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Di Pego Gerald - Nacida Inocente

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Nacida inocente

Gerald Di Pego - Bernhardt J. Hurwood Crculo de Lectores, S.A. Valencia, 344 Barcelona 11 12 13 14 15 16 7 7 0 2 1976, Ediciones Martnez Roca, S.A. Depsito legal B. 16714-1979 Compuesto en Garamond 1 1 Impreso y encuadernado por Printer, industria grfica sa Sant Vicen dels Horts 1979 Printed in Spain ISBN 84-226-0863-4 Ttulo del original ingls, Born innocent Traduccin, J.A. Bravo Cubierta, Farr-Huguet Edicin no abreviada Licencia editorial para Crculo de Lectores por cortesa de Ediciones Martnez Roca Queda prohibida su venta a toda persona que no pertenezca a Crculo ndice Nacida inocente....................................................................................................................................................................1 ndice....................................................................................................................................................................................1 Captulo 1.........................................................................................................................................................................2 Captulo 2.........................................................................................................................................................................4 Captulo 3.........................................................................................................................................................................9 Captulo 4.......................................................................................................................................................................11 Captulo 5.......................................................................................................................................................................15 Captulo 6.......................................................................................................................................................................20 Captulo 7.......................................................................................................................................................................23 Captulo 8.......................................................................................................................................................................27 Captulo 9.......................................................................................................................................................................32 http://www.palimpalem.com/2/jiddu 1

Captulo 10.....................................................................................................................................................................34 Captulo 11.....................................................................................................................................................................39 Captulo 12.....................................................................................................................................................................43 Captulo 13.....................................................................................................................................................................49 Captulo 14.....................................................................................................................................................................51 Captulo 15.....................................................................................................................................................................54 Captulo 16.....................................................................................................................................................................58 Captulo 17.....................................................................................................................................................................61 Captulo 18.....................................................................................................................................................................64 Captulo 19.....................................................................................................................................................................67 Captulo 20.....................................................................................................................................................................68 Captulo 21.....................................................................................................................................................................71 Nota del digitalizador.........................................................................................................................................................74 ndice..................................................................................................................................................................................74 Captulo 1 Es una pesadilla, se dijo Chris Parker una y otra vez. Dios mo, que no sea ms que una pesadilla! De un momento a otro voy a despertarme, y pap y mam estarn otra vez pelendose a gritos en la habitacin de al lado. Me tapar la cabeza con las mantas y fingir que no me entero. Como siempre. Pero estar en casa y en mi cama, y sabr que no es verdad esto que est pasando... , no es verdad... , no es a m... Formulaba estos ruegos sin palabras, intentando desesperadamente ver las cosas como ella quera, como haca siempre que le daba una pesadilla. Pero esta vez no le sali bien. El duro contacto de las esposas que la unan al guardia, cuyo rostro pareca el de un espantajo de feria, era demasiado real. Las esposas le hacan dao, y en sus pesadillas nunca se haca dao. Siempre soaba con sombras oscuras que se movan, o le pareca caer a travs del vaco, o se vea corriendo a lo largo de unos rales, perseguida por el tren, y los pies iban hacindosele de plomo hasta no poder continuar. Otras veces le ardan los ojos y no poda mantenerlos abiertos por ms que lo intentase. Pero nunca so nada que le hiciera verdadero dao. Cerr los ojos esperando a que el dolor desapareciera, mas cuando volvi a abrirlos, las cosas seguan igual. Un airecillo clido le acariciaba las mejillas, pero ella se ech a temblar. Su corazn lata con fuerza,y sinti crecer la nusea en la boca del estmago. Era lo que notaba siempre que tena que escapar. Pero ahora no haba ningn sitio a donde ir, ni modo alguno de soltarse. Se sinti como un ser diminuto e indefenso atrapado por una fuerza tremenda y fatal. Un ratn con su pata cogida en una trampa, una rana en manos de un muchacho que desconociera su propia fuerza, un forastero extraviado y agotado en los tiempos del viejo Oeste, cayendo accidentalmente en manos de una multitud enfurecida que lo arrastraba hacia la horca. De sbito, el cerebro de Chris regres a la realidad, y sus ltimos jirones de esperanza en cuanto a estar soando se desvanecieron, se evaporaron como el humo que haca brotar la plancha de su madre. Cuando se cerr a sus espaldas, de un portazo, la entrada de la comisara, dej de notar el perfumado ambiente de la noche y se vio sumergida en una pesadilla real mucho ms terrorfica de lo que nunca imagin. Unos fluorescentes alumbraban con sus fros rayos las paredes, pintadas de verde como en un hospital, a cuyo reflejo todos parecan malhumorados o enfermos. Las botas del polica resonaron sobre las fras losas al recorrer el siniestro corredor. Un olor desagradable invadi el olfato de Chris; era una mezcla de desinfectante, humo rancio de cigarros, transpiracin de sobacos y de pies sucios. Se estremeci otra vez cuando el guardia la hizo pasar por otra puerta, a una habitacin donde siete personas ms aguardaban en pie, con aire despistado y nervioso, delante de un pupitre. Detrs del mismo, sin gorra y con aspecto de necesitar un afeitado, un sargento apuntaba algo. Alz la mirada con expresin de indiferencia cuando Chris fue introducida y situada a la derecha de los dems. - Los ficho a todos? -pregunt el sargento. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 2

- A sta no -replic el polizonte que haba trado a Chris, indicndola con el mismo gesto de la cabeza que un carnicero empleara para sealar un costillar de ternera a un cliente. - Ni a esas dos -intervino un funcionario que estaba al lado del sargento-. Llvatelas. Apunt con el pulgar a una mujer de mediana edad y mirada vidriosa, y a otra que deba andar por la treintena. Chris la mir y se pregunt qu habra hecho. Llevaba el pelo revuelto; su rostro era una mscara de rabia reprimida, y tena los dedos ndice y medio con manchas pardas de nicotina. Tal vez era una... aunque nadie pudiese adivinar sus pensamientos, le costaba formar la palabra en su mente, hasta que por fin se abri paso hasta su conciencia como un sbito eructo en un lugar pblico, producindole idntica sensacin de vergenza... una puta. - Vamos -dijo el polizonte con una sea, tirando de Chris. No tuvo ms remedio que seguirlo, con las otras dos mujeres cerrando la procesin, por otro corredor igualmente srdido y fro, de cuyas paredes se desprendan tiras de sucia pintura verde como consecuencia de alguna antigua gotera. Alguna que otra bombilla elctrica colgaba desnuda del techo. Nadie habl mientras el guardia haca pasar a Chris y a las dos mujeres adultas por una puerta situada al final del corredor, y que daba a otro pasillo tan desapacible como el anterior. Chris record todas esas pelculas de la televisin en que aparecen los presos conducidos a la celda de los condenados a muerte, y se estremeci una vez ms, involuntariamente. Sus pensamientos fueron brutalmente interrumpidos por un tirn en su mueca, y cuando levant la mirada vio que el polica se haba detenido frente a una puerta. - Aqu es -dijo-. Tendremos que esperar el ascensor. Apret un botn y nadie dijo nada, mientras el gemido distante de un motor elctrico anunciaba la lenta llegada del ascensor, que se le represent imaginariamente a Chris como una jaula colgada de un cable. La puerta se abri y el polica hizo entrar a las tres mujeres. Luego, sacndose un llavero del cinturn, abri la anilla de las esposas de Chris que haba cerrado en torno a su propia mueca, y con un gesto brusco la fij en una argolla de hierro que estaba en la pared del fondo del ascensor. Por qu hacen todo esto conmigo?, se pregunt Chris reteniendo las lgrimas y lanzando disimuladamente ojeadas a los rostros de las dos mujeres, cuya expresin forzada no lograba ocultar del todo el odio que arda en su interior. El ininterrumpido viaje del ascensor pareci durar siglos. Nadie habl mientras el guardia se hurgaba distradamente la nariz, y la ms joven de las dos presas, que estaba cerca de Chris, eruct esparciendo relentes agridulces de alcohol, ajo y muelas estropeadas. Chris apart el rostro sin querer, y la furcia ense los dientes en una sonrisa sardnica. - Qu pasa contigo, pequea? -silb-. Tienes remilgos, o algo as? - Cierra el pico, mueca -cort el polica. - No me llames mueca, cerdo! -replic la otra. El ascensor se detuvo con un sobresalto y Chris formul una silenciosa plegaria de agradecimiento, temiendo que la discusin hubiera degenerado en algn acto terrible de violencia vengativa por parte del polica, como sola ocurrir en las pelculas que haba visto. Lo primero que vio Chris al abrirse la puerta del ascensor fue una matrona de rostro ptreo, en unforme y con un revlver de can corto al cinto. - Ah queda eso, Molly -dijo el guardia, quitndole las esposas a Chris, que a ella ya le parecan formar parte de su cuerpo. Se frot la mueca, dolorida por los tirones, y mir a su alrededor sin saber a dnde dirigirse. - Vamos, vamos, que no tenemos todo el da -dijo la matrona-. Media vuelta a la izquierda, y andando! Las dos mujeres mayores se pusieron en marcha con aire de familiaridad, como si ya hubieran recorrido muchas veces aquel mismo camino. En cambio, Chris se detuvo un segundo antes de seguirlas por otro corredor no muy diferente del primero que haba encontrado al entrar en el local de la comisara. Cuando llegaron al extremo opuesto, las cuatro mujeres se detuvieron ante una gran puerta con remaches de acero, y aguardaron hasta que la misma se abri con estrpito. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 3

- Entrad -orden la matrona, y cruzaron el umbral pasra detenerse de nuevo cuando la puerta de acero se cerr a sus espaldas, con un estampido tremendamente definitivo. Chris apenas daba crdito a sus ojos. Estaba ante lo que pareci ser un presidio de mxima seguridad, pero que no era, de hecho, sino la msera crcel del condado. A pocos pasos haba una puerta corredera de acero idntica a la que acababan de franquear. Tambin sta se abri con ensordecedor rechinamiento metlico, pero por alguna razn el estampido que hizo al cerrarse fue tan inesperado para Chris que la hizo encogerse como golpeada por una fuerza invisible. - Bien. Pasad adentro -dijo la matrona, y cuando Chris sigui a las otras dos mujeres se dio cuenta de que las haban encerrado en una celda grande con ventanas enrejadas, muros de piedra cubiertos de garabatos y una serie de literas poco acogedoras. Sentada en el suelo en el rincn del fondo del la celda, una mujerona borracha apoyaba la espalda contra la pared, murmurando incoherencias. Ms cerca, una mujer de unos treinta aos, de mirada dura y aspecto de carnicera, paseaba sin cesar arriba y abajo, tocando los muros con las manos; de vez en cuando se detena para rascar el cemento mientras lanzaba miradas furiosas, para luego reanudar sus paseos. Las dems permanecan sentadas con aire aptico, muchas en diversos grados de embriaguez, y otras tumbadas en las literas mirando al techo o fijando sus ojos vidriosos en el vaco. Nerviosa, Chris se refugi en un rincn y entonces se fij en una mujer alta y delgada que se apoyaba de espaldas contra la pared del fondo de la celda. Haba manchas de sangre seca en sus ropas, y en la mejilla izquierda tena un feo hematoma azulado que transformaba todo el rostro en una caricatura grotesca. Chris se estremeci, sin comprender todava cmo haba ido a parar all. Era una mujer-nia bajita y un poco regordete, de cabello castao y lacio que le llegaba hasta los hombros, y ojos grandes color avellana, de expresin asustada. Llevaba unos tejanos azules algo desteidos y excesivamente estrechos, con la camisa arrugada colgndole por fuera. En cualquier otro lugar, en el patio de una escuela, en un quiosco de bocadillos o en la calle, se habra confundido con el ambiente hasta el punto de pasar inadvertida. All, por el contrario, en medio de aquel abigarrado grupo de vagabundas, borrachas y delincuentes habituales, destacaba como un capullo de rosa arrojado a un basurero. Aunque muy pocas de sus compaeras de celda haban hecho caso de ella al entrar, Chris experiment la horrible sensacin de ser investigada, escrutada como una oveja en el matadero. Se acurruc an ms en su rincn, y de sbito algn sexto sentido la hizo reparar en una mujer que estaba contemplndola con gesto de avidez. Las miradas de ambas se encontraron y la mujer se relami los labios con gesto obsceno. Chris sinti como un cosquilleo en todo su cuerpo. Tembl, cruz los brazos sobre el pecho y se cogi los hombros con las manos. La mujer hizo ademn de acercarse y Chris se hall con las espaldas pegadas a la pared, mientras su corazn lata con fuerza y su respiracin se haca entrecortado, silbando en precipitados jadeos, Pero entonces la mujer pas de largo, limitndose a lanzarle una rpida mirada despreciativa, y ya no hizo ms caso de ella. Chris se dej caer al suelo poco a poco. Rode sus rodillas con los brazos y apoy la cabeza en aqullas. Mientras miraba al vaco rogaba desesperadamente que nadie volviera a acercrsele y que alguien, no saba quin ni cmo, viniera para sacarla de all. Al fin y al cabo, pens, qu he hecho yo? No he cometido ningn delito. Escaparme de casa, eso fue todo. Vaya cosa! Y, de todos modos, qu dao iba a hacer yo? No he molestado a nadie, ni infringido ninguna ley. Se senta terriblemente fatigada y al mismo tiempo perseguida por desconocidos temores de lo que podra ocurrir si se quedaba dormida. Hizo un esfuerzo por vencer el sueo que se apoderaba de ella, pero finalmente se dio por vencida y cay en un sopor intranquilo. Captulo 2 Chris despert de sbito, alz la mirada y vio que el sol entraba por entre los barrotes de la ventana. Le dola todo el cuerpo y tena un pie dormido, por haber estado toda la noche en posicin forzada. El ruido del agua en un lavabo la despabil por completo, Y se puso en pie preguntndose si por fin vendran a llevrsela. Not que su estmago vaco protestaba, pero no senta hambre. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 4

- Christine Parker -exclam una voz al otro lado de la puerta de la celda. Un relmpago de alivio cruz su mente. Chris corri a la puerta. Mis padres! Han venido a recogerme! Gracias a Dios, pens. - iEstoy aqu! -grit-. Estoy aqu. Puedo irme ahora? Era otra matrona la que aguardaba fuera de la celda. Pero, en vez de contestar, rebusc en un gran llavero que llevaba al cinto y, despus de descorrer el cerrojo, abri la puerta de par en par. - Vamos, acompame -dijo la mujer, sin dar ms explicaciones y sin que el tono de su voz dejase traslucir nada, ni amenazas ni promesas. Al seguir a la mujer con paso rpido, Chris apenas prest atencin al abrir y cerrar de las distintas puertas metlicas. - Van a enviarme a casa? -pregunt dbilmente Chris, con voz plaidera. - Calla y sgueme -dijo la matrona sin volverse y andando con rapidez hacia la puerta del ascensor. Y en ese momento el corazn de Chris dio un vuelco, porque al lado de la puerta estaba otro polica, con otro par de esposas en las manos. - Muy bien, nena -dijo con indiferencia-. A ver las manos. Ella sinti una opresin en el pecho y pregunt dbilmente: - Por qu? Qu quiere hacer? A dnde vamos? - Vamos, nia, que no tenemos todo el da. A ver las manos. Con mucha experiencia le rode las muecas con las esposas y las cerr; luego se volvi hacia la matrona: - Conforme -le dijo-. Vamos a sacarla de aqu. Y luego, dirigindose a Chris: - Vamos, nia. Andando. La empuj suavemente y entraron en el ascensor. El guardia apret un botn y la puerta se cerr. - A dnde me lleva? -pregunt Chris. - Tranquila, que nadie va a hacerte dao -contest l-. T limtate a acompaarme. - Pero, a dnde vamos? - Ya lo vers. No te pongas nerviosa. La puerta del ascensor se abri al llegar a la planta principal, y el polica la sac al consabido pasillo por donde ella haba pasado la noche anterior. - Ha venido mi padre a buscarme? -pregunt. - Mira, nia -replic l con un principio de impaciencia en la voz-, no hagas preguntas y acompame. Como dije antes, no tenemos todo el da. Cruzaron el corredor, varias puertas y otro corredor, hasta llegar a un pequeo vestbulo con una salida que daba a la calle. - Ha venido mi padre? -repeta Chris con ansiedad-. Est aqu? - No ha venido nadie -exclam el guardia con brusquedad, evidenciando ya su impaciencia-. Vamos. Ya te he dicho dos veces que no tenemos todo el da. El guardia abri la puerta que daba al exterior. Al sentir el calor del sol y la caricia del aire fresco, Chris experiment una ligera esperanza pese a todas sus dudas. Haba varios coches de patrulla estacionados junto al edificio, y el guardia hizo que le siguiera hasta uno de ellos. Cuando estaban a medio camino entre el edificio y el automvil, se abri la puerta de la comisara y sali un polica dando voces para que se detuvieran. - Eh! Espera un momento... ! El guardia que conduca a Chris se detuvo de sbito, casi hacindola tropezar. El polica de la puerta exclam - Por qu no la dejas para la tarde? Hemos de trasladar a otras dos. - Ni hablar -dijo el primero-. Es mi tarde libre. Me la llevo ahora. Se volvi a Chris y prosigui: - Vamos. Por aqu. Se encamin con rapidez hacia uno de los coches patrulla, casi arrastrando a la muchacha. Abri la puerta posterior y la hizo entrar. Con torpeza, casi cayndose al no poder servirse de

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sus manos esposadas, Chris ocup su asiento. Luego l dio la vuelta y se puso al volante. Gir la llave de contacto y el motor se puso en marcha con un rugido. Chris supo intuitivamente que no la llevaban a casa. A dnde, entonces? Por qu no le quitaba las esposas? Las preguntas se agolparon en su cerebro hasta que se sinti mareada. Record que en la clase de educacin cvica le haban enseado que todo el mundo tiene unos derechos, incluso los menores de edad. Lo nico que ella haba hecho fue escapar de su casa. Acaso era un crimen? No haba sido la primera vez, pero ella siempre regresaba. Y ahora la detenan y la esposaban, y la encerraban en aquella prisin horrible con toda esa gente tan espantosa. Y luego... a dnde se la llevaban? Qu pretendan hacer con ella? Reprimi un sollozo. De sbito, not que el coche se haba desviado y enfilaba un sendero de grava que conduca a un edificio bajo y alargado. Lo rodeaba un jardn vallado que alguna vez fue verde, pero que ahora estaba agostado y seco. Un lugar que probablemente estara lleno de lagartos y escorpiones. El polica detuvo el coche, se baj y abri la puerta posterior para que Chris pudiese apearse. - Entra por ah -dijo, sealando la puerta principal del edificio. En algn tiempo debi estar pintada de gris, pero ahora la pintura se vea ampollada, rajada y envejecida. Detenindose frente a los escalones, el polica apret un botn y pudo orse un timbre lejano. Al cabo de uno o dos segundos, hizo eco a la llamada el zumbido del portero automtico descorriendo el cierre de la puerta. El polica la empuj y Chris le sigui al interior. Mientras l cerraba la puerta, la muchacha mir a su alrededor. Luego, despus de una breve vacilacin, le sigui hasta un mostrador que estaba al fondo del vestbulo. All aguardaba un hombre de unos treinta aos, de aspecto simptico, que vesta una camisa deportiva, y alarg la mano para hacerse cargo de los papeles que le entregaba el agente. - Un transporte de la crcel del condado para la proteccin de menores, seor Everson -dijo el polica. El hombre llamado Everson tom la documentacin de manos de aqul y pase por ella una superficial ojeada. - Hum! -exclam-. Edad, catorce aos. Se puede saber por qu la han tenido en el calabozo toda la noche? El polica se encogi de hombros. - iBah!... Era muy tarde ya cuando la recogimos. - Aqu estamos de guardia da y noche, Jim. Ya lo sabes. El polica baj la mirada nervioso, y se contempl los pies mientras murmuraba, como si hablase para s mismo: - Mira... , yo qu s. Everson no disimulaba su contrariedad. - Vamos, Jim, qutale las esposas. Esto no es una crcel, qu te has credo? - Vale, vale -dijo el polica manoseando sus llaves. A toda prisa liber las muecas de Chris y se meti las esposas en el cinturn. Mientras se frotaba las manos, aliviada y agradecida por verse libre de aquella restriccin, Chris se fij en una mujer morena y bastante atractiva que haba ido a reunirse con Everson detrs del mostrador. Everson an estaba repasando la documentacin. Alz la mirada y dijo: - Christine, te presento a mi ayudante, Mara Snchez. - Quin es? -pregunt la mujer, sin demasiada curiosidad. - Es una fugitiva -explic el guardia, y Everson aadi: - Se llama Christine Parker. - Hay que darle de alta? -pregunt Mara, comprendiendo que el guardia ya no tena jurisdiccin sobre la muchacha. Chris mir a Everson y luego a Mara, nerviosa. - Puedo telefonear a mis padres? -inquiri con voz dcil. - Sus padres han solicitado un mandamiento judicial esta vez -intervino el polica en tono profesional. - Cmo? -pregunt Mara. Everson emiti un suspiro; pareca algo incmodo: - Quieren ponerla bajo tutela -dijo. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 6

- Aqu ya no me necesitis para nada -dijo el polica-. Me largo. Que lo pasis bien. Se encamin hacia la puerta sin volverse para mirar a Christine. Everson puls el mando del portero automtico para dejarle salir, y Chris se qued mirando, como aturdida. Luego se volvi hacia Mara y Everson. Mara dijo: - Acompame, Christine. Haba una puerta giratoria detrs del mostrador. Chris la cruz sobre los pasos de Mara y luego se detuvo confusa. Senta un peso en el pecho y le pareci como si las palabras le salieran con gran dificultad, pero era necesario. - Por favor -aventur-, puedo telefonear a mis padres? Mara no respondi, y los ojos de Chris se volvieron automticamente hacia Everson, quien dijo: - Yo podra llamar a tus padres si fuese para entregarte a su custodia, pero ahora ests bajo la tutela del tribunal, y hasta que ellos... - Pero ellos no lo saben -le interrumpi Chris. - S lo saben -dijo Everson sin rodeos-. Estn al corriente de todo. Ellos han decidido traspasar la potestad al tribunal. Conque vamos ya. - Tendrs que darme tu cinturn -dijo Mara, alargando la mano. Chris dud, no entendiendo al principio lo que le pedan, pero Mara continuaba con la mano firmemente tendida. Para qu necesitarn mi cinturn?, se pregunt, pero dndose cuenta de que no tena sentido resistirse, empez a desabrochar la hebilla y a pasar el cinturn por las presillas de los tejanos. Luego se lo entreg a Mara, quien lo recogi con la rutinaria tranquilidad de un tendero aceptando diez centavos en pago de un paquete de goma de mascar. - Muy bien, Chris, -dijo Mara-. Sgueme ahora. Se volvi para abrir una puerta que daba a un largo corredor, y a Chris le pareci revivir los horrores y la pesadilla de la noche anterior en los locales de la comisara. Era una galera larga, estril y blanca. Haba celdas a ambos lados y cada puerta tena una mirilla a la altura de los ojos. Detrs de algunas se vean rostros mirando afuera mientras pasaban Mara y Chris. Aquello inquietaba a Chris y le daba miedo. Quines eran? Por qu las tenan all? Se oan voces ahogadas en el interior de las celdas, pero era imposible distinguir ms que eso: murmullos, susurros y palabras entrecortadas. Mientras caminaba detrs de Mara por el corredor, fue mirando, como hipnotizada, de mirilla en mirilla, segn iba pasando delante de las puertas. Tras una de ellas, una muchacha apret los labios contra la tela metlica y le lanz un beso. Chris se apart de un salto. Otra susurr: - Cmo te llamas, pequea? Chris alz la mirada y distingui un par de ojos grandes y fosforescentes que la contemplaban fijamente. - Cmo te llamas? -repiti la desconocida. Chris dud un instante; no quera mirarla, e ignoraba si le convena responder. Temiendo instintivamente las consecuencias, pas de largo y alcanz a Mara, que se haba detenido frente a la ltima celda, al extremo del corredor. - Hemos llegado. Mara descorri el cerrojo de la puerta y, con un gesto de la cabeza indic a Chris que entrase; luego cerr otra vez con llave. Aturdida por las fuertes palpitaciones de su pulso, Chris se apoy tmidamente en la pared, recorriendo con la mirada los rostros de las dems ocupantes de la celda. Eran diez chicas cuyas edades variaran quizs entre los diecisis y los dieciocho aos. Haba algunas negras y un par de origen chicano. Chris no se atrevi a mirar de frente a ninguna, mientras todas fijaban su atencin en ella. Una de las muchachas se acerc a la puerta y dijo: - iMara! No quedamos en que me tocaba salir hoy? - Maana -replic Mara en tono de fastidio, como si aquello fuese una rutina diaria. Otra se acerc y, con un gesto del pulgar en direccin a Chris, pregunt: - Quin es sa? Mara no hizo caso y la segunda muchacha se volvi hacia Chris: http://www.palimpalem.com/2/jiddu 7

- Hay una litera libre -dijo, sealndola al otro lado de la celda. La que haba preguntado acerca de su salida se aferr con rabia a la tela metlica y grit para que Mara la oyese: - Ayer tambin decas que maana, y maana es hoy! Casi enferma de miedo y confusin, Chris decidi desentenderse de lo que estaba ocurriendo y se encamin directamente a su litera para sentarse en ella sin mirar a nadie. Se qued contemplndose los zapatos, con las manos cruzadas sobre el regazo, mientras Mara replicaba a la reclamante: - Voy a comprobarlo. - Menudo rollo -murmur la otra con sarcasmo, mientras el rostro de Mara desapareca de la mirilla. Chris se sinti sola y abandonada. Levant un poco la cabeza y trat de espiar a sus compaeras sin llamar la atencin. Una larguirucha que estaba tumbada en una litera atravesada en medio de la celda se qued mirando a Chris con no disimulada hostilidad. Chris apart la mirada en seguida y vio que se le acercaba una joven negra, muy atractiva, de unos quince aos. Con una sonrisa, la joven tom asiento en la litera vecina y dijo: - Hola. Soy Josie. - Vaya rollo -dijo otra. Alguien profiri una carcajada, pero Josie no hizo caso. Chris estaba tan nerviosa que temblaba y no pudo evitar que se notase en su voz: - Me llamo Chris. Observ que Josie llevaba una correa de cuero en una mueca. Durante unos momentos, Josie pareci haber olvidado la presencia de Chris; empez a tocarse la correa, mientras miraba fijamente una serie de cicatrices que tena en el brazo. Luego alz la mirada y le dijo a Chris: - Ya te ha visto el tribunal? - No. - Es la primera vez? -inquiri Josie. Chris asinti con la cabeza, sin ecir nada. - Bah! Seguro que te toca el juez Millburn -dijo Josie con aire de entendida. Ahora se les haba reunido una chica de aspecto hombruno cuya sonrisa zalamera molestaba a Chris. sta rode los hombros de Chris con un brazo y dijo en tono sugerente: - T lo que necesitas es un apretn. - Pirdete -intervino Josie. - Vete al infierno -escupi la recin llegada, apartndose. Josie no le hizo caso. Pregunt: - Qu has hecho t, Chris? - Escaparme de casa. - Ah! Segurarnente el juez Millburn te enviar al pesebre. Se puso en pie, disponindose a alejarse. Chris estaba estupefacta. Qu haba querido decir Josie? - Espera, Josie -dijo-. Qu es el pesebre? Josie sonri: - Bah! Es la Escuela-Reformatorio del Estado. Yo estuve all -dijo, y fue casi como si lanzase una bravata. - De veras? -se asombr Chris ante la indiferencia de Josie. - Ya lo creo -dijo sta-. Y maana me toca volver. Me la he cargado con todo el equipo. Y ni siquiera fue culpa ma. El imbcil con el que sala se dio la castaa con el coche, y todas las latas vacas de cerveza salieron disparadas por la ventanilla, a cientos. Mene la cabeza, con una sonrisa. Algunas oyentes, entendiendo la comicidad de la situacin, se echaron a rer. La chica que pretenda salir al da siguiente se acerc para decir irnicamente: - Seguro! T nunca tienes la culpa de nada. - No era yo quien conduca. Un poco flipada s que iba, a lo mejor. - Cuntaselo a tu abogado -dijo la otra. Josie le lanz una mirada de profundo fastidio: - No sabes que nosotras no tenemos abogado, tonta? http://www.palimpalem.com/2/jiddu 8

- Te nombran uno, si te has dedicado a la carrera -replic su interlocutora. - La vieja de Josie s que hace la carrera -intervino otra-. Y se gana muy bien la vida, no es cierto? El rostro de Josie se convirti en una mscara de rabia: - Murete ya - escupi. - Qu importancia tiene? -terci la primera-. An no te ense el oficio tu vieja? Josie alz la mirada: - Tena miedo de que le hiciera la competencia -dijo, recobrando su buen humor. Algunas chicas rieron. - Y qu? -la desafi la otra-. Se la hacas? Josie se qued mirndola fijamente: - Has acertado, mueca! Las dems celebraron la broma con ms carcajadas. Chris contemplaba a Josie con incredulidad, no muy segura de entender lo que acababa de or. - Josie -dijo en voz baja, para que no pudieran orla-. Cmo se est en el pesebre? - iEh! A ver si callis vosotras dos -dijo una que estaba acostada en su litera. Chris la mir, sorprendida. La otra agreg-: Quiero dormir un poco, conque a ver si os callis de una vez. Chris se levant y fue a sentarse en la litera de Josie. Quera saber ms cosas acerca del pesebre. Necesitaba averiguar, pero Josie estaba otra vez distrada con sui correa, por lo que Chris mir a su alrededor para ver si hallaba alguien dispuesto a contestar a su pregunta. Alguien bostez. Parecan haber olvidado que ella estaba all, tan absorbidas estaban cada una en sus propios pensamientos. Captulo 3 Haba mucho movimiento en los pasillos del Tribunal de Menores. Se vea a padres iracundos, padres que lloraban, padres nerviosos, abogados aburridos, criaturas asustadas, tutores fatigados y, por encima de todo ello, un olor a cerrado, rancio y mohoso. Un nio muy plido y con los ojos muy abiertos le deca a su padre: - No te preocupes, pap, no te preocupes. El abogado que les acompaaba intervino: - Se trata de dos demandas distintas. Dos demandas por hurtos en comercios -les record. El padre, con los rasgos contrados por la ira, se volvi hacia su hijo. - Ahora escucha, y yeme bien -dijo, agitando su ndice frente al rostro del muchacho-. No quiero volver a pisar este lugar, entiendes? El chico le mir de frente y dijo en voz muy baja: - Ni yo tampoco, pap. Ni yo tampoco. - Bien, pues ms vale que sta sea la ltima vez -advirti el padre. Chris apart su atencin de ellos para fijarse en su compaera de banquillo. Ambas haban compartido la misma celda, la noche anterior. La muchacha ignor a Chris para dirigirse a un chico que se sentaba a su izquierda, y le sonri diciendo: - iAaaay! Ese juez se va a morir cuando me vea otra vez aqu. iSeguro que se muere! La puerta del Tribunal se abri y sali una familia, con abundantes sollozos, y a continuacin una mujer en uniforme de tutora, que llevaba una tablilla con papeles. La mujer se detuvo junto a la puerta, consult su tablilla y luego llam en voz alta: - iChristine Parker! iChristine Parker! Chris se puso en pie, nerviosa, y mir a la funcionaria. - Yo soy Cliristine Parker -dijo con voz tmida-. Mis padres no han... ? - No; no han venido -la interrumpi la tutora-. Sgueme. Temblorosa, aprensiva y casi enloquecida de miedo, Chris sigui la espalda uniformada al interior de una sala vaca. All estaba el juez, un hombre de cabello gris y toga negra que miraba sombramente a Chris desde su estrado, al que ella se acerc, nerviosa. Nunca haba estado en un tribunal, aunque haba visto muchos en las pelculas de cine y en la televisin. Siempre crey que la sala estara llena de espectadores, pero en aqulla no haba nadie salvo http://www.palimpalem.com/2/jiddu 9

el juez, la tutora, un ujier y un escribano. De pie junto al banquillo, se sinti intimidada por la altura del estrado, y le cost levantar la mirada hasta el juez; le molestaba tener que echar la cabeza atrs para mirarle a la cara. - Christine -dijo el juez, mirando una carpeta que tena en las manos-, la otra vez que te escapaste de casa se te abri expediente. Aqu dice que estabas en libertad vigilada bajo la custodia de tus padres. Y ahora has vuelto a escaparte. Baj la mirada hacia ella, como si aquello constituyera una ofensa personal. Chris vacil un momento, y luego inquiri hablando con voz educada: - Preferira vivir en casa de mi hermano. No puedo vivir con mi hermano? El juez consult el expediente y mene la cabeza. - Tus padres han firmado una declaracin -continu- diciendo que no desean responsabilizarse de tu custodia, y renunciando a su patria potestad. Por tanto, ahora ests bajo la proteccin de este Tribunal. -Chris apenas daba crdito a sus odos. El juez segua hablando como un disco viejo-: Actualmente no disponemos de hogares de adopcin apropiados. Por consiguiente, y sintindolo mucho, no veo ms solucin que confiarte a la tutela de la Escuela-Reformatorio del Estado, hasta nueva disposicin de este Tribunal. Chris no poda creerlo... no poda creerlo! Sus padres no iban a hacerle tal cosa. Era imposible! Sin duda haba algn error. Aquello no era verdad. El juez estaba mintiendo; estaba dicindole esas cosas para asustarla. Quiso atraer su atencin, pero l estaba completamente sumergido en sus papeles. Era como si ella hubiese dejado de existir. La tutora se le acerc y, con un movimiento de cabeza, le indic la salida. Chris comprendi que no le quedaba ms que obedecer. El regreso a la residencia correccional no dur ms de quince o veinte minutos. Chris haba perdido la nocin del tiempo. Un sinfn de pensamientos atormentaban su mente. Cmo sera la Escuela? Dnde estaba? Sera como el correccional, o se tratara de otra crcel? Y lo de pap y mam? Cmo pudieron firmar aquellos papeles? Cmo pudieron? No poda ser verdad. Y lo de Tom? Ella le haba dicho al juez que quera vivir en casa de su hermano. Ni siquiera contest a eso. A lo mejor, ni siquiera lo oy. Quiz sera posible regresar a la sala y decrselo y explicarle que su hermano Tom se hara cargo de ella. Si le quedaba algn lugar a donde ir, ese lugar era la casa de Tom. iSiempre haban estado tan unidos! Slo all podra ella ser verdaderamente feliz. iDios mo, si pudiera estar all! Estaba segura de que Tom, de un modo u otro, sabra arreglarlo todo. Quizs ella podra explicrselo a alguien y entonces le avisaran y l vendra para hacerse cargo de ella. Pero ahora Tom estaba casado. Tal vez no le fuese posible venir. No necesitaba venir; ella ira a donde l estuviese, con tal de que se lo dijeran. Alguien tendra que avisarle... Chris estaba tan absorbida por sus pensamientos que apenas se dio cuenta de que haban vuelto a la residencia correccional. Una vez ms se vio a s misma en el vestbulo, a donde la haban conducido al principio desde la crcel del condado. Estaba quieta y, al levantar la mirada, reconoci al seor Everson sentado detrs de su mostrador y hablando en voz baja con un agente de uniforme. Tambin estaba all Mara Snchez. sta se acerc a Chris con una sonrisa la tom del brazo y ambas se dirigieron al mostrador. Everson alz la mirada: - Ests preparada? -pregunt con expresin impasible. Mara se adelant a responder: - S, est todo preparado. -Luego, volvindose hacia Chris, dijo-: Este agente es quien debe acompaarte a la Escuela. Estars bien all. Ahora, hasta la vista. Everson abri la puerta y Chris la cruz para reunirse con el agente. - Hasta la vista -respondi Chris automticamente. Everson le hizo una seal, indicando algo que estaba a su espalda. - Eso de ah es tuyo -dijo. Ella se volvi y entonces vio una vieja y estropeada maleta que haban dejado sobre un banquillo. Se acerc, mirndola con incredulidad. Era suya, en efecto; estaba cubierta de las etiquetas tursticas que ella sola coleccionar, etiquetas de todos los pases del mundo -de la India, de Francia, de Espaa- que le habra gustado visitar, y con los que a menudo soaba. No poda dar crdito a sus ojos. Se qued contemplndola un rato ms, y luego se volvi para encararse con Everson: http://www.palimpalem.com/2/jiddu 10

- Quin la ha trado? -pregunt en tono plaidero. l no respondi, fingiendo estar ocupado con los papeles de su mostrador. - Dnde est Hank? -pregu@t Mara. El oficial le lanz una mirada y dijo: - Ojal estuviera aqu. Pero soy yo el que tiene que llevrsela y no l. Nada de esto tena significado para Chris, por lo que sigui dirigindose a Everson: - Quin ha trado esto? -repiti-. Por favor, dgame quin ha sido. - Tu padre -dijo Everson, sin atreverse a mirarla a los ojos. Chris no quiso creer lo que acababa de or. Se qued mirndole fijamente; luego parpade un par de veces y empezaron a formarse lgrimas en sus ojos. Entonces mir a Mara: - Por qu no me dijeron que haba venido? Por qu? -llor. Everson agreg, siempre sin mirarla de frente: - Pas por aqu antes de dirigirse a su trabajo -explic-. Me dijo que no poda esperar. No quera faltar al trabajo. Chris se volvi de nuevo para mirar su maleta con incredulidad: - Y no dijo nada ms? - No -respondi Everson. Ella se acerc despacio a la maleta, la cogi por el asa, la levant y se encamin a la puerta. All aguard en compaa del agente hasta que Everson accion el portero automtico. El agente abri la puerta y ambos salieron. Fuera haba una furgoneta grande. Pareca, exactamente, el camin de la perrera municipal. Chris se estremeci al verla. Tena en la parte posterior una puerta doble, con las ventanillas recubiertas de tela metlica. El agente abri sin pronunciar palabra e hizo entrar a Chris. Ella levant su maleta, la dej sobre la banqueta interior del vehculo y tom asiento a su lado mientras el oficial cerraba la puerta con llave. Chris estaba aturdida. No soy para ellos ms que un cachorro sin dueo, pens; eso es lo que soy. Mir sin ver cmo el agente se pona al volante y el furgn arrancaba, recorriendo el sendero de grava que daba a la carretera. Mientras enfilaban el acceso a la carretera principal, ganando velocidad, Chris mir por la ventanilla trasera, viendo discurrir el camino que dejaban atrs y el rido paisaje que los rodeaba. Y mientras permaneca as, con los ojos llenos de lgrimas, se sinti ms abandonada, ms sola de lo que nunca se haba sentido en toda su vida. Captulo 4 Cuando la furgoneta se desvi de la carretera y emprendi un camino secundario, detenindose finalmente frente a una gran verja, Chris se volvi para mirar a travs de la tela metlica que la separaba del conductor. Pudo ver la gran puerta de acero que se abra sobre ruedas accionadas por un dispositivo de mando a distancia. Aqu debe ser, pens. iDios mo! Y ahora, qu? Pero al menos no pareca otra crcel, por lo que elev una silenciosa plegaria de gratitud a su ngel guardin, quienquiera que fuese, por aquel pequesimo favor. Una vez expedito el paso, la furgoneta entr avanzando poco a poco, y se pudo escuchar cmo la puerta rodaba otra vez para cerrarse, con un clic final. Luego siguieron por el camino de acceso hasta un edificio bajo, limpio y de aspecto moderno que, como pronto iba a saber, albergaba las oficinas de la Escuela-Reformatorio femenino. Al llegar frente a la entrada, el oficial fren bruscamente, cerr el contacto y se ape. Una vez ms, Chris not aquella sensacin de algo pesado y fro que le oprima el pecho, y clav los dedos en la tela metlica buscando algn apoyo, algo a que sujetarse, mientras miraba hacia fuera preguntndose qu iba a ser de ella ahora. El ociciaf abri fa puerta trasera y dijo: - Hemos llegado. Vamos. Pero Chris no se movi. Se qued all, aferrada a la tela metlica, rehusando soltarse, como si la furgoneta fuese el nico lugar capaz de proporcionarle algn refugio. - Vamos, sal de ah -dijo el oficial con impaciencia-. No tenemos todo el da. En vez de mirarle, ella se sujet con ms fuerza y se puso a temblar. l la mir al rostro y luego a las manos. Inclinndose y actuando con suavidad, la oblig a soltar la tela metlica. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 11

- Anda, Chris. No puedes quedarte aqu todo el da -dijo. Al notar aquel contacto, ella regres a la realidad. Lentamente recogi su maleta, sali del vehculo y sigui a su gua hasta entrar en el vestbulo del edificio administrativo. - Ahora veremos a la seorita Porter -la inform el oficial-. Ella te explicar todo lo que debes saber. Voy a conducirte a su oficina. Cynthia Porter era una mujer de unos treinta y cinco aos, de porte acicalado y rostro serio. Tena los cabellos oscuros, la sonrisa postiza y los ademanes resueltos. Sentada detrs de su escritorio, indic a Chris una silla frente al mismo. Nerviosa, Chris tom asiento al borde de la silla, muy erguida, mientras Cynthia Porter empezaba a hablar con la voz regular y bien timbrada de quien se ha aprendido un discurso de memoria y no hace sino repetirlo una y otra vez. - Bienvenida a la Escuela, Chris -dijo, luciendo su sonrisa postiza-. Deseo explicarte un poco cules son las reglas que rgen aqu, cmo funciona este fugar y, hasta cierto punto, qu puedes esperar de nosotras. Bien, aqu yo vengo a ser como una especie de mediadora. En mi calidad de directora adjunta, soy tu enlace con el Tribunal y con tus padres. A m me corresponde contarle a la gente cmo se porta Chris. Y siempre me gusta darle a la gente buenas noticias. Volvi a sonrer. Chris quiso contestar algo, pero le temblaban los labios y no consigui articular palabra. - Fumas? -pregunt su interlocutora-. Puedes hacerlo, si quieres. Por toda respuesta, Chris hizo un gesto negativo con la cabeza. Entonces Cynthia se inclin hacia delante y asumi una expresin solemne: - Ahora, Chris, quiero que sepas que esto no es una crcel. Tenemos una verja, pero sirve principalmente para que no entren intrusos. Tenemos puertas cerradas con llave, pero a medida que vayas progresando habr menos puertas cerradas para ti. Deseamos poder confiar en ti, Christine, comprendes? Ella no respondi, aunque escuchaba atentamente. Cynthia prosigui: - Todo lo que debas hacer se te explicar con claridad, y se te indicar el camino a seguir, dividido en varios grados. Ante todo debes merecer tu pleno lugar en la comunidad. A continuacin pasars al primer grado, luego al segundo, y as sucesivamente. Cuando alcances el grado cuarto ya estars preparada para salir, sers licenciada. Hizo una pausa para subrayar el significado de sus palabras, exterioriz otra sonrisa postiza y luego la borr de sus facciones para proseguir: - Voy a explicarte lo que entendemos aqu por licenciarse, Chris. Significa ser una persona capaz de desenvolverse en la vida, no meterse en dificultades y adaptarse a la sociedad. Ahora, espero que expongas tus preguntas. - Qu he de hacer para merecer mi lugar en la comunidad? -inquiri Chris sin rodeos. Cynthia asumi su mejor expresin de cordialidad. - Bien, ante todo se trata de llevarse bien con las compaeras y con el cuadro de profesoras -dijo-. No provocar peleas, no crear dificultades, y no mezclarse en acciones homosexuales, as como poner esa clase de acciones en conocimiento de la celadora de tu dormitorio. Eso es para tu propia proteccin. A esto se puso en pie, rode el escritorio y mostr a Chris una carpeta con su nombre escrito sobre la cubierta en gruesas letras negras: - Entonces sers una muchacha de primer grado. Si eres aplicada en tus estudios, as como en las labores de hogar, pasars al segundo grado. Si todo va bien, podrs cumplir los cuatro grados en pocos meses. Chris alz la mirada: - Y entonces? - Entonces, o bien regresars a tu casa, o ingresars en un hogar de adopcin o una casa de familia. - Podra ir a casa de mi hermano -sugiri Chris-. Podra ir ahora mismo, si le avisa usted. No creo que necesite permanecer aqu. Cynthia abri la carpeta y rev olvi un manojo de papeles. Luego suspir: http://www.palimpalem.com/2/jiddu 12

- Temo que no sea posible. Toda tu familia ha sido consultada, y se decidi que ste sera el lugar ms adecuado para ti, por ahora. - Pero, y mi hermano... ? Han hablado con l? Cynthia consult sus papeles una vez ms: - S -respondi. Chris abri mucho los ojos: - No lo creo... , no puedo creerlo -dijo. - Pues, as es -replic Cynthia sin la menor vacilacin-. En efecto! Aqu lo dice. Lo tengo todo por escrito. Chris se sinti como si acabase de recibir un garrotazo en el estmago. No saben de qu estn hablando -pens-. Qu importaban todos aquellos papeles! Cmo podan saber lo que Tom y ella haban sido el uno para el otro? No poda creerlo; era imposible, no poda ser, y eso era todo. Notando lo delicado de la situacin, Cynthia pas a la etapa siguiente de su programa rutinario. - Ahora deseo presentarte a nuestro director general, el seor Thorpe, antes de ensearte tu dormitorio. Te parece bien? La hizo salir a un corredor relativamente alegre y ben iluminado. Mientras lo recorran, Chris vio a una mujer rubia y delgada de unos treinta aos, deportivamente vestida, que se acercaba en sentido contrario. Cynthia sonri. - Hola, Barbara -la salud al pasar. La mujer devolvi el saludo y se fijo en Chris, dirigindole una inclinacin de cabeza y una sonrisa que, inopinadamente, despert en el corazn de la muchacha un calor que no haba vuelto a sentir desde la poca en que su hermano dej la casa de sus padres para contraer matrimonio. Fue algo muy breve y completamente espontneo, pero de algn modo Chris supo que era autntico, y confi en volver a ver a aquella simptica mujer. Cuando lleg con Cynthia ante la puerta del despacho del director Thorpe, ste se hallaba enfrascado en una conversacin telefnica. - Un momento -habl por el auricular; luego, alzando la mirada hacia Cynthia, sonri con indiferencia y dijo-: Hola. Cvnthia hizo entrar a Chris. - Seor Thorpe -anunci-, le presento a Parker, Christine Parker. Como si alguien hubiese accionado un interruptor, Thorpe exhibi inmediatamente una sonrisa de anuncio de pasta dentfrica en honor de Chris, quien correspondi con una inclinacin de cabeza muy formal. - Hola, Chris -dijo-. Supongo que Cynthia te habr puesto al corriente ya. Si tienes alguna pregunta, no temas formularla. Todo va bien? De acuerdo? -Chris asinti-. Entonces, ya sabes que tanto Cynthia como yo estamos siempre a tu disposicin, vale? Hasta la vista. Luego, dirigindose de nuevo al telfono, continu: - Hola? Disculpe -y reanud la conversacin interrumpida. Siguiendo a Cynthia, Chris sali de nuevo al pasillo. Estaban a medio camino de regreso a la oficina de aqulla cuando les sali al paso otra mujer. - Ah, Emma! -dijo Cynthia-. Acrquese, por favor. La mujer se reuni con ellas, mir a Chris y dijo: - iAh, es ella! Ya me dijeron que haba una nueva. Chris no supo si le gustaba esa persona o no. Era una mujer de mediana estatura y de rostro agrio, que llevaba su cabello negro en un moo muy apretado. Tena los ojos brillantes y las facciones muy acusadas; se vea que en otro tiempo haba sido hermosa, pero ahora su rostro reflejaba toda una vida de preocupaciones y tensiones. Chris se fij en ella detenidamente. Sin duda, no presentaba un aire amenazador; pareca ms bien indiferente. Su mirada no se cruz con la de Chris, quien adivin instintivamente que, buena o mala, aquella mujer no era una persona con quien se pudiera establecer una relacin de confianza. Cynthia entreg a la mujer un papel de los que llevaba en la carpeta, y luego se volvi hacia Chris diciendo:

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- Chris, te presento a la seorita Lasko, que es la celadora de tu dormitorio. Te dejo con ella. Nos veremos pronto. Hasta luego. El corazn de Chris, no es que diera un vuelco, pero tampoco se puso a saltar de alegra. Sigui brevemente con la mirada a Cynthia mientras sta se alejaba, y luego se volvi hacia Lasko, que estaba fijando el papel recibido en una tablilla que llevaba. Luego se puso a caminar en sentido contrario. - Vamos -dijo sin volverse-. Es por aqu. Chris la sigui, pero luego se detuvo de sbito, diciendo: - Y mi maleta... ? - Ya la hemos dado de alta -dijo Lasko sin volverse siquiera para mirarla-. Ahora vamos a darte de alta a ti, antes de pasar al dormitorio. Chris sinti contrariedad y aprensin, mas obedeci. Qu significaban aquellas palabras?, se pregunt. Mientras segua los rpidos pasos de Lasko por el corredor, salieron a su encuentro dos chicas. - Hola -dijo una de ellas, con una sonrisa. Chris quiso responder, pero le fall la voz. La otra chica dijo a sus espaldas: - Oye, Lasko, vas a ponerla en tu dormitorio? Sin volverse, Lasko respondi: - S. -Y continu la marcha. - Queremos que est con nosotras -dijo la chica con cierto nfasis. Lasko no les hizo caso y condujo a Chris hacia unas duchas, cerrando la puerta cuando hubieron entrado. - Muy bien -empez en tono profesional-. Qutate la ropa, que vas a ducharte. Chris vacil, experimentando una sbita timidez. Comprendiendo que no tena otra solucin, empez a desabrocharse lentamente la camisa, se la quit y entreg la prenda a Lasko. La celadora la inspeccion con el aire profesional caracterstico de un agente de Aduanas. - Vamos, vamos. Adelante -urgi Lasko. Chris procur darse ms prisa. Primero se quit los zapatos; luego abri la cremallera de los tejanos y se los quit. Lasko se puso a registrar con la misma indiferencia empleada con la camisa. - Bien -dijo-. No te quedes ah parada. He dicho que te desnudes del todo. Chris se sonroj; no obstante meti los pulgares en los costados de las bragas, se las quit y las entreg a la celadora, quien las examin igualmente y luego las arroj al montn de la ropa de Chris, sobre la taza de un lavabo. Desde fuera se oy la voz estridente de una de las chicas: - Qu, seorita Lasko? Est buena? A lo que siguieron grandes risotadas de otras chicas que sin duda acompaaban a la que haba hablado. - A ver si cerris el pico -exclam Lasko en voz fatigada, tomando su tablilla y marcando un signo en un formulario. Aunque no haca fro, Chris temblaba incontroladamente de nerviosismo y vergenza. - Perfecto -dijo Lasko-. Cundo tuviste tu ltimo perodo? Chris reflexion durante un minuto. - ... Har unas dos semanas -dijo finalmente. - Hace dos semanas que termin? -pregunt Lasko. - S -murmur Chris. Lasko anot ese dato en su tablilla, y continu: - Te han hecho algn anlisis por enfermedad venrea? - No, nunca -dijo dbilmente Chris. - Bien, pues te lo harn maana. Luego, dejando a un lado la tablilla, se acerc a Chris. sta se encogi y se puso perceptiblemente rgida mientras la celadora empezaba a inspeccionar sus cabellos, separndolos con los dedos y tocndole el cuero cabelludo centmetro a centmetro, hasta que finalmente pareci darse por satisfecha. A estas alturas Chris ya temblaba de modo visible, con los brazos cruzados sobre los pechos, cogindose los hombros con tanta fuerza que tena los nudillos blancos. Lasko dio un paso atrs y frunci el ceo.

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- Por qu pones los brazos tan pegados a los costados? -pregunt con desconfianza-. Qu escondes ah? Alarg rpidamente la mano para coger el brazo de Chris. - No! No! -se resisti ella. - Levanta los brazos! -orden Lasko. Temblando cada vez ms, Chris obedeci. La celadora inspeccion ambas axilas hasta convencerse de que no ocultaba nada. - Bien -dijo-. Ahora date la vuelta. Chris se mordi el labio. Era lo nico que poda hacer para no romper en lgrimas. Nunca en toda su vida se haba sentido tan avergonzada; tan ultrajada, y sin embargo no poda hacer otra cosa sino permanecer all, aguantando aquella inspeccin indigna, despersonalizadora y humillante. - Muy bien, muy bien -iba diciendo Lasko, siempre en el mismo tono de indiferente aburrimiento. Chris se sinti sacudida por un relmpago de odio, y un escalofro recorri su columna vertebral mientras tensaba los msculos del rostro y cerraba los ojos. Tembl y de sus labios se escap un gemido cuando Lasko registr hbilmente las partes ntimas de su cuerpo que ninguna otra persona haba violado jams. De sbito, los dedos indiscretos la dejaron en paz y Chris lanz un torturado suspiro de alivio. Lasko se encogi de hombros, framente. - Muchas chicas esconden drogas ah, si se les presenta la ocasin, sabes? Es muy corriente. Duchate ahora. Sin poder dominar su temblor, Chris entr en la ducha. Lasko le alarg seguidamente una botella de plstico. - Toma, usa esto para el cabello -dijo-. Ahora mismo te traigo una toalla. La celadora se alej y Chris, agarrando la botella convulsivamente, empez a sollozar en silencio. Unas lgrimas abrasadoras rodaron por sus mejillas y gotearon sobre sus pechos. - Vamos, muvete -la urgi Lasko desde lejos-. No tenemos toda la noche. Insegura, Chris empez a manipular los grifos de la ducha dando paso al agua poco a poco, gradundola con cuidado para asegurarse de que ningn extremo de temperatura violase su cuerpo ms de lo que lo haba sido ya. Al apretar la botella de plstico not un olor penetrante y desagradable. Era el desinfectante contenido en el jabn lquido. Esto la hizo sentirse an ms miserable. Dios mo, aydame!, pens. Que alguien me ayude! Qu diran sus padres si pudiesen verla ahora? Qu le parecera a pap? Slo el pensarlo la hizo temblar an ms... Y su madre? Qu hara su madre? Seguramente se echara a llorar y se tomara otro trago. Y Tom. Si Tom se enterase no lo permitira. l procurara sacarla de all. Era necesario conseguir que se enterase. Tendra que telefonearle o hacerle llegar una carta de algn modo. Si pudiese comunicarse con su hermano! Era su nica esperanza, la nica persona en el mundo que realmente se preocupaba por ella. Bastara poder hablarle, y l la sacara. Entonces la pesadilla habra cesado. Salir de all y encaminarse a su casa slo era cuestin de un poco de tiempo. iEstaba segura! Aquella esperanza era su nico consuelo. Captulo 5 Bastante conmocionada todava, pero ya algo recobrada de las humillaciones de la inspeccin, Chris sali con Lasko del edificio principal en direccin a los dormitorios. Su cabello hmedo le caa sobre los hombros en mechones lacios que se le pegaban a los lados de la cara. Chris tuvo que admitir que el ambiente en general era agradable y nada carcelario, aunque no poda olvidar que toda la zona estaba cercada por una valla coronada de alambre espinoso. Los dormitorios propiamente dichos ocupaban uno de esos edificios de arquitectura impersonal que podran encontrarse en cualquier vecindad de clase media. Pero cuando Lasko se meti la mano en el bolsillo para sacar la llave con que abrir la puerta de entrada, Chris tuvo que recordar la inevitable realdad de que no podra entrar ni salir cuando le viniera en gana. Ellos no lo llamaban una crcel y, sin embargo, eso era precisamente. Al entrar en los dormitorios, Lasko y ella fueron recibidas por una mujer delgada de veintitantos aos. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 15

- Hola, Lasko -salud. Lasko se volvi haca Chris: - Es Betty Ramos, mi ayudante. Chris le hizo una inclinacin de cabeza a Betty. Aun siendo ms joven y atractiva que Laslo, exhiba los mismos modales indiferentes, superficiales y fros; como un guardin en una especie de zoo humano involuntario. Betty dijo: - Quiz convendra que yo... ? - No -la interrumpi Lasko-. Yo me hago cargo de ella. Luego, volvindose a Chris, dijo: - Pasa por aqu. Recorrieron una galera, de la que partan corredores en ambos lados. Algunas chicas se asomaron a la galera, mirando a Chris con curiosidad; otras permanecieron escondidas en los pasillos, limitndose a lanzarles ojeadas al pasar, mientras ella segua a la celadora. Algunas de las chicas le hicieron ademanes de saludo: una negra muy alta, desde un pasillo; otra, delgada, de aspecto insignificante, desde otro. Desde una puerta cercana, una morena muy bonita que llevaba tejanos ceidos y una camiseta sonri cordialmente a Chris. - Soy Denny. Bienvenida al pesebre -dijo con impertinencia. Chris la salud con la cabeza pero no pudo decirle nada, preocupada como estaba por seguir el rpido paso de la celadora. Entonces vio a Josie, la joven negra con quien haba compartido la celda en la residencia correccional. - Eh, Chris! -grit Josie. Chris se detuvo y sonri clidamente, toda llena de alegra inesperada al ver un rostro conocido y amistoso. - Hola -respondi, sintiendo la punzada de las lgrimas. No estaba tan sola, al fin y al cabo; tena una amiga. - Eh! Que se venga conmigo, Lasko -pidi. Josie. La celadora no hizo caso. Una chica plida de cabello rubio sucio, con una mirada extraamente vacua, se acerc para preguntar: - Es virgen? Del interior de una habitacin sali un silbido agudo, como cuando un muchacho llama a su perro. La sonrisa de Chris se desvaneci, y apret el paso para reunirse con Lasko, que se haba detenido frente a una puerta abierta. Denny, la morena bonita que haba dado la bienvenida a Chris, se acerc y pregunt: - iEh, Lasko! Qu ha hecho sta? Sin volverse para mirarla, Lasko replic: - Cllate, Denny. Luego, dirigindose a Chris, agreg: - No se permiten visitas a los dormitorios de las compaeras. Nada de conversaciones despus de apagar la luz. Nada de peleas. Ni, menos an, demostraciones de afecto... Josie, que se 'haba reuriito con ellas, la interrumpi: - Aqu no puedes tener amigas. Si lo haces, en seguida se figuran que eres tortillera. Lasko no le prest atencin. - Te quedars aqu con Janet -le dijo a Chris-. Tu litera es la de arriba. - Janet est mochales -declar Josie torciendo el gesto-. No tendrs a nadie con quien hablar. - Intentar suicidarse otra vez -intervino una voz con ligero acento espaol a espaldas de Chris-. Ten cuidado. Denny alz la voz para preguntar: - iEh, Lasko! Est enjaulada por prostitucin? Al salir del cuarto, la celadora levant la mirada y dijo: - Vete a paseo, Denny. - Conque s, eh? -salt Denny-. Pues t vete a... - Cuidado! -la interrumpi Lasko, mirndola fijamente. Sin ms palabras, se alej por el corredor dejando que las chicas se las arreglasen solas. Chris se acerc dubitativamente a su litera y levant el brazo para depositar su maleta sobre la http://www.palimpalem.com/2/jiddu 16

misma. En la litera inferior estaba echada Janet. Era una india mestiza, esbelta, con largas piernas y cabello negro. Llevaba vendadas ambas muecas, y su rostro pareca anormalmente plido. - Chica, cmo apestas -murmur. - Es el jabn que me dieron para el cabello -trat de disculparse Chris-. Resulta que... Se interrumpi sin acabar su frase, dndose cuenta de que a Janet le traa sin cuidado lo que ella fuese a decir. Ofendida y defraudada por tal actitud, Chris se apart y sinti entonces una nueva punzada de soledad. Se acerc a la ventana. Estaba protegida por la parte exterior con una recia tela metlica, y permita divisar unos campos ridos y, a lo lejos, la imponente valla. Deprimida por este panorama, se volvi y empez a vagar sin objeto por la habitacin, fijndose en todos los detalles, procurando grabarlos en su memoria, puesto que aqul iba a ser su hogar. Las paredes estaban groseramente enyesadas y cubiertas de inscripciones. Se puso a leerlas. Mara con David, deca una. En un rincn, un garabato casi indescifrable: Flipada hasta la mdula. Se qued mirndolo un rato, y luego se fij en otro, que deca: A quien entre en esta habitacin: Te quiero. A duras penas consigui dominar las lgrimas. Entonces oy fuera la voz de Lasko que deca: - Atencin! Tenis diez minutos para fumar. A lo que sucedi en seguida el rumor de muchos pasos y voces que hablaban en la galera. Sin embargo, no manifestaban ninguna excitacin, y los pasos no eran apresurados. Haba en todo ello algo de letrgico y aburrido. Chris recorri el pasillo y se asom a la galera. Las chicas salan de sus habitaciones y, poco a poco, el ruido se hizo ms intenso, a medida que se reunan todas. Las conversaciones se animaron y se oy alguna que otra risa. Hubo protestas, y gritos, y discusiones. Luego todas empezaron a moverse en la misma direccin, hacia donde, como iba a averiguar muy pronto, estaban los comedores. Cuando sali a la galera se reunieron con ella Josie y otra muchacha, de origen chicano que tena el cabello portentosamente negro. - Vamos -dijo Josie-. No te quedes ah a solas. A medida que las tres iban acercndose al comedor se escuchaba con ms intensidad el sonido de un disco de rock, mezclado con la algaraba de un televisor. La chicano mir a Chris, torci el gesto y se tap la nariz. - Uf! -exclam-. Siempre se conoce a las novatas por el jabn matapiojos. Cristo! Josie ri. - Esta es Ria, una ladrona de las ms finas. Quieres un cigarrillo, Chris? sta mene la cabeza sin dejar de caminar. - Por cierto, qu hiciste t, Chris? -quiso saber Ria. - No hizo nada, hombre -intervino Josie-. Se escap de casa, nada ms. Cuando el tro entr en el comedor, lo primero que sorprendi a Chris fue ver a Betty Ramos yendo de un lado a otro, dando fuego a todas las internas. Comprendi que seguramente no se les permita poseer encendedores, ni siquiera cerillas. Pero ellas ponian caras divertidas, como si les causara cierta satisfaccin perversa que una de sus guardianas hubiera de atenderlas como una simple criada. Mientras Josie y Ria daban lumbre a sus cigarrillos, Chris se volvi y se fij en una recin llegada. Era una rubia talluda, de mirada penetrante y gruesa mandbula. Se contoneaba con aires hombrunos, y mir a Chris de arriba abajo, de un modo sensual e insinuante. Chris experiment en seguida una reaccin de hostilidad, pero la rubia se limit a guiarle el ojo y se volvi. - Esa es Moco -susurr Josie-. Ten cuidado con ella. Sintindose todava muy desplazada, pese al innegable inters de Josie por ganarse su confianza, Chris se apart del grupo para refugiarse en un rincn. Estuvo all unos momentos sin hacer nada, y luego regres para reunirse con Josie y Ria. Se dio cuenta de que Moco se abra paso hacia donde ella estaba, pero no le dio importancia. De sbito, Chris not que una mano vigorosa la aferraba por la mueca y la arrastraba hacia la puerta. Lanz un grito de

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sorpresa, pero nadie le hizo caso. Era como si nada ocurriese, como si ella hubiera decidido salir por su propia voluntad. Entonces record las instrucciones de Lasko: nada de peleas. Temiendo verse acusada de haber iniciado una refriega, y dndose cuenta de la superior estatura y fuerza de Moco, Chris se dej conducir fuera del comedor y al interior de una habitacin, donde fue empujada a trompicones, por lo que lanz un involuntario grito de miedo. Al verse momentneamente suelta, Chris reaccion con viveza, pero se encogi al ver que la rubia se abalanzaba sobre ella. Retrocedi levantando el brazo para cubrirse, pero Moco la cogi por los faldones de la camisa y la hizo retroceder hasta acorralarla contra la pared. Entonces, pegando su rostro al de Chris, rugi: - yeme bien, mueca. Yo soy la que manda aqu, entiendes? Soy la duea del cotarro, y la que no obedece cuando Moco ordena algo... -Hizo una mueca perversa y se pas el filo de la mano por el cuello, en expresivo gesto. Chris estaba demasiado espantada para decir palabra, mientras Moco la zarandeaba por la habitacin sin dejar de agarrarla por la camisa. - Qu dices ahora, eh? -la desafi Moco-. A lo mejor te gustara luchar conmigo, eh? Anda! Ven y pgame! Su voz era una ronca provocacin, y lanzaba una risa seca y amenazadora. - Anda, acrcate y pgame! Pgame, anda! Por el rabillo de] ojo, Chris vio que haba dos chicas ms en la habitacin. Compaeras de cuarto de Moco, supuso. Ahora se haban bajado de las literas y se acercaban, rodendola en un crculo amenazador. Una de ellas, la de los ojos muertos, sonrea de una manera extraviada, con las narices ligeramente dilatadas, y respirando con un jadeo rpido y excitado. Moco arrincon de nuevo a Chris, hacindola vibrar de terror. Luego, con infinito alivio, Chris vio que Josie y Ria se precipitaban hacia el interior de la habitacin, con la alarma pintada en sus rostros. Aunque teman a Moco, no queran que le hiciese nada malo a Chris. - iEh! -grit Josie-. Djala en paz! - Eso -agreg Ria, con la voz temblndole de miedo-. No ha hecho ms que llegar. Chris, demasiado asustada para moverse, permaneci apoyada en la pared, inmvil y con el rostro ceniciento. - iDale! iDale! -azuz una de las espectadoras. - iT cllate, Crash! -la empuj Josie, mientras Moco haca una mueca con los labios. Intentaba besar a Chris; sta volvi la cabeza hacia la derecha con un gesto de repulsin, y los labios de Moco rozaron su mejilla. Moco debi considerar que se haba apuntado un tanto, y solt la camisa de Chris con una sonrisa de triunfo. Temblando, Chris se volvi de cara a la pared. Cambiando sbitamente de actitud, Moco rode amistosamente con el brazo los hombros de Chris y dijo con voz suave: - Eres bonita. - Es fea! -gru Crash. - T s que eres fea, borrega -despreci Josie. Ignorando a las dems, Moco susurr al odo de Chris: - Date la vuelta. Chris vacil y luego, lentamente, con desconfianza, se volvi para hacer frente a su verdugo. - Tienes novio? -le pregunt Moco. Chris no se atreva a mirar de frente a su antagonista. Mene la cabeza. - Tienes alguna amiga? -insisti Moco. Chris deneg de nuevo con la cabeza, conteniendo las lgrimas. - Quieres ir conmigo? -propuso Moco. Chris segua guardando silencio; era lo nico que poda hacer para no echarse a llorar. Moco sonri de un modo enigmtico. Aquella sonrisa expresaba tanto la atraccin que senta hacia Chris como el placer sdico de dominar. Se hizo atrs-: Ya hablaremos de eso -aadi, satisfecha. Josie toc el hombro de Chris para tranquilizarla e hizo ademn de sacarla del cuarto. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 18

- Ven dijo amablemente. - Eh! Espera un minuto -orden Moco, de nuevo en tono de amenaza. Josie vacil, con una mirada de aprensin. Moco se plant firmemente, con los brazos en jarras-. DiLe lo del chocolate. Josie la mir de reojo y luego, volvindose a Chris, explic: - Cuando la celadora te d alguna pastilla, como por ejemplo un calmante, sabes?, en vez de tragrtela te la escondes debajo de la lengua, y luego se la das a Moco. Entendido? Intimidada, mir de nuevo a Moco, mendigando su aprobacin. La otra sonri, disfrutando con su podero. - A Moco le gusta volar -dijo, provocando una risita de Crash. Chris no vea llegado el momento de irse. Por ltimo, cuando sali de la habitacin con Josie y Ria, lanz un suspiro de alivio. Las tres regresaron directamente al comedor. Otro disco de rock atronaba el local. Dos muchachas bailaban, completamente ajenas a todo lo dems, como hipnotizadas por el ritmo y los acordes de la msica. Josie y Ria se abrieron paso hacia un sof, obligando a Chris a tomar asiento entre ambas. - Oye, procura manenerte a diez metros de distancia de Moco en todo momento, entiendes? -dijo Josie-. Una vez la vi agarrar una silla y abrirle la cabeza a una persona, como si tal cosa. -Hizo chasquear los dedos-. Es una incorregible y nada le importa, ni le tiene miedo a nadie. - No le importa quedarse aqu toda la vida -terci Ria-, ni teme a la celda de incomunicacin. Luego, dirigindose a una de las chicas que estaban en el comedor, grit: - iEh, Fats! Que se es mi cinturn! A ver si no se te olvida. Josie iba a aadir algo ms cuando alz la mirada y vio entrar a Denny, que sonrea alegremente. Inclinndose sobre Chris v hablando en voz baja, le susurr: - Y ten cuidado con Denny, tambin. Ha estado muchas veces en el manicomio. Chris dud unos instantes y luego habl, dirigindose primero a Ria y despus a Josie: - Es verdad que... una puede salir de aqu en pocos meses? Ria sonri amargamente: - Para qu? A dnde te crees que vas a ir? En ese preciso fistante, una negra alta y fornida se acerc a Josie. - Vamos, Josie -la desafi-. A ver quin puede ms. Josie torci el gesto. - Anda ya, Jax! Ahora no tengo ganas. - Qu te pasa? -dijo la otra con sarcasmo-. Te rajas? Se haba hecho un sbito silencio en el comedor, y Josie se dio cuenta de que todas las miradas estaban fijas en ella. Mir con desplante a Jax: - Qu caray! Vamos all. Ria compuso una expresin de fastidio. - Ganar Josie -dijo. Chris frunci el ceo, sin entender de qu se trataba. Era como si hablasen con palabras corrientes de algo completamente absurdo para ella. Josie la mir y susurr: - Oye, Chris. T qudate vigilando la puerta, y avsanos si viene Lasko, vale? Chris segua sin comprender nada y, olvidndose de la puerta, contempl fascinada a las dos muchachas mientras stas daban fuertes chupadas a sus cigarrillos. Pero su curiosidad se convirti en sorpresa y horror cuando vio que apretaban lentamente las colllas encendidas sobre la piel de los brazos desnudos. Ambas se armaron de valor cuando empezaron a quemarse sus carnes. Chris las contemplaba, incrdula e hipnotizada. Pronto asalt su olfato el olor acre a carne quemada. Josie se mordi los labios, con la mirada de dolor, pero sin dejar de apretar con firmeza el cigarrillo encendido contra la piel de su brazo. A Jax le corra el sudor por la cara; fue la primera en ceder y arrojar lejos la colilla. - Maldita sea! -ladr, mientras sus lgrimas empezaban a mezclarse con el sudor. Todas se sobresaltaron ante la irrupcin de Lasko, cuva voz reson en todo el local: - Muy bien, Josie, Jax. Las dos quedis arrestadas en vuestras habitaciones.

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Ambas se precipitaron hacia ella, vociferando simultneamente, protestando, y al mismo tiempo suplicando perdn: - Oh, Lasko, por favor... - Pero si no hacamos nada! - S muy bien lo que estabais haciendo. Aqu no se toleran desafos, ya os lo advert. A vuestras habitaciones las dos! Josie se volvi de sbito hacia Chris, con los ojos encenddos de rabia: - Estpida! No te dije que vigilaras? -grit, dndole a Chris un empujn antes de abandonar el comeclor escoltada por la celadora. Cogida por sorpresa, Chris trastabill a un lado, con el rostro lleno de dolor. No era el golpe, flojo al fin y al cabo, lo que le hizo dao, sino ms bien la herida moral que le produca el verse golpeada y probablemente rechazada de modo definitivo por la nica persona que le haba demostrado amistad. Fue la culminaciri de una larga jornada de calamidades; conteniendo las lgrimas, sali corriendo del comedor. Cuando lleg a su cuarto, se arroj sobre su litera y lloro hasta quedarse dormida. Captulo 6 Barbara Clark, la maestra, manipulaba un transmisor-receptor porttil mientras aguardaba junto a la puerta de la clase, sonriente, viendo pasar a las internas que charlaban y murmuraban entre s. Era un local grande y sencillamente amueblado, con una gran pizarra al fondo, en medio de la cual colgaba un gran mapamundi. La habitacin era clara y bien ventilada y, a diferencia de las clases de las escuelas corrientes, las mesas y sillas podan desplazarse a voluntad. Junto a la pared opuesta a la puerta haba un desvencijado piano vertical. A medida que iban entrando, las chicas elegan sus puestos, ocupaban sus asientos, arrastraban los pies y removan las sillas de un lado a otro. Moco entr, ocup la banqueta frente al piano y se puso a tocar con un estilo improvisado, salvaje y suave al mismo tiempo, que habra revelado un posible talento si alguna vez se decidiera a aplicarse con seriedad. Crash ocup la misma banqueta junto a Moco, le rode los hombros con un brazo y empez a escuchar con arrobo, mirando al vaco. Sentada lejos de las dems, y evidentemente sin hacer caso de la msica ni de las conversaciones, otra muchacha haca punto con tanta dedicacin, que pareca hallarse en otro planeta. Chris ocup una silla al fondo de la clase y mir a su alrededor con disimulada expectacin. Tuvo una sorpresa agradable cuando vio que la maestra era Barbara, recordando la sonrisa que le haba dirigido al llegar. Mientras contemplaba el rostro de Barbara, le pareci que era alguien con quien se podra hablar, alguien que sabra escucharla con atencin y comprenderla. Cuando entr la ltima, Barbara hizo un precipitado recuento. Luego acudi al transmisor-receptor, apret el botn para hablar y dijo: - Est bien. Han entrado once. Se coloc el transmisor-receptor en el cinto y se encamin a su estrado. Denny le cort el paso y le rode impulsivamente el cuello con los brazos, rogando: - Echemos una partida de cartas, mam! Barbara sonri, se solt amablemente y ocup su pupitre. - Luego, quiz -concedi tranq - tranquilamente; en seguida, mirando en derredor, pregunt-: Dnde est Carla? - Incomunicada -la inform Ria-. Ayer quiso fugarse. Bea, una chica risuea y de aspecto despabilado, con una esplndida peluca afro, intervino con una sonrisa burlona para decir: - Ni siquiera consigui llegar hasta la valla. Qu tonta. Josie est arrestada en su habitacin. - Y dnde est Ann? -dijo Barbara, sin dejar de recorrer la clase con la mirada. - Se ha quedado en el saln de belleza -dijo la chica que haca punto. - Falta le hace -se burl Moco-. Y a ti tambin, Paula -dijo, dirigindose a la que haca punto. - Aplcate el cuento -la defendi Barbara amigablemente. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 20

- Pues usted tampoco es Miss Amrica -replic Moco. Barbara acostumbrada por lo visto a escaramuzas como aquella, se limit a cruzar los brazos y observ: - iBah! Slo me disfrazo as cuando hago de maestra, Moco. Tendras que verme haciendo la carrera. Todas las chicas celebraron la broma con grandes risotadas. Aprovechando su ventaja, ella mir a su alrededor y sigui preguntando: - Dnde est Jax? - En arresto -respondi Denny, quedndose quieta un momento. Luego dirigi a Barbara una mirada penetrante y rog: - Anda, mam. Djalo correr y que no haya clase hoy. - S -intervino Moco-. Que sea nuestro da libre. Se inclin hacia delante, llena de esperanza. Barbara no hizo caso de ninguna de ellas, como si no hubieran dicho nada, y mir a Chris. - T eres Chris, no es cierto? -pregunt. Chris se ruboriz y asinti ligeramente con la cabeza. Al ser su primer da de clase, se senta insegura, no sabiendo cmo comportarse. Las dems parecan tan aplomadas, tan seguras de s mismas. Tena miedo de decir o hacer algo equivocado... , de cometer una plancha y manifestar as su vulnerabilidad. - Christine la virgen -se mof Crash, lanzando miradas a su alrededor para recoger las risas de aprobacin de las dems. - Si lo es -observ Bea-, ser la nica de esta clase. - Qu dices de esta clase! -declar Ria con nfasis-. Mejor dirs de toda esta maldita escuela! Crash volvi su atencin a Barbara: - Anda, mam -suplic, temblndole un poco los gordezuelos mofletes-. No queremos trabajar. - Eso -corrobor Bea-. Charlemos. Sintiendo crecer la rebelda entre sus alumnas, Barbara comprendi que se impona de su parte un cambio de actitud. - Escuchadme todas -empez-. Por hoy ya hemos perdido bastante el tiempo. Ahora todas vamos a trabajar un poco, os guste o no. Hubo una tempestad de quejas y vigorosas manifestaciones de protesta. Chris asisti a ellas con indiferencia, sintindose todava muy ajena a todo aquello. De un modo instintivo comprenda que si manifestaba el menor inters en las actividades escolares se ganara fatalmente la enemistad de las dems muchachas. Un solo paso en falso podra bastar para que se volvieran contra ella, y su vida resultara mucho ms calamitosa de lo que ya era. Lo que le estaba pasando era como irse a vivir a un barrio diferente y ser una novata en la pandilla del vecindario. En cualquier caso, le pareca verse constantemente vigilada. Tendra que andarse con mucho cuidado, si no quera tener ms problemas. Estaba, por ejemplo, aquella cuestin de la virginidad. Sera posible que ella fuese la nica virgen de toda la escuela? All en el colegio todas sus amigas hablaban de aquello continuamente, pero no en plena clase como acababa de ver. Estaba muy violenta, porque nunca haba tenido que tantear a ciegas en una situacin desconocida como aqulla. Barbara no aguard a que las quejas cesaran por s mismas, sino que se puso en pie armndose de un largo puntero. - Hoy hablaremos de geografa -empez con tranquilidad-. A ver, qu pas es este? -pregunt, indicando una zona del mapa. Hubo un silencio. Hubo toses y carraspeos, y remover de sillas y arrastrar de pies por el suelo. Luego, fijndose en Dennv, la maestra dijo: - Qu pas es este, Denny? Denny frunci el ceo y vacil. - Alemania? -aventur en tono dubitativo. Barbara intent disimular su contrariedad. - Vamos, Denny. Sabes perfectamente qu pas es. Intntalo otra vez. La aludida guard silencio. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 21

- Bueno, no importa -balbuce Barbara-. Qu dices t, Crash? El rostro regordete de Crash permaneci totalmente inexpresivo: - Se me ha olvidado -murmur en voz baja. Chris se qued asombrada. Era posible que fuesen todas tan ignorantes? iPero si aquello se enseaba en la escuela primaria! Sin embargo, algo la aconsej no levantar la mano, y cuando Barbara volvi la mirada hacia Chris, la muchacha se removi en su asiento con visible embarazo. - Y t que dices, Chris? -dijo animadamente Barbara-. Sabes t qu pas es ese? - Francia -dijo Chris a pesar de su aprensin. Inmediatamente lament haber contestado, al sentir la mirada de todas las dems fija en ella como si quisieran horadarle la piel. Barbara sonri y desplaz el puntero. - Y este otro? -pregunt. - Espaa -respondi Chris otra vez, involuntariamente. - Vaya rollo -despreci Moco, volvindose para golpear las teclas del piano. Chris se dej caer en su silla deseando que se abriese la tierra para tragrsela - Qu importa, al fin y al cabo -intervino Denny con una mueca de desdn. - S -dijo Bea-. Para qu necesitamos saber todo eso? Acaso tendremos oportunidad de visitar nunca uno de esos pases? - Y de todos modos, qu me importa! -silbo Denny. Barbara contempl los severos rostros de sus alumnas, notando no slo el agudo malestar de Chris sino tambin la tensin que fcilmente poda desencadenarse y dar lugar a una fea situacin. Ella perda pocas veces la compostura, pero cuando lo haca lograba un efecto de sorpresa con las chicas, haciendo que volvieran a la realidad. Pese a los modales impertinentes, informales y a menudo hostiles que afectaban frente a ella, saba que en el fondo la respetaban, por notar en ella una serenidad y una humanidad de que, como bien saba, solan carecer los dems miembros del personal. - Qu es lo que te importa a ti, Denny? Anda, dmelo -urgi Barbara. - Vacilar. - iNo quiero volver a or eso! -la interrumpi Barbara airadamente-. Ni una palabra ms! Empez a pasear arriba y abajo, mirndolas a todas de frente. - Vacilar y salir con chicos! -las remed-. iEstoy cansada y harta de orlo! Cansada y harta! Bea pareci intimidada: - Qu pasa contigo, mam? -pregunt en tono humilde. Barbara se interrumpi para tomar aliento, y luego suspir: - Nada. Que se acab la clase, eso es todo. Luego, volvindose sbitamente, se acerc al mapa y se puso a enrollarlo poco a poco, con aire de frustracin y tristeza, Dios mo!, pens, si pudiera ganrmelas. Si pudiera ganarme slo a una de ellas! Mir a la -novata Chris, tan vulnerable, tan solitaria en medio de aquel grupo hostil de criaturas empedernidas. Barbara habra querido protegerla de algn modo, pero saba que las dems eran colectivamente ms fuertes que ella sola. Con sus burlas y su intimidacin, la obligaran a rodearse de una concha, de la que luego no podra librarse. No obstante, pens Barbara, ella segua luchando por ganarse aunque slo fuese a una de las chicas. Tal vez esa chica pudiera ser Chris. Tal vez. Barbara se arm de valor, proponindose no dar por terminada la clase sin apuntarse un tanto positivo. Se acerc pausadamente a su pupitre y se apoy en l. - Muy bien -dijo-. Hoy no habr ms preguntas, pero voy a contaros la historia de una pobre campesina que se hizo soldado, y no slo eso, sino que lleg a ser capitana de muchos ejrcitos. Bea se adelant con inters: - Es un cuento, mam, o se trata de una persona autntica? - iAh! Se trata de una persona que existi en realidad -asegur-. Se llamaba Juana y vivi en Francia. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 22

Chris se tranquiliz, y mientras Barbara empezaba a relatar la familiar historia de Juana de Arco ella se reclin en su silla y se puso a mirar por la ventana, distrayndose muy pronto con sus propios pensamientos. Se acord de su hermano Tom. Record las cosas que solan hacer, cmo jugaban y lo unidos que haban estado, sin que nadie consiguiera separarlos nunca... Durante un rato, el tiempo pas sin sentirlo. En realidad, dej de existir para ella, hasta que un timbrazo, anunciando el fin de la clase, la devolvi a la realidad. Permaneci inmvil mientras las dems chicas se ponan en pie ruidosamente, charlando y piando como pjaros afanosos por escapar de su jaula. Mientras se dirigan a la puerta, Barbara las precedi con su transmisor-receptor porttil, contndolas a medida que salan. Chris fue la ltima en salir de la clase y, mientras pasaba junto a Barbara, not una mano sobre su hombro. - Chris -dijo Barbara. Ella dud y mir a la maestra con aprensin: - S? - He visto en tu expediente que tus calificaciones escolares eran buenas, aunque faltabas mucho a clase. Problemas con la familia? Chris baj la mirada: - S -dijo con un hilo de voz. El transmisor de Barbara emiti varios crujidos y luego se oy una voz brusca y metlica que deca con tono impaciente: - Dnde est Parker? Barbara alz el aparato hasta sus labios, accion el mando emisor y contest: - Yo la acompao. -Luego, guardndose el aparato, se dirigi a Chris-: Quieres que hablemos de eso alguna vez? Chris se encogi de hombros, volvi la cara y se dispuso a reunirse con las dems. Necesitaba desesperadamente confiar a alguien sus ms ntimos pensamientos, pero algo indefinido le sellaba los labios. Barbara camin a su lado sin decir nada ms. Chris deseaba hablarle, pero no poda. Tena miedo. Al mirar hacia delante vio a Denny que se haba detenido y volva el rostro lanzndole una mirada peculiar. La mirada hizo que Chris se sintiera incmoda, pero se le pas tan pronto como Denny dio media vuelta y continu andando para reunirse con las dems. - No cabe duda de que conoces el mapamundi -empez Barbara intentando resucitar la conversacin-. Te gusta la geografa? - S -respondi Chris. - Te gustara viajar? - Ya lo creo -dijo Chris, animndose considerablemente-. En realidad, me gustara ser azafata, y as conocer otros lugares. Barbara vislumbr un rayo de esperanza y sonri. - Vuele a Denver con Chris -brome. Chris sonri involuntariamente. - Sin escalas -aadi an Barbara. iOh, Dios mo!, pens Barbara. Hay una esperanza; ojal consiga conquistarla. Captulo 7 Pasaron varios das y Chris, poco a poco, empez a adaptarse a la rutina del Reformatorio. An la pona nerviosa la presencia de Moco, y haba algo indefinible en la personalidad de Denny que la haca sentirse claramente incmoda con ella. Record lo que haba dicho Josie acerca de que Denny, como se expres, haba estado muchas veces en el manicomio. Chris se preguntaba por qu razn. Denny no coincida con su idea de una loca, pero de todos modos era bastante rara. Luego estaba Lasko. Sin duda no era la fiera que crey Chris al conocerla, aunque ciertamente no le inspiraba mucha confianza. En cambio, Barbara s que era distinta. Le gustaba Barbara. No slo era buena maestra, sino adems bonita, y cordial. Alguien con http://www.palimpalem.com/2/jiddu 23

quien se poda hablar. Pero lo que consolaba a Chris por encima de todo fue que Josie no le guard rencor por lo ocurrido. Josie tena experiencia, y comprendi que Chris jams haba visto desafos de aquella especie entre muchachas. As, aunque le haban ordenado que vigilase para dar aviso cuando apareciese Lasko, ella se qued tan embobada con la funcin, como deca Josie, que no se enter. Sin embargo Chris, pese a su comienzo de amistad con Josie, y hasta cierto punto con Ra, an se mantena cautelosamente alejada de las dems. Crash era realmente estpida y no la soportaba nadie, a excepcin de Moco. Y, por lo que Chris saba, Moco slo la aguantaba porque Crash era capaz de hacer cualquier cosa que se le ordenase, y prcticamente era esclava de Moco. En cuanto a Jax, no era tan mala, pero siempre se la vea con Denny, y algo le deca a Chris que, cuantos menos tratos tuviese con ambas, mejor. Paula le inspiraba a Chris un poco de compasin, sin saber muy bien por qu. Le pareca que lo que Paula deseaba en realidad era que la dejasen en paz, y como hasta cierto punto Chris senta lo mismo, respetaba ese deseo de otra persona de la que instintivamente comprenda que era mucho ms desgraciada que ella misma. La otra chica con quien simpatizaba realmente era Janet. Aunque haban empezado con el pie torcido el primer da, poco a poco y con las muchas horas de compaa en la misma habitacin llegaron a entenderse. A Chris le pareca que Janet era tremendamente huraa. No hablaba mucho, aunque bien mirado era natural, porque estaba avergonzada de verse en estado, y haba cometido un intento de suicidio. Muy pronto Chris aprendi a dejarla sola con sus pensamientos cuando se daba cuenta de que era esto lo que deseaba, y a hacerle compaa cuando notaba que tena ganas de conversacin. No atrevindose a afrontar posibles reacciones desagradables, evitaba religiosamente hacerle ninguna pregunta sobre asuntos ntimos; pero cuando Janet le contaba algo voluntariamente, Chris la escuchaba con todo su corazn, dispensndole a cambio toda la comprensin a su alcance. Era un recreo despus de la comida, a primeras horas de la tarde. Chris paseaba sola rodeando uno de los campos deportivos donde dos equipos estaban alegremente enzarzados en un ruidoso y algo violento partido de ftbol. Como no le gustaban demasiado los juegos de competicin, pas de largo, hasta llegar a otro terreno donde estaba celebrndose un partido de baln volea. Se qued un rato mirando y luego se encamin hacia una parcela de csped donde haba varios grupos de muchachas hablando y tomando el sol. Chris no se decidi a irrumpir entre ellas, por lo que prosigui su paseo. A unos quince metros haba un grupo de columpios que nadie usaba. Aquello le trajo recuerdos de su infancia, de cmo le gustaba columpiarse cuando era nia. Record cmo sola cerrar los ojos para imaginar que algn da el columpio se echara a volar, elevndose hacia el cielo como un gran pjaro majestuoso, y ella seguira volando y volando hasta dar la vuelta al mundo por encima de los ocanos y los bosques y los desiertos y las montaas. Haba sido uno de sus juegos favoritos. Por un instante le pareci que haban pasado siglos desde la ltima vez que se subi en un columpio. Se sonri y corri hacia uno de ellos; despus de ocuparlo, cogi las cadenas que lo sustentaban del soporte de hierro ech la cabeza atrs, cerr los ojos y se dio impulso. En pocos instantes, haba recobrado la antigua sensacin. De un momento a otro iba a elevarse por el aire, salvando la valla, y sera libre como un guila volando por encima de las nubes, y podra juguetear con los rayos del sol y dejarse llevar por los vientos. La burbuja se rompi de sbito cuando empez a or risas a su alrededor. A su lado, en los dos columpios restantes, estaban Josie y Ra columpindose, riendo y lanzando chillidos de deleite. Chris se sinti a gusto por primera vez desde su llegada a la escuela. El sol la calentaba y la brisa acariciaba sus mejillas. Mantuvo los ojos abiertos ahora, mirando alternativamente a Josie y a Ria. No muy lejos, sentada en la hierba, estaba Janet, quien alz la mirada y sonri dbilmente, haciendo luego un saludo con la mano. Con los cabellos al viento, Chris devolvi el saludo. Entonces hubo una nota discordante. Oy una voz airada y familiar que gritaba: - iEh! iEh! Mir a un lado. All estaba Denny con los brazos en jarras, mirando a dos de sus amigas que se apresuraban hacia los columpios. Otras chicas se acercaban entre risas y gritero. Pronto quedaron ocupados todos los columpios y empezaron a volar de un lado a otro como otros http://www.palimpalem.com/2/jiddu 24

tantos pndulos, mientras las chicas que se haban quedado en tierra esperaban su turno y empujaban, con grandes risas y animacin. Slo Denny prefiri quedarse aparte, en la hierba, con una expresin sombra y enigmtica en el rostro; sus ojos entrecerrados lanzaban miradas penetrantes. Chris la vigilaba por el rabillo del ojo, fingiendo no reparar en ella, porque haba algo en la expresin de Denny que le daba escalofros, aun sin saber por qu. Cuando el tiempo del recreo lleg a su fin, el personal de la escuela empez a reunir a las chicas, en una escena que le record a Chris los encierros de ganado que haba visto en tantas pelculas del Oeste. Una vez reunidas las hicieron formar en doble fila y desfilaron hacia sus respectivos alojamientos. Mientras se acercaban a su dormitorio, Cliris pudo ver a Lasko, con su eterno transmisor-receptor porttil en la mano. Algo, una especie de sexto sentido, la hizo girarse. Procur no parecer demasiado asustada. All estaba Denny, a sus espaldas. Sonrea y, aunque para un espectador no enterado pudiera parecer cordial y sincera, a Chris le pareci ver falsedad en ella. La mirada de sus ojos era fra y calculadora, por lo que resultaba positivamente molesta. Chris aventur una sonrisa y esper hasta que la otra se puso a su lado; luego ambas prosiguieron su camino hacia los dormitorios. - Qu te ha parecido el pesebre hasta ahora? -pregunt Denny con indiferencia. Chris se encogi de hombros. - An no lo s -dijo precavidamente. - iBah! Te gustar ms cuando conozcas a Johnny -replic Denny. Chris la mir con asombro. Qu significaba aquello?, se pregunt. No haba chicos en el Reformatorio. Jax se les uni a tiempo de or las ltimas palabras de Denny. - Ah, s! Le gustan las chicas nuevas -coment con una mueca. - Quin es Johnny? -pregunt Chris, procurando disimular su confusin. Denny sonri a medias, con un gesto extrao y forzado, arque un poco la ceja. - Es alguien perfecto para ti -declar. - Vamos, de prisa -dijo Lasko, urgiendo a las rezagadas-. Entrad todas, en seguida. Chris no hizo ningn comentario y entr, encaminndose directamente a su habitacin. Janet estaba durmiendo en su litera, por lo que Chris procur moverse con cuidado para no despertarla. Adems, no estaba de humor para hablar con nadie. Se preguntaba quin sera Johnny. Era de creer que existiese un misterioso intruso capaz de colarse en las habitaciones de las chicas por las noches? Pareca inverosmil, pero en aquel lugar cualquier cosa era posible. Se supona que aquella institucin serva para que las chicas aprendieran a comportarse en la vida y se convirtieran en buenas ciudadanas. Pero Chris notaba en el ambiente que sera ms acertado figurrsela como un lugar donde aprender todo lo que no debe hacerse y cmo hacerlo. Subi a su litera y se tumb, contemplando las paredes llenas de garabatos. El sol del crepsculo penetraba con sus rayos dorados por la ventana y llenaba la habitacin de un suave resplandor. Chris volvi a pensar en Johnny. Quiz fuese el mote de alguna chica, a quien an no conoca. Alguien por el estilo de Moco. Chris se estremeci sin querer v se acurruc en su litera. Lo que pretenden es meterme miedo -pens-. Estn esperando mi reaccin. Es una especie de prueba. Decidi conservar la calma. El mayor error sera dejarse intimidar ahora. Si no pona al descubierto sus debilidades, no dara lugar a que se aprovechasen de ellas. Era su nica proteccin, su nica defensa. Acta con calma, oculta tus impresiones y no te descubras. La decisin tomada hizo que Chris se sintiera mejor, y se tranquiliz un poco. Tal vez convendra echar un sueecito, pens. An faltaba un poco para la hora de cenar, y media hora de sueo sera mejor que nada. Era lo ms parecido a verse en libertad, por lo que cerr los ojos y muy pronto cay en un sueo ligero y sin pesadillas. Pese a la siesta, aquella noche Chris se sinti ms cansada de lo normal. Y aunque la jornada haba sido lo ms parecido a un da feliz desde su llegada a la escuela, estaba extraamente deprimida. Quiso mirar un rato la televisin en el comedor, mas no poda fijar su atencin en nada. Aun bajo la vigilancia de Lasko, varias chicas empezaron una pelea por no estar de http://www.palimpalem.com/2/jiddu 25

acuerdo en cuanto al canal que deseaban ver. Lo que menos deseaba Chris era verse envuelta en una discusin de tal gnero. An le faltaba seguridad para tratar de imponerse. Le habra gustado charlar con Josie y Ria, pero stas haban permanecido en sus habitaciones, y Chris tena miedo de lo que pudiera pasarle si infringa el reglamento y Lasko la pillaba en una habitacin ajena. Janet se fue a dormir tan pronto como acab la cena, y las nicas conocidas que quedaban eran Denny, Jax y Crash, con ninguna de las cuales deseaba tener nada que ver. Estaba preocupada pensando que, si se quedaba ms rato, tal vez aparecera Moco para reunirse con sus cmplices. Y en tal caso, podra verse atacada de nuevo, con o sin Lasko. Chris mir de reojo y vio que Crash haba trado una labor de punto estropeada para que Lasko la ayudara a deshacer el lo. Viendo distrada a la celadora, Chris crey llegada la ocasin para salr disimuladamente, tomar una ducha caliente y meterse en la cama. El bao estaba desierto, cosa que le produjo a Chris un considerable alivio, pese al ambiente inconfortable del lugar con su azulejo fro y sin adornos. Decidi entrar y salir con la mayor rapidez posible. Colg la toalla y se desnud a toda prisa, amontonando la ropa en un estante cerca del lavabo, al otro lado del bao. Abri los grifos y regul la temperatura del agua; a continuacin se meti en la ducha, disfrutando la cosquilleante caricia del agua caliente. El continuo rumor al correr de los grifos y el chapoteo reverberaban en el cuarto vaco, aumentando la ilusin de hallarse totalmente aislada del mundo circundante. Mientras se enjabonaba agradeci el no tener que usar aquel producto maloliente que le haban dado el da de su llegada, y durante un rato se distrajo con la estimulante cascada de agua caliente y espuma. Pensando ya en acostarse, cerr los grifos, cogi la toalla y empez a secarse a toda prisa. La ducha le haba relajado los nervios y estaba deseando retornar a su habitacin, donde pasara toda la noche en tranquilo sueo. Cuando se vio lo bastante seca como para ponerse el pijama, se envolvi en la toalla y sali de la ducha. Entonces se qued helada del susto, al ver a Denny y Moco que le cerraban el paso. Chris retuvo sbitamente el aliento, y un timbre de alarma se puso a repicar en su mente. Las dos muchachas se haban interpuesto entre Chris y sus ropas, y era evidente que no pensaban cederle el paso. Su corazn empez a palpitar con fuerza, y la adrenalina circul por todas las fibras de su cuerpo. Quiso retroceder, y entonces vio por el rabillo del ojo que alguien sala de la ducha vecina disponindose a sujetarla por detrs. Una mano ancha y negra se abati sobre su boca, y un brazo poderoso le rode la cintura, apretndola como un fleje de acero. Quiso gritar, pero no pudo emitir sino un gemido apagado que muri en su garganta, seguido de un doloroso jadeo. Luch como un animal acorralado, intentando desesperadamente librarse de la presa de su agresora, adivinando que se trataba de Jax. Mientras se debata y se retorca, Moco la sujet de los brazos, gruendo como una fiera. La arrastraron a travs del cuarto hasta el vestuario, donde la hicieron caer al suelo. A pesar de sus desesperados esfuerzos, Chris no pudo quitrselas de encima, pues eran mayores y ms fuertes que ella. Abriendo los ojos con terror, vio que Denny se acercaba llevando en la mano un madero largo de color azul: el mango de una ventosa para desatrancar lavabos. Chris trat de gritar otra vez, pero la mano de Jax segua cerrndole firmemente la boca. Moco no dijo nada, sino que, acercndose con un movimiento rpido como el de una serpiente, alarg la mano y le arranc a Chris la toalla, dejndola desnuda e indefensa. Los fros azulejos del piso parecan quemar su carne desnuda. Denny se arrodill ante Chris con una sonrisa complacida, blandiendo el mango de madera ante sus ojos. - iEh! -murmur en voz baja, y luego dijo, subrayando bien cada palabra-: Quiero presentarte a Johnny. Con un sobresalto de terror, Chris libr los brazos de la presa de Moco y quiso golpear y araar a Jax. Entonces not unas manos que le separaban brutalmente las rodillas y su horror aument en grado indescriptible. Aunque la mano segua impidindole exhalar una sola queja, los gritos y sollozos no cesaron en su garganta hasta que crey que iban a romprsele las cuerdas vocales. Con una expresin aberrante en los ojos, Denny se inclin hacia delante y sbitamente Chris sinti entre las piernas un fro lancinante que en seguida se convirti en un dolor insoportable. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 26

Las oleadas de agona agarrotaron su vientre coincidiendo con el frentico vaivn que Denny imprima a su instrumento de tortura. Chris se not lacerada, desgarrada interiormente; una pualada sbita habra sido menos dolorosa. Luego sinti que la sangre le corra caliente por los muslos y las nalgas, y no pens sino que iba a morir. - Est bien; basta ya -orden finalmente Moco. Chris permaneci inmvil, sollozando desconsoladamente, con los ojos cerrados para no ver a Denny, que esgrima el mango dispuesta a atacarla de nuevo. - iBasta he dicho! -repiti Moco violentamente, sin apartar sus ojos fascinados del inerte cuerpo de su vctima. Denny retrocedi con desgana, y las tres atacantes salieron cautelosamente del cuarto de bao como otros tantos fantasmas, mientras Chris yaca en el suelo como una mueca rota. Finalmente abri los ojos, y poco a poco volvi a distinguir con claridad lo que le rodeaba. Estremecida por los espasmos de la conmocin, gimi como un cachorro herido. Al recobrar los sentidos volvi el dolor. Su respiracin era un silbido jadeante y entrecortado, pero al darse cuenta de que la haban dejado sola y de que la tortura haba cesado sac fuerzas para incorporarse, vacilando sobre sus piernas. Temblaba y estaba tan marcada que tuvo que apoyarse en las paredes. Entonces percibi un lejano rumor de msica y risas. No le quedaban ya lgrimas. Ni siquiera le quedaban fuerzas para odiar. Una parte de su alma haba sido arrancada de ella y destruida para siempre. Captulo 8 Durante los das siguientes, Chris permaneci encerrada en s misma, a tal punto que hasta Josie y Ra se preguntaban qu le habra ocurrido. Nadie dijo ni una palabra de su violacin; incluso en presencia de sus asaltantes, Chris no oy mencionar para nada el incidente, lo cual no dej de proporcionarle cierto alivio. Slo el pensamiento de haber experimentado semejante humillacin ya le pareca casi peor que el recuerdo de la espantosa experiencia en s. Haba perdido el apetito, y durante las comidas se limitaba a revolver los alimentos con expresin ausente. En cierta ocasin, cuando Lasko observ y coment su falta de apetito, Chris intent comer algo a la fuerza y se atragant hasta casi vomitar. Lo nico que soportaba era beber algo de leche, pero a no ser por esto se habra pasado los das sin ningn alimento. No ignoraba que estaba perdiendo peso; tena la tez amarillenta y las mejillas chupadas, mas no le import. Lo peor eran las noches. Antes, el sueo haba sido su nico refugio frente a las pesadillas de la realdad; en cambio, ahora las pesadillas se abran paso hasta el santuario de su descanso. Las noches, mientras permaneca con los ojos abiertos contemplando la oscuridad, luchaba desesperadamente contra el sueo temiendo verse acosada por imgenes repugnantes y recuerdos terribles. Pero, como no poda evitar el sueo completamente, se adormeca para sufrir luego continuos sobresaltos. No a causa de pesadilla alguna, sino por efecto de su miedo inconsciente a los terrores del sueo. Y, si bien esos terrores no adquiran ninguna forma definida, sindole imposible identificar cul de ellos era el que la roa en lo ms ntimo, en realidad el verdadero terror sin nombre era un miedo incontenible, letal y torturante: el miedo a perder la razn. Los das transcurrieron sin que las cosas mejorasen para Chris. Por ms que se esforzase en apartar de su mente las escenas de aquella noche, el recuerdo de las mismas volva con insistencia... Las manos arrastrndola por el cuarto, el acre aroma del sudor y los gruidos brutales de sus atacantes... , los rostros deformados con sus miradas enfebrecidas, y, por encima de todo, el dolor insoportable... , el desvalimiento. Era como si volvieran a sujetarla contra su voluntad, para forzarla una y otra vez a contemplar nuevamente el ultraje hasta que se grabase de manera indeleble en su cerebro, hasta que llegase a ser una parte de su persona, lo mismo que sus brazos y piernas, sus manos y su rostro...

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Tena los nervios a flor de piel. Las sombras y los rincones oscuros la amenazaban con terrores desconocidos, ms temibles por cuanto no poda concretarlos. El menor ruido inesperado la haca sobresaltarse sbitamente y le cortaba la respiracin de un modo penoso. Le bastaba pasar por delante de la puerta del cuarto de bao, aunque estuviese cerrada, para que su corazn se pusiera a palpitar con violencia. El que antes haba sido un refugio reparador ahora era un lugar de espanto, y cuando permaneca desnuda y vulnerable bajo el potente chorro de agua caliente, cada chapoteo y cada rumor de las caeras la obligaban a encogerse. Entonces trataba de cerrar los ojos, pero slo para que su imaginacin febril le representase la evocacin de las caras; en el ruido del agua al correr imaginaba escuchar los viciosos jadeos y las voces de sus verdugos. Incluso despus de volver a abrirlos para inspeccionar el bao desierto segua experimentando tanto pnico, que una vez no pudo resistirlo y huy a su habitacin sin pensar en secarse, temblando de fro y dejando un rastro de hmedas pisadas. A lo largo de las jornadas, incluso el contacto de una mano amiga en su hombro, por parte de Josie o de Ria, haca que se echase atrs involuntariamente. Aunque procur sumergirse de nuevo en la rutina diaria, participar en las actividades de las dems y hacer cuanto se le pidiera, Chris empez a encerrarse cada vez ms en s misma. Durante las horas de clase, su imaginacin se perda en intricadas elaboraciones fantsticas. Sola imaginar que sus padres, llenos de remordimiento por haberla rechazado y encerrado en aquel lugar horrible, regresaban para llevrsela a casa prometindole mil veces comportarse en adelante mejor con ella. Todo era hermoso; su madre haba dejado de beber y su padre ya no le gritaba ni la golpeaba. El hogar estaba lleno de alegra y venan sus amigos a visitarla. Se quedaban con ella durante horas, riendo, charlando, poniendo discos y haciendo cosas absurdas y divertidas. Era tal y como no haba sido nunca, pero que debi ser y quiz llegara a ser alguna vez. En otro de sus ensueos, su hermano Tom se la llevaba a su casa para vivir juntos. Era como cuando ambos eran nios, y volvan a jugar como entonces. Aunque l estaba casado, nada haba cambiado en realidad. La esposa de Tom trataba a Chris como a una hermana, y los tres llevaban una vida idlica cuyas horas estaban llenas de sol, alegra y amor. Chris no ignoraba que slo eran fantasas, pero al mismo tiempo le servan como cables de salvamento a los que sujetarse. Bastaba que una pequesima parte de aquellas fantasas se reflejase en la realidad: eso equivala a un tesoro, a un rayo de sol para ver en la oscuridad, a un poco de esperanza que retener y alimentar. Pero algunos das no se poda ni soar despierta, y stos eran los peores. Todos los das se les asignaba alguna tarea. Chris sola trabajar en el saln de belleza de la escuela, donde lavaba el cabello y peinaba a las chicas, intentando ayudarlas a fingir que se arreglaban para otros ojos que no fuesen los de sus compaeras de siempre. El saln en s era una triste imitacin de los verdaderos, con sus desvencijadas sillas de aspecto anticuado, su instalacin de segunda mano y sus espejos rajados. Una tarde, Chris estaba peinando a una compaera plida y delgada que afortunadamente no le daba mucha conversacin. As, Chris poda ejecutar todas las manipulaciones del oficio, que realizaba automticamente, y al mismo tiempo entregarse a sus ensoaciones particulares. Entonces apareci Jax. Slo con ver a aquella negra corpulenta y vigorosa que la haba maltratado tan cruelmente, le bast a Chris para que le flaqueasen las piernas y le temblase todo el cuerpo, pese a sus esfuerzos por dominarse. Procur evitar la mirada de Jax. sta, notando el malestar de Chris, empez a trabajar alegremente, movindose con gestos lentos y hbiles y sin mirar a Chris, pero procurando amargarle la tarde a fondo. Cada vez que poda tropezaba con Chris y procuraba empujarla. Ella tema tanto su proximidad que durante un buen rato se qued inmvil, sin saber qu hacer, mientras luchaba obstinadamente por contener las lgrimas que acudan a sus grandes ojos de color avellana, que ahora parecan sumergidos siempre en una niebla de perpetua tristeza. Lo ms penoso para Chris era el hecho de no tener a nadie con quien hablar... , nadie capaz de comprenderla realmente. No poda franquearse con nadie del personal, ni siquiera con Barbara Ciark, por temor a las consecuencias. Josie y Ria quiz sabran comprenderla, pero y si no era as? Qu pasara si se echaran a rer y tomasen lo ocurrido como una broma un poco pesada? http://www.palimpalem.com/2/jiddu 28

Chris consider varias veces la posibilidad de hablarles, pero acab por abandonar la idea, principalmente por no saber cmo reaccionaran ellas. Y suponiendo que no lo tomasen como una broma? Y si se volvan contra ella con desprecio? Hasta era posible que se burlasen de su debilidad. De hecho, era consciente de pasar por una situacin difcil, una prueba en que tena que desenvolverse sola. Le bastaba saber que estaban all, dispuestas a continuar su amistad cuando ella hubiera serenado sus ideas; con eso se senta un poco reconfortada. De franquearse con alguien, habra elegido a Janet, su compaera de habitacin. Pero Janet estaba embarazada y a menudo sola encontrarse indispuesta; teniendo en cuenta que haba intentado suicidarse y todo, a Chris le pareci que no sera buena idea contarle sus problemas. Y adems, pensndolo bien, Janet y ella no hablaban mucho en realidad. Se comprendan y se respetaban mutuamente el deseo de no ser molestadas; haban llegado al punto en que con un significativo intercambio de miradas podan decirse ms cosas que en una hora de conversacin. Pero de otro lado, Janet ya tena demasiadas preocupaciones y no era cuestin de abrumarla con las suyas, puesto que no podra aportarle ninguna solucin. De todos los miembros del personal, Barbara Clark fue la nica que tuvo algn miramiento para con Chris. El cambio de su comportamiento era demasiado evidente como para pasar inadvertido, y corresponda al personal observar y analizar tales casos. Barbara estaba segura de que Chris tena alguna preocupacin muy honda, pero haba aprendido en duras y amargas experiencias que una iniciativa precipitada poda dar lugar a consecuencias desastrosas. Decidi actuar con cautela, convencida de que, si haba en la escuela alguna chica susceptible de ser salvada, no era otra sino Christine Parker. Al cabo de varios das, las sospechas de Barbara se convirtieron en una seria preocupacin. Se fij en cmo reaccionaba Chris cuando estaban presentes Moco y Crash, o Denny y Jax. Estaba claro que les tena miedo y le incomodaba mucho la presencia de aqullas. Trat de interpretar su observacin. El lesbianismo de Moco era una continua fuente de problemas para el personal, y la devocin canina que le tributaba Crash vena a complicar la cuestin. Otra situacin difcil era la que planteaba Denny, siempre al borde de la psicosis, aunque sta no haba demostrado ninguna hostilidad contra Chris. Tal vez, por ser Denny y Jax tan amigas, el mal carcter de la segunda destacaba ms en comparacin con la pasividad de la primera. Pero faltaba una pieza en el rompecabezas; con las chicas novatas solan producirse situaciones parecidas, pero all haba algo oscuro. En muchos casos, la adaptacin a la vida del Reformatorio se realizaba con un mnimo de problemas. Barbara esperaba que lo de Chris no fuese ms que un perodo de adaptacin, aunque excepcionalmente difcil. Mientras no se hubiera ganado la confianza de Chris hasta el punto de recibir sus confidencias, no caba hacer otra cosa sino dar tiempo al tiempo. Pasaron ms das v la actitud de Chris no mejor. Extraada por la falta de progresos, Barbara se pregunt si no sera mejor sonsacar a Chris en presencia de las dems, de una manera sutil, en vez de esperar una oportunidad de hablar con ella en privado. Aquella maana, el ambiente de la clase era muy tirante porque las muchachas teman una larga sesin de duro y aburrido trabajo escolar. En aquel oficio, Barbara haba aprendido muy pronto que tras un inesperado cambio de tctica, pasando por ejemplo del trabajo serio a una charla cordial, el alivio de las chicas era tan grande que las haca bajar la guardia sin que se dieran cuenta. Cuando esto ocurra, se lograba con frecuencia un desahogo emocional que no habra sido posible obtener por otro procedimiento. Barbara no dej entrever cules eran sus planes para aquella maana. Mont guardia junto a la puerta con su transmisor-receptor, haciendo el recuento de sus alumnas; luego, como de costumbre, dio el parte y cerr con gesto eficiente. Como sola, se apoy en su pupitre y aguard con paciencia a que las chicas se acomodaran en sus sillas, disponindose de mala gana a soportar lo peor. Y, tambin como de costumbre, Moco y Crash ocuparon juntas la banqueta del piano, la segunda siempre atenta a lo que hiciese la primera. Siguiendo con los ojos las acciones de la rubia de mandbula cuadrada, Crash se coloc frente a Barbara, inclinada hacia delante, con los codos sobre las rodillas y la cabeza apoyada en las palmas de las manos.

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Chris eligi un sitio alejado, cerca de la puerta. Su rostro careca de expresin y tena los ojos hinchados por los muchos llantos a solas y noches insomnes. Despus de escuchar el habitual concierto de carraspeos, toses y arrastrar de sillas, Barbara pase la mirada sobre sus alumnas y luego se apart del pupitre. Se acerc a la ventana, mir afuera unos instantes, y luego regres junto al pupitre reasumiendo su anterior postura. Inclinndose levemente hacia delante y observando bien a sus oyentes, empez: - iEh, chicas! Hace un da esplndido. Por qu no lo dedicamos a charlar? Ya recuperaremos el trabajo durante la clase de maana. Qu os parece? Vamos, acercaos todas. La reaccin fue exactamente la que ella esperaba. Hubo un inmediato suspiro colectivo de alivio, acompaado de murmullos y comentarios expectantes. - Ay, mam! iEres estupenda! -exclam Denny, palmoteando. Bea mostr todos los dientes en una ancha sonrisa y adelant su silla. Crash pareci salir de su letargia habitual y, despus de lanzar una rpida ojeada a Moco por si tena algo que objetar, exclam llena de euforia: - Ay, s! iMagnfico! Janet, cuyo vientre ya empezaba a dar muestras de los progresos de su embarazo, se arrellan en el asiento y empez a hacer punto. Su presencia sirvi de tema para una discusin sobre el embarazo, la maternidad y las responsabilidades consiguientes. Durante un rato, la cosa pareci ir por caminos positivos, hasta que Moco se removi en su asiento, hizo una mueca y resopl: - iBah! A quin le importan los cros! Hay que darles de comer, cambiarles los paales y toda esa basura. Cmo puede una divertirse teniendo que cargar todo el da con uno de esos mocosos que no paran de llorar y todo lo enredan? Janet interrumpi sbitamente su labor, aunque sin alzar la mirada. Barbara se sinti abrumada por una sensacin de inutilidad. Moco era una verdadera potencia negativa y destructora; resultaba muy nociva para las dems. - Nadie te obliga a tener hijos -observ con nfasis-. Lo que digo es que si los tienes, o vas a tenerlos, debes darles una oportunidad. Debes asegurarte de que no cometen los mismos errores en que caisteis vosotras, o cayeron vuestros padres. Necesitan sentir que se les ama y se les necesita... - Una mierda! -intervino Josie, con desprecio-. Eso no es lo que haca mi vieja. Siempre deca que yo no serva para nada, ms que para... - Nadie te obligaba a creerlo -la interrumpi Barbara apretando los puos-. No debes creer a quien te diga que no sirves para nada. - Aunque sea tu propia madre? -terci Ria con sarcasmo. - No debes creer eso jams -insisti Barbara como si quisiera sacudirlas, meterles a la fuerza un poco de sentido comn en las cabezas-. Fijaos bien y veris que la mayora de vosotras estis aqu por cosas que ni siquiera son delitos: hacer novillos, escaparse de casa... - Que nos dejen salir, entonces -la desafi Ria, ponindose en pie de un salto. - iQu ms quisiera yo! -exclam Barbara con una expresin de rabia y angustia en su rostro-. Pero, a dnde? Para qu? Decidme una meta. Fijaos vosotras mismas una meta. Se volvi para mirar a Chris, que durante toda la discusin haba permanecido rgida y distante, como si viviera en otro mundo. - Chris dice que quiere ser azafata -declar Barbara con los ojos brillantes, buscando provocar una respuesta-. Eso es una meta, por ejemplo. - iEh, mam! A m me gustara ser domadora de leones -dijo Josie ponindose en pie y haciendo restallar un imaginario ltigo con un amplio gesto de su brazo derecho. Su desplante fue recibido con una discreta carcajada. Moco se reclin de espaldas contra el piano y dijo, mirando a travs de la ventana: - A m me gustara montar a caballo y galopar lejos... , muy lejos... - Hasta llegar a Tahit, con sus bellas nativas -propuso Bea irnicamente. Ni siquiera el temor a las iras de Moco pudo evitar una explosin general de hilaridad. Las cosas no estaban saliendo exactamente como Barbara haba planeado, pero al menos haba logrado hacerlas reaccionar. El estmulo al menos haba puesto en marcha su imaginacin. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 30

Chris, que se hallaba justo al borde del campo visual de Barbara, hacia la derecha segn se miraba a la clase, se incorpor entonces como hipnotizada, con una expresin ausente en sus ojos velados. Nadie pareci darse cuenta. - Muy bien -estaba diciendo Barbara-. Qu ms? A quin le gustara ser maestra? Estaba tan ocupada procurando animar el dilogo que no repar en el ruido de la silla de Chris cuando sta se puso en pie. Como una sonmbula, Chris se encamin despacio hacia la puerta. La clase inici un ibucheo en respuesta a la sugerencia de Barbara. - A quin puede interesarle una cosa tan aburrida! -jade Bea. Al mirar a su alrededor en busca de muestras de aprobacin, observ que Chris se acercaba a la puerta, por lo que se levant apuntndola con el dedo y alzando la voz para dominar el clamor general: - Oye, t! -grit-, A dnde va sa? Barbara se volvi con una sbita mueca de alarma y aprensin en el rostro. - Qu ests haciendo, Chris? -pregunt. En vez de responder, Chris vacil un segundo en el umbral, temblando. Luego, como si hubiese tirado de ella una cuerda invisible, abri la puerta y sali. - iChris! -grit Barbara-. i Por el amor de Dios! A dnde vas? Lo mismo pudo dirigirse a un robot. Pues, sin dar muestras de haber odo ni una sola palabra, Chris apret el paso y sigui andando, con decisin ahora, cada vez ms lejos del edificio. Automticamente, Barbara se llev la derecha al transmisor-receptor y sali corriendo detrs de Chrs. Sorprendidas por este imprevisto desarrollo de los acontecimientos, las dems chicas se pusieron en pie, derribando sillas con las prisas, y salieron en seguimiento de Barbara formando un grupo excitado, adivinando el oculto dramatismo que siempre acompaa a un incidente sbito. - Pero, qu hace? -exclam Josie sin que nadie le hiciera caso. Chris aceler su paso cuando vio que Barbara sala tras ella. Su corazn lata con fuerza y senta el pulso en las sienes, mientras fijaba la mirada en la lejana valla de la escuela. - iChris! -la llam Barbara, echndose a correr hasta alcanzarla. La tom del brazo, pero Chris se solt de un tirn v se revolvi como una fiera. - No quiero quedarme aqu! -grit. Y sus ojos estaban llenos de lgrimas. Abri la boca como si fuese a aadir algo ms, pero no pudo pronunciar palabra. Tragando saliva, se volvi y reanud su marcha hacia la valla, ms de prisa y ms decidida que antes. Barbara trat de retenerla nuevamente. - iEste no es el modo de salir de aqu, Chris! -grit-. iChris! Slo conseguirs empeorar las cosas. Hblame, por favor. Ouizs yo pueda... La voz se le quebr de sorpresa al ver que Chris echaba a correr. Rehacindose, grit: - iPor favor! iTe ests haciendo dao a ti misma! Y se lanz a perseguirla. Pero Chris corra ms, con los cabellos al viento y llorando tanto que las lgrimas le nublaban la vista hacindola tropezar mientras se aproximaba a la valla. Las dems chicas, reunidas alrededor de la puerta o corriendo detrs de Barbara, rompieron de sbito en gritos y aclamaciones de nimo. Era como si se hubieran convertido en hinchas de un equipo en un partido de rugby, animando a su jugador favorito mientras ste corra hacia la lnea de meta para marcar unos puntos. - Corre, Chris! Corre! -chill Josie, con la voz embargada de emocin. - Corre! -gritaba Ria-. Corre! El grueso y normalmente inexpresivo rostro de Crash estaba enrojecido de nerviosismo y admiracin. - Mira t... ! -jade. Abandonando toda esperanza de recurrir a razonamientos, Barbara corri tan de prisa como pudo, gritando y moviendo frenticamente los brazos. Pero Chris le llevaba demasiada ventaja. Chris recorri a grandes zancadas el pedregal polvoriento, tierra de nadie junto a la valla de la escuela, notando que le faltaba el aliento. El aire seco y el polvo ardiente le quemaban la garganta, hacindola toser y ahogarse mientras corra de frente hacia la valla. Las lgrimas seguan nublndole los ojos, pero en su mente haba un solo pensamiento: la valla... , he de alcanzarla... , tengo que salir de aqu... http://www.palimpalem.com/2/jiddu 31

Como cado del cielo por accin de alguna gigantesca mquina invisible, apareci un automvil procedente del edificio administrativo. - iChris! -grit Barbara llorando a su vez-. iNo lo hagas! No lo hagas! Las chicas que fiabn corrido en seguimiento de Barbara estaban embriagadas por la excitacin de la caza. La primera de todas era Moco, que sonrea salvajemente. Josie corra como una gran liebre; luego, detenindose y haciendo bocina con las manos, grit: - iPor abajo! iNo intentes saltar la valla! - iHay un agujero en la valla al lado del campo de ftbol! -grit Ria, sealando frenticamente con el dedo-. All, all! Corre! Pero ya el coche haba llegado a la altura de Barbara y reduca ligeramente la marcha. Barbara reconoci a la conductora, que era Elaine Ferraro, monitor deportivo de la escuela. Barbara seal la valla; Elaine asinti y el coche gan velocidad, levantando una nube de polvo. Totalmente ajena a lo que ocurra a sus espaldas, y pensando nicamente en alcanzar la valla, Chris corra llorando y jadeando, mientras las lgrimas abran surcos en el polvo que le cubra la cara. Su objetivo ya estaba cerca, a pocos metros, casi a su alcance. Le dolan todos los msculos del cuerpo, pero no dej de correr, sin observar a un hombre en traje azul de faena que se aproximaba corriendo por la izquierda, a lo largo de la valla. Tan ajena estaba a todo lo que no fuese su propsito, que tampoco oy acercarse el automvil por la derecha, y que en aquellos momentos frenaba levantando otra nube de polvo pardo. Elaine se ape a toda prisa y corri hacia Chris, quien haba llegado ya a la valla; con una fuerza que le naca de su propia desesperacin, la nia se aferr a la gruesa tela metlica y empez a escalarla, sacudida por los sollozos al mismo tiempo. El hombre del mono azul lleg a tiempo de sujetarla por el pie izquierdo, pero ella se solt de un tirn, con un grito de angustia casi animal, y sigui trepando. El hombre profiri una maldicin y se puso a trepar a su vez. Elaine Ferraro haba llegado tambin hasta la valla y se puso a saltar con los brazos levantados, tratando de cogerle un pie a Chris, pero no acert. - Christine! -grit severamente. - Vamos! Baja en seguida! -gritaba el hombre rodendole la cintura con un brazo, pero ella se retorci y escap sin dejar de trepar. Oy los gritos de las chicas animndola, instndole a salvar el obstculo. Ya estaba casi arriba. Impulsivamente, alarg ambas manos y agarr el alambre de espinos, que le desgarr cruelmente las palmas de las manos. Sinti un fuerte dolor y not que le corra la sangre por los antebrazos, mas no solt presa, sollozando de un modo convulsivo, mientras las puntas del alambre se clavaban an ms en sus tiernas carnes. Despreciando el dolor, levant una pierna para saltar al otro lado. En ese instante, el hombre le sujet el otro tobillo con una llave de lucha. Chris intent sacudrselo pero, debilitada por la carrera y por el dolor, no pudo con l. Una mano del hombre cay sobre su hombro. - Basta -le dijo suavemente-. Hay que volver. Captulo 9 Horas despus, Chris mantena la vista torvamente fija en el suelo mientras caminaba por el fro corredor de paredes de cemento en compaa de Cynthia Porter, la directora adjunta. sta, toda eficiencia y correccin como de costumbre, con sus pantalones marrones y su blusa a juego, llevaba el inevitable transmisor-receptor al cinto como si fuese una pistola en su funda. Chris tena las manos envueltas en gruesos vendajes, y notaba las palmas embotadas y doloridas. El corazn le lata con fuerza, pues iba a enfrentarse a una situacin desconocida, pero su rostro permaneca impasible y fro, disimulando las violentas emociones que la sacudan interiormente. Se detuvieron frente a una puerta de acero ancha y de imponente aspecto, pintada de un color gris oscuro bastante siniestro. A nivel del suelo y en la parte central de la puerta haba una gruesa rejilla. Chris se pregunt distradamente por qu no la habran instalado ms arriba, para poder ver, al menos, sin necesidad de tumbarse boca abajo en el suelo como un reptil. Se sobresalt un poco al or unos pasos procedentes de la galera. Chris se volvi, adivinando que la desconocida que se acercaba era la matrona de la seccin de incomunicacin. Era una http://www.palimpalem.com/2/jiddu 32

mujer rechoncha, de rostro severo y complexin robusta, que tendra ms de cincuenta aos. Vestida con una falda negra lisa y una blusa blanca, llevaba colgando del cinturn un grueso manojo de llaves. Tena los labios delgados y plidos, y el cabello negro con mechones de canas sujeto en un apretado moo. Contempl a Chris con escaso inters. - Ten en cuenta que la incomunicacin no significa un castigo, Christine -recit Cyntia con su voz montona de magnetfono-. Permanecers aqu para reflexionar acerca de lo que has hecho y para que veas el modo de corregir tu actitud. Ya sabes que habas alcanzado el segundo grado; ahora tendrs que volver a empezar desde cero. Hizo una pausa para dar tiempo a que aquellas palabras surtieran su efecto; luego, con tono paternalista, agreg: - Pinsalo, Christine. Cuando podamos apreciar un mejoramiento en tu actitud, regresars a tu dormitorio. Queda claro? Chris no replic. Qu importaba lo que ella pudiera decir?, pens. Evidentemente, Cynthia tampoco esperaba una respuesta; en todo caso no le dej tiempo para responder. Sin ms palabras, la directora adjunta gir sobre sus talones y anduvo con rapidez hasta la salida del corredor, con fro aire de profesionalidad. Chris la sigui con la mirada hasta que abri la puerta, sali y desapareci. La matrona alarg la mano para tocar la cabeza de Chris, y empez a hurgar entre, el cabello. Chris se encogi y volvi el rostro. - No llevas pasadores para el cabello? -pregunt la mujer sin dejar de registrar. Chris guard silencio, y la matrona, dndose, por satisfecha al no hallar nada, descorri el cerrojo, abri la puerta y le hizo un gesto a Chris para indicarle que entrase. Al otro lado de la puerta se vea una pequea celda cuadrada con paredes de cemento y un ventanuco enrejado a la altura de los ojos. No haba muebles, sino un colchn gris, delgado y sucio, en medio del suelo. Se vea tambin una jarra de plstico capaz para un litro de agua, con la correspondiente taza de plstico, as como un antiguo y rajado orinal de loza que pareca haber sido rescatado de algn viejo campamento minero de los tiempos heroicos. Chris nunca haba visto nada semejante y frunci un poco el ceo, aunque sin decir palabra. La matrona mene la cabeza y dijo secamente: - A algunas no les gusta el orinal y se ensucian en el suelo. Entonces les obligo a limpiarlo. A otras no les gusta el colchn, conque se lo quito y duermen en el suelo. Se volvi para salir, pero al llegar a la puerta an se detuvo para agregar: - Siempre digo lo mismo: no nos importa si no te gusta. No te figures que eres algo especial. Dichas estas palabras, cogi la puerta y la cerr, produciendo un sonoro estampido que sobresalt a Chris. Seguidamente pas el cerrojo. Con el corazn angustiado y sintiendo la desesperacin ya indisolublemente unida a su personalidad, Chris permaneci inmvil oyendo alejarse los pasos de la matrona, as como el portazo con que cerr al otro extremo del corredor. Con una vaga curiosidad indiferente pase los ojos por la celda. Las paredes estaban llenas de garabatos. El primero que llam la atencin de Chris fue la palabra AMOR escrita con grandes maysculas desiguales. Amor, se repiti conteniendo un sollozo. Qu sabran de eso aquellas personas? Luego ley otra inscripcin: Beber, fumar, joder y luego reventar, proclamaba. Sigui leyendo: Mara y Raymond. Quines seran?, se pregunt. Este sitio es una mierda, anunciaba otro. Chris sonri sin ganas. Muy cierto, pens. Otro letrero deca: Los empleados de esta escuela son unos cretinos. La mayora, convino ella. Bien idiotas tenan que ser para trabajar en un lugar semejante. Se acerc lentamente a la ventana y apoy su derecha vendada sobre la tela metlica que haban clavado por dentro. A qu viene esto?, se pregunt distradamente. Acaso no bastaban los barrotes por fuera? Mirando hacia fuera, vio la faja de terreno rido y polvoriento detrs de la cual se alzaba la valla coronada de alambre de pas. Era horrible, y la hizo estremecerse. Se apart y empez a pasear arriba y abajo como un animal enjaulado. Al pensar en ello se detuvo v se dej caer sobre el colchn, agotada, con la espalda contra la pared y las rodillas levantadas hasta el pecho. Sinti ganas de llorar, pero las lgrimas no acudieron. Se pregunt si le quedara alguna. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 33

De sbito, una oleada de rabia y de frustracin brot de su interior derribando su apata. Golpeando furiosamente el colchn con los puos, sin reparar en que estaba hacindose dao, alz el rostro al techo y exclam: - Por qu yo? Por qu yo? -repiti con voz ronca. Luego se acurruc adoptando la postura fetal, y cerr los ojos. Con un poco de suerte conseguira dormir... , y con mucfia suerte, pens, a lo mejor no volva a despertar jams. Captulo 10 Chris despert sobresaltada. Haba dormido tan profundamente que se qued desorientada durante un par de segundos, sin recordar dnde estaba. Luego, cuando poco a poco la dura realidad de su situacin se abri paso hasta su conciencia, experiment desesperacin, soledad y rabia, todo al mismo tiempo. No slo le dolan las heridas de las manos, sino asimismo todos los msculos de su cuerpo, al haber dormido sobre el incmodo colchn. Contemplando las paredes llenas de garabatos de su celda, se puso en pie con un esfuerzo de voluntad y empez a pasear dando vueltas, contando las grietas del piso mientras lo haca. Entonces distrajo su tencin el ruido de una puerta al abrirse. Alguien haba entrado en el corredor. Se qued inmvil, escuchando; los pasos se acercaban. Ella retrocedi hasta apoyar la espalda en la pared ms alejada de la puerta, y lade un poco la cabeza cuando los pasos cesaron justo delante de su calabozo. - Chris -dijo una voz conocida al otro lado de la puerta-. Soy yo. Barbara. El primer impulso de Chris fue el de precipitarse hacia delante, pero se contuvo en seguida y guard silencio. - Chris -repiti Barbara-. Tengo muy pocos minutos. S que ests ah y puedes orme. En vez de responder, Chris reanud sus paseos, preguntndose qu iba a decir Barbara luego. Se trataba de algn truco? Volvera a hacer promesas que no era capaz de cumplir? - Oye, Chris. Ya sabes que no est permitido entrar -continu Barbara con una nota de splica en la voz-, pero al menos podemos hablar. Chris dud un momento, y luego se acerc lentamente a la puerta para quedarse inmvil, mirando hacia la rejilla que tena a sus pies. Barbara hizo otra tentativa. - Por favor, Chris -rog-. Quiero ayudarte. Hblame, Chris. -Hizo una pausa-. Quiero escucharte; quiero ayudar. Chris permaneca rgida como una estatua, mirando la rejilla con intensidad. Lo dice de verdad? -se preguntaba-. Le importo de veras? Realmente desea escuchar lo que yo pueda decirle? - Si quieres, volver cuando tengas ganas de hablar -continu Barbara-. Creme, Chris. Deseo sinceramente ayudarte. Chris hizo un ademn en direccin a la puerta, pero resistindose a hablar todava. Barbara emiti un fuerte suspiro. - Hasta luego -dijo-. Volver ms tarde. - Hasta luego -murmur Chris. En cierto sentido, deseaba hablar con Barbara. Pero no estaba segura. Se atrevera a hacerlo? Necesitaba hablar con alguien, pero la terrible duda que la roa no dejaba de insinuarse en todos sus pensamientos, como una fuerza irresistible e invisible. Pensaba alguien en ella de verdad? Sinti una aguda y repentina punzada de arrepentimiento mientras los pasos de Barbara se alejaban por el corredor. Tal vez deb decirle alguna cosa, pens Chris. Y si se haba enfadado? Entonces, la voz interior le susurr: No importa; si es verdaderamente sincera, volver. Otra vez sola, Chris reanud sus paseos. Incomunicacin. Conoca el significado de esa palabra, la haba odo algunas veces, pero nunca se haba puesto a reflexionar sobre ello, ya que jams le fue necesario. Ahora, en cambio, le sobraba tiempo para darse cuenta, y se estremeci al comprobar la gravedad de su situacin.

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Estaba sola, completamente sola; lejos del calor de un rostro amigo y de una voz amiga; sin nadie con quien hablar, nadie para abrazarla si lloraba. Estaba aislada de toda la humanidad. Con un hondo y doloroso suspiro, regres a la ventana, poniendo las manos vendadas sobre la tela metlica. Contempl con tristeza el crepsculo. All lejos, sobre el horizonte, la diminuta silueta de un avin a reaccin cruzaba el cielo, dejando una larga estela blanca que los ltimos rayos del sol hacan brillar. Chris experiment una punzada de nostalgia. A dnde ira? Cerr los ojos y trat de representarse el interior de la gran aeronave plateada. Ojal pudiera estar all en vez de ser como un pjaro enjaulado. Abri de nuevo los ojos. El avin haba desaparecido y slo quedaba el trazo de vapor para dar fe de su existencia, comenzando a disolverse ya lentamente. Chris mir el colchn. Aun hallndolo escasamente confortable, se dej caer sobre l tumbndose cuan larga era. Quiso hacer almohada con las manos, pero le result incmodo al llevarlas vendadas. El peso de la cabeza pareca reavivar el dolor de las heridas. Luego dej caer los brazos a lo largo de los costados, con las palmas de las manos hacia arriba. As resultaba un poco ms soportable. Clav la mirada en el techo y empez a preguntarse cunto tiempo tendra que permanecer en incomunicacin. Sin darse cuenta, Chris se adormeci de nuevo. Se vio en un avin, sentada junto a la ventanilla, contemplando una algodonoso extensin de nubes. Estaba sola. De repente, el avin empezaba a entrar en picado y caa, caa, caa a travs del espacio. Entonces el avin desapareci y ella sigui cayendo, dando vueltas sobre s misma y cortndosele la respiracin. El viento le silbaba en los odos. Luego hubo un fuerte golpe metlico y slo se dio cuenta de que estaba sentada sobre su colchn, muy erguida y con la frente baada de un sudor fro. A travs de los barrotes de la ventana se colaba el plido resplandor de la luna; cuando sus ojos se acostumbraron a la semioscuridad, vio que haban puesto una bandeja pequea en el suelo, al lado de la rejilla. He debido soar, se dijo. El ruido metlico debi hacerlo la matrona al abrir la rejilla para introducir la cena. Chris se levant para ver lo que haba en la bandeja. Hall un tazn pequeo de sopa aguada, una chuleta de cerdo quemada, un montoncito de habichuelas, otro de pur de patatas, y un cartn de leche. Era la comida menos apetitosa que haba visto nunca, pero al menos significaba una ocasin de distraerse, algo en que fijar la atencin. Levantando torpemente la bandeja con sus manos heridas, regres al colchn y se sent al borde del mismo, con las piernas cruzadas. Aunque la cena no pareca muy prometedora, decidi hacer un esfuerzo y comrsela. Con una mueca de disgusto al ver los cubiertos de plstico, dud dndose cuenta de que los vendajes la estorbaran bastante. Comenz por la sopa, cogiendo el tazn con ambas manos para llevrselo a los labios. Estaba medio fra y demasiado salada, por lo que volvi a dejarla sobre la bandeja. Cogiendo con dificultad el tenedor, revolvi el pur de patatas. Un solo bcado le bast. Luego prob las habichuelas; estaban demasiado hervidas y resultaban inspidas. Chris frunci el ceo, molesta. La chuleta de cerdo estaba dura como una suela de zapato; aun siendo parcialmente comestible, la dej a los pocos bocados. Consider que lo nico que no habran logrado estropear deba ser la leche, conque abri el cartn con alguna dificultad y la prob, notando con alivio que estaba buena. Se la bebi despacio, saborendola gota a gota. Devolviendo el cartn vaco y los cubiertos de plstico a la bandeja, Chris se puso en pie. Se le haba dormido la pierna izquierda, por lo que pis varias veces con fuerza sobre el suelo de cemento hasta que, despus de muchas cosquillas, volvi a la normalidad. Acerc la bandeja a la rejilla de la puerta, le sac la lengua impulsivamente y reanud sus paseos. Despus de varias das y venidas por la celda le acudi a la memoria una musiquilla conocida: Alone Again, Naturally. Distrada, empez a canturrear en voz baja, pensando lo oportuna que resultaba. Pero en seguida se cans y volvi a tenderse sobre el colchn, tratando de hallar una postura cmoda. El dolor de las manos haba cedido un poco, pero las agujetas continuaban en un brazo y una pierna, cosa que la oblig a dar muchas vueltas hasta que por fin encontr una postura medianamente cmoda echada sobre el lado izquierdo.

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No haba nada que hacer, sino tratar de dormirse otra vez. Se pregunt qu estara haciendo Janet. Josie y Ra seguramente miraban la televisin. De sbito, irrumpi en su mente el recuerdo de la sonrisa falsamente dulzona de Denny, y sinti una momentnea angustia en la boca del estmago. Al menos, all dentro no podran hacerle dao. Se tendi y record las muchas pelculas de dibujos que haba visto en que los personajes, cuando no lograban conciliar el sueo, se ponan a contar ovejas. Aunque siempre le haba parecido una tontera, esta vez lo intent. Pero no le sirvi de nada. Empez a escuchar los latidos de su propio corazn; le parecieron tan fuertes que apenas daba crdito a sus odos. A lo lejos se oy el ladrido de un perro. Chris crey que no volvera a dormirse nunca. Mas, a medida que iba pensando en una cosa y en otra, poco a poco y sin darse cuenta fue vencindola una especie de sopor, hasta que se qued dormida sin enterarse. La maana siguiente, poco despus del desayuno, Chris oy, descorrer el cerrojo de la puerta. Ella estaba mirando por la ventana, y el ruido la hizo volverse con aprensin. Era la matrona de la seccin de incomunicacin, con su falda negra, su grueso manojo de llaves y su perpetuo ceo. - Arriba -dijo la mujer en tono aburrido-. Es hora de hacer ejercicio. - A dnde vamos? -pregunt Chris. - No preguntes -la ataj la matrona-. Limtate a seguirme. La mujer condujo a Chris por el corredor, la puerta, la galera y una escalera metlica hasta un patio rectangular con piso de asfalto y rodeado de paredes de ladrillo por todas partes. All no haba nada, ni un matojo, ni un banco para sentarse. Nada. - Qu quiere que haga? -pregunt Chris frunciendo un poco el ceo. La matrona se encogi de hombros: - A m qu me importa -replic-. No te ensearon algo de gimnasia en el colegio? Pasar a recogerte dentro de una hora. Con estas palabras se volvi sin ms explicaciones y entr en el edificio, dejando que Chris se las compusiera. Ella decidi trotar dando vueltas junto a las paredes; era cuanto poda hacerse, dadas las circunstancias. Mediada la tercera vuelta se abri la puerta del edificio y apareci Barbara Clark. Chris la vio por el rabillo del ojo, pero no dej su juego. Al no saber si Chris aceptara la conversacin aquella maana, Barbara adopt una postura humorstica, diciendo en tono deliberadamente alegre: - Supongo que no estars demasiado ocupada para hablar. Alegrndose ntimamente de ver a Barbara, pero no queriendo traicionar sus sentimientos, Chris le lanz una rpida mirada por encima del hombro sin dejar de correr, y dijo: - En fin; estaba a punto de irme. Para no aparentar que estuviera persiguindola, Barbara se limit a dar un par de pasos adelante y prosigui: - Dime cmo puedo ayudarte, Chris. Como un juguete de cuerda que se detiene poco a poco, Chris redujo su carrera hasta un ritmo de paseo lento y respondi: - Scame de aqu. En aquel momento Barbara empez a caminar hacia Chris. - Lo intentar -dijo cuando estuvo cerca-. Pero antes debes ayudarme a comprenderte. Ahora estaba al lado de Chris. Descansando la mano sobre el transmisor-receptor, pregunt en tono neutro: - Por qu trataste de escapar, Chris? Ella apoy un brazo en la pared y volvi la cabeza sin responder. - Chris -insisti Barbara-, hblame, por favor. No puedo ayudarte si t no lo haces tambin. Chris se volvi, apoy la espalda contra la pared cruzando los brazos y, enfrentndose a Barbara, replic: - Por qu quieres ayudarme? Deseaba creer a Barbara, pero al mismo tiempo necesitaba que la convenciesen. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 36

Ambas se quedaron un momento mirndose fijamente, sin decir palabra. En la mirada de Chris, Barbara vio algo extrao que la llen de inquietud. Era una expresin de desafo, de beligerancia, de astucia precavida que no le conoca. As miraban las dems chicas, las que haban abandonado toda esperanza. Barbara experiment la desagradable impresin de que, si daba un solo paso en falso, si deca una sola palabra inoportuna, perdera a Chris definitivamente. Fue como estar a punto de coger la mano de alguien que estuviera hundindose en un pantano de arenas movedizas, sin saber si las fuerzas propias bastaran para salvar a la vctima. Busc las palabras adecuadas. - Por qu? -empez-. Pues por que puedo verte salir, Chris. Te veo labrndote un porvenir en libertad. Todos los das veo chicas que trabajan en tiendas, asisten a la escuela, cran a sus hijos, y me digo: sta se parece a Denny, sa podra ser Bea, aqulla podra ser Josie... -se le quebr la voz y mene la cabeza con pesimismo-. Pero seguramente no ocurrir nunca. iNunca! Chris segua impasible; an no la haba convencido. Barbara continu: - Y sabes por qu no les ocurrir nunca a ellas? -se interrumpi escrutando el rostro de Chris, mirndola a los ojos para sorprender el destello de una reaccin que, sin embargo, no se produjo. Sin achicarse, prosigui-: Porque Bea fue abandonada, y era una drogada antes de los nueve aos. Y Josie, porque fue prostituida por su propia madre. Y Denny, porque empez a ser maltratada y violentada cuando tena slo un ao. La expresin de Chris cambi ligeramente, empezando a dulcificarse. La estoy haciendo ma -pens Barbara-. Tal vez lo consiga despus de todo. Mir a Chris con gesto implorante. Confa en m, pareca decir. Insisti: - Pero podra ser diferente para ti, Chris. Puedo verte en tu avin con rumbo al Brasil. Al ver el sbito cambio de expresin de Chris, Barbara comprendi que haba tocado una cuerda sensible. La mirada de Chris ya no pareca impasible; haba excitacin en ella, y agitaba las manos sin darse cuenta. iElla tambin estaba vindose en aquel avin! Barbara sac partido de su ventaja: - Y sabes por qu puedo verte all, Chris, aprovechando todas tus oportunidades? Porque an ests sana, y porque eres inteligente -Barbara baj la voz, subrayando con deliberacin cada una de sus palabras-. Todava tienes una oportunidad, Chris. Los ojos de Chris empezaron a llenarse de lgrimas. Barbara lanz un hondo suspiro de alivio. Fue un suspiro como el que pudiera exhalar un atleta despus de un tremendo esfuerzo y de haberse visto al borde del colapso. Barbara se apoy en la pared al lado de Chris, y alz la mirada al cielo. - Algn da me gustar recibir una postal del Brasil -dijo en tono soador, mirando a Chris y con una media sonrisa en los labios-. Por eso quiero ayudarte, entiendes? Chris mir larga y fijamente a Barbara. iSi pudiera creer en ella! Por ltimo, asinti con la cabeza y dijo: - S. Esta nica palabra era todo cuanto Barbara necesitaba, la seal de que haba avanzado un paso, de que haba salvado el primer obstculo. Con una amplia sonrisa, apoy la mano sobre un hombro de Chris: - Ahora tengo que irme. Maana hablaremos ms. Chris se qued mirndola en silencio mientras se alejaba y entraba en el edificio. Casi involuntariamente, sus ojos se volvieron al cielo como si quisiera ver an ms lejos... , el Brasil... , la libertad... El resto del da se le hizo a Chris muy largo, pero de algn modo la celda de incomunicacin le pareci menos inhspita que antes. Haba entrado un rayo de esperanza que disipaba las sombras. Aunque la comida era tal mala como siempre, pudo comer; el dolor de las manos disminuy y las agujetas le parecieron ms tolerables. An estaba amargada y frustrada; segua sin aceptar el hecho de que sus padres hubieran consentido en que fuese encerrada en semejante lugar. Ms an, haban sido ellos, de hecho, quienes la enviaron all. Se daba http://www.palimpalem.com/2/jiddu 37

cuenta de que, por mal que anduviesen los asuntos en su casa, no poda compararse en modo alguno con aquella crcel tan escasamente disfrazada de escuela. En los colegios de verdad, la dejaban a una regresar a casa por la noche; la vida no estaba reglamentada a toque de silbato; no la encerraban a una en una celda obligndola a dormir en un colchn puesto sobre un fro piso de cemento. Chris se puso a pensar en las cosas que Barbara le haba dicho... , en lo que dijo de las dems chicas. Trat de imaginar qu clase de vida haba sido la de Josie, Denny y Bea antes de ingresar all. Si ella, cuando viva en'casa de sus padres, hubiera tenido la ocurrencia de mencionar las drogas, slo mencionarlas, su padre le habra calentado la cara... Y su madre... , s, tal vez se emborrachaba a escondidas, pero nunca se le habra ocurrido infligirle los ultrajes que Josie haba tendo que aguantarle a la suya. Aquella noche Chris se durmi con ms facilidad, mientras reflexionaba acerca de las palabras de Barbara. A lo mejor haba hablado con sinceridad. A lo mejor crea verdaderamente que Chris tena oportunidades de salir, volar al Brasil, ver mundo, sacar partido de su vida. A lo mejor... A la maana siguiente, Chris incluso se alegr cuando apareci la matrona para sacarla al patio de gimnasia. Aun negndose a admitirlo, tuvo una gran decepcin cuando Barbara no sali a verla, y trat de olvidarlo dando vueltas y ms vueltas a toda velocidad, hasta quedar agotada de fatiga. De vuelta a la celda, las emociones de Chris alcanzaron el punto de ebullicin. Estaba llena de decepcin, pero gracias al cansancio fsico pudo refugiarse en el sueo la mayor parte del da. Cuando la despertaron para cenar estaba tan triste que apenas pudo probar bocado, Qu le haba pasado a Barbara? Por qu no haba venido? Todas aquellas cosas que dijo, las pensaba de verdad, o haban sido nicamente otro truco para convencerla de que se portase bien y de que fuese una buena nia? Chris se apoy en la pared con el ceo fruncido y contempl la ventana de la celda. Anocheca, pero an no haba salido la luna y la creciente oscuridad se haca sentir como un peso. De sbito, oy abrir y cerrar la puerta al otro extremo del corredor, y luego unos pasos que se acercaban. Se movi hacia delante llena de esperanza y se acurruc junto a la rejilla en la parte inferior de la puerta. El ruido de pasos se hizo ms intenso. Le lata el corazn con fuerza. iQuin sabe!, pens. Sujet los barrotes de la reja y trat de mirar, conteniendo la respiracin con la esperanza de no verse defraudada. Record que cuando era nia y esperaba una sorpresa, sola cerrar los ojos para no abrirlos hasta que llegase el momento. Lo hizo entonces, impulsivamente, y cuando volvi a abrirlos pudo ver que Barbara se haba sentado en el suelo del pasillo, frente a la puerta, inclinando la cabeza para mirar a travs de la reja. - Chris -la llam Barbara en voz baja, casi en un susurro. - S -contest con vacilacin. - An no se puede entrar -explic Barbara-, pero pens que tal vez podramos hablar un rato. Chris se sent con las piernas cruzadas acercndose a la reja cuanto le fue posible. De momento no dijo nada, pues no saba bien cmo empezar. Luego coment: - Yo en tu lugar no trabajara aqu. Barbara se meti la mano derecha en un bolsillo y sac un manojo de llaves. Las contempl con gesto expresivo, las hizo resonar y explic: - Tengo las llaves, Chris. Puedo irme cuando quiera. Por eso mismo me quedo. Chris frunci el ceo: - Bueno, pues yo no me quedara. - Y a dnde ras? - A casa -dijo Chris en voz baja, cargada de emocin. - Tienes suerte -dijo Barbara-. Muchas personas ni siquiera tienen casa a donde ir. - Yo s -dijo Chris, pero son como si tratase de convencerse a s misma. Barbara se incorpor y se acerc ms a la puerta, con gesto de contrariedad por no poder mirar a Chris a la cara.

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- Ests segura de que no volveras a escaparte? -dijo como buscando una confirmacin a su pregunta. Aunque Barbara no poda verla, Chris asinti con la cabeza. - Ahora estoy segura -dijo con tranquila firmeza, y despus de una breve pausa aadi-: Despus de haber pasado por aqu... Se le llenaron los ojos de lgrimas, y stas resbalaron por sus mejillas. Procurando que no se le quebrase la voz, agreg: - Siempre tendr presente que, si me escapo, tendra que volver aqu, no? - En efecto -respondi Barbara sin vacilar, sintiendo renacer la esperanza. - Por eso estoy segura -continu Chris-. Ya me guardar yo. Barbara estaba casi convencida de que haba logrado su objetivo, pero deseaba asegurarse bien. Necesitaba asegurarse. Con deliberada indiferencia, pregunt: - Y tus padres? - Qu pasa con mis padres? -replic Chris, limpindose la mejilla. - Ellos te enviaron aqu, ya sabes. Chris ahog un sollozo: - Lo s. Pero ahora sera diferente. - Por qu? -insisti Barbara. Chris busc las palabras adecuadas, con la voz ahogada por la emocin. Apret los puos en su regazo, sin hacer caso del dolor. Era mucho peor estar aislada y tener que reprimirse; el alivio tan esperado hizo que olvidase todas las dems sensaciones. - Me aplicar ms -susurr- y lograr que lo comprendan. - Cmo? Qu les diras? Qu diras si tu mam estuviese aqu ahora mismo? Chris alz la mirada sin poder evitar las lgrimas que ahora corran libremente. - Le dira: Mam, no puedo volver a ese sitio. Quiero estar contigo -se le quebr la voz-. Te prometo ser buena y no molestar a pap y ayudarte en las faenas. - Y qu dira ella? -pregunt Barbara, a punto de llorar ella tambin. - Ella dira: Obedece a pap y no hagas que se enfade, y no vengas con problemas a la hora de las comidas. -Chris rompi a sollozar desconsoladamente y trag saliva varias veces antes de poder continuar-: Ella me abrazara y dira: Todo ir bien ahora, Chrissie, y yo le contara... , le contara lo que me ha pasado. Barbara apoy los codos en el suelo y apret el rostro, tenso de emocin, contra la reja. - Qu ha ocurrido, Chris? -implor-. Qu ha sido eso tan terrible que te ha pasado? Cuntamelo, Chris. Atormentada por los sollozos, Chris murmur muy bajo, ahogndose: - Lo que hicieron conmigo. Barbara aplast los nudillos sobre los barrotes. - Quin, Chris? Qu fue lo que hicieron? - Le contara lo de Johnny -llor Chris. - Por favor, Chris! Dime lo que ocurri! -suplic Barbara con los ojos brillantes de llanto. - Mam! -grit Chris llena de angustia, echndose al suelo y cogiendo los barrotes-. iMam! -solloz-. iMe sujetaron! iMe hicieron mucho dao! Entonces, con una explosin final de alivio, todos los diques se rompieron y, en medio de sus lgrimas, Chris desahog todo el horror de aquella noche en el cuarto de las duchas. Captulo 11 Por fin lleg el da en que Chris sali de la incomunicacin. Al paso de las semanas result evidente que se haba operado en ella un cambio, aunque cada cual lo interpretaba a su manera. Para las chicas, haba adquirido cierta categora; la respetaban por su audaz intento de fuga. No volvi a ser molestada, ni siquiera por Moco o Jax. Sobre todo llamaba la atencin el hecho de que aceptasen su mayor aplicacin en las clases de Barbara. Si bien Chris comprenda la necesidad de ser aceptada por sus iguales, la idea que predominaba en su mente era la de salir de la escuela para no volver. No olvidaba ni por un instante que estaba http://www.palimpalem.com/2/jiddu 39

siendo observada por el personal, y procuraba quedar bien evitando al mismo tiempo rivalidades con sus compaeras. Haba adoptado una especie de formalidad prematura, en parte por las dolorosas experiencias sufridas, y en parte debido a su firme determinacin de salir en libertad. Haba adquirido mucha agudeza y una especie de sexto sentido para adivinar de qu lado poda venirle un peligro. Se fij una fecha para la entrevista personal de Chris con el cuadro de tutores, quienes deban determinar la conveniencia y el grado de preparacin psicolgica para ser autorizada a pasar unos das de prueba bajo la tutela de sus padres. La reunin se program para un Viernes por la tarde, inmediatamente despus de la comida. Se le orden a Chris que se presentase a las dos en punto. Llena de esperanza, se encamin directamente a su habitacin despus de comer y se puso las mejores ropas que tena. Luego se cepill el cabello hasta sacarle reflejos. Deseaba causar buena impresin y que todo discurriese de un modo perfecto. No haba nadie en los dormitorios, a excepcin de Janet, que se haba encontrado mal aquel da. Chris sinti alivio; no tena ganas de charlar con nadie, pues estaba demasiado nerviosa. Por suerte, Janet dorma, con sus largos cabellos negros desparramados alrededor de los hombros. Su vientre ya muy dilatado suba y bajaba al ritmo de su respiracin. Chris se pas el cepillo por el pelo por ltima vez y consult el despertador que estaba sobre la mesita. Faltaban cinco minutos pero, deseando evitar todo retraso, sali de la habitacin andando de puntillas para no despertar a Janet y se encamin poco a poco hacia la sala de reunin, que estaba al final de la galera. La puerta estaba cerrada y la galera se le antoj extraamente silenciosa sin la habitual presencia de las chicas, con sus voces animando los corredores en combinacin con los dilogos de la TV y el rtmico batir de la msica rock. Chris comprendi que an no haban pasado los cinco minutos, y se qued dudando delante de la puerta. No quera entrar con demasiada anticipacin, no porque temiese descubrir su desesperada necesidad de salir de all, sino porque le pareca que una entrada precipitada podra ser considerada como una intrusin, y tener un efecto negativo sobre la decisin de la junta. Cuando dicen a las dos, quieren decir a las dos, pens. All todo funcionaba a toque de reloj, y la que se adelantaba o retrasaba perda puntos. Y Chris estaba determinada a no cometer ninguna equivocacin aquel da. Contemplando la puerta con nerviosismo, pues haba perdido ya la nocin de la hora, Chris se volvi impulsivamente y regres corriendo a su habitacin para volver a consultar el despertador. Faltaban dos minutos para la hora. Consider que podra ir contando los segundos por el camino, y despus de salir de puntillas reemprendi el recorrido del pasillo y la galera mientras contaba mentalmente. Caray! -pens-. Una nunca se figura lo largo que puede resultar un segundo, hasta que empiezas a contarlos. An no haba llegado hasta sesenta cuando se vio de nuevo delante de la puerta, por lo que se qued all contando impacientemente con los dedos. Se le ocurri que quizs habra sido mejor contar hacia atrs, como en la cuenta atrs para el lanzamiento de un cohete. Cuando le pareci que eran exactamente las dos, respir hondo, dio un paso adelante y llam a la puerta con los nudillos. - Adelante! -se oy una voz al otro lado. Abriendo la puerta despacio, pas y cerr a sus espaldas para luego lanzar una ojeada a su alrededor. All, sentados alrededor de una mesa, estaban los miembros del tribunal en cuyas manos descansaba su destino inmediato. Presida la mesa la directora adjunta, Cynthia Porter. A su lado estaba Barbara Clark y luego Emma Lasko, la celadora de los dormitorios; al otro extremo de la mesa vio a Elaine Ferraro, la monitora que haba estado presente el da de su intento de fuga. Frente a Barbara y Emma Lasko haba una silla libre. Cynthia exhibi su postiza sonrisa y su expresin de vamos al grano, indicndole la silla vaca. - Sintate, Christine -dijo-. Vamos a empezar en seguida. Chris vacil un instante y luego ocup la silla inclinndose hacia delante con intencin de apoyar los brazos sobre la mesa. Pero luego, pensando que tal vez no gustara tanta http://www.palimpalem.com/2/jiddu 40

familiaridad, puso las manos en el regazo y adopt una postura rgida. Oje disimuladamente los rostros de quienes la rodeaban, con sus miradas fijas en ella. Barbara estaba seria, pero Chris not en seguida una corriente de simpata. Cynthia y Elaine no exteriorizaban emocin alguna; en cambio la mirada de Lasko traicionaba una ligera hostilidad. - Bien -dijo Cynthia jovialmente-. Manos a la obra! Luego, volvindose hacia Laskol prosigui: - T eres la celadora, Emma. Quieres ser la primera en darnos tu opinin? Lasko se toc el peinado, lo pens un momento y luego dijo, condescendiente: - Bien. La nia hace su trabajo, me parece., y ha respetado las normas. Cynthia se volvi al otro lado de la mesa: - Elaine? La aludida asinti con la cabeza. - Suele participar en los juegos. En realidad no tiene afn de competir, pero eso le pasa a la mayora. Al fin y al cabo, hace poco que sali de incomunicacin. Cynthia frunci el ceo mientras manoseaba un lpiz, diciendo: - En efecto, despus de un intento de fuga lo habitual es cancelar todas las visitas familiares hasta que... - Lo sabemos, lo sabemos -la interrumpi Barbara con impaciencia-. Pero sa no fue una fuga planeada. Fue una reaccin emocional por lo ocurrido. - No existen pruebas de que ocurriese nada -internivo Lasko, ofendida. - Cre que ya habamos discutido eso -dijo Barbara con nfasis. Lasko mir fijamente a Chris: - Por qu no me hablaste a m acerca de ese asunto de Johnny? -pregunt acusadoramente. Chris abri mucho los ojos, sintiendo que se le formaba un nudo en el estmago. No saba cmo contestar aquello, pues no haba previsto que saliese a relucir. Sonrojndose, baj la mirada. Alarmada por la reaccin de Chris y viendo que se dejaba intimidar por la celadora, Barbara intervino con energa: - No habamos quedado en no mencionar este asunto en presencia de Chris? -dijo en tono cortante. - Lo siento -se puso a la defensiva Lasko-, lo siento de veras, si ocurri... , pero es que las chicas lo negaron. - Pues, qu esperabas? -replic Barbara-. Que firmasen una declaracin por escrito? Lasko pareci verdaderamente contrita: - No puedo permitir que se le haga dao a una de mis chicas -dijo-. Es lo primero para m. Notando la tensin y procurando conciliar los nimos, Cynthia recurri de nuevo a su lpiz y empez a darle vueltas. - En fin, Emma -intervino apaciguadoramente-. Ya nos hacemos cargo de que, con tantas chicas que vigilar, pueden ocurrir cosas as de vez en cuando. Procura extremar tu atencin. - Lo har -dijo Lasko, cada vez ms a la defensix,a-. Slo que me niego a aceptar un hecho no probado. Entonces Barbara ya no pudo contener su indignacin. - Pues yo me niego a seguir hablando de este asunto! -exclam con impaciencia-. Lo que hemos de discutir aqu es un permiso para que Chris pase cuatro das en casa de sus padres. Si sale bien, tendr una,oportunidad de quedarse all. Slo una de cada cinco chicas no regresan aqu nunca, y se puede ser el caso de Chris. Porque ella todava tiene confianza en s misma. Quiere ser alguien, quiere hacer algo. Dadle esa oportunidad. - Pero una estancia en casa de sus padres, a tan pocas semanas de un intento de fuga... -empez Cynthia con una mirada dubitativa. Barbara apoy ambas manos sobre la mesa y se inclin hacia adelante, con el cuello rgido. - Puede que demos tanta importancia a los reglamentos -dijo con severidad-, que estemos haciendo ms mal que bien. Hagamos una excepcin y dmosle una oportunidad! Cynthia medit en silencio, dando golpecitos con el lpiz sobre la mesa, y luego se volvi hacia Chris: http://www.palimpalem.com/2/jiddu 41

- Bien, qu dices t, Christine? La interpelada tena la boca seca y remova las manos en el regazo. Se aclar la garganta: - Perdn -murmur a media voz; luego mir a Cynthia de frente y prosigui-. Creo que mi actitud ha mejorado mucho ahora. Comprendo que he obrado mal, pero me parece que ahora podra merecerlo. La directora adjunta no hizo ningn comentario, limitndose a dar golpecitos con el lpiz. Elaine compuso un gesto aburrido, como si hubiera preferido hallarse en otra parte. Lasko pareca enfadada, estimndose tratada injustamente. Pero Barbara le dirigi a Chris una sonrisa para animarla, y sta le correspondi con una mueca nerviosa. Por ltimo, Cynthia abandon el lpiz y mir a Chris. - En fin -dijo-, creo que la discusin ha terminado por ahora. Retrate a tu habitacin, Christine. Antes de la cena te comunicaremos nuestra decisin. Chris se sujet al tablero de la mesa y se incorpor. - Me darn una oportunidad? -suplic. Cynthia se limit a sonrer, sin comprometerse. - Veremos -dijo-. Puedes irte ahora. Chris mir a Barbara con nerviosismo, tratando de captar alguna pista, alguna indicacin sobre si se le permitira salir o no. Aunque Barbara se limiti tambin a una sonrisa, Chris adivin que, si haba alguna esperanza, sta se hallaba nicamente en manos de Barbara Clark. - Vete, Chris -dijo Barbara-. Te prometo ser la primera en decrtelo, cualquiera que sea la decisin tomada. Chris se puso en pie, despacio, y empuj la silla hacia atrs. - Lo he dicho de veras -dijo-. Creo que puedo merecerlo, lo s! Luego, sin esperar respuesta, se encamin a la puerta, la abri y sali a la galera, no sin asegurarse de cerrar con suavidad. Slo faltara que se cerrase la puerta de golpe y lo echase todo a perder, pens. De repente sinti una sbita necesidad de respirar aire fresco, pero se contuvo. Si sala sin comunicar a nadie a dnde iba, tal vez no podran encontrarla y tardara ms en conocer la decisin. Ignoraba cul iba a ser el veredicto, pero esperaba fervientemente que fuese afirmativo. Tenan que darle una oportunidad. Dan oportunidades a los violadores, a los atracadores y a los rateros, pens con amargura. Por qu no iban a drsela a una nia? A quin he perjudicado yo que no sea tal vez a m misma? Con estos pensamientos, recorri el pasillo y se encamin directamente a su habitacin. No poda hacer otra cosa sino esperar. Mientras aguardaba en su habitacin intent leer con objeto de pasar el rato, pero la ansiedad y la incertidumbre le impedan concentrarse. Las palabras del texto se convertan para ella en jeroglficos sin sentido, hasta que opt por dejarlo. Todo su ser estaba pendiente de una nica idea: Dejarn que me vaya a casa? Pero haba algo ms: un pensamiento insidioso que se ocultaba en un rincn de su mente como una sombra amenazadora. Qu pasara si, despus de decidir que podan conducirla a casa, no lograban ponerse en contacto con sus padres? Y si stos estaban pelendose y contestaban a la llamada de Cynthia o del seor Thorpe con alguna palabra inconveniente? Sentada en su litera con la espalda descansando sobre la almohada, con el libro cerrado en el regazo, Chris intent apartar de su mente aquellos dilemas. Mir el despertador que estaba sobre la mesita. Su tic-tac pareca ms ruidoso que nunca, pero a no ser por el ruido habra jurado que las manecillas no se movan. Con impaciencia, baj de la litera, sali al pasillo y asom la cabeza hacia la galera. Estaba desierta. Regresando a la habitacin, abri el cajn de la mesita, repas su ropa limpia y reuni sus escasos enseres. Necesitaba un cepillo dentfrico nuevo, y a su peine le faltaban varias pas. Arregl y desarregl todas sus cosas varias veces; por ltimo cerr el cajn, se acerc a la ventana, ech una breve ojeada, se volvi y sali de nuevo al pasillo. Nadie se acercaba. Intranquila, se subi otra vez a su litera, no muy segura de si lograra conciliar el sueo para aliviar temporalmente su ansiedad. Sin embargo, lo intent. Apenas haba encontrado una postura cmoda, se dio cuenta de que se haba olvidado de quitarse los zapatos.

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Segundos despus se oy una leve llamada en la puerta, Chris se irgui como impulsada por un resorte, quedando sentada en la litera. - Puedo entrar? -dijo una voz conocida. Bajndose de un salto, Chris corri a la puerta. Era Barbara. Chris estaba tan nerviosa que no pudo pronunciar palabra; se qued quieta con la mirada clavada en el rostro de Barbara, los ojos muy abiertos e implorantes, y castaetendole ligeramente los dientes. Barbara rompi en una radiante sonrisa y cogi a Chris en sus brazos. - Maana -murmur suavemente, acaricindole el cabello-. Maana podrs irte a casa. Captulo 12 A primera hora de la tarde del Sbado, Chris esperaba impacientemente sentada al borde del sof, en la sala de recepcin. Tena la espalda rgida, las rodillas juntas, y las manos apretadas en el regazo. A su lado estaba la maleta que contena todas sus pertenencias. Slo haba otra persona en la habitacin, una recepcionista detrs de un mostrador, que charlaba con alguien por telfono ajena a todo lo dems. Cuatro das, pens Chris. Dijeron que poda quedarse el Sbado, el Domingo, el Lunes y el Martes; luego, si todo sala bien, no sera necesario que volviese. Se pregunt qu habran querido decir con aquello de si todo sala bien. Todo iba a salir bien necesariamente, puesto que slo dependa de ella. Lo nico que poda hacerla regresar all sera una nueva fuga. As de sencillo. Si se escapaba otra vez de casa, ello significaba regresar directamente al Reformatorio. Pero, si se quedaba -y eso era precisamente lo que se propona hacer-, no podran obligarla a regresar all en ningn caso. Mir el reloj de pared. Eran casi las doce y media. Le haban dicho que estuviera dispuesta para las doce, pero a las once ya lo tena todo listo. Por qu tardaba tanto su padre?, se pregunt. Saba que iba a venir; le haban dicho que recibi la notificacin y que pasara a recogerla. Volvi la cabeza hacia la puerta y frunci el ceo. Y si mam se haba puesto nerviosa y... ? Mene la cabeza como para expulsar aquel pensamiento de su cerebro. La recepcionista alz la mirada. - Espera un momento -dijo, dirigindose a su interlocutor telefnico, y luego, volvindose hacia Chris-: Te encuentras bien? Chris se sobresalt ligeramente y se volvi para mirar a la recepcionista, un poco sofocada. - S, s. Gracias -respondi. En ese momento se abri la puerta que daba al exterior. El corazn de Chris dio un vuelco y se puso a latir con fuerza. Era su padre. Ben Parker era un hombre robusto de cuarenta y tantos aos, de rostro colorado, pelo muy rubio cortado a cepillo y ojos de color azul muy plido. Vesta de andar por casa, con un pantaln de pana negra y una camisa deportiva vulgar, sin corbata. Chris se puso en pie de un salto y ambos fueron el uno al encuentro del otro. Por un momento pareci como si fuesen a abrazarse, pero luego se detuvieron en seco, mirndose con cierto nerviosismo y vacilacin. Haba en Parker una actitud reservada y Chris not en seguida que se senta violento. Era de esos hombres para quienes toda demostracin pblica de cario equivale a un signo de debilidad impropia de su hombra; aunque estaba visiblemente emocionado al encontrarse de nuevo con su hija, se violentaba para disimularlo. Chris se le acerc ms y entonces, sin poderlo remediar, l tendi una mano tragando saliva para vencer su confusin. Luego retir la mano, se encogi de hombros, y mirando con incertidumbre a su alrededor, pregunt a su hija: - Ya podemos... ? -se interrumpi y luego continu-: Podemos irnos as, sin ms ni ms? Chris asinti con la cabeza para tranquilizarle y dijo: - As es. Luego se volvi para recoger su maleta, pero l se interpuso. - Yo la llevar -dijo, manifiestamente satisfecho al poder hacer algo por su hija. Se encamin a la puerta y Chris le sigui, detenindose un segundo en el umbral para volverse hacia la recepcionista. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 43

- Adis -le dijo. - Adis -respondi la mujer. Chris y su padre se acercaron en silencio al coche, un sedn cuatro puertas de ltimo modelo inmaculadamente limpio y brillante. Chris ocup el asiento delantero mientras su padre guardaba la maleta en el portaequipajes. Apenas poda creerlo. iEstaba regresando a casa, por fin! Ninguno de los dos habl mientras Parker giraba la llave de contacto, arrancando el motor, y enfilaba el camino que conduca a la carretera. Sin embargo, no haba mutuo entendimiento en aquel silencio. Chris estaba sentada con mucha formalidad, con las manos juntas en el regazo y la mirada fija en el camino. Cuando llegaron a la carretera y ganaron velocidad, Parker carraspe y, sin dejar de mirar hacia delante, dijo torpemente: - Tienes muy buen aspecto. Chris sonri con tristeza. - He engordado -dijo-. La comida es muy... -se interrumpi-, muy sustanciosa, sabes? Cambiaron una rpida mirada, luego Parker retorn su atencin a la carretera. - Cmo est mam? - Bastante bien -repuso Ben Parker, asumiendo una expresin sombra-, aunque ya sabes lo que pasa. Chris no deseaba hablar de ello, por lo que no contest. Su padre sigui luchando en busca de palabras con que explicarse: - Es que se ha puesto un poco nerviosa con lo de tu regreso, entiendes lo que quiero decir? La pone nerviosa tenerte en casa. Frunci un poco el ceo, arrepintindose de lo que haba dicho, y luego mud el tema en busca de una conversacin ms ligera. Forz una sonrisa: - No has dicho nada del coche. Qu te parece lo suave que rueda? El automvil era su razn de vivir. Como muchos hombres, consagraba a una mquina el cario y los cuidados que, en realidad, debera dedicar a su familia. Chris se volvi hacia l y le sonri. - Le has cambiado el tubo de escape -dijo. Era una afirmacin, no una pregunta. Ben se hinch de orgullo. - He ajustado el motor -alarde-. iEscucha! Fino como una seda. Pese a su actitud engaosamente despreocupada, Ben no pudo contener la pregunta que haba estado rondndole la cabeza. Si no se atrevi a hacerla en seguida fue por miedo a recibir una respuesta que no deseaba escuchar. Su sonrisa forzada fue desvanecindose. Aunque no se atreva a confesrselo, iba apoderndose de l un creciente sentimiento de vergenza. - No es mal sitio, verdad? Me refiero a la escuela -pregunt, sabiendo en el fondo que s lo era. Chris not una oleada de angustia y le mir. Apartando un segundo la mirada del camino, l le lanz una rpida ojeada interrogante. Lo ms fcil del mundo habra sido decirle lo que l deseaba or: Un sitio estupendo, palabra! Sin embargo, no tuvo fuerzas para decirlo en voz alta y se limit a mirarle fijamente, sin responder. Ben volvi a fijarse en la carretera. - Acrcate -dijo, pasando el brazo por encima del respaldo vecino. Era el primer gesto de afecto que demostraba, y Chris obedeci con prontitud, acurrucndose a su lado. Le acudieron lgrimas a los ojos, pero logr reprimirlas. Me quiere!, pens. Me quiere de verdad! Y est arrepentido de haberme enviado a la escuela. Chris not como un calor que la invada, y se apret ms contra su padre. Los Parker vivan en una modesta casa de estuco blanco y entramado de madera, exactamente igual, salvo pequeas variaciones, a cualquier otra casa del vecindario. Era como un cajn mal clavado en el que haban abierto puertas y ventanas; como un hongo rectangular y artificial rodeado de otros muchos en un inmenso bosque de vulgaridad. Lo que en algn tiempo pretendi ser el csped apareca como un espeso colchn de matojos; junto a los muros de la casa haba un raqutico jardn de petunias, lirios y aguileas. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 44

Los neumticos crujieron sobre la grava mientras Ben rodeaba la casa para detener el automvil frente a la puerta del garaje. sta, al abrirse revel un cobertizo lleno de herramientas mecnicas, tiles de jardinera y viejas cajas de cartn. Aunque aquella casa haba sido escenario de tantas penalidades para Chris, no obstante se le alegr el corazn al verla. Pese a todos sus inconvenientes, era un hogar y el lugar que a ella le corresponda. - Bien, ya hemos llegado -balbuce su padre. Chris se ape de] coche sin responder. Mientras su padre sacaba la maleta, ella se dirigi al porche. Apenas haba subido la escalera, se abri de golpe la puerta y apareci su madre. La seora Parker era una morena delgada cuvos ojos estaban rodeados de profundas ojeras y prematuras arrugas de afliccin. Llevaba un vestido de tela floreada vulgar, zapatos de tacn bajo muy gastados, y no usaba medias. Chris se arroj en brazos de su madre y ambas se abrazaron estrechamente, procurando contener el llanto. - Qu pena! -exclam la seora Parker con voz temblorosa-. Ay, nia! Qu pena tan grande! Se apartaron para mirarse a los ojos interrogadoramente. - No quiero volver all -dijo Chris en tono de splica mientras su padre se acercaba a sus espaldas. La seora Parker asumi un gesto de incertidumbre: - En fin, no s -empez-. Dijeron que slo seran cuatro das. - Pero si sale bien me dejarn quedarme -la interrumpi Chris. Su madre parecii an ms insegura que antes. Abri la boca como si fuera a decir algo, pero luego volvi a cerrarla. - Mam -suplic Chris colgndose de los brazos de su madre-, no quiero volver all. No puedo! iNo sabes lo horrible que es! Su padre intervino para tranquilizarla, ponindole una mano en el hombro. - Eh! Quin iba a decirlo! -exclam en un intento, manifiestamente forzado, de aparentar jovialidad-. No hace un minuto que hemos llegado y ya estis llorando. Vamos, entrad en casa. Los tres pasaron a la cocina. - Sentaos un momento, que vuelvo en seguida -dijo Ben, dejando a su mujer y a su hija en la cocina. Chris mir a su madre con desconfianza. No le haba gustado el tono de su voz cuando mencion lo de los cuatro das. Chris tendra que convencerla de que haba venido para quedarse. - Ten por seguro que no deseo volver all, mam -dijo en tono decidido, aunque procurando no parecer demasiado beligerante. - Bueno, nosotros no desebamos enviarte all -dijo Ben desde la habitacin contigua-. No creas que fue fcil para nosotros, sabes? -aadi en tono defensivo. - Lo s -replic Chris, sin conviccin. - No te hicieron ningn dao, verdad? -pregunt Ben entrando de nuevo en la cocina y detenindose a espaldas de Chris. Ella sinti un nudo en la garganta, pero estaba decidida a no revelar sus emociones. Cerr los ojos y mene ligeramente la cabeza. - No, pap -murmur. - Lo oyes? -dijo Ben, dando la vuelta alrededor de la mesa para sentarse al lado de su mujer-. Lo oyes? Dice que no le hicieron ningn dao. Hablaba confiadamente, como para demostrar que haba obrado con acierto. Pero tanto l como su mujer y Chris saban que nicamente lo afirmaba porque deseaba creer en ello. Mir a su mujer buscando un signo de nimo o de asentimiento. Meneando el dedo con nfasis, prosigui: - Es lo que yo le pregunt al juez. Les pegan?, dije, y l dijo que no. Y yo le advert: Ms vale que me haya dicho la verdad. Tena que asegurarme de que mi nia iba a ser bien tratada; de lo contrario no habra dejado que se la llevasen. Chris tuvo ganas de gritar. Habra preferido cambiar de conversacin. Apret los puos, cerr los ojos y, despus de respirar hondo, dijo en voz firme pero tranquila: - Nadie me ha pegado, pap. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 45

La seora Parker, disgustada por la culpabilidad de su esposo, -le mir framente y murmur: - Nadie le pega nunca, sino t. Ben frunci el ceo. - Bueno, bueno -lanz rpidamente, con un asomo de amenaza en la voz-. No la tomes conmigo ahora. La madre de Chris contuvo el aliento. - No... , no... Quise decir que... - Ya te he entendido! -ladr Ben. Se volvi hacia Chris con gesto acusador-: iLo mismo que t cuando andaba por aqu tu hermano! Siempre os dabais la razn y era yo el que estaba equivocado -se puso a gritar con creciente irritacin. Chris y su madre cambiaron nerviosas miradas. La primera se puso a doblar el borde del mantel de plstico. - Mira, Ben -suplic la seora Parker-. No empecemos otra vez, ahora que la nia est en casa. Ben contempl las expresiones aprensivas de su mujer y su hija, y trat de dominarse. Era difcil bregar con una mujer, pero con dos... No quera jaleos; no el primer da, al menos. Tendra que contemporizar un poco, o no le dejaran tranquilo. Haciendo un esfuerzo por disimular su contrariedad, se volvi hacia Chris y le dijo en un tono ms tranquilo: - Puede que me haya equivocado algunas veces -se encogi de hombros, con testarudez-. Pero mi intencin era buena, comprendes? Trato de hacer lo mejor para todos. Deseando aprovechar la ventaja momentnea, la madre de Chris intervino: - En fin, la nia est en casa y eso es lo que importa. Dejmoslo ya. -Luego se dirigi a Chris-: Quieres irte a descansar? Chris asinti, aliviada ante la oportunidad de alejarse un rato y evitar ms disgustos. Empuj la silla hacia atrs y se puso en pie; luego se detuvo. - Sabis algo de Tom? -pregunt. - S -contest su madre-. Se ha ido a vivir cerca de Tuscon. Chris la oy con inters; en su mente haba empezado a germinar una idea. - Tenis sus seas? -pregunt con la mayor indiferencia que pudo aparentar. - Pues s -replic su madre con ligero tonillo de amor propio maternal ofendido-. La primera tarjeta postal al cabo de seis meses. Se puso en pie y se acerc al armario de la cocina. Despus de revolver en un montn de facturas, sac una postal. - Puedo verla? -dijo Chris acercndose a su madre. La seora Parker le tendi la postal, y Chris se puso a leerla con rapidez. Con el rostro emsombrecido por un gesto de desaprobacin, Ben coment: - Parece que se muda todos los meses. - Ha enviado fotografas? -pregunt Chris. - No -contest la seora Parker con aprensin, temiendo que aquello degenerase en otra pelea. - Ni siquiera he podido conocer a mi nieto -gru Ben con la mueca de un nio que ha sido excluido por sus compaeros de un partido de pelota. Chris no les hizo mucho caso y se alej con una sonrisa, mientras relea la postal. Su madre la llam cuando ya alcanzaba la puerta. - Tus amigas Carol y Ellen preguntaron por ti. Pero Chris ni siquiera respondi. Entrando en su habitacin, pase una ojeada por los objetos familiares y sonri de nuevo. Su oso de peluche estaba sobre la almohada, exactamente tal y como lo haba dejado. Su Diario de cinco aos presida la mesita de noche, cerrado con llave. Las fotografas de ella misma y de sus amigas, sujetas al marco de nogal de su espejo de tocador: nadie las haba tocado. Se acerc a la ventana. iQu vista tan maravillosa!, pens. Sin rejas ni telas metlicas. Descorri las cortinas, abri la ventana y se qued un rato mirando el csped y los rboles. Soplaba una ligera brisa, que acarici sus mejillas e hizo ondear las cortinas. Luego, al or un crujido en el descansillo frente a su habitacin, se volvi. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 46

Era su madre. - Chris -empez con una nota de confusin en la voz-. Ellas no saben dnde has estado... , tus amigas, quiero decir. Les dijimos que estabas pasando una temporada en casa de tu hermano. Chris asinti en seal de comprensin y dijo: - Sabes una cosa, mam? Es donde me gustara estar en realidad. Por qu no dejis que me vaya all? La seora Parker se precipit hacia ella impulsivamente, con los brazos tendidos. - iNia! -empez. Chris alz una mano para detenerla. - Vale, vale -dijo en tono de fatiga, al tiempo que retroceda. Se sent en la cama, dndose cuenta de la intranquilidad de su madre. Queriendo evitar disgustos, cruz los brazos, mir a su madre con aire de fingida severidad y dijo-: Pues entonces las comidas tendrn que ser exactamente a las doce menos cuarto, y que nadie fume sin mi permiso. Adems, he preparado algunos trabajitos para que tengas con qu distraerte. Aquella broma rompi la tensin y ambas sonrieron. - iDescarada! -fingi reirla su madre, sonriendo mientras se volva para salir. Chris la detuvo gritndole: - iY adems, prohbo el empleo de malas palabras! Sonriendo mientras su madre se alejaba, Chris se dej caer sobre la cama y dio varios saltos de alegra dicindose que por fin estaba en su cama, tan blanda y confortable, y no en una estrecha litera donde haban dormido cientos de desconocidas antes que ella. De sbito se sent, salt de la cama y corri hacia la ventana de nuevo. Qu libre y hermoso le pareca todo! Los espacios abiertos, la ausencia de imposiciones, el no verse encerrada la hicieron estremecerse de satisfaccin. Alarg la mano al exterior y luego la retir. Slo el pensar que poda entrar y salir a su antojo bastaba para llenarla de jbilo. Ahora estaba ms convencida que nunca; no tendra que regresar a esa escuela jams, jams! Ms tarde, Chris se acomod en un escaln del porche, mientras beba una botella de naranjada, y se puso a mirar a su padre mientras ste trabajaba en el motor de su automvil. - Tienes algo especial previsto para hoy? -pregunt l sin volverse. - Estoy esperando a mam -contest Chris-. Nos vamos de compras. - Para qu? -pregunt Ben, distrado, sin dejar de hurgar con sus herramientas. - Vestidos -explic Chris, y luego se volvi para gritar a travs de la puerta abierta-: iVamos, mam! Con el aliento entrecortado, mene la cabeza y coment irreflexivamente: - Lleva ms de una hora arreglndose! Su padre se incorpor, se limpi lentamente una mancha de grasa que tena en la frente y frunci el ceo. - No estar ah dentro empinando el codo, eh? -interrog. - No -respondi Chris con rapidez, tratando de disimular su propia inquietud; luego volvi a llamar-: iMam! Despus de mirar un rato a Chris, dubitativo, Ben decidi que a lo mejor le haba dicho la verdad. - Oye -empez-, cuando volvis podramos ir a dar una vuelta con el coche. Ya sabes, para comprar unas pizzas o algo as. Hablaba en tono incierto y cauteloso, con una expresin desconfiada. - Eh! Buena idea! -dijo Chris con una sonrisa, aliviada al comprobar que no pareca enfadado. Ben cogi una llave inglesa y se inclin de nuevo sobre el motor. Al verle trabajar en aquella postura, Chris imagin a un hombre metiendo la cabeza en las fauces de algn monstruo fantstico. - Apuesto a que no te daban pizza en esa escuela, eh? -pregunt. - A pan y agua nos tenan, oye. - iHum! -murmur Ben-. Estaba bueno el pan? - Mohoso. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 47

- Pero el agua no sera mala, verdad? - No mucho -replic Chris sin poner ninguna entonacin en su voz-, para ser agua salada. Era un antiguo juego que solan practicar en otros tiempos y que casi haban olvidado despus de tantos disgustos, como un antiguo disco humorstico enterrado en un montn de escombros. Ben sac la cabeza del compartimiento del motor y se volvi para mirar a su hija, con los ojos risueos. En ese preciso instante se abri la puerta del porche detrs de Chris, y ambos dirigieron la atencin hacia la seora Parker, quien se tambaleaba ligeramente al salir. - No encuentro mi monedero -dijo con voz torpe-. Dnde estar mi monedero? La inseguridad de sus pasos y el hablar estropajoso la traicionaban. Haba estado bebiendo. El corazn de Chris dio un vuelco: - Mam! -exclam sin saber qu hacer. Su padre arroj la llave inglesa al suelo, pas de largo y corri hacia la entrada, iracundo. Tena el rostro encendido de rabia. Chris se puso en pie de un salto y trat de retenerle, sin conseguirlo. - Espera, pap! -grit-. Yo cuidar de ella! iNo vayas! Era como si se hubiese dirigido a un toro furioso, para el caso que le hizo. Agarrando del brazo a su mujer, Ben Parker la empuj al interior de la casa. Se oy un fuerte bofetn acompaado de un grito de dolor. Chris se encogi, angustiada, sintiendo miedo, tristeza y frustracin. Era como ver por ensima vez una pelcula mala; una siempre se figuraba que esta vez sera mejor, pero ello no suceda nunca. Por qu no trataban de llevarse mejor? Por qu tenan que comportarse as y estropearlo todo? Ben sali corriendo de la casa con el furor pintado en su rostro, ahora lvido. Cuando estaba as, Chris le tena miedo. Sin embargo, realiz un intento desesperado por arreglar las cosas, por que se olvidase lo ocurido... Saba que estaba en su mano lograrlo, si ellos la escuchaban. - Yo cuidar de ella, pap! -chill de nuevo. Mas Ben pas de largo evitndola con un gesto, por lo que su mano tendida no encontr sino el vaco. - Espera, pap. Daremos nuestro paseo ms tarde -continu, procurando serenar la voz. Sin aflojar el paso, l se dirigi al coche, cerr el cap con un estampido y abri la puerta. Volvindose hacia Chris, bram: - iSlo faltaba que vosotras dos me estropeaseis mi nico da libre! Trabajo y disgustos, eso es todo lo que habis sabido darme! Primero tu hermano, y luego t. Con esto, se puso al volante y cerr de un portazo. Pero an no haba terminado. Asomndose por la ventanilla y sin dejar de fijar la mirada en Chris, la acus con fiereza: - T no deberas estar aqu! Dijeron que permaneceras en ese sitio cuatro meses por lo menos. Cre que te servira de leccin, y ahora resulta que has vuelto, slo para darme disgustos! Los ojos de Chris se llenaron de lgrimas, y corri hacia el coche: - iNo, pap! iPor favor!... -empez. - iPor eso no quieres volver all! -aull-. Porque te hacen ir bien derecha, no?, y obedecer sin rechistar. Pues voy a decirte una cosa: tendrs que volver, te guste o no! - No puedo! No puedo volver all, pap! - Ya lo veremos! -cort Ben. Ella se aferr al cristal de la ventanilla, con el rostro baado de llanto. - No puedo!... Por favor, pap. No lo hagas! - Pues, qu tiene de malo, eh? -replic-. Te crees demasiado seorita, o algo as? - Quieres saber por qu no puedo volver? -solloz ella, a punto de estallar-. Pues voy a decrtelo. Te voy a contar todo lo que pasa en esa escuela! Las chicas de all... l la interrumpi. - Adelante -gru-. Cuntame la primera mentira que se te ocurra; cualquier cosa, con tal de no tener que volver all y aprender un poco de disciplina. Es eso lo que no puedes soportar, eh? Comprendi que no haba manera de hacerle entrar en razn. No deseaba escucharla; se haba convencido a s mismo y no quera or otra cosa. Chris retrocedi con amarga decepcin

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mientras l pona en marcha el coche, pisando el acelerador hasta hacer patinar las ruedas. Luego desapareci, dejndola sola, cubierta de polvo y de lgrimas. Entonces resurgi en Chris el antiguo y conocido impulso de salir corriendo para irse a cualquier parte. Record lo que Moco haba dicho aquel da en la clase de Barbara: montar a caballo y correr, correr! Santo Cielo! Si pudiera irse bien lejos, lejos de la escuela, lejos de todo! Ech a andar hacia la calle, pero luego, sbitamente, se acord de su madre. Seguramente estara en un rincn, llorando sola. Se volvi y empez a regresar hacia su casa, caminando lentamente. Captulo 13 De algn modo, Chris y sus padres consiguieron pasar lo que restaba del fin de semana. Tal vez fue porque el padre de Chris no se dej ver mucho por casa. El Lunes por la maana pareci reinar una atmsfera de calma. l estaba trabajando, por lo que de momento no haba el peligro de verle aparecer poniendo el grito en el cielo por cualquier motivo. La seora Parker, vestida con una bata vieja, estaba sentada a la mesa de la cocina fumndose un cigarrillo y sorbiendo una taza de caf. Chris la acompaaba. Distradamente, la seora Parker le ofreci un cigarrillo que ella, no menos ausente, acept. - En la escuela tenamos una maestra bastante simptica, sabes? -empez Chris, tratando de iniciar una conversacin intrascendente-. Y una chica que se llama... - Por favor; no hablemos de ese lugar durante los dos das que nos quedan -interrumpi la seora Parker con impaciencia, aplastando la colilla en el cenicero. El rostro de Chris se ensombreci. - Mam -comenz, pero se interrumpi al ver algo raro en la expresin de su madre. sta miraba una mancha que haba en la mesa, con gesto de incertidumbre, como si no supiera cmo empezar. Por ltimo, y sin atreverse a mirar a Chris de frente, dijo: - Ha sido todo muy diferente aqu, Chris. l procuraba ser un poco ms amable... - Quieres decir mientras yo no estaba? -lanz Chris con amargura, dando una larga chupada a su cigarrillo, el primero desde haca mucho tiempo-. Entonces, por qu llamasteis a la polica cuando me fui? Ignorando la objecin, y tratando de sacarle las palabras que ella deseaba escuchar, la madre de Chris se decidi por fin a mirar a su hija: - No era lo mejor para ti? Chris apenas daba crdito a sus odos. Realmente, no lo entendan! No tenan la menor idea de lo horrible que era! Cmo podra hacrselo entender? Vacil un momento, al no saber qu poda decir para persuadir a su madre. Con un hondo suspiro, adelant el busto y la mir de hito en hito. - No, mam -dijo lenta y deliberadamente-. No ha sido lo mejor para m. No ha podido ser peor. La seora Parker no la escuchaba sino a medias; como su marido, slo entenda lo que le interesaba entender. - Pens que... Se interrumpi. Chris, viendo que de aquel modo no iban a ninguna parte, apart la silla y se puso en pie. - Me voy a casa de Carol -murmur, y sin ms despedida dej a su madre y sali. La seora Parker se qued mirndola un momento y luego baj la mirada hacia su taza de caf. Con movimientos mecnicos, encendi otro cigarrillo. Tal vez podra irme a mi habitacin y tomar un trago -pens-. Un poquito nada ms; lo justo para templar los nervios. No es que no quisieran a Chris, se dijo. No es que no desearan tenerla en casa. Pero aquella nia no se haca cargo de las cosas. Lo que necesitaba era un poco de disciplina; por eso, aquella escuela era la solucin ideal. Lo haba dicho Ben y, al fin y al cabo, quin iba a saberlo mejor que l? Haba hablado con el juez, y ciertamente un juez no iba a mentirle.

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Con un suspiro de autocompasin, la seora Parker empuj tristemente la silla y se levant. Consult el reloj de la cocina. An le daba tiempo a tomar aquel trago, pens, y luego perfumarse el aliento antes de que Ben volviera del trabajo. Cuando Chris regres a casa era ya de noche. Cruz despacio el csped y se acerc a los escalones del porche, prestando atencin al canto de los grillos. Subi y alarg la mano hacia la puerta, para luego quedarse inmvil. Aunque no haca fro, se sinti sbitamente helada. Sus padres se estaban peleando otra vez. Entreabri la puerta y escuch. - Lo s, Ben; lo s -sollozaba su madre. - Lo sabes! -repiti l con sarcasmo-. Lo sabes, pero no haces nada. - Lo intento... - Una mierda lo intentas! - Te lo juro! -insisti ella-. Por favor, Ben, no la tomes conmigo. Una losa de tristeza se abati sobre Chris. Otra vez la estaba riendo por su aficin a la bebida. Como conoca muy bien el humor de su padre, temi que su aparicin atrajese sobre ella una de sus explosiones. No era posible entrar sin ser vista, pero tal vez -slo tal vez- podra dominar la situacin. Asumiendo un aire indiferente, empuj la puerta y entr como si no supiera nada de lo que estaba pasando ah dentro. - Hola! -salud con jovialidad, proponindose pasar sin detenerse en la cocina, y hasta llegar a su habitacin. Su madre le lanz una mirada de espanto, y su padre le clav la mirada con expresin fra y hostil. - Oye, t! -exclam severamente. Ella entendi el mensaje: era una intimacin a detenerse y prestarle atencin. Se volvi para mirarle, nerviosa. La expresin de l se hizo ms sombra. - Por favor, Ben -susurr la madre, inquieta. - He de hablar con mi hija ahora mismo -anunci en tono tenso y cortante-. De acuerdo? La seora Parker mene la cabeza con amargura, parpadeando para contener las lgrimas. - De acuerdo -murmur. Sin dirigir una sola palabra a Chris, se puso en pie y sali. No se atrevi a dispensar a su hija ni una mirada siquiera. Tambin esta escena era familiar para Chris. Su madre estaba aterrorizada, como siempre que su marido se pona de aquella manera. Chris pens: ojal pudiera convencerla para que se quedase. Entre las dos, a lo mejor podramos quitarle esas ideas negras de la cabeza. - Mam! -exclam, pero su madre ya haba salido. Trag saliva y se par para enfrentarse a la siniestra mirada de su padre. - Qu hora es? -pregunt l. - An no son las diez -replic Chris en un tono que no distaba mucho de parecer desafiante. - He preguntado qu hora es -repiti Ben, con los ojos convertidos en dos rendijas. Chris se encogi de hombros. - Las diez menos cuarto -dijo-. A las diez en casa es la norma, no? Parker fingi no haber odo: - Has estado fuera de casa cuatro horas -acus, ponindose en pie y acercndose-. Se puede saber con quin? Chris volvi a encoger los hombros: - Con Carol y su hermano. - Y con la pandilla? - No -dijo Chris, sin hacer el menor esfuerzo por ocultar su fastidio. Hizo ademn de ir a levantarse, - Qu estabais haciendo? -continu su padre, enfurecindose en seguida al ver que ella se propona salir-. Eh! Te estoy hablando! -ladr. Ella se detuvo y le mir fijamente. Ben tena la frente baada en sudor. - Fjate en esos pantalones -grit, sealando con el dedo-. Tan estrechos que se te ve todo. Los encogis a propsito, verdad?, t y tu amiga Carol. - No -contest Chris con hasto. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 50

- iEmbustera! -aull, acercndose ms. Chris empez a asustarse al ver que su padre estaba mucho ms irritado de lo que ella haba previsto. - Es que he engordado un poco, pap -aventur. Ben estaba dejndose arrastrar por su mal genio. Tena el rostro enrojecido y alterado hasta el punto de parecer una fea caricatura de s mismo: - Vas a decirme lo que has hecho durante todas esas horas! -exigi. - Yo... no... , no he hecho nada -tartamude, nerviosa. Dando un paso lateral, evit a su padre y se acerc a la mesa para coger una taza medio llena de caf, con intencin de tomar un sorbo. No era que tuviese muchas ganas de tomar aquel brebaje tibio y amargo, pero necesitaba hacer algo, cualquier cosa, con tal de serenarse. De repente, sin previo aviso, Ben le asest un violento manotazo que barri la taza y se la arranc de las manos. El recipiente se hizo aicos en el suelo. Fue ms de lo que Chris poda soportar, y empez a temblar incontrolablemente, conteniendo el llanto y refugindose en un rincn, con la seguridad de que iba a ser golpeada. En la habitacin contigua, su madre rompi a sollozar intensamente. Ben se irgui frente a Chris como un gigante. - Vas a decirme lo que hicisteis todo ese tiempo t y Carol y su hermano -grit con voz spera y enronquecida por su furor irracional. Chris rompi a llorar; entre sollozos, consigui articular: - Estuvimos poniendo discos... y hablando... La tom con violencia de la barbilla para obligarla a levantar la cabeza. Le corran las lgrimas por las mejillas. - iMrame a los ojos y jrame que mi hija sigue virgen! Aquellas palabras la golpearon como una pedrada. Abri mucho los ojos mientras acuda a su mente la imagen de aquella horrible noche en las duchas, y empez a nublrsele la vista. iSi llegase a saberlo!, pens, horrorizada. Ante la situacin, el recuerdo de aquella noche se deform asumiendo un cariz grotesco, y estall en una histrica mezcla de carcajadas y sollozos convulsivos e incontrolables. Ben qued sorprendido y confuso. Su rabia creci an ms. La abofete con fuerza, dejndole la marca de su mano en la cara, pero no consigui sino que arreciase la tempestad nerviosa. Le cruz la cara de nuevo y ella lanz un grito estremecedor; luego le esquiv y ech a correr ciegamente, buscando la puerta. - Eh! Vuelve en seguida! -ladr Parker-. He dicho que vuelvas ahora mismo! Corri tras ella. Cuando sali a la calle, se detuvo de sbito, mirando a su alrededor. La oscuridad de la noche era total. Chris haba desaparecido. Captulo 14 El autobs fren bruscamente bajo la fra luz de las lmparas de mercurio, junto a las desiertas cocheras. El conductor se ape con gesto de fatiga, y aguard pacientemente a que bajaran los escasos viajeros. Apareci primero un hombre que estir las piernas, bostez y se encamin hacia las cocheras; luego Chris, con los ojos hinchados y enrojecidos, y un feo morado en la mejilla izquierda. Anduvo algunos pasos, mirando ansiosamente a su alrededor por si vea alguna cara conocida. Al no ver a nadie, se dirigi directamente a las cocheras, entr y registr con la mirada el cavernoso interior de la sala de espera. Todas las taquillas estaban cerradas, y los fluorescentes del techo baaban el recinto con una luz azulada y fra. De sbito, la expresin angustiada de Chris se convirti en otra de alivio y jbilo radiante. Por detrs de una columna acababa de aparecer su hermano Tom, quien ahora se acercaba a ella. Llevaba unos tejanos azules, mocasines y una vieja camisa blanca. Era un muchacho alto y desgarbado de diecinueve aos, con un rostro simptico cubierto de pecas y una gran mata de pelo rojizo y enmaraado. Sonri levemente mientras tenda los brazos, en los que Chris se arroj impulsivamente. - iOh, Tom, Tom! -llor, inundada de lgrimas de alegra. Por primera vez en muchos meses le pareci estar segura y protegida. Estaba con la nica persona del mundo en quien crea, en http://www.palimpalem.com/2/jiddu 51

quien poda confiar para franquearle su corazn y contarle sus miserias, hasta vaciar de su alma el ltimo jirn de sus penas. Tom deshizo suavemente el abrazo y retrocedi para contemplar a su hermana menor. Hizo una mueca cuando se fij en la contusin. No le hizo falta preguntar qu haba ocurrido; demasiado bien lo saba. An no haba olvidado sus propias cicatrices. - Le odio, maldita sea! -murmur Tom apretando los dientes. - Ah! Qu contenta estoy de hallarme aqu -exclam Chris, abrazndole de nuevo. Se separaron y volvieron a contemplarse, sonrientes. - Hay que ver lo que ha crecido, seorita -brome Tom, estudindola con admiracin. Apenas poda creer que su hermana pequea, a la que recordaba como un diablillo gordinfln y travieso (le pareca ayer mismo), hubiera florecido hasta hacerse toda una mujer, salvo algn resto de gordura infantil. Rodendole la cintura con el brazo, la condujo al interior de la sala de espera. Ella se apret contra l, sintindose tan libre y segura que no le afect la atmsfera deprimente de aquel lugar. Estaba con Tom y eso era lo importante. Habra sido lo mismo en cualquier parte. l cuidara de ella; estaba protegida y ni su padre, ni el tribunal de menores, ni la polica podran hacerle nada. Poda olvidarlos a todos como se olvida un desecho arrojado a la basura. Entraron en un local contiguo a la sala de espera y reservado a las consumiciones; a lo largo de las paredes se alineaban las mquinas automticas de venta, juego y cambio de moneda. El lugar estaba desierto, a excepcin de un marino que echaba una partida en un billar elctrico. - Tienes hambre? -pregunt Tom con un gesto hacia la hilera de mquinas expendedoras de bocadillos, paquetes de galletas, helados, bebidas refrescantes y sopas enlatadas. Chris mene la cabeza; estaba demasiado excitada para pensar en comer. Ya tendran tiempo de hacerlo cuando llegasen a casa. Se pregunt cmo sera la casa de Tom. Ya se figuraba que no poda ser muy grande; al fin y al cabo, l estaba empezando. Tena miles de preguntas que hacerle, de proyectos que consultar con l. Muy unidos, enlazndose mutuamente la cintura, se movieron entre las filas de mesas cromadas, con sus tableros de plstico, hasta elegir la situada en el rincn ms escondido, junto a una voluminosa mquina expendedora de bocadillos que ostentaba un letrero torcido de NO FUNCIONA torpemente pintado a mano. Ocuparon asientos opuestos y pusieron los codos sobre la mesa. Chris estaba llena de emocin, que no repar en la disimulada inquietud de su hermano. - Esta noche telefone mam -empez ste sin rodeos; luego se le ensombreci el rostro y baj la voz-: Tambin me llam la polica. Y qu?, pens. Ahora no pueden hacerme nada. Una expresin apenada cruz por las facciones de Tom. - Hubiera sido mejor que no te escapases de casa ahora -Chrissie -tante, dubitativo. Ella le tom de la mano, con una mirada suplicante. - Tuve que hacerlo -insisti-. No lo comprendes? Tom pareci dudar: - Pero ahora... -se le quebr la voz-. Tenas una oportunidad de salir de ese Reformatorio, Chris. Ahora tendrs que volver. - iNo! -exclam Chris, casi levantndose de la silla-. No he de volver. No, si me quedo contigo. Sus ojos vagaron con nerviosismo a travs del local, evitando la mirada de Chris, como si alguien le hubiera pillado mirando por encima del hombro de otra persona para leer una carta que no fuese de su incumbencia. - Sern slo unos das, Tommy -suplic ella-. Te prometo que no me quedar ms que unos das. Dormir en el suelo... y vigilar al pequeo Tommy... Su voz se apag al observar la cerrada expresin del rostro de su hermano. Tom suspir, como si le atormentasen los remordimientos. - Qu quieres que haga, Chrissie? -pregunt-. Tengo dos personas a mi cargo. - Buscar trabajo -dijo ella, animndose.

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- Qu clase de trabajo? -replic, fatalista-. Una nia de catorce aos... Vamos, Chris, cmo quieres que te deje al cuidado de mi hijo, si acabas de salir del Reformatorio? Qu crees que dira Janie de eso? Chris no daba crdito a sus odos. El que hablaba as no era Tom, sino algn desconocido que se le pareca. Le mir con una expresin de asombro e incredulidad. - Y qu dices de eso t, Tom? -le pregunt en voz baja. l no respondi en seguida; sus ojos estaban nublados de resignacin. Miraba por encima de ella, a un punto distante. Por fin fij la mirada en ella, mene la cabeza y dijo, buscando con esfuerzo las expresiones adecuadas: - No saldra bien, Chrissie. Adems, ya te dije que me haba telefoneado la polica. - Y qu? -replic, apretando sus diminutos puos-. No he violado la ley. Le mir fijamente, con atencin. Sus facciones estaban desfiguradas por la ansiedad. - No lo comprendes, Chris? -dijo-. En modo alguno permitirn que te quedes en mi casa. Slo tengo diecinueve aos. Ni siquiera tengo edad suficiente para ser tutor tuyo. Se te llevarn sin remedio. Chris se desmoron en la silla, expresando toda la decepcin que acababa de sufrir. Despus de haber soado tantas veces aquella entrevista, ahora se converta en una pesadilla. Aquel no era el Tom que sola protegerla siempre, el que la meca y la consolaba cuando ella estaba triste. No era el Tom que la defenda frente a su padre cuando ste desahogaba una de sus rabietas; ni el Tom que se interpona entre ella y su madre cuando sta, borracha, daba tumbos por la casa. l no saba qu especie de infierno era aquella escuela. Eso era lo que pasaba! Si lo supiera, no se atrevera a abandonarla. La protegera como hizo siempre. Cuando le cuente cmo ha sido, pens, ser capaz de hacer cualquier cosa, cualquier cosa, para no verme encerrada all. Se inclin hacia delante, apoyando las manos con fuerza sobre el tablero. - Oye, Tom -dijo en voz baja, como si planease una conspiracin-. La poli no sabe que estoy aqu, verdad? Cuando se enteren de dnde estoy, me encontrarn atendiendo tu casa, atendiendo a tu nio, y entonces comprendern que pap y mam tuvieron la culpa de que escapase otra vez. Tom la escuchaba slo a medias. Miraba al aire, con una expresin de tristeza indescriptible pintada en el rostro. Apenas poda hablar. Humillado por la vergenza, odindose a s mismo por cada una de las palabras que iba a decir, murmur dbilmente: - No saldra bien. Ya no es lo de antes, Chrissie... T y yo somos diferentes -agreg, partindosele el corazn. Aquellas palabras sacudieron a Chris como una descarga elctrica. Era capaz de soportar cualquier cosa, menos aquello. Poda aguantar a centenares de Dennys, Mocos y Jaxes, pero no una traicin semejante de su propio hermano! - Debo atender a mi familia -se disculp penosamente l. Haba algo en los modales de Tom, en el tono de su voz, en sus miradas, que hizo ponerse rgida en su asiento a Chris. Poco a poco fue abrindose paso en su mente la horrible idea de que Tom no estaba mirando al vaco como crey, sino que estaba mirando algo. Se volvi de repente, con un sabor agrio en la boca. Un agente de polica avanzaba hacia ellos. Sinti que el mundo se hunda para ella. Su corazn empez a latir con violencia, y se le subi la sangre a la cabeza. No era posible! No poda ser! Atnita de horror, se volvi hacia su hermano. Era la traicin definitiva. - iOh, Tom! -grit-. T tambin!T tambin! Le habra dolido menos si la hubiera amenazado con pegarle un tiro. Eso, al menos, habra sido un acto de clemencia. El polica se detuvo ante la mesa y mir a Tom. Con indiferencia, pregunt: - Es ella? Lo que restaba del alma de Chris se encogi y, como una pompa de jabn que se rompe, los ltimos sueos y esperanzas que haba tratado de preservar se disiparon y desaparecieron cual nubecillas de humo.

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Captulo 15 No haba la menor muestra de emocin en el rostro de Chris mientras se someta, impasible, al rutinario registro de Emma Lasko. Aunque estaba reviviendo una pesadilla, no volvi a sentir las oleadas de repulsin y vergenza que haba experimentado la primera vez. Se limit a esperar pasivamente mientras la celadora hurgaba en ella con el aire impersonal de un inspector de fbrica comprobando el estado de una mquina. - Lo convenido era que ibas a quedarte en casa -coment Lasko sin interrumpir su registro, en voz indiferente-. Algunas de vosotras parece que no sepis vivir, si no es en el pesebre... Abre las piernas. Chris obedeci como un autmata, sin decir nada, con la mirada vaca de expresin. Lasko dio por terminado su examen, se incorpor y mir a Chris. - Se ve que os gusta este lugar -observ con una nota de sarcasmo en la voz-, o es que vens a verme a m? Viendo que no evocaba ninguna respuesta, alarg a Chris la botella de plstico del jabn desinfectante. - Ahora la ducha, ya sabes. Con lo cual se gir y sali. Cuando Chris acab era ya casi hora de comer. Saba que le tocaba volver a la celda de incomunicacin, pero decidi pedir permiso para asistir una vez al comedor antes de pasar al encierro. En pocos segundos, recorri la escasa distancia entre las duchas y su habitacin. Acercndose a la ventana cubierta de tela metlica, contempl el poco atractivo paisaje. Dentro y fuera todo pareca gris y lgubre. Se pregunt cmo sera lo de estar muerta, y en ese instante se present a su imaginacin el rostro de Janet. Janet, con su largo cabello negro brillante, sus pmulos pronunciados y sus ojos hundidos llenos de tristeza. Haba que ser muy valiente para tratar de quitarse la vida, pens Chris, pero cuando las cosas se ponan insoportables y no quedaban esperanzas de mejorar, tal vez fuese lo ms sencillo al fin y al cabo. Chris se pregunt si a Janet le habra dolido mucho cuando se abri las venas de las muecas. Junt las manos, con las palmas hacia arriba, y alz las muecas a la altura de los ojos. As aprenderan, pens. Su padre, su madre, e incluso Tom. Sus ojos empezaron a llenarse de lgrimas de autocompasin, rabia y odio. Una ruidosa carcajada en el pasillo la hizo volver de sus pensamientos, y decidi pasar al comedor. Recorri la galera, ahuecndose con las manos los cabellos mojados para que se le secaran ms pronto; le molestaba llevarlos colgando hmedos y fros hasta el cuello. Observ que Lasko y Cynthia estaban delante de la puerta de comedor, hablando en voz baja, vueltas de espaldas. Pas con rapidez, confiando en que no la viesen. Al entrar vio a Janet, que llevaba un delantal de cocinera. Hubo una expresin de pesar en su rostro cuando vio a Chris que se acercaba. - Ah! Haba rezado por ti, Chris -dijo. - Gracias -contest, bajando la mirada y dibujando un crculo imaginario en el suelo con la punta del pie-. No sali bien. Hizo una pausa y luego mir a Janet: - Cmo va el nio? Janet se encogi de hombros: - Me mareo todas las maanas. Chris recorri con la mirada el comedor desierto con sus largas hileras de mesas desocupadas, y luego se volvi de nuevo hacia Janet: - Es lo natural -dijo con acento de irona-. Lo primero que hace un hijo es poner enferma a su madre. -Su voz adquiri un tono de amargura-: La ma todava se pone enferma cada vez que me... Se le quebr la voz, y las palabras concluyeron con un suspiro de hasto mucho ms elocuente que cualquier discurso. Janet asumi una expresin de incertidumbre: http://www.palimpalem.com/2/jiddu 54

- Me han preguntado si querr quedrmelo cuando nazca -explic-. Pero todava no lo he decidido. Chris la mir, pensativa; luego, con un sbito impulso de emocin, exclam: - Qudatelo, Janet, y quirelo mucho! Cntale canciones... , juega con l. Hazlo aunque parezca una tontera! Compra un cochecito y scalo a pasear. Y cuando aprenda a hablar, escchale. Escchale de verdad. Y hazle rer y sonrer, Janet! Chris se qued an ms sorprendida que la propia Janet ante ese desahogo; sta devolvi la intensa mirada de Chris con otra de alivio y creciente admiracin. Chris sonri a su vez, y por un instante sintieron una mutua confianza, una comprensin antes desconocida y enormemente consoladora. El encanto se rompi cuando se abri la puerta del comedor. Lasko asom la cabeza y exclam con severidad: - iChris! Janet se puso nerviosa: - Ya hablaremos luego, en la habitacin -murmur. - Hoy no podremos -respondi Chris sin rodeos-. -Estoy incomunicada por escaparme. Una mueca de pena cruz el rostro de Janet mientras Chris se volva para salir del comedor, cuya puerta mantena abierta la celadora. Cuando se cerr con un estampido la puerta de la celda, Chris experiment la enloquecedora sensacin de no haber salido nunca de all. Mientras contemplaba aquel horrible recinto, record una pelcula que haba visto en el colegio, Incident at Owl Creek Bridge. Era un episodio de la guerra civil sobre un soldado que estaba a punto de ser ahorcado y lograba escapar justo antes de que abatiesen la trampilla. Entonces echaba a correr, lleno de jbilo por haber escapado a una muerte tan inminente, y le sucedan toda clase de aventuras. Al fin, cuando ya se crea definitivamente libre, resultaba que todo haba ocurrido en su imaginacin, y ah estaba otra vez cuando, con un crujido espantoso, se abata la trampa y quedaba colgando de la soga. Chris se estremeci. As se senta ella ahora, precisamente. Ay, Dios! Ojal todo hubiera sido nicamente una horrible pesadilla, un engao de la imaginacin. Y si no hubiera ocurrido en realidad? Entonces an podra regresar a casa, donde tal vez hubiera cambiado todo. O, por lo menos, a casa de Tom. Se sobrepuso y, avanzando unos pasos, dio un iracundo puntapi al colchn. iEsperanzas vanas! Todo haba ocurrido, y nada haba cambiado. Ella no importaba a nadie; sin duda, tampoco les importara si hubiera muerto. Ms bien se alegraran de verse libres de ella. Desde luego, lloraran y haran mucha comedia, contndole a la gente cunto lo sentan y lo arrepentidos que estaban. Pero en el fondo se alegraran, sabiendo que Chris ya no poda regresar para recordarles todas esas cosas que no deseaban recordar. Muy bien, pens. Si eso es lo que quieren, lo tendrn. Que se vayan a la mierda, se repitio una y otra vez para sus adentros. En otros tiempos, nunca se habra atrevido a decir una cosa semejante, ni siquiera a pensarla. Pero ahora no le importaba. Uno de estos das me largar de aqu, y no volvern a verme. Buscar una familia adoptiva; muchas chicas lo han intentado y les sali bien. Y buscar trabajo, y ahorrar, y si no estoy a gusto me largar a una ciudad grande tan pronto como haya ahorrado lo necesario, a Nueva York o a Los Angeles, por ejemplo, donde nadie podr encontrarme... Me echar aos... y adems cambiar de nombre... y me teir el pelo. Y nunca ms tendr que estar enjaulada. Nunca! iNunca! Esa idea hizo que se sintiera mejor y, mientras daba vueltas por la celda, record una canciocilla medio olvidada. Empez a tararear en voz baja, chasqueando los dedos, sin darse cuenta, al ritmo de la cancin. De sbito, Chris se inmoviliz al or pasos en el corredor, e inclin la cabeza para escuchar. - Chris? Era la voz de Barbara Clark. A pesar suyo, Chris se emocion, pero aguard sin moverse y sin responder. Fuera, Barbara sinti un peso en el estmago. El inconsciente tarareo de Chris era como la locura de Ofelia. - Qu ocurri, Chris? -pregunt con amabilidad. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 55

Chris se puso de cara a la pared, sin mirar a un lado ni a otro, luchando con las lgrimas. Luego, en voz baja y montona, Respondi: - No nos llevbamos bien -y luego hizo una pausa, pues an restaba decir lo ms doloroso-. Y mi hermano no quiso saber nada de m. Barbara estaba trastornada. Seor, qu haban hecho con aquella criatura! - Lo siento -murmur, notando la insuficiencia de las palabras, pero sin ocurrrsele nada ms acertado que decir. Luego, en tono de fingida animacin, agreg-: La prxima vez lo intentaremos con un hogar adoptivo. Al principio Chris no reaccion; luego se apart de la pared y empez a mecerse, castaeteando de nuevo con los dedos. - Te ser fcil recuperar una buena calificacin -dijo Barbara, procurando parecer persuasiva. Pero sus palabras le hacan dao a Chris; para no perder el control de sus nervios, se puso a canturrear cada vez ms fuerte. Quera que Barbara se marchase; no deseaba escuchar a nadie, a nadie. - Ya sabes que tienes buena capacidad para los estudios -insisti Barbara. Chris cerr los odos a sus palabras aumentando el volumen de su tarareo. Al otro lado de la puerta de acero, Barbara temblaba de frustracin. Se vea excluida y rechazada, lo mismo que Chris haba sido rechazada por todos. Pero ella tena que intentarlo, y ganarse de nuevo su confianza. Era preciso vencer la profunda y traumtica resignacin de Chris. - Chris -la llam de nuevo, tratando de romper el hielo, de atraer su atencin. Pero Chris reaccion ponindose a cantar an ms fuerte. Inici unos pasos de baile, marcando el ritmo con palmadas. Barbara se acerc impulsivamente a la puerta de la celda, pero se contuvo a medio camino. Saba que era imposible conseguir nada en ese momento. Su impotencia en aquella situacin le pareci insoportable; necesitaba salir para recapacitar sus pensamientos. Volvindose con tristeza, sali en silencio, notando una creciente angustia claustrofbica. Qu me retiene en este lugar?, se pregunt con amargura. Record que Chris le haba dirigido aquella misma pregunta pocos das atrs. Meti la mano en el bolsillo, tocando las llaves. En algunas ocasiones, como aqulla, le daban ganas de echarlo todo a rodar, de poner entre aquel lugar y ella tanta distancia como fuese posible. Dios mo!, pens, algunas veces parece todo tan intil, tan desesperado. Al irse Barbara, Chris percibi ms agudamente su soledad y, en un desesperado intento por evitar el desencadenamiento completo de sus emociones, se puso a cantar cada vez ms alto, dando palmadas y agitndose frenticamente por la celda. Pese a todos los esfuerzos por controlarse, sinti que la inundaba una terrible oleada de pnico. Era demasiada su agitacin; la desolacin, la tristeza y la amargura al verse rechazada por todo el mundo pudieron ms que toda su resolucin. La voz se le quebr en sofocados gritos de angustia, y golpe la pared en un arranque de frustracin desesperada, poniendo en ello todas sus fuerzas. Un dolor sbito invadi todo su brazo, y retir la mano mirndosela con aprensin, temiendo -y al mismo tiempo, casi esperando- habrsela roto. Contuvo las lgrimas y volvi a dar vueltas por la celda mientras se le calmaba el dolor de la mano. Se detuvo junto a la ventana y se pas la mano dolorida por el cabello. Entonces toc un objeto duro y metlico. Era un pasador que la matrona de la seccin de incomunicacin no haba sabido hallar durante el registro. Se lo sac del pelo y lo estudi brevemente; luego desdobl el metal y empez a frotar uno de sus extremos sobre la pared de cemento, hasta que la punta redonda se convirti en un filo dentado, de feo aspecto. Apoyando el brazo izquierdo en la pared, sujet cuidadosamente entre el ndice y el pulgar de su mano derecha el pasador as afilado, sin hacer caso del dolor producido por el golpe de antes. De un modo lento y deliberado, se clav la punta en la carne del brazo izquierdo. Mientras le rechinaban los dientes por efecto del dao que se haca, grab en su piel una C mayscula, irregular y sangrienta. Siempre sin reparar en el dolor ni en la sangre, dibuj una P no menos irregular a la derecha de la C. Luego, mientras contemplaba en un rapto de fascinacin morbosa los resultados de aquel desesperado acto de automutilacin, empez a temblar, y el pasador se escap de sus dedos cayendo al suelo. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 56

Al da siguiente Chris, notando que su mano derecha segua contusionada y dolorida, removi los dedos varias veces hasta convencerse de que no se haba roto ningn hueso. Cuando lleg la hora del ejercicio, se pas la mayor parte de la misma sentada en un rincn del patio, con las rodillas encogidas, la cabeza echada hacia atrs y mirando sin expresin hacia el cielo. Al regresar a la celda experiment un salvaje deseo de hacer aicos el orinal, rasgar a tiras el colchn y pisotear la jarra de plstico. Pero se llam al orden con un resto de buen sentido. Era preciso dominarse, si quera salir alguna vez de aquella mazmorra de cemento. El dar libre curso a las emociones no servira para devolverle su libertad. Seran capaces de encerrarla en una celda desnuda, y metida en una camisa de fuerza. Se estremeci al pensarlo. iNo faltaba ms! El tiempo dej de existir para Chris. No supo cunto tiempo permaneca con la espalda apoyada contra el muro de la celda, mirando a travs de la ventana enrejada los ridos terrenos al otro lado. Como una hora despus de la comida, oy ruido en el corredor. Se volvi para escuchar, y su pulso se aceler al notar que descorran el cerrojo para abrir la puerta. Era Barbara Clark, quien se volvi hacia otra persona no visible para Chris, diciendo: - Espera aqu. Barbara entr en la celda y se acerc a Chris, que la miraba con hostilidad, no manifestando satisfaccin alguna por el hecho de recibir la visita de otro ser humano. Barbara tambin estaba muy seria. Durante unos momentos, ambas guardaron silencio; luego Chris le volvi la espalda a Barbara y se puso a mirar por la ventana. - Cre que no se podan recibir visitas estando incomunicada -observ con indiferencia. - Slo en casos muy excepcionales --replic Barbara, procurando hablar con neutralidad. Chris hizo una mueca de desdn, aunque Barbara no poda verla. - Como yo? -dijo, sarcstica. La maestra avanz un paso hacia Chris. - S -dijo con firmeza, dejando transparentar la intensidad de sus sentimientos-. Como t. - Christine Parker, una fugitiva -dijo Cjlris amargamente-. Mtanla en el pesebre y pongan una tapadera para que no pueda salir. -Se volvi para enfrentarse a Barbara-: Es lo que hacen los padres cuando no quieren que los nios les molesten, no? Meterlos en una guardera. Barbara endureci su expresin. - Te escapaste mientras estabas a prueba -le record-. Te fugaste de tu casa. Es la verdad, y no puedes negarlo. Chris le volvi la espalda de nuevo. - Tus verdades son escuchadas y credas -replic-. Las mas, no. Barbara se qued un momento sin saber qu responder. Aquella no era la misma Chris en quien tanto haba confiado. Pocos das antes an haba sido una personalidad, con un porvenir definido; ahora se haba convertido, con su cinismo, en una copia de las dems. Barbara se sinti ms derrotada que nunca. De repente, se fij en el brazo izquierdo de Chris y ahog una exclamacin, cogindolo impulsivamente y contemplando horrorizada las sangrientas iniciales. Chris trat de soltarse de un tirn, pero Barbara segua cogindola, con una mirada de angustia y decepcin. - Ests perdiendo algo importante! -exclam-. Vas a perder a Chris, pero yo quiero que la salves! Es importante, muy importante! Chris se solt al fin y mir fijamente al rostro de Barbara, con ojos vacos de cordialidad y una mueca amarga en los labios. - Para quin? -exigi-. Anda, contstame a eso. Para quin? La chispa de esperanza que Barbara haba alimentado con tanto afn decay y se apag. Nada poda contestar. Cerr los ojos, movi tristemente la cabeza y se volvi para irse. Chris la contempl, impasible, mientras se encaminaba hacia la puerta, notando sin demasiada curiosidad que no la cerraba al salir. - Entra -oy que deca Barbara una vez fuera.

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Chris se qued helada de sorpresa al ver aparecer a Janet en el umbral. No daba crdito a sus ojos. Janet sonri cordialmente. - Hola. - Hola -contest Chris, sinceramente contenta de ver a su compaera de habitacin, pero incapaz de manifestar de palabra sus sentimientos. Janet cruz sus largos y finos dedos sobre su vientre hinchado. Su rostro expres una profunda emocin, que en seguida fue captada y compartida por Chris. Janet guard silencio un momento, mirndose el vientre; luego alz la mirada para fijarla en Chris. Le costaba hablar; finalmente articul poco a poco, con el aliento entrecortado: - He decidido quedarme con la criatura... , pero no quiero estar sola. Quiero que me hagas compaa, Chris... sta sinti una oleada de calor que casi le hizo olvidar su anterior frialdad de nimo. - Por qu? -acert a preguntar. Janet pareci turbada. Una sonrisa tmida y pattica se insinuaba en sus labios cuando replic: - Nadie habla bien de mi hijo. Quiero que le digan cosas bonitas... , cosas como las que t dijiste. Se encogi de hombros, dirigindole a Chris una mueca cordial, aunque algo nerviosa. Chris le devolvi la sonrisa, con una mirada de amor. Barbara tena razn. Haba una persona que la necesitaba. Alguien para quien realmente ella era importante. - Por favor, Chris -susurr Janet-. Procura que te saquen de la incomunicacin, quieres? Hazlo por el nio, Chris, y por m. Chris asinti vigorosamente con la cabeza, con un desesperado esfuerzo por contener el llanto: sus primeras lgrimas de felicidad en mucho tiempo. Captulo 16 Cuando se le levant la incomunicacin, y en los das sucesivos, Chris fue adquiriendo un control cada vez mayor de s misma. Se limitaba a cumplir con lo que le pedan; ni ms, ni menos. Dndose perfecta cuenta de que estaba siendo observada por el personal, procuraba sobre todo dar la impresin de que participaba de buena gana en todas las actividades exigidas por la situacin, bien se tratase de las labores, los juegos deportivos o los trabajos escolares. Aunque no pareca tan reservada como al principio, jams sala de ella una iniciativa, sobre todo durante los ratos libres que pasaba con sus compaeras. Sin embargo, procur evitar que sus amigas de los primeros das, como Josie y Ria, se dieran cuenta de que haba cambiado algo entre ellas. Janet era la nica con quien tena alguna intimidad y, aunque sus conversaciones solan ser breves y espaciadas por largos silencios, el lazo de tcita amistad que haba entre ellas se reforzaba cada vez ms. Lasko not el importante cambio que se operaba en Chris, pero lo atribuy a una mejor adaptacin por parte de la muchacha, y hasta depuso su primitiva actitud de sospecha y desconfianza. A la celadora no le gustaba crear favoritismos entre sus pupilas y, por ms que interiormente fuese capaz de sentir compasin, evitaba con mucho escrpulo toda demostracin pblica de simpata. Ella consideraba -en lo que pensaba igual que las internas a su cargo- que tales manifestaciones habran constituido un signo de debilidad, susceptible de minar su autoridad y, por tanto, su capacidad para mantener el orden. De todo el personal, Barbara Clark era la nica en sentir angustia ante los cambios que observaba en Chris. Haba una frialdad en la mirada, una ligera arrogancia en sus gestos, y en su comportamiento una coraza defensiva, discreta pero eficaz. Al verla, Barbara siempre se acordaba de la bandera de los antiguos colonizadores: la serpiente de cascabel con la leyenda CUIDADO CON PISARME. Cuando estuvo por primera vez en la escuela, Chris no haba fumado sino en muy escasas ocasiones; ahora, cuando encenda un cigarrillo y le daba una larga chupada, pona en ello el gesto lnguido de quien est habituado al vicio desde toda la vida. Barbara haba intentado ms de una vez hablar con Chris, empleando para ello todas las estratagemas que se le ocurrieron. Pero Chris haba edificado una muralla a su alrededor. No http://www.palimpalem.com/2/jiddu 58

se retrasaba nunca al final de la clase; no le daba pie a Barbara para iniciar una conversacin. Sin embargo, Chris ya no intentaba disimular su mayor capacidad para las tareas escolares, Como su intento de fuga le haba ganado el respeto de las dems, sutilmente converta lo que al principio habra sido una desventaja en un factor de positiva superioridad. El tiempo pas sin incidentes de importancia, hasta que por fin lleg uno de los das de visita que estableca el reglamento del Reformatorio. Para algunas representaba un tiempo de jbilo y expectacin; para otras, un perodo deprimente de tensiones, aprensin y melancola. Emma Lasko odiaba los das de visita. Le recordaban una poca de su juventud que haba sido particularmente solitaria; ella estudiaba sociologa en una universidad muy alejada de su ciudad natal, y se haba visto abandonada a sus propios recursos para empollar por su cuenta y aburrirse durante las comidas a solas, los interminables das sin ningn plan y las horas vacas, mientras sus compaeras gozaban del calor de las reuniones familiares, las fiestas de los fines de semana y las despreocupadas alegras de las vacaciones. Aquel da los dormitorios estaban ms tranquilos que de costumbre. La mayora de las chicas que tenan visita haban salido, recorriendo la zona deportiva, unas merendando y otras sentadas en el csped enfrascadas en sus conversaciones; las dems aprovechaban la relajacin general de la disciplina para tratar de romper un poco la rutina diaria. En la semioscuridad del comedor, Chris y Janet se haban tumbado en el sof para mirar la televisin. Ninguna de las dos prestaba mucha antencin al movimiento de las imgenes en la pantalla, cada una profundamente absorta en sus propios pensamientos. Lasko se present en la puerta a sus espaldas. Permaneci all unos momentos, nerviosa, arreglndose la blusa; luego dijo: - Estn aqu tus padres. Despertando de sus ensoaciones, Chris y Janet se volvieron; la segunda, lenta y fatigosamente, y la primera con rpido sobresalto. Lasko ya se haba retirado y no se la vea en ninguna parte. - De quin? -grit Chris con el rostro tenso de aprensin-. De cul de las dos? - De Janet -sali la voz de Lasko de algn lugar. Las dos chicas se miraron brevemente. Janet se levant del sof con indiferencia y sali. Chris volvi a tumbarse y sigui mirando la pantalla del televisor, aunque sin ver ni or nada. Cuando an no haca dos minutos que estaba a solas, entr Denny y se dej caer en el extremo opuesto al que ocupaba Chris, quien le lanz una rpida mirada y volvi luego su atencin al televisor. Denny cambi de postura, intranquila, y se sac del bolsillo un paquete de tabaco, con gestos nerviosos. Su mano temblaba un poco cuando le alarg el paquete a Chris, diciendo: - Un cigarrillo? Sin mirar, Chris alarg la mano a su vez y cogi uno. Denny contempl el suyo y luego, volvindose en su asiento, grit: - iLasko! La celadora se dej ver, con un gesto de aguda contrariedad en su rostro. - Ven a darme fuego -dijo Denny, lacnica. Lasko se sac del bolsillo un viejo encendedor y dio fuego primero a Denny, y despus a Chris. Se qued un momento mirando el televisor: - Qu estn dando? -pregunt, no porque le importase, sino tratando de apaciguar la tensin que flotaba en el aire. - Nada -dijo Chris con gesto despectivo. En ese instante, Josie entr corriendo en la habitacin. Lasko se volvi a mirarla. El rostro normalmente alegre de Josie era una mscara de dolor, y los ojos le brillaban de lgrimas. Corri para dar la vuelta al sof y se dej caer entre Chris y Denny, tratando de contener sus sollozos y sin hacer caso de nadie. - Qu pasa? -dijo Lasko frunciendo el ceo. Chris suspir con impaciencia y, sin apartar la mirada del televisor, dijo: - Ms vale que nos dejes a solas, Lasko. La celadora mene la cabeza y cruz el comedor para ocupar una mesa alejada, junto a la ventana. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 59

- Seor, cmo odio los das de visita -dijo a media voz. Sin dejar de mirar la televisin, Chris inhal profundamente el humo del cigarrillo y se lo pas a Josie, quien lo tom haciendo copa con las manos, como si fuese un pitillo de marihuana. Lo chup y luego exhal el humo poco a poco. Devolvi el cigarrillo a Chris, y dijo sin mirar a nadie en particular: - iDios mo, cmo me gustara que mi madre dejara de visitarme! Vosotras tenis suerte, que nadie viene a veros. Lasko mir a las tres chicas con expresin de honda tristeza. - Hacemos una partida de cartas? -ofreci-. Qu te parece, Denny? - No -salt Denny, nerviosa-. Estoy esperando a alguien. Lasko frunci de nuevo el ceo y consult el reloj de pulsera. - Se hace tarde -coment. - Puede que vengan todava -replic Denny, con un asomo de angustia en la voz. Chris cruz las piernas y sonri con amargura. - Por qu no te echas un solitario, Lasko? -dijo desdeosamente. - Slo pretenda ayudar -replic Lasko en tono que revelaba una sincera preocupacin. - T nunca ayudas -cort Chris. Lasko se puso en pie de un salto y apret los puos, ofendida. - Te prohbo que me hables as! -exclam-. Qu sabrs t! Hace aos que aguanto estos das de visita. -Sus propias emociones largo tiempo contenidas estaban vencindola ahora, y se volvi hacia Denny-: Cuntas veces te he acunado entre mis brazos, Denny, los das de visita? Anda, dselo! Cuntas veces? La muchacha se puso en pie, volvindose con violencia, los ojos muy abiertos echando chispas de emocin: - Te digo que espero a alguien hoy! -grit-. No te necesito para nada! Lasko cerr los ojos un momento para no ver la miseria que reflejaban los de Denny. Quin podra curar las heridas, borrar las cicatrices indeleblemente grabadas en el alma de aquella criatura temblorosa? Si fuese posible hacerle comprender la realidad... ! - No ha de venir nadie -dijo Lasko con tristeza-, y t lo sabes. Chris descarg el puo sobre el brazo del sof. - Pues ahora vas a decir que vendrn, Lasko! -grit-. Dilo! Di que vendrn ahora mismo! - Pero si no es verdad -insisti la celadora, incapaz de expresar la compasin que senta, y acercndose a Denny para rodearla con los brazos. Pero Denny se solt de un tirn y se gir quedando replegada sobre s misma. - iLo que pasa es que no quieres que vengan! -aull-. Cerda asquerosa! Perdiendo el control de s misma un instante, Lasko la abofete. En seguida se arrepinti de su accin. Aturdida, sali a toda prisa del comedor, en silencio, deseando desesperadamente que su propia vulnerabilidad no estuviese tan a flor de piel y que la traicionase tan fcilmente. Al da siguiente, todo haba vuelto a la rutina normal: levantarse, comer, trabajar y jugar a toque de reloj. Aquella tarde hubo en la clase de Barbara Clark un ambiente de fiesta y de confianza. Janet era el centro de la atencin de todas. Ocupaba una silla baja junto a la pared, y pareca un fruto maduro a punto de abrirse para derramar nueva vida. Estaba visiblemente conmovida y encantada con el montn de regalos que las chicas haban reunido para ella y para su hijo an no nacido. Despleg un juego de cuna bordado a mano, levantndolo para que todas pudieran verlo. Muchas se haban reunido en un grupo a su alrededor, para compartir su entusiasmo a medida que iba abriendo los regalos. Paula, normalmente tmida y reservada, apareca radiante de orgullo ante la acogida dispensada al juego de cuna que ella haba bordado para Janet, y dijo con excitacin: - Est en rosa y azul, para que pueda servir en cualquier caso. - iQu bonito! -exclam Barbara, sentada detrs de su pupitre. - iBonito! -critic Chris-. iHermoso!, eso es. Mira; hay ms cosas.

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Chris se haba sentado sobre la mesa del modo que sola hacerlo Barbara, y miraba a la clase con aire enrgico, de seguridad en s misma. Barbara le dio apoyo diciendo: - Nos vendra bien un poco de msica... T mandas, Chris. Chris se fij en Moco, que estaba sentada con aire hosco junto al piano, y lea una novela. - Moco -orden, dando una palmada de atencin-. Toca el piano! - Estoy leyendo -cort Moco sin levantar la mirada del libro. La primera intencin de Chris haba sido desafiar a Moco y tomar su negativa como pretexto para una discusin; pero luego prefiri no estropear la felicidad de Janet. Afortunadamente, las chicas se distrajeron al or el ruido del papel mientras Janet desenvolva otro regalo. Apartando el envoltorio, levant una caja de paales y las chicas rieron gozosamente. Josie, radiante, coment sin dirigirse a nadie en particular: - Este nio ser el ms feliz del mundo, porque va a tener un montn de hermanas mayores. Lanzando una mirada irnica hacia el piano, Chris aadi: - Y Moco ser el hermano mayor. La observacin fue acogida con una carcajada general. - Muy graciosa -gru la aludida. - Cuando hayamos salido todas -se dirigi Chris al grupo-, visitaremos a Janet por turnos. - iEso! -asinti Josie con entusiasmo. Chris se apoy sobre el tablero y se inclin hacia delante para dar ms nfasis a sus palabras: - Realmente, durante los prximos veinte aos estaremos muy ocupadas cuidando de Janet y del nio. Barbara disfrutaba viendo que Chris sala de su reserva hasta el punto de dirigir la conversacin. Chris sigui hablando en tono de innegable sinceridad: - Nos mantendremos siempre informadas de dnde estn y qu necesitan, para ayudarles. - Yo robar todo lo que te haga falta, Janet -se ofreci Ria sonriendo. Su comentario fue celebrado por las dems, excepto Moco, quien lea su libro con obstinacin. A Barbara le habra gustado hacerla participar, pero no ignoraba que eso era muy difcil. Haca mucho tiempo que haba descubierto la incapacidad de relacionarse que era el origen del aislamiento de Moco. Bea corri su silla hacia delante y se dirigi a Janet. - Vigilaremos al fulano con quien te cases -dijo, mirando a su alrededor con expresin traviesa-. Si es que te casas, quiero decir. Hubo ms risas, y entonces Chris observ con un acento cortante en la voz: - S, y ms le valdr portarse bien con la criatura. Las chicas se quedaron calladas una a una, fijando su atencin en Janet con creciente intensidad. Sus grandes y luminosos ojos brillaban llenos de lgrimas, y haba en sus labios una sonrisa triste. Estaba demasiado conmovida para hablar. Para que el ambiente no degenerase en un sentimentalismo sensiblero, Barbara intervino: - Vamos, Moco. Toca un poco de msica. - Tcala t -despreci la otra, cogiendo su libro con fuerza. Chris le lanz una ojeada: - Pues tienes que hacer algo, Moco. Al fin y al cabo, eres el hombre de la casa. Hubo un cascabeleo de risas, aunque Moco se haba puesto en pie de un salto. Chris sonri y alz una mano para evitar el libro que le haba arrojado a la cabeza con furia. Luego, de repente, Moco se qued inmvil y mir largo rato a Janet. A continuacin se volvi lentamente hacia el piano y sus largos dedos se movieron con agilidad sobre las teclas. Los acordes de la Marcha Nupcial se mezclaron con las risas y las palabras amistosas, y hubo msica en la clase. Captulo 17 Era la hora de cenar, dos noches ms tarde. El ruido de los cubiertos y las bandejas en el comedor resonaba mezclado con el de remover sillas y arrastrar los pies, junto con la despreocupada charla de las chicas. Chris y Janet ocupaban una mesa con Josie, Ria y Bea a un lado, y Crash, Jax, Denny, Moco y Paula al otro. - Qu es esta bazofia? -pregunt Crash torciendo el gesto con repugnancia. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 61

- Cierra el pico -salto Jax medio en broma-. Yo he ayudado a guisarla. - Puaf! -hizo Denny, arrugando la nariz y llevndose una mano a la garganta, fingiendo que se ahogaba. Paula intent mudar la conversacin: - Me he enterado de que el director ha recibido hoy a dos familias que quieren adoptar. Josie le lanz una mirada desdeosa: - Siempre estn hablando de eso. - S -aadi Bea-. Algunos slo vienen buscando una esclava. Ria dej caer el tenedor con indignacin: - Uf! Cllate, Bea! Nunca tienes un comentario amable. No deseando verse envuelta en la discusin, Chris guard silencio y contempl la bandeja de Janet. No pareca tener mucha comida. Y ahora tena que comer por dos. Tratando de dar a su gesto la mayor naturalidad posible, cogi una porcin de su propio plato y la puso en el de Janet. Sentada al otro lado de sta, Josie se sinti conmovida por el gesto y, sin decir palabra, imit el ejemplo de Chris. Aunque realmente no tena tanta hambre, Janet qued impresionada por el altruismo de sus amigas; pero como era muy tmida, no dijo nada. Moco, en frente de Chris, dej de comer al observar lo que estaban haciendo. Con su acostumbrada expresin huraa, alz la mirada y coment: - iVaya! Por qu le toca ms a ella? - T ya sabes por qu -dijo Chris. - Gran cosa... , una criatura -murmur Moco. Chris procur no alzar la voz para no asustar a Janet. - Es una gran cosa -dijo, pensando que por qu se metera Moco en lo que no le importaba. Pero sta no quiso ceder. Se apoyo sobre loscodos, mirndolas a ambas con sus ojos un poco saltones. Luego se puso en pie y acerc su rostro al de Janet. - Hasta una perra puede quedarse preada -profiri con desprecio. Dicho esto volvi a sentarse, creyendo que la cuestin quedaba zanjada con sus palabras. Janet y Chris alzaron las cabezas al unsono. La primera se sonroj de vergenza. Sin poder contenerse, Chris se incorpor de un salto y, al mismo tiempo, con rpido movimiento, estamp su bandeja en la cara de Moco. Algunas de las chicas gritaron pero Chris, ciega de rabia, no hizo caso. Cogi otra bandeja que estaba a su lado y la verti tambin sobre la cabeza de la atnita Moco, duchndola con una pastosa y viscosa mezcla de pur de patatas, verduras y salsa. Todas las miradas convergieron sobre ella, y las voces se alzaron hasta una aguda nota de excitacin. De sbito, Crash tom de su propio plato un puado de patatas y las aplast sobre el rostro de Chris. Entonces Janet, ponindose en pie trabajosamente como si despertara de un trance, le arroj su bandeja a Moco antes de que sta pudiera esquivarla. Fue como una chispa sobre un barril de plvora. En un instante, todo el comedor estall en un caos de chillidos, gritos, maldiciones y puntapis; las bandejas volaron por el aire, estrellndose contra las paredes o en el suelo. Se volcaron mesas, se arrojaron sillas, y mientras las ms asustadizas buscaban refugio, Chris y Janet, completamente olvidadas entre el desbordamiento de muchas hostilidades largamente contenidas, acudieron a cuantos objetos tenan a su alcance para bombardear y golpear a la desventurada Moco. sta, medio ciega por la mezcla gelatinosa que le inundaba el rostro, apenas pudo hacer otra cosa sino cubrirse con los brazos y retroceder, con objeto de escapar a la furia de sus atacantes. Alarmada por el tumulto, que asuma ya las proporciones de verdadero motn, Lasko entr corriendo para intervenir en la pelea, acompaada de la aturdida cocinera, a quien se le salan los ojos de sus rbitas. Durante algunos momentos su llegada pas inadvertida, mas poco a poco el caos disminuy y las chicas que se haban escondido empezaron a emerger, entre confusas y aliviadas. Algunas de las que no haban tenido que ver en la pelea huyeron hacia la puerta como pjaros espantados, con afn de evitar la confrontacin fatal. Abrindose paso entre el destrozo y las chicas que huan, iracunda, Lasko separ a Chris y Moco, que estaban revolcndose por el suelo entre los restos de comida y de platos hechos aicos, chillando, profiriendo insultos y tirndose de los cabellos. Janet las miraba con los ojos http://www.palimpalem.com/2/jiddu 62

muy abiertos y llorosos, atemorizada. Sin decir palabra, Lasko agarr del brazo a Moco y a Chris, y las sac del comedor, no sin volverse para decirle a Janet: - Y t tambin. El castigo iba a ser su postre de aquel da. A primera hora de la maana siguiente, todas las chicas del dormitorio permanecan temporalmente recluidas en sus habitaciones, en espera de una decisin final sobre el incidente. Barbara Clark hablaba a solas con Emma Lasko en el despacho de sta. Lasko estaba sentada detrs del escritorio, removiendo un gran montn de papeles. Barbara paseaba nerviosamente arriba y abajo. - Slo puedo atenerme a lo que vi -deca Lasko-. Janet y Chris empezaron con lo de arrojar cosas. - Pero si a Janet le queda muy poco -le record Barbara-. Adems, ambas son las primeras de la clase. Lasko apart los papeles con un gesto impaciente, y al tiempo que contestaba mir a Barbara con expresin de fastidio. - Esas razones no son excusa -insisti-. Si se salen con la suya, las dems chicas van a figurarse que... - Bien, pues que permanezcan confinadas en la habitacin -la interrumpi Barbara-. Pero no incomunicadas. La incomunicacin ser contraproducente, Emma. La contrariedad de Lasko aument. Le molestaban las continuas intromisiones de Barbara en su modo de dirigir los dormitorios, especialmente cuando el asunto tena algo que ver con Chris Parker. - De acuerdo, pero no eres t la celadora de los dormitorios -replic-. Y el tenerlas incomunicadas me ayudar a m a mantener el orden. - Es eso lo ms importante, pues? -pregunt Barbara, airada-. Es todo lo que te preocupa? No tener problemas... , mantener el orden? Ser por eso que abofeteaste a Denny, para poder... - iEh! iEspera un momento! -la interrumpi Lasko, herida por la acusacin implcita. - Te ayud eso a mantener el orden? -insiti Barbara machacando la cuestin. Lasko se puso en pie sbitamente y se adelant sobre el escritorio, con los nudillos blancos y un gesto tenso en su rostro fatigado. - Ahora no quieras dar a entender que soy alguna especie de... monstruo... -titube, espantndose al aplicarse a s misma tal calificativo-. iNo se te ocurra! Se tranquiliz un poco y continu: - Siento lo de Denny. Pocas veces pierdo el control de m misma... -Se interrumpi de repente, al ver que Barbara se apartaba con repugnancia-. iEscchame! -suplic Lasko desesperada y a la defensiva-. Hace diez aos, yo luch para desterrar de la institucin las camisas de fuerza y las palizas. Yo protega a esas chicas, te enteras? Barbara se volvi de nuevo hacia la celadora; en sus ojos, la ira haba cedido a la comprensin. No era su intencin hacer de Lasko una culpable; ella no era ms que otro pen en el juego, demasiado asustado para aventurar un movimiento que pudiese resultar errneo. - S, Emma -la conjur-. Ya s que antes era peor. Y qu? Queda el hecho de que esas criaturas estn encerradas porque nadie las quiere. Ese es su delito. Lasko desvi la mirada. Saba lo que era vivir sin que nadie la quisiera a una. Se sinti abatida, derrotada. - Eso no podemos remediarlo -dijo dbilmente. - Tenemos hogares para animales abandonados -continu Barbara-, y hogares para ancianos abandonados. En cambio, para los nios abandonados tenemos reformatorios. Lasko le devolvi la mirada, con un nuevo fuego brillando en sus ojos: - Reformatorios, s -declar-; pero esto es coser y cantar comparado con lo que eran antes. Barbara sacudi la cabeza con impaciencia: - Qu me dices de ahora, Emma? Qu haces por ellas ahora?

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Santo Dios! -pens Lasko-. Cmo podra hacrselo entender? Cmo darle una idea de hasta qu punto han mejorado las cosas? Le dirigi a Barbara una mirada penetrante y dijo, golpendose el pecho para subrayar sus palabras: - Yo les doy un lugar donde vivir. Dormitorios limpios, y comida. Y procuro que nadie les haga dao... , al contrario de lo que les ocurre ah fuera -y apunt con el pulgar hacia la ventana para completar el sentido de su frase. Pero Barbara no se dejaba convencer con facilidad. - Eso no basta -insisti-. Admtelo, no basta, porque no rompe los mdulos acostumbrados. Ellas entran y salen, y tienen hijos a los que no quieren, los cuales acaban como ellas, yendo a parar aqu... -Se interrumpi a la mitad de lo que pensaba decir, rode el escritorio y agarr a Lasko del brazo, mirndola con ojos desolados-. Emma -suplic-, aydame a romper ese crculo vicioso. Tratemos de salvar... , aunque slo sea a una de las chicas, ipor favor, Emma! Mientras lo deca, Barbara supo que la chica en quien pensaba era Chris Parker. De algn modo, pens, poda ser salvada todava. Lasko estaba conmovida por aquella discusin, pero haba vivido demasiadas cosas; haca aos que haba perdido sus ilusiones. Con frecuencia se preguntaba qu la obligaba a quedarse en aquel lugar, no atrevindose a reconocer la verdad: que estaba tan cogida como las chicas a quienes cuidaba. Se puso en pie y mir framente a Barbara. En la maestra vio un reflejo de lo que ella misma haba sido aos atrs... , antes de que el tiempo y las realidades se cobrasen su tributo. - Crees que vas a real-izar una buena accin, eh? -dijo sin mala intencin-. Quieres salvar a una chica, regenerarla. Slo a una. Y qu me dices de las dems? Qu les dir maana, cuando me rena con ellas, sobre eso de salvar a una? Cuando una de ellas merezca la incomunicacin, cmo se lo explicar? He de decirle que ella no merece la pena de ser salvada? Acercando la silla al escritorio, Lasko se volvi y se encamin a la puerta. Se detuvo brevemente para mirar a Barbara: - Contstame a eso nada ms... Maana, qu? Y sali sin aguardar respuesta. Captulo 18 Ms tarde, aouella misma maana, Chris y Janet fueron encerradas en celdas de incomunicacin distintas, la una frente a la otra. Chris no sinti el menor remordimiento por lo que haba hecho. Aquel marimacho de Moco se lo estaba buscando desde haca mucho tiempo, slo que nadie haba tenido narices para hacerlo. Chris lo senta nicamente por Janet. Cristo, qu personal tan incapaz tenan en aquella escuela! Cmo se les ocurra encerrar a esa chica embarazada de siete meses en una celda fra, destartalada y miserable... , sobre todo tratndose de alguien que ya haba intentado suicidarse una vez? Chris se ech a temblar recordando cosas que haba odo... , dolencias que sufran los nios por las cosas ocurridas a sus madres durante el embarazo. Muy bien, si actuaban segn su estpido reglamento, pens, pero podan hacer una excepcin en el caso de Janet. A nadie habran perjudicado limitndose a confinarla en su habitacin; la nica que poda ofenderse era Moco. Chris dio un puntapi a un objeto imaginario sobre el fro suelo de la celda. Acercndose a la puerta, se puso en cuclillas y apret la cara sobre la reja. - Janet? -llam en voz baja. - S? -contest Janet al otro lado del corredor. - Quiero cambiar de celda contigo. - Por qu? - Porque ya he ledo todas las paredes de la ma -dijo Chris, haciendo un esfuerzo por poner una nota de humor en la voz. Hubo un silencio, y luego Janet dijo en tono plaidero: - Lo siento, Chris. - No fue culpa tuya -le asegur Chris. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 64

- Ahora perderemos calificacin. -Hubo una pausa-. Y yo quera estar en casa cuando naciera el nio -murmur. - No te preocupes -explic Chris-. Te dejarn salir. - Qu pasar contigo? El humor de Chris se volvi sombro. - No lo s, pero no me importa, Janet. No te preocupes. El resto del da se les hizo muy largo a ambas. Chris rog a la matrona que les dejara pasar juntas la hora de ejercicio, pero su peticin fue rechazada. - Incomunicacin significa incomunicacin -dijo la matrona-. Esto no es un recreo, para que te enteres. Cuando Chris trat de explicarle que el nico motivo de querer acompaar a Janet era el de cuidar de ella, recibi una seca negativa. - No es la primera chica embarazada. T ocpate de tus asuntos. Ella es fuerte como un caballo. Ocpate de tus asuntos. Para entonces Chris ya estaba tan acostumbrada a la celda de incomunicacin que le result fcil conciliar el sueo. En cambio, para Janet la cosa fue muy diferente. Haba sentido nuseas todo el da; le dola la cabeza y experimentaba dolores lancinantes en la espalda. Por ms que lo intent le fue imposible hallar una postura cmoda sobre el rado colchn. Cogi fro, y no hall manera de entrar en calor; empez a temblar y a castaetear los dientes. No saba qu hora era. Todo estaba silencioso y oscuro. Intent llamar a Chris dos o tres veces, pero al no recibir respuesta supuso que estara durmiendo. Mientras yaca de espaldas mirando al techo en tinieblas, su malestar empez a hacerse ms intenso. El dolor de su espalda se hizo ms agudo; trat de cambiar de postura, y entonces sinti una punzada de dolor, como si se hubiera roto algo dentro de ella. Rompi a sudar y a temblar como una hoja sacudida por el viento. - iOh, no! -murmur-. iOh, no! El dolor de su vientre aumentaba por momentos. - iChris! iChris! -gimi. Trat de incorporarse, pero no pudo. El dolor arda dentro de ella como un fuego, y cuando alz la mano para secarse el sudor de la frente, not que tena el rostro ardiendo. Luchando con todas sus fuerzas para alzarse sobre los codos, chill: - iChris! iChris! La voz de Janet penetr en el cerebro de Chris, amodorrado por el sueo, despertndola a medias. - Chris! -oy que gritaba Janet. Sentndose sobre el colchn, medio dormida an y no muy segura de si lo haba soado o no, Chris mir la reja de la puerta. - Qu? -murmur-. Qu pasa? - Algo va mal! -solloz Janet con angustia. Chris salt del colchn y se arrastr hasta la reja. - Qu es lo que va mal? -pregunt. - iAlgo va mal con el nio! Chris mir a su alrededor con movimientos rpidos y sobresaltados, como un animal cogido en la trampa. - iJanet! -grit, cerrando los puos en torno a los barrotes- No s qu hacer! - Estoy sangrando, Chris! Estoy sangrando! Chris empez a martillear la puerta de la celda con los puos. El eco reson, apagado, en el corredor desierto. - Eh! Socorro! Necesitamos ayuda! -grit, y luego, dirigindose a Janet-: Har que vengan, Janet! Espera... Har que vengan! Har que vengan! - Por favor! Por favor! -suplic Janet. Chris golpe la puerta con ms fuerza, con todas sus fuerzas. - iSocorro! iSocorro! -grit.

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Al otro lado de la puerta de la seccin, la matrona dormitaba sobre su escritorio, con una vieja revista entre las manos. Alzando ligeramente la cabeza en direccin del ruido, mir con ligera contrariedad hacia el corredor de las celdas, y luego volvi a dormitar. Chris estaba ya frentica. Dando patadas y puetazos a la puerta, gritaba a pleno pulmn: - Socorro! Que venga alguien! Janet se arrastraba por el suelo, retorcindose de dolor, medio fuera del colchn, con las manos sobre el estmago y luchando por recobrar el aliento. Las oleadas de nuseas atormentaban su cuerpo alternando con sacudidas de dolor insoportable. Se senta arder, y al mismo tiempo tena la vaga impresin de una prdida hmeda y pegajosa. Chris continu el redoble de puntapis y puetazos, sin dejar de gritar: - iVengan! Vengan en seguida! Cogi la jarra del agua y la estamp contra la puerta, seguida del vaso. No hubo respuesta. Descarg una lluvia de patadas contra la puerta, y nada. Entonces, cogiendo el orinal lo arroj contra la puerta de acero, donde se hizo pedazos con fuerte estrpito. - Por favor! -aull, redoblando con los puos-. Socorro, por favor! Completamente despierta ahora, la matrona se dio cuenta de que aquellos estampidos no provenan de ninguna caera estropeada, sino del jaleo que armaban aquellas condenadas criaturas, vaya usted a saber por qu. Molesta por la interrupcin, ech atrs la silla, cogi las llaves y se encamin hacia las celdas. El redoble se hizo ms intenso al abrir la puerta del corredor. Murmur una maldicin, ensordecido por los frenticos gritos de Chris y por los golpes en la puerta a medida que avanzaba hacia las celdas. Descorri con rabia el cerrojo de la celda de Chris y abri de par en par. - Qu pasa aqu, veamos? -pregunt la matrona. Chris quiso cruzar de largo la puerta mientras gritaba con voz ronca: - iJanet! iJanet! Por fin, la idea de que ocurra algo grave penetr en el cerebro de la matrona y, apartando a Chris a un lado, descorri el cerrojo de la puerta de Janet y la abri con enrgico movimiento. - Dios mo! -jade, detenindose de sbito como si acabara de tropezar con un muro de cristal. Luego pas al lado de Chris como si sta hubiera dejado de existir y corri pasillo abajo. Chris entr en la celda de Janet, se arrodill en el suelo y la cogi en brazos. Sollozaba de modo incontenible, y se agarr a Chris llena de terror. Janet fue conducida al hospital a toda prisa, y a Chris se le permiti regresar a su habitacin, donde permaneci echada sobre su litera hasta el amanecer, llorando a ratos silenciosamente, o mirando al vaco. Turbada y conmovida por la noticia de lo que le haba ocurrido a Janet, y atormentada por sentimientos de culpabilidad, Emma Lasko tampoco pudo dormir aquella noche. Despus de agitarse y dar vueltas durante varias horas, se puso una bata y, tras comprobar que todas las chicas estaban en sus habitaciones, se encamin hacia el comedor desierto. Sentndose en el sof frente al televisor, conect ste con la esperanza de distraerse un rato y olvidar los pensamientos inquietantes que torturaban su cerebro. Finalmente cay en un sopor intranquilo. El resplandor rojizo del amanecer penetraba por las ventanas cuando Lasko despert sobresaltada por el timbre del telfono, que sonaba en su despacho. Aturdida, se ci la bata y sali corriendo del comedor, precipitndose galera abajo hacia la pequea oficina. Mientras corra, las chicas empezaron a asomarse por las puertas, ansiosas. Entr en el despacho y descolg a la novena llamada. - Seccin tercera -dijo con voz ronca-. S... Qu desgracia! S... , descuide... , descuide... Colg lentamente y se volvi hacia la puerta, con una expresin de honda tristeza en el rostro. Fuera haba seis o siete chicas formando un silencioso grupo, esperando noticias con impaciencia. - Janet habr de permanecer en el hospital unos das ms -les dijo con voz quebrada-. El nio muri. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 66

Nadie habl; los rostros expresaban congoja e indignacin al mismo tiempo. Chris, ligeramente aparte de las dems, quiso alzar un grito de reproche, pero no pudo. Sus emociones la haban dejado sin fuerzas. Su mirada se cruz con la de Lasko, en silencio, y por un breve instante compartieron el sentimiento de la prdida sufrida. Luego Chris se gir bruscamente y ech a andar por el pasillo. Detenindose frente a una puerta abierta, mir al interior de la habitacin e hizo ademn de pasar de largo. Pero luego, cambiando de parecer, entr. Crash estaba en pie junto al tocador, en pijama, y su rostro reflej la sorpresa que le produca la inesperada intrusin de Chris. Moco se haba sentado al borde de su litera, medio dormida an. Chris la contempl con amargura. - El nio no sobrevivi -anunci en voz baja y montona. Sus palabras tardaron algunos segundos en hacer su efecto. Moco parpade, en un desesperado esfuerzo por mantener la calma. Abri la boca, pero no pudo articular palabra. Sus labios empezaron a temblar, y los ojos se le llenaron de lgrimas. Chris nunca haba visto a Moco manifestar otra emocin sino la ira, y el ver a aquella chica hombruna y dura llorando fue demasiado para ella. No pudo resistirlo. Sali al corredor y se dirigi a su propia habitacin, a paso lento, con el corazn entorpecido por el exceso de pena. Captulo 19 El sol caa a plomo de un cielo sin nubes sobre el amarillo y rechoncho autobs escolar que avanzaba a trompicones por un camino estrecho y lleno de baches, franqueado de terreno pardo, reseco y pedregoso. El autobs estaba lleno de muchachas de rostro hurao; eran las de la seccin tercera amigas de Janet. Miraban por las ventanillas sin decir nada y tenan un aire comn de aplastante tristeza, que se extenda a sus cuatro acompaantes adultas: Barbara Clark, Emma Laskol su ayudante Betty Ramos, y Cynthia Porter. Despus de dar tumbos durante unos tres cuartos de hora, el autobs enfil bruscamente un polvoriento sendero lateral que serpenteaba por entre pedregales y matas de monte bajo. Atacando una ligera pendiente, lleg ante un pequeo cementerio rodeado por una gran verja de hierro forjado negro. Alrededor de una pequea sepultura recin cavada haba un grupo de personas, incluyendo varios indios de rostro solemne y un sacerdote con larga sotana negra. En medio del grupo se vea a Janet, con su rostro melanclico, rodeada de su familia. Cuando el autobs se detuvo frente a la verja de hierro del cementerio, los componentes del duelo alzaron unas miradas inexpresivas mientras se abra la puerta del vehculo. Las chicas se apearon y fueron aproximndose a la sepultura. Una brisa caliente y seca levantaba pequeos remolinos de polvo. Las compaeras de Janet desfilaron frente al pequeo atad depositado en el suelo; algunas llevaban flores, que fueron dejando suavemente sobre el mismo. Ria se arrodill brevemente, se persign y deposit, doblado, el juego de cuna rosa y azul. Chris, con los ojos nublados, se inclin cuando lleg su turno y ofrend una sola rosa blanca de tallo largo. Janet miraba sin ver, entorpecida, con el dolor grabado en el rostro, mientras las chicas formaban en crculo alrededor de la tumba llenando el hueco dejado por los dems componentes del duelo. Lasko se uni a ellas, con la mano apoyada en el transmisor-receptor que llevaba al cinto. Barbara y Cynthia avanzaron hasta llegar junto a la sepultura, a ambos lados del sacerdote. Hubo un incmodo arrastrar de pies, algunas toses, y nada ms. Barbara lanz una mirada al cura y ste le hizo una inclinacin con la cabeza. Pareca nerviosa y al borde del llanto. Mir un instante la sepultura y luego alz la mirada hacia el autobs que aguardaba fuera, donde se haba quedado Betty Ramos. sta se apoyaba contra la carrocera, y un rayo de sol arrancaba reflejos al cromado de su transmisor-receptor. Barbara contempl brevemente a Janet y a la familia de sta. Janet intent sin xito dirigirle una dbil sonrisa. Entonces la maestra mir a las dems jvenes. Se aclar la garganta y empez a hablar, procurando dirigirse a sus alumnas como si les hablase una a una, individualmente.

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- S que este nio significaba algo muy especial para vosotras. -Se interrumpi y luego prosigui-: Cuando salgais de la escuela, espero que hayis conservado ese sentimiento... No dejis que se pierda. - La voz se le volvia torpe de emocin-. Habr ms nios, tal vez de Janet... , o tal vez de todas vosotras. Habr ms razones... -Se le quebr la voz y trag saliva, obligndose a s misma a continuar-: Ms razones para que deseis lograrlo y salir de all. Las lgrimas le brillaban en los ojos. No tena ms que decir. Entonces le toc el turno a Cynthia. Adelantndose con la soltura de un orador consumado, hizo una inclinacin a Janet y su familia y luego se dirigi a las chicas. - He expresado ya la profunda condolencia y el sentimiento de la escuela -dijo con solemnidad-. Para la comprensin de lo ocurrido hemos de comprender al pueblo de Janet, un pueblo digno y firme. -Se interrumpi para subrayar el efecto, mirando de nuevo a los parientes de Janet. Ninguno de ellos dio la menor muestra de emocin. Cynthia continu dramticamente-: Por eso, cuando le lleg su hora, soport su dolor en silencio, conforme a la tradicin... De sbito, Chris dio un paso adelante con el rostro alterado por la angustia, y exclam: - Mentira! No par de gritar! No haba podido aguantar el diluvio de tpicos emitido por aquella funcionaria postiza, que ni siquiera estuvo presente cuando se desencaden la tragedia. Totalmente cogida por sorpresa, Cynthia se descompuso y murmur, confusa: - Entiendo que... no lo hizo hasta que ya fue demasiado tarde... - Mentira! Ella grit! -aull Chris an ms fuerte que antes. Janet se ech a llorar, y su madre le rode los hombros con el brazo para consolarla. Barbara se volvi y se dirigi hacia Chris. - Ella grit! -segua repitiendo Chris histricamente-. Grit... , ella grit! Entonces Barbara la cogi de los hombros y se la llev al autobs. Tan agitada estaba Chris, que ni siquiera logr hallar refugio en las lgrimas. Captulo 20 La consecuencia inmediata de la tragedia de Janet fue una notable calma entre quienes haban tenido ms contacto con ella, tanto las chicas como el personal de la escuela. Hubo menos charlas durante las comidas, y los recreos transcurran con evidente contencin en los juegos. Hasta Barbara Clark daba sus clases con un aire ms autoritario. Los responsables juzgaron que era un perodo de introspeccin reflexiva. Aunque era imposible adivinar si ello conducira a un mayor discernimiento personal por parte de las chicas, o hara que reforzasen su escudo defensivo de cinismo. Pasaron las semanas, y los vestigios exteriores del drama fueron borrndose a medida que las actividades diarias reanudaban su rutina familiar. Moco haba recuperado su habitual personalidad huraa y fanfarrona, siempre a punto de armarla por cualquier motivo; su satlite Crash le segua los pasos, desempeando su papel, que era una involuntaria caricatura de los cortesanos aduladores de pocas pasadas. Denny volvi a sus cambios de humor, en los que tan pronto era una mariposa retozona, como una ensimismada profetisa de desgracias. Slo Chris pareca haber experimentado una transformacin completa. La mirada observadora de Barbara Clark, que haba llegado a considerar a Chris como un caso de responsabilidad personal, notaba pequeos detalles reveladores de que Chris haba perdido para siempre aquella timidez simptica, aquella vulnerabilidad tan caracterstica en ella cuando lleg por primera vez a la escuela. Su modo de andar, su comportamiento frente a situaciones que encerrasen una posibilidad de peligro, su actitud general en clase, todo manifestaba un carcter mucho ms duro y vigilante. Haba un aire deliberado en todo lo que deca, y un constante autocontrol en todas sus acciones; era como una caldera hirviente con la tapadera bien atornillada. A esa transformacin cada vez ms permanente, Barbara asista sin poder hacer nada, aunque tambin sin perder del todo la esperanza.

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Pasaron varias semanas sin que nadie aludiese a Janet ni siquiera casualmente, como tampoco a la dramtica noche que fue la causa de que aqulla retornase con su familia. Si las chicas guardaban de ello algn recuerdo, era imposible de saber. A juzgar por las apariencias exteriores, era como si Janet jams hubiera existido. Anocheca ya. Varias muchachas estaban tumbadas en el sof del comedor, viendo la televisin. Al otro lado, Paula ocupaba un asiento junto a una lmpara, como siempre esforzndose en acabar una informe prenda de punto. Lasko se haba sentado en un brazo del silln, ayudando a Paula a desenredar las madejas y cogindole las agujas de vez en cuando para guiarla. Lasko mene la cabeza: - Ya no veo nada -dijo-. Si no lo dejamos ahora, vamos a sacar tres mangas. Paula emiti una risita. Ninguna de las dos se fij en Chris, que entraba arrastrando los pies, en delantal y zapatillas, con los cabellos colgndole sueltos sobre los hombros. Dirigindose a Lasko, le dijo tranquilamente: - Necesito el champ. Lasko se sobresalt ligeramente y se volvi. Una fugaz expresin de fastidio pas por sus facciones. Consult su reloj y luego alz la mirada: - Por qu no me lo pedas antes? Ahora ya he cerrado el armario. Chris cerr los ojos y luego volvi a abrirlos, con el gesto de quien se arma de paciencia. - Estaba ocupada en la cocina -dijo en el tono de un adulto dando una explicacin a una criatura obstinada, o sea, como si en realidad toda explicacin estuviera de ms-. Quieres darme el champ? Lo necesito. El dilogo atrajo la atencin de Josie, que estaba viendo la televisin desde el sof: - Caray, qu perezosa eres, Lasko -observ sin mala intencin. No muy segura de si Josie haba hablado en serio o en broma, Lasko se volvi a mirarla y dijo: - Me duelen las piernas de ir y volver por esa galera cien veces cada da. Qu mujer tan pelma, pens Josie, volvindose para seguir mirando la televisin. Moco, que acompaada de Jax se haba puesto a mirar discos, dej lo que estaba haciendo y se enfrent con Lasko. Jax la sigui. Moco, ponindose desafiadoramente en jarras, sac la mandbula y dijo en tono mordaz: - Dale ya el condenado champ. - S, Lasko -la imit Jax como un loro. Lasko se puso en pie de un salto y mir alternativamente a sus dos antagonistas, sacudiendo la cabeza con expresivos movimientos. - Trae el champ! -las remed-. Dame fuego, firma esta nota, haz esto y lo otro. No podrais dejarme en paz un rato? No haba humor en la voz de Josie esta vez: - Pero Lasko -declar-, si no haces nunca nada... Paula dej su labor en el regazo y se puso a mirar, nerviosa, primero a Chris, que contemplaba a la celadora con un brillo irnico en la mirada, y luego a la propia Lasko, quien lanz una ojeada iracunda a Josie y replic: - Cuido bien de vosotras. No tenis de qu quejaros. - No cuidaste bien de Janet. Denny haba pronunciado estas palabras con una voz tan tranquila, que la acusacin contenida en ellas qued colgando en el aire como un grito estridente. Un murmullo de sorpresa recorri toda la habitacin. Durante unos momentos, no se oy ruido alguno sino la algaraba del televisor. Lasko se encar con Denny, con los ojos lanzando rayos de furor y pena. - iNo fue culpa ma! -protest. Denny insisti en su punto de vista: - T la castigaste a incomunicacin -dijo framente. - S, Lasko -corrobor Josie. - Escuchad -empez Lasko con los nervios a punto de estallar, pero no pudo concluir la frase.

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Chris, con una decisin reforzada al observar que las dems estaban claramente de su parte, la interrumpi con tozudez: - Tengo que lavarme el cabello. Ahora Lasko no quiso ceder, por lo que replic: - Maana te lo lavars. Chris, aparentando exteriormente una calma glacial y sin levantar la voz, cedi a un sbito impulso retador: - Me gustara lavrmelo ahora, por favor -dijo, no sin silabear las palabras por favor de un modo que las haca sonar, no como una frmula de cortesa, sino como un insulto. Bea, que hasta ese momento se haba mantenido aparte de la discusin, se puso a gritar sbitamente con todas sus fuerzas: - Qu sitio tan imbcil es ste! -y luego, como si hubiera llegado al colmo de su paciencia, exclam-: No somos cros pequeos! - Quieres hacer el favor de darme el champ? -repiti Chris, -ignorando la -intervencin de Bea. Sintindose en peligro inminente de perder el control de la situacin, y con la desagradable impresin de tener todas las miradas fijas en ella, Lasko se dio cuenta de que no le quedaba ms remedio sino mantenerse en sus trece. - Maana, he dicho -silabe con energa. Nadie habl. Paula se puso a dar vueltas a su labor; Jax y Moco, con los brazos cruzados sobre el pecho y la hostilidad ardiendo en la mirada, se inclinaron hacia delante. Denny apret los puos, mientras Josie y Bea se incorporaban y se acercaban a Chris y Lasko, que se miraban con mutuo desafo. - Lasko -empez Chris en tono suave. - Qu quieres? -replic la celadora, con la voz ronca de aprensin. - Quiero lavarme el cabello -replic Chris, siempre sin alzar el tono y luchando para no traicionar su creciente alarma. De sbito dese no haber insistido tanto en aquella cuestin. Tena poco que ganar y mucho que perder, pero ahora ya no poda volverse atrs. Lasko adivin el sutil cambio en la actitud de Chris; al ver que la muchacha bajaba la mirada, comprendi que ya no estaba segura de s misma. - Qu te pareceran unos cuantos das de arresto en tu habitacin -dijo calmosamente, en un intende inclinar la balanza a su favor. - No. Slo digo que me des el champ, por favor. Lasko entrecerr los ojos. - Ests a punto de perder tu grado -la advirti. Chris empez a temblar imperceptiblemente; su voz se convirti casi en un susurro: - Quieres darme el champ, por favor, Lasko? -murmur. Exasperada hasta la desesperacin, Lasko alarg el brazo derecho apuntndola con un ndice largo y huesudo. - Con eso basta! -aull-. A tu habitacin, ahora mismo! Chris no respondi ni se movi. Lasko, decidida a terminar de una vez con el desplante, la tom del brazo y empez a sacarla del comedor. Entonces, con una sbita, inesperada explosin de rabia, con el rostro hecho una mscara lvida de furor, Chris se solt de un tirn y salt con la agilidad de una fiera acorralada. - iNo! -grit. Cerrando con fuerza el puo derecho, atac por sorpresa con la soltura de un experto boxeador y golpe a Lasko en la cara. Las chicas que asistan a la escena rompieron en jadeos de horror y aprobacin cuando Lasko, momentneamente aturdida por el golpe, trastabill hacia atrs perdiendo el equilibrio y cayendo atravesada en un silln. Perdido ya el control, Chris golpe a la indefensa Lasko sin dejar de chillar iNo! iNo! a toda voz, descargando una lluvia de salvajes puetazos sobre la vctima de sus iras. Lasko levant las manos para protegerse, mientras las chicas formaban alrededor de ella un crculo amenazador. De algn modo, la celadora logr sujetar los brazos de Chris y, con un poderoso esfuerzo, la apart a un lado, pero la fuerza de los tirones de Chris hizo que ambas http://www.palimpalem.com/2/jiddu 70

cayesen al suelo. Chocaron con una mesa, rompindole una pata, con lo que el mueble tambin se vino abajo. Chris qued a horcajadas sobre Lasko, sin dejar de gritar ni de lanzar golpes a ciegas. Todas sus compaeras gritaron simultneamente cuando los puos de Chris conectaron de nuevo con la mandbula de Lasko. Con un movimiento relampagueante, como una vbora, Chris arranc el manojo de llaves que tena Lasko en el cinturn y, sacudida por sollozos de rabia, ech a correr hacia la puerta. Ponindose en pie con dificultad, Lasko trat de perseguir a Chris, pero le cort el paso Moco, con gesto ceudo. - Qutate de mi camino -silb Lasko. Antes de que Moco pudiera reaccionar, Denny asi una lmpara de mesa y descarg la peana de la misma contra la sien de la celadora. El aire se llen de gritos cuando Lasko cay sin sentido sobre el sof y resbal luego hacia el suelo, con un corte en la sien que manaba sangre. Paula corri para arrodillarse a su lado, con un sollozo. Sin soltar an la lmpara, Denny se tambale ligeramente, con la mirada vidriosa y una expresin de locura en la cara. Sin previo aviso se volvi, enarbol la lmpara como un bate de bisbol y la estrell contra la pantalla del televisor. El ruido del cristal hacindose aicos se mezcl con los chasquidos y el chisporroteo de los cortocircuitos elctricos. De la caja destrozada salieron nubes de humo sofocante, y en ese momento estall en el comedor una orga de gritos histricos y destruccin. Entre chillidos e insultos, con loco afn de venganza, las internas arrancaron cortinas, rompieron cristales, rasgaron, rajaron y destruyeron sistemticamente cuanto estaba a su alcance. Moco vacil un segundo ante el tocadiscos, y ya iba a cogerlo, cuando Ria alarg una mano para frenarla. - No, eso no -dijo. Moco asinti lentamente con la cabeza, comprendiendo lo que haba querido decir, y volvi a dejar el tocadiscos en su puesto. Poco despus, mientras el tumulto an continuaba a su alrededor, Lasko empez a volver en s poco a poco. Al abrir los ojos no supo. si dar crdito a aquella visin de pesadilla: isus nias, alborotando a su alrededor como una reencarnacin de las hordas moglicas! Trat penosamente de incorporarse, mientras Paula llorosa, procuraba ayudarla. En pie frente al armario del cuarto de bao, Chris, sin prestar odos al tumulto procedente del comedor, derribaba frascos y botes en un frentico esfuerzo por encontrar el champ. Josie y Moco entraron corriendo de repente. - iLargumonos de aqu! -jade Josie, alargando la mano hacia las llaves, que colgaban de la puerta del armario. - iDate prisa! -la urgi Moco. Josie sac las llaves de la cerradura y ambas echaron a correr hacia la puerta. Entonces rasg el aire un timbre de alarma. Josie se par en seco. - Qu te pasa? -pregunt Moco, impaciente-. Date prisa; vamos a salir de aqu. - No puedo -susurr Josie roncamente-. No puedo! Con un juramento ahogado, Moco le arranc el llavero sin hacer caso de su llanto y sali, con Chris pisndole los talones. Moco vol sin aliento hasta la puerta principal y empez a tantear con las llaves. No saba cul era la que serva, y le temblaban tanto las manos que apenas acertaba a sostener el llavero. - Vamos! Date prisa! -la azuz Chris. En ese momento se les unieron otras cinco o seis chicas que haban salido del comedor, con ansias de romper el encierro y escapar en la noche. - No puedo abrir! -solloz Moco-. No puedo! -y con esto, todas las muchachas se pusieron a aporrear la puerta con furia. - Maldita sea! Maldita sea! -gritaba Moco, desvalida, viendo que la puerta no se mova ni un milmetro. Y, mientras no cesaba de sonar el timbre de alarma, el estrpito de la destruccin del comedor empez a disminuir. Pronto, el redoble sobre la puerta se convirti en un golpeteo fatigado y, agotadas, las chicas se dejaron caer al suelo renunciando a sus esperanzas de libertad. Captulo 21

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Despus de varios das de investigaciones previas, se estableci que, si bien haba sido Chris la instigadora del motn, an quedaba cierto nmero de factores por determinar. Por lo que se refera a las dems chicas, se convino en que haban actuado movidas por un frenes colectivo, con intervencin de factores psicolgicos que haban madurado la explosin. Aunque ninguna de las responsables se atrevi a decirlo con franqueza, la realidad era que el episodio haba catalizado las emociones de las muchachas. La mayora de ellas se hallaban en mejores condiciones mentales que antes del motn. Al purgarse de sus hostilidades ms urgentes y poder desahogar sus frustraciones, quedaban, como grupo, ms dispuestas a aceptar la autoridad. En cierto nmero de casos, el sentimiento restante de culpabilidad produjo un importante efecto sobre sus actitudes. Esto se puso de manifiesto, sobre todo, al organizar brigadas de trabajo para quitar los escombros y ayudar en las faenas de reparacin. Pero, a pesar de aquella calma siguiente a la tempestad, el personal de la escuela saba que no se haba producido ni iba a producirse ningn cambio autntico, y que slo era cuestin de tiempo el que otro incidente igualmente trivial desencadenase otra escena, aparentemente absurda, de destruccin, y tal vez con secuelas an peores. Pero la preocupacin ms inmediata era la de tratar de sondear a Chris para determinar qu motivos la haban inducido a convertirse en la chispa que dio lugar a tan peligrosa conflagracin. El da de la reunin definitiva, la zona del comedor qued aislada del resto de la seccin tercera. Despus de reconstruir todos los detalles del caso durante varias horas, la junta calificadora, formada por Cynthia Porter, Elaine Ferraro, Betty Ramos y Barbara Clark, se dispuso a entrevistarse personalmente con Chris. La llamaron al comedor y fue invitada a sentarse a la mesa; se trataba de darle una oportunidad de hablar sin sentirse cohibida por la presencia de Emma Lasko. Chris tom asiento, afectando seriedad, con la cara recin lavada y la ropa limpia y bien arreglada. Pareca tranquila, segura de s misma, y la perfecta imagen de una adolescente formal. Cynthia, garabateando distradamente sobre un bloc de papel amarillo que tena ante s, dijo: - Bien, Chris. Ahora que se han calmado los nimos, por decirlo as, tal vez podamos aclarar el transfondo de este asunto. Ests dispuesta a ayudarnos? - S -respondi, obediente. Elaine frunci el ceo: - No entiendo nada de esto -dijo-. Chris no haba creado problemas desde haca meses. Betty se volvi hacia ella: - Por favor! -le reproch-. La seorita Lasko an lleva las seales para demostrar lo que ocurri. - S, s -dijo Cynthia, golpeando con el lpiz-. Pero estamos aqu para demostrar por qu ocurri. - Slo porque no quera darle el champ? -observ Betty dubitativamente. - Ah, no! -dijo Chris, adelantndose con gesto de sinceridad y uniendo las manos sobre la mesa-. Ella me abofete primero. - No lo hizo! -salt Betty. Chris mir a Cynthia: - S que Betty no me cree, pero... - La seorita Lasko te abofete? -la interrumpi Barbara, mirndola fijamente. En los modales de Chris haba algo indefinible que la haca temblar. Barbara not que estaban siendo vctimas por parte de Chris de una mentira audaz, pero tremendamente astuta, y eso la entristeca profundamente. - No tena ganas de ir a buscar el champ, y se enfad conmigo cuando le insist por favor en que me lo diera -se encogi un poco de hombros. Betty no estaba convencida: - Creo que miente, y que las dems chicas han mentido tambin para ayudarla. Chris se volvi para mirar a los ojos a Betty, y suspir con la voz repleta de franqueza: - Lamento de veras que no me crea. http://www.palimpalem.com/2/jiddu 72

- Deseamos escucharte sin prejuicios, Chris -dijo Cynthia. Estaba satisfecha porque haba odo exactamente las palabras que deseaba or. Chris le pareca la imagen ideal de una adolescente arrepentida. Mirando a las dems, dijo: - No conocemos ningn precedente de que Chris sea mentirosa... - Verdad es que Emma reparte bofetones algunas veces -concedi Elaine. Barbara guard silencio, cada vez ms segura de su escalofriante intuicin; senta asimismo una frustracin tan honda, que le daba ganas de echarse a llorar. - Las otras veces que Chris tuvo dificultades -dijo Cynthia-, confes francamente lo que haba hecho. Se interrumpi para mirar a Chris, quien baj la mirada y trag saliva, con una expresin de profundo arrepentimiento en todos sus rasgos. Cynthia casi pareci disculparse cuando dijo: - Temo que perders toda tu calificacin ahora, lo mismo que todas las dems que tomaron parte en el incidente. Chris se inclin hacia Cynthia, implorante. - Por favor -dijo-. Estaba en cuarto grado. He figurado en el cuadro de honor durante muchas semanas. Por favor, no lo olviden. iSe lo ruego! Barbara entrecerr los ojos, pero no dijo nada. - No lo olvidaremos, Chris -le asegur Cynthia. Betty hizo una mueca de contrariedad: - Despus de lo que hiciste? -pregunt, mirando a Chris con dura expresin. Chris no replic al principio, limitndose a mirarla en silencio con aire lastimado. Abri la boca y volvi a cerrarla, tragando con dificultad. Pareca hallarse al borde del llanto. Se aferr con ambas manos al borde de la mesa y dijo en voz baja y forzada: - Me abofete. Entonces yo perd los estribos y yo... lo siento. Lo siento de veras. Hizo una pausa para producir ms efecto, y luego continu: - Creo que algunas de las chicas perdieron la cabeza. Ojal pudiera hacer que nada de esto hubiese ocurrido. Ya s que an debo corregirme mucho, pero mi... , mi actitud ha mejorado bastante desde que estoy aqu... -fij su mirada en los ojos de Cynthia y continu-: Esta escuela ha sido para m una gran ayuda... Barbara sinti nuseas en la boca del estmago. No puedo creerlo! -pens-. No puedo creerlo! Chris an estaba mirando a Cynthia con gesto sincero: - Creo que si me dan otra oportunidad y... , y no me rebajan la puntuacin, sabr comportarme aqu y fuera de aqu. Por el rabillo del ojo vio que Elaine Ferraro la escuchaba con simpata, moviendo la cabeza en seal de aprobacin. Haciendo una pausa para comprobar la impresin causada por sus palabras, Chris pase sobre sus oyentes la ms contrita de sus miradas, y luego se volvi de nuevo a Cynthia: - Y, sobre todo -continu, acudiendo a toda su persuasin-, deseara presentar mis disculpas a la seorita Lasko. Cynthia asinti, debidamente impresionada: - Bien -dijo-. Te haremos saber nuestra decisin, Chris. Parece que tu actitud es buena y creo que hay... propsito de enmienda. Ya te lo comunicaremos. Luego, volvindose a las dems, dijo: - Hablaremos con las dems despus de comer. Chris supo que aquello era la despedida. Su breve aparicin bajo los focos haba terminado, conque haba llegado el momento de saludar al pblico y hacer su salida. - Muchas gracias -dijo suavemente-. Gracias por escucharme. Ech atrs su silla, se puso en pie y esper a ser conducida fuera de la habitacin. Betty Ramos se levant y, con un ceo de disgusto en la cara, indicando claramente que no le crea ni una palabra, hizo salir a Chris.

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Haca sol afuera. Betty y Chris iban caminando hasta un campo deportivo vallado, junto a los dormitorios. Un grupo de chicas las siguieron con la mirada mientras se aproximaban. Chris hizo ademn de reunirse con ellas, pero Barbara la detuvo ponindole la mano en el brazo. - Chris. Espera un minuto -dijo-. Quiero hablar con ella -agreg, dirigindose a Betty. Asintiendo con la cabeza, y con una mirada hostil hacia Chris, Betty las dej a solas y fue a reunirse con el grupo. Chris se volvi hasta mirar a Barbara de frente. Se contemplaron durante unos segundos, y Barbara vio cmo la mirada de inocencia cndida que Chris haba ostentado durante la entrevista desapareca, cediendo a una dura coraza de desconfianza. - Has mentido -dijo Barbara sin alzar la voz. El rostro de Chris no expres la menor emocin. Se limit a sostener su mirada, con las manos hundidas en los bolsillos de sus tejanos. - Menudo rollo -murmur. Barbara trat de hallar las palabras adecuadas, pero todo lo que le sali fue: - Yo... , yo ya no s qu hacer contigo. - Qu importa eso? -dijo Chris, encogindose de hombros, y sin otras palabras se volvi y se alej para reunirse con sus amigas. Las chicas hicieron corro alrededor de Chris, y sta chasque los dedos con indiferencia. - Dame un cigarrillo, Moco. La aludida obedeci, y luego Chris se volvi hacia Betty: - Fuego, por favor. Barbara contempl la escena con la melancola pintada en el rostro. - Eh, mam! Vendrs luego? -le grit Josie, irnicamente. Pero Barbara no respondi; no poda. - Hasta luego, mam -dijo Moco. - Oye, mam, cmo es que no ests en clase esta tarde? -pregunt Jax. Barbara segua sin decir nada. Chris mir por encima del hombro y contempl, impasible, cmo la mujer empezaba a sollozar silenciosamente. Una tristeza invencible se apoderaba de la maestra al ver a Chris en su nueva posicin de jefe del grupo. Lloraba por la prdida de la inocencia, por la frustracin y por el fracaso al que ahora Barbara tena que resignarse por fin. Haba alargado la mano en la oscuridad con afn de retener brevemente una pequea llama de esperanza, pero slo para verla vacilar y morir como una vela al viento. No habra una segunda ocasin de encenderla; el viento soplaba cada vez con ms fuerza, y la ltima cerilla se haba gastado haca mucho tiempo... Nota del digitalizador La historia de vida de Christine Parker contina en

Paul May ndice Nacida inocente....................................................................................................................................................................1 http://www.palimpalem.com/2/jiddu 74

ndice....................................................................................................................................................................................1 Captulo 1.........................................................................................................................................................................2 Captulo 2.........................................................................................................................................................................4 Captulo 3.........................................................................................................................................................................9 Captulo 4.......................................................................................................................................................................11 Captulo 5.......................................................................................................................................................................15 Captulo 6.......................................................................................................................................................................20 Captulo 7.......................................................................................................................................................................23 Captulo 8.......................................................................................................................................................................27 Captulo 9.......................................................................................................................................................................32 Captulo 10.....................................................................................................................................................................34 Captulo 11.....................................................................................................................................................................39 Captulo 12.....................................................................................................................................................................43 Captulo 13.....................................................................................................................................................................49 Captulo 14.....................................................................................................................................................................51 Captulo 15.....................................................................................................................................................................54 Captulo 16.....................................................................................................................................................................58 Captulo 17.....................................................................................................................................................................61 Captulo 18.....................................................................................................................................................................64 Captulo 19.....................................................................................................................................................................67 Captulo 20.....................................................................................................................................................................68 Captulo 21.....................................................................................................................................................................71 Nota del digitalizador.........................................................................................................................................................74 ndice..................................................................................................................................................................................74

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