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Evaluación

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• Evaluación

Autoevaluación docente. Un momento para


reflexionar sobre nuestra práctica
Por Graciela Simari y Mónica Torneiro

Finalizamos el año escolar y ya definimos la calificación, promoción y


acreditación de nuestros alumnos. Es un buen momento para reflexionar sobre
nuestra propia práctica. ¿Qué entendemos por evaluar? La palabra evaluación
nos remite a experiencias vividas cargadas emocionalmente que han dejado
huella en nosotros en relación a lo que entendemos por evaluar y cómo juegan
sus roles el evaluador y el evaluado. En el ámbito educativo, “evaluar se volvió
sinónimo de control autoritario y externo sobre los otros” por eso suele generar
miedos, inquietudes y resistencias.
El autor español, Miguel Santos Guerra señala que la evaluación puede
responder a los intereses del evaluador, cada uno evalúa lo que desea, en la
forma y momento que lo considere, con los instrumentos que decide
convenientes y la usa con el fin que se proponga. “El poder es tan grande que
permite catalogar éticamente, determinar explicaciones causales en forma
arbitraria, justificar decisiones y clasificar (…)”Juzgar, medir, clasificar, evaluar
forman parte de nuestro repertorio de acciones cotidianas, y no sólo en la
escuela sino también en la vida, ya que vivimos evaluando.
La evaluación se sirve de valores como la justicia, la honestidad, pero también es vulnerable
de correr el riesgo de tomarse como un arma de poder y sometimiento. Por eso debemos
elaborar rigurosamente los criterios de evaluación para evitar que evaluar constituya un
medio de control o, como dice Santos Guerra, un instrumento de opresión.
La evaluación es un instrumento para repensar si lo que se hace en la escuela va por buen
camino. Ella es una parte sustantiva del proceso de enseñanza-aprendizaje y posibilita
obtener información sobre las prácticas pedagógicas para mejorarlas.
Stuffelbeam define a la evaluación como “el proceso de diseñar, obtener y proporcionar
información útil para juzgar alternativas de decisión“(1971).
Al considerar la relación entre las tareas y decisiones no sólo estamos en condiciones de
valorar el proceso de enseñanza-aprendizaje globalmente, sino que además podemos
identificar logros y detectar posibles causas de desvíos con el propósito de diseñar
estrategias para superar los problemas y afianzar los logros.
La calificación y certificación de los aprendizajes de los alumnos constituyen una instancia
ideal para observar y analizar, también el proceso de enseñanza. “Es poco habitual utilizar la
evaluación de los alumnos como indicador de la calidad de las prácticas docentes. Los niveles
de logros de los alumnos son de enorme utilidad para el docente ya que constituyen una
manera de obtener información acerca de los resultados de su propuesta y, en consecuencia,
un insumo para la posible redefinición de sus prácticas”. (Frigerio G., 1995).
Si la evaluación va dirigida de arriba hacia abajo, pasa a ser una herramienta de
control y de poder.Pero si lo que pretendemos es mejorar la calidad educativa no sólo hay
que evaluar a los estudiantes sino, fundamentalmente, nuestro rol y tarea como docentes.
Aún más, la evaluación debe atravesar todos los niveles e implicar a todos los actores
institucionales.
Indagar acerca de nuestra propia praxis exige realizar una rigurosa autoevaluación.
En la escuela no es común hablar de autoevaluación ni que el docente se pregunte qué
ocurre con su propia práctica.¿Cuántos docentes se autoevalúan? ¿Cuántos docentes
se arriesgan a ser evaluados por otros sin sentirse “perseguidos”? ¿Qué docentes
invitarían a sus pares para que los evalúen y luego conversar acerca de cómo está
realizando la práctica en el aula? ¿Cuántos se prestarían a ser evaluados por
padres, por sus alumnos y, sobre todo, por sí mismos con la mirada autocrítica y
objetiva que se necesita para producir cambios?
La posibilidad de la autoevaluación desancla un poco esa postura sojuzgadora para teñirla de
expectativas positivas y, sobre todo, de interés y de comprensión.
Santos Guerra dice que “la autoevaluación es un proceso de autocrítica que genera unos
hábitos enriquecedores de reflexión sobre la propia realidad” es decir, es un proceso de
problematización sobre la propia práctica profesional. Este proceso genera en el docente una
inevitable ansiedad puesto que están en juego su autoestima y todas sus estrategias de
enseñanza (Alicia Camilloni 1998).
Una escuela que desea ser equitativa y justa debe plantearse el verdadero significado de la
evaluación, para qué se realiza, para quiénes, qué es lo evaluable y lo evaluado, quién
evalúa, cómo, cuándo…La pregunta por el acto evaluativo da la oportunidad de abrir nuevos
interrogantes.
La autoevaluación es un proceso reflexivo en el que cada sujeto es a la vez, observador y
objeto de análisis. Así, el quién evalúa corresponde al propio docente; el qué, es el punto
más problemático porque exige una mirada retrospectiva del propio ejercicio profesional, de
las acciones, marcos conceptuales, metodologías, interacciones, etc. El cómo, refiere a
numerosos instrumentos y procedimientos de investigación que pueden ponerse en juego al
momento de evaluar.
La autoevaluación demanda el compromiso de los docentes, el equipo de conducción y de la
institución en general y tal compromiso deberá promover que toda práctica acreciente los
pilares fuertes de cada uno y ajuste aquellos puntos que se hallan debilitados o deficitarios.
Creemos que no existe el maestro diez, pero tampoco el maestro cero. La asignación de la
puntuación máxima refleja una crítica autocomplaciente, condescendiente y superficial, que
apunta más a la aprobación que a la investigación sobre la práctica. En estos casos la
autoevaluación de fin de año no está implementada como herramienta para pensar nuestra
propia práctica, para reflexionar sobre nuestra marcha docente, como apertura de dudas que
permitan la reelaboración de nuestro accionar responsable, sino que está pensada como algo
más para dar cumplimiento.
En algunas jurisdicciones, cada año llega una papeleta para la autoevaluación, un
cuestionario impreso en el que figuran varios criterios para luego ser evaluados en el
concepto de cierre de ciclo lectivo. Dicho paso está vivenciado- en la mayoría de los casos-
como un trámite previo a sentarse en Dirección a conversar sobre el desempeño áulico
durante el año escolar.
¿Por qué el acto de evaluar nos resulta un quehacer antipático?
Porque muchas veces se toma la evaluación para buscar exclusivamente los desaciertos y-lo
incorrecto, es lo que nos dará el resultado del examen. Una evaluación así planteada obliga a
hacerse cargo de lo deficitario. Más que posibilidades, se busca al chivo expiatorio que
cargará con la responsabilidad de esos resultados.
Los logros, serán repartidos, pero los desaciertos, generalmente tienen un dueño
exclusivo y, por qué no, unipersonal.
El hacerse cargo del proceso no debiera involucrar un castigo sino una posibilidad de
reposicionamiento, de cambio. Es preciso tener en cuenta que la práctica docente no debiera
medirse basándose en resultados cuantitativos sino cualitativos.
¿Pero cuál o cuáles debieran ser los parámetros para evaluar la práctica del docente?
¿Es la solución la relación comparativa entre objetivos y resultados logrados?
¿Cuáles serían los principios básicos e impostergables para la realización de la
autoevaluación del docente?
Algunos de estos principios serían:
Utilidad: Que realmente la autoevaluación sirva para algo y se realice oportunamente.
Factilidad: Los criterios a aplicarse deberán ser lo suficientemente claros, razonables y
sencillos de aplicar para que todo docente pueda entender que es importante autoevaluarse.
Las mediciones debieran ser probables: ni arrojar imposibilidades ni tampoco certezas.
Ética: Entre las partes que intervienen en la evaluación estableciendo el compromiso que
este acto participativo implica, desde la protección de los derechos del evaluado hasta la
honestidad en los resultados.
Claridad: En cuanto al objetivo de su realización, el “para qué se realiza”, que se pretende
con ella, teniendo en cuenta el contexto en el que se realiza y apuntando a la descripción
tanto de lo deficitario como de las virtudes de la práctica.
Guardar correlato: Pues deberá:
-Responder a las necesidades de quienes se sirven de ella para mejorar la calidad educativa.
-Ser prospectiva y no invalidatoria
-Atender al proceso en sí y no exclusivamente a los resultados obtenidos.
Stenhouse (1984) afirma que lo que mejora la acción educativa no es tanto la investigación
sobre los docentes sino la de los docentes al analizar su actividad.
¿Pero qué tendría que tenerse en cuenta en este análisis de la actividad docente?
De por sí es muy complejo enumerar aspectos sin dejar de lado otros. La práctica docente no
solamente es compleja sino que se realiza inmersa en una realidad de alta complejidad en la
que todo está cohesionado, relacionado. No se trata de una realidad lineal, sino en red, se
trata de una totalidad.
Es por ello que será necesario seleccionar los aspectos más relevantes, los que estén
orientados a la acción.“La autoevaluación docente es aquel proceso donde es el profesor el
que recoge, interpreta y valora la información relacionada con la práctica personal. Es el
profesor quien enmarca criterios y estándares para valorar sus principios, conocimientos,
destrezas, eficacia… La autoevaluación del profesor/a es evaluación del profesor por y para el
profesor” (Airasian, P. y Gullickson, A., 2000).
¿Qué dispositivos se pueden utilizar para realizar una autoevaluación?

1- La lista de control es un instrumento utilizado para registrar aspectos observados en la


práctica. Se realiza un listado de ítems que se quieren evaluar, luego se tilda o señala con
algún tipo de marca (cruz, punto) la presencia o ausencia de los aspectos a evaluar. Así,
pueden indagarse el desempeño docente, las estrategias didácticas en los distintos
momentos de la clase, el manejo y dinámica grupal, recursos, etc.
2- La escala de valoración es similar a la lista de control pero se acompaña por una
ponderación que permita observar el grado en que se presenta el aspecto evaluado. Ésta
debe ser definida previamente y puede ser: conceptual (S: Sobresaliente; MB: Muy Bueno;
B: Bueno; R: Regular; I: Insuficiente), puede indicar la frecuencia con que produce el
aspecto observado (Siempre; A veces; Pocas veces; Nunca) o puede ser de carácter
numérico (escala de 0 a 5; 1 a 10 o cualquier otra numeración). Después de completar su
autoevaluación, el docente se reúne con el equipo de conducción para evaluar
conjuntamente el trabajo del año.
A modo de ejemplo se presenta una grilla de Autoevaluación Docente
Fecha:……………………………….. Docente:……………………………..
Grado/Sección:…………………….. Institución:…………………………...

A- Aspecto Personal ( Sobre la base de S MB B R I )


1- Formación y Capacitación Profesional

Actualización profesional (cursos, talleres, seminarios, etc.)


Aplicación en el proceso de aprendizaje
Organización de la tarea didáctica

2- Relación con el grupo a cargo

Capacidad de percepción del grupo


Orientación y coordinación grupal
Seguimiento

3- Comunicación

Con los alumnos


Con las familias
Con sus pares
Con el personal de conducción

4- Presencia personal y disposición


Puntualidad (horario de entrada y salida)
Asistencia
Prolijidad
Actitud personal
Creatividad
Disposición y colaboración
Compromiso con la tarea
Capacidad para trabajar en equipo

5- Actitudes de orden

Orden en el aula
Cuidado del material didáctico
Control en desplazamientos y juegos
Utilización de estrategias para manejar las dificultades y conflictos

B- Aspecto Pedagógico-Didáctico

Selección de contenidos
Metodología
Logro de objetivos propuestos
Conducción de la clase
Manejo de las dificultades de aprendizaje
Utilización de recursos y tecnología
Seguimiento individual
Articulación hogar-familia-escuela

C-Aspecto Institucional-Administrativo
Registro de asistencia de alumnos
Libro de Firmas (Registro de asistencia docente)
Boletines
Carpeta didáctica (presentación, actualización)
Planificaciones y Proyectos
Reuniones de padres
Reuniones de personal
Actos y eventos institucionales
Informes y Legajos de alumnos
Actitud frente a sugerencias y observaciones.
Aspectos a destacar:…………………………………………………………………………….
Aspectos para seguir trabajando:………………………………………………………………
Observaciones:……………………………………………………………………….…………..
Concepto General: …………………………………………………………………….…………
……………………………… ….……………………….
Firma docente Firma Directivo

3- La carpeta o portafolio es un documento que retrata la evolución del proceso de


enseñanza-aprendizaje. Los docentes puedan colocar una selección de los mejores trabajos
realizados o experiencias significativas vivenciadas durante el año lectivo (puede hacerse por
períodos). Permite identificar y reflexionar sobre los logros, obstáculos y errores detectados
en el trabajo didáctico-pedagógico. Las presentaciones a incluir pueden ser: producciones
escritas, gráficas, videos, fotos, etc.
Este instrumento promueve el diálogo y la autoestima, ya que incentiva el reconocimiento
personal y disminuye la ansiedad que provoca la evaluación.
4- El diario es otro instrumento para indagar la propia práctica. Consiste en un registro
escrito de las experiencias escolares a lo largo del curso. Los docentes pueden observar y
registrar ordenadamente lo acontecido en su práctica de enseñanza y evaluación, para poder
determinar las fortalezas y debilidades de las mismas y realizar las modificaciones que
fuesen necesarias. Favorece la reflexión autónoma, ayuda a explicitar supuestos y posibilita
diseñar estrategias de intervención para superar problemas desde nuevas perspectivas.
¿Para qué evaluarse a sí mismo?
•Para tomar conciencia de lo que se está haciendo y de los objetivos que se pretenden
alcanzar.
•Para realizar las modificaciones correspondientes en las planificaciones atendiendo a los
desvíos o dificultades que irán apareciendo en el proceso de aprendizaje.
•Para adaptar el Proyecto Institucional a las condiciones de la práctica docente.
•Para reflexionar sobre sus éxitos y sus fracasos basándose en esta reflexión a la hora de
hacer modificaciones en su forma de enseñar.
•Para percibir fielmente y con honestidad su actuación en el aula.
•Para encontrarse con sus necesidades profesionales y buscar -o crear –estrategias para
satisfacerlas.
Estrategias e instrumentos para la autoevaluación docente.

Fernández, Miguel EN “La profesionalización docente”y Airasian y Gullickson, en


“Herramientas de autoevaluación del profesorado” sugieren:
• Autodescripción diferida
• Heterodescripción diferida
• Heterodescripción en directo
• Grabación de audio y/o video.
• Rastreo de los procesos de pensamiento y decisión del docente.
• Entrevista previa y posterior.

• Herramientas de autorreflexión
• Registro y análisis de los medios.
• Retroalimentación del alumnado
• Portafolios del profesor.
• Datos sobre la actuación del alumnado
• Solución de problemas basada en el diálogo.
• Observación externa de los colegas.
• Redacción de diarios de registro.

Indagando un poco más


A los docentes se los evalúa teniendo en cuenta las siguientes fuentes de datos:
-Rendimiento de los alumnos
-Opinión del alumnado
-Informes en cuadernos de actuación
-Opinión de los padres
-Trabajo con los colegas
-Actividad profesional
-Observaciones periódicas
-Cuestionarios de autoevaluación

Pero entre los ítems que sostiene Peterson (1997) no figura la autoevaluación docente. Sin
embargo, si el docente se percibe como evaluador de su propia práctica, existe siempre la
posibilidad de lograr cambios significativos en su accionar áulico.
Una escuela que crea y valora las condiciones institucionales para una concepción
democrática de la evaluación prioriza los procesos de autoevaluación y propone un modo de
construcción de conocimiento fundado, autónomo y crítico.
La autoevaluación no es una tarea fácil de realizar ya que el docente debe ser capaz de
autocriticarse con el mayor grado de objetividad posible. Esto último posibilitará también que
el docente se convierta en un agente receptivo capaz de estar abierto al juicio, la crítica y el
cuestionamiento de evaluadores externos, como así también podrá accionar flexiblemente
para operar cambios necesarios para su práctica.
Bibliografía
• Dussel, I. y Southwell, M. “Evaluar ¿Para qué, para quiénes?” Dossier Revista El monitor de
la educación Nº 17 5ta. Época julio/agosto 2008.
• Santos Guerra, Miguel A. “Patología general de la evaluación educativa”. Publicación
virtual. Universidad de Málaga.
• Santos Guerra, Miguel Ángel. “20 paradojas de la evaluación en la universidad española”.
Revista electrónica http//www.uva.es/aufop/aufopweb.htm.
• Santos Guerra, Miguel A. “La evaluación como aprendizaje. Una flecha en la diana”.
Bonum, 2007.
• Camilloni, Alicia; Celman, S., Litwin,E y Palou de Maté, M. “La evaluación de los
aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo”. Paidós, Bs.As., 1998.
• Camilloni Alicia. En Daoud Adrián “Propuestas de Autoevaluación Docente”. UTN.
• Frigerio, Graciela y otras.”Las Instituciones educativas. Cara y Ceca. Elementos para su
gestión”. Ed. Troquel, 1995.
• Arena, M, y otros. Documento Final. Seminario Evaluación y Promoción en la Formación
Docente. DGCE. Secretaría de Educación. Dirección Educación Superior.
• Airasian, Peter W. y Gullickson, Arlen R. “Herramientas de autoevaluación del profesorado”.
Editorial Mensajero. Bilbao. 2000.

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