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Cuento El Helecho y El Bambú

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[COMPAA DEL REMITENTE]

[ E scr ib a l a dire cc i n de l a co mp a a de l re mi te n te ] [E s cr ib a e l nme ro de te l fo no d e l re mi te n te ] [ E scr i ba l a di re cc i n de co rre o e le c tr ni co de l re m i te n te ]

El Helecho

Bamb

y el

Autor: 101 clsicos de la india de Ramiro Calle

El helecho y el bamb.
Renuncie a todo y me di por vencido. Decid que iba a dejar a un lado a mi trabajo, a mi mujer, mi religin e incluso a mi propia vida.

Cog mi coche familiar y fui al campo para tener una ltima visin del mundo natural y alejarme de la jungla de asfalto, polucin y asfixiante actividad.

Una vez hube entrado en la naturaleza detuve mi coche en mitad de la nada y me intern en el bosque. Cuando ya me haba alejado de la carretera lo suficiente, grit con todas mis fuerzas: -Dame una buena razn para no darme por vencido! Como si le estuviera gritando a Dios, al Karma o al poder del universo que rige nuestros destinos al odo . Mientras recuperaba el aliento arrodillado en el suelo no pude darme cuenta de que una persona se acercaba hacia m. Cuando finalmente pude verlo vi que era un sencillo granjero, tena la cara arrugada, muestra de haber redo mucho durante su vida y una mirada de sabidura, de la sabidura que nos da la experiencia. -Joven, ven conmigo, debes ver algo. Casicomo hipnotizado, olvid la vergenza inicial que haba sentido al ver invadida mi ms profunda intimidad y le segu sin pronunciar palabra alguna.

-Puedes ver esos helechos? Me dijo. -S, le respond. -Cuando sembr los helechos tambin sembr unas semillas de bamb. Les trat con mucho cario les di agua y me asegur de que les daba la luz. Los helechos crecieron muy rpido, verdes y fuertes. Un ao ms tarde los helechos crecan estaban frondosos y desprendiendo un magnfico olor. El bamb, sin embargo, no haba crecido nada. Pero no renunci a l y segu dndole agua, luz y cario. -En tres aos, todo ese campo que ves all se haba cubierto con los helechos. Mientras que del bamb no haba rastro alguno. Y pasaron otros cuatro aos, en los cuales no desist y continu luchando por el bamb.

Entonces un da, siete aos despus de haberlo plantado, cuando iba a regarlo, observe que haba salido un pequeo, pero apreciable brote de bamb. -Comparado con los helechos era muy pequeo y casi insignificante. Pero tan solo seis meses despus el bamb haba crecido hasta 30 metros de altura.

Tard 7 aos en echar las races fuertes y profundas en la tierra que le permitiran llegar muy alto. Aquellas races lo hicieron ms fuerte y le dieron lo que necesitaba para crecer. -Dios no te da ningn reto que no seas capaz de lograr. Cada momento que has estado luchando, realmente has estado echando races. Yo no renunci al bamb y luche por l, as como Dios, o el universo como lo llamais ahora los jvenes, no ha renunciado a ti. No te compares con otros, as como no se compara el bamb con el helecho. Ambos eran importantes aunque tenan un propsito distinto, pero juntos hacen que el bosque sea ms hermoso. Estas palabras me conmovieron y me hicieron recapacitar, el sabio, vestido de granjero prosigui: -Tu tiempo vendr, y crecers muy alto. Y crecers lo mismo que el bamb y que el helecho, dijo. -Pero si sus tamaos son distintos? Pregunt un tanto ingenuamente. -Aunque con alturas distintas, ambos crecieron lo ms alto que pudieron, as debes hacer t. Lucha y no desistas, los malos momentos te dan experiencia, los buenos te dan felicidad, ambos son esenciales. Aunque te sientas flaquear lucha y echa races que te permitan crecer fuerte, pues tu momento, tarde o temprano llegar. Y con esas palabas se despidi de m con una sonrisa de satisfaccin en los labios al ver como sus sabias palabras haban aliviado mi pesado corazn.

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