencia de
Guatemala, llegó con los demás oidores el 5 de enero de 1570, y cuatro años más tarde
desempeñó la presidencia.

179
Año de 1575:
206. Gonzalo de Guzmán y Pedro Ramírez, Alcaldes.
El 77° año después de la revolución cayó en el día 3 Ah.
El 3 de marzo llegó Alonso Juera, rezador.m
El día 16 de marzo llegó el Señor Obispo Don Jerónimo Gómez de Cór­
doba.309
A los cuatro días de mayo nació Juana, hija de Pedro Ramírez.
El 28 de mayo llegó Don Diego de la Cerda, juez, acompañado de Gon­
zalo Martín, canciller escribano, para hacer la cuenta y registro de las casas.310
El registro comenzó el lunes y terminó el 19 [de junio].
El 18 de junio, sábado, se fue el juez para Patzum y a su llegada se
incendió la iglesia, siendo día de fiesta y a mediodía.
El 16 de octubre vino aquí a Santa María Asunción Tzololá el Señor
Obispo Don Jerónimo Gómez de Córdoba.

Año de 1576:
207. Don Francisco Pérez y Diego Hernández Xahil, Alcaldes.
El 78.° año de la revolución cayó en el día 13 Ah.
El 4 de febrero fueron azotados los Alcaldes y Regidores de San Miguel
X eyn u p ;in los capturó el Corregidor Hernando de Angulo. Recibieron cien
azotes. El juez Juan de la- Cueva hizo justicia de ellos.
El 9 de mayo murió el Señor principal Andrés de Lauaga.
El 17 de septiembre salió a hacer la tasación el Doctor Don Pedro Villa­
lobos, Presidente, con el Licenciado Palacio, Cristóbal Axcueta y el Señor
Pablo de Escobar, secretario.312
También en el nies de septiembre hubo una peste de bubas que atacó y
mató a la gente. Todos los puéblos sufrieron la enfermedad.

Año de 1577:
208. Don Ambrosio de Castellano y Juan López Ma Zimah, Alcaldes.
El 79.° año después de la revolución cayó en el día 10 Ah.
El 1.° de mayo, miércoles, día de San Felipe y Santiago, cayó un rayo
sobre la cruz que está frente a la iglesia.
El 27 de octubre se quemó San Christián.
El 8 de noviembre, viernes, apareció una estrella que echaba humo.313

308 ¿Recaudador?
309 Fray Gómez Fernández de Córdoba, de la religión de San Jerónimo, Obispo de
Nicaragua, fue promovido a la silla episcopal de Guatemala en 1574.
310 Ru tzibaxic ruvi hay. Tzibán, tzibah, significa escribir y pintar. Suponemos que
aquí se trata del registro catastral de las propiedades urbanas de Sololá.
311 San Miguel Pochutla, pueblo del actual Departamento de Chimaltenango. Ynup
en cakchiquel y puchotl en náhuatl designan el hermoso árbol tropical llamado ceiba en
castellano.
312 El Licenciado Diego García de Palacio, Oidor de la Audiencia, escribió la inte­
resante Relación hecha al Rey D. Felipe II, en la que se describe la Provincia de Gua­
temala, las costumbres de los indios y otras cosas notables, suscrita en Guatemala el 8 de
marzo de 1576. Cristóbal de Azqueta era Oidor desde 1568.
313 Un cometa.

180
El 28 de noviembre fuimos sacudidos por un terremoto a media noche,
en vísperas de la fiesta de San Andrés.314
Año de 1578:
209. Don Cristóbal Rubio y Juan Pérez Lomay Qoraxón, Alcaldes.
Se cumplió el 80.° año después de la revolución el día 7 Ah.
El 27 de enero pasaron las monjas por Palopó y se fueron el lunes315
El lunes 5 de febrero azotaron a los Señores quichés en San Miguel Chi-
meqenyá?l(>
El 18 de febrero murió el Alcalde Juan Pérez Lomay Qoraxón.
El 1.° de mayo llegó el Señor Pablo Cota Manuel, juez, para hacer la
cuenta de las casas aquí en Santa María Asunción Tzololá.
El 27 del mismo mes se dictó y ejecutó la sentencia contra el Señor Don
Pedro Solís y Don Francisco y todos los señores de la parcialidad, quienes
fueron destituidos de sus cargos. En esta ocasión quedaron solamente Don
Hernando como Gobernador y Gaspar Chululán segundo como alcalde. Ellos
fueron los representantes de todas las parcialidades.
El lunes 1.° de septiembre, día de fiesta, estuvieron aquí el Padre Fray
Juan Martín, Provincial, y el Guardián Fray Francisco de Figueroa.
El 28 de noviembre, antevíspera de San Andrés, llegó a Pangán el Señor
Gregorio Balverde, Presidente.317
Año de 1579:
210. Bernabé Arana y también Gaspar Chululán segundo, Alcaldes.
El 81.° año después de la revolución cayó en el día 4 Ah.
El 20 de febrero se probó por los castellanos una embarcación que aca­
baron de construir después que el Padre la bautizó en la punta de Pana-
hachel.318
El 18 de mayo llegaron dos españoles y se fueron a Zacatán de orden de
la Audiencia de Pangán [Guatemala].319
El lunes 12 de octubre murió el Guardián de los de Santiago [Atitlán],
Fray Juan Granero.
El 13 de octubre llegó el Señor Obispo Don Jerónimo Gómez de Cór­

314 “Los temblores de tierra que comenzaron en 1575 continuaron con asolación de
muchos edificios en toda esta Provincia, hasta el día de San Andrés, en 1577, que a la
media noche, como si diese la despedida con un vaivén que duró casi tres horas, en que
se arruinaron muchas casas, tuvo su término.” Vázquez, 2.a ed., t. i, p. 265.
315 En las márgenes del Lago de Atitlán hay dos pueblos de ese nombre, S. Antonio
y S. Catarina Palopó. Aquí se trata probablemente del segundo. Las monjas viajeras eran
las de la Concepción que fue a traer a México el Secretario de la Real Audiencia de Gua­
temala, Capitán Francisco de Santiago.
316 Totonicapán. El nombre actual de esta ciudad es la traducción en lengua náhuatl
del nombre quiché Chi-mequén-há, que quiere decir “en el agua caliente” .
317 El Licenciado García de Valverde, que había sido Presidente de la Audiencia de
Quito, tomó posesión de la presidencia de Guatemala en noviembre de 1578.
318 Ha qa ok x-e tix Pa pa ya tzamhay Pan Ahachel. Se refiere al pueblo de Pana-
jachel, del Departamento de Sololá, situado sobre el río de su nombre, a orillas del Lago
de Atitlán, al que se ha llamado también Laguna de Panajachel.
319 Ciudad Real de Chiapas, hoy San Cristóbal Las Casas, edificada en el sitio que
los indios llamaban Huey-Zacatlán.

181
doba aquí a Santa María Asunción T2ololá. Entonces hirieron al Alcalde
Juan Luis.
Año de 1580:
211. Don Juan Hernández y Pablo Ximénez, Alcaldes.
El 82.° año después de la revolución cayó el día 1 Ah.
Entró aquí de Gobernador el Señor Don Pedro Solís, Ahpoxahil, nieto
del rey Hunyg.
El sábado 27 de febrero se cayeron todos los cimientos de la construc­
ción a mediodía.
A ño de 1581:
212. Don Cristóbal Rubio y Pedro Méndez, Alcaldes.
Se cumplió el 83.° año después de la revolución el día 11 Ah.
El 8 de marzo llegó el juez Diego Ramírez con el escribano Antonio Xuá-
rez para hacer la cuenta de las casas; llegaron un miércoles.
El lunes 3 de julio a mediodía fue herido Gaspar de Rosales, Contador
de los Oficiales Reales, por el llamado Tesorero Alonso de Vides, y murió
en seguida. El jueves 6 de julio fue sentenciado el Tesorero a ser decapitado,
pero fue [el proceso] ante el juez Señor García Balverde, Presidente de la
Audiencia. Sólo tres días lo detuvieron.
Nació Catalina, hija de Pedro Ramírez y mi hija ante Dios [ahijada], yo
Francisco Hernández Arana, en el mes de diciembre del año de 1581.
Durante la celebración de Santo Tomás, 5 de diciembre de 1581, se ob­
servó el fuego del Volcán de Fuego. Era realmente una gran erupción que
creció en la Pascua de Navidad y cesó en seguida, apagándose el fuego en
la Pascua.320
Año de 1582:
213. Don Ambrosio de Castellano y Pedro Martín Atzih Vinak Achij
lxkuhay, Alcaldes.
El 84.° año desde la revolución cayó en el día 8 Ah.
Se pagó el tributo en plata, comenzando de seis en seis tomines. La
Audiencia decretó esta tasación por misericordia del Rey al tiempo de la
Pascua. Durante la Pascua comenzó.321

320 Dice el historiador Juarros que el 27 de diciembre de 1581 fue día de gran tribu­
lación para los habitantes de la ciudad de Guatemala, porque el volcán, que había comen­
zado a arrojar fuego, despidió tanta ceniza que se oscureció el sol y fue necesario encen­
der velas a mediodía. Fr. Francisco de Figueroa, de quien habla el Memorial, presenció
esta erupción y dejó de ella un relato que puede leerse en la Crónica del P. Vázquez,
libro ii, cap. xix.
321 La conmiseración del Rey por la pobreza de los indios es visible en esta rebaja
en el monto de la capitación que sobre ellos pesaba. En 1574 se estableció que paga­
rían dos tostones, media fanega de maíz, que valía otros dos tostofies, y una gallina de
valor indeterminado. En 1582 se redujo el pago a 6 tomines, o sea 6 reales de plata,
equivalentes a un tostón y medio.
Al llegar, en su traducción, a esta parte, puso Brasseur el acápite siguiente: “Parte
de Francisco Díaz Gebutá Queh.” Pero, en realidad, el nombre de Francisco Díaz no
comienza a mencionarse hasta el año de 1583, y, desde luego, el aditamento del nombre
Gebutá Queh es completamente infundado, porque éste corresponde a persona distinta.

182
214. El 16 de abril del año de 1582 fue destituido Pedro Ramírez del
cargo de Fiscal, por haberse embriagado.
El 5 de mayo de 1582 murió nuestro amado padre el Señor Provincial
Fray Gonzalo Méndez en el [Convento] de San Francisco en Pangán.322
A los 15 días del decimosexto mes murió Alonso Uchabahay, lo azota­
ron los Alcaldes. Murió en la prisión el 10 de noviembre de 1582. El Corre­
gidor Don Hernando los encarceló.
El 17.° día del decimosexto mes se fue para México nuestro Padre Guar­
dián Fray Juan Martínez, el 13 de noviembre de 1582.
El 19.° día del decimosexto mes llegó la embarcación que se fue entre
los tulares de Santa Clara.323
El 9.° día del decimosexto mes murió Don Cristóbal Rubio, un domingo,
en la fiesta de Santa Catalina.

Año de 1583:
215. Don Francisco Pérez y Diego Hernández Xahil, Alcaldes.
El 85.° año desde la revolución cayó en el día 5 Ah.
Me casé aquí, yo el viejo Pacal324 Francisco Díaz, con Francisca Catalina,
hermana del difunto Don Diego Pérez Atzih Vinak Baqahol.
El 8 de mayo regresó de México el Padre Guardián, o sea en el décimo
mes según la cuenta de los días de los cakchiqueles. Año de 1583.
El 14 de agosto, víspera del día de Santa María Asunción, quisieron ahor­
car y quemar al hijo de Francisco Martín y al jugador de pelota Andrés
Quioh. La Audiencia quería ejecutar la sentencia en Pangán. Tres veces pidió
clemencia el Padre Fray Francisco Salcedo, y [Francisco de] Santiago, Se­
cretario del Señor Capitán [General] español, los aprehendió, los amarró y
los golpeó. El martes se hizo el milagro.325
El jueves 12 de septiembre de 1583, al anochecer, murió el Señor Don
Joseph de Sancta María, Gobernador de los tziquinahay de Santiago de Zu-
tujil.326 El viernes enterraron al Señor.
El 16.° día del decimotercer mes de nuestro modo de contar [el tiempo]
de nosotros los cakchiqueles,327 o sea el sábado 5 de octubre de 1583, llegó
el Señor Juez Juan de Rosales, con Juan de Morales, escribano, a inspeccio­
nar la orilla de la montaña y el río allá en Vayan Chocol. Lo hicieron en
trece días, recibiendo las declaraciones de los testigos, de veintidós testigos,
aquí en Tzololá. También mandaron sus testigos los de Santiago. Inspeccio­
naron y reconocieron la orilla de Quichenbal, Vayan Chocol, Vanpatí y Va-

322 El Padre Gonzalo Méndez, fundador de la Orden Franciscana en Guatemala,


ejerció su ministerio entre los indios zutujiles del pueblo de Atitlán, donde fundó el se­
gundo convento que su religión tuvo en el país; fue custodio y provincial.
323 Pueblo de la laguna. Mi x-ul vi hucu x-be ahax Santa Clara.
324 Pacal, “esclarecido” , título de distinción que usaban los indios de la región del
Lago de Atitlán.
325 “Milagro” en español en el original. La frase es confusa y pudiera interpretarse
que por un milagro salvó la vida el hijo de Francisco Martín.
326 Hoy Santiago Atitlán, la antigua capital del reino zutujil.
327 Hasta aquí tradujo el abate Brasseur de Bourbourg al francés y don Juan Ga-
varrete del francés al español.

183
caón. Salieron el jueves y llegaron aquí a Santa María Asunción Tzololá el
17 de octubre, víspera de la fiesta de San Lucas. El día de la fiesta de San
Lucas se fueron para Pangán y pusieron en orden el pleito de la parcialidad
de Pedro Ramírez.
El 10.° día del decimoquinto mes, según nuestra cuenta entre los cakchi­
queles, en que cada mes tiene veinte días, en la víspera de Santa Catalina,
25 de noviembre de 1583, nació Juan Evangelista, hijo de Gregorio Mayorga
y nieto de Pedro Ramírez. Desde la noche de Santa Catalina, lunes, comenzó,
pasó ese día y nació el martes.

Año de 1584:
216. Pablo Hernández y Pedro Ramírez, Alcaldes; Juan Luis, Algua­
cil Mayor; Pablo Ximénez, escribano.
El 86.° año de la revolución cayó en el día 2 Ah.
El 2 de febrero en que cayó el día de Santa María de la Purificación, ben­
dijeron las candelas y cambiaron diez días que no debían contarse porque
vino la orden de nuestro Gran Padre, el Santo Padre de Roma,328 del año 82,
a los 81 años [cakchiqueles] de la revolución en la ciudad de Yximchée.329
Sesenta años desde que vinieron los castellanos [1524-1584].
Doblaron las campanas de la fe cuando murió Don Pedro Solís, Gober­
nador, aquí en Santa María Asunción Tzololá, en la fiesta de la Purificación,
día jueves 2 de febrero de 1584.
El sábado 4 de febrero fue fulminada por el rayo la cruz que está frente
a la iglesia.
El 18 de febrero recibió la vara Pedro Martín Atzih Vinak Achí Ahauh.
Don Pedro Martín fue el Gobernador de esta ciudad de Santa María Asun­
ción Tzololá. El Padre Fray Juan Martínez, Guardián, fue a entregar el título
y la vara en la Audiencia porque no estaba satisfecho del buen juicio de Don
Ambrosio, nieto de Don Jorge.
El 23 de marzo de 1584 llegó de Nicaragua el Padre Fray Juan Martínez,
por orden del Padre Comisario General, y se fue para México.
El 9 de abril de 1584 fue instalado el Señor Don Juan Hernández, hijo
del difunto Señor Don Jorge, como Ahpoxahil, por todos los Señores Xahilá.
El 26 de abril fueron a decir la misa a San Marcos en Payán Chocol;

328 Mi-x-halqatih lahuh chi kih maqui x-ahilax can qa r’ulic chic ru pixa ka nima tata
Sancto Padre de Roma. El dato que aquí consigna el analista cakchiquel es interesante
como indicación de la época en que entró en vigor en Guatemala la reforma del calen­
dario, decretada en 1582, por el papa Gregorio X I I I , conforme a la cual debían descon­
tarse diez días al mes de octubre de aquel año, de modo que el día de San Francisco de
Asís pasó del 4 al 15 de dicho mes. Así se hizo ese mismo año en España y Portugal;
pero, por lo visto, la orden del papa tardó otros dos años en llegar a América. La Audien­
cia de Guatemala había dictado providencia el 4 de enero de 1584, disponiendo que el
19 de dicho mes se computara como el día 29.
329 Cay vi huna roqal, huna roqal rubanic yuhuh pa tinamit chi Yximchée: “el año
[cristiano] d e '82, y a los 81 años [paganos] de la revolución” . Se diría que el autor
juega adrede con los números para atormentar al traductor.

184
hizo la procesión el Padre Fray Juan de Mendoza, a la que asistieron todos
los Señores.330
El 13 de agosto de 1584 llegó nuestro querido Padre Provincial Fray
Juan Casero aquí al pueblo de Santa María Asunción Tzololá, a la hora de
comida. También llegó nuestro Padre Fray Juan Martínez y se fue en seguida
para Granada, Nicaragua. Se juntaron aquí a la hora de la comida.
El 14 de noviembre de 1584 llegó a Pangán una parte de los Padres que
vinieron de Castilla. Quince llegaron el viernes.
El 17 de noviembre se enrojeció la luna; después de haberse oscurecido
un rato, se aclaró, comenzando por la parte de abajo. Un español dio la
verdadera explicación antes de que tuviera lugar [el eclipse]. Cuatro o cinco
semanas después que se le anunció al Señor Presidente de la Audiencia, se
oscureció la faz de la luna, pero volvió a aclararse tal como ya sabíamos.
El sábado 17 de noviembre fueron a observar a la cumbre de la montaña.
Fueron el Licenciado y los Padres a la cumbre de Pabal Cakché. “Si lo haces
bien te daremos dos o tres pueblos para que te mantengan” , dijeron al de la
Audiencia; “pero si nos engañas, te colgaremos por los pies” .331 “Está bien,
Señores” contestó el español. Y en realidad lo hizo. Todos lo observaron en
Pangán y lo vieron los Padres y el Licenciado.
Nueve días después de este suceso llegó la bula de nuestro amado Padre,
el Santo Padre de Roma, durante la fiesta de Santa Catalina. Los castellanos
hicieron una procesión el año de 1584.
Por el mismo tiempo dictó la Audiencia el sábado 17 de noviembre de
1584 la sentencia en que nos concedió el retablo para nuestro pueblo. El
Rey nos dio el que pertenecía a los de Guazacapán,332 pagando una parte del
dinero a los de Guazacapán, 600 tostones que se devolvieron en su totalidad.
Don Pedro Martín, Don Francisco Pérez, Diego Hernández Xahil y Don
Ambrosio de Castellano fueron a dejarlos a la Audiencia en Pangán, y nues­
tro amado Padre Fray Juan Martínez, Guardián, llevó la palabra ante la
Audiencia.
Pidieron también sus campanas los de Patulul y los de San Miguel, que
fueron a presentarse ante la Audiencia. Se otorgó la licencia en nombre del
Rey y se nos dio la campana a nosotros el 20 de diciembre de 1584.
Cayó granizo en la vigilia de Santo Tomás.
Yo, el viejo Francisco Díaz, mayordomo,333 me hice cargo de mi empleo.

Año de 1.585:
217. Don Ambrosio de Castellano y Don Francisco Pérez, Alcaldes;
Pedro Cakrum, Alguacil Mayor.
Se cumplió el 87.° año después de la revolución el día 12 Ah.

330 Al margen del manuscrito, en castellano y letra más moderna, se lee: “Fundación
de S. Marcos.” Se trata del antiguo pueblo de este nombre, situado a orillas del Lago de
Atitlán, al poniente de Sololá.
331 Vue qa at caxtok ca hitzax capeh x-cha.
332 Pueblo de la costa del Pacífico que fue capital de la Alcaldía Mayor hasta me­
diados del siglo xvm .
333 De la cofradía.

185
El 16 de enero hubo un temblor de tierra muy largo que duró hasta el
atardecer.334
El 6 de marzo recibimos la ceniza.335 En este año de 1585, un domingo
por la noche, Gaspar Gek mató a una mujer en la Estancia; 336 le dio de pa­
los y murió.
El 23 de marzo llegó el hermoso retablo del pueblo que dio la Audien­
cia Real. Mil o mil doscientos tostones eran por cuenta del Rey y apenas
sesenta tenía que poner el pueblo.337 Fue hoy sábado, en este año de 1585.
Hoy viernes, 10 de mayo, terminó el pleito; llegó la sentencia ejecutoria
y se reconocieron los mojones que ordenó que se fijaran el Señor Francisco
de Guinea, Alcalde Mayor, allá en Payán Chocol. Lo ejecutó el Señor Ro­
drigo de Quijano, Corregidor de aquí de Tecpán Atitlán, y ambos en unión
del Señor Alonso Páez, Corregidor de Santiago Atitlán y el escribano Fran­
cisco Pulgar y Villa Castilla y Santiago Chancho,338 testigos, pusieron los
mojones. Los castellanos lo hicieron ante el Alcalde Mayor Francisco de
Guinea. También dictó disposiciones el Visitador Quijano, respecto a las
gallinas dentro de las casas.339
El 23 de mayo llegó el Padre Juan de Meelga,340 Guardián, en sustitu­
ción del Padre Fray Juan Martínez. Con tristeza se reunió el Cabildo el día 2
del cuarto mes del antiguo sistema de contar el tiempo, y pasó el día haciendo
guardia aquí en nuestra iglesia de Santa María Asunción Tzololá, Tecpan
Atitlán.
Murió aquí el abuelo Diego López Pacal.
El 29 de junio se descubrió el frente del hermoso retablo. Lo termina­
ron a toda prisa el día de San Pedro y San Pablo. Dijo misa el Padre Guar­
dián, Fray Juan de Mendoza, hoy sábado.
El 26 de julio murió Don Gaspar Manrique, al día siguiente del día de
Santiago, fiesta de Santa Ana.
A fines de septiembre murió el Señor de la Cueva, Gobernador de los
mutzulá de San Juan Bautista Naualá.
El 10 de octubre murió Gaspar, hijo de Francisco Vázquez, el yerno de
Lucas Muela.
El 9 de noviembre prendieron al Galel Uchabahay, al Galachí Xincú, al
Ahtzalam Chuc, al Ahtzalam Cakrum y al Ahtzalam Xincú, a los cinco [los
prendieron].

334 Según Juarros hubo temblores muy fuertes en la ciudad de Guatemala, acompa­
ñados de erupciones del Volcán de Fuego, en 1585 y 1586. Los temblores, dice el histo­
riador, comenzaron el 16 de enero de 85 y continuaron todo ese año y el siguiente.
335 Efectivamente, el Miércoles de Ceniza cayó a 6 de marzo.
336 Pastancia.
337 Votuc r’ox oko chi tostones r’ahil x-u han Rey, ox qal r’u hubah mi-x u ban ti-
namit.
338 El nombre completo del Corregidor de Santiago Atitlán en 1585 era Alonso
Páez Betancourt y el del escribano Francisco de Villacostín, según se lee en la Relación
del Pueblo y Cabecera de Atitlán, de 1585.
339 Xavi qa hatok x-u ban Visidor Quisano ruma aq ruvi hay.
340 ¿Melgar?

186
El jueves al anochecer murió Don Juan Hernández, hijo del difunto Don
Jorge, y fue enterrado en la mañana del viernes.
El 8 de diciembre estuvo expuesto el Santo Sacramento en la Santa Igle­
sia; lo expuso en el altar de la casa de Dios el Padre Fray Juan de la Torre.
Se hallaban entonces aquí en Tzololá el Corregidor Rodrigo de Quijano, go­
bernando Don Pedro Martín, Gobernador, y los Padres Fray Martínez, Fray
Jerónimo, Fray Diego de Ribera y los Alcaldes Don Francisco Pérez y Juan
Gómez Chintá.
Ya para terminar este año, a los cinco días de Santo Tomás, nació mi
hijo Gaspar Ganel. Yo, el viejo Francisco Díaz, Ma Pacal.

Año de 1586:
218. Diego Hernández Xahil y Francisco Arana Ahmoxnay, Alcaldes;
Gregorio Mayorga, Alguacil Mayor; Pedro Martínez Pérez, Alguacil Mayor,
siendo escribano Mateo García.
El 88.° año de la revolución cayó el día 9 Ah.
Aquí comenzó a quemarse mi casa que hice cuando era mayordomo.
El 14 de enero, fiesta de la Epifanía,341 prendieron a los Viejos Pacales,
a los hombres principales; le pusieron multa al abuelo y al jefe de la parcia­
lidad, multaron también al padre y a todos los Señores y principales del
pueblo. Tuvieron conocimiento de esto el Padre y el Corregidor Quijano.
El 20 de febrero entró Don Ambrosio de Fiscal en lugar de Pedro Mén­
dez, viejo Ahú.
Murió aquí el Señor Don Francisco Pérez Ahtuncuc.
El 23 de febrero los Viejos Pacales, los Señores Principales, entraron a
dirigir la parcialidad.
El sábado 22 de febrero llegó el juez Antonio Rodríguez para tomar resi­
dencia al Corregidor Quijano, quien al instante entregó la vara y se hizo el
cambio el 25 de febrero. Luego se mandó pregonar en los cinco o seis pue­
blos que le pagaban su salario. Su salario era de 400 tomines.
El 17 de marzo llegó el Señor Don Jerónimo Gómez de Córdoba, Obispo.
Llegó de México pasando por Patulul y luego vino aquí.
Fueron a hacer el pregón a Patzum, Chicuchín, San Miguel y Patulul, y
entonces se fue también Don Bernabé al Quiché a hacer el pregón.
Aquí en nuestro pueblo de Santa María Asunción Tzololá dieron la con­
firmación.
Un día del mes de abril llegó el Comisario General llamado Fray Alonso
Ponce. Pasó a Santiago Zutuhil [Atitlán] y se fue directamente a Pangán.
Venía de México, Tenochtitlán.342
El sábado 7 de junio, poco después de haber notado su falta a la hora
de la comida, murió Catalina, la hija de Pedro Ramírez Uchabahay.
El 24 de julio,343 en la vigilia de la fiesta de Santiago, llegó nuestro ama­

341 En esto hay error. La Epifanía o Adoración de los Reyes se celebra por la Iglesia
católica el día 6 de enero, pero pudiera ser que la celebración se hubiera pospuesto ocho
días en 1586.
342 X-chohmin ka Pagan ka r’ulic x-pe México Tenochtitlán (sic).
343 24 de junio en el original.

187
do Padre Fray Alonso Ponce, Comisario General, a hacer una visita y a
adoctrinar a todas las tribus. Cuando vino de México se fue a Santiago [Gua­
temala], pero regresó aquí a Tzololá, a donde llegó el lunes.344
El martes 5 de diciembre, en la madrugada, al amanecer, cayeron casas
en Pangán a causa de un terremoto. Entre la gente que murió se hallaban
unos españoles. Esto pasó dos días antes de la Pascua de Navidad.345

Año de 1586: 346


En el mes de febrero hizo una visita el Obispo.
Hoy, 5 de enero del año 1586, estuvimos los Señores principales, yo
Francisco Díaz Viejo Pacal; yo, Juan de Guzmán, jefe de la parcialidad, de
orden del Señor Don Ambrosio de Castellano, con Luis Pérez y Gonzalo de
Guzmán; además, Diego Hernández Xahilá, gran Señor Xahil, y Don Ber­
nabé, Juan Alonso Zakbín y Juan Martín Macua, así como los Ahpop, los
viejos Francisco Maxobobín y Juan Gómez Chinta, y Juan de Chávez, Gran
Pacal, con Don Miguel Galel Xahil y Xitayul, quienes hicieron estas dili­
gencias.
El día 3 se reunieron los Señores para conferenciar, nuestros queridos
Padres Fray Juan Martín y Fray Juan de Mendoza, Guardián, y el Señor
Don Rodrigo Quijano, Corregidor, Don Pedro Martín, Gobernador, el Al­
calde Francisco Arana [Ahmoxnay], Gregorio Mayorga y Pedro el Fiscal;
todos, se reunieron en el pueblo.
Estas son las gentes de fuera: el Fiscal Pedro, de Bocó [Chimaltenango],
el Ahtzalam Qtán, de Paziziyá [Patzicía] y Pedro Pérez de Pachahiyá y los
de Ruyaal Chay [Itzapa] y los de la milpa de Zamora, el viejo Diego Rih
de Patulul y Francisco Pastor de Santo Domingo Panchoy. Estos son los
principales que concurrieron a conferenciar. También entramos nosotros; no
estuvimos atrás ni adelante; contentos entramos en la oscuridad. Hablaron,
pero no fue gran cosa lo que hicieron todos los Señores y gentes importantes
del pueblo. Los reconocimos cuando entramos en el gran día de la Epifanía.

Año de 1587:
219. Pablo Hernández y Pedro Méndez Ahú, Alcaldes.
El 89.° año de la revolución cayó en el día 8 Ah.
El 18 de enero se celebró el jubileo. El domingo recibimos el Santo Sa­
cramento de nuestro amado Padre mayor, el Santo Padre que está en Roma.

344 El P. Alonso Ponce viajó por Centroamérica y Yucatán en 1586 como Comisario
General de la Orden Franciscana. La narración de su viaje, “escrita por dos religiosos
sus compañeros” , fue publicada en Madrid en 1872 con el título de Relación breve y
verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al Padre Fray Alonso Ponce
en las provincias de la Nueva España, siendo Comisario General de aquellas partes, etc.
Colección de documentos para la historia de España, vols. l v i i , l v i i i .
345 La fecha de este terremoto es el martes 23 de diciembre (y no el 5), según Jua-
rros, y así se deduce de las últimas palabras del texto. La ciudad de Guatemala fue des­
truida y entre sus ruinas — dice el historiador— quedaron sepultados muchos moradores.
346 Esta parte, marcada también con el año 1586, aparece en un lugar diferente del
manuscrito, en el folio 9, y se agrega aquí para seguir el orden cronológico.

188
De esta manera se celebró el segundo domingo aquí en nuestro pueblo de
Santa María de la Asunción Tzololá.
El 9 de febrero nació el hijo de Pedro Ramírez. Un día lunes nació.
El 10 de febrero recibimos la ceniza y comenzó la cuaresma. El Padre
Fray Bonifacio echó el agua [del bautismo] en la cabeza al hijo de Pedro
Ramírez, a quien dieron el nombre de Diego.
El sábado 1.° de agosto murió Diego Hernández Xahil.
Llegó aquí a Tzololá como Visitador el Padre Provincial Fray Pedro de
Arboleda.347
El día de la Exaltación de la Santa Cruz [14 de septiembre] se trazaron
y construyeron los mojones 348 por Francisco Perenya y el escribano llamado
Centeno. Llegaron a Patzimaiya 349 y ejecutaron la operación. Llegó a obser­
varlos allí Gonzalo Martín, nuestro defensor.
A los dos días, el 15 de septiembre, oyeron la misa en San Agustín;
Fray Jerónimo de Tapia dijo la misa y allí durmieron también con los zutu­
jiles. Luego llegaron a Santa María Magdalena [Patulul] para recibir las de­
claraciones de los testigos: cuatro de San Juan y de Chicaquix, dos de San
Cristóbal, seis de los de Patzum, eran nuestros testigos. También recibieron
las declaraciones de los Alcaldes y Regidores y de los principales de Patulul.
Ocho tostones se pagaron por honorarios al juez, por cada día; dos tos­
tones al escribano y un tostón para el guarda.350 Los de Santiago [Atitlán]
pagaron seis días; fueron doce días. Conforme a la provisión fueron desalo­
jados los de Santiago. Treinta tostones le dimos a nuestro defensor, el lla­
mado Gonzalo Martín, entre todos los Señores de la parcialidad.
El lunes 7 de septiembre comunicó el juez desde San Lucas que se había
ganado el pleito y se había acabado el proceso. Luego se fue para Pangán a
dar cuenta a la Audiencia, el día de San Mateo. Dos de los de Patzum llega­
ron ante los castellanos y le pagaron al juez Francisco Perenya un tostón de
parte de los de Santiago, y nosotros dimos un tostón a cuenta de la llevada
del proceso.
El 27 de septiembre vino la Bula, la recibimos aquí en Tzololá, siendo
Guardián nuestro amado Padre Fray Juan Martínez. Vino de parte de nues­
tro amado Padre Mayor, el Santo Padre que está en Roma.
El día del Padre San Francisco, Santo Padre, murió aquí el Padre clérigo,
santo Padre.
El 3 de noviembre hicieron la notificación en Panpatí del terreno de
Tomás Chial. Vino Don Bernardo, nuestro Corregidor, aquí a Tzololá. Llegó

347 Custodio de San Francisco en 1578, 1586 y 1590. En 1585 era Guardián del Con­
vento de Santiago Atitlán.
348 Mi-x-tzet tzak bagag. No encontrando una interpretación congruente de las dos
últimas palabras, las traducimos como si fueran x-tzet qulbat, “fijar los mojones” . Como
se verá más lejos, se trataba de deslindar las tierras de Tzololá y las de Atitlán.
349 “En el río de los jícaros.” Puede ser el antiguo pueblo de la costa de Suchite-
péquez, que llamaron Xicalapa, traducción literal al náhuatl de Patzimai-ha. Xicalapa se
encontraba a orillas del Río Nagualapa y a legua y media de su desembocadura en el
Océano Pacífico. Francisco de Pereña fue Corregidor del Valle de Guatemala en 1584.
350 Ah yaqui.

189
Antonio Rodríguez, Corregidor de Santiago. Todos los Señores vinieron
aquí, y se fueron para Santiago el viernes.
Hoy, 20 de noviembre, llegaron los testigos y también los de Panpatí.
Eran ocho testigos, cinco de los de Santiago comparecieron juntos ante el
Corregidor Don Bernardo y Antonio Rodríguez y ante todos los Señores,
asistiendo351 Alonso Vásquez, Joseph de la Torre y Juan de León, castella­
nos, para recibir la información.
Año de 1588:
220. Don Miguel López y Gregorio Mayorga, Alcaldes; Alguacil Ma­
yor, Diego Sánchez y Jorge de Robles.
Por la cuenta del tiempo, el 90.° año después de la revolución cayó en el
día 3 Ah.
Comenzó entonces una epidemia de erupciones entre los niños, de la que
no morían los viejos.352
Se quemó aquí la casa de Francisco Díaz, Viejo Pacal, que construí cuan­
do era mayordomo.
El sábado 14 de marzo se enrojeció la luna, solamente se puso colorada
y se le oscureció la cara.
El 19 de marzo llegó el juez del pleito, Juan de Morales, a Vayan Chocol,
Panpatí y Pacoón a recibir los rezagos 353 por orden de la Audiencia y por el
Señor Fiscal Real. Efectivamente se pagó a los Oficiales Reales el impuesto
que llaman de la media [anata].
El domingo 20 de marzo dimos, además, para la nieta del juez Francisco,
llamada Ana.
El martes 22 de marzo comenzó el juez a recibir las declaraciones de los
testigos en Payán Chocol, y a los dos días fue a trazar la raya354 frente a los
mojones de piedra, tirando la cuerda.
El jueves 24 de marzo llegó también el juez a Panpatí, y estuvo allí hasta
el mediodía, y por la noche llegó a Payán Chocol. Luego llegó el Tesorero
Alonso Vides por el rezago. Estaban entonces el Gobernador, los Alcaldes
y el juez en Panpatí.
En los últimos días del año se encontraba el pleito ante el Gobernador
Pedro Martín y los Señores principales peleaban ante la Audiencia.
El lunes 28 de marzo comenzaron a tomar las declaraciones el Goberna­
dor Ahú Chinta y Don Ambrosio de Castellano, Alguacil Mayor. El tesorero
introdujo a los testigos.
El viernes 1.° de abril concluyeron y quedaron terminadas 355 las decla­
raciones de los testigos. Las tomó el juez Diego Ramírez.
Vinieron entonces a hacer la cuenta de las casas. El juez reqedor356 Juan
de Morales la practicó.
El sábado 2 de abril se fue el juez a hacer la cuenta a Quezaltenango.
351 S-tendo, en el original.
352 ¿Sarampión o varicela?
353 Así en el original, pagos atrasados de alcabalas.
354 Así en el original.
355 X-u quigibeh x-lahbex.
356 ¿Recaudador?

190
Año de 1589:
221. Francisco Arana y Gonzalo de Guzmán, Alcaldes; Alguacil Ma­
yor, Mateo García; escribano, Juan de Guzmán; Juan Ahziqahauh.
91.° año después de la revolución el día 13 Ah.
El 2 de marzo nació mi hija, a quien pusimos el nombre de Ana. Yo,
Francisco Díaz, Viejo Pacal.
También llegó en marzo el Señor Oidor Carbade,357 quien hizo una visita
a los pueblos en Zuba, pero no vino aquí a causa de la Pascua. Rápidamente
se fue para Pangán.
Desde hace un año ha estado Don Pedro Atzih Vinak Baqahol en lugar
de su padre el Señor Baqahol.
El Guardián actual es Fray Cristóbal de Olibera.
El sábado 6 de marzo vino el órgano, vino nuestro querido padre el Pa­
dre Fray Cristóbal, Guardián, quien lo compró en 1.200 tostones que paga­
mos. Haciendo las cuentas salió en la mitad del precio en dinero. El Padre
enseñó al hijo del Gobernador, a Rafael Francisco y a los niños pequeños; a
once les enseñó Fray Antonio Santiago.
El Padre Cristóbal de Olibera aconsejó que no le informaran de esto al
Presidente.
El 22 de julio llegó a Pangán el Señor Don Francisco, Visitador y Presi­
dente de la Audiencia.358 Inmediatamente fue removido el Señor Presidente
Balverde, su secretario y todos los Oficiales Reales y los Padres del Señor.
Hubo así nuevo jefe, clérigo y padre.
Mientras tanto, el Oidor Zarbate se encontraba en San Juan Naualá, de
donde fue llamado inmediatamente.
El 17 de septiembre murió el Señor Presidente Balverde en Pangán, sin
que se le hubiera tomado residencia. Cuando murió había gobernado diez
años. El décimo año murió Don Gregorio Balverde.359
El 9 de noviembre la viuda del Gobernador mandó enseñar secretamente
al Señor Visitador el título de Gobernador, pues el Señor no conocía a todos
estos pueblos que estaban en la provisión y en los cuales tenía que hacer
justicia, y no conociéndolos no podría administrarla, y por esta razón le en­
viaron el título.

Año de 1590:
222. El día 2 Toh nació aquí María, hija del difunto José.
Gaspar Chululán y Jorge de Vera, Alcaldes; Mateo García, escribano;
Alguaciles Mayores, Pedro Cakrum y Francisco Chocohay.
El 92.° año de la revolución cayó en el día 11 Ah.
Los Padres vinieron a celebrar capítulo aquí en Tzololá; aquí lo hicie­
ron y no en Pangán, lo hizo Fray Cristóbal de Olibera.

357 El Licenciado Diego (paríate, Oidor de la Real Audiencia.


358 Era el Licenciado Pedro Mallén de Rueda, Oidor del Nuevo Reino de Granada,
quien pasó de Presidente a la Audiencia de Guatemala, a donde ingresó el 21 de julio
de 1589.
359 El 16 de septiembre de 1589, según Juarros, murió en Guatemala el Licenciado
García de Valverde, estando electo Presidente de Nueva Galicia.

191
El día 3 de enero comenzó una enfermedad de tos, fríos y calenturas de
que moría la gente.
El 21 de enero, domingo, hicieron justicia en la iglesia a los de Santa
Lucía, que quisieron casar a una pareja de cuñada y cuñado. No los denun­
ciaron los testigos ni el Fiscal y no los casaron cuando se averiguó por el
Padre Fray Cristóbal de Olibera, quien hizo gran acto de justicia en la igle­
sia. Fueron azotados todos los testigos y el Fiscal; les dieron a unos 80 y a
otros 60 azotes y les impusieron dos meses de trabajo en Vanichah. A la mu­
jer la condenaron a seis meses en casa del Corregidor, pero no la azotaron;
sólo estuvo un día en la prisión. Los testigos, que eran dos parejas, se habían
casado anteriormente.
El 11 de septiembre tuvo un pleito Don Ambrosio de Castellano con
todos los Chopená. Tan pronto como él salió conferenciaron y dijeron que
su abuelo no había sido hijo de señores principales y que sólo los habían
juntado al principio los Chintay, quienes los cuidaron y juntaron. Así dije­
ron Juan Akbal y Agustín Juan Qoxol y se burlaron públicamente. Bernabé
Xahil se enfureció con ellos. Yo, Francisco Díaz, era mayordomo cuando
sucedió esto. No se llevó la historia ante la justicia por los Xahilá. Sólo
hicieron gran escándalo y reprendieron a Diego Batzú. Desde el principio
se juntaron los Chintay, de esta manera se defendieron los Chintay. Así se
esclareció el pleito ante la justicia y todo terminó.
Gobernaban Pedro Martín Gekaquch, Gaspar Chululán y Juan Cortés,
Alcaldes, y el Alguacil Mayor Pedro Cakrum Chocohay.
Llegaron también tres viejos Pequeños y Grandes Pacales, a quienes ha­
bían ofendido, pero no hubo desorden en la parcialidad. Llegó Pablo Her­
nández, llegaron también a Chanachá los compradores de fruta, pero no
mostró la cara Gonzalo de Guzmán por el disgusto que tenían, aunque eran
de corazón recto el Viejo Francisco Pacal, Francisco Gómez, el viejo ofen­
dido Sebastián de Arana, el Viejo Gran Pacal Martín de Chávez Tay, Diego
Pacal, Juan Yaxón Iq y Juan Ganel Tunal.
Este año se compraron los zapotes de Chanachá de los de Palopoo a dos
tostones la cosecha del año de un árbol y lo que da la tierra de Xechi Tucur,
que era propiedad del pueblo. También compraron las anonas de San Bar­
tolomé; dos tostones les dieron a los hijos. Pero como no pertenecían a los
hijos y cuidadores, mandaron suplicar a la justicia que se los pidiera a los de
Chanachá. Así, les fue señalado término por la justicia del Gobernador para
que fueran propiedad de la comunidad los zapotales y la tierra. Esto lo obe­
decieron los de San Antonio Palopó, quienes no sabían que los hijos estaban
haciendo un pleito. En consecuencia, se vio que la culpa era de los mucha­
chos y se separó a los muchachos para que no volvieran a incurrir en falta.
Todo era culpa de los hijos. Lo vi yo, el viejo Francisco, Pequeño Pacal.
En el mes de diciembre llegó el Gobernador de San Bernardino Patzum,
a quien ordenó el Señor Don Francisco, Visitador que vino de Castilla, que
mandara a trabajar a todos los pueblos por cuenta de la gobernación. Esta
fue la sentencia del Visitador Don Francisco.
Diego Cote Chuy fue nombrado Gobernador de los tukuchées de Patzum.

192
Mientras tanto gobernaba a los gekaquch en Tzololá Don Pedro Martín
Atzih Vinak Achí, siendo Corregidor en Tzololá el Señor Don Carlos.
El día de Santa María Magdalena entró Francisco Caok a la gobernación
de Patulul.

Año de 1591:
223. Don Bernabé Xahil y Don Pedro Méndez Baqahol, Alcaldes; Bal­
tasar Ahú, escribano; Alguaciles Mayores, Bernardino Gekaquch y Juan Ca­
rrasco Chululán.
El 93.° año de la revolución cayó en el día 7 Ah.
El día 10 Akbal nació Gaspar, hijo del difunto Joseph.
El 9 de mayo llegó aquí a Tzololá el Señor don Diego Zarbate. Llegó a
Tzololá el jueves a mediodía y se fue para Santiago con Niebla Chanchos Dia-
comano360 o Díaz, Don Juan, Alguacil Mayor, el Padre Fray Francisco de
Figueroa, Guardián; el Corregidor Don Carlos y el Gobernador Pedro
Martín.
El sábado entró el Señor a la casa del Padre; no era una buena casa, el
frío era terrible, por lo cual iban a terminar de hacerle otra casa.
Pronto comenzó el pleito de los Xahilá, a quienes hirieron Don Pedro,
el hijo del difunto Don Francisco, el hijo del difunto Felipe y Juan Luis.
Quedó memoria de esto, que hicieron en casa de Juan Luis los castellanos
que vieron todo el pleito. Alonso Rodríguez Caxeco, que acompañaba al
Señor Oidor, llegó el día 8 Camey y fue en seguida a enseñar al patrón lo
que habían escrito aquellos señores y llevó a su jefe todos los papeles. El
día 9 Queh comenzó el proceso.
El día 10 Ganel cogieron fuerza y la gente le echó la culpa al vino.361
El lunes salió la sentencia contra el vendedor de vino y Francisco Díaz, Es­
teban Martín, Gregorio, hijo del Fiscal Diego Tzizlak, Juan Tum, Juan Ahxit,
Ahtzalam Ahú, Felipe Zic, Martín Cruz, Andrés Rastún, Marcos Díaz, Mi­
guel Lak, Diego hijo de Lak, y Juan Pérez Ixttamer. Tres fueron azotados,
el hijo del difunto Felipe, Simón Chial y Juan Iyú, a cada uno le dieron
30 azotes en el poste y le pusieron de 4 a 5 tostones de multa. A los que
no azotaron Ies impusieron 60 tostones y 3 tostones de costas, 23 tostones
de costas, 10 tostones y 3 tostones de costas, 15 tostones y 3 tostones de
costas; dieron 200 tostones y 160 tostones que reunieron entre todos. Al
mismo tiempo cayó enfermo Juan Luis. Acusaron a Esteban, acusaron al ma­
yordomo, pero no denunciaron a Caxeco.
El miércoles siguiente 22 de mayo por la mañana mandaron notificar a
los Señores Alcaldes y Regidores que querían pagar en 10 años la cuenta de

360 ¿Niebla Sánchez? Diacomano puede ser dragomán, intérprete. El nombre Niebla
existía en aquellos tiempos en Guatemala. En el año de 1579 Fernando de Niebla, escri­
bano de la Alcaldía Mayor de Zapotitlán, redactó la Descripción de Zapotitlán y Suchi-
tepec enviada al rey por el Corregidor Juan de Estrada, que en manuscrito original se
conserva en la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad de Texas.
361 X-u qam ru chuga xaki x-u zuhuh ri vinak chtré vino. La expresión del lenguaje
familiar de Guatemala “coger fuerza” , equivalente a embriagarse, parece ser muy antigua,
pues ya aparece en este pasaje del ms. cakchiquel.

193
520 tostones, 400 y 300 tostones de multa. Querían oír la notificación y en­
traron a continuación los maridos y las mujeres a la casa del Padre para rogar
al Señor Oidor y dijeron los maridos y las mujeres: “No pedimos nada de la
casa de Dios, Señor, [al contrario] ofrecemos reverentes dar a Dios todo el
ornamento." En seguida mandaron a las mujeres a entregar una petición de
súplica de los hombres, que contenía los nombres de todos los maridos. La
encabezaban el propio Juan Luis y los hijos del Alcalde Don Pedro Méndez
que les pegó en la alcaldía. Así comenzó el pleito, pero no encarcelaron al
Alcalde, quien permaneció en su puesto hasta que llegó el Señor.
El miércoles 3 de mayo entraron a la cárcel todos los Señores, el Go:
bernador, los Alcaldes y Regidores y todos los calpules también a causa de
la multa. Pero ni una noche durmieron los Señores en la cárcel. Querían dar
adentro su cargo los Señores. Se presentaron cuatro hombres que deseaban
dar su declaración. A cada uno le dieron un año y un tostón. Esta multa les
impusieron a Diego Carabah, Cristóbal Xub y Francisco Qulum, el hijo de
Uchuc. Tres años y tres tomines de multa a cada uno. Este castigo les impuso
el Oidor porque no fueron justos en sus declaraciones. Por eso les pusieron
un año y tres tomines de multa.
Un viernes a fines de mayo devolvieron el dinero los Alcaldes y Regi­
dores. Querían ir juntos a hablar con el Oidor y pagar cuatro tostones de
multa los Alcaldes y Regidores, pues estaban apenados por sus declaraciones.
Juntaron entre ellos 35 tostones que fueron a pagar Don Ambrosio y Don
Pedro Martín y los Regidores. Deseaban pagar en un año y dos meses por­
que había dado prestado para el pago el hijo de Don Pedro Solís, que era
Gobernador entonces.
El sábado 1.° de junio en que cayó el día 5 Toh salió la sentencia contra
los Señores y los antiguos Alcaldes y Regidores. En diez años faltaban en la
cuenta 6 tostones para completar 400 tostones que pagaron los Señores e
ingresaron a la caja de comunidad. Habló el Señor Oidor y la pena fue de
diez tostones al Gobernador y tres años de destierro voluntario; 362 a Am­
brosio diez tostones de multa y tres años de destierro voluntario; a la mitad
de los Señores seis tostones de multa a cada uno y un año de destierro vo­
luntario; y a la otra mitad cuatro tostones de multa cada uno y un año de
destierro voluntario. Esta fue la sentencia del Gobernador en el pleito; la
publicó el Gobernador y recogió las varas. Dio instrucciones al Padre para
que ayudara a los Señores respecto a la pena. También ayudó al pago de la
cuenta Fray Francisco de Figueroa.
Se hallaba allí el Corregidor Alonso Barrientos cuando dictó la sentencia
el Señor Don Diego Zarbate. Y mandó que ni una vez se reunieran, que ni
una vez hicieran la cuenta de los tostones.
A continuación se hizo la gran justicia. Fueron azotados en la plaza pú­
blica, habló el Señor Oidor y pagaron el dinero en casa del Gobernador.

362 El texto dice: oxi huna xteral volomtaria. La ortografía de las palabras castella­
nas que aparecen en el ms. es generalmente defectuosa. Las cajas de comunidad se esta­
blecieron al organizarse los pueblos indígenas con el objeto de recaudar la contribución
personal destinada a sufragar los gastos públicos, civiles y religiosos.

194
Fueron a la casa de Diego Lak; 489 tostones recibieron en presencia de
todos.
Hoy martes, 4 de junio, Diego Lak, Gaspar Chululán, Francisco Arana
y Francisco Díaz salieron fiadores de los Señores por los 409 y 100 tostones
y con esta ayuda pidieron prestado el dinero a la comunidad y lo entregaron
al Señor Oidor.
El fiador pagó el dinero que salió de sus manos como había dicho el
Oidor. Y habiéndose acabado el dinero, quedaron los fiadores obligados al
pago, como dispuso el Oidor. Al anochecer promulgaron las ordenanzas ante
toda la gente y se fueron todos los Señores; sólo quedaron el Alguacil y el
Fiscal y dijo el Señor que por [su] mandamiento se quedaba el Fiscal, a
quien debían pagar las costas. No se contó el dinero que dieron los Señores
y que pagaron todos al Oficial de los castellanos; y [al otro día] temprano,
después de hecho todo esto, salió el Oidor para Santa Lucía.
El jueves, faltando diez días para que terminara el mes de junio día 11
Ganel [20 de junio], murió Gaspar de mal de orina, murió mi hijo. Yo,
Francisco Díaz, viejo Pequeño Pacal. Murió veintisiete días después de estar
viviendo en San Juan [Naualá].
El viernes, 5 de julio, el día 13 Akbal, murió Petronila. A los quince
días fue a reunirse con su hermano. También el mal de orina y la tos le
atacaron a mi hija. Yo, Francisco Díaz, viejo Pequeño Pacal.
El sábado 5 de octubre, día 1 Tziquín, al anochecer, me fui arrastrando
a mi casa, la casa del difunto abuelo Diego López, Pequeño Pacal. Compré,
además, la casa del difunto Señor Don Pedro Solís. El domingo 2 Ahmak ya
estaba yo en mi nueva adquisición y vinieron todos los Señores principales
del pueblo. Estuvieron todos reunidos para la comida y pusieron sus firmas
todos los Señores en las escrituras de la casa que compré, en presencia de
los Señores justicias, Gobernador y Alcaldes.
El 26 de diciembre se cubrió la cara de la luna y se produjo una gran
oscuridad, poco más o menos a la hora de ánimas [las ocho de la noche].
La oscuridad era verdaderamente grande y no se veía la luna. No se distin­
guía para nada la superficie de la tierra, estuvo en completas tinieblas desde
que comenzó el eclipse, y así permaneció hasta que se le aclaró otra vez la
cara.

Año de 1592:
224. Francisco Díaz, Alcalde; Pedro Méndez, Alcalde; Bernabé Sayn,
escribano; Diego López y Francisco López, Alguaciles Mayores.
Se cumplió el 94.° año desde la revolución que hicieron en Yximchée el
día 4 Ah.
El día 3 se pusieron en camino todos los Señores para Pangán con mo­
tivo del rezago. Era entonces jefe [Presidente de la Audiencia] Don Pedro
Mallente,363 Visitador, y fueron a pedirle justicia al Tesorero364 con respecto
al pago de los numerosos impuestos. Decían que no conocían los Señores a

363 Mallén de Rueda.


364 Desulero en el original.

195
todos los vasallos, por lo cual fueron a prisa a hacer un poder del Cabildo,
según dijo el Señor Fiscal. Después de haber hecho el poder aquí en el Ca­
bildo, tocaron las campanas y en seguida entraron todos los Señores, Alonso
de Barrientos, Corregidor, y Gaspar de Chinchilla, escribano. Lo mismo hicie­
ron en Quezaltenango, estando unidos así los dos pueblos en esta querella.
Este año murió mi mujer. Yo, Francisco Díaz.
Y aquí les pegué a los muchachos Laki en casa de Don Ambrosio, pero
yo estaba borracho cuando me capturaron.
El 1.° de junio me azotaron en la plaza por haber yacido con la mujer
de Francisco Xitayul. El día 8 Ahmak hicieron justicia: ocho tostones y tres
tomines de multa, y me quitaron la vara. A la mujer la azotaron. Yo, Fran­
cisco Díaz, Viejo Pacal, Pedro Rastún Xitayul, Diego Ixttamer, Diego Ló­
pez, Juan López, Andrés Patzán Coyol, Alonso Xitayul Vahtzay. Fueron tes­
tigos Esteban Ixhanel, Juan Haracana, Antonio Hulahuh, Alonso Xitayul y
Pedro Nimachí, quienes prestaron juramento ante el Corregidor Alonso Ba­
rrientos. Los Señores no intercedieron. Estos dijeron que me vieron salir de
allá donde estaba.
Hoy, 16 de junio, día 11 Ey, llegó el Señor Don Pedro Aveto, Oidor,
y se fue de regreso a los pueblos de la laguna y a hacer vista a Chuvilá y los
pueblos.365 A las cinco semanas vino el Señor aquí también y se fue en se­
guida para Santiago. No dijo nada cuando pasó y luego se fue a Pangán a
recibir una provisión. La visita que hizo a Tzololá fue tan corta que cuando
llegó el Señor no se detuvo para la comida.
El jueves durmieron en casa del Padre, Alonso Rodríguez, escribano, el
hijo de Robleto y un Esponso; juntos los tres castellanos y otros cinco que
no se nombran vinieron a notificarnos, pero ya se había ido el Señor.
Hacía algún tiempo que se había ido el Señor cuando me enviaron los
Señores a mí, Francisco Díaz, ante el Padre Fray Francisco de Figueroa,
Guardián, y Fray Gabriel de Sotomayor, v entonces me dio mi vara el Señor
y recibió también el proceso el Señor Oidor y se lo dio a Alonso Rodríguez,
escribano del Señor.
El viernes 17 de junio, día 12 Ah, comenzaron a reunir a las muchachas
y muchachos para que los casara el Señor. A 106 casó el Señor Oidor.
El miércoles 23 de junio, día 4 Tihax, fue el Señor a hacer una visita a
Santa Cruz366 con motivo del gran pleito que tienen allá por los hornos. Por
esta razón se quedó aquí el Señor Oidor Don Pedro Avero para terminar
todos los papeles.
Hoy, a los 30 días del mes [de agosto de 1592] del año de mil y qui­
nientos, el día 8 Queh367 azotaron a los muchachos Tzislaki, cien azotes re­
cibió cada uno en el poste. Le habían pegado al Alcalde Francisco Díaz, viejo
Pequeño Pacal. El Corregidor Alonso Barrientos quiso que se hiciera esto
inmediatamente. Dijeron que querían apelar en seguida dando muchos tos­

365 El Dr. Pedro de Agüero, Oidor de la Real Audiencia. Chuvilá era el nombre
antiguo de Chichicastenango.
366 Pueblo vecino a Sololá.
367 Aunque en el ms. original se lee 28 días y no se» especifica el mes, el día 8 Queh
de la segunda mitad de 1592 corresponde al 30 de agostó.

196
tones de multa en Pangán para que los perdonaran; pero le dieron cien azo­
tes a cada uno en la plaza del pueblo y vino a Tzololá a ejecutarlo un cas­
tellano por orden de la Audiencia. El Señor Fiscal Tomás Espinosa pidió
justicia contra ellos ante la Real Audiencia. Juan Luis.368

Año de 1593
225. Don Juan Cortés y Mateo García, Alcaldes; Esteban Martín, es­
cribano; Pedro Hernández Cakrum y Francisco López, Alguaciles Mayores.
El 95.° año después de la revolución de Yximchée cayó en el día 1 Ah.
Don Ambrosio de Castellano quería ser Alcalde; quería salir pronto y
secretamente de la Fiscalía porque veía que así le convenía retirarse de esa
casa; pero como ninguno tenía intención de interceder por él, dispuso irse
a Pangán a ver al Padre Provincial que llamaban el Catalán, ante quien llegó
muy triste por esta causa. Estaba entonces el pleito en poder del Corregidor
Alonso Barrientes. Se juntaron los que estaban peleando en el pueblo y se lo
mandaron a los Señores por medio del Padre. El Fiscal estaba cansado de la
fiscalía ¡oh hijos míos! y de custodiar el proceso de que estaba conociendo,
porque verdaderamente no estaba contento con esto. Así lo manifestó en una
carta que dirigió al Padre Provincial, llamado Fray Francisco de Figueroa,
Guardián entonces. Pero no le escribió las razones y no le informaba [lo
que pasaba]; solamente decía que tenía deseo de dejar la fiscalía. Y dijeron
al Gobernador y los Alcaldes junto con todos los Señores que ellos estaban
contentos con el Fiscal y que, por consiguiente, debía cumplir las órdenes
del Señor, con lo que se entristeció Don Ambrosio de Castellano.

[ Año de 1 5 9 4 :]
226. El 7 de enero llevamos el dinero a la comunidad. Era mayordomo
Don Bernabé en la casa de la comunidad.
El 22 de enero llegó el Corregidor Alonso Esquivel.369 No alcanzó a cum­
plir un año el Corregidor Alonso Barrientos. Por esta razón se entregó el
proceso a los Señores del pueblo. De esta manera no permitieron todos que
fuera a hacerse la denuncia ante la Audiencia ni que, además, se entregaran
los capítulos al Señe, riscal Real durante la residencia que estaban haciendo
públicamente según dijo el Señor Licenciado Mallén, Visitador y Presidente.
Por tanto, cuando llegó este Señor Alonso Esquivel, inmediatamente se ex­
cusó370 Alonso Barrientos con los Señores que estaban enterados de todo lo
hecho. Los testigos no fueron introducidos. Los Señores Vahtzay hablaron
al Corregidor para que se tomaran las declaraciones. Y después que se hizo
la denuncia, presenté mis testigos, quienes dijeron que yo no tenía culpa.
Y juntándose los yernos y los suegros con los rebeldes del pueblo, declara­
ron los testigos cuyos nombres son: Gaspar Manrique, Juan Luis, Diego
Ixttamer, los dos hijos de Domingo Bemardino Gekaquch, Francisco Mectán,
Andrés Nimapam y Francisco Ahtzalam Ahú, quienes prestaron juramento.

368 Este Juan Luis que firma la anterior anotación del Memorial era un vecino cuyo
nombre se menciona en otro lugar.
369 Xquibel en el original.
370 “Recusar” en el original.

197
Gaspar reunió a estos hombres y fueron a declarar ante Alonso Barrientos.
Hoy, 15 de mayo, llegué yo, Francisco Díaz, viejo Pacal, viniendo de
México Tenuchtitlán con el Señor Fray Bernardino Cipriano,371 Comisario, y
los doctrineros Fray Nicolás, Custodio, y Fray Francisco dé Figueroa.
Hoy, 23 de septiembre, terminó nuestro pleito por las tierras de Xeva-
cal y Tunali, repartiéndose entre nosotros conforme a justicia.
Don Miguel López y Pablo Ximénez [Alcaldes], Esteban Martín, escri­
bano; Francisco Chocah y Martín Chintá, Alguaciles Mayores.
El 96° aniversario de la revolución de Yximchée cayó el día 10 Ah.
Me casé aquí el día de San Simón. Yo, Francisco Díaz.
Ahora en el mes de diciembre vino el Señor Licenciado Francisco de
Santiago.372 Llegó un Presidente en sustitución del Señor Pedro Mallén. El
Señor no bajó [de su caballo]; fueron a saludarlo y el Gobernador quería
convidarlo, pero con sentimiento de los Señores que fueron a saludarlo [se
marchó] solo.
Hoy, 10 de diciembre, llegó un juez a inscribir las casas en favor de la
gente. Las casas de los Señores fueron inscritas. Luego ordenó que el tributo
establecido por el abuelo Chintá lo pagaran todas las gentes. El juez emitió
una cédula disponiendo que todos los hombres llevaran [el tributo], pero
no la gente principal.

Año de 1595:
227. Francisco Díaz y Pedro Méndez, Alcaldes; Esteban Martín, escri­
bano. Diego López y Francisco López, Alguaciles Mayores.
El 97.° aniversario de la revolución de Yximchée cayó el día 8 Ah.
Hicieron aquí la campana, la gran campana, Fray Juan Martín.
Hoy, 20 de junio, entré a la cárcel, yo, Francisco Díaz. Me embriagué
yo y se embriagó mi mujer. La mujer de Sebastián Tuchín se presentó ante
el Padre Fray Juan Martín. Mi mujer, que también se había embriagado, se
presentó ante el Corregidor Antonio de Morales. Llegó también ante el Co­
rregidor la mujer del Mayordomo. “ Sintiendo la tentación del pecado no traje
mi ropa” , dijo la mujer.
Me embriagué y me puse a hablarle alegremente al Corregidor. Entré en
la cárcel el día 8 y presenté un escrito. Estuve en la cárcel 57 días y me
quitaron la vara [de Alcalde]. La pena fue de seis meses de destierro y un
año de destierro voluntario y 35 tostones y 2 tomines pena de costa. Pre­
senté los siguientes testigos: el Mayordomo Francisco Xanba, Benito Iq,
Francisco Qotuk, Baltasar Muum, Diego Felipe, Martín Cruz y Francisco
Qulpatán. Estos eran los únicos con quienes me junté cuando entraron a la
cárcel para hacer la averiguación. A Bernabé Xahil lo mandaron a declarar

371 Fray Bernardino de S. Ciprián, Comisario General de la Orden Franciscana en


todas las Provincias y Custodias de Nueva España, visitó la Provincia de Guatemala en
1593 y celebró capítulo el 28 de mayo de dicho año en el convento de Nuestra Señora
de la Asunción Sololá. Vázquez, 1937, t. II, p. 327.
372 El Dr. don Francisco Sandé, Oidor de Nueva España, llegó como Visitador a
Guatemala en 1592 y se hizo cargo de la presidencia en 1594. Este párrafo y el siguiente
proceden del folio 9 del ms. original.

198
en el proceso, pero se incomodó y lo metieron a la cárcel. Denunciaron lo
que le habían hecho los hijos a una mujer casada, pero no dijeron que hubie­
ran hecho uso de la fuerza. Así enviaron gente a tomar parte en el proceso,
pero sin aconsejarles que intercedieran [por nosotros].
A mi cuñado Gaspar Pacob y a Juan Ixquiá los multaron en dos tostones.
A Esteban Martín no lo desterraron. Entró también en el pleito el defensor.
Esto nos pasó a los dos nosotros. Todos los Señores se ocultaron y no inter­
cedieron [por nosotros]. Yo, Francisco Díaz.
Hoy, dos días después del día de San Bartolomé, llegué a San Miguel
Popoyá. Yo, Francisco Díaz.
Diez días más tarde, uno de los Alcaldes fue herido por el rayo, otros
diez días después cayó un rayo sobre la iglesia y el retablo.
Hoy, 25 de septiembre de 1595, nació mi hijo Gaspar estando yo, Fran­
cisco Díaz, aquí en San Miguel Popoyá. Fray Francisco de Santo Domingo
le echó el agua del bautismo.
El Fiscal Juan de Rosas y Juan, hijo de Juan López, en compañía, com­
praron dos de mis caballos, uno que le había yo comprado a Martín, el mozo
de Don Carlos, que estaba de mandador de la casta de Francisco Coroy y la
casta de Pedro Sánchez.373
En el mes de diciembre se comenzó la gran campana de Tzololá con li­
cencia de la Audiencia; mil tostones se sacaron de la comunidad para hacerla.
El lunes, 9 Toh, día de la Exaltación [14 de septiembre], nació Gaspar;
dos semanas después [era la fiesta] de San Miguel.
Año de 1596:
228. Francisco Díaz, Don Pedro Méndez y Juan Cortés, Alcaldes; Je­
rónimo de Paz y Juan Tzutuh, Alguaciles Mayores.
Se cumplió el 98° aniversario de la revolución de Yximchée el día 5 Ah.
Estoy en Popoyá.
Miguel López entró de Alcalde.
Año de 1597:
229. Don Bernabé [Xahil] y Bernabé Sayn, Alcaldes; Diego López y
Cristóbal Batzín, Alguaciles Mayores.
El 99.° año de la revolución de Yximchée cayó en el día 2 Ah.
Nació aquí Petronila, hija del difunto Juan Chial, el día 13 Toh.
Hoy, jueves 3 de septiembre, tres días antes de la fiesta de la Natividad
de Santa María, se oscureció la faz del sol y entró verdaderamente la noche
siendo de día. Permaneció así y se aclaró un poco después de estar de esa
manera, y brilló completamente. Por espacio de dos horas hubo plena oscu­
ridad.
Año de 1598:
230. Don Pedro Méndez y don Juan Cortés, Alcaldes; Diego Maldo­
nado y Jerónimo de Paz, Alguaciles Mayores.
373 Esta es una traducción aproximada de la frase del original, compuesta de voces
indígenas y palabras castellanas deformadas: qo chi manderoso ru casta Francisco Coroy
ru casta P° Santez.

199
Se completaron 100 años de la revolución de Yximchée el día 12 Ah.
El 17.° día de cuaresma se escondió la luna poco antes de media noche,
se apagó y no volvió a aparecer hasta que se presentó como una estrella; lue­
go se escondió de nuevo. Estuvo así verdaderamente hasta que se iluminó
una parte y vino después en toda su magnitud mostrándose a la vista de
todos.
Hoy, sábado 20 de abril, día 1 Tziquín, llegué aquí a Santa María Asun­
ción Tzololá, yo, Francisco Díaz. Don Ambrosio [de Castellano] vino a ha­
blar conmigo cariñosamente en cuanto llegué. También se mostraron conten­
tos los Señores del pueblo y se juntaron Don Ambrosio, Diego Benito y Juan
Tzutuh en la casa común. Se juntaron y dejaron a un lado las disensiones y
el pleito; sólo querían hacer un préstamo porque no había tostones en la
caja común. Hablaron hasta la noche y se enfadaron los de la casa. Fueron
ante el Corregidor. Luego le pagaron dos tostones a Don Lorenzo, con quien
estuvieron conversando; le hablaron y le dieron un poco de leña y dos sacos
de mazorcas de maíz. Esa noche hablaron con el Padre, pero no dieron a
conocer con qué objeto, así es que no tuvo la culpa el Padre. Ciertamente
revolvieron la casa, pero no encontraron dinero. Así informaron al Corregi­
dor y a Don Lorenzo le dijeron: “No te aflijas. ¡Vete a Bocó! ”
Hoy, 8 de junio, venimos aquí a San Juan de Naualá.
Hoy, en vísperas de San Miguel, el día 3 Can,374 fui a Naualá. No era
posible contar la cantidad de carne, piezas de cacería y pescado que llevaban
en medio de mucho lodo [de los caminos].
El día de San Miguel era celebrado en Tzololá y en Panajachel; las gen­
tes se iban allí desde sus casas y los campos; llegaban en gran cantidad.
Celebraron trece días después, se reunieron el día 3 Tihax, lo celebraron de
nuevo; y otros trece días más tarde, el día 3 Batz, volvieron a celebrar.
Un gran aguacero cayó sobre todas las milpas, una lluvia espesa que co­
menzó el día Tziquín.
En San Lucas 375 nacieron dos pollos de Castilla con cuatro patas; los
dos andaban y los dos tenían partida la cola.
Todo el pueblo se dedicó a lavar, hombres, mujeres y niños.

Año de 1599:
231. Don Miguel López y Pablo Ximénez, Alcaldes; Francisco Oo y
Francisco Batzín Chocohay, Alguaciles Mayores.
En 1599 se cumplió el 101.° aniversario de la revolución de Yximchée,
el día 9 Ah.
Murió el Señor Don Felipe, Rey de Castilla y Emperador.376 Vistieron
todos de luto, hombres y mujeres, de negro vistieron todos.
Hoy, domingo 27 de junio, el Padre Fray Bernal Díaz comenzó un pleito
aquí en San Juan de las Flores. Era Alcalde Mayor Don Carlos. Pero no le

374 Achí oxi Can. El varón 3 Can, pintoresca denominación de los días del calenda­
rio indígena. Los indios personificaban a los días y les atribuían influencia decisiva en la
suerte de cada uno.
375 San Lucas Tolimán, pueblo del Lago de Atitlán.
376 El Rey de España, Felipe II, murió en 1598.

200
dijo misa al Alcalde Mayor. Vino un padre de San Antonio, pero no le die­
ron los ornamentos, por lo cual se encolerizó el Alcalde Mayor y le arrojó
el sombrero por la cara al Padre. Los castellanos los separaron.
El día 2 Ahmak que cayó en 7 [de julio] llegó el Padre franciscano Fray
Juan de Mendoza, quien dijo la misa. En seguida llegó el Alcalde Mayor a
hacerle la visita.
El 20 de agosto llegó el Padre, al tercer mes de la llegada del Alcalde
Mayor, e hicieron las paces y se acabó el pleito.
En septiembre, el gran día de la Exaltación de la Santa Cruz, llegó el
Alcalde Mayor. En seguida azotaron al trompetero; treinta azotes le dieron
en la plaza de San Antonio, porque no lo fue a encontrar lejos para salu­
darlo y porque había ayudado al Padre en el pleito. El Alcalde Mayor quería
que la gente no le diera ayuda al Padre. Eso quería el Alcalde Mayor.
Se fue para México el Señor Baltasar Abaunza; se fue en virtud de orden
de Castilla a consecuencia de los desórdenes que causó con motivo de la
residencia, por los cuales fue echado de Pangán. Varios años había estado
entre los castellanos.377
Hoy, lunes 21 de diciembre, en vísperas de Santo Tomás, murió Gaspar
Vukú Tihax.378 Murió el día 9 Ah. El día 6 Tzíi le entró un poco de calen­
tura, al tercer día arrojó sangre y en seguida murió. Comenzó a arrojar san­
gre durante la misa y por la tarde de ese día murió. Aquí en San Juan de
Naualá enterré a mi hijo. Yo, Francisco Díaz.
Para que todos los recuerden dejo aquí los nombres de todos los que se
fueron, a los que llamó Dios y también la Señora Santa María que está en el
cielo: María, Gaspar, Catalina, Jerónimo, Pedro Gaspar. 1600. María, hija
de María, hermana de Don Juan. 1604. La hermana de Gaspar.
El 23 murió la madre. Aquí haré mi trabajo: nombraré aquí en San Juan
a los cuatro hijos y a las madres que los dieron a luz: Catalina Nimapam,
Catalina, la hija del difunto Alonso de Paz, Magdalena Xitayul. Francisco
Díaz.

Cuaresma
Vinieron a hacer un Capítulo: 379

232. Esteban Martín demolió la casa del difunto Juan de León, hijo de
español, según decían.
Quisieron herir a Lañas estando ebrios; los castigaron y se encolerizó
el hijo del Regidor Jerónimo de Paz y lo encarcelaron.
Hoy, 4 Noh, murió mi hijo Francisco, aquí en San Juan. Para la túnica
6 tostones, su valor; 1 tostón de limosna, 2 tomines para la candela; 2 tos­

377 El Licenciado don Alvar Gómez de Abaunza, Oidor decano de la Real Audien­
cia, se encargó de la presidencia el 6 de noviembre de 1596. Su sucesor y juez de resi­
dencia fue el Doctor Alonso Criado de Castilla, Oidor del Perú.
378 Vukú Tihax, 7 Tihax, día del calendario, debe ser en este caso el nombre indí­
gena de Gaspar. Las dos fechas que da el texto a continuación, el 6 Tzíi y el 9 Ah, dis­
tantes tres días entre sí, se coordinan perfectamente.
379 Los Padres franciscanos celebraron capítulo en Sololá en diciembre de 1599.

201
tones de ayuda al Señor. Tuve un gran pesar en mi corazón. Yo le había
dicho a su madre que yo haría el trabajo, que yo haría la obra. Yo, Francisco
Díaz.
Murió mi hija María, aquí en San Juan. Año de 1605.
Murió hoy también Magdalena Francisca Díaz, también hija mía. Yo,
Francisco Díaz.
Escuchad mi historia ¡oh hijos míos! No la borréis de vuestros corazo­
nes ¡oh hijos míos!
Año de 1619 Estuvieron aquí los tres. Pedro Mesía.
Jerónimo Gómez, Regidor Ykomagi; Gaspar Chibal, Alguacil Mayor;
Lucas Tukuchée, Alguacil; Diego Chok, Alguacil.
El martes, 5 Tziquín, murió Magdalena, hija de Francisco Díaz.

Año de 1600:
233. Hoy, 20 de enero, llegué aquí a Tzololá. Yo, Francisco Díaz.
Esteban Martín y Francisco Arana, Alcaldes; Francisco Xitayul y Agus­
tín Pérez, Alguaciles Mayores; escribano Baltasar Ahú.
El 102.° aniversario de la revolución de Yximchée cayó en el día 8 Ah.
Vino el proceso del Alcalde Ahú de San Jorge, por adulterio. Le quita­
ron la vara y lo obligaron a la pena de costa. Estuvo tres años sin cargo. A los
cuatro días entró otro en su lugar. Lo sacó el Padre Fray Simón.380 No hubo
cambio en nosotros los Alcaldes. Por ser culpable le quitaron la vara y luego
hicieron justicia de orden del Rey. Como el Gobernador era indio, no le
gustó. El Corregidor quería que el Padre sacara el proceso y que tomara la
vara el Alcalde Ahú.
El día de la Asunción de Santa María cometió adulterio la mujer de Man­
rique con Esteban.381 Estuvieron [juntos] treinta días. El día 10 Ah vine yo.
El 2 Qat se fueron al campo. Yo vi a mi hijo en la milpa. Nadie les vio la
cara a ellos. El padre [de la mujer] llegó a quejarse, venía sólo con Martín
Qulpatán. Desocuparon la casa y sacaron la leña que habían comprado mi
cuñado, mi hermana y mi madre. Fue un gran pesar para mí, Francisco Díaz.
Ahora en el mes de abril, el día 7 Ganel, invité a todos los Señores a
comer aquí en San Juan.
El 10 del mismo, día 5 Caok, fui a consolarme a la iglesia. Cuatro algua­
ciles llegaron a acompañarme cuando entré a la iglesia junto con los Señores
V entre toda la gente, entre ellos Pedro Xibalbay. Francisco Díaz.
En la Pascua de Navidad quisieron matar a la hija de Pocob por haberse
embriagado en la casa de Esteban Martín.
Hoy sábado, 16 de junio, o sea el 9 Ymox, vieron a María y a su amado
niño; llegó a la mesa donde amasan. Era la imagen de Santa María. En se­
guida fueron a traer a San Melchor para que jugara [con el niño] a las casi­
tas. Fueron a arrodillarse ante la imagen y se arrodillaron también los niños.
Nosotros también nos arrodillamos.

380 Podría ser Fray Simón de Fresneda, que fue Guardián del convento de S. Fran­
cisco de Guatemala en 1586 y se trasladó a Comayagua en 1606.
381 Era uno de los hijos del autor Francisco Díaz.

202
Al día siguiente contamos la historia de la gracia que recibimos. El co­
razón no nos dejaba hablar cuando se fue el niño en brazos de San Melchor.
Eran las siete de la noche cuando fue favorecido nuestro corazón. Yo, Fran­
cisco Díaz. Nos juntamos 21 personas para ver a María.
Hoy, 2 de agosto, el Gobernador fue a entregar a Xincú el terreno con
que me favoreció mi difunto abuelo Diego López, en Pacbacum. No me dolió
la noticia del terreno. Yo, Francisco Díaz.
En seguida fue a entregar [su terreno] a la familia Qulpatán Pérez. Igual
cosa hizo con el solar del difunto Juan de León. Todo esto no fue hecho con
rectitud ni justicia. Así también pagaron por el barro seis tomines que les
quitó Tzutuh. Y al Gobernador le pagaron también.

Año de 1601:
234. Don Ambrosio y Pedro Méndez, Alcaldes; Diego Ixpal y Don
Pedro, escribanos; Esteban Martín, Alguacil Mayor.
El día 5 Ah se cumplió el 103.° año de la revolución de Yximchée. El
día 3 aparecieron unos señores que vinieron a preguntar dónde estaban los
animales que tenía Fray Simón.
El domingo me picó el escarabajo ponzoñoso. El domingo, 1 Hunahpú,
tuve dolor.
El día 3 Hunahpú, que fue viernes [5 de septiembre de 1601], se cum­
plieron 70 años de la llegada de los castellanos. Sólo un mes [más tarde]
comenzamos el pago [del tributo], que luego fue subiendo.382
Hoy pasó el Fiscal Real para San Miguel.
Hoy, día de los Santos, tuvo lugar una riña entre Francisco y el Ahpop,
quien lo hirió con un machete.
En el mes de octubre de seiscientos y un año comenzó la mortandad a
causa de una epidemia que atacaba la garganta de mujeres y hombres [que
morían] en dos días.

Año de 1602: 383


235. Don Juan Cortés y Pablo Ximénez, Alcaldes; Esteban Martín,
escribano; Alguaciles Mayores Francisco Chiroy y Juan Nimapam Ahí.
El 104.° aniversario de la revolución de Yximchée cayó este año en el
día 2 Ah. Este es el año 1602.
En el mes de febrero, un lunes, 12 Akbal, nació mi hija, a quien llama­
mos María. Yo, Francisco Díaz.
Vino aquí un juez a notificar al Gobernador una queja de los castellanos.
En todos los lugares respondieron al Gobernador que estaba bien, y eso di­
jeron todos los Señores aquí en Tzololá.
Hoy, 9 de marzo, día 13 Akbal, llegó el Señor Obispo Fray Juan Ramí­

382 70 años cakchiqueles, equivalentes a 76 años y 260 días del calendario español.
El cálculo del analista indígena es ligeramente corto. En septiembre de 1601 habían trans­
currido 77 años y 4 meses desde la llegada de los españoles a Yximchée.
383 Página 8 del ms.

203
rez384 a hacer las confirmaciones, bendijo todas las imágenes y bendijo las
cuentas.385 A los tres días, el 3 Camey, se fue para Santiago.
Ahora a fines de mayo tuvimos un pleito a causa de mis hijos y la hija
de los Zimahi. “Le vendieron tu hermana a Cristóbal", dijeron. Á conse­
cuencia de esto comenzó el proceso el Gobernador Don Ambrosio, y por
mala voluntad hacia mí me metieron a la cárcel de orden del Corregidor
Don Jerónimo. Luego me condenaron por San Antonio a dieciocho días de
prisión que debíamos sufrir los dos, mi mujer y yo, pero sin que pudiéra­
mos estar juntos. Me hicieron pagar 20 tostones y la deuda de la difunta
abuela de aquéllos por cuenta de un huipil, y a Antonio Jovel que dio el
dinero que se gastó en las diligencias. Yo, Francisco Díaz. También pagué
20 tostones que se debían por cuenta de los huípiles de la abuela, 5 tostones
por cuenta de las enaguas negras de María Ana; por todo 65 tostones.
Hoy, 10 de agosto, hicieron gran celebración con motivo de haber nacido
una hija del Señor Rey, y se dieron gracias a Dios por todo el pueblo.

Año de 1603:
236. Don Ambrosio y Esteban, Alcaldes;. escribano Francisco Juvez;
Ahxit Chocohay, Alguacil Mayor.
El 105.° aniversario de la revolución de Yximchée cayó en el día 12 Ah.
En este año de 1603.
Año de 1604:
237. Don Pedro y Cristóbal, Alcaldes, año de 1604. Don Ambrosio y
Pedro Méndez Zoqom Chocoh Xahil.
En el mes de abril, el día 4 Tihax, nació mi hija Mariana aquí en San
Juan. Yo, Francisco Díaz.
Rahoh Achí Pacal Ahín, Rahob Achí Chinta, Rahoh Achí Coxol, Rahob
Achí Bixcul, Rahob Achí Ah Xibalbay, Rahob Achí Zinah, Rahob Achí
Balam Chopez.m

Los matrimonios del autor: 387

238. Yo, Francisco Díaz, año de 1583, día de San Simón. Hoy me
casé con la hija388 del Atzih Vinak Baqahol.
Yo, Francisco Díaz, año de 1594.
Hoy me casé con Magdalena Xitayul, también en el día de San Simón.
Todos los Señores se juntaron en la casa grande Xitayul.
1600. Hoy, 28 de junio, día 3 Iq, me casé con María, hija del difunto
Don Cristóbal Rubio. Tuve que rogar a su madre porque su hermano no

384 Fray Juan Ramírez de Arellano fue Obispo de Guatemala desde 1601 hasta su
muerte, ocurrida en 1609.
385 X-utziriqax cuentas, probablemente los rosarios.
386 Aunque el texto no indica el objeto de esta enumeración, puede entenderse como
una lista de indios nobles de Sololá que llevaban el título de Rahob-Achí, equivalente
al título quiché de Rahpop Achí, que aparece en el Popol Vuh.
387 Este es un extracto de la noticia que da Francisco Díaz acerca de sus matrimonios
en la página 91 del ms.
388 La hermana, se lee en el párrafo 215.

204
quería que llevara a cabo [el matrimonio]. Sin embargo, nuestro gran Padre
Fray Simón, Guardián, y Fray Juan Trejo lo practicaron ante dos testigos.
239. Aquí están los Moxín de Palopó,
los guardianes de la guerra.
Allí, de en medio de la guerra,
de Lakam Abah,
y de Pa Chi-Tulul venían los guerreros.389
Antiguamente llevaban sus mensajeros
pescados y cangrejos a Yximchée,
antiguamente.
Llevaban para los festines
calabazas de pescado,
calabazas de cangrejos,
sacos de chile y de frijoles
para los Señores.
(M s., p. 9 0 .)

Memoria de la ayuda que han dado al pueblo las gentes de Bocó


y las de Ruyaal Chay y las de Chichoy y las de Patulul:

240. Los de Bocó una gallina grande y cinco cacaos,


aquí se ve la verdad.
Los de Ruyaal Chay un tostón de plata,
nada de cacao, pero sí cigarros.
Los de Chichoy cinco tomines de plata
pero tampoco cacao.
El viejo abuelo Diego dos tomines de plata
y un tomín de cacao.
Los de Ziziyá y los de Paziqayá
cinco tomines de plata trajeron primero,
una gallina grande y una de la tierra
y cuatrocientos cacaos la segunda vez.
Vinieron a dejarlos Juan Pérez y Pedro Pérez.
Hoy, a los cinco días del mes de enero de 1564 vino toda esta ayuda,
por lo cual dejamos constancia para que no se pierda el recuerdo de la va­
liosa ayuda que dieron al pueblo. Aquí se verá quiénes no dieron ayuda, y
para que no se extinga la noticia queda aquí a la vista de los señores de la
comunidad. Por lo cual asentamos nuestras firmas
Yo Francisco Díaz,
Juan de Guzmán, viejo Pacal,
jefe de la parcialidad.390

389 palopó, Lakam Abah y Pa-Chi-Tulul (aldea del pueblo actual de San Lucas Toli-
mán) son lugares del litoral del Lago de Atitlán.
390 Se incluye esta enumeración de lugares, que aparece en la página 91 del ms., por
los nombres geográficos que contiene, algunos de los cuales se conservan hasta hoy. Han
siifrido cambio los siguientes: Bocó es actualmente Chimaltenango, cabecera de departa­
mento; Ruyaal Chay, San Andrés Itzapa; Ziziyá, Patzicía. Paziqayá podría ser el actual
Pixcayá. Todos estos lugares pertenecen al Departamento de Chimaltenango.

205
Esta es la relación de nuestra descendencia:

241. El primero de nuestros abuelos fue el llamado Pacal Balam. Este


engendró tres hijos: el primero era el Pacal Tohín, el segundo el Pacal
Ahmak y el tercero el Pacal Queh.
El Pacal Tohín engendró al Pacal Hunahpú. Del Pacal Hunahpú salió
Francisco Quechelah.
El Pacal Akmak engendró al Pacal Ahín. Del Pacal Ahín salió Diego
Méndez, jefe de la parcialidad.
El Pacal Queh engendró al Pacal Queh.391 Del Pacal Queh salí yo, el
abuelo Diego López.
El Pacal Ahín entró a la dignidad de Ahpop Achí; era el abuelo de
Diego Méndez.
El Pacal Queh y el hermano menor del Pacal Ahín entraron al cargo de
caciques. [El primero] fue mi abuelo. Y o, Diego López.
Mientras tanto gobernaba Oxlahú Tzíi con los grandes varones Xitayul
Qatú, y los grandes varones Chopená Balam; asimismo los grandes varones
Pacal Balam, el gran Pacal que descendía de Oxlahú Tzíi; y los cuatro gran­
des hombres que fueron los que eligieron después al Pacal Ahín y al Pacal
Queh. No hicieron ninguna revuelta y todos eran del mismo sentir respecto
a la parcialidad. Reuniéronse los sobrinos y los nietos de donde proceden las
familias de Ahmoxnay y Cavec antes de la destrucción de los tukuchées.
El Pacal Hunahpú engendró al Pacal Tata Tziquinahay. La parcialidad
quería elegir como jefe al Tata Ixtziquinahay.
El Rahob Achí Pacal engendró al Pacal Tata Ah.
El Señor principal Pacal Queh engendró al Pacal Akbal.
Gobernaba Hunyg cuando elevaron a Señor principal al Pacal Tata Ah
y al Pacal Tata Ixtziquinahay que llegó a ser el Ahpop de la parcialidad.
El Pacal Akbal engendró al Pacal Moxín.
Gobernaba Cablahuh-Tihax Don Jorge con Diego Hernández Xahil y
Don Pedro de Robles, Don Pedro de Solís, Don Juan Juárez y Don Martín
Galé Xahil cuando hicieron Señor principal al Pacal Moxín.
El Pacal Tata Ah, que fue engendrado también por el Pacal Ahín, fue
a traer a las tribus y fue el padre de Diego Méndez, jefe de la parcialidad.
El Pacal Moxín engendró al Pacal Can.
El Pacal Can engendró al Pacal Tziquín.
Estaban al frente del reino los Geqacuchi cuando hicieron Señor princi­
pal al Pacal Tziquín. Ciertamente, el Señor Don Ambrosio y Diego Hernán­
dez Xahil hicieron Señor principal al Pacal Tziquín.
(M s., p. 5 .)

391 Este es probablemente un error. Más adelante se indica que el hijo del Pacal
Queh fue el Pacal Akbal, y esta noticia se confirma en la página 16 del ms., cuya tra­
ducción se lee a continuación de esta parte.

206
Esta es la relación de los descendientes de nuestros abuelos:

242. Así, pues, haré la relación yo, el viejo Diego López, Pequeño Pa­
cal, de cada grupo de los descendientes y nombraré a los abuelos que ya están
enterrados y a los que están vivos todavía.
En nuestra relación el Pacal Queh es el primero de nuestros abuelos; el
Pacal Vukú su hermano menor.
El hermano menor del Pacal Vukú fue el Pacal Camey.
El hermano menor del Pacal Camey fue el Pacal Ahmak.
El hermano menor del Pacal Canux392 fue el Pacal Vuchum Ahín.
Esta es la descendencia de nuestros abuelos: seis fueron sus descen­
dientes.
He aquí su gobierno: dos Ah Tzalam, dos Qulpatán, quienes se enten­
dían con cada grupo de descendientes.
Así, pues, agruparé a los descendientes de nuestros abuelos.
He aquí al Pacal Akbal, hijo del Pacal Queh. Estos son sus hermanos
menores: el Pacal Tziquín Zomoq, el Pacal Queh Zomoq y el Pacal Ganel.
Los cuatro salieron del Pacal Queh.
El Pacal Akbal entró al rango de Qulpatán por Xitayul Tatá Tzián.
El Pacal Ganel [entró] al de Galachú Tacatic.
El Pacal Moxín era hijo del Pacal Vukú.
Yo, el viejo Diego López, yo soy hijo del Pacal Akbal.
Somos cinco los hijos del Pacal Akbal: Alonso Queh es uno de mis her­
manos menores; Pedro Iq es otro de mis hermanos, Juan Pérez Nimá Qa­
mahay y Cristóbal Queh. Así, pues, somos cinco sus descendientes.
El hijo de Zomok Queh es Diego Noh.
Los hijos del Galachí Tacatic son Francisco Ganel y Francisco Ahmak;
dos hijos engendró el Galachí Tacatic.
Este es el hijo del Pacal Moxín: Francisco Ahín Ah Tzalam.
Mi hijo es Pedro Can.
El hijo de Alonso Queh es Baltasar Noh.
Los hijos de Pedro Iq son Juan Moxín y Francisco Batzín; dos son sus
hijos.
El hijo de Juan Pérez Nimá Qamahay es Gaspar.
Los hijos de Cristóbal Queh son Bernabé, Sebastián, Gaspar y Baltasar;
cuatro son sus hijos.
El hijo de Diego Noh es Diego Zomoq.
El hijo de Francisco Ganel es Cristóbal Tziquín.
El hijo de Francisco Ahmak es Francisco Qulpatán Camey.
El hijo de Francisco Ah Tzalam es Juan Qulpatán.
El hijo de Pedro Can es Francisco Díaz, mi nieto.

392 Este Pacal Canux interrumpe la serie, y como este nombre no vuelve a presen­
tarse en la genealogía de la familia, y el nombre del Pacal Ahmak es el que debía apa­
recer en este lugar, es posible que haya habido en esto un error de copia.

207
Y o , Diego López, Pequeño Pacal.
Por lo tanto, hago esta relación de nuestra estirpe y descendencia el
viernes a los diecisiete días del mes de abril.
(M s., pp. 15, 61.)

Esta es la descendencia:

243. La estirpe de nuestros antepasados Pacal Balam tuvo su origen en


la antigua Chicohom. Así también el Pacal Balam vivió en Chiavar. De allá
se fueron y llegaron a Xechituh.
Estaban el Pacal Ahmak y el Pacal Queh, los hijos del Pacal Balam, allá
donde murió su padre, y partiendo de Xechituh llegaron aquí a Tzololá. Se­
paráronse después de su padre al pie de la montaña que custodiaron muy
bien y donde vivió el Pacal Ahmak.
Después estuvo allí también el Pacal Queh, viviendo en Xepizlictoy arri­
ba de los barrancos. Conferenciaron entre sí e hicieron concierto para vivir
juntos los dos uniendo allí sus corazones. Se fueron arriba de Chumilyá y al
cerro de Nachay. De esta manera vivió nuestro abuelo llamado Qebut; así
también vivió en Xeynup uno de nuestros abuelos, vivió allí el abuelo Coxol,
cuidando el pie del cerro estuvieron los llamados Ahruchihay y Ahruchiqam
en el nacimiento de nuestra raza, cuando los llamaron los cakchiqueles, los
zotziles, los akahales y los tukuchées.
El Rahob Achí Pacal custodiaba el camino real, el camino del pueblo.
Así también fue muerto el Pacal Queh a quien hirieron a machetazos los
quichés.
Entonces entró el Pacal Vukú al cargo de Ah Tzalam. Y después hicie­
ron sus edificios, el que ahora se llama Ruvizak; pero no lo hicieron solos
los Geqakuch, Baqahol y Cachpochel. Las flechas, la fortaleza le llamaban
los cakchiqueles, zotziles, tukuchées y akahales.
Cuando entró el hijo del abuelo Pacal Ahín al rango de Ahpop Achih
en la tierra de Pazaquí celebraron consejo.
Entró Pacal Noh y cuando murió Pacal Noh entró Tetzau Iq al cargo
de Ahpop Achí.
Entró también Chintá Choo al cargo de Ahpop Achí. Y cuando él estaba
llegó Tunatiuh; cuando estaba Chinta Queh entre nosotros llegó Tunatiuh.
Chintá Choo y las abuelas estaban en su casa y vivían sufriendo.
Esta es la descendencia de nuestros abuelos.
Así, pues, gobernaba Oxlahuh Tzíi con Hunyig y con Tata Ixtziquinahay
que estaba con el Pacal Tata Ah y el Pacal Queh cuando llegaron los Seño­
res Pacal Vukú y Pacal Camey.
Después que vino Tunatiuh, Xitayul y Tata Tzián gobernaban con Ox­
lahuh Tzíi; nuestros abuelos no fueron oídos por Tunatiuh.
Esta es la descendencia de nuestros abuelos.
También con el Pacal Vukú gobernó Belehé-Qat, llamado Tzayá Qatú.
Y después que él salió, llegó Don Jorge y se dirigió a su casa a recibir a
Tata Ixquhay que llegó de Chixot.
El Galel Xahil estaba en la casa del Pacal Akbal y Pacal Canox porque

208
no había pleitos ni envidia en sus corazones. En verdad ésta es la parcialidad
de los Señores, nuestros antepasados Ah Chigag, Ah Pahay, sus descendien­
tes los Ah Tzi, Ah Chah en casa de sus abuelos.
El gran Pacal Ahín comenzó a pagar el tributo a Tunatiuh, pero los Se­
ñores no se encolerizaron ni sintieron rencor.
(M s., p. 7.)

Testamento:

244. Este es mi testamento, yo el viejo Diego López, Pequeño Pacal.


Esta es mi voluntad que dejo hecha para vosotros mis hijos, para vosotros
mis hermanos, para que así no deje de cumplirse mañana ¡oh mi Dios, mi
Señor!
Dejo en herencia mis tierras menos las que he vendido y de las que me
he deshecho. Por consiguiente, dejo consignada mi voluntad y de qué manera
debe ejecutarse. Al Señor llamado Pacal Iyú y el llamado gran Pacal Camey
que los reciban mi hijo y el hijo del difunto Francisco Ahín. A uno de nues­
tros viejos llamado Pacal Ahmak Qulahay y a otro que está allí en Xetzak
dos tierras de siembra y la tercera tierra de siembra de la laguna seca. De
esta manera son tres las tierras de siembra que recibirán los descendientes
del difunto Francisco Ahtzalam.
Mi hermano Cristóbal Queh recibirá el terreno y el Pacal Camey y el
Pacal Canux las dos casas viejas dentro del terreno grande. Asimismo otro
de nuestros viejos también Pacal Camey recibirá de Francisco Batzín el te­
rreno grande de Pachacún.
Así también recibirá Juan Moxín dos tierras de siembra en Xequixalá
Chimayeval. Recibirá también en herencia el terreno.
Recibirá también Gaspar, hijo del difunto Qamahay, dos tierras de siem­
bra de Qixalayá, desapareciendo el mojón común de Ixpantzay. Así también
recibirá dos tierras de siembra Baltasar, hijo del difunto Alonso Queh. Igual­
mente recibirá dos tierras de siembra Diego Zomoc con el mojón común de
Raxtún.
Tomará Cristóbal Tzic, colindando con Cristóbal Queh, una tierra de
siembra sobre el camino real. Así también [tomará] el viejo Pacal Queh la
barranca que colinda con Chinta y que colinda con Nimakhay Matzar. Las
casas viejas serán para nuestro nieto Vuchum Ahín.
Recibirá igualmente una tierra de siembra mi nieto Francisco Díaz. Tam­
bién les tocarán a mis nietas mujeres los tres terrenos que están sobre la
gran milpa comunal y que colindan con Chiquichá, los cuales serán para mis
hijas, las tres mujeres, a quienes se los doy.
Y en cuanto a la tierra de que se saca el yeso es costumbre que la tomen
como tierra de labranza; y para que no haya disensiones os digo que sólo
dejo en herencia mi tierra a todos los que no hayan comprado tierras.
(M s., p. 10.)

209
Las tumbas de los antepasados:

245. Esta es mi memoria de las tumbas de nuestros antepasados cuyo


recuerdo no ha desaparecido, solamente las tumbas.
Estas son las tumbas de Qomuyuc Tata Queh y Pacal Camey, vecinos
de Zakbín, vecinos de los dos terrenos de siembra de Qolón.
Esta es la tumba de Qomoyuc Tata Tzutuhil, vecino de Zotz, vecino de
Xincú, vecino de Ragag.
Esta es la tumba del difunto abuelo Qulahay y de Qulahay Tzián, el
hijo mayor del difunto abuelo Qulahay, vecino también de Xincú, vecino
de Zaquil, vecino del llamado Tata Noh.
He aquí las tumbas del Pacal Camey y el Pacal Canux, que lindan con
Ixmaleh y lindan con Tecumat Iq y lindan con Tecumat Tata Can.
Esta es la tumba del difunto abuelo Vuchumanel y Bahán Coktí. El
abuelo Vuchumanel es vecino también de Xitayul Tata Tzián, vecino de
Zotz, vecino de Tunal Tata Ganel.
Esta es la tumba de Qomuyuc Tohín, vecino de Tucumat Yaua, Qotuk
Balam y el Pacal Ixtziquinahay de Chuxó.
Esta es la tumba de los Xulumatat, Xulumatat Batzín y Xulumatat Gatú
de Chakayaal Ixpón y el Pacal Tata Ixtziquinahay de Tzala.
Cuando ellos vivían reinaba Oxlahuh Tzíi en Yximchée sobre el Ratza-
mut con los grandes varones Xahil y los grandes varones Chopená Balam y
los grandes varones Xitayul Qatú y los grandes varones Pacal Queh, nuestros
abuelos.
De este modo los habitantes de los campos, los habitantes del pueblo,
son ahora polvo entre las paredes de las tumbas. Sus rostros están ahí, pero
su recuerdo no ha desaparecido y por eso escribo mi memoria. Y o , Diego
López, Pequeño Pacal, el viernes, a los diez días del mes de abril.393
(M s., p. 12.)

246. Yo Don Pedro Elias voy a escribir en este papel en la ciudad de


Santa María Asunción Tecpán-Atitlán de la Real Corona, hoy 17 de febrero
del año de mil y quinientos y ochenta y cuatro años, y en el año siguiente a
aquel en que cambiamos la cuenta de los años dejando de contar diez días
que no transcurrieron, cuando celebrábamos el día de Nuestra Señora Puri­
ficación Candelaria.394 En el año también en que murió el difunto Don Pedro
de Solís, que fue Gobernador hace tres años, siendo Alcaldes Pedro Ramírez
Findor y Pablo Hernández, y estando también aquí Fray Diego Martín con
Fray Juan de Mendoza y nuestro Padre Fray Juan Martínez, Guardián, que
vino de Pangán.
Cuando murió Don Pedro de Solís escribieron inmediatamente todos los
Señores Xahilá, todos los ancianos hicieron sus papeles, su poder, que fueron
a entregar a nuestro Padre Fray Juan Martínez y no quisieron que entrara
Don Ambrosio a la gobernación.

393 Esta memoria está escrita al final de los anales de 1598.


394 Alude a la reforma del calendario que suprimió diez días del mes de octubre
de 1582. Pedro Elias era hijo de Pablo Ximénez.

210
Todos los Xahilá, Diego Hernández Ma Xahil, Don Juan Hernández hijo
del difunto Don Jorge. Don Miguel López, Galé Xahil, el difunto Francisco
Gómez Xobobín y Agustín Chintá, Don Francisco Atzih Vinak Baqahol, Juan
González Ahtún Cuc y los Alcaldes Pedro Ramírez y Pablo Hernández, todos
escribieron sus papeles.
Bernabé de Arana, hijo del difunto Diego Xahil, llevó sus papeles ante
Fray Juan Martínez y este nuestro amado Padre fue a presentar los papeles
al Señor Presidente Licenciado Valverde. De esta manera se dispuso de acuer­
do con nuestro amado Padre hacer el documento y título que hicimos y le
dimos al Gobernador para que nuestro nombre estuviera también en el título
de los Xahilá.

Descendencia de los Gebutá Queh:

247. He aquí el nombre de nuestro bisabuelo Gebutá Tata Ixtoh, nues­


tro primer abuelo, nuestro bisabuelo que engendró a Gebutá Tata Ixtziqui-
nahay y a Gebutá Moxín, hermano menor de éste.
Gebutá Tata Ixtziquinahay engendró a Gebutá Queh.
Gebutá Moxín engendró a Gebutá Tziquín.
Nosotros, pues, somos sus descendientes. Yo, Francisco, hijo de Gebutá
Queh. Mi hermano menor [primo] es Pedro Queh, hijo del difunto Gebutá
Tziquín.
Así nosotros los descendientes hemos sabido la historia.
Habiéndose disgustado entre ellos fue despedido Gebutá Tziquín de la
casa de Gebutá Queh y conducido a la casa de Taxón Iq Tata Akbal por el
Pacal Tata Ah, Chinta Queh, el difunto Tunal Tata Ixtoh y el difunto Coxol
Tata Ixquhay. Estando éstos allí después de haber llegado a la casa de Yoxón
Iq Tata Akbal, salieron en seguida porque Tata Akbal los llevó a la casa del
difunto abuelo Chicop, donde se reunieron.
El abuelo Chicop murió por la noche. El viejo Gonzalo y el Galachí
Chicop dijeron que le habían hecho el mal. Así dijeron al principio, así dijo
el difunto Francisco Tay. Se acostó, se alteraron sus facciones en presencia
del viejo Gonzalo. Mi difunto padre vio a Francisco Tay, dijo el viejo Gon­
zalo cuando contó la historia.

Así contaba mi difunto padre y ahora que es muerto ¡hijo mío! escucha
las cosas que me decía cuando estaba haciendo el árbol genealógico. Y a ti
te digo que debes hacerlo como lo hacía mi padre Gebutá Queh. Y o Fran­
cisco Canux, que engendré a Lorenzo Queh, y el hijo de Lorenzo Queh fue
Diego Batzín.
Esta es nuestra genealogía, que no se perderá, porque nosotros conoce­
mos nuestro origen y no olvidaremos a nuestros antepasados.

(M s., pp. 14, 15.)

211
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216
LIBRO DE CHILAM BALAM DE CHUMAYEL*
(Prólogo y traducción del maya al castellano de Antonio Mediz Bolio)

(Con dibujos del Manuscrito de Chumayel)

A la esclarecida memoria del tres veces ilustrí-


simo doctor don Crescencio Carrillo y Ancona, gran
sabio en el espíritu, en la lengua y en la vida del
Mayab, y a cuyo amor por la insigne raza de que
fue hijo excelso se debió la conservación de este
precioso libro dedica con filial y devoto respeto este
trabajo.

A n t o n io M e d iz B o l io

INTRODUCCION

E l llamado Chilam Balam de Chumayel es el más importante de los có­


dices, propiamente manuscritos mayas, que hasta hoy se conocen. Como
todos los otros, es una sucesión de textos de diferentes épocas y estilos. G e­
neralmente se ha tenido como compilador de ellos a un indio instruido lla­
mado don Juan José Hoil, natural y vecino de Chumayel, en Yucatán, según
aparece en una nota por él suscrita, con fecha 20 de enero de 1782, en la
página 81 del libro; pero es muy probable que, aparte del mencionado Hoil,
hayan intervenido otros indios en la formación del manuscrito, ya que se
puede apreciar que hay en él distintos caracteres y formas de letra y aun
distintas clases de ortografía.
La mayor parte de los textos son de índole mística; otros, contienen
síntesis de relaciones de hechos, aunque también con un sentido indudable­
mente religioso; otros, son cronologías extremadamente sintéticas como las
que los mayistas llaman “Serie de los Katunes"; hay, también, interesantísi­
mos fragmentos que muchos han tomado, a primera vista por simples colec­
ciones de acertijos y que en realidad no son sino fórmulas simbólicas de
iniciación religiosa. La última parte del manuscrito consiste, principalmente,

* Edición de la Universidad Nacional Autónoma de México, Biblioteca del Estu­


diante Universitario, 21, México, 1941. (N. E.)

217
en la transcripción de las “Profecías’’ atribuidas al sacerdote Chilam Balam
y a otros. Del nombre de este sacerdote Chilam Balam han tomado el suyo
los manuscritos mayas que, vulgarmente, son llamados desde hace mucho
tiempo: libros de Chilam Balam.
El manuscrito de Chumayel fue encontrado en el ■pueblo de su nombre
a mediados del siglo xix y entregado al egregio obispo don Cresencio Carri­
llo y Ancona, eminentísimo historiador, en cuyo poder estuvo hasta su muer­
te. Se sabe de una copia hecha por Berendt en el año de 1868 y varios frag­
mentos de esa copia fueron publicados por Brinton en sus Maya Chronicles.
Después de la muerte del señor obispo Carrillo y Ancona, su albacea, don
José Dolores Rivero Figueroa, permitió al ilustre sabio don Teoberto Maler,
fotografiar, página por página, el valiosísimo documento * y, no sé si antes
o después, el señor G. B. Gordon ** hizo también una reproducción fotográ­
fica del mismo manuscrito, que le fue facilitado por don Audomaro Molina,
y que se editó en 1913 bajo los auspicios del University Museum, de Filadel­
fia. Esta magnífica reproducción es la que hoy, afortunadamente, permite
el estudio del manuscrito, ya que el original desapareció de la Biblioteca
“Cepeda", de la ciudad de Mérida, en donde fue depositado después de la
expropiación que de él se hizo al albacea del señor Carrillo y Ancona por el
año de 1 9 1 6 .***
Es muy de lamentarse que el señor Carrillo y Ancona, cuya autoridad en
asuntos mayas, y sobre todo en el idioma, fue indiscutible,-no hubiese hecho
una traducción completa del manuscrito. Las traducciones fragmentarias in­
cluidas en la obra de Brinton son, por razón natural, muy deficientes y se
reducen a las páginas de cronología, brillantemente traducidas después por
don Juan Martínez Hernández. Por lo general, ha sido desdeñado todo lo
demás del libro con excepción de algunas de las “profecías” (ya traducidas,
con los errores de la época, por el padre Lizana, quien tomó el texto de repe­
ticiones orales hechas por los sacerdotes indios contemporáneos de la Con­
quista) .
En 1933, tres años después de publicada la primera edición de esta tra­
ducción íntegra del manuscrito — que hoy, honrándome mucho, edita por
segunda vez la Universidad Nacional de México — , apareció una versión al
inglés, del profesor Roys, editada por la Carnegie Institution, de Washing­
ton. Posteriormente, el profesor Gates publicó una nueva versión suya en el
“Maya Quarterly” * * * *
Sin duda alguna, los textos del Chumayel, más o menos adulterados, pro­
vienen directamente de antiguos cantos o relaciones poemáticas que de pa­
dres a hijos fueron bajando, repetidos de memoria, hasta los días de la do­
minación española, al principio de la cual algunos de los indios (probable­
mente sacerdotes) que aprendieron a escribir con los caracteres europeos
consignaron sigilosamente por escrito tales relaciones con objeto de que no

* En 1887. (N. E.)


** Director del Museo de la Universidad de Pennsylvania. (N. E.)
* * * En 1938 apareció en los Estados Unidos, ofrecido en venta por la suma de 7,000 dó­
lares. Después fue ofrecido al Dr. Sylvanus G. Morley por la suma de 5,000 dólares. (N. E.)
* * * * En 1955 se tradujo al francés (Peret). (N. E.)

218
se perdieran en definitiva. Estos manuscritos formaron asi, nuevos Libros
Mayas devotamente conservados en secreto por sus privilegiados poseedo­
res, según la liturgia tradicional que hacía de los Yanaltés o Libros, cosa
santa y oculta.
Un estudio lento y cuidadoso del Chumayel, me hizo encontrar en él
cosas tan interesantes y tan llenas de belleza, que me determiné a emprender
la difícil tarea de ir vertiéndolo íntegro al castellano, para entregarlo en
este volumen, al examen y a la discusión de los hombres interesados en esta
clase de asuntos y que no conocen la vieja lengua del Mayab.
Declaro que mi principal propósito al acometer este trabajo, fue lograr
que, . sin que la traducción resultase oscura, conservara hasta donde fuera
posible toda la fuerza literal de la expresión maya, para conseguir el resul­
tado de que la intención mental y la ideología pura de aquellos textos pudie­
ra. ser apreciada a través del castellano, sin afectar de nuestra mentalidad
moderna y mestiza ni la esencia ni la forma maya. Conservando esta disciplina
y ayudando mis limitados conocimientos de la lengua con los instrumentos
más autorizados, creo haber podido lograr una labor que confío habrá de
ofrecer alguna novedad y que, acaso, como a mí mismo, sorprenda un poco
a los que no imaginaban el verdadero carácter ni el alcance ni la profundi­
dad de la antigua literatura mística de nuestros padres mayas.
Es cierto que algunas veces, sobre todo cuando se cruza por la maraña
sintética de los textos religiosos arcaicos, es preciso interpretar un poco al
mismo tiempo que traducir literalmente y que, en ocasiones, se tropieza con
la dificultad de poder encontrar, en la precisión, a veces demasiado rígida,
de nuestros vocablos, la representación propia del sentido maya auténtico,
muchas veces sutilísimo y abstracto, que, especialmente en los conceptos re­
ligiosos, más bien sugiere que expresa y que casi nunca deja de tener fina
intención alegórica y esencia oculta.
Pero puedo decir sinceramente que, hasta donde cabe, no he interpre­
tado sino vertido con empeñosa fidelidad, concepto a concepto, dejando a
los que estudien estos misteriosos escritos el entenderlos e interpretarlos
conforme a su preparación y a su intuición personal y propia. Pienso que,
contra lo que hasta hoy se ha creído generalmente, la forma y el asunto de
casi la totalidad de este manuscrito ha de interesar más a los hombres ver­
sados en cuestiones de mística y de esoterismo que a los arqueólogos y a los
historiadores. También ofrecerá interés el estudio de estos textos a los afi­
cionados al arte antiguo, que quieran encontrar muestras más o menos fide­
dignas de la auténtica literatura maya.
Por mi parte, sólo podría ufanarme de haber puesto en esta versión, a
través de largas y laboriosas vigilias consagradas a este trabajo, todo mi amor
y todo mi esfuerzo por hacer una obra honrada que en algo ayude a conocer
más el espíritu inefable de la misteriosa y antiquísima raza, en medio de
cuyos últimos vástagos nací y he vivido mis mejores años.

A ntonio M ed iz B olio

219
I

LIBRO DE LOS LINAJES1

E l Señor del Sur es el tronco del linaje del gran Uc. Xkantacay es su nom­
bre. Y es el tronco del linaje de Ah Puch.
Nueve ríos los guardaban. Nueve montañas los guardaban.
El pedernal rojo es la sagrada piedra de Ah Chac Mucen Cab. La Madre
Ceiba Roja, su Centro Escondido, está en el Oriente. El chacalpucté es el
árbol de ellos. Suyos son el zapote rojo y los bejucos rojos. Los pavos rojos
de cresta amarilla son sus pavos. El maíz rojo y tostado es su maíz.
El pedernal blanco es la sagrada piedra del Norte. La Madre Ceiba Blan­
ca es el Centro Invisible de Sac Mucen Cab. Los pavos blancos son sus pavos.
Las habas blancas son sus habas. El maíz blanco es su maíz.
El pedernal negro es la piedra del Poniente. La Madre Ceiba Negra es
su Centro Escondido. El maíz negro y acaracolado es su maíz. El camote de
pezón negro es su camote. Los pavos negros son sus pavos. La negra noche
es su casa. El frijol negro es su frijol. El haba negra es su haba.
El pedernal amarillo es la piedra del Sur. La Madre Ceiba Amarilla es
su Centro Escondido. El pucté amarillo es su árbol. Amarillo es su camote.
Amarillos son sus pavos. El frijol de espalda amarilla es su frijol.
Con el Once Ahau Katún aparece el séquito de sus servidores.
Y empezó a venir Ah Ppisté. Este Ah Ppisté era el medidor de la tierra.
Y entonces vino Chacté Aban, a preparar las medidas de tierra para ser
cultivadas.
Y vino Uac Habnal a marcar las medidas con señales de hierba, entre­
tanto venía Miscit Ahau a limpiar las tierras medidas, y entretanto venía
Ah Ppisul, el medidor, el cual medía medidas anchas. ,
Fue cuando se establecieron los Jefes de los rumbos. Ix Noh Uc, Jefe
del Oriente. O x Tocoy M oo, Jefe del Oriente. O x Pauah, Jefe del Oriente.
Ah Mis, Jefe del Oriente.
Batún, Jefe del Norte. Ah Puch, Jefe del Norte. Balamná, Jefe del Norte.
Aké, Jefe del Norte.
Kan, Jefe del Poniente. Ah Chab, Jefe del Poniente. Ah Uucuch, Jefe
del Poniente.
Ah Y amas, Jefe del Sur. Ah Puch, Jefe del Sur. Cauich, Jefe del Sur.
Ah Couoh, Jefe del Sur. Ah Puc, Jefe del Sur.
La gran Abeja Roja es la que está en el Oriente. La rosa roja es su ji­
cara. La flor encarnada es su flor.
La gran Abeja Blanca es la que está en el Norte. La rosa blanca es su
jicara. La flor blanca es su flor.
La gran Abeja Negra es la que está en el Poniente. El lirio negro es su
jicara. La flor negra es su flor.

1 La división del Ms. ha sido hecha por el traductor y el título de cada parte puesto
por él.

220
La gran Abeja Amarilla es la que está en el Sur. El lirio amarillo es su
jicara. La flor amarilla es su flor.

Cuando se multiplicó la muchedumbre de los hijos de las abejas,2 la pe­


queña Cuzamily fue la flor de la miel, la jicara de la miel el primer colme­
nar y el corazón de la tierra.
Kin Pauah era el gran sacerdote, el que gobernaba el ejército de los gue­
rreros y era el guardián de Ah Hulneb, en el altar de Cuzamil. Y de Ah Yax
Ac-chinab y de Kinich Kakmó.
A Ah-Itz-tzim-thul chac reverenciaban en Ich-caan-sihó, los de Uayom
Chchichch. Eran sacerdotes en Ich-caansihó, Canul, IxPop-ti Balam, los dos
Ah Kin Chablé. Su Rey era Cabal-Xiú.
Los sacerdotes de Uxmal reverenciaban a Chac, los sacerdotes del tiem­
po antiguo. Y fue traído Hapai-Can en su barco. Cuando éste llegó, se mar­
caron con sangre las paredes de Uxmal.
Entonces fue robada la Serpiente de Vida de Chac-xib-chac. Y la Ser­
piente de Vida de Sac-xib-chac fue robada. Y la Serpiente de Vida de Ek-
yuuan-chac fue arrebatada también.
IxSac-belis era el nombre de la abuela de ellos. Chac-ek-yuuan-chac era
su padre. Hun-yuuan-chac era el hermano menor.
Uoh-Puc era su nombre. Esto se escribió: “Uoh” ,4 en la palma de su
mano. Y se escribió: “ Uoh” , debajo de su garganta. Y se escribió en la plan­
ta de su pie. Y se le escribió dentro de la mejilla de su mano, a Ah Uoh-Pucil.
No eran dioses. Eran gigantes.
Solamente al verdadero dios Gran Padre adoraban en la lengua de la
sabiduría en Mayapán. Ah Kin Coba era sacerdote dentro de las murallas.
Tzulim Chan en el Poniente. Nauat... en la puerta de la fortaleza en el Sur.
Couoh y Ah-Canul, en la puerta de la fortaleza al Oriente. Ah-Ek era otro.
He aquí su Señor: Ah Tapai Nok. Cauich era el nombre de su Halach-Uinic,
Hunacceel, el servidor de Ah Mex-cuc.
Y éste pidió entonces una flor entera. Y pidió una estera blanca. Y pi­
dió dos vestidos. Y pidió pavos azules. Y pidió su lazo de caza. Y pidió
ánforas de barro blanco.
Y de allí salieron y llegaron a Ppole. Allí crecieron los Itzaes. Allí en­
tonces tuvieron por madre a Ix Ppol.
Y de allí salieron y llegaron a Aké. Allí les nacieron hijos, allí se nutrie­
ron. Aké es el nombre de este lugar, decían.
Entonces llegaron a Alaa. Alaa es el nombre de este lugar, decían. Y vi­
nieron a Kanholá. Y vinieron a Tixchel. Allí se elevó su lenguaje, allí subió
su conocimiento. Y entonces llegaron a Ninum. Allí aumentó su lengua, allí
aumentó el saber de los Itzaes. Y llegaron a Chikin-dzonot. Al Poniente se
volvieron allí sus rostros. Chikin-dzonot es el nombre de este lugar, decían.

2 Los hombres.
3 La isla de Cozumel, que también se llamó Oycib, ceta de abeja.
4 Letra, signo.

221
Y llegaron a Tzuc-op. Allí se dividieron en grupos, bajo un árbol de anona.
Tzuc-op es el nombre de este lugar, dijeron.
Y llegaron a Tah-cab, donde castraban miel los Itzáes, para que fuera
bebida por la Imagen del Sol. Y se castró miel y fue bebida. Cabilnebá es
su nombre.
Y llegaron a Kikil. Allí se enfermaron de disentería. Kikil es el nombre
de este lugar, dijeron.
Y llegaron a Panab-haá. Allí cavaron buscando agua. Y cuando vinieron
de allí, recargaron sus cargas con agua, con agua de lo profundo. Y llegaron
a Yalsihón. Yalsihón es el nombre de este lugar, que se pobló. Y llegaron a
Xppitah, pueblo también. Y entonces llegaron a Kankab-dzonot. De allí sa­
lieron y llegaron a Dzulá. Y vinieron a Pib-hal-dzonot. Y llegaron a Tah-aac,
que así se nombra.
Y vinieron al lugar que es nombrado T ’Cooh. Allí compraron palabras
a precio caro, allí compraron conocimientos. Ti-coh es el nombre de este
lugar.
Y llegaron a Tikal. Allí se encerraron. Tikal es el nombre de este lugar.
Y vinieron a Ti-maax. Allí se magullaron a golpes unos a otros los gue­
rreros. Y llegaron a Buc-tzotz. Allí vistieron los cabellos de sus cabezas.
Buctzotz se llama este lugar, decían. Y llegaron a Dzidzontun. Allí empeza­
ron a conquistar tierras. Dzidholtun es el nombre de este lugar.
Y llegaron a Yobain. Allí fueron transformados en caimanes por su abue­
lo Ah Y amas, Señor de la orilla del mar.
Y llegaron a Sinanché. Allí fueron encantados por el mal espíritu nom­
brado Sinanché.
Y llegaron al pueblo de Chac. Y llegaron a Dzeuc y Pisilbá, pueblos de
parientes. Y a otro, a donde habían llegado sus abuelos. Allí se aliviaron
siis ánimos. Dzemul es el nombre de este lugar.
Y llegaron a Kini, lugar de Xkñ, Itzam-Pech y Xdzeuc, sus allegados.
Cuando llegaron donde estaban Xkil e Itzam-Pech, era tiempo de dolor para
ellos.
Y llegaron a Baca. Allí les llegó el agua hasta los huesos. Baca es aquí,
decían.
Y llegaron a Sabacnail, lugar de sus antepasados, tronco de la casta de
Ah-Ná. Los Chel-Na eran sus antepasados.
Cuando llegaron allí, donde era el ejercicio de los Ná, meditó su inte­
ligencia.
Y vinieron a Ixil. Y fueron a Chulul. Y llegaron a Chichi-caan. Y en­
tonces fueron a Holtún-Chablé. Y vinieron a Itzamná. Y vinieron a Chu-
bulná. Y llegaron a Caucel. Allí el frío se apoderó de ellos. “Cá-ú-ceel" es
aquí, decían. Y entonces llegaron a Ucú. Allí dijeron: Yá-ú-cú (le duele el
codo).
Y fueron a Hunucmá. Y llegaron a Kinchil. Y fueron a Kaná. Y llega­
ron a Xpetón, pueblo. Y llegaron a Sahabbalam. Y llegaron a Tah-cum-
chakán. Y llegaron a Balché. Y llegaron a Uxmal.
De allí salieron y llegaron a Yubak. Y llegaron a Munaa. Allí se hizo
tierno su lenguaje y se hizo suave su saber.

222
Y fueron a Ox-loch-hok. Y fueron a Chac-Akal. Y fueron a Xocné~ceh.
El venado era su genio tutelar cuando llegaron. Y fueron a Ppustunich.
Y fueron a Pucnal-Chac. Y fueron a Ppenkuyut. Y fueron a Paxueuet. Y lle­
garon a Xayá. Y llegaron al lugar nombrado Tistis. Y llegaron a Chican.
Y llegaron a Tix-meuac. Y llegaron a Hunacthi. Y llegaron a Tzalis. Y lle­
garon a Musbulná. Y llegaron a Tizáa. Y llegaron a Lop. Y llegaron a Chee-
tni-uán. Y llegaron a Ox-cah-unaká. Y fueron a Sachacel-caan.
Cuando llegaron, ya estaban completos los nombres de los pueblos que
no lo tenían, y los de los pozos, para que se pudiera- saber por dónde habían
pasado caminando para ver si era buena la tierra y si se establecían en estos
lugares. El “ordenamiento de la tierra” decían que se llamaba esto.
Nuestro Padre Dios fue el que ordenó esta tierra.
El creó todas las cosas del mundo y las ordenó.
Y aquéllos pusieron nombre al país y a los pueblos, y pusieron nombre
a los pozos en donde se establecían y pusieron nombres a las tierras altas que
poblaban y pusieron nombre a los campos en que hacían sus moradas. Por­
que nunca nadie había llegado aquí, a la “perla de la garganta de la tierra” ,
cuando nosotros llegamos.
Suhinché. Kaua. Cum-canul. Ti-em-tun. Allí bajaron piedras preciosas.
Sizal. Sacii. Ti-dzoc. Allí acabó el curso del Katún. Timocón. Popolá. Allí se
tendió la estera del Katún. Pixoy. Uayum-háa. Sacbacam. Tinum. Allí se die­
ron nuevas los unos a los otros. Timacal. Popolá. Allí ordenaron la estera
del Katún. Tixmaculum. Allí hicieron oculto su lenguaje. Dzitháás. Hon-
kauil. Tixmex. Kochilá. Tix-xocen. Chumpak, Pibahul. Tunkáás. Haaltunhá.
Kuxhilá. Dzidzilché. Ti-cool. Sitilpech. Chalanté. Allí descansó su ánimo.
Itzam-thulil. Tipakab. Allí hicieron siembras. Tiya Consahcab. Dzidzom-
tun. Lo mismo que sus antepasados, allí asentaron pie de vencedores y con­
quistaron las Puertas de Piedra. Popolá, al Sur de Sinanché, para venir a
Muci y al pozo de Sac-nicté y a Sodzil. Aquí, en donde marcaron el límite
del Katún, es el lugar nombrado Mutumut, que es aquí en Mutul. Muxupip.
Aké. Hoctun. Allí se detuvieron al pie de la piedra. Xoc-chchel Boh. Sac-
cab-há. Tzanlahcat. Human. Allí retumbó la palabra sobre ellos, allí sonó su
fama. Chalamté. Pacaxuá. Este es el nombre de aquí, decían. Tekit. Allí se
dispersaron los restos de los Itzaes.
Yokol-Cheen. Ppupulní-huh. Las iguanas eran sus genios cuando salie­
ron allí. Dzodzil. Tiab. Bitun-chchen. Sucedió que entraron a Tipikal, nom­
bre de este pozo. Y sucedió que allí se hicieron más numerosos. Y fueron a
Pochuh. Este es el nombre del pozo en que sucedió que asaron iguanas.
Y fueron a Maní. Allí olvidaron su lengua.
Y llegaron a Dzam. Allí estuvieron tres días sumergidos en el agua.
Y fueron a Ti-cul. Sac-lum-chcheén. Tixtohilchcheén. Allí fueron saludables.
Y fueron a Balam-kin, la tierra de los sacerdotes. A Cchcheen-Chchomac, a
Sacniteldzonot, a Yaxcab, Umán, Oxcum, Sanhil, y a Ich-caan-sihó. Y a
Noh-pat, el lugar de la Gran Madre; a Poychéná, a Chulul. Y llegaron en­
tonces a Titz-luum-Cumkal. Allí cesaron de filtrarse sus ollas. Yaxkukul.
Tixkokob. Cucá... Ekol. Ekol es el nombre del pozo. Tix-ueue. Tixueuée es

223
el nombre del pozo de aquí. Su rumor llegó a ellos de pronto. A Kanimal.
A Xkaan. Allí, en antiguo tiempo, el Padre Xul meció su hamaca. Holtun
Aké. Acanceb. Ti-cooh. Ti-chahil. Y a la grande Mayapán, la que está dentro
de murallas y sobre el agua.
Y fueron a Nabulá. Tixmucuy. Tixkanhub. Dzoyilá. Y llegaron a Tí-sip.
Allí sazonó su lenguaje, allí sazonó su conocimiento.
Y comenzaron a fundar tierras los Señores. Allí estaba Ah-kin-Palon-cab
y estaba el Sacerdote nombrado Mutec-pul. Este sacerdote Palón Cab era
Ah May. Este sacerdote Mutec-pul, era Guardián de Uayom Chchichch y
también de Nunil. Y los dos Ah-kin-chablé, de Ich-caan-sihó. Y Holtun
Balam, el hijo del que soltó el Yaxum en la llanura.
Allí entonces llegaron otros Señores. Estos Señores eran “iguales en
voz” a los dioses. En ^1 Once Ahau sucedió esto. Y entonces fundaron sus
pueblos y fundaron (sus tierras y se establecieron en Ich-caan-sihó.
Y entonces bajaron allí los de Holtun-aké. Y entonces bajaron allí los
de Sabacnail. Y así fueron llegando y juntándose los Señores. Estos de Sa-
bacnail tenían por tronco de su linaje a Ah Ná.
Y entonces se reunieron todos en Ichcaansihó. Allí estaba Ix-Pop-ti-
Balam, allí su rey Holtun-Balam, ... D z o y... tronco del linaje de Couoh...
y los Xíues, Tloual, también. Y Chacté, el dios que cultivó las tierras, era
su antiguo dios. Teppan-quis era sacerdote de Ichtab y de Ah-Ppisté, el que
midió las tierras. Y he aquí que midió de las tierras que medía, grandes
medidas en la tierra de los mayas. He aquí que cuando se empezó el remo­
ver las tierras, Ah-cunté, fue el removedor y el que barrió las tierras fue
Miscit Ahau.
Por eso fundaron tierras para ellos, las tierras regadas. Entonces fue que
amaneció para ellos. Nuevo Señor, nuevo despertar de la tierra para ellos.
Y empezó a entrarles tributo en Chichén. En hilo de algodón llegaba
antiguamente el tributo de los Cuatro Hombres. El Once Ahau es el nombre
de Katún en que sucedió.
Allí se midió el tributo y se vio que era suficiente el conjunto del que
había desde el tiempo antiguo. Y entonces sucedió que bajó el tributo de
Holtun-Suhuy-uá. Y se vio que era bastante. Fue entonces cuando “se igualó
su hablar” . Esto sucedió en el Trece Ahau Katún.
Allí recibían el tributo los Grandes Señores. Y entonces comenzaron a
reverenciar su majestad. Y comenzaron a tenerlos como dioses. Y comenza­
ron a servirlos. Y sucedió que llegaron a llevarlos en andas. Y comenzaron
a arrojarlos al pozo para que los Señores oyeran su voz. Su voz no era igual
a las otras veces.
Aquel Cauich, un Hunacceel que era Cauich del nombre de su familia,
he aquí que estiraba la garganta, a la orilla del pozo, por el lado del Sur.
Entonces fueron a recogerlo. Y entonces salió lo último de su voz. Y co­
menzó a recibirse su voz. Y empezó su mandato. Y se empezó a decir que
era Ahau? Y se asentó en el lugar de los Ahau, por obra de ellos. Y se em­

5 La más alta jerarquía teocrática.

224
pezó a decir que antes era Halach-uinic, y no Ahau; que era sólo el precur­
sor de A hM ex Cuc.6 Y se dijo que era un Ahau porque era el hijo adoptivo
de Ah M ex Cuc. Que un águila había sido su madre y que había sido en­
contrado en una montaña, y que desde entonces se comenzó a obedecerle
como Ahau. Tal era lo que entonces se decía.
Entonces se comenzó a levantar la Casa Alta para los Señores y se co­
menzó a construir la escalera de piedra. Y entonces él se sentó en la Casa
de Arriba, entre los Trece Ahau, llenos de majestad.
Y comenzó a llegar la Ley, la gloria y el tiempo de Ah M ex Cuc, del
que así era el nombre cuando lo trajo.
Cercano, pues, el día de Ah M ex Cuc se comenzó a tenerlo como Padre
V se comenzó a reverenciar su nombre. Y entonces fue adorado y fue servi­
do en Chichén. Chi-Chén Itzam es su nombre, porque allí fue a dar Itzam,
cuando se tragó la Piedra Sagrada de la tierra, la Piedra de la Fuerza del
antiguo Itzá. La tragó y fue adentro del agua. Y entonces empezó a entrar
la amargura en Chichén Itzá. Y entonces él fue al Oriente, y llegó a la casa
de Ah Kin Cobá. Venía ya el Ocho Ahau Katún.
Ocho Ahau es el nombre del Katún que regía cuando salió el cambio
del Katún y de los Ahaues.

“ ¡Ha crecido nuestro dios!” , decían sus sacerdotes (los del Sol). Y en­
tonces introdujeron días al año.
“He aquí que vienen abundantes soles” , decían. Y ardieron las pezuñas
de los animales, y ardió la orilla del mar. “ ¡Este es el mar de la amargura” ,
decían arriba, decían ellos.
Y fue mordido el rostro del Sol. Y se oscureció y se apagó su rostro.
Y entonces se espantaron arriba. “ ¡Se ha quemado! ¡Ha muerto nuestro
dios! ” , decían sus sacerdotes. Y empezaban a pensar en hacer una pintura
de la figura del Sol, cuando tembló la tierra y vieron la Luna.
Y entonces vinieron los dioses Escarabajos, los deshonestos, los que me­
tieron el pecado entre nosotros, los que eran el lodo de la tierra.
Cuando vinieron, iba acabando el Katún. “El Katún Maldito” , es aquel
en que fue ordenado: “ ¡Cuidado habláis, así seáis los dioses de esta tierra! ”
Cuando entró el tiempo del Katún siguiente, acabado el Katún en que
fueron traídos los deshonestos, se vio la muchedumbre de sus guerreros.
Y se comenzó a matarlos. Y se levantaron horcas para que murieran. Y Ox-
halal-chan empezó a flecharlos. Y se comenzó a invocar a los dioses del país.
Y se derramó su sangre, y fueron cogidos por los Señores de los Venados...
Y entonces se espantaron... y se acabó la guerra de ellos.

El Once Ahau Katún se asienta en su estera, se asienta en su trono. Allí


se levanta su voz, allí se yergue su señorío. El rostro de su dios despide rayos.

6 “El de las barbas de ardilla.” Divinidad, al parecer, nahoa.

225
Bajan hojas del cielo, bajan del cielo arcos floridos. Celestial es su per­
fume. Suenan las músicas, suenan las sonajas del Once Ahau. Entra al atar­
decer y cubre muy alegre con su palio al sol, al sol que hay en Sulim chan,
al sol que hay en Chikinputún. Se comerán árboles, se comerán piedras, se
perderá todo sustento dentro del Once Ahau Katún.
En el Once Ahau se comienza la cuenta, porque en este Katún se estaba
cuando llegaron los Dzules,7 los que venían del Oriente cuando llegaron.
Entonces empezó el cristianismo también. Por el Oriente acaba su curso.
Ichcansihó es el asiento del Katún.

Esta es la memoria de las cosas que sucedieron y que hicieron. Ya todo


pasó. Ellos hablan con sus propias palabras y así acaso no todo se entienda
en su significado; pero, derechamente, tal como pasó todo, así está escrito.
Ya será otra vez muy bien explicado todo. Y tal vez no será malo. No es
malo todo cuanto está escrito. No mucho hay escrito a cuenta de sus trai­
ciones y de sus alianzas. Así el pueblo de los divinos Itzáes, así los de la
gran Itzmal, los de la gran Aké, los de la gran Uxmal, así los de la gran
Ichcaansihó. Así los nombrados Couoh también.
Verdaderamente muchos eran sus “Verdaderos Hombres” .8 No para ven­
der traiciones gustaban de unirse unos con otros; pero no está a la vista
todo lo que hay dentro de esto, ni cuánto ha de ser explicado. Los que lo
saben vienen del gran linaje de nosotros, los hombres mayas. Esos sabrán
el significado de lo que hay aquí cuando lo lean. Y entonces lo verán y en­
tonces lo explicarán y entonces serán claros los oscuros signos del Katún.
Porque ellos son los sacerdotes. Los sacerdotes se acabaron, pero no se
acabó su nombre, antiguo como ellos.
Solamente por el tiempo loco, por los locos sacerdotes, fue que entró a
nosotros la tristeza, que entró a nosotros el “Cristianismo” . Porque los “muy
cristianos” llegaron aquí con el verdadero Dios; pero ese fue el principio
de la miseria nuestra, el principio del tributo, el principio de la “limosna” ,
la causa de que saliera la discordia oculta, el principio de las peleas con
armas de fuego, el principio de los atropellos, el principio de los despojos
de todo, el principio de la esclavitud por las deudas, el principio de las deu­
das pegadas a las espaldas, el principio de la continua reyerta, el principio
del padecimiento. Fue el principio de la obra de los españoles y de los “pa­
dres” , el principio de usarse los caciques, los maestros de escuela y los
fiscales.
¡Que porque eran niños pequeños los muchachos de los pueblos, y
mientras, se les martirizaba! ¡Infelices los pobrecitos! Los pobrecitos no
protestaban contra el que a su sabor los esclavizaba, el Anticristo sobre la
tierra, tigre de los pueblos, gato montés de los pueblos, chupador del pobre

7 Los “Señores Extranjeros” , los hombres blancos.


8 Halach-uinic. Rey o Gran Jefe.

226
indio. Pero llegará el día en que lleguen hasta Dios las lágrimas de sus ojos
y baje la justicia de Dios de un golpe sobre el mundo.
¡Verdaderamente es la voluntad de Dios que regresen Ah-Kantenal e
Ix-Pucyolá, para roerlos de la superficie de la tierra!

II

“KAHLAY” DE LA CONQUISTA

E n e l año de mil quinientos cuarenta y uno de los Dzules.

1541 ---------- el día 5 Ik 2 Chen.

He aquí la memoria que escribí. Hace veinte Katunes y quince Katunes


más de que las pirámides fueron construidas por los herejes. Grandes hom­
bres fueron los que las hicieron. Y los restos de su linaje se fueron. Carta-
hona 9 es el nombre de la tierra en donde ahora están. Allí estaban cuando
llegó San Bernabé 10 y enseñó que debían matarlos, porque eran hombres
herejes. Este es el nombre de su casta.

1556. — La diferencia hoy son 15 años. He aquí lo que escribí: Los


grandes templos fueron levantados por los nobles antepasados y sus reyes
hicieron cosas de gran fama. Durante trece Katunes y seis años más estu­
vieron levantando las pirámides, los que las hacían en el antiguo tiempo.
Desde el principio de las pirámides, hicieron quince veces cuatrocientas
veintenas de ellas y cincuenta más, en su cuenta en conjunto. Las pirámides
hechas llenaron toda la tierra del país, desde el mar hasta el tronco de esta
tierra. Y dejaron sus nombres y los de los pozos. Entonces fue que su reli­
gión fue compuesta por Dios.
¡Y ardió por el fuego el pueblo de Israel y los profetas! ¡La memoria
de los Katunes y los años fue tragada en la luna roja! ¡Roja luna roe de la
tierra el linaje de los Tutulxiúl

9 Cajabón (hoy en Guatemala).


10 El día de San Bernabé, fecha de la decisiva batalla de los Conquistadores en
Ichcaansihó, hoy Mérida.

227
Memoria de los Katunes y de los años en que fue por primera vez con­
quistada la tierra de Yucatán por los Dzules, hombres blancos. Que dentro
del Once Ahau Katún sucedió que se apoderaron de “la puerta del agua” ,
Ecab. Del Oriente vinieron. Cuando llegaron, dicen que su primer almuerzo
fue de anonas. Esa fue la causa de que se les llamara “extranjeros comedo­
res de anonas” . “Señores extranjeros chupadores de anonas” fue su nombre.
Así los nombraron los habitantes del pueblo que conquistaron: los de Ecab.
Nacom Balam es el nombre del primer conquistado, en Ecab, por el primer
capitán Don Juan (?) de Montejo, primer conquistador, aquí en el país de
Yucatán. En este mismo Katún sucedió que llegaron a Ichcaansihó.
En el año de 1513, en el Trece Ahau Katún sucedió que conquistaron
Campeche. Un Katún estuvieron allí. El sacerdote Camal, de Campeche,
metió a los extranjeros al país.

Estoy en 20 de agosto del año de 1541. Marqué los nombres de los años
en que empezó el Cristianismo.
Mil quinientos diez y nueve años. Cumplidos ciento cincuenta y un años
después, hubo Concierto con los extranjeros. Eso es lo que pagáis. Se le­
vantó la guerra entre los blancos y los otros hombres de aquí de los pueblos,
los que eran capitanes de los pueblos antiguamente. Eso es lo que pagáis hoy.

He aquí lo que escribí. En el año de mil quinientos cuarenta y uno, fue


la primera llegada de los Dzules por el Oriente, a Ecab, que así es su nom­
bre. El año en que llegaron a la “puerta del agua” , Ecab, pueblo de Nacom
Balam, era el primer principio de los días de los años y del Katún del Once
Ahau Katún. Quince veintenas de años antes de que llegaran los Dzules fue la
dispersión de los Itzáes. Fue abandonada la ciudad de Sac-lah-tun, y fue arrui­
nada la ciudad de Kinchil Coba. Y fue arruinada Chichén Itzá, y fue aban­
donada la ciudad que está junto a Uxmal, al Sur de la ciudad de Uxmal,
nombrada Cib, y también Kabah. Y fue arruinada Seyé, y Pakam, y Homtún,
y la ciudad de Tix-calom-kin, y Aké, la de las puertas de piedra. Y fue aban­
donada la ciudad a donde baja la lluvia del rocío, Etzemal.
Allí bajó el hijo del verdadero Dios, Señor del cielo, Rey, Virgen y Mi­
lagroso. Y dijo el Rey: "Bajen las rodelas de Kinich-Kakmó. Ya no puede
reinar aquí. Aquí queda el Milagroso y el Misericordioso.” Bajaron cuerdas,
bajaron cíngulos venidos del cielo. Bajó su voz, venida del cielo. Y entonces
fue reverenciada su divinidad por los demás pueblos, que dijeron que eran
vanos los dioses de Emmal. Y entonces fueron los grandes Itzáes.
Trece veces cuatrocientas veces cuatrocientos millares y quince veces cua­
trocientas veces cuatrocientos centenares más, años de años, vivieron herejes
los Itzáes. Y he aquí que se fueron. También sus discípulos fueron tras ellos
en gran número y les daban su sustento.
Trece medidas fue Iximal a la cabeza de su cuenta, y nueve medidas

228
Almut y tres Oc, en su Iximal. Y muchos pequeños pueblos, con sus dioses
familiares delante, fueron tras ellos también.
No quisieron esperar a los Dzules, ni a su cristianismo. No quisieron
pagar tributo. Los espíritus señores de los pájaros, los espíritus señores de
las piedras preciosas, los espíritus señores de las piedras labradas, los espí­
ritus señores de los tigres, los guiaban y los protegían. Mil seiscientos años
y trescientos años más y habría de llegar el fin de su vida! Porque sabían
en ellos mismos la medida de su tiempo.
Toda luna, todo año, todo día, todo viento, camina y pasa también. Tam­
bién toda sangre llega al lugar de su quietud, como llega a su poder y a su
trono. Medido estaba el tiempo en que alabaran la magnificencia de Los Tres.
Medido estaba el tiempo en que pudieran encontrar el bien del Sol. Medido
estaba el tiempo en que miraran sobre ellos la reja de las estrellas, de donde,
velando por ellos, los contemplaban los dioses, los dioses que están aprisio­
nados en las estrellas. Entonces era bueno todo y entonces fueron abatidos.
Había en ellos sabiduría. No había entonces pecado. Había santa devo­
ción en ellos. Saludables vivían. No había entonces enfermedad; no había
dolor de huesos; no había fiebre para ellos, no había viruelas, no había ar­
dor de pecho, no había dolor de vientre, no había consunción. Rectamente
erguido iba su cuerpo, entonces.
No fue así lo que hicieron los Dzules cuando llegaron aquí. Ellos ense­
ñaron el miedo; y vinieron a marchitar las flores. Para que su flor viviese,
dañaron y sorbieron la flor de los otros.*
No había ya buenos sacerdotes que nos enseñaran. Ese es el origen de
la Silla del segundo tiempo, del reinado del segundo tiempo. Y es también la
causa de nuestra muerte. No teníamos buenos sacerdotes, no teníamos sabi­
duría, y al fin se perdió el valor y la vergüenza. Y todos fueron iguales.
No había Alto Conocimiento, no había Sagrado Lenguaje, no había Divi­
na Enseñanza en los sustitutos de los dioses que llegaron aquí. ¡Castrar al
Sol! Eso vinieron a hacer aquí los extranjeros. Y he aquí que quedaron los
hijos de sus hijos aquí en medio del pueblo, y ésos reciben su amargura.
Sucede que tienen rencor estos Dzules, porque los Itzaes tres veces fue­
ron a atacarlos a causa de que hace sesenta años les quitaron nuestro tributo,
porque desde hace tiempo están ardidos contra estos hombres Itzaes. No,
nosotros lo hicimos y nosotros lo pagamos hoy. Tal vez por el Concierto
que hay ahora esto acabe en que haya concordia entre nosotros y los Dzules.
Si no es así, vamos a tener una gran guerra.

* “La flor de Nacxit Xuchit.”

229
III

KATUN

El p r in c ip io del Once A h a u .............................................. 1513 añ o s.

Ya acabó.

Empezó H o i l ......................................................................en 1519 años.


Se fundó San Francisco en Santiago de M érida............... 1519 años.
Se fundó en medio de la ciudad la Iglesia Mayor, en el
año d e ............................................................................... 1541
Meses dentro del a ñ o ....................................................... 12
Días seguidos dentro de un a ñ o ..................................... 365
Noches seguidas dentro de un a ñ o ................................ 365
Fila de las semanas dentro de un a ñ o .......................... 52 y un día
Fila de los domingos dentro de un a ñ o ......................... 53
Días seguidos dentro de seis meses desde el principio. 181
Días seguidos dentro de seis meses en la segunda parte,
para completar un a ñ o ............................................. 184
Días que cuenta la semana............................................. 7
Esta es la cuenta.

SE R IE DE LOS M E SE S DENTRO DE UN AÑO

Poop 16 de Julio.
Uoo 5 de Agosto.
Zip 25 de Agosto.
Zods
Zec 4 de Octubre.
Xul 24 de Octubre. Es cuando ovan los peces.
Dze-yax-kin 13 de Noviembre. Es cuando se doblan las cañas del maíz.
Mol 3 de Diciembre.
Chchén 23 de Diciembre.
Yaax 12 de Enero. Es buen tiempo para cosechar.
Zac 1 de Febrero. Es cuando florecen las flores blancas.
Ceeh 21 de Febrero.
Mac 13 de Marzo. Es cuando ovan las tortugas.
Kan-kin 2 de Abril.
Muan 22 de Abril. Se detiene la carrera del sol en la cintura del cielo.
Paax 12 de Mayo.
Kayab 1 de Junio.
Cum-kú 21 de Junio.

Los uayeyab (los días "duendes" del año), son dnco.

Cuando va a llegar el día once de Junio se alargan los días. Cuando va


a llegar el día trece de Septiembre, son muy iguales el día y la noche. Cuan-

230
O y a ,a x
S L f i poop f já yo 12 de enero
16 de julio E s buen tiempo
para cosechar

a i O¿ ZAC
1 de febrero
5 de agosto y jf l j Es cuando florecen
tC iu fS las flores blancas

V H /jL r ft é r CEEH
£■* 25 de agosto 21 de febrero

^ ¿ h 13 de marzo
I V V g Es cuando ovan
^ ZOTZ . las tortugas

TZEC T ¡ * b ^ KAN-KIN
^ T jn 4 de octubre y P v t!^ ~ ^ 2 de abril

/0 7 /X ) mÚAN
y 22 de abril
1 | , / j f / 24 de octubre
V I^ Se detiene la carrera
Vl / ( / / / Es cuando ovan
los peces del sol en la cinturá
del cielo

DZE-YAX-KIN
W o 13 de noviembre
L Es cuando se doblan 12 de mayo
las cañas del maíz

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do va a llegar el día doce de Diciembre, se acorta el día y se hace ancha la
noche. Cuando va a llegar el día diez de Marzo, son iguales el día y la noche.

He aquí el círculo que está en medio, el que es blanco. Significa que es


por donde va caminando el Sol. Las dobles ruedas de alrededor, las negras,
significan que la cara del sol va sobre la grande negra y baja a la pequeña
negra. Asimismo, es igual como va y como camina, aquí también en el mun­
do sobre la tierra. Y así es como se ve en toda la extensión del país la mar­
cha del sol. Coge para caminar una verdadera jicara alargada y entra a ella

por la parte más grande, que es la orilla de la tierra. Así es el Kahlay del
sol, como se sabe aquí en esta tierra.
A los hombres les parece que a sus lados está ese medio círculo en que
se retrata cómo es mordido el sol. He aquí que es el que está en medio. Lo
que lo muerde, es que se empareja con la luna, que camina atraída por él,
antes de morderlo. Llega por su camino al norte, grande, y entonces se hacen
uno y se muerden el sol y la luna, antes de llegar al “tronco del sol” . Se
explica para que sepan los hombres mayas qué es lo que le sucede al sol y
a la luna.

232
Causa de los eclipses solar y lunar

Eclipse de luna. No es que sea mordida. Se interpone con el sol, a un


lado de la tierra.
Eclipse de sol. No es que sea mordido. Se interpone con la luna, a un
lado de la tierra.
Esto es señal que da Dios de que se igualan; pero no se muerden.

IV

LIBRO DE LAS PRUEBAS

L enguaje de figuras y su entendimiento, para nuestro señor Gobernador


Mariscal, que está establecido en Tzuc-Uaxim} al Oriente de Ichcaansihó,
allí donde había tierra que tomara para tener su huerta y su solar y se esta­
bleciera allí. Llegará el día en que’acabe su camino, y vaya a hablar a su Rey.
Recio será su hablar y rojo su vestido, cuando llegue.
He aquí, en lenguaje de alegorías, lo que va a decir, lo que va a pre­
guntar el Rey de esta tierra cuando llegue el día en que acabe el tiempo de
los del Tres Ahau Katún, cuando vaya a llegar el otro Katún, el Uno Ahau
Katún. Así está dicho.
Este Katún de ahora, el Tres Ahau Katún, ya llegó al día en que acabó
su señorío y su majestad. No tenía otro camino. Era prestado lo que había
dentro de él.
He aquí el Uno Ahau Katún, presente dentro de la casa del Tres Ahau
Katún, para visitarlo. Y le están dando diversión porque los del Tres Ahau
Katún, avergonzados, se van yendo a esconder en sus lugares.
El Kaat Naat, el Preguntador, viene dentro del Katún que ahora acaba.
Y llega en el tiempo en que se ha de “pedir su entendimiento” a los Prín­
cipes de los pueblos; si saben cómo antiguamente vinieron sus linajes y sus
Señores; el orden en que vienen sus Príncipes y sus Reyes: y si ellos son
de casta de príncipes o de reyes. Y que lo comprueben.
He aquí el primer enigma que se les propondrá. Les pedirán su comida.
“Traed el sol” les dirá claramente el Verdadero Hombre. Así se les dirá a
los Príncipes: “Traed el sol, hijos míos. Y que sea extendido en mi plato.
Que en él esté clavada la lanza del cielo, -en medio de su corazón. Sobre el
sol ha de estar sentado el Gran Tigre, bebiendo su sangre.” En lenguaje
figurado ha de entenderse. He aquí el sol que se les pedirá: el sagrado huevo
frito. He aquí la lanza y la cruz del cielo, hincadas en su corazón: lo que
decimos “la bendición”. He aquí el tigre verde, agazapado encima bebiendo
su sangre: el chile verde, que tiene tigre. Esto es un lenguaje figurado.
Esta es la segunda cuestión que se les propondrá. “Que vayan a traer
los sesos del cielo, para que los vea el Verdadero Hombre, que tiene muy
grandes deseos de verlos.” Se les decía que fueran con cuidado. He aquí que
los sesos del cielo son el incienso. Lenguaje figurado.
He aquí el tercer enigma que se les propondrá: Que si cuando constru­
yen una casa grande la fachada está en línea recta de una pieza con el techo.
He aquí la casa grande; el sombrero real, asentado en el suelo. — Se les dirá
que suban sobre el real caballo blanco, con su vestido y su capa blancos, y
en la mano una sonaja blanca, que irá sonando. El caballo estará manchado
de sangre, que se verá salir de la flor de la sonaja. — He aquí el caballo
blanco: la sandalia de los pies con hilos de henequén. La sonaja blanca, la
capa blanca, la flor, son los señores blancos. La sangre de la flor de la so­
naja, el oro. Está en medio de ella, porque ensangrentado sale de los que no
tienen madre ni padre, y de ellos viene.
Esta es la cuarta prueba que se les hará. Se les dirá que se vayan a su
casa. Y se les dirá entonces: “Cuando vayáis a regresar acaso veáis el fuego
de medio día y seréis dos muchachos que estaréis en cuclillas. Cuando lle­
guéis, tendréis vuestro perro junto a vosotros. Este vuestro perro tendrá en
las manos el alma de Nuestra Santa Señora, cuando lleguéis con él.” — He
aquí los dobles muchachos que se les decía, y el fuego del mediodía: que se
sentarían sobre su sombra. Por eso se les decía que irían en cuclillas cuando
llegaran a casa del Verdadero Hombre. El perro suyo de que se les pregun­

234
tará es su pureza, y el alma de Nuestra Santa Señora, son las grandes can­
delas o hachas de cera. Esto es en lenguaje figurado.
Este es el quinto enigma que se les propondrá: Se les dirá que vayan a
buscar el corazón de Dios, en el cielo. “Y me traerás el de los muchos hijos
en su capa, que esté envuelto por detrás en una sábana blanca.” He aquí el
corazón de Dios: la sagrada piedra preciosa. El de los muchos hijos que se
les decía, es el pan real, con muchos frijoles dentro. La envoltura blanca, es
el paño blanco. De esto, se les pedirá el significado del lenguaje figurado.
Este es el sexto enigma que se les propondrá: Que vayan a buscar la
rama del árbol de pochote, y tres cosas torcidas, y bejuco vivo. “Eso hará
muy sabrosa mi comida de mañana; tengo deseos de comerlo. ¡Quién sabe
si será malo comer el tronco del pochote! ”, les dirá. — He aquí el tronco
del árbol de pochote: la lagartija. Las tres cosas torcidas: la cola de la igua­
na. El bejuco vivo: los intestinos del cerdo. El tronco del árbol de pochote:
el tronco de la cola de la lagartija. Lenguaje figurado.
Este es el séptimo enigma que se les propondrá: Se les dirá: “Ve a traer­
me las que cubren el fondo del Cenote, dos blancas, dos amarillas. Tengo
deseos de comerlas.” — He aquí las que cubren el fondo del cenote, que
les pedirán: las jicamas, dos de ellas amarillas.
El que haya entendido, podrá alcanzar el principado de los pueblos, una
segunda vez, en presencia del Rey, Gran Verdadero Hombre.

Serán cogidos los príncipes de los pueblos,


porque no tienen entendimiento

Y si no es entendido por los Príncipes de los pueblos, les dirá estas pa­
labras:
“ ¡Tristísima estrella, adorna el abismo de la noche! ¡Enmudece de es­

235
panto en la Casa de la Tristeza! Pavorosa trompeta suena sordamente en
el vestíbulo de la casa de los nobles: los muertos no entienden. Los vivos
entenderán ”
Los que estén sobre el Principado de los pueblos, los que tengan medi­
da su cosecha, sabrán que dolorosamente acabará su reinado. Atadas sus
manos por delante, a sus partes genitales, con una cuerda remojada, serán
llevados al Rey, Primer Verdadero Hombre. Los últimos Príncipes, los que
estén sobre su loco tiempo y sobre su loca edad, oirán que con dolor acabará
su principado; los que existan en el tiempo en que se extinga el término del
Katún.
Cuando esté acabando el Tres Ahau Katún, serán cogidos los Príncipes
de los pueblos, porque no tienen entendimiento.

A SI SE ALCANZARA EL PRINCIPADO. RELACION

Para dar su sustento a los Grandes Verdaderos Hombres, cuando éstos


pidieran su comida, se atarán una cuerda al cuello, se cortarán la punta de
la lengua y apartarán sus ojos del tiempo que va a acabar. Estos hijos de no­
bles se sacarán de sí mismos en presencia de su Padre. Y se pondrán de
rodillas, para que sepa que tienen sabiduría y para que se les entregue su
estera y su trono. Con la misma medida se mirará su cosecha. Cuidadosa­
mente se verá su linaje de soberanos de esta tierra. Y los que vivan en ese
día, recibirán su gran vara.
Así es como será fundado otra vez el linaje de los hombres mayas, aquí
en la tierra de Yucatán.
Dios primero, cuando se acabe el mundo, el Verdadero Rey vendrá a
preguntarnos: “¿Lo que obedecéis, lo que adoráis, son piedras o piedras
preciosas?” Y pedirá un árbol de vino de balché. El que no lo tenga, será
muerto. Y al que adore al dios de su tierra y diga que no sabe si es dios, le
sucederán todas las cosas que están escritas.
Así también, los nobles descendientes de los Príncipes, que hayan sabi­
do cómo vinieron sus linajes y los reyes que agradablemente los gobernaban,
verán que era su sabiduría la que tenía poder sobre sus vasallos. Y solem­
nemente les serán entregados su estera y su trono por Nuestro Padre el
Gran Verdadero Hombre.
Esa su estera y ese su trono fueron aporreados y enterrados, y su rostro
fue pisoteado sobre el suelo, y fue ensuciado y arrastrado en el tiempo del
desvarío y en la época de la rabia. "Hijos de la pereza”, les dijo el Hijo
del Mal, el de la falsa estera, el del falso trono, el mono de los dioses, el
picaro bellaco. Y así caminaban dentro del Tres Ahau Katún, hinchado y
roto el corazón, los descendientes de los nobles, los hombres de sangre
real, hasta que se les viniera a decir que fueran a tomar el Principado de
los pueblos, para ir a tomarlo.

236
— “Hijo mío, ve a traerme la flor de la noche”, se le dirá. Y entonces
irá de rodillas a la presencia del Verdadero Hombre que se la pide. “Padre,
la flor de la noche, la que me pides, conmigo viene, y también lo malo de la
noche, que está conmigo”, dirá.
—Bien, hijo, si allí están contigo, acaso esté junto a ti también la Vene­
rable Flaca con el Gran Alamo.
—Padre, están conmigo, conmigo vinieron.
—Así, pues, hijo mío, si contigo vinieron, ve a convidar a tus parientes;
uno es un viejo que tiene nueve hijos, y una es una vieja que tiene nueve
hijas.
—Padre —dice cuando responde— , conmigo llegaron, aquí están junto
conmigo. Delante de mí vinieron cuando llegué a verte.
—Hijo, pues si están contigo, ve a recoger las piedras de la llanura y
con ellas ven, juntándolas y recogiéndolas sobre tu pecho, si es verdad que
eres Verdadero Hombre, si eres del linaje de los reyes de esta tierra.
He aquí la flor de la noche que se le pedía: la estrella del cielo. He aquí
lo malo de la noche: la luna, la Venerable Flaca y el Gran Alamo, el “car­
gador de la tierra” que se llama “el de pellejo arrugado que está abajo”. El
viejo que se le pedía, que tiene nueve hijos, es el dedo gordo del pie, la vieja

El preguntador

237
es el dedo pulgar de la mano. Las piedras de la llanura que se le pedían y
que juntaba abrazadas: las codornices.
—Así también, hijo mío, aunque te hayan dicho que es tu suegro, no
se te ha dicho que mires su cara.
—Padre, junto a mí está.
—Así, pues, hijo, ve a traerme la resina celestial. Por el Oriente has de
venir cuando regreses. Siguiéndote muy junto ha de venir.
—Así sea, Padre —dice— . He ahí a su suegro que está a su espalda:
la corteza de la calabaza. He aquí la resina del cielo que se le pedirá: el
incienso labrado, en muchos granos. Lo que se le dice que ha de venir si­
guiéndolo, es su sombra que estará a sus espaldas, agrandada por el sol po­
niente.
—Hijo, puesto que eres Verdadero Hombre, puesto que eres también
poderoso, ve a traerme las “cuentas” con que rezas. Las “cuentas” que se
le piden son: las piedras preciosas. Entonces se le ha de preguntar cuántos
son los días en que reza.
— Padre —dice— el primer día rezo y el décimo rezo.
— ¿En qué días levantas tu oración?
— Padre, el noveno día y el decimotercero día. El noveno día a Dios, y
el decimotercero al Verbo. Es cuando repaso mis “cuentas” .
— Hijo, ve a traerme tus ropas, para que sienta yo su olor aquí y su olor
de lejos; el olor del paño de mi cintura, el olor de mis vestidos, el olor-de
mi pebetero, el olor que es atraído al centro del cielo, al centro de las nubes.
Y lo que pega mi boca y está en la jicara blanca; si eres Verdadero Hombre.
—Padre, voy a traerlo — dice.
He aquí el olor de sus ropas que se le pide, el olor que es atraído al cen­
tro del cielo: el incienso encendido que se quema. He aquí lo que pide que
pega su boca: el cacao molido, el chocolate.
—Así, pues, hijo, ve a traerme la pura sangre de la orina de mi hijo; y
su cabeza y su vientre y su muslo y su mano. Y lo que tienes tapado dentro
de una vasija de barro virgen, y el taburete de la orina, hijo. Tráemelo; ten­
go deseo de verlo. Ya te he dado lo que te anudará la garganta en mi pre­
sencia y lo que hará reventar tu llanto.
—Así sea, Padre. Igualmente vendrá la raspadura del manto del repar­
tidor, pasado mañana, con él.— Y entonces se va.
He aquí la sangre de la orina del hijo que se le pide: el vino maya. El
vientre de la orina del hijo: la colmena de la miel. La cabeza de la orina del
hijo: la vasija de barro virgen, en que se remoja el vino. El gran taburete
de la orina del hijo: el colmenar. El raspar el manto del repartidor es pelar
la corteza del balché. He aquí los huesos de la orina del hijo: el balché agu­
jereado. El muslo que dice es el tronco del balché. La mano de la orina del
hijo es la rama del balché. Lo que se dice que llorará es que como embria­
gado dice: “Entonces que me sea dado.” Sin moverse, suspenso su hablar,
rígida su lengua, estará cuando llegue.
—Padre, he aquí la orina de tu hijo, que me diste para que guardara.
Lo que tú digas, Padre. Tú eres mi Señor — dice así su hijo.
— “ ¡Ah, hijo mío! Igual eres a los Verdaderos Hombres, igual a los que

238
tienen poder. ¡Recuérdalo, pues! ¡Sábelo, pues! ” —Así dice.— Eso es la
sangre de la orina de niño que te he pedido. Infinitas veces pasa la orina del
niño delante de él, llorando, y la orina del niño reposa al fin abajo. Rompe
en llanto mientras la mira caer, y entretanto, habla. Ah, hijo mío —dice—
mientras lloras, ya eres Verdadero Hombre. ¡Oh, hijo mío, ya tienes poder!
Ah, ya eres igual al Verdadero Hombre. Voy a entregarte tu alfombra y tu
trono y tu señorío. ¡Tú, hijo mío! ¡Tuyo es el poder, tuya es la realeza!
¡Tú, hijo mío! "
Así acabará el hablar a los Príncipes de los pueblos. Y saldrán del lugar
donde está el Gran Verdadero Hombre, el lugar cabeza de esta tierra. Y se
irán a sus casas.
Cuando estén en sus casas, darán su sustento al Verdadero Hombre, y
pedirán su propio sustento también. Y así irán a explicarlo:
—Hijo mío, tráeme cuatro pájaros “cardenales” que están en la puerta
de la cueva. Me levanto sobre lo que es lo primero que pega mi boca y co­
lorado estará. Levantará su penacho sobre lo que pega mi boca, cuando llegue
delante de mí.
—Así sea, Padre.
He aquí lo que pide: el vino. Este es el penacho que dice: la espuma
del chocolate. Lo que pega su boca: el cacao acabado de moler.
—Hijo, tráeme los pájaros de la noche, y las cosas que taladran la noche,
y los sesos del cielo. Tengo muchos deseos de verlos aquí.
—Así sea, Padre.
He aquí lo que se le pide: El incensario en que se quema el incienso.
He aquí lo que taladra la noche: la piedra preciosa. He aquí los sesos del
cielo: el incienso. Lenguaje figurado.
—Hijo, tráeme los huesos de tu padre, los que enterraste hace tres años.
Tengo muchos deseos de verlos.
—Así sea, Padre.
He aquí lo que pide: la yuca cocida bajo tierra; que fuera a dársela al
Verdadero Hombre.
—Hijo, ve a traerme un viejo que no tiene abrochados los botones de
su vestido. “El que se esconde en el agujero de la tierra cuando llueve” se
llama.
—Así sea, Padre.
Lo que se le pide es el armadillo.
—Hijo, tráeme tres mitades del cielo. Tengo deseos de comerlas.
—Así sea, Padre.
Lo que se le pide es “atole chorreado”, la espuma del atole. En lenguaje
figurado se le pedirá todo.
—Hijo, tráeme un tronco de henequén, de un henequén gordo; no le
quites el cogollo; vengan también sus pies rayados y quebrados.
—Así sea, Padre.
He aquí lo que se le pide: la cabeza de jabalí asada bajo tierra que se
la diese. El cogollo que dice es la lengua, porque esa su lengua es su espíritu.
Lenguaje figurado.
—Hijo, que me traigas los gavilanes de la noche para que yo coma.

239
~—Así sea, Padre.
Lo que le pide son: pollos.
—Hijo, dile a la Venerable Flaca y al que se llama “el de pellejo arru­
gado de abajo” que me traigan un cesto de tordos; que se cogen debajo del
Gran Alamo. Allí están desparramados a la sombra del álamo.
—Así sea, Padre.
He aquí lo que le pide: frijoles negros, que están en la casa del Ah Cuch-
cab (el cargador de la tierra), de la Venerable Flaca y del que se dice “el del
pellejo arrugado de abajo”.
—Hijo, que vayan a buscar el tigre de la cueva, para que sea guisado y
yo lo coma. Tengo deseos de comer tigre.
—Así sea, Padre.
El tigre que pide es el tepezcuintle.
— Hijo, tráeme siete hojas de lo que es abrigo de los pobres. Tengo de­
seos de comerlas en el día en que se han de comer.
— Así sea, Padre.
He aquí lo que se le pide: hojas de chaya apretadas y cocidas (dzotob-
chay).
—Hijo, tráeme dos buenos bailarines que vengan a bailar para que me
divierta; que vengan con su tambor y su sonaja y con su abanico y con el
palillo de su tambor. Los espero.
— Así sea, Padre.
He aquí lo que le pide: pavos. Su tambor es su papada, su sonaja es su
cabeza, su abanico es su cola, el palillo de su tambor es su muslo. Lenguaje
figurado.
—Hijo, tráeme el capricho de esta tierra. Tengo ganas de comerlo.
— Así sea, Padre.
Lo que se le pide es: la miel.
—Hijo, tráeme las piedras de la tierra quemada, las que han ardido; y
que venga con ellas su hija, para que con ella yo las apague y que se desha­
gan aquí en mi casa.
—Así sea, Padre.
He aquí, lo que pide: el macal asado bajo tierra; su hija, para que con
ella las apague: el licor de la miel.
—Hijo, tráeme las luciérnagas de la noche, las que de norte a poniente
hacen pasar su olor. Que venga con ellas la lamida de la lengua del tigre.
—Así sea, Padre.
Lo que pide es: cigarros. La lamida de la lengua del tigre es el fuego.
—Hijo, tráeme tu orina de niño para que yo la vea y a la que tiene
blanca y limpia la cara, la muy bonita; blanco es su rebozo y su cinturón.
Tengo muchos deseos de ella.
—Así sea, Padre.
He aquí lo que pide: la jicara blanca, y atole. Lenguaje figurado.
—Hijo, tráeme la que se llama sabel, cuyo olor es caro.
—Así sea, Padre.
Lo que pide es: el melón.

240
—Hijo, tráeme al de la gran garganta corva que tiene azul la espalda.
Tengo apetito de comerlo.
—Así sea, Padre.
Lo que pide es garganta de pavo. Lenguaje figurado.
—Hijo, tráeme una muchacha de pantorrilla blanca y ondulante. Aquí
le quitaré su vestido hasta la pantorrilla.
—Así sea, Padre.
Lo que pide es la jicama. Lo de que le quitará su vestido, es que le
arrancará su cáscara.
—Hijo, tráeme una muchacha muy bonita, con la cara muy blanca. La
deseo mucho. Aquí, delante de mí, tiraré su falda y su vestido.
—Así sea, Padre.
Lo que pide es una pava para comer. Tirar su falda y su vestido es pe­
larla de sus plumas, cuando se pida para comer. Lenguaje figurado.
—Hijo, tráeme aquí un viejo cuidador de milpa. Hay deseo de ver su
cara.
—Así sea, Padre.
He aquí lo que pide: el macal gordo para comer. Esto es lo que significa.
—Hijo mío, tráeme una vieja cuidadora de milpa, negra de todo su cuer­
po, cuyo trasero es de siete palmos. Hay deseos de verla.
Lo que pide es el gran fruto de la calabaza. Lenguaje figurado.
Llegará su día.

Ahora es el día en que Nuestro Padre el Gran Verdadero Hombre, que


fue pisoteado, está llegando aquí, a esta tierra de Yucalpetén, y va a con­
vocar a los Príncipes para que los Príncipes vengan a convocar a sus pueblos,
en nombre de Nuestro Padre, el Gran Verdadero Hombre.
—Por ventura, ¿sois Príncipes vosotros?
—Nosotros lo somosj Padre —responden ellos.
—Hijos míos, si sois vosotros Hombres Verdaderos de esta tierra —les
dirá— id a coger al Tigre que vuela, y venid a dármelo a comer. Ponedle
muy bien puestas sus perlas y muy bien puesto su penacho, y venid a dár­
melo a comer. Id muy de prisa y muy ahora mismo venid. Hijos, tengo mu­
cho apetito de comerlo. Vosotros, hijos míos, vosotros que sois Verdaderos
Hombres.
Los que no saben, pobres de su entendimiento y de su vista, ¡ay! nada
dicen. El que sabe, alegremente va a buscar al Tigre Volador. Y entonces,
viene con él.
— ¿Tú eres, hijo mío?
—Yo soy, Padre.
— ¿Tú eres noble, hijo de nobles, hijo mío?
—Yo lo soy, Padre.
— ¿Qué es de tus compañeros, hijo mío?
—Padre, están en el monte buscando al tigre. “No hay tigre” —decían—
¡y entonces el tigre estaba pasando por delante de ellos!

241
He aquí el tigre que le pedía: el caballo del Gobernador, el que quiere
comerse al caballo flaco. Las perlas son los cascabeles, el penacho es el man­
tillo rojo, muy bien puesto con la silla, y con el freno. Habla figurada.

LIBRO DE LOS ANTIGUOS DIOSES

Es muy preciso hacer entrar en el entendimiento que las piedras que dejó
Nuestro Padre Dios, las duras maderas, los animales, es lo que habéis ado­
rado. En los primeros tiempos, aquí, entre nosotros, los Hombres de Ma­
jestad fueron adorados como verdaderos dioses. Aquellas piedras, detuvieron
el paso del Verdadero Dios nuestro Padre, Señor del Cielo y de la Tierra.
Aunque eran los antiguos dioses, perecederos dioses eran. Ya se acabó el
tiempo de su adoración. Fueron desbaratados por la bendición del Señor del
Cielo, cuando terminó la redención del mundo, cuando resucitó el Verdadero
Dios, cuando bendijo los cielos y la tierra.
¡Se desmoronaron vuestros dioses, hombres mayas! ¡Sin esperanza los
adorasteis!

La relación de la historia de esta tierra, en su tiempo, se hacía en pin­


turas: porque no había llegado el día en que se usaran estos papeles y esta
muchedumbre de palabras; para que se preguntara a los antiguos hombres
mayas si sabían cómo nacieron y cómo fundaron su tierra en esta región.

Dentro del Once Ahau Katún fue cuando salió Ah-Mucen-Cab a vendar
los ojos de los Trece dioses. No supieron su nombre. Solamente sus herma­
nas y sus hijos se lo dijeron, y tampoco podían ver su cara. Era el momento
en que acababa de despertar la tierra. No sabían lo que iba a suceder.
Y fueron cogidos los Trece dioses por los Nueve dioses. Y llovió fuego,
y llovió ceniza y cayeron árboles y piedras. Y vino el golpearse los árboles y
las piedras unos contra otras.

242
Y fueron cogidos los Trece dioses, y fue rota su cabeza y abofeteado su
rostro, y fueron escupidos, y se los cargaron a las espaldas. Y fue robada su
Serpiente de Vida, con los cascabeles de su cola, y con ella, fueron cogidas
sus plumas de quetzal. Y cogieron habas molidas junto con su semen y,
junto con su corazón, semilla molida de calabaza, y semilla gruesa molida
de calabaza, y frijoles molidos. Y El que es eterno, lo envolvió y lo ató todo
junto, y se fue al decimotercero piso del cielo.
Y entonces cayeron su piel y las puntas de sus huesos aquí sobre la
tierra. Y fue entonces que se escapó su corazón, porque los Trece dioses no
querían que se les fuera su corazón y su semilla. Y fueron matados a fle­
chazos los huérfanos, los desamparados y las viudas, que vivían sin fuerza
para vivir.
Y fueron enterrados por la orilla de la arena en las olas del mar. Y en­
tonces, en un solo golpe de agua, llegaron las aguas. Y cuando fue robada
la Gran Serpiente, se desplomó el firmamento y hundió la tierra. Entonces
los Cuatro dioses, los Cuatro Bacab, lo nivelaron todo. En el momento en
que acabó la nivelación, se afirmaron en sus lugares para ordenar a los hom­
bres amarillos.
Y se levantó el Primer Arbol Blanco, en el Norte. Y se levantó el arco
del cielo, señal de la destrucción de abajo. Cuando está alzado el Primer
Arbol Blanco, se levantó el Primer Arbol Negro, v en él se posó el pájaro de
pecho negro. Y se levantó el Primer Arbol Amarillo, y en señal de la des­
trucción de abajo, se posó el pájaro de pecho amarillo. Y se oyeron los pasos
de los hombres amarillos, los de semblante amarillo.
Y se levantó la Gran Madre Ceiba, en medio del recuerdo de la destruc­
ción de la tierra. Se asentó derecha y alzó su copa, pidiendo hojas eternas.
Y con sus ramas y sus raíces llamaba a su Señor.
Y se levantó Chac-piltec, al Oriente de la tierra. Y llamaba a su Señor.
Y se alzó Zac-piltec, al Norte de la tierra. Y llamaba a su Señor. Y se levantó
Lahun-chan, y llamaba a su Señor. Y se alzó Kanpiltec, y llamaba a su Señor.
Estas son las Voluntades de la tierra.
A esa hora, Uuc-cheknal vino de la Séptima capa del cielo. Cuando bajó,
pisó las espaldas de Itzám-cab-Aim11 el así llamado. Bajó mientras se lim­
piaban la tierra y el cielo.
Y caminaban por la cuarta candela, por la cuarta capa de las estrellas.
No se había alumbrado la tierra. No había sol, no había noche, no había
luna. Se despertaron cuando estaba despertando la tierra. Y entonces des­
pertó la tierra, en este momento despertó la tierra. Infinitos escalones de
tiempo y siete lunas más se contaron desde que despertó la tierra, y enton­
ces amaneció para ellos.
Se sintió el Reinado del Segundo Tiempo, el Reinado del Tercer Tiempo.
Y entonces empezaron a llorar los Trece dioses. Lloraban ante el dios Cha-
cab, que era el que entonces reinaba en su estera roja.
Por ellos se enrojeció el Primer Arbol de la tierra y se enrojeció la in­

11 El Gran Cocodrilo que simboliza la Tierra.

243
mensidad de la tierra. Grandes pecadores de espíritu eran. No era llegado
el día de su poder.
Lo mismo lloraban los Nueve dioses. Y he aquí que llegó el ordena­
miento de la medida del tiempo, en la estera roja. Y llegaron los Nueve
dioses, los de cabezas puntiagudas y traseros pelados. Se sentaron en su
estera. Y entonces fue que bajó la opresión desde el centro del cielo, el po­
der despótico, los Reyes tiranos.
Y entonces se alzó Chac-edz, el del gesto rojo. Y entonces se paró el Rey
del gesto blanco. Y entonces se levantó el del gesto negro. Y entonces se
paró el del gesto amarillo.
Y entonces se alzó Chactenel Ahau, con su estera y su trono. Y llegó
Zactemal, con su estera y su trono. Y se alzó Ek-tenel-Ahau, con su estera
y su trono. Y se paró Kan-tenel-Ahau, con su estera y su trono. Creían que
eran dioses; pero tal vez no eran dioses. No derramaban semillas, ni llovían
agua. Pedazo a pedazo decían que se juntaban; pero no decían lo que
amaban.
Duro era su semblante. Llegó el duro tiempo y pesadas miserias vinie­
ron bajo su poder. Cuando llegaron a asentarse muy alto en la medida de
su tiempo, se avivó el fuego del sol, y se acercó su cara y quemó la tierra
v el ropaje de los reyes. Y esta es la causa de que se llore su reinado.
En el día magnífico de poderío y magnífico de hermosura, en el día en
que se entienda el entendimiento de los dioses, se levantará la cosecha y será
el tiempo de recoger. Y desaparecerá el “animal malo”.
Y cuando levante su árbol Ah Muuc, que es el que sale a su camino, el
que sale a sucederle, será el tristísimo tiempo en que sean recogidas las ma­
riposas, y entonces vendrá la infinita amargura.
Esa es la que viene, cuando hayan caído tres lunas, en el tiempo del
T'res Ahau Katún, y después de tres porciones de años, encajados dentro
del Tres Ahau Katún; cuando vaya a aparecer el otro Katún, el de tres panes,
el de tres aguas. Estrecho será su don de vida, y mísero su jugo. Y eso co­
merá y eso beberá.
Beberá granizo y comerá las desparramadas hojas de la chaya. Eso suce­
derá aquí, en la Tierra de la Tristeza, Padre, dentro del Noveno año, en el
tiempo en que estén aquí los extranjeros.
Se pide la carga del Katún, de todos los años del Trece Ahau Katún. En­
tonces abre sus pies el Once Ahau, entonces baja la palabra del Eterno a la
punta de su lengua. Cuando baja, se pregunta la carga del Katún.
Nueve eran sus cargas, cuando bajó del cielo. El día de Kan fue el día
en que se amarró su carga. Fue cuando bajó agua venida del cielo, para el
segundo nacimiento, de la casa del de los “innumerables años” .
Al mismo tiempo bajó Bolon Mayel. Dulce era su boca y la punta de su
lengua. Dulces eran sus sesos. Y allí bajaron cuatro Gigantes que en ánfo­
ras de barro traían las mieles de las flores.
De ellas salieron: la del hondo cáliz rojo, la del hondo cáliz blanco, la
del hondo cáliz negro, la del hondo cáliz amarillo. Y la que es ancha y la
que es desviada. Y al mismo tiempo, salió la flor que es regada y la que es
agujereada; y la flor ondulada del cacao y la que nunca es chupada, y la flor

244
del espíritu de color, y la que siempre es flor, y la que tiene el tallo cojo.
Estas flores que salieron, eran las Comayeles, las madres de las flores.
Y salieron olorosos sacerdotes, olorosos reyes, olorosos jefes de guerre­
ros, servidores del dios de la Flor. Cuando éste bajó, no tenía semejante.
“Miradle —decían— no se derrama lo que es su carga.”
Y entonces salió “la flor que es efímera” y metió el pecado de los Nueve
dioses. El tercer año es el tiempo en que se dice que sucedió, cuando no
había llegado a ser creado el dios del infierno.
Y bajó Pizlimtec, el de los huesos verdes, al pie de la flor, y el que es
Eterno lo transformó en colibrí. Y entonces chupó la miel de la flor, de la
flor de los nueve pétalos, hasta lo más adentro de ella. Y entonces tomó por
esposa a la flor vacía, y salió el espíritu de la flor a vagar. Cuando se abrió
el cáliz de esta flor, el Sol estaba dentro, y en medio de ella se leía Su nom­
bre. Y sucedió que suspiraron llenos de deseo los Trece dioses. No sabían
que así bajaba el pecado a su estera; eran dioses a su entender. Sucedió que
de flores fue su estera, de flores su silla, y flores hubo en sus cabellos. En­
vidioso su asiento, envidioso su caminar, envidioso su plato, envidioso su
vaso, envidioso su corazón, envidioso su entendimiento, envidioso su pen­
samiento, envidiosa su boca, robado el tiempo de su señorío.
En el tiempo en que esté en pie, en el tiempo en que tenga fuerza su
adoración en los labios de su boca, lo que coma detrás de la palma de su
mano, la sustancia que muerda, no será palo ni será piedra. Rojo despojo
habrá en sus diez muelas.
Llegará con su cara de pecado, con su hablar de pecado, con su ense­
ñanza de pecado, con su entendimiento pecador. Y pecado será su caminar.
Llegará con los ojos vendados y enrojecerá su estera. Durante su poderío, se
olvidará de su padre, se olvidará de su madre que le dio a luz. Ardiendo su
corazón, solo entre los huérfanos, agraviador de su padre, en medio de los
que no tienen casa, ha de caminar, borracho su semblante, perdido su enten­
dimiento, al lugar de su padre, al lugar de su madre. No tiene bondad, no
hay bien en su corazón; solamente un poco hay en la punta de su lengua.
No sabe cómo ha de acabar, no sabe lo que hay al fin de su reinado, ni lo
que va a acabar con el tiempo de su poder.

Estos Nueve Dioses se manifestarán en nueve rostros de Hombres-Reyes,


de estera del Segundo Tiempo, de trono del Segundo Tiempo, venidos den­
tro del Tres Ahau Katún.
Habrá un nuevo Señor de esta tierra. Dolorosamente se afirmará el
curso del Katún que viene, cuando acabe el tiempo del Tres Ahau Katún, el
tiempo en que los hijos serán vendidos, el que estará encima del orgullo de
los Itzáes.
Un tiempo abrasador, después un tiempo de frescura. El largo de una
Piedra, es el castigo del pecado de orgullo de los Itzáes. Los Nueve Dioses
acabarán el curso del Tres Ahau Katún. Y entonces será entendido el enten­
dimiento de los dioses de la tierra. Cuando haya acabado el Katún, se verá

245
aparecer el linaje de los nobles Príncipes, y a nuevos hombres sabios y a
los descendientes de los Príncipes cuyos rostros fueron estrujados contra el
suelo, los que fueron insultados por el rabioso de su tiempo, por los locos
de su Katún, por el hijo del mal que los llamó “hijos de la pereza”; los que
nacieron cuando despertó la tierra, dentro del Tres Ahau Katún.
Así acabarán su poder aquellos para quienes Dios tiene dos caras.

He aquí que cuando vaya a acabar el tiempo de este Katún, entonces Dios
dará que suceda otra vez el diluvio y la destrucción de la tierra. Y cuan­
do haya terminado, entonces bajará Nuestro Padre Jesucristo, sobre el valle
de Josafat, al lado de la ciudad de Jerusalén, donde un tiempo nos redimió
su santa sangre. Allí bajará sobre una gran nube, para dar testimonio de
que verdaderamente pasó el martirio en el árbol de la Cruz, hace tiempo.
Allí entonces bajará en gran poder y en gran majestad, el verdadero Dios,
el que creó el cielo y la tierra y todas las cosas del mundo. Allí bajará a
medir por igual lo bueno y lo malo del mundo. ¡Y humillados serán los
soberbios!

VI

LIBRO DE LOS ESPIRITUS

D ominus vobiscu m 12 decían todos cantando allí donde no había cielos ni


tierra.
Del abismo nació la tierra, cuando no había cielos ni tierra.
El que es la Divinidad y el Poder, labró la gran Piedra de la Gracia,
allí donde antiguamente no había cielo.
Y de allí nacieron Siete piedras sagradas, Siete Guerreros suspendidos
en el espíritu del viento, Siete llamas elegidas.
Y se movieron. Y siete fueron sus gracias también, y siete sus santos.
Y sucedió que incontables gracias nacieron de una piedra de gracia. Y fue
la inmensidad de las noches, allí donde antiguamente no había Dios, porque

12 Los “latines” más o menos alterados que se incorporaron al texto original acusan
la influencia cristiana posterior.

246
no habían recibido a su Dios, que sólo por sí mismo estaba dentro de la
Gracia, dentro de las tinieblas, allí donde no había cielos ni tierra.
Y fue formado al fin un Guerrero, cuando no había nacido el Primer
Guerrero, y tenía los cabellos en guedejas.
Aden ti parami. Y fue su divinidad. Y entonces salió y se hizo varón en
la segunda infinita Piedra de Gracia. Alpinon es el nombre de su ángel.
Cuando hubo nacido, salió y pidió su Segunda Gracia, en la segunda
inmensidad de la noche, donde antes nadie había. Y recibió su divinidad él
solo por sí mismo.
Y cuando vino a salir, “ofirmar” dulcemente dijo. Y recibió su divinidad
él solo por sí mismo. Y salió y fue a la tercera infinita Piedra de Gracia.
Albacongél es el nombre de su ángel, el de la tercera gracia.
Fue a la cuarta infinita Piedra de Gracia, en la cuarta noche. Atea Obe
es el nombre de su ángel. Naciendo, quiso su cuarta Gracia, y empezó a
decirse solo en sí mismo: “Ah, Dios Poderoso, yo no soy nadie, pues, por
mí mismo.” — Así decía en su esencia, en su divinidad.
“Me voy”, suavemente dijo.
Y fue a la quinta infinita Piedra de Gracia, en la quinta infinita noche.
Cuando hubo nacido el Quinto Guerrero quiso su Quinta Gracia. Y se le­
vantaron las palabras de su divinidad y nació su ángel. Decipto es su nombre.
Y dijo: “Me voy. Yo soy, pues. Soy Dios, pues. Soy poderoso, pues”. —
Así hablaba por sí misma su divinidad. “Aninite dei sin”, decía cuando re­
cibió su divinidad por sí mismo.
Y fue a la sexta infinita Piedra de Gracia, en la sexta medida de la noche,
el Sexto Guerrero. — “ ¡Dioses poderosos, oíd mi voz. Nadie hay en mi
soledad! ”
Cuando hubo nacido, quiso su Séptima Gracia. Conlamil es el nombre
de su ángel. — “ ¡Yo os adoro, dioses, oíd mi voz! No hay nadie. Nadie es­
cucha mi voz! ” —Así sucesivamente hablaba y decía, mientras nacía su
Séptima Gracia.
Contento nació el Séptimo Guerrero. Siete veces se alumbraron las siete
veces infinitas.
“Abiento bocayento de la Zipilna de fente note sustina gracia. Trece mili
y no cargo bende.” Primera, segunda, tercera, tres veces cuatrocientas épo­
cas, miles de épocas y despertó la tierra de Dios el Verbo, él solo por sí
mismo.
Del fondo de la gran Piedra de la Gracia, despertó la tierra de Dios el
Verbo. Su nombre es Unidad con Dios el Verbo.
Este su nombre, que hiende las épocas, es: el Eterno, El de una sola
Edad, el Muy Alto. Y vino su Descendiente de Siete Generaciones. Y cuatro
veces resonó su Gran Palabra, sello de la noche, sello del cielo: “Yo soy el
principio, yo seré el fin.”
He aquí el entendimiento oculto de su palabra, datate, aquí recibido
en esta tierra: Yo soy Unidate, yo soy Unitata, yo soy su sonido. Yo soy
Unitata. “A nuni viene Unidad."
Nilu es el nombre de la noche. Es la primera palabra Dios, es la pri­

247
mera palabra del Verbo. Así, machacó la piedra, sólo por sí mismo, dentro
de la noche.
Tomás Sipancas es el nombre del Espíritu cuyo Señor es el Primer Gue­
rrero. Ota-ho en el cielo. Arcángel es el nombre del Espíritu. Heronix es el
nombre del Espíritu que va delante de él. Joramis es el nombre del Espíritu
del Segundo Guerrero. He aquí que dijo cuando se abrió la Piedra: “Yaxyon-
lacalpa” Escondió su nombre. En el santo cielo dijo Nuestro Santo Padre
el Verbo: Bolay es su nombre. Y conoció el segundo cielo, en donde está el
polvo de los pies de la Sustinal Gracia.
Allí se forma la Sabiduría, golpeando la piedra dentro de la oscuridad.
Y fue creada la Piedra que fundó las piedras, las Tres Piedras que fue­
ron a asentarse a los pies de la Sustinal Gracia. Las piedras que nacieron es­
taban debajo de la Primera Piedra. Y eran hermanas iguales.
Entró entonces Chac, el Gigante, por la grieta de la Piedra. Gigantes
fueron entonces todos, en un solo pueblo, los de todas las tierras. Y el
Primer Rey fue Dios.
En la época Primera, fue creado el único hijo de Dios. En la Segunda,
el Verbo. En la Tercera época, Expleo, éste es su nombre en su cielo.
Y nació Chac, el Gigante, que Opilla es su nombre, al mismo tiempo
que su cielo, que empileo, cielo, es su nombre. Expleo es su nombre, dentro
del primer Libro de Dios. Hebones. El único Hijo de Dios, espejo que abrirá
su hermosura, es el Señor de la Piedra, Padre.
Cuando fue a crear el cielo del cielo, se abrió una Gracia y una Piedra.
Nacido era el Fuego. Tixitate es su nombre, la luz del cielo. Que Sustinal
es la luz de la luz del cielo. Acpa. Porque el Guerrero creó la luz dentro del
cielo. Alpa u manga es su nombre. Y se acabó.

Los ángeles, los Espíritus se alzaron mientras eran creadas las estrellas. No
se había alumbrado la tierra, no había cielo ni tierra. Eran:
El Pauah rojo.
El Pauah blanco.
El Pauah negro.
El Pauah amarillo.
Entonces en el Primer cielo, Dios el Verbo tenía sujeta su Piedra, tenía
sujeta su Serpiente, tenía sujeta su Sustancia. Allí estaban suspendidos sus
ángeles. El Espíritu nombrado Corpinus, y he aquí, debajo, Orele, a la altura
de la tierra. Tres Personas eran: El Dios Verbo, el Dios Hijo, el Dios Espí­
ritu Santo.
En ese tiempo, los planetas eran: Saturno, Júpiter, Marte y Venus; esos
se dice que tenía en su mano el Dios en el cielo; antiguamente los creó. He
aquí el nombre del cielo: Christalino. Este ángel, que Corpinus es su nom­
bre, extendía la bendición del Padre, allí donde no había cielo ni tierra,
Inpicco es su nombre. Rociaba a todos los ángeles. Baloyo es su nombre.
Cacauecan — sexos— es su nombre. Et sepeuos es su nombre. Laus deo.

248
Abajo Chac-Bolay-Balam y Cacau Balamté. Esperas es su nombre en la sex­
ta capa de cielo, Isperas es su nombre en la séptima capa del cielo. Fue
creado sobre la tierra por Dios Poderoso. En la séptima época nació dentro
de la noche. Espíritu es su nombre.
S.to. Edén Deus, S.to. Eluseo, Santos. El vio nacer el centro de la Pie­
dra, el centro de la noche. Se repite.
Ardió entonces. Entri de noche. Fue lo que dijo: cuando habló al centro
de la Piedra, al centro de la noche. — Troñas aleseyo de Mundo de gracia
en apedia leyó zipidiate en picted gracia Sto. Esuleptun Joan estunast gracia
suplilis eltimeo me firme abin Finites gracia y metis absolutum timetis de
gracia Edén deo gracia de Fentis de gracia Fenoplis tun gracia locom dar y
me gracia, tretris un mis gracia. Nositusi de gracia in pricio de gracia. Tresi-
mili uno de cargo leonte.
Uno, dos, tres, un montón, trece veces cuatrocientos, Katunes infinitos
antes de que despertara la tierra, fue creado el centro de la Piedra, el centro
de la noche, allí donde no había cielo ni tierra, cuando fue dicho por Dios
el Verbo, sólo por sí mismo, en la Profunda Noche.
Sonó la primera Palabra del Dios, allí donde no había cielo ni tierra.
Y se desprendió de su Piedra y cayó al segundo tiempo y declaró su divini­
dad. Y se estremeció toda la inmensidad de lo eterno. Y su palabra fue una
medida de gracia, un destello de gracia y quebró y horadó la espalda de las
montañas. ¿Quién nació cuando bajó? Gran Padre, Tú lo sabes.
Nació su Primer Principio y quebró y barrenó la espalda de las montañas.
— ¿Quiénes nacieron allí? ¿Quiénes?
—Padre, Tú lo sabes. Nació el que es tierno en el cielo.
Ciripacte horca mundo ni nompan est noche amanena omonena Apaopa.
Salió el Espíritu de la infinita Gracia. — Zipiones ted coruna Pater Profe-
cida. Hablará cuando llegue a la Séptima gracia, la Virgen Piedra de la Gra­
cia. Baltepiones ortezipio Reciquenta noche hun ebutate hun cute Profecia-
do. Sucedió que fue llamado el ángel Jerupite y le fueron dados en el cielo
Corporales de ojales por el primer Papa.

249
VII
EL TRECE AHAU KATUN

E st ae s la cara del Katún, la cara del Katún, del Trece Ahau: Se quebrará
el rostro del Sol. Caerá rompiéndose sobre los dioses de ahora. Cinco días
será mordido el Sol y será visto. Esta es la representación del Trece Ahau.
Señal que da Dios es que sucederá que muera el Rey de esta tierra. Así
también que vendrán los antiguos Reyes a pelear unos contra otros, cuando
vayan a entrar los cristianos a esta tierra. Así dará señal Nuestro Padre Dios

ESTE es el nombre de
Dios cuando vino a exis­
tir en sus Personas.
Cuando ya estaban crea­ EL PAUAH rojo
dos el mundo y la Ut corosis
tie rra , éste fue' su
nombre: SOSUÉ (Je­
sús). Su segundo. El
otro nombre de sus tre6
partes es TRES ROS­ EL PAUAH blanco
TROS, TRES VECES. Corocalbo

MESISTER EL PAUAH negro


Colrusi provento

Latín, entonces:
DEI, Romance
EL PAUAH amarillo
Moses

Novis —Nova

MESIAS es el nombre El otro nombre de Dios


de Dios, cuando no ha­ es MANUEL.
bía creado el cielo y la
tierra. Este Mesías, Jesu­ Dio' su nombre, su ter­
cristo es su nombre. cer nombre. Este es
Entonces creó a los Án­
geles. Pero fue' visible a JEREMÍAS,
D ios yque iban a pecar
los Angeles y los casti­ su nombre, allí donáe
gó revocando lo hecho. no hay cielo ni tierra.

Los nombres y símbolos Dios

250
Muerte

Equo de pul Pauperum


ge opis pul tabemo

Sat pede Jures


Reguque

la corona

Con igual pie y Cru$a

La muerte reina sobre todo

de que vendrán, porque no hay concordia, porque ha pasado mucho la mi­


seria a los hijos de los hijos.
Nos cristianizaron, pero nos hacen pasar de unos a otros como animales.
Y Dios está ofendido de los Chupadores.

Mil y quinientos treinta y nueve años, así: 1539 años.


Al Oriente está la puerta de la casa de don Juan Montejo, el que metió
el cristianismo en esta tierra de Yucalpetén, Yucatán.

CHILAM BALAM, Profeta.

251
VIII

LIBRO DEL PRINCIPIO DE LOS ITZAES

D amaceno . Este es el nombre de la llanura en que fue formado el Primer


Padre Adán, por Dios. Este es su nombre, su primer nombre: Adán. Y le
entró su alma y habitó el Paraíso. Nacido Adán, nació la Primera Madre,
Eva, la primera mujer, lá madre de todo el mundo. Fue de pronto, como una
gota escurrida de Adán. Y nació.
Allí donde no había cielo antiguamente, he aquí que la Palabra nació
por sí misma, dentro de lo oscuro. He aquí que las piedras de una sola vez
fueron creadas, y fueron las montañas. Y esta tierra, la que fue cogida para
labrar a Adán, también. Por eso él es su hijo. Y entraron al Lugar de los
Gemidos. Así lo llamaron cuando fueron labrados, aquellos que fueron el
primer tronco de los hombres.
Dios el Verbo, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, son el Dios de toda la
tierra. Ellos crearon la Piedra Preciosa que se desprendió de la tempestad,
con el velo de la gracia. El Verbo en su nombre; Josus tin gracia.
He aquí que al mismo tiempo nació de su Piedra el Espíritu de las es­
trellas; berbumtuorom es su nombre. El hijo natural de la Piedra, el hijo
natural de la Tierra, tomó entonces a la Señora de la Tierra y fue a sentarse
al altísimo cielo, a lo más alto del cielo, en lo antiguo.
Un gran resplandor llegó hasta abajo desde el Espíritu de la Sustinal
gracia.

Trece veces ocho mil Katunes había estado reposando en su Piedra, cuan­
do se movió la Semilla del Señor Hunacceel.
Aunque no eran lo mismo que el Sol, de la Joya del Pecho del Sol bajó
la casta de los hombres buenos. “¿Mis ropas, mis vestidos”, hubieran dicho
si hubieran sido dioses?
Así, pues, lo sabéis, y lo dice cualquiera. La tierra suave de la Orilla del
Pozo dice que allí llegaron conquistando, al golpe de la guerra.
—Estaban en Chichén los Itzáes... (ayuda herejía). — ¿Vinieron o es­
taban?
Uno Imix, el día de alcanzar el cielo, va el Rey al Poniente del Pozo, en
donde abierto está el templo. El Uno Imix- es el día en que se dice en Chi­
chén de los Itzáes: “¿Llegaron o estaban?”
“ ¡Oculto es, oculto es! ” —dicen gritando— . “ ¡Oculto es,' oculto es!
¡Lo saben las 'almas de los muertos! ”
Con trabajoso grito gritan las almas de los muertos, solitarias en el día
que es el primero. Resplandeciente día fue, y otra vez fue de noche, cuando
vinieron.
— ¡Estaban, estaban, estaban! ¿Llegaron o estaban?
¿Hay alguien por ventura que esté despierto?
Fuertemente dicen otra vez, en tres gemidos: ¡Estaban!

252
— ¡En el día de Dios, aquí eran ya moradores, eran ya pobladores!
Se les oía así.
— ¡No fue que llegaron a Chichén los Itzaesl
— ¿Llegaron o estaban?
Gimen así tres veces, en su día.
— ¿Soy alguien yo? —dice en su espíritu el hombre.
— ¿Soy éste que soy?
— ¿Soy acaso un niño que llora? —dice un medio de la tierra.
Para que lo entendáis. Dicen que fui creado de noche. ¿Nosotros acaso
nacimos? Se ha dicho que fuimos criados por Miscit-Ahau.
Se rompió el final. ¿Quién es éste a quien amargué con mi canción?
“¿Llegaron o estaban?”
—Dicen que estoy muerto. Lo dijo el Sacerdote del pueblo. Dicen que
estoy escondido. Lo dijo “el que pierde al pueblo”. Lo creyó en su deseo,
lo creyó en su corazón. Porque “el que pierde al pueblo”, al punto se aflige
con mi canción.
— “Estaban... ¿Llegaron o estaban?”
Este Canto tpdo es cumplida alabanza del Señor Dios.

IX

LIBRO DEL MES

A sí e x pl ic ó el antiguo sabio Mexchise, el antiguo Gran Profeta, Napuc tun,


Gran Sacerdote, y así cantó que, cuando no había despertado el mundo an­
tiguamente, nació el Mes y empezó a caminar solo.
Y dijo su abuela, y dijo su tía, y dijo la madre de su padre, y dijo su
cuñada:
— ¿Por qué se dijo que íbamos a ver gente en el camino?”
Así decían mientras caminaban. Era que no había gentes antiguamente.
Y entonces llegaron al Oriente. Y dijeron:
— “Alguien ha pasado por aquí. He allí las huellas de sus pies.”
“Mide tu pie”, dicen que dijo la Señora del mundo. Y que fue y midió
su pie Dios el Verbo. Este es el origen de que se diga Xoc-lah-cab, oc-lae,

253
lah-ca-oc. Este dicho se inventó porque Oxlahun-oc (el de los trece pies),
sucedió que emparejó sus pies.
Y partieron del Oriente. Y se dijo el nombre de los días, que todavía
no tenían nombre, antiguamente.
Y caminó con la madre de su padre, y con su tía y con la madre de su
madre y con su cuñada.
Nacido el Mes, creó el que se llama Día y creó el cielo y la tierra, por
escala: agua, tierra, piedras y árboles.
Y creó las cosas del mar y de la tierra.
En el Uno Chúen sacó de sí mismo su divinidad e hizo el cielo y la tierra.
En el Dos Eb hizo la primera escalera, para que Dios bajara en medio
del cielo y en medio del agua. No había tierra, ni piedras, ni árboles.
En el Tres Men hizo todas las cosas, la muchedumbre de las cosas; las
cosas de los cielos y las cosas del mar y de la tierra.
En el Cuatro Ix sucedió que se inclinaron uno sobre el otro el cielo y
la tierra.
En el Cinco Men sucedió que empezó a trabajar todo.
En el Seis Cib sucedió que hizo la primera candela y así fue que se hizo
luz donde no había sol ni luna.
En el Siete Aban nació la primera tierra, allí donde no la había para
nosotros antiguamente.
En el Ocho Edznab afirmó sus manos y sus pies y los clavó sobre la
tierra.
En el Nueve Cauac se ensayó por primera vez el infierno.
En el Diez Ahau sucedió que se fueron los hombres malos al- infierno,
porque todavía no se veía a Dios el Verbo.
En el Once Ix (Imix) sucedió que hizo las piedras y los árboles. Eso
hizo.
En el día Doce Ik sucedió que creó el viento. Y ésta es la causa de que
se llame Ik (espíritu); porque no hay muerte dentro de él.
En el Trece Akal sucedió que tomó agua y mojó tierra y labró el cuerpo
del hombre.
En el Uno Kan sucedió que se rompió su ánimo por lo malo que había
creado.
En el Dos Chicchan sucedió que apareció lo malo y se vio dentro de los
ojos de la gente.
En el Tres Cimil fue la invención de la muerte. Sucedió que inventó la
primera muerte Dios Nuestro Padre.
[Aquí hay un espacio en blanco que correspondería al Cuatro Man-ik,
“el día en que pasa el espíritu”.]
En el Cinco Lamat inventó el gran sumidero de la gran laguna del mar.
En el Seis Muluc sucedió que fueron llenados de tierra todos los valles,
cuando no había despertado el mundo. Y sucedió que entró falsa voz de
Nuestro Padre Dios en todos ellos, cuando no había voz del cielo, ni había
piedras, ni árboles antiguamente.
Y entonces fueron a probarse unos a otros (los días). Y dijeron así:
“Trece... Y siete en un grupo.”

254
Esto dijeron para que saliera su voz al que no la tuviera, cuando el Pri­
mer Dios, el Sol, les preguntara su origen. No se les había abierto el instru­
mento de su voz para que pudieran hablarse unos a otros. Y se fueron en
medio del cielo y se tomaron de las manos para unirse unos con otros. Y en­
tonces se dijo en medio de la tierra: “ ¡Sean abiertos! ” Y se abrieron los
Cuatro Ah-Toc, que son cuatro.

Cuatro Chic-chan Ah-Toc.


Cuatro Oc Ah-Toc.
Cuatro Men Ah-Toc.
Cuatro Ahau Ah-Toc.
Los Ahau son Cuatro

Ocho Muluc
Nueve Oc
Diez Chuen
Once Eb
Doce Men
Cinco Cauac
Seis Ahau
Siete Imix
Ocho Ik
Nueve Akbal
Trece Ix
Uno Men-(Ben)
Dos Cib
Tres Aban
Cuatro Edznab
Diez Kan
Once Chichan
Doce Cimi
Trece Manik
Uno Lamat

Con ellos fue creado el Mes, cuando despertó la tierra, y cuando fueron
creados el cielo y la tierra, y los árboles y las piedras. Todo fue creado por
Nuestro Padre Dios, y por su Palabra; allí donde no había cielos ni tierra
estaba su Divinidad, que se hizo una nube sola por sí misma, y creó el uni­
verso. Y estremeció los cielos su divino y grande poder y majestad.
La relación de los días, día por día, debe leerse empezando por el Orien-
ig, según el orden en que está.

255
X

EL KATUN DE LA FLOR

E l nombre del año en que llegaron los Dzules: De mil quinientos y diez y
nueve años, así: 1519. Este año era cuando llegaron los Dzules, aquí hasta
la tierra de nosotros, los Itzaes; aquí a la tierra de Yucalpetén, Yucatán, que
decían Maya los Itzaes.
Así lo dijo el primer Adelantado don Juan de Montejo, porque así le
había sido dicho por don Lorenzo Chablé, quien, cuando la llegada de éste
conquistaron a Tixkokob, que recibió a los Dzules con toda la voluntad de
su corazón. Y el origen de que le diera por nombre don Lorenzo Chablé, fue
porque dio de comer carne asada a los Dzules y a todos los capitanes. Tuvo
un hijo que se llamó don Martín Chablé.
Ese era el año que caminaba cuando empezaron a prepararse los Dzules
para conquistar aquí, a Yucalpetén. Lo supo el Sacerdote y Profeta nom­
brado Ah Xupán. Nos entró el cristianismo en 1519 años. Se fundó la Igle­
sia de Hoó (Mérida) en 1540 años. Se concluyó la Iglesia de Hoó en 1599
años. Hubo vómito de sangre y empezamos a morirnos en 1648 años. Hubo
hambre los cinco años, de 1650, 1651, 1652, 1653 y 1654 años. Cuando se
acabó el hambre, hubo una gran tempestad. En ella murió el Padre Agustín
Gómez. En 1661 hubo grandes sequías. En 1669 “fuego santo” (viruela).
En 1692 años, llegó el Diez Katún, empezó el Nicté Katún (el Katún de la
Flor).

Hace tres meses que está presente, Padre. Es el retoño ruin del Yaxum.
Después tendrá dura la peñuza; después tendrá nueve cerros, Padre, el ruin
retoño del Yaxum. No van a entender que fue creado en el Sol, en presen­
cia de los dioses. En el duodécimo año se dirá su nombre. Míralo. De tigre
es su cabeza, de un palmo son sus dientes, raquítico es su cuerpo, de perro es
su cuerpo. Atravesado de dolor tiene el corazón; y bien come y bien bebe.
Que no se diga de modo lo oiga.
Será mentirosa su palabra. De ningún modo se descubre.
La hermandad de los esclavos de la tierra desaparecerá de estos lugares.
Va a ser envuelta en redes la hermandad de los esclavos de la tierra, y los
hijos de sus hijos, muchachos impúberes, árboles de la tierra de mañana.
Someteos, ( vosotros, hermanos, vosotros, hermanitos, y sufrid la carga
del Katún, que viene. Si no la sufrís, se encogerán vuestras piernas y os cam­
biarán por otros. Si no la sufrís, roeréis los troncos de los árboles y las yer­
bas. Si no la sufrís, como hormigas entrarán los venados a vuestros pueblos
y entrará el Enemigo, que regresará adentro de vuestros pueblos, adonde no
es su lugar y entrará a las casas la tiña y será el tiempo de muerte repentina
de los animales.
Llegó su estera; un pecado es su voz, un pecado su enseñanza: Es el
Katún del pecado. Muy recortado es el pan del Nicté Katún que es el que

256
llegó con infinitos dolores en su estera, cachorro chupador, lleno de pecado
de adulterio.
En él viene la Bula. En seis partes se dividió. Tres veces ha de pasar la
cosa de la Bula. Cuando vaya a llegar el Juez de la Bula, si “el del bastón de
plata” va a ser el Juez tal vez va a cambiar velas de cera blanca. Y por estas
velas blancas, bajará la justicia venida del cielo, y subirán los hombres cris­
tianos ante el rostro de la justicia, que hará temblar el cielo y la tierra. Do­
lorosamente va a acabar el Nicté Katún. Acaso nadie haya llegado a hablar
siquiera, cuando sea colgado de la nuca en el palo de las horcas, que enton­
ces habrán cubierto toda esta tierra. Vendido acabará su historia el Nicté
Katún!
No es preciso que entreguéis vuestra cabeza al Arzobispo. Cuando vaya
a bajar, id a esconderos en los montes. Si os entregáis, iréis “detrás” de
Jesucristo. Están ahora con los Cocomes. Cuando vaya a acabar su visita
vendrán sus velas y sus flores rociadas. Por esto lo comprenderéis. Y en­
tonces tronará en seco el cielo. Y entonces hablará lo que está escrito sobre
las paredes. Y diréis que eso es Dios también. Y tendréis fe en que es Dios.
Acaso el hombre sabio que esté delante de vuestros ojos entienda. Y enton­
ces se irá al monte delante de los cristianos, que no entenderán. Y nada más.
Al decimocuarto año de su gobierno, llegará el Hijo, don Antonio Mar­
tínez y Saúl. Estos son sus nombres desde que salió del cielo. Se fue a Tzi-
mentan. Allí está en Tzimentan. Le dijo a una Reina que se casara con él,
y a los siete años la recibió en casamiento. Y se le abrió la puerta del oro.
En la “casa de aprender el mal” se lo enseñaron. Y entonces inventó barcos.
Trece veces cuatrocientos. Y levantó guerra en Habana, la tierra en donde
está el que representa al Rey, Habana. Y fue dicho al oído del Rey por su
representante. Tenía (Martínez) un espía detrás de él, desde que fue allí.
Y oyó también que iba a ser prendido. Y entonces salió de allí y se fue a
Tzimentan. Allí fue alcanzado.
A los tres meses de haber salido llegó el aprehendedor, a Tzimentan.
Y allí entonces lo prendió. Y allí él le cortó el habla al aprehendedor, cuando
llegó a Tzimentan, diciéndole: “ ¡Quita de allí, hombre! Hace tres meses
que llegué.” Y dice: “Hoy hace tres meses que saliste. Tres meses pasaste
en llegar. Ya que llegaste, serás encerrado en el calabozo, mientras yo vengo.
Yo te sacaré del calabozo. Aunque tú seas Capitán, dos tendré a mis espal­
das.” Y dice: “Acércate, desdichado viejo con ese fusil cargado! Va a arder
el mar. Voy a alzar velas! ” Y tenía fuego en su mirada.
— “Vas a zarpar con 'espuma en el agua’, va a oscurecerse el sol con la
lluvia.”
Y se le cayó la lengua. Y entonces se decía el Capitán:
— “Va a ser estrellado contra la tierra también por la tempestad. ¡En­
tonces puedo sentarme en mi banquillo mientras vienen los mil doscientos
barcos! Y se estará diciendo a sí mismo también el Rey: “ ¡Prepárate, señor,
ya vienen los franceses! ”
— “Bueno —me dijo— vamos a morirnos porque somos hombres. ¿Por
qué se te caen las fuerzas por un hombre como tú? ¡Defiéndete! ¡Voy a
darte el justo precio de los barcos! Con eso se levantó mi lengua”.

257
— “Ardió, ardió el mar; diré que se volcó el firmamento; pero cuando
bajé dos barcos estaban a la vista.”
— ¿Cómo te llamas? —me dijo:
—Yo soy hereje. Vas a purificarme. Me vas a bautizar. Voy a cambiar
mi nombre, el Martínez. “Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo” es
mi nombre.
Y saqué el Libro de las Siete Generaciones para leerlo. Cuando terminé,
pasaban ya tres meses. Los Alcaldes, entonces, dijeron que entregara el im­
puesto de mi vecindad, “un medio hombre”.
— “De donde se paga tu vecindad, mi vecindad, la de todos, de allí has
de pagar mi vecindad.” “Yo soy recién llegado.” Esto digo. Que bajó la Jus­
ticia para que subieran los cristianos a la bienaventuranza. Y se acabará por
pedir que le prueben al Rey si no saben que salen de dentro de la tierra pie­
dras y de dentro de la tierra árboles y se vuelven hombres para fundar pue­
blos. No hay tigrillos que muerdan; eso era en el Nueve Ahau Katún.
Cinco años faltan. Detrás de ellos estoy hablando. Llegará el tiempo en
que baja el tributo. Cuando lo hayan pagado levantará a sus guerreros el
Gran Padre. No creáis que desperdiciaréis la guerra. Con ella viene la reden­
ción del pueblo por Jesucristo, el Guardián de nuestras almas. Así como en
la tierra, así recibirá también vuestras almas en su santo cielo, hijos míos,
el verdadero Dios. Amén.

XI

EL LIBRO DE LOS ENIGMAS

E n e l Trece Edznab fue la fundación de la tierra. En el Trece Chen, Eb, se


pusieron los cimientos de la Iglesia Mayor, la Casa de aprender en lo oscuro,
la Iglesia Mayor del cielo. Así fue fundada aquí también. Trece Katunes son
su cuenta. De trece fue medida en el cielo; cuatro pies se quitaron. Nueve
pies lo que falta por ir hacia arriba. He aquí que fue dos veces edificada
desde el suelo. Cuatro medidas de pie tuvo cuando salió del suelo.
He aquí a Maní, el tronco del país. Campeche es la punta del ala del
país. Calkiní es el tronco del ala del país. Itzmal es lo de en medio del ala
del país. Zaci, la punta del ala del país. Conkal, es la cabeza del país. En
medio está la ciudad de Hoó, Iglesia Mayor, la casa de todos, la casa del
bien, la casa de la noche, que es de Dios Padre, Dios Hijo, de Dios Espíritu
Santo.

258
— “¿Quién entra a la casa de Dios, Padre?”
—Aquel a quien se nombra Kulem (el adorador).
— “¿Cuál es el día en que se pegó al vientre de la Mujer Virgen, Padre?”
—El Cuatro Oc se pegó a su vientre.
— “¿Hijo, qué día salió?”
—El Tres Oc salió.
— “¿Qué día murió?”
—El Uno Cim't, murió. Y entró a su sepultura.
— “¿Qué entró a su sepultura, Padre?”
—Su caja entró a su sepultura.
— “¿Qué entró a su muslo, Padre?”
—La piedra roja.
— “Y la piedra de la tierra que entró en el cielo, ¿cómo se llama, Padre?”
—La piedra de la Flecha.
—En ese mismo día es que se les pone su pie (a las flechas).
Entró la piedra roja y fue al Oriente. Y vino del Norte y entró, la piedra
blanca. Y entró la piedra negra al Poniente. Y así también la piedra amarilla
al Sur.

—Hijo, ¿cuáles son los tristes agujeros por donde gritan las cañas?
—Los agujeros de la flauta.
—Hijo, allí donde hay cenote, y son muy profundas sus aguas, no hay
piedrecitas en su fondo, y hay cañutos escondidos a su entrada.
—La piedra preciosa.
—Hijo, ¿y los grandes casamientos? Por ellos caen las fuerzas del Rey,
por ellos caían las fuerzas de los Halachuiniques, cuando antiguamente los
había, y por ellos caen mis fuerzas también.

259
—Los cohetes.
—Hijo, ¿has visto las piedras verdosas que son dos y en medio de las
cuales hay una cruz alzada?
—Los ojos del hombre.
—Hijo, allí donde hay zorros, hay uno que no tiene casa; tiene su collar
y tiene su cascabel también.
—El perro sin dueño.
—Hijo, ¿y el grajo brotado, con sus sesos arrollados, en el trasero del
perro y con ciruelas secas pegadas?
—El ombligo del pavo.
—Hijos, traedme al que tiene lazos anudados y al que tiene los dientes
salidos.
—El venado y el topo (tusa).
—Hijos, ¿y la vieja que tiene trasero de siete cuartas, y la muchacha
negra?
—La calabaza (dzol).
—Hijos, ved cuál es la muchacha blanca, que tiene apretado hasta re­
ventarlo el vestido, la que vende pedernales blancos.
—La calabaza de semilla gruesa.
—Hijo, tráeme dos animales amarillos, uno guisado y el otro con la ca­
beza cortada para beber su sangre.
—El venado amarillo y la jicara en que hay chocolate.
—Hijos, haced llegar aquí veinte piedras “cargadoras”, labradas, y dos
casados.
— Codornices y tórtolas.
—Hijos, traedme una cosa torcida en tres ramales.
— La iguana.
—Hijos, traedme un buen desyerbador para verlo aquí.
—El vino maya.
—Hijos, id a traerme aquí la tapa de la entrada del cielo y su escalera,
de nueve escalones, todos de miel.
—El pan real.
—Hijo, ¿has visto al viejo del gran comal? Muy grande es su papada.
Flojamente viene por el suelo. .
—El pavo.
—Hijos, traedme unos viejos cuidadores de milpas. Que en un solo
moño traiga él atados los vellos de su pubis con los de su mujer; del lodo
de la lluvia traedlos aquí, con muchachas guardadoras de milpa. Yo voy a
blanquear a las muchachas, y voy a quitarles los vestidos de encima y me
las voy a comer.
—Las jicamas.
—Hijos, traedme a los viejos bailarines para que me diviertan; acaso
no bailen mal. Yo los veré.
— Los pavos.
—Hijo, ¿y el papagayo que tira su ropa y tira su camisa y su capa y su
sombrero y sus zapatos? Hijo, por donde tú estabas pasó. Acaso por allí
pasaste; por la alta piedra que va inclinada hasta la entrada del cielo, y que

260
está en la puerta de la muralla. Cuando pasaste por allí, ¿viste unos hombres
que venían mancornados delante de ti? Allí hay una gran fiesta con el vene­
rable Ah Kulel.
— La pupila de los ojos y la pareja de los dos ojos.
—Hijo, ¿viste amarrarse el agua de Dios? Pasó debajo del bien de Dios
y entró debajo del bien de Dios. Por la redondez del cielo pasa el agua de
Dios. Hijo, por donde pasa el agua de Dios, salen árboles estériles.
—Padre, la cabeza del hombre, Y la bebida del hombre loco, que pasa
por su garganta y sale por su trasero.
—Hijo, ¿a quién viste hace un rato por el camino, hijo, por donde pasas­
te por delante de tus parientes que atados hacía venir detrás de ti?
—No podía yo esperar a mis parientes. Los espero en el juicio de Dios,
cuando yo muera. —La sombra del cuerpo.
—Hijo, ¿a quién viste en el camino? ¿Viste acaso a unos viejos que
tenían a unos muchachos con ellos?
—Padre, esos viejos que vi en el camino estaban junto a mí y no podían
dejarme; éstos son: el dedo gordo del pie y los demás dedos.
-H ijo , ¿viste a unas viejas que llevaban en brazos a "us hijastros y a
otros muchachos?
—Padre, aquí están junto a mí mientras como; no puedo dejarlos. El
pulgar de la mano y los otros dedos.
—Hijo, por donde pasaste hay un río.
—Padre, ese río está conmigo. Es el “camino de mi espalda”.
—Hijo, ¿dónde viste un viejo a caballo atravesado en el río?
—Padre, ese viejo está conmigo. “El caballo” es el de mi espalda. Y lo
que dicen la hiel, eso es el viejo.
—Hijo, ese viejo que está en tus espaldas y lo que llamas camino, se ve
que es cierto y exacto. Hijo, ve a buscar el corazón de la piedra y el hígado
de la tierra, para que yo los vea en el día que viene, mañana. Verás un gi­
gante y un corcovado, que así se irán al infierno.
—Aquéllos son la liebre y el tejón. Y el Baíab y el Ah Kulel; de piedra
es el corazón de estos hombres. Y la tapa de la entrada de la garganta del
infierno, son el camote y la jicama.
—Hijo, ve a coger una mujer de Jalisco, que tenga arremolinados los
cabellos, muy bonita y doncella. Yo le quitaré su falda y su vestido. Estaré
muy contento de verla. Su olor será de tierra y un remolino será su cabeza.
—Esta es la mazorca tierna del maíz (el elote) hecha pibil (cocida bajo
tierra).
—Hijo, ahora ve a coger un viejo y la yerba de delante del mar (de la
playa).
—El viejo es la tortuga. La yerba es el cangrejo.
—Hijo, ahora ve a coger las piedras del fondo del monte. Son negras.
—La tortuga chamuscada.
—Hijo, ahora ve a traerme las piedras de la llanura y los venerables bru­
jos que se hacen dos a sí mismos.
—Estos son el topo y la liebre. Y el tejón v el jabalí.
- H ijo , ve a buscar el muslo de la tierra.

261
— La yuca.
—Hijo, ve a buscar el gran bailarín y el gran cantor.
—El faisán y el pavo.
—Hijo, haz llegar a mí tu semen. Al sol de mañana lo veremos. Primero
vendrá un poco; después vendrá lo mucho. Y que el retoño del monte se
ate bien el ceñidor de su cabeza. Allí tendrá su “rebozo”. Yo le quitaré su
rebozo. Y el Ah Kúlel estará detrás. Hijo, entonces ve a coger un botón de
flor que dé su perfume en el día de mañana.
—El maíz tostado con miel.
—Hijo, desde aquí he oído noticias de que tienes en tu casa muchas
roscas de la cueva. Rízalas para verlas aquí a la hora de comer.
—El huevo frito.

Gana y se lleva contento entonces la piedra roja que ha soñado. Jugo del
cielo, rocío del cielo ha soñado.

— Sueña que tú coges, hasta el día en que seas cogido de la tierra. Sueño
es el rocío del cielo, el jugo del cielo; la flor amarilla del cielo es sueño.
¿Por ventura yo te he tomado tu tiempo, te he tomado tu sustento? ¡Basta!
¡Mejor fuera que te hubiese tomado tu piedra! Yo te he cogido detenido
en tu distracción, para que agradezcas la virtud de tu amanecer. Cuando a él
fuiste enviado, cogiste palabra de lo oculto. Yo te cogí y te contuve, hasta
hoy que dejo que sea oída tu virtud por tu Señor. Espera de él que hable
la piedra que dejé resbalar en tu boca, la sagrada piedra preciosa.

El que vaya a seguir adelante en la explicación de los Ahaues, explicados


aquí, que vaya a estudiar para que entienda.

262
XII
LA RUEDA DE LOS KATUNES

E l O nce A hau se asienta el Katún en Ichcaansihó. Bajan hojas del cielo,


bajan perfumes del cielo. Suenan las músicas, suenan los sonajas del de
los Nueve Pies. En un día en que habrá faisanes azules, en un día en que
habrá peces a la vista, en el día de Chakón-putún, se comerán árboles, se
comerán piedras; se habrá perdido el sustento dentro del Once Ahau Katún.

Con siete tiempos de abundancia se asienta el Katún, el Cuatro Ahau Ka


tún, en Chichén. Siete tiempos de abundancia son el asiento del Gran De­
rramador de agua. Tapado está su rostro y cerrados sus ojos bajo sus
lluvias, sobre su maíz abundantemente derramado. Llenos de hartura están
su estera y su trono. Y se derrama su carga. Habrá un día en que esté blanco
su ropaje y blanca su cintura, y sea aplastado por el chorro del pan del Ka­
tún. — Llegarán plumajes, llegarán pájaros verdes, llegarán fardos, llegarán
faisanes, llegarán tapires; se cubrirá de tributo Chichén.

No Zaquí, sino Mayapán es el asiento del Katún, del Dos Ahau Katún.
Cuando se haya asentado el Katún, bajarán cuerdas, bajará la ponzoña de la
peste. Tres cerros de calaveras harán una rueda blanca a su cuerpo cuando
venga con su carga atada. Ahogándose cogerá en su lecho un soplo de viento.
Tres veces dejará caer su pan. Mediana hambre, mediano pan. Esta es la
carga del Dos Ahau Katún.

Kinchil Cohá es el asiento del Katún, del Trece Ahau Katún. — El dios
maya Itzám, dará su rostro a su reinado. Se le sentirá tres veces en tres años,
y cuando se cierre la décima generación. Semejantes a las de palmera serán
sus hojas. Semejante al de la palmera será su olor. Su cielo estará cargado
de rayos. Sin lluvias chorreará el pan del Katún, del Trece Ahau Katún.
Multitud de lunares son la carga del Katún. Se perderán los hombres y se
perderán los dioses. — Cinco días será mordido el sol, y será visto. Esta es
la carga del Trece Ahau Katún.
La rueda de los katunes

1. Emal, — es el asiento de Katún, del Uno Ahau Katún— . Bajarán cíngulos, bajarán
cuerdas, en el día en que bajen la Espuma, el Libro y el Pez.
2. Dos Ahau Maya Cuzamil. — Mayapán.
3. Suhuy-uah, es el asiento del Katún, del Tres Ahau Katún. — Se tenderá el cuero de
la Serpiente y el cuero del Tigre. — Luciérganas azules anunciarán el rostro del Se­
ñor del Tres Ahau Katún.
4. El Cuatro Ahau, — con gran abundancia se asienta el Katún en Chichén Itzá.
5. Zodzil, es el asiento del Katún, del Cinco Ahau. — Se le escapará la máscara al Se­
ñor del Cinco Ahau Katún.
6. En gran abundancia se asienta el Seis Ahau Katún.
7. Mayapán, es el asiento del Katún del Siete Ahau.
8. Lahun (?) Chablé es el asiento del Katún del Ocho Ahau.
9. Nueve Ahau. En muy graves años se asienta el Katún del Nueve Ahau.
10. Lahun-Chablé, es el asiento del Katún del Diez Ahau.
11. Once Ahau. — El asiento del Katún es Ichcaansihó. Relámpagos.
12. Saclahtun, — es el asiento del Katún, del Doce Ahau. Azul y quemado es el rostro
de su Señor.
13. Trece Ahau K atún.— En Kin-colah-petén, se asienta el Trece Ahau Katún.
XIII

LIBRO DE LA SERIE L)E LOS KATUNES


R elación de los Katunes 13 contados desde que fue hallada Chichén Itzá.
Desde muy antiguamente estaba escrita en esta tierra para que pudiera
ser sabida por aaalquiera que quisiera saber la cuenta de los Katunes.
VI. En el Seis Ahau sucedió que descubrieron Chichén Itzá.
IV. Cuatro Ahau.
II.Dos Ahau.
XIII. Trece Ahau.
XI. Once Ahau.
IX. Nueve Ahau.
VIL Siete Ahau.
V. Cinco Ahau.
III. Tres Ahau.
I. Uno Ahau.
X. Diez Ahau.
VIII. Ocho Ahau. Fue abandonada Chichén Itzá, después de trece dobleces
del Katún. Y se establecieron en Chakán-putún, en sus casas, en el
tiempo de este Katún.

VI. Seis Ahau.


IV. Cuatro Ahau. Fue conquistada por ellos la tierra de Chakán-putún.
II. Dos Ahau.
XIII. Trece Ahau.
XI. Once Ahau.
IX. Nueve Ahau.
VII. Siete Ahau.
V. Cinco Ahau.
III. Tres Ahau.
I. Uno Ahau.
XII. Doce Ahau.
X. Diez Ahau.
VIII. Ocho Ahau. Fue abandonado Chakán-putún, por los hombres Itzáes.
Y vinieron a poner sus casas otra vez. Trece dobleces del Katún es­
tuvieron establecidos en sus casas de Chakán-putún. En este mismo
Katún fueron los Itzáes a vivir bajo los árboles, bajo la ceniza, bajo
su miseria.

VI. Seis Ahau.


IV. Cuatro Ahau.
13 Períodos de 20 años de 360 días.

265
II. Dos Ahau.
XIII. Trece Ahau.
XI. Once Ahau.
IX. Nueve Ahau.
VIL Siete Ahau.
V. Cinco Ahau.
III. Tres Ahau.
I. Uno Ahau.
XII. Doce Ahau.
X. Diez Ahau.
VIII. Ocho Ahau. ron dispersados los Itzáes de sus casas por segunda
vez, por el “pecado de palabra” de Hunaceel, por sus alborotos con
los Itz^al. Trece dobleces del Katún habían estado establecidos,
cuando fueron dispersados por Hunaceel, “para dar el entendimien­
to” de los Itzáes.

VI. Seis Ahau.


IV. Cuatro Ahau. Fue conquistada la tierra de Mayapán, la amurallada,
por los Itzáes, que habían sido arrojados de sus casas por los de
Itzmal, a causa de la “traición” de Hunaceel.
II. Dos Ahau.
XIII. Trece Ahau.
XI. Once Ahau.
IX. Nueve Ahau.
VII. Siete Ahau.
V. Cinco Ahau.
III. Tres Ahau.
I. Uno Ahau.
XII. Doce Ahau.
X. Diez Ahau.
VIII. Ocho Ahau. Fue derrumbada Mayapán la amurallada, porque los de
detrás de la muralla destruyeron la fortaleza, para vaciar de la ciudad
de Mayapán el poder amontonado en ella.

VI. Seis Ahau.


II. Dos Ahau. Hubo viruela, viruela grande.
XIII. Trece Ahau. Murió Ah-Pulá. Seis años faltaban de la antigua cuenta
de los años, hacia el Oriente. El Cuatro Kan se detuvo Pop al Orien­
te. He aquí que yo cuidadosamente puse cabeza contra cabeza los
Katunes y los años. El 18 Zip y Nueve Imix es el día de la muerte
de Ah-Pulá, Napot Xiú, en el año de 1508.
XI. Once Ahau. Llegaron los “hombres de Dios”, del Oriente, los que
trajeron el dolor. Su primer principio, aquí en la tierra de nosotros,
los hombres mayas, fue en el año de 1513 años.

266
IX. Nueve Ahau. Empezó el cristianismo. Sucedió el bautismo. Este vino
dentro del Katún en que llegó el Obispo Toral. También cesó lo de
remover la sal, en el año de 1546 años.
VII. Siete Ahau. Murió el Obispo De Landa.
V. Cinco Ahau.
III. Tres Ahau.

Cuatro Ahau es el nombre del Katún en que nacieron. Los Pauah, bajados
de la Luna, fueron sus Reyes. Numerosas edades enseñorearon su nombre
siendo poderosos.
Cuatro Ahau es el nombre del Katún en que bajaron la “Gran Bajada”,
la “Pequeña Bajada” que así se nombran. Numerosas épocas tuvieron poder,
tuvieron nombradía. Entonces se alzaron sus Opresores: Muchos opresores
los oprimieron.
Cuatro Ahau es el Katún en que sucedió que buscaron Chichén Itzá.
Allí fue compuesto lo Maravilloso para ellos por sus Padres. Cuatro Parti­
das salieron. “Las Cuatro divisiones de la tierra” .se nombran. Del Oriente,
a Kincolah-petén fue una Partida. Del Norte, a Naco-cob “salió” una Par­
tida. Aquí “salió una Partida”. A Holtún Suhuyuah “salió” una Partida.
Cuatro Montañas son. “Las Nueve Montañas” es el nombre de su tierra.
Cuatro Ahau es el Katún en que sucedió que invitaron a los de las Cua­
tro Divisiones, nombradas Cantzuculcab, para que vinieran. Fueron “hechos
Padres” cuando vinieron a Chichén Itzá. Itzaes entonces se llamaron. Trece
Katunes ejercieron poder. Y fueron traicionados por Hunaceel. Y abandona­
ron sus tierras. Y fueron a los bosques desiertos que se llaman Tanxulucmul.
Cuatro Ahau es el Katún en que fue el clamor de las almas. Trece Katunes
tuvieron bastante con su sufrimiento.
Ocho Ahau es el Katún en que sucedió que llegaron los restos de los
nombrados Itzaes. Llegaron y alzaron su poder en Chakanputún. El Trece
Ahau es el Katún en que fundaron la ciudad de Mayapán. Hombres Mayas
se llamaron. En el Ocho Ahau abandonaron sus tierras y se derramaron por
todo el país. En el Seis Ahau fueron dispersados y acabó su nombre de
Mayas. Once Ahau es el nombre del Katún en que cesaron de nombrarse
Mayas. “Mayas Cristianos” se nombraron todos, vasallos de los sucesores
de San Pedro y de la Majestad del Rey.

Relación de los Katunes de los Itzaes, que se nombran Katunes Mayas.


Doce Ahau.
Diez Ahau.
Ocho Ahau.
Seis Ahau. Derrotaron a los de Coní.
Cuatro Ahau.
Dos Ahau.

267
Trece Ahau.
Once Ahau.
Nueve Ahau.
Siete Ahau.
Cinco Ahau. Fue destruida la tierra de los dioses de Itzmal. Kinich-
Kakmó y Pop-hol-chac, por Hunac-ceel.
Tres Ahau.
Uno Ahau. Fueron dispersados los restos de los Itzáes en Chichén. En
el tercer año dentro del Uno Ahau fue destruido Chichén.
Doce Ahau.
Diez Ahau.
Ocho Ahau. Este es el Katún en que fundaron tierras los restos de los
Itzáes, que venían del bosque, de debajo de sus cenizas. Tan Xulucmul, es
su nombre. De allí salieron y fundaron Zac-lac-tun, nombrada Mayapán. En
el séptimo año tun, del Ocho Ahau Katún, fue acabado Chakan-putún por
Kak-u-pacat y Tec-uilu.
Seis Ahau.
Cuatro Ahau.
Dos Ahau.
Trece Ahau.
Once Ahau.
Nueve Ahau.
Siete Ahau.
Cinco Ahau. Llegó el Señor extranjero de los “mordedores de hombres”,
llamado “el Señor sin vestidos”. No se arruinó la región por ellos.
Tres Ahau.
Uno Ahau. Fue destruida la comarca de Tancáh, nombrada Mayapán. En
el primer año tun dentro del Uno Ahau Katún, salió de allí el Soberano
Tutul y los príncipes de la tierra y los Cantzuculcab. En ese Katún fueron
vencidos los hombres de Tancáh y se dispersaron los príncipes de la tierra.

Doce Ahau. Se tomó su piedra en Otzmal.


Diez Ahau. Se tomó su piedra en Sisal.
Ocho Ahau. Se tomó su piedra en Kancabá.
Seis Ahau. Se tomó su piedra en Hunacthi.
Cuatro Ahau. Se tomó su piedra en Ti-Kuh. En este Katún hubo peste,
dentro del quinto año de este Cuatro Ahau Katún.
Dos Ahau. Se tomó su piedra en Chacalná.
Trece Ahau. Se tomó su piedra en Euan.
Once Ahau. Este es el principio. En Kincolahpetén se tomó su piedra.
En este Katún murió Ah-Pulá, nombrado Napot Xiú, en el primer año (tun)
del Once Ahau. Este es el Katún en que llegaron por primera vez los espa­
ñoles aquí a esta tierra. En el séptimo año (tun) del Once Ahau Katún. Fue
cuando empezó el cristianismo. En el año de mil quinientos diez y nueve
años. 1519 años.

268
Nueve Ahau. No se tomó su piedra. En este Katún llegó el primer Obis­
po, Fray Francisco Toral. Llegó en el sexto año (tun) de este Nueve Ahau
Katún.
Seis Ahau. No se tomó su piedra. Murió el Obispo De Landa en este
Katún y llegó el sustituto del Obispo también.
Cinco Ahau.
Tres Ahau.

Estoy en 18 de agosto de este año de 1766. Hubo tormenta de viento.


Escribo su memoria para que se pueda ver cuántos años después va a haber
otra.

Heme aquí en 20 de enero de 1782. Fue cuando se propagó la “infla­


mación” aquí en el pueblo de Chumayel. Se hincha la garganta de las gentes
y baja hasta abajo también. Desde los chicos hasta los grandes, por parejo
barre una casa cuando entra. Esta es su medicina: ceniza aceda y limones,
o yerba de sisal para los niños. Empezó desde el año 81. Entonces hubo
también grandes sequías porque no entraban las lluvias. Se quemaron todos
los montes y se murieron los montes también. Esta es la memoria que es­
cribo yo.
Don Juan Josef Hoil. — [Una rúbrica de marcado carácter español an­
tiguo, como la letra.]
[Aquí termina visiblemente la primitiva compilación. Sigue una hoja con
un apunte en letra muy vacilante e inhábil que dice casi ilegiblemente]:
Chumayel y junio 28 de 1838. Sucedió que presté el Chilam Balám, yo Pe­
dro Briseño.
[Otra hoja adicionada, que forma la 84 del manuscrito]: Miércoles. Es­
toy en 4 del de 1832 — abril— . Sucedió que señalé el nombre de María Isi­
dora, hija de Andrés Balam y María Juana Sicuras. (?) Domingo. Estoy en
2 de diciembre de 1832. Sucedió que señalé el nombre de Tomás, hijo de
Andrés Balam y María Juana Xuum. — Padrinos; por María Carbajal, Ma­
drina, Micaela Marín. Justo Balam------Cura, fray------ [ilegible].

[Otro carácter de letra]. Este es el día en que compré este libro, 1.° de
junio de 1838. Me costó dentro de la pobreza, me costó este libro tres pesos.
Este es el año en que lo compré, junio 1.° Lo señalo para que se sepa qué
día pasó a mis manos. Yo, Pedro de Alcántara Briceño, vecino de San An­
tonio.

269
XIV

“KAHLAY” DE LOS DZULES

En e l Trece Ahau Katún llegó por primera vez a Campeche el barco de los
Dzules. Mil y quinientos cuarenta y uno es el nombre del año en que esto
sucedió. Y con ellos vino el tiempo en que entraron al cristianismo los hom­
bres mayas. Fundaron pueblo en Tan-tun Cuzamil, y estuvieron allí un medio
año. Y se fueron por la “puerta del agua” hacia el Poniente. Fue cuando
les entró el tributo a los Cheles del Poniente. Cuando esto fue, era el año
de 1542.
Fundaron la comarca de Hoó, Ichcaansihó, en el Once Ahau Katún. Su
Primer Jefe (halach-uinic) era don Francisco de Montejo, Adelantado. El
dio sus pueblos a los Dzules, “hombres de Dios”, dentro del año en que lle­
garon los padres, cuatro años después de que llegaron los Dzules. Empezó
a “entrar agua sobre la cabeza de los hombres”. Se establecieron los Padres
y se les repartieron pueblos.
En el año de mil quinientos cuarenta y cuatro se cumplían 855 años de
que había sido abandonada la ciudad de Chichén Itzá y dispersos sus mora­
dores. Y 870 años de que había sido destruida la ciudad de Uxmal y aban­
donadas sus tierras.
En el año de mil quinientos treinta y siete, el día llamado Nueve Cauac,
sucedió que se juntaron los nobles en Consejo en la ciudad de Maní, para
tomar Señor para su pueblo, porque había sido matado su Soberano.

He aquí sus nombres: Ah Moó-Chan-Xiú—Na-Haés—Ah Dzun-Chinab


—Ná-Poot-Cupul—Ná-Pot-Chá—Ná-Batún-Itzá—Ah-Kin-Euan que vino de
Caucel—Nachán-Uc, que vino de Dzibical—Ah-Kin-Ucan, que vino de Ekob
—Nachí-Uc—Ah-Kul-Koh—Nachán Mutul, y Nahaú-Coyí. Estos que eran los
grandes hombres de la comarca dijeron que iba a tomarse Señor para su
pueblo, porque había sido muerto su Soberano, Ah Napot Xiú, en Otzmal.
El Diez Kan era el “cargador del año”, en que pasaron los “buscadores
de pueblos”, de los cuales el nombrado Montejo era el que “escribía los
pueblos”. El mismo año era cuando pasaron los extranjeros, señores de las
tierras, los extranjeros “comedores de anonas”. Entonces fue el primer repar­
timiento de pueblos. Y cuando vinieron los Dzules a tomarlos, “recibidores
de visita” fueron a Campeche, adonde salió su barco, y fueron los nobles a
darles la bienvenida. Trece embajadores fueron a recibir a los Dzules, y con
ellos vinieron a Ichcaansihó. Esto sucedió en el Nueve Ahau Katún.

270
Los señores de los Trece Katunes
XV

LIBRO DEL VATICINIO DE LOS TRECE KATUNES

La r e l a c i ó n de la explicación de la sabiduría de los Libros Sagrados, y del


orden del caminar de las épocas, aquí se sacaba, en estas tierras de Nitún-
dzalá, Chactemal, Tah-Uaymil, Holtún Itzá, Chichimilá, para que se pudiera
saber la “carga” del paso de los Katunes. Uno por uno, cada Katún, ya fue­
ra bueno, ya fuera malo, así era escrito por los escritores de lo sagrado.
Evangelistas. Es la palabra del Señor del cielo y de la tierra, el fuego encen­
dido en el rostro del Sol, que vino de arriba, que les fue dado. Así ellos
saben el principio de la tierra, el tronco de nuestra raza, y en el recto hablar
de los escritores sagrados lo han puesto en los libros. Repuldorio. No tiene
error. Muy cuidadosamente revisado, ha sido estampado en este libro por
cuatro hombres de noble linaje, venidos del cielo, jugo del cielo, rocío del
cielo, Hombres Verdaderos, Reyes de esta tierra: Zacaalpuc, Hooltun-Balam,
Hochchtun-Poot y Ah Mex-Cuc-Chan.
He aquí que dentro de siete veces veinte años entrará el cristianismo.
Será el estruendo y la confusión de los Reyes, y la guerra de conquista. En­
tonces se manifestarán las profecías y el vaticinio de los Katunes. ¡Desdi­
chados de los rostros de las Grandes Figuras cuando llegue el dueño de la
Casa de Adoración que está en medio de la ciudad de Hoól Llegarán del
Oriente, del Norte, del Poniente, del Sur, para dar su lengua y su cristia­
nismo. En el decimoséptimo año, para que se pueda subir al cristianismo,
llegarán sus Padres, llegarán sus Obispos y la que se llama la Santa Inqui­
sición. La Palabra de Dios será hecha. Nadie podrá evitarlo. Amén.

CAPITULO DEL AÑO KATUN

Primero. Once Ahau. Primera fundación de la tierra por los Dzules.


El Once Ahau Katún es el principio de la cuenta de los Katunes, es el
primer Katún. Ichcaansihó es el asiento de este Katún.
Llegan los Dzules. Rojas son sus barbas. Son hijos del Sol. Son barba­
dos. Del Oriente vienen; cuando llegan a esta tierra, son los señores de la
tierra. Son hombres blancos... El Principio del tiempo (?) de la flor. De­
rraman flores.

272
¡Ah, Itzaesl ¡Preparaos! Ya viene el blanco gemelo del cielo, ya viene
el niño todo blanco; el blanco árbol santo va a bajar del cielo. A un grito,
a una legua de su camino, veréis su anuncio. ¡Ay, será el anochecer para
nosotros cuando vengan! ¡Grandes recogedores de maderos, grandes recoge­
dores de piedras, los “gavilanes blancos de la tierra”! ¡Encienden fuego en
las puntas de sus manos, y al mismo tiempo esconden su ponzoña y sus cuer­
das para ahorcar a sus padres!
¡Ah, Itzaesl ¡Aquí está vuestro dios! No hay necesidad ninguna de ese
verdadero dios que ha bajado. Un pecado es su hablar, un pecado es su en­
señanza. Sordos serán sus guerreros, mezquinos serán sus capitanes. ¿Quién
será el Profeta que lo entienda, ahora que viene a Tancah de Mayapán y a
Chichén Itzá ?
¡Ay, hermanitos niños, dentro del Once Ahau Katún viene el peso del
dolor, el rigor de la miseria, y el tributo! Apenas nacéis y ya estáis corco­
veando bajo el tributo, ¡ramas de los árboles de mañana! Ahora que ha
venido, hijos, preparaos a pasar la carga de la amargura que llega en este
Katún, que es el tiempo de la tristeza, el tiempo del pleito del diablo, que
llega dentro del Once Ahau Katún.
¡Recibid, recibid a vuestros huéspedes barbados que conducen la señal
de Dios! ¡Vienen vuestros hermanos, ah tantunes\ Vienen a pedir su ofren­
da. ¡Confundios con ellos!
He aquí el nombre de sus sacerdotes:
Ah Misnilac-pet (los que tienen un círculo en la cabeza y barren el plato
con las narices). De leoncillo, de Anticristo será su semblante en el tiempo
en que vengan, en el día que ya está delante de vosotros. ¡Ay, se aumentará
la miseria, hijos míos!
Esta es la palabra de Nuestro Padre: Arderá la tierra. Aparecerán círcu­
los blancos en el cielo, en el día que ha de llegar. Viene de la boca de Dios,
no es palabra mentirosa. ¡Ay, pesada es la servidumbre que llega dentro
del cristianismo! ¡Ya está viniendo! ¡Serán esclavas las palabras, esclavos
los árboles, esclavas las piedras, esclavos los hombres, cuando venga! Lle­
gará... y lo veréis. Sus Halach uiniques son los del trono del segundo tiem­
po, los de la estera del segundo tiempo, dentro de los días del uayeyab, los
días maléficos.
Con esto acaba la palabra de Dios.
Once justas son sus jicaras. Ceñudo es el aspecto de la cara de su dios.
Todo lo que enseña, todo lo que habla, es: “ ¡Vais a morir! ”
¡Vais a vivir, vosotros, los que entendáis las palabras de estas escrituras
de vida, hijos de Mayapánl “Se engendró a sí mismo. Su justicia lo puso
en la prisión. Ella lo sacó para que fuera atado y azotado. Y entonces vino
a sentarse en el pliegue del manto de su Hijo. Su sombrero está en su ca­
beza, y sus zapatos en sus pies. Atado está su cíngulo a su cintura. Ya está
viniendo.”

273
SEGUNDO

1560

2 El Nuevo Ahau Katún, el segundo Katún, se cuenta en Ichcaansihó,


que es el asiento de este Katún. Allí reciben su tributo los señores de la
tierra. Allí llegaron los dueños de nuestras almas. Allí se juntaron en uno
todos los pueblos. Allí se distribuyeron las comarcas a sus Jefes. Allí se
empezó a aprender la santa fe. Allí comenzó a “entrar agua a las cabezas”.
Allí se fundaron los cimientos de la Santa Iglesia Mayor, el palacio de Dios,
la virtuosa casa abierta de Dios. Allí se fundó el principio de los siete Sa­
cramentos.

Allí se perdió... [ilegible]. Allí comenzó el trabajo de destrucción en


medio del pueblo... la miseria de todo el mundo. Allí se alzó el bien de la
palabra de Dios, el mensaje venido de la boca de Dios. Allí llegará una
blanca criatura venida del cielo nombrada la Mujer Virgen. Su casa son siete
estrellas rojas.

♦ * ----
El Nueve Ahau habrá alcanzado su noveno año, cuando se aceptará el
cristianismo. Así está escrito por el Profeta Chilam Balam, con el sagrado
Sello del Cielo. Eterno es su tiempo en el cielo, como aquí en la tierra. Del
“Espíritu del Cielo”, del “Libro del Cielo” bajo la palabra de Dios, que
viene del cielo para el mundo entero.
Nueve son sus platos, nueve son sus jicaras. ¡Ah, guardaos, Itzaes\ No
os entreguéis del todo a vuestros huéspedes. Los devoraréis. Ellos os devo­
rarán a vosotros también. Eso sucederá.

274
TERCERO

1580
2 El Siete Ahau Katún es el tercer Katún. Ichcaansihó es el asesinato
de este Katún. Relampaguea el semblante de su Señorío y de su sabiduría,
delante de la ruina de abajo, delante de los golpes abajo, que cortan la flor
del pan y la flor del agua. Le duele que empiece la lujuria de los hombres
sabios.
Llama a las flores, y llama a los guerreros. Allí empieza... Eso pedirá de
una vez a todos. De flores es su vestido, de flores su cara, de flores sus za­
patos, de flores su cabeza, de flores su caminar. Torcida es su garganta, la­
deada su boca, entrecerrados sus ojos, y se le escapa la saliva. Así sus hom­
bres, sus mujeres, sus príncipes, su justicia, sus prelados, sus cristianos, sus
maestros, sus grandes, sus pequeños.

•» /!*

No hay Gran Conocimiento. Muy perdidos están para ellos el cielo y la


tierra. Muy perdida está la vergüenza. Serán ahorcados los soberanos y los
reyes de esta tierra, los príncipes de sus pueblos y los sacerdotes de los
mayas. Perdido estará entonces el entendimiento y perdida la sabiduría.
¡Preparaos, Itzaesl Vuestros hijos verán extinguirse el Katún a los gol­
pes de la guerra. Loco es el hablar, loco el semblante del reinado del Rey
de los espantajos colorados.
—Siete son sus platos, siete sus jicaras— . Es la palabra de Dios. Innu­
merables muertes de horca son la carga de este Katún.

CUARTO

1600

El Cinco Ahau Katún es el cuarto Katún. Ichcaansihó es el asiento de


este Katún. Duro es el semblante, duro es el anuncio de su reinado. Morde-

275
dor de hijos, cuando venga empezará el pleito del diablo en el mundo. Y allí
irá él con su cara de cosa amarga.

Las dádivas abrirán el cielo. Y se abrirá con sobornos la sucesión en los


oficios públicos. Sucederá que habrá ahorcados en todas partes. El que levan­
te la cabeza... será mordido. El que levante la cabeza, agujereada la bajará.
Vendidos y revendidos serán los hijos. Será cogido el Padre de todos. Y ha­
brá un día en que se oirá la danza de las hachas.
Tres grandes montones de grandes hormigas inundarán la tierra. Y cu­
brirán las cercas del que pone nuestros corazones dentro del tributo. ¡Será
el rigor del dolor, el rigor de la discordia; caciques zorros, caciques gatos
monteses, caciques chinches, chupadores, maleficio de los pueblos!
Diciendo viene con voz de trueno: “Voy a abofetear tu espalda.” Y a
ti, hermanito, hermano, te pondrá de cuatro pies delante de su vista. Es el
tiempo del zorro hipócrita. De flores es su banquillo. Se sienta en su trono
en medio de la plaza, en medio de su alfombra —falso trono, falsa alfom­
bra— en donde en el pueblo estaba antes la Abeja Guardiana de la Colmena.
Los dos, el cacique zorro y “el que pone en cuatro pies” van a dar la
peste. Será el principio de las deudas, que eran muy pocas antes, y esto se
llamará ahora “la primera vez que se revuelve el gallinero”.
Este será el Katún de las traiciones. Tancáh de Mayapán y la gran Zuhu-
yuá del tributo, se resbalarán siguiendo al tigre y al tigrillo. ¡Doloroso
Katún, dolorosos años de tiránico reinado! Continuos ahorcamientos son la
carga del Katún. Si se ahorcara al gobernador de esta tierra, sería el fin de
la miseria de los hombres mayas. Y se aligeraría la venida de los Paymiles,
para que todo tomara su camino recto.

QUINTO
1620

El Tres Ahau Katún es el quinto Katún. Ichcaansihó es el asiento de


este Katún. Un brillo negro cubre el semblante de su reinado y de su sabi­
duría. De Anticristo es el rostro de su Señorío.

2/6
Se encenderá fuego en los cuernos del venado. En Ichcaansihó será exten­
dida del revés la piel del leoncillo, en medio de la plaza. Aspecto de perro
tiene.
La luna tendrá círculos blancos de lluvia. Se empaparán los cielos de
lluvias; resonarán los cielos de aguaceros; las lluvias asaetearán los cielos,
las lluvias celestiales, celestiales lluvias del algodón, lluvias de los gallos, llu­
vias de los venados.
Bajarán hormigas como tigres, largas como tres medidas de hombre.
Vendrán años de langosta. Tres veces “colgarán su estrechez”. Tres veces
se morirán las hojas del chile.
Con acento sordo y triste se irán contando por las encrucijadas de los
caminos los signos del Katún.
Gemirán las almas de los muertos en los socavones de la ciudad de pie­
dra de los Itzáes.
Dirá cuando venga: “He aquí, me asiento en Ichcaansihó. Heme aquí.
Soy César Augusto que me siento a recibir mi limosna en el desierto...”

[Falta una página].

PRIMERO

1640

El Uno Ahau Katún es el séptimo Katún. Emal es el asiento del Katún,


en el tiempo en que llegan Ix Puc-Yolá y Ox Ualah-cii. Bajarán cuerdas, ba­
jarán cordones del cielo. Su palabra no será mentira. Vienen para que se
cumpla la palabra del Señor del Cielo, que no es palabra de engaño.
De perro es su aspecto, de cuervo es su aspecto. Una bandera es su se­
gundo cuerpo. De zorro es la cara de su reinado. Estériles son su entendi­
miento y su palabra. Estéril es su miembro viril y abollada está la cuchilla
de pedernal de su reinado y de su sabiduría.
Millares de verrugas llegarán a morder a Balam y a Canul. Siete años
picará una verruga, siete años picará al Guardián del Templo. Y bajará la
justicia de Nuestro Padre Dios sobre los destructores, sobre los gavilanes
blancos de los pueblos, sobre los muñecos colorados, los picaros bellacos.
Entonces llegará otro diferente lenguaje y otra enseñanza diferente.
No creerán los hombres mayas. Será cantada dentro de ellos la palabra
de Dios, el Señor del cielo, para que enderecen su camino, para que aban­
donen lo malo de sus obras. Los viejos hombres mayas no quieren oír la
palabra de Dios, en casa de su Padre y de su Juez. Serán apesadumbrados
por el Rey del mundo. Poco es lo que creen y ni eso creen tampoco. “No
importa —decís— , todos están contentos."
Los Guardianes de la Colmena encenderán el fuego, que es la Señal del
purísimo y único dios de los mayas en la virginidad de la Unica iglesia. Allí
será proclamada y allí será oída la palabra del Señor del Cielo, del Señor de
la Tierra.
Se llenará de tristeza el mundo. Se estremecerá el ala de esta tierra y se
estremecerá el centro de esta tierra en el día en que lleguen los venerables
Señores Ah-Bentanes. Es la palabra de Dios.
En tres partes bajará la justicia de Nuestro Padre el Dios sobre todo el
mundo.
Vendrá una gran guerra sobre los gavilanes blancos de los pueblos. Y se
sabrá si es verdaderamente fuerte su fe cuando bajen los siervos a regar agua
caliente en la cara de las polillas de la tierra, de los picaros bellacos, de los
buitres de los pueblos, de los gatos monteses de los pueblos.
Y llegará entonces “el dios que no tiene fin” y cortará la atadura de la
carga de nuestra miseria, Xotom Ahau. Y bajará del cielo el castigo de todos,
el castigo de todo el mundo. Seguidamente vendrá tiempo de grandes sequías
en todas las naciones del mundo.
Sólo quedarán veinte de los Guardianes de la Arena, Guardianes del
Mar, como los de Uaymil, como los de Emal. Sepultados serán sus restos en
medio del mar, al fin de la guerra.

Así será hecho que llegue el Katún siguiente. Se soltará y asomará el


pleito del diablo, del Anticristo; se peleará a cuchilladas, saldrá la discordia
oculta, se peleará con fusiles, y se combatirá a empujones y pedradas. Y al
acabar este Katún, César Augusto recibirá su limosna en medio de los des­
poblados.
He aquí que hambres, epidemias y pestes vienen con espantoso caminar,
en fila en el camino, y una sustituye a la otra.
¡Hermanos, hermanitos, venidos al mundo hijos de siervos! Cuando
llegue el Rey y sea adivinado, será coronado el rostro del Hijo de Dios.
Y llegará el Obispo, la Santa Inquisición que se llama, ante Saúl a pedir
concordia con los cristianos para que se acabe la opresión y sea el fin de la
miseria.
He aquí que cuando vaya a acabar la guerra grande, se levantarán cinco
provincias de la llanura a pelear unas con otras la guerra chica del Uno Ahau
Katún.
Tempestades de remolino son la carga del Katún. Y lluvias continuas,
cielos empapados en lluvias.
Lo malo del Katún, de un golpe de flecha lo mete al acabar. Entonces
viene la carga de los juicios, llega el tributo. Se pedirán probanzas, ¡con
siete palmos de tierra encharcada!
Entonces se hará muy fuerte el servicio de Dios. Dejará de recibir su
dinero el Anticristo. No vendrá el Anticristo. No quiere nuestro Padre Dios.
No se perderá esta guerra, aquí en esta tierra, p o r q u e e s t a t i e r r a v o l ­
verá A NACER.
Este es el origen del Anticristo: la avaricia, los avarientos. Si no hubie­
ran venido los “hombres de Dios” no habría despojos, no habría codicia
ni menosprecio de la sangre de los otros hombres, ni de las fuerzas de los

279
humildes. De sus propias fuerzas comería cada uno. Cuando vengan los de
“cinco ojos”, comerán los tigrillos Ah hentana, pues está ofendido el Señor
del Cielo. Con viruelas acabará este Katún. Se levantará guerra en Habana.
Muchos barcos.

SEGUNDO
1660

El Doce Ahau Katún es el octavo Katún. Se cuenta en Saclahtún que es


el asiento del Katún. Azul y quemado es el semblante del jarro del cielo.
De lluvia es la faz de su reinado. —Juntos en un lazo hay día del cielo y
noche del cielo. —Es gran trabajador y gran sabio.

Habrá muy buenos Halachuinices, muy buenos Batabes, y habrá muy


buena voluntad en las opiniones de todo el mundo. Se enriquecerán los
hombres pobres. Cosechas y cosechas son el hablar del Katún, y años ricos
y mucha hacienda.
En este buen Katún, buenos colorados trabajarán. Los frutos saldrán
como piedras de la tierra. Los cristianos andarán junto con Dios. Entonces
se pedirá la doctrina a los Regidores de los pueblos y la "puerta de plata”, y
los casamientos del pueblo. En la casa de los cuatro pisos pediremos nues­
tros zapatos y a la vez será donde nos darán cristianismo. Y ahora diréis que
éste es el que despertó la tierra.
He aquí que va a acabar este Nicté Katún. Vendido acabará. Llegará la
palabra del Rey. Y van a llegar siete buenas estrellas de color encarnado.
Y tendrá ajorcas el cielo. Y habrá recios aguaceros en el año decimoséptimo.

TERCERO
1680

El Diez Ahau Katún, Chablé es el asiento del Katún. Allí llegarán sus
pobladores. Y los árboles del bosque se doblarán sobre ellos, que serán los
Reyes de la tierra.

280
Se quemarán las pezuñas de los animales; arderán las arenas del mar;
se incendiarán los nidos de los pájaros. Reventarán las cisternas. Grandes
sequías son la carga del Katún. Es la palabra de Nuestro Padre Dios y de la
Señora del Cielo. Nadie podrá escapar al filo de la guerra. Es la palabra de
Nuestro Padre Dios, Dios Hijo, Señor del Cielo y de la Tierra. No ha pa­
sado. Va a suceder con todo rigor sobre todos.
Llegará el “Santo Cristiano” trayendo el tiempo en que se conviertan
los soberbios de su mal camino.
Y nadie podrá evitar que en los días de los grandes soles, se deje ir sobre
ellos la palabra de los Sacerdotes Mayas. Es la palabra de Dios.

CUARTO

1700

El Ocho Ahau Katún es el noveno Katún. Itzmal es el asiento del Katún.

¡Kinich Kakmó! Bajarán escudos, bajarán flechas, en pos de los Reyes


de la tierra. Y plantarán la “cabeza" de las comarcas de la llanura, y será la
Señora de la Tierra. Será el fin de la opresión y de las desdichas de todos.
Es la palabra de Dios. Muchas guerras serán hechas por sus moradores.

QUINTO

1720

El Seis Ahau Katún es el décimo Katún. Se cuenta en Uxmal, que es el


asiento del Katún.

281
Allí se afirmarán, extendiéndose sobre sus pies. Revuelta es su historia,
confuso el reinado de su Rey. Los engañará su malicioso hablar. Y entonces
bajará Dios el Verbo, y les cortará las gargantas por sus traiciones. Y enton­
ces resucitarán a esperar el juicio de Dios Nuestro Padre. Y entrarán al cris­
tianismo con sus vasallos. Todos los nacidos aquí en el mundo entrarán al
cristianismo.

PRIMERO

1740

El Cuatro Ahau Katún es el undécimo Katún. Se cuenta en Chichén Itzá,


que es el asiento del Katún.

Llegarán a su Ciudad los Itzaes. Llegarán plumajes, llegarán quetzales.


Llegará Kantenal, llegará Xekik, llegará Kukulcán. Y en pos de ellos otra
vez llegarán los Itzaes. Es la palabra de Dios.

282
SEGUNDO

1760

El Dos Ahau Katún es el duodécimo Katún. Los mayas regresarán a


Cuzamel, que es el asiento de este Katún. Ni poco ni mucho será su pan, ni
poca ni mucha será su agua.
Esta es la palabra de Dios. Resonará por algún tiempo el templo de sus
dioses. Este es el fin de la palabra de Dios.

TERCERO (Juicio)

1520
1780
1599

13 El Trece Ahau Katún se lee en Kinchil-Cobá que es el asiento del


Katún, del Katún decimotercero.
Todos iguales por dentro, los Reyes de la tierra oirán el juicio de Dios
Nuestro Padre.
Correrá la sangre de los árboles y de las piedras. Arderán el cielo y la
tierra. Es la palabra de Dios el Verbo, de Dios Hijo, y de Dios Espíritu
Santo. Este es el Santo Juicio de Dios.
Les faltarán las fuerzas al cielo y a la tierra. Entrarán al cristianismo
grandes ciudades y sus moradores. Una muy grande ciudad, que quién sabe
cuál es su nombre, grandísima, se tragará ésta nuestra tierra maya de Cu-
zamil y Mayapán, la de nuestros hombres del Segundo Tiempo, la que está
bajo el peso de la rabia, y donde los hijos nacen siervos; donde al fin se
perdió la fuerza y la vergüenza, ¡el alma viva de nuestros hijos en flor!
No tenemos buenos sacerdotes y la causa de nuestra muerte es la sangre
mala. Sale la luna, se va la luna, se hace entera la luna. Antiguamente podía

283
ser una sola la sangre, y como en el resplandor de los planetas se veía su
bondad.
Es el fin de la palabra de Dios. Vendrá sobre ellos el agua del “segundo
nacimiento” ; las “santas almas” recibirán el santo óleo, sin ser obligadas,
sino viniendo ello de Dios. Al santo cielo irán los cristianos, guardados por
su santa fe. Y los Itzaes y los Balames dejarán de perderse...
[Falta toda la página siguiente].

...Juicio de Dios a los hombres buenos. “Venid conmigo, vosotros, los


hombres benditos de mi Padre, que habéis ganado la gloria eterna, hecha
por mi Padre cuando el principio del mundo. Obedecisteis la 'palabra dicha’,
hicisteis penitencia si me ofendisteis antes. Así, pues, vamos al cielo.” Y en­
tonces volverá su mirada a los pecadores, que estarán llenos de soberbia.
“Alejaos de mí, malditos de mi Padre, id al fuego del infierno que no tiene
fin, que fue hecho para el diablo por mi Padre. Así, idos con él para siem­
pre al sufrimiento.” Y entonces se irán al infierno los hombres malos. Los
hombres buenos irán en pos de Dios Nuestro Padre, a la perpetua gloria,
a la justa gloria.
En Josafat hay tres hombres muy servidores de Dios, muy grandes en
años por obra de Dios; Elias, Matusalén y Enoc son sus nombres. Viven
hasta hoy. Allí están puestos por Dios para cuidar su Silla. Hará cuenta
Dios en un valle de la tierra, en una gran llanura. Allí entonces se sentará
sobre su Silla Su Majestad. Los de piel de cordero estarán a la derecha; los
de piel de chivo estarán a la izquierda. Los que estén a la izquierda, serán
los hombres malos, los que no cumplieron todos los mandamientos de Dios.
Entonces se irán para siempre a las penas del infierno, al centro de la tierra,
dicho por nuestro Primer Padre. Entonces dirá a los que estarán a la derecha
del Gran Rey, los hombres buenos, cumplidores de los mandamientos. “Va­
mos, vosotros, los benditos de mi Padre; tomad el reino hecho para vosotros
desde el principio del mundo.”
284
Entonces se acercará una gran nube, hecha de estrellas, desde lo alto
del cielo, hasta la tierra. Y sonará dulcemente el canto de los ángeles, con
una dulzura que no tiene igual. Y subirá el Verdadero Dios, Señor del cielo
y de la tierra.

XVI

LIBRO DE LAS PROFECIAS

E s t a s palabras compuestas aquí son para ser dichas al oído de los que no
tienen padre y de los que no tienen casa. Estas palabras deben ser escon­
didas, como se esconde la Joya de la Piedra Preciosa.
Son las que dicen que vendrán a entrar el cristianismo, a Tancáh de Ma­
yapán y a Chichén Itzá, y será arrollado Suhuyuá, y será arrollado el Itzá.
Despertará la tierra por el Oriente, por el Norte, por el Poniente y por
el Sur.
Venido de la boca de Dios es, y lo manifiestan cinco sacerdotes. Sacer­
dotes Adoradores, llegados a la presencia de Dios. Ellos profetizaron la car­
ga de la amargura para cuando venga a entrar el cristianismo.
He aquí sus nombres escritos:

Chilam-Balam, Gran Sacerdote.


Napuc-tun, Gran Sacerdote.
Nahau-Pech, Gran Sacerdote.
Ah Kuil-Chel, Gran Sacerdote.
Natzin-yabun-chan, Gran Sacerdote.

Estos Hombres de Dios, doblando su espalda sobre la tierra virgen, ma­


nifestaron la carga de las penas, en presencia de Dios Nuestro Padre, para
cuando venga a entrar el cristianismo. Vómitos de sangre, pestes, sequías,
años de langosta, viruelas, la carga de la miseria, el pleito del diablo. En el
cielo habrá círculos blancos y arderá la tierra; dentro del Tres Ahau Katún
y el Uno Ahau Katún y los tres katunes malos.
Así fue escrito por el Profeta y Evangelista Balam, lo que vino de la
boca del Señor del cielo y de la tierra.
Y lo pusieron los sacerdotes en escritura sagrada, en el tiempo de los
Grandes Soles, en Lahun Chablé.
Dentro del cristianismo llegarán Saúl y don Antonio Martínez, para que
los hijos de sus hijos reciban justicia. Y entonces despertará la tierra.

285
Así está escrito, por mandato del Gran Sacerdote y Profeta Chilam Ba­
lam, por el que habla. —Amén. —Jesús.

LA INTERPRETACION HISTORICA DE YUCATAN ( ? )

Profecía del Sacerdote Napuc Tun

Arderá la tierra y habrá círculos blancos en el cielo. Chorreará la amar­


gura, mientras la abundancia se sume. Arderá la tierra y arderá la guerra
de opresión. La época se hundirá entre graves trabajos. Cómo será, ya será
visto. Será el tiempo del dolor, del llanto y la miseria. Es lo que está por
venir.

Profecía de Ah Kuil Chel, Sacerdote

Lo que se desentraña de este Katún, Padre, entendedlo así, ya está vi­


niendo. No será arrollada otra vez la estera del Katún, Padre, cuando ya
vendrá en gran demasía el peso del dolor. Vendrá del Norte, vendrá del Po­
niente. En los días que vamos a tener, ¿qué Sacerdote, qué Profeta dirá rec­
tamente la voz de las Escrituras?
Padre, dentro del Noveno Ahau — entendedlo así todos los que pobláis
esta tierra— todas las almas selladas de grandes y feos pecados.
“ ¡Ay, dulce era el poderoso tiempo que pasó! ” — dirán llorando los
Señores de esta tierra. ¡Entristeced vuestros espíritus, Itzaesl

Profecía de Nahau Pech, Gran Sacerdote

En los días que vienen, cuando se detenga el tiempo, Padre; cuando


haya entrado en su señorío el Cuarto Katún, se acercará el verdadero con­
ductor del día de Dios. Por esto se amarga lo que os digo, Padre, hermanos
del mismo vientre; porque el que os visitará, Itzaes, viene para ser el Señor
de esta tierra cuando llegue.
Esto viene de la boca de Nahau Pech, Sacerdote. En tiempo del Cuatro
Ahau Katún, Padre, como hormigas irán los hombres detrás de su sustento;
porque como fieras del monte estarán hambrientos, y como gavilanes esta­
rán hambrientos, y comerán hormigas y tordos, y grajos, y cuervos, y ratas.

Profecía de Natzin Yabun Chan


quien desde antiguamente dijo:

El verdadero Dios de esta tierra, el que esperáis que aparezca, Padre,


vendrá traído en hombros de dolorosos días. Dad meditación en vuestro
entendimiento a su palabra, y la debida cordura. Vuestras almas la recibirán
verdaderamente.
¡Hastiados de lo que adoráis, Itzaesl ¡Olvidad vuestros caducos dioses,
todos vuestros dioses perecederos! Existe el Poderoso Señor, creador del
cielo y de la tierra.

286
Duele a vuestro espíritu que os lo diga, Itzáes de los mayas. No queréis
oír que existe Dios. Creéis que lo que adoráis es verdadero. Creed ya en
estas palabras que os predico.

Profecía de Chilam Balam,


que era Cantor, en la antigua Maní.

1. En el Trece Ahau, en las postrimerías del Katún, será arrollado el


Itzá y rodará Tancáh, Padre.
2. En señal del único Dios de lo alto, llegará el Arbol sagrado, mani­
festándose a todos para que sea iluminado el mundo, Padre.
3. Tiempo hará de que la Conjuramentación esté sumida, tiempo hará
de que esté sumido lo Oculto, cuando vengan trayendo la señal futura los
hombres del Sol, Padre.
4. A un grito de distancia, a una medida de distancia, vendrán y ya
veréis el faisán que sobresale por encima del Arbol de Vida.
5. Despertará la tierra por el Norte y por el Poniente. Itzam des­
pertará.
6. Muy cerca viene vuestro Padre, Itzáes; viene vuestro hermano, Ah
tan-tunes.
7. Recibid a vuestros huéspedes que tienen barba y son de las tierras
del Oriente, conductores de la señal de Dios, Padre.
8. Buena y sabia es la palabra de Dios que viene a vosotros. Viene el
día de vuestra vida. No lo perdáis aquí en el mundo, Padre.
9. “Tú eres el único Dios que nos creaste” : así será la bondadosa pa­
labra de Dios, Padre, del Maestro de nuestras almas. El que la recibiere con
toda su fe, al cielo tras él irá.
10. Pero es el principio de los hombres del Segundo Tiempo.
11. Cuando levanten su señal en alto, cuando la levanten con el Arbol
de Vida, todo cambiará de un golpe. Y aparecerá el sucesor del primer árbol
de la tierra, y será manifiesto el cambio para todos.
12. El Signo del único Dios de arriba, ese habréis de adorar, Itzáes.
Adorad el nuevo signo de los cielos, adoradlo con voluntad entera, adorad
al verdadero Dios que es éste, Padre.
13. Meted en vosotros la palabra de Dios único, Padre.
14. Del cielo viene el que derrama la palabra para vosotros, para vivi­
ficar vuestro espíritu, Itzáes.
15. Amanecerá para aquellos que crean, dentro del Katún que sigue,
Padre.
16. Y ya entra en la noche mi palabra. Yo, que soy Chilam Balam, he
explicado la palabra de Dios sobre el mundo, para que la oiga toda la gran
comarca de esta tierra, Padre. Es la palabra de Dios, Señor del cielo y de
la tierra.

Buena es la palabra de arriba, Padre. Entra su reino, entra en nuestras


almas el verdadero Dios; pero abren allí sus lazos, Padre, los grandes ca­

287
chorros que se beben a los hermanos esclavos de la tierra. Marchita está la
vida y muerto el corazón de sus flores, y los que meten su jicara hasta el
fondo, los que lo estiran todo hasta romperlo, dañan y chupan las flores
de los otros. Falsos son sus Reyes, tiranos en sus tronos, avarientos de sus
flores. De gente nueva es su lengua, nuevas sus sillas, sus jicaras, sus som­
breros; ¡golpeadores de día, afrentadores de noche, magulladores del mun­
do! Torcida es su garganta, entrecerrados sus ojos; floja es la boca del Rey
de su tierra, Padre, el que ahora ya se hace sentir.
No hay verdad en las palabras de los extranjeros. Los hijos de las gran­
des casas desiertas, los hijos de los grandes hombres de las casas despobla­
das, dirán que es cierto que vinieron ellos aquí, Padre.
¿Qué Profeta, qué Sacerdote, será el que rectamente interprete las pa­
labras de estas Escrituras?

288
II

LOS POPOL VUH O POPOLHUUN


RITUALES
RABINAL ACHI*
(Prólogo y adaptación de Francisco Monterde) **

PROLOGO ***

No p a r e c e haber llegado íntegra hasta el presente, como llegaron poemas


épicos y Uricos, alguna de las obras teatrales pertenecientes a la cultura ná­
huatl, representadas aún en los días del arribo de hombres europeos a esta
parte del continente americano. A pesar de eso, confirman su existencia las
noticias y descripciones transmitidas por aquellos que alcanzaron a conocer
esas obras y dejaron su testimonio fiel, después de presenciar las represen­
taciones.
La carencia de obras de la poesía dramática precortesiana — que, sin
haber llegado al papel, pasaban aún por labios de actores indígenas, en las
décadas iniciales de la dominación española— , no debe tomarse como prue­
ba de una actitud desdeñosa hacia ese teatro, por parte de los conquistado­
res, bélicos o espirituales.
Si no hubo quien conservara esas obras, como salvaron Sahagún y sus
continuadores algunos himnos, varios trozos de épica y casi un centenar de
poesías líricas en náhuatl, no fue quizás por falta de interés hacia lo que
decían los intérpretes, de cuya habilidad hacen elogios los dominadores.
Más difíciles de entender que aquellas poesías eran las obras dramáticas,
puesto que las cantaban — sin interrumpir los pasos de los bailarines— , en
vez de recitarlas, y no es fácil comprender bien, aun con el más claro fraseo,

* La edición que ahora reproducimos apareció con el título de Teatro indígena


prehispánico (Rabinal Achí). Por parecemos más adecuado, omitimos la primera Darte
de este título, dejando simplemente el de Rabinal Achí, que es el que Brasseur de Bour­
bourg dio a la obra en 1862. (N. E.)
* * Basada en la traducción al francés de Georges Raynaud, vertida al español por
Luis Cardoza y Aragón. (N. E.)
* * * Omitimos la primera parte de este prólogo por referirse a las finalidades de la Bi­
blioteca del Estudiante Universitario, Universidad Nacional Autónoma de México, a la
cual pertenece la versión del Rabinal Achí que aquí presentamos (No. 71, 1955). (N. E.)

291
lo que por primera vez se escucha, cantado en cualquier idioma extranjero,
a pesar de que con él se halle familiarizado el oyente.
Además de que estaban prevenidos contra los idólatras, conviene recor­
dar que no era visto entonces con gran simpatía el teatro profano. Por esa
razón, entre otras, los buenos frailes — a quienes, como a Durán, ya pare­
cían oscuros los pensamientos que expresaba la lírica— se limitaron a dar
una idea aproximada de aquellas representaciones.
Por los testimonios de algunos de los evangelizadores, sabemos bien que
en México y en Cholula había representaciones teatrales vespertinas. Se efec­
tuaban en espacios abiertos, especialmente destinados a ese fin, que aseaban
y ornamentaban con esmero, y en los que se desarrollaban escenas cómicas
preferentemente, con atavíos muy vistosos. Los intérpretes con frecuencia se
disfrazaban de animales, y su caracterización y sus palabras divertían mucho
a los espectadores.

Entre los mayas de Yucatán había también espectáculos teatrales, con


cierto predominio del ademán sobre la palabra, y estrechamente ligados a la
música, a juzgar por lo que de ellos nos dicen cronistas e historiadores. Fray
Diego de Landa, a quien cita López de Cogolludo en su Historia de Yucatán,
afirma que Chichén Itzá “tenía delante la escalera del Norte, algo aparte,
dos teatros de cantería pequeños de cuatro escaleras y enlosados por arriba,
en que dicen representaban las farsas y comedias para solaz del pueblo".
Tal afición de los mayas no desapareció con la Conquista, según aquel
mismo autor que, en su Relación de las cosas de Yucatán, escribe: “Los in­
dios tienen recreaciones muy donosas y principalmente farsantes, que repre­
sentaban con mucho donaire; tanto que [a ] éstos alquilan los españoles
para no más que vean los chistes de!los españoles que pasan con sus mozas,
maridos, o ellos propios, sobre el bien o mal servir, y después lo represen­
tan con tanto artificio como [lo s] curiosos españoles” .
Por su parte, el ilustre obispo de Yucatán doctor Crescendo Carrillo y
Ancona, que se apoyó en aquellas autoridades, añade acerca de esto: “Cono­
cían y practicaban los antiguos yucatecos el uso y recreo de las representa­
ciones escénicas, pues tenían piezas literarias y artísticas de este género. Sir­
va de prueba el argumento mismo de la invasión y conquista española” .
Este “argumento” , dice Carrillo y Ancona basándose en el testimonio
del doctor José Canuto Vela, que presidió “las comisiones político-religiosas
cerca de los indios rebeldes del Sur y Oriente de la Península desde 1849 y
1850, formaba una buena representación teatral, que él mismo vio repre­
sentar a los indios, con mezcla de canto y baile, haciendo reminiscencia de
su antiguo teatro” .
El teatro de los mayas anterior a la Conquista, fue desapareciendo de la
península yucateca, según el mismo Carrillo y Ancona, quien pudo compro­
barlo en “ varios documentos históricos [qu e] existen acerca del buen go­
bierno, policía y buenas costumbres de los indios convertidos, por donde
consta cómo los gobiernos eclesiástico y político mandaban que se procurase
extirpar ciertas representaciones dramáticas propias de los indios, por razón
de lo obsceno e idolátrico de ellas; y disponían — dice— que para dar algún

292
recreo a los mismos, fueran sustituidas con las muy conocidas representa­
ciones religiosas de las costumbres populares de la Europa cristiana’ .

La obra que aparece a continuación, se representó periódicamente, a lo


largo de los tres siglos que duró el dominio de España en esta parte del
continente americano. Posiblemente las autoridades eclesiástica y civil — que
no desterraron por completo esta clase de espectáculos, en Mesoamérica—
permitieron, y aun estimularon, esas representaciones. Algunas de ellas for­
maban parte de las diversiones públicas, y se repetían anualmente, el día
del santo patrono, en la festividad de cada lugar donde se conservaron esas
tradiciones.
El Rabinal Achí dejó de representarse, precisamente, por los días en
que Iturbide incorporó a su corona, para crear el Imperio mexicano, tierras
de la América Central que habían visto el esplendor de los mayas. Sin duda
faltó, por el cambio político operado entonces, quien siguiera estimulando
esas representaciones teatrales.
Transcurridos casi treinta años, el último depositario de esa tradición
oral — agudizada su memoria por la vejez— , recordó, con leves lagunas,
todos los parlamentos y los legó a sus descendientes, después de poner, al
final, la siguiente nota: “El día 28 de octubre de 1850, he transcrito el ori­
ginal de este baile del Tun, propiedad de nuestra ciudad de San Pablo de
Rabinal, para dejar un recuerdo a mis descendientes, que perdure siempre
con ellos. — Así sea— . Bartolo Zis.”

El abate Carlos Esteban Brasseur, de Bourbourg — originario de esta


villa, donde nació en 1814 — , tradujo y dio a conocer el Rabinal Achí, en
1862, precedido de un “ ensayo sobre la poesía y la música, sobre la danza
y el arte dramático de las antiguas poblaciones mexicanas y guatemaltecas” .
Autor de una gramática de la lengua quiché, Brasseur fue cura párroco
del pueblo de San Pablo de Rabinal, situado en la Baja Verapaz, y allí des­
cubrió este drama ballet, conocido antes como “Baile del tun” , cuyo texto
había transcrito Bartolo Zis al mediar el siglo xix, antes de que llegara el
abate, según quedó anotado.
La privilegiada memoria de aquel anciano retuvo unas tres décadas el
texto del drama anónimo, según lo transmitieron oralmente los maya-qui­
chés* guardianes respetuosos de esa tradición que quizás partió del antiguo
pueblo de Rabinal — en el que subsisten ruinas de una fortaleza— , situado
a unos cuarenta kilómetros del pueblo que heredó ese nombre.
En la forma en que ha llegado hasta nuestros días, fue representado, en
quiché, a iniciativa del mismo abate, en 1856, el día de la conversión de
San Pablo, 25 de enero. Brasseur, que se ganó la confianza de los naturales,
lo tradujo del quiché al francés, ayudado por indígenas sirvientes suyos, que
le hablaron de aquellas ruinas, y gracias a la representación, pudo fijar las
acotaciones relativas al movimiento escénico del drama.

* Lo más verosímil es que existiera un manuscrito. Ver Rene Acuña, Introducción


al estudio del Rabinal Achí, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Es­
tudios Mayas, México, 1975 (Serie Cuadernos, 12). (N. E.)

293
El profesor Georges Raynaud, que fue director de estudios sobre las re­
ligiones precolombinas, en la Sorbona, inconforme con la versión de Bras­
seur, realizó otra, a la cual puso notas en las que señala aquellos puntos en
que discrepa de las interpretaciones de Brasseur.
Afirma Raynaud que se trata de “la única pieza del antiguo teatro ame­
rindio que ha llegado hasta nosotros", sin que en la forma o en el fondo
pueda descubrirse “la más mínima traza de una palabra, de una idea, de un
hecho, de origen europeo” . Raynaud examina el “paralelismo" de palabras
y de frases que existe en el drama y que resulta fatigoso para el “lector que
lo aprecia sin el canto vocal” . El Rabinal Achí, dice, ofrece un ejemplo típico
de paralelismo que va “de la palabra al discurso".
Después advierte que, cuando afirma que en la pieza no se halla “rastro
de cosas europeas", no se refiere a “influencias” , pues supone que “ una in­
fluencia nefasta obró indirectamente; creo — dice— que el texto, tal como
nosotros lo poseemos, está truncado” . Se basa, para suponerlo así, en el
hecho de que la religión no desempeña ningún papel en el drama. Eso es
contrario a lo que afirman varios autores, acerca de esta clase de obras;
según dice Raynaud, quien agrega algunas consideraciones acerca de la arit-
mología sagrada y sobre “los antiguos títulos de los jefes quichés” , no men­
cionados.

Existen otras versiones y una adaptación del Rabinal Achí. Casi todas
estas versiones — agradables al oído habituado a leer obras europeas— pro­
ceden de la traducción de Brasseur, y difieren de la que hizo Raynaud, en
varios puntos. No se va a hacer aquí una comparación entre unas y otras.
Baste decir que mientras el primero subdivide la obra en cuatro escenas,
Raynaud las considera como actos. Aquél incluye en el reparto dos esclavos,
varones, en vez de una mujer y un hombre, sirvientes, que figuran en la
versión de Raynaud. Brassseur y sus continuadores dejaron en quiché los
títulos de los personajes indígenas.
Por lo que hace a la división de la obra, aquí se ha dispuesto de un
modo diferente, porque se adoptó el criterio actual, sobre ello. D e acuerdo
con su arquitectura, se prefirió dividirla en dos actos, el primero de los
cuales está subdividido en tres cuadros — el segundo y el tercero, muy
cortos— , que se suceden rápidamente.
Durante el segundo acto, en que no hay subdivisión alguna y cuyo ritmo
es más grave, se desarrolla en sus diversas etapas el ritual que precede al
sacrificio.
En cuanto al sexo que pueda corresponder a uno de los servidores, el
favorito — o la favorita— , se optó por mencionarlo sólo con el nombre que
lleva en la obra: Ixoc-Mun, y se puso, además de la correspondiente nota,
la alusión que se hallará adelante.

El asunto del drama se limita a la captura, el interrogatorio y la muerte


de un guerrero que cometió actos reprobables. El pasado del guerrero se va
revelando a medida que avanza el diálogo, en el cual intervienen, como prin­
cipales figuras, el Varón de los Queché y el Varón de Rabinal.

294
Por los reiterados parlamentos de uno y otro, conforme adelanta el diá­
logo se tiene noticia de los hechos que realizó el vencido. El espectador que
llegara a la representación casi al finalizar la primera parte de ella, conoce­
ría tantos detalles como el que hubiese permanecido allí desde que aquélla
se iniciaba. En cambio, el que se marchara poco antes de concluir dicha parte,
dejaría de escuchar los más remotos e importantes informes.
A l avanzar la obra, con el diálogo se retrocede en el tiempo, ya que
aquél recuerda los pormenores, en proceso regresivo: antecedente remoto del
análisis retrospectivo, ibseniano, y de la técnica pirandeliana con la que se
llega, tras sucesivas revelaciones, a reconstruir e integrar el pasado de los
personajes. Mas al estudiar el encadenamiento de las escenas, la sucesión de
diálogos, no parece lícito emplear la palabra “ técnica” , porque ante el cri­
terio europeizante eso parecería, más bien, falta de técnica teatral, según el
concepto que de ella se tiene ahora.

Sin hacer generalizaciones — que sólo se justificarían después de exami­


nar varias obras de ese mismo género, del cual nada más existe una muestra— ,
sí es posible anotar algunas peculiaridades que se descubren en la lectura,
por contraste con otras producciones dramáticas.
Inicia cada parlamento una salutación y lo cierra una frase de despedida:
fórmulas de cortesía como las que se emplean invariablemente y que, al bo­
rrarse su sentido con el uso, se conservan por el hechizo fonético, dentro del
ritmo rutinario. El interlocutor replica, después de proceder en la misma
forma, y repite en parte el parlamento que acaba de oír. La transcripción va
precedida de una pregunta equivalente a ésta: “ ¿N o es eso lo que acabas de
decir?” , como si se tratara de obtener una confirmación, de establecer un
compromiso; o bien confirma aquello con una ratificación: “Así dijiste.”
Tales repeticiones alargarían los parlamentos sin que la acción progre­
sase y sin agregar mucho nuevo, si no se cortaran en determinado momento,
para que prosiga el diálogo, con otras frases, a su vez repetidas. Debemos
creer que el espectador de la obra encontraba particular atractivo en aquello
que, para el lector de nuestros días, resulta fatigoso: la insistencia en las
fórmulas de salutación o despedida, y la manera como cada interlocutor pa­
rece demostrar su interés y su excelente memoria.
Esa dramática estaba hecha, pues, para un público que se recreaba en
tales demostraciones de cortesía. Otros atractivos, para él, serían la mención
de tribus y de sucesos bien conocidos entre los habitantes de aquellos luga­
res o familiarizados con los mismos, que asistían a la representación del
drama. Este, a juzgar por su tono, corresponde también a ese espíritu; hay
siempre una fórmula cortés, aun para los enemigos, a quienes se injuria sin
dejar de reconocerles méritos indiscutibles.
Por cortesía o por temor a ese personaje, la intervención de Ixoc-Mun
— quien primero impide que los dos varones lleguen a las manos y, después,
que el Varón de los Queché acometa al Gobernador— basta para calmar el
ánimo del guerrero al que se dirige.
Dentro de esa cortesía — cortesía de vieja raza, en que las fórmulas son
como estela del vivir cotidiano— , caben las irónicas expresiones con las cua­

295
les el Gobernador convierte en una gracia, concedida especialmente, lo que
para el Varón de los Queché no es sino un paso más por el sendero que lo
lleva al sacrificio. También debe incluirse entre las pruebas de cortesía que
da el brusco y altivo guerrero, la aceptación del manto que fue tejido por
la esposa del jefe, sin que pronuncie alusión despectiva alguna.
El cautivo desdeña, por orgullo, los manjares y las bebidas que le ofre­
cen — a pesar de su agotamiento físico indudable— y se burla de los gue­
rreros; mas, en cambio, acepta naturalmente, sin ironía, el adorno prestado
y muestra varonil satisfacción al bailar con la doncella Piedra Preciosa. Aun­
que todo ello formaba parte del ritual del sacrificio, en el que no podía in­
troducir variantes ni el más innovador e inconforme de los cautivos.
La única licencia de que disfruta el guerrero que va a morir, consiste
en que, en vez de ausentarse valido del derecho que el mismo ritual le otor­
gaba, sólo desaparece un instante. Ese medio mutis cabe, dentro de lo con­
vencional de una acción siempre sintetizada, en el género dramático.
Imponía esto último la unidad de tiempo — acatada como las otras— ;
hacer un corte allí, para obligar a los espectadores a esperar algunos minu­
tos, habría sido dar un toque real a una obra que es toda irreal, estilizada
en su desarrollo.

El título provisorio de esta obra: El Varón de Rabinal — que fue el que


Brasseur le dio tomando en cuenta, sobre todo, el lugar donde se represen­
taba— no es, en realidad, el que le corresponde, ya que no es el Varón de
Rabinal el verdadero protagonista: es solamente un guerrero victorioso, afor­
tunado vencedor de su enemigo.
Según se verá, el último es la figura principal del drama, pues gira éste
en torno al vencido, como lo prueba el hecho de que el Varón de Rabinal
permanezca mudo en la segunda mitad de la obra, en tanto que el Varón de
los Queché habla, mientras está presente, en los dos actos. Por todo ello, en
español, podría ser El vencido en Rabinal un título más adecuado para el
drama.
Como para el espectador primitivo no había motivos de interés análogos
a los que pudiese tener un espectador actual — si la obra volviera a repre­
sentarse en nuestros días— , no figuraba, entre los móviles posibles, la com­
pasión hacia el vencido.
Tampoco podía ser un aliciente para la curiosidad, el interés por el desen­
lace, que se adelantaba en lo narrado, pues aquel espectador sabía que el
final de cualquier cautivo, tras la lucha con sus adversarios, era la muerte
— a menos que se sometiese, y tal actitud no sería propia del drama.

Se percibe cierta parcialidad que, en el ánimo del desconocido autor del


diálogo, hace que su simpatía se incline hacia el vencido, aunque en esto no
deba verse una actitud romántica del mismo dramaturgo.
Sería aventurado tratar de suponer el probable origen del anónimo autor
de esta obra: ¿era quizás un habitante de Cunén o de Chahul, o sencilla­
mente un yaqui, un extraño en Rabinal, que deja traslucir su admiración
hacia el extranjero valiente?

296
Si ese autor anónimo hubiera sido un yaqui, un extranjero — según la
acepción inmediata de esa voz— ; es decir, si hubiera sido conterráneo del
Varón de los Queché: un dramaturgo que hablaba el quiché, sin ser de esa
rama de los mayas, tal sentimiento de simpatía pudiera resultar comprensi­
ble, por ello.
Quizá esa inclinación, esa parcialidad se explique no por compasión hacia
el vencido — que aquí, en vez de ser débil, es fuerte, valeroso, resuelto— ,
sino por simpatía natural hacia el infortunado: aquel a quien la suerte ha
vuelto las espaldas, y que, a pesar de eso, no se doblega ante el infortunio.
La emoción que produce la nostalgia; el tono casi elegiaco de la despe­
dida a su tierra que no volverá a ver, y el elogio, también nostálgico, de los
bienes ya perdidos; de las cosas que fueron suyas — y aun de los manjares
que no podrá volver a probar— , así parecen sugerirlo. Sobre todo, la impon­
derable sencillez de aquel pasaje cercano al final, en que el guerrero que va
a morir sacrificado en un país extraño, se siente inferior a los animales que
pueden morir donde han vivido.
Es aquél uno de los aspectos más sugestivos del drama indígena que tan­
tos ofrece a la curiosidad de los investigadores y de los críticos de esa lite­
ratura, quienes también encontrarán explicables analogías entre el incipiente
diálogo de los personajes maya-quichés y el de los personajes bíblicos de
aquellos autos escritos en lengua náhuatl, durante los siglos xvi y x v i i , en
la Nueva España.

En cierto modo, el Varón de los Queché, por no humillarse ni someterse


a la voluntad de sus adversarios, reta al destino, que éstos representan, y
que, implacable con él, lo condena a muerte. Aquí, pues, como eñ las tra­
gedias de la antigüedad, el desenlace estaba previsto, y los espectadores lo
conocían de antemano. Tampoco ignoraban el camino que conducía a ese
final, esperado por todos. Era la invariable ruta apegada a un ritual, y éste
habría de cumplirse en todas sus partes, en el Rabinal Achí, hasta llegar al
último paso, definitivo: la muerte del Varón de los Queché.
No sólo por tal similitud con la tragedia ática — aunque esta obra no
se halle presidida por la Fatalidad— , Pedro Henríquez Ureña, al hablar del
Rabinal Achí, sugiere que así pudo ser el teatro en Grecia, antes de Esquilo,
cuando sólo dos actores dialogaban en escena, cuando no había surgido aún
el tritagonista, y un coreuta, un miembro del coro, intervenía brevemente,
si era preciso que otro personaje pronunciara algunas frases, en cualquier
momento de la obra, como aquí sucede en contadas escenas.
Esta obra, cuya monotonía es desesperante en la primera lectura, permite
apreciar, en las subsecuentes, a quien insiste en estudiarla, algunas de sus
distintivas peculiaridades.
Las abundantes reiteraciones, propias del paralelismo — obligada sime­
tría que no sólo se relaciona con la estética sino que tiene hondas raíces en
el dualismo religioso— , impiden ver desde luego la sencillez de los recursos
empleados para prolongar un diálogo que gira en torno al tema central, con
los mismos simples elementos.
Aquello que, en suma, los personajes dicen, pudiera condensarse en unos

297
cuantos párrafos, si se tratara de narrar el asunto de la obra, de modo seme­
jante al que sigue:
Mientras al danzar simulan atacarse, en medio de los bailarines en ronda,
los dos varones dicen injurias y jactancias alusivas a sus respectivos méritos.
La danza se interrumpe.
Sujeto por el lazo del Varón de Rabinal el de los Queché, y atado en
seguida a un árbol, de boca del enemigo escucha la relación que éste hace de
sus hazañas: desde las más próximas hasta las más remotas, mientras la mú­
sica vuelve a sonar y se reanuda la danza, que continúa hasta el final del
cuadro.
El Varón de Rabinal recuerda al cautivo cómo provocó a los hombres
de aquél, cuando estaban en su fortaleza; cómo los atrajo con engaños, para
conducirlos a tierras áridas, en las que los agotaría el hambre.
Le recuerda, también, que secuestró al Gobernador, con su séquito, cuan­
do él se hallaba en el lugar de los Baños, y lo retuvo hasta que el mismo
Varón de Rabinal fue a libertar a todos. Por último, le habla de los perjui­
cios que causó al destruir varias poblaciones. Como el Varón de los Queché
intenta sobornarlo, el de Rabinal rehúsa lo que le ofrece, y le dice que va
a informar a su Gobernador, para que éste resuelva si el cautivo puede mar­
charse. A l hacerlo, depone ante él sus armas.
El Gobernador, cuando sabe por el Varón de Rabinal que el de los Que­
ché ha caído en sus manos, accede a que comparezca ante él, si está dispues­
to a rendirle acatamiento, y en seguida reitera a aquél su confianza. El Varón
de los Queché, al enterarse de lo resuelto por el Gobernador y quedar li­
bre de sus ligaduras, intenta arrojarse sobre el Varón de Rabinal, pero Ixok-
Mun lo contiene.
La misma actitud rebelde adopta ante el Gobernador, y después de que
Ixok-Mun vuelve a contenerlo, pide a aquél que se le hagan los honores que
por su categoría merece. Escuchada, otra vez, la evocación de sus hazañas,
rehúsa humillarse: preferirá ir altivamente al sacrificio.
D e acuerdo con el ritual, prueba desdeñoso y rehúsa en seguida los ali­
mentos y las bebidas que le ofrecen; luce un momento el manto que tejió
la esposa del Gobernador; danza entre la corte con la doncella Piedra Pre­
ciosa, y finalmente reclama el privilegio de enfrentarse a los guerreros dis­
tinguidos, de quienes habla con ironía.
El Varón de los Queché desaparece brevemente: ha ido a despedirse de
sus valles y sus montañas. A l regresar dice, nostálgico de su tierra, que
hubiese querido, como la ardilla y el ave, morir sobre la rama del árbol
donde vivieron, y se dispone a morir sacrificado.

No obstante las abrumadoras redundancias, a través del diálogo se per­


cibe una tenue poesía, no sólo por el ritmo que resulta de la reiteración de
voces, en frases apenas diferentes unas de otras. En el Rabinal Achí hay ade­
más una poesía, más sugerente que evocadora para el lector actual — a la in­
versa de lo que sin duda acontecía con el espectador de otros tiempos— , en
las referencias a lugares de nombres complicados.
Hay, en fin, un tono original, que ha conservado — a través de las tra­

298
ducciones, forzosamente imperfectas— algo del aliento primitivo de está
obra insistente en los pormenores.
El Rabinal Achí, por consiguiente, presenta un mundo nuevo para el
lector contemporáneo; mas entrevisto apenas, entre las brumas de un pasado
que la historia y la crítica no llegan a aclarar por completo, a pesar de todas
las luces que traten de penetrar en esas brumas, sólo a trechos disipadas.
Por tratarse de poesía dramática, en esta edición se ha preferido separar
los párrafos que ofrecen unidad, para sugerir con las frases aisladas, de ese
modo, el ritmo de las réplicas, que tenían acompañamiento musical cuando
la obra se representaba.

A pesar de la confianza que el profesor Raynaud tenía en la incontami­


nada pureza de esta obra, resulta un poco difícil concebir que haya pasado
a través de más de trescientos años de dominio español, sin que en el diálo­
go influyera, de algún modo, la sensibilidad de los intérpretes y del público,
no sólo indígena.
En cualquier obra humana, y más en el teatro, si se conserva por tradi­
ción oral, influyen aquellos que año tras año la interpretan. L o menos que
le puede suceder es que el tiempo la mutile paulatinamente. Así aconteció
con el Rabinal Achí, y en él son perceptibles las mutilaciones.
D e algunas de ellas habla el profesor Raynaud, en su Prefacio — que,
traducido por Luis Cardoza y Aragón y publicado antes en los Anales de
Geografía e Historia, de Guatemala, se hallará reproducido en las últimas
páginas, como Apéndice imprescindible— , en el que proporciona importan­
tes datos y expone valiosos puntos de vista personales.
Aquellos puntos en los que, por alguna razón ignorada, no se detuvo el
profesor Raynaud, hasta profundizar en ellos con su habitual penetración y
perspicacia, como en lo relativo al número sagrado, que él suponía ausente
de la obra, han sido señalados en notas complementarias o aclaratorias.

F r a n c is c o M o n t e r d e

B IBLIO G R A FIA

Rabinal Achí. Texto quiché y traducción al francés del abate Carlos Esteban Brasseur
de Bourbourg. París, 1862. (Reimpreso en “Collection de Documents dans les langues
indigénes pour servir á l’étude de l’histoire et la philologie de l’Amerique Ancienne” .
Arthus Bertrand, París, 1882.)
E l Varón de Rabinal. En Historia de la literatura de la América Central, por Leonardo
Montalbán. T. 1.° Epoca indígena. San Salvador, 1929. (Reimpreso en La Revue de
l’IFAL. Año primero, No. 2, 20 sept., 1945.)
El Varón de Rabinal. Prefacio y traducción al francés de Georges Raynaud. Versión es­
pañola de Luis Cardoza y Aragón. En Anales de Geografía e Historia. Guatemala,
año V , t. V I, Nos. 1-3, sept. 1929-marzo 1930.

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PERSONAJES DEL DRAMA BALLET

El jefe Cinco-Lluvia,1 Gobernador2 de los de la ciudad de Rabinal.3


El Varón de Rabinal,4 el más destacado entre los varones,5 hijo del jefe
Cinco-Lluvia.
El Varón de los Queche,6 Gobernador de los yaqui,7 de los de Cunén8 y

1 Hobtoh (Jobtoj): Se podría traducir este nombre por “Fina-Lluvia” , pero hay ma­
yores probabilidades de que tenga el sentido de “Cinco-Lluvia” , que designaría el día
del nacimiento del jefe.
2 Rahaual: “Jefe supremo, gobernador” .
3 Rabinal: Significa, probablemente, “linaje” ; de rab “eslabón, hilo, surco” . (Cf. me-
catl, en México; ayllu, en Perú.)
4 Achí: El vir latino; en consecuencia, diferente de vinak, que corresponde al homo
latino. En español, la palabra varón corresponde a achí. La vieja voz francesa varón es,
desde hace tiempo, sólo un título de nobleza. {Barón, en casteÚano. F. M .) ( Tlacatl, en
náhuatl.)
5 Galel-Achí: “Destacado entre los varones” , alta dignidad diferente de la de Galel-
Vinak, “Destacado entre los hombres” . La voz ahau, en todas las lenguas de familia maya,
no indica un “rey” ; es, sencillamente, la palabra “jefe” , con toda su vaguedad.
6 Queché: “Numerosas florestas” . Este nombre que designa el conjunto de tres
grandes tribus, quizá es una deformación de un nombre primitivo; deformación fonético-
geográfica que se remonta a la época de las migraciones. El nombre primitivo quitzé o,
mejor, ah quitzé, “Los del Envoltorio” , nombre religioso que se había dado a esos pue­
blos, tuvo su origen en un objeto sagrado, de gran potencia mágica, que se guardaba casi
siempre envuelto y constituía su paladión, su oráculo portátil.
7 Rahaual yaqui: Título que llevaba aquel de los miembros del Gran Consejo de
las tribus quichés que estaba encargado, de manera especial, de vigilar y proteger a los
yaqui. Yaqui: este nombre no tiene ninguna relación con la actual tribu de los yaquis.
Designa, con mucha frecuencia, a los mexicanos. Puede, no obstante, designar a otros
pueblos, porque no sólo los vocabularios quiché-español lo traducen por el término vago:
“extranjero” , sino que también puede significar, sencillamente, “hombres o cosas que no
son del lugar que habitamos” , como lo prueba El Varón de Rabinal, en donde se califica
de yaqui a cualquiera, y aun al arma quiché, siempre que proceda de poblaciones vecinas.
En todas partes, en todas las épocas, los pueblos, grandes o pequeños, han despreciado
a sus vecinos, aplicándoles graciosos epítetos: “bestias, animales, inmundos, chinches, tar­
tamudos, mudos, etc.” , y muchos otros que no puedo repetir aquí. (Cf., por ejemplo,
Anales de los Xahil.) Quizás los quichés emplearían con mayor gusto este vocablo, yaqui,
porque en su lengua tenía varios significados secundarios: “alzados, despiertos” (por huir
y espiar), y el significado de “langosta” , animal muy pequeño, pero muy dañino. En el
capítulo X de su Relación, Diego de Landa dice que los jefes de Mayapán no mataron
a los auxiliares mexicanos de sus enemigos “porque eran extranjeros” , explicación dema­
siado humanitaria. Landa no comprendía bien el maya — lengua en la cual le informa­
ban— , y a eso se deben algunos de sus errores. Supongo que le dijeron “porque eran
yaqui”, es decir, mexicanos; en consecuencia, pertenecientes a un pueblo temido; yaqui
servía para nombrar a los extranjeros, y en los últimos tiempos, especialmente a los me­
xicanos. En el caso presente, se refiere a los extranjeros que habitaban los pueblos de
Cunén y Chahul.
He combatido demasiado la nahuatlomanía, para no tratar de evitar la nahuatlofobia.
Por tanto, aventuraré la siguiente hipótesis: los mercaderes-espías de Tenochtitlán, que
tenían por protector divino a Yavatecuhtli, “Jefe de los Viajeros” , respondían a las pre­
guntas obligatorias sobre su nombre, su profesión, su país: “ somos yaqui”, es decir, “via-

300
Chahul,9 hijo del Hechicero de los varones,10 Hechicero del Envoltorio,11 Go­
bernador de los hombres Queche.12
La señora13 esposa14 del jefe Cinco-Lluvia.
Madre de las Plumas, Madre de los Verdes Pajarillos,15 Piedra Preciosa,16
prometida del Varón de Rabinal.
Ixok-Mun, sirviente.17
Un sirviente del Varón de Rabinal. '
Doce águilas amarillas, doce jaguares amarillos,18 varones de la ciudad de
Rabinal.
Abundantes guerrero?,, abundantes servidores. Guerreros y servidores del
Varón de Rabinal. Danzantes.

La acción se desarrolla en Cakyug-Zilic-Cakocaonic-Tepecanic;19 los cua-

jeros” , empleando una palabra de su lengua que quienes les interrogaban tomaron por un
nombre propio. Y de este modo los maya-quichés aplicaron ese epíteto a todos cuantos
venían de México, primeramente, y de cualquier otro país, después.
8 “Medicinas, sangradores” .
9 “Agujero de flecha.” Cunén y Chahul existen todavía, a quince leguas más o me­
nos al Norte de Santa Cruz del Quiché, cerca de Rebah. Hay muchas ruinas.
10 Balam Achí: Balam, en todas las lenguas de la familia maya, designa a la vez al
jaguar y al mago, hechicero, ya que se atribuye a éste el poder de metamorfosearse en
jaguar. Ni el Libro del Consejo (Popol Vuh), ni el Título de los señores de Totonicapán,
ni los Anales de los Xahil, contienen ese título de Hechicero de los varones.
11 Balam Quiché: La anteposición de este título al de Balam Achí, me hace suponer
que su sentido exacto sería, sencillamente, Hechicero de los quichés. Sin embargo, doy
en mi traducción: Hechicero del Envoltorio, que es el nombre o, más exactamente, el
título del principal de los cuatro héroes fundadores fabulosos, míticos, de los pueblos
quichés, y sabemos por el Título de Totonicapán que, después de su desaparición del
mundo terrestre, sus hijos (y después sus descendientes) tomaron sus títulos.
12 Rahaual Queché Vinak: El Gobernador de los hombres, es diferente del Gober­
nador de los varones.
13 Xox Ahau: Traduzco por “señora”, tomado en el sentido de esposa del jefe, jefa.
14 Ixokil: Como la forma Ahaual, de Ahau, esta forma de Ixok “esposa” , parece
tener un significado de superioridad. La poligamia estaba permitida a los grandes jefes;
sobre todo, por razones políticas. (Cf. el Mikado en la Constitución japonesa.) Se puede
traducir Ixokil, por “esposa principal” .
15 U Chuch gug: “La madre de las plumas verdes” . U Chuch raxon: “la madre de
los raxon” . Los raxon eran pajarillos de verde plumaje muy estimado. (Rax, significa
verde).
16 Ri-Yamanim Xtecok: Yamanic “piedra preciosa” , “pedrería” . Xtecok, “piedra pre­
ciosa” ; a esta última palabra Brasseur, erróneamente, ha agregado como final Bi, “nombre” .
17 Mun: La traducción “esclava” , es excesiva. (Se ha sugerido que, a pesar del nom­
bre femenino que lleva — Ixok-Mun — , sería hombre, y parece confirmarlo el hecho de
que las demás mujeres no hablan, en el drama. F. M.)
18 Cot: “Aguilas” y Balam “jaguares” , son como los quauhtli, “águilas” y los océlotl,
“jaguares” de los mexicanos, título que llevan algunos guerreros cuyas demostraciones
de valentía (y a veces parece que simplemente para algunos torneos) les habían dado el
derecho de cubrirse con las pieles y cabezas de esos animales. Esos guerreros constituían
la flor del ejército.
19 Como no conozco ninguna leyenda, ningún mito que se refiera a esta ciudad, con­
fieso que la traducción “rojas (o ardientes) llagas calmadas (o de la víbora) irritándose,
agravándose” que sugiero, es quizá demasiado fantástica; pero me parece, sin embargo,

301
dros I y III, del primer acto, frente a la fortaleza; el cuadro II y el segundo
acto, en el interior de la misma.

menos extraña que aquélla: “fuego guardado de la víbora que se arrastra irritada subien­
do” . Las ruinas que se hallan a una legua al Norte de la actual Rabinal, situadas sobre
un alto terraplén que domina la llanura, son perfectamente visibles, desde Rabinal. La
construcción principal, situada en las dos extremidades de altas pirámides, debió de ser
muy extensa.

302
PRIMER ACTO

CUADRO I

El Varón de Rabinal y su gente danzan en ronda. El


Varón de los Queché llega de pronto y se pone a bai­
lar en medio del círculo moviendo su lanza corta,
como si quisiera herir con ella, en la cabeza, al Varón
de Rabinal. El movimiento de la ronda es cada vez
más rápido.

E l V arón d e l o s Q u ech e

¡Acércate, jefe violentador, jefe deshonesto! 20


¡Será el primero a quien no acabaré de cortar la raíz, el tronco; ese jefe
de los Chacach,21 de los Zaman,22 el Caük23 de Rabinal!
Esto es lo que digo ante el cielo, ante la tierra24 Por eso no pronunciaré
abundantes palabras.
¡El cielo, la tierra, estén contigo;25,26 el más destacado entre los varones,
Varón de Rabinal!

E l V a r ó n d e R a b in a l

Al bailar agita un lazo, con el que se propone sujetar


a su enemigo.

¡Efectivamente! ¡Valeroso varón, hombre de los Cavek Queche! 27 Eso

20 Vorom ahau, Cakon ahau: Tienen significados obscenos.


21 “Las Cestas” .
22 “Los Campos” . Chacach y Zaman estaban situadas, según Brasseur, en la montaña
de Xoy Abah, a unas diez leguas al S.O. de Rabinal. Sus ruinas quizás sean las ahora
conocidas con el nombre de Belehe Tzal. “Los nueve muros” (o edificios), Belehe Qoxtun,
“Las nueve fortalezas” .
23 Caük: Hay muchas posibilidades de que sea, según otros textos, una de las for­
mas del nombre Cavek (o Cavik, o Cauek o Cauik); nombre de una de las tres tribus
que constituían el pueblo Quiché. Como Tohil, “pluvioso”, era el dios tribal de los cavek-
queché, podría forjarse la hipótesis, quizás demasiado imaginativa, de que haya relación
entre caük y caok (cahog, caog) “lluvia” .
24 Verdadero idiotismo quiché ese “ante el cielo, ante la tierra” . A menudo podría
suprimirse, en las traducciones, o substituirlo por “frente, cerca, etc.” , en los abundantes
sitios donde aparece.
25 La, lal: Especie de pronombre de la segunda persona del singular que implica la
idea de respeto, de gran corrección. Los traduzco por tú, te, contigo, etc.
26 “Que el cielo, la tierra estén contigo” . Expresión meramente protocolaria.
27 Cavek Queché Inák: En ésta y en algunas otras expresiones semejantes, hombre,
en singular, significa “jefe” .

303
dijo tu voz ante el cielo, ante la tierra: “Acércate, jefe violentador, jefe
deshonesto.
“ ¿Será el único a quien no acabaré por cortar la raíz, el tronco, ese jefe
de los Chacach, de los Zaman, el Caük de Rabinal?” ¿Así dijiste?28
Sí, efectivamente, aquí está el cielo; sí, efectivamente, aquí está la tierra.29
Te entregaste30 al hijo de mi flecha, al hijo de mi escudo,31 a mi maza
yaqui, a mi hacha yaqui,32 a mi red, a mis ataduras, a mi tierra blanca,33 a
mis yerbas mágicas,34 a mi vigor, a mi valentía.
Sea así o no sea así, yo te enlazaré con mi fuerte cuerda, mi fuerte lazo,
ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, valiente, varón, hombre prisionero y
cautivo!

Lo ha sujetado con el lazo y tira de éste, para atraer­


lo hacia sí. Cesa la música, y la danza se interrumpe.
Hay un prolongado silencio, en el cual ambos varo­
nes, fingiéndose iracundos, se ven cara a cara. Des­
pués, sin acompañamiento musical ni danza, pronun­
cia el siguiente parlamento el Varón de Rabinal y le
replica el Varón de los Queché.

¡Eh! valiente, varón, prisionero, cautivo. Ya enlacé al de su cielo, al de


su tierra.
Sí, efectivamente, el cielo; sí, efectivamente, la tierra te han entregado
al hijo de mi flecha, al hijo de mi escudo, a mi maza yaqui, a mi hacha yaqui,
a mi red, a mis ataduras, a mi tierra blanca, a mis yerbas mágicas.

28 En quiché (como algunas otras lenguas), no existen nuestras comillas (“ ” ). Las sus­
tituyen con dos “él dice” , colocados uno antes de la cita y el otro después. Se podría, sin
peligro, suprimir uno de ellos.
29 “Aquí está el cielo, aquí está la tierra” . Con esta expresión protocolar, el per­
sonaje toma como testigo al mundo entero.
30 “Dar, darse a la muerte o a una persona” , “entregarse, rendirse” .
31 Se podría interpretar “hijo de mi flecha” por “punta de mi flecha” , como lo hi­
ciera Brasseur; pero ¿“hijo de mi escudo” ? Es mejor conservar el idiotismo quiché, para
que no pierda el estilo su color, o, si no, suprimir simplemente la palabra “hijo” . (Posi­
blemente, lo que prolonga el vigor de uno y otro brazos. F. M.)
32 La maza, el hacha, son siempre tratados en este texto de yaqui. A veces, Brasseur
conserva la palabra yaqui ; otras, entregado a la sacrosanta toltecomanía, la traduce por
“ tolteca” . No daré el sentido especial “mexicano” porque nada prueba que los quichés
se hayan servido de armas de ese género, de origen o de forma mexicana.
33 Zahcab: “La tierra blanca” , con la cual se untaba a la víctima antes de sacrificarla
y que después se volvió un símbolo (y un medio mágico) de victoria.
34 Tampoco pude, como Brasseur, encontrar lo que era el “zalmet” y, por lo mismo,
aunque met significa algodón, me satisfago con el sentido de “yerbas mágicas” que indi­
cara al Abate su sirviente indígena; además, porque dicho significado concuerda con el
“zahcab” precedente. (Cf. en Sahagún la fricción con yerbas, que precedía al sacrifi­
cio. F. M.)

304
Di, revela dónde están tus montañas, dónde están tus valles;35 si naciste
en el costado de una montaña, en el costado de un valle.
¿No serías un hijo de las nubes, un hijo de las nublazones? 36 ¿No ven­
drías arrojado por las lanzas, por la guerra? 37
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre prisionero, cautivo!
Esto es lo que dice mi voz ante el cielo, ante la tierra. Por eso no pro­
nunciaré abundantes palabras.

E l V arón d e l o s Q u ech e

¡Ah cielo, ah tierra! ¿Es verdad que dijiste eso, que pronunciaste voces
absurdas38 ante el cielo, ante la tierra, ante mis labios y mi cara?:39 ¿Que
soy un valiente, un varón? Eso dijo tu voz.
¡Vamos! ¿Sería un valiente, vamos, sería un varón y habría venido
arrojado por la lanza, por la guerra?
Mas aquí tu voz dijo también: “Di, revela el aspecto de tus montañas,
el aspecto de tus valles” . Así dijiste.
¡Vamos! ¿Sería un valiente, ¡vamos!, sería un varón, y diría, revelaría
el aspecto de mis montañas, el aspecto de mis valles?
¿No está claro que nací en el costado de una montaña, en el costado de
un valle, yo el hijo de las nubes, el hijo de las nublazones? ¡vamos!, ¿diría,
revelaría mis montañas, mis valles?
¡Ah! ¡Cómo rebasan el cielo, cómo rebasan la tierra! Por eso no pro­
nunciaré abundantes palabras, destacado entre los varones, Varón de Rabinal.
¡El cielo, la tierra, estén contigo!

Y se reanuda el baile. Vuelve a sonar la música.

E l V a r ó n d e R a b in a l

¡Eh! valiente, varón, hombre prisionero, cautivo. ¿Así dijo tu voz ante
el cielo, ante la tierra? “ ¡Vamos! ¿Sería un valiente, ¡vamos!, sería un
varón, y diría, revelaría mis montañas, mis valles?
“ ¿No está claro que nací en el costado de una montaña, en el costado
de un valle, yo el hijo de las nubes, el hijo de las nublazones?”
¿No dijo esto tu voz? Si no dices, si no revelas el aspecto de tus mon­
tañas, el aspecto de tus valles, permita el cielo, permita la tierra, que te haga

35 “Declarar sus montañas, sus valles, etc.” No sólo el hecho de conocer el estado
civil de su enemigo, daba poder mágico sobre él, sino que era una especie de deshonra
para un vencido (y para su pueblo) hacer una revelación de esa clase. Sólo victoriosos
se daban a conocer. “Montañas y valles” , significa el país entero.
36 Parece que “hijo de las nubes, de las nublazones” tiene doble sentido: el uno
serio, “venido de las altas montañas” , el otro irónico, “sin importancia, quimérico” .
37 Simple desertor, en fuga, cobarde.
38 En francés equivale a “pitoyable”, advirtiendo que no en sentido de tener piedad,
sino en el sentido de palabra ridicula, grotesca, estúpida, etc. (L. C. A.)
39 A mis labios, a mi cara (o a tu boca, tu faz), expresión quiché que se podría tra­
ducir, sencillamente, por “a mí” , “a ti” .

305
ir, sujeto o destrozado,40 ante mi Gobernador, ante mi mandatario, en mis
vastos muros, en mi vasta fortaleza.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra estén contigo, hombre prisionero, cautivo!

E l V arón d e l o s Q uech e

¡Ah cielo, ah tierra! Tu voz dijo ante el cielo, ante la tierra: “ Se podrá
hacer nacer, salir, las voces, las palabras, que diré contigo, ante el cielo, ante
la tierra.
“Aquí hay con qué hacerlas nacer, con qué hacerlas salir, para que tú
digas, para que tú reveles el aspecto de tus montañas, el aspecto de tus
valles. Si no los dices, si no los revelas, permita el cielo, permita la tierra,
que te haga ir, sujeto o destrozado, ante mi Gobernador, mi mandatario.”
Eso dijo tu voz ante el cielo, ante la tierra.
¡Ah cielo, ah tierra! ¿A quién diré, revelaré el aspecto de mis monta­
ñas, el aspecto de mis valles?
¿A ustedes, tapicholes;41 a ustedes, pájaros? 42
¡Yo, el valiente, yo el varón, jefe de los extranjeros de Cunén, de los
extranjeros de Chahul!
Ciertamente el jefe Hechicero de los varones, Hechicero del Envoltorio,
bajó diez veces43 el camino de las nubes, de las nublazones, en mis monta­
ñas, en mis valles.
¿Cómo hacer bajar, cómo hacer subir las voces, las palabras, que diré
contigo ante el cielo, ante la tierra?
¡El cielo, la tierra, estén contigo, destacado entre los varones, Varón
de Rabinal!

E l V a r ó n d e R a b in a l

Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché, ¿eres mi auxiliar, eres


mi hermano mayor, eres mi hermano menor? ¡Magnífico! ¡Y cómo podría
mi espíritu haber olvidado verte, olvidado mirarte, en los vastos muros, en
la vasta fortaleza!
Eras tú, sin duda, el que imitaba el grito del coyote, el que imitaba el
grito del zorro, el grito de la comadreja, del jaguar,44 en los vastos muros,
en la vasta fortaleza, para atraernos a ti,45 a nosotros los blancos niños, los

40 Muerto o vivo (cautivo).


41 Tapichol: “Pajaritos que cantan como los ruiseñores” .
42 Tziquin: “Pájaro” , tiene a menudo el sentido especial de “águila” , que podría
muy bien usarse en el caso presente, porque el varón Queché lo dice con ironía.
43 “Soy un guerrero valiente y no es la primera vez que dejo mi oppidiem elevado,
para ir a la guerra.”
44 Se imita los gritos de los animales, para hacer salir a los cazadores fuera de las
fortalezas, de sus murallas.
45 La “llamada” de los hombres, como la llamada de los animales, significa provoca­
ción. “Llamar” tiene el sentido de “retar” , “provocar” .

306
blancos hijos;46 para llevarnos a los vastos muros, ante la vasta fortaleza;
para alimentarnos con amarilla miel silvestre, con verde miel silvestre,47 que
toma nuestro Gobernador, nuestro mandatario el abuelo48 Cinco-Lluvia.
Entonces ¿por qué hacer alarde, provocar como tú lo has hecho, mi de­
cisión, mi valentía?
No han sido esos gritos los que nos llamaron, los que nos atrajeron a
los doce jefes,49 cada uno jefe de su muro, de su fortaleza.
No nos dijiste de veras: “Ustedes, hombres libres,50 los doce valientes,
hombres libres, los doce varones, deben venir a escuchar lo que se les or­
dena, porque cada uno de sus alimentos, cada una de sus bebidas fue disuelta,
consumida, destruida, convertida en piedra pómez.51
“Sólo la cigarra, sólo los grillos hacen oír su canto en los muros, en la
fortaleza de esos blancos niños, de esos blancos hijos, porque sólo son nueve,
diez los que están52 en sus muros, en su fortaleza.
“Por eso nosotros hemos dejado de alimentar a los blancos niños,53 a los
blancos hijos, porque comemos el plato frito, el frijol grande, e l54 plato de
langostas, el plato de loros, los platos combinados.”

46 Blancos (o buenos) niños, blancos (o buenos) hijos, indica a los subordinados, los
vasallos, subordinados a la tribu, y también a los guerreros subordinados a los grandes
jefes o al jefe supremo.
47 “Amarilla, verde” , es decir “rica, excelente” ; la miel parece haber sido un tributo
(o un regalo muy estimado); en consecuencia, los cazadores esperan que, por una buena
presa, merecerían esa golosina o se les permitiría conseguirla para ofrecerla al jefe supre­
mo de la ciudad.
^ “Abuelo, antepasado, anciano, padre” son títulos de respeto.
49'Aquí, como en otros párrafos y en la lista de los personajes, se encuentran doce
guerreros, doce jefes, en vez de los trece acostumbrados. ¿Por qué? Sería simplemente
por estar el consejo legislativo, administrativo, ejecutivo, judicial, formado por trece con­
sejeros principales (“consejeros que tienen derecho a un banco”, dicen otros textos), igua­
les en principio y elegidos cada uno por su clan o sub-clan o, más bien, parece por su
clan artificial de varones. Había, además, el Presidente o Jefe Supremo (que también lle­
vaba, honoríficamente, los títulos de todas las dignidades y que dirigía, de modo particu­
lar, la ciudad entera.) Quedaban otros doce consejeros que tenían, fuera del Consejo,
funciones especiales y probablemente injerencia más determinada en algún barrio. Se
debe observar, como nos lo revela, por'ejemplo, el Popol Vuh, que el Consejero-Jete
tenía también su barrio. En resumen, si se permite esta comparación, había un Consejero-
Jefe y doce Consejeros; total, trece, así como hay un cabo y cuatro soldados, total, cinco.
(Cf. nota 8 del Apéndice. F. M.)
50 Además de las diferentes acepciones que se refieren a la idea de “engendrar”,
alah tiene el de “libre” (hombre, animal, cosa) que prefiero en este caso; porque “hom­
bre libre” , es decir, “no vasallo, no tributario” , obedece perfectamente a la ley del para­
lelismo, ya que está de acuerdo con achí : “varón” .
51 Desaparecida, como un líquido en una piedra porosa.
52 Ya casi no queda ninguno.
53 “Hemos dejado de matar a nuestros guerreros porque a fuerza de matarlos uno
a uno, ya no quedan más.”
54 Aunque estemos muy poco informados acerca de la antigua cocina quiché, traté
de ser más preciso que Brasseur y aun explicar ciertos nombres que él no había traducido.
Esta enumeración de platos podría hacer creer también que esta frase significa: “ya no
matamos más, ya no comemos más, en las comidas sacrificatorias, a vuestros guerreros,
por una parte porque ya no hay más; por otra, porque nuestra victoria nos ha vuelto
ricos y nos permite otros alimentos” . (Motivo religioso, más bien. F. M.)

307
¿No era esto lo que decía la advertencia que se nos hizo a los jefes, los
guerreros? ¿No había en esto con qué rebasar los deseos de tu valentía, de
tu denuedo?
Y Belehe Mokoh,55 Belehe Chumay,56 con esa valentía, ese denuedo, ¿no
fueron a hacerse arrollar, a hacerse sepultar por nuestros guerreros, por nues­
tros jefes, en Coiom,56 en Tikiram, llamados así?
He aquí que pagarás ahora ese trastorno, bajo el cielo, sobre la tierra.
Tú dijiste, por consiguiente, adiós a tus montañas, a tus valles, porque
aquí cortaremos tu raíz, tu tronco, bajo el cielo, sobre la tierra.
Ya no te acontecerá jamis, de día, de noche, bajar, salir de tus montañas,
de tus valles.
Es preciso que mueras aquí, que desaparezcas aquí,57 bajo el cielo, sobre
la tierra.
Por eso yo comunicaré esta noticia a la cara de mi Gobernador, a la cara
de mi mandatario, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra. Por eso no pronunciaré
abundantes palabras.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre de los Cavek Queché!

E l V arón d e l o s Q u ech e

¡Eh! ¡valiente varón, destacado entre los varones, Varón de Rabinal!


Esto dijo tu voz ante el cielo, ante la tierra: “ ¿Por qué hacer alarde de mi
valentía, hacer alarde de mi denuedo?” Esto dijo tu voz.
Realmente llamaron al comenzar, llamaron a mi Gobernador, a mi man­
datario. Esa fue la única razón de mi arribo, de mi llegada de mis montañas,
de mis valles.
De aquí partió un mensaje de llamada, bajo el cielo, sobre la tierra, ante
los muros del comando de Cakyug-Zilic-Cakocaonic-Tepecanic; tal el nombre,
la cara58 de esos muros, de esa fortaleza.
¿No fue aquí donde ataron las diez cargas de cacao para comprar, las
cinco cargas de cacao fino,59 destinadas a mi Gobernador, a mi mandatario,

55 Belehe Mokoh: “Nueve coyunturas” . Belehe chumay, “nueve codos” , sería el lugar
de una importante derrota quiché. El paralelismo me hace preferir “nueve coyunturas” ,
a “ nueve oteros” , para el primer nombre, a pesar de que parezca, según Brasseur, referirse
a una matanza.
56 Cotom: Significa tal vez “esculpido, grabado” o “arreglado, ordenado” . En lo que
se refiere a Tikiram, tal vez podía ser la idea de “comenzar” y en tal caso tomar “arre­
glar” por el primer nombre; esto es muy hipotético. Tikiram, sería quizás el nombre de
una sierra, al Norte de la llanura de Rabinal, y sobre una de sus gargantas estaría situada
Cak-Y ug.
57 La muerte no es una destrucción completa, al menos inmediata, sino una especie
de desaparición, como lo indica el sentido “Lugar del Desvanecimiento, de la Desapari­
ción, etc.” , del nombre Xibalbá, lugar subterráneo de ultratumba, alumbrado durante la
noche por el sol y de día por la luna.
58 Metáfora quiché. Aquí “labios, cara, rostro, boca, faz u ojos” significa simple­
mente el hombre, es decir, el individuo mismo, la personalidad, según ideas de la Amé­
rica Media y de otras partes.
59 “Los tributos.”

308
Hechicero jefe, Hechicero de los varones, Hechicero del Envoltorio; esos
son su nombre, su boca, su cara, en mis muros, en mi fortaleza?
Desde que eso se le presentó, el jefe, Hechicero jefe, Hechicero del En­
voltorio, en el acto deseó, por ese motivo, la muerte de los Chacachs, de los
Zaman, del Caük de Rabinal, delante de los U x;60 de los Pokoman.
Procedamos lucidamente. Vayan a decir que desea ver la valentía, el de­
nuedo del jefe de la montaña Queché, del valle Queché.
Venga a tomar posesión de las hermosas montañas, de los hermosos va­
lles. Venga, pues, mi hermano menor, mi hermano mayor.61
Venga a tomar posesión, aquí, bajo el cielo, sobre la tierra, de esas her­
mosas montañas, de esos hermosos valles.
Venga a sembrar, a hacer viveros, allí donde se apretujan los retoños de
nuestros pepinos,62 de nuestras buenas calabazas, los retoños de nuestras ma­
tas de frijol.
Esto afirmó tu desafío, tu grito de llamada, ante mi Gobernador, mi
mandatario. De este modo se lanzó en seguida el desafío, el grito63 de mi
Gobernador, de mi mandatario: “ ¡Eh, eh! mi valeroso, mi varón, ve a con­
testar y torna pronto, porque arribó un mensaje de llamada, que llegó bajo
el cielo, sobre la tierra.
“Eleva tu vigor, tu valentía, bajo el cielo, sobre la tierra, el hijo de mi
flecha, el hijo de mi escudo; torna pronto a la vertiente de la montaña, a la
vertiente del valle.”
Así llegó el reto, el grito de mi Gobernador, de mi mandatario.
Yo me había marchado. Ponía las señales64 de las tierras, allá donde se
recuesta el sol, donde comienza la noche, donde el frío tortura, donde la
helada tortura, en Pan-Tzahaxak,65 llamado así.
Entonces mostré el hijo de mi flecha, el hijo de mi escudo. Volví al cos­
tado de la montaña, al costado del valle.

60 Los Ux y los Pokomanes pertenecen al grupo maya. Esos pueblos dominaban la


Verapaz, antes de la llegada de los Ah Rabinal. Después fueron alejados hacia el Norte.
Los que hoy existen, pueblan Cobán y sus alrededores. Ux “ser, piedra de afilar, cose­
char el algodón, mosca” ; ¿estarían, quizás, muy dedicados al cultivo del algodón? Poko­
man podría también ser interpretado de muchos modos; mas supongo que hay que pre­
ferir “separados (es decir, fracción) de los Mam” . Esta última palabra significa “antepa­
sados” y no “silenciosos” o “mudos”, como quisiera una sátira de los cakchiqueles defor­
mando Mam en Mem.
61 “Hermano mayor, hermano menor”, quiere decir “pariente” ; a menudo, es simple
fórmula de cortesía.
62 “Retoños” , “brotes” , podría ser suprimido o sustituido por “productos, frutos”.
63 Grito de guerra.
64 “Las señales.” En esos países de intensa agricultura, los límites de las tierras te­
nían una gran importancia; sobre todo, porque en América no existía la propiedad terri­
torial, raíz familiar o individual. Esas limitaciones estaban, en su mayor parte, destinadas
a toda una tribu, con sublimitaciones ciánicas. Tenían que estar hechas (Cf. Titulo de los
señores de Totonicapán, “in fine” ) por los más altos jefes, bajo la dirección del jefe su­
premo.
65 Estos lugares están al Oeste y sobre altas montañas nevadas. En efecto, Pan
Tzahaxak, “en las hojas secas” , (?) sería — según Brasseur— el nombre de la cumbre más
alta de los Cuchumatanes, hacia la aldea actual de Soloma, al Oeste del Quiché.

309
Allá, por primera vez, yo lancé mi reto, mi grito, ante Cholochic Huyu,66
Cholochic-Chah,67 llamados así.
Salí de allá; iba a lanzar mi reto, mi grito, por segunda vez, a Nim Che
Paraveno, a Cabrakán,68 llamados así.69
Salí de allá; iba a lanzar por cuarta vez mi reto, mi grito, a Xol Cha-
cach,70 llamado así.
Allá supe que el gran tambor de sangre,71 el tamboril de sangre,72 los
hacían sonar las doce águilas amarillas,73 los doce jaguares amarillos.
Palpitaba el cielo, palpitaba la tierra con el gran ruido, la gran agita­
ción de las doce águilas amarillas, los jaguares amarillos; con los servidores,
las servidoras del varón.
Allá se inició mi canto ante el cielo, ante la tierra: “ ¡Acércate violenta­
dor, jefe deshonesto!
“ ¿Será el primero a quien no acabaré de cortar la raíz, el tronco, ese
jefe de los Chacach, de los Zaman, el Caük de Rabinal?”
Eso dijo mi palabra. ¿Qué harás ¡oh, jefe!, ya que no he podido aniqui­
larte ni destrozarte, pues sólo he podido decir mi voz, cantar ante el cielo,
ante la tierra, destacado entre los varones, Varón de Rabinal?
Habla, por consiguiente, tú también, a tu vez.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, destacado entre los varones, Varón de
Rabinal!

E l V a r ó n d e R a b in a l

¡Ah! valiente, varón, hombre de los Cavek Queché. ¿Eso dice tu voz
ante el cielo, ante la tierra?
De veras son las palabras que has dicho, sin modificar las palabras que
has dicho: “De veras partió de aquí un mensaje de llamada; de veras nos
llamaron en las montañas Queché, en los valles Queché” .

66 “Hilera de colinas.”
67 “Hilera de pinos.”
68 Nim Che Paraveno, Cabrakán, debe de ser un error de copia, que hay que reem­
plazar por Nim Che, Cabrakán Pan Araveno (o PAraveno), que se encuentra más ade­
lante en el texto. El nombre Nim Che del primer lugar, es de fácil traducción: “gran
bosque, gran floresta” . En cuanto al segundo nombre, me ha sido imposible encontrar
una interpretación de Ar aveno, palabra que no parece quiché. Cabrakán, “gran gigante
de la tierra” , sirve para designar ya sea los temblores de tierra o al dios que los causa.
69 “En los recodos” del río de la montaña. Quizás era una antigua ciudad de los
Oga, “Los nocturnos” , pueblo ribereño del Chixsoy o del Lacandón, al Oeste de Rabinal.
70 “Entre las cañas gigantes” . (Traducción incierta.)
71 Latz tun, el gran tun de guerra. El tun {tunkul en Yucatán, teponaztli, en Méxi­
co), muy empleado siempre, es el gran tambor sagrado.
72 Lotz gohom, el pequeño tambor de guerra. El gohom {Tlapam-huéhuetl de los
mexicanos) es el tambor pequeño.
73 Los nombres de los colores son, con frecuencia, empleados como superlativos. Un
pasaje de los Anales de los Xahil me hace creer que tanto en este texto como en el pre­
sente, “amarillo” significa lo que se relaciona con los altos dignatarios y sus súbditos.
Brasseur, que nunca es parco en epítetos, lo traduce aquí por “ furibundos, coléricos” .

310
Realmente no fue una falta, no fue malo que llamaran, para oírlo, al He­
chicero jefe, al Hechicero del Envoltorio, cuando él deseaba la muerte, la
desaparición del jefe de los Chacach, de los Zaman, del Caük de Rabinal,
por los de Ux, por los de Pokoman, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
“Procedamos lucidamente, para lograr que venga el jefe de las montañas
Queché, de los valles Queché, con su valentía, con su denuedo.
“Venga a tomar posesión de las hermosas montañas, de los hermosos
valles. Venga a sembrar, venga a hacer sus viveros.”
¡Pues bien!, sembrareros, haremos nuestros viveros, allá donde se apre­
tujan los retoños de nuestros buenos pepinos, los retoños de nuestras bue­
nas calabazas, de nuestras buenas matas de frijol!
Así, por consiguiente, dijo nuestra voz ante el cielo, ante la tierra.
Por eso, tú nos provocaste inútilmente, nos amenazaste en vano, aquí
bajo el cielo, sobre la tierra.
Gracias al cielo, gracias a la tierra, te vertiste ante nuestros muros, ante
nuestra fortaleza. Por eso nosotros aceptaremos el reto, aceptaremos la lu­
cha; combatiremos a los de Ux, a los de Pokoman.
Yo te encomendaré, por consiguiente, la misión de la llamada. Ve, corre
ante Nim-Be,74 donde el pájaro bebe en el agua;75 ante Cholochic-Zakchun,76
llamado así.
No accedas a lo que quieren los corazones de los de Ux, de los de Po­
koman.
No dejes de luchar en sus montañas, en sus valles. Aniquila, destroza,
bajo el cielo, sobre la tierra.
Eso dijo, desde luego, mi voz; mas no fue necesario que vieras, que mi­
raras a los de Ux, a los de Pokoman, pues ellos se transformaron en moscas,
en mariposas, en hormigones, en hormiguitas,77 y sólo eran grandes sus filas,
sus columnas, para ascender por la cuesta del monte llamado Equempek Ga-
mahal.78
Entonces dirigí mi vista, mi contemplación, a la cara del cielo, a la cara
de la tierra; en ese momento vi a los del Ux, a los de Pokoman; mi corazón
decayó, mi corazón se sintió herido al verte, al mirarte, porque tú habías
accedido a lo que deseaban los de Ux, los de Pokoman.
Entonces lancé mi grito, mi reto contra ti: ¡Eh, eh! valiente, varón,
hombre de los Cavek Queché: ¿por qué dejas de luchar contra los de Ux,
contra los de Pokoman, en sus montañas, en sus valles?
¡Ah cielo, ah tierra! Realmente, esperaban en nuestras montañas, en
nuestros valles, que tú lanzaras tu reto, tu grito contra los de Ux, los de
Pokoman.

74 “Camino real (camino grande).”


75 Aquí, probablemente, una vez más, el pájaro es el águila. Un lugar en donde el
águila bebe, significaría un lugar muy elevado, cruzado solamente por un camino de
montaña.
76 “Cal blanca arreglada.”
77 Huyeron en multitud.
78 “Abajo de la caverna de las amarillas espigas secas.” (?)

311
¿Has respondido con tu desafío, con tu grito, contra los de Ux, los
de Pokoman, aquellos que habían lanzado su reto, su grito?
“ ¡Ah! ¡ah! que tornen ¡ah! los de Ux, los de Pokoman a escuchar aquí
las órdenes, bajo el cielo, sobre la tierra.” Eso dijo tu voz.
Entonces los de Ux, los de Pokoman, te respondieron: “Valiente, varón,
hombre de los Cavek Queché, abandona la lucha en nuestras montañas, en
nuestros valles.
“ ¿No nacimos aquí, con nuestros niños, nuestros hijos,79 donde bajan las
negras nubes, las blancas nubes, donde el frío tortura, donde la helada tor­
tura?
“Lejos se hallan los ramajes, los verdes ramajes, el amarillo cacao para
las compras, el amarillo cacao fino, el oro, la plata, los bordados, la orfebre­
ría, con mis niños, mis hijos.
“Aquí están mis niños, aquí están mis hijos; allá no existe para ellos su­
frimiento, absoluto o relativo, si desean sostenerse; mientras reposas llega
una carga de cacao para comprar, una carga de cacao fino, porque ellos son
bordadores, orfebres,80 del amanecer a la noche.81
“Pero contempla a los niños, ve a los hijos del más destacado entre los
varones, del Varón de Rabinal. Ellos sólo con gran dolor, con gran padeci­
miento logran alimentarse, total o parcialmente, del amanecer a la noche.
“Una de sus piernas ve hacia adelante, otra pierna ve hacia atrás; sólo
hay cojos, mancos;82 los sobrinos, los nietos del más destacado entre los
varones, del Varón de Rabinal, del amanecer a la noche.”
Eso repuso al reto, al grito, de los de Ux, de los de Pokoman, debido a
la envidia de sus corazones.
Y tú les respondiste: “ ¡Eh, eh! ¡Ustedes los de Ux, ah, ustedes los de
Pokoman! ¿Eso dicen sus voces, ante el cíelo, ante la tierra?
“En lo que concierne a esos niños, a esos hijos del Varón de Rabinal,
no hay que tocar sus caras; por lo que se refiere a sus medios de subsistir,
su manera de vivir bajo el ancho cielo, bajo los lados del cielo, a la cabeza
de la tierra, a los pies de la tierra,83 en una alcoba o en dos alcobas, porque
son vigorosos, porque son denodados.
“Tus niños, tus hijos, al contrario, se pierden, se dispersan, van y vie­
nen; se colocan en orden, van a sus montañas, a sus valles.
“Quizás de allí sólo vuelvan uno, dos a sus muros, a su fortaleza, por­
que se les aniquila, se les persigue mientras buscan sus alimentos, su manera
de vivir.

79 “Nosotros somos autóctonos” y, además, nuestro país no tiene con qué provocar
envidia.
80 “Mis administrados, mis vasallos, tienen una vida tanto más fácil y más feliz cuan­
to que a todo aquello que les da (plantas y minerales) el país, hay que sumar las grandes
ganancias comerciales de sus industrias artísticas; la fortuna les llega mientras duermen.”
81 “De día, de noche” , “de la mañana a la noche” , equivale a constantemente.
82 “Sus administrados, sus vasallos, no tienen industria, son muy pobres; están siem­
pre listos para marcharse, para emigrar, no importa hacia dónde, para escapar a su mi­
seria.”
83 Cuádruple fórmula que significa, sencillamente: “por todas partes, por todos
lados” .

312
“Entre los niños, los hijos del valiente, del varón más destacado entre
los varones, del Varón de Rabinal, si uno, dos se van, uno, dos tornan a sus
muros, a su fortaleza.” Eso dijo tu voz a los de Ux, a los de Pokoman.
Pero esto es lo que dijo mi voz: ¡Eh, eh! valeroso varón, hombre de
los Cavek Queché. Se ha escuchado el reto, el grito que lanzaron los de Ux,
los de Pokoman.
¡Ah cielo, ah tierra! Era preciso que estuvieran iracundos por abando­
nar, bajo el cielo, sobre la tierra a mis niños, mis hijos.
Debe decirse que no pudieron tomar posesión de esas hermosas mon­
tañas, de esos hermosos valles.
Es sorprendente que hayas venido a acabar muchos días, muchas noches,
bajo el cielo, sobre la tierra; que hayas venido a terminar el hijo de tu flecha,
el hijo de tu escudo; que hayas venido a terminar la cara de tu vigor, la cara
de tu energía.
Nada has obtenido, y hay que decir que de nada has podido adueñarte
bajo el cielo, sobre la tierra. Sabías dónde estaban los límites de tu tierra
que viene a unirse a los costados de las montañas, a los costados de los valles.
Debe decirse que soy el valiente, el varón, destacado entre los varones,
el Varón de Rabinal, quien adquirió renombre con sus niños, con sus hijos,
bajo el cielo, sobre la tierra.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, valiente, varón, hombre de los Cavek
Queché!
E l V arón d e l o s Q u ech e

¡Ah! ¡ah!, ¡oh cielo, oh tierra! Tu voz dice verazmente que no he lo­
grado adueñarme aquí, bajo el cielo, sobre la tierra, de las hermosas mon­
tañas, de los hermosos valles.
¿Fue inútil, en vano, que viniera aquí a concluir muchos días, muchas no­
ches bajo el cielo, sobre la tierra?
¿Mi valentía, mi denuedo, entonces, no me han servido?
¡Ah cielo, ah tierra! Me fui, por consiguiente, a mis montañas, a mis
valles. Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
Anduve por el costado de las montañas, el costado de los valles; allá, en
la punta que llaman Camba,84 puse mis señales.
Mi voz dice, por eso, ante el cielo, ante la tierra:
Llamándolo, podría hacer que saliera el jefe de Camba, para poner mis
sandalias sobre las cabezas85 de los niños, las cabezas de los hijos del más
destacado entre los varones, del Varón de Rabinal.
Así expresó su queja mi corazón. Pero si hasta el mismo cielo quisiese
castigarme, si la tierra quisiese castigarme, diría mi voz:
Me fui de allá a poner mis señales86 a la cima de la montaña Zaktihel,87
del valle Zaktihel;87 lancé mi reto, mi grito. ¡Ah cielo! ¡ah tierra!
84 Camba, lugar vecino de la llanura de Rabinal.
85 “Vencer, entregarse, someter a vasallaje, a tributo.”
86 Mis señales, mis linderos, etc.
87 Zaktihel, “piedra de cal” , según Brasseur. Cerca de la llanura de Rabinal.

313
¿Es verdad que de nada me he adueñado aquí bajo el cielo, sobre la
tierra?
De allá bajé en seguida a la cuenca del río y vi entonces las tierras nue­
vas, antiguas; las tierras de las amarillas espigas, de los amarillos frijoles,
de los blancos frijoles, de las aves con garras.88
Mi voz dijo entonces esto, ante el cielo, ante la tierra: ¿No podría lle­
varme un poco de esta tierra nueva, antigua, con ayuda del hijo de mi flecha,
el hijo de mi escudo? Entonces allí hundí mis sandalias en la tierra nueva,
antigua.89
De allá me fui en seguida a colocar mis señales sobre la punta Xtincurun,
frente a Ximbal Ha, llamados así.90
De allá también partí: fui a plantar mis señales a la punta llamada Que-
zentum;91 allá redoblé en el tambor por el deseo de mi corazón, durante
trece veces veinte días, trece veces veinte noches,92 porque no había logrado
adueñarme bajo el cielo, sobre la tierra, de las hermosas montañas, de los
hermosos valles.
Esto dijo mi voz ante el cielo, ante la tierra: ¡Ah, oh cielo, oh tierra!
Es verdad que no logré adueñarme de nada aquí, bajo el cielo, sobre la
tierra; que vine inútilmente, en vano, a acabar muchos días, muchas noches.
Esto dijo mi voz ante el cielo, ante la tierra.
Vine, por consiguiente, a dar fin a la cara de mi fuerza, la cara de mi
energía; mi valor, mi denuedo no me sirvieron.
Esto dice mi voz, ante el cielo, ante la tierra.
Me fui a mis montañas, a mis valles. Mi voz dijo en seguida que yo re­
corrí el costado de las montañas, el costado de los valles; esto dijo mi voz.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, el más destacado entre los varones,
Varón de Rabinal!

E l V a r ó n d e R a b in a l

¡Ah! valiente, varón, hombre de los Cavek Queché. ¡Mis niños, mis
hijos! ¿Por qué atrajiste a mis niños, a mis hijos? Nada tenías que hacer
con ellos.
Déjalos en sus montañas, en sus valles. Si no los dejas, permita el cielo,
permita la tierra, que trastorne el cielo, que trastorne la tierra.93
Esto dijo mi reto porque me había marchado; me dedicaba a colocar

88 Riuxgag txiquin: No se comprende, realmente, por qué Brasseur tradujo estas pa­
labras por “frijoles de todas clases” , en vez de “pájaros de garras” . (Por otra parte, Bras­
seur ha hecho una traducción muy imaginativa del final de este párrafo.)
89 “Tomé posesión de ellas.”
90 “Mansión de las ligaduras, prisión.” Cerca de la llanura de Rabinal.
91 Terraplén cubierto de ruinas, a menos de dos leguas de Rabinal, citado en las
leyendas Quezentún: “ellos comienzan a tocar el tambor” . (?)
92 El período ritual de las fiestas movibles. Aunque el texto no diga la razón por la
cual dura la expedición ese tiempo, es un dato interesantísimo: muestra, una vez más, la
relación íntima de la religión y de la magia, con la guerra.
93 “Poner al mundo en completo desorden” ; una exageración como tantas otras de
la lengua quiché.

314
las señales de la tierra en la punta llamada Mucutzunun,94 cuando secuestraste
a los blancos niños, a los blancos hijos, ayudado por el hijo de tu flecha,
ayudado por el hijo de tu escudo, sin que el eco de tu corazón oyese mi
reto, mi grito.
Entonces recorrí el costado de las montañas, el costado de los valles, y
puse mis señales en Pan-Ahachel,95 llamado así. Allá lancé mi reto, mi grito,
contra ti.
Hasta entonces dejaste a los blancos niños, a los blancos hijos, allá en
Nim Che, en Cabrakán Paraveno, llamados así; efectivamente a corta dis­
tancia de las montañas Queché, de los valles Queché.96
De allá regresaron ellos, recorrieron ellos los costados de las montañas,
los costados de los valles; hueco el vientre, vacío el estómago, regresaron
ellos; no obstante, ellos no se dispersaron en sus muros, en sus fortalezas,
sino que se avecindaron en Panamaka,97 llamado así.
Entonces viniste contra mi Gobernador, mi mandatario, allá en el lugar
de los Baños,98 llamado así. No me había marchado; estaba a punto de colo­
car las señales de las tierras, allá en Tzam-Ha," ante Quiluyach Abach,100
llamados así.
Entonces abandoné mi vista, mi contemplación ante el cielo, ante la
tierra. Grande era el espacio donde marchaban las nubes, donde marchaban
las nublazones, frente a los vastos muros, frente a la vasta fortaleza.
Allá lancé mi reto, mi grito, ante el cielo, ante la tierra.
Mi voz dijo así: ¡Eh, eh, valiente, varón, hombre de los Cavek Queché!
A mi Gobernador, mi mandatario, ¿por qué viniste a secuestrarlo del inte­
rior de los vastos muros, del interior de la vasta fortaleza?
Nada tenías que ver con él. ¡Permítele, pues, que tome a los vastos mu­
ros, a la vasta fortaleza! Esto dijo mi voz, mas tu corazón no se conmovió
al oír mi reto, mi grito.
Mi voz dijo también: Si no dejas ir a mi Gobernador, mi mandatario,
permita el cielo, permita la tierra, que yo trastorne el cielo, que trastorne la
tierra,93 que recorra el cielo, que recorra la tierra. Esto dijo mi voz.
Pero tu corazón no se conmovió al escuchar mi reto, mi grito. Recorrí,
pues, los costados de las altas, hermosas montañas, de los grandes, hermo­
sos valles, y fui a colocar mis señales en el interior de los vastos muros, den­
tro de la vasta fortaleza.

94 “Colibríes (o lanzas) enterrados (o escondidos).” Más allá de la ciudad de Salamá.


95 Es aún actualmente el pueblo de Pan Ahachel, “En los matazanos” , sobre el lago
del mismo nombre, llamado también Lago de Atitlán (exactamente Atitán, “lugar de la
abuela ancestral mágica” ).
96 Este dato sitúa, aproximadamente, el lugar Cabrakán Paraveno.
97 Tal vez sea la actual Tzacualpa, la Pamaca del Popol Vuh, que Ximénez traduce
por “En el agua caliente” .
98 Chi r Atinibal, muy probablemente Chi r’Atinibal Tohil, “en los baños de Tohil”
(“lluvioso” ). Tohil, principal dios tribal de los quichés. Fuentes termales, a seis leguas al
Suroeste de Cubulco. Excepcionalmente doy la traducción de este nombre de lugar, en
el texto.
99 “Mansión de la Punta.”
100 “Rocas enfrentadas” , cerca del pueblo de San Raimundo, a unas ocho leguas de
Guatemala.

315
Pero no vi sino el horizonte donde marchaban las nubes, donde marcha­
ban las nublazones, frente a los vastos muros, frente a la vasta fortaleza.
Sólo la cigarra, sólo el grillo venían a vibrar, venían a cantar101 en los
vastos muros, en la vasta fortaleza.
Pero mi corazón desfalleció, mi corazón decayó, he recorrido los costa­
dos de las montañas, los costados de los valles, hasta que llegué a las mon­
tañas Queché, a los valles Queché; hasta que logré alcanzar a mi Goberna­
dor, mi mandatario, bien amurallado atrás y adelante, en la piedra, en la cal.
Me lancé allí con el hijo de mi flecha, con el hijo de mi escudo, mi maza
vaqui, mi hacha yaqui, mi valor, mi denuedo. Vi entonces a mi Gobernador,
mi mandatario, completamente abandonado en la piedra, en la cal.102
Lo saqué de allí con la ayuda del hijo de mi flecha, el hijo de mi escu­
do. Debo decir que si yo no hubiera estado allí, en verdad habrías cortado
la raíz, el tronco de mi Gobernador, de mi mandatario, en la montaña Que­
ché, el valle Queché.
Así fue como volví a verlo. Con la ayuda del hijo de mi flecha, del hijo
de mi escudo, le conduje de nuevo a los muros, a la fortaleza, a mi Gober­
nador, mi mandatario.
¿No asolaste dos, tres pueblos; las ciudades con barrancos 103 de Balam-
vac,104 cuyo suelo pedregoso resuena con las pisadas; de Chi-Calcaraxah,105
de Chi-Cunu,106 de Chi-Gozibal-Tagah-Tulul,107 llamados así?
¿Hasta cuándo tu corazón dejará de estar envidioso, celoso, de mi valor,
de mi denuedo? Pero vas a pagarlo, bajo el cielo, sobre la tierra.
Transmitiré, por consiguiente, la noticia de tu presencia en los vastos
muros, en la vasta fortaleza, a mi Gobernador, a mi mandatario.
Has dicho, pues, adiós a tus montañas, a tus valles, porque aquí corta­
remos tu raíz, tu tronco, bajo el cielo, sobre la tierra.
Realmente así será. Por eso, no pronunciaré abundantes palabras.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre de los Cavek-Queché!

E l V arón d e l o s Q uech e

¡Eh, valiente, varón, Varón de Rabinal! ¿Dice eso tu voz ante el cielo,
ante la tierra? No cambiaré las palabras que has dicho, ante el cielo, ante la
tierra, a mis labios, a mi cara. Debo decir que ejecuté mal, al principio, las
órdenes de nuestro Gobernador, nuestro mandatario.

101 Modo empleado frecuentemente pitra significar que un sitio se ha vuelto desierto.
102 Cautivo. No parece que la América Media haya conocido nuestras prisiones, lu­
gares de castigo, de larga detención. En los edificios a los cuales puede aplicarse este
nombre se encerraba, sencillamente, a los cautivos hasta el día en que eran sacrificados.
103 Civan (Zivan), “barranca, foso” , natural o artificial. Por eso el nombre de las
poblaciones fortificadas va, a menudo, seguido de Civan.
104 “Brujo Gavilán”. Vac, el gavilán, es el mensajero de los Hurakán “Maestros Gi
gantes” , grandes dioses del rayo, del fuego del ciSlo. (Cf. Popol Vuh.)
105 “En la Costa de las Verdes Cañas.” (?)
106 “Los médicos” o “los pudenda” .
107 “Valle lleno de yerba v de los zapotillos rojos.”

316
“Ellos nos provocaron, ellos nos retaron” , había dicho la voz de nuestro
Gobernador, de nuestro mandatario, el jefe de Teken Toh,108 el jefe de Teken
Tihax,109 Gumarmachi,110 en Taktazib,111 Taktazimah,112 Cuxuma Ah,1’2 de
Cuxuma Cho,114 de Cuxuma Zivan,115 de Cuxuma Cab,116 de Cuxuma Tzi­
quin.117 Estos son los nombres, los labios, las caras118 de nuestro Goberna­
dor, de nuestro mandatario.
“Vengan ¡oh! los doce denodados, los varones; vengan a escuchar las
órdenes.” Esta fue la voz que habló, a ellos al principio; en seguida, a ti;
debido a la miseria, el derroche, la falta de orden que hubo allí en los pues­
tos, en los cargos públicos.
En los vastos muros, en la vasta fortaleza, sólo hay nueve blancos niños,
diez blancos hijos en los vastos muros, en la vasta fortaleza.119
Esa fue la voz que habló a ellos y a ti. Como de nada había podido adue­
ñarme, aquí, debido al deseo de mi corazón, yo hice venir, yo hice tornar a
los blancos niños, los blancos hijos, mientras que ellos estaban distraídos en
Iximché 120 buscando las colmenas de miel amarilla, de miel verde.
Cuando los vi, mi voz dijo ante el cielo, ante la tierra: ¿No podría se­
cuestrar a esos blancos niños, a esos blancos hijos, para que se avecinen en
mis montañas, en mis valles?
Mi voz dijo: Los conduciré ante mi Gobernador, mi mandatario, a la
montaña Queché, al valle Queché.
Mi voz dijo: Aquí hay, pues, un poco de estas tierras nuevas, antiguas;
de las blancas espigas abiertas, de l©s amarillos frijoles, de los blancos fri­
joles.
De allí vine a Pan Cakil,121 llamado así, porque mi corazón estaba con los
blancos niños, con los blancos hijos.
Por eso, pues, lanzaste tu reto, tu grito. Entonces lloró mi corazón, se
quejó mi corazón, al oír tu reto, tu grito. Pero en seguida los dejé libres,
allá en Nim Che, en Cabrakán Pan-Araveno, llamados así.
Faltaba poco para que los blancos niños, los blancos hijos llegasen a mis
montañas, a mis valles, a las montañas Queché, a los valles Queché

108 “Lluvias amontonadas.”


109 “Sílex amontonado.”
110 “Calabazas trabajadas.”
111 “Bosques cortados, arreglados.”
112 “Postes arreglados.”
113 “Racimos de cañas.”
114 “Racimos de lagos.”
115 “Racimos de barrancos.’*
116 “Racimos de tierras.”
117 “Racimos de pájaros (águilas).” (?)
118 Son las ciudades en que él manda, como jefe supremo; es la enumeración de sus
dominios.
119 La mala administración había causado la ruina; los vasallos se alejaron y los fie­
les se marcharon.
120 Iximché: “Bambú de la gran especie” , dice Brasseur. “Especie de árbol llamado
'Ramón’ , parecido a las brasimium" , señala Brinton. Iximché es también el nombre de
la ciudad (Antigua Guatemala) de los cakchiqueles.
121 “En lo rojo (o en el fuego).”

317
De ese modo se fueron, así tornaron los blancos niños, los blancos hijos;
hueco el interior de su vientre, vacío el interior de su estómago. Prosiguie­
ron la marcha por los costados de las montañas, por los costados de los valles.
No obstante, no llegaron hasta sus muros, su fortaleza; se avecindaron,
por consiguiente, en Panamaka, llamado así.
Ciertamente fui yo el que procedí mal, cuando secuestré a tu Goberna­
dor, tu mandatario, allá en el lugar de los Baños, llamado así; mientras que
él iba a bañarse, yo lo secuestré, ayudado del hijo de mi flecha, ayudado del
hijo de mi escudo.
Lo trasladé a mis montañas, a mis valles: montañas Queché, valles Que­
ché, debido al deseo de mi corazón, porque de nada había podido adueñar­
me bajo el cielo, sobre la tierra. Lo encerré, pues, en los muros de cal y
piedra; tapié su cara, con la cal, la piedra. ,
Debo decir que he procedido mal, porque tu voz dijo: “ Asolaste dos, tres
pueblos; las ciudades con barrancos de Balamvac, donde el suelo pedregoso
resuena con las pisadas; de Chi-Calcaraxah, de Chi-Cunu, de Chi-Gozibal-
Tagah-Tulul, llamados así.”
Ciertamente, procedí mal entonces, debido al deseo de mi corazón, y
pagaré ahora bajo el cielo, sobre la tierra.
No hay otras palabras en mi boca, en mi cara. Sólo la ardilla, sólo el
pájaro, aquí ante mí, te gritarán, quizás, ¡oh jefe!
¿No dijo tu voz también: “Voy a transmitir la noticia de tu presencia
a la cara de mi Gobernador, mi mandatario, en los vastos muros, en la vasta
fortaleza. Has dicho adiós a tus montañas, a tus valles, porque aquí corta­
remos tu raíz, tu tronco, aquí bajo el cielo, sobre la tierra?” Esto dijo tu voz.
¿No podríamos proceder lucidamente como hermano mayor, como her­
mano menor? Te adornaría, te decoraría con mi oro, con mi plata, con el
hijo de mi flecha, con el hijo de mi escudo, con mi ma2a yaqui, con mi hacha
yaqui, aun con mis guirnaldas,122 con mis sandalias.
Trabajaría aquí, te serviría como tu niño, como tu hijo, aquí bajo el
cielo, sobre la tierra, como señal suprema de que tú no me dejas marchar a
mis montañas, a mis valles.118
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, valiente, varón, destacado entre los
varones, Varón de Rabinal!

E l V a r ó n d e R a b in a l

¡Ah, valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! ¿No dijo tu voz
ante el cielo, ante la tierra: “ ¿No podría yo adornarte, decorarte, con mi
oro, con mi plata, con el hijo de mi flecha, con el hijo de mi escudo, con
mis guirnaldas, con mis sandalias; trabajar aquí, servirte, bajo el cielo, sobre
la tierra?” Esto dijo tu voz.
Pero entonces iría a decir a la cara de mi Gobernador, de mi mandatario:
“Un valiente, un varón nos había combatido tras los vastos muros, la vasta

122 Atziak: Guirnalda.

318
fortaleza, durante trece veces veinte días, durante trece veces veinte noches;
nuestro sueño no había sido un reposo,123 y en seguida yo me he adornado,
decorado con su oro, con su plata, con su maza yaqui, con su hacha yaqui,
aun con sus guirnaldas, sus sandalias.”
¡Y yo podría ir a decir a la cara de mi Gobernador, de mi mandatario,
que lo he dejado en seguida regresar a sus montañas, a sus valles! ¿Iría a
decir eso a la cara de mi Gobernador, de mi mandatario?
Pero estoy bien provisto, colmado de dones por mi Gobernador, mi man­
datario; tengo oro, plata; tengo el hijo de mi flecha, el hijo de mi escudo,
mi maza yaqui, mi hacha yaqui; estoy bien provisto, estoy colmado de do­
nes por mi Gobernador, mi mandatario, en los vastos muros, en la vasta
fortaleza.
Por eso voy a transmitir la noticia de tu presencia frente a los vastos
muros, frente a la vasta fortaleza, a la cara de mi Gobernador, de mi man­
datario.
Si mi Gobernador, mi mandatario permite que te deje marchar a las
montañas, a los valles; si mi Gobernador lo dice, entonces te dejaré marchar
a las montañas, a los valles. Sí, si mi Gobernador dice eso, te dejaré marchar.
Pero si mi Gobernador, mi mandatario dice: “Tráelo ante mis labios, mi
cara, para que yo vea hasta qué punto sus labios, su cara son de un valiente,
de un varón; si mi Gobernador, mi mandatario dice eso, te lo comunicaré.”
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, valiente, varón, hombre de los Cavek
Queché!
E l V arón d e l o s Q u ech e

¡Pues bien, que así sea, valiente, varón, Varón de Rabinal! Si debes
transmitir la noticia de mi presencia a la cara de tu Gobernador, en los vas­
tos muros, en la vasta fortaleza, anuncíame, pues.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, el más destacado entre los varones,
Varón de Rabinal!

CU AD RO II

E l V a r ó n d e R a b in a l

Ante el jefe Cinco-Lluvia, que ocupa un asiento bajo,


con respaldo, adornado con labores antiguas. Junto a
él, la señora, su esposa, rodeada de sirvientes, guerre­
ros, águilas y jaguares.

¡Te saludo, oh jefe! ¡Te saludo, oh señora! Doy gracias al cielo, doy
gracias a la tierra. Aquí tú proteges, abrigas, bajo el toldo de plumas de
verdes pajarillos,124 en los vastos muros en la vasta fortaleza.

123 Siempre en alarma.


124 Los verdes pajarillos raxon.

319
Así como yo soy un valiente, un varón, y he llegado hasta tus labios, tu
cara, en los vastos muros, en la vasta fortaleza, de igual manera aquí está
un valiente, un varón, que se nos enfrentó durante trece veces veinte días,
durante trece veces veinte noches, tras los vastos muros, tras la vasta for­
taleza, donde nuestro sueño no era un reposo.
El cielo nos lo ha entregado, la tierra nos lo entregó enlazado; al hijo
de mi flecha, al hijo de mi escudo.
Lo he atado, lo he enlazado, con mi fuerte cuerda, con mi fuerte lazo,
con mi maza yaqui, con mi hacha yaqui, con mi red, con mis ataduras, con
mis yerbas mágicas.
Después hice que se manifestaran sus labios sin que se cubrieran de es­
puma:125 los labios de ese valiente, de ese varón; en seguida él habló ante
sus montañas, ante sus valles, a mis labios, a mi cara, a mí, el valiente, el
varón.
Era ese valiente, ese varón, el que imitaba el grito del coyote, el que
imitaba el grito del zorro, el que imitaba el grito de la comadreja, más allá
de los vastos muros, la vasta fortaleza, para atraer, para provocar a los blan­
cos niños, a los blancos hijos.
Fue ese valiente, ese varón, el que aniquiló a nueve o diez blancos niños,
blancos hijos. Fue, también, ese valiente el que te secuestró en los Baños.
Fue ese valiente, ese varón el que asoló dos o tres pueblos; la ciudad
con barrancos de Balamvac donde el suelo pedregoso resuena con las pisadas,
llamada así.
¿No pondrá, por consiguiente, el deseo de tu corazón un final a ese va­
lor, a ese denuedo? ¿No lo previenen nuestros gobernadores, nuestros man­
datarios, cada uno Gobernador de muros, de fortalezas: el jefe de Teken
Toh, el jefe de Teken Tihax, Gumarmachi Tactazib, Tactazimah, Cuxuma
Ah, Cuxuma Zivan, Cuxuma Cho, Cuxuma Cab, Cuxuma Tziquin?
Estos son sus nombres, sus labios, sus caras. Ahora él viene a pagar bajo
el cielo, sobre la tierra.
Aquí cortaremos su raíz, su tronco; aquí bajo el cielo, sobre la tierra,
¡oh Gobernador, jefe Cinco-Lluvia!

E l j e f e C in c o - L l u v ia

¡Mi valiente, mi varón! Gracias al cielo, gracias a la tierra, has llegado


a los vastos muros, a la vasta fortaleza, ante mis labios, ante mi cara, ante
mí, tu Gobernador, yo el jefe Cinco-Lluvia.
Por consiguiente, gracias al cielo, gracias a la tierra, que el cielo te haya
entregado, que la tierra te haya entregado ese valiente, ese varón; que lo
hayan arrojado al hijo de tu flecha, al hijo de tu escudo; que lo hayas suje­
tado, que tú hayas enlazado, valiente, a ese varón.
Pero que no haga estruendo; pero que no escandalice cuando llegue a
la entrada de los vastos muros, de la vasta fortaleza; porque debe amársele,

125 “El habló voluntariamente sin (demasiado) furor.”

320
debe admirársele126 en los vastos muros, en la vasta fortaleza; porque aquí
se hallan sus doce hermanos mayores, sus doce hermanos menores, los de
los metales preciosos, los de las piedras preciosas.127
Sus labios, sus caras, no se hallan todavía completos: quizás ha venido
a integrar su grupo en los vastos muros, en la vasta fortaleza. Aquí hay doce
águilas amarillas, doce jaguares amarillos; sus bocas, sus fauces, no están
completas; quizás ese valiente, quizás ese varón ha venido a completar a
unos y a otros.
Hay aquí bancos de metales preciosos, asientos de metales preciosos; hay
unos donde se puede estar sentado; hay otros donde no se puede estar sen­
tado: quizás ese valiente, ese varón, ha venido a sentarse en aquéllos.
Hay aquí doce bebidas, doce licores que embriagan, de los llamados Ix-
tatzunun:128 dulces, refrescantes, alegres, gratos, atrayentes; de los que se
bebe antes de dormir, aquí en los vastos muros, en la vasta fortaleza; bebi­
das de jefes: quizás ese valiente vino para beberías.129
Hay telas muy finas y bien tramadas; brillantes, esplendentes, labor de
mi madre,130 de mi señora; por ese esplendente trabajo de mi madre, de mi
señora, quizás ese valiente, ese varón, vino para estrenar su delicadeza.
También está la Madre de las Plumas, la Madre de los Verdes Pajarillos,
traída de Tzam-Gam-Carchag;131 quizás ese valiente, quizás ese varón, vino
para estrenar sus labios, su cara; vino para bailar con ella, dentro de los
vastos muros, en la vasta fortaleza.
Quizás ese valiente ha venido para convertirse en yerno de clan,132 cuña­
do de clan, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.

126 Se amará, se admirará la actitud digna y heroica del cautivo al que se va a sacri­
ficar.
127 En honor a sus hazañas, sus armas y sus trajes están adornados con gran variedad
de joyas, piedras preciosas, etc., por lo que se llama a esos guerreros “los de los metales
preciosos, los de las pedrerías, los de las esmeraldas, etc.” Brasseur traduce: “los guar­
dianes del tesoro” .
128 Ixtatzunun: “Vosotros esperad colibríes”, traduce Brinton. ( Ixtaz: rana. Tzunin:
lanza, exhalar, colibrí.) Son descomposiciones poco aceptables. ¿Estará bien la ortografía
de la palabra?
129 Probablemente esto encierra una amenazadora ironía. En efecto, esos licores re­
servados a los varones de la tribu, no son rehusac js a los enemigos vencidos, antes de
ejecutarlos.
130 Como lo veremos más adelante, “Madre” sólo es, en este caso, un epíteto de alto
respeto, sin que signifique alguna relación filial, verdadera.
131 Tzam-Gam-Carchag: Tzam indica prominencia, Gam, “gradas, cuerda” , etc. Car-
chag, “hermano menor adornado” . (Interpretaciones muy dudosas. Ortografía insegura.)
¿Carchag o Carchah? Carchah, “juegos de pelota adornados” .
132 En Guatemala, como en México y en otras muchas regiones de la América Media
y del Viejo Mundo, un guerrero cautivo, sobre todo si era de gran arrojo, podía — a ve­
ces— escapar a la muerte, cuando la tribu que lo había capturado lo adoptaba. Es evi­
dente que una de las mejores pruebas, podría decirse “condiciones”, de esa adopción,
era el matrimonio con alguien de la tribu. Al casarse en alguno de los clanes, se volvía
yerno o suegro de las diversas clases de edad de los otros clanes.

321
Si es sumiso, si es modesto, si se humilla, si humilla su cara, entonces
puede entrar. Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, destacado entre los varones!

E l V a r ó n d e R a b in a l

Jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación, ante el cielo, ante la tierra. Mi


voz dice esto: Aquí está mi vigor, mi denuedo, que habías entregado, que
habías afirmado a mis labios, en mi cara.
Dejaré aquí, por consiguiente, mi flecha, mi escudo. Consérvalos, pues;
guárdalos en su cubierta, en su arsenal; que reposen allí: yo reposaré tam­
bién, porque cuando debíamos dormir no había, a causa de ellos, reposo
para nosotros.
Te los dejo, por consiguiente, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Esto dice mi voz, ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, mi Gobernador, mi mandatario, jefe
Cinco-Lluvia!

E l j e f e C in c o -L l u v ia

Mi valiente, mi varón, ¿no dice eso tu voz, ante el cíelo, ante la tierra?:
“Aquí está mi vigor, aquí está mi denuedo; aquí está mi flecha, aquí está
mi escudo, que tú habías entregado, que tú habías afirmado a mis labios,
a mi cara.
"Te los entrego, pues, para que los conserves; para que los guardes en
los vastos muros, en la vasta fortaleza, en su cubierta, en su arsenal.” ¿No
es esto lo que dijo tu voz?
Pero ¿cómo los conservaría, cómo los guardaría en su cubierta, en su

322
arsenal? ¿Cuáles armas tendría, entonces, contra los que vinieran, a descu­
brirse a la cabeza de las tierras,133 al pie de las tierras? 133
¿Qué armas, también, habrá para nuestros niños, para nuestros hijos,
cuando ellos vengan a buscar, a obtener su alimento, en las cuatro esquinas,
en los cuatro lados? 134
Aquí, por consiguiente, una vez, dos veces, deberás tomar tu vigor, tu
denuedo, tu flecha, tu escudo, que aquí te entrego, mi valiente, mi varón,
destacado entre los varones, Varón de Rabinal.
¡El cielo, la tierra, estén contigo!

E l V a r ó n d e R a b in a l

¡Está muy bien! Aquí, por consiguiente, volveré a tomar mi vigor, mi


denuedo, que me has entregado; que has afirmado a mis labios, a mi cara.
Así pues, tomaré eso una vez, dos veces.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
Por todo ello, te dejaré un instante en los vastos muros, en la vasta
fortaleza.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, mi Gobernador, mi mandatario, jefe
Cinco-Lluvia!

E l j e f e C in c o -L l u v ia

¡Está muy bien, mi valiente, mi varón! Sé cauto: no vayas a caer, a


lastimarte, mi valiente, mi varón, destacado entre los varones, Varón de
Rabinal.
¡El cielo, la tierra, estén contigo!

CU AD RO II I

E l V a r ó n d e R a b in a l

Liberta al Varón de los Queché, de las ligaduras que


lo ataban al árbol.

¡Eh! valiente, varón, hombre de los Cavek Queché. Ya he anunciado


tu presencia en los vastos muros, en la vasta fortaleza, ante la cara de mi
Gobernador, de mi mandatario.

133 “A la cabeza de las tierras, a los pies de las tierras” , es decir, a los límites de
las tierras. En todos los países cuya principal riqueza es agrícola, las demarcaciones bien
señaladas de las tierras cultivables, son de imperiosa necesidad, muy a menudo indicada
en otros textos, por ejemplo en el Título de Totonicapán y en los múltiples títulos de
propiedades indígenas del siglo xvi. En consecuencia, manifestarse a los pies o a la ca­
beza de la tierra de una tribu, sin autorización previa, constituía una violación del terri­
torio, un casus belli.
134 Cuando ellos pasen los límites, cuando ellos invadan los campos cultivados.

323
Mi Gobernador, mi mandatario, dijo esto, para prevenir a tu valentía,
a tu denuedo: “Que él no haga estruendo, que no escandalice sino que se
humille, que humille su cara, cuando llegue a la entrada de los vastos mu­
ros, de la vasta fortaleza, aquí, bajo el cielo, sobre la tierra; porque debe
amársele, debe admirársele aquí en los vastos muros, en la vasta fortaleza,
ya que estará cabal el interior de los vastos muros, de la vasta fortaleza.
“Hay doce hermanos menores, doce hermanos mayores: los de los me­
tales preciosos, los de las piedras preciosas; quizá sus caras no estén com­
pletas; quizás ese varón venga a integrar su grupo.
“También hay doce águilas amarillas, doce jaguares amarillos. Sus fau­
ces no están cabales; quizás ese valiente, ese varón, venga a completar a
unos y otros.
“También hay bancos de metales preciosos, asientos de metales precio­
sos; quizás ese valiente, ese varón, venga para sentarse en ellos.
“Aquí, también, está guardada la Madre de las Plumas, la Madre de los
Verdes Pajarillos, la Piedra Preciosa, traída de Tzam-Gam-Carchag. Sus la­
bios están sin estrenar; su rostro no ha sido tocado: quizás ese valiente,
quizás ese varón venga para estrenar sus labios, su rostro.
“Hay también doce bebidas, doce licores embriagantes, dulces, refres­
cantes: bebidas de jefes, en los vastos muros, en la vasta fortaleza; quizás
ese valiente, quizás ese varón venga para beberías.
“Hay también telas muy finas, muy bien tramadas: brillantes, resplan­
decientes, labor de mi madre, de mi señora; quizás ese valiente, quizás ese
varón, venga para estrenarlas.
“ ¿No viene él, también, para convertirse en mi yerno de clan, cuñado
de clan, aquí en los vastos muros, en la vasta fortaleza?” Esto dijo la voz
de mi Gobernador, mi mandatario.
Vengo, pues, a prevenirte que no hagas estruendo, que no escandalices,
cuando llegues a la entrada de los altos muros, de la alta fortaleza; que te
inclines, que dobles la rodilla, al llegar ante mi Gobernador, mi mandatario,
el abuelo, el jefe Cinco-Lluvia.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra. Nuestras pláticas no se
prolongarán más.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre de los Cavek-Queché!

E l V arón d e l o s Q u ech e

¡Eh! valiente, varón, Varón de Rabinal! ¿No dijo así tu voz ante el
cielo, ante la tierra? “Yo transmití la noticia de tu presencia ante mi Gober­
nador, ante mi mandatario, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.”
Esto dijo tu voz: “Por eso vengo a prevenirte, valiente, varón. Tráelo
a que comparezca ante mis labios, ante mi cara, en los vastos muros, en la
vasta fortaleza; para que vea en sus labios, para que vea en su cara lo vale­
roso que es él, lo viril que es él.
“Ve a prevenirlo: que no haga estruendo, que no escandalice, cuando
llegue ante mis labios, ante mi cara; que se humille, que humille su cara;
porque si es un valiente, si es un varón, es sumiso, humilde; porque lo ama­

324
rán, lo admirarán, aquí en los vastos muros, en la vasta fortaleza. Así habló
mi Gobernador, mi mandatario.”
¿No dijo eso tu voz? ¡Vamos! ¿sería un valiente, sería un varón, si me
humillase, si humillase mi cara?
Aquí ves con lo que me humillaré: aquí está mi flecha, aquí está mi
escudo, aquí está mi maza yaqui, aquí está mi hacha yaqui; éstos serán mis
útiles para doblegarme, para doblar la rodilla, cuando llegue a la entrada de
los vastos muros, de la vasta fortaleza.
Quiera el cielo, la tierra, que yo pueda abatir la grandeza, el día en que
nació135 tu Gobernador, tu mandatario.
Quiera el cielo, la tierra, que yo pueda golpear la parte inferior de sus
labios, la parte superior de sus labios, en los vastos muros, en la vasta for­
taleza, y que antes padezcas también eso, valiente, varón, destacado entre
los varones, Varón de Rabinal.
A l decir estas palabras se aproxima, amenazante, al
Varón de Rabinal.

I x o k -M un

Interponiéndose entre los dos varones, dice:

Valiente varón, hombre de los Cavek-Queché, no mates a mi valiente,


mi varón, el destacado entre los varones, el Varón de Rabinal.

SEGUNDO ACTO

E l V aró n de l o s Q uech e

L le g a an te el je fe C in co-L lu via.

¡Te saludo, varón! Soy el que acaba de llegar a la entrada de los vastos
muros, de la vasta fortaleza, donde extiendes tus manos, donde extiendes
tu sombra.136 Vinieron a dar la noticia de mi presencia a tus labios, a tu
cara.
Soy un valiente, un varón, porque tu valiente, tu varón, destacado entre
los varones, el Varón de Rabinal, vino a lanzar su reto, su grito, a mis labios,
a mi cara.
“He transmitido la noticia de tu presencia a la cara de mi Gobernador,
de mi mandatario, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
135 En la América Media, como en otros países, de la situación en el calendario, so­
bre todo en el calendario religioso-mágico (aquí el de 260 días) dependía de modo casi
absoluto la buena o la mala suerte, la fortuna o el infortunio de cada individuo. De ahí
el origen de la expresión “día de nacimiento” por “destino, renombre, gloria” .
136 Se comprende fácilmente que en los países calurosos, tanto en el Antiguo Mundo
como en el Nuevo Mundo, una de las principales insignias de los jefes (obligados, más
que ningún otro, a permanecer en sus asientos al aire libre), haya sido el quitasol. Según
la dignidad, así era el número de doseles superpuestos. De ahí nace la expresión: “som­
bra, sombreado” , para indicar la potencia de los jefes y, naturalmente, su protección.

325
“La voz de mi Gobernador, de mi mandatario dijo esto: 'Haz, pues, que
entre ese valiente, ese varón, ante mis labios, ante mi cara, para que vea en
sus labios, para que vea en su cara, lo valiente que es él, lo varón que es él.
“Advierte a ese valiente, a ese varón, que no haga estruendo, que no
escandalice, que se humille, que humille su cara, cuando llegue a la entrada
de los vastos muros, a la entrada de la vasta fortaleza’ .”
¡Pues bien!, soy un valiente, soy un varón, y si tengo que humillarme,
que humillar mi cara, aquí tengo con que humillarme; aquí está mi flecha,
aquí está mi escudo, con que yo doblegaré tu destino, el día de tu nacimien­
to; golpearé la parte inferior de tus labios, la parte superior de tus labios,
y vas a resentirlo, ¡oh jefe!

Amenaza con sus armas al jefe Cinco-Lluvia

Ix o k -M u n

Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché, no mates a mi Goberna­


dor, mi mandatario, el jefe Cinco-Lluvia, en los vastos muros, en la vasta
fortaleza, donde está encerrado.

E l V arón d e l o s Q uech e

Ha2, pues, que preparen mi banco, mi asiento, porque así era como en
mis montañas, en mis valles, se ilustraba mi destino, se ilustraba el día de
mi nacimiento.
Allá tengo mi banco, allá tengo mi asiento. ¿Me quedaré en este lugar
expuesto a la helada, me quedaré expuesto al frío? Esto dice mi voz ante el
cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra estén contigo, jefe Cinco-Lluvia!

E l j e f e C in c o - L l u v ia

Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché: gracias al cielo, gracias


a la tierra, has llegado a los vastos muros, a la vasta fortaleza donde extien­
do mis manos, extiendo mi sombra, yo el abuelo, el jefe Cinco-Lluvia.
Así pues, di, revela, ¿por qué imitaste el grito del coyote, el grito del
zorro, el grito de la comadreja, más allá de los vastos muros, más allá de la
vasta fortaleza, para provocar, para atraer a mis blancos niños, mis blancos
hijos; para atraerlos ante los vastos muros, la vasta fortaleza, en Iximché;
para tratar de hallar, de encontrar, la miel amarilla, la miel verde de las
abejas, el alimento que era para mí, el abuelo, el jefe Cinco-Lluvia, en los
vastos muros, en la vasta fortaleza?
Fuiste quien secuestró a los nueve, a los diez blancos niños, blancos hijos,
que estuvieron a punto de ser llevados a las montañas Queché, a los valles
Queché, si mi arrojo, mi bravura, no se hubieran hallado alertas; porque
allá habrías cortado la raíz, el tronco de los blancos niños, de los blancos
hijos.

326
Viniste, también, a secuestrarme allá en los Baños. Allá fui apresado poi
el hijo de tu flecha, el hijo de tu escudo.
Me encerraste en la piedra, la cal, en las montañas Queché, en los valles
Queché; allá habrías acabado por cortar mi raíz, mi tronco, en las montañas
Queché, los valles Queché.
Por eso mi valiente, mi varón, el más destacado entre los varones, el
Varón de Rabinal, me libertó de allá, me arrancó de allá, con ayuda del hijo
de su flecha, el hijo de su escudo.
Si no hubiese existido mi valiente, mi varón, efectivamente allí habrías
cortado mi raíz, mi tronco.
Así me trajeron nuevamente a los vastos muros, a la vasta fortaleza. Aso­
laste también dos, tres pueblos; las ciudades con barrancos de Balamvac,
donde el suelo pedregoso resuena bajo las pisadas; de Calcaraxah, Cunu,
Gozibal-Tagah-Tulul, llamadas así.
¿Cuándo dejará de dominarte el deseo de tu corazón, de tu decisión, de
tu denuedo? ¿Hasta cuándo permitirás que obren, permitirás que se agiten?
Esa decisión, ese denuedo, ¿no quedaron sepultados, ocultos, en Cotom,
en Tikiram, en Beleheh Mokoh, en Belehe Chumay?
Esa decisión, ese denuedo ¿no fueron a hacerse sepultar, a hacerse ocul­
tar, por nosotros los gobernadores, nosotros los mandatarios, en cada uno de
los muros, de la fortaleza?
Mas tú pagarás eso aquí, bajo el cielo, sobre la tierra. Has dicho, pues,
adiós a tus montañas, a tus valles, porque aquí morirás, fallecerás, bajo el
cielo, sobre la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre de los Cavek Queché!

E l V arón d e l o s Q u ech e

Jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación ante el cielo, ante la tierra. Efec­


tivamente aquí están las palabras, efectivamente aquí están las opiniones que
tú has expresado ante el cielo, ante la tierra; efectivamente he obrado mal.
Tu voz también dijo: “ ¿No has provocado, llamado a los blancos niños,
los blancos hijos, para atraerlos a buscar, a descubrir la miel amarilla, la miel
verde de las abejas, el alimento que era para mí el abuelo, el jefe Cinco-
Lluvia, en los vastos muros, en la vasta fortaleza?”
Eso dijo tu voz. Efectivamente procedí mal, debido al deseo de mi co­
razón, porque no había logrado adueñarme de esas hermosas montañas, de
esos hermosos valles, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Tu voz también ha dicho: “Fuiste quien vino a secuestrarme; quien se
apoderó de mí en los Baños” . Eso dijo tu voz. Efectivamente he obrado mal,
debido al deseo de mi corazón.
Tu voz dijo también: “Asolaste dos, tres pueblos; las ciudades con ba­
rrancos de Balamvac, donde el suelo pedregoso resuena con las pisadas; de
Calcaraxah, Cunu, Gozibal-Tagah-Tulul” . Eso dijo tu palabra.
Efectivamente procedí mal, debido al deseo de mi corazón, porque no
había logrado adueñarme de las hermosas montañas, de los hermosos valles,
aquí bajo el cielo, sobre la tierra.

327
Tu voz ha dicho también: “Di adiós a tus montañas, a tus valles; di tu
voz, porque aquí morirás, fallecerás; aquí cortaremos tu raíz, tu tronco;
aquí bajo ei cielo, sobre la tierra” . Eso dijo tu voz.
Efectivamente desobedecí tu voz, tus mandatos, aquí ante el cielo, ante
la tierra, debido al deseo de mi corazón.
Si es preciso que yo muera aquí, que fallezca aquí, entonces esto es lo
que dice mi voz a tus labios, a tu cara: Ya que estás bien provisto, que
estás abastecido, en los altos muros, en la alta fortaleza, concédeme tu ali­
mento, tus bebidas: esas bebidas de jefes llamadas Ixtatzunun; las doce be­
bidas, los doce licores embriagantes, dulces, refrescantes, alegres, atrayentes,
que se beben antes de dormir, en los vastos muros, en la vasta fortaleza, y
también los portentos de tu madre, de tu señora.
Las probaré un instante, como suprema señal de mi muerte,137 de mi fa­
llecimiento, bajo el cielo, sobre la tierra. Eso dice mi palabra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, jefe Cinco-Lluvia!

E l j e f e C in c o -L l u v ia

¡Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! Esto dijo tu voz ante
el cielo, ante la tierra: “Concédeme tu alimento, tus bebidas. Las recibirá
para probarlas” . Esto dijo tu voz. “Esa será la suprema señal de mi muerte,
de mi fallecimiento” , dijo tu voz. Pues yo te las doy, pues yo te las otorgo.
Servidores, servidoras, que traigan mi alimento, mis bebidas. Que las
den a ese valiente, ese varón, hombre de los Cavek Queché, como suprema
señal de su muerte, de su fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Un sir v ie n te

Está bien, mi Gobernador, mi mandatario. Los daré a ese valiente, a


ese varón, hombre de los Cavek Queché.

Traen los sirvientes una mesa cargada de manjares y


bebidas.

Prueba algo del alimento, las bebidas, de mi Gobernador, mi manda­


tario, el abuelo, el jefe Cinco-Lluvia, en los vastos muros, en la vasta forta­
leza en la cual vive en su encierro mi Gobernador, mi mandatario, valiente
varón.

E l V arón d e l o s Q u ech e

Come y bebe, con desdén. A continuación se va a


bailar ante la corte. Después regresa y dice:

¡Oh jefe Cinco-Lluvia! ¿Es ese tu alimento, es esa tu bebida? Efectiva­


mente nada hay que decir, nada hay en uno y otra que los recomiende a mis
labios, a mi cara.

137 Esas concesiones, esos favores in articulo mortis, se convierten, desde luego, en
símbolo del inminente sacrificio.

328
¡Si probaras un instante, en mis montañas, en mis valles, las bebidas
atrayentes, gratas, alegres, dulces, refrescantes, que pruebo en mis montañas,
en mis valles!
¡Mi voz dice esto ante el cielo, ante la tierra!
¿Es esa la mesa de tus manjares; es esa la copa en que bebes?... ¡Pero
si ese es el cráneo de mi abuelo;138 esa es la cabeza de mi padre,138 la que
veo, la que contemplo! ¿No se podría hacer lo mismo con los huesos de mi
cabeza, con los huesos de mi cráneo; cincelar mi boca, cincelar mi cara?
De ese modo, al salir de mis montañas, de mis valles, a cambiar cinco
cargas de cacao para comprar, cinco cargas de cacao fino de mis montañas,
de mis valles, mis niños, mis hijos dirán: “Aquí está el cráneo de nuestro
abuelo, de nuestro padre” .
Eso dirán mis niños, mis hijos, aquí, del amanecer a la noche.
Está aquí, también, el hueso de mi brazo; aquí está el mango de la ca­
labaza de metales preciosos que resonará, que producirá estruendo, en los
vastos muros, en la vasta fortaleza.
Está aquí, también, el hueso de mi pierna; está aquí la baqueta del tam­
bor grande, del tamboril, que harán palpitar el cielo, la tierra, en los vastos
muros, en la vasta fortaleza.
Está aquí lo que dice también mi voz: “Te prestaré la obra pulida, bri­
llante, esplendente, muy bien tramada, labor de mi madre, de mi señora, para
que te adornes con ella en los vastos muros, en la vasta fortaleza, en los cua­
tro rincones, en los cuatro lados, como suprema señal de mi muerte, de mi
fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra” .

E l j e f e C in c o -L l u v ia

¡Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! ¿Qué quieres, pues, qué
es lo que solicitas? No obstante, yo te lo daré, como suprema señal de tu
muerte, de tu fallecimiento aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Servidores, servidoras, que traigan la obra pulida, brillante, esplendente,
muy bien tramada, labor que han hecho en los vastos muros, en la vasta
fortaleza, y la den a ese valiente, a ese varón, como suprema señal de su
muerte, de su fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Un s ir v ie n te
Está bien, mi Gobernador, mi mandatario. Daré a ese valiente, a ese
varón lo que pide. Valiente, varón, aquí está esa labor bien tramada que
deseas, que solicitas. Te la doy, pero no la deshagas, no la maltrates.

138 Como otros pueblos, los quichés hacían copas con los cráneos de los vencidos
famosos. Esas copas estaban tanto más adornadas y eran tanto más estimadas, cuanto
más ilustre había sido el guerrero. Era, pues, un título de gloria para un cautivo, saber
que su cráneo sería una copa, y eso es lo que reclama ardientemente nuestro héroe. Hasta
pide que de los huesos de sus brazos se haga el mango del instrumento de música reli­
giosa y bélica formado de una calabaza; reclama que los huesos de sus piernas sirvan de
baquetas, para tocar el tambor de guerra. Para sostener sus altas pretensiones, da algo
así como un antecedente o derecho hereditario; simula reconocer los cráneos de sus an­
tepasados, en las copas que se le presentan.

329
Entrega el sirviente al varón una especie de manto
en que se envuelve.

E l V arón d e l o s Q uech e

A esas flautas, esos tambores,139 ¿les sería posible sonar ahora como mi
flauta, como mi tambor? Toquen, pues, la melodía grande, la melodía breve.
Que toque mi flauta yaqui, mi tambor yaqui, mi flauta queché, mi tam­
bor queché,140 la danza del preso, del cautivo en mis montañas, en mis valles,
como para que haga palpitar el cielo, para que haga palpitar la tierra.
Que nuestra frente, nuestra cabeza se dobleguen, cuando demos vueltas
golpeando con el pie; cuando bailemos, cadenciosos, golpeando el suelo,141
con los servidores, con las servidoras, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén con ustedes, oh flautas, oh tambores!

Danza el varón en ronda, ante la corte, y en cada rin­


cón lanza su grito de guerra.

¡Oh jefe Cinco-Lluvia! Dame tu aprobación, ante el cielo, ante la tierra.


Aquí tienes lo que me habías prestado, lo que me habías concedido.
Vengo a devolverlo, vengo a dejarlo suspendido a la entrada de los vastos
muros, de la vasta fortaleza. Consérvalo, guárdalo en su cubierta, en su caja,
en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Accediste a mis deseos, a mi petición, ante el cielo, ante la tierra, y lo
he expresado en los vastos muros, la vasta fortaleza; en los cuatro rincones,
en los cuatro lados, como suprema señal de mi muerte, de mi fallecimiento,
aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Pero si es verdad que estás bien provisto, que tú estás abastecido, en
los vastos muros, en la vasta fortaleza, concédeme a la Madre de las Plumas,
la Madre de los Verdes Pajarillos, la Piedra Preciosa, traída de Tzam-Gam-
Carchag, cuyos labios están aún por estrenar, cuya cara no ha sido tocada,
para que estrene su boca, que estrene su cara.
Que baile con ella, que yo la muestre en los vastos muros, en la vasta
fortaleza, en los cuatro rincones, en los cuatro lados, como suprema señal
de mi muerte, de mi fallecimiento, bajo el cielo, sobre la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, Jefe Cinco-Lluvia!

139 Los quichés tienen dos pronombres de cortesía, de distinción, para la segunda
persona; el del singular la, Id, ya señalado; el otro: Alak, para el plural; lo traduzco
por suyo, ustedes.
140 Su flauta, su tambor, son extranjeros (yaqui) y son queché. Eso justifica lo que
dije en nota precedente, sobre la palabra yaqui.
141 Brasseur indica, con razón, que el texto, a pesar de ser tan conciso, caracteriza
esa danza que los españoles han llamado “zapateado” , lo que corresponde en quiché a
Yiic: “dar vueltas golpeando con el pie” ; Xahil: “golpear el suelo y bailar con cadencia”

330
El jefe C inco -L l u via

¡Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! ¿Qué quieres, pues,


qué es lo que solicitas? No obstante, yo te concedo lo que quieres, porque
aquí está confinada la Madre de las Plumas, la Madre de los Verdes Paja­
rillos, la Piedra Preciosa, traída de Tzam-Gam-Carchag, cuyos labios están
aún por estrenar, cuya faz no ha sido tocada; y te la concedo, valiente, varón,
como suprema señal de tu muerte, de tu fallecimiento, aquí bajo el cielo,
sobre la tierra.
Servidores, servidoras, que conduzcan aquí a la Madre de las Plumas, la
Madre de los Verdes Pajarillos; que den a ese valiente, que den a ese varón
lo que él quiere, lo que él solicita, como suprema señal de su muerte, de
su fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.

I x o k -M un

Está bien, mi Gobernador, mi mandatario. Voy a darla a ese valiente, a


ese varón.

Conducen a la Madre de las Plumas ante el Varón de


los Queché.

Aquí está, valiente, varón, hombre de los Cavek Queché. Te doy lo que
quieres, lo que solicitas; mas no ofendas, no lastimes a la Madre de las Plu­
mas, la Madre de los Verdes Pajarillos, la Piedra Preciosa. Muéstrala al bai­
lar, solamente, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.

El Varón de los Queché saluda a la doncella, que se


mantiene alejada de él mientras baila, vuelto siempre
el rostro hacia aquél, quien la sigue en igual forma,
ondulando ante ella, lo mismo que un manto. D e ese
modo dan vuelta en torno a la corte, al son de las
trompetas, y después vuelven a situarse cerca del jefe
Cinco-Lluvia.

E l V arón d e l o s Q u ech e

Jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación ante el cielo, ante la tierra. Aquí


tienes a aquella a quien me proporcionaste, me concediste como compañera.
Ya fui a mostrarla, fui a bailar con ella en los cuatro rincones, en los
cuatro lados, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.142 Ahora consérvala,
guárdala, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.

142 De todos los favores que se le conceden, el único que no toma despectivamente
el Varón de los Queché, es el de bailar con “Piedra Preciosa” . Ni siquiera pretende tener
en su patria algo más bello, algo mejor. ¿Galantería? Más bien, religión. (Tampoco des­
deña el manto. F. M.)

331
Mi voz dice también: Recuérdalo, debes prestarme las doce águilas ama­
rillas, los doce jaguares amarillos que encontré de día, de noche, con sus
armas, sus dardos en la mano.
Préstamelos para ir con ellos a practicar con el hijo de mi flecha, con el
hijo de mi escudo, en los cuatro rincones, en los cuatro lados, en los vastos
muros, en la vasta fortaleza, únicamente, como suprema señal de mi muerte,
de mi fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, jefe Cinco-Lluvia!

E l j e f e C in c o -L l u v ia

¡Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! Tu voz dice esto ante
el cielo, ante la tierra: “Que pueda yo prestarte las doce águilas amarillas,
los doce jaguares amarillos” . Esto dice tu palabra.
Pues bien, te concedo, te presto las doce águilas amarillas, los doce ja­
guares amarillos, que quieres, que pides a mis labios, a mi cara.
Vayan, pues, ¡oh, mis águilas, mis jaguares! Procedan de modo que ese
valiente, ese varón, pueda ir con todos a practicar la esgrima con el hijo de
su flecha, el hijo de su escudo, en los cuatro rincones, en los cuatro lados.

E l V arón d e l o s Q uech e

Sale con las águilas y los jaguares, y ejecuta con ellos


una danza de guerra, en torno de la corte. Después
regresa al estrado en donde está el jefe Cinco-Lluvia
con su familia.

Jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación ante el cielo, ante la tierra. Me


has concedido lo que yo quería, lo que te pedí: las águilas amarillas, los
jaguares amarillos. He ido con ellos a practicar la esgrima con el hijo de mi
flecha, con el hijo de mi escudo.
¿Son esas, pues, tus águilas; son esos, pues, tus jaguares? No se puede
hablar de ellos ante mis labios, ante mi faz, porque algunos ven, algunos no
ven; no tienen dientes, no tienen garras.
¡Si vinieras a ver, un instante, los de mis montañas, de mis valles! Aqué­
llos ven vigorosamente, miran vigorosamente; luchan, combaten con dientes
y garras.

E l j e f e C in c o -L l u v ia

Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché, hemos visto los dientes
de las águilas, de los jaguares que están en tus montañas, en tus valles.
¿Cómo es, pues, la vista, la mirada, de tus águilas, de tus jaguares, que están
en tus montañas, que están en tus valles?...

332
E l V arón de los Q ueche

Jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación, ante el cielo, ante la tierra. Esto


dice mi voz, a tus labios, a tu cara: Concédeme trece veces veinte días, trece
veces veinte noches,142 para que vaya a decir adiós a la cara de mis montañas,
a la cara de mis valles, adonde iba antes a los cuatro rincones, a los cuatro
lados, a buscar, a obtener lo necesario para alimentarme, para comer.

Nadie responde al Varón de los Queché, quien al bai­


lar desaparece un instante. Después, sin regresar al
estrado en donde el jefe Cinco-Lluvia está sentado, se
acerca a las águilas y a los jaguares, colocados en me­
dio de la corte, en torno de algo como un altar.

¡Oh águilas! ¡Oh jaguares! “Se ha marchado” , dijeron hace poco. No


me había marchado; fui solamente a decir adiós a la cara de mis montañas,
a la cara de ,mis valles, donde antes iba a buscar algo para alimentarme, para
comer, en los cuatro rincones, en los cuatro lados.
¡Ah, oh cielo! ¡Ah, oh tierra! Mi decisión, mi denuedo, no me han ser­
vido. Busqué mi camino bajo el cielo, busqué mi camino sobre la tierra,
apartando las yerbas, apartando los abrojos. Mi decisión, mi denuedo, no me
han servido.
¡Ah, oh cielo! ¡Ah, oh tierra! ¿Debo, realmente, morir, fallecer aquí,
bajo el cielo, sobre la tierra?
¡Oh mí oro! ¡Oh mi plata! ¡Oh hijos de mi flecha, hijos de mi escudo!
¡Que mi maza yaqui, mi hacha yaqui, mis guirnaldas, mis sandalias, vayan a
mis montañas, a mis valles!143
Que lleven mis noticias ante mi Gobernador, mi mandatario, porque dijo
esto la voz de mi Gobernador, mi mandatario: “Hace mucho tiempo que
mi decisión, que mi denuedo, buscan, hallan mi alimento, mi comida.”
Eso dijo la voz de mi Gobernador, de mi mandatario; que ya no lo diga,
puesto que sólo aguardo mi muerte, mi fallecimiento, bajo el cielo, sobre
la tierra.
¡Ah, oh cielo! ¡Ah, oh tierra! Ya que es necesario que muera, que
fallezca aquí bajo el cielo, sobre la tierra, ¡cómo no puedo cambiarme por
esa ardilla, ese pájaro, que mueren so)>re la rama del árbolt sobre el retoño
del árbol donde consiguieron con qué alimentarse, con qué comer,144 bajo el
cielo, sobre la tierra!
¡Oh águilas! ¡Oh jaguares! Vengan, pues, a cumplir su misión, a cum­
plir su deber; que sus dientes, que sus garras me maten en un momento,
porque soy un varón llegado de mis montañas, de mis valles.
¡El cielo, la tierra, estén con todos! ¡oh águilas! ¡oh jaguares!

143 Los restos de la víctima, especialmente sus armas, eran, por consiguiente, envia­
dos a la ciudad de origen de aquélla.
144 Mueren allá en donde vivieron, en su pequeñísima patria.

333
Las águilas y los jaguares rodean al Varón de los
Queché: se supone que lo tienden sobre la piedra de
los sacrificios, para abrirle el pecho,145 mientras todos
los presentes bailan en ronda.

145 Brasseur omite decir si las águilas y los jaguares hacen un ademán que simboliza
el hecho de arrancar el corazón y de presentarlo al sol y a los cuatro puntos cardinales.
(Eso habría sido antes de la Conquista. F. M .)
APENDICE1

Un solitario. Con este título, de doble sentido, que indica a la vez su


carácter de magnífico diamante de la corona literaria de Guatemala, y su
carácter precioso, de documento único,2 hace tiempo que he tenido, a mi
vez,3 la intención de presentar el Rabinal Achí. Vertido a la escritura latina
desde 1856, no deja aún de ser, según mis conocimientos, la única pieza del
antiguo teatro amerindio que haya llegado hasta nosotros, sin que podamos
descubrir en ella, sea en la forma, sea en el fondo, la más mínima traza de
una palabra, de una idea, de un hecho, de origen europeo. La pieza perte­
nece — por entero— a los tiempos prehispánicos.
Si no conservo el título de Solitario, es porque la presente publicación
persigue, como objeto principal, hacer perder al Rabinal su carácter de do­
cumento único. En efecto, el señor Cardoza y Aragón y yo tenemos la firme
esperanza de que esta obra (ante todo, de propaganda y que aparece en el
país más interesado) contribuirá a que los hombres de letras, sabios, patrio­
tas, procuren encontrar nuevas fuentes y traten de hacer el mayor número
de publicaciones de este género. Conviene decir que sólo conocemos una
edición del Rabinal Achí, fechada en 1862. Esos ejemplares son muy raros
y tienen precios altísimos; es un libro un tanto voluminoso, en el cual el
ballet-drama sólo forma parte del apéndice de una gramática quiché bastante
defectuosa y de un vocabulario quiché-tzotzil-español-francés, bastante malo
en sí y vuelto detestable por las locuras de Brasseur. Esta traducción está
hecha casi sin notas (a pesar de ser indispensables) y exige un gran número
de retoques, y a veces, de correcciones completas. Sin embargo, el Abate, tan
imaginativo siempre, erró menos en este texto, gracias a la colaboración de
sus tres sirvientes indígenas. También ha sido nuestro propósito, ofrecer al
público una edición más accesible en todos sentidos, que nos permitimos
creer ligeramente mejorada.
Con un poco de buena voluntad, de diplomacia individual y de pacien­

1 Este Prefacio, traducido del francés por Luis Cardoza y Aragón, se publicó — pre­
cediendo a la traducción del Rabinal Achí— en los Anales de la Sociedad de Geografía
e Historia, año V , t. V I, núm. 1, Guatemala, septiembre de 1929. (F. M.)
2 El drama quichua E l Ollantano, es más agradable para el espectador moderno. Des­
graciadamente, cediendo al snobismo de los peruanos hispanizados de su época, el letrado
indígena que a mediados del siglo xvi [? ] transcribió esa pieza en nuestro alfabeto, co­
rrompió completamente la forma literaria empleando el verso octosilábico más o menos
rimado y ritmado, imitando las canciones y demás modos poéticos que llegaron al Perú
con los conquistadores. Salvo ese punto, el drama quichua está ileso de tal influencia:
más de lo que creyera Pacheco y Zegaírza. A los argumentos de ese buen autor, sobre
asuntos peruanos, yo agregaré (lo que le sorprendería, sin duda) que la mejor prueba de
su aborigeneidad consiste en la ignorancia de las divagaciones (Vestales del Sol, etc.) que
figuran en las novelas pseudohistóricas de Garcilaso de la Vega y compañía. Además, una
traducción muy atenta, revela, bajo el disfraz español, numerosas trazas de la antigua
forma estilística, el paralelismo común a casi toda la América indígena. (El Ollantay fue
reelaborado posteriormente. - F. M .)
3 Al final del volumen se dio, abreviada, la descripción del abate Brasseur de Bour­
bourg, acerca del descubrimiento de la pieza y la representación que organizó en Rabinal,
el año de 1856.

335
cia, a pesar de la escoria traída por medio siglo — casi tres cuartos de siglo—
transcurrido desde el descubrimiento de Brasseur, se puede contar con la
próxima revelación de numerosas piezas escénicas de origen verdaderamente
prehispánico.
Los antiguos americanos se solazaban muchísimo con tales representa­
ciones. Las pruebas abundan (principalmente en el Perú): danzas religiosas
y civiles (es la misma cosa), de los pueblos actuales de Nuevo México, etc.,
son verdaderas y antiguas piezas de teatro, históricas, míticas, sociales. Vea­
mos en la América Central: bastaría recordar al lector las numerosas infor­
maciones que se encuentran en tantos pasajes de los libros de Sahagún, Ixtlil-
xóchitl (de quien se debe desconfiar), Oviedo, Herrera, Benzoni, Tezozómoc,
Cogolludo, Diego de Landa y tantos otros.
Esa pasión por el teatro en mayas y mexicanos, como en el Perú y otros
países, fue aprovechada por los misioneros, sobre todo apenas consumada
la Conquista, para propagar las narraciones bíblicas, las que con frecuencia
fueron desfiguradas, desnaturalizadas, de modos muy curiosos. El señor Del
Paso y Troncoso ha publicado (texto náhuatl-español) algunas de esas piezas
escritas por indígenas en el viejo estilo mexicano, en donde los padres — por
diversos motivos— les dejaron tomarse extrañas libertades con los dos Tes­
tamentos. Leed, por ejemplo, aquellas que se refieren a la Epifanía y al sa­
crificio de Isaac.
Sabemos también — lamentando casi su publicación en la muy intere­
sante biblioteca de Daniel Brinton— de una vieja farsa nicaragüense, revol­
tijo de bufonadas y juegos de palabras, escrita en una mezcla de náhuatl y
español corrompido: “El baile de Güegüence” . Todas estas “curiosidades”
tienen poca importancia; las que interesan, insistimos, son las muestras
auténticas que sobreviven del teatro prehispánico y, sobre todo, aquellas me­
nos deterioradas por los siglos, menos adulteradas por la influencia de los
blancos. De tales obras tenemos algunos nombres. El Popol Vuh, el Libro
del Consejo (de los Quiché)4 menciona las danzas del Puhuy (búho), del Cux
(comadreja), del Iboy (armadillo), del Xtzul (ciempiés), de las Chitic (zan­
cudas); de esta última, bajo una forma yucateca, Diego de Landa y el Codex
hierático de Madrid nos dan algunas indicaciones. En nota marginal, dice
Brasseur: “Esos nombres son los de ciertos pasatiempos escénicos, a veces
sólo mímica; otras, mezclada con danzas, diálogo y música. La mayor parte
de ellos los acostumbran aún (hacia. 1860) los indígenas” . El Popol Vuh
habla — también— de Hunahpú Qoy, “ Mono de los (dioses) Maestro Magos” ,
que con certeza es una danza mítica, de la cual Brasseur dice: "Ballet muy
curioso que se acostumbra aún entre los indígenas de Guatemala; lo ejecu­
tan en ciertas fiestas del año llevando máscaras de madera, muy bien hechas,
y los trajes correspondientes a los diversos personajes representados. Tiene
su música especial” . En los párrafos que sirven de introducción al Rabinal

4 El nombre Quiché podría ser el nombre de Guatemala, el de la ciudad, porque


probablemente la región no tuvo antes un nombre colectivo. Quiché, “Numerosas flo­
restas” , debe ser el nombre que han traducido, por Quauthtmallan (sentido en el fondo
idéntico), los nahuas. No se necesita, de ningún modo, recurrir a una localidad, Mornic
Chee, como lo hizo Brinton.

336
Achí, Brasseur comenta: “En Yucatán, el Pob hob era la danza de los
amantes y de los novios: se acostumbra aún y se baila con mucha viva­
cidad. El Zayi o Tapir es, por el contrario, una danza grave y seria., sólo
ejecutada por los viejos; llevan palmas en las manos, y hacen de tiempo en
tiempo reverencias respetuosas al jefe de la orquesta que ocupa el centro
del espacio” . Los Anales cakchiqueles de los Xahil dan varias indicaciones
sobre diversas danzas míticas, legendarias, guerreras, en algunas de las cua­
les los actores se disfrazaban de animales. Se podría multiplicar los ejemplos
acudiendo a autores antiguos o modernos, aun a los muy modernos.
Podemos afirmar que, a pesar de la escoria que han podido producir
cuatro siglos de temor — y en ciertos distritos la infiltración de ideas euro­
peas— , las investigaciones que se hicieran entre los huastecos, quichés, cak­
chiqueles, tzendales, tzotziles, yucatecos, lacandones, etc., y también entre
los tarascos, zapotecos, pipiles, etc., garantizarían una cosecha muy abun­
dante y muy útil.
Brasseur dividía esos bailes en dos categorías. Quizá sería mejor distin­
guir tres: 1) Simples danzas con cantos; 2) Danzas con recitaciones, y 3) Los
dramas completos con música, baile, diálogos y empleo de máscaras y trajes
apropiados. El Varón de Rabinal pertenece a la tercera categoría: de los
dramas completos.
Se ha dicho con razón que el hombre es un animal cantor; es posible
que sus muy primitivos y rudimentarios lenguajes hayan sido cantados. Los
diversos tonos de los monosílabos chinos y los acentos tónicos de otros
idiomas, ¿no serán supervivencias de ese estado original? Cuando el canto
ya no fue de utilidad absoluta para la conversación corriente quedó, posi­
blemente en forma de melopea al principio, como accesorio de la lengua más
o menos poética y, sobre todo, de las oraciones individuales o colectivas, de
los himnos dedicados a las divinidades.5
También la danza (comprendiendo en ella, si existió alguna vez colecti­
vamente, la simple agitación desordenada de las diversas partes del cuerpo),
la danza guiada por sones musicales, constituye una creación social-religiosa.
La danza era en sí una oración, un himno, la expresión mimada de ideas y
símbolos; una forma colectiva de ese acto, tan antiguo y tan universal que
podría remontarse hasta la animalidad misma: el lenguaje por gestos. Una
danza es a veces la recitación muy detallada de un mito, de una leyenda,
de una historia. Los futuros coleccionadores de ballets-escénicos, harán bien
en no contentarse con la simple copia (o fonografía) de los diálogos habla­
dos o cantados; deben dar gran importancia a la anotación de gestos, sean
individuales o de grupos y deben tratar de obtener su explicación, de cono­
cer su perfecto valor simbólico.
Fácil es comprender por qué en todas sus diversiones escénicas consa­
gradas siempre a los dioses, bajo su protección, cualquiera que sea el asunto
tratado, los americanos se interesaron mucho por la danza y el canto. Esto
nos obliga a hablar brevemente de los instrumentos de música. En 1856 la

5 No olvidemos que el canto, como la rapsodia no cantada, ayuda mucho a la me­


moria.

337
orquesta del Rabinal Achí sólo comprendía dos trompetas y el tun (tunkul
en Yucatán, teponaztli en México) o gran tambor sagrado. También tenían
otros instrumentos de madera o de barro, como flautas (xu l), silbatos de
diferentes sonidos, calabazas huecas o llenas de granos o piedrecillas, con un
mango para agitarlas o sirviendo de cajas de resonancia a un rudimentario
instrumento de cuerda montado sobre una especie de arco, etc. Poseen algu­
nos otros instrumentos; pero no se puede afirmar que sean aborígenes o
introducidos por europeos. Se ha discutido bastante sobre el origen de la
marimba; se le ha creído instrumento africano. Quizás haya sido una crea­
ción separada, tanto de Africa como de América.
La poesía. El fondo, el pensamiento depende del estado mental, del
valor intelectual de los pueblos y de los individuos; el genio poético, en lo
que se refiere al fondo, podríamos decir que es independiente del tiempo y
del espacio. Su forma es retórica o lingüística. La forma retórica (metáfo­
ras, etc.) tiene una independencia relativa del lugar y la época. La forma
lingüística está regida, más de lo que en general se cree, por los principios
constitutivos de la lengua. La base de toda prosodia es la repetición. Se re­
piten dos, tres, cinco, diez veces una palabra, un fragmento de frase, una
frase, toda una serie de frases; la palabra repetida puede ser sin significado
alguno, un simple grito; la frase o la serie de frases repetidas pueden, tam­
bién, volver a trechos más o menos regulares, y terminan por constituir
nuestro estribillo. Cualquiera que sea la repetición, su reaparición a inter­
valos vocálicos cada vez más regulares, llega a formar una armonía y luego
se logran la cadencia, el ritmo cada vez más complicado, cada vez más per­
fecto; la aliteración, la asonancia y la rima. Por causas muy variadas, pero
en general lingüísticas, muchos pueblos se detienen en diferentes fases de
esa evolución prosódica. Desde hace mucho tiempo, las partes poéticas de la
Biblia hebraica nos hicieron conocer uno de esos estados: el estado carac­
terizado por el empleo de lo que se ha llamado el paralelismo,6 es decir, la
repetición de ideas idénticas o muy cercanas, con los mismos términos o
muy semejantes. Algunos otros pueblos del viejo mundo, conocen ese estado.
Muchos de ellos, con la acción del tiempo y las lenguas vecinas, ya sólo tie­
nen rastros: se encuentran huellas evidentes, por ejemplo, en varios pasajes
de la epopeya finlandesa Iel Kalevala. Casi toda la América indígena empleó
y emplea el paralelismo. ¿Por qué y cómo?
He repetido (y no he sido el único) que el americanismo aclararía mu­
chos puntos oscuros del estudio de la humanidad; unas veces, dando de al­
gunas voces nuevas explicaciones; otras, completando y rectificando las an­
tiguas, como en el caso del paralelismo.
Sus causas. Por una parte, la lingüística; la constitución aglutinante,
incorporante y polisintáctica impide a las lenguas americanas, de modo casi
absoluto, la creación de esas armonías vocálicas regulares que conducen a la

6 Buen ejemplo de snobismo escolar y secular: aun personas antirreligiosas tienen


gran admiración por el paralelismo bíblico y elogian su magnificencia y hablan de dege­
neración, de decadencia, de barbarie, cuando encuentran en otros pueblos los mismos
balbuceos prosódicos. El mismo caso acontece, a menudo, en la apreciación de metáforas
exageradas: excelentes en un pueblo, idiotas en otro, y viceversa.

338
cadencia, al ritmo, a la asonancia y a la rima. Hay también causas morales,
sociales. En la América indígena, toda la vida social, toda la moral tiene por
base la idea del equilibrio. Equilibrio político y social de los individuos en
los clanes, de los clanes en las tribus y aun de las tribus en la confederación;
salvo el caso bastante frecuente en que ésta tiene por origen el triunfo de
una de sus tribus sobre las otras; lo cual ocasiona un reparto de las funcio­
nes lo más equilibrado posible, entre los miembros del Consejo Federal y
entre los miembros del Consejo de la tribu, electos por derecho hereditario
ciánico. Equilibrio geométrico, se dice en arquitectura. Aun en los signos
jeroglíficos se agregan detalles inútiles, con el propósito de que haya equili­
brio entre las diversas partes del dibujo, para que nada quede sin apoyo, “en
el aire” . Equilibrio en los panteones; así cada Dios quiché está acompañado
de un hermano menor, completamente inútil, que hace exactamente lo que
hace su hermano mayor; asimismo los héros legendarios. Esto conduce a
las asociaciones por parejas, por pares, de los seres y de las cosas; los pares,
a veces, van duplicados; es raro que estas asociaciones sean ternarias, y
cuando no se trata de cosas o de seres que no tienen nada de sobrenatural, lo
ternario se convierte pronto en cuaternario, por veneración de la aritmología
sagrada; ésta se transforma, por consecuencia, en el caso del número cuatro,
en un perfeccionamiento del equilibrio. Los dioses, los héroes, los jefes, así
como las funciones, las cualidades, los defectos, las fórmulas protocolares,
las injurias, los fenómenos de la naturaleza, son representados por pares. Este
procedimiento se introdujo en el idioma. Los nombres de cada una de las dos
partes unidas son idénticos o casi de idéntico significado, y a veces hasta de
sonido: es lo que podríamos llamar el paralelismo de los nombres, de los
adjetivos, aun de los verbos; el paralelismo de las palabras. No daré aquí
ejemplos: el lector los encontrará, numerosos, en el Rabinal Achí, en el
Popol Vuh, en los Anales de los Xahil y en muchos otros textos.
Además de este paralelismo de palabras, tenemos el de la frase, el de
los grupos y también el de sus partes. Una fórmula es siempre binaria. Los
miembros de la frase están a menudo repetidos. Hay casos más exagerados
que desagradan a nuestros gustos europeos. Para hacerme comprender sin
muchas palabras, ruego al lector que hojee este drama. Cada una de sus
escenas no es más que un diálogo, y las pocas y breves intervenciones de
otros personajes, se podrían a menudo suprimir. Cada personaje, antes de
responder, repite, casi palabra por palabra, y a veces completamente, lo que
acaba de decir su antagonista; fácil es juzgar cuán monótono resulta este
procedimiento; de un fastidio casi insoportable para los no habituados y,
sobre todo, para el simple lector que lo aprecia sin el acompañamiento del
canto vocal o instrumental y de la danza. Entre los textos publicados hasta
hoy, creo que El Varón de Rabinal es, podríamos decir, el modelo del para­
lelismo que va de la palabra al discurso.
Es bastante curioso anotar que en muchos textos españoles del siglo xvi
encontramos frases, grupos de frases, etc., obedeciendo a la ley del parale­
lismo, lo que nos prueba que los autores de esos textos tuvieron la magní­
fica idea de traducir directamente lo que les dictaban los indígenas.
Excúsese la explicación extensa — y aún insuficiente— acerca del para­

339
lelismo; pero creo que ninguno ha dado hasta hoy una seria importancia a
esa forma de la prosodia y, por lo tanto, del pensamiento americano, forma
que he señalado hace ya varios años.
El estilo quiché ofrece también una particularidad que en el Rabinal Achí
se halla con menos frecuencia que en otros documentos de esta lengua. Lo
más importante para el estilo está en el presente y eso es lo que persigue:
es el presente lo que anunciará al principio, ocupándose después del pasado;
dirá, por ejemplo, lo que es absolutamente contrario a nuestro modo de
pensar: “Comí ese venado, lo despedacé, le quité la piel, lo maté, lo cacé” .
Inventé este ejemplo exagerado con el objeto de hacer comprender mejor
cuál es el orden del estilo y, en consecuencia, del razonamiento en los civili­
zados de la América Central. Podría obtener algunos otros detalles en la
forma exterior, en la lengua hablada, de la idea maya-quiché-nahua; pero
éstos son suficientes para mostrar el interés muy especial de esta literatura,
tan diferente de la nuestra o, más bien, de la que nos es familiar.
El Varón de Rabinal es muy interesante para conocer los tiempos anti­
guos de Guatemala.7 Nos da, sobre las costumbres, hábitos, etc., cierto nú­
mero de indicaciones nuevas; completa o rectifica más de un detalle hasta
ahora insuficiente o mal conocido y confirma otros. Pretendo señalar algu­
nos de esos puntos, en las notas finales del volumen.
Dije al principio que, ni en la forma ni en el fondo de esta pieza, se
encuentra ningún rastro de cosas europeas. No he hablado de influencias.
En efecto, me parece que una influencia nefasta obró indirectamente; creo
que el texto, tal como nosotros lo poseemos, está truncado. Al contrario
de todo lo que nos han dicho los autores antiguos y modernos, al contra­
rio de todos los ejemplos conocidos, la religión no desempeña aquí ningún
papel; ni una sola vez se habla de los dioses; ninguno de sus nombres se
cita: ningún rito, ni la más pequeña señal de ceremonia religiosa; ningún
sacerdote representa siquiera un papel mudo (las águilas y los jaguares sólo
son guerreros distinguidos, podría decirse “condecorados” ). ¿Cómo es, por
ejemplo, que cuando el drama termina, cuando el Varón de los Queché cae
muerto por esas águilas y jaguares, no le arrancan el corazón y lo presentan
a los cuatro puntos cardinales y a sus dioses, y después al sol y a su anima­
dor sobrenatural, etc.? Se puede admitir que el drama, ante todo histórico,
sólo dejaba al culto un lugar relativamente mínimo; pero, de nada a un poco,
en este caso, la importancia es capital.
Aun en menores detalles esa mutilación se manifiesta. La aritmología
sagrada de los indígenas civilizados tenía como sacratísimo el número 13;
12 es absolutamente europeo y en vez de 13 águilas, 13 jaguares, encontra­
mos aquí dos grupos de 12.8 Hasta podría decirse que se vaciló en recordar
los antiguos títulos de los jefes quichés: el “rey” de los americanistas ima­
ginativos, Hobtob “Cinco-Lluvia” , no lleva ni su título principal de Ah-

7 Y, en general, de Mesoamérica. (F. M.)


8 Por el mismo texto del Rabinal Achí puede advertirse que el Varón de los Queché
completa, con los 12 guerreros, el número 13, al enfrentarse a unos y otros, sucesiva­
mente. (F. M.)

340
popo-Ahau “Consejero Jefe” : ninguno de los otros títulos tribales a los que
tenía derecho pro honoris causa; sólo está designado como Ahau, título tan
vago como nuestra palabra jefe. A veces, se le llama Queché-Vinak, “Hom­
bre de los Queché” , probablemente porque tal nombre no llamaba la aten­
ción de los blancos. Y si al Varón de Rabinal se le califica de destacado
entre los Varones (Galel Achí), es porque este título era muy conocido de
los españoles. Dejemos estos pequeños detalles e insistamos de nuevo sobre
la completa ausencia de todo carácter religioso.

G e o r g e s R a yn a u d

341
LIBRO DE LOS CANTARES DE DZITBALCHE *

(Traducción, introducción y notas


Alfredo Barrera Vásquez)

INTRODUCCION

EL T EA TR O Y L A D A N Z A ENTRE LOS A N TIG U O S


M A Y A S DE Y U C A T A N 1

C u l t u r a e s acción, es hacer, pero un hacer para expresar la idea en la ma­


teria. El pensamiento sin expresión material es estéril. Podemos decir que
toda manifestación cultural (y esto quiere decir, todo lo que hacemos como
expresión), es un mensaje, un mensaje que dirigimos a la sociedad. La ma­
teria que utilizamos puede ser el sonido de nuestra voz o el de un instru­
mento musical, o cualquiera otra más concreta; o nuestro propio cuerpo en
movimiento.
Pero el hombre ama el arrobamiento y le preocupan deseos de hallar
fórmulas de expresión que lo transporten fuera de la realidad, aunque fuese
con motivos realistas; busca el juego sutil, medido y combinado en propor­
ciones varias en toda materia de expresión, que lo lleven a lo que él mismo
llama arte, creación estética, recreación, éxtasis. Con cualquier materia reali­
za ese juego para hallar esto. En la creación goza y sufre; es un dulce hacer
que duele. Pero también el espectador disfruta de parecidas sensaciones; la
misma risa hace brotar lágrimas y las lágrimas cuando no son risas consuelan.
El teatro y la danza, son materializaciones de una expresión cultural de
complejos juegos y profundo significado social.

* Por el interés especial del traductor en el análisis de múltiples términos lingüísti­


cos, hemos dejado la traducción de estos cantares acompañada de los textos en yucateco,
tal como aparecen en la edición del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Méxi­
co, 1965, que ahora reproducimos. (N. E.)
1 La maypr parte de esta Introducción fue leída como conferencia en Mérida, en
1959, posteriormente publicada en la Revista “Ochil” de Mérida. Ver Barrera Vás­
quez, 1959.

342
Dentro del complejo cultural que llamamos maya las artes del lenguaje
o de expresión oral florecieron al igual que la música y la danza y géneros
mixtos, no obstante que la escritura tenía un carácter hierático y no tras­
cendió al pueblo. Los datos que tenemos no son muchos, pero suficientes
para darnos cuenta de su calidad e importancia.
A pesar de que los historiadores primordiales se refirieron desde el si­
glo xvi a estas materias y que en los vocabularios mayas redactados por los
frailes se registró un acervo léxico a ellas relacionado, en los cuarentas del
siglo pasado inmediato, no se conocían estos datos y nuestros hombres de
letras estaban ansiosos de información, según se ve en la carta que D. Vi­
cente Calero Quintana dirigió a D. Juan Pío Pérez desde la tribuna del Re­
gistro Yucateco, el día 13 de enero de 1846.2 Dijo en aquella ocasión D. Vi­
cente con toda candidez: “Nuestros indios no eran los de unos pueblos tan
rudos y salvajes que no sean dignos de ser considerados en un grado de
civilización que reclaman los monumentos que encontraron los españoles y
cuyas ruinas se conservan todavía. Pero, aun suponiéndolos como se quiera,
estoy convencido de que así como tenían un idioma, unas tradiciones, una
historia, una religión, unas costumbres, tenían también una literatura pecu­
liar, una poesía propia y que yo desearía exam inar..’’ Y más adelante: “No
me diga V. que la lengua se estudia en efecto en la poesía; pero que sólo
esto es cuando las artes han llegado a la perfección, pues sin pretender entrar
en cuestión de si éstas han sido primero que las reglas, o las reglas primero
que ellas, no me negará V. que la poesía, que en los pueblos bárbaros ha
empezado por referir las hazañas de sus dioses, o las acciones de los jefes de
sus tribus, se ha grabado en la memoria de todos, y bien o mal, sus frases
nempre animadas y enérgicas, se han ido colocando en el depósito de la
lengua” . Se había dirigido el Sr. Calero a D. Juan, porque éste ya había ga­
nado, por entonces, buen prestigio como investigador de la cultura de los
mayas a través de los documentos escritos por estos mismos. La respuesta
de D. Juan parece haber sido la carta que el Padre Carrillo y Ancona cita y
transcribe en parte en su Disertación sobre la Literatura Antigua de Yuca­
tán, publicada por primera vez en La Revista de Mérida en 1869,3 sola­
mente que, parece que por error, aparece como fechada el 15 de diciembre
de 1840, debiendo ser posterior al 15 de enero de 1846. Dice el párrafo
alusivo de la Disertación: “Había entre los mayas dos clases de poesía,
una de los sabios y otra del pueblo — dice el célebre anticuario yucateco
D. Juan Pío Pérez en la carta de 15 de diciembre de 1840 dirigida al lite­
rato D. Vicente Calero— una es la poesía del pueblo y otra la del sabio y
sacerdote... La de éstos no llegó a nosotros, o serán muy raros los ejemplos;
la de aquéllos tampoco, a no ser esos cantos obscenos que aún conservan los
Indios en sus mitotadas y otros semejantes que por esto se prohibieron” .
Es explicable esa situación en aquellos tiempos, ya que toda la docu­
mentación del siglo xvi y aun la del xvn, no había sido descubierta en los

2 Registro Yucateco. Tomo IV, p. 23.


3 La disertación sobre la literatura antigua de Yucatán, ha sido reproducida varias
veces. Véase Bibliografía.

343
archivos y otros lugares fuera de Yucatán, a donde habían ido a parar. Al
Abate Esteban Brasseur de Bourbourg se deben dos grandes descubrimien­
tos documentales referentes a Yucatán; el extracto del libro de Fray Diego
de Landa — única parte que se conoce— y el Diccionario de Motul. El pri­
mero lo halló en la Biblioteca de la Academia de la Historia de Madrid en
186.3 y lo editó en 1864, el segundo lo halló en un mercado de México más
o menos por la misma época, pero no fue publicado hasta 1929, por primera
vez, en Mérida, por D. Juan Martínez Hernández. No lo conoció D. Juan Pío
Pérez. Sánchez de Aguilar, quien da preciosos datos, no obstante que fue
yucateco, que escribió en 1613 y que su libro fue publicado en 1639 en Ma­
drid, prácticamente no fue conocido en México hasta 1900 que lo reimpri­
mió el Museo Nacional en el Tomo V I de sus Anales.4 La Relación de la
visita de Fray Alonso Ponce, que escribió Fray Antonio de Ciudad Real en
1588, y que también arroja datos, fue publicada por primera vez en Madrid
en 1872,5 etc. Además, últimamente dos grandes descubrimientos, el uno ar­
queológico y el otro postcortesiano, han venido a completar nuestros cono­
cimientos sobre el teatro y la danza del antiguo Yucatán y territorios aledas
ños. El uno es el de las pinturas de Bonampak6 y el otro el de los Cantares
de Dzitbalché. Cuando el Padre Carrillo y Ancona escribe en su Diserta­
ción mencionada, teniendo en mente la carta de Calero y la pobre respues­
ta de D. Juan Pío Pérez, ya había leído a Landa, a Sánchez de Aguilar y
a algún otro autor, al mismo tiempo que había realizado investigaciones por
su cuenta en los documentos manuscritos.
Dice Landa: “ Que los indios tienen recreaciones muy donosas y princi­
palmente farsantes que representan con mucho donaire, tanfo que a éstos
alquilan los españoles para no más que vean los chistes de los españoles que
pasan con sus mozas, maridos o ellos propios sobre el buen o mal servir, y
después lo representan con tanto artificio como curiosos españoles. Tienen
atabales pequeños que tañen con la mano, y otro atabal de palo hueco, de
sonido pesado y triste; táñenle con un palo larguillo, puesto al cabo cierta
leche de un árbol y tienen trompetas largas y delgadas de palos huecos, y al
cabo unas largas y tuertas calabazas; y tienen otro instrumento de toda la
tortuga entera con sus conchas y, sacada la carne, táñenle con la palma de la
mano, y es un sonido lúgubre y triste. Tienen chiflatos de huesos de cañas
de venado y caracoles grandes y flautas de cañas; y con estos instrumentos
hacen son a los bailantes y tienen dos bailes muy de hombre y de ver. El uno
es un juego de cañas y así le llaman ellos Colomché que lo quiere decir; para
jugarlo se junta una gran rueda de bailadores con su música que les hacen
son, y por su compás salen dos de la rueda el uno con un manojo de bohor­
dos y baila con ellos enhiesto; el otro baila en cuclillas, ambos con compás
de la rueda; y el de los bohordos, con toda su fuerza los tira al otro, el cual
con gran destreza, con un palo pequeño arrebátalos; acabado de tirar, vuelve
con su compás a la rueda y salen otros a hacer lo mismo. Otro baile hay en

4 Informe contra Idolorum Cultores. Fue también reeditado en Mérida en 1937 y


en México en 1953. Véase Bibliografía.
5 (Ciudad Real, Antonio de), (1588).
6 Véase Villagra, 1947 y Rupert et al., 1955.

344
que bailan ochocientos y más y menos indios con banderas pequeñas, con
son y paso largo de guerra, entre los cuales no hay uno que salga de compás;
y en sus bailes son pesados, porque todo el día entero no cesan de bailar,
porque les llevan ahí de comer y beber. Los hombres no solían bailar con
las mujeres” ? Describe o cita además del Colomché y la Danza de las Ban-
deritas, las siguientes: “Holcan O kot” o Danza de Guerreros, “Batel O kot”
o Danza de la Batallarla Danza de los Zancos; “Xibalbá O kot” o Danza del
Diablo; la Danza del Fuego; la del “ Okotuil” o La Danza, a secas; la del
“Chantunyab” , la Gran Fiesta y la del “Chohom ” .8 Menciona también una
fiesta en la cual, durante cinco días, los farsantes iban “por las casas princi­
pales haciendo sus farsas...” Y cuando describe Chichén Itzá, al referirse al
Templo de Kukulcán, o sea lo que hoy conocemos como el “castillo” , dice
que “Tenía delante de la escalera del norte, algo aparte, dos teatros de can­
tería pequeños, de a cuatro escaleras y enlosados por arriba en que dicen
representaban las farsas y comedias para solaz del pueblo” .
Por su parte, Sánchez de Aguilar relata: “En su gentilidad y ahora bailan
y cantan al uso de los mexicanos, y tenían y tienen su cantor principal que
entona y enseña lo que se ha de cantar y le veneran y reverencian y le dan
asiento en la iglesia y en sus juntas y bodas y le llaman Holpop a cuyo cargo
están los atabales e instrumentos de música como son flautas, trompetas,
conchas de tortuga y el teponagua2tli que es de madera, hueco, y cuyo so­
nido se oye de dos y tres leguas, según el viento que corre. Cantan fábulas
y antiguallas que hoy se podrían reformar y darles cosas a lo divino que can­
ten. Confieso que aunque metí la mano en esta materia, no fue tanto cuanto
convendría. Tenían y tienen farsantes que representan fábulas e historias an­
tiguas. Son graciosísimos en los chistes y motes que dicen a sus mayores y
jueces; si son rigurosos, si son blandos, si son ambiciosos, y esto con mucha
agudeza y en una palabra, y para entenderlo y saber a quién motejan, con­
viene <saber su lengua muy bien y las frases y modos dq hablar que tienen
en sus triscas y conversacipnes, que son agudos y de reír. Los religiosos ve­
daron al principio de su conversión a estos farsantes o porque cantaban anti­
guallas que no se dejaban entender o porque no se hiciesen de noche estas
comeoias y evitar pecados en tales horas. Y averiguando algo desto, hallé
que eran cantares o remedos que hacen de los pájaros cantores y parleros y
particularmente de un pájaro que canta mil cantos, que es el Sachic, que
llama el mexicano Censontlatoli; que quiere decir pájaro de cien leguas. Lla­
man a estos farsantes Baldzam y por metáfora llaman Baldzam al que se hace
gracioso, decidor y chocarrero” .9
En la Relación de la visita de Fray Alonso Ponce escrita por Ciudad
Real, hay la descripción de una interesante danza que se hizo al visitar el

7 Landa Ms. f. 17r.; 1938, p. 37.


8 El nombre de esta Danza, según Roys (citado por Tozzer, 1941, p. 156, nota 786),
pudo haber sido chohom, El Pintado con Indigo. En efecto, esta danza la acostumbraban
ejecutar los pescadores que teñían de azul sus implementos. Otro significado puede refe­
rirse a chorro, en el sentido de abundancia, tomando como correcto el morfema choh, sin
glotalización del primer fonema.
9 Sánchez de Aguilar, op. cit., p. 149, edición de 1937.

345
pueblo de Kantunil, que dice así: "... con muchos bailes y danzas, al modo
de la tierra y al de Castilla, y entre ellos sacaron los indios para regocijase
[sic] una invención particular que fue: unas andas y sobre ellas un castillo
redondo y angosto, a manera de pulpito, de más de dos varas de medir de
alto, cubierto de alto a bajo con paños de algodón pintados, con dos bande­
ras en lo alto a cada lado la suya; metido en este pulpito, y que se parecía
de la cintura arriba, iba un indio muy bien vestido y galano, . . . y con un
moxqueador de pluma en la otra, vuelto hacia el padre Comisario, iba siem­
pre haciendo meneos y silvando al son de un teponastle que tocaba otro indio
allí junto a las andas, entre otros muchos que al mesmo son iban cantando,
haciendo mucho ruido y dando muchos y muy recios silvios. Llevaban estas
andas y castillo seis indios a hombros, y aun éstos también iban bailando y
cantando, meneando los pies y haciendo las mesmas mudanzas que los otros,
al son del mesmo teponastle: era muy vistoso aquel castillo y campeaba mu­
cho y divisábase bien por ser tan alto y estar tan pintado. Llámase aquel
baile e invención, en aquella lengua, zonó, y es de los que usaban en tiem­
pos antiguos. Acudieron infinidad de indios así a ver aquel baile, como a ver
al padre Comisario.. .” 10
Bástenos aquellos tres prístinos informantes. Colacionemos sus informes
entre sí y con otras fuentes primordiales también, pero anónimas, a saber:
el Diccionario de Motul que aunque atribuido'a Ciudad Real, mientras la
prueba no sea evidente debemos considerarlo anónimo; las pinturas de Bo-
nampak y los Cantares de Dzitbalché, amén de alguna otra supervivencia
postmontejina.
Landa nos dice acerca del teatro, “Que tienen recreaciones muy donosas
y principalmente farsantes que representan con mucho donaire” y se refiere
aún a “dos teatros en que dicen representaban las farsas y comedias para
solaz del pueblo" al describir el templo de Kukulcán en Chichén Itzá.
Sánchez de Aguilar, sobre el mismo asunto afirma que “...tenían y tienen
farsantes que representan fábulas e historias antiguas y que son graciosísi­
mos en chistes. . . y que llaman a estos farsantes baldzam. .
Acerca de la danza, Landa informa, cuando se refiere a los instrumentos
musicales: “con estos instrumentos hacen son a los bailantes” ... luego agre­
ga: “tienen dos bailes muy de hombre y de ver” y, además, “que en sus
bailes son pesados porque todo el día entero no cesan de bailar” y describe
o menciona no menos de diez danzas diferentes, incluyendo las dos de “muy
hombre y de ver".
Sánchez de Aguilar comienza diciendo que “En su gentilidad y ahora,
cantan y bailan”, pero no se refiere a las danzas, sino que preferentemente
decide hablar del teatro, de la música y del canto, y así dice: “cantan al uso
de los mexicanos y tenían y tienen un cantor principal que entona y enseña
lo que se ha de cantar y le veneran y reverencian... y le llaman holpop a cuyo
cargo están los instrumentos de música como son flautas, trompetas, conchas
de tortuga y el teponastle” y que “lo que cantan son fábulas y antiguallas,
cantares y remedos que hacen de los pájaros cantores y parleros".

10 Ciudad Real, op. cit., II: 141. Apud Martí, 1961, pp. 54-55.

346
Sin embargo, su lista de instrumentos es menos completa que la de
Landa; la de éste incluye los de aquél; nos da un total de siete a cambio de
sólo tres de Sánchez de Aguilar: he aquí la lista de Landa: atabales pequeños
que tañen con la mano, atabal de palo hueco (el teponastle o tunkul), trom­
petas largas y delgadas de palo con una calabaza al extremo, conchas de tor­
tuga entera, chiflatos de hueso, caracoles y flautas de caña. Ahora bien, ar­
queológicamente se han hallado flautas, ocarinas y tambores de cerámica,
flautas de hueso, cascabeles e instrumentos de frotamiento de hueso y con­
cha, sonajas en forma de vasos de doble fondo, y de otras formas, etc., esto
es, los objetos mismos, mientras que en las pinturas murales de Bonampak
se ven algunos de los instrumentos mencionados en los escritos citados, so­
najas ( mencionadas en otros documentos) y uñ gran tambor alto, vertical,
que estaba en boga en México al momento de la Conquista y que los natu­
rales de allá llamaban huéhuetl. También en los códices pictóricos mayas se
encuentran representaciones de instrumentos musicales. El Diccionario de
Motul no solamente corrobora los datos de los cronistas y nos da los nom­
bres de varios instrumentos y alguna terminología técnica, sino que registra
nueve nombres de obras teatrales; ellas son:
1. “Ah Canche Caan”, que se puede traducir como “El Escabel del Cie­
lo” y que dice ser “cierto entremés que hacen los indios en sus representa­
ciones”.
2. “Ah Con Cutz”, o sea “El Vendedor de pavos silvestres”, “cierta re­
presentación”.
3. “Ah Con Cum” o sea “El Vendedor de Ollas”, “entremés o repre­
sentación”.
4. “Ah Con Ic”, o sea “El que Vende Chiles" “representación de los
indios".
5. “Ah Con Tzatzam”, o sea “El que Vende Enredos”, “cierta repre­
sentación”.
6. “Ah Cuch Uitz”, o sea “El que carga (o gobierna) la Sierra A lta”,
“cierta representación”.
7. “Ah Sacchiil Mo”, o sea “La Guacamaya de la Boca Blanca” o mejor
“De los Negocios Falsos”, “cierta representación”.
8. “Ah Sac Hool Paal”, o sea “El Chico de la Cabeza Blanca”, “cierta
representación”.
9. “Ah Pakal Cacau”, o sea “El Cultivador de Cacao”, “cierta repre­
sentación” ,n
Por los nombres podemos deducir que estas “ciertas representaciones”
eran entremeses de carácter cómico, farsas donde la gracia estaba en el de­
cir; como ambos, Landa y Sánchez de Aguilar, dicen, eran maestros del buen
humor, facundos y finos críticos sociales.
Sabemos por el Diccionario de Motul que había, además del Holpop que
era maestro de canto “que entona y enseña lo que se ha de cantar", otro
“principal que tiene cuidado de los danzantes o farsantes que se juntan en

11 Martí, 1961, pp. 84-90, reproduce la lista anterior y agrega los nombres de danzas
que se encuentran en varias otras fuentes tanto de Yucatán como de Guatemala.

347
su casa y se imponen ’ (es decir, estudian, ensayan) a quien se llamaba. “Ah
Cuch Tzublal” . o sea Director de Arte Escénico que así se puede traducir
dicho nombre, pues define nuestra autoridad motuleña: “Tzublal: mozo cu­
rioso, dispuesto, gallardo, gentil hombre, galán polido y bizarro”; además,
“bailador... y es porque suelen salir galanos” y "Tzublail: fantasía, hermo­
sura, gentileza, galanía y bizarría que engríe y ensorberbece”; y ¿qué es el
arte escénico sino todo eso? El Holpop era el Director de Danza y Canto;
el Ah Cuch Tzublal lo era de Arte Escénico. Tenían una casa especial donde
se reunían para estudiar y ensayar sus bailes y se llamaba Popolna, cuyo en­
cargado era el Holpop quien guardaba allí los instrumentos y el atuendo
como dice Sánchez de Aguilar. Esta casa no era sólo para eso, sino también
para tratar cosas de la comunidad o “de república” como dicen los vocabu­
larios. Estos nos dan a entender que el Teatro y la Danza y más ésta que
aquél eran artes comunales, una institución permanente de la comunidad.
Además del nombre baldzam que nos da Sánchez de Aguilar para el far­
sante o actor y que los diccionarios registran, el de Motul da estos otros:
“Bacab: representante juglar” y “Taah o Taahhaldzam: representante, deci­
dor, comediante” .
El verdadero nombre del danzante era “Ah okot”, ya que okot significa
baile.. Ya vimos que si también se les llamaba Ah tzublal, era porque “suelen
salir galanos”.
A l cantor se le llamaba Ah kayom, porque kay es igual a canto. A l que
cantaba entonado se le llamaba Ah Noh Cal, o sea El Gran Garganta, aun­
que también El Gran Voz o El de la Voz Recta, puesto que noh es grande
pero también derecho y cal dice garganta, pero también voz; así, el sonido
de la trompeta es u cal hom; la voz delgada es bekech cal; coch cal, es voz
gruesa y Che’eh cal, voz recia y sonora, es decir, el primero sería el tenor,
el segundo el bajo y el tercero el barítono; la armonía del canto se decía:
u zínaan kay, ya que zínaan vale por acento y tono. A l cantante desentonado
se le llamaba Ah Dzic Cal, El de la Voz Brava. Ah Tuz Kay era el nombre
que se daba al compositor de cantos; tuz significa mentira, pero también
“inventar, componer, ordenar, constituir y establecer” según nuestra auto­
ridad léxica. No da ésta o por lo menos no lo hemos hallado en ella, el nom­
bre que se daba al autor teatral, pero dice que “Ah Síian can o Ah Síian than”
es “el que sabe muchas historias”.
Veamos ahora cómo se llamaban los instrumentos musicales; la trompeta
era hom, como se ha dicho; chul, la flauta; xoxob, el silbato u ocarina; hub,
el caracol (la autoridad para este nombre es Juan Pío Pérez, pues no lo con­
signa el M otul); soot, las sonajas; Risa de los Pies, che’eh oc, eran “los cas­
cabeles que usan los danzantes”; tunkul, el atabal horizontal hecho de un
tronco hueco con dos lengüetas sacadas sobre su superficie con tres cortes
haciendo longitudinalmente la figura de una H mayúscula, que llama Sánchez
de Aguilar con el nombre mexicano de “teponaguaztli” ; pax, cualquier otro
instrumento de percusión y el tocarlo; boxel ac, las conchas de tortuga, o
boxel a secas; pero ignoramos el nombre del gran tambor que los mexicanos
llamaban huehuetl y de otros instrumentos o variedades de los ya mencio­
nados.

348
¿Qué sucedió a todo aquel arte y a dónde ha ido a parar la habilidad y
afición teatral, musical y coreográfica del pueblo peninsular autóctono? Le
fue destruido y no se le sustituyó debidamente. En Yucatán no florecieron
los autos españoles y de los bailes sólo adoptaron el remedo de jota que es
la jarana. Lo auténtico casi se ha ido para siempre, si no es que ya se ha
marchado totalmente. Don Pedro Sánchez de Aguilar nos lo dice: “Los reli­
giosos vedaron al principio de su conversión estos farsantes o porque can­
taban antiguallas que no se dejaban entender o porque no se hiciesen de
noche estas comedias y evitar pecados en tales horas” .n El mismo propuso
el remedio así: “... fábulas y antiguallas que hoy se podrían reformar y dar­
les cosas a lo divino que canten" .n Pero no era cosa fácil; la conversión no
fue efectiva; delante de los frailes eran sumisos cristianos y dejaron de hacer
lo que les prohibieron; pero en los bosques, en silencio, siguieron practican­
do secretamente ritos de su religión; mas el canto y la danza los hubiese de­
nunciado y las farsas requerían de los poblados. Sánchez de Aguilar fracasó
al querer aplicar su remedio según declara: “Confieso que aunque metí la
mano en esta materia, no fue tanto como convendría” ,14 Sin embargo, pa­
rece que hace cien años habían aún vestigios. Don Juan Pío Pérez, en 1846,
menciona “... esos cantos obscenos que aún conservan los Indios en sus mi-
totadas y otros semejantes que por esto se prohibieron" ,15 Por otra parte,
el Padre Carrillo y Ancona en su mencionada Disertación da noticias de una
supervivencia teatral, que estaba en acción por aquellas mismas épocas. Dice
así, sorprendido: “Habiendo hablado de la poesía y del canto, y hablado en
su consecuencia del baile y de la música, he aquí que una especie de teatro,
¡quién lo creyera! el teatro maya, reclama sobre la historia nuestra atención.
Conocían y practicaban los antiguos yucatecos el uso y recreo de las representa­
ciones teatrales... Sirva de prueba el argumento mismo de la invasión y con­
quista española que, según nos informó el memorable Dr. D. José Canuto
Vela, presidente que fue de las comisiones político-religiosas cerca de los in­
dios rebeldes del Sur y Oriente de la península, desde 1849 y 1850, formaba
una buena representación teatral que él mismo vio representar a los indios
con mezcla de canto y baile” El Sr. Carrillo, inmediatamente, se refiere
a la prohibición y sustitución con estas palabras: “... varios documentos his­
tóricos existen acerca del buen gobierno, policía y buenas costumbres de los
indios convertidos, por donde consta cómo los gobiernos eclesiástico y polí­
tico mandaban que se procurase extirpar ciertas representaciones dramáticas
propias de los indios, por razón de lo obsceno e idolátrico de ellas; y dispo­
nían que para dar algún recreo a los mismos, fueran sustituidas con las muy
conocidas representaciones religiosas de las costumbres populares de la Euro­
pa Cristiana” F

12 Sánchez de Aguilar, 1937, p. 149.


» Ibid.
» Ibid.
15 Citado por Carrillo y Ancona en su mencionada Disertación; edición de 1913, p. 20.
16 Carrillo y Ancona, op. cit., p. 23.
17 Ibid.

349
Aquella referencia es la única conocida de una obra teatral representada
por los naturales de la península, con motivo histórico moderno.
Hasta hace unos cuarenta años se escenificaba una farsa con actores que
representaban animales, en el pueblo de Tinum, del Estado de Campeche,
cuyos motivos aprovechó el poeta D. Juan de la Cabada para una de sus
obras.16 Los X toles, una danza con canto, constituyó por la misma época en
Mérida un vestigio que se ha perdido, aunque sus motivos musicales han
sido aprovechados en cantos, óperas y rapsodias modernas. Sin embargo,
cada año se practica en Dzitás, Yucatán, un complejo coreográfico y cere­
monial durante la fiesta de Santa Inés, pero cada vez palidece y se trans­
forma; se trata de la Danza de los Ramilletes, la del Cotz Cal Tzó, en la que
se sacrifican danzando 13 pavos, y la ceremonia y danza de las cabezas de
cerdo, dignas de reconstruirse en su forma clásica para ser registradas en
cinta cinematográfica a color y con sonido, antes de que las nuevas genera­
ciones las rocanrolicen.
Por cuanto a testimonios documentales tenemos, como hemos dicho, los
Cantares de Dzitbalché y los frescos de Bonampak; aunque éstos no corres­
ponden a Yucatán, parecen ser las proyecciones cinemascópicas a todo color
de las pálidas informaciones escritas de nuestros viejos cronistas.

II

LOS CANTARES DE DZITBALCHE

Los C an tares de Dzitbalché, como su nombre lo indica, proceden del pue­


blo de este nombre del Estado de Campeche. Fueron descubiertos en Méri­
da alrededor del año 1942. No todos los cantares están completos, desgra­
ciadamente, pero constituyen el único ejemplo conocido hasta hoy de un
códice de este tipo de literatura en toda el área maya. Son, en efecto, 15 can­
tares y una portada, pero ésta reza: ‘‘El Libro de las Danzas de los Hombres
Antiguos, que era costumbre hacer acá en los pueblos cuando aún no llega­
ban los blancos”. Y es que sin duda se cantaban danzando. $e refieren a
diversos temas.
Nos hacen tener un ejemplo auténtico de la letra que acompañaba a las
danzas, porque la música ¡ay! no ha quedado fijada en modo alguno; nos
aclaran, por una parte y corroboran por otra, datos vagos que teníamos de
algunas costumbres o menciones de ellas en algunas viejas crónicas. Tal por
ejemplo el sacrificio por flechamiento relatado por Landa y el Kay Nicté
o Canto de la Flor (núm. 9) (donde la flor simboliza el amor carnal), cuya
memoria se conserva aún hoy y quizás se practique ql rito todavía. En estos
cantares, además, tenemos los nombres de instrumentos musicales. Por ejem­
plo, en el núm. 12 se mencionan el tunkul que hemos citado, el zacatán,
probable nombre del tambor vertical, que no se registra en el Diccionario
de Motul ni en el de Juan Pío Pérez; el caracol y, por último, “la cantadora

18 Cabada, Juan de la, 1944.

350
jicara”, que nos hace pensar en las “trompetas largas y delgadas de palos
huecos, y al cabo unas largas y tuertas calabazas” que describe Landa, aun­
que quizás se trate de un instrumento diferente. En ese cantar también se
menciona el Holpop y otros funcionarios y a los farsantes, bailarines, con­
torsionistas, saltarines ¡y corcovados...! En el número 7 se mencionan las
sonajas y la concha de tortuga con el nombre de cocbox, o sea carapacho de
tortuga terrestre.
Desde el punto de vista físico, los Cantares de Dzitbalché ofrecen las
siguientes características:

1. Están escritos en papel español cuando se hallaba en parte deterio­


rado. Sobre el deterioro original ha sufrido otros posteriores a la
escritura.
2. Cuando el deterioro del papel existía previa a la escritura, ésta se
acomodó a aquél. El posterior deterioro la dañó parcialmente. Este
consiste en picaduras y desgarros en lo que respecta al papel mismo y
en deslavadura de la tinta por efecto de humedad, luz, etc. El papel
tiene la pátina del papel blanco viejo; la tinta es entre negra y ocre.
3. Formaron como hemos dicho antes un libro, de hojas cosidas con
fino hilo de henequén, del cual sólo quedaban débiles vestigios al
momento de su adquisición. Las hojas tienen más o menos 21 centí­
metros de altura, por 15.5 centímetros de anchura.
4. La grafía es tosca, pero firme, toda en mayúsculas trazadas, a lo que
parece, parte con el cheeb maya, o sea una varita de madera aguzada
de varias medidas y parte con pluma de ave.
5. Con excepción de cuatro de los textos, todos los demás están escritos
a dos columnas, imitando al verso español.

Desde el punto de vista filológico ofrecen peculiaridades bien suyas, a


saber:

1. Sigue la ortografía tradicional del siglo xvm , cuando se había des­


cartado el uso de la cedilla, usándose la z en lugar de aquélla, pero
conserva el uso de la c para el fonema oclusivo palatal sordo (k) y k
para la misma articulación pero con cierre simultáneo de la glotis (k r) .
El reformador de la ortografía que suprimió la cedilla fue Fray Pe­
dro Beltrán de Santa Rosa en 1742 (su Arte fue impreso en México
en 1 7 4 6 ); este hecho da la pauta para considerar el libro de los Can­
tares de Dzitbalché como copia sacada de otro original en dicho si­
glo xvm .
2. Abusa del uso del guión para separar una palabra de otra, pero este
uso no es preciso: algunas veces falta, otras divide las palabras mis­
mas de modo arbitrario.
3. Usa siempre el signo v en vez de u.
4. Usa el apóstrofo en pocas ocasiones como signo de totalización; las
más veces para determinar contorno como en el caso de h’uayah -yaab
y t ’okol (Cantar núm. 3).

351
5. Las consonantes glotalizadas están representadas dobles en el caso
de la p’ y de la t ’; con apóstrofo en el caso de la ch’ ( véase línea 12
del Cantar núm. 1: H’ch’oo) o doblando la h con la adición o no del
apóstrofo. Sin embargo, en un mismo texto puede verse th y t ’ para
el mismo fonema; y la falta del apóstrofo en la ch glotalizada. La
letra k en la ortografía tradicional siempre ha representado el fone­
ma glotalizado oclusivo palatal sordo; no obstante, en la grafía de
los Cantares a veces tiene doble trazo vertical. Algunas veces se usa
c para este fonema.
Las vocales en varias ocasiones están representadas con acento; éste
en algunas vocales finales representa clausura glotal final. La duración
vocálica está indicada doblando el signo correspondiente.
6. El dialecto es muy semejante al del norte de Yucatán, pero algunas
palabras aparecen con el sufijo -il infijado en seguimiento de las
vocales, diptongando éstas como en el caso de kailbeilt que en el
norte se dice kabet y en el de oaiilc que en la citada región es oaic o
oic (Cantar núm. 1 ) .
7. 'Las nasales m y n se intercambian sin precisión o vienen juntas
(tunmen por turnen).
8. A l plural -oob a veces le falta la b.

Aunque titulamos cantares a todos los textos del códice, algunos de és­
tos más parecen narraciones o explicaciones sin otra particularidad que la de
estar escritos en columnas, a manera de verso, sin haberlo propiamente. Tales
los números 3, 5, 9 y 10. En otros el estilo es de oración religiosa de humil­
de siervo de la divinidad como los números 2 y 6. Los números 1 y 13 están
íntimamente relacionados: el primero parece la introducción del segundo:
describe a los danzantes sacrificadores del sacrificio a flechazos y a la víctima;
se dirige a ésta animándola, al mismo tiempo que menciona a los funcionarios
que asisten al sacrificio. El número 13 es el canto dirigido a los danzantes
sacrificadores, describiendo cómo se han aderezado y cómo deben ejecutar
el sacrificio,19 El estilo de estos dos cantares es magistral por su composi­
ción, su ritmo y sus figuras.
El Cantar núm. 4 está dedicado a las mozas que van al matrimonio, des­
cribe su felicidad y las invita al canto y a poner sus corazones a las divini­
dades.
El Cantar núm. 8 es una patética endecha de orfandad. Es uno de los
que tienen corte redondo y estilo puro en su cadencia, aunque su lenguaje
sea llano.
El Cantar núm. 11 narra el amanecer cuando la noche con sus estrellas
y sus animales se oculta y el día nace alegre. El núm. 14 parece introduc­
ción del siguiente y último núm. 15. El primero de éstos se refiere a las
aves que alegres cantan y a quien debemos imitar. El segundo es un canto
de amor a una mujer a la cual se invita a engalanarse y lucir bella para ale­

19 Véase la descripción que hace Landa, Ms. 23r. de este sacrificio. Está citada en
la edición de este cantar publicada en Tlalocan.

352
grar la hora. Los tres cantares de este grupo son puramente líricos, de buen
estilo.
El núm. 12 canta la ceremonia del recibimiento del nuevo año, después
que han pasado los días aciagos. Su estilo es descriptivo y llano.
Además de los 15 cantares descritos, la portada tiene interpolada una
cuarteta de estilo popular que todavía dura y aparecen fragmentos de otros
arriba del comienzo de los cantares 14 y 15, que se explican en las notas co­
rrespondientes a estos dos cantares.
Todos los cantares son valiosos documentos etnohistóricos.
Sobre la fecha registrada en la portada del manuscrito, véase la nota co­
rrespondiente.
La transcripción se ha hecho siguiendo lo más exactamente posible el
original, respetando sus líneas (que han sido numeradas), su división de las
palabras o frases con guiones y su ortografía. Las partes reconstruidas del
texto se han marcado con calderones [ ] y las que sobran se han indicado
con paréntesis angulares < > . Esto último solamente cuando se ha consi­
derado estrictamente necesario hacerlo.
La traducción se hizo apegándose lo más cerca posible a la letra, forzan­
do en veces la sintaxis española, lo cual no perjudica a este idioma, y sí con­
serva el espíritu de la lengua maya.

A lfredo B arrera V ásqu ez

353
CONTENIDO DEL CODICE

N úmero del
H o ja C antar
T exto

1 R. Portada, cuarteta interpolada, nombre del autor y fecha. 0


1 V. X-KOLOM-CHE 1
2 R. T-NOH-HOCH-YVM AH CVLEL
AH ’-HAU-CAN-PECH 2
2 V. H’VAYAH-YAAB 3
3 R. COOX-H-C-KAM-NIICTE 4
3 V. HVA-PAACH’OOB 5
4 R. KAMA-THAN-TIH YVM
LATT-KAB-TVNOOB 6
4 V. KAY-NICTE 7
5 R. V-YAYAH-KAY H’OTZIIL
X-MAN-NA 8
5 V. PA A Y-CHI-H ’ZIIT-H ’BOLOM-T VM- 9
6 R. AH ’TZAAB-CAN 10
6 V. H’KAY-BAL- z>AM 11
7 R. KIILIIZ-TVVP-YOK-VITZ 12
8 R/V. X ’O K ’OOT-KAY-H’PPVM-T-HVVL 13
9 R. Cantar sin nombre, I, con dos líneas antepuestas
de texto ajeno 14
9 V. Cantar sin nombre, II, con dos líneas antepuestas
de texto ajeno 15

354
PORTADA

X-KOLOM-CHE' (I) X-KOLOM-CHE1 (I)

1. V-HAN-ALTEIL2-H’OKOT El Libro de las Danzas2


2. H-VVCH-BEEN-VINCOOB de los hombres antiguos
3. ZV V C-V-BEIL-T AH A AL que era costumbre hacer
4. VAY-T’CAHOBE-MAILI- aquí en los pueblos [de Yucatán]
cuando aún no
5. COHOC-H’ZAAC-MAXOO llegaban los blancos.

6. BIN-IN-=)VV3-A-CHI3 Besaré tu boca3


7. TVT-YAM-X-COHL- entre las plantas de la milpa.
8. X-CIICHPAM-ZAC- Bella blanca,
9. YAN-YAN-A-VAHAL tienes que despertar.

10. LAIIL-H’AN-ALT-TEAH- =>[IB] Este Libro fue escrito


11. TA AB-T VN-MEN -Y VM-H’ por el Señor
12 . AH-BAM-V-H’CA-VABIL-NO [H] Ah Bam, bisnieto del gran
13 . H’AHCVLEEL-TVT-CAHIL-X [ zdIT] Ah Qulel4 del pueblo de Z)it-

14 . BAL-CHE-T-TV VM-V-H VMPIC.. .5 balché en el entonces [año de] un


mil...
15 . T-CAHIL-HVM-:d IIT- En el pueblo de z>it-
16 . BAL-CHE-T-T-HAA- balché, en el año
17. BIIL-T’HVMPIC-HVM- un mil
18. BAAK-CA-KAATVN-6 cuatrocientos cuarenta.5

1 X-KOLOM-CHE. Este es el nombre del primer cantar que sigue y que aparece
titulando todo el libro. Véase la nota 1 en el siguiente texto sobre el significado de este
nombre.
2 V-HAN-ALTEIL. Como está dividida esta frase puede llevar a una interpretación
falsa, pues pudiera leerse “lo que se dice (alteil) rápidamente {han) para o perteneciente
a ...(u)”. Pero en el dialecto de los cantares se prefija a veces el signo masculino (h) o
el femenino (x) no solamente a nombres de personas sino también a nombres de cosas.
Véase por ejemplo la línea 8 de KAMA-THAN en donde está antepuesto el signo mascu­
lino a una frase que dice “malos pensamientos” ; otro caso está en la línea 27 de
V-YAYAH-KAY donde el mismo signo está antepuesto a la palabra que significa día.
Este es el caso aquí, de modo que no hay tal adverbio han sino que la aspiración {h) es
el signo masculino antepuesto a la palabra analte, seguida del sufijo -il, que es parte de
la construcción genitiva comenzada con el pronombre posesivo u, de modo que debe leer­
se u h-analteil. Esta palabra aparece escrita anahte en Pío Pérez, 1866-77, y está expli­
cada así: “cortezas, pergaminos que servían a los indios para escribir o pintar sus histo­
rias con jeroglíficos”, de modo que es un equivalente de libro o papel posiblemente del
náhua ámatl o amat, españolizado amate y que significa igualmente libro o papel, ade­
más de ser el nombre de la higuera de donde hacían tal material tanto los mayas como
otros pueblos antiguos de México.
3 Esta línea y las tres siguientes son una interpolación en este texto que resulta ser
la portada del libro. La cuarteta tiene el estilo de los cantares mayas modernos.
4 Véase la nota 8 del cantar H’VAYAH-YAAB, para la definición de Ah culel o
Ah kulel. Tal vez no sería difícil identificar este personaje, considerando que posible-

355
CANTAR 1

X ’-KOLOMlCHE1 (II) X-KOLOM-CHE (II)

1. AH ’ PAPAL2-H’MVVKAN Mocetones recios,


2. VINIC-PPIZAN-CHIMALIL3- hombres del escudo en orden,
3. C-YOOC-LOOB-T-CHVMVC entran hasta el medio
4. C’KI-VIC-VIT-TIAL-V-H’ de la plaza para
5. PPZV-V-MVVKOOB4-T medir sus fuerzas
6. X-KOLOM-CHE-OKOOT- en la Danza del Kolomché.

mente fue el último que llevaría el título. Tuvo gran importancia como puede verse por
el cantar dedicado a él. T-NOH-HOCH YUM-AH CVLEL. Ah Bam, el compilador, apren­
dería a escribir pronto al iniciarse la Colonia, pero es curioso que hubiera conservado su
nombre maya, o que por lo menos no hubiese usado su nombre cristiano que sin duda
llegó a tener.
5 No alcanzó al escriba la hoja para terminar. Las letras en esta página son mayores
que todo el resto del libro. Completó el texto al margen, escribiendo las últimas cuatro
líneas transversalmente en relación con las otras y repitiendo parte de la línea 13 más
la 14.
6 La fecha expresada da 1440, teniendo en cuenta que humpic no puede tener valor
de ochocientos sino de un mil, que es lo común en textos coloniales; al mil se le agre­
gan los cuatrocientos de humbak más cuarenta de ca-katun. Pero esta fecha es necesa­
riamente incorrecta, ya que en 1440 aún no se establecía la colonia española en Yucatán.
La fecha significada es sin duda posterior. En efecto, por las razones expuestas en la
introducción, es más probable que la fecha que se quiso expresar haya sido la de 1740,
la cual se expondría así siguiendo el método usado en el manuscrito: Hun pie (un mil),
ho tu ca bak (setecientos) ca katun (cuarenta). En dicha Introducción mostramos que
Beltrán de Santa Rosa propuso por primera vez, en forma impresa, el cambio de la ce­
dilla por la z en 1742, pero es posible que ya estuviese en uso en los manuscritos desde
mucho antes.
1 X-KOLOM-CHE. La x es signo de femenino en nombres personales, pero también
es usado en otros nombres como en este caso. Landa (1938, p. 40; 1941, pp. 93-94) des­
cribe una danza que “es un juego de cañas y así le llaman ellos Colomche, que lo quiere
decir; para jugarlo se junta una gran rueda de bailadores con su música que les hace son,
y por su compás salen dos de la rueda, el uno con un manojo de bohordos y baila con
ellos enhiesto; el otro baila en cuclillas, ambos con compás de la rueda; y el de los
bohordos, con toda su fuerza, los tira al otro, el cual con gran destreza, con un palo pe­
queño, arrebátalos; acabado de tirar, vuelve con su compás a la rueda [el par de baila­
rines] y salen otros [dos] a hacer lo mismo”. La forma conocida de escribir el nombre
es como Landa la da, Colomché, con c y no con k. Col, significa precisamente arrebatar
o defender; om vale por el actor. Sin embargo, la forma k ’ol, según el Diccionario de
Motul, significa “desollar o lastimar o herir livianamente” que era lo que se hacía con
la víctima atada a la columna según se describe en el cantar X ’OKOT-KAY-H’PPVM-
T’HVVL (y a la cual se refiere el cantar que aquí se discute) y a quien se trata de dar
ánimos. El presente cantar no describe precisamente la danza, sino se refiere a la víctima
del sacrificio por flechamiento. Posiblemente la danza era una de las varias partes inclui­
das en el rito del mencionado sacrificio por flechamiento y quizás se describió en otra
parte del cantar hoy incompleto.
2 AH PAPAL. El Diccionario de Motul registra: “papaal, muchachón, mocetón me­
diano”.
3 PPIZAN-CHIMALIL. Ppizan es un participio que significa lo medido, reglado o
trazado y también “orden, hábito y costumbre” (Motul). Chitnal, un aztequismo, es escu­
do; el sufijo -il, hace genitiva la expresión.
4 PPIZV-V-MVKOOB. Literalmente “medir sus fuerzas”, es decir, competir.

356
7. TV-CHVMVC-C’KI-VIC En medio de la plaza
8. YAM-VN-PPEL-XIIB- está un hombre
9. KAXAN-TV-CHVM-OCOM- atado al fuste de la columna
10. TVNIICH-CI-CI-BONAN- pétrea, bien pintado
11. YETEL-X-CIIHCHPAM con el bello
12. H’-CH’OO5- =dAN-NEN-YAAB añil. Puéstole han muchas
13. LOL-BALCHE6-V-BOCINTE flores de Balché para que se per­
fume;
14. BAYTAN-TV-KAB-TVT así en las palmas de sus manos, en
15. YOC-TVT-VINCLIL-XAN sus pies, como en su cuerpo tam­
bién.

16. CIH-A-VOL7-CIICHCELEN Endulza tu ánimo, bello


17. XIIB-TECHE-A-CAA- hombre; tú vas
18. A-VIL AH-V -YIICH-A-Y VM- a ver el rostro de tu Padre
19. CA AN-M A A-T V-Y ANT A AL en lo alto. No habrá de
20. ... N-ZV VTCEECH-V AY-Y OOK regresarte aquí sobre
21. [ CAB ] -IL-Y AN AL-V-KVKMEEL la tierra bajo el plumaje
22. LIL-CHAN- =>VNVN8VA- del pequeño Colibrí o
23. YANAL-V-KEV-LEL-V bajo la piel
24. .. .EL-CIICH-CELEM-CEEH9 ... del bello Ciervo.
25. H’CHAC-MOOL10-CHAN- del Jaguar, de la pequeña
26. X-KOOK11 VA-CHAN-KAMBVVL-12 Mérula o del pequeño Paují
27. 3 A-A-V OL-TV CVLNEN- Date ánimo y piensa

5 Compárense las líneas 7-12 de este cantar con las líneas 20-22 del cantar X ’OKOOT
KAY. Véase Landa (1938, pp. 51-52) sobre el uso del color azul en los sacrificios.
6 LOL-BALCHE. Flores de Balché. Esta planta es la leguminosa Lonchocarpus lon-
gistylus Pittíer, con cuya corteza se fabrica aún el vino ceremonial maya en Yucatán, fer­
mentándola en miel de abejas silvestres diluida en agua. Esta fabricación es obra de los
sacerdotes hmenes realizada ritualmente. Aquí aparece otro uso ceremonial de la planta
en que la parte utilizada es la flor, de color azul violáceo y de agradable perfume.
7 CIH-A-VOL. Ci a uol, en la ortografía tradicional, literalmente endulza tu ánimo
que vale por alégrate, siente dicha tú. Se tenía como honroso destino ser víctima de sa­
crificio; algunas personas fanáticas se ofrecían voluntariamente en holocausto. Las vícti­
mas eran tratadas en los días que precedían al sacrificio como dioses vivos.
8 zdVNVN. Nombre genérico de los colibríes, aves solares. Como el sacrificio era en
honor del sol, él es el Padre a quien la víctima vería en lo alto y todos los animales que
se mencionan en este cantar están relacionados con él.
9 CEEH. Generalmente escrito ceh, es el nombre genérico de los ciervos grandes de
cornamenta ramificada, originalmente la víctima por antonomasia. Los hombres vienen
después a sustituir al ciervo en esta función.
10 H’CHAC-MOOL, o simplemente chacmool es uno de los nombres mayas del ja­
guar grande, Felis onqa goldmani, también llamado balam, ckacbolay, sacboly, sacekel,
chacekel, etc., representante del sol oculto y nocturno.
11 X-KOOK. Nombre yucateco del pájaro túrdido del género Planesticus, llamado
vernáculamente ruiseñor en la península y primavera en otras partes de México. También
se le ha llamado mérula.
12 KAMBVL. Es el nombre yucateco del faisán hoco, o paujil del Perú, posible­
mente compuesto de kan, amarillo y buul, frijol, debido a que en la especie yucateca
más conocida llevan los machos una excrecencia amarilla sobre el pico. El género del ave
es Crax.

357
28. CHEN-TI-A-VYMIL-MAA solamente en tu Padre; no
29. A-CH[A] Z A [H AC]IL-MAA tomes miedo; no es
30. LOOB-CVN [ BET ] BIL-TECHIL malo lo que se te hará.
31. CIICHPAN-X-CHVPALAL Bellas mozas
32. LAKINT-CEECH13-TAA te acompañan en tu
33. ZVTVCIL14-A-TAL-A-V ... paseo de pueblo en pueblo.
34. TAM-BIN-MAA-CHIIC ... No tomes
35. ZAHCIL- 3 A-A-VOL-TII miedo; pon tu ánimo
36. BAALX-CVN-MANTECH en lo que va a sucederte.
37. HE-CV-T A AL-NOHYVM Ahí viene el gran Señor
38. HOL-POP,5-TV-N-TA AL Holpop; viene
39. YETEL-V-H ’AC VLEEL con su Ah-Kulel;
40. BEYXAN-AH’-AHAV- así también el Ahau
41. CAN-PEECH16-H’EE CV Can Pech, ahí
42. TA ALO-T V-XAX-C V viene; a su vera
43. TAAL-NOHOCH NA viene el gran Na­
44. CON-AKE17-HE-CV con Aké; ahí viene
45. TAL-BATAB-H...18 el Batab H ...
46. CHEE-NEN- CIM Ríe, bien
47. CIMACAC-A-VOL endúlcese tu ánimo,
48. TV-MEN-TECHEE porque tú eres
49. LAIL-ALAN-TEECH a quien se ha dicho
50. CA-A-BIIZ-V-THA que lleve la voz

»3 CIICHPAN-X-CHUPALAL LAKINT-CEECH. Bellas mozas te acompañan. Landa


{loe. cit.), dice que los destinados al sacrificio “eran muy regalados hasta el día y fiesta
de sus personas, y muy guardados que no se huyesen o ensuciasen de algún carnal pe­
cado; y mientras a ellos llevaban de pueblo en pueblo con bailes, ayunaban los sacerdotes
y chilanes y otros oficiales”. Sin embargo, no es difícil, por lo que el cantar revela, que a
los mozos les haya sido permitido como regalo el favor de alguna moza.
14 TAA ZVTVCIL. En tu paseo de pueblo en pueblo. Se refiere a la procesión que
se hacía de pueblo en pueblo cor. la víctima. Véase nota anterior.
15 HOLPOP. Literalmente, cabeza o jefe de la estera; pero la estera es símbolo de
la comunidad o de la jurisdicción del jefe, por lo que holpop viene a ser, el que es cabeza
de la comunidad. Es título que se daba a ciertos funcionarios que entendían de algunos
negocios públicos, especialmente ceremoniales; dependían del Batab y podían ser jefes de
un pueblo menor. Tenían a su cargo los útiles y dirección de las fiestas y ceremonias;
arreglaban las entrevistas que tenía el Batab y en ocasiones ejercían la tenencia de éste.
El Diccionario de Motul define bajo Ah hol pop-, “príncipe de combite. Item, el casero
dueño de la casa llamada popolna donde se juntaban a tratar cosa de república y ense­
ñarse a baylar para las fiestas del pueblo”. Popolna, quiere decir la casa de la comunidad.
Véanse líneas 5-10 de KIILIIZ TVVP YO K VITZ.
16 AH-AHAV CAN-PEECH. Uno de los cantares está dedicado a este personaje se­
gún reza el título. Unos Peches fueron los señores de la Provincia de Ceh Pech que ocu­
paba una región bastante considerable del norte de Yucatán. Estos ayudaron a Montejo,
conquistador de Yucatán y dos de ellos escribieron relatos de la conquista; Ah Macan
Pech y Ah Naum Pech. Véase el cantar titulado T-NOH-HOCH-YVM-AH-CVLEL
T’CAHIL- 3 IT-BALCHE AH-HAV-CAN-PECH.
17 NACON AKE. Tenemos aquí a otro funcionario identificado con un nombre de
familia: Aké. Véase la definición de Nacon en la nota 10 de H’VAYAH-YAAB.
18 BATAB H... El nombre de familia de este otro funcionario se perdió. Véase la
definición de Batab en la nota 9 de H’VAYAH-YAAB.

358
51. N-VET-CAHALOOB de tus convecinos
52. TV-TAN-C’CIICH ante nuestro Be­
53. CELEN-YVM19 llo Señor,
54. LAITI- idAMNIL aquél que está puesto
55. VAY-T-YOOKOOL-CA[B] aquí sobre la tierra
56. 3 OCILIL-V-MAN desde hace ya
57. YAACAACH ... muchísimo [tiempo]
58. TITVN-ZALAM...

CANTAR 2

[CANTAR AL SOL QUE SE


T-NOH-HOCH-YVM-AH-CVLEL / DEDICA] AL GRAN SEÑOR
T’CAHIL- z) IT-BALCHE / AH- AH KULEL / DEL PUEBLO
HAV-CAN-PE [C] H1 DE id ITBALCHE, / EL
AHAUCAN PECH /

I I
1. TALEN-TALEN-TVT- Vine, vine
2. TAAN-A-CAAN-CHEI2 ante tu cadalso
3. IN-NAH-MAAT-TEECH a merecer de ti
4. A-CICI-OLAL-H’CIICH- tu alegría Be­
5. CELEM-IN-YVM-TVT- llo Señor mío por­
6. MEN-TEECH-CA- z>IC- que tú das
7. V-MALOBIL-VTZIL lo que no es malo, las buenas
8. BA AL-Y ANAL A K A [B] cosas que están bajo tu mano
9. YAN-A-VVTZIL-LOHIL Tienes buena y redentora
10 . THAN-TEN-CIN-VI- palabra. Yo veo
1 1 . LIC-BAAX-VVTZ-YET lo que es bueno y
12 . BAXIL KAAZ-VAYT lo que es malo aquí
13 . TEE LVMAIL-idATEN en la tierra. Dame
14 . AZAZIL-IN-HAHAL tu luz mi verdadero
15 . YVM-idAATEN-YAAB Padre; pon mucho
16 . NAATIL-TINIH-TVCVL entendimiento en mi pensar
17 . YEET-TEL-TI-IN-NAAT y en mi inteligencia
18 . V-TIAL-CAA-IN-CHIN- para que pueda re­
19 . CHIN-HOOL-TEECH verenciarte
2 0 . ZAMAT-ZAMAT-KIN cada día.

19 C’CIICH CELEN-YVM. Nuestro Bello Señor. Aquí sin duda se trata del Sol.
Ahora este título se aplica a Cristo, que en la mente indígena es una deidad solar. Las
víctimas humanas eran consideradas mensajeras de los hombres a los dioses.
1 AH-CVLEL; AH-HAV-CAN-PECH. Nótese que aquí un mismo personaje parece
tener dos títulos de función distinta, lo cual parece una cosa impropia, ya que Ahau Can
es un alto título religioso, mientras que Ah Kulel es-de un oficial subalterno del Batab.
Véanse las notas al cantar H’VAYAH-YAAB donde se definen estos títulos.
2 CAAN-CHEIL. Literalmente alto madero.

359
II II
21. LIKIIC-V-PVVL-YAHIL-T3 Alcese el arrojadizo dañoso
22. V-VEY-CIZIN-TI-VOKOL de la manceba del demonio sobre
mí,
23. V A-M A-H AH-B A AX- si no es verdad lo que
24. CIN-TZEECTIC4-TECHI te declaro;
25. CIMIC-IN-NA-CIMIC- muérase mi madre, muérase
26. IN-YVM-CIMIC-IN-CO[LEL] mi padre, muérase mi esposa,
27. CIMIC-IN VALAAK muéranse mis animales,
28. VA BAX-CIN-TZOLIC- si lo que relato
29. IN YVM-CIN B A... Padre mío...
30. HAAH-TEN-CIN-KA[TIC] verdaderamente yo te imploro
31. < I > [T ]EECH-CIICH-CELEM a ti Bello
32. YVMIL-CAN-NOHOC[H ] Padre de los cielos. Grande
33. CHEECH-TA-CVCHIL eres en tu asiento
34. T CAANIL-LEY-CIN-T en las alturas. Por eso yo
35. TZIICEECH-CIICHC[ELEM] te reverencio Bello
36. T HVM NAAB K V ... Unico Dios.
37. TEECH-CA-z>IIC-VV[TZIL] Tú das el bien
38. BEYILIL-KAZIL B[AAL] lo mismo que el mal
39. V A Y-Y OKOL-C ABE aquí sobre la tierra
40. TEN-TTANILCEE[CH] Yo te llamo...

CANTAR 3

H’VAYAH-YAAB- LA PONZOÑA DEL AÑO


T’KAAL-KIN-EEK-1 LOS VEINTE DIAS NEGROS

1. V-KINIL-T’OKOL-V-KINIL Los días del llanto, los días


2. KAZIIL-BAAL-CHAKAAB de las cosas malas. Libre está
3. CIZIN-HEEKAAB-MIITNAL2 el diablo, abiertos los infiernos

3 PVVL-YAHIL. Literalmente arrojar dolor, es decir, arrojadizo, hechizo que hace


daño.
4 TZEECTIC. Según los diccionarios. Tzeec vale por predicar o castigar (con pa
kbras).
1 Los 5 últimos días del año civil maya eran considerados aciagos y se les llamaba
de diversos modos: “H’vayah-yaab” como aquí; X-ma-kaba kin o días sin nombre, etc.,
y esto último no porque no los tuviesen en el calendario, sino porque la expresión “no
tiene nombre” al igual que “no tener madre” equivalía —y equivale aún hoy día en Yu­
catán— a ser maldito, infame, malvado. Pero en este cantar, no son cinco los días negros
sino veinte, un error del escriba ignorante. Sánchez de Aguilar, 1938, p. 142, los men­
ciona también equivocadamente diciendo que eran seis: “a 11 de julio Vayeab, por otro
nombre Vtvg, Kin V lobol kin por seis días que eran sus caniculares”.
2 HEKAOB MITNAL. Los infiernos están abiertos. La influencia mexicana de estos
cantares es evidente en varias pruebas. Una es el uso del término Mitnal para infierno,
palabra que proviene del Mictlán náhuatl. La voz maya correspondiente es Xibalbá. Sán­
chez de Aguilar, 1938, p. 143, dice: “Hablaban con el demonio que llamaban Xibilba

360
4. IN-NAN-VTZIL-CHEN-YAN no hay bondad, sólo hay
5. LOBIL-A-HUAT-YETEL-OKOL maldad, lamentos y llanto.
6. 3 OOC-V-MAN-HVN- Ha pasado un
7. PPEEL-TULIZ-HAAB entero año,
8. LAIL-HABIL-H’KABAN el año nombrado
9. H’ELAE-CVTAIBAL-XAN aquí. Ha venido también
10. HVN-KAL-KIN-X-MA-KABA-3 una veintena de días sin nombre
11. V -YAIL-KIN-V-KINIL-LOOB- los dolorosos días, los días de la
maldad
12. H-EEK-KINOOB-INAN-X- los negros días! No hay
13. CIICHPAN-ZAZILIL-T-YIICH la bella luz de los ojos
14. H’VNA AB-KV-V-TIAL-V- de Hunabku para
15. PALIL VAY-YOK[OL] sus hijos terre­
16. CAB-TVMEN-TI-LEI-KIN nales, porque durante estos
17. KINOOBAA-TVM-PPIZIL- días se miden
18. V-KEBAN-YOKOL-CAB los pecados en la tierra
19. TV-LACAL-VINIC-XIIB- a todos los hombres: varones
20. YETEL-X-CHVVP-CHI- y mujeres, peque­
21. [ CH ] AN-YETEL-NOHOCH ños y adultos,
22. OTZIL-YETEL-AYIKAL pobres y ricos,
23. MIATZ-YETEL-H’NVM-4 sabios e ignorantes;
24. AH ’HAVCAN5-ACVLEL6 Ahaucanes, Ah Kuleles
25. BATAB’-NACOrf-CHACOOB9 Batabes, Nacomes, Chaqués

que quiere decir el que desaparece y desvanece, y en el Vocabulario de Viena 131 v, se


lee “infernal cosa: mitnalil, xibalbail”; Landa, 1938, p. 62, consigna sólo Mitnal. Du­
rante los días aciagos todo lo malo podía acontecer.
3 HVN KAL-KIN-X-MA-KABA / V-YAIL KIN. Véase nota 1.
4 MIATZ, sabio, está contrapuesto a H’NVM error por H’NVN. El Diccionario de
Motul 1929, registra nun / ah nun: bogal, que no sabe la lengua de la tierra... y el rudo
que no aprovecha enseñarle”.
5 AH’HAVCAN. Según Landa .. .“tenían un gran sacerdote que llamaban Achkin-
mai y por otro nombre Ahaucanmai, que quiere decir el Sacerdote Mai o el gran Sacer­
dote Mai” (1938, p. 14), en donde Mai o May es nombre de familia. El cantar se refiere
pues al gran sacerdote de Dzitbalché cuyo nombre de familia no menciona. J. Pío Pérez,
1866-77, p. 4, creyó que este nombre fue una invención posthispánica y dice: “AHAV-
CAN O CAAN: término inventado para designar Obispo: de ambos modos es ridículo*’.
Lo que sí es posible es que haya sido aplicado a los sacerdotes de Kukulcán.
6 ACVLEL por AH KULEL. Este era un funcionario auxiliar de la administración
política de los mayas. Véase Motul, 1929, p. 93.
7 BATAB, éste era el título de otro importante Jefe, con calidad de príncipe o como
después le llamaron los españoles Cacique. Sánchez de Aguilar, 1937, p. 140: “Gober-
návanse por señores como Duques y Condes que llamaban Bataves, que son Caciques”.
8 NACOM. Landa, 1938, p. 50, se refiere a este título diciendo que había dos fun­
cionarios que lo llevaban: “Nacones eran dos oficios: el uno perpetuo y poco honroso,
porque era el que abría los pechos a las personas que sacrificaban; el otro, era una elec­
ción hecha de un capitán para la guerra y otras fiestas, que duraban tres años; éste era
de mucha honra”.
9 CHACOOB. Los Chaqués. Era el nombre de los dioses principales, de la lluvia
que eran cuatro o cinco, pero a la vez se llamaba chac a cierto funcionario auxiliar reli­
gioso, lo cual explica Landa, 1938, p. 50, así; “Los chaqués eran cuatro hombres ancia­
nos elegidos siempre de nuevo para ayudar al sacerdote a bien y cumplidamente hacer
las fiestas”.

361
26. CHUMTHANOOB10-TVPILOOBU Chunthanes, Tupiles.
27. TVLACAL-VINIC-HEL- A todos los hombres
28. LAE-CV-PPIZIL-V-KE- se les miden sus pe­
29. BAN-TIAIL-LAIL-KIN cados en estos días;
30. TVMEN-BIN-KVV- porque llegará
31. CHOC V-KINIL-LAI el tiempo en que
32. TIEL-KINA-V- z) OOC estos días será el fin
33. Y OKOL-C AB-TVM del mundo. Por
34. [ E ] M-TV-BIZIC-V- XOC esto se lleva la
35. XOCIL-TV-LACVL V- K- cuenta de todos
36. KEBAN-VINCOOB- V los pecados de los hombres
37. VAY-T-LVME-TVMEN aquí sobre la tierra
38. TI-V- id IC-HVN-PPEEL Los pone Hunabku en un
39. X-NV C-HOM A 12-BETAN grande vaso hecho
40. YETEL-V-KAAT-H’ con el barro de las
41. K AM AZ13-TV-LAC AL-V termitas cartoneras y
42. YALIL-YICH-LEI-MAX las lágrimas de
43. CV-Y OK-TICOO-LOB los que lloran las maldades
44. CV MENTAL-TIOB-VAY que se les hace aquí
45. T-LVM-LAI-CAN-H’ en la tierra. Cuando
46. TVLNAAC-LAIL XNVC se colme el gran
47. HOMAA-CV-idO vaso...

CANTAR 4

VAMOS AL RECIBIMIENTO
COOX-H-C-KAM-NIICTE DE LA FLOR

1. CIMAAC-OLAILIL- Alegría
2. TAN-C-KAYIIC- cantamos
3. TVMEN BINCAH porque vamos

10 CHVMTHANOOB por CHVN-THANOOB. Literalmente “fundamentos del poder”


o “bases de la palabra”. Than significaba no solamente palabra, lenguaje, sino igualmente
poder. J. Pío Pérez, 1866-77, p. 82, registra: CHVNTHAN: prelado, presidente, prínci­
pe” y el Diccionario de Motul, 1929, define: “Chun than: el principal y mayor”, tam­
bién: “ah Chun than . . . el principal del pueblo o que lo es en algún negocio”. Los chun-
thanes formaban el Consejo de la Comunidad.
H TVPILOOB, nahuatlismo usado en Yucatán para designar a los funcionarios que
velaban por el orden común y hacían servicios menores en la administración pública.
J. Pío Pérez, 1866-77, define así: Tupil: “criado de la casa pública”. El Diccionario de
Motul, 1929, toma el término con el significado de alguacil.
12 HQMA. Pequeña vasija ceremonial hecha de una variedad de la jicara, fruto de
la biognoniácea Crescentia cujete L.
13 KAMAZ, nombre maya de cierta termita que fabrica sus nidos en los árboles y
es muy común en Yucatán.

362
4. C’KAM-C’NIICTE1 al Recibimiento de la Flor.
5. TVLACALIL X CHVVP Todas las mujeres
6. XLOOB-BAYEN- mozas,
7. CHEN-CHEHLAH [tienen en] pura risa
8. CHEH-LAMEEC y risa
9. V-YIICH-T VT-ZI IT sus rostros, en tanto que saltan
10. V-P V V CZIIKALIL sus corazones
11. TVT =)VV-V TZEM en el seno de sus pechos.
12. BAILX-TVMEN- ¿Por qué causa?
13. TVMEN-YOHEEL Porque saben
14. T’YOLAL-V- Z) IIC que es porque darán
15. V-ZVHVYIL-COLELIL su virginidad femenil
16. TI-V-YAA[CVNAH] a quienes ellas aman.

17. KAYEEX-NICTEIL2 ¡Cantad La Flor!


18. C’YANT-CEEX- Os ayudarán (acompañarán)
19. NAACON3-YETEL el Nacom y el
20. NOH-YVM AH’KVLEL4 gran Señor Ah Kulel
21. AH-TAN CAAN CHE presentes en el cadalso.
22. AH-CVLEL H K A [Y ] El Ah Kulel canta:
23. CONEEX CONEEX “Vámonos, vámonos
24. C’ Z) A-C’OLAALIL a poner nuestras voluntades
25. TV-TAAN-X-ZVHVZ ante la Virgen
26. X ’CIICHPAN-ZVHVY la Bella Virgen
27. COLEL-BIL-V y Señora
28. LOLIL-LOOB-AYEN la Flor de las Mozas
29. TVT-CAN-CAAN-CHE que está en su alto cadalso,
30. [VJCOLEBIL-XM... la Señora...
31. ZVHVY KAAK5-V Suhuy Kaak.
32. BEYX[A]N -XCI[C]H [P]AN Asimismo [ante] la Bella
33. X ’KAM-LE-OOCH6 X Kanleox
1 C’KAM-C’NICTE. Kam nicté, literalmente recibimiento (kam) de la flor (nicte ’),
significa boda. Nicte’ (Plumería sp.), es por antonomasia La Flor y estuvo relacionada
con el amor y el sexo femenino. Ahora es ofrendada muy ceremoniosamente durante el
mes de mayo (se le llama popularmente en Yucatán flor de mayo) a la Virgen María, en
toda la península. Nótese cómo en el texto se habla de la virginidad de las mozas y se
mencionan varias deidades femeninas, dos de las cuales son llamadas vírgenes.
2 KAYEEX-NICTEIL. Cantad La Flor. Es como decir, cantad al amor. Kay nicte,
el Canto de la Flor, es el nombre de una ceremonia para atraer el amante y de uno de
los cantares de este libro a la cual se refiere. (Cantar núm. 7.)
3 NAACON. Variante de Nacom. Véase la nota 10 de H’VAYAH-YAAB.
4 AH KVLEL. Cierto oficial administrativo. Véase nota 8 de H’VAYAH-YAAB.
5 ZVHVY KAAK. Literalmente Fuego Virgen, es una deidad mencionada por Ló­
pez de Cogolludo (4, VIII). Los Lacandones tienen hoy día una deidad con el mismo
nombre (Tozzer, 1907, pp. 133-134). El nombre de esta deidad está precedido por una
palabra ilegible.
6 X ’KAM-LE-OOCH. Variante de Ix Kanleox, literalmente La Señora (X) del Pre­
cioso (Kan) Capullo (ox) de Hojas {le), es el nombre de una de las deidades agrícolas,
precisamente del maíz. Véase Barrera Vásquez, 1939. En la variante del nombre consig­
nada aquí OOCH puede significar alimento.

363
34. X-CIICHPAN X-AH-Z7 y [ante] la Bella X Z
35. OOT-YETE[L ]X-CIICHPAM oot y la Bella
36. COLEL-X-ZVHVY-X Señora Virgen
37. TTOOT-MVCH8 X T’oot’much.
38. LAITIE- 3 IIC-VTZIL Ellas son las que dan el Bien
39. CVXT ALIL-VAY-Y O [ K ] a la Vida aquí sobre
40. PEET [N]E9 -VAY-YO [K] la Región, aquí sobre
41. CHAK-ME10-TV-ZVVT la Sabana y a la redonda
42. LVMIL-VAY-VITZIL11 aquí en la Sierra.
43. COOX-COOX-CONEEX Vamos, vamos, vámonos
44. PALALEEX-BEEY jóvenes; así
45. C- =) AIC-CICI-CIMAC daremos perfecto regocijo
46. OLIL-VAY- =>ITIL aquí en oitil
47. PIICH- id ITIL-BALCHE12 Piich, oitil Balche.

CAN TAR 5
< HVA-PAACH’OOB
YETEL-PPVZ [ OOB ]1 > < HVA-PAACH’OOB >
1 . zdV-LAM-KAA[BET] Se ha hecho muy necesario
2 . V-PPIZIL-V-XO que sea medida la cuen-
7 X-AH-Z/OOT. Líneas 34 y 35. El nombre significaría como está transcrito, La
Sonajera, la Bella Sonajera. En los Libros de Chilam Balam se menciona una deidad lla­
mada Th Chichic Soot. El que agita la Sonaja, pero es mencionado como masculino. Véa­
se Barrera Vásquez y Rendón, 1948, p. 242.
8 X/TTOOT-MVCH. Es el nombre de un anuro. Ranas y sapos (much) figuran en­
tre las deidades mayas y se ven representados en los códices pictográficos. Véase Tozzer
and Alien, 1910. Aquí la deidad citada es considerada señora virgen, bella y benefactora,
por su relación con las lluvias.
9 PEETNE. Variante de peten, región en este caso, más -e, sufijo demostrativo. Ver
nota 2 de AH’TZAB-CAN.
10 CHAKME. Variante de chakan, llanura, sabana, más -e, sufijo demostrativo. Ver
nota 3 de AH’TZAB-CAN.
11 VITZIL. Es el nombre maya de la serranía que corre desde Maxcanú al sur cerca
de la costa, en contraste con la otra rama que corre del mismo punto rumbo al suroeste
que se llama puuc.
12 VAY-Z)ITIL/PIICH-Z)ITIL-BALCHE. El nombre del lugar de donde proceden
los cantares se llama actualmente "Ditbalché, escrito por lo común ahora Dzitbalché. n i t
es una partícula para contar cosas largas y delgadas que aunque nunca se ve usada para
contar árboles, sí para contar leños o varas; aparece en la toponimia no sufijada como
se usa con los numerales sino prefijada a nombres de plantas como en el caso de ~Ditás
que significa el lugar del mamey (Calocarpum), haas en maya. Esta partícula está usada
aquí prefijada a un sufijo -il. A l lugar se le dan dos nombres ambos de plantas. ZDitilpiich
(o zntpiich) no ha sobrevivido. Piich y balche, son ambos nombres de árboles legumi­
nosos, el primero del género Enterolobium, muy corpulento y el segundo del género
Lonchocarpus, de tamaño mediano, de la especie longistylus. Véase nota 6 de X-KO-
LOMCHE.
i HVA-PAACH’OOB YETEL-PPVZOOB. Este título no tiene relación con el texto
que sigue. Parece que el copista por descuido cambió la correspondencia de los textos
con los títulos en algunos casos. Sin duda pertenece al que lleva el de Ah’Tzaab can, sin
que este último título corresponda tampoco al texto presente.

364
3. CIIL-VA-HAYPPEL ta de cuántos
4. HAAB-VA-KATUM años o katunes
5. KIN-MAAN[A A C ] de tiempo han pasado
6. LE V-KINIL-VAY del tiempo desde cuando [existie­
ron] aquí
7. TE-CAHOBAA-LEIL en estos poblados, los
8. H-NVCVVCH-CHAAC grandes y poderosos
9. VINCOOB-LAITIOB- hombres, aquéllos
10. LIIZ-V-PA[A K ]-LEIL que alzaron los muros
11. V-VCHBEN-CAHOB2 de los antiguos poblados,
12. HELAH-C’ILIC-VAY que ahora miramos aquí
13. PETEN-H’CHAKAN3 en la Provincia de la Sabana;
14. TV-LACAL-LAIL-CAHOOB todos esos poblados
15. TTITTANOOB-YOOK esparcidos sobre
16. LVM-VAY-HELAH- la tierra que ahora
17. TAAN-C’ILIIC-TTVVCH miramos posados [sus edificios]
18. MEN-TTVVCH-YOKOL aquí y allá, sobre
19. CANAL-VITZOOB-4 altos cerros.
20. LAIL-CV-TAL-ZIIC-T-V Lo que signifique
21. VAY-T-CAHOOB-C-id IIC aquí en los poblados, damos;
22. V THANIL-BAAL-[BAAL] el significado,
23. LAIL-C-ILIIC-HELA el cual vemos hoy,
24. BAAX C-OHELMA y lo que sabemos
25. TVMEN-ZA-ZAM porque día
26. MAL-CI-ILIC-T-C a día vemos
27. CHVMVVC-CAAN en medio de los cielos
28. V-CHICVLIL-BAX la señal de lo que
29. ALAN TON-TVM nos fue dicho por
30. MEN-H-VVCHBEN los hombres antiguos
31. VINCOOB-VAY-T- hombres de aquí
32. CAHALE-VAY-T de nuestros pueblos,
33. LVME-TI-C-id IIC de aquí de nuestra tierra. Damos
34. V-HAHIL-C-OOL lo cierto de nuestra intención
35. V-TIAL-CAA-PAAC para que se pueda
36. TAC-XOCIC-V-BA[A L ] leer lo que
37. YAN-T-YIICH-LAI hay en la faz del
38. CAAN-YO[CO]L-A cielo al entrar la
39. KAB-BAY-TV-C- noche, así desde

2 V-VCHBEN CAHOB. La referencia que se hace aquí de las ciudades arqueológicas


no quiere decir que estos textos sean muy recientes, puesto que al momento de la con­
quista eran ya ruinas. Mayapán fue destruida en 1441 y es posible que su destrucción
haya significado el fin de la última etapa de la civilización maya que era ya una versión
tolteca-chichimeca.
3 PETEN H’CHAKAN. Véanse notas 2 y 3 de AH’TZAB CAN.
4 CANAL VITZOOB. Literalmente altas montañas, pero es claro que se refiere a las
pirámides. En una tierra plana cualquier elevación parece más alta de lo que realmente
es. La moderna Izamal de Yucatán es llamada la Ciudad de los Cerros a causa de sus
pirámides arqueológicas.

365
40. CHVM-TV-CHVMV[C ] el horizonte hasta el meridiano,
41. BEYVA-TVN-CHI Así pues se in­
42. MIL-TAN-CAN-ZA5 clina...

CANTAR 6

ORACION AL SEÑOR DE
KAMA-THAN!-TIH/V- YUM- LOS SOSTENEDORES
LATT-KAB-TVNOOB2 DE LOS TUNES

1. IN YVMILEEX-CIN Mi < s > padre < s > : yo


2. TA AL-CHEEN-CHIN vengo completamente
3. CHIN-V-TAANIIL inclinada la frente
4. IN-VICH- 3 OOC-KIN de mi rostro. Días
5. BOLON-MA-IN-TVNT nueve hay que no he tocado
6. M IX ILMAIL-X-CHVPIL3 ni visto mujer,
7. MIX-IN-CHA V-COHOL ni he permitido que llegue
8. AHKAZ-TVCVLIL el mal pensamiento
9. TIN-NATT-IL-OTZIL a mi mente. Pobre [de mí]
10. TVMEN-CIN-T A AL porque vengo
11. YEETEL-IN-TVM [ B ] EN con mis nuevas
12. VITT-IN-TVMBEN bragas, mi nueva
13. PIIXEN-TZEMILIL cobija pectoral.
14. YEETEL-X AN-Y AN-C AH Así también, como habréis
15. VILE-IN-YVM-TEN de ver p ad re< s> m ío < s> yo
16. MA TI CAAXTIIC-V-KA- no busco la maldad
17. ZIL-KEB AN-TV-T AN del pecado ante
18. A-VICH-IN-HAHAL vuestra vista, mi Verdadero
19. YVM-HVM-NAB-K [ V ]4 Padre Unico Dios,
20. LAIBETIC-CHEN-T por eso estando pura,

5 Este como otros cantares parece incompleto.


1 KAMA-THAN. Oración. En el Diccionario de Motul, aparece la forma kamthan,
que tiene la misma significación allí de kamchiitah “responder gruñendo o regonglar” y
además “admitir y creer lo que uno dice”. En el Vocabulario de Viena, 76 r., Ah kamal
than, está traducido por “discípulo que aprende la doctrina”.
2 TIH V-YUM-LATT-KAB-TVNOOB. A l Padre (o Señor) de los sostenedores de
los Tunes. Latt es “tener o sostener en la palma [de la mano]”, según el Diccionario
de Motul. De ahí que también signifique ayudar, favorecer, contribuir, etc. En lattkab
el compuesto es pleonástico ya que latt implica de por sí la idea de mano que es el signi­
ficado de kab en este caso. Tunoob es plural de tun que vale por piedra preciosa y por
el período de 360 días. Katún por otra parte es el período de 20 tunes, por lo que no
es difícil que kabtunoob fuese una variante de katunoob, plural de katún. La traducción
del título del cantar vendría a ser, pues, al Padre (o Señor) de los sostenedores de los
katunes.
3 M IX ILMAIL-X-CHVPIL. Hace aquí referencia a la abstinencia de trato carnal
con mujer, antes de realizar ciertos actos y obras.
4 HVM-NAB-KV. Una forma de escribir Hunabku (hun-ab-ku), Dios Uno, Unico o
Singular, el Sol, según se confirma en este mismo cantar a partir de la línea 32.

366
21. ZAAC-HAN-ZAAC albeante
22. IN-PIXAM-IN-TAL/ mi alma, vengo
23. IN V[I]LEECH- TA-CVCH a verte en tu lugar,
24. IL-TVMEN-TI-TEECH porque a ti
25. CIN-K [ V ] BIC-TV-TVLIZ entrego por entero
26. IN-VOLAL-YETEL-IN mi voluntad y
27. TVC [ V ] L-UA Y -Y OKOL mi pensamiento aquí sobre
28. LUMEIL-T-CHEEN la tierra. Sólo
29. TEECH-CI-ALAH- en ti enteramente con­
30. VOLTIC-VAY TEE fío aquí en
31. YOKOL CABIL- el mundo.
32. TUMEN-TEECH Porque tú,
33. NOHOCHIL-KIN ¡oh, Gran S o l!,
34. CA Z) IC V[T ]Z-VAY das el bien aquí
35. YOKOL-CAB-TI sobre la tierra a
36. TVLACAL-BAAL todas las cosas
37. YAN-V-CVVXTAL que tienen vida;
38. TVMEN-TEEC [ H ] porque tú
39. =>AN-NEECH-A- estás puesto
40. LA ATT-LEIL-LVM para sostener esta tierra
41. TV VX-C V-C VXT [ AL ] donde viven
42. TV-LACAL-VIN[IC] todos los hombres
43. YETEL-TEECH y tú eres
44. V-HA-LOHIL- L el verdadero redentor
45. CA- id IIC-VTZILIL que da el bien.

CANTAR 7
KAY NICTE
KAY-NICTE1 CANTO DE LA FLOR

1. X-CIIH-XCIICHPAN-V- La bellísima luna


2. zdV-LIKIL-YOOK k a a x se ha alzado sobre el bosque;
3. TV-BIN-V-HOPBAL va encendiéndose
4. TV-CHVMVC- C [A ]N [CJAAN en medio de los cielos
5. TVX-C V-CH ’V V YT AL donde queda en suspenso
6. V-Z AZIC VNZ-Y OOKOL para alumbrar sobre

1 KAY-NICTE. Canto de la Flor. Pero la flor a que se refiere este cantar es preci­
samente la flor conocida en Yucatán y en algunas otras regiones de México como Flor
de Mayo entre la gente de habla española, o sea cualquiera de las especies de Plumería
(alba, rubra, etc.) que son cultivadas. La Plumería estaba relacionada con el sexo feme­
nino y con el amor. El "Diccionario de Motul explica la voz nicté así: “rosa o flor...;
deshonestidad, vicio de carne y travesuras de mujeres”, y agrega: “nicteil than, palabras
deshonestas y lascivias”; “nicteil uinic, mala mujer de su cuerpo”; “nicte kay, cantares
deshonestos y de amores y cantarlos”. Kay nicte, así invertido el orden, es actualmente
una ceremonia mágica para hacer regresar, si se ha ido o asegurar si permanece cerca, al
amante, que practican mujeres solas y desnudas, dirigidas por una anciana, de noche a
la luz de la luna y en un haltun (poza natural en roca viva) escondido en un bosque, uti-

367
7. CAB-TV-LACAL K AAX la tierra, todo el bosque.
8. CHEN-CI-CI-V-TAL-IIK Dulcemente viene el aire
9. V-Vz>BEN BOOC v su perfume.
10. V- =>V-K VCHVL-CH VMVC Ha llegado en medio
11. CAAN-CHEN-ZACTTIN del cielo; resplandece
12. CAB-V-ZAZILIL-Y OOK su luz sobre
13. TVLAC AL-B A AL-Y AN todas las cosas. Hay
14. CIMAC OLIL-TI V TVLACAL alegría en todo
15. MALOB-VINIC buen hombre.
16. id OOC-COHOL-TV-ICHIL Hemos llegado adentro
17. V-NAAK-KAAX-TVVX del interior del bosque donde
18. MAIXIMAC MEN MAX nadie
19. HEL-V-YILCONEIL-LEIL < n os> mirará
20. BA AX- [ C ] -TA AL-C ’BEET lo que hemos venido a hacer.
21. T-TAZ AH-V-LOL-NIC-TE2 Hemos traído la flor de la Plumeria
22. V-LOL-CHVCVM3-V LOL-V la flor del chucum, la flor
23. z)VL4-VLOL-X ... MILAH5 del jazmín canino, la flor de...
24. T-TAZAH POM6-H’ZIIT-7 Trajimos el copal, la rastrera cañita
ziit,
lizándose flores de la Plumeria silvestre, P. púdica, que no abre su corola, las cuales se
echan al agua cuando la paciente toma un baño al mismo tiempo que las otras partici­
pantes danzan alrededor de la poza cantando palabras alusivas. Se dice que el rito debe
practicarse nueve noches seguidas, después de las cuales el agua de la poza se utiliza para
preparar un filtro de amor. Hay diversas variantes. Rejón García, 1905 y Basauri, 1931,
describen una cada uno. El cantar, desgraciadamente incompleto, describe una variante
antigua compleja en la cual entran objetos relacionados con la mujer y otras flores ade­
más de la Plumeria, que no son usados en las versiones modernas conocidas.
2 LOL-NICTE. Aun cuando cada una de estas dos palabras por sí misma significa
flor (“lol, rosa de hojas anchas como de calabazas, de bexucos, de xícaras, de algodón y
otras assi grandes” ; “nicte, rosa o flor no denotando de qué árbol, mata o yerva”, según
el Diccionario de Motul), nicté es además el nombre específico de las plumerías. La Plu­
meria, pues, era la flor por antonomasia. Es importante notar que en el centro de México,
entre los grupos náhuas, esta flor es también llamada xochitl (nombre que varía según el
dialecto), es decir, La Flor, aunque en algunas partes se combina con otro nombre que
significa cuervo, resultando cacaloxochitl, la Flor del Cuervo. En Yucatán la especie pú­
dica es conocida, popularmente, con dos nombres: thulunhuy y nicte’ ch’om. Este último
nombre significa flor del zopilote, en donde paralelamente, el zopilote está por el cuervo
del nombre mexicano, o quizás éste esté por el zopilote del nombre maya. El significado
cultural de la Plumeria es tema interesante que espera ser estudiado con mayor extensión.
(Ver nota anterior.)
3 LOL-CHVCVM. La flor del chucum, Pithecolobium sp., una Leguminosa.
4 LOL-V d VL. Posiblemente se refiere a una florecilla blanca que rinde una peque­
ña planta de la misma familia de la Plumeria (Apocinácea) conocida generalmente como
uzzubpek en maya y jazmín de perro en español (Tabernaemontana amygdalifolia Jacq.),
de delicado aroma.
5 X . . . MILAH. No fue posible reconstruir este nombre para su identificación.
6 POM. Copal, la resina de la burserácea Protium copal (Schlecht & Cham.) Engl.,
que es la planta típica que produce este incienso y que se encuentra en algunas regiones
de Yucatán.
7 H’ZIIT. Más frecuentemente escrito zit. Es el nombre maya de la graminácea Las-
ciacis divaricata (L) Hitch., cañita rastrera de hoja corta.

368
25. BEYXAN-XCOC-BOX8 así como la concha de la tortuga
terrestre.
26. BEY XAN-TVMBEN-HIIB Asimismo el nuevo polvo de calcita
27. TOOK9-YETE-TVMBEN dura y el nuevo
28. KUCH10-TVMBEN LVCH11 hilo de algodón para hilar; la nueva
jicara
29. BOLOM-Y A AX-T OOK-12 y el grande y fino pedernal;
30. TVMBEN-PEEz> ILIL13 la nueva pesa;
31. TVMBEN-XOOT14-BEY la nueva tarea de hilado;
32. XAN-V-CAN-X-VLVM15 el presente del pavo;
33. TVMBEN-XANAB nuevo calzado,
34. TVLACAL-TVMBEN- todo nuevo,
35. LAIL-XAM V-KAXIL inclusive las bandas que atan
36. C’HOOL-V-TIAL-C- nuestras cabelleras para
37. POOC-NIICTE-HA tocarnos con el nenúfar;
38. BEYXAN-C-HOOPZA igualmente el zumbador
39. [H] VB-BEY-V-X-KI caracol y la ancia­
40. LI1Z,6-=d0 C I -3 0 C I -T na [maestra]. Ya, ya
41. YANON-TV-z>V-KAA[X] estamos en el corazón del bosque,
42. TV-CHI-NOH-HALTVN17 a orillas de la poza en la roca,
43. V-TIAL-C ’PA AT-V- a esperar

8 X COC-BOX. El carapacho [box) de la tortuga terrestre que es posiblemente la


Terrapene yucatana (Boulanger), con el cual se fabrican varios objetos, especialmente un
instrumento musical de percusión. Esta tortuga es conocida en maya yucateco con los nom­
bres coc, xcoc o cocac.
9 HIIB-TOOK. Hiib es el nombre yucateco de una forma cristalizada de la roca ca­
liza peninsular que se encuentra en la región de las sierras del sur. Esta cristalización es
usada como material de temple en la fabricación de la cerámica refractaria y antiguamente
también para hilar; en ambos casos hay o había que reducirla a polvo fino. TOOK es
el nombre maya del pedernal y se refiere a la dureza y transparencia de la roca.
10 KVCH. Es el nombre del algodón hilado o en proceso de hilarse.
11 LVCH. El fruto de la bignoniácea Crescencia cujete que tan útil es porque es fá­
cilmente convertido en vasija. Las hilanderas nativas usaban una de estas vasijas de tama­
ño pequeño para apoyar un extremo del huso al hacerlo girar.
12 BOLOM-YAAX-TOOK. Literalmente peder nal-ver de-nueve. El numeral nueve
(bolon) es usado como superlativo y el adjetivo verde (yaax) califica como fina, impor­
tante o magnífica una cosa. Estos valores marginales son solamente usados por los hmenes
ahora. La función que haya tenido el pedernal en la ceremonia no es conocida.
13 TVMBEN-PEE 3 ILIL. Todo lo enumerado como parte de los atributos de la ce­
remonia es nuevo (tumben). Peeziilil se ha traducido como pesa. Puede también signi­
ficar trampa. La raíz pee 3 se refiere a presión ejercida con un objeto pesado. Posible­
mente se refiere a algún instrumento usado en el arte textil.
14 TVMBEN-XOOT. Se ha traducido “nueva tarea de hilado”, aunque “la tarea que
dan a las indias para que hilen”, según el Diccionario de Motul es xoth, con t glotalizada.
15 V-CAN-X-VLVM. Ulum es el nombre genérico de los guajolotes o pavos domés­
ticos y can se ha tomado en este caso como presente o dádiva. El Diccionario de Motul
define: “dádiva o presente que se da al juez por vía de sobrino y darla y presentarla assí”.
16 X-KILIIZ. Según el Diccionario de Motul kiliz significa “hombre viejo y anciano”.
Aquí, pues, hay que tomar la x como signo femenino y leer “la anciana”. Ver nota 1 de
KIILIIZ-TVVP (Cantar núm. 12).
17 HALTVN es el nombre yucateco de las pozas naturales que se forman en las de­
presiones o huecos de la roca del suelo peninsular.

369
44. HOKOL-X-CIICHPAN que surja la bella
45. BVV=>-EK18-YOOKOL estrella que humea sobre
46. KAAX- -PITAH el bosque. Quitaos
47. NOOKEEX-LVVZV vuestras ropas, desatad
48. KAXIL-A-HOLEX vuestras cabelleras;
49. BATENEEX-HEE quedaos como
50. COHICEEX-VAY llegasteis aquí
51. YOKOL-CABILE sobre el mundo,
52. Z-ZVHVYEX-X-CHV- vírgenes, mu­
53. PALELEX-HEL V jeres mozas...

CANTAR 8

EL DOLIENTE CANTO / DEL


V-YAYAH -KAY1 H’OTZIL-X-MAN-NA. POBRE HUERFANO DE
X-POM-OKOOT-CHE2 MADRE / BAILE DE GOLPE
EN LA MADERA

1. HACH CHIICHANEN-CAA Muy pequeño yo era cuando


2. CIM-IN NA-CAA-CIM-IN-YVM murió mi madre, cuando murió mi
padre.
3. AY-AY-IN YVMEN Ay, ay, mi señor!
4. CAAT-PPATEN-TV-KAB Y quedé en manos
5. T-YICNAL IN LAAK V compañía de mis amigos.
6. MIIX-MAAC-YANTEN A nadie tengo
7. VAY-YOKOL CAB aquí sobre la tierra.
8. AY-AY-IN-YVMILEN Ay, ay, mi señor!
9. CV-MAN-CAPPEL KIN Pasados dos días
10. CV-CIMIL-TEN-IN LAAK- se me mueren mis amigos.
11. TIN TTVLVCH3 C’ PPAT-CEN Inseguro he quedado.
12. TIN TTVL V CH-HVM-AY-A Y Inseguro y solo. Ay, ay!

18 B W d -E K . Según el Diccionario de Motul no puede ser otra cosa que “cometa


crinita”, pero un cometa es cosa extraordinaria. Se ha traducido como Venus tomando en
cuenta que se esperaba que apareciese para verificar el rito, y que en el cantar PAAY-
CHI, etc., se le llama “flor de luz del cielo”. Ver nota 11 del PAAY-CHI (Cantar núm. 9).

1 YAYAH-KAY. Doliente canto. Yayah es una reduplicación de yah, dolor. Gene­


ralmente se encuentra escrito ya. La reduplicación aquí tiene función intensiva. YAYAH
K A Y debiera traducirse, muy doloroso canto.
2 X-POM-OKOOT-CHE. Parece ser el nombre de un baile. Vom es indudable que
se refiere a golpe. Okoot igualmente sin duda vale por baile o danza. Che, está por ma­
dera. La canción sería, pues, parte de una farsa.
3 TIN TTULUCH. A tientas, es decir, como va el ciego, pero no por falta de vista
sino de seguridad. Pío Pérez da “thuthul: andar como el ciego”. Estas formas parecen
tener como morfema principal thul [t’ul] nombre que se le da al conejo y se refiere a la
constante inseguridad del roedor.

370
13. =>V-MAN-LAIL-KIN- Pasado aquel día
14. TIN-HVN-PPAT-CEN que me quedé solo,
15. CAA-TV-HAN CH’AHEN me tomó presto
16. V-BIZEN-T-NIN- para llevarme
17. V-PPEL-z>VL-TV KAB un extraño de su mano;
18. AY-AY-IN YVMILEN ay, ay, mi señor!,
19. H’LOOBIL-HACH-YAAB mal, muchísimo,
20. YAYAB LOOB-TIN mucho mal
21. MANZIIC VAY-YOKOL paso aquí sobre
22. CA[B] MIIX-VA-BIKIN la tierra. Nunca quizá,
23. BIN-HAVC-IN-VOKOL cesará mi llanto.

24. MIIX-IN-VONEL-YAN Ni mis parientes existen.


25. HACH-CHEN-TIN-HUM Muy solo,
26. CHEN-BEY-IN-MAN sólo así paso
27. VAY-TIN-LVM aquí en mi tierra.
28. H’KIN-YETEL AKAB Día y noche
29. CHEN-OKOL-OKOL sólo llanto y llanto
30. XVVPZIC-IN VICH consumen mis ojos
31. LAIL-XVVPZIIC-OOL v eso consume mi ánimo
32. YAM-LOOB-HACH-CHICH bajo mal tan duro.
33. AY-IN-YVM-CH’ATEN Ay, mi señor! Toma de mí
34. OTZILIL-d A V-TIBITIL compasión. Por fin
35. LEIL-YAH-MVVKYAA a este doloroso sufrimiento.
36. z>ATEN-V z>OC-CIMILIL Dame el término de la muerte
37. V A -3 ATEN-TOH OLAL o dame rectitud de ánimo,
38. IN-CIICHCELEM YVMIL- mi Bello Señor!

39. OTZIL-OTZIL-CO ... BAAI Pobre, pobre...


40. TV-HVN-YOOK-LVM- solo sobre la tierra,
41. VA-YAN-CA-V-KAAT si tiene que pedir
42. TV-TTVLVCH-HVM inseguro y solo
43. KAAT-MEN-KAAT implorando e implorando,
44. TV-HOL-NAH-NAHIL de puerta en puerta,
45. TV-LACAL-MAAC-ILIC toda persona que lo viere
46. HELEILI V =>IIC-YACVNAIL le dará amor.
47. INAN-YOTOCH-INAM No tiene hogar, no tiene
48. V-NOK-INAN KAAK ropas, no tiene fuego.
49. AY-IN-YUM-CHATEN Ay mi señor! Toma de mí
50. O TZILIL-3ATE[N ] TOHOLAL compasión. Dame rectitud de ánimo
51. V-TIAL-CAA-PAATAC para que pueda
52. IN-MVVK-YAH-TIC- padecerlo.

371
CANTAR 9

ORACION A CIT BOLON


PAAY-CHI1 / H’ZIIT-H’BOLOM-T[V]M2 TUN QUE DICE CADA
VINALTE3-H’MIATZ4 UINAL EL DOCTO

1. VINALTE-PAAY-CHI- Mensual oración


2. H’MIATZ- =)AC-YAH del doctor en medicina
3. TI-V-YAN-POMOL-CHI-5 para que haya pomolche’

1 PAAY-CHI. Oración. En los diccionarios la forma registrada es payalchi.


2 H’ZI IT-H’BOLOM-TVM. Se trata de una variante del nombre de la deidad de la
medicina, conocida según Landa y Cogolludo como Cit Bolon Tun, variante en que apa­
rece z por c. La primera letra representa un sonido sibilante dental sordo igual al de la s
del español americano; la c representa un sonido oclusivo velar sordo igual al de la c del
español ante a, o, u, es decir, que en la ortografía tradicional del maya la c siempre vale
por un sonido oclusivo velar sordo ante cualquier vocal como la k del alfabeto fonético,
de modo que lo que Landa y Cogolludo tiene por cit, en el cantar aparece como siit. Este
cambio en la ortografía suele aparecer debido a que al principio el uso del alfabeto latino
para escribir la lengua maya, no se usó z sino c y el paso de la cedilla a la c simple era
fácil. Sin embargo, en este caso parece que se pasó de c simple a cedilla y de ésta a z,
pues la forma cit/kit/ es la normal en nombres de deidad (Citbil, Cit Ah Coyi, Cit Ah
Cutz, Ah Cit carnal Cam, etc.). Lo que la raíz cit signifique no es muy claro, aunque
se puede deducir que está por algo así como santo, bueno, grande. En el lenguaje cató­
lico, al Dios Padre de la Santísima Trinidad se le ha llamado Dios Citbil, por lo que se
ha traducido cit o citbil como padre. Una variante, cich, significa, según el Diccionario
de Motul, “cosa buena y sancta”.
Bolom, variante de bolon, nueve, usado con valor marginal de intensivo, con el sen­
tido de importante, grande, perfecto, santo, numeroso, según el caso. Véase nota 12 del
Cantar núm. 7.
Tum, variante de tun, piedra preciosa. Tun aparece en varios nombres de deidad en
los libros de Chilam Balam: Ah Tub Tun, Ahau Tun, Ah Cap Uah, Xocbil Tun.
En la descripción que Landa hace de las ceremonias que verificaban en Yucatán en
los meses Uo y Sip, los sacerdotes, médicos y hechiceros, cazadores y pescadores, preci­
samente los médicos “sacaban los envoltorios de su medicina en que traían muchas niñe­
rías y sendos idolillos de la diosa de la medicina que llamaban Ixchel... y unas pedre-
zuelas de las suertes que echaban, que llamaban Am y con mucha devoción invocaban
con oraciones a los dioses de la medicina... y dándoles encienso los sacerdotes, lo quema­
ban en el brasero de nuevo fuego y entretanto los chaqués enbadurnábanles los ídolos y
las pedrezuelas con otro bitun azul como el de los libros de los sacerdotes; Esto hecho,
envolvía cada uno de las cosas de su oficio y tomando el envoltorio a cuestas, bailaban
todos un baile que llamaban Chantuniab”. (Landa, 1938, p. 79). En el rito entran en
juego “unas pedrezuelas”. En los tiempos actuales los hmenes yucatecos usan el sastún o
cristal para sus adivinaciones.
Cit Bolon Tun es mencionado por Landa precisamente en la descripción parcialmente
citada como uno de los dioses de la medicina, juntamente con Ixchel, Itzamna y Ahau
Cham Ah Ez. (Cf. López de Cogolludo, 4, V III.)
3 VINALTE. Una veintena de días del calendario maya se llama uinal. El sufijo -te,
clasifica cuenta de tiempo.
4 H’MIATZ. “Ah miatz: sabio”, dice el Diccionario de Motul. En otro lugar el
mismo catálogo lista: “miatz: sabiduría, o philosophia assi”.
5 POMOL-CHI. Variante de Pomolché, nombre de la euforbiácea Jatropha Gaumeri
Greenm, que tiene gran importancia en la medicina maya.

372
4. KAAX-BEEC6-KAAX-IN- en los bosques, beec en los bosques
5. TIKAL-TIKAL-O-HOM7
6. CHTIC-LVM-PAAK- prenda en la tierra el plantado
7. BACALCHE8-H’BOHOM9 bacalche’. el bohom
8. BEY [LI]KIN-BEY XAMAN- así en el oriente como en el norte,
9. BEY [CHI]KIN-BEY NOH’HOL así en el poniente como en el sur.
10. TI-CV-TA AL-TV-C AMPPEL Viene por los cuatro
11. XAAY-BEIL C AN -T W X ramales del camino de los cielos
donde
12. YAN-V-POPIL-NAHIL-BEL está la casa de la estera en que rige
13. H’MIATZ-HVN-NAAB-KVI- el sabio Hunabk’u’,
14. LAIIL-CV-KAAZIIC-TI-VINIC aquél que recuerda al hombre

15. TAHL-HAN-CVVXTAL-VAY que es difícil la vida aquí


16. Y OKOL [ CA ] B-TI-MA AX AC en el mundo para quien
17. V KAAT-V- 3 AV-BAA quisiera ponerse
18. ... YOL-H’CAMBAL en el afán de aprender.
19. V VAY-T’LVMIL [Y]AN Y que aquí en la tierra
20. V- 3 1IC-TV-T OH-Y OLAL da salud
21. H’TVMEN-V-YUMIL- porque es el Señor
22. KAAK-HA-IIK-LVM del fuego, del agua, del aire, de la
tierra,
23. YVMIL-VAY-YOKOL CAB Señor de este mundo,
24. TVT-TVLAH-C-BAIL de todas las cosas
25. MENTAHAN-TVMEN hechas por él.
26. YVM-HVN-NAAB-KV El Señor Hunabku
27. LAIT-LITI- 3 IIC-VTZ- es quien da lo bueno
28. YEET-KAAZ-ICHIL y lo malo
29. MALOOB-YETELLOB entre los buenos y los malos.
30. TV-MEN-LAIT-TIE Porque él
31. CV- 3 IIC-V-ZAZILIL da su luz
32. Y OKOL-C AB-TVMEN sobre la tierra; porque
33. LAITI-V-YVMIL-TV es el Dueño
34. LACAL-BAAL-YAN de todas las cosas que están
35. YAN-LV-KAB-BEY bajo su mano, lo mismo
36. KIN-BEY-H’V-BEY el sol que la luna; lo mismo

6 BEEC. Es el nombre de la borraginácea Ehretia tinifolia L., conocida en varias


partes de América con diferentes nombres populares. En Yucatán se le llama en español
roble y en Veracruz borrego. Generalmente se escribe bec.
7 TIKAL-TIKAL-O-HOM. Toda la línea es oscura. El traductor no conoce planta
alguna que se llame Tikal y tampoco parece probable que haga referencia a la ciudad de
Tikal. Por cuanto al resto de la frase igualmente ignora lo que pueda significar en rela­
ción con el contexto. Parece haber habido error de transcripción.
8 BACALCHE. Este es el nombre de otra borraginácea mencionada también en el
Ritual de los Bacabes. Se trata de la Bourreria pulchra Millsp.
9 H’BOHOM. Una borraginácea más: Cordia gerascanthus L., muy socorrida por su
madera.

373
37. X-BVVz>-EK10- BE V- la estrella humeante que es como
38. LOL-ZAZ-CAAN11- BEY la flor luminosa de los cielos; lo
mismo
39. MVYAL-BEY-CHAAC las nubes que las lluvias;
40. BEY-H-X-LELEM-BEY lo mismo el rayo que
41. H ’VZ-BEY-CHTICH la más pequeña mosca; lo mismo
las aves
42. BEY-BAAL-CHE-BEY que los otros animales; lo mismo

CANTAR 10
<EL SEÑOR SERPIENTE
< AH ’TZAAB-CAN-1 DE CASCABEL SEÑOR
H-KV VKVL-KV VL-C AN > SERPIENTE DE PLUMAS
PRECIOSAS >
1. A ti hombre A ti hombre
2. vengo a decirte vengo a decirte
3. porqué aquí en esta región2 porqué aquí en esta región
4. aquí en La Sabana,3 aquí aquí en La Sabana, aquí
5. TE-LVM-C’V [VC]HBEN en la tierra de nuestros antiguos
6. HVAPAACH-VINCOOB4 gigantes hombres
7. HEBIIX-XAN-H-PPVZ5 y también de corcovados

10 X B V V o-E K . Véase nota 18 de KAY-NICTE (Cantar núm. 7).


11 V LOL-ZAZ-CAAN. Flor de luz del cielo. Una apropiada designación para Venus.
1 AH-TZAAB-CAN... Este título nada tiene que ver con el texto que sigue. Posi­
blemente hubo un error al hacerse la copia. El que corresponde a este cantar está puesto
al número 3, HVA-PAACH’OOB YETEL PPVZ...
2 PETEN. Según los diccionarios es isla o región; etimológicamente significa cosa
redonda y plana, disco. Vista desde cualquier altura la región norte de Yucatán parece
un disco. Se refiere sea a la región de donde provienen los cantares o a toda la tierra
maya. En el nombre Peten Itzá se refiere a isla.
3 CHAKAN. La Sabana. Es el nombre de una provincia o “cacicazo” de límites im­
precisos que incluía lo que hoy es Mérida de Yucatán y regiones comarcanas sin llegar
a la costa por el norte ni a Tixkokob por el oriente, ni a Mayapán por el sur, sino exten­
diéndose por el oeste y colindando con la provincia de Ah Canul, a la que pertenecía
Dzitbalché, por el suroeste.
4 HVAPAACH-VINCOOB. Literalmente hombres (vincoob) de erguido {ua, uaan)
largor (pach), es decir, gigantes, en contraste con los corcovados. Existe aún ahora la
creencia en un gigante llamado uauapach que suele aparecerse en los caminos yucatecos.
Véase Brinton, 1937, p. 23.
5 HPPVZ. Corcovados. La conocida leyenda del enano de Uxmal, es una variante
del mito del héroe que nace extraña tur almente y realiza obras de maravilla. En algunos
casos es un dios singular (El Enano de Uxmal, Uitzilopochtli) en otros se trata de geme­
los como en el caso de Hunahpú e Ixbalamqué del Popolvuh. Propiamente la leyenda
yucateca es una versión de la guatemalteca y en la península, fuera de la región de Uxmal,
varía en forma y no se menciona a Uxmal. Ppuz en el maya yucateco significa corcovado,
no enano como se ha traducido en la leyenda de Uxmal. Los corcovados son de estatura
corta y de ahí la relación; pero esta relación la hace el vulgo, pues se trata sin duda de
un homónimo que significa maravilloso o cosa de maravilla que aunque no usado en
Yucatán o por lo menos no se ha registrado, aparece en los vocabularios de las lenguas
pokomchí (véase el S. Cristóbal Cahcoh II, 4 6 lr) y cakchiquel (véase Varea o Sáenz de

374
8. MALIICIL-COHOC-TEIL cuando aún no había llegado a estas
9. LVMOOB-MAIX-MAICX tierras ningún
10. VINIC-BAYANON hombre como los que estamos,
11. 3 OOC-V-YANTAAL ya hacía
12. LEMCEECH YAAB-KIN muchísimo tiempo que
13. VAY-CV-XIMBANCCVBA aquí se paseaba
14. XAH-CHAA-PAAT6 X Ah Chaa Paat
15. HVM-VVC-V-TIICHIL que tenía en junto siete salientes
16. V-POL-YAAT -CHEN cabezas,
17. LAITI-CA-VILIC-V al que de pronto veías
18. KAATAL-TA-BEEL-V- que se atravesaba en tu camino
19. TIAL-V-HANTECH para devorarte
20. YETEL-V-TIAL-V-3 A y para darte
21. TEECH-LOOBIL-TAH mal en tu
22. CVXTAL-VA-MA vida si no
23. TA-NAATIIC-BAAX entendías lo que
24. CV-KAATIC-TEICH te preguntaba.
25. MATVN-HEL CAA Pero he aquí que
26. KVVCH-V-KINIL llegó el día
27. V-YANTAAHMA que hubo
28. MAIXL-V-AILIC quien se lo dijera
29. TIE-CA-TV-YVV y cuando lo
30. BHE-CAAH oyó
31. 3 IICINAHI-TVMEN enfurecióse porque
32. LAITIEL MAIX V ... aquel que
33. CHAHAL-V-3 IIC pudiera darle la respuesta de
34. LEIL-V-NVCTAH lo que le diose para entender
35. TIEL-AH-X-CHA y responder a él sería Ah Chaa
36. PAAT-LAITI-NV Paat también porque le
37. CE-TII-LAIBE entendió y respondió. Por eso
38. TIIC-HAACH-TV gravemente
39. CHAH-LOBIL-LE tomó maldad lo
40. B A A X -C V -3IIC V que da para que
41. YAAL NVCATIEL entiendan y respondan,
42. TVMEN-H’TABZ[A ] porque fue engañado
43. BIEL-TVMEN- por aquél que le respondió.
Santa María), bajo puz. En la cultura de los pueblos del Valle de México, se considera­
ban cosas de maravilla y fantasía los monstruos y corcovados. Para la leyenda del Enano
de Uxmal puede verse el libro de Mediz Bolio, 1922.
6 XAH-CHAAPAAT. Literalmente El Señor Escolopendra. En los dos casos en que
se menciona (ver línea 14), además del signo masculino (AH) lleva el femenino (X), cada
vez en distinto orden. La escolopendra o ciempiés tuvo gran importancia en la religión
de México y Centroamérica y aparece en códices mayas y mexicanos (ver Tozzer y Alien,
1910, p. 303). En los Libros de Chilam Balam se menciona una deidad Ah Uuc Chapat,
o sea El Señor Siete Escolopendra siempre en relación con desgracias terrenales. Nótese
que en este texto se dice que este personaje es un monstruo de siete cabezas. Beltrán
de Santa Rosa, 1859, incluye en su lista de animales: “Serpiente de siete cabezas Ah uac
chapat”. Uac es seis y no siete, pero se ve que es un error de imprenta y que debió ser
uuc. Ver Barrera-Vásquez y Rendón, 1948, p. 168.

375
CANTAR 11

H’KAY-BAL z>AM EL CANTO DEL JUGLAR

1. KIN-KVILANCAIL1 El día se hace fiesta


2. T-CAH-NAH-LIL- para los pobladores.
3. V-CAA’H-HTIPPIL Va a surgir
4. T’ZAZILIL KIN- la luz del sol
5. TVT-HAAL-CAAN en el horizonte.
6. T-CV-BIN-V-BIN Va y va
7. BEY-NO[HOL] así por el sur
8. BAI-T-X-[AMAN] como por el norte;
9. BEL-T-LA[KIN] así por oriente
10. BEY XAN T-CHI[KIN] como por el poniente.

11. TVM-T AL-V-Z AZIL Viene su luz


12. YOKOL-CABILIL sobre la tierra
13. EH-HOOK-C ’HEN oscura
14. T IV L -3IIC -... a dar...
15. X-KVVLVVCH-YEET Las cucarachas y
16. M A AZ-YEET-CHIIC los grillos y las pulgas
17. H’K ... -X- id VNVN ...y las mariposas nocturnas
18. CV -Y A ALC AB-T-CVCHIL corren a sus habitáculos.

19. XBAACH-X-ZAC-PACAL Las chachalacas y las palomas


20. TZV V-TZWZ-BEY-NOM y las tórtolas y las perdices
21. CHAAN-BEECH-YEET las pequeñas codornices
22. X-KOOK2-X-ZAC-CHICH3 las mérulas y los sinsontes!
23. CALICIL-H’ZAAY4 Mientras las hormigas rojas
24. C’Y A L C V ...-... BEN corren a...
25. LAIL KAXIL-CHIICH Estas aves silvestres
26. CV-HOOPZ-CV-K A Y comienzan su canto
27. TVMEN-H’EEB- porque el rocío
28. ZIAMCEN-VTZILIL origina felicidad.

1 KIN-KVILANCAIL. Literalmente, el día se hace divino. A los días festivos los


mayas llamaban kinku, día de la divinidad. Todo el cantar se refiere al amanecer, al
triunfo de la luz sobre las tinieblas.
2 X-KOOK. Véase nota 11 de X KOLOMCHE (Cantar núm. 1).
3 X-ZAC-CHICH. Variante del nombre maya original del sinsonte o sensontle (origi­
nalmente Zentzontlahtolli en nahua) que en el maya moderno es chico. El verdadero nom­
bre original es sacchic, que significa el artificioso juglar o si se quiere el blanco juglar
teniendo el adjetivo blanco valor de artificial, obra de arte y no natural. El nombre téc­
nico del ave en su especie yucateca es Mirnus gilvus, gracilis (Cabot), casi traducción
de su nombre maya.
4 H-ZAAY. Nombre maya de la hormiga brava cultivadora de hongos conocida en
español como hormiga roja y hormiga arriera, cuyo género es Atta.

376
29. X-CIICHPAN-EK La Bella Estrella
30. HOHOPNAN-YOOK refulgente encima
31. K AA X CV BV z) ILANCA5 de los bosques “humea” ;
32. LAMAT-LAMAT desvanecientemente
33. V TAAL-V-CIMIL V viene a morir la luna
34. YOOK-YAXIL K AAX sobre el verdor de los bosques.

35. CIM-MAAC-OLILIL Alegría


36. KIN-KVILAIL-VAY del día en fiesta aquí
37. TEE-T-CAHALIL en el poblado,
38. TVMEN-TVMBEN porque un nuevo
39. KIN-C’TAL-ZAZTAL sol viene a alumbrar
40. T-TVLACAL-VINICIL a todos los hombres
41. T’CAH-MVVLBA que viven unidos
42. VAY-T-CAHALIL aquí en el poblado.

CANTAR 12
EL APAGAMIENTO
KIILIIZ-TVVP / YOK-VITZ1 DEL ANCIANO
SOBRE EL MONTE
1. KAMAN2 KINTV-HAAL CAAN-T-CHI Declina el sol en las faldas del cie­
lo al po-
2. KIN-TVN-KVL-H’ HVVB-YETEL- niente; [suenan] el tunkul, el ca­
racol y
3. ZACATAN-TIIT-H’HOOPZ-X-KAY el zacatán y se sopla la cantadora

5 CV B V 3IL A N C A . Humea. Parece impropia la expresión refiriéndose a una estre­


lla brillante que sin duda es Venus y no un cometa. Tal vez el sentido es que reverbera.
Los mexicanos usaron esta misma metáfora. Véase Garibay, Historia, 1953, T. I, p. 66,
nota 18.
1 KIILIIZ-TVVP YOK-VITZ. El Diccionario de Motul da kiliz como “hombre vie­
jo y anciano...; “hombre rico o que tiene mucha familia...; “morador antiguo en un
pueblo...; pueblo grande”... (ver nota 16 de K A Y NICTE (Cantar núm. 7). Tup aquí
sin duda significa apagar el fuego. Yok es un adverbio de lugar: encima, sobre y uitz,
según el mismo diccionario es “sierra alta y grande, o monte assi, o peña enrriscada”. De
modo que el título entero de este cantar se podría traducir, el apagamiento del viejo
sobre la montaña. En efecto, entre los antiguos mexicanos el fuego era representado como
anciano: “...el antiguo nombre, con que llaman el fuego Huehuetzin, que quiere decir
viejo...” Serna, 1892, p. 281.
Cada 52 años los antiguos mexicanos celebraban la ceremonia del fuego nuevo sobre
un cerro (Cf. Sahagún, 1938). Según Landa, los mayas de Yucatán hacían cada año el
primer día de Poop, después de los cinco días aciagos durante los cuales el fuego perma­
necía posiblemente apagado, una ceremonia de año nuevo y encendían entonces el nuevo
fuego. (Cf. Landa, Ms. 39r.) El título se refiere evidentemente a la ceremonia del apaga­
miento del fuego al comienzo de los días aciagos, pero no se menciona en el cantar. En
éste se canta la ceremonia del recibimiento del nuevo año, después de los días aciagos.
Sobre los días aciagos, véase nota 14.
2 KAMAN. Como está escrito este vocablo significa recibido, pero por evidencia de
lo que sigue parece una síncopa de katman, que significa pasar atravesando, que aquí por
tratarse del sol que va hacia el horizonte se traduce por declinar, el sol declina.

377
4. LVVCH3-XIIX-TVN-TVLACAL [PA X ] jicara. Se seleccionan todos...
5. TVT -TAZ AH AL- OC-X-PPIITVM- han venido. Después, saltando
6. CV-BIN-V-KVVCHVL-TV-TAN-LEIL van para llegarse ante
7. POPILNAH4-YVM-AH-HAVCAN5 el popolna [donde está] el Ahau
Can.
8. TIANXAN-H,HOL-POOP6-YETEL- Allí también están el Holpoop y
9. H’CH’AACOOB7-BEY-YVM-AH-CV- los Chaqués, así como el Señor
Ah Ku­
10. LEEL-YETEL-V-AM-TAHAz>AOB8 lel y sus ayudantes.
11. zdV-KVCHVL-H’PAX-KAYOOB Han llegado los músicos-cantantes,
12. HPAAL- =)AMOOB9-H’OKOTOOB los farsantes, bailarines
13. H’VALAK-ZVT-< => > -ZIITHOOB- contorsionistas, saltarines
BEY
14. H’PPVZ-YETEL-NAC-YAOB10- y los corcovados y los espectadores.
15. TV-LACAL-V-VINICIL... TAL-TV Todas las personas han venido en
16. P ACH-AH ’AH A V CAN-TV-CIM AC- pos del Señor Ahau Can a la di­
17. OLIL-CV-BEETABIL-TV-CH[V ]MVC versión que se hará en medio
18. KIVI-CIL-LEIL-C-CAHTALIL de la plaza de nuestro pueblo.
19. 3 V-H’OOPOL-YOOCOL-KIN-TV A l comenzar a penetrar el sol
20. H’AAL-NA-CAANn-TV-TII-BIT- en las faldas de la superficie del cie­
lo, es el momento conveniente
21. [T A ]AL-V-HOOPPOL LAIL X ... para comenzar...
2 2 ............P O M ......... ....... copal.........
23. YVM-CAAN-KAMIIC-V-BVV z> El Señor del Cielo recibirá el humo
24. KAK-V-TIAL-V-CHIIL-T-CV-YIICH del fuego para escocer el rostro
25. YVM-KIN-CONEEX-COON-T-CHVM del Señor Sol. Vámonos, vamos al
tronco

3 X-KAY LVVCH. Cantadoras jicaras. Sin duda se refiere a las “trompetas largas
y delgadas de palos huecos, y al cabo unas largas y tuertas calabazas” que menciona
Landa (1938, p. 39).
4 POPILNAH por Popolna, que según el Diccionario de Motul es: “casa de comu­
nidad donde se juntan a tratar algunas cosas de república y a enseñar a bailar para algu­
na fiesta del pueblg”.
s YVM-AH-HAVCAN. Véase nota 16 del Cantar núm. 1, X-KOLOM-CHE.
6 HOL-POOP. Véase nota 15 del Cantar X-KOLOM-CHE (núm. 1).
7 H CH’AACOOB por Ah Chacoob. Los cuatro oficiales a semejanza de los cuatro
dioses de la lluvia, que ayudaban al Nacom en sus funciones, ya mencionados en la
nota 9 del Cantar núm. 3.
8 V-AM-TAHA 3 AOB. Hemos traducido, sus ayudantes, porque antah es ayudar;
aoaob, pudiera ser variante de ah oaob, los que dan, los proveedores. Reconstruida la
frase sería u antah ah oaob, sus ayudantes proveedores.
9 H ’PAAL-z>AMOOB. Juglares o actores de representaciones teatrales; generalmente
escrito ah-baloamoob; ah baloam, singular. El uso de p por b puede no ser un simple
ensordecimiento, sino una modificación por analogía: pal o paal, significa mozo, muchacho.
10 NAC-YAOB. “Nactah: mirar cosas de regocijo y fiestas”, dice el Diccionario de
Motul. La raíz es nac; -yah es sufijo de ejercicio y -ob pluraliza.
u TV-HAL-NA-CAAN por TV-HAL-NAK-CAAN, en la orilla del fin del cielo, es
decir, en el horizonte.

378
26. YAAX-CHE12 COOX- 3 AIC-C- de la Ceiba; vamos a poner el true­
KEEX13- que-ofrenda
27. V-TIAL-TUMBEM-HAAB-3 OOC para el nuevo año. Ya,
28. 3 OOCIL-V-MAAN-YAAYAA-KINIL14 ya han pasado los dolorosos días.
29. COONEEX-V-MVVLAIL-TAMBALIL Vamos a reunimos
30. CAHALIL CONI LAKIN-V 3 A Y -V en el pueblo; vamos al oriente del
pueblo a colocar
31. XOCOMCHEIL-KILIIZ-KAAM- la columna de madera del Viejo Re­
K AK 15- cibidor del Fuego
32. YOOKOL-VITZ-TAAL-ZEEIX L sobre el cerro. Traed
33. TV-LACAL-BAAL-TVMBEN todas las cosas nuevas;
34. PVLEEX-T V-L A AC AL-B A AL tirad todas las cosas
35. H’-VVCHBEN16-YVM-KV-3 V viejas. El Señor Dios ha
36. 3 IIC-CAHC-MANZ-V-LOBIL- concedido que pasemos los malos
37. KIN-VAY-T CAHALIL-TVMEN días aquí en el pueblo, porque
38. V-CAH-TAL-V-LAIK-KIN-V van a venir otros días
39. LAIK-VINAL-V-LAIK-HAAB- otros uinales, otros años
40. V-LAIK-KAA-TVM-V-TIAL otro katún, para
41. V-T AL-V-CH V CP AH AL-VN que venga a completarse una
42. KAAL-HAAB-VTIAL-H’KA veintena de años para el ka­
43. TVM-COONEEX-C- 3 AILC tún. Vamos a poner
44. TVMBEN-XVVL-TVM -TV-HOL nueva piedra de término (de año)
a la puerta
45. CAH’NALIL17-C-CAAXTIC-H’ZAC del pueblo. Busquemos una blanca
12 YAAX-CHE. Es la ceiba. El nombre se puede traducir por árbol verde, el árbol
primordial, el árbol excelso. Es el árbol sagrado, madre del género humano, bajo cuya
sombra se celebraban ceremonias importantes y al cual se presentaban ofrendas, según
aquí se dice. En la plaza de Dzitbalché está aún una venerable ceiba de la que nadie sabe
su edad. En cierta ocasión en este mismo siglo, una de sus grandes ramas se desgajó y
cayó. Es fama que de la parte desgarrada del tronco manó abundantemente agua que fue
recogida como sagrada. En la Crónica de Calkiní se menciona una ceiba que estaba junto
a un pozo y bajo la que se reunían los notables Canules para tratar asuntos de interés
general. Montejo, el sobrino, estuvo bajo ella para recibir el tributo de los Canules, cuan­
do estuvo allí rumbo a Hó, en 1541. En efecto, existe hoy día una vieja ceiba junto a
un pozo en una plaza del pueblo y corre la fama de que es la misma bajo la cual Mon­
tejo estuvo.
13 KEEX. La ofrenda, propiamente el trueque, lo que se da a cambio de lo que se
pide o de lo que se ha concedido.
14 YAAYAA-KINIL. Los cinco últimos días que venían a completar el año de 365
días, que creían aciagos. Yaya, quiere decir muy doloroso. También se llamaban u uayeb
haab, la ponzoña del año. Véase el Cantar H’VAYAH-YAAB (núm. 3).
15 XOCOMCHEIL-KILIIZ-KAAM-KAK. La columna de madera del viejo recibidor
del fuego. Recuerda esta referencia a la ceremonia del volador, practicada en otras partes
de Mesoamérica. Cf. Cantar 8, donde la columna que se menciona es de piedra.
16 La petición que se hace en las líneas 31-34 de que se traigan cosas nuevas y que
se desechen las viejas, es una práctica a la que se refiere Landa en relación con la fiesta
del nuevo año en el mes de Poop. Esta costumbre perdura parcialmente hasta hoy en
Yucatán donde es común práctica entre todas las clases sociales estrenar cosas nuevas al
inicio del año. En Dzitbalché un anciano nos informó que antiguamente era indispensa­
ble usar cosas nuevas el primero de año.
17 Líneas 42-45: COONEEX-C- p AILC TVMBEN-XVVL-TVM-TV-HOL-CAH’NALIL:
Vamos a poner nueva piedra de término a las puertas del poblado. El término aquí es

379
46. TVNIICH18-V-TIAL-C-EEZIIC piedra para indicar
47. V-LAAK-HAAB- V-MAN ... que otro año ha pasado...

CANTAR 13

CANCION DE LA DANZA
X ’OKOOT-KAY DEL ARQUERO
H’PPVM-T-HVVL1 FLECHADOR

1. X-PACVM-X-PACVM-CHE2- Espiador, espiador de los árboles,


2. TI-HVM-PPEL-TI-CAAPPEL a uno, a dos

claro que es de tiempo; la piedra señalaba un año transcurrido. Se han discutido mucho
las referencias que varias fuentes antiguas españolas e indígenas, han hecho a piedras que
se erigían, ponían o se “tomaban” al final de períodos de tiempo. Estas fuentes se refie­
ren a períodos de veinte tunes (o años de 360 días) que hacían un katún. Tun significa
piedra y año de 360 días. Se llamaría así por la costumbre de colocar una piedra (una
sobre otra) al término de cada año hasta completarse 20 que era cuando se erigiría una
estela u otra piedra especial para marcar este período mayor. El relato de Nakuk Pech
dice: “... 1517 ... este es el año en que cesó de tomarse (llevarse o traerse) el katún; en
que cesó de erigirse la piedra (tunil) pública (o universal); porque por cada veinte tunes
(piedras o años) se venía a erigir (poner en pie) la piedra (tunil) pública, antiguamente
cuando no habían llegado los españoles en Cusamil (Cozumel), antiguamente aquí en el
país (petenil); porque fue cuando llegaron los españoles que cesó de hacerse”. (En Brin­
ton, 1882, pp. 202-203 y 227 y en Pérez Martínez, 1936, p. 28.) Katún viene de Kal,
veinte, y tún, piedra, o período de 360 días.
En la tercera crónica de Chumayel se asienta que la toma de las piedras de los katu­
nes 12, 10, 8, 6, 4, 2, 13, inmediatamente antes del establecimiento de los españoles y
del 11 en que llegaron, fueron “tomadas” cada una en diferente lugar y que la del 9,
cuando el impacto de la conquista se había verificado, no llegó a tomarse, aunque siguie­
ron contando hasta el 3 inclusive. En el Códice Pérez (p. 95) se dice que la piedra del
katún 11 Ahau no fue tomada. (Cf. Barrera Vásquez y Morley 1949, pp. 52 y 53, nota 6.)
Las palabras de Sánchez de Aguilar al respecto, 1892, p. 96, son las siguientes:
“...contauan sus eras, y las assentauan en sus libros de veinte en veinte años, y por
lustros de quatro en quatro ... y llegando estos lustros a cinco, que hazen veinte años,
llamauan katún, y ponían una piedra labrada sobre otra labrada fixada con cal y arena
en las paredes de sus templos, o casas de los Sacerdotes; y esto se ve el día de oy en los
edificios, que tengo referido, y se podrá ver en las paredes, sobre que edificaron las celdas
de los Religiosos en el convento desta ciudad, que caen al Sur, que son paredes, y bóvedas
de los antiguos; y esto hazían para memoria perpetua de un pueblo, que es de la Enco­
mienda de mi madre, llamado Tixualahtun, que quiere dezir lugar donde se pone una
piedra labrada sobre otra; de suerte que este pueblo era como entre nos el archivo de
Simancas...” Véase también: Landa, 1938, p. 19; Cogolludo, 4, V y Crónica de Yaxkukul
(Juan Martínez Hernández), 1926, p. 16.
18 ZAC TVNIICH. Piedra blanca. Sin duda zac, que comúnmente significa blanco,
aquí está por obra de arte, es decir piedra tallada, cortada por el hombre, como Sánchez
de Aguilar dice que usaban para señalar los años del katún.

1 X ’OKOOT-KAY H’PPVM--T-HVVL. Okot kay significa canción de la danza;


hppum vale por el arquero, el hombre del arco; t-huul significa que flecha. Este cantar
ha sido publicado en la Revista Tlalocan, 1: 4, 273-277. Sacramento, California, U.S.A.
2 PACVM-CHE. Según el Diccionario de Motul, pac che es “andar por el monte los
que buscan yguanas, mirando las ramas de los árboles; y tómase por yr a caga de yguanas”
(Ms. 355 V.). Etimológicamente significa “mirar {pac) a los árboles o al bosque” {che).

380
3. COOX-ZVVT3-TVT-HAL-CHE vamos a cazar a orillas de la arbo­
leda
4. T-ALCA-OKOOT4 TAC-OXPPEL en danza ligera hasta tres.

5. CU LUZ V-TAN-A-POL Bien alza la frente,


6. MALO-PPILHA-VICH bien avizora el ojo;
7. MAA-MENT TIC-X-TTILEICH no hagas yerro
8. TIAL-CAA-CH’A-V-TOHOL para coger el premio.

9. A-CI-ZVVZMA-V-YEE A-HVVL Bien aguzado has la punta de tu


flecha,
10. A-CI-XXAB-CHEILT-MA-V-ZVMIL bien enastada has la cuerda
11. A-PPVM-A z>AMAA-MALAOOB de tu arco; puesta tienes buena
12. YIITZ-X-CAATZIM5- TVT-KVVK resina de catsim en las plumas
13. MEEL-V-YIIT-V-CHILBIL-A-HVVL del extremo de la vara de tu flecha.

14. A-CI-CHOIMAA-V-BA-V- Bien untado has


15. TZATZEL-XIBIL-CEH-TV- grasa de ciervo macho
16. MVVK-A-KAB- TV-MVVK A en tus bíceps, en tus muslos,
17. VOC6- TA-PIIX-TA-TTOON- en tus rodillas, en tus gemelos,
18. TAA-CH’ALATEL-TAA-TZEM / en tus costillas, en tu pecho.

19. z>AA-OXPPEL-ALCA-ZVVT-TVT Da tres ligeras vueltas


20. PACH-LEIL-OCOM-TVM-BONAN alrededor de la columna pétrea pin­
tada,
21. LAIL-TVVX-KAXAAN-LEIL-XIBIL aquella donde atado está aquel viril
22. PAL-H’ZAC7- ZVHVY-VINIC muchacho, impoluto, virgen, hom­
bre.
23. =>AA-V-Y A AX-TI-CA-ZVTIL Da la primera; a la segunda
24. CHH’A-A-PPVM- =>A-V-HVL-CH[ El ] L coge tu arco, ponle su dardo

25. TOH-TANT-V-TZEM-MA-KABEILT apúntale al pecho; no es necesario


26. A - zdIIC-TV-LACAL A M W K -T IY A L- que pongas toda tu fuerza para
27. A-HVVL-LOMOTCI-TIOLAL-MAV asaetearlo, para no
28. KILIC-TV-TAMIL-V-BAKEL-V- herirlo hasta lo hondo de sus carnes

Pero la forma del manuscrito tiene dos elementos más: x ante pac y um prefijado al
mismo pac. El primero denota al actor generalmente femenino, aun cuando se suele usar
para el masculino como en este caso. El segundo, también se refiere al actor sin mención
del género. De allí que se ha traducido por “espiador” la forma x-pacum.
3 ZVVT. Por zut puede significar, vuelta y paseo, pero también cazar según el mis­
mo Motul: “?ut, buscar caga por los montes como de yguanas”.
4 T-ALCA-OKOOT por alcab okot. Alca es variante de alcab, carrera, correr, y okot
es “danza”, “danzar”.
5 CAATZIM. La planta leguminosa, Prosopis chilensis (Molina) Stuntz., muy útil y
común en Yucatán. Su resina tiene usos medicinales y sabemos por esta canción que tam­
bién era usada para fijar las plumas a las flechas.
6 MVVK-A-KAB-TV-MVVK A VOC. Literalmente la fuerza de tu mano (o brazo),
la fuerza de tu pie, es decir, la parte más gruesa y fuerte de las extremidades.
7 ZAC. Blanco y vale por limpio, inmaculado.

381
29. TIAL-CA PAATAC-V-MVK-YAATIC y así pueda sufrir
30. HV-HVM-PPIITIL-LEY-V-YOTA poco a poco, que así lo quiso
31. CILIICHCELEM-YVM-KV8- el Bello Señor Dios.
32. TV-CAA-ZVVT-CA-3 AA-TI-LEIL A la segunda vuelta que des a esa
33. OCOM-TVM-CHO9- CA-ZVVT columna pétrea azul, segunda vuelta
34. CA- 3 AE-CA-HVLIC-TV-CAATEN que dieres, fléchalo otra vez.

35. LAILO-YAN-A BEILTIC-XMA-MA Eso habrás de hacerlo sin


36. A PAATIC A VOKOOT-TV-MEN dejar de danzar, porque
37. BAIL-V-MENTIC-MALO-CHI- así lo hacen los buenos
38. M A [L ]- H’BATEL-VINIC-TVT escuderos peleadores hombres que
39. TEETAL-V-TIAL-V-3 A-VTZ- se escogen para dar gusto
40. T-YIICH-YVM-KV- a los ojos del Señor Dios.
41. LAIL-CV-TIPPIL-KIN Así como asoma el sol
42. T-YOKOL-K A AX-T-LAKIN- por sobre el bosque al oriente,
43. CV-HOPPOL-HVL-PPVM comienza, del flechador arquero,
44. KAY-LEIL-CHIMAL-HBA- el canto. Aquellos escuderos
45. TEIL-V-3 AICOOB-TVLACAL. peleadores, lo ponen todo.

CANTAR 14

(CANTAR SIN TITULO)1 (CANTAR SIN TITULO)


I I

HTI-TV-BELIL-VA2
VT A AL-KIN-V AY
1. TII-C A-K A Y-CH AN-Z AC-P AC AL3- Allí cantas torcacita
2. TV-KAB-LAIL-YAA [ X ] CHE- en las ramas de la ceiba.
3. TII-YAN XAN-X-CIIP-CHOHIL4 Allí también el cuclillo,
4. CHAN-X-CHVVLEEB5-BEY el charretero y el

8 CILIICH CELEM YVM KV. Fórmula hoy reducida a ciichcelem yum, para signi­
ficar cristianamente a Dios o a Jesucristo.
9 CHO por ch’o, que es el nombre del añil, con el cual se teñía a las víctimas y
según parece también la columna donde aquéllas eran atadas.

1 Este cantar se halla en el recto de una de las hojas de la colección y parece ser la
introducción al que se halla en el verso de la misma hoja. No tiene título. Por eso se les
llama Cantar sin Título I y II.
2 Estas dos líneas son ajenas al texto que sigue. Son quizás parte final de algún can­
tar. Su traducción es “...e n su camino, si viniesen los días ponzoñosos”.
3 ZAC-PACAL, torcaza. Paloma silvestre de cabeza blanca, Zenaida asiática asiá­
tica (L).
4 CIIP-CHOHIL por cipchoh. Un cuclillo, Piaya cayana thermophíla Sclater. Se ali­
menta de abejas.
5 CHVVLEEB por Chuleb. Un ictérido negro de alas manchadas de rojo, llamado
charretero en español, Agelaius pboeniceus richmondi Nelson.

382
5. XAN X-KVKUN6-LAIL-ZAC-CHICH pequeño kukum y el sensontle!
6. TV-LACAL-CIIMAAC-YOOL- Todas están alegres,
7. V-Y AL A AKOOB-Y VM-KV las aves del Señor Dios.
8. HEBIX-XAN-H’COLEBIL8 Asimismo la Señora
9. YAN-YAALAK-H’E ... IX-CHAN- tiene sus aves: la pequeña
10. XMVV-KUY9-CHAN-X-z> 1 3 IIBIL10 tórtola, el pequeño cardenal
11. YETEL-XAN-X-CHIN-CHIN- y el chinchin-
12. BAC -LALn-LAIL-XAN-X- bacal y también el colibrí.
=)VNVVN12-
13. LAIL-LAIIX-V-YAALAK CHUCH’ Son estas las aves
14. X-CIICHPAN-XVNAN-COLEBIL- de la Bella Dueña y Señora.

15. LAIL-VA-YAN-CIMAAC [OLIL] Pues si hay alegría


16. ICHIL-LAY-BAL-CHEOB- entre los animales,
17. BAAX-TEN-MA-V-CIMAAC-TAL ¿por qué no se alegran
18. OL-TON-VA-BEILOOB nuestros corazones? Si así son
19. LAITIOB-TAC-TV-ZAZ-TAL ellos al amanecer:
20. PENCECH-HA =) -VTZ-OOB ¡bellísimos!
21. CHEN-KAY-CHEN-BAXAAL ¡Sólo cantos, sólo juegos
22. CV-MAN-TV-TV-CVVLOOB pasan por sus pensamientos!

6 KVKVM. Puede referirse al quetzal que aunque de gran importancia en la cultura


maya, no se encuentra en Yucatán sino en las selvas húmedas de Chiapas y Guatemala.
Sin embargo, es más probable que KVKVM esté por Kunkumil, el común y humilde
cucúlido correcaminos, Geococcyx velox palidus Carriker et De Schauensee.
7 ZAC-CHICH. Está por sacchic, el común sensontle. Véase nota 2 de H’KAY-BAL
3 AM (Cantar núm. 11).
8 COLEBIL. “Señora o ama de siervos o esclavos” define el Diccionario de Motul.
Título dado ahora a la Virgen María, pero que en tiempos prehispánicos fue quizás título
de alguna importante deidad femenina. Por contraste el YVM-KV, dios masculino que
sin duda es el sol, colebil podría referirse a la luna. Nótese cómo se dividen las aves:
generalmente se tiene al colibrí como ave solar. Sin embargo, aquí correspondería a la
luna o por lo menos a una deidad femenina. El cardenal por su color — sin duda se re­
fiere aquí a las especies rojas— también correspondería al sol.
9 X-MVV-KVY por mucuy. Nombre genérico de los colúmbidos de los géneros Co-
lumbigallina y Claravis, comúnmente llamados tortolitas en español.
10 XidIidIB IL . Seguramente está por chacoioib, el nombre común maya del carde­
nal rojo Richmondena cardenalis cardenalis yucatanensis Ridgway.
11 CHIN-CHIN-BAC-LAL por ckinchinbacal. Nombre genérico de los thráupidos
del género Euphonia, pequeños pájaros amarillos manchados de negro, finos gorjeadores.
12 idVNVVN. Nombre genérico de los colibríes.

383
CANTAR V

(CANTAR SIN TITULO)1 CANTAR SIN TITULO


II II

1. 3 AEX-A-HA 3 VVTZ-NOKEEX Poneos vuestras bellas ropas;


2. ^OOC-V-KVCHVL-KIN-H’CIMAC- ha llegado el día de la alegría;
OLIL

3. XEECH2-V-TZOV3-TZOTZEL-A POL peinad la maraña de vuescra cabe­


llera;
4. 3 A-V-LEMCEECH- CIICH-CEL-MIL poneos la más bella
5. A NOK-3 A-H A3 VTZ-XANAAB de vuestras ropas; poneos vuestro
bello calzado;
6. CH’VVY-CINZAH-A-NVVCVVCH- colgad vuestros grandes
7. TVVP TV-TVPIL4-A -X IC IN -3A pendientes en los pendientes de
vuestras orejas; poneos
8. MALO BOOCHH,-3 A -V - buena toca; poned los galardones
KEEXILOOB5
9. A-X-CIICH PAN-CAAL-3 AV-V- de vuestra bella garganta; poned lo
BAAKAAL que enroscáis y
10. HOP-MEN-HOP-TV-NAK6-A-KAB reluce en la parte rolliza de vues­
tros brazos.
11. T-KAIL-BEILT-CAA-I-LAAC Preciso es que seáis vista
12. CIICHPAMEECH-HEBIIX cómo sois bella cual
13. [M AIX ] MAACE-VAY-TVT-CAHIL-H’ ninguna, aquí en el asiento
14. 3 IIT-BALCHEE-CAH-IN- de 3itbalché, pueblo. Os amo
YACVMAECH
15. X-CICHPAN-COLEL-BIIL- bella Señora. Por esto
LAIBEILTIC-

1 Véase nota 1 del Cantar anterior sin Título I. Como en aquél, en la parte supe­
rior de la hoja están estas palabras: r>Vz>-A-CHI- T-V-CAAP-COOL-HOK-CHE; se tra­
duce: “besar tu boca entre los huecos de la palizada”. Es parte de un cantar que sigue
la fórmula de muchos otros. Ver interpolación en la portada.
2 XEECH. Peinad. En el norte de Yucatán, xaach, significa apartar una cosa de otra
y en relación con el cabello, ponerlo en orden, peinarlo; xaché’ vale por peine y también
por buscar una cosa entre otras. El imperativo allí es xacheté.
3 TZOV. Revuelta (cabellera). En el norte de Yucatán se dice zou.
4 TVP. Vale por arracada, pendiente para las orejas; tupil (a xicin) los pendientes
de (vuestras orejas), es decir los lóbulos de vuestras orejas.
5 V KEEXILOOB. Literalmente los trueques que se dan a cambio de otra cosa; en
este caso está por galardón, merecida condecoración a la belleza del cuello. Los exvotos
que se cuelgan a las imágenes en los templos católicos son trueques que se dan a cambio
del milagro obtenido; asimismo las ofrendas de alimento que se cuelgan en los árboles
o en los dinteles de las chozas para los dioses paganos en el mundo maya.
6 NAK. Originalmente significa vientre, parte rolliza, gruesa; de ahí superficie en
general, pero con especialidad de los troncos y del cielo; es también verbo que significa
allegar, arrimar. BAAKAL significa dar vuelta, rodear o lo que se enrosca sobre algo,
como en este caso.

384
16. IN-KAAT-CA-I[ LABE] ECH-H’AACH quiero que seáis vista en verdad
17. ZEMPEECH-CII[ CHPAM]ECH- muy bella, porque
TVMEN-CV-
18. YAN-CA-CHIICPAACEECH-TI-X- habréis de pareceros a la humeante
BVVz>
19. EK7-TV-MEN-CAV-z> IBOOLTEECH- estrella; porque os deseen hasta
TAC
20. LAIL-V-YETEL-V-X-LOL-NICTE- la luna y las flores de los campos.
KAAX-
21. CHEN-ZACAN-ZACAN-A NOK-H’X- Pura y blanca blanca es vuestra
ZVHVY ropa, doncella.
22. XEN-A-z>A-V-CIMAC-OLIL-A-CHEE Id a dar la alegría de vuestra risa;
23. idA-VTZ-TA-PV-CZIKAL-TVMEN- poned bondad en vuestro corazón,
HELAE porque hoy
24. V-ZVTVCIL-CIM AC-OLIL-TV- es el momento de la alegría de to­
LACAL-VINIC dos los hombres
25. LAIL-CV-z>AILC-V-YVTZIL-TI- que ponen su bondad en vos.
TEECH-

7 BVVz)EK. Según los diccionarios es el nombre maya de los cometas crinitos, pero
en estos cantares nombra al planeta Venus. Véase la nota 18 del K A Y NICTE (Cantar
núm. 7).
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388
III

LOS POPOL VUH O POPOLHUUN


HISTORICO-LEG ALES
TITULO DE LOS SEÑORES DE TOTONICAPAN *
(Traducción de Dionisio José Chonay.
Introducción y notas de Adrián Recinos)

INTRODUCCION

E l d o c u m e n t o que se inserta a continuación fue escrito en la lengua quiché


de Guatemala, al parecer en 1544, y contiene una historia abreviada de
aquel antiguo pueblo americano desde sus orígenes legendarios hasta la épo­
ca del más grande de sus reyes, Quikab, que gobernó en la segunda mitad
del siglo xv.
Los indígenas del pueblo de Totonicapán, la antigua Chimekénhá de los
quichés, acudieron en 1834 al jefe político departamental solicitando sus
buenos oficios a fin de obtener que el cura de Sacapulas, Dionisio José Cho­
nay, tradujera al castellano el documento que se conoce hoy con el nombre
de Título de los Señores de Totonicapán. El Padre Chonay cumplió el en­
cargo y la parcialidad presentó al juez de 1.a instancia el cuaderno original
y la traducción castellana pidiendo que se revisara “por dos inteligentes” que
debían declarar acerca de la exactitud de la versión. El juez accedió a este
pedido y mandó agregar la traducción al protocolo de instrumentos públicos
del tribunal.
En su segundo viaje a Guatemala, en 1860, el abate Brasseur de Bour­
bourg encontró esta traducción en Totonicapán, y comprendiendo su valor
para la historia de la nación quiché, sacó una copia en 18 hojas que llevó
consigo y utilizó en sus trabajos sobre la materia. Esta copia fue adquirida
por Alphonse Pinart después de la muerte de Brasseur, y ulteriormente pasó
a manos del Conde de Charencey, quien tradujo el documento a su idioma
y lo dio a luz en francés y en español como aparece en el Bulletin des Actes
de la Société de Philologie. Con este material se formó un pequeño volumen
de 69 páginas, que lleva el nombre de Título de los Señores de Totonicapán,

* Versión editada por el Fondo de Cultura Económica, al lado del Memorial de


Sololá, Anales de los cakchiqueles, en 1950. (N. E.)

391
— Titre généalogique des Seigneurs de Totonicapán, traduit de l ’espagnol par
M. de Charencey. Alengon, E. Renaut de Broise, 1885.
La copia de Brasseur fue donada a la Biblioteca Nacional de París por
la viuda de Charencey, y se conserva en aquel centro bajo el número 77 del
Catálogo de manuscritos americanos.
Se ignora el paradero del documento original quiché y solamente puede
juzgarse de su contenido por la traducción del Padre Chonay, que está escrita
con claridad y elegancia y parece ser un traslado fiel de las historias del pue­
blo quiché * Brasseur, que no siempre fue acertado al poner nombre a los
documentos indígenas, llamó a éste Título de los Señores de Totonicapán;
pero, en realidad, aunque al final habla de medidas de tierras y marca los
sitios que reconoció el rey Quikab y los mojones señalados a los pueblos de
la costa del Pacífico, la mayor parte del documento es una narración del ori­
gen de las tres naciones o parcialidades quichés y de sus peregrinaciones por
el territorio de la actual República de Guatemala hasta el reinado de aquel
jefe conquistador, cuyas armas sometieron prácticamente a todos los pueblos
de esta región de la América Central.
Debe observarse también que este documento está firmado por los reyes
y dignatarios de la corte del Quiché, lo que hace creer que fue escrito en
Utatlán, capital del reino, o en Santa Cruz del Quiché, la ciudad española
fundada con los antiguos habitantes de Utatlán.
El Título de Totonicapán reviste especial interés porque confirma en
parte las noticias históricas y legendarias contenidas en el Popol Vuh, y
en parte ofrece una versión diferente de las mismas, con lo cual se completa
el material de estudio que estas fuentes suministran para el conocimiento de
la mentalidad y la vida de aquellas gentes en los tiempos anteriores a la lle­
gada de los españoles.
No se conoce el autor o autores de este documento, que lograron recoger
la antigua tradición de sus mayores. Unicamente en el capítulo IV se presen­
ta la personalidad de Diego Reynoso, un indio de Utatlán, la capital del
Quiché, a quien el Obispo Marroquín llevó a la ciudad de Guatemala hacia
el año 1539 y enseñó a leer y escribir, según relata el Padre Ximénez. El
autor indígena se identifica a sí mismo como “Diego Reynoso, Popol Vinak,
hijo de Lahuh Noh”, y refiere sucintamente el segundo viaje de los prínci­
pes quichés a la corte del Señor Nacxit. Terminado ese breve capítulo se rea­
nuda la narración dándose a conocer la genealogía de Balam Quitzé, padre
y fundador de la nación quiché, y la peregrinación de las tres parcialidades
indígenas hasta llegar a Izmachí, donde se dio al gobierno y a la nobleza su
organización definitiva.
Termina el Título con el relato de la expedición del rey Quikab desde
su salida de la capital Quiché Chi Gumarcaah Izmachí hasta su llegada a la
costa del Pacífico, donde permaneció algún tiempo. Durante esta expedición
se fijaron los linderos de las tierras asignadas a cada una de las tribus. La

* Robert M. Carmack, en La formación del reino quiché, dice haber encontrado el


manuscrito original en quiché, en posesión de los Principales de San Miguel Totonica­
pán. (N. E.)

392
narración no va más allá del reinado de Quikab. Varios reyes gobernaron
después de él; muchos años de guerra debilitaron a la nación quiché que
bajo Quikab había llegado a su apogeo, y en 1554 perdida su libertad y
destruido su poder por la Conquista, los últimos reyes y dignatarios escri­
bieron estas noticias que conservaban por tradición de sus antepasados ve­
nidos de la otra parte del mar, de Civán-Tulán, confines de Babilonia”.
El texto está copiado literalmente de la traducción del P. Chonay; las
notas han sido agregadas por el editor de la presente reimpresión *

A d r iá n R e c in o s

CARTA DEL PADRE DIONISIO JOSE CHONAY,


TRADUCTOR

Señor Don Santiago Solórzano, jefe departamental,


Sacapulas, septiembre catorze de 1834.
Respetable Señor de mi atención y mayor afecto:
Hasta esta fecha he podido cumplir el encargo que Ud. se sirvió hacer­
me en su apreciable de 21 de agosto. En dos o tres días hubiera querido
servir a Ud. y a los interesados; pero a pesar de estos deseos he empleado
tres completas semanas, por lo trabajoso que ha sido entender una cosa tan
llena de palabras o vocablos que no se usan y de cosas que no conocemos.
Ojalá sea en algo útil a los interesados, teniendo Ud. la bondad de disimular
y enmendar los defectos.
Deseo sea la interesante salud de Ud. completa y que disponga de su
afmo. seguro servidor y capellán que atento B.S.M. de Ud.

D io n i s i o J o s é C h onay

* Adrián Recinos. (N. E.)

393
TITULO DE LOS SEÑORES DE TOTONICAPAN
Traducción del adjunto cuaderno, escrito en idioma
quiché, por los que suscribieron el año de 1554,
conforme a la tradición que tenían de sus ante­
pasados.
C o n s t a dicho cuaderno de treinta y una hojas en
cuartillo; pero se omite la traducción de las prime­
ras hojas por ser sobre la creación del mundo, de
Adam, Paraíso terrenal en que fue engañada Eva,
no por una serpiente, sino por el mismo Lucifer,
como Angel de Luz. Se trata de la posteridad de
Adán, siguiendo en todo el mismo orden que en el
Génesis y libros sagrados, hasta el cautiverio de Ba­
bilonia. Se supone en el cuaderno que las tres gran­
des naciones quichés, de las que particularmente se
trata, son descendientes de las diez tribus del Reino
de Israel que Salmanazar redujo a perpetuo cauti­
verio y que hallándose allá en los confines de la
Asiría determinaron la emigración.
En esta versión se ha atendido en lo posible a la
letra y al orden que en el original tienen las pa­
labras.

CAPITULO PRIMERO
El viaje de las naciones quichés y otros pueblos agregados
Los S a b i o s , los Nahuales,1 los jefes y caudillos de tres grandes pueblos y
de otros que se agregaron, llamados U Mamae [los viejos], extendiendo la
vista por las cuatro partes del mundo y por todo lo que hay bajo el cielo y
no encontrando inconveniente, se vinieron de la otra parte del océano, de
allá de donde sale el sol, lugar llamado Pa Tulán, Pa Civán.
Fueron cuatro los principales caudillos: el primero se llamó Balam-Qitzé,
abuelo y padre de nosotros los Cavekib; el segundo Balam-Agab, abuelo y
padre de los de Nihayib; el tercero Mahucutah, tronco y raíz de los Qui­
chés;2 el cuarto se llamó Iqi-Balam. Estos fueron los jefes de la primera
nación o primera parcialidad de quichés, y la mujer de Balam-Qitzé se llamó
Zaka-Paluma; la de Balam-Agab, Tzununi-ha; la de Mahucutah, Cahixá-ha;
Iqi-Balam vino soltero.
Los jefes de la segunda nación o parcialidad de quichés se llamaron Ta-
mub; fueron otros cuatro: Qopichoch, Qochohlam, Mahquinalon y Qogana-
vil. Estos fueron el tronco y raíz de los príncipes de Tamub, que se llamaron
Cakoh [y] Egomé? Estas parcialidades vinieron juntas de la otra parte del
mar, del Oriente, de Pa-Tulán, Pa-Civán.
1 Los nahuales eran los genios protectores de los indios; pero en este lugar tiene
esta palabra la acepción de los varones prudentes. Más adelante se llama nahuales a los
dioses de las tribus.
2 Es decir, los de la casa de Ahau-Quiché, la tercera rama o parcialidad de los quichés.
3 Según se explica en la Historia Quiché de D. Juan de Torres, ms., los descendientes
de Copichoch y Cochohlán llevaban el título de Ekoamak, Egoamag o Ekomakib, y los
descendientes de Mahquinalo y Cocanavil, el de Kakoh o, en plural, Kakohib.

394
Los jefes de la tercera parcialidad o tercera nación quiché también fue­
ron cuatro y son Chiyatoh, Chiya-Tziquín, Yolchitum, Yolchiramag y Chipel-
Camugel.4 Estos fueron el tronco y raíz de las casas y familias de Gala-Cihá
y de Tzununi-ha; pero esta tercera parcialidad se distinguió con el nombre
de Ilocab.
Estas, pues, fueron las tres naciones de quichés y vinieron de allá de
donde sale el sol, descendientes de Israel, de un mismo idioma y de unos
mismos modales.
Cuando se levantaron de allá de Pa-Tulán, Pa-Civán, el primer caudillo
fue Balam-Qitzé por unanimidad de votos y entonces el gran padre Nacxit
les dio un regalo llamado Girón-Gagal.5
Cuando llegaron a la orilla del mar, Balam-Qitzé le tocó con su bastón
y al instante abrió paso que volvió a cerrarse luego, porque el gran Dios así
lo quiso de él, pues eran hijos de Abraham y de Jacob. Así fue como pasa­
ron aquellas tres naciones y con ellas otras trece llamadas Vukamag.6
Puestos ya de este otro lado del mar fueron obligados a sustentarse de
raíces por falta de víveres, pero caminaban contentos. Llegaron a la orilla
de una laguna en donde había multitud de animales; allí hicieron ranchos,
pero habiéndoles disgustado aquel lugar, lo abandonaron. Llegaron a un pa­
raje llamado Chicpach; hicieron mansión, y dejando por monumento una
gran piedra siguieron la peregrinación, siempre manteniéndose de raíces. Lle­
garon a otro paraje que nombraron Chi-Quiché: allí tardaron algún tiempo
y habiéndole abandonado llegaron al fin a un cerro que llamaron Hacavitz-
Chipall
Allí fue a donde hicieron pie y fue en donde Balam-Qitzé, Balam-Agab,
Mahucutah e Iqi-Balam determinaron hacer morada. Las tres naciones o par­
cialidades de quichés estaban juntas, esto es, los Cavekib, los Tamub y los
Ilocab, como también los otros trece pueblos, llamados Vukamag-Tecpam.
Y había pasado tiempo de estar en Hacavitz cuando acordaron hacer
fuego: “Hemos sufrido demasiado frío, dijo Balam-Qitzé, tratemos de sacar
fuego.” “Está bien, dijeron los trece pueblos de Vukamag, probemos de co­
nocer en qué han de tener algún premio los que primero lo sacaren; si os
parece, podemos convenir en dar nuestras hijas a los que primero sacaren
fuego.” “Está bien”, dijo Balam-Quitzé.
Y comenzando a frotar madera y piedras, los que primero sacaron fuego
[fueron] los de Balam-Qitzé, Balam-Agab, Mahucutah, y los pueblos de Vu­
kamag de ninguna manera pudieron, y entonces dijeron éstos: "Dadnos un

4 Como se hace notar en la edición francesa, el documento dice que los jefes de la
raza de Ilocab eran cuatro, y, sin embargo, menciona los nombres de cinco.
5 “El envoltorio”, símbolo del poder y la majestad, la piedra cuidadosamente guar­
dada que, según se lee más adelante, hacía que los demás pueblos temieran y respetaran
a los quichés. V. Popol Vuh, 1947, p. 231.
6 Vuk amag, y más adelante, Vuk amag Tecpán, literalmente, “las siete tribus”, pero
en realidad eran trece. El Popol Vuh las llama Oxlahuh Tecpam, “los trece de Tecpam”.
Brasseur de Bourbourg creía que éstas eran las tribus pocomames y poconchíes.
7 Monte situado al norte de Rabinal, cerca y al oriente del Río Chixoy, afluente
principal del Usumacinta.

395
poco de vuestro fuego.” “Dadnos, contestaron ellos, lo que hemos ganado o
darnos prenda o señal.” “¿Y qué señal queréis que os demos?”, dijeron los
de Vukamag. “Si os parece, dijo Balam-Qitzé, os besaremos los pechos en
señal de que nos sois deudores de vuestras hijas.” “Está bien”, contestaron
los trece pueblos, y dejándose besar, ratificaron el convenio.

CAPITULO SEGUNDO

Separación de los pueblos

A h ora sigue explicándose la separación de los pueblos.


Levantáronse los cuatro jefes de la primera parcialidad y tomando la pa­
labra Balam-Qitzé, dijo: “Señores Qopichoch, Qoganavil, Mahquinalon, je­
fes de Tamub, y vosotros, Chiyatoh, Chiya-Tziquín, Yolchitum y Yolchira-
mag, jefes de Ilocab, oíd. Si os parece, digo que podíamos separarnos, no para
siempre, pues al fin nos hemos de juntar otra vez. Aún no hemos encontrado
nuestros hogares y campos; aquí en este lugar de Hacavitz-Chipal no hemos
hecho más que obedecer a la voz que nos conduce.”
Dicho y al instante la parcialidad de Tamub se marchó al cerro de Amag-
tán. La de Ilocab se pasó al cerro de Ugin y con ellos los pueblos de Vuka­
mag, quedando la parcialidad que acaudillaban Balam-Qitzé, Balam-Agab,
Mahucutah e Iqi-Balam allí en el cerro de Hacavitz-Chipal.
A llí se multiplicaron y allí fue donde Balam-Qitzé engendró a Qocaib y
a Qocavib. Los otros pueblos también se multiplicaron. El nahual o Dios de
Balam-Quitzé se nombraba Tohil; el de Balam-Agab, Avilix; el de Mahu­
cutah, Hacavitz. Iqi-Balam murió soltero.
Allí en Hacavitz-Chipal vivieron muchos años y allí fue en donde por
primera vez desenvolvieron el regalo que el anciano Nacxit les dio cuando
salieron de allá del Oriente, y este regalo era lo que los hacía temer y res­
petar.
Aconteció empezarse a desaparecer los hijos de los pueblos de Vukamag;
de ninguna manera podían dar con los que los robaban y mataban. “¿Será
causa, decían, el mismo cerro que habitamos, el que nos causa estos daños?”
Pusieron toda diligencia en hallar y seguir los pasos; pero apenas deter­
minaban como rastro de tigres y coyotes y como sangre que llegaba hasta
la habitación de los nahuales Tohil, Avilix, Hacavitz. Esto fue motivo sufi­
ciente para que los pueblos de Vukamag se determinasen en matar a nuestros
padres Balam-Qitzé, Balam-Agab y Mahucutah. Pero al instante que Balam-
Qitzé tuvo noticia de esta resolución, fue a dar parte y a consultar a los
nahuales que contestaron diciendo: “No os aflijáis; luego que esté determi­
nado el día en que los enemigos hayan de acometeros, vendréis a dar parte.”
Teniendo, pues, noticia nuestros padres del día fijado para matarlos, fue­
ron y avisaron a los nahuales y dijeron lo que había de hacerse. Los enemi­
gos se armaron de arcos, flechas, saetas y demás instrumentos de guerra.
Esta fue la primera vez que amenazó la guerra en Hacavitz-Chipal. Vinieron
los enemigos y en la primera jornada hicieron noche al pie de un cerro. Allí

396
les acometió tan profundo sueño, que no sintieron cuando nuestros padres
los despojaron de sus arcos, flechas y toda arma y, además, del dedo meñi­
que de pies y manos, de suerte que cuando acordaron, se vieron en estado
tan afrentado, que se volvieron avergonzados a sus hogares.
Otra vez volvieron a reunirse los pueblos de Vukamag para determinar
otra guerra. Dio a esto ocasión los muchos hijos que seguían desapareciendo
allí y que aquellas desgracias podían ser efectos de los besos que se dejaron
dar cuando pidieron a sus hijas. Declararon la guerra y fijaron día, de que
noticiosos nuestros padres se fueron a consultar a los nahuales, que contes­
taron: “Haced doce espantajos de madera, vestidos de los arcos y flechas y
de todo lo que en otra ocasión despojasteis al enemigo; dispuestos así, haréis
ponerlos sobre unos altillos, en orden, como en disposición de acometer. To­
maréis cuatro grandes ollas; haced llenar una de avispones, otra de avispas
pequeñas, otra de culebras y otras de ronrones,8 y entre cada cuatro espan­
tajos pondréis una olla.”
Se valieron destos arbitrios porque respecto de los trece pueblos de Vu­
kamag la parcialidad que acaudillaban Balam-Qitzé, Balam-Agab y Mahucu­
tah era de pocos. Los pueblos confiados en el número, determinaron acome­
ter y matar a nuestros padres. Pero estando éstos bien instruidos, usaron de
sus encantos formando nubes, truenos, relámpagos, granizos, temblores y
demás que acompañaron a los espantajos. Sin embargo, los enemigos aco­
metieron, pero habiendo los nuestros puesto a los espantajos en orden de
batalla, los enemigos tiraron a éstos hasta que se cansaron. Entonces las se­
ñoras, mujeres de Balam-Qitzé, de Balam-Agab y Mahucutah descubrieron
las ollas de culebras y avispas que, esparciéndose sobre los enemigos, hicie­
ron huir a unos arrojando sus armas, y otros murieron, a quienes los nues­
tros acabaron de despojar. Así fue como concluyó aquella guerra, criándose
desde aquella época nuestros antepasados fama de hombres extraordinarios
y de valor.
Estos son los nombres de los jefes enemigos: Rotzhaib, Quibahá, Uxab,
Bakah y Quebatzunuhá. Estos, por tercera vez, volvieron a reunirse para con­
ferenciar sobre cómo harían para dar muerte a nuestros padres Balam-Qitzé,
Balam-Agab y Mahucutah. Tenían noticia de que cada siete días iban nues­
tros padres a darse baños a cierto pozo de agua caliente y dijeron: “Acaso
porque no conocen a otras mujeres son valientes y están como llenos de un
fuego divino. Escojamos y adornemos tres hermosas jóvenes: si se enamo­
ran de ellas, sus nahuales los aborrecerán, y faltos ya deste amparo, podremos
matarlos.”
Aprovechando el plan, escogieron a tres hermosas doncellas que adorna­
ron, perfumaron y advirtieron cuanto habían de hacer, puestas en el baño.
Llegaron Balam-Qitzé, Balam-Agab y Mahucutah, a quienes las jóvenes dije­
ron: “ ¡Dios os guarde, señores y jefes de estas alturas! Nuestros padres y
señores nos mandan saludaros a su nombre y que obedezcamos cuanto fuere
de vuestro agrado mandarnos, o que si fuese de vuestro gusto contraer ma­
trimonio con nosotras, consintamos gustosas. Esto dicen nuestros padres

8 Escarabajos.

397
Rotzhaib, Uxab, Oibahá y Quebatzunuhá.” “Está bien, dijo Balam-Qitzé,
pero hacednos la gracia de decir a vuestros padres que no nos habéis visto
ni hablado.” “Eso no puede ser, contestaron las jóvenes, porque el objeto
de nuestra embajada es hablaros, y nuestros padres nos dijeron: 'Traed se­
ñas de que ciertamente hablasteis a esos señores a quienes os mandamos y
de lo contrario seréis víctimas de nuestro enojo.’ Tened, pues, compasión de
nosotras, dadnos alguna señal de que hemos cumplido y no perezcamos.”
“Aguardad, pues, la señal que podemos dar", dijo Balam-Qitzé.
Y se fue a consultar a los nahuales, y habiendo expuesto el caso dijo:
“Decidnos, vosotros, Tohil, Avilix, Hacavitz, qué debemos hacer o qué se­
ñal podemos dar a esas jóvenes hijas de los pueblos de Vukamag.” “Tomad,
dijo Tohil, tres cobijas: en una pintad una avispa, en otra una águila y en
otra un tigre, y entregándolas a las jóvenes decidles que es la señal y tam­
bién regalo que remitís para los principales señores de aquellos pueblos.
Habiendo Balam-Qitzé hecho pintar tres blancas cobijas, las entregó a
las jóvenes cuyos nombres son Puch, Taz y Qibatzunah,9 que muy alegres
volvieron a sus señores, a quienes dijeron: “Hemos cumplido con nuestra
comisión y en prueba aquí están los presentes que os envían aquellos se­
ñores.” Muy contentos los príncipes de Vukamag reconocieron los presen­
tes, los distribuyeron y desde luego se cubrieron; pero al instante aquellas
pinturas se animaron y atormentaron tanto a los señores de Vukamag, que
dijeron a sus hijas: “Mujeres infernales, ¿qué especie de azote es ése que
nos habéis traído?”
Así se disipó la oposición que se había levantado contra nuestros padres.
Así se dieron a temer y respetar de todos los enemigos. Allí en Hacavitz-
Chipal fue en donde nuestros padres hicieron ver la dignidad y majestad de
que estaban revestidos y fue en donde moraron mucho tiempo.

CAPITULO TERCERO

De los empleos, dignidades y honores

vencido a los enemigos y ganado la paz, dijo Balam-Qitzé: “Ya


H a b ie n d o
es tiempo de enviar embajadores a nuestro padre y señor Nacxit: que sepa
el estado de nuestros negocios, que nos proporcione medios para que en lo
sucesivo jamás nos venzan nuestros enemigos, para que nunca depriman la
nobleza de nuestro nacimiento, que designe honores para nosotros y para
todos nuestros descendientes y que, en fin, mande empleos para los que lo
merezcan.”
Aprobada esta disposición por los otros jefes, trataron de elegir sujetos
dignos de semejante comisión y por pluralidad de votos salieron electos Qo­
caib y Qocavib, ambos hijos de Balam-Qitzé, y habiendo recibido sus ins­
trucciones, Qocaib tomó el rumbo del Oriente y Qocavib el del Occidente.

9 El Popol Vuh menciona solamente a dos muchachas, a quienes llama Ixtah e


Ixpuch.

398
Qocaib siguió su camino, arrostrando peligros hasta cumplir con su co­
misión, y Qocavib, encontrando algunos obstáculos en las orillas de la laguna
de México, regresó sin hacer cosa alguna.10 Encontrando después un alma
débil conoció ilícitamente a su cuñada, mujer de Qocaib. En estas circuns­
tancias llegó a Hacavitz-Chipal la noticia de que se acercaba Qocaib, carga­
do de empleos y de honores. Esta noticia contristó a Qocavib, quien dijo:
“Mejor sería que me fuese a ahorcar al camino de donde regresé, para que
llegando el príncipe Qocaib no sepamos el resultado del hecho que cometí.”
Llegó Qocaib y dio cuenta de su comisión. Traía los empleos de Ahpop,
Ahtzalam, Tzamchinimital y otros muchos; expuso los signos que debían
distinguir las dignidades y eran uñas de tigres y de águilas, pellejos de otros
animales, y también piedras, palos, etc.
Los jefes felicitaron a Qocaib y lo acompañaron hasta dejarlo en su casa.
Habiendo visto entonces a la criatura nacida en su ausencia, dijo a su mujer:
“¿De quién es esta criatura? ¿De dónde ha venido?” “Es de tu sangre, res­
pondió la mujer, de tu carne y de tus mismos huesos.” “Siendo así, lejos estoy
de aborrecerla, antes la colmaré de honores.” Y tomando Qocaib la cuna del
niño, dijo: “De hoy en adelante y para siempre este niño se llamará Balam-
Qonaché”
Este empezó el tronco de la casa de los de Qonaché e Iztayul y de aquí
tuvo también origen la dignidad y empleo de Ahpop-Qamhail, segundo tí­
tulo de la casa de Iztayul.

CAPITULO CUARTO

Otro viaje al Oriente

O íd l o q u e os v o y a decir, lo que v o y a d eclarar, yo, Diego Reynoso, Popol


Vinak, h ijo de Lahuh-Noh.
Los hombres grandes, los sabios, los de valor, determinaron segundo
viaje al Oriente. Estos hombres fueron Qocaib, Qocavib, Qoacul, Acutec,
y poco después Nim Chocoh Cavek, que después tuvo el título de Chocohil-
Tem.
Habiendo llegado a la presencia de Nacxit, allá en donde sale el sol, ex­
pusieron su embajada. Nacxit los recibió y escuchó con benignidad, concedió
cuanto le pidieron y dio otros muchos signos que debían llevar los titulados
y demás dignatarios. Qocaib y sus compañeros regresaron alegres de su feliz
viaje y habiendo arribado a Hacavitz-Chipal, expusieron a la vista de todos
los signos y señales que traían y explicaron cómo y cuáles signos debían
acompañar a los titulados.
El señor que en adelante tuviere el título de Ahpop debía llevar cuatro
palios y un arco. El señor [Ahau] Ahpop-Camhá, tres, y así de los demás.

10 Conforme a esta descripción, parece que Qocaib se dirigió a Yucatán, donde resi­
día el señor Nacxit, o sea Quetzalcoatl, siguiendo la costa oriental de la Península; y
Qocavib tomó la ruta del río Usumacinta hasta llegar a la Laguna de Términos, que el
texto llama laguna de México, de donde regresó.

399
Las dignidades nuevamente creadas fueron las de Galel-Tem, Atzivinakil-
Tem, Nim Chocohil-Tem, Gale-Yamhail-Tem, Nima-Yamohal-Tem, cuatro
Ahtohile, tres Chocohib, tres Utzam-Pop, tres Yocolhá y Pop-Camhá. Las
personas que obtuvieran estos empleos debían acompañar al rey Quiché,
quien también tenía todos estos títulos por honor.

CAPITULO QUINTO

De la genealogía de Balam-Qitzé. Temores de los nahuales


y peregrinación de la nación quiché

V i é n d o s e Balam-Qitzé, Balam-Agab y Mahucutah revestidos y condecora­


dos de nuevos honores, se alegraron grandemente en Hacavitz-Chipal, en
donde habían sufrido muchos trabajos y en donde también se habían multi­
plicado, pues todos ellos tenían muchos hijos.
Balam-Qitzé engendró a Qotzahá y a Qoraxonamac. Qotzahá engendró
a Tziquín, éste engendró a Ahcán que engendró a Qocaib y a Qocavib. Qo-
caib tuvo cinco hijos, que son Quehnay, Qoyoy, Xmaiqueh, Chocoy y Qo-
camal, y todos ellos se llamaron Ahcán. Qocavib engendró a Balam-Conaché,
que tuvo por mujer a la hermosa Tzipitabán.
Cuando más descuidados estaban, hablaron los nahuales y dijeron a Ba­
lam-Qitzé y a los otros jefes: “Antes que salga el sol, antes que amanezca,
sacadnos de este lugar y escondednos en otra espesa montaña, y si no' lo
hiciereis, sin duda seréis perdidos. Hasta a donde nos fuerais a esconder y
podáis ir a consultarnos. Daos prisa, escondednos antes que alumbre el sol,
antes que venga otra luna y antes que alumbren otras estrellas.” Atemori­
zados, los jefes obedecieron. Tohil, dios de Balam-Qitzé, fue a dar a un
monte que desde luego se nombró Patohíl, en donde habitaban tres pares
de águilas, tres pares de tigres, tres pares de víboras y tres cantíes.11 El
dios de Balam-Agab fue a dar a un monte que se llamó A vilix; el de Mahu­
cutah subió a lo alto y espeso del mismo Hacavitz. Cuando se mostró la estre­
lla que anuncia el día, cuando comenzaron a cantar los pajarillos y cuando
salió el sol, ya estaban los dioses en sus respectivos lugares, y volviéndose
al astro del día, dieron gracias.
Los jefes ocurrieron a sus dioses y sacando incienso de distinto olor, lo
ofrecieron, diciendo: “Dos y tres veces damos gracias a vos, criadores de
todo lo que nos rodea, os damos gracias porque hemos vuelto a ver el sol y
esperamos verlo otras muchas veces y a las estrellas, y vos, antigua patria
nuestra, Tulán-Civán, en donde están nuestros hermanos, recibid nuestros
votos.” Dijeron quemando el incienso cuyo humo subió primero recto en
prueba de que fue agradable al Dios grande, y luego se inclinó hacia el sol
en prueba de que aquellas ofrendas y aquellos votos, nacidos del oculto del
corazón, habían llegado a la presencia de nuestro padre Nacxit.
Habiendo cumplido con estas obligaciones, se asolearon y luego reunie­

11 Canti, otra víbora, Trigonocephalus specialis.

400
ron al pueblo. Habló por los otros Balam-Qitzé: “Hasta aquí, dijo, hemos
cumplido con nuestros deberes todo [por] vuestro bien, os dejamos llenos
de honores, libres de los enemigos, y habiendo experimentado vuestro valor
y conocido vuestra superioridad, siempre os temerán. Conservad el don pre­
cioso que nos dio nuestro padre Nacxit, aún ha de servir, porque [no]
hemos hallado todavía el lugar en que nos hemos de establecer. Engendrad
hijos dignos de las dignidades de Ahpop, Ahpop Camhá, Galel, Atzivinak,
etcétera; haced hijos llenos de fuego y majestad de que nos dotó nuestro
padre Nacxit; cuidad a vuestras madres. Nosotros que hasta aquí hemos
sido vuestros jefes y caudillos, somos mortales; pronto desapareceremos.”
Así dijo Balam-Qitzé. Y habiendo pasado aquel día bien, y acostándose
buenos, cuando amaneció ya no estaban; desaparecieron sin que se supiera
cómo. Pero no os asustéis de oír esto porque los hijos de Balam-Qitzé, de
Balam-Agab y Mahucutah tomaron los nombres de los padres. Sin saber
tampoco de qué manera, se hallaron con todos sus hijos en los montes en
donde estaban los dioses y por este prodigio, desde entonces, nombraron
aquellos montes Zakiribal-Tohil el uno, Zakiribal-Avilix el otro y Zakiribal-
Hacabitz, el otro.12
Allí en aquellos montes levantaron casas y moraron algún tiempo. Des­
pués se reunieron todos en Pa Tohil, y habiéndolo abandonado, llegaron al
paraje que llamaron Chi-Qibakihá. Allí permanecieron algún tiempo, car­
gando siempre consigo el don de Nacxit y padeciendo necesidades. Abando­
naron aquel paraje y llegaron al que llamaron Chivaih, sin duda por las ham­
bres que padecieron, pues tuvieron que picar palos para mantenerse allí.13
Hicieron ranchos grandes. Dejaron aquel lugar y llegaron a Pacahá-Xehoyén.
Allí levantaron algunos edificios y permanecieron algún tiempo.
Quinta morada [no se dice cómo la nombraron]. Llegaron al paraje
[dicho] Barabic-Chum [cuesta de cal parada], aquí se [de]tuvieron algu­
nos días. De Barabic-Chum a Pambilil-Pantzocán,ÍA allí también se detuvie­
ron algún tiempo, manteniéndose de huevos de avispas y de ronrones.
Octavo paraje que llamaron Ticah-Chalib; edificaron casas. De Ticah-
Chalib llegaron a Tibatzi, levantaron casas y sufrieron un terrible torbellino.
Décimo lugar que llamaron Hobalam-Gana-Uleu, tardaron algún tiempo.
Duodécimo lugar que llamaron Yamrimba. De Yamrimba llegaron al que
después llamaron Chiqui-Tuhá porque allí tuvieron noticia que moraba un
hombre que efectivamente hallaron cazando codornices. Habiendo sido sor­
prendido por los caudillos, dijo: “No me matéis ni hagáis de mí cosa algu­
na.” “¿Cómo os llamáis y qué hacéis por estos lugares?”, dijo Balam-Quitzé.
A mí me llaman Qotuhá, respondió el anciano, y estoy cazando codornices.”
“¿Queréis uniros con nosotros? Os vemos como a un hermano.” “Admito
gustoso la gracia que me queréis hacer”, dijo Qotuhá. “Pues bien, de hoy en
adelante, dijeron los caudillos, seréis nuestro hermano y compañero, obten­

12 “El amanecer en los montes de Tohil, Avilix y Hacavitz.”


13 Vaih significa “el hambre”.
14 El ms. Quiché de D. Francisco Calel Yzumpam, 1561, extractado por Fuentes y
Guzmán, dice que en Pambilil encontraron los quichés tres pies de maíz, de cuyo fruto
obtuvieron la semilla para sus cosechas ulteriores.

401
dréis el lugar y todos los honores y preeminencias de Iqi-Balam, muerto en
estas peregrinaciones, y seréis compañero de Mahucutah.” Fue reconocido por
todos como tal, y así fue como se completó el número de los cuatro caudillos
venidos del Oriente.
Allí hallaron también una piedra semejante a la que les dio Nacxit. Allí
en Qotuhá o Tzutuhá15 permanecieron largo tiempo. De Qotuhá llegaron a
Chuvi-Cabal, edificaron casas y también se detuvieron largo tiempo. De Chu-
vi-Cabal a Yamucuturaxob; allí la necesidad los hizo comer huevos de avis­
pas y de otros animalejos. De Yamucuturaxoh llegaron a Chiltzareb. Allí le­
vantaron casas, padecieron muchas necesidades, aunque después hallaron
modo de sembrar maíz, con lo que se contentaron y permanecieron largo
tiempo. De dicho paraje llegaron al de Galemial Cucurabah, lugar estéril, y
padecieron de hambre y de sed. De Cucurabah llegaron al de Paché Chico-
h ó n ;16 allí permanecieron nuestros padres largo tiempo.
De Chicohón al de Chi-Qabauilanic. Lo llamaron así porque les sirvió
la piedra de Nacxit de que usaban para sus encantos. Allí se detuvieron largo
tiempo, bajo la conducta de los cuatro caudillos. Allí se dedicaron a la caza
de venados cuya sangre presentaban al nahual Tohil, y allí fue en donde
usaron de sus encantos, motivándolo el siguiente acontecimiento.
Estando degollando a uno de sus venados, pasaron dos hombres de los
de aquellas montañas con quienes se vio después que ya se habían conocido
aquellos pueblos enemigos y llamados de Vukamag. Los dos hombres dije­
ron: “¿Qué es lo que estáis degollando? Sin duda es como [¿uno?] de
nuestros compañeros. Nosotros tomaremos venganza.” Nuestros padres con­
testaron: “Está bien, aceptamos el desafío.” Se apareció también un enmas-

15 Tzutuhá, según el Popol Vuh (Cuarta Parte, cap. xi), era el nombre de un gran
edificio que se levantaba en Cahbahá, en el cual había una gran piedra que adoraban los
señores del Quiché y todos los pueblos. Tzutuhá significa el agua o fuente de las flores
del maíz.
16 Evidentemente es el mismo lugar que en el Memorial de Sololá se menciona con
el nombre de Panché Chicohom, “el bosque de Chicohom”.

402
carado y desde luego se tuvo por espía porque venía cubierto desde la cabe­
za hasta los pies con orejas de cierto animal. Los antiguos enemigos Ah-Tza-
lacán y Ah-Tibilxat tomaron parte en el desafío. Nuestros caudillos manda­
ron seguir los pasos de los espías, que fueron seguidos hasta dar con el cuer­
po enemigo, atrincherado sobre un cerro que por el humo que salía, nom­
braron los nuestros el Cerro de humo.
Advertidos de esto, los nahuales fueron allá y mandaron de su ciencia
formar dos nuevos truenos, granizos y rayos que descargaron sobre el ene­
migo, que oyendo por la parte de los nuestros tan terrible ruido, se huyó
espantado. Esta fue la primera vez en que se vió amenazado Qotuhá.
Vigésimo paraje. Habiendo abandonado el de Qotuhá, llegaron al que
llamaron Chi-Humet, por haber abundancia de calcáreo y porque dellos for­
maron sus habitaciones. Hallaron algunos plátanos y pajarillos. Sin embar­
go, pasaron muchos trabajos en aquellas montañas. De Chi-Humet llegaron
a Culba-CavinalP Allí también levantaron casas y formaron ranchos y allí
fue en donde se encontraron con los llamados Agaab. Estos dijeron a Balam-
Qitzé, a Balam-Agab, a Mahucutah y a Qotuhá: “Vosotros sois nuestros
abuelos, nuestros padres y nuestros jefes.” Adoraron a los nahuales, les ofre­
cieron pajarillos y se unieron.18
Al fin llegaron al paraje que llamaron Chi-Izmachí.19 Cuando esto suce­
dió, ya el rey Balam-Qitzé tenía muchos hijos y nietos, es decir, que nosotros
los de Cavikib nos habíamos multiplicado mucho; de la misma manera los
de Nihayib, descendientes de Balam-Agab, como también los Quichés, hijos
y nietos de Mahucutah. Aquí se proclamaron los títulos y dignidades creadas
por Nacxit; aquí fue donde públicamente fue reconocido Qotuhá por prínci­
pe y señor, confiriéndole las dignidades de Ahpop y Ahpop-Camhá y donde
se le dio también la dignidad de Ahpop-Camhá a Iztayul, hijo de Conaché.
Las dignidades que debía haber en la república, según las instrucciones
de Nacxit, son las de Ahpop, Ahtzalam, Tzam-Chinamital, Galel-Tem, Ahtzi-
Vinak, Nakel-Tuy, Nim-Chocohil-Tem, Galel-Can, Haituy, Nima-Qamohil-
Tem, Ah-Tohil, Chocobil, U-Tzam-Pop, Yacolhá y Pop-Camhá. Todos estos
títulos y dignidades debían tener sus divisas y éstas eran uñas de tigres, de
leones y de águilas, etc. Estos fueron los signos y dignidades que se publica­
ron y se confirieron allí en Izmachí, todo conforme a las instrucciones que
Qocaib trajo del Oriente. Después de estos actos, dieron gracias a Dios de
todo, el autor de todo lo que encierran los cielos y la tierra; dieron gracias
al sol y a la luna, a las estrellas, y en particular a la que anuncia el día;
ofrecieron incienso y se acordaron con tristeza de su antigua patria, de los
hermanos y parientes que habían quedado allá en el otro lado del mar, en
Civán-Tulán.
17 Humetahá, Culbá y Cavinal, según el Popol Vuh, eran algunos de los lugares don­
de los quichés se detuvieron antes de establecerse en Izmachí, su primera capital formal.
18 Los agaab parecen haber habitado la comarca del río Chixoy, al norte de Saca-
pulas y poniente de Rabinal.
19 “En las barbas.” Asiento de los quichés fundado al sur de Gumarcaah (“cañas
podridas” ), que los mexicanos llamaron Utatlán (“cañaveral” ). Los quichés conservaron
el nombre de ese primer asiento formal de su pueblo cuando fundaron su nueva y última
capital y la llamaron Chi-Izmachí-Gumarcaah.

403
Habiendo cumplido con estos deberes, se alegraron, cantaron y al fin se
embriagaron con miel fermentada que hallaban en los palos. Luego comen­
zaron a ofrecer a sus hijas que casaron con ciertas ceremonias y unas tinajas
de batido blanco20 y tenían un canasto de aguacatillos, una pierna de puerco
de monte y tamalitos envueltos y amarrados con bejucos. Estos eran los re­
galos y con esto era concluido el matrimonio.

CAPITULO SEXTO

Casamiento de Qotuhá y otras particularidades

L a s t r e s naciones y parcialidades de quichés, es decir, los de Cavikib, lio-


cab y Tamub, se hallaban en el mismo lugar de Izmachí, con poca distancia
[unos de otros]. Tenían unas mismas costumbres, unos mismos modales y
un mismo idioma.
Deseando, pues, Qotuhá casarse con una hija del señor de la nación lla­
mada Malah, mandó a dos [de los] suyos cuyo oficio era pedir [para el ma­
trimonio] según las instrucciones de Nacxit. Les mandó llevar unos conejos
y algunos pajarillos que debían poner en una altura en que vivía el señor
de Malah, advertidos de que debían tener mucho cuidado para no ser vistos.
Así lo hicieron y dos o tres veces pusieron los conejos y pajarillos en el lugar
determinado; no fueron vistos, pero tampoco hallaban los dichos animales
y sí un quval.21
Cuando por último fueron vistos por los espías, dijeron éstos a los es­
piados: “ ¿Quiénes sois y qué es lo que pretendéis? ¿Sois acaso enviados de
Qotuhá Gucumatzel?” 22 “Es cierto, respondieron, que somos embajadores
del señor Qotuhá y deseamos hablar a vuestro príncipe.” Los condujeron, y
habiendo tomado las bebidas batidas que era costumbre dar en tales ocasio­
nes, el señor de Malah preguntó cuál era su embajada. “El príncipe y señor
Qotuhá, respondieron los embajadores, desea casarse con vuestra hija.” “Es­
toy entendido, dijo el señor de Malah. Decid a Qotuhá que mande por ella,
y en señal llevad estas tres jicaras de batido y masa para lo mismo.”
Con esta respuesta marcharon los enviados y luego mandó Qotuhá a
cuatro Ahpop-Camhá llevando unas andas pintadas de amarillo, un petate
colorado y unos caites.23 Llegó a Izmachí la joven Hamai-Uleu,24 llevando a
su nodriza. El señor de Malah envió batido de pataste y de cacao, pacayas,

20 Bebida hecha de maíz y cacao y perfumada algunas veces con la flor de un árbol
a la que dan el nombre de orejuela.
21 El P. Chonay transcribe la palabra quval sin traducirla. Significa esmeralda o joya
hecha de jadeíta u otra piedra verde, el chalchihuite de los mexicanos. Una piedra verde
era lo que los mensajeros de Cotuhá encontraban todos los días en lugar de los animales
que dejaban junto a la casa del señor de Malah.
22 Gucumatzel, es decir, brujo, capaz de convertirse en serpiente emplumada.
23 Petate, del náhuatl petatl, estera de palma; caites, de cactil, palabra de la misma
lengua que significa sandalias.
24 Hamai-Uleu, nombre de una flor roja, especie de oximalva, que en México llaman
quajocote, según Brasseur.

404
girnallas, chile y algunos pajarillos.25 Así era en la sazón de aquellas gentes
y no por eso fue que evitaron los disgustos que podían sobrevenir. Los de
Malah también se llamaban Tzutuhil.
En este estado llegó la nación llamada Ah-Actulul, compuesta de las tri­
bus de Ah-T'zuque, Ah-Oanem, Manacot, Manazaquepet, Vancoh, Yabacoh
y Ah Tzacolqueh^ Se establecieron en los montes y valles de los de Tzutuhil
y sus hijos se aumentaron. Los pueblos llamados Ah-Tziquinahá1’ quisieron
molestar a estos vasallos de Qotuhá; pero derrotados y hechos prisioneros
dos de sus principales, Tecpán y Zutzín, los demás temieron y se retiraron.
En este tiempo determinó el señor Qotuhá unánimemente con el señor
Iztayul, que los de Malah, en calidad de pueblo aliado, fuesen condecorados
y hechos príncipes con algunos títulos que se diesen a su nación. Aprobado
el proyecto, les dieron algunas dignidades como la de Ahpop, Ahpop-Camhá,
A l a i t u i y algunas otras, a fin de dar ofensa a sus enemigos, en particular
a los de la laguna, que ya habían querido molestarlos. Todo esto se hizo en
Izmachí, en donde edificaron tres casas grandes blancas.
En este mismo tiempo iba a perturbarse la paz y armonía que guardaban
los señores Qotuhá e Iztayul por causa de los nombrados Ahpop-Camhá que
traían y llevaban el fuego de la discordia. Decían al señor Qotuhá: “El prín­
cipe Iztayul te ofende; dice que eres un miserable y que te sustentas sólo
de espuma, de chiquitines29 y de otras frioleras no correspondientes a un
señor” . Por otra parte, decían a Iztayul: “El príncipe Qotuhá te ofende;
dice que eres un hombre inútil y que te sustentas de estiércol, de nervios y
de moscas, y que, al contrario, su mesa se compone de buenos pescados fres­
cos, mojarras30 y otras cosas dignas de un príncipe.”
Estas cosas ofendieron tanto a Qotuhá y a Iztayul, que ya trataban de
tomar las armas. Pero averiguado el motivo y conocidos los impostores, fue­
ron entregados éstos con mucha afrenta, de lo que resentidos los Ahpop-
Camhá, maquinaron asesinar al señor Qotuhá en un baño. Avisado éste, hizo
apostar gente y los traidores fueron apedreados. Así se apagó el fuego que
ya se iba propagando. Todo esto aconteció allí en Izmachí, en donde se

25 Batido de pataste y cacao, dos frutas tropicales americanas pertenecientes a la mis­


ma familia: Theobroma bicolor y T. cacao. Pacayas, la flor comestible de una palmera.
Girnallas, probablemente de gux, algo verde y musgoso, según el Diccionario Cakchiquel,
el fruto de una planta aroidea que se come cocido en salsa con o sin chile, y se conoce
en ciertas regiones de Guatemala con el nombre indígena de guxnay. Chile, el condimento
universalmente conocido en México y Centroamérica, llamado también pimiento y ají.
26 Bajo los nombres de Ac-Tulul y Tzacolqueh es posible que se trate de designar a
los habitantes de Xetulul y Cakolqueh, hoy Zapotitlán y Mazatenango, respectivamente,
pueblos de la costa del Pacífico de Guatemala, situados al sur de los zutujiles. La Histo­
ria Quiché menciona a los señores de Yabacoh y a los de Ixvoncoy Vinak entre los miem­
bros de la tribu de Tamub.
27 Los zutujiles de la ribera meridional del Lago de Atitlán.
28 El título de la dignidad que aquí se llama Alaitui y en el capítulo v Haytuy, pa­
rece estar ligeramente alterado por error de copia. Podría ser Chituy, como se lee en el
Popol Vuh.
29 Palabra de las lenguas quiché y cakchiquel con que se designa localmente a la
cigarra. Vocabulario del P. Barela.
30 Mojarras, especie de truchas que se crían en los lagos y ríos de montaña.

405
habían multiplicado mucho. El señor Qotuhá engendró diez y siete hijos,
troncos y raíces de otras tantas casas y familias que se titularon Qiká-Cavi-
zimah, Qikavil-Vinak, Tecum, Iztayul-Vinak, Tepepulca-Viamag. De los des­
cendientes de Balam-Qitzé ya se ha dicho.

CAPITULO SEPTIM O

Resultados de la muerte de Qotuhá.


Reunión de muchos pueblos 31

A l o s d o s años de muerto Qotuhá, hizo Qiká-Cavizimah32 una gran guerra


a los pueblos de Qoyahil y de Ulahail que habían matado a su padre, [uni­
do] con 'Tecum Tepepul. Tepepul hizo venir a trece de los señores de aque­
llos pueblos y les dio muerte abriéndoles o partiéndoles la cabeza. Así lo
había vaticinado Qotuhá y porque Qiká-Cavizimah había de vengar su muer­
te, muy justo era incendiar a cuanto [enemigo] hubiese sobre la tierra. Este
hecho dio ocasión para celebrar una gran fiesta, para determinar lo que había
de hacerse, pues que los trece pueblos de Vukamag y otros muchísimos ya
comenzaban a tomar venganza. Al efecto hicieron venir a este lugar de Iz-
machí Quiché a los dioses de Tamub y de Ilocab; con el de Tamub vinieron
los Galel-tem, los Ahpo-tem , los Galel-Tzacoh, los Xacob-Ycol y los Ah-Tu-
nala. Los que vinieron con el de Ilocab fueron los Galel-Roxché , los de Sihá,
los Lolmet. Llegó también el señor de Tateah y con él ios Rabinaleb, los
Dalmatín y los Ahpop-Kal.33
Los pueblos enemigos fueron los Ahpozotzil, los Axpoxahil, los Ah-Baka-
holab, Gekaquch, los Uhubahá y Chimalahá. Llegaron los Ahcab-Balamihá,
los Qabalcal, Cumatz; llegaron los Nalitihá, los Ah-Ouibahá, los Ah-Culá-
Oucihá, los Ah-Qabovil, los Ahpo-Tzololá, los Ahpová, los Ahpo-Bulaxá, los
Ahpo-Runum, los Ahpo-Zakcuchac, Balam-Utiú, los Ahpo-Goché, Ahpo-Tu-
lahá, Ah-Pocón, Ahpo-Tuctum, Ahpo-Hum, Ah-Puale, los Ucanay y los Lol-
met-Cuminay .34
Todos éstos fueron los pueblos que vinieron de Tziquinahá, pueblo de
la laguna [de Panahachel], y también los antiguos enemigos de Vukamag;

31 Aquí sin duda falta al cuaderno una foja, pues no se dice cuándo ni cómo fue
la muerte de Qotuhá. [ T .].
32 Algo más hay que notar en este sitio, o sea que en el intervalo comprendido entre
el capítulo vi y el v il parecen haber transcurrido muchos años, y que el rey Qotuhá, de
cuya muerte se habla en él, no es el mismo que reinó con Iztayul, sino Qotuhá I I , com­
pañero de Gucumatz y padre de Qikab. Según el Popol Vuh, Q ikab y Cavizimah eran
dos personas distintas; el primero era el Ahpop, o rey, el más famoso de los monarcas
quichés, y el segundo era su adjunto o Ahpop Camhá.
33 Entre los pueblos de Ilocab es posible reconocer a los de Sihá, hoy Santa Catarina
Ixtahuacán, y a los de Rabinal.
34 Los zotziles, xajiles, bakojoles y gekacuch, y los de Tzololá eran parcialidades y
pueblos de la raza cakchiquel. Los pueblos de Uchubahá, Chumilahá, Balamihá, Quibahá,
Cumatz y Tulahá, que aquí se mencionan, figuran también entre las tribus que vinieron
del oriente, según el Popol Vuh (Tercera Parte, cap. n i).

406
éstos fueron los que eran cubiertos con unos graneles cueros, como también
trece príncipes con los prespejos [¿despojos?] de los que mataron a Qotuhá.
Vinieron a Izmachí a hacer sus ceremonias, mostrando el sentimiento que
tenían por los que Qikab-Cavizimah mandó matar.
Dieron principio a sus ceremonias y encantos, dando vueltas y haciendo
uso de todos los instrumentos que al efecto había traído uno de los Ahpop-
Tzah. Concluidas estas ceremonias tiraron e hirieron a Qikab-Cavizimah y a
todos los que tenían divisas y señales, como los Ahpop que tenían cuatro
divisas, los Ahpop Camhá que tenían tres divisas, los Nima-Rahpop-Achih
que tenían dos, los Chuti-Rahpop-Achih que tenían una divisa. Todo esto
sucedió en este lugar de Chi-Gumarcaah-Izmachí.
Nueve grandes ramos salieron de la casa del príncipe Qocaib, que fueron
otros tantos señores, llamados Cavikib-Qikabil-V inak. Otros nueve grandes
ramos salieron de la casa del príncipe Nihayib; cuatro grandes ramos de la
casa del príncipe Quiché Mahucutah [ Ahau Quiché ]. Dos grandes ramos del
señor Zakic-Qotuhá. De suerte que son veinticuatro los príncipes y señores
quichés.
Los títulos de estas casas son cuatro y son Ahpop-Qikabil-Vinak, Ahpop-
Camhá, Nima-Rahpop-Achih, Chuti-Rahpop-Achih, Qikabil-Vinak.25 Estos
son también de la familia de Lahún-Ho, compañero de Qikab-Cavizimah,
cuya mujer era Rogchah, de quien salieron todos estos ramos.
Como ya habían pensado y determinado abandonar el paraje de Izmachí,
los antiguos jefes y caudillos eligieron y dieron empleos a otros señores, para
que éstos ya tuviesen asiento en los diversos parajes que iban a ocupar y
fuesen como unos segundos caudillos. Eligieron, pues, nueve, a quienes die­
ron el título de Ah-Tzalam; nueve con el de Rahpop Ah-Tzalam y otros nue­
ve con el de Utzam-Chinamital. Estos empleos los dieron estando todos reu­
nidos en una misma casa y en cabildo pleno, eligieron a estos grandes seño­
res que iban a ser los jefes de las tierras que pensaban ocupar.

CAPITULO O CTA V O 36

Expedición de los caudillos nuevamente electos y nombrados


Agalel y Ahpop y fueron trece de Culahá, doce de
Tzihbachah y ocho de los llamados Tzalam-Coxtum

C uando los nuevos caudillos estaban para marchar al frente de infinidad de


hombres, los antiguos jefes les hicieron esta exhortación: “Al despediros se
enternecen nuestros corazones; pero vosotros no debéis atender a esto, voso­

35 Aunque anuncia cuatro títulos, el texto da los nombres de cinco, pero el último
puede ser un patronímico común a los cuatro grupos.
36 E ste capítulo corresponde a la foja veintinueve del cuaderno. [ T .] A l princi­
pio de la descripción de este documento se lee el siguiente acápite que evidentemente
debía hallarse en este lugar: “ Capítulo v m , oja [sic] veinte y nueve del cuaderno. Exhor­
tación a los nuevos caudillos y fin de su peregrinación. En la octava palabra están expli­
cados los hechos de nuestros padres.”

407
tros a quienes hemos transmitido nuestro valor y que sois nuestra esperanza.
Marchad a buscar y a rendir a todos los pueblos enemigos, a combatir a los
de Ahpozotzil y a los de Ahpoxahil y a los Ahporamoner,37 Mostrad valor y
firmeza en todos los peligros, acordaos que de vosotros pende la felicidad de
tantos pueblos; id, pues, a reconocer y a tomar posesión de los montes y
valles que os parezcan.”
Dicho esto, se abrazaron y se despidieron. Tomaron sus armas y marcha­
ron aquellos hombres que no ambicionaron ni codiciaron los empleos y des­
tino que se les confió: fueron electos por su conocido valor y desinterés.
Habiendo salido de Quiché-Chi-Izmachí, llegaron al paraje que llamaron
Iquiyac; de aquí al de Chincatzá. Aquí subieron a Hocob-Ganapec, en donde
moraron. De Ganapec a Patzam-Cakgik\ de aquí a Chaybalmet Cakigil, que
también se llama Hoyamganag. Se dividieron para poder reconocer mejor los
montes y campos, y aquí quedaron los de Tzihbachah, en donde levantaron
edificios, pero antes de apartarse eligieron a trece Galeles y a trece Ahpopos
de la parcialidad de Calah. Habiéndose multiplicado los que allí quedaron,
eligieron doce Galeles y doce Ahpopos y doce U-Galechih Rahpopachih de la
parcialidad de Tzihbachah.
Por haberse tapado los pies en un paraje lo llamaron Ezuhulakán, y éste
lo dividieron en tres: un pedazo de los Qikabil-Vinak, Qikab-Nimayás y Te-
pepul-Qikabil-Vinak; otm de los Gall-Nihayib Ahtzivinak Nihayib, y otro
del príncipe quiché [Ahau-Quiché].
Los ocho Tzalam Coxtum y Sihá y también los de Yohout Balquín Za-
baché tomaron rumbo derecho hasta llegar a Paxax Tumpec, y a poco die­
ron con el paraje que llamaron Zubit. Allí formaron casas y quedaron los
Chuti-Zabaché y Nimá Zabaché y los Yohout tomaron rumbo derecho.
Siguieron los pasos de los Cakzay, que ahora llamamos Ahzamayaque,38
Ya entonces se habían reunido los de Tamub, los de Ilocab y los de Nihayib,
y el número de hombres llegaba a siete mil con los de Sihá. Como ya se
habían reunido muchos, eligieron otros Galeles y Ahpopos. Los doce Tzih­
bachah que en Hoyam habían quedado también se vinieron reconociendo;
habían quedado algunos allá.
Los jefes de estos nombres Tzihbachah eran, el primero Ahau-Ahpop Qi-
kabil Vinak Nimayá, el segundo' Ahau-Ahpop Galel Nihayib y el tercero
Ahau Ahtzic-Vinak Ahau-Quiché.
De los parajes arriba dichos fueron al de Raxchi\ de aquí a Muchulicbac,
a Omuch Qabolab-, de Omuch a Chopicnam\ de aquí a Caxón; de allí a
Quenbanab bajo de un cerro; de aquí a Navalá, a Chutún-Abal-Huyub; de
aquí llegaron a Zualxucugab. De aquí pasaron a Panquix o Xoltacanabah,
a Qulqulpec, y otra vez a Chichil, a Chiquichaquih-cho. De aquí cogiendo
rumbo derecho hasta la loma o cumbre de Tzihbachah Tzactinamit.

37 El Ahpozotzil y el Ahpoxahil eran los reyes cakchiqueles, pero el Ahporamoner


es un título que no aparece en el Memorial de Sololá. Podría traducirse por “el tirano” ,
derivándolo del verbo ramoneh, “gobernar tiránicamente” .
38 Ah Zamayaque, los habitantes del pueblo de la costa de Suchitepéquez, que hoy
se llama Samayac, vecino a Mazatenango y Zapotitlán.

408
El primero y principal caudillo se nombraba Ayigqikal Nimayac Yaxom-
Balam Cavek Qikavinak. El segundo Galel Nihayib Ahtzivinak, príncipe
quiché.
Estos fueron los primeros que salieron de Quiché Izmachí a reconocer y
a tomar posesión de todos los terrenos dichos hasta llegar al paraje llamado
Miquiná Tziquiché pa buaal Sahog. De aquí fueron reconociendo el paraje
de Zakmalá, sugieron al Cuxliquel y de allí al paraje de Chuiatziquín.
Los hijos de Qikab fueron cinco: Xitapul el primero, el segundo Catn,
el tercero lzquet, el cuarto Yamú y el quinto que se llamó Gañil Xitapul se
apartó de los otros hermanos que se establecieron y edificaron casas en
Chuviztocá y en Chicuá, y allí estaban cuando llegó la noticia de Alvarado.39
Cuando Qikab Cavizimah salió de Quiché-Chi-Gumarcaah-Izmachí, cuan­
do salió de Quiché-Chi-Gumarcaah-Izmachí, entonces salió acompañado de
los tres de Culahá y los doce Tzihbachah; era cuando había llegado a su col­
mo el poder y majestad de Qikab Cavizimah, abuelo y padre de nosotros los
Cavikib. Entonces rodeó todos los montes y valles y todo el terreno y suelo
de Quiché-Izmachí, en donde había estado tanto tiempo; y despidiéndose
tomó el rumbo de la laguna de Lemoa,w en cuyas orillas se reunieron y de­
terminaron el rumbo que cada uno había de coger.
Los nuevos caudillos tomaron el rumbo que se ha dicho y Qikab Cavi­
zimah, levantándose de las orillas de dicha laguna, fue a dar al paraje que
llamaron Cakix-Canxé. Habiendo tomado posesión de este lugar, fue al de
Pabal Abah-, de aquí al de Chacaxac y de éste a Chi-Gapoh, en donde se
encontró con los que habían tomado el otro rumbo. Reconocido éste, mudó
de camino y siguió de Chi-Gapoh a Tzamtzolá, a Pekbalam-Abah; media le­
gua fue de los de Apotohil y la otra parte de los de Qikab. Llegó al volcán
de Choihuyub,41 de allí a Hucbaycah, a Tzancaná-Uleu, de aquí a Chuá-Naran-

39 Aquí se presenta una contradicción aparente entre el Título de Totonicapán y el


Memorial de Sololá, que designa como hijos del rey Qikab a Tatayac y Ah-Itzá. Es posi­
ble, sin embargo, que el texto se refiera en este lugar a los hijos del segundo rey Qikab,
quien, según el Popol Vuh, perteneció a la décima generación de reyes. La mención de
la residencia de estos príncipes en Chuviztocá y Chicuá cuando llegó la noticia de Alva­
rado (1524), indica que aquellos hijos de Qicab vivieron en época mucho más moderna
que el primer monarca de este nombre, que perteneció a la séptima sucesión de reyes.
40 Entre los pueblos actuales de Santa Cruz Quiché y Chichicastenango. Lemó, en
quiché, significa “espejo” .
41 “Volcán de la laguna.” Son tres los volcanes que se levantan en la ribera meridio­
nal del Lago de Atitlán y se conocen actualmente con los nombres de San Lucas, Atitlán
y San Pedro. En la Relación del pueblo y cabecera de Atitlán, de 1585, se dice del vol­
cán de Atitlán lo siguiente: “Reventó el volcán en el año 1541, que fue quando reventó
el volcán de la ciudad vieja de Guatemala. Echó fuego en 1541, aunque poco, y algunas
tardes echa humo. Llámase este volcán en la lengua materna Kungat, que suena cosa que
quema. El otro volcán que está junto allí hacia la parte del norte no ha reventado ni
jamás se ha visto humear, ni tiene señal de aver echado fuego. Llámanle en la materna
los naturales Oxi Qahol, que significa o quiere dezir los tres mozos.” Este segundo vol­
cán es evidentemente el de San Lucas. Y en otro pasaje de la Relación se lee: “Hay a la
parte del poniente deste pueblo un volcán grande que la propia falda del llega a la
laguna... es alto y derecho y aguzado a modo de pan de azúcar.” Con estas palabras se
describe el Volcán de San Pedro.

409
jos. Cuando llegó a Muculic-ricat pasó con los llamados Yaquiab 42 hasta la
Ceiba Inup; de aquí a Macolabab-Tabülamín, en donde Qikab Cavizimah
dejó a los de Culahá y de Tzihbachah.
Pasó a Cahacalcat Nagual, junto a la embocadura o paso del Samalá\43
de aquí a Siván y acompañado de todos los valientes guerreros llegó a la
embocadura de Reve , brazo de mar. Allí concluyó la medida de los terre­
nos que habían de ocupar los Yaquiab. Aquí sembraron dos árboles, uno
que sirvió como mojón para los Yaquiab y otro para los Ayutar y Mazatecos
Los mojones de las tierras de los llamados Kaculebal son Ganchivies y Ga-
galix.
Nueve meses permaneció allí Qikab, que es nuestro verdadero abuelo y
padre de nosotros los Cavikib. En todo este tiempo que acaudilló a los pue­
blos mostró su valor y talento, haciendo admirables prodigios. Los límites
de los llamados Agaab son Coxomxak, Veiatio, Cab altzam-Quiché, Lakana-
bah, Payaqui y Agaxkacut.
Aquí concluyen las medidas.
Ahora a veinte y ocho de septiembre de 1554 firmamos este testimonio
en que hemos escrito lo que por tradición nos dijeron nuestros antepasados,
venidos de la otra parte del mar, de Civán-Tulán, confines de Babilonia.
Firmamos nosotros los primogénitos de Cavikib, nosotros los descendien­
tes de Balam-Qitzé.
— José Cocoa Qicab
— Juan de Rosa Qicab 43
— Diego García Chituy
— Jorge Nihayib
— Diego Perez Ahcucumatz
José Peres, señor Quiché
— Christobal Fernandez Nihayib
— Cristóbal Velasco Nimchocoh Cavek
— Juan Lucas Ahtohil
— Pedro Xiquitzal Xepec
— Christobal, escribano de Cabildo.
Firmamos nosotros los principales quichés, los Cavikib, los Nihayib, el
señor Quiché, el Ahtohil, Cucumatz, Chituy y Quehavay. [ ¿ Quehnay ?]
— Yo, José Cardés Qicab firmo este testimonio de Qicab Nimayax.
— Yo, Juan de Rosa Qicab firmo este testimonio de Ahpop.

42 Los descendientes de los toltecas que emigraron con las tribus de Guatemala.
43 E l río Samalá, que nace cerca de la ciudad de Totonicapán y desemboca en el
Océano Pacífico.
44 Ayutar, los habitantes de la costa del sudoeste de Guatem ala y del distrito de
Soconusco (hoy perteneciente a México), llamados antiguamente Ayotecatl. Mazatecos, los
habitantes de Mazatlán, otro pueblo de la región de Soconusco, que fue conquistado por
los quichés.
45 Según el Popol Vuh, don Ju an de Rojas y don Juan Cortés, hijos de Tecum y de
Tepepul, fueron los últimos reyes del Quiché. E l nombre Jo sé Cocoa Qicab que aquí se
lee aparece corregido en seguida como Jo sé Cortés Qicab, y es probable que en el original
se haya escrito abreviadamente J.°, que significa Juan y no José.

410
En Totonicapán.
Ciudadano Juez de primera instancia.
La parcialidad de indígenas del común de la ciudad ante Usted respetuo­
samente dice que por convenir a su derecho ocurrió por medio del ciudadano
Gefe del Departamento al R. Padre cura de Sacapulas, Dionisio José Chonay,
para que éste le hiciese el favor de traducir al Castellano, por hallarse escrito
en su idioma, el adjunto Cuaderno y original, que tiene el honor de presen­
tar a Ud.
Así se verificó como consta en la copia que también acompaña y la carta
de aquel Padre cura. Necesitando probar que la copia a que se refiere está
conforme al original, a Usted, ciudadano Juez, pido rendidamente sea muy
servido mandar que por dos inteligentes se revisen y que juren y declaren
si está conforme con el original que igualmente se autorice por Usted y que
se le devuelvan las diligencias que se practiquen para los usos que le con­
viene.
Todo es justicia y juro en lo necesario.
Siguen las firmas.

Concuerda con su original y obra en el protocolo de instrumentos públi­


cos iniciados este año, de donde se sacó en solicitud de los presentados.
En Totonicapán a tres de octubre de mil ochocientos y treinta y cuatro.

Ju a n T aboada
Jo s é M a r ía F ig u e r o a
E l í s e o J. d e L e ó n .*

* Ver la Bibliografía que aparece al final del Memorial de Sololá. Anales de los
cakchiqueles. (N. E.)
LAS HISTORIAS DE LOS XPANTZAY
(Traducción española del siglo xvi.
Introducción de Adrián Recinos)

INTRODUCCION

C o n e l nombre de Trasunto de los títulos de las tierras de Tecpán Guate­


mala, existe en el Archivo General del Gobierno de Guatemala, un expe­
diente marcado con el número 53.957, Legajo 6062, seguido durante los
años de 1658 a 1663 en la ciudad de Santiago de Guatemala.

En dicho expediente los indios de Tecpán Guatemala presentaron como


prueba de sus derechos de propiedad sobre las tierras mencionadas varios
documentos del siglo xvi escritos en lengua cakchiquel, los cuales fueron
traducidos en aquel entonces, por orden del Procurador nombrado por la
Real Audiencia.
La traducción castellana, revisada por mí, fue publicada con el título de
“Las Historias de los Xpantzay” , por el Dr. Heinrich Berlín en el Boletín
del Instituto de Antropología, vol. II, núm. 2, de junio de 1950.
Por considerarlo de interés para los indigenistas he incluido en este vo­
lumen * el texto original de estos documentos, de los cuales he hecho una
transcripción lo más exacta posible.** Para el público en general, creo que
será interesante leer estas historias en la versión española que acompaña al
original indígena y que contiene algunas nuevas correcciones que aclaran el
sentido de la narración.

A d r iá n R e c in o s

* Crónicas indígenas de Guatemala, Editorial Universitaria, Guatemala, 1957. (N. E.)


* * Aquí presentamos únicamente la traducción española. (N. E.)

412
HISTORIA DE LOS XPANTZAY DE TECPAN
GUATEMALA
TITULO ORIGINAL 1524

N o s o t r o s los principales, éste es nuestro título, cómo vinieron nuestros


abuelos y padres cuando vinieron en la noche, en la oscuridad. Somos los
nietos de los abuelos Abraham, Isaac y Jacob, que así se llamaban. Somos,
además, los de Israel. Nuestros abuelos y padres quedaron en Canaán, en
aquella tierra de Dios que Nuestro Señor concedió a Abraham. Nosotros
también estuvimos en Babilonia, donde hicieron una gran casa, un gran edi­
ficio todos los hombres. La cima del edificio creció hasta la mitad del cielo
por obra de todos los hombres.
Entonces se hablaba un solo lenguaje por todos los grandes. Luego se
separaron en la noche; se fueron a sus casas a dormir. Y les habló Dios,
Nuestro Señor, porque eran de su imagen, de la raza, los hijos de Adán.
Y como eran pecadores, se mudaron las lenguas y se volvieron muy dife­
rentes. Así se los dijo Dios Nuestro Señor. Entonces se mudaron todas las
lenguas, ciertamente se volvieron diferentes sus lenguajes.
Cuando se encontraron después unos con otros no se entendían su lengua
unos con otros, ni se saludaban, y así quedaron atontados entre sí. Luego se
separaron y se desparramaron por todo el mundo. Se marcharon a conocer
sus montañas y sus valles. Entonces vinieron nuestros abuelos y padres que
pasaron por medio del mar. Reuniéronse en una gran casa y tuvieron sus
tromoetas y chirimías, tenían sus flautas, sus pitos y sus cantos. Allá se jun­
taron en la casa grande.

413
Luego se levantaron y vinieron y le pusieron nombre al otro lado del
mar: Vucub Pee, Vucub Civán, ri Quim Tulán, r’Ahzib Tulán. Así le lla­
maron.
Después se levantaron, llegaron a la orilla del mar y pasaron en siete
navios como los de los españoles. Desembarcaron y descansaron allá las siete
tribus de los Señores, el Ahpozotzil, Ahpoxahil, Ahpotucuché, Ahpoxonihay,
Ahtziquinahay. Xpantzay Noh, Ahau Hulahuh Balam.
Luego se levantaron de la orilla del mar; la mitad caminó por el cielo
y la otra mitad andando por la tierra, porque eran grandes brujos y encan­
tadores. Vinieron a amanecer a Chiavar Tzupitakah. Salieron de allí y am-
necieron en Izmachí-chi-Gumarcaah. Fueron a amanecer a Paxahil-ya; llega­
ron allí y les amaneció, allí en la barranca de Chan Puak Aynché; llegaron
a amanecer a Tun Abah y tocaron el tun.
Después fueron a amanecer a donde estaba una fortaleza, y aquí se de­
tuvieron. Aquí nuestros abuelos y padres hicieron la guerra, aquí en Ixim-
ché sobre el Ratzamut.
Yo soy el Señor Cahí Ymox,1 el Ahpozotzil, yo que fui bautizado por la
gracia de Dios con el nombre de Don Pedro, junto con Don Jorge Cablahuh
Tihax,2 Don Juan Uzelut Chibcal y Don Juan Mexa Xpantzay. Estos fueron
los nombres que nos puso el padre Fray Toribio,3 confesor, y el padre guar­
dián Fray Pedro de Petazay Quartín,4 quienes nos echaron el agua en la
cabeza.
Mucho nos regaló el Adelantado porque fuimos a recibirlo a Yuncut
Calá. Nunca le tuvimos miedo y no sabíamos la lengua castellana ni la mexi­
cana. Y esto fue el año de 1524.
Aquí escribiremos los linderos de nuestros montes y valles, comenzando
por el cerro Tzaktziquinel y Zaliqahol donde está la piedra Panybah que
tiene una señal de cruz sobre la piedra. De ahí se llega a Yuncut Calá y se
sigue hasta encontrar el arroyo Xilonyá. Se sale de Xilonyá y se llega al arroyo
Alay donde se junta con el río en la hondura de Cakistán. Se llega al río Pa-
nahché y se sube al cerro. Luego llega al borde de Calá que tiene su señal. Se
sale de la punta del cerro y se llega a Vahox. Se sale de allí y se llega a Nimá
Qoxom.
Sale de este paraje y va a dar a Cholbalah. Sale de allí y llega a Vaxak
Choh, yendo a dar a una pequeña laguna llamada Pumay. Sube a la cumbre
del cerro y llega a Holón. Sale de allí y llega a Nimá Pumay. Sale de Pumay
y sube a Baqul. Sale de allí y llega a Tunaiché. Sale de allí y llega a Patán
Choh; sube a la cumbre del cerro. Llega a un arroyo llamado Tziquiché-ya
Choh; baja de allí y va a dar a un carrizal.

1 Rey de los cakchiqueles a la llegada de los españoles en 1524. Alvarado lo ahorcó


en 1540 antes de su partida para su última expedición.
2 Nombrado rey de los cakchiqueles por Alvarado en lugar de Belehé Qat.
3 Fray Toribio Motolinía, Comisario de la Orden de San Francisco, que vino a Gua­
temala en 1544 trayendo 24 frailes de su orden.
4 Esta puede ser la versión indígena del nombre de Fray Pedro de Betanzos que
vino acompañando a Fray Toribio Motolinía en 1544, según dice el historiador Fr. Fran­
cisco Vázquez.

414
Sale de allí y llega a R ’Atzam Chuy, donde está puesta su señal. Sale de
allí y va a dar a la orilla de Gacab. Sale de aquí y llega al río Xulbak. Sale
de allí a Uzmabah. Sale de aquí y va a dar a Qoxol. Sale de aquí y llega al
río Muculic, y luego va a otro río llamado Zotzil-ya. Sale de este paraje y
va a dar a Chupak. Sale de aquí y llega a Mixquilín. Sale de aquí y va a dar
a la laguna de Yalah. Sale de aquí y llega al pie de Chuqaqeh. Sale de aquí
y va a dar a Pulchich. Sale de Pulchich y se coge por el río Bayí hasta que
se llega a Ulamah. Llega a Chuva Xan y al arroyo Zibolah. Sale de aquí y
llega a Batabah. Llega a Qotbaqual. Sale de allí hasta encontrar el punto de
partida de Zaliqahol.
Estos son los linderos de nuestras tierras, las que nos dejaron nuestros
abuelos para siempre jamás. Que nadie los pueda cambiar. Si alguno los mu­
dare le pesará.
Este es nuestro título [hecho] en la capital de la provincia de Santiago
de Guatemala. Se impondrá pena de mil pesos ante Dios y el Rey porque
son de nuestros abuelos para siempre jamás. Y así ponemos nuestras firmas,
nosotros los principales.
Don Pedro de Alvarado, Gobernador Zinacán; Don Jorge Cablahuh Ti­
hax; Don Juan Uzelut Chicbal; Don Juan Mexa Ahau Xpantzay; Don Die­
go Ah Pazón; Don Lucas Ahpozotzil; Don Diego Ahau Porón; Bernabé de
Tapia; Ahau Alonso Pérez Xpantzay; Ahau Nicolás Xpantzay; Ahau Luis
Rahpop Cakolqueh; Ahau Francisco Hernández Lolmay; Ahau Don Juan
Pérez Chicbal.
GUERRAS COMUNES DE QUICHES
Y CAKCHIQUELES

E s t e e s el nombre del pueblo de los guerreros de los Señores zotziles y


tukuchés cuando llegaron allá a Mukubal Zib Bitol Amag.5 No tenían armas
5 Nombre del lugar donde, según estos documentos, residían primitivamente los cak­
chiqueles. Aunque el texto menciona solamente a los zotziles y tukuchés, se trataba de
todo el pueblo cakchiquel compuesto de cuatro grupos principales.

415
ni escudos, sólo el Señor Gucumatz6 se había fortalecido allá en Izmachí-
Gumarcaah.7 Los 2otziles y tukuchés tenían escondidas sus armas y sus joyas
entre las matas y la corteza de los árboles. Por esta razón se nombraban
hijos de la maleza, hijos de la neblina, hijos del lodo, hijos de la oscuridad,
hijos de la lluvia, que así se llamaban los zotziles y tukuchés. Ambos se co­
municaban con el demonio. Blanqueaban los árboles y pajonales8 y luego le
daban navajas, piedras verdes, esmeraldas y cautivos. En aquel tiempo la
gente alimentaba al demonio.
Vestíanse de las hojas de los árboles y esperaban que cayese un zopilote
o un perico para comérselo.
Eran brujos y hechiceros que practicaban sus artes, hasta el amanecer.
No hacían la guerra; únicamente ejecutaban sus hechicerías y sus encanta­
mientos. Tomaron entonces a Rax Mezeq y Rax Tolog, el corazón de las
Siete Tribus de Tecpán.
Entonces fueron catequizados por el Señor Gucumatz. El les habló a los
zotziles y tukuchés: “No mostréis vuestras armas, vuestras riquezas; id a
engañarlos, id a hacerles la guerra con nuestros hermanos y vasallos. Allá en
Cohá hay muchas joyas, mucho dinero. Vamos allá, yo los conquistaré, yo
Gucumatz. Así, pues, venid conmigo” . Así les habló el Señor.
Id allá a pelear. Si vais allá conseguiréis grandes cosas, les dijeron los
quichés de Cavec.
Así fue como les hablaron a los Señores zotziles y tukuchés. Eran enton­
ces los Ahpop Achí Huntoh y Vukubatz, así llamados. Después gobernaron
Rahamún, Xiquetzal, Chuluc y Xitamul.9
Las órdenes del Señor fueron comunicadas a los zotziles y tukuchés, pero
ellos contestaron: “No podemos ir, Señor, no sabemos hacer la guerra, no
tenemos flechas ni escudos que manejar, solamente iremos a malgastar a
nuestros guerreros” , dijeron.
Por segunda vez vino la orden del Señor: “Verdaderamente tenéis que
ir, no os ha de pesar. Tengo flechas y escudos para daros y bien sabréis apro­
vecharlos. Id a ayudar” . Así les dijeron. Y aunque de mala gana, fueron allá.
Estos son los nombres de los varones: Conaché, Gagavitz, Balam Acab,
Balam Quitzé, que reinaron entre los quichés de Cavec.
“ Id allá, id a ayudar, nosotros os prestaremos armas y escudos, Seño­
res” , les dijeron. “Nosotros tenemos suficientes flechas y escudos” , les dije­
ron. “De esta manera recibiréis poder y grandeza” .
Luego llegaron al campamento. "Vayan por delante y peleen con su vo­
luntad, hermanos y parientes” , les dijeron. “No vamos, Señor, no sabemos

6 Gucumatz, el rey prodigioso del Quiché.


7 La capital del reino quiché.
8 Los primeros miembros de estas tribus vivieron algún tiempo en el tronco hueco
de los árboles, según se lee también en el Memorial de Sololá (párrafo 46), encalando
el interior de los troncos con excrementos de águilas y tigres.
9 Huntoh y Vukubatz fueron los reyes cakchiqueles que reinaron al mismo tiempo
que reinaba Quikab en el Quiché. Chuluc y Xitamal completaban el número de cuatro
señores que gobernaban el pueblo cakchiquel. Rahamún y Xiquetzal gobernaron antes de
Huntoh y Vukubatz.

416
hacer la guerra. ¿Por qué no vais vosotros por delante, vosotros que sabéis
guerrear", les dijeron. “Nosotros no podemos ayudaros. No os ofendáis por­
que nos quedamos aquí ¡oh Señores!” , dijeron.
“Nosotros sabemos sus maldades e iremos poco a poco” , dijeron.
“Está bien, Señores, iremos con vosotros, pues nos lo mandáis, pero no
os quejéis después si nos dispersamos” , contestaron. Y de esta manera en­
traron a Mukché. Los quichés les arrastraron a la guerra, y así se cumplió
la orden de que forzosamente fueran.
Los quichés comenzaron la pelea; pero después de empujarlos a la gue­
rra [a los zotziles], se marcharon, regresaron a sus casas y no quisieron pe­
lear más. De modo que los zotziles y tukuchés tuvieron que hacer la guerra.
No tuvieron miedo, hicieron prisioneros y ninguno salió herido. Marcháron­
se de vuelta, durmieron, vencieron y se refocilaron. Si no hubieran hecho
sus brujerías y encantamientos los habrían vencido, pero los ayudaron la
neblina, la oscuridad y el aguacero.
Después que hicieron todo esto llegaron a la casa de los ídolos de los
quichés llamados Avilix y Tohohil y les dijeron: “ ¿Por qué nos engañasteis,
Señores? Si no fuera por vuestra orden no habríamos ido como fuimos” ,
dijeron. “En verdad, Señores, no teníais razón para mandarnos. Verdadera­
mente nos sentimos cansados de haber ido, Señores” .
“Juntad vuestro valor en los campos y poblados con vuestros hermanos
y vasallos. Mostrad vuestras armas y vuestras riquezas y alimentad a Avilix
y Tohohil” , les dijeron.
“No queremos ir, entrad vosotros, Señores” , contestaron. “Y así gana­
réis poder y majestad” . Y en esto paró todo y nunca más fueron con los
quichés.
Nuevamente les habló el Señor Gucumatz: “Tecum Ziqom Puvak ha
matado a mi hija. Id allá, Señores. Mi corazón se enfurece a causa de Tecum
Ziqom Puvak” , les dijo. Los zotziles y tukuchés los destruyeron primero.
“Como no son muchos llevaremos sólo cuatrocientos o llevaremos ochocien­
tos” , les dijeron a los soldados. “Está bien” , contestaron éstos. Ayunaron y
después fueron a asar carne. “Comeos los bofes de mi yerno muerto” , les
dijo el Señor Gucumatz.
Después murió el Señor Gucumatz como su hija. El Señor le dijo a un
corcovado: “ Anda a aparecerte a la Señora y le dirás: ‘El Señor ha muerto’.
Así le dirás cuando llegues allá. Si la Señora no estuviere allí cinco o seis
días después de tu llegada, que se ponga a tejer la Señora y verá al muerto” .
Así le dijo al corcovado. “ Está bien, Señor” , contestó el corcovado. Y en
seguida salió fuego del Señor. El corcovado llegó ante la Señora, llegó a su
morada y le dijo lo que había dicho el rey.
Los quichés de Cavec se quedaron esperando. Luego nació Quicab. Cuan­
do nació estaban ardiendo todos los pueblos, a la media noche, los pueblos
de Cumatz y Tuhal. Los quemaron los Señores Iyú y Cakix. Quemaron
[también] los pueblos llamados Halic y Tabahal, Bahay y Tzitzol, todos
pueblos grandes, ciudades grandes, pero no lo hicieron los quichés.

417
Entonces nació el Señor Quicab, hijo de Gucumatz.10 Llevó la noticia un
jorobado. Obra de encantamiento fue su nacimiento. Entonces vieron el pro­
digio junto con los zotziles y tukuchés. Juntáronse para vencer a la ciudad
de Cohá y para acabar juntos la guerra. Entonces Quicab era un muchacho.
Convocó a los guerreros y les dijo: “Vosotros, Señores, nuestros guerreros,
escuchad ahora mis palabras. Yo soy el rey. Id a conquistar la ciudad de
Cohá. Los huesos de mi padre están allí en Cohá. Entrad y recoged su cala­
vera. Cuando recojáis la calavera no revolváis los huesos. Juntaos y traed
los huesos de mi padre” . Esto les dijo el rey a los quichés.
“No podemos obedecerte, Señor. Tal vez vamos a morir allá como murió
tu padre. Por esto no queremos ir” . Así dijeron los Señores. “El Señor mu­
rió porque le tenían envidia. Así, pues, más que nunca iréis vosotros, que
yo tengo a mis hermanos con quienes iré y quienes me ayudarán a matar” .
“No es nuestra voluntad ir, Señor. Allí tienes a los zotziles y tukuchés
que lo han de hacer. Verdaderamente no queremos ir a morir.”
“ ¿Por qué no me dijeron la muerte de mi padre? Yo os había engran­
decido dándoos el poder y la riqueza. ¿Por qué no fueron vuestros hermanos
y parientes con los zotziles y tukuchés? ¿Por qué los engañasteis? Bien veis
su valentía. Cumplid mis órdenes” , dijo el Señor.
“Está bien, Señor” , contestaron. “ Iremos contigo como lo deseas” , di­
jeron.
En seguida marcharon a pelear en compañía del rey. Di joles el rey: “Jun­
tad nuestras flechas y nuestros escudos con los de los Señores. Id a conquis­
tar la ciudad de Cohá” les dijo el rey a los Señores.
“No queremos ir, Señor. Ya tenemos olvidado lo que hicieron Conaché,
Zizol, Bahay,11 quienes nos engañaron” , dijeron los Señores. “Tendríamos
que matar al rey como en otro tiempo mataron a Gucumatz, que era un rey
prodigioso. Así, entrad vosotros, norabuena, que nosotros no queremos ha­
cerlo” , dijeron.
Pero luego se sometieron y decidieron ir los Señores. De esta manera
llegaron al amanecer después de haber estado conferenciando durante la no­
che con Quicab.
Los señores partieron llevando sus armas y sus escudos; partieron, en­
traron en los campos y en la ciudad e hicieron prisioneros. Los zotziles y tu­
kuchés destruyeron la ciudad con sus encantamientos. A un hijo pequeño de
Tecum no lo conocieron y en brazos sacaron al niño durante la noche. Hubo
muchos muertos a causa de Tecum Ziqom Puvak.
Al amanecer entraron al pueblo y le dieron fuego. No lev conocieron los
quichés. Mataron a la gente y destruyeron la ciudad. Llevaron gran cantidad
de riqueza y de dinero, el tesoro del pueblo de Cohá. Y como los quichés de
Cavec ocultaron mucha cantidad, los zotziles y tukuchés los insultaron. Así

10 N o está clara la ascendencia de Q uikab. E ste documento le llama hijo de G ucu­


matz. Igual cosa se lee en el Testamento de los Xpantzay que se inserta a continuación
del presente. E l Título de los Señores de Totonicapán lo reputa hijo de Cotuhá, induda­
blemente el segundo rey de este nombre, que gobernó con Gucumatz.
11 Balam Conaché fue el rey del Quiché en época muy anterior a la de Q uikab. Tzit-
zol y Bahay eran pueblos mames.

418
fue la primera derrota, cuando los zotziles y tukuchés los vencieron con sus
flechas y sus escudos.
De esta manera fue el incendio del pueblo por la gente en unión de
Quicab. Luego entraron en consulta allí mismo en la ciudad. Primero reco­
gió Quicab los huesos de su padre allí en Cohá. En seguida trasladaron y
juntaron los pueblos conquistados, cuyos nombres son: Cumatz, Tuhal Vi-
nac, Bahay, Tzitzol, el gran pueblo del rey de Zakuleu, el pueblo de Chime-
kenyá, Xelahub,12 que habían quemado antiguamente Ah Chiyú y Ah Chi
Cakix, Halic y Tabahal. Estos son los nombres de los pueblos que conquis­
taron los zotziles y tukuchés.
Ahora bien, Conaché, Gagavitz, Balam Acab y Balam Quitzé, o sea los
quichés, querían que sus hermanos se juntaran. En efecto, se reunieron con
los zotziles y tukuchés en la oscuridad y de noche, pero tenían mucha ver­
güenza. Los Señores estaban allá en Mukubal Zib Bitol Amag cuando pasó
esto.
En seguida comenzaron a engrandecerse los Señores y a hacer sus sacri­
ficios. Los guerreros del rey Quicab tomaron los pueblos de Cumatz y Tuhal.
Los Señores llegaron a Chiavar Tzupitakah donde no había quien los mo­
lestara. . Estuviéronse allí y después ocuparon las ciudades de los zutujiles,
Tzololá, Coón y Payán Chocol, y a ellos no los pudieron vencer porque eran
hechiceros. Así contaban.
El Ahchi Iyú y el Ahchi Cakix conquistaron el pueblo de Atacat.13 Este
pueblo no cayó bajo las armas de Quicab. Frente a Talmalin tuvieron que
separarse. En Rabinal no tuvieron que pelear porque eran de la misma fami­
lia de los zotziles y tukuchés. Todos los grandes pueblos que hemos decla­
rado fueron vencidos con las armas y los escudos. Los Señores y los dioses
de los zotziles y tukuchés se llenaron de poder y de grandeza.
Luego sacrificaron hombres al demonio. Ya anteriormente lo habían de­
mostrado cuando sacrificaron a Rax Mezeq y Rax Tolog. Aquí en la ciudad
mataron y quemaron al nieto y al hijo del rey y marcaron a Rax Mezeq y
Rax Tolog. Aquí llegaron los guerreros a pelear con los zotziles y tukuchés.
Por eso se llamó al lugar Bakil Huyú y Bakil Tinamit.14 Y se separaron de
los quichés.
Llegó también a matar el joven Quicab aquí con los zutujiles, los llama­
dos de Tzololá, Ahachel, Cooní y Lapoyoi. Pero todo lo hicieron solos Lahuh
Ah, Vukubatz, Ycol, Nimá Amag, Zakporom, Chocom y Zmaleh, y después
Ahtún Cuc Tihax, Gekaquch, Cavec y Zibakihay, que así se llaman las par­
cialidades de los Señores.
Grandes brujos y encantadores eran los dos Xpantzay y Ahtún Cuc Tihax,
grandes hechiceros. Ellos se juntaron para la guerra porque sabían destruir
los campos y los pueblos. Eran grandes justicieros. Por esto no fueron me­

12 Cumatz y Tuhal, pueblos quichés de la región del actual Sacapulas. Zakuleu, for­
taleza de los mames junto al pueblo de Chinabjul, hoy Huehuetenango. Chimekenyá, hoy
Totonicapán. Xelahub, hoy Quezaltenango.
13 Atacat, Panatacat en el Memorial de Sololá, el actual pueblo de Escuintla en la
costa del Pacífico.
14 Cerro de los huesos, Pueblo de los huesos.

419
nospreciados ni vencidos, según contaban. Todos triunfaron con sus flechas
y sus escudos.
Hemos contado nuestra ascendencia, nosotros los Señores principales.
Este es el pueblo de Hun Zunú y Hun Zaquiqoxol, o sea el duende. Que
nunca decaiga la gloria de la estirpe del pueblo. Así dijeron nuestros abuelos
y padres, los zotziles, cakchiqueles, tukuchés y akajales. Cuatro naciones que
benditas sean por siempre jamás.
1554 años. Que no se pierda esta relación.

TESTAMENTO DE LOS XPANTZAY

E s t e e s el testamento de nuestros padres y abuelos de nosotros los princi­


pales llamados Xpantzay, de nuestro nacimiento y generación, como vini­
mos de noche y en la oscuridad de Tulán Zuyva.
Este es el testamento que no está perdido, que siempre lo han tenido los
principales que nos engendraron y nos dieron a luz.
El primer Señor llamado Chimal Acat vino de Tulán Zuyva y tenía sus
armas, tenía sus escudos. El gran Señor Alay Tem Chacat,15 era nombrado
Tenam. Así era llamado por los cuatro pueblos de los zotziles y los cakchi­
queles.
Este principal llamado Chimal Acat y su hermano Chicbal se llamaban el
grande Zmaleh y el pequeño Zmaleh.
El Señor Chimal Acat trajo el trono y el sitial del Ahpozotzil.
Esta es la relación que el Señor Chimal Acat dejó a sus hijos. Ninguna
mujer había entre todos cuando vinieron de noche y en la oscuridad y lle­
garon a donde había maíz cocido, carne y elotes, en la barranca del ídolo.
A la sazón gobernaban Raxonihay y Chocohay, cuando tomaron sus mu­
jeres entre los akajales. Allí fueron celebradas Xkuhay y Xtziquinahay, así
llamadas, nuestras madres y abuelas. Allí permanecieron los Señores zotziles
y tukuchés, los cuatro pueblos que tenían sus brujerías y encantamientos.16
Salieron de allí disgustados porque Raxonihay y Chocohay sacrificaban
a sus hijas y a sus hijos. Les pusieron a la fuerza los zapatos a las nueras
por mandado de su madre y sus suegros allá donde tenían el maíz cocido, la
carne y los elotes, en la barranca del ídolo.
Su primera ciudad no tenía grandeza ni poder, no tenían señorío hasta
que entraron a gobernar Rahamún y Xiquitzal. Los primeros Señores se lla­
maban Chuluc y Xitamal.17 Estos fueron los primeros Señores, el Ahpozotzil,
el Ahpoxahill, el Ahpotukuché y el Ahporaxonihay.
Salieron de allí y se marcharon las parcialidades llamadas zotzil y tuku-
ché. Estaba reinando el Señor Chimal Acat cuando llevaron a sus mujeres y

15 Alay Tem, Alay Chacat, madre del trono, madre del sitial, nombres que, según
este documento, daban a los reyes y señores cakchiqueles.
16 Los cuatro pueblos eran los zotziles, los tukuchés, los cakchiqueles y los akajales,
como se dice en el texto más adelante.
17 Rahamún y Xiquitzal gobernaban el pueblo cakchiquel cuando éste se estableció
en Chi Avar Zupitagah en tiempo de Quicab, rey del Quiché. Chuluc y Xitamal gober­
naron después junto con Huntoh y Vukubatz.

420
a sus hijos allá donde celebraron con un cuarto de venado y una gallina de
la tierra y tamalitos envueltos en unas hojas, hojas de canak, y una olla de
chilate cocido y cigarros. Contaban que recibieron con un convite a sus mu­
jeres, las llamadas Xkuhay y Xtziquinahay.
Pasaron después a los parajes que llamaban Paruxeché, Pachalicbay, Xi-
lom, Balamyá, Paruhoh Cakix, Yuncut Calá, Nim Cakah Pee y Zaliqahol.
Aquí durmieron y ganaron [el lugar] porque nadie los atacó.
De allí pasaron a la cumbre de Qotbaqual, y ocurrió que aquí el Atzih
Vinak Baqahol recibió el tun y unas piedras preciosas. De noche y en la os­
curidad aparecieron Rax Mezeq y Rax Tolog.
Salieron para el pueblo y allí mataron a un puerco. Llegaron a un paraje
llamado Cakixahay y allí permanecieron.
Más tarde llegaron Raxonihay y Chocohay que iban a matarse con los
zotziles, los cakchiqueles y los tukuchés. Allí establecieron su señorío, su
poder y su grandeza.
Había allí un árbol colorado18 y lo derribaron en demostración de su
fuerza. Los zotziles se llevaron el tronco, los cakchiqueles tomaron las ra­
mas del árbol, otras ramas se llevaron los tukuchés, y los akajales se lleva­
ron las hojas. De manera que estos últimos no tuvieron poder antiguamente.
En cambio los zotziles se engrandecieron porque se llevaron las ramas de
este árbol que se llevaron en la noche y en la oscuridad.
Salieron de este paraje y fueron a otro llamado Pulchich Vayz Amag, en
el pueblo de los Atziquinahay.19 Allí estaba un mancebo llamado Zaqui Voc,
a quien vencieron junto con otro mancebo [llamado] Cakix Can, en la lagu­
na. Allí durmieron, vencieron y prendieron a Zaqui Voc.
Bajaron de este paraje y marcharon a conquistar a Tolgom.20 Bajaron a
la orilla de la laguna, pero no se mojaron los pies.
Nuevamente atravesaron la laguna y llegaron al pie del cerro de la lagu­
na21 donde era el baño de Zaqui Voc. Por segunda vez bajaron a la orilla
del lago donde prendieron al mancebo Cakix Can.
A los siete días encontraron los guerreros a Zaqui Voc y a los trece días
encontraron a Cakix Can por su valentía.
Salieron de allí, de Pulchich Vayz Amag, y llegaron a Qoloxul, en medio
del río Xuluyá, a Qamabah, Mucutú, Raxah Zutum y Pama Am. Allí fue
concebido y nació el Señor Huntoh Ahpozotzil22 por obra de sus encanta­
mientos. Lo recibió Chimal Acat y le dieron el sitial, el banco, el dosel y el
trono de Ahpozotzil. No nació de mujer. Lo encontraron las culebras, lo en­
contraron los cantíes23 cuando cantaba la codorniz. Lo habían puesto bajo

18 Del nombre del árbol rojo, caka che, tomaron el suyo los cakchiqueles.
19 Los atziquinahay eran los zutujiles, establecidos en las riberas del Lago de Atitlán.
20 Sobre la captura y sacrificio de Tolgom hay extensa relación en el Memorial de
Sololá.
21 Choy Huyú, Volcán de Atitlán.
22 Huntoh y Vukubatz, reyes cakchiqueles, tomaron parte en las guerras de conquista
del rey Quicab, y por consejo de él, se alejaron del Quiché con su pueblo y fueron a
establecerse en Iximché.
23 El cantí es una víbora.

421
una piedra grande y de allí lo recogieron nuestros abuelos y padres, y así
se nombró Alay Tem, Alay Chacat por nuestros padres y abuelos.
Luego nació el Señor Xpantzay Noh, hijo de Chimal Acat. Después mu­
rió Chimal Acat y el segundo Señor fue Xpantzay Noh.
Salieron de. allí y llegaron a un paraje llamado Xucanul Chaquih-ya, a
Chopoytzel, Xocoxic-ya, Pixixi Apan, Mukuxix y Chohoh Che Niualá. Llega­
ron a Panché, Chiqohom y Mukubal Zib Betol Amag. Detuviéronse en Mu-
kubal Zib Bitol Amag. Allí reinó el Señor Xpantzay Noh, el hijo de Chimal
Acat, y nació el Señor Xpantzay Ahmak, el hijo de Xpantzay Noh. Todos
fueron a quedarse allí donde se fortalecieron en la oscuridad y en la noche,
y se reunieron los unos y los otros.
Allí recibieron las flechas y los escudos frente a los quichés de Cavec en
Chi-Yzmachí-Gumarcaah. Gobernaba entonces el Señor Gucumatz. Allí los
quichés de Cavec casaron con los zotziles y tukuchés y en celebración se die­
ron las manos, tomaron sus bebidas y les hicieron casas y camas de palos para
dormir. Llamábanse nuestras abuelas Toh y Ganel. No se llamaban Xkuhay
ni Xtziquinahay nuestras madres y abuelas allí en Mukubal Zib Mitol Amag.
Gobernaba a la sazón el tercer Señor llamado Xpantzay Ahmak. Luego
llegaron a Chiavar Zupitakah, Avar Civán, Avar Tinamit. Allí Huntoh y
Vukubatz hicieron sacrificios y ejercicios disparando las flechas. Allí en
Chiavar se fortalecieron y engrandecieron. Allí juntaron sus flechas y sus
escudos con los quichés de Cavec y ganaron las tierras y pueblos en unión
de los quichés de Cavec. Gobernaba el tercer Señor Xpantzay Ahmak cuan­
do lo hicieron.
Allí nació el Señor Hulahuh Can, de la cuarta generación de reyes. Allí
murió el Señor Xpantzay Ahmak, el padre de Hulahuh Can.
Murió el rey Gucumatz, el padre de Quicab. Había sido recogido a la
orilla de un río, no tuvo padre ni madre, fue un rey prodigioso.
Habiendo tenido grandes disensiones en este paraje nuestros padres y
abuelos se fueron a Chiavar Zupitakah a causa de los quichés de Cavec.
Reinaba entonces Hulahuh Can. Luego vinieron aquí a Iximché sobre
el Ratzamut. Llamábase este pueblo Qoloqic Abah. Gobernaba entonces
Lahuh Ah con Oxlahuh Tziy cuando llegaron aquí a este pueblo, según con­
taban nuestros padres y abuelos.
Hulahuh Can tuvo un hijo llamado Cahí Akbal, el abuelo de don Juan
Puzul, y su abuela era la segunda mujer de Porom, llamada Xtzic. La hija
del Señor Porom fue nuestra señora abuela.
Nacieron entonces nuestro padre llamado Hun Ganel, el otro llamado
Tohín, el tercero que era Iyú, y una hermana, que fueron los cuatro hijos
que tuvo la Señora. Ellos eran verdaderamente hijos de un Señor, los hijos
de una Señora principal. Ganel no tuvo hijos y Tohín fue mi padre. Yo
Alonso Pérez. Iyú no tuvo hijos. Así, pues, nosotros somos verdaderamente
hijos de un Señor.
Murió después Hulahuh Can, de la cuarta generación del reino, y entró
a gobernar Cahí Akbal, el quinto Señor. Vivían entonces los cuatro [herma­
nos] Cahí Akbal, Ganel, Tohín, Iyú y su hermana.
Esta es la descendencia del Señor.

422
Estaba entonces [con él] la Señora esposa de Cahí Akbal. Pero en se­
guida arrojó de su casa a su mujer y comenzaron los pleitos. El fue escogien­
do doncellas entre la gente que era de su padre Hulahuh Can, pero se casó
con una de esas muchachas que era hija de una esclava marcada con fuego.
De ella nació Atunal. Esclava era su madre y la gente de sus abuelos que en­
gendraron a la madre de la mujer de Cahí Akbal. Y de esta manera se cambió
el señorío.
Cahí Akbal murió. Primero murieron los hermanos Ganel, Tohín e Iyú.
Estos murieron antes de gobernar, antes que muriera Cahí Akbal. Cuando
murió Cahí Akbal nosotros éramos chiquitos. Yo, Alonso Pérez.
En seguida entró a gobernar Atunal, que era Ahtzalam de la casa de
Cahí Ymox, a cuyo cargo estaba el reino y que gobernaba cuando vinieron
los españoles. Era de la sexta generación de reyes. Atunal les dijo: “Herma­
nos míos, no os dé cuidado, que cuando yo muera entraréis a gobernar. Ju ­
gad a la pelota pequeña y a la pelota entre muros24 entre vosotros” .
Luego ocurrió el nacimiento de Ahtzalam Tzián.
Poco después murió Atunal y entró a gobernar Don Juan, dentro de la
cristiandad.
En seguida se dispersaron todos sus descendientes en el pueblo viejo.
Ellos fueron desechados por el Obispo. “Tú no gobernarás porque eres un
mal viejo. Alonso Pérez ha de gobernar” , dijo el Obispo. “Tú debes gober­
nar, recoge tu señorío, a tus hijos y parientes” . Esto me dijo a mí, Alonso
Pérez.
Yo le respondí que recogería la gente y que ya no habría pleitos que
temer, hijos míos. Y ésta fue la séptima generación.
Luego entró a gobernar Don Francisco, la octava generación del reino, y
entró en grandes pleitos y nos hizo sufrir mucho. Yo, Alonso Pérez, fui ante
el Obispo Don Francisco Marroquín, el primer Obispo, y le dijo a Don Fran­
cisco que quisiera a Alonso Pérez y no le hiciera mal porque era hijo de un
principal, y lo dijo delante de todos los Señores que se llamaban Ahpozotzil,
Ahpoxahil, Galé Tukuché, Ahporoxonihay. Así lo hizo aquí el Señor Obispo,
hijos míos. “Después se verá como el reino se desbaratará” , dijo nuestro
padre.
Así fue el nacimiento de Don Francisco, hijo de una esclava. Si por
acaso os hiciere mal Don Francisco Ordóñez y dijere que no tenéis linaje,
hijos míos, ya veo que querrá provocar un pleito.
Por eso me pongo ahora a escribir vuestra estirpe, vuestro nacimiento.
El es hijo de esclava; vosotros sí sois nietos de Hulahuh Can, hijos de una
Señora principal, vuestra abuela, hijos míos. No hagáis caso de ellos, aun­
que os digan alguna cosa. Como yo ya me estoy muriendo, os dejo este mi
testamento, porque voy a morir, pues ya soy viejo, hijos míos. Vosotros des­
cendéis de nuestros abuelos, los que fundaron el reino, y yo he escrito el
linaje de Don Francisco Ordóñez y a qué principales pertenecen ellos los

24 Xa ka hom chuti, ka hom tzalam chive. El texto describe las dos clases de juego
de pelota que acostumbraban los indios, la pelota de mano y la pelota grande que se
jugaba entre los altos muros del tlachtli.

423
tres [Francisco], Hernando y Cristóbal. Por si acaso sus hijos os hicieren
algún mal u os despreciaren, aquí dejo escrito su linaje.

Yo, Alonso Pérez.

Este es el principio de la estirpe del principal llamado Qabuvil Tenam,23


el Alay Tem, el Alay Chacat, que no en balde le pusieron estos nombres
nuestras madres y abuelas, porque eran sabios y escribían y contaban los
días.26 Así lo decían nuestros abuelos y padres, los hijos de Tulán y Zuyva,
que vinieron de la otra parte del mar, de donde sale el sol, de Vukub Pee,
Vukub Civán, donde vivieron, donde nacieron. De esta manera les pusieron
sus nombres de encantadores, hechiceros, brujos y naguales. No andaban
sólo vagando por los montes y valles, todos ellos se propagaban allí, según
decían.
Hoy a los veintiún días del mes de noviembre de mil y quinientos y cin­
cuenta y cuatro años, 1554, hago éste mi testamento y título que contiene
la verdad ante Dios. Y escribo esta relación que no debe borrarse. Yo, Alon­
so Pérez, para vosotros mis hijos y para mis nietos, para de aquí hasta que
se acabe el mundo, que no se pierda esta relación.

Yo, Alonso Pérez.

25 Qabuvil Tenam, Dios o Señor del pueblo.


26 Ahmay tzih, Ahmay vuh, he Ahcholkitt, los hombres que contaban los períodos
de 20 años llamados may y manejaban el cholkih, período de 260 días.

424
CODICE DE CALKINI
(Traducción y Proemio de Alfredo Barrera Vásquez,
con Glosario e Indice analítico)

PROE MIO

E l p r e s e n t e documento, que por primera vez se publica traducido al espa­


ñ o l* gracias al interés del Dr. Alberto Trueba Urbina, gobernador consti­
tucional del Estado, en hacer accesibles fuentes de la historia de Campeche
que de otro modo permanecerían fuera del alcance del público, sea por su ra­
reza o porque estén escritos en otras lenguas que el español, es un prístino
relato, tomado en su conjunto, de la provincia maya de los Canules, cuya
capital fue la noble Calkiní del Camino Real. Habla del linaje Canul, de la
extensión y límites de su territorio, de episodios de su conquista y de los
nombres de sus hombres notables de inmediatamente antes e inmediata­
mente después de aquélla.
No está completo. Desde su descubrimiento le faltaron las diez prime­
ras páginas. No sigue un plan, sino que es una serie de relaciones que ni si­
quiera siguen un orden cronológico riguroso. Es una compilación de diver­
sas relaciones y noticias, todas de carácter histórico, pero sus datos son pre­
ciosos.
Contiene la lista de lo tributado a Montejo a su paso por Calkiní y de lo
que el Capitán hizo con el tributo junto a la grande ceiba cabe el pozo Ha-
lim; el nombre de los dos primeros españoles que residieron en Calkiní y el
de los esclavos que se les dio comprados en común y lo que por ellos se pagó.
Hace mención de los barcos que tenía un sacerdote Canul en el mar para
que pescasen sus esclavos; de los varios nombres que un hombre podía te­
ner según la usanza maya: naal o materno, paal o infantil, coco o de chiste,
es decir, apodo, además del profesional, hecho ya mencionado por Landa,
pero dando solamente el dato de cuándo el maya cambiaba de nombre; de
la fecha de cuando se terminaron de abrir las calles de Calkiní y quien las

* Edición del Gobierno del Estado de Campeche, Biblioteca Campechana, núm. 4,


1957. (N. E.)

425
hizo; de la comisión Camd que va en 1821 a los archivos de don Francisco
de Montero Xiu de Maní en busca de un mapa para aclarar problemas de
límites. Por último, revela cómo un maya educado tenía noticias precisas
de la geografía de la península al mencionar el Peten Itzá, Sisal en la costa
norte y Cobá, posiblemente confundiéndola con Tulum, en la costa oriental,
además de Campeche y Champotón en la occidental.
La historia del documento y de su paradero hasta 1906 la da el ilustre
historiador campechano don Gustavo Martínez Alomía en su ensayo Histo­
riadores de Yucatán, como sigue:
“La llamada Crónica de Calkiní que aduce como prueba de alguna de sus
afirmaciones el señor Lic. D. Juan Francisco Molina Solís en su Historia del
descubrimiento y conquista de Yucatán, es un cuaderno manuscrito muy an­
tiguo que contiene varias relaciones de la manera cómo poblaron los indios
en aquel lugar, después de la destrucción de Mayapán; del viaje de los con­
quistadores a través del cacicazgo de Acanul, de que Calkiní era la capital;
de la resistencia de que se hizo allí a Montejo y su entrada triunfal, con otros
datos curiosos acerca de las antigüedades mayas.
“Lo obsequió el cacique de ese pueblo, en el año de 1867 a don Faustino
Franco, amigo de nuestro erudito historiador el señor Molina, de quien éste
lo hubo, y a su vez lo puso en manos del limo, señor obispo don Crescen­
d o Carrillo y Ancona, quien lo agregó al Códice o Chilán Balán de Chuma-
yel. Debe encontrarse entre los valiosos documentos históricos que aquel sa­
bio Prelado guardaba y hoy están en poder de su principal albacea el Lic. don
José D. Rivero Figueroa.
“No conocemos la disposición testamentaria del limo, señor Carrillo;
pero nos atrevemos a asegurar que no se opondrá a la publicación de esa
Crónica ni a la de algunos otros documentos correspondientes a la historia
del país, que con tanto acierto utilizó su poseedor en sus estudios.
“El nombre de Crónica de Calkiní no lo tiene el original, pero quien
quiera que lo haya bautizado así, lo hizo con notable propiedad, porque refi­
riendo hechos ocurridos en aquel pueblo y sus alrededores, es el más ade­
cuado para el manuscrito.
“Carece también del nombre del autor, según me han informado, y creo
que no sea una copia coetánea de la conquista o de tiempo müy poco lejano
de ella, porque nuestro clima destruye con bastante precipitación los pape­
les antiguos. Mis suposiciones las rectificaría yo a la vista del original, pero
no me ha sido posible conseguirlo a pesar de mis deseos. Esto me propor­
cionaría también la ocasión de comprobar la veracidad de algunos documen­
tos en lengua maya que poseo, relativos al pueblo de Sahcabchén y que re­
fieren sucesos de mediados del siglo xvi, los cuales he tenido siempre por
apócrifos, por cuyo motivo no los he querido incluir en el presente trabajo
destinado a conservar la relación de nuestras fuentes legítimas de historia.
“A mi juicio los escritos éstos apenas alcanzan a una época aproximada
de 1750, a no ser que sean copias de los originales o de otras copias más
antiguas.
“D e cualquier manera, la publicación de la Crónica de Calkiní sería Uti­
lísima porque comparado su relato con lo poco que aún nos queda de los pri­

426
mitivos historiadores y estudiándose con algún detenimiento, podría com­
probarse su exactitud y servir de referencia exacta a los que se dedican a
esta clase de trabajos” .
Hasta aquí nuestro historiador Martínez Alomía. Con la ayuda de otras
fuentes, continuamos la historia a partir de 1906.
Cuando el famoso Chilam Balam de Chumayel fue enviado de Mérida a
Filadelfia, en 1910, para ser fotografiado por el Dr. George Byron Gordon,
el documento calkiniense, agregado al Chumayel, se envió juntamente con
éste y fue también entonces fotografiado, pero no llegó a publicarse cuando
en 1913 aparece la edición facsimilar del Chumayel. Ambos manuscritos re­
gresaron a Mérida a la testamentaría del obispo Sr. Carrillo y Ancona.
A la muerte de su albacea, don José D. Rivero Figueroa, los papeles del
Sr. Carrillo y Ancona pasaron a su vez al albacea del Sr. Rivero Figueroa, el
Sr. José Policarpo Molina y del poder de éste a la Biblioteca Cepeda de
Mérida por compra que de ellos hizo velis nolis el general Salvador Alvarado
en 1915. Poco tiempo después desaparecieron de esta biblioteca, inclusive,
naturalmente, el manuscrito de Calkiní.
Si continuó el Calkiní unido al Chumayel no se sabe, pero en 1938 un
Sr. Cori Pallota ofreció éste en venta desde Boston, Mass., EE.UU., por la
suma de 7.000 dólares, según carta dirigida a don Carlos R. Menéndez y que
publicó en facsímile en el número correspondiente al 11 de agosto del pro­
pio año, del Diario de Yucatán. Más tarde, alrededor de 1942, el Sr. Julio
Berzunza, profesor entonces de la lengua inglesa en el Colegio de Agricultura
del Estado, de Durham, New Hampshire, EE.UU., ofreció al Dr. Sylvanus
G. Morley de la Institución Carnegie, el mismo Chumayel, por la suma de
5.000 dólares. Estas son las últimas noticias que se tienen del paradero del
Chumayel. Si el manuscrito de Calkiní se desglosó y siguió otros caminos,
entonces está perdido desde 1918, más o menos.
Antes que el Dr. Gordon fotografiase el Calkiní juntamente con el Chu­
mayel, don Teoberto Maler, residente en Mérida, había hecho reproduccio­
nes de éstos y otros manuscritos mayas.
El Sr. William Gates, en 1935, publicó por primera vez, en Baltimore,
EE.UU., una edición en facsímile del Calkiní, utilizando para ello las foto­
grafías del Dr. Gordon. En la introducción de su edición relata que no pudo
utilizar las fotografías del Sr. Maler, porque resultaron con el tiempo defec­
tuosas debido a las sustancias químicas usadas para fijarlas (...)
Las diez primeras páginas fallantes contenían el comienzo de la relación
de Batabes y sus oficiales que termina al inicio de la doce. Estos señores, por
lo que se deduce del contexto, fueron congregados en Calkiní en los cortiles
de Na Pot Canché para efectos del tributo que debería ser presentado al ca­
pitán don Francisco de Montejo.
Según dice el Sr. Martínez Alomía, don Juan Francisco Molina Solís cita
el documento de Calkiní como apoyo a algunas de sus afirmaciones. En efec­
to, esto lo hace en el capítulo X V I del Libro Tercero de su mencionada
Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán, precisamente al referir­
se a la estancia de Montejo en Calkiní, pero no en todas las ocasiones — lo
cita varias veces— lo hace correctamente.

427
Con respecto a la carencia del nombre de su autor, no siendo obra de
una sola persona sino compilación de varias testificaciones producidas en di­
ferentes épocas — la fecha más antigua es de 1579 y la más reciente de
1821— , no podría tenerlo, pero en la mayoría de los casos se asienta quién
habla y quién registra.
El manuscrito era un libro de la comunidad, un Popol Vuh, como se
dice en quiché o Popolhuun en maya si quisiéramos hacer la versión de aquel
nombre, que como todos los otros llamados Libros de Chilam Balam se guar­
daba celosamente para que en él se registrase para la posteridad toda noticia
y dato digno de tal honor.
Cuando estos únicos libros venían a quedar ajados, eran copiados, de
modo que sólo resultaban contemporáneas las últimas anotaciones hechas en
ellos. En el caso del Calkiní, parece ser copia de fines del siglo xvi o prin­
cipios del siguiente, hasta la página 38 inclusive, más las dos primeras líneas
de la 39. Son contemporáneos los últimos tres asientos. Identificándose al
Crespo que firma uno de éstos, en la página 39, podría saberse la época en
que estampó su firma allí. Los otros dos son clarísimos asientos originales
hechos en 1821.
En las postrimerías del siglo xix, que fue cuando escribió el Sr. Martínez
Alomía, este ilustre campechano preconizaba la publicación del documento
Canul. Y aunque la edición en facsímile se hace en 1935, en EE.UU., es
sólo ahora que, como decimos antes, otro ilustre campechano realiza esta
primera edición española dentro de su programa renovador y como justo
homenaje a la señorial kalkiní de los Canules.

A lfredo B arrera V ásquez

Campeche, Camp., Marzo de 1957.

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CODICE DE CALKINI

...los que estaban en camino.


Los de Chulilhá tenían por Batab a Na Puc Canul que vivía allí; los
españoles estuvieron en su casa... aquí en Calkiní... Canul... Los de Chicán
tenían a Na Un Canul por Batab...
Na Hau Dzul se llamaba su Kul. Na May Canul...
Na Bich Canul era su tercer Ah Can...
Los de Maxcanú tenían por Batab a Na Hau Canul... Kul.
Calam era su Kul; Ah Kul Cob era su segundo Ah Can; Ah Kul Chim
era su tercer Ah Can.
Los de Nohcacab tenían por Batab a Na Chan Uluaense; Ah Kul Chan
era su Kul; Ah Kul Yah era su segundo Ah Can.
Los de Bécal tenían por Batab a Batab Nauat; Na Un Canul había sido
su Batab antes, renunció y fuese a Tenabo.
Ah Kul Yah era su Kul cuando llegó Na Chan Canul entonces en Tape-
kam, de donde vino cuando entró al oficio del Batabilado; Ah Kul Tucuch
era su Kul; Ah Kul Huh su segundo Ah Can.
Los de Tepakam, donde se recaudaba el tributo a los calkinienses como
un solo pueblo, tenían por Batab a Na Batún Canul; Ah Kul Chi era su
Kul; Ah Kul Dzib su segundo Ah Can.
Eran muchos antiguamente, pero se dispersaron por los pueblos; enton­
ces su Batab vino aquí a Calkiní con Na Puc Chí, su Kul; aquel Ah Kul
Dzib se marchó, su hijo está en Tenabo.
Termina aquí mi relación de los nombres de los Batabes y de los Kules
y Ah Canes. Se les tasó su tributo presentes en los cortiles de Na Pot Canché
aquí en Calkiní. Así se hizo el prorrateo del tributo de cada parcialidad:
cada uno cinco... pavos, ciento en conjunto; igualmente el grano, cien en
conjunto el maíz también, pero no cargas grandes sino pequeñas en costalejos
atados. Cinco los cántaros de la miel; diez canastas de algodón en rama. Y se
aportó el cordón para corazas y se aportaron diez canastas de algodón urdido
y se aportaron, pero se distribuyeron, los pavos, el maíz y la miel. El algo­
dón urdido y el en rama no se distribuyeron. Poco a poco, enmedio, comen­
zaron a rodearlos (a los que distribuían). Entonces habló su Capitán: “Dad­
les” , dijo y a esto se arrojaron sobre ellos y arrebataron, todos mezclados con
los cúlhuas; hubo quien tomó mucho, también hubo quien tomó poco. “Uno
después del otro, tú! ” Pronto cogieron. Esto les aconteció delante de su
Capitán De Montejo que miraba cómo le aportaban el tributo. Pero era yo
un muchacho siguiendo a mi padre que estaba en oficio mientras yo veía lo
que se hacía y así lo relato aquí. Estaba yo con mi padre Na Pot Canché.
Aquí sucedió sobre el pozo de nombre Halim donde se alzaba la majestuosa
ceiba, bajo la cual se concertaba todo aquí en Calkiní.
De los Batabes, de los cuales he hecho relato, y de sus Kules, sus nombres
los dije arriba.
Ellos estaban cuando aconteció la suplantación de señorío aquí. Estos son
sus Kules, sus nombres los escribo abajo yo. Estos son nuestros señores es-

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pañoles, de nosotros los calkinienses. Pacheco, nuestro primer señor. Una es­
clava se le entregó. Ix Chen Uitzil era su nombre.
Fue comprada en común por el pueblo. Dos brazos de manta de a dos
fue su precio cuando se le entregó.
No había pasado mucho tiempo que se había ido cuando vino el carpin­
tero — así se llama el que trabaja la madera— , que tenía el cabello cortado
a la redonda; no estaba pelado.
Desposó a Ix Chan que no era señora. Cuando pasó algún tiempo que
había venido a señorearnos, se le dio un esclavo, Na Hau Tzel se llamaba,
era esclavo de Na Un Canul. Se compró en común, pero su precio no alcan­
zó a dos brazas, el valor de su milpa. Lo acordaron los ancianos que vivían
cuando llegaron los españoles. Los que les hicieron la entrega fueron Ah Kul
Canché y Na Chan Che. Estos fueron.
Así también de una sola parcialidad formaron parte los del linaje de don­
de procedo. No ambicionaban el Batabilado ni eran de índole dada a la dis­
cordia, así en sus palabras como en sus tratos. Mi gran hermano mayor Na
May Canché salió de los intramuros de Mayapán en compañía de sus Bata-
bes: Ah Dzuum Canul, quien venía del linaje de Ah Itzam Kauat de los
Canules que se establecieron en pueblos itzáes cuando salieron de Mayapán,
y Ah Tzab Canul y Ah Kin Canul también, y Ah Paal Canul también y Ah
Sulim Canul y Ah Chacah Canul y Ix Copa Cab Canul y Na Bich Canul. Estos
batabes que enumeré son nueve. Me relató mi grande hermano Na May Can­
ché cómo comenzó a tener cuidado con los pueblos con sus Batabes y fueron
amados por los pueblos también. Fue cuando tuvo a su cargo gente mi gran
hermano. Pero sucedió que se desorganizó su tribu en las huertas, en las ca­
sas de familia y las del común. Y comenzaron a discutir y vino el despobla­
miento y levantáronse y vinieron a establecerse en Calahcum. Allí estaban
cuando se fue Na Bich Canul a Tuchicán en compañía de Na Un Canul, am­
bos Batabes. Así se vinieron a desgaritar por los pueblos y fuese entonces el
gran Ah Canul Sihó con sus súbditos y con el rico Na Un Uicab y el rico
Chan a establecer al Batab de aquí de Calkiní, el cual Batab fue Ah Tzab
Canul que se estableció y fue su Kul Ah Kul Canché; Na Moo era su nom­
bre naal\ era del linaje de Na May Canché.
Y el Batab Ché cuyos antepasados murieron en Maní y Ah Balam Dzul
que no tenía linaje porque se perdió en las sabanas. Entonces se estableció
Ah Kin Canul en el pozo de Sacnicté; Ah Kul Naal fue su Kul en compañía
de Na Can Cauich y Ah Kul Ceeh. Por los de Dzitbalché, aquel Na May
Canché de quien he hablado llegó al Batabilado a causa del cambio del Batab
de Guerra que gobernaba Dzitbalché, con el Sacerdote Ah Kin Coyí quien
era Chuén Coyí y que murió en Chumbilché en Hecelchakán en compañía
de Ah Kin Tun quien tenía por nombre paal -4h Chac y Ah Kin Chac por
segundo nombre. Al Batab de Guerra se le alzaron sus soldados en las sa­
banas y sucedió que lo mataron en la ho:ca y mataron innumerables perso­
nas. Su Batab, el Batab de los soldados (alzados) era bravo para ir a la muerte
y comenzó a pelear a las faldas del bosque alto. Para ir a la guerra se puso
sus cuentas kan y sus cuentas tun también; embrazó su escudo, tomó su
lanza. Allí en la guerra murió ataviado como dije. El lo tramó en las afueras

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de Kuché. Murió valerosamente y en calidad de Batab. Pero sus cuentas
tun y sus cuenta kan con flores y su kancotom fueron reverenciados. Su
lanza se juntó con su kancotom de señor, en montículo, en el bosque alto,
como valiente, en su bravura. Fue nuestro antepasado.
Tenía tres hijos, el mayor era Na Pot Canché, hijo de Ix Ikal; sus her­
manos menores eran Na Chan Canché y Na Batún Canché; Siyah era su nom­
bre paal; Ix Chan Pan era su madre. Se decía que los tres hijos se llamaban
también Na Chañes. Ah era el nombre paal de los dos hijos de Ix Chan Pan.
Cuando tomó esposa el mayor ya hombre, Na Pot Canché, tomó a la hija de
Ah Kin Can y nacieron Ah Col Ché y Ah Itzam Canché. Engendró en su mujer
cuatro hijos varones y cuatro mujeres. Aquí nacieron en Calkiní. Ya había
muerto Ah Tzab Canul cuando llegaron los españoles.
Los recibió pues, Na Pot Canché, con el tributo, cuando llegaron a sus
cortiles donde había reunido a los Batabes Na Chan Ché Canul. Na Pot Can­
ché se había puesto a disposición de los españoles para atenderlos con sus
¿sclavos, el que se llamaba Ah Cot Mas e Ix Cahum Kug, su gente. Entonces
fue nombrado Batab por los españoles y su yerno Na Couoh Mut y su her­
mano menor Na Chan Canché y Na Batún Canché, estuvieron a su cuidado,
sus hijos decía. Na Pot Canché gobernaba aquí en Calkiní, cuando en sus
cortiles se entregó el tributo al Capitán Montejo cuando llegó aquí en Cal­
kiní con sus soldados que lo seguían, cuando llegaron del pozo Sacnicté. Lle­
garon primero sus cerdos y sus cúlhuas.
Gonzalo erá el Capitán de los cúlhuas. Cuando llegaron los españoles se
henchía de sol el horizonte, amanecía en el oriente cuando llegaron. Cuando
vinieron a llegar al cabo de este pueblo de Calkiní, dispararon la primera
vez; cuando llegaron a las puertas de la sabana dispararon también una vez
y cuando llegaron a sus casas dispararon la tercera vez. Así lo hicieron. Se
reunieron los calkinienses a esperar que acabase de llegar el tributo de cada
parte de la región. Lo entregaron al Capitán cuando había ya amanecido.
Este es el tributo que entregaron: cien (cargas) de maíz recogido de todos;
de pavos un ciento también; cincuenta cántaros de miel; veinte cestos de
algodón en rama. El cordón para corazas fue aportado; también algodón
hilado blanco. Este fue el tributo que recibió Montejo bajo la ceiba, en
Halim.
Y comenzaron a distribuir entre ellos mismos el maíz los tupiles. Allí
estaban reunidos los llamados tupiles cuyos nombres no se sabía. No salva­
ron ni las pechugas de los pavos tampoco; así distribuyeron igualmente los
pavos como distribuyeron el algodón y el hilo y vino el desorden y comen­
zaron a rodear a los distribuidores y habló el Capitán y dijo: “Dadles; to­
mad todos” , así dijo. Entonces se arrojaron sobre ellos y abrazaron en mon­
tón. Hubo quien mucho cogió, hubo quien poco tomó, por la fuerza, todos a
una, mujeres y hombres. Batún los apresuraba. Esto se originó en los cortiles
de Na Pot Canché. Los hidalgos de los pueblos, los habitantes y su Batab Na
Chan Canul, culpables, vieron cuanto sucedió; estaban escondidos en el ex­
tremo de la casa, amontonados en la casa de Na Pot Canché. Fueron atados
por los españoles, lo cual causó mucho dolor a sus madres. Na May Tayú y
Na Chan y Ah Kul Couoh y su Ah Canes lo relataron desde el principio a

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los sacerdotes Kin May y Ah Kul Uh. Los de Ah Na Batún Uc eran: Na
May Tayú, uno; Ah Dza Ti Ya, también uno; Ah Ch’auil, uno también,
Ah Dzuún Ché era esclavo de Ah Cauil; Ah Chuén Chay era el segundo es­
clavo. Estos eran los mayores calkinienses que vivían aquí en Calkiní. Los
que estaban al frente de los pueblos eran éstos: Na Hau Kumún, que tenía
por nombre paal Ah Tzab y que era padre del que se llamó Juan Kumún
cuando lo bautizaron; Na Cahún Ché, cuyo hijo adoptivo llamóse Juan cuan­
do lo bautizaron; Na Cahún May, que tenía por nombre coco Ah Xun May,
Na Puc Cimé, cuyo nombre coco era Ah Pach Uitz; Na Dzul Cimé; Na
Couoh Mut, yerno de Na Pot Canché, cuyo hijo Na Chan Couoh, fue Batab
aquí en Calkiní, su nombre coco era Na Itzá; Na Hau Ku quien no tenía
antepasados, se perdieron; Na Chan Ché, cuyo nombre coco era Ah Kan
Tzohom; Na Puuc, cuyo nombre coco era Ah Tup Kabal; otro también era
Na Puc Uc, de nombre coco Ah Xoch’il Ich. Estos vivían aquí cuando lle­
garon los españoles. Pasaron trabajos aquí en Calkiní. Jadeantes y sin cesar
llevaban carga sin paga alguna día a día. En dos partes dividían el camino,
con su carga: tanto por Pocboc como por Chulilhá hasta los cortiles de Na
Puc Canul, quien tenía por nombre paal Ah Cen Canul. Na Cabal Batún era
esclavo en los cortiles de Ah Kul Canché.
Salían de aquí de Calkiní de la casa de Ah Kin Canul y llegaban a Pocboc.
Guerreados salieron. Por Palcab venían con sus perseguidores detrás de
ellos; el Ah Kin Canul y sus esclavos cargadores y su gente en gran número
escaparon. Sus hijos eran Ah Tok el mayor, Ah Ch’im Canul y su hermano
menor. Los esclavos de su padre eran cinco y su gente eran cinco también.
En la casa de Ah Kul Canché se desplomaron con sus cargas todos. “Fatiga­
dos estáis señores” . “No es juego lo que hemos padecido. Desde que salimos
hemos padecido el no dormir. Ha dejado de pasar la gente por el camino,
porque lo cortan aquellos hombres. Por Palcab nos atajaron” . “Id al amane­
cer por el bosque” . Por aquella manigua fueron corriendo con miedo de ser
cogidos. Estaban cargadísimos por los españoles. Se cargó todo. Los grandes
perros, sus cuellos sujetos a hierros. “Envuelve, para cargar, al perro, con
tu ropa, ¡eh tú, hombre!” , les ordenaban. Se colgaron los cerdos de palos.
“Cuelga al palo el cerdo con tus ropas, ¡eh tú, hombre! ” Las mujeres tam­
bién fueron cargadas. “Que te carguen, mujer, con tus ropas” . Quedaron sin
enaguas, así se les cargó. No una, ni dos veces sucedió lo que se relata;
muchas veces, innumerables, sucedió a nuestros padres, aquí por los cami­
nos de Calkiní.
No sucedió a los de Pocboc que estaban entre los pakmuchenses y los
tenabenses. Les sucedió a todos los que decimos del camino de Ho’ (Méri­
da); les sucedió a los chulenses y a los de Chicán y a los de Maxcanú y a los
de los pueblos de las sabanas y a los de Dzibilkal. El Batab de éstos era Na
Couoh Canul. Este era su nombre naal. Na Mo Uc era su Kul. Asimismo,
los Batabes enumerados arriba, se esparcieron por los pueblos. Los que he­
mos dicho, llegaron todos juntos aquí en Calkiní. De aquí salió estando pre­
sente Ah Tzab Canul y fuese a ejercer el Batabilado en Bacabch’én, Copa
Cab Canul, con sus súbditos, y con su Kul Na Chan Coyí. Era Batab en Ba-

432
cabch’én, cuando llegaron los españoles a Champotón y se reunieron los Ba­
tabes y fue enviado por los Batabes a Champotón.
Asimismo cuando se reunieron aquí en el pueblo de Calkiní a' tener sus
conferencias, llegó Ah Tzab Euán, Batab de los mopilaenses a conferenciar
con Na Chan Canul, Batab de los calkinienses y acordaron ambos Batabes
hasta dónde alcanzarían las sementeras de sus pueblos. Hubo bakal haes
cuando llegó. Aún no llegaban los de cada parcialidad.
Así se inició la reunión de los calkinienses y su Batab Na Chan Canul y
sus Ah Canes que se juntaron en la casa de Na Pot Canché y comenzaron
a discutir con Ah Tzab Euán, Batab de los mopilaenses. Estaban presentes
sus Ah Canes que lo seguían y su hermano menor Ah Kox Euán, cuyo nom­
bre naal era Na May. Ah Kin Canché era su Ah Can, Ah Kub Xool era su
segundo Ah Can, Ah Kul Chí era su tercer Ah Can. Hubo bakal haes y vino
mientras conferenciaban con el Batab de los calkinienses. En aquella reunión
se les señaló para ellos, los bosques que están al oriente del pueblo de Cal­
kiní, inclusive sobre la laguna Halal y sobre la laguna Tzemez Akal. Harían
sus sementeras desde ahora los mopilaenses sin esclavitud en aquellos bos­
ques. Dijo Na Chan Canul el Batab de los calkinienses a Na Pot Canché lo
siguiente: “Nadie meterá rencilla a nuestros hijos en los días que vienen
ahora, ni meterán cizaña nuestros hijos en el futuro tampoco, porque somos
hermanos con vosotros” . Así habló el Batab de los calkinienses cuando ter­
minó de conferenciar con el Batab de los mopilaenses. Y agregó el Batab de
los calkinienses: “Si acabasen por desbandarse nuestros parientes repartidos
en los pueblos de aquí de Calkiní, sus milpas irían a la otra parte hacia el
sur, viniendo a la sierra. Si ellos os pidiesen también, vosotros sabréis enton­
ces si les daréis milpas entre las vuestras; dependerá de los tratos que hagáis
lo que haréis” . Entonces preguntó Ah Tzab Euán, el Batab de los mopilaen­
ses: “ ¿Hasta dónde llegan los bosques dados por el norte y hasta dónde es
el término de los bosques de los becalenses?” Y dijo el Batab de los calki­
nienses Na Chan Canul juntamente con Na Pot Canché y Na Chan Ché:
“Sobre la laguna Tzemez Akal, al extremo de la sabana en Matú al norte,
porque allí se estableció Na May Tayú sobre la laguna Tzemez Akal; él era
hombre anciano. Además ese es el término de nuestras tierras, más allá del
palmar, más allá del centro de la gran sabana al norte de la laguna Xicinchah,
más allá de Kochyol, más allá de Calxub, más allá de Calakya, entonces se
alcanza el término de los bosques de los halach’oenses al norte del pueblo
de Ch’och’olá. Lo saben los Batabes Nauat y Na Un Canul y Na Chan Canul,
Batabes de los becalenses” . Este Na Chan Canul partió de Tepakam cuando
llegó a Bécal y entró al Batabilado de Bécal y conocía el término de los bos­
ques y lo supo Ah Tzab Euán, Batab de los mopilaenses. “He aquí los án­
gulos de los bosques: los bosques de los halach’oenses están al fin del pueblo
de Ch’och’olá; y el ángulo de los bosques de los mopilaenses también. Esta
es la ocasión para que nadie hable ni nadie grite. Quede así establecido lo
ordenado aunque se sospeche del tratado sobre el término de nuestras tierras
que se os da. Nadie ponga hitos, porque serían origen de discordia y mutuas
matanzas. Si se pusiesen mojones al fin de los bosques, serían removidos
constantemente por gente malvada en los días venideros. Ahora al iros sea

433
principio de que no se amojonen los términos de los bosques. Es terminante
todo lo que os hemos dicho. Que no veáis que se cambie en los días que
vienen por delante, porque muchos pueblos vienen a estar a cargo, el peque­
ño Calkiní” . Así habló Na Chan Canul, Batab de los calkinienses, quien es­
taba con Na Pot Canché, Na Chan Ché, Na May Tayú, Na Batún Uc. Cuan­
do terminó de conferenciar con el Batab de los mopilaenses, escuchó a Na
Pol Huch’im y a Ah Ceh Huch’im y fuese a Xicinchah en compañía de Na
Un Chí y Na Batún Tacú y Na Chan Chí que Ah Xoc Chí era su nombre.
Los tres eran pequeños. Na Batún Ché y Na Canché eran curtidores de cue­
ros. Todos éstos que habían subido a hacer sus milpas, todos bajaron a otras
abajo a Tahpuc en Sinab, Kochyol, Itzimté y Pacanté y Kuumtúun. Los mo­
pilaenses vinieron a Tzemez Akal y a Yokol Akal.
Allí comenzaron a conferenciar. Comenzó la plática nuestro Batab con el
Batab de los mopilaenses. Así será visto cómo se extienden las señales de
la memoria de los nombres de los términos de los bosques que dijimos a
los señores. Para que no se pierdan al morirse, lo que sucederá, pues mori­
rán los que vienen atrás.
Nadie deberá meter rencillas.
Nadie deberá meter la discordia. Hay sospechas.
Nada de pleitos ni envidias. Ni nadie deberá gritar porque no sea suyo
(el bosque).
Esta es la causa que demos el título, nuestra palabra, nosotros los calki­
nienses, para que sea visto por los hijos de los mopilaenses que vienen atrás.
Ante los Batabes lo hacemos, en el día en que estamos, hoy veintiuno de
abril de 1579 años.
Es la verdad, tiene nuestras firmas al calce.

Don Francisco Chim Juan Canché Juan Ku


Gobernador Agustín Ci Diego Uc
Alonso Canché Batab Juan Canché
Gonzalo Canul Jorge Canul Pedro Kuk
Pablo Cauich Batab Escribano
Alcaldes

Esto es lo que explico, nuestro relato, dentro de la plática, nosotros,


Alonso Canché y Pablo Cauich, nunkinienses, hombres ancianos, y Francisco
Chablé, vimos que terminase su plática, cuando hablaron arreglaron, deter­
minaron, decidieron limpiar los caminos los kalahcumenses. Quedó estable­
cido en Ixkalakya donde conferenciaron. Al noroeste, acordaron, cuando
quedó establecido en Xkalakya. Pasó sobre la laguna Tahcalxub. Pasó sobre
la laguna de Xcumakal al oriente de Xcalxub y salió al pie del cerro de
Kochyol. Pasó al norte de la laguna de Xicinchah en el rincón de la sabana
donde está el árbol de la güira. En el altillo se plantó la cruz al pie del árbol
del beec. Se hizo camino hasta salir a la falda de la sabana en Chanap y salió
a Xnob a una pequeña distancia de Matú. Este es el término de lo hablado,
el fin de las palabras de don Miguel Canul, gran Batab, Batab de los calki-

434
nienses. Así concertó tratado con sus conbatabes. Así terminó la reunión del
pueblo aquí.
Aquellos son los límites de los bosques de los calkinienses, según don
Miguel Canul. Esta es la verdad y lo justo también. No es relato de falsedad.
Si no estuviesen separados nuestros bosques nosotros los calkinienses fué­
semos nosotros mismos tres pueblos. Esta es la verdad de nuestras palabras
que certificamos ante el Batab don Jorge Canul, gobernador, aquí en el pue­
blo de Nunkiní, en presencia de los Alcaldes Pedro Ayil, Martín Cauich y
Pablo Cauich, anciano y Pablo Baalché mopilaense, más los Regidores, ancia­
nos funcionarios. Por esto puso su nombre el hidalgo don Jorge Canul, go­
bernador, que sabía escribir. Y escribí los nombres de los Alcaldes en lugar
de ellos mismos, que tienen los ojos pegados porque no aprendieron a escri­
bir. Yo el que escribe este papel. Jorge Canul, Pedro Ayil, Martín Cauich,
Alcalde.

El nombre de los ancianos están escritos abajo: Melchor Hau, Regidor /


Miguel Aké, mopilaense / Luis Chan / Francisco Chablé, pakamense / Juan
Canul, Escribano / Miguel Can, Caminero / Juan Tacú, mopilaense.
Esto es lo establecido por el gran Batab don Miguel Canul: Comenzando
en Calakya, camino de Bécal, Tahcalxub sobre la laguna arbolada al oriente
de Lakya, en Cumakal al oriente de Calxub, al oriente de Kochyol hasta en
medio de Kochyol, pasando por las faldas de la sabana hasta el rincón de la
sabana en Xicinchah pasando las milpas de Chanap, siguiendo al fin de las
milpas para ir a Tzemez Akal, por Matú. Termina lo establecido sobre los
términos de los bosques de los saclumenses. Este es el fin de lo ordenado.
Don Miguel Canul, gran Batab.

En el pueblo de Nunkiní de la jurisdicción de San Luis Calkiní, hoy a


cinco días de mayo del año de 1595, reunidos, el Batab don Jorge Canul,
gobernador de los nunkinienses y los ancianos principales, Alcaldes y los
otros oficiales, dispuso don Jorge Canul que fuesen convocados los ancianos
que supiesen cómo habíase llegado aquí en Calkiní. Fueron citados Alonso
Canché y Pedro Uc, calkinienses, verdaderos calkinienses, hombres notables,
los cuales se presentaron ante el Batab don Jorge Canul. Asimismo fue lla­
mado Juan Chinab de Dzitbalché, notable de Calkiní antiguamente y cuyo
padre fue verdadero calkiniense. Se citó también a Antón Ché su convecino
de Dzitbalché. Sabían cómo se establecieron los calkinienses. Les pidió don
Jorge Canul que lo relatasen, y así comenzaron a relatar lo que sabían.
Este es su relato, de lo que primero supieron: El pueblo donde vivían
era Pacanté. Sabían los nombres de las personas que vivían en Pacanté y
en Sinab, así como en Itzimté y en la laguna de Tahpuc. Y poblaron Xicin-
chah, Tzemez Akal y lo mismo que Matú. Todo sabían y cuando llegaron los
españoles fueron a declararles la verdad de cuanto sabían: los nombres de
quienes habitaban Pacanté. Eran calkinienses los que vivían todos. Es la ra­
zón porque fueron llamados los ancianos, para que pudiésemos escribir su
relato, la verdad de lo que dijesen; para que se dijese la verdad sobre los
bosques, porque se les arrebataba sus sementeras a los de las tres parciali­

435
dades del pueblo, a saber, los nunkinienses, los mopilaenses y nuestros fa­
miliares pakamenses. Los becalenses les quitaban sus milpas y los bosques
donde las hacían. Entonces se reunieron los agricultores a quienes quitaban
sus milpas y lo dijeron a sus principales para que se les saliese al paso. Esto
pidieron. Lo cual escribimos, la verdad y lo justo también. No era el tiempo
que llegasen los españoles en estas regiones aún, en estos nuestros poblados
de nosotros indígenas. Estos son los nombres que se saben.
Escribiremos los nombres de los individuos conocidos.
Escribiremos los nombres de las personas que vivían sobre la laguna.
Eran calkinienses, según lo dijeron. Yo, Alonso Cob, escribo sus nombres.
No sabían escribir ellos. Fueron testigos Alonso Canché y Juan Chinab de
Dzitbalché, según dijeron, hombres ancianos. Dijeron que relatarían cuanto
supieran. Comenzaron a relatar sobre Tepakam, poblado hasta ahora. Este
es el primer individuo que sabía: Alonso Canché, calkiniense. Este Alonso
Canché era verdadero calkiniense que conocía los bosques, todos los espinos
de los nunkinienses. En el pueblo de Tepakam, de antiguo y hasta ahora,
calkinienses habitan. El antiguo pueblo de Tepakam era de calkinienses cuan­
do aún no era el tiempo de los españoles. Se comienza a enumerar los nom­
bres de los calkinienses residentes en Tepakam. Na Chan Canul se estableció
en Tepakam que era del gobierno de los calkinienses. Se hicieron Batabes de
Bécal cuatro de sus hijos y Na Batún Canul se llamaba su hermano menor.
Ah Man Canul era su nombre paal. Na Batún era el nombre de su hermano
menor. Ah Kul Chí era su Kul; U Tzom Chí era su nombre (coco); Na Puc
su (nombre) naal. Na Chí Teec era su sacerdote, cuando se establecieron en
Tepakam los verdaderos calkinienses. Pero se fueron a vivir a Xicinchah.
En el gran pueblo de Xicinchah tuvieron sus sementeras y sus casas cubiertas
los verdaderos calkinienses.
Pacanté. Los calkinienses establecidos en Pacanté. Estos son sus nom­
bres. Desde el principio hasta ahora: Na Chan Dzul, nombre naal de Ah Ceh
Dzul. Se decía que era verdadero calkiniense. Los hermanos menores de Na
Chan Dzul murieron en Dzitbalché; eran dos. Los que vivían en Pacanté te­
nían sus milpas en Sinab, en Itzimté y Tahpuc. Tomaron posesión de sus
milpas cuando vivían en el pueblo de Pacanté cuando no era el tiempo
de los españoles aún. Estos son los nombres de los calkinienses que vivían
detrás de la laguna de Xicinchah. Allí vivían cuando llegaron los Batabes de
Bécal. Los calkinienses establecidos detrás de la laguna de Xicinchah se ex­
tendieron sobre la laguna de Halal. El rico Tayú que vivía en Halal señor
de esclavos se alió con los que vivían en Xicinchah. Na May Tayú cuyo nom­
bre paal era Ah Dzacab Tayú, era principal de los establecidos en Xicinchah.
Ah Kul Xool era el Kul de los establecidos en Xicinchah, los calkinienses.
Na Hau Cocom era su pariente establecido en la laguna; allí tenía su milpa
Na Chan Uc, cuñado de Na Puc Dzib. Ah Xoc Dzib era su nombre paal. Na
Chí Teec era su sacerdote; vivía en Tepakam cuando fuese. Estos son los
que se establecieron en Xicinchah. Eran muchos con sus súbditos los que
vivían en Xicinchah. Na Chan Cocom, rico, se estableció en Xicinchah; era
calkiniense. Lo sabemos nosotros, Alonso Canché y Juan Chinab; sabemos
su nombre porque estaban completos los calkinienses cuando llegó el tiempo

436
que vinieran los españoles. Los calkinienses establecidos sobre la laguna Tze­
mez Akal. Estos son sus nombres: Na May Tayúl era el nombre del principal
de los establecidos en Tzemez Akal. Na Couoh Muut era otro calkiniense.
El señor Batab Muut tomaron como Batab los calkinienses. Na Chí Yam,
Ah Col Yam, rico, tenía esclavo que se llamaba Ix Can Canul. Na Chan Uc
era otro hijo de Na May Uc, cuñado de Antón Ché establecido en Dzitbalché
e hijo de Batab Ché, Ah Chan Tunich antiguamente. Ah Kin Chan era su
sacerdote, padre de Na Un Chan el cual murió en Kuxubché. Y llegó el
Batab Canul que era Batab de los chulilhaenses a buscarlos. Na Puc Canul
era su (nombre) naal, Ah Cen Canul era su nombre paal. Se estableció en
Tzemez Akal. Tenía esclavos: Na Camal Batún y Ah Kauiz Hau. Otro es­
clavo del Batab Canul, en Matú, era Na Cahum Uc. Eran cuatro. Este era
padre de Pablo Uc, hombre principal establecido al norte del pozo Ocolbil-
ch’en dentro de la jurisdicción de los calkinienses. Vive Pablo Uc y tiene
hijos, dos varones. Sus antepasados fueron matuenses, calkinienses.

CALKINIENSES

Los que siguen abajo son calkinienses, descendientes de los que habita­
ron Pacanté, Xicinchah, Tzemez Akal, Matú. El resto de los calkinienses que
vivieron allí donde vivieron sus padres antiguamente, venimos a escribir sus
nombres: Francisco Ché de la comunidad de Calkiní. Descendiente de Na
Chan Ché, calkiniense. Juan Kumún que llegó a ser Tupil. Descendiente de
Na Hau Kumún, verdadero calkiniense antiguo. Gonzalo Chí que se hizo
Tupil. Descendiente de Cu Chí que así se llamaba. Hijo de Na Batún Chí.
Estos fueron descendientes de los calkinienses, legítimos vecinos del pue­
blo de Calkiní, cuyos padres vivieron en Pacanté antiguamente y en Xicin­
chah y en Tzemez Akal. Lo que dice es lo correcto. De todos los calkinienses
es propiedad la tierra. Las sementeras de sus antepasados saben dónde están.
Los que tienen milpas en los bosques se han nombrado. Lo sabemos nosotros,
conocedores, yo, Alonso Canché, y yo, Juan Chí. El más anciano hombre de
Calkiní es mi padre.
Declaro yo, Alonso Canché, que es verdad y cosa que sé bien, lo que
relaté ante don Jorge Canul y sus principales Alcaldes cuando nos reunimos
en los cortiles de Pablo Cauich, hombre principal de los nunkinienses y se
nombró testigo de lo que dije yo, Alonso Canché, a Juan Tacú, oficial de la
comunidad y a un individuo Francisco Chablé y a Juan Tut y Miguel Aké,
mopilaense. Lo he relatado, yo, Alonso Canché, vecino del pueblo de Calkiní,
pueblo de San Luis. Y dije al escribano que escribiese mi firma por caridad,
porque no sé escribir. Y puso (también) la firma del Batab y de los Alcaldes
que no sabían escribir. Y puse mi firma al final yo, el escribano, a los cinco
días de mayo del año de 1595. Don Jorge Canul, Batab.
Miguel Cutz Alonso Cab Alonso Canché
Pablo Baalché Escribano Calkiniense
Pablo Cauich Juan Tut
Pedro Ayil Regidor
Alcaldes

437
Aquí en el pueblo de Nunkiní de la jurisdicción de San Luis Calkiní, hoy
a los cinco días del mes de mayo de 1595 años, comparecieron los ancianos
a relatar de cuando eran Batabes, grandes Batabes, Batabes de los pueblos,
cuando llegaron los españoles. Primero, don Miguel Canul, Batab de Calkiní
V don Juan Canul gran Batab, amigo de don Miguel Canul, padre de don
Jorge Canul, Batab de Nunkiní y don Francisco Ci, Batab de los kulcabenses,
padre de Agustín Ci.
Aquí en el pueblo de Calkiní, hoy, a cinco días del mes de enero de
159... años, se reunieron los hidalgos, hombres ancianos, nuestros viejos,
a recordar sus entendimientos, su vida, ante su Batab Ah Tzab Canul, Na
Chan Canul, su nombre. Cuando no eran muchos los pueblos aquí, ellos eran
vecinos: Na Chan Ché, Na May Tayú, Na Pot Canché, Ah Kul Couoh. Los
Cupules y los Ceh Peches destrozaron la tribu de los Xíues. Estaban señala­
das sus tierras y bosques. Cuando se despobló Mayapán lo recordamos noso­
tros, como si no se supiera de quiénes descendemos.
Y este fue el origen de que buscásemos con afán nuestras tierras, nues­
tros bosques, nosotros descendientes de los Canules.
Sabemos cómo vinimos del oriente, nosotros los hombres mayas. Vini­
mos del poniente de los suyuaenses. No hubo usurpación de lo que era ajeno,
de cada quien. Sufrimos fatiga nosotros descendientes de los Canules, cuan­
do caminamos por caminos cerrados del Petén Itzá, de donde vinieron los
de nombre Canul.
Se midieron y trazaron por primera vez los caminos cerrados en Thoncuc,
Suuná, y Kax Ek y al oriente de Cabch’én y al oriente de Sucté al oriente
de la laguna Ixkalakché. En la esquina con Dzitbalché está el gran túmulo,
al sur de Dzitbalché. Al norte está Calkiní y Yibá. Uxmal y Ochil y Noh-
cacab y Sacluum y el otro pueblo de Sacluum que se tomó para habitar y
Cumul y Haatzch’én y Kanché. Estos caminos nos fueron señalados por nues­
tro Batab Ah Pa Canul, Ah Dzun Canul, descendiente de Itzam Canul, Ah
Chuén Kauil que se establecieron entre los Itzáes que ponían orden. Y Chu-
lul... tierra cuando salieron de intramuros de Mayapán. Copouatún, donde
terminaron. Allí terminaron y regresaron.
Era el término de la tierra. No se pasó atrás. Sabemos que es el término
de las tierras de los Canules. Entonces fuese una parte de los Canules, los de
la banda del norte; derechamente fueron también a las orillas de las tierras
de Acanceh. No tenían fin las sabanas de Tihó (Mérida); al oriente de Ucú
pasaron y alcanzaron las orillas del mar en el puerto de Kopté, términos de
los mares de los Canules. Igualmente Sisal y Ninum y Pat y Kinchil. En los
mares de los Canules está comprendida la monumental ciudad de los cobaen-
ses, Kinchil Cobá y Homonché. En los términos del cielo alcanzan los ma­
res de los Canules, el término de los mares de los Canules. En aquellos mares
de los Canules tenían sus barcos Ah Kin Canul. Tenía cuatro barcos en que
pescaban sus esclavos. Estaban en el pozo de Sacnicté, allí se encontraban
cuando llegaron los españoles en la puerta de la tierra de los campechanos,
en la puerta de su mar.
Así temblaron los mares de los campechanos. Homtún es el término de
las tierras de los campechanos. Las de los Canules las sobrepasaban. Este es

438
el término de los mares de los campechanos: Dzaptún es donde les termina.
Después tomaron a los champotonenses.
Hoy, a los 9 días de diciembre de 1582 años terminóse de abrir las calles
aquí en Calkiní. Fray Pedro Peña Claros fue el constructor. Tres años duró
su construcción. Muchos Batabes cooperaron mientras se hacía. Estos son
todos los batabes...
...este cuaderno mapa de los de Calkiní, y tienen vein...
... as útiles inclusibe es...
Crespo
...59 ojas
Nosotros los calkinienses Juan de Dios Puc, Juan Ascención May, Basi­
lio Ché, José Tziu, Bernardino Chim y don Francisco Ché, Manuel May y
Manuel Antonio Pan, llegamos al gran pueblo Cabecera de Maní, para bus­
car el Mapa de los Pueblos en el gran archivo que tienen de don Francisco
Montejo Xiu, gobernador de aqijí de este Yucatán. En verdad se nos ha
dado y vemos verdaderamente dónde es el término de nuestras tierras y de
nuestros bosques según lo dice el Mapa que se nos ha dado y...
... Esto es lo que certifica este Mapa que hemos hallado hoy a veinte de
noviembre de 1821 años.

Juan de Dios Puc


Ascensión May Basilio...

Yo, Simón Tzab presencié que se les fuese entregado por el señor Al­
calde Dzul del Constitucional Ayuntamiento de aquí de Maní.

Simón Tzab
Maniense

439
GLOSARIO

Ah Can: Era el título del segundo y tercer asistente del Batab. Se consideraba el Kul el
primer Ah Can, pero nunca se le llamaba así. En cambio, a los Ah Canes se les lla­
maba Segundo y Tercero y no había primero.
Bakalhaes: Esta palabra — bakalhaob en maya— se dejó sin traducir porque el traductor
no la conoce ni la halló en los diccionarios. Puede significar abundantes lluvias o
referirse a libaciones, ya que se menciona en relación con una reunión.
Batab: Era el jefe civil y militar de una comunidad en tiempos anteriores a la conquista.
En el Códice de Calkiní se habla de un Batab de Guerra.
Beec: Es el nombre maya de la Ehretia tinifolia L., una planta de la familia de las cor-
diáceas, pariente de nuestro ciricote, que nada tiene que ver con el roble, nombre
español que se le da en la península. Los robles europeos son cupulíferos.
Cuentas kan: Los mayas apreciaban mucho las cuentas hechas de las conchas rojas y es­
pinosas de una cierta ostra de las costas del Pacífico. Las usaban como moneda y
como adorno personal y las llamaban kan.
Cuentas tun: Tun, significa piedra, pero la piedra por antonomasia era el jade, piedra
para los mayas preciosa, con la cual realizaron bellas obras de arte o simples cuentas
para adornarse o para usarlas como unidad de cambio. Procedía de Guatemala.
Kancotom: Aparece en el texto como insignia de capitán de guerra. Era posiblemente un
joyel de cuentas kan que se lleva en el pecho. Coton, es nombre mexicano para una
especie de camisa.
Kul: Era el título del principal asistente del Batab.
Nombre coco: Coco vale por chistoso, jocoso. El nombre coco, era el apodo de un maya
prehispánico.
Nombre naal: Naal es lo relativo a la madre — na’—, de modo que nombre naal viene a
ser el nombre materno de un maya. Para formarlo se anteponía na’ al nombre perso­
nal de la madre y se agregaba el nombre de familia del padre. El hijo de Ix Chan
Pat y de Na Dzun Cauich se llamaría Na Chan Cauich. Sin embargo, esto no es muy
claro porque todos los hijos vendrían a llamarse del mismo modo, lo cual no es
lógico. No obstante, como podían tener varios nombres, es probable que el nombre
naal lo llevasen sólo los primogénitos.
Nombre paal: Paal significa en maya niño, muchacho. El nombre paal, era el nombre
infantil de un maya prehispánico.
Suyuaenses: Los de Suyua (también escrito Suiua o Suiva, indistintamente con S o Z).
Suyua es el nombre legendario de un lugar del cual decían ser originarias diversas
tribus prehispánicas de la América Media. El nombre se relaciona algunas veces con
Tulapan y con las Siete Cuevas o Chicomoztoc de las tradiciones' de la altiplanicie.

440
BIBLIOGRAFIA

Barrera Vásquez, Alfredo y Silvia Rendón. 1948. El Libro de los Libros de Chilam Balam.
México, Fondo de Cultura Económica.
Calkiní, Crónica de. Edición en fascsímil de William Gates con el siguiente título: The
Maya Calkini Chronicle or Documents concer.ning the Desfent of the Ah Canul, or
Men of the Serpent, their Arrival and Territory. En facsímil. Baltimore, 1935. The
Maya Society.
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Joyce, T. A. 1923. Guide to the Maudslay Collection of Maya Sculptures..., etc. London.
The Trustees, British Museum.
Landa, Fray Diego de. 1938. Relación de las Cosas de Yucatán sacada de lo que escribió
el padre... de la orden de San Francisco. M DLXVI. Mérida. Primera edición yu-
cateca.
Martínez Alomía, Gustavo. 1906. Historiadores de Yucatán. Apuntes biográficos y biblio­
gráficos de esta península desde su descubrimiento hasta fines del siglo XIX. Cam­
peche.
Molina Solís, Juan Francisco. 1896. Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán
con una reseña de la historia antigua de esta península. Mérida.
Morley, Sylvanus G. 1947. La Civilización Maya. Versión española de Adrián Recinos.
México. Fondo de Cultura Económica.
Proskouriakof, Tatiana. 1950. A Study of Classic Maya Sculpture. Washington. Carnegie
Institution of Washington. Publication 593.
Roys, Ralph, L. 1943. The Indian Background of Colonial Yucatan. Washington, Carnegie
Institution of Washington. Publication 548.
Roys ha estudiado mejor que nadie, y lo cita en esta obra y en sus varias otras im­
portantes, el Códice o Crónica de Calkiní.

441
CRONOLOGIA*

Esta cronología ha sido ampliada por Mercedes de la Garza con informaciones sobre
el área maya.
Inscripciones y textos literarios prehispánicos en México y en el área maya

Entre Existencia de inscripciones en las estelas de “ los danzantes” y de un calendario


900 perfectamente formalizado en Monte Albán I, Oaxaca.
y La influencia en ese lugar de elementos culturales olmecas de las costas del Golfo
600 de México, donde hay asimismo antiguas muestras de inscripciones y glifos calen-
a.C. dáricos, ha permitido a algunos investigadores inferir que los orígenes de la
escritura y el calendario en Mesoamérica datan de un período más remoto.
Algunos, como Román Piña Chan, que sigue en esto a Alfonso Caso, sostienen
que, cuando menos desde 900 años a.C., los tempranos pobladores de Oaxaca
y los olmecas desarrollaron el calendario, la numeración y la escritura. (Piña
Chan, Una visión del México prehispánico, México, Universidad Nacional, 1967,
P- 95).
En las inscripciones de “ los danzantes” — hasta hoy no descifrados— se hallan
los textos más antiguos del continente americano.

Entre Más amplia difusión de las inscripciones. En el ámbito olmeca se asigna valor a
500 los números en función de su posición. Descubrimiento de la idea de carencia
y de valor cuantitativo o “ cero” .
31 Los zapotecas enriquecen su sistema de escritura. Su numeración es vigesimal.
a.C. Entre sus jeroglíficos destacan los que representan los días del calendario: “ especie
de nudo” (glifo A ) ; del jaguar (glifo B ) ; del jade (glifo E ) ; de la cruz de
Malta (glifo I ) ; de la flor (glifo J ) ; máscara de serpiente (glifo M ) , etcétera.
Hay jeroglíficos que no aparecen acompañados de numerales y no tienen carácter
calendárico. Las inscripciones que existen a base de tales jeroglíficos, parecen ser
de contenido histórico, conmemorativo y religioso.
Inscripciones en estelas de Izapa y Chiapa de Corzo, Chiapas. Estela “ C” de
Tres Zapotes, Veracruz, con la fecha 31 a.C.

Entre Inscripciones en la estela I, de El Baúl, Guatemala, con la fecha de 41 d.C.


31 Estatuilla de Tuxtla, Veracruz, con inscripción calendárica, correspondiente a
a.C. 162 d.C.
y Proliferación de textos escritos con jeroglíficos mayas en estelas, dinteles, escali-
400 natas, vasijas y diversos monumentos, en múltiples lugares del área maya.
d.C. Entre los jeroglíficos mayas a los que se asigna considerable antigüedad, están los
que aparecen en una estela del período Miraflores de Kaminaljuyú, en Guate­
mala, y en un templo del período Cauac de Tikal.
Erección de la estela maya más antigua que se conoce, con todas las caracterís­
ticas del período clásico, la número 29 de Tikal, Guatemala, con su correspon­
diente inscripción jeroglífica y la fecha 292 d.C.
Pequeña hachuela de jade, llamada Placa de Leydeu, encontrada en Guatemala,
con la fecha 320 d.C.

447
Inscripciones y textos literarios prehispánicos en México y en el área maya

Se considera que, además del significado calendárico de los textos jeroglíficos en


las inscripciones, hay expresiones de otra índole, principalmente religiosa e
histórica.
Vestigios de escritura y calendario en el gran centro urbano de Teotihuacán en
la región central, a partir del siglo m d.C.
Hay textos históricos en náhuatl — de la época azteca— en los que se afirma
que los que se establecieron en Teotihuacán, eran poseedores de códices, libros
de anales o xiuhámatl; códices astrológicos, tonalámatl; libros de cantos, cuit-
cámatl; libros de sueños, temicámatl.
Representaciones en varios murales confirman la existencia de libros o “ códices”
hechos de papel de la corteza del amate (ficus petiolaris).
En “ El Mirador” , Chiapas, se ha descubierto un códice maya en una tumba.
Parece datar del siglo v d.C. Su estado de semipetrificación ha impedido cono­
cer su contenido. Se conserva en el Museo Nacional de Antropología, México.

Siglos Siguen siendo en extremo numerosas las inscripciones jeroglíficas en el área maya,
v-x notándose un marcado interés por los registros de tipo histórico.
d.C. Los códices mixtecas, así como algunos anales en náhuatl y varias crónicas mayas
ofrecen noticias precisas en relación con hechos acaecidos a partir del siglo vil
d.C. Tal es el caso de los Códices Colombino, Nultal, Vindobonense, Bodley y
otros. Con apoyo en ellos Alfonso Caso preparó su obra Señores y reyes de la
Mixteca, que incluye varios centenares de biografías de gobernantes desde el
mencionado siglo vn d.C.
Entre los textos nahuas que se remontan en sus noticias a parecida antigüedad
están los Anales de Cuauhtitlán. Cabe mencionar asimismo lá llamada Crónica
Matichu, en maya, reconstruida a partir de los textos de varios libros de Chilam
Balam, así como otros relatos del Popol Vuh de los quichés y de los Anales
de los Cakchiqueles.
La existencia de esas obras hace suponer la pervivencia de una tradición histó­
rica sistemática por lo menos desde el siglo antes mencionado. Dicha tradición
preservó asimismo cantos, poemas y otros textos.
Es muy probable que el conocido como Códice de Dresde, de la cultura maya,
sea copia de uno que fue escrito originalmente hacia el siglo vm o ix d.C.
Entre 650 y 700 d.C. se erige el templo principal de Xochicalco, Morelos. Sobre
las superficies de sus costados en talud hay jeroglíficos, principalmente calendá-
ricos, que han sido interpretados como testimonio de una reunión de sabios
que hicieron allí correlaciones cronológicas entre sistemas de distintas regiones.
Proceden asimismo de Xochicalco varias estelas en las que son patentes las in­
fluencias de diferentes formas de escritura mesoamericana. Hay en ellas jeroglí­
ficos de los estilos nahua, zapoteca y maya.

448
Inscripciones y textos literarios prehispánicos en México y en el área maya

Siglos Algunas fuentes hablan de una gran obra, el Teoamoxtli o libro divino, en el que
x - x i i i se compendió mucho de la sabiduría de los toltecas (siglos x-xii d .C .).
d.C. Se conservan algunos textos que se atribuyen al gran sabio Ce-Ácatl Topiltzin
Quetzalcóatl, el señor, nuestro príncipe, nacido en la fecha 1-Caña, gobernante
y sacerdote en Tula. Este aparece como gran protector de todas las artes y guía
cultural de los toltecas.
La obra en náhuatl — transcrita ya en el siglo xvi— Historia tolteca-chichimeca,
nos conserva otros textos atribuidos a personajes que vivieron en este período,
entre ellos Quetzaltehuéyac e Icxicóhuatl.
Es probable que provengan de este período algunos teocuícatl, himnos sagrados
en náhuatl; varios teotlatolli, relatos míticos acerca de los orígenes y diversos
huehuetlatolli, discursos de los ancianos, que se conservaron por tradición hasta
los tiempos de la Conquista.
Entre los mayas y zapo tecas pervive la elaboración de códices calendáricos, reli­
giosos e históricos, a la par que la salvaguarda de la tradición que abarcaba
antiguos himnos, plegarias, cantares y relatos.
Probablemente hacia fines del siglo x m el sistema de la escritura empleada por
los mixtecas de Oaxaca, comienza a lograr amplia difusión en el altiplano central.

Siglos En los calmécac o centros de educación superior del altiplano y en escuelas y tem-
xiv-xv píos en toda Mesoamérica continúan elaborándose códices o libros y se prosigue
d.C. por igual la guarda sistemática de la tradición.
A mediados del siglo xiv nace en Cuauhchinanco, actual estado de Puebla, el
noble y poeta Tlaltecatzin. De él se conserva una bella composición, canto de
placer, la mujer y la muerte.
Hubo sin duda, en esta misma centuria, otros poetas, historiadores y literatos
nahuas, mayas, zapotecas, mixtecas, cuyos nombres y obras se perdieron desgra­
ciadamente para nosotros.
Del siglo xv provienen algunos de los códices que escaparon a las destrucciones
que trajo consigo la Conquista.
De la región central cabe mencionar los códices Borgia, Cospi, Fejervary-Mayer,
Laúd, Vaticano B y la Tira de la peregrinación.
Del área maya los códices Peresiano o de París, Tro-cortesiano o de Madrid y el
de Dresde, copia de otro más antiguo.
De la región mixteca de Oaxaca hay varios códices de tema histórico, elaborados
por este tiempo y con noticias que se remontan hasta el siglo vn d.C.
Del ámbito del altiplano central son mucho más numerosos los textos que, gra­
cias a la tradición sistemática, se transcribieron ya en el siglo xvi. Se conocen
asimismo los nombres y algunas obras de varios forjadores de cantos.
Tochihuitzin Coyolchiuhqui nace probablemente a fines del siglo xiv o principios
del xv. Fue hijo del gobernante mexica Itzcóatl. En el año 5-Caña, 1419, To­
chihuitzin ayudó a salvar a Nezahualcóyotl que estaba a punto de caer en manos

449
Inscripciones y textos literarios prehispánicos en México y en el área maya

de sus enemigos de Azcapotzalco. Más tarde, Tochihuitzin fue señor de Teotlal-


zinco en las estribaciones del Iztaccíhuatl. De él se conservan dos cantos, en uno
de los cuales — como lo hicieron otros poetas de culturas diferentes— compara
con el sueño la existencia del hombre en la tierra.
Totoquihuatzin, el primero de este nombre, señor de Tlacopan (Tacuba), entre
1431 y 1469, fue autor de varios cantares festivos y de otros en los que expresó
hondas reflexiones sobre la divinidad y la muerte.
Cuacuauhtzin de Tepechpan nació en fecha cercana a 1405. Gobernó el señorío
de Tepechpan, dependiente de Tetzcoco. En 13-Pedernal, 1440, contrajo matrimo­
nio con la noble azteca Azcalxochitzin. El supremo gobernante de Tetzcoco,
Nezahualcóyotl, tuvo ocasión de conocer a la joven Azcalxochitzin y quedó pren­
dado de ella. Lo que después sucedió se antoja historia paralela a la que relata
la Biblia acerca de David y Urías. Nezahualcóyotl ordenó a Cuacuauhtzin saliera
a combate en contra de Tlaxcala. Los capitanes tetzcocanos tenían instrucciones
de ponerlo en lugares peligrosos para que allí muriera.
Al decir del cronista Ixtlilxóchitl, Cuacuauhtzin "sospechó su daño y compuso
unos cantos lastimosos que cantó en un despedimiento y convite que hizo a todos
sus deudos y a m ig o s ...” . Según el Códice de Tepeckpan murió en batalla, en
el año 3-Caña, 1443. Nezahualcóyotl hizo suya a Azcalxochitzin de quien habría
de nacer el más célebre de sus hijos, Nezahualpilli. Se conserva el canto triste
de Cuacuauhtzin. Su biografía y producción poética pueden estudiarse en Mi­
guel León-Portilla, Trece poetas del mundo azteca, México, 3- edición, Univer­
sidad Nacional de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1975.
Nezahualcóyotl (1402-1472), señor de Tetzcoco, sabio y maestro en múltiples
artes y poeta profundo. A él se atribuyen numerosas composiciones.
Moquihuitzin de Tlatelolco, gobernante de dicho lugar, nacido hacia' 1420. Tuvo
triste fin, como consecuencia de su enfrentamiento con los aztecas en 1473. A
él se deben varios poemas y augurios funestos.
Axayácatl, sexto señor de México-Tenochtitlán, que gobernó entre los años 9-
Casa, 1449 y 2-Casa, 1481. Hombre valeroso, correspondió a él ensanchar gran­
demente las fronteras aztecas y actuar, de múltiples formas, en bien de su pue­
blo. De él se conservan dos composiciones, una recordación luctuosa de gober­
nantes que le precedieron y un canto guerrero, exhortando a su ejército en 1478
tras la derrota sufrida a manos de los tarascos de Michoacán.
Macuilxochitzin, poetisa, hija del consejero de los teyes aztecas Tlacaélel. Na­
cida probablemente hacia 1435. No es ella la única mujer de la.que consta haya
cultivado el arte de forjar cantos. El cronista Ixtlilxóchitl alude, por ejemplo, a
la que se conocía con el sobrenombre de “ la señora de Tula” que “ era tan
sabia que competía con el rey y con los sabios de su reino y era en la poesía
muy aventajada...” .
De su propia obra Macuilxochitzin llegó a expresar “ elevo mis cantos, con
ellos alegro al Dador de la V i d a . . . ” . Se conserva un poema suyo a propósito

450
Inscripciones y textos literarios prehispánicos en México y en el área maya

de la victoria obtenida por Axayácatl en su lucha contra matlatzincas y otomíes


en el valle de Toluca. En tal composición destaca ella la actuación de varias
mujeres que salvaron de la muerte al guerrero otomí Tlílatl.
Chichicuepon de Chalco, muerto en 1486. Poeta y litigante desafortunado que
perdió la vida por obra de las intrigas de Itzcahuatzin que actuaba como gober­
nante en la región de Chalco-Amecameca por disposición del rey azteca Ahuítzotl.
Hay textos en que se alude a las grandes dotes de poeta de Chichicuepon. De
él se conserva una lírica recordación de los antiguos señores de Chalco.
Ayocuan Cuetzpaltzin, oriundo de Tecamachalco, en el actual estado de Puebla.
Nacido hacia 1440 y muerto a principios del siglo xvi. También de noble fami­
lia, fue hombre religioso que llegó a ser conocido como teohua, “ el que está en
posesión de Dios” . Tres poemas se conservan de él que muestran la finura de
su espíritu.
Tecayehuatzin de Huexotzinco. Nacido probablemente a principios de la segunda
mitad del siglo xv y muerto a principios del xvi. Sobresalió como uno de los
más célebres poetas y sabios de la región poblanotlaxcalteca. Un texto nos con­
serva el diálogo convocado por él en Huexotzinco hacia fines del siglo xv, para
esclarecer el sentido más profundo de “ flor y canto” . De Tecayehuatzin han
podido rescatarse lo que expresó en dicho diálogo así como otro poema dirigido
al Dador de la Vida.
Xayacamatzin de Tizatlan, en Tlaxcala. Fue contemporáneo de Tecayehuatzin y
participó en el diálogo acerca del sentido de “ flor y canto” . En su poesía se alude
a la significación que tenían para los antiguos mexicanos las casas de los libros
de pinturas, es decir las que llamaremos bibliotecas, repositorios de sus códices.
Teonxímac, otro forjador de cantos, contemporáneo de los anteriores, oriundo
de México-Tenochtitlan. Es poco lo que acerca de su vida se conoce. Los cantos
que han llegado hasta nosotros son expresión lírica de tristeza por la muerte
del príncipe mexica Tlacahuepan acaecida en el combate.
Aguiauhtzin de Ayapanco, cantor de la divinidad y el erotismo cuya vida se
desarrolló durante la segunda mitad del siglo xv.
Nezahualpilli, hijo y sucesor de Nezahualcóyotl, nacido en 11-Pedernal, 1464, y
muerto en 10-Caña, 1515. Acerca de él citaremos aquí el certero juicio de fray
Juan de Torquemada en su Monarquía Indiana: “ No fue nuestro tetzcocano
Nezahualpilli de los que pudieron quejarse de la naturaleza en haber sido con
él escasa, en darle mucha y muy buena razón en gallardía de entendimiento,
con el cual supo regirse y gobernarse todos los años que reinó. Y con él se
hizo Señor, no sólo de los corazones de sus vasallos, sino también de todos los
reyes y señores que lo trataban y gozaban de sus sentencias y doctrina” .
En múltiples lugares, códices y textos se proclama la sabiduría y la gran capa­
cidad que tuvo Nezahualpilli como forjador de cantos. Desgraciadamente uno
solo de aquéllos ha llegado hasta nosotros. El tema de éste es recordación de

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Inscripciones y textos literarios prehispánicos en México y en el área maya

un hecho histórico: la muerte de los príncipes Macuilnatzin y Tlacahuepan en


Atlixco, durante la guerra contra Huexotzinco. “ Canto que declara traiciones y
engaños” , como lo describió el cronista Ixtlilxóchitl, es sobre todo rechazo vio­
lento y profundamente lírico del engaño alucinante que es la guerra.

Siglo Hay otros forjadores de cantos — de nombre y obras conocidos— que viven en
xvi el siglo xvi y tienen en su destino contemplar los hechos de la Conquista. Entre
d.C. ellos está el bien conocido Motecuhzoma Xocoyotzin al que los manuscritos atri­
buyen varios cantos. Otros, dignos también de especial mención son:
Temilotzin de México-Tenochtitlan. Nacido a fines del siglo xv y muerto en
7-Casa, 1525. Temilotzin fue capitán famoso, contemporáneo de Cuauhtémoc,
amigo y compañero suyo que desempeñó papel brillante en los días de la Con­
quista. Nacido en Tlatelolco y más tarde señor de Tzinacatlan, se adiestró en
el arte de la guerra y a la vez dio pábulo a su afán por la poesía. Numerosas
son las alusiones a su vida en varias crónicas indígenas. Tras la toma de México-
Tenochtitlan por Hernán Cortés, Temilotzin fue hecho prisionero al lado de
Cuauhtémoc. Cuando el conquistador marchó a las Hibueras en 1525, llevó con­
sigo a los antiguos gobernantes indígenas y a algunos de sus capitanes, entre
ellos a Temilotzin. Este, tras la muerte de Cuauhtémoc en 1525, según el relato
•de los Anales de Tlatelolco, optó por privarse de la vida. De Temilotzin se con­
serva un bello poema en elogio de la amistad.
Tetlepanquetzaltzin, señor de Tlacopan y compañero de Cuauhtémoc y Temilot­
zin en la resistencia contra los españoles y en su destino, consumada en la
conquista. Tetlepanquetzaltzin muere al lado de Cuauhtémoc en 1525. Se cono­
cen de él algunos cantos guerreros.
Xicoténcatl el Viejo, señor de Tizatlan en Tlaxcala. Hombre muy longevo, nace
hacia 11-Casa, 1425, y muere en 4-Conejo, 1522. Xicoténcatl, que fue contem­
poráneo de varios reyes aztecas, mantuvo contra ellos honda animadversión. Ello
explica que, al hacer su entrada Cortés en tierras de Tlaxcala, es uno de quie­
nes con mayor decisión le ofrecen su alianza. Xicoténcatl sobrevivió a la Con­
quista y pudo enterarse, encontrándose ciego, de la ruina de sus seculares ene­
migos, los aztecas. Un canto de Xicoténcatl se conserva en los viejos manuscritos,
apuntamiento al simbolismo de la guerra sagrada.
Cacamatzin de Tetzcoco. Noble y poeta de vida breve y trágica. Nace hacia
2-Conejo, 1494, y muere en 2-Pedernal, 1520. Hijo de Nezahualpilli, a la muerte
de su padre hubo de contemplar cómo se agigantó la discordia en su propia fami­
lia. En tanto que comienza a gobernar como señor de Tetzcoco, con el apoyo de
Motecuhzoma Xocoyotzin, un hermano suyo, el príncipe tetzcocano Ixtlilxóchitl,
se mantiene en permanente rebelión. El antagonismo perdura hasta los tiempos
de la Conquista. Cacamatzin queda prisionero de los españoles, en compañía de
Motecuhzoma, en la propia México-Tenochtitlan. Al parecer, Cacamatzin muere

452
Inscripciones y textos literarios prebispánicos en México y en el área maya

asesinado poco después de la fiesta de Tóxcatl, en mayo de 1520, cuando tuvo


lugar la que se conoce como “ matanza del templo mayor” . El poema suyo que
se conserva es toma de conciencia de la incertidumbre que acompaña al existir
del hombre en la tierra.
Oquitzin de Azcapotzalco. Nacido probablemente hacia fines del siglo xv, era
sobrino de Motecuhzoma Xocoyotzin. Sobrevive a la Conquista y acompaña a
Cuauhtémoc en la expedición organizada por Cortés a las Hibueras. Cantos
festivos, xopancuicatl, “ cantos de primavera” , son los que se atribuyen a Oquitzin.
Hasta los tiempos de la Conquista se continúa en plenitud la elaboración de los
códices y la salvaguarda sistemática de la tradición. Ello ocurre en las diversas
áreas de Mesoamérica. Así continúan enriqueciéndose el gran caudal de los
cantos, poemas e himnos sagrados; los discursos de los ancianos; las crónicas
y textos históricos.
Todos esos testimonios — al ser enseñados en los centros indígenas de educa­
ción— podrán ser recordados y repetidos después literalmente. Importantes
textos prehispánicos, de contenido fundamentalmente religioso e histórico, como
los del Popol Vuh, los Anales de los Cakchiqueles; los Cantares de Dzitbalché;
las porciones más antiguas de varios Libros de Chilam Balam; las colecciones
de cantares en náhuatl; los teocuícatl, cantos divinos de contenido mítico; los
huehuetlatolli, discursos de los ancianos; la Historia tolteca-chichimeca; los Ana­
les de Cuauhtitlán y otras muchas fuentes, son más tarde salvadas de pérdida
irreparable, transcritas ya, en el correspondiente idioma indígena, con el alfabeto
latino.
Por lo que toca a los códices, algunos pocos — según hemos visto— llegan
hasta nosotros. Entre los que son redactados en los últimos años anteriores a
Ja Conquista pueden mencionarse el Códice Borbónico y la Matrícula de tributos,
ambos de procedencia azteca, y el Códice Trocortesiano (hoy en Madrid), y Có­
dice Peresiano (hoy en París) del mundo maya.
Otros muchos manuscritos — siguiendo con bastante apego las antiguas técnicas
nativas— se elaboran después de la Conquista. Algunos se nos muestran como
copias de testimonios más antiguos. Ello parece cierto — en la totalidad o en
parte del contenido— de códices como el Xólotl, Quinatzin, Tlotzin, Vaticano B,
Lienzos de Cuauhtinchan, del ámbito náhuatl; Códice Gómez de Orozco, Códice
Dehesa, Códice Tulane, Códice Richards del área mixteca de Oaxaca y otros que
son objeto de descripción especial en: Miguel León-Portilla y Salvador Mateos
Higuera, Catálogo de los códices indígenas del México antiguo, México, 1957 y
en Donald Robertson, Mexican Manuscript Painting of the Early Colonial Pe-
riod, New Haven, Yale University Press, 1959.

453
INDICE
PROLOGO por Mercedes de la Garza IX

CRITERIO DE ESTA EDICION LV

I. Los “ Po p o l V uh” o “ P o p o l h u u n ” m ít ic o s , h is t ó r ic o s
y p r o f é t ic o s 1

Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché

Introducción por Adrián Recinos 3


Preámbulo 10
Primera parte 12
Segunda parte 29
Tercera parte 61
Cuarta parte 77

Memorial de Sololá. Anales de los Cakchiqueles

Introducción por Adrián Recinos 101


Primera parte 114
Segunda parte 161
Bibliografía 212
Libro de Chilam Balam de Chumayel
Introducen por Antonio Médiz Bolio 217
I. Libro de los Linajes 220
II. “Khlay” de la Conquista 227
III. Katún 230
IV. Libro de las Pruebas 233
V. Libro de los Antiguos Dioses 242
VI. Libro de los Espíritus 246
VIL El Trece Ahau Katún 250
VIII. Libro del Principio de los Itzáes 252
IX. Libro del Mes 253
X. El Katún de la Flor 256
XI. El Libro de los Enigmas 258
XII. La Rueda de los Katunes 263
XIII. Libro de la serie de los Katunes 265
XIV. “Kahlay” de los Dzules 270
XV. Libro del Vaticinio de los Trece Katunes 272
XVI. Libro de las Profecías 285

II. Los “Po pol V uh” o “ Popolhuun” r it u a l e s

Rabinal Achí
Prólogo por Francisco Monterde 291
Personajes del drama ballet 300
Primer acto 303
Segundo acto 325
Apéndice por Georges Raynaud 335

Libro de los cantares de Dzitbalché


Introducción por Alfredo Barrera Vásquez 342
Contenido del Códice 354
Portada 355
Cantar 1 356
Cantar 2 359
Cantar 3 360
Cantar 4 362
Cantar 5 364
Cantar 6 366
Cantar 7 367
Cantar 8 370
Cantar 9 372
Cantar 10 374
Cantar 11 376
Cantar 12 377
Cantar 13 380
Cantar 14 382
Cantar 15 384
Bibliografía 386

III. Los “Popol V uh” o “ P o p o l h u u n ” h i s t ó r i c o -l e g a l e s

Título de los Señores de Totonicapán


Introducción por Adrián Recinos 391
Capítulo primero 394
Capítulo segundo 396
Capítulo tercero 398
Capítulo cuarto 399
Capítulo quinto 400
Capítulo sexto 404
Capítulo séptimo 406
Capítulo octavo 407

Las Historias de los Xpantzay


Introducción por Adrián Recinos 412
Historia de los Xpantzay de Tecpan, Guatemala 413
Guerras comunes de quichés y cakchiqueles 415
Testamento de los Xpantzay 420

Códice de Calkiní
Proemio de Alfredo Barrera Vásquez 425
Códice de Calkiní 429
Calkinienses 437
Glosario 440
Bibliografía 441

CRONOLOGIA 445

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