Cabrujas Acto Cultural
Cabrujas Acto Cultural
Cabrujas Acto Cultural
Índice
Prólogo
Primer tiempo
Siete sillas de recio aspecto y una larga mesa con tapete de brocado y
borlas doradas, a un extremo, y en posición destacada el pendón que
ostenta los símbolos de la Sociedad Luis Pasteur (antes, Sociedad
Heredia) para el Fomento de las Artes, las Ciencias y las Industrias de
San Rafael de Ejido; hay profusión de guirnaldas, telones pintados y un
arco de flores.
De acuerdo al programa, la Junta Directiva hace su entrada. La
integran, en riguroso orden:
Hermina Briceño, viuda de Petit: Vocal
Antonieta Parissí: Vocal Auxiliar
Purificación Chocano: Secretaria
Cosme Paraima: Vicepresidente
Amadeo Mier: Presidente
El Secretario, Francisco Xavier de Dios, entra a continuación, deposita el
acta y declara inaugurada la ceremonia.
Francisco Xavier: Se declara inaugurada la ceremonia.
(Larga pausa y se escucha una poderosa ventosidad)
Francisco Xavier: (Sin darse por enterado) Antes de proceder a la
escenificación de la obra, Colón, Cristóbal, el genovés alucinado, se
escucharán las palabras del ciudadano presidente de la Sociedad Louis
Pasteur, antes Sociedad Heredia, para el Fomento de las Artes, las
Ciencias y las Industrias de San Rafael de Ejido.
(Xavier toma asiento, Amadeo Mier se pone de pie)
Amadeo Mier: Excelentísimo señor Gobernador. Honorable señora del
Gobernador.
Reverendísimo y, desde luego, Ilustrísimo monseñor Pío Nono Mendoza,
obispo de la Diócesis.
Distinguido doctor Voltaire Galvano Sánchez, maestro luminoso de la
muy señalada Logia Armonía y Razón Universal del Sexto Distrito.
Respetado y aguerrido coronel Macedonio Reyes, custodio
constitucional.
Eminentísimo Embajador del Reino de Holanda, huésped accidental de
nuestra ciudad.
Damas honestísimas del perpetuo celatorio votivo que tan
gallardamente preside el consistorio del Buen Pastor.
Querídisimos miembros, contribuyentes y simpatizantes de la Sociedad
Louis Pasteur.
Cultos invitados secundarios.
Señoras.
Señoritas.
Señores.
Público.
Proponemos un minuto de silencio.
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no sin antes recomendarte que pases por agua el huevo cósmico que te
acompaña.
Amadeo: (Muy resentido) Nos estamos equivocando una vez más,
signor Brabancio. Cometemos errores y luego nos arrepentimos.
Cosme: Sugerimos obedecer las instrucciones.
Amadeo: (Desolado) Concluimos, signor Brabancio, en la muy simple
definición de hijos de puta. Y por eso nos vamos entristecidos ante
tamañas mediocridades. No digamos jamás que la gloria se mostró
evasiva.
(Amadeo se detiene y duda ante cualquier movimiento que deba tener.
Transcurre una pausa)
Cosme: Y te vas.
Amadeo: No digamos jamás que la gloria se mostró evasiva.
Cosme: (Insiste) Y te vas.
Amadeo: Y me voy. (Pero no lo hace)
Cosme: ¿Algún error?
Amadeo: No. ¿Era así, verdad? Terminaba con no digamos jamás que
la gloria se mostró evasiva.
Cosme: Y se marcha.
Amadeo: Y se marcha.
Cosme: Con actitud de fracaso.
Amadeo: ¿Cómo es una actitud de fracaso?
Cosme: Como tú. Te marchas simplemente.
Amadeo: (Resistiéndose) Quería...
Cosme: ¿Qué...?
Amadeo: No sé. Iba a decir algo... sentí un cierto...
Cosme: ¿Un cierto qué...?
Amadeo: Como un dolor en general... como si fuera Viernes Santo...
Cosme: No pensarás sangrar de nuevo.
Amadeo: A nadie le importa, ¿verdad?
Cosme: No creo que mucho.
Amadeo: Iba a decir eso... que a nadie le importa. Tengo tantos años
diciendo conferencias... (a los invitados) los martes a las ocho, sobre
cualquier cosa con tal de ordenar cualquier tema... ¡Tantos años...!
¡Tantos temas! Conveniencia del cultivo cafetero en los solares
abandonados de San Rafael... Necesidad de un criadero de truchas en la
fuente del Ateneo de Escuque... Estudio comparativo entre Dios y el
general Cipriano Castro...Es increíble cómo después de veinte años
nadie me escucha porque suponen que digo una conferencia... Ni
siquiera las frases más banales... qué sé yo... buenos días... hace frío...
buenas noches. La gente, todos ellos, piensan que voy a hablar del
clima o de la posición de los astros. Y no es así. A veces me provoca
saludar sin ninguna otra eficacia. (Recuerda) Como aquélla... ¿cuándo
fue...?
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Cosme: ¿Qué?
Amadeo: Aquella vez de mi mujer y el Secretario del Partido Liberal.
Cosme: ¿La traición de Lucrecia?
Amadeo: (Sorprendido, después de una pausa) A veces pienso que
eres un archivo, Cosme. Deberías trabajar en la Gobernación. Siempre
una definición oportuna. Busca en la ele de Lucrecia. ¿Cuándo fue?
Cosme: El 18 de marzo de 1915.
Amadeo: Lo sabe todo San Rafael y podemos hablar en confianza, ¿no
es cierto?
Cosme: Pero ocurre que en este momento estamos celebrando un acto
cultural, Eminencia, y hay un drama a mitad del camino: Colón,
Cristóbal, el genovés alucinado.
Amadeo: ¿Y qué importa? Él descubre el continente al final y la
tenacidad triunfa. Soy yo quien no triunfa y por eso creo que el cuento
de Lucrecia es mucho más interesante.
Cosme: (Resignado) ¿Cómo fue?
Amadeo: Yo estaba seguro de que las cosas no iban a ir bien con
Lucrecia. ¡Qué sé yo...! ¡Un presentimiento...! Faltó algo en la noche de
bodas... no sé... Marte andaba mal con Júpiter, suponte. Le vi la cara al
día siguiente y tenía espinillas... y gripe también tenía. ¡Nunca he sabido
de una mujer que amanezca con gripe después de una noche de bodas!
Fue un mal presagio.
Cosme: Evidentemente.
Amadeo: Ella era una de esas mujeres que inflan las narices por
cualquier cosa... como si toda la vida se le reflejara en los cornetes. Los
abombaba y ya tú sabías a qué atenerte. Cuando el general Castro, que
en paz descanse, tomó Ejido y hubo aquella recepción, Lucrecia y él
bailaron un bambuco. ¿Recuerdas? Y ella abombó las narices.
Cosme: No comprendo. ¿Qué tiene que ver?
Amadeo: Era una señal. Uno debe entender las señales. Es
absolutamente indispensable que uno entienda las señales. Esa noche,
la recepción terminó a las once y el edecán del general Castro me dijo
que no podía regresar a la casa con Lucrecia porque Castro quería jugar
con ella una partida de dama china. Yo, naturalmente, sospeché. Y
sospeché mucho más cuando Lucrecia regresó a la casa, cinco días más
tarde, alegando que el juego de dama china se había extendido.
Cosme: (Interesado) ¿Y la gripe?
Amadeo: Ya no tenía gripe. ¿Ves? Por eso digo que hay que interpretar
las señales. Tres años más tarde la encontré en brazos del Secretario
del Partido Liberal.
Cosme: Lo sabe todo San Rafael.
Amadeo: Pero lo que voy a revelar esta noche, no lo saben. Entro al
dormitorio y la veo, debajo de la Virgen del Perpetuo Socorro,
volteándome sobre las sábanas que ostentaban mi monograma y con un
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Segundo tiempo
(La Junta Directiva de la Sociedad Louis Pasteur hace su entrada
después del intermedio. El Secretario, Francisco Xavier de Dios, declara)
Francisco Xavier: Va a procederse a la escenificación de la segunda
parte.
Antonieta: Quisiera decir... (Todos la miran) unas palabras... sobre
Cristóbal Colón y la importancia histórica de su vida...
Herminia: (Sorprendida) Mi amor... ¿a las diez y media?
Antonieta: (Continúa) Como muchas personas saben, Cristóbal Colón
nació en Génova, provincia de Italia. Se ignora el día y la fecha, el padre
y la madre. Fue un hombre ejemplar y virtuoso, abnegado y prudente,
honesto y casto.
Cosme: (Interrumpe) ¿Y qué hacía en los ratos libres? ¡Porque tuvo
once varones y cuatro hembras!
Antonieta: La castidad, señor Paraima, es una virtud que no excluye
algún moderado uso de la vida sexual en el hombre, y por supuesto en
la mujer. (Retoma el discurso) fue una personalidad tenaz y pletórica de
voluntad y espíritu de sacrificio, y, cuando tuvo la gentileza de
descubrirnos, su vida se vio coronada por los laureles del éxito.
Purificación: ¡Qué lindo, Antonieta! ¡Qué sentido...!
Antonieta: Murió, como es natural, en España, rodeado de la
admiración y del cariño. (Pausa) Y nada más. Sólo eso quería decir.
Gracias.
Herminia: Es admirable, ¿verdad? ¡Antonieta...! ¡El ruiseñor de Ejido,
como la llamó José Ángel Buesa en aquel memorable recital...! Manos de
Seda como la llamamos todos porque pone unas inyecciones divinas... y
ahí está, cultísima, cultísima con su Colón y su Niña y su Pinta,
prodigándose, derramándose y abriendo el agujero del saber en esas
cabecitas locas de mis amados vecinos de San Rafael. ¿No es un
retoño...? Porque, permíteme algo, cariñito, en la vida todo es comienzo
y tú sales de aquí sabiendo quién era Cristóbal Colón, que entre otras
cosas se permitió descubrirte cuando tú andabas de pluma y taparrabo
pensando que la luna era de hueso. Sales y por lo menos vas
comprendiendo algo: que el hombre nació en Italia y murió en España y
era bueno como el pan de San Antonio. Y por ahí te orientas y sigues en
la vida que ya comenzaste... ¿y quién te para? De allí a Dostoievsky. El
resto es talento y eso no es culpa de la Sociedad Pasteur...
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Cosme: ¿Cuál Cristóbal Colón? ¿Qué tiene que ver esa sarta de
disparates que has escrito con Cristóbal Colón?
Amadeo: No sé.
Cosme: Sí sabes. ¡Por supuesto que sabes! ¿Tú querías que te oyeran
hoy! ¡Tú querías demostrarlo! ¡Que nadie se engañe contigo...! ¿Qué
más pueden decir que no hayan dicho? ¿Te parece poco? Ahora estarán
reunidas las damas del celatorio votivo en una orgía lingüística con
monseñor Pío Nono y con la presidenta del Ateneo de Escuque...
Amadeo: (Busca angustiado) ¿También se fue?
Cosme: ¡Por supuesto que se fue! ¿No se marchó el Gobernador?
Amadeo: Pero salió acompañado de su esposa...
Cosme: ¿Y qué importa? Dejará a Sagrario en la Gobernación y buscará
a la del Ateneo de Escuque en el Palacio Episcopal. ¿Cuándo no lo ha
hecho?
Amadeo: ¿Lo sabe todo San Rafael?
Cosme: ¡Por supuesto que sí... (Preocupado) ¡No piensas en la
magnitud de este asunto! ¡Estamos perdidos! Como todos los miércoles,
el Gobernador se llevará a la presidenta del Ateneo de Escuque a un
alboroto en los matorrales de la laguna.
Amadeo: ¿Y por qué allí?
Cosme: ¡Porque ella canta...!
Amadeo: ¿Quién canta?
Cosme: ¡La presidencia del Ateneo de Escuque! Cada vez que el
Gobernador se la lleva a los matorrales de la laguna, ella canta un aria
de Lucía de Lammermoor, justamente cuando están a punto de llegar a
una conclusión más o menos definitiva. Una noche, sin embargo, se
encontraron en el Departamento de Ornatos y Festejos Populares de la
Gobernación y toda la gente que estaba en la plaza Bolívar pensó que
había ópera.
Amadeo: Hemos vivido otras crisis y saldremos adelante. Además, un
Gobernador no es eterno, y la pintura de Leonardo da Vinci, sí.
Cosme: ¿Y nosotros somos la pintura de Leonardo da Vinci?
Amadeo: Yo no sé lo que somos, Cosme. Honestamente, no lo sé.
(Cosme se adelanta)
Cosme: Colón, Cristóbal, el genovés alucinado, escena cuarta.
(Entra Purificación como la Historia Universal)
Purificación: ¡Ahora sí, mamá...! (Busca) ¿Dónde estás? (Satisfecha)
¡Ahora sí...! (A Amadeo) ¿Puedo? ¿Ya?
(Cosme Paraima se viste con un traje de monje, durante la intervención
de la Historia Universal)
Amadeo: ¡Damas y caballeros! ¡No hay motivo de alarma! ¡El drama
sigue!
(Sale Amadeo)
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FIN