Redes y Complejidad2
Redes y Complejidad2
Redes y Complejidad2
1
Redes sociales y complejidad:
Modelos interdisciplinarios
en la gestin sostenible de la sociedad y la cultura
Carlos Reynoso
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
http://carlosreynoso.com.ar
Versin 6.02.04 Febrero de 2011
1 Presentacin: La antropologa en la era de las redes................................................... 2
2 Especificacin epistemolgica ................................................................................. 11
3 Redes, una vez ms.................................................................................................. 17
4 El momento fundacional: La teora de grafos ........................................................... 26
5 De grafos a sociogramas: La Sociometra y la primera Escuela de Harvard.............. 61
6 Redes aleatorias: Posibilidades y lmites del azar ..................................................... 80
7 Redes en antropologa: De la Escuela de Manchester a Bruno Latour..................... 100
8 Anlisis micro, macroestructuras y la fuerza de los lazos dbiles ........................... 120
9 Travesas por mundos pequeos............................................................................. 130
10 Redes IE: Complejidad, fractalidad y principio de San Mateo.............................. 139
11 Ms all del ruido blanco: Ley de potencia y anlisis espectral ............................ 151
12 Las redes complejas del lenguaje y el texto.......................................................... 175
13 Clases de universalidad: Claves de la transdisciplina............................................ 193
14 Criticalidad auto-organizada, epidemiologa y percolacin .................................. 206
15 Algoritmos evolucionarios: Gestin sostenible de problemas intratables .............. 222
16 Redes espaciales: Grafos para una antropologa del paisaje y la ciudad compleja. 237
17 Parentesco: De la prdida del modelo a las nuevas tcnicas reticulares................. 280
18 Metacrtica: Alcances y lmites de la teora de redes (y de la complejidad)........... 308
19 Conclusiones ....................................................................................................... 321
Referencias bibliogrficas............................................................................................ 336
Referencias tecnolgicas ............................................................................................. 402
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
2
Redes sociales y complejidad:
Modelos interdisciplinarios
en la gestin sostenible de la sociedad y la cultura
Carlos Reynoso
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
http://carlosreynoso.com.ar
Febrero de 2011
1 Presentacin: La antropologa en la era de las redes
A partir del momento que los diversos aspectos de
la vida social (econmicos, lingsticos, etc) se ex-
presen como relaciones, queda abierto el camino
para una antropologa concebida como una teora
general de las relaciones, y para un anlisis de las
sociedades en trminos de rasgos diferenciales ca-
ractersticos de los sistemas de relaciones que las
definen.
Claude Lvi-Strauss (1973: 88)
En las puertas del siglo XXI las teoras de redes, ya de antigua data en sociologa y antro-
pologa, devinieron al fin complejas, caticas, dinmicas y no lineales en el sentido tcni-
co de las palabras. Un encadenamiento de nuevas ideas trajo aparejada una visin distinta
y hasta capacidades impensadas de gestin. Mtodos y objetivos imposibles de imple-
mentar pocos aos antes se volvieron no slo viables sino moneda comn en la virtual to-
talidad de las disciplinas: dar cuenta del cambio complejo y la morfognesis, disponer de
teoras sobre transiciones de fase y procesos adaptativos, comprender un poco mejor la
emergencia, indagar fenmenos sociales de sincronizacin, disear algoritmos para en-
contrar comunidades en redes de gran porte, modelar nexos entre el micro y el macronivel
o entre la cognicin, el espacio y la organizacin social, tratar analtica y grficamente es-
tructuras de miles o millones de elementos, pasar de la angustia existencial de la prueba
de Gdel a las heursticas positivas de la teora de la NP-completitud, disponer de un mo-
delo matemtico tratable a la altura de muchas de las complicaciones de la vida real, desa-
rrollar heursticas de trabajo en condiciones de conocimiento incompleto y estrategias de
intervencin y compromiso en fenmenos cuyas leyes, si las hay, se sabe que nunca sern
por completo desentraadas (Garey y Johnson 1979; Bocaletti y otros 2006; Strogatz
2003; Bunke y otros 2007).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
3
En los tiempos que corren estn surgiendo teoras reticulares de la evolucin y modelos
en red de la genmica, de los orgenes de la vida, los espacios urbanos, el lenguaje, la cul-
tura, la msica, los textos, las funciones biolgicas, las enfermedades humanas y hasta la
actividad cerebral desvelada por la neurociencia y por una ciencia cognitiva renovada
desde la raz (Bornholdt y Schuster 2003; Wuchty, Oltvai y Barabsi 2003; Catani, Jones
y ffitche 2004; Green 2008; Agosta y otros 2009; Blanchard y Volchenkov 2009; Dehmer
y Emmert-Streib 2009: 48; Vannest y otros 2009; Ghosh y otros 2010). Aunque subsiste
el prejuicio de siempre hacia las ciencias humanas, ante la epifana meditica de la Red de
Redes y la floracin de un mundo proliferante de tribus digitales, y tras un puado de dra-
mticas demostraciones del impacto de los mecanismos reticulares sobre diversos aconte-
cimientos polticos en el plano global, las redes sociales estn definitivamente integradas
a las nociones que a diversos niveles de abstraccin estudian matemticos e investiga-
dores en las disciplinas ms diversas. En los cuarteles ms duros de las ciencias duras los
requerimientos formales, las nomenclaturas y los hallazgos empricos de los analistas de
redes sociales han ganado una modesta pero perceptible respetabilidad.
En este contexto es palpable que ste no es el mejor momento para que una disciplina co-
mo la antropologa se desentienda de estas circunstancias y se refugie en su especificidad,
menos aun cuando su objeto ha dejado de ser lo que alguna vez se crey que era y el pa-
pel de la disciplina en el conjunto de las ciencias (y el monto de la financiacin y del res-
paldo social que merece) est necesitado de una justificacin concluyente. Es aqu donde
los desarrollos tericos e instrumentales vinculados a redes pueden ofrecer una oportuni-
dad indita para restablecer relaciones muy concretas con otras disciplinas, para recuperar
incumbencias que habamos abandonado y para incorporar un campo de desarrollos com-
plejos que seran tal vez ms tortuosos de integrar si se intentaran otros caminos.
En consonancia con ese escenario, el objetivo de esta presentacin es demostrar la viabi-
lidad, el alcance y la relevancia radical de ese enfoque, haciendo palanca en esta demos-
tracin para armar una visin de los aspectos esenciales de las teoras de la complejidad
de cara a la antropologa. Ms all de las redes y de la complejidad en general, la argu-
mentacin se articular en torno del anlisis de redes sociales (en adelante ARS), el cual
constituye, se halle o no de por medio alguna variedad de herramienta compleja, un tema
de alta importancia en nuestras ciencias que debera ser no tanto redimido como reformu-
lado. Por ms que las redes sociales y el ARS han de estar permanentemente cerca del
foco, otras formas y procesos reticulares de la sociedad y la cultura lo estarn tambin,
junto con los fundamentos lgicos, matemticos o computacionales de los formalismos
que se han elaborado en torno suyo.
No ha de ser lo que sigue entonces una introduccin a la teora de redes ni a la de la com-
plejidad, ni una gua de usuario de los programas de computadora que materializan a una
y a otra, ni una artimaa para mecanizar o matematizar la disciplina, ni una tabla de
correspondencias entre las nuevas categoras reticulares que han surgido y los conceptos
de antropologa social que conviene resucitar, sino ms bien un anlisis sistemtico de las
consecuencias epistemolgicas que emanan del encuentro de esas dos corrientes y de la
significacin de sus consecuencias sinergticas para la disciplina y reas colindantes.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
4
Al lado de eso, el texto interroga con ms espritu de operatividad que de pedagoga las
consecuencias disciplinares especficas de varias tcnicas contemporneas que bien po-
dran ser otras (algoritmo gentico, modelado basado en agentes, grficos de recurrencia,
geometra fractal, autmatas celulares, gramticas recursivas) pero que aqu sern central-
mente las redes y los grafos. Se aprovechar el trazado de una visin estratgica para
identificar lo que percibo como un conjunto sistemtico de implicaciones, desafos o lec-
ciones prcticas y epistemolgicas acarreadas tanto por la teora de redes como por la
perspectiva compleja, y sobre todo por la complementacin de ambas. De hecho, esa teo-
ra y esta perspectiva se han tornado cada vez ms convergentes y puede decirse que jun-
tas han llegado a ser mucho ms que la suma de sus partes.
En cuanto a las lecciones a las que hice mencin, ellas ponen en tela de juicio algunos de
los estereotipos y metarrelatos antropolgicos y epistemolgicos ms arraigados, lo cual
ofrece alguna utilidad al investigador que se aventure a leer este texto ms all que adopte
o no en el futuro un marco conceptual ligado a la complejidad o a alguna tcnica reticular
y ms all que sea antroplogo o que ejerza alguna otra profesin cientfica. En este sen-
tido, el conjunto de los corolarios que cierran cada captulo constituye el ncleo de la
hiptesis de trabajo que vertebra la tesis, centrada en la conviccin de que existen susten-
tos firmes, a ser demostrados y sealados con claridad y distincin, para repensar en base
a heursticas positivas una parte sustancial de la teora antropolgica y de las ciencias so-
ciales, invitaciones histricas a su re-pensamiento incluidas.
En otras palabras, la idea es no slo demostrar que las redes y la complejidad aportan una
herramienta de un carcter cuya necesidad es palpable, sino organizar los aspectos forma-
les de la narrativa de modo que quede plenamente expuesto el hecho de que ambas esta-
blecen por un lado la posibilidad y por el otro la necesidad de fiscalizar viejas y nuevas
estrategias disciplinarias desde la mera raz, sea ello debido a los caminos que se abren, a
las oscuridades que se aclaran o a los mitos que se caen.
Igual que en otros textos de heurstica que he escrito en los ltimos aos, aqu considero
que las tcnicas son contingentes y que no deberan ser un fin en s mismas. Casi siempre
han venido a caballo de tecnologas cada vez ms poderosas pero de muy rpida obsoles-
cencia en lo que cuadra a sus implementaciones. No por ello cabe secundarizarlas, sin
embargo, pues al lado de su frecuente fealdad, de la fugacidad de los estndares y de sus
aristas de fuerza bruta en materia de anlisis, clculo y representacin, en un nivel ms
genrico las tcnicas proporcionan una buena medida de esclarecimiento tanto cuando los
modelos funcionan como cuando no lo hacen. Frente a problemas cuya complejidad torna
imperativa su instrumentacin, es a travs de ellas que las argumentaciones ligadas a la
teora o a la estrategia de cobertura (sea esta ltima formal o discursiva) afrontan la prue-
ba ms cida de todas.
Es que en los ltimos tiempos ha habido, sin duda, un reacomodamiento de las jerarquas
epistemolgicas. Son ahora las grandes teoras al modo clsico (monolgicas, personali-
zadas, panpticas, enciclopdicas) las que encuentran ms ardua su pretextacin. Sobre
todo con el advenimiento de posibilidades de modelado antes inditas, las tcnicas ya no
son ciudadanas de tercera por debajo del prestigio de las teoras y los mtodos, sino ele-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
5
mentos del ciclo operativo que bien pueden impactar recursivamente en la teora, o reve-
lar la sustentabilidad de una lnea de razonamiento antes reputada imposible, o la intrata-
bilidad de un problema que en el plano terico luce de resolucin trivial. Por aadidura,
mientras que las tcnicas experimentaron hace poco su mayor transicin histrica a im-
pulsos de una tecnologa cuyo progreso se acelera en progresin exponencial, para las
teoras todo sigue siendo tan artesanal, reposado y contemplativo como siempre. Pese a
que ni siquiera existe una normativa que sistematice cabalmente ese campo, hoy en da
bloggers y nerds en plena adolescencia realizan en base a la praxis de sus redes egocn-
tricas o a sus tecnologas de garage operaciones de gestin en la vida social a escalas que
los consultores y teorizadores de hace pocos aos habran juzgado impensables y de ma-
neras que ninguna ciencia de la comunicacin alcanz a predecir (Kelsey 2010).
La tcnica misma, por otro lado, puede constituir un lmite o ponerlo de manifiesto: cier-
tos procedimientos analticos, procesos reticulares y desarrollos algortmicos en geome-
tra computacional que se requieren en una u otra fase de un razonamiento podran ser du-
ros o imposibles de resolver en tiempo polinmico (Davidson y Harel 1996: 301; Tamas-
sia 1997; 2000: 952-957).
1
No es necesario afrontar inmensos repositorios de informacin
o modelos con multitud de parmetros, o llegar al plano de las sociedades (mal) llamadas
complejas para encontrar estos escollos; el espacio de fases de la combinatoria inherente a
una red de unos 100 elementos con grado 2 o 3 es ya suficientemente ultra-astronmico a
los usos prcticos. Un anillo de Kula con veinte puertos de escala alberga una cifra de
1.155.620.000.000.000.000 trayectorias diferentes posibles, nmero que es un poco ms
alto de lo que para simplificar llamaramos un trilln. Y aunque dudosamente sume ms
que una cincuentena, determinar cunta gente debe concurrir a una asamblea para que sea
inevitable la existencia de dos cliques en pntada (dos grupos de cinco personas que com-
partan o no una caracterstica) est fuera de las posibilidades humanas o computacionales
de clculo.
Algunas redes de envergadura modesta, en fin, se pueden concebir intelectualmente (en
principio) y hasta visualizar de manera aceptable, pero no se podrn poner a prueba, ges-
tionar de manera ptima o analizar exhaustivamente jams. Ante estos hechos, ya puede
comenzar a ponerse en duda que el uso de tcnicas cada vez ms refinadas o innovadoras
o el progresivo desarrollo de la ciencia implique alguna simplificacin del conocimiento,
como a la que muchos de mis colegas han intentado acercarse infructuosamente a travs
de las redes. Ms bien al contrario: en algunos entornos de trabajo (ORA Network Visua-
lizer, por ejemplo) un anlisis reticular de un grupo humano diminuto arroja varias doce-
nas de pginas de diagramas y datos cuantitativos en letra pequea y un potencial intermi-
1
Existen varios rdenes de tiempo requeridos para ejecutar la resolucin de un algoritmo. El tiempo polin-
mico denota una complejidad algo mayor a la intermedia en una escala que va desde el tiempo constante
hasta el doble exponencial, pasando por el tiempo logartmico, el lineal, el cuadrtico, el cbico, [el polin-
mico], el exponencial y el factorial, entre otros. Un tiempo constante se necesita para determinar, por ejem-
plo, si un nmero es par o impar. Un tiempo logartmico se requiere para ejecutar una bsqueda binaria (p.
ej. el juego de las veinte preguntas). El tiempo polinmico cubre en realidad un amplio rango de tiempos,
tales como los implicados por las operaciones n, n log n o incluso n
10
(van Leeuwen 1990: 67-162; Hop-
croft, Motwani y Ullman 2001: 413-468; Sipser 2006: 247-302).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
6
nable de simulaciones dinmicas: un laberinto de problematicidades escondidas mucho
ms intrincado que el que se crea tener antes de ponerse a trabajar.
Mientras tanto, el crecimiento exponencial de las tcnicas ha definido un amplio espacio
de maniobra, acaso el ms intenso y el ms difcil de cooptar que hayamos tenido jams
entre manos, al lado de un creciente caudal de conceptos pendientes de coordinacin con
nuestras categoras disciplinares. Cada vez con mayor frecuencia hallamos pautas en el
ocano de datos o en el comportamiento diacrnico del objeto, o encontramos medidas
que acaso sean tipolgica o estadsticamente significativas, para las cuales ni nuestros
marcos de referencia han previsto nombres ni nuestras viejas teoras esperaban que llega-
ran a existir. Por eso es que no se puede ni afirmar ni negar de antemano que las muchas
signaturas o valores numricos, cualitativos o imaginarios que aqu y all se ven covarian-
do o bifurcndose de manera inesperada correspondan a nociones de relevancia sociocul-
tural que convendra acuar, o a patrones de comportamiento discursivamente referencia-
bles a descubrirse alguna vez.
2
No ha habido tiempo para investigarlo; quiz no se lo sepa
nunca. Pero algo queda. A escala de semanas se van proponiendo nuevas exploraciones
en la naturaleza y en la estructura interna de todos los sistemas susceptibles de represen-
tarse reticularmente, las cuales revelan no pocas invariancias, claves o interrogantes hasta
hace poco ignorados de la organizacin social, el pensamiento, el lenguaje, la cultura y
sus artefactos.
En los intersticios de la ejecucin de los objetivos antedichos procurar sealar aqu y all
algunas perspectivas que pasan por ser complejas, pero que no han ofrecido, en un cuarto
de siglo, herramientas de parecido nivel de compromiso y potencial de cambio. La fre-
cuencia y la prioridad de esta demarcacin ser muy baja, pues el propsito no es pro-
mover una crtica metdica ni dictaminar una zona de exclusin; la idea es ms bien mar-
car un contraste entre lo que hay y lo que podra haber por poco que uno se aventure ms
all del confinamiento intradisciplinario que ha sido la norma en las tres ltimas dcadas
y al que esas doctrinas,
3
con sus discursos autorreferenciales y autoindulgentes que bor-
dean con (o que se han precipitado en) el constructivismo radical o la deconstruccin de
sus propios instrumentos, han terminado homologando.
2
Como escribi alguna vez Woody Allen: La respuesta es s, pero cul es la pregunta?. Una idea seme-
jante aparece en la inslita Hitchhikers Guide to the Galaxy de Douglas Adams (1979). All aprendemos
que la respuesta definitiva es exactamente 42; pero, por desdicha, cul podra ser la pregunta es todava
materia de debate. O por mucho me equivoco, o en la exgesis metodolgica del ARS (sobre todo en la l-
nea estadstica de Wasserman y Faust [1994] y en la vanguardia exploratoria del anlisis espectral) algunas
veces se tocan los lindes de una hermenutica parecida aunque con muchos ms decimales de precisin.
Ahora bien, estas respuestas hurfanas de pregunta no son privativas del tecnologismo en general o de las
tcnicas de redes en particular. A veces se las ve florecer en las investigaciones humansticas ms descripti-
vas; tal ha sido el caso, por ejemplo, de las etnografas crepusculares de la musicloga Frances Densmore,
quien calculaba cifras para las que nunca nadie pudo imaginar algn uso (Reynoso 2006b: 33-38), o del
anlisis geoespacial y las estadsticas de GIS que yo mismo he llegado a practicar (Reynoso y Castro 1994).
3
Me refiero a los paradigmas de la complejidad de Edgar Morin o de Fritjof Capra, a la autopoiesis, el
constructivismo radical, la ciberntica de los sistemas observadores y la investigacin social de segundo
orden, la concepcin posmoderna de la complejidad e incluso (aunque no tan de plano) a la teora del Actor-
Red del prestigioso Bruno Latour (2005). Vase Reynoso (2006: 112-160, 174-192) y Reynoso (2009).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
7
Ms prioridad que eso tendr el esfuerzo por vincular dos territorios (la antigua teora de
redes manchesteriana y la nueva ciencia de la redes independientes de escala) que hasta el
da de hoy siguen sin integrarse como debieran. Pienso que sta es una forma de ligar lo
que pasa por ser una aventura circunstancial, mal conocida y ya olvidada de la historia an-
tropolgica con el estado de arte de la prctica en un plano actual, complejo y transdisci-
plinario. Al mismo tiempo, creo, esta podra ser una una estrategia digna de ser reutiliza-
da para poner en valor un fragmento sustancial del patrimonio de una disciplina que ha
sido rdenes de magnitud ms creativa y rigurosa en materia de tcnicas y teoras de lo
que ella misma se atreve a aceptar. En el trmite no me limitar a las redes cuyo objeto es
estrictamente social, sino que abordar a la luz de la capacidad integradora de los con-
ceptos reticulares una amplia gama de temticas relacionales en las que podra estar en-
vuelto un antroplogo.
Esta integracin tiene sin embargo un lmite no negociable en lo que atae a los estudios
de casos. El texto har mencin sucinta de esos estudios cuando resulte til, pero no se
distraer en su crnica detallada, ni llevar adelante uno, ni enumerar una cantidad signi-
ficativa entre los muchos que hay, ni buscar culpar a nadie por la existencia de innume-
rables reas de vacancia. No ser mencionado ni un solo caso que no aporte un descubri-
miento o un constreimiento terico por encima de cierto umbral de significacin. La idea
es articular un texto de reflexin terica y epistemolgica, acaso uno de los primeros en
su gnero en este campo, concentrando toda la energa en ese empeo; los estudios de ca-
sos ya han tenido y seguirn teniendo su lugar en una bibliografa ms masiva de lo que
se necesita para probar si un principio metodolgico es productivo o si es una moda sin
sustancia. Las contiendas polmicas (si de eso se trata) no se deciden ni por empeo ret-
rico ni por escrutinio: ni una enumeracin aluvional de casos exitosos persuadir al escp-
tico, ni una nmina escrupulosa de los casos fallidos disuadir al adepto.
Mantener una cierta distancia de los tpicos, modos y casos cannicos de la disciplina
ayudar a establecer una pauta de trabajo que no puede ser sino transdisciplinaria. La
clausura disciplinaria ayuda a mantener firme el foco pero impone una visin de tnel y
es miope casi por definicin; aqu sostengo en cambio que mirar un poco ms all de los
lindes involucra un esfuerzo que jams ser menguado pero que siempre resultar aleccio-
nador si lo que se pretende hacer ha de calificar como antropologa.
Echando esa mirada se aprende que la antropologa y la sociologa, por ejemplo, no slo
difieren en el mayor o menor extraamiento que infunden a su objeto, o en el entorno cul-
tural en que se desenvuelven, o en la escala del asunto que les ha tocado en suerte, o en el
desarrollo dispar de las teoras de redes en sus respectivos mbitos. La diferencia es de
mayor cardinalidad y atae a la naturaleza de las estrategias que han cristalizado en ellas,
y acaso a su valor mismo. Mientras que los hitos fundamentales de nuestra disciplina casi
siempre tienen que ver con casos singulares (Redfield-Lewis-Foster, Murngin-Kariera-
Purum, Radcliffe-Brown [o Evans-Pritchard] vs Malinowski, Mead vs Freeman, Sahlins
vs Obeyesekere, las abominaciones del Levtico, la ria de gallos, el pangoln, los Pirah),
los de la sociologa se refieren ms bien a principios de organizacin universales (los seis
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
8
grados de separacin, la fuerza de los lazos dbiles, las transiciones de fase, la ubicuidad
de la ley de potencia, las relaciones escalares entre las partes y el todo).
Aqu se optar sin componendas por esta segunda tesitura aunque sea otra la que la corpo-
racin promueve. Es entonces aquella reflexin terica y epistemolgica de la que habla-
ba y no la tentacin particularizadora del bongo-bongosmo (Douglas 1978: 17) lo que el
estudio que sigue reclamar como su registro primario. No se trata sin embargo de volver
a andar los caminos de la sociologa, ni de replicar sus hazaas y sus errores. Ser la de
volver a situarnos en el nivel ms general posible la aspiracin en la que se convergern
los esfuerzos: un objetivo tan legtimamente antropolgico, si se lo piensa bien, como el
de priorizar el respeto ms hondo hacia la especificidad de lo singular.
A los casos me estaba refiriendo y vuelvo a ello: dado que me estar concentrando en una
inflexin por completo nueva (incluso en sus percepciones de la tradicin disciplinar), los
casos que refrenden lo que aqu se propone no sern tanto los que jalonan la historia co-
nocida como los que se podran elaborar de aqu en ms. Del mismo modo, las manifesta-
ciones de la diversidad y las formas peculiares con que sujetos, objetos y culturas asumen
sus papeles no sern negadas sino ms bien interpeladas (con tanta o ms intensidad que
en la thick description) a escalas de detalle y desde enclaves que no se pensaba que fueran
posibles de alcanzarse, o no se pensaban en absoluto.
Entre la cohorte de demostraciones paralelas que acompaa a la ejecucin de los objetivos
principales he concedido especial prioridad al sealamiento de posibilidades de innova-
cin que se constituyen merced a capacidades formales antes inconcebibles. As como en
la Argentina las efemrides patriticas no celebran el nacimiento de los prceres sino que
rememoran los das de sus muertes, en ciencias sociales (y aqu el ejemplo de Edgar Mo-
rin es paradigmtico) ciertos pensadores han hecho hincapi en los caminos que se han
cerrado para las ciencias sociales debido a la demostracin de determinadas conjeturas y
teoremas en las ciencias bsicas, con el teorema de Gdel, la teora de la relatividad y el
principio de indeterminacin de Heisenberg a la cabeza. Por ningn lado aparecen refe-
rencias a las perspectivas que se inauguran a partir de la demostracin de otros teoremas,
lemmas y corolarios no menos universales, as como de la creacin de metaheursticas ca-
paces de afrontar suficientemente bien situaciones extremas de intratabilidad (indecidibi-
lidad, incertidumbre e incompletitud inclusive). Las teoras de la complejidad y el anlisis
de redes estn atestados de estas instancias, como en seguida se comenzar a demostrar;
qu cosa signifiquen y qu alcance tengan ser parte primordial de la cuestin. En estricto
rigor, la mayor parte de esas demostraciones teoremticas conciernen ms de lleno a las
tcnicas que a las teoras. El progreso de las ciencias puede ponerse filosficamente en
duda llegado el caso y no es un punto que me interese defender; el progreso de las tcni-
cas matemticas, en cambio, est ms all de toda discusin. Habr objetivos que no po-
drn satisfacerse nunca, y eso es seguro; pero lo que hoy se puede pensar o pensar en ha-
cer no guarda proporcin con lo que era el caso (digamos) veinte aos atrs en la historia.
Insistir todo el tiempo en la puesta en contexto, significado y valor de las teoras referi-
das y en la consulta intensiva de los textos originales, antes que en la vulgata esquemtica
plagada de errores endmicos y de efectos de telfono descompuesto que se ha enquistado
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
9
en la comunidad de los especialistas y en su periferia (v. gr. Castells 2004; Rosemberg
2006; Zhang 2010). Aunque han comenzado a surgir unos pocos conatos,
4
el anlisis de
redes todava no ha generado en torno suyo un tejido cristalizado de elaboraciones meta-
fricas de bajo vuelo, como el que ha acordonado, casi sitindolas, a las teoras de la
complejidad, la dinmica no lineal y el caos determinista (Reynoso 2006a: 318-328;
2009). Conjeturo que todava se est a tiempo de prevenir semejante malformacin; pero
en la medida en que la dificultad de los requerimientos tcnicos siga creciendo al ritmo
actual, la tentacin de las lecturas ligeras y de las fundamentaciones endebles sin duda
encontrar oportunidad de propagarse.
Tambin tratar de quebrar el tab implcito que la antropologa ha impuesto en torno de
las estrategias de redes. Cuesta creerlo, pero stas no han sido jams homologadas en el
crculo ureo de las grandes crnicas histricas de la disciplina aunque se originaron se-
senta o setenta aos atrs en las ciencias humanas o (segn afirman al menos seis autores
calificados y neutrales) en el corazn de la antropologa misma (Wellman 1988: 21-22;
Marsden 1990: 435; Kilduff y Tsai 2003: 13; Freeman 2004: 160; Furht 2010: 9). Conje-
turo que este silencio se debe a que el formalismo de redes impone aprender no pocos ru-
dimentos de estadsticas, combinatoria, lgebra, topologa y geometra, y eso obliga a
comprometerse mucho ms intensamente en el juego metodolgico y en la capacitacin
tcnica de lo que el antroplogo promedio est dispuesto a hacerlo tras casi cuatro dca-
das de hedonismo her menutico y posmoderno. Mi hiptesis en este punto es que si crti-
cos y partidarios dominaran efectivamente esos formalismos (y si de refinar el debate se
trata) no habra razones para no hablar de la teora de redes, aunque ms no fuese para im-
pugnarla, para comprender mejor sus limitaciones o para sealar lo que en ella se debera
corregir.
Como sea, es indudable que el anlisis de redes sociales ha sido uno de los episodios ne-
gados de la historia de la antropologa social britnica, al menos. Adam Kuper (1973:
173-200) ni siquiera lo nombra en sus referencias a la escuela de Manchester ; Richard
Werbner (1984) s lo menciona pero nada comenta sobre ello; y en Amrica Marvin Ha-
rris (1978) no les concede un solo rengln. Peor aun, fuera de los textos especficos de re-
des sociales, los grandes manuales de metodologa y tcnicas en antropologa social y cul-
tural no se ocupan de redes en absoluto o lo hacen con displicencia. Mientras se dedican
captulos enteros a tcnicas de probada caducidad o nunca articuladas verdaderamente, las
redes, los grafos, el anlisis de series temporales y las tcnicas transdisciplinarias de reco-
nocimiento de patrones o de descubrimiento de sistemas brillan por su ausencia. El grueso
manual de Russell Bernard sobre mtodos en antropologa cultural dedica a las redes un
solo prrafo, tras el cual confunde groseramente la teora de grafos abstracta con las redes
semnticas y otras formas reticulares de representacin del conocimiento (Bernard 1998:
621-622). Ni redes ni grafos hallan tampoco cabida en su catlogo de estrategias cualita-
tivas y cuantitativas (Bernard 1995) o en el compendio cannico de mtodos de antropo-
4
Vase por ejemplo Deleuze y Guattari (2007 [1980]: cap. I); Capra (1996); Ibez (1990); Latour (2005);
Kilduff y Tsai (2003); Kilduff y Krackhardt (2008).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
10
loga urbana (Low 1999), hecho que se repite (con una salvedad perifrica) en el estudio
de Oswald Werner y Joann Fenton (1970) para el denso tratado comparativista pos-mur-
dockiano de Raoul Naroll y Ronald Cohen (1970), obra cumbre y canto del cisne de la
antropologa transcultural.
Hace diez aos la prdida de la teora de redes o la falta de una indagacin compleja en la
antropologa hubiera sido una ancdota o un mal menor; pero han sucedido cosas en el
campo de la ciencia que hacen que ahora ya no lo sea y es por eso que un estudio como el
presente deviene necesario. No tanto porque desagravie una teora pretrita que ha sido
harto menos atroz de lo que muchos creen, y no tanto porque el Zeitgeist de comienzos
del milenio est impregnado de una experiencia irreductible de reticularidad compleja y
multisituada, sino porque seala herramientas, conceptos y hallazgos que estn impactan-
do ahora y han de impactar tambin en el futuro de la antropologa, una disciplina con po-
tencial de ser la mediadora por antonomasia en la red que comunica las ciencias entre s.
La tesis que sigue est articulada en torno de una hiptesis dominante que no es otra, in-
sisto, que la de la relevancia urgente del anlisis de redes (imbuido de ideas derivadas de
la complejidad) en el trabajo antropolgico. El camino hacia esa demostracin acumulati-
va est jalonada por el registro de una docena de instancias en las cuales las herramientas
reticulares por un lado definen saberes frescos y por el otro rompen con otras tantas narra-
tivas placenteras pero engaosas incrustadas en la epistemologa y en la prctica discipli-
narias: lugares comunes que hace falta poner en evidencia y a los que es menester supe-
rar, ms all de que al final del da se termine adscribiendo o no a una estrategia de redes,
de complejidad, de modelado matemtico, de antropologa o de lo que fuere. El efecto
multiplicativo de esas consecuencias (que a razn de una o a lo sumo dos por captulo han
marcado el ritmo de la organizacin temtica y la secuencia cronolgica del trabajo) deci-
dir si el objetivo que me he impuesto ha sido o no satisfecho.
Aun cuando mi postura pueda definirse a grandes rasgos como de aceptacin del conjunto
de instrumentos que habr de poner en foco, registrar por ltimo algunas notas de cau-
cin y vigilancia reflexiva ante lo que percibo como la posibilidad (y la ocasional existen-
cia efectiva) de un uso fetichista y estril de las teoras y tcnicas del nuevo siglo, tanto en
materia de redes como de complejidad; ms todava que el rechazo por parte de quienes
se resisten a unos y a otros aportes, este factor es sin duda el mayor obstculo a enfrentar.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
11
2 Especificacin epistemolgica
[E]xiste poca evidencia de que los analistas de re-
des pasen mucho tiempo revisando la literatura [de
filosofa de la ciencia]. Ella no es citada en Social
Networks ni en Connections. La palabra herme-
nutica nunca aparece all, ni los autores de esos
artculos especulan independientemente sobre los
sutiles dilemas que dominan las discusiones de los
filsofos de la ciencia y de otros que escriben pro-
fesionalmente sobre modelos. [...] Los analistas de
redes producen una profusin de modelos, no inhi-
bidos por duda alguna sobre cmo encajarlos en
una tipologa y despreocupados por el estatuto on-
tolgico o epistemolgico de la conexin entre el
modelo y el mundo.
John Arundel Barnes (1982)
En la mayor parte de la literatura de redes sociales y en la casi totalidad de la bibliografa
sobre herramientas de complejidad la epistemologa acostumbra ser implcita y esculida,
sobre todo si se la contrasta con la densidad y la expansividad discursiva que se han tor-
nado costumbre en las ciencias humanas. Si se toma, por ejemplo, Social Network Analy-
sis, el manual clsico de Stanley Wasserman y Katherine Faust (1994), tcnicamente in-
superable en su momento, se buscar en vano un par de pginas corridas sobre el particu-
lar .
5
No ha de esperarse que se sea aqu el caso; tampoco ser este ensayo un resumen de los
conceptos, frmulas y magnitudes ms importantes, o una introduccin escolar a la sub-
disciplina, o un pretexto para la exaltacin de una tcnica. Es slo una tesis centrada en la
5
Cuatro o cinco aos despus de editado ese manual considerado pinculo en su gnero se descubri que
las redes de la vida real no exhiben las propiedades estadsticas que Wasserman y Faust dan por sentadas.
No son pocos los clculos que propone este tratado que deberan plantearse ahora de otra manera; lo mismo
se aplica a diversos supuestos metodolgicos (distribuciones de Bernoulli, muestreo, monotona) y a las co-
rrespondientes estrategias de modelado y visualizacin. Aqu y all el texto de Wasserman-Faust habla (con
formuleo denso pero escasa precisin) de modelado estadstico y pruebas de significancia sin reconocer que
estas tcnicas de statistical testing (englobadas en la sigla NHST) hace mucho se saben problemticas (va-
se p. ej. Berkson 1938; Rozeboom 1960; Bakan 1966; Meehl 1967; Morrison y Henkel 1970; Carver 1978;
Carver 1993; Gigerenzer 1993; Cohen 1994; Falk y Greenbaum 1995; Harlow, Mulaik y Steiger 1997;
Hunter 1997; Shrou 1997; Daniel 1998; Feinstein 1998; Krueger 2001; Haller y Krauss 2002; Gigerenzer
2004; Armstrong 2007a; 2007b; McCloskey y Zilliak 2008). Conceptos que se han vuelto fundamentales (la
fuerza de los lazos dbiles, los mundos pequeos, las transiciones de fase, la coloracin de grafos y sus ge-
neralizaciones, la teora de Ramsey, las cajas de Dirichlet, el principio de los pigeonholes, los grafos de in-
terseccin, de intervalo y de tolerancia, los grafos pesados, los rboles abarcadores mnimos, la tratabilidad,
la percolacin, la escala, la no-linealidad, las alternativas a la ley del semicrculo, la teora extremal de gra-
fos, la optimizacin combinatoria, el anlisis espectral, las matrices laplacianas, la nocin misma de vecto-
res o de valores propios) no se tratan en absoluto o se despachan a la ligera. El texto, de apariencia extraa-
mente setentista, permanece anclado en una concepcin estructural-esttica de las redes que contrasta con la
visin procesual-dinmica que hoy se cultiva en los principales centros de investigacin. Lo ms grave,
consecuentemente, es que el libro consolid una visin analtica de las redes sociales, sin interrogar a travs
de un modelado genuino los mecanismos que hacen a su accionar o la posibilidad de intervenir en ellas.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
12
teora que pone en foco una importante inflexin contempornea, que intenta evaluar su
significacin y que entiendo que es necesario que se escriba porque en todo el campo,
hasta donde se alcanza a ver, nadie se ha hecho cargo de la tarea. Mientras que se han es-
crito miles de pginas justificadamente cubiertas ya sea de demostraciones simblicas de
teoremas o de descripciones diagramticas de las relaciones sociales, la reflexin episte-
molgica sobre la teora de redes se agota en unos pocos prrafos de cinco o seis renglo-
nes cannicos fatigosamente replicados en cada publicacin de la especialidad. se es
precisamente el estado de cosas que urge revertir aqu.
Dado el carcter epistemolgicamente complejo y la textura crtica y autocrtica del pre-
sente trabajo, conviene establecer desde el principio las metodologas y heursticas que lo
orientan. Ellas configuran el aparato reflexivo del estudio y son fundamentalmente de tres
clases.
La primera heurstica concierne a una tipologa de modelos que ya articul en otros tra-
bajos. Esta tipologa, cuyos orgenes se remontan a la idea de complejidad organizada de
Warren Weaver (1948), es la que se describe en la tabla 2.1; la nomenclatura, las propie-
dades y los propsitos de la clasificacin son lo suficientemente claros como para no re-
querir ms comentario. El objetivo de la tipologa es demarcar qu clase de resultados
cabe esperar de qu clase de modelos (o de qu forma bsica de plantear un problema).
Modelo Perspectiva del Objeto Inferencia Propsito
I. Mecnico Simplicidad organizada Analtica, deductiva,
determinista, cuantificacin
universal
Explicacin
II. Estadstico Complejidad
desorganizada
Sinttica, inductiva,
probabilista, cuantificacin
existencial
Correlacin
III. Complejo o
sistmico
Complejidad organizada Holista o emergente,
determinista, cuantificacin
conforme a modelo
Descripcin estructural o
procesual, modelado
dinmico
IV. Interpretativo
o discursivo
Simplicidad desorganizada Esttica, abductiva,
indeterminista, cuantificacin
individual
Comprensin
Tabla 2.1 Los cuatro modelos
A diferencia de lo que es rutina en las teoras discursivas o literarias de la complejidad, lo
que aqu llamo perspectiva no deriva de (ni se refiere a) las caractersticas del objeto real,
si es que existe semejante cosa. Mal que le pese a los antroplogos urbanos o a los que
han echado su mirada hacia Occidente o hacia la sociedad (pos)moderna, es una ingenui-
dad creer que hay sociedades o culturas simples o complejas, u rdenes sociales inheren-
temente ms contemporneos, ms lquidos, polimorfos o multivariados que otros. En mi
concepto, simplicidad y complejidad resultan de adoptar escalas, articular variables o de-
finir focos en el plano epistemolgico, y no de cualidades dadas en la realidad. En teora
puede postularse que algunas sociedades son cuantitativamente ms complicadas en di-
versos sentidos: ciertos parmetros con que se las contraste podrn exhibir ms grados de
libertad, mayor nmero de elementos, relaciones de ms alta densidad; pero en la prctica
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
13
ni aun en los extremos del anlisis multivariado de alta dimensionalidad alguien ha en-
contrado clases de complejidad que no estn presentes tambin en los casos que la mayo-
ra acuerda en considerar ms simples.
Conforme a las inferencias que ellas aplican y al propsito que se han propuesto, casi
todas las formas tericas a revisarse en este ensayo pertenecen a los tipos que en la tabla
2.1 he llamado I o II; unas pocas, las ms recientes, se inclinan hacia el tipo III. Ahora s,
convendra dejar particularmente en claro que no soy partidario de un tipo en detrimento
de otros; cada uno de ellos, incluso el tipo IV, puede ser de aplicacin recomendable
cuando se plantean los problemas de determinada manera. Es verdad que las investigacio-
nes empricas en la vida real conmutan o hibridizan los diversos tipos con o sin autocon-
ciencia de estar hacindolo, pero tambin lo es que una taxonoma organizada de este mo-
do sirve para ordenar el campo (como diran Erds y Rnyi) la mayor parte de las veces.
El segundo artefacto que propongo es, como no podra ser de otra manera, una definicin
de problema. Esta es una criatura conceptual que debera ser de especificacin obligatoria
en todo texto, pero a la que la epistemologa constituida no ha prestado mayor obediencia.
Ni siquiera en la hermenutica de Hans-Georg Gadamer (1977: 454-455), el primer lugar
en el que a uno se le ocurrira buscar, se encuentra el menor rastro de una definicin de
este tipo. Gadamer especifica cules son las propiedades o atributos de un problema: un
problema es para l algo que ofende, que choca, que llama la atencin; algo que posee
tambin una naturaleza dialctica de pregunta y respuesta, que se materializa en la con-
versacin y que se encarna en el lenguaje; pero l no ha definido sustantiva o algortmica-
mente el concepto. La misma elisin se encuentra en la obra de maestros de la heurstica y
la analoga consagrados al asunto de tiempo completo (Plya 1954; 1957; Michalewicz y
Vogel 1999). Cortando de un tajo este nudo gordiano, la definicin de problema que he
hecho ma se origina en la teora de autmatas y en la tradicin de los mtodos formales
en computacin cientfica, campos en los que una definicin as (u otra equivalente) es
con claridad un prerrequisito imposible de pasar por alto: un problema consiste en deter-
minar si una expresin pertenece a un lenguaje (Hopcroft, Motwani y Ullman 2001: 31) .
6
Abstracta o metafrica como parece, esta clusula permite evaluar si una expresin (es
decir, un caso emprico, un instancia de una clase) es susceptible de ser engendrada por la
gramtica y/o el conjunto de constreimientos del lenguaje que se utiliza, entendiendo por
ello la teora, sus operadores y/o sus mtodos aplicados a los datos. Como las ideas de so-
lucin y la jerarqua de la complejidad estn tambin embebidas en la clusula, sta per-
mite asimismo determinar si un problema es tratable en la forma en que se lo plantea, de-
finir la escala de proporciones entre la pregunta que se formula y los medios que se de-
6
No es casual que John E. Hopcroft sea el mismo autor que desarroll junto con Robert Tarjan un algoritmo
de tiempo lineal para determinar si un grafo puede ser planar (o linear), esto es, si se puede dibujar de tal
modo que sus aristas no se crucen (Hopcroft y Tarjan 1974; Nishizeki y Rahman 2004: 4). Hopcroft y Tar-
jan han sido ambos ganadores del prestigioso Premio Turing en 1986. El legendario libro de Hopcroft, Mot-
wani y Ullman es conocido en el ambiente como el Libro Cenicienta por su curiosa ilustracin de tapa;
pero mil veces he escrutado la portada y no he logrado discernir el personaje. Una leyenda urbana, tal vez.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
14
senvuelven para contestarla, orientar el modelo de datos, clarificar la naturaleza y por
ltimo evaluar la sostenibilidad del modelado propuesto.
La definicin permite dar cabida tanto a los problemas directos como a los inversos. En
los primeros las reglas de produccin de la expresin ya se conocen; en el segundo se las
debe encontrar o construir. De ms est decir que los casos de problemas inversos o de
induccin (o abduccin) gramatical, aunque implcitos como tales, suelen ser mayora en
la ciencia emprica, desde las formales a las interpretativas: dado un estado de cosas, el
investigador procura inducir, conjeturar o modelar el conjunto de reglas, restricciones o
singularidades que lo generan. En la totalidad de las disciplinas y bajo cualquier rgimen
terico, los problemas que se relacionan con la interpretacin de los datos observados son
(o pueden formularse como) problemas inversos (Bertuglia y Vaio 2005: 12).
Educado en una concepcin mecanicista, Jacques Hadamard [1865-1963], el padre de la
idea, consideraba que los problemas inversos son categricamente problemas mal plan-
teados y que exista una sola solucin estable por cada problema (Hadamard 1902; Ta-
rantola 2005). Ya son pocos los puristas que piensan de este modo; ahora se sabe que es
ms productivo articular la estrategia para que engrane con alguno de los muchos estilos
de solucin posibles inscriptos a su vez, de todas maneras, en unas pocas clases de pro-
blemas.
7
La distincin entre esos estilos y clases podra llegar a servir (con los recaudos
del caso) para definir heursticas o patrones metodolgicos en funcin de lo que ya se sa-
be de las clases a las que pertenecen (cf. Miller y Page 2007). En el ensayo que va a leerse
la definicin de problema (directo o inverso) estar siempre activa, como residente en el
fondo de la escena pero a tiro de piedra, mientras analizo los escenarios y propongo los
instrumentos.
Connatural a la definicin de problema es el concepto de sistema. Cuando el investigador
opera en modo directo lo usual es que proponga un sistema mecnico, estadstico, com-
plejo o de significacin cuyos parmetros ya conoce y luego compruebe si la trayectoria
de los datos que educe coinciden con el comportamiento del objeto observado. Cuando se
procede en modo inverso se toma como punto de partida este comportamiento y luego se
induce o construye el sistema que podra dar cuenta de l. En ciencias humanas sta es,
lejos, la especie de modelos que ocurre por defecto. Mientras en las ciencias axiomticas
consolidadas a la usanza antigua se parte de un conjunto de algoritmos prt--porter para
predecir algn estado de cosas, en las ciencias humanas, ms humildemente, se toma co-
mo punto de partida un estado de cosas mal o bien conocido para inferir de qu manera
(es decir, mediante qu conjunto de algoritmos a [re]construir) ste pudo llegar a ser lo
que es. Si ms adelante ese conjunto algortmico, gramtica o lenguaje se puede reciclar
sistemticamente para dar cuenta de otro problema o para predecir en otro contexto otro
estado de cosas en el futuro, tanto mejor ; pero es de la induccin primaria y de sus efec-
tos operativos inmediatos de lo que cabe ocuparse primero.
7
No tiene caso preguntar cuntas clases de problemas hay. De acuerdo con la resolucin y perspectiva que
se adopten, ese nmero oscilar siempre entre 1, n, (indeterminado) y (infinito). En la prctica, empero,
se ha decantado un puado de clases abarcativas y un conjunto de algunos cientos de clases de complejidad.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
15
En las ciencias recientes se ha elaborado un pequeo y apretado conjunto de procedimien-
tos para inducir, descubrir, retrodecir, identificar o reconstruir sistemas subyacentes a los
conjuntos de datos. Unos cuantos de estos procedimientos han nacido del anlisis de se-
ries temporales cuya dinmica algortmica (no necesariamente cuantitativa) constituye la
incgnita a desentraar ; la prctica se conoce como identificacin de sistemas en esta-
dstica matemtica y en teora del control automtico, y como reconstruccin de sistemas
dinmicos en dinmica no lineal.
8
No slo los cientficos de vanguardia o los fundamen-
talistas de la cuantificacin trabajan con estos conceptos en mente; por ms que el marco
en el que ellos tienen sentido conserve siempre un carcter irreductiblemente conjetural,
los procedimientos a que dan lugar han devenido rutinarios para oficinistas y gente del
comn: los usuarios de programas de clculo tales como Excel, GAUSS, TISEAN, JMulTi o
MATLAB
de un grafo signado S se
obtiene cambiando el signo de cada lnea de S (p. 260). La dualidad direccional se basa
en la operacin de conversin: el converso D
= ) 1 (
) 1 (
Para valores pequeos de z, cuando hay muy pocos vnculos en el grafo, no es de sorpren-
der que la mayor parte de los vrtices estn desconectados entre s, manteniendo un ta-
mao promedio que permanece constante a medida que el grafo se agranda. Sin embargo,
hay un valor crtico de z por encima del cual un componente muy grande contiene una
fraccin finita S del nmero total de vrtices, cuyo tamao nS escala linealmente con el
tamao total del grafo. ste es el componente gigante. En general hay otros componentes
adems de l, pero stos son pequeos y su tamao promedio permanece constante a me-
dida que el grafo se agranda. La transicin de fase ocurre cuando el grado promedio z=1.
Si consideramos la fraccin S del grafo ocupado por el componente gigante como un pa-
rmetro de orden, entonces la transicin cae en la misma clase de universalidad que la
transicin de percolacin de campo medio.
31
El uso prctico de estos conceptos y el sentido comparativo de la idea de evolucin o cre-
cimiento de un grafo se aclaran, conjeturo, con esta observacin de Mark Newman:
La formacin de un componente gigante en un grafo aleatorio es reminiscente de la con-
ducta de muchas redes de la vida real. Se pueden imaginar redes laxamente vinculadas
donde hay tan pocos vnculos que, presumiblemente, la red no posee un componente gi-
gante y todos los vrtices estn conectados slo a otros pocos. La red social en la cual
pares de personas se consideran conectadas si han tenido una conversacin en los ltimos
60 segundos, por ejemplo, es probablemente tan dispersa que no posee un componente
gigante. La red en la cual las personas se dicen conectadas si alguna vez han tenido una
conversacin, por el otro lado, est tan densamente conectada que es seguro que posee
uno de esos componentes (Newman 2003: 35-36).
La importancia del hecho de que las propiedades de los grafos no evolucionan de manera
gradual sino de a saltos y no proporcionalmente no puede ser exagerada; si se hubiera en-
contrado esta caracterstica en las redes sociales de la vida real puede apostarse que se la
habra reputado como fruto de errores de elicitacin, o como producto de la imperfecta
31
Los conceptos de parmetro de orden en transiciones de fase, clases de universalidad y percolacin se
explicarn ms adelante. Vase p. 194, captulo 13 y pp. 211 y sucesivas, respectivamente.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
82
capacidad de relevamiento y anlisis de las ciencias humanas. Vale la pena extenderse un
poco, entonces, sobre ciertos comportamientos extraos de estas criaturas matemticas. Si
la probabilidad de que un grafo tenga una propiedad Q tiende hacia 1 cuando el tamao
de un grafo N (afirman Erds y Rnyi), decimos entonces que casi todo grafo de N
vrtices posee la propiedad Q. Los autores estudiaron poco menos que manualmente las
conductas de las variedades de diferentes propiedades en tanto funciones de la probabili-
dad p de la existencia de un vnculo entre dos vrtices, demostrando que para muchas pro-
piedades hay una probabilidad crtica p
c
(N) tal que si p(N) crece ms lentamente que
p
c
(N) a medida que N, luego casi todo grafo con probabilidad de conexin p(N) falla
en ostentar la propiedad Q. Y tambin a la inversa, si p(N) crece ms rpido que p
c
(N),
casi todo grafo pasa a exhibir dicha propiedad.
Esto se ejemplifica esplndidamente cuando se trata de establecer, por ejemplo, la proba-
bilidad de aparicin de determinado sub-grafo (una dada, una trada, un rbol, un ciclo)
dentro de un grafo aleatorio determinado. Para valores bajos en el umbral de la probabili-
dad p, el grafo es muy disperso y las perspectivas de encontrar, por ejemplo, un vrtice
conectado a otros dos es sumamente baja. Aplicando el dictado de la intuicin uno podra
imaginarse que la probabilidad de que aparezca determinada estructura en algn lugar del
grafo se incrementar lentamente a medida que aumente p, pero Erds y Rnyi probaron
que no es as. En vez de eso, la probabilidad de encontrar una trada es despreciable si
p<cN
-1/2
para alguna constante c, pero tiende a 1 a medida que N se vuelve grande si
p>cN
-1/2
. En otras palabras, casi todo grafo contiene un cierto nmero de tradas si el
nmero de vnculos es mayor que una constante N
1/2
veces, pero casi ninguna si el nme-
ro de vnculos es menor que eso (ver figura 6.2).
Figura 6.2 Probabilidades de umbral de que distintos sub-grafos aparezcan en un grafo aleatorio.
Para pN
-3/2
0 el grafo consiste en nodos o pares conexos aislados. Cuando pN
-3/2
aparecen rboles con
tres vnculos y a pN
-4/3
rboles con cuatro. Si pN
-1
se presentan rboles de todos los tamaos, as como
ciclos de todas las longitudes. Cuando pN
-2/3
el grafo contiene subgrafos completos de 4 vrtices y para
pN
-1/2
subgrafos completos de 5 nodos. A medida que el exponente se aproxima a 0, el grafo contiene
subgrafos completos de orden creciente (basado en Newman, Barabsi y Watts 2001: 13)
Si bien hoy se sabe que en la vida real las redes raras veces poseen la estructura y la di-
nmica aleatoria de los modelos ER, stos sirvieron para revelar que en las matemticas
reticulares suceden cosas tales como transiciones abruptas y existen valores tales como
puntos crticos que volvern a presentarse en otras clases de redes y en otros universos de
fenmenos no necesariamente reticulares. El punto crtico es un umbral bajo el cual casi
ningn grafo y por encima del cual casi todos los grafos exhiben una propiedad determi-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
83
nada (Diestel 2000: 241). Las transiciones abruptas de los grafos ER se han imaginado
anlogas a los eventos rpidos de especiacin o cladognesis en las teoras del equilibrio
puntuado, un tema apasionante pero demasiado polmico y complejo para tratar aqu.
Despus de todo, en aquellos aos todava no se hablaba de estas cosas y la sbita demos-
tracin de la emergencia de propiedades distintas mediante la evolucin montona de pro-
piedades en el objeto que fuese result una sorpresa mayor.
Es un poco sorprendente que tomara ms de dos dcadas y media darse cuenta de que ca-
da propiedad de incremento montono en los grafos posee una funcin de umbral. De he-
cho, mucho ms que eso es verdad: cada propiedad de incremento montono de los con-
juntos, y por ende cada propiedad de incremento montono de los grafos rotulados, posee
una funcin de umbral. [...] De hecho, Erds y Rnyi no hablaban de transicin de fase
sino de la aparicin sbita de un componente gigante. Sin embargo hoy, unos cuarenta
aos ms tarde, vemos que esta bella y sorprendente propiedad de los grafos aleatorios
pertenece claramente a una gran familia de fenmenos encontrados en la teora de la pro-
babilidad y en la fsica estadstica. En particular, es precisamente en este punto que la teo-
ra de Erds y Rnyi de los grafos aleatorios y la teora de la percolacin entran en estre-
cho contacto (Bollobs 2002: 100, 104).
Llama la atencin que libros austeros plagados de ecuaciones, teoremas, lemmas y corola-
rios saluden el hallazgo de la transicin de fase y su misma naturaleza con palabras albo-
rozadas: un hallazgo sensacional, un espectacular perodo en la evolucin del grafo alea-
torio, un intrigante fenmeno, una lgica extraa, una bella y sorprendente propiedad, una
poca apasionante (Janson y otros 2000: 103; Spencer 2000).
El camino para profundizar en estas cuestiones es rido y empinado. La literatura tcnica
bsica sobre redes ER comprende tres de los ocho artculos antolgicos de Erds y Rnyi
(Sobre grafos aleatorios I de 1959, Sobre la evolucin de los grafos aleatorios
32
de
1960 y Sobre la fuerza y conectividad de los grafos aleatorios de 1961) que se encuen-
tran en The art of counting (Erds 1973: 561-617); son ensayos tan densos y ricos que no
pocos matemticos epigonales han hecho carrera con su interpretacin. El libro ms com-
pleto sobre grafos aleatorios, de lectura apenas un poco menos prohibitiva, sigue siendo
Random graphs de Bla Bollobs (2001). Ms accesible y con ms sostenida reflexin
epistemolgica se presenta el artculo The Erds-Rnyi theory of random graphs del
mismo Bollobs (2002), incluido en el segundo volumen de la compilacin de Gbor Ha-
lsz y otros autores sobre las matemticas de Erds. Un libro por momentos inteligible
para cientficos sociales es el de Svante Janson, Tomasz ukzac y Andrzej Rucinski
(2000). Tambin recomendable es Random graph dynamics de Rick Durrett (2007).
El campo de los grafos aleatorios no slo incluye, naturalmente, el anlisis de los grafos
que evolucionan o crecen mediante procesos estocsticos, sino el estudio de grafos de to-
do tipo mediante procedimientos probabilsticos. Una capacidad poco estudiada de las re-
des y los grafos es su utilidad para el estudio de ritmos musicales bajo un riguroso modelo
32
La palabra evolucin no tiene en este contexto la denotacin usual. En la literatura matemtica se llama
as a la construccin de grafos aleatorios: comenzando con N vrtices aislados, el grafo evoluciona (o se
desarrolla) mediante el agregado sucesivo de vnculos al azar,
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
84
matemtico. Aunque ni los msicos ni los matemticos han elaborado seriamente el asun-
to, las redes (los grafos cclicos, en rigor) son de aplicacin inmediata en el anlisis y la
sntesis del ritmo. Ejemplo de ello son los estudios de Godfried Toussaint (2005), de la
Universidad McGill en Montral, sobre la geometra reticular del ritmo. Todo comenz
con un desafo de prueba matemtica lanzado precisamente por Paul Erds (1989):
Es posible encontrar n puntos en el plano (no tres en una lnea, no cuatro en un crculo)
de manera tal que para cada i, i=1, 2, ..., n1, exista una distancia determinada por esos
puntos que ocurra exactamente i veces?
La solucin slo era conocida para unos cuantos nmeros (de 3 a 8); Erds ofreca 500
dlares de recompensa a quien proporcionara ejemplos con valores de n arbitrariamente
grandes. Erds (1946) ya haba trabajado ese problema con anterioridad. A pesar de su
apariencia abstracta e inmotivada, result ser un tema de alto impacto en cristalografa de
rayos X, en el mapeado de la secuencia del ADN y en geometra computacional. En el
proceso de bsqueda de soluciones, los matemticos haban definido como grafos homo-
mtricos a aquellos grafos no congruentes cuyos multiconjuntos de las distancias entre
pares sean iguales (Lemke, Skiena y Smith 2002). Contrariando su apariencia de senci-
llez, el dilema de Erds se precipitaba fcilmente en la intratabilidad; pero no es se el
punto que nos interesa aqu y ahora. El punto vendra a ser ms bien el de la abstraccin
absoluta de la formulacin de Erds, elaborada sin el menor asomo de aplicabilidad a la
vista. No pocos matemticos se oponen a este rgimen de razn pura (Rota 1998: 5-6).
Pero qu sucede si aplicamos al modelo una interpretacin musical en trminos de acen-
tos rtmicos?
Figura 6.3 Congas homomtricas Basado en Toussaint (2005a)
El modelo que presentar ahora puede llevarse a cabo gracias al hecho de que todo es-
quema rtmico recurrente (no importa que sea o no lo que los msicos llaman regular)
puede representarse como un grafo cclico. La figura rtmica recurrente se lee recorriendo
los vrtices, por ejemplo, en el sentido de las agujas del reloj. Utilizando el artificio de
denotar los pulsos latentes como vrtices y los acentos efectivos como vrtices marcados
en oscuro, la figura 6.3 ilustra los ritmos de conga alta y conga baja, respectivamente, de
manera que se puede apreciar su homometra: la suma de los grados de separacin de sus
acentos y de sus diagonales es igual en ambos casos, ocho y seis respectivamente. A un
msico no se le hubiera ocurrido considerar las diagonales como elemento de juicio; a un
matemtico por suerte s se le ocurri. Con un programa como Rhythmic Wheels de Ron
Eglash, se pueden escuchar los ritmos de ambas clases de conga al cabo de un instante.
Aunque el patrn de acentuacin es distinto y ni uno solo de sus acentos coincide, ambas
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
85
variantes se perciben micamente como congas. Mientras se mantengan cuatro nodos y el
mismo rgimen homomtrico habr una instancia del mismo baile. El msico que quiera
acentuar debidamente una conga o el ritmo que sea (sin demasiados artificios de sncopa,
rubato o anticipacin) tendr que respetar la homometra de los acentos bsicos. Es segu-
ro que aparte de las que se muestran en la figura hay otras posibilidades, que dejo al lector
buscar como si fueran caminos en los puentes de Knigsberg.
Figura 6.4 Los 10 patrones de campana del complejo Bemb Basado en Toussaint (TBD)
Los grafos tambin nos permiten establecer analogas no slo metafricas entre ritmos y
escalas, conocidas ya por Erds mismo. El hecho es que cada escala se puede reinterpre-
tar grficamente como un ritmo. En particular la escala mayor diatnica, que puede tradu-
cirse como [x.x.xx.x.x.x], donde los puntos equivaldran a las notas negras de un piano de
un Do al siguiente, coincide con el ms conocido de los ritmos africanos. ste se toca ha-
bitualmente sobre una campana de hierro, y en la msica del mundo es conocido por su
nombre cubano, bemb (Toussaint 2003; 2004; 2005; Demaine y otros 2005; 2007). En
su estudio sobre los patrones rtmicos ternarios de Africa, Godfried Toussaint encontr
que para ritmos basados en siete notas (siete pulsos acentuados) en compases de 12/8
existen (12!)/(7!)(5!)=792 variedades posibles, siempre que no se restrinjan las distancias
entre acentos. Muchos de ellos, sin embargo, no son adecuados como patrones para dan-
zas percusivas vigorosas. El nmero puede restringirse entonces limitando el valor mxi-
mo de los intervalos admisibles.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
86
El vector intervlico para el bemb (en conceptos de Jeff Pressing [1983]) estara dado
por las permutaciones de (2212221) las cuales suman (7!)/(2!)(5!)=21 patrones posibles.
En suma, habra siete objetos (intervalos rtmicos) de dos tipos diferentes, que llamare-
mos 1 y 2. Aunque sta parezca ser una clase muy restringida, resulta ser que los patrones
que hay en uso en diferentes sociedades no son ms que 10 (figura 6.4). Ninguno de los
11 patrones legales restantes, y ninguno de los 771 matemticamente posibles que no es-
tn en el cuadro ha sido registrado alguna vez.
Ahora bien, se ha definido como collar n-ario a una clase de equivalencia de secuencias
n-arias bajo rotacin. En la clase de rotacin para el ritmo Bemb hay slo tres collares
binarios (sucesiones ya sea de acentos o de reposos). En la figura 6.6 se muestran con sus
ejes de simetra en posicin vertical y con los dos intervalos ms breves en el semicrculo
superior. Todos los 10 patrones pueden entenderse como rotaciones de esos collares. Los
nmeros I, II y III asignados a esas clases bsicas representan la distancia mnima (en
trmino de nmero de intervalos) que separa los dos intervalos breves. La razn de que
existan 10 posibilidades y no slo tres es porque el patrn de 12/8 es habitualmente
acompaado por un patrn estable de 4/4, dado que esta msica africana es esencialmente
polirrtmica; el efecto sonoro global de los diferentes patrones rotados es por completo
diferente en cada caso.
Figura 6.6 Collares binarios para los ritmos Bemb Basado en Toussaint (2005b)
Otra experiencia interesante en el uso de grafos para representar msica es el estudio de
Leonardo Peusner (2002). Al menos en este ensayo preliminar, el autor no intenta llegar a
una instancia de generalizacin; lo que le interesa por el momento es establecer algunos
correlatos o analogas entre diversos gneros musicales y las distintas clases de grafos que
les corresponden. En ese trmite descubre que la transcripcin a grafo de la cancin
Moon river de Henry Mancini, por ejemplo (fig. 6.7 izquierda), se encuentra en la
misma clase de equivalencia que la de otras piezas sencillas de trmite fluido. Simplifi-
cando un poco el grafo (esto es, asignando un solo vnculo a las relaciones binarias entre
notas independientemente de su orden secuencial), resulta ser que el grafo generado es
planar y posee 9 vrtices, 13 vnculos y 6 caras. Estas caras son las regiones en que el
grafo planar corta el plano.
El grafo exhibe adems lo que los especialistas llaman una clsica relacin Euler-Poin-
car (James 1999: 147, 148, 366, 401, 996). En topologa, la frmula Euler-Poincar des-
cribe la relacin entre el nmero de vrtices, aristas y caras de un manifold. En el ejemplo
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
87
tratado, la suma de los vrtices ms el nmero de caras equivale al nmero de vnculos
ms dos, o sea (9+6=15=13+2). Esta topologa contrasta abruptamente con piezas tales
como la Gavota de la Quinta Suite Francesa de Johann Sebastian Bach (BWV 816, 1772),
para mapear la cual se requieren 7 caras triangulares, 2 pentagonales, un bucle, dos caras
de seis lados y dos caras no planares (una triangular y la otra hexagonal). Otras piezas ba-
rrocas como sta introducen muchas ms transiciones en ambos sentidos que lo que es el
caso en las composiciones populares. En ambos grafos hay como si fuera tres tipos de no-
dos: (1) transiciones de nodos no ambiguas, correspondientes a notas de pasaje a partir de
las cuales hay una sola conexin posible a una nota vecina; (2) nodos que conectan igual
nmero de veces a clusters de notas; y (3) nodos ambiguos con transiciones desigualmen-
te distribuidas a nodos vecinos. Presumiblemente, es este ltimo conjunto el que inyecta
elementos de sorpresa en las melodas. Es concebible, imagina Peusner, que con algn es-
fuerzo taxonmico se puedan encontrar signaturas peculiares a compositores, pocas, esti-
los; examinando probabilsticamente las transiciones tambin sera factible medir la ma-
yor o menor cantidad de orden o desorden (informacin o entropa) en una composicin,
gnero o lo que fuere. El mtodo de visualizacin de grafos de Peusner, laboriosamente
trabajado a mano, podra beneficiarse hoy en da de los algoritmos y metaheursticas de
dibujo que existen hoy en da y que se tratarn algo ms adelante. sta no es empero una
crtica que pueda empaar a un ensayo brillante. Peusner se restringe prudentemente a
unos cuantos casos y comprendo que as sea; no se puede dejar de pensar, sin embargo,
que en nuestras ciencias se han tejido ambiciosas teoras generales a partir de mucho
menos.
Figura 6.7 Grafos musicales de Moon river de Henri Mancini
y de la Gavota de la 5 Suite Francesa de Bach segn Peusner (2002)
En mis seminarios y conferencias sobre complejidad acostumbro lanzar un desafo terico
que todava no ha sido impugnado: la estructura de un buen modelo o algoritmo complejo
conviene que sea independiente de objeto. En cierto modo ello implica que el objeto
puede ser cualquiera; por ende, si no se puede analizar o componer msica con el algorit-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
88
mo, hay razones para ponerlo bajo sospecha en general en tanto algoritmo de compleji-
dad. Los algoritmos complejos han sido utilizados para la sntesis musical desde hace
tiempo: hay msica algortmica basada en sistemas complejos adaptativos, autmatas ce-
lulares, fractales, ecuaciones no lineales, sistemas-L y algoritmos evolutivos (Bentley y
Corne 2002; Assayag, Feichtinger y Rodrigues 2002; Fauvel y otros 2003; Miranda y
Biles 2007; Hingston, Barone y Michalewicz 2008; Romero y Penousal Machado 2008;
Ra y Wieczorkowska 2010). La teora de grafos no ha sido definida en su origen como
compleja, pero no es una excepcin al desafo. En pocas palabras, el ingenio de Erds y
su capacidad de encontrar pautas complejas ms all de la intuicin nos permiten com-
prender un patrn oculto de organizacin que ni el mejor informante nos habra podido
revelar jams. Rara vez se tuvo antes un modelo de anlisis rtmico y meldico (simult-
neamente) de semejante elegancia y simplicidad. Alucino al pensar lo que sera, por ejem-
plo, repensar las tipologas de parentesco mapeando ciertas estructuras en trminos de
grafos y examinando los valores de Euler-Poincar u otras variables determinadas por la
topologa de los manifolds resultantes como criterios para una taxonoma y una compara-
cin formal.
Incidentalmente, una de las hazaas intelectuales ms impactantes de Erds y Rnyi fue
su exquisita demostracin de la posibilidad de mtodos probabilsticos de complejidad
moderada (media, varianza, expectativa, principio de inclusin-exclusin y desigualdad
de Chebyshev) en la prueba de teoremas deterministas que nada parecan tener que ver
con el azar. Aunque no fueron los primeros en examinar las propiedades estadsticas de
los grafos, pues el pionero parece haber sido Anatol Rapoport (1957; Solomonoff y Ra-
poport 1951), ellos introdujeron poderosas herramientas de la teora de la probabilidad en
lo que hasta entonces se intentaba resolver mediante recursos de combinatoria enumera-
tiva, expresin que es acaso un eufemismo para designar el ensayo y error. Hoy en da los
mtodos en ese rengln son mucho ms refinados e incluyen la desigualdad de martingala
de Doob, el mtodo Stein-Chen, transformas discretas de Fourier, mtodos espectrales,
cadenas de Mrkov de mezcla rpida, desigualdad de Azuma-Hoeffding, desigualdades
isoperimtricas y muchos ms que sera arduo detallar o explicar de qu se tratan, asunto
que (al igual que su posible aplicacin antropolgica o esttica) debo dejar por ahora li-
brada a la inquietud exploratoria de cada quien (vase Bollobs 2002: 123).
Un aspecto importante de las redes aleatorias es que ellas presuponen distribuciones nor-
males o Gaussianas (para mediciones continuas), o distribuciones de Poisson (para medi-
ciones discretas). Una forma ms adecuada de expresar esto es decir que la distribucin
de grados de un grafo aleatorio resulta bien aproximado por distribuciones de esta clase.
Vale la pena asomarse a esta propiedad con cierto detalle.
33
La distribucin de la que ha-
blamos es en concreto la distribucin de grado [degree distribution], habitualmente no-
tada como z. La probabilidad p
k
de que un vrtice en grafo aleatorio ER posea un grado
exactamente k est dada por esta distribucin binomial:
33
Por supuesto, las distribuciones normales (gaussianas) y las de Poisson distan de ser idnticas; no obs-
tante, y siguiendo el principio de Goodman y el ejemplo de Watts (2004: 104) las considerar aqu sufi-
cientemente similares como para incluirlas en la misma familia.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
89
( )
k n k
k
p p
k
n
p
|
|
\
|
=
1
1
1
En el lmite en el que n >> kz, esto deviene:
! k
z
p
z k
k
=
que no es otra cosa que la bien conocida distribucin de Poisson. En estos grafos alea-
torios el grado promedio se computa fcilmente como k =(N1)p, y el coeficiente de
clustering es c( k) =p, dado que es simplemente la probabilidad de que dos vecinos de un
vrtice de grado k tengan un vnculo entre ellos.
Figura 6.8 Campana de Gauss y curva de Bell
(Izq): Grficos del autor (Der.): Portada del libro de Herrnstein & Murray (1994)
Una distribucin normal caracterstica es, por ejemplo, la de las estaturas de las personas.
La clase se caracteriza por mapear en un grfico de distribucin de funciones como una
curva en forma de campana, conocida como campana de Gauss, que es lo que se ve a la
izquierda en la ilustracin de la figura 6.8. La imagen de la derecha corresponde a la por-
tada de uno de los textos ms funestos sobre la presunta distribucin normal del an ms
presunto coeficiente intelectual, un libro cuyo ttulo en la tradicin oral ha sido mons-
truosamente traducido como la curva de Bell (Herrnstein y Murray 1994).
34
El libro no
se refiere a estaturas sino a la inteligencia, medida en funcin de un coeficiente (el de
Pearson, el IQ o algn otro) que resulta de la unificacin de numerosas medidas de
34
De ms est decir que no existe ninguna curva de Bell, ni tampoco hubo un cientfico as apellidado
que forjara esa criatura epnima. Vale la pena consignar el dato, por si alguien est en camino de reproducir
el antipatrn: aunque Google retorne hoy (octubre de 2010) 22.600 punteros a la bsqueda encomillada
de la expresin curva de Bell, una bell curve es, sencillamente, una curva en forma de campana.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
90
escalas dismiles y dependientes de contexto y que presupone correlacin positiva entre
todas las capacidades intelectuales.
A lo que voy es a que una distribucin normal presenta una curva en forma de campana
cuyo pico coincide con la media y la mediana: una estatura o IQ normal es, en este con-
texto, la estatura o IQ ms comn en una poblacin; los normales son mayora, como su
nombre lo indica. Todas las distribuciones son normales, reza el mito: lo mismo me
dijo alguna vez un arquelogo experimentado cuando todava no se saba muy bien que
eso (que depende de cmo se construye el corpus selectivo y cmo se establecen las esca-
las) es tcnicamente inexacto. La preceptiva estadstica de las ciencias sociales presupone
errneamente que esta clase de distribucin es dominante; el uso de ese formuleo out of
the box para tratar muestras que poseen distribuciones impropias involucra una grave dis-
torsin, comenzando por las mismas operaciones de muestreo y por el sentido semntico
de la hiptesis nula. Ciertas operaciones estadsticas comunes bajo el supuesto de la dis-
tribucin normal, como el clculo del coeficiente de correlacin de Pearson, han debido
ser abandonadas debido a insalvables dificultades cuando la red es de gran tamao y la
distribucin es de ley de potencia (Serrano y otros 2006; Ferrer i Cancho y otros 2007:
67).
35
Ni hablar de categoras tales como media/promedio, mediana, moda, variancia, des-
viacin estndar, etctera. Aun cuando mi concepcin de lo aleatorio difiere enormemente
de la suya, vale la pena citar largamente al heterodoxo Nassim Taleb:
Las desviaciones estndar no existen fuera del mundo gaussiano, o si existen no importan
nada y tampoco explican mucho. Pero la cosa es peor. La familia gaussiana (que incluye
varios amigos y parientes, tales como la ley de Poisson) es la nica clase de distribucin
para las cuales la desviacin estndar es descripcin suficiente. No se necesita ms nada.
La curva en forma de campana satisface el reduccionismo de lo engaoso.
Hay otras nociones que poseen poca o ninguna significacin fuera de lo gaussiano: corre-
lacin, o peor todava, regresin. Y sin embargo estn profundamente engranadas en
nuestros mtodos. [...]
Para ver cun carente de sentido es la correlacin fuera de Mediocristn, tome usted una
serie histrica que involucre dos variables que visiblemente son de Extremistn, tales co-
mo los bonos y el mercado de acciones, o dos precios de plizas de seguros, o dos va-
riables como, digamos, los cambios en los precios de libros infantiles en los Estados Uni-
dos y la produccin de fertilizantes en China; o los precios de los bienes inmobiliarios en
Nueva York y los retornos del mercado de acciones de Mongolia. Mida la correlacin en-
tre los pares de variables en diferentes sub-perodos, por ejemplo, para 1994, 1995, 1996,
etctera. La medida de correlacin exhibir probablemente una severa inestabilidad; de-
pender del perodo para el cual fue computada. Y sin embargo la gente habla de correla-
cin como si fuera algo real, hacindolo tangible, invistindolo de una propiedad fsica,
reificndolo.
35
La expresin distribucin de ley de potencia, que yo mismo aplico desde hace aos es filolgicamente
incorrecta, ya que ley es slo el nombre antiguo de lo que hoy se llama distribucin. Power law debera
quiz traducirse como distribucin de potencia, pero ello pondra la expresin semnticamente demasiado
prxima a la idea de distribucin exponencial, la cual dista de ser la misma cosa.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
91
La misma ilusin de concretidad afecta a lo que llamamos desviaciones estndar. Tome
usted una serie de precios o valores histricos. Seprela en varios sub-segmentos y mida
su desviacin estndar. Sorprendido? Cada muestra exhibe una desviacin estndar
diferente. Por qu la gente habla entonces de desviaciones estndar? Pues vaya uno a
saber (Taleb 2007: 230-240).
De ms est decir que todo cuanto concierne a (por ejemplo) los mtodos de muestreo
convencionales es antagnico a la mera idea de las redes que no exhiban distribuciones de
la familia gaussiana (cf. Wasserman y Faust 1994: 34-35). No por nada Henri Poincar, el
pionero descubridor del caos determinista, se quejaba de que los fsicos usaban la curva
gaussiana porque crean que era una necesidad matemtica, mientras que los matemticos
lo hacan porque estaban persuadidos de que se trataba de un hecho emprico (Taleb
2007: 243). Despus volver sobre estas cuestiones.
Es preciso hacer notar una caracterstica de la distribucin normal: como puede verse en
ambas puntas de la curva, siempre hay muy pocos individuos altsimos y muy pocos tam-
bin de bajsima estatura, o poqusimos genios y gente de poca inteligencia (o como los
llamen los psicmetras). La diferencia entre los ejemplares extremos y el pico sera de
menguada magnitud: cuatro o cinco rdenes como mucho, jams del orden de los miles o
los millones (Sornette 2006: 94). Dicho de una forma algo ms rigurosa, an en el extre-
mo de aleatoriedad absoluta de una ley gaussiana, las desviaciones de la media mayores a
unas pocas desviaciones estndar son muy raras, como si hubiera lmites precisos a los
grados de libertad del mismo azar. Desviaciones mayores a 5, por ejemplo, nunca se ven
en la prctica. Es absolutamente obvio que una entidad caracterizada por este constrei-
miento refleja muy pocas caractersticas de la vida real.
No es preciso ponerse en contra de Erds y Rnyi para defender tal extremo. En uno de
sus artculos cannicos dicen ellos:
La evolucin de los grafos aleatorios puede considerarse un modelo (ms bien simplifi-
cado) de la evolucin de ciertas redes reales de comunicacin, p. ej. la red del ferrocarril o
la red elctrica de un pas o de alguna otra unidad, o el crecimiento de estructuras de ma-
teria inorgnica u orgnica, o incluso el desarrollo de relaciones sociales. Por supuesto, si
uno pretende describir tal situacin real, nuestro modelo de grafo aleatorio debe reem-
plazarse por un modelo ms complicado pero ms realista (Erds 1973: 344).
Esta afirmacin, incrustada en una de los documentos ms circunspectos y refinados de
prueba matemtica, ensea mucho, a su manera, sobre el carcter, los alcances y los lmi-
tes del modelado, y sobre la conexin necesaria entre un problema y sus posibles solu-
ciones.
Cabe una observacin adicional respecto de la ligereza con que se acostumbra diagnosti-
car una u otra clase de distribucin tanto en las ciencias duras como sobre todo en las
blandas. Ms de una vez los estudiosos salpican sus pginas con cuadros de distribu-
ciones, con una alta probabilidad de que algunas de ellas sean normales o de Poisson. En
aos recientes la distribucin de Poisson ha sido aplicada en un nmero creciente de con-
textos. Igual que la distribucin binomial, a menudo sirve como estndar a partir del cual
medir desviaciones, incluso cuando ella misma no sea una representacin adecuada de la
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
92
situacin. Una alternativa tanto o ms utilizada en anlisis de redes es la distribucin uni-
forme, a menudo generalizada como distribuciones de Bernoulli con iguales probabilida-
des, asumiendo que estas distribuciones son modelos vlidos para los datos en infinidad
de circunstancias (Wasserman y Faust 1994: 528 y ss.). Viene bien asomarse a la extrema
simplicidad de la distribucin de Bernoulli, de cuyas convoluciones se derivan a su vez
las distribuciones binomiales, geomtricas y binomiales negativas; se dice que una varia-
ble aleatoria X posee una distribucin de Bernoulli con parmetro p si su funcin de pro-
babilidad tiene la forma:
donde p y q representan, respectivamente, las probabilidades de xito o falla simboli-
zadas por los valores 1 y 0; esta es una mera opcin a cara o ceca (Balakrishnan y Nev-
zorov 2003: 43-48; Dodge 2008: 36).
Coeficiente de clustering c
Red n z
Medido Grafo aleatorio
Internet (sistema autnomo) 6374 3,8 0,24 0,00060
WWW (sitios) 153127 35,2 0,11 0,00023
Red elctrica (EE. UU.) 4941 2,7 0,080 0,00054
Colaboraciones en biologa 1520251 15,5 0,081 0,000010
Colaboraciones en matemticas 253339 3,9 0,15 0,000015
Colaboraciones de actores en filmes 449913 113,4 0,20 0,00025
Directores de compaas 7673 14,4 0,59 0,0019
Co-ocurrencias de palabras 460902 70,1 0,44 0,00015
Sinnimos 22311 13,48 0,7 0,0006
Redes neuronales 282 14,0 0,28 0,049
Red metablica 315 28,3 0,59 0,090
Red alimentaria 134 8,7 0,22 0,065
Escherichia coli, grafo de sustrato 282 7,35 0,32 0,026
Escherichia coli, grafo de reaccin 315 28,3 0,59 0,09
Red alimenticia del estuario de Ythuan 134 8,7 0,22 0,06
Red alimenticia de Silwood Park 154 4,75 0,15 0,03
Tabla 6.1 Coeficientes de clustering (Newman 2003: 37; Albert & Barabsi 2002: 50)
n = nmero de vrtices; z = grado promedio
Aun con lo generalizadas que han llegado a estar estas distribuciones reconocidamente
simples incluso ellas tienen sus requisitos y estn circundadas de trampas. Ya Ladislaus
von Bortkiewicz [1868-1931] consideraba las circunstancias en que podan surgir distri-
buciones de Poisson, las cuales por otra parte slo se aplican a modelos discretos y univa-
riados. Desde el punto de vista de la propia estrategia de Poisson, se requiere que las me-
didas sean independientes, que haya consistencia de probabilidad de una medicin a otra,
que el nmero de mediciones sea muy grande y que la probabilidad de la ocurrencia bajo
observacin sea pequea. Quiz equivocadamente, Bortkewicz (1938) llamaba a esto Das
Gesetz der Kleinen Zahlen, la ley de los pequeos nmeros; pero no se requiere que el n-
mero sea pequeo, sino que sea baja la probabilidad (Johnson, Kemp y Kotz : 156-160).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
93
El mismsimo Rnyi (1964) destacaba que la distribucin de Poisson que se manifiesta en
los grafos aleatorios es el producto de un aspecto de mximo desorden, una propiedad
extrema que se da como instancia de teora pura en formas abstractas de teora de la in-
formacin. Es dudoso que estos requerimientos se hayan satisfecho y que esos elementos
de juicio se hayan tenido en cuenta en toda la literatura antropolgica y/o reticular, im-
pregnada esta ltima por el paradigma de los grafos aleatorios y sus distribuciones carac-
tersticas como los modelos de referencia de las relaciones en la vida real y hasta como
objetivo de verificacin del clculo en las estructuras que es menester encontrar. Volver
sobre esta cuestin cuando se hayan revisado otros aspectos de la problemtica.
Aparte de la distribucin de Poisson hay otro aspecto de las redes aleatorias que las con-
vierte en un modelo impropio de las redes en la vida real. Las redes observables muestran
a menudo un alto grado de clustering o transitividad reticular; el coeficiente c propuesto
por Watts y Strogatz mide la probabilidad promedio de que dos vecinos de un vrtice da-
do sean tambin prximos entre s (Newman 2003: 36-37). El clustering de un grafo no
dirigido puede medirse cuantitativamente por medio de un coeficiente. Considerando el
vrtice i, cuyo grado es k
i
, y siendo e
i
el nmero de vnculos que existen entre los k
i
ve-
cinos de i, se dice que el coeficiente de clustering c
i
de i se define como la razn entre el
nmero real de vnculos con sus vecinos, e
i ,
y su valor mximo posible, k
i
(k
i
1) /2, o
sea:
( ) 1
2
=
i i
i
i
k k
e
c
El coeficiente de clustering global para una red de N nodos sera entonces:
N C C
i
/
=
Cuanto mayor el valor de C, tantos ms conglomerados pequeos y bien ligados habr en
la red. Como puede observarse en la tabla 6.1, las redes aleatorias no poseen esa propie-
dad; las cifras reales y las aleatorias-tericas difieren en algunos casos hasta cuatro rde-
nes de magnitud. Un rasgo diferencial adicional entre las redes tericas y las empricas
concierne a los distintos motivos o sub-redes que se encuentran en ambos casos (vanse al
respecto pgs. 200 y ss.).
En definitiva, los grafos aleatorios de tipo ER sirven ms como el esquema a contrastar
con las redes empricamente dadas que como su modelo subyacente. Jrg Reichardt lo
establece con la claridad requerida:
Para el estudio de la topologa de las interacciones de un sistema complejo es de central
importancia disponer de modelos nulos apropiados de redes aleatorias, es decir, modelos
de la forma que un grafo surge a partir de un proceso al azar. Tales modelos se necesitan
como comparacin con los datos del mundo real. Cuando se analiza la estructura de redes
de la vida real, la hiptesis nula debe ser siempre que la estructura se debe solamente al
azar. Esta hiptesis nula slo debe rechazarse si la estructura de vnculos difiere significa-
tivamente del valor obtenido en un modelo aleatorio. Cualquier desviacin del modelo
nulo aleatorio se debe explicar mediante un proceso no-aleatorio (Reichardt 2009: 3).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
94
Este proceso no-aleatorio ser, en general, el que define las dinmicas que articulan nues-
tras hiptesis de trabajo.
Consecuencia n 4: La leccin epistemolgica a destilar de estos desarrollos no tiene tan-
to que ver con el hallazgo sorprendente del umbral de percolacin, sino ms bien con la
nocin de tratabilidad. Las primeras redes interesantes de la historia, de hecho, se propu-
sieron no porque se creyera que las redes aleatorias fueran representaciones fieles de las
estructuras de las cosas de la naturaleza o de la sociedad, sino porque esas redes no son
realistas pero son tratables. Vaya concepto.
O me parece a m, o la idea de problema (in)tratable cae como una piedra en una ciencia
que siempre di la tratabilidad por garantizada, al extremo de que sus estudiosos nunca
han definido qu es un problema ni han discutido tampoco sus condiciones y criterios de
tratabilidad.
36
Pese a hacer tanta gala de espritu crtico, la mayor parte de los antroplo-
gos, con independencia de sus doctrinas, se las ha ingeniado para eludir este asunto for-
midable. Como si estuvieran escenificando una parodia anti-popperiana, afanndose en la
bsqueda de postulados deliberadamente imposibles de falsar, los hermeneutas interpre-
tan, los posmodernos deconstruyen y los materialistas explican lo que se les ponga por
delante de manera confiadamente asertiva, sin encontrar nunca lmites o impedimentos
formales de resolucin.
Problemas cuya trama (como la del anlisis estructural del mito) es rdenes de magnitud
ms compleja que la Conjetura del Mapa de los Cuatro Colores o que el dilema del Ven-
dedor Viajero, que han sido exasperantemente evasivos para los mejores matemticos,
son afrontados por los antroplogos sin un solo esfuerzo riguroso de definiciones, sin nin-
gn consenso, sin idea alguna sobre la naturaleza y extensin de los espacios de bsque-
da, sin haber sido probado con casos ms simples y contando slo con intuiciones maqui-
nadas en una noche de insomnio por un espritu solitario y jams vueltas a revisar. Nadie
se encuentra con restricciones de escala; nadie vuelve del anlisis con las manos vacas;
cada problema, adems, milagrosamente, converge hacia una sola solucin, como si no
fuera un problema inverso (cf. ms arriba, pg. 14). Una solucin siempre ptima, por
aadidura.
Pero si trabajamos nuestro material ms responsablemente, cmo podemos saber si un
problema es tratable, o si es un problema bien formado en primer lugar? Demasiado a me-
nudo el estudioso presupone que la teora y el aparato metodolgico con que cuenta son
adecuadas para el abordaje de cualquier dilema, sin reflexionar sobre dos cuestiones esen-
ciales: primero que nada, el requisito de atenerse a una definicin operativa de problema,
36
En una presentacin sobre redes y complejidad que hice a mediados de la dcada pasada solicit a los
asistentes alguna definicin de problema que en su trabajo emprico pudiera justificar la presuncin de estar
tcnicamente en condiciones de encontrar lo que calificara como una solucin. Igual que en tantos otros
eventos en los que me aventur a la misma impertinencia, en esa ocasin nadie levant la mano. No afirmo
que el episodio sea generalizable ni que nadie tenga ninguna idea de lo que es un problema, pero s digo que
salvo contadas excepciones no parece haber mayor urgencia por clarificar el asunto. En razn de la impo-
sibilidad de soslayar el punto cuando de modelos se trata, en este trabajo (en la pg. 13, como dije) he debi-
do hacer explcita esa definicin.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
95
y en segundo lugar, la posibilidad de establecer que sus problemas sean susceptibles de
tratamiento y acabado en funcin del mtodo y las tcnicas que se ha optado por poner en
accin.
Ahora bien, intratable no es lo mismo que indecidible o que incompleto. A diferencia de
lo que suponen complejlogos discursivos como Fritjof Capra y Edgar Morin, en este
campo del conocimiento la reflexin sobre la tratabilidad nada tiene que ver con teoremas
como los de Kurt Gdel, los cuales, adems de haber sido chapuceramente malinterpreta-
dos y generalizados ms all de problemticas puntuales de autorreferencia de la aritmti-
ca de Peano, tienen muy poco que decir sobre teora de grafos, mtodos probabilsticos,
lgebra lineal o su rea de influencia (Franzn 2005; Reynoso 2009: 104-107). En este
campo hay multitud de dilemas de espantosa complejidad, pero no precisamente stos.
De treinta aos a esta parte, la tratabilidad tiene que ver ms bien con la definicin de
problemas cuantitativos o cualitativos susceptibles (o no) de ser resueltos en tiempo poli-
nmico, lo que ahora se conoce como la problemtica de la NP-completitud (Garey y
Johnson 1979). Respecto de esta cuestin conviene precisar la terminologa. Por empezar,
se dice que un problema de decisin pertenece a la clase de complejidad NP si no se co-
noce una mquina de Turing
37
no determinista que pueda resolverlo en tiempo polinmi-
co. Un problema de decisin es NP-duro si cada problema de decisin en NP se puede re-
ducir a l mediante una reduccin polinmica de muchos a uno. Los problemas que estn
en NP y en NP-duros se llaman NP-completos. Una reduccin no implica en este contex-
to subsumir un problema el campo de una ciencia madre, ms bsica o ms universal. Re-
ducir significa aqu proporcionar una transformacin constructiva que mapee una instan-
cia del primer problema en una instancia equivalente del segundo. Esta transformacin
brinda los mtodos para convertir cualquier algoritmo que resuelve el primer problema en
el correspondiente algoritmo para resolver el segundo (Brandes y Erlebach 2005: 12-13).
Para muchos problemas, en efecto, no existe un algoritmo predefinido que facilite su re-
solucin en un tiempo razonable. Pero demostrar que un problema es inherentemente in-
tratable (o NP-completo) es casi tan complicado como encontrar un algoritmo eficiente.
En la prctica, la solucin a este dilema no es tanto hallar la receta algortmica perfecta,
sino probar que el problema que se tiene entre manos califica como NP-completo, o sea
exactamente igual de duro que otros que han atormentado a los especialistas por aos.
Como dicen Garey y Johnson (p. 6), descubrir que un problema es NP-completo equivale
a comenzar a trabajar realmente sobre l. En lugar de buscar su solucin total, uno se con-
centrar en otros objetivos menos ambiciosos; por ejemplo, encontrar algoritmos eficien-
tes que resuelvan algunos casos especiales, o que no se pueda probar que corren veloz-
mente pero que se sabe que lo hacen as parte del tiempo, o relajar un poco el problema de
modo que se satisfagan solamente algunos de los requerimientos. La teora de grafos en
37
No es posible aqu definir pedaggicamente cada categora sin inflar la argumentacin ms all de todo
control. Ser suficiente decir que una mquina de Turing se puede pensar provisoriamente como un conjun-
to de procedimientos discretos especificables (o algoritmos) que resuelven un problema adecuadamente
planteado. Vase asimismo Reynoso (2010: 159 y ss.).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
96
general y la de redes en particular es un mbito de excelencia para explorar esta clase de
cuestiones; el ejemplo clsico de problema (quiz) NP-completo es el del vendedor via-
jero [TSP, traveling salesman problem], que muchos reconocern como una variante del
dilema euleriano de los puentes de Knigsberg (ver pg. 222). Se trata de un problema de
optimizacin combinatoria bien conocido en investigacin operativa en el que se debe es-
coger la ruta ms corta (o de menor costo) entre un conjunto de ciudades a visitar. Tras
algunos atisbos precursores en el siglo XIX en manos del irlands W. R. Hamilton y del
ingls Thomas Kirkman, se lo plante por primera vez como problema matemtico hacia
1930. Su formulacin cannica se debe a Karl Menger [1902-1985] quien tambin inspir
el fractal esponjoso del mismo nombre, una versin tridimensional del tapiz de Sierpiski.
Desde entonces se lo ha tratado innumerables veces en diversas disciplinas. El procedi-
miento de clculo es extremadamente simple, pero su tratamiento analtico escala particu-
larmente mal.
Las relaciones entre teora de grafos y teora de la tratabilidad son estrechas, como la lec-
tura de cualquier buen manual sobre cualquiera de los dos campos permite entrever (Ro-
berts 1978: 12, 50, 51, 65-67; Garey y Johnson 1979: 84-86, 131, 194-204; Tamassia
1997). Tal vez mejor dicho: igual que sucede con las relaciones sociales, una parte impor-
tante de las cuestiones de tratabilidad se puede abordar superlativamente mediante proce-
dimientos bien conocidos e independientes de objeto basados en teora de grafos o en o-
tros formalismos de potencia similar.
La relevancia de la consecuencia que estamos examinando se refleja en una empresa an-
tropolgica tan bien conocida como lo es el proyecto de sistematizacin en que se embar-
c Lvi-Strauss (1985) a mediados del siglo pasado. Vale la pena citar este razonamiento
plasmado en el prefacio de la segunda edicin francesa de Las estructuras elementales del
parentesco:
Los sistemas que acabamos de sealar [intermedios entre los sistemas indeterministas y
los que se designaran como estructuras elementales] se conocen en etnologa con el nom-
bre de sistemas crow-omaha, porque sus variantes se identificaron, por primera vez, en es-
tas tribus de Amrica del Norte: matrilineal y patrilineal respectivamente. A partir de ello,
en 1947-1948, yo pensaba abordar el estudio de las estructuras de parentesco complejas
en un segundo volumen al que aludo varias veces y que, sin duda, no escribir jams.
Conviene, pues, explicar por qu abandon este proyecto. Sigo convencido de que no po-
dr generalizarse la teora del parentesco sin pasar por los sistemas crow-omaha, pero me
di cuenta progresivamente de que su anlisis presenta enormes dificultades que no debe-
rn resolver los antroplogos sino los matemticos. Aquellos con quienes en ocasiones
discut el problema hace ya diez aos [o sea hacia 1956] estuvieron de acuerdo con ello.
Algunos lo declararon soluble, otros no, por una razn de orden lgico que despus indi-
car. En todo caso, ninguno experiment el deseo de dedicar el tiempo necesario para
aclarar el problema (1985: 25).
Poco despus Lvi-Strauss aclara que un sistema crow-omaha que slo promulgase dos
prohibiciones que afectaran al clan de la madre y al clan del padre, autorizara 23.436 ti-
pos de matrimonio diferentes al ser el nmero de clanes igual a 7; el nmero se elevara a
3.766.140 tipos para 15 clanes y 297.423.855 para 30 (loc. cit.: 29). El anlisis del mito
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
97
de Lvi-Strauss (conforme sabemos ahora por el dictum de Cantor
38
y por vicisitudes va-
rias de la teora de conjuntos) involucra combinatorias harto ms astronmicas que stas
en el proceso de decisin (nunca examinado en tanto tal) en que se asigna un mitema a
una clase. En el pasaje del sintagma al paradigma, la carne deviene naturaleza, un a-
tuendo se asigna a cultura; un incesto, a sobreestimacin de las relaciones de parentes-
co, la cual contrasta con la subestimacin de esas relaciones cuando los sparto se ani-
quilan mutuamente (Lvi-Strauss 1973: 192-199). Lo malo de este procedimiento es que
ningn indicador formal anticipa cul de las infinitas clases posibles es la que se aplica en
cada caso: el problema planteado por esta analtica no es ya slo errtico e intratable por
la multiplicidad de opciones, sino indecidible por la ausencia de todo principio heurstico
capaz de definir umbrales, recurrencias, constreimientos, cuencas o atractores en un es-
pacio de fases indeterminado. El propio Lvi-Strauss ha debido admitirlo (veladamente)
hacia el final de las Mitolgicas y en otras ocasiones.
Figura 6.9 Red de colaboraciones cientficas. Datos elicitados por Mark Newman de la Universidad de
Michigan. Visualizacin en LaNet-vi, Departamento de Electrnica de la Facultad de Ingeniera de la
Universidad de Buenos Aires, http://xavier.informatics.indiana.edu/lanet-vi/gallery/CondMat.html
Imagen de Ignacio Alvarez-Hamelin, Luca DallAsta, Alain Barrat y Alessandro Vespignani.
Reproducida bajo licencia Creative Commons.
Por ello es la teora de la computacin moderna a la que aludiera antes, y no una vaga
matemtica en general, la herramienta que debera terciar en estos menesteres. No tanto
porque ella sea capaz de sealar con precisin los puntos en los que el anlisis debera
38
Existen ms clases de cosas que cosas hay, aun cuando las cosas sean infinitas (cf. Quine 1976).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
98
arriar las banderas, sino porque cuando un problema est bien planteado (y aun cuando
los clculos se realicen en mquinas de mnimo calado) aportara instrumentos para llevar
la analtica mucho ms all de lo que hasta poco poda siquiera concebirse.
Consecuencia n 5: Cuando ilustr la evolucin de la red aleatoria de inconexa a conexa
me refer a una tcnica de dibujo de grafos propuesta por Fruchterman y Reingold. Los
especialistas en redes y usuarios de programas saben que existen otras modalidades de re-
presentacin (Kamada-Kawai, circular, rbol radial, prefuse, Bin Pack, GEM, MDS, des-
composicin k-core). En la ltima dcada, nuevos paradigmas de visualizacin han surgi-
do a razn de uno o dos al ao. Lo que rara vez se ha explorado es el fundamento cogniti-
vo y perceptual de las estrategias de visualizacin y de sus algoritmos correspondientes;
es una pena que as sea, ya que su impacto en la comunicacin, expresin y evaluacin de
los resultados analticos es palpable. Aqu slo cabe sealar que la tcnica de dibujo de
grafos [ graph drawing], una rama de la geometra computacional, se ha convertido en
algo as como una ciencia aparte con sus congresos separados, una bibliografa superando
la cota de las decenas de miles y una participacin mayoritaria en el consolidado Journal
of Graph Algorithms and Applications (http://jgaa.info).
La representacin de redes complejas ha alcanzado su primer estado de arte, tal como lo
prueba la imagen de la figura 6.9 generada por el programa LaNet-vi que muestra la red
de colaboraciones cientficas sobre fsica de la materia condensada entre 1995 y 1998 en
base a datos elaborados por Mark Newman de la Universidad de Michigan. El tamao de
cada nodo corresponde a la escala ascendente de su grado (del violeta al rojo, como el es-
pectro del arco iris) y el color a su coreness. An a simple vista se trata, perceptiblemen-
te, de una red independiente de escala, un concepto de importancia crucial que se revisar
ms adelante. La red ilustrada aqu vincula 22.016 papers de 16.726 autores; el tamao
del componente gigante es de 13.861 nodos y la distancia media entre nodos (los grados
de separacin) es de 6,4 pasos (Newman 2000).
Pero ms all de la excelencia tecnolgica, esta problemtica trae a la mente la cuestin
de las metforas (formas laxas, cualitativas, densamente estticas) que son capaces de ins-
pirar modelos. No se puede menos que pensar en Victor Turner o en Clifford Geertz y en
sus metforas de la cultura como texto, como drama, como juego. Algunos de los algorit-
mos de dibujo de grafos se inspiran, efectivamente, en entretejidos de densas metforas
imaginales y transdisciplinarias. El de Fruchterman y Reingold (1991), por ejemplo, esta-
blece fuerzas de atraccin y repulsin entre nodos conforme a una ley de potencia gravita-
cional, se atiene a la ley de Robert Hooke [1635-1703] formulada en tiempos de Newton
sobre el comportamiento macroscpico de los resortes y en funcin de lo anterior restrin-
ge los movimientos del grafo a medida que corre el tiempo de acuerdo con la heurstica
de simulacin de templado de metales, la cual he descripto en otra parte (ver pgina 69;
Reynoso 2006a: 225).
Ha habido alguna tmida incursin en ese campo. Hoy por hoy la iniciativa en materia de
reflexin quiz la tenga Edward Tufte, capaz de publicar un libro con el contundente
nombre de Visual explanations: Images and quantities, evidence and narrative, donde lle-
ga a afirmar que aquellos que descubren una explicacin son a menudo aquellos que
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
99
construyen la forma de representarla (Tufte 1997: 9). Pero Tufte y otros como l han in-
terrogado los principios expresivos de la buena graficacin en el momento del diseo y el
display antes que los requisitos cognitivos que rigen la percepcin; tampoco se han ocu-
pado con la intensidad requerida del uso de las imgenes para comprender mejor las pau-
tas anidadas en los hechos, para descifrar el nunca mejor llamado insight o para alentar
ideas creativas (Klovdahl 1981; Freeman 2000; Brandes, Kenis y Raab 2006).
Excepcin a esta tendencia son algunos estudios de Purchase (1997), Huang, Hong y Ea-
des (2006a; 2006b) y McGrath, Blythe y Krackhardt (1997). Estos ensayos son valiosos,
aunque permanecen ligados a cuestiones cuantitativas de demanda de memoria, carga
cognitiva, complejidad visual, atiborramiento o minimalismo informacional o tiempo de
procesamiento en vez de ocuparse de factores que hacen a la naturaleza especfica (gestl-
tica, orientada por patrones, sinestsica, esttica o lo que fuere) de la percepcin visual en
contraste con la representacin en matrices, la comprensin lgico-algortmica o la des-
cripcin discursiva que fluye en una lnea de tiempo secuencial.
Es obvio que en teora de redes sociales y en antropologa en general todava no se ha ra-
zonado con detenimiento sobre esas metforas de lo que es, literalmente, imaginacin. En
algn momento habr lugar para una fenomenologa de la percepcin visual en ciencia, a-
caso en la lnea de la de Maurice Merleau-Ponty (1945) pero con menos proclamas doctri-
narias y un poco ms de elaboracin formal. Un estudio semejante aplicado a la visualiza-
cin de redes y grafos est haciendo falta aqu y ahora. La literatura de graph drawing es
un buen indicador. Ms que conocimiento matemtico de rutina o normativas ciegas, lo
que ha alimentado las mejores intuiciones en tcnicas complejas de dibujo de grafos ha si-
do la imaginacin creadora, la erudicin literaria y la captacin de pautas que conectan.
39
Definitivamente, la tcnica ha dejado de ser un gadget ilustrativo para constituirse en ins-
trumento metodolgico por derecho propio (Bender-deMoll y McFarland 2006). Por ms
que sea un antroplogo inclinado a la semntica y a las estrategias cualitativas (y sobre
todo en ese caso) el lector har bien en echar un vistazo a la bibliografa referida al asunto
para tomar noticia de las complejas relaciones entre el significado, la representacin y la
percepcin de patrones que se trabajan en otras ciencias (Di Battista y otros 1999; Ta-
massia 1999; Marks 2001; Goodrich y Kobourov 2002; Nishizeki y Rahman 2004; Pach
2004). O (dado que las redes hoy estn en todas partes) en algn campo de casi todas las
otras ciencias, para ser ms precisos.
39
Hay por all una fenomenologa gentica de la interpretacin de grafos (Roth, Bowen y Masciotra
2002), pero se refiere ms bien a grficos estadsticos ortogonales de barras, lneas o pasteles y no a grafos
en el sentido tcnico-matemtico de la palabra. Es desdichado que ambas especies de imaginera se desig-
nen en ingls con la misma palabra.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
100
7 Redes en antropologa: De la Escuela de Manchester a Bruno Latour
La teora de las redes sociales es una subdisciplina
de las ciencias sociales que utiliza conceptos de la
teora de grafos para comprender y explicar fen-
menos sociales. Una red social consiste en un con-
junto de actores, que pueden ser entidades arbitra-
rias como personas u organizaciones, y un conjunto
de relaciones entre ellos.
Brandes y Wagner (1999)
Es fcil presuponer que las anteriores generaciones
de antroplogos estaban equivocadas si uno no se
molesta en leer lo que ellos escribieron. Ignorar el
registro etnogrfico acumulado [...] no promueve la
salud intelectual de la disciplina ni proporciona el
contexto para el avance del conocimiento antropo-
lgico. Bajo circunstancias de amnesia disciplinar,
la elevacin del trabajo de campo contemporneo al
estatuto de rbitro definitivo de la disciplina parece
haber propiciado la fragmentacin de la antropolo-
ga, socavado el valor del trabajo comparativo y
mantenido el foco no en los grandes temas del pro-
ceso y la estructural cultural, sino ms bien en los
temas del momento (temas que capturan la atencin
brevemente, como los que caen bajo las categoras
del posestructuralismo, la deconstruccin, el posco-
lonialismo y sus ms recientes consanguneos y afi-
nes) pero que luego desaparecen bajo las olas en el
sombro ocano de la contingencia histrica del que
hablaba Lvi-Strauss.
David Jenkins (2008: 21)
Aunque la historia es ms compleja que eso, se dice habitualmente que en teora de redes
tradicional hay una corriente sociocntrica que viene de la sociologa y se remonta a
Georg Simmel [1858-1918] y una tendencia egocntrica que floreci en antropologa so-
cial y que se deriva a la larga de Alfred Reginald Radcliffe-Brown [1881-1955] y sus
ideas sobre la estructura social con sus tejidos, texturas o tramas (vase Freeman
1982; Scott 2000; Martino y Spoto 2006; Freeman 2004; De Nooy, Mrvar y Batagelj
2005: 123, 144). Fue Radcliffe-Brown, el fundador del estructural-funcionalismo, quien
escribi tan temprano como en 1940 que la estructura social australiana se basaba en una
red de relaciones didicas de persona a persona (cf. Wolfe 1978). Ms todava:
Debe notarse que decir que estamos estudiando estructuras sociales no es la misma cosa
que decir que estudiamos relaciones sociales, que es como muchos socilogos definen su
tpico. Una relacin particular entre dos personas (a menos que sean Adn y Eva en el
Jardn del Edn) slo existe como parte de una amplia red de relaciones sociales, involu-
crando muchas otras personas, y es esta red lo que yo considero el objeto de nuestras in-
vestigaciones. [...] En el estudio de la estructura social, la realidad concreta que nos inte-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
101
resa es el conjunto de relaciones realmente existente, en un momento determinado del
tiempo, que vincula a ciertos seres humanos (Radcliffe-Brown 1940: 3-4).
A comienzos de la dcada siguiente lleg a escribir que los seres humanos estn conec-
tados por una compleja red de relaciones sociales. Utilizo el trmino estructura social
para denotar esta red de relaciones realmente existentes (Radcliffe-Brown 1965 [1952]:
190).
En cuanto a Simmel, l es uno de esos autores intensamente literarios cuyos libros, de
pertenencia disciplinaria incierta, se traducan y frecuentaban muchsimo medio siglo a-
trs hasta en colecciones populares, pero que poco a poco se han dejado de leer. Sin duda
habra que leerlo de nuevo pues su rara escritura, carente de todo razonamiento explci-
tamente grfico o matemtico, es paso a paso una invitacin al modelado basado en im-
genes, como cuando dice:
La interaccin entre los seres humanos se concibe y se experimenta como algo que llena
el espacio. Si los individuos viven dentro de ciertos lmites espaciales y se encuentran ais-
lados unos de otros, el espacio que hay entre ellos es espacio vaco. Pero si entablan rela-
ciones recprocas, ese espacio parece lleno y animado. [...] La existencia de una lnea
fronteriza sociolgica entre grupos de individuos significa la existencia de una forma par-
ticular de interaccin para la que no disponemos de un solo trmino. [...] Puede ser una l-
nea que delimite los derechos de los individuos al final de la disputa o una lnea que indi-
que la delimitacin de su respectiva influencia, antes de ella (Simmel en Caplow 1974:
30, 31; Simmel en Wolff 1950: 293).
Ms all de las imgenes que estn clamando por grafos, la ideacin relacional es asimis-
mo explcita y definitoria:
Una coleccin de seres humanos no deviene una sociedad slo porque cada uno de ellos
sea dueo de un contenido de vida objetivamente determinado o subjetivamente determi-
nante. Se convierte en una sociedad slo cuando la vitalidad de esos contenidos alcanza
una forma de influencia recproca; slo cuando un individuo posee un efecto inmediato o
mediato sobre otro, la agregacin espacial o la sucesin temporal se transforma en una
sociedad. Si por ende ha de haber una ciencia cuyo tema sea la sociedad y nada ms, ella
debe estudiar exclusivamente esas interacciones, esas clases y formas de sociacin (Sim-
mel 1908 [1971]: 24-25).
Aunque Simmel ha anticipado exactamente el problema de las redes grupales, propo-
niendo en pleno siglo XIX estudiar el poder y las jerarquas, escribiendo sobre el tejido de
las afiliaciones de grupo (1966 [1922]), inventando nociones tales como dadas y tradas
[Zweierverbindung, Dreierverbindung], la historia de la modalidad sociocntrica es bien
conocida y no malgastar tiempo y espacio volvindola a contar. Es la crnica olvidada
de la dimensin teortica de la antropologa de redes (no necesariamente su historia, ni el
resumen de sus estudios empricos) la que vale la pena evocar ahora. Para la vertiente so-
ciolgica hay buenos registros de su historia temprana e intermedia en el ensayo de Ga-
laskiewicz y Wasserman (1993) y de los principales hitos de su metodologa de medicio-
nes en un estupendo resumen de Peter Marsden (1990). Eso s: aunque el anlisis de redes
en sociologa constituye una prctica de mucho mayor envergadura y vitalidad de lo que
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
102
es el caso en antropologa, la reflexin epistemolgica sobre ella sigue siendo una asigna-
tura pendiente. Escriben Emirbayer y Goodwin:
A pesar de su creciente preminencia, [...] el anlisis de redes todava no ha sido objeto de
una evaluacin y una crtica teorticamente fundadas. La literatura secundaria sobre esta
perspectiva ha tendido a restringirse al esbozo de los conceptos bsicos, la discusin de
los procedimientos tcnicos y el resumen de los hallazgos de la investigacin emprica.
Ha habido una infortunada falta de inters en situar las redes dentro de las ms amplias
tradiciones de la teora sociolgica, y mucho ms en emprender una indagacin sistem-
tica de sus fuerzas y debilidades subyacentes. Se han invocado al pasar los precursores
tericos del anlisis de redes (en especial Durkheim y Simmel) pero el anlisis de redes,
l mismo una constelacin de estrategias metodolgicas, rara vez ha sido sistemticamen-
te ligado a los marcos de referencia que ellos elaboraron (Emirbayer y Goodwin 1994:
1412).
Mientras que el anlisis sociolgico de redes se estableci en torno de una perspectiva es-
tructural, la escuela de Manchester liderada por Max Gluckman [1911-1975] constituy
durante unos veinte aos (entre 1955 y 1975, digamos) una alternativa opuesta a los plan-
teamientos sincrnicos y estticos de la antropologa sociocultural inglesa, de tono estruc-
tural-funcionalista. Es en esta escuela mancuniana, una institucin de pequea enverga-
dura,
40
donde se hicieron los primeros aportes britnicos a la antropologa urbana, se pro-
pusieron teoras de la dinmica y el cambio y se usaron por primera vez redes antropol-
gicas (Werbner 1984). Es tambin en esta escuela que se articularon por primera vez los
estudios de casos, que Gluckman llamara de ese modo por analoga con los casos jur-
dicos con que estaba familiarizado por su educacin en leyes, instaurando una denomina-
cin que todo el mundo reproduce en diversas disciplinas o en la vida cotidiana sin pre-
guntarse nunca de dnde viene o qu cargas argumentativas acarrea. El mtodo de estudio
de casos involucraba anlisis en profundidad de determinadas problemticas para inferir
de ese anlisis principios y supuestos actuantes. La idea de estudio de caso, ciertamente,
existe al menos desde Ouvriers europens (1855) del anti-enciclopedista y anti-darwinia-
no Pierre Guillaume Frdric Le Play [1806-1882], quien tambin acu la nocin de m-
todo de observacin en el trabajo de campo; pero aunque el mrito se le atribuye a los so-
cilogos Barney Glaser y Anselm Strauss, en el siglo XX fue sin duda Gluckman quien la
codific primero. Un nombre alternativo para la prctica (o para ciertas formas dentro de
ella) era el de anlisis de situaciones sociales, un nombre que se encuentra independiente-
mente en alguna que otra monografa lewiniana.
41
40
La propia antropologa social britnica era de dimensiones ms modestas de lo que generalmente se cree.
Hacia 1953 el nmero de antroplogos practicantes en Gran Bretaa apenas superaba la treintena; llegaran
a ser unos 50 en 1963, 90 en 1973 (el ao de los ismos, como se lo conoce), 120 en 1983, 160 en 1993 y
algo ms de unos 220 en los comienzos del nuevo siglo (Spencer 2000).
41
El anlisis de situaciones no debe confundirse con el situacionismo metodolgico de la sociologa de Ka-
rin Knorr-Cetina (1981), con la teora de la situacin multidisciplinaria de Keith Devlin y otros (Aczel y o-
tros 1993), con el anlisis de situacin de la mercadotecnia, con el situacionismo psicolgico de Walter
Mischel, Philip Zimbardo o Stanley Milgram o, menos que nada, con el situacionismo revolucionario que
particip en los eventos del Mayo francs.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
103
La mayora de los investigadores tempranos de la escuela se haba formado en Oxford,
desde donde se trasladaron ya sea a Manchester o al Rhodes-Livingstone Institute (RLI)
en Rhodesia del Norte (hoy Zambia), cuyos primeros directores fueron Godfrey Wilson
(1938-41), Max Gluckman (1941-47), Elizabeth Colson (1947-51) y Clyde Mitchell
(1952-55). La escuela misma se considera originada con la llegada de un muy joven Max
Gluckman al RLI ya en 1939 (Barnard 2004: 85).
42
En la dcada de 1950 se manifest un
conjunto de fertilizaciones cruzadas entre los modelos mancunianos ms caractersticos y
el entonces naciente transaccionalismo promovido por el noruego (educado en Cambrid-
ge) Fredrik Barth. Barth daba preminencia a la accin social, la negociacin de identidad
y la produccin social de valores a travs de la reciprocidad y los procesos de toma de de-
cisiones. Jeremy Boissevain y Bruce Kapferer habran de ser los colegas ms impactados
por sus ricas elaboraciones tericas.
Inicialmente uno de los vectores de influencia en la escuela de Manchester fue el pensa-
miento de Siegfried Nadel [1903-1956], quien desarroll una teora plasmada en su libro
pstumo The theory of social structure (1957) que l no lleg a elaborar en trminos de
redes pero que luego otros usaron como fuente de inspiracin para hacerlo. Nadel conoca
a fondo las teoras gestlticas de Wolfgang Khler y de Kurt Lewin y sostena que para
llevar adelante un anlisis del rol haba que implementar mtodos algebraicos y matricia-
les. Afirmaba Nadel, citando aqu y all a los Ensayos de Talcott Parsons:
Llegamos a la estructura de una sociedad abstrayendo a partir de la poblacin concreta y
de su conducta el patrn de red (o sistema) de relaciones que se establecen entre acto-
res en su capacidad de ejecutar roles relacionados unos con otros (Nadel 1957: 12).
Suele ignorarse que el uso de lgebras relacionales en ARS debe mucho a las definiciones
que Nadel propuso para el rol social. Junto con las propuestas de Robert Merton, son las
que mayor incidencia han tenido en el desarrollo de las metodologas reticulares de rol
(Wasserman y Faust 1994: 426). Nadel deriva su definicin de manera explcitamente
relacional, puesto que la fundamenta en las regularidades o en los patrones de relaciones
entre individuos. Su elaboracin estuvo a un paso de ser un marco de referencia de teora
de conjuntos, en el cual la estructura interna de los roles se consideraba una coleccin de
atributos de rol. Aunque los expertos en ARS sostienen que el marco de Nadel no tiene la
precisin analtica suficiente para permitir un anlisis de redes formal sin ms trmite,
recuperan el hecho de que haya puesto el foco en la interrelacin o el entretejido de las
relaciones (Nadel 1957: 17), un rasgo clave en los modelos formales de rol. Tambin
pueden percibirse ideas claramente reticulares en uno de los libros anteriores de Nadel,
The foundation of social anthropology (1951). En su escritura se echan de menos por
cierto las representaciones grficas, las cuales, alimentndose en forma directa y en tiem-
42
Escribe A. F. Robertson: Operando en los intersticios entre el gobierno colonial y los intereses comer-
ciales y en alianza frgil con sentimientos nacionalistas emergentes, el RLI sobrevivi a duras penas a los
traumas de la descolonizacin. Brevemente incorporado al Colegio Universitario de Rhodesia y Nyasaland
(1962-64) fue absorbido por la Universidad de Zambia en Lusaka como Instituto de Investigacin Social en
1965. Luego se lo rebautiz Instituto de Estudios Africanos y desde 1998 ha sido el Instituto para la Investi-
gacin Econmica y Social (INESOR) (Robertson 2002).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
104
po real de los textos iniciales del padre de la moderna teora de grafos Frank Harary
[1921-2005], radicado en Estados Unidos, llegaran a la antropologa gluckmaniana por
va libresca poco despus (cf. Nadel 1974: 89-97; Harary 1969).
La escuela de Manchester desarroll un conjunto de conceptos particular que los estudio-
sos de redes compartieron ocasionalmente: campo social, anlisis situacional, roles inter-
calares, seleccin situacional, clivaje dominante, ritual redresivo, forma y cambio proce-
sual. No todos los miembros practicaron el anlisis de redes. Ms aun, el anlisis de redes
surgi en una rama colateral dentro del grupo, cuando Arnold Leonard Epstein [1924-
1999] y James Clyde Mitchell [1918-1995], en un giro radical, rompieron con la premisa
de poner el foco en un grupo tnico y sus linajes; en vez de eso, eligieron concentrarse en
diversas situaciones, movimientos, asociaciones y redes, en los que se podan observar re-
laciones intertnicas, pero que se definan en trminos que no eran de etnicidad.
El modelo de redes de Manchester, llamado a veces antropologa interaccional, enfatiz
las redes centradas en Ego (o redes personales) constituidas a nivel urbano. Estas redes
fueron diferenciadas y propuestas por Mitchell, miembro fundador del INSNA y de su
revista Connections, inspirndose en el mtodo genealgico creado por William Halse Ri-
vers Rivers hacia 1898, en ocasin de la expedicin de la Universidad de Cambridge al
Estrecho de Torres en la que se sentaron los cimientos del trabajo de campo profesional
(cf. Mitchell 1969; 1974). De todos los manchesterianos, Mitchell fue el que utiliz mo-
delos matemticos con mayor nivel de refinamiento. Tambin fue, junto con John Barnes
(1954: 43; 1969), uno de los pocos que prestaron atencin a los grafos y las matrices,
mientras que otros (como Norman Whitten) a duras penas mencionan semejante cosa. To-
dava en la dcada de 1980 Mitchell experimentaba con lo que entonces eran los algorit-
mos algebraicos ms audaces de clculo de equivalencia estructural, incluyendo el pol-
mico CONCOR [CONvergence of iterated CORrelations] diseado en la escuela de Har-
vard por el equipo multidisciplinario de Harrison White, y en particular por Breiger,
Boorman, Arabie y Schwartz (White, Boorman y Breiger 1976; Mitchell 1989).
Aun cuando hay autores que, como Barry Wellman (1988: 21), pretenden que el ARS se
origin en la antropologa de Manchester, Mitchell ha afirmado taxativamente que los an-
troplogos ingleses tomaron el concepto de red del sociograma de los psiclogos sociales
y de la versin americana de la teora de grafos (Mayer 1970: 720). Fue l mismo quien
tom las piezas que all se haban forjado para unificar, en un golpe de intuicin, un con-
junto de investigaciones que l estaba dirigiendo en Zimbabwe, donde David Boswell re-
colectaba datos sobre crisis personales y soporte social, Bruce Kapferer estudiaba el con-
flicto laboral en una empresa minera, Pru Wheeldon la emergencia de los procesos polti-
cos en una comunidad intertnica y Peter Harries-Jones la importancia del tribalismo en
la organizacin poltica. Mitchell pronto advirti que todos los estudios compartan un
mismo ncleo estructural:
[...] [F]ue entonces cuando me d cuenta que necesitbamos un mtodo formal para con-
ducir los anlisis. Haba estado leyendo la revista Sociometry, de modo que saba algo so-
bre esos procedimientos, pero por supuesto yo saba muy poco. Y fue cuando apareci el
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
105
libro de Doc Cartwright y Frank Harary (Harary, Norman y Cartwright 1965) que yo a-
prend a desarrollar eso (Mitchell 1969).
Aun cuando Mitchell reconoce educadamente las influencias sociomtricas sobre sus pro-
pias ideas, ya hemos comprobado un par de captulos ms arriba el linaje antropolgico
(va el heterodoxo Lloyd Warner) de buena parte de esta tradicin. Por otra parte Harary,
Norman y Cartwright (1965) jams hablan de redes sociales sino de modelos estructurales
basados en grafos dirigidos.
El creador del concepto de red social con ese nombre exacto fue el antroplogo John Bar-
nes (1954), quien promovi el pasaje de una concepcin metafrica a una afirmacin con-
ceptual sobre relaciones sociales.
43
El uso metafrico de la palabra enfatiza la idea de que
existen vnculos sociales entre individuos que se ramifican a travs de la sociedad. El uso
analtico de la idea, que es el que inaugura Barnes, pretende especificar de qu manera
esta ramificacin ejerce influencia en el comportamiento de la gente involucrada en una
red. Barnes desarroll la idea de red como consecuencia de su descontento con el marco
categorial del estructural-funcionalismo, entonces en plena vigencia.
En su tratamiento del sistema social de la pequea comunidad noruega de Bremnes, Bar-
nes propuso distinguir tres campos analticamente separados. (1) El primero era el sistema
territorial, estructurado como una jerarqua de unidades donde cada nivel inclua a los que
estaban ms abajo, desde la unidad domstica, pasando por el casero, la aldea, el muni-
cipio y luego ms all. (2) El segundo se basaba en la industria de la pesca. Las unidades
eran los barcos pesqueros y sus tripulaciones, y luego venan las cooperativas de venta,
las fbricas de aceite de arenque, etctera, organizadas de manera interdependiente pero
no jerrquica. (3) El tercer campo estaba constituido por el parentesco, las amistades y co-
nocidos, determinando grupos cambiantes sin coordinacin global; para este campo pro-
pona Barnes la idea de la red. Al principio era un concepto casi residual. Escriba Barnes:
La imagen que tengo es la de un conjunto de puntos, algunos de los cuales estn unidos
por lneas. Los puntos de la imagen son gente, o a veces grupos, y las lneas indican que la
gente interacta unas con otras. Podemos, por supuesto, pensar que la totalidad de la vida
social genera una red de esta clase. Para nuestros fines actuales, sin embargo, quiero con-
siderar, hablando en general, la parte de la red total que queda cuando retiramos las agru-
paciones y cadenas de interaccin que pertenecen estrictamente a los sistemas territorial e
industrial (Barnes 1954: 43).
El aporte fundamental de Barnes, vivo hoy en da como nunca antes, se asentaba en la
conviccin de que los mtodos del ARS proporcionaban afirmaciones de carcter formal
43
Algunos autores recientes (Zhang 2010: 9) alegan que el creador del concepto de red social fue el antro-
plogo Roger Brown, suministrando como referencia el texto de John Scott (2000). No he podido dar con
ningn antroplogo de ese nombre que haya acuado semejante categora. El texto de Scott menciona a
nuestro Alfred Reginald Radcliffe-Brown con insistencia; pero si bien este autor fue pionero absoluto de la
concepcin reticular en antropologa y utiliz ms tarde nutridas metforas textiles para evocar las relacio-
nes sociales (fabric, web, interweaving, interlocking, network of social relations e incluso complex net-
work), no me consta que haya escrito la expresin social network alguna vez (cf. Radcliffe-Brown 1940: 2,
3, 6, etc.). Hay por cierto un psiclogo social Roger Brown [1925-1997] que fue profesor de Barry Wellman
en Harvard; pero aunque Brown conoca el concepto, no puede decirse que haya sido su creador.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
106
referidas a atributos y procesos sociales. Estos conceptos (crea Barnes, y los historiado-
res del ARS con l) se pueden definir con alguna precisin, permitiendo razonar formal-
mente sobre el mundo social (Freeman 1984; Wasserman y Faust 1994: 11).
Conceptos histricos de la antropologa, la sociologa y la psicologa social como grupo o
rol social se ven ahora, mientras no exista una definicin clara en trminos de redes, co-
mo conceptos sensibilizadores de alcance limitado. Lo que la definicin reticular pro-
porciona, a decir de algunos, es una forma de evitar los riesgos de lo que Arthur Stinch-
combe llama interpretaciones trascendentales [epochal interpretations] (o ms memora-
blemente basura trascendental); esto es, explicaciones causales que proceden mediante
el uso de la estructura causal aparente creada por la secuencia narrativa de eventos para
crear la ilusin de que las teoras trascendentales estn siendo sustanciadas (Stinchcom-
be 1978: 10; Emirbayer y Goodwin 2003: 1418-1419). A partir de all, casi todos los te-
ricos de redes estn de acuerdo con Samuel Leinhardt (1977: xiv) en el sentido de que no
es posible construir teoras explicativas satisfactorias utilizando metforas. Muchos de
los conceptos formales del ARS se derivan de esa conviccin, como los de densidad (Bott
1957), span (Thurman 1980), connectedness, clusterability y multiplexity (Kapferer
1969). Otros autores van ms lejos y sostienen que debido a su [relativa] precisin [ma-
temtica], el campo de las redes no genera las mismas clases de equvocos y malentendi-
dos sobre los trminos y los conceptos que llevan a conflicto en los campos que se en-
cuentran vinculados a un lenguaje natural (Freeman 1960; 1984; 2004: 135-136).
Figura 7.1 a) Estrella de primer orden; b) zona de primer orden; c) estrella de segundo orden
Basado en Barnes (1969) Elaborado con VisOne
Penetrando en el espacio abstracto de la representacin de las redes totales, Barnes trat
de identificar las claves de las redes parciales. Habiendo definido la red total como coinci-
dente con la idea de sociedad y las redes parciales como dominios particulares de la so-
ciedad (parentesco, poltica, intercambio) parti de abajo hacia arriba, de lo micro a lo
macro, desarrollando conceptos que hacan referencia a redes sociales centradas en Ego.
A partir de all Barnes define estrellas irradiando desde cualquier ego arbitrariamente
escogido. Ego est, naturalmente, representado por un punto; las lneas que irradian de l
forman un anlogo de lo que ystein Ore (1962:12) haba llamado un subgrafo en es-
trella. Se deriva entonces la nocin de densidad a partir del concepto abstracto de que
alfa (un ego) en interaccin con un contacto (alter) puede encontrar que este contacto
se encuentra a su vez en relacin con otros de sus contactos. En tal caso, los dos contactos
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
107
(o alters) se dice que estn adyacentes en la estrella. Todas las relaciones entre un ego da-
do y sus alters, adyacentes y no adyacentes, constituyen una zona, y por extensin lgi-
ca las zonas de conciben como de primer orden, segundo orden, etctera (Barnes
1969: 58-60).
El problema con los rdenes definidos a partir de Ego es que pronto comienzan a vol-
verse incontrolables; una vez ms, el concepto no escala demasiado bien. Es por ello que
pronto se abandonara el criterio de establecer la complejidad de la red desde el centro,
postulando otras caractersticas morfolgicas tales como la conexidad [connectedness] de
Elizabeth Bott, que ahora se conoce ms bien como densidad: sta es la proporcin de
vnculos realmente existentes en contraste con las que podran existir si todos los elemen-
tos estuvieran vinculados (fig 7.2).
Aqu comienzan a visualizarse tanto promesas como peligros latentes. Escriben Whitten y
Wolfe:
Si esta clase de representacin matemtica parece a veces abiertamente abstracta, la situa-
cin no mejora de ningn modo debido a otra tendencia que se encuentra en Barnes
(1954) y en demasiados otros trabajos desde entonces: la tendencia a ver las redes sociales
como algo residual, las relaciones que subsisten despus que se han tratado las relaciones
estructurales principales (Whitten y Wolfe 1973: 722).
Figura 7.2 Redes de diversas densidades: a) 10 vnculos reales de 28 posibles (0,36); b) 13 vnculos reales
de 28 posibles (0,46); c) 17 vnculos reales de 28 posibles (0,61)
Basado en Hannerz (1986: 205) Elaborado con VisOne
Quiz por estas razones, las redes sociales de Barnes no poseen exactamente las propieda-
des que luego se definieron como caractersticas. La propiedad de mundos pequeos y la
idea de clustering, por ejemplo, se definen de maneras opuestas a las que despus popula-
rizaran Stanley Milgram, John Guare o Frigyes Karinthy:
[] [P]odemos notar que una de las principales diferencias formales entre las sociedades
simples, primitivas, rurales o de pequea escala en contrastre con las sociedades civiliza-
das, urbanas o de masas es que en las primeras la malla de la red social es pequea, mien-
tras que en las segundas es grande. Por malla quiero decir simplemente la distancia en tor-
no de una totalidad en la red. Creo que podemos decir que en la sociedad moderna no te-
nemos tantos amigos en comn como se tiene en las sociedades en pequea escala. Cuan-
do dos personas se encuentran por primera vez, es infrecuente que en la sociedad moderna
se descubra que tienen gran nmero de amigos en comn; cuando esto sucede se lo consi-
dera algo excepcional y memorable. En las sociedades en pequea escala esto sucede con
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
108
ms frecuencia, y los extraos encuentran a veces que tienen parientes en comn. En tr-
minos de nuestra analoga de red, en la sociedad primitiva muchos de los caminos posi-
bles que salen de cualquier A llevan de vuelta a A al cabo de unos pocos vnculos. En la
sociedad moderna slo una pequea proporcin lleva de vuelta a A. En otras palabras,
supongamos que A interacta con B y B con C. En una sociedad primitiva las probabili-
dades son altas de que C interacte con A; en la sociedad moderna las probabilidades son
pequeas (Barnes 1954).
La primera triloga de estudios antropolgicos basados en redes, incluyendo el de Barnes,
el de Elizabeth Bott (1957) y el de Philip Mayer (1961), no revela gran cosa sobre la elici-
tacin de redes en el trabajo de campo; observando el hiato temporal entre la experiencia
de campaa y la aparicin de diversos elementos de juicio en modelado matemtico, por
ejemplo, se advierte que la metodologa fue adoptada ms tarde en el gabinete y no defi-
nida como parte del diseo primario de la investigacin. Tambin es llamativo que ningu-
no de los estudios clsicos de redes en el perodo de la primera Edad de Oro antropolgi-
ca (entre 1954 y 1974) se ocupa de sociedades en pequea escala. Aunque algunos de e-
llos corresponden a campaas africanas, siempre se trata de ciudades y no de aldeas, y de
asuntos contemporneos antes que de las tradiciones atemporales o arcaicas. El contraste
(y la eventual complementariedad) con la etnografa clsica no podra ser mayor. El espe-
cialista en antropologa urbana Roger Sanjek escribira mucho ms tarde que [e]n estu-
dios exploratorios y en papers conceptuales, se expres la opinin de que el mapeado y el
anlisis de las redes egocntricas habra de ser tan valioso en escenarios urbanos (donde
los alters incluyen muchos no-parientes) como el mtodo genealgico lo fue en las socie-
dades basadas en el parentesco (Sanjek 2002: 598).
Casi siempre en la esfera de influencia de la escuela de Manchester, en la antropologa so-
cial britnica tuvieron sus quince minutos de fama los cinco B- que realizaron la tran-
sicin entre el moribundo estructural-funcionalismo de la poca colonial y la nueva era de
las estrategias relacionales y dinamicistas: Barnes, Bott, Barth, Boissevain, Bailey. El ca-
rismtico Barth, creador del transaccionalismo, no fue un terico de redes de la primera
hora, pero en los noventa se volc hacia esa clase de modelos en nombre de un mayor
naturalismo en la conceptualizacin social (Barth 1992). Entre libros y artculos (y entre
Manchester y Harvard), los estudios de redes del perodo de auge en antropologa suman
unos docientos, destacndose aparte de los nombrados los de autores como Geert Banck,
el estudioso de la mafia Anton Blok, D. M. Boswell, la estudiosa de gnero Tessa Cubitt,
Arnold L. Epstein, Philip H. Gulliver, Peter Harriet-Jones, David Jacobson, D. G. Jong-
mans, Nancy Howell Lee, Rudo Niemeijer, Mary Noble, Albertus Antonius Trouwborst
[1928-2007], el analista situacional Jaap van Velsen [1921-1999], Prudence Wheeldon,
Norman Whitten y Alvin Wolfe.
La codificadora reconocida de la clase de redes propuesta por Barnes fue la psicloga ca-
nadiense Elizabeth Bott (1957), quien haba estudiado con Lloyd Warner en Chicago y
conoca de cerca la obra de Lewin y de Moreno. Examinando el tratamiento clsico de la
antropologa frente al estudio del parentesco, por ejemplo, Bott haba llegado a la conclu-
sin de que la literatura sociolgica y antropolgica haba colocado mal los lmites entre
la familia nuclear y la sociedad en general. Esta literatura haba malinterpretado la matriz
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
109
en la cual la actividad familiar tena lugar debido a que los estudiosos consideraban que la
sociedad industrial moderna haba quebrado los lazos de parentesco, reduciendo progresi-
vamente la actividad parental a la familia nuclear. Bott redefini en consecuencia la no-
cin de relacin para cubrir ms bien la relacin social y no la relacin genealgica. De
esta manera se hizo posible discutir las relaciones sociales de la familia nuclear en trmi-
nos que fueran ms all de los lazos de parentesco.
Bott pensaba que en la medida en que Ego estuviera fuertemente ligado a otros a su vez
ligados entre s, todos tenderan a alcanzar consenso y a ejercer presin informal pero
consistente sobre el resto para alcanzar conformidad con las normas, estar en contacto
mutuo y de ser preciso ayudarse entre s; en el otro extremo, si los vnculos fueran espor-
dicos, esa consistencia normativa resultara ms improbable. La hiptesis principal alega
que la clase de red en que la familia est inserta afecta de manera muy directa las relacio-
nes de rol conyugal en esa familia: una red estrechamente ligada conduce a la segregacin
de los roles conyugales. El grado de segregacin en la relacin de rol del marido y la es-
posa vara en relacin directa con la connectedness de la red social de la familia (1957:
60).
Tenemos aqu formulaciones que muestran un aire de familia con las diversas solidarida-
des durkheimianas, o con la grilla y grupo de Mary Douglas, pero que presentan las ideas
de manera ms tangible y operacional. La hiptesis de Bott, como se la conoci durante
un tiempo, origin un conjunto de estudios que se sirvieron de ella o intentaron reformu-
larla (Hannerz 1986: 192-193). Tampoco falt un aluvin de crticas de las definiciones
de Bott, de sus mediciones, su ideologa, su muestreo y de la validez general de la hipte-
sis (Turner 1967; Platt 1969; Cubitt 1973). De lo que no cabe duda es de la productividad
de una idea que estuvo a punto de convertir el mismo concepto de red en una variable
independiente para explicar en funcin de ella la conducta individual.
Basada en el estudio de 20 familias londinenses, la hiptesis posee muchas aristas y est
preada de corolarios heterogneos, pero el argumento principal establece que los indivi-
duos que son miembros de una red estrecha antes de contraer matrimonio, una vez que se
casan, y si es que conservan las actividades en red, pueden afrontar una organizacin con-
yugal basada en una clara diferenciacin de tareas con pocos intereses o actividades en
comn. Si uno de los dos necesita asistencia instrumental, puede contar con los miembros
de su red extra-familiar. El apoyo emocional continuo de la red tambin reduce las de-
mandas expresivas que cada esposo requiere hacer sobre el otro. Cada quien puede desa-
rrollar entonces distintas actividades de ocio y de trabajo.
Richard Udry y Mary Hall (1965) realizaron un estudio sobre los padres de 43 estudiantes
de un curso de sociologa para poner a prueba la hiptesis, obteniendo medidas de clausu-
ra y de segregacin de roles conyugales. Aunque encontraron alguna leve tendencia a sos-
tener un patrn de segregacin de valor medio para los padres ms involucrados en redes
estrechamente ligadas, llegaron a la conclusin de que la hiptesis original de Bott slo
poda aplicarse a parejas de clase baja. Un especialista en familias nucleares, Joel Nelson
(s/f), lleg a una conclusin semejante utilizando una muestra de 131 esposas de clase tra-
bajadora.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
110
Uno de los intentos de impugnacin ms vigorosos fue llevado a cabo por Joan Aldous y
Murray Straus (1966) en base a una muestra de 391 mujeres casadas que vivan en gran-
jas o pueblos. El estudio est basado en el anlisis de una serie de medidas de red obteni-
das de manera indirecta: un ndice de conexidad, otro de diferenciacin de tareas, un ter-
cero de actividades por rol sexual, otro de poder (quin tiene la ultima palabra en ocho
decisiones prestablecidas), otros de innovacin y de adopcin basados en las categoras
de Everett Rogers (a describirse en la pg. 208 de esta tesis). La evaluacin de los crticos
es negativa; la hiptesis de Bott, dicen, slo se mantendra para casos extremos de redes o
bien extremadamente unidas o sumamente laxas (p. 580).
Encuentro unas cuantas elecciones metodolgicas infortunadas en el diseo de la prueba
de Aldous y Straus. El ndice de conexidad [connectedness] de la red se obtiene, por e-
jemplo, pidiendo a cada miembro del grupo experimental que mencione las ocho mujeres
con las cuales mantiene ms visitas sociales; por cada mujer listada, la informante es re-
querida para que informe cuntas de las otras mujeres la conocen a ella. Estas cifras se
suman y se dividen por el nmero de amigos reportados para llegar a ese ndice (p. 578).
Es obvio que se est recortando caprichosamente una muestra dentro de la muestra mis-
ma. Pero el problema no es slo estadstico; con base en teora elemental de grafos, un
experto en redes objetara que se est mutilando de antemano el tamao de los cliques por
poner un lmite arbitrario al grado de los nodos: en la red de Aldous-Straus no puede ha-
ber un clique de ms de ocho miembros y los actores mismos estn restringidos a ocho
vnculos, porque ningn clique puede poseer ms de 8 + 1 miembros (Wasserman y Faust
1994: 256).
La elicitacin, en suma, alborota por completo la configuracin de la red. Hay otros erro-
res de diseo: los autores admiten no saber si las redes evaluadas se formaron antes o des-
pus del matrimonio; no tienen datos de las redes de los maridos ni saben si ambas redes
estn o no vinculadas, lo cual desencadena serias implicancias tericas (p. 580). Tampoco
utilizan terminologa de red, como cuando dicen que nuestra muestra contena muy po-
cas mujeres muchas de cuyas amigas se conocieran entre s, delatando que el estudio es
anterior a la invencin del concepto de ndice de clustering, cuyo clculo debiera haber
sido de rigor en este caso (Holland y Leinhardt 1971; Watts y Strogatz 1998).
He trado a colacin muy superficialmente este estudio de caso y algunas de sus deriva-
ciones crticas no tanto por el inters de la hiptesis sustantiva, sino como ilustracin del
tipo de elaboraciones a que diera lugar la escuela en su fase temprana y la clase de argu-
mentos que los cronistas tomaron como impugnaciones formalmente correctas. Desde el
punto de vista de lo que luego ha llegado a ser el ARS muchos de estos trabajos son an-
malos. Hay por cierto estadsticas de cuntos conocen a cuntos otros, pero las redes mis-
mas no estn articuladas y su anlisis es incompleto y circunstancial. Aunque el objeto de
estudio en ambos casos es obviamente reticular, es palpable que en esta lnea de investi-
gacin al menos ha habido muy poco de anlisis de redes en sentido tcnico de la palabra.
De todas maneras las hiptesis de Bott y los trabajos de Barnes sentaron las bases para los
ulteriores estudios de Mitchell y otros. En manos de los miembros de este grupo, la matriz
de relaciones sociales esbozada por Bott devino susceptible de medicin en tres dimensio-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
111
nes, las cuales se han tornado fundamentales para el anlisis de redes desde entonces: (1)
proximidad, o sea el grado en que se superponen las redes personales de los individuos;
(2) distancia de vnculo [linkage distance], el camino ms corto que vincula individuos; y
(3) patrones de vnculos y no-vnculos dentro de la matriz que se exhibe a travs de corre-
laciones de similitud o disimilitud. Estas tres dimensiones, sin embargo, no son simples
medidas de lo que hasta entonces se llamaba la estructura social. Mitchell y los dems
autores siempre fueron muy claros respecto de que las redes expresan relaciones en una
dimensin muy distinta de la que corresponde a esas estructuras. La bsqueda de las rela-
ciones sociales a nivel de esas redes personales, centradas en Ego, devino necesaria preci-
samente debido a que los mtodos del anlisis estructural-funcional se encontraban en
malas condiciones para afrontar la construccin y reconstruccin de los lazos sociales en
contextos urbanos.
Figura 7.3 Grafo de lazos mltiples entre los mineros de Zambia segn Bruce Kapferer (1969)
Una alternativa frente a las redes basadas en Ego eran, naturalmente, los anlisis exhausti-
vos; ya Jeremy Boissevain (1974) con su estudio de Malta haba comprobado que un solo
investigador no poda satisfacer en un tiempo razonable ms que el relevamiento de un
par de redes de primer orden. La obra maestra en materia de estudios exhaustivos de redes
antropolgicas es, tal vez, el anlisis que llev a cabo el australiano Bruce Kapferer
(1969) en torno de una disputa en una pequea red de trabajadores mineros en Kabwe,
ciudad del centro de Zambia llamada antes Broken Hill, de donde procede el alguna vez
famoso Hombre de Rhodesia. El estudio abarcaba una de las tres secciones o celdas, com-
prendiendo quince trabajadores permanentes y un grupo de ocho que iban y venan hacia
o desde las otras secciones. La discusin que motiv el anlisis comenz cuando un traba-
jador de edad ms avanzada, Abraham, acus a otro ms joven, Donald, de romper el rit-
mo coordinado de trabajo, acelerando ms de lo que todos podan tolerar. En represalia,
Donald lo acus veladamente de brujera. Lo que sucedi fue que los dems operarios, en
lugar de alinearse conforme a sus edades, terminaron respaldando ms a Abraham que a
Donald. La pregunta que se formul Kapferer fue por qu algunos trabajadores tomaron
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
112
partido de maneras que pareceran antagnicas a sus intereses en materia de ritmo de tra-
bajo y brujera?
Kapferer estim que los mineros se alinearan de manera tal de minimizar la amenaza so-
bre sus posiciones. Compar entonces las cualidades de las relaciones directas de los
miembros del grupo con Abraham y con Donald en funcin de tres variables interactivas
de intercambio, multiplexidad y flujo direccional (figura 7.3). El intercambio abarcaba a
su vez cinco tipos de contenido: conversacin, comportamiento jocoso, ayuda en el traba-
jo, asistencia pecuniaria y servicios personales. La multiplexidad se refera al nmero de
diversos contenidos de intercambio en la relacin, vale decir, si sta era simple o mlti-
ple. El flujo contemplaba la direccin de los contenidos de intercambio: en un sentido, en
el otro o en ambos. Sobre todo este aparato conceptual, Kapferer aplic medidas sobre
cuatro variables estructurales: (a) la proporcin de relaciones mltiples de un hombre con
otros hombres; (b) la proporcin de vnculos laterales; (c) la densidad de las relaciones
laterales de cada Ego; (d) la esfera, entendida como la proporcin resultante de todas las
relaciones, tanto las directas desde cada Ego como los vnculos laterales de esas relacio-
nes. Kapferer pudo explicar entonces la conducta en apariencia contradictoria de algunos
actores: Abraham poda ganar el apoyo de muchos que en la disputa parecan neutrales
debido a sus estrechas relaciones con terceras personas influyentes.
El trabajo de Kapferer es magistral; no slo resolvi de forma abierta a la inspeccin su
problema emprico, sino que sirvi para ajustar diversos mtodos de clculo en redes so-
ciales, la multiplexidad en primer trmino. El concepto haba sido introducido por Gluck-
man (1955: 19 y ss; 1962: 26 y ss.) pero fue aqu donde recibi su bautismo de fuego.
Kapferer introdujo una medida, a la que llam span, equivalente al porcentaje de vnculos
en la red que involucran a los actores a los cuales el actor primario es adyacente. Hoy se
utiliza ms bien la centralidad de grado de un actor como la proporcin de nodos que son
adyacentes a n
i
; siendo una medida normalizada, es independiente del tamao de la red, g:
1
) (
) (
'
=
g
n d
n C
i
i D
Todava hoy los datos de Kapferer integran el juego de archivos de ejemplo de un nmero
crecido de programas de anlisis de redes sociales: UCINET/Pajek/NetView, Krackplot y
ORA Visualizer, entre otros (Wasserman y Faust 1994: 6, 13, 49-50, 179, 779; Borgatti,
Everett y Freeman 2002).
Pero la prctica intensiva del anlisis de redes en el seno de la escuela mancuniana durara
tan poco como la buena imagen de la escuela misma. Muchos de sus representantes de la
primera hora se inclinaran hacia posiciones interpretativas y fenomenolgicas en los aos
setenta, y no pocos llegaron a abrazar formas extremas de posmodernismo en las tres d-
cadas subsiguientes. Nadie menos que el propio Bruce Kapferer, arrojando al vertedero
una de sus ms valiosas contribuciones, concedi esta expresiva entrevista a Olaf Smedal
para Antropolog Nytt 3 en el ao 2000:
Cuando hace 25 aos usted accedi a editar el volumen que luego fue Transaction and
meaning (1976) yo supongo que lo hizo porque senta un fuerte inters (aunque luego tal
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
113
vez menguante) en la teora del intercambio, no en el sentido Maussiano sino en el Bar-
thiano y sobre todo Blauniano. Todava ve algn mrito en esas tradiciones analticas, o
ellas ya son caballos muertos en lo que a usted concierne?
Bueno, djeme ponerlo de esta manera. Es un caballo muerto para m, pero se est po-
niendo activo nuevamente. Estn todas esas cosas que hice en materia de eleccin, toma
de decisiones, redes muy barthianas (fui un pionero del anlisis de redes); con esto de la
globalizacin actual, todo eso es otra vez la orientacin de moda.
Lo usara ahora, entonces?
No. En realidad tendra que plantear la pregunta de otra manera. Usted me pregunt qu
efecto tuvo ese perodo temprano. Bueno, el efecto que tuvo ese perodo fue, como puede
ver todava en todo mi trabajo, mi preocupacin por cantidades masivas de detalle. Esto
es, trabajar muy de cerca con una cantidad de detalles, con montones de prcticas y elabo-
rar todo eso. Y eso proviene del viejo anlisis situacional manchesteriano y el mtodo
extendido de casos. Tal como dije a mis alumnos esta maana, ese proceso se bifurc.
Por un lado estaba el mtodo extendido de casos que se preocupaba mucho por cmo las
culturas y las estructuras se creaban y generaban continuamente, y que usaba una especie
de mtodo barthiano ingenuo. [...] Todo esto est claro en Strategy and transaction in an
African factory (1972), donde trat de articular, siguiendo a [Peter] Blau, una teora que
soportara ese anlisis de caso extendido del tipo de redes. De hecho eso fue muy positi-
vista, muy objetivista, etctera.
Haba sin embargo otra lnea alternativa que vena de la misma tradicin pero iba en otro
sentido, y esa lnea era concretamente la de Victor Turner. [...] De hecho [su modelo, que
expresaba que la gente se encuentra ligada ms bien por deberes y obligaciones] es ms
fiel a la postura original de Gluckman que los desarrollos gluckmanianos de Mitchell, en
alguna medida Epstein y ciertamente Jaap van Velsen. Pero al principio yo estaba del lado
de Jaap van Velsen y Mitchell. [...] Como dijo un amigo mo, yo llev el modelo transac-
cionalista a sus lmites absolutos. Y eso tiende a ser una de mis constantes: tomo una po-
sicin y luego la elaboro hasta que no se puede ir ms all.
Entre los trabajos de Bott y los de Kapferer se encuentran algunos que son representativos
de los estudios tempranos basados en redes. Particularmente destacables son las investiga-
ciones de Philip Mayer en East London, una poblacin bajo frreo control europeo con
amplia mayora Xhosa. Mayer realiza una diseccin muy clara en el seno de esta mayora,
distinguiendo por un lado a los urbcolas nacidos en East London y con la totalidad de sus
vnculos sociales en la ciudad, y por el otro a los inmigrantes que procedan de las reas
rurales. Entre estos ltimos haba a su vez un claro contraste entre dos orientaciones cul-
turales: la de los Rojos y la de los Escuelas, tradicionalistas y conversos cristianos
respectivamente. Ambas orientaciones mantenan diversas formas de red que no he de
describir en este punto. Baste decir que el anlisis reticular propiamente dicho emprendi-
do por Mayer se mantiene muy en segundo plano; en la resea que encapsula lo esencial
de la investigacin (Mayer 1962) no hay datos precisos de relevamiento, ni demografas,
ni diagramas, ni referencias a la estructura de las redes. El caso es que, bueno o malo, el
estudio fue cuestionado desde el punto de vista poltico por Bernard Magubane (1973), un
antroplogo sudafricano en el exilio, en un artculo incendiario publicado en American
Anthropologist. La tcnica de redes no fue sin embargo objeto particular de impugnacin;
en lo personal dudo que Magubane haya siquiera reparado en ella.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
114
Treinta aos despus de enfriados los nimos, hoy se percibe que la crtica de Magubane
fue por lo menos injusta. Hay consenso respecto de que el desempeo de la escuela man-
cuniana en Africa fue, en general, inobjetable desde el punto de vista ideolgico (Kuper
1973: 147; Hannerz 1986: 179-187); para la sensibilidad contempornea, no obstante, el
mero hecho de estar adscripto a un instituto ornado con un nombre que homenajeaba nada
menos que a Cecil Rhodes y a David Livingstone no lo dice todo pero invita al descon-
cierto y orilla lo incomprensible.
Hay quien afirma que en la escuela de Manchester hubo un antes y un despus tras la pu-
blicacin de Cisma y continuidad en una sociedad africana de Victor Turner (1957). A
partir de este libro sui generis se establece un nivel microanaltico y procesualista que en-
granara con particular contundencia en la obra de Mitchell. Escribe Richard Werbner:
Las microhistorias en Cisma y continuidad resuenan con las percepciones de Turner de la
creatividad humana y la conciencia individual, sus intuiciones sobre la negociacin del or-
den cultural y social y sus anlisis de las manipulaciones vidas de poder de individuos
interesados en s mismos. La interaccin misma era generativa en la microescala. Aqu el
microhistoriador pareca estar diciendo algo ms y algo distinto de lo que deca el socilo-
go sobre el sistema social total. O ms bien, estas percepciones implcitamente invocaban
un abandono del paradigma estructuralista de resolucin de conflictos entonces vigente, a
fin de conceptualizar los matices, incluso los aspectos efmeros, de las microsituaciones
(Werbner 1984: 177).
Figura 7.4 Red de anlisis de embeddeddness en Java (Indonesia) segn Schweizer (1997: 747)
Aunque durante un tiempo disfrut de cierto prestigio y ejerci alguna influencia en ese
campo desordenado que siempre ha sido el estudio de grupos y la antropologa de las so-
ciedades complejas, la carencia de herramientas computacionales, de mquinas compara-
bles a las modernas PCs y de hallazgos dramticos afect el desarrollo de este campo de
investigacin, cuyo ltimo trabajo memorable puede que haya sido la investigacin de
Bruce Kapferer (1972) que ya hemos referido sobre el poder y la influencia en una mina
de Zambia, al filo del crepsculo de la escuela de Manchester y en el pinculo del proceso
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
115
de descolonizacin. Kapferer siempre ilustr sus dinmicas mediante notacin de redes
(figura 7.3). Un cuarto de siglo ms tarde las mismas problemticas fueron abordadas con
tcnicas de excelencia por Thomas Schweizer (1996) en su estudio comparativo entre el
intercambio de regalos entre los !Kung y las celebraciones rituales en aldeas javanesas (fi-
gura 7.4); pero ya casi nadie prestaba atencin a esos menesteres. Ni a los mtodos ni a la
etnografa, quiero decir.
Aun cuando los desarrollos antropolgicos se han ganado el respeto de los expertos en re-
des en general (Wellman 1988: 21; Wasserman y Faust 1994: 12-13; Scott 2000: cap. 4;
Freeman 2004: 160, 162; De Nooy y otros 2005: xxiii, 98, 226-256, Mika 2007: 29), ya
desde el principio sus propios practicantes sabotearon todo viso de sustentacin del ARS
en antropologa. En opinin de Kapferer la nocin de red social simplemente designa una
tcnica de recoleccin de datos y de anlisis; los resultados decepcionantes del anlisis
pueden atribuirse, deca, a una preocupacin indebida por la clasificacin y la definicin,
con muy poca atencin a los supuestos tericos que le subyacen (Kapferer 1973: 167).
El propio creador del concepto, John Barnes (1972), afirmaba que no exista tal cosa co-
mo una teora de redes sociales y que quiz nunca llegara a existir. En ello estaba de a-
cuerdo con Bott, quien pensaba que no haba nada revolucionario en dicho mtodo, dado
que se lo podra usar en cualquier marco de referencia (1971: 330): una forma poco ima-
ginativa de denigrar una de sus virtudes. Otros pensadores fueron sin embargo del mismo
parecer (Granovetter 1979; Alba 1982; Wellman 1983; Rogers 1987). Tomando en consi-
deracin el hecho de que el concepto de red fue elaborado en forma diferente por distintos
autores y a que no todos los que hicieron uso de la idea se sintieron obligados a propor-
cionar las definiciones precisas que la posicionaran en relacin con otras categoras gene-
rales, Barnes escribi ms tarde:
Debo aceptar algo de responsabilidad por esto, porque lo que escrib parece no haber sido
claro. [...] No he distinguido entre los rasgos distintivos de todas las redes (en contraste
con las relaciones didicas, los grupos, las categoras y todo eso) y aquellos rasgos que se
hallaban incidentalmente en la red noruega que yo describ. Algunos lectores presumieron
que esos rasgos especficos y locales deban estar presentes en todas las redes, y han intro-
ducido modificaciones para que encajaran con situaciones empricas en las que esos ras-
gos estaban ausentes. Otros lectores no han comprendido lo que quise decir por red total,
quiz porque no he hecho ninguna referencia a Radcliffe-Brown, de quien tom la idea
(Barnes 1969: 53).
Desde la perspectiva actual esa actitud autocrtica (asumida en tiempos de la inminente
marejada interpretativa) parece algo sobredimensionada y a todas luces inoportuna. Ya en
1973, a casi veinte aos de comenzada la aventura reticular de la antropologa, Barnes se
haba separado del grupo de Mitchell, Boissevain, Blok, Kapferer, van Velsen y dems
britnicos, escandinavos y holandeses, arrojando una mirada hostil hacia la segunda gran
compilacin del gnero (Boissevain y Mitchell 1973). En su filosa crtica deplora que van
Velsen hable del moderno anlisis de redes (siento curiosidad por saber cmo era el a-
nlisis antiguo); plantea que Mary Noble formula muchas preguntas sobre las relaciones
didicas pero slo contesta unas pocas; objeta que ciertos colaboradores utilizan el anli-
sis de redes slo como un aide mmoire en sus anlisis de historias de casos, pero recu-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
116
rren a datos de campo no subsumidos en el anlisis cuando necesitan explicaciones de por
qu A ayud a B, o X se volvi contra Y; lamenta la confusin terminolgica crnica
que afecta al anlisis reticular, la falta de rigor y precisin, la debilidad de los datos y que
Kapferer redefina span para hacerlo idntico con grado pero luego siga usando span co-
mo si tal cosa: otro buen trmino perdido en la confusin (Barnes 1974a).
Refirindose al mismo volumen, el socilogo de redes Barry Wellman (1975), quien a-
temperara su severidad aos ms tarde, diagnostica los desarrollos matemticos de los a-
nalistas antroplogos como rudimentarios y asegura que su nivel no alcanza la excelencia
que era entonces comn en la sociologa norteamericana y canadiense; sucede dice co-
mo si los antroplogos quisieran compensar las debilidades en ese rubro con la sensitivi-
dad y la exquisitez de su trabajo de campo. Barnes volvera a cuestionar una ulterior pu-
blicacin de su amigo Boissevain (1974b) con mayor acrimonia todava:
El modelo puramente corporativo de sociedad (que se aplica deductivamente en el anlisis
social) contra el cual Boissevain dirige una crtica sostenida a lo largo de todo el libro
bien puede que sea un blanco de paja; sin embargo su propio modelo parcial, que subraya
la significacin de las relaciones didicas y los contactos indirectos, es un complemento
esencial a un modelo basado en grupos corporativos. Pero me intriga el estatuto analtico
de una afirmacin tal como que en contraste con el clique... las actividades de los miem-
bros de una banda a menudo tienen lugar al aire libre. Mientras rechaza la cultura como
explicacin de la conducta social, Boissevain subraya los efectos causales del clima; pero
el nexo entre las pandillas y el aire fresco se me escapa. [...] Dado que Boissevain slo ha-
ce un uso impreciso de las numerosas estadsticas que proporciona, el lector puede ignorar
casi todas ellas sin perder el hilo, particularmente porque algunas se basan en clculos que
involucran un nmero no especificado de personas de las cuales no hay datos disponi-
bles. Dispersos por todo el libro hay generalizaciones de brocha gorda no soportadas por
la evidencia. Por ejemplo, de acuerdo con Boissevain el individuo se ha desvanecido del
anlisis social desde los tiempos de Durkheim hasta que este libro apareci; [...] [l tam-
bin afirma] que el nmero de solteros que ha sido exitoso en poltica resulta sorprenden-
te; y que la personalidad de las mujeres sexualmente atractivas difiere de la de las mujeres
que no son atractivas (Barnes 1974b: 1543-1544).
En la revuelta que se desat en los setentas se lleg a decir que la teora de redes era teo-
rticamente infructuosa, pues careca de supuestos bsicos de los que se pudiera derivar
un conjunto de proposiciones relacionadas entre s, susceptibles de ser puestas a prueba.
Entre los especialistas en ARS de primera lnea, Clyde Mitchell fue uno de sus pocos que
fue ms all de ese vocabulario de idealizacin nomolgica, un wording ms estereoti-
pado que analtico que delata haber tomado de apuro uno de esos cursos de Epistemologa
101 como los que entonces plagaban las universidades. Con algo ms de sensatez, l pen-
saba que lo mismo poda imputarse a cualquier otra teora antropolgica; ms aun, afir-
maba que el hecho de que se puedan derivar proposiciones a partir de la consideracin
de las caractersticas de las redes sociales es [...] evidente (Mitchell 1974: 283). Pero ya
era algo tarde para estas defensas. El propio libro magno de Mitchell (1969) y los artcu-
los de Barnes incluidos en l haban sido vapuleados por Philip Mayer:
[Estos trabajos] demuestran la elegancia pero tambin los peligros del mtodo. El proble-
ma con el anlisis de redes es que si es desarrollado apropiadamente, de modo que se pue-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
117
da proclamar validez a partir de los datos, est condenado a ser oneroso y a consumir mu-
cho tiempo del investigador y (se puede agregar) del lector consciente tambin. Es una
herramienta costosa, que debera usarse slo donde pueda esperarse iluminacin o un va-
lor significativo, y que demanda la aplicacin de rigurosos estndares de relevancia. Bar-
nes nos recuerda que el trabajo del analista de redes es probar o refutar alguna hiptesis,
pero no pienso que se haya realizado eso en estos cuatro ensayos. Al final uno siente que
en vez de haber sido llevado a confrontar los principales problemas metodolgicos del a-
nlisis de redes cara a cara, se nos ha llevado gentilmente hasta su periferia. El problema,
por supuesto, es que las hiptesis significativas difcilmente puedan ser puestas a prueba
por unos pocos ejemplos aislados (Mayer 1970: 720).
Mayer y Mitchell pronto haran causa comn en sus respuestas a la diatriba de Magubane;
pero ya era demasiado tarde para salvar la tcnica y la postura de la escuela con ella. Llo-
vieron crticas de todas partes, de amigos y enemigos. Las de peor calidad (a fuerza de ser
las ms previsibles) fueron las que deploraron la deshumanizacin de la antropologa en
manos del mtodo, expidindose como si realmente se creyera que slo una descripcin
de tono literario garantiza una ciencia clida y la presencia de el individuo como ser hu-
mano en el texto etnogrfico:
Parece probable que la perspectiva de redes vaya avanzando cada vez ms hacia la teora
grfica y la manipulacin estadstica de los vnculos de la red. En la medida en que esto
ocurra, conducir a una mayor precisin cientfica, pero tambin a una ciencia fra. Un en-
foque que comenz en parte como un intento de comprender cmo operan los individuos
en el medio social urbano y cmo llegan a decisiones e invocan vnculos sociales, es pro-
bable que se convierta en un sistema de anlisis sumamente formal en el que desaparezca
el individuo como ser humano en el clculo de la red (Ottenberg 1971: 948).
En su crtica a los microestudios en antropologa urbana, el antroplogo neoyorkino An-
thony Leeds [1925-1989] tambin argumentaba en su momento que haba llegado el mo-
mento de dejar de lado la futilidad de la metodologa de la red, los estudios de las esqui-
nas de la calle, el anlisis de las normas que rigen que una pelea sea justa, todo eso. Ms
precisamente, casi todos los trabajos sobre redes en frica parecen estar completamente
atascados en la metodologa, pues no han logrado encarar cuestiones tericas ms esen-
ciales y ms amplias (Leeds 1972: 5).
Las posturas favorables tampoco resultaron de gran consuelo. Pocos aos despus Alvin
Wolfe (1978: 53) pronunciara una profeca fallida, anunciando que si bien el anlisis de
redes haba crecido explosivamente desde 1953, el siguiente cuarto de siglo presenciara
un crecimiento an mayor. En ocasin de su recensin del texto magno de Wasserman y
Faust (1994) sobre ARS, y al tomar nota de quince aos de silencio antropolgico sobre
esa clase de modelos, Wolfe (1997: 219) no tardara en comprobar que su prediccin se
haba incumplido miserablemente. Slo M. F. Ashley Montagu (1945) se equivoc por un
margen igual de grande cuando augur que [l]os mtodos sociomtricos sern una parte
indispensable del equipamiento de todo trabajador de campo en antropologa, agregando
que la sociometra est idealmente equipada para las condiciones con las cuales se con-
fronta el etngrafo, [...] por lo que predigo que la sociometra devendr el mtodo fun-
damental de investigacin. No fue as, quiz por desdicha.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
118
Aunque se esfum de la escena tan discretamente que nunca se pudo hablar de un colapso
del movimiento ni precisarse la fecha de su desaparicin, alguna vez habr que inventa-
riar las razones que se adujeron para explicar el agotamiento de este estilo particular de la
escuela de Manchester en antropologa. Lo primero que salta a la vista es que entre los
historiadores no ha habido consenso, quiz porque se buscaron slo razones endgenas y
porque fueron muchas ms cosas que el anlisis de redes las que cayeron en desgracia en
esa poca. Escribe Antonio Chiesi, por ejemplo:
La escuela de Manchester aplic conceptos tales como densidad, conectividad y alcance,
as como parmetros relacionados con la intensidad y fuerza de los lazos, pero su preocu-
pacin exclusiva por las relaciones informales y su estrategia meramente descriptiva con-
tribuy a la declinacin de la escuela desde 1970 (Chiesi 2001: 10502)
En opinin de Scott, la escuela result lesiva y no beneficiosa para el futuro del anlisis
de redes en el Viejo Mundo:
Los argumentos de Mitchell, Barnes y Bott fueron en extremio influyentes en Gran Bre-
taa (ver Frankenberg 1966), pero su mismo xito caus que el ARS se identificara con
ideas especficas de los antroplogos de Manchester. En otras palabras, el anlisis de re-
des se vi como algo slo interesado especficamente con las relaciones personales e in-
terpersonales de tipo comunal, como si el mtodo slo tuviera que ver con la investiga-
cin de redes egocntricas. Como resultado, el despegue crucial que llev al estudio de las
propiedades de las redes en todos los campos de la vida social no se di en Gran Bretaa
(Scott 2002).
El diagnstico del malogrado Thomas Schweizer no coincide gran cosa con la anterior
evaluacin:
La escuela de Manchester, y ms notablemente Barnes y Mitchell [...], distingui propie-
dades claves de las redes sociales y comenz la formalizacin de esos conceptos. Pero en
esta instancia, la antropologa social europea abandon el anlisis de redes, debido a su
(temprana) asociacin con el estructural-funcionalismo y el anlisis formal, y se volc al
estructuralismo francs y a los estudios simblicos (Schweizer 1996: 147)
Mientras que en sociologa se mantuvo el ARS como una especialidad viva que ha adqui-
rido fuerza indita en los ltimos aos, ejerciendo influencia en computacin y matem-
ticas (Berkowitz 1982; Mika 2007), en antropologa los temas de investigacin fueron
dejando de lado los temas de estructura y proceso social en beneficio de la funcin simb-
lica, la interpretacin, la identidad. Para colmo, el especialista Jeremy Boissevain (1979)
escribi un estridente artculo en la prestigiosa Current Anthropology que se convirti en
algo as como el obituario de la prctica en la disciplina, avalado por un insider: el dicta-
men que dio comienzo a su aislamiento y a su redefinicin como aplicacin de nicho,
cuando podra haber sido la prctica sustitutiva de los entonces moribundos estudios del
parentesco a la manera clsica. Ms adelante (pg. 309) volver sobre esta exacta cues-
tin.
Llegando al trmino de mi evaluacin de los aportes de la Escuela de Manchester a la
teora y la prctica de las redes, no puedo menos que decir que hoy en da se juzgan alta-
mente originales tcticas y conceptos contemporneos que apenas pueden distinguirse de
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
119
aquellos que los mejores autores del movimiento desarrollaron hace dcadas. Obsrvese
esta caracterizacin de una teora altamente apreciada en la actualidad:
[El nombre de la Teora del Actor-Red (TAR) de Bruno Latour] es reminiscente de las
viejas y tradicionales tensiones que estn en el corazn de las ciencias sociales, tales co-
mo las que se dan entre agencia y estructura, o entre el micro y el macroanlisis. [] Uno
de los presupuestos centrales de la TAR es que lo que las ciencias sociales llaman usual-
mente sociedad es un logro que siempre se encuentra en marcha. La TAR constituye un
intento de proporcionar herramientas analticas para explicar el proceso mismo mediante
el cual la red se reconfigura de manera constante. Lo que la distingue de otras estrategias
constructivistas es su explicacin de la sociedad en el proceso de hacerse (Callon 2001:
62).
Contrstese esa descripcin con esta semblanza del viejo ARS mancuniano:
Lo que los antroplogos de Manchester demostraron, por encima de todo, fue que el cam-
bio no era un objeto de estudio simple. No se poda, como a veces presuponan los estruc-
tural-funcionalistas, comprender el cambio simplemente describiendo la estructura social
tal como exista antes y despus del cambio, y postular algunas reglas transformacionales
simples que explicaran lo que haba sucedido entretanto. Gluckman y sus colegas de-
mostraron que cuando se investigan empricamente los efectos locales de los procesos
globales, ellos se disuelven en redes complejas de relaciones sociales que estn en cons-
tante cambio y que se influencian mutuamente (Eriksen y Nielsen 2001: 87).
Al desconocer la literatura bsica sobre redes egocntricas, modelos de grupo y modelado
en general, Latour replica no pocos enunciados comunes del antiguo ARS antropolgico
como si fueran descubrimientos propios, fundados en las peculiaridades de la era posmo-
derna. El concepto levy-moreniano de actor, el postulado del carcter dinmico de lo so-
cial y la bsqueda de un vnculo entre lo local y lo global y entre la agencia y la estructura
precisamente a travs de esa dinmica se cuentan, como hemos visto, entre las ms noto-
rias de esas rplicas involuntariamente epigonales. Al lado de ellas hay un poco de Gar-
finkel, de Randall Collins, de Pierre Bourdieu y hasta de Ervin Goffman, todo eso yuxta-
puesto ms que coordinado. La dialctica de Latour es brillante y aunque en su modelo la
articulacin metodolgica falta por completo, en su dialctica hay alguna chispa episte-
molgica de buena factura. Por ms que entre la TAR y una posible implementacin en la
investigacin concreta se perciba un enorme hiato, nada impide integrar lo mejor de sus
observaciones en el trabajo emprico, sea que ste se realice en trminos de ARS o de
alguna otra manera. Los lectores de larga experiencia encontrarn sin embargo que en
materia de tcnicas y conceptos (e incluso de teoras) no hay nada nuevo bajo el sol.
Pese a que pocas entre las teoras que le sucedieron estuvieron a su altura el modelo man-
cuniano no se mantuvo en pie. El declive del anlisis de redes en antropologa entre (di-
gamos) 1974 y 1995 es una historia tediosa y lamentable que an no ha encontrado su
cronista pero que habr que resignarse a contar alguna vez (cf. White 2001). Ahora que el
ARS ha retornado triunfalmente como una de las manifestaciones de vanguardia entre las
disciplinas de la complejidad del nuevo milenio, la antropologa no est en su mejor for-
ma para retomar el camino y recuperar el tiempo perdido. Pero lo peor que puede hacerse,
creo, es resignarse a dejar que la historia se repita.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
120
8 Anlisis micro, macroestructuras y la fuerza de los lazos dbiles
[D]ado que los individuos suelen tener muchos
lazos dbiles (y los empleados adultos de las socie-
dades mayores probablemente rdenes de magni-
tud ms lazos dbiles que lazos fuertes) cun acti-
vos debera esperarse que sean los lazos dbiles en
la difusin de informacin vital? Son los lazos
dbiles importantes slo por su conducta vinculan-
te y por la informacin que por ellos se difunde, o
ms generalmente debido a otros rasgos que ellos
poseen? [...] Cualesquiera sean las respuestas a s-
tas y otras preguntas, los trabajos de Granovetter
sobre la fuerza de los lazos dbiles demuestran que
la abstraccin de redes simples de tipo 0-1 es una
cruda aproximacin a las estructuras de interaccin
y que es importante desarrollar modelos ms ricos
que capturen matices adicionales de frecuencia,
duracin y heterogeneidad.
Matthew Jackson (2008: 103)
Pocos aos atrs, un@ de l@s especialistas en teora antropolgica de la Argentina mani-
fest en pblico que el problema de la relacin entre el nivel micro y el plano macro, en-
tre el individuo, la dada, el pequeo grupo y la sociedad, era un tpico obsoleto, pasado
de moda. Ms all de que dicha interpretacin no podra jams sustentarse de cara al
estado de las disciplinas y a los datos cuantitativos de referencias cruzadas y temas de in-
vestigacin que hoy se actualizan casi en tiempo real y que estn al alcance de las puntas
de los dedos, aqu sostendr que, por el contrario, la naturaleza de las relaciones mi-
cro/macro (o local/global, u horizontal/vertical, o incluso sintagmtico/paradigmtico) si-
gue constituyendo, cualquiera sea el marco terico, un problema esencial de las ciencias
sociales, antropologa inclusive, si es que estas ciencias tienen algn sentido y razn de
ser. A fin de cuentas, las entrevistas y observaciones que articulan el trabajo de campo no
lidian con la interpelacin directa al pueblo, las clases o la sociedad (sea ello lo que fuere)
sino con la interaccin cara a cara con (o el relevamiento down-to-top de) uno o unos po-
cos informantes, sujetos o actores a la vez. Hemos consensuado hace rato que nuestro ob-
jeto es la sociedad o la cultura o sus unidades o colectivos sustitutos (los grupos, las es-
tructuras sociales, los campos, las clases, el habitus), pero cmo es que, desde el trabajo
de campaa en ms, llegamos de alguna manera a ellos?
En consonancia con lo que alego, uno de los tericos sociolgicos hoy ms reputados en
los Estados Unidos, Mark Granovetter, afirm hacia fines de los aos sesenta que una de
las debilidades de la teora sociolgica radicaba en su incapacidad para vincular los nive-
les micro con los niveles macro. Cmo hace, por ejemplo, un actor para operar ms all
de su entorno? El anlisis de los procesos interpersonales, especulaba, podra proporcio-
nar un vnculo adecuado. Ahora bien, la sociometra, precursora del anlisis de redes,
siempre ha sido perifrica a la teora sociolgica, en parte porque se ha consolidado como
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
121
perteneciente a la psicologa social y en parte porque nunca ha existido un mtodo con-
sensuado para pasar del plano del pequeo grupo (territorio de preferencia y dominio casi
monoplico de la psicologa social) al de las estructuras globales.
Figura 8.1 Vnculos fuertes en el interior de grupos, lazos dbiles entre ellos
Granovetter, quien todava era doctorando en Harvard,
44
comienza su trabajo con una de-
finicin sumaria pero convenientemente prctica de la fortaleza y la debilidad de los vn-
culos en una red:
La mayor parte de las nociones intuitivas de la fuerza de un lazo interpersonal debera
satisfacer la definicin siguiente: la fuerza de un lazo es una combinacin (probablemente
lineal) de la cantidad de tiempo, la intensidad emocional, la intimidad (confianza mutua) y
los servicios recprocos que caracterizan el lazo. Cada uno de esos es en algn grado inde-
pendiente de los otros, aunque es obvio que el conjunto est altamente intracorrelaciona-
do. La discusin de las medidas operacionales y los pesos que se asignan a cada uno de
los cuatro elementos se pospone para futuros estudios empricos. Es suficiente para el pro-
psito actual que la mayora de nosotros nos pongamos de acuerdo, sobre una base intui-
tiva aproximada, sobre si un vnculo es fuerte, dbil o ausente (1973: 1361).
Aunque los trabajos de la escuela antropolgica de Manchester haban avanzado en esa
direccin, Granovetter encuentra que su tratamiento de las cuestiones estructurales ha
sido escueto. Lo primero que hace para revertir el estado de cosas es caracterizar una
medida de la fuerza de los lazos en funcin del nmero de veces que los individuos impli-
cados en ellos haban interactuado en el ao anterior; un lazo se llama fuerte entonces si
se interactu al menos una vez por semana, medio si ha sido menos que eso pero ms de
una vez al ao, y dbil si se lo hizo una vez al ao o menos.
Seguidamente, tomando como base algunas ideas del matemtico sistmico Anatol Rapo-
port [1911-2007], uno de los primeros en estudiar la velocidad de propagacin y la natu-
raleza de la epidemiologa dentro de las redes, Granovetter examina las caractersticas de
los lazos que vinculan las dadas, las tradas y los cliques. Encuentra as que para que se
difunda verdaderamente un rumor ste debe evitar o trascender los nexos fuertes inmedia-
tos y pasar a travs de los vnculos dbiles. Si se queda en el circuito de los lazos fuertes
slo alcanzar a unos pocos cliques, pues no se cruzarn los puentes (p. 1366). Los lazos
fuertes son los que uno llama amigos; los lazos fuertes, los conocidos [acquaintances]; el
44
La disertacin de doctorado de Granovetter para el Departamento de Relaciones Sociales de Harvard,
bajo la pesada influencia de su maestro, Harrison White, se public ms tarde con el ttulo de Getting a job
(Granovetter 1995 [1974]).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
122
conjunto de Ego y de sus conocidos (figura 8.1) constituye, siguiendo la denominacin
del antroplogo manchesteriano Arnold L. Epstein, una red de baja densidad.
Tras otros anlisis semejantes, Granovetter concluye que la vinculacin de los niveles
micro y macro no es un lujo terico del cual se podra prescindir, sino un elemento de
extrema importancia para el desarrollo de la teora sociolgica. La teora urbana de la so-
ciologa tradicional (por ejemplo la de Louis Wirth en Chicago) sostena que los lazos
dbiles eran generadores de alienacin y all acababa todo; la visin es muy distinta
ahora: los lazos fuertes, que alientan la cohesin local, llevan a la fragmentacin de la to-
talidad. Las paradojas, resume Granovetter, son un antdoto deseado para las teoras que
lo explican todo con excesiva prolijidad (op. cit., pg. 1378).
La historia de Granovetter trae a colacin un nuevo antipatrn de las ciencias sociales. En
efecto, su hallazgo fue rechazado inicialmente por la prestigiosa American Sociological
Review, pues se crey que violaba el principio de sociologa vulgar que establece que los
lazos fuertes son los ms efectivos en todos los escenarios, porque as es como lo dicta el
buen sentido. Con unos pocos retoques que no modificaron ningn argumento clave el ar-
tculo fue aceptado finalmente en 1973 por el American Journal of Sociology, convirtin-
dose desde entonces (y hasta hoy) en una de las referencias clsicas de la sociologa. A
partir de all Granovetter qued, como l mismo lo ha dicho, typecasted, encasillado: algo
parecido a lo que le sucedi a Marc Aug con los no-lugares, se dira. Cada vez que l (un
socilogo genrico, por otra parte) intenta hablar de sociologa, todos esperan que se
expida sobre el anlisis de redes sociales en general y los vnculos reticulares dbiles en
particular (Granovetter 1990: 13). Y como tambin pasa en cualquier dominio de la es-
pecialidad, cada vez que los tericos de redes presentan propuestas innovadoras fuera de
su nicho ecolgico, lo comn es que se encuentren con una resistencia desproporcionada
porque no estn haciendo lo que se espera de ellos.
Volviendo a su propuesta, cabe precisar que Granovetter (1983) haba sugerido que si uno
quiere hacer algo importante que se sale de la rutina cotidiana, como por ejemplo conse-
guir trabajo, ms de una vez deber aventurarse fuera del mundo sobre el cual tiene domi-
nio inmediato. De hecho, el autor encontr que de las 54 personas entrevistadas que ha-
ban encontrado trabajo a travs de contactos sociales, 16,7% lo logr a travs de lazos
fuertes, 55,7% mediante lazos de fuerza intermedia y 27,6 merced a un vnculo dbil.
Esta clase de ideas y hallazgos, que en principio surgieron de una corazonada y fueron co-
rroborados mediante unas trecientas encuestas ad hoc en el rea de Boston, ha sido con
los aos confirmada por los hechos; estudios independientes, como los de Carol Stack
(1974), Larissa Lomnitz (1977) y Eugene Ericksen y William Yancey (1977), probaron
que en ambientes urbanos y etnogrficos las clases pobres dependen casi exclusivamente
de sus lazos fuertes, una idea sugestiva que en modo alguno explica la pobreza pero que
constituye al menos una buena hiptesis de trabajo a propsito de sus posibles correlatos
y consecuencias.
El propio Granovetter refin ms tarde el concepto de lazos dbiles. Basndose en datos
cuantitativos precisos aportados por los mismos Ericksen y Yancey y considerando tam-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
123
bin variables de educacin, Granovetter hall que en los niveles ms bajos de la escala
social el uso de lazos dbiles para la promocin laboral, contrariamente a las predicciones
primarias de la hiptesis, posean un impacto negativo, pero que ese impacto se iba ate-
nuando a medida que el nivel de educacin ascenda. El mtodo utilizado en el estudio
emprico original fue un simple anlisis de regresin.
Nan Lin, Walter Ensel y John Vaughn (1981), en cambio, usaron mtodos similares a los
promovidos por el metodlogo Peter Blau [1918-2002], consistentes en modelos de ecua-
ciones estructurales y path analysis,
45
para medir la contribucin relativa de distintas va-
riables independientes a alguna clase de variable dependiente, en este caso el estatus ocu-
pacional. Su hallazgo ha sido tambin esclarecedor: el uso de lazos dbiles para encontrar
trabajo posee una alta asociacin con un logro laboral ms alto slo si los lazos dbiles
conectan al candidato con gente mejor ubicada en la estructura ocupacional. Todos estos
estudios y una docena ms que no he de tratar aqu clarifican las circunstancias bajo las
cuales los lazos dbiles proporcionan un valor agregado: slo los lazos dbiles que for-
man puente son de especial valor para los individuos; la ventaja de los lazos dbiles es
que es ms probable que stos sean puentes, y no tanto que lo sean los lazos fuertes u ho-
moflicos.
Contrstese este principio con el que afirma que el coeficiente intelectual, variable de una
raza a la otra, es un buen predictor de los resultados que uno obtenga en la vida, como por
ejemplo los ingresos o el estatus social (Pinker 2003: 227). Aunque no puedo hablar en
nombre de la comunidad de los tericos de redes, en primera instancia parece ms plau-
sible la idea de que las clases pobres o determinados grupos raciales tienen ms o menos
xito en la promocin social debido a las constituciones diferenciales de las redes que in-
tegran y a las capacidades concomitantes de stas, y no a causa de la forma en que est
biolgicamente distribuida la inteligencia entre los individuos que conforman los grupos,
cuyos Iqs se cree (curcularmente) que constituye un buen predictor del xito en la vida.
El estudio del fenmeno de los lazos dbiles no constituye un eslabn escindido del resto
de la investigacin reticular sino que se ha ido fundiendo con otras ideas, en particular la
de los mundos pequeos y la de las distribuciones de ley de potencia (cf. captulos 9 y 11
ms adelante). De esa fusin han surgido unos cuantos hallazgos. En general se estima
que la navegacin en redes que poseen la propiedad de mundos pequeos se ve facilitada
por la existencia de lazos dbiles (Lin y otros 1978). Ms todava, experimentando con
redes de millones de telfonos celulares se ha determinado que en gran nmero de redes
sociales, la mayor parte de los vnculos tpicos de los pequeos mundos son lazos dbiles
y que en las grandes redes existe un acoplamiento entre la fuerza de interaccin y la es-
tructura local de la red, con la consecuencia contraintuitiva de que las redes sociales son
45
El path analysis (desarrollado por el genetista Sewall Wright [1889-1988] hacia 1918 y tambin llamado
modelo de variable latente, modelado causal o anlisis de covariancia de estructuras) es una forma de regre-
sin mltiple que se utiliza para establecer relaciones de causalidad. Sus grafismos eventuales se asemejan a
los de la teora de grafos pero fueron desarrollados sin conexin explcita con la especialidad. De hecho, los
textos esenciales del path analysis (Wright 1921; 1932) anteceden por dcadas a la literatura de la moderna
teora de grafos.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
124
robustas frente a la eliminacin de lazos fuertes (la cual ocasiona encogimiento gradual,
mas no colapso), pero se vienen abajo en una sbita y teatral transicin de fase si se eli-
minan algunos lazos dbiles (Onnela y otros 2005; 2006).
Este ltimo fenmeno tiene una sencilla explicacin: dado que los lazos fuertes predomi-
nan dentro de las comunidades, su desintegracin tiene slo alcance local; la destruccin
de los puentes entre comunidades, en cambio, afecta a la totalidad de la estructura. Ambas
clases de lazos han probado ser altamente inefectivos en lo que concierne a la transfe-
rencia de informacin: la mayora de las noticias alcanza a los individuos a travs de lazos
de fuerza intermedia. Estos elementos de juicio deberan ser tomados en consideracin en
todo proceso de modelado o intervencin en redes sociales, dado que muchos de los mo-
delos dominantes (el de Wasserman-Faust, por ejemplo) o bien asignan la misma fuerza a
todos los vnculos o presuponen que la fuerza se encuentra determinada por las caracte-
rsticas globales de la red, tales como la centralidad u otros factores semejantes.
Por aadidura, algunos de los algoritmos ms utilizados para identificar comunidades y
grupos en redes complejas implementan ya sea centralidad de betweenness (como el mo-
delo de Girvan y Newman) o se basan en medidas topolgicas (como en el de Palla y
otros 2005). Se ha encontrado ahora que el peso de los lazos y la centralidad de between-
ness estn negativamente correlacionados al menos en las redes de comunicaciones m-
viles y en las redes sociales virtuales; es momento entonces de elaborar algoritmos que se
adecuen a la estructura de las redes reales y revaluar los hallazgos que se obtenan hasta
no hace mucho mediante modelos de grafos sin peso.
Un aspecto fundamental de esta elaboracin tendr que ver con el hecho de que hacia
fines del siglo XX el anlisis de redes dej de ser una esttica estructural para sumarse al
tren de los modelos dinmicos. David Knoke y Song Yang ilustran la coyuntura, sus pro-
mesas y sus precariedades de manera inmejorable:
[E]n la teora del cambio en las redes del campo organizacional de Kenis y Knoke (2002),
las estructuras de comunicacin antecedentes afectan la eleccin de las alianzas estratgi-
cas subsecuentes. A su vez, estas relaciones interorganizacionales afectan el flujo de in-
formacin, el cual crea oportunidades o coacciones adicionales para las futuras alianzas.
Estas dinmicas ejemplifican el ms general problema-de-lo-micro-a-lo-macro en la
teora de la accin social (Coleman 1986). El problema central concierne a la forma en
que las transformaciones sistmicas en la gran escala emergen de las preferencias o las
acciones intencionales de los individuos. Dado que el anlisis de redes abarca simultnea-
mente tanto las estructuras como las entidades, ella proporciona herramientas conceptua-
les y metodolgicas para vincular los cambios en las elecciones en el micronivel con las
alteraciones estructurales en el macronivel. Desdichadamente, el anlisis de redes empri-
co de procesos dinmicos a travs de los niveles sigue siendo un objetivo deseado ms
que una prctica prevaleciente (Emirbayer 1997: 305). Pero a medida que continan proli-
ferando los datos reticulares longitudinales, emergen nuevos mtodos para conceptualizar
e investigar el cambio en las redes (Faust y Skvoretz 2002; Snijders y otros 2007). (Knoke
y Yang 2008: 6).
Aun cuando resten resolver unos cuantos dilemas en el anlisis longitudinal, el estatuto y
la fuerza de la teora de redes en sociologa se debe a muchos factores, pero la centralidad
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
125
de la figura de Granovetter pudo haber tenido algn impacto al menos en ciertos amplios
sectores de la disciplina. De ningn modo es un socilogo marginal. Las enciclopedias
sociolgicas recientes lo consideran sin ambages como el fundador mismo de la sociolo-
ga econmica, la cual se origina en ese mismo documento cannico sobre el embebi-
miento de la economa en la sociedad y la cultura; en ciencias econmicas es uno de los
referentes de la econofsica (Swedberg 1990: 96-114; 2000: 734-736). Aunque con inter-
pretaciones ligeramente distintas, las investigaciones de redes masivas a cargo del equipo
de Barabsi ha ratificado lo esencial de sus ideas (Onnella y otros 2005; 2006). Los espe-
cialistas en antropologa econmica y los investigadores de procesos reticulares en las lla-
madas sociedades complejas deberan conocer al menos de nombre este campo de estudio
en crecimiento dinmico en el que la teora de redes constituye el estilo normal de investi-
gacin.
Muchos creen hoy que la forma en que se establecen los lazos es sin duda esencial para la
adaptacin; al menos en lo que atae a su escala, ella parece encontrarse en sintona con
hbitos y capacidades cognitivas que estn comenzando a conocerse mejor. Diversas in-
vestigaciones demostraron que las personas acostumbran a integrar crculos de 5, 15, 35,
80 y 150 miembros. El antroplogo britnico y bilogo evolucionista Robin Ian McDo-
nald Dunbar (1998) y Russell Hill (Hill y Dunbar 1994) llaman a esos crculos (1) el de la
familia y los amigos ntimos, (2) el de los amigos cercanos, (3) el de nuestros colegas y
conocidos, (4) el de los miembros del club u organizacin y (5) nuestra aldea. El
nmero mximo de 150 se ha hecho famoso en ciertos crculos de arqueologa cognitiva
evolucionaria (y tambin en el diseo de juegos en lnea) como el nmero de Dunbar,
que vendra a ser el lmite cognitivo de la cantidad de personas con las que alguien puede
mantener relaciones estables.
Dado que el nmero de Dunbar no fue obtenido de manera sistemtica sino mediante la
extrapolacin a la esfera humana de datos etolgicos elaborados sobre primates, el antro-
plogo Russell Bernard y el oceangrafo ingls Peter Killworth han propuesto otro nme-
ro basado en datos elicitados en trabajos de campo en Estados Unidos; la cifra, que es una
estimacin de la mxima probabilidad del tamao de la red social de una persona, ascien-
de a los 290 (Bernard, Shelley y Killworth 1987; McCarthy y otros 2000; Bernard 2006).
Todava est en estudio y en debate la estimacin del nmero correspondiente a las redes
virtuales, tales como Facebook, Twitter y otras iniciativas de microblogging que han
surgido apenas en el ltimo puado de aos (Abrahm, Hassanien y Snel 2010; Furht
2010; Kelsey 2010; Ting, Wu y Ho 2010). En cuanto al nmero de niveles, una dimensio-
nalidad parecida se ha encontrado en la llamada condicin de [Jon] Kleinberg (2000): ve-
cindario, ciudad, pas, continente y mundo; anidamiento que tiene un aire de familia con
la escala de alcances definida por Barnes (1954) para el sistema territorial en el estudio
seminal sobre redes sociales en antropologa: (1) unidad domstica, (2) casero, (3) aldea,
(4) municipio y (5) ms all.
En este punto es ilustrativo examinar las formas en que se abordan las cuestiones de jerar-
qua y escala en disciplinas tales como la geografa cultural, de la cual me he ocupado con
algn detenimiento en el libro complementario al presente (Reynoso 2010). Los niveles
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
126
de escala usualmente utilizados por los gegrafos (y tambin en campos transdisciplina-
rios tales como la teora de la globalizacin) son algo as como stos: (1) el cuerpo huma-
no, (2) la unidad domstica, (3) el vecindario, (4) la ciudad, (5) el rea metropolitana, (6)
la provincia/departamento o estado, (7) la nacin/estado, (7) el continente, (8) el mundo
(Sheppard y McMaster 2004: 4). J. C. Hudson (1992: 282) proporciona una serie distinta,
con mayor precisin de escala cartogrfica: (1) una casa, usualmente a escala 1:100, (2)
una cuadra de ciudad a 1:1.000, (3) un vecindario urbano a 1:10.000, (4) una ciudad pe-
quea a 1:100.000, (5) un rea metropolitana importante a 1:1.000.000, (6) varios estados
a 1:10.000.000, (7) la mayor parte de un hemisferio a 1:100.000.000 y (8) el mundo
entero a 1:1.000.000.000. En ARS, donde recin se est comenzando a plantear la proble-
mtica de la escala y su influencia en la definicin de las unidades de muestreo y trata-
miento, se distingue usualmente entre (1) individuos, (2) grupos formales o informales,
(3) organizaciones formales complejas, (4) clases y estratos, (5) comunidades y (6) nacio-
nes-estados (Knoke y Yang 2008: 10).
De ms est decir que todas estas series, tanto las que parecen lineales tanto como las lo-
gartmicas, encuadran en el principio cognitivo de George Miller (1987) para el procesa-
miento ptimo de informacin (el mgico nmero 72). Los estudiosos de redes comple-
jas han encontrado que en cada nivel de establecen estructuras de pequeos mundos que
proporcionan claves para la bsqueda y el accionar eficientes. Pter Csermely (2006: 13-
14) ha calculado (a grandes rasgos por cierto) que la frecuencia de encuentro con los
miembros de cada crculo (en tanto indicador de la fuerza del vnculo) y el nmero de
amigos o conocidos en cada rango de frecuencia se precipitan con cadas independientes
de escala en un grfico log-log. Esto concuerda una vez ms con las leyes de Zipf o de
Pareto que se analizarn en detalle un par de captulos ms adelante.
46
Tambin es posible recurrir a esta distribucin de frecuencia para definir qu se entiende
por un lazo dbil, ya que si existe un continuo de posibilidades entre vnculos apenas per-
ceptibles en un extremo y relaciones extraordinariamente fuertes en el otro, se torna dif-
cil acordar un valor de discriminacin por debajo del cual se pueda afirmar la debilidad de
un vnculo. Convencionalmente, se ha propuesto que si una relacin no se encuentra en el
grupo del 20% ms fuerte, se considerar dbil de ah en ms (Csermely 2006: 100-101).
46
En esta jerarqua se esconde una aguda problemtica para la antropologa, una disciplina que naciera en
torno de mtodos de interaccin cara a cara que est visto que no escalan bien para el abordaje de las socie-
dades (mal) llamadas complejas, de los fenmenos de globalizacin o incluso de las redes virtuales (Rey-
noso 2010). Igual que sucedi en algn momento con la tecnologa de las redes informticas (uno de cuyos
modelos de referencia, el estndar ISO/OSI, est articulado exactamente en siete capas), las diversas disci-
plinas han conceptualizado los niveles jerrquicos en los que se han concentrado de maneras inconmensura-
bles: cada nivel se rige entonces por una lgica diferente. Por razones de foco, espacio y competencia tc-
nica la parte ms sustancial del espinoso tema de las redes jerrquicas, el modelado y la inferencia baye-
siana, as como la teora de la jerarqua propiamente dicha, no ser elaborada en esta tesis. Tampoco hay
mucho que decir, ciertamente. El desarrollo de los problemas de jerarqua y de los niveles de organizacin
en las teoras de redes y grafos es ms bien rudimentario: una de las muchas reas de vacancia que hoy pue-
den percibirse tanto en las matemticas que estaran en condiciones de proporcionar respuestas como en las
ciencias humanas que formularan las preguntas.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
127
Junto a la teora de los lazos dbiles, los antroplogos han desarrollado otros mtodos
bien conocidos para analizar dinmicas sociales y comparar usos a travs de las culturas;
el ms notorio gira en torno del concepto de embeddedness (Schweizer 1997), al cual, por
razones del espacio argumentativo requerido para hacerle justicia, no podr tratar con el
debido detenimiento. Tras haber sido acuado por Karl Polanyi [1886-1964] en la dcada
de 1940,
47
el significado actual del concepto se remonta por lo menos al artculo Econo-
mic action and social structure de Mark Granovetter (1985) sobre la accin econmica y
la estructura social. El paper se convirti de la noche a la maana en la piedra fundamen-
tal de la influyente nueva sociologa econmica norteamericana, la escuela de orienta-
cin estructuralista contra la cual Pierre Bourdieu (2008) escribi sus ltimas obras en la
especialidad.
En su faceta vertical, el concepto de embeddedness denota la duplicidad de las vincula-
ciones jerrquicas de actores a nivel local con la sociedad, la poltica y la economa de la
que forman parte; en la perspectiva horizontal, comprende la interpenetracin de los
dominios sociales y culturales, materiales e ideolgicos: toda interaccin econmica est
embebida en relaciones sociales; sa es la idea, susceptible ahora de representarse y mo-
delarse con cierta solidez. Tal como lo intuy el lamentado antroplogo Thomas Schwei-
zer [1949-1999] en sus ltimos aos, la elaboracin de esas relaciones categoriales basa-
das en redes ilumina tanto las viejas polmicas de la antropologa econmica sustantivista
como las nuevas estrategias de George Marcus referidas a la etnografa multisituada (cf.
Reynoso 2008: 411-422; Isaac 2005: 15; Laville 2007). No todas las estrategias exami-
nadas en estos trminos resultan favorecidas por esta luz.
Consecuencia n 6: El puente entre lo micro y lo macro no slo es una posibilidad con-
ceptual, sino que constituye un ingrediente clave de la experiencia cotidiana. Aunque han
habido avances palpables en este terreno no hay todava en teora de redes una demostra-
cin exhaustiva, concluyente y axiomtica, comparable (por ejemplo) al descubrimiento
de las distribuciones de ley de potencia, de los mundos pequeos o del umbral de perco-
lacin. Hoy en da se est tendiendo a superar la dicotoma que en las ciencias sociales
convencionales ha tendido a establecerse entre lo individual en un extremo y lo holstico
en el otro, adoptndose un modelo jerrquico con ms instancias intermedias y con rela-
ciones complejas, no lineales, recursivas o emergentes entre los diversos niveles.
Esta constatacin merece un par de prrafos de comentario y posicionamiento. Pierre
Bourdieu (2001: 26, 226) ha protestado contra la falsa alternativa entre el individualismo
y el holismo, as como contra la falsa superacin de esa dicotoma por parte de ideas
como el awareness context o por la teora de las redes sociales. Si bien se puede estar de
47
Una creencia sustantivista ms debe caer por tierra. Tras una serie de relecturas de The great transfor-
mation, su obra mayor, puedo dar fe que Polanyi nunca utiliz el concepto de embeddedness como sustan-
tivo. Lo ms que lleg a decir es que para los idelogos del libre mercado las relaciones sociales estn em-
bebidas [embedded] en el sistema econmico (p. 60) y que antiguamente los motivos y circunstancias de
las actividades productivas estaban embebidas en la organizacin general de la sociedad (p. 73). Ni una
palabra ms. Para un tratamiento creativo de la idea de embebimiento es esencial consultar la obra reciente
de Guillermo Quirs (2009: 17, 19, 20 y ss.).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
128
acuerdo con su protesta, el problema con esta lectura (emergente de un nmero llamati-
vamente pequeo de referencias, todas ellas blanco de un desborde inmotivado de clusu-
las peyorativas) es que a este respecto ni existe una postura monoltica dentro de la comu-
nidad del ARS, ni ste constituye ms que un conjunto polittico de tcnicas heterogneas
que est muy lejos de implicar una toma de postura monoltica o un programa fuerte en
el plano teortico. Tampoco se ha impuesto en el ARS una forma cannica o prescriptiva
de modelado que imponga una ideologa determinada, ni hay un solo teorizador global del
movimiento que pueda considerarse el portavoz autoral de la prctica, el vapuleado Gra-
novetter menos que nadie.
Por otro lado, dista de ser verdad que los nodos de un modelo de red hayan de ser por ne-
cesidad sujetos, individuos o agentes particulares o que el conjunto de la red denote
un orden o estructura societaria global que se define como lo nico objetivo (Bourdieu y
Wacquant 1992: 106-107); como se ha visto y se seguir viendo a lo largo de este libro,
los vrtices bien pueden ser ciudades, pases, culturas, calles, esquinas, habitaciones de
una vivienda, protenas, estilos artsticos, escuelas de pensamiento, recorridos de recolec-
cin de basura, acentos rtmicos o notas musicales. Las relaciones denotadas por las aris-
tas, asimismo, no tienen por qu ser necesariamente sealadoras de interaccin. Y la to-
talidad habr de ser, conforme se articule el modelo, lo que cada quien postule que ella
sea: o bien el espacio o campo de posibilidades, o bien la fuente de determinacin y cons-
treimiento de los elementos en juego, o todo eso junto. No es cierto, por ltimo, que el
ARS recurra a un anlisis estructural que es difcil de traducir a datos cuantificados y
formalizados, salvo que se recurra al anlisis de correspondencias (Bourdieu y Wacquant
1992: 89). Por un lado, muchas operaciones de este ltimo anlisis coinciden con infle-
xiones del anlisis espectral de matrices; por el otro, las potencialidades de cuantificacin
y formalizacin del anlisis de redes y de sus fundamentos en la teora de grafos, la com-
binatoria, el lgebra y la topologa son abismales, rdenes de magnitud por encima de las
tcnicas de caja negra del ACM, limitado ste (por el tipo de anlisis espectral subya-
cente) a relaciones lineales entre elementos (Baxter 1994; Greenacre y Blasius 1994).
El trabajo que resta por hacer para integrar todo lo que falta a la visin de las redes es
mucho y se anticipa difcil. Pero en este contexto no hace honor a la verdad decir que el
ARS favorece invariablemente un principio causal de abajo hacia arriba, un dualismo r-
gido, un individualismo metodolgico o una instancia condenada a permanecer en lo mi-
croscpico:
Los escenarios pequeos tienen ventajas considerables al delinear con claridad los lmites
de membreca [y] al enumerar las poblaciones de manera exhaustiva. [...] Sin embargo, no
hay nada intrnseco en el anlisis de redes que impida la aplicacin de conceptos y mto-
dos a formaciones de mayor escala, muchas de las cuales poseern delimitaciones porosas
e inciertas (Knoke y Yang 2008: 10)
Como sea, la mayor parte de los estudios longitudinales todava consideran a lo sumo dos
planos de organizacin. Ms todava, hallazgos como los de Granovetter introducen du-
das acerca del nivel de abstraccin requerido para un modelado productivo del vnculo
entre lo local y lo global. Mi percepcin es que este puente habr de ser resuelto no tanto
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
129
por el anlisis de redes en estado puro sino por investigaciones intersticiales que combi-
nen el ARS con anlisis espectral y anlisis de componentes mltiples, o bien con mode-
los de simulacin basados en agentes u otras clases de sistemas complejos adaptativos
(Kollo y von Rosen 2005; Reynoso 2010: 39-110). Al igual que las redes, stos han te-
nido un desarrollo ms sostenido en sociologa o en psicologa social que en antropologa
sociocultural. Habr que ver si la antropologa se incorpora a este circuito o si permanece,
como ha sido la tendencia en el ltimo cuarto de siglo, apegada a lo ms simple, lo ms
convencional, lo ms conocido.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
130
9 Travesas por mundos pequeos
[El experimento de Stanley Milgram] contiene real-
mente dos descubrimientos sorprendentes: primero,
que esas breves cadenas deben existir en la red de
la gente conocida; y segundo, que la gente debe ser
capaz de encontrar esas cadenas sabiendo muy po-
co sobre el individuo de destino. Desde un punto de
vista analtico, el primero de esos descubrimientos
es de naturaleza existencial, el segundo algortmi-
co: revela que los individuos que slo conocen las
ubicaciones de sus conocidos directos pueden aun
as, colectivamente, construir un camino corto entre
dos puntos de la red.
Joseph Kleinberg (1999)
Entre otras propiedades interesantes, las redes ER son modelos aceptables de pequeos
mundos, por razones matemticamente inevitables pero empricamente irreales. Si al-
guien tiene cien o mil conocidos (un nmero realista) y cada uno de stos tiene otros tan-
tos, cualquier miembro de la poblacin humana estar entre unos ocho y unos diez pasos
de distancia geodsica de cualquier otro. sta es la esencia de la idea de los mundos pe-
queos: entre dos personas cualesquiera existen muy pocos grados de separacin, inde-
pendientemente del tamao de la red. El concepto de mundo pequeo es acaso uno de los
ejemplos ms rotundos de la idea de no-linealidad aun cuando las relaciones cuantitativas
que lo definen sean proporcionales: la distancia entre dos nodos cualesquiera crece por
cierto en consonancia con el tamao de la red; pero crece rdenes de magnitud ms len-
tamente.
Igual que sucedi con el efecto de las alas de mariposa, entrevisto por Ray Bradbury en
A sound of thunder (1952) algunos aos antes que se lo redescubriera en dinmica no
lineal bajo el nombre apenas ms austero de sensitividad extrema a las condiciones
iniciales, hay quien afirma que la idea de pequeos mundos se pens antes en literatura
que en ciencia. En 1929 el escritor hngaro Frigyes Karinthy [1887-1938] public una
coleccin de cuentos titulada Minden maskppen van (Todo es diferente) que incluye
uno titulado Lncszemek (Cadenas). Lo he podido leer recientemente en la exquisita
edicin de clsicos inhallables de Newman, Barabsi y Watts (2006: 21-26). El relato no
es nada del otro mundo, pero incluye este momento asombroso:
En esta discusin se origin un juego fascinante. Uno de nosotros sugiri ejecutar el expe-
rimento siguiente para probar que la poblacin de la tierra se encuentra ms prxima aho-
ra de lo que lo ha estado jams. Podramos elegir cualquier persona de entre los 1.500 mi-
llones de habitantes de la tierra; cualesquiera, en cualquier lugar. l nos apost que utili-
zando no ms que cinco individuos, uno de los cuales fuera un conocido personal, l po-
dra contactar al individuo elegido usando slo la red de sus conocidos personales. Por
ejemplo: Mire, usted conoce al Sr X.Y.; por favor pdale que se ponga en contacto con su
amigo, el Sr Q.Z, a quien l conoce, y as sucesivamente (Karinthy 2006 [1929]: 22).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
131
El episodio (en el cual aparece la expresin red dcadas antes que se comenzara a pensar
tcnicamente en ellas) anticipa exactamente la clase de concepto que aos ms tarde ha-
bra de hacerse popular como los seis grados de separacin. La misma idea, aunque
imaginando un mnimo de nueve nodos, est implcita en prrafos premonitorios del libro
clsico de la arquitecta canadiense Jane Jacobs [1916-2006], Vida y muerte de las gran-
des ciudades americanas (Jacobs 1961: 134-135). Aunque habra que comprobarlo en
base a mejor documentacin, hoy es moneda comn sostener que se trataba de una creen-
cia sustentada por muchos que slo estaba en espera de ser codificada en el campo cient-
fico. El estudioso que llev a cabo este trmite no ha sido otro que el psiclogo Stanley
Milgram [1933-1984], el mismo que diseara un famoso experimento que comprob lo
fcil que es inducir a un ciudadano comn, polticamente correcto, a que aplique por razo-
nes balades castigos lindantes con la tortura.
La segunda gran idea de Milgram (1967) es menos horrorosa pero no menos sorprenden-
te. Iniciando una cadena de cartas que tenan por destinatario final a una persona escogida
ms o menos al azar en Boston, Massachusetts, Milgram envi cartas a residentes tam-
bin aleatorios de Omaha, Nebraska, en el otro extremo de la escala social. En las cartas
les peda a stos que si conocan al destinatario le enviaran la carta directamente; si no lo
conocan, que se las remitieran a otra persona de su conocimiento que pudiera tener al-
guna probabilidad de conocerlo.
En cuanto a los resultados, se dice que cierto nmero de cartas (64 de 217) llegaron a des-
tino; algunas de las cadenas requirieron 12 pasos, pero el promedio de pasos fue de slo
5,2 (Travers y Milgram 1969: 431). Redondeando magnnimamente hacia arriba, de all
viene lo de los seis grados de separacin, aunque Milgram mismo jams utiliz esta frase.
Quien lo hizo por primera vez fue John Guare, en la obra de teatro de 1991 Six degrees of
separation, luego transformada en una pelcula en la que el personaje a cargo de la actriz
Stockard Channing desarrolla un razonamiento similar al que se encuentra en el relato de
Karinthy. Se dice que Guare atribua el descubrimiento a Guglielmo Marconi, quien se
supone que dijo en su discurso de recepcin del Premio Nobel del 11 de diciembre de
1909 que la telegrafa sin hilos unira a todo el mundo mediante una cadena que slo re-
querira 5,83 intermediarios entre cualesquiera dos lugares.
48
Lo que descubri Milgram (y lo que haba intuido antes el escritor) es que la longitud de
camino caracterstica de una red es rdenes de magnitud menor que la dimensin reticu-
lar. Milgram document este hallazgo impresionante en un artculo breve de una revista
popular, Psychology Today (Milgram 1967), y algo ms tarde en un artculo ms detalla-
do en coautora con Jeffrey Travers en Sociometry. Contemporneamente a este ltimo,
48
Sospecho que se trata de otro mito urbano. El artculo de Wikipedia que desliza esa insinuacin es Six
degrees of separation (http://en.wikipedia.org/wiki/Six_degrees_of_separation, consultado el 24 de marzo
de 2009). Con el discurso de Estocolmo a la mano puedo garantizar que en l no se afirma semejante cosa,
aunque matemticamente la idea est implicada por las 4.000 millas de alcance de cada servicio de transmi-
sin (http://nobelprize.org/nobel_prizes/physics/laureates/1909/marconi-lecture.html, id.). El mundo impl-
cito en el modelo de Marconi parece ser un mundo pequeo debido a la potencia bruta del broadcasting
pero no lo es en realidad, puesto que crecera proporcionalmente al aumento del dimetro de la red o (pen-
sndolo mejor) de la superficie del planeta.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
132
Milgram document otro junto a Charles Korte introduciendo gente de distintas razas a lo
largo de la cadena sin que los resultados variaran sensiblemente. En rigor los estudios y
los descubrimientos de Milgram haban sido precedidos por un artculo, Contactos e in-
fluencia de Manfred Kochen e Ithiel de Sola Pool (1978) de mediados de los cincuenta
(citado por Milgram como un indito) que demor unos veinte aos en publicarse. Prece-
diendo al de Travers y Milgram, el artculo hoy se consigue en la mencionada compi-
lacin de Newman, Barabsi y Watts (2006: 83-129, 130-148). En l tampoco se mencio-
na el concepto de grados de separacin, pero hay que admitir que es el primero en intro-
ducir la expresin mundo pequeo; y no solamente eso, sino, dos dcadas antes de Gra-
novetter, la insinuacin de la idea de los lazos dbiles que existen entre una persona y otra
en una posicin social ms alta:
Comencemos con afirmaciones familiares: el fenmeno del mundo pequeo y el uso de
amigos en posiciones elevadas para ganar favores. Es casi demasiado banal citar un caso
favorito de descubrimiento improbable de un conocido compartido, que usualmente fina-
liza con la exclamacin Qu pequeo es el mundo!. El cuento favorito del autor princi-
pal sucedi en un hospital en un pequeo pueblo de Illinois donde escuch que un pa-
ciente, un telefonista, contaba al paciente chino de la cama de al lado: Usted sabe, en mi
vida slo he conocido un chino. l era... de Shanghai. Vaya, se es mi to, contest su
vecino. La probabilidad estadstica de que un telefonista de Illinois conozca a un pariente
cercano de uno de los 600.000.000 de chinos es minscula; y sin embargo esas cosas pa-
san (Kochen y de Sola Pool 1978: 5).
Todava ms anticipatoria y contempornea suena la insinuacin de estos autores de que
ambos fenmenos (mundo pequeo y lazos dbiles) se hallan correlacionados a su vez
con el nmero de personas que alguien es capaz de identificar y con los lmites de la me-
moria en general. Hay a este respecto una referencia al artculo seminal de George Miller
(1956) sobre el mgico nmero 72, por entonces recin acabado de publicar, y una alu-
sin a rangos mayores de gente conocida que guarda alguna semejanza con lo que aos
ms tarde ser el nmero de Dunbar del cual se trat en el captulo anterior (cf. pg. 125).
El producto ms conocido derivado la idea de los grados de separacin es el Orculo de
Kevin Bacon en la Universidad de Virginia, donde se puede proponer el nombre de (casi)
cualquier actor o actriz y verificar su distancia geodsica (o sus grados de separacin) de
aquel actor en particular o de cualquier otro (vase http://oracleofbacon.org). Los compor-
tamientos notables de esta red de algunos millones de nodos ocurren a nivel de agregado,
pues sucede que Bacon (junto a otros mil o dos mil actores) est a muy pocos grados de
distancia de cualquier otro actor. La imagen de la figura 9.1 muestra que, por ejemplo, la
red de pequeos mundos desde el improbable Luis Sandrini hasta Kevin Bacon. Contra
todo pronstico, Sandrini se encuentra slo a tres grados de separacin, o sea que tiene un
nmero de Bacon igual a 3. Un to influyente, una celebridad mundial? No; las redes
son as y a cualquiera le puede pasar, tanto ms cuanto ms secundario sea y en ms fil-
mes necesite trabajar para ganarse la vida. A quien siga pensando en cuestionar las tcni-
cas de redes por inexpresivas, cabra pedirle que examine la semntica de las aristas en la
misma figura: no denota en este caso una rida relacin de lgica de clases taxonmicas o
teora de conjuntos (ES-UN), ni una fra sealizacin transitiva (SE-COMUNICA-CON)
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
133
como las que se encuentran en redes semnticas o grafos existenciales, sino el nombre de
una pelcula en que ambos actores trabajaron juntos. En suma, cualquier expresin predi-
cativa puede ser mapeada en estos trminos. Por ms que la explicacin matemtica
parezca elusiva o haya sido pobremente comprendida, el fenmeno de los seis grados se
presenta en infinidad de contextos. La compaa Sysomos, por ejemplo, ha monitoreado
la estructura de la red Twitter sobre 5.200.000.000 de usuarios, encontrando que el grado
promedio de separacin es de 4,67 pasos. Un 50% de los usuarios se halla a 4 pasos de
distancia entre s, mientras que prcticamente todos estn a 5 pasos. Despus de visitar un
promedio de 3,4 personas cualesquiera, los usuarios pueden esperar encontrarse con algu-
no de sus propios seguidores.
49
Similares guarismos se estiman para Facebook, LinkedIn
y otras redes semejantes.
En mis experimentos en antropologa de la msica, examinando las posibilidades de que
un estilo musical se fusione con otros, he jugado muchas veces a calcular los grados de
separacin entre dos gneros cualesquiera; hay una leve dependencia, por supuesto, de la
granularidad de las definiciones, pues no es lo mismo que el rockn roll se cuente como
un estilo o que se lo divida en mil; pero en general la distancia geodsica entre un estilo y
otro es de una magnitud mucho ms baja que el nmero de clases en que se haya particio-
nado el repertorio y que el nmero de elementos del sistema (cf. Cano, Celma y Koppen-
berger 2005; Uzzi y Spiro 2005; Park y otros 2006; Goussevskaia, Kuhn, Lorenzi y
Wattenhofer 2008; Jacobson y Sandler 2008; Teitelbaum y otros 2008).
Figura 9.1 Los grados de separacin de Kevin Bacon
Como suele suceder, tanto el experimento de Milgram como la idea misma de los seis
grados fueron puestos peridicamente en tela de juicio. Tambin se ha malinterpretado su
sentido. En la escuela de redes estructural asentada en Harvard, en particular, los mun-
dos pequeos, as como la idea semejante de los mundos pequeos reversos, se tomaron
como si fueran diseos especiales de redes, formas de recoleccin de datos, herramientas
de construccin de teoras o estrategias de estimacin de las propiedades de las redes (a-
nlogas, por ejemplo, a las cadenas de Mrkov), antes que como propiedades estructura-
les de las redes complejas (White 1970a; Cuthbert 1989; Lin 1989; Wasserman y Faust
1994: 53-54). La idea dominante en este crculo es que la tcnica de Milgram, Shotland
49
Vase http://sysomos.com/insidetwitter/sixdegrees/. Tambin vale la pena el artculo colectivo que se est
montando en http://en.wikipedia.org/wiki/Six_degrees_of_separation. Visitados en mayo de 2010.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
134
y Travers permite pasar del estudio de grupos propio de la vieja sociometra al anlisis de
redes mayores, tales como ciudades o pases (Hunter y Shotland 1974: 321). La mayora
de los autores de la escuela se consagr por ende a refinar la tcnica o, ms a menudo, a
sustituirla por otras. Lleg un momento en el que slo Peter Killworth y H. Russel Ver-
nard advirtieron que estaban frente a un atributo de las redes, pero que dada la inexisten-
cia de datos sobre redes de gran envergadura con anterioridad a los experimentos de Dun-
can Watts y a los hallazgos de Barabsi, slo caba la resignacin:
Ahora bien, puede argumentarse que es la estructura social misma lo que debera mode-
larse, antes que un experimento que puede darnos, en el mejor de los casos, una indica-
cin de algunas facetas de la estructura social. Esto es por cierto verdad. Por desgracia
hay muy pocos datos confiables sobre las propiedades de las redes sociales en gran escala.
Los modelos sin datos tienen una tendencia a quedarse simplemente en modelos (Kill-
worth y Bernard 1979: 478)
Aos ms tarde, Judith Keinfeld (2002) procur degradar los estudios de Milgram casi
como si fueran fraudes cientficos, aduciendo irregularidades y lagunas de documentacin
en la ejecucin del experimento original. Diversas experiencias con toda clase de redes,
empero, confirmaron que las redes grandes, y en particular las que veremos seguidamen-
te, poseen en efecto la propiedad de pequeos mundos, algunas de ellas en el mismo or-
den de escala que el presunto mito urbano, otras incluso por debajo. Una tendencia que
tambin se ha manifestado en torno de la idea de mundos pequeos concierne a la triviali-
zacin de la idea, pese a que ella es definitoria en innumerables procesos que van desde la
posibilidad de alcanzar a cualquier persona en la red global hasta la velocidad de difu-
sin de enfermedades.
Un correlato de la idea de pequeos mundos de inmensas potencialidades antropolgicas
tiene que ver con el empequeecimiento del mundo merced a la virtualizacin de las
redes. Las posibilidades tecnolgicas no slo han sido protagnicas de sucesos polticos y
mediticos cuya sola enumeracin ya sera imposible, sino que han establecido modali-
dades de gestin social y cultural inexistentes hasta hace poco ms de una dcada: el arte
interactivo, la creacin musical digital-reticular, la performance colaborativa, los mega-
repositorios, la visita virtual, los sistemas de telepresencia, la improvisacin en lnea, los
portales de tribus urbanas o globales gestadas virtualmente y un largo etctera (Barbosa
2003).
La antropologa ha llegado tarde al abordaje de estos fenmenos, favoreciendo enfoques
discursivos de tono posmoderno, alternativamente integrados o apocalpticos, siempre
crispados, supeditados a la contundencia y al colorido de la ejemplificacin, que han de-
mostrado hasta ahora muy escaso vuelo metodolgico (p. ej. Pound 1995; Marcus 1996).
Resulta increble que haya sido la antropologa la disciplina que puso su nombre a las re-
des sociales, pues de ello se trata. La literatura antropolgica actual sobre el particular, a-
bismada en la reproduccin sine fine de miradas que ya se encuentran en las galaxias de
McLuhan, en los simulacros de Baudrillard o en futurismo de video-clip del Manifiesto
Cyborg, no ha logrado poner en accin el espritu de sistematicidad y de pensamiento al-
gortmico que a propsito de las redes la disciplina despleg alguna vez como pocas otras
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
135
y que el tema est requiriendo con urgencia. Lo nico que ha producido hasta ahora, y
que le concedo, es un repertorio abismal de observaciones goffmanianas y de nomencla-
dores sustantivos que no hacen sino agregar ms clases de cosas a las infinitas clases que
ya existen y duplicar aquello que ya han estado haciendo (no invariablemente de peor for-
ma) los estudios culturales. El empequeecimiento de las redes globales acarreado por las
virtualidades proliferantes, en suma, aun no ha suscitado una exploracin antropolgica
de orden tcnico que le haga justicia.
En la transdisciplina, mientras tanto, los modelos de pequeos mundos comenzaron a ser
tratados formalmente por Duncan Watts y Steven Strogatz en la dcada de 1990. Los au-
tores propusieron tomar como punto de partida una grilla regular parcialmente re-cablea-
da; en el camino comprobaron que si a una grilla regular como la de la izquierda de la
figura 9.2 se le aaden unos poqusimos vnculos al azar, la conectividad de esa red au-
menta (o su dimetro disminuye) en una magnitud absolutamente desproporcionada, con
absoluta independencia del tamao de la red. La red de la derecha, por ejemplo, presenta
estadsticas de betweenness, distancia geodsica, dimetro y dems radicalmente diferente
de las del caso de la izquierda. Si se agregan algunos cientos de nodos el efecto no vara
mucho. Nada en todo este campo es montonamente proporcional a ninguna otra cosa.
No por nada Joel Spencer (2000) escribi todo un libro sobre la lgica extraa de los gra-
fos aleatorios; las grillas regulares (o cualesquiera otras estructuras) son por igual sor-
prendentes.
Figura 9.2 Grilla regular y grilla regular SW re-cableada
Graficado por el autor en VisOne
Cuando se razonan las explicaciones del caso, se descubre que en la estructura de las
redes al azar hay algo importante que est fallando. Si bien estas redes son modelos ms
aceptables de los mundos pequeos que las grillas regulares, no dan cuenta de una propie-
dad esencial de las redes en la vida real: los amigos de los amigos de uno tienden a ser a-
migos entre s; esta es la propiedad de conglomerado [clustering], que en una red aleato-
riamente estructurada no slo es improbable sino taxativamente imposible. En efecto, en
un grafo al azar la probabilidad de que dos amigos de A sean amigos entre s no es mayor
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
136
que la que tienen de ser amigos dos personas cualesquiera de la poblacin mundial, esta-
tal o lo que fuere. La vida es diferente. Las redes verdaderas poseen adems cualidades de
correlacin de grados [assortativity]
50
y fractalidad que las redes alteatorias no poseen,
como habr de verse en el prximo apartado (Xulvi-Brunet y Sokolov 2005). De esto se
desprende una conclusin importante: el efecto de pequeos mundos no es un emergente
obligado de las propiedades formales de la red, ni algo que slo existe en la mirada del
observador, sino el resultado de un proceso que (si bien est constreido por coacciones
parecidas a las que definen, por ejemplo, al nmero de Ramsey)
51
slo se explica a la luz
de la forma en que funcionan las relaciones, sean ellas humanas o de otro orden.
Aunque las redes de Watts tampoco se encuentran en la vida real, su propuesta signific
un gran avance en la comprensin de los pequeos mundos. Watts demostr, en efecto,
que hay dos conceptos importantes que definen un mundo pequeo: una separacin global
pequea y un alto clustering local. Lo primero se puede medir mediante la longitud del
camino promedio [LC], la cual expresa el nmero promedio de intermediarios entre todos
los pares de actores de la red; el coeficiente de clustering [CC], mientras tanto, mide la
fraccin promedio de colaboradores o amigos de un actor que son colaboradores o amigos
entre s (Holland y Leinhardt 1971; Feld 1981). Para determinar si una red es o no un
mundo pequeo, el modelo de Watts compara su LC y su CC con los de un grafo aleatorio
del mismo tamao. Cuanto ms cerca de 1 se encuentre la razn entre el PL de la red y el
del grafo ER y cuanto ms la razn de CC exceda la unidad, ms marcada ser la natura-
leza de pequeo mundo de la red en cuestin. Poco despus Newman, Strogatz y Watts
(2001) elaboraran las correcciones correspondientes para el clculo del LC y del CC en
redes aleatorias bipartitas, un aporte de gran inters tcnico pero que no se ha inspeccio-
nar aqu dado el carcter puramente terico de las redes involucradas. Pero aun en ellas el
refinamiento de la idea de pequeos mundos y clustering fue una novedad significativa.
Nada de todo esto aparece en la teora de redes del siglo XX, aunque algo ya se presenta.
Tan tarde como en 1994 y hacia el final de su libro haban escrito Wasserman y Faust,
perplejos:
Muchos investigadores han mostrado, utilizando estudios empricos, que los datos de las
redes sociales poseen fuertes desviaciones de la aleatoriedad [randomness]. Esto es, cuan-
do uno analiza tales datos utilizando modelos de lnea de base o modelos nulos que presu-
ponen diversos tipos de aleatoriedad y tendencias especficas que deben surgir en tales da-
tos (tales como igual popularidad, falta de transitividad y no reciprocidad), los datos a me-
nudo estn en desacuerdo con las predicciones que pueden hacerse a partir del modelo
(Wasserman y Faust 1994: 556).
Los autores sealan que muchos investigadores en ciencias sociales creen que esas des-
viaciones de la aleatoriedad son causadas por la presencia de patrones estructurales (tales
como popularidad diferencial, transitividad o tendencias hacia la reciprocidad de relacio-
50
La tendencia de nodos de alto grado a conectarse a otros de similar condicin. Dissortativity es la tenden-
cia de nodos de alto grado a conectarse a otros de baja graduacin. Ambas medidas a menudo se expresan
como un coeficiente o una correlacin entre ambas clases de nodos.
51
Vase ms arriba, pg. 55.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
137
nes) que han sido conocidas por aos en redes sociales. Algunos de esos patrones han si-
do estudiados por medio de conceptos de conglomerados y tradas. Pero esa es otra cues-
tin a tratar ms adelante.
Consecuencia n 7: La primera leccin a sacar aqu, epistemolgicamente hablando, es
que el azar es un pobre modelo de las estructuras de red que se encuentran en la vida real;
ms todava, lejos de constituir una heurstica til, el azar es en estos escenarios un mo-
delo inhibidor que impide abordar y comprender estructuraciones esenciales de la reali-
dad. Las estructuras de los pequeos mundos son todo lo contrario al ruido blanco; son
adems configuraciones tan robustas como delicadas, invisibles al muestreo y a la percep-
cin sincrnica. Dado que una sensible mayora de los mtodos estadsticos en diversas
disciplinas presuponen que la muestra de base est regida por el azar y es representativa
del conjunto, corresponde tal vez repensar o tomar con extremada prudencia dichos mto-
dos cuando de redes y complejidad se trata.
La siguiente leccin, no menos importante, consiste en haber aprendido que en los siste-
mas regidos por la complejidad las propiedades no siempre evolucionan proporcional-
mente al nmero de elementos que los componen. Ms no es ni mejor ni ms complejo.
En dinmica no lineal los sistemas llamados caticos son casi siempre de muy baja di-
mensionalidad, sumando tpicamente dos o tres entre variables y parmetros. En estos sis-
temas existen comportamientos que no resultan ms complejos si el nmero de elementos
es ms grande, si las incgnitas se multiplican o si se introduce aleatoriedad (Reynoso
2006a: 267-290).
En los albores del ARS antropolgico Barnes (1954) sostena que en las sociedades de
modesto tamao el nmero de pasos entre dos personas cualesquiera es muy pequeo,
mientras que en las sociedades mayores es una cifra muy grande o indefinida. Igual que
sucede en unos cuantos comentarios disciplinares contemporneos sobre la globalizacin,
la afirmacin de Barnes no se basaba en ninguna observacin, clculo o inferencia formal.
Barnes dijo, en sntesis, lo que le pareca, lo que debera invitarnos a pensar en todas las
ocasiones en las que los antroplogos formulan opiniones, o incluso construyen teoras
enteras, basadas simplemente en lo que en el calor de la discusin les parece plausible.
Muchas observaciones, inferencias y clculos mediante, ahora sabemos que los nmeros
que miden los grados de separacin en las sociedades contemporneas y los mundos glo-
bales son apenas un poco mayores que los que se encuentran en la aldea, si es que no son
idnticos o quiz ms pequeos todava. Esto no significa, empero, que la antropologa
pueda pasarse del estudio cara a cara de los hijos de Snchez o de Kiriwina a la investiga-
cin global o multisituada sin tener que incorporar nada nuevo en el camino; por el con-
trario, toda vez que las propiedades de las redes contradicen tan fieramente al sentido co-
mn, conviene ms bien mirar cuidadosamente en torno, resignarse a un duro aprendizaje
y extremar el alerta.
Los nuevos saberes en torno de las redes, en fin, han puesto en crisis ideas en torno de la
cantidad, el crecimiento y la proporcin que de Aristteles en adelante se pensaban inmu-
tables. En una poca los grandes nmeros encarnaban el terror de las ciencias; hoy en da,
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
138
en una poca de descubrimientos tan intensa como pocas veces se ha dado, se sabe que
incluso las ms inmensas de las redes albergan en su estructura pequeeces y simplici-
dades hace poco imposibles de presuponer y tambin a la inversa. La complejidad no es
entonces de cabo a rabo correlativa al tamao; ella posee propiedades que no son necesa-
riamente del orden de la monotona en el tiempo o la homogeneidad en el espacio y que
comenzamos a interrogar ahora.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
139
10 Redes IE: Complejidad, fractalidad y principio de San Mateo
Las redes han surgido recientemente como un tema
unificador en la investigacin sobre sistemas com-
plejos [...]. No es coincidencia que las redes y la
complejidad estn tan densamente entretejidas.
Cualquier definicin futura de un sistema complejo
debe reflejar el hecho de que un sistema tal consis-
te en muchos componentes interactuando mutua-
mente. [...] En sistemas verdaderamente complejos
cada uno de ellos tiene una identidad nica. La pri-
mera pregunta a formularse sobre ese sistema es
con qu otros componentes interacta un compo-
nente dado? Esa informacin de la totalidad del
sistema se puede visualizar como un grafo, cuyos
nodos corresponden a los individuos del sistema
complejo en cuestin y las aristas a sus interaccio-
nes mutuas. Tal red puede pensarse como la co-
lumna vertebral del sistema complejo.
Maslov, Stephen y Allon (2003: 168)
En los comienzos del pensamiento reticular y en la teora de grafos temprana las redes se
consideraban como si fueran regulares o euclidianas en aras de la simplicidad; ms tarde,
en cuatro de las ltimas cinco dcadas, la ciencia trat la mayor parte de las redes empri-
cas, siguiendo a Erds y Rnyi, como si se formaran al azar. Podr decirse que fue un mal
necesario; la relativa simplicidad de esta estrategia hizo que floreciera la teora de grafos
y que surgiera una rama de las matemticas especializada en redes aleatorias. Las redes
ER son de potencia baja pero exponenciales al fin: tienen un pico en un valor promedio y
su cada es abrupta. Como ya se ha visto, en este modelo todos los nodos tienen aproxi-
madamente la misma cantidad de vnculos, lo que resulta en una distribucin de Poisson
en forma de campana, como se muestra en la figura 10.1 (b). Todos los conjuntos de vr-
tices que no sean demasiado pequeos se comportan adems de la misma forma, casi co-
mo si el grafo fuera regular (Bollobs 2001: 46).
En 1998 Albert-Lszl Barabsi, Eric Bonabeau, Hawoong Jeong y Rka Albert se em-
barcaron en un proyecto para trazar el mapa de la Web, pensando que iban a encontrar
una red aleatoria. Las mediciones, empero, refutaron esa expectativa: la totalidad de la
Web se sustentaba en unas pocas pginas altamente conectadas, que en el modelo se iden-
tificaron como hubs; la gran mayora de los nodos, comprendiendo ms del 80% de las
pginas, tena poqusimos vnculos, menos de cuatro. Entre ambos extremos estaban re-
presentadas todas las frecuencias posibles, o casi. Contando el nmero de pginas que
tienen exactamente k vnculos, result evidente que la distribucin segua un patrn de ley
de potencia: la probabilidad de que un nodo estuviera conectado a k otros nodos era pro-
porcional a 1/k
n
. Cuando hay una ley de potencia, tambin se manifiesta independencia de
escala, como despus se ver: no hay una medida tpica, ni hay valores promedios que
describan el conjunto; para la estadstica tradicional, esos sistemas son casi intratables
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
140
porque ninguna tcnica de muestreo puede generar un subconjunto isomorfo con (o repre-
sentativo del) conjunto y porque cualquier prueba estadstica convencional resultara in-
congruente.
52
Las redes IE, asimismo, obedecen leyes de escala que son caractersticas de
los sistemas que se auto-organizan.
Figura 10.1 Red aleatoria (a, b) y red independiente de escala (c, d)
Diseo del autor en Pajek y graficacin en Microsoft
Excel
Hacia fines del siglo XX resultaba indudable que se haba descubierto una nueva clase de
red, menos terica y mucho ms conspicua en la vida real que la de Erds y Rnyi. La
expresin redes independientes de escala [scale-free networks] fue acuada por Barab-
si para referirse a ella. El centro neurlgico de las investigaciones en redes IE fue desde el
principio la Universidad de Notre Dame en Indiana, donde Barabsi dirige un activo gru-
po de investigacin que ha desarrollado el programa Network Workbench; ste se pre-
senta como una herramienta para el anlisis, modelado y visualizacin de redes en gran
escala para la investigacin en biologa mdica, ciencias sociales y fsica.
Si se examina retrospectivamente la historia de las redes y los grafos (como es costumbre
hacerlo cuando se impone una idea nueva) se ver que la distribucin de ley de potencia
aparece una y otra vez desde fechas muy tempranas. Ya en la dcada de 1920, Alfred
Lotka (1926) afirmaba que el nmero de citas en la literatura acadmica segua la curva
propia de esa ley. Otras investigaciones pioneras que reflejaban esa misma distribucin
eran la de Herbert Simon (1955) y la del inefable George Zipf (1949), cuyos textos abor-
dar luego con mayor detenimiento. Poco antes del hallazgo de Barabsi, Nigel Gilbert
52
La estatura promedio o normal de un adulto (en una distribucin que es sin duda gaussiana) debe ser algo
as como el trmino medio entre la de Robert Pershing Wadlow (2,72 m, segn el Guinness Record) y la de
Edward Nio Hernndez (70 cm) algo as como 1,71 m. La fortuna promedio, en cambio, no es posible que
sea la de Bill Gates sumada a la de un mendigo Digambara de la India, dividido por dos.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
141
(1997), de la Universidad de Surrey, sugiri un modelo probabilstico que daba sustento a
la ley de Lotka. La idea estaba ah, dando vueltas en el aire; era una buena idea, y es
por eso que son tantos los que hoy reclaman ser sus progenitores.
Tras la primera identificacin oficial de las redes complejas comenz a hacerse evidente
que las redes de este tipo aparecan en los contextos lgicos y materiales ms dismiles:
relaciones sexuales, agendas telefnicas, nexos sintcticos entre palabras en un texto o
discurso, citas bibliogrficas entre miembros de la comunidad acadmica, colaboraciones
en reportes de investigacin, alianzas tecnolgicas, relaciones entre actores de cine, sinap-
sis neuronales, contactos entre personas en una organizacin, cadenas alimentarias, cone-
xiones entre organismos vinculados al metabolismo o protenas reguladoras, propagacin
de enfermedades y virus informticos (Barabsi y Bonabeau 2003; Liljeros y otros 2003).
Los investigadores de Notre Dame y otros que se unieron al estudio descubrieron en esta
clase de redes IE un nmero inesperado de propiedades. Tienen, por empezar, una extra-
ordinaria robustez: se puede destruir el 80% de los nodos que el resto seguir funcionan-
do. Pero tambin son desproporcionadamente vulnerables a ataques selectivos: una elimi-
nacin del 5 al 10% de los hubs, que son poqusimos en relacin al tamao de la red, al-
canzara para hacer colapsar al sistema o quebrar su unidad. Artculos aparecidos en el
momento de explosin de estos hallazgos en Nature y en Science promovan afirmaciones
aun ms extremas: Internet es robusta pero frgil. El 95% de los vnculos se pueden re-
mover y el grafo seguir conectado. Sin embargo, la eliminacin planeada de 2,3% de los
hubs desconectara la Internet. Aunque esas evaluaciones se saben hoy exageradas,
53
el
modelo LE no slo sigue en pie sino que permite conciliar el hecho que muchas redes rea-
les presentan conglomerados o clusters jerrquicos, un factor que el modelo aleatorio ER
no es capaz de tratar.
Se sabe adems por simple observacin que las redes IE surgen cuando a una red exis-
tente se van agregando nuevos nodos, y que stos prefieren ligarse a otros que estn bien
vinculados. Esta vinculacin selectiva se llama efecto de el rico se vuelve ms rico, o
principio de [San] Mateo, bautizado as por el socilogo Robert Merton muchos aos a-
trs (Barabsi 2003: 79-92; Wang y Chen 2003: 14; Watts 2004a: 108, 112).
Examinando el sistema cientfico de recompensas, Merton observ que los cientficos e-
minentes obtienen un crdito desproporcionado por sus contribuciones, mientras que los
que son relativamente desconocidos obtienen muchsimo menos por contribuciones com-
parables. La recompensa cae, en general, en manos de quienes ya son famosos. La refe-
rencia a [San] Mateo, proporcionada en el documento de Merton sin mencin de captulo
53
Rick Durrett ha demostrado que esas cifras no se sostienen. Si se elimina el 95% de los vnculos Internet
sigue conectada, pero suponiendo que la fraccin de nodos del componente gigante es 5,9*10
8
, si inicial-
mente estaban conectados seis mil millones de usuarios luego que se eliminen los vnculos slo 360 podrn
consultar su email. El otro resultado depende de que en la distribucin de grado se presuma una ley de po-
tencia fija para todos los valores de k, lo que fuerza p
k
~0,832k
3
. Sin embargo, si el grafo se gener median-
te un modelo de agregacin preferencial con m=2, entonces p
k
~12k
3
, y uno tiene que eliminar el 33% de
los hubs (aunque suene drstico se trata de un conjunto de pequea cardinalidad). Vase Durrett (2007: 1-2,
17-18); Klau y Weiskircher (2005).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
142
y versculo es la que dice que Al que ya tiene le ser dado, y tendr en abundancia; pero
al que no tiene incluso lo que tiene le ser quitado (Merton 1968: 68; Mateo 13 12). En-
tre parntesis, sealo que la metodologa de Merton en ese ensayo se basa en un anecdota-
rio impresionista y en una bsqueda a ojo que nada tienen que ver formalmente con anli-
sis de redes o con modelos matemticos. En base a metodologas ms refinadas, Barabsi
lleg a concluir que el resultado ms sorprendente del mapa de la Web fue la completa
ausencia de democracia, juego limpio y valores igualitarios en ella (2003: 54). Natural-
mente, el mismo juicio se aplica a todas las redes que comparten la misma clase de distri-
buciones.
Dado que el principio de Merton-Barabsi refuta de plano la idea de las redes como el
lugar de la justicia distributiva, se hace preciso interpelar un mito insidioso que se ha apo-
sentado en la literatura new age de divulgacin y en cierta filosofa posestructuralista que
se basa primordialmente en aqulla. En La trama de la vida Fritjof Capra (2003) codifica
una visin reticular que niega dignidad a las jerarquas y que exalta el igualitarismo y la
benevolencia de las redes que se auto-organizan sin necesidad de un gobierno o jerarqua
vertical. Escribe Capra:
La visin de los sistemas vivos como redes proporciona una nueva perspectiva sobre las
llamadas jerarquas de la naturaleza. [...] [L]a trama de la vida est constituida por redes
dentro de redes. En cada escala y bajo un escrutinio ms cercano, los nodos de una red se
revelan como redes ms pequeas. Tendemos a organizar estos sistemas, todos ellos ani-
dando en sistemas mayores, en un esquema jerrquico situando los mayores por encima
de los menores a modo de pirmide invertida, pero esto no es ms que una proyeccin hu-
mana. En la naturaleza no hay un arriba ni un abajo ni se dan jerarquas. Slo hay re-
des dentro de redes (Capra 2003: 54-55).
Para alguien que cita a Bateson como su referencia cardinal (cf. Capra 2003: 38, 72-74,
80, 174, 315-318) resulta inexplicable que se reconozca el carcter construido de las jerar-
quas (una proyeccin humana) mientras se silencia el hecho de que las redes y sus ani-
damientos son construcciones igualmente arbitrarias, mapas de un territorio que por defi-
nicin no son sino una clase entre las muchas clases de mapas posibles. Alcanza con pen-
sar en las redes de trata de blancas o de prostitucin infantil, o en las de trfico de escla-
vos, armas y drogas para comprobar, por otro lado, sin necesidad de remitirnos a la cruel
constatacin del principio de [San] Mateo, que no necesariamente hay en las redes (por
contraste con los rboles o las jerarquas) una bondad, una armona con la naturaleza o un
igualitarismo inherentes.
Lo que Capra hizo con sus redes, Deleuze y Guattari lo hicieron con su modelo rizom-
tico, al que presentan como si fuera lo opuesto a las jerarquas, a las estructuras en rbol,
a las estructuras centradas o a las estructuras sin ms. Dicen los autores:
A [los] sistemas centrados, los autores oponen sistemas acentrados, redes de autmatas fi-
nitos en los que la comunicacin se produce entre dos vecinos cualesquiera, en los que los
tallos o canales no preexisten, en los que los individuos son todos intercambiables, defi-
nindose nicamente por un estado en un momento determinado, de tal manera que las
operaciones locales se coordinan y el resultado final o global se sincroniza independiente-
mente de una instancia central (Deleuze y Guattari 2006: 22).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
143
En uno de los gestos filosficos ms dbilmente fundamentados en las postrimeras del
siglo XX, Deleuze y Guattari (aunque alegan disentir de las dicotomas) terminan contra-
poniendo (a) una concepcin arbrea, jerrquica, ramificada, como la que presuntamente
encarnan Chomsky, la lingstica, el estructuralismo, la lgica binaria, el psicoanlisis y
la informtica y (b) la idea de rizoma, encarnacin de la multiplicidad, de los agencia-
mientos colectivos, de las redes de autmatas finitos igualitarios, de los procesos que se
muestran refractarios a la codificacin y a las genealogas (Op. cit.: 9-32).
Lo ms preocupante de esta pirueta discursiva es la construccin axiolgica de la contra-
partida del rizoma: las estructuras arbreas, figuras de paja identificadas con el plan de las
gramticas y demasiado prestamente identificadas con el mal. Dejando de lado las inexac-
titudes proliferantes, es evidente que esas etiquetas deconstruccionistas de celo justiciero,
ms paranoides que esquizos, incurren en un exceso de metfora: ni los diversos gneros
gramaticales son sustancialmente arbreos, ni cuando se orquest la trama rizomtica
Chomsky utilizaba ya gramticas, ni las gramticas generativas modelaron otra cosa que
no fuera un fragmento de la competencia lingstica de los hablantes (la cual est muy
lejos de ser impuesta por una burocracia tirnica o una academia totalitaria, pues se supo-
ne que es innata). Las gramticas formales del primer perodo chomskyano y las gramti-
cas normativas del buen hablar que hemos sufrido en la escuela elemental comparten por
desdicha un mismo nombre; pero es ofensivo a la inteligencia de la comunidad cientfica
que alguien insine que aquellas ideas han sido por tal motivo igual de estpidas que
stas.
Lo cierto es tambin que slo uno de los cuatro tipos chomskyanos (los autmatas de al-
macn que procesan lenguajes independientes de contexto) admite representarse mediante
rboles (Reynoso 2010: 159-176); aun as, sa no es ms que una representacin alternati-
va, un recurso pedaggico entre los muchos que existen. No es imperioso usar precisa-
mente rboles para diagramar esa gramtica: se puede optar por matrices, lgebra de pro-
cesos, reglas de sustitucin, listas recursivas, formas de Backus-Naur, grafos existencia-
les, lenguaje en prosa y hasta redes. Las piezas distintivas de las tempranas gramticas
chomskyanas no son tampoco los rboles (que se remontan al estructuralismo de Zellig
Harris) sino las reglas de transformacin, las cuales son imposibles de expresar mediante
diagramas arbolados.
54
Los lenguajes independientes de contexto son, como todo el mun-
do debera saberlo, una entre las clases de lenguajes formales; de ningn modo constitu-
yen un modelo del lenguaje natural o del logos como racionalidad. Ni por asomo tampoco
los trminos superiores en una estructura arbolada (Sintagma Nominal, pongamos por
caso) ejercen alguna forma de violencia poltica sobre los que se encuentran por debajo
(Artculo + Nombre); la idea de subordinacin tiene aqu que ver con procedimien-
tos de sustitucin o con pertenencia a conjuntos, antes que con hegemonas dictatoriales o
subalternidades gramscianas.
54
La contribucin de Chomsky (1956: 120-121) consisti precisamente en haber cuestionado la capacidad
de las reglas generativas como modelos adecuados de la competencia lingstica.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
144
Ni duda cabe que Deleuze y Guattari han sido prdigos en ideas brillantes. Pero el mode-
lo rizomtico ostenta muchos otros flancos dbiles que no solamente afectan a su lectura
de la lingstica o de las ciencias formales (cuya miopa en esta corriente filosfica ha
sido proverbial) sino que tocan de lleno a su visin de la historia cientfica y la antropolo-
ga. En contraste con un Occidente arbreo y absolutista, por ejemplo, Deleuze y Guattari
(maostas en ese entonces) imaginan una China y una India en las que los tiranos son
magnnimos y refinados y el propio rbol de Buddha deviene rizomtico (2006: 24). Pero
hasta la ejemplificacin del caso resulta chocante por su falta de competencia en el trata-
miento de la historia cultural y por el escamoteo de datos esenciales; pues fue en la India
de la quema de viudas, del Cdigo de Leyes de Manu y de la jerarqua de castas ms des-
piadada que se conoce donde se origin el Adhyy [] de Pini, la madre
de todas las gramticas. Y fue el Celeste Imperio, al que se pinta imbuido de una cosmo-
visin rizomtica de ensueo, el lugar al que desde el siglo VII se llevaban esclavos del
Zenj (la actual Zanzibar) y en el que se concibi el Yingzao Fashi [], la primera
gramtica arquitectnica de la historia (Oliver 1975: 192; Li 2001).
Si se pretende que la jerarqua de un sistema taxonmico de inclusin de clases y la de
un sistema poltico totalitario son la misma cosa (igualacin que no hace justicia ni a las
abstracciones de la lgica ni a las materialidades de la poltica), entonces es igualmente
inaceptable la presuncin de que slo en Occidente han habido sistemas linneanos de
mltiples niveles, significantes despticos afines a los modos logocntricos del saber
(Pinzn Castao, Surez Prieto y Garay Ariza 2004: 20); por el contrario, la antropologa
cognitiva ha testimoniado la existencia de taxonomas, partonomas, rboles binarios y
claves clasificatorias en la tradicin oral y escrita de la virtual totalidad de las lenguas, las
culturas y los campos semnticos, mucho ms all y desde mucho antes de que el ethos
conceptual de Occidente llegase siquiera a plasmarse (Tyler 1978; Reynoso 1986; DAn-
drade 1994).
En la misma tesitura, nada hay tampoco en un modelo gramatical que implique jerarqua
en el sentido de un poder opresor ejercido desde arriba hacia abajo; menos todava
hay ecos de esa implicacin en los rboles genealgicos, en los diagramas antropolgicos
de parentesco o en el esquema de desarrollo evolucionario. Tanto en estos grafismos co-
mo en la topologa de los grafos la orientacin del dibujo se sabe convencional: un artifi-
cio que vara, adems, segn la direccin en que se escriba y lea la escritura circunstancial
de la lengua que se trate o la escritura de los grafos con los que se las acompaa. No es
verdad tampoco que los mecanismos gramaticales generen necesariamente lenguaje y que
los contamine por ello un pecado original de logocentrismo. Mientras una gramtica (un
algoritmo generativo o generativo-transformacional, a fin de cuentas) puede engendrar
tanto rboles como hierbas, laberintos, embaldosados, espirales, msica, muebles, rizo-
mas, casas o ciudades, una coleccin de autmatas finitos igualitarios se puede usar (y de
hecho es lo que se usa preferentemente) para modelar las formas ms crudas de segrega-
cin (Sakoda 1971; Schelling 1969).
El hecho ms inoportuno para la ideologa rizomtica, por ltimo, radica en que entre r-
boles y redes no existe necesariamente la contraposicin que sus promotores postulan.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
145
Desde la teora de grafos en ms, los rboles son simplemente grafos (o redes) en las que
no se presentan ciclos o circuitos cerrados: una clase especial de un conjunto que abarca
ambas ideas. Y por aadidura en todo grafo (en toda red, por ende) se aloja un nmero
crecido, usualmente enorme, de rboles abarcadores y de todo gnero de estructuras arb-
reas: un rasgo presente en todos los ejemplares del conjunto (Harary 1969: 32-42; Wilson
1996: 43-59; Balakrishnan 1997: 31-34; Bollobs 2001: 8-14). Volver a tratar de las
ingenuidades de la oposicin entre rboles y redes algo ms adelante (pg. 256).
As como estas dicotomas caen estrepitosamente en crisis, del mismo modo se revelan
impropios otros contrastes consagrados en el folklore de las corrientes humansticas. Con-
tradiciendo a Clifford Geertz (2000: 135), no son pocos los que creen que los universales
predicados en las ciencias humanas no necesariamente conciernen a ideas consabidas o
triviales, como habr de entreverse en las pginas prximas y de ah en ms: es la separa-
cin de las ciencias en duras y blandas lo que cabe poner ms bien en tela de juicio. Des-
de Vilfredo Pareto en adelante, han sido las ciencias sociales las que caracterizaron la in-
dependencia de escala con mayor exactitud y adecuacin explicativa. Una vez que se es-
pecificaron las propiedades de las redes IE y se fueron identificando en manifestaciones
de distinta materialidad, los descubrimientos y las heursticas para avanzar en la compren-
sin de esta clase de redes en las ciencias exactas y en las ciencias sociales (antropologa
inclusive) sobrevinieron en tropel.
Red Tipo Dimensin n Assortativity r Error
r
Referencia
Coautora en fsica No dirigida 52.090 0,363 0,002 Newman
Coautora en biologa No dirigida 1.520.251 0,127 0,0004 Newman
Coautora en matemticas No dirigida 253.339 0,120 0,002 Grossman
Colaboraciones de actores No dirigida 449.913 0,208 0,002 Watts
Directores de compaas No dirigida 7.673 0,276 0,004 David/Yoo
Relaciones entre
estudiantes
No dirigida 573 -0,029 0,037 Bearman
Social
Agendas de email Dirigida 16.881 0,092 0,004 Newman
Red de energa elctrica No dirigida 4.941 -0,003 0,013 Watts
Internet No dirigida 10.697 -0,189 0,002 Chen/Chang
World Wide Web Dirigida 269.504 -0,067 0,0002 Barabsi
Tecnolgica
Dependencias de software Dirigida 3.162 -0,016 0,020 No especif.
Interacciones de protenas No dirigida 2.115 -0,156 0,010 Jeong
Red metablica No dirigida 765 -0,249 0,007 Jeong
Red neuronal Dirigida 307 -0,226 0,016 Watts
Estuario de Ythan Dirigida 134 -0,263 0,037 Huxham
Biolgica
Cadena de Little Rock lake Dirigida 92 -0,326 0,031 Martinez
Tabla 10.1 Coeficientes de assortativity Basado en Newman (2003: 7)
Otras propiedades de las redes IE vuelven a desafar el sentido comn: por razones que
an se siguen discutiendo, el valor de n en el trmino k
n
de la ley de potencia tiende a
caer siempre entre 2 y 3; dada la estructura de estas redes, adems, cualquier nodo est
conectado con cualquier otro con muy pocos grados de separacin, alrededor de seis
cuando los nodos son unos cuantos cientos de miles, no ms de diecinueve entre cuales-
quiera de los cuatro mil millones de pginas de la Web. Por otra parte, en una red IE es
posible encontrar nodos cuyo valor de conectividad supera varias veces el nmero prome-
dio; esto no es propio de las distribuciones aleatorias (como la que rige la tabla de estatu-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
146
ras de una poblacin) donde nunca se encontrar una persona que sea mil o un milln de
veces ms alta que otra. Dada la distribucin peculiar de estas redes, muchas de las tc-
nicas estadsticas, incluso muchas de las que vienen incluidas en los programas de redes
(muestreo, anlisis de varianza, coeficientes de correlacin) son inadecuadas para lidiar
con ellas, puesto que presumen distribuciones normales, conservacin de la simetra, li-
nealidad y regmenes estables; esto es algo que las ciencias sociales han estado ignorando
hasta ahora. Cuando digo ahora intento significar aproximadamente eso: hasta los ltimos
dos o tres aos del siglo XX, para ser precisos.
En estas redes IE tambin es irregular el comportamiento dinmico. Las teoras clsicas
de la difusin, que se desarrollaron durante dcadas en estudios de mercadeo y epidemio-
loga, predicen un umbral crtico de conectividad para la propagacin de un contagio, ru-
mor o novedad a travs de una poblacin. Para que un virus, una noticia, un motn o lo
que fuere se difunda debe superar ese umbral; de otro modo terminar extinguindose.
Pues bien, hace poco se demostr que en las redes IE el umbral es cero, lo cual implica
que cualquier elemento contagioso encontrar la forma de dispersarse y persistir en el sis-
tema, por ms que su capacidad de contagio sea dbil (y sobre todo si lo es, segn dicen).
Esto tiene consecuencias drsticas para el planeamiento de campaas de vacunacin, dis-
tribucin de ayuda humanitaria en situaciones de emergencia, tcticas de insurgencia o
contrainsurgencia u otros escenarios por poco que se sepa uno manejar con estas redes de
manera adecuada: tomar como blanco unos pocos hubs ms conectados es mucho ms e-
fectivo y econmico que aplicar la solucin a un porcentaje enorme de nodos. Inmunizan-
do los hubs, por ejemplo, podra impedir que se propague una epidemia. Es fcil imaginar
que este escenario no slo concierne a la medicina y sus dilemas disciplinares; por ello es
que su relevancia para otros dominios, objetivos y efectos los dejo librados a la imagina-
cin.
Relativamente al margen, o ms bien enfrentados a las investigaciones en torno de la in-
dependencia de escala, los estudiosos de las redes complejas abordaron otras propiedades
que son parcialmente universales, dado que se presentan con mayor claridad y contunden-
cia en las redes sociales que en otras clases de redes. Uno de los que ha indagado esas
propiedades ms inquietamente y con mayor apertura ha sido Mark Newman. Este inves-
tigador se ha mostrado fro ante los estudios que se preocupan por analizar las redes con
distribuciones de ley de potencia, p
k
k
+ =
n
i
i
x
x
n
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
158
donde las cantidades x
i
, i=1 n son los valores medidos de x, y x
min
es el valor mnimo
de x. En situaciones prcticas x
min
no es el valor mnimo de x obtenido en las mediciones,
sino el valor ms pequeo para el cual se mantiene la ley de potencia. Para realizar los
clculos en contextos de la vida real es conveniente guardar algunas precauciones estads-
ticas sencillas, sintetizadas con claridad en los trabajos de Newman (2006).
Variable Mnimo (xmin) Exponente
Frecuencia de uso de las palabras 1 2,20
Nmero de citas de papers 100 3,04
Nmero de hits en sitios de Web 1 2,40
Copias de libros vendidas en USA 2.000.000 3,51
Llamados telefnicos recibidos 10 2,22
Magnitud de terremotos 3,01 3,04
Dimetro de crteres de la luna 0,01 3,14
Intensidad de tormentas solares 200 1,83
Intensidad de guerras 3 1,80
Ganancia anual en USA U$S 600.000 2,09
Frecuencia de nombres familiares 10.000 1,94
Poblacin de ciudades en USA 40.000 2,30
Tabla 11.2 Valores de corte mnimo y exponentes (Newman 2006: 8)
Al lado de las que puso de manifiesto Richardson hay infinidad de LPs adicionales escon-
didas en la investigacin sociocultural. Inspirndose lejanamente en la ley de gravitacin
social de mile Durkheim,
56
hace poco se ha resucitado la teora de interaccin espacial
de William Reilly (1931), que trasplantaba la ley de Newton al campo de las interrelacio-
nes entre locaciones y transporte en la adquisicin de mercaderas por parte del consumi-
dor final (ley de gravitacin de la compra al menudeo). Aos ms tarde Sir Alan Geof-
frey Wilson (1967, 1970, 1974) verific esta temprana intuicin, la cual es hoy un lugar
comn en los modelos de interaccin espacial en planeamiento y estudio urbano (Bertu-
glia y Vaio 2005: 224-230). Muy poco de esto se ha filtrado a los jornaleros de la estads-
tica o del anlisis de redes, y sobre lo poco que se filtr algunos han erigido mitologas.
Entre Newton y Wilson hay un variado repertorio de intentos de extrapolacin del princi-
56
Esta ley aparece apenas insinuada en un sorprendente pasaje de De la Division du Travail Social (1967
[1893]) en el que se describe asimismo una escalada de cambio en la densidad reticular que conduce a una
transicin de fase. El pasaje es ste: Nous navons pas rechercher ici si le fait qui dtermine les progrs
de la division du travail et de la civilisation, cest--dire laccroissement de la masse et de la densit socia-
les, sexplique lui-mme mcaniquement; sil est un produit ncessaire de causes efficientes, ou bien un
moyen imagin en vue dun but dsir, dun plus grand bien entrevu. Nous nous contentons de poser cette
loi de la gravitation du monde social, sans remonter plus haut. Cependant, il ne semble pas quune explica-
tion tlologique simpose ici plus quailleurs. Les cloisons qui sparent les diffrentes parties de la socit
seffacent de plus en plus par la force des choses, par suite dune sorte dusure naturelle, dont leffet peut
dailleurs tre renforc par laction de causes violentes. Les mouvements de la population deviennent ainsi
plus nombreux et plus rapides, et des lignes de passage se creusent selon lesquelles ces mouvements
seffectuent: ce sont les voies de communication. Ils sont plus particulirement actifs aux points o plu-
sieurs de ces lignes se croisent: ce sont les villes. Ainsi saccrot la densit sociale. Quant laccroissement
de volume, il est d des causes de mme genre (Durkheim 1893: Libro II, captulo V.II; trad. esp., pg.
383, n. 8).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
159
pio gravitacional a las ciencias sociales, algunos de ellos reflejos de un extremo simplis-
mo (como el fisicismo determinista de Henry Charles Carey [1858] o las leyes de los flu-
jos de migracin de Ernst Georg Ravenstein [1885]). Los que aciertan a poner en foco la
dimensin epistemolgica son decididamente pocos (vase Isard 1960; Sen y Smith
1995).
57
La sombra negra de la distribucin de ley de potencia suele ser la distribucin lognormal,
la cual depende de dos parmetros, x
0
y :
|
|
\
|
=
2
2
0
2
log
2
)) / (log(
exp
2
1
) (
x x
x
x f
normal
Es decir, si X es una variable aleatoria lognormal, logX est distribuida normalmente con
logX=logX
0
y (logX)
2
(logX)
2
=
2
. Una distribucin lognormal resulta cuando mu-
chas variables aleatorias cooperan multiplicativamente. La polmica entre los partidarios
de la distribucin lognormal y la LP es de nunca acabar; a veces se percibe que aqulla es
ms ajustada a la configuracin del conjunto pero que la LP da mucha mejor cuenta de
algo as como el 0,6% del rango superior, cifra que no parece significativa a primera vista
pero que incluye ms del 30% de la poblacin implicada (Saichev, Malevergne y Sornette
2010: 3-4). El grfico para la funcin de distribucin lognormal es el de la figura 11.3. Se
parece enormemente al grfico para la distribucin de LP, pero si se mira bien se ver que
el eje horizontal (en este caso) no es logartmico.
Figura 11.3 Distribucin lognormal Graficado por el autor en Microsoft
Excel
Como sea, la LP aparece tambin en la investigacin social cuando uno se pregunta cun-
ta gente hay que tiene qu cantidad de dinero (ley de Pareto), en lingstica cuando se
analiza la distribucin de las palabras en un texto (ley de Zipf), en criticalidad auto-orga-
nizada y en sismologa (ley de Gutenberg-Richter), en el nmero de cuencas petrolferas,
meteoritos, bosques quemados, partculas de arena o especies por gnero conforme a su
57
Los textos ms viejos ya son de dominio pblico y comienzan a aparecer en la Web, comenzando por la
traduccin de la obra magna de Isaac Newton (cf. http://gravitee.tripod.com/toc.htm y nuestra bibliografa).
Hay ms referencias a ideas similares de Alan Wilson (1970; 1974) ms adelante en el captulo 13.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
160
tamao, en sintaxis del espacio con referencia al nmero de calles de qu longitud hay en
una ciudad, en la msica estticamente aceptable (distribucin 1/f o ruido rosa), en el
comportamiento dinmico de los pblicos musicales (cunta gente hay que escucha qu
gneros, cuntos artistas venden cuntos discos) y en la vida de los gneros estilsticos
(Voss y Clarke 1975; Bak 1996; Hillier 2002; Rosvall y otros 2005; Porta y otros 2006;
Carvalho y Penn 2004; Rosvall y otros 2005; Figueiredo y Amorim 2007). Segn Bau-
mann y Stiller (2005: 348) en redes complejas la ley de potencia se manifiesta no slo en
la distribucin de grados sino en otras propiedades del grafo:
En el grado del vrtice como funcin del grado, es decir en la posicin del vrtice
en una lista ordenada de grados de vrtices en orden decreciente.
Nmero de pares de vrtices dentro de una vecindad como funcin del tamao de
la vecindad, medida en saltos.
Eigenvalores (valores propios, races latentes o valores caractersticos) de la ma-
triz de adyacencia como funcin del rango.
Vale la pena aclarar este ltimo punto, por cuanto permite establecer correspondencias
con otros dominios complejos del conocimiento. En anlisis de redes uno se encuentra
constantemente con conceptos tales como eigenvalores o eigenvectores (o sus equivalen-
tes ms castellanizados, autovalores y autovectores). En este campo estos conceptos se
dan por consabidos y los papers ganan ms puntos cuando menos se inclinan a impartir
pedagoga; pero si algo es seguro es que para los antroplogos no deben ser ideas fami-
liares. No es posible explicar aqu de qu se trata esto en profundidad, pero s conviene
sealar algunos indicios importantes. Crase o no, el lector puede encontrar una defini-
cin excelente de eigenvectores, eigenvalores y eigenespacios, as como una introduccin
perfecta al lgebra lineal y a las transformaciones lineales del espacio en el artculo Vec-
tor propio y valor propio de Wikipedia
=
=
N
j
j
N
Ella se aproxima a una funcin continua para sistemas de gran envergadura (N). Para
un grafo aleatorio cuyos nodos se conectan uniformemente con probabilidad p, la densi-
dad espectral converge hacia una distribucin circular o ms bien semi-elptica conocida
como la ley (o distribucin) de Wigner o ley del semicrculo (Wigner 1958; Arnold 1967;
Newman, Barabsi y Watts 2006: 344). En esa apoteosis de la aleatoriedad que es la lla-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
167
mada teora de la probabilidad libre en la cual se inscribe, el papel de la distribucin del
semicrculo (tipificada por el premio Nbel Jen Wigner [1902-1995] hacia fines de la
dcada de 1950) se asemeja al de la distribucin normal en la teora clsica de la probabi-
lidad. Sin embargo, diversas investigaciones independientes demostraron a comienzos de
este siglo que la densidad espectral de las redes IE difiere marcadamente de la ley del se-
micrculo (Farkas y otros 2001; Goh, Kahng y Kim 2001). Los clculos numricos reve-
lan un espectro de forma triangular con bordes que decaen segn una ley de potencia; es-
tas colas de la distribucin se deben a los eigenvectores que se localizan en torno de los
nodos de ms alto grado.
Aun cuando los objetos complejos se salgan de la norma, una especializacin del anlisis
espectral, los grficos o plots espectrales, ha mostrado ser una herramienta poderosa para
inferir los procesos de desarrollo y crecimiento de una red. En particular, se comprob
que una versin atenuada del grfico de densidad de los eigenvalores de la laplaciana
de una red (valores sobre cuya obtencin no vale la pena distraernos aqu) constituye un
buen esquema heurstico de clustering para redes de diferentes dominios empricos. Ms
exactamente, se encontr que los grficos espectrales de diversas redes del mismo domi-
nio son parecidos entre s, pero sutilmente distintos a los de otras redes en otros dominios.
Ms todava, los grficos a menudo sugieren hiptesis de inters sobre los mecanismos
evolutivos dominantes de las redes subyacentes (Banerjee y Jost 2009). Por ejemplo:
1) Un pico elevado y abrupto en los valores del primer eigenvalor es un indicador de
una larga serie de duplicaciones de nodos.
2) Igualmente, las duplicaciones de motivos pequeos (dadas, tradas) dejan huellas
caractersticas en el espectro.
3) La presencia de muchos eigenvalores pequeos indica que el grafo consiste en
muchos componentes que, pese a estar densamente conectados en el interior slo
se encuentran dbilmente conectados entre s. Esto implica que el grafo consiste
en comunidades muy pequeas y segregadas, lo cual arrojan consecuencias im-
portantes para su sincronizacin.
4) Cuando los eigenvalores ms altos son iguales a 2, ms generalmente cuando el
espectro es simtrico en torno a 1, el grafo es bipartito, lo cual no siempre es evi-
dente a la observacin. Si el eigenvalor se aproxima a 2, por su parte, seala que
el grafo est cerca de ser bipartito. Cuando un grafo es bipartito, eso afecta a las
propiedades de las bsquedas al azar en la red subyacente.
El anlisis espectral posee una modesta pero refinada presencia en estudios de geografa
humana y una representacin algo ms notoria en sociologa. Fred Roberts y Thomas A.
Brown (1975), por ejemplo, han utilizado eigenvalores de digrafos signados para analizar
diversos factores de la crisis energtica. Los autores parten de la base de que en ciencias
sociales a menudo un digrafo signado puede llegar a ser el modelo matemtico de mayor
detalle posible para determinadas clases de sistemas, clases que suelen ser caractersticas
de disciplinas que lidian con variables que no se pueden cuantificar con exactitud. Un
ejemplo de esta circunstancia son los grafos (no dirigidos pero s signados) implcitos en
el tratamiento lvi-straussiano del tomo de parentesco (ver pg. 32). En teora de grafos
y en otros campos aledaos se sabe que incluso modelos sobresimplificados como stos
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
168
ofrecen de algn modo un rico conjunto de conclusiones extremadamente precisas.
60
En
un punzante tour de force, Roberts y Brown realizan una elaboracin aplicativa ejemplar,
explotando las ideas espectrales con una rara combinacin de relevancia formal y solven-
cia pedaggica.
Aunque se trata de un captulo particularmente difcil en el plano tcnico hay unas cuan-
tas aplicaciones ms de anlisis espectral en las ciencias humanas que no es posible rese-
ar aqu (cf. Estrada 2009; Dehmer y Emmert-Streib 2009: passim). Mientras el anlisis
espectral en qumica, fsica y biologa florece como nunca antes, percibo sin embargo que
la edad de oro de esta modalidad analtica en el terreno de las redes sociales se ubica en
algn momento difuso entre los setenta y los ochenta, denotando un estilo de abordaje
que se mantiene vivo pero que (a excepcin de los estudios de mercado y del campo de la
econofsica) no crece en la medida en que debera hacerlo.
A pesar de todo, existe una amplia literatura sociolgica que explota esta clase de instru-
mentos, muchas veces en relacin con el modelado en bloque [blockmodeling]. Acaso los
nombres ms destacados en la especialidad sean los de Philipp Bonacich, Patrick Doreian
y Noah Friedkin, quienes han abordado cuestiones de accesibilidad, centralidad, poder,
influencia y alcance. En antropologa la situacin es otra. A mediados de los ochenta un
matemtico y dos antroplogos intentaron utilizar estas y otras herramientas de anlisis
para descubrir relaciones de conocimiento personal [acquaintanceship] dentro de un or-
den social; publicado nada menos que en Current Anthropology, su intento fue, empero,
muy mal recibido por la crtica (segn se dijo) por su especial combinacin de oscuridad
conceptual y enfoque individualista, y desde entonces no han habido muchos ms intentos
en ese terreno (Killworth, Bernard y McCarty 1984). Nadie supo captar la potencialidad
de la algortmica ms all de los confines de un caso y los sesgos de una teora. Me referi-
r a otras aplicaciones antropolgicas cuando se revisen los anlisis reticulares del paren-
tesco (ver pg. 297). Fuera de esas aventuras especializadas, el uso pleno de estas herra-
mientas analticas en la investigacin antropolgica todava est esperando su oportuni-
dad.
Lo mismo se percibe en un campo parcialmente solapado al lgebra lineal que ha resulta-
do de importancia en logstica, organizacin, gestin de gobierno, diseo de procesos,
planeamiento urbano y economa; me refiero a la programacin lineal (en adelante PL),
uno de los mtodos de optimizacin que conforman la esfera de la investigacin operativa
al lado de las teoras de juegos, colas e inventario, la programacin dinmica, el anlisis
de decisin, la minera de datos, la optimizacin combinatoria, el anlisis de sistemas y
un amplio conjunto polimorfo de procedimientos algortmicos. Una parte considerable de
60
Aunque desconocidas para la literatura de redes sociales, las aplicaciones prcticas de esta clase de for-
malismos son numerosas. El mismo Roberts (1973) us digrafos signados aplicados al uso de energa en el
transporte, P. G. Kruzic (1973) los utiliz para modelar el impacto energtico y ambiental de los puertos de
aguas profundas, S. K. Coady y otros (1973) para evaluar el uso de zonas costeras para recreacin urbana, J.
Kane y otros (4) para analizar la asignacin de recursos escasos en servicios de salud, mientras que la Orga-
nizacin para la Cooperacin Econmica y el Desarrollo los emple para estudiar el impacto de decisiones
de financiamiento gubernamental de la investigacin cientfica. Para ms referencias vase Roberts (1976).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
169
la PL concierne a teora de grafos, matrices y matroides aplicada a la bsqueda de cami-
nos ms cortos o de menor costo, la deteccin de ciclos, la exploracin de algoritmos, el
diseo de flujos en redes y rutas de transporte y otras finalidades tcnicas en los ms va-
riados terrenos de aplicacin (Lawler 1976; Bazaraa y Jarvis 1977; Matouek y Grtner
2007; Vanderbei 2008; Karloff 2009).
La PL fue creada por el premio Nbel ruso Leonid Kantorovich [1912-1986] en 1939 pa-
ra optimizar los mtodos de la industria sovitica; luego fue perfeccionada por el legenda-
rio George Dantzig [1914-2005] en 1948 mediante la invencin del mtodo simplex y el
bautismo de la especialidad con el nombre que ha llevado hasta hoy.
61
Tambin John Von
Neumann hizo algunos aportes tempranos a la idea de PL. La programacin a la que
alude el nombre no guarda relacin con el desarrollo de programas de computadora sino
con la idea militar de programa, esto es: un conjunto de operaciones tcticas y estra-
tgicas que incluye prcticas heterogneas de mecanizacin; el sinnimo ms cercano
es, quiz, planeamiento (Dantzig 1963).
Con el tiempo, las operaciones de la PL se han transformado en una robusta coleccin de
algoritmos invisibles para el pblico en general pero que han catapultado el progreso tec-
nolgico y perfeccionado los resortes de ms alto valor competitivo en la gestin finan-
ciera, de gobierno, nutricional, agrcola, ecolgica, mdica o empresarial. Cualquier pro-
blemtica multivariada en la que estn implicados recursos limitados, eleccin entre acti-
vidades alternativas y satisfaccin de objetivos especificables es susceptible de elaborarse
en funcin de PL y de resolverse mediante sus mltiples mtodos, del mtodo simplex, el
algoritmo de punto interior y la programacin de objetivos en adelante (Hillier y Lieber-
man 2001: 24-26, 309-349).
Al menos un cientfico destacado, el irreverente Russell Akoff [1919-2009], ha desarro-
llado una intensa carrera aplicando investigacin operativa en general y PL en particular a
las problemticas humanas y sociales ms acuciantes. La suya no ha sido una tarea fcil:
por una parte, una proporcin desmesurada de las prcticas que involucran recursos, es-
trategias, tiempos y lmites se precipita fcilmente en dilemas insolubles de tratabilidad;
por la otra, y tal como Ackoff ha insistido en proclamarlo, las tcnicas implicadas tienden
a tecnificarse ms all de lo imaginable, tornndose tratables en la teora pero insosteni-
bles en la prctica. En este contexto, la participacin activa de las ciencias sociales ha de-
mostrado ser esencial. Aun cuando algunos principios sustentados por Ackoff son remi-
niscentes de las recetas de autoayuda corporativa, l ha sabido encontrar soluciones de
alta ingeniosidad algortmica ahondando en ideas de la psicologa y las humanidades.
61
Si me he permitido llamar legendario a George Dantzig, no ha sido por mera licencia literaria. Es sabido
que siendo alumno de Jerzy Neyman en Berkeley, Dantzig lleg un da tarde a clases y copi en su cua-
derno dos clebres problemas pendientes de la estadstica que estaban escritos en la pizarra creyendo que
formaban parte de la asignacin de tareas para el hogar. Pocos das ms tarde los devolvi resueltos, dando
pie a un mito urbano que desde entonces se ha agigantado y embellecido, llegando al cine como un episodio
de Good Will Hunting en 1997.
Puede verse la narracin detallada en http://www.snopes.com/college/homework/unsolvable.asp (visitado
en julio de 2010).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
170
Los analistas de redes, incluso en los bastiones ms duros de la sociofsica, han prestado
poca atencin a los hallazgos y requerimientos de la PL. Slo una pequea comunidad en
el seno del ARS explota ocasionalmente recursos de esa tcnica en el diseo investigativo
(Brandes y Erlebach 2005: 12; Jacob y otros 2005; Kosub 2005). De la corriente principal
de nuestra disciplina mejor ni hablar ; ella no se ha dignado a concederle siquiera una mi-
rada crtica. Puede que sean los tecnicismos o la seca jerga ingenieril lo que nos espanta.
Pero en la medida en que aspire a alcanzar algn grado mnimo de coherencia y competi-
tividad en el desarrollo de planes sostenibles y en razn del carcter virtualmente idntico
de los trances que afronta o las metas que se propone, la antropologa aplicada (al menos)
debera sentirse temtica y metodolgicamente ms prxima a la PL de lo que nuestros
profesionales aposentados en un confortable modo discursivo se han empeado en situar-
se. A fin de cuentas, los problemas linealizables son mucho ms frecuentes de lo que pue-
de sospecharse y los procedimientos de linealizacin (correlativos a la capacidad artesanal
de ver o presentir las perspectivas de programabilidad de un problema) son bien co-
nocidos. Con expresar la estructura del objeto en trminos de grafos o matrices y con
tomar contacto con el lgebra lineal ya se ha recorrido una parte importante del camino en
esa direccin (Karloff 1991: 8, 9, 10-11, 22; Luenberger y Ye 2008: 75, 145-182). Si el
problema planteado parece enorme y complejo, ms cierto ser lo que afirmo; en tanto se
hayan satisfecho ciertos requisitos de proporcionalidad, sumatividad y divisibilidad, es
ms probable que en ese escenario funcione de manera ms productiva el artificio del mo-
delado en PL que las conjeturas que podamos hacer nosotros a mano alzada (Hillier y
Lieberman 2001: 36-43).
A partir de all, no digo que haya de ser el antroplogo quien maneje las herramientas ma-
temticas de primera mano; a veces se requieren modelos masivos y familiaridad con am-
bientes o lenguajes de modelado especficos, como Excel
k
dk k P k r ' ) ' ( ) (
En otros trminos, en una red lingstica el grado de una palabra es equivalente a su fre-
cuencia. Partiendo de este principio, los autores optimizaron el modelo dinmico DM pa-
ra adaptarlo a la Ley de Zipf, considerada como la principal arquitectura jerrquica de la
red.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
185
Una elaboracin de este problema en una escala ms amplia pero de rumbos parecidos se
encuentra en el libro seminal Language Networks de Richard Hudson (2006). El modelo
de Hudson se desarroll como continuacin de la gramtica sistmica de M. A. K. Halli-
day y la discontinuada Daughter-Dependency Grammar que el propio Hudson propuso en
los aos setenta.
65
Pese a que esta ltima fue recibida con entusiasmo, Hudson sinti a-
propiado explorar otras relaciones lingsticas, de lo que result su Gramtica de la Pala-
bra [Word Grammar, en adelante GP] en la dcada siguiente.
Figura 12.5 Vinculacin reticular entre semntica y sintaxis en la GP de Hudson (2006: 157)
En la GP los conceptos se consideran como prototipos semnticos y no como categoras
susceptibles de definirse en base a condiciones necesarias y suficientes; una vez ms, el
modelo luce epistemolgicamente sutil en su abordaje de la significacin aunque su desa-
rrollo formal es ms escueto de lo que uno deseara (cf. Reynoso 1998: 50-58). En cuanto
a la perspectiva reticular, los hallazgos de Hudson sugieren que las redes no son slo un
formalismo de representacin conveniente, sino que la mente utiliza redes todo el tiempo
[all the way down].
Asociados a estas estrategias se encuentran lenguajes y programas para modelado de re-
des complejas especficamente diseados para redes de lenguaje, como Babbage, NetFor-
ge y el discontinuado WGNet
++
,
66
sostenidos por una comunidad de lingistas y desarro-
lladores. La GP presenta al lenguaje como una red de conocimiento, vinculando concep-
tos sobre palabras (significados, significantes, clases de palabras, inflexiones, formas, sin-
taxis, semntica, pragmtica) [fig. 12.5]. Si el lenguaje es una red, alega Hudson, es en-
tonces posible determinar de qu clase de red se trata. Por el momento, parecera ser nada
menos que una red IE y con propiedades de mundos pequeos, aunque una vez ms Hud-
son (2006: 8, 128) dedica mucho menos empeo al asunto de lo que su importancia le
hara acreedor.
Con el tiempo la GP fue derivando hacia la Nueva Gramtica de Palabra. Para el lingista
contemporneo, tanto como para el estudioso de las redes, es interesante observar la for-
ma en que Hudson contrasta la estructura de dependencias de la estructura de frases.
La mayora de los tericos ha seguido la tradicin americana de anlisis de estructura de
frase que comenz con el Anlisis de Constituyentes Inmediatos de los bloomfieldianos
65
Vase tambin http://www.phon.ucl.ac.uk/home/dick/wg.htm. Visitado en abril de 2009.
66
Vase http://polymathix.com/babbage Visitado en abril de 2009.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
186
[...] y que fue formalmente definido por Chomsky (2002 [1957]). Esto proporciona un a-
nlisis parte-todo en el cual las oraciones se dividen en frases sucesivamente ms peque-
as hasta que las partes devienen tomos sintcticos, morfemas en algunas teoras y pa-
labras en otras. En contraste, la tradicin de la dependencia en mucho ms antigua, con
races en la gramtica de Pini (Bharati, Chaitanya y Sangal 1995) y en la antigua gra-
mtica del griego, el latn (Covington 1984; Percival 1990) y el rabe (Owens 1988). En
esta tradicin, la principal unidad de sintaxis es la palabra, y todas las relaciones gramati-
cales relacionan las palabras entre s (Hudson 2006: 117).
En estudios cuyos resultados convergen con los anteriores, L. Antiqueira y otros investi-
gadores de la Universidad de So Paulo han aplicado conceptos de redes complejas para
obtener mtricas que luego fueron correlacionadas con puntajes de calidad de escritura
asignados por jueces humanos. Los textos trabajados se mapearon como redes IE segn
modelos de adyacencia de palabras, calculndose seguidamente los rasgos reticulares
usuales, tales como grado de entrada/salida, coeficiente de clustering y caminos ms cor-
tos. Se deriv otra mtrica a partir de la dinmica del crecimiento de la red basada en la
variacin del nmero de componentes conectados. Se correlacionaron entonces las me-
diciones de las redes con los puntajes asignados por los jueces con arreglo a tres criterios
de calidad (coherencia y cohesin, adherencia a convenciones de escritura y adecuacin
entre el tema y su desarrollo); se encontr que la calidad segn los tres criterios decreca
en relacin directa con los grados de salida [outdegrees], el coeficiente de clustering y la
desviacin respecto de la dinmica del crecimiento de la red.
Esta ltima magnitud es la menos conocida en la literatura y merece una descripcin en
detalle. Despus de agregar a la red cada asociacin de palabras se calcula el nmero de
componentes (o clusters) conectados, lo cual define un rasgo topolgico que es funcin
del nmero de asociaciones y, en consecuencia, de la evolucin en la construccin del
texto. La medida se bautiz como desviacin de la dinmica de componentes (DDC) y su
clculo se define as: siendo f
a
(x) la funcin que asocia el nmero de componentes con el
nmero x de asociaciones entre palabras ya insertadas en la red, f
x
(x) la lnea recta de
referencia, L el total de asociaciones en el texto y N el total de vrtices, la desviacin de la
dinmica de la red se calcula como:
L
N x f x f
DDC
L
x
s a
=
=
1
/ ) ( ) (
Una desviacin alta (cercana a 1) indica que los conceptos clave se introducen en una fase
temprana de la construccin del texto y que a partir de all el autor repite constantemente
sus argumentos, elaborando un texto sin progresin y de baja calidad. Entre los criterios
empleados, la cohesin y la coherencia mostraron la correlacin ms alta, sugiriendo que
los cuantificadores reticulares posiblemente capturen la forma en que el texto se desarro-
lla en trminos de los conceptos representados por los nodos (Antiqueira, Nunes, Oliveira
y da F. Costa 2006).
Estas elaboraciones me traen a la mente el tratamiento informacional de la lengua que se
desarrollara alguna vez en la Escuela Semitica de Tartu en Estonia, un tema recurrente
en mis clases de Semitica de los aos 80, una poca en la cual la disciplina prometa
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
187
mucho ms de lo que con el tiempo lleg efectivamente a entregar. Escriban, en efecto,
Jurij Lotman y Boris Uspenkij:
Recordemos el conocido principio de A. N. Kolmogorov que define la cantidad de infor-
macin de cada lengua H con la siguiente frmula:
H = h
1
+ h
2
donde h
1
es la variable que permite transmitir el conjunto de una informacin semntica
cualquiera, y h
2
es la variable que expresa la flexibilidad de la lengua y permite transmitir
un mismo contenido de varias formas diferentes, es decir, representa la entropa propia-
mente lingstica. A. N. Kolmogorov observaba que es justamente h
2
, es decir la sinoni-
mia en sentido amplio, la fuente de la informacin potica. Cuando h
2
=0 no puede haber
poesa (Lotman y Uspenkij 1979 [1973]: 132)
A despecho de su aparente cientificidad, la expresin de Kolmogorov se percibe difcil de
operacionalizar en razn de las dificultades que han de encontrarse (conforme a la previ-
sin de Nelson Goodman) cuando se trate de juzgar si dos o ms expresiones distintas
poseen un mismo contenido. En contraste con este mtodo, el procedimiento reticular
se cie a propiedades de lo elocucin que son ms puramente objetivas.
Figura 12.6 Comunidades Basado en Palla y otros (2005)
Un estudio realizado en el corazn institucional de las redes IE, empero, vincul las pa-
labras con sus significados, estipulando que dos palabras se consideraran conectadas en-
tre s cuando existiera una relacin de sinonimia en el Diccionario Merriam-Webster. Los
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
188
resultados indicaron la existencia de un conglomerado gigantesco de 22.311 palabras del
total de 23.279, con una longitud de paso promedio de 4,5 y un alto coeficiente de cluste-
ring, C=0,7, comparado con C
rand
=0,0006 para una red aleatoria equivalente. La distribu-
cin de grado, adems, segua claramente una pendiente de LP (Albert y Barabsi 2002:
53). Otro estudio ms amplio comprob que una red semntica de 182.853 nodos y
317.658 vnculos mostraba una distribucin IE con un exponente de grado =3,25 y una
estructuracin reticular de naturaleza jerrquica (Ravasz y Barabsi 2002).
Como una manifestacin particularmente expresiva que elude el escollo de las analogas
aparentes (aludido una vez ms por el principio de Goodman [cf. pg. 15]), en este ren-
gln me parece oportuno contraponer los resultados de un refinamiento en la escala de
tratamiento como los que se acaban de ver con los que se manifiestan cuando la escala es
ms abarcativa, incluyendo otros elementos aparte del lenguaje. Dando un paso ms en el
anlisis de la distribucin de palabras, Tams Vicsek proyect la idea al estudio de comu-
nidades, verbales inclusive. Encontr as que la estructura compleja de comunidades par-
cialmente superpuestas es la misma en diversas clases de redes (de autores, de grupos, de
protenas) y tiene una distribucin especfica (figura 12.6; vase Palla, Dernyi, Farkas y
Vicsek 2005).
Figura 12.7 Ley de Zipf en msica Secuencias musicales aleatorias, fractales y estocsticas.
Basado en Gardner (1978)
Tambin el grupo israel del Instituto Weizmann que ha tomado la iniciativa en el estudio
de motivos de redes y mtodos de descubrimiento de subgrafos ha aplicado sus herra-
mientas indistintamente a cuestiones de biologa, al comportamiento reproductivo de la
Escherichia coli y a las relaciones de adyacencia entre palabras en un corpus lingstico,
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
189
tomando como punto de partida una definicin de rol que remite a la antropologa de
Siegfried Nadel y los trabajos de la escuela de Pompeu Fabra (cf. Milo y otros 2004). Se
analizar con mayor detenimiento el caso en el captulo correspondiente a las clases de
universalidad (pg. 199 y ss.), dado que primero se requiere interrogar los conceptos de
sub-grafo e isomorfismo para que el tratamiento del objeto adquiera plenitud de sentido.
Una aplicacin de anlisis espectral y anlisis de frecuencia muy renombrada en los am-
bientes de la complejidad concierne al uso de frecuencias 1/f para la composicin musi-
cal. Dicha frecuencia no es otra cosa que un aspecto de la Ley de Zipf: recordemos que la
frecuencia de una palabra rankeada en n
avo
lugar es 1/n
a
, donde a es un valor prximo a 1.
El trabajo clsico en este campo es el de Richard Voss y John Clarke (1975), luego po-
pularizado en un artculo de Martin Gardner (1978) en la seccin de Juegos Matemticos
de Scientific American. Los primeros autores trabajaron con anlisis separados ya sea de
altura y de volumen sonoro, distinguiendo entre secuencias puramente aleatorias (ruido
blanco, alta entropa, distribucin 1/f
0
), secuencias estocsticas (baja entropa, monoto-
na, ruido browniano o marrn, 1/f
2
) y secuencias admisibles como msica (ruido rosa,
flicker noise, ruido de Barkhausen, 1/f , 1/ ). La figura 12.7 muestra las secuencias tem-
porales correspondientes y la musicalizacin en notas elaborada por Gardner mediante un
juego de ruleta; aunque la presencia de esa distribucin en los fractales era conocida,
Gardner fue el primero en establecer la relacin entre el ruido rosa y la fractalidad (cf.
Dodge y Bahn 1986).
El campo est expedito para que alguien intente una relacin entre las diversas msicas y
las distribuciones reticulares. Ya se han entrevisto en esta tesis algunas puestas en rela-
cin de la msica con la teora de grafos (pg. 69); pero mientras que en el campo del
lenguaje se ha trabajado bastante y ya forma parte del folklore intelectual pensar que los
estilos musicales son de algn modo lenguajes, todava se percibe un rea de vacancia
en materia de la relacin entre la msica y las redes complejas.
67
Consecuencia n 9: En suma, los especialistas en redes sociales, circuitos de intercam-
bio, estadstica sociocultural o epidemiologa de las representaciones harn bien en pensar
de nuevo sus modelos tomando en cuenta lo que ahora se sabe y los avances que han ha-
bido en un nmero crecido de disciplinas. Lo que aqu se nos presenta no se agota en una
numerologa impracticable ni en un trasplante conceptual forzado que va desde una cien-
cia dura hacia una ciencia blanda. Ms bien sera al contrario, Pareto, Zipf y redes socia-
les mediante. Las principales distribuciones que aqu se encuentran, en efecto, surgieron
en las ciencias humanas antes que en las matemticas abstractas.
Lo que s se manifiesta en estos casos es un conjunto de indicadores que con los debidos
recaudos podran utilizarse como orientadores heursticos en diversos campos, incluyendo
la fenomenologa enigmtica de las redes sociales virtuales (Facebook, Twitter y dems)
y de sus potenciales culturales y econmicos, de los que se habla mucho pero se sabe tan
poco. La conclusin que surge de lo aprendido parecera ser que, en lo sucesivo, cualquier
67
Vase una sntesis del estado del problema en http://carlosreynoso.com.ar/musica-y-complejidad-curso-
de-contexto-2010/.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
190
juicio formal sobre colectivos sociales, prcticas de comunicacin y procesos de cambio
debe determinar primero caso por caso la naturaleza de las distribuciones de grados y mo-
tivos presentes en las estructuras de las diversas redes que estn bajo anlisis, para luego
encaminar lo que resta de la bsqueda (que en rigor all recin se inicia) conforme a las
propiedades distributivas o estructurales que se saben concomitantes a cada una de ellas.
El paso siguiente tal vez sea la induccin de los procesos que llevan (probabilstica o de-
terminsticamente, segn cuadre) a que el fenmeno ostente esas caractersticas en lugar
de otras: determinar a qu lenguaje pertenece la expresin. Despus de todo, cada tipo de
distribucin es sintomtico de ciertas clases de procesos, comportamientos, correlaciones
y causas que recin se estn comenzando a comprender mejor. Algunas distribuciones po-
dran ser prximas a otras que quiz sugieran hiptesis alternativas; de otras se sabe que
seran altamente improbables o jams podran ocurrir en ciertos escenarios.
Por eso es que carece de sentido exponer, como suele hacerse en los papers de ARS, me-
ramente los resultados cuantitativos o los trazados grficos de las redes que se hallaron en
la pesquisa, imprimir todas las tabulaciones posibles y dejar las cosas ah. No son datos ni
datos sobre los datos lo que se est necesitando. Ningn antroplogo debera dar cuenta
de una distribucin encontrada en sus datos sin posicionarla en el marco significativo de
las distribuciones posibles y de su significado y en el contexto dinmico que describe
(tanto en el plano formal abstracto como en el devenir de las singularidades de su historia
concreta) cmo es que esas configuraciones han llegado a ser lo que son. Slo as es posi-
ble calibrar, por otra parte, en qu medida el estudioso y la teora que despliega dominan
el campo de posibilidades articulatorias del fenmeno que estn tratando y se encuentran
en condiciones de resolver, en el sentido que propona Hopcroft (cf. pg. 13), una parte
sustancial de los problemas que ese fenmeno plantea.
Predigo, en este sentido, que si la teoras de redes IE y las teoras relacionadas continan
su proceso de expansin se har necesario que alguien escriba alguna vez un buen manual
de distribuciones caractersticas en la vida sociocultural, bien razonado y conveniente-
mente pedaggico, sin dar nada por sentado, sin alardes de incomprensibilidad, anlogo al
manual matemtico de distribuciones de Evans, Hastings y Peacock (1993) o al precioso
compendio de Kalimuthu Krishnamoorty (2006). Ya hay antecedentes de esta iniciativa
en al menos una ciencia semiblanda: en economa y ciencias actuariales existen al menos
dos volmenes en esa tesitura, el de Christian Kleiber y Samuel Kotz (2003) y el de Svet-
lozar Rachev (2003). Tambin Financial modeling under non-gaussian distributions de
Eric Jondeau, Ser-Huang Poon y Michael Rockinger (2007) apunta en esa direccin.
Una parte esencial del diagnstico pasa entonces por establecer un cruzamiento entre la
estructura del objeto y alguna de las distribuciones conocidas. Estadsticamente hablando
las distribuciones posibles son numerosas: entre las que se me ocurren ahora (con alguna
que otra homonimia o nombre colectivo) estn la de Benini, Benktander, Bernoulli, beta,
binomial, binomial negativa, de Bose-Einstein, Bradford, Bull, Burr, Cantor, Cauchy,
Champernowne, Chernoff, chi cuadrado, de Davis, Dirichlet, doble gamma, doble Wei-
bull, de Erlang, exponencial, geomtrica, de Gauss, Gompertz, gamma, hiperexponencial,
hipergeomtrica, de Kumaraswamy, Laplace, Lvy, logartmica, logstica, lognormal, de
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
191
Moyal, multinormal, de Nakagami, Pareto, Poisson, Plya, Rademacher, Rayleigh, Rice,
secante hiperblica, de Wigner o semicircular, Skellam, de Student, triangular, uniforme,
de von Misses, Wald, Wallenius, Weibull, zeta, los tres tipos de valor extremo (Gumbel,
Frchet, Weibull) y por supuesto la distribucin de Zipf, Zipf/Mandelbrot o LP (Kagan,
Linnik y Rao 1973; Patel y Read 1982; Evans, Hastings y Peacock 1993; Kotz y Nadara-
jah 2000; Walck 2000; Balakrishnan y Nevzorov 2003; Zelterman 2004; Johnson, Kemp
y Kotz 2005; Consul y Famoye 2006; Newman 2006).
No es necesario edificar ningn aparato distorsivo de cuantificacin para que ellas se ma-
nifiesten: aunque nadie introduzca ningn nmero y aunque lo hayamos ignorado siem-
pre, la ms simple de las redes alberga ms relaciones topolgicas, geomtricas, algebrai-
cas, cualitativas y cuantitativas que las que hayamos podido imaginar .
68
Vase por ejem-
plo la visin que nos entrega el procesamiento de los datos del caso del Chala (pg. 171).
De ningn modo en todas las instancias pero s en unas cuantas de ellas puede que las
cantidades, los atractores, los sesgos, las formas alcancen a trasuntar informacin; e infor-
macin es, como deca Gregory Bateson (1980: 62), una diferencia que hace una diferen-
cia.
Es que en las distribuciones no hay slo medidas sino fundamentalmente pautas. Cada
una de ellas tiene su historia, diagnosis, idiosincracia, significado y etiologa. Una distri-
bucin es, adems, un artefacto narrativo con una fuerte connotacin espacial y visual,
uno de esos habitus estructurantes de los cuales nos habla (empleando otras palabras) la
nueva ciencia de la cognicin matemtica, desde Marcus Giaquinto (2009) en ms. En-
contrar cul es la distribucin que aplica con mayor probabilidad a un caso concreto invo-
lucra no slo fundar un conocimiento del objeto que se nutre de un amplio campo trans-
disciplinario, sino habilitar de una vez por todas las posibilidades de su comparacin sis-
temtica y de una intervencin coherente en las prcticas complejas que lo conforman.
Saber cul entre todas las distribuciones converge mejor con los datos es tarea necesaria
pero inextricable, pues tampoco ostenta cada una su nombre en la frente; a veces obtene-
mos respuestas antagnicas atinentes a su identidad formulando preguntas apenas dispa-
res. Igual que sucede con los venenos en el peritaje forense, el anlisis slo proporciona
respuestas a las preguntas que efectivamente se hagan. Cada variante de distribucin debe
perseguirse con una probabilidad de aproximacin incierta mediante pruebas estadsticas
en extremo dismiles y (en lo que a la LP atae) todava mal conocidas. Ya no se aplican
tanto las pruebas de Shapiro-Wilk, Jarque-Bera, Cramr-von Mises, chi cuadrado o Kol-
mogorov-Smirnoff, sino que ms bien cuadra pensar en variaciones de los tests de Kui-
68
Esto implica, por aadidura, que en la ciencia de las redes no se sostiene la distincin entre estrategias
cuantitativas y cualitativas: toda red posee simultneamente cualidades bien definidas (expresables en tr-
minos topolgicos, algebraicos, lgicos, algortmicos, estticos o discursivos) al lado de una infinidad de
aspectos susceptibles de cuantificacin. Si bien estas pautas no cubren todo lo que es posible pensar sobre
nuestro objeto, no es menester imaginar conceptos totalmente ajenos a nuestra mirada antropolgica para
dar con ellas; alcanza con modelar (por ejemplo) en trminos de redes para que ellas se manifiesten all
constitutivamente.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
192
per, Lilliefors o Anderson-Darling (Jongeau, Poon y Rockinger 2007: 16-21; Saichev,
Malevergne y Sornette 2010: 4).
Para colmo, los programas de anlisis de redes todava no ofrecen una prestacin que re-
conozca las distribuciones que en ellos mismos se desenvuelven ni es probable que lo ha-
gan en el futuro prximo.
69
La identificacin e interpretacin de las distribuciones tienen
no poco de arte o de hermenutica: a veces ellas difieren entre s en grado pequeo, y el
grano grueso del assessment en ciencias humanas (o la impropiedad del diseo algortmi-
co) casi siempre arroja dudas de monta sobre la distribucin que se tiene entre manos. Y
como se ha probado hasta el hartazgo en tiempos recientes, son muy pocos los cientficos
que dominan los oscuros mecanismos del aparato probatorio y menos todava los que lle-
gan a comprender qu es con exactitud (valga la expresin) lo que las pruebas de signifi-
cancia logran probar (Falk y Greenbaum 1995; Haller y Krauss 2002).
No slo en nuestras disciplinas prevalece la incertidumbre, sin embargo: ya hemos visto
que a propsito del lenguaje ni siquiera protagonistas de peso completo como Anatol Ra-
poport, Herbert Simon o Benot Mandelbrot acertaban a visualizar las pautas no aleatorias
que hoy se saben prevalentes. Tal parece que segn sean las formas, las escalas, las exclu-
siones, la sensitividad de las medidas y los umbrales de corte con que se arrojen los datos
en un grfico cada quien ver, como en una prueba de Rorschach, imgenes inconciliables
con las que percibe el cientfico de la puerta de al lado. Pero de todos modos las diferen-
tes distribuciones son indicadores significativos, fuentes potenciales de comprensin, de
aproximacin de posturas y de consenso, elementos de juicio que ya no es ms sensato se-
guir ignorando.
Cuando los libros a cuya escritura invito sean escritos, contribuirn a aclarar qu clase de
distribucin (y por qu) es susceptible de esperarse en qu escenarios, qu connota cada
patrn que se vislumbra con alguna probabilidad en el mar de los nmeros, qu interpre-
taciones se tornan inadmisibles y qu clases de universalidad o de especificidad pueden
estar detrs de cada perfil estadstico. Ayudarn tambin a pensar las estructuras de mane-
ra creativa, a fundar nuestras consultoras de gestin prctica en una base un poco menos
precaria y a exorcizar unos cuantos fantasmas del pensamiento complejo demasiado bue-
nos para ser verdad.
70
Y pondrn sobre todo un modesto lmite, como reclamaba Ren
Thom, a la arbitrariedad de la descripcin.
69
Sin duda porque hasta hace una dcada se crea (y hay quien sigue creyndolo) que todas las distribu-
ciones son aproximadamente aleatorias, que en todas partes prevalece un mundo gris de ruido blanco, que
nada puede saberse con certidumbre y que ningn resultado de investigacin debe desviarse ms de lo pru-
dencial de lo que todos conocemos desde siempre.
70
Numerologas inspiradas en la constante de Feigenbaum, duplicaciones de perodo en los datos del desa-
rrollo tecnolgico, distribuciones frutos del mal clculo en criticalidad auto-organizada, el efmero concepto
del filo del caos, el uso fetichista de la idea de emergencia, la causalidad circular, la diagnosis rudimentaria
del principio de fractals everywhere (Reynoso 1986b; 2009).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
193
13 Clases de universalidad: Claves de la transdisciplina
Acicateados por el rpido crecimiento en la dispo-
nibilidad de computadoras baratas pero poderosas y
conjuntos de datos electrnicos en gran escala, los
investigadores de las ciencias matemticas, biolgi-
cas y sociales han hecho un progreso sustancial en
un nmero de problemas antes intratables, reformu-
lando viejas ideas, introduciendo nuevas tcnicas y
poniendo al descubierto conexiones entre los que
pareceran ser poblemas muy diferentes. El resulta-
do se ha llamado la nueva ciencia de las redes
(Barabsi 2002, Buchanan 2002, Watts 2004a), un
rtulo que puede chocar a muchos socilogos por
engaoso, dada la familiaridad de los analistas de
redes sociales con muchas de sus ideas centrales.
Sin embargo, el nombre captura el sentido de exci-
tacin que rodea lo que es incuestionablemente un
campo en veloz desarrollo nuevos papers apare-
cen casi a diario y tambin el grado de sntesis sin
precedentes que esta excitacin ha generado a tra-
vs de diversas disciplinas en las que surgen pro-
blemas ligados a redes.
Duncan Watts (2004b: 1043)
Se requiere un ejercicio de paciencia ahora, porque habr que incursionar en una fsica al
principio distante; pero en la pgina siguiente y no ms lejos que eso se ver de qu ma-
nera casi teatral la teora de redes sociales consuma una poderosa integracin disciplinar
sin asomos de reduccionismo. En efecto, uno de los aspectos ms interesantes de la teora
de redes IE es su vnculo con un conjunto de teoras fsicas de los aos setenta que a fines
del siglo XX comenzaran a proporcionar fundamentos e intuiciones al conjunto de las
ciencias complejas, realimentndose con las aplicaciones y las elaboraciones conceptuales
que vendran de las ciencias humanas en general y de las ciencias sociales en particular.
Las teoras complejas en juego se refieren generalmente a las transiciones de fase de se-
gundo orden, que son las que suceden de modo continuo.
La clasificacin de las transiciones de fase en un grupo de primer orden y otro de segundo
orden se remonta a Paul Ehrenfest [1880-1933]. En esta formulacin la diferencia entre
ambas clases se basa en su grado de analiticidad; en fsica contempornea y ms particu-
larmente en termodinmica, la distincin radica en que en las transiciones de primer or-
den el estado del sistema no es uniforme sino que impera un rgimen de fase mezclada,
como cuando se hierve un cuenco de agua. El agua no pasa de estado lquido a gaseoso de
manera uniforme, sino que durante la transicin se forma una mezcla turbulenta de agua
lquida y burbujas de vapor de agua. Estos sistemas de fase mezclada son difciles de es-
tudiar porque sus dinmicas son violentas y difciles de controlar. Muchas transiciones
importantes caen en esta categora, pero desde el punto de vista sociocultural (aun cuando
el ejemplo clsico de esta variante sea la transicin ferromagntica) las transiciones ms
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
194
relevantes tal vez sean las de segundo orden, que son las que se manifiestan de manera
sbita.
A menudo (aunque no siempre) las transiciones de fase tienen lugar entre fases que po-
seen distinta estructuracin en sus simetras. Consideremos por ejemplo la transicin en-
tre un fluido (es decir, un gas o un lquido) y un slido cristalino como el hielo. Un fluido
est compuesto por tomos o molculas dispuestos de una manera desordenada pero ho-
mognea; se dice entonces que exhibe simetra traslacional continua, ya que cada punto
dentro del fluido posee las mismas propiedades que cualquier otro punto. Un slido cris-
talino, en cambio, est hecho de tomos o molculas dispuestos en un enrejado regular or-
denado pero no homogneo. Cada punto del slido no es similar a otros puntos, a menos
que ambos se encuentren desplazados en igual medida respecto de alguna coordenada es-
pecfica en el enrejado tridimensional. Cuando la transicin ocurre desde una fase ms si-
mtrica a otra que lo es menos (como en la transicin de un fluido a un slido) se habla de
ruptura de simetra.
Cuando se quiebra la simetra deben introducirse una o ms variables adicionales para
describir el estado de un sistema; en la transicin ferromagntica, una de ellas sera la
magnetizacin de la red. Dichas variables son ejemplos de lo que se denominan parme-
tros de orden, los que son tambin medidas del orden de un sistema; arbitrariamente se a-
signan un valor de cero para el desorden total y uno para el orden absoluto; en la transi-
cin de slido a lquido o de lquido a gaseoso lo que hace las veces de parmetro de
orden acostumbra ser la densidad promedio. Puede haber varios parmetros de orden po-
sible; su eleccin est a menudo dictada por su utilidad (Herbut 2007: 2).
En 1965, el fsico Leo Kadanoff haba determinado que en la vecindad de los puntos cr-
ticos, donde ocurren transiciones del desorden al orden o viceversa, sistemas fsicos muy
diversos se comportan conforme a leyes de potencia. La invariancia de ese comporta-
miento refleja el principio de universalidad, el cual rige con independencia de la naturale-
za del sistema; la palabra para designar este principio surgi en conversaciones sobre teo-
ra de campo que Kadanoff sostuvo en un bar de Mosc con Sasha Polyakov y Sasha
Migdal. La idea fundamental de Kadanoff consiste en el principio de que en las vecinda-
des del punto crtico es necesario dejar de considerar los elementos por separado si es que
se quiere comprender el comportamiento del conjunto; hay que considerar a aqullos ms
bien como una comunidad de elementos que actan al unsono. Los elementos deben ser
reemplazados por cajas de elementos tal que dentro de cada caja todos se comportan co-
mo si fueran uno solo (cf. Barabsi 2003: 75). Esto nos conduce a otra signatura de la
complejidad (la sincronizacin), un tema en torno del cual se ha establecido una de esas
nuevas ciencias que surgen cada cuatro o cinco aos pero cuyo tratamiento hay que
posponer por el momento (Pikovsky y otros 2002; Strogatz 2003; Manrubia y otros 2004;
Radons y otros 2005; Wu 2007; Boccaletti 2008; Balanov y otros 2009)
La idea de mayor fuerza en esta teora es que en las cercanas de los puntos crticos slo
existen unas pocas soluciones diferentes a cada problema; muchos problemas en aparien-
cia distintos admiten una misma solucin, lo que equivale a decir que pertenecen a la mis-
ma clase de universalidad: cambiar el objeto emprico del modelo no cambia los aspectos
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
195
esenciales de las respuestas. Lo que nos impacta ms de lleno de todo esto es que en los
fenmenos crticos las clases se definen a nivel macroscpico, describiendo el tipo de in-
formacin que el sistema debe transferir sobre distancias largas (en relacin con el tama-
o de las unidades); en lugar de tratar el sistema en trminos de sus unidades mnimas, re-
ductivamente, lo que se hace es determinar una escala ms molecular o (parafraseando a
Geertz) una descripcin ms gruesa. Tanto la teora como los experimentos han demostra-
do que este scaling es una de las claves de la universalidad y de los fenmenos colectivos
tanto en las ciencias formales como en las humanas (Kadanoff 1999: 159-160).
En dinmica no lineal, termodinmica y mecnica estadstica se dice que los sistemas cu-
yas transiciones de fase poseen el mismo conjunto de exponentes crticos pertenecen a
una misma clase de universalidad. En teora de redes complejas es posible vincular en-
tonces cosas tan diversas como las relaciones personales, la Internet, los ferromagnetos,
las citas bibliogrficas, la propagacin de enfermedades y la percolacin (Watts 2004: 65;
Miceli 2007). En los estudios de auto-organizacin se reconocen pertenecientes a la mis-
ma clase fenmenos emergentes tales como la formacin de patrones ondulados en dunas
de arena, las manchas en pelajes o conchas de moluscos, la sincronizacin de cardmenes
y bandadas, las soluciones autocatalticas o los nidos de termitas (Camazine y otros
2002). Que objetos de mbitos tan diversos (al nivel de abstraccin y a la escala adecua-
da) pertenezcan todos a unas pocas clases de universalidad es, a mi juicio, lo que hace que
la transdisciplina resulte viable.
Sentando las bases de esta posibilidad, el fsico Kenneth Wilson de la Universidad de
Cornell propuso en 1971 una poderosa teora unificadora de las transiciones de fase, co-
nocida como teora del grupo de renormalizacin, cuyo punto de partida es, una vez ms,
la invariancia de escala y la universalidad. Esta teora afirma que las propiedades termodi-
nmicas de un sistema en las cercanas de una transicin de fase dependen de un nmero
muy pequeo de factores (tales como dimensionalidad, simetra, presencia o ausencia de
interacciones globales) y es insensible a las caractersticas microscpicas del sistema; a la
escala adecuada, es suficiente entonces considerar unos pocos grados de libertad en lugar
de los 10
23
que se estima constituyen a los sistemas macroscpicos reales ms tpicos
(Herbut 2007: 1).
Esto merece ser dicho en otros trminos, vinculndolo con lo que habamos visto antes.
Un escenario comn a las ciencias sociales y a las ciencias duras es que ambas lidian con
objetos que exhiben muchos grados de libertad, que interactan entre s de maneras
complicadas y en forma no lineal, de acuerdo con leyes o principios que se comprenden
pobremente o no se conocen en absoluto. Pero de algn modo es posible hacer progresos
en la comprensin de esos sistemas aislando unas pocas variables relevantes que caracte-
rizan la conducta de esos sistemas a una escala particular de tiempo o espacio y postular
relaciones muy simples entre ellas. Esto puede servir para unificar conjuntos de datos
numricos y experimentales tomados bajo condiciones muy diferentes, y en eso radica el
sentido de la universalidad. Cuando hay una sola variable independiente, las relaciones
toman a menudo la forma de una ley de potencia, con exponentes que en general no son
nmeros racionales simples (Cardy 1996: xiii).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
196
Wilson recibi un Premio Nobel por ese logro e inspir a Mitchell Feigenbaum en su bs-
queda de la constante universal que lleva su nombre, la cual tambin describe regulari-
dades independientes de objeto all donde no se sospechaba que existiera ningn orden.
Todo lo que tena que ver con bifurcaciones y auto-organizacin qued incorporado de
este modo (en detrimento de la teora de catstrofes, cabra acotar) bajo un marco amplio,
conexo y elegante, aunque slo algunos aos ms tarde estas ideas convergieron con la
complejidad, los fractales y el caos y algo ms tarde todava con la teora dinmica de las
redes (Kadanoff 1983: 47; Fth y Sarvary 2005). Barabsi lo expresa de este modo:
La universalidad se convirti en el principio orientador para comprender muchos fenme-
nos dispersos. Nos ense que las leyes de la fsica que gobiernan los sistemas complejos
y la transicin del desorden al orden son simples, reproducibles y ubicuas. Sabemos ahora
que los mismos mecanismos universales que generan la forma de los copos de nieve tam-
bin gobiernan la forma de las neuronas en la retina. Las leyes de potencia y la universa-
lidad emergen en los sistemas econmicos, describiendo la forma en que surgen las com-
paas y cmo fluctan los precios del algodn. Explican cmo se agrupan en bandadas y
cardmenes los pjaros y los peces, y cmo difieren los terremotos en su magnitud. Son el
principio orientador detrs de dos de los descubrimientos ms intrigantes de la segunda
mitad del siglo veinte: el caos y los fractales (Barabsi 2003: 255).
Aqu cabe citar largamente un razonamiento aclaratorio, sin una palabra de ms, ofrecido
por el creador de la geometra fractal:
Un rasgo extraordinario de la ciencia es que fenmenos de lo ms diversos y sin ninguna
relacin aparente pueden describirse mediante herramientas matemticas idnticas. La
misma ecuacin cuadrtica que aplicaban los antiguos para trazar los ngulos rectos de
sus templos sirve hoy a los banqueros para calcular el rendimiento de un nuevo bono a
dos aos hasta su vencimiento. Las mismas tcnicas de clculo concebidas por Newton y
Leibniz hace tres siglos para estudiar las rbitas de Marte y Mercurio sirven hoy a los
ingenieron civiles para calcular las tensiones que soportar un nuevo puente, o el volumen
de agua que pasa por debajo. Esto no significa que el puente, el ro y los planetas funcio-
nen de la misma manera, ni que un arquelogo que trabaja en la Acrpolis deba poner
precio a un ttulo de Accenture. Igualmente, el viento y los mercados son cosas bien dis-
tintas [...]. Pero la variedad de fenmenos naturales es ilimitada, mientras que, aunque
pueda parecer todo lo contrario, el nmero de conceptos y recursos matemticos realmen-
te distintos a nuestra disposicin es sumamente reducido. [...] La ciencia es as. Cuando
exploramos el vasto dominio del comportamiento natural y humano, encontramos que
nuestros mejores tiles de medicin y clculo se basan en ideas sumamente bsicas. [...]
As pues, no debera causar gran sorpresa que, con nuestro reducido nmero de herra-
mientas matemticas efectivas, podamos encontrar analogas entre un tnel de viento y la
pantalla de Reuters (Mandelbrot y Hudson 2006: 131-132).
Una de las mejores caracterizaciones de los principios de universalidad en las ciencias
complejas es la de Robert Rosen. La ciencia del caos dice nos proporciona compren-
sin sobre la naturaleza en general, independientemente del fenmeno o proceso que este-
mos observando. Nos permite, por ejemplo, estudiar la turbulencia como una cosa en s
misma, independiente de los fluidos turbulentos especficos. Un observador ortodoxo es-
tudiara, pongamos por caso, slo el agua turbulenta, el aire o el aceite turbulento, y en
tales casos turbulento sera slo un adjetivo; un calogo, en cambio, dira ms bien que
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
197
turbulencia es el nombre de la cosa, y que el fluido particular es el adjetivo modificador
circunstancial (Rosen 2000b: 149, 193). Esto es lo que los transgresores Jack Cohen e Ian
Stewart (1994: 442) conciben como complicidad (= complejidad + simplicidad) entre
inteligencia y exteligencia: la ocurrencia del mismo rasgo emergente en sistemas de dis-
tinta materialidad. Lo que Gregory Bateson llamaba la pauta que conecta es sin duda algo
muy parecido a esto.
Aunque en las manos equivocadas esta clase de razonamientos corre el riesgo de tornarse
excesivamente fisicista, el cientfico social puede encontrar inspiracin en algunas de sus
aplicaciones; el mejor ejemplo quiz sea el de los fenmenos dinmicos en redes comple-
jas, en especial los que tienen que ver con procesos de emergencia. Los trabajos funda-
cionales en esta rea sumamente formalizada y modlica son los de Newmann y Watts
(1999a; 1999b). Muchos de los estudios subsiguientes en esa misma lnea involucran per-
colacin, tema que se tratar en detalle en el captulo siguiente.
El primero que conozco que aplica consistentemente la teora moderna de transiciones de
fase al anlisis de opinin es el de Janus Hoyst, Krzysztof Kacperski y Frank Schweitzer
(2000). Basndose en la teora del impacto social que es de uso usual en la sociologa y la
sociofsica contempornea, los autores estudian transiciones de fase en formacin de opi-
niones. Para ellos abordan dos modelos: (1) el primero se basa en un sistema de autma-
tas celulares (Reynoso 2006a: 195-220) que mapea sobre un grupo finito con un lder
fuerte; en este sistema obviamente idealizado la gente puede cambiar su opinin pero no
su emplazamiento; (2) el segundo consiste en personas que son tratadas como partculas
brownianas activas, interactuando a travs de un campo de comunicacin. En el primer
modelo son posibles son fases estables: un conglomerado alrededor de un lder y un es-
tado de unificacin social. La transicin a ste ocurre debido ya sea a la gran fuerza del l-
der o a un alto nivel de ruido social. En el segundo modelo se encontraron tres fases es-
tables, que corresponden ya sea a una fase paramagntica (para ruido alto y difusin
vigorosa), una ferromagntica (para poco ruido y difusin dbil) y una fase con domi-
nios espacialmente separados (para condiciones intermedias).
En aos ms recientes es particularmente destacable el anlisis de la formacin de opi-
niones en una poblacin humana tratada como red IE por A. Grabowski y R. A. Kosiski
(2005). En el estudio los individuos (los nodos de la red) se caracterizan conforme a su
autoridad, la cual ejerce influencia sobre las relaciones interpersonales en la poblacin.
Luego toman en cuenta estructuras jerrquicas de dos niveles de relaciones interpersona-
les y la localizacin espacial de los individuos. Se investiga el efecto de los medios de
comunicacin de masas, modelados como estmulos externos que actan sobre la red so-
cial en trminos de formacin de opiniones. Se encontr que el proceso de evolucin de
opiniones de los individuos ocurren fenmenos crticos. El primero de ellos se observa en
la llamada temperatura crtica del sistema T
c
y se relaciona con la situacin en la comu-
nidad, la que puede establecerse mediante cuantificadores tales como estatus econmico,
desempleo o criminalidad. Como resulta de las mltiples computaciones ensayadas, se
determin que en ciertas circunstancias especficas los medios de comunicacin masivos
efectivamente pueden povocar un re-armado de las opiniones en la poblacin.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
198
Cuando se pasa del plano procesual al estructural se comprueba que, a diferencia de los
grafos abstractos, las redes empricamente dadas poseen estructuras internas diferenciales,
motivos, conglomerados, comunidades, tradas, cliques, etc que son o bien formalmente
imposibles o bien estadsticamente improbables en configuraciones aleatorias u hologra-
mticas. La figura 13.1, por ejemplo, muestra las trece clases de subgrafos dirigidos posi-
bles entre tres agentes o vrtices conexos, un elemento de juicio esencial en el estudio de
las tradas en psicologa y sociologa de grupos desde Georg Simmel y de los pathways en
la bio-informtica contempornea (Caplow 1974; Holland y Leinhardt 1970; 1976; Davis
y Leinhardt 1972; Wasserman y Faust 1994: 556-602).
Aqu conviene dedicar un prrafo a una importante precisin nomenclatoria. Las antiguas
16 clases de isomorfismos y la nomenclatura M-A-N derivada de Holland y Leinhardt
(1970), utilizada por Wasserman y Faust (1994: 564-568), se encuentran casi en desuso
en la bibliografa de biologa sistmica, la cual es hoy por hoy el rea ms avanzada en el
estudio de motivos reticulares. El antiguo esquema o censo de rotulacin de las clases uti-
lizaba tres o cuatro caracteres: (1) El primero indicaba el nmero de dadas mutuas en la
trada; (2) el segundo, el nmero de dadas asimtricas; (3) el tercero, el nmero de dadas
nulas; (4) el ltimo, si estaba presente, se usaba para hacer una distincin adicional. Los
tipos que surgen de esta nomenclatura no pueden ser otros que 003, 012, 102, 021D,
021U, 021C, 111D, 111U, 030T, 030C, 201, 120D, 120U, 120C, 210 y 300. Los isomor-
fismos son ahora 13 y ya no 16, porque no se cuenta ni el grafo vaco (003), ni los dos
grafos que poseen vnculos entre slo dos elementos (012 y 102). Los grupos dedicados
hoy a esta clase de estudios utilizan generalmente el diccionario de motivos de Uri Alon,
que puede consultarse en lnea.
71
En ese diccionario las nomenclaturas de la serie de la fi-
gura seran id6, id12, id14, id36, id38, id46, id74, id78, id98, id102, id108, id110 e id238.
Programas como FANMOD y mDraw usan tambin esa notacin.
Figura 13.1 Isomorfismos de subgrafos de tradas Diseo del autor
Cualquiera sea la clave nomenclatoria, estos motivos (patrones de conectividad cuya dis-
tribucin y abundancia es distinta en diferentes clases de redes y que ocurren con fre-
cuencias que no son las que cabra esperar por mero azar) se han descubierto importantes
teortica y experimentalmente para determinar los procesos de formacin y cambio de
una red. En materia de redes biolgicas se ha sugerido que los motivos son elementos de
71
http://www.weizmann.ac.il/mcb/UriAlon/NetworkMotifsSW/mfinder/motifDictionary.pdf
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
199
circuitera recurrentes que corresponden a otras tantas clases de sistemas de procesamien-
to de informacin.
Figura 13.2 Motivos en redes reales y en redes aleatorias
Basado en Milo y otros (2002: 825)
Estas piezas simples [building blocks] que componen las redes complejas fueron reinven-
tadas por un grupo de bilogos israeles del Instituto de Ciencias Weizmann (Milo y otros
2002). Gran parte de la biologa de sistemas que estall a comienzos de este siglo se fun-
damenta en estas exploraciones; ellas han entrado a saco en propiedades reticulares que
en ciencias sociales eran bien conocidas hace algunos aos pero luego fueron olvidadas.
En general se afirma que los motivos de redes poseen funciones bien diferenciadas con-
forme a su topologa (Milo y otros 2004; Alon 2006); debido a que las demostraciones
experimentales estuvieron lejos de ser definitorias (Ingram, Stumpf y Starck 2006) esa
afirmacin debe ser tomada con prudencia, pero su valor heurstico sigue siendo destaca-
ble. Llamo la atencin sobre el hecho de que Milo y otros (2002) han descubierto que,
desde el punto de vista de la topologa interna de sus motivos, existen tres clases de redes:
(a) las que procesan informacin (redes de genes, la red neuronal de C. elegans, los cir-
cuitos lgicos), (b) las que procesan energa (redes alimentarias) y (c) las que encarnan
comunidades materiales de conocimiento (la World Wide Web). Est por verse si las re-
des sociales caen en una de esas tres clases o si constituyen una o ms clases adicionales.
De todas maneras, los especialistas en la cuestin, ya sea que estudien molculas, rela-
ciones con gente conocida que est en prisin o palabras en el diccionario (o como tam-
bin es habitual, las pautas que conectan todas esas cosas), saben que existen posibilida-
des estructurales la Euler que definen que los isomorfismos tericamente posibles son
13 para tres nodos, 199 para cuatro, 9364 para cinco y as sucesivamente. La pregunta a
formular es si en todos los fenmenos aparecen indistintamente todos los isomorfismos
distribuidos ms o menos al azar, o si ms bien hay algunos que son ms peculiares de al-
gunos fenmenos que de otros. Qu isomorfismos se dan en la prctica, cules no apare-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
200
cen y cules son las razones para ese constreimiento son asuntos de importancia cien-
tfica mayor.
72
Figura 13.3 - Motivos lingsticos Basado en Milo y otros (2004: 1539)
Completando el razonamiento, la figura 13.2 muestra el contraste entre los motivos que se
encuentran en redes reales y los que aparecen en redes aleatorias. Aunque en ambas clases
de grafo de las que se muestran en la figura el nmero de aristas entrantes y salientes de
cada vrtice es el mismo, en la red real el motivo del bucle de realimentacin hacia ade-
lante (tipo 5, llamado feedforward loop o FFL, id38 en el Diccionario de Uri Alon,
030T en la nomenclatura M-A-N) aparece cinco veces, mientras que en los ejemplares a-
leatorios no aparece nunca o se muestra una vez sola. A diferencia de lo que podra ser el
caso de los grafos arbolados, asimismo, ninguna parte del grafo es un equivalente holon-
mico del grafo completo o posee alguna clase significativa de correspondencia estruc-
tural.
Dado que (como se ha visto en el captulo precedente) los textos se pueden representar
como redes, los mismos estudiosos del Instituto Weizmann analizaron las redes de adya-
cencia de palabras; en stas cada nodo representa una palabra y una conexin directa se
dice que ocurre cuando una palabra sigue directamente a otra en un texto. Los perfiles de
significancia de las tradas presentes en repositorios en diferentes lenguas y de distintos
tamaos resultaron similares (figura 13.3). En todos los idiomas con los que se experi-
ment (ingls, francs, espaol y japons) las tradas 7 a 13 de la nomenclatura usada en
el experimento aparecen poco representadas. Esto se debe a que en la mayor parte de las
lenguas una palabra de una categora tiende a preceder palabras de categoras diferentes.
Otro sentido en el que las redes reales traicionan las pautas de anidamiento propias de los
hologramas y de algunos fractales estocsticos radica en el hecho de que las redes no son
fuertemente recursivas y el anidamiento de partes dentro de los todos es de un orden
de magnitud muy bajo: no encontraremos indefinidamente redes dentro de redes aumen-
tando la escala pues ms temprano que tarde encontraremos un corte, tcnicamente
correspondiente a la cola en cada de las curvas de distribucin. En ninguno de los ca-
72
Ntese, entre parntesis, que en este contexto se usa el concepto de isomorfismo en un sentido distinto al
que se utiliza en teora bsica de grafos, donde se dice que dos grafos son isomorfos si tienen el mismo n-
mero de vrtices y aristas (cf. Aldous y Wilson 2000: 42).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
201
sos tratados productivamente en la literatura el anidamiento de redes empricas supera el
nmero de Miller, esto es, el lmite mgico de 72 (Miller 1956).
En los ltimos aos se ha ido constituyendo en torno de los modelos y las aplicaciones
que hemos entrevisto un nuevo campo, una ciencia rara, que algunos han llamado socio-
fsica y otros sociodinmica. Aunque sus nombres son sugerentes de un superado reduc-
cionismo ontolgico que parecera buscar la causa de los fenmenos sociales y cultura-
les en las profundidades de la escala atmica, lo que justifica en rigor la existencia de este
empeo es de orden claramente epistemolgico: todos aquellos objetos (a) conformados
por un gran nmero de elementos (b) con muchos grados de libertad, (c) sujetos a inte-
racciones locales fuertes y (d) que a nivel global manifiestan fenmenos de emergencia
y/o de auto-organizacin, pueden ser abordados en algn respecto mediante unas pocas
clases de planteamientos formalmente parecidas, si es que no idnticas, a despecho de las
enormes diferencias que pudieran existir entre las variables que describen el estado de los
elementos individuales. Algo parecido a esto es lo que el antroplogo Gregory Bateson
(1985) descubri cuando se dio cuenta que los conceptos cibernticos de retroalimenta-
cin [ feedback] positiva y negativa le permitan describir y comprender mejor las no-
linealidades de la dinmica social que sus tortuosas categoras de cismognesis opositiva
y complementaria.
Igual que la geografa humana o cultural, la antropologa a veces se pone latosa con su
exaltacin de la diferencia y sus prdicas a favor de la des-naturalizacin de su objeto de
estudio, en nombre de lo que ese objeto inherente o presuntamente es; desde ya, muchas
veces estos reclamos se justifican por razones tanto cientficas como polticas. Pero desde
cierto punto de vista (y a eso voy cuando digo en algn respecto) no es relevante deca
Bateson que el objeto de estudio sean nutrias, pases en carreras de armamentos, abor-
genes Iatmul de Nueva Guinea o esquizoides californianos; tampoco importa demasiado
la exactitud y univocidad de los conceptos, la cuantificabilidad de las variables y parme-
tros del sistema o el conocimiento de ecuaciones que lo describen o de las leyes que lo
rigen; lo que importa en el fondo es el carcter relacional del problema.
Es por ello que ciertos campos de investigacin de la sociedad y la cultura urbana con-
tempornea (la formacin de redes sociales virtuales, la difusin de innovaciones, el mo-
vimiento pedestre, el trfico, los flujos migratorios, la dinmica de las multitudes, las
crisis financieras, las cascadas informacionales y sobre todo la formacin de opiniones en
un ambiente urbano a travs de relaciones cara a cara y comunicacin oral) han llevado a-
delante con xito perceptible esta clase de investigaciones.
La aplicacin de autmatas celulares, modelos de Ising y otras herramientas de la fsica
(computacional o estadstica) posee una larga tradicin. Por supuesto, a los humanos pen-
santes no les entusiasma ser tratados como un momento magntico aleatoriamente conmu-
table, debido a que ellos forman sus opiniones mediante complejos procesos cognitivos.
Pero para observar propiedades generales de la psicologa de masas, dichas aproximacio-
nes simples pueden ser suficientemente realistas (Stauffer 2003: 1).
As como en otras regiones del campo reticular se han encontrado analogas entre las
distribuciones caractersticas de sistemas de muy diferente naturaleza, en lo que concierne
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
202
a las comunidades que integran el tejido de una red se han elaborado matemticas tan fi-
nas que ello ha posibilitado el acercamiento entre (por ejemplo) el estudio de las estructu-
ras comunitarias en redes sociales y ciertos modelos concretos de la alta fsica que esta-
ban necesitados de clarificacin conceptual por va de una referencia a lo concreto. En
esta tesitura, Girvan y Newman (2004) han propuesto una medida de modularidad de una
estructura comunitaria formada por un nmero q de grupos:
2
1
s
q
s
ss
a e Q =
=
, con
=
=
q
s
rs s
e a
1
donde e
rs
es la fraccin de todas las aristas que conectan los nodos en los grupos r y s y
por ende e
ss
es la fraccin de aristas que conectan a los nodos del grupo s internamente. A
partir de esto, se encuentra que a
s
representa la fraccin de todas las aristas que poseen
por lo menos un extremo en el grupo s y a
2
s
se interpreta como la fraccin de vnculos que
caera entre los nodos del grupo s dada una distribucin aleatoria de vnculos. Es evidente
que 1<Q<1 (Reichardt 2009: 21). Los especialistas han llamado la atencin sobre la si-
militud entre esta medida y el coeficiente de assortativity que hemos descripto en su
oportunidad (vase pg. 147) y que define vnculos selectivos entre nodos que son afines
en algn respecto. Las matemticas subsiguientes son un tanto especializadas para referir-
las aqu; se ha demostrado, por ejemplo, que la configuracin de los ndices de grupo que
maximizan la modularidad puede interpretarse como la estructura comunitaria por anto-
nomasia. Formalmente, ella es equivalente a la negativa de la hamiltoniana de un spin
glass de Potts con acoplamientos cada par de nodos. Los acoplamientos se dice que son
ferromagnticos a lo largo de los vnculos del grafo y fuertemente anti-ferromagnticos
entre los nodos que no estn vinculados. Cuanto ms baja la energa de este spin glass,
mejor (o sea, ms modular) es la estructura comunitaria.
El formuleo matemtico y la terminologa de laboratorio, en ltima instancia, importan
poco: como sea, nunca se tendr que desarrollar esto manualmente. Lo que s importa es
que la modularidad muestra una equivalencia formal profunda con un modelo de spin
glass, lo cual nos permite derivar numerosos elementos de juicio sobre el comportamiento
de la funcin de calidad. En particular, el isomorfismo nos abre la puerta de toda la ma-
quinaria de la mecnica estadstica a fin de derivar valores de expectativa para la modu-
laridad de las distintas clases de redes aleatorias, las cuales son a su vez indispensables
para la evaluacin de la significancia estadstica de los hallazgos brindados por el proce-
dimiento de bloques modelado de esta manera.
Tambin en los campos de formacin de opiniones y resolucin de conflictos ha surgido
en lo que va del siglo un rico repertorio de modelos sociofsicos, entre los cuales se desta-
can el Bounded Confidence Model (BCM), el modelo de Sznajd y la simplificacin de
Ochrombel, el modelo de voto, la regla de la mayora [majority rule], el modelo de Axel-
rod y diversas variantes del modelo de Ising, la teora del campo medio y hasta la teora
de Landau (Bahr y Passerini 1998a; 1998b; Kacperski y Hoyst 1999; Weidlich 2000;
Stauffer 2003; Fortunato 2005; Estrada 2009; Dehmer y Emmert-Streib 2009). Gran parte
de esta sociofsica se ha elaborado en ambientes de modelado basado en agentes o en
autmatas celulares, encontrando o reproduciendo conductas complejas de transicin de
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
203
fase, histresis, caos, multistabilidad, sub- o sobre-reaccin dependiente de contexto y
formacin de mundos pequeos que tambin son perceptibles en la realidad.
No es posible examinar en el espacio restante stas y otras contribuciones. Futuras re-
visiones del ensayo que se estn leyendo incorporarn otros elementos de juicio difciles
de elaborar en este preciso momento, como stos que siguen:
1. Las elaboraciones tempranas y tardas de Harrison White, quien ya en 1962 se
arriesgaba a pensar que los acontecimientos individuales tales como la llegada y
partida de personas hacia y desde grupos espontneamente formados en una fiesta
pueden pensarse ms convenientemente como eventos aleatorios gobernados por
leyes anlogas a las que rigen los procesos de degradacin radiactiva. Un par de
aos ms tarde White tambin escriba que [s]era posible eventualmente encon-
trar paralelismos entre las estructuras de parentesco [...] y las modernas descrip-
ciones de la estructura atmica de cristales magnticos y de las circuiteras de
conmutacin electrnica (Freeman 2004: 124-125).
2. El compromiso inicial con Leo Kadanoff con el campo de los estudios urbanos
desde la ptica de la dinmica forresteriana en la dcada de 1970, su posterior de-
sengao con los modelos sociolgicos y la oportunidad perdida para la integracin
del campo en la teora reticular de las transiciones de fase (Kadanoff 1999: 365-
453);
3. El desarrollo del modelo de transiciones de fase en conexin con autmatas celu-
lares y con el esquema de segregacin de Schelling en una brillante disertacin de
Alexander Laurie (2003).
4. La aplicacin del modelo de renormalizacin al anlisis de conglomerado de se-
ries temporales en la distribucin de tamao de ciudades, redefiniendo de raz y si-
tuando en un contexto dinmico la vieja teora del rango-tamao (Zipf 1949; Gar-
mestani, Allen y Bessey 2005; Strogatz 2009).
5. El vnculo entre estas dinmicas y los modelos cognitivos derivados de la sinerg-
tica de Hermann Haken, en particular el SIRN [Synergetic Inter-Representational
Networks] (Portugali 2009).
Conjeturo que a medida que los modelos de transiciones de fase y clases de universalidad
se vayan generalizando en la comunidad de las redes sociales (en estado puro o a caballo
de la criticalidad auto-organizada, la teora de la percolacin, la dinmica de grafos, la
geometra fractal, la dinmica no lineal) acabarn propagndose sin culpa hacia el estudio
de la cuestin urbana. El modelo es suficientemente general y robusto para merecer un
lugar en el mundo.
Consecuencia n 10: Esta consecuencia involucra nada menos que una nueva definicin
de universalidad y un concepto razonablemente ms articulado de transdisciplina de lo
que hasta ahora ha sido la pauta en ciencias sociales. Segn este espritu, la transdisci-
plina deviene posible porque las estructuras de los problemas son pocas y son las mismas
en todas partes, y no porque los especialistas se sienten a negociar y hablen en lenguajes
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
204
que los dems no entienden sobre cuestiones cuyo conocimiento no est equitativamente
distribuido y a propsito de objetos que a los dems no interesan.
En este punto, conviene marcar la diferencia que a lo largo de este libro se ha puesto de
manifiesto entre la correspondencia estructural de los fenmenos y procesos reticulares en
diversos dominios y el supuesto de que esa correspondencia concierne a la ontologa de
los objetos reticulares o de las cosas sin ms. Este isomorfismo inexplicado e inexplicable
asoma con frecuencia en la cambiante Teora-del-Actor-Red [ANT] de un Bruno Latour:
[C]uando los cientficos sociales agregan el adjetivo social a algn fenmeno, ellos de-
signan un estado de cosas estabilizado, un conjunto de lazos que, ms tarde, puede movi-
lizarse para dar cuenta de algn otro fenmeno. No hay nada errneo en este uso de la pa-
labra en tanto designe lo que ya est ensamblado en un conjunto, sin hacer presuposicio-
nes superfluas sobre la naturaleza de lo que est ensamblado. Los problemas surgen, sin
embargo, cuando lo social comienza a significar alguna clase de material, como si el
adjetivo fuese ms o menos comparable a otros trminos tales como de madera, met-
lico, biolgico, econmico, mental, organizacional o lingstico. En ese pun-
to, el significado de la palabra se quiebra por cuanto ahora designa dos clases de cosas por
completo diferentes: primero, un movimiento durante un proceso de ensamblaje; y segun-
do, un tipo especfico de ingrediente que se supone difiere de otros materiales (Latour
2005: 2)
En gran medida concuerdo con Latour en el sentido de que las redes sociales (en tanto re-
des) no difieren sustancialmente de otras clases de redes. Pero la diferencia entre esta pos-
tura y la que aqu sustento finca en que para Latour los isomorfismos y las identidades de
objeto se deben a una misteriosa propiedad ontolgica, de carcter csmico o al menos
metafsico, que hace que todos los objetos y relaciones presentes en lo real sean de la mis-
ma naturaleza, antes que a las formas de abstraccin practicadas en el plano de la episte-
mologa con el fin de organizar el anlisis primero y articular la accin sostenible despus
(cf. Harman 2009: 221 y ss.; Dehmer y Emmert-Streib 2009; Sierksma y Ghposh 2010).
Como quiera que sea, frente al impasse endmico de la inter- o multidisciplinariedad con-
vencional, matemticos abstractos y socilogos de lo concreto pueden llegar a hablar aho-
ra un mismo idioma por poco que ambos planteen sus problemas, por ejemplo, en trmi-
nos de redes o de complejidad, o incluso slo de conjuntos numerosos de elementos que
cooperan entre s. Esto no es una expresin de deseos; la prueba tangible de la fecundidad
de esta aproximacin es hoy en da abrumadora. Escribe, en efecto, Jrg Reichardt, quien
no es un cientfico social sino un destacado fsico terico:
La investigacin de datos provenientes de un amplio rango de fuentes que abarcan las
ciencias de la vida, la ecologa, las ciencias de la informacin y las ciencias sociales tanto
como la economa, los estudiosos han demostrado que existe una ntima relacin entre la
topologa de una red y la funcin de sus nodos [...]. Una idea central es que los nodos que
posean un patrn de conectividad similar ejecutarn una funcin similar. Comprender la
topologa de una red ser un primer paso en la comprensin de la funcin de los nodos
individuales y eventualmente de la dinmica de cualquier red. [...] Podremos basar nues-
tro anlisis en el trabajo hecho en las ciencias sociales. En el contexto de las redes socia-
les, la idea de que un patrn de conectividad se vincula con la funcin de un agente se co-
noce como la ejecucin de un rol o la toma de una posicin. [...] El estudio de las es-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
205
tructuras de comunidades posee una larga tradicin en el campo de la sociologa, de modo
que no es de soprender que el ejemplo que encendiera el inters de los fsicos en ese cam-
po proviniera de esa disciplina (Reichardt 2009: 13).
Lo que hoy en da se est haciendo en estos trminos no guarda proporcin con la mo-
desta comunicacin interdisciplinaria entre antroplogos y matemticos que alguna vez se
hizo posible en torno de la antropologa matemtica, una pieza de poca setentista hoy
en da en retroceso si es que no disuelta: una actividad de nicho que produjo algunos
nerds destacados en el ejercicio del simbolismo formal aplicado a la cosa tnica, pero que
nunca pas del estado de comunicacin didica a un intercambio ms abierto, ni se pro-
pag al resto de nuestra disciplina, ni lleg a comprometer slidamente a ambas partes.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
206
14 Criticalidad auto-organizada, epidemiologa y percolacin
Una teora general de los sistemas complejos debe
ser necesariamente abstracta. Por ejemplo, una teo-
ra de la vida, en principio, debe ser capaz de des-
cribir todos los escenarios posibles para la evolu-
cin. Debe ser capaz de describir la vida en Marte,
si fuera a ocurrir. Este es un paso extremadamente
precario. Todo modelo general que construyamos
no puede tener ninguna referencia a especies con-
cretas. [...] Debemos aprender a liberarnos de ver
las cosas como son! Una visin cientfica radical,
por cierto! Si al seguir los mtodos cientficos tra-
dicionales nos concentramos en una descripcin
adecuada de los detalles, perdemos perspectiva. Es
probable que una teora de la vida sea una teora de
un proceso, no una resea detallada de detalles
profundamente accidentales de ese proceso, tales
como el surgimiento de los humanos.
Per Bak, How nature works, p. 10
Tras el nombre engorroso de criticalidad auto-organizada se esconde una idea de seducto-
ra simplicidad que ha dado lugar a una explosin de investigaciones en un nmero cre-
cido de disciplinas en la ltima dcada. El fundador de la especialidad, el dinamarqus
Per Bak [1948-2002], fue un personaje carismtico que apost a una intuicin genial, a
una denominacin con las palabras justas, a un leve exceso de audacia y a un golpe de
efecto; pero el xito de la idea no se debi slo a eso.
Figura 14.1 Criticalidad con granos de arroz Foto de Anna Levina,
http://idw-online.de/pages/de/news235364 - Visitado en diciembre de 2009
Tal como hemos visto en el captulo precedente, en la fsica clsica un punto crtico es un
punto en el cual un sistema cambia radicalmente su conducta y su estructura al pasar de
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
207
slido a lquido, por ejemplo. En esos fenmenos crticos normales existe un parmetro
de control que el experimentador puede variar para obtener ese cambio. En el caso del s-
lido que se derrite el parmetro de control es la temperatura. En los fenmenos crticos
auto-organizados, en cambio, los sistemas alcanzan un punto crtico de acuerdo con su
propia dinmica interna, independientemente del valor de cualquier variable de control.
La idea crucial de Bak consisti en pensar que el arquetipo de un sistema crtico auto-
organizado bien podra ser una simple pila de arena (o de arroz, figura 14.1). Arrojando
un hilo de arena lentamente sobre una superficie se forma una pila. A medida que la pila
crece ocurren avalanchas que transportan arena desde la cspide hasta la base. En los
modelos tericos, al menos, la pendiente de la pila es independiente de la velocidad con
que se arroja la arena. sta es la pendiente auto-organizada, la cual se llama as incluso en
casos en los cuales la pila no tiene forma de cono o adopta una configuracin irregular.
En los sistemas de este tipo la cada de un grano de arena un poco ms grande de lo co-
mn podra no tener consecuencias mayores, mientras que un evento menor (un grano de
arena adicional) podra desatar una reaccin en cadena y causar un deslizamiento de pro-
porciones: el mejor ejemplo de una funcin no lineal.
Estas ideas fueron propuestas por Per Bak a principios de la dcada de 1990 y encontra-
ron acogida permanente en las ciencias del caos, aunque el propio Bak no tena a estas
ltimas en buena estima, mostrndose ms bien partidario de las ciencias de la compleji-
dad, los fractales y los sistemas complejos adaptativos (Bak 1994; 1996; Bak y Chen
1991; Jensen 1998). Su concepcin posee la virtud invalorable de arrojar luz sobre el
escurridizo concepto de auto-organizacin: la conducta de la pila de arena depende de la
interaccin entre los elementos y no de un control exterior. Dado que el estado de la pila
determina cunta ms arena hace falta para alterarla, un grano de arena puede tener una
influencia desmesurada o no tener ninguna; la magnitud de la influencia de un grano que
cae est determinada por el estado actual, pero el estado siguiente est determinado por la
cada del grano de arena. Las avalanchas involucran a los elementos interactuantes en la
pila, segn las relaciones de comunicacin y vecindad que mantengan entre s. Es en este
vnculo y cercana donde podemos entrever una primera analoga con el concepto de red.
El tamao y frecuencia de avalanchas (como los de los terremotos y los motines) parece
obedecer a una distribucin [de ley] de potencia, semejante a la ley de Zipf o a la de Pa-
reto: los eventos pequeos son los ms frecuentes y los grandes los menos. Cuando se
grafican esas distribuciones no resultan en el familiar histograma gaussiano campanifor-
me, sino en una lnea que se dira recta y que desciende brusca y montonamente desde
los valores ms altos a los ms bajos. Como ya hemos visto hasta el hartazgo, la LP es
una caracterstica fractal (presente por ejemplo en el nmero de ros que confluyen en una
cuenca en relacin con sus respectivas longitudes) que se encuentra en muchos mbitos
diferentes como la economa, la biologa, la fsica y al parecer en un nmero creciente de
aspectos de la cultura, que siguen siendo pocos pero significativos, sin que exista una teo-
ra universalmente aceptada que explique su ocurrencia.
Ms all de la atmsfera ideal de los laboratorios, los investigadores de SOC se concen-
traron en sistemas naturales y sociales de los que se saba que exhiban comportamientos
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
208
invariantes de escala. Aunque muchos de sus estudios fueron resistidos por los especialis-
tas convencionales, a la larga la SOC se impuso como un fuerte candidato para la explica-
cin de un gran nmero de fenmenos, incluyendo terremotos (ley de Gutenberg-Rich-
ter), secuelas ssmicas (ley de Omori), manchas solares, ondas de pnico y formacin de
paisajes (Tams Vicsek), incendios forestales, epidemias, evolucin biolgica (sobre todo
en relacin con las teoras del equilibrio puntuado de Niles Eldredge y Stephen Jay
Gould), guerras (ley de Richardson), fluctuaciones en mercados financieros y otros fen-
menos de la naciente econofsica. Cuando surgi con fuerza el anlisis de redes indepen-
dientes de escala, se propuso tambin un nmero de modelos de SOC para generar y
explicar dichas redes como fenmeno emergente (Paczuski 2005).
Hay una pequea pero entusiasta comunidad de analistas de redes sociales que ha acogido
con simpata estas ideas de Per Bak; ellas, no obstante, han encontrado cierta resistencia
debido a aspectos dudosos de su elaboracin matemtica original y a un nmero anmalo
de experimentos que no pudieron replicarse o encontraron distribuciones distintas a las
esperadas. La literatura sobre SOC en arqueologa y en diversas ciencias sociales es ya de
volumen considerable; dado que en su mayor parte no se refiere a modelos de red no ha-
bremos de tratarla aqu, pues ya lo hemos hecho en otras partes (cf. Reynoso 2006a: 290-
303).
Entre los estudios que vinculan SOC con redes sociales y que s son de relevancia desta-
can los de Grard Weisbuch, Sorin Solomon y Dietrich Stauffer (2003), Arcangelis y
Hermann (2002), Caruso, Latora, Rapisarda y Tadi (2004), Stollenberk y Jansen (2007)
y Alexandre Steyer y Jean-Benot Zimmermann (2000; 2005). Este ltimo trabajo es de
particular importancia porque sistematiza la literatura econmica sobre difusin de inno-
vaciones, aplicando el modelo de SOC con cierta elegancia. Los autores consideran que
existen tres clases de trabajo sobre difusin en una clasificacin que reproduzco agregan-
do no pocos elementos de juicio:
La primera categora es la de los modelos pioneros de Frank Bass [1926-2006],
Edwin Mansfield [1930-1997] y Everett Rogers [1931-2004]. Se los conoce como
modelos logsticos y estn gobernados por la lgica de la cintica qumica o ms
bien por metforas tomadas de esa especialidad. En un mundo sin fricciones, a-
gentes cuyo nico rasgo es la receptividad individual tienen equiprobabilidad de
encontrarse de a pares. Estos modelos describen una curva con forma de S e in-
troducen conceptos tales como innovadores, adoptadores tempranos (Rogers),
secundarios, terciarios, cuaternarios, imitadores, mayora tarda, reza-
gados, etctera. Esta es la clase de modelos que se aplicaba, considerablemente
diluida, en el rea de mercadotecnia en los aos en que yo trabajaba en Microsoft.
La segunda variedad es la de los modelos epidmicos. En ellos los agentes se lo-
calizan dentro de una estructura mtrica que posee vecindades definidas espacial-
mente. La comunicacin tiene lugar de un individuo a otro, de modo que este mo-
delo es comparable a las redes de comunicacin excepto por un factor individual
de receptividad; los problemas de difusin se pueden comparar por ende con los
modelos de percolacin que se vern ms adelante en este mismo apartado.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
209
La tercera categora es la de las redes de influencia social en las cuales los agentes
se sitan en una estructura de red en la cual las influencias avanzan mediante una
propagacin de avalanchas contingentes a la topologa de la red.
A travs de un complejo razonamiento (que no es preciso describir aqu) los autores
encuentran que el modelo de avalancha es el que mejor explica las instancias de difusin
de innovaciones, el papel de los influyentes, de los innovadores y de los intermediarios de
bajo nivel de centralidad, la influencia de la calidad de la comunicacin, el papel de la
experiencia de los individuos a lo largo del tiempo y la dinmica general de las reacciones
en cadena.
El anlisis de Xavier Guardiola y otros (2002) tambin desarrolla un esquema simple de
difusin de innovaciones en una red social empleando una especie de modelo basado en
agentes. En este modelo decidirse a innovar tiene un costo de upgrade; los agentes se
caracterizan por una sola variable, que es su nivel tecnolgico. No tan sorprendentemente,
en el punto crtico las avalanchas de innovacin muestran una conducta de LP; se ma-
nifiestan en rfagas intermitentes separadas por largos perodos de quietud, una secuencia
que tiene un aire de familia con la dinmica del equilibrio puntuado. El modelo de Guar-
diola no sigue en realidad el plan estricto de la criticalidad auto-organizada, debido a que
en ste no se presenta un punto crtico discreto sino ms bien una amplia regin crtica en
el espacio de parmetros. Salvaguardando la nocin de avalancha propia del SOC, el mo-
delado se desarrolla en base a una lgica termodinmica de transiciones de fase como las
que hemos analizado en el captulo anterior (pg. 193 y ss.).
Otros trabajos de esta misma escuela integran esta clase de razonamientos con teora de
juegos, modelos de agentes, economa de la cooperacin y teora de la decisin. El mode-
lo es muy rico y sugestivo pero va bastante ms all del foco de la relacin entre el ARS y
la complejidad que estamos desarrollando. Por otra parte hoy prevalece una actitud pru-
dente ante las vastas generalizaciones de los especialistas en SOC. Escribe Didier Sorne-
tte:
No hay consenso [sobre la SOC] debido a que la ausencia de una comprensin general
impide la construccin de un marco de referencia unificado. Es opinin de este autor que
la bsqueda de un grado de universalidad similar a la que se encuentra en las transiciones
de fase termales crticas es ilusoria y que la riqueza de los sistemas alejados del equilibrio
yace en la multiplicidad de mecanismos que generan comportamientos similares. Aun pa-
ra el mismo modelo y dentro del mismo mecanismo, los autores a veces divergen con res-
pecto a la identificacin de la variable o el mecanismo relevante, lo cual refleja el hecho
de que hay varias descripciones posibles de un sistema auto-organizado (Sornette 2006:
397).
La existencia de esas mltiples descripciones posibles es correlativa, a su vez, del hecho
de que hoy se reconoce que los fenmenos crticos en el mundo de las redes ocurren en
una amplia variedad de fenmenos: cambios estructurales en la red, emergencia de redes
crticas independientes de escala, procesos de percolacin, umbrales de contagio, transi-
ciones de fase en modelos cooperativos, transiciones en pares co-evolutivos, transiciones
entre regmenes procesuales, colapso de la red como tal, etctera (Dorogovtsev, Goltsev y
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
210
Mendes 2008: 3). Uno de esos fenmenos, tal vez el que se ha estudiado con ms rigor
entre todos ellos, es el que toca examinar ahora.
Con un historial cientfico menos dependiente del xito de mercado de un libro best seller
o de un incipiente culto a la personalidad, entre los especialistas en complejidad la teora
de la percolacin tiene harto mejor imagen y fundamentacin formal que la criticalidad
auto-organizada y un atractivo que no le va en zaga. La idea de percolacin surgi hace
unos cincuenta aos para estudiar algo tan aparentemente ligado a un fenmeno circuns-
cripto como lo es el paso de un lquido a travs de un medio poroso desordenado, o sea
con canales bloqueados al azar. Visto en cierta forma, el estudio concierne a la estructura
de componentes de sub-grafos aleatorios en un grafo, lo cual nos remite exactamente a la
clase de problemas que estudiaban Erds y Rnyi. En la teora de la percolacin los
componentes se llaman conglomerados [clusters]. Para obtener nuestro grafo al azar se-
leccionamos vrtices o aristas con una probabilidad p. Usualmente, el grafo subyacente es
un enrejado o un grafo similar a un enrejado que puede ser orientado o no.
Dos ingleses, un matemtico y un ingeniero, estaban estudiando bajo qu circunstancias
se obstruye el filtro para la entrada de aire en las mscaras de gas (Broadbent y Hammers-
ley 1957). Con esas mscaras se puede respirar bien mientras las impurezas (polvo, espo-
ras, insectos) no se acumulen tanto que obstruyan los conductos del filtro. Los investiga-
dores hallaron que el proceso no es proporcional, ni montono, ni gradual; en un momen-
to se puede respirar ms o menos bien, pero un rato ms tarde se obstruye la entrada de
aire por completo y se cierra de golpe. Por encima de un 40% de conductos obturados (o
de una cifra en ese orden de magnitud), la corriente de aire se corta en seco.
Figura 14.2 Grafo de Cayley 2D y 3D
Izquierda: Fractal de grafo de Cayley, diseado por el autor con Visions of Chaos
Derecha: Grafo de Cayley diseado por el autor con Jenn3D
Hay un antecedente de esas investigaciones que trae la problemtica a un terreno ms
familiar y que tiene que ver con los estudios de Paul Flory [1910-1985] y Walter Hugo
Stockmayer [1914-2004] sobre gelacin durante la Segunda Guerra Mundial. Este proce-
so describe cmo se forman macromolculas entre un nmero grande de pequeas mol-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
211
culas ramificadas a medida que se establecen vnculos qumicos entre stas. Cuando este
proceso de polimerizacin cubre todo el sistema se habla de gelacin.
No hay nada de esotrico ni de esquemtico en todo esto: todos los que han calentado un
huevo para hacer un huevo cocido han experimentado algo semejante. La albmina puede
estar en un estado lquido o bien presentarse como un gel (de all lo de gelacin); no hay
estados intermedios. Puede que no est toda cocida; pero la parte que lo est, lo est total-
mente. Cocer un huevo puede pensarse como un proceso de percolacin sobre un enreja-
do [lattice] de Bethe o un rbol de Cayley tridimensional extremadamente denso (vase
figura 14.2; Stauffer y Aharony 1994: 4). Un enrejado de ese tipo es una estructura inde-
finidamente ramificada sin ningn bucle. Estas formas clsicas de la teora de grupos son,
como podr imaginarse, susceptibles de representarse mediante gramticas de grafos o
directamente como fractales, ya sea de la especie gramatical de los sistemas-L o como sis-
temas de funciones iterativas (IFS) (Meier y Reiter 1996; Reynoso 2006a: 347-356). No
hay nada retorcido tampoco en establecer una relacin entre albminas de huevo y grafos
por un lado con relaciones sociales por el otro en tanto lo que se ponga en mira sea la
dinmica de los procesos que les ateen antes que sus propiedades especficas. Si bien en
no pocos cuarteles de las ciencias sociales se cree que hablar de procesos continuos es
signo de mayor sutileza que pensar en saltos y cambios discretos, buena parte de las
transiciones de fase de la vida real son de hecho discretas: cuando alguien se contagia,
adopta una moda, se hace republicano, se convierte a otra religin, se embaraza, es de-
puesto o se muere, la naturaleza del cambio de estado suele ser discreta e instantnea, o al
menos se lo puede considerar as a los fines analticos.
Figura 14.3 Percolacin de ligadura: siga un camino blanco, de arriba hacia abajo.
Si la grilla percola, al menos una lnea de pasillo llegar al fondo. Basado en Grimmet (1999: 4-5)
Hay otro antecedente mucho ms temprano que demuestra, por si hiciera falta, el carcter
contraintuitivo que tienen estos procesos de transicin de fase. El gegrafo griego Es-
trabn cuenta que en su poca la pennsula ibrica estaba tan poblada de rboles que una
ardilla poda pasar del cabo de Gata a Finisterre sin tocar el suelo, saltando de un rbol a
otro. Durante siglos, los ecologistas pensaron que Espaa debi haber sido un denso bos-
que; algunos creyeron que Estrabn exageraba, o que los salvajes trdulos, carpetanos,
bstulos u otros pueblos igualmente desaprensivos (de ningn modo los apolneos celtas)
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
212
con el tiempo dieron cuenta de los rboles. Pero el error de toda esta hermenutica con-
siste en creer que para que la ardilla pueda ir de un extremo al otro todo el pas tendra
que estar cubierto de vegetacin. La teora moderna de la percolacin demuestra, por el
contrario, que con algo un poco por encima pero muy cercano a la mitad del terreno fores-
tado ya se podra hacer ese recorrido de esa manera (Segarra 2001: 236).
A diferencia de la teora que examinamos antes, en la actualidad la forma normal de
expresin de las teoras de la percolacin (se refieran a lquidos, fuegos, enfermedades,
rumores, modas, consignas, insurrecciones o lo que fuese) es la teora de grafos, redes in-
clusive (Bollobs y Riordan 2006). Hay leves diferencias terminolgicas por cierto. Los
vrtices y los arcos se llaman sitios [sites] y enlaces o ligaduras [bonds]; cuando se obtie-
ne un grafo seleccionando nodos se habla de percolacin de sitio; cuando se seleccionan
los arcos, percolacin de enlace. Ambos modelos son discretos a menos que se especifi-
que lo contrario. Se ha desarrollado una opcin de percolacin continua que se est co-
menzando a comprender mejor y que Allen Hunt presenta como una tercera va (Meester
y Roy 1996; Hunt 2005: 1). Hay especialistas en percolacin de uno u otro tipo, pues sus
campos son diversos y su relacin es compleja; algunos de ellos abrazan su modalidad de
percolacin favorita de maneras casi apasionadas, o admiten no tener competencia en una
variante que vista desde fuera parece casi igual.
Pero las dos formas caractersticas de percolacin difieren bastante a la hora, por ejemplo,
de las predicciones sobre la difusin de una epidemia. Es evidente que si se lo piensa un
poco todo modelo de enlace se puede reformular como un modelo de sitio sobre una grilla
o enrejado diferente; pero lo inverso no es verdad: los modelos de sitio son entonces ms
generales. La figura 14.3 muestra dos procesos de percolacin de enlace para p = 0,49 y p
= 0,51; en el segundo caso a la derecha hay percolacin vertical; en el primero no. Como
es propio de la percolacin de enlace, los bloqueos estn asociados con discontinuidad de
los pasillos. Si presuponemos aleatoriedad en la construccin de los enrejados, est claro
que todo el aparato conceptual de la percolacin mapea sobre la teora de grafos aleato-
rios. Esto se hace transparente en esta cita, donde p denota simplemente probabilidad:
En la percolacin de ligadura, los vnculos se retienen con probabilidad p y se borran con
probabilidad 1 p. En percolacin de sitio, la aleatorizacin se aplica a los nodos en vez
de a los vnculos. La percolacin es fcil de estudiar en grafos aleatorios, dado que el re-
sultado de retener una fraccin p de los vnculos o sitios es otro grafo aleatorio. Utilizan-
do la heurstica de los procesos de ramificacin, la percolacin ocurre (habr un compo-
nente gigante) slo si la media del proceso de ramificacin asociado es > 1. Esta observa-
cin es bien conocida en la literatura de epidemiologa, donde se expresa como la epide-
mia se propagar si el nmero de infecciones secundarias causada por un individuo infec-
tado es > 1 (Durrett 2007: 15).
La eleccin entre un modelo y otro de percolacin no es trivial, como no lo es la eventual
analoga que puede establecerse con uno u otro modelo de epidemiologa o de difusin de
innovaciones. Como escribe Watts,
Uno tiene que pensar cuidadosamente qu versin (percolacin de sitio o de ligadura)
captura mejor la naturaleza de la enfermedad [o proceso] en cuestin. En el caso de un vi-
rus como el Ebola, por ejemplo, se puede presumir que todo el mundo es susceptible y po-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
213
ner el foco en la medida en que cada quien puede infectar a otros. Por ende, la formula-
cin relevante para una percolacin vinculada con el Ebola sera un modelo de percola-
cin de ligadura. Los virus de computadora como el Melissa, sin embargo, pasaron gene-
ralmente entre una computadora susceptible y otra (todas las ligaduras estn efectivamen-
te abiertas) pero no todas las computadoras son susceptibles. De modo tal que un modelo
de percolacin para un virus de computadora probablemente deber ser de la variedad de
percolacin de sitio (Watts 2004: 187-188).
Volviendo a la percolacin de sitio, el caso es que el umbral de percolacin exacto de una
grilla cuadrangular es todava una incgnita, dado que el campo result ser bastante ms
difcil de lo esperado, con varios resultados profundos efectivamente probados pero mu-
chos ms en estado conjetural. Simulaciones masivas de tipo Montecarlo que se hicieron
en todos estos aos ubican esa cifra en torno de p
c
0,5927621; a medida que las compu-
tadoras se hacen ms poderosas se van aadiendo ms decimales a ese guarismo, pero los
primeros dgitos ya no varan. Para la percolacin de enlace, en cambio, el umbral se sita
exactamente en p
c
= 0,5; parece simple, pero llev dcadas establecer terica y computa-
cionalmente ese valor (Schroeder 1990: 30-32; Bollobs y Riordan 2006: ix). Las cifras
oscilan sensiblemente de acuerdo con la geometra y dimensionalidad de las celdas (entre
0,5 y 0,8, digamos), pero siempre es ms baja en la percolacin de ligadura. Es dudoso
que un modelo cuantificable de percolacin de grillas se pueda extrapolar con un grado
operativo de precisin a modelos de las ciencias sociales sin la mediacin de un modelo
formal de grafos o redes, pero al menos la idea sirve como referencia para imaginar l-
mites y escalas posibles, y para determinar qu formalismos concretos hay que poner en
lnea para obtener ciertos fines.
Inseparable de los estudios de difusin de novedades y epidemiologa es la clasificacin
de los as llamados modelos de compartimiento. En todos ellos las caractersticas de una
gran poblacin se reducen a unas pocas variables que son relevantes al proceso; comn-
mente se divide entonces la poblacin entre los que son susceptibles al contagio o la a-
dopcin de la novedad, los que estn infectados por ella y los que lo estuvieron y ahora
estn inmunes. De esas categoras se derivan distintas clases de procesos conocidos como
los modelos SIR (Susceptible Infectado Recuperado), SEIR (Susceptible
Expuesto Infectado Recuperado), MSIR (Maternalmente inmunizado
Susceptible Infectado Recuperado), SIS (Susceptible Recuperado), etctera. Al
lado de stos se han desarrollado hoy en da diversos modelos de complejidad que ataen
no slo a la epidemiologa como asunto especfico, sino a los procesos de difusin en ge-
neral (Watts 2004a; Dodds y Watts 2005; Blasius, Kurths y Stone 2007: 159-214; Watts y
Dodds 2007; Brauer, van den Driessche y Wu 2008; Sun y otros 2009).
Al menos una soberbia pieza de software de dominio pblico (STEM, The Spatio-Tempo-
ral Epidemiological Modeler) est disponible desde hace aos para el tratamiento siste-
mtico de estas dinmicas.
73
La computacin de la dinmica epidemiolgica de STEM se
73
Vase http://www.eclipse.org/stem/ - Visitado en abril de 2010. Vase un excelente artculo sobre los
modelos de compartimiento en http://en.wikipedia.org/wiki/Compartmental_models_in_epidemiology.
Visitado en noviembre de 2010.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
214
basa en modelos SI(S), SIR(S) o SEIR(S) pre-codificados con variaciones determinsticas
o estocsticas. En la actualidad STEM incluye varios modelos de ecuaciones diferenciales
ordinarias, as como interfaces de visualizacin con GoogleEarth o GoogleMaps. La
programacin de interfaces con software de anlisis de redes y visualizacin de grafos y
modelado basado en agentes es tcnicamente posible pero todava no se ha materializado.
Figura 14.4 Grilla de percolacin de sitios en valor de umbral (Schroeder 1990: 32)
Los modelos que hemos visto y otros ms han sido investigados de cara a las redes socia-
les por Jorge Miceli (2007) del Grupo Antropocaos de la Universidad de Buenos Aires; su
adopcin en antropologa, sin embargo, sigue siendo extremadamente marginal. En la
monumental enciclopedia de antropologa mdica de Ember y Ember (2004), por ejem-
plo, o en la masiva bibliografa que en ella se despliega, ni siquiera se mencionan los mo-
delos epidemiolgicos bsicos y apenas si conceden a las redes sociales algunas frases de
ocasin dichas al pasar. Sin duda hay algo ms que un puado de cientficos sociales
trabajando en trminos conjuntos de redes, complejidad y medicina en contextos multidis-
ciplinarios; suenan los nombres de Martina Morris (1993), Jacco Wallinga y otros (1999),
Merrill Singer y otros (2000) y Alden Klovdahl y otros (2001); la ausencia de participa-
cin antropolgica significativa en ese campo y con esas tcnicas formales exactas, sin
embargo, es al mismo tiempo palpable y difcil de justificar (ver adems MacQueen 1994;
Trostle y Sommerfeld 1996; Hatty y Hatty 1999; Taeb y otros 2005; Trostle 2005). Aun-
que su espritu de autocelebracin y su moralismo se tornan a veces un tanto latosos, no
niego a la antropologa mdica o epidemiolgica su relevancia y sus logros pasados;
74
74
Cualquiera sean los prejuicios ancestrales de la antropologa en contra del modelo mdico hegemnico,
no es posible impugnar a la ligera la eficacia del modelado reticular y complejo en el campo de la epidemio-
loga; l ha sido instrumental en la prediccin y el control de los brotes de SARS, para comprender el pro-
ceso de dispersin del HIV en frica y en la investigacin de infecciones hospitalarias resistentes a los anti-
biticos, entre otros muchsimos campos (Deutsch y otros 2008: esp. captulo 25 y pp. 60, 192; Magel y
Ruan 2008: v; Chowell y otros 2009: 343-360). Desde ya, existen innumerables mtodos de modelado ma-
temtico en medicina y epidemiologa que no son ni reticulares ni de percolacin: anlisis de sensitividad,
estrategias bayesianas, regresin lineal y no lineal, regresin logstica, anlisis de conglomerado, anlisis
factorial, modelado de ecuaciones estructurales, ecuaciones de diferencia y mtodos estocsticos en general
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
215
pero no es se el campo al que acudira en este preciso momento si lo que se requiere es
consultora de alto rigor y tcnicas robustas de intervencin en escenarios complejos.
Adems del vnculo oportuno entre la teora de la percolacin y los modelos inmunolgi-
cos, existe un tejido de relaciones muy finas y expresivas entre una grilla que se encuentra
en el rgimen propio del umbral de percolacin y la geometra fractal. Dado que el com-
portamiento cualitativo no depende del nmero de sitios sino de su probabilidad, la litera-
tura habla con frecuencia de grillas infinitas, que es como decir de tamao indefinido o
sin efectos de borde. Cerca del umbral de percolacin (p
c
0,5927621) los sitios ocupa-
dos de la grilla infinita forman conglomerados de sitios conectados de todos los tamaos.
De hecho, su distribucin se atiene a una ley de potencia simple: el nmero n(s) de
clusters que poseen s sitios ocupados es proporcional a s
, con = 187/91 = 2,054945
para la grilla cuadrangular. La ley de potencia n(s) ~ s
significa que la relacin del n-
mero de clusters de dos tamaos diferentes es independiente del tamao de los clusters;
solamente depende de la relacin entre las respectivas dimensiones.
La figura 14.4 muestra clusters de muchos tamaos, que van de pares de sitios (s = 2) a
un cluster abarcativo [spanning] que conecta la parte superior a la inferior. Una grilla ms
grande, 20 veces mayor que la de la figura, mostrara exactamente la misma distribucin
de clusters, slo que en esta ocasin stos sern 20 veces ms grandes. Esto significa que
los clusters de percolacin son autosimilares o independientes de escala, y que su tamao
relativo va desde la distancia de sitios contiguos a la totalidad de la matriz. Debajo del
umbral de percolacin, sin embargo, la longitud mayor para la autosimilitud no estar
dada por la longitud de la grilla sino por la longitud de correlacin , definida como la
longitud sobre la cual la probabilidad de que dos sitios pertenezcan al mismo conglomera-
do ha decado a 1/e 0,368. Para distancias menores que , los sitios ocupados forman un
fractal; por encima de prevalece la gometra euclidiana comn, con un nmero ocupado
de sitios M( R) ~ R
d
, donde d es la dimensin euclidiana o embedding dimension. En el
umbral de percolacin, diverge hacia el infinito y la probabilidad de que dos sitios
(incluso dos sitios ubicados a una distancia arbitrariamente grande uno del otro) pertenez-
can al mismo cluster se aparta enormemente de cero (Schroeder 1990: 31-32).
La longitud de correlacin (en adelante LC) se equipara a lo que en los modelos de
contagio es la distancia que puede recorrer una enfermedad antes de consumirse ella mis-
ma (Watts 2004a: 186); en los modelos geogrficos, mientras tanto, la LC se puede
interpretar como la distancia intervlica [lag] ms all de la cual no se percibe correlacin
entre puntos adyacentes (Deems, Falsnach y Elder 2006). Cuando en un sistema percolan-
te aparece sbitamente el conglomerado caracterstico del punto de transicin, se dice que
ese sistema se encuentra en estado crtico: cualquier perturbacin o enfermedad, por pe-
quea y dbil que sea, se propagar globalmente, pues a los efectos prcticos la LC de-
viene infinita.
(Rao, Miller y Rao 2008). Los modelos de complejidad, sin embargo, mucho ms amigables para el antro-
plogo que estos otros, han logrado hacerse un nicho perdurable en el repertorio competitivo de las tcnicas
consolidadas.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
216
La LC se vincula a su vez con una idea que muchos manuales presentan de manera ms
complicada de lo que se necesita. Esta es la idea de renormalizacin. Desde el punto de
vista matemtico el concepto encubre un procedimiento bastante complejo, pero en el
espacio real ste se corresponde con una aplicacin fsica relativamente simple. Ella po-
dra descibirse como una especie de engrosamiento de la resolucin [coarse-graining]
que acompaa al retroceso del observador hacia una perspectiva ms lejana en relacin
con el objeto: la adopcin de una mirada ms distante, diramos con Claude Lvi-Strauss
(1984). Si un sistema posee invariancia de escala verdadera (es decir, si se encuentra
exactamente en el umbral de percolacin), ser imposible detectar un cambio a medida
que la escala de observacin se incrementa. Un sistema con una LC infinita parecer igual
a todas las longitudes de escala. Pero si el sistema se encuentra meramente cerca del um-
bral de percolacin, por el contrario, y si la LC es finita, retirarse a una mayor distancia
har parecer que la LC es ms pequea. Eventualmente la distancia del observador ser
mayor que la LC. Esta disminucin (relativa) de la LC significa que las nuevas escalas de
longitud del sistema deben parecer como si estuvieran ms all del umbral de percolacin
(Hunt 2005: 7).
Dejando de lado lo fea e impenetrable que a la sensibilidad esttica del lector humanista
pueda parecer el detalle descriptivo de estas circunstancias, el hecho concreto es que en
este terreno resulta evidente que una ciencia fra y abstracta ha reflexionado sobre los
efectos de la distancia de observacin en relacin con el estado dinmico de un sistema
con harto mayor refinamiento que una disciplina (la antropologa, cul si no) que no esti-
ma problemtico pasar del conocimiento local al conocimiento global. Nuestra disciplina,
en efecto, ha simplificado hasta lo indecible las problemticas de la escala, como si sta
acabara en una decisin elemental de mirar hacia lo micro o hacia lo macro antes que en
una relacin complejsima a travs de una veintena de rdenes de magnitud estructural-
mente heterogneos, regidos por reglas diversas y articulados segn conceptos inconmen-
surables. Conviene que aqu cite otro trabajo mo sobre el particular, porque aun cuando
en l est hablando de otro factor complejo (la dimensin fractal) el argumento toca los
mismos resortes esenciales:
Para utilizar una metfora deleuziana con la que a veces discrepo, comprense por ejem-
plo los modelos de espacios lisos de los antroplogos Clifford Geertz (1983; 1999; 2000:
133-142), Ronald Robertson (1995), Knut Nustad (2003: 123) y Jos Antonio Fernndez
de Rota (2009: 33-34) con los espacios estriados de Sheppard y McMaster (2004), Noel
Castree (2005: 204-206) o Clark y Gelfand (2006) a propsito de las relaciones entre lo
local y lo global. El impedimento que se presenta en los primeros no radica en que en
ellos no se cuantifique o en que se lo haga implcita o deficientemente, sino en que a los
efectos de comprender esas relaciones sus premisas cualitativas (lejos de propiciar una
descripcin densa rebosante de detalle) demuestran ser sorprendentemente esquemti-
cas. Mientras los estudiosos de la geografa humana y el modelado ambiental son sensi-
bles a los efectos de emergencia, a las complicaciones de la no-linealidad, a la disconti-
nuidad ontolgica de los niveles y las jerarquas, a la especificidad de las tcnicas de ob-
servacin e intervencin en cada nivel y a los peligros del reduccionismo y el individua-
lismo metodolgico, los antroplogos de perfil interpretativo lo resuelven todo argumen-
tando que nuestro conocimiento siempre empieza por lo local y que aunque la idea tra-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
217
dicional de desplazarse a un lugar apartado y estudiar las caractersticas culturales de una
poblacin resulta discutible y la idea fundante de la existencia de un grupo social ligado
a un territorio haya devenido inverosmil, de un modo u otro los estilos metodolgicos
habituales siguen teniendo plena vigencia (Fernndez de Rota 2009: 32, 33). En la mis-
ma tesitura y obviando cuanto se ha logrado aprender sobre la emergencia y sobre la com-
plejidad misma, el socilogo escocs Roland Robertson (1995: 34) protesta contra las
concepciones dualistas que definen lo global como si tuviera propiedades sistmicas
por encima y ms all de los atributos de las unidades locales. Es perceptible en este
punto que estas perspectivas de la geografa y de otras ciencias sociales difieren hasta la
raz; pero lo ms extrao es que lo hacen en un sentido inesperado.
Es notable, en efecto, que hayan sido las ciencias reputadas como ms abstractas las que
ahondaran ms en el hecho de que una totalidad ha de ser distinta de la suma de las partes
y al menos tan accidentada, multiforme y desigual como lo son stas: ni las nubes son es-
feras, ni las montaas cnicas... escriba Benot Mandelbrot (2003: 15) en uno de los ar-
gumentos con que iba componiendo su concepcin de la (auto)similitud, de las paradojas
de la escala, de las dimensionalidades vacilantes y de otras relaciones complejas entre las
diversas partes y los diversos todos susceptibles de postularse; Clifford Geertz (2000:
137), por el contrario, sostena con la mayor desenvoltura que su estrategia permita com-
prender la conducta de 65 millones de javaneses a lo largo de siglos a partir de observa-
ciones locales de unos pocos das en la aldea de Gresik y sin que mediara ningn ajuste de
perspectiva. Es llamativo, en otras palabras, que las geometras de la naturaleza sostengan
hoy una imagen ms vital y articulada sobre aquellas relaciones que las propias ciencias
de la cultura, dominadas por una topologa implcita a la que nunca se pudo insuflar una
dinmica genuina, por una sensible falta de sentido de las proporciones y por una concep-
cin homogeneizadora de las jerarquas, en la que lo ms local nunca est afectado por ar-
bitrariedades de recorte, dilemas de muestreo, influencias exter nas o efectos de lmite y lo
ms abarcativo se imagina como si consistiera simplemente en ms de lo mismo (Reynoso
2010: 288-289).
Aunque al final del da no exista ninguna clase de afinidad ontolgica real entre lquidos
que gotean y sociedades o perspectivas que cambian, la teora de la percolacin ha lle-
gado a formularse en un plano tan abstracto que el dominio emprico en que ella se origi-
nara es por completo irrelevante. En este sentido, me arriesgara a decir que los conceptos
de funciones de umbral, renormalizacin, rescaling y otros anlogos que se encuentran en
ella ostentan ms isomorfismo que analoga con las ideas de produccin de la escala, sca-
lar fixes, scale jumping e incluso nuevamente rescaling que atravesaran la geografa crti-
ca de los aos ochenta en su ruptura con la geografa euclidiana de los espacios neutros,
atemporales y carentes de estado. Ms all de la engaosa especificidad de su objeto reco-
nocido (fluidos penetrando un medio poroso) no es de extraar que con el correr de los
aos la teora de la percolacin haya llegado a constituir una especialidad en s misma con
objetos dispersos en mltiples disciplinas, con la fsica o la epidemiologa circunstancial-
mente en primer lugar. Sus problemas inherentes, que parecieran de formulacin sencilla,
no admiten en general soluciones analticas simples. Como dice Geoffrey Grimmett
(1999: viii), la disciplina constituida en torno de los fenmenos de percolacin, cuyo cre-
cimiento se mide a escala de horas, tiene fama de ser tan dura como importante.
Si el lector se sigue preguntando a qu viene todo el ruido en torno de los modelos de
percolacin en redes sociales, una sugerencia posible, congruente con las especificaciones
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
218
epistemolgicas que orientan este trabajo (p. 12), es que se plantee el problema al revs,
preguntando en qu campo del conocimiento se sabe mejor cmo hacer para que una red
se fragmente, o para evitar que un factor externo o un valor de variable interno logre frag-
mentarla, o para que pierda o preserve su conectividad global o regional, o para inhibir,
canalizar u optimizar los flujos de informacin, materia, energa, drogas, infecciones, per-
sonas o dinero que ocurren en ella. Expresada de otra forma, la pregunta crtica sera cu-
les son los factores claves que logran integrar o des-integrar el flujo de una red: ni duda
cabe que es un problema sociolgico, cultural, econmico, poltico o policial de la ms
alta prioridad.
A este respecto los tericos de redes han propuesto diversas estrategias, tales como la eli-
minacin de nodos o nexos al azar (random removal o RR), la remocin de los vrtices de
alto grado (HDR) y la remocin de alta centralidad de betweenness (HBR). La elimina-
cin de un nmero mnimo de nodos es esencial en sociologa y antropologa aplicada, as
como en epidemiologa, donde es prioritario determinar cul es el nmero de nodos que
se necesita inmunizar para detener una epidemia (o lo que fuere que pueda propagarse)
(Chen, Paul y otros 2006). Aunque cueste creerlo, muchos de los estudios tradicionales de
estas cuestiones fundamentalmente aplicativas se basaban en redes ideales de tipo ER o
en pequeos mundos tericos que no tienen claros correlatos materiales.
Pero hace poco esto ha comenzado a cambiar: un grupo multinacional de peso pesado en
el estudio de las redes, compuesto por Yiping Chen, Gerald Paul, Reuven Cohen, Shlomo
Havlin, Stephen Borgatti, Fredrik Liljeros y Eugene Stanley ha propuesto una batera de
mtodos de percolacin para comprender, medir y eventualmente incidir en la vulnerabili-
dad de las redes de la vida real (Chen, Paul y otros 2007). Trabajando con una red IE de
hogares suecos de 310.136 nodos y 906.260 vnculos que constitua una red con = 2,6 y
corte exponencial, las conclusiones de los autores orillan lo incomprensible para el lego
(ni hablar de que lo podran entender las organizaciones militares) pero es indudable que
han logrado capturar con algn respaldo experimental por lo menos un indicio de una
posible clave. Siendo F la medida de fragmentacin (la razn entre el nmero de pares de
nodos que no estn conectados en la red fragmentada y el nmero total de pares en la red
original) y C la conectividad (ambos entre 0 y 1), P
el conglomerado gigante, p
c
el
umbral de percolacin de la transicin de fase, m el nmero de nodos removidos, q m/N
la razn de nodos removidos y p 1 q la concentracin de nodos existentes, se ha lle-
gado a estas conclusiones:
[H]emos estudiado la medida para la fragmentacin F 1 C propuesta en ciencias so-
ciales y la hemos relacionado con el tradicional P
.
Cerca de la criticalidad, para p p
c
y por debajo de p
c
, las variaciones entre C y P
emer-
gen debido a la presencia de pequeos conglomerados. Para los sistemas cercanos a (o por
debajo de) la criticalidad, F proporciona mayor precisin para la fragmentacin del siste-
ma total en comparacin con P
=
=
1
) 1 (
) 1 (
1
1
donde s
i
es el tamao del i
avo
componente y n es el nmero de componentes del grafo.
Matemticamente simple, la expresin puede lucir un poco abstrusa, pero hasta tanto pen-
semos algo mejor quedar como un aporte de inters para los estudios comparativos.
En definitiva, lo importante es que las teoras de la percolacin y de la criticalidad auto-
organizada, cualquiera haya sido su fortuna en la antropologa en general y en el ARS en
particular, parecen bastante distintas pero estn claramente interrelacionadas. Las princi-
pales nociones son las mismas en ambos campos: fractalidad, umbral crtico, transiciones
de fase, invariancia de escala, exponente crtico, auto-organizacin y auto-similitud, slo
para empezar (Stauffer 2009). Todas ellas han sido estudiadas productivamente en rela-
cin con redes sociales, con el espacio construido y con otros fenmenos reticulares que
aqu estamos examinando. Tarde o temprano el analista de redes se encontrar con alguna
de esas categoras en el camino, y es mejor que vaya tomando nota de lo que le espera.
Consecuencia n 11: En diversos regmenes tericos las epidemias, igual que las redes,
han ofrecido aqu y all metforas para imaginar procesos comunicativos en general y so-
ciales en particular. La antropologa lidia desde hace un tiempo con la paradoja de que su
mejor modelo epidemiolgico, o al menos el ms conocido, el de Dan Sperber (1994;
1996; 2000; Sperber y Wilson 1986), desenvuelve un modelo de replicacin evolutiva
que no es el habitual en las ciencias de la complejidad, en las cuales prevalecen los algo-
ritmos evolutivos, la memtica o la teora evolucionaria a secas. Sperber promueve tam-
bin un modelo epidemiolgico que no guarda relacin con las teoras de la percolacin o
con el anlisis de redes sociales y un modelo cognitivo enclaustrado en ideas de los aos
sesenta que no incorpora prcticamente nada de la ciencia cognitiva o la neurociencia
cognitiva social contempornea, para no decir nada de las teoras de la complejidad.
La hiptesis sperberiana estara entraando que la epidemiologa profesional interdiscipli-
naria tiene poco que ofrecer y que por ello es preciso urdir una estrategia separada para la
antropologa; pero la prueba contrastiva que establezca la superioridad conceptual del
propio modelo no se realiza nunca. El modelo sperberiano ni siquiera ha sido descripto, a
decir verdad; menos todava lo ha sido el otro contra el cual se erige. Aunque la observa-
cin que sigue puede resultar engaosa, no puede menos que sealarse que a pesar de los
obstculos idiomticos y estilsticos, en la ltima dcada menos antroplogos utilizaron
productivamente ese modelo antropolgico privado que el de la percolacin (Galam
2002; Prossinger 2005; Lambiotte y Ausloos 2006; Gabrielli y Caldarelli 2007).
Lo fastidioso del hecho no se restringe a la improductividad de las ideas de un autor en
particular, cuyo estilo parece caracterizarse por ensamblar de manera sistemtica, a lo lar-
go de dcadas, preguntas sagaces con respuestas decepcionantes. Propuestas idiosincr-
sicas como la de Sperber encarnan ms bien un antipatrn consagrado a revivir los fueros
de modos personalizados de produccin terica que no estn a la altura de lo que hoy se
requiere y que promueven marcos descriptivos que por estipulacin de diseo no permi-
ten ningn grado de intervencin, afanndose por reinventar la rueda metodolgica en
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
221
cada ocasin que se desenvuelve teora, sin mirar lo que se est trabajando en otros cam-
pos del conocimiento.
Aunque aqu y all se registra un puado de intentos preliminares, tampoco la comunidad
de ARS ha formalizado su relacin con dos campos importantes de las teoras complejas,
como lo son los que se revisaron en este captulo. Tanto en la antropologa como en el
anlisis discursivo de redes, no slo las matemticas, sino incluso los elementos concep-
tuales que hoy conforman la propia lingua franca del campo transdisciplinario han sido
objeto de un extraamiento ms profundo que lo que fuera jams el caso con las formas
culturales ms distantes. En contraste con este diagnstico, al lector le habr resultado
evidente que existe una correspondencia no trivial entre los asuntos recin tratados y los
desarrollados en el resto del libro; el surgimiento de un conglomerado infinito pasando el
umbral de percolacin, por ejemplo, es lo mismo que la aparicin de un componente gi-
gante en un grafo aleatorio ER. La robustez ante fallas al azar de una red equivale a la co-
municabilidad dentro de un componente gigante y al proceso de percolacin de sitio. La
geometra de todos estos procesos es fractal, lo que es significativo si necesitamos consi-
derar el objeto a otra escala. Y la distincin entre percolacin de sitio y de ligadura es
idntica a la que existe entre re-escritura de nodo y re-escritura de lnea en las gramticas
de los sistemas-L (Reynoso 2010: 159-206).
No sin renuencia hay dejar en el tintero un tpico cuya relacin con nuestras temticas es
muy estrecha pero cuyo tratamiento requerira un espacio excesivo. Me refiero a las teo-
ras, mtodos y tcnicas que han surgido en los ltimos quince aos en materia de mo-
delado matemtico de optimizacin de redes de transporte, irrigacin, sistemas de infor-
macin geogrficos y sobre todo flujos en redes espaciales. Se encontrar material de in-
ters en la bibliografa que se est produciendo en ese campo, el cual est viviendo hoy
una franca transicin en la que los procedimientos estadsticos y numricos convenciona-
les ms ligados a objeto se combinan con los modelos complejos, reticulares y de percola-
cin ms generales (van Deursen 1995; Bell 1998; Abed 2005; Rana y Sharma 2006: 139-
154; Blanchard y Volchenkov 2008; Bernot, Caselles y Morel 2009; Reggiani y Nijkamp
2009; Pez y otros 2010: 32).
A esta altura del ensayo est claro que un dilema que a primera vista est adherido por
completo a las lgicas situacionales de un asunto peculiar puede iluminarse a partir de la
experiencia reunida en torno a interrogantes que surgieron en dominios completamente
distintos. Por las configuraciones de sus modelos ms que por las propiedades de sus ob-
jetos, la investigacin en esos otros dominios puede que ayude a esclarecer cuestiones de
innovacin, difusin y cambio sobre las que la antropologa hace rato ha perdido la inicia-
tiva, los mtodos y los conceptos. Es verdad que resultara forzado investigar mediante
formalismos de redes tpicos que requieren una aproximacin de orden narrativo o estti-
co; pero en los escenarios que claman por una visin relacional como la que las redes y la
complejidad ofrecen, tal vez sean las concepciones tradicionales de la antropologa las
que deberan mirar en torno y dar un paso al costado, dejando espacio para que las formas
transdisciplinarias de exploracin se apliquen a los problemas que nuestras estrategias
han alborotado, eludido o dejado sin resolver.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
222
15 Algoritmos evolucionarios: Gestin sostenible de problemas intratables
[N]o se descubre que hay ms orden en el mundo
que el que aparece a primera vista hasta que se lo
busca.
Chr. von Sigwart segn P. Haggett (1965: 2)
Qu truco mgico nos hace inteligentes? El truco
es que no hay truco. La inteligencia crece a partir
de nuestra vasta diversidad y no de algn principio
perfecto y singular.
Marvin Minsky (1988: 308)
Habiendo ya tratado raudamente cuestiones relativas a la intratabilidad, la sustentabilidad
y la complejidad, y habiendo tanteado tambin el terreno incierto que media entre los mo-
delos y las metforas, es momento de hacer referencia a otras herramientas que estn co-
menzando a utilizarse en ciertas fases particularmente delicadas del anlisis y gestin de
redes en general y de redes socioculturales en particular.
Como ya se habr podido inferir de lo que se ha visto, realizar ciertas operaciones ana-
lticas, definir rutas de flujo o dibujar grafos correspondientes a redes de moderada com-
plejidad no es una tarea intelectual o computacionalmente simple. En muchos casos en-
contrar una solucin ptima o al menos razonablemente buena es una tarea impracticable
y lo seguir siendo siempre aun si el cerebro se las ingenia o si la tecnologa informtica
prosigue con su ritmo de crecimiento exponencial. Las prestaciones grficas de nivel in-
termedio (la de programas en la clase de Pajek o Network Workbench) resuelven esa
clase de dificultades cindose a casos especiales de representacin tales como grafos
planares, concentrndose en aspectos particulares de configuraciones bien conocidas co-
mo rboles o dibujos de grillas rectilneas, neutralizando la tercera dimensin, muestrean-
do o tratando conjuntos de datos de envergadura ms modesta. No es inusual, entonces,
que en esos programas algunas consultas cuantitativas sobre diversos valores relacionales
entreguen respuestas distintas cada vez que se las formula.
Aun as las prestaciones analticas suelen experimentar explosiones combinatorias a poco
de empezar. En el problema del vendedor viajero para diez ciudades, por ejemplo, las ru-
tas posibles son (9!) = (9 * 8 * 7 * 6 * 5 * 4 * 3 * 2 * 1) = 181.440; una computadora que
realice mil clculos por segundo encontrar todas las rutas en tres minutos o algo ms por
el mtodo de exhaucin. Pero si las ciudades son veinte el nmero de caminos posibles es
alrededor de 6,08 x 10
16
o sea 60.800.000.000.000.000. La misma mquina tardara en-
tonces unos dos millones de aos en consumar la operacin. Aunque la tecnologa permi-
ta aceleraciones de varios rdenes de magnitud el problema sera inviable mediante un
mtodo exhaustivo caso por caso, propio de la clase de modelos que ms arriba se han de-
finido como mecnicos (p. 12, tipo I). La cosa tampoco se resuelve si se emplea un mto-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
223
do aleatorio o estocstico propio de los modelos estadsticos (idem, tipo II); la proba-
bilidad de encontrar una solucin con sucesivas elecciones independientes y por completo
a ciegas es extremadamente baja, dado que el espacio de bsqueda est cuatrillones o
quintillones de veces por encima de la combinatoria de posibilidades de una lotera.
Figura 15.1 Paisaje de adecuacin Diseado por el autor con Visions of Chaos
Los algoritmos exhaustivos clsicos son imbatibles cuando el espacio de bsqueda es uni-
modal, lineal, cuadrtico, fuertemente convexo y separable. Pero cuando el clculo se po-
ne complicado, o cuando se requiere ir ms lejos, el recurso comn en computacin y en
ciencias de la complejidad consiste en salirse de las herramientas convencionales y arries-
garse en la prueba de modelos complejos adaptativos o de algoritmos basados en metfo-
ras no convencionales. Por lo comn esta clase de modelos y algoritmos no garantiza so-
luciones perfectas pero s suficientemente buenas, aceptablemente prximas al mximo o
mnimo global; a veces logran eso en tiempos reducidos. Fue John Holland, antiguo
alumno del creador de la ciberntica y pionero de los estudios de sincronizacin Norbert
Wiener, quien aport algunas de las ideas que generaron esta lnea de investigacin, que
comenz a articularse en la dcada de 1960. Holland imagin que la bsqueda de una so-
lucin ptima en un espacio de fases de elevada dimensionalidad, no convexo
75
y de e-
norme tamao podra resolverse tomando ejemplo de los mejores casos conocidos de re-
75
Un problema no convexo es uno que posee numerosos mnimos y mximos locales. En teora de optimi-
zacin (que es donde se definieron estas categoras) se piensa que la principal divisoria en materia de difi-
cultad de resolucin de un problema no se establece entre linealidad y no-linealidad, o entre la pequea y la
gran escala, sino ms bien entre convexidad y no-convexidad. Contrariamente a la creencia general una in-
mensa proporcin de problemas combinatorios convexos se puede resolver con relativa facilidad por ms
que ellos impliquen cientos de variables, parmetros y constreimientos (Sarker, Mohammadian y Yao
2003: 4-19; Floudas y Pardalos 2009: 514-561).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
224
solucin de problemas. Uno de los problemas empricos ms espinosos que pueden con-
cebirse, en efecto, se ha planteado en biologa y consiste en el diseo y puesta a punto de
un dispositivo tan complejo como el cerebro humano en un lapso de tiempo absurdamente
breve. Este problema intratable fue de hecho resuelto bastante bien: el ms poderoso re-
solvedor de problemas del cual se tiene noticia es, por ende, la seleccin natural. sta es,
en sntesis, la propuesta de Holland.
Si se quiere tener una nocin intuitiva de la complejidad de un problema se puede pensar
en el repertorio de soluciones posibles como si fuera un paisaje. ste poseer tantas di-
mensiones como variables y parmetros haya en juego, pero a los fines de la simplifica-
cin se lo puede considerar bi- o tridimensional, como en la figura 15.1. En el caso espe-
cfico de los algoritmos evolutivos se acostumbra llamar paisaje adaptativo o paisaje de
adecuacin [ fitness landscape] al espacio de fases de un problema. La bsqueda de una
solucin se puede visualizar como la localizacin del valle ms profundo; la solucin p-
tima ser el mnimo global, las soluciones sub-ptimas las otras cuencas cuyo carcter de
mnimo global no pueda asegurarse taxativamente. En la vida real los espacios de solu-
ciones no se pueden dibujar de manera tan simple como la figura trasunta: ellos son de-
masiado grandes, multidimensionales y desconocidos; la variedad de vecindades y el
nmero de estructuras de correlacin y vecindad es taxativamente imposible de imaginar.
La nocin de paisaje adaptativo fue introducida por el genetista norteamericano Sewall
Green Wright [1889-1988], fundador de la gentica terica de poblaciones. En su estudio
sobre la interaccin de la seleccin natural, la mutacin, la migracin y la deriva gentica,
Wright (1932) fue el artfice por excelencia de la moderna sntesis entre la gentica y la
teora evolutiva, junto con los britnicos sir Ronald Fischer [1890-1962] y John B. S. Hal-
dane [1892-1964]. En la obra originaria de Wright los mejores valores adaptativos se
identifican con las cumbres, no con los valles, lo cual es congruente con la denominacin
de otros mtodos de bsqueda como escalamiento de colinas [hill climbing]; pero eso
slo materia de convencin interpretativa. A veces se usa hoy el sentido inverso, por
cuanto el quedar atrapado en mnimos locales (o encontrar el camino, como deca
Wright, o reducir la funcin de costo) se ilustra mejor cuando los valores ptimos son los
ms bajos (Wright 1932: 356; Dro, Ptrowki y otros 2006: 4-5). Como sea, en stas y en
otras heursticas los problemas pueden ser, segn se los formule, de maximizacin de efi-
ciencia o de minimizacin de costo, o lo que fuere; de lo que se trata por antonomasia en
este campo de la optimizacin es de la sostenibilidad de las soluciones propuestas a travs
del modelo. Aunque la idea de paisaje de adecuacin es una metfora oportuna para en-
tender el espacio de fases, no suele utilizarse en las implementaciones reales ya que pue-
den ser imposibles de trazar dada su alta multidimensionalidad, casi siempre mayor a tres.
Recientemente se han ensayado recursos algebraicos para determinar el posicionamiento
de las soluciones en ese paisaje, tales como el coeficiente de pendiente negativa, el cual
(junto con sus variaciones) ha resultado til como parmetro para medir la dureza de los
problemas (Vanneschi 2007).
Existen otros modelos semejantes al de Holland que no trataremos aqu: la programacin
evolutiva, la estrategia evolutiva, la programacin gentica, la memtica, el algoritmo ge-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
225
ntico interactivo o basado en humanos (HBGA), el algoritmo cultural del antroplogo
Robert Reynolds, la evolucin estocstica, la bsqueda adaptativa CHC, el aprendizaje
incremental, la estrategia evolutiva asistida por modelos, la difusin simulada, el templa-
do microcannico, el templado cuntico, la bsqueda armnica, el mtodo de umbral, el
mtodo del Gran Diluvio, la entropa cruzada, la optimizacin multidisciplinaria, la pro-
gramacin gentica lineal, la evolucin gramatical, los sistemas inmunes artificiales, la
bsqueda tab, el relajamiento probabilstico, la maximizacin de expectativas, los mto-
dos de eigen-espacio, la programacin cuadrtica y el escalamiento de colinas, para nom-
brar slo a los ms populares (Koza, 1992; Glover y Laguna 1997; Bck, Fogel y Micha-
lewiz 2000a; 2000b; Capasso y Priaux 2000; Kennedy, Eberhart y Shi 2001; Glover y
Kochenberger 2003; Ashlock 2006; Dro, Ptrowski, Siarry y Taillard 2006; Zomaya
2006; Brameier y Banzhaf 2007; Bunbke y otros 2007; Doerner y otros 2007).
Por alguna razn que todava se est debatiendo los antepasados de muchos de estos m-
todos surgieron en paralelo, a veces sin conocimiento recproco, sin computadoras toda-
va, en obras de autores de los aos 50 que recuerdo haber ledo cuando joven pero cuya
memoria casi se ha perdido: Nils Baricelli, Woodrow Wilson Bledsoe, George Edward
Box, Hans Bremermann, G. J. Friedman, Jon Reed, Robert Toombs y otros ms; los m-
todos distan de ser idnticos y algunos no se parecen a ningn otro, pero sin duda cons-
tituyen un conjunto polittico y comparten un aire de familia wittgensteiniano, como esos
grupos de objetos afines singularizados en antropologa por Rodney Needham (1975).
Igual que sucede en otras regiones del campo algortmico, toda la familia de las metaheu-
rsticas soporta el peso de una ominosa demostracin de David Wolpert y William Mc-
Ready (1995) del Instituto de Santa Fe; ellos han probado formalmente (en base al famo-
so teorema de no hay almuerzo gratis) que es imposible probar que haya un algoritmo
que sea ms eficiente en todas las circunstancias que una bsqueda de fuerza bruta reali-
zada al azar. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que este impedimento es formal; en la
vida prctica, muchos miembros de la familia han demostrado su eficiencia en ciertos
escenarios particulares, aunque se sepa que de estas experiencias nunca surgirn heurs-
ticas susceptibles de ser generalizadas a travs de los casos o cuya superioridad se pueda
probar de manera taxativa mediante un teorema. Tal como es el caso de la demostracin
euleriana sobre los puentes de Knigsberg, el dilema es inexorable y no se resuelve ensa-
yando combinaciones de parmetros o refinando la metodologa. Estamos en terreno ca-
tico y prevalece adems el efecto de alas de mariposa (Reynoso 2006a: 267-278). Peque-
as diferencias entre un caso y otro o entre dos valores de un mismo factor involucran un
escenario de extrema sensitividad a las condiciones iniciales y de conductas ulteriores
fuera de toda proporcin con la magnitud de esa diferencia. Mtodos que funcionan con
eficacia deslumbrante en un escenario determinado suelen fracasar estruendosamente si
algn valor de parmetro o variable difiere en una cienmillonsima.
Pese a que por tal razn no tiene sentido afirmar que algunos algoritmos son mejores que
otros, el modelo ms simple y elegante es, a mi juicio, el del algoritmo gentico propia-
mente dicho (en adelante AG). Holland y sus colegas y estudiantes de la Universidad de
Michigan en Ann Arbor haban estado investigando anlisis matemticos de la adaptacin
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
226
y se convencieron de que la recombinacin de grupos de genes por medio del aparea-
miento constitua una parte crtica de la evolucin; desarrollaron entonces el AG, el cual
incorpora tanto apareamiento como mutacin (Holland 1992a; 1992b).
El AG, llamado originariamente plan adaptativo, podra describirse de mltiples formas,
pero la definicin ms simple y conveniente es tal vez la de David Goldberg:
Los algoritmos genticos son algoritmos de bsqueda basados en la mecnica de la selec-
cin natural y la seleccin gentica. Combinan supervivencia del ms apto entre estruc-
turas de caracteres con un intercambio de informacin estructurado pero azaroso para for-
mar un algoritmo de bsqueda que tiene un cierto sabor de bsqueda humana. En cada ge-
neracin se forma un nuevo conjunto de criaturas artificiales [strings] utilizando unidades
y piezas de las ms exitosas [ fittest] de entre las criaturas viejas. Pese a que son aleato-
rios, los algoritmos genticos no son simples caminos al azar. Explotan eficientemente la
informacin histrica para especular sobre nuevos puntos de bsqueda en los que se pue-
da encontrar mejor rendimiento (Goldberg 1989: 1).
La tradicin del AG tuvo un arranque poco productivo que se extendi ms o menos entre
1975 y 1990. Se buscaba entonces generar un resolvedor general de problemas favore-
ciendo la maximizacin del paralelismo, articulando un complicado plan de muestreo en
el hiperplano y describiendo la propagacin de componentes de soluciones mediante el
llamado teorema de esquema. A fines del siglo XX estos cuatro principios se demostraron
errneos y la totalidad de la estrategia debi ser reconsiderada (Bk, Fogel y Michalewicz
1997; Lee y El-Sharkawi 2008: 12, 28).
Los AGs contemporneos no requieren modelos computacionales complicados ni dosis
especiales de fuerza de procesamiento. Para desarrollar el tratamiento de un problema
particular, uno simplemente comienza con una poblacin de cadenas de dgitos binarios,
caracteres, formas, sonidos o lo que fuere y luego evala cada cadena de acuerdo con la
calidad de su resultado. De acuerdo con el problema que se trate, la medida de su adecua-
cin [ fitness] puede ser rentabilidad econmica, resultado deportivo, tamao, belleza o lo
que cada quien postule, pudiendo ser la evaluacin de esa medida un juicio exacto, apro-
ximado, nebuloso, subjetivo o gestltico, a cargo de un humano, una red neuronal, un sis-
tema de reconocimiento de patrones o un sistema de votacin. Las cadenas de ms alta
calidad conforme al resultado de la evaluacin se aparean y tienen descendencia; las de
ms baja calidad perecen: supervivencia del ms apto, podra decirse, aunque este dicho
incurrira en una excesiva biologizacin del algoritmo. A medida que se sucedan las gene-
raciones, las cadenas asociadas con soluciones mejoradas prevalecern. El universo de to-
das las cadenas puede verse como un paisaje imaginario; los valles marcan la ubicacin
de cadenas [strings] que codifican soluciones pobres, y los puntos ms elevados corres-
ponden a las mejores cadenas posibles, o tambin a la inversa.
Vale la pena observar ms de cerca, descomponindolo, el proceso de replicacin de los
ejemplares seleccionados. En la ejecucin del AG lo primero es localizar las regiones del
espacio de bsqueda que tienen las mejores cadenas, lo que suele hacerse usando tcticas
auxiliares ya que dicho espacio suele ser muy grande. Una vez que se localizan las mejo-
res soluciones en el espacio de bsqueda, las de mejor performance ejecutan su aparea-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
227
miento. Para ello se alinean dos cadenas, se selecciona un punto en la cadena y las posi-
ciones a la izquierda de ese punto se intercambian para producir dos salidas: una que con-
tiene los smbolos de la primera cadena hasta el punto de crossover y los de la segunda a
partir de ese punto, y la otra conteniendo la cruza complementaria (figura 15.2). Las cras
[offspring] no reemplazan a los progenitores, sino a cadenas de baja performance, de mo-
do que la poblacin permanece siempre constante. En ocasiones el punto de crossover se
elige al azar, o la chance de reproduccin se otorga proporcionalmente a la adecuacin de
los ejemplares, admitindose o no las uniones incestuosas (Mitchell 1999: 9).
Figura 15.2 Crossover Dibujo del autor, basado en Flake (1999)
El proceso de ejecucin del AG vara de un modelo o una implementacin a otra, pero en
su forma cannica involucra los siguientes pasos:
Figura 15.3 Diagrama de flujo del algoritmo original Diseo del autor
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
228
(1) Inicializar una poblacin de soluciones
(2) Evaluar cada ejemplar en la poblacin
(3) Crear nuevos ejemplares apareando ejemplares existentes
(4) Aplicar mutacin y crossover mientras los progenitores se aparean
(5) Eliminar miembros de la poblacin para dejar lugar a los nuevos ejemplares
(6) Evaluar los nuevos ejemplares e insertarlos en la poblacin
(7) Si se ha terminado el proceso, detenerse y obtener el mejor ejemplar; si no, ir a 3
Es importante destacar que el AG es extrapolable a diversas clases de aplicaciones porque
su espacio de bsqueda define una representacin sintctica de la solucin, y no una solu-
cin en s misma. No se programan tampoco funciones de optimizacin diferenciables
que orienten la bsqueda, ni se requieren derivativas o ecuaciones auxiliares (Lee y El-
Sharkawi 2008: 25). Por ejemplo, un AG que trate de encontrar el nmero ms alto entre
0 y 9 (obviamente 9) ignora qu son los nmeros naturales, y ni siquiera sabe qu nmero
es mayor o menor que otro. Solamente pregunta al evaluador cul es, digamos, el puntaje
de xito para un individuo cuyo genotipo es 111; el fenotipo, 7 en este caso, no tiene
incidencia sobre la forma en que el AG acta sobre los genes. Adems de ser semntica-
mente ciegos y de no requerir informacin auxiliar, los AG son polimodales: diversas so-
luciones alternativas en diversas regiones del espacio de bsqueda, aunque genotpica-
mente distintas, pueden tener valores parecidos de adecuacin. Es por ello que triunfan en
problemas en los que las estrategias clsicas fallan porque la funcin de destino es rui-
dosa, no lineal, no diferenciable, discontinua, de alta dimensionalidad, cambiante a lo lar-
go del tiempo, sujeta a mltiples restricciones o imposible de formular matemticamente,
como las que son moneda comn en ciencias sociales.
En la formulacin original de Holland las mutaciones slo afectan a un porcentaje muy
bajo de cadenas; uno de cada diez mil smbolos cambia cada tanto de cero a uno o vice-
versa, afectando a cualquier ejemplar. Una mutacin no necesariamente avanza hacia el
hallazgo de una solucin, pero proporciona salvaguarda contra el desarrollo de una pobla-
cin uniforme incapaz de evolucin ulterior (Holland 1992a: 46). Las mutaciones evitan
adems la convergencia prematura hacia (y el estancamiento alrededor de) mnimos lo-
cales, pero los especialistas en AG han sido conservadores respecto de la implementacin
de mutaciones, ya que en general ellas son ms molestas que optimizadoras, lo mismo
que (aseguran) lo son en la vida real. Demasiadas mutaciones convertiran el AG en un
mtodo de tipo Montecarlo, como de hecho lo es la simulacin de templado o la bsqueda
tab. Apropiadamente se cree que la mutacin es ventajosa pero no ms que secundaria
en la corriente evolutiva (Koza 1992).
Esta observacin desmiente de cuajo la idea de Gregory Bateson, Henri Atlan, Heinz von
Foerster y Edgar Morin de que el ruido, el acontecimiento y el accidente son la nica
fuente posible de nuevos modelos y el nico motor sistmico de cambio (Morin 1984:
155-156). A pesar de la difundida creencia, la mutacin (el azar, el error) no es ni por
asomo el agente primordial del cambio, en esta familia algortmica al menos. Por el con-
trario, las funciones de recombinacin y dominancia han demostrado ser factores de inno-
vacin mucho ms poderosos. Excepto que sean gemelos univitelinos, los hijos de una
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
229
misma pareja son genticamente diversos sin que para ello sea menester mutacin alea-
toria alguna; para garantizar la diversidad alcanza con que el mecanismo de copia sea
laxo o posea un mnimo infinitesimal de grados de libertad. Por ello es que el modelo del
AG es la evolucin con reproduccin sexual y no el de la reproduccin no sexual, en la
cual el nico operador imaginable es efectivamente la mutacin.
La cuestin es tan sutil, sin embargo, que hoy el campo de los algoritmos inspirados por
la naturaleza o la cultura est dividido entre aleatoristas como William Spears (2000) y
combinatoristas como David Goldberg (1989: 1, 14), John Holland (1992b: 97, 111),
John Koza (1992) y yo mismo. A pesar de usar el trmino de mutacin para aludir a los
grados de libertad inherentes al proceso, tambin era partidario del cambio como emer-
gente de la combinacin el pionero Sewall Wright, quien escriba:
La enorme importancia de la reproduccin bilateral como un factor en la evolucin fue
discutida muchos aos atrs por [Edward M.] East. Las propiedades observadas de muta-
cin de genes fortuita en origen, infrecuente en ocurrencia y deletrea cuando no despre-
ciable en sus efectos parece algo tan desfavorable como es posible serlo para un proceso
evolutivo. Bajo reproduccin biparental, sin embargo, un nmero limitado de mutaciones
que no son demasiado dainas a ser experimentada por la especie proporciona un campo
casi infinito de variaciones posibles en el cual la especie puede encontrar su camino bajo
la seleccin natural (Wright 1932: 356).
La eficiencia del AG en comparacin con otros procedimientos de bsqueda y resolucin
de problemas se basa en el hecho de que las regiones de ms alto rendimiento [ payoff ]
tienen ms descendencia en las generaciones siguientes. Maximizar la adecuacin equi-
vale a minimizar la funcin de costo. De hecho, el nmero de cadenas en una regin de-
terminada se incrementa de manera proporcional a la estimacin estadstica de la adecua-
cin de esa regin. Un estadstico necesitara examinar docenas de muestras de miles o
millones de regiones para estimar la adecuacin promedio de cada regin; el AG se las
ingenia para alcanzar los mismos resultados con muchas menos cadenas y con un mnimo
de computacin.
El nmero de aplicaciones del AG en antropologa y arqueologa ya es considerable. La
primera mencin absoluta del AG en antropologa se remonta a mi tesis sobre Antropolo-
ga y Programacin Lgica (Reynoso 1991c). La primera presentacin de esta metaheu-
rstica en un modelo arqueolgico real la realiz tambin quien esto escribe en colabo-
racin con Eduardo Jezierski en una conferencia de Computer Applications in Archaeo-
logy que tuvo lugar en el ao 2001 en Visby, Suecia (Reynoso y Jezierski 2002). En a-
quella ocasin se presentaron los algoritmos adaptativos como mecanismos aptos para la
resolucin de diversas clases de problemas, los arqueolgicos entre ellos.
Dos aos ms tarde, Martin Kampel de la Universidad de Tecnologa de Viena y Francis-
co Javier Melero de la Universidad de Granada desarrollaron una implementacin de AG
con referencia a nuestro documento, aplicada a fases particularmente complejas en el pro-
ceso de reconstruccin virtual de vasijas ibricas (Kampel y Melero 2003; Melero, Torres
y Len 2003 ). Posteriormente, Chaouki Maiza y Vronique Gaildrat del Departamento
de Computacin de la IRIT en Toulouse elaboraron un sistema de clasificacin automti-
ca de desechos arqueolgicos tambin con mencin de nuestra propuesta algortmica en el
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
230
contexto del programa CLAPS de bsqueda y posicionamiento de fragmentos en vasijas;
este ltimo se halla a su vez integrado a SIAMA, un sistema de imaginera y anlisis del
mobiliario arqueolgico (Maiza y Gaildart 2005: 11; Maiza 2004). Estas prestaciones se
aplicaron a la sistematizacin de ms de cuarenta mil fragmentos digitalizados provenien-
tes de los sitios galorromanos de La Graufesenque y Montans. Las aplicaciones que se
han derivado de estas ramas de investigacin, a dos grados de separacin de nuestro pro-
grama, son ya demasiado numerosas para seguirlas a todas.
En lo que atae al tema especfico de esta tesis, hay numerosos ejemplos de uso ms o
menos pblicos y conspicuos de AG en ARS y en teora de grafos:
En el rea de economa computacional (o econofsica) Floortje Alkemade y Caro-
lina Castaldi (2005) han aplicado AG para modelar las estrategias de difusin de
innovaciones en redes sociales y para localizar conglomerados en el interior de
redes de alta dimensionalidad. El primer autor ha integrado diversas clases de mo-
delos y formalismos en su propio trabajo de disertacin (Alkemade 2004): mode-
los basados en agentes, ARS y AG.
Mursel Tasgin (2004) ha elaborado ingeniosas prestaciones de AG para identificar
comunidades en redes sociales de la vida real utilizando la definicin cuantitativa
de comunidad de Girvan y Newman, la cual utiliza una medida que se conoce co-
mo modularidad de la red. La performance de estos algoritmos es al menos com-
parable a los de Radicchi, Reinhard-Bornholdt y Wu-Huberman, con la diferencia
a su favor de que funciona mucho mejor en redes inmensas, donde los algoritmos
usuales no son practicables (vase tambin Tasgin, Herdagdelen y Bingl 2008).
El nuevo algoritmo tampoco requiere que se indique de antemano el nmero de
comunidades presentes en una red, sino que va obteniendo ese nmero como valor
emergente a medida que se optimiza el valor de modularidad.
Recientemente, Markus Bremeier y Wolfgang Banzahf (2007) han desarrollado
una variante lineal de la programacin gentica para la induccin de cdigo y o-
tras funciones igualmente complejas. De particular inters resulta su interpretacin
del algoritmo en trminos de grafo acclico dirigido (DAG), lo cual permite eva-
luar la evolucin del grafo en el sentido de Erds y Rnyi.
Steve Borgatti y Martin Everett (1999) han implementado AG para encontrar es-
tructuras diferenciales de centro/periferia en Ucinet, el ms usado de todos los
programas de ARS. La versin discreta del problema establece que los miembros
de una red pertenecen o bien al centro (que tiene alta densidad de vnculos) o bien
a la periferia de una red, donde la densidad es baja. Si la estructura centro/periferia
se define a priori, el problema de encontrar una prueba estadstica adecuada es
trivial. Pero si no se la define, ah ya el problema se torna complejo. Dado que
Borgatti y Everett no proporcionan una prueba estadstica de significancia para su
hallazgo de la estructura, alegando que para ello se debera definir un modelo nulo
para cada contexto sustantivo (y debido a que esta carencia podra generar lo que
los estadsticos llaman errores de tipo II) algunos autores han sugerido algoritmos
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
231
alternativos que garantizan mayor probabilidad de encontrar el mximo (o mni-
mo) global (Boyd, Fitzgerald y Beck 2004).
76
En el momento en que esto se escribe la bibliografa aplicativa sobre la utilizacin con-
junta de AG, ARS y teora de grafos (o ms generalmente, sobre el vnculo entre meta-
heursticas de optimizacin y combinatoria discreta en estudios de misin crtica) alcanza
el orden de las decenas de miles de libros, artculos y ponencias (p. ej. Eloranta y Mki-
nen 2001; Afshar 2006; Wu y Shan 2000; Funaya e Ikeda 2007; Gargano y Lurie 2007;
Alander 2009; Afshar 2009; Fan y Meng 2010; Ouyang y otros 2010). Si el antroplogo o
el cientfico social ha de participar en proyectos multidisciplinarios complejos que recla-
men un modelado reticular y una minimizacin sostenible de inversin, tiempo y recursos
sera un acto incalificable que siga ignorando los logros de este campo en materia de las
inflexiones tericas ms difciles y de los problemas de gestin ms apremiantes. Invito
aunque ms no sea a echar una mirada a los dilemas afrontados en los miles de estudios
registrados en la bibliografa consignada para aventar el mito de que los problemas plan-
teados en una ciencia social se destacan por una complejidad especial, o que los que se
desarrollan en otras disciplinas ms formalizadas implican un conocimiento exacto de los
mecanismos involucrados, son estrictamente cuantitativos o requieren poseer de antema-
no las claves de la explicacin del fenmeno.
Una metfora heterodoxa similar en espritu al AG y a otras metaheursticas como los al-
goritmos de enjambre o la bsqueda tab es la de la simulacin de templado [simulated
annealing], que encuentra su mejor expresin en el abordaje del conocido problema del
vendedor viajero (TSP) en el cual se debe encontrar la trayectoria ms corta entre un n-
mero de sitios. Este problema fue definido inicialmente por sir William Hamilton [1805-
1865]; tcnicamente, su objetivo es hallar un camino hamiltoniano de costo mnimo en el
grafo correspondiente, camino que en este contexto se llama tour. Aplicado a ste y otros
dilemas duros, el mtodo de templado fue descubierto de manera independiente por Scott
Kirkpatrick, Daniel Gelatt y Mario Vecchi (1983), y por V. ern (1985). Es una adap-
tacin del algoritmo de Metropolis-Hastings, un mtodo de tipo Montecarlo para generar
series cuyos elementos son anlogos a mediciones de un sistema termodinmico a lo lar-
go del tiempo (una distribucin de Boltzmann), que fuera inventado por Nicholas Metro-
polis [1915-1999] y otros en 1953.
La metfora del templado se inspira en la forja de piezas de hierro; en esa forja, el herrero
alterna calentamiento con enfriamiento lento para reorientar las molculas y producir un
76
Debo aclarar la nomenclatura, pues hasta Clifford Geertz utiliz alguna vez estas expresiones. Un error
de Tipo I, error o falso positivo consiste en rechazar la hiptesis nula cuando sta es verdad. Un error de
Tipo II, error o falso negativo consiste en no rechazar la hiptesis nula cuando la hiptesis alternativa es
verdad. La distincin fue creada por Jerzy Neyman y Egon Pearson (1928), llamndose los tipos en aquel
entonces primera y segunda fuente de error; trabajos ulteriores de Neyman y Pearson, desde 1933 en
ms, implementan la terminologa actual. Como quiera que sea, y como ya hemos visto y volveremos a ver,
la prueba estadstica de la hiptesis nula y todo aquello que se le refiere se encuentra ltimamente bajo ase-
dio (cf. ms adelante, pg. 316).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
232
metal ms resistente, gracias a su acomodamiento en cuencas de valores locales mnimos.
Aumentar la temperatura involucra aceptar un movimiento que incrementa el costo in-
mediato; bajarla equivale a disminuir la posibilidad de aceptar desplazamientos que po-
dran ir en la direccin equivocada. La aceptacin del camino caliente cuesta arriba se
dirime mediante el llamado criterio de Metropolis. En la generalidad de los casos el senti-
do comn dira que hay que tratar de tomar cada vez el camino ms corto; cuando se pre-
senta esta alternativa siempre se la acepta. Pero a veces hay que aceptar tramos ms lar-
gos entre las alternativas disponibles para minimizar la totalidad de la trayectoria y evitar
quedar atrapado en un ptimo local. Un sistema que se atiene al criterio acepta correr el
riesgo de una mala eleccin cuando la temperatura est alta pero luego se torna cada vez
ms conservador y apuesta a lo seguro. Del mismo modo que en el desarrollo de la perso-
na, la prudencia viene con el tiempo.
Una diferencia importante entre la simulacin de templado y otras metaheursticas consis-
te en que aqulla probablemente converja hacia un ptimo global, o al menos a una so-
lucin arbitrariamente prxima al ptimo con una probabilidad cercana a la unidad (Dro,
Ptrowki y otros 2006: 27). Kirkpatrick y su equipo eligieron bien los casos a tratar con
su algoritmo y tuvieron xito en probar la idea resolviendo un TSP que involucraba algu-
nos miles de ciudades. Podran no haberlo logrado y la historia habra sido otra. Como su-
cede en otros mbitos de aplicacin, en el diseo de implementacin del algoritmo es me-
nester mucha claridad en los aspectos del problema ligados al dominio.
Inventar el conjunto de movidas ms efectivo y decidir qu factores incorporar en la fun-
cin objetiva requiere insight en el problema a resolver y puede no ser obvio en absoluto.
Sin embargo, los mtodos existentes de optimizacin iterativa pueden proporcionar ele-
mentos naturales sobre los cuales basar el algoritmo de simulacin de templado (1983:
679).
Cada vez que en otras ciencias aparecen invocaciones a la naturaleza entre los antroplo-
gos cunde la alarma, pero en este caso no hay motivo: naturales quiere decir, en este
contexto, congruentes con las formas usuales de resolucin en la prctica de referencia.
Figura 15.4 Optimizando grafos con simulacin de templado Basado en Davidson y Harel (1992: 314)
Todava son pocos los desarrollos de teora de grafos o anlisis de redes sociales que
hacen uso lucido de la heurstica de simulacin de templado. Uno de los mejores empeos
es el de Ron Davidson y David Harel (1996), orientado a dibujar grafos bellos (esto es:
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
233
estticamente agradables) echando mano de esa metodologa. Las funciones de costo es-
pecificadas en el programa contemplaban una distribucin pareja de los nodos, longitudes
uniformes para los vrtices, cruces mnimos y nodos alejados de los vrtices. El objetivo
de generar grafos planares (o determinar si el grafo que se tiene entre manos lo es) no es
simplemente esttico; que un grafo sea planar (y ms todava simtrico) altera sustancial-
mente las operaciones que se pueden realizar sobre l, como se ha visto en el captulo co-
rrespondiente al tratar el tema de la coloracin como mtodos de asignacin de tiempos o
recursos. Establecer si un grafo es planar es una tarea que puede consumarse en tiempo li-
neal, como lo probaron Hopcroft y Tarjan (1974), suministrado el algoritmo para hacerlo.
Pero dependiendo de la complejidad del grafo algunos clculos requeridos (como hallar el
conjunto mximo independiente) son de mxima cardinalidad y pueden ser NP-duros (Ni-
shizeki y Chiba 1988: 19, 25-27). Con fama de lentos, los algoritmos de optimizacin ba-
sadas en esta metaheurstica gozan tambin del predicamento de estar entre los mejores.
Aunque el programa de Davidson y Harel no comprenda la planaridad ni tena nocio-
nes de simplicidad o simetra, fue capaz de transformar el grafo de la izquierda de la fi-
gura 15.4 en el de la derecha, el cual es perfectamente isomorfo al primero. La transfor-
macin de un trazado en otro, incidentalmente, debera hacernos pensar el modo en que la
visualizacin de un grafo depende de su estrategia de representacin.
Los algoritmos de Davidson y Harel se han vuelto de aplicacin comn al lado de las
heursticas de resorte como las de Luzar, Eades, Sugiyama, Misue, Fruchterman-Reingold
o Kamada-Kawai. En los ltimos aos del siglo XX y en lo que va de ste se han multi-
plicado los usos de simulacin de templado para el anlisis y la graficacin de redes com-
plejas. Uno de los ms eficientes es el sistema CAVALIER, el cual tambin incluyen m-
dulos de clculo basados en lgebra lineal (Dekker 2000). Otros nombres en esa rama
emergente de la industria son los de Jim Blythe, Janez Brank, Isabel Cruz, David Krack-
hardt (el autor de Krackplot), Cathleen McGrath, Meir Sardas y Joseph Twarog.
Un problema asociado a la determinacin de la planaridad de los grafos, pero mucho ms
difcil, es el de la planarizacin de grafos que no son planares. Esta es una prctica comn
en diseo de circuitos, trazado de redes energticas, definicin de recorridos ptimos,
bsqueda de rboles abarcadores mnimos o planificacin de servicios municipales, dado
que problemas que son duros en grafos no-planares devienen sencillos de realizar cuando
se los planariza. El dilema de segundo orden que hay implicado en esto es que muchos
procedimientos de planarizacin, tal como encontrar el conjunto mnimo planar de aristas,
son ellos mismos NP-completos. De ms est decir que un gran nmero de soluciones
propuestas para esta clase de problemas utiliza metaheursticas inspiradas en la naturale-
za, la sociedad o la cultura en general o despliega el algoritmo gentico en particular
(Wang y Okazaki 2006).
Una ltima reflexin viene a cuento: en la ciencia pre-compleja o de complejidad desor-
ganizada prevalecan los mtodos asbtractos de clculo absoluto, con el anlisis multiva-
riado, el anlisis de regresin y las ecuaciones diferenciales como sus exponentes ms
prestigiosos; en el campo de las teoras y mtodos de la complejidad, en cambio, hasta las
tcnicas algortmicas ms abstrusas rebosan de imaginera y metaforicidad.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
234
Consecuencia n 12: Este es el momento adecuado en el que cabe repensar la relacin
entre metforas, modelos y prcticas disciplinarias de una manera distinta a la que ha sido
la norma en la tradicin humanstica o en la filosofa de la ciencia. El problema con la
reflexin en estos campos es que el terreno se encuentra afeado por presuposiciones y cli-
chs que no hacen justicia a los hechos de la historia cientfica. Tanto en la antropologa
como en la ciencia cognitiva hermenutica, efectivamente, ha prevalecido la sensacin de
que las ciencias exactas utilizan modelos mientras las humanidades explotan ms bien
metforas, lo cual por un lado es conceptualmente ms dbil pero posee, como contrapar-
tida, un valor humano y esttico agregado. De ms est decir que ahora se ve que no es
as y que probablemente nunca lo haya sido (Cowan, Pines y Meltzer 1993; Kvecses
2005; Gibbs 2008).
A menudo las metforas suelen viajar no desde las ciencias duras a las blandas (degradn-
dose en el camino) sino transitando el camino inverso y ganando en el trayecto tanto ri-
queza semntica como filo instrumental. Como ya hemos tenido oportunidad de verificar-
lo, fuera del crculo de los tericos de redes la antropologa ha encontrado algunas apli-
caciones ingeniosas para los algoritmos evolutivos, particularmente en Europa, Mxico y
el enclave del SFI; por su parte, la simulacin de templado es de uso frecuente en (et-
no)musicologa cognitiva y en estudios de msica popular. Pero ms importante que eso
es que las metforas heterodoxas producidas dentro de la antropologa, y en primer lugar
los algoritmos culturales de Robert Reynolds (1994), han sabido encontrar su espacio en-
tre las herramientas de bsqueda, aprendizaje de mquinas y optimizacin de procesos in-
dustriales (Ray y Liew 2003; Haupt y Haupt 2004: 199).
77
Y esta es la instancia sobre la
que conviene centrarse para examinar un tema de alto impacto, atinente a la forma, al sen-
tido y al alcance de la metfora biolgica/evolutiva, sea combinada con redes o en estado
puro.
Vengan de donde vengan, las metforas (tan valoradas en las disciplinas humansticas que
nunca nadie se preocup por establecer en torno de ellas una reflexin epistemolgica que
condujera a una elaboracin operativa) pueden no ser suficientes por pregnante y expre-
siva que sea la inspiracin que nos infunden. Mientras que en las ciencias que se diran
formales se han interrogado seriamente las figuras del lenguaje, en las formas ms extre-
mas de las ciencias humanas la dimensin metodolgica de las metforas orientadoras se
estima no problemtica, se deja sin tratar o se da por sentada, como si no hiciera falta o no
fiuera viable, tcnicamente hablando, pasar de la analoga al isomorfismo, de la teora a la
prctica, de la descripcin densa al cambio profundo. Ejemplos caractersticos son los
ensayos de Victor Turner (1974) y Clifford Geertz (1980) sobre la productividad de las
metforas del texto, el juego y el drama. Este gnero literario ha glorificado a estas lti-
mas porque resultan argumentativamente plausibles o porque ennoblecen la trama de la
significacin, logros que ni por un momento se me ocurrira minimizar. Pero en esta pers-
pectiva no se ha considerado la posibilidad de que otras metforas parecidas, edificadas
sobre un plan apenas diferente (las de la gramtica, la teora de juegos y las estrategias
77
Vase ms adelante, pg. 332 y subsiguientes.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
235
procesuales de la computacin natural, respectivamente) puedan ser ms susceptibles de
instrumentacin prctica y ms aplicables a travs de la diversidad de los objetos, abstrac-
cin mediante, como result ser el caso con las metaheursticas en ms disciplinas de las
que aqu podra enumerar (Ballard 1997; Glover y Kochenberger 2003; Reynoso 2010).
78
Incluso en las formas ms avanzadas de modelado, sin embargo, es mucho lo que resta
por hacer. En computacin evolutiva las categoras que integran el modelo, las formas de
representacin, las decisiones sobre la naturaleza de la funcin de costo, los criterios para
juzgar la adecuacin de las soluciones y sus valores relativos, la informacin atinente a
los constreimientos, el ajuste de grano fino de los parmetros, la enunciacin y evalua-
cin de los objetivos de gestin y una escala razonable de tratamiento conforme a la di-
mensionalidad del espacio de fases son factores esenciales en el planteo del problema que
slo recientemente han merecido una reflexin cientfica detenida (Bck y otros 2000a;
2000b; Rothlauf 2006).
Lo notable es que esta clase de factores no se integra en trminos formales sino en fun-
cin de decisiones emanadas de la experiencia emprica; y aqu es donde se presenta una
oportunidad nica para poner en valor las ciencias humanas, generando casos de referen-
cia que habitan el mismo plano que los que se ensayan en alta ingeniera, biologa o inte-
ligencia artificial, dado que en el campo algortmico se reconoce ahora que nuestras dis-
ciplinas, proverbialmente refractarias a la formalizacin, son por eso mismo las verdade-
ras ciencias duras (Simon 1987; Epstein y Axtell 1996: 1; Kohler 2000: 4). Esa es la ra-
zn que explica por qu las incursiones de los cientficos duros en los mbitos humansti-
cos, desde la dinmica de sistemas a la sociofsica, desde von Bertalanffy y Ren Thom
hasta Hermann Haken e Illya Prigogine, han resultado tan decepcionantes: slo un espe-
cialista en los asuntos concretos a modelar puede expedirse sobre los aspectos crticos del
problema, establecer las prioridades y distinguir el grano de la paja. Escribe uno de los
mayores expertos en gestin del conocimiento:
A menudo la representacin particular de los individuos y el conjunto de operadores que
alteran su cdigo gentico son intrnsecos al problema. Por ende, no est de ms seguir in-
sistiendo en que la incorporacin de conocimiento especfico del problema, por medio de
la representacin y de operadores especficos, puede mejorar la performance de los sis-
temas evolutivos de una manera significativa (Michalewicz 1996: vii).
Con rara unanimidad los estudiosos concluyen que es menester coordinar una conceptua-
lizacin disciplinaria apropiada y un robusto modelo de datos con los operadores, las va-
riables y los parmetros del procedimiento. Si slo se tiene destreza en tcticas algortmi-
cas es posible que el desarrollo converja satisfactoriamente hacia algn valor cuantitativo
que tranquilice la conciencia y justifique el costo social de los subsidios requeridos; pero
puede apostarse que el planteo emprico ser impropio, la semntica de su mapeado con-
ceptual incongruente y el resultado dudoso, forzado o trivial. Por ms que ste u otros
78
No por nada el auge de la interpretacin contemplativa en las postrimeras del siglo XX fue coetnea del
declive de la action research lewiniana, de la antropologa aplicada y del protagonismo del antroplogo
como consultor cientfico en la gestin interdisciplinaria.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
236
mtodos formales pongan en negro sobre blanco dilemas, matices y requisitos que antes
podan pasar inadvertidos, formalmente puede decirse ahora que cualquiera sea el instru-
mento, el conocimiento sistemtico del dominio, la venerable ciencia social, sigue siendo
un factor decisivo en el diseo de una solucin sostenible. No por cierto el nico, pero
crucial al fin. Puede que las respuestas sean ahora ms afiladas, pero (como deca Ga-
damer [1977: 439-458]) ser por siempre la pregunta la instancia que detente la primaca
hermenutica.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
237
16 Redes espaciales: Grafos para una antropologa del paisaje y la ciudad
compleja
Cuando se la mira bien la ciudad es dos cosas: una
gran coleccin de edificios vinculados mediante el
espacio, y un sistema complejo de actividad huma-
na vinculado mediante la interaccin. Podemos lla-
mar a esas dos cosas la ciudad fsica y la ciudad
social. La prctica y la teora urbanas deberan vin-
cular a ambas. Pero las disciplinas reflexivas que
las soportan y las nutren (a grandes rasgos, las dis-
ciplinas morfolgicas de un lado y las ciencias so-
ciales del otro) por su misma naturaleza adoptan
una perspectiva asimtrica, poniendo en primer
plano una ciudad y en segundo plano la otra, vien-
do por ende la otra ciudad a travs de la que est
adelante, captando as, en el mejor de los casos, un
conjunto oscuro de patrones y de fuerzas. No es
sorpresa entonces que, en los inicios del siglo vein-
tiuno, tengamos muchas teoras parciales sobre la
ciudad, pero ni una sola una teora de la ciudad
como las dos cosas que ella parece ser.
Hillier & Vaughan, The city as one thing
Algunos fragmentos de este captulo se han desarrollado en otro libro dedicado a las tc-
nicas complejas de anlisis disponibles en antropologa urbana, arquitectura, ciencia cog-
nitiva y geografa cultural (Reynoso 2010: 207-263). Es por ello que se encontrar que
unos cuantos prrafos, elaborados durante meses, han sido reproducidos aqu con escasas
modificaciones; lo mismo sucede con unas pocas figuras. El planteo general que aqu pro-
pongo, sin embargo, es distinto; las conclusiones epistemolgicas son otras, el material
consultado es ms exhaustivo, las referencias cruzadas difieren, los aspectos tcnicos se
comprenden y se explican mejor. La coleccin de frmulas de medida es ahora, por am-
plio margen, la ms extensa y razonada que puede encontrarse en la literatura. Mientras
en el otro texto se hablaba centralmente de la ciudad como objeto, aqu el ojo est puesto
en los formalismos reticulares que subyacen al campo de las redes espaciales (sintcticas
y de las otras), acaso uno de los campos ms estimulantes entre todos los que conforman
las teoras que nos ocupan.
Cuando se imagina una red se la piensa ubicada en un espacio. La literatura sobre redes,
sin embargo, apenas trata la cuestin. La naturaleza de los espacios inherentes a la idea de
red (mtricos, geomtricos, topolgicos, proyectivos, virtuales, metafricos, imaginarios,
cognitivos) tampoco est tipificada de manera sistemtica. Recin en los ltimos (diga-
mos) seis o siete aos se est trayendo el problema seriamente a la palestra, al punto que
se est gestando aqu y all un conjunto de campos emergentes que se inscriben en una
especie de teora de las redes espaciales (Shekhar y Chawla 2003; Blanchard y Vol-
chenkov 2009; Reggiani y Nijkamp 2009; Yang y otros 2010). ste habr de ser por ende
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
238
el lugar en el que corresponde al menos documentar la idea de que ni an la nocin en
apariencia primitiva y autoevidente de espacio es algo sobre lo cual exista consenso
profesional, cultural o (aunque ms no sea) intradisciplinario (cf. Couclelis y Gale 1986;
Lawson 2005; Dursun 2009). Bill Hillier escribe con rara agudeza sobre esta situacin
paradjica:
[I]ncluso entre quienes se interesan en el campo, la idea de espacio se transcribe a me-
nudo como el uso del espacio, la percepcin del espacio o los conceptos del espa-
cio. En todas estas expresiones comunes se otorga significacin al espacio ligndolo di-
rectamente con la conducta o con la intencionalidad humana. Los conceptos espaciales de
la ciencia social, tales como el espacio personal y la territorialidad humana tambin
vinculan la idea del espacio al agente humano y no reconocen su existencia independien-
temente de l. En arquitectura, donde los conceptos de espacio se desvinculan a veces de
la agencia humana, a travs de nociones como la jerarqua espacial y la escala espa-
cial, todava encontramos que es raro que el espacio se conceptualice de una manera por
completo independiente (Hillier 2007a: 19).
Todos estos conceptos prosigue Hillier, y coincido con l confirman la dificultad de
conceptualizar el espacio como una cosa en s misma. En ocasiones esta dificultad en-
cuentra expresiones extremas. En su polmico The aesthetics of architecture, el filsofo,
enlogo y operista Roger Scruton (1977: 47-52), por ejemplo, llega a pensar que el espa-
cio es un error categorial perpetrado por arquitectos pretenciosos, incapaces de entender
que el espacio no es una cosa en s misma, sino meramente el lado opuesto del objeto f-
sico, la vacancia dejada por el edificio. Todo discurso sobre el espacio es errneo, argu-
menta, porque se lo puede reducir al discurso sobre los edificios como cosas fsicas. Pero
este extremo le parece a Hillier una perspectiva bizarra: El espacio es, sencillamente, lo
que usamos en los edificios. Es tambin lo que vendemos. Ninguna empresa inmobiliaria
ofrece en venta paredes. Las paredes hacen el espacio y cuestan dinero, pero la mercanca
rentable es el espacio (loc. cit.). Esto piensa Hillier y luce como un buen punto; pero me-
jor punto todava, y an ms indiscutible, es que el espacio es como dira Lvi-Strauss
un concepto eminentemente bon penser, por ms que se lo haya comenzado a pensar de
maneras creativas en tiempos relativamente recientes.
Aunque ser inevitable tocar esas cuestiones, no es ste mi intencin introducir en este
ensayo una cua de captulos relativos a las estadsticas de los sistemas de informacin
geogrficos, a la economtrica espaciotemporal y a las concepciones formales, sociolgi-
cas o cognitivas del espacio. Todo ello es demasiado abigarrado, inmenso, ramificado,
proliferante. He tratado, adems, algunos de esos tpicos en otros ensayos que he elabora-
do hace poco, que todava me encuentro escribiendo o que escrib hace mucho y no es im-
perioso ahora volver a revisar (cf. Reynoso 2008b). Slo me ocupar entonces de unos
pocos apndices complejos de aquella encrucijada de teoras, relativos a unos momentos
excepcionales, de hibridacin retorcida y de transdisciplinariedad inevitable, en los que la
analtica y el diseo urbano se encontraron con los grafos y las redes en crudo. Un en-
cuentro que a su vez deriv en la elaboracin de un modelo que se dice sintctico pero
que en rigor constituye un nexo entre las redes sociales, los grafos, las lgebras, la proble-
mtica de la tratabilidad, las cuestiones urbanas y por supuesto la complejidad. Un mode-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
239
lo que posee consecuencias antropolgicas por donde se lo mire, pero respecto del cual la
antropologa no ha decidido todava concederse la oportunidad de encontrarse con l.
16.1 Formalismos de sintaxis del espacio
En su origen los modelos reticulares del espacio fueron euclidianos en materia de geome-
tra y newtonianos en lo que concierne a la fsica que desplegaban. Si se lo piensa bien, la
tradicin de representar el ambiente urbano mediante grafos se origin en el famoso ensa-
yo de Euler sobre los puentes de Knigsberg que entrevimos hacia el principio de esta te-
sis. En las representaciones encuadradas en esa tradicin, siglos ms tarde, elementos ur-
banos de una cierta masa (poblacin residencial, actividad de negocios, precio de edifica-
ciones) se asociaban con otras locaciones en el plano euclidiano definido por los nodos
V={1,, N} cuyas relaciones recprocas se basaban en una geometra tambin euclidiana
en la cual los objetos espaciales posean valores precisos de coordenada. El valor de los
vnculos entre los nodos poda ser simplemente binario (1 si haba conexin, 0 en caso
contrario), proporcional a la distancia euclidiana entre los nodos o igual a cierto valor de
peso w
ij
0 que cuantificaba la dinmica de los flujos entre las zonas urbanas discretas i y
j, inducida por la atraccin entre los nodos. Se pensaba que estos flujos resultaban
aproximadamente proporcionales a la masa e inversamente proporcionales a la distancia,
como se pudo comprobar incluso, tardamente, en el ingenioso modelo gravitacional de
las autopistas coreanas de Jung, Wang y Stanley (2008). Histricamente, los modelos eu-
clidianos y newtonianos desarrollados sobre la base de grafos primarios ms o menos
puestos en mira se utilizaron como herramienta de ayuda en la poltica de planificacin de
ciudades, pero a pesar de su xito y su popularidad nunca cuajaron en una teora urbana
sostenible y formalmente elaborada (Blanchard y Volchenkov 2009: 19).
Como sea, se volvi comn representar la forma urbana como un patrn de elementos
identificables, como lugares o reas cuyas relaciones recprocas se asocian a menudo con
rutas de transporte lineales, anlogas a las calles de una ciudad. De eso a pensar que esos
elementos forman componentes de un grafo hay un solo paso; en la interpretacin ms
frecuente los elementos seran vrtices y los arcos vendran a ser flujos directos o asocia-
ciones entre aqullos. La representacin puede ser ms o menos concreta, denotando des-
de flujos migratorios entre regiones hasta calles o corredores. El anlisis que luego se es-
tablece sobre esos grafos tiene que ver generalmente con la proximidad relativa o accesi-
bilidad entre ubicaciones, lo que involucra calcular las distancias entre nodos, la densi-
dad de actividad de las distintas ubicaciones, la capacidad de transporte, la conectividad
diferencial. Los conglomerados o clusters de actividad se asocian habitualmente con altos
niveles de accesibilidad; muchos de los diseos urbanos existentes intentan cambiar esos
patrones de accesibilidad mediante nuevas infraestructuras de transporte.
As fue que se gener una larga tradicin de investigacin urbana vinculada con princi-
pios de la teora de grafos. Tras el trabajo pionero de William Garrison y otros (1959) so-
bre la conectividad de los sistemas de autopistas que sirviera de manifiesto a la revolu-
cin cuantitativa en geografa, John Nystuen y Michael Dacey (1961) desarrollaron di-
chas representaciones como medidas en la jerarqua de sistemas regionales de lugares
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
240
centrales (en el sentido de Christaller) inaugurando entre los gegrafos la prctica del an-
lisis nodal (Tinkler, Nystuen y Dacey 1988). En una celebrada disertacin K. J. Kansky
(1963) aplic teora de grafos bsica a la medicin intensiva de redes de transporte; Lio-
nel March y Philip Steadman (1971) examinaron los vnculos entre las habitaciones de los
edificios y Mario Krger (1979) las relaciones que median entre los edificios en las plan-
tas urbanas. El uso de anlisis de redes en geografa, arquitectura y disciplinas conexas ha
sido por lo visto intensivo y hace ya mucho que se escribi el buen survey de Peter Hag-
gett y Richard Chorley (1969) en el cual se destaca la relevancia del clculo de la acce-
sibilidad. Desde la arqueologa y la antropologa hasta la geografa, fuera de la corriente
que aqu nos ocupara la literatura espacial-reticular ms reciente sigue cnones parecidos
a sos (Bell 1998; Abed 2005; Gaetan y Guyon 2010).
Los estudios de Nystuen, Dacey, Haggett y Chorley en particular son representativos de
las promesas y las limitaciones de un mtodo que en la etapa pionera apenas estaba com-
putarizado. Igual que suceda en antropologa con las redes sociales, la tcnica se encon-
traba todava demasiado ligada a su objeto. Los autores distinguan, por ejemplo, cuatro
clases de redes que llamaban el camino [ path], el rbol (el sistema hdrico), el circuito (la
red de transporte) y la barrera (las regiones administrativas). Las referencias a la teora de
grafos eran apenas modestas, agotndose en una cuantificacin matricial muy bsica. Su-
perando una resistencia no menguada por parte de los opositores a los mtodos formales y
de los partidarios de las ridas estadsticas al modo clsico como las que yo mismo prac-
tiqu alguna vez (Reynoso y Castro 1994), a la larga el anlisis reticular termin afian-
zndose en todos esos campos durante la dcada del sesenta y comienzos de la siguiente.
Una vez consolidada la idea de la ciudad como grafo o como red, era natural que se diera
un paso ms. Ese paso fue dado por Bill Hillier y sus colegas en el Space Syntax Labo-
ratory, de la Bartlett School of Architecture en el University College de Londres, no muy
lejos del lugar donde William Batty y el equipo del CASA estaban elaborando sus herra-
mientas basadas en autmatas celulares y fractalidad. Se trata, por supuesto, de la sintaxis
espacial [space syntax, en adelante SE], una batera de tcnicas sumamente simples para
cuantificar y comparar patrones de accesibilidad en espacios construidos. Desde el punto
de vista de la historia de las estrategias relacionales en el pensamiento sobre el espacio, la
SE sucedi a la morfologa arquitectnica del estructuralismo global del folklorlogo
Henry Glassie (1975) y de Philip Steadman (1983) y precedi por poco al estructuralismo
dialctico de Roderick Lawrence (1987). El trabajo seminal en el campo de la SE sigue
siendo The Social Logic of Space de Bill Hillier y Julienne Hanson (1984), aunque el
texto se encuentra claramente superado. Como se desprende del titulo, el propsito de la
estrategia es vincular lo social y lo espacial. Aos ms tarde se escribir:
La sintaxis espacial comienza en la observacin de que el espacio es la base comn de las
ciudades fsica y social. La ciudad fsica es un patrn de espacio complejo, mientras que
toda la actividad social ocurre en el espacio. En s mismo, desde ya, esto conduce a un im-
passe. Toda actividad social deja trazas espaciales en forma de patrones recursivos, pero
cmo se puede relacionar esto con un contexto fsico y espacial cuyos patrones esencia-
les fueron segn toda la apariencia fundados mucho tiempo atrs, bajo la influencia de cir-
cunstancias sociales muy diferentes? Ante la reflexin, la tasa de cambio muy distinta de
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
241
las ciudades fsica y social parece en s misma impedir cualquier cosa excepto una rela-
cin contingente entre ambas.
Pero la sintaxis espacial agreg a la panoplia de conceptos espaciales existentes uno nue-
vo que potencialmente reformula las preguntas de la investigacin: la configuracin espa-
cial. La esperanza fue que aprendiendo a describir y analizar diferentes clases de configu-
racin espacial o patrn en la ciudad (por ejemplo, las diferencias entre las nuevas vivien-
das y las reas urbanas tradicionales, que parecan prima facie ser crticamente distintas)
sera posible detectar cualquier influencia que pudiera haber de factores sociales en la
construccin de esos patrones espaciales y tambin explorar cualquier consecuencia que
pudiera haber en trminos de la forma en que la vida social tuvo lugar o podra haberlo te-
nido. Aprendiendo a controlar la variable espacial a nivel de los complejos patrones de es-
pacio que constituyen la ciudad, podramos empezar a comprender tanto los antecedentes
sociales como las consecuencias de la forma espacial, y detectar as los signos de lo social
a ambos lados de la ciudad fsica (Hillier y Vaughan 2007).
Figura 16.1 Mtodos de sintaxis espacial aplicados a la ciudad de Gassin.
(a) Espacio abierto [partes negras], espacio cerrado [blanco] y permetro; (b) mapa convexo; (c) mapa axial;
(d) mapa de todas las lneas producidas por DepthMap (Basado en Jiang y Liu 2010: 3)
La principal tcnica descriptiva que se aplic al ambiente construido ha sido la descom-
posicin de la grilla urbana en lneas axiales. El mapa axial es el conjunto mnimo de l-
neas rectas de la mayor longitud y de movimiento no obstruido que cruza e interconecta
todos los espacios abiertos de un sistema urbano, un campus o un edificio (Hillier y Han-
son 1984). La descomposicin crea un grafo en el cual las aristas son las lneas axiales y
los nodos intersecciones entre esas lneas. A partir de ese grafo se pueden crear medidas
topolgicas que sirven para cuantificar las caractersticas de la configuracin especial de
la grilla urbana; la mayor parte de las medidas se basan en distancias topolgicas, es de-
cir, en el nmero de pasos (aristas) que hay entre dos nodos. Como se ver luego con ms
detenimiento, este mapa ha probado ser til para un amplio rango de aplicaciones, inclu-
yendo el estudio de los patrones de movimiento, la distribucin del crimen, los flujos de
trfico, las tcticas para encontrar trayectorias y los caminos pedestres (Peponis y otros
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
242
1989; Hillier y Hanson 1993; Hillier y otros 1993). Vale la pena descomponer estos con-
ceptos en los pasos mnimos que comprende su despliegue.
El mtodo requiere que el rea abierta dentro de un asentamiento se divida en el menor
nmero posible de espacios o polgonos convexos, es decir, en reas tales que ninguna
tangente que se trace en el permetro pase a travs de ellas (figura 16.1). Un polgono
convexo es un espacio que puede construirse de tal manera que una lnea dibujada desde
una parte del polgono a cualquier otra no salga nunca fuera del polgono. Una persona
que est parada en un espacio convexo posee una visin clara y no obstruida del rea
completa. El arquelogo James Potter (1998) sugiere que se utilicen paredes arquitectni-
cas como ayuda para construir el primer polgono. De los polgonos convexos se deriva el
principio de la entrada al polgono convexo, el cual asegura que la totalidad (y no sola-
mente algunos) de los espacios en el asentamiento estn en un cierto sentido bajo el con-
trol de las entradas y, potencialmente, de la gente que puede ir y venir a travs de ellas.
sta es por lo tanto una propiedad genotpica socio-espacial de los asentamientos (Hillier
1989: 9). El conjunto de los polgonos convexos define, como podra preverse, el mapa
convexo.
En el paso siguiente se debe trazar una serie de lneas axiales a travs de los espacios con-
vexos inscribiendo la lnea recta ms larga posible en el espacio abierto y continuando
hasta que se hayan cruzado todos los espacios convexos. En un espacio axial una persona
es capaz de ver, atravesar e interactuar con gente a lo largo de la ruta completa de la lnea,
aun cuando no pueda ver cada parte de cada polgono convexo a travs del cual pasa la
lnea. Todas las lneas axiales deben conectarse sin atravesar rasgos arquitectnicos. Esta
tcnica produce grafos axiales cuyas propiedades espaciales se pueden cuantificar con re-
lativa facilidad.
Mediante la relacin entre convexidad y axialidad en el espacio se tienen dos clases de
informacin acerca del mismo: informacin local completa sobre el espacio en el que uno
se encuentra a travs de la organizacin convexa; e informacin global parcial sobre los
espacios a los que podramos ir a travs de la organizacin axial. En el espacio urbano se
nos entrega en efecto informacin sobre dos escalas al mismo tiempo. Esta compresin de
escalas es, segn Hillier (1989: 10) algo que est muy cerca de ser la esencia de la expe-
riencia espacial urbana.
Una vez que se tiene el mapa convexo se puede obtener lo que en la literatura temprana se
llamaba el mapa-y: ste involucra la transformacin del mapa convexo en un grafo (Hi-
llier y Hanson 1984: 100-102). Este grafo es un diagrama en el que los espacios se repre-
sentan mediante un vrtice y las relaciones de contigidad entre ellos mediante lneas que
unen dichos vrtices. Las relaciones de contigidad ataen a los espacios convexos que
comparten una cara o una parte de ella, no solamente nodos. Es posible trazar un mapa
parecido del sistema axial, pero por lo comn ste es demasiado complicado como para
comunicar informacin visualmente inteligible.
Una de las medidas axiales ms expresivas (muy utilizada por los arquelogos) es la de
integracin, la cual cuantifica la profundidad a la que un espacio axial se encuentra de
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
243
otro espacio en una planta o ciudad (Hillier y Hanson 1984: 108). Si se mira un mapa
axial se puede ver que cada lnea est vinculada con cada otra lnea, ya sea directamente o
a travs de un cierto nmero mnimo de segmentos intermedios o pasos. Se puede llamar
profundidad a esta propiedad. Una lnea est a tanta profundidad de otra lnea como el
menor nmero de pasos que deben darse para pasar de una a la otra. La integracin mide
entonces cuntos pasos o espacios tiene que atravesar uno para moverse entre diferentes
lugares de un edificio o asentamiento. Una vez obtenido este guarismo se comparan los
valores de cada espacio con los de todos los dems. Esta medida se normaliza para que
sea posible la comparacin de sistemas axiales de diferentes tamaos. Altos valores de
integracin indican que el espacio axial est bien conectado a otros y que el movimiento
entre ellos es fcil; valores bajos indican segregacin espacial, pues los espacios axiales
relativamente aislados constrien el movimiento. La frmula propuesta es la siguiente:
Integracin axial = N de lneas axiales / N de espacios convexos
Una forma ptima para expresar las diferentes profundidades de los sitios es mediante un
grafo justificado del sistema de lneas. Para trazar el grafo se toma una lnea que parezca
ser la lnea ms abarcadora del sitio. Ella ser la raz del grafo. Los puntos del grafo
sern las lneas y las conexiones representarn sus intersecciones. Igual que en los viejos
rboles genealgicos el grafo se traza con la raz hacia abajo. Cada nivel de profundidad
se alinea verticalmente, de modo que la altura del grafo mostrar cuan integrada est la
lnea: cuanto menos hondo ms integrado y viceversa. Distintas lneas resultarn en dife-
rentes profundidades de grafos. No es del todo obvio que esos valores difieran significati-
vamente de una lnea a la siguiente; pero que lo hagan resultar en una de las propiedades
ms distintivas de las configuraciones arquitectnicas y urbanas.
Una segunda forma de representar las caractersticas de un sitio es mediante el mapa axial
que he mencionado ms arriba. ste se dibuja trazando la menor cantidad posible de l-
neas de acceso y visibilidad tan largas como se pueda, de modo tal que se cubran todos
los espacios convexos del asentamiento. Del mapa axial se puede derivar el mapa del
ncleo de integracin del sitio, constituido por un porcentaje a definir (usualmente entre
el 5% y el 25%) de las lneas ms integradas del lugar. En la figura 16.2, por ejemplo, se
muestran los mapas axiales de Gassin con el ncleo de 25% de integracin en lneas
gruesas y el 25% de las lneas ms segregadas como secuencias de puntos, y el mapa de
Apt con el 10% y el 50% respectivamente.
79
Aunque diversos en forma, topografa y ta-
mao, ambos ncleos toman la forma de lo que Hillier (1989: 10) llama una rueda defor-
mada o semigrilla, en el que un hub de lneas en el interior est vinculado por lneas o
spokes en diversas direcciones a las lneas del borde. Diversos en muchos respectos, am-
bos pueblos comparten la misma estructura profunda o genotipo.
79
Se ha encontrado que el 10% del ncleo de integracin revela la estructura integrada subyacente de asen-
tamientos grandes (ms de 100 espacios) mientras que el 25% es ms adecuada como indicador para sitios
pequeos (Hillier, Hanson y Peponis 1987: 227).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
244
Figura 16.2 Planos de planta y mapas axiales del sealamiento del ncleo de Gassin y Apt en el sur de
Francia (basado en Hillier 1989: 9-11).
Aos ms tarde, y ya perfeccionadas las tcnicas de anlisis en torno de los grafos axia-
les, Hillier seguira trabajando el concepto de estructura profunda, aunque con otra termi-
nologa. En The theory of the city as object (Hillier 2001, figs 13 a 16) l comprueba que
cuatro ciudades muy diferentes en otros rdenes (Atlanta, La Haya, Manchester, Amedan)
demuestran tener el mismo ncleo de integracin: estos seran los patrones que las piezas
de software en uso muestran como lneas rojas, naranjas y amarillas, colores que tien a
los patrones que surgen del centro de las ciudades y que fluyen hacia los bordes en todas
las direcciones, ya sea como lneas casi radiales o como lneas ortogonales extendidas, en
algunos casos llegando a los bordes y en otros hasta cerca de ellos. En los intersticios de
este patrn abarcativo se encuentran reas ms verdes y azules, a veces con una lnea a-
marilla como foco local. En otras palabras, hay una similitud de estructura que se impone
a las diferencias configuracionales y que se descubri primero en asentamientos peque-
os, ocurriendo en ellos a pesar de desigualdades en la topografa (Hillier 1989); dicho
patrn fue apareciendo luego bajo la forma de reas locales (el Soho londinense, Barns-
bury) y tambin como configuracin dominante en ciudades grandes: Atenas, Baltimore,
Venecia, Tokyo y hasta Teotihuacan (Hillier 2001).
Otro valor importante es la articulacin convexa, la cual mide la cantidad de espacio a-
bierto que est disponible potencialmente para la interaccin social. A grandes rasgos, se
mide dividiendo el nmero de espacios convexos por el nmero de edificios. Cuanto ms
bajo el valor, mayor es la cantidad de espacio abierto que est disponible para la interac-
cin supra-familiar:
Articulacin convexa = N de espacios convexos / N de bloques de habitacin
La deformacin convexa de un asentamiento se calcula dividiendo el nmero de espacios
convexos por el nmero de islas completamente rodeadas de espacio abierto. A su vez, la
convexidad de la grilla del sistema se obtiene as:
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
245
Gconveks = ([I]
+1]
2
/N de espacios convexos)
La articulacin axial es la medida de la profundidad o hondura del espacio pblico de un
sitio. Mientras ms bajo el valor, menos profundo es el sitio. En otras palabras, el espacio
pblico puede ser accesado mediante pocos tramos rectos a travs del sitio. La frmula
es:
Articulacin axial = N de lneas axiales / N de bloques de habitacin
La fragmentacin del espacio pblico se mide mediante dos frmulas. Un sitio no frag-
mentado es un sitio en el cual la totalidad o la mayora del espacio pblico se concentra
en un solo lugar que puede contener un gran nmero de personas. Inversamente, un sitio
fragmentado est quebrado y disperso en muchas reas. La fragmentacin y distribucin
del espacio pblico y la facilidad de movimiento se pueden medir en trminos de anulari-
dad [ringiness] tanto convexa como axial (Hillier y Hanson 1984: 102-104; Topu y Ku-
bat 2007). En ambos casos mientras menor es el valor, mayor es la fragmentacin del es-
pacio y el control de la interaccin en el mismo. La anularidad convexa o anularidad del
sistema convexo se calcula as:
Anularidad convexa = I / (2C 5)
donde I es el nmero de islas y C el nmero de espacios convexos. La medida expresa el
nmero de anillos en el sistema como una proporcin entre el nmero mximo de anillos
planares para ese nmero de espacios. Parecidamente, la anularidad axial se mide con es-
ta frmula:
Anularidad axial = I / (2A 5)
donde I es el nmero de islas y A el nmero de lneas axiales. Dado que el mapa axial es
no planar este valor puede ser ms alto que el valor convexo. La frmula original es algo
distinta:
Anularidad axial = (2L 5) / I
donde L es el nmero de lneas axiales. Este valor puede ser un poco ms alto que el de la
misma medida para el mapa convexo y puede ser algo mayor de 1, dado que el mapa axial
es no planar; en la prctica, sin embargo, valores superiores a 1 son infrecuentes.
Una medida importante en la SE es la llamada eleccin global [ global choice], una esti-
macin global del flujo a travs de un espacio. Ella expresa cun a menudo, en promedio,
se puede utilizar una ubicacin determinada en viajes desde todos los lugares hacia todos
los otros lugares de la ciudad, el campus o el edificio. En teora de redes esta medida no
es otra que la de betweenness (Wasserman y Faust 1994: 189-191, 201-202). Las ubica-
ciones que ocurren en muchos de los caminos ms cortos (o sea, las que proporcionan una
eleccin ms fuerte) poseen una medida de betweenness ms alta que las que no. La elec-
cin global se expresa como la relacin elec(i)={# caminos ms cortos(i)}/{# todos los
caminos ms cortos}. En algn sentido, el betweenness mide la influencia que posee un
nodo sobre la dispersin de la informacin a travs de la red. El ndice de centralidad de
betweenness es esencial en el anlisis de numerosas redes espaciales y sociales, pero tam-
bin es de clculo costoso. Habitualmente los programas especializados implementan pa-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
246
ra su clculo el algoritmo de Dijkstra o el de Floyd-Warshall (Cormen y otros 2001; Blan-
chard y Volchenkov 2009: 32).
Otra medicin sintctica que es muy popular en el ARS reciente es el coeficiente de clus-
tering, el cual determina si un grafo constituye o no un mundo pequeo (Watts y Strogatz
1998). En SE este coeficiente parece dar una idea de la unionicidad [ junctionness] de
los espacios, expresando de qu manera cambia la informacin visual en el interior de los
sistemas, dictando, quiz, la forma en que se percibe una trayectoria y los lugares donde
el caminante encuentra los puntos de decisin. Tcnicamente el coeficiente mide el grado
de convexidad (o a la inversa, de multi-direccionalidad) de la isovista generada desde un
lugar. Ese grado deriva de la relacin entre las conexiones directas actuales de los nodos
en la isovista y el mximo de conexiones posibles del mismo nmero de nodos. Segn o-
tra lectura, la cifra expresa cunto se conserva o se pierde del campo visual a medida que
el observador se aleja de un punto (Turner y otros 2001). Han habido protestas contra esta
interpretacin y sobre el carcter local o global de la medida (Llobera 2003);
80
sin em-
bargo, algunos estudios de buena reputacin proporcionan ejemplos convincentes del uso
del coeficiente de clustering en la comprensin del uso de los espacios pblicos (Doxa
2001; Turner 2004: 16).
Otra serie totalmente distinta de medidas de integracin tiene que ver con el concepto de
simetra de un ambiente construido, partiendo de la base de que ella refleja el grado de in-
tegracin entre distintas esferas de la prctica. La simetra se puede cuantificar midiendo
la profundidad de un espacio desde todos los dems espacios de un sistema. Los valores
de asimetra relativa real (ARR) comparan las profundidad real con la que el entorno
construido podra llegar a tener tericamente dado el nmero total de espacios. Bajos va-
lores de ARR (menos que 1,0) indican un ambiente relativamente integrador.
Para calcular ARR hay que definir primero la profundidad promedio para un sistema a
partir de un punto dado, asignando valores de profundidad a todos los dems espacios del
sistema dependiendo del nmero de pasos que lo separen del punto original. Por ende,
todos los espacios adyacentes al punto tendrn una profundidad de 1, luego 2, etc. La pro-
fundidad promedio de ese punto se puede calcular sumando los valores promedios y divi-
diendo por el nmero de espacios en el sistema (k) menos 1 (el espacio original). La fr-
mula sera:
1
1
=
n
D
MD
n
j
ij
i
Una vez calculada la profundidad media, el valor de la asimetra relativa (AR) o valor de
integracin para un espacio se obtiene usando la frmula:
2
) 1 ( 2
=
k
MD
AR
80
Vase tambin ms adelante, pgina 257.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
247
Los valores de AR se encuentran entre 0 y 1, con 0 indicando mxima integracin (Hi-
llier, Hanson y Peponis 1987: 227). Para que esos valores sean comparables entre distin-
tos sitios, edificios o yacimientos de distinto tamao se debe multiplicar por una constante
para producir la ARR.
La medida de distribucin (o control) cuantifica el nmero de vecinos para cada espacio
relativo al nmero de vecinos de cada espacio adyacente. Cada espacio da 1/n a sus veci-
nos, donde n es el nmero de espacios adyacentes. Los valores recibidos por cada espacio
desde sus vecinos se suman entonces, y el resultado equivale al valor de control (VC) pa-
ra ese espacio. Los espacios con valores de control mayores que 1,0 indican un espacio no
distribuido en el cual el control es potencialmente alto. Las frmulas correspondientes al
VC y a otras funciones significativas se detallan ms adelante (vase pg. 270). Una ca-
racterstica importante del VC es que si un espacio posee un amplio campo visual con un
montn de otros puntos a sumar, inicialmente puede parecer que dicho espacio es un buen
punto controlador. No obstante, si los lugares que pueden verse desde este espacio poseen
tambin grandes campos visuales, esos lugares contribuirn muy poco a su VC. Por lo
tanto, para ser verdaderamente controlador un punto debe ver un gran nmero de otros es-
pacios, pero desde stos deberan verse relativamente pocos espacios ms. El ejemplo
perfecto de una ubicacin controladora es el punto central del Panopticon de Jeremy Ben-
tham [1748-1832], proyecto cannico de vigilancia mxima nunca construido efectiva-
mente pero que inspirara, entre otros edificios, la prisin de Carabanchel en Madrid, el
Palacio Lecumberri en Mxico, la crcel de Caseros en Buenos Aires y la prisin de Bo-
got donde hoy se aloja el Museo Nacional de Colombia (ver ms adelante, pg. 275).
La medida de entropa, basada en la teora de la informacin de Claude Shannon, fue
descripta por primera vez por Turner (2001). Aunque algunos autores han prodigado sim-
plismos respecto de la teora, la concepcin informacional de la SE desentraa aspectos
de importancia de la topologa reticular en general, dada la proximidad conceptual entre
la teora y las cuestiones fundamentales de orden, desorden, organizacin, diversidad y
complejidad (Escolano Utrilla 2003; Reynoso 2006a: 34-41). En un primer sentido, la en-
tropa es una medida global de la distribucin de lugares en trminos de su profundidad
visual a partir de un nodo ms que en base a su profundidad misma. De este modo, si mu-
chos espacios se encuentran visualmente prximos a un nodo, se dice que la profundidad
visual de ese nodo es asimtrica y su entropa baja. Si la profundidad visual se distribuye
de manera ms pareja, la entropa es mayor. La entropa relativizada, por su parte, toma
en cuenta la distribucin esperada a partir de un nodo. Esto implica que en la mayora de
los casos uno esperara que el nmero de nodos que se encuentran a medida que uno se
mueve a travs de un grafo se incremente hasta alcanzar la profundidad media y que de-
cline a partir de all. Ambas medidas de entropa han sido sealadas como problemticas,
dado que cifras parecidas aparecen en espacios de funcionalidad muy diferente.
Otros autores han considerado relaciones de participacin en la entropa, tomando en
cuenta medidas de conectividad local y centralidad global. Se ha descubierto que mientras
la entropa de conectividad tiende a aumentar proporcionalmente al tamao de la ciudad,
la entropa de centralidad decrece, dado que una gran ciudad a menudo tiene vas an-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
248
chas [broadways] que son itinerarios de centralidad prominente y que conectan diversos
sectores urbanos. Las correlaciones entre las relaciones de participacin en la entropa,
por otro lado, han demostrado ser tiles para evaluar las medidas de inteligibilidad de las
ciudades y para comparar redes urbanas geomtrica y topolgicamente muy distintas
(Volchenkov y Blanchard 2008).
El despliegue de estos clculos y descriptores puede apreciarse examinando el conjunto a
la izquierda de la figura 16.3. En la primera columna se encuentran los elementos fsicos
de la construccin y en la segunda los correspondientes elementos espaciales. La estructu-
ra bsica y la divisin en celdas de los tres edificios es bsicamente la misma; los patro-
nes de adyacencia de las habitaciones y el nmero de aberturas internas y externas son
idnticos. Lo nico que difiere es la ubicacin de las entradas. Pero esto alcanza para de-
finir formas totalmente distintas del uso del espacio: el patrn de permeabilidad generado
por la disposicin de las entradas es entonces la variable crtica. El primer patrn es una
secuencia larga y nica con una bifurcacin al final; el segundo, una estructura simtrica
y ramificada alineada a lo largo de una trayectoria fuertemente central y el tercero una
configuracin distribuida. La adecuacin descriptiva de las tcnicas es evidente. Cuando
se trate de establecer contrastes o de encontrar semejanzas entre diseadores, estilos, po-
cas o culturas, se dispone ahora no slo de las figuras que se dan ante los ojos, sino de
una notacin, una descripcin estructural e infinitas posibilidades de clculo y gestin.
Figura 16.3 Elementos de anlisis arquitectnico.
a) Simetra y distribucin de espacios.
b) Tipologa de los espacios (segn Hillier 2007a, figs. 8.16 y 1.2).
Derivado de este principio se obtiene tambin una tipologa que permite identificar espa-
cios como motivos de los grafos. De este modo, se reconocen espacios de tipo a, b, c y d
(figura 16.3, derecha). Los espacios llamados (a) poseen un solo vnculo; son como ca-
llejones sin salida. Los (b) son aquellos que se conectan a esos callejones. Los (c), a su
vez, son los que pertenecen a un anillo. Los (d), por ltimo, son espacios con ms de dos
vnculos y que forman conjuntos complejos que no tienen ni (a) ni (b) pero que poseen
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
249
por lo menos un elemento en comn. Aun cuando la clasificacin parecera girar en torno
a criterios poco homogneos (como en la clasificacin de los animales en la enciclopedia
china mentada por Borges, o en la tipologa de los signos de Charles Sanders Peirce), su
construccin lgica resulta ser perfecta. Se sabe tambin que los espacios (a) y (d) crean
integracin, mientras que los (b) y (c) generan segregacin.
En la figura 16.4, el grafo proporciona una visin excelente de la forma en que se articu-
laron los espacios de Zacuala en Teotihuacan de acuerdo con Matthew Robb (2007), del
Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Yale. En primer lugar, se aprecia
que median doce pasos entre el nodo de entrada [carrier] y el nodo ms profundo. Cuan-
do se lo justifica, el grafo muestra una estructura de rbol excepcionalmente clara, imper-
ceptible desde la inspeccin visual de la planta. El rbol muestra una larga serie de pasos
antes de alcanzar el patio principal (#27). El valor de integracin para todo el compuesto
es 1,49. El nodo ms integrado es por cierto el patio (0,723) y los ms segregados son el
#1 (2,137) y el carrier (2,198)
Figura 16.4 Plano y grafo espacial desde el nodo #55 de Zacuala, Teotihuacan (Robb 2007: 062.5-062.6)
Grafo generado utilizando JASS.
En la disciplina de origen han habido algunas crticas al concepto de SE. El cuestiona-
miento ms fogoso y calificado procede del investigador del MIT Carlo Ratti (2004a;
2004b). Ratti cuestiona el carcter ms iconogrfico, topolgico y geomtrico que mtri-
co de su metodologa, lo cual quiz sea su aspecto ms innovador y lo que lo distingue de
la avalancha de cantidades sin consecuencias que todava forma parte del arsenal estads-
tico de los sistemas geogrficos de informacin previos al advenimiento de las teoras y
algoritmos de la complejidad. Tambin objeta el tratamiento de una calle curvada como si
fueran varias calles y la imposibilidad de generar las lneas axiales unvocamente, obje-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
250
ciones que fueron superadas por piezas de software que hoy son de dominio pblico como
MindWalk y AxialGen (Hillier 2004; Figueiredo y Amorim 2007; Jiang y Liu 2009;
2010).
En rigor, la teora urbana subyacente al modelo sintctico estableca que en las ciudades
hay una llamativa dualidad matemtica: el espacio urbano es localmente mtrico pero glo-
balmente topo-mtrico. La evidencia a favor de la metricidad local viene de fenmenos
genricos tales como la intensificacin de la grilla para reducir los traslados promedio en
los centros, la cada del alejamiento respecto de los atractores proporcionalmente a la dis-
tancia mtrica y la cada observable de la actividad de shopping conforme aumenta la dis-
tancia entre los comercios y las intersecciones. La evidencia de la topo-geometra global
viene del hecho de que tenemos que usar geometra y topologa para llegar a medidas
configuracionales que aproximen de manera ptima los patrones de movimiento en una
red urbana. Puede pensarse (afirman Hillier y otros 2007) que en lo que concierne a la
toma de decisiones debe existir algn umbral por encima del cual prevalece una represen-
tacin geomtrica y topolgica de la grilla urbana ms que el sentido cuantitativo de la
distancia corporal.
Figura 16.5 Patchwork de Londres a radios de 500 y 2000 metros.
Basado en Hillier y otros (2007: fig 13)
Por aadidura, nuevos estudios han demostrado que en ciertos fenmenos ambas clases
de medidas convergen y divergen, dando lugar a una nueva pauta urbana. Esta se hace e-
vidente en la particin de la red subyacente a un espacio urbano en otra red de patches
semi-discretos a travs de la aplicacin de distancias mtricas universales a diferentes ra-
dios mtricos, sugiriendo una especie de arealizacin de la ciudad a todas las escalas. De
all se deriva la comprobacin de que las distancias mtricas universales capturan exacta-
mente las propiedades formales y funcionales del patchwork local (y sobre todo la dife-
renciacin local de reas) mientras que las medidas topogeomtricas identifican las es-
tructuras locales que vinculan el patchwork urbano en una totalidad a diferentes escalas
(figura 16.5; Hillier, Turner, Yang y Park 2007). Esta dualidad en las cualidades del espa-
cio segn la escala vuelve a traer a colacin la necesidad (que he documentado ms arri-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
251
ba, pg. 216 et passim) de articular de maneras ms elaboradas la distincin entre lo local
y lo global en antropologa y ciencias sociales, coordinando las propiedades formales del
espacio con el conocimiento especfico de dominio y la prctica etnogrfica.
Un nuevo hallazgo, igualmente importante, atae a la distribucin que se ha encontrado
entre las lneas largas y las cortas en la virtual totalidad de los mapas axiales. Hillier
(2001) y luego Carvalho y Penn (2004) encontraron que esa distribucin parece ir a tra-
vs de todas las culturas y de todas las escalas de asentamiento (Hillier 2001: 02.6). En
todo mapa axial, en efecto, hay un nmero grande de lneas pequeas y muy pocas lneas
largas. Aunque ha habido una inmensa variedad de patrones urbanos a lo largo de la his-
toria y un repertorio de patrones excepcionalmente variado (cf. Marshall 2005), Hillier se-
ala que tambin se manifiestan poderosas invariantes; el problema dice es comprender
cmo surgen tanto las variaciones culturales como la invariancia a partir de los procesos
espaciales y culturales que generan las ciudades. Detrs de todo esto tiene que haber un
conjunto de principios sintcticos que vinculan factores de necesidad y libertad, de patrn
global y de textura local, principios que son al mismo tiempo un marco de referencia que
constrie y un sistema de posibilidades a explotar. Despus de analizar un impresionante
rango de posibilidades, patrones geomtricos y resultantes de procesos de crecimiento,
Hillier registra una extraordinaria constancia en la distribucin de la longitud de las lneas
axiales.
Si dividimos el rango de las lneas por diez propone encontramos que en Atlanta 92,7%
de las lneas estn en el decil de las lneas cortas y slo 2% en los ocho deciles de las lar-
gas; en La Haya las cifras son 84,8% y 5%, en Manchester 85,9% y menos de 3%; en Ha-
medan, un poblado iran mucho ms pequeo, 90% est en los cuatro deciles de las ms
cortas y slo 2% en los cinco de las ms largas; en el otro extremo Londres (15.919 lneas
axiales) 93,3% est en el decil de las ms cortas y apenas 1% en los ocho deciles de las
largas; en Santiago de Chile (29.808 lneas), de la cual pensamos que es ms bien una
ciudad con trazado de grilla, la cifra es de 94,7% y 1% respectivamente; en Chicago
(30.469 lneas), cuyo patrn callejero es todava ms ortogonal, 97% y 0,6%. Incluso en
una planta tan distinta como la de Teotihuacn, las lneas ms cortas suman el 85% del
total. En asentamientos ms pequeos la tendencia es la misma, aunque algo menos mar-
cada (Hillier 2001: 02.6). A medida que los asentamientos crecen, la proporcin de las
lneas largas en relacin con la longitud media del lugar deviene ms pequea pero las l-
neas mismas se hacen ms largas. Esto tambin parece ser un invariante a travs de todas
las culturas a despecho de las obvias diferencias en otros aspectos de la geometra urbana
(p. 02.7).
Ms recientemente, Bin Jiang (2007),
81
operando con bases de datos gigantescas, ha en-
contrado que este principio tambin se aplica a la comunicacin que brindan las calles,
81
Vase http://fromto.hig.se/~bjg/Publications.htm. Visitado en abril de 2010. Con los aos Jiang ha ido in-
clinndose hacia las redes complejas en estado puro y sus modelos topolgicos antes que hacia la SE. El
punto de inflexin ha sido quiz la presentacin para la conferencia AGILE de GIS en Helsinki (Jiang y Cla-
ramunt 2000). De todas maneras, Jiang volvi a apostar a las metodologas axiales programando AxialGen,
un problema que resuelve un problema de la SE que l haba trado a colacin (Jiang y Liu 2009; 2010).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
252
que resulta ser un neto 80/20 paretiano: un 80% de las calles est menos conectado, mien-
tras un 20% lo est por encima del promedio;
ms tarde el mismo autor (Jiang 2009), cuya
productividad en este campo es asombrosa, ha encontrado que este principio tambin da
cuenta de una distribucin 80/20 en los flujos de trfico de una ciudad.
La misma distribucin se encuentra en los mapas de continuidad (Figueiredo y Amorim
2007) y una vez ms en la distribucin de grados del grafo, cualquiera sea la tcnica con
que se lo genera. Su cada, como no podra ser de otra manera, sigue una ley de potencia
con un exponente a, tal que P( Xx) x
(-a-1)
y P(X=x)x
-a
. Esta misma caracterstica se
presenta en todos los fractales y cierra el crculo del nexo primordial entre la SE y las
teoras de la complejidad (Gastner y Newman 2004).
El ltimo tpico relacionado con el anlisis reticular de la espacialidad tiene que ver con
el dominio de la cognicin, el cual se est incorporando en las ltimas corrientes de estu-
dio en el campo sintctico. Aqu viene a cuento la necesidad de una mayor participacin
de la antropologa; si bien esta disciplina ha realizado aportes importantes al estudio de
los mapas cognitivos, son muy pocos los que tienen que ver con contextos urbanos. Aque-
llos que me vienen a la mente son particularmente antiguos y sesgados.
Un artculo muy citado hace dcadas y hoy prcticamente olvidado es el legendario Dri-
ving to work escrito por Anthony F. C. Wallace (1965) bajo el influjo de la inteligencia
artificial del programa fuerte (GOFAI)
82
y atestado de frames, scripts, schemata, formalis-
mos de MGP y otras criaturas de la poca que hoy sera engorroso describir y ocioso resu-
citar (Reynoso 1998: 42-88). El programa encarnaba radicalmente el concepto de la men-
te entendida como mecanismo de procesamiento de informacin. Wallace describa el
simple manejo del automvil desde casa hasta el trabajo como una actividad guiada por
planes o reglas de diferentes tipos, algunos representativos de un conocimiento muy gene-
ral, otros derivados del contexto cultural y los restantes de la experiencia de la persona.
El mapa cognitivo del conductor, afirmaba Wallace, posee muchos niveles. Representa
(por ejemplo) rutas y landmarks en un sentido semejante al del concepto de Kevin Lynch.
Codifica seales de trfico, semforos y lugares (escuelas, centros comerciales); integra
factores de visibilidad, estado del tiempo, nivel de trfico, mecanismos de control del
vehculo, acciones corporales requeridas y la sensacin del conductor al manejar. El mo-
delo ms simple sobre la operacin de este proceso deca Wallace involucra considerar
al conductor como una mquina ciberntica (1965: 287). Wallace registraba la necesidad
de monitorear el sujeto, el carro y el movimiento y de integrar el feedback, incluyendo
ambos conceptos en una unidad TOTE.
83
El modelo consista al fin de nueve reglas para el
Procedimiento Operativo Estndar, siete dimensiones fuera-del-vehculo (con 216 com-
binaciones resultantes) y cinco controles del automvil (con 48 combinaciones de accio-
82
Good Old-Fashioned Artificial Intelligence. El acrnimo fue acuado por John Haugeland (1985).
83
Test, Operate, Test, Exit: es una estrategia iterativa de resolucin de problemas propuesta por George
Miller, Eugene Galanter y Karl Pribram en su Plans and the structure of behavior de 1960, un clsico de la
psicologa cognitiva. De variada aceptacin en la ciencia cognitiva actual, el modelo TOTE sigue siendo la
estrategia fundamental de la programacin neurolingstica.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
253
nes para la respuesta unitaria), todo ello en una jerarqua TOTE con puntos de deci-
sin en inflexiones especficas. Wallace crea que el anlisis en trminos de Plan de Ac-
cin, Reglas de Accin, Operaciones de Control, Informacin Monitoreada y Organiza-
cin podran explicar otras actividades humanas de uso de herramientas, desde la caza
hasta la guerra (p. 291). Hoy es evidente que esta perspectiva no prosper gran cosa por
rida, tal vez, ms que por intil.
Si algo estaba fallando en el sistema de Wallace eso era, claramente, que el ambiente en
el que la accin tena lugar no haba sido tomado en cuenta; el mismo reproche le ha ca-
bido a la influyente arquitectura cognitiva de Kevin Lynch (1960), a la que se ha imputa-
do no considerar las caractersticas relacionales entre los elementos del entorno y no su-
ministrar elementos de cuantificacin (ONeill 1991; Golledge y Stimson 1997). Hoy la
situacin se encuentra en vas de mejorar en todas las disciplinas involucradas. Es eviden-
te asimismo que se est gestando una inquietud cada vez ms sistemtica hacia los facto-
res cognitivos en gran parte del movimiento de la SE. Los signos son todava espordicos
pero contundentes y hay literalmente docenas de trabajos de excelencia presentados en
simposios multiculturales que superan largamente todo cuanto la antropologa cognitiva
clsica, la arqueologa del paisaje, la menguante psicologa ambiental, la geografa con-
ductual o la siempre incipiente arquitectura cognitiva tuvieron alguna vez para ofrecer
(Haq 2001; Penn 2003; Haq y Girotto 2004; Kim y Penn 2004; Hlscher, Dalton y Turner
2006; Long y Baran 2006; Brsamle y Hlscher 2007; Hillier 2007a; 2007b; Long, Baran
y Moore 2007; Montello 2007; Tunzer 2007; Yun y Kim 2007; sobre psicologa ambien-
tal cf. Reynoso 1993: 186-192). Ms adelante volver sobre la cuestin.
16.2 La ciudad como grafo y como red: Algoritmos y estudios de casos
Aunque a primera vista Tell-El-Amarna y So Paulo puedan parecer incomparables, los
grafos y las redes que se presentan en los asentamientos arqueolgicos mayores y en las
ciudades comparten caractersticas de distribucin de ley de potencia, vinculadas a su vez
con el fenmeno de los pequeos mundos o la independencia de escala y con factores de
caminabilidad, eficiencia, costo, poder, seguridad, habitabilidad o saliencia cognitiva. La
mayor parte de los especialistas en SE est trabajando ahora en estos trminos, al lado de
otros estudiosos que emplean conceptos emanados tanto de las teoras de la complejidad
como del anlisis de redes complejas (Rosvall y otros 2005; Porta y otros 2006; Barthle-
my y Flammini 2008).
Particularmente destacable en este registro es el reciente trabajo comparativo de un equi-
po de especialistas de la Universidad de Nuevo Mexico en Albuquerque (Kalapala y otros
2006). El punto de partida de su anlisis fue el hecho de que en las redes de la vida real
(la Web, las citas bibliogrficas, las relaciones sociales, las interacciones de genes y pro-
tenas) exhiben una distribucin de grado en la cual la fraccin de vrtices con grado k
posee la forma de una ley de potencia tal que P(k) k
donde 2>>3. Tras esa compro-
bacin, los autores examinaron la estructura topolgica y geogrfica de las rutas naciona-
les en los Estados Unidos, Inglaterra y Dinamarca; transformando las redes viales en sus
representaciones duales (donde las rutas son vrtices y las aristas conectan dos vrtices si
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
254
las correspondientes rutas se intersectan alguna vez),
84
demostraron que las representacio-
nes exhiben invariancia de escala tanto topolgica como geomtrica. En otras palabras,
comprobaron que para reas geogrficas suficientemente grandes la distribucin de grado
dual sigue una ley de potencia con cola pesada y exponente 2,2 2,4, y que por ello
los viajes, independientemente de su longitud, poseen una estructura fundamentalmente
idntica. Por estructura se entiende aqu el nmero de tramos y sus respectivas longitudes;
antes de terminar de leer el artculo se puede anticipar que esa distribucin ser del tipo
Pareto-Zipf-vuelos de Lvy (aunque los autores no utilizan esa terminologa): muy pocos
tramos largos comprenden la mayor parte del recorrido; los tramos ms extensos no de-
mandan un tiempo de viaje proporcionalmente mayor porque poseen ms capacidad y
admiten lmites de velocidad ms altos. Para explicar estas propiedades, los autores elabo-
raron un modelo fractal de ubicacin de rutas que reproduce la estructura observada, lo
cual sugiere una conexin comprobable entre el exponente de escala y las dimensiones
fractales que gobiernan la ubicacin de rutas e intersecciones. El modelo fractal que me-
jor idea brinda de esta geometra es, incidentalmente, similar a la de los cuadrados de
Sierpiski. De ms est decir que comprender esta clase de distribuciones puede ser de
ayuda en el diseo de alternativas de trazado de rutas a nivel regional.
En una tesitura parecida, los estudiosos y planificadores estn aplicando nociones de re-
des sociales al diseo y anlisis de trayectorias y otros factores que afectan la vida hu-
mana en las ciudades. Una de las nociones con ms potencial de uso en este campo es el
concepto de centralidad, que se viene usando en redes sociales desde al menos la dcada
de 1940 (Wasserman y Faust 1994: 169-180, 182-202). En geografa econmica y en pla-
neamiento regional el concepto se ha afincado desde los 60s, y ya se acepta la idea de que
ciertos lugares (ciudades, asentamientos) son ms importantes que otros porque son ms
accesibles. La accesibilidad se entiende aqu como una medida de centralidad de la mis-
ma clase que la que se desarroll en la sociologa estructural o en los estudios antropol-
gicos de la Escuela de Manchester. En diseo urbano se ha intentado comprender qu ca-
lles y rutas constituyen la columna vertebral de una ciudad, entendiendo por ello las ca-
denas de espacios urbanos que son ms importantes en materia de conectividad, dinamis-
mo y seguridad a escala regional, as como de inteligibilidad (o legibilidad) en trminos
de la facilidad con que se encuentran caminos [wayfinding]; recientemente, ambos empe-
os han experimentado convergencia dando lugar a una nueva teora cognitiva-configu-
racional sobre la que volver a tratar luego (Hillier y Hanson 1984; Hillier 1986; Penn
2003).
84
Esto no debe confundirse con el dual de un grafo planar en el que las caras devienen vrtices. Esta repre-
sentacin se utiliz muchas veces para indagar la distribucin topolgica de las redes de calles urbanas
(Jiang y Claramunt 2004; Rosvall y otros 2005; Porta, Crucitti y Latora 2006b). La representacin de las
calles que primero viene a la mente, y en la cual cada segmento termina en una interseccin (representacin
primal), proporciona muchas oportunidades de encontrar distribuciones de grado de cola pesada; esto es
ms bien trivial, ya que casi todos los vrtices poseen grado 4, el grado promedio de un grafo planar es a lo
sumo 6 y el nmero mximo de aristas es 3n 6. Pero esta representacin viola la percepcin usual de que
una interseccin es donde se cruzan dos calles y no donde comienzan cuatro. Tampoco expresa adecuada-
mente la forma en que se suelen articular las instrucciones para llegar a un lugar (siga por esta calle 2 kil-
metros [ignorando las calles transversales] hasta llegar a la calle X).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
255
Expresivo de esta lnea de indagaciones no necesariamente ligada a la SE pero s fuerte-
mente reticular es el estudio de Salvatore Scellato y otros (2005). En el mismo se conside-
r una superficie igual de las ciudades de Bologna y San Francisco como representativas
de plantas urbanas orgnicas auto-organizadas y planificadas respectivamente. Para esas
superficies se obtuvieron grafos denotados GG(N,K), donde N y K son respectivamente
el nmero de nodos y de aristas en cada grafo. En el caso de Bologna se tiene N=541 y
K=773, mientras que en San Francisco los valores son N=169 y K=271. El grado pro-
medio k=2K/N es respectivamente 2,71 y 3,21; la diferencia se debe a la sobreabundan-
cia de intersecciones de tres calles en Bologna en relacin con el cruce de cuatro, lo cual
es al revs en San Francisco debido a su estructura en damero. Otra diferencia relevante
es capturada por la distribucin de longitudes de aristas. En la figura 16.6 (izquierda, arri-
ba) se mape n(l ), vale decir el nmero de aristas de longitud l como funcin de l. Puede
apreciarse que la distribucin de longitudes tiene un solo pico en Bologna mientras que
hay ms de uno en San Francisco, una vez ms debido a su geometra ortogonal. El gr-
fico siguiente muestra los valores de los rboles abarcadores [spanning trees, en adelante
ST] basados en la centralidad de las aristas. Para construir esos rboles se localizan pri-
mero las aristas de alta centralidad, que son las calles que estn hechas estructuralmente
para ser cruzadas (centralidad de betweenness) o las calles cuya desactivacin afectara
las propiedades globales del sistema (centralidad de informacin).
85
La centralidad de be-
tweenness de arista (C
B
) se basa en la premisa de que una arista es central si aparece in-
cluida en muchos de los caminos ms cortos que conectan pares de nodos. La C
B
de las a-
ristas =1, ..., K se define como:
=
=
i k j N k j jk
jk B
n
n
N N
C
; ,..., 1 ,
) (
) 2 )( 1 (
1
donde n
jk
es el nmero de caminos ms cortos entre los nodos j y k, mientras que n
jk
() es
el nmero de caminos ms cortos entre j y k que contienen la arista . Los dems valores
se computan en la forma usual. Lo importante es que las distribuciones acumulativas no
muestran grandes discrepancias a pesar de que las diferencias entre ambos patrones urba-
nos es significativa. Esto es un indicador del hecho de que las ciudades orgnicas auto-
organizadas son diferentes de las ciudades planificadas ms en trminos de sus nodos (in-
tersecciones) que de sus aristas (calles), y especialmente en funcin de la forma en que la
gente asigna importancia a tales espacios.
Teniendo esto en cuenta, los valores del grfico de la derecha se refieren a entidades tales
como los STs de longitud mnima (mLST) o los STs de centralidad mxima (MCST). Los
procedimientos para obtener estos rboles son un tanto engorrosos para reproducirlos a-
qu. Lo que importa, a fin de cuentas, es que los MCST en particular son de inters para
los planificadores urbanos porque los rboles expresan la cadena ininterrumpida de espa-
85
Un rbol es un grafo conectado que no contiene ciclos; en un rbol hay por ende una arista entre cual-
quier par de vrtices (Aldous y Wilson 2000: 138-162). Un rbol abarcador en un grafo es un subgrafo del
mismo que incluye todos los vrtices y es tambin un grafo. Ms adelante desarrollar un puado de ideas
concernientes a esta estructura de grafos y a los algoritmos que les corresponden.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
256
cios que sirve a todo el sistema mientras que maximiza la centralidad sobre todos los
vrtices involucrados. Este mtodo identifica la columna vertebral de una ciudad como la
sub-red de espacios que es probable que ofrezca el ms alto potencial para la vida de la
comunidad urbana en lo que toca a popularidad, seguridad y ubicacin de servicios, todos
ellos factores relacionados con los lugares centrales. De la comparacin de ambos casos
se infiere que los patrones orgnicos estn ms orientados a poner las cosas y las personas
en contacto en el espacio pblico que a acortar los viajes desde y hacia cualquier destino
en el sistema, lo cual es ms prioritario en las ciudades planificadas.
Los trabajos de Scellato y otros (2005) demuestran el uso creciente de la algortmica de
grafos en general y de los STs en particular en el estudio de las cosas humanas. Es en fun-
cin de demandas como stas que provincias enteras de la teora de grafos han experi-
mentado un fuerte crecimiento en los ltimos aos. En ciencias de la computacin, por
ejemplo, se han diseado algoritmos de aproximacin sobre rboles que hoy estn dispo-
nibles para todas las disciplinas. Al lado de muchas aplicaciones de diseo de redes, por
otra parte, se han establecido nuevos campos de investigacin en reas especficas, tales
como el estudio de las secuencias biolgicas de alineamiento o la construccin de rboles
evolucionarios. Ello se debe a que los ST, al contener todos los vrtices de G, permiten
encontrar fomas eficientes de conectar todos los elementos, sean ellos computadoras, ciu-
dades, sucursales o personas. Infinidad de problemas duros (como el TSP, el VRP y mu-
chos ms) se pueden resolver aproximadamente en funcin de algoritmos de STs, como
los de Kruskal, Prim, Dijkstra, Bellman-Ford, Zelikovsky-Steiner, Borvka y otros.
Figura 16.6 Izquierda, arriba: Distribuciones de longitud de las calles (lnea azul) vs distribuciones de
longitud de los MCSTs basados en betweenness (lnea roja). Abajo: distribuciones acumulativas de
betweenness de arista y de informacin. Derecha: rboles abarcadores de Bologna (arriba) y San Francisco
(abajo) para mLSTs, MCST basado en betweenness y MCST basado en informacin Segn Scellato y
otros (2005)
Los STs se conocen desde hace un tiempo; ya en 1886, Arthur Cayley [1821-1895] (el
primer matemtico que defini a los grupos como un conjunto engendrado por una opera-
cin binaria y que cre el portentoso grafo fractal epnimo) haba desarrollado una fr-
mula bien conocida, n
n2
para el nmero de STs en un grafo completo K
n
(Cayley 1889;
Wu y Chao 2004: 2.1). Esta frmula en apariencia inocente (al lado de otros innmeros
elementos de juicio que he desarrollado en otra parte) demuestra la impropiedad de la
anttesis que Deleuze y Guattari (2000) establecen entre rboles y redes rizomticas: pri-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
257
mero que nada, un rbol es tambin una red; y en segundo lugar, toda red acclica contie-
ne un nmero formidable de rboles abarcadores, exactamente n
n2
. La impresin je-
rrquica que comunican los rboles, por otro lado, depende de la forma en que se los mi-
re o se los dibuje (Reynoso 2010: 167-169). No es necesario que nos remitamos al prin-
cipio de Nelson Goodman (1972, ver arriba pg. 15) para comprobar que, al igual que
tantas otras, la popular oposicin entre redes y rboles se funda en una falsa antinomia.
Figura 16.7 Izquierda: Patrones urbanos de la ciudad de Savannah: mapa original, grafo espacial, mST y
GT Derecha: Nmero de nodos (N), nmero de aristas (K), longitud total de las aristas (costo), longitud de
arista promedio (l), dimensin fractal de caja (D
box
) Basado en Cardillo y otros (2005)
Otra elegante extrapolacin de conceptos usuales en el anlisis de redes sociales hacia el
anlisis y diseo urbano puede encontrarse en el paper de Cardillo y otros (2005) sobre
las propiedades estructurales globales y locales de los grafos planares constituidos por los
patrones de calles urbanas. Adems de una batera de clculos ms o menos acostumbra-
dos sobre la dimensin fractal, la longitud promedio de los vrtices, la distribucin de
grado y el costo de ambulacin, los autores ensayan sobre una muestra de superficies
iguales de veinte ciudades otras medidas y criterios novedosos, tales como coeficiente de
meshedness, eficiencia, distribucin de motivos, rbol abarcador mnimo (mST) y trian-
gulacin voraz [GT, greedy triangulation] (fig. 16.7). El mST es el rbol de menor longi-
tud que conecta todos los nodos en un solo componente; posee, por definicin K
min
=N1
aristas. El resultado es un conjunto de medidas bien diferenciadas y expresivas que per-
miten por un lado clasificar las ciudades en tipos bien definidos y por el otro aumentar el
conocimiento sobre los efectos de uno u otro plan de trazado de calles, de optimizacin de
la calidad de vida o del cambio estructural que fuere. La GT es una metaheurstica bien
conocida en geometra computacional que produce una buena aproximacin a un grafo
mximamente conectado de la mnima longitud posible; esta aproximacin es requerida
por cuanto no se conoce ningn algoritmo de tiempo polinmico que compute una genui-
na triangulacin ptima, esto es, de peso mnimo.
A diferencia de los grafos aleatorios de Erds y Rnyi, muchas redes complejas de la vida
real muestran la presencia de un gran nmero de ciclos cortos de motivos especficos. El
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
258
clustering o conglomerado local, conocido tambin como transitividad, es una propiedad
caracterstica de las redes de conocidos, donde es probable que dos personas con un cono-
cido comn se conozcan entre s. El coeficiente de clustering es tambin en cierto modo
una medida de la fraccin de tringulos presentes en una red; se trata de una medida que
se utiliza muchsimo en el anlisis de redes sociales de diez aos a esta parte pero no es
adecuada para describir las propiedades locales de los grafos planares, porque el simple
conteo de tringulos no permite discriminar entre topologas muy distintas: tanto las gri-
llas de tringulos como los cuadriculados y los enrejados hexagonales poseen el mismo
coeficiente, que es obviamente cero. Por eso es que se ha propuesto el coeficiente de me-
shedness, que se define como M=F/F
max
, donde F es el nmero de caras (excluyendo las
externas) asociadas con un grafo planar de N nodos y K aristas; F se calcula mediante la
frmula de Euler F=KN+1; y F
max
es el nmero posible de caras que puede obtenerse en
un grafo planar. Por ende, el coeficiente puede variar desde 0 (estructura de rbol) hasta 1
(un grafo planar mximamente conectado, como la GT).
Aplicando esta batera de elementos de juicio, los autores distinguen un bien articulado
conjunto de tipo urbanos:
1) Texturas medievales orgnicas, incluyendo tanto casos arbigos (Ahmedabad,
Cairo) como europeos (Bologna, Londres, Venecia, Viena).
2) Texturas planificadas de enrejado de hierro (Barcelona, Los Angeles, Nueva
York, Richmond, Savannah, San Francisco).
3) Texturas modernistas (Brasilia, Irvine 1).
4) Texturas barrocas (Nueva Delhi y Washington.
5) Texturas mixtas (Pars, Sel).
6) Diseos lollipop sesentistas con estructuras arboladas de baja densidad y abun-
dantes callejones sin salida (Irvine 2 y Walnut Creek).
Y ya que a propsito de la GT hemos hablado de problemas difciles o imposibles de re-
solver en tiempo polinmico, hay que decir que los grafos han sido esenciales en la com-
prensin sistemtica de la tratabilidad de las poblemticas urbanas en diversas disciplinas,
excepto (hasta donde conozco) en antropologa sociocultural.
Una tercera rea de influencia de la teora de grafos en el anlisis espacial concierne a la
conversin del antiguo mtodo de las isovistas en una genuina integracin de anlisis de
visibilidad de grafos [visibility graph analysis, o VGA]. Una vez ms, el centro de estas
investigaciones es el VR Centre, un rea especfica de la misma Bartlett School of Visual
Studies.
86
El procedimiento subyacente a la integracin de VGA se asemeja a la que
utilizaron De Floriani, Marzano y Puppo (1994) en anlisis del paisaje y de Berg y otros
(2008[1997]) en geometra computacional, aunque en nmero de puntos seleccionados es
mayor en este caso. Muchos de los mtodos algortmicos de esta ltima especializacin
(una disciplina surgida en los setenta para resolver problemas espaciales de computacin
grfica, GIS y robtica) se basan en principios derivados de la teora de grafos y de otros
86
Vase http://www.vr.ucl.ac.uk/research/vga/. Visitado en junio de 2009.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
259
modelos reticulares: los diagramas de Voronoi, los tringulos de Delaunay y la triangula-
cin de polgonos en general, el teorema de la galera de arte, los rboles de bsqueda,
segmento, particin e intervalo, los quadtrees y por supuesto los grafos de visibilidad
(Goodman y ORourke 1997).
La tcnica de VGA consiste en seleccionar algunos miles de puntos, trazando aristas entre
los puntos que son mutuamente visibles. La medida de integracin, tomada de Hillier y
Hanson (1984) es una medida (inversa) del camino promedio ms corto entre un punto y
todos los dems puntos del sistema. El guarismo obtenido se combina con otros y en par-
ticular con la longitud promedio del camino ms corto propuesta por Watts y Strogatz
(1998; vase ms arriba pg. 93) para determinar si el conjunto constituye o no un mundo
pequeo y con el coeficiente de clustering, que como hemos visto no es sino otra forma
de expresar la densidad local de aristas en una red. Al principio los autores aludieron al
procedimiento como anlisis de integracin de isovista o anlisis de visibilidad de gra-
fos de grilla densa (Turner y Penn 1999). Aunque el mtodo difiere, la isovista y el VGA
conducen a resultados coincidentes. La isovista originaria se caracterizaba por una baja
precisin relativa (10 de resolucin angular) y un alto costo computacional, derivado del
clculo de los polgonos correspondientes. El VGA, cuya resolucin llega a menos de 1,
se ha aplicado a edificios, zonas urbanas y paisajes y es de esperarse que se imponga al
menos en arqueologa, donde las isovistas convencionales fueron en su momento bien co-
nocidas. Algunos programas que se revisarn en el apartado siguiente (DepthMap,
MindWalk) incluyen esta prestacin.
Figura 16.8 Integracin de Anlisis de Visibilidad de Grafo (VGA) de la galera Tate de Londres.
Las reas ms frecuentadas son las de mayor valor de integracin axial (Hillier y otros 1996).
Las mediciones expresivas a la que puede dar lugar el tratamiento de la visibilidad de los
grafos son muchsimas y su productividad conceptual ha sido probada a travs de las dis-
ciplinas: Wilson y Beineke (1979) proporcionan alguna idea del rango de mediciones dis-
ponibles, las cuales hoy en da son muchas ms. La joya de la corona en materia de sim-
biosis entre redes y sintaxis se encarna en uno de los artculos recientes del fundador de
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
260
esta ltima, el cual lleva por ttulo algo as como Qu se necesita agregar al concepto de
red social para obtener una sociedad?. Respuesta: Algo parecido a lo que debe agregarse a
una red espacial para obtener una ciudad. (Hillier 2009).
16.3 Estudios de asentamientos arqueolgicos con SE
Dado que las tcnicas empaquetadas bajo el rubro de SE basadas en teora de grafos vin-
culan cuestiones de forma arquitectnica con ideas, lgicas y conceptos, y dado que se
prestan adems para el anlisis tanto de edificios o estructuras individuales como de a-
sentamientos enteros, no es de extraar que fueran adoptadas de buena gana por los ar-
quelogos, quienes ms o menos contemporneamente estaban desarrollando (con tantos
o ms constreimientos metodolgicos que los arquitectos y los gegrafos en los campos
equivalentes de sus respectivas disciplinas) la arqueologa [social] del paisaje (Cosgrove
y Daniels 1988; Duncan 1990; Duncan y Duncan 1988; Barnes y Duncan 1992; Oakes y
Price 2008: 149-180).
En las ltimas dos dcadas los arquelogos han utilizado herramientaes de SE o sus deri-
vaciones en un nmero crecido de investigaciones, tanto en Amrica del Sur (Moore
1992; Vega-Centeno 2005) como en Amrica del Norte (Bradley 1992: 94-95; 1993: 29-
32; Cooper 1995; 1997; Bustard 1996; Ferguson 1996; Shapiro 1997; Potter 1998; Van
Dyke 1999; Stone 2000; Dawson 2006), Mesoamrica (Hopkins 1987, Hohmann-Vogrin
2005; 2006; Robb 2007) y Europa (Plimpton y Hassan 1987; Banning y Byrd 1989; Fos-
ter 1989; Bonanno y otros 1990; Fairclough 1992; Laurence 1994: 115-121; Banning
1996; Smith 1996: 79-84, 243-258, 304-309; Cutting 2003; Perdikogianni 2003; Thaler
2005; Fisher 2006). La antropologa ha agregado bastante poco a este repertorio, aunque
unos pocos artculos han estado muy cerca de tratar la cuestin (Nrdiz Ortiz 2008).
Vale la pena referir someramente el conjunto de las principales investigaciones arqueo-
lgicas que se han valido de la SE, casi siempre en combinacin con otras tcnicas y pers-
pectivas. Ellas suman unas cuarenta y en orden cronolgico son las siguientes:
Hopkins, Mary. 1987. Network analysis of the plans of some Teotihuacan apart-
ment compounds. Environment and Planning B, 14: 387-406. La autora pertene-
ce a la Wyoming State Historic Preservation Office. Las estructuras edilicias del
sitio estudiado por ella no tienen equivalentes arqueolgicos parecidos en otras re-
giones. Muchas son tan grandes y complejas que no son tratables por mtodos de
observacin convencionales. En este ensayo se discuten nueve compuestos que
han sido total o parcialmente excavados. Se encuentran diversos patrones de varia-
cin: planes con un solo centro vs planes multicentrados; planeamiento dendrtico
vs armado en forma de circuitos a distintas escalas; facilidad relativa de acceso in-
terno vs prevalencia de espacios externos; organizacin global o en la pequea es-
cala; presencia o ausencia de sub-compuestos.
Plimpton, Christine L. y Fekri A. Hassan. 1987. Social space: A determinant of
house architecture. Environment and Planning B, 7: 439-449. Los autores son
miembros del departamento de Antropologa de la Universidad del Estado de
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
261
Washington en Pullman. Partiendo de la premisa de que el espacio es un producto
de valores y actitudes sociales y simblicos, el artculo estudia los principios de
organizacin espacial y las reglas transformacionales del espacio arquitectnico en
el pueblo de Sirsina, en el delta del Nilo. Al lado de los patrones usuales derivados
de Hillier, se proponen tres reglas primarias de transformacin (mantenimiento de
la estructura modular, segregacin o diferenciacin y borrado) y tres reglas impli-
cadas (multiplicacin, bifurcacin y reemplazo).
Banning, Edward B. y Brian F. Byrd. 1989. Alternative approaches for exploring
Levantine neolithic architecture. Palorient, 15: 154-160. Este breve paper se
destaca por su aplicacin de tcnicas de grafos espaciales a estructuras de Jeric,
Ain Ghazal, Beisamoun y Yiftahel. Partiendo de la premisa de que los cambios
sociales se reflejan en alguna medida en el ambiente construido (p. ej. la transicin
entre (a) patrones circulares tipo Aurenche y familias polignicas y (b) configura-
ciones rectilneas y familias nucleares), los autores sealan que algunos de los re-
sultados surgidos en el anlisis contradicen notablemente los supuestos del estudio
tipolgico convencional.
Foster, Sally M. 1989. Analysis of spatial patterns in buildings (Access Analysis)
as an insight into social structure: Examples from the Scottish atlantic Iron Age.
Antiquity, 63: 40-50. Foster (especialista en arqueologa medieval escocesa del
Inspectorado Histrico) estudia edificios antiguos en base a mtodos de anlisis de
acceso para clarificar la forma en que las estructuras del ambiente construido man-
tienen y reproducen las relaciones sociales.
Bonanno, Anthony, Tancred Gouder, Caroline Malone y Simon Stoddart.1990.
Monuments in an island society: The Maltese context. World Archaeology,
22(2): 189-205. Los autores son dos investigadores malteses y dos especialistas en
historia clsica y arqueologa de la Universidad de Bristol. Este estudio aplica a
los asentamientos megalticos de la pequea isla de Gozo tcnicas combinadas de
anlisis de redes sociales a la manera de Jeremy Boissevain con el anlisis de ac-
ceso de Hillier y Hanson para interrogar las teoras de jerarqua social usadas hasta
el presente. Concluyen que las tcnicas brindan una comprensin de la problem-
tica maltesa superior a la que ofrece la acostumbrada extrapolacin de las teoras
jerrquicas surgidas para explicar el caso de Oceana.
Lawrence, Denise y Setha Low. 1990. The built environment and spatial form.
Annual Review of Anthropology, 19: 453-505 (1990). En esta amplia resea hay
una breve referencia a la sintaxis espacial sin mayor comentario en cuanto a lo que
los estudios arqueolgicos y antropolgicos concierne.
Bradley, Bruce. 1992. Excavations at Sand Canyon Pueblo. En: W. Lipe (com-
pilador), The Sand Canyon Archaeological Project, Occasional Paper 2, Cortez,
Crow Canyon Archaeological Center. (Ver entrada siguiente).
Bradley, Bruce. 1993. Planning, growth, and functional differentiation at a pre-
historic Pueblo: A case study from SW Colorado. Journal of Field Archaeology,
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
262
20: 23-42. Usando elementos de SE junto con otras metodologas, Bruce Bradley
(del Crow Canyon Archaeological Center de Cortez, Colorado) examin el sitio
en busca de patrones que hablaran de planificacin tanto a escala de edificios
como a nivel de la comunidad global. Se calcularon las medidas de integracin y
se trazaron los diagramas o grafos de acceso.
Fairclough, Graham. 1992. Meaningful construction: Spatial and functional ana-
lysis of medieval buildings. Antiquity, 66: 348-366. Fairclough es miembro eje-
cutivo de la Asociacin Europea de Arqueologa; este trabajo constituye una de
las primeras aplicaciones de la SE a la arqueologa histrica.
Moore, Jerry D. 1992. Pattern and meaning in prehistoric Peruvian architecture:
The architecture of social control in the Chimu state. Latin American Antiquity,
3: 95-113. Jerry Moore (profesor de Antropologa en la Universidad del Estado de
California) alega que la arquitectura refleja significado y que una dimensin fun-
damental en ese sentido es el acceso. La pregunta a hacerse sera entonces: quin
puede pasar adnde y por cul lugar? Este artculo aplica anlisis reticular de
acceso a la ciudad de Chan Chan, en donde una clase de arquitectura (la audien-
cia) ha sido interpretada tradicionalmente como un nodo de control en el acceso a
los depsitos de las ciudadelas. El anlisis, sin embargo, revela que las audiencias
no estn donde deberan estar para satisfacer esa funcin y que por eso no contro-
lan el acceso al almacenaje. Sera entonces menester formular otras hiptesis.
Laurence, Ray. 1994. Roman Pompeii, space and society. Londres, Routledge.
Segunda edicin ampliada en 2007. Laurence (del Instituto de Arqueologa y An-
tigedad de la Universidad de Birmingham) utiliza aqu mtodos de SE para in-
dagar el grado de planificacin de la ciudad de Pompeya, establecer la centralidad
del foro y encontrar nexos entre la ciudad fsica y la organizacin social. El libro
es el primero escrito en gran escala ilustrando la aplicacin de estas tcnicas a la
arqueologa histrica.
Cooper, Laurel M. 1995. Space syntax analysis of Chacoan great houses. Diserta-
cin de doctorado, Tucson, Universidad de Arizona. (Ver otra referencia al autor
ms adelante, pg. 263).
Banning, E. B. 1996. Houses, compounds, and mansions in the prehistoric Near
East. En: G. Coupland y E. B. Banning (compiladores), People who lived in big
houses: Archaeological perspectives on large domestics structures. Monographs
in World Archaeology 27, Madison, Prehistory Press, pp. 165-185. (Ver entrada
de Banning y Byrd 1989).
Bustard, Wendy. 1996. Space as place: Small and great house spatial organi-
zation in Chaco Canyon. Disertacin de doctorado, Universidad de New Mexico
en Albuquerque. Ann Arbor, UMI Dissertation Services. (Ver entrada siguiente)
Bustard, Wendy.1997. Space, evolution and function in the houses of Chaco
Canyon. Proceedings, Space Syntax First International Symposium, Londres, pp.
23.01-23.22. Bustard analiza mediante SE el rea de Four Corners en Chaco
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
263
Canyon, con sus grandes casas que contienen entre 54 y 800 habitaciones. Con-
cluye que ningn modelo funcional de uso uniforme es sustentado por el mtodo.
Ferguson, T. J. 1996. Historic Zuni architecture and society: An archaeological
application of space syntax. Tucson, University of Arizona Press. En la primera
elaboracin arqueolgica en gran escala, Ferguson realiza una magistral presen-
tacin y clarificacin del mtodo de la SE, saludada por todos los especialistas ya
sea en arqueologa Zui como en las tcnicas de anlisis espacial (Wendy Bustard,
Shapiro, Dublin).
Smith, Adam Thomas. 1996. Imperial archipielago: The making of the Urartian
landscape in Southern Transcaucasia. Disertacin de doctorado, Universidad de
Arizona, Ann Arbor, UMI Dissertation Services. Pp. 79-84, 243-258, 304-309.
Ver ms adelante entrada de Smith (1999).
Cooper, Laurel. 1997. Comparative analysis of Chacoan great houses. Procee-
dings, Space Syntax First International Symposium, Londres, pp. 39-01-39.10. La
interpretacin de las estructuras masivas del sitio sigue siendo polmica; algunos
las contemplan como aldeas densamente pobladas mientras otros sostienen que
son remanentes de un enorme complejo templario sin casi viviendas ni depsitos.
Los grafos de acceso justificados ayudaron al autor a comprender mejor la arqui-
tectura chacoana y a evaluar los modelos alternativos, encontrando que la aparien-
cia de clausura y las plantas progresivamente asimtricas y no distribuidas sugie-
ren que se otorg mayor importancia al control de los precintos que a promover la
interaccin social. Tambin habra ms evidencias, segn parece, del faccionalis-
mo caracterstico de la regin Pueblo que de un proceso de gestacin proto-estatal.
Shapiro, Jason Stuart. 1997. Fingerprints on the landscape: Space syntax analysis
and cultural evolution in the Northern Rio Grande. Disertacin de doctorado,
Pennsylvania State University, UMI Dissertation Service. (Ver entrada siguiente).
Shapiro, Jason Stuart. 1997. Fingerprints on the landscape: Cultural evolution in
the North Rio Grande. Proceedings, First International Space Syntax Sympo-
sium, Londres, pp. 21.1-21.22. J. S. Shapiro (miembro del Departamento de An-
tropologa en Penn State) aduce que ninguno de los estudios sobre los Anasazi ha
tratado de explicar las relaciones entre los patrones arquitectnicos y la organiza-
cin social. Aqu estudia mediante SE el sitio de Arroyo Hondo Pueblo, cerca de
Santa Fe de Nuevo Mexico. El mtodo revela que el uso del espacio cambi a lo
largo del tiempo desde un patrn ms integrado y accesible hasta otro ms segre-
gado y de difcil accesibilidad, aunque con grandes reas pblicas (plazas) que
permitan reuniones multitudinarias. Hasta donde se sabe esos cambios reflejan
sutiles modificaciones de la organizacin social.
Potter, J. 1998. The structure of open space in late prehistoric settlements in the
Southwest. En: K. A. Spielmann (compilador), Migration and reorganization:
The Pueblo IV period in the American Southwest. Anthropological Research Paper
51, Tempe, Arizona State University.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
264
Smith, Adam. 1999. The making of an Urartian landscape in Southern Trans-
caucasia: A study of political architectonics. American Journal of Archaeology,
103(1): 45-71. El autor encuentra que el estudio mediante SE de los asentamientos
en las llanuras de Ararat y Shirak permite comprender mejor el uso de la arquitec-
tura como herramienta de poder imperial, as como la forma en que las relaciones
espaciales contribuyen a la produccin, reproduccin y colapso de los antiguos
estados.
Van Dyke, Ruth. 1999. Space syntax analysis at the Chacoan outlier of Guada-
lupe. American Antiquity, 64(3): 461-473. La Casa de Guadalupe es perifrica al
Chaco Canyon y manifiestas tres etapas en su construccin; el estudio investig la
estructura y el uso social del edificio, asumiendo que los diseos espaciales segre-
gados son indicadores de desigualdad. La conclusin es que la casa parece haber
sido una unidad domstica antes que una estructura administrativa o ceremonial.
Stone, Tammy. 2000. Prehistoric community integration in the Point of Pines
region in Arizona. Journal of Field Archaeology, 27(2): 197-208. Tammy Stone,
Decana Asociada y Profesora del Colegio de Artes y Ciencias Liberales de la Uni-
versidad de Colorado en Denver, examina el sitio W:10:50 donde hay un grupo de
habitaciones que se cree que testimonian una intrusin de otra tradicin cultural
del rea de Kayenta. Concentrndose en la estructura del espacio abierto en un si-
tio eminentemente habitacional, la autora describe en detalle la aplicacin de m-
todos de mapas axiales y convexos y su ulterior anlisis a los datos del sitio. Ms
all de la adecuacin al caso especfico y de la falta de desarrollo de elementos de
juicio alternativos o complementarios, el trabajo resulta til como introduccin pe-
daggica al uso del mtodo.
Pellow, Deborah. 2001. Cultural differences and urban spatial forms: Elements
of boundedness in an Accra community. American Anthropologist, 103(1): 59-
75. Pellos (del Departamento de Antropologa de la Universidad de Nueva York
en Syracuse) expande la observacin de Catherine Coquery-Vidrovitch respecto
de la mezcla de caracteres americanos, europeos y africanos en las urbes africanas,
encontrando que cada ciudad est internamente diferenciada, conteniendo una
multitud de enclaves que varan en sus formas sociales, fsicas y arquitectnicas.
El ensayo es consistente con la bsqueda de vinculacin entre lo social y lo espa-
cial que suele encontrarse en la literatura del gnero y es mencionado a menudo
como representativo del mismo, pero las tcnicas especficas de SE no se desplie-
gan en l en forma explcita.
Cutting, Marion. 2003. The use of spatial analysis to study prehistoric settlement
architecture. Oxford Journal of Archaeology, 22(1): 1-21. Aplicando las tcnicas
a tres sitios de Anatolia en atal Hyk y Hailar, Marion Cutting (del Instituto de
Arqueologa del University College de Londres) efecta una distincin entre el
anlisis de acceso utilizado como herramienta cuantitativa y un instrumento no
cuantitativo usado para pensar, sugiriendo el nivel de definicin arquitectnica
que se requiere para la primera estrategia.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
265
Hegmon, Michelle. 2003. Setting theoretical Egos aside: Issues and theory in
North American archaeology. American Antiquity, 68(2): 213-243. Hay slo una
referencia al uso de la SE por parte de Ferguson (1996) en vinculacin con la teo-
ra de la prctica a la manera de Bourdieu.
Perdikogianni, Irini. 2003. Heraklion and Chania: A study of the evolution of
their spatial and functional patterns. 4
th
International Space Syntax Symposium.
Londres, Bartlett School of Graduate Studies, University College London. 19(1):
19.20. En su estudio comparativo de estas dos ciudades orgnicas de Creta, el
texto est claramente organizado en cuatro bloques: revisin histrica, anlisis
axial, anlisis sintctico y anlisis funcional. El objetivo es averiguar por qu los
centros histricos de esas dos ciudades funcionan hoy de maneras tan diferentes.
Para ello utiliza ya no el texto clsico de Hillier y Hanson, sino uno ms actual de
Hillier (2007a: 335), Space is the machine. El mtodo analtico en particular se
basa en la nocin de que la relacin entre los agentes humanos y el espacio est
gobernada por dos clases de leyes: las leyes de la emergencia espacial, por las
cuales las propiedades configuracionales de la mayor escala se siguen como con-
secuencia necesaria de las diferentes clases de intervenciones locales; y las leyes
de la funcin genrica, que ocasionan que los aspectos ms genricos de la activi-
dad humana (ocupar espacios, moverse entre ellos) impongan constreimientos al
espacio mismo.
Liebmann, Matthew, Robert W. Preucel y T. J. Ferguson. 2005. Pueblo settle-
ment, architecture, and social change in the Pueblo revolt era, A. D. 1680 to
1696. Journal of Field Archaeology, 30(1): 45-60. Los autores (de la Universidad
de Pennsylvania los dos primeros y de Anthropological Research LLC de Tucson
el tercero) utilizan SE y mtodos semiticos diversos para marcar el contraste en-
tre la construccin planificada, la fuerte interaccin y el liderazgo centralizado
anterior a la revuelta y el plan disperso, heterogneo y relajado posterior a ella, a-
decuado a la situacin cultural de los asentamientos desde los das del levanta-
miento hasta la actualidad.
Vega-Centeno, Rafael. 2005. Ritual and architecture in a context of emergent
complexity: A perspective from Cerro Lampay, a late archaic site in Central An-
des. Disertacin de doctorado, Universidad de Arizona. Esta tesis, de casi 400 p-
ginas, constituye una extensa inspeccin del surgimiento de formas complejas a
partir de la actividad ritual en el sitio mencionado, situado en la costa norte de
Per. Vega-Centeno implementa en particular el anlisis Gamma, el cual examina
la relacin entre los espacios asociados y las estructuras del espacio exterior. Este
anlisis (cuyo nombre entr luego en desuso) no es otra cosa que la reduccin de
la estructura de los edificios a una red compuesta por unidades espaciales bsicas
o celdas y sus relaciones mutuas, tal como la propusieron Hillier y Hanson (1984:
144-146). La variable significativa de estas relaciones es el grado de permeabili-
dad entre los espacios de un edificio, manifiesto en cuatro propiedades: simetra,
asimetra, distribucin y no-distribucin. Imaginativamente, Vega-Centeno com-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
266
plementa el anlisis Gamma bsico con un anlisis de la estructura perceptual del
diseo arquitectnico utilizando elementos de la proxmica del antroplogo
Edward Hall (1989), considerada como una sntesis de impulsos sensoriales visua-
les, auditivos, kinestsicos, trmicos y olfativos.
Thaler, Ulrich. 2005. Narrative and Syntax: new perspectives on the Late Bronze
Age palace of Pylos, Greece. 5
th
International Space Syntax Symposium. Delft,
Bartlett School of Graduate Studies, University College of London, pp. 323-338.
Stockett, Miranda. 2005. Approaching social practice through access analysis at
Las Canoas, Honduras. Latin American Antiquity, 16(4): 385-407. La autora, pro-
fesora visitante de la Universidad de Cornell, utiliza una versin modificada del
anlisis de acceso para indagar los patrones de la organizacin del espacio en ese
sitio del perodo clsico tardo. Sus conclusiones consideraron una combinacin
de diagramas de acceso, anlisis de las formas arquitectnicas, distribucin de
actividades y conexin con el espacio circundante.
Hohmann-Vogrin, Annegrete. 2005. Space Syntax in Maya Architecture. 5
th
In-
ternational Space Syntax Symposium. Delft, Bartlett School of Graduate Studies,
University College London, pp. 279-292.
Hohmann-Vogrin, Annegrete. 2006. Spatial alignments in Maya architecture.
En: E. C. Robertson y otros (compiladores), Op. cit., pp. 199-204. La autora
(miembro de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Tecnologa de
Graz, Austria) aplica SE tradicional al examen de la ciudad Maya de Tikl.
Dawson, Peter. 2006. Space, place, and the rise of urbanism in the Canadian
Arctic. En: E. C Robertson, Elizabeth C., Jeffrey Seibert, Deepika Fernandez y
Marc Zender (compiladores). Space and spatial analysis in archaeology. Calgary,
University of Calgary Press, pp. 169-176. Dawson, arquelogo de la Universidad
de Calgary, utiliza fundamentalmente mapas axiales para evaluar la adecuacin de
las urbanizaciones prestamente surgidas entre los Inuit con sus pautas culturales.
Fisher, Kevin. 2006. Messages in stone: Constructing sociopolitical inequality in
late Bronze Age Cyprus. En: E. C. Robertson y otros (compiladores), Op. cit., pp.
123-132. Las tcnicas de SE sirven a Fisher (antroplogo de la Universidad de
Toronto) para demostrar que los espacios chipriotas eran lugares construidos
socialmente, imbuidos con identidad y memoria, que jugaban un papel integral en
la organizacin social durante el perodo analizado. La estrategia enfatiza el papel
de los edificios en el control de los movimientos y en los encuentros, al devenir
contextos para las interacciones a travs de las cuales las estructuras sociopolticas
se desarrollan, mantienen, transforman y reproducen. Fisher implementa una
metodologa interdisciplinaria que combina anlisis de acceso con comunicacin
no verbal y anlisis de visibilidad.
Letesson, Quentin. 2007. Du phnotype au gnotype: Analyse de la syntaxe
spatiale en architecture minoenne (MM IIIB-MRIA). Disertacin de doctorado,
Louvain-La-Neuve. El autor alega que la sintaxis espacial es ms que una herra-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
267
mienta con la cual pensar, como famosamente afirma Marion Cutting (2003). Sin
embargo, su aplicacin debe ser cuidadosa y depende en gran medida del estado
de preservacin de la arquitectura. La metodologa analtica se beneficiar si se
incorpora a una estrategia ms amplia en la cual la estructura (el genotipo neopala-
ciego) y la agencia (la percepcin y conducta humanas, as como la dinmica de
los edificios) no se conciban como una dicotoma sino como una realidad
compleja en la cual el espacio arquitectnico no sea slo teatro de las actividades
humanas, sino ms bien parte integrante de la dramaturgia cultural.
Robb, Matthew H. 2007. The Spatial Logic of Zacula, Teotihuacan. 6
th
Interna-
tional Space Syntax Symposium. stanbul, Bartlett School of Graduate Studies,
University College London. Pp. 062.1-062.16. Matthew Robb (del Departamento
de Historia del Arte de la Universidad de Yale) analiza el mencionado complejo
habitacional en un artculo elegante y de alta calidad grfica, hallando que sus re-
sidentes adheran a una jerarqua de espacios finamente modulada. De particular
utilidad en el anlisis ha sido el mapa axial de Teotihuacan elaborado por Rubn
Garnica.
Spence-Morrow, Gilles. 2009. Analyzing the invisible: Syntactic interpretation
of archaeological remains through geophysical prospection. Proceedings, 7
th
In-
ternational Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp. 106.1-106.10. Gilles Spen-
ce-Morrow (del Departamento de Arqueologa de la Universidad McGillde Mon-
tral) propone complementar las tcnicas de SE con las de la nueva geofsica,
capaz de proporcionar imgenes de alta resolucin de sitios parcialmente exca-
vados. El ensayo se aplica a prospecciones realizadas en Tiahuanaco, Bolivia, con
resultados incipientes pero promisorios.
En los das que corren los estudios basados en SE se estn acumulando a un ritmo que
sugiere que su incorporacin al paquete metodolgico de la arqueologa ya es un hecho
consumado, a despecho de su eventual mala fama en crculos restringidos de especialistas
a los cuales les choca su extraa jerga, la desconcertante simplicidad de sus matemticas
o el eventual simplismo de sus digresiones sociolgicas. El lector encontrar referencias a
estudios de SE en otras ciencias sociales y en ciencia cognitiva en pginas especficas de
mi sitio de Web.
87
Muchas de ellas ataen a lo que tradicionalmente ha sido incumbencia
de la antropologa aplicada; una proporcin importante combina tcnicas sintcticas con
anlisis de redes sociales y teora de grafos. El mtodo, en suma, est comenzando a
cuajar.
16.4 Herramientas de sintaxis espacial
Los programas para tratamiento de redes han sido de uso habitual en antropologa reti-
cular y me parece redundante describirlos en una tesis; los de sintaxis espacial, en cam-
bio, no slo son pocos conocidos sino recientes. Describirlos ayudar a comprender cmo
87
Ver respectivamente http://carlosreynoso.com.ar/dimensiones-socioculturales-de-la-sintaxis-espacial/ y
http://carlosreynoso.com.ar/sintaxis-espacial-mapas-cognitivos-conocimiento-y-percepcion-del-espacio/.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
268
es que el anlisis se despliega y de qu manera, no siempre sutil, en las disciplinas que
estn en el filo tecnolgico las prcticas inciden en el avance y en la reformulacin de las
teoras.
Dada la expansin alcanzada en la ltima dcada por el anlisis de la SE y su convergen-
cia con las tcnicas y mtodos de la complejidad, existe un buen nmero de paquetes dis-
ponibles. Entre los que he podido utilizar cabe mencionar a Agraph, Ajanachara, AJAX,
UCL DepthMap, JASS, MindWalk, Segmen, SPOT, Syntax 2D, WebMap y WebMap-
AtHome. Otros programas (Axman, Netbox, NewWave, OmniVista, OrangeBox, Ova-
tion, Pesh, SpaceBox) son para viejas versiones de Mac y no he podido probarlos. Otros
ms (Axess, AxialGen, Axwoman, Confeego, Isovist Analyst, OverView, Spatialist) son
plugins para ambientes de CAD o GIS y no programas independientes; unos pocos (Akro-
polis, Bandle, Meanda PC [Mean Depth Angular] para anlisis angular) se han tornado
inconseguibles. Ms adelante referir aquellos instrumentos vivos y de uso acadmico
gratuito que vale la pena probar.
Gran parte de los avances recientes en materia de SE ha tenido que ver con implementa-
ciones de mtodos originales de clculo y formalizacin implementados en paquetes de
software programados en los principales centros de la especialidad. En el UCL, por e-
jemplo, uno de los logros ms celebrados ha sido la sintactificacin del viejo anlisis de
grafo de visibilidad, implementada por Alasdair Turner en su programa DepthMap (Tur-
ner y Penn 1999; Turner y otros 2001; Hillier 2007: vi).
88
Ms tarde, primero Shinichi
Iida en su Segmen y luego otros estudiosos del UCL desarrollaron un anlisis axial basa-
do en segmentos implementando medidas de peso angulares, mtricas y topolgicas. Fue
este preciso anlisis el que permiti demostrar que el movimiento humano estaba guiado
ms por factores geomtricos y topolgicos y no tanto por criterios mtricos; tambin se
pudo comprender mejor el impacto profundo que la estructura del espacio ejerce sobre el
movimiento tanto de vehculos como de peatones (Hillier e Iida 2005).
Entre uno y otro logro, Dalton (2001) desarroll para el programa Meanda el anlisis an-
gular que hoy se encuentra en WebMap y WebMapAtHome; Figuereiro y Amorim (2005)
hicieron lo propio con las lneas de continuidad que se destacan en MindWalk; Marcus
y su equipo en el Colegio Real de Tecnologa de Estocolmo mejoraron la comprensin de
las relaciones entre el espacio y otros factores urbanos como tenencia de la tierra con su
Space Syntax y lo mismo hicieron el arquitecto Guido Stegen con Sequence en el ARSIS
de Bruselas o Stutz, Gil, Friedrich y Klaasmeyer con Confeego en su consultora Space
Syntax Limited.
88
El anlisis de visibilidad (vinculado con los conceptos de isovistas y viewshed analysis) se ha utilizado
masivamente en la arqueologa del espacio desde su introduccin por Michael Benedikt (1979). Se lo ha
usado para elucidar los factores que gobiernan la ubicacin de asentamientos y construcciones monumen-
tales o la defensibilidad de sitios fortificados. Vase Renfrew (1979); Fraser (1986); Kvamme (1993);
Wheatley (1995); Lock y Harris (1996); Maschner (1996); Wheatley y Gillings (2002: 201-216); Lake y
Woodman (2003); Connolly y Lake (2006: 226-233); Jones (2006).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
269
AJAX-Light
Es un programa de anlisis de accesibilidad de uniones [ junctions] y lneas axiales. Su
nombre es de hecho acrnimo de Accesibility analysis of Junctions and AXial lines. Se lo
ha documentado indirectamente en el paper #75 de UCL-CASA. La ventaja de AJAX
(figura 16.9) radica en que permite ejecutar anlisis sintctico tradicional (primal, en la
terminologa de CASA). ste consiste en describir una configuracin espacial como un
conjunto de lneas axiales y elaborar sus proximidades, accesibilidades o valores de in-
tegracin relativos; pero tambin habilita un anlisis dual, que consiste en indagar las
mismas accesibilidades con respecto a las intersecciones de las lneas, es decir, sus jun-
turas o nodos.
Figura 16.9 AJAX-Light de UCL procesando anlisis axial
El programa es fcil de usar y est orientado ms a la pedagoga del anlisis que a la eje-
cucin profesional de ste en aplicaciones de la vida real. Se mantiene la misma versin
desde el ao 2005. Si bien integra algn rudimento de cuantificacin de las estructuras
bsicas de lneas axiales, el paquete no ofrece nada que permita pasar de la SE bsica al
tratamiento de grafos espaciales.
MindWalk
Desarrollado por Lucas Figueiredo, MindWalk ejecuta anlisis espacial sobre mapas axia-
les y tambin sobre los nuevos mapas de continuidad con el objeto de comprender mejor
los usos sociales y culturales del espacio.
89
Mientras que las lneas axiales son necesaria-
89
http://www.mindwalk.com.br/. Visitado en junio de 2009.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
270
mente rectas, las lneas de continuidad (simuladas mediante polylines)
90
incluyen cambios
de direccin como para representar ms fielmente una trayectoria compleja tal como se
concibe cognitivamente: un ngulo de 35, por ejemplo, no se percibe como el paso de
una lnea a otra, sino como una curvatura de la misma lnea. De ser necesario, estas lneas
de continuidad se crean automticamente a partir de lneas axiales estndar. El procedi-
miento se basa en el ngulo que se forma entre lo que sera la continuacin lineal de la l-
nea axial y la continuacin real proporcionada por una lnea axial prxima a uno de sus
extremos, lo que se llama ngulo de continuidad (Figueiredo y Amorim 2005). Tam-
bin se utiliza un margen de aproximacin para ignorar pequeas distancias entre inter-
secciones y evitar as los anillos triviales (Hillier y Hanson 1984: 102).
Figura 16.10 MindWalk analizando el Plano Piloto provisto con el software
Cuando en 2002 se escribi originalmente el programa se lo llam xSpace; con su nuevo
nombre desde 2004, es una herramienta apreciada en el ambiente de la sintaxis espacial
con una inflexin de complejidad. No posee capacidades de dibujo vectorial, pero acepta
cargar archivos compatibles con la versin AC1009 (R12) del formato DXF. Ha sido
adoptado como herramienta de eleccin en el Taubman College of Architecture and Ur-
ban Planning de la Universidad de Michigan, en la Universidad de Brasilia y en la Uni-
versidad Federal de Pernambuco en Brasil.
Muchos de los clculos que ejecuta MindWalk reflejan el impacto de la teora de grafos y
del anlisis de redes sociales en el campo de la sintaxis espacial. Lo que aqu se llama
90
Una polilnea (llamada tambin cadena, curva o path poligonal) es una secuencia de segmentos; en tr-
minos estrictos, es una curva especificada por una secuencia de puntos llamados vrtices (igual que como se
los llama en los grafos) tal que la curva consiste en los segmentos que unen los vrtices sucesivos.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
271
conectividad de una lnea i es el nmero de lneas j que la intersectan directamente, lo
cual equivale al grado de un vrtice en grafos o redes:
=
j i
i
l c
De la misma manera, el control es una medida que representa el grado en que una lnea i
controla el acceso desde y hacia las lneas j directamente conectadas a ella:
=
j i j
i
c
l
ctrl
Siguiendo a Hillier y Hanson, la integracin es una medida de excentricidad, accesibi-
lidad o centralidad. Mide la accesibilidad topolgica de una lnea desde la totalidad del
sistema. Vale la pena repasar estos conceptos en otra notacin y en otro contexto: en
MindWalk la profundidad media (MD
i
) es la profundidad media de todas las lneas j para
un sistema de k espacios:
1
=
k
d
MD
j i
ij
i
RA
i
es la asimetra relativa de una lnea, la cual debe recordarse que vara de 1 a 0, tal
que las lneas integradas estn prximas a cero y las segregadas a uno:
2
) 1 ( 2
=
k
MD
RA
i
i
RRA
i
es la asimetra real relativa, que equivale a RA normalizada por el nmero de lneas
del sistema utilizando un valor en forma de diamante (Krger 1989) que puede
encontrarse finamente descripto en la referencia bibliogrfica indicada. Esta normaliza-
cin permite la comparacin entre mapas de distintos tamaos:
k
i
i
D
RA
RRA =
) 2 )( 1 (
] 1 ) 1 ( [ 2
+
=
k k
n k
D
k
)
3
2
( log
2
+
=
k
n
Finalmente, la integracin global es la inversa de RRA; permite correlaciones positivas
con otras variables:
i
i
RRA
I
1
=
En cuanto a la integracin local para una lnea i determinada, ella se puede calcular tam-
bin para un subconjunto de k lneas que tienen respecto de la lnea dada una profundi-
dad menor o igual a un radio r determinado. Debe tenerse en cuenta que los valores
para k y D
k
pueden ser distintos para cada lnea en el sistema. Es habitual que estos cl-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
272
culos de integracin se realicen en base a un radio de 3. Sin embargo, se pueden escoger
tambin otros valores, permitiendo estudiar la accesibilidad del sistema a diversas escalas.
El usuario puede derivar otras medidas avanzadas, tales como inteligibilidad (correlacin
entre inteligibilidad e integracin, o integracin global) y sinerga (correlacin entre inte-
gracin global y local); pero dado que el programa en su versin actual no incluye esas
funciones, que considero sumamente tiles, se deben utilizar programas externos, tales
como planillas de clculo.
91
En los ltimos meses, por desdicha, MindWalk no se encuen-
tra en los sitios de la Web en los que se lo poda encontrar tiempo atrs.
Syntax2D
Figura 16.11 Syntax2D en el anlisis de una galera; la regin roja corresponde a una isovista
Syntax2D es un paquete de software de cdigo abierto para anlisis espacial urbano y
arquitectnico desarrollado por Yongha Hwang, Sungsoon Cho y otros en el ya mencio-
nado Taubman College of Architecture and Urban Planning de la Universidad de Michi-
gan.
92
Incorpora isovista, anlisis de grilla y anlisis axial. Aunque su prestaciones son di-
versas, se lo utiliza primordialmente para conteo de puntos y path analysis, cuya imple-
mentacin es de particular excelencia; proporciona por empezar doce medidas diferentes
de path analysis contra slo dos del discontinuado OmniVista. El aparato estadstico del
programa es deslumbrante, e incluye tanto todos los clculos cannicos del software de
91
No es posible explicar aqu el significado de operaciones estadsticas bsicas (tales como la correlacin) y
sus significados conceptuales. El lector sin experiencia en el tema puede ganar acceso a esos elementos de
juicio a travs de lecturas orientadas en ese sentido. El lugar para empezar con estas lecturas es, creo, la
colosal Encyclopedia of statistics in behavioral sciences (Everitt y Howell 2005)
92
http://sourceforge.net/projects/syntax2d/. Visitado en junio de 2009.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
273
GIS como algunos aportes algortmicos originales. El formato de entrada es .DXF 2000
en versin AutoCAD, un formato bastante ms anticuado que el actual ISO-IEC29500-
2:2008.
Entre los anlisis axiales disponibles en el programa se encuentran cuantificaciones de
longitud, conectividad, profundidad media, control, controlabilidad, asimetra relativa, a-
simetra real, control promedio de vecindad y conectividad global. Las propiedades geo-
mtricas y topolgicas de la grilla espacial son todava ms abundantes: permetro, super-
ficie, oclusividad, compacidad, circularidad, complejidad (variancia radial), elogacin y
autocorrelacin, as como funciones definidas por el investigador.
UCL Depthmap
Figura 16.12 UCL DepthMap ejecutando anlisis de ngulo de deriva de isovista
UCL DepthMap, de Alasdair Turner, es una de las herramientas ms elaboradas para toda
clase de anlisis de sintaxis espacial.
93
El propsito del programa es ayudar a comprender
los procesos sociales en el interior del ambiente construido a diversas escalas, desde los
simples edificios hasta los asentamientos pequeos y luego las ciudades y regiones. En to-
das las escalas es posible construir mapas de los elementos contectndolos mediante algu-
na relacin (intervisibilidad, superposicin) para luego realizar el anlisis de grafo de la
red resultante, derivando variables que podran tener significacin social, cultural, cogni-
tiva o experiencial.
El programa incluye anlisis de isovista con una vasta provisin de mediciones: rea,
compacidad, superficie y magnitud de deriva, radial mximo y mnimo, oclusividad y pe-
rmetro; lo mismo se aplica al anlisis axial, pues los mdulos brindan datos de conectivi-
93
Vase http://www.vr.ucl.ac.uk/depthmap/. Visitado en enero de 2011.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
274
dad, entropa, profundidad armnica media, integracin, longitud, nmero de nodos, pro-
fundidad de paso y entropa relativa.
Tambin es posible generar automticamente un mapa axial a partir de un mapa de asen-
tamiento, reduciendo luego el nmero de lneas al mnimo adecuado. En cuanto al mapa
convexo, se lo puede trazar a mano con ricas herramientas de edicin a partir de los pla-
nos de planta para luego analizarlo en trminos de grafo (betweenness, AR, ARR), medi-
das de integracin de Hillier-Hanson, etctera. Todos los datos de salida se pueden some-
ter a clculos estadsticos (mximo, mnimo, desviacin estndar, conteo, promedio) o
exportar a diversos formatos para ese efecto; tambin son tratables estadsticamente las
relaciones entre diversos mapas.
Una de las prestaciones ms ingeniosas consiste en la posibilidad de soltar dentro de un
ambiente un nmero arbitrario de agentes que simulan ser peatones; cada peatn puede
tomar informacin relativa a visibilidad a partir del grafo correspondiente y articular en
base a ella sus decisiones de movimiento. Se puede llevar la cuenta del nmero de agentes
que pasa por un determinado lugar y hacer clculo de throughput en escenarios de uso
normal, para medir preferencias ambulatorias o estimar su comportamiento ante la even-
tualidad de una evacuacin.
La capacidad analtica es extensible mediante scripting en lenguaje Python o a travs de
un Software Development Kit (SDK) que permite expandir la funcionalidad indefinida-
mente. Los formatos de archivos de entrada admitidos son DXF, NTF de Ordnance Sur-
vey o mapas US Tiger Line o formatos MIF/MID de MapInfo. Los formatos exportables
son MIF/MID o modo texto para tratamiento en programas estadsticos, planillas de cl-
culo o software especializado. Los mapas se exportan en formato vectorial EPS o como
mapas de bits. Acaso la prestacin ms importante del programa es el trazado automtico
de las lneas axiales, con lo cual acaba de un plumazo con una larga y tediosa discusin
sobre la naturaleza oscura y la decidibilidad de esta operacin (Ratti 2004a; 2004b).
JASS
Es un programa de anlisis justificado de sistemas espaciales desarrollado por Lena Berg-
sten, Tommy Frnqvist, Patrik Georgii-Hemming, Per Grandien, Christer Olofsson, Mi-
kael Silfver, Erik Sjstedt, Fredrik Stavfors y Marko Tokic de la Escuela de Arquitectura
KTH y NADA de Estocolmo, Suecia. Aunque sencillo, resulta muy prctico para apren-
der los rudimentos del anlisis de grafos justificados, simplemente definiendo los nodos y
las aristas sobre una imagen de fondo, seleccionando el espacio raz y mandando a ejecu-
tar el clculo. ste brinda un puado de datos numricos bsicos: conectividad, valor de
control, profundidad, profundidad media, profundidad total, asimetra relativa y asimetra
relativa real. Tanto la ventana de edicin como las imgenes del grafo (que se genera
automticamente) se pueden exportar a formatos de bitmap o como dibujos de vectores.
Aun en su simplicidad los servicios de diagnstico del sistema (que no hacen ms que
instrumentar los algoritmos genricos de SE) han demostrado ser robustos: los tres espa-
cios con mayor valor de control de la figura 16.3, sin ir ms lejos, coinciden circunstan-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
275
cialmente con los puntos en que en la vida real se instalaron, con buen criterio, los agen-
tes de vigilancia del museo tratado en el ejemplo.
Figura 16.13 Anlisis de grafos justificados en JASS Ventana principal y grafo correspondiente.
Diseo y anlisis del Museo Nacional de Colombia por gentileza de Norma Prez Reynoso
16.4 Redes, cognicin y espacio construido: Conclusiones y perspectivas
Aunque los modelos de sintaxis espacial que he presentado hasta aqu pueden usarse con
relativa confianza, los argumentos transdisciplinarios de Hillier y Hanson pueden sonar
un poco ingenuos desde el punto de vista sociolgico y antropolgico. Ellos conceden de-
masiada confianza a una proyeccin analgica entre el orden de la configuracin fsica y
el orden social que remite a ideas de mile Durkheim [1858-1917] que hoy se estiman su-
peradas y que es muy difcil sostener epistemolgica y filosficamente despus de la de-
vastadora arremetida de Nelson Goodman (1972) contra las concepciones simplistas de
diferencia y semejanza. Como el foucaultiano Thomas A. Markus (1993) lo demostr
cuando marc sus distancias, se puede no obstante conservar lo esencial del mtodo sin-
tctico como artefacto ordenador y comparativo sin comprometerse con sus elaboraciones
socio o antropolgicas; as es como se utiliza desde hace veinte aos, de hecho, en ar-
queologa. A fin de cuentas, no es necesario respaldar a Chomsky en sus argumentos so-
bre las gramticas innatas para hacer uso legtimo de (digamos) las tcnicas recursivas o
la idea de transformacin. Una vez ms es Hillier quien se refiere dramticamente al caso
de la antropologa y la arqueologa:
94
El siglo veinte acumul un sinfn de potentes hallazgos que apuntaban a una relacin po-
derosa y sistemtica entre la sociedad y el espacio, pero ella nunca se formaliz en un mo-
delo terico. Por ejemplo, la asignacin por parte de Durkheim (1915) de las fuentes del
cambio de la solidaridad mecnica a la solidaridad orgnica a lo que l llamaba densidad
moral, la conclusin de [Elman] Service (1962) respecto de que en Australia la mayor
dispersin se asociaba con conductas ms tendientes a la sodalidad y viceversa, la compa-
racin de [Victor] Turner (1957) de los diferentes patrones de asentamiento de los Talense
y los Ndembu, para nombrar slo unos pocos. A fines del siglo XX un conjunto sustancial
94
A fin de no engrosar un volumen que ya est en el lmite de lo aceptable, he optado por no agregar las
referencias siguientes en la bibliografa por ms que las haya frecuentado en su momento.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
276
de trabajos vinculaban los procesos espaciales y los sociales; tenemos ah obras de autores
como [John] Bintliff (1999) sobre las escalas de asentamiento y la morfologa social,
[Kristian] Kristiansen y [Michael] Rowlands (1998) sobre patrones de asentamiento y es-
tructuras sociales, [Dominic] Perring sobre los cambios sociales y espaciales en los pue-
blos romanos (y de otros en la notable obra de Rich y Wallace-Hadrill [1991]), [Charles]
Maisels (1999) sobre el cambio espacial y social en los cuatro principales sitios ubanos
tempranos y muchos otros. Mientras que en la mayor parte de las disciplinas se ha habla-
do infinitamente sobre espacio pero sin prestar atencin al espacio real de edificios y ciu-
dades, la arqueologa se ha comprometido con l de una manera continua, aunque sin lla-
marlo nunca espacio. Si hay un corpus de trabajo esperando por una teora espacial se-
guramente es ste (Hillier 2009: 042.7).
Hay aqu para la antropologa en general y para la antropologa urbana en particular una
estimulante y bien definida oportunidad de intervencin. El potencial comparativo de la
herramienta es formidable. Una convincente instancia de ella se puede corroborar en la
brillante ponencia de Umut y Zeynep Toker (2003) sobre la estructura familiar y la confi-
guracin espacial en las viviendas domsticas turcas desde fines del siglo XIX hasta fines
del siglo siguiente. El estudio (que debera ser mucho mejor conocido) examina las trans-
formaciones de los planos de los apartamentos en relacin con cambios conocidos en la
composicin de la familia, el status de la mujer, la sustitucin de la familia extensa por la
familiar nuclear, la secularizacin y los roles de gnero. El ensayo demuestra que la posi-
bilidad de medir variables para las que el lenguaje natural carece de parmetros evalua-
tivos permite formular y eventualmente resolver problemas significativos de la historia y
la cultura que de otro modo quiz se habran pasado por alto. Este trabajo no es nico; a-
parte de la ejemplar historia morfolgica de stanbul de Aye Sema Kubat (1999), est en
vas de consolidarse una rama emergente del anlisis sintctico que no slo trata casos de
lo que hasta hace poco pasaba por ser la periferia del mundo, sino que aborda de lleno
cuestiones que hacen a la cultura, las sociedades, las identidades y la diversidad (Ferati
2009; Hillier 2009; Mazouz y Benshain 2009).
Pero quiz ms importantes que eso son los aspectos cognitivos involucrados en las teo-
ras y los mtodos recientes de la SE. Dice Hillier en su ensayo Studying cities to learn
about minds:
Afirmo aqu que todas las ciudades, tanto las orgnicas como las geomtricas, estn per-
vasivamente ordenadas por la intuicin geomtrica, de modo que ni las formas de las ciu-
dades ni su funcionamiento pueden entenderse sin comprender sus formas geomtricas
emergentes distintivas. La ciudad es, como se dice a menudo que es, la creacin de proce-
sos econmicos y sociales; pero (argumento) estos procesos operan dentro de un envolto-
rio de posibilidades geomtricas definidas por las mentes humanas en su interaccin con
las leyes espaciales que gobiernan la relacin entre los objetos y los espacios en el mundo
ambiente (Hillier 2007a: 5).
La dimensin cognitiva de la SE se funda, en realidad, sobre un aspecto de su programa
que al principio no mereci demasiada atencin pero que en los ltimos cinco o seis aos
comenz a acaparar los titulares. Ese aspecto no es otro que el de una robusta correlacin
entre la configuracin espacial y el movimiento observable tanto de peatones como de
vehculos. Como bien ha sealado Alan Penn (2003: 31) este grado de correlacin es sor-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
277
prendente porque el anlisis no pareca incorporar inicialmente muchos de los factores
que se consideraron crticos en los intentos previos por modelar los patrones de movi-
miento humano en el ambiente construido.
De hecho, el anlisis sintctico incorporaba solamente unos pocos aspectos de la geome-
tra del ambiente, sin hacer mencin a las motivaciones o intenciones del sujeto ya fuese
explcitamente a travs del uso de informacin de origen-a-destino o implcitamente por
inclusin de parmetros sustitutos como uso de la tierra, densidad de desarrollo, propieda-
des mtricas, etctera. Incluso las descripciones geomtricas eran sumamente parsimonio-
sas, como si se excluyeran ms parmetros de lo conveniente; no se tenan en cuenta si-
quiera las propiedades geomtricas del espacio: era un anlisis des-geometrizado, shape-
free, independiente de la forma (Hillier 1989: 7). El anlisis que a la fecha manifiesta la
ms alta correlacin reduce a un mnimo el efecto de la distancia mtrica y enfatiza el
nmero promedio de cambios de direccin encontrado en los caminos, pero no en pos de
direcciones especficas sino en todas las direcciones posibles. Esto pareca eliminar un
factor clave en muchas de las estrategias de modelado basadas en eleccin racional, en las
que el principal costo asociado con los viajes (y que se supona que el individuo racio-
nal tpico tenda a minimizar) era usualmente el tiempo de viaje expresado en trminos de
distancia mtrica.
Figura 16.14 Integracin visual e inteligibilidad (Hillier 2007b)
Hay otros aspectos paradjicos en la forma en que la SE lleg al plano de lo social y lo
cognitivo. Las mediciones sintcticas que mejor correlacionan con las conductas de mo-
vilidad observadas no son egocntricas sino alocntricas. En tanto teora social, la SE cl-
sica tenda a observar de qu manera los individuos resultan constituidos por todos los de-
ms individuos de un grupo o sociedad. Por tal razn termin asumiendo una instancia
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
278
objetiva antes que subjetiva (Penn 2003: 36). No es que no haya espacio para el sujeto
individual en el marco de la SE; es slo que ese espacio apenas se est comenzando a ela-
borar.
Los trabajos de los ltimos pocos aos estn explorando las concomitancias emergentes
entre las categoras de la sintaxis espacial y principios cognitivos y perceptuales bsicos.
La hilera superior de la figura 16.14, por ejemplo, muestra el efecto de cambiar apenas
ligeramente la disposicin de los elementos que conforman una trama de calles y manza-
nas. La configuracin de la izquierda posee trazos lineales ms largos o relaciones linea-
les fuertes; en el patrn de la derecha, con sus relaciones lineales dbiles, los viajes resul-
tan en promedio algo ms largos. Pero el mayor efecto surge cuando se contrastan sus dis-
tancias visuales. Los colores de las calles representan la integracin visual, creciente des-
de el azul al rojo. La imagen de la derecha ha perdido claramente estructura y grado de in-
tervisibilidad; aunque los cambios son minsculos, ya no se percibe como una ciudad ca-
minable sino como un laberinto.
95
Se puede poner a prueba el efecto cognitivo de desorientacin de esta segunda textura
urbana soltando un conjunto de agentes en su interior por medio del programa Depth-
Map de Alasdair Turner (2007): en la versin a la izquierda (cuya medida de inteligibili-
dad r
2
es 0,714) los agentes encuentran con facilidad la estructura de integracin visual;
en la de la derecha (r
2
=0,267) quedan atrapados indefinidamente en los pasillos ms espa-
ciosos. En este contexto cabe recordar la inteligibilidad se define como la correlacin
entre conectividad e integracin en el sistema (Hillier 2007a).
Tanto las investigaciones de campo (Hillier, Hanson y Peponis 1987) como los estudios
experimentales (Conroy-Dalton 2001; Saif-ul Haq 2001; Kim y Penn 2004; Brsamle y
Hlscher 2007) sugieren, en efecto, que la inteligibilidad de las estructuras espaciales de-
pende mayormente de su linealidad. Cuando sta disminuye, la eficiencia de la capacidad
para encontrar caminos decae de una manera abrupta. En cuanto a la hilera inferior de la
figura 16.14, vemos que el caso de la izquierda (un patrn urbano inteligible) posee un
pequeo nmero de calles muy largas y un nmero grande de calles cortas, en contraste
con el de la derecha, en el que la distribucin de las longitudes es decididamente aleatoria.
Una vez ms, se pone en evidencia que las distribuciones urbanas que permiten movi-
mientos ms eficientes son aquellas cuyos grafos exhiben una ley de potencia y por ende
la propiedad de mundos pequeos (Hillier 2002; Carvalho y Penn 2004; Rosvall y otros
2005; Figueiredo y Amorim 2007; ver pg. 250).
Al lado de esos estudios seminales, cada da salen a la luz hallazgos emergentes de la
convergencia de la ciencia cognitiva y la sintaxis espacial. Se sabe ahora, por ejemplo,
que los humanos poseen conocimiento de rutas egocntricas pero que sus conocimientos
relativos a mapas son alocntricos (OKeefe y Nadel 1978); que por debajo de ciertos
grados de ngulo las curvas se simplifican kantiamente y se corrigen, concibindose co-
95
Apostara a que en algn punto entre los extremos de este contraste est en juego una transicin de fase,
cuyo umbral crtico podra expresarse por homologa con las transiciones de fase de los grafos aleatorios y
con los fenmenos de percolacin.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
279
mo rectas, imponiendo a la situacin ms geometra de la que realmente hay (Allen
1981); que en el proceso de encontrar caminos se procura siempre mantener la linealidad,
siguiendo las lneas de mayor visibilidad lineal, admitiendo pausas en ubicaciones confi-
guracionalmente integradas que poseen largas lneas de visin y amplias superficies de
isovista (Conroy-Dalton 2001); y que todo este procedimiento fenomenolgico de amplia
validez transcultural puede reinterpretarse como el traspaso desde el grafo justificado to-
po-geomtrico (o su rbol abarcador) hacia el grafo propiamente dicho (Hillier 2007b;
Long, Baran y Moore 2007).
Consecuencia n 13: Tenemos aqu, en definitiva, una elaboracin que reverdece los
principios de imageability/legibility del arquitecto Kevin Kynch (1960), imposibles de
cuantificar, otorgando tambin un nuevo sentido a buena parte del estudio antropolgico
de los mapas cognitivos y de la concepcin social del paisaje: una forma de conocimiento
que en los cincuenta aos precedentes aport una suma de preciosos conceptos sensibi-
lizadores pero experiment severas dificultades para pasar de la analoga a la correlacin,
de la metfora al modelo (cf. Ucko y Layton 1999; Reynoso 1993).
Por aadidura, los parmetros susceptibles de medicin en el aparato de la sintaxis espa-
cial correlacionan de maneras expresivas con valores de preferencia habitacional, predic-
cin de riqueza y pobreza, segregacin, criminalidad, conducta antisocial, (percepcin de)
inseguridad, acceso al mercado laboral, legibilidad ambiental, realizacin de reuniones
juveniles o de tribus urbanas en espacios pblicos, marcacin de territorialidad, vigilan-
cia, formacin de ghettos, multiculturalidad, indicadores de gnero, etctera, y permiten
en esos y otros campos formular diagnsticos ms agudos y allanar el camino a posibili-
dades de intervencin al menos un poco ms firmes y mejor fundamentadas (Sahbaz y Hi-
llier 2007; Reis y otros 2007; Awtuch 2009; Carpenter y Peponis 2009; Ferati 2009; Frie-
drich, Hillier y Chiaradia 2009; Legeby 2009; Monteiro y Puttini Iannicelli 2009; Nes y
Nguyn 2009; Shu 2009; Zako 2009).
Si bien se han explotado ms o menos tmidamente las consecuencias o prerrequisitos
cognitivos de las ideas subyacentes a la sintaxis espacial en los ltimos cinco aos, el sal-
to hacia la neurociencia social cognitiva o hacia la cognicin situada, a mi juicio, todava
est por darse. Tambin est faltando que se articule de modo ms explcito y sistemtico
la dimensin transcultural de estas cuestiones, manifiesta tanto en las temticas que se
han venido desarrollando como en el hecho de que por una vez existen escuelas de alto
nivel de excelencia que no estn radicadas en el primer mundo anglosajn. Hoy por hoy
(la bibliografa que he suministrado es elocuente) Turqua, China, Brasil o Italia han apor-
tado mucho ms a los mtodos sintcticos de lo que lo ha hecho, por ejemplo, Estados
Unidos. Existen muy pocos campos en toda la ciencia de tanta complejidad constitutiva y
de tan alto grado inherente de transdisciplinariedad. Es momento entonces de comenzar a
delinear ahora mismo unos cuantos objetivos de participacin e innovacin que ya no es
razonable que la antropologa siga postergando.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
280
17 Parentesco: De la prdida del modelo a las nuevas tcnicas reticulares
Un puado de nosotros est preparado para cha-
potear a travs de esta especie de lgebra del paren-
tesco ... que se ha ido desarrollando, memorizar lar-
gas listas de trminos nativos, seguir el trmite de
complicados diagramas ... meterse en largos argu-
mentos deductivos ... [y] apilar hiptesis sobre hi-
ptesis. El antroplogo promedio, sin embargo [se
encuentra] un tanto confundido y quizs un poco
hostil ... y tiene sus dudas respecto de si vale real-
mente la pena el esfuerzo necesario para dominar el
lgebra bastarda del parentesco. Siente que, des-
pus de todo, el parentesco es una cuestin de carne
y de sangre, el resultado de la pasin sexual y el
afecto materno, y de ... un montn de intereses nti-
mos. Puede esto reducirse a frmulas, smbolos,
quizs ecuaciones?
Bronisaw Malinowski (1930: 19)
No dejo de sorprenderme por las proezas de gimna-
sia mental que realizan los antroplogos cuando
tratan de presentar definiciones y diferencias uni-
versales; la definicin de matrimonio que nos da
Gough [...] y las diferencias que establece Fortes
entre descendencia, afinidad y filiacin [...] son dos
ejemplos excelentes de este tipo de actividad. Afir-
mo rotundamente que el valor de la caza de mari-
posas es efmero y que las categoras que de ella re-
sultan son de poco fiar. [...] Es preciso comprender
que la elaboracin de categoras clasificatorias no
es ms que un expediente temporal creado ad hoc.
La mayor parte de dichas categoras carecen ya de
utilidad mucho antes de que merezcan el honor de
ser publicadas.
Edmund Leach (1971: 48)
De la concepcin reticular del espacio pasamos ahora a un terreno que debera ser ms
familiar, pero no por eso encontraremos armona o consenso. Muy por el contrario. El es-
tudio del parentesco (que de eso se trata) brind a la disciplina tanto sus ttulos de gloria
como los incentivos para su mayor descalabro. No hay ms remedio entonces que aso-
marse a los hechos, tomar partido y tratar de redefinir las prcticas una vez ms. Las pre-
guntas que primero vienen a la mente en esta coyuntura tendrn que establecer en qu
sentido habr que comprometerse cuando todo cambie, cules sern las heursticas ms
confiables en las prximas bsquedas, y qu clase de reinvenciones habr necesidad de
imaginar.
Aun cuando el mismo Hans-Georg Gadamer recomendaba tolerar el torcimiento de las
ideas en el sentido contrario para enderezar lo que mereca enderezarse, no sera prudente
que el estudioso piense que ante la gravedad de los hechos cuya crnica nos ocupar en
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
281
este captulo no hay otra salida que inclinar la balanza hasta un extremo sin retorno, ya
sea de fundamentalismo formalista o de irracionalismo radical. En caso de crisis (y de eso
se trata) siempre existe la opcin de cambiar de registro, de rgimen, de notacin, de len-
guaje. La inspiracin bien podra venir de otro lado y no ser originaria del dominio antro-
polgico: pensndolo bien, redes sociales aparte cul de todas las inspiraciones discur-
sivas que hemos explorado se origin verdaderamente en ese lugar?
Tras tantas dcadas de un oligopolio discursivo particularista excesivamente apegado a
las singularidades de sus asuntos, si se quisiera hacer justicia cabal al objeto de la antro-
pologa no estara de ms asomarse (antropolgicamente, le regard loigne) al estado del
conocimiento en el desarrollo de instrumentos de alcance abstracto o de propsito gene-
ral; asomarse, en otras palabras, al campo transdisciplinario que llega a nuestras prcticas,
casi sin paradas intermedias, desde el mero meollo de la teora de grafos.
Esto no implica en absoluto contrabandear hacia la antropologa una forma de expresin
que le es ajena, forzada, artificial. Despus de todo, el declamado giro literario impulsado
militantemente por el modelo antropolgico interpretativo favoreci una clase restringida
de lenguaje que pasa por ser la ms natural pero que a veces deviene groseramente inade-
cuada, como lo ha reconocido con finura, por ejemplo, un Pierre Bourdieu (1982: 35;
Bourdieu y Wacquant 2008: 40). El hecho es que al lado del discurso narrativo hay otras
clases de cdigos, otros modos de comprensin que merecen tambin ser probados: los
modos propios de las teoras de redes, por ejemplo, o los de los algoritmos de la comple-
jidad. Cuando uno se habita a su uso, no es infrecuente que el lenguaje natural y las for-
mas naturales de notacin que junto a l se dan por sentadas revelen sus lastres, su espe-
sor, sus lagunas, su ajenidad inherente e insospechada a muchos de los propsitos de la
investigacin cientfica: cualidades todas que no son inmediatamente perceptibles cuando
faltan otras opciones de referencia contra las cuales cotejar.
A ttulo de experimento crtico (y en un enclave desde el cual propondr buscar sistemti-
camente formas alternativas de expresin) invito ahora a examinar el caso de lo que ha si-
do durante un siglo el lenguaje iconolgico con el que se ha abordado el objeto que ha
sido el ms propio de la antropologa; una vez pesada la evidencia tambin invitar a que
se comience a pensar lo que podra lograr esta disciplina (en el terreno de una puesta en
crisis de los propios supuestos que es para muchos su razn de ser) si llevara a la prctica
con mayor consistencia, reflexividad y espritu sistemtico esta clase de autoexamen.
Es bien sabido que el estudio del parentesco en antropologa tal como fue tan slo una ge-
neracin atrs ha dejado de ser lo que era. Hace tiempo que ya no es el enclave privilegia-
do de los debates tericos de la disciplina, el asiento de una problematicidad al menos tan
compleja como la de las ciencias duras o el paradigma de una notacin simblica recur-
siva que no pocos maestros legendarios del lgebra contemplaron con respeto. Sometido a
fuego crtico a mediados de la dcada de 1960 desde dos o tres puntos de ataque, su de-
rrumbe fuera de toda proporcin, junto con la paulatina merma de las habilidades compa-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
282
rativas, ha convertido a la antropologa en una disciplina organizada en torno de un perfil
muy distinto del que prevaleca (digamos) apenas unos cuarenta aos atrs.
No viene al caso referir todas las razones que se han dado para la impugnacin del paren-
tesco, el linaje y sus adyacencias, ni los diagnsticos sombros sobre el estado del proble-
ma, ni los contrastes que median entre la prctica norteamericana y la europea (la cual a-
segura que resiste pero se ve que languidece), ni las formalizaciones que han venido al
rescate pero que no se atienen al paradigma reticular. La bibliografa que documenta la
catstrofe es masiva y slo puedo hacer constar aqu las referencias ms imperiosas, al-
gunas con ttulos de apocalipsis tan expresivos que da cierta lstima no poder seguir paso
a paso el laberinto de sus alegatos: whatever happened to kinship studies?, what really
happened to kinship and kinship studies, critique of kinship, critique de la parent,
after kinship, beyond kinship, the fall of kinship, nails in the coffin of kinship, li-
neage reconsidered, where have all the lineages gone?, critique of kinship, the de-
construction of kinship, what were kinship studies?, there never has been such a
thing as a kin-based society y as hasta el xtasis (Holy 1979; Verdon 1982; 1983; Gef-
fray 1990; Shimizu 1991; White y Jorion 1992; Gonzlez Echevarra 1994; Peletz 1995;
Barry 2000; Collard 2000; Joyce y Gillespie 2000;Fogelson 2001; Lamphere 2001;
Ottenheimer 2001; Kuper 1982; 2003; Sousa 2003; Carsten 2004; Dousset 2007; Zenz
2009). En el otro extremo, las compilaciones de tono optimista tituladas poco ms o me-
nos Nuevas estrategias en el estudio del parentesco, celebratorias de los ensimos revi-
vals del tema, tambin han devenido un gnero recurrente (Stone 2000; Franklin y Mc-
Kinnon 2000; 2002; Olavarra 2002; Carsten 2008; Dchaux 2008; Quinlan y Hagen
2008).
As como algunas etnografas tautegricas argentinas estaban ilustradas con dibujos de
aborgenes de la poca colonial porque en los setentas ya no se conseguan indios desnu-
dos, cuando Per Hage estudi las estructuras de parentesco en Oceana para reformularlas
en base a la teora de grafos debi basarse en las contribuciones tempranas de la antropo-
loga, pues las investigaciones recientes lisa y llanamente no existan. Hage nos refiere la
breve historia de los estudios de parentesco escrita por George Peter Murdock (1968), en
la que ste comenzaba su relato nombrando al Fundador (Morgan), seguido de los Gigan-
tes Tempranos (Kroeber, Rivers, Radcliffe-Brown, Lowie), los Maestros Posteriores
(Firth, Fortes, Eggan, Lvi-Strauss) y por ltimo los Innovadores Modernos (Goode-
nough, Lounsbury, Romney, DAndrade). En una dramtica nota al pie, Hage sugiere que
la cuarta etapa es tambin el comienzo de una declinacin, gracias a la cual [citando a
Murdock] ciertos auto-denominados
antroplogos sociales
ya no reportan trminos de
parentesco en sus monografas o lo hacen con desgano o de manera incompleta, una ten-
dencia que habra mortificado profundamente a los Maestros Tempranos y a los Maestros
Posteriores. Y culmina Hage: Uno se pregunta cmo habra caracterizado Murdock al
perodo presente, en el que se niega tanto la realidad como la variedad de los sistemas de
parentesco: lo llamara el de los Enanos Tardos, acaso? (Hage 1996; Jenkins 2008: 8).
Marshall Sahlins despliega una idea parecida a propsito del mismo escenario; en una
conferencia honorfica, una de esas charlas patriarcales en las que se espera que uno se
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
283
exprese mediante aforismos levemente sarcsticos, Sahlins se pregunta en torno del sim-
bolismo cultural de Leslie White: Cmo podra un simio ser capaz de aplicar, no diga-
mos ya desarrollar, una regla de casamiento que proscribe a los primos paralelos y pres-
cribe uniones con primos cruzados clasificatorios?. Y agrega, entre parntesis: Con to-
da honestidad, los actuales estudiantes de grado en antropologa tampoco seran capaces
(Sahlins 1999: 400). Con ms honestidad todava (dira yo entre otros parntesis) tampo-
co me consta que Sahlins haya promovido el estudio del parentesco en los buenos viejos
tiempos o cuando se estaban librando las batallas decisivas. En sus quejas contra la
afterology de posmodernos, posestructuralistas y posantroplogos, Sahlins parece olvidar
que fue precisamente l, desde los das de Cultura y Razn Prctica (1988 [1976]: 79,
104n, 150, 166-167, 178n), quien ayud a legitimar primero que nadie la carrera de Jean
Baudrillard en Amrica y quien aplaudi con entusiasmo su intento de deconstruccin no
ya del estudio del parentesco sino de la antropologa burguesa en su conjunto, la cual
abarcaba la totalidad de la disciplina (Baudrillard 1980: 75).
Un respaldo ms cristalino tienen a mi juicio las opiniones del especialista en redes John
Barnes, el fundador de la idea de redes sociales en antropologa, a propsito de la deca-
dencia de los estudios de parentesco:
En el perodo que sigui inmediatamente al fin de la segunda guerra mundial [...] el pa-
rentesco se perciba como uno de los aspectos de la conducta humana en el cual el
expertise de la antropologa estaba a salvo de todo desafo, como algo que permanecera
disponible para su estudio incluso en un mundo totalmente industrializado. En la divisin
convencional de los temas de la antropologa social, el parentesco se reconoca como uno
de los constituyentes de su quadrivium, junto con la poltica, la economa y la religin.
[...] En los treinta aos transcurridos es mucho lo que ha cambiado. El parentesco ya no
ocupa un lugar tan prominente en los estudios antropolgicos. [...] A medida que los an-
troplogos profesionales comenzaron a prestar atencin a las sociedades industriales, el
supuesto de la primaca de facto, si es que no tambin de jure, del parentesco como un
principio organizador devino cada vez ms difcil de sostener (Barnes 1980: 293, 294,
296).
Viniendo de quien viene, el diagnstico de Barnes sobre las tcnicas de la analtica del
parentesco presenta un inters especial. Barnes alega (y sospecho que al decirlo est pen-
sando en modelos de extremo formalismo, como los de Paul Ballonoff o William Geo-
ghegan) que fuera de ciertas altas matemticas, el estudio antropolgico del parentesco
permanece opaco a la lectura transdisciplinaria y se ha enrarecido de manera obscena:
Hemos desarrollado un lenguaje tcnico y un cuerpo de literatura [...] incomprensible para
otros cientficos sociales, a menudo para otros antroplogos, as como para el pblico en
general. En sociologa no se puede encontrar nada parecido. [...] Una de las diferencias
ms desconcertantes entre la sociologa y la antropologa, [...] es que mientras el paren-
tesco se presenta tradicionalmente como la rama ms dura y ms rida de la antropologa,
el anlogo ms prximo en sociologa, la sociologa de la familia, se considera a menudo
una opcin soft, caracterizada [...] por un vnculo demasiado prximo a la teora de bajo
nivel y a la prctica circunstancial. [...] El anlisis formal de las terminologas de paren-
tesco y de las genealogas es uno de los muchos campos en las ciencias sociales en los que
la creciente sofisticacin de las tcnicas ha llevado a sus practicantes a interesarse ms en
las tcnicas mismas que en el mundo real para cuya elucidacin se las dise. [...] Puede
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
284
que slo en este ambiente intelectual enclaustrado sea posible elaborar estas tcnicas so-
fisticadas de anlisis. Pero una vez desarrolladas, no hay razn para que se las use slo
para construir acertijos intelectuales y para inventar juegos matemticos (Barnes 1980:
297, 301).
Si se pretende comprender al menos el aspecto tcnico de la cuestin, lo que se impone es
indagar la notacin genealgica, la analtica que le est asociada y la semntica que la
fundamenta. Qu pasa con ellas? En una poca nadie saba modelar el parentesco con
tanta solvencia como un antroplogo; hoy esa virtud pasa por otras coordenadas discipli-
nares y por otras nomenclaturas: no se habla ya de parentesco sino de familia, y gnero
significa algo distinto de lo que acostumbraba denotar. A nadie se le cruza por la cabeza
ahora que los gneros disponibles sean solamente dos, y menos todava hablar del hom-
bre para referirse a lo humano. Mientras en Francia LHomme conserva inexplicable-
mente su marca de fbrica, hasta la publicacin peridica antes conocida como Man ha
cambiado de titulo, restituyendo su rbrica no menos anacrnica de Journal of the Royal
Anthropological Institute.
De golpe se descubre que en el anlisis parental mismo hay algo ms que un toque de
sexismo, de homofobia, de etnocentrismo, de escamoteo de lo irregular, de biologismo
positivista, de sesgo colonial y de incorreccin poltica. Pero en lugar de aprovechar el
refinamiento de la perspectiva para desfacer entuertos y redefinir las tcnicas, se prefiri
ms bien hacer abandono del terreno. Cuando esto pasaba era la poca de apogeo del de-
constructivismo posmoderno, de las heursticas negativas y del descrdito de los metarre-
latos legitimantes, y a nadie la pareci prioritario ni viable la redencin o la puesta en va-
lor de ese patrimonio del saber en particular.
El resultado fue previsible. A caballo de un aluvin de crticas de alta redundancia y mri-
tos desparejos, y como en una sbita transicin de fase, la analtica del parentesco termin
desapareciendo de la currcula en casi todo el mundo, igual que las metodologas compa-
rativas o, en algunas latitudes, que el propio concepto antropolgico de cultura. Otras dis-
ciplinas establecidas o prcticas nmadas ocuparon segn el caso los nichos vacantes: la
genealoga, la matrimonologa, los estudios de la familia extradisciplinarios, la sociologa
de la familia, incluyendo esta ltima, a ttulo de innovacin, mtodos etnogrficos de in-
vestigacin familiar (Anderson 1971; De Vos y Palloni 1989; Gottman y otros 2002; Pon-
zetti 2003).
96
En el campo del trabajo social, los estudiosos de espritu ms sistemtico
incluso reinventaron formas diagramticas de representar relaciones intra e interfamilia-
res, conocidas como ecogramas y genogramas, vinculadas a los sociogramas y a los dia-
gramas sistmicos de Forrester respectivamente pero sin mencin de la diagramacin an-
tropolgica (Scales y Blanchard 2003; Stanberry 2003). Consultoras y agencias (algunas
de ellas disponibles en lnea) encontraron el modo de lucrar ofreciendo el anlisis familiar
96
Hay adems un nutrido almacn de publicaciones peridicas de sociologa de la familia o de sus formas
de divulgacin, incluyendo International Journal of Sociology of the Family, Journal of Family History,
The Family Journal, The Journal of Family Practice, The Internet Journal of Family Practice, The Open
Family Studies Journal, Journal of Family Issues, Journal of Family Planning and Reproductive Health
Care, Journal of Comparative Family Studies y el decano Journal of Marriage and Family.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
285
como commodity en un campo en el que los antroplogos se consagraban slo a escribir,
gratis, para que otros antroplogos los refutaran. La analtica antropolgica slo permane-
ci viva, adems, en aquellas periferias en las que no se alcanz a reflexionar sobre las
transformaciones sufridas por la disciplina en el ltimo tercio de siglo al comps de la
descolonizacin, el poscolonialismo, el multiculturalismo y los estudios de reas (cf. Rey-
noso 2000). Salvo en algunos enclaves que nos ocuparn ms tarde, aun all slo subsisti
en plan de conservacin nostlgica de saberes aejos, lejos de toda aventura de bsqueda
de nuevas posibilidades conceptuales o tecnolgicas.
Cuando las viejas artesanas desaparecieron del horizonte ninguna capacidad tcnicamen-
te equiparable ocup su lugar. Lo lamentable es que las habilidades analticas y compara-
tivas se perdieron en un mal momento, justo cuando en casi todas las sociedades se mani-
fiestan nuevas formas familiares y nuevas tecnologas de la procreacin, y ante demandas
tcnicas, forenses e identitarias inditas todo el mundo comienza a preguntarse dnde se
puede conseguir un antroplogo a la antigua usanza que sea capaz de penetrar sistemti-
camente en el asunto y operar un diagnstico con un mnimo de profesionalismo.
Otra oportunidad desperdiciada, otro antipatrn, si cabe. Pero, perdida la inocencia, la
solucin no es tampoco volver a fojas cero. An cuando los antroplogos recuperen las
solvencias olvidadas no podran reocupar su sitial, pues hoy se conoce, a la luz de lo que
nos han enseado las redes y los grafos, que las tcnicas genealgicas tradicionales que
los antroplogos desplegaban sin preguntarse siquiera de dnde venan, carecan de rigor,
de precisin descriptiva, de agudeza diagnstica, an en trminos de pura antropologa
convencional; dejaban adems el parentesco por completo separado del resto de las rela-
ciones sociales, de la economa, de la poltica, de los procesos de cambio. A pesar de toda
su pretensin de estado de arte eran un lastre victoriano, tcnica, esttica e ideolgica-
mente. Eso ya se sabe, se sabe irreversible y lo sabe demasiada gente.
Es curioso, pero ni la crtica simblica de David Schneider (1984) ni el enjuiciamiento de
superior temple epistemolgico de su archi-antagonista Rodney Needham (1971; 1974)
haban cuestionado la herramienta de representacin visual. Las impugnaciones eran de
otro orden y ponan en cuestin la categora misma de parentesco como fenmeno cultu-
ral o como objeto de estudio, y no tanto a los instrumentos circunstanciales con que se or-
ganizaban grfica o matricialmente los datos de familia, genealoga o lo que fuese. Arre-
metiendo contra los intentos de sntesis de esa teora que por la poca intentaban autores
como Floyd Lounsbury, Meyer Fortes, Ira Buchler y Claude Lvi-Strauss, Needham se
sita como miembro de una gran tradicin que incluye a Wake, Lang, Hocart, Kroeber,
Durkheim y Leach (1971), cuyo proyecto de repensar la antropologa toma al pie de la
letra. Pero antes de hablar de Needham es necesario dar un rodeo.
Del otro lado del ocano, el fundador de la antropologa simblica norteamericana, David
Schneider [1918-1995] tambin lleg a defenestrar por completo el estudio del parentes-
co. Sus avances ms radicales en ese sentido estn plasmados en el clsico American kin-
ship: A cultural account (1964) que con los aos deriv en el manifiesto A critique of the
study of kinship (1994). Pero vale la pena examinar cmo fue que la actitud deconstruc-
cionista de Schneider a propsito del parentesco se fue gestando poco a poco, tras haber
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
286
analizado el parentesco con la misma diligencia que cualquier otro antroplogo en sus tra-
bajos de campo de 1947 y 1948 en los atolones de Yap. La primera publicacin de
Schneider sobre el parentesco (Schneider y Homans 1955) comienza poniendo en tela de
juicio la distincin convencional entre trminos vocativos y trminos de referencia y se-
alando la inmensa variedad de trminos comnmente aplicados a parientes [relatives],
muchos de ellos fuera del mbito que los antroplogos reconoceran como parentesco
propiamente dicho. La conclusin es que el parentesco es un asunto mucho ms proble-
mtico de lo que se ha reconocido generalmente.
97
Exactamente el mismo ao Homans y Schneider (1955) (ahora en otro orden de prece-
dencia) publican su libro Marriage, authority and final causes, donde se dara el puntapi
inicial a una polmica sorda que involucr a antroplogos prestigiosos de todo el mundo.
En ese libro Homans y Schneider cuestionan la explicacin de Lvi-Strauss sobre el pre-
dominio del casamiento matrilateral entre primos cruzados sobre el patrilateral. Radcliffe-
Brown ya haba percibido una tendencia a que los varones en sociedades patrilineales se
casaran con sus primas cruzadas matrilaterales (las hijas del hermano de la madre). La
explicacin de Radcliffe-Brown era del orden de la afeccin sentimental y la analoga: el
apego con el to materno se transfera a la hija del to. En Las estructuras elementales...,
Lvi-Strauss cuestionaba este aserto diciendo que el fenmeno no poda explicarse razo-
nablemente en base a sentimientos individuales. Atenindose a lo que haban dicho Durk-
heim y Mauss, alegaba que la regla que estipula casarse con la prima matrilateral produce
ms solidaridad social que la inversa. Como el razonamiento funcionaba tanto para socie-
dades matrilineales como patrilineales, devena con facilidad un universal que no depen-
da de azares estadsticos.
Desde el mismo ttulo de su trabajo conjunto, Homans y Schneider cuestionaban que
Lvi-Strauss recurriera a una causa final; objetaban que argumentara, en otras palabras,
que el casamiento matrilateral entre primos existe porque es bueno para la sociedad. El
matrimonio dicen es contrado por personas, no por sociedades; Lvi-Strauss no expli-
ca por qu un hombre ha de buscar casarse con su prima matrilateral. La respuesta a esa
pregunta exige que se busque una causa eficiente, dicen los autores, y en ese sentido la
explicacin de Radcliffe-Brown queda como la ms satisfactoria.
Pero el cuestionamiento sera a su vez cuestionado. En Structure and sentiment (1962),
Rodney Needham dijo de Marriage, authority and final causes de Homans y Schneider
que sus conclusiones son falaces, su mtodo infundado y el argumento literalmente rid-
culo; Lvi-Strauss se refera a los sistemas prescriptivos, no a los preferenciales, protes-
taba, por lo que los sentimientos de cada quien son irrelevantes. Schneider respondi con
97
Una afirmacin deconstructiva de este talante puede parecer rigurosa pero en lo formal establece un ca-
mino engaoso precisamente por ser demasiado fcil. Pruebe el lector aducir lo mismo de cualquier otro tr-
mino (cultura, religin, economa, totemismo, chamanismo, ideologa, etc.) y ver que la es-
tructura conceptual de cualquier categora denotativa se deshace entre los dedos. Una deconstruccin no
falla jams. Ahora bien, la falta de definiciones rigurosas y consensuadas ni posee demasiada importancia ni
es un defecto peculiar a las ciencias blandas; en pocos lugares, como se ver luego (pg. 314), se encuentra
una anarqua terminolgica comparable a la que reina desde siempre en la teora de grafos.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
287
su renombrado artculo Some muddles in the models, or how the system really works
(1965) en el que repudi las explicaciones que haba elaborado con Homans pero afirm
que tambin Needham estaba en un error. Desde un punto de vista estructural no hay dife-
rencia si la regla es muy rgida o no; lo que importa, aseguraba, es que la regla exista. Si
Lvi-Strauss ni siquiera menciona que est tratando con sistemas prescriptivos no es por-
que se le haya pasado por alto la diferencia entre el casamiento prescriptivo y el prefe-
rencial, sino porque a los efectos de su sistema la diferencia es irrelevante. La arremetida
contra Needham, de alto empaque retrico, constituye el foco del artculo:
Needham efecta una distincin radical entre los sistemas prescriptivos y los preferencia-
les. Se mete en problemas considerables para establecer cules de las treinta y tres socie-
dades son prescriptivas y cules preferenciales [...] Luego procede a ocuparse slo de los
sistemas prescriptivos. No trata con sistemas preferenciales, ni ha explicado de manera
comprensible por qu los sistemas preferenciales no pueden ser tratados como si poseye-
ran la misma estructura que los prescriptivos. De ninguna manera es auto-evidente que
sean distintos desde el punto de vista de la teora de la alianza. Sugiero, por cierto, que se
induce de la teora de la alianza que ellos no son diferentes en absoluto y que Needham
fracasa en comprender su propia teora cuando dice que lo son. [...] El hecho notable so-
bre la etnografa disponible para Needham hasta 1956 (y posiblemente tambin hasta aho-
ra) es que de acuerdo con l ella ha estado plagada de una cantidad de errores perpetrados
por los etngrafos. [...] Needham toma los reportes etnogrficos y los coteja contra su mo-
delo, contra su tipo. Cada desviacin de la etnografa de uno o de otro elemento del tipo le
sugiere a Needham que la etnografa est equivocada de alguna manera. Needham nunca
altera su tipo para acomodar la etnografa. Needham nunca cambia su modelo para ade-
cuarlo a los datos (Schneider 1965: 42-43, 68-69)
El episodio que sigue contina siendo sorprendente hoy en da. En los aos cincuenta
Rodney Needham [1923-2006] haba sido uno de los ms ardientes partidarios britnicos
del estructuralismo. Pero en 1969 Lvi-Strauss mismo no tuvo mejor idea que atacar (sin
mucho espritu de justicia) la interpretacin de sus ideas por parte de Needham nada me-
nos que en el prlogo de la edicin inglesa de Las estructuras elementales del parentesco,
en cuya traduccin Needham haba trabajado diligentemente (Lvi-Strauss 1969 [1949]).
Slo tres aos antes, en el prefacio de la segunda edicin francesa, Lvi-Strauss haba en-
salzado los preciosos anlisis de Needham (1985, vol. 1: 27). Esa amable referencia no
fue bice para que Lvi-Strauss pulverizara, a regaadientes segn aduce, las objeciones
que le haba hecho Needham sobre su presunta confusin entre matrimonio prescriptivo y
preferencial:
Entre los desarrollos a que dio lugar este libro [Las estructuras elementales...] el ms in-
esperado para m fue, sin duda, el que supuso la distincin, que se hizo casi clsica en In-
glaterra, entre las nociones de matrimonio prescriptivo y matrimonio preferencial. Me
resulta molesto discutirla a causa de la gran deuda de reconocimiento que tengo hacia su
autor, el seor Rodney Needham, que, con mucha penetracin y vigor, supo interpretarme
(y a veces tambin criticarme) frente al pblico anglosajn en un libro, Structure and sen-
timent (Chicago, 1962) y preferira no expresar desacuerdo. [...] Como [Floyd] Lounsbury
comprendi muy bien al hacer una resea de Structure and sentiment (American An-
thropologist, 64, 6, 1962, pg. 1308), el error principal [de Needham] radica en haber
identificado la oposicin entre estructuras elementales y estructuras complejas y la
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
288
existente entre matrimonio prescriptivo y matrimonio preferencial y, a partir de esta
confusin, haberse permitido sustituir una por la otra (Lvi-Strauss 1985: 19, 22).
Pero cuando se public la versin inglesa lleg tambin el turno de una disputa ms fron-
tal con sus crticos por ms reverencia que stos le hubiesen rendido alguna vez; habran
de caer uno a uno Edmund Leach, Mary Douglas, G. S. Kirk y por supuesto Needham
(Bertholet 2005: 343). El romance entre esos britnicos y el estructuralismo acab ese
preciso da, pues a propsito de la polmica sobre el casamiento entre primos cruzados,
Lvi-Strauss dictamin que Schneider tena razn y que el equivocado era Needham; lo
propio hizo con los otros autores sobre asuntos y por razones que aqu no vienen al caso.
Fue as que en adelante Needham slo se referira a Lvi-Strauss en actitud crtica, cues-
tionando su retrica y llegando al extremo de tildarlo como el ms grande surrealista que
ha existido. La contingencia del choque de personalidades pudo ms que la estructura
del rigor de las ideas: nada ms lejos de las preferencias de Needham de all en ms que la
bsqueda lvi-straussiana de rasgos universales del pensamiento humano o (ya que estaba
en ello) que la bsqueda de universales en general. En efecto, Needham racionaliz ima-
ginativamente su propio cambio radical de paradigma hasta el final de su vida. Dada la
magnitud del cambio que experiment, casi se dira que en casi cuatro dcadas no se de-
dic a otra cosa. En los elegantes ensayos de sus ltimos libros (Against the tranquility of
axioms [1983], Exemplars [1985] y Counterpoints [1987]) , se contempl en el espejo de
dos de sus hroes culturales, Ludwig Wittgenstein y Lucien Lvy-Bruhl, quienes pasaron
la segunda mitad de sus vidas examinando crticamente las teoras que haban promovido
en la primera mitad.
Elaborando el campo analtico del parentesco desde un punto de vista semntico con un
toque wittgensteiniano, Needham lleg a afirmar que conceptos tales como matrimonio,
descendencia, terminologa e incesto son palabras que hacen un trabajo desparejo
[odd job] y que los fenmenos a los que cada una de ellas corresponde no poseen una sola
propiedad en comn; en consecuencia no existe tal cosa como el parentesco y por ende
tampoco puede existir una teora que se le refiera. En su ms famosa conferencia magis-
tral dictada en el encuentro de la Asociacin de Antropologa Social de Gran Bretaa ce-
lebrado en Bristol, Needham encuentra que el concepto de matrimonio o casamiento [ma-
rriage], por ejemplo, es peor que engaoso y [que] en el anlisis no posee valor en abso-
luto (1974: 8). Las realidades empricas que ste y los dems conceptos que se supone la
clarifican prosigue son en cada sociedad demasiado imprecisos institucionalmente y
demasiado variados de una sociedad a la otra como para soportar una clasificacin de este
talante. Pocas pginas antes escriba, como si acabara de leer a Husserl:
Lo que se necesita es un punto de partida totalmente nuevo [...] libre de todos los supues-
tos a priori. [...] Slo se puede lograr si cada antroplogo busca rigurosamente en su pro-
pia mente en procura de las adicciones lingsticas y de otros hbitos de pensamiento que
desvan y distorsionan su aprensin de la realidad social (1974: xvii-xviii).
El casamiento y el matrimonio en antropologa no es el estudio de la conducta humana,
dice Needham, sino un estudio de reglas. Pero los resultados no son modelos, argumenta:
los estudios estructurales no pueden ser por completo abstractos sino que se basan en los
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
289
hechos etnogrficos, la observacin emprica, el registro lingstico. En lo que a nuestro
tema concierne, Needham niega asimismo todo valor a las contribuciones de Radcliffe-
Brown (un lejano precursor del enfoque de redes), aduciendo que ste jams analiz un
sistema de parentesco, que sus principios no fueron nunca demostrados y que nunca se a-
plicaron a hechos sociales.
Needham acaba argumentando que el esfuerzo de construir una teora grandiosa y nomo-
lgica de la sociedad humana es probablemente ftil y en el mejor de los casos prematura,
y que la antropologa hara mejor en abocarse a casos particulares y en intentar extraer el
significado antes que la forma de los hechos sociales (1974: cvi). A fin de dramatizar la
regnesis conceptual y el particularismo cultural que recomienda, Needham cita el cuento
de Borges sobre Funes el memorioso, quien a resultas de una cada experimentaba una
percepcin y una memoria tan exhaustivas que eso lo tornaba incapaz de percibir el mun-
do de otra manera que no fuese en sus ms nfimos detalles (pp. xviii-xix): una metfora,
acaso, del puntillismo obsesivo, tanto mejor cuanto ms locuaz, que en el otro lado del
ocano se propondra un par de aos ms tarde bajo el signo de la descripcin densa.
Los crticos de la propuesta de Needham no fueron demasiado amables con su intento, al
cual hoy caracterizaramos como de deconstruccin. Maurice Bloch (1973), por ejemplo,
un autor serio que conoce desde dentro la semntica cognitiva, consideraba que el anlisis
semntico llevado a cabo por Needham era de una clase ms bien pasada de moda y que
su modelo no iba ms all de una invitacin seductoramente escrita, pero inadmisible, a
que el antroplogo se abstenga de generalizaciones sociolgicas. El socilogo Terence
Evens (1974), por su parte, observ que el intento de adoptar la metfora wittgensteiniana
de familia de significados como alternativa semntica promova un error categrico de
clasificacin, toda vez que esa metfora emanaba de una filosofa del lenguaje ordinario
mientras que los conceptos en cuestin, por inadecuados que pudieran ser, devienen
extra-ordinarios toda vez que se emplean en el anlisis cientfico. Concluye Evens:
Puede haber pocas dudas de la eficacia de la terapia wittgensteiniana de Needham y de su
profunda significacin para los socilogos y los antroplogos, pero desde mi punto de vis-
ta su inclinacin teraputica hacia un particularismo solipsista es mucho menos convin-
cente (Evens 1974: 137).
Vuelvo a insistir en el hecho de que las proclamas de Needham son casi contemporneas
del manifiesto programtico de Clifford Geertz en La interpretacin de las culturas
[1973]. De ms est decir que malgrado su contraccin a una esfera de lo ms tarde se
autodenominara pensamiento local (o pensamiento dbil, o paradigma indiciario) sta
habra de ser en el cuarto de siglo siguiente una de las tesituras dominantes. La antropolo-
ga acab perdiendo casi sin lamentaciones una baza esencial, como si tuviera muchas co-
sas ms importantes de las cuales ocuparse.
[E]l estudio del parentesco, que haba jugado un rol tan prominente en el desarrollo de la
teora antropolgica, ahora parece una temtica muerta. Su colapso puede explicarse por
una variedad de factores sobredeterminantes, incluidos los cambios en la escala y visin
de la antropologa contempornea, la declinacin del trabajo de campo, las concepciones
crticas de la comprensin cientfica y la emergencia del multiculturalismo posmoderno.
Ciertamente, la crtica desarrollada por David Schneider fue un factor influyente, si es que
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
290
no decisivo, en la muerte de los estudios de parentesco. Slo el tiempo dir si el tema ser
revivido, reencarnado o reinventado alguna vez (Fogelson 2001: 41).
Liberados del peso de la prueba por mera referencia a los pioneros, los epgonos de
Schneider y Needham fueron por supuesto ms lejos, y con los aos qued flotando la im-
presin de que seguir estudiando el parentesco podra llegar a ser superfluo, reaccionario
o hasta imbcil, adems de francamente aburrido. En los noventa se volvi costumbre
proclamar que no exista el parentesco, o los universales de la procreacin, o los linajes, o
la cultura, o que nada exista en realidad. Se comenz a decir, en fin, (y esta forma de de-
cir qued instalada sin mucho examen reflexivo) que todo en este mundo es construido
social, subjetiva o culturalmente, como si esa construccin, ese gesto desnaturalizador,
confiriera slo una especie de existencia o legitimidad de segundo orden.
Pero incluso los antroplogos que pensaban que la crtica era excesiva, o que obedeca a
propsitos oscuros, crean que la notacin centenaria y la rica nomenclatura tcnica de la
antropologa clsica funcionaban ms o menos decentemente. Cae de suyo que nunca fue
as, por desdicha. Todava se la enseaba acrticamente no hace tanto tiempo; hoy todo el
mundo se da cuenta (o debera hacerlo) que no hay un modelo semntico o una analtica
robusta que sirva de respaldo a los grafismos y que como tcnica de representacin el dia-
grama genealgico deja bastante que desear. Los diagramas genealgicos son por otro
lado un camino sin salida, pues estn demasiado adheridos a una interpretacin sustantiva
en trminos simples y literales de alianza, filiacin y consanguinidad. Vale la pena mirar-
lo de cerca.
Figura 17.1 Genealoga de la isla Murray segn W. H. R. Rivers (1900: lm. II)
Existiendo en trminos de redes numerosos modelos grficos posibles, el que se usa por
defecto es una versin modificada de los grafos de Ore mapeada sobre el esquema genea-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
291
lgico de William Halse Rivers Rivers y observada desde una perspectiva plana, esttica
y uniforme, omitiendo todas las relaciones que no lleven transitivamente a un Ego; no es
entonces posible mirar el sistema como un grafo de resortes, o en tres o cuatro dimensio-
nes, o agregar relaciones de otra naturaleza (demogrficas, econmicas, comunitarias, po-
lticas), o dinamizarlo, o analizarlo en trminos de navegabilidad o cohesin interna, u ob-
servarlo desde una perspectiva que no sea la de Ego, o conmutar entre una interpretacin
descriptiva y otra clasificatoria, o calcular otras nociones que las que le ensearon a pen-
sar cuando de parentesco se trata.
Ni siquiera Lvi-Strauss, con su reconocida sensibilidad relacional, advirti que los dia-
gramas interactuaban de formas confusas con el lenguaje descriptivo por estar demasiado
adheridos a una interpretacin objetal. En captulos anteriores hemos visto que las aristas
de los grafos genricos podan adaptarse a la representacin de calles, esquinas, procesos
de contagio, relaciones sociales, propiedades ontolgicas, asignacin de objetos a clases,
organizacin de agendas, fenmenos de visibilidad y por supuesto parentesco. Si uno
mantiene una concentracin reflexiva sobre los grafos como instrumento abstracto de re-
presentacin, es difcil que una capacidad tal se contamine, por ejemplo, de ideologa
biologicista, y que en lo sucesivo dicho sesgo impregne a los grafos a tal punto que com-
prometa su capacidad analtica en otros respectos. Pero los diagramas parentales se han
semantizado a tal grado que ya no es posible hacerlos objeto de operaciones de generali-
zacin, isomorfismo, coloreado, planarizacin, transformacin algebraica, anlisis espec-
tral o lo que fuere.
98
Ambas herramientas (grafos y diagramas genealgicos) se perciben
engaosamente como dibujos de nodos y lneas entre los cuales hay cierta similitud; pero
no podran ser ms distintas. Escriba hace unos aos uno de los mayores especialistas
actuales en redes de parentesco, Douglas R. White:
El estudio del parentesco se dificulta por la falta de un lenguaje descriptivo comn para
las estructuras y los procesos bsicos en la formacin de las relaciones de parentesco. [...]
La aproximacin convencional al parentesco y al casamiento, el diagrama genealgico,
que representa relaciones de matrimonio y parentales entre individuos, refuerza una visin
del parentesco centrada en ego y es ampliamente no operativa [unworkable] como medio
para analizar el parentesco. Los problemas de representacin y anlisis de datos usando
genealogas convencionales han conducido a intentos por estilizar y simplificar los patro-
nes de parentesco y matrimonio en trminos de modelos y vocabularios abstractos que a
menudo estn en abierta discrepancia con los datos. En consecuencia, el discurso antropo-
98
Por supuesto que es posible, como lo intent hacer Weil, definir las relaciones entre elementos de paren-
tesco en trminos de un lgebra; el problema es que una operacin de transformacin algebraica, igual que
un efecto de morphing lo hara sobre una imagen, genera relaciones entre objetos para los cuales ni la teora
posee conceptos ni la realidad correlatos. Los constreimientos ad hoc (distintos para cada caso) que agrega
Weil (1985: 278) para contener el comportamiento de las operaciones algebraicas en la camisa de fuerza de
los casos parentales observables o bien introduce operadores que no son algebraicos, o bien reduce el lge-
bra a una notacin episdica innecesariamente retorcida de aquello que puede ser mejor abordado por otros
medios. Salvo excepciones, la antropologa constituida reaccion malamente a las lgebras del parentesco
propuestas por otros autores en la misma lnea, tales como Harrison White, Pin-hsiung Liu o Franois Lo-
rrain (Leach 1964; Naroll 1965; Reid 1967; Korn 1973). Aunque a veces sospecho que las crticas venan
de un puado de viejos dinosaurios que no entendan de lgebra y que vean amenazados sus fueros por una
analtica que aun siendo atroz pona en evidencia sus lagunas, igual pienso que les asista un poco de razn.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
292
lgico sobre el particular tiende a involucrar desacuerdo sobre la interpretacin y defini-
ciones ambiguas (White y Jorion 1992: 454).
Aunque los diagramas estndar parezcan un dispositivo neutro para representar indivi-
duos, sus matrimonios y su descendencia, estn afectados por un individualismo metodo-
lgico inherente, el cual se encuentra en concordancia con las teoras sociales, polticas y
econmicas de una centenaria ideologa conservadora del mundo anglosajn en particular.
Los antroplogos las siguen usando, prosiguen White y Jorion (loc. cit.), pese a que esos
diagramas resultan confusos cuando se quieren mostrar elementos de la estructura social
de las comunidades o las familias que estn vinculadas por matrimonios cruzados o por
ancestros comunes, y pese a que no son instrumentales para implementar los clculos, las
bsquedas, las operaciones vectoriales o las modulaciones que en otras formas de repre-
sentacin en red son rutina.
La crtica de la posmoderna Mary Bouquet (1993) tambin subraya la especificidad cul-
tural del mtodo genealgico, argumentando que estaba imbuido de nociones inglesas de
pedigree (explcitas en los trabajos de Rivers), muy poco parecidas, por ejemplo, a las ca-
tegoras portuguesas de relacin parental (ver figura 17.1). Pero aunque tengan su cuota
de razn no son estas condenas morales deconstruccionistas, feministas o subalternas que
saturaron el campo de discusiones en los ochenta y los primeros noventa las que me des-
velan particularmente ahora.
La notacin propuesta por Rivers merece una inspeccin ms seria. En el que habra de
ser el documento fundacional de los estudios de parentesco escribe ste:
Cuando me hallaba en los Estrechos de Torres con la Expedicin Antropolgica que sali
de Cambridge bajo el liderazgo del Dr. Haddon, comenc a recolectar las genealogas de
los nativos con el objeto de estudiar tan exactamente como fuera posible las relaciones
mutuas de los individuos sobre los que hacamos pruebas psicolgicas. [...] Slo fue, sin
embargo, despus de abandonar las islas, que me di cuenta de las muchas posibilidades
que creo que el mtodo abre a los antroplogos (Rivers 1900: 74).
Si bien el cuadro de Rivers que he incluido (fig. 17.1) se asemeja ms a las genealogas
tradicionales que a los diagramas de parentesco que ms tarde se impusieron en la disci-
plina, la diferencia entre ambos es apenas diacrtica. Los varones, que luego habran de
representarse con tringulos, estn siempre a la izquierda y en letras maysculas; las mu-
jeres, que ahora se acostumbra notar con crculos, se encuentran a la derecha y en letra
chica. Desde el comienzo, la notacin del vnculo de filiacin (que cuelga directamente de
la arista que denota la alianza, y no de uno de los progenitores) impone el supuesto de que
la filiacin bilateral es la norma universal o al menos la pauta de referencia; la descenden-
cia ambilineal, patrilineal o matrilineal, por ende, han de inferirse, inexplicablemente, a
partir de informacin que no se refleja en el diagrama.
99
La semejanza del cuadro genea-
99
Brenda Seligman (1921: 56), bregando contra las oscuridades de la notacin de Rivers, propuso tempra-
namente llenar el smbolo del sexo del nio de la misma manera que el de la madre en las sociedades ma-
trilineales, o que el del padre en las patrilineales. Pero la iniciativa, implementada aqu y all mediante co-
lores, texturas de puntos o rayas o slidos, nunca cristaliz en una convencin diacrtica uniforme. Tampo-
co se generalizaron los smbolos denotativos de sexo basados en estilizaciones caligrficas del espejo de
Venus y el escudo de Marte.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
293
lgico con los grafos de redes es en cambio de orden conceptual: Rivers estaba tratando
de dar cuenta de las relaciones mutuas entre los individuos, a las que a su debido tiempo
podran aplicarse estadsticas sociales y vitales; la terminologa es casi la misma que se
encontrar medio siglo ms tarde en la sociometra, en los estudios de redes sociales de la
escuela de Manchester y en la sociologa estructural.
Siempre me ha llamado la atencin el hecho de que las bsquedas genealgicas de Rivers
preanunciaban ms las tcnicas estadsticas de las redes sociales que los registros descrip-
tivos y cualitativos de los ulteriores estudios del parentesco. l crea que de las genealo-
gas se podran extraer elementos de juicio cuantitativos concernientes a:
las proporciones de los sexos, el tamao de las familias, el sexo de los primognitos, las
proporciones de hijos que viven y se casan respecto del nmero total de hijos nacidos y
otros asuntos que pueden estudiarse estadsticamente mediante el mtodo genealgico. En
los pedigrees tenemos una gran masa de datos de valor supremo para el estudio exacto de
diversos problemas demogrficos (Rivers 1910: 7).
Es curioso que los antroplogos hayan reflexionado muy poco sobre el carcter visual de
las notaciones que plagan los estudios de la genealoga y el parentesco, descuidando una
dimensin cognitiva, perceptual y conceptual cuya importancia subray desde muy tem-
prano en el despliegue de esta tesis (pg. 61). Una notable excepcin es el estudio de
Mary Bouquet (1996), lamentablemente afeado por no pocas sobreinterpetaciones, argu-
mentos conspirativos y prdicas morales tributarias del gusto posmoderno. Bouquet su-
giere que la visualizacin del parentesco en los diagramas genealgicos refleja (en una
bella expresin de Jameson) los lmites de una conciencia ideolgica especfica, [mar-
cando] los puntos conceptuales ms all de los cuales la conciencia no puede ir, y en me-
dio de los cuales est condenada a oscilar (p. 44). Pero luego dilapida esa imagen per-
fecta encontrando que los diagramas de Rivers derivan su fuerza visual de precedentes b-
blicos y cientficos, as como de los seculares rboles de familia, y que si bien ciertas me-
tforas estticas fueron exorcizadas en ellos, su visin fundamental del parentesco sigue
siendo arbrea, y por ende flica, sexista, etnocntrica y masculina (p. 62): un diagnstico
digno de un Gza Rheim o un Bruno Bettelheim repentinamente vueltos progresistas,
slo que cincuenta aos demasiado tarde.
En cuanto a la iconologa del parentesco, en los lindes de la antropologa es conspicua la
inquietud de Pierre Bourdieu cuando plante la pregunta sobre lo que yace detrs de la
representacin grfica del parentesco, recomendando una (trunca y para m decepcio-
nante) historia social de la herramienta genealgica y convocando a un estudio epistemo-
lgico del modo de investigacin que se constituye en precondicin para la produccin
del diagrama genealgico que apenas logra levantar vuelo en el estrecho espacio que le
concede (1977: 207).
Tampoco me resulta convincente (a la escala a la que aqu estoy considerando el asunto)
el ulterior repudio de Bourdieu al estudio antropolgico del parentesco, por cuanto la l-
gica que lo sostiene es inespecfica y se restringe a sealar la falta de concordancia entre
la conceptualizacin y las prcticas, una falta que se confunde tortuosamente con las di-
sonancias entre los puntos de vista en contienda. Bourdieu presupone que la conceptuali-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
294
zacin ha sido y ha de ser siempre etic, que los diagramas estn supeditados al mismo
sesgo que las palabras por cuanto las categoras del lenguaje los determinan, y que las ca-
tegoras son monolticas y las mismas para cualquier observador: La indeterminacin
que rodea las relaciones entre el punto de vista del observador y el de los agentes dice
se refleja en la indeterminacin de las relaciones entre los constructos (diagramas o dis-
cursos) que el observador produce para dar cuenta de las prcticas y las prcticas mismas
(Bourdieu 1990: 37 o 2007: 62 ). Diagramas o discursos, lo mismo da: como si ambos
estuvieran por igual, e inevitablemente, lastrados por una semntica parecida, incapaz de
hacer justicia a las prcticas no se sabe bien por qu; como si el observador no pudiera
invocar una imaginera transgresora basada en (por ejemplo) grafos, igual de filosa que
los discursos que Bourdieu sigue prodigando en su batalla contra un modelo muerto, pen-
sando quiz que slo se trata de cambiar de palabras o de conmutar los sujetos de la enun-
ciacin mientras se describe la cosa.
Figura 17.2 Grafo de Ore (basado en De Nooy y otros 2005: 229)
Ninguna de estas pesquisas y miradas crticas, empero, alcanza a poner en foco la pregun-
ta sobre los alcances tcnicos del artificio representativo o sobre sus limitaciones cong-
nitas: una pregunta que debera plantearse alguna vez yendo ms all de la fantasmagora
de los casos fallidos por razones que no les son intrnsecas y de la indignacin ante el
contraste, nunca menos que esperable, que media entre las visiones que se apoyan en
premisas divergentes.
No pretendo negar en esta tesis el carcter incierto de la grafa usual tanto en lo tcnico
como en lo ideolgico. Eso ya es tan incontrovertible que hasta los matemticos se han
dado cuenta:
Aunque el diagrama genealgico estndar parece un dispositivo suficientemente natural
para representar individuos, sus casamientos y su descendencia, posee un individualismo
metodolgico inherente en consonancia con las teoras sociales, polticas y econmicas
dominantes del mundo anglosajn. [En la dcada de 1990] [l]os antroplogos siguen
usando esos diagramas como herramientas primarias para resumir los datos de campo
aunque ellos son altamente confusos cuando se los utiliza como medio para mostrar ele-
mentos de la estructura social de las comunidades o de las familias ligadas por inter-
marriage o ancestras comunes. El diagrama genealgico es de algn modo anlogo a la
representacin ptolemaica de rotacin alrededor de la tierra que debi abandonarse hace
siglos de cara a la evidencia conflictiva (White y Jorion 1992: 454).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
295
Figura 17.3 Genealoga de Canan Diagrama genealgico y grafo parental
Basado en White y Jorion (1992: 455-456)
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
296
Una primera alternativa un poco ms reflexiva a los diagramas genealgicos tradicionales
es la de los grafos Ore, llamados as en homenaje al matemtico noruego ystein Ore
[1899-1968].
100
Igual que las genealogas, tienden a utilizarse desde un punto de vista
egocntrico. Los varones se representan como vrtices cuadrados, las mujeres como
vrtices circulares, los matrimonios como lneas dobles y las relaciones de filiacin como
vectores apuntando a cada hij@, como siguiendo el flujo del tiempo. A diferencia de lo
que es el caso en los diagramas familiares (como en la figura 4.3 del diagrama del avun-
culado de la pg. 32 de esta tesis), tanto el padre como la madre se conectan con sus
hij@s. Aunque parezca trivial, esto permite calcular el pedigree de un individuo tanto por
el lado del padre como por el de la madre, un clculo fundamental que en el diagrama
clsico no se ejecuta con fluidez. Tambin es ms fcil identificar siblings y encontrar el
antecesor comn ms prximo de cualesquiera dos individuos. Se muestra un ejemplo de
esta clase de grafismo en la figura 17.2. En su uso habitual, los grafos de Ore siguen
siendo egocntricos, pero ya no se percibe que sean tan servilmente tributarios de los
aparatos ideolgicos. Todava faltaba un poco, empero, para una ms plena exactitud
representacional.
La solucin propuesta por Douglas White frente a las eventuales fallas de los grafos con-
vencionales derivadas de los pedigrees de Rivers consiste en la implementacin de gra-
fos-p, un nombre no vacante que puede llevar a confusin y que se usa con otros sentidos
en mercadotecnia o en lingstica. En realidad no interesa cul sea la tcnica en particular;
lo importante es que engrane con el anlisis de redes, con teora de grafos y con lgebra
lineal y que posea por ende el mismo carcter de sistema analtico abierto que los ins-
trumentos que hemos entrevisto en los captulos precedentes.
Figura 17.4 Sistema Murngin [= Miwuit, Wulamba, Yolngu, Balamumu etc]
(segn Lvi-Strauss 1985 [1949]: 234, fig. 29)
Basado en diagrama elaborado por Warner (1930: fig. 1, entre pp. 210 y 211)
100
Un grafo de Ore es un grafo G en el cual la suma de los grados de los vrtices no adyacentes es mayor
que la suma de los nodos n para todos los subconjuntos de vrtices no adyacentes. Mientras algunos grafos
son paradojales y oscuros, todos los grafos de Ore son hamiltonianos y el ciclo hamiltoniano en tales grafos
se puede construir en tiempo polinmico. Estas circunstancias acarrean unos cuantos beneficios a la hora
del clculo analtico en materia de parentesco o de lo que fuere.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
297
Una vez que uno tiene una red lo dems viene por aadidura: los clculos de propiedades,
las matrices con sus lgebras, las herramientas de comparacin, la minera de datos, las
tcnicas de descubrimiento de patrones, las prestaciones de animacin, simulacin y estu-
dio diacrnico, la posibilidad de vincular la genealoga con otros datos reticulares, el a-
nlisis multidimensional, el filtrado selector de perspectivas, todas las visualizaciones
imaginables. Ni hablar de lo que sucede a nivel de las prestaciones especficas de paren-
tesco: la posibilidad de encontrar casamientos entre hermanastros o hermanastras, repre-
sentar casamientos sucesivos, comparar regmenes y frecuencias de patrones de re-en-
cadenamiento en las genealogas.
Figura 17.5 Variante de grafo-p y grafo-p bipartito Basado en Mrvar y Batagelj (2004: 409)
Cuando se lo comienza a usar el grafo-p puede resultar contraintuitivo porque los nodos
son parejas o personas solteras; como es un grafo acclico no hay arcos que unan a los
padres, y los nicos arcos que hay van de los hijos a los padres y no a la inversa (figura
17.2). Una variante bipartita de grafo-p posee vrtices rectangulares para denotar parejas,
y, como en los viejos diagramas, crculos para representar mujeres solteras y tringulos
para los solteros varones. A menos que se den instrucciones en contrario el grafo corre de
abajo hacia arriba, al revs de lo que los antroplogos (contrariando a botnicos y mate-
mticos) piensan que debera ser el caso. En genealoga se piensa en rboles que crecen
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
298
de abajo hacia arriba y se localiza a los antepasados en las races, mientras que en antro-
pologa el proceso temporal se concibe como un proceso de descendencia.
101
Sea como fuere, en los grafos-p la textura es tan espartana que al principio da la im-
presin de que hay menos datos que en los antiguos diagramas, pero no es as; en realidad
los datos son ms o menos los mismos. Pero las ventajas de estas metodologas son ml-
tiples y ratifican el hecho de que una tcnica robusta no aniquila la especificidad del ob-
jeto ni lo torna abstruso; si se lo orienta con algn sentido del rigor, puede descubrir en l
un nmero crecido de nuevas perspectivas.
Por empezar, un formalismo como el grafo-p no presupone clausura generacional en el
tiempo, ni la unidad del grupo parental; por el contrario, facilita el anlisis longitudinal
del cambio de las relaciones de parentesco y permite visualizar las redes desde tantos n-
gulos y en funcin de tantos filtros, criterios y acentuaciones como se quiera. Al costo de
una noche de aprendizaje, se podrn representar con l reglas de matrimonios simples y
complejas, evitacin del incesto, ciclos matrimoniales, segundos, terceros o ensimos ca-
samientos, poligamia y poliginia, grupos endogmicos y exogmicos, diferencias en tiem-
pos generacionales entre hombres y mujeres y sus efectos en la estructura, las consecuen-
cias del casamiento poligmico, la integracin de parientes clasificatorios, las transforma-
ciones de estatus por crianza o lactancia, el cambio histrico en la constitucin de la fami-
lia, la adopcin por parte de parejas hetero u homosexuales, la pluriparentalidad, los pa-
rentescos electivos, etctera.
La justificacin elaborada por White del modelo subyacente a los grafos-p es esclarecedo-
ra. El tipo de grafo que result estimulado por la obra de Lvi-Strauss en 1949 y al cual
le dio forma definitiva el matemtico Georges Thophile Guilbaud (1970) hacia 1962,
afirma White fue slo una de las formas ensayadas en aquella poca. Los grafos de Guil-
baud, como se los puede llamar, se aplicaron principalmente a modelos de grupos de per-
mutacin del parentesco; este modelo enfatizaba la repeticin atemporal de las mismas
estructuras transformacionales, lo cual cuadraba con el concepto lvi-straussiano del pa-
rentesco como dominio cognoscido [cognized] en el que los universales del pensamien-
to pueden otorgar algn sentido a la imposible complejidad del parentesco real. En la
figura 17.4 muestro el diagrama del parentesco Murngin elaborado por Lvi-Strauss ba-
sado en el diagrama de William Lloyd Warner, el futuro antroplogo maldito (cf. ms
arriba pg. 69), que aqu opt por no mostrar. Comparando las figuras de uno y otro autor,
se percibe que Lvi-Strauss ha homogeneizado los elementos, eliminando la nomencla-
tura de las relaciones parentales de cada individuo respecto de Ego; tambin ha colocado
los smbolos de sexo que faltaban en el diagrama original, en el cual el sexo de cada quien
se infera de su posicin a la izquierda o derecha del vnculo.
101
Puede que en este caso el concepto influya sobre la imagen; pero cuando se habla de rbol (contrariando
a Bourdieu) parece que es la imagen lo que tiene precedencia. Todava no he acabado de determinar cundo
fue que el diagrama comenz a ponerse cabeza abajo. Cualquiera sea el caso, las notaciones emergentes
contemporneas han impugnado el modo antropolgico de representacin y otorgado la razn a la genealo-
ga. El desarrollo de la crnica histrica de los sucesivos grafismos involucrados en los diagramas geneal-
gicos es todava una asignatura pendiente.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
299
En contraste con la concepcin de teora de grupos de Weil, la utilizacin de los grafos-p
en tanto redes se deriva de la teora de los conjuntos ordenados y ms precisamente de los
conjuntos parcialmente ordenados y los enrejados de Galois. El grafo-p es un ordena-
miento de las relaciones de parentesco entre parejas por parte de individuos que vinculan
a sus padres con su propio acoplamiento parental. Contrasta as con los grafos ordinarios
porque en la nueva convencin los individuos son aristas y los acoplamientos son vrti-
ces. Tambin difiere en el ordenamiento de las generaciones, pues los encadenamientos
hacia arriba generan conjuntos de ancestros cada vez ms inclusivos, mientras que las l-
neas descendentes convergen en slo un miembro de cada pareja o singleton (siendo un
singleton sencillamente un conjunto que contiene un solo elemento). Desmintiendo la
idea de que los anlisis estructurales son por necesidad a-histricos, el grafo permite in-
cluir el flujo del tiempo. Es slo como segundo paso que se los podra reducir a estructu-
ras transformacionales cognoscidas que se repiten, representativa del pensar sobre el
parentesco de nativos u observadores, expresado como reglas sociales o convenciones
(White y Jorion 1996: 271).
La figura 17.6 compara la genealoga tradicional con el grafo-p y el grafo gentico. En el
grafo-p el gnero se denota a travs del grosor de las lneas; el paralelogramo del centro
expresa la relacin exacta de los parientes casados, que en este caso es, para el varn, la
hija del hermano de la madre.
Figura 17.6 Grafo convencional, grafo-p y grafo gentico
Basado en White y Jorion (1996: 274)
Tcnicamente, los grafos-p son dirigidos y acclicos, aunque en ellos se pueden presentar
semi-ciclos de casamiento de re-vinculacin [relinking marriage]. Ms poderosos que los
grafos-p comunes son los grafos-p bipartitos (figura 17.3, derecha). Ellos permiten dis-
tinguir entre un to casado y el segundo casamiento de un padre, o entre hermanastras y
primos. Con ambas clases de grafos-p se puede estimar el ndice de re-vinculacin, que ha
demostrado tener relevancia en el tratamiento comparativo de los sistemas de matrimonio.
Si n denota el nmero de vrtices en un grafo-p, m el nmero de arcos y M el nmero de
vrtices maximales (que tienen grado de salida 0, M1, si tomamos una genealoga
conexa tenemos que:
1 2
1
+
+
=
M n
n m
RI
El valor de RI puede caer entre 0 y 1. Si el grafo es un bosque o un rbol, RI=0. Existen
genealogas observadas cuyo RI=1. Aparte de ello, los grafos-p son insuperables en el tra-
tamiento analtico y estadstico de los motivos de re-vinculacin, de los cuales se sabe
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
300
que poseen un alto valor diagnstico. La tabla 17.1 ilustra la distribucin de motivos en
diversos grupos desde las dadas a las hxadas. Una vez que se tienen estos datos, natural-
mente, se pueden normalizar los guarismos para que el anlisis comparativo sea ms ca-
bal, a fin de expresar (por ejemplo) las frecuencias normalizadas de los tipos mediante
grficos de barra u otro recurso. Pero cabe aclarar que no me interesa en este contexto de-
sentraar las potencialidades del grafismo a nivel de detalle, ni ensear la taxonoma n-
tima de los motivos de revinculacin tericos o empricos, o sus matemticas inherentes,
o las correspondencias entre los trminos de las frmulas y los conceptos antropolgicos,
sino esbozar a grandes rasgos las clases de exmenes que la tcnica de diagramacin hace
posible.
Tabla 17.1 Motivos de relinking en Eslovenia, Croacia y Turqua y casas reales europeas
(segn Mrvar y Batagelj 2004)
Una tcnica alternativa a los grafos-p es la de los modelos de bloque (White, Boorman y
Breiger 1976). La idea del modelado en bloque fue creada por Franois Lorrain y Harri-
son White (1971) a partir de la tradicin de anlisis algebraico de parentesco iniciada por
Andr Weil en su legendario apndice para Las estructuras elementales de parentesco de
Claude Lvi-Strauss (Weil 1985; Courrge 1965). Puede decirse que estos modelos uti-
lizan grafos casi en el sentido familiar de la palabra, pero slo en la construccin de una
nueva entidad que una vez construida deviene objeto de anlisis. Eso permite no ya deri-
var ndices como sucede en los grafos normales, sino usar algoritmos para identificar in-
ductivamente roles a partir de los grafos. Estos roles se pueden a su vez re-articular en
complejas estructuras de rol mediante tcnicas algebraicas, la mayora de las cuales gira
en torno del concepto de equivalencia estructural. El objetivo del modelado en bloque es
reducir una red grande, potencialmente incoherente, a una estructura menor de interpreta-
cin ms sencilla. El procedimiento se basa en la idea de que las unidades de una red se
pueden agrupar en la medida en que sean equivalentes, conforme a una definicin signifi-
cativa de equivalencia.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
301
Una tercera tcnica de recambio para diagramacin de parentesco ha sido propuesta hace
tiempo por Brian Foster y Stephen Seidman (1981), coordinando el modelo ms rico y
complejo de genealoga antropolgica (que en teora de redes se considera que es el de
Meyer Fortes) con los formalismos de grafos y el anlisis de redes concomitante. Otro
modelo poderossimo es el KAES (Kinship Algebraic Expert System) desarrollado por
Dwight Read, capaz de construir un modelo algebraico de la lgica subyacente a un sis-
tema de parentesco (Read y Behrens 1990; Read 2001); pensado como un modelo de In-
teligencia Artificial y clculo de predicados a la antigua usanza, su relacin o su posible
compatibilizacin con el anlisis de redes en un sentido genrico es todava incierta.
Una cuarta alternativa de anlisis y graficacin es la que propone el equipo TIP de Pars
desde 2005 con estrechas relaciones con los especialistas francfonos en parentesco y con
formalistas como Douglas White o los analistas de redes nucleados en torno al programa
Pajek, Borgatti incluido (vase http://www.kintip.net/). La produccin de este equipo,
tecnolgica y antropolgicamente virtuoso, es inmensa aunque difcil de comunicar al
profano y apenas se la puede referir en este contexto. Disponibles al pblico estn las
KINSOURCES (ricas y enormes fuentes de datos genealgicos creadas bajo la direccin de
Michael D. Fischer de la Universidad de Kent)
102
y PUCK (Program for the Use and Com-
putation of Kinship data), en el cual se ha implementado una variante formalmente robus-
ta a los modos de representacin y visualizacin que he estado comentando.
En la notacin de grafos TIP (Traitement Informatique de la Parent) los lazos filiales y
matrimoniales se representan mediante arcos. Toda la informacin sobre el tipo de lazo y
sobre gnero est contenida en los valores de lneas, de las cuales hay cinco tipos: (1) un
arco de casamiento que va de la mujer al varn; (2) un arco filial que va de la madre a la
hija; (3) un arco filial que va de la mujer al hijo; (4) un arco filial que va del padre a la hi-
ja; (5) un arco filial que va de varn a varn. Dado que el grafo TIP no involucra rotulado
de los vrtices es altamente econmica como forma de representacin de una red de pa-
rentesco. Su principal desventaja es que no genera grafos orientados-acclicos, por lo que
muchos anlisis requieren que se lo convierta primero a grafos Ore convencionales.
Hacia finales del siglo XX y comienzos del siglo actual, agotado ya el quietismo posmo-
derno, un puado de obras monumentales sobre el parentesco parecieron prometer una re-
surreccin de la temtica en el seno de la disciplina. Entre ellas se encuentra, por su-
puesto, Mtamorphoses de la Parent de Maurice Godelier (2004). Pero no es esta lnea
de recuperacin la que pretendo subrayar aqu. Basados en la necesidad de establecer una
convergencia entre los estudios de parentesco convencionales, la teora de grafos y el an-
lisis de redes se han escrito por lo menos dos obras mayores que testimonian la producti-
vidad del mtodo. La primera es la compilacin Kinship, networks, and exchange, editada
por Thomas Schweizer y Douglas White (1998); la segunda es el tratado de Douglas
102
Sin relacin con Michael M. J. Fischer, el antroplogo posmoderno consagrado a la antropologa de la
ciencia, instalado hoy en el MIT.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
302
White y Ulla Johansen (2005) Network analysis and ethnographic problems: Process mo-
dels of a Turkish nomad clan.
La compilacin de Shweizer y White (1998) comprende 15 ensayos que vinculan el pa-
rentesco con la economa, sitan al individuo en redes de parentesco e intercambio y con-
templan problemas dinmicos derivados de la transformacin de los sistemas de paren-
tesco. Hay numerosos estudios de casos, incluyendo un artculo del eterno John Barnes
sobre las corporaciones de remeros y otro probablemente pstumo de Per Hage en cola-
boracin con Harary. La obra es estimulante y fresca, aunque ignoro si alcanzar para es-
tabilizar el estudio reticular del parentesco en el futuro prximo. Christopher Gregory
concluye su revisin de ese volumen con un diagnstico que en general comparto:
Revitalizar esta variada y bien editada coleccin de ensayos el estudio del parentesco?
Es el ltimo de un cierto nmero de libros recientes que han anunciado esa intencin. El
parentesco, tal parece, est de nuevo en la agenda. Pero dado que la estratgica terica y
metodolgica de esta coleccin presenta un agudo contraste con sus competidores, el de-
bate de la revitalizacin promete ser ardorosamente discutido (Gregory 1999: 244).
No me atrevera a garantizar que las tcnicas avanzadas de grafos y redes puedan ser un
correctivo de los sesgos y escollos metodolgicos que han plagado la teora del parentes-
co y a los que se refieren con fruicin los crticos (Porqueres i Gene 2008). El trazado de
las relaciones en una red arranca en el proceso de elicitacin, el cual depende de las heu-
rsticas de alto nivel de la disciplina y la semntica que articula el campo. Si stas son de-
fectuosas, en el diseo de la red prevalecer el principio que en informtica llamamos
GIGO: garbage in, garbage out. En esta coyuntura es muy poco lo que la tcnica puede
hacer para neutralizar los vicios de la teora que la instrumenta.
No aseguro tampoco que la disponibilidad de estas herramientas o de otras parecidas ha-
bra podido detener el proceso de deterioro de la antropologa cientfica formalista; hubo
otros factores mucho menos ligados a los temas de inters de los investigadores o a los
predicamentos internos de una disciplina que estaban globalmente en juego. Lo que s
digo es que si se deben investigar problemticas complejas de la familia, del parentesco,
de los grupos, las sociedades o las relaciones que fueren, se tiene ahora una base ms di-
versificada y ms slida sobre la cual trabajar.
103
No es razonable entonces que los antro-
103
En Estados Unidos se considera que gracias a los avances de la gentica y a la disponibilidad masiva de
datos en lnea la genealoga se ha convertido en el tercer hobby a nivel nacional (Rose e Ingalls 1997: 3).
No por ello es una prctica refinada; en el libro de referencia, por ejemplo, los autores alegan que 10 gene-
raciones involucran 1.024 ancestros (p. 10). El clculo se basa en premisas incorrectas: con ese mismo rgi-
men de razonamiento, en apenas 40 generaciones (menos de mil aos) uno tendra 2
40
=1.099.511.627.776
antepasados, una cifra mucho ms grande que el nmero de personas que ha existido jams. Lo que sucede
en realidad (y eso puede probarse fcilmente con un modelo de casamiento aleatorio, un nmero de hijos
con distribucin de Poisson y una poblacin de algunas decenas de miles de personas) es que en unas 15 ge-
neraciones el 80% de los fundadores aparecen en el rbol genealgico de todos los individuos y que el 20%
que no aparece son aquellos que no han dejado descendencia; el nmero de personas que sealaran a al-
guien como su antepasado obedece a una ley de potencia; en poblaciones relativamente cerradas, cualquier
par de adultos, en suma, posee casi todos sus ancestros en comn (Derrida y otros 1999). A lo que voy es a
que un campo en el cual la lgica es deficitaria, en el que proliferan textos que se titulan Genealoga en L-
nea para Tontos (Helm y Helm 2008) o Gua Genealgica para el Perfecto Idiota (Rose e Ingalls 197) y en
el que se despliegan las matemticas que ilustr antes, est necesitado muy urgentemente de asesoramiento
tcnico responsable.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
303
plogos abandonen lo que ha sido una de sus ms slidas incumbencias justo en el mo-
mento en que las tcnicas estn maduras, en que por razones diversas la genealoga se ha
convertido en tema de debate cientfico y meditico y en que surge una clara demanda de
consultora profesional. Las preguntas que urge responder son en parte las mismas; lo
dice persuasivamente Richard Feinberg:
Quiz lo ms dramtico de todo, las nuevas tecnologas reproductivas (incluyendo dona-
cin de esperma, maternidad sustituta y, ms recientemente, clonacin) han trado a pri-
mer plano las preguntas de Schneider [...]: Cmo se definen los parientes? De qu se
trata el parentesco a fin de cuentas? Irnicamente, estas preguntas se formulan ahora ms
en las cortes que en los salones acadmicos (Feinberg 2001).
La recuperacin del terreno perdido no ha de ser fcil. Las nuevas tcnicas de graficacin
y clculo son poderosas pero opacas y la respuesta que entreguen dependern del ingenio
de las preguntas que se les formulen. Todava no hay una coleccin de hallazgos impac-
tantes que haya surgido de ellas; hay por cierto repositorios inmensos, como los elabora-
dos por White y Johansen o los complejos sistemas articulados por Schweizer, pero fuera
de los autores pioneros y de su crculo prximo a nadie se le ocurre aun formularles pre-
guntas que vayan ms all de los confines de un caso. Algunas piezas del paquete, para
mayor abundancia, reproducen con otros sesgos visiones de tratamiento algebraico que ya
se han ensayado antes sin mucho xito de pblico. La instancia clsica de ese tratamiento
es, una vez ms, el postludio que escribiera Weil para la primera parte de Las estructuras
elementales de parentesco de Lvi-Strauss (Weil 1985) y ms todava, la celebrada axio-
matizacin que realizaran Kemeny, Snell y Thompson (1974: 451-457) sobre ese mismo
ensayo. Tambin cabe mencionar el ambicioso tratado An anatomy of Kinship de Harri-
son White (1963) y el laborioso aunque redundantemente titulado Rseaux sociaux et
classifications sociales: Essay sur lalgbre et la gomtrie des structures sociales de
Franois Lorrain (1974).
Recordemos, a todo esto, la profunda afinidad entre la teora de grafos y el lgebra, que al
menos en algunos enclaves en los que ambos convergen bien pueden concebirse como
dos caras de la misma moneda. Lo ms que logran todas estas contribuciones, sin embar-
go, es demostrar que ciertas expresiones analticas, nomenclaturas y diagramas puntuales
pueden expresarse de manera algo ms compacta bajo la guisa de transformaciones alge-
braicas. Ninguno de los textos mencionados efectu el paso de las matrices algebraicas y
sus transformaciones hacia el anlisis de grafos y redes, ni ayud a salvar a la analtica del
parentesco de su descalabro; nadie advirti tampoco que ciertos formalismos de base (la
axiomtica parental de los autores de Introduction to finite mathematics, por ejemplo) ni
siquiera funcionaban como deban hacerlo. Si bien la crtica que se les hizo a los intentos
de formalizacin fue bien pobre, result evidente que ellos no aportaron nada que no fue-
ra ya conocido o cognoscible por otros medios (Reid 1976; Needham 1976).
Me detengo unos minutos en la demostracin de la falla que atraviesa esta axiomtica,
porque es colosal hasta lo inverosmil. No importa cul sea en rigor el conjunto de pres-
cripciones Kariera; Kemeny y sus colegas (p. 451) lo han compactado, computndolo en
los siguientes siete axiomas:
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
304
Axioma 1 A cada miembro de la sociedad se le asigna un tipo de casamiento.
Axioma 2 Se permite que dos individuos se casen slo si pertenecen a la misma clase de
casamiento.
Axioma 3 El tipo de individuo est determinado por el sexo del individuo y el tipo de sus pa-
rientes.
Axioma 4 Dos varones (o dos nias) cuyos padres son de diferentes tipos sern ellos mismos de
tipos diferentes.
Axioma 5 La regla de si se permite que un hombre se case con un pariente femenino de una clase
dada depende slo de la clase de relacin.
Axioma 6 En particular, ningn hombre puede casarse con su hermana.
Axioma 7 Para cualesquiera dos individuos es permisible que algunos de sus descendientes se
casen entre s.
Dejando al margen la pobre especificacin de los axiomas 5 y 7, el hecho es que cuan-
do se expresan las reglas axiomticas en (por ejemplo) un programa en lenguaje PROLOG
y se echa a correr el modelo con un lote de prueba, sobreviene un tropel de eventos desa-
gradables: cada miembro del lote se casa con l o ella mism@, con personas del mismo
sexo o con parientes a cuatro, diez o veinte grados de distancia generacional; al lado de
eso, las uniones que responden a las expectativas lucen marginales (Reynoso s/f). Lo tris-
te es que ni falta hace llegar a la programacin lgica para efectuar la prueba, porque la
falla se percibe a simple vista aunque nadie en las matemticas o en las ciencias sociales
se haya percatado de ella; por el contrario, no faltan textos en filosofa de la ciencia o en
sociologa estructural que destacan esta axiomtica por su valor ejemplar (cf. Liu 1973;
Schuster 1982: 119-124; Fararo 1997: 79; White 1997: 54). Tal como est, sin embargo,
es indefendible. De nada servira argumentar en defensa suya que todo el mundo sabe que
el casamiento no puede ser una relacin reflexiva y que los cnyuges han de ser de sexo
distinto: un sistema axiomtico es un sistema cerrado que debe funcionar estrictamente en
base a los axiomas que se especifican, sin importar lo consabidos que sean. La axiomtica
de Giuseppe Peano, despus de todo, comienza diciendo que Cero es un nmero. El su-
cesor de un nmero es otro nmero... (Kennedy 1963: 262).
En este punto no sera prudente, sin embargo, arrojar el nio con el agua del bao. En el
apogeo del radicalismo antiterico en antropologa lleg a parecer que el estudio del pa-
rentesco es por necesidad un ejercicio bizantino o una ilusin etnocntrica. Est claro que
no lo es; no siempre al menos. A despecho de las crticas de la poca, ellas tambin cria-
turas de sus tiempos, lo concreto es que las genealogas se han transformado en una herra-
mienta poderosa de reclamo identitario personal, cultural y territorial. En Internet se estn
gestando los primeros mapas genealgicos de la humanidad y en el mundo descolonizado
se est redescubriendo en funcin de ellos parte de su historia. El mtodo se ha manifesta-
do crucial en estudios de etnohistoria, de historia cultural y de antropologa rural no preci-
samente anecdticos y hasta en la organizacin de archivos patrimoniales y materiales
museolgicos.
Un ejemplo viene particularmente al caso. El uso por parte de los nativos de las genea-
logas relevadas a partir de la expedicin de la Universidad de Cambridge de 1898 ha mo-
dificado los patrones de tenencia de la tierra entre las comunidades aborgenes australia-
nas y en el estrecho de Torres, que no por nada es el lugar donde se estableci la prctica
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
305
del trabajo de campo y donde el mtodo genealgico se origin (Segalen y Michelat
1991; Bouquet 2001). Escribe Leah Lui,
104
nativo del estrecho:
En aos recientes, el evento ms significativo en el reconocimiento de los derechos ind-
genas en el estrecho de Torres y por cierto en Australia, est representado por la decisin
de la corte suprema australiana sobre el Caso de la Tierra de Mabo que se litig durante
10 aos. En 1982 Koiki Mabo y otros cuatro isleos de la Isla Murray en el oriente del
Estrecho de Torres presentaron una demanda en la Corte Suprema australiana reclamando
diferentes derechos a tierras tradicionales ocupadas continuamente por el pueblo Meriam
desde tiempos inmemoriales. Despus de seis aos, el caso sobrevivi a un intento del go-
bierno de Queensland para extinguir retroactivamente cualquier derecho que los isleos
pudieran o no tener. En junio de 1992 la Corte Suprema reconoci por unanimidad del de-
rechos de los Meriam a regir la isla Murray: ... el pueblo Meriam posee frente a todo el
mundo derecho a la posesin, ocupacin, uso y goce de las tierras de las islas Murray
(Eddie Mabo y Otros vs el Estado de Queensland, Orden de la Corte Suprema de Austra-
lia). [...] La doctrina de terra nulius que deca que la tierra estaba deshabitada por gente
con gobierno y sistema legal fue impugnada. El juicio constituye una victoria mayor para
el pueblo Meriam y posee implicancias profundas para los isleos del estrecho de Torres
y el pueblo aborigen en general (Sharp 1993: 235).
El testimonio jurdico ms impactante que presentaron los nativos es el denominado Prue-
ba #117 en la documentacin del caso. En l se establece que [ll]amativamente, este ma-
terial fue elevado por el querellado Estado de Queensland sin objecin de los demandan-
tes y su contenido fue avalado por ambas partes. Al presentar evidencia concerniente a la
cadena de titulos de las tierras reclamadas por los querellantes, se hizo referencia a las
genealogas presentadas por el Dr. W. H. R. Rivers, quien fue un miembro de la expe-
dicin conducida por Haddon.
Los querellantes tambin elevaron comentarios a los Reportes (particularmente al Volu-
men VI) referidos al parentesco y a la herencia de la propiedad para reforzar sus argumen-
tos a propsito de la continuidad de los componentes esenciales de la organizacin social
de Meriam.
105
Entre los reportes se encontraba, por supuesto, la misma exacta genealo-
ga de la isla Murray que Rivers dibujara cien aos antes y que aqu he incluido como
figura 17.1. Desde entonces al menos yo percibo las copiosas crticas que los antroplo-
gos posteriores hicieran al mtodo de Rivers y a sus limitaciones bajo un sesgo distinto,
como si a pesar del menor tiempo transcurrido estos juicios denigratorios hubieran enve-
jecido mucho ms que aquellos amarillentos diagramas victorianos o que la ingenuidad de
sus propsitos.
Entre 1999 y 2000 se realiz en el Museo de Arqueologa y Antropologa de Cambridge
una exhibicin recordatoria de la expedicin al estrecho de Torres a la que asist y a la
cual document. Respecto de ella se ha escrito:
104
Cultural identity and development in the Torres Strait islands, Indira Gandhi National Centre for the
Arts, Nueva Delhi, 1996, http://ignca.nic.in/ls_03009.htm.
105
http://www.mabonativetitle.com/info/documentaryEvidence.htm. Vanse tambin los documentos de
Eddie Mabo en http://www.nla.gov.au/cdview/nla.ms-ms8822-8 y el pequeo libro de Sandi Kehoe-Forutan
(1988).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
306
Quiz el legado ms famoso de la expedicin es el uso de las genealogas de Rivers en
respaldo de los reclamos de tierras, especialmente el Caso de las Tierras de la Isla Murray,
que sent precedentes. Esta fue la primera vez que los testimonios orales de la historia
fueron aceptados en una corte australiana y que el concepto de terra nulius se rechaz.
Uno de los querellantes, Eddie Mabo, no vivi para escuchar el veredicto a su favor pero
de muchas maneras su historia conecta las diversas partes de la exhibicin, desde las ge-
nealogas de Rivers hasta la fotografa de los Beizam-boai (hombres-tiburn) caminando
por Townsville para la inauguracin de una lpida en la tumba de Eddie Mabo (Edwards
1999: 18).
106
A la luz de lo que he registrado, la necesidad de preservar la capacidad de trabajar con el
mayor rigor posible sobre relaciones sociales en general y relaciones de parentesco en
particular no es algo respecto de lo cual quepa abandonar el terreno slo porque global-
mente prevalece una actitud nihilista, o porque localmente hemos ignorado los hechos. El
impacto de las nuevas tecnologas genealgicas y los nuevos usos forenses de las genea-
logas desarrolladas por los antroplogos son dos de los elementos de juicio que, a despe-
cho de todas las crticas del mtodo, los sesgos de la poca, las ingenuidades de la episte-
mologa, las limitaciones de las tcnicas y lo soporfero que l mismo se haya tornado a
veces, deberan situar el estudio del parentesco ms como una posibilidad que se abre a la
disciplina en el futuro inmediato que como un mal recuerdo que nos llega del pasado dis-
tante.
Consecuencia n 14: Es palpable entonces que las tcnicas bien empleadas, ms all de
sus imperfecciones y de las objeciones cientificistas o posmodernas de la que fueron ob-
jeto, pueden resultar tiles no slo para registrar los acontecimientos sino para dar la
razn a quien la tiene y hasta para cambiar la historia. Pero las herramientas no califican
como teoras, aunque puedan estar al servicio de ellas. No importa lo seductor y fructfero
que parezca un instrumento, una tcnica novedosa est muy bien en el lugar que le cabe
pero no satisface un rol terico, como aprendimos por la va cruel en nuestra disciplina
cuando se intent la aventura del anlisis componencial (Reynoso 1986a).
Aunque ahora se sabe, por ejemplo, que los diagramas de parentesco usados durante un
siglo en antropologa constituyen una tcnica limitada y que hay otros formalismos reticu-
lares de recambio mucho ms adecuados al objetivo, esas herramientas todava estn es-
perando que fuera del crculo de sus promotores originales alguien haga con ellas siquiera
una pequea parte de lo que nuestros antepasados antroplogos hicieron con lpiz, papel,
una red de intercambio inexistente, ningn genio sobre cuyos hombros encaramarse y una
notacin atroz (Foster y Seidman 1981; Collard 2000).
106
Los Beizam-boai, miembros del mismo clan de Eddie Mabo, son bailarines enmascarados que conservan
hoy las mismas ceremonias Bomai Malu que filmara en su da Alfred Haddon. Hay abundante documen-
tacin de Cambridge y del estrecho de Torres (incluyendo la filmografa completa de Haddon en la isla
Murray) en mi sitio de web (Haddon 1912: 281-313).
Vase http://carlosreynoso.com.ar/mapa-de-cambridge/ y http://carlosreynoso.com.ar/ciencia-cognitiva-02-
la-expedicion-al-estrecho-de-torres-y-los-esquemas-de-bartlett/.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
307
Las viejas y nuevas herramientas estn ah y no son poca cosa, a juzgar por lo que la posi-
bilidad de su uso nos ha enseado. Pero cualquiera sea ahora la capacidad tcnica y la en-
seanza epistemolgica a las que ella nos ha abierto, el verdadero trabajo terico est to-
dava por hacerse. A examinar esa inflexin se consagra el apartado siguiente.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
308
18 Metacrtica: Alcances y lmites de la teora de redes (y de la complejidad)
Mientras que las ciencias sociales son vistas por
los investigadores de las ciencias exactas como va-
gas y por ello necesariamente inconcluyentes, el a-
nlisis de redes debera satisfacer a todos como
una de las ramas ms formalizadas de las ciencias
sociales. [...] Conceptos que antes se definan con
vaguedad, como rol social o grupo social pueden
definirse ahora sobre un modelo formal de redes,
permitiendo llevar a cabo discusiones ms precisas
en la literatura y comparar resultados a travs de
los estudios.
Peter Mika (2007: 29)
La abstrusa terminologa y la sofisticacin mate-
mtica en estado de arte de esta estrategia nica
para el estudio de la estructura social parece haber
impedido a muchos outsiders aventurarse a cual-
quier cosa que se le acerque. El resultado ha sido
una infortunada falta de dilogo entre analistas de
redes, tericos sociales y socilogos histricos, y
un empobrecimiento subsiguiente de sus respecti-
vos dominios de investigacin social. En trminos
de redes, los tres campos han permanecido como
cliques aislados entre s por vacos estructurales,
con estilos subculturales imposibles de ligar y dis-
cursos mutuamente incomprensibles.
Emirbayer y Goodwin (1994: 1446)
Aunque dista de ser representativo del modelo dominante en su propio mbito de especia-
lizacin, estimo que ha quedado constancia suficiente de la significacin de la conver-
gencia entre el ARS y las teoras de la complejidad para el conjunto de las disciplinas. Sin
que sea preciso proclamar que ha ocurrido un giro tecnolgico de escala civilizatoria o
que existe ahora un nuevo paradigma en ciernes, es innegable que la productividad de las
herramientas complejas en la prctica y las instancias reflexivas que ellas establecen tie-
nen pocos parangones en la historia reciente. En cuanto al lado negativo, como bien reza
uno de mis artculos favoritos en ingeniera de software, ha llegado a ser axiomtico tanto
en tecnologa como en ciencia que no hay balas de plata (Brooks 1975). En un terreno
tan mvil y creativo como la computacin cientfica y la programacin Brooks afirmaba
persuasivamente que era imposible que sobreviniese una innovacin que mejorara las co-
sas siquiera un orden de magnitud. Sera entonces una vana ingenuidad creer que en las
ciencias humanas s pueden suceder semejantes portentos.
Al igual que sucede con cualquier otro principio algortmico, el anlisis de redes no ga-
rantiza resultados si el diseo investigativo no est a la altura de lo que se requiere, lo
cual sucede con tan inquietante frecuencia que en este libro he reprimido la tentacin de
revisar ciertas regiones de la literatura de estudios empricos de redes en antropologa pa-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
309
ra no ensombrecer la perspectiva de los avances potenciales con el registro de los retroce-
sos documentables. Muchos de stos, tal vez demasiados, tienen que ver con malentendi-
dos de carcter tcnico. El dominio de la algortmica de redes y grafos slo acontece al
cabo un aprendizaje de cuesta empinada y de dificultad casi prohibitiva. Buena parte del
lgebra, de la programacin lineal y de las teoras de la complejidad y el caos ha venido a
agregarse a lo que hay que aprender. No puede apostarse que ese aprendizaje vaya a ren-
dir fruto en todos los casos, ni que todo lo que se ensea en la academia est en sintona
con lo que hoy es posible realizar, ni que las herramientas disponibles implementen es-
trictamente las operaciones que hacen falta. Por conveniente que resulte la metfora reti-
cular, no son pocas las problemticas que (por el momento al menos) resultan mejor trata-
das de algunas de las muchas otras formas que por fortuna existen.
Una fuente adicional de problematicidad se instaura en el momento en el que, sintom-
ticamente, estas muchas otras formas en contienda coagulan como una ortodoxia monol-
tica que alienta posturas proteccionistas del status quo. Con justicia o sin ella, el anlisis
de redes ha sido objeto de resistencia en la disciplina y no slo por parte de quienes la
desconocen. Lo triste es que no siempre esta repulsa carece de razn. La acerba crtica
que realizara Jeremy Boissevain a fines de los setenta incurre en gestos gastados y afirma-
ciones sobre la facilidad del anlisis reticular que hoy se evaluaran de otra forma, pero en
sus mejores momentos parece escrita ayer y todava se mantiene:
El anlisis de redes no ha realizado su potencial por un nmero de razones. Entre ellas se
encuentra una sobre-elaboracin de tcnica y datos y una acumulacin de resultados tri-
viales. Bsicamente, el anlisis de redes es ms bien simple: formula preguntas sobre
quin est vinculado con quin, la naturaleza de ese vnculo, y cmo la naturaleza de ste
afecta la conducta. Son preguntas relativamente directas, cuya resolucin es bastante sim-
ple. Por diversas razones, han generado un arsenal de conceptos, trminos y manipula-
ciones matemticas que aterroriza a los usuarios potenciales.
[...] La batera de tcnicas con las que se han equipado los cientficos sociales para contes-
tar las preguntas limitadas que el anlisis de redes puede resolver produce exceso [over-
kill ]. Se matan moscas con dinamita. Por cierto, se necesita ayuda de estadsticos y espe-
cialistas en computacin si el nmero de los informantes y las variables hace que el cm-
puto manual sea problemtico. La mayor parte de los clculos, sin embargo, tienen que
ver con simple conteo de narices y tabulacin cruzada. Ni las preguntas que se formulan
ni el tipo y confiabilidad de los datos justifican normalmente el uso de las tcnicas y con-
ceptos que nos han venido de la teora de grafos. A medida que los entusiastas practican-
tes se esfuerzan por un rigor an mayor, el anlisis de redes corre el riesgo de devenir an
ms alejado de la vida humana y ms hundido en la cinaga de la involucin metodol-
gica (Boissevain 1979: 393).
Un gesto caracterstico en torno al anlisis de redes, manifiesto tanto en sus adversarios
como en sus practicantes, es el de no percatarse que el ARS gira en torno de una tcnica y
no de una teora; este equvoco es concomitante a la identificacin de lo terico como
algo que se refiere fundamentalmente al dominio emprico antes que a la dimensin epis-
temolgica. A propsito de la coleccin de Boissevain y Mitchel (1973), por ejemplo, es-
cribe Christine Inglis:
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
310
La coleccin indica una creciente sofisticacin metodolgica en el uso del anlisis de re-
des. [...] Por desdicha, la coleccin de artculos no revela un desarrollo terico equivalen-
te. Muchos autores conciben el anlisis de redes como una respuesta terica potencial al
estructural-funcionalismo, aunque admiten que este potencial no se ha realizado en pleni-
tud. Dado que Barnes utiliz redes por primera vez en sus anlisis de 1954, y dado que el
campo de la sociometra, estrechamente relacionado, se estableci hace todava ms tiem-
po, no es razonable argumentar, como lo hacen algunos autores, que el potencial no reali-
zado resulta del desarrollo reciente del anlisis de redes. Una lectura de esta coleccin su-
giere que hay una explicacin ms importante, la cual yace en contradicciones del anlisis
de redes establecidas hace mucho tiempo y mayormente no cuestionadas. stas resultan
sobre todo evidentes en las perspectivas y supuestos divergentes que se encuentra en los
usuarios del anlisis de redes. Algunos lo han usado como una forma de dar cuenta de la
existencia de patrones en las normas y los roles donde las agrupaciones sociales y las ca-
tegoras exclusivas estn ausentes. Otros lo han usado para estudiar la movilidad de los in-
dividuos para algn propsito especial. A pesar de los reclamos tericos en pro del anli-
sis de redes, el primer uso no involucra un rechazo de la importancia de la estructura so-
cial sino que meramente utiliza una forma estructural distinta a travs de la cual se estudia
el proceso del control social. [...] Kapferer va ms lejos y niega la capacidad del anlisis
de redes para proporcionar una alternativa terica a la teora estructural-funcional. l ar-
gumenta convincentemente que el anlisis de redes no es una teora sino una tcnica de
recoleccin de datos que es inservible a menos que se la coordine con una formulacin
teortica apropiada. En su prefacio, Boissevan indica que el simposio discuti, a menudo
inconcluyentemente, muchas cuestiones que en apariencia se vinculaban con las divergen-
cias que aqu se discuten. Es una pena que en la coleccin no se haya incluido una resea
de ese debate, dado que la impresin que subsiste en la de una frustrante falta de dilogo
sobre cuestiones tericas entre los usuarios del anlisis de redes (Inglis 1975: 113-114).
En el otro extremo del registro, han habido formas veladas de glorificacin del ARS fin-
giendo que se est condenando su diversidad, partiendo del supuesto de sta es tan inhe-
rentemente provechosa que si siquiera sus extremismos son condenables. Hace ms de
veinte aos escriba Barry Wellman:
El anlisis estructural (o de redes) ha sido mixtificado por muchos cientficos sociales. Al-
gunos lo han rechazado como una mera metodologa que carece de debida consideracin
por los asuntos sustantivos. Algunos le han escapado a sus trminos y tcnicas inusuales,
pues no han jugado con bloques y grafos desde la escuela primaria. Algunos lo han des-
preciado tomando la parte por el todo y diciendo, por ejemplo, que su estudio de la es-
tructura de clases no tiene necesidad de poner foco en los lazos de amistad enfatizados por
el anlisis de redes. [...] Algunos incluso han usado network como verbo y networ-
king como sustantivo para abogar por la creacin deliberada y el uso de redes sociales
para fines deseados tales como conseguir trabajo o integrar comunidades. [...] Estos ma-
lentendidos surgieron porque demasiados analistas y practicantes han mal utilizado el an-
lisis de redes como una bolsa de mtodos y tcnicas. Algunos lo han endurecido como un
mtodo, otros lo han ablandado como una metfora (Wellman 1988: 19-20).
Una porcin importante de lo que se ha dado en llamar anlisis de redes no es analtico en
el sentido propio de los modelos que describen mecanismos, sino que deriva ms bien en
correlaciones estadsticas que desde siempre han sido propias de los modelos de caja ne-
gra. Esto ha generado una oleada de crticas por parte de estudiosos para quienes los mo-
delos mecnicos son siempre preferibles a los estadsticos; en ARS los principales promo-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
311
tores de esta lnea de pensamiento han sido el marxista noruego Jon Elster (1983; 1998) y
el dinamarqus y terico de la desigualdad Aage Bttger Srensen [1941-2001]. Segn el
socilogo de Pittsburgh Patrick Doreian, quien ha reflexionado en trminos ms lcidos
de lo comn sobre la epistemologa inherente al ARS, la imagen que Elster y Srensen
(1998) alientan de los mecanismos sociales vendra a ser algo as como: e
1
[M
1
] s
1
donde e
1
y s
1
son entradas y salidas, respectivamente, mientras que M
1
es una caja negra.
En el modelado estadstico e
1
y s
1
son variables y la caja negra est presente como objeto
mgico; en el anlisis de mecanismos, en cambio, uno se mete dentro de la caja negra y
procura explicar los fenmenos:
El ataque sobre el aspecto de caja negra del modelado causal orientado hacia variables es
ms bien obvio. De acuerdo con Elster (1998) en su comentario sobre el uso de estadsti-
cas, es difcil discernir causalidad a partir de correlaciones (algo que los modeladores cau-
sales no negaran), y es por esa razn que las explicaciones estadsticas son dbiles y vul-
nerables. A l se une Srensen (1998) en una crtica extendido del uso (ciego) del anlisis
de regresin que confunde las ecuaciones con teoras. [...] Los mecanismos como frag-
mentos de teora o de comprensin son piezas sustantivas del conocimiento. El compro-
miso con los mecanismos sociales no excluye la idea de variables o de anlisis de datos
construidos en trminos de variables. Si ste es el caso, gran parte de los ataques sobre el
modelado causal, la regresin y el SEM por el hecho de que involucran variables se en-
cuentra equivocado (Doreian 2001: 98).
Es patente que en esta querella ninguna de las partes tiene una clara nocin sobre los al-
cances de los diversos tipos de modelos que hemos deslindado al principio de esta tesis
(ver Doreian 1995 y ms arriba, pg. 12). Doreian utiliza de manera peculiar la expresin
modelado causal en lugar de modelado estadstico y sostiene que los modelos estads-
ticos brindan alguna clase de explicacin, como si sta fuera la nica operacin concep-
tual digna de respeto en un mtodo cientfico. Como quiera que se los llame, exceptuando
el path analysis y otras tcnicas especficas de regresin los modelos estadsticos ni de-
muestran relaciones causales ni estn diseados con vistas a la explicacin. Alguna razn
le asiste a Doreian, sin embargo, en su defensa de los modelos estadsticos como un g-
nero de indagacin que merece su lugar bajo el sol.
Buena parte de las evaluaciones positivas del ARS y su rea de influencia, mientras tanto,
est sistemticamente cualificada. En un artculo de enciclopedia que escribi a mediados
de los 90 afirma el antroplogo especialista en redes Roger Sanjek:
Desde la dcada de 1970 los antroplogos han publicado pocos estudios de redes. El an-
lisis de redes requiere trabajo de campo diligente e incluso entonces necesita contextuali-
zarse e interpretarse junto a otra clase de informacin. En sociologa, un vasto vocabulario
tcnico relacionado con mediciones formales marca hoy en da al anlisis de redes (Scott
1990); en el discurso antropolgico, las redes aparecen hoy ms utilizadas como metfo-
ras (cuando se habla sobre networking) que como mtodo. Pero cuando se formulan pre-
guntas tericas que pueden ser resueltas con datos reticulares, el anlisis de redes sigue
siendo una herramienta de investigacin valiosa aunque sub-utilizada (Sanjek 2002: 598).
En algn momento prevaleci un impulso excesivamente formalista en la corriente prin-
cipal del ARS; autores de preminencia llegaron a decir que las actuales descripciones de
la estructura social [en sociologa], mayormente categoriales, no poseen un fundamento
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
312
terico slido y que los conceptos de redes pueden ofrecer la nica forma de construir
una teora de la estructura social (White, Boorman y Breiger 1976: 732).
Pero as como la reflexin epistemolgica de carcter positivo fue a veces penosa, una
porcin generosa de la autocrtica no result mucho mejor. Con frecuencia se diluy en
un amontonamiento de estereotipos ya suficientemente desplegados en otras ocasiones a
propsito de otras tcnicas, achacando a stas desviaciones que slo la teora tiene por
misin enderezar:
[Muchos de los estudiosos de redes] estn por completo involucrados en problemas tcni-
cos. Estn ocupados refinando conceptos existentes y agrandando el arsenal; tratan de
armar clasificaciones ms elaboradas, e intentan inyectar en el anlisis de redes conceptos
y procedimientos matemticos para darle un tono ms cientfico. Evidentemente estos
tcnicos de redes no han tenido mucho tiempo para darse cuenta que el anlisis de redes
est hecho para resolver problemas antropolgicos (Bax 1999: 3).
Es imposible no percibir el parecido entre estas clases de expresiones y las de los tericos
que, tal como lo hizo Pierre Bourdieu, han mantenido distancia de las tcnicas reticulares
para abrazar otras a las que la mayora de los lectores en el campo discursivo no presta
atencin pero que matemticamente son por lo menos igual de abstrusas. Me refiero en
particular al anlisis de correspondencias mltiples. Escriba Bourdieu:
La propia inmensidad de la tarea hace que debamos resignarnos a perder elegancia, par-
simonia y rigor formal, es decir, a abdicar a la ambicin de rivalizar con la economa ms
pura, sin renunciar pese a ello a proponer modelos, pero fundados en la descripcin ms
que en la mera deduccin, y capaces de ofrecer antdotos eficaces al morbus mathema-
ticus, del que los pensadores de la escuela de Cambridge [como Ernst Cassirer] ya habla-
ban a propsito de la tentacin cartesiana del pensamiento deductivo (Bourdieu 2001: 26)
La economa norteamericana, segn el mismo autor, se defiende de cualquier implica-
cin poltica mediante la altura ostentosa de sus construcciones formales, de preferencia
matemticas (p. 23). En este punto se me hace lastimoso encontrar en la escritura de un
autor tan influyente expresiones de retrica y analiticidad tan rudimentarias a propsito de
tcnicas que son, matemticamente hablando, bastante menos morbosas que las que l
mismo prodiga en sus apologas del tipo de anlisis por el cual ha decidido dejarse tentar
(cf. Bourdieu 1984: 73,107, 111, 287-290). Tambin me parece a m que en el contraste
entre deduccin y descripcin es claramente esta ltima la ms primitiva y la ms mera
de ambas, y la que menos se concilia con las razones que justifican la construccin de un
modelo; pero as es como son las cosas.
Si bien en toda ciencia parecera haber una distribucin 20/80 entre los trabajos producti-
vos y los que no lo son, un nmero significativo de entre los estudios que utilizan tcnicas
de redes ha resuelto problemas antropolgicos y sociolgicos en la misma proporcin, o
acaso en una un poco ms alta, que los que han usado tcnicas de otra naturaleza. Dejan-
do a un lado los complicados razonamientos de Bourdieu (merecedores de un anlisis ms
detenido que el que aqu puedo concederle) la crtica de Bax, como tantsimas otras, con-
funde el valor formal de una tcnica con su uso contingente, niega el derecho de elaborar
instrumentos de propsito general y deja el campo expedito a un vaciamiento metodolgi-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
313
co como el que efectivamente se materializ a lo largo del cuarto de siglo subsiguiente.
Lo mismo se aplica a esta observacin de Price:
Los supuestos sobre las reglas y recursos sociales que se emplean en la produccin y re-
produccin de patrones sociales rara vez se discuten explcitamente en los estudios socio-
lgicos de redes. [...] Muchos estudios de redes [...] toman como punto de partida una vi-
sin de la cultura como sistema coherente de smbolos y significados. Aparentemente pre-
valece una concepcin de la agencia humana pasiva, adaptativa, receptiva. [...] El anlisis
de redes esotrico puede resultar profundamente engaoso cuando se lo traspone a agen-
das de investigacin aplicadas sin que se especifiquen los supuestos en que esos trabajos
se fundan (Price 1981: 304)
Tambin Wellman (1988: 23) reprocha a los mtodos tomados de una teora elemental de
grafos el hecho de que los diagramas se vuelvan indescifrables cuando hay que represen-
tar ms de una docena de nodos, lo cual es claramente una exageracin. Por un lado, las
prestaciones de alta resolucin de hoy en da (NetView, Visone, Walrus, ORA) permiten
tratar visualmente redes de algunos centenares o miles de nodos con cierta comodidad; las
guas de usuario de Walrus, por ejemplo, aconsejan armarse de paciencia cuando los no-
dos a tratar son (digamos) ms de noventa mil; un lote de prueba para el programa
CFinder, a su vez, incluye 2.070.486 nodos con 42.336.692 vnculos. En segundo lugar,
en todo programa de computacin evolucionado existen filtros y mecanismos selectores
que consideran algunos elementos (regiones, jerarquas, comunidades, cliques, subgrafos,
motivos, clanes o linajes) postergando o sacando de foco la visualizacin del resto; en
tercer lugar, un grafo no es sino una forma eventual de representacin de una matriz. Su
funcin no es analtica sino sinttica, for your eyes only: aunque a menudo parezca lo
contrario, los clculos se realizan sobre los datos matriciales y slo muy de tarde en tarde
a partir de la configuracin grfica; hay finalmente infinitas graficaciones posibles de una
misma matriz.
Es verdad que la visin humana se especializa y alcanza un rendimiento superlativo en el
descubrimiento de patrones a los cuales ni siquiera una batera coordinada de anlisis
puede sacar a la luz; pero hoy en da los algoritmos de reconocimiento de patrones a partir
de datos numricos, matrices algebraicas o series temporales pueden emular o hasta suplir
con ventaja las capacidades artesanales del golpe de vista. Algunos de esos recursos algo-
rtmicos, de hecho, constituyen aplicaciones de referencia de la propia teora de grafos y
del lgebra lineal (Theodoridis y Koutroumbas 2003; Vijaya Kumar, Mahalanobis y Ju-
day 2005; Conte y otros 2007; Kandel, Bunke y Last 2007). Por otro lado (y tal como se
comprueba en la figura 15.4), slo cuando el grafo est graficado de unas pocas maneras
especficas, convenientes e improbables la mirada puede descubrir en l alguna clase de
patrn, palpar una estructura, inferir sus propiedades, situarlo en una clase.
Otros cuestionamientos del anlisis pueden haber sido atendibles en un principio pero ya
claramente no lo son:
Demasiado a menudo el anlisis de redes niega en la prctica la nocin crucial de que la
estructura social, la cultura y la agencia humana se presuponen las unas a las otras; o bien
conceptualiza inadecuadamente la dimensin crucial del significado subjetivo y la mo-
tivacin incluidos los compromisos normativos de los actores y por ende falla en mos-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
314
trar cmo es que la accin humana intencional, creativa, sirve en parte para constituir esas
mismas redes sociales que a su vez constrien tan poderosamente a los actores. En sus
versiones menos matizadas, de hecho, la estrategia de redes emerge como la imagen in-
vertida de sus contrapartes interpretativas y hermenuticas (Emirbayer y Goodwin 1994:
1413).
Una vez ms hay que insistir en que la analtica reticular es y seguir siendo un instru-
mento parcial al servicio de una teora ms envolvente; en consecuencia, ser tanto o tan
poco adecuada frente a la dimensin crucial del significado subjetivo (sea ello lo que fue-
re) como pueden serlo cualesquiera otras operaciones formales o discursivas. Por otro la-
do, el objeto emprico de una red y de sus algoritmos de clculo puede ser tanto relacio-
nal (refirindose a las conexiones observables entre los miembros de una sociedad) como
ideacional (referida a las identificaciones y percepciones de los actores en el seno de una
colectividad) (cf. Moody y White 2003: 104). Sus datos bien pueden provenir de lo ms
hondo de la perspectiva del actor y estar imbuidos de toda la subjetividad y emocionali-
dad que haga falta. De hecho, las tcnicas de elicitacin de redes sociales ms utilizadas
(las redes egocntricas) toman como punto de partida, necesariamente, la visin que los
sujetos tienen del conjunto desde sus propias coordenadas (Wasserman y Faust 1994: 43-
56; Knoke y Yang 2008: 15-44). Tampoco cabe imponer a todo modelo la obligacin de
contemplar un aspecto especfico del fenmeno (ni aun algo de tan alta reputacin como
la subjetividad) si el investigador decide soberanamente no tomarlo en consideracin.
Otra crtica frecuente, que viene de los das de la sociometra, atae a la heterogeneidad
de los enfoques y a las variaciones tcticas en la formalizacin:
El uso de medidas sociomtricas ha ido acompaado por una incidencia razonable de es-
tudios que han procurado contribuir a una mejor comprensin de las propiedades de medi-
cin de esos instrumentos. Por el otro lado, los clculos de atraccin interpersonal que se
han empleado han sido tpicamente de naturaleza ad hoc, y ha habido pocos intentos siste-
mticos de explorar las consecuencias de muchas variaciones en los procedimientos que
fueron asistemtica o contingentemente introducidos por diversos investigadores, o inclu-
so por el mismo investigador en diversas ocasiones (Burt 1980: 85).
En la vida real, sin embargo, ninguna ciencia se encuentra estandarizada al grado de la
uniformidad ni hay en ello un valor agregado perceptible; no hay dos manifestaciones
idnticas, por ejemplo, de las concepciones que articulan la mecnica cuntica, de los
clculos que se despliegan en la sintaxis del espacio, de las notaciones de las funciones
matemticas o de los algoritmos que conforman la dinmica no lineal (cf. v. gr. Landau y
Lifschitz 1977 versus Stapp 2007). La teora de grafos, la expresin ms avanzada y ge-
nuinamente terica de los formalismos reticulares, carece de la ms mnima huella de es-
tndares nomenclatorios; casi nadie llama a las primitivas fundamentales de la misma ma-
nera. Los puntos se han llamado vrtices, nodos, conexiones, empalmes, actores, 0-sim-
plex, sitios, elementos; las lneas se conocen como aristas, bordes, arcos, ramas, 1-sim-
plex, interacciones, ligaduras, elementos. Ni remotamente estos lexemas son sinnimos,
en el sentido de significar todos lo mismo; cada cual posee denotaciones y connotaciones
distintas en cada texto que habla de ellos y un sentido diferente para cada observador que
los interpreta (Lawler 1976: 20). El mismo carnaval terminolgico se aplica, natural-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
315
mente, al lgebra de matrices (Harary 1969: 8-9). La clave de las matemticas implicadas
pertenece al orden del sistema sintctico, por as decirlo, antes que al orden de la referen-
cia semntica; mientras en las disciplinas humanas un mismo trmino encubre muchos
sentidos, en las matemticas distintos nombres convergen en los alrededores de un mismo
sintagma o de otros que ocupan posiciones ms o menos parecidas. Es el propio Harary
quien a propsito de ello se sirve de un epgrafe shakespereano (Romeo y Julieta, II, II, 1-
2) que algunos han encontrado enigmtico en este contexto:
Whats in a name? That which we call rose
By any other name would smell as sweet.
No debe verse en la inestabilidad terminolgica la fuente de un dilema. En el otro extre-
mo del espectro disciplinario, tampoco existen dos definiciones parecidas del crculo her-
menutico, de la deconstruccin, del sujeto foucaultiano, del inconsciente, del chamanis-
mo, de la crtica cultural o de la crisis de la representacin.
Como quiera que sea, la indefinicin conceptual no ha sido obstculo ni para la gestacin
de una teora formal ni para la sbita resurreccin de la idea de redes (Buchanan 2002;
Kelsey 2010). Pese a las objeciones que se han montado, si se observa la relevancia que el
anlisis de redes ha tomado en el seno de las teoras de la complejidad y el caos, se com-
probar que incluso las manifestaciones de ARS que en antropologa son marginales se
han vuelto temas de punta y favoritas en la carrera por financiacin en la escena transdis-
ciplinaria (cf. White 2001; Mitchell 2006; Durrett 2007; Mika 2007; Abraham, Hassanien
y Snel 2010; Furht 2010; Ting, Wu y Ho 2010).
Debido al hecho de que se est viviendo una etapa de deslumbramiento comprensible-
mente acrtica, la reflexin epistemolgica devino una especie rara. En ocasiones se trata
al ARS como si fuera la nica tcnica a la vista cuando sera mejor que cumpliera un pa-
pel ms discreto, como un recurso entre otros; no ha sido infrecuente tampoco que el ARS
y la complejidad (juntos o por separado) prohijaran memorablemente algunos de los pa-
pers ms letrgicos y rutinarios que se hayan dado a la imprenta. En muchos de ellos y en
ambos bandos en contienda las prdicas axiolgicas se prodigan de manera desproporcio-
nada, como si la exaltacin o la condena del mtodo fuesen las nicas opciones disponi-
bles.
Eso s, no todos los veredictos condenatorios obedecen a la necedad de quienes piensan
distinto: recin en los ltimos aos los estudiosos de redes han comenzado a elaborar de
manera reflexiva el problema de los alcances, los constreimientos, los usos fetichistas de
la tecnologa, la diagramacin y la publicacin de matrices del tamao de sbanas como
fines en s mismos; y ms tarde que eso todava estn aprendiendo a desarrollar la autocr-
tica requerida sin impugnar indebidamente el valor formal de los instrumentos que se uti-
lizan (Granovetter 1990; Emirbayer y Goodwin 1994; Miceli 2010).
La crtica y la autocrtica, de todos modos, deben ser miradas a su vez crticamente. El he-
cho es que la comunidad de las redes y los grafos se encuentra hoy en da dividida en dos,
en una escisin tan honda como la que funda la dicotoma entre las ciencias duras y las
blandas, o las cualitativas y las cuantitativas. La Gran Divisin tiene que ver esta vez con
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
316
el valor que se otorga al descubrimiento de Barabsi y otros y a la irrupcin de las ideas
de la complejidad en el seno de las teoras de redes. Entre los estudiosos que todava se
empean en no integrar radicalmente la nocin de distribucin de ley de potencia y todo
lo que ella trae aparejado (no linealidad, sensitividad extrema a las condiciones iniciales,
pequeos mundos, impropiedad de las operaciones de muestreo, puesta en crisis de la dis-
tribucin normal o gaussiana como el modelo de referencia, necesidad de examinar el
concepto de prueba estadstica de la hiptesis nula, imposibilidad de comparar distribu-
ciones regidas por escalas inconmensurables, puesta en evidencia de la linealidad inheren-
te al lgebra de matrices, dinamicidad intrnseca, fractalidad, criticalidad, transdisciplina-
riedad constitutiva) se manifiesta una actitud de irritacin que con frecuencia se traduce
en sarcasmo. Analizando la biparticin de las citas bibliogrficas en las dos comunidades,
escribe por ejemplo Linton Freeman:
A partir de la imagen resulta claro que este fenmeno [las redes sociales] est siendo hoy
estudiado por dos conjuntos distintos de individuos. Las consecuencias de esta particin
son infortunadas. Necesariamente conducen a dilapidar esfuerzos: reinventar herramientas
existentes y redescubrir resultados empricos establecidos. Los fsicos Barabsi y Albert
(1999), por ejemplo, reportaron un nuevo resultado que tiene que ver con la tendencia
de los nodos de una red a manifestar gruesas desigualdades en el nmero de otros con los
que estn vinculados. Ellos se consagraron a desarrollar un modelo diseado para explicar
esa tendencia. Pero Lazarsfeld haba descripto la misma tendencia en 1938 (Moreno y
Jennings 1938) y Derek de Solla Price haba desarrollado esencialmente el mismo modelo
tan tempranamente como en 1976 (Freeman 2004: 166).
Ante esta reaccin son varias las preguntas que vienen a la mente. Si los analistas de re-
des conocan esa distribucin desde tan antiguo por qu siguieron apegados a modelos
gaussianos y a las distribuciones normales, de Bernoulli o de Poisson? Por qu las enci-
clopedias de la lnea Wasserman-Faust no incluyeron ni una palabra sobre los pequeos
mundos, la evolucin de grafos aleatorios, los procesos de auto-organizacin y attach-
ment preferencial, los modelos dinmicos, la fractalidad, las transiciones de fase, la perco-
lacin, los procesos de difusin o las distribuciones que se remontan ya no a de Solla Pri-
ce sino al mismo Vilfredo Pareto, a quien dicho sea de paso tampoco mencionan?
En fin, encarnan las redes un hype condenado a marchitarse ms temprano que tarde? No
hace falta ningn dictamen emanado de los estudios culturales de la ciencia o de la socio-
loga del conocimiento para advertir que en toda corriente incluso los descubrimientos ge-
nuinos, las intuiciones poderosas, corren el riesgo de disolverse en (o de confundirse con)
la marejada de la produccin que acata los estilos de moda debido a la dinmica misma de
la actividad cientfica y a sus modos coactivos de produccin.
Tempranamente en el desarrollo de esta tesis he documentado hasta qu extremo la meto-
dologa de la prueba de significancia de la hiptesis nula (NHST) degener en un ritual
acadmico alentado exclusivamente en las ciencias humanas (ARS inclusive) creyendo tal
vez que se trataba de un precepto que nos vena impuesto desde las ciencias formales.
Este ritual decidi la poltica de publicacin o exclusin de cientos de ensayos y libros
cientficos sin que existiese en torno de ese procedimiento un fundamento conceptual
consistente (vase ms arriba, pg. 11, nota 3, as como Sterling 1959; Cowger 1984; Ser-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
317
lin y Lapsley 1993; Cohen 1994; Sterling 1995; Gill 1999). Aunque se conocen sus fallas
y se ha tomado nota de la polmica (Cowgill 1977; Chibnik 1985: 140), la moda imperial
de la NHST se ha extendido a las estadsticas antropolgicas y arqueolgicas, perdurando
sus malos usos hasta tiempos recientes, sin que nadie en toda la profesin, hasta donde la
vista alcanza, se haya ocupado de comunicar la noticia y elaborar una alternativa (p. ej.
Thomas 1976: 459-468; Pelto y Pelto 1978: 162-164).
Al lado de los silencios inexplicables estn las modas, no necesariamente incomprensi-
bles. En materia de redes la moda del momento sin duda tiene que ver con la ubicuidad de
la distribucin [de ley] de potencia en los procesos y fenmenos complejos. Sucede como
si slo en presencia de esa pauta pudiera justificarse hablar de la complejidad del objeto
que a uno le ha tocado en suerte, o como si en el trabajo cientfico se ganaran tantos ms
puntos cuanto ms astronmico y menos lineal resulte ser el espacio de fases del proble-
ma que se tuvo la lucidez de plantear. En un blog en la Universidad de Harvard se ha es-
crito recientemente:
Mientras que el descubrimiento de que los sistemas pueden describirse como lneas rectas
en grficos log-log siempre tendr su lugar en la literatura, parece haber escasez de traba-
jos que realmente apliquen estos insights a problemas reales
(http://www.iq.harvard.edu/blog/netgov/powerlaws/).
Sin duda el planteo es atinente, por cuanto se corre el riesgo de que nos arrojemos todos
en el vrtice de una numerologa de regresin infinita, un giro parecido al que en su mo-
mento (vale decir, demasiado tarde) defini el destino de la semitica: todo es una red au-
to-organizada o un fractal autosimilar ahora, igual que unas dcadas atrs todo era signo,
sin que ni en uno ni en otro caso siempre est claro a qu fines sirve establecer semejante
cosa, a qu finalidad ideolgica o narrativa resulta funcional y qu es posible hacer meto-
dolgicamente desde esa constatacin en adelante.
Aun cuando los ms simples programas de anlisis de redes de dominio pblico nos pro-
porcionen todo un repertorio de valores de clculo resta todava una tarea formidable de
depuracin algortmica y conceptual. En la actualidad, el grueso de los guarismos usuales
sufre la impronta de una estadstica extravagante que presupone distribuciones cercanas a
la normalidad, espacios convexos, regmenes temporales montonos y correspondencias
eternamente lineales entre parmetros y variables. El carcter problemtico de las distri-
buciones empricas se conoce desde hace tiempo; escriba el antroplogo Michael Chib-
nik una dcada antes del (re)descubrimiento de la ley de potencia:
Las pruebas estadsticas paramtricas usualmente presuponen que las variables en la
muestra y en la poblacin estn distribuidas normalmente. Sin embargo, las variables de
inters para los antroplogos a menudo estn distribuidas no-normalmente. Las distancias
de matrimonio son a veces leptokrticas, [...] casi todas las medidas de fortuna son log-
normales [...] y el nmero de esposas que tienen los hombres en las sociedades africanas
usualmente tiene una distribucin binomial negativa [...]. Ms todava, los antroplogos
socioculturales frecuentemente poseen poca informacin sobre la forma de la distribucin
de una variable en particular (Chibnik 1985: 138).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
318
En esta coyuntura, ni siquiera las herramientas ms apreciadas por la comunidad de los
especialistas proporcionan la asistencia que deberan. Muchos de los procedimientos al-
gortmicos incluidos en las operaciones analticas del software de redes convencional dis-
tan de ser ya sea matemtica o antropolgicamente satisfactorios. Las medidas de perte-
nencia a comunidades, cliques, clanes, k-plexos o clubes que se basan en distancias, por
ejemplo, no se concilian para nada con las redes que poseen la propiedad de pequeos
mundos (Reichardt 2009: 19). A su vez, el clculo de closeness centrality no funciona a-
decuadamente para grafos que no estn plenamente conectados; diferentes tcnicas de
medicin de una misma cosa (como la distancia euclidiana y CONCOR para la equivalen-
cia estructural de grafos) arrojan mediciones aparatosamente discordantes, con una sensi-
tividad exacerbada frente a las imprecisiones del clculo; estrategias que son claras y leg-
timas para el clculo multivariado (como el squared error) no lo son cuando se trata de
redes; los modelos de costo de flujo en redes que no son lineales y convexos sino cnca-
vos y no lineales desembocan invariablemente en la intratabilidad, excepto para los casos
ms triviales; y as hasta el xtasis. Las matemticas subyacentes a buena parte del mo-
delado en bloque y de otras estrategias alternativas se saben adems particularmente inco-
rrectas (Doreian 1988; Faust 1988; Wasserman y Faust 1994: 380-381, 392; Reichardt
2009: 34; Brandes y Erlebach 2005: 30; Bernot, Caselles y Morel 2009: 2; Miceli 2010).
Enmendar estos errores no es tampoco cosa fcil: un alto nmero de operaciones cuya im-
plementacin sera beneficiosa en la investigacin emprica (determinar el isomorfismo o
comparar elementos de distintos grafos, por ejemplo, o averiguar si en un grafo existe un
circuito hamiltoniano, o un clique de determinada cardinalidad, o hallar cul es el path
ms largo dentro suyo) resultan pertenecer a la clase de los problemas NP-duros o NP-
completos (Cvetkovi, Rowlinson y Simi 1997: 6-10; Hochbaum 2003: 23; Brandes y
Erlebach 2005: 86; Dasgupta, Papadimitriou y Vazirani 2006: 247-305). Los equivalentes
antropolgicos de esas operaciones o de otras anlogas se encuentran en la misma situa-
cin. En el estructuralismo lvi-straussiano todava se poda esconder el hecho de que las
aseveraciones que lo constituan no estaban apoyadas en pruebas susceptibles de consen-
so, que el mtodo analtico era por completo indecidible, que el espacio de fases no estaba
siquiera definido o (como hemos comprobado ya en la pg. 32) que los mismos datos a-
portados por el autor refutaban su teora; en la tcnica de redes, con sus procedimientos
computarizados en el sentido lgico de la palabra, tal gnero de astucia se ha tornado casi
impracticable; si algo est definitivamente claro es que en la disciplina que fuere gran
nmero de problemas no admite una solucin fcil y en muchas ocasiones no admite una
solucin en absoluto.
No todo est pre-codificado, sin embargo. Hay extensas reas de vacancia e innumerables
tareas pendientes: la clarificacin de las relaciones entre los conceptos reticulares, las teo-
ras de la jerarqua y los procesos e interacciones que definen las clases sociales; el desa-
rrollo analtico y algortmico de redes multimodales, grafos pesados, digrafos y grafos bi-
partitos; la integracin plena de la teora de grafos en las herramientas de ARS; la inclu-
sin en ellas de recursos bien articulados de programacin lineal, programacin dinmica
y programacin no lineal; la exploracin de nuevos campos combinatorios, como la geo-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
319
metra combinatoria (o teora de matroides); la revisin drstica de las normativas de
muestreo en objetos cuya distribucin estadstica requiera de otras tcticas de elicitacin
de datos; la elaboracin de las relaciones de complementariedad o antagonismo entre el
anlisis de redes, el anlisis multivariado en general y el anlisis de correspondencias
mltiples en particular; el mapeado cuidadoso de los conceptos disciplinares sobre los tr-
minos de la algortmica de redes y grafos y sobre todo el sinceramiento respecto de las ca-
tegoras antropolgicas que no puedan sustanciarse matemticamente y deban por ello
imaginarse de otra manera, as como de las propiedades matemticas abstractas que no
posean un significado manifiesto y un efecto posible, respectivamente, en la comprensin
y en la transformacin de la realidad social.
De todas las tareas pendientes recin nombradas acaso la opcin entre la imposicin y la
deslegitimacin del muestreo implique una dicotoma ms extrema que la diferencia entre
(digamos) las cualitatividades difusas del posmodernismo y los rigores intransigentes de
la cuantificacin a ultranza. Muestrear o no muestrear, se es el dilema. El hecho es que
operando sobre un conjunto que posee una distribucin exponencial (ley de potencia in-
cluida) el muestreo genera un subconjunto que ha de responder (con mxima probabili-
dad) a una distribucin gaussiana o de Poisson, situando a los ejemplares tratados como
protagonistas de la encuesta de campo en la cspide absoluta de una curva inexistente
(Lawler 1976: 5-8; Taleb 2007). El subconjunto deviene una caricatura de la totalidad;
caricatura que, por desdicha, se encuentra consagrada por el uso y que se presume vlida
por defecto tanto en los cuarteles laplacianos del clculo transcultural en Yale como en
las oficinas donde se promueve el paradigma hermenutico del conocimiento local.
Mientras algunos autores excluyen el muestreo como una operacin legtima en el anlisis
de redes (Hanneman 2005), otros recomiendan diferentes tcnicas de sampling ms o me-
nos refinadas (Frank 1971; Wasserman y Faust 1994: 30-35; Knoke y Yang 2008: 15-20).
Mi juicio es que no se puede imponer una operacin de induccin que se sabe grosera-
mente distorsiva a un modelo en el que impera una bien conocida y extrema sensitividad
a las ms pequeas diferencias en los valores iniciales, y que gira en torno de un construc-
to cuya sistematicidad caera en pedazos de ser incompleta la representacin de sus rela-
ciones estructurales.
Ya no estamos en los tiempos de Jeremy Boissevain (1974), quien con las herramientas a
su alcance se quejaba de la enormidad de sus pequeas redes maltesas; ya no es creble
tampoco la figura del explorador solitario, munido de una libreta y un lpiz y librado a su
imaginacin y a sus propias fuerzas en el corazn de las tinieblas. Si la red a estudiar re-
sulta ser muy grande hoy en da es posible pensar en otras opciones de censo, de foco, de
segmentacin, de trabajo en equipo, de modelado adaptativo, de inferencia colectiva, de
captura de datos por analoga con las operaciones de crawlers y bots en la Web (p. ej.
Hill, Provost y Volinsky 2007; Abraham, Hassanien y Snel 2010; Furht 2010; Ting, Wu
y Ho 2010). Una mala aproximacin a la distribucin correcta es mil veces preferible a un
valor exacto inscripto en una ley estadstica equivocada. ste es al menos mi punto de
vista; pero la disputa no est zanjada.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
320
A pesar de estas lagunas y ambigedades, el ARS se ha consolidado al punto de cristali-
zar en una ortodoxia y un modo burocrtico caracterstico, centrado en el despliegue ms
o menos rutinario de un ejercicio tcnico. Por eso mismo convendra tambin reformular
los principios rectores del trabajo analtico desde la raz, comenzando por una discusin
epistemolgica todava ms sistemtica y radical que las que aqu me encuentro desarro-
llando, pues la rutina a la que me refiero y que se percibe cada vez con mayor asiduidad y
abandono no hace justicia al potencial innovador de las ideas en juego.
El problema, creo, finca en que la excelencia de las tcnicas desplegadas no resuelve el
dilema de la posible falta de vuelo terico de una investigacin ni es capaz de corregir
una estrategia fallida. El trazado de la visualizacin de la red cuando se acaban de volcar
a la mquina los datos elicitados y el listado de las infinitas estadsticas que se desencade-
nan por poco que se presione un botn virtual no deberan constituir ms que un paso en
el proceso metodolgico, un paso sobre cuyo carcter preliminar y parcial nunca se podr
insistir demasiado. El deslinde de una determinada distribucin en los parmetros, va-
riables y conductas de un objeto reviste entonces una importancia fenomenal pero no de-
bera sealar el final de la bsqueda; tendra que ser apenas un indicador heurstico sobre
la clase de asuntos que uno tiene entre manos y sobre lo que todava resta afrontar.
Para avanzar a partir de all no se requiere un instrumento de procesamiento de datos sino
un mtodo al amparo de una teora, y es evidente que en el corto y mediano plazo nunca
habr sustitutos mecnicos para llevar a cabo esa labor, ni recursos mgicos para obtener
(cualquiera sea la calidad de las preguntas que se formulen) una representacin nica y
definitiva de las cosas tal cual son por poco que se aplique un procedimiento. Aun contan-
do con montones de seales cualitativas o cuantitativas sobre la naturaleza de la estructura
y los procesos inherentes al objeto (y cualquier programa de computacin puede propor-
cionar una cifra astronmica de ellas) la circunstancia nos remite al principio de Ren
Thom que haba propuesto al principio de esta tesis: no tiene sentido hablar de fluctua-
cin, de alea, de desorden, de emergencia, de medida e incluso de evento, excepto en re-
lacin con la descripcin epistemolgica en cuyo seno esas conductas se manifiestan co-
mo tales. En el mismo registro, es palpable que la cantidad (como deca una vez ms
Gregory Bateson 1980: 47-48) no determina la pauta.
Dado que el tema est sobrecargado de consecuencias y moraleja, invito a pensar en estos
factores y a interrogarlos con el detenimiento que merecen.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
321
19 Conclusiones
Nadie ha sugerido que la tarea sea simple, o que el
punto de inicio ms estratgico se identifique fcil-
mente, o que el analista ser necesariamente capaz
de comenzar en este punto aun si logra identificar-
lo, o que retendr su carcter estratgico una vez
que l haya arrancado en forma promisoria. Las si-
tuaciones cambian, los grupos se forman y se di-
suelven, las interrelaciones mutan; las redes per-
manencen. Lo que importa es comenzar.
Whitten y Wolfe (1973: 740).
A veces conviene saber cun grande es tu cero.
Citado en Salkind y Rasmussen (2007: 1)
En el momento de recapitular la andadura de este trabajo es oportuno referir las infle-
xiones epistemolgicas ms salientes en las que se ha puesto en evidencia la oportunidad
de pensar de nuevo (aunque de muy otra manera) unas cuantas problemticas de la inves-
tigacin social en general y de nuestra disciplina en particular. A este respecto, considero
que los puntos de mayor impacto metodolgico que se han manifestado a lo largo del
ensayo conciernen a:
1) La existencia de posibilidades y constreimientos estructurales que afectan in-
cluso a planteos que se presentan como cualitativos, in-determinados y singula-
rizadores y con ello la posibilidad, anunciada por Hage y Harary (1983: 68) y
Tjon Sie Fat (1998: 59), de redefinir un amplio subconjunto de las matemticas
no ya como un discurso heternomo, indescifrable y alienado, sino como inevita-
blemente implicado en el tratamiento del objeto y como herramienta de eleccin
del cientfico social en el trabajo de des-naturalizacin del mismo. A mi juicio, el
compromiso con este punto de inflexin no debera llevarse al extremo de alentar
un nuevo imperialismo teortico, en la tesitura de (por ejemplo) el giro interpre-
tativo o la condicin posmoderna, normatividades ecumnicas y excluyentes
que ni siquiera fueron conscientes de haberlo sido. Lejos de la desmesura de pre-
tender que trasunta un giro radical del saber, el escenario de la complejidad me-
rece una enunciacin de firmeza suficiente pero de alcance moderado: los dispo-
sitivos reticulares complejos desvelan procesos que constituyen una parte sustan-
tiva del objeto como tal, establecen lmites a lo que puede predicarse sobre l y
capturan pautas que permaneceran escondidas de no existir un modelo que las
ponga de relieve. Procesos, lmites y pautas sobre los que no se puede delegar la
pretensin de resolver todos los dilemas, pero que han sido y seguirn siendo de
ayuda para comprender mejor configuraciones muy diversas y precisas de pro-
blematicidad, prestando auxilio a la tarea de distinguir entre los modelos que po-
dran ser sostenibles y los que no lo son.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
322
2) La conveniencia de considerar y poner en primer plano el carcter no lineal de
los fenmenos complejos, un hecho complicado por la evidencia de que la abru-
madora mayora de los problemas antropolgicos concebibles son taxativamente
problemas inversos. Aunque no nos salgamos del pequeo mundo de las reglas
de juego de una algortmica cualquiera, el nmero de soluciones de un problema
inverso, incluso si ste es de extrema simplicidad, es, a los efectos prcticos, in-
finito. Esta constatacin, as como el hallazgo formal (que conjura tanto a mi de-
finicin de problema como al principio de Goodman estipulado al principio de
este libro [cf. pg. 15]) en cuanto a que problemas que parecen cuantitativamente
casi idnticos requieren modos de solucin de distinta escala y naturaleza,
107
constituyen formulaciones epistemolgicas de cierta entidad que jams se han
hecho pblicas en antropologa, al menos en el campo terico que aqu se ha
examinado, que es acaso aqul donde debi manifestarse en primer lugar.
3) La comprobacin de que las herramientas y algoritmos complejos revelan en el
seno de los problemas situaciones que desafan el sentido comn y que demues-
tran cunto le falta a ste para ser un buen sentido. Los ejemplos abundan: all
estn los digrafos signados que, atrapados en la brutalidad de una opcin dicot-
mica que se deriva de la imposibilidad de cuantificar con exactitud, arrojan no
obstante resultados de altsima precisin conceptual. O los procesos que lucen
parecidos (recorrer las calles sin que los servicios se encuentren el mismo da en
las mismas cuadras, barrerlas en el menor tiempo posible) pero que exigen plan-
teos totalmente distintos, aun apelando a herramientas de la misma familia. A la
inversa, objetivos que no parecen tener nada en comn (distribuir recorridos de
camiones, escoger entre alternativas de retorno de inversin financiera) se re-
suelven mediante procedimientos que difieren en muy poco. E igualmente, pro-
blemas que imaginbamos simples (como el del vendedor viajero, o la planifica-
cin de trayectorias en un entramado urbano, o un sistema de voto o decisin
107
Un circuito que toque media docena de lugares puede disearse de manera ptima; otro que pase por a-
penas treinta, en cambio, deviene insoluble a menos que se empleen mtodos computacionales intensivos o
metaheursticas avanzadas. Cuando los lugares estn (digamos) en el Ocano Pacfico, en Melanesia o en la
Ruta de la Seda, el carcter subptimo de su trazado puede que involucre la impracticabilidad de su recorri-
do. En matemtica discreta una pequea diferencia puede resultar ominosa; si se trata de organizar agen-
das y programas, en ciertas condiciones un constreimiento que establezca una realizacin en cuatro pero-
dos es susceptible de resolverse con facilidad (todo grafo planar es 4-coloreable); si los perodos son 3, en
cambio, la cuestin acarrea una dificultad enorme, si es que no se torna del todo intratable. Paradjicamen-
te, agregar requisitos (tales como definir cuntos colores son necesarios para que pases limtrofes sean de
color diferente y en un mundo colonizado que las colonias sean del mismo color que las potencias colo-
niales [la respuesta es 12, sin que importe el nmero de metrpolis o de colonias]) resultan de muy fcil re-
solucin. E igualmente, mapas con infinitos pases no son mucho ms difciles de 4-colorear que los mapas
con simplemente muchos de ellos (Barnette 1983: 160-161). Lo contrario sucede cuando se pretende pasar
de problemas de Ramsey de tipo R(4,4) a otros de tipo R(4,5). Ni siquiera hay proporcionalidad entre una
asercin y la negacin correspondiente: al revs de lo que pensara un Gregory Bateson, usualmente es ms
difcil determinar que dos grafos no son isomorfos que encontrar un isomorfismo cuando efectivamente lo
son (Kocay y Kreher 2005: 5). De ms est decir que la importancia antropolgica de estas cuestiones no
finca en la capacidad de resolver TSPs o de posar palomas en sus nidos, sino, como se ha visto, en el exqui-
sito isomorfismo entre esas metforas formales y las estructuras subyacentes a un nmero significativo de
problemticas empricas, polticas o de gestin de muy alta relevancia.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
323
social con un puado de opciones, o la organizacin jerrquica de datos demo-
grficos) resultan estar al borde de lo intratable, mientras que aspiraciones que
pensbamos simblicas de lo imposible (encontrar comunidades en redes inmen-
sas, determinar la planaridad de un grafo gigante, abordar espacios de fase no
convexos en los lindes de lo infinito, minimizar eficientemente costos, tiempos y
recursos en la ejecucin de procesos masivamente multivariados) resultan en
cambio de materializacin comparativamente trivial (Lawler 1976; Bazaraa y
Jarvis 1977; Ahuja, Magnanti y Orlin 1993; Bna 2009: ix; Sierksma y Ghosh
2010).
4) La necesidad de superar la tentacin de trazar los grafos conforme a las contin-
gencias de la enunciacin discursiva del problema y de las tradiciones concep-
tuales de las disciplinas. El principal aporte de las tcnicas reticulares, a mi mo-
do de ver, no finca en su capacidad para otorgar precisin descriptiva a concep-
tos ya bastante fatigados de rol, centralidad y prestigio, sino en que renueva la
clase de preguntas que es posible formular. Mi intuicin (a la luz del progreso de
la teora de grafos en los ltimos treinta aos) es que el modelado debera desen-
volverse con un ojo puesto en la clase estructural de problemas que convendra
plantear, lo cual a su vez est en funcin de la clase de complejidad que el pro-
blema involucra y/o la clase de distribuciones, grafos, matrices o matroides cu-
yas propiedades albergan las mejores perspectivas de tratabilidad y resolucin
(cf. Brandstdt, Le y Spinrad 2004; Golumbic 2004). Algunas veces la tctica de
resolucin para una clase de problemas ser bien conocida; otras, en cambio,
convendr invitar a los pensadores matemticos para que participen en su bs-
queda; y otras ms, finalmente, habr que pensar en formular el problema de otro
modo, en instrumentar un tipo distinto de modelo o en resignarnos a sacar el
jugo que se pueda de la buena y vieja ciencia convencional.
5) El advenimiento de una concepcin iconolgica complementaria a los modos de
discursividad pura y la posibilidad de articular y operar sobre el dominio visual
con procedimientos matriciales y espectrales que instauran al fin, como lo entre-
vieron Lewin, Bourdieu y Lvi-Strauss (pero sin sus eventuales esencialismos),
un rgimen de relacionalidad al cual el lenguaje natural probadamente no tiene
llegada. Adicionalmente, la posibilidad de usar el plano iconolgico como etapa
intermedia para ganar acceso a un nivel de abstraccin ms puramente relacional
todava, liberado de toda sujecin a las estrategias de representacin imaginables
(en el pleno sentido de la expresin) y a las limitaciones de resolucin, rudezas
perceptuales e impedimentos operativos que se manifiestan en ellas.
6) El descubrimiento, demorado por siglos, de patrones cuantitativos de distribu-
cin que ponen en crisis los supuestos de la distribucin normal y sus estadsti-
cas concomitantes, permitiendo conocer la estructura e inferir la gnesis de los
objetos reticulares, valorar su adecuacin y sostenibilidad y accionar sobre ellos
de maneras empricamente apropiadas. A esto se suma la posibilidad correlativa
de establecer hiptesis de trabajo que no sean en forma encubierta hiptesis
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
324
nulas y de elaborar razonamientos que vinculen el plano de la agencia con las es-
tructuras globales. Correspondientemente, la necesidad de pensar en la creacin
de pruebas estadsticas de validez que en la evaluacin de la significancia no es-
tn sesgados hacia supuestos de distribuciones monotnicas, mecanismos aleato-
rios y relaciones lineales entre parmetros y variables. Ahora se percibe con cla-
ridad que las pruebas del
2
, la de Student y tantas otras son tributarias de ese
sesgo. Por ms que algunos puristas y ortodoxos del ARS las consideren esencia-
les y protesten con vehemencia cuando no se las despliega, en tiempos recientes
las pruebas de significancia han sido objeto de una crtica devastadora, no slo
porque se las sepa engaosas o imposibles de administrar en contextos de no-li-
nealidad sino por razones lgicas variadas, muchas, precisas y profundas.
108
Tras
el fracaso de grandes proyectos de cuantificacin de caja negra (como la revolu-
cin cuantitativa en geografa, el anlisis espacial de los GIS arqueolgicos o la
corriente principal de nuestra antropologa matemtica) algunos han comenzado
a mirar con sospecha a la estadstica irreflexiva, no tanto en las ciencias sociales
como fuera de ellas. Pero todava resta mucho por hacer en este terreno: no al-
canza con sustituir el azar dcil por el azar salvaje, ni con mantener en vida
vegetativa mtodos de muestreo y de prueba de hiptesis que los cientficos so-
ciales han elevado a la categora de ortodoxias pero que carecen de una funda-
mentacin matemtica rigurosa.
7) En concordancia con modelos de percolacin, criticalidad auto-organizada y
transiciones de fases, la elaboracin de mtodos y tcnicas genuinamente proce-
suales que permiten reformular los modelos convencionales de interaccin, difu-
sin, cambio, innovacin y epidemiologa en el marco de la complejidad. Ha-
biendo sido el difusionismo uno de los movimientos cannicos de la teorizacin
antropolgica, llama la atencin que hoy no exista inquietud por desarrollar teo-
ras que den cuenta de los mecanismos culturales y de los aspectos materiales de
la difusin, ni siquiera en campos (la antropologa mdica, la antropologa apli-
cada, los estudios de globalizacin, las dinmicas migratorias, los modelos epi-
demiolgicos mismos) donde dichas teoras deberan constituir el marco prima-
rio de referencia, el conjunto de los saberes que se dan por sentados antes de po-
nerse a trabajar (cf. Trostle y Sommerfeld 1996; Ember y Ember 2004; Rao, Mi-
ller y Rao 2008).
8) La incorporacin de una nueva concepcin reticular del espacio que permite nue-
vamente integrar saberes antropolgicos de excelencia a las metodologas trans-
disciplinarias que estudian lugares, ciudades, paisajes y contextos (Reynoso
2010). Por poco que se libere de la premisa de que existen objetos tan peculiares
y distintos que requieren (literalmente) una disciplina aparte, la antropologa po-
dra aportar a aquellas metodologas sus logros en materia de analticas compara-
108
Comprese Wasserman y Faust (1994: 15-16, 194-195,605-607), Nunkesser y Sawitzki (2005) o Kryssa-
nov (2008) con la bibliografa crtica reseada ms arriba en la pg. 11, nota 5.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
325
tivas de alcance transcultural, su foco en la puesta en valor de las diversidades y
sus variadas experiencias en el campo cognitivo, al lado por supuesto del he-
cho de haber imaginado no pocas de las ideas que articulan el fundamento mis-
mo del pensamiento reticular complejo, las redes sociales egocntricas en primer
lugar.
9) La necesidad de recuperar las capacidades antropolgicas perdidas en general y
las tcnicas analticas del parentesco en particular como una de las ms podero-
sas contribuciones de la disciplina al conocimiento cientfico, en sincrona con
una nueva era de las genealogas, con relaciones familiares inditas y con el auge
de tribus urbanas, clanes, alianzas y comunidades reales y virtuales que impreg-
nan segmentos irreductibles de la episteme, la vida cotidiana, la blogsfera en
particular y la semisfera en general (Ponzetti 2003; Abraham, Hassanien y Sn-
el 2010; Furht 2010). Correspondientemente, la posibilidad de enriquecer y pre-
cisar la analtica parental, situndola adems en el contexto mayor de las relacio-
nes sociales y en el gnero de los procesos relacionales en el ms amplio sentido,
moderando una especificidad que la convirti no pocas veces en un dominio au-
tnomo, infecundo y carente de consecuencias para todo proyecto que no es-
tuviera centrado en su misma temtica puntual.
10) La generalizacin de un modelo alternativo de tratabilidad, minimizacin de
costos y gestin sustentable a travs del encuentro y fusin de dos familias de
modelos que son, a saber, las metaheursticas evolucionarias y la optimizacin
combinatoria basada en matemtica discreta en general y teora de grafos en par-
ticular (Evans y Minieka 1992; Michalewicz y Vogel 1996; Papadimitriou y
Steiglitz 1998; Capasso y Priaux 2000; Chong y ak 2001; Sarker, Mohamma-
dian y Yao 2003: 399-414; Golden, Raghavan y Wasil 2005; Kocay y Kreher
2005; Ashlock 2006: 349-380; Dro y otros 2006; Gonzlez 2007; Doerner y
otros 2007; Blum y otros 2008; Cotta y van Hemert 2008: 243-294; Lee y El-
Sharkawi 2008; Siarry y Michalewicz 2008; Xhafa y Abraham 2008; Floudas y
Pardalos 2009). Abstracta como puede parecer en un primer anlisis, esta prc-
tica est llamada a complementar o sustituir estilos metodolgicos ms conven-
cionales tales como la investigacin operativa y la programacin lineal (Yang
2008). Por rida que sea la lectura de sus textos y por ms que el antroplogo no
haya de ser la mano ejecutora de estos formalismos en el trabajo de equipo mul-
tidisciplinario, la relevancia metodolgica de esta lnea de accin para una antro-
pologa sostenible en cualquier terreno complejo de aplicacin est, como creo
haber mostrado, ms all de toda duda.
11) La mutacin, al parecer definitiva y con seguridad definitoria, de las concep-
ciones estructurales sincrnicas de las redes en modelos dinmicos, incorporando
el universo de metforas y algoritmos que pueblan las teoras transdisciplinarias
de la complejidad, y abriendo el camino a nuevos modelos para el conocimiento
terico y la intervencin prctica sin negar ni la robustez ni la relevancia (pero s
la suficiencia) de los saberes preexistentes.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
326
12) En cuanto a los usos polticos y a la explotacin lucrativa de los saberes de alta
demanda,
109
la exigencia de operar de modo genuinamente reflexivo, elaborando
herramientas que estn a la altura de lo que ahora puede hacerse, fundando o re-
cuperando por cierto tantas incumbencias profesionales como se pueda, pero sin
alentar expectativas desmesuradas ni arrogarse (en nombre de complejidades,
claves escondidas y no-linealidades ingnitas a los paradigmas emergentes) sol-
vencias de consultora imposibles de satisfacer.
13) Un interrogante que queda flotando concierne a la adecuacin del contexto an-
tropolgico de cara a la eventual (re)adopcin de las herramientas reticulares por
parte de la disciplina. Cabe preguntarse si, olvidado ya hace dcadas el mtodo
genealgico, los antroplogos de hoy en da (que vienen de un prolongado letar-
go interpretativo o posmoderno) dominan alguna tcnica disciplinaria distintiva
asociada a un rgimen de trabajo abierto al examen pblico como el que las re-
des exigen constitutivamente. Dejando al margen la aplicacin de tcnicas dbil-
mente articuladas, o desencadenantes de procedimientos indecidibles, o cuyos
mejores cultores se encuentran en otros campos del saber, de las compulsas que
he hecho en incontables mesas redondas y seminarios de posgrado, surgen indi-
cios que me llevan a pensar que la respuesta es que no. Nuestra generacin no ha
sabido ensear aquellas cosas; posiblemente ni siquiera las haya aprendido cuan-
do estuvo en el trance de hacerlo. Las nuevas herramientas llegan entonces en un
momento en que el estado de vaciamiento tcnico en antropologa se ha tornado
particularmente agudo. Cuando Roy DAndrade (2000) realiz hace poco un ba-
lance de la situacin, encontr que los antroplogos ya no estn aprendiendo tc-
nica alguna en su formacin acadmica y que algunas teoras hostiles a las tcni-
cas que se auguraban fructuosas resultaron no serlo. Los juicios sombros sobre
el estado de la disciplina en tanto emprendimiento cientfico son por cierto masi-
vos (Sahlins 1993; 2002; Salzman 1994; 2002; Ahmed y Shore 1995; Wade
1996; Knauft 1996; Kuznar 1997; Lett 1997; Lewis 1998; Basch y otros 1999;
Harris 1999; SAS 2002; Bashkow y otros 2004; Bunzl 2005; Calvo y Chance
2006; Rylko-Bauer, Singer y Van Willigen 2006; Schneider 2006; Menndez
2009). Es posible, sin embargo, que aunque la disciplina haya decado tanto en
las dos ltimas dcadas, las tcnicas de redes puedan ser acogidas con cierta de-
senvoltura en el campo en el que se tramaron algunas de las intuiciones que les
dieron origen. En esta inflexin particularmente delicada, esas tcnicas se pre-
sentan como una alternativa de recuperacin de los saberes perdidos un poco
ms asimilable y conceptualmente afn que otras en las que es posible pensar. En
este sentido, la metfora de las redes puede contemplarse como el asiento de un
conjunto de instrumentos que permitira reformular una parte acotada pero signi-
ficativa del perfil profesional, retomando un camino que se abandon (como he-
mos visto) por motivos ms contingentes que estructurales, ms ligados a los
109
Vase ms adelante, pg. 334.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
327
conflictos entre ciertas ideologas e intereses que a la calidad y robustez de las
ideas en juego. Ahora como antes, estas formas de pensar constituyen un desafo
al cual en el pasado no se respondi adecuadamente por razones que probaron
ser espurias. Sin que ello implique excluir ninguna otra estrategia, aventuro que
las redes podran permitirnos poner a prueba una vez ms, en el despliegue del
trabajo emprico, con los vejmenes y las transformaciones que han sufrido pero
con todos los resortes conceptuales a plena luz, la pretensin de fecundidad de
nuestras teoras.
Cualesquiera hayan sido los altibajos de la relacin tripartita entre la antropologa, el ARS
y la complejidad, y aunque las capacidades de las herramientas entrevistas no se agotan
en ello, es un hecho que una cantidad creciente de conceptos disciplinares han sido re-
formulados en trminos reticulares y complejos con una ganancia operativa por lo menos
aceptable. Sin pretender agotar el inventario de los cruzamientos conceptuales que se han
dado, la tabla 19.1, tomada con modificaciones de un trabajo reciente de Douglas White,
ilustra algunos de los mapeados que se han realizado entre conceptos reticulares, comple-
jos y antropolgicos, as como sus responsables ms reconocidos.
Conceptos y
principios
Aspectos
reticulares
Medidas de la
estructura de red
Mtodos y autores
Obras clsicas:
Autores o
principios
A - Solidaridad Intragrupo Patrn 1 Durkheim
Grupo Cohesin k-connectedness Harary & White Lewin
Encuentros al azar Oportunidad exponencial Erds & Rnyi Blau
Cultura Consenso Variancia
unidimensional
Romney & Batchelder Tylor
Economa moral Afecto y divisin k-equilibrio Harary, Davis Heider
B Mundos sociales Intergrupo Patrones 2-3 Harary & Batell Multi-nivel
Encuentros casi-
azarosos
Mezcla sesgada Distribuciones de ley
de potencia
De Solla Price San Mateo; el rico se
vuelve ms rico
Pequeos mundos Alcanzabilidad,
buscabilidad
Clustering y baja
distancia promedio
Watts & Strogatz,
Kleinberg
Milgram (PM)
Economa y economa
amoral
Intercambio;
conflicto
Homomorfismo de
grafo
Harary; Coser Weber, Simmel,
Gluckman
Ley y control social Mediacin Homomorfismo
condicional
Harary Simmel, Lvi-Strauss,
Nadel
C - Especializacin Actividad Patrones 4-5
Posicin Estructural Estructural H. White Homans
Analoga Equivalencia regular Homomorfismo
regular; enrejado
superpuesto
D. White & Reitz;
Ganter & Wille
Merton, Goodenough
Alocacin especializada Divisin del trabajo Alocacin de tareas;
homomorfismo
Oeser & Harary Durkheim
D - Desigualdad Ordenamiento Patrn 6
Distribucional Preferencial Ley de potencia De Solla Price;
Barabsi
Pareto
Centralidad Influencia Betweenness Freeman Bavelas
Autoridad supervisora Poder Interlock tridico J. Davis; D. White Nadel
Jerarqua Autoridad Medida de niveles Reitz Lewin
E - Resiliencia Transformacin
redistribuida
Patrn 7
Tabla 19.1 Conceptos de redes, complejidad y ciencias sociales.
Tabla basada en Douglas White (2001)
Ignoro si estamos o no en presencia de un nuevo paradigma radical, como algunos han
pretendido, pero es seguro que unos cuantos de los desafos que he planteado hasta aqu
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
328
requieren una discusin detenida. Por el lado de las redes, habr que repensar ideas tan
solidificadas como las de sistema, modelo, problema, pregunta, elicitacin, tcnica, solu-
cin y muestreo; por el lado de la complejidad, habr que formular de nuevo las cuestio-
nes aparejadas por la auto-organizacin, la dimensin fractal, las distribuciones [de ley]
de potencia y la no-linealidad, as como sus dialcticas, ajustes y conflictos con la proble-
mtica disciplinaria. Por ambos lados, es palpable que hay muchas ideas por integrar a
nuestras prcticas. En contraste, una teora reductora, como la autopoiesis (que por defini-
cin slo debera aplicarse a cosas vivas) no servira de mucho en este contexto, como ya
han probado no servir organicismos, fisicismos y mecanicismos diversos, sinergtica, ter-
modinmica y dinmica de sistemas inclusive.
Mientras que en las teoras reticulares de Harrison White (1997) o en los modelos termo-
dinmicos de un Richard Adams (1978; 1983; 2001), por ejemplo, se proyectaban catego-
ras de la fsica directamente sobre el objeto social, en las nuevas estrategias se sabe que
esas correspondencias deben elaborarse en el plano de los modelos. Una vez que tenemos
un grafo que representa un conjunto de relaciones sociales se pueden buscar en l los in-
dicios de estructura que se manifiestan en propiedades y medidas de informacin, entro-
pa, simetra, (des)equilibrio, probabilidad de interaccin, comparabilidad, semejanza, se-
gregacin, ocurrencia de motivos, relaciones entre reglas locales y propiedades globales
emergentes, etctera, que son comunes a todas las configuraciones modlicas topolgicas
y discretas, con independencia de lo que el modelo represente (Dehmer y Emmert-Streib
2009; Turner 2009). Las caractersticas puntuales del modelo de una red en materia de su
distribucin estadstica, su paisaje de fases y sus procesos evolutivos concomitantes deter-
minarn qu principios de la mecnica estadstica pueden ser o no ms o menos directa-
mente aplicables.
En otras palabras, los isomorfismos epistemolgicos se saben ahora ms definitorios que
las afinidades ontolgicas, pues entre tanto hemos cado en la cuenta que tras un leve es-
fuerzo de abstraccin aqullos son susceptibles de expresarse bajo formas metodolgica-
mente ms productivas. Esto involucra, como ya lo he expresado con otros trminos, pa-
sar del plano ontolgico de las metforas ligadas a objetos particulares (textos, juegos,
dramas, incluso estructuras) al plano epistemolgico de los modelos (gramticas, teora
de juegos, dinmica evolucionaria, grafos/redes, respectivamente), capitalizando as lo
que se lleva hecho en disciplinas que se consagran a objetos distintos, tal como ha sido
posible hacer desde que Euler imaginara grafos cuando se le plante el dilema de los
puentes de Knigsberg.
Pero la novedad tampoco radica en el hecho de hablar de redes, tema de conversacin que
ya es de data muy antigua. La diferencia esencial entre los modelos clsicos de redes
(desde Barnes hasta Wasserman-Faust) y los nuevos modelos complejos (desde Barabsi
a la fecha) reposa en que estos ltimos son constitutivamente dinmicos. Para emplear
una metfora que los propios complejlogos interpretativos de escuela moriniana han usa-
do alguna vez, podra decirse que lo que cuenta ahora son los verbos, no los sustantivos,
pues a menudo son los verbos los operadores relacionales primarios que permiten activar
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
329
los modelos.
110
Este ha de ser un giro drstico para una disciplina que ha estado mayor-
mente saturada de sustantividades y cualidades, tanto ms valoradas cuanto ms singula-
res, ms subjetivamente plausibles y de ms bajo nivel de abstraccin.
En este espacio no hay lugar tampoco para la vieja jerarqua de las ciencias, con aquellas
que son ms exactas o formales en la cspide de la jerarqua. La nueva concepcin ha
sido persuasivamente descripta por el socilogo australiano Duncan Watts:
Las matemticas de los fsicos abren nuevos caminos hacia regiones antes inexploradas.
El crecimiento aleatorio, la teora de la percolacin, las transiciones de fase y la universa-
lidad [...] han definido un maravilloso conjunto de problemas abiertos en materia de redes.
Pero sin los mapas de la sociologa, la economa e incluso la biologa para guiarlos, la
fsica bien puede construir caminos que no lleven a ninguna parte (Watts 2004a: 303).
En el campo interdisciplinario del anlisis de redes, los estudiosos de las ciencias sociales
han tenido las ms de las veces la iniciativa, como instanciando una vez ms lo que Geor-
ge Gadamer definiera como la prioridad hermenutica de la pregunta:
[M]uchos de los conceptos fundamentales (tales como la propiedad de pequeos mundos)
y muchas de las herramientas usadas actualmente por los fsicos en el anlisis de redes
complejas tienen su origen en la sociometra. Es el caso, por ejemplo, del ndice de cluste-
ring [...] o de las diferentes medidas de centralidad de nodo propuestas en sociometra pa-
ra cuantificar la importancia de un individuo dado en una red [...]. Las centralidades ba-
sadas en el grado o en el betweenness son algunos ejemplos de esos ndices [...]. Algunos
problemas actuales en anlisis de redes, tales como la caracterizacin de un nodo por sus
relaciones, tambin han sido propuestas en estudios sociomtricos: se han desarrollado
muchos mtodos para cuantificar la similitud entre actores, basados exclusivamente en la
topologa [...]. Conceptos como el rol o la equivalencia de individuos se desarrollaron pa-
ra ubicar actores situados en forma parecida en una red social con respecto a su conjunto
de relaciones. Incluso otros problemas tales como la buscabilidad en redes [...] han co-
menzado en experimentos sociolgicos, y medidas como la integracin y la radialidad se
han propuesto para cuantificar el grado de conexin de un individuo en una red determi-
nada (Boccaletti 2006: 251).
No solamente el concepto de edge betweenness fue introducido por Michelle Girvan y
Mark Newman (2002) a la fsica y la biologa procedente de las ciencias sociales, sino
que el algoritmo de particin recursiva para la deteccin de comunidades que se deriva de
ese concepto se origina tambin en un caso clebre propuesto por el antroplogo Wayne
Zachary (1977) en la tarda edad de oro de la primera generacin de ARS: los vnculos de
amistad de un club universitario de karate en un pueblo cuyo nombre jams fue revelado
(figura 19.1). En el curso de la observacin de una disputa entre el gerente (nodo 34) y el
instructor del club (nodo 1), el club se escindi en dos facciones: casi la mitad de los
miembros se fue con el instructor y fund un club aparte; el resto se qued con el gerente,
110
Esta expresin debe tomarse a la luz de las precauciones respecto de la enunciacin discursiva que es-
tipul en captulos precedentes. A fin de cuentas, la lengua no es un espejo de la naturaleza; en toda lengua
la asociacin de un significante con una u otra categora sintctica (sustantivo, verbo, adjetivo, preposicin,
morfema) se debe por lo general a una cadena de contingencias histricas. Ninguna teora semntica de la
referencia justificara, por ejemplo, mapear fenmenos dinmicos tales como los colapsos financieros, los
intercambios de bienes o mujeres o los actos de habla como sustantivos en lugar de verbos.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
330
quien contrat a un nuevo instructor. Igual que los mineros de Bruce Kapferer (ver ms
arriba, pg. 111), las redes de colaboracin bibliogrfica y las familias florentinas, los ka-
ratecas de Zachary son conocidos como piedra de toque de las tcnicas de minera de da-
tos o a travs de los archivos de ejemplo que acompaan a programas de anlisis de redes
y grafos utilizados en un nmero crecido de disciplinas.
111
Figura 19.1 Club de Karate de Zachary analizndose en ORA Network Visualizer
El modelo GN (de Girvan y Newman) se agreg a un repertorio creciente de herramientas
de particin de redes y descubrimiento de comunidades que aqu no puedo siquiera referir
sin que desborde la bibliografa: el algoritmo de centralidad de betweenness de arista del
mismo Newman, el modelo de resistores de Wu y Huberman, el algoritmo de remocin
de comunidades por mtodo de aproximacin de Radicchi y otros, el mecanismo de sin-
cronizacin de osciladores acoplados de Arenas y otros, la bsqueda de correlacin ferro-
magntica basada en el modelo de Potts de Blatt y otros (parecido al proceso de simula-
cin de templado), el mtodo de percolacin de cliques de Palla y otros, el anlisis de
cada en procesos de difusin de Eriksen, el mtodo de movimiento browniano de Zhou,
111
Por ejemplo, UCINET en http://vlado.fmf.uni-lj.si/pub/networks/data/Ucinet/UciData.htm; CMU-CA-
SOS en http://www.casos.cs.cmu.edu/computational_tools/datasets/external/karate/index.php. Vase tam-
bin el repositorio de datos reticulares de la Universidad de California en Irvine, sobre todo la pgina publi-
cada en http://networkdata.ics.uci.edu/data.php?id=105. Muy recomendable es el estudio de Ernesto Estra-
da (2009) sobre la importancia del modelo de Zachary en teora espectral de redes.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
331
la estrategia espectral de Muos y Donetti, la tcnica de optimizacin combinatoria extre-
ma de Duch y Arenas y un amplio etctera (Reichardt 2009: 13-30; Abraham, Hassanien
y Snel 2010: 32-45; Dehmer y Emmert-Streib 2009).
Cualquiera sea la apariencia de mecanicidad, la distancia geodsica entre disciplinas y el
carcter intimidante de las metforas races, la inspiracin primaria respecto de qu es lo
que se debe detectar y las mejores elicitaciones de datos para las pruebas crticas de per-
formance han sido y seguirn siendo iniciativa de las ciencias humanas. Con esta reserva,
mediando una adecuada reflexin terica ya no es tampoco sensato desechar el resultado
de la ejecucin de los algoritmos como mera numerologa circunstancial: cuando se apli-
can algunos de estos u otros principios mtricos a data sociocultural viene a cuento de in-
mediato la reflexin del psiclogo matemtico Clyde Coombs [1912-1988]: una medi-
cin o un modelo de escala es en realidad una teora sobre la conducta, reconocidamente
al nivel de una miniatura, pero teora al fin (Coombs 1964: 5). Muchas de estas medicio-
nes, modelos y teoras no son ya fragmentos de formalizacin matemtica que debemos
agregar sin motivo a nuestros repertorios metodolgicos, sino respuestas que nos llegan
en el circuito dialgico a partir de preguntas que nosotros mismos hemos formulado.
Casi todas esas teoras tienen adems, como se ha dicho, la cultura en mente. Ya no es el
caso que las ciencias sociales deban resignarse a importar dcilmente conceptos origina-
dos en disciplinas mejor consolidadas. En el escenario actual lo contrario es tanto proba-
ble como usual. Por otra parte, cada vez son menos los que piensan en trminos de con-
traste entre prcticas de diversa sostenibilidad o calidad inherente. En las nuevas discipli-
nas de redes y complejidad las ciencias sociales tienen hoy una considerable cuota de ini-
ciativa. Tal vez la tuvieron siempre y lo que fall fue una reflexin epistemolgica que le
hiciera justicia, una mirada que supiera ver ms all de las narrativas alentadas por el co-
mn de las crnicas.
La gesta del anlisis de redes, despus de todo, no comenz ni en las matemticas abs-
tractas, ni en la prctica de los mtodos formales, ni en las ciencias de la computacin;
comenz, sin dudas, en la psicologa, e incluso en formas de la psicologa (psicodrama,
teora de campo) que unos cuantos puristas tildaron de seudocientificas (v. gr. Faris 1951;
Eysenck 1952; Gardner 1988: 574). Aun cuando estas proclamas sean un acto de justicia
(por el momento es irrelevante que lo sean o no) nadie puede negar a este captulo de las
ciencias mal llamadas blandas la agudeza de no pocas de sus intuiciones, por ms ingenua
que fuese su implementacin formal o su expresin por escrito. Hoy se pueden reconocer
ideas parecidas avivando no pocas discusiones en el seno de las ciencias de la compleji-
dad: la sociedad de la mente de Marvin Minsky (1988) en ciencia cognitiva, la robtica
basada en la conducta, la idea misma del aprendizaje de mquina, los efectos de comuni-
dad y cooperacin en inteligencia de Web e inteligencia computacional, las estrategias de
optimizacin cooperativas, las metaheursticas inspiradas en la cultura o en una naturale-
za descaradamente sociomrfica en optimizacin de procesos (Zhong 2000; Paliouras,
Karkaletsis y Spyropoulos 2001; Engelbrecht 2002; Hales y Edmonds 2004; Zomaya
2006; Floreano y Mattiussi 2008; Jain y otros 2008; Smola y Vishwanathan 2008; Mum-
ford y Jain 2009; Gonzlez y otros 2010; Peper y otros 2010).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
332
Lo cierto es que familias enteras de algoritmos en tecnologa de punta y mtodos formales
han recibido inspiracin en las ciencias sociales, la cual les ha venido hasta hoy bajo la
forma de algoritmos culturales, ingeniera del conocimiento para la Web semntica, heu-
rsticas de sentido comn para la inteligencia artificial en estado de arte, computacin
existencial heideggeriana o fenomenolgica, mtodos de enjambres de partculas [ parti-
cle swarms] que se nutren de etologa humana, cdigos genticos de la biomatemtica
calcados de la semitica, jerarquas de la complejidad (y fundamentaciones de lenguajes
formales) creadas por lingistas, shape grammars que replican procedimientos arquitect-
nicos documentados en otras culturas, sistemas de posicionamiento global que emulan el
etak nativo de Micronesia, ideas de invariancia de escala surgidas en el estudio de los
conflictos humanos, nociones de arquitectura de software que vienen de la esttica y, por
supuesto, teora de redes sociales, entre otros muchos objetos de intercambio bien conoci-
dos en ciencias exactas cuya paternidad las corrientes principales en las ciencias humanas
histrica e inaceptablemente se han obstinado en no reconocer.
Como lo ha documentado Duncan Watts (2004b: 263), la inspiracin que las ciencias
duras y las disciplinas formales han tomado de los estudios sociales es perceptible y signi-
ficativa:
Por ejemplo, la intuicin de que unos pocos atajos al azar en el medio de vecindades
localmente densas puede generar una estructura de mundos pequeos (Watts y Strogatz
1998) posee una notable similitud con el anlisis de [Anatol] Rapoport (1957) de las redes
sesgadas al azar, que inspirara a Granovetter (1973) sus investigaciones sobre la fuerza de
los lazos dbiles. Los recientes experimentos de bsqueda social basados en Internet
(Dodds y otros 2003) explcitamente reconocen su deuda con los estudios seminales de
Milgram (1967). El hallazgo de que la vinculacin preferencial en redes en crecimiento
puede conducir a lo que ahora se llama redes independientes de escala [...] viene a ser un
caso especial de la implementacin del principio de Gibrat
112
por [Herbert] Simon [...],
mejor conocido en sociologa como el Efecto de [San] Mateo (Merton 1968) y aplicado
por primera vez a redes por [Derek J. de Solla] Price (1976). [...] El tpico de los motivos
de redes, que est ganando atencin en las ciencias biolgicas (Milo y otros 2002) es, en
principio, idntico a la estrategia de censo de tradas de Holland y Leinhardt (1976). Y el
trabajo reciente sobre la estructura de redes ultra-robustas (Dodds y otros 2003) engrana
en una larga lnea de trabajo en sociologa organizacional comenzando con la descripcin
de [Tom] Burns y [G. M.] Stalker (1961) de las organizaciones orgnicas.
Al menos una rama entera de las matemticas ms prestigiosas, la teora de los grafos sig-
nados, fue inventada por Frank Harary (1954) para resolver un problema de dinmica de
grupos en psicologa social que estaba investigando junto a Dorwin Cartwright. Que los
112
Esto es, la regla de crecimiento proporcional del economista Robert Gibrat [1904-1980], la cual esta-
blece que el cambio proporcional en el crecimiento de una empresa es el mismo en todos los casos, inde-
pendientemente de su dimensin. La ley de Gibrat se aplica tambin a las ciudades y puede dar lugar a una
distribucin de tamaos que satisface la ley de Zipf (la cual, como ya hemos visto, es una ley de potencia).
Algunos autores han encontrado sin embargo que la distribucin del crecimiento de firmas recientes se a-
proxima a una distribucin lognormal, lo cual induce a creer que las empresas ms pequeas tienen un po-
tencial de crecimiento mayor que las empresas mayores (Almus 2004). Ultimamente se ha aclarado la difi-
cultad de distinguir entre las distribuciones de Pareto y lognormal y se ha zanjado la discusin... a favor de
la primera (Malevergne, Pisarenko y Sornette 2009).
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
333
grafos signados hayan sido re-descubiertos muchas veces en varias disciplinas, o que se
los encuentre por doquier en teora topolgica de grafos, en teora de grupos o hasta en el
modelo de Ising en mecnica estadstica no debe llamar a engao: la iniciativa naci, ro-
tundamente, en una ciencia social (Zaslavsky y Pratt 1998). Sin contar, por cierto, con el
hecho de que aunque los diagramas avunculares de Lvi-Strauss distan mucho de ser gra-
fos formalmente prolijos y aunque yo mismo los he impugnado con acrimonia y lo segui-
r haciendo, la idea de grafo signado ya estaba nsita en ellos tan temprano como en agos-
to de 1945, unos nueve aos antes que en cualquier otra disciplina.
Ejemplos como stos abundan no slo en el viejo registro histrico sino y sobre todo en
las crnicas recientes de la transdisciplina. En el largo intercambio entre las ciencias a
uno y otro lado de la divisoria nunca antes se tuvo a la mano una lectura de semejante
contundencia. Por eso es que no cabe resignarse a que entre las ciencias se perpete un
extraamiento que es hoy ms profundo que el que ha mediado entre cualesquiera realida-
des culturales. Ms all de sus fallas y retrocesos, la antropologa, en particular, puede a-
portar a las perspectivas que se estn abriendo su sensibilidad nica para interrogar diver-
sidades, su prctica en la bsqueda y reconocimiento de pautas que conectan elementos
dispares, su tolerancia a la convivencia de visiones alternativas, sus hbitos de puesta en
crisis de los propios supuestos, su orientacin comparativa, su experiencia en la integra-
cin de discursos que se rigen por lgicas disonantes, su vocacin irrenunciable a poner
los pies en el terreno y hasta la necesidad de recuperar para s el protagonismo perdido en
el dilogo entre las disciplinas.
Para finalizar, no quisiera dejar de lado el tema de las aristas polticas del asunto. Sin -
nimo de dramatizar, est claro que el campo de las redes sociales es uno de los muchos en
los cuales est en juego (y tiene oportunidad de manifestarse) la relevancia que podra te-
ner la antropologa en la comprensin de la dinmica del mundo actual. Saber, por ejem-
plo, cul es la distancia geodsica entre George W. Bush y Osama Bin Laden (o la dada
que sea), o determinar qu es lo que debe hacerse para tornar insostenible o impulsar con
efectividad la difusin de un virus, un rumor, una campaa, una moda, un secreto diplo-
mtico o una poltica de cooptacin, o cmo debe actuarse para la puesta en valor de un
recurso o para hacer que colapse un sistema, todo esto es cualquier cosa menos trivial.
Algunos personajes emergentes difciles de catalogar han hecho fama y fortuna en este
campo, brindando servicios de consultora cuyo valor oscila, a ojos vista, en un rango que
va de la razonabilidad a la estafa, con un leve nfasis en esto ltimo. Uno de los ms co-
nocidos entre los gures reticulares del momento es Valdis Krebs, quien ha examinado a
la luz de estas ideas la posibilidad de desentraar la organizacin de Al Qaeda. No impli-
co que Krebs (cuya solvencia tcnica es manifiesta) encarne el ejemplo a seguir, ni que
las ciencias sociales devendrn un nuevo semillero de orculos, pero lo cierto es que esta-
mos ms cerca que antes de comprender algunos mecanismos que pueden resultar impor-
tantes en el corto plazo y que esta capacidad no slo tiene importancia conceptual sino
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
334
tambin fuerza poltica y valor de mercado. Esta nueva comprensin, concomitante a nue-
vas posibilidades prcticas, puede servir a los buenos y a los malos usos, como indepen-
dientemente ha concluido tambin Jorge Miceli (2010).
La figura 19.2 muestra un ejemplo incluido en Network Workbench ilustrando en forma
de grafo radial la red del 11 de setiembre, un recurso didctico que al lado del grfico log-
log del nmero de atentados versus su magnitud se ha tornado habitual en ensayos y pie-
zas de software, y que no estoy seguro de saber cmo interpretar (Sageman 2004; Clauset
y Young 2005; Jonas y Harper 2006; Clauset, Young y Gleditch 2007; Johnson y otros
2006; Sageman 2008; Yang y Sageman 2009). La hermenutica que salta a la cara es que
con los recursos que se ofrecen hasta el horror se domestica, y que para un instrumento
que se siente fuerte para acometer semejante desafo resultar trivial dar cuenta de las fa-
milias florentinas, los mineros de Kapferer, el club de karate de un pueblo de provincias o
el problema sociocultural de orden cotidiano que se le ponga por delante. La diversidad
sin duda resalta la generalidad y la fuerza del modelo; pero la pedagoga luce un poco
drstica.
Figura 19.2 Red de complotados del 11 de setiembre Generado por el autor en Network Workbench
Como sea, hay quien asegura que se ha llegado a saber bastante sobre la organizacin de
grupos de terror o como se los llame; por lo pronto, dicen, esos grupos no constituyen pe-
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
335
queos mundos ni se configuran segn distribuciones independientes de escala: entre los
19 miembros del atentado del 11 de setiembre, el nmero promedio de pasos era de 4,5,
una cifra muy grande para una red tan pequea (Csermely 2006: 208). Tambin se estima
que los atentados terroristas, igual que las guerras en el modelo de Richardson, obedecen
a una distribucin de ley de potencia, y que si dicho patrn no es alterado sustancialmente
cabe una alta posibilidad de un atentado de igual o mayor severidad que el de las Torres
Gemelas para algn da del ao 2012 (Clauset y Young 2005; Csermely 2006: 209). Pero
no suena esto demasiado parecido, fecha crtica inclusive, a las profecas de los Mayas,
de Nostradamus o del History Channel sobre el prximo apocalipsis?
Quien dice terrorismo dice adems trfico de sustancias ilegales, de rganos, de nios y
de armas, redes de drenaje en zonas inundables, redes de tratamiento de residuos al filo
del desastre ecolgico, redes de transporte masivo en megpolis sumidas en el colapso,
redes de prostitucin infantil y de trata de blancas, redes del crimen organizado y de ges-
tin de las fuerzas de choque, redes inculpadas por la muerte en la maquila, por los falsos
positivos y por la desaparicin de personas en ms lugares de lo que es posible enumerar;
y, en ltimo lugar pero sin detrimento, tambin dice asesoramiento profesional de alto
nivel sobre esos tpicos y otros ms: la puesta en venta de las claves de la condicin pos-
moderna, la globalizacin, la galaxia informtica, el control poltico, el mercado virtual,
el retorno de inversin, el planeamiento sostenible, la civilizacin del twitting, las tcni-
cas que hacen posible un WikiLeaks o lo que devenga urgente poner en primer plano (Ba-
ker y Faulkner 1993; Xu y Chen 2005a; 2005b).
Tal vez haya una pizca de oportunismo en la eleccin de estos temas por parte de los ofe-
rentes, o un componente de apuesta de alto rdito y riesgo mnimo en las predicciones f-
cilmente olvidables que cada tanto salen a la luz. Aunque no faltan unos cuantos trabajos
acadmicos serios y los temas en s no carezcan de legitimidad, tal vez lo esencial de la
tctica no conste en los textos que se escriben sino que se insina entre lneas, en el plano
del metamensaje: las redes y la complejidad estn en todas partes; no hay nada que no sea
complejo y reticular; los tcnicos de redes complejas tienen (tenemos) las claves de lo que
realmente cuenta, y conocemos las pautas que conectan los campos del saber, los mtodos
que permiten ligar, al fin, la prctica con la teora, los regmenes axiomticos con la soste-
nibilidad, el xito material con la eficacia simblica.
Honestamente no s si esa literatura de lo tremendo juega este juego de insinuaciones o si
slo lo parece. Tambin ignoro si estos casos exhiben una versin apenas un poco ms
teatral de un gesto de engreimiento y propaganda que subyace de manera inevitable a to-
do posicionamiento en materia de teora, mtodos y tcnicas. No ser yo quien lo dicta-
mine. Cada quien decidir qu carcter darle y a qu propsito servir con las capacidades
de diagnstico y las promesas de intervencin que acompaan a esta ciencia, en una di-
mensin que constituye, yendo un poco ms all de la docena planeada al principio del
ensayo, el desafo de ms alta criticalidad entre los que hemos discutido hasta ahora.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
336
Referencias bibliogrficas
Abed, Eyad H. (compilador). 2005. Advances in control, communication networks, and
transportation systems. In honor or Pravin Varaiya. Boston-Basilea-Berln, Birkhuser.
Abell, Peter.1970. The structural balance of the kinship systems of some primitive peoples. En:
M. Lane (compilador), Structuralism. Nueva York, Basic Books, pp. 359-366.
Abraham, Ajith, Aboud-Ella Hassanien y Vclav Snel (compiladores). 2010. Computational
social network analysis: Trends, tools and research advances. Londres, Springer Verlag
London.
Aczel, Peter, David Israel, Yasuhiro Katagiri y Stanley Peters (compiladores). 1993. Situation
theory and its applications. Stanford, Center for the Study of Language and Information.
Adams, Richard Newbold. 1978. La red de la expansin humana, Mxico, La Casa Chata.
Adams, Richard Newbold. 1983 [1975]. Energa y estructura. Una teora del poder social.
Mxico, Fondo de Cultura Econmica.
Adams, Richard Newbold. 2001. El octavo da. La evolucin social como autoorganizacin de la
energa. Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana.
Afshar, M. H. 2006. Application of a genetic algorithm to storm sewer network optimization.
Scientia Iranica, 13(3): 234-244.
Afshar, M. H. 2009. Application of a compact genetic algorithm to pipe network optimization
problems. Scientia Iranica. Transaction A: Civil Engineering, 16(3): 264-271.
Agosta, Federica, Roland Henry, Raffaella Migliaccio, John Neuhaus, Bruce Miller, Nina
Dronkers, Simona Brambati, Massimo Filippi, Jennifer Ogar, Stephen Wilson y Maria Luisa
Gorno-Tempini. 2009. Language networks in semantic dementia. Brain, 133(1): 286-299.
Ahmed, Akbar y Chris Shore. 1995. The future of anthropology: Its relevance to the
contemporary world. Londres, Athlone.
Ahuja, Ravindra, Thomas Magnanti y James Orlin. 1993. Network flows: Theory, algorithms, and
applications. Upper Saddle River, Prentice-Hall.
Aiello, Marco, Ian E. Pratt-Hartmann y Johan F. A. K. van Benthem (compiladores). 2007.
Handbook of spatial logics. Dordrecht, Springer.
Akiyama, Jin, Yoshimi Egawa y Hikoe Enomoto. 1986. Graph theory and applications.
Amsterdam, North-Holland.
Akiyama, Jin, William Chen, Mikio Kano, Xueliang Li y Qinglin Yu (compiladores). 2005.
Discrete theory, combinatorics, and graph theory, 7
th
China-Japan Conference, CJDGCGT
2005, Tianjin-Xian, China, noviembre, Berln-Heidelberg, Springer.
Alander, Jarmo. 2009. An indexed bibliography of genetic algorithms in civil, structural, and
mechanical engineering. Universidad de Vaasa, Report Series, n 94-1-CIVIL,
http://garbo.uwasa.fi/pub/pub/cs/report94-1/gaCIVILbib.pdf. Visitado en enero de 2011.
Alba, Richard A. 1982. Taking Stock of Network Analysis: A Decades Results. Research in
the Sociology of Organizations, 1: 39-74.
Albert, Rka y Albert-Lszl Barabsi. 2002. Statistical mechanics of complex networks.
Review of modern physics, 74: 47-97.
Aldous, Joan y Murray Straus. 1966. Social networks and conjugal roles: A test of Botts
hypothesis. Social Forces, 44(4): 576-580.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
337
Aldous, Joan y Robin Wilson. 2000. Graphs and applications: An introductory approach.
Londres, Springer Verlag.
Alkemade, Floortje. 2004. Evolutionary agent-based economics. Eindhoven, Technische
Universiteit, IPA Dissertation Series 2004-15. http://alexandria.tue.nl/extra2/200412820.pdf.
Visitado en marzo de 2008.
Alkemade, Floortje y Carolina Castaldi. 2005. Strategies for the diffusion of innovations on
social networks. Computational Economics, 25(1-2): 3-23.
Almus, Matthias. 2004. Testing Gibrats law for young firms: Empirical results for West
Germany. Small Business Economics, 15(2): 1-12.
Alon, Uri. 2006. An Introduction to Systems Biology: Design Principles of Biological Circuits.
Boca Raton, Chapman & Hall/CRC.
Amaral, L. A. N. y J. M. Ottino. 2004. Complex networks: Augmenting the framework for the
study of complex systems. European Physical Journal B, 38: 147-162.
Anderson, Michael (compilador). 1971. Sociology of the family. Harmondsworth, Penguin.
Antiqueira, Lucas, Maria das Graas Nunes, Osvaldo N. Oliveira y Luciano da F. Costa. 2006.
Strong correlations between text quality and complex network features. Physica A:
Statistical and Theoretical Physics, 373: 811-820.
Anton, Howard y Chris Rorres. 2005. Elementary linear algebra. Applications version. 9
a
edicin,
Nueva York, Wiley.
Appel, Kenneth y Wolfgang Haken. 1977. Every planar map is four colorable. Part I:
Discharging. Illinois Journal of Mathematics, 21: 429-490..
Appel, Kenneth, Wolfgang Haken y John Koch. 1977. Every planar map is four colorable. Part
II: Reducibility. Illinois Journal of Mathematics, 21: 491-567.
Arcangelis, Lucilla de y Hans J. Hermann. 2002. Self-organized criticality on small-world
networks. Physica A, 308: 545-549, cond-mat/0110231.
Armstrong, Scott. 2007a. Significance tests harm progress in forecasting. International Journal
of Forecasting, 23: 321-327.
Armstrong, Scott. 2007b. Statistical significance tests are unnecessary even when properly
done. International Journal of Forecasting, 23: 335-336.
Arnold, Ludwig. 1967. On the asymptotic distribution of the eigenvalues of random matrices.
Journal of mathematical analysis and applications, 20: 262-268.
Arrow, Kenneth. 1950. A difficulty in the concept of social welfare. Journal of Political Eco-
nomy, 58(4): 328-346.
Ascher, Marcia. 1988. Graphs in cultures: A study in ethnomathematics. Historia mathematica,
15(3): 201-227.
Ascher, Marcia. 1991. Ethnomathematics: A multicultural view of mathematical ideas. Boca
Raton, Chapman & Hall/CRC.
Ascher, Marcia. 2005. Malekula sand tracing: A case in ethnomathematics. Proceedings of
BRIDGES: Mathematical connections in art, music and science, pp. 57-64.
Ashlock, Daniel (compilador). 2006. Evolutionary computation for modeling and optimization.
Nueva York, Springer Science+Business Media.
Ashworth, Michael y Kathleen M. Carley. 2003. Critical Human Capital. Carnegie Mellon,
Pittsburgh, CASOS Working Paper.
Assayag, Gerard, Hans Georg Feichtinger y Jos Francisco Rodrigues (compiladores). 2002.
Mathematics and music. A Diderot Mathematical Forum. Berln y Heidelberg, Springer.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
338
Atkins, John. 1966. Revisin de Applications of graph theory to group structure de Claude
Flament. American Anthropologist, 68(6): 1583-1584.
Auerbach, Felix. 1913. Das Gesetz der Bevlkerungskonzentration. Petermanns
Geographische Mitteilungen, 59: 74-76.
Austin, T. L., R. E. Fagen, W. F. Penney y John Riordan. 1959. The number of components of
random linear graphs, Annals of Mathematical Statistics, 30: 747-754.
Awtuch, Anna. 2009. Spatial order and security: Case study of two housing estates. Procee-
dings of the 7
th
Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp. 005.1-005.10.
Axtell, Robert. 2001. Zipf distribution of U.S. firm sizes. Science, 293: 1818-1820.
Bck, Thomas, David Fogel y Zbigniew Michalewicz (compiladores). 1997. Handbook of evolu-
tionary computation. Oxford, Oxford University Press.
Bck, Thomas, David Fogel y Zbigniew Michalewicz (compiladores). 2000a. Evolutionary
computation 1: Basic algorithms and operators. Bristol y Filadelfia, Institute of Physics
Publishing.
Bck, Thomas, David Fogel y Zbigniew Michalewicz (compiladores). 2000b. Evolutionary
computation 2: Advanced algorithms and operators. Bristol y Filadelfia, Institute of Physics
Publishing.
Bahr, David B. y Eve Passerini. 1998a. Statistical mechanics of opinion formation and collective
behavior: Micro-sociology. Journal of Mathematical Sociology, 23(1): 1-27.
Bahr, David B. y Eve Passerini. 1998b. Statistical mechanics of collective behavior: Macro-
sociology. Journal of Mathematical Sociology, 23: 29-49
Bak, Per. 1994. Self-organized criticality: A holistic view of nature. En: G. Cowan, D. Pines y
D. Meltzer (compiladores), Complexity: Metaphors, Models, and Reality, Santa Fe Institute
Studies in the Sciences of Complexity, Vol. 19, Reading, Addison-Wesley, pp. 477495.
Bak, Per. 1996. How Nature Works: The Science of Self-Organized Criticality. Nueva York,
Springer.
Bak, Per y Kan Chen. 1991. Self-organized criticality. Scientific American, 264(1): 4653.
Bakan, David. 1966. The test of significance in psychological research. Psychological Bulletin,
66: 423-437.
Baker, Wayne E. y Robert R. Faulkner. 1993. The Social Organization of Conspiracy: Illegal
Networks in the Heavy Electrical Equipment Industry. American Sociological Review, 58:
83760.
Balakrishnan, Narayanaswami y Valery B. Nevzorov. 2003. A primer on statistical distributions.
Hoboken, Wiley.
Balakrishnan, V. K. 1997. Theory and problems of graph theory. Londres, McGraw-Hill.
Balanov, Alexander, Natalia Janson, Dmitry Postnov y Olga Sosnovtseva. 2009. Synchronization:
From simple to complex. Berln-Heidelberg, Springer.
Ballard, Dana. 1997. An introduction to natural computation. Cambridge (USA), The MIT Press.
Ballonoff, Paul. 1974. Structural statistics: Models relating demography and social structure with
applications to Apache and Hopi. Social biology, 20: 421-426.
Baltz, Andreas y Lasse Kliemann. 2005. Spectral analysis. En: U. Brandes y T. Erlebach
(compiladores), Op. cit., pp. 373-416.
Banerjee, Anirban y Jrgen Jost. 2009. Spectral characterization of network structures and
dynamics. En: N. Ganguly, A. Deutsch y A. Mukherjee (compiladores), Op. cit., pp. 117-
132.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
339
Bang-Jensen, Jrgen y Gregory Gutin. 2009. Digraphs: Theory, algorithms and applications. 2
a
edicin, Londres, Springer.
Banning, Edward B. 1996. Houses, compounds, and mansions in the prehistoric Near East. En:
G. Coupland y E. B. Banning (compiladores), People who lived in big houses: Archaeolo-
gical perspectives on large domestics structures. Monographs in World Archaeology 27,
Madison, Prehistory Press, pp. 165-185.
Banning, Edward B. y Brian F. Byrd. 1989. Alternative approaches for exploring Levantine
neolithic architecture. Palorient, 15: 154-160.
Barabsi, Albert-Lszl. 2000. Topology of evolving networks: Local events and universality.
arXiv:cond-mat/0005085v1, http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0005085. Visitado en abril de
2010.
Barabsi, Albert-Lszl. 2003. Linked: How everything is connected to everything else and what
it means. Nueva York, Plume Books.
Barabsi, Albert-Lszl y Rka Albert. 1999. Emergence of scaling in random networks.
Science, 286(5440): 509512.
Barabsi, Albert-Lszl y Eric Bonabeau. 2003. Scale-free networks. Scientific American,
288(5): 50-59.
Barbosa de Almeida, Mauro W. 1990. Symmetry and Entropy: Mathematical metaphors in the
work of Lvi-Strauss. Current Anthropology, 31(4): 367-385.
Barbosa de Almeida, Mauro W. 1992. On Turner on Lvi-Strauss. Current Anthropology,
33(1): 60-63.
Barbosa, lvaro. 2003. Displaced soundscapes: A survey of network systems for music and
sonic art creation. Leonardo Music Journal, 13: 53-59.
Bari, Ruth y Frank Harary (compiladores). 1974. Graphs and combinatorics. Proceedings of the
Capital Conference on Graph Theory and Combinatorics at the George Washington
University. Berln-Heidelberg-Nueva York, Springer.
Barkowsky, Thomas, Marcus Knauff, Grard Ligozat y Daniel R. Montello (compiladores). 2006.
Spatial cognition: Reasoning, action, interaction. Berln, Heidelberg y Nueva York,
Springer.
Barnard, Alan. 2004. History and theory in Anthropology. Cambridge, Cambridge University
Press.
Barnes, John Arundel. 1954. Class and Committees in a Norwegian Island Parish. Human
Relations, 7(1): 39-58.
Barnes, John Arundel. 1969. Networks and political processes. En: J. C. Mitchell (compilador),
Op. cit., pp. 51-76.
Barnes, John Arundel. 1972. Social networks. Module in Anthropology n 26. Reading, Addison-
Wesley.
Barnes, John Arundel. 1974a. Revisin de J. Boissevain y J. C. Mitchell (compiladores), Op. cit.
Man, nueva serie, 9(3): 497-499.
Barnes, John Arundel. 1974b. Revisin de J. Boissevain, Op. cit. The American Journal of
Sociology, 8(6): 1542-1544.
Barnes, John Arundel. 1980. Kinship studies: Some impressions of the current state of play.
Man, n. s., 15: 293-303.
Barnes, John Arundel. 1984. Modelling: For real or for fun?. Second Annual Sunbelt Network
Conference. Tampa, 12 de febrero.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
340
Barnette, David. 1983. Map coloring, polyhedra, and the four-color problem. Washington, D. C.,
Mathematical Association of America.
Barry, Laurent. 2000. Argument. LHomme, 154-155: 9-20.
http://lhomme.revues.org/index19.html. Visitado en abril de 2010.
Barth, Fredrik. 1992. Towards greater naturalism in conceptualizing society. En: A. Kuper
(compilador), Conceptualizing society. Londres, Routledge, 17-33.
Barthlemy, Marc y Alessandro Flammini. 2008. Modeling urban street patterns.
arXiv:0708.4360v1. Physical Review Letters, 100(13), 138702
Basch, Linda, Lucie Wood Saunders, Jagna Wojcicka Sharf y James Peacock (compiladores).
1999. Transforming academia: Challenges and opportunities in an engaged anthropology.
American Ethnological Society Monograph Series. Washington, American Anthropological
Association.
Bashkow, Ira, Matti Bunzl, Richard Handler, Andrew Orta y Daniel Rosenblatt. 2004. A new
boasian anthropology: Theory for the 21
st
Century. American Anthropologist, 106(3): 433-
434.
Bateson, Gregory. 1936. Naven. Cambridge, Cambridge University Press.
Bateson, Gregory. 1980. Espritu y naturaleza. Buenos Aires, Amorrortu.
Bateson, Gregory. 1985 [1972]. Pasos hacia una ecologa de la mente. Buenos Aires, Carlos
Lohl.
Bateson, Gregory. 1991. Sacred unity: Further steps to an ecology of mind. Nueva York, Harper
Collins.
Baudrillard, Jean. 1980 [1973]. El espejo de la produccin. Mxico, Gedisa.
Bavelas, Alexander. 1948. A mathematical model for group structures. Applied Anthropology,
7(1): 16-30. [Traduccin castellana: Un modelo matemtico para las estructuras del grupo.
En: Alfred G. Smith (compilador), Comunicacin y cultura, vol. 2, Buenos Aires, Nueva
Visin, 1977, pp. 91-98].
Bavelas, Alexander. 1950. Communication patterns in task orientated groups. Journal of the
Acoustical Society of America, 22: 271288.
Bax, Mart. 1999 [1977]. Figuration Analysis: A Better Perspective for Networker; With an
Illustration from Ireland. American Quarterly, 56(4): 221-230, diciembre. Citado en Susan
Graham (1981: 112) [errneamente?] como Network structuralists and network actionists:
An old dichotomy under a new cover (1977).
Baxter, Michael J. 1994. Exploratory multivariate analysis in archaeology. Edinburgo, Edinburgh
University Press.
Bazaraa, Mokhtar y John Jarvis. 1977. Linear programming and network flows. Nueva York,
John Wiley & Sons.
Bazaraa, Mokhtar, Hanif Sherali y C. M. Shetty. 2006. Nonlinear programming: Theory and
algorithms. 3
a
edicin, Hoboken, Wiley Interscience.
Beineke, Lowell y Robin Wilson (compiladores). 2004. Topics in algebraic graph theory.
Cambridge, Cambridge University Press.
Bell, Michael (compilador). 1998. Transportation networks: Recent methodological advances.
Amsterdam, Elsevier Science.
Beltrami, E. y L. Bodin. 1973. Networks and vehicle routing for municipal waste collection.
Networks, 4: 65-94.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
341
ben-Avraham, Daniel y Shlomo Havlin. 2000. Diffusion and reaction in fractals and disordered
systems. Cambridge, Cambridge University Press.
Bender-deMoll, Skye y Daniel A. McFarland. 2006. The art and science of dynamic network
visualization. Journal of Social Structure, 7(2),
http://www.cmu.edu/joss/content/articles/volume7/deMollMcFarland.
Benedikt, Michael. 1979. To take hold of space: isovists and isovist fields. Environment and
Planning B: Planning and Design, 6: 47-65.
ben-Menahem, Ari. 2009. Historical encyclopedia of natural and mathematical sciences. Berln,
Heidelberg y Nueva York, Springer.
Bentley, Peter y David Corne (compiladores). 2002. Creative evolutionary systems. San Diego,
Academic Press.
Berge, Claude. 1963. Perfect graphs. En: Six papers on graph theory. Calcutta, Indian
Statistical Institute, pp. 1-21.
Berge, Claude. 1968. Principes de combinatoire. Pars, Dunod.
Berge, Claude. 1973. Graphs and hypergraphs. Nueva York, American Elsevier.
Berge, Claude. 1991. Graphs. 3
a
edicin revisada, Amsterdam, North Holland.
Berkowitz, Stephen. 1982. An introduction to structural analysis: The network approach to social
research. Toronto, Butterworth.
Berkson, Joseph. 1938. Some difficulties of interpretation encountered in the applications of the
chi-square test. Journal of the Americal Statistical Association, 33(203): 526-542.
Berliner, Joseph. 1962. The feet of natives are large: An essay on anthropology by an
economist. Current Anthropology, 3(1): 47-77.
Bernard, Russell. 1995. Research methods in anthropology. Qualitative and quantitative
approaches. Walnut Creek, Altamira Press.
Bernard, Russell (compilador). 1998. Handbook of methods of cultural anthropology. Walnut
Creek, Altamira Press.
Bernard, Russell, Gene Ann Shelley y Peter Killworth. 1987. How much of a Network does the
GSS and RSW dredge up?. Social Networks, 9: 49-63.
Bernard, Russell. 2006. "Honoring Peter Killworth's contribution to social network theory."
Trabajo presentado en la Universidad de Southampton, setiembre,
http://nersp.osg.ufl.edu/~ufruss/. Visitado en abril de 2010.
Bernot, Marc, Vicent Caselles y Jean-Michel Morel. 2009. Optimal transportation networks:
Models and theory. Berln y Heidelberg, Springer.
Bertuglia, Cristoforo Sergio y Franco Vaio. 2005. Nonlinearity, chaos, and complexity: The
dynamics of natural and social systems. Oxford, Oxford University Press.
Bharati, Akshar, Vineet Chaitanya y Rajeev Sangal. 1995. Natural language processing: A
Paninian perspective. Nueva Delhi, Prentice-Hall of India Private Ltd.
Bianconi, Ginestra y Albert-Lszl Barabsi. 2001a. Competition and multiscaling in evolving
networks. EuroPhysics Letters, 54(4): 436-442.
Bianconi, Ginestra y Albert-Lszl Barabsi. 2001b. Bose-Einstein condensation in complex
networks. Phys. Review Letters, 86: 5632. http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0011224. Visitado
en abril de 2010.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
342
Biemann, Chris, Monojit Choudhury y Animesh Mukherjee. 2009. The syntax is from Mars
while semantics from Venus! Insight from spectral analysis of distributional similarity
networks. Proceedings of the ACL-IJCNLP 2009 Conference Short Papers, Association for
Computational Linguistics. http://www.aclweb.org/anthology/P/P09/P09-2062.pdf. Visitado
en abril de 2010.
Biemann, Chris, Irina Matveeva, Rada Mihalcea, y Dragomir Radev (compiladores). 2007.
Proceedings of the Second Workshop on TextGraphs: Graph-Based Algorithms for Natural
Language Processing. Rochester, Association for Computational Linguistics.
Biemann, Chris y Uwe Quasthoff. 2009. Networks generated by natural language texts. En: N.
Ganguly y otros (compiladores), Op. cit., pp. 167-188.
Biggs, Norman. 1974. Algebraic graph theory. Cambridge, Cambridge University Press.
Biggs, Norman, E. Keith Lloyd y Robin J. Wilson. 1983. Graph theory, 1736-1936. Oxford,
Oxford University Press.
Bykolu, Trker, Joseph Leydold y Peter Stadler. 2007. Laplacian eigenvectors of graphs:
Perron-Frobenius and Faber-Krahn type theorems. Berln-Heidelberg, Springer Verlag.
Blair, Douglas y Robert Pollack. 1999. La logique du choix collectif. Pour la Science
Dossier: Les mathmatiques sociales, Julio, pp. 82-89.
Blanchard, Philippe y Tyll Krger. 2008. The Cameo principle and the origin of scale-free
graphs in social networks. http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0302611v2. Visitado en mayo de
2010.
Blanchard, Philippe y Dimitri Volchenkov (compiladores). 2009. Mathematical analysis of urban
spatial networks. Berln y Heidelberg, Springer.
Blasius, Bernd, Jrgen Kurths y Lewi Stone. 2007. Complex population dynamics: Nonlinear
modeling in ecology, epidemiology and genetics. Singapur, World Scientific.
Bloch, Maurice. 1973. Review de Rodney Needham, Rethinking kinship and marriage. The
British Journal of Sociology, 24(3): 390-391.
Blum, Christian, Mara Jos Blesa Aguilera, Andrea Roli y Michael Sampels (compiladores).
2008. Hybrid metaheuristics: An emerging approach to optimization. Berln y Heidelberg,
Springer-Verlag.
Boccaletti, Stefano. 2008. The synchronized dynamics of complex systems. Amsterdam, Elsevier.
Boccaletti, Stefano, Vito Latora, Yamir Moreno, Mario Chavez, Dong-Uk Hwang. 2006.
Complex networks: Structure and dynamics. Physics Reports, 424: 175-308.
Bogu, Marian, Romualdo Pastor-Satorras y Alessandro Vespignani. 2002. Absence of
epidemic threshold in scale-free networks with connectivity correlations. Preprint cond-
mat/0208163. http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0208163. Visitado en abril de 2010.
Boissevain, Jeremy. 1974. Friends of friends: Networks, manipulators and coalitions. Nueva
York, St. Martins Press.
Boissevain, Jeremy. 1979. Network analysis: A reappraisal. Current Anthropology, 20(2): 392-
394.
Boissevain, Jeremy y J. Clyde Mitchell. 1973. Network analysis: Studies in human interaction. La
Haya, Mouton.
Bollobs, Bla. 1993. The future of graph theory, en J. Gimbel, J. Kennedy y L. Quintas
(compiladores), Op. cit., pp. 5-11.
Bollobs, Bla. 1998. Modern graph theory. Nueva York, Springer Verlag.
Bollobs, Bla. 2001. Random graphs. 2
a
edicin, Cambridge, Cambridge University Press.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
343
Bollobs, Bla. 2002. The Erds-Rnyi theory of random graphs. En Gbor Halsz, Lszl
Lovsz, Mikls Simonovits y Vera Ss (compiladores), Paul Erds and his mathematics II.
Berln, Springer.
Bollobs, Bla. 2004. Extremal graph theory. Nueva York, Dover.
Bollobs, Bla y Oliver Riordan. 2003. Mathematical results on scale-free random graphs. En:
S. Bornholdt y H. G. Schuster (compiladores), Op. cit., pp. 1-34.
Bollobs, Bla y Oliver Riordan. 2006. Percolation. Cambridge, Cambridge University Press.
Bna, Mikls. 2006. A walk through combinatorics: An introduction to enumeration and graph
theory. Singapur, World Scientific.
Bonacich, Philip. 1978. Using boolean algebra to analyze overlapping memberships.
Sociological methodology, 9: 101-115.
Bonacich, Philip. 1987. Power and centrality: A family of measures. Americal Journal of
Sociology, 92: 1170-1182.
Bonacich, Philip y Maureen McConaghy. 1980. The algebra of blockmodeling. Sociological
methodology, 11: 489-532.
Bonanno, Anthony, Tancred Gouder, Caroline Malone y Simon Stoddart.1990. Monuments in an
island society: The Maltese context. World Archaeology, 22(2): 189-205.
Bonchev, Danail y Dennis Rouvray. 1991. Chemical graph theory. Introduction and
fundamentals. Amsterdam, OPA.
Bondy, John Adrian y U. S. R. Murty. 1976. Graph theory with applications. Nueva York, North-
Holland.
Boorman, Scott y Phipps Arabie. 1980. Algebraic approaches to the comparison of concrete
social structures represented as networks: Reply to Bonacich. The American Journal of
Sociology, 86(1): 166-174.
Borgatti, Stephen. 2006. Identifying sets of key players in a network. Computational,
Mathematical and Organizational Theory, 12: 21-34.
Borgatti, Steve y Martin Everett. 1999. Models of core/periphery structures. Social Networks,
21: 375395.
Borgatti, Steven y Martin Everett. 2006. A graph-theoretic perspective in centrality. Social Net-
works, 8(4): 466-484.
Borgatti, Steve, Martin Everett y Linton Clarke Freeman. 2002. Ucinet for Windows: Software for
Social Network Analysis. Harvard, Analytic Technologies.
Bornholdt, Stefan y Hans Georg Schuster (compiladores). 2003. Handbook of graphs and
networks. From the genome to the Internet. Weinheim, Wiley.
Borovik, Alexandre. 2007. Mathematics under the microscope: Notes on cognitive aspects of
mathematical practice. Creative Commons, http://eprints.ma.man.ac.uk/844/. Visitado en
abril de 2010.
Bortkiewicz, Ladislaus von. 1898. Das Gesetz der Kleinen Zahlen. Leipzig, Teubner.
Bott, Elizabeth. 1957. Family and Social Network: Roles, norms and external relationships in
ordinary urban families. Londres, Tavistock.
Bott, Elizabeth. 1971. Family and Social Network: Roles, norms and external relationships in
ordinary urban families. 2
a
edicin, Londres, Tavistock.
Bouquet, Mary. 1993. Reclaiming british kinship: Portuguese refractions of british kinship
theory. Manchester, Manchester University Press.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
344
Bouquet, Mary. 2001. Genealogy in anthropology. En: N. Smelser y P. Baltes (compiladores),
Op. cit., pp. 6029-6032.
Bourdieu, Pierre. 1977. Outline of a theory of practice. Oxford, Oxford University Press.
Bourdieu, Pierre. 1982. Leon sur la leon. Pars, ditions du Minuit.
Bourdieu, Pierre. 1984. Homo academicus. Pars, ditions du Minuit.
Bourdieu, Pierre. 1985. The genesis of the concepts of habitus and of field. Sociocriticism, 2:
11-24.
Bourdieu, Pierre. 1990 [1980]. The logic of practice. Stanford, Stanford University Press.
Bourdieu, Pierre. 1993. La lgica de los campos. Zona Ergena, 16, http://pierre-
bourdieu.blogspot.com/2006/07/la-lgica-de-los-camposentrevista.html. Visitado en abril de
2009.
Bourdieu, Pierre. 2001. Las estructuras sociales de la economa. Buenos Aires, Manantial.
Boudieu, Pierre. 2007 [1980]. El sentido prctico. Buenos Aires, Siglo XXI.
Bourdieu, Pierre y Loc J. D. Wacquant. 1992. Rponses: Pour une anthropologie rflxive. Pars,
Seuil.
Bourdieu, Pierre y Loc J. D. Wacquant. 2008 [1992]. Una invitacin a la sociologa reflexiva. 2
edicin, Buenos Aires, Siglo XXI.
Bourdieu, Pierre y Monique de Saint Martin. 1982. La sainte familie. Lpiscopate franais dans
le champ du pouvoir. Actes de la recherche en sciences sociales, 44-45: 2-53.
Box, George y Gwilym Jenkins. 1970. Time series analysis: Forecasting and control. San
Francisco, Holden-Day.
Boyd, John P. 1965. The algebra of group kinship. Journal of Mathematical Psychology, 6:
139-167.
Boyd, John, William Fitzgerald y Robert Beck. 2004. Computing core/periphery structures and
permutation tests for social relations data. Universidad de California en Irvine, Reporte,
http://www.imbs.uci.edu/tr/abs/2004/mbs04_13.pdf. Visitado en abril de 2009.
Bradley, Bruce. 1992. Excavations at Sand Canyon Pueblo. En: W. Lipe (compilador), The
Sand Canyon Archaeological Project, Occasional Paper 2, Cortez, Crow Canyon Archaeo-
logical Center.
Bradley, Bruce. 1993. Planning, growth, and functional differentiation at a prehistoric Pueblo: A
case study from SW Colorado. Journal of Field Archaeology, 20: 23-42.
Brameier, Markus y Wolfgang Banzhaf. 2007. Linear genetic programming. Nueva York/Berln,
Springer Science+Business Media.
Brandes, Ulrik y Dorothea Wagner. 1999. Contextual visualization of actor status in social
networks. Konstanzer Schriften in Mathematik und Informatik, n 104.
http://www.informatik.uni-konstanz.de/schriften. Visitado en abril de 2009.
Brandes, Ulrik y Thomas Erlebach (compiladores). 2005. Network analysis: Methodological foun-
dations. Berln, Springer Verlag.
Brandes, Ulrik, Patrick Kenis y Jrg Raab. 2006. Explanation through network visualization.
Methodology; 2(1): 16-23.
Brandes, Ulrik y Thomas Willhalm. 2002. Visualization of bibliographic networks with a
reshaped landscape metaphor. Konstanzer Schriften in Mathematik und Informatik, 170.
http://graphics.uni-konstanz.de/publikationen/. Visitado en julio de 2010.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
345
Branstdt, Andreas, Van Bang Le y Jeremy Spinrad. 2004. Graph classes: A survey. Filadelfia,
SIAM.
Brauer, Fred, Pauline van den Driessche y Jianhong Wu (compiladores). 2008. Mathematical
epidemiology. Berln y Heidelber, Springer-Verlag.
Breiger, Ronald, Kathleen Carley y Philippa Pattison (compiladores). 2003. Dynamic social
networks modeling and analysis. Washington, Committee of Human Factors, National
Research Council.
Broadbent, Simon R. y John Michael Hammersley. 1957. Percolation processes, 1. Crystals and
mazes. Proceedings of the. Cambridge Philosophical Society, 53: 629641.
Brooks, Frederick. 1975. The mytical man-month: Essays on software engineering. Reading,
Addison-Wesley.
Brsamle, Martin y Christoph Hlscher. 2007. How do humans interpret configuration?: To-
wards a spatial semantics. Proceedings, 6
th
International Space Syntax Symposium, stan-
bul, pp. 130.01-130.06.
Brown, James Robert. 1999. Philosophy of mathematics. An introduction to the world of proofs
and pictures. Londres, Routledge.
Brualdi, Richard. 2007. Combinatorial matrix theory. En: Leslie Hogben (compilador), Op. cit.,
pp.27.1-27.12.
Buchanan, Mark. 2002. Nexus: Small Worlds and the Groundbreaking Science of Networks.
Nueva York, Norton.
Buchler, Ira y Henry Selby. 1968. Kinship and social organization. Nueva York, Macmillan.
Bunke, Horst, Peter Dickinson, Miro Kraetzl y Walter Wallis. 2007. A graph-theoretic approach
to enterprise network dynamics. Boston-Basilea-Berln, Birkhuser.
Bunzl, Matti. 2005. Anthropology beyond crisis: Toward an intellectual history of the extended
present. Anthropology and Humanism, 30(2): 187-195.
Burns, Tom y G. M. Stalker. 1961. The management of innovation. Londres, Tavistock.
Burt, Ronald S. 1980. Models of network structure. Annual Review of Sociology, 6: 79-141.
Burt, Ronald S. 1987. Social contagion and innovation: Cohesion versus structural equivalence.
American Journal of Sociology, 92: 1287-1335.
Burt, Ronald S. 1992. Structural holes: The social structures of competition. Cambridge, Harvard
University Press.
Bustard, W. 1996. Space as place: Small and great house spatial organization in Chaco Canyon.
Disertacin de doctorado, Universidad de New Mexico en Albuquerque. Ann Arbor, UMI
Diseertation Services.
Cajori, Florian. 1993 [1928, 1929]. A history of mathematical notations. Nueva York, Dover.
Caldarelli, Guido y Alessandro Vespignani (compiladores). 2007. Large scale structure and
dynamics of complex networks: From information technology to finance and natural science.
Singapur, World Scientific.
Callon, M. 2001. Actor Network Theory. En: Neil Smelser y Paul Baltes (editores),
International Encyclopedia of the Social and Behavioral Sciences. Londres, Elsevier.
Calvo, Filipe y Kerry Chance. 2006. On the absence of the metaphysical field: An interview
with Marshall Sahlins. Exchange. University of Chicago,
http://ucexchange.uchicago.edu/interviews/sahlins.html. [Etnogrfica, X(2): 385-394].
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
346
Camazine, Scott, Jean-Louis Deneubourg, Nigel Franks, James Sneyd, Guy Theraulaz y Eric
Bonabeau. 2003. Self-organization in biological systems. Princeton, Princeton University
Press.
Campbell, Jamie (compiladora). 2005. Handbook of mathematical cognition. Nueva York,
Psychology Press.
Cano, Pedro, Oscar Celma y Markus Koppenberger. 2005. The topology of music
recommendation networks. arXiv:physics/0512266v1, http://arxiv.org/pdf/physics/0512266.
Visitado en abril de 2010.
Capasso, Vincenzo y Jacques Priaux (compiladores). 2000. Multidisciplinary methods for
analysis optimization and control of complex systems. Berln-Heidelberg-Nueva York,
Springer.
Caplow, Theodore. 1974. Dos contra uno: Teora de coaliciones en las tradas. Madrid, Alianza.
Capobianco, Michael y John Molluzzo. 1978. Examples and counterexamples in graph theory.
Nueva York, Elsevier-North Holland.
Capra, Fritjof. 1996. The web of life: A new scientific understanding of living systems. Nueva
York, Anchor Books. [Traduccin castellana: La trama de la vida. 5 edicin, Barcelona,
Anagrama, 2003].
Cardillo, Alessio, Salvatore Scellato, Vito Latora y Sergio Porta. 2005. Structural properties of
planar graphs of urban street patterns. arXiv:physics/0510162v1.
http://arxiv.org/pdf/physics/0510162. Visitado en abril de 2010.
Cardy, John. 1996. Scaling and renormalization in statistical physics. Cambridge, Cambridge
University Press.
Carey, Henry Charles. 1858. Principles of social science. Filadelfia, J. B. Lippincot.
http://socserv2.mcmaster.ca/~econ/ugcm/3ll3/. Visitado en mayo de 2010.
Carley, Kathleen. 2002. Summary of Key Network Measures for Characterizing Organizational
Architectures. Reporte indito, Carnegie Mellon University.
http://www.casos.cs.cmu.edu/publications/papers/MeasuresInfo.pdf. Visitado en abril de
2009.
Carpenter, Ann y John Peponis.2009. Poverty and connectivy: Crossing the tracks. Proceedings
of the 7
th
Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp.
Carroll, Michael. 1973. Applying Heiders theory of cognitive balance to Claude Lvi-Strauss.
Sociometry, 36(3): 285-302.
Carsten, Janet. 2004. After kinship. Cambridge, Cambridge University Press.
Carsten, Janet (compiladora). 2008. Cultures of Relatedness: New approaches in the study of
kinship. Cambridge, Cambridge University Press.
Cartwright, Dorwin y Frank Harary. 1956. Structural balance: A generalization of Heiders
theory. Psychological Review, 63: 277-292.
Caruso, F., V. Latora, A. Rapisarda y B. Tadi. 2004. The Olami-Feder-Christensen model on a
small-world topology. http://arxiv.org/abs/cond-mat/0507643. Visitado en abril de 2010.
Carvalho, Rui y Alan Penn. 2003. Scaling and universality in the micro-structure of urban
space. arXiv:cond-mat/0305164 v2.
http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.98.5415&rep=rep1&type=pdf.
Visitado en abril de 2010.
Carver, Ronald P. 1978. The case against statistical hypothesis testing. Harvard Educational
Review, 48: 378-399.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
347
Carver, Ronald P. 1993. The case against statistical significance testing, revisited. Journal of
Experimental Education, 61: 287-292.
Castells, Manuel (compilador). 2004. The network society: A cross-cultural perspective.
Cheltenham, Edward Elgar.
Castree, Noel. 2005. Nature. Londres y Nueva York, Routledge.
Catani, Marco, Derek Jones y Dominic ffitche. 2004. Perisylvian language networks of the
human brain. Annals of Neurology, 57(1): 8-16.
http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/ana.20319/pdf. Visitado en noviembre de 2010.
Cayley, Arthur. 1889. A theorem on trees. Quarterly Journal of Mathematics, 23: 376-378.
ern, V. 1985. A thermodynamical approach to the traveling salesman problem: an efficient
simulation algorithm. Journal of Optimization Theory and Applications, 45(1): 41-51.
Champernowne, David Gawen. 1953. A model of income distribution. Economic Journal, 63:
318-351.
Chapple, Eliot. 1940. Measuring human relations: an introduction to the study of the interaction
of individuals. Genetic Psychology Monographs, 22(1): 3147.
Chapple, Eliot. 1953. Discussion, Patterns in biology, linguistics, and culture. En: S. Tax y
otros (compiladores), An Appraisal of Anthropology Today, Chicago, Chicago University
Press, pp. 299-321.
Chartrand, Gary y Ping Zhang. 2009. Chromatic graph theory. Boca Raton, CRC Press.
Chein, Michel y Marie-Laure Mugnier (compiladoras). 2009. Graph-based knowledge
representation: Computational foundations of conceptual graphs. Londres, Springer-Verlag
London.
Chen, Wai Kai. 1971. Applied graph theory. Nueva York, American Elsevier.
Chen, Yiping, Gerald Paul, Reuven Cohen, Shlomo Havlin, Stephen P. Borgatti, Fredrik Liljeros
y H. Eugene Stanley. 2006. Percolation theory applied to measures of fragmentation in
social networks. arXiv:cond-mat/0610625v1, http://arxiv.org/abs/cond-mat/0610625v1.
Visitado en abril de 2009.
Chen, Yiping, Gerald Paul, Reuven Cohen, Shlomo Havlin, Stephen P. Borgatti, Fredrik Liljeros
y H. Eugene Stanley. 2007. Percolation theory and fragmentation measures in social
networks. Physica A, 378: 11-19.
Chibnik, Michael. 1985. The use of statistics in sociocultural anthropology. Annual Review of
Anthropology, 14: 135-157.
Chomsky, Noam. 1956. Three models for the description of language. IRE Transactions for
Information Theory, 2: 113-124. http://dx.doi.org/10.1109%2FTIT.1956.1056813. Visitado
en enero de 2011.
Chiesi, Antonio M. 2001. Network analysis. En: N. Smelser y P. Baltes, Op. cit., pp. 10499-
10502.
Chong, Edwin y Stanislaw ak. 2001. An introduction to optimization. 2
a
edicin. Nueva York,
John Wiley & Sons.
Choudhury, Monojit y Animesh Mukherjee. 2009. The structure and dynamics of linguistic
networks. En: N. Ganguly y otros (compiladores). Op. cit., pp. 145-166.
Choudhury, Monojit, Markose Thomas, Animesh Mukherjee, Anupam Basu y Niloy Ganguly.
2007. How difficult is it to develop a perfect spell-checker? A cross-linguistic analysis
through complex network approach. En: Proceedings of the Second Workshop on
TextGraphs: Graph-Based Algorithms for Natural Language Processing, Rochester, pp. 81-
88.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
348
Chowell, Gerardo, James Hyman, Lus Bettencourt y Carlos Castillo-Chavez (compiladores).
2009. Mathematical and statistical estimation approaches in epidemiology. Dordrecht,
Springer.
Christofides, Nicos. 1975. Graph theory: An algorithmic approach. Londres-Nueva York-San
Francisco, Academic Press.
Chung, Fang R. K. 1997. Spectral graph theory. Washington, D. C., American Mathematical
Society.
Clark, Alexander. 2000. Inducing syntactic categories by context distribution clustering. En: C.
Cardie, W. Daelemans, C. Ndellec y E. T. K. Sang (compiladores), Proceedings of the
Fourth Conference on Computational Natural Language Learning and of the Second
Learning Language in Logic Workshop, Lisboa. Somerset, Association for Computationl
Linguistics, pp. 91-94.
Clark, James y Alan Gelfand (compiladores). 2006. Hierarchical modelling for the environmental
sciences: Statistical methods and applications. Oxford, Oxford University Press.
Clauset, Aaron y Maxwell Young. 2005. Scale invariance in global terrorism.
http://arxiv.org/abs/physics/0502014v2. Visitado en febrero de 2008.
Clauset, Aaron, Maxwell Young y Kristian Skrede Gleditsch. 2007. On the frequency of severe
terrorist events. Journal of Conflict Resolution, 51(1): 51-88.
Clifford, James. 1995. Identidad en Mashpee. En: J. Clifford, Dilemas de la cultura. Traduccin
de Carlos Reynoso. Barcelona, Gedisa, pp. 327-406.
Coady, S. K., G. P. Johnson y J. M. Johnson. 1973. Effectively conveying results: A key to the
usefulness of technology assessment. First International Congress of Technology
Assessment, La Haya, 31 de mayo.
Cohen, Jack e Ian Stewart. 1994. The collapse of chaos: Discovering simplicity in a complex
world. Nueva York, Penguin.
Cohen, Jacob. 1994. The earth is round (p< .05). American Psychologist, 49: 997-1003.
Cohen, Reuven y Shlomo Havlin. 2009. Percolation in complex networks. En: R. Meyers
(compilador), Op. cit., pp. 6495-6504.
Cohen, Reuven, Shlomo Havlin y Daniel ben-Avraham. 2003. Efficient immunization strategies
for computer networks and populations. Physical Review Letters, 91: 247901.
http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0207387v3. Visitado en abril de 2010.
Coleman, James Samuel. 1986. Social theory, social research, and a theory of action. American
Journal of Sociology, 91: 1309-1335.
Collard, Chantal. 2000. Kinship studies au tournant du sicle. LHomme, 154-155: 635-658.
http://lhomme.revues.org/index53.html. Visitado en abril de 2010.
Collins, Alan M. y M. R. Quillian. 1969. Retrieval time from semantic memory. Journal of
Verbal Learning and Verbal Memory, 8: 240-247.
Colonius, Fritz y Wolfgang Kliemann. 2007. Dynamical systems and linear algebra. En: L.
Hogben (compilador), Op. cit., pp. 56.1-56.22.
Condorcet, Jean-Antoine-Nicolas de Caritat, Marqus de. 1785. Essai sur lapplication de
lanalyse la probabilit des dcisions rendues la pluralit des voix. Pars. [Reimpresin.
Nueva York, Chelsea, 1972].
Conklin, Harold. 1967. Some aspects of ethnographic research in Ifugao. Transactions of the
New York Academy of Sciences, serie 2, 30: 99-121.
Conroy Dalton, Ruth. 2001. Spatial navigation in immersive virtual environments. Disertacin de
doctorado, Bartlett School of Graduate Studies, University of London.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
349
Consul, Prem y Felix Famoye. 2006. Lagrangian probability distributions. Boston-Basilea-Berln,
Birkhuser.
Conte, Donatello, Pasquale Foggia, Carlo Sansone y Mario Vento. 2007. How and why pattern
recognition and computer vision applications use graphs. En: E. Kandel y otros
(compiladores), Op. cit., pp. 85-135.
Conte, Giuseppe, Claude Moog y Annamaria Perdon. 1999. Nonlinear control systems: An
algebraic setting. Nueva York, Berln y Heidelberg, Springer Verlag.
Conte, Giuseppe, Claude Moog y Annamaria Perdon. 2007. Algebraic methods for nonlinear
control systems: Theory and applications. 2
a
edicin, Nueva York, Berln y Heidelberg,
Springer Verlag.
Connolly, James y Mark Lake. 2006. Geographical information systems and archaeology.
Cambridge, Cambridge University Press.
Coombs, Clyde. 1964. A theory of data. Nueva York, Wiley.
Cooper, Laurel M. 1995. Space syntax analysis of Chacoan great houses. Disertacin de
doctorado, Tucson, Universidad de Arizona en Ann Arbor.
Cormen, Thomas, Charles Leiserson, Ronald Rivest y Cliff Stein. 2001. Introduction to
Algorithms. 2
a
edicin, Cambridge (USA), MIT Press.
Corominas-Murtra, Bernat, Sergi Valverde y Ricard Sol. 2007. The ontogeny of scale-free
syntax networks through language acquisition. Santa Fe Institute, Working Papers 07-06-
012, http://www.santafe.edu/research/publications/workingpapers/07-06-012.pdf. Visitado en
junio de 2010.
Cotta, Carlos y Jano van Hemert (compiladores). 2008. Recent advances in evolutionary
computation for combinatorial optimization. Berln y Heidelberg, Springer-Verlag.
Couclelis, Helen y Nathan Gale. 1986. Space and spaces. Geografiska Annaler. Series B,
Human Geography, 68(1): 1-12.
Courrge, Philippe. 1965. Un modle mathmatique des structures lmentaires de parent.
LHomme, 5(3-4): 248-290.
Covington, Michael. 1984. Syntactic Theory in the High Middle Ages. Cambridge, Cambridge
University Press.
Cowan, George, David Pines y David Meltzer. 1993. Complexity: Metaphors, models, and reality.
Santa Fe, Westview Press.
Cowger, Charles. 1984. Statistical significance tests: Scientific ritualism or scientific method?.
Social Service Review, 58: 358-371.
Cowgill, George. 1977. The trouble with significance test and what can we do about it.
American Antiquity, 42: 350-368.
Cressie, Noel. 1993. Statistics for spatial data. Edicin revisada. Nueva York, John Wiley &
Sons.
Crump, Thomas. 1979. Trees and stars: graph theory in Southern Mexico. En: J. Mitchell
(compilador), Numerical techniques in social anthropology. Filadelfia, Ishi.
Csermely, Pter. 2006. Weak links: Stabilizers of complex systems from proteins to social
networks. Nueva York, Springer.
Cubitt, Tessa. 1973. Network density among urban families. En: J. Boissevain y J. C. Mitchell
(coordinadores), Op. cit., pp. 67-82.
Cuthbert, K. R. 1989. Social relations in Luzon, Philippines, using the reverse small world
problem. En: M. Kochen (compilador), Op. cit., pp. 211-226.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
350
Cutting, Marion. 2003. The use of spatial analysis to study prehistoric settlement architecture.
Oxford Journal of Archaeology, 22(1): 1-21.
Cvetkovi, Drago, Michael Doob, Ivan Dubman y Aleksandar Torasev. 1988. Recent results in
the theory of graph spectra. Amsterdam, North Holland.
Cvetkovi, Drago, Michael Doob y Horst Sachs. 1980. Spectra of graphs: Theory and
application. Nueva York, San Francisco y Londres, Academic Press.
Cvetkovi, Drago, Peter Rowlinson y Slobodan Simi. 1997. Eigenspaces of graphs. Cambridge,
Cambridge University Press.
DAndrade, Roy Goodwin. 1995. The development of cognitive anthropology. Cambridge,
Cambridge University Press.
DAndrade, Roy. 2000. The sad story of anthropology 1950-1999. Cross-cultural research,
34(3): 219-232.
Dailey, Charles A. 1976. Graph theory in the analysis of personal documents. Human relations,
12: 65-74.
Dalton, Nick. 2001. Fractional configurational analysis and a solution to the Manhattan
problem. Proceedings, 3
rd
International Space Syntax Symposium, Atlanta, pp. 26.1-26.13.
Daniel, Larry. 1993. Statistical Significance Testing: A Historical Overview of Misuse and
Misinterpretation with Implications for the Editorial Policies of Educational Journals.
Research in the schools, 5(2): 23-32..
Dantzig, George. 1963. Linear programming and extensions. Princeton, Princeton University
Press and the RAND Corporation.
Dasgupta, Sanjoy, Christos H. Papadimitriou y Umesh Vazirani. 2006. Algorithms.
http://www.cs.berkeley.edu/~vazirani/algorithms.html. Visitado en julio de 2010.
David, James. 1967. Clustering and structural balance in graphs. Human relations, 20: 181-187.
Davidson, Ron y David Harel. 1996. Drawing graphs nicely using simulated annealing. ACM
Transactions on Graphics, 15(4): 301-331.
Davis, James y Samuel Leinhardt. 1972. The structure of positive interpersonal relations in small
groups. En: J. Berger (compilador), Sociological Theories in Progress, Volume 2. Boston,
Houghton-Mifflin, pp. 218-251.
Dawson, Peter. 2006. Space, place, and the rise of urbanism in the Canadian Arctic. En: E. C.
Robertson y otros (compiladores), Op. cit., pp. 169-176.
de Berg, Mark, Marc van Kreveld, Mark Overmars y Otfried Cheong. 2008 [1997].
Computational Geometry: Algorithms and applications. 3
a
edicin, Berln, Springer-Verlag.
de Boer, Bart. 2000. Self-organization in vowel systems. Journal of Phonetics, 28(4): 441-465.
Dchaux, Jean-Hugue. 2008. Kinship studies: Neoclassicism and new wave. Revue Franaise
de Sociologie, 49: 591-619.
De Floriani, Leila, Paola Marzano y Enrico Puppo. 1994. Line-of-sight communication on
terrain models. International Journal of Geographical Information Systems, 8(4): 329-342.
De Nooy, Wouter, Andrej Mrvar y Vladimir Batagelj. 2005. Exploratory network analysis with
Pajek. Cambridge, Cambridge University Press.
De Vos, Susan y Alberto Palloni. 1989. Formal models and methods for the analysis of kinship
and household organization. Population Index, 55(2): 174-198.
Deems, Jeffrey, Steven Falsnach y Kelly Elder. 2006. Fractal distribution of snow depth from
Lidar data. Journal of Hydrometeorology, 7(2): 285-297,
http://journals.ametsoc.org/doi/full/10.1175/JHM487.1 - Visitado en abril de 2010.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
351
Dehmer, Matthias y Frank Emmert-Streib (compiladores). 2009. Analysis of complex networks.
From biology to linguistics. Weinheim, Wiley-VCH Verlag.
Dekker, Anthony H. 2000. Social Network Analysis in Military Headquarters using
CAVALIER. Proceedings of 5
th
International Command & Control Research &
Technology Symposium, Canberra, Australia, 24 al 26 de octubre,
http://citeseer.ist.psu.edu/anthony00social.html. Visitado en febrero de 2009.
Deleuze, Gilles y Flix Guattari. 2007 [1980]. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Madrid,
Pre-Textos.
Demaine, Erik, Martin Demaine, Perouz Taslakian y Godfried Toussaint. 2007. Sand drawings
and Gaussian graphs. Journal of Mathematics and the arts, junio, pp. 125-132.
Demaine, Erik, Francisco Gmez-Martn, Henk Meijer, David Rappaport, Perouz Taslakian,
Godfried Toussaint, Terry Winograd y David Wood. 2005. The Distance Geometry of Deep
Rhythms and Scales. Proceedings of the 17
th
Canadian Conference on Computational
Geometry (CCCG 2005), Windsor, Ontario, Canad, 10 al 12 de agosto, pp. 163166.
Demaine, Erik, Francisco Gmez-Martn, Henk Meijer, David Rappaport, Perouz Taslakian,
Godfried Toussaint, Terry Winograd y David Wood. 2007. The Distance Geometry of
Music. http://arxiv.org/PS_cache/arxiv/pdf/0705/0705.4085v1.pdf. Visitado en febrero de
2009.
Derrida, Bernard, Susanna C. Manrubia y Damin H. Zanette. 1999. Statistical Properties of
Genealogical Trees. Physical Review Letters, 82: 1987-1990.
Desz, Zoltn y Albert-Lszl Barabsi. 2002. Halting viruses in scale-free networks. Physical
Review E, 65: 055103.
Deutsch, Andreas, Rafael Bravo de la Parra, Rob J. de Boer, Odo Diekmann, Peter Jagers, Eva
Kisdi, Mirjam Kretzschmar, Petr Lansky y Hans Metz (compiladores). 2008. Mathematical
modeling of biological systems. Vol II, Epidemiology, Evolution and ecology, Inmunology,
Neural systems and the brain and Innovative mathematical models. Boston, Basilea y Berln,
Birkuser.
Di Battista, Giuseppe, Peter Eades, Roberto Tamassia, Ioannis Tollis. 1999. Graph drawing:
Algorithms for the visualization of graphs. Upper Saddle River, Prentice Hall.
Diestel, Reinhard. 2000. Graph theory. Nueva York, Springer-Verlag.
Diestel, Reinhard. 2005. Graph theory. 3
a
edicin, Nueva York, Springer-Verlag.
Dirac, Gabriel Andrew. 1952. Some theorems of abstract graphs. Proceedings of the London
Mathematical Society, 2: 69-81.
Dodd, Stuart Carter. 1940. The interrelation matrix. Sociometry, 3: 91-101.
Dodds, Peter Sheridan, R. Muhamad y Duncan Watts. 2003. An experimental study of search in
global social networks. Science, 301:82729
Dodds, Peter Sheridan y Duncan Watts. 2005. A generalized model of social and biological con-
tagion. Journal of theoretical biology, 232: 587-604.
Dodds, Peter Sheridan, Duncan Watts y Charles Sabel. 2003. Information exchange and the ro-
bustness of organizational networks. Proceedings of the National Academy of Sciences,
100:1251621.
Dodge, Charles y Curtis. Bahn. 1986. Musical fractals. Byte, junio, 11: 185-196.
Dodge, Yadolah. 2008. The concise encyclopedia of statistics. Nueva York, Springer.
Doerner, Karl, Michel Gendreau, Peter Greistorfer, Walter Gutjahr, Richard Hartl y Marc
Reimann (compiladores). 2007. Metaheuristics: Progress in complex systems optimization.
Nueva York, Springer Science+Business Media.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
352
Dong, Fen Ming, Khee Meng Koh y Kee L.Teo. 2005. Chromatic polynomials and chromaticity
of graphs. Singapur, World Scientific.
Doreian, Patrick. 1988. Using multiple network analytic tools for a single social network. Social
Networks, 10: 287-312.
Doreian, Patrick. 1995. Social Network Analysis as a Scientific Revolution: Thinking in Circles
or Genuine Progress?. En: M. G. Everett y K. Ronnolls (compiladores), International
Conference on Social Networks. Londres, University of Greenwich, pp. 1-21.
Doreian, Patrick. 2001. Causality in social networks. Sociological Methods & Research, 30(1):
81-114.
Dorogovtsev, Sergey N. y Jos Fernando Ferreira Mendes. 2000. Scaling behavior of developing
and decaying networks. Europhysics Letters, 52: 33. arXiv:cond-mat/0005050v1,
http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0005050. Visitado en abril de 2010.
Dorogovtsev, Sergey N. y Jos Fernando Ferreira Mendes. 2001a. Language as an evolving word
web. Proceedings of the Royal Society of London B, 268(1485): 2603-2606.
Dorogovtsev, Sergey N. y Jos Fernando Ferreira Mendes. 2001b. Effects of the accelerating
growth of communication networks on their structure. http://arxiv.org/pdf/cond-
mat/0009065. Visitado en abril de 2010.
Dorogovtsev, Sergey N. y Jos Fernando Ferreira Mendes. 2003. Evolution of networks From
biological nets to the Internet and WWW. Oxford, Oxford University Press.
Dorogovtsev, Sergey N., Alexander V. Goltsev y Jos F. F. Mendes. 2001. Pseudofractal scale-
free web. Physical Reviews E, 65, 066122. http://arxiv.org/abs/cond-mat/0112143. Visitado
en abril de 2010.
Dorogovtsev, Sergey N., Alexander V. Goltsev y Jos F. F. Mendes. 2008. Critical phenomena
in complex networks. http://arxiv.org/PS_cache/arxiv/pdf/0705/0705.0010v6.pdf. Visitado
en junio de 2010.
Dorogovtsev, Sergey N., Jos Fernando Ferreira Mendes y A. N. Samukhin. 2001. Multifractal
properties of growing networks. http://arxiv.org/abs/cond-mat/0106142v1 - Visitado en
abril de 2009.
Douglas, Mary. 1978 [1970]. Smbolos naturales. Madrid, Alianza.
Dousset, Laurent. 2007. There never has been such a thing as a kin-based society: A review
study. Anthropological Forum, 17(1): 61-89.
Doxa, Maria. 2001. Morphologies of co-presence and interaction in interior public space in
places of performance: the Royal Festival Hall and the Royal National Theatre". Proceedings
of the 3
rd
International Symposium on Space Syntax, Georgia Institute of Technology,
Atlanta, Georgia, pp 27.1-27.13.
Dro, Johann, Alain Ptrowski, Patrick Siarry y Eric Taillard. 2006. Metaheuristics for hard
optimization. Simulated annealing, tabu search, evolutionary and genetic algorithms, ant
colonies Berln-Heidelberg, Springer Verlag.
Dunbar, Robin. 1998. Grooming, Gossip and the Evolution of Language. Cambridge (USA),
Harvard University Press.
Durkheim, mile. 1967 [1893]. De la division du travail social. 8 edicin, Pars, Les Presses
Universitaires de France, versin electrnica para el dominio pblico,
http://dx.doi.org/doi:10.1522/cla.due.del1. Visitado en mayo de 2010. [Traduccin castellana
de Roco Annunziata: La divisin del trabajo social. Buenos Aires, Gorla, 2008]
Durrett, Rick. 2007. Random graph dynamics. Cambridge, Cambridge University Press.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
353
Dursun, Pelin. 2009. Architects are talking about space. Proceedings of the 7
th
International
Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp. 028.1-028.8.
Eagle, Nathan y Alex (Sandy) Pentland. 2006. Eigenbehaviors: Identifying structure in routine.
Ponencia presentada en Ubicomp06. Orange County, 17 al 21 de setiembre.
Edgar, Gerald. 2008. Measure, topology, and fractal geometry. Nueva York, Springer Scien-
ce+Business Media.
Edwards, Elizabeth. 1999. Torres Strait Islanders. Anthropology Today, 15(1): 17-19.
El Guindi, Fadwa. 1979. Mathematics in structural theory. Current Anthropology, 20(4): 761-
790.
Eloranta, Timo y Erkki Mkinen. 2001. TimGA: A genetic algorithm for drawing undirected
graphs. Divulgaciones matemticas, 9(2): 155-171.
http://www.emis.de/journals/DM/v92/art5.pdf. Visitado en enero de 2011.
Elster, Jon. 1983. Explaining Technical Change. Cambridge, Cambridge University Press.
Elster, Jon. 1998. A Plea for Mechanisms. En: P. Hedstrm y R. Swedberg (compiladores),
Social Mechanisms: An Analytic Approach to Social Theory. Cambridge, Cambridge
University Press, pp. 45-73
Ember, Carol y Melvin Ember (compiladores). 2004. Encyclopedia of medical anthropology.
Health and illness in the worlds cultures. Nueva York y Boston, Kluwer Academic/Plenum
Publishers.
Emirbayer, Mustafa. 1997. Manifesto for a relational sociology. American Journal of
Sociology, 103: 281-317.
Emirbayer, Mustafa y Jeff Goodwin. 1994. Network analysis, culture, and the problem of
agency. The American Journal of Sociology, 99(6): 1411-1454.
Engelbrecht, Andries. 2002. Computational intelligence. An antroduction. Chichester, John Wiley
& Sons.
Epstein, Joshua y Robert Axtell. 1996. Growing Artificial Societies: Social Science from the
Bottom Up. The Brookings Institution Press, Washington, D. C. & The MIT Press,
Cambridge, Massachusetts.
Erds, Paul. 1973a. The art of counting: Selected writings. Cambridge (USA), The MIT Press.
Erds, Paul. 1973b [1966]. On cliques in graphs. En: P. Erds, Op. cit., pp. 233-234.
Erds, Paul. 1989. Distances with specified multiplicities. American Mathematical Monthly, 96:
447.
Ericksen, Eugene y William Yancey. 1977. The locus of strong ties. Manuscrito indito, Uni-
versidad de Temple.
Eriksen, Thomas y Finn Silvert Nielsen. 2001. A history of anthropology. Londres / Sterling,
Pluto Press.
Erkan, Gnes y Dragomir Radev. 2004. LexRank: Graph-based lexical centrality as salience in
text summarization. Journal of Artificial Intelligence Research, 22: 457-479.
Escolano Utrilla, Severino. 2003. On the information contents of urban layouts. Proceedings of
the 4
th
International Space Syntax Symposium, Londres.
Estoup, Jean-Baptiste. B. 1912. Gammes Stnographiques. Recueil de textes choisis pour
l'acquisition mthodique de la vitesse, prcd d'une introduction par J.-B. Estoup. 3
edicin, Pars, Institut Stnographique de France.
Estrada, Ernesto. 2009. Spectral theory of networks: From biomolecular to ecological systems.
En: M. Dehmer y F. Emmert-Streib (compiladores), Op. cit., pp. 55-84.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
354
Euler, Leonhard. 1741. Solutio problematis ad geometriam sitvs pertinentis. Comentarii
Academiae Scientiarum Petropolitanae, 8: 128-140; Opera omnia, serie 1, vol. 7, pp. 1-10.
[Traduccin al ingls: The seven bridges of Knigsberg. En: James Newman (compilador),
The world of mathematics, Redmond, Tempus Books, 1988, vol. 1, pp. 565-571].
http://www.math.dartmouth.edu/~euler/docs/originals/E053.pdf. Visitado en enero de 2009.
Evans, James y Edward Minieka. 1992. Optimization algorithms for networks and graphs. 2
a
edicin, Chicago, The University of Chicago Press.
Evans, Merran, Nicholas Hastings y Brian Peacock. 1993. Mathematical distributions. 2
a
edicin,
Nueva York, John Wiley & Sons.
Evans-Pritchard, Edward E. 1940. The Nuer: A description of the modes of livelihood and
political institutions of a Nilotic people. Oxford, Clarendon Press [Traduccin castellana: Los
Ner. 2
a
edicin. Barcelona, Anagrama, 1992].
Evens, Terence. 1974. Revisin crtica de Rodney Needham, Rethinking kinship and marriage.
Social forces, 53(1): 136-137.
Everitt, Brian y David Howell (compiladores). 2005. Encyclopedia of statistics in behavioral
sciences. Chichester, John Wiley & Sons, 4 volmenes.
Eysenck, Hans Jrgen. 1952. Revisin crtica de Kurt Lewin, Field theory in social science. The
British Journal of Sociology, 3(4): 371-372.
Fairclough, Graham. 1992. Meaningful construction: Spatial and functional analysis of medieval
buildings. Antiquity, 66: 348-366.
Falk, Ruma y Charles W. Greenbaum. 1995. Significance tests die hard: The amazing
persistence of a probabilistic misconception. Theory and Psychology, 5: 75-98.
Fan, Lilin y Huili Meng. 2010. Application Research on Optimal Path Based on Genetic
Algorithm. International Journal of Digital Content Technology and its Applications, 4(8):
199-202. http://www.aicit.org/jdcta/ppl/JDCTA0408_22.pdf. Visitado en enero de 2011.
Fararo, Thomas. 1997. Reflections on mathematical sociology. Sociological Forum, 12(1): 73-
101.
Faris, Robert. 1951. Revisin crtica de Kurt Lewin, Field theory in social science: Selected
theoretical papers. The American Journal of Psychology, 57(1): 86-87.
Farkas, Ills J., Imre Dernyi, Albert-Lszl Barabsi y Tams Vicsek. 2001. Spectra of real-
world graphs: Beyond the semicircle law. Physics Review E, 64, 026704.
http://link.aps.org/doi/10.1103/PhysRevE.64.026704. Visitado en abril de 2010.
Fth, Gbor y Miklos Sarvary. 2005. A renormalization group theory of cultural evolution.
Physica A, 348: 611-629. http://arxiv4.library.cornell.edu/pdf/nlin/0312070v2. Visitado en
abril de 2010.
Faust, Katherine. 1988. Comparison of methods for positional analysis: Structural and general
equivalences. Social Networks, 10: 313-341.
Faust, Katherine y John Skvoretz. 2002. Comparing networks across space and time, size and
species. Sociological methodology, 32: 267-299.
Fauvel, John, Raymond Flood y Robin Wilson (compiladores). 2003. Music and mathematics:
From Pythagoras to Fractals. Oxford, Oxford University Press.
Fechner, Gustav Theodor. 1860. Elemente der Psychophysik (2 volmenes). Leipzig, Breitkopf
und Hrtel (reimpresin: Amsterdam, Bonset, 1964). Disponible en lnea en Gutenberg
Project, http://gutenberg.spiegel.de/?id=5&xid=4259&kapitel=1#gb_found. Visitado en
enero de 2011.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
355
Feinberg, Richard. 2001. Introduction: Schneiders cultural analysis on kinship and its
implications for anthropological relavtivism. En: R. Feinberg y R. Ottenheimer
(compiladores), The cultural analysis of kinship: The legacy of David M. Schneider.
Chicago, University of Chicago Press.
Feinstein, Alvan R. 1998. P-values and confidence intervals: Two sides of the same
unsatisfactory coin. Journal of Clinical Epidemiology, 51: 355-360.
Feld, Scott.1981. The focused organization of social ties. American Journal of Sociology, 86:
1015-1035.
Felmlee, Diane. 2006. Interaction in social networks. En: John Delamater (compilador),
Handbook of social psychology. Nueva York, Springer, pp. 389-410.
Feng, Jianfeng, Jrgen Jost y Minping Qian (compiladores). 2007. Networks: From biology to
theory. Londres, Springer.
Ferati, Armir. 2009. Spatial and ethnic patterns: The interface between majority and minority
in Macedonia. Proceedings of the 7
th
International Space Syntax Symposium, Estocolmo,
pp. 030.1-030.6.
Ferguson, T. J. 1996. Historic Zuni architecture and society: An archaeological application of
space syntax. Tucson, University of Arizona Press.
Fernndez de Rota y Monter, Jos Antonio. 2009. Antropologa del espacio y el tiempo: revisin
metodolgica. En: Rafael Prez-Taylor, Carlos Gonzlez Herrera y Jorge Chvez Chvez
(compiladores), Antropologa del desierto: Desierto, adaptacin y formas de vida. Ciudad
Jurez, El Colegio de Chihuahua, pp. 19-36.
Ferrer-i-Cancho, Ramn y Ricard Sol. 2001. Two regimes in the frequency of words and the
origins of complex lexicons: Zipfs law revisited. Journal of Quantitative Linguistics, 8:
165173.
Ferrer-i-Cancho, Ramn y Ricard Sol. 2004. Patterns in syntactic dependency networks.
Physical Review E, 69(051915). http://link.aps.org/doi/10.1103/PhysRevE.69.051915.
Visitado en abril de 2010.
Ferrer-i-Cancho, Ramn, Alexander Mehler, Olga Pustylnikov y Albert Daz-Guilera. 2007.
Correlations in the organization of large-scale syntactic dependency networks. En:
TextGraphs-2: Graph-based algorithms for natural language processing. Rochester,
Association for Computational Linguistics, pp. 65-72.
Ferrer-i-Cancho, Ramn, Oliver Riordan y Bla Bollobs. 2005. The consequences of Zipfs law
for syntax and symbolic reference. Proceedings of the Royal Society of London Series B
272, pp. 561-565.
Festinger, Leon. 1949. The analysis of sociograms using matrix algebra. Human relations, 2:
153-158.
Fiddick, Laurence, Leda Cosmides y John Tooby. 2000. No interpretation without
representation: The role of domain-specific representations and inferences in the Wason
selection task. Cognition, 75: 1-79.
Figueiredo, Lucas y Luiz Amorim. 2005. Continuity lines in the axial system. Proceedings of
the 5
th
Space Syntax International Symposium, Delft University of Technology, Delft.
Figueiredo, Lucas y Luiz Amorim. 2007. Decoding the urban grid: or why cities are neither trees
nor perfect grids. 6
th
International Space Syntax Symposium, 12 al 15 de Junio de 2007,
stanbul, TurquaGarrison, William L. 1960. Connectivity of the interstate highway
system. Papers and Proceedings of the Regional Science Association, 6: 121-137.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
356
Finch, Steven y Nick Chater. 1992. Bootstrapping syntactic categories using statistical methods.
En: Background and Experiments in Machine Learning of Natural Language: Proceedings
of the 1
st
SHOE Workshop, Katholieke Universiteit, Brabant, Holanda, pp. 229-235.
Flake, Gary William. 1999. The computational beauty of nature. Computer explorations of
fractals, chaos, complex systems, and adaptation. Cambridge (USA), The MIT Press.
Flament, Claude. 1963. Applications of graph theory to group structure. Englewood Cliffs,
Prentice-Hall.
Fleischner, Herbert. 1990. Eulerian graphs and related topics. Part 1, Vol. 1. Amsterdam, North
Holland.
Floreano, Dario y Claudio Mattiussi. 2008. Bio-inspired artificial intelligence: Theories, methods,
and technologies. Cambridge (USA), The MIT Press.
Floudas, Christodoulos y Panos Pardalos (compiladores). 2009. Encyclopedia of optimization. 2
a
edicin, Nueva York, Springer.
Fogelson, Raymond. 2001. Schneider confronts componential analysis. En: Richard Feinberg y
Martin Ottenheimer, The cultural analysis of kinship: The legacy of David M. Schneider.
Urbana, University of Illinois Press, pp. 33-45.
Ford, George W. y George E. Uhlenbeck. 1957. Combinatorial problems in the theory of graphs
- IV. Proceedings of the National Academy of Science USA, 43: 163-167.
Forsyth, Elaine y Leo Katz. 1946. A matrix approach to the analysis of sociometric data:
Preliminary report. Sociometry, 9: 340-347.
Fortunato, Santo. 2005. Monte Carlo simulations of opinion dynamics. arXiv:cond-
mat/0501105v1. http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0501105v1. Visitado en mayo de 2010.
Foster, Brian y Stephen Seidman. 1981. Network structure and the kinship perspective. Ame-
rican Ethnologist, 8(2): 329-355.
Foster, Sally M. 1989. Analysis of spatial patterns in buildings (Access Analysis) as an insight
into social structure: Examples from the Scottish atlantic iron age. Antiquity, 63: 40-50.
Frank, Ove. 1971. Statistical inference in graphs. Estocolmo, FOA Repro.
Frankenberg, Ronald. 1966. Communities in Britain. Social life in town and country. Londres,
Penguin.
Franklin, Sarah y Susan McKinnon. 2000. New directions in kinship studies: A core concept
revisited. Current Anthropology, 41(2): 275-279.
Franklin, Sarah y Susan McKinnon (compiladoras). 2002. Relative values: Reconfiguring kinship
studies. Duke University Press.
Franzn, Torkel. 2005. Gdels theorem: An incomplete guide to its use and abuse.
Massachusetts, A. K. Peters.
Fraser, David. 1986. Land and society in neolithic Orkney. Oxford, British Archaeological
Reports.
Freeman, Linton Clarke. 1960. Conflict and congruence in anthropological theory. En: Selected
Papers of the V
th
International Congress of Ethnological and Anthropological Sciences, pp.
93-97.
Freeman, Linton Clarke. 1982. Centered graphs and the structure of ego networks.
Mathematical Social Sciences, 3: 291-304.
Freeman, Linton Clarke. 1984. Turning a profit from mathematics: The case of social networks.
Journal of Mathematical Sociology, 10: 343-360.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
357
Freeman, Linton Clarke. 2000. Visualizing social networks. Journal of Social Structure, 1,
http://www.cmu.edu/joss/content/articles/volume1/Freeman.html.
Freeman, Linton Clarke. 2004. The development of social network analysis: A study in the
sociology of science. Vancouver, Booksurge Publishing.
Freilich, Morris. 1964. The natural triad in kinship and complex systems. American
Sociological Review, 29: 529-540.
Freitag, Dayne. 2004. Toward unsupervised whole-corpus tagging. En: COLING 04:
Proceedings of the 20
th
International Conference on Computational Linguistics, Morristown,
Association for Computational Linguistics, p. 357-363.
Friedkin, Noah. 1998. A structural theory of social influence. Cambridge, Cambridge University
Press.
Friedkin, Noah. 2003. Social influences network theory: Toward a science of strategic
modification of interpersonal influence systems. En: R. Breiger y otros (compiladores), Op.
cit., pp. 89-100.
Friedrich, Eva, Bill Hillier y Alain Chiaradia. 2009. Anti-social behavior and urban
configuration: Using space syntax to understand spatial patterns of socio-environmental
disorder. Proceedings of the 7
th
Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp. 034.001-034.16.
Friemel, Thomas (compilador). 2008. Why context matters:Applications of social network
analysis. Wiesbaden, VS Verlag.
Fritsch, Rudolf y Gerda Fritsch. 1998. The four-color theorem: History, topological foundations,
and idea of proof. Nueva York, Springer.
Fruchterman, Thomas y Edward Reingold. 1991. Graph drawing by force-directed placement.
Software Practice and Experience, 21(1): 1129-1164.
Funaya, Hiroyuki y Kazushi Ikeda. 2007. A network analysis of genetic algorithms. IECE
Transactions on Information and Systems, vol. E90-D(6): 1002-1005.
Furht, Borko (compilador). 2010. Handbook of social network technologies and applications.
Nueva York, Springer.
Gabrielli, A. y G. Caldarelli. 2007. Invasion percolation and critical transient in the Barabsi
model of human dynamics. Physical Review Letters, 98.208701.
http://pil.phys.uniroma1.it/~andrea/ARTICOLI/PhysRevLett_98_208701-1.pdf. Visitado en
mayo de 2010.
Gadamer, Hans-Georg. 1977 [1960]. Verdad y mtodo. Salamanca, Sgueme.
Gaetan, Carlo y Xavier Guyon. 2010. Spatial statistics and modeling. Nueva York, Springer.
Galam, Serge. 2002. The september 11 attack: A percolation of individual physical support.
European Physical Journal B, 26: 269-272.
Galaskiewicz, Joseph y Stanley Wasseman. 1993. Social network analysis: Concepts,
methodologies, and directions for the 90s. Sociological methods and research, 22(1): 3-22.
Galley, Michel y Kathleen McKeown. 2003. Improving word sense disambiguation in lexical
chaining. En: Proceedings of the 18
th
International Joint Conference of Artificial
Intelligence, Acapulco, Mxico. San Francisco, Morgan Kauffman, pp. 1486-1488.
Gamon, Michael. 2006. Graph-based text representation for novelty detection. En: Proceedings
of the Workshop on TextGraphs at HLT-NAACL, Morristown, Association for Computational
Linguistics, pp. 17-24.
Gandy, Robin Oliver y Mike Yates (compiladores). 2001. Collected works of A. M. Turing:
Mathematical logic. Amsterdam, Elsevier.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
358
Ganguly, Niloy, Andreas Deutsch y Animesh Mukherjee (compiladores). 2009. Dynamics on and
of complex networks: Applications to biology, computer science and the social sciences.
Boston, Basilea y Berln, Birkhuser.
Gardner, Martin. 1978. Msica blanca y msica parda, curvas fractales y fluctuaciones del tipo
1/f. Investigacin y ciencia, junio, 21: 104-113.
Gardner, Martin. 1988. La ciencia: Lo bueno, lo malo y lo falso. Madrid, Alianza.
Gardner, Martin. 2001. The colossal book of mathematics. Nueva York y Londres, W. W. Norton
& Company.
Garey, Michael y David Johnson. 1979. Computers and intractability: A guide to the theory of
NP-completeness. San Francisco, H. W. Freeman and Company.
Gargano, Michael y Lorraine Lurie. 2007. Experimentation and discovery in graph theory using
an evolutionary tool. Proceedings of Student/Faculty Research Day, CSIS, Pace University.
http://csis.pace.edu/~ctappert/srd2007/b1.pdf. Visitado en enero de 2011.
Garmestani, Ahjond, Craig Allen y K. Michael Bessey. 2005. Time series analysis of clusters in
city distributions. Urban Studies, 42(9): 1507-1515.
Garrison, William, Brian Berry, Duane Marble, John Nystuen y Richard Morrill.1959. Studies of
highway development and geographic change. Nueva York, Greenwood Press.
Gastner, Michael y Mark E. J. Newman. 2004. The spatial structure of networks. arXiv:cond-
mat/0407680v1. http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0407680v1. Visitado en mayo de 2010.
Geertz, Clifford. 1980. Blurred genres: The refiguration of social thought, American Scholar,
XL, 2: 165-179 [Traduccin castellana en C. Reynoso (compilador), El surgimiento de la
antropologa posmodema. Mxico, Gedisa, 1991].
Geertz, Clifford. 1983. Local knowledge: Further essays in interpretive anthropology. Nueva
York, Basic Books.
Geertz, Clifford. 1987 [1973]. La interpretacin de las culturas. Mxico, Gedisa.
Geertz, Clifford. 2000. Available light. Anthropological reflections on philosophical topics. Prin-
ceton, Princeton University Press.
Geffray, Christian.1990. Ni pre, ni mre. Critique de la parent: Le cas Makhuwa. Pars, Seuil.
Gentle, James. 2007. Matrix algebra: Theory, computations, and applications in statistics. Nueva
York, Springer.
Gerdes, Paulus. 2006. Sona geometrry from Angola: Mathematics of an African tradition. Milano,
Polimetrica.
Ghosh, Shantanu, Amrita Basu, Senthil Kumaran y Subash Khushu. 2010. Functional mapping
of language networks in the brain using a word-association taks. Neuroradiology, 20(3):
182-187. http://www.ijri.org/article.asp?issn=0971-
3026;year=2010;volume=20;issue=3;spage=182;epage=187;aulast=Ghosh. Visitado en
noviembre de 2010.
Giaquinto, Marcus. 2007. Visual thinking in mathematics: An epistemological study. Oxford,
Oxford University Press.
Gibbs, Raymond (compilador). 2008. The Cambridge handbook of metaphor and thought.
Cambridge, Cambridge University Press.
Gigerenzer, Gerd. 1993. The superego, the ego, and the id in statistical reasoning. En: G. Keren
y C. Lewis (compiladores), A handbook of data analysis in the behavioral sciences:
Methodological issues, Hillsdale, Erlbaum, pp. 311-339.
Gigerenzer, Gerd. 2004. Mindless statistics. The Journal of Socio-Economics, 33: 587-606.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
359
Gilbert, E. N. 1959. Random graphs. Annals of Mathematical Statistics 30: 11411144.
Gilbert, N. 1997. A simulation of the structure of academic science. Sociological Research
Online 2(2), http://www.socresonline.org.uk/socresonline/2/2/3.html. Visitado el 14 de
marzo de 2009.
Gill, Jeff. 1999. The insignificance of Null Hypothesis Significance Testing. Political Research
Quarterly, 53: 647-674.
Gillespie, Richard. 1993. Manufacturing knowledge: A history of the Hawthorne experiments.
History in economic history and policy: USA in the Twentieth Century. Cambridge,
Cambridge University Press.
Gimbel, John, John Kennedy y Louis Quintas (editores). 1993. Quo vadis, graph theory?.
Amsterdam, North Holland.
Girvan, Michelle y Mark E. J. Newman. 2002. Community structure in social and biological
networks. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of
America, 99(12): 78217826.
Girvan, Michelle y Mark E. J. Newman. 2004. Finding and evaluating community structures in
networks. Physical Review E, 69: 21-27.
Given, Lisa M. (compiladora). 2008. The SAGE encyclopedia of qualitative research methods.
Los Angeles, Sage.
Glassie, H. 1975. Folk Housing in Middle Virginia: a Structural Analysis of Historic Artifacts.
Knoxville, The University of Tennessee Press.
Glover, Fred y Gary Kochenberger. 2003. Handbook of meta-heuristics. Nueva York, Kluwer
Academic Publishers.
Glover, Fred y Manuel Laguna. 1997. Tabu search. Boston-Dordrecht-Londres, Kluwer.
Godelier, Maurice. 2004. Mtamorphoses de la parent. Pars, Fayard.
Godsil, Chris y Gordon Roy. 2001. Algebraic graph theory. Nueva York, Springer Verlag.
Goh, Kwang-Il, Byungnam Kahng y Dong-Hee Kim. 2001. Spectra and eigenvectors of scale-
free netwoks. Physics Review E, 64, 051903. http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0103337v1.
Visitado en abril de 2009.
Goldberg, Andrew B. y Xiaojin Zhu. 2004. Seeing stars when there arent many stars:
Graphbased semi-supervised learning for sentiment categorization. En: HLT-NAACL 2006
Workshop on Textgraphs: Graph-based Algorithms for Natural Language Processing.
Goldberg, David E. 1989. Genetic algorithms in search, optimization & machine learning.
Reading, Addison-Wesley.
Golden, Bruce, S. Raghavan y Edward Wasil (compiladores). 2005. The next wave in computing,
optimization, and decision technologies. Boston, Springer.
Golledge, Reginald G. y Robert Stimson. 1997. Spatial behavior: A geographic perspective.
Nueva York, Guilford.
Golumbic, Martin Charles. 2004 [1980]. Algorithmic graph theory and perfect graphs. 2
a
edicin,
Amsterdam, Elsevier.
Golumbic, Martin Charles y Irith Ben-Arroyo Hartman. 2005. Graph theory, combinatorics and
algorithms: Interdisciplinary applications. Nueva York, Springer.
Gonzlez, Juan R., David Alejandro Pelta, Carlos Cruz, Germn Terrazas y Natalio Krasnogor
(compiladores). 2010. Nature inspired cooperative strategies for optimization (NICSO 2010).
Berln y Heilderber, Springer-Verlag.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
360
Gonzlez Echevarra, Aurora. 1994. Teora del parentesco. Nuevas aproximaciones. Salamanca,
Eudema.
Gonzlez, Tefilo (compilador). 2007. Handbook of approximation algorithms and
metaheuristics. Boca Raton, Chapman & Hall / CRC.
Good, I. J. 1969. Statistics of language. The Encyclopedia of Linguistic Information and
Control. Oxford, Pergamon Press.
Goodman, Jacob y Joseph ORourke (compiladores). 1997. Handbook of Discrete and
Computational Geometry. Boca Raton, CRC Press.
Goodman, Nelson. 1972. Problems and projects. Nueva York, Bobbs Merrill.
Goodrich, Michael y Stephen Kobourov (compiladores). 2002. Graph drawing. 10
th
International
Symposium, GD2002, Irvine, 26 al 28 de agosto. Berln, Heildeberg y Nueva York,
Springer.
Gottman, John, James Murray, Catherine Swanson, Rebecca Tyson y Kristin Swanson. 2002. The
mathematics of marriage: Dynamic nonlinear models. Cambridge (USA) y Londres, The
MIT Press.
Gould, Peter R. 1967. On the geographical interpretation of eigenvalues. Transactions of the
Institute of British Geographers, 42(1): 53-86.
Goussevskaia, Olga, Michael Kuhn, Michael Lorenzi y Roger Wattenhofer. 2008. From web to
map: Exploring the world of music. Web Intelligence, 2008: 242-248.
Grabowski, Andrzej y R. A. Kosiski. 2005. Ising-based model of opinion formation in a
complex network of interpersonal interactions. Physica A: Statistical mechanics and its
applications, 361(2): 651-664.
Graham, Ronald, 1983. Recent developments in Ramsey theory. Proceedings of the
International Congress of Mathematicians, Varsovia, 16 al 24 de agosto, pp. 1555-1567.
Graham, Ronald. 2006. Old and new problems and result in Ramsey theory. Mathematics
Department Colloqium, Department of Computer Science and Engineering, UCSD,
http://www.math.ucsd.edu/~sbutler/ron/08_06_old_and_new.pdf. Visitado en junio de 2010.
Graham, Ronald, M. Grtschel y L. Lovsz (compiladores). 1995. Handbook of combinatorics.
Amsterdam, Elsevier, 2 volmenes.
Graham, Ronald, Bruce Rothschild y Joel Spencer. 1990. Ramsey theory. 2
a
edicin, Nueva York,
John Wiley & Sons.
Graham, Susan. 1981. Social networks and community administration: A comparative study of
two mining towns. En: D. Messerschmidt (compilador), Anthropologists at home in north
America: Methods and issues in the study of one's own society. Cambridge, Cambridge
University Press, pp. 106-120.
Granovetter, Mark. 1973. The strength of weak ties. American Journal of Sociology, 78: 1360-
1380.
Granovetter, Mark. 1979. The Theory-Gap in Social Network Analysis. En: P. W. Holland y S.
Leinhardt (compiladores), Perspectives on Social Network Research. Nueva York, Academic
Press, pp. 501-518.
Granovetter, Mark. 1983. The strength of weak ties: A network theory revisited. Sociological
Theory, 1: 201-233.
Granovetter, Mark. 1985. Economic action and social structure: The problem of embeddedness.
American Journal of Sociology, 91: 481-510.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
361
Granovetter, Mark. 1990. The myth of Social Network Analysis as a special method in the social
sciences, Conferencia Magistral, Sunbelt Social Networks Conference, San Diego, 15 de
febrero, Connections, 13(1-2): 13-16.
Granovetter, Mark. 1995 [1974]. Getting a job. 2
a
edicin, Chicago, University of Chicago Press.
Graver, Jack y Mark Watkins. 1977. Combinatorics with emphasys on the theory of graphs.
Nueva York-Heidelberg-Berln, Springer Verlag.
Green, David. 2008. Bilingual aphasia: Adapted language networks and their control. Annual
Review of Applied Linguistics, 28,
http://www.psyc.bbk.ac.uk/people/academic/thomas_m/msccogneuro/Green_chapter09.pdf.
Visitado en noviembre de 2010.
Greenacre, Michael y Jrg Blasius (compiladores). 1995. Correspondence analysis in the social
sciences. Londres, Academic Press.
Gregory, Christopher. 1999. Revisin de T. Shweizer y D. White (compiladores), Kinship,
networks, and exchange. American Ethnologist, 26(1): 243-244
Grimmett, Geoffrey. 1999. Percolation. 2 edicin, Berln y Heidelberg, Springer.
Grosan, Crina, Ajith Abraham y Hisao Ishibuchi (compiladores). 2007. Hybrid evolutionary
algorithms. Berln-Heidelberg-Nueva York, Springer.
Gross, Jonathan y Jay Yellen. 2004. Handbook of graph theory. Boca Raton, CRC Press.
Grupo Anthropocaos (Jorge Miceli, Diego Daz, Sergio Guerrero, Damin Castro, Mora Castro,
Ramn Quinteros, Jordan Kristoff, Ignacio Garca). 2007. Exploraciones en Antropologa y
Complejidad, Buenos Aires, Editorial Sb.
Guardiola, Xavier, Albert Daz-Guilera, Conrad J. Prez, Alex Arenas y Mateu Llas. 2002.
Modeling diffusion and innovation in a social network. http://xxx.lanl.gov/PS_cache/cond-
mat/pdf/0204/0204141v1.pdf. Visitado en mayo de 2010.
Guilbaud, Georges- Thophile. 1970. Systme parental et matrimonial au Nord Ambrym.
Journal de la Socit des Ocanistes, 26: 9-32.
Gupta, Sunetra, Roy M. Anderson y Robert M. May. 1989. Networks of sexual contacts:
Implications for the pattern of spread of HIV. AIDS, 3: 807817
Hackenberg, Robert. 1973. Genealogical method in social anthropology: The foundations of
structural demography. En: J. Honigmann (compilador), Op. cit., pp. 289-326.
Hadamard, Jacques. 1902. Sur les problmes aux drives partielles et leur signification
physique. Princeton University Bulletin, 13(1): 49-52.
Haddon, Alfred Cort. 1912. Reports of the Cambridge Anthropological expedition to Torres
Strait, vol. VI. Cambridge, Cambridge University Press.
Hage, Per. 1976. Structural balance and clustering in signed graphs of Bushmen kinship
relations. Behavioral Science, 21: 36-47.
Hage, Per. 1979a. Graph theory as a structural model in cultural anthropology. Annual Review
of Anthropology, 8: 115-136.
Hage, Per. 1979b. A Viennese autochtonous hero: Structural duality in Freuds origin myths.
Social Science Information, 18: 307-324.
Hage, Per. 1996. Island networks: Communication, kinship, and classification structures in
Oceania. Cambridge, Cambridge University Press.
Hage, Per y Frank Harary. 1983. Arapesh sexual symbolism, primitive thought and boolean
groups. LHomme, 23: 57-77.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
362
Hage, Per, Frank Harary y Brent James. 1986.Wealth and hierarchy in the Kula ring. American
Anthropologist, 88: 108-115.
Hage, Per, Frank Harary y Brent James. 1996. The Minimum Spanning Tree Problem in
archaeology. American Antiquity, 61(1): 149-155.
Haggard, Gary. 1980. Excursions in graph theory. Orono, University of Maine.
Haggett, Peter. 1965. Locational analysis in human geography. Nueva York, St. Martins Press.
Haggett, Peter y Richard J. Chorley. 1969. Network Analysis in Geography. Londres, Edward
Arnold.
Hales, David y Bruce Edmonds. 2004. Sociologically inspired engineering. CPM Report, n 04-
136, Agentlink (III) Newsletter, http://cfpm.org/papers/sie/sie.pdf. Visitado en febrero de
2009.
Hall, Edward. 1989 [1959]. El lenguaje silencioso. Madrid, Alianza Editorial.
Hall, Kenneth M. 1970. An r-dimensional Quadratic Placement Algorithm. Management
Science, 17: 219-229.
Hall, Marshall Jr. 1986. Combinatorial theory. 2
a
edicin, Nueva York, John Wiley & Sons.
Haller, Heiko y Stephan Krauss. 2002. Misinterpretations of significance: a problem students
share with their teachers?. Methods of Psychological ResearchOnline [On-line serial], 7,
120. http://www.dgps.de/fachgruppen/methoden/mpr-online/issue16/art1/haller.pdf.
Visitado en julio de 2010.
Hanneman, Robert. 2005. Introduction to social network methods. Publicacin en lnea,
University of California at Riverside. http://faculty.ucr.edu/~hanneman/. Visitado en julio de
2010.
Hannerz, Ulf. 1986 [1980]. Exploracin de la ciudad: Hacia una antropologa urbana. Mxico,
Fondo de Cultura Econmica.
Hannerz, Ulf. 1992. The global ecumene as a network of networks. En: Adam Kuper
(compilador), Conceptualizing society. Londres y Nueva York, Routledge, pp. 34-58.
Haq, Saif-ul-. 2001. Can space syntax predict environmental cognition?. Proceedings, Space
Syntax 2
nd
International Symposium, Brasilia, pp. 44.1-44.14
Haq, Saif-ul y Sara Girotto. 2004. Ability and intelligibility: Wayfinding and environmental
cognition in the designed environment. Proceedings, 4
th
International Space Syntax
Symposium, Londres, 2003, pp. 68.01-68.20.
Harary, Frank. 1954. On the notion of balance on a signed graph. Michigan Mathematical
Journal, 2: 143-146.
Harary, Frank. 1957. Structural duality. Behavioral Science, 2: 255-265.
Harary, Frank. 1959. Status and contrastatus. Sociometry, 22(1): 23-53.
Harary, Frank. 1969. Graph theory. Reading, Addison-Wesley.
Harary, Frank y Robert Z. Norman. 1953. Graph theory as a mathematical model in social
science. University of Michigan Institute of Social Research.
Harary, Frank, Robert Z. Norman y Dorwin Cartwright. 1965. Structural models: An introduction
to the theory of directed graphs. Nueva York, Wiley.
Harlow, Lisa, Stanley Mulaik y James Steiger (compiladores). 1997. What if there were no
significance tests?, Mahwah, Erlbaum.
Harman, Graham. 2009. Prince of networks: Bruno Latour and metaphysics. Melbourne, re.press.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
363
Harris, Marvin. 1978 [1968]. El desarrollo de la teora antropolgica: Una historia de las teoras
de la cultura. Madrid, Siglo XXI de Espaa.
Harris, Marvin. 1999. Theories of culture in postmodern times. Walnut Creek, Altamira Press.
Hatty, Suzanne y James Hatty. 1999. The disordered body: Epidemic disease and cultural
transformation. Nueva York, State University of New York Press.
Haugeland, John. 1985. Artificial Intelligence: The very idea. Cambridge (USA), The MIT Press.
Haupt, Randy y Sue Ellen Haupt. 2004. Practical genetic algorithms. 2
a
edicin, Hoboken, Wiley
Interscience.
Hawkes, Kristen. 1977. Big men in Binumarien. Oceania, 48: 161-187.
Hayes, Brian. 2002. Statistics of deadly quarrels. American Scientist, 90(1): 10-15.
Haynes, Teresa, Stephen Hedetniemi y Peter Slater. 1998. Fundamentals of domination in graphs.
Nueva York, Marcel Dekker Inc.
Heider, Fritz. 1946. Attitudes and cognitive organization. Journal of Psychology, 21: 107-112.
Helm, Matthew y April Leigh Helm. 2008. Genealogy Online for Dummies. 5
a
edicin. Hoboken,
Wiley Publishing.
Henry, Jules. 1954. The formal social structure of a psychiatric hospital. Psychiatry, 17: 139-
151.
Herbut, Igor. 2007. A modern approach to critical phenomena. Cambridge, Cambridge University
Press.
Herrnstein, Richard y Charles Murray. 1994. The bell curve: Intelligence and class structure in
American life. Nueva York, Free Press.
Hill, Russell y Robin Dunbar. 1994. Social network size in humans. Human nature, 14: 53-72.
Hill, Shawndra, Foster Provost y Chris Volinsky. 2007. Learning and inference in massive social
networks. Faculty Digital Archive, Nuew York University.
http://hdl.handle.net/2451/27812. Visitado en julio de 2010.
Hillier, Bill. 1989. The architecture of the urban object. Ekistics, 334: 5-21.
Hillier, Bill. 2001. A theory of the city as object: Or, how the spatial laws mediate the social
construction of urban space. Proceedings, 3
rd
International Space Syntax Symposium,
Atlanta, pp. 02.1-02.28.
Hillier, Bill. 2004. Rejoinder to Carlo Ratti. Environment and Planning B: Planning and
Design, 31: 501-511.
Hillier, Bill. 2007a. The space is the machine: A configurational theory of architecture. Londres,
UCL.
Hillier, Bill. 2007b. Studying cities to learn about minds: how geometric intuitions shape urban
space and make it work. Space Syntax and Spatial Cognition - Proceedings of the
Workshop held in Bremen, 24
th
September 2006. Spatial Cognition 2006, pp. 11-31.
Hillier, Bill. 2009. What do we need to add to a social network to get a society?. Answer:
Something like what you have to add to a spatial network to get a city. Proceedings of the
7
th
International Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp. 042.1-042.15.
Hillier, Bill y Julienne Hanson. 1984. The Social Logic of Space, Cambridge, Cambridge Uni-
versity Press.
Hillier, Bill, Julienne Hanson y John Peponis. 1987. Syntactic analysis of settlements. Archi-
tecture & Behavior, 3(3): 217-231.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
364
Hillier, Bill, Mark David Major, Jake Desyllas, Kavyn Karimi, Beatriz Campos y Tim Stonor.
1996. Tate Gallery, Millbank: A study of existing layout and new masterplan proposal.
Technical Report, The Bartlett School of Graduate Studies, Unit for Architectural Studies.
Hillier, Bill, Alan Penn, Julienne Hanson, T. Grajewski y J. Xu. 1993. Natural movement: or,
configuration and attraction in urban pedestrian movement. Environment and Planning B:
Planning and Design, 20: 29-66.
Hillier, Bill, Alasdair Turner, Tao Yang y Hoon Tae Park. 2007. Metric and topo-geometric
properties of urban street networks: Some convergences, divergences and new results.
http://eprints.ucl.ac.uk/archive/00003282/01/3282.pdf - Visitado en abril de 2010.
Hillier, Bill y Laura Vaughan. 2007. The city as one thing. Progress in planning, 67(3): 205-
230.
Hillier, Frederick y Gerald Lieberman. 2001. Introduction to operations research. 7
a
edicin,
Boston, McGraw-Hill.
Hingston, Philip, Luigi Barone y Zbigniew Michalewicz (compiladores). 2008. Design by
evolution: Advances in evolutionary design. Berln-Heidelberg, Springer Verlag.
Hochbaum, Dorit. 2003. Graph algorithms and network flows. IEOR266. Universidad de
Berkeley, http://www.ieor.berkeley.edu/~ieor266/. Visitado en julio de 2010.
Hogben, Leslie (compiladora). 2007. Handbook of linear algebra. Boca Raton, Chapman &
Hall/CRC.
Hoffmann, Hans. 1971. Markov chains in Ethiopia. En: P. Kay (compilador), Explorations in
mathematical anthropology. Cambridge (USA), MIT Press, pp. 181-190.
Hohmann-Vogrin, A. 2005. Space Syntax in Maya Architecture. 5
th
International Space Syntax
Symposium. Delft, Bartlett School of Graduate Studies, University College London, pp.
279-292.
Holland, John. 1992a. Genetic algorithms. Scientific American, julio, 267(1): 44-50.
Holland, John. 1992b [1975]. Adaptation in natural and artificial systems. Cambridge (USA),
The MIT Press.
Holland, John, Keith Holyoak, Richard Nisbett y Paul Thagard. 1986. Induction. Processes of
inference, learning, and discovery. Cambridge (USA), The MIT Press.
Holland, Paul y Samuel Leinhardt. 1970. A method for detecting structure in sociometric data.
American Journal of Sociology, 76(3): 492-513.
Holland, Paul y Samuel Leinhardt. 1971. Transitivity in structural models of small groups.
Comparative Groups Studies, 2: 107-124.
Holland, Paul y Samuel Leinhardt. 1976. The statistical analysis of local structures in social
networks. En: D. R. Heise (compilador), Sociological Methodology. San Francisco, Jossey-
Bass, pp. 1-45.
Hlscher, Christoph, Ruth Conroy Dalton y Alasdair Turner (compiladores). 2006. Space syntax
and spatial cognition. Proceedings of the Workshop held in Bremen, 24
th
September.
Holton, Derek Alan y J. Sheehan. 1993. The Petersen graph. Cambridge, Cambridge University
Press.
Holy, Ladislav. 1979. The segmentary lineage and its existential status. En: L. Holy
(compilador), Segmentary lineage systems reconsidered. Belfast, Queen University.
Hoyst, Janus, Krzysztof Kacperski y Frank Schweitzer. 2000.Phase transitions in social impact
models of opinion formation. Physica A: Statistical Mechanics and its applications, 285(1-
2): 199-210.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
365
Homans, George C. y David Schneider. 1955. Marriage, Authority, and Final Causes: A Study of
Unilateral Cross-Cousin Marriage. Nueva York, Free Press.
Hopcroft, John E. y Robert E. Tarjan. 1974. Efficient planarity testing. Journal of the ACM,
21(4): 549-568.
Hopcroft, John Edward, Rajeev Motwani y Jeffrey Ullman. 2001. Introduction to automata
theory, languages and computation. 2
a
edicin. Reading, Addison-Wesley.
Hopkins, Brian y Robin Wilson. 2004. The truth about Knigsberg. The College Mathematics
Journal, 35(3): 198-207.
Hopkins, Mary. 1987. Network analysis of the plans of some Teotihuacan apartment
compounds. Environment and Planning B, 14: 387-406
Hsu, Lih Hsing y Cheng-Kuan Lin. 2009. Graph theory and interconnection networks. Boca
Raton, CRC Press.
Huang, Weidong, Seok-Hee Hong y Peter Eades. 2006a. How people read sociograms: A
questionnaire study. Asia-Pacific Symposium on Information Visualization. Tokyo,
Febrero.
Huang, Weidong, Seok-Hee Hong y Peter Eades. 2006b. Predicting graph-reading performance:
A cognitive approach. Asia-Pacific Symposium on Information Visualization. Tokyo,
Febrero.
Hudson, John C. 1992. Scale in space and time. En: Ronald Abler, Melvin Marcus y Judy
Olson (compiladores), Geographys Inner Worlds. New Brunswick, Rutgers University
Press, pp. 280-300.
Hudson, Richard. 2003. An encyclopedia of english grammar and Word Grammar.
http://www.phon.ucl.ac.uk/home/dick/wg.htm - Visitado en abril de 2009.
Hudson, Richard. 2006. Language Networks: The New Word Grammar. Nueva York, Oxford
University Press.
Hunt, Allen. 2005. Percolation theory for flow in porous media. Berln, Heidelberg y Nueva
York, Springer.
Hunter, John. 1997. Needed: A ban on the significance test. Psychological science, 8: 3-7.
Hunter, John y R. Lance Shotland. 1974. Treating data collected by the small world method as a
Markov process. Social Forces, 52: 321-332.
Ibez, Jess (compilador). 1990. Nuevos avances en la investigacin social: La investigacin
social de segundo orden. Barcelona, Antropos.
Inglis, Christine. 1975. Revisin de Network analysis: Studies in human interaction de J.
Boissevain y J. C. Mitchell. The British Journal of Sociology, 26(1): 113-114.
Ingram, Piers, Michael Stumpf y Jaroslav Stark. 2006. Network motifs: structure does not
determine function. BMC Genomics, 7: 108. http://www.biomedcentral.com/1471-
2164/7/108. Visitado en abril de 2010.
Isaac, Barry. 2005. Karl Polanyi. En: James Carrier (compilador), A handbook in economic
anthropology. Cheltenham, Edward Elgar, pp. 14-25.
Isard, Walter. 1960. Methods of regional analysis. Cambridge (USA), The MIT Press.
Ito, Masami y Teruo Imaoka (compiladores). 2003. Proceedings of the International Conference
Words, Languages and Combinatoris III. Kyoto, 14 al 18 de marzo de 2000. Nueva Jersey,
World Scientific.
Jackson, Matthew. 2008. Social and economic networks. Princeton, Princeton University Press.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
366
Jacob, Riko, Dirk Koschtzki, Katharina A. Lehmann, Leon Peeters y Dagmar Tenfelde-Podehl.
2005. Algorithms for centrality indices. En: U. Brandes y T. Erlebach (compiladores), Op.
cit., pp. 62-82.
Jacobs, Jane. 1961. The life and death of great American cities. Nueva York, Random House.
Jacobson, Kurt y Marc Sandler. 2008. Musically meaningful or just noise? An analysis of on-line
artists networks. http://doc.gold.ac.uk/~map01bf/papers/kjacobson_cmmr2008.pdf. Visitado
en abril de 2010.
Jain, Lakhmi, Mika Sato-Ilic, Maria Virvou, George A. Tsihrintzis, Valentina Emilia Balas y
Canicious Abeynayake (compiladores). 2008. Computational intelligence paradigms.
Innovative applications. Berln y Heidelberg, Springer-Verlag.
Jakobson, Dmitry e Igor Rivin. 1999. On some extremal problems in graph theory.
arXiv:math.CO/9907050. http://arxiv.org/abs/math.CO/9907050. Visitado en abril de 2010.
James, Ioan Mackenzie (compilador). 1999. History of topology. Amsterdam, Elsevier.
Janson, Svante, Tomasz ukzac y Andrzej Rucinski. 2000. Random graphs. Nueva York, John
Wiley & Sons.
Jenkins, David. 2008. Anthropology, mathematics, kinship: A tribute to the anthropologist Per
Hage and his work with the mathematician Frank Harary. University of California,
eScholarship Repository, http://repositories.cdlib.org/hcs/MACT/0708DJ/. Visitado en junio
de 2009.
Jensen, Henrik Jeldtoft. 1998. Self-organized criticality: Emergent complex behavior in physical
and biological systems. Cambridge, Cambridge University Press.
Jiang, Bin. 2007. A topological pattern of urban street networks: universality and peculiarity.
Physica A, 384: 647-655.
Jiang, Bin. 2009. Street hierarchies: a minority of streets account for a majority of traffic flow.
International Journal of Geographical Information Science, 23(8): 1033-1048, Preprint,
arxiv.org/abs/0802.1284, http://arxiv.org/abs/0802.1284 - Visitado en abril de 2010.
Jiang, Bin y Christophe Claramunt. 2000. Extending space syntax towards an alternative model
of space within GIS. Presentado en la 3
rd
AGILE Conference on Geographic Information
Science, Helsinki, 25 al 27 de mayo. http://fromto.hig.se/~bjg/JiangCla.PDF. Visitado en
abril de 2010.
Jiang, Bin y Christophe Claramunt. 2004. Topological analysis of urban street networks. Envi-
ronment and Planning B Planning and Design, 31(1): 151-162.
Jiang, Bin y Xintao Liu. 2009. AxialGen: a research prototype for automatically generating the
axial map. Trabajo presentado en 11
th
International Conference on Computers in Urban
Planning and Urban Management (CUPUM), Hong Kong, 16 al 18 de junio de 2009,
Preprint, arxiv.org/abs/0902.0465, http://arxiv.org/abs/0902.0465 - Visitado en abril de
2010.
Jiang, Bin y Xintao Liu. 2010. Automatic generation of the axial lines of urban environments to
capture what we perceive. International Journal of Geographical Information Science,
(24)4: 545-558, Preprint, arxiv.org/abs/0811.4489, http://arxiv.org/abs/0811.4489.
Visitado en abril de 2010.
Jiang, Bin, Junjun Yin y Sijian Zhao. 2009. Characterizing human mobility patterns over a large
street network. http://arxiv.org/pdf/0809.5001v1. Visitado en enero de 2010.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
367
Johnson, Neil, Mike Spagat, Jorge Restrepo, Oscar Becerra, Juan Camilo Bohrquez, Nicols
Surez, Elvira Mara Restrepo y Roberto Zarama. 2006. Universal patterns underlying
ongoing wars and terrorism. oai:arXiv.org:physics/0605035,
http://www.citebase.org/fulltext?format=application%2Fpdf&iden-
tifier=oai%3AarXiv.org%3Aphysics%2F0605035. Visitado en febrero de 2008.
Johnson, Norman, Adrienne Kemp y Samuel Kotz. 2005. Univariate discrete distributions.
Hoboken, John Wiley & Sons.
Jonas, Jeff y Jim Harper. 2006. Effective Counterterrorism and the Limited Role of Predictive
Data Mining. Policy Analysis, 587, diciembre, http://www.cato.org/pubs/pas/pa584.pdf.
Visitado en enero de 2011.
Jondeau, Eric, Ser-Huang Poon y Michael Rockinger. 2007. Finantial modeling under non-
Gaussian distributions. Londres, Springer London.
Jones, Eric. 2006. Using viewshed analysis to explore settlement choice: A case study of Onon-
daga Iroquois. American Antiquity, 71(3): 523-538.
Jost, Jrgen y Maliakal Poulo Joy. 2002. Evolving networks with distance preferences. Physical
Review E, 66(3), 3612636132, http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0202343v2. Visitado en mayo
de 2010.
Joyce, Rosemary y Susan Gillespie. 2000. Beyond kinship: Social and material reproduction in
house society. Filadelfia, University of Pennsylvania Press.
Jukna, Stasys. 2001. Extremal combinatorics. With applications in computer science. Nueva
York-Heidelberg-Berln, Springer Verlag.
Jung, Woo-Sung, Fenzhong Wang y H. Eugene Stanley. 2008. Gravity model in the Korean
highway. Europhysics Letters (EPL), 81, 48005, doi:10.1209/0295-5075/81/48005.
http://polymer.bu.edu/hes/articles/jws08.pdf. Visitado en diciembre de 2010.
Jungnickel, Dieter. 2008. Graphs, networks, and algorithms. 3
a
edicin, Berln-Heidelberg,
Springer.
Kacperski, Krzysztof y Janusz Hoyst. 1999. Opinion formation model with strong leader and
external impact: A mean field approach. Pre-impreso de Physica A, 287: 631-643.
Kadanoff, Leo. 1983. Roads to chaos. Physics Today, diciembre, 36: 46-53.
Kadanoff, Leo. 1999. From order to chaos II: Essays: Critical, chaotic and otherwise. Nueva
York, World Scientific Publishing Company.
Kagan, Abram, Yurii Vladimirovich Linnik y C. Radhakrishna Rao. 1973. Characterization
problems in mathematical statistics. Nueva York, Wiley.
Kalapala, Vamsi, Vishal Sanwalani, Aaron Clauset y Christopher Moore. 2006. Scale invariance
in road networks. Physical Review E (Statistical, Nonlinear, and Soft Matter Physics), vol.
73: 026130. arXiv:physics/0510198v2.
Kampel, Martin y Francisco Javier Melero. 2003. Virtual vessel reconstruction from a
fragments profile. En: D. Arnold, A. Chalmers y F. Niccolucci (Editores), 4
th
International
Symposium on Virtual Reality, Archaeology and Intelligent Cultural Heritage.
Kandel, Abraham, Horst Bunke y Mark Last (compiladores). 2007. Applied graph theory in
computer vision and pattern recognition. Berln y Heidelberg, Springer-Verlag.
Kane, Julius, William Thompson e Ilan Vertinsky.1972. Health-care delivery: A policy
simulation. Socio-economic planning sciences, 6(3): 283-293.
Kansky, K. J. 1963. Structure of Transportation Networks: Relationships Between Network
Geometry and Regional Characteristics. Research Paper 84, Department of Geography,
University of Chicago.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
368
Kant, Goosen. 1967. Algorithms for drawing planar graphs. Disertacin de doctorado,
Universidad de Utrecht.
Kapatsinski, Vsevolod. 2006. Sound similarity relations in the mental lexicon: Modeling the
lexicon as a complex network. Speech Research Lab Progress Report #27, Bloomington,
Indiana University.
Kapferer, Bruce. 1969. Norms and the manipulation of relationships in a work context: En: J. C.
Mitchell (compilador), Op. cit., pp. 181-244.
Kapferer, Bruce. 1972. Strategy and transaction in an African factory: African workers and
Indian management in a Zambian town. Manchester, Manchester University Press.
Kapferer, Bruce. 1973. Social network and conjugal role in urban Zambia: Towards a
reformulation of the Bott hypothesis. En: Jeremy Boissevain y J. Clyde Mitchell, Network
Analysis Studies in Human Interaction. La Haya, Mouton & Co., pp. 269-280.
Karinthy, Frigyes. 2001 [1929]. Chain-links. En: M. Newman, L. Barabsi y D. Watts
(compiladores), Op. cit., pp. 21-26.
Karloff, Howard. 2009. Linear programming. Boston, Birkhuser.
Katz, Leo. 1947. On the matrix analysis of sociometric data. Sociometry, 10: 233-241.
Kay, Paul. 1975. A model theoretic approach to folk taxonomy. Social science information., 14:
151-166.
Kehoe-Forutan, Sandi. 1988. Torres Strait independence: A chronicle of events. St. Lucia,
University of Queensland, Department of Geographical Sciences Research Report n 1.
Kelsey, Todd. 2010. Social networkings spaces: From Facebook to Twitter and everything in
between. Nueva York, Apress.
Kemeny, John, J. Laurie Snell y Gerald L. Thompson. 1974. Introduction to finite mathematics. 3
a
edicin, Englewood Cliffs, Prentice-Hall.
Kendall, David G. 1963. A statistical approach to Flinders Petrie's sequence dating. Bulletin of
the International Statistics Institute, 40: 657-680.
Kendall, David G. 1969. Incidence matrices, interval graphs, and seriation in archaeology.
Pacific Journal of Mathematics, 28: 565-570.
Kenis, Patrick y David Knoke. 2002. How organizational field networks shape
interorganizational tie-formation rates. Academy of Management Review, 27: 275-293.
Kennedy, Hubert. 1963. The mathematical philosophy of Giuseppe Peano. Philosophy of
Science, 30(3): 262-266.
Kennedy, James, Russell Eberhart y Yuhui Shi. 2001. Swarm intelligence. San Francisco, Morgan
Kaufmann.
Kilduff, Martin y David Krackhardt. 2008. Interpersonal networks in organizations. Cambridge,
Cambridge University Press.
Kilduff, Martin y Wenpin Tsai. 2003. Social networks and organizations. Londres, Sage.
Killworth, Peter y Russell Bernard. 1979. A pseudo-model of the small-world problem. Social
Forces, 52(2): 477-505.
Killworth, Peter, Russell Bernard y Christopher McCarty. 1984. Measuring Patterns of
Acquaintanceship, Current Anthropology, 25(4): 381-397.
Kim, Minseok y Jaepil Choi. 2009. Angular VGA and cellular VGA: An exploratory study for
spatial analysis methodology based in human movement behavior. Proceedings of the 7
th
International Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp. 054.1-054.14
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
369
Kim, Ungsik. 2007. Analysis of personal email networks using spectral decomposition. IJCSNS
International Journal of Computer Science and Network Security, 7(4): 185-188.
Kim, Young Ook y Alan Penn. 2004. Linking the spatial syntax of cognitive maps to the spatial
syntax of the environment. UCL Eprints, http://eprints.ucl.ac.uk/278/. Visitado en febrero
de 2009.
Kirkpatrick, Scott, Daniel Gelatt y Mario Vecchi. 1983. Optimization by Simulated Annealing.
Science, 220(4598): 671-680. http://www.cs.virginia.edu/cs432/documents/sa-1983.pdf.
Visitado en febrero de 2009.
Klapisch-Zuber, Christine. 2000. LOmbre des anctres: Essai sur limaginaire mdival de la
parent. Pars, Fayard.
Klau, Gunnar y Ren Weiskircher. 2005. Robustness and resilience. En: U. Brandes y T.
Erlebach (compiladores), Op. cit., cap. 15, pp. 417-437.
Kleiber, Christian y Samuel Kotz. 2003. Statistical size distribution in economics and actuarial
sciences. Hoboken, Wiley Interscience.
Kleinberg, Jon. 1999. The small world phenomenon: An algorithmic perspective. Cornell
Computer Science Technical Report, 99-1776.
Kleinberg, Jon. 2000. Navigation in a small world. Nature, 406: 845.
Kleinfeld, Judith. 2002. The small world problem. Society, 39(2): 61-66.
Klovdahl, Alden. 1981. A note of images of networks. Social Networks, 3: 197-214.
Klovdahl, Alden. 1986. VIEW-NET: A new tool for network analysis. Social Networks, 8: 313-
342.
Klovdahl Alden, Edward Graviss, Afshin Yaganehdoost, Michael Ross, Gerald Adams y James
Musser. 2001. Networks and tuberculosis: an undetected community outbreak involving
public places. Social Science and Medicine, 52: 681-694.
Kluckhonh, Florence. 1963. Some reflections on the nature of cultural integration and change.
En: E. A. Tiryakian (compilador), Sociological theory, values, and sociocultural change.
Nueva York, Free Press / Macmillan, pp. 217-248.
Knauft, Bruce. 1996. Genealogies for the present in cultural anthropology. Nueva York y Lon-
dres, Routledge.
Knoke, David y Song Yang. 2008. Social network analysis. 2
a
edicin, Los Angeles-Londres,
Sage Publications.
Knorr-Cetina, Karin. 1981. The micro-sociological challenge of macro-sociology: Towards a
reconstruction of sociological theory and methodology: en K. Knorr-Cetina y Aaron Cicourel
(compiladores), Advances in social theory and methodology: Toward an integration of
micro- and macro-sociologies, Londres y Boston, Routledge and Kegan Paul, pp. 1-47.
Knuth, Donald. 1999. Things a computer scientist rarely talks about. Cambridge (USA), Center
for the Study of Language and Information Lecture notes.
Knuth, Donald. 2001. The art of computer programming. 4 volmenes. Reading, Addison
Wesley.
Kocarev, Ljupco y Gabor Vattay (compiladores). 2005. Complex dynamics in communication
networks. Berln-Heidelberg-Nueva York, Springer Verlag.
Kocay, William y Donald Kreher. 2005. Graphs, algorithms, and optimization. Discrete
mathematics and its applications. Boca Raton, CRC Press.
Kochen, Manfred (compilador). 1989. The small world. Norwood, Ablex.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
370
Kochen, Manfred e Ithiel de Sola Pool. 1978. Contacts and influence. Social Networks, 1(1): 1-
51.
Kohler, Timothy. 2000. Putting social sciences together again. En: T. Kohler y G. Gumerman
(compiladores), Dynamics in Human and Primate Societies. Agend-based modeling of social
and spatial processes. Nueva York-Oxford, Oxford University Press, pp. 1-18.
Kolata, Gina. 1998. Scientific myths that are too good to die. The New York Times, 6 de
diciembre, p. 18. http://www.nytimes.com/1998/12/06/weekinreview/scientific-myths-that-
are-too-good-to-die.html?pagewanted=1. Visitado en abril de 2010.
Kollu, Tnu y Dietrich von Rosen. 2005. Advanced multivariate statistics with matrices.
Amsterdam, Springer.
Knig, Dnes. 1931. Grfok s mtrixok. Matematikai s Fizikai Lapok, 38: 116119.
Koren, Yehuda. 2002. On spectral graph drawing. Proceedings of the 9
th
International
Computer and Combinatorics Conference, COCCON03. Nueva York, Springer Verlag, pp.
496-508.
Korn, Frances. 1973. Elementary structures revisited. Berkeley, University of California Press.
Korzybski, Alfred. 1933. Science and sanity. An introduction to non-aristotelian systems and ge-
neral semantics. http://www.greylodge.org/occultreview/glor_010/science_and_sanity.htm.
Visitado en mayo de 2009.
Koshy, Thomas. 2003. Discrete mathematics with applications. Amsterdam, Elsevier.
Kosub, Sven. 2005. Local density. En: U. Brandes y T. Erlebach (compiladores), Op. cit., pp.
112-142.
Kotz, Samuel y Saralees Nadarajah. 2000. Extreme value distributions: Theory and applications.
Londres, Imperial College Press.
Kvecses, Zoltn. 2005. Metaphor in culture: Universality and variation. Cambridge, Cambridge
University Press.
Koza, John. 1992. Genetic programming: On the programming of computers by natural selection.
Cambridge (USA), The MIT Press.
Krishnamoorty, Kalimuthu. 2006. Handbook of statistical distributions with applications. Boca
Raton, Chapman & Hall / CRC.
Krueger, Joachim. 2001. Null hypothesis significance testing: On the survival of a flawed
method. American Psychologist, 56(1): 16-26.
Krger, Mario J. T. 1979. An approach to built-form connectivity at an urban scale: system
description and its representation. Environment and Planning B: Planning and Design, 6:
67-88.
Krger, Mario J. T. 1989. On node and axial maps: distance measures and related topics.
European Conference on the Representation and Management of Urban Change,
Universidad de Cambridge.
Kruzic, P. G. 1973. A suggested paradigm for policy planning. Menlo Park, Stanford Research
Institute Technical Note TN-OED-016.
Kryssanov, Victor, Frank Rinaldo, Evgeny Kuleshov y Hitoshi Ogawa. 2008. A hidden variable
approach to analyze hidden dynamics of social networks. En: Thomas Friemel
(compilador), Op. cit., pp. 15-35.
Kubat, Aye Sema. 1999. Morphological History of stanbul. Urban Morphology Journal of
the International Seminar on Urban Form, Vol. 4, Birmingham, Design and Print Unit,
University of Central England.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
371
Kugiumtzis, Dimitris, Bjoern Lillekjendlie y Nils Christophersen. 1994. Chaotic time series. Part
I: Estimation of some invariant properties in time space. Modeling, identification and
control, 15(4): 205-224.
Kuhn, Alfred. 1962. The structure of scientific revolutions. Chicago, The University of Chicago
Press.
Kuper, Adam. 1973. Antropologa y antroplogos: La escuela britnica 1922-1972. Barcelona,
Anagrama.
Kuper, Adam. 2003. What really happened to kinship and kinship studies. Journal of Cognition
and Culture, 3(4): 329-335.
Kuper. Adam. 1982. Linneage theory: A critical retrospect. Annual Review of Anthropology, 11:
71-95.
Kuznar, Lawrence A. 1997. Reclaiming a scientific Anthropology. Walnut Creek, Altamira Press.
Kvamme, Kenneth. 1993. Computer methods: Geographic Information Systems. En: Jonathan
Haas y Winifiried Creamer (compiladores), Stress and warfare among the Kayenta Anasazi
in the thirteenth century A.D., Chicago, Field Museum, pp. 171-180.
Lake, Mark y P. E. Woodman. 2003. Visibility studies in archaeology: A review and case study.
Environment and Planning B, Planning and Design, 30: 689-407.
Lambiotte, Renaud y Marcel Ausloos. 2006. On the genre-fication of music. The European
Physical Journal B. Condensed matter and complex systems, 50(1-2): 183-188.
Lamphere, Louise. 2001. Whatever happened to kinship studies?: Reflections of a feminist
anthropologist. En: Linda Stone (compiladora), New directions in anthropological kinship,
Lanham, Rowman & Littlefield.
Landau, Lev y Evgenii M. Lifshitz. 1977. Quantum mechanics: Non-relativistic theory (Vol. 3 del
Curso de Fsica Terica). 3 edicin, Oxford, Pergamon Press.
Landsberger, Henry. 1958. Hawthorne revisited. Ithaca, Cornell Social Science Research Center.
Latour, Bruno. 2005. Reassembling the social: An introduction to actor-network-theory. Oxford,
Oxford University Press.
Laurence, Ray. 1994. Roman Pompeii, space and society. Londres, Routledge.
Laurie, Alexander. 2003. Phase transitions occurring in models of neighborhood racial
segregation. Disertacin de doctorado, Illinois Wesleyan University.
http://digitalcommons.iwu.edu/physics_honproj/5/. Visitado en enero de 2010.
Laville, Jean-Louis. 2007. The social dimension of the economy according to Mark
Granovetter. Sociologica, 2, doi: 10.2383/24768.
http://www.sociologica.mulino.it/doi/10.2383/24768. Visitado en febrero de 2008.
Lawler, Eugene. 1976. Combinatorial optimization: Networks and matroids. Nueva York, Holt,
Rinehart & Winston.
Lawrence, Denise y Setha Low. 1990. The built environment and spatial form. Annual Review
of Anthropology,19: 453-505.
Lawrence, Roderick. 1987. Structuralist Theories in Environment Behavior Design Research:
Applications for Analyses of People and the Built Environment. En: E. H. Zube y G. T.
Moore (compiladores), Advances in Environment, Behavior, and Design: Toward the
Integration of Theory, Methods, Research, and Utilization, vol. 2. Nueva York, Plenum
Press, pp. 37-70.
Lawson, Bryan. 2005. The language of space. Oxford, Architectural Press.
Leach, Edmund. 1964. Revisin de An anatomy of Kinship de Harrison White. Man, 64: 156.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
372
Leach, Edmund. 1971 [1966]. Replanteamiento de la antropologa. Barcelona, Seix Barral.
Leavitt, Harold. 1951. Some effects of certain communication patterns on group performance.
Journal of Abnormal and Social Psychology, 46: 38-50.
Lee, Kwang y Mohamed El-Sharkawi (compiladores). 2008. Modern heuristic optimization
techniques. Theory and applications to power systems. Hoboken, John Wiley & Sons.
Leeds, Anthony. 1972. Urban anthropology and urban studies. Urban Anthropology Newsletter,
1(1): 4-5.
Legeby, Ann. 2009. Accesibility and urban life: Aspects of urban segregation. Proceedings of
the 7
th
Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp. 064.1-064.11.
Leinhardt, Samuel. 1977. Social Networks: A developing paradigm. Nueva York, Academic
Press.
Lemke, Paul, Steven Skiena y Warren Smith. 2002. Reconstructing sets from interpoint distan-
ces. DIMACS Technical Report, 2002-37, setiembre, pp. 332-339.
Le Play, Pierre Guillaume Frdric. 1855. Ouvriers europens. tudes sur les travaux, la vie
domestique et la condition morale des populations ouvrires de lEurope, prcde dun
expos de la mthode dobservations. Pars, Imprimerie impriale. http://www.science-
sociale.org/download/cat.php?idcat=3&PHPSESSID=01a4cddfb337264480610483f641fb9
6. Visitado en enero de 2011.
Lett, James. 1997. Science, reason and anthropology. The principles of rational inquiry. Lanham,
Rowman & Littlefield Publishers, Inc.
Lvi-Strauss, Claude. 1969 [1949]. The elementary structures of kinship. Traduccin de James
Harle Bell, John Richard von Sturmer y Rodney Needham. Boston, Beacon Press.
Lvi-Strauss, Claude. 1973 [1958]. Antropologa estructural. 5 edicin, Buenos Aires, Eudeba.
Lvi-Strauss, Claude. 1984 [1983]. La mirada distante. Barcelona, Argos Vergara.
Lvi-Strauss, Claude. 1985 [1949]. Las estructuras elementales del parentesco. Barcelona,
Planeta-Agostini.
Lewin, Kurt. 1936. Principles of topological psychology. Nueva York, McGraw-Hill.
Lewin, Kurt. 1938. The conceptual representation and measurement of psychological forces.
Durham, Duke University Press.
Lewin, Kurt. 1939. Field theory and experiment in social psychology: Concepts and methods.
American Journal of Sociology, 44(6): 868-896.
Lewin, Kurt. 1951 [1947]. Frontiers in group dynamics. En: D. Cartwright (compilador), Field
theory in social sciences. Nueva York, Harper & Brothers, pp. 130-154.
Lewis, Herbert. 1998. The misrepresentation of anthropology. American Anthropologist,
100(3): 716-731.
Li, Andrew I-kang. 2001. A shape grammar for teaching the architectural style of the Yingzao
Fashi. Disertacin doctoral, MIT.
Li, Wentian. 1992. Random texts exhibit Zipfs-law-like word frequency distribution. IEEE
Transactions on Information Theory, 38(6): 1842-1845.
Liebling, Thomas M. 1970. Graphentheorie in Planungs-und Tourenproblemen. Lecture Notes in
Operations Research and Mathematical Systems No. 21, Berlin-Heidelberg-Nueva York,
Springer-Verlag,
Liebmann, Matthew, T. J. Ferguson y Robert W. Preucel. 2005. Pueblo settlement, architecture,
and social change in the Pueblo revolt era, A. D. 1680 to 1696. Journal of Field
Archaeology, 30(1): 45-60.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
373
Liljeros, Fredrik, Christopher Edling y Luis Nunez Amaral. 2003. Sexual networks: Implications
for the transmission of sexually transmitted infections. Microbes and Infection, 5: 189-196.
Lillekjendlie, Bjoern, Dimitris Kugiumtzis y Nils Christophersen. 1994. Chaotic time series. Part
II: System identification and prediction. Modeling, identification and control, 15(4): 225-
243.
Lin, Nan. 1989. The small world technique as a theory-construction tool. En: M. Kochen
(compilador), Op. cit., pp. 231-238.
Lin, Nan. 1999. Social networks and status attainment. Annual Review of Sociology, 25: 467-
487.
Lin, Nan, Paul Dayton y Peter Greenwald. 1978. Analyzing the instrumental use of relations in
the context of social structure. Sociological Methods and Research, 7: 149-166.
Lin, Nan, Walter Ensel y John Vaughn. 1981. Social Resources, Strength of Ties and
Occupational Status Attainment. American Sociological Review 46(4): 393-405.
Liu, Chung L.1968. Introduction to combinatorial mathematics. Nueva York, McGraw-Hill.
Liu, Pin-hsiung. 1973. Murngin: A mathematical solution. Current Anthropology, 14(1-2): 103-
110.
Livingstone, Frank B. 1969. The applicability of structural models to marriage systems in
anthropology. En: I. Buchler y H. Nutini (compiladores), Game theory in the behavioral
sciences. Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, pp. 235-251
Ljung, Lennart y Torsten Sderstrm. 1986. Theory and practice of recursive identification. Cam-
bridge (USA), The MIT Press.
Ljung, Lennart. 1987. System identification: Theory for the user. Englewood Cliffs, Prentice Hall.
Llobera, M. 2003. Extending GIS-based visual analysis: The concept of visualscapes.
International Journal of Geographical Information Systems, 17(1): 25-48.
Lock, Gary y Trevor Harris. 1996. Danebury revisited: An English iron-age hillfort in a digital
landscape. En: M. Aldenferder y H. Maschner (compiladores), Anthropology, space, and
geographic information systems. Nueva York, Oxford University Press, pp. 214-240.
Lomnitz, Larissa. 1974. Networks and marginality. Nueva York, Academic Press.
Long, Yixiang y Perver Baran. 2006. The relationships between objective and subjective evalua-
tions of urban environments: Space syntax, cognitive maps, and urban legibility. Pro-
ceedings, Spatial Cognition 06. En lnea en UCL Bartlett School of Graduate Studies.
Long, Yixiang, Perver Baran y Robin Moore. 2007. The role of space syntax in spatial cognition:
Evidence from urban China. Proceedings, 6
th
International Space Syntax Symposium,
stanbul, pp. 129.01-129.06.
Lorrain, Franois. 1975. Rseaux sociaux et classifications sociales: Essay sur lalgbre et la
gomtrie des structures sociales. Pars, Hermann.
Lorrain, Franois y Harrison C. White. 1971.Structural equivalence of individuals in social net-
works. Journal of Mathematical Sociology, 1: 49-80.
Lotka, Alfred J. 1926. The frequency distribution of scientific productivity. Journal of the
Washington Academy of Sciences, 16(12): 317-324
Lotman, Jurij y Boris Uspenkij. 1979 [1974]. Mito, nombre, cultura. En: Jurij Lotman y la
Escuela de Tartu, Semitica de la cultura. Madrid, Ediciones Ctedra, pp. 111-136.
Low, Setha (compiladora). 1999. Theorizing the city: The new urban anthropology reader. New
Brunswick, Rutgers University Press.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
374
Luce, R. Duncan. 1950. Connectivity and generalized cliques in sociometric group structure.
Sociometrika, 15: 159-190.
Luce, R. Duncan y Albert D. Perry. 1949. A method of matrix analysis to group structure.
Psychometrika, 14: 95-116
Luenberger, David. 1984. Linear and nonlinear programming. 2
a
edicin, Reading, Addison-
Wesley.
Luenberger, David y Yinyu Ye. 2008. Linear and nonlinear programming. 3
a
edicin, Nueva
York, Springer.
Lukose, Dickson, Harry Delugach, Mary Keeler, Leroy Searle y John Sowa (compiladores). 1997.
Conceptual structures: Fulfilling Peirces dream. Berln-Heidelberg, Springer Verlag.
Ltkepohl, Helmut. 1996. Handbook of matrices. Baffins Lane, John Wiley & Sons.
Lynch, Kevin. 2008 [1960]. La imagen de la ciudad. Barcelona, Gustavo Gili.
MacMahon, David. 2006. Linear algebra demystified. Nueva York, McGraw-Hill.
MacQueen, Kathleen. 1994. The epidemiology of HIV transmissions: Trends, structure and
dynamics. Annual Review of Anthropology, 23: 509-526.
Magel, Pierre y Shigui Ruan (compiladores). 2008. Structured population models in biology and
epidemiology. Heildelberg, Springer.
Magubane, Bernard. 1971. A critical look at indices used in the study of social change in
Colonial Africa. Current Anthropology, 12: 419-431.
Magubane, Bernard. 1973. The Xhosa in town: Revisited Urban Social Anthropology: A Failure
of method and theory. American Anthropologist, 75: 1701-1715.
Maiza, Chaouki y Vronique Gaildrat. 2005. Automatic classification of archaeological
postherds. Reporte, Departamento de Ciencias de la Computacin del IRIT, Toulouse, 7 de
febrero. Tambin en Proceedings of 8
th
3IA2005 International Conference Computer
Graphics and Artificial Intelligence, Limoges, 11 y 12 de Mayo, pp. 136-147.
Maiza, Chaouki. 2004. tude de techniques dappariement entre formes modles et fragments de
poteries sigilles. Disertacin de doctorado, Universit Paul Sabatier Toulouse 3, cole
Doctorale Informatique et Tlcommunications.
Malevergne, Yannick, Vladilen Pisarenko y Didier Sornette.2009. Gibrats law for cities:
Uniformly most biased test of the Pareto against the lognormal. Swiss Finance Institute
Research Paper Series, 9(40). http://ideas.repec.org/p/chf/rpseri/rp0940.html. Visitado en
enero de 2011.
Malinowski, Bronisaw. 1930. Kinship. Man, 30(2): 19-29.
Malinowski, Bronisaw. 1986 [1922]. Los argonautas del Pacfico Occidental. 2 volmenes.
Barcelona, Planeta-Agostini.
Malinowski, Bronisaw. 1989. A diary in the strict sense of the term. Stanford, Stanford
University Press.
Mandelbrot, Benot. 1960. On the theory of word frequencies and on related Markovian models
of discourse. En: R. Jakobson (compilador), Proceedings of the Twelfth Symposium in
Applied Mathematics. Nueva York, American Mathematical Society, pp. 190-219
Mandelbrot, Benot. 1967. How long is the coast of Britain?: Self-similiarity and fractional di-
mension. Science, 156(3775): 636-638.
Mandelbrot, Benot. 2003. La geometra fractal de la naturaleza. 2
a
edicin, Barcelona, Tusquets.
Mandelbrot, Benot y Richard L. Hudson. 2006. Fractales y finanzas: Una aproximacin
matemtica a los mercados. Barcelona, Tusquets.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
375
Manrubia, Susanna, Alexander Mikhailov y Damin Zanette. 2004. Emergence of dynamic order:
Synchronization phenomena in complex systems. Nueva Jersey, World Scientific Publishing
Co.
Maranda, Pierre. 1977. Cartographie semantique et folklore: Le diable beau danseur Rimous-
ki. Recherche Sociographique, 18: 247-270.
March, Lionel y Philip Steadman. 1971. The geometry of the environment. Londres, Methuen.
Marcus, George. 1996. Connected: Engagements with media. Chicago y Londres, The University
of Chicago Press.
Marcus, George. 2002. Beyond Malinowski and after Writing culture: On the future of Cultural
Anthropology and the predicament of ethnography. Australian Journal of Anthropology,
13(2): 191-199.
Marks, Joe (compilador). 2001. Graph drawing. 8
th
International Symposium, GD 2000, Colonial
Williamsburg, 20 al 23 de setiembre de 2000. Berln, Heidelberg y Nueva York, Springer.
Markus, Thomas A. 1993. Buildings and power: Freedom and control in the origin of modern
buiding types. Nueva York, Routledge.
Marsden, Peter. 1990. Network data and measurement. Annual Review of Sociology, 16: 436-
463.
Marshall, Jonathan. 2004. Language change and sociolinguistics: Rethinking social networks.
Nueva York, Palgrave Macmillan.
Martin, John Levi. 2003. What is field theory. The American Journal of Sociology, 109(1): 1-49
Martino, Francesco y Andrea Spoto. 2006. Social networks analysis: A brief theoretical review
and further perspectives in the study of intormation technology. PsychNology Journal, 4(1):
53-86.
Martzloff, Jena-Claude. 2006 [1987]. A history of Chinese mathematics. Berln, Heidelberg y
Nueva York, Springer.
Marx, Dniel. 2004. Graph colouring problems and their applications in scheduling. Periodica
Polytechnica, Electrical Engineering, 48: 1116,
http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.95.4268&rep=rep1&type=pdf.
Visitado en febrero de 2009.
Marx, Karl. 1956 [1857]. Karl Marx: Selected writings in sociology & social philosophy. Nueva
York, McGraw-Hill.
Maschner, Herbert. 1996. The politics of settlement choice in the northwest coast: Cognition,
GIS, and coastal landscapes. En: M. Aldenferder y H. Maschner (compiladores),
Anthropology, space, and geographic information systems. Nueva York, Oxford University
Press, pp. 175-189.
Maschner, Herbert y Christopher Chippindale (compiladores). 2005. Handbook of archaeological
methods. 2 volmenes. Nueva York, Altamira Press.
Masin, Sergio Cesare, Verena Zudini y Mauro Antonelli. 2009. Early alternative derivations of
Fechners law. Journal of the History of Behavioral Sciences, 45(1): 56-65.
Maslow, Sergei, Kim Sneppen y Uri Alon. 2003. Correlation profiles and motifs in complex
networks. En: S. Bornholdt y G. H. Schuster (compiladores), Op. cit., pp. 168-198.
Masucci, Adolfo. P. y Geoff J. Rodgers. 2006. Network properties of written human language,
http://arxiv.org/PS_cache/physics/pdf/0605/0605071v1.pdf. Visitado en marzo de 2008.
Matouek, Ji y Bernd Grtner. 2007. Understanding and using linear programming. Heidelberg
y Nueva York, Springer.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
376
Mayer, Philip. 1961. Tribesmen on townsmen: Conservatism and the process of urbanization in a
South African city. Capetown, Oxford University Press.
Mayer, Philip. 1962. Migrancy and the study of Africans in towns. American Anthropologist,
64: 576-592.
Mayer, Philip. 1970. Resea de Social Networks in Urban Situations: Analyses of Personal
Relationships in Central African towns, de J. C. Mitchell. Man, 5(4): 720-721.
Mazouz, Said y Nawel Banshain. 2009. Handling architectural complexity by combining genetic
and syntactic approaches: The case of traditional settlements in North Africa. Proceedings
of the 7
th
International Space Syntax Symposium, Estocolmo, pp. 073.1-073.13.
McCloskey, Deirdre N. y Stephen T. Ziliak. 2008. The Cult of Statistical Significance: How the
Standard Error Costs Us Jobs, Justice, and Lives (Economics, Cognition, and Society). Ann
Arbor, The University of Michigan Press
McDonald, Bryan, Fernando Pereira, Kiril Ribarov y Jan Hajic. 2005. Non-projective
dependency parsing using spanning tree algorithms. En: Proceedings of Human Language
Technology Conference and Conference on Empirical Methods in Natural Language
Processing, Vancouver, Octubre, pp. 523-530.
McCarty, Christopher, Peter Killworth, H. Russell Bernard, Eugene Johnsen y Gene Shelley.
2000. Comparing Two Methods for Estimating Network Size. Human Organization, 60:
28-39.
McGrath, Cathleen, Jim Blythe y David Krackhardt. 1997. The effect of spatial arrangement on
judgments and errors in interpreting graphs. Social Networks, 19(3): 223-242.
McKee, Terry y F. R. Morris. 1999. Topics in intersection graph theory. Filadelfia, Society for
Industrial and Applied Mathematics.
McMahon, David. 2006. Linear algebra demystified. Nueva York, McGraw Hill.
McNeal, Edward. 1994. MathSemantics: Making numbers talk sense. Londres, Penguin.
Meehl, Paul E. 1967. Theory testing in psychology and physics: A methodological paradox.
Philosophy of science, 34: 103-115.
Meester, Ronald y Rahul Roy. 1996. Continuum percolation. Cambridge, Cambridge University
Press.
Mehler, Alexander. 2009. Generalized shortest path trees: A novel graph class by example of
semiotic networks. En: M. Dehmer y F. Emmert-Streib (compiladores), Op. cit., pp. 175-
220.
Meier, John y Clifford A. Reiter. 1996. Fractal representations of Cayley Graphs. Computers &
Graphics, 20(1): 163-170.
Meluk, Igor. 1985. Dependency syntax. Albany, SUNY Press.
Meluk, Igor. 2003. Levels of dependency in linguistic description: Concepts and problems.
En: V. Agel, L. Eichinnger, H.-W. Eroms, P. Hellwig, H. J. Herringer y H. Lobin
(compiladores), Dependency and Valency. An International Handbook of Contemporary
Research, vol. 1. Berln - Nueva York, Walter de Gruyter, pp. 188-229.
Melero, Francisco Javier, Juan Carlos Torres y Alejandro Len. 2003. On the interactive 3D
reconstruction of Iberian vessels. En: D. Arnold, A. Chalmers y F. Niccolucci (Editores), 4
th
International Symposium on Virtual Reality, Archaeology and Intelligent Cultural Heritage.
Menndez, Eduardo Luis. 2009. Las furias y las penas: O de cmo fue y podra ser la
antropologa. Conferencia Inaugural, FFyL, UBA, 3 de abril.
Merleau-Ponty, Maurice. 1945. Phnomnologie de la perception. Pars, Gallimard.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
377
Merton, Robert. 1968. The Matthew effect in science. Science, 159(3810): 56-63.
Meyer, Carl D. 2000. Matrix analysis and applied linear algebra. Filadelfia, Society for Industrial
and Applied Mathematics.
Meyers, Robert A. (compilador). 2009. Encyclopedia of complexity and systems science. Berln-
Nueva York, Springer.
Miceli, Jorge y Sergio Guerrero. 2007. Redes libres de escala y su uso en el anlisis de datos
etnogrficos: El caso de la comunidad Tehuelche del Chala. En: Grupo Antropocaos,
Exploraciones en Antropologa y Complejidad. Buenos Aires, Editorial Sb, pp. 177-191.
Miceli, Jorge. 2007. Modelos de percolacin y difusin de ideas en ciencias sociales: Una clasifi-
cacin provisoria. En: Grupo Antropocaos, Exploraciones en Antropologa y Complejidad.
Buenos Aires, Editorial Sb, pp. 67-104.
Miceli, Jorge. 2010. Problemas de validez en el anlisis de las redes sociales: Algunas
reflexiones integradoras, en C. Reynoso y J. Miceli (compiladores), Crticas y modelos
heterodoxos en antropologa compleja. Buenos Aires, Editorial Sb.
Miceli, Jorge. 2011. Para qu sirven la modelizacin y la programacin de simuladores en la
investigacin etnogrfica? Algunos aportes al debate. En: C. Reynoso y J. Miceli
(compiladores), Estudios heterodoxos en antropologa y complejidad. Buenos Aires,
Editorial Sb.
Michalewicz, Zbigniew y David Vogel. 1996. How to solve it: Modern heuristics. Nueva York,
Springer.
Michalewicz, Zbigniew. 1996. Genetic Algorithms + Data structures = Evolution Programs. 3
a
edicin, Berln-Heidelberg-Nueva York, Springer Verlag.
Mihalcea, Rada. 2005. Graph-based ranking algorithms for large vocabulary word sense
disambiguation. En: Proceedings of the Conference on Human Language Technology and
Empirical Methods in Natural Language Processing. Morristown, Association for
Computational Linguistics, pp. 411-418.
Mihalcea, Rada y Dragomir Radev (compiladores). 2006. Proceedings of the Second Workshop
on TextGraphs: Graph-Based Algorithms for Natural Language Processing. Morristown,
Association for Computational Linguistics.
Mika, Stephen. 2007. Social networks and the semantic web. Nueva York, Springer Science.
Milgram, Stanley. 1967. The small world problem. Psychology Today, 1(1): 61-67.
Miller, George. 1987 [1956]. El mgico nmero siete, ms o menos dos: Algunas limitaciones en
nuestra capacidad para el procesamiento de informacin. En: M. V. Sebastin
(compiladora), Lecturas en psicologa de la memoria. Madrid, Alianza, pp. 131-153.
Miller, George, Eugene Galanter y Karl Pribram. 1960. Plans and the structure of behavior.
Nueva York, Holt, Rinehart & Winston.
Miller, John y Scott Page. 2007. Complex adaptive systems: An introduction to computational
models and social life. Princeton y Oxford, Princeton University Press.
Milo, Ron, Shai Shen-Orr, Shaley Itzkovitz, Nadav Kashtan, Dmitri Chklovskii y Uri Alon. 2002.
Network motifs: simple building blocks of complex networks. Science, 298(5594): 824-7.
Milo, Ron, Shalev Itzkovitz, Nadav Kashtan, Reuven Levitt, Shai Shen-Orr, Inbal Ayzenshtat,
Michal Sheffer y Uri Alon. 2004. Superfamilies of designed and evolved networks.
Science, 303: 1538-1542.
Milroy, Lesley. 1980. Language and social networks. Oxford, Blackwell.
Minsky, Marvin. 1988. Society of mind. Nueva York, Simon & Schuster [Traduccin castellana:
La sociedad de la mente, Buenos Aires, Ediciones Galpago, 1986].
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
378
Miranda, Eduardo Reck y John Al Biles (compiladores). 2007. Evolutionary computer music.
Nueva York, Springer.
Mitchell, James Clyde (compilador). 1969. Social Networks in Urban Situations: Analysis of
personal relationships in central African towns. Manchester, Manchester University Press.
Mitchell, James Clyde. 1969. The concept and use of social networks. En: J. C. Mitchell
(compilador), Op. cit., pp. 1-50.
Mitchell, James Clyde. 1974. Social networks. Annual Review of Anthropology, 3: 279-299.
Mitchell, James Clyde. 1989. Algorithms for network analysis: A test of some analytical
procedures on Kapferers tailor shop materials. En: L. C. Freeman, D. R. White y A. K.
Romney (compiladores), Research methods in social network analysis. Fairfax, George
Mason University Press, pp. 319-365.
Mitchell, Melanie. 1999. An introduction to genetic algorithms. 5
a
impresin, Cambridge (USA),
The MIT Press.
Mitchell, Melanie. 2006. Complex systems: Network thinking. SFI Working Papers, 06-10-036.
http://www.santafe.edu/research/publications/workingpapers/06-10-036.pdf. Visitado en
abril de 2009.
Mitzenmacher, Michael. 2003. A Brief History of Generative Models for Power Law and
Lognormal Distributions. Internet Mathematics, 1(2): 226-251.
Mohr, John M. 2000. Bourdieus relational method in theory and practice. Paper presented at
the American Sociological Association Meeting, Washington, DC.
Molloy, Michael y Bruce Reed. 2002. Graph colouring and the probabilistic method. Berln-
Heidelberg, Springer-Verlag.
Monteiro, Circe y Carolina Puttini Iannicelli. 2009. Spatial profiles of urban crimes: The role of
morphology in a context of social inequality. Proceedings of the 7
th
Space Syntax
Symposium, Estocolmo, pp. 080.1-080.11.
Montello, Daniel. 2007. The contibution of space syntax to a comprehensive theory of environ-
mental psychology. Proceedings, 6
th
International Space Syntax Symposium, stanbul.
Moody, James y Douglas R. White. 2003. Structural cohesion and embeddedness: A hierarhical
concept of social groups. American Sociological Review, 68: 103-127.
Moore, Jerry D. 1992. Pattern and meaning in prehistoric Peruvian architecture: The architecture
of social control in the Chimu state. Latin American Antiquity, 3: 95-113.
Moreno, Jacob Levy. 1932. Application of the Group Method to Classification. Nueva York,
National Committee on Prisons and Prison Labor.
Moreno, Jacob Levy. 1946. Sociogram and sociomatrix: A note to the paper of Forsyth and
Katz. Sociometry, 9: 348-349.
Moreno, Jacob Levy. 1953a [1934]. Who Shall Survive? Foundations of sociometry, group
psychotherapy and sociodrama. Beacon, Beacon House Inc.
http://www.asgpp.org/docs/WSS/WSS.html. Visitado en enero de 2011.
Moreno, Jacob Levy, 1953b. How Kurt Lewins Research Center for Group Dynamics
Started. Sociometry, 16(1): 101-104.
Moreno, Jacob Levy y Helen Hall Jennings. 1938. Statistics of social configurations.
Sociometry 1: 342374.
Morin, Edgar. 1984 [1982]. Ciencia con consciencia. Barcelona, Anthropos.
Morin, Edgar. 1988 [1986]. El Mtodo. III. El conocimiento del conocimiento. Libro Primero:
Antropologa del conocimiento. Madrid, Ctedra
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
379
Morin, Edgar. 1998b [1991]. El Mtodo. IV. Las ideas. 2 edicin, Madrid, Ctedra.
Morin, Edgar. 2003 [1990]. Introduccin al pensamiento complejo. Barcelona, Gedisa.
Morris, Martina. 2000. Epidemiology and social networks: Modeling structural diffusion.
Sociological methods and research, 22: 99-126.
Morrison, Denton F. y Ramon E. Henkel. 1970. The significance test controversy: A reader.
Chicago, Aldine.
Moter, Adilson E., Alesandro P. S. de Moura, Ying-Chen Lai y Partha Dasgupta. 2002.
Topology of the conceptual network of language. Physical Review E, 65(065102): 1-4.
http://pre.aps.org/abstract/PRE/v65/i6/e065102. Visitado en mayo de 2009.
Mrvar, Andrej y Vladimir Batagelj. 2004. Relinking marriages in genealogies. Metodoloki
zvezki, 1(2): 407-418.
Mukherjee, Animesh, Monojit Choudhury, Anupam Basu y Niloy Ganguly. 2009. Self-
organization of sound inventories: Analysis and synthesis of the occurrence and co-
occurrence networks of consonants. Journal of Quantitative Linguistics,
http://arXiv.org/physics/0610120, 16(2): 157-184.
Mumford, Christine y Lakhmi Jain (compiladores). 2009. Computational intelligence:
Collaboration, fusion and intelligence. Berln y Heidelberg, Springer-Verlag.
Muiz, Marcelo. 1998. Comunidad Tehuelche del Chala: Aspectos econmicos de su
reproduccin. Tesis de licenciatura, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos
Aires.
Murdock, George Peter. 1968. Patterns of sibling terminologies. Ethnology, 7: 1-24.
Muthukrishnan, Pradeep, Joshua Gerrish y Dragomir Radev. 2008. Detecting multiple facets of
an event using graph-based unsupervised methods. En: COLING 2008, Manchester,
http://clair.si.umich.edu/~radev/papers/coling08b.pdf. Visitado en abril de 2010.
Nadel, Siegfried. 1957. The theory of social structure. Londres, Cohen and West.
Nadel, Siegfried. 1974 [1951]. Fundamentos de antropologa social. 2 reimpresin en espaol,
Mxico, Fondo de Cultura Econmica.
Naroll, Raoul. 1965. Revisin de An Anatomy of Kinship, de Harrison White. The American
Journal of Sociology, 71(2): 217-218.
Naroll, Raoul y Ronald Cohen (compiladores). 1973. Handbook on methods in cultural
anthropology. Nueva York, Columbia University Press.
Needham, Rodney. 1971. Remarks on the analysis of kinship and marriage. En: Rethinking
kinship and marriage, Londres, Tavistock, pp. 1-43.
Needham, Rodney. 1974. Remarks and inventions: Skeptical essays about kinship. Londres,
Tavistock Nueva York, Harper.
Needham, Rodney. 1975. Polythetic classifications: Convergence and consequences. Man, n. s.,
10(3): 349-369.
Needham, Rodney. 1983. Against the tranquility of axioms. Berkeley, University of California
Press.
Needham, Rodney. 1985. Exemplars. Berkeley, University of California Press.
Needham, Rodney. 1987. Counterpoints. Berkeley, University of California Press.
Needham, Tristan. 1997. Visual complex analysis. Oxford, Clarendon Press.
Nehnevajsa, Jii. 1955. Sociometry: Decades of growth. Sociometry, 18(4): 48-95.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
380
Nelson, Joel. Sin fecha. Primary relations in nuclear family. Citado por J. Aldous y M. Straus
(1965).
Nes, Akkelies van y Tr My Nguyn. 2009. Gender Differences in the Urban Environment: The
flneur and flneuse of the 21
st
Century. Proceedings, 7
th
International Space Syntax
Symposium, Estocolmo, pp. 122.1-122.7.
Neetil, Jaroslav y Miroslav Fiedler (compiladores). 1992. Fourth Czechoslovakian Symposium
on combinatorics, graphs, and complexity. Amsterdam, North-Holland.
Nettle, Daniel. 1999. Using social impact theory to simulate language change. Lingua, 108: 95-
117.
Netz, Reviel. 1999. The shaping of deduction in greek mathematics: A study in cognitive history.
Cambridge, Cambridge University Press.
Neumann, John von. 1956. Probabilistic logics and the synthesis of reliable organisms from
unreliable components. En: C. Shannon (compilador), Automata studies, Princeton,
Princeton Universy Press, pp. 43-98.
Neumann, John von y Oskar Morgenstern. 1953 [1944]. Theory of games and economic behavior.
3
a
edicin, Princeton, Princeton University Press.
Newman, Mark E. J. 2000. The structure of scientific collaboration networks.
http://aps.arxiv.org/pdf/cond-mat/0007214v1. Visitado en julio de 2009.
Newman, Mark E. J. 2003. Random graphs as models of networks. En: S. Bornholdt y H. G.
Schuster (compiladores), Op. cit., pp. 35-68.
Newman, Mark E. J. 2003b. Mixing patterns in networks, Phys. Rev. E 67, 026126,
http://arxiv.org/abs/cond-mat/0209450. Visitado en abril de 2009.
Newman, Mark E. J. 2003c. Structure and function of complex networks. arXiv:cond-
mat/0303516 v1, http://aps.arxiv.org/abs/cond-mat/0303516/. Visitado en julio de 2009.
Newman, Mark E. J. 2006. Power laws, Pareto distributions and Zipfs law. arXiv:cond-
mat/0412004v3, http://arxiv.org/abs/cond-mat/0412004v3. Visitado en abril de 2009.
Newman, Mark E. J, Albert-Lszl Barabsi y Duncan Watts (compiladores). 2006. Structure and
dynamics of networks. Princeton, Princeton University Press.
Newman, Mark E. J. y Duncan Watts. 1999a. Renormalization group analysis of the small-world
network model. http://arxiv.org/abs/cond-mat/9903357. Visitado en julio de 2009.
Newman, Mark E. J. y Duncan Watts. 1999b. Scaling and percolation in the small-world
network model. http://arxiv.org/abs/cond-mat/9904419. Visitado en abril de 2009.
Newman, Mark E. J. y Juyong Park. 2003. Why social networks are different from other types of
networks. Phys. Rev. E 68, 036122, http://arxiv.org/abs/cond-mat/0305612. Visitado en
abril de 2009.
Neyman, Jerzy y Egon S. Pearson. 1928. On the use of certain test criteria for purposes of
statistical inference, Part I. Biometrika, 20A: 175-240.
Nicolae, Cristina y Gabriel Nicolae. 2006. Bestcut: A graph algorithm for coreference
resolution. Proceedings of the 2006 Conference on Empirical Methods in Natural Language
Processing, Sydney, pp. 275-283.
Nicolis, Gregoire y Catherine Nicolis. 2007. Foundations of complex systems: Nonlinear
dynamics, statistical physics, information and prediction. Singapur, World Scientific.
Ninio, Anat. 2006. Kernel vocabulary and Zipf s Law in maternal input to syntactic
development. En: D. Bamman, T. Magnitskaia y C. Zaller (compiladores), BUCLD 30:
Proceedings of the 30
th
annual Boston University Conference on Language Development,
Sommerville, Cascadilla Press, pp. 423-431.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
381
Nishizeki, Takao y Md. Saidur Rahman. 2004. Planar graph drawing. Singapur, World Scientific
Publishing Co.
Nishizeki, Takao y Norishige Chiba. 1988. Planar graphs: Theory and algorithms. Amsterdam,
North Holland.
Nunkesser, Mark y Daniel Sawitski. 2005. Block models. En: U. Brandes y T. Erlebach
(compiladores), Op. cit., pp. 253-292.
Nustad, Knut. 2003. Considering global/local relations: Beyond dualism. En: T. Eriksen
(compilador), Op.cit., pp. 122-137.
Nystuen, John D. 1966. Effects of boundary shape and the concept of local convexity. Dis-
cussion Paper No. 10, Michigan Inter-University Community of Mathematical Geo-
graphers, Department of Geography, University of Michigan
Nystuen, John y Michael F. Dacey. 1961. A Graph Theory Interpretation of Nodal Regions.
Papers and Proceedings of the Regional Science Association, 7: 29-42.
OKeefe, John y Lynn Nadel. 1978. The Hippocampus as a Cognitive Map. Oxford, Clarendon
Press.
Olavarra, Mara Eugenia. 2002. De la casa al laboratorio: La teora del parentesco hoy da.
Alteridades, 12(24) : 99-116.
Oliver, Roland. 1975. Africa in the Iron Age: c.500 BC-1400 AD. Cambridge, Cambridge
University Press.
ONeill, Michael J. 1991. Evaluation of a conceptual model of architectural legibility.
Environment and Behavior, 23(3): 259-284.
Onnela, Jukka-Pekka, Jari Saramki, Jrkki Hyvnen, Gbor Szab, David Lazer, Kimmo Kaski,
Jnos Kertsz y Albert-Lszl Barabsi. 2006. Structure and tie strengths in mobile
communication networks. http://arxiv.org/abs/physics/0610104. Visitado en mayo de 2009.
Onnela, Jukka-Pekka, Jrkki Hyvnen, Jari Saramki, Kimmo Kaski, Jnos Kertsz, Gbor Szab
y Albert-Lszl Barabsi. 2005. Weak links and strong cliques in social networks.
Proceedings of the National Academy of Sciences.
http://www.cabdyn.ox.ac.uk/complexity_PDFs/Onnela-Abstract-22-07-05-CABDyN.pdf.
Ore, ystein. 1960. The four-color problem. Nueva York, Academic Press.
Ore, ystein. 1962. Theory of graphs. Providence, American Mathematical Society.
Ore, ystein. 1990. Graphs and their uses. Washington, DC, The Mathematical Association of
America.
Osgood, Charles, George Suci y Percy Tannembaum. 1957. The measurement of meaning.
Urbana, University of Illinois Press.
Osipenko, George. 2007. Dynamical systems, graphs, and algorithms. Berln, Heidelberg y Nueva
York, Springer.
Ottenberg, Simon. 1971. Revisin de J. Clyde Mitchell (compilador), Social networks in urban
situations. American Anthropologist, 73: 946-948.
Ottenheimer, Martin. 2001. Relativism in kinship analysis. En: Richard Feinberg y Martin
Ottenheimer, The cultural analysis of kinship: The legacy of David M. Schneider. Urbana,
University of Illinois Press, pp. 118-130.
Otterbacher, Jahna, Gne Erkan y Dragomir Radev. 2008. Biased LexRank: Passage retrieval
using random walks with question-based priors. Information Processing and Management,
45(1): 42-54. http://clair.si.umich.edu/~radev/papers/blrj08.pdf. Visitado en abril de 2010.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
382
Ouyang, Wu, Haozhong Cheng, Xiubin Zhang, Liangzhong Yao y Masoud Bazargan. 2010.
Distribution Network Planning Considering Distributed Generation by Genetic Algorithm
Combined with Graph Theory. Electric Power Components and Systems, 38(3): 325-339.
Owens, Jonathan. 1988. The Foundations of Grammar: An Introduction to Mediaeval Arabic
Grammatical Theory. Amsterdam, Benjamins.
zbilgin, Mustafa y Ahu Tatli. 2005. Review essay: Understandng Bourdieus contribution to
organization and management studies. Academy of Management Review, 30(4): 855-877.
Pach, Jnos (compilador). 2004. Graph drawing. 12
th
International Symposium, GD 2004, Nueva
York, 29 de setiembre al 2 de octubre. Berln, Heidelberg y Nueva York, Springer.
Paczuski, Maya. 2005. Networks as renormalized models for emergent behavior in physical sys-
tems, http://arxiv.org/abs/physics/0502028v1. Visitado en mayo de 2009.
Pez, Antonio, Ron Buliung, Julie Le Gallo y Sandy Dallerba (compiladores). 2010. Progress in
spatial analysis: Methods and applications. Berln y Nueva York, Springer.
Pala, Gergely, Imre Dernyi, Ills Farkas y Tams Vicsek. 2005. Uncovering the overlapping
community structure of complex networks in nature and society.
http://it.arxiv.org/abs/physics/0506133v1. Visitado en mayo de 2009.
Paliouras, Georgios, Vangelis Karkaletsis y Constantine Spyropoulos (compiladores). 2001.
Machine learning and its applications. Berln-Heidelberg-Nueva York, Springer-Verlag.
Pang, Bo y Lillian Lee. 2004. A sentimental education: Sentiment analysis using subjectivity
summarization based on minimum cuts. En: Proceedings of the 42
nd
Meeting of the
Association for Computational Linguistics (ACL04), Barcelona, Julio, Main Volume, pp.
271-278.
Papadimitriou, Christos y Kenneth Steiglitz. 1998. Combinatorial optimization: Algorithms and
complexity. Mineola, Dover Publications,
Park, Juyong, Oscar Celma, Markus Koppenberger, Pedro Cano y Javier Buld. 2006. The social
network of contemporary popular musicians. arXiv:physics/0609229v1,
http://arxiv.org/pdf/physics/0609229. Visitado en abril de 2010.
Patel, Jagdish y Campbell Read. 1982. Handbook of the normal distribution. Nueva York, Marcel
Dekker, Inc.
Paul, Christophe y Michel Habib (compiladores). 2010. Graph-theoretic concepts in computer
science. Berln y Heidelberg, Springer Verlag.
Peletz, Michael. 1995. Kinship studies in late twentieth-century anthropology. Annual Review
of Anthropology, 24: 343-372.
Pelto, Pertti y Gretel Pelto. 1978. Anthropological research. 2
a
edicin, Cambridge, Cambridge
University Press.
Penn, Alan. 2003. Space syntax and spatial cognition: Or why the axial line?. Environment and
behavior, 35: 30-65.
Penn, Kim y Alan Penn. 2004. Linking the spatial syntax of cognitive maps with the spatial
syntax of the environment. Environment and Behavior, 36: 486-504.
Peper, Ferdinand, Hiroshi Umeo, Nobuyuki Matsui y Teijiro Isokawa (compiladores). 2010.
Natural computing. 4
th
International Workshop on Natural Computing, Himeji, Japan,
September 2000. Tokyo, Springer.
Peponis, John, Eleni Hadjinicolaou, C. Livieratos y D. A. Fatouros. 1989. The spatial core of
urban culture. Ekistics 56(334-335): 43-55.
Percival, W. Keith. 1990. Reflections on the history of dependency notions in linguistics.
Historiographia Linguistica, 17: 29-47.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
383
Perdikogianni, Irini. 2003. Heraklion and Chania: A study of the evolution of their spatial and
functional patterns. 4
th
International Space Syntax Symposium. Londres, Bartlett School of
Graduate Studies, University College London. 19(1): 19.20.
Pereira, Francisco Baptista y Pedro Tavares (compiladores). 2009. Bio-inspired algorithms for the
vehicle routing problem. Berln y Heidelberg, Springer.
Prez-Taylor, Rafael. 2006. Anthropologias: Avances en la complejidad humana. Buenos Aires,
Editorial Sb.
Perkal, Julian. 1958. O Dugoci Krzywych Empirycznych. Zastosowania Matematyki, 3: 257-
286; traducido en 1966 por W. Jackowski como On the length of empirical curves,
Discussion Paper No. 10, Michigan Inter-University Community of Mathematical
Geographers.
Perline, Richard. 2005. Strong, weak and false inverse power laws. Statistical Science, 20(1):
68-88
Petruszewycz, Micheline. 1973. Lhistoire de la loi dEstoup-Zipf: Documents. Mathmatiques
et sciences humaines, 44(3): 41-56
Peusner, Leonardo. 2002. A graph topological representation of melody scores. Leonardo
Music Journal, 12: 33-40.
Pikovsky, Arkady, Michael Rosenblum y Jrgen Kurths. 2002. Synchronization: A universal
concept in nonlinear science. Cambridge, Cambridge University Press.
Pinzn Castao, Carlos Ernesto, Rosa Surez Prieto y Gloria Garay Ariza. 2004. Mundos en red:
La cultura popular frente a los retos del siglo XXI. Bogot, Universidad Nacional de
Colombia.
Platt, Jennifer. 1969. Some problems in measuring the jointness of conjugal role relationship.
Sociology, 3(3): 287-297.
Plimpton, Christine L. y Fekri A. Hassan. 1987. Social space: A determinant of house
architecture. Environment and Planning B, 7: 439-449.
Pollatschek, Moshe y Yehuda T. Radday. 1981. Vocabulary richness and concentration in
Hebrew biblical literature. Association for Literary and Linguistic Computing Bulletin, 8:
217-231.
Plya, Gyrgy. 1954. Mathematics and plausible reasoning: vol. 1, Induction and analogy in
mathematics. Princeton, Princeton University Press.
Plya, Gyrgy. 1957. How to solve it: A new aspect of mathematical method. 2
a
edicin,
Princeton, Princeton University Press.
Plya, Gyrgy y R. C. Read. 1987. Combinatorial enumeration of groups, graphs, and chemical
compounds. Nueva Yor-Berln-Heidelberg, Springer-Verlag.,
Pont, Jean-Claude. 1974. La topologie algbrique des origins Poincar. Pars, Presses
Universitaires de France.
Ponzetti, James (editor). 2003. International Enyclopedia of Marriage and Family. 4 volmenes.
Nueva York, Macmillan Reference USA / Thomson-Gale.
Porqueres i Gen, Enric. 2008. Genealoga y antropologa: Los avatares de una tcnica de
estudio. Buenos Aires, Ediciones del Puerto.
Porta, Sergio, Paolo Crucitti y Vito Latora. 2006a. The network analysis of urban streets: A pri-
mal approach. http://arxiv.org/abs/physics/0506009. Visitado en abril de 2009.
Porta, Sergio, Paolo Crucitti y Vito Latora. 2006b. The network analysis of urban streets: A dual
approach. Physica A: Statistical and Theoretical Physics, 369: 853-866.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
384
Portugali, Juval. 2009. Self-organization and the city. En: R. Meyers (compilador), Op. cit., pp.
7953-7991.
Potter, James. 1998. The structure of open space in late prehistoric settlements in the
Southwest. En: K. A. Spielmann (compilador), Migration and reorganization: The Pueblo
IV period in the American Southwest. Anthropological Research Paper 51, Tempe, Arizona
State University.
Pound, Christopher. 1995. Imagining in-formation: The complex disconnections of computer
networks. En: G. Marcus (compilador), Technoscientific imaginaries: Conversations,
profiles, and memoirs. Chicago y Londres, The University of Chicago Press, pp. 527-547.
Pressing, Jeff. 1983. Cognitive isomorphism between pitch and rhythm in world musics: West
Africa, The Balkans, and Western tonality. Studies in music, 17: 38-61.
Price, Derek J. de Solla. 1976. A general theory of bibliometric and other cumulative advantage
processes. Journal of the American Society for Information Science, 27: 292306.
Price, Frances. 1981. Only connect? Issues in charting social networks. Sociological Review, n.
s., 29: 283-312.
Prossinger, Hermann. 2005. Problems with landmark-based morphometrics for fractal outlines:
The case of frontal sinus ontogeny. En: Dennis Slice (compilador), Modern morphome-
trics in physical anthropology. Nueva York, Kluwer Academics/Plenum Publishers, pp.
167-183.
Purchase, Helen C. 1997. Which aesthetic has the greatest effect on human understanding?. En:
G. Di Battista (compilador), Proceedings of the 5
th
International Symposium on Graph
Drawing (GD97), vol. 1353, Lecture Notes in Computer Science, Springer, pp. 248-261.
Quine, Willard van Orman. 1976. The ways of paradox and other essays. Cambridge (USA), Har-
vard University Press.
Quinlan, Robert y Edward Hagen. 2008. New genealogy: Its not for kinship any more. Field
methods, 20(2): 129-154.
Quirs, Guillermo. 2009. Fundadores y descendientes: Lazos de sangre, relaciones econmicas y
sucesiones polticas. Buenos Aires, Editorial Sb.
Rabinow, Paul y William Sullivan. 1987. The interpretive turn: A second look, en P. Rabinow y
W. Sullivan (compiladores), Interpretive social science: A second look. Berkeley, Univer-
sity of California Press, pp. 1-30.
Rachev, Svetlozar T. 2003. Handbook of heavy tailed distributions in finance. Amsterdam,
Elsevier/North Holland.
Radcliffe-Brown, Alfred Reginald. 1940. On social structure. Presidential Address. The Journal
of the Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, 70(1): 1-12.
Radcliffe-Brown, Alfred Reginald. 1965 [1952]. Structure and function in primitive society.
Nueva York, Free Press/Macmillan.
Radev, Dragomir. 2004. Weakly supervised graph-based methods for classification. Technical
Report CSE-TR-500-04, University of Michigan. Department of Electrical Engineering and
Computer Science. http://clair.si.umich.edu/~radev/papers/csetr500-04.pdf. Visitado en abril
de 2010.
Radev, Dragomir, Mark Thomas Joseph, Bryan Gibson y Pradeep Muthukrishnan. 2009. A
bibliometric and network analysis of the field of computational linguistics. Journal of the
American Society for Information Science and Technology,
http://clair.si.umich.edu/~radev/papers/biblio.pdf. Visitado en abril de 2010.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
385
Radev, Dragomir y Rada Mihalcea. 2008. Networks and natural language processing.
AI Magazine, http://clair.si.umich.edu/~radev/papers/aim-rada.pdf. Visitado en abril de
2010.
Radons, Gnter, Wolfram Just y Peter Hussler (compiladores). 2002. Collective dynamics of
complex and disordered systems. Berln-Heidelberg, Springer.
Radziszowski, Stanisaw. 2009. Small Ramsey numbers (survey).
http://www.combinatorics.org/Surveys/ds1/sur.pdf. Visitado en junio de 2010.
Rana, Sanjay y Jayant Sharma (compiladores). 2006. Frontiers of geographic information
technology. Berln y Heidelberg, Springer-Verlag.
Rao, Calyampudi Radhakrishna, Philip Miller y D. C. Rao (compiladores). 2008. Handbook of
statistics, vol. 27. Epidemiology and medical statistics. Amsterdam, Elsevier.
Rapoport, Anatol. 1957. Contribution to the theory of random and biased nets. Bulletin of Ma-
thematical Biophysics, 19: 257277.
Rappaport, Roy. 1984. Pigs for the ancestors: Ritual in the ecology of a New Guinea people. 2
a
edicin ampliada, New Haven, Yale University Press.
Ra, Zbigniew y Alicja Wieczorkowska (compiladores). 2010. Advances un music information
retrieval. Berln y Heidelberg, Springer-Verlag.
Ratti, Carlo. 2004a. Space Syntax: some inconsistencies. Environment and Planning B -
Planning and Design, 31: 487-499.
Ratti, Carlo. 2004b. Rejoinder to Hillier and Penn. Environment and Planning B - Planning and
Design, 31: 513-516.
Ravasz, Erzsbet y Albert-Lszl Barabsi. 2002. Hierarchical organization in complex
networks. http://arxiv.org/abs/cond-mat/0206130. Visitado en mayo de 2010.
Ravenstein, Ernst Georg. 1885. The laws of migration. Journal of the Royal Statistical Society,
48: 167-235.
Ray, Tapabrata y Kim Meow Liew. 2003. Society and civilization: An optimization algorithm
based on the simulation of social behavior. IEEE Transactions on Evolutionary
Computation, 7(4): 386396.
Read, Dwight y Cliffors Behrens. 1990. KAES: An expert system for the algebraic analysis of
kinship terminologies. Journal of Quantitative Anthropology, 2: 353-393.
Read, Dwight. 2001. Formal analysis of kinship terminologies and its relationship to what
constitutes kinship. Anthropological Theory, 1(2): 239-267.
Reggiani, Aura y Peter Nijkamp (compiladores). 2009. Complexity and spatial networks: In
search of simplicity. Berln-Nueva York, Springer.
Reichardt, Jrg. 2009. Structure of complex networks. Berln-Heidelberg, Springer Verlag.
Reid, Russell. 1967. Marriage systems and algebraic group theory: A critique of Whites An
anatomy of kinship. American Anthropologist, 69(2): 171-178.
Reilly, William J. 1931. The law of retail gravitation. Nueva York, G. P. Putnam & Sons.
Reis, Antonio Tarcsio, Luiza Vedana y Celina Dittmar. 2007. An analysis of street robbery and
residential burglary through integration of axial lines, segments connectivity and gis.
Proceedings, 6
th
International Space Syntax Symposium, stanbul, pp. 025.1-025.12.
Renfrew, Colin. 1979. Investigations in Orkney. Londres, Society of Antiquaries.
Renfrew, Colin y Gene Sterud. 1969. Close-proximity analysis: A rapid method for the ordering
of archaeological materials. American Antiquity, 34: 265-277.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
386
Rnyi, Alfrd. 1964. On an extremal property of the Poisson process. Annals of the Institute of
Statistical Mathematics, Tokyo, 16: 129133.
Reynoso, Carlos. 1986a. Teora, historia y crtica de la antropologa cognitiva. Buenos Aires,
Bsqueda-Yuchn.
Reynoso, Carlos. 1986b. De la ciberncdoque a la sistemntica: Usos retricos y fetichistas de la
teora de sistemas en antropologa. Segundo Congreso Argentino de Antropologa Social,
Buenos Aires, 6 al 9 de agosto. http://carlosreynoso.com.ar/de-la-cibernecdoque-a-la-
sistemantica-usos-retociso-y-fetichistas-de-la-teoria-de-sistemas-en-antropologia-1986/.
Visitado en enero de 2011.
Reynoso, Carlos. 1991a. Seis nuevas razones lgicas para desconfiar de Lvi-Strauss. Revista
de Antropologa, a. VI, n 10, pp. 3-17.
Reynoso, Carlos. 1991b. Antropologa: Perspectivas para despus de su muerte. Publicar, 1(1):
13-30.
Reynoso, Carlos. 1991c. Antropologa y programacin lgica: Una propuesta sistemtica. Texto
indito. http://carlosreynoso.com.ar/antropologia-y-programacion-logica-1991/. Visitado en
noviembre de 2010.
Reynoso, Carlos. 1998. Corrientes en antropologa contempornea. Buenos Aires, Biblos.
Reynoso, Carlos. 1998. De Edipo a la mquina cognitiva: Introduccin crtica a la antropologa
psicolgica. Buenos Aires, El Cielo por Asalto. Disponible en lnea en
http://carlosreynoso.com.ar.
Reynoso, Carlos. 2000. Apogeo y decadencia de los estudios culturales. Barcolna, Gedisa.
Reynoso, Carlos. 2006a. Complejidad y Caos: Una exploracin antropolgica. Buenos Aires,
Editorial Sb.
Reynoso, Carlos. 2006b. Antropologa de la msica. De los gneros tribales a la globalizacin.
Vol.II: Teoras de la complejidad. Buenos Aires, Editorial Sb.
Reynoso, Carlos. 2008. Corrientes tericas en antropologa: Perspectivas desde el Siglo XXI.
Buenos Aires, Editorial Sb.
Reynoso, Carlos. 2009. Modelos o metforas: Crtica del paradigma de la complejidad de Edgar
Morin. Buenos Aires, Editorial Sb.
Reynoso, Carlos. 2010. Anlisis y diseo de la ciudad compleja: Perspectivas desde la
antropologa urbana. Buenos Aires, Editorial Sb.
Reynoso, Carlos. Sin fecha. Lvi-Strauss, Kemeny-Snell-Thompson y el matrimonio Kariera.
http://carlosreynoso.com.ar/matrimonio-kariera/. Visitado en julio de 2009.
Reynoso, Carlos y Damin Castro. 1994. VB-GIS. A GIS specifically designed for
Archaeology. En: Ian Johnson (editor), Methods in the Mountains, Proceedings of the
UISPP Commission IV Meeting, Mount Victoria, Australia, Sydney University
Archaeological Methods Series #3, pp.135-142.
Reynoso, Carlos y Eduardo Jezierski. 2002. A genetic programming problem solver for Archaeo-
logy. Archaeological Informatics: Pushing the envelope. CAA 2001, Visby, pp. 507-510.
Richards, William y Andrew Seary. 1997. Introduction to eigen analysis of networks. INSNA
Sunbelt XVII. San Diego, febrero, http://www.sfu.ca/~richards/Pages/wdr97.htm. Visitado
en abril de 2009.
Richardson, Lewis Fry. 1948. Variation of the frequency of fatal quarrels with magnitude.
Journal of the American Statistical Association, 43: 523-546.
Richardson, Lewis Fry. 1961. The problem of contiguity: An appendix of statistics of deadly
quarrels. General System Yearbook, 6: 139-187.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
387
Richardson, Lewis Fry. 1988 [1946]. Mathematics of war and foreign politics. En: James R.
Newman (compilador), The world of mathematics. Vol. II, Redmond, Tempus Books-
Microsoft Press, pp. 1215-1228.
Riolo, Rick, Terence Soule y Bill Worzel. 2007. Genetic programming theory and practice V.
Nueva York, Springer Science+Business Media.
Rivers, William Halse Rivers. 1900, A genealogical method of collecting social and vital
statistics. The Journal of the Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, 30: 74-
82.
Rivers, William Halse Rivers. 1910. The genealogical method of anthropological inquiry.
Sociological Review, 3: 1-12. Reimpreso como Bobbs-Merrill Reprint Series in the Social
Sciences n A-190.
Robb, Matthew H. 2007. The Spatial Logic of Zacuala, Teotihuacan. 6
th
International Space
Syntax Symposium. stanbul, Bartlett School of Graduate Studies, University College
London. 062.1-062.16.
Roberts, Fred S. 1973. Building and analyzing an energy demand signed digraph. Environment
and Planning, 5: 199-221.
Roberts, Fred S. 1976. Discrete mathematical models, with applications to social, biological and
environmental problems. Englewood Cliffs, Prentice-Hall.
Roberts, Fred S. 1978. Graph theory and its applications to problems of society. Filadelfia,
SIAM. Society for Industrial and Applied Mathematics.
Roberts, Fred S. 1984. Applications of Ramsey theory. Discrete applied mathematics, 9(3):
251-261.
Roberts, F. S. y T. A. Brown. 1975. Signed digraphs and the energy crisis. American
Mathematical Monthly, 82: 577-594.
Robertson, A. F. 2002. Revisin de Africanizing anthropology: Fieldwork, networks, and the
making of cultural knowledge in Central Africa, de Lyn Schumaker. Canadian Journal of
African Studies / Revue Canadienne des tudes Africaines, 36(2): 408-411.
Robertson, Roland. 1995. Glocalization: Time-Space and Homogeneity-Heterogeneity. En: M.
Featherstone, S. Lash y R. Robertson (compiladores), Global Modernities. Londres, Sage,
pp. 25-44.
Robinson, W. S. 1951. A method for chronologically ordering archaeological deposits.
American Antiquity, 16: 293-301.
Roethlisberger, Fritz y W. J. Dickson. 1939. Management and the worker. Cambridge (USA),
Harvard University Press.
Rogers, Everett M. 1987. Progress, Problems, and Prospects for Network Research. Social
Networks, 9: 285-310.
Romero, Juan y Penousal Machado (compiladores). 2008. The art of artificial evolution: A
handbook on evolutionary art and music. Berln-Heidelberg-Nueva York, Springer.
Rose, Christine y Kar Germain Ingalls. 1997. The complete idiots guide to genealogy. Nueva
York, Alpha Books.
Rosemberg, Florence. 2006 [2002]. Redes sociales y complejidad: Una etnografa en una ciudad
perdida en la ciudad de Mxico. En: Rafael Prez-Taylor (coordinador), Antropologa:
Estudios de medio ambiente y urbanismo. Mxico, D.F., Instituto de Investigaciones
Antropolgicas, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, pp. 105-128.
Rosen, Kenneth, John Michaels, Jonathan Gross, Jerrold Grossman y Douglas Shier. 2000.
Handbook of discrete and combinatorial mathematics. Boca Raton, CRC Press.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
388
Rosen, Kenneth. 2007. Discrete mathematics and its applications. 6
a
edicin, Nueva York,
McGraw Hill.
Rosen, Robert. 2000. Essays on life itself. Nueva York, Columbia University Press.
Rosnow, Ralph L. 2001. Experimenter and subject artifacts: Methodology. En: N. Smelser y P.
Baltes (compiladores), International Encyclopedia of the Social and Behavioral Sciences,
Amsterdam, Elsevier, pp. 5120-5124.
Rosta, Vera. 2004. Ramsey theory applications. The Electronic Journal of Combinatorics,
diciembre, #DS13.
Rosvall, Martin, Ala Trusina, Petter Minnhagen y Kim Sneppen. 2005. Networks and Cities: An
Information Perspective, Physical Review Letters, 94: 028701.
Rota, Gian-Carlo. 1998. Foreword. En: F. Bergeron, G. Labelle y P. Leroux (compiladores),
Combinatorial species and tree-like structures. Cambridge, Cambridge University Press, pp.
v-vii.
Roth, Wolff-Michael, G. Michael Bowen y Domenico Masciotra. 2002. From thing to sign and
Natural object: Toward a genetic phenomenology of graph interpretation. Science,
Technology and Human values, 27(3): 327-356.
Rothlauf, Franz. 2006. Representation for genetic and evolutionary algorithms. Berln-
Heidelberg, Springer Verlag.
Rouse Ball, Walter William. 1892. Mathematical recreations and problems of past and present
times. Londres, Macmillan.
Rozeboom, William W. 1960. The fallacy of the null hypothesis significance test.
Psychological bulletin, 57: 416-428.
Rozenfeld, Hernn, Shlomo Havlin y Daniel ben-Avraham. 2007. Fractal and trans-fractal
recursive scale-free nets. New Journal of Physics, 9, 175.
Ruelle, David. 2007. The mathematicians brain. Princeton, Princeton University Press.
Ryle, Gilbert. 1932. Systematically misleading expressions. Proceedings of the Aristotelian
Society, XXXII: 139-170.
Rylko-Bauer, Barbara, Merrill Singer y John Willigen. 2006. Reclaiming applied anthropology:
Its past, present, and future. American Anthropologist, 108(1): 178-190.
Sageman, Marc. 2004. Understanding terror networks. Filadelfia, University of Pennsylvania
Press.
Sageman, Marc. 2008. Leaderless Jihad: Terror networks in the twenty-first century. Filadelfia,
University of Pennsylvania Press.
Sahbaz, Ozlem y Bill Hillier. 2007. The story of crime: functional, temporal and spatial
tendencies in street robbery. Proceedings, 6
th
International Space Syntax Symposium,
stanbul, pp. 022.1-022.14.
Sahlins, Marshall. 1988 [1976]. Cultura y razn prctica: Contra el utilitarismo en la teora an-
tropolgica. Barcelona, Gedisa.
Sahlins, Marshall. 1993. Waiting for Foucault. Cambridge, Prickly Pear Press.
Sahlins, Marshall. 1998. Two or three things that I know about culture. Journal of the Royal
Anthropological Institute, 5: 399-421.
Sahlins, Marshall. 2002. Waiting for Foucault, still. Being after-dinner entertainment by Marshall
Sahlins. Chicago, Prickly Paradigm Press.
Saichev, Alexander, Yannick Malevergne y Didier Sornette. 2010. Theory of Zipfs law and
beyond. Berln y Heidelberg, Springer.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
389
Sakoda, James. 1971. The checkerboard model of social interaction. Journal of Mathematical
Sociology, 1: 119-132.
Salkind, Neil y Kristin Rasmussen (editores). 2007. Encyclopedia of measuring and statistics.
Thousand Oaks, Sage.
Salzman, Philip Carl. 1994. The lone stranger in the heart of darkness. En: Robert Borofsky
(compilador), Assessing cultural anthropology. Nueva York, McGraw-Hill, pp. 29-39.
Salzman, Philip Carl. 2002. On reflexivity. American Anthropologist, 104(3): 805-813.
Sanjek, Roger. 2002. Network analysis. En: Alan Barnard y Jonathan Spencer (compiladores),
Encyclopedia of social and cultural anthropology. Nueva York, Routledge.
Sarker, Ruhud, Masoud Mohammadian y Xin Yao (compiladores). 2003. Evolutionary optimi-
zation. Nueva York, Kluwer Academic Publishers.
SAS. 2002. Manifiesto de la Society for Anthropological Sciences, http://hcs.ucla.edu/new-
orleans-2002/sas-press.htm. Visitado el 10 de enero de 2008.
Saussure, Ferdinand de. 1983 [1916]. Curso de lingstica general. Edicin crtica preparada por
Tullio de Mauro. Madrid, Alianza.
Scales, T. Laine y Renee H. Blanchard. 2003. Family diagrammatic assessment: Ecomap. En:
James Ponzetti (editor), Op. cit., pp. 579-581.
Scellato, Salvatore, Alessio Cardillo, Vito Latora y Sergio Porta. 2005. The backbone of a city.
arXiv:physics/0511063v1, http://www.cl.cam.ac.uk/~ss824/papers/backbone.pdf. Visitado
en abril de 2010.
Scellato, Salvatore, Luigi Fortuna, Mattia Frasca, Jess Gmez-Gardees y Vito Latora. 2009.
Traffic optimization in transport networks based on local routing.
http://arxiv.org/abs/0901.1078v1. Visitado en mayo de 2010.
Scheffler, Harold. 1973. Kinship, descent, and alliance. En: J. Honigmann (compilador), Op.
cit., pp. 747-796.
Schelling, Thomas. 1969. Models of Segregation. The American Economic Review, 59(2) : 488-
493, Mayo.
Schenker, Adam, Horst Bunke, Mark Last y Abraham Kandel. 2005. Graph-theoretic techniques
for Web content mining. Singapur, World Scientific.
Schneider, David. 1965. Some Muddles in the Models: Or How the System Really Works. En:
Michael Banton (compilador), The Relevance of Models for Social Anthropology. ASA
Monograph N 1, Londres, pp. 25-85.
Schneider, David. 1968. American kinship: A cultural account. Chicago, University of Chicago
Press.
Schneider, David. 1984. A critique of the study of kinship. Ann Arbor, University of Michigan
Press.
Schneider, David y George C. Homans. 1955. Kinship Terminology and the American Kinship
System. American Anthropologist, 57: 1194-208.
Schneider, Jo Anne. 2006. Anthropological relevance and social capital. Anthropology News,
Marzo, p. 4.
Scheinerman, Edward y Daniel Ullman. 1997. Fractional graph theory: A rational approach to
the theory of graphs. Nueva York, John Wiley and Sons.
Schroeder, Manfred. 1990. Fractals, chaos, power laws: Minutes from an infinite paradise.
Nueva York, W. H. Freeman and Company.
Schuster, Flix. 1982. Explicacin y prediccin. Buenos Aires, CLACSO.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
390
Schwartz, Joseph E. 1977. An examination of CONCOR and related methods fo blocking
sociometric data. En: D. R. Heise (compilador), Sociological methodology 1977. San
Francisco, Jossey-Bass, pp. 255-282.
Schwartz, Jean-Luc, Louis-Jean Be, Nathalie Valle y Christian Abry. 1997. The dispersion-
focalization theory of vowel systems. Journal of Phonetics, 25: 255-286.
Schweizer, Thomas. 1996. Reconsidering social networks: Reciprocal gift exchange among the
!Kung. Quantitative Anthropology, 6(1-4): 147-170.
Schweizer, Thomas. 1997. Embeddedness of ethnographic cases: A social networks
perspective. Current Anthropology, 38(5): 739-760.
Schweizer, Thomas y Douglas White (compiladores). 1998. Kinship, networks, and exchange.
Cambridge, Cambridge University Press.
Schwimmer, Erik. 1974. Objects of mediation: myth and praxis. En: Ino Rossi (compilador),
The unconscious in culture. Nueva York, Dutton, pp. 209-237.
Scott, John. 2000. Social network analysis: A handbook. 2
a
edicin, Thousands Oaks, Sage
Publications.
Scruton, Roger. 1977. The aesthetics of architecture. Londres, Methuen.
Seary, Andrew y William Richards. 2003. Spectral methods for analyzing and visualizing net-
works. En: R. Breiger y otros (compiladores), Op. cit., pp. 209-228.
Segalen Martine y Claude Michelat. 1991. Lamour de la gnalogie. En: M. Segalen
(compiladora), Jeux de Famille. Pars, Presses de CNRS, pp. 193208.
Segarra, Jos Gabriel. 2001. Vida artificial: Del caos al orden. Gua prctica de la complejidad.
Alzira, Algar Editorial.
Sen, Ashish y Tony Smith. 1995. Gravity models of spatial interaction behavior. Heidelberg,
Springer Verlag.
Serling, Ronald y Daniel Lapsley. 1994. Rational appraisal of psychological research and the
good-enough principle. En: G. Keren y C. Lewis (compiladores), A handbook for data
analysis in the behavioral sciences: Methodological issues. Hillsdale, Lawrence Erlbaum
Associates, pp. 199-228.
Serrano, Mara Angeles, Marian Bogu, Romualdo Pastor-Satorras y Alejandro Vespignani.
2006. Correlations in complex networks. En: G. Caldarelli y A. Vespignani
(compiladores), Structure and dynamics of complex networks: From information technology
to finance and natural science. Singapur, World Scientific.
Shapiro, Jason Stuart. 1997. Fingerprints on the landscape: Space syntax analysis and cultural
evolution in the Northern Rio Grande. Disertacin de doctorado, Pennsylvania State
University, UMI Dissertation Service.
Sharp, Nonie. 1993. Stars of Tagai: The Torres Strait islanders. Canberra, Aboriginal Studies
Press.
Shekhar, Shashi y Sanjay Chawla. 2003. Spatial databases. Englewood Cliffs, Prentice Hall.
Sheppard, Eric y Robert McMaster (compiladores). 2004. Scale and geographic inquiry: Nature,
society, and method. Malden, Blackwell.
Shimizu, Akitoshi. 1991. On the notion of kinship. Man, n. s., 26(3): 377-403.
Shores, Thomas. 2007. Applied linear algebra and matrix analysis. Nueva York, Springer Scien-
ce+Business Media.
Shrout, Patrick E. .1997. Should significance tests be banned? Introduction to a special section
exploring the pros and cons. Psychological Science, 8(1): 1-2.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
391
Shu, Chih-Feng. 2009. Spatial Configuration of Residential Area and Vulnerability of Burglary:
Case Studies from UK and Taiwan. Proceedings, 7
th
International Space Syntax
Symposium, Estocolmo, pp. 102.1:102.15.
Siarry, Patrick y Zbigniew Michalewicz (compiladores). 2008. Advances in metaheuristics for
hard optimization. Berln-Heiudelberg-Nueva York, Springer.
Sichel, H. S. 1975. On a distribution law for word frequencies. Journal of the American
Statistical Association, 70(351): 542-547.
Sierksma, Gerard y Diptesh Ghosh. 2010. Networks in action. Nueva York, Springer.
Sigman, Mariano y Guillermo A. Cecchi. 2002. Global organization of the wordnet lexicon.
Proceedings of the National Academy of Science, 99(3): 1742-1747
Simmel, Georg. 1971 [1908]. On individuality and social forms. Chicago, University of Chicago
Press.
Simmel, Georg. 1966 [1922]. Conflict and the web of group affiliations. Nueva York, Free Press.
Simon, Herbert. 1955. On a class of skew distribution functions. Biometrika, 42(3-4): 425440.
Simon, Herbert. 1987. Giving the soft sciences a hard sell. Boston Globe, 3 de mayo, A23.
Singer Merrill, Tom Stopka, Cara Siano, Kristen Springer, George Barton, Kaveh Khoshnood,
April Gorry de Puga y Robert Heimer. 2000. The social geography of AIDS and hepatitis
risk: qualitative approaches for assessing local differences in sterile syringe access among
injection drug users. American Journal of Public Health 90: 1049-1056.
Sipser, Michael. 2006. Introduction to the theory of computation. 2a edicin, Boston, Thomson
Learning.
Skandera, Mark. 2003. Introduction to combinatorics and graph theory. Texto en preparacin,
http://www.lehigh.edu/~mas906/papers/cv.ps. Visitado en julio de 2009.
Smelser, Neil y Paul Baltes (compiladores). 2001. International Encyclopedia of the Social and
Behavioral Sciences. Oxford, Elsevier.
Smith, Adam. 1996. Imperial archipielago: The making of the Urartian landcape in Southern
Transcaucasia. Disertacin de doctorado, Universidad de Arizona, Ann Arbor, UMI
Dissertation Services.
Smith, Adam. 1999. The making of an Urartian landscape in Southern Transcaucasia: A study of
political architectonics. American Journal of Archaeology, 103(1): 45-71.
Smola, Alex y S. V. N. Vishwanathan. 2008. Introduction to machine learning. Cambridge,
Cambridge University Press.
Snijders, Tom A. B., Christian Steglich, Michael Schweinberger y Mark. Huisman. 2007. Manual
for Siena, v. 3, Department of Sociology, University of Groningen.
Soares, M. Medeiros, G. Corso y L. S. Lucena. 2005. The network of syllables in Portuguese.
Physica A: Statistical Mechanics and its Applications, 355(2-4): 678-684.
Solan, Zach, David Horn, Eytan Ruppin y Shimon Edelman. 2005. Unsupervised learning of
natural languages. Proceedings of National Academy of Sciences, 102(33): 11629-11634.
Sol, Ricard, Bernat Corominas Murtra, Sergi Valverde y Luc Steels. 2005. Language networks:
Their structure, function, and evolution. SFI Working papers, 05-12-042,
http://www.santafe.edu/research/publications/workingpapers/05-12-042.pdf. Visitado en
mayo de 2009.
Solomonoff, Ray y Anatol Rapoport. 1951. Connectivity on random nets. Bulletin of
Mathematical Biophysics, 13: 107-117.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
392
Song, Chaoming, Lazaros Gallos, Shlomo Havlin y Hernn Makse. 2007. How to calculate the
fractal dimension of a complex network: The box-covering algorithm.
http://lanl.arxiv.org/abs/cond-mat/0701216v1. Visitado en abril de 2009.
Song, Chaoming, Shlomo Havlin y Hernn Makse. 2005. Self similarity in complex networks.
http://lanl.arxiv.org/abs/cond-mat/0503078v1. Visitado en abril de 2009.
Song, Chaoming, Shlomo Havlin y Hernn Makse. 2006. Origins of fractality in the growth of
complex networks. http://lanl.arxiv.org/abs/cond-mat/0507216v2. Visitado en abril de 2009.
Srensen, Aage Bttger. 1998. Theoretical Mechanisms and the Empirical Study of Social
Processes. En: P. Hedstrm y R. Swedberg (compiladores), Social Mechanisms: An
Analytic Approach to Social Theory. Cambridge, Cambridge University Press, pp. 238-266.
Sornette, Didier. 2006. Critical phenomena in the natural sciences: Chaos, fractals,
selforganization and disorder. Concepts and tools. 2
a
edicin, Berln-Heidelberg, Springer.
Sousa, Paulo. 2003. The fall of kinship: Towards an epidemiological explanation. Journal of
Cognition and Culture, 3(4): 265-303.
Sowa, John. 1984. Conceptual structures: Information processing in mind and machine. Reading,
Addison-Wesley.
Spencer, Joel. 2000. The strange logic of random graphs. Berln-Heidelberg-Nueva York,
Springer Verlag.
Spencer, Jonathan. 2000. British social anthropology: A retrospective. Annual Review of
Anthropology, 29: 1-24.
Sperber, Dan. 1994. The modularity of thought and the epidemiology of representations. En: L.
A. Hirschfeld y S. A. Gelman (compiladores), Mapping the mind: Domain specificity in
Cognition and Culture. Nueva York, Cambridge University Press, pp. 39-67.
Sperber, Dan. 1996. Explaining culture: A naturalistic approach. Oxford, Blackwell.
Sperber, Dan. 2000. Why memes wont do. En: R. Aunger (compilador), Darwinizing culture.
The status of memetics as a science. Oxford, Oxford University Press, pp. 163-174.
Sperber, Dan y Deirdre Wilson. 1986. Relevance: Communication and cognition. Oxford,
Blackwell.
Srinivasiengar, C. R. 1967. The history of ancient Indian mathematics. Calcutta, The World Press
Private Ltd.
Stack, Carol. 1974. All our kin. Nueva York, Harper & Row.
Stanberry, J. Phillip. 2003. Family diagrammatic assessment: Genogram. En: J. Ponzetti
(editor), Op. cit., pp. 580-583.
Stapp, Henry. 2007. Mindful universe: Quantum mechanics and the participating observer.
Berln-Heidelberg, Springer.
Stauffer, Dietrich. 2003. How to convince others? Monte Carlo simulations of the Sznajd
model. Journal of Artificial Societies and Social Simulation, 5(1), arXiv:cond-
mat/0307133v1. http://jasss.soc.surrey.ac.uk/5/1/4.html. Visitado en febrero de 2010.
Stauffer, Dietrich. 2009. Scaling properties, fractals, and the renormalization group approach to
percolation. En: R. Meyers (compilador), Op. cit., pp. 7822-7830.
Stauffer, Dietrich y Amnon Aharony. 1994. Introduction to percolation theory. 2
a
edicin,
Londres, Taylor and Francis.
Steadman, Philip. 1983. Architectural Morphology: An Introduction to the Geometry of Building
Plans. Londres, Pion.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
393
Stechkin, Boris y Valeriy Baranov. 1995. Extremal combinatorial problems and their
applications. Dordrecht, Kluwer.
Sterling, Mary Jane. 2009. Linear algebra for dummies. Hoboken, Wiley Publishing.
Sterling, Theodore. 1959. Publication decisions and their possible effects on inferences drawn
from tests of significance Or vice versa. Journal of the American Statistical Association,
54: 30-34.
Sterling, Theodore. 1995. Publication decisions revisited: The effects of the outcome of
statistical tests on the decision to publish and vice versa. The American Statician, 49(1):
108-112.
Stevens, Stanley Smith. 1957. On the psychophysical law. Psychological Review, 64(3): 153-
181.
Steyvers, Mark y Joshua B. Tenenbaum. 2005. The large-scale structure of semantic networks:
Statistical analyses and a model of semantic growth. Cognitive Science, 29(1): 41-78.
Steyer, Alexandre y Jean-Benot Zimmermann. 2000. Self Organised Criticality in Economic
and Social Networks: The case of innovation diffusion. En: Alan Kirman y J.-B.
Zimmermann (compiladores), Economics with Heterogeneous Interacting Agents. Berln,
Springer, pp. 27-42.
Steyer, Alexandre y Jean-Benot Zimmermann. 2000. Social network evolution: Avalanches and
links evolution. Social Science Research Network,
http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=882794. Visitado en mayo de 2009.
Stillwell, John. 1989. Mathematics and its history. Nueva York, Springer.
Stinchcombe, Arthur. 1978. Theoretical methods in social history. Nueva York, Academic Press.
Stollenberk, Nico y Vincent Jansen. 2007. Criticality in epidemiology. En: B. Blasius y otos
(compiladores), Op. cit., pp. 159-188.
Stone, Linda (compiladora). 2000. New directions in the study of kinship. Lanham, Rowman &
Littlefield Publishers.
Stone, Tammy. 2000. Prehistoric community integration in the Point of Pines region in Arizo-
na. Journal of Field Archaeology, 27(2): 197-208.
Strang, Gilbert. 1988. Linear algebra and its applications. 3
a
edicin, South Melbourne, Thomson
Learning.
Strogatz, Steven. 2003. Sync: The emerging science of spontaneous order. Nueva York, Hyperion
Books.
Strogatz, Steven. 2009. Math and the city. New York Times, 19 de mayo.
Sun, Eric, Itamar Rosen, Cameron Marlow y Thomas Lento. 2009. Gesundheit! Modeling
contagion through Facebook News Feed. www.stanford.edu/~esun/ICWSM09_ESun.pdf.
Visitado en abril de 2010.
Sun, Wenyu y Ya-Xiang Yuan. 2006. Optimization theory and methods: Nonlinear programming.
Nueva York, Springer.
Swadesh, Morris. 1955. Towards greater accuracy in lexicostatistic dating. International
Journal of American Linguistics, 21: 121137.
Swartz, David. 1997. Culture and Power: The Sociology of Pierre Bourdieu. Chicago, University
of Chicago Press.
Swedberg, Richard. 1990. Economics and sociology. Princeton, Princeton University Press.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
394
Swedberg, Richard. 2000. Economic sociology. En: Edgar Borgatta y Rhonda Montgomery
(compiladores), Encyclopedia of Sociology, 2 edicin, Nueva York, Macmillan Reference,
vol. 2, pp. 731-741.
Sweetser, Dorrian Apple. 1966. On the incompatibility of duty and affection: A note on the role
of the mothers brother. American Anthropologist, 68(4): 1009-1013.
Sweetser, Dorrian Apple. 1967. Path consistency in directed graphs of social structure.
American Journal of Sociology, 73(3): 287-293.
Tadi, Bosilijka. 2001. Dynamics of directed graphs: The world wide web. Physica A, 293:
273-284, http://arxiv.org/pdf/cond-mat/0011442v2. Visitado en abril de 2010.
Taieb, Olivier, Flicia Heidenreich, Thierry Baubet y Marie Rose Moro. 2005. Donner un sens
la maladie: De lanthropologie mdicale lpidmiologie culturelle. Mdecine et maladies
infectieuses, 35: 173-185.
Taleb, Nassim Nicholas. 2007. The black swann: The impact of the highly improbable. Nueva
York, Random House.
Tamassia, Roberto. 1997. Graph Drawing. En: J. E. Goodman y J. ORourke (compiladores),
Handbook of Discrete and Computational Geometry. Boca Raton y Nueva York, CRC Press,
pp. 815-832.
Tamassia, Roberto. 1999. Advances in the theory and practice of graph drawing. Theoretical
Computer Science, 217(2): 2335-254.
Tamassia, Roberto. 2000. Graph drawing. En: J.-R. Sack y J. Urrutia (compiladores), Handbook
of computational geometry. Amsterdam, Elsevier Science, pp. 937-972.
Tarantola, Albert. 2005. Inverse problem theory and nethods for model parameter estimation.
Filadelfia, SIAM (Society for Industrial and Applied Mathematics).
Tasgin, Mursel, Amac Herdagdelen y Haluk Bingl. 2008. Community detection in complex net-
works using genetic algorithm. http://arxiv.org/PS_cache/arxiv/pdf/0711/0711.0491v1.pdf .
Visitado en marzo de 2008.
Tasgin, Mursel. 2004. Community detection model using Genetic Algorithm in complex networks
and its application in real-life networks. Disertacin MS, Estambul, Universidad Boazii,
Taylor, Howard F. 1970. Balance in small groups. Nueva York, Van Norstrand Reinhold.
Taylor, Peter. 2000. What ever happened to those bridges?. Canberra, Australian Mathematics
Trust,University of Canberra. Mathematical Competition,
http://www.amt.canberra.edu.au/koenigs.html. Visitado en abril de 2010.
Teitelbaum, Toms, Pablo Balenzuela, Pedro Cano y Javier Martn Buld. 2008. Community
structures and role detection in music networks. arXiv:0809.4418v1,
http://arxiv.org/pdf/0809.4418v1. Visitado en abril de 2010.
Thaler, Ulrich. 2005. Narrative and Syntax: new perspectives on the Late Bronze Age palace of
Pylos, Greece. 5
th
International Space Syntax Symposium. Delft, Bartlett School of
Graduate Studies, University College London, pp. 323-338.
Theodoridis, Sergios y Konstantinos Koutroumbas. 2003. Pattern recognition. 2 edicin.
Amsterdam, Elsevier.
Thom, Ren. 1992. Determinismo e innovacin. En: J. Wagensberg (compilador), Op. Cit., pp.
63-78.
Thomas, David Hurst. 1976. Figuring anthropology. Nueva York, Holt, Rinehart & Winston.
Thurman, Blake. 1980. In the office: Networks and coalitions. Social Networks, 2(1): 47-63.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
395
Thurstone, Louis Leon. 1928. Attitudes can be measured. American Journal of Sociology. 33:
529-554.
Ting, I-Hsien, Hui-Ju Wu y Tien-Hwa Ho (compiladores). 2010. Mining and analyzing social
networks. Berln y Heildelberg, Springer Verlag.
Tinkler, Keith, John Nystuen y Michael Dacey. 1988. Nystuen-Dacey nodal analysis. Ann Arbor,
Institute of Mathematical Geography, Monograph Series #7.
Tjon Sie Fat, Franklin. 1980. On mathematics in structural theory. Current Anthropology,
21(3): 386-391.
Tjon Sie Fat, Franklin. 1997. On the formal analysis of Dravidian, Iroquois, and
generational varieties of nearly associative combinations. En: M. Godelier, T. R.
Trautmann y F. E. Tjon Sie Fat (compiladores), Transformations of kinship. Washington,
Smithsonian Institution Press, pp. 59-93.
Toker, Umut y Zeynep Gen Toker. 2003. Family structure and spatial configurationin Turkish
house form in Anatolia from late nineteenth century to late twentieth century.
Proceedings, 4
th
International Space Syntax Symposium, Londres, pp. 55.1-55.16.
Tomassini, Marco. 2005. Spatially structured evolutionary algorithms: Artificial evolution in
space and time. Berln-Heidelberg, Springer Verlag.
Topu, Mehmet y Aye Sema Kubat. 2007. Morphological comparison of two historical
anatolian towns. Proceedings, 6
th
International Space Syntax Symposium, Istanbul, pp.
028.1-028.12.
Toth, Paolo y Daniele Vigo (compiladores). 2002. The vehicle routing problem. Filadelfia, SIAM
(Society for Industrial and Applied Mathematics).
Toussaint, Godfried. 2003. Classification and phylogenetic analysis of african ternary rhythms
timelines. Proceedings of BRIDGES: Mathematical connections in art, music and science.
Universidad de Granada, 23 al 26 de julio, pp. 25-36.
Toussaint, Godfried. 2004. Computational geometric aspects of musical rhythm. Abstracts of
the 14
th
Annual Fall Workshop on Computational Geometry, Cambridge (USA), 19-20 de
noviembre, pp. 47-48.
Toussaint, Godfried. 2005a. The geometry of musical rhythm. Research report. School of
Computer Science, McGill University.
http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download;jsessionid=08EA24EA9A303422B8E7A00E8
CBE0DAC?doi=10.1.1.61.9777&rep=rep1&type=url&i=0. Visitado en julio de 2009.
Toussaint, Godfried. 2005b. The Euclidean Algorithm Generates Traditional Musical Rhythms.
Proceedings of BRIDGES: Mathematical Connections in Art, Music and Science. Banff,
Alberta, 31 de julio al 3 de agosto, pp. 47-56.
Toutanova, Kristina, Christopher D. Manning y Andrew Y. Ng. 2004. Learning random walk
models for inducing word dependency distributions. En: ICML 04: Proceedings of the
Twenty-First International Conference on Machine Learning, Nueva York, p. 103-111.
Travers, Jeffrey y Stanley Milgram. 1969. An experimental study of the Small World poblem.
Sociometry, 32(4): 425-44.
Trostle, James. 2005. Epidemiology and culture. Cambridge, Cambridge University Press.
Trostle, James y Johannes Sommerfeld. 1996. Medical anthropology and epidemiology. Annual
Review of Anthropology, 25: 253-274.
Tucker, Alan C. 1973. Perfect graphs and an application to optimizing municipal services.
SIAM Review, 15(3): 585-590.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
396
Tucker, Alan C. y L. Bodin. 1976. A model for municipal street-sweeping operations. Case
Studies in Applied Mathematics. Washington DC, Committee on the Undergraduate Program
in Mathematics, Mathematical Association of America.
Tufte, Edward. 1990. Envisioning information. Cheshire, Graphic Press.
Tufte, Edward. 1997. Visual explanation: Images and quantities, evidence and narrative.
Cheshire, Graphics Press.
Tuncer, Ezgi. 2007. Perception and intelligibility in the context of spatial syntax and spatial cog-
nition: Reading an unfamiliar place out of cognitive maps. Proceedings, 6
th
International
Space Syntax Symposium, stanbul, 127.01-127.07
Turn, Paul [Pl]. 1941. On an extremal problem in graph theory [en hngaro]. Matematikai s
Fizikai Lapok, 48: 436-452.
Turing, Alan. 1937. On computable numbers, with an application to the Entscheidungsproblem.
Proceedings of the London Mathematical Society, 42: 230-265. Incluido en R. O. Gandy y
C. E. M. Yates (compiladores), Op. cit., 18-53.
Turner, Alasdair. 2001. Depthmap: A program to perform visibility graph analysis. Proceedings
of the 3
rd
International Symposium on Space Syntax, Georgia Institute of Technology.
Turner, Alasdair. 2007. UCL DepthMap 7: From isovist analysis to generic spatial network ana-
lysis. En: A. Turner (compilador), New developments in spatial syntax software, stanbul
Technical University, pp. 43-51.
Turner, Alasdair, Maria Doxa, David OSullivan y Alan Penn. 2001. From isovists to visibility
graphs: A methodology for the analysis of architectural space. Environment and Planning
B, Planning and Design, 28: 103-121.
Turner, Alasdair y A. Penn. 1999. Making isovists syntactic: isovist integration analysis. En:
Proceedings, 2
nd
International Symposium on Space Syntax, Brasilia.
Turner, Christopher. 1967. Conjugal roles and social networks: An examination of an
hypothesis. Human Relations, 20(2): 121-130.
Turner, Stefan. 2009. Statistical mechanics of complex networks. En: M. Dehmer y F. Emmert-
Streib (compiladores), Op. cit., pp.23-46.
Turner, Terence. 1990. On structure and entropy: Theoretical pastiche and the contradictions of
structuralism. Current Anthropology, 31(5): 563-568
Turner, Victor. 1957. Schism and Continuity in an African Society: A Study of Ndembu Village
Life. Manchester, Manchester University Press for the Rhodes-Livingstone Institute.
Turner, Victor. 1974. Dramas, fields, and metaphors: Symbolic action in human society. Ithaca,
Cornell University Press.
Tyler, Stephen. 1978. The said and the unsaid. Mind, meaning and culture. Nueva York,
Academic Press.
Tymoczko, Thomas. 1979. The four-color problem and its philosophical significance. The Jour-
nal of Philosophy, 76(2): 57-83
Ucko, Peter y Robert Layton (compiladores). 1999. The archaeology and anthropology of
landscape: Shaping your landscape. Londres, Routledge.
Udry, Richard y Mary Hall. 1965. Marital role segregation and social networks in middle-class
middle-aged couples. Journal of Marriage and the Family, 27: 392-395.
Uzzi, Brian y Jarrett Spiro. 2005. Collaboration and creativity: The small world problem.
American Journal of Sociology, 111(2): 447-504.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
397
Valdes, L. 1991. Extremal properties of spanning trees in cubic graphs. Congressus
Numerantium, 85: 143-160.
Vanderbei, Robert.2008. Linear programming: Foundations and extensions. 3
a
edicin, Nueva
York, Springer.
Van Deursen, W.P.A. 1995. Geographical Information System and dynamic models. Disertacin
de doctorado. Facultad de Ciencias Espaciales, Universidad de Utrecht.
Van Dyke, Ruth. 1999. Space syntax analysis at the Chacoan outlier of Guadalupe. American
Antiquity, 64(3): 461-473.
Van Leeuwen, Jan. 1990. Algorithms and complexity. Amsterdam, Elsevier.
Vanneschi, Leonardo. 2007. Investigating problem hardness of real-life applications. En: Rick
Riolo, Terence Soule y Bill Worzel (compiladores), Op. cit., pp. 107-124.
Vannest, Jennifer , Prasanna Karunanayaka, Vincent Schmithorst, Jerzy Szaflarski y Scott
Holland. 2009. Language networks in children: Evidence from functional MRI studies.
American Journal of Roentgenology, 192, http://www.ajronline.org/cgi/reprint/192/5/1190.
Visitado en noviembre de 2010.
Vega-Centeno, Rafael. 2005. Ritual and architecture in a context of emergent complexity: A
perspective from Cerro Lampay, a late archaic site in Central Andes. Disertacin de
doctorado, University of Arizona
Verdon, Michel. 1982. Where have all the lineages gone? Cattle and descent among the Nuer.
American Anthropologist, 84(3): 566-579.
Verdon, Michel. 1983. Segmentation among the Tiv: A reappraisal. American Ethnologist,
10(2): 290-301.
Vijaya Kumar, Bhagavatula V. K., Abhijit Mahalanobis y Richard Juday. 2005. Correlation
pattern recognition. Cambridge, Cambridge University Press.
Vilenkin, Naum Yakovlevich. 1971. Combinatorics. Nueva York, Academic Press.
Viswanathan, G. M., Sergey Buldyrev, Shlomo Havlin, M. G. E. da Luz, E. P. Raposo y Eugene
Stanley. 1999. Optimizing the Success of Random Searches. Nature, 401: 911914.
Vitevitch, Michael S. 2006. Phonological neighbors in a small world (network): What can graph
theory tell us about the mental lexicon?. Departmental Colloquy co-sponsored by the
Linguistics and Psychology Departments, Rice University, 27 de enero.
Volchenkov, Dimitri y Philippe Blanchard. 2008. Discovering important nodes through graph
entropy encoded in urban space syntax. arXiv:0709.4415v1. http://arxiv.org/abs/0709.4415.
Visitado en enero de 2011.
Voss, Richard F. y John Clarke. 1975. 1/f noise in music and speech. Nature, 258: 317-318.
Wade, Peter (compilador). 1996. Cultural studies will be the death of anthropology. Manchester,
Group for Debates in Anthropology, University of Manchester.
http://www.socialsciences.manchester.ac.uk/disciplines/socialanthropology/research/gdat/do
cuments/1996.pdf. Visitado en enero de 2011.
Wagensberg, Jorge (compilador). 1992. Proceso al azar. 2 edicin, Barcelona, Tusquets.
Walk, Christian. 2000. Handbook of statistical distributions for experimentalists. Internal Report,
SUF-PFY/96-01, Fysikum, Particle Physics Group, Universidad de Estocolmo.
Wallace, Anthony F. C. 1965. Driving to work. En: Melford Spiro (compilador), Context and
meaning in cultural anthropology. Londres, Collier-Macmillan, pp. 277-296.
Wallinga, Jacco W., John Edmunds y Mirjam Kretzschmar. 1999. Perspective: human contact
patterns and the spread of airborne infectious diseases. Trends in Microbiology, 7: 372-377.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
398
Wang, Rong-Long y Kozo Okazaki. 2006. Solving the graph planarization problem using an
improved genetic algorithm. IEICE Transactions on Fundamentals of Electronics,
Communications and Computer Sciences E89-A(5): 1507-1512.
Wang, Xiao Fan y Guanrong Chen. 2003. Complex networks: Small-world, scale-free and
beyond. IEEE Systems and Circuits Magazine, primer trimestre, pp. 6-20.
Warner, William Lloyd. 1930. Morphology and functions of the Australian Murngin type of kin-
ship (Part I). American Anthropologist, 32(2): 172-198.
Warner, William Lloyd. 1931. Morphology and functions of the Australian Murngin type of kin-
ship (Part II). American Anthropologist, 33(2): 172-198.
Wasserman, Stanley y Katherine Faust. 1994. Social networks analysis: Methods and
applications. Nueva York, Cambridge University Press.
Watts, Duncan. 2004a. Six degrees: The science of a connected age. Londres, Vintage.
Watts, Duncan. 2004b. The new science of networks. Annual Review of Sociology, 30: 243-
270.
Watts, Duncan y Peter Sheridan Dodds. 2007. Influentials, networks, and public opinion
formation. Journal of Consumer Research, 34: 441-458.
Watts, Duncan y Steven Strogatz. 1998. Collective dynamics of smallworld networks. Nature,
393(6684): 440442.
Watts, Duncan y Peter Sheridan Dodds. 2007. Influentials, networks, and public opinion
formation. Journal of Consumer Research, 34.
Weaver, Warren. 1948. Science and complexity. American Scientist, 36: 536-644.
Weber, Ernst Heinrich. 1846. "Der Tastsinn und das Gemeingefhl". En: R. Wagner
(compilador), Handwrterbuch der Physiologie mit Rcksicht auf physiologische Pathologie.
Braunschweig, Vieweg, Vol. 3, Parte 2, pp. 481-588.
Weidlich, Wolfgang. 2000. Sociodynamics: A systematic approach to systematic modeling in the
social sciences. Harwood Academic Publishers.
Weil, Andr. 1985. Acerca del estudio algebraico de ciertos tipos de leyes de matrimonio
(Sistema Murngin). En: C. Lvi-Strauss, Op. cit., pp. 278-284.
Weisbuch, Grard, Sorin Solomon y Dietrich Stauffer. 2003. Social percolators and self
organized criticality. En: S. Bornholdt y H. Schuster (compiladores), Op. cit., pp. 342-354.
Wellman, Barry. 1975. Revisin de J. Boissevain y J. C. Mitchell (compiladores), Op. cit. The
American Journal of Sociology, 81(3): 690-693.
Wellman, Barry. 1988. Structural analysis: From method and metaphor to theory and substance.
En: B. Wellman y S. Berkowitz (compiladores), Social structures: A network approach.
Cambridge, Cambridge University Press, pp. 19-61.
Werbner, Richard. 1984. The Manchester School in South-Central Africa. Annual Review of
Anthropology, 13: 157-185.
Werner, Oswald y Joann Fenton. 1970. Method and theory in ethnoscience or
ethnoepistemology. En: R. Naroll y R. Cohen (compiladores), A handbook of method in
cultural anthropology. Nueva York, Natural History Press, pp. 537-578.
West, Douglas B. 2001. Introduction to graph theory. 2
a
edicin, Mathematics Department,
University of Illinois.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
399
Wheatley, David. 1995. Cumulative viewshed analysis: A GIS-based method for investigating
intervisibility, and its archaeological application. En: Gary Lock y Zoran Stani
(compiladores), Archaeology and Geographical Information Systems: An European
perspective. Londres, Taylor and Francis, pp. 171-185.
Wheatley, David y Mark Gillings. 2002. Spatial technology and archaeology: The archaeological
applications of GIS. Boca Raton, CRC Press.
Wheatley, Paul. 1971. Pivot of the four quarters: A preliminary inquiry into the origins and
character of the ancient Chinese city. Chicago, Aldine.
Wheatley, Paul. 1972. The concept of urbanism. En: P. J. Ucko, R. Tringham y G. W.
Dimbleby (compiladores), Man, Settlement, and Urbanism. Londres, Duckwort, pp. 601-637.
White, Douglas R. 1973. Mathematical anthropology. En: J. Honigmann (compilador), Op. cit.,
pp. 369-446.
White, Douglas R. 2001. Network analysis and social dynamics. Cybernetics and Systems,
35(2-3): 173-192.
White, Douglas R. y Paul Jorion. 1992. Representing and computing kinship: A new approach.
Current Anthropology, 33(4): 454-462.
White, Douglas R. y Ulla Johansen. 1998. Social anatomy of a nomadic clan: An anthropological
introduction to networked histories. Manuscrito indito, Instituto de Etnologa, Universidad
de Kln.
White, Douglas R. y Ulla Johansen. 2005. Network analysis and ethnographic problems: Process
models of a Turkish nomad clan. Nueva York, Rowman and Litteflied.
White, Harrison. 1962. Chance model of systems of casual groups. Sociometry, 5(2): 153-172.
White, Harrison. 1963. An anatomy of kinship: Mathematical models for structures of cumulated
roles. Englewood Cliffs, Prentice-Hall.
White, Harrison. 1970a. Search parameters for the small world problem. Social Forces, 49:
259-264.
White, Harrison. 1970b. Chains of opportunity: System models of mobility in organizations.
Cambridge (USA), Harvard University Press.
White, Harrison. 1997. Can mathematics be social? Flexible representations for interactions
process and its sociocultural constructions. Sociological Forum,12: 53-71
White, Harrison, Scott A. Boorman y Ronald L. Breiger. 1976. Social structure from multiple
networks. I. Blockmodels of roles and positions. American Journal of Sociology, 81: 730-
779.
White, Harrison, Scott A. Boorman y Ronald L. Breiger. 1976. Social Structure from Multiple
Networks. I. Blockmodels of Roles and Positions. The American Journal of Sociology,
81(4): 730-780.
Whitten, Norman y Alvin Wolfe. 1973. Network analysis. En: John Honigmann (compilador),
Handbook of social and cultural anthropology. Chicago, Rand McNally, pp. 716-746.
Widdows, Dominic y Beate Dorow. 2002. A graph model for unsupervised lexical acquisition.
En: Proceedings of 19
th
International Conference of Computational Linguistics, Taipei,
Taiwan, pp. 1093-1099. http://www-csli.stanford.edu/semlab-hold/infomap.html. Visitado
en abril de 2010.
Wigner, Eugene (Jen). 1958. On the distribution of the roots of certain symmetric matrices.
Annals of Mathematics, 67: 325-327.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
400
Wilkinson, E. Martin. 1971. Archaeological seriation and the traveling salesman problem. En:
F. R. Hodson y otros (compiladores), Mathematics in the archaeological and historical
sciences. Edinburgo, Edinburgh University Press.
Wilkinson, J. Harvie. 1965. Algebraic eigenvalue problem. Oxford, Oxford University Press.
Wilson, Alan Geoffrey. 1967. A Statistical Theory of Spatial Distribution Models. Transporta-
tion Research, 1: 253269.
Wilson, Alan Geoffrey. 1970. Entropy in Urban and Regional Modelling. Londres, Pion.
Wilson, Alan Geoffrey. 1974. Urban and Regional Models in Geography and Planning. Londres,
Wiley.
Wilson, Robin. 1996. Introduction to graph theory. 4
a
edicin, Essex, Addison Wesley.
Wilson, Robin. 2004. History of graph theory. En: Jonathan Gross y Jay Yellen (compiladores),
Handbook of graph theory. Boca Raton, CRC Press, pp. 29-49.
Wilson, Robin J. y Lowell W. Beineke (compiladores). 1979. Applications of graph theory.
Nueva York, Academic Press.
Wolfe, Alvin. 1978. The rise of network thinking in anthropology. Social Networks, 1: 63-74.
Wolfe, Alvin. 1997. Resea de Social network analysis de S. Wasserman y K. Faust. American
Ethnologist, 24(1): 219-220.
Wolff, Kurt. 1950. The sociology of Georg Simmel. Glencoe, The Free Press.
Wolpert, David y William Maceady. 1995. No-free-lunch theorems for search. Santa Fe
Institute Technical Report, SFI-TR-95-02-010.
Wright, Sewall Green. 1921. Correlation and causation. Journal of Agricultural Research, 20:
557-585.
Wright, Sewall Green. 1932. The roles of mutation, inbreeding, crossbreeding and selection in
evolution. Proceedings of the VI International Congress of Genetics, 1: 356-366.
Wu, Bang Ye y Kun-Mao Chao. 2004. Spanning trees and optimization problems. Boca Raton,
Chapman & Hill/CRC.
Wu, Chai Wah. 2007. Synchronization in complex networks of nonlinear dynamical systems.
Singapur, World Scientific.
Wu, Qishi y Jeffrey Shan. 2000. The application of genetic algorithm in GIS networtk analysis.
International Archives on Photogrammetry and remote sensing, XXXIII, B4: 1184-1191.
Wuchty, Stefan, Zoltan N. Oltvai y Albert-Lszl Barabsi. 2003. Evolutionary conservation of
motif constituents in the yeast protein interaction network. Nature Genetics, 35(2): 176-179.
Xhafa, Fatos y Ajit Abraham (compiladores). 2008. Metaheuristics for scheduling in industrial
and manufacturing applications. Berln y Heidelberg, Springer-Verlag.
Xu, Jennifer y Hsinchun Chen. 2005a. CrimeNet Explorer: A framework for criminal network
knowledge discovery. ACM Transactions on Information Systems, 23(2): 201226.
Xu, Jennifer y Hsinchun Chen. 2005b. Criminal network analysis and visualization. CACM,
48(6).
Xulvi-Brunet, Ramn e Igor M. Sokolov. 2005. Changing correlations in networks. Acta Phy-
sica Polonica B, 36(5): 1431-1455.
Yang, Christopher y Marc Sageman. 2009. Analysis of terrorist fractal networks with fractal
views. Journal of Information Science OnlineFirst.
http://www.terrorism.crimepsychblog.com/?p=168. Visitado en julio de 2009.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
401
Yang, Hua, Yuchao Nie, An Zeng, Ying Fan, Yangqin Hu y Zengru Di. 2010. Scaling properties
in spatial networks and their effects on topology and traffic dynamics. EPL, 89, doi:
10.1209/0295-5075/89/58002, http://iopscience.iop.org/0295-5075/89/5/58002. Visitado en
abril de 2010.
Yang, Xin-She. 2008. Introduction to mathematical optimization. From linear programming to
metaheuristics. Cambridge, Cambridge International Science Publishing.
Yule, George Udny. 1927. On a Method of Investigating Periodicities in Disturbed Series, with
Special Reference to Wolfer's Sunspot Numbers. Philosophical Transactions of the Royal
Society of London, Serie A, 226: 267298.
Yule, George Udny. 1944. A statistical study of vocabulary. Cambridge, Cambridge University
Press.
Yun, Yong Woo y Young Ook Kim. 2007. The effects of depth and distance in spatial
cognition. Proceedings, 6
th
International Space Syntax Symposium, stanbul, pp. 049.01-
049.14.
Zachary, Wayne W. 1977. An information flow model for conflict and fission in small groups.
Journal of Anthropological Research, 33: 452473.
Zako, Reem. 2009. Young peoples gatherings in the urban public realm: Enhancement of a
distraction from its liveability. Proceedings of the 7
th
Space Syntax Symposium, Estocolmo,
pp. 066.1-066.16.
Zanette, Damin H. y Marcelo A. Montemurro. 2005. Dynamics of text generation with realistic
Zipfs distribution. Journal of Quantitative Linguistics, 12(1): 29-40.
Zaslavsky, Thomas y Marge Pratt. 1998. A mathematical bibliography of signed and gain graphs
and allied areas. http://www.combinatorics.org/Surveys/ds8.pdf. Visitado en enero de 2011.
Zelterman, Daniel. 2004. Discrete distributions. Applications in the health sciences. Chichester,
John Wiley & Sons.
Zenz, Adrian. 2009. Lost in translation or the deconstruction of kinship.
http://www.zenz.org/adrian/Essays/Lost_in_Translation.pdf. Visitado en abril de 2010.
Zhang, Mingxin. 2010. Social network analysis: History, concepts, and research. En: B. Furht
(compilador), Op. cit., pp. 3-21.
Zhang, Zili y Chengqi Zhang. 2004. Agent-based hybrid intelligent systems: An agent-based
framework for complex problem solving. Berln y Heidelberg, Springer Verlag.
Zhong, Ning, Jiming Liu Yao, Yiyu Yao y Setsuo Ohsuga. 2000. Web intelligence. Computer
Software and Applications Conference, COMPSAC 2000. The 24
th
Annual International, pp.
469-470.
Zipf, George K. 1932. Selected studies of the principle of relative frequency in language.
Cambridge (USA), Harvard University Press.
Zipf, George K. 1949. Human behavior and the principle of least effort. Nueva York, Hafner.
Captulos en lnea en http://www.nslij-genetics.org/wli/zipf/1940s.html. Visitado en
noviembre de 2010.
Zomaya, Albert (compilador). 2006. Handbook of nature-inspired and innovative computing:
Integrating classical models with emerging technologies. Nueva York, Springer Scien-
ce+Business Media.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
402
Referencias tecnolgicas
Adit Sociogram. s/fecha, Adit Limited.
http://www.aditsite.co.uk/more20.htm#Adit%20Sociogram. Visitado el 28 de enero de 2008.
Agna, v. 2.1.1 (Applied Graph & Network Analysis) Marius Benta, 12 de diciembre de 2003.
http://www.geocities.com/imbenta/agna. Visitado el 26 de enero de 2008.
Agraph, v.2.0 Bendik Manum, junio de 2009. http://www.ntnu.no/ab/spacesyntax. Visitado
en mayo de 2009.
Ajanachara, v. 1.3.1. Gerald Franz, 2006-2007.
http://www.kyb.tuebingen.mpg.de/bu/people/gf/anavis/. Visitado en mayo de 2009.
AJAX Software for Generalised Space Syntax, v. 102. 2005, Michael Batty, Centre for
Advanced Spatial Analysis. University College of London.
http://www.casa.ucl.ac.uk/software/ajax.asp. Visitado en julio de 2009.
ARSGen, v. 2.1 Jorge Miceli (Antropocaos). http://antropocaos.com.ar/arsgen-software-
analisis-redes-sociales. Visitado en mayo de 2010.
Automap, v. 3.0.6 Build K. 2001-2011 Kathleen Carley.
http://www.casos.cs.cmu.edu/projects/automap. Visitado en setiembre de 2010.
AxialGen 1.0 Client edition Automatic generation of the axial lines Bin Jiang, 2009.
http://fromto.hig.se/~bjg/AxialGen/. Visitado en abril de 2010.
Cfinder, v. 2.0.4. The Cluster (Community) Finding Program Department of Biological
Physics, Universidad de Etvs, Budapest, Hungra, 3 de agosto de 2010. http://cfinder.org.
Visitado en noviembre de 2010.
Dendroscope, v. 2.7.4 Daniel Huson, 27-4-2010. http://www-ab.informatik.uni-
tuebingen.de/software/dendroscope. Visitado en octubre de 2010.
Discourse Network Analysis, v. 1.24 Philip Leifeld, 23 de noviembre de 2010.
http://www.philipleifeld.de/discourse-network-analyzer-dna/download/download.html.
Visitado en noviembre de 2010.
EgoNet, v. 2010-09-30 Chris McCarthy. http://egonet.sf.net. Visitado en octubre de 2010.
FANMOD The Fast Network Motif Detection tool, v. s/n. 2006 Sebastian Wernicke y Florian
Rasche. http://www.minet.uni-jena.de/~wernicke/motifs/index.html Implementa algoritmo
nauty, v. 2.2 Brendan McKay. Visitado en julio de 2009.
Gephi, v. 0.7 beta. The Open Graph Viz Platform 2010, Gephi.org. http://gephi.org/. Visitado
en noviembre de 2010.
GVedit Graphviz, v. 2.26.3. Graph Visualization Software. s/f, http://www.graphviz.org/ -
Visitado en julio de 2009.
GUESS, The Graph Exploration System, v. 1.0.3-beta 2006 Eytan Aidar.
http://graphexploration.cond.org/index.html. Visitado en marzo de 2008.
JASS, Justified Analysis of Spatial Systems, v. 10.021 21 de mayo de 2003, KTH School of
Architecture & NADA, Estocolmo. http://www.arch.kth.se/sad/projects/JASS/tools_jass.htm.
Visitado en abril de 2010.
Jenn3D, v. 2008.03.13 For visualizing Coxeter polytopes. 2001-2008 Fritz Obermeyer,
http://www.jenn3d.org. Visitado en noviembre de 2008.
JgraphEd, v. 1.21 A Java Graph Editor written by Jon. 2004 Jon Harris.
http://www.jharris.ca/JGraphEd/ - Visitado en julio de 2009.
Carlos Reynoso Redes sociales y complejidad
403
Krackplot, v. 4.1.7 15 de abril de 2006, Jim Blythe, David Krackhardt y Cathleen McGrath,
http://www.isi.edu/~blythe/KP/. Visitado el 28 de marzo de 2008.
LaNet-vi. Large Network Visualization Tools 2008, Horacio Alvarez Hamelin, Luca
DallAsta, Alain Barrat y Alessandro Vespignani.
http://sourceforge.net/project/showfiles.php?group_id=190236. Visitado en marzo de 2008.
mDraw, v. 1.0 Ehud Baumatz, Nadav Kashtan, Weizmann Institute of Science, s/fecha.
http://www.weizmann.ac.il/mcb/UriAlon/groupNetworkMotifSW.html. Visitado en marzo
de 2008.
MindWalk 2002-2005, Lucas Figueiredo de Medeiros, http://www.mindwalk.com.br/ -
Visitado en julio de 2009. No disponible en noviembre de 2010.
Network Workbench Tool, v. 1.0 2009 University of Indiana, 15 de setiembre de 2009.
http://nwb.slis.indiana.edu/index.html. Visitado el 26 de enero de 2008.
ORA, v. 2.2.7 2001-2011 Kathleen Carley. http://www.casos.cs.cmu.edu Visitado en
octubre de 2010.
Pajek, v. 2.02 1996-2010, Vladimir Batagelj & Andrej Mrvar, 1 de diciembre de 2010.
http://pajek.imfm.si/doku.php?id=pajek. Visitado el 28 de diciembre de 2010.
Puck, v. 0.9. Program for the Use and Computation of Kinship Data Equipe TIP, 21 de
noviembre de 2010 http://www.kintip.net. Visitado en noviembre de 2010.
STEM The spatio-temporal epidemiological modeler, v. 1.1.0 Eclipse Organization, 20 de
setiembre de 2010. http://www.eclipse.org/stem/. Visitado en noviembre de 2010.
Syntax 2D, v. 1.3.0.7 2009, University of Michigan. http://sourceforge.net/projects/syntax2d/.
Visitado en junio de 2009.
UCL DepthMap, v. 10.08 2010, Alasdair Turner, UCL Bartlett School of Graduate Studies.
http://www.vr.ucl.ac.uk/depthmap/. Visitado en octubre de 2010.
Visone, v. 2.6.2 2001-2010 Visone Project Team, 13 de setiembre de 2010.
http://visone.info/. Visitado en noviembre de 2010.
Walrus, v. 0.6.3 2003 Caida.org. http://www.caida.org/tools/visualization/walrus/. Visitado
en abril de 2009.