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LA PRIVATIZACIÓN DE EMPRESAS EN 1982
La privatización de empresas estatales empieza en el mundo
con el gobierno de Margaret Thatcher en el Reino Unido, y esta política se extiende a diversos países.
Entre los países en desarrollo y en América Latina, Chile es el
país que inicia este proceso y lo lleva a cabo de la manera más vigorosa. En el ámbito internacional, la privatización se convierte en una de las recetas de la sana política económica recomendada por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El secretario del Tesoro de Estados Unidos también hace suya esta receta. Es seguida en todos los ámbitos internacionales y se pregona a la privatización como sinónimo de “modernización”, “eficientización” y “saneamiento de las finanzas públicas”.
La rapidez con la que se extiende por el mundo el movimiento
privatizador se explica en parte porque coincide con la desilusión generalizada hacia el Estado promotor y sus excesos. Los límites del enfoque racional del Estado Benefactor permitieron que los conceptos básicos de la economía neoliberal encontraran una nueva preeminencia.
En México, el cambio coincide con el inicio del gobierno del
presidente Miguel De la Madrid y el desprestigio de los excesos de los gobiernos priistas anteriores. Se abandona la política progresista y nacionalista y se adopta una política de carácter neoliberal.
El proceso de privatización tiene tres etapas: en la inicial, de
1984 a 1988, se realiza la privatización de varias empresas de diversa índole y actividad; en la segunda, de 1988 a 1999, se realiza ya la privatización a fondo de varios sectores, como los de siderurgia, banca y teléfonos; y en la tercera, de 1995 a 2000, se profundiza aún más el proceso y se realizan cambios constitucionales para vender los ferrocarriles y la comunicación vía satélite. En este documento revisaremos el período inicial y luego examinaremos los distintos sectores económicos en los que se llevó a cabo la privatización.
SIDERURGICA
Sidermex, como se llegó a llamar al conjunto de las tres
siderurgias en manos del gobierno, estaba conformada por Altos Hornos, S.A., Fundidora Monterrey, S.A. y Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S.A. de C.V.
BANCOS
El sistema bancario fue nacionalizado al final de la
administración del presidente José López Portillo, en un esfuerzo un tanto desesperado por mantener cierta autonomía financiera. Durante ocho años, los bancos funcionaron razonablemente bien y, salvo algunas excepciones, la situación financiera de los bancos fue, en general, sana.
La nacionalización de la banca de 1982 tenía que ser rectificada
según la nueva doctrina económica iniciada con el presidente De la Madrid y continuada por el presidente Carlos Salinas.
Así, en 1990 se anuncia la privatización del sistema bancario.
AZUCARERAS
En las décadas de los sesenta y setenta los ingenios
azucareros estaban fuertemente endeudados, con equipos viejos y una productividad deficiente. Esta situación fue el resultado en gran medida del Contrato Ley de los Trabajadores y del Decreto Azucarero que protegía a los ejidatarios y a los pequeños productores; esto adicionado a un precio controlado y un precio internacional sin ventajas competitivas. ESTATIZACIÓN Y DESNACIONALIZACIÓN DE LA BANCA El primero de Septiembre de 1982, en su último mensaje presidencial y en medio de una profunda crisis económica, José López Portillo decretó la nacionalización de la banca privada y el establecimiento de un control generalizado de cambios. La decisión tomó por sorpresa a los observadores y al público en general. El régimen político posrevolucionario había coexistido con una tradición de empresa privada, notablemente fortalecida durante los largos años de alto crecimiento económico de 1950 a 1970. La banca privada, en particular, había tenido un papel central en el crecimiento de esos años, ya fuera a través del otorgamiento de crédito al sector privado, a través de la monetización del ahorro privado, así como a través del financiamiento al sector público. La estatización, expropiación o nacionalización de la banca fue un acontecimiento que cambió el rumbo de la economía mexicana. Además ha sido una de las expropiaciones de mayores dimensiones en la historia internacional reciente.
“El Estado ha tenido que enfrentarse a un dilema: atender crecientemente
todas las propiedades nacionales o responder eficazmente a las necesidades populares”. Pareciera que se concibe al Estado como si fuese un individuo que no puede dedicarse más que a dos o tres asuntos, y eso en ningún momento es aceptable, ya que el Estado está constituido por una muy amplia estructura capaz de atender cientos de asuntos y actividades a la vez: la historia lo ha dejado demostrado. Pero si el argumento que hay se esgrime y que es el mismo que se ha utilizado para justificar la venta de las demás empresas paraestatales es cierto, tendremos que aceptar entonces que hoy, como en ninguna otra época en la historia, tenemos el Estado más incompetente y limitado, que se declara así mismo incapaz de realizar dos funciones básicas para el desarrollo nacional: administración de los recursos nacionales y generación del bienestar social que no, no son actividades contrapuestas y sí, por el contrario necesariamente complementarias; por lo que es falso el dilema entre propiedad y justicia social.
La banca como todo el conjunto de empresas paraestatales son
instrumentos para promover el desarrollo económico y la justicia social. No se es más injusto por ser más propietario ni por ser menos propietario se es más justo. Por el contrario es justamente a través de la propiedad como el Estado puede alcanzar sus objetivos de desarrollo y justicia en tanto ello le brinda la capacidad y los recursos financieros y materiales para cubrir las necesidades del país. Veamos: la venta del 66% del capital de los bancos en propiedad del Estado podrían significar un ingreso por una cantidad cercana a los 6.7 billones de pesos (bdp), esto es 2,800 millones de dólares (md), cantidad que no alcanzaría ni para pagar los intereses que generó la deuda interna en el mes de enero de este año que sumaron 10.8 bdp. NUEVAS POLÍTICAS ECONÓMICAS; EL NEOLIBERALISMO
En teoría, el neoliberalismo suele defender algunos conceptos
filosóficos del viejo liberalismo clásico del siglo XIX, aunque sus alineamientos políticos y su implicación con ideas posteriores, hace de él una doctrina diferente de dicho liberalismo clásico.
Entre las cuestiones ampliamente promovidas por el
neoliberalismo están la extensión de la iniciativa privada a todas las áreas de la actividad económica o la limitación del papel del Estado. Entre las ideas y principios introducidos por el neoliberalismo y ausentes en el liberalismo clásico están el principio de subsidiariedad del Estado (desarrollado por los ordoliberales alemanes, que habían puesto en marcha algunas de sus propuestas en el denominado Milagro alemán de posguerra), y en especial, el monetarismo de la Escuela de Chicago que, desde mediados de los años 50, se convirtió en crítico opositor de las políticas de intervención económica que se adoptaban en todo el mundo, junto con aportaciones del enfoque macroeconómico keynesiano.
A finales de los años 70, estas teorías ganaron amplia
popularidad en el mundo académico y político por dar respuesta al fracaso del keynesianismo en la gestión de la crisis de 1973. Las ideas keynesianas sugerían una relación inversa entre inflación y empleo, tal como sugiere la curva de Phillips. Sin embargo Milton Friedman había señalado que esa relación no era necesaria, como quedó demostrado por el fenómeno de la estanflación. La crítica de los monetaristas tenía tres vertientes:
1. Discutían el uso del aumento de la masa monetaria como
instrumento para crear demanda agregada, recomendando mantener fija dicha magnitud; 2. Desaconsejaban el uso de la política fiscal, especialmente el uso del constante déficit presupuestario, poniendo en duda el multiplicador keynesiano; y 3. Recomendaban una reducción en los gastos del Estado como única forma práctica de incrementar la demanda agregada.
Entre El Mercado Y La Nación: Políticas Neoliberales, Nacionalismo Y Globalización: Desafíos Globales Contemporáneos: Política, Sociedad y Poder en el Siglo XXI