Tratados Araras
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Tratados Araras
ÍNDICE
Tratado de la Ceiba 3
Tratado de la Palma 6
Tratado de Obbatalá 12
Tratado de Oshún 14
La Piedra India 19
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TRATADO DE LA CEIBA
(LEYENDA Y CULTO DE LA CEIBA)
La Ceiba como la Palma, es uno de los árboles más característicos de Cuba. La Ceiba
es un árbol sagrado por excelencia.
La Ceiba es el árbol al que van y donde habitan permanentemente todos los muertos,
los antepasados, los santos africanos de todas las “naciones” traídos a Cuba mediante la
esclavitud, así como los santos católicos.
La Ceiba Santa es el árbol del Santísimo, es el árbol de la Virgen María o del Poder de
Dios, es el árbol del misterio, prueba de ello es que los elementos desencadenados de la
naturaleza la respetan, no la abaten. El huracán más fiero no la desgaja. El rayo no la fulmina.
El rayo respeta a la ceiba y a nadie más.
La Ceiba ni se corta ni se quema. Sin hacer ebbo previamente sin consultar con los
Orishas y sin tomar precauciones extraordinarias, ninguna persona se atreverá a derribar uno
de estos imponentes árboles, que son adorados y temidos por todos, y que se secan
centenarios en nuestros campos. Por tal motivo y respondiendo a un instinto religioso
milenario que en el fondo es común a todo género humano, un árbol de tales proporciones y
de belleza tan solemne y majestuosa, aparece como la materialización de alguna poderosa
divinidad. Esta divinidad de la Ceiba, se impone sencillamente.
“La Ceiba es un santo: IROKO”. Es la Purísima Concepción, en ella está AREMU (La
Virgen de las Mercedes de los Ararás y YEMMU).
Para muchos viejos santeros, la Ceiba es asiento de IROKO, quien está allí presente y
de la Purísima Concepción que viene a la Ceiba y tiene en ésta su morada. Para otros, IROKO
es la misma Ceiba.
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consagraron con el nombre que en África se daba a un árbol inmenso, muy semejante e
igualmente venerado en toda la Costa de Guinea.
IROKO es del santo “ODUDUWA”, que vive arriba en la copa de la Ceiba. IROKO
es tronco de “OLOFI”; es el palo más santo y misterioso.
IROKO se baila con un lindo bastón todo revestido de collares y una escoba adornada
con cuentas rosas y blancas. Este santo que se adora en la Ceiba pertenece a la rama de
“NANA BURUKU” y de “AYANU” (San Lázaro lucumí y arara respectivamente). Se le
sacrifica un torete que, los santeros con velas encendidas, pasean alrededor del árbol antes de
degollarlo, en tanto le sacrifican gallos, gallinas, patos de Florida y guanajos blancos. Todos
los meses se le ofrendan pollos blancos.
Existe una ofrenda que resulta decisiva para ganarse la buena voluntad y el auxilio de
“MADRE CEIBA”. La ofrenda es la siguiente: se sancochan dieciséis huevos, en la tierra,
bajo el árbol y en dirección al naciente, se hace una cruz con manteca de cacao, sobre esta
cruz se van colocando los huevos desprovistos de la cáscara, repitiéndose la petición que se
desea hacer cada vez que se le ofrece un huevo. Por último, se dice: “DESEO QUE EN
TANTOS DÍAS ME CONCEDAS LO QUE TE PIDO”; porque es prudente fijarle término; y
todo será más eficaz y el resultado plenamente satisfactorio si junto a cada huevo se coloca
un centavo o kilo de los viejos.
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Una hermana de “OLLA”, muy delicada, que se tiene una cazuela de barro,
representada por dos caracoles torneados de nácar, vive al pie de IROKO y “come” (recibe el
sacrificio) sobre una mesa.
Además de los muertos que van a posar en su fronda, de todos los Orishas, Npungus,
Inkisos o Nicitas y Fumbis, hay en la Ceiba un “BODU” (Vodu) potentísimo que se llama
“BOKU” (Arará), a quien encontramos en la Palma Real.
Cuanto más importante resulte una persona en la tierra, cuanto más elevada sea su
jerarquía, mucho antes al expirar irá su espíritu a refugiarse en la Ceiba.
IROKO es el punto de reunión de las almas africanas y criollas muertas. Todos los
difuntos se encuentran en IROKO.
IROKO es siempre una asamblea de espíritus. Munanso de los Fumbis. Con los
espíritus del Monte, de “Nfindo, Cuafindo” y de los árboles, están los espíritus de lo muertos.
Los mayomberos como hemos visto, llaman “Fumbe” a la Ceiba.
Las raíces de la Ceiba están siempre llenas de ofrendas y monedas que ninguna
persona se atreverá a apropiarse y que resultan por lo general de “antevotún” y de promesas
cumplidas. Es en la Ceiba donde ha de prometerse a la Virgen del Carmen “AGGOME”, a
Santa Teresa “OYÁ” y a Jesús de Nazareno “OBBÁ LUFON”, vestir sus hábitos; es decir,
vestir promesa durante un tiempo determinado y en ocasiones por toda la vida.
Estas promesas que con verdadera devoción cumplen los “Padres Nikisos” y los
“Babalawos”, verdaderos intérpretes de las divinidades, pueden aconsejarse a otras personas
que también las llevan a cabo. Igualmente, las promesas pueden ofrendares a “Nuestra Señora
de la Regla”, es decir, a la “Virgen de Regla”, a la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre”
y a “Nuestra Señora de las Mercedes”, cuyos colores respectivos son el azul, el amarillo y el
blanco.
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A IROKO se le sacrifican animales y se le hace fiesta de tambores, que en Matanza
alcanzan una gran solemnidad. Es esta ocasión, los “Bobbo-kaleno”, es decir, los fieles,
contribuyen cada uno con un pañuelo y la ceiba se engalana para dicha fiesta, con estos
pañuelos doblados en punta y colocados en un cinturón forrado de verde que rodea el tronco.
El día más apropiado para sembrarla con fines religiosos, es el día 16 de noviembre
(DÍA DE AGGAYÚ). Una vez plantada (el rito debe terminarse antes de las doce del día);
como es un niño que nace y al que acaba de nacer, debe dársele un nombre y, se hace fiesta,
se toca tambor y se baila, pues se bautiza con rezos e empapando la tierra con sangre de un
novillo o un cochino macho o sencillamente con un gallo y se le ofrecen doce huevos
sancochados untados con manteca de corojo o de cacao, galletas y otras chucherías.
En fin, uno jura en esa fecha adorarla mientras viva y alimentarla anualmente. Sembrar
ceiba, consagrarla y bautizarla, es lo mismo que montar una Nganga y hacer alianza con ella.
De ella dependerá nuestra salud y nuestra suerte.
SHANGÓ es dueño de otros árboles: del álamo melodioso, del jobo, del framboyán, del
cedro, del pino; la Palma Real es el más simbólico de esta divinidad “El Rey del Mundo” que
se viste de punzó, el negro bonito y prieto que come candela, el “Dios del Fuego”, el que con
la vara afilada y trémula de la palmera que se eleva al cielo, dispara sus flechas a la tierra.
Donde está la Palma, allá está SHANGÓ descollando en la rama y plantado como la
torre de su castillo (Ilé Olodin).
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Ese cogollo que se eleva en el centro del airoso penacho que componen sus brazos, es
un verdadero pararrayos que atrae sobre sí las descargas eléctricas.
La Ceiba es del Santísimo, la Palma Real es de Santa Bárbara. La Palma Real coge al
rayo y se lo guarda dentro. Tiene potestad para amarrar al rayo. Es árbol legítimo de la
familia de candela de SHANGÓ-OBAKOSO. Pedestal de OBAKOSO que los devotos llegan
a confundir a menudo con el mismo Orisha, la “Palma Real es OBAKOSO mismo”.
Por su parentesco o afinidad con SHANGÓ, otros Orishas participan del culto que se
rinde en las palmas, entre esos Orishas se encuentra “OYÁ o YANZA”, “Mamá-Oya-
Ferekun”, la Virgen de la Candelaria, la dueña de la centella, su inseparable y fiel concubina,
que le sigue a todas partes y combate a su lado en las contiendas.
pero continuando con SHANGÓ, OYÁ fue a Takua (Jecuajei joro obi oddoil Oyá wo lele
irá).
Los africanos de tierra YESA dicen que es “yesa”, los Takuas dicen que es Takua, los
Minapodos dicen que es Mina, pero se afirma que Takua.
Con frecuencia en los altares populares la rama de una pequeña palmera de latón
sostiene a un soldado de plomo que representa a SHANGÓ.
Palmas de juguete no deberán faltar en los altares, como símbolo tradicional de “Dios
del Fuego y de la Guerra”.
Participa de la Palma Real, además de Oyá, el gran Orisha AGGAYÚ “Brazo Fuerte”,
“La Bola del Mundo”, “Aggayú Sola”, “Aggayú Larí” (San Cristóbal).
Aggayú (Babadina), dueño de la tierra y del río, que según apuntes de la mitología
africana era el padre de SHANGÓ, cosa que es falsa pues él es hijo de OBANLÁ.
Esta versión mitológica que es robustecida por santeros africanos muy respetados,
explica lo siguiente: Shangó no conocía a su padre, que era Aggayú, éste era tan temido y
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respetado que dejaba la puerta de su casa abierta de par en par y nadie se hubiera atrevido a
entrar, Aggayú siempre tenía su puerta abarrotada de frutas, pues el río, las tierras y las
grandes sabanas eran suyas. Shangó, sin embargo, se metió en su casa, comió de todo, se
hartó y luego se acostó, tranquilamente, en la misma estera de Aggayú.
Cuando Aggayú volvió del campo, encontró a aquel tipo atrevido descansando y tan
campante. - ¡Eh, caramba! - dijo Aggayú. Lo agarró (IKI BUSI SIAN), juntó leña, le prendió
fuego y echó a Shangó en la hoguera; pero Shangó no ardía. Entonces, se lo llevó a hombros
a la orilla del mar para ahogarlo, en el mar aparece YEMAYÁ (YEMAYÁ KONLA), madre
postiza de Shangó y le dice: “¿Qué vas a hacer Aggayú? No puedes matar a nuestro hijo”.
Aggayú dijo entonces: “En el mundo yo soy el hombre más bravo y tú Shangó eres tan
bravo como yo, certifico que eres mi hijo”; por ello, continúa diciendo la mitología, Shangó
respeta tanto a Aggayú, pues a veces cuando está majadero o a punto de hacer una de las
suyas, ya sea en alguna fiesta santa o en cualquier lugar en que se manifieste (ya que dada la
índole de su naturaleza se enfurece con extrema facilidad y no ve lo que hace cuando se
arrebata), si Aggayú está presente e interviene, “fumi” baja la cabeza. Bastará conque el
Orisha, grande como los pilares del firmamento se plante a su lado y lo mire severamente.
“Con sólo una mirada el padre domina al hijo”.
“Lo que es del padre es del hijo” y aunque la Palma Real es trono reconocido de
Shangó-Lubbeo, heredero legítimo y universal de OBBATALÁ, es propiedad también de
Aggayú “OLSE” (La montaña), es el bastón de Olofi y la palma es el bastón de Aggayú.
También la Ceiba es bastón de Aggayú.
Aggayú y Shangó, son dos en uno. Adorando a Shangó, se adora a Aggayú. Cuando
un hijo de Shangó está abatido, éste le ruega a Aggayú.
Al Iyawó que se le asienta Shangó como Ángel de la Guarda, recibe al mismo tiempo o
después a Aggayú, como quien recibe a Yemayá, no puede dejar de recibir a Olokun. Al que
“asienta” a Oshún o a Shangó, es necesario hacerle “ORO” para que reciba a Aggayú. La
piedra de Aggayú cuando se le hace santo a un hijo de Shangó o de Yemayá no se le sostiene
en la cabeza, sólo se le apoya en el hombro.
La sopera destinada a Aggayú tiene dos cuernos, cuatro piedras y dieciséis mates.
Como es dueño del río, su Otán permanece nueve días amarrada y sumergida debajo del agua.
Una hija de Oshún llevará al neófito (novicio) a buscarla al río y durante estos días allí se le
harán ofrendas.
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Sin saber que Yemayá era su madre, Shangó quiso que Yemayá fuera su mujer. Un
esclavo que seguía a Shangó por todas partes, se lo advirtió a Yemayá y ésta antes de
cometer pecado le dijo: “Omó mi” (Hijo mío). “No tengo madre”, le contestó Shangó y
Yemayá, le dijo: “Lubbeo” y le ofreció el pecho, entonces Shangó, reconociéndola, se echó
a llorar.
Por esta razón de parentesco, también los Jimaguas (IBE LLIS), adorados por todos
los lucumies, residen en la Palma. Los Jimaguas: “TAEBO Yemayá KAINDE”, catolizados
en San Cosme y San Damián, son hijos de Oyá y de Shangó.
Dos Ibellis hembras que son: “Santa Rufina y Santa Justa”, se recuestan en las palmas
y se aparecen junto al tronco.
Los IBELLIS o IBEYIS son aliados de Shangó, Shangó los quiere con delirio y ellos
a Shangó, ellos protegen mucho a los hijos de OBAKOSO y los hijos de OBAKOSO tienen
que mimarlos. Para conseguir dinero se les hace rogación, un “ebbo” para que hagan por
nosotros lo que ellos hicieron por Shangó.
En las palmeras Shangó todo lo resuelve, contesta y trabaja y los fieles de todas las
reglas, lo invocan y le ofrendan el “amala” y el “ila” (harina y quimbombó), las frutas, el
racimo de plátanos verdes o manzanos, atados con una cinta roja, el mamey o el marañón
(que es muy grato a este Orisha); en resumen, la palma es el lugar más indicado para dejarle
“ebbo”, por lo cual, queda dicho que todo lo que respecta a este Santo, va a parar a la palma,
que es su árbol más simbólico.
Por ello, se indica que cuando un “Oni Shangó” estime que se encuentra ante un
peligro o sospecha que alguien lo está “trabajando”, etc. El babalawo o el olosha le
recomendará comprar un racimo de plátanos hermoso y un plato con borde rojo. El primer
plátano que se desprenda lo untará con manteca de corojo y dirá: “Shangó, mi padre, me
están haciendo brujería” o “quiero esto o lo otro”, atará el plátano con una cinta roja,
repetirá la misma operación con tres plátanos pero rogando cada vez que haga un nudo en la
cinta. Empleará plátanos cuatro plátanos (pues cuatro es el número de Shangó) y los colocará
en el plato. Encenderá una vela y derramará un poco de agua y dirá: “el mal que me están
haciendo, aquí te lo dejo Santa Bárbara”. Cuando los plátanos se hayan podrido
enteramente, los retirará del plato, los envolverá en un papel de traza, los llevará a una palma
y dirá: “Alafi, Obakoso, aquí te dejo todo el mal que quieren hacerme, esto es cosa tuya”. Y
como ya Shangó se ha comido los plátanos, anteriormente se hizo responsable de defenderlo,
y así la persona quedará libre de cuidados, pues Alafi-Obakoso Shangó, castigará a su o sus
enemigos.
Una vez abandonados los plátanos en la palma, deberá volver a su casa inmediatamente y en
el mismo plato blanco, colocará tres pedazos de coco verde y un buen pedazo de manteca de
cacao, se pasará el coco y la manteca de cacao tres veces al día, por todo el cuerpo, se bañará
después durante cuatro días seguidos con yerbas (ewés) de Shangó y Obbatalá, con un jabón
de castilla o prieto y un estropajo nuevo, se seca con una toalla que no deberá usar nadie más,
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en el baño derramará cuatro gotas de siete esencias o perfumes distintos y agua de la iglesia
(agua bendita) y mientras se purifica tendrá encendida y dirá: “Alafi, papá, en sus manos está
mi limpieza”. Debe peinarse con un peine nuevo y vestirse de blanco. El peine, el jabón, así
como la toalla, terminados los baños, los dejará en la palma después de rezar tres
Padrenuestro y tres Ave María.
El primero que molió maíz fue SHANGÓ. En una de sus andanzas hizo un trueque
(cambio) con unos hombres que no eran africanos. Llevaba el maíz en su jorongo y cuando
sintió hambre lo molió y se lo comió echándole harina “amala”.
El pan (Akará) de los Orishas o el (Ekó) especie de tamal que se consume en las
fiestas y en los bembés, se prepara con maíz. Shangó. Se pone el maíz en remojo toda la
noche, se muele muy bien y al día siguiente se cocina en baño de María de modo que quede
con una masa blanca y suave, se cuela y se divide en forma de panes y se deja secar en hojas
de plátano.
El Ekó es uno de los elementos más importantes del “ebbo” que a veces exigen los
muertos.
Con maíz tostado, agua, naranja agria y melao de caña se prepara en “SHEKETE”,
refresco que se brinda tradicionalmente con rositas de maíz, “ekru aro”, bien un “OTI”
(aguardiente), muy embriagador para ELEGGÚA Y SHANGÓ. Con el maíz seco molido con
agua y azúcar que durante treinta días se deja fermentar en una botella o garrafón, según la
cantidad que se vaya a preparar y que se entierra al efecto.
El maíz tostado (que no puede faltarle nunca a ELEGGÚA, a OSHOSI, y a BABALÚ AYÉ)
y que se usa tanto para las limpiezas (solamente cuando lo indique el Orisha) deberá regarse
en las casas.
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Una “purificación” o limpieza muy provechosa es regar en la casa pajas de maíz y a su
vez pasarse siete centavos por el cuerpo, que se colocarán después en una jícara, y más tarde,
lanzarlos en la esquina de la calle.
En medio del patio se hace un círculo con cenizas y una cruz en el medio, en el centro
del cual se coloca sobre hojas secas de plátano, una gran cazuela de barro o una paila (La
baricá), con el “dengue” (se llama dengue a este refresco de maíz seco con azúcar y unas
gotas de miel de abejas). La Iyalosha que reparte el “nangaré” o “dengue”, de pie dentro del
círculo de bebeina o Erú (ceniza) y al lado de la paila, hace de gallo y levanta el canto:
Cada santero, cada hijo presenta su jícara al Sol naciente, derrama un poco de líquido
en círculo y bebe, se aparta ante una cantidad en otra jícara que se lleva al monte a los
muertos, girando alrededor y fuera de la circunferencia de ceniza, dando vueltas y vueltas
(pori, poriri, poriri), porque la tierra es redonda y el sol que nos da vida también y cantando:
Cuando se hace Nangaré por motivo de un “Asiento”, la Iyawó o el Iyawó con la madrina,
que llena la jícara, se sitúa en medio del círculo, esta ceremonia dura alrededor de una hora,
cuando terminan van todos a saludar a los Orishas.
Cuando se hace “Saraeko” se le echa al Ekó un poco de azúcar blanca, una pizca de
manteca de cacao y otra de cascarilla. Cuando se le ofrenda a los Orishas, el azúcar blanca se
sustituye por miel de abejas.
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TRABAJOS Y OFRENDAS A LOS SANTOS CON EL MAÍZ
De esta forma, los familiares del ladrón, que han hecho lo posible por sacar de “esa
vida” al individuo de esa condición, lo habrán conseguido.
La piedra de San Lázaro, se cubre totalmente en su sopera o taza bola con granos de
maíz tostado, junto a éste se coloca una vasija llena de frijoles de todas las clases, un plato
con manteca de corojo y una jícara de vino seco. La mazorca tostada y adornada con una
cinta roja para alejar la enfermedad y tener contento a San Lázaro se coloca siempre detrás de
las puertas de las casas. Hay personas que ponen junto con la mazorca dos muletas
pequeñitas de cedro y un saquito de henequen, este saco se llena de centavos hasta reunir una
cantidad que oscile entre dieciséis y setenta y siete centavos.
Las mazorcas son de “Babalú Ayé” y de “Oshún”, por consiguiente, los hijos de
Babalú Ayé no pueden comer harina de maíz sin antes ofrendarle una proporción al Orisha.
Sucede con frecuencia que el “Omó” que olvide este requisito pague su descortesía con una
mala digestión o un fuerte dolor de vientre.
Siete granos de maíz tostado untados de manteca de corojo y una bolita de alcanfor,
aconseja San Lázaro, invariablemente, que se lleven en una bolsita de tela roja o de henequen,
durante siete o dieciséis días para no enfermar en tiempos de epidemia.
Está de más que ofrezcamos las extraordinarias facultades medicinales del maíz en
sentido general, así como de sus múltiples propiedades como base fundamental en la
alimentación de nuestro pueblo.
TRATADO DE OBBATALÁ
“OBBATALÁ”, creador del género humano. Padre y Madre de todos los Orishas.
Rey y Reina. De una pareja de Obbatalá nacen todos los demás, son pares.
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Existen dieciséis Obbatalá. La cifra dieciséis es sagrada para los lucumies: dieciséis
son los Orishas, dieciséis son las letras del “Diloggún” y dieciséis son las letras de “Ifá”.
Obbatalá es lo mismo que el Santísimo, que “Dios Nuestro Señor” y Obbatalá (mujer)
es lo mismo que Nuestra Señora la Virgen, “Obanlá” (La Virgen de las Mercedes).
A “Obbatalá”, Olorún le destinó a la tierra y lo mandó para hacer el bien, para que
fuera el Rey del Planeta y lo gobernase en su nombre. Obbatalá es Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
Por camino lucumí y por camino Arará, “NANA BURUKU” es el Obbatalá principal,
que son dos en uno: hembra y macho, “NANA” y “BURUKU”.
En fin, Obbatalá es uno, llámese con todos los nombres que se quiera, Obbatalá
hembra “Yalá” y Obbatalá varón, todos son uno, sin excluir al intrépido y combativo
“Allagguna”.
Obbatalá vive en “OKE” (la loma) y todos, exquisitos y friolentos, siempre tienen
“TUTU” (frío), pulcros hasta no más, cualquier cosa sucia lo ofende, lo que no es blanco y
limpio no puede tocarlo.
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“OU, ODODO” (La flor del algodón), tiene el envidiable privilegio de ser capa y
manta de Obbatalá, de envolverlo perennemente, de vivir pegada al “Orishanla”. Todos los
Obbatalá Bibiniki, los mayores, delicados y sensitivos en extremo se envuelven en algodón y
lo mismo se hace con los objetos o símbolos que les pertenecen.
La sopera en que se guarda la piedra blanca “OKE”, materialización del gran Orisha,
pues Obbatalá se afirma y come en ella y otras cuatro más pequeñas, se visten de algodón, se
engalana con collares de cuentas blancas y dieciséis plumas de loro. Dentro de la sopera se
depositan estas piedras con las piezas del santo (atributos), una serpiente de plata, dos huevos
de marfil, ocho o dieciséis “Okotos” (babosas), un pedazo de manteca de cacao, una
cascarilla y se cubre todo con algodón.
“Obbatalá” (La Virgen de las Mercedes), es la que pone paz en todas las disputas y
peleas de los santos, en su presencia todos se dominan, ella los amansa con su “Ori” (manteca
de cacao). Perdona muchas faltas de sus hijos, por lo menos las primeras que cometen.
Intercede para que todos los Santos perdonen a los suyos. Casi siempre sirve de madrina y
defensora. Es dulce y reposada, por eso su baile es “LILE” (suave y tranquilo).
Cuando aquí en la tierra hay trastornos, guerras (Iña, koruña, Ika) o epidemias
(Tianka), se ponen banderas blancas dentro de las casas, en lo más alto y en lugar de mayor
movimiento, por ejemplo: “En la pared que divide la sala del comedor o detrás de la puerta de
la calle”. Todos los niños y personas mayores se “limpian” con manteca de cacao, coco, tusas
de maíz y cascarilla. En un pequeño saco de tela blanca, se meten cuatro u ocho trocitos de
manteca de cacao, igual número de rositas de maíz, de pedacitos de coco y un poco de
cascarilla y comenzando por la cabeza y la frente se pasa por todo el cuerpo pidiendo paz
salud a OBBATALÁ. Terminada la limpieza se echa en un placer o en la manigua. Esta
acción tranquilizadora la ejerce siempre OBBATALÁ con la manteca de cacao y la cascarilla
que suaviza, refresca y aclara.
Cuando Obbatalá se molesta o está malgenioso se envuelve su sopera con una gran
cantidad de algodón y se hace una rogación durante ocho días en la siguiente forma: El
primer día se le ofrece una gran fuente de arroz blanco y se riega arroz por todo el cuarto; el
segundo día, una torre de merengue adornada con grageas plateadas; el tercer día, una natillas
de leche; el cuarto día, cuatro litros de leche en unas tazas blancas sobre platos blancos; el
quinto día, arroz con leche sin sal y manteca de cacao; el sexto día, calabazas blancas; el
séptimo día, un jarro de champola y si es tiempo de anones, dieciséis anones, todas estas
ofrendas se depositan en una loma o a la sombra en el monte.
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nueve olelé, nueve ekó, nueve mazorcas de maíz, nueve varas de tela de zaraza, nueve agujas,
nueve pesos con noventa y nueve centavos y nueve capullos de algodón”.
Cuando la “Ikú” (la muerte) anda metida en una casa (y para evitar que esto suceda se
aconseja que se tapen todos los agujeros del suelo, grietas de las paredes, tapar las botellas
vacías, de modo que la muerte no tenga hueco donde meterse), Obbatalá la hace salir de su
escondrijo y libra al enfermo de su amenaza mediante otra rogación en que son necesarias:
una sábana blanca, cuatro palomas blancas, manteca de cacao y de corojo y en buena
proporción una cesta con babosas, una jícara con saraeko (dengue) y dieciséis pesos con
ochenta centavos. La persona amenazada por la muerte se vestirá de blanco.
Con el coco, la manteca de cacao y la cascarilla, que suaviza los corazones, el algodón
es fundamental, ya que Obbatalá no se separa del algodón. Si no se puede rogar una cabeza
sin coco, tampoco puede rogarse a Obbatalá sin algodón. Todo lo que se le da a Obbatalá en
la cabeza de su devoto, coco, sangre de paloma, carne, pescado, frutas, etc. Se cubre con
algodón. Lo último que se coloca siempre en la cabeza es la cascarilla, que no puede
mancharse con la sangre.
TRATADO DE OSHÚN
“Olufina”, era mentiroso, no se le podía creer una sola palabra. Todo el mundo lo
tenía por embustero, por eso estaba pasando muchos trabajos.
“Mentiras de Obbara (Shangó), de su boca no sale una sola verdad”, decían los
demás Santos, quienes lo acusaron de mentiroso ante Olofi.
“Veremos si Obbara ‘irori’ (miente)”, dijo Olofi para si interior. Olofi anunció una
gran fiesta. Invitó a todos los Santos. Invitó también a Obbara, quién estaba en la mayor
orfandad. Olofi cortó dieciséis calabazas y entre ellas una muy chiquitica, ya medio fruncida,
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que colgó de las crucetas de su bohío. “¿Llegaron los Oshas? ¿Están todos?” - preguntó
Olofi. “Si señor, estamos todos” - contestaron los Oshas, a lo que Olofi respondió: “No,
falta uno, falta Obbara”. “Pero no vendrá, por lo mismo que dijo que vendría” -
respondieron los Oshas. “Mírenlo, allá lejos viene Obbara - dijo Olofi - y viene a caballo,
no puede ser......
Porque era Obbara, ni sucio ni andrajoso, sino vestido de blanco y con unas alforjas
grandísimas debajo de la montura del caballo. (¿De dónde habrá sacado ese caballo?). Echó
pie a tierra y dijo: “La bendición”. “Santo hijo” - respondió Olofi, quien volviéndose hacia
los demás Orishas expresó: “Dijeron que no vendría y ha venido. Ahora que estamos todos
reunidos quiero hacerles un regalo a cada uno”, y les dio una calabaza a cada Orisha.
Obbara recibió la más chiquita, los demás se molestaron con aquel regalo y decían para sí:
“¿Para eso nos ha reunido Olofi? ¿Tanto se ha querido burlar de nosotros? Vaya una
ocurrencia”.
Cuando terminó la fiesta, aunque para no herir a Olofi, cada uno tuvo que cargar con
su calabaza, la que tiraron en el camino.
Obbara fue el último en retirarse. Vio las calabazas por el camino y las recogió todas,
llenando con ellas las alforjas hasta no más. Las guardó en su casa y al día siguiente mientras
estaba guaraqueando en el campo, su mujer le dijo: “Oko, etie mi oshishe moyeún osi
elequedde” (Mi marido voy a cocinar y comer calabaza). Cogió una, la partió del corte que
hizo “Obé” (cuchillo), salieron monedas y monedas de oro. “Odé, odé oko mi, afefa pipwó
elequedde”. “Obá” se asustó y pegó las dos partes de la calabaza lo mejor que pudo. Cuando
Obbara volvió del trabajo, ella le contó lo que había pasado y le enseñó la calabaza.
Pero Olofi, en su oportunidad, reunió otra vez a los Santos. Obbara cogió la
calabacita que le había regalado Olofi, se vistió de blanco, montó en su caballo y fue a ver al
“viejo”. Cuando llegó, ya estaban todos reunidos.
“Quiero saber - dijo Olofi - que han hecho con el presente que les di la última vez
que estuvieron conmigo”. Los Oshas se miraron unos a otros; uno tosió, el otro tragó y, al
fin, no les quedó más remedio que decir: “Yo la tiré en la manigua”, “y yo también”, “es
que me estorbaba”, “la mía pesaba mucho y tenía mucho que caminar para llegar a casa”.
“Y tu Obbara, ¿qué hiciste con tu eleqquede?” - preguntó Olofi. “Aquí está la mía
Babá” - dijo Obbara -, la guardé y como al salir de aquí encontré en la sabana un montón
de calabazas, yo dije, mira el desprecio que le hacen a Papá y las recogí todas”.
“Eres el único que apreció mi regalo - dijo Olofi - y como todos ellos dicen que eres
tan mentiroso, ahora yo mando que tu palabra resplandezca sobre el mundo con verdad y
con mentira, se tenga por verdadera”. El honor del hijo es honor del padre.
Obbara dejó de ser pobre, y por eso cuando los hijos de Shangó sufren por algún
entorpecimiento de fortuna y todos tienen un tiempo que están en alza y otro en baja, deben
dormir con una calabaza bajo la almohada.
Con la calabaza, “Oshún” hizo la primera lámpara y bailó con la calabaza y la luz en la
cabeza, como hace todavía. “Oshún” empezó a hacer milagros curando mujeres en el río con
calabaza y millo. En uno de sus milagros aparecieron los “Ibeyis” (Jimaguas) y le hicieron
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“Oro” a Oshún con rezos, cantos, cascabeles y campanillas, fueron cantando hasta un
calabazar.
Quedó Babalú Ayé en “Dahomey” como Rey: “Asoyi femayi agrónica mobitasa”.
Todo el mundo toca el suelo con las manos y el rumbo lo dio el tallo de “elequedde”.
El “Ewo” (la prohibición), que condena también a las hijas de Oshún a no comer calabaza,
tiene su origen en la vergüenza (atelarago) que pasó esta Diosa cuando su hermana Yemayá
la sorprendió dentro de un pozo rodeado de calabazas pecando (indoko) con Orunmila, quien
era entonces marido de Yemayá. Todos los Santos se enteraron y ella pasó un bochorno muy
grande.
Oshún después de haber dado a luz varias veces, vio que se le deformaba el cuerpo.
Iba llorando por el campo y haciendo rogación con diferentes “Ewés” (yerbas). La primera
rogación la hizo con güira, pero cuando la güira se seco, las semillas sonaban dentro (como
suenan las maracas), y el ruido la perturbaba. Encontró una calabaza en un llano, se apoderó
de ella y pasándosela por el vientre, “recobró su buena forma”.
Para rogar, pues, el vientre que se deforma, se toma su medida con cintas de seda, se
unta la calabaza con miel y se depositan las cinco cintas dentro. La calabaza, pues, es vientre;
por eso él que padezca del vientre, que no coma mucho calabaza. Es recomendable a las
mujeres que no deben comer calabaza hasta pasado cinco o seis meses después del parto.
Oshún para curar a un sujeto que se queja del vientre, de dolor o de malas digestiones,
coge una calabaza y se la pasa primero en cruz y luego en redondo. Estas rogaciones se hacen
junto al “Otán” de Oshún. Se toma la medida del vientre que se va a curar con cinco bollos y
cinco yemas de huevo (o también Oñí y manteca de corojo) dentro de una calabaza. Esta se
lleva al río y se le paga su derecho, se le mete dentro una vela encendida y se le abandona a la
corriente.
Para hacer prosperar a una persona que tiene su estrella apagada, se le amarra al tallo
de una calabaza y se dice: “Según tú creces y adelantas, calabaza, has que crezca y adelante
FULANO DE TAL”, y esa persona, seguramente, la suerte le cambiará.
Para que un acreedor pague lo que debe o para conseguir dinero de una persona
adinerada, se hechiza a un peso de plata, que simboliza el capital del acreedor, o todo caudal
del ricacho. Este peso se amarra bordeándolo con un entretejido de hilo blanco, rojo o
amarillo, según el Orisha que respalda el trabajo, la plata pertenece a Obbatalá y queda al
descubierto el centro de la moneda. Sobre ésta so coloca la guía, el tallito tierno y retorcido
de la calabaza, que simboliza prosperidad y se cubre con una pieza pesada de bronce.
Para que retorne una persona que se ha marchado y está lejos, se hace lo siguiente: Se
coge una calabaza, cinco uñas de gallo, un huevo, pimienta de guinea, mejorana, agua de
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Florida, su nombre y apellidos escritos en un papel y la banda de su sombrero u otra prenda
de vestir u objeto que le pertenezca. Todo se mete dentro de una calabaza, se escupe tres
veces y se deja durante diez días ante la piedra de Oshún, una vez cumplido este término se le
lleva al río, la persona no tardará en regresar.
Está escrito, “Nuestro Señor Jesucristo”, bajo del cielo a la tierra en el “Monte Sinaí”,
juntamente con la Piedra Imán. La piedra que anduvo con la “Samaritana”, no es matari
africana, vino al mundo cuando nació Jesús, por lo cual todos la adoramos y usamos para
atraer la suerte.
Muchos van a bautizar la “Piedra Imán”, sin recurrir y pagarle el derecho a quienes
están capacitados para hacerlo, ateniéndose a las instrucciones que contiene la “Oración de la
Piedra Imán”; pero ciertamente quienes deberán preparar y consagrar la Piedra Imán, son el
babalawo y la iyalosha, el mayombero ó la Madre Nganga.
La gran mayoría de los santeros afirman que la Piedra Imán es propiedad de “OYÁ”,
manifestando en apoyo de tal manifestación que esta piedra es “Santa de Nacimiento” y está
bendecida por el mismo Jesús que se sentó sobre ella al lado del pozo y la bautizo y que se la
ofreció la “Samaritana”`, teniendo por lo tanto más afinidad con los de “Osha” que con los
“Ngangas” y que lógicamente fueron los lucumies los llamados a consagrarla.
Para preparar la “Piedra Imán”, el babalawo pedirá coral, plata, una moneda de oro
denominada “un escudo”, o en su efecto una medallita del mismo metal y también una
muñequita de oro. Hará un omiero en una vasija de barro con las yerbas de todos los Orishas
y va a incluir: agua de azahar, agua bendita, agua de las dos vidas, aguardiente, una clara de
huevo, cascarilla, babosa, yefa, pescado y jutía ahumados, una llavecita de oro, una de plata y
una cobre. Después se le reza y se la canta a “OSAIN” y a todos los Santos. Una vez
preparado este Omiero, en él se lavará la Piedra Imán junto con los restantes objetos,
colocándolos después de lavados en una cazuela; entonces se rezará la Oración de la Piedra
Imán y luego la pasará por un Sahumerio maravilloso, entregándosela después de todas estas
ceremonias, a su dueño, él que contraerá la obligación de rezarle todos los “Jueves Santos”.
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vela. La persona que recibe la piedra debe tener la preocupación de echarle agua bendita y de
rezar la “Oración del Viernes”.
Otra fórmula para preparar la Piedra Imán consiste en: preparar un Omiero compuesto
de cinco aguas: agua bendita, de río, de lluvia, de mar y agua de las dos vidas, se le añade
vino dulce, miel de abejas, canela y cinco yemas de huevo. Se le reza en lucumí a todos los
Orishas y una vez consagrada se pone en una cazuela en la que guardará con limalla,
pedacitos de oro, plata, cobre, alpiste y una llave con cinta amarilla.
Complementando este tratado sobre la Piedra Imán diremos que entre las “Prendas”
del mayombero, de los Orishas y del babalawo nunca falta la sacratísima Piedra Imán. Es
negra y dura, se encuentra en las sabanas, sobre todo en los días de la canícula, cuando el sol
es abrasador (pero a su vez, se vende en los mercados y en algunas tiendas de efectos
religiosos). Esta piedra se alimenta de limaduras de hierro y acero (limallas), la que es
necesario ir renovando a medida que va comiendo. Existe la Piedra Imán macho y la Piedra
Imán hembra, la hembra es redonda y se conoce enseguida porque traga menos, es menos
avariciosa, en cambio, el macho se traga todas la limalla.
La Piedra hembra se les da a los hombres y el macho a las mujeres. Su virtud es tan
grande que con su favor se puede lograr cuanto se quiera; a condición, desde luego, de que
sea bien atendida, ya que como todas las prendas son celosas y susceptibles; si pare y no se
atiende ni se cuida a su cachorrito y éste se muere, todos los animales que tenga su dueño en
la casa, perro, gato, pájaros, etc. se morirán, la Piedra Imán se los mata. Este vástago que da
a luz la Piedra Imán y que va a exigir los mismos cuidados que se le dan a la madre es un
pedacito que se desprende de ella.
La Piedra Imán debe ser lavada una vez al año y un día excelente para ello es el “Día
de San Juan”, por la mañana, con la yerba mora que se debe recoger antes de salir el Sol.
Todas las semanas se le debe dar leche o yema de huevo con vino seco. Los mayomberos le
dan aguardiente con pimienta y ají guaguao. Igualmente, para suerte y bien, se deberá
sumergir en sangre de paloma blanca (nunca se le dará sangre de chivo, que es cosa del
diablo) y se lavará con agua bendita y yerbas del “Santísimo”.
Lo más conveniente será poseer una pareja, es decir, un macho y una hembra. Como
las hembras atraen a los hombres y los machos a las mujeres, el brujo o la santera se valdrán
de una o de otra, según la necesidad que se presente. No hay nada mejor para ciertos trabajos
que una aguja o un alfiler de la Piedra Imán. Para esto se pondrán agujas y alfileres de todas
las clases y tamaños para una “conquista amorosa”, para “amarre” y para defensa no tiene
igual (cuando el santero o el mayombero tiene conocimiento y las facultades necesarias sus
agujas y alfileres no fallarán).
Cuando se desea una mujer se le pedirá un alfiler o procurará robarle alguno de los
que tenga dicha dama, se le llevará a la piedra y se le dejará metido un tiempo en la cazuelita
con sus agujas, etc.; después ese alfiler de la mujer que se desea se clavará en la puerta de la
interesada y una aguja de la piedra se dejará en su casa. En poco tiempo la mujer se rendirá y
es posible que venga o procure demostrarle a las claras al hombre que está enamorada de él.
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Para amarrar (nicanques) se arroja también el vino seco de la piedra en el quicio de la
puerta que se desea “ligar mágicamente”, pero antes es necesario recoger su rastro (tierra que
haya pisado) y con este puñadito de tierra o de polvo se envuelve una de las agujitas de la
piedra en hilo blanco o rojo, humedecido con vino seco. Él que va a “ligar” se tocará la
frente, se frotará los sobacos y detrás de las piernas con la aguja y después de conversar
(rogarle a la Piedra Imán), la depositará en la cazuelita cubierta en canela. Para este acto
llevará como talismán un pedacito de piedra hecho polvo y un poquito de la yerba Sabe
lección (mastuerzo) (quini-quini), también hecho polvo.
Debido a que la Piedra Imán está emparentada con “Espíritu Santo”, si a la persona
que la tiene para resolver sus problemas va a faltarle dinero, deberá presentarle dos palomas
blancas y dejarlas que después anden libres por la casa. Se podrá comprobar que a medida
que las palomas se vayan multiplicando, sus negocios irán prosperando.
La Piedra Imán deberá estar siempre limpia y siempre cubierta con pañuelo blanco
impecable, de resultar posible, el pañuelo debe ser de seda. Cada quince se le dará de comer,
pues es preciso que no se debilite y muera. La Piedra Imán tiene alma, vida y pensamiento,
pues oye, entiende, siente, padece, come y bebe.
Cuando se le caen los hilitos de hierro, es que la mujer que la tiene está perdiendo su
gracia y hay que reforzarla a la carrera. Cuando esto sucede se revive enterrándola siete o
veintiún días cerca de una cepa de plátano, prestándole después las mismas atenciones ya
señaladas, dándole calor con vino, sangre, etc. La piedra resucitará; es decir, que volverá a
coger su limalla y volverá a ponerse engrifada como un erizo. Se le fortalece mucho con
jengibre y con tres dientecitos de ajo, en fin, lo importante será que la piedra este satisfecha
en poder de su dueño, pues es a atraer cuando a éste le convenga o le interese.
Esta alabanza se deberá tener siempre en los labios para su Piedra protectora.
Se le debe poner todos los viernes después de la oración, unas gotas de alcohol puro,
limallas de acero o de hierro, por ser éste el alimento único, sin el cual morirá la Piedra,
perdiendo su eficacia. Terminado de darle de comer y beber se rezará un “Credo”, debiéndose
en este día, como en los demás que se haga la oración, dar limosnas a varios pobres en
monedas de centavos.
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LA PIEDRA INDIA
La Piedra India, pertenece al género de piedras portentosas que salen del seno de la
tierra o que bajan del cielo con santa virtud. Vienen ya preparadas y lo único que se hace es
bautizarla y darle después el nombre que a uno le agrade más.
Su color es azul y es más caliente y peligrosa que la Piedra Imán. Sirve para todo lo
que se pida, para jugar a todos los juegos y ganar. Para correr caballos, es muy conveniente
saber andar con ella. No se entierra, se le tiene bien untada con “ungüento de soldado” y se le
da a beber su poco de agua fresca, le agrada mucho el tabaco y el vino seco o el aguardiente.
Cuando truena, nadie más que su dueño deberá quedarse a su lado. No debe dejarse
de echar agua a la calle cuando empiece a encapotarse el cielo y a relampaguear. Cuando
truena, va a estremecerse dentro de la cazuela. Debe tenerse siempre guano bendito. Esta
Piedra echa chispas.
Las Piedras Indias ya resultan bastante difíciles de encontrar, pues vienen de la India.
La piedra India es exigente y más celosa que la Piedra Imán. Los mayomberos le dan sangre
de gallo y a veces las meten en los calderos acompañando a la Nganga.
Estas son prendas que no se hacen, las da la naturaleza y al que sabe, le sirven tanto
como una Nganga.
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