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    Pidiendo para Su Madre

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    El poema narra la historia de un joven que va pidiendo limosna por la aldea para alimentar a su madre. Le cuenta al cura que perdió la mano después de golpear a su madre en un ataque de ira cuando llegó borracho a su casa. Arrepentido, ahora pide limosna para cuidar de su madre y expiar su culpa. El poema también incluye una sección sobre la sonrisa de una madre como un símbolo de amor, esperanza y consuelo.

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    El poema narra la historia de un joven que va pidiendo limosna por la aldea para alimentar a su madre. Le cuenta al cura que perdió la mano después de golpear a su madre en un ataque de ira cuando llegó borracho a su casa. Arrepentido, ahora pide limosna para cuidar de su madre y expiar su culpa. El poema también incluye una sección sobre la sonrisa de una madre como un símbolo de amor, esperanza y consuelo.

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    Pidiendo Para Su Madre

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    El poema narra la historia de un joven que va pidiendo limosna por la aldea para alimentar a su madre. Le cuenta al cura que perdió la mano después de golpear a su madre en un ataque de ira cuando llegó borracho a su casa. Arrepentido, ahora pide limosna para cuidar de su madre y expiar su culpa. El poema también incluye una sección sobre la sonrisa de una madre como un símbolo de amor, esperanza y consuelo.

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    Pidiendo para su madre ¡Mujer que es todo ternura!

    Un joven va por la aldea, ¡Qué malo, que malo fui


    Y aunque el dolor lo taladre, para con mi Madre amada!
    Sufre, calla y no se queja. Una noche padre mío
    Cuando después de rodar Tiemblo solo al recordarla,
    Por las calles y las plazas Llegué borracho a mi casa,
    Se arrodilla ante el altar, Con mi mano encallecida
    Y así lo sorprende el cura, Le di tan fuerte en el rostro,
    Y al ver que una mano falta Que cayó desvanecida.
    Del brazo de aquel mozuelo,
    Con voz que es toda dulzura Y aquella mujer bendita,
    Le dice: ¿Cómo te llamas? Que tantos besos me dio,
    ¿Qué haces, di, por este pueblo? Estaba en el suelo herida,
    Y vi una mancha de sangre
    Antón yo me llamo, padre, Que la mente me turbó
    Y le pedía a la Virgen ¡Maldito, maldito yo,
    Que me den una limosna que a mi madre escarnecía.
    Para que coma con mi madre.
    ¿Cómo perdiste la mano? Yo no sé lo que pasó,
    Le dice el cura piadoso. Solo se que aun vivía,
    Alcé a mi madre del suelo
    ¿Fue en el taller, fue en el campo?, Y al punto curé su herida.
    ¿algún reptil venenoso ¡Malhaya el hijo maldito
    te dejó, Antón desgraciado que comete tal afrenta
    y te ha dejado, hijo mío, Y maldito aquel cobarde
    pobre, triste, y mal parado? Que en su pensamiento alberga
    Pegarle a su propia Madre!
    No padre, no fue un reptil
    Lo que mi mano cortara. Y salí de su aposento
    Años ha que voy pidiendo Despierto para vengarla;
    Con lagrimas en los ojos Quien la ofendió fue mi mano,
    Y el rubor cubre mi cara. Pues mi mano pagará
    Porque la había ultrajado.
    Joven y fuerte fui un día, Y ciego y lleno de ira
    Mis brazos fueron sostén Cogí el hacha enloquecido,
    De una Madre de alma pura. Y la mano envilecida
    ¡MADRE! ; palabra sagrada, Que tal afrenta causara
    ya que Madre solo hay una. Al ser que me dió la vida
    La que con sus besos nos baña, Y tan ruin me porté,
    La que nos canta en la cuna, ¡Por eso voy con mi pena
    La que jamás nos engaña, y voy por los pueblos, padre,
    pidiendo de puerta en puerta
    para que coma mi madre.
    LA SONRISA DE MAMÁ
    Hay algo más sublime que todo lo sublime,
    más suave que el arrullo, más bello que la flor.

    Hay algo que de todas las culpas me redime


    poniendo en mi existencia su amante bendición.

    Es algo con sutiles ternuras de caricias,


    con magias de esperanza, de paz y de bondad.

    Y ese algo esta en el gesto que pinta la sonrisa


    serena y siempre dulce, sonrisa de mamá.

    Sonrisa milagrosa, que es bálsamo en la vida,


    lo mismo en horas buenas que en las de adversidad.

    A veces empañada por la melancolía,


    mas siempre bondadosa, amante y maternal.

    Compendio santo y bueno de toda la armonía,


    de todos los encantos, de toda la emoción,
    de toda la ternura que el alma nunca olvida,
    porque es la milagrosa sonrisa de mamá.

    Cuando me siento triste, por cosas de la vida,


    y el torvo desaliento me ronda el corazón,
    pensando en el milagro de amor de tu sonrisa
    se me hace, madrecita, más bueno mi dolor.

    Milagro inigualable de inspiración divina


    que, al darme tu sonrisa, me dio su don mejor,
    sonríe como siempre, sonríe madre mía,
    con tu son risa dulce que es paz y bendición.

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