Coyote
Coyote
Coyote
Coyote, coyote,
coyote dañero,
échame los brazos,
que por ti me muero.
(CFM: 1-1483)
1
La raíz de cóyotl se halla, por ejemplo, en el nombre del rey poeta de Texcoco,
Nezahualcóyotl (coyote hambriento) y en el sobrenombre del último emperador
azteca: Moctezuma Xocoyotzin “el joven”. Los topónimos que contienen como
primer elemento formativo coyo son numerosos; entre ellos se encuentran Co-
yoacán, Distrito Federal, y Coyotitlán, Sinaloa.
En el otro augurio se indica: “El décimo sexto augurio era este: alguno
encontraba al coyote o (este) le cerraba el camino. Se decía: ‘Ya morirá’”
(en López Austin, 1969: 101).
El coyote tenía una amplia significación al momento de la conquista.
Cuando la nueva tradición cultural desembarcó con sus propias con-
cepciones no tardó en imponer su cosmovisión y adaptarla a las nuevas
condiciones del ambiente físico y social, y, con ella, impuso su interpre-
tación del depredador canino (quizá el lobo o el zorro) al nuevo animal
cóyotl- coyote. Observemos cómo es visto por Sahagún, representante de
la nueva visión, en la descripción que hace de él en la Historia general de
las cosas de Nueva España:
2
Los augurios eran señales por medio de las cuales los hombres podían saber
los acontecimientos futuros. Sahagún los recopiló con la intención de prevenir
a los misioneros acerca de las concepciones populares, que significaban un
peligro latente aún más grande que el de la religión oficial que los indígenas
profesaban.
82 Nieves Rodríguez Valle
Hay en esta tierra un animal que se dice cóyotl, al cual algunos de los espa-
ñoles le llaman zorro, otros le llaman lobo, y según sus propiedades, a mi
ver, ni es lobo ni zorro, sino animal propio de esta tierra. Es muy velloso,
de larga lana; tiene la cola gruesa y muy lanuda; tiene las orejas pequeñas
y agudas, el hocico largo y no muy grueso, y prieto; tiene las piernas ner-
vosas, tiene las uñas corvadas y negras; y siente mucho, es muy recatado
para cazar, agazápase y pónese en acecho, mira a todas partes para tomar
su caza, y cuando quiere arremeter a la caza primero echa su vaho contra
ella, para inficionarla y desanimarla con él. Es diabólico este animal: si alguno
le quita la caza nótale, y aguárdale y procura vengarse de él, matándole
sus gallinas u otros animales de su casa; y si no tiene cosa de estas en que
se vengue, aguarda al tal cuando va camino, y pónese delante ladrando,
como que se le quiere comer por amedrentarle; y también algunas veces
se acompaña con otros tres o cuatro sus compañeros, para espantarle, y
esto hacen o de noche o día (Sahagún, 1979: 623).3
3
Cursivas mías.
El coyote en la literatura de tradición oral 83
Ahora sé que esos perros no son perros sino que son coyotes; pero no
simples coyotes, para que tú entiendas, son naguales, es decir, son ani-
males guardianes, nunca antes te lo había dicho porque es muy difícil de
comprender, pero con esto ya lo entenderás. Lo que ahora me pregunto
es ¿de quiénes serán estos naguales? Mañana en vez de ir al monte como
habíamos pensado, nos quedaremos en casa para encomendarnos a nues-
tros santos padres dioses, para que el dueño de estos animales, o sea el
dios supremo, perdone mi imprudencia, ¡pues ellos son los que nos los
han enviado a nosotros como regalo! (Gómez, 1994: 146).
4
En la tradición indígena mesoamericana la existencia de cada ser humano
está estrechamente ligada con un animal, el nagual, que es su doble y su pro-
tector, y en el que algunos pueden transformarse, principalmente los chamanes
o los brujos e incluso los dioses.
84 Nieves Rodríguez Valle
Esta familia nunca llegó a tener hijos porque estaban viviendo con sus
naguales. Uno de los coyotes era el nagual de la mujer y el otro de Petul;
por tener ese privilegio de vivir con ellos, no les fue dado tener un hijo
(Gómez, 1994: 154).
Ahí van los demonios, toda la noche camine y camina, con el ganado. Y
Dios salió, tal como había quedado, y llegó Dios al lugar adonde habían
apostado, y los demonios todavía no llegaban y habían caminado toda
la noche.
Por eso Dios ganó los chivos. Y entonces Dios, pues como sabía que
eran del demonio, pues no, no le convenía tenerlos así nada más; sólo
que los bendició. Ya los chivos los bendició él; nomás que el coyote sí no
lo bendició; dice:
—Tú te vas al monte (Rodríguez Valle, 2003: 27).
Pero al anochecer se fueron los dos coyotes al otro lado del cerro, para
sacar unos borregos de los vecinos, pero antes de llegar y sacar a los
borregos se tocaban el ano, si estaba frío significaba que los dueños aún
no estaban durmiendo y si estaba caliente quería decir que los dueños
86 Nieves Rodríguez Valle
Y ya cuando llegué así derecho, así como decir adonde está el bote, oyí
que hizo como ruido; hizo así: “Chic, chic, chic!”. Se oyó los dientes co-
mo sonaron. Pus al llegar allí derecho adonde estaba [el coyote], ¿tú
crees que me ha entrado una cosa de acá debajo de mis pies? Pero una
cosa horrible, tú, una cosa así, mira: que te iba, te iba, te iba, te iba, te iba
todo tu cuerpo [mientras habla, va palmeándose el cuerpo de los pies
a la cabeza], y mis cabellos quedaron así [estira sus cabellos hacia arriba],
y dije yo:
—¡Ay, Dios mío!, no me paralizó.
Pero aquello que yo sentía, como si yo, que si yo ‘taba colgada de los
cabellos, porque yo los sentía de punta (Rodríguez Valle, 2003: 21).
Mis abuelos me cuentan que este animal no es bueno porque dicen que
en la frente lleva alguna cosa, algo así como una “piedrecita” que tiene
poderes mágicos. Esto es lo que lo protege. Se cuenta que, cuando lo ven
de frente las personas, se ponen mudos, les da escalofrío en el cuerpo y
ya no puede hablar. También se sienten que la cabeza les crece. Cuando
esto sucede, lo más grave es que las personas no pueden hacer funcionar
el rifle o la escopeta, los tiros no salen, y él escapa sin que le hagan nada.
El coyote en la literatura de tradición oral 87
Muchos cazadores cuentan que, para que el rifle truene de nuevo, se ne-
cesita pasarlo cuatro veces haciendo “la cruz” entre los pies y persignarlo.
Así el rifle volverá a funcionar. Cuando logran matar a este animal, si
inmediatamente le abren la frente, o sea cuando todavía tiene la “sangre
caliente”, se le encuentra esa “piedrecita mágica”, pero si dejan que se
enfríe su sangre, esta piedra desaparece, y no se puede encontrar. Cuando
se logra obtener esta “piedrecita mágica”, la persona que la carga, llega a
tener mucha suerte en todo, además de que protege. También le ayuda a
encontrar más animales cuando va de cacería (Montalvo Guzmán, 1992:
14).
Coyotito hermoso,
por la virtud que Dios te dio con tu talismán poderoso
que cargas en la cabeza,
préstamelo para que con él haga cuanto yo quiera:
salirme de una prisión,
y en cualquier juego a que yo juegue siempre lo gane;
líbrame de cuantos enemigos yo tenga,
y que se enamore de mí cuanta mujer yo quiera,
sea doncella, viuda o casada.
Yo te juro, por los espíritus endemoniados,
que son Samuel, el Muerto,
la Muerte Blanca
y la Muerte Negra
y los espíritus que vagan por todo el mundo,
que me concedas todos mis deseos,
que todos tus favores te los pagaré con quererte y hacerte tus ayunos.
(Campos, 2004: 61)
88 Nieves Rodríguez Valle
Coyotito hermoso,
por el poder que tienes con tu colmillo virtuoso
voy hacerlo relicario para que me devuelvas el cariño de fulano de tal,
para que olvide a la mujer que tenga y venga humillado a cumplir lo que
me ha ofrecido.
Cuentos de coyotes
6
Entre ellos, hemos encontrado una serie de cuentos en su mayoría en len-
gua indígena, con resumen en español; otros son bilingües, derivados de un
proyecto del Instituto Lingüístico de Verano, fundado en 1937. Estos cuentos,
de tiraje muy corto, pueden encontrarse en el Instituto de Investigaciones An-
tropológicas de la UNAM.
90 Nieves Rodríguez Valle
de los otros personajes porque cree en las palabras del otro. A través de
la elaboración imaginaria que permite la forma del cuento, el poderoso
puede ser siempre vencido.
Algunos de los cuentos comienzan con la intención del coyote de co-
merse al otro animal; por ejemplo en el cuento mixteco de Santo Tomás
Ocotepec, del que presentamos el resumen en español:7
—Ahora te voy a comer. No hay otra cosa por hacer. Siempre me estás
haciendo trucos, dijo el coyote.
El conejo sintió que se lo estaba tragando el coyote porque el coyote
ya tenía su garra sobre su lomo. El conejo nada más temblaba. No se le
ocurría nada que le pudiera decir al coyote. Se dijo a sí mismo: “Le pediré
que me perdone. Veamos si acepta mi ruego; pero si no, entonces Dios me
ayude”. Entonces el conejito dijo:
—Señor coyote, espero que usted me perdone y acepte mis disculpas
por todo lo que ha recaído sobre usted por mi culpa.
El coyote se estaba lamiendo las quijadas del deseo de comerse al
conejo, cuando escuchó al conejo pidiéndole perdón. El coyote dijo:
—Sí te perdono pero sólo si me muestras dónde hay algo para que yo
coma. No siempre puedo encontrar comida. Donde veas algo que comer
—No muy bien, con el dolor de cabeza que me comenzó hace ocho
días.
El coyote contestó, diciendo:
—Pues ¿de qué mal sufres, compadrito?
El zopilote respondió, diciendo:
—Sólo me siento débil y el dolor que tengo. Creo que con un empujón
me sentiré mejor.
Dijo el coyote:
—¿Qué dice usted, compadrito, le doy el empujón, para que así se alivie
del dolor de cabeza y se le quite el desmayo? (ILV, 1951: 15-16).
El coyote engañó al conejo diciéndole que le iba a dar algo de comer, pero
luego le dijo que se lo iba a comer. Entonces el conejo le pidió que no se
lo comiera vivo, sino que lo aventara a un espinal para matarlo. El coyote
echó al conejo en el espinal, pero cuando lo fue a sacar ya no estaba allí
(Ramírez Cantú, 1977: 15).
Este último cuento nos da elementos para comentar que los otros
animales conocen mucho mejor el terreno que el coyote, como si este
fuera un extranjero,8 quizá el conquistador, un ser no natural de estas
tierras, a quien se puede engañar, pues se domina el territorio mejor que
él. Veamos otro caso:
8
Santamaría afirma: “allá por los años de 1828, en la época de mayor eferves-
cencia del odio contra los españoles, se les daba por injuria el apodo de coyotes
[...]. Dícese a veces del criollo o hijo de europeo” (2000: 308b-309b).
El coyote en la literatura de tradición oral 93
El conejo contestó:
—Haz lo que quieras, menos que me eches dentro de los nopales.
—Ya compré chile para echar en la sopa de conejo, dice el coyote.
—Haz lo que quieras, dice el conejo, menos echarme dentro de los
nopales.
Entonces dice el coyote:
—¿Tienes miedo de las espinas? Te echaré allí mismo.
Entonces tiró el conejo dentro de los nopales. El conejo corrió riendo.
Dijo:
—Nací y crecí aquí dentro de los nopales (ILV, 1958: 9).
9
verguear: ‘golpear o sacudir con una vara’; vergueada: “paliza, serie de gol-
pes” (DRAE).
El coyote en la literatura de tradición oral 97
culote del coyote para fuera y llegó tío Conejo con un leño y lo agarró,
¿eeh? Y va, y cómo... lo verguió, así que lo verguió, lo jaló y lo destra-
bó y...
—¿Ya vido, le dijo, que lo verguié? Se equivocan los hombres, le dijo.
—Ya porque soy chiquito, usté me quiere dominar: ¡qué esperanza!,
le dijo.
—Y lo vuelvo a verguiar, le dijo, si me anda viando (Lara Figueroa,
1979: 20).
—¡Tío Coyote...! Dientes quebrados, culo quemado, dice que dijo. [Tío
Conejo va gritando lo que Tío Coyote va padeciendo por caer en sus
trampas]. Y vaya, se fue, pues, se fueron corriendo, corriendo; quería el
tío Coyote alcanzar pero... Se subió en una mata de... de coyoles;10 como
se llama, el... el tío Conejo sobre la mata de coyoles.
—Tío Coyote, dice que dijo, no, no estés enojado conmigo, ¿no querés
comerte esta cosita?, dice que le dijo.
—¿Qué’s lo que estás comiendo?
—Son mis huevos, dice que dijo.
Lo que... él agarraba pues el coyol, ah... le hacía así... S’iba a quebrar
con la piedra. Entonces le ’ice:
—Prueba, pues, dice que le dijo. Le tiró un pedazo.
—¡Cómo son de sabrosos!, dice que dijo.
—Si quiere quiebro otro mi huevo y te voy a ver si...
—Tá bueno.
El aga... agarró la otra pepita de coyol, lo quiebra con ganas.
—¿Ya vió?, ’s que dijo, son mis huevos lo que estamo’ comiendo; probá
otro pedazo.
—’Ta bueno, dice que...
—¿Por qué no prueba usté quebrar uno?, dice que dijo.
—Ah, pues... ’ta bueno, dice que dijo el tío Coyote.
Agarró su huevo, pues, le dan un martillazo con una piedra; le hizo
10
coyol: “especie de palmera y su fruto. Produce en grandes racimos una fruta
de pulpa amarillenta y cuesco durísimo y negro” (DRAE). “Por extensión y en
sentido figurado, en plural los testículos del varón” (Santamaría, 2000: 308a).
98 Nieves Rodríguez Valle
El coyote en el cancionero
Dejemos las tragedias del coyote para pasar a otro género que lo trata mejor:
el de los textos poéticos folclóricos que se cantan y recitan en México y
que se inscriben dentro de una tradición poética colectiva (CFM: 3, xvi).
En México existe un gran número de coplas de animales, en las cuales
estos adquieren características humanas; es frecuente que dialoguen con
el hombre y aparezcan como metáfora del ser humano (CFM: 3, xxiii).
Veamos entonces qué trato le da la lírica popular a nuestro coyote.
Comencemos con las coplas folclóricas de amor que, a diferencia de los
géneros anteriores, permiten que el coyote y el amor puedan encontrar-
se, aunque con distintos matices. Existen coplas que muestran al coyote
enamorado y penando por una tuza:
Coyote, coyote,
coyote dañero,
échame los brazos,
que por ti me muero.
(CFM: 1-1483)
Y le dijo en la calzada:
—Oiga, amigo, ¿adónde va
con esa mujer casada?
Ahora me la pagará.
(CFM: 3-6181)
100 Nieves Rodríguez Valle
11
El título no corresponde al género del corrido, al cual, por razones de
espacio, no nos referimos en este estudio.
12
chamorra: “animal con la cabeza esquilada, pelada” (DRAE).
13
Esta copla parece estar emparentada con un refrán que veremos más ade-
lante; bajar al agua significa ponerse en peligro.
El coyote en la literatura de tradición oral 101
También, del son El coyote viejo de Tierra Caliente, cantado por Fran-
cisco Solórzano y Ambrosio Ramírez en El Guayabal, municipio de
Buenavista, Michoacán y comunicado por Raúl Eduardo González:
Otras canciones lúdicas en que aparece el coyote son las que expresan
“lo imposible”, como en las dos coplas siguientes:
A la medianía de un llano
vide aullando un coyote;
le dije: —Animal tirano,
¿por qué no te vas al trote?
Tú no tienes quién te arree,
ni tienes quién te eche azote.
(CFM: 3-5956)
Los niños, a través del juego, siempre han tenido recursos para contra-
rrestar sus miedos y reelaborar, en acción comunitaria, lo que representa
una amenaza. Existen varios tipos de juegos infantiles, entre ellos las
rondas, en las que, además del canto, los niños corren, brincan, persiguen,
imitan, todo ello con un carácter festivo. Con estos juegos, los niños
socializan algunos placeres y temores que se manifiestan claramente en
la repetición de acciones y en los juegos de persecución, que les resultan
El coyote en la literatura de tradición oral 105
Existe otro juego infantil, titulado El Coyote, en el cual los niños for-
man dos columnas para competir. Entre todos los niños eligen a dos que
representen los papeles del coyote y de la gallina. Los demás jugadores,
los pollitos, se colocan uno detrás de otro, cogidos con ambas manos
por la cintura y encabezados por la gallina. Se inicia el juego cuando se
acerca el coyote aullando:
—¡Cacaú, cacaú!
—¿Qué quiere ese coyotito?
—Carnita asadita.
—Cójala de la mera colita.
El coyote en el refranero
El que con coyotes anda, a aullar se enseña. (Pérez Martínez, 2002: 169 n.)
Para Herón Pérez (2004: 159), este refrán popular adapta al mexicano
el viejo refrán tradicional “el que con lobos anda, a aullar se enseña”, o
sea, que las costumbres se adquieren del medio en que el individuo vive
a diario. No encontramos antecedentes de este refrán del lobo entre los
refraneros españoles del siglo XVI consultados, pero sí en una recopilación
española moderna enunciado de la siguiente manera: “Quien con lobos
anda, al año aúlla” (Junceda, 1998: 496).
Existen refranes mexicanos que con la mención del coyote expresan
el peligro que representa el poderoso y advierten al más débil para que
tome sus precauciones:
108 Nieves Rodríguez Valle
De este último dice Herón Pérez (2004: 213): “Refrán popular que
en forma sentenciosa advierte a quien tenga hijas que las cuide de los
tenorios [...]. Tiene el mismo sentido paremiológico que el refrán ‘Donde
abundan gavilanes, hay que encerrar las pollitas’”. La contraparte de
este refrán se expresa en otro, que con los mismos elementos: coyote-
gallinas enuncia la imposibilidad de unión entre desiguales a través de
un ejemplo argumentativo:
Nunca se junta una gallina con un coyote (Pérez Martínez, 2002: 304).
Herón Pérez (2004: 159) comenta que este último es un refrán tabas-
queño y que, para el refranero mexicano, “bajar” ya sea al agua o al llano,
supone que hay algún peligro: “Se usa en situaciones en que alguien se
14
En España se conserva la variante: “Cuando la zorra predica, no están los
pollos seguros [...]. Hay que desconfiar de los que se sirven de buenas palabras,
pero, contradictoriamente, apelan a actos ruines y malvados para conseguir
aquello que desean” (Junceda, 1998: 148).
El coyote en la literatura de tradición oral 109
15
El doble sentido de la expresión está dado por el juego de palabras “co-yo
te cojo”, según el cual el enunciador implica la sodomización del oyente; este
es, con frecuencia, el chiste del albur mexicano.
110 Nieves Rodríguez Valle
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Abstract. This article analyzes the figure of the coyote in the literature of oral
tradition in Mexico to the present day. The coyote appears in legends, prayers
and spells, stories, songs, children’s games and sayings, and each popular genre
provides specific treatments. The coyote has different meanings in the collective
imagery since the pre-Hispanic world until today.