Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

JMloynaz

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 64

F

..

INDiANA U .
HISTORIAOECUBA LIB f\I;V[RSfTt
RARIES
BLUOMfNGTO.\J
EDITORIAL DE C!ENCIAS SOCIALES. LA. HABANA;19&9)
,ia para cuyos muros conduje en mis hombros piedras, ladrillos y
a la puerta de la iglesia, hube de estrechar las manos a toda la
banideja. La noche de despedida la juventud me ofreci6 un baile en la es
paciosa casa social, frente a la plaza. Salfa el sol cuando recibi los ultimos
abrazos. Y seguido de un practico iba a caballo, camino de la Capital.
A las once de 1a manana llegamos al gran do Nizao. Aumentado el volu
men de sus aguas, ahora turbias por 1a creciente, neg6se el pnictico a que
10 vadearamos. Pero, para mi era asunto de alcanzar, 0 perder el vapor en
que iba a Nueva York; solo me lance al torrcnte tumultuoso, gran nadador
como era. Para no faligar mi caballo, Dade a su lado, asido a la crin y diri
giendose suavemente hacia el paso en la opuesta orilla, a la que llegue, sin
gran esfuerzo oi peligro, aunque can la faliga consiguiente a la distancia
nadada. Monte de nuevo, y a las tres de la tarde llegaba solo a la capital.
En la casa donde alquile el caballo habra dejado mi ropa de calle) de la que
me vestl enseguida; leva inglesa y bomba; porque e1 pomposo adminiculo erJ
conveniente al intercs de mi campania.
Antes de dirigirme a1 hotel Universo, clonde me hospedaba, llegue a la
casa de una distinguida senora, viuda de uno de los mejores amigos de mi
padre. Supe can pena que su hijo, a guien querra ver antes de embarcar,
hallabase en la comarca del Cibao, en viaie de negocios; pero me acomode,
cansado del viaje como estaba, en un mecedor de Viena, a conversar can 1<1
senora acerca de Bani, y de tamos recuerdos familiares. No tarde en que
darme profundamente dormido. La senora, sola como estaba, no se atrcvi6
a cerrar la puerta y ventana de la calle) dejandome en la casa. Pero avan
zada la noche, y el visitante no despertaba. La senora se asomo. Viendo
cerradas todas las casas, hizo 10 mismo can la suya. Despues uajo a la sala
e1 catre de su hijo, me quit6 la Iarga lcvita, el chaleco, Ia camisa y los
apatos, y, muy fuerte como era a sus cuarenta aDos, me alzo en sus brazos,
y me coloco en el catre: sin que el visitante despertara.
Sedan las diez de la manana cuando abrr los ojos, un poco aturdido y
extrafiado del lugar, dandome cuenta de que no era ese el cuarto de mi
hotel. Me dirigr al patio, y encontre un magnifico bano preparado, con
limpia toalla, y no tarde en disfrutarlo, que buena falta me bada despuc3
del largo trotar dd viaje. Luego vi en el comedor un desayuno preparado,
con reverbero y f6sforo para calentar1o, y aIgunas frutas. Me sente a1 des:l
yuno; que todo me pareda como de una mansion de hadas, cuya senora
habra desaparecido. Ella no tardo en llegar. "Ah, senor liron, que dene
usted el sueiio mas pesado que pudiera imaginarse. En In guerra 10 haraTl
prisionero durmiendo." Continuado por algunos momentos aquel visit611,
me despedr de la senora, tan amable como virtuosa, y me fui a preparar mi
equipaje.
Tomamos el vapor en Pucrto Sanchez, en la esplcndida babia de Samana,
en cuyas tranquilas aguas, entre flechas y arcabuces, librose la primera batallll
entre los indios y los conquistadores; que por 10 rerudo del encuentro en
canoas y carabelas, el Gran Descubridor bautiz6 la anchurosa bahia con el
nombre de golfo de Las F1echas.
Veroadero golfo porIa extl:l1sion. hallasc: pl'olcgido Jt:: viel1los JLl
Norte porIa magnifica penlnsula de Samana, de tiel'r<lS c01
0ra
das, de in
comparable fertilidad, donde las pilias llegan a pesar una arroba y los ra.
cimos de platanos alcanzan eI alto de un hombre.
Hubo en Santo Domingo gobiernos proditorios que negociaron con
Estados Unidos, durante la presidencia de Grant, Ia anexi6n de Ia RepubJic3.
y cuando esta fall6 -por In protesta revoludonaria del pueblo dominicano
Y pol' ]a integridad del Senado de los Estados Unidos, que se nego a san
cionar el ominoso convenio-- entonces se contrat6 eI arrendamiento -;P')l'
un siglo!- de ]a gran bahia, y Ia peninsula riquisima que In aeompana.
Lleg6 1a hora de embarcnr. Surcando Ia bahfa euyn extension se dilatab,l
el horizonte, contemple e1 desfile de uno de los mas bellos panoramas:
la multitud de cayos ernergiendo de las aguas azules, cubiertos de exhu
berante vegetacion y --como en cinta pelicular_ las montafias siempre ver
cles de la peninsula de Samana .
Muy pronto estreche amistad con lin cstudiantc de mcdicina que -pot vL,
de Nueva York- dirigfase a Parfs: Manuel Morillo. Babfa pocos
MoriJIo y yo, un poco idealistas, eomentahllmos en 1a durante las co
midas, los errores y pecados de los gabiernos bispano-amencanos. Venfa all 1
un pasajero holandes que solla intervenir ell estas discusioncs. Rubio, ,.II l'
voluminoso, deda: (fA los nativos bay que enlenderIos. No se les debe tralar
como a los europeos, 0 los norteamericanos: es otra su mentalidad. Yo estnr
de aeuerdo con Lilis [el presidentc Heureiltlxl y rClr del resto," Claro: COill 0
que era el representante de la compama holandesa que --can un emprestit"
torlicero-- habra c01llprometido haeia b nancarrota, cl porvenir de la Re.
publica.
Pasamos los azules abisillos del cabo Hateras. Era bonancible el tiemDo:
pero, sobre Ia cubieJ;ta del vapor nos atenaceaban el rostro Jas primeras rafag,ls
heIadas del invierno.
XI. En Nueva York. Primer encuent1"O CO"1 Marti
Una fria manana de 110viembre de 1891 C'1 vapor que conducfa desdc In
inmensa bahia de en la Republica Dominicana, un grupo heterogc
neo de viajeros --comerciantes, estudiantes y el holandcs adiposo, rcprc:;en.
lante de la compaiifa que por un empresLito abusivo hablase apodendC1
de las aduanas dominicanas- dcsHzabase en las tranquilas aguas de Ia fan
tastica bahia de Nueva York. De1ante, entre brumas, b gigantesca estatlla
de 1a Libertad y en el erguido bra%(' Ia antorcha triunfal de los .dercchos
del hombre.
Por entre enjambre de vapores de tadas clases, en coro atwnadOI' de sil
batos, dejamos atras Ia estatua colosaI: en ruta al muelle, sobre el rIo de]
Este. Como si las y,randezas se agruparan ante nuestros ojos asom
brados, ahora tCnlamos delante eI puente monumental que sobre eJ rio
majestuoso une a Brooklyn y Nueva York. A uno y otro lado los altfsimo"
rascacielos, con sus hileras de ventanas iluminadas. Por toclas partes cl ruido
54
55
ensordecedor de 1a inmensa co1roena. iB,ljamos a la tierra de los libres!
Polida ninguno, ni ofidal de inroigraci6n nos pregunt6 el objetivo de nues
tro viaje; en la Gran Metropoli entraroos como cn nuestra casu.
Me hospede en 1a casa de Nlrs. Mayorga -55 Concord en Brooklyn
en el mismo cuarto ocupado pol' los generales Serafin Sanchez y Fr:ll1cisco
Carrillo. La amable Mrs. Mayorga era viuda de un cubano.
Desde la siguiente manana, mi preocupaci6n primera -antes que cl cobro
de mis comisiones- fue conocer a Marti. Tanto suplique a Elis generalc5,
que a poco ramabamos eI elevado, cruzabamos el gran puente y licgabamos
ala casa de 120 front St., cuyo tercer piso 10 ocupaba la oficina del .\:)6stol
.ie la Revolucion.
Mienrras sub1amos las escaleras deda Carrillo: "Este es eI gran dispar,lk.
i llevar este muchacho a Marti es para que salga ciancio \'ud tas de carnen/
Ya 10 veras' ... jApcnas anunciados los nombres de los dos pr6ceres de Cuba,
aparecio, con los brazos abiertos, Jose Marti! A mi me latia intenS,lmente
el corazon.
"Mard, aqu1le traemos el mas ferviente de sus admiradores: este muchacho,
de familia camagiieyana que dio mucha sangre a Cuba! El lleva hasta 1a
locura la pasion de la Parria." Pasamos a la sala. Notables escritores d-::
nuestra America espanola hadan tertulia al calor de la estufa llameante...
Una gran escrirora americana. Elena Hunt Jackson, la genial autora de R.1
mona -que Marti tradujo embe1leciendola- acompafiaba a los latinos. Se
habia tratado en aquella tertulia de la teoria que acababa de presentar -en
1a edici6n dominical del Herald- el gran inventor Edison acerca de 1a es
tructura de los :ltomos. Atribuiales la original teorra 1a formac:on de dos he
misferios cargaclos de opuesta electricidad -positiva y negativa- a euya
concurrencia giraba vertiginosamente 1a materia at6mica. La tcorla no fue
exacta, como se descubrio despues: a 1a aparici6n de la moderna
cion de los elecrrol1es.
A1 terminal' nuestra 1arga visita ya Marti nos habra regalado) con
d::dicatoria, sus ultimos libros. En el de Ramona habra escrito: "A EnrilJ.ue
Loynaz, que amara, con su alma tierna y fogosa, a mi pobIe Alejandro."
Y viendo empolvado mi sobrerodo romo un cepilla, y con esmero 10 sacudi6.
Y antes que pucliera impedir1o, habra tambicn sacudido el poIvo de mis
zaparos! ... jA mt me pareci6 tener de1ante la rcencarnacion de Jesucristo!
Carrillo advirtio: "Ya tu ves, Serafin, 10 que te que este mu
chacho salclrta de la casa de Marti dando vueltas de camero. En rodo el
camino de regreso solo hablamos de Marti: de su scncille.z, de su atrayente
personalidad, de su conversacion ameillsima, como 110 hu existido olra, de
sus ojos tristes y aeariciadorcs ... En fin, que el Carrillo tenia rada
la razon.
En otras visitas al Maestro -que asi empecc a como los demas
cubanos a Mard- tuve la dicha de conocer a otTos cubanos eminentes,
paladines de la causa de mi Pattia: Gonzalo de Ques,lda, Benjamin Guerra,
Juan Fraga, Sotel'o Figueroa, Francisco Gonzalo t-.i:arin y e1 dinamico patriol<l
Enrique Trujillo, director de EZ Porvenir.
La iiquidacion de mis comisiones con la compaiifa de seguros bubo de
apla%arse hasta que hiciera un nuevo viaje a 1a Republica Dominicana para
obtener 1a conformidad de los asegurados en ser traspasados a una nueva
compl.!fiia; porque la nuestra habra desistido de aceptar seguros en ese pa15
debido a 1a falta de estadisticas de la monalidad y al temor de que fuera
excesiva, dadas las condiciones higienicas reinantes.
En este viaje, conod en la ciudad de Santo Domingo a una senorita dis.
tinguidisima, Ignacia Gomez, ruja del general Maximo Gomez y de una
prima hermana de el que encontro en su desamparo una familia generosa,
la de don Jaime Vidal, cas"do con una de las tias, de Ignacia, a quien
cariiiosamente llamabamos "NaiH". L!evaba ella relaciones con un joven
cubano de apellido Paulino Dixins, pero la familia no autorizaba el ma
trimonio de su adC1ptada hija hasta obtener testimonio favorable de los
antecedentes familiares del novio. Fui honrado con la comision de inquiri.rlos
en Santiago de Cuba y me fue gratlsimo envial'los a vuelta del vapor es
panol con los mas completos enaltecimientos del novio y de su familia.
La boda fue de inmediaro realizada y fue suceso de resonancia social y
precursor de no interrumpida feIicidad conyugal durante cerca de medio
siglo. Paulino fue Consul muchos aiios en Ill. ciudad de Samo Domingo y
muri6 en La Habana, clonde residia su viuela, la primogenita hija elel Gran
Libertador.
Con e1 producto de nuevas comisiones de seguros de Santo Domingo
continue via;c de Santiago de Cuba a Camagiley, mi natural ansia de vo1ver
a Vet a mis padres y hermanos despues de dos aiios de ausencia.
i Fsta vez 51 que me encant6 nuestro Camagiiey! Como traia algun dinero
no necesitaba acudir a los mal remunerados empleos camagiieyanos. Instale
mi oficina, representativa de la compaiiia de seguros en la calle de San Fran
cisco frente a la Iglesia Mayor: v ese fue el centro de tertulia de los j6.
venes m<lS destacados por sus ideas revolucionarias: los Mola, Primelles,
Hetio, Agramonre, Betancourt, Delmonte, Castillo, Forcada, Miranda, Na
rllI!jo, Honorio Herrera, cl Vate Morales, &.
Por entonCes conoda dos cubanos jovenes de acendrado patriotismo: Ma
ruel Lotes -futuro brigadier de la Republica- y Jose Francisco Piedra,
que Ilego a coronel en la revolucion. La exaltacion revolucionaria de estes
jovenes compatriotas -pareja con Ia mia- nos reunia con frecuencia en
c1 hOtel "Gran Oriente" en 1a calle Soledad, dande se alojaban muchos
oficia!es del Ejerciro espano1, que nos miraban con la consiguiente ojcriza.
El ducpo, don Manuel Arenas, era espanol bueno y rolerante.
Una tp.rde de ocrubre de 1892, destinada al recorrido de la procesion de
Ill. Virgen del Rosario, lleg6 nuestro atrevimiento al extremo de colocar en
I.! de mi cuarto del hotel, una gran bandera cubana de seda, que
me habta regalado 1a senorita Conchita Corvizon y Quesada, sobrina del ge
neral Manuel de Quesada y Loynaz, primer Comandante en Jefe del Ejerclt0
Libertador. A su lado, enlazandola con una cinta, bajo cl lema "Patria y
Libcrrad", pusimos una band<::ra dominica113, tambicn de seda. Minutos
despues 1a impol1ente procesion, presidida POl' el Gobernador, senor Arias,
56
57
y :.U brillante corUluva, prececUda de aparalOSO desfile militar, recorda
cdUe de Ia Soledad a la vista de la gloriosa Estrella solitaria.
Mis jo\renes amigos acompaihibanmc a sostenerla, revolver en mano, comra
cualquier desman de los oficiales espanoles, los que solo se atrevieron a
-protestar en vano ante el senor Arcnas, duefio del hotel. A las suplicas de
cste de que relinlscmos la bandera cubana nos negamos resueltamente. MIL
permanecio el amado emblema de la Patria, ondeando en If! ciudad de
Puerto Principe -por vez primera- hasta que termino el desfile de la
al i\nochecer. Recogimos las banderas y nos fuimos de paseo.
Cuando valv! a dormir al hotel me informo el senor Arenas que habia
cstado en cui busca el Jefe de In Policia Secreta. Amaneda cuando me Ie
,'ante para dirigirme a la inca cle mi padre mientras el incidente se olvidara.
Apcnas puse el pie en 1a calle detUvome un ageme secreto del Gobiern0
-de nombre cespedes: jque ironia!- que me llev6 a Ia oficma del Go
bicrno Provincial. jHoras de espera! ... De pronto anuncian: aEl Senor
Gobernador" Visiblcmenlc initado, sc se0l6 :.in invilarme a que 10 hicicra
tll Jignarse contestar roi saludo. Dijo: ,. (Es usted espanol?"
-"No, seiior". -"Pues, entonc-:s, ,que es usted, dominicano, 0 chino?"
-"Sefior GobernaJor, yo tcngo el honor de representar la gran compaiiia
americana de seguros... " Me interrumpi6: ., jOiga us ted, me importa poco
:,i representa usted a los propios Estados Unidos, ya a usted 10 tengo m,is
,trri.ba de Ia coronilla: denuncias diarias: que el periodiquito, que Ia ban
Pero 10 de ayer raya en 10 imolt::rable: tellga entendido que Ia
mera vez que la banderita vuel\'a a la exhibici6n no me contentare con
expulsarlo!" -"Muy bien, senor Gobernador, al mcncionar la Compafib
de Seguros solo quise ohecerJa a usted; penultame obsequiarlo con este
foUeto demostrativo de sus ventajas; Ie interesani leerlo cuando se Ie
cSle mal rato que invoiulltariamente Ie he dado." El Gobcrnador tir6 en
la mesa el pan(lelo: "No me imercsa SL1 negocio de seguros, sino el c\...,
conspirador. Y ya sabe usted 10 que :e tengo dicho. Esta vez puede reti
rarse." -"Gracias, sefior Gobernador, no deje de llamarme si le interesa
ilsegurar su vida." Y baje las e:icakras de lu casona de ia calle Avellaneda.
El "periodiquilo" era el scmanario El GUlljil'o, propieJad del vate Alberto
Morales y par mi rcdactado. EI marqucs de Santa Lucia escribia la sceci6n
historica. Honorario Herrera y OtIOS hadan artlculos paui6ticos. La prensa
habia actuado en la Decada gloriosa. Tres editoriales mlOS del mismo titulo:
"Separatismo", fueron sucesivamen tc muhados por sostener la necesidad
apremiante -para Espana tanto como parn el pueblo cubano- de eSlable
eer la Republica de Cuba en ventajosas para los grandes in
tereses industriales y comerciales de los (;spaiioles residentes en Cuba y
para los intereses peninsulares.
A poco orgaoizamos para la pascua (Ie 1892 un memorable pasco a la
sierra de Cubitas y a las cuevas del mismo nombre.
Dos docenas de j6vcnes, w1iformados de dril crudo y sombreros de yare)',
revolver en el bolsUlo y machete al cinlO, desfilaron a caballo por las prin
cipales calles de la ciudad. Deteniendosc en algunos estabiecimientos qU<.:
nos regalaron viveres y Hcores, hasta colmar nuestras acemilas, emprendimos
Ia marcha por Ia avenida principal, pasando frente al cuane] de cabaHerin
Hernan Cortes. Al aproximarnos al gran pucstO mi1itar octlrriosele a Ull,'
de nuestros jinetes, el joven Delmonte, sacar una comera y hacer ,'ibrJr
el magico toque insmrecto de degiiello. Era Ja vez primera e.JllC en mis oldu,
resonaba la metaJica que enal'd::cio las carg;ls fulminantes de
Agramonte. Y como electrizado, saquc de mi pecho, cnarbolandola, a mi
machete desenvainado, Ja tricolor gloriosa de la Patria. "i Viva Cuha Lihn'; .
Gritamos todos. Los soldnJos espafioles, sorprendidos, pero
oyeron aque! grito cuyos ecos ya se en 10 profundo de la concit'nciJ
cubana, como una resurrecci6n de Ia rebeldia espirilllal del paIs; jgrito,-,
que ya estaban esperando los campos que presenciaron el mil?gro de 1',110
Seco!
Eran, en verdad, toleran' es las autoridades espanolas con la socieJad
camagi.ieyana. En el parque de Ia ciudad no podfan entrar soldados esp,
nolcs; los que alguna vez se atrevieron fueron batidus a 1',11
aquella rccia juventud. En las calles cantabamos los himnos insurrecros.
El paseo sigui6 sin novedad en marcial hacia la sierra de Cubu<1s
Primera visitamos el campo de batalla del desiladero de Cubita<;, dorde
brigadier Lesca, al frente de numerosa tropa espanola, empeiio fuene com
bare por forzar el paso hacia los llanos de Camaguey. alIi
e1 bataH6n del coronel Chicho Valdes y la compania de riflcros de la c.,<.:tda
de Quesada, al mando de mi padre, Enrique Loynaz, desvi6 Sll march<'i P(W
Otro sendero y tramont6 con exito Ia cordillera. Posefdos de ardor
al pisar e1 sue10 consagrado por la sangre de nuestros padres
nuestros rev6Iveres y los ecos repetidos en el desfiladero ofrecbn la ill1sion
de un nuevo combaJe por la libertad.
Pense que era el momenta -aunque incsperado-- para iniciar de unn
vez la revoluci6n. Acababamos de quitar seis fusiles entre bromas y vera;
a tres parejas de Ia guardia civil que guarnedan el puesto de Limones:
tenl'<lmos revolveres. Y en improvisada arenga dije que tenialllOS mas qUi':
armas, bravos corazones cubanos, y que cobarrua ninguna seria capaz de
delenernos a Ia hora de montar a caballo a defender Ia mdependencia de
Cuba. Unos aplaudieron la iniciativa. OU'os, mas reflexivos, propusieron
saur al campo revolucionario en condiciones mejorcs que las que a esre
pasco nos habian conducido. Leon Primelles se encargo de calmar mis impa
ciencias y arrebaro. El hijo de Marti, de solo catorce aoos, estaba presente.
Su senora madre me 10 habia confiado creyendo que cra yo e1 mas juicioso
de los concurrentes a1 paseo. Era un muchacho impetuoso, dispuesto a la
aventura revolucionaria. En el profundo lago existence bajo las cuevas se
habfa lanzado al agua antes de que pudiera yo evitarlo y no me qued6
mas remedio que tirarme al agua en su busca. Cuando vine a advertirlo
habfv zambullido debajo de un pared6n y salido a otro espacio limitado
POt las bovedas de piedra y apenas alumbrado, por higubre c1aridad que
a traves del agua reflejabase sobre las blancas b6vedas.
Devueltos los rifles a los civiles del puesto de Limones -que echaron el
asunto a broma- decidimos plantar la bandera cubana en la cumbre del
Tuabaql1ey, Ia mas alta de In regi6n camagueyana. Allr, ante esplendido pa.

norama v sobre un monton de piedras con nuestras manOs amontonaJ:ls,
colocamds en alto mastil 10. magica bandera de 10. irredenta PUtria.
Uua semana transcurrio en aquel paseo, el mas grato de cuantos he disfru
tado en all vida. Una fotografia fue enviada a Marti, en 10. que apareciamcs
alineados como un escuadron insurrecto en 10. sabana de Cubitas.
Al Camagiiey llegaron cOl1stantemente ooticias de los trabajos revolu
cionarios emprendidos en Jos Estados Unidos por d Apostol de la Inde
pC!1dencia, el iomenso Jose Marti. A su lado estaban dos grandes oHnagi_ie
yanos: Gonzalo de Quesada como Secretario y Benjamin Guerra como Tesa
rero de los fondos destinados a 10. Revolucion. Consto.ntemente vcnian
a la Isla emisarios de MartI: Gerardo Castellanos, Emilio Hidalgo Garo,
que no despertaban recelos por estar dedicados 0.1 negocio del tabaco y tener
reluciones entre los allsmos comerciaotes espanoles de ese ramo. Raimundo
Sanchez trafa las noticias de 10. conspiracion en Las Villas. En todas partes
se conspiraba. El intenso malestar economico del pais, agravado par las pro
yecciones arancelarias o.mericanas, cspccialmeote las contenidas en el famoso
Bill Mac Kinley, prclisponfa a 10. guerra. Las intcntadas reformas de
que pretendian conceder a Cuba una sombra de autonomia colonial, habfan
c2ido ante 10. iotransigeocia de los integristas espaiioleS. Y las retormas del
Minisuo Abarzuza, can ser mezquinas y tardias, habian empeorado la
situacion. El Unico resultado de estos intentos del Mirtisterio de Ultramar
fue la divisioo inmediata de los espanoles en dos bandos inconciliables: los
re/ormistas, cuyo organo principal era el Diario de la Marina, secundado par
La Lucha y Las Avispas, y en cuyas filas nguraban los mas altos elementos
de 10. colonia peninsular, y los integristas de La V 0;< de Cuba, etemos ene
migos de 10. llbertad. Los autonoallstas, bajo la direcci6n de sus granc-!cs
oradores, Rafael Montero, Jose Maria Galvez, Miguel Figueroa, Rafael fer
mlndez de Castro, Antonio Govin, Jose Silverio Jorrfn y algun otto, en
La Habana, sostenian en el diario El Pats la resis de 10. autooomia colonial,
que en aiios anteriores, cllaodo paredan perdidas las esperanzas revolucio
narias, habla conquistado las voluntades y aun el entusiasmo de las multitudes
cubanas. En el Carnagiiey los secundaban, al rente del Comite,
Monteverde, Miguel Machado, Fabio Freyre, Pompeyo Sarial y Lope Recio
Loynaz. Tcnian un diario, El Pueblo, de 1. Vilardell, perc el pueblo cubano
yo. clesdenaba las predicas autonomistas.
Los patriotas dirigieron entonces, en el desconcierto general de una Me
tropoll aferrada a gobernar con los metodos del siglo xv y unos particlos sin
nervio y sin soluciones, dirigieron 10. mirada 0.1 Partido Revolucionario creado
par Jose Marti en 10. Convenci6n del 10 de abril de 1892, cuya labor agi
gantabase sostenida par las contribuciones constaotes de los emigrados y
par 10. palabra maravillosa de un animador. El verbo de 10. Revo1ucion ex
tremeci6 10. conciencia nacional. Nunca tao alto resono 1a sublime apelacion
al sacrificio de rodos los bienes y de 10. propia vida por 10. libertad de la
Patria. Hombre de piedad y temura, Marti predicaba 10. generosidad: la
guerra sin adios y sin prej uicios. Sin ira debfa hacerse 10. guerra: con los
brazos abiertos para cuantos vinieran de noble voluntad a servirlo.. Can 1"
60
b lerosidad correspondia a cuantos Ie fueron hosliles: con su temura a cc:an
tos Ie siguieron en 10. ru to. del honor.
Quiso Marti 10. guerra solo por el concierto de los grancles Jefes del p:l
sado con 10. juventud irnpaciente de tremolar la banderc J:: Agramontt'.
Habia obtenido el Concurso decisivo del general Maximo Gomez, a guien
habfa ofrecido en carta inrnortal 10. direcci6n suprema de Ia guerra "por
10 mismo que no tenia otra recompeosa que ofrecerle que la ingro.titud
probable de los hombres". Habfa decidido al general Antonio Maceo y a su
ilustre hermano, el general Jose. 1 general Flor Crombet, el heroe enco
miado por Cespedes, se habia puesto a sus ordenes. Los general-::s Borrero
y Angel Guerra, Serafin Sanchez y Carrillo, y Emilio Nunez, Jose Marfa
ROdriguez, Julio Sangully, y Francisco Aguirre, Guillermo Moncada, Bar
tolome Maso, Quintfn Bandera, Pedro Agustin Perez, los Cebreco, Carlos
Roloff: todos los todos los jefes esperaban eI mandato de 8ueml
de Marti. La esperaba irnpacleme ]0. juventud cubana.
Pero Marti queria la guerra que no fuera mera aventura heroic<l, Si110
la destinada por su preparacion y concietto y sus vas lOS recursos, a resolver
dcfinitivamente con 10. victoria, la Iodependencia de Cuba.
La impaciencia de los coni urados, adelantandose a las 6rdenes y comra
riando las instrucciones de Marti produjo dos intentonas perjucliciales a la
causa revolucionaria.
Engafiados par su propio entusiasmo patri6tico, y por el de los suyos,
los bermanos Sarto1'io, creyendo contar can el levantamientO de tres mil
hombres, sublevaronse en el de Purnio, en la jurisdicci6n de Hol
gufn. Todo 10 que pudieron levantar fue treintidos hombres can once cara
binas y cuarcnticuatro dpsuJas. Y perseguidos inmediatamente solo puclieron
sostenerse en el campo una semana. La disolucion y presentaci6n del grupo
se prerendi6 aehacar a 10. faIta de apoyo de 10. emigracion, pero un mani
fiesta del Partido Revolucionario, cvidenci6 que desde antes del fraeaso,
previsto por MartI, el Partido Rcvo1uciono.rio estabo. encaminando un auxi
lio inmediato si la resistenclo. del grupo daba tiempo <l su llegada. Asi,
de eSle incidente, que envalentono bastante a los espafioles, podia lavarsc
las manos el Partido Revo1ucionario.
Poco despues, a fines del mismo ana 9.3, la agitacl6n revolucionaria re<l
parecia en Cienfuegos y Cruces. Un viejo patrio,a, Federico Zayas, demasio.do
ilusionado, envio 0.1 Partido Revolucionario exagerados informes que deler
minaron el envfo de Higinio Esquerra y de Hernandez 0.1 nuevo fracas0
de Cruces. Los sublevados fueron pcrseguidos sin tregua, y Esquerra obli
gada a embarcar hacia Tampa, donde espero la hora defirtitiva de la guerra.
Por fortuna las que sabfan cwio ajeno fue el Partido Re
volucionario a tales intentos, lejos de desanimarse, s610 vieron en ellos la
impaciencia del pafs y conjeturaron cuan grande serfa el levantcmiento po
pular cuando sobre 1a costa cubana aparecieron las gro.ndes expediciones,
cargadas de armamcotos y de Jdes gloriosos acostumbrados a vencer.
E1 pals aprcndi6 a esperar. Ya en calma, los ncgoclos siguieron su curso
habitual. lostado par muehos amigos, emprendi entonces la consrrueci6n
de un tranvla urbano, yo. muy necesario, en el Camagiiey. Ademas tal em
61
presa ofrecerla de nuevos viajes a Nueva York y acuerdos
cficaces con Mard, a quien adelante la oferta del vapor en que necesaria
mente se traerlao los materiales para la inclusion posible de armameoto.
Fue llsi que ese a.iio, 1893, principie los trabaJos de propaganda y admi
nistracion de una compailla an6nima para la construccioo de tranvias en 13
ciudad. POl' medio de acciones de a cien pesos cada uoa pagaderas en nes
plazos; pero absolutamente sin descuento hasta reunir un capital de treinta
pesos esumados como suficienLe para comprar seis carros y ocho 0
Jiez kilometros de via ferrea y polines de madera, chuchos, curvas, etc., mas
los gastos de construccion. Realmellfc l'<l canridad era muy limitada, aun
para un tranvia impulsado por caballos, como erao los de esa epoca, ani
males que tambien habfa que comprar.
S610 mi perseverancia pudo vencer las dificultades de empresa semejantes
en una ciudad reacia a toda innovacion, y eo circunstancias nada prospc
ras. Me acompafiaba siempre en las visitas de propaganda uno de los cama
giieyanos mas emprendedores y patriotas, don Elpidio Marin y Loynaz, pre
sidente de 1a compafiia de luz electrica, de la empresa del hido y
corporaciones. E1 mismo se suscribio con seis acciones de cien pesos. Yo
inicie la suscripci60 coo dieciocho acciones 0 sea mil ochocientos pesos
De mi liquidacion de cuentas de las comisiones de seguros apenas me hu
bfan quedado en dos afias de trabajo, dos mil quinientos pesos. Por eso
no pude comprometer mayor suma en la suscripci6n de acciones, que si
nubiera poseido los treinta mil pesos necesarios, sin acudir a mis aniigos
relacioncs hubiera realizado solo 1a empresa del tranvia: que tal era fill
ie en su b:.ito definitivo. Habia obtenido del Ayuntamiento del Puerto
Prfncipe, a mi norobre, 1a concesi6n para constIll.fdo y por ello, como pro
ycctisla y organizador de la empresa, deberfa quedar a mi favor el veinti
cinco por ciento del capital suscripto, seglin la ley de la materia. Y era mi
prop6sito, compartido por la mayoria de los accionistas, elevar el capital
hasta cien mil pesos cuando estimaramos conveniente mudar el sistema de
tracci6n 0 alguna importante mejoria analoga.
Por el momento bastaba 1a tracci6n animal, que era la unica empleada
no s610 en La Habana sino en Nueva York y otras grandes capitales. En
Brooklyn empezaban a andar los tranvias electricos, muy costOSOS todavia.
Apenas hubo reco1ectado 1a lamante comparua del ferrocarril urbano de
Puerto Prfncipe 10 indispensable para comprar unos seis carros y varias
kilometros de vta de una empresa del estado de New Jersey, cuya
dad apenas pucsta en servicio fue ofrecida en venta y 1uego rematada en
subasta publica, embarquc para Nueva York para acudir al remate y ad
quirir ese material si nos alcanzaba la pequeiia suma reco1ectada. Las ac
ciones de 1a Comparua, aunque pagaderas por su valor nominal de den pe
sos, integramente, eran cobrab1es en tres plazos de 4 meses. EI primero era
el unico cobrado. Yo era cl mayor acdonista; de mis dieciocho acciones ha
bia pagado seiscientos pesos. Aun me quedaba efectivo de 10 ganado ell
comisioBes de seguros durante tres anos para pagar el resto de mis acci.o
nes y mis gastos personales en Nueva York.
Ai llegar a la gran Metr6poli me apresure a enviar al Pre.sidente de la
Comparua, e1 distinguido y empreodedor Elpidio Maria, los anuncios im
presos de los carros y del material de via ferrea, y presupuesto, a in de
que los sometiera a estudio de la Directiva y se decidiera la aceptacion 0
abandono de la oferta del material. Como era de esperar, dada 1a cxccpcl0
nal reduccion del precio causada por la liquidacion de 1a empresa vec.dedora,
autoriz6 el Presidente, don E1pidio Marin la compra y embarque inmediato
de los carros y rides de Nuevitas. AUo alcanzo 1a escasa caotidad '-.IUC para
ella se me giro a Nueva York para letar un vapor noruego -e1 "Alert"
por novecieotos pesos, y para cubrir los gastos de acarreo y algunos menc
res e inevitab1es.
La empresa del tranvia estaba ya sobre rieles, avanzando a un p:-ospcro
futuro. Qtra empresa tenia iniciada con 1a solicitud de concesion al
Ayuntamiento de Puerto Principe la instalacion del servido telefonico.
Estaba eo camino de un brillante porvenir econ6-mico que mi juvenil opti
mismo dilataba hasta el proyecto magno de construir el ferrocardl de Santa
Cruz del Sur, siguieodo la huella luminosa del Lugareiio.
XII. El armamento introducido en el Camaguey
Las autoridades espafiolas padian suponer engo!osinado con cl aliciente
de la prosperidad economica al rebelde pcriodista cuyos editoriales de El
Guajiro habian castigado con multas, detendon y advertencias ominosas .
Mas nada existe tan tenaz como 1a romaotica pasion de 1a libertad. Al con
templar en el esruario del Hudson la majestuosa diosa de bronce, mya cime
ra anrorcha ilurnina el mundo, con el espfritu de rodillas y palpitante el
corazon a.irme 1a orrenda de mi vida a 1a Independencia y 1a Libertad de
Cuba.
Lo primero, al desembarcar en Nueva York fue it --en la rapidez del
elevado--- a 1a casa de la calle 44 donde vivia Jose Marti, abrazar a1 Eman
cipador sublime, reiterarle mis ansias de obedecerle y de seguir1e en las rotas
del sacrificio. Todos los momentos que las gestiones del tranvia me deja
ban libre los disfrutaba en la conversacion del Maestro y de Gonzalo de
Quesada y de Benja.n:Un Guerra, Secretario y Tesorero respectivamente del
Partido Revolucionario, recien orgaoizado. Ellos honraron mis veintidos anos
con su fe en mi discrecion, bien conciliada con la exaltacion patriottCd.
Les describf e1 estado de animo del Camagiiey, la decision de 1a juventuJ
de lanzarse a la Revo1ucion si rccibfa armameoto: que contra e1 desallento
de algunos viejos veteranos se alzaba e1 ejemp10 conmovedor del marques de
Santa Luda, firme como eo los dias precursores del 68, a 1a cabeza de un
gran movimiento espititual hacia 1a guerra. Cite nombres, sena1e hechos. Uno
era convinccnte: el de 1a derrora del candidato autonOrrllsta: Jose Batista
Varona por los disieotes cubanos que preseotaron 1a candidatura del coronel
Gonza10 Moreno para que en ella triunfara la idea de la Revo1ucion; porque
1ft guerra estaba en el ambiente y s610 se aguardaban armns para iniciar1a; que
Jose Marti habia renovado Ia fe en In emigraci6n y en 1a capacidad del cu
63
bano para conquistar la libertad: que los recursos acumulados por la emi
gracion y eI concurso de los grandes heroes de la guerra anterior hablan
decidido e1 espiritu generoso de 13 juventud.
En cuanto ami, dije al Maestro, "jcuente hasta con el sacrificio de mi
vida: deme sus ordenes para cua1quier empresa de 1a Revolucion!" Marti
me cstrecho las manos.
A la vez que entregaba las horas necesarias a1 leal cumplimiento de mi
deber para con 1a comparua tranviaria, dedicaba todas las restantes a ta ac
tividad revolucionaria. Con Gonzalo visite clubs, avivc la llama perennememt"
encendida en la ernigraci6n, ayude en la labor periodfstica de Patria, hice:
clandestil10s envios a Cuba del programa de la cuyas bases, re
dactadas par Marti, eran las siguientes:
Articulo 1':'- 1 Partido Revo1ucionario Cubano se constituye para
lograr, can los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena volumad,
la Independencia absoluta de la Isla de Cuba y fomentar y auxiliar la de
Puerto Rico.
Articulo El Partido Revo:ucionario Cubano no tiene por objeto
precipitar inconsideradamente la guerra en Cuba, ni lanzar a toda costa a
pais a un movimiento mal dispuesto y Jiscorde, sino ordenar, de acuerdo con
cuantos elementos vivos y honrados se Ie unan, una guerra generosa y bre
ve, encaminada a asegurar en la paz y el trabajo la felicidad de los hubi
tantes de la Isla.
Articulo 3':'- El Partido Revolucionario Cubano reunin! los elernento,;
de Revoluci6n hoy cxistentes y allegara, sin compromisos inmorales con pue
blo u hombre alguno, cuantos elementos nuevos pueda, a fin de fundar cn
Cuba -por una guerra de espiritu y rnctodos republicanos- una nacian
capaz de asegurar la dicha durable de sus hijos y de cumplir, en la vida
hist6rica del contmente, los deberes dificiles que su situacion geografica
Ie seiiala.
Articulo 4':'- El Partido Rcvo1ucionario Cubano no se propone per
petuar en la Republica Cubana, con formas nuevas 0 con alteraciones mns
aparentes que esenciales, el esphitu autoritario y 1a composicion
tica de la colonia, sino fundar en e1 ejercicio franco y cordial de las capaci
dades legftimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capJ
:t: vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales,
los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la
esclavitud.
Articulo 5'.'- 1 Partido Revolucionario Cubano no ticne por objeto
llevar a Cuba una agrupaci6n victoriosa que considere Ia Isla como su preS:l
y dominio, sino preparar -con cuantos medios eficaces 1c permita la liber
tad del extranjer<r- la guerra que se ha de hacer para e1 decoro y bien de
todos los cubanos, y entregar a todo el palS la Pattia libre.
Artteulo 6':'- El Partido Revolucionario Cubano se establece para fun
elar L Patria una, cordial y sagaz, que desde sus trabajos de preparaci6n,
y en cada uno de eilos, vaya disponiendosc para snlvarse de los peligros in
ternos que la amenacen, y sllstituil' al clc:sorden economico, en que ag0niz:l,
un sistema de hacienda publica que abra e1 pais inmediatamente a la acri
vidad de sus habitantes.
Articulo 7?- El Panido Revo1ucionario Cubano cuidara de no atrae,'Sc,
con hecho 0 declaracion alguna indiscreta durame su propaganda, Ja ma
levolencia 0 suspicacia de los pueblos can quienes la prudencia 0 cl afecto
aconseja, 0 impone, eJ mantenimiento de relaciones cordiales.
Articulo 8?- EJ Partido Revolucionario Cubano tiene por propositos
COllCretOs 10 siguiente:
1 Unir en un esfuerzo continuo y comlIn la acc:i6n de todos los cu
banos residentes en el extranjero.
Fomcntar relaciones Sllceras entre los factores historicos y politi
cos de dentro y fuera de la Isla que puedan contribuir al triunfo rapido
de Ia guerra y a la mayor fuerza y eficacia de las instituciones que dcspues
de ella se y deben it en germcn en ella.
3'.'- Propagar en Cuba el conocimiento del espiritu y los metodos de
h Revolucion, y congregar a los habitantes de la Isla en un animo ravo
rable a su victoria, pcit' medias que no pongan itll1eCesariamcnte en riesgo
las vidas culx1l1as.
4'.'- Allegar fondos de accion para la realizaci6n de su programa, a la
Tez que abrir recursos continuos y numerosos para Ia guerra.
5'.'- Esrablecer discretamente can los pueblos amigos relaciones que
tienJan a acelerar, con la menor sangre y sacrificios posibles, cl exito de Ia
guerra. y b fundaci6n de la nueva Republica indispensable <II
americano.
Artteulo 9"- El Partido Revolucionario Cllbano se regira conforme a los
Estatutos secretos que acuerden las organizaciones que 10 fundan.
La inmcnsa capacielad de Marti todo 10 previa, todo 10 organizaba. A las
Bases siguicron: los Estatutos Secretes del Partido Rcvolucionario.
1 El Partido Revolucionario se compone de todas las organizacione3
organizaelas de cllbanos independientes que acepten su programa y curnplan
con los deberes impuestos en cl.
El Partido Revolucionario Cubano funcionara por medio de las
Asociaciones independicntes, que son las bases de su auroridad, de W1 Cuer
po de Consejo constituido en cada localidad con los Presidentes de toclas
las Asociaciones de ella y de un Delegado y Tesorero, dectos anualmente
por las Asociaciones.
.3':'- Los dcbcrcs de las Asociaciones son:
1'.'- AJelantar, por toda especie de rrabajos, los fines generales del
programa del Partido, y realizar las tareas especiales que la ocasion, 0 los
recursos y situaci6n de cada localidad hacieren necesarios, y de las cuales
seran insltufdos por sus Presidentes.
2- Allegar, y tener bajo su custodia, los fondos de guerra.
3- Contribllit, por la mota ljada que las necesidades cOldentes im
pongan, y por los medias extraordinarios que sean posibles, a los foncios
de acci6n.
65
4- Unir y disponer para la acd6n, dentro del pensamiento generaL
por la atracci6n y 4 cordialidad, cuantos elementos de tada especie Ie sean
al1egados.
5- Impedir que se desvlen de la obrn com11n los elementos revo]uci0
nanos.
6- Recoger y poner en conocimiento del Delegado, por media del CuC'r
po de Consejo, todos los datos que Ie puedan ser utiles parA la organizaci6n
rt:\'olucionaria dentro y Uera de la Isla.
4'?- Los deberes del Cuerpo de Consejo son:
J- Fungir de intermediario continuo entre las asociaciones y el Dele
gado.
2- Aconsejar y promover cuanto conduzca 8 la obra unida de las Aso
ciaciones de la localidad.
3- Aconsejar al Delegado los recursos y metodos que las Asociaciones
sugieran, 0 sugieran los Presidentes reunidos en el Cuerpo de Consejo.
4- Examinar y autoraar las elecciones de cada localidad.
5- Dar noticia quincenal al Delegado de los trabajos de las Asociacio
nes c indicaciones del Cuerpo de Consejo, y exigir del Delegado cuanta:>
explicaciones se reqmeran para el mejor conocimiento del espiIitu y rne
lodos con que el Delegado cumpla con su encargo.
5? Los deberes del De1egado son:
1- Procurar, por cuantos medios quepa, la realizacion, sin atenuacion
de demara, de los fines del programa.
2- Extender 1a organizaci6n revolucionaria en el exterior, y muy prin
cipalmente en el interior, y procurar el aumento de los fondos de guerra
y de acci6n.
3- Comunicar a los Cuerpos del Consejo cuantas noticias 0 encarg05
se requieran a su juicio para la eficada de su cooperacion en la obra general.
4- Disponer economicamente de los fondos de acci6n que se alleguen.
5- Hacer visar pOl' e1 Tesorero tOdos los pagos de su fondo de aeeion.
y en caso de guerra todos los pagos que se hubieren de hacer par los ser
\ idos que pOl' su natura1eza general recayesen en sus manos.
6- Arbitral' todos los recursos posibles de propaganda y publicaciun
y de defensa de las ideas revolucionarias, y mantener los elementos de qu'?
disponga en la condidon mlis favorable a la guerra inmediata que sea posible.
7- Rendir cuenta anual, con un mes pOl' lo menos de anticipaci6n a
decciones, de los fondos de acdon que hubiese recibido y de su emplec.
v caso de guerra, de los fondos que hubiere cumplido emplear.
Los deberes del Tesorero son:
1- Visar todos los pagos que el Delegado autorice.
2- LIevar les cuentas de los fondos recibidos y de su distribud6n.
3- Responder de los fondos que par d Delegado se Ie entreguen eo
deposito.
6(,
4- Rendir en union del Delegado, cuenta anual de la inversion y 6
tado de los fondos.
Cada Cuerpo de Consejo elegira un Presidente y un Secrelano
que recibiran y distribuiran entre los Presidentes de las Asociaciones :u"
comunicaciones del Delegado, y aurorizaran las comunicaciones que los Prl:
sidentes de las Asociaciones deseen dirigir a1 Delegado.
Casa de vacante de una Presidenciil de organizuci6n, entrant
llenarla el que resulte clecro Presiden te.
9?- Caso de muerte 0 desaparici6n del Delegado, d Tesorero 10 pen
cld inmediatamente en conocimiento de los Cuerpos de Consejo, para pro
ceder sin demora a nueva clecci6n.
lO?- Caso de que un Cuerpo de Consejo creyera pOl' mayorfa de vow::
inconveniente la permanencia del De1egado en su cargo, tendni derecho d,-:
dirigirse a los demas Cuerpos de Coosejo exponiendoles su opinion funda
mentada, y cl Delegado se considenua dispuesto 5i aSl 10 declaran los
de todos los Cuerpos de Consejo.
11?- Caso de crear un Consejo par mayorfa de votos conveniente al
guna reforma a las Bases y Estatutos, pedira a1 Delegado 4UC propong..l.
1a Reforma a los demas Cuerpos; y el Delegado, una \'eZ cstaril
a ella.
12':'- No podra votar en las elecciones anuales de Delegado y Teso
rero sino la Asodadon que cumpla COll los debcres de las BJses y los Es
talUlOS, y cuente, pOl' 10 menos, veinte socios conocidos y activos.
13?- Cada Asociaci6n tendra un voto por cada grupo de 0
den miembros.
De estas Bases y Programa Jel Panido Revoludonario hice llnpnnm m:
merosos ejemplares para enviarlos a Caroaguey a mis amigos a
Salvador Cisneros Betancourt, Marques de Santa LucIa, Antonio Aguilar
a don Francisco Sanchez y a 5U esposa Conchita Agramonre, a Miguel Be
tancourt, a Carlos Guerra, a "Paco" Recio. Mauricio Montejo, Ignacio Recio
Caballero, Leon Primelles Agramome, Luis Mola, Escipion de Varona, Victor
Fano, Saturnino Forcada, Gilberto PIa, el vate Alberto Morales y sus her
manos, en cllya imprenta publidbamos El Gua;iro y nos reuruamos a diario
los apasionados por la Independencia, y a otras que serla extenso l1Llffierar.
Tambien envie copias a JlJ.dalecio Salas, duefio de una botica en
a Francisco Piedra, Presidente en eI central "LucIa" y a Eduardo Lures,
de Bnracoa, jovenes enrusiastas. }\ Salas, hermano de Cesar y Filanclro -y
como est0s, patriotas vehemente- 10 conoda dcsde que teniendo catorce
anos me comprometfa a acompafiarlo en el movimiento expedicionario de
(885. Piedra y Lores, encontnindose en Camagiiey, me hablan acompanaclo
t"n la tarde de la procesion del Rosario -el 14 de octubre de 1892-- a
escoltar la bandera cubana colocada como una cortina v en uni6n de oaa
dominicana en la ventana de rejas de mi cuarto del hotel "Gran Oriente"
la esquina de las calles de Soledad y Merced pOl' donde desfiIaba ia pro
cesi6n presidida por e1 Gobernador y su numeroso sequito civil y militar.
POl' este atrevimlento fUl deteniclo al amanecer: mis amigos, por no ser
67
<:onocidos en Camagiiey, tomaron el tren esa madrugada sin tropiczos. En
viados los impresos revolucionarius, sin cartas para no comprometer a
amigos, continue activamente mis trabajos de adquisicion de material para
la empresa tranviaria.
Mas apenas habia llegado a Nueva York, con[ronte wu honda preocu
pacion: Desde Camagiiey y La Habana habia acompanado a la Metropo:i
americana ados excelsas cubanas en quienes cifraba illi mas respctuoso afecto,
y aun el orgullo mas disculpablc de mi familia, que se preciaba de comar,
como su mas alto blason, al Bayardo de la guerra, cl inmortal Ignacio Agra
monte Loynaz. La viuda del Heroe, aquella virtuosa y angelica Amalia Si
moni, y su bellisirna hija Herminia Agral11ome, eran las dos cubanas que
venia acompanando para scrvirlas en las mUltiples diligencias del viaje. Cuan
do volvi a saludarlas -despues de l11i visita a Marti, a Guerra y a Quesada
las encoDtrc sumidas en inesperado dolor. Estas damas que merecimientos
tan gloriosos tenIan contraidos con la Patria, y titulos inviolables a la ve
neracion de los cubanos, eran objeto de calumniosos comcntarios en la
prensa Je nuestra propia causa. Una falsa Doticia dada por un peri6dico
espanol ce La Habana atribuia a la viuda de Agramonre et habcr acudido
a la recepci6n dada en la finca de Los Molinos en honor de 141 infanta Eula
lia, y aun cl haber besado Ja lIIano de la princesa espanola. iY era
absolutamelllc! La senora viuda ue Agramollle, acompafiad:1 de su hija, y
del caballero Jose Jerez Varona, habi<l llegado, en la Avenida Carlos III,
hasta los jardines de la quinta, sill entrar, en absoluto en aquella mansion,
y luego de detenerse unos minutos para mirar de lejos el aspecto de la fiesta,
continuo su paseo. Esta pequenez basto para la infundada alharaca y estallidc
de algunf1 parte de la ernigraci6n cubana. Nuestros compatriotGs,
muchas veces resistidos a creer en las nobles aceiones, mostnlbanse prontos
a dar por hecha cualquier accion viruperable, aunque se uatase de una familia
a quien tanto respeto y honor debieran los cubanos. Conmovido pOl' el sol1ozo
de las damas, acudi inmecliatahlente a Jas redacciones de nuestros pel'iodicos,
que de calumnia tal hicicronse eco; las convend de la necesidad de rectificar
y de dar satisfaccion debida a la excelsa cubana. La rectificaci6n fue amplif1
y generosa. A otro periodista de lejana ciudad obtuve, pOl' medio del general
Sanchez, cumpHda
Aclarado todo, la senora viuda de Agramonte fue objeto de mUltiples
atenciones d...: la emigraci6n cubana. Despues continuo su viaje a la Exposi
cion de Chicago. No me fue dado ahora acompanarlas pOl' los multiples tra
bajos que rec1amaban mi presencia en Nueva York: los del tranvia y los
revolucionarios. S6lo en los dlas finales de la Exposicion me fue posibl-:
una breve visita. Pude admiral' la magnifica exhibicion de rev0iveres, y me
propuse adquirir uno de los premiados cuando se pusieran a la vent." pro
p6sito CJLle realice meses mas tarde at comprar pOi' ciento vcinticinco pec,os
un magnifico revolver, Smith & Wesson, 38, enchapado de plata y grabw10
or Tiffany. (Un ana mas tarde tuve la dicha de que el general Antn,lio
Maceo me permitiera regalarle esta arma, digna de sus manos.)
Comprado y pagado el material tranviario -seis carros y varios kiJ6me
tros de vias can sus chuchos y accesorios- y fletado el vapor noruego "AL.::rr'
para conducirlos a Nuevitas, acordecon Mardllevar dentro de los asientos
los carras el armamento destinado a la revolucion en e1 Camagiiey.
Convinimos en llevar doscientos fusiles Remington, buenos para caba
lIerfa 0 infanterfa y cincuenta mil capsulas. Para mayor sigilo conduje los
carros a una solitaria nave en los arrabales de Brooklyn.
En la noche del 19 de matzo de 1894, en la casa de Marti -colmada de
amigos por ser e1 dia de San Jose- en un aparte de la reunion cruzabas
este breve dialogo: "Maestro, ahora tengo que dejarlo. El agente de la casa
Remington llegara esta noche con el armamento para ayudarme a colocarle
dentro de los carros, ya preparados para recibirlo. Es trabajo para toda la
neche." -"Bien, Enrique, venga enscguida que termine: aquf me encontrara,
espenindolo hasta que me diga que todo esta bien."
El frio de b noche invernal -bajo cera- obligabame a trechos a correr
basta llegar al suburbio desolado, donde sin calefaccien la ancha nave de
madera guardaba los seis carros del "Ferrocarril Urbano de Puerto Principe".
En aquelIa fria soledad espere la llegada del agente de la casa Remington.
A la hora exacta lIege el can doscientos fusiles, cien cajas de quinicntas
dpsulas cada una, frazadas y aserrfn para acomodarIas en todos los espacios
disponibles bajo los asientos.
Trabajamos los dos febrilmente toda Ia noche. Los fusiles, envueltos en
frazadas, eI parque extraido de las cajas para rellenar los huecos dejaclos
por Ia colocacion de los fusiles: el aserrin en los mas pequenos huecos que
dejaron las capsulas -4 800 porque dos mil no cupieron- apretado todo
con abrazaderas bien atornilladas para impedir todo movimiento, y la labor
concluida sin uopiezo a las caatro de In madrugada -tal fue el mensaje
que al amanecer Ie lIeve a Mard-. Ahi estaba el junto a la luz de la :!Ita
ventana de la calle 44. "Este es -dija- el mejor mensaje de fclicitaci6n."
Luego me dio las intrucciones precisas para las disposicion del armamento
Cerre entonces la negociacion para el lete a Nuevitas. El vapor noruego
"Alert" pOl' novecientos pesos se encargo de llevar los seis carros tranviario:>
-los cargados de armas- todos los rieles y material de instalaci6n. Y el
23, burlados los sabuesos de Ia polida secreta espanola, nos deslizabamos por
el rio del Este. Yo tuve que ir can e1 armamento: para vigiJar sa manipu
lacion, que no fuera el enorme peso a aflojar los cbasis de los canos.
E! 30 de Marzo amanecimos en la anchurosa bahfa de Nuevitas. AI aceI'
carse bates de vela al costado del vapor en los menesteres de su trMico,
divise entre elias ei de Juan Villadamigo, un joven botero muy cubano. Le
dije que se sujetara a la escala todo el tiempo de la descarga hasta que yo
bajara a tierra. Me puse. al cinto el magnifico revolver de la Exposicion. Tal
precaucion era par si al alzarse los carros en la grua, alglin chasis cedla y era
el armamento descubiel'to, poder matar los dos carabineros espanoles que
armadas vigilaban la descarga y escapar en eI bote hacia la costa. A uno
de los carros, mal izado, Ie trapeze el chasis, y estuvo a punto de abrirse, y
tuvc que bajarlos y apl'ctarle -personalmente- los tornillos aflojados. E'
mismo cuidado fue necesario a1 izarlos despues a las fragatas del ferrocarril.
68
69
Atraida por la curiosidad una multiLUJ sc reuni6 junto a los carras. Co
lUentabase indiscretamente una gran estrclla que can times de plata
hicc pintar en las rajas plataformas de 10:' carros.
De entre aquella multitud se me acerc6 un alto caballero de Ilnifonne
militar. "-Dejeme felicitarlo, joven Loynaz, por este bito maravilloso de
sus progresistas esfuerzos. Vamos, que dcseo me accpte 13 invitaci6n a al
morzar conmigo ahara mismo." "-Can mucho gusto, repuse". Y momentos
despues, frente a los manteles del hotel "America", can cl amable Coman
dante militar de Nuevitas, entraba en la mas grata y animada conversaci6n.
"-Pallo, estoy enc.?Dtado con su empresa y yea ahora, y siempre en que
pueda serle util." Le tome la palabra: "-Par ahara, mi estimado Coman
dante, recomiendeme al Administrador de la Acluana que me despache pron
to los carras para que el tren de carga de hoy me los conduzca a Pueno
Principe." "-Ya 10 creo que sl. Pues no faltaba mas. De aguf saldremos
para a11a. Pero Yea, pollo, su acrividad ests llamada a otra empresa
grande... -Sf, Comandante, iestoy en eso! -jMagnffico! ferrocarriJ
de Santa Cruz, verdad? Esa empresa usted la realiza y Ie dara fama y dinero:
no me pierda mucho tiempo sin emprender 1a empresa grande; PolIo, usted
es jovcn y emprendedor usted hani el ferrocarril."
A poco, acompafiado del Comandante. estabt> con cl serior Administrador
de 1a Aduana. Este mand6 a1zar Ionas que envolvian l(\s flamantes carras
Deteniendo 1a mirada. Deteniendo la mirada en la estrella, que asomaba en
la viva escarlata de la plataforma, exclamo: "Vamos. que traen 13 escarapela
111surrecta." ;
-Refmos: el Comandante el primero. Mandadas reponer las lonas, el Ad
ministrador trazo 1a cruz de la inspecci6n con un gran trazo morado.
Agradecido a mis nuevas amigos, que todavia a1 despedirme, insistfan
en la empresa mayor, envie mis carros en el tren de carga a Puerto PrIncipe.
Yo tome e1 de viajeros.
En la estaci6n de Las Minas encontre al doctor Emilio Luaces, Coronel
de la Guerra del 68, presidente de un secreta dub revolucional'io, y tenido
como patriota va1eroso y hombre de tada discreci6n. Par estas altas cuali
.dades, fue ex a quien Martf me encarg6 confiar el armamento para su tras
laci6n del paradero del ferrocarril a algu.D lugar segura del campo. -"euando
ya esten tras1adadas al campo las armas, entonces -y no antes- avisara al
Marques para que aconseje e intervenga su distribuci6n". Esta era, literal
mente, 1a orden de Marti.
Saber Luaces 1a llegada del armamento y llevarse las manos a 13 cabe"La,
demudado e1 rostro, rue instantaneo. -"C6mo dijo, como Marti se ha apre
surado, sin previo acuerdo, a ponernos en este grave peligro! Ni e1 Camagiiey
se 1evantara sin que 10 hayan hecho los otros; para que 10 dejen solo... " Por
ese tenor segufa al'gumentando. La interrumpi: "Coronel despreocUpese. 5i
los viejos jdes estan atemorizadas, jefes improvisara la juventud. Con esas
armas nos vera tomar la ciudad, y entonces usted nos ayudara. Ahora 0010
necesitamos su absoluto secreto, en el que me va mi vida y la de usted".
-"No, Loynaz, no estoy atemorizado, desconeertado sf; perc vamos a
Lo primero es sacar las armas del Paradero, elonde cada ella aumentara el
lltligro; deje eslO e!1 mis manos". -"Muy bien, Coronel" --d..ije-. "Habra
que llevarlas --con los carros- a1 dep6sito del tranvia, donde podran ser
-:xtrafdas cU:ll1do convellga, sin peligro de ser descubiertas. Desgraciadamente
d edificio que yo recomende comprar para estaci6n --e1 de don Bernabe
que estu en la misma plaza del Paradero} fue desechado por ser mas batato
el que adquirieron, en la plaza de la Caridad: j 4 ki16metros de recorrido
1'01" la ciudad! Pero, papa, administrador del tranvia, que no sabe nada del
armamcnto, Ie ayudar3 en el tendido provisional de rieles para trasladar
los seis carras". -"Bien -repuso e1 doctor Luaees- desde manana estoy
combinando la tras1acion al deposito y enseguida a una finca". Nos despedi
mos. Agreg6: "Creame, iYO siempre en mi puesto!"
Alentado por tales seguridades, baje en el Paradero y pase a vel' al mar
ques de Santa LucIa. Comi con el. Me dijo que saldtia para Sll finca al si
gui(;Jlte rua. -"No, Marques, no se vaya; tengo algo importante para usted
y de orden de Marti debo esperar unos tres ruas para comunicarse1o". -"Muy
hien: esperare tu aviso, ya que no puede ser ahora" ... A mi padre no me
erei autorizado para informade.
Al siguiente rua me encontre en e1 parque con el ingeniero Robenico
Luaccs, pelico1orada el y muy gentil, hljo del Coronel. Me abord6: (Chico,
t'n que compromiso has meudo a papa. Esta loco con el encargo que Ie
has traido, sin consultarlo! .. ." -" dije, cuM encargo?"... "Chico, el
<lrmamento esc... aceptaste ese peligro?"... Comprendi 1a alarma del
hijo.. no menor que la del padre. -"Cuidado, Ie dijc, cuidado con Wia pa
bbra con nadie. Tu padre no ha debido decirteIo; yo no se 10 he dieho
al mio... Si es que me ha cncatgado de 1a traslaci6n y la haremos
va estamos montados en e1 burro... Despues el euidado tiene que ser tuy;)
tanto como nuestro."
Me despedf de Robertico Luaces y me fuf a vet al padre, a quien reproche
d usa que habfa heeho del secreta, sin consultarme. -"Por mi hijo, doy
esto"". Y sefial6 su pescuezo. Agrego: "Yo solo no voy a hacerlo; me valgo
de mi hijo, que tiene los medios 'para ello; C1 utilizara al padre de usted,
a quien habra que dar tambien conocimiento de esto"... Aprob6 el ap1aza
miento del aviso a1 Marques. Y me pareci6 esta vez mas animoso... Asi
transeurrieron tres ruas. Por mera preeauci6n, aunque pasaba los dias en 1a
ciudad, dormia en distintos lugares: una vez en la finea de mi amigo For
cada, con alglin pretexto, otra, en In quinta Cupido, propiedad de mi padre,
junto a la plaza de la Caridad.
Desesperabame 1a absoluta ausencia de diligencia a1guna del doctor Lua
ces para sacar los carros con el armamento de la cstaci6n del ferrocarril.
Por ella encargue a mi padre 1a traslaci6n a la easa adquirida para depOsito
y estaci6n tranviaria en la plaza de 1a Caridad y el se dedic6, en efeeto, 3
procurar 1argueros de madera para tender10s en la calle, avanzandolos a me
dida que 10 reeorria cada carro. Escrupu10so en obedecer las 6rdenes de Marti,
no Ie rcvele6 cl eontenida de los carras, aunque sabia que en el porua depositar
mas confianza que en ottO cualquiera. Pense dedrse1o, como al marques
de Santa Luda, el mismo dia de la traslaci6n. Pero ya me atormentaba 1a
pasividad del doctor Luaces y la contrariedad visible cn su semblante; con
1
templaba la evidencia de que Martl habiase eqwvocado al honrarlo can la
consignacion de las armas, guiado por el ilustre apellido, esclarecido por el
patriotismo del hermano fusilado por la independencia, y pOl' el alarde revo
lucionario del propia doctor, que profesaba Hdelidad a la revolucion mien
u-as la creia irrealizable, y se espantaba al verla aproxirnandose... Pero, POt
sus antecedentes y por la estimacion que inspiraba Marti no podia imaginarlo
capaz de revelar el tremendo secreta de la Pauia, mucho menas de denun
ciarlo a1 Gobierno espafiol,
En la madmgada del 2 de Abril de 1894 mi padre me desperto sobresal
tado. -"Vistete pronto, que vendnin a prenderte. E1 armamento que a m!
me has ocultado, indebidamente, esta en manos de los espano1es, por la
traicion del homb;e en quien confiaste, de eSe Luaces, el mismo manipuladcr
del Zanjon! Se puso de acuerdo con Antonio Aguilera -presentado de la
guerra- para denunciar las armas de Cuba. Aqui esra el joven Gilberta PIa,
que vio la ocupacion del armamento y ha venido corriendo a 13 finca :1
avisamos. Y ha llegado Elpidio Marin con noticias completas". A medio vestir
sali al encuenttO de-ambos. Se me ocurrio ir a buscar el caballo de ForcadJ
y ocultarme en una inca en espera de reacdon revolucionaria. Marin hizOID';
desistir. Porgue la perseeucion no dejaria lugar a esa reaccion; insistio en
que subiera a su volanta sin mas demOl'a: que en ella nos explicaria los dc
tal!es de 1a cadstfofe. Momentos despues en la volanta mi padre, Marin
y yo nos alejabamos de Ia ciudad al t<lpido galopar de los caballos...
En el camino nos refitie Marin que el doctor Emilio Luaces, atemorizado
con 1a presencia del armamento, fue a consultar nada menos que a don
Bernabe Sanchez Adan, duei'io de los ingenios Senado y Congreso -de
quien no podia esperar ninguna co1aboraci6n revolucionaria- y a su yern0
Antonio Aguilera -en solicitud de alglin medio de reemharcar las armas
absurdo pretexto para preparar la denuncia, v que el consejo de Aguilera.
aprobado por Luaces y realizado POt ambos inmediatamente, fue entregar
al general Gasco, Gobernador espano1, el armamento cnviado por Martt
para la independencia de Cuba. Marin y mi padre, inclignadisimos, senala
ban la villania de la denunciaj yo estaba aturdido por la catastrofe.
Rcfirio Marrn que al ofrccerle a1 espanol Ja entrega del armamcnto, soja
Ie exigieron que no se sacrificara mi vida; porgue era un joven sugestionado
por Mard, rclacionado can las principales familias de Puerto Principe; e
general Gasco apenas podia creerlo y que era grande Sll inclignacion; pero
que consinti6 en aplazar hasta pOl' la manana la persecucion del inuoduc
tor de las armaSj perc que despues de las seis la inevitable publicidad del
hecho 10 obligaria a cursar las ordenes para capturarlo: que entonces fue
con los denunciantes al paradero del ferrocarril, no pudiendo dc pronto
advertir como estaba tal cantidad de armas ocultada: que eJ propio Marin,
Presidente de la Coml'Jafifa Tranviaria, fue mandado a buscar enseguida y
10 fue don GracIano de Betancourt, Administrador del Fcrrocarril y ambos
explicaron Su absoluto desconocimiento de hecho semejante: que despllts
de saIir del despacho del Gobernador, el y don Graciano pensaron que 10
mas prudente era -no it al campo- sino escapar par Nuevitas hacia las
posesiones inglesas. Sin perder tiempo, don Graciano de Betancourt encar-
g()SC de apresurar el despacho del tren de carga usual y de prcvcnir al con
ductor, don Pablo Manrique, pauiota digno de toda conHanza, para que
estuviera alerta y me recogiera por la Llanada si nos viese juntO a 1a ifnea.
Fue asi que E1pidio dio orden al cachero de dirigirse hacia 1a via ferrea,
atravesando par la Zambrana y luego la Llanada, a donde ilegamos antes
de salir el sol. Mi padre, con la natural iny.wetud, insisti6 en acompaiiarme,
ambos armados. Casi ilegando a Nuevitas nos apeamos del tren y fuimos en
busca de uno de mis mejores amigos, Rosendo Lopez Calleja. Este me hizo
cambiar de topa, poniendome una de carbonero y trajo a1 botero Juan Vi
lIadamigo para que me acompaiiara al muelle y me sacara en su bote mal
afuera, en cspcra de la goleta de Pancho Vargas, que hada peri6dicos viajes
a Nassau. Pancho Vargas era el amigo y compaiiero de mi padre en el "Gal
vanic." Careda de lastre el bote; no obstante Villadamigo iz6 1a vela y
con algun riesgo cruzamos Ia inmensa barua; enfilamos al canal y paramos eCl
los Ballenatos para recoger piedras de lastre. Tuvimos que permaneccr alll
cl resta del dia, ocultando el bote, porque cruzo un canonero dos vee's, y
registr6 precisamente la goleta de Pancho Vargas a Ja entrada del puerto.
Obscureciendo llegamos a Punta de Practicos, abrimos una casa desocupada
de temporadistas ausentes y pasamos.
Al amanccer pasamos un buen susto porque el cafioncro llego y fondeo
junto al fuerte San Hilario frente a nosotros, y de d sc desprendi6 un bote
n direccion a nosotros con diez 0 doce soldados. No podiamos avcnturar
nos a salit; resolvimos esperar revolver en mano; pudiera ser como 1uego
resuIto, gue vinieran en busca de agua can sendos garrafones.
Por 1a tarde saJimos en direcci6n de un hombre, de quien yo recordaba
singular servido que Ie hizo mi padre cuatro anos antes. Era conocido por
Coco; pero su apellido, segun me informa el coronel Le6n Primelles, era
Polhamus. Fue el quien al pasar 1a goleta "Sarah Douglas", en la que lle
vaha mi padre ganado para Nassau, se Ie acerco en un bote a pedirJe de
favor 0 por cuaiquier dinero que llevara el bandoJero enfermo que Ie acorn
panaba a curarse en Nassau. Mi padre, llevado de sus generosos sentimien
tos, hizQ cl servicio sin aceptar1e e1 dinero y Coco y sus compancros Ie
juraron su agradecimiento. Esta era la deuda de gratitud que iba yo ;>
enfocar. Villadamigo conoda ese hecho y era amigo de Coco y en una
I.:aminata de tres horas aila nos encontramos. Me abraz6 Coco a la puerta
de su ventorrillo colocado en ellindero de la ley y del bandolerismo; porque
era aUi el punta de comunieaci6n de los que no andaban bien con la justieia.
Dormimos alIi confortablemente y por la manana nos condujo a un Iugar
donde cinco bandoleros armados me dieron la bienvenida mas calurosa y me:
acompaiiaron como mi eseoita personal. A Villadamigo y <: mi 110S armaron
can tercerolas y dmante una semana disfrutamos de su cordialisima hos
pitalidad.
El penultimo dia hubo un incidente. En busca de comiJa, tuvieron ne
cesidad de alejarse y me dejaron cerca de :a boca de un estero, al eual debia
traer su bote Vil1adamigo; aSl es que me quede eompletamente solo. Al
cabo de una hora l1ego par alH un desconoddo con un hacha al hombro
72
73
con Ja que se dirigi6 a tumbar un ,hbol. Troz6 considerable cantidad de
lena -segurameme de contrabando-- porque aquellos campos eran Jel
marques de Santa Luda cuyo nombre lievaba la inca. Yo me agazape ei'
el estero a vigilar mi hombre. 1 cornia de una lata ahumaJa qu<.: llcvah,l
, reanud6 su trahajo. Por la tarde. cuando cref que iba a retlrarse, Je vi
1a lata, meter en ella la mana y comerse las viandas. Decidi alrcl
ventarlo del Jugar. Apunte con mucho cuidado a la lata que tenia en b
;"ano can e1 magnffico revolver de In exposicion de Chicago, dispare; raJa
la lata y el hombre, espantado, arrasando monte, alej6se a todo carrer. Dci6
e1 bacha abandonada.
Poco despues un ruido de carreras me hbo esconder. Pew de subito re
conod mis bandoleros, que asustados, creycndome atacado, venian a soco
rrermc, las tercerolas listas para disparar. -"Compadl'e, que Sllsto
paslldo"; luego se ricron a costa del fugitivo.
AI din siguiente recibi carta de mi paille, imponantisima. Dedame qu,
habfa convenido con eJ capitan del vapor aleman" Amrum", que pasarfa por
Punta de Practicos cerca del obscureccr, que me recogiera a bordo y
Ilevara a Nueva York, donde yo pagarla este scrvicio. A la caida de la tarde
cstabamos en el bote Villadamigo y yo con nuestros cinco escoltas, inter
ccpt:mdo 1a ruta del "Amrum". Toco este los cinco pitazos, anunciados
p0r mi padre, arrio la escala y a ella nos sujetamos. "Suban y registren el
barco." ViUadamigo y yo quedamos en el bote esperando saber si habra 0 nu
50ldados a bordo. El Capitan se opuso al registro. Pero nuestros
pasaron y 10 llevaron a dccto. Entonces subl; me despcdl can abrazos y con
dolor de Juan Villadamigo y mis buenos compafieros de una semana imu
rrecta y me dirigi al camarote que me fue seiialado. EI capitan no quiso sa
lu&ume ni cambiar palabra.
Esa noche sufrl 10 indecible al alcjarme de Cuba los mas tristes pensa
miemos me asaltaron; sentf toda la intensidad de la catastrofe; llore sobre
la almohada.
A las diez de Ia manana del siguiente dia toco a 1a puerta de mi
el capitan del "Amntm". En el semblante se Ie vela disipado el enojo que
Ie causara e1 registro del barco. "Venga a verla cordillera, 10 Ultimo de su
tierra". Ahl estaba en efecto; en el horizonte linea montanosa de la Pa
tria que s610 como combatiente volverla n contemplar... Cada vez mas
el Capitan me invito a S1.l mesa. Cuando sus quehaceres 10 permitlan hada
mos tiro al blanco !lacia la proa del barco; mosmibase maraviliado de h
precision de mi rev61ver.
Frente al cabo Hateras la navegaci6n hasta entonces tranquila encontreS
violento temporal cuyas olas tumultuosas inundaron Ia cubierta. Can el Cu
pitau subi al puente de mando para contemplar en toda su intensidacl 10
grandioso de la borrasca.
El 15 de Abril atradbamos a un muelie del rio del Este en el puerto
de Nueva York. El Capitan y el sobrecargo del "Amrum" me aeompafiaron
enseguida a Ja gran casa de Mosler y Compafiia, consignataria del vapor-
El anciano gerente de la casa, el millonario Mosler, me recibi6 con suma
h .. ncvolencia, y a mi pregunta sobre el precio del servicio que acababa de
rectbir, contesto que absolutamente nada me costaria: que 10 aceptarll
como L1na ofrenda a Ja libertad de Cuba: que la casa Mosler habria perdido
!luis de un millen de pesos si la guetTa hubiera sido llevada a1 Camagiiey;
pero que los ideales siernpre debfan estar por encima del dinero en toda
coneiencia homada. Entonees el Capitan y el Sobrecargo me dieron un abrazo
cle despedida, y me encargaron de visitarlos otta vez y lievades mi retrato
\. una cajita de tabacos.
Inmcdiatamente ful a la oficina de Benjamin Guerra, guien me acom
pano a bordo para llevarle a1 Capittin, y oficiales, y a cada marincro, varias
('aias de tabaco a cada uno. E1 Capitan me regalo su retrato con una dedi
eatoria en aleman, que traducida deda: "Una desventura nos acereD; quiera
Dios que al volverse a reullir nuestros caminos nos cncuentre con mejor
furtuna en su Patria Libre."
XIII. Otfa vez en Nueva York con Marti
AI rt:gresar a la oficina de Benjamin Guerra en la cane Pearl tuve la
dicha de abrazar a Jose Marti. Por primera vez desde e1 infausto succsu
del':; de Abril, senti desbordarse la alegria. El Maestro me abraz6 varias
v(,ces. -"i Yo que erda -me dijo-- verlo liegar como un perro castigado:
:-l<lcla se ha perdido. Se ha ganado mucho. Esas armas las repone el Partido
Rc\'olucionario en cualquiel' hora y lugal' convenientes; 10 ganado excedc
,1 cuanta listed puede imaginar: la propaganda hecha vale diez veces el costa
de esas armas. Lo Unico que nos tenia angustiados era el peligro de It'
vida de listed: que nada sablamos desde que el cable nos revelo Sil eseapatoria.
A.h01'3 nos da Ia alegria inesperada de tenerlo entre nosotros sano y salvo."
La notieia de mi Uegada corria de boca en boca entre los emigrados. A
1<1 oficina de Benjamin primero y a la casa de Marti despues fueron 11e
g:.IDdo numerosos eompatriotas, que olan con singular interes los relatos
de mis aventuras con los bando1eros de la costa.
Los periadieos !legados de Cuba trafan fantasticos l'e1atos y juieios nuda
hC[1cvolos de la intentona revolucionaria. El Partido Autonomista habh
aprovechado Ia ocasi6n para hacer gala de su espafiolismo. El diario auto
nomista de Camagijey, El Pueblo, publjc6 un manifiesto de protesta de los
allwnomistas carnagiieyanos. Y hasta el claustro del Instituto del Camagijey,
par la voz de Augusto Betancourt que tan pronto como se inaugur6
Republica ocup6 en ella una cuml de Senador, protesto energicamente Sll
adhesion l\ Ja dominadon espaiiola, su indignada repulsa "contra todo intento
revolucionario y especialmente al realizado par un joven inexperto sugestio
nudo par Jose Marti." jY e1 joven revolucionario nunca alcanzo del pueblo
Cllbano un Iugar en el Senado, que regala con sus votos a tantos enemigos
de Sll libertad!
EI {'rgano maximo del autonomisroo, inspirado pOl' Galvez y Montara
:y Govin y Giberga vali6se de esta eoyuntura para forzar sus halagos servile"
74
75
al Gobierno espanol. A sus declaraciones con teste cn un manifiesto que cop,
fecha 30 de Abril circulo profusamente en las emigraciones y en Cuba.
"A El Pais"
SOBRE LA INTRODUCClON DE ARMAS Y PERTRECHOS
EN EL CAlvIAGOEY
CARTA PUBLICA DE ENRIQUE LOYNA: DEL CASTILLO
La introducci6n de doscientos rifles y cuarentiocho mil capsulas en !a ciu
dad de Puerto Principe, que el publico ha visto ligada con mi persona, ha
dado origen en la prensa de Cuba a comentarios que no hubiera crddo
preciso refutal', ya porque el convencimiento de la seriedad y alcance de
actos -cualesquiera que fuesen las apariencias- me ponen por encim:1 de
opiniones acomodaticias 0 venales, ya porque cl desarrollo y respeto del ac
tual movimienro revolucionario cubano desmienten -sin necesidad de mi
defensa- el proposilO impotente e injusto de empequenecerlo ante eJ pais,
ya porquc no requieren contestacion -sabre todo de los hombres que na
bajamos para Ja concordia en 10 porvenir- las opiniones que en un pm:bil.
y situacion e.'icepcionales inspira e1 miedo justificable a un gobierno san
guinario e hipocrita, ni las acusaciones que lanzan a la Revoluci6n los que
la han propagado para servirse de ella como de un pedestal, y la calumnian
cuando temen que los perturbe en su prominencia pasajera 0 en su como
didaCl. As! no hubo de tomar en consideracion 0 examen las protestas de
oficio en nombre de las autoridades locales y de los comites de partidos.
la conducta de la empresa de ese ferrocarril urbano, que me debe su
tenda, y otras protestas de adhesion de algunos "notables" (en su casa ).
como la risible del claustro del Instituto y de alguna prensa liviana 0 me
drosa. Pero, cuando rcpite como suyas esas apreciaciones violcntas till peri6
dico que, como EI Pais, puede obtener la atencion debida al organa ofie;,
de un partido politico, creo conveniente, -"aunque no indispensable"
rechazar en absoluto los juicios impertinentes y gratuitos hechos sabre ml
persona y sabre 1a introducci6n de las armas, sin el menor conocimienr
de los asuntos revolucionarios y de los motivos y fin del succso, sabre
que prerendc El Pais dar opinion en el arllculo -de lamentable ligerc:za
tituJado "En cl Camagi.iey".
Debo deplorar que un pCTiodico al que ba de suponerse incapaz de afirTlilL,
especialmente en hechos graves, sin conocimiento ni prueba alguna 10
que afirma, haya "explicado" como sigue el asunto de las armas: "Un jo\>en
exaltado e incxperto, vfctima de la sugestion de visionarios del
terior, se lanzo a esa avcntura, por su cuenta y riesgo, pero vi6se enterarnente
solo y aislado, y las armas fueron a parar, como era natural que ell circum
tancias tales succcUese, al Gobernador de "la "Prodncia". Y he de preguntcr
n El Fais, y pregunto ante mi Patria: dcreeho tiene para
afirmaciones?" prueba, de ninguna espceie, puede ofrecer quo:'
era una 'aventura' a que me lanzaba 'pOl' tni cdenta v riesgo'?"
que razon presenta ese suceso como una tentativa aislada y c1csesperada en
que he sido 'vfctima' de la sugesti6n de algunos vlSlonarios del exterior?"
No existe -y asi ante mi Patria 10 declaro- la menor causa que justifique
1a "e.'iplicacion" de El Pais. Y no creo inoportuno, a pesar de mi juventud,
convidar a EI Pais a reconocer que los peri6dicos que aspiran a influir en
alglin modo sobre 1a opinion publica, tienen el deber de no torcer avo
lUl1tad los hechos sobre los que pretende dar opinion.
Pretendere, por 10 impropio de esta ocasion, de demostrar 0 discutir la
lecesidad actual de un supremo esfuerzo del pueblo cubano para conquistar,
con su libertad, el equilibrio y seguridad de sus intereses, su gobierno propio
y su representacion internacional, como 10 han hecho todos los pueblos,
y cste mismo de los Estados Vnldos que suelen poner de ejemplo los cu
banos muy dados a la paz: can las armas. Ni es de estes momentos refe
alguna a la organizacion y alcance de sucesos cuya importancia y
er:crgfa no es aUn tiempo de juzgarj ni deslindar 10 que en la introducci6n
de las armas hubiera de censurable 0 de meritorio. Yo estoy tranquilo y
se que arno y respero a mi Parria. Pero sf es oportuno que conste que es
infundada y gratuira cualquier imputacion hecha al Partido Revolucionario
Cubano, en 10 que a m! se reHere, de querer violentar la voluntad de la
Isla, 0 de comarca alguna, en la preparaci6n de la guerra, y la de haber
hecho "victima" al "joven exalrado e inexperto" para que se lanzara "po:
su cuenta y riesgo" a "aventuras 0 hechos aislados", como ha dicho El
Pais. Ni la exaltacion mia -Pues soy el joven aludido- es, en las cosas
de Cuba de tan escaso fundamento que necesite 0 ceda con facilidad 0 su
gesti6n alguna inferior a la grandeza y reserva que requieren los asuntos
sagrados del pueblo infeliz en que nacimos, ni seria nunca mi culpa mayor
'.:tue -salva la humildad de mi insignificante persona- la que llevo a morit
contentos pOl' el honor de sus compatriotas a :"'Iartfn del Castillo y a Luis
A)'estaran, a Oscar de Cespedes y Julio Goicurfa, y a Ignacio Agramonte.
Yo reposarfa manana junto a sus tumbas. Y a gloria tengo amnrlos con el
amor verdadero, que es el que manda imitar, aunque en pequeno, sus vir
tudes.
Cualquiera que sea la significaci6n de la irnportancia de las armas en
d Cam&gUey, 0 la parte que haya yo tenido en ella, 0 tni misma opinion
personal (que no es culpa opinar librernente en los asuntos porque se esta
pronto a dar la vida) sobre la opottunidad de movimientos mas 0 menos
declaro aquf fa/sa e illfundada la version de que yo tuviese
d encargo de levantarme aisladamente con armas que ni entonces, ni en
" 'igllna otra se han llevado para intentonas semejantes a Ins de
Purnio y Cruces y Ranchuclo, que he censurado cuando rednctaba flI
Guajiro en Puerto Principe.
No se a que pued:! condllru el proposito injustiHcado de presentar al
p.:-:blo tie Cuba el Partido Revolucionario Cubano, notable principalmcme
p0r b cordia:idad de sus respetuosos y par 10 vasto de sus miras
y recl1l'SOS, como una simple trahilla de azuzadores que esta fomemando
d;.:,de eI exterior las algaradas que, seglin todas mis noticias, es el Partido.
pL<:cisamente, qui en evita y precave. No se c6mo pucda decirse honradament::
d Partido Revolucionario Cubano es responsable de los sucesos de
77
76

pumia, Cruces y Ranchuelo, cuando en documentos publicos de 1a mayor
formalidad -y par nadie desmentidos- ha declarado a su hora que esos
movimientos no habian sido, directa ni indirectamente, pteparadoo pot el.
No se como e1 Partido que cuenta can la adhesion publica y oHeial de
nuestras glorias de la guerra pasada, y tiene en su movimiento ordenado
a los cubanos de todas las emigraciones, con una Constiruci6n formal acep
tada Jibtemente, pueda presentarse ante el pais como "algunos visionarios
del exterior". La responsabilidad de esa conducta debe dejarse a las can
ciencias. Lo que a mt me cumple decir aqui es 10 que he declarado: cual
quiera que haya sido mi participaci6n en el asunto de las armas, es falSe'
que el Partido Revolucionario me haya dado el encargo de lanzarme CO'l
ellas a aventura alguna en Puerto Principe.
De otra frase del articulo "En el Camagiiey" me he de hacer cargo, como
camagiieyano que soy, por ser tan mexacta como las que se refieren a la:>
armas. Y es la hase en que se aseguta 1a importancia del autol10mtslllG
en el Camagiiey, y debo repetirlo aquL
Los partidos politicos viven de 1a verdad. Ni deben engafiarse, ni engaiii1f.
Eso de partido autonomista en el Camagiiey sera sombra de ulla ilusic,;l
pasada 0 esqueleto visible de una otganizaci6n vacia. Nada vivo, nada entera,
alm pudiera decir que nada radicalmente sincero -y con la mano en b
conciencia nadie me pediria desmentir- queda del Partido Auronomisr:,
en el Camagiiey. Es verdad que hubo esperanzas, como fatalmeme las habia
de haber despues de una guerra sin exito visible, de la posibilidad de Ul1it
vida libre y decorosa bajo el Gobierno de Espana. Porque no hay que en
ganarse en esto tampoco; 10 (mico que el partido autonomista ha tenido de
vitalidad, ha sido la creeneia publica, erronea, de que envolvia el esp[rinr
latente del pais, de su independenda de Espana; ha sido -cpor que no se
ha de decir?- el halago deito y disimulado de esa esperanza y el fomenw
de 10 que todo el mundo tenia como dogma: que 1a Autonomia era el
camino de la Independencia, que 1a propaganda de la Autonomia preparabfl"
al pals para Ia Revoluci6n. AJgUn espiritu nutrido a la esapafiola habn, podiclo
con verdad pensar de otra manera y propagar la Autonomia par ella misma;
pero ni e1 autonomismo mas leal, nl cl mas espanol, deja de saber que
el alma del partido de la autonomia en Cuba ha sido el deseQ pertinaz de
la Independencia; y sabiendo que esto es asi, nlnglin hombre sincero hJ
tenido e1 derecho de desconocerlo, 0 de afectar que 10 desconoda, 0 de"
representarlo de otra manera. Que la mmOrla de un partido desee una cosa,
y que la conveniencia de tener por representantes ante un gobicrno agresi\"o
a personas estimadas como "pacificas" haya parecido oportuno a un pueblo
que ve sus pcligros, no quiere decir que la mayoria de un partido, aUIl
cuando este existia can relativo vigor, pensase como sus representantes can
vencionales. El partido autonomista solo existie con a1guna semblanza de
vitalidad mienrras se crey6 -sin tazon ninguna- que encen-aba el ideal
del pais y que encabezaria la rebelion para eJ bienestar y el decoro -no pur
los sueDOs ni para los des6rdenes- que arde y que nadie puede ne8at en
eJ coraz6n del pais; sera dificil organizarla, y par eso parecera a veces do
minada, pero 1a rebeli6n esUi ahi. jCuantas frases del partido autonomista,
en la ptensa y en la tribuna, no han autorizado al pais que alglin dia iba
a disponerse, que ya estaba casi dispuesto a caer dellado de la guerra!
Los Unicos mstantes de gloria del partido autonomisra, sus linicos ins
tantes de popularidad, han sido aquellos en que ha aparecido estar dis
puesto a la rebeli6n. Y la gran culpa del partido autonomista, ante la his
toria y ante la Patria, sera haber dejado sin gUla esa fuerza acumulada y haber
dispuesto de la fuerza de la rebelian para hacer triunfar la politica del so
metirniento. Pero la ilusi6n acab6 par fin en Cuba. Cuando liege a la con
cieneia la verdad dolorosa, cuando se convenci6 el Camagiiey de que el par
tido autonomista no iba, ni con la conducta ni can Ia intenci6n, a dande
el palS siente que va, cuando el espiritu popular rebelde, del Camagiiey se
encomra fuera de tada relaci6n con un partido sin nervio y sin solucianes,
cuando ---en suma- dejo de creerse gue la Autonornia nos preparaba a la
Revolucion, el partido autonomista quedo muetto en el Camagiicy, como
honradamentc entiendo que esta muerto en roda la Isla. Si se tinge creer
otta cosa es por conveniencia 0 por miedo; pero la verdad rados la saben.
Si por algo pnktico se manifiesta aun la organizaci6n autonomista en el
Camagi.iey, es porgue ella es el pretexto -y no mas que e1 pretexto- para
mantener alejados de la adminisrraci6n local a hombres extranos y advent>
dizos. iSiempre la resistencia a la intrusion de Espana, siempre la rebeli6n
cubana contra Espafia, valiendose de quienes salgan a encabezarlas, aunqu-,
sean los autonomistas!
Ese sentimiento invencible es 10 unico que [iene aun en pie el autonomismo
en Cuba y, ademas, derta camidad de vanidades facilmente compIacidas y
de empleos, en verdad muy poco apetecibles, pero que para algunos hombres
vanos 0 menesterosos se han hecho indispensables. De la historia menor
del partido autonomista en el Camagiiey y de su desbande real no deseo
hablar, par ser cosas notorias, y porque no parezca que saco ventajas de
los errotes de mis conciudadanos. Pero, un solo hecho, reciente, muestra
aill la situaci6n. La mas alta representacion legal cubana existente hoy en
la dudad de Puerto Principe es el Presidente del Municipio, senor Gonzalo
Moreno, que fue coronel de nuestra Revolucion, titulo homoso al cual debe
su elevacion a ese puesto. Los cubanos 10 eligieron; los espanoles, por su
puesra, con pocas excepciones, no votaron por el. Y eligieron a Moreno
los cubanos y con extraordinaria mayoria, sin que eligieran, sino que derro
taron, a1 candidato del partido autonomists. La verdad e.s que el Camaguey
s610 palpita can los que, con el respeto natural de la conciencia publica, se
dispongan a conquistar e1 bienestar definitivo del pais, nunque sea a costa
de un sacriHcio necesario.
En cuanto a mi persona, seilor Director, nada creo necesario decir. Ver
dad es que soy j01Jen; que aUn no he cumplido veintitres aoos; pero eUos
me han preservado hasta hoy de dar opiniones depresivas e injustas de suo
cesos que me fueron desconocjdos y cuyo esplritu y direccion me
fuesen, por 10 menos, respetables. De exaltado e ine.,<perto se ha servidu
[acharme El Pais. iDesdichado el partido que no cuenta con los j6venes exal
tados e inexpertos! (El partido autol1omista no usa cada vez que puede de.
cuamos j6venes se prestan a setvirle? De liempo en (iempo, como quien
78 79
sirve un nuevo apenttvo, ha tenido el partido autonomista la costumbre de
Qstentar al pais sus proselitos j6venes. ~ O es que los j6venes denen virtud
especial cuando sirven al partido autonomista, y la pierden toda cuando sir
yen a la Revolucion? Entre los j6venes y los viejos, en estas cosas de dig
nidad y sacrificio, no hay -a mi juicio- mas que una diferencia: y es
que los jovenes no ban tenido tiempo de contraer en la vida aquella rela
dones de intereses 0 de comodidades, 0 aquellas obligaciones r
e
spetab1es,
y dificiles 0 imposibles de romper, que a veces quitan a1 hombre de ma3
edad el nervio necesario para las empresas del honor.
Los j6venes son, simplemente, hombres que no han tenido tiempo todav(a
para envilecerse, ni para acohardarse.
Nueva York, a 30 de abril de 189 ..
ENRIQUE LOYNAZ DEL CASTILLO
A este manifiesto que lei dos veces a Marti antes de darla a 1a imprenta,
quiso el suprimir ciertas pa1abras que Ie parecieron demasiado duras, y as!
10 hizo, por mas que yo segui pensando que bien la meredan los firmantc3
de 1a Protesta del Partido Autonomista del Camagiiey.
De todos rnodos -me deda- hay que prevenirse contra aqucllos call
ficativos desviados de 1a grandeza de nuestra causa. Asi, donde yo escribi3
que la conciencia vio1ada y arrependida pronto 1es revelaria el horror de
su conducta, me corregia el: -En lugar de "horror" "error". Ni una suaba
que hiera a nucstros ad\'ersarios, que tambien son hijos de Cuba.
No conocio Marti la ira que afea el canlcter, ni la permiti3 cn la labor
revolucionaria. Su consigna era atacar el Autonomismo, poner en evidencia
la fa1sia de su propaganda, pero nunca que se atacara a los autonomistas.
Ninglin ataque personal al adversario.
Acaso porque "cu1tivaba la rosa blanca" 0 porque se hacia la illlsion -al
guna que otra vez realizada- de que esos cubanos espafiolizados caerian
al fin del 1ado nuestro, desaprobo la publicaci6n de mi cr!rta 31 General
Serafin Sanchez -Dunea 1a del manifiesto- narradora de los detallcs de
la denuncia del armamento. Pero no fui yo quien la publico.
He aquf la carta cuyo canicter intimo evidencia su rcdaecion.
Senor General Serafin Sanchez Key West
'.ill Y querido Serafin:
E1 otro dia apenas ruve tiempo para dirigirte unas Hneas, avisandote mi lie
gada a esra, donde habia llegado como el gallo dc Mor6n sin plumas y ca
eareando.
En efecto, cmco, que mis paisanos, con sus mUltiples protestas de adhe
sion al Gobierno, me han desp1umado y gracias que en el general eaeareo
pude tenderme a carrera de avestruz hasta ponel' patas cn New York. Aqui
estoy, pues, converti,do de "separatista legal" en expatriado mambL Otra vez
e1 Gobierno se ha desembarazado de un cubano inconveniente y rebelde.
He aqui los hechos: decidida al fin 1a Revoluci6n cn el Camagiiey, en
10 eual yo me esforce, unanimes y entusiastas las voluntades, contando en
seguida can gran numero de veteranos, y con 1a juventud: decididos a dar un
gran golpe con la toma de Puerto Principe par comienzo, nos faltaban
las armas y capsulas, que yo prometf conseguir.
LIegue el 30 de marzo) viernes, por In manana, a Nuevitas, conduciendo
entre los asicntos de los seis carros dcstinados ~ l Ferrocarril Urbano -del
que era Secretario, y apoderado para 1a adquisicion de materiales- doscien
tos fusiles Remington y cuarentiocho mil capsulas. Desembarque e mce las
diligencias neeesarias en la casa consignataria del buque -senor Bernabe
Sanchez -para 1a pronta descarga.
Esa tarde fur a Minas, para verme can e1 doctor Emilio Luaces, veterano
d ~ los Diez Anos, persona de homosos antecedentes y reputacion, que es
taba en la primera linea en la preparaci6n revolucionaria, presidicndo las
juntas, e indicado por Marti. Le participe eJ armamenro; me abraz6; me dijo:
"Que valiente, etc., etc." El debra facilitar donde poner las armas 1uego
que yo se Jas entregara en los carras en Puerto Principe. Me prometi6
atcnder a eso, aunque me expreso su miedo de que pudieran pasar por la
Aduana, no estando aun despachadas. Me abraz6; nos despedimos, y yo
segui al PrIncipe a vel' mi familia por la tarde. Esa noche no dormi en casa
sino donde un amigo. Por la manana, a las seis y media, regrese a Nue
vitas en e1 tren. Vi a Luaces. Este habia aprobado no decir nada todavia
al j\t[arques, despues que Ie consulte. (La orden de Marti era decirlo a1
Marques, tan pronto como hubiera sido sacado e1 armamento de los carros
y depositado en Iugar segura, pero no antes, porque el no tenia medios de
reali7.ar ese tras1ado).
Esa misma manana me dijo Luaces que no habia podido dormir. Y cuanda
Ie hahl e de levanrarnos enseguida --e1 10 de abril en b mnclrugada, po)'
ejemplo- aprovechando que 1a ciudad estaba con s6lo 150 hombres de
guarnici6n, y los soldados a grandes distancias en persecucion de los ban
dolcro" tada 1a gente del campo, J?rivada de trabajo y cOllccntrada alli;
entonces, ante plan tan bello) que poclria 10grarse con una hora de sacri
ficios, y cuyos resultados sedan un arsenal con miles de ritles y municiones,
un ejercito ensegl.lida de mAs de siete mil hombres, un mil10n de pesos cn
emprcstito forzoso y 1a fuerza moral de semejante triunfo, bastante a le
vantar e1 p2.is; eso 10 juzg6 imposible e inconvcpj.;;nte. Yo segui a Nuevitas
~ ' apresurc la descarga, yendome a bordo. Mi unico cuidado era que pu
dicra romperse algun carro, en las vio1entas izadas. Con todo, la perfecci6n
del arreglo sobrepuje a toda prueha.
1)cje todo descargado y al cosrado del muelle en 1a tarde del sabado (31).
Fui :I vel' a Luaces; 10 apresnre a que busc:ua cl deposito mientras tanto.
porquc Ia directiva del tranvfa habia resuelto poner los carras en 1a quinta
80
81
'onde vive mi familia, eerca de la plaza de Ja Caridad, y yo no queria
someter1a a un peligro que para mi no vacilaba en aceptar. "E1 lunes -Ie
dije- estanln en el paradero del ferrocarril. Hoy, sabado, los despacho el
carabinero a bordo; el lunes, temprano, los despachani la Aduana; todo
va bien".
Esa noche estuve en easa. Por la manana, el domingo, vi al Marques;
Ie dije que venian las armas, y se alegro mueho; pero no quise decide,
sino que se 10 promed avisar eI martes, cuando y como llegaxian.
Ellunes, temprano, volv! a Minas. Luaces ya era antirrevolucionario. " E ~
un mal -me cfijo-- que se Ie hace al pais; aquf nadie quiere pelear; ise
ha perdido la vetgiienza en el Camap;i.iey! Esto es una 1ocura'. Me dijo
que hab.ia tesuelto dedrselo a Bernabe Sanchez, para ver la manera de
\-crse llbre del "Elefante" (reembarcandolo). Y como Ie eche en cara su
l.;:sponsabilidad inmensa con energfs
l
me prometi6 no decirle nada y es
pctar aver si pasaban por la Aduana, que "era su miedo'. Llegue lucgo
.1 Nuevitas. Las 3utoridades, para quien-:s tenia cartas de rccomendaci6n, me
felicitaban: "Personas como usted necesita el Camagiiey", dcdanme. "Ani
mesc ahora a otra empre&a mas grande, el Ferrocarril del Sur", etc. Y yo,
como quien oye Hover. Me despacharon los carros, que era 10 imponante.
La Empresa del Ferrocarril los llev6 ese mismo dia, como a 1a una, despues
de mucho empefio, y dejando otra carga. por ser mi tfo Graciano, cl Admi
uisrrador.
Por la tarde volvf a ver a Luaces. Ya se 10 habfa clicho a su hijo, 10 que
clesaprobe, pero me dijo que "por eI ofreda el pescuezo". Estaba muy preo
cupado; pero prometio verme enseguida, y nos separamos. Me apret6 mucho
la Olano. Segur al Prfncipe. La gentt: muy contenta de la llegada de los
carros. Dormi en la quinta.
Por Ia manana, a las seis, lleg6 Elpidio Marin 3 la quinta. De prisa me
lllformo que se hab.la creado una situaci6n muy grave: que las armas estaban
en poder del Gobierno: que huyera. Vinieron corriendo, a caballo y a pie,
3!gunOS amigo:>, a ofrecerseme. Pero todos me decfan que era locura ill
tentar rescatar las armas. La plaza del Paradero Ilena de soldados y genre.
Yo vacilaba entre ese intento y la fuga. En un carruaje me dirigi por los
drrabales y la llanada a la via ferrea. A esa hora pasaba un lren de carga, con
conductor amigo (Pablo Manrique). A un panuelo rojo hizo alto; entre de
prisa acompaiiado de algunos amigos, y marckmos a cuarenta milias por hora.
Mas, en Nuevitas ya habfa el panico; luve que esconderme hasta aproveebar
un bote, en que sall con un compafiero (Juan Villadamlgo -el dllefio del
bote- y Rosendo Lopez Calleja).
Desembarque a catorcc milas de allf y me illlcrne con seis companeros
armados (Viliadamigo y cinco hombres repulados como bandoleros) en el
monte a espetar que en Nuevitas hubiese un barco listo para saUr.
Al dia siguiente, y en vittud de ordenes severas, de Espana recibidas y
de La Habana, vino el Gobernador, general Gasco, a Nuevitas, e hizo sallr
en mi busca el cafionero; me paso a tiro de piedra. Los mosquitos paredan
baberse espafiolizado. En la noche del 7 de abrU aborde un vapor aleman
(el "Amrum"), que me traja a esta.
82
-.:QL.iln rue cl delator? Te dire. Luaees ha ida a la quinta de papa a sin
ccrarse del cargo de traidor, que Ie hicieron en Puerto Principe. Lo acom
paiiaba el Marques pues Papa no queria recibirlo. Empezo su narracion
-10 que te he contado-- y referente a el dijo que no babfa sido el de
lator; que el se 10 dijo a Bernabe Sanchez, porque consider6 imposible
que las armas pasaran a fin de dejarlas a bordo y retqrnarlas a Nueva York.
Que don Bernabe, lejos de ayudarlo en ese plan consul to can Antonio Agui
lera y ambos acordaron ponerlo en conocimiento del Gobierno, ast pro
bandole Sll adhesion. Tambien ambos, por temor a In responsabilidad ante
eJ Camagiicy pot tni persona, Ie exigieron a Gasco que me diese ticmpo a
huir, por 10 cual se expllca que no me cogiesen y fusilasen en las primerns
huras del mattes 3 de abril.
Al Principe Ilego Aguilera, y hablo con Gasco en la noche del lunes.
Gasco, enseguida, a media noche, llamo a ElpicUo Marin, Presidente del
Perrocarril de Nuevitas y del Urbano, y 10 Hev6 en earruaje al Paradero, don
de abri6 los asientos, presenhlndose a sus ojos iracundos los mistcrios03
Remington y las dpsulas. Ordeno que se sacaran y llcvasen al Cuartel.
Y luego, fue a tocarle a tio Graciano, para que a esa hora pusiera un
tren a Nuevitas en ml busca clonde se crefa que me encontraba. Registraron
[0:; hoteles. Al no hallarme, regl'tsaron de madrugada; el se fue a dormir,
cncargandole a Elpidio Marin, que Ie habia acompafiado, que hiciera porque
~ 0 tuviera can el una entrevista si me hallaba... Cuando el buen senor des
perro ya estaba yo lejos. Ahora bien: creo que se ha ganado una gran vic
loria; ya Cuba cree en la Revolucion.
Su afectlsimo,
ENRIQUE LOYNAZ DEL CASTILLO
En verdad, la Revolucion, atizada por el suceso de las armas, creda en
[Odas partes. En carta al general Maximo G6mez, deda Jose Martf: "Del
Camagiiey, donde codo esta como debe, seg{m vera mas adelante, Alejandro
leva ahora la espoleada de usted, que no todos necesitan tanto como pu
c1icra pareeer, y Elpidio Marin, que es uno de los hombres de mas riqueza
en la comarca, y tan acomodado e influyente como el que mas allf, sigue
enseguida a llevar la prueba -por algunos dudaba con honradez, y por
otras sin ella- de la ayuda y movimiento inmediato del resto de In Isla
y a unificar en persona, con su influjo local de hombre sensato y rico, las
vo)untades timidas que pudicran aun faItarnos y a compensar, como ya por
mi parte 10 he hecho yo, el mal efeeto que en algunos hombres utiles como
i'vTiguel Machado y Manuel de Monteverde pudiera causal' In inoportuna carta
de Enrique Loynaz, que me negue a publicar en Patria."
No rccuerdo que Marti me negara en ningtln caso la publicaci6n de una
arta mfa. Pudiera haber sido de mi padre, que tenia mi mismo nombrc y
csraba indignado con Ia miserable denuncia de las ermas y con la falsfa auto
83
nomista. iPero fuera de el, 0 mfa, esa carta, 10 Unico singular que en ]a
referencia de Marti se advierte es la candida ilusi6n de cantar con un Miguel
Machado yean MOOleverde como revolucionarios! Cualquiera que 10 hubo
conocido, y oido, no podrfa explicarse ilusion tan comraria a la realidad. LOi'e
Recio Loynaz, a pesar de su protesta innecesaria contra la Revolucion, y de
sus conexiones con el general Gasca, para la persecucion de los bando]eros,
si podia inspirar esperanza por su cercano parentesco con grandes proceItS
de la Decada -los generales Ignacio Agramonte Loynaz, y Manuel de Que
sada Loynaz y Rafael de Quesada Loynaz- y por su caracteristicas de ca
magLieyano, orgulJoso de la mstaria de su heroica region. Y esas esperamas
se realizaron cuando el Marques toCo a su puerta. Can el diploma de Co
ronel ingreso en el Ejercito Libertador.
"En el Camagiiey -deda Marti en carta del 24 cle septiembre de 1894
al general Maximo Gomez- no hay mas que dos hombres decimdos en
contra de la guerra, que son Bernabe Sanchez y Antonio Aguilera" ... (Erra
ba e1 Maestro.)
En carta al mismo General Maximo G6mez, en 20 de octubre del 94, dec:<i
Marti a proposito de la situacion en el Camagiiey: "ahara ie hablare de la
comision de Alejandro Rodriguez. 1 vino a mi despues de mi conocimiemo
detalJado y muy personal -por 10 mucho del Camagiiey que me rodea- de
todos los asuntos y hombres de aquella comarca, de la Junta y su significa
cion real, de los intereses que, valiendose de revolucionarios tibios 0 arrepen
tidos, y de intereses encubiertos, pretendian llevar al animo de usted alIa,
y aea al mio, el deseo del Camagiiey: falso totalmente a la luz real de demo
rar la guerra pOl' falta de preparaci6n. Sabia yo de Bernabe Sanchez, enemigo
de Ia Revo1uci6n, y Capitan de Voluntarios en la guerra pasada, que hoy, con
el influjo de su gran riqueza y su anhelo de sacar la zafra, es el centro de
todas las intrigas de demora; paga directamente en forma de sueldo 0 ne
gocios, a revolucionarios de antes, que hoy viven de el, y urgia el cnvio de
una comisi6n a usted. Conoda yo a todos los asociados y depenmentes de
Bernabe Sanchez. Y de Ia situ'1l.ci6n real del Camagiiey, de su madurez te
volucionaria, de la condicion que Marin caliica de "Revoluci6n popular y
espontanea, que empuja y arrollara a los que no Ia quieren seguir", sabra no
solo por la senal segura de las vemas apresuradas de ganados y casas y 13
colocacion cle fondos camagiieyanos en el Norte, sino por las declaraciones
precisas de Elpidio Marin y de Mauricio Montejo, este, joven de alta casa,
y aquel, quien eSj y de los cuales hable ya a usted en mi carta ante
rior. Del Marques, no solo recibi hace nes meses, a mas de la que es
cribi6 a usted, carta plena y confirmatoria sobre la situaci6n favorable
allf, sino que a las pesquisas de Collazo respondio que, alzadas las demas
comarcas contaran <;on que el Camagiiey les ponia en pie no menos de mil
quinientos hombres. El Marques, ademas, por comisiones graduales, ha ido
redbiendo noticias de nuestros progresos afuera y en la Isla, y una de sus
respuestas me vino par Enrique Loynaz, cuya venida -como contestacion
hablada e informacion sobre el Camagiiey- anunci6 por carta a Serafm San
chez y ami, ampliamente me capacito, despues de tres meses de estudio
sabre el valor y sagacidad del impacieme joven, a enviar pOl' el las dos
cientas armas, como prueba de la capacidad pecuniaria nuestta, de que se
dudaba; y como anuncio de la Revolucion practica, un caso de sorpresa;
que habia de agitar y animar, como animo y agit6 a Ia Isla, y sirviu de
prueba necesaria en la obra diffcil de ir sosteniendo sin revoluci6n visible
las emigraciones... LIeno yo del contento de las noticias precisas de Marin
y de las demas, que las confirmaban -aprobada con hechos diffeiles y de
riesgo personal la fe de Marin en el exito de la Revolucion inmineme, a
servir a la cual vuelve enseguida- me llega Alejandro, amiguo conocidQ
mio, y 10 oi con el gusto de ver que usted 10 habia empujado y animado
desde alIa, y la sorpresa de que, en una conversacion previa me mostrase
obsraculos poco naturales a la situacion, que ya en la segunda conversacion
no me mastro, y tratase a hombre tan bueno y querido como Marin
--de quien sospechaba la vehemente adhesion- como el cuatrero, que
no es; y me hablase de ColJazo, por vez primera a mis oidos, como del
ebrio, que no he ordo yo que sea. Tambien me extrafio que viniendo corni
sionado, entre otros del Marques, pintase al Camagiiey como enteramente
desconocedor de 10 que par usted y por mi, y par si propio, se que conoce,
y el Marques, sobre todo, ignorase totalmente el conrenido de las cartas
entre el Marques y yo, y los sucesos a ella referentes. Y me extrafio tam
bien, a mas de la repulsion marcada de su esposa al movimiento inmema
to, que par conducto del rnismo BenjamIn Guerra solicitase fondos de an
ticipo para llevarse de aqui una factura de comercio --que ya no se lleva,
etcetera. Alejandro se va hoy, sin causa alguna para estar descontento de
mi y con las mayores muestras de alegria por el caracter general de la gue
rra, de la que dice ir convencido, y a Ia que va a ayudar enseguida conforme
a las instrucciones de usted". ~ P o r que, sin embargo, me ha quedado la
impresi6n de que Ie hubiese agradado mas la demora del movimienro, 0
que yo no supiera del Camagiiey tanto como los camagueyanos me dicen,
&. La realidad fue que este viaje de Alejandro Rodriguez tuvo por objeto
disuadir al general Gomez de su esfuerzo libertador, fallido empefio, porque
e1 general MaximQ Gomez habra dado su adhesion importandsima al plan
revolucionario de Mard; y cuando a el llego Alejandro Rodriguez, en viaj.::
pagado por los enemigos de la Revolucion, 10 convencio de que la guerra
era inevitable e inmineme. Fue asi que Alejandro al volver a visitar a
Marti, ofrecio la impresion expresada pOl' el Apostol en estas palabras: di
rigidas al general Gomez: "Tuve el gusto de ver que usted 10 habia empu
jado y animado desde alia, y la sorpresa de que en una conversacion previa
me mostrase obstaculos poco naturales a la situacion, que ya en la segunda
conversacion no me mostro", &.&. Aunque luego agrega: "c:Por que, sin
embargo, me ha quedado la impresi6n de que Ie hubiera agradado mas la
demora del movimiento?" ... En carta posterior -3 de noviembre- al ge
neral Antonio Maceo, Marti, mas explicito, consigna estas palabras: "Del
Camagiiey fue a Gomez un comisionado, Alejandro Rodriguez, que a mr
me ha hecho la impresion de haber intentado, en beneficio de los azucare
ros, demorar la guerra; pero Gomez 10 ha devuelto con instrucciones rer
minantes, que yo reitere tras d, y ya Ie sigue persona de ernpuje, que desva
ncceni, en bien de Ia situacion general, cualquier confusion que pudiera
85
84
haber". El comisionado, que iba siguiendo Alejandro RodrIguez, era Elpi
dio Marin, a quien acompafiaba Mauricio Montejo.
Qua mision traran Marin y Montejo, y era l1evar al Camagiiey, por un
lugar seguro de la costa, al introductor del armamento, cuya audaz empresa
Ie habra granjeado la mas entusiasta adhesion de la juventud revolucion"
ria y de no pocos valientes de la guerra anterior, como Paco Recio, que 10
reclamaban a Marti para que fuese a inidar la guerra en el Camagiiey.
Infortunadamente no me encontraba ya en Nueva York. No pude ver a
los comisionados. Hallabame en Costa Rica, al Iado del general Maceo) y
sirviendole de secretario, a Ia vez que dirigfa un gran diano liberal, La
Prensa Libre. Allf me habra enviado Marti el mes de mayo para
sustraerme a Ia solidtud de extradicion formulada por el Ministl"O de Es
paila, sefior Muruaga, {undada en la introducci6n del armamento en Ca
magiiey.
XIV. Con Maceo en Costa Rica
EI vapor de Ia linea Atlas, que rendia los viajes mensuales entre Nueva
York y Puerto Limon, detuvose unos dias en la costa norte de Jamaica,
antcs de su escala en Kingston, circunstancia que aprovecbe para viajar en
coche de una a otra costa de la bellisima Antilla. Las ahas montaiias azuJe.>
ofredan nuevas panoramas en cada cutva del sendero. J'orrentes impetuosos
y cascadas pintorescas matizaban las verdes montafias jamaiquillas.
Llegue a Kingston y conod a uno de los cubanos mas gentiles, hallados
en mis muchos andares revolucionarios; Leonte de Quesada, camagiieyano,
veterano de Ia guerra, y entonces Presidente del cuerpo de Consejo del
Partido Revoludonario Cubano en Jamaica. Me llevo Quesada a su casa
espIendida y hospitalaria y me sento a su mesa junto a sus hijos, lucidos y
entusiastas por cuanto significara patriotismo.
En el cache de Quesada anduvimos de paseo pot la capital jamaiquina
hasta la hora de continuar el viaje.
El 18, 0 el 19 de Mayo, l1egamos a Puerto Limon. Pequefia la dudaJ j
pero visiblemenre progresista, extendi6 su caserio de anchas avenidas relle
nando eI pantano del litoral con Ia tierra de la montana, convertida en
ancho llano por e1 esfuerzo de aquel pueblo, trabajador como ninguno. La
via ferrea hacia la capital, con un recorrido de ocho horas, serpenteaba pOl'
entre pintoresco lomerio, en cuyas Iaderas el rio Reventazon encauzaba el
tonente impetuoso de sus olas. Por las tierras bajas hasta Ia mitad de IJ
luta, extendlanse los inmensos cultivos de bananos, fuente de riqueza 13
mas importante del pais, despues del cafe. A las cinco de la tarde l1egue
a la hermosa capital costarricense y tome alojamiento en el hotel Frances.
Terminada la cena, pregunte a1 duefio del hotel Ia direcci6n de la casa
de don Eduardo Pochet, residencia del general Maceo. EI complaciente sefior
me Ia expJic6 enseguida. -"Carnine cuatrocientas varas al Este, despLH:s
doscientas al Norte y luego t'eintidnco varas aI Oeste. 0, suprima estas
vdntidnco varas y Begue eo Ia esquina a la panaderfa del sefior Pocher, que
86
pucde hallarlo aili." -"Muy bien, respondL Ahora usted completara. el
favor prestandome una bru:ula v una vara de medir." -"No las neceslta
repli;o el amable dueilo; cada cuadra, suma den varas; y bastara
que Ie indiquc la direcci6n, norte a sur, de las calles y las que van de estc
a oeste."
En deeto, momentos desputs, hallabame en la acogedora casa del ancia
no senor Pochet, cubano de mucha virtud, donde residia ]a esposa del
neral Maceo; en cuya compania pasaba el General las primeras horas
1<1 noche, retiraodose Iuego a su habitaci6n del hotel Internacional. Es:aba
esa noche, colmada de visitas, pues habra anunciado Ia mfa, la sala de Po
chet. Florencia, su amable esposa, 10 acompafiaba, y junto :l ella, cJ genenl1
Maceo atrafa Ia atendon de todos.
Imposible describir la cmoci6n que senti al estrechar mis manos aque
llas benditas y gloriosas del vencedor de San Quintin, del heroe de ocho
cientos combates porIa liben:.ld dcl que lIevaba en Sll noble pecha las c
cau"ices de vei.ntitres heridas. iEra yo present ado a Maceo por Jose Marti!
La convcrsacion giro, naturalmente, sobre el episodio de las axmas y :3
preparacion revo1ucionaria de la nueva generaci6n cubana. Decfa el general
Maceo. "La revoIuci6n se aproxima '1, por 10 visto, Marti cuenta con M
mamento y recursos para realizaria con exito. Lo unico que sienta es DC
haber encontrado aqui, para mi uso personal, un revolver; como me gus
taria. filly fino." Vi Ia gran oportunidad de mi vida. -"General,
mente ese revolver, tan fino COllO antes no 10 esgrimieron manos Cl!banclS,
tenso en cSte momento e1 gusto de ofrecerseJo a Usred. Es un Smith &
Wesson, 38, enchapado de plata, grabado por Tiffany y premiado en l:t
Exposid6n de Chicago." Prcscnte el arma nl General, que se puso de pic
para rccibirla, Ia contempl6 y me la compenso, con creces, can un abrazll.
Aquella pequefiez me ganu d gran corazon del Heree. Volvr a verIe cd
siguienle Jia con el cenificado del premio del arma que tanto ]e gusto
Luego hablamos, mas detalladamente, del estado de los animos, y de la
repcreusion que un desembarco expedicionario tenmb en cl pms. Me !eyn
eI una carta, de terminos duros y energicos, que habia escrito a Antonio
Zambrana, en protesta de haber concurrido el gran orndor cubano :l lIml
fiesta en honor del Rey de Espana, efeCluada el 17 de Mayo. Luego.. m
invito a compartir su habitacion del hotel "Internacional", a fin de evi
wnne los gastos del costoso hotel donde me hospedaba. Acepte la genti!
invitaci6o, y ya no nos separamos mas micntras l'esidf en Costa Rica, y.l
en ]a capital, ya en Ia colonia del general Maceo.
Dos 0 tres dras como pasaramos freme a una joycria en Ia
Avenida Central) eotro el General, y compr6 una magnifica leontina
Oi'O, Y la puso en mis manos agradecidas.
Pronto !lice amistad can wdos los cubanos de Costa Ricl. Martf me
habra hecho la descripci6n -con maraviUosa exactinld- del caracter de
cada uno de eUos y de la forma en que debia tratarlos. Prcscntc Sll carta,
junto con mi tarjeta, al Vicepresidente de Ia Republica, Liccnciado Ascen
sion Esquivel. A poco recibi la visita Jd ilustre hombre publico; todo C
de ctiqueta, leva lnglesa, bomba y bast6n can crnpufiadura de oro. AI re
87
cibirlo cn el salon del hotel, dijome que pasara aviso a1 sefior Loynaz.
Y como Ie respondiera que era yo el sefior Loynaz, dijo: "Si, sf, pero yo
vengo a visitar a su papa." Y como insisdese en que avisara a mi papa, Ie
respondi : "Yo soy mi papa, y es toy a sus 6rdenes, senor Vicepresideme."
Se echo a reu: "Vamos, que me cteia yo que se trataba de un hombre muy
alto, muy fuene, de una gran barba y bigotazo... Y resulta que me encuen
tro: jun muchacho! Pero, fue ese de las armas, de que tamo habla
1a prensa de estos dias?"
El Presidente de la Republica, don Rafael Iglesias, me envio un ayudante
a conducirme a su residencia. Su benevola acogida confirmo la idea que
me habfa formado desde Ia llegada, que decir Costa Rica es decir libenad,
hospitalidad, fraternidad. Meses mas tarde, cuando Ie preseme a mi padre,
lJegado de Cuba con rada su familia, Ie dispenso igual benevolencia y dbs
despues me dijo de Cl estas palabras: -"Estoy enamorado de su sefior
padre; a San Jose Ilega por 1a tarde, no pierde tiempo, 'ni en un pasco por
la ciudad; jen Ia madrugada ya esta a caballo en busca de una finca para
trabijar!" Hombres asi como el, CllltOS y laboriosos, hombres de virtud,
son los que necesira Costa Rica.
EI general Maceo encontro dificultades en relacion con 1a colonia cuba
na que, mediante un convenio can el Gobierno de Costa Rica, habia esta
blecido en la lejana provincia de Guanacaste, en la margen del Pacifico.
Los cubanos alli dedicados al cultivo de la cana y del tabaco, respondian
can honor, par sus virtudes y habitos de trabajo, a las promesas del Gene
ral Maceo; pero llego un momento en que creya el Gobierno haber gasta
do 10 suficiente en e1 ensayo de colonizaci6n y no quiso conceder mas dine
ro al General. Mas aUn, el nuevo Secretario de Gobernacion, doctor Ulloa,
manifest6 cl deseo de que se rindiera cuenta detallada de las inversiones
hechas par el Gobierno,
No tenia el General libros de cuenta, sino algun que OtIO borrador y 1i
breta sin detalles. Pero sabia que era yo tenedor de libros y se fue conilli
go a la colonia; tres dias de viaje a caballo, en ferrocarril, en remolcador,
a traves del golfo de Nicoya, y tres leguas mas en mula.
Me preseot6 a la colonia con las palabras m,is favotecedoras. Su hermano
Jose MO de inmediato estrecha amistad conmigo. Lo mismo el Teniente
Coronel Ferrera conoddo con el nombre de Baracoa, porque fue alii donde
mas se distingui6 en la guerra y asi otros veteranos: que 10 eran casi todos
los colonos. En Nicoya me prcscnto a: general Flor Crombet, en cuya coill
pJl'ifa almorzamos. Por cierto que esc dia ya pude aquilatar el cad.cter de
Crombet. Contemplando el cuadro de su pobre familia, que iba el a aDan
donar a Ia miseria por acndir a los campos Je batalla de Cuba, dfjele:
"Flor, es preciso dar a conocer a Marti que tu csposa y tus h.ijos no tieoen
media ninguno de sustento cuando tu los dejes ... " Me interrurnpi6 con vi
ve7a: "Oyeme, te prohibo que Ie pielas a Martf pension ni.nguna para mi
familia. Mi esposa se marin} de hambre, 0 por salvar a sus hijos se prosti
tuira, si Ie falta el rrabaja; todo antes que peclirle a Marti dinero para sos
Cualquier pelici6n mfa, en el momenta en que mis servicios son
mas necesarios, pareceria una imposici6n: y yo sirvo a la Patria sin profa
Darla can exigenda de dinero."
Di principio al trabajo linprobo de la rendicion de cuentas del general
Maceo al Gobierno de Costa Rica. Habta trabajo para meses: libretas que
escuclrinar, informes que buscar, datos que recopilar, cuentas que balancear;
armoni%arlo todo y presentar un estado de euemas mereeedor de la apro
bacion del Gobierno. Trabaje hasta terminarlo can exito, Pero no pude sa
tisfacer mis ansias de regresar a 1a capital; porque me aeometi6 el pa1udis
rna, la maligna enfermedad endemiea del Pacifico, En Ia casa de la Man
si6n, atendido constantemente pOl' el general Maceo y por las familias cu
banas, pase semanas de fiebre, que me debilitaron y privaron de cerca de
veinte Iibras de peso.
Al levantarme Cle Ia enermedad fue mi primer cuidado ir a visitar a 12s
boodadosas familias que me asistieron. En una de estas visitas, acompa
nado por un joven Ferrera, hijo del coronel del mismo apellido, a quien
apellidaban Baracoa, nos sorprendi6 una tempestad de rayos. Nunca habra
visto fenomeno tan aterrador: ni los ciclones, ni los terremoros. Era un
trueno continuo de detonaciones, como canonazos; algo parecido al bom
bardeo de una escuadra de fortalezas aereas. Los estampidos -sin los ems
prolongados caracterlsticos del trueno-- sucedianse sin intermitcncia, alum
brando el campo desolado porIa lluvia y obstruido por la neblina. Nos
acostamos sobre eI suelo inundado, apart<indonos de los arboles, desgaja
dos por las descargas eIectricas. Las dos bestias, posefdas de terror, eeha
ronse en tierra hasta que, pasada la tempestad, cont.illuamos nuestro ca
mino.
Todos los hermaoos Maceo, gloriosos paladines de mi Pauia, condecora
dos con las cicatrices de las jornadas libertadoras. compensaron con un
pronto afecto mi admiracion a sus virtudes ejemplares. Tomas, a quie"
Amonio llamaba e1 Heroe de Pinar Redondo pot su arrojo temerado pre
miado con el balazo que Ie destrozo la cadera, en la acometida de los cator
ce infantes de Jose contra cl batal10n del coronel Valenzuela, habia quedado
casi invalido para el resto de su vida: inteligente, decidido, laborioso, sus
tentaba con su trabajo su larga familia; dotado de matavillosa memoria
podia relatar, dia por dia, las jornadas y los campamentos en que se habia
balido junto a sus ilustres hermanos ... Acab6 la guerra en Baragua con el
grado de Teniente Coronel. Pero Jose, mas que todos, me favorecio con
su predileccion. Solia dccir Antonio que Jose "miraba pOl' mis ojos".
Fut por esta predileccion de Jose que me confi6 el general Maceo la
misi6n de convencerlo de que realizara su matrimonio con una bella cuba
na, Ia senorita Elena Nunez, su joven prometida.
En la easa de la senorita Nunez eSlaban almorzando, en compaiifa de
Jose Maceo, cuando llegue a cumplir la de1icada misi6n confiada por el
General Antonio a mis condiciones "diplomaticas". En un apane, a la hora
del cafe, abordc al leon. , . -"Jose que no te casas con est<l muchacha
de tamos merecimiemos, y Ie das esa felicidad antes de ir a la guerra?"
-"jUy! ... A ti te ha mandado Antonio... " -"Nada de eso", replique: "Es
que me parece un deber que te serfa gratisimo cumplir. Y asi ella pQdrla
88
89
enc,t,:g,tfSC de tu finca y, con todo derecho, velar por tus intereses, ade
mas del tcsora que para un hombre de bien representa tener una buena
Adujo mi amigo su cseasa sinlpatfa pOl' los euras espaiioles, como
el de Nicoya, y las compllcaciones de la contesion, comunion, etc., que
consideraba "guanajadas". A mi insistencla cedio sin mas argumentos.
Ese mismo dia alii estaba yo con el cura de Nicoya para los preliminares
de la boda; porque insist/a e1 sacerdote en hacer siquiera dos a tres pre
.guntas, en mera f6rmula de confesion.
Despues de las preguntas relatlvas a la fe cristiana, afirmativamente con
testadas, penetro el cura en el peligraso campo de los ma.1ldamientos ... L1eg,;
sin tropiezos hasta el quinto: -" supuesto, hijo 111io, que nunca ha
bras cometido el pecado de malar?" Jose, levanuindose, airado, replicl5:
-"Mire, padre, que se necesita set muy guanajo para pregunlarle eso ,I
un hombre que ha estado dlez aiios en la guerra matando espanoles. Y has
t:! un cura me cayo una vez entre las manos." Ya en alta voz la confesi6n,
,a ira del paSlOl" estall6: -"jMatar a1 enviado de Dios! Esto es un pecado
mort:!.l que yo no puecio absolver. jHay que it por dispensa aRoma!" El
General, airado, avanz6 sobre cl cura, <1 tiempo que yo me intcrponla.
Deda Jose: -"A ROffia se va usted ahora mismo par la ventana". Y so10
porIa vental'a se libro el cura de la ira de Jose.
Mucho trabajo, mucha diplomacia, me casto pacificar ambas partes, sobre
todo, al enviado de Dios que, extraoado de la palabra "guanajo" resistiasc:
a creer mi explicacion, como de cosa exquisita dada la actitud de la "descn
rriada oveja" segun el llamaba a Jose. Al fin se transo con mi promesa de
veinticinco pesos y se evito el costoso viaje aRoma. Pudo anunciarse d
matrimonio a la colonia, que se reunio toda, can el general Antonio, junto
a la c"sa de la novia. Ai llcgar con cl resignado sacerdote, esrc, en vo/
baja, me pregunto: -" es el padrino de la fiera?" -"Yo, padre".
-"Pues pongase a su lado, Y al lado de h novia, ia madrina". Asi colo
cados, formulo las pregunta5 de ritual: usted par esposa etcete
ra? ... " Luego, ante las afitmacioncs de ambos, dljo: "Dense las manos" y pro
nuncio estas pa'abras solemnes: "En cl nombre del Padre, del Hijo y del
Espiritu Santo, los declaro unidos en santo matrimonio, y como marido y
mujer, obligados a mutua apoyo y fideUdad. Les doy la bendici6n y les de
seo fclicidad. Y procedl6 a la firma de ritual. A nil me pareci6 corta la
ceremonia y asi 10 observe, aparte, al cura; pew me silencia con este argu
mento: "(Y que mas par veintidnco pesos?" 1\5i advertido, los puse en
sus manos. Y se fue sin esperar el Champagne, que la novia Ie ofreda.
El general Antonio abrazo :'l su cmbajador. Y Iuego hubo fiesta en la
colonia cubana.
En mis ultimos dias de b colonia ocurri6 penoso incideme. En 1a cocina
de una casa -Ia de b familia Milanes-- tomaba cafe junto con el gener:ll
Paris, Inspector de la colonia, cuando Jlego un peon de Jose Maceo con un
seron de tabaco, para que el Inspector io pesara y abonara en la cuenta
con el Gobierno. Dijo Paris que volviera por Ia manana "para cxamtnul'
d porque de segura trafa piedras para aumental' c1 peso". Inte
rrump! al Inspector: "GenenlI Pads, cl general Jose Maceo es incapaz de
eso; cs un general cubano, digno del rcspcto de ustedes. Permlt;:1I:1l' exi
girlc la retractaci6n de esas palabras." Paris contesto: "Los ;cncr"Ie:; cllba
nos, como los demas cogen 10 que pueden... " No sopone mas. To;narch
de la pared un maehetin de cocina, me Jance sobre el Inspector y Ie: eli U"l
planazo mientras el corria a su oficina en busca del revolver.
Junto a Ia cerrada puerta, me plante, dispuesro a darle con el fila 1>1 as'.:
maba la cabeza, como era de esperar. ACl1dieran a l:J bulla los :)::coen te;.
Sea que no encontrara el arma, sea otra causa cualquicra, ni la puett:.!
ni dispar6 a traves ae ella, Y se dio a lnsultarme en alta voz, aludiendo
a 10 amarillo de mi rostra, que ya 10 estaba par el paludismo y
mas por 1:1 excitacion del momento. A estQs insultos respo!1dio,
mas fuertes
J
el general Antonio Maceo desde el portal de su (;15:1 5010 cb
1ante un<\s cliez 0 doce varas. Me llamo e: General a que dejara eS,l ;.' en
lugar de mis insulros retara al general Parfs. A poco liego c1 Jos5
Maceo y entonces S1 que Paris, no conformc can la puerta, (ranco Ll vema
na. Alli sc cneerr6 hasta que, planreados los des due10s nos retir:'ll'Pos de.:
lugar.
El general Antonio ie habia enviado lluestros Tetos, y avisado -p,1t3 qu:
nombrara S1l represcntadon- que al amancccr cstarf,lmos en Nicoya para el
encuentro. 1'::1 acepta. Y esa misma noche sc 11'<lslad6 (I Nicoya sin ser mo
lestado.
Nicoya (;ra entonces pequefio grupo de casas, sin polida, ni otra a.utoriJad
que un Hamado jete poHtico, sefior Mararita, muy amigo nuestro. lviuy
prano estabamos alli; Jose rompiendo botellas con su re\61vcr, yo con el
a.rma que Ie regale al general Maceo hacienda los mismos blallcos. Alga SUj1l'
nuestro adversario; porque si al principio insisli6 en batitse conmigo -y 110
con Jose, cuya punreria Ie era conocida- a 10 ultimo pretendfa no
con ninguno, ncgandonos, por agraviado, el derecho a reclamarle
En discusion tal con sus representames encontrabanse los nuestros, cuan
do se nos ecerc6 el senor Matarita a informarnos que acababa de recibir
orden de detenernos a Jose, a mi, y a los cubanos que nos representabJl1,
si intentabamos agresion alguna al Inspector de la colonia. Era que Paris,
a su hijo, habia telegrafiado al Presidente de la Republica asegurando que:
queriamos matarlo. Perc Matarita levanto un acta haciendo constar, mediante
interrogatorio, que habiamos venido al pueblo s610 a comprar provisioncs
en 1a tienda Jel senor Nela, comerciante espafiol alii establecido, quien de
claro, comprobando que --en decto-- Ie compramos las provisiones decla
radas y dlsponiendo el senor Matarita que regresaramos inmedlatamente a
la colonia, pero en libertad.
Terminado este lncidente, cl general Antonio y yo nos pusimos en camino
de regreso a San Jose.
En el puesto de Jesus tomamos una gran canoa para esperar, en media
dd Golfo de Nicoya, el paso del vapor de Ljberia a Punta Arenas. No vino
el vapor, y ya de madrugada, sin haber cenado, calados de agua porIa rna
rejada, nos aproximamos a la isla Vaca, en euya playa dlvlsabamos una 1uz.
Llegamos a un bohlo de indios. Una robusta moza trituraba entre dos piedras
cl cafe bien tostado y o1oroso. Luego nos ofrcci6 a1 General Y l\ mi, y al
91.
90
remero, en sendas jfcaras la aromatica bebida: rica, como ninguna tan deli
ciosa habiamos tornado. Ascendia el sol por el horizonre cuando pusimos
la proa a la ruta del vapor que se acercaba.
En Punta Arenas nos hospedamos en casa del cubano Juan Romagosa,
donde tambien se encontraba el general Eloy Alfaro, ilustre caudillo de la
causa liberal del Ecuador. POl' sus espejuelos, por su estatura -no tan alta
como la imaginada- por la modestia de su traje y la baDdad del caracter,
no era de pensar que se hallara uno en presencia dd beroe temido po,
los reaccionarios del sur. Tenia de ella mas alta opinion y estima el general
Antonio Maceo, y III expres6 en cilidas palabras al presentarme a cl.
El general Alfaro, que se encomraba exiliado en Nicaragua, en Tipitapa, Y
-en espera del armamento que Ie regalo el Presidente liberal de Nicara
gua, Santos Zelaya- veiase en esos momentos ante la necesidad inmediata
del auxilio del general Maceo. Poco despues de esta entrevista me lIam6
Mclceo.
-"Redacte un te1egrama para Pepe BOLX, en San Jose; que me mande
sl::tecientos pesos." Cumplida la orden recibiamos, horas despues, un giro
telegrafico de Boix por los setecientos pesos; los que el general Maceo en
trego inmecUatamnte a su amigo. Cuando llegamos a San Jose preguntc
a Boix par que hab1a incurrido en el gasto adicional del giro telegrafico.
Me respondi6: -"\=uando el general Maceo dirige a un cubano como yo
una solicirud semejante, debo mostrarle mi agradecimiemo acudiendo al teo
legre.fo."
De Punta Arenas se iba a Esparta por Ferrocarril. All! se alquilaban
mulos y se empezaba la ascension al altiplano, negociando primeramente
-entre curvas y abismos- la altisima cumbre del Aguacate. Delante iba
d general Maceo, siempre callado. que algunas preguntas mias que
daban sin responder. Espoleando mi mula me Ie acerque: -"Que se ha
dQrmido usted, General?" -"No. Yo no duermo en los caminos, ni tam
poco hablo; estoy aletta. Baga usted 10 mismo." De aru hasta llegar a
Alajuela, ya amaneciendo, permanecimos silenciosos. Alli tomamos otro tren,
que nos eondujo a San Jose.
Nuestro primer cuidado fue ir en busca del doctor Eduardo Uribe y Res
trepo, el ilustre medico colombiano, a quien tantos favores y servicios debia
1a emigraci6n cubana. Un gramo entero de quinina me dio el Doctor, y dosis
peri6dieas casi tan fuertes como la primera. Y a su influjo aqu;;l paludismo,
que tantas vktirnas haee en la costa, fue cediendo.
Dos hermanos del generoso Pepe Boix, buenos como el, y como el pa
triows, flleron mis dos arnigos predilectos en San Jose. Alberto tenia una
novia poetisa, dulce, espiritual y linda. Un dia en que el general Maceo,
Alberto y yo, i'bamos de paseo, a pie, por una ancha calle costarricense,
vimas por la opuesta acera la novia de Alberto, que --<lirigiendose a nues
tro amig<r- dij6le: -"Albertito, ven, que tengo que hablar contigo" y
enrro en un zaguan vado, seguida de Alberto, mientras el General y yo
esperamos. La escena inmediara fue alga magnffico. La novia -tan cspiri
tual- cay6 a sombrillazos sobre nuestro companero, guien sereno, impa
sible, como siempre sonriente abiertos los brazos, exclamo al vernos: -'\Y
yo COfTlO Cristo; abro los brazos y la frente inclino!" As1 fue siempre, jovial
y bueno, Alberto hasta su caida heroica en la guerra.
Desde nuestra llegada, y a mis instancias, guiso el general Maceo conse
guirme trabajo de tenedor de libros; y 10 tema ptometido en la casa Roh
moser. Pero un incidente inesperado me facilit6 un emplco mucho mejor,
aunque menos retribuido. Sucedi6 que en una revista militar, efectuada en
la sabana de San Jose, surgi6 un atentado contra cl Presidente de la Re
publica, el magnarilino Rafael Iglesias, quien no consinti6 que fuera cas
tigado per e1 pueblo el alevoso asesino. Con ese motivo escribi en un pe
riodico amigo un articulo titu1ado "Los asesinatos pol1ticos", en el que
me referia, logicamente, a los que mas han cxtremecido la historia. Ese
mismo dia fui llamado por un ilustre republico, don Maximo Fernandez,
diris:ente del Partido Liberal, para ofrecerme la direcci6n del peri6dico de su
proriedad, La Prensa Libre. La honorabilidad del doctor refle
jabase en este gran din rio, cuya direcci6n acepte gustoso.
Apenas conocieron los comerciantes espanoles de San Jose esta designa
cion, empezaron a retirar los anuncios, principales ingresos del periodico. Me
dirigi a casa de don Maximo para poner a su disposici6n mi renuncia. -"De
p.ingun modo. La Prensa Libre se sustenta en un plano ml1cho mas alto
que el de los anuncios; defiende ideales, aunque pierda dinero." -Debo
agregar que los cubanos se dieron enseguida al empeno de procurar nuevos
anunc.ios; yean cl aumento de elias, y el de la circ111aci6n, subieron mas que
nunea los ingresos del periodico. Defendimos cada dia los esfuerzos liberales,
donde quiera que se realizaran, ya por los Gobiernos, constitucionales, ya
par las re\'oluciones reivindicadoras de la libertad.
Poco despues del regreso de 1a Colonia Maceo organice cn San Jose,
como 10 habia prometido a Marti, un club revolucionario con un nombre
g10rioso: "General Maceo". Los cubanos rados inscribieronse y aportaron su
eontribucion mensual con e1 mayor enrusiasmo. Y me concedieron el honor
de elegirme Presidente.
Este feliz resultado me anim6 a fundar otro club de damas con el titulo
de "Bermanas de Maria Maceo", presidido por Maria, 1a excelsa compaiiera
de nuestro general. A su ruego Ie servi de secretario.
Asi entro nuestra emigracion en un periodo de actividad revolueionaria, y
de acopio de recursos para la Delegaci6n establecida en Nueva York.
Tales actividades se intensiJicaron can la lJegada a Costa Rica del Delegado
.. ose Marti, acompaiiado del magnifico joven Panchito Gomez Toro.
Los cubanos toclos en Costa Rica ofrecieron cordiaHsimo almuerzo de
bienvenida al Apostol de la Independencia. De la colonia lejana vinieron
expresamente los generales Flor Crombet, Jose Maceo, el coronel Ferrera, el
tenieme coronel Alcide Duverge, y otros de sus distanres residencias como
los generales Cebreco y Silverio Sanchez. De San Jose no faIto ninguno.
ASl como el era tanto el respeto que se Ie tema al Maestro, que
en su presencia todas las contrariedades se olvidaban, por la mayor frater
nidad de los cubanos. Maceo y Zambrana -disgustados por 1a agresiva
carta de aque!, en ocasi6n del homenaje al Rey de Espafia- hallaronse
92
93
sentados alrededor de Marti, se saludaron, conversaron y cultivaron. de
nuevo una sincera amistad.
A la disposicion del Delegado de la Revolucion puso nuestro dub sus
recursos. Pero como no parecieron suficientcs a Marti para el objeto que
c! se proponia, me orden6 reunir algunos' cubanos de los que parecieran
mas pudicntes. Y congregados en su habitacion del hotel, les clirigi6 el
Maestro breves palabras expresivas de la necesidad de algun esfuct%o en In
hora final de reparacion. "Decirles mas fuera no conocerlos. Me ausento
para que no les quite mi presencia libcrtad de expresi6n. Enrique queda
con lapiz y pape! a disposici6n de ustedes." Y ahl quedc frente a 1:1 mesita
de marmol con el llipiz en la mano... Unos momentos de silencio fueron
il1terrumpidos pOl' Pepe Boix que, con asombro de los que Ie oyeron pedir
la palabra, tan aiena a sus aficiolles, dijo: "Sci:ores, dispensen que hable
quien no sabe llab
1
<li'. Quiero recordarles que esta vez no se trata de nues
tras habituales suscripciones de a cinco pesos. Ahora se trata de Jose Marti.
q ~ i e es la Pattia misma, y nuestro esfuerzo ha de ser el m,bdmo. iP6nganm..:
el primero en la bta con mil pesos! Y apunten con Otros mil a mi hermano
Enrique." Sentose entre ap1ausos, renovados al levantarse Enrique BeL'>:_
" j Senores, ha dicho bien mi hermanol apUntenme con mil pesos".
DOD Francisco Calleja, de pie, proollnci6 dos palabms: "Quinientos pes03".
:un cantidadcs diverses suscribieronse todos. Cuando avise a Marti, para q0C
\'olviera a la reuni6n, teniamos cinco mil pesos. Marti orden6 que se entre
gaseD cs:\ misma tarde al general Maceo. No podlan ser mas oportunos;
porque ya el General no recibia nada del Gobirrno, y su colonia nada pro
ducia. Generoso, espIendido cOmO era siempre, Ie habra lIegado la apre
minnte necesidad de fondos.
Esa noche la pasaron entera, en confcrencia sobre las posibilidadcs de ta
rcvoluci6n, Marti y el general Maceo. Para que nadie pudiese atisbar la
conversaci6n, estuvimos de guardia Panchito Gomez y yo roda la noche.
Despues Marti tomo el tren del Padfico, acompafiado pOl' un grupo de
compattiotas, entristecidos de vel' partir a1 m:ls amado de los cubanos_
El general Maceo ya no volvi6 mas a su colonia. AlIa qued6, sin terminal',
una larga narracion que me dict6, a In sombra de coposo mango, sobre la
Protesta de BaragUll. En la capital paseabamos todas las tardes, tan pronto
como terminaba yo mi trabajo de redaccion de La Prensa Libre.
Uno de los primeros dias de Noviembre recibi un telegrama de Puerto
Lim6n, que me anunciaba la llegada de mi familia, E1 General me ayud6
a buscarle casa can la premura indispensable, y colm6 de atenciones a los
mios, que ni un solo dia dejo de visitar,
Lleve mi padre a presenrado al Presidentc Iglesias, que quedo eneantado
c?n el. Le explic6 papa que aqueUa misma tarde de su llegada, sin perder
lIetnpo en 1a instalad6n de la familia habia preparado su viaje para la
mad.rugada siguiente a la regi6n de la Costa Atlantica para vel' una finca
que pensaba adquirir. EI Presidente dijo que hombres como Enrique Loy
naz cran los que neccsitaba Costa Rica.
Pronto se complicaron las cosas en La Prensa Libre. Un editorial mio
titulado: "Bandolerismo en Cuba", en la edici6n del siete 0 el ocho de No
\'icmbre, eontest6 can la debida energia otro del mismo tItulo publicado en
La Estrella de Panama, en el que se demostraba injustamente a los cubanos,
y se les negaba capacidad -moral- para el gobierno propio. La Legacion
Espanola en Costa Rica habfa becho reproducir algunos parrafos agresivos.
Y mi contestaci6n exacerb6 a la Legaci6n y a los espanoles. Afirme que eran
los funcionarios del Gobierno Espanol los verdaderos bandoleros de Cuba;
cite hechos concretos, como 1a visita del general Gasca al bandido que
en Camagi.iey recibio de e1 el regalo de un revolver, cuando tenia todavla
manchadas las ropas con la sangre de 1a ultima victima. Y, en contraste,
las virtudes, la laboriosidad, la sobriedad, la abnegacion, el patriotismo del
pueblo cubano, probados en la mas cruenta y diHcil de las gucrras empren
Jidas en el mundo porIa libertad.
Siguieron dos dias de fcbril agitaci6n entre cubanos y espanoles. El 10
de Noviembre el anciano don Eduardo Pocher, respetab1e por sus virtudes,
vino a casa a anunciarme que para esa misma noche se hab.fa tramado en
la Legacion Espaliola el asesinato del general Maceo y el nllO; que el En
ultgado de Negocios de Espana manifesto a sus exaltados compatrioras, alii
reunidos, que pareela que a los espafioles al Cnlzar el Athlntico se les volvia
horchata la sangre; porque lodavia estaba sin castigar el articulo de La Prens"
Libre: que se ofreci6 entonces e: comercianre don Isidro Incera para darIe
una paliza al atrevido periodista y que el Encargado de Negocios respondio
que no era tan pobre castigo el reclamado por el agravio, sino la muerte,
yo de paso ]a del general Maceo, inseparable compafiero del joven periodista;
q'.Ic entonees lncera se ofreci6 para matar a Maceo, y un tal Cbapresto
sc brind6 para quitarme la vida; que el doble asesinato se realizarfa es"
noche misma del 10 en el teatro Variedades, donde teniamos un palco eJ
General y yo, para 1a representaci6n del drama: "El Maestro de Fragua"
Je Ohnet, porIa compaii.la cubana de Paulino Delgado.
Con tal noticia, en vano inste al general Maceo para que no me acorn
paliara, par el bien de Cuba, esa noche. losistic en ir y fufmos.
En mis bolsillos habfa colocado mi angustiada madre cincuenta capsulas.
Mi hermano Uba1do, de unos quince alios, llenando de piedras sus bolsillos,
nos siguio a1 teatro. Alli encontramos amigos: con armas Jose Boix y Adolfo
Pefia y, desarmados, pero can bastones, Manuel de Granda, Daniel Her
n:{ndez, Alberto Boix y Casimiro Orne. EI coronel colombiano Pena nos
cnsen6 su revolver, en un entreacto. Maceo se 10 hizo guardar. -"de nin
gUn modo quiero -Ie dijo- que aparezcamos provocando e1 conflicto; si
viene nos defenderemos; aunqlle es de esperar que la sangre no reg:mi e1
suclo." Pena replico: -"Vea, General: yo nunca VOy a1 teatro; porque
no me gustan las farsas; pero esta noche los van a atacar a ustedes, y
quiero que sepan que donde esta un colombiano no estan solos los cu
banos".
EI teatro estaba Ileno de espaiioles... Pero el drama 11eg6 a su fin sin
novedad.
Salimos el general Maceo y yo del brazo. Nos segufan los cubanos. Mas
alraS un grupo grande de espafioles...
95
94
AlUeaar en 1a Avenicia Central, a la esquina clonde hoy esr3, el Banco del
Canada, 0 uX::a multitud como de cincuenta espafioles nos cerr6 el paso. El
senor Chapresto --el encargado de mi insignificante persona- se me acer
co... -"cUsted es eI senor Loynaz del Castillo?" -"Para servirle". -En
tonces dijo: -"Haga el favor de ofrme, aparre, dos palabras". Le segui;
con mi mana izquierda tome el brazo derecho de el, previnicndome asi con
rra la segura agresi6n. En tanto, trate de sacar mi revolver; pero me estorb6
el abrigo, inadvertidameme abotonado, 10 que di6 lugar a que eI movimiemo
fuese norado pol' los suyos, que Ie gritaron: "Que te mata". Dljome el:
-"Eswy desarmado; no tire", Pero, de fuerte sacudida se me escapo.. }'
me hizo fuego inmediatamente, a tiempo que OltOS tambien disparaban,
desgarrando con sus halas mi agrigo. Antes de conrestar con mis disparos
vacile dos a tres pot evitar, si posible, que mataran al general
Maceo, que en alta voz deda: "Esa policia (que hace?" Y a la V07. acercabase
eI -en aquel segundo de suspensi6n de los disparos- a traerme a la acera
donde estaban los cuhanos.
Inmediatamcnte oyeronse voces: ";A Maceo! jTiradle a Maceo!" Y es:a
lIaron de nuevo los disparos; de un lado los espanoles y del otro Pepe Boix,
Adolfo Pena y vo respondiendo con nuestros revolveres.
Inclinabase .d' general Maceo a recoger e1 paraguas -que una haJa Ie
habia arrebatado-- cuando Isidro Incera, que corriendo se Ie acereo, Ie dis
pal'O poria cspalda, hiriendoJo a 10 largo de la espina dorsal hasta inter
narse el plomo en el cuerpo, aparentemente en el pulmon. Vi a1 General caeI'
en la acera, In mana en la pared: v a Incera metiendo capsulas en el revol
ver, que ya tenia agotada la volver sobre sus pasos para rematar al
General. Rapido, dispare sohre el agresor, a la frente ... Y al caer, Ie repetl,
en Ja parte posterior de la cabeza, otro disparo. Mientras volvf el revolver
contra la multirud. Maceo fue conducido por nuestros compafieros, y exa
minado brevemenre par el Ministro de Gobernaci6n, doctor Ulloa. Alberto
Boh era tambien herido; pero a1 frente tenfamos, desordenados y en fuga,
nuestros agresores. Mas de una cUEma los perseguimos Pepe Boix: -ya sin
parque- mi hermano Ubaldo -coo sus pedradas- y yo que aun tcnia d;J
sulas. En la esquina siguiente, tropa costarricense dio eI alto. Y prendi6
a mas de treinta qe los agresores. Boix y yo, antes que nos alcanzara la
tropa, retrocedimos hacia Ia esquina donde fue herido el General. Ya nadie
habra allf; perc, escapamos saltando la reja del parque, clonde permanecimos
dos horas. Cuando todo esruvo en calma, fuimos a escondernos en Ia pana
derfa de Boh, de clonde enviamos POl' noticias del General. Al saber que
vivia y que e] doctor Eduardo Uribe y Restrepo, su fiel amigo colombiano,
velaba a su Iado toda la neche y Ie salvaba la vida, decidi partir hacia Ni
caragua; porque me llegaron noticias de acusaciones de muchos espai'ioles,
que juraban haberme visto disparar sobre el infortunado Incera.
Pero par la madrugada vino el doctor Zambrana a avisarme que el general
Maceo disponfa cpe me quedara, v me presentara al Juzgado para declarar,
como los demas, que ninguno de los cubanos hablamos clisparado; que no
nevabamos c: o ""l(.; rJllestros agresores, en la confusion del ataque, Sf'
habfan herido POI' S1 mismos y matado a persona tan estimable como eI
senor Inceraj y que hablan betido casi mortalmente al general Maceo y de
gravedad a Alberto Boix. Para declarar esto me acompafio el doctOr Zam
brana. Quede en libertad; los espafioles en la carcel.
Indignados los agresores, surgieron nuevas acusaciones, nuevos testigos
y fui entonces detenido, y conducido al edificio de la Comaodancia can
las mayores consideraciones y sin otro cenrinela que mi palahra de no es
capar. Mi hefmano Ubaldo rue puesto en libertad al mediodia. Y ninglin
otro de los cubanos fue detenido ni acusado.
Fuc enronces cuando el Presidente de Ia Republica, Rafael Iglesias, dio
nueva prueba de su devocion a la causa de Cuba y de su amistad al general
Maceo. Sustrayendome a la accion judicial, me embarc6 hacia Nueva Or
leans, por razon de orden publico. El quinto dia de prisian, 15 de No
viembre de 1894, rul escoltado por una compo.6fa de infantes al mando
del capidn Elizardo Maceo, Wjo del general Jose, en tren hacia Puerto
LinlOn. Se me permiti6 ir a despedinne del gtneral Maceo, quien me rei
teto el encargo -que le pramed obeJecer- de no divulgar 10 real mente
succdiao, al menos, mientras fuera Iglesias Presidente y de no avivar con
expresion alguna nuestras disensiones con la colonia espanola.
Toda la colonia cubana, la colombiana y muchos costarricenses acompa
fiaronme a la Estaci6n. Mi hermano UbaJdo, yo. libre, vino con mi madre
y hermanos; Marla Maceo can sus amigas. Echo a anciar el tren entre Vl
tores a Cuba, que conteste con un i Viva Costa Rica!
Hasta Siquirre me acompa110 don Maximo Fernandez; hasta Puerto Limon,
los generales Flor Cromber, Jose Maceo, Catalino Garza, Francisco Pereira
Castro, entre otros amigos.
Al llegar a1 puerto nos llam6 un moreno viejo para decirme gue habia
un recado urgeme para mt en la casa comercial Rhormorser y Compania.
AlIa fulmos. EI Gerenre, muy amable, me dijo: "Hay aqut un giro telegra
fico de don Maximo Fernandez en favor de usted par mil pesos." Otra
vez e1 generoso propietario de La PreitS4 Libre me amparaba. La emoci6n
apag6 un momenta mis palabras, Pedi pape! de telegrama y escribl en el:
"Don Maximo Fernandez. Permitame decide que mi gratitud es tan
como su generosidad y dejeme no aceptar estos mil pesos; porgue llevo
el dinero suficienre para mis gastos de viaje. Djeme decirle del coraz6n:
jGracias! y devolverJe este giro pew mi agradecinuento acompanara a usted
roda mi vida. Su devoto Enrique Loynaz del Castillo".
EI generaJ Crombet, que estaba leyendo mis palabras, me ahraz6, excla
mando con alborozo: "jHas hecho bien, has honrado a Cuba! Esa gran
suma podrfas, sin reproche, habeda aceptado. Has hecho mejor rehusandola:
jcon verdadeta grandeza! Nosotros, y la colonia cubana entera, iremos a
ver a don Maximo Fernandez para dade las gracias".
XV. Los emigrados en Nueva Orleans
De pie, junto a la baranda de papa, contemple con honda tristeza el gmpo
de mis amigos en el muelle y la comparua de soldaclos de Costa Rica.
97
96
Despues, 5610 una linea de montaiias 'I olas tras olas, y su rumor eterno.
Ya en el camarote, me confort61a perspectiva de volver a vel' a Jose Marti.
La travesfa a traves del Caribe 'I del golfo mejicano, aparte de las mare
jadas propias de la estacion, no ofred6 incidentes.
Entramos en el anchuroso rio Mississipi, cuyas aguas sepultaron el cuerpo
de su Jescubridor -Hernando de Soto- cuando agotado par los sufri
mientos, no pudo convencer al cacique indigena de su posesi6n del poder
de Dios. "jSeca las aguas de este do y te creere!" -el indio rcpctla.
Par las aguas Iodosas, entre islas y pantanos, ascendfa el vapor cargaJv
de bananas 'I entraba en Ia curva, como de luna creciente, par donde
aSOllla sus torres 'I "rascacielos la inmensa Nueva Orleans. Desde 10 alto de
Ia cubierta vi en el muelle -ya proximo- el grupo de cubanos emigrados,
agitando los pafiuelos, 'I aguardando -sin conocerlo- al joven compa
niota ...
Los brazos se abren y los hogares. En nombre de todos me dan Ia bien
venida Jose Echazabal y Nelson Polahmus. Y me !levan, seguiJo de compa
triotfls, a la casa amablc. Me presentan a toJos.
En las inefables sensaciones de tal bienvenida me desconcierta un poco
la presencia, en mitad de Ia sala, de una senora de mediana edad, encerrada
en una jaula de hierro 'I tela metalica, en Is que permanece ella sentada
en un sillon. Por un ventanillo, que supongo destinado al paso de la co
mida, me ha tendido la mana 'I se ha ganado la simpatfa que siempre el
sufrimiento inspira a todo hombre de bien ... Sondeo al dueiio de la casa
y me informa que la dama en la jaula es su senora suegra... Siempre promo
a enderezar entuertos, tuve la idea inmediata de promover Ia libertad de
la dama enjaulada, utilizando el ascendientc que pareda ofrecerme la cor
dial bienvenida de los cubanos.
Micntras pasabamos a la mesa, colmada de bocaditos, vinas y te, tuv::
disponible un segundo para deslizar al oido de la senora breve palabra
de esperanza. Entre al comedor. Huhiera querida, como en la cpoca med.ic
val, llevar al cinto una espada para romper las metalicas telas y, rindiendo
en homenaje tni sombrero de plumas abrirle paso a la GlUliva &:!ma..
Pero en esta moderna epoca -de prosaica polida y correccionales jucces
habia que recurrir, no a la espada sino a las artes de la persuasion... ".: Pelr
que no traemos, a esa senora, compatriota nuestra? (No Ie parecc que
cste es un dia para la libertad?"
No la acogida por mi esperada, risa cstrepitosa, inexplicable, res
ponelio a mi insinuaci6n. "i Pero si no esta presa, Loynaz!", cxclamaron varios
a las vez acudiendo, a mi perplejidad. "Esa jaula de tela metalica es parJ
salvarla de los tcrribles mosquitos de Nueva Orleans que Ie infectan c in
Haman; que no puede resistirlos. Ella tiene para dormir su mosquitero,
como los demas; pero como no es el caso de dormir de dia 'I a ella !e
gusta estar en la sala y conversar, Ie hemos construfdo esa defensa porl::lil
r dentro de ella se siente feliz en su sillon." jAquello cra para caer de
espaldas! Pero el discreto Echazabal llev6 Ia conversad6n a los
de Camagiiey y Costa Rica, y Iuego me condujo a un pasco par Ia ciudad.
Ires dias despucs, en Nueva York, tocaba yo a la puena de J-knjaITIi"
Guerra. JuntO conmigo llegaba tambien envuelto en grueso abrigo, un ca
ballero de mediana edad, alto 'I fuerte, can Iarga 'I copiosa pera gllC k: dab.)
algun parecido a los ricos ganadcros del Oeste. Nos hablamos, :lnilmJ',ls ell
mutua simpatia. Venia de Cubaj sabia, como yo, que Marti iba c! Cl:n,l.
esa noche en casa de Benjamin Guerra y tenia prisa de vt:r!o. Ide Ji6
nombre: Enrique Collazo, el famoso autor de un libra que habra moviii
,:ado e1 patriotismo: Dcsde Yara basta d Zanj6n.
Abri6 la puena el mismo Marti; en el siempre la sonrisa 'I la voz 'I d
mirar acariciadores. Me abra7-O dos a tres veces y, enseguidll, reconouendolo,
a Enrique Collazo. Dio este un paso atras y, can visible clUoci6n, clirigi6
al Maestro estas palabras: "Marti, yo tengo que decirle -y me ul.:gra gUt:
sea en presencia de Enrique Loynaz- que 10 IHaque a usted can durez;l
cuando crei que usted aludia con injusticia a los veteranos en dlel
aDOS de sacrificios; haberlo atacndo a ustd es el dolor 1l1nS U<: mi
vida; ahora Ie declare -'I usted debe creer en un hmnbrt: sinccru- qll,'
hoy no hay guien 'mas 10 admire a usted, ni mas 10 quiera!"
En vano quetia interru1l1pir Marti las conmovidas palabras del v.:tenWl)
de b Independenci<1. S610 pudo decide: "jCollazo, no sc de gUt: [11':
habla usted! Son muchas las casas que tenemos qlle clcorclar dcst!l: ahoru
Dejeme abrazarlo de coraz60." Y Ie tendi6 sus brazos cordi'llcs.
-"Ahora pasemos a la sala, que Ubaldina, ansiosa, nos espcra.' La gen
dlisima Ubaldina Barranco de Guerra nos rccibi6 con aquella cxquisira hos
pitalidad suyn. "Benjamin me avisa que 10 han demorado alga; peru, (jU'
estara aqui dentro de diez minutos. Enseguida que cl tl:nga 10 dicha d,
verlos -que es alga muy grande para el- cenaremos juntos,"
Nos enseno Ubaldina su album de recuerdos. Un pensamiemo de t.1..trt
i
10 conservo en la memoria:
Busco, me difo un fmge! peregrino,
una estrella que vive en cuerpo Immano.
-"Angel ladr6n, no te dire et camino,
todo de ttlZ, de dato hoga;' cubano".
Y era aSl, "Todo de luz", cl hogRr de Benjamin Guerra.
A poco lleg6 Benjamill Guerm 'I nos condujo con Ubaldina al com;;Jvr,
a la alegre cena. Luego, junto a la esrufa de llameante lena) sentimos, Call
el agradable calor del cuerpo, una como dulce claridad de la lum..
A Collazo 'I a mi nos hosped6 Maestro en su mislUo cuarto del !lord
Martin -el antigua, de precios modcrados- situado en la calle 9, cerc.,
del Arco de Washington.
En la amplia habitaci6n nos alolamos cuatro; porque ya estaba can Martl
el general Jose Marh Rodriguez, heroe de la Guerra de los Diez Ailos, cup
picrna derecba, cleslrozada por las balas espafiolas, habiase anquilosado en
forma de arco gue Ie hacia parecer desgarbado, aungue plena de gloria.
Tenia el general Rodriguez -0 Mayia, como carinosamente se Ie llamaba
d cmkter de Jefe de Estado Mayor del General en Jefe Maximo G6mC'r..
98 9
a quien represemaba en la preparacion de la expedicion formidable que Marti
preparaba para caer a un tiempo sobre Oriente, Camagliey y Las Villas.
Los detalles nos eran desconocidos; potque el, s610 el, manejaba los hilos
de la tremenda trama.
Tan pronto lIegamos al hotel me pregunto Marti la causa de no haber
embarcado para Nueva York cuando el en repetidas canas y en un cable
al general Maceo me llamaba para enviarme al Camagiiey, de donde era
pedido en terminos apremianres por los j6venes mas decididos a la Revo
luci6n: por Mauricio Montejo -que con ese objeto vino acompaiiando a
Elpidio Marin Loynaz, tambien empefiado en el mismo prop6sito- por An
gel Castillo, por Victor Manuel Fano, Escipi6n de Varona y pOl' algunos
bravos de la Decada como Paco Recio. Crelan ellos que mi presencia en
alguna lnca del CamagLiey servirfa para levantar un gran contingenre ar
mado -a su hora- y emprender, al frente de la primera fuerza revolucio
naria las mas activas operaciones. Grande fue mi extrafieza. El general Ma
ceo nada me habra dicho de los reiterados lIamamientos de Marti.. En rea
lidaJ queria el mi insignificante compafiia en Ia guerra. S610 al partir, ex
pulsado de Costa Rica, me entreg6 una carta que con ese objeto me dirigia
MartI.
Supe entonces que en carta del 29 de septiembre, cuya copia me fue
mostrada, Marti escribia al general Maceo: "A Enrique me 10 vue1ven a
pedir, con suma necesidad, del Camagiiey, y como mafiana Ie pido a usted
por cable que me 10 embarque, ya acaso habra salida cuando lIegue a usted
esta carta." En 13 de octubre volvfa a decide: "A Enrique he tenido que
quitarse1o, POl' que el Camagiiey me 10 pide, 10 pide la mejor gente, para
la arrancada". El 3 de noviembre volvfa el Maestro a quejarse en estos
termi..\"10s: "La de Enrique, S1 no ha venido, me causa profunda pena) (Como
puede el juzgar Ia importancia del servicio especial a que 10 llama su co
marca y que solo el puede prestar? (Negarse Enrique a prestar un ser
\'icio difkil y glorioso, y en acuerdo con sus simpatias? (0 ha perdido
la confianza en mi cordura, y e1 tacto que me da mi pequeno conocimienro
de los hombres? A us ted Ie pesara privarse de tan gallardo compafiero, pero
a su lado de usted par razon de comarca y de influjo directo, no puede
prestar e1 servicio decisivo y magnifico a que Ie llaman, respaldada por mi,
personas que tienen pleno derecho a su agradecimiento y atenci6n. Es de
tal naturale7.a eJ servicio, y tiene tal puesto en Ia situaci6n general, que
al recibir usted esta carta habra salido tal vez Enrique por e1 cable que Ie
volvere a poner; y si no ha salido, usted, que sabe tanto de Ia oportunidac
de ciertos hombres y sucesos y de cada hombre en su suceso natural, Ie
pedira sostenidamente que acceda a mi ruego, y vera que emprenda viaje
por e1 primer vapor."
Cuando esta cana y el cable llegaron al general Maceo, ya me encontraba
detenido en la Comandancia de Armas y en espera del vapor en que iria,
expulsado, a Nueva Orleans. Pude conocerla antes de mi salida, que fuc
el 15 de noviembre. Todavfa, en carta del 10 de noviembre -fecha del
tiroteo en que fue herido d general Maceo y yo quede detcnjdo par Ia
muerte de Incera- reiteraba Mart!; "Enrique desconoce la importancia y
responsabilidad de su desoimiento; por carifiosa generosidad no insisto aquf,
a reserva de insistir por cable, antes de que llegue esta carta, si fuese ne
cesario, &".
La confusion y angustia de los cubanos de Costa Rica ante la grave he
rida del general Maceo privaron a Marti de noticias inmediatas par cable
sobre el terrible suceso. Desde la Cornandancia de Armas pude escribir dos
carras al Delcgado en narraci6n de aquel atentado que esmvo a punto de
extinguir la gloriosa existencia del Gran Caudillo de la guerra y de su
ayudante Alberto Boix, y que pago con su vida el mismo que 10 habra h
rido, Isidro Incera. En la carta de 23 de noviembre, Marti vuelve a refe
rirse al viaje de Alejandro Rodriguez a Montecristi, pagado por don Bernabe
Sanchez, en estas palabras: "A la vez, y por sobre mi cabeza, cay6 sobre
Santo Domingo, en e1 instante mismo de realizarlo todo, una comisi6n falsa,
porque so capa de revoluci6n, iba en nombre de revolucionarios, a impe
dirla en 10 verdadero, y a perturbar, a deshacer, la confianza de G6mez...
Lo de Camagiiey -en que parecen ser agentes principales algunos hom
bres de Ia guerra, con Bernabe Sanchez a la espalda- ha estado aconteciendo
durante todo eI mes pasado con el mayor sigila y dire.ctamente Jel Prin
cipe a Santo Domingo. Por aqu! volvi6; 10 acorrale; Je puse al pie en
seguida su genre propia, para evitar el mal que hubiese hecho.' Precisameme
el hombre que por orden de Mard sigui6 a Alejandro Rodriguez "para evita[
el mal" fue Elpidio Marin y con el iba Mauricio Montejo. Y eran ellos
los que debian llevarme, ocultamente, a la comarca procer. A mi llegada
a Nueva York ya se habian marchado. Can la natural contrariedad veiame
ahora obligado a esperar la gran C2..'"Pedicion que era objeto de todas las
actividades de Marti; pero cuyos detal1es desconocfamos: los generales Ma
Yla RodrIguez y Collazo, y Raimundo Sanchez -que despues se nos agrego
en el hotel Martfn- y yo.
De Ia situacion de Cuba, si tenfamos noticias exactas. Los autonomistas
paredan cada dia mas desdenados por el pueblo cubano, que volvia con
impaciencia la mirada a los trabajos revolucionarios de MartI. Grupos nu
merosos de conjurados agitaban la comarca de Matanzas, dirigidos por el
doctor Pedro Betancourt y por Antonio Lopez Coloma, los hermanos GUI
llermo y Pedro Acevedo, el doctor Martin Marrero, Jacinto Pedroso y otro:;
entusiastas patriotas. En La Habana, donde acababa de llegar Enrique Co
llazo, quedaban el coronel Francisco Aguirre y el general Julio Sanguily,
quien cada ve7. mas apremiaba par la orden de sublevaci6n. Era Juan
Gualberto Gomez el alma de la conspiracion en ambas provincias y repre
sentante de Marti. lil reunia a los conjurados; inquiria que recutsos cran
necesarios, que plan habfa de seguirse. Marti y Gomez les habfan dejado
en Hbertad acerca de estos pormenores. Dinero les habfa enviado Mani
en las cantidades solicitadas. Aparte de sumas lTIenores envio Mard, pOL
conducto de Eduardo H, Gato -capitalista fabricante de tabacos de Cayo
Hueso-- dos mil pesos, que recibi6 Collazo antes de embarcar para los
Estados Unidos, los que en partes iguales ueron divididos entre el, Carrillo
y Aguirre. Con ese dinero pudo Aguirre ir a Cienfucgos a preparar el mo
100
101
vunlemo en aquella COm<lfCa y Collazo cnvi6 emisarios a Vuelrabajo a en
trcvistarse con Carlos Socarras.
En el mes de septiembre llev6 el mismo sefior Hidalgo Gato cinco mil
pesos par encargo de Marti, los que fueron entrcgados a Betancourt y Do
minguez en -'de Juan Gualberto Gamez y El'l'ique Collazo parJ
la CGmpra de arill<lS y illuniciones que habitualmente iban pOl' el ferrocarril
de bahia como efectos de ferreteria. AJgunas arnus a Vuelta
bajo. En Oriente, aunque algunos prcterbn alguna pnSrroga para e1 le
vantamiento, varios comisionados enviados pOl' Mnceo -principalmcnte
Emilio Giro- y par su propia cuenta Jose Lacret Morlot, agitaban 1a regi6n
En Las Villas actuaban emisarios del general Seraffn Sanchez, como el ve
terano Gerardo Castellanos. La Revoluci6n pareda en todas partes in:11i
nente.
Marti, Mento a rodos los dctalles, se multipJicabd. En espera del llama
miento para la expedici6n pasamos el mes de diciembre en el hotel Martin
los generales Rodriguez y Collazo y yo. bmilias cubanas: 1a
de Guerra, 1a del doctor Miranda, 1a del gran pianista Emilio Agramontc,
h de PerC'z de: Castillo, 1a de TrujiJi n . 1a de Enrique Agtamonte Loyn:n
y la de Carmita Mantilla can sus encantadoras hijas Mari,l y Carmen y
otras, dignas de la mas alta estimaci6n.
Deleite nuestro, el mas esti..rnado, era conversar con IvIarti: ofr sus dis
curso:> maravillosos.
Un elfa de aguel diciembre !lcgo la noticia de b muerte de mi abuelo,
JI,1arrfn del Castillo y Agramonte, procer de In Tndepcndencia, que cli6 su
foituna a la Revoluci6n y que costeo eI solo la expcdicion del "Galvanic".
En homcnaje a su memoria resolvi6 Marti cdebrar un gran mit in de los
c.ubanos, que ya se 10 habian pedido algunos clubs con otro objeto, que
era el de ofrecer un testimonio de aprecio a mis pobres servicios a Ia
libertad.
Unidos ambos objetivos, encarg6se Marti de prese.ntar a la emigraci6n
cubana e1 generoso testimonio de su palabta de oro en favor de mi de'loci6n
a la causa de Cuba) por 1a que iba a ofrecer la vida. Gonzalo de Quesada
hi7.0 el panegfrico e10cuente de mi ilustre abuelo. Scteto Figueroa, en ca
lidas palabras, promovi6 e1 aCl.lerdo -inmediatamente :ealizado- de fun
dar un nuevo club can e1 nombre esc1arecido de Martin del Castillo. Juan
Corond, orador suramericano, nos mostr6 en c1 arrebato de su pa1abra el
alma de America. Un obrero casi desconocido, Rafael Urgelles, hizo es
uemceer de entusiasmo la coneurrencia. Estaba yo obligado a dedr, pOl'
10 menos, a1gunas palabras de agradecimiento; y este fllc el mas grande
aprieto de mi vida. Horas antes me habia visto Matti escribiendo en el
hotel. Le dije que eran las paJabras que debfa pronunciar porIa nache...
1 me lom6 el pape! de las manos y 10 rompi6. "NuDca haga eso", me d.ijo.
"Siempre que tenga, como esta noche, necesidad de habIa.r, hagalo sin
preparaci6n; piense unos momentos en 10 que han dicho los otros, y en los
argumcntos que debe usted emplear, y d.iga1o de improviso. Porque si usted
rccita 10 ap.rendido la emoci6n estara ausente, y sera pulido y lojo cuant0
diga. 0 puede fallarle la memoria, y entonees esta usted perdido. 10 seguro
102
, la elccuente es la improvisaci6n, caldeada con el enfasis de 1a \'erd,;d.
Oan casa sera wando se trate de conferencias las que dcben ser lefdas, si
w preparadas de antemano. Todo 10 que no sc: improvise debe cntreg<lrsc
1 1a lectura; nunca a la recitaci6n."
Anodado par el 'carmo can que eran csperadas mis palabras, subi a h
Lrihuna de 1a Emigraci6n, di como pude las gracias pOt tamas palabras
II11'lbks qee embelkdan e1 exilio. Y -ya me 10 anllnci6 el Maestro-
'Iuier cosa que a11f improvisara seria recibida con aplausos. El Club Martin
d:..l Custillo fue c!esde esa noche inscripto entre lus unidadcs de h 1\e\;'o
lucian. Sus fund8dores me honraron con la Presidencia.
Una noche, de nevada densa, agllardabamos en e1 hotel Martin, can Gon
_ala de Quesada -gue siempre nos aeompanaba a cor.1cr-, May"ia, Collazo y
yo la Uegada de Marti) bastante retardada.
Creyendo que se quedaria a cenar en algun otro lugar, nos sentamos, de..;
i)'JCS de !arga espera, a la mesa. Estabamos contrariados con aque.l1a ausencia,
que GOS privaba del deleite de su conversaci6n, y de la se1ecci6n de 103
man;ares, que el, como nadie, sabia decidir. Porque en esto era tambien
Concda cada plato del menu frances y la historia y origen
1.11'0. Un'l ante uno de esos nombres raros, nos anticip6 con exac
In descripcion del plato y su historia gue sc rell10ntaba a1 sitio de
8:;ntes y a la coeina de Luis XIV. Y era asi en todas las artes, que no en
'ano Ie pagaba el SUit sus juicios crfticos sobre las ult.imas obras de arte,
de pintura y escultura, en las que destacaba la maestrfa de los grandcs Ci"i
tkos.
Indecisos ante 1a multitud de desconocidos platos, nos
cuando lIego Marti, todo cubierto de nieve, y como fatigado. Sacud.i6 J,l
nieve del abrigo, y al colgar1o en el perehero nos dej6 011' sus habituaks sus
piros. Se dirigi6 ala 'ampara y aument6 toda 1a iluminaci6n del gas; porque,
como Goethe, amaba la luz. Y al scntarse entre el general Rodriguez y En
rique Collazo v01vi6 a suspirar. .. EI general Rodriguez vi6 la oportunid.ad
para obtener de Marti la definicion de un suspiro. Para que me fijara me
toea Ia rodilia. Y dijo: "Vea, Martf, no me gusta ofrIo suspirar. El hombl:e
que esta al frente de tUl pueblO, debe ser de hierro. El dolor mas grande
que puede abrumar a un hombre 10 he recibido sin una queja cuando me
Jestrozaron la rodilla las balas espanolas. iNi me queje, ni suspire, ni nada!
Hice rente a1 dolor. La que Cuba necesita en usted es una energfa de
hierro, que no cons.ienta ni debilitamientos, ni suspires."
Inmecllatamente respondi6 e1 Maesuo: "Un suspiro no es una queja, ni
es una debilidad. Ustedes saben de unos rios subtewlneos, de aguas salo
bres, que corren bajo los aridos llanos de Yucatan. A veces la tierra se
abre y por entre la honda grieta sc percibe un mmor... Y el rio sigue, con
sus aguas amargas, a perderse en el mar ... Los Uaman cenotes ... Pues bien,
cenotes; eso son mis suspiros."
El genera] Mayfa Rodriguez sonri6: "Fnc una broma, Martf, para gue
nos definiera usted un suspiro. Muchas gracias."
to}
XVI. Fernandina y Montecristi
FinaHzaba el mes de diciembre de 1894. De los cuatro huespedes
Mayia Rodriguez, Enrique CoUazo y Enrique Loynaz del Castillo- de una
habitaci6n del hotel Martin solo Marti conoda los detalles de la gran em
presa expedicionaria. Las instrucciones que el daba a cada uno de sus cola
boradores eran desconocidas de los demas. Asi habfan desaparecido en aque
Hos dias los generales Jose Maria Rodriguez y Enrique Collazo, sin que
ellos 10 supieran sino a la hora de partir.
En los primeros dias de enero del 95 llego de Cayo Hueso Raimllndo
Sanchez, en comision de su hermano el general Serafin Sanchez. Sentiasl:
en el ambiente la aproximacion del dia decisivo. Los viajeros proccdentes
de Cuba reve1aban la intranquilidad precursora de grandes sucesos. En las
provincias de Matanzas y La Habana crecia la impaciencia y el Gobierno es
pano] pedia instrucciones a Madrid para decretar prisiones. De Camagiiey
habfan venido a La lHabana Antonio Aguilera y Fabio Freyre a solicitar
refuerzos militares para esa provincia y la recogida de las armas distribui
das par el general Gasco en la persecucion de los bandoleros. En Oriente
los grandes Jefes de la Decada aguardaban, arma al brazo. Y se sabia
algunos directores auronomistas, como Urbano Sanchez y su hermano Fran
cisco se preparahan para la Revolucion.
El mas impadente de todos era el general Sanguily. Al iniciarse el nuevo
ano escribiale a Collazo: "Venga en e1 acto la orden para sublevarnos 0 habra
que desistir; es imposible esperar mas." Betancourt 51 Dominguez argiiian
que era imposib1e esperar. Pero las 6rdenes para la sublevaci6n dependian
del general Maximo Gomez, quien habia en carta a Collazo 10
que acertadamente se debia hacer: "De ningUn modo deben ustedes mover
una paja en Occidente mientras los fuegos del Centro y Oriente, que yo mismo,
pcrsonaImente, pienso dirigir, no Ies quite mucho enemigo de encima. Perc,
(como nos salvaremos del peligro personal que conocemos, pol' mas quietos
que nos propongamos estar con esa situacion encima? De un modo sencilli
simo: como en tu plan y organizad6n debe estar previamente previsto
ese caso, debes Tener preparados tres a cuatro hombres de confianza, bien
armados, para que en el momenta dado se ocuJren en el campo, aunque
para ello tengas que unirte a Manuel Garcia. Esa situaci6n de espera, quc
bien entiendo te sera angustiosa, debe ser poco duradcra, y el cstado de
Ia comarca hara conocer la hora, 0 el momento de hacer sentir tu presen
cia en el campo. Tomada esa actitud, ya 10 demas, tU sabes como se haee:
mucho daiio al enemigo procurando recihir el menor posible."
Tal instruccion estaba rurigida a Enrique Collazo porque era c1 interme
diario para can los clemns Jefes comprometidos. Al embarcar Collazo para
los Estados Dnidos las instrucciones fueron dirigidas a Juan Gualberto
Gomez y de ello se encarg6 el mtsmo Marti. El sefior Gomez, a su vez,
reunia a los Jefes de localidad, siempre que fue necesario, para cOlllunicarles
las decisiones del exterior.
Para contrarrestar los progresos de la cOl1spiracion, e1 Capitan General,
Emilio Calleja, reuni6 en Palacio una comisi6n de Jefes de la guerra an
tedor. En ella, Marcos Garda, Alcalde de Sancti-Spiritus, planteo el pro.
blema en estos terminos: "El pais esta en situacion tal que no hay mas que
dos caminos: la Autonomfa, 0 la Revolucion."
Quiso Calleja inieiar prisiones, pero el Ministro de Dltramar, Becerra,
Ie advirtio que antes tendrfa que declarar un estado de guerra.
Por otra parte, la resolueion del general Gomez era terminante. En su
llombre declar6 el general Jose Maria Rodriguez "que el viaje de Alejandro
Rodrfguez habia sido en balde, que el general Gomez estaba resueIto a venir
Cuba y que el tenia autorizacion para resolver en el acto".
El general Maceo, ya restablccido de la alevosa herida recibida eJ 10 de
noviembre en Costa Rica, apremiaha con la mayor impaciencia y habia
enviado al coronel Patricio Corona, hombre de edad, experiencia y patriotis
rno, pero conocido por su mala suerte, a que condujese el vapor destinado
.a los expedicionarios de Costa Rica a un puerto cercano a Limon, a donde
ya los iba encaminando el zeneraJ Crombet. Podian llegar a doscientos los
expedicionarios de Maceo y Cromber. Para elias estaba designado el vapor
"Lagonda", que ya habia cargado el armamento y tenia a bordo a Corona
y a Manuel Mantilla, joven hijo de dona Carmen de Mantilla.
El mismo dia que cargaba el "Lagonda" llegaron el "Amadis" y el "Ba
racoa" al muelle de Borden a recibir los penrechos. El "Baracoa", llevando
a Marti y a los generales Mayia Rodriguez y Enrique Collazo, se dirigia
a Ia costa sur de la ballia de Samana, donde con ayuda de Eleuterio Hatton,
patriota cubano, dueiio de un ingenio en aquella comarca, el general Maximo
Gomez reurua su importante experucion, de dos a tresdentos hombres es
cogidos. E1 "Amadis", contratado por medio de LOpez de Queralta, iba
a ser por este conducido a un cayo cercano a Cayo Hueso, para recibir la
numerosa expedicion de los generales Serafin Sanchez y Carlos Roloff.
Pagados todos los gastos, aun pudieron asignarse a cada Jdc de expedi
cion dos mil pesos para ofrecerlos al Capitan del buque por desembarcarlos
Cuba al aeercarsc en el viaje -planeado como para nevar trabajadores
a una hacienda de Centro-America. Si el Capitan se negara al desembarco
enronces, par la fuerza, ya armados, harfanse cargo del barco los expe
dicionarios. Para ello llevaban de la costa. Los tres vapores sal
drian el mismo dia de Fernandina en busca de los supuestos trabajadores
despues de cargar, como utiles agricolas, el pesado armamento.
El dia de reyes llego Marti en busca mia al hotel Lafayette, donde me
abia trasladado hotas antes pata despistar a los espias espanoles. Busca
mas el elevado de la Avenida. Alii me dijo: ('Enrique, para usted ha
llegado ]a hora de embarcar. Si usted hubiera estado aqul en octllbre. como
le pedi a Maceo que 10 enviara. habria prestado un gran servicio, al frcnte
de los sublevados del Camagiiey, que asi se 10 pedian los mas resue1tos.
Ahora ira en un movimiento formidable, aunque en otra forma. De pas0
va a prestar importante servicio conduciendo un practico de costa que
Ie va a entregar Gonzalo de Quesada esta noche a las dace en punta, en
Harlem. Yo tengo que dejarlo; pero Ie seguire de cerca. Ahora vamos pot
Al recibir el pnktico, ambos se hacen invisibles. Y a las seis de
la manana, can estes biUetes de tercera clase que Ie entrego, usted y el
104
105
practico roman ei tren panl Jaksonville. Van en tercera, porque {I cs negr'
v no Ie perooitirian otro carro. Y usted no debe sepatarse un solo momento
de el. En la estad6n de Jaksonville no me habladn can nadie. Pero usrcd
vera la cara de un amigo, que 10 mirara un momento y sin palabr.l algull;\
saldra enscguida del anden. Usted y el practico :e seguidn de cerea y ell
traran en Ia casa donde el entre. Alli cstare yo, a encontrara
mias, para ir a otro Iugar. Ahora mismo, sin despedirse de nadie, ni vol
ver al hotel, seguir,\ usted con Gonzalo, que 10 llevara a Ia casa del prac
tico" -"Maestro" -respolldi- "Sus ordenes las cump:ire cxactamente.
Digame. (como saco mi rapa del hotel y Ia del tren de lavado?" -"\,,1
110 la nccesitas; la guerra va a empezar."
POl' una calle mal alumbrada llegamos GODzalo y yo a una casa pobrc
donde nos esperaba a media noche un moreno cubano, alto, flletle, iotdi
gente, patriota. Luego de pasar horas, y horas, dando vueltas por aqudln;
barrios extraviados, a las seis de la maiiana subiamos el pnktico y yo a un
carro de tercera del tren que partia para Jaksonville. Hasta entonees no
conod el horror de esa tercera clase en los trenes amerkanos. iQuC peste.
que suciedad! En todo el viaje no pude sostener alimento en el estomago
Llegamos a Jabonville. Impaeiente saIl al ancien, can rni silencioso
acompafiante. A poco de mirar alrededor, vi a mi amigo de la inLmciJ,
Charlie Hernandez, guicn enseguida echo a andar, seguido por noso' r0S.
Caminadas alg1mas cuaJras, entramos detras de Charlie en el modesto hotd
Travellers.
Alli se nos habia anticipado Marti, porque h1'.bia salida de Nueva Yor\..
a media noche, apenas nos separaooos. Pero en esc momento estaba fucrJ
muy etareado con las diligencias de los vapores, segUl1 nos informo '[000,1<
Collazo, el hermano de Enrique. E1 y Charlie Hernandez, d practico
yo quedaooos en el Travellers, a donde llegaron, horas despues] el general
Jose Marfa Rodriguez y Enrique Collazo. Momentos antes habla llegado
Marti; en su noble rostra pintada 1a desesperacion. Al llegar se echo en
nuestros brazos: la pa1abra ahogada por el dolor: por la mejilla una lagrima.
Presintiendo la catiistrofe nos abrazabamos Luego, Marti no'&
l'efirio todo el dcrrumbe de su plan maravilloso. Ese plan, en el que
conoda sino el paE,el que Ie eorrespondla desempefiar y Ia orden que abe
decer -ignorando el absoluto secreto del eonjunto, la obligacion de 10,
Jemas- no fa116 por error ninguno de su genial autor. FallO por la culpable
indiscreci6n de un cubano de la pasada guerra, Fernando Lopez de Queralta,
que era, par disposici6n de los Seraffn Sanchez y Carlos Roloff, c1
conductor de la expcdici6n a eUos asignada, el que debia ir a 11evar1es eJ
"Amadls" a Cayo Hueso y conducirlos a Cuba con sus expedic-iona
nos y armamento.
AJ lJegar Marti de Nueva York enconu-o el "Lagonda" -destinado <l.
11aceo- ya cargado con su arrnamcnto, y con sus eonductores -el coronel
Patricio Corona y el joven Manuel Mantilla- a bordo, csperando 1a orden
a partir rnicntras e1 "Amadls" y el "naracoa" se acercaban a1 mue11e de
Mr. Borden para cargar. Mientras esta operacion se realizaba Matti fue a
entrevistarse con Lopez de Queralta, para explicarle, como a los dcmas con
106
duel ores, encargados de ir a recager las tres expedicioncs la forma de llcgar
a Cuba: con la oerta de dos mil pesos al acerearsc a Ia costa cubana, a par
fuet7.a.
Inesptradamente cl comisionado de los generales Roloff y Sanchez sc
nego a irse en esas condiciones. En vano Ie demostr6 Marti la absoluta sc
gmjdad del desembarco en Cuba, porque los expedicionarios que <1 recoge
ria ---{:omo trabajadores- en la costa loridana eran nllmerosos y armadas.
y muy pecos los trjpulantes del yate de vapor "Amadls", que no podrian
siquiera una resistencia absurda y Sl aceptarian la recompensa ofrc
cida. Y que llevaba un buen practico de 1a costa sur de Las Villas. LOpez
Jc Queralta obstin6se en su negativa. Y revelo a Marti la siniestra negocia
cion en que yll se encontraba enredado con otro capitan que era, :l Ja vez.
L:;] corn:dor sin escl-upwOS, desconocido de Mard. E insistio con estl1S pel.
Iahras: "Tengo un Capitan que me lleva sabiendo a 10 que va; eSla hablado
\" dispuc:sto." Marti, sorprendido e indignado, Ie dijo: "Esto no 10 sabia
n'die; Listed ba hecho muy mal en confiade a alguic:n sin advertfrmelo;
pero ya el mal no liene remeJio. Vamos a vel' al Capitan".
Este Capitan era corredor de Hctes y precisamente habra intcl'veniJo
como tal en el contrato del "Amadis". Y viendo que era ouo c1 Capitul1
d1C<1rgado de Ia eml;resa que Ie habia prometido LOpez de Queralta, decidi6
,knucci:uIa al dueiio del "Amadls". Este inmcdiatamente curs6 Ia denuncia
dd \'cl:dadero obieto del viajc al Gobierno !UTler.icano y al Ministro de Es
p;10a. Antes de que Marti lograra tratar con el denunciante ya cstaba de
tenido d "j\madls". EI consiguiente escandalo hizo que los duefios del "La
y del "Baracoa." denunciarao tambien el destino filibustero de estos
harcos, inmcdiatamente detenidos, asi como los almacenes de Mr. Borden,
q,lC eontenian las armas, fueton cmbargados.
Durante 1a noche pudo Marti pasar aviso a Corona y a Mantilla para
yue ech:ll""n al agua todo el armamento del "Lagonda" para que dcsapare.
ciera 1a prueo:! que habria produddo la prisi6n de los que nos eneontra
!lamos rdacionados con Ia expcdici6n. Por Ia manana, a1 llegar las autori
,Lodes al ya no habia pertrechos. Y Corona y Mantilla habiall
!esapoirecido.
El TeSta del armamento depositaJo en la casa comercitl1 de !Vir. Borden
,jLlcd6 tambien embargado. Para luchar par Sll dcvoluci6n, asi como pot I.:
libenacl de los complicados en e1 suceso de Fernandina -si acaso eran tam
bien dcten.iJos- vino a toda prisa e1 gran americana, amigo de Cuba y de
Horacio Rubens. Planteo enscguida ante los tribunales la irrespon
sabil.idad de Mr. Borden y de los cubanos eomptometidos. Mantilla, que
fue cl mas visible, usa e1 nombre de ML Mantell. NingUn otro era aHi
conoddo.
Nos quedamos sin barco, sin a1'111as y sin dinero. S610 habfa sciscientos
nesos disponibles, desplles de pagado todo.
El dinero hubiera podido l'eponerse en un ana par el esfuerzo d..:: los
cmigrados: acaso en menos tiempo si alguno de los cubanos ricos quisie
raIl desprenc.lerse de algunos recursos para salvar Sll Pattia, como 10 rea
Ii?,) en la guerra de Indcpendencia americana Morris al reclamo de Wash
107
ington y en nuestra misma Cuba, en la Guerra del 68, Miguel de Aldama>
y Martin del Castillo.
La mas grave era la impaciencia de los conjurados en Cuba que, lejos
de desanimarse par la catastrofe de Fernandina, aun mas se enardecieron
y demandaron de Marti en terminos aprerniantes la orden para la suble
vadon. Pensaban, can alguna razon, que el Gobierno espanol comenzaria
sin demora a dectuar ptisiones. Sanguily, Juan Gualberto Gomez y Pedrry
Betancourt eran los mas impacientes.
En la Isla, antes que decaimiento, produjo fervor revolucionario la evi
dencia de 10 inminente de la guerra y de la magnitLId de los recursos de
MartI.
La actitud de los generales emigrados fue igualmente firme.
Cuando MartI, repuesro del gasro de energfas consumidas en los formi
dables aprestas que aeababan de derrnmbarse, mostnibase preocupado pOl
e! efeeto en el animo del general Gomez produciria la terrible nueva, Ro
drIguez l' Collazo 10 rranquilizaron: "El general Gomez vendrla en cual
quier condici6n".
En breve simesis explic6 Marti a Juan Gualberto Gomez la catastrofe
de Fernandina. En carta del 17 de eneto del 95 decia e1 Maestro:
"Amigo quetidfsimo: no empleare palabra innecesaria para las amar
gas noticias que tengo gue comunicarle, -las que e1 cable habra en par
te anticipado- asi como mi ultima carta a usted y sustituire en la mente
111utiJ can la dec1araci6n de que renuevo inmediatamente, por distinto rum
bo, Ia labor que 1a cobarrua de un hombre ha asesinado. Ante todo, deje-
me declarar a usted, y en usted a todos nuestros amigos, de Todas panes,
que es mi primer pensamiemo d de redimir a la Isla de toda obligaci6n
de sujetar sus movimientos a los que de afuera no han de cesar, y han de
rematarse can fonuna, mas sin el derecho de impedir que el pals surja
par sf, l' sin la traba de esta espera, si juieiosamente creo que en condicio
nes de exita, 0 mantenimiemo de un plazo ya mas dilatada, puede surgir
sin nuestra conjuncion_ Ese es mi primer pensamiento. Ayudar, sf. Oprimir,
o encabezar a la fuerza, no. Lo que yo ereo Juego Ie dire, as! mismo. Pew
antes sepa esta decision fundamental. Junto a Aguas Verdes y al enviado
de Quince mis muy notables compaiieros en esta gran tristeza, he visto
desvanecerse la ocasion inmediata, compuesta con tanta felicidad y en con
diciones tales que aun a1 desaparecer comribuye a unir mas a todos nuestros
mantenedores, aumenta d respeto publico y deja vivas tadas nuesuas fuer
Z2S, sin mas dana real, fuera de la perdida, que el de haber de postergar
nuestra conjunci6n con Ia Isla, mientras se salva Ia distancia y el tiempo
-que no admitcll reduccion- y el de sujetar acaso aM, si asi se cree
prudente, toda la labor preparada: hasta un anuncia, gue puede estar muy
cercano si llego a fin en el rumba que inmediatameme me he hecho. 0
puede (ardar mas, tardar meses, y no mas, si eJ primer rumbo falla.
"CLlamo el cable ha debido decirles es derto, aunque en tan pocas manos
estaba la labor -grande como era- que aun no pueden, ni acaso podran,
sino insinuar que fuese nuestra; 10 que no intento eseonder, no debe es
conderse, porque d menor provecho que puede sacarse de esta aventura ej
.d respeto y la fe que al pais ha de infundit Ia magnitud del esfuer%O in
tentado, y s6lo revelado par nosotros mismos. Tres vapores, can cargo am
plio y excelente, iban a caer a la vez sobre Ia Isla. Al salir el primeI'o, se
echan sobre el, y se pierde la quinta parte del armarnento total, cuyo resto
parece hasta hoy salvado. La salvacion de los vapores era imposible; y desde
principios de diciembre vivian en agonia, porque al habet de ensefiarme a
un coronel cubano, escogido par un grupo de expedicionarios para condu
cirlos, se nego -ya en los ruas mismos de salir- a hacerlo en las condi
ciones aceptadas par los cabezas de los demas grupos; asegur6 pot su ho
nor que podria proporcionarme para su grupo un barco en condiciones pre
feribles, y despues de saber que no lo podfa conseguir y de haber reve/ado
a pesar de eso su ob;eto, me oblig6 a ir en persona -usando de un nombre
que no estaba a usar- a fa misma olicina donde con eSe 110m
bre habia contratado lelizmeme mi agente un vapor, cu-yo hecho ya sabla,
.el Coronel antes de hacerme ir, y solo me advirtio al/inal de la conversaciol1.
Desde este instante corrie cl aviso a los duenos, 10 que alll1 se hubiera podi
do burIar, e iba burlado; pero el mismo Coronel, depositario de una parte
de las armas --compradas desde hace mas de un ana para estar pronto a
'Cualguier sorpresa- las envi6 al ferrocarril, de donde debian ir par brg1
distancia en nuestIos vagones a nuestro almacen y nuestros muelles; las en
vio, cligo, manifestadas como "artkulos militares", y con las cajas de dp
sulas descubiertas, a pesar de mi instruccien expresa, 10 que fotze a variar
de vehiculos, can once dias de perdidas, y e1 riesgo de la publicidad de
la llegada a muelle ajeno; 10 que aUn se pudo acallar, pero ahora pudiera
servir -y esta sirviendo- de argumento contra la devolucion de las ar
mas. Y aun eso se habria podido veneer si -a pesar de no conacer detalle
alguno de tada la combinaci6n mas personas que el agente, leal hasta el
sacrificio, y yo, de una pane, y de otra el coronel l' el corredor a quien
revelo y me lIev6 a revelar el obieto despues de saber que no se podia ob
tener- no se hubiese enviado de New Yark denuncia expresa de la salida
de los unicos barcos que ellos conodan, y no del tercero, que conodamol"
s6lo el agente y yo; en los momentos precisos para que se sorprendiese c!
barco con el cargo y hombre. La serenidad de un joven fie! y valeroso, aun
mas que las demas medidas pOl' m.1 tamadas, salvo el primer peligro del
registro; y can las personas el escandala y prisi6n, t:1.11 poco utiJes como
hoy nos es benefit:ioso el respeto inspirado pOT' nuesrnl discrecien y sigilo.
Eso paso. Ahora; a 10 que ha de rem{'diarlo. Obsen'e \' t'er:uerde solo, y
haga entender, mi cuidado vehemente par evitar a Ia Isla rodo riesgo y en
gaiJo hasta que de nuestra parte Ia labor de arrancada no estuviese segura.
En vez de deplorar ]a demara inevitable de la labor de tlstedes ahi -de
mora que podia, ya decidido, en su Ultima carta par unos dos meses el de
mento culto de Cuba- importa ahara mismo Hjar las condiciones en que
hemas de continuar esta labor. Desvanecida hoy la posihi.lidad de conjun
cion inmediata que teniamos meditada -10 que me obliga enseguida a un
viaje de consulta y a nuevas vias y esfuerzo nuevo- no debo ponerme
en el camino de mi pais -y a1 hablar de mi solo hablo de las fuerzas que
represemo- ni debo subordinar el pais a un deseo punible de soocarlo has
108
109
La eSlallar con cl. Exprcsamente declaro que esta conjuncion, que i.umc:dlJ
camentc restab1ecere -ya en un plaza corto relativamentc, a en otro ma',
largo-- no puede eectuarse hoy par cl tiempo forzoso para su renuevo,
par nlpido que sea. Y declaro tambien, que sin un dia de perdida, y sill
haber perdido un solo respeto y ayuda, emprendo la nueva labor. $i cI
pais cree -por 10 que csta en manos de usted- que puede empezar sin
aguardar can probabilidades de exito, sin ]a esperanza de la direccion mlli
rar subita, tal como 1a desean, hasta que se ajusten los medios nuevos ell
que ya estoy, cump1a el pais su vohmtad: que mi puesto no es mandar
sino servir. Si el pais cree que debe aguardar, apagando IOdos los fuego:,
visibles, a Ia conjundon que promuevo -sin perdida de una sola ayUlh
y con la precisi6n y rapidcz de que en e1 movimiento frustracla tiene L
prueba- aguarde segura de que Ie sirva, '1 Ie servimos todos, con la
rapidez humana, y de que sin diladon alguna Ie dirfa inmediatament..: L:
\'crdad, si par desdicha que no es de esperarse, no pudieramos r.!lora
vido. Yo ato en haz aun mas fuerte las emigraciones conmoYid"s y G1J;
nosas, mas carifiosas hoy que nUllca; aliento con esa visihk
l:1 confianza de 1a Isla; vLlelo con J. M. Rodriguez -cl mas virtuoso
los companeros- y con el leal e impaciente A. Verdes (Collazo) aver ,'<
Maximo G6mez. Y IIIego, y enseguida, a las nuevas formas. Y, antes, de
sea y debo saber la decisi6n de ustedes Sl aguardan, acallen y fieu . ./Vii
opinion personal es que jamas debe Occidente, jamas, empezar sin conve
nicncia previa, de 20, y 21 Y alguna s6lida conexi6n en Las Villas, cuyo
indispensablemente habria ustedes de Jemandar. No Leman desm,l
ni cspecies injustas. i\ndaremos como la 1uz. Aguardarian, y sabn:u'
pronto. Aqui debo terminar porqlle ya he clicho 10 esencial. Ya ven "Gener'
(u general Sanguily) y M. (Manuel Sanguily) en que angustbs vida, y a l/U'..'
obligaciones imperiosas tenia que atender, wando no podia responder D
a veces recibir sus cartas, y seran justos. Usted vera de ahi ]a llaga en que
he vivido. S610 un barco, amigo, llevaba 200 hombres. Vamos al relll'
Aguardo ansioso su respuesta, mas confiado que nunca en SCI juicio."
Esta carta con la autoridad de la firma de Mal'll, los
antes cxpuestos en esta narracion por quicn en los sucesos de fcrnanJina
panicip6. Se destacan en ella Ia culpabilidad que en la catastrofe lUVO, pOi'
algo pear que cobardb, Fernando LOpez de Queralta, cuyo Hombre pare;.:,:
objcto de la piedad habitual de Marci, y e) prop6sito del Delegado Su
premo de apla'lar la Revoluci6n, "apagando todos los fuegos visibles", Ju
rante unos mcses, menos de un ana, para reponer los recursos y armamerto".
rerdidos en Fernandina. La impaciencia, los peligros de los conjurados tIc
La Habana y Matanzas 10 decidieron a autorizar 1a sublevaci6n.
Reanimado Marti exclam6: "Todo se ha perdido, men05 las espcranzas
y ]a decision de acometer la empresa iniciada con tantos sacrific.ios." Form,S
un nuevo plan de acdon. Escribia a su rico compatriota una carta conmo:::.
dora. Con Gonzalo de Quesada, que en uni6n de Rubens acabnba de un:rsd<:
con este y eI general Jose Marfa Rodriguez parti6 para Nueva York, a don
de;; ya habia cncaminado a Manw.;a y a Corona; envi6 a Tampa a Enrique Loy
naz, Charlie Hernandez, EmiLILle Collazo y Tomas Collazo, donde ,trian ',I
Pernando Figueredo, Nestor Carbonell, a Teodoro Perez y otras prominen
tes figuras de aquella emigrad6n para encarecerlcs Ia necesidad de acuc.lir
a la inagotable fuente de recursos de los emigrados revolucionarios y con
d mismo objeto trasladarse a Cayo Hueso, donde se les unirfa Gon.talo
de Quesada para levantar de taller en taller los fondos imprescindibles pard
1a nueva empresa de libertad.
Obedeci6 Marti los apremios insistemes de los conjurados de La Haban,
)' j\latanzas, Llamo a Enrique Collazo, representantivo de ellos en In em;
graci6n, pusose de acuerao con el general Jose Maria Rodriguez, nombradt'
Jcfe de Estado Mayor del General en Jefe, Maximo G6mez) despues de ha
ber consultado al mismo general G6mez y en la casa de Gonzalo de Ques:ld,1
reunidos, tras una noche entera de estudios y comprobaci6n de medios y J'e
Cllrsos resolvieron ]a orden para el alzamiento en armas, remitida a Moncad;l.
a Maz6 y a Pedro A. Perez en Oriente, a Salvador Cisneros en Cam1:giley.
Carrillo en Remedios y a Juan Gualberto G6mez en La Habana. EstabJ
redact2da en eslOS tenninos:
"AI ciudadano Juan Gualberto Gomez, y en eJ a todos los grupos de 0,'
ddente:
"En viSla de In situaci6n propicia y ordenada de los elementos l'cvolucio
narios de Cuba, de la demanda pcrentoria de algunos y del aviso reirerad,.1
de peligros de la mayoda de eJlos, y de roedidas tomadas por el cx\lerior
para su concurrencia inmediata y ayuda suficiente; y luego de pesal' los de
talles todos de la situaci6n, a fin de no provocar por una pane, con esp(;:
ranzas engafiosas y animo dcbil una rebeli6n que despues fuera
o mal servida, ni contribuir por la otra, con resoluciones rardias. ,! la explll
si6n desordenllda de la rebeli6n inevitable: los que suscriben, en represen
tacion el uno del Partido Revolucionario Cubano, y el otro can u'l!oridaJ
y poder expreso del general Maximo G6mez, para llcordar y coD1unicar en
su nombre desde Nueva York todas las rncdidas necesarias, de cuyo poder
y autoridad cia fe c1 comandante Enrique Collazo, que tambien suscribe.
acuerdan comunicar a usted la resolucion siguiente:
"Pt'imero: Se autoriza el alzamiento simulUineo -con Ia mayor sirnLlI
taneidad posible- de las regiones comprometidas, para la fecha 'en que Ja
conjunci6n con la acci6n del exterior sera ya Hell y favorable, que cs durant'.'
]a segtUlda quincena -y 110 antes- del mes de febrero.
"Segundo: Se considera peligroso y de ningtin modo recomendable todv
alzamiento en Ocddente, que no 10 efectuen a la vez que los de Oriente
\' con los mayores posibles en Camagiiey y Las Villas.
"Tercero: Se asegura el concurso inmediato de los valiosos reCUIsas ya ad
guiridos y la ayucla contInua, incansablc, del exterior -de que los firmantes
son autores 0 testigos y de que con su honor dan fe- en la ccrtidumbr.:
de que In emigl'aci6n entusiasta y compacta tiene hoy 1.. voluntad y capa
cidad de contribuir a que ia guerra sea aCliva y brev{".
"Actuando desde este instante en acuerdo can esas resoltlciones, lomadas
en virtud de las demandas expresas y urgentes de la Isla, del conocimiento
110 111
.de las condiciones revolucionarias, demro y fuera del pais, y de Ia deter
minaci6n de no consentir engano e ilusion en medidas a las que ha de
presidir la mas desinteresada vigilancia por la vida de Duestros compatriotas
y la oportunidad de su sacrificio: Firmamos reunidos estas resoluciones en
Nueva York en 29 de enero de 1895.
"En nombre del general G6mez, Jose Maria RodIiguez, el Delegado del
Partido Revolucionario Cubano: JosE MARTi.- ENRIQUE COLLAZO."
Esa fne la orden que Juan Gualberto G6mez hizo circular; y la que -luego
de consultar a los jefes de las localidadcs- se acordo que Ia fecha precisa
en obediencia a la orden, fuera el 24 de febrero.
Horas despues de firmada la orden para la Revoluci6n embarcaron en
Nueva York, en el vapor "Atlas", Marti y los generales Jose Maria Ro
rfguez y Enrique Collazo para Cabo Haitiano, donde les habia prometido
Gonzalo de Quesada situarles un giro cablegdfico a nombre del doctor
Ulpiano Dellunde. Para ello Ie entreg6 importante suma la senora suegra
de Gonzalo de Quesada, Luciana Govi.n, esposa del esclarecido patriota, doctor
Ram6n Miranda. Al llegar a Cabo Haitiano el doctor Dellunde enrreg6 a
Marti el dinero girado. Con cinco mil pesos mas contribuyo E.duardoHi
dalgo Gato. Yean imporranre cantidad los emigrados de la Florida.
La noche del 6 de febrero panieron de cabo "Haitiano" para Montecristi,
a las poeas horas de haber llegado, los tres viajeros y el general Angel
Guerra que se les uniO. Amanecieron el 7 en Momecristi, donde los espe
taba el general Gomez. El viejo guerrero multiplic6 sus ene1'gias en la
tremenda proporci6n en que cayeron los recursos de la Patria. Con Hidalgo
Gato, que en septiemhre tenia entregados a los conjurados de la Rabana
siete mil pesos, habfa enviado Marti en enero cuatrocientos pesos mas. Un
cablegrama de Juan Gualberto Gomez con las palabras cQUvenidas -"Gi
ras aceptados"- signiic6 el acuerdo final para la guerra.
Un enviado dd general Gomez a Santiago de Cuba -Pablo Borrero- fue
preso; pero la orden circulada para la sublevacion fue rustribuida par Juan
Gualberto Gomez en rodas las provincias. Emilio Giro y orros enviados de
Maceo y Cromber rati.ficaron la orden. El general Rodriguez, enviado a la
capital dominicana, regres6 a Montecristi el 25 con 1a noticia de haber es
tallado la Revo1ucion el 24 de febrero. En junta de generales, presidida
pOl' Gomez, se rogo a l\:Iartl desistir de su prop6sito de i1' a la guerra. El
Maestro mostr6 un ejemplar del Herald, que anunciaba su traslaci6n al teatro
de operaciones. En realidad 1larti no podia faltar a la dta de guerra que
el mismo habia dado a su Patria. Su genio, superior a cuanto habia producido
Cuba en siglos de civilizaci6n, era indispensable a la gufa de la Republica.
Solo e1 poseia la autoridad moral suprema para desviarle conflictos a la
Revolucion: para asegurar con la libertad la eficacia de 1a guerra.
En infinitas diligencias apremiantes para la traslacion inmediata a Cuba
el general en Jefe, Maximo Gomez y sus companeros de Santo Domingo, y
de los expedicionarios de Costa Rica, con los Maceo y Crombct a1 frente,
paso Marti Wl mes de febril ansiedad.
Sin recursos ya para Jos grandes desembarcos proyectados, envio dos mil
pesos a Maceo, que negose con tan exigua suma ahomar los gastos y 13
responsabilidad de su expedici6n, la que fue preciso coniar a1 general Crom
bet, quien habia dec1arado suficie.nte esa suma para lIevar la reducida expe
dicion a Cuba. Con la misma suma se ofreci6 a llevarla el comandame En
rique Loynaz Arteaga, segun anota Marti en su carta de 30 de abril.> dirigida
a Gonzalo de Quesada y Benjamin Guerra desde el campamento de Filipinas,
"La direccion -escribio el Ap6stol- puede ir en una una," Pudo pensar
Marti que algo quedara de los dos mil pesos entregados a Maceo de Ia
coJecta efectuada por cubanos prominentes de San Jose en ocasi6n de su
ultima visita. Con cantidad analoga comaba para la traslaci6n de. Gomez,
mermado ya el giro de cinco mil pesos remitidos por Quesada a Dellunde
a causa de sucesivos gastos. Y de el habla de reservar tres mil pesos para la
goleta que los llevada a Cuba, cuya compra fue impuesta por el
conductor.
Habfa estallado la guerra, y tan apremiante como ir a dirigirla era ex
pLicar al mundo e1 caracter y los propositos que Ia justificaran.
En una modesta casita de tabla, somhre:1da por naranjos, y habitada par
el gran Libertador y su hospitalaria familia, traza },rIarti las paginas
les del Manifiesto de Monrecristi, del que dijo Charles Dana, Director del Sun
que era "e1 documento de mayor belleza y medular concepto que pueblo al
guno enarbo16 a1 frente de su heroko esfuerzo por la :ibertad."
113 112
SEGUNDA PARTE. LA GUERRA DEL Sl5
I. El 24 de febrero de 1895
,J.. Ja resolucion de Ia guerra vefase Marti obligado por los aprem..ios de la
1sJa -singularroente del Gral. Sanguily- en el momento en que acababar:
de perdersc en Fernandina los cuantiosos recursos del Partido Rcvolucionario.
En d aspeclo politico pareda oportuno y aun inaplazable el alzamiento. En
Oriente e! ilustre Bartolome Maso al frulte de las organizaciones de Man
zRnillo y Bayamo; en Santiago de Cuba Guillermo Moncada secundado pOl'
la jnventud principal, en la que descollaban Rafael Portuondo y Mariano
Sanchez; en Guandnamo Pedro Agustin Perez, que rc:uizaba e1 milagro de
coll\'ertir a Ia causa de Cuba las terribles escuadras que en la guerra anterior
fueron cI mas fuertc de Espana; en Baracoa Feliz Ruenes, los Galano
y Jos Lares que intensificaban la propaganda separatista; en Jiguani actlla
ban Rabi y los Lora; en Holguin un gran periodista, Jose Nliro Argenter.
que encendia las almas, desde su peri6dico La Doctrilw, y a cuyas arengas
rcvolucionarias daban entusiasta concurso los Feria y los Manduley. En el
Camagiiey, antes reacio, el suceso de la introduccion de las armas habia en
cendido Ja llama revolucionaria, a despecho de los azucareros y ganaderv:;
,we enviaron un comisionado al general Gomez para de inten
lar la guerra. En Las Villas contabase can el general Carrillo y cruzaban d
erritorio los emisarios de SeraHn Sanche<:. En La Rahana y Matanzas se
multipliGaban Juan Gualberro Gomez, Antonio LOpez Coloma, Pedro
RetancollH, los hermanos Guillermo y Pedro Acevedo, Alfredo Arango, Luis
Mola, Joaquin Pedroso, Tranquilino Lata-pier y orros jovenes impaeientes
que ansillban la orden de pelea del general Julio Sanguily, cuyo valor habra
merecido de Agramonte la inmortal jornada del rescate y junto a el OtIO de
los bravos del 68 aguardaba 6rdenes: el general Jose Maria Aguirre. En Pi
nar del Rio inspiraba esperanzas un patriota, yo fuera de la ley: Curios So
::arras
Atmque precarios, no faltaron del todo los rccursos. Antes de la expedi
cion de Fernandina ya habia Malti cnviado dos mil pesos que recibio En
rique Collazo del senor Eduardo Hidalgo Gato, que adcmas de sus conlribu
iones a la Revolucion prestaba este arriesgado servicio. COil el mismo serior
Hidalgo Gato remilio Marti siete mil pesos mas a Juan Gualbeno Gomez para
los revolucionarios de La Rabana y Maranzas que alegaban faciJidades para
comprar en La Rahana armamentos y solo necesitahan cl dinero para su ad
quisid6n. Ademas los secuestIos realizados con temerario valor por Manuel
Garda contribuyeron con roas de quince mil pesos para los preparativo.}
re\'oIucionarios, entregados directamente a los conjurados. Negose a acep
tados Martf, y escribio can ese motivo a Juan Gualberto Gomez estas pa
abras sefieras: "La Republica debe venir pura desde In raa."
Despues de la catastrofc de Fernandina, que agota el tesoro del Partido
Rcvolucionario, no fue posible dedicar nuevas remesns a los grupos de La
Habana y Matanzas. Los de Oriente -los mas importantes de todos- nada
soHcilaron, oi los del Camagiiey. Con los auxilios pecuniarios de la senora
Gavin de Mil'anda y de Eduardo Hidalgo Gato y rcmesas a ultima hora
recibidas de Tampa y Cayo Hueso pudieron pagarse los pasajes de Marti
)' sus acompailantes a Santo Domingo y devorverse mil pesos a Mr. Borden,
-el amigo de Marti, aunque C6nsul espafiol en Fernand..ina- por los gas
tos que adelanto ocasionados por los Hetes, y descarga de las armas y su
trasIaci6n a bordo, asi como los causados en la defensa contra el embargo
Je las depositadas en su almacen. Lo restante, en partes casi 19uales, 10
ruvidi6 Marti entre la expedidon del general Minmo Gomez y la del general
Amonio Maceo, a qulen remitio dos mil pesos oro a manos de un joven
comisionado, Frank Agramonte. Ya no era posible emprender Ia partida de
doscientos expedlcionarios que a y Crombet debian acompafiar. Perc
esa SUill,t, que no qu..iso aceptar el general Maceo por juzgarla insuficiente,
basto aJ general Crombet para trasladar a los generales y una veintena de
acompanantes a Jamaica y a la Isla Fortuna y a Cuba. La direcdon con
inda a Crombet no interferfa la autoridad militar de Maceo.
Para In expeclicion de los generales Carlos Roloff y Serafin Sanchez no
guedaba a Marti dinero dispon..ible. Qued6 confiada aJ generoso patriotismo
de los cubanos de Cayo Hueso, y su partida 5610 demoraria 10 que In co
!ccta de los recursos indispensables. Para explicar, de taller en taller, y en
cI tealro "San Carlos" la necesidad apremiante de recursos para nuestra
expedici6n, me envio Marti a Tampa, y de aUi a Cayo Hueso, donde luego
me acompafiaron Gonzalo de Quesada y Benjamin Guerra. Los Collazo y
Charlie Hernandez quedaron con el mismo objeto en Tampa. Esta apelaci6n
al patriotismo de la emigraci6n colmo con sus resultados nuestras esperan
Z:1S. El teatro "San Carlos" lleno las bandejas circulato.ias con grandes suma.'
de Jirero y montones de prendas, reliqu..ias de la familia eubana. La mujer
cubana scotia el m..ismo entusiasmo que sus hermanos: las madres, las es
posas, las novias se enorgulledan de ver a los suyos en el camino del honor,
sin detenerse a medir la eoormidad del sacrificio; los tabaqueros atronabal1
cl taller con el ruidoso apJauso de sus chavetas cuando tocaba a sus puertas
in demanda del llueVO sacriflcio; en Marti se crela como en un Dios. Los
aprestos en el exterior y la iuquietud en la Isla decidieron a1 Gobierno Es
pafio1 a dictar inmeruatas ordenes de represion. En la noche del 23 de fc
brew cl Capitan General Callejas publico un Banda poniendo en vigor la
Ley de Orden Publico de 23 de junio de 1870, y cuatro dias desplles otro
dedarando en estado de sirio las provinclas de Santiago de Cuba y Matanzas.
Santiago de Cuba, clonde era Gobernador CaprUcs, varios j6vcnes con cl
114
r
perioclista Eduardo Yero fueronse a1 campo, pero volvieron el 23, autori
zados para irse a Santo Domingo. Salieron tambicn para e1 extranjero Ur
bano y Francisco Sanchez Echevarria. Pero los grandes cubanos de cuya
reso1uci6n iba a surgir la Republica acudieron con anticipaci6n a sus puestos
de honor. El general Bartolome Mas6 se tras:ad6 a su fine a "La Jagiiita"
dos dias antes del 24 de febrero seiialado para el grito de la IndepenJencia.
Al amanecer del hist6rico dia desplego en Bayate, al freme de numerosos
sub1evados la Bandera de la Estrella Solitaria.
Para ratificar el grito de Independencia con 1a accion inmediata y heroict
ordeno el Ivbs6 a Amador Guerra el asalto del fuerte Cayo Espino.
Al mediodia ya 10 habra tornado al machete el valeroso Caudillo.
En Guantauamo el general Pedro Agustin Perez, secundado par Emilio
iro ---emisario de Maceo- Enrique Thomas, Enrique Tudela, Enrique
Brooks, Lino Dou y otros muchos lanzaron en la misma manana el goti to de
"Libcnad a Muerte" y por la tarde habian tornado el fucrte de Jamaica.
En el Aserradero el general Guillermo Moncada, que casi moribundo
acudi6 a la eila del honor, desp1ego la bandera wliestelar en la misma ma
riana del 24, secundado por Rafael Portuondo Tamayo, Mariano Sanchez Vai
llant y otros j6venes distinguidos de Santiago de Cuba: a tiempo que en
E1 CoSre sc alzaban Quintin Bandera y Alfonso Goulet.
En la plaza de Baire -en las primeras horas de la tarde- Saturnino
Lora acompaiiado de sus hermanos Mariano y Alfredo Lora y de llumerosa
hues:e llama al pueblo a las armas. Pero, influenciado por fuerte grupo
que en esos momentos se Ie unia y por los conscjos del abogado
Alfredo BetallcourL Manduley -ellya presencia en la poblacion tenia por
objeto extraviar del proposito de la Inclependencia la rebeldfa popular- dio
un misero viva a la Autonomia colonial y enatbol6 la bandera que Ie trazo
cl abogado astuto de la sumisi6n: una bandera espanola cruzada por dos
franjas blancas diagonales. Estaha en presencia la eterna intriga autonomista,
halagando el natural sentimiento de rebe1dfa del cubano para conducirlo a la
pol;tica del somctimiento: la intriga de siempre, que ahora surgra para li
mitar la gloria del Ejercito Lihenador. Mas, 110 tardaron los sublevados de
Baire en reaccionar vigorosamente pOl' el ideal de Ia Independencia y a las
ardenes del valiente veterano de la dccada, Jesus Rabi, ganaron en las in
mediaws acciones de "Los Negros" y "EI Cacao" laureIes nuevos para la
Estrella Soli taria.
En HolgUIn habra empunado las armas de la libertad el gran pcriodista
Jose Mira y Argenter. En todo Oriente sentiuse 1a sacudida formidable de la
Revoluci6n. -'. -
El Camagiiey, desorientaclo por la influencia de los directores del Auro
nomismo, y de algunos interesados en la prosperidad azucarera, pareci6
reado al esfuerzo emancipador. Perdio en acomodos y tanteos la iniciativa
libertadora que Marti quiso ofreeerie con mi aparicion en sus campos, ma
10grada par la obstinacion de Maceo en tenerme a su lado en Costa Rica,
pero e1 mismo 24 de febrero, para honra del Camagiiey, empufiaron las
armas Mauricio Montejo y Angel Castillo y un bravo vetcrano de la guerra
anterior, Francisco Recio, a1 frente de dos grupos de sublcvados.
En Las Villas sobraban los patriotas impacientes par tomar las armas,
pero la salida al extranjero del general Francisco Carrillo, que par sus
grandes merecimientos y gloriosos servicios militares, era e1 designado par:l
guia del movimiellto revolucionario, paralizo de subito la acci6n de
conjurados.
En Malanzas y La Habana fue adversa la suetle a los revo1ucionarios. EI
general Julio Sanguily y cl coronel Francisco Aguirre fueron presos en la
misma maiiana del 24 de febrero en momentos de partir al cumplimiento
de su mision. Horas antes, victima de 1a traidon de uno de sus compalieros,
habra caido asesinado en campo cercano a Ceiba Mocha el temerario Manuel
Garda euando al heote de un escuadron rapidalllente reclutado y con 1a
bandera de Cuba al frente marchaba a proteger la sublevacion -malograda
par esta causa- del doctor Pedro Betancourt y su grupo que regresaron
el siguicme dia a Matanzas. Solo dos pequefios grupos, despucs de tantos
preparativos y tan impacientes demandas de la orden de guerra se sublevarolJ
en estas previncias: cl de Juan Gualberto Gomez y Antonio Lopez Coloma
al rente de catorce sublevados eo Ibarra y el del doctor Martin lIarrero,
que con trcintiocho valerosos compaiieros se sublevo en las inmediaciones
de Jaguey Grande y pudo sostener combates antes de ser por abrumadora
persecucion dominado. El de Joaquin Pedroso fue desbandado y muerto su
valiente ] efe al dirigirse a Aguada de Pasajeros. Algunos j6venes --entre
ellos Charles y Jorge Aguirre y Alfredo Arango- tuvieron que unirse a
Matagas en la Cienaga de Zapata. Juan Gualberto Gomez y Antonio Lopez
Coloma {ueton copados en los montes del ingenio "Santa Elena". Apresado
y fusilado Lopez Coloma, tuvieron Gomez y los demas que rendirse en Sa
banilla del Encomendador, donde, a poco de combatir, tambien hubo <ie
<capitular el Dr. Marrero con los suyos.
II. Primeros alzamientos en Oriente y Occide"lte
(Por Juan Gualberto G6mez)
A principios de febrero de 1895, recibi una comunicaeion firmada pOl' Jose
Mard, Delegado del Partido Revolucionario Cubano, Jose Maria Rodriguez,
Mayia, representante del general Maximo Gomez y Enrique Collazo, comi
sionado de 1a J uota Revolucionaria de La Habana, en 1a que, respondiendo
a excitaciones que se les habiall clirigido, autorizaba el levantamiento de
la Isla, para la segunJa quincena cle febrero.
Illmediatamcnte reWll en 111i casa a los que organizaban la revoluci6n
en las provincias de La Habana y Matanzas y decidimos enviar emisario:i
a Oriente y Las Villas, con el objeto de impctrar su conformidad para haeer
Ia sublevaei6n en cl plazo indicado, reservandonos Hjar la fecha definitiva,
cuando esos emisarios regresaron. A Camagliey no se Ie envi6 comisionado,
porque hada poco que habra regresado uno, can la noticia de que esa co
marca no estaha dispuesta a figurar enlre los iniciadores del levantamiento,
aunque si se prepararia para secundar e1 que se produjera en
que Ie parecieran viables. EI Dr. Betancourt, de Matanzas, [ue comisionado
117
para entrevistarse pcrsonalmente con el senor Francisco Carrillo, en La,
Villas, y el hoy Dr. Juan Tranquilino Latapier, con comunicaciones para 1m
senores Guillermo Moncada, Bartolome Mas6, Celedonio Rodriguez y Jos':
Mir6, dirigi6se a Oriente habiendosele ordenado que fuera primero a San
tiago de Cuba, y s6lo cuando tuviese respuesta favorable del general Mon
cada, cntregara los pliegos que llevaba a los conspiradores de Manzanillo.
Latapier regres6 trayendo Ia respuesta de los jefes orientales. El Dr. Be
tancourt escribi6 desde Matanzas, avisando que el general Carrillo tambicn
sc adherfa. La Junta de La Habana volvi6 a reunirse entonces, y decidi6
fijar como fecha definitiva para iniciar Ia Revoluci6n, la del 24 de febrero.
Comunicada a todos los jefes comprometidos, y participada por cable y
clave a la Delegaci6n de New York, el 23 de febrero sall de La Habana par
el tren de la tarde, en compama del malogrado Antonio LOpez
y algunos jovenes entusiastas de La Habana: (Eran Luis L. de Juan T.
Latapicr, Gerardo Nunez, Ernesto Casaus, Antonio Rivero Beltran, Fcdericu
unez, Francisco Regueira, Manuel Miranda, Eugenio Villar, Paulino Lara)
desembarcando al anochecer en el paradero de Ibarra, de donde nos diri
gimos a la finca "La Ignacia", proxima a clicho paradero, y que tenta arten
dada LOpez Coloma.
En "La Ignacia" se incorporaron Alfonso Ibarra y Gregorio Ibarra. Y
despues del alzamiento, se nos unieron Manuel Miranda y Paulino Torre;;.
La partida sumo, pues, clieciseis hombres. Fuf a "La Ignacia", siguiendo
'ndicaci011es del doctor Pedro Betancourt, jefe de la conspiraci6n en la pro
vincia de Matanzas, quien me habfa dado cita aill, seiiahlndola como lugar
a prop6sito para el pronunciamiento; pucs seglin se roe manifesto, en
noche del 2.3 al 24, debian empezar a congregarse en Ibarra, a mas del grup(
que personalmente iba a mandar L6pez Coloma, los que se formaban a las
'rdenes de los hermanos Acevedo, el que capitaneada Manuel Garcia y eJ
que saldrfa de la ciudad de Matanzas, Todas esas fuerzas, que se calcubba
no bajarian de cuatracientos hombres, iban a constituir el nueleo principal
de la Brigada de Caballerfa de la provincia de Matanzas, a cuyo rente sc
pondrfa el doctor Pedro Betanconrt, iniciando el movimiento en "La Tgnacia",
el domingo 24 de febrero, y realizando las operaciones que pudiera, para
llegar el jueves 28 a Corral Falso, donde los demas grupos que se sublevaran,
con el desdichado Antonio Curbelo, el doctor Martin Marrero, Joaquin
Pedroso y Matagas, dcbian tambien dirigirse, a fin de ponerse todos a la
ordenes superiores del general Julio Sanguily, jefe del Departamento Oriental.
Llegamos a "La Ignacia", obscurecido ya. Era la inca un ingenio demo
lido. De la C<lsa de calderas no quedaba mas que el esgueleto: los borcones
y la techumbre. En la que fue, sin duda, vivienda del Administrador, re
sid.1a LOpez Coloma. AlIi nos alojamos. Pocos dias antes, yo habia mandado
cincuenta rifles "\"Xfinchester" nuevos, con diez mil tiros, que desti.l1abamos
para armar un grupo escogido. Los sacamos de sus cajas y con eIlos no>
armamos y pargl1eamos.
Desde la casa se divisaba clarameme el poblado de Guanabana, distant<.:
apenas un par de kil6metros. Habfa all.! Guardia Civil y el camino de
Guamibana a Ibarra pasaba frenle a la misma casa en que estabamos. Po
uia una ronda sorprendernos. Dcddimos calocar guardias, y considerarnos ya
en estado de guerra. Pusimos tres centinelas: uno vigiJanco a Jbarra, ot.ro
a GuaOllhana y cl tercero, cn la parte posterior de la caS3, !>Or donde eXisili
una yereda. Como eramos pacos, todos turnamos en ese servicio. Senan
las tres de la madrugada cuando, terminal5a mi guardia, y no viendo llegar
el doctor Pedro Betancourt, no a Manuel Garda, ni a los Acevedo, me
tend.1 cn una haruaca y me ql1ede dormido, a pessr de hallarme vestitb i'
calzado.
Poco antes de las seis de Ia manana, me despert6 L6pez Coloma, dicien
dome en vol. baja, que tenia algo grave que comunicarme. Llevandorne a un
extremo de la habitaci6n, me manifesto que acababa recibir recado del Jefe de
de Ibarra, participandomc que en esos momentos salia de Matanzas
un rrcn exrraordinario conduciendo tropas para Ibarra, Eso $ignificaba que
descubiertos y venian a sorprendernos. Convinimos en no esperar
mas, y 11 esa hora, dandonos gran prisa, ensillamos, y cada uno con trcs
rifles )' seiscientos tiros, nos alzamos en son de guerra.
Lopel: Coloma tom6 el mando militar del grupo, que se constituy6 con
los que hnbfamos ido can el de La Halxma, y con dos mas, vccinos de la
finca, que se incorporaron a peticion suya. Ib,lmos mont ados de dos en
dos, pue<; escaseaban los caballos. Al intenral' atravesar la Hnea ferrca, entre
Guanabana e Ibarra, divisamos eJ tren de tropas. Nos detuvimos para dc
jJrlo pasar. ESlOy convencido de que si e1 tren se detiene, 0 que si desde 61
nos hacen fuego, en ese mismo insrante fraC1l.Sd eJ movimiento de Ibarra,
y no qucda uno de nosot'TOS para pues cstabamos abmmado:,
ron nuestra carga dc sciscientos tiros y tres rifles, sin Jiberlad para movernos,
can correajcs mal ajustados y sin la menor posibilidad de ddcndernos de un
aw'1uc brusco y bien dirigido.
Aforrunadamente, asi como el rren nos sobrecogi6, deteniendonos en
lluestra marcha, nucstra aparici6n sorprendi6 a 1:1 tropa, que no era veterana.
En cuaDto nos vieron, parece que obedcciendo 6rdenes, welos los soldados
se agacharon en los carros, despues de cerrar las ventanillas, y cl tren paso
n den pasos de Dosotros, C0010 una exhalaci6n, Enseguida alravesamos la
linea y 110S dirigirnos a la finea de Pedro Acevedo, clonde crdamos encon
lrar gente preparada. No habia nadie en la casa. Esto nos hizo pensar que
andllr.1a alzada pot los airededores. DccidinlOS ir en busca de otros com
prometidos. Tropezamos con un grupo de la Gnardia Civil, No eramos
ague! dia muy belicosos, ni los espafioles, ni los cubanos. Dnos y otros elu
dimas cl encuentro. A las cuntro de la tarde ya todos teniamos caballo;
acampados para almorzar 10 que puclimos, y esperar los acontecin1iemas, se
guros de que entre aquella nocf1e y el dia siguiente, todos los comprorne
tidos habfan cmpui'iado las armas.
las nueve de la noche le\'antamos el campamento, porquc el Jugal' era
malo, y nos dirigimos a la finca de un hombre muy practico en aquellos
Iugares , can el doble objcto de que nos informara de 10 que supiera y sc
cncargara de dar noticias Ilucstras a los compafieros que se sublevaran.
Este hombre, amigo de Coloma, e1 que nos recomend6 que acampa
semos en d Cunl'tel de "Santa Elena", reducido maniguaJ siluado cc:l'ca del
118
119
batey del ingenio del mismo nombre, al que llegamos ya de madrugada.
Alli permanecimos hasta el 28 de febrero, esperando a los amigos que su
poniamos ab.ados. T odas las noches saiiamos para dar de comer a los ca
ballos y procurar noticias, operando a veces hasta ei amanecer. De dia vcla
mos constantememc grupos de tropa pasar tan cerca de nuestro campamento,
que con frecuencia supusimos que venian a atacarnos y nos disponiamos a la
defensa. Nada de esLO aconteclo, hasta que el 28 un ct:.ballo se nos escapo
del campamento. Un guajiro que vio de donde salla, recogio la bestia, la re
cooocio como propieclad de un veeino a quien la hablamos pediclo y cli6
parte a las auroridades. Esto basto para que se supiera donde esnibamos.
A las cuarro de la tarde, nuestro campamento se vi6 rodeado por un Es
cuamon ,lei Rcgimiento de Caballeri:l de Pizarro, un piquete de la Guardia
Civil, )' como dos compafiias de Infanteria. Vimos a 10 lejos situarse Ia
infar..teria y no hicimos caso; pues esuibamos aeostumbrados ya a vel' la
tropa al atardeccr, aproxim"rse a las casas de la fine a para acampar y pasar
la noche. Perc no vimos Ia caballerla. Cuando e1 centinda la clivis6, ya
esnba dentro de h canada que conduda 3 Ia pcqueila meseta que era el
ccntro del campamcmo. Apenas tuvimos tiempo de mOnlar a caballo y em
prender la reti.rada pOl' el lado opuesto. Atravesamos una cetca de piedra,
dcspucs de abrir apresuradameme Wl boquei.e. Nucstra geU1e habla pasado
va la cerca, y L6pez Coloma y yo, que exprcsr::rnente quedamos detnis, pa
sabamos tambiCn, cuando nos hizo una descarga el escuadron de Pizarro.
Inmediatamente dcspues de la Jesearga, vi el caballo de L6pez Coloma pa
reado al mfo, sin su jinete, y con la monrura b-ajo el vientre. LOpez Coloma
hab.ra caido, y penosamente se Jevantaba, dando algunos pasos y volvienJo
cacr, Lo crei herido. Instintivamente JeLuve mi caballo y grite a los que
corrian delante de mi: -"Compafieros: ja defender al Capilan!"
Este grilO produjo su efeeto; Latapier, Paulino Torres, Trevino, Lorel de
Mola, y no se cuM otro mas, volvieron grupa:;, y los seis nos pusimos a hacer
fuego, deteniendose enlonces la fuerza de Pizarro, que habia empezado a
cargar. Esta escena no se me olvidanl. nunca; un hombre vestido de paisano,
armada con una carabina, venia con los soldados de Pizarro, y disparaba
como pausa. De pronto oi diSlintamente que gritaba: "iAl mulato! iAl mu
lato!" Una bala pas6 tan cerca de la cara, que 111ce un gesto can la
l11ano dcrecha, como si fuera a espantar una mosca. Inmediatamcnte d hom
bre vestido dc paisano, ech6 pie a tierra, y apundnJome, hizo OtIO disparo
que parece 1"Oz6 de cerca a mi caballo; cste se encabrit6 y, dando saltos, em
pez6 a correr en la direcTion en que iban los demas. Al mismo tiempo, por
el camino de Santa Elena desembocaba, a1 trote, un piquete de quince a
veinte Guardias Civiles, Lopez Coloma, que no habia sido hetido, sino que
en la caida, ocasionada por haber voleado 13 montura al si1ltar la cerca, $e
contusion6 una pietna, ya se habra repueSlO, y amparado por el tiroteo CO:1
que hr,btamos detcaido al escuadr6n de Pi:tarro, corri6 hasta situatse junto
al horc6n de un bolLia que habia pOl' aUi, y rifle en mano, pareda en dis
posicion de combatir. A1 pasar pOl' su lado, Ie dije que montara en su
caballo, que por ser de Ia misma cuadra que el que yo montaba, conti
l1uaba pareaclo a cste. Vi a L6pez Coloma sujetar cl caballo, crei que mon
tarla, y continue galopando por el camino que algunos habfan tornado,
siendo perseguido unos cuantos kil6metros por el piquete de 1a Guardia
Civil. Mientras tanto, algunos de nuestros compafieros, ereyendo escapar
mejor, hab!an abandonado sus caballos, y refugiandose en un pequeno cana
veral de canas bajas, pr6ximo al bomo en que habfa quedado Lopez Co
lorna.
El escuadr6n de Pizarro cerea el canaveral e hizo prisionero a rodos, in
cluso a Lopez Coloma, que, por no abandonar a su entonces prometicla, y
clespues su esposa, que la se habb aparecido en d campamcnto, cay6
en manos de los soldados.
La partida de Ibarra, en esc encuentro, qued6 disuelta. Los que alli no
cayeron prisioncros, se dispersaron en c\jstintas Jireeciones Con Pauli.tlG
Torres, como Latapier, Trevino y yo, al vemos solos, decidimos
clirigirnos al sur de Ia provincia de Matanzas, esperando cncontrar alguna
panide'. a que incorporarnos y adquirir noticias del movimienro.
Torres era, de wdos, el unico hombre de campo, el unico capaz de hacer
algo en un momenta determinado: abrir un boquete, buscar una orientacion,
distinguiI un Imlto, ofr un ruido }' explicarse su significado en la oscuridad
de la noche. Pew Paulino Torres no conocia bien los lugares a que ha
blamos Ilegado. No era su zona. La casualidad hizo que a media noche
dieramos can el bohio de un campesillo. Este nos emer6 de que estabamcs
en terrenos del ingenio "La Concepci6n". iQue singular casualidad! Al
instante recorde que ese ingenio estaba pr6ximo al "Ve.Uocino", de Felipe
Montes de Oca, y al "Carmen", de Alfredo Hernandez. Yo naci en cl
"Vellocino", Alii pase mi infancia, y todos aquellos contornos me fueron
familiarcs en mi adolescencia. Aunque todo el paisaje habia cambiado y
resultaba ya desconocido para rill, decidimos que iriamos al "Vellocino",
o al "Catmen", pues comaba eonque Felipe Montes de Oca, 0 Alfredo
Hernandez, ambos amigos mias, nos serian utiles .. enterandonos de 10 que
aconteda y prestandonos los auxilios que pudieramos necesitar para llegar
a incorporarnos a cualquiera otra fuerza revolucionari.a.
A media noche l1egamos a la easa de vivienda del "VeUocino"; Montes
de Oca no estaba en la fuca, sino en La Habana. La familia, a1 enterarse
de que era yo el que llamaba a esa hora, a sus puertas, se impresiono fuer
temente. Me conoda; me estimaba y f1uctuaba entre e1 afecto, y el temar
de comprometer al dueno de la casa, ausente. No obstante, allf me indicaron
que Montes de Oca lIegaria al dia siguiemc en el tren de Ia mallana y como
venia desJe Ia vlspera devorado par una fiebre altisima, me proporcionaro.i1
una frazada, algunos alimentos para seis companeros, y un cordial para mI,
aconsejandome que nos ocultaramos en e1 centro de un cspeso cai'iaveral,
situ ado dettas del antiguo almacen del ingenio.
As! 10 rncimos. A las diez de Ia manana del dia siguiente, de may'o,
lIego Felipe Montes de Oca al canaveral. Me abra:oa conmoviJo. ESLaba tris
Le; pero varonil y resue1to a dar la cara a mi siwacian. Esta no tenia
r:,lda de halagiieiia. Par Felipe SUpinlOS que Manuel Garda habia sido
muerto al ir a incorporarse a llOSOtrOS, en 1a madrugada del 24 de febrero,
y que su partida se habia disueIto; pOt cl 5upimos que L3.S Villas estaban
171
120
tranqL.ibs; que Carrillo, detenido un dia, habia sido puesto en libertael al
siguiente; que Antonio Curbelo habra sido asesinado el mismo ella 24, al
salir de Jagiiey Grande, y, pOl' 10 tamo, su grupo no sc habia
logrado constituir; los periodicos ascguraban que Oriente estaba tranquilo;
cl Jefe de la provincia de MatarlZas, doclor Pedro Betancourt, DO se habb
sublevado, y la vispcra habia salido para Espana, deportado por c1 Gobierno.
La Revoluci6n, en la provincia, SCgtiD esas noticias, no cstaba ya represen
rada mas que por nosotros, es dedr, Latapier, Treviiio y yo; pues debo
ronsignar que Torres, cuando llegamos al "Vellocino", nos manifesto sus
descos de sepaml'se nosorros, alegando, para hacerlo, que Ie era Hcil
volvcr a su casa, sin que se hubiese notado su auscncia.
Con esas nuevas, Montes de Oca oos indico que Ie dejaramos ir a Sa
banilla a enterarse de las Ultimas noticias y {ormal' juicio de 10 que mejor
ronvinieta hacer; pues al llegar a la inca ignoraba nuesrra presencia y 110
estaha preparado para determinar en que forma debra proceder, al auxiliar
os, como era su deseo.
Nos mand6 almuerzo al cana\'eral, y a eso de la una de la tarue 10
vimos regresat en comparua del doctor Leoncio del Junco, presidenle, scgun
creo, del Comite Alllonomista de Sabanilla del Eocomendador. Nos sor
prendi6 que viniera acompanado; pero nos presento; nos refido que el senor
del Junco eta tenicnte de alcalde de Sabanilla y persona de Sll entera con
fianza; que Ie habia enterado de nuestra presencia en el "Vellocino", y que
despucs de pensarlo todo y meditatio bien, habian convenido que acompaua
dos por ellos {UCr3lUOS a Sabanilla y acogieramos a los beneficios de
un Bando publicado por el general Calleja, en La Gaceto, que aqucl mismo
dia habra recibido el alcalde y en cuyo Banda se gar'antizaba la libertad
a los rebcldes que volvieran a sus hogares.
N'.lestra resiSlencia no pudo durar mucho, pOl' que al manifestar nuestf<l
oposicion, n03 dijeron: "No tengan cuidado. Toclo cst,} arreglado. El alcalde,
avisado pOl' nosottos, esta cn la mejor disposici6n y sc ha puesto de acucrdo
con el teniente de la Guardia Civil, quien ha mandado ya a relirar Jas
fuerzas que lenia J.islribuidas, a fin de cvitar cualquier percance. Aelemas,
yendo con cl primer teniente de Alcalde del Ayuntamiento, nada les pasaba.
Nos mitarnos at6nitos y preguntamos: (La Guardia Civil sabe
que estamos aqui y en las condiciones que estamos? Nos replicaron que
nabla sido necesario y que era conveniente haberlo hecho asi para evitar
que un subalterno, quedendo exagerar el cclo, 110S jugase una mala partida,
y para vencer todos tluestros escrupulos. nos "Tengan la seguridad
de que ya no hay mas sublevados en la prodncia, que lIstedes tres. Us
.::des no son hombres que pueden bcer la vidn de alzados. Ni son prac
ticos co el terreno, ni saben huir, escondcrse y burlar la persecuci6n. como
La harlan hombres avezados a eSle genero de existencia. Se sacrificarfan
mutilmcntc. sin gloria para todos, ni provccho para nadie. Accptando Jo que
les proponemos, rccobran la libenad y salvan la vida. Si real mente hay
revoluci611 cn olros 1ugare", sieropre podrfan, si pcrsistieran en su idea,
volvet a ella cn mcjores condiciones.
De todos estos razonamicntos 10 que mas nos impresion6 {lie 1:1 nOtlCln
de que la Guardia Civil sabia que estabamos alii, y 10 de que no habia
partidas ell las provincias de Matanzas y Santa Clara. Esto nos pareci6
decisivo; nos consultamos Jos tres, y caimos en la enema de que no habfa
otra cosa que hacer. "Senores del Junco y Montes de Oca: No n;sistimos
mas". Los seguimos a Sabanilla, donde mimos recibidos con delicada aten
cion por el Alcalde y el jde de Ia Guardia Civil. Levantose Ull acta consig
nando nuestra acogida al Banda de indulto. y muy agradecidos a los seno
res Monte de Oca y del Junco, por su generosa intervenci6n. En el tren
de la tarde nos trasladamos a Matanzas, llamados par el Gobernador Militar.
Crdamas que alli nos pondrian en Jibertad; pcro no lue a$1. Nos condujeron
aI castillo de San Severino, donde pasamos la noche. AlJI vimos 81 valeroso
UlpeZ Coloma y otros eompafieros, tambien encerrados en lin calabow. En
Ia manana del 2 de marzo nos condujeron a La Habana, 3 presencia del
general Calleja. Este ordeno que se pusiesen en ubertad a Latapier y Tre
Vi110, los ClIales cmigraron a poco. A mi, can fclonia inaudila, me 11evaro
al Castillo del Morro; me formaron varias causas po:- rebeldla y en un;)
de eUas me sentenciaron a veinte anos de reclusi6n.
EI general Martinez Campos, que reemplazo a Calleja, me envi6 a Ceuts,
antes de que se fallaran las otras causas, en que se me aClIs",ba rle ascsinato
y robo cn cuadrillas, cal1sas que luego {ueton sobreseidas.
Ese es el relato suscinto, incompleto, perc veddieo, del ::uzamiento de
Ibarra.
JUAN GUALBERTO G6MEZ
27 febrero 1907.
VERSION DEL GENERAL BETANCOURT
De los Jefes conjurados 5610 Juan Gualberto Gomez y LOpez Coloma fue
ron con la anticipaci6n debida a ocupar su puesro de mando en "LI Ignacia"
y Martin Marrero en Jagiiey Grande. Joaquin Pedroso me muerto en el
camino a Aguada de Pasajeros. Y Manuel Garcia, a1 iniciar la marcha para
reunirse con Betancourt. Muy tarde -a las once del dia- sali6 Betancourt
para "La Ignacia", cuando el fracaso se inidaba par e1 incumplimiento de
casi todos los conjurados de la palabra empefiada ante Juan Gualberto G6
mez de hallarsc en los lugares asignados al amanecer del 24 de febrero. Para
clIo era preciso haber estado en sus puestos en la noche del 23, como 10
estuvo Juan Gualberlo Gomez y sus compafieros en "La Ignacia". Y en
Oriente, con mayor anticipaci60, Mas6, Moncada, Pedro Agustin Perez,
Rabi, Mir6, Rafael Manduley; es decir, todos los Jdes de localidades. San
guily y Aguirre fueron presos en Ia manana del 24 de febrero --que a esa
hora iniciaban la partida. Y 10 mismo eI general Carrillo en Remedios, dando
lugar tardanza tal al derrumbe del pJan revoludonario en La Habana, Ma
tanzas y Las Villas.
12.1
1
En cart:! a Juan Gualberto Gomez -fechada en Wilmington, Delaware,
a 8 de septiembre de 1895- expliea el general Betancourt los motivos de
su lardanza. Luego de a sus diligeneias de los elias precedentes, y
de 5U de la eiudad de Matanzas durante e1 dia 23, dice:
"S610 pude regresar a esa ciudad a 1<15 ocho de la noche del 23, hora
en que puse a usted un telegrama, a 1a direcci6n par nosotros eOllcertada,
dandole cuenta del resultado de mis gestiones, s610 en aquella parte que
por el momento era a usted convenieme 0 necesario conoeer. De donde
se supone que a aquella hora yo Ie erela a ustcd aun en La Habana; pues
no tenia notida de su llegada a Ibarra, cuya aviso recihi tres horas des
pues a las once de la neche por Bonifacio Gomez. Por eI supe que en
Ibarra ustedes me esperaban, y a aquel lugar me hubiera marchado inme
diatameme si Illis deberes y compromisos como Presidente del Comite no
me hubieran fqrzosamenre retenido en la ciudad para cumplir la eomisi6n
que par la Junta se me habia cenferido; en primer lugar, la importante
eo.misi6n gue venia de desempeiiar traia aparejados cierros arreglos absolu
tamente necesarios, que indispensable e ine:udiblememe tenia que ajustar
aquella noche; entre ellos me contaban e1 envio de dos practicos a deter
minado lugar, cuyas personas se me habfan senalado conerctamente y a
quienes tenia que cncontrar y poner en condiciones de desempefiar su co
metido. Pero algo mas grave me quedaba que bacer aquella desesperada
noche. A mi regreso a Matanzas recibi un aviso urgente del Jefe del gIUPO
del mercado, sefior Domingo 1vlartincz, para que pasara a verlo a su mo
rada, pues aquella misma tarde sc Ie habfa pronunciado una hemorragia
vesical, que habia puesLO en peligro su vida, etc... Como se trataba de uno
de los grupos mas numerosos e importantes de la ciuClad, que debfa Mcer
su salida por Ja finca "Guerrero" en magnificas condiciones, me decidi a
buscar al joven Juan Sagaz (segundo en mando del gropo de Domingo Mar
tinez) .
Vanas fueron mis diligencias para encomrarlo, y supe al siguiente elia
24 de Ia noehe anterior clicho joven se habia ausentado de 1a ciudad. Tem
prano en Ja manana del 24 visite al mencionado Jefe del Mercado, Domingo
Martfnez; 10 encontre en cama aun, pero me dej6 en la seguridad que su
grupo, guiado par el 0 par un De1egado suyo, acudirfa al lugar convenido.
Y bien, ni el, ni uno solo de los suyos acudieron a Ia cita. Como a las
once cle aquella noche del 23, me reaviste can los Jefes de grupo de Ma
tanzas (Simpson, Pueblo Nuevo, Versalles, y tambien con el distrito
Los Palos). Jose Dolores Amieva, por Matanzas, y Francisco Martfn por
Pueblo Nuevo venian a informarme que les era imposibte responder can
sus grupos al llamamiento. El Ultimo, 0 sea Francisco Martin, exigia de nu
en aqucl momento critico, como condicion sine cua non, para levantar su
gente una prueba evidente de la presencia, ya en el campo, del Jefe militar
de la provincia, el general Julio Sanguily. Agregaba que se tenia noticia
cierta (hablaba cle un telegrama recibido no se por quien) que diche Jde
no se moveda de La Habana, quedando, segun el, acefa1a nuestra ergani
zaci6n.
EI Jefe del grupo de Matanzas, Jose Dolores Amieva, exponfa las mismas
razones para no secundar al movimiento, y ai'iadia <.jue el subjefe de uno
de sus grupos se eneontraba fuera de Ia ciudad y dispers9s muchos de sus
hombres. Como medida conciliadora, me propuso posponer el alzamicnto.
y en el caso que esto fuera imposible sc comprometla a responder Wlf1
semana despues. Es claro que energic<1mcntc rechacc des propocisiones
y exigi e1 estricto cumplimiento de sus sagrados compromisos. Otra de las
razones qtle alegaba para csconder Sil falta era la escasez de tiempo otar
gada para alistar su genre. Fuera de raz6n, como las otras, se cncJntraba
esta asercion pues de todos los Jefes de grupos de la e1 fue quien
primero recibi6 aviso, y 10 recibi6 con los elias d:::: ::.ntclaci6n que lil mlsmo,
en persona, me habfa sefialada. Recordara que el Jefe de los gl'UpOS de
Alfonso XII, Bermeja y Palos, era el senor Rafael Acosta, maquinista del
ingenio "Canas". Descubierro un dep6sito de armas que tenIa en Berrneja,
de 61 se apodet6 el segundo Jete de Polieta de La HabJna, Trujillo Mo
nag:1S, cuya infamc delacion fue hccha -SeL>1ll1 fir me crcencia del senor
Acosta, y de otras personas inreresadas directamente en el asunto, y de
cuya creencia yo partlcipo francamente- por quien habia sicio comisionado
para hacet el deposito y eustodiarlo. Como consecucncia de esta villana
delaci6n, el sefiOl: Acosta se erey6 perscguido, y algunos dias mas tarde
se embarco por el pueblo de Matanzas para los Estados Ullidos de Ame
rica, despues de habet en mi presencia encargado al senor Pedro Calzadilla
de los grupos que el, Acosta, habia organizado. -El sefior Calzadilla
regres6 a Jicho lugar la noche del 23 de febrero con 1a a1arm::mte noticin
que los varios grupos que el debfa llevar a1 pronunci:llUicnto se negaban
todos a secundar la orden, obcdeciendo el retraimientO de dichos grupos
a las version",s desfavorablcs que circulaban en aguellas localidades, versio
nes que Ie llegaban de 13 riadad de la Habana. Iv[e hizo saber este cons;:cuente
pattiota que en vista del fmcaso del movimiento en Los Palos venia a
pOl1erse a mis ordcnes incondieionalmente, quedando paetado entre los
arros que el se csforzaria en movilizar un numero cualquiera de individuos
del barrio de' Mercado, cuyo grupo se uniria a 110sotrOs en In noche Jel 24.
en Ia ccrcania de Ibarra. EI Jcfe de Versalles, senor Mateo Fernandez, com
partia con Amieva y {\1artln las dificultades de sacar gente al campo, pero
convino a ultima hora que par 10 menos acudida con cinco de sus adictos,
para quicncs ya nabia conseguido caballos. Y como se expresaba la nece
sidaJ en qi.1C se enconttaba de dinero para efcctuar 1'.1 salida, Ie facilite
seis centenes, cantidad que d estim6 suficiente. Y para terminal' con los
informcs relativos al senor fernandez, agregare que ni los elias subsiguien
les, tuve noticias suyas, y que Gerardo Domenech, me aseguraba que el
seriGr i\.lateo Fernandez, algunos meses dcspues, asociado a varios amigos
y desdc el central "Narcisa" en Yaguajay, se unj6 a las fuerzas cubanas
de Las Villas. Refiriendome nuevamente a los Jefes de grupos de Mataozas
y Pueblo Nuevo, Amieva y Martfn, Ie dire que dcspues de una trcmenda
lucha en que utilicc cuantas consideraciones y argumenlos acudieron a mi
mente, en ague! desesperado mstante, apelando al patriotismo y a la amis
tad, at compafierismo y al honor, conseguf al fin que me prometieran
124
125
acudir al lugar de cita, sf no seguidos de [Odos los afiliados, pOl' 10 menos
asistido de aqucllos mas resucltos. En estas condiciones, y en este momento,
el Jefe del gran grupo de Pueblo Nuevo, Francisco Martin, recibi6 de mis
~ o s diez ccntenes para los gastos de rraslacion de su grupo, y en estos
terminos nos separamos, tarde en la noche del 23. En la mai'iana del 24,
dcspues de terrible noche de insomnio y de tcnebrosas preocupaciones,
tome las U1timas medidas encaminadas al exito de nuestra empresa: y cuanclo
regresaba a mi morada, para desdc allf proscguil' a Ibarra, y en los mo.
mentos en que cambiaba de traje para montar a caballo, se me presentaron
nuevamente Amieva y Martin, que venian dispuestos a romper definitiva
mente c1 compromiso de la neche anterior, alcgando que el plan de 1e
vantamiento era obra exclusiva de nosotros, los conspiradores de Matamas:
que nadie fuera de nosotros estaba dispuesto a seeundar el movimienlo
y que ellos se negaban a asumir la responsabilidad de sacrificar sus com
paiieros. (Aquf citaban nombres de arnigos nucstros, que yo prefiero callar,
que partidpaban de sus mismas opiniones). Repetfan que tenian perfecta
seguriclad de que los Jefes militares de 1a provincia, el general Sanguily
y el coronel Jose Marfa Aguirre, se encontraban tranquilos en 13 ciudad
de La Habana habicndo retirado sus compromisos y sus 6rdenes de Ie
vant.arniento. Mis energicos y desesperados esfuerzos exigian del cumpli
miento de la palabra tantas vecc;s empeiiada, de compromisos y responS'I.
hilidades tan sagradas, dio pOl' resultado 1a nueva oferta POl' parte de am
bos, de corresponder con aquellos elementos que pudieran atraer. Nos
separarnos y momentos despues, montado ya en e1 caballo que debfa Ue
varme a Ibarra, se me presento un individuo de los afiliados, nombrado
Manuel Gutierrez, oficia1 crirninalista del Juzgado Sur de Matanzas, amigo
y compaiiero inseparable de Amicva, quien me entreg6 en nombre de Mar
lm los diez centenes que a dicho Jefe habia entregado antes para el tras1ado
de su gente, agregando -siempre en nombre de Martin- que cste habia
lltfeglado sus cosas de maneta que podia pasarse sin dicha suma. En esta
situaci6n desesperante, y temiendo males peores abrace los ijares de mi
aballo, saIiendo de Matanzas con rumbo hacia Ibarra a las once de 13
maiiana del dia 24 de febreto de 1895.
Entre los Jefes de grupo que no he mencionado hasta ahora, y a quiencs
df la consigna del levantamiento entre los dias 18 y 23 de febrel"O, ya
personalmentc, ya por intetmediario de entera conHanza, se cuentan en
Colon, Maclovio San Cristobal: en Jovellanos, Angel Perez y Emilio Soronde
y el guarda alrnacen de los Ferrocarriles Unidos, senor Rovira, que habia
sido Jefe en Ia Guerra del 68; en GUira y Bo10ndr6n el senor Landa; en
Union de Reyes Miguel Echenique; en Santa Ana Quirino Rodriguez, en
cargado del central Los Angeles; en Canasf Vicente Jorge; en Sabanilla Pe.
dro Diaz, antiguo oHcial de milicias; en Limonar Vinajeras; y otros distri
huidos POt el territorio de 1a provincia, cuyos nombres enestos momentos
me serra diHci! predsar, como el Jefe del grupo de MostaciUa, y de &rmln,
este ultimo, encargado del ingenio "Santa Barbara" de Castaiiet.
Prosigo. En ~ o s momentos de salir de Matanzas envie 31 guarda almacen
de los Ferrocarriles Unidos de aque1hl estadon, Aurelio L6pez Coloma,
Lon destino a su hermano Antonio en Ibarra, una maletiea conteniendo ade
mas de una capa de agua para usted varios otros objetos de utilidad in
mediata, etcetera...
Ya cuando se encontraba en camino de Ibarra, acompaiiado de Pedro
Acevedo, se nos uni6 un grupo de cinco individuos conducido por Calza
dilla, y poco despues de este encuentto se nos incorpor6 dicho Jefe de grupo
~ e g u i d o de doce individuos mas. Al pasar por la inca de los Acevedo, rumbo
a Ibarra) dejamos alIi en dicha finea este grupo a cargo de mi hetmano
Guillermo, y Pedro y yo eontinuamos en direcci6n al ingenio "Ignacia",
donde contabamos reunirnos con ustedes. Confiados y animosos llega
mos a den pasos del batey del ingenio, punto de reconeentraci6n, cuando
Pedro Acevedo me oblig6 a detenetme subitamente, advertido que
Calamos en una emboscada, pues un grupo de individuos que se
adelantaba a redbirnos se componia de soldados del Ejercito espanol, y
no de los amigos que creiamos eocontrar all!. Milagrosamente, y gradas
a1 conocimiento pnktico del terreno de Pedro Acevedo, nos salvamos de
ser apresados, desde este momento comenz6 a acentuarse nuestro deseon
derto. Sin damos cuenta de 10 que pudo haber ocurrido, c ignorando por
comp1eto 1a situaci6n de ustedes, suponiendolos quizas prisioncros, nos dedi
camos con toda diligencia a inquirir noticias de los desaparecidos. Ni un solo
vecino de aquellos alrededores supo 0 quiso informarnos de 10 que ocurriera
en e1 ingenio "Ignada"; se deda en absoluta ignorancia de 10 que aUf habia
pasado. Yo deseonocfa el terreno en que nos moviamos; desde allf Acevedo
me lleva a un lugar eonocido pot Tumba de los Congos; y un vedno nos
acompai1o a unas maniguas cetcanas, donde eJ. erda haber visto penetrar un
grupo de hombres. Un registro minucioso de las maniguas nos conveocio de
que pOl' alIi no se encontraban ustedes. Exploramos otras y otros lugares
cercanos con igual resultado. Nos separamos de dicho hombre dejandole
el encargo de adquirir noticias de ustedes y llevarnoslas a la finca de los
Acevedo, a donde nos dlrigiamos. El nombre de este individuo no 10 re
cuerdo; era pardo y c1audicaba de una piema. A otro individuo de la lo
calidad dejamos el mismo encargo.
Una vez en 1a finca de Acevedo armamos el pequeno grupo que acom
pano a Pedro Ca1zadilla, no pudiendo conseguir pOl' falta de caballos que
aquellos hombres se dlspusieran a recorrcr los l11gares donde fuera posible
obtener notidas de llstedes. A las cinco de aquella tarde (del 24) aUn no
se habfa presentaao por esos lugares ni un solo hombre del grupo organi
zado pOl' los Acevedo. Supe despues que intent6 unirse a nosotros un senor
nombrado Antonio LOpez, buen amigo de Pedro Acevedo. En cuanto a1
grupo de Guillermo, ni un solo individuo se unio a nosotros. A ambos ]efes,
muy activos en las conspiraciones, habra ayudado en toda forma en 1a mo
viJizaci6n de sus hombres.
Temiendo ya a aque1la hora (cinco de 1a tarde) un completo fracaso
de nuestro plan en 10 correspondiente a esa localidad, determine enviat
a Pedro Acevedo a intetceptar el paso del grupo de Aguacate, que dehia
encontrarse cn San Juan, Jugar pr6ximo a la ciudad de Matanzas, a las
nuevc de IlqueUa noche; llevaba orden de conducirlos I\l lugar donde yo
127
me enconlrabt. !vIi objeto era fortalecerme Con este grupo, que yo suponia
numeroso y decidido, y hacer un ultimo y supremo esfuerzo por cncontrar
a los companeros de Ibarra. n vane aguarde a Pedro Acevedo y la gente
que debia guiar, y solo cuatro dias despues vine a enterarme de 10 ocurrido.
A la vez sostenia la esperanza, 0 mejor dicho ]a razonable creenciu, que
ustedes enviarfan un pnktico a la fjnca de Acevedo, dande LOl?,ez Coloma
sabia que debian reunirse varios grupos, y donde debiamos encontrarnos
en espera de sus noticias. La noche llego sin que nadie llcgara a nosotrOSj
y con nuestro aislamicnto, el descomemo y el desaliento del pequeno y he.
terogeneo grupo improvisado por aguel digno Calzadil'a. AlIa, a las once
de la noche, fue imposible contencrlos L arrojando al azar las armas que
portaban, decidicron volverse a Matanzas. El Jefe de ellos, eJ dvico Cal.
zadilh, estuvo con nosotros hasta las dos de la madrugada del 25.
Tan pronto como se rctiraron los ultimos de nuestros acompafiantcs,
nos dedicamos Guillermo y yo a rccorrer agllcllas localidtldes en busca de
ustedes. Yo me dejaba guiar de mi compafiero, pues de!tconoda el lugar
donde nos mov/amos. En estas pesquisas cntretuvimos toda aquella madru
gada dc tan dolorosos recllerdos. Y una vez apareciJo el dia, determinamos
prepararnos amenazados Jel pcligro d-.: caer prisioneros, habicndo con'Ie
mdo que Guillermo Acevedo, conocedor del terreno, y que podfa nlOverse
con menos riesgo que yo, prosiguiese haciendo wda clasc de diligencias en
busca dc los Antes de separarnos 'limos a un seilor IIernan
de%, dueiio de una vaqueda, amigo Guillermo, quien 'luedo compro
metido a investigar pOl' su parte el parodero de la partida y tan pronto 10
conociera irme a recoger al lugar donde yo guedaba, para conducirme 31
lado de los amigos. Todo aguel dia aguardc con inquietud iuenen-able la$
noticias que espel'aba. Poria noche del 25 sall pOl' mi propia cuenta a
recorrer las cercl'nfas de Ibarra; reiteradamcute wcaba las puertas sin que
nadie me respondiera, aJ fin, reconociendo Ja casa del amigo de Acevedo
y Coloma, nombrado Hernandez, llame reiteradamente en clistintas
pucrtas; pero ni siquiera un suspiro sali6 de aquella casa. Como dolorosa
recordacion dc aquellos inolvidables momentos, quiero rcIerir que el vecina
aguel a cuyo abrigo me dejara Guillermo Acevedo en la manana del 25, des
ues de hacerme cambial' de lugar varias veces, me jnformo que la fuerzas
de voluntarios y de la Guardia Civil recorrian aquclla localidad, y me rogo
en forma de:icsperante que me auscntara de su sitio pues mi pl'esencia alii
porua en grave pcligro la vida de sus hijos y de su mujer y la suya propia.
Cedia a su ruego y me aleje del lugar a la ventura.
1 27 por la maf;una cnvie a Matanzas la misma pel'sona que en la no
che del 26 me habfa servido de compafiero y pdctico con una carta al
senor RodrfguC7., uno de nucstros mas fides y dignos compa
fieros de conspiracion, anciano rcspetablt: rogandole me diera informes sobre
In situation del momento. Par el supe, 0 me informc, que de la ciuclad de
Matanzas s610 habian salido linos cuantos el dia 24, que se habian reinte
grado a sus hogares en la noche de aque1 mismo cI1a, asegurandolTIt: que el
movirniemo habla fracasado, y que se tenia noticias de que el grupo de
Ibarra, disperso, habra tenido que anandonar Ja localidad. "Dc llsted par
cieno -me deda- que se Ie habra asegurado que se enconrraba usted
en la redacci6n de La Lucha. Y se suceelfan y suceclian noticias desfavorables.
"Mi situacion personal se hada cada momento mas insostenible. S6lo
se acercaban a mr los que traian el deliberado prop6sito de quebrantar mi
espfritu, y al fin, Ileno de desaliento y desesperaci6n, cedi. Lo recuerdo
bien; en aquellos momentos de prueba no encontre un solo amigo que
quisiera contribuir a salvarme del humillante sonrojo; mis mejores amigos
me arrastraban a la capitulaci6n...
"Lo lleva siempre en la memoria y en d corazon, su amigo y compatriola",
PEDRO E. BETANCOURT
ASI termino la intentona revolucionaria de Occidente, tan favorecida con
los auxilios pecuniarios de la emigracion; en la prision de los generales
Sanguily, Aguirre y Carrillo, ahora reducidos, despues de tantas esperanzas
cifradas en su experiencia guerrera, a invocar la ciudadania americana como
unico medio de salvar la vida y aspirar a la libenad; a la captura del vale
rosa Antonio Lopez Coloma, des tinado, a falla de tal amparo, a caer fu
silado en los paredones de La Cabana; y a la capitulacion y deportacion de
demas iniciadores.
En cuanro a las provincias de La Habana y Matanzas, la opinion publica
atribuyo la responsabilidad del desastre al general Julio Sanguily, por su
injustificable inmovilidad en el momento preciso de la accion. Pero hay
que reconocer, en presencia del escaso numero y poca decision de aquellos
primeros sublevados que "arrojaban al azar las armas" en la primera mar
cha que no hubiera side bastante a cambial' el curso de las cosas el valor
legendario del Hcroe de la Decada, el que merecio, en sublime arrebato
de la gloria, ser rescarado por Ignacio Agramonte.
EL ALZAi\lIENTO DEL DOCTOR MARTIN MARRERO EN JAGDEY
GRANDE EL 24 DE FEBRERO
(Relata del doctor Marrero a Segundo Corvison)
Del 15 al 20 de enero, un mes antes de estallar la guerra, recibf un
aviso del doctor Pedro Betancourt, para que e1 cl1a 23 de clicho mes asis
tiera, sin excusa ni pretcxto alguno a la calle de Trocadero numero 721/2,
El dia sefialado, a las dos de 1a tarde, me personaba en dicha casa. Es
taba en la vcntana Antonio Lopez Coloma. Lo salude y entre, y me ex
plico el objeto de la reunion. Despues fueron llegando los demas Delega.
dos porIa provincia de Matanzas. AliI se congregaron Joaquin Pedroso,
Jde de grupo de Aguada de Pasajeros; Antonio Lopez Coloma, del de
Ibarra; Vidal, que representaba eI de Alfonso XII; Jose Dolores Amieva,
uno de Matanzas, y otros mas de dicha pob1acion; A. Martin y Guillermo
128
129
Acevedo; Macario San Cristobal, por el de Co16n, segUn me dijo. Recucrdo
tambien a un sefior Mola, que no representaba grupo (era Luis Loret de
Mola) y yo, que asistf como Jefe del de Jagiiey Grande. Serian las tres de
a tarde cuando llegaron en un coche los sefiores Juan Gualberto Gomez y
Pedro Betancourt. EI sefior Gomez excuso su tardallza, motivada por una
rcpentina indisposicion.
A inclico.ciones de LOpez Coloma, pasamos 0.1 piso alto de In casa, Jonde
habia mas seguridades.
Una vez reunidos manifesto el mismo Lopez Coloma: "Que seria mas
conveniente, ya que se iban a tratar alii asunlOs de suma imponancia, \'
tomar acuerdos trascendel1taJes, levantar acta de 10 acordado, siendo
por todos los asistentes.
Martfn Marrero convino en que no se prestada a discusion 10 propuesto
por LOpez Coloma, puesto que as! era logico que se hiciera, para que hu
biera constancia del acto realizado.
Opusieronse muchos, alegando que alii todos eran caballeros, esc/avos
voluntarios de su palabra, y que pudiera ser peligroso escribir, y mas citar
nombres. Insistieron LOpez Coloma y Marrero; pero ante la oposki6n de
la mayoda, desecharon tales propositos, y no se levanto acta de los aCllcrdos.
Vidal, que se haliaba contratiado, y sostenia conrnigo pertinaz lllcha, se
levanto y dijo: "Senores, antes de comenzar, yo les hago presente mi
resolucion de separarme de todo esto, no estando dispuesto a intervenir cr.
nada mas." Preguntaronle los motivos que tenIa para tal determinacion.
y manifesto que este, en primer lugar, no estaba conforme con el modo que
acordaron para guardar Jas armas que apresaron, pertenecienres a su grupo:
que ordeno el que so!o fuera uno el que las guardara, y se aparecieron cuatro.
y, ademas porque tampoco se hallaba conforme con otras disposiciones, y
conc!uy6 manifestando que definitivamente se reriraba, deseandoles a todos
el mejor 6Oto. Por cortesia, invlt6sele a permanecer en 1a reunion, y el
acepto, qlledando all! entre nosotros. Yo no 10 conoda; pero desde los
primeros momentos no me gust6 aque! hombre. Hab1aba despacio, peo"
saba mucho, y bajaba, cuando hablaba, 1a cabeza. Juan Gualberto G6me%.
que presidia la sesion, como Jefe de aque! gran movimiento revo111cionario
inidado por el, nos dirigi6 de estc modo la palabra: "Senores: wdos sa
bemos e1 fin que aquf nos trae. Yo soy e! Dc1egado cle la Revolucion en
toda 1a Isla, y por tanto intermediario entre los elementos interior y ex
terior; asi es que estoy autorizado para resolver todas las cuestiones, y
par este motivo he ocupado este lugar." Los congregados 10 saludaron como
Presidente y 10 acataron como Jefe. El doctor Pedro Betancourt dio cuent,l
de la renuncia presentada por el senor Dominguez como Delegadu por
la provincia de Matanzas, y aceptada, fue nombrado para sustituirle, y por
unanimidad, el propio doctor Betancourt.
J uao Gualberto Gomez manifesto deseos de conocer nuestra opinion re
ferente al movimieDto, y si todos eWlbamos preparados, y en este caso si
crdamos oportuDo proceder al levantamiento cuanto antes, 0 espcrar mas
dempo. Todos, umm.imemente, contestamos que ya estabamos preparados.
y que inmcdiatamente debedamos levantarnos.
"Bien, senores -dijo JU:l11 Gllalberto G6mez- esta pregunta qll': diriJl.l
a lIstedes, como Delegado por Matanzas, ha sido hecha ya, de igu,d modo
y en la misma forma a todos los demas Delegados de 1:1 Isla; y todos.
provincia por provincia.. han contestado de igual manera que 10 hacen us
lcdes. Yo vcngo autorizado por Marti, y por el general Maximo Gomcz.
para scnalar el dia del levantarniento, con 10. sola condidon de tl:ocr e
cuenta el tiempo ncccsario para que el general Maximo G6mez pllc:Ja
llegar a Cuba. Pero, antes de senalar e1 dia quiero dirigirmc Olra ,(;Z ,1
uSledes. IIasta estos momentos he hablado a los Delegados. Ahol.l vo)' <I
tratados como a militares, Jefes de la provincia de Matanzas. Es nL-cesario
que cada uno diga el n{unero de hombres armados que tenga."
Todos hablaron. Betancourt manifesto que de la poblacion de Matanza:::
saldrfa un grupo fuene. Los demas dijeron que cootaban. eI quc
con cien hombres armados. Y Juan Gualberto Gomez, para mayor segu
ridad, exigio como serio compromiso de honor, que cada uno dicra cueml
del numcro de hombres armados con los que se comprometia a levantarsc.
pliesto que unos tenddan que estar apoyados por los onos.
Pedro Betancourt declaro, contrariado, que el no podfa precisar un nlt
mero fijo; porque tal trabajo correspondfa a los Jefes de los distintos gru
pos; de los que el ern el Jcfe basta que otra cosa se ordenara.
Todos los demas enumeraron, a Sll anlojo, las fuerzas de que disponftm
Jose Dolores Amieva, que contaba con den hombres, no tenia les arma
menLOS ... Y Pedro Betancourt Ie interpe16 en la siguiente forma: "Tu
que yo tengo a tu disposicion las armas que necesites. Las has vista Damt:
un recibo, y en cI acto te las entrego... " "Sf, es cierto" contest6 Amit:viI
"Guardameias, que cuando llegue 1a hora las recogere, y me leV1l1lar..:
con d numero de hombres que ya he dicho".
Ante la exigencia del doctor Pedro Betancourt, tratando de salvar su
rcsponsabilidad, el doctor Martin Marrero se comprometio a saUr, de todos
modos, con cincuenta hombres. "Algo es algo, iPeor es nada!", murmur6
el doctor Betancourt. Pero, Martin Marrero replic6 que "alguno habri3
que hidera menos que los otros y que este SerlA el.l>
Juan Gualberto GOmez interviene y pone termino al incidente cxcl3
mando: "Senores: esto da una prueba de vuestro entusiasmo y honradel
poutica. jPero hay momentos en que el hombre solo puede responder
de S1 mismoL .. (Ustedes dan palabra de honor, empeno en su dignidad
para que, si llegara el caso de no encontrar a nadie que les siguiera, Je \'el
que oi alm lograrfan conseguir un solo adicto, lanzarse al campo? ... (Po
tlremos conlar con que cada uno de ustedes saldra -solo- a pelear?"
jTodos contcstamos airmativamente, y dimos nuestra palabra de honor,
romo caballeros y como patriotas, de hacerlo asf, arrostrando e1 peligro, y
nun cODvencidos de que morir.{an! Y nos estrechamos las manos en pacto
Despucs Juan Gualberto GOmez, alterada la voz porIa emocion
y con cl mayor entusiasmo, exclam6: "iMuy bien, senores, la Revoluci6n
se ha Basta para elio que cn cada pueblo se levante un hombre! ... "
"r,Y que dfa senalarian ustedes para el !evanramiento, teniendo en cuenta
13-J 130
la feeha en que estamos, y los elias que se neeesitaran para que reciban e
aviso Marti, el general G6mez y todos los que se hal'an en el extranjero?"
Alguicn sei1al6 el 24 de febrero, primer domingo de Carnaval. A mi no
me pareci6 oportuno tal dia. y asi 10 manifeste; porque prevenielo el Go
bierno con 10 mucha que ya, sabre tallevantamiento se hablaba, ramada pre
cauciones que trastornarian en parte nuestros planes. 1 que seiialo tal dia
fuc mi compaiicro Luis Lorer de Mola. El doctor Betancourt erda, per el con
trario. que siendo elia de Carnaval no atraeda hacia los del movimiento
la atencion de las autoridades. Otros apoyaron tal argumento, con las mis
mas razones, creyendo que se confundirlan con las mascaras los que se su
blevaban. A tales razonamientos replique yo que, definitivamente, tal de
beda ser, el 24 de febrero, el dfa seiialado para el lcvantamiento.
Y asi acord6se por aqueUos cubanos, intelectuales, patriotas dignos, que
prcferlan en supremo recurso, heroico y violento, sumir a la Patria en
profundos trastornos para buscar el derrocamiento del Regimen colonial ...
Juan Gualberto Gomez, que conoda a sus compatriotas y sabia que no
todos se hallaban suficientemente preparados para resistir las pruebas de la
adversidad, y albergaba en su pecho pasados desengaiios, quiso comprometcr
de una vez a los que, por suerte para la Patti a, se congrcgaban a su alrededor.
y tratando al mismo tiempo de guardar reserva sabre la fecha del levanta
miento, asi hablo: "Senores: el dia senalado sera. uno de la primera quin
cena de febrero proximo; es Jecir del 1? al 15 inclusive. Ahora diga cada
uno cuantos dias de anticipacion necesita el aviso, tomando solo el t;empo
preciso para recoger a su gente y levantarse." Unos dijeron que necesita
ban cuatro dias, OtIOS que tres, y yo pedi tres dias.
Pregunte que plan debiamos seguir. Juan Gualberto Gomez me contcsto:
"Ustedes se levantanin, y taD pronto esten sobre las armas ya c1 general
Julio Sanguily, que sera el Jde de todos, les dara 6rdenes inmediatamente".
Despucs nos record6 que "el movimiento debe ser simultaneo, sublevan
dose rodos el mismo dia y hora -que oportunamente se ordenaria- para
no interrumpir clicho movimiento, nl perjudicarse CInOS a otros; asi es que
todos tienen la obligacion de pronunciarse en esas condiciones Y ihacerse
senlir 10 antes posible!"
Nada hubo que agregar a las terminantes Y precisas orJenes trasmitidas.
Y concluyo aque1la importame reunion, donde se acordo la fecha del le
vantamiento par la Independcncia Patria -24 de febrero de 1895- como
fa feliz aparicion de un nuevo astro que despertara las almas en una alba
racb brillante y eterna.
El 15 de febrero llevaronmc otTO aviso del doctor Pedro Betancourt para
que eI 20, sin falta, estuviera en La Habana, clonde recibirla nuevas orde
nes; no teniendo necesidad de otras viajes, que ya este seria el ultimo. El
19 llegaba yo a casa del consecuente pan-iota JlIan Gualberto Gomez. Alli
encontrc al general Julio Sanguily. Ambos me dijeron que aguardaban al
doctor Pedro Betancourt. Mas, como demoraba, seria conveniente que yo
fuera a buscarlo. Hasta el siguiente dia no salia tren, y convinieron en que
yo embarcada en el primero, y aHa en Matanzas, despues que hablara con e1
doctor Pedro Betancourt, esperase la orden para el 1evantamiento, que el
132
prapio Betancourt me Hevada. Y que habian determinado que cl general'
SaD/:,'Uily permaneciera ,en La Habana hasta los ultimos mornentos, a fin de
resol ver todas las cuestiones que se presen taran.
Al dia siguiente sall para Matanzas. En el camino, en el cruce dd empalme,
vi a Pedro Betancourt, que venia para La Habana. Pude hablarle y Ie tras
mid la orden, siguienco yo para Matanzas a esperarlc alli.
En la noche del mismo dia (20) estaba ya de regreso el doctor Betan
court. Y traia orc1enes precisasj e1 24 por la noche, definitivamente, nos
levantarramos. Recuerdo sus palabras: "Ya sabes que cl 24 es el dia. Hazte
cargo que el 24 es domingo, y el lunes comenzamos el trabajo." Le pregunte
que plan c1ebfamos seguir. "La orden -me contestO-- es que te s u b l e v e ~
y esperes. Enseguida e1 general Sanguily dispondra 10 que deba hacersc."
Poco nHls pudimos hablar y nos despcdimos.
Et Jia 21 llcgue a .Tagiiey Grande. En e1 paradero encontrc al comanc!lmte
e Voluntarios Ramon N{liiez. Me dio la imporrante Doticia -para 61- de
la llegada del senor Obispo el domingo 24 por la manana, y que con tal
morivo deseaban hacerle un buen recibimiento, preparandose toJos para en
gahmar el pueblo. Me ofreci6 guano, que accpte asegunlndole mi entusiasmo
y buenas intenciones para recibir, "del mejor modo posible", al senor
Obispo.
Efectivamente, tan pronto llegue a mi casa escribi a Bonihcio Gomc6
1
uno de los mas convencidos revolucionarios -que se compromcti6 a Ie
vantarse conmigo- y Ie mandc h carta con un propio. jLe proponfa un
plan para coger prisionero al Obispo! Sabida es la jerarqul3, y la pre
ponderancia de que gozaba el Ministro de la Iglesia en Cuba, autocrata
gobernante, del que depcndia muchas veces el cambia de lefes en e1 Go
bierno y Administracion insular. No pudo llevarsc a decto el plan pot
haber dcsistido el scfior Obispo de su proyectado viaje.
En la noche del 24 (de febrero) pude reunir treinlinuevc hombres, con
sus armamentos; y jesa misma noche quedo alarmado el pueblo lanzandonos
a la manigua! ... At dia siguientc, 25, detuve a un tal Sotolongo, oficial de
Voluntarios, Ie mostrc algunos hombres armadas, y Ie clije que mi rropo
sito eta atacar inmediatamente el pueblo. Y Ie deje en libertad. Una yez
en el pueblo, cunclio pronto la alarma, tratarido la fuerza del Gobierno
de haccrse fuertes. A pesar de nall,use destacaJa una Comp:uua de "Marfa
Cristina", y haber concentraJo los puestos de 1a Guardia Civil y alguna
guerrilla, adelTIlb de los voluntarios que habra en el pueblo, no se atrevieron
a salir.
Por la noche acampe en "La Yuca", cercana finca, Jande pasamos la
noche.
El diu 26 a las OellO de la manana, tuvimos el primer fuego con el
en..:migo, y a las once de la propia maiiana, el segundo. iIIabiase bautizado
ya can sangre el suelo de la Patda!
Supimos que -scgilll declaraciones del enemigo en su parte oficial
llevaron dos betidos y un muerto de tropa, y ademas muerto el caballo
del comandante Nunez.
1.>3
Hasta ahi el docror Marrero l''Csefia el levantamiemo por 1 efectuado
]agiiey Grande. La acompafiaron en aquella memorable noche: Jose Agus
tin Rodriguez, Esteban Mesa, Rafael Sanchez, Aurelio Rodriguez, Jose
Fuentes, Ramon Fiorenza, Avelino Rodriguez, Pio Sanchez, Gabino Sanchez,
Damel Sanchez, Mariano Reyes. Ram6n Rodriguez, Baltasar Sanchez, Pran
CISCO Sanchez, Tomas Pereira, Jacobo Morales, Julian Ponce, Andres Fagot
V sus tres hijos, Andres, Amonio y Juan Fagot, Fernando Sanabria, N. Sana
bria, Joaquin Echenique, Eleuterio Fernandez, Jose Dubrod, Miguel Du
hrod, Jose Dubroca Padron, Francisco Oceguera, Jose Alonso, Manuel Cor
dova, Silverio Cepero, Jose Agustin Cepero, Rafael Sotolongo, Evaristo B_
tancourt, Diomedes Almeida, Alejandro Buttari y Jose Rodriguez Le6n.
En el primer tiroteo, el 26 de febrero, los primeros en romper el fuego
fueron les exploradores Aurelio Rodriguez, Ramon Rodriguez, Tomas Pe
reira y Jacobo Morales.
PRONUNCIA1vlIENTO REVOLUCIONARIO DE MANUEL GARCIA
Y SU INMEDIATA MUERTI: EL 24 DE FEBRERO
el plan de la sublevacion concertada para cl 24 de febrero del 95 figu
Taba como uno de los principales factores Manuel Garcia con su partida,
que durante anos de audaces corterias, realiJ:ando secuestros y escurrien
dose --a veces disfrazado hasta de sacerdote- las mismas autorida
des que 10 perseguian, habfa desafiado con exito los millares de soldados
Jedicados al infruetuoso afan de capturarlo, vivo 0 muerto.
Can el contaba -y cspecialmentc con su partidll- para que Ie sirviese
de guia y escolta el doctor Pedro Betancourt, designado como Jefe de 10
sublevados de Matanzas. Por ello Ie clio cita para cl alzamiento. Hacia e]
lugar designado encanlin6se Manuel Garda con toda la panida, cerea de un
ccutenar de jinetes armados y desplegaba al sol de la manana
la bandera Je Cuba. Acercandose a Matanzas entro en cl pueblo de Ceib
Mocha, se provey6 de efec1'os en una bodega y pago can vales suscritos a
nombre de la Republica. Sin incidentes, continuo su marcha. Poco despucs,
visado Manuel Garcia de alguna novedad en el camino, partio a galope a
reconocer, acompafiado del practico Fundora, ambos tercerola en mano,
mienttas la fuerza hacia alto para aguardar. Minutos despues oyeron
se dos disparos hacia donde se encaminaban e1 Jefe y su acompafian1'e.
Alli acudleron, presurosas, todos los de la partida. Tendido en el suelo
cnconrraron el cadaver de Manuel Garda, cerea de su caballo; pero Fun
dora habia desaparecido. En vane Ie vocearon y buscaron; instantaneamente
sospecharon la traicion; el asesinato del Jefe en que tantas esperanzas sc
dfraban. Desesperado por el crimen, Vicente, hermano de Manuel Gar
da, dispuso que se retiraran 1'odos los reclutados para 1a guerra, quedando
solamente en el campo los componentes de la antigua partida y abandonan
do un caballo cargado de armas, la bandera y otras efectos, que mas tarde
fueron a poder del general Prats. Recogi6 31 hermano muerto y 10 candujo
a una casa amiga donde fue velado y enterrado, y mtlS tarde exhumado c
ldcntificado POt las autoridades militares. Asi 10 h3 rclatado un tesligo
presencial que mas tarde fue distinguido coronel del Ejercito Libertadar,
r:Jiseo Figueroa. Referfa el doctor Martin Marrero a Segundo Cantison,
10 consignado pOl' este pundoroso Teniente coronel en su libro ri
Ittlado: En la guerra y en la paz que Manuel Garda tuvo desconfianza cid
priictico que Ie eovi6 el doctor Betancourt para conducirlo donde el, man
dindole a dccir que esc no era patriota, sino un bandalero. Pero luega,
dCslstiendo de sus recelos, mand6 a decirle a Betancourt que si se 10 man
dara porque era muy pnlctico. Ese practico, segtin el coronel Figueroa, tIll
PllnJora: el (mico acompafiante de Manuel Garcia en c1 momento de SLI
alcvosa muerte, el que inmediatamente desaparecio.
A 1a muerte de Manuel Garcia su partida se disolvi6. El docLOr Pedr
Betancourt, que por aguardarla, no acudi6 al alzamiento de Ibana, quedo
ckwricntado y abatido por el fracaso de la sublevaci6n de Occidente. Vigl
lado cstrechamente por las autoridades espafiolas y persuadido de 10 arries
gado que fuera dirigirse al campo en busca de los que pudieran habersc:
salvado del fracasa despues de la prisi6n del general Sanguily y de los su
I,levados de Ibarrel, se sometio a las autoridades para poder pasar al ex
Iranjao y unirse a la Revolucion que en Oriente sobrevivla.
Haeta b Cienaga, en las cercanias de Aguada de Pasajeros, andaba la
partida capitaneada por Matagas, de antiguos bandoleros muy conocedorcs de
13 comarca. Para panerla al servicio de la Revoluci6n, fue a organizarla
Joaquin Pedroso, acompaiiado de Alfredo Arango y Bernardo Sow. EI 1
de marzo tuvieron el primer choque con los espafioles y la partida se disol
vi6. Pedroso, Arango y Sotico vieronse obligados a capitular; los demas
cscondieron en la Cienaga a esperat mcjores tiempos, que al fin vinieron
para eUos pcrmitiendoles contarsc, junto con Matagas, entre los combaticn
res de Ia Republica.
El alzamiento del 24 de febrero en las provincias occidentales habra sido
dcvelado apenas iniciado,
LA REVOLUCION DEL 24 DE FEI3RERO EN ORIENTE: BAYATE,
ASERRADERO, CONFIANZA Y BAIRE
La Revoluci6n, ftacasada en las provincias de La Babana y Matanzas, es
ralIa vigorosamente en Oriente. La orden de Jose Marti, trasmitida pot me
clio de Miguel Angel Duque Estrada a Juan Gualberto G6mez, su Delegado
en Cuba, ha dejado a este en libertad de escoger, dentro de la segunda
quincena de febrero, la fecha inlcial de la Independencia. Acordada en
24 de febrero en reuni6n presidida por Juan Gualberto Gomez, en la tarde
del 2.3 de encro fue comunicada a los nlicleos orientales por el joven Juan
I atapier, quien a su vez recibi6 la aprobacion y adhesi6n de todos. Convf
nose en ratificar la orden en las proximidades del dia sefialado por medio
de telegramas donde fuera posible fumado con el nombre de Martfnez,
adoptado para este objeto par Juan Gualbcrto Gomez. El dirigido al gropo
de ManzaniJIo, que era el mas numeroso y 10 dirigia la personalidad de
<:
m:.S alws prestigios p:ottri6ticos y sociales, 13J.rto' ome [1'1as6, decla asL "Diga
Director de El Liberal publique domingo 24 articulo recomendado.
'TINEZ. "
El director del peri6dico El Liberal era Jose lvliro Argentcr; cl articulo
recornendado. "La sublevacion". Esto me el 22 de [cbrera. Dos dias que
daban disponibles para cursar las ordenes y dictar las disposiciones del
levantamiento, Otro telegtama analogo fue enviado al general MoncaJa,
quien a su vcz trasmitio la orden de levantamiento a1 general Pedro J\gus
dn Perez y sus conjurados de Guantanamo y a Jesus Rabi y los hermanos
Lora en Baire y Jiguani.
Par su patte, el general Maso inmediatatnente envio a Miro a Holgub
para avisar a los hermanos Sartorio, y djrectamente clio aviso a Esteban Ta
mayo y a Joaquin y Francisco Estrada. A Ce1edonio Rodriguez 10 tenia <I
su lada en funciones de Jefe de Estado Mayor.
La mas exacta narracion del gran dia de la Parria esta contenid:1 en e'
Diario de operaciones del general Mas6.
"f'eSrero 22 de 1895. Como a las C:.latro de la tarde recibi de La Haba
na un telegrama muy confuso, pero 10 interprete como que confirmaba el
aviso del 1evantamiento para el domingo 24. A pesar de haber pediclo yo
el aplai:omiento para el fin de marw, me dispuse a salir. Vi a Cekdonio y
a j'vfu6, este para que saliera, como salio, para Holguin a reuuirse can
Sartotio y que amaneciese pronunciado en dicho dia. Ai amanecer sall
de mi cnsa de Manzanillo, ya despedido para hacer e1 movimi.cnto, en union
de Enrique Cespedes, mi sobrino, el guardia de mi finca, Miguel Blanco y
Gaspar Perea. De paso hable can Dimas Zamora en la barbetla de Celedo
nio. Toque en casa de Juan Ramfrei:, llegue Jande... de quien
otro lclcgrama que no vino; pase por casa y salL para la Jaguitaj de la casa
cambie rumba al cementerio, por donde sall a sustraerme a cualquiet en
cuentro, si me perseguian, como temi.
Por 1a entrada del cementerio, donde me aguardaba, se me incorpor6
Amador Guerra. Continuamos juntos los cinco hasta cl centro de mi finca
"La Jagiiita". Sedan de diez a once de la noche. Andaban mis carretas
por am cargando cana para los centrales "Salvador" y "Tranquilidad"; nos
apeamos en los bohlos que POt aqucl lugar dene mi colono Pablo Estrada,
que estabn ausente. Celebre consejil1o can los compafieros y resolvi que
Amador Guerra, y COll el Enrique Cespedes, e1 24, desde Calicito recorrie
ran aquellos ingenios, tecogiendo bajo el grito de Inclependel1cia todas las
armas y municiones que hubieran. 1\ Perea, que se dirigiese sabre Yara a
tecoger 1ft genre armada que por alli hubiese, y que diese aviso a Juan
Mas6 Parra en donde se hallaba este, y gue sc Ie iocorpor'lSc, debiendo
el primcro incorporarsc a Amador Guerra para ir sobre Yara, SalbiaJ y Cayc
Espino, a reunirse 1uego, a mis terrenos de Bayate. Yo, despues de distri
bwdas estas 6rdencs, me dirigi a la casa de la Jaguita, encontrc a Panchita
donde Maria Toledano; tome cafe y se renovo 11li equipaje. Escribi una
carta a J. Ramirez; me despedi y saIL Amador Guerra y Enrique Cespedes

se nos separaron desdc cl rderido bohio; continuaban conmigo Perea y el
guardia.
Entramos por el fondo del potrero "Drsula", de Batolito; de alli partio
Perea a cumplir la orden de Yara. AI guardia Blanco, con su sobrino Fran
cisco Blanco, que en aque! lugar se nos incorporo, los mande a recoger ca
ballos en el potrero. Yo me eche solo debajo de un arbol a esperarlos. Se
me incorpor6 alIi Juan Virit<1n, a quien rnande a una diligencia de 1a que
volvio a poco. Luego se me ptesento Juan L. Chavez.
Febrero 23. Al amanecer parti con Chavez y el guardia hacia Cabezada
de Limones. Paramos alIi los tres el dia y la noche. Sabre la tardecila me
resolvi a informar de 10 que pasaba a D. y P. que vive en una estancia
de mi propiedaJ, junto a donde me haliaba, y el cual me facilit6 cafe. Du
rante ese dia concurrieron alii, retin1ndose Illego, M. Olive, Lico, y San
tiesteban, Ignacio.
Mande practicos a Ccledonio Rodriguez, Dimas Zamora, Pascual Mendoza,
Plorencio Vega, Vicente Perez y otros, para que salieran: para que meran
a1 Cuartel General. Llegaron estos al amanecer del 24, y alli se di6 el
GRITO, habiendose encomendado la primera guardia centinela al joveD
Jose Rodriguez, hijo de Ce1edonio, hoy Coronel.
En ese dia AMADOR GUERRA DISPARA EL PRIMER TIRO POR
LA Ij\TDEPEl\TDENCIA EN CAYO ESPINO, cumplicndo mis 6tdenes,
trasmitidas desde Bayate, y a1 grito de "IViva Cuba Iibre! jViva la Jode
pendencia! IViva e1 general Mas6!", batio el destacamento de la Guardia
Civil alii exislente, enarbolando la bandera de Lopez, ae Ah>iiero y de la
Constituyente de Guaimaro.
Hasta agui 1a narraci6n del pronunciamiento de Bayate por el propio
general Maso.
El mismo diu fue lanzada 1a primera proclama de la Revoluci6n, diri.
gida a los cubanos, y otra a los espaiio1es.
"A LOS CUBANOS: terminado e1 largo receso que las circunstancias
nos impusieron en el ano 78, estamos de nuevo en campana, esperando par
los elementos can que pensamos conquistar en muy breve plaza nuestra
Independencia, Unica soluci6n a la que debemos aspirar todos los cubanos.
"Como comprendereis, el movimiemo revo1ucianario se extiende a taJa
la Isla, coincidirii con el arribo de varias expediciones, que conducen a los
generales Gomez, Maceo y otros reputados Jefes; con tada la emigracion
que se ha11a en el extranjero. As!, de esperar es que no quede un cubano
que deje de romar en C1 1a participaci6n que de derecho Ie cOlTesponde; y
atm aquellos que en 1a decada pasada nos meron contrarios -por ignoran
cia, por error, 0 par cualquier otra callsa- hoy pueden reinvindicarse. t ....
todos los esperamos con los brazos abiertos. Patria y Libertad. Cuartel Ge
neral del Djstrito de Manzanillo, a 24 de febrero de 1895. El lefe, BARTO
LOME MAS6."
137
La otra proc1ama -bella y noble-- deda:
"A LOS ESPANOLES: Tanto como nosotros tendreis que convenir en la
justicia de nuestra causa; mas no debemos llamaros a defender'a; \)60 qut'
da a vuestro juicio y a vuestra voluntad. Si debCis saber que mlentras no
nos seais hostiles os consideraremos como hermanos, respetando igualmcnte
vuestros intcreses. Y sabed que al hablaros asf obedezco tanto a mis nalU
rales sentimientos como a! programa de la Revoluci6n. iQueremos Ja Inck
pendencia: para todos! Cuartel General en Bayate, a 24 de fcbrcro de
1895."
BARTOLOME MASo.
Ese mismo ilia, 2-1 de febrero, el genera! Pedro Agustin PCrez, Jefe dL
los conjurados del vasto tcrritorio de Guantanamo, quicn ya habia ptOll1C
tido a Emilio Giro, Comlsionado del general Maceo, tener Ia costa
para un desembarco expedicionario, enarbol6 en la inca "Confianza" la
bandera uniestelar de Ia Republica y orden6 empezar las operaciones: a.
Enrique Tudela sobre el uerte "San Nicolas" en Hatibonico, barrio d::
Caimanera, que tomo el mismo dia, y atacar los de "EI Toro" y el d<.:
"Maria del Pilar". E1 general Perez tom6 al siguiente dla 25 el de "S,\
bana de Coba". Y el 7 de marzo, con el coronel Victoriano Garzon, tomo d
pueblo de Ram6n de las Yaguas. Sus fuerzas encuentran y salvan al general
Jose Maceo y 10 acompaiian a! primer combate de importancia en Arroyo
Hondo: eI 25 de abril. Rapida fue la marcha realizada por las fuerzas; por
que acababa de llegar Ia nocicia de Ia aproximaci6n de Jose Marti y Maximo
Gomez, que con los generales Francisco Borrero y Angel Guerra y 105
oficiales Cesar Salas y Marcos del Rosario habian desembarcado cl 11 de
abril en la ensenada de Playitas.
Un joven de acaudaladn familia, Enrique Brooks, babfase unido desdc;
el 24 de febrero a los sublevados, y asistido al ataque ue los fuertes.
Obediente a Ia consigna de MartI, el mismo 24 de febrero de 1895 Sll
blevose por la Independencia e1 general Guillermo Moncada, pero Ia grave
enfermedad que sufrfa, una tisis hemorragica, impidio al esforzado paladin
<.Ie Ia decada gloriosa realizar las operaciones que anhelaba; casi moribundo
se alz6 en armas por 1a Pattia. Veteranos y distinguiclos j6venes 10 5i
guieron.
a orden de sublevaci6n repercutio en Bairc con forma y exprcsi6n dis
tintas; con un grito y una bandera que no fueron el grito de Independencia
y Ia bandera uniestelar de Ia Republica de Cuba. El grito de Baitc flle el
de "Viva Ia Autonomfa". La bandera, enarbo1ada en Baire fue una bandera
espanola atravesada por una cruz diagonal blanca. El caneI6n abandonaclo
por los sublcvados de Baire y recogido por Ia ttopa del general Garrich
deda: "AVISO AL PUBLICO: EI Jefe del movimiento participa al publico
que al (quien vive? de nuestras fuerzas se contest ani: 'jEspaiia!':
gente?' 'La Autonomia'. Lo que se hace publico para general conocirnienro.
Balre,2 de marzo de 1895. Por el general Jesus Rabi, ei coronel Saturnino
Lora."
FlIe la presencia del grupo autonomista, responsable, en primer termina,
del abandono de la bandera y el ideal de Ia Independencia por el miserable
grito de la autonomfa y su espanol emblema habiansc reunido en Baire a
los conjurados separatistas unos treinticinco autonomist as, quienes aconse
jados par el mledo a1 resultado del movimiento revolucionario, 0 parde
samor a la Republica, lograron inducir a los revolucIonarios lin grito y
una bandera despreciables jSiempre la componenda de los autonomistas
lItilizando las fuerzas de la rebeldia para Ia politica de sometimiento!
HI 24 de febrero, en obediencia a Ia consigna dada desde La Habuna,
rcunieronse en Ia finca "Veguita" los hermanos Saturnino, Mariano y Al
fredo Lora, Jose Antonio Cardet y sus amigos y Reycs Arencibia con los
conjurados de JiguanL A esta reuni6n concurrieron treinticinco aUlonomis
tas que al saber la inminencia del movimiento rcvolucionario maniresta
l'anse decididos a incorporarse a el. Invocando como siempre un falso amot
i1 la libertacl de Cuba -el mismo de todas las predieas autonomistas ante
bs multitudes impresionables, obreras 0 campesinas, y pretextanda 1:1 ins,'
guridad de Jos alzamiemos y sus consecuencias si los abandonaba Ia fonu
10:1- consigllieron interponer entre la inteoci6n de aquellos patriotas call
Jorosos y vaLentcs, y Ia acci6n revolucionaria eJ puente mezql1ino de ia
sumisiOn.
Pero, tan pronto sooaron los primeros disparos los mantenedores de la
tesis de la sumlsi6n se sometieron de nuevo a Espana mientras Rab!, 105
L,lra, los Cardet, los Reyes Arencibia y sus amigos arrojaron al suclo 1a
b.1Odera de la cruz espanola, y cnarbolaron en su campame11l0 la bandtr;!
ell.' Cuba y la bonraron con los triunfos de Las Yaguas, El Cacao '! Los
Ncgros.
Los sllblevados en Baire el 24 de febrero, dirigidos por Saturni.no Lora.
resolvieron conHar la Jefatura del movimiento a un valeroso
de Ia guerra anterior, el tcniente coronel Jesus Rabi, que se !labia distin
glliJo a las ordenes del general Maximo G6mez y en su busca partieron
or c1 camino de los montes de "Las Yaguas". Allf organizaron sus huestes
y se parapetaron para e1 primer combate, que tuvo lugar dicz dias des
pues. La ha narrado Enrique Ubieta, entonces ayudante del general espanol
Garrich, c hisloriador verfdko, en estos terminos:
"El dia 6 de marzo de 1895, a cosa de las once de la manana, entro can
la \'angual'rua de la columna a cargo del general Garrich, del que era yo
ayudante de campo, por Ia calle central de Baire. No obstante babers(:
dicho que aill nos aguardaban unos seiscientos cubanos 31 mando de Rabi
\ Saturnino Lora, es 10 cierto que Ia poblacion estaba al parecer sin habi
rantcs, ccrradas toelas las casas, sin que desde ellas se nos disparase un
:>010 tiro.
"Asi lkgumos hasta la misma plaza de la Iglesia, colocanelonos debajo de
los laureles que alli existeD, perc a caballo aun. Me orden6 el general G..l
rrich que: salienl pOl' cl camino de Cuba para vel' si algllna columna nues
138
tra se aproximaba. Al hacerlo, acompafiado de un ordcnanza, note varios
papeles pegados a las puertas de algunas casas, y al aproximarme lei en
uno de elIas 10 siguiente: 'AVISO Ai PUBLICO. El jefe del movimiento
participa al publico que al quien vive de nuestras fucrzas se contestara
Espana. (Que gente? La 'Autonomfa'. Lo que se hace publico para general
conocimiento. Baire, 2 de matzo de 1895. Par eI general Jesus Rabi, d
coronel Saturnino Lora'."
Alejados estabarnos ya de Ia casa del general Ceballos, y a1 pregunlarle
el por que de dichos cedlliones, me contest6 10 siguiente; "La opinion de
los sublcvados estaba ya algo dividida wando marcharon hacia Las Ye
guas, lugar donde se reunian. Desde alii me enviaron csta carta que entre
gue y aUn conservo; 'Amigo Cardoniga: Haga cl favor de mandarme a
hacer una bandera con la divisa de la Autonomia. Reciba el testimonio d
mi consideraci6n, Jesus Rabi.' "
Como en el pueblo nadie sabia cuaJes eran los emblcmas de la Autono
mfa acudimos al licenciado Alfredo Betancourt Mandulev para que 10 dije
sc, y este indica la persona que habia de hacer las ba;'dcras, cuaJes eran,
y ya las tiencn en su poder.
!\quella tarde del 6 de marzo envi6 el general Garrich una [uerza mon
tada para batir a los que se deda estaban en Las Yeguas. Estas fuerzas se
companian del primer batall6n de "Hernan Cortes" y la guerrilla de Cuba,
que mandaban respectivamente los capitanes Capaz y Bonastra -cubanos
llevando de practico a un pobre hombre, dependiente de illla bodega de
Baire }' creo que licenciado de la Guardia Civil. Rabi y Lora los aguarda
ban alli. Y es 10 cierto que tuvimos una derrota, pues sc perdieron armas
y municiones, mataron al pobre pnkrico que a fortori iba, y hubo clara
mente su chagueteo, pues 10 Unico que alcanzamos, y esto {ue porque la
dejaron abandonada donde la tenian enarbolada, fu- Ia bandera autonomis
ta, que najeron al anochecer como trofeo quitado al enemigo.
La realidad fue que bajo la direccion expena de Rabi los cubanos pu
sieron en fuga el baraH6n "Heman Cones" y su gucrrilla, '! que ya en
trance de combatir, tiraron al suelo el emblema autonomista, que Ie>
habfa facilitado die;: dras de tranquila organizaci6n, y enarbolaron en su
lugar la Solitaria Esrrella de la Patria.
III. En la Florida al estallar la guerra
Abrumaclos pOl' el desastre de Fernandina llegamos a Tampa Enrique y To
mas Collazo, Charles Hernandez y e1 autor de estas Memorias. Can ansiedad
nos espcraban Fernando, Nestor LeoneJo Carbonell, el doctor Fermin Val
des Dominguez, Manuel de la Cruz, cl Director del Cuba, Ramon Rivera y
ramos O.ras cubanos entllsiastas y generosos. Teniamos que multiplicar nues
rra narracion de la catasrrofe: la magnitud de las tres expediciones malo
gradas par Lopez de Qucralta... Y anun.ciar cl irme prop6sito de empezar
de nuevo, Sill tardanza y sin tregua. Dc ella no costa esfllerzo alguno per
suadir a los emigrados.
Quedaronse en Tampa a Ia mira de ir preparando los medios de
poner a flote su proyectada expedici6n. Para ayudar a1 general Sanchcz a
levantar los rccursos pata su expedici6n, me trasladc a Cayo Hueso en cum
plimiento de las 6rdenes de Marti. Agotaclo el tesoro del Partido Revolu
cionatio, destinados ya los ultimos donativos recibidos par c1 Delegado des
pues del desastre a sufragar los gastos que habrfan de causar su traslaci6n
a Cuba con e1 General en Jefe y al eovio de dos mil pesos al general Maceo
can igual objcto, nos encontramos frente a la necesidad de rellnir muchos
miles de pesos acumulando las pequefias contribuciones voluntarias, sepa
radamente de la obligaci6n semanal consistente en un dIa de trahajo de
cada seis. A la fmproba tarea me puse sin demora. Con dos cubanos recien
\legacios -Medin Arango y Juan Tranquilino Latapicr- visite III millona
rio, seilor Eduardo Hidalgo Gato, que me regal6 para mi uso personal, un
revolver Smith 44 y un rifle Colt y accedi6 gustoso a que le visitnra sus
talleres. Con cl mismo prop6sito visirc a los delmis duenos de f<lbricas de
tabacos, con cuya autorizaci6n y recomendacian fuimos de taller en taller
pidiendo a los cubanos en el momento decisive de los destinos de Cuba
una contribuci6n extraordinaria al Tesorero del Partido Revolucionario, ca
paz por su magnitud dc a Cuba la expetlici6n del general Sanchez.
Respondio el parriotismo de los tabaqueros del Cayo con clamorosas asig
naciones. La CLlanda de elias me decidi6 a 11amar a1 1'esorcro, senor Benjamin
Guerra y a Gonzalo de Quesada. A su llegacla visiwmos los ultimos
res; olmos a nuestras dUdas arengas responder las chavetas de los laborioso::i
tabaqueros golpeando con estruendo las mesas, a tiempo de proclamar gene
rosas contribuciones a la Revoluci6n. Las cantidades ofrecidas como contri
bucion extraonUnaria fueron descontadas de los haberes el dIa de los pagos
y entregados a Benjamin Guerra.
Resolvimos convocar a un gran mitin en el tearro San Carlos, santuario
de la Patria. EI gran teatro se llen6 a extrema de hacerse dificil dar al
gunos pasos entre el gendo. Toda la colonia cubana estaba alIi animada al
paroxismo por los habituales Vlrores estentoreos de Villas y Brito. En e1
caldeado ambiente ascendimos Gonzalo y yo a la gran tribuna de la emi
graci6n; aqllella quc era altar desde que 1:1 santific6 la palabra casi divina
de Jose Marti. Patriotas esclarecidos ocupaban los pakos; generales como
Serafin Sanchez, Carlos Roloff, Rogelio Castillo, Juan Monz6n; pan'iotas
como rermin Valdes Dominguez, Jose Dolores Poyo, Teocloro Perez, Eduardc
Gato, los Parhi, Garcia Bayeres, las Bonacbea, los Pelaez, Diaz Sil
veira, \X'alterio Garda; es dccir, toda aquella juventud que habla ttaido a
Marti a Cayo Hueso para fundar el partido de la Revolucion. Las Sacerdo
tisas d:::l Hogar, a Ia gufa de Aquella mucheclumbre de cubanas admirables,
dispuesras a totlos los sufrimientos para que sus bijos, 0 sus hermanos, a
sus novios no las avergonzaran quedandose junto a ellas cuando la Parria
pedia sus brazos para la liberrad. En tal ambientc, caideado par aclamacio
nes cstruendosas hablamos Gonzalo y yo, y Poyo, l\rango, Valdes Domingue.>
y j6venes discipulos de Marti. Y sllrgi6 inmediata a la palabra la acc:6n; la
ofrenda de todo el dinero contenido en los bolsillos. Circulaba la bandeja
replera de monedas y billetes y volvia a circular a cada arenga nueva de la
141
tribuna. AI pasar ami, puse en 1a bandeja d reloj y la 1tomina .!"
oro, que tran cuanto posela. Hubo un estalUdo de vltores >' aclamadones. \
la bandeja volvi6 a lienarse de billetes y prendas amohtonadas. Un patriotis
mo indescriptib1e, ardiente, 1evantaba los corazones: echaba a andar la ex
pedici6n.
A1 siguiente dia, a 1a casa del general Serafin --<londe me hospe
Jaba- lieg6 una Comisi6n, presidida pOl' Rosendo Socarras} para devo1vennc
el rdoj -recuerdo de mi madre- y 1a leontina -regalo del general Macc()
y para veneer mi negativa a la dcvo1uci6n habian elios reurudo el valor de
nmbas prendas y 1a entregaron, junto con 1a enorme cantidad recaudada <:n
cl mitin, al Tesorero, Benjamin Guerra.
Ya a mediados de febrero sentiamos la aproximaci6n inminente de la gnc
rra. En impadente espera, acompaiiaba LOdos los dias en $U trabaio de esco
gel' tabncos, al general Sanchez. No ocupaba en ello, sino 1a mitad del ell,i;
10 basrante a ganar cuatro pesos, suficieme para su manutenci6n y 13 d.:: 51'
esposa, 1a belHsima Pepa Pina, su sobrina Emilia y sus hermanos Raiilllmd(
v yo. (Qne con ese titulo me favoreda siempre). Y aun qued.ha diner,.
lJara su contribud6n semana1 de cuatra pesos -un dia de haber- a In Caus;)
.1 Ia que iba a ofrendar tambien su vida. Lucgo de almorzar sal1amos dc
paseo por la playa, frente a1 mar que nos separaba de Cuba. Una vez ]",_
clijo: "Lo malo es 10 ancho de este canal que no nos deja cruzado a nado" ...
A vcces visitabamos en sus hogares a las familias paa-iotas: la de Bonached,
integrada por Ja viuda del bravo General de la Guerra de los Diez Aries,
Ramon Leocadio Bonachca, fusilado en Santiago de Cuba d 7 de marzo
de 1885, al dcsembarcar para nuevo 1ntenlo revolucionario y sus hijas Am':
rica, Leocadia y Guarina y un jovencito, Ram6n. Un concurso popular hl
bra otorgado a Leocadia e1 premio de Ia belleza, como hubieran podido
dade e1 de los atributos cSlJirituales. La familia del general RoloH, euya es
posu, hermana de la de Estrada Palma, era hija del Presidctllc GUJrJioil
de Honduras: las familias de Poyo, Gato, Castillo} y Ja del doctOr Palm,1
L1S veladas patri6ticas eran continuas. En elias recitaban bellamcnte Mditi
na AZFitfa, Maria Padr6n entre otras y acompafiaba a\ piano j.,
jlln pufiado de rosas sobre la toca del destierro!
Una t,lrde a1 volver del pasco porIa playa encomramos entusiasta much.::
dumbrc que venia al encuentro del general Sanchez, dandole \"iV'l:>... jLa
Revoluci6n habia estallado en Cuba... jEra el 24 de febrero! ... ;\0 se cona
dan detalles pero el anslado dia habia liegado! ... Una e01oci6n, mas intensa
que los terremotos que destruyen las ciudades, estremeda al pueblo que:
iba a construir una Republica. Cayo Hueso, posefdo de entusiasmo febril, se
ech6 a Ia calle. Leianse en alta voz los alcances de la pl'ensa. Fcrvorosos abrd
'.Os lradudan el jubilo de los cmigrados. Los veteranos de 1.1 vieja guerra
<:1':111 aclamados. La casa de Serafin se lien6 de visitas. Con violencia lati'1n
los eorazones.
a impaciencia pOl' embarcar desespcraba a los expedicionarios. En gestio
nes para la adquisici6n de nn vapor andaba el general Roloff con la Dck
gaci6n del Particlo Revolucionario, que falto de la presencia de Marti, p.1
recla adolecer de Ientilud angustiosa. ADn no habfan sido adquiridas las ar
142
mas, ni el baIco. Para colmo de contrariedad el general SeraHn Sanchez
alma de la expedici6n, enferm6 gravemente de c6lico nefrftieo, cUYOS intensos
dolores y estragos Ie tuvieron mas de un mes al borde de la mllerte Junto
a su esposa, Raimundo y yo nos sepanlbamos de su lecho, dia y noche, <;ll'
friendo 10 indecible. EI doctor Juan Eligio Palma no abanJonaba al ilustre en
ermo. A1 fin entr6 en 1a eonvalecencia. Y con ella las nuevas inquicwde5
porIa demora en 1a adquisici6n del barco y el armamento.
Cada dia las noticias de la guerra y sus progresos agitaban la Impaciem.i"
de 105 que esperaban anos enteros esta hora gloriosa de Ia guerra. Vi e:1tr
los sublevados los nombres de Angel Castillo, de Paco Recio, de Mauricl\)
Montejo, los mismos que me pidieron a Marti para Jefe de los primero:,
alzados en e1 Camagiiey. Y la impaciencia de acompanarlos, sin csperar la
diffcil expedici6n de los generales Roloff y Sanchez, me decidi6 a arm:'.\
pequefia expedici6n con una veintena de amigos. Habia recibido de mi padr,
algun dinero -10 suficientc para gastos de organizaci6n, aunqlle no del
Jete del barco- de 10 que pudo obtener de 1a venta precipitada de mi
dleciocho acciones del tranvfa de Camagiiey me decidi a emprender llna pt
quefia pero inmediata expedici6n. Tome pasaje para Nassau, donde llegUL
cl 2 de Ahril -el dia aruversario del Sllceso de las armas por m! l' eV:ldas al
Camagiiey- en busca de un barco de vela que me condujera :1 Cuba CO:1
otros impncicntes, Ia mayorfa camagiieyanos, que se me ofrccieron a ac
a
mp.1
narme: entre elios Aurelio Noy, Viewr Manuel Fano -mi de
redacci6n de El Guajiro- y Charlie Hernandez.
Contaba tambien con un armamento, que puso a mi clisposici6n mi
Carlos Recio, consistente en cuarenta rifles, cuarenta machetes, veinte mi',
capsulas, cuarenta polainas y correajes, ademas de veintiocho rifles que en
distintas ocasiones me regalaron para mi uso, mis amigos cubanos.
En Nnssau me puse al habla con Juan de Arteaga y Montejo, marino w
bano muy patt'iota, y muy relacionado con propietarios de veleros de aquc:
puerto. Par su gesti6n llegue a conseguir una goleta ("Ariel') pcquci'ia peru
de mucho andar, capaz de fltravesar en una noche el canal que separa la
islas inglesas de Bal1amas de 1a costa carnagiieyana. POl' quinicntos pesos
recogerfa en Ia playa del Este en Cayo Hueso, remontaria a los ..:ayos de:
la Florida, en jurisdicci6n americana; entrada en las aguas inglesas de las
Bahamas, y haria la travesia a la costa norte del Camagiiey, pol' los alr<:
declares del rio Maximo. Esperada para venit por nosotros, un
mlo desde Cayo Hueso. Estc mensaje serra tambi61 la sena1 de qut:
In canridacl convenida, para entregarla al embarcar. Reunida esa suma no crd
que fuera dHkil en un grupo de amigos. Pero juzgue prderible -par evilur
la divulgad6n del proyecto- acudir a Benjamin Guerra, provisional sllstituw
de Martl, invocando Ia cantidad, mucho mayor, que ayuc1e a conseguir d-:
tribuna en tribuna.
Para resolver mi petid6n reunieronse con Benjamin Guerra los generale:::
Roloff y Sanchez. Lo que acordaron fue impec1ir a todo trance In salid'1
de mi expedici6n, pOl' entender que dejaria un rastrO rou)' grande y estor
baria los planes de la que estaban preparando ambos generales. Pero, nL'
para ahf la negatiV(li se me orden6 incorporarme con todo mi armamento
143
a la expedici6n de elios, con la promesa de entregarmelo en Cuba, para no
impedir mi proposito de organ1zar una fuerza de operaciones. Puso fin a mi
rcsistencia Benjamin Guerra can estas palabras: "Enrique, se trata de una
orden de los Generales y de la Dclegaci6n, y hay que cuadrarse y obedecer."
Y me madre y me puse decididamente con mi armamento a las ordenes de
los generales Roloff y Sanchez.
Escribi a Juan Arteaga el desistimiento de fletarle la goleta ('Atie" y me
rendia la prolongada espera oe la expedicion oe Las Vinas, la que en vano
procuraba divisar entre las brumas y angustias de mi espiritu.
A mi soJicitud de alguna eonstancia de Ia superior resolucion para mas
rarIa a los que me ofrecieron aeompanarme en Ia expedici6u, cl general Roloff
me entreg6 un documento en estos terminos:
"Ciudadano Enrique Loynaz del Castillo: En virrud de esta orden la ex
pedicion que usted tiene organizada para dirigirse a1 territorio central de Ia
isla de Cuba stlspended su embarque, por cstorbar a mis planes, y par
aeuerdo con el Tesorero Je1 Partido Revolucionario Cubano. Key West, 15
abrll 1895.-CARLOs ROLOFF.
"Son 68 rilles, 40 machetes, 20,000 mil dpsulas, y litiles, correajes, &.
Con 33 hombres."
A poco me dio el general Serafin Sanchez Ia orden de embarcar en la
goleta "Rosalie", de Severino Galvez, con treintitres expedicionarios de Las
Villas, hacia el cayo Pine, inmediato a J.a bahia Honda, donde al mando de
elias y de otro grupo expedicionario, comandaoo par Jose Marin -que nos
habia precedido desde e1 mes anterior- me encargaria del campamento hasta
la l1egada del resto de la expedicion con los generales Roloff y Sanchez. La
Rosalie" nos esperaba en Ia desierta playa sur de Cayo Hueso, dande se
reunieron casi simllitaneamente los expedicionarios. A falta de muelle, tuvimos
que echarnos al agua, vestioos, para abordar la goleta y partir rapidamente.
Toda aquel1a noche y el siglliente dia navegamos entre la cadena dt: cayos
extendida hacia la penfnsula floridana. Dc noebe I1egamos al cayo Pine, de
desolado aspecto, rocoso, sin otro arbol que melancolieos pinos, a cuyo rumor
solemne se unJa el zumbido infernal de terribles mlriadas de mosquitos ... Vic
timas de sus ataqlles inmisericordes, yada un burro muerto. Envuelta :a
cabeza en tupido saco de yute, nos csperaba Ia esposa de Galvez...
TV. Primeras operaciones de la guerra. Con/erencias
de ((La Odiosa"
-
Mientras el general Rabi rechazaba el ataque de los espafioles en Las Yeguas
cl G de marzo, e1 general Bartolome Maso, que habia ordenado d ataque al
fuerte de Cayo Espino realizado brillantemente por los comandamcs Amador
Guerra y Enrique Cespedes el 24 de febrero, ordeno a estos jefes un re
conido por los earninos del Songo y central "Tranquilidad" para recoger ar
mas y pertrechos y luego encaminarse a Yara, donde se habia pronunciado
Juan Maso Parra, veterano de la guerra anterior, a donde el mismo Maso sc
dirigfa despues.
Habiendo recibido cl general Maso carta de don Jesus Le6n, de Manzanillo,
en la que Ie anunciaba la visita que deseaban hacerle algunos amigos proce
dentes de La Habana, contesto que no tertia inconvcniente en recibirlos a las
diez de la manana del dia 6 en la hacienda "La Omosa" de Salvador Rios.
Reuniendo las fuerzas disponibles para ofrecer un brillante aspecto de 1<1
Revolucion, hizose acompanar del escuadr6n de magnificos jineles capitanea
dos por Amador Guerra, por Ia fuerza de Jiguani enviada por el brigadier
Rabf, por la fLlerza del comandante Francisco Blanco- conocido por Belli
to-, la del coronel Joaqufn Estrada, de Bayamo y otto escuadron bayames
al mando del comandante Jimenez y parti6 para "La Odiosa" al frentc de
estas fuerzas ya bien organlzadas, a las que se incorporaron durante Ja mar
cha las del coronel Esteban Tamayo. A las diez y treinta de Ia manana
llegaba a "La Odiosa", a tiempo que eran anunciados en la guardia los se
nores Herminio Leiva, Jose L. Ramirez Vila, Virgilio Chavez, Jesus y Juan
Leon, Manuel Romagosa y los comerciantes pcninsulares Manuel Mufuz, Mar
celino Vazquez, Ramon Fernandez, Rios y otras.
Habla en nombre de Ia Comision del Partido Autonomista el seilor Her
minio Leiva, instando a que se depusieran las armas y ofrecicndo toda cIase
de garandas en nombre del Gobierno espanol si asi Jo hicieran. Arguy6 que
el pais no secundarla, sino que se volveria contra los sublevados; que no se
esperaran recursos del pais, ni de fuera; que no habia armas, lli siquiera con
derto, entre los alzados; porque unos pedlan la autonomla, orros la Indepen
dencia, y algunos ignoraban por que estaban en armas. Presenr6 el cuadra
desventurado del alzamiento en Occidente. Le contesto Bartolome Maso can
entereza que por 10 menos Oriente estaba sobre las armas. Pero que aun en
el caso de que fuera 1a situaci6n como la Comision y el senor Leiva la pin
taban, su propia dignidad 10 sostendria en guerra. Y con el fin de ganar
tiempo para que e1 ansiado arribo de los generales Gomez y Maceo per
miliera hacer rente can e.xito a la inminente ofensiva del Ejercito espanol,
anunci6 Maso a los comisionados que si se daba una tregua de algunos elias,
el recorreria el territorio de Oriente para saber a que atenerse porque no
seria racional una temeraria lucha que el pais rechazara. Contesto Leiva que
careda, naturalmente, de facultad para resolver esto; pero que asi 10 solid
tada de las autoridades de Manzanillo. Despidiose la Comision, de regreso a
Manzanillo y eI general Mas6 volvio con sus fuerzas a su Cuartel General
cercano, dispueslo como antes a sostener la guerra; pero con alguna proba
bilidad de no ser hostilizado fuertemente en el recorriCfo que se proponia
por todo el territorio oriental.
Al siguiente dia 7 de marzo, en momentos de partir, como tenia proyectado,
anuncio Ia avallz,Jda 'a presencia de gente de Ia ciudad. Esta vez se trataba de
orra Comision Alltonomista presidida por don Juan Bautista Spotorno, e,
Presidente de la Republica en Armas, a gwen acompafiaban don Jesus de
Leon, don Manuel Romagosa, don Jose Guerra, Tano Guerra y los j6venes
Elcusipio de Leon, Merconchin, Esteban Varona Pronesta, Duran Batista,
Estrada, Alonso Rivero, Ramon Hernandez, Rios y otros. Recihidos por Maso
romo la palabra eI senor Spororno para insistir en las mismas proposiciones
de somctimiemo rcchazadas d dia anterior a Herminio Leiva. Prescnto, adc
144
una carta del antiguo Diputado il15urrecto Marcos Garda -ahora en
tregado al servicio de los espafioles- enderezada al mismo propOsito por cl
practi<':1nJo en toda 1a guerra de indueir a 1a traici6n, y a la deserci6n del
deber a cuantos jefes revolucionarios se prestaran a reobit sus insinuacione<;
\. mensajes. Rechazados aquellos argumentos por el general Maso, tome 'J
discusi6n un caracter airado, que hizo exclamar al teniente coronel Celedonio
Rodriguez estas oportunas palabras: "Senor Spotorno: un decreta de usted
mismo --cuando presirua la Repftblica- diponia la ejecucion sumarisima de
qUlenes vinieran a los campos de la Revoluci6n con indignas propClsieiones
a Espana. Vayase antes de que nos obligue a aplicar1e a llsted y sus
acompafiantes su propio Decreto".
"'Iuy rontrariados retiraronse Spotorno y :os suyos en direcciun de Ma.)
'laoille. Antes, llamandolo aparte, sonde6 Mas6 a Spotorno en busca de alguntl
lOtencion patri6tica que Se reservara el viejo ex Presidente de 13 guerra an
terior. jNada! Se Ie habia extinguido la llama del patriotismo .. ,
As! terminaron las dos inutiles conferencias de "La Odiosa".
:\un persistio el Herminio Leiva en c1 envio de alguna que otra carta; como
o hao despues Marcos Garda en todo cl curso de la guerra, incirando a
IOdos los postergados a la traici6n.
Con sus fuerzas sa1i6 e1 general Maso a recorrer el territorio sublevado y
I promover la insurreccion en la comarea de Holgufn. Lo acompanaban cl
enie.n1e coronel Celedonio Rodriguez, al frente del Estado Mayor, la Escolla.
31 mando del teniente Enrique Cespedes, el coronel Esteban Tamayo y el
.:omandante Blanco -"Bellito"- con sus fuerzas. Sobre la zona de Manza
mllo quedo el capitan Amador Guerra.
El 8 al amanecer encontro al coronel Juan Mas6 Parra con
tucn.:as acampado en "Las Peladas", donde rue recibido COn entusiastas vi
Nes. Analoga escena patri6tica tuvo lugar en Valenzuela al ser recibido por
d coronel Joaquin Estrada y su hermano con numerosas uerzas.
El siguiente dia 9, al rente de esas fuerzas reunidas y a banderas des
1 JegaJas, cntro el general Mas6 en el pueblo de Guisa, en cuya plaza dirigio
a los vecinos, cubanos y peninsulares, fervorosa arenga, interrumpida con acla
maciones. Alli se Ie incorporo el general Jose Manuel Capote, y un intdi
.cnte joven de apelHdo Torriente, segun estci consignado en el Diario del
PrOcer.
Desde Guisa remitio orden al brigadier Jesus Rab! para que se Ie ineor
porara con las fuerzas de su mando sublevadas en Baite y Jiguanf. Y a Jose
\lm) Argenter y Ricardo Sartorius, a quienes suponia ya airededor de Hol
,guIn para qua activaran la recluta y sublevaeion de ese territorio.
De Guisa partio el 10 pOl' el camino real bacia Santa Rita, tfatando de
.dcanzar a marcha forzada una columna espanola de doscientos 111fantes y cin
euema jinetes, mandada -segUn noticias- por d general Samocildes. Al
a Santa Rita, supo Maso que Ya Ia columna iba acercandose a Bayamo.
y dispnso alcanzarla a la carrera. No obstante las cercas de a!ambre que pri
VJron de simultaneidad el ataque, dC1l1orando algunas fuerzas, las de
('oroneJes JoaquIn Estrada, Esteban Tamayo y Mas6 Parra, cargaron dccidiclas
(:' hicieron sictc muertos y nueve hetidos, ademas de un prisioncro, que fue
puesto en libertad. En la persecucion llcgaron hasta los fuertcs de Bayamo,
cuyas descargas las detuvieron. Recogieronse en el trayecto algunas municiones
\' una espada que se supuso del Jefe encmigo. Despues del triunfo de Amador
Guerra en Cayo Espino -el 24 de febrero- y del choque feliz de los suo
blevados de Baire en Las Yeguas -al mando de Rabi y de 1ora- el 6 d
marzo, con una carga insurrecta frente a los fuertes de Bayamo, efectuada el
La de marzo, pregon6 con hechos innegables la fuerza de la Revoludon.
De 1a finea "Guabiney", donde acampo despues del choque de Bayamo,
tomo el general Mas6 la direcci6n de Holgufn, que contra 10 esperado, no
se habia insurreccionado todavia. El mismo Sanorio sc Ie incorpor6 aI si
guiente dia para informarle como se habla malogrado el primer incento de
alzamiento en Holguin, viendose obligado el y su hermano Manuel a de
poner las armas y utilizar un salvoconducto espanol para trasladarse a su
finca, de la cuall1egaba a pie pOl.' haber soltado su caballo en el camino real,
a fin de que al llegar sin jinetes a la ciudad originara la crecncia de que
habra muerto y Ie librara de persecuci6n.
El mismo dia 13 se Ie incorporo el general Jesus Rabi con fuerzas con
siderables, entre las que se destacaba un joven abogado de Santiago de Cuba
Je atrayente personalidad y tribunicio elocuentio: Rafael Portuondo y Ta
mayo.
ReaLzada esta concentracion, y cortada la linea telegrafica, reso1vio Mas6
que cada contingente pasara a su zona de operaciones, mientras el, acom
panado solo de su Escolta, al mando del teniente coronel Blanco -Bellito
marchaba a entrevistarse con c1 general Moncada, quien) sintiendose morir,
Ie habia eitado para Sabana La Burra, con el objeto de poner a sus ordenes
las fuerzas que el tenia concentradas para este solemne acto. EI 19 de marzo
!legaron al lugar de cita los dos generales: Mas6 primero, al mediodia. La
cnrrevista Ia refiere el mismo Mas6. "En la tarde, anunciandosemc que venia
i\.[oncada, sall can la gente a pie, y 1a bandera, a su encuentro. Tuvimos
'iue andar bastante, y subit lomas, viniendo a encontrarlo como a una legua,
o mas, en Ia tardecita. Nos abrazamos, sc dieron muchos vivas. Venia sobre
d caballo, hecho un cadaver. Traia una escolta de infanteda de mas de
setenta hombres ... Vinimos juntos pol.' la sabana, llegando en la tardecitn
y acampando juntos en una casita que aill se cncontraba desocupada. De
scguida sc Ie puso I.!n catre en el Unico euarto que habia; y se acosto. Mon
cada tuvo esa noche una abundante hemorragia -sangre de los pulmoncs-;
se puso un caustieo. Y despues de haber hablado algo Ie dije que descansara...
Yo me situe en la sala can el teniente coronel Celedonio Rodriguez, a quien
en Ia marcha Ie he dado interinamente Ia Jefatura de Estado Mayor y los ayu
dantes eapit3u Rafael Portuondo y Alfercz Torrieme. En la manana del 20
(de marzo) hemos departido Moncada y yo sobre algunos particulares; mas,
como se halIa tan mal que apcnas se Ie pueden considerar ocilo dias de vida,
no podemos hacer combinaci6n alguna. Le dije que sabia que Quintin Ban
dera iba con un escuadron de caballeria en direeci6n a Jiguanf, y que Ie habra
puesto orden llamandolo hacia el Cuarte1 General. La splaudio ... Y me reco
mendo Ie quitara el escuadr6n, que 10 entregara a1 Comandante y 10 clejal'a
de cuartel en mi Cuartel General". El siguienrc 'ilia 21 separaronse los dos
147
Jefes, ya para no volverse a veri Moncada hacia su zona, murlendo en Joturito
el 5 de abril, de 1895. Patriota intachable y abnegado guerrero habia hecho
tooa la Campana de los Diez Mos, destacandose, junto a Martinez Freire
en los Ultimos episodios de Ia jurisdicci6n de Guantanamo. Volvi6 a emp;j
fiar las armas porIa Pattia en Ia sublevaci6n de 1879, y apresado pOl' felones
esbirros fue deportado a Espafia y recluido en Ia fortaleza de MahOn. Vuelto J
Cuba al restablecerse la paz, vivi6 en ella en constante conjura para la reno
vaci6n de Ia guerra por Ia libertad. Marti 10 estimaba. Como si Ie atrajera
la playa por donde tanto anhelara el desembarco del Apostol fue en la boca
del rio "Pedernales" enterrado mientras pudiera cubrirlo en el cementerio de
Santiago la bandera de su Patria. Humilde trabajador, peon de un aserrio de
maderas, sali6 del bosque para las grandezas cimeras de la Revolucion.
En tanto que Moncada se alejaba para morir, Maso tomo la direcci6n de
Jiguani. Encontro al brigadier Rabi en "Los Negros" e1 22, cuatro dias des
pues del combate que en la inca "Solis" librara con exito el valeroso Jefe
de Jiguani. Dc esta accion de guerra, a la que los espafiolcs dieron e1 nombre
de Solis, di6 el general Garrich un parte amafiado como todos los de sus co
legas, que copiado a la letra dice: "Ampliando el parte del encuentro de
Solfs", al que me referfa en mi telegrama de ayer, tengo el honor de mant
festal' a V. E. 10 que sigue: "Seg6n confidencias que venia recibiendo en
estoS ultimos ruas, c1nuc1eo principal de las partidas montadas y de a pie de
~ s t a jurisdicci6n, centro de sus correnas, era El Mogote, conjunto apartado
de aln:ras de agtios lancos y cubiertas de maniguas a unas cuatro 0 cuatro y
media legua de esta plaza. Bayamo. EI 17 por 1a noche, persuadido de la
certeza de los informes, concebi c1 proposito de practicar reconocimiento
en la manana siguiente sobre el susodicho Mogote, y como por la naturaleza
del terreno que 10 forma y la de sus estrib:1ciones, la infameda habia de
ser de oportuna aplicaci6n, determine acompafiar la fuerza montada con cien
to vcinte hombres del regimieilto de La Habana, que formaban parte de 1a
guarnicion de la plaza, proponiendome valver e1 mismo dia, tanto porIa
seguridad de esta como porIa precisi6n de proveer cuanto antes a la ne
cesidad urgente de vitualias en Jiguanf y Bayamo. Sali, con decros, en b
madrugada del 18 con ciento veinte infantes -estos a las orc1enes del co
ronel don Roque Rodon, que no obstante haliarse en situaci6n de: reserva
se me brind6 para el objete- y ciento diez caballos de las guerrillr.s de
La Haballu (I'? batall6n) y Cuba (2\' bataHan) y escuadrones I'! )' 2'! de "Her
n,ln Cortes". A mis inmediatas ordenes el Comandante Tefe de Estado Ma
yor, dOll Juan Gonzalez Gelpi, cl comandante, capitan de Caballeria, don
Enrique Ubiela y el capitan de Infamerfa, don Jose Rodriguez Calva. Iba
en cabeza, explol'ando, la guerrilla de La Hahana; detras, la fucrza de Her
nan Cortes; luego la infanteda; y cerraba la columna la uuerrilla de Cuba.
Semejante disposician, a eso de las once de la m7mana, al desem
bocar de un paso estrecho y ileno de bosques en la estancia llamada
"Solis", como advirtiera la extrema vangual'dia la presencia de hombres ar
mados, di6 e1 ',<:quien vive?", y a la contestacion de "Cuba", y ademan de
disparar, rOll1pieron los nuestros el fuego, que se generaliz6 muy pronto en
toda la vangusl'dia; tras de algunas descargss, contestadas por los contrarios,
cargo a machete la guerrilla de La Habana, apoderandose de la estancia des.
pues de causar al enemigo cinco muertos, que son las bajas que se \'ieron en ('1
campo; el resta de aquel grupo montados unos y otros a pi<':, pudieron
cscapsr con los heridos a favor de Ia manigua de aquel accidentado terreno;
entre los muertos estaba Manuel Pacheco Blanco, amulatado, que segun
documentos que se Ie han encontrado, se apellidaba Capitan Ayudante del
titulaclo coronel Joaquin Estrada. Este inclividuo durante las eonfereneias
manifest6 siempre oposici6n violenta a todo arreglo 0 avenencia que tuviese
por objeto deponer las armas y la actitud hostil; tambien se euema Jose
Rodriguez, negro de prestigio y muy temido entre eUos, Manuel Ugarte y
Mundo Perez, de color, y un joven blanco y rubio que no se ha pochdo
idenrificar; se les han ocupado cinco tercerolas, un revolver, machetes, for
nituras y municiones correspondientes, siete caballos con monturas y efcctos
y documcntos varios. Por nuestra parte no hubo ninguna baja. Ordene
luego un extenso reconocimiento, con la guerriHa de Cuba y demas fuerzas
montadas, al mando. del teniente coronel don Roque Rodon y Jde de Estado
.11ayor, Comandante Gonzalez Ge:pi y habiendose efectuado sin novedad dis.
puse acampar y tamar el primer rancho. Durante el, las avanzadas del
eampamento c1escubrieron un grupa enemigo, emboseado en la manigua alta,
10 atacaron sosteniendo con el fuego muy vivo y 10 obligaron a huh sin
suftir ninguna baja cllos.
En el tiempo que estuve acampado reeibi noticias fidelignas de que el
enemigo, compuesto de partidas numerosas, se haliaba atrincherado cn las
alturas abruptas del "Mogote" y no qucriendo, despues del exito alcanzado,
y fatigada Ia tropa, comprometer esta en una operaci6n visibIementc c1esven
tajosa, pensando rambien que no convenia llegar a Bayamo durante la noche,
privada de los infantes que me venian acompanando, con el fin, pOl' otra parte
de atender cuanto antes a la operacion principal de facilitar el abastecimiento
de Jiguani y Bayamo regrese a csta plaza sin ser hostilizado en el camino.
Me resta anadii' que todos me han dejado satisfecho de su conducta dis
tinguiendose muy senaladamente por Ia sagacidad y arrojo, cl Capitan y dos
OficiaIes de la Guerrilla montada del I':' Batation de La Habana, asf como
tambien han dado muestra de singular bravura un sargento y cuatro indivi
duos de la misma, figurando todos estos distinguidos en 13 relacion ad.
junta, y entre los oficiales llamo especialmente la atendon de V. E. sobre
el I'? Teniente don Eduardo Ochoa y Duran, que durante III cal'ga, peleando
valientemente cuerpo a cuerpo, agot6 los proyectiles de su revolver y hubo
de hacer uso del machete paIa salvar Ia vida, quitandoseIa a su contrano. Esta
guerrilla, como 1.1sted sabe, ya es la que tan brillantemente se porto en el
primer encuentro de "Los Negros".
Tal es el parte espano!. El combate de "Los Negros" f1.1e, en realidad,
trascendente victoria de las fuerzas del brigadier Rabf, las que desde los altos
1'iscos donde esperaron el asalto, rechazaron a los espafioles y dieron impulso
nuevo a 1a Revoluci6n.
Persistienclo en insurreccionar a la comarca de Holguin, marcbe el gene
ral Mase cl 25 de marzo a San Pedro de CaeOClllli en el trayeeto hizo des.
trllir las Unens telegrafieas y telefonicas. El 27 envi6 reconocimientas sobre
148
149
San Andres y FurDio. Este ultimo fue atacado sin exito. La fuerza cubana
pudo retirarse llevandose el cabo Benito Castillo hetido de tres balazo:>.
Tambien fueron muertos algunos caballos. El enemigo tuvo dos muertos y un
herido, y la perdida de algunas armas y pertrechos y una tienda de campaiia.
Acampado en "Los Mosconcs" incorporose con algunos redutas el
pitan Diego Carballo. Los recibi6 con calida arenga e1 general Masc. Des
pues se dirigi6 a Laguna Negra, el 28 de marzo. AI siguicnte dia dio pase
al brigadier Quintin Bandera para ir a curarse. Su escuadr6n, con la apra
baci6n de Moncada, qued6 en las fuerzas de Mas6. De Mh6, que babia ido
a la comarca de Holguin para tratar de insurreccionarla, llegaron noticia;:,
al Cuarte1 General de Mas6. Poco se habra logrado en esa direcci6n. El 3 de
abril reunieronse en el campamento de "El Palo" el general Mas6 y el
coronel Mir6 con la gente que habia padido levantar y fueron objeto de Cll
tusiasta arenga. El mismo dia, despues de enviar a su zona al coronel "B<.:
llito" con caballeria de Jiguani, pusose en marcha, acompaiiado de la ca
ballerfa del teniente coronel Estrada y la del coronel Mir6 en direcci6n del
rio Yara, que se vade6 para acampar.
La cnergia del general Mas6 rente a las instancias de sometimiento de
Herminio Leyva y Juan Bautista Spotorno en las dos entrevistas de "La
Odiosa" afirmaron la Revoluci6n. Los sublevados de Jiguani rechazaron hI$.
proposiciones de Alfredo Betancourt Mandulcy, emisano de los autonomista:>,
amorizada por e1 Gobierno espanol. Se activaron cnseguida las operacionc,;:
Amador Guerra, con la caballeria que rec1utaba en nipido recorrido, denolo
en Yuraguana, cerca de Campechuela, las primeras guerrillas lanzadas contra
la Revoluci6n, y en "El Ram6n", con valerosa carga al machete 1es infligi6
nueva derrota. En ambos encuentros captur6 cuantiosos pertrechos y fusilcs
La Republica se armaba arrebatando sus pertrechos a1 enemigo. E1 coronel
Esteban Tamayo y Tamayo entra en Veguitas y redut6 numerosa caballeda.
Enrique Cespedes improvisaba escuadrones. La Revolucion creda en
caminos de Manzanillo y Bayamo.
En Guantanamo, sublevado por el general Pedro Agustin Perez desde d
24 de febrero, e1 fuerte de "San Nicolas" -en Hatibonico-- babia caiclo
en poder de Enrique Tudela, quien en el rnismo dia atac6 otros dos: "El
Toro" y "Cuero de Maria Pilar". El general Perez tom6 e1 25 de fehrero el
fuerte de "Sabana de Coba" y el 7 de marzo toma el pucb10 de Ramon
de las Yaguas, brillante operaci6n, cuyo exito comparte el coronel Vicw
riano Garron que acaba de 1evantarse en armas con numerosa hueste.
La inmensa popularidad del general Periquito Perez -que asi era lIamada
por los suyos- convirti6 a la causa de la Revolucion 1a comarca que en la
Guerra del 68 la habia combatido con las famosas escuadras de Guantanamo.
organizadas y conducidas a terribles encuentros por el primo del general
Perez, el famoso general Santos Perez y su padre, Miguel Perez, tenaces dc
fensores de Espana. Ya no existia ninguno de e1los al romper la nueva guerra:
Miguel habia side derrotado, muetto y mutilado pOl' quien fue su rival en
aquellas luchas sangrienras, e1 famoso Rustan, coronel Policarpo Pineda.
Periquito Perez habia tornado parte en 1a guerra de 1879, a la que habian
prometido su concurso el general Santos Perez y cI magnate del autonomisn1n,
,<;
Urbano Sanchez Echavarria cuva defeccion tit: ultima hora -igual gu.: en
fchI-ero de 1895- comribuyo' al racaso de uqucl movimiento, con tanto
vigor principiado.
En aquella ocasi6n de )a Guerra "Chiquita" (la del 79) Periquito Perez
fue preso en la tenebrosa fortaleza del Morro de Santiago de Cuba. Su valor,
tan grande como su rebeldia al cautiverio, retaton 1a altura de aquella mu
ralia formidable' por una ventana se lanz6 hacia e1 pararrayos del Morro y
tuvo la suerre a1canzarlo; por el baj6 con rapidas brazadas, corrio a
del glasis y realiz6 maravillosa evasion.
Descle 1893 -<:uando fue denunciado por e1 traidor Manuel Carder ,Ie
imcmar sub1evarse en uni6n de Moncada para secundar el eflmero movimicp.
to de los Sar1'orio-- anduvo fuera de 1a ley espanola para esperar cI d.b
de la nueva guerra. En ella iba a perderlo 1'odo, hasta cl esposo de su unica
hija, y debia comemplar la desventura de su familia prisionera; pcro tuHl
ia honra de enarbolar en la confianza, a los prirneros esp1endores del sol, d
24 de febrero, la bandera uniestelar de Cuba.
Ahora sus uerzas, can parejas montadas de exploradores pOl' toda lu (1.:
marca, iban a prestar el mas importante servicio a 1a Revoluci6n: salvar de
inminentc desastre las mas graodes figuras de lu guerra, las que ckscmbar
cadas en e1 extremo oriental de 1a Isla abrianse paso a traves de
espantosos y de abruptas montanas en dos gmpos casi inermes frente :1 b
gran tragedia del Destino. Por las Cuchillas de Baracoa, acosados por las gut:
rrillas inmisericordes, asaltados todos los mas, perseguidos en terrible cac<:rl,\,
c1ejando aWls los compaiieros muertos 0 prisioneros, jacercabanse a Gu,lIl
ranamo los Maceo! POl' otro rumbo, de cumbre en cumbre, bajaban Jt: 1.1
serrania de Pavano, a pie y fusil al hombro el Delcgado supremo de Ja P,l
tria, Jose Marti y el General en Jde, Maximo G6mez: e1 que habra Jes:\taJo
1a guerra y e1 que iba a dirigirla; e1 uno, la excelsa pcrsonificaci6n d,; Ia
Republica; e1 otro, 1a severa autoridad del Ejercito Liberrador, con dIu,
dos heroes del pasado y dos del porvenir. Para salvarlos, sohre las
sas tutas partieron exploradorcs incansables ...
V. El desembarco de Maceo en Duaba. Marcha por las Cuchil!(Jj
de Baracoa
Malograda la triple expedici6n de Fernandina, los donativos obtenidos pot
Marti s610 Ie permitieron enviar al general Maceo dos mil pesos, a manos
del clistinguido joven Frank Agramonte. Contrari6 mucho a1 general Maceo
(I exiguo de la suma, a su juicio insuficicnte miD para Ia mera trasb.cion
de los Jefes principales, y al no ver complacida su instancia de mayor canti
dad, se neg6 a aceptar esa suma. El General estaba acostumbrado .1 hacl'r las
C(1sas en grande. Habia consumido ya los cinco mil pesos costarrkenscs --<k'
mil pesos oro americano- que a instancias de Martf suscribicron los cubanu,
de mejor posicion en Costa Rica y que por su orden mismo fueron al Ge
neral cmregados. No sabra defender centavos, ni pesos; era gcneroso.
151
EI estallido de la guerra decidi6 a Marti a una iiltima apelaci6n d General
Maceo en estos tetminos:
"Montecristi, 26 de febtero de 1895.
"Sefior General Antonio Maceo:
"AI General Ie escribo hoy, aun mas que al amigo: ia guerra, a la que es
tamos obligados, ha estallado en Cuba. Y a la vez que la nOlicia de ella -ql!e
pot obedccer a nuestros anuncios y arreglos, nos revela su importancia, y
nos lien::! de solcmllc deber- teeiOO de New York la confirmaci6n de S\l
de us ted, que a quien Ie conociese menos que yo pz.recerfa un
obst:kulo, i.IJ>sro e imprevisto, pero que para mi no 10 es. El patriotismo de:
usted, que vence a las balas, no se de.jara vencer pOl' nuestra pobreza: por
nuestra pobrcza, bastante para nuestra obligacion.
"El vapor Jel Norte sale momentos despues de r::-eibidos estos cables, y mi
resolucion tiene que. ser inmediata. Conociendo hombre par hombre Ia {uente
de nuestros reClliSOS, y seguros de que no tendrl2ffios mas de 10 imprescir:
dible, ni menos, una vez desviados nuestros vapores, escribi a usted -a mi
ace1erada saUda de New York- diciendole que, can la Isla y a pe
ticion de ella el alza.ll1iento -y twiendo presente 10 que en Costa Fica vi,
y trate can Flor, y dije a usted, sobre los modos de ir- porna a su dispo
sici6n la suma de dos mil pesos en oro, lmica que podria ofrecerle, para un
plan de salida igual al que lleva al general Gomez y a mr. "Decidido" rogue
a usted que me pusiera por cable: 10 que queria decit que usted estab;:
ruspuesto a it con ese plan; perc el cable me dcda a la vez que nccesiLab3
seis mil pesos, suma hoy iroposible de a'!egar. Y hoy, estallada ya Ia Revo
lucion en Cuba, recibo Ot1"3 vez la noticia de que usted indispen
sable para su salida Ia suma de cinco mil pesos oro: su:na que no se tiene,
siendo as! que se dene en Ia mana la de dos mil, y enfrente, ardiendo
ya, la Revolucion en Cuba.
"(Que hacer en este conllicto? Usted debe ir, con su alta
y los valientes que esdn con usted. Pero usted me dice una vez y otra que
requiere una suma que no se tiene. Y como Ja ida de listed y de sus eo01
paficros es indispensable -en una cascara 0 en un Leviatan, y usted ya
esta embarcado en cuanto Ie den la dscara- y yo tengo de Flor Cromber
la seguridad de que, can menos de la suma ofrecida, pueJe tentarse can exito
la salida de los pocos que de alli pucden it en una embarcacion propia, de
cido que usted y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender
alu a In expedition, dentro de los recursos posiblcs; porque si el dene modo
de que llstedes puedan arrancar de ahi can la suma que hay, ni usted ni
yo Jebemos privar a Cuba del servicio que el puede prestar. Y I pondra
a las ordenes de Dd. la labor que usted me reitera que no puede hacer en
San Jose, sino pal" una suma hoy imposible: y que no puede quedarsc sin
hacer, cuando hay quien la ceha sabre Sl, par una suma que se tienc, y fa
porreIra hecha en manos de usted. Ahora, dctalles, abnegaci6n, abandono
de todo, menos de Ia idea de subir al tren, y a 13 IDar; posta de los pocuS
de San Jose que deben bajar a la costa, olviclo inmecliato de las casas ten
t"c\oras de Ia tierra, para 10 cua! se requiere mas valor qllc p"ra enC'lrar;;c
al enemigo. c:Como he de ponetme yo a hablar de estas casas USLCJ? c:A
pedirle vittud? (A permitir que nadie dude de que la mostrara suprema?;
a creer que hay en nadie mas valor y desinteres que en usted? Cuba esta
en guerra, General. Se dice esto, y ya la tierra e.s aHa. Lo es ya para usted,
y 10 se yo. Que Flor, que 10 tiene todo a mano, Ie atregle todo como pueda.
<:: Que de usted pudiera venirle el menor entorpecimien to?; c: de usted y
Cuba en guerra? No me entrara ese ventno en el cotazon. Fler tendra sus
modos. Del Norte iran las armas. Ya solo se necesita cncabezar. No vamos 'J
preguntar, sino a responder. El ejcrcito eSla alla. La direcc:i6n pude ir en
una una. Esta es la ocasion de la verdadera grandcza. Dc aqui vamos como
Ie decimos a usted que vaya. Y yo no me tengo por mas bravo que lJsted,
ni en el brio del corazon, ni en la magnanimidaJ y prudencia del caractel".
ADa arreglense, pues, y hasta Oriente. Cree conoeerlo bien su amigo Jose
Marti".
El de Flor, al pr:ncipio consistla en l1evar los expcclicionarios en un
barco coustruido can tan escasos rccursos en la costa eerca de la boca del
rIO MOina. POt la prcmura del tiempo estuvo considerando la oferta de En
rique Loynaz Arteaga de poner con esa suma en la costa sur de Cuba y
fletando un barco a wdos los expeuicionarios. Canada el bien la costa POt
haber llcvado alli ganado mis de una vez. Estudiando los Jetalles, y el
costo de cada uno de e1'os, decicli6 el general Crombet que 10 mas practico,
segura y rapido era letar uno de los vapores de la linea Atlas, que sallan
del puerto de Limon para Jamaica y Nueva York, pasando a la vista de la
punta Maisi, la que podrian alcanzar en un bote de buen tamafio que 11..:
varian a bordo. La del bote tuvo que ser desechado.
Trasladados los expedicionarios a puerlo Limon y seguidos alIi por una
denuncia del C6nsul espanol en San Jose pudieron, con 1a intervenci6n del
senor Carlos SaOOrio, amigo de Maceo, eludir contrariedades, y embarcar
en e! \'apor "Adirondack" de 1a linea Atlas, que los uasbdada a SLl puerVj
de escala en las Islas Bahamas, 1a isla Fortuna. AlH Ie serla hkil flctal
uno de tantos veleros sin empleo para trasladarse a Cuba. EI general Crombet
habia dispuesto todos los detalles del plan. Y el general Maceo,
m\ly conrrariado, embarco can su hermano Jose, los coronelcs Agustin Cebre
co, Silvel'io Sanchez, Patricio Corona, Adolfo Pena, Jose Mauricio Arsenio.
comanJantcs Altide Duverge y Juan fustier y los oficiales Frank Agramonte,
Alberto Boix y Manuel Granda, Isidoro Noriega, Jesus Santini, Tomas Julio
Saem, Jose Limonta, Joaquin Sancbez, Domingo Guzman, Jose Palacios,
Jorge Traver, Luis Enriquez y Luis Soler. Apenas la mitad ternan fusiles.
Era el 25 de marzo. El "Adirondack" ech6 a andal'. En Ia cuJierta los intre
piclos viajc.ros vieron lentamente dcsap3lcccr la hospital aria lierra de Costa
Rica entre las brumas del horizante mientras rumbo al norte la nave hendia
las alas del Caribe en misi6n de libertad.
El 28 hicieron escala en Jamaica. El capidn Sampson, conocedor de un
cable del consul espai'iol de Costa Rica, que pedia a las autatidades ingles3s
153
152
la detencion de los cubanos, pidc a estos que se oculten en sus camarotes.
El vapor continua el viaje bajo Ia advertencia continua de las aUloridades
esp:ulo1as. Al cruzar la punta Maisf 10 persiguen dos cruceros; pew en la
'Competeocia de velQcidad venCe el vapor americano, y al anochecer del 29
fonde6 en la isla Fortuna. A bordo subia el Viceconsul de los Estados
Unidos. Crombet, que sabe el ingles y el frances, se dirige al consul en sou
cirud de una goleta de su propiedad para lievar los trabajadores que Ie acom.
pailan a una hacienda de Cuba. El viceconsul quiso vel' los trabajadores.
Enseguida diose cuenta de la realidad; levantandose dijo cstas palabras gc
nel"Osas: "Senores, me voy a jugar reputacian y fortuna por la causa de Cuba.
VOl' a buscar tres hombres, que cuando yo les hable sc prestaran a acom
paiiarles. "
El vicec6nsul, .Nlr. Farrington -<uyo nombre ha de ser inscripto con letras
de oro entre los ar.pigos de la libertad de Cuba- consigui6 trcs hombres
deciclidos: Salomon Key, Robert Ramsley y John Mackenzie, que esa misma
tarde alistaron la goleta -la "Honor"- y recibieron a los temerarios via
Silverio Sanchez Figueras, viendo c1 nombre de la goleta y el de la
Isla, exclam6: "Tenemos honor y fortuna. Ahora nos alta tener p::nria."
Al dia siguiente llegaron frente a lnagua. Alii dijeron a los tripulantes el
verdadero destino del viaje y con cien pesos en oro americano de gratifi
cacion obtuvieron su voluntaria decision; inmediatamente pusieron prea a
Cuba. Durante la noche del 31 de marzo all? de abril entre Ia violenta mare
jada de un temporal divisaron la farola de Maisl; a poco era visible la del
puerto de Baracoa. Jose Maceo repartia los fusHes disponibles. S6lo once hom
bres pudieren ser armados entre los veintitres expedicionarios. Hizo Flor un
reconocimiento de 1a costa inmediata. que pareda diffcil de abordar. EI ge
neral Maceo hizo embarrancar 1a goleta aprovechando un feliz golpe de mar
gue los arrojo easi en tierra. Era la m,ldrugada del 1':' de abril de 1895.
Una fuerte ola arroj6 el fragi! barco sabre eI arrccife, donde no tard6
en hacerse pedazos. Lanzaodose a1 agua expedicionarios y tripulantcs, escalaroll
la margen, con las ropas y las armas mojadas pOl' el mar.
El coronel Patricio Corona, que era buen mednico, se puso a Ia tarea de
limpiar las armas y vel' que funcionaran. Pero, como hemos dicho en oua
parte, era hombre de proverh:al mala suerte, la que en esos momentos se
revel6 una vez mas. Probando una capsula en uno de los fusiles Colt se Ie
esC'op6 un tiro que hiri6 de muerte al patron de la goleta. La contrariedad
de Maceo y Crombet y de todos los expedicionarios fue terrible; grande el
dolor. Bajo la penosa impresi6n del suceso -que los espanoles aprovecharon
para acusar de absurdo asesinato a los cxpedicionarios- subieron una pe
guc.na cuesta, y encontraton un bohio, mas aIla un camino, hacia 13arac03,
que cubrieron con la primera guardia. Volvieron al bohio, par informes, )
para desayul1arse, luego de cubiertos con centinelas k;$ carninos. Estaban en
Duaba, a poco mas de una milia del puerto de 13aracoa. Lo prirnero que hizo
M::;ceo fue anundar la llcgada de los expedicionarios, algunos de elias de
renombre en las guerras de la Independencia. Mand6 aviso al coronel Felix
Ruenes, quien a1 rente de unos ('nantos patriotas, se sublev6 en las calles
de Baraeoa, y a qU1cn cli6 orden de rccorrer el campo en busea de reclut:ls.
[54
En los momentos del desembarco propuso d general Jose Maceo la au
dada de cmprender la marcha al sur pot cl camino real, recogiendo cabcllos
para los expedicionarios. Desech6 Maceo esta proposici6n, que, en realidad,
hubiera sido aeorrada en el primer momento de la sorpresa.
Ocupabase el coronel Patricio Corona en 1:J. limpieza y ajuste de )05 fll
si'es mojados al desembarcar cuando se Ie escap6 un tiro, con tanta desgraci:J.
que mata instantaneamenre al patron de la goleta, que tanto estimaban 10.',
expedicionarios por la eficacia '! buena voluntad con que los habra seryido.
De este desventurado incidente guiso sacat provecho Ja malicia de Jas au tor;
clades espanolas presentandol0 como un asesinato que amedrentara a
marinos de las vecmas islas y de sus servicios privara a futuros expedicio
narios. Con amenaza de traHlr!os como piratas :;i no sc prcst:lban a b maiign8
narraci6n del hecho, obligaron a suscribirla a los dos marinos supcrvivientcs,
que bien recompensados pOl' el general Maceo, despjJjeronse cle los expedi
cionarios para presentarse como naufragos, y forzados a aquel viajc pm' aque
\los pasajeros temerarios.
MielHras dictaba sus primeras disposiciones el general y envial:.l
aviso en todas direcciones de su desembarco sall6 de Baraeoa una compaJua
de infantes para apresar la expedici6n. La esperaban aquell05 intrep!dos C\1
desplegados en filas generales y oficialcs como si fueran meros sol
dados, y cada uno de ellos valia mas que veinte encmigos par la punted"
el valor. Entablado el combate Ueron rechazados con muehas bajas
aracantes.
Desplics se internaron a traves de las selvas impenetrables de las cuchilh;
de Baracoa, abandonados a la tercer jornada por un practico inild, Desiderio
Lara, y sin otm guia que la bru.jula, rumbo al Sur, fueron perseguidos sin
tregua en Ia soledad de la montana desconocida y lobrega. Vieron enronees
b razon que tuvo Jose Maceo cuando propuso, al desembarcar, tomar audaz
mente, el camino real y en una noche de forzada marcha llegar a Ia zona
recorrida por las fuerzas de Periquito Perez. Pero ahara, como dcda d
general Antonio, habla que seguir adelante. El 8 de abril, en el cafetal "Ale
grfa", tras una semana de terribles marchas, en las que s610 hallaron naranjas
agrias para alimentarse, un practico que acaban de recager, les previene que
los ocupantes de la finca son espafioles y propone variar el rumba hacia Sagua
de Tanamo. Maceo insiste en su intinerario a1 Sur. Apenas acampados, pre
paraodo la comida, son cercados y acometidos porIa infanterfa y esc
del tcniente Garrido. Dispersados en tres grupos, siguen al general"'.-'
apenas cinco compaiieros. En otro ampo van Flor Crombet y }ltO/('
seguidos de enatro expedieionarios. acompafian II
persos y prisioneros. Ya no se reunen, mas, bajo la {f' 1?s
dla y noche. El lOde abril hacia Palmarito aye el JJ.,p'rillel; J"r;qd
o
, " E 't'glJ . os'
cercana Ioma- nun-ido tireteo, y cxclama: i se Ida II)...
. .. e (f
el ultimo combatc de Flor. HerJdo en Ql) b s(!lo. SlJ
o
,),
. de 13 Patria, hizo frente can sus 'h./o,
mlsencordes que 10 remataron a mache .
or
\'ez pot otro grupo de gucrrilleros, r 15
.lata
ciando a1 azar, dia tras dia, en una , .5

la detencioll de los cubanos, pide a estos que se oculten en sus camarotes.
EI vapor continua el viajc bajo la advertencia continua de las autoridades
esp3fioJas. Al cruzar 1a punta Maisi 10 persiguen dos craceros; pero en la
'Competencia de ve1Qcidad vence el vapor americano, y al anochecer del 2
Candee en la isla Fortuna. A bordo subi6 c1 Viceconsul de los Estados
Unidos. Crombet, que sabe e1 ingles y el frances, se dirige al consul en soli
citud de una goleta de su propiedad para lIevar los trabajadores que Ie acom
panan a una hacienda de Cuba. El vicec6nsul quiso ver los trabajadores.
Enseguida diose cuenta de la realidad; levannindose dijo estas palabras ge
nerosas: "Seiiores, me voy a jugar reputaci6n y fortuna por la causa de Cuba.
\T0)' ::I buscar tres hombres, que cuando yo les hable se prestanin a acom
pafiarles. "
El vicec6nsul, NIt. Farrington --cuyo nombre ha de ser inscripto can 1etras
oro entre los aQ1igos de 1a libertad de Cuba- consiguio tres hombres
dccididos: Sa10m6n Key, Robert Ramsley y John Mackenzie, que esa misma
tarde alistaron ta goleta -la "Honor"- y recibieron a los temerarios via
Silverio Sanchez Figueras, viendo el nombre de la goleta y el de la
Isla, exclam6: "Tenemos honor y fortuna. Ahora nos falta tener palria."
Al dia siguiente llegaron rente a lnagua. Alli dijeron a los tripulantes el
verdadero destino del viaje y con den pesos en oro americano de gratifi
cacion obtuvieron su voluntaria decisi6n; inmecliatamente pusieron proa a
Cuba. Durante la neche del 31 de marzo al 1'" de abril entre la violema mare
j3da de un temporal divisaron la farola de Maisi; a poco era visible la del
puerto de Baracoa. Jose Maceo repartfa los fusiles disponibles. S610 once bom
bres pudieron ser armados entre los vcintitres expedicionarios. Hizo Flor un
reconocimiento de la costa inmediata, que pal'eda diHcU de abordar. El ge
neral Maceo hizo embarrancar 1a goleta aprovechando un feliz golpe de mar
que los anoj6 casi en tierra. Era la madrugada del 1'" de abril de 1895.
Una fuertc ola arroj6 el fragU barco sabre el arrecife, donde no rard6
en hacerse pedazos. Lanzandosc al agua expedieionarios y tripulantes, cscalaron
III margen, con las ropas y las atroas mojadas por cl mar.
EI coronel Patricio Corona, que era buen mecanico, sc puso a la tarea d\:
limpiar las armas y ver que funcionaran. Pero, como hemos clicho en olm
parte, era hombre de provero:al mnla suerte. la que en esos momentos se
revelo una vez mas. Probando tma capsula en uno de los fusiles Colt se Ie
escap6 un tiro que birio de muerte al patr6n de la goleta. La contrariedad
de Maceo y Crombet y de lodos los expedidonarios fue terrible; grande el
dolor. Baja la penosa impresi6n del suceso -que los espaiioles aprovecharon
para de absurdo asesiuato a los e..\':pedicionarios- subieron una pc
queiia cuesta, y eneontraron un bohio. mas aUa un camino, hacia Baraeoa,
cubrieron can la primera guardiu. Volvieron al bohlo, por informes, y
para desayunarse, luego de cubierlOS con centinelas Jus eaminos. Estaban en
Duaba, a poco mas de una milla del puerto de Baracoa. Lo primero que hizo
Maceo anuneiar la llcgada de los expcc!icionarios, algunos de ellos de
renombre en las guerras de 1a Indepcndencia. Mand6 aviso a1 coronel felix
Ruenes, quien al frente de unos cuantos patriotas, se sublevo en las ealles
de Baracoa, y a quien di6 orden de reeorrcr cl campo en busca de redutas.
En los momentos del desembarco propuso el general Jose Maceo b au
dnda de emprender la marcha al sur por el camino real, recogiendo eabr.Uos
para los cxpedicionarios. Desech6 Maceo esta proposicion, que, en realidad,
hubiera sido acortada en el primer momento de la sorprcsa.
Ocupabase el coronel Patricio Corona en la limpieza y ajuste de los fu
si'es mojados al deserobarcar cuando se Ie escap6 un tiro, con tanta rJes3raeiJ,
que mato instantaneamente a1 patr6n de 1a go!cta, que tallo estimaban io-,
expedicionarios por la eficacia y buena voluntad con que los habia sel'\idll
De estc desventurado incidenre quiso saear provecho Ia maliciu de las auto;;
daJes cspanolas prcsentandolo como un asesinato que amedrcntara a ]0:>
marinas de las vednas islas y de sus servicios privara a futuros expedicio
narlos. Con amenaza de tratados como piratas :;i no se prcst:!ban a Ia lIluiign.)
narracion del hecho, obligaron a suscribirla a los dos marinos supcrvivi<>ntcs,
que bien recompensados por el general Maceo, despiclicronse de los e,pedi
donados para presentarse como naufragos, y forzados a aqud viajc <1qlll::
!los pasajeros temerarios.
Mientras dictaba sus primeras clisposiciones e1 general Maceo, y
i,,,iso en todas direcciones de Sll desembarco sali6 de Baracoa una comp'lfil.)
de infantes para apresar la expeclici6n. La esperaban intr':;pidos e,,
henos. desplegados en filas generales y ofiaales como S1 fueran mtros so]
dados, y cada uno de elIos valia mas que veinte enemigos por la punted,)
y d valor. Entablado el combate fueron rechazados con muchas bajas los
atacantes.
Dcspues se internaron a traves de las sclvas impenetrables de las cuchiU,lS
de Baracoa, abandonados a la tercer jomada por un practico infiel , DesideriLl
Lara, y sin otra gUla que la bruj ula, rumbo al Sur, ueron perseguidos sin
tregua en la soledad de la montafia desconodda y lobrega. 'Vicron entonn'
la raz6n que tuvo Jose Maceo cuando propuso, al desembarcar, tomur auda;.:
mente, el camino real y en una noche de forzada marcha llegar a In zon,)
recorrida por las fuerzas de Periquito Perez. Pero ahora, como deda cl
general Amonio, habfa que seguir adelante. E1 8 de abril, en e1 cafetal "Ale
gria", tras una semana de terribles marchas, en las que s610 hallaron naranjas
agrias para alimentarse, un practico que acaban de recoger, les previene que
los ocupantes de la finca son espaiioles y propane variar e1 rumbo hacia Sagua
de Tanamo. Maceo insiste en su intinerario al Sur. Apenas acampados, pre
parando la comida, son cercados y ucometidos porIa infanterla y cscuadras
del teniente Garrido. DispersaJos en tres grupos, siguen a1 general Antonio
apenas cinco compaiieros. En otro grupo van Flor Crombet y Jose Maceo,
seguidos de cuatro expedicionnrios. Tres acompafian a Cebrceo. Los otros: dis
persos y prisioneros. Ya no se reunen, mas, bajo la persecuci6n implacable,
dia y noche. El lOde abril, hacia Palmarito oye el general Maceo -desde
cercana loma- nutrido tiroteo, y exc1ama: "i Ese que se bate es Flor!" Es
cl ultimo eombate de Flor. Berido en una pieroa, recostado sobre el amado
suelo de la Pan'ia, hizo rente Call sus Ultimas balas a los guerrilleros in
miserieordes que 10 remataron a machetazos. Jose Maceo, perseguido a su
vez por afrO grupo de guerrilleros, pudo escapar, completamente solo. An
dando al azar, dla tras rua, en una zona sin agua ni frutas, ni un bohlo, obli.
155
154
gado a abandonar, por c1 agotamiento de sus fuerzas, sus topas y casi toJ0
su parque, para poder cargar siquiera el rifle, Jose iba con la fiebre del
h3mbre y de la Una manana via Yular una paloma y retando
el peligro del disparo, Ie alcanz6 con certera bala, y se la comia cruJa. Con
fortCido can aqud precario manjar renovo su caminata, lleg6 a una vereda
trillada por las hueUas de las guerrillas, y las sigui6 Call vigilancia extrema.
Dos kilometros acle1ante encomr6 un camino y 10 sigui6; a poco sinti6 L
drar un perro, luego voces de mujeres y de nilio. Can extrema cautela se
acerco, y aguardo a que sa:iera la mujer. La llamo. Ella Ie trajo apoco su
marido y este Ie di6 una taza de caIdo al general Jose, que de debilidud
se desmay6; Ie llev0 unas chancletas, porque de la inHamaci6n de los pies,
ya no podia resistir los zapatos. Y cuando de regreso del lugar donde hubo
escondido al General para pasar la noche, entr6 en el bomo, encontrose dos
hombres armados que, naturalmeme, Ie inspiraron terror. Conminaclo par
ellos a que los condujera al escondrijo de Jose, y desofdas sus evasivas y los
so11ozos de su mujer, hubo tiempo para que al ruiclo se levantara el general
Jose y salicra al sendero en intento de escapar. Pero al divisar Jose Maceo a
la pareja -que no 10 habia vista- se echo el rifle al hombro, ya desespcr1.-1o
de tanto sufr'cr, y grit6: "iAltO!, cguien va?" -"iCuba!" fue la inesperada
respuesta, que 10 inmoviliz6 de asombro. "(Que fuerza?" pregul1l6... Era una
pareja del general Periquilo Perez, que angustiada Ie buscaba par todos los
scnderos. Lc trajeron un caballo. Abmz6 a sus salvadores. A poco, galopando
al frente de una pareja insuIrecta emergfa de la selva 16brega el Heroe de
Pinar Redondo. Al mediodfa del 21 de abril 10 recibfa con los brazos abiertos
el General Pedro Perez al frente de un grupo numeroso de sublevados en cl
campamento de Filipinas. Alli abraz6 tambien al teniente coronel Alcides
Duverge y algunos de los expeclicionarios que iban siendo extraidos de la
selva. Asumi6 el mando el general Jose Maceo y su primera orden lie de
marcha en aproxlmaci6n a Guantanamo. Porque por ese rumbo se acercabao
Jose Marti y Maximo Gomez, con Guerra, Borrero, Cesar Salas y MfJICOS
del Rosario, desembarcados e1 11 de abril.
Micntras cl general Jose cruzaba In montana desolada a IraveS de vicisitudes
espantosas, su glod?so el general Antonio Maceo, exttaviado y a
merced de la Provldencla, avanza sin rumba, escuchando los disparos que
retumban el monte; vc sus escasos compm"1cros caer uno tras otros muertos
o prisioneros, y con voluntad de acero, sobreponicndose at hambre 'y a la fa
tiga, busca en el sol la tragica orientaci6n de su destino. Salva precipicios
'I tcmonta cumbres. La noche 10 envuelve en la soledad inhospita mientras
con la aurOra y anhela como Ayax. un haz de luz para pelear.
el 2O de abril; Ues semanas de fragorosa correrfa han venddo
de BaraCOa. A. . M h d
e
a e1 g"s_:\; J:_," ntonlO aceo a encontra 0 un campamento. Aho-
A IJUUtar lll.ngll"<\ 1
tul1lb
ar
u;;, robates. An a las montafias se estremeceran al re
Col1l un 1a Maceo ha asumido el mando de Oriente.
0
! n. se desborda sabre la tierra irredenta.
156
VI. Desembarco de Marti y G6mez en Playitas
Decidido Mard a embarcar al lado del general Maximo Gomez hacia h
guerra por el emprendida, se encargo de preparar, con los recursos disponibles,
la salida en alguna goleta comprada a poco predo. En los ultimos diilS de
diciembre habia recibido el general Gomez un giro de cinco miL pesos para
atender a 105 gastos de traslacion de los expcdicionarios a1 vapor "Baracoa",
que debfa recogerlos en la bama de Samami, y lit apresado en foernandina
par las autoridades alllericanas. Con una sumo analcga. gir3do pOl' Gonzalo
de Quesada a: doctor Dellunde en Cabo HaiTiano, llcg6 Marti -acompafiado
de los generales Mayia Reddguez y Collazo y el joven M.1l1ucl Mantilla-
la del general Gomez en Montecristi.
Can algunos reCursos y orden de sublevarse en Occidenre soli6 para Nue
va York Enrique Collazo, acolllpaiiado de Mantilla, para secundar la guerra
que ya al'dia en Oriente.
Aprcsuradaroente contrat6 Marti can el seii.er Buly Polone)', vccino de
Monl(:crisd, la coropra de una goleta y en ella el viaje a Cuba de los
pedicionarios. Pero los marinos se de la audaz a\'l:ntura y Poloney
les c0nsigue otro capitan de apcllido Bastian. Pero este insiste en que Ie com
pren su propia goleta, negandose a ir en la yo. adquirida, cuya clevolucion
consigue MartI 0.1 cabo de muchas negodacioncs. Los gasto:> Se multiptic:m
porque hay que pagar de nuevo otta tripulaci6n, ademas de la suma asig
nuda al patron Bastian.
Al fin, en 10. nache del 1 de abril, han abordado la goleta "Brothers"
de Bastian, Marti y Gomez, Paquito Borrero y Guerra, Cesar Sa'as
y Marcos del Rosario. Han tenido que andar entre marismas y espineros
y espesos matornles, abriendose paso a codazos hasta llegar at trecho de
mar que separa de la de Montecristi la desolada montana del Morro.
En In densa obscuridad de aquelJa media noche se extravi6 Cesar du
rante dos horas.
A las diez de la noche del 3 de abril lJegaron a In playa de lnagua, a
donde bajan al amanecer del 4 los marineros para dcscrtar de 10. misi6n
que se les ha encomendado y pagado. Junto con elios se ha ida a tierra Bastian
"para arreglar papeles de la goleta". Horas despues un oficial del puerto vie
ne a rcr:istrar la goleta. Las armas largas de Jos viajeros fueton a ticmpo
escondidas, pero ha habido que pagar derechos por los rev61veres. Desertados
ddinitivamente los marineros, solo queda Hd cl cocinero. "David", el de
las Islas Turcas, que asi 10 llam6 Marti.
IHzose evidente la mala fe del patr6n valenciano, a quien solo el poder
persuasivo de Marti logro arrancarlc cuatrocientos pesos -de la cantidad
entregada para el desembarco en Cuba- La goleta que -se Ie habia com
prado pudo ser enviada a Momecristi a poder de Poloney.
isbdos en Inaglla, sin posibilidad de adquirir ni velas ni marinos para
el azaroso viaje, la Providencia misericordiosa les presento un vapor aleman
que en viaje a Haiti hizo escala en Inagua cl 5 de abril. En el tOlUaron pasaje
los expecUcionarios y contrataron con su capitan el desembarco en la costa
de Cuba 0.1 regreso de Haiti. E1 dla 6, a las cuatro de la tarde, llegaban a
157
Cabo Haitiano y ya de noche, para no ser vistos, bajaron a la ciudad y en
distinms casas se rl1ojaron bajo el cuidado del doctor DeUunde. A pesar del
sigilo fue advcrtida la presencia del general Gomez por un joven de San
Thomas, que de Montecristi 10 conada y Ie grito: "Adios, don Maximo"
lres veces sin obtener respuesta. Ofuscado pOl' eUo, se quejo en el taller
donde trabajaba. Lo escucho un italiano que aspiraba al nombramiento de
Consul espanol, entonces vacante, cn Cabo Haitiano.
OU la trascendental noticia y acudir al telegraro para transmitirla al Con
suI de Espana en Port-au-Prince fuc la aceion indigna inmediatamente reali
zada por el aspirantc. En consecuencia el Consul espanol se dirigi6 al que
10 era interinamente en Cabo Haitiano, en solicitud de confirmacion de tal
nodda. Era este amigo del doctor Dcllunde, y 10 llam6 para saber 10 que
debfa contestar. Dellunde Ie dijo: "Contestele usted que sf e,Stuvo aquf cl ge
neral GOmez; perc que a estas horas en buen caballo ha cruzado la frontera
para reunitsc a sus amigos en algun punto cerca de Montec-r!sti." Y en
efeeto dos cruccros espanoles empezaron a rondar de la bahia de Manzanillo
a Ia de Montecristi.
Mientras tanto los expedicionarios, escondidos en la ciudad durante tres
ruas, abordaron sigilosamente el mismo vapor aleman, que ya terminaba su
Jabor de carga a las ocho de la noche del dia 10 de abril. Amanecieton e'
11 ell lnagua, de donde salieron a las once del mismo dia. A las cuatro de
la tarde vieron la farola de Punta Maisi. A bs siete y media de la noche
-densamente obscura y tempestuosu- echaron al agua el bote comprado en
cien pesos por Marti. Apenas sc vela tierra a la luz de los relampagos y a
considerable dislancia en el horizontc. E1 mismo capidn del vapor cstaba
conmovido ante el pdigro arrastrado pOl' los temerarios viajeros. Arreciaron
Ia lluvia y el viento. Una ala arrcbato el tim6n, confiado al general Gomez.
Marti llevaba el remo de proa. Salas cl inmediato, Borrero y e1 General
ayudan de popa. Dos horas de ansiedad en la 10breguez del agitado mar y por
entre un claro de nubes asomo Il'l luna, perfilando entre dos promonlorios
un abra salvadora. A toda prisa hacia ella remarOD, sobre aguas agitadas y
por enUe agujas numerosas de piedras, de las que s610 la alta marea pudo li
brar el bote. 1 abrn pro10ngabase en una pequeiia ensenada pedregosa, llamJ
da Playitas, inmediata a la playa de Cajobabo. Delante 1a empinada cuesta de
un barranco en cuya dma se dilataba una sabana arida, de arbustos espilloS0S
y algunos lodazales. Por aill descansaron hasta las ires de la maclrugada, cuando
sc decidieron a llamar a cercana casa donde ya eran anunciados pOl' los ladri.
dos de los perros. Era casa de patriotas: la familia Leyva.
Indescriptib1e el jubi!o de los expedicionarios, acogidos con entusiasmo y
<OD sendas tazas de cafe. Mard Ie decfa a Gomez: "iGeneral, entre las gran
des COsas qlle han sucedido esta noche jamas podremos olvidar este fog6n
y cste cafel"
Estaba enfermo, con fiebre, el senor Leyva, a cuya habitaci6n paso Mar
ti para regalarlc quinina y alguna otta medicina y tan encantado qucdo el del
Apostol que dispuso 10 acompafiata como pr:ktico su hijo hasta clonde pu
jera set re1evado. Y como era Capidn del Partido conoda el movimiento
de la tropa espanola, cuyo Cuartel General cstaba en Imias a ocho leguas al
158
oeste de Cajobabo. Habia pasaclo por estc lugar a las dos de la tarde de
ese mismo dia y seguramente renovaria ese recorrido al siguiente rua. Por
esa razon, recomend6 que continuaran en marcha inmediata los expedicio
nurios para alejatse 10 mas posible durante las horas que precedieran al
mediodia. A 1a vez dispuso que dos vecinos de toda confianza quemaran el
bote en ellugar donde 10 dej6 Martf amarrado a un grueso tronco de uvero,
borrando todo vestigio del desembatco.
En ra7.0n de hallarse tan distante el enemigo, y de no haber pOl' aquellos
contornos ninguna otta tropa que el cuartel de rmias, poella el general Gomez
haber ordenado b marcha por el camino real, montando a sus companeros
en caballos requisados a los vecinos en 1a ruta. En tres dias podian habet
andado dcscansadamente el trayecto que pOl' senderos extraviados tardaron
catorce dias en recorrer, y probablemente con menos peligro. Por algtin IllO
tivo prefiri6 el general Gomez ascender a 10 largo del rio Tacre y estab1ecio
su primer campamento en una cueva bajo alto farall6n a la derecha del rio.
De alli Ie escribi6 a Leyva en solicitud de practico, que este era el problema
mas atduo del momento. Se nego a el siliero del Meson, y tr'1S
una noche l6brega les amenace en las inh6spitas lomas ya sin alimentos. Pero
Leyva ha mandado avisos a Jallco, por donde andaba una pareja de :re.lix
Ruenes, que los encucntra a las once del dia 13. Los conduda Antonio Leyva,
hermano del patriota Fernando. A las cuatto de la tarde 1es llega practico
y aviso de Rucnes de venit a su encucntto.
E1 General cita al comandante Ruenes a Vega Batea, hacia donde se cli
rige en la manana del rua 14 a traves de escarpadas montanas. A las cuatro
de la tarde llegan a Vega Batea a la casa de los esposos Tavera desde donde
se contempla uno de los mas bellos panoramas del mundo. Ccrca de la caS4l
esta acampado el comandante Felix Ruenes con cincuenta hombres armados
que tributan a los expedicionarios 1a mas entusiasta acogida. Descansan el ella
15 todos menos Marti que prepara numerosa correspondcncia para el exterior.
En tanto, Gomez conferencia con los insurrectos. Luego, en solemne formacion
de la tropa, anuncia a Marti, que ademas de su cargo de Delegado Supremo
de la Revo1ucion, el Ejerciro Libertador y en nombrc de e1, el General en
Jefe. reconoce en eI el grado de Mayor General. Marti 10 abraza. Abrazan,
LOdos a Martf. Ya es General, pero rodos, movidos por algu.n instintivo sen
cido patriot"ico, Ie llaman Prcsidente. Todos ofrecen regalos a Marti; uno
un chopo de malanga otro una taza caliente de guarapo.
EI 16 muda el general G6mez su campamento a la sitierfa de "El Jobo" ,
por ser lugar de mas recursos y acampan en casa de Jose Pineda y Gregoria,
su mujer. . .
A partir de "El Jobo" marchan pOl' las margenes del rio del mismo nom
bre, que cruzan seis veces y ascienden a la sierra fragorosa de Pavano; bajan
a Palmarito y aC,lmpan cn 1a cumbre del Panalito. Desde allf se divisa, a1
sudoeste, en los dias elaros 1a montanosa isla de Santo Domingo. La descrip
cion del lugar, trazada por Marti en su Diario intimo de campana es tan
bella que fuera inexcusable omitirla: "Subin10S la reda 10ma de Pavano,
con el Panalito en 10 alto, y en 1a cumbre la vista de naranja de chin'1. Por
1a cresta subimos... y otro Hotuba el aire leve, veteaclo. A 10 alto, de mata
159
a mata colgaba, como cortinaje tupido, una enredadera fina, de hoja menuda
y lanceoJada. Par las lomas, el cafe cimarron. La pomarrosa, bosque. En torno,
la olla, y mas alIa los montes azulados y el penacho de nubes. En el camino
a Los Calderas -de Angel Castro- decidimos dornlli:, en la pendiente. A
machete abrimos claro. De tronco a tronco tendemos las hamacas: Guerra
y Paquito, par tierra. La noche bella no deja dormir. Silba el grillo; el La
gartijo quiquiquea, y su cora Ie responde; aun se ve, entre la sombra, que
el monte es de cupey y de pagwl, la palma carta y espinada; vuelan despacio
en torno las animitas; entre los nidos estridcntes oigo la musica de la selva,
compuesta y suave, como de finisimos violines; la musica ondea, se en]aza
y desata, abre el ala y se posa, 1iti]a y Se eleva, siempre y sutil y minima.
Es la miriada del son fluido. alas rozan las hojas? violin diminuto,
y oleada de violines, saean son y alma a las hojas? Que danza cie almas de
hojas?"
Acamparon el siguienre din en El Guayabo. La napa del comandante Felix
Ruenes habia partido par orden del General en Jde a su zona de operaciones.
En El Palenque hideron noche los expedicionarios y el siguiente dia 21
en cl rio Sabanalamar, de donde se mand6 un expreso en busca de las fuerzas
del general Pedro Perez. Ya estan en la jurisdicci6n de Guantanamo el db
22 Y tienen los primeros avisos de proximidad del enemigo. Ivluy temprano,
el 23, andando a traves de los montes, hacen alto en Las Cabezadas del Ji
guato. Y siguiendo este arroyo, lIegaron por la noche del 24 a las Cabezadas
de La Yuraguana. El siguienre dia, 25, dispuso el general G6mez la marchn
hacia Arroyo Hondo, donde a las nueve de la manana escucharon el intenso
fuego del combate sosteniclo pOl' el general Jose Maceo. Tcrminaba la aceion
euanda se incorporaton a las fuerzas triunf:mtes, en un estallido de aclamacio
nes, los expcdicionarios de Playitas. Mas afortunados que los de la Duaba, no
cncontraron en tocia la ruta de dos semanas enemigos, en contraste con aque
lias que a la media hora del dcscmbarco renian endni.a al enemigo. Dirigi6
el genctal G6me;" calida arcnga a la valcrosa tropa de Jose Maceo. Ottos ha
blaron y levant6 los corazones en patriotica explosi6n el maravilloso discurso
de Jose Marti.
Describe Matti la escena; "En e1 camino mismo del combate nos esperaban
los cubanos uiunIadores; se echan de los caballos abajo -los caballos que han
tornado a la Guardia Civil- se abrazan y nos vitorean; nos suben a caballo
y nos calzan la espueb. (Como no me inspira horror la mancha de sangre que
\'i en cl camino? la sangre a media secnr de una cabeza que ya esta en
terrada, con la carteta que Ie puso de descanso un jinete nuestro? Y a1 son
de la tarde emprendimos la marcba de victoria, de vuelta al campamenro.
"A las dace de la noche habian salida, par rios y cafiaverales y espinares, a
salvamos; acababan de l1egar, ya cerca, cuando les caen encima al espanol;
sin almuerzo pelearon las dos horas yean galletas enganaron cl hambre del
triunfo: y emprendfan el viaje de acho leguas can tarde alegre y dara y luegc
pOl' b6vedr.s de puas, cn 1a noche obscura. En fila de a uno iba la columna
larga. Los Ayudantes pasan corriendo y voceando. Nos revolvemos, caballos
y de a pie, en los altos ligeros se entra al canaveral, y cada soldaelo sak con
una cana de eL Cruzamos el ancho ferrocarrll; oimos los pitazos del obscure-
Cer en los ingenios; vemos al fin dclilano los faros e'ectricos. 'P,arece la co
lumna que hay illl herido atras.' Uno hala lila pierna atravesada v G6mez
10 manta a su grupa. Otro hetido no quiere: -'No, amigo, yd estoy
muerto' -y can la bala en cl hombro sigue andando. iLos pobres pies, tan
cansados! Se sientan, rifle allado, al borde del camino: y nos somien glorio
sos. Se aye alg-un 'ay', y mas risas, y el habla contenta. 'Abran camino'. Y
Uega montado cl redo Cartagena, Teniente coronel que 10 gana en Ia guerra
grande, can un hachon prendido de cardon, clavado como una lanza al es
tribo de cuero. Y otros hachones, de tramo en Uamo, endenden los arboles
$ecos, que escaldan y chisporretean y echan al delo su fustc de llama y
una pluma de humo...
"Muri6 Abde Duverge, cl valiente: de cada fogonazo un hombre; Ie en
tro la muerte par la frentc; a otro, tirador, Ie vaciaron una descarga endma;
otto cayo, cruzando temerado eI puente..."
Por leI noche escribe Marti a Maceo, que aun no sabe su llegada.
El 27 de abrillas fuerzas de Jose Maceo, ahara bajo eI mando del general
Gomez, acampan en la estancia Filipina. Par la tarde Pedro Perez "eI prinler
sublevado de Guantanamo; de dieciocho meses de escondite, sa1io al fin can
treintisicte, seguido de muerte, y hoy tiene doscientos. En el monte, can
los diecisiete de la casa, esta su mujer, que nos manda 1a primer bandera. Apo
yada en su baston, bajo de cuerpo) Call su leontina de plata, caidas las patillas,
pocas, por los lados del rostra enjuto y benevolo, fue can su gente brava,
a buscar a Maceo en vano par tocIa Baracoa, en los dientes de los indios:
su jipijapa esta tinto de purpura: y bordada de illujcr es la trenza de color de
su sombrero, can los cabos par la espalda. El no quiere gente a caballo, ni
monta el, ni tiene a bien los capotes de goma, sino la lluvia para sufrida
en silencio". Tal describe el Ap6stol la incorporad6n del valiente soldado
del 24 de febrero.
Ya es formidable la Revolucion. S6lo en Filipinas estan alineados en for
macion brillante quinientos hombres el 28 de abril a las nueve de la manana.
Les habla el general G6mez y su concisa arenga es correspondida can aclama
ciones. Mard habla al sol y enardece las filas cntusiastas. "Ahora -dice- al
trabajo. A que quede ligada esta fuerza en el espfritu unida a dejar ordenada
la guerra energica y magnanima; ia abrir vias can el norte, y servicio de par
que; a reprimir con la muerte cualquier intentona de perturbar la guerra can
promesas del enemigo!" Escribe circular a los jefes para castigar como traician
tal intentona, la circular a los hacendados, la nota de Gomez a las incas,
la nota al Gobierno Ingles sabre la muerte casual del tiro escapado de Corona
del patron de la goleta "Honor", instrucciones a Jose Maceo ascendido a Mayor
GeneraL . _
Ell'? de mayo ewin en VueIta Corta, el 2 en el cafetal "Kentucky". Cor
tan la iinea telefOnica y acampan en el alto de Santa Maria 0 Leonor.
Ese dia lega el corresponsal del Herald, George Eugen Bryson y con el
trabaja Marti l1asta las tres de la madrugada. El 3 acampan en Las Merecedes
y reciben la visita del coronel Benigno Perie. Escribe Marti el Manifiesto
para e1 Herald en el que expone los prop6sitos de la Revoluci6n.
161
160
El 3, despues de trabajar el dia entero en la conferencia con Bryson -co
rresponsal del Herald- y en el Manifiesto a1 pueblo americano, y en mu!
titud de ordcnes) a la una de la madrugada se tiende en e1 sudo --que no
aparece su hamaca- y no puede del fda conciliar e1 sueiio, va a Ia Coein,l
a calentarse, y a las cuatro, al toque de diana, ya esta en e1 trabajo.
Asiste a1 consejo de guerra y ejecucion de un brib6n Marab6: que 11()
quiere G6mez, en las filas, aunque e1 valor les sobre, a quienes faltc Ia
dignidad.
El 5 de Mayo estan citados a Bocuy pOl' e1 general Antonio Maceo:
pero Ie envian aviso de que a la hora designada les es imposib1e llegar;
que los espera en su campamento. Pero el gran jefe no los espera; se ad.:
lanta encontrarlos.
Y el diario de Marti describe, como nadie podrill hacerlo, la famosa emre
vista de La Mejorana. "De pronto unos jinetes. Maceo, con un caballo do
rado, en traje de holanda gris: ya tiene plata 1a silla, airosa y con estre!las.
Sali6 a buscarnos -porque tiene a su genre de mareha- a1 ingenio cercano
a Mejorana va Maspons a que ade1anten almuerzo para cien. E1 ingenio
nos ve como de fiesta: a criados y trabajadores se les ve e1 gozo y la admi
radon: el amo, anciano colorado y de patillas, de Jipijapa y pie pequeno, teac
Vermouth, tabaco, ron, malvasia. "Maten tres, cinco, diez, catorce gallinas'"
De seno abierta y chandeta viene una mujer a ofrecernos agua ardiente verdt,
de yerbas; oua trae ron puro. Va y viene el gentio. De ayudante de Maceo
!leva y trae, agil y verbose, Castro Palomino. Maceo y Gomez hab1an baja,
cerca de rnf; me Haman a poco alli en el portal; que Maceo tiene otro pen
samiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por sus repre
sentantes, y una Secretarfa General: la Pattia, pues, y todos los oficios d.::
ella, que erea y anima al Ejereito, como Secretarfa del Ejercito. Nos vamo..
a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversacion:
listed se queda eonmigo 0 se va con Gomez?" Y me habla, cottandome las
palabras, como si fuese yo la continuacion del gobierno Ieguleyo, y su repr\:o
sentante. Y en tono betido: "10 quiero -me dice- menos de 10 que Ie
querfa" por su reduccion a Flor en e1 encargo de Ia expedicion y gasto de
sus dincros, insisto en separarnos ante los representantes que se reunan :t
elegir Gobierno. No quiere que cada jefe de operaciones mande el suyo, na
eido de Sll fuerza; el mandara los cuatro de Oriente. "Dentro de quince
dias estaran con usted: y seran gentes que no me las pueda enredar alh
el sabio Martf." En la mesa, opulenta y premiosa, de gallina y leehon, vuel
\lese al asunto; me hiere, y me repugna. Comprendo que he de sacudir c!
cargo, conque se me intenta marear, de defensor ciudadanesco de las traba"
hostiles al movimemo militar. Mantengo, rudo, e1 ejercito libre, y el pais, como
pais, con toda su dignidad repl'esentada. Muestro mi deseontento de semejmtc
indisereta y forzada couversaci6n, a mesa abierta, en la prisa de Melceo pOl'
partir. Que va a caer a Ia noehe sobre Cuba todo y ha de andar seis horas.
AW, cerea, esUin sus fucrzas; pera no nos lleva a verlas; las fuerzas reunjdas
de Oriente: Rabi, de Jiguanl, Busto, de Cuba, las de Jose, que trajimos. A
caballo, adios tlipido. "Par ahf se van tlstedes". Y seguimos con la escolta
1110hina; ya entrada la tarde, sin los asistentes -que quedaron con Josc
sin rumbo cierto, a un galp6n del camino, donde no desensillamos. Van pol'
los asistentes; seguimos a otro rancho fangoso, fuera de lex;
abierro al ataque, POl' carne manda Gomez al campo de Jose; la traen los
asistentes, Y asi, como echados, y can ideas tristes, dormimos.', (Sic.
ayo 6...
Las anotaciones corrcspondientes a1 dla siguiente de Ia cntrevista de L;J
Mejorana debieron contener importanres reveh1Ciones; recogieron, sin duda
las inmediatas impresiones de Marti y del general Gomez sabre el exrrano
preceder del general Maceo y sus ideas mas extraiias rodavia de gobiernos
provisionales y la reacci6n del general Gomez ante esas ide(l.s, Ninguna opO'
sici6n ofrecio G6mez a Maceo, ningtin apoyo a Marti, durante Ia enojosa dis
eusion sobre la naturaleza del gobierno. Es vcrdad que en esos momenta.> ha
biase reducido a sus lfmites mas preearios la autoridad del General en Jefe,
taeitamente deseonocida por Maceo hasta que la proelamo la Asamblea Cons
tituyente de Jimaguayu.
E1 mismo general Gomez en las anotaciones de su diario
al 5 y 6 de Mayo escribe: "Dia 5: nos movimos POt El Triunfo, almorzand..:
en el ingenio Mejorana en union del general Antonio Maceo, cuyo jefe en
contramos por <lqui, sin que anduviese en operaciones, segun nos habia anun
ciado. Despues, y como a eso de las cuatro de la tarde, no condujo a bs
afueras de Sll campamcnto, en donde pernoeUlmos solos y desamparados, ai't'
nas cscoltados por veinte hombres bisoiios y mal armados. Y dia 6: al
mmbo bacia Bayamo, confusos y abismados con In conducta del general An
lOnio Maceo, tropezamos con una de las avanzadas de Sll campamento, d..
mas de dos mil hombres, y fuerza nos fue entrat. El General se diseulp6
como pudo; nosotros no hicimos caso de las disculpas, como 10 habiamo:i
heeho del desairc; y nuestra amarga decepci6n de la vispera qued6 curada
con e1 entllsiasmo y respeto conque fuimos recibidos y vitoreados por aque
11<:5 tropas. Dos horas desputs continuamos marcha, abandonando, tambien
el campamento del General, pues el salia en operaciones."
EI derecho intangible de la Historia se reselltira siempre de 1a desapari
cion de la nota del 6. de Mayo del Diario de Mard: motivada -16gicamcnte
par Ia exposicion de su juicio, y por ello, la mas importante de todas. Es
inexpJ icable Ia desaparici6n especial de esas anotaciones, no habiendose per
dido el diario, guardado por e1 general Gomez exdusivamente. Ni para nadk
que no fuese el propio Genet1l1 en Jefe podian ellos tener alguno.
Ni para Ia memoria del general Maceo, cuya actitud quedo definida en Jas
restantes notas de Marti y de Gomez correspondientcs a1 dia 5.
Esto fue el episodio de La Mejorana: uno los mas interesantes de la
guerra. A partir de alIi, el general Gomez contempla su absoluta carencia de
autotidad sobre Maceo, que ni ordenes Ie pide, ni sus movimientos Ie reve1a.
A esa injllstificada actitud el general G6mez corresponde constantemente con
patri6ticos elogios al gran caudillo oriental. Ante la Asamblea de Jimaguayu,
cn Ia arenga al Ejcrcito Libertador, pronunciara estas eloeuentes palabras:
"La Revolud6n s610 hl! comado hasta ahora tres grandes aeontecimiep
163
tOs: el primero, el combate de Peralejo; e1 segundo, cl desembarco de la expt>
dici6n a los generales Sanchez y Roloff; el tercero, la Asamblea de Jimaguayli
que ha creado el Gobierno de la Republica."
En contraste can sus juicios, siempre justos para el general Maceo, advier
tese en d mismo Diario de Marti, a partir de La Mejorana, una mayor tibieza
en el afecto que antes demostraba a Jose Marti el general Gomez. El 9 de
Mayo eseribe Marti: "Me sorprende, aqui como en toclas partes, el carillo
que se nos muestra, y la unidad de alma a la que no se permitita conden
sacion, y a la que se desconoced., y de la que se prescinclira, con dano, 0 por
10 menos el daiio de demora de la Revoludon en su primer ano de Impetu.
El espiritu que scmbre es el que ha cundido, y el de la Isla, y con el y guiados
confol'me a el, triunfadamos brevemente, y con mejor victoria y para paz
mejor. Preveo que, por cierto tiempo al menos, se divorciara, a la fuerza,
a la Revolucion de este espfritu; se Ie privata del encanto y gusto y poder de
vencer de este consorcio natural; se Ie robara e1 beneficio de esta conjun
cion entre la actividad de estas fuerzas revolucionarias y el espfritu que las
anima. Un detalle: Presidente me han llamado, desde mi entrada al campo,
las fucrzas todas, a pesar dc roi publica repulsa; y a cada campo que liego
el respeto renacc, y cierto suave entusiasmo del general carmo, y muestras
del goce de la gente en mi presencia y sencillez." Y al acercarse hoy uno
-"Presidente"- y sooreir yo: "No me Ie digan a Marti Presidcnte; cli
General: el viene aqui como general; no me Ie digan Presidente."
quien contiene el impulso de la gente, General?": -Ie dice Mir6-:
"Eso les nace del corazon a todos." -"Bueno; pero eI no es Presidente
todavia; es e1 De1egado." CaHaba yo y note el embarazo y desagrado en
todos, y en algunos como e1 agravio."
Y luego en la anotacion del siguiente dla 10 de Mayo al referirse a la
llegada del coronel Belllto de Jiguani :'-"Leal, de ojo claro de asaito, va,
liente en hacer y en dedr"- reproduce sus palabras: "Eso es 10 que la
gente quiere; el buen caracter en el mando... No, sefior, a nosotros no se
nos debe hablar asi; porgue no se Jo aguanto a hombre nacido, Yo he
sufrido por mi Patria, cuanto haya suffido el mejor general." Se encara
a Gomez, que 10 inCl'epa porgue los oficiales dejan pasar a Jiguanl las reses
que llevan pase en nombre de Rabi: -"Los que sean; y ademas esa es la or
den del Jefe, y nosotros tenemos que obedecer a nuestro jefe. Ya se que
eso esta mal y no debe entrar res; pero el menor tiene que obedecer al
mayor". Y cuanclo G6mez dice: "Pues 10 denen a usted bueno con 10 de
Presidente Marti no sera Presidente. mientras yo este vivo. Porque yo no
se que les pasa a los Presidentes, que en cuanto llegan ya se echan a perder,
excepto Juarez -y eso un poco-- y Washington"-, Bello, anilnado, se le
vanta y da dos 0 tres brincos y el machete Ie baila a la cintura: "Eso se.ra
la voluntad del pueblo!" Y murmura: "Porque nosotros -me dijo oua
vez, acodado a nil mesa con Pacheco- hemos venido a 1a Revoluci6n para
set' hombres, y no para que nadie nos ofenda en la dignidad del hombre".
El 13 anota Mard: "Voy aquietando: a Bellito, a Pacheco, y a la vez
impidiendo que me muestren demasiado carino." <Que eosa vergonzante
.164
- -_.---
era aquella que se contrariaba can el carino demostrado al Emancipador de
la Patria?.. . .
AI siguiente dia apunta Marti: "Escribo poco y mal; porque estoy pen
sando COn zozobra y amargura. (Hasta que p;..lOto sera util a mi pals mi
desistimiento? Y debo desistir en cuanto llegare la hora propicia, para tcoer
libertad de aconsejar y poder moral para resistir e1 peIigro que de anos
atras preveo, y que en la soledad en que voy impere acaso, por la desor
ganizaci6n e i!1comunicacion que en mi aislamiento no puecio vencer; aun
que a campo libre la Revolucion entrada, naturalmente, por su unidad de alma,
en las formas que asegurarian y aceleradan su triunfo."
Al separarse del general Maceo siguieron Gomez y Marti por la jurisdic
cion de I3ayamo, en ciireccion al Camagiiey que se proponian sublcvar.
El 9 de Mayo anota e1 general Gomez en su diario: ('El dia 9 marchamos
con destino a Altagracia donde IJegamos en la tarde de esc mismo dla;
casa de mi antiguo amigo Manuel Venero, icuantos recuerdos se avivaron
en mi mentc en 1a noche de este dial sabre todo el de Panchita, la hija
mas querida de esta familia y distinguida amigo mIa; asesinada vilmente por
los espanoles en la Guerra del 68 por un tal Federieon, una Hera can nombrc
de hombre. Este hombre cruel, que hace prisionera a b familia y par sospe
char solamente que Panchita -la que se neg6 a satisfacer sus brutales de
seos- 10 hacia porque me amaba; aque1 espanol cxcecrable la hace pedazos
a machet37.0S junto eOll su hermanito Jose Maria, nino de 11 aiios".
Envio el general Gomez al general Angel Guerra hacia Holguln, como jefe
de Ia brigada que el coronel Miro, dando una prueba de dcsinteres, puso
a su disposicion.
Oficio el general Gomez al Masci a fin de que se lc reuniese
en los alrededores de la Jatia, en Jas inmediaciones del Cauto.
El 14 dispone Gomez que el capitan Pacheco y doce jinetcs marchen a
openu' sobre el camino real hasta Baire. Y este ofida1 regresa con seis mulos
de arrias y efectos eapturados a los arrieros del cometdo.
El 17, eI general Gomez can treinta hombres se dirigc al ataque de un
convoy que salla de Palma Soriano para Ia ',leota de Casanova. Marti ha
quedado en la casa de Dos RIos, del Prefecto Jose Rosalla Pacheco, que 10
cscolta con una docena de jinetes. A las tres de la tarde Gomez ha llegado
frente al castrlo de la Venta de Casanova, donde todavia no habra entrado
el convoy. A las cinco 10 encuentra en Remanganagua, fuertemente custo
diado. Dcsde el fuette recibe algunos disparos. Pernocta cerca del pueblo,
y a media legua de distanda de el aguarda hasta las diez de la manana del
18. Manda reconocimiento que no adviertc movimiento alguno, 10 que Ie
hace presumir que el convoy ha rcgresado. Entonees levanta la emboscada
y va a pernoctal' a la Vega del Chino. Y entonces abandono una opetad6n
tan infructuosa como mal combinada, a1 extrema de que no se dio cuenta
del convoy mientras cruzaba el camino real, ill despues cuando abandon6
los dos pueblos por donde circuM sin molestia alguna. Y esa era una opera
cion para ejecutal'la par un sargento cualquiera no por el General en Jefe
del Ejercito Libertador, y en los momentos que estaba espcrando la llegada
del general Maso con numeroso contingente.
165
El 19, abandonado el insigniflcanre empeno, sin otro resultado que d
eSlropco de los caballos, march6 el General en Jcfe ala Vuella Grande donde
Ie csperaba el general Bartolome Mas6 can mas de tresciemos jinetes.
Lo esperaba, con mas impaciencia que rodos, Jose MartI. Mientras estuvo
ausente eI general G6mez se esforza en disipar -siempre conciliador- al
gunos resentimiemos pOl' agresiones al decoro de los libertadores, que ya
cmpezaban a proyectar sombras en la Revolucion. La nota del Diario de
Marti correspondicnte al 16 de Mayo dice: "Sale G6mez a visitar los al
rededores. Ames, registro de los sacos del teniente Chacon, oficial Diaz.
sargento Puerto Rico, que murmuran: para hallar un robo de media \;>otella
de grasa.- Convicci6n de Pacheco, el Capitan: que cl cubano quiere carino,
y no despotismo: que por el despotismo se fueron muchos cubanos al Go
bierno y se volvenln a ir: que 10 que esta en e1 campo, es un pueblo, que
ha salido a buscar quien 10 trate mejor que el espanol, y halla justo que Ie
reconozcan su sacrificio." Calmo, y desvlo sus demostraciones de afecto a
mr, y las de lodos. Marcos, cl dominicano: "iHasta sus huellas!"
En su ultima nota, 17, ha escrito Marti: "Gomez sale con los cuarentn
caballos, a molcstar el convoy de Bayamo. Me quedo escribiendo can Garriga
\' Feria, que copian las instrucdones generales a los Jefes y Oficiales: con
migo dace hombres, bajo el teniente Chacon, con tres guardias a los tres
aminos; y junto a ml Graciano Perez. Rosalia en su arrenquln, can el
fango a la rodilla, me trae en su jaba de caza el almuerzo carifioso: 'Por
usted day mi vida.' Vienen, reeien salidos de Santiago, hermanos Cha
c6n, ducfio el lillO del arria cogida antier, y su hermano rubio, bachillcr y
comico, y Jose Cabrera, zapatero de Jiguanl, trabado y franco y Duany, negro
joven y como ... en camisa, pantaI6n y gran dnto, y Avalos, timido, y Rafael
Vazquez, y Desiderio Soler, de dieciseis afios, a quien Chacon trae como
hijo. Otro hijo hay aquI, Ezequic1 Morales, con dicciocho anos, de
UlUerto en Ia guena. Y estos que vienen me cuentan de Rosa Moreno, la
campesina viuda que Ie mand6 aRabi su hijo Unico, Melecio, de diceiseis
anos: 'Alla muri6 tu padre: yo no puedo ir, tu ve'. Asan platanos y majan
tasaja de vaca, con una piedra en el filon, para los reden venidos. Esra
muy turbia el agua crecida del Contramaestre y me trae Valentin un jarro
hervido en dulce, can hojas de higo." He reproducido integra esta nota;
porque fue la Ultima del Delegado Supremo de Ia Revolucion. El 18 no cscri
bi6; porque paso el dfa en incansable labor, recibiendo al general Bartolome
Mase, su brillante Estado Mayor y su contingente de trcsdentos hombres
de caballerfa.
Acompanaba al general, Bartolome Mase una {uerza espiritual de mayor
trascendencia todavia. El prestigio de su vida publica y privada, y su fir
meza moral, habian sostenido la Revoludon, antes de la llegada de los gran
es caudillos.
Al campamento de Vuelta Grande, junto al rio Cauto, lleg6 el general
'Bartolome Maso, Jefe del 29 Cuerpo, el 18 de mayo. Marti, que habla
qucdaclo cn la casa del Prefccto RosalIa Pacheco mientras Gomez imen
taba el frustrado at!ique al convoy que sin novedad llege a Remanganagua,
acudio al encuentro de Maso en las primeras horas del 19 de mayo. Cerca
de las diez de la manana, previo aviso, liego el General en Jde Maximo
Gomez con la escolta que 10 acompanara en la inutil operaci6n sobre
Remanganagua. Recibido con los debidos honores militares y con las acla
111aciones del popular entusiasmo dirigi6 breve arenga a las fuerzas de Mas6,
llilUS trescicntos jinetes. Hablo Mas6; el slmbolo del deber cumplido. Y
de Marti fue cl discurso arrebatador. Nunca ray6 mas alto la elocuencia. La
amargura de los ulumos dias, Ia zozobra que asoma en su diario el 14 de
1ll,lyO 51 el temor de no poder evitar el pcligro que Ia desorganizacion pll
dlcra acarrear a la guerra, y al cspiritu de libertad que Ie inspira brotan de
]a palabra maravilosa. "Par Ia causa de Cuba, dejare que me c1aven en la
cruz". Los vitores iniciados por los grandes hombres presentes y las ada
maciones de Ja tropa alineada con los fusiles de la libertad irradiando el
Ie vuelvcn al optimismo que Ie era natural. "Con la Revoluci6n triunfara
la verdadera republica y el decoro del hombre. La Revolucion triunfara pol'
b abnegacion y el v310r de Cuba, por su capacidad de sacrificio y decoro
de modo que el sacrifido no parezca inutil, nl e1 decora de un solo cubano
quede lastimado. La Revolucion trabaja para la Republica fraternal del
porvcnir. Sobre las {iJas heroicas la bandera de Cuba abatira al opresor..."
Cunt1ba Enrique Cespedes que el rostro del Apostol, enrojccido al sol
de mayo, dibujaba en las arterias tirantes la tremenda tension de la palabm
:: d arrebal0 inigualado de la elacuencia. Erguido en cl blanco corcel, y cl
acera dcslumbrador al sol, pudo sentir en los latidos de su noble corazon
ia vigorosa palpitaci611 de su Patria y en el vasto escenario dilatarse In
triunfal de la Republica...
La tropa, vibrante de entusiasmo y de fe en el ideal de una nueva Cuba.
rumple filas para acampar.
La impresi6n deslumbradora que en las almas producia Ia presencia dt
Jose Marti era e1 tema de todas las conversaciones: 10 mismo en la tienda
de campana del general Maso que en los ranchos de los soldados. Se senti,l
feliz el general Mase, mas que con el nombramiento que Ie confiri6 eI
general Gomez de Mayor General, Jefe del 29 Cuerpo del Ejercito Liberta
dor, por haber escuchado el verbo de la Revoludon en Jose Marti; el, que
habfa oido el grito de La Demajagua.
Eran las dace del dia. De subito, oyeronse lejanos tiros en direccion de
Dos Rios, el campamento anterior, distante cerca de una legua. Sabiase que
por alli andaba la columna espanola del coronel Jimenez de Sandoval, casi
tada de infantcrfa. Era, en efecto, la que habia acampado en e1 batey de
Dos Rlos. No habra salido de aUf: habia acampado para almorzar. Segura
mente no tendria el prop6sito de perseguir a la numerosa fuerza cubana
-ahora mandada por el general Gomez-- sino de csperar que empren
diera marcha para ocupar, como en Dos Rlos, el campamento abandonado.
Era el sistema de persecuci6n dec1amado en los partes oficiales espaiioles.
De no ser asf no habrfa hecho alto en Dos Rlos, habria llevado Ia marcha
a Vuelta Corta para caer de sorpresa sobre el camparnento cubano. Los
tiros fueron dirigidos a un ranchero, pOltador de cncargos para los insu
rrectos.
166
167
En el campamento cubano el enardecimiento producido pot el discutso de
Marti redamaba belicos impulsos. El mismo general Gomez, tan inaccesi
bie a los desbordes impulsivos del entusiasmo, columbro la vision de un
nuevo Palo Seco, y a la cabeza de una nueva generacion guiso reproducit
1<1 jornada inmorral. Las cornetas tocaron a formadon a la carrera y minutos
despues, al toque enardecedor de degiieyo, con el general Gomez a ]a eabeza,
dos Iargas hiletas de jinetes en desenfrenaclo galopar avanzaban a Dos Rios ...
Disposicion ninguna se torno, ni exploracion, ni siquieta la revision
de las filas para la seguriJad de no encontrarse cortada antes de llegar
al encmigo. Asi se paso frente a la confluencia del Cauto y e1 Contramaes
tre: sin encontrar cnemigo; se galopo a 10 largo de la margen izquierda
del Contramaestre, en busca del vado del rio. algo erecido por redCnt(:
lluvia. Por este vado, distante un kilometro del campamcnto espanol, cruZQ
el general Gomez can Maso, Borrero y una parte de las fuerzas mientras
otros grupos se dirigian corriente arriba hacia un vado menos profundo,
de donde retrocedieron hacia el primer paso. Solo los bien montados 10 va
dearon; la mayoria retrocedio en confusion. Los pocos que cruzaron la
corrieote por donde pasaton los primeros, encontraron en la opues!a orillfl.
dos ca.ollnos: uno, anmo caUejon a 10 largo de la margen del rio, poblada
de arboles -y al lado izquierdo una cerca de alambres- y el otro, un es
trecho sendero en direction perpendicular al rio intenuindose entre atholcdas
y maniguas. Por ahi habian ida Gomez y los escuadrones que 10 siguieron.
Pera, eso no 10 sabian los que estaban cruzando cl rio, ni habia par alll
ningun ayudante que los inormara, ni les trasmitiera ordenes. Habra ras
trOS mojados en los dos senderos, porque pot el cal;ejon habia ido Marti
con un grupo de jinetes cuando c1 gener::ll Gomez, a quien acompafiaba,
Ie ac1virti6 que "ese no era su puesto, que pasata a retaguardia."
Mientras Gomez y sus acompaiianles se desplegaban entre los arboles
y maniguas a media kilometro mas alla: del vado y rompian el fuego sabre
e1 campamento espanol, Marti -seguido de Bellito, que Ie eta tan adieto
y un grupo de jinetes avanzaron pot el callcj6n, ancho y recto, en cuyo
extrema los fusilaba una fuerte avanzada, que pareda como de cineuenta
ioiantes; cayeron sobre ella al machete y la arroIlaron al galopar de sus
caballos. Enardecidos, dejando atras cadavetes enemigos, avanzaron unos
den metros mas por un limpio del potrero hasta la casa del Prctecto Rosa
lia Pacheco POt donde entraton algunos soldados espanolcs fugitivos. A
caballo estuvo Mard en 1a puerta del bohro y su voz de mando la escueh6
13 senora de Pacheco en eI terror de su escondite, tendida en el suclo con
sus ninos. Algunos cubanos desmontaronse para caer a machetazos sabre los
fugitivas dentro del bobio y basta Ia cetca del batey por donde escaparon,
a ticmpo que Marti, tocando en el hombro al valeroso Angel Guardia, que
tenia a su lado, Ie dijo: "Vamos a adelante". Guardia Ie objet6: "Presidente,
llsted esta herido en la pierna." -"No importa" -insistio Marti--; "i
adc

1ante!" En esc instanle dos lineas de fuego, en lingula recto coloeadas par
el coronel Jimenez de Sandoval -una perpendicular al rio y aproximada a
su margen y la otra a 10 largo de un fustete gigantcsco tendido en el suelo,
pero con las ramas verdes y frondosas, junto a un dagame seco- cubrieron
168
can una lluvia de balas el limpio del potrero en dirccd6n al bohio. Marti
sin fijarse en el escaso grupo de jinctes que basta alIi Ie siguieron cargo
en direccion del En pas de el Bellito era berido en un brazo '!
retirado de la accion par algunos companeros. En tanto, can el rev6lver en
la diestra, espoleando su caballo, Marti llego can Guardia a la linea de ba
yonetas envuelta en humo y fogonazos entre 1a ramazon del fustete. Parada
el obstaculo su caballo tecibio una herida en In barriga que Ie salio
por el lomo, el de Guardia cma muerro. En esc instante Angel
Guardia via alga terrifico: Marti caia abatido, ensangrentado el rostra y el
cuello, a dos metros de las bayonetas. jEstaba muerto e1 Ap6stol de Cuba!
Intento atrastrarlo; una nueva dcscarga 10 oblig6 a alejarse del lugar. CarritS
hasta encontrar al general Gomez. "i General, eI Presiclente ha quedado mucrto
por aUi!" El general Gomez y los que oyeron b .crrible nueva quedaron so
brecogidos. E1 teniente Manuel Piedra, ayudante de Maso, propuso it a res
catarIo, vivo 0 muerto, como deseaba Guardia. El general Mase corro la
proposici6n temeraria, suicida, con esLas palabras: "Eso se hara cuando se
pucda y se ordene". El general Gomez, casi solo, se acerco a explorar ames
de decidir 10 oportuno.
Las descargas espafiolas arreciaban; los pocos jineles que con Marti }'
Bellito anoIlaron la avanzada, en e1 extrema del callej6n, habian desaparecido.
Por d camino de regreso a Vuelta Corta, iban en desorcien hiletas de jinetcs
que no llegaron siquiera a cruzar el rio y que carecian de ardenes.
No tard6 el general Gomez en darse cuenta de la magnitud del desastre,
en el que terminaba e1 primer combate por e1 dirigido en la nueva guerra.
Si bien puede decirse que alli no hubo direccion ninguna sino el ga]opar
frenetico de una cabalgata y un retroceso desordenado: un combatc innc
cesario, que retrasaba la marcha al Camagiiey y un funesto tesultado, la
muerte del Apostol.
Retito e1 general G6mez los jinetes que habian combatido junto a el y
emprendi6 el regreso a Vuelta Corta, clewis de las hileras fugitivas en las
primeras sombras la tarde. Entristecido, Ie dija al general Maso que
tal vez Marti no estuviera muerto, sino herido y dentro de alglin maniguazo;
que si nos marchabamos dejandolo, el enemigo, al reconocer como es
costumbre, el campo donde se habia librado la accion, se iba a ap<lderar de
el; y senalandole a un joven oficial -Ramon Garriga- que pot haberlo
vista yo siempre al lado de Marti 10 creia su ayudante, Ie propuse que nos
dejata a los dos alii para registrar la manigua. El general Maso me contest6
can acento de autoridad: "Eso no hara cuando sc pueda y se ordene." De
aguel sido fuimos ocupar una posicion donde segun e1 pnktico, podiamos in
tcrceptar la marcha de regteso a sus cuarte1es de la columna espanola y res
catar a Marti. Scguramente que ya el General en Jefe no abrigaba duda de
que habia caido en poder del enemigo. Volvimos a1 lugar donde se habia
efectuado e1 combate y se confirmo la desconsoladora verdad. Alli una
senora Ie entrego al general Gomez un papd cscrito y Ie trasmiti6 un men
saje verbal de uno de los jefes de la columna, segUn el cua1, esta conducia
a Marti gravemente berido y ofrecia que en caso que se 10 rein
tcgrarian a nuestro campo. No se si el General pudo dade credito a una pro
169
mesa tan inverosimil, pero Ie oi exclamar: "i Quien sabe, jdes CSDH
noles suelen ser caballeros! ... "
SOlo quien quisiera engafiarse a S1 mismo pudiera creer en tal fabula, gut:
a su vez el general Jimenez de Sandoval mas tarde la desminti6.
El general G6mez declara en sus memorias que orden6 a Marti que St
guedase dettas y que no pudiendo hacer otra cOsa que marchar
para armstrar a la gente, no pudo ocuparse mas de Marti; que se encontro
casi solo, a cincuenta varas del enemigo por su flanco izquierdo y dirigien
dose al centro encontr6 a Guardia, que 5e retiraba can su caballo herido
y Ie di6 13 tristc noticia de Marti muerto 0 herido. Agrega el General que
a\ siguente ilia envi6 5U ayudante Ram6n Garriga con una carta al jefe ene
migo II indagar 5i Marti era muerto, 0 vivia con beridas graves. Y a continua
ci6n eonfirma haber recibido de una senora llamada Modesta un papd que
da a entender que. C0l110 hermano mason de Marti esta bien atendido.
Lo linico real en la tragedia de Dos Rios era el descalabro de la fuerza
cubana, de tal modo clispersada, que al final e1 General en Jefe s610 comaba
con cincuenta hombres a Sll lado, y que aque1 avance, innecesario, al en
cuentto de la columna que habra acampado a retaguardia, contrariaba eJ
tinko objetivo importante para el general Gomez: llegar al Camagi.iey :\
sublevarlo ames que los preparativos del general Martinez Campos opus.ieran
un obst:kulo formidable.
El contingente del general Bartolome Maso sigui6 a su comarca de ope
raciones, en direcci6n de Bayamo, por orden del General en Jcfe, ahora rc
ducido a una escoIta de veinticinco hombres y, para colmo de males, gra
vemente enfermo. Gracias a los cuidados de la familia del Capidn Magin
Valdes, que en la prefecwra de Mala Noche recuper6 la salud.
Tras muchas vicisitudes, el 5 de Junio entro en territorio camagiieyano,
el 10 cruz6 en Santa Cecilia, junto a Santa Cruz, el rio Najasa. All! sc Ie
incorpor6 el comandante Oscar Primelles con dieciocho hombres. Habia otras
fuerzas mas numerosas y antes sublevadas, al mando de los comandantes An
gel Castillo y Mauricio Montejo; pero se encontraban lejos, hacia el norte
de la provincia.
Aque1 mismo dia, 5 de Junio, el marques de Santa Luda, Salvador Cis
neros Betancourt habfase sublevado con una veintena de amigos, entre ellos,
Lope Recio Loynaz de \a alta sodedad camagiieyana; Romualdo Molina, Esci
pion de Varona; Le6n Primelles Agramonte, Francisco Caballero Loynaz,
Javier de la Vega y sus hijos, Maxi miliano Ramos, Antonio Aguilar, Joaqum
Barreto, Bernabe Boza, Manuel Ramon Si:va, Enrique Recio, Ignacio
Aurelio y Eliecer Alvarez, Rogelio Zayas Bazan, Gustavo Caballero, e1 Vart"
Morales, Paco Recio, y su ayudante Agramonre, Melchor Mala, Luis Napoles
Antonio Luaces, los Benavides, Carlos Agiiero, glorioso veterano del 68 y
otras muchos subievaronse tambien.
El 13 ataco el general Gomez el puesto de Altagracia donde muri6 el
general Francisco Borrero; verdadera desgracia de la Patria. E1 19 hizo rendir
el campam=to del Mulato: un teniente, 23 soldasIos, 25 fllsiles y seis mil
tiros, fueron el resultado de csta atrevida operaci6n del general Gomez.
VII. Llegada de Marti y Gomez: Arroyo Hondo y Peralejo
Del campamento de Filipinas, a donde fue conducido por la pareja salvadora
cl general Jose Maceo, sali6 el heroko caudillo al mando de las fuerzas
del general Pedro Agustin Perea, que se Ie habra incorporado, en direcci6n
le Arroyo Hondo, por donde se aproximaban, seglin reiterados informes,
el Delegado Supremo de la Revoluci6n; Jose Marti, y el General en Jefe,
Maximo G6mez, acompanados de los generales Francisco Borrero y Angel
Guerra y los ayudantes Cesar Salas y Marcos del Rosario can la pequefia
escolta de Feliz Ruenes. Tuvo que pasar, por 1a premura de la mareha,
a la vista de 1a ciudad de Guantanamo, de donde sali6 momentos despue)
una columna sobre su rastro. AI llegar a Arroyo Hondo resolvi6 aprovcchar
]a venrajos;l situacion del profundo barranco que cruzado por rustico puente
50bre precaria corrieore, da nombre al lugar.
A h. !legada de la columna espanola entabl6se el mas refiido combatc
llue hasta cotonces habra tenido 1a guerra. Repetidos intentos enemigos de
cruzar e1 eSlrecho puente fueron rechazados con grandes perdidas y Jose
J\bceo dccidio entonees tamar la ofensiva. Envi6 al bravo teniente corond
Mcide Duvcrge -que tanto se distingui6 en las dos guerras anteriores-- a
u\anzar sabre cl encmigo a traves del puente. Lo cruze Duverge con la
bandc!<l de Cuba al frente de sus bravos y cay6 desde la margen opuesta,
<1travesado a balazos, a1 fondo del arroyo. La siguieron las demas fuerzas,
y a su frente Jose r-hceo, y forxaron la retiracla del enemigo sobre Guan
lammo. Dueno del campo de la acci6n, y enterrados sus mucrtos, esper6 Jose
In llegada del General en Jefe, que vino enseguida, con Marti y sus acom
panantes. Hizo el Delegado la oracion funeral del heroko Despues
"e pusieron en mareha, vibrando todavia en los corazones la palabra magnifica
de Martf y la candente arenga de Maximo G6me?. En procesion de antor
chas, con cuabas encendidas, marcharon gran parte de la nocile. Era cl 25
de abril. Y Ia vigorosa marcha de la guerra principiaba bajo los auspicios de!
l-riunfo.
Si trascendental fue Ja aparicion del general Jose Maceo en el campamento
de Filipinas y la inauguracion de su mando con la victoria de Arroyo Hondo
liara ,recihir dignamente a1 Delegado de la Revoluci6n, Jose Marti, al Ge
neral en Jde, G6mez, a los generales Francisco Borrero y Ange!
Guerra y los ayudalltes Cesar Salas y Marcos del Rosario, no menos grandt.
{ue la repercl1sion de la llegada de Antonio Maceo al campamento de Vueha
Corta. Oriente vibr6 de entusiasmo. La angustia de los dias preccdentes
ceJi6 el Iugar al optimismo en los corazones.
En el campamento de Vuelta Corta, el 20 de abril, fuerzas revolucionarias
del general Pedro Agustin Perez jubilosas ac1amaron a\ Mayor General An
tonio Maceo rescatado como par rnilagro de la selva impenetrable y de los
horrendos abismos de las Cuchillas de Baracoa. En elias 'lued6 el inmenso
rIo, Crombet, despeJuzado a machetazo5 por las feroces escuadras de Yu
teras en 1a ruta inh6spita. Que asi la Providencia brinda a1 hombre la copa
de la dicha siemprc con algun aclbar en el fondo.
170
171
Pero ahora, con la llegada de los grandes Jefes, la guerra tendra unidad
y direccion, firmeza y acometividad. Ya estrl a caballo el genera! Maceo, y
bajo el fant:lstico jinete, al coreel de la libertad Ie naceran las alas de Sa
motrada.
Asumi6 el mando de Oriente cl general Maceo y su primera marcha fue
de aproxjmaci6n a Santiago de Cuba; a la vez acercabase a Ia ruta del general
Mn:umo G6mez, de Mard y sus compafieros de expecUcion, a quienes escol
taban con fuerte columna los generales Jose Maceo y Pedro Perez. En cl
camino envia 6rdenes a Periquito Perez, a los coroneles Planas y Alfonso
Goulet y at general Rabi para que se Ie inccrporen sin demora' y a Jose
Mira Argenter para que intensifique c1 alzamiento de Holguin a donde se
propane acudir pcrsonalmente. Para las grandes operaciones que pro,'ecta
necesita un ejercitoi por ello ordella Ia concentracion de fuerzas.
A pesar de ir aproximandose a Ia comarea par donde marcha e1 general
Gomez con el Dclegado Supremo, no aparece deseoso de una entrevist,\
con e1. Alin Ie duele Ia negativa de Marti a los cinco mil pesos que Ie picUo
para e1 embarque, realizado por Flor con dos mil, porque ya Marti no
tenia mas.
Pensando que no habrfa la natural enttevista de los grandes Caudillo.>
de Ia guerra, dicta el 28 de abril esta orden al general Bartolome Maso:
"General: el general Jose Maceo me participa que ewin en su Cuartel
el Mayor General Maximo GOmez, el brigadier Felix Francisco Borrero y e1
doctor Marti... Sirvase, pues, ordenar que el coronel Amador Guerra espere
al general G6mez en el potrero de Sabana de Hato del MecUo, con 200
hombres de cabaUeria, para que 10 conduzca e\ Camagiiey cle clande regre
sara tan luego 10 cUsponga e1 mcncionado Jcfe".
N6tase en esta orden 1a ausencia del titulo de General en Jefe, yo.
reconocido al Mayor General Maximo Gomez en In emigrl:ci6n, desde que
Ie fue conferido por el Delegado del Partido Revolucionario, l11cgo de con
sultar a los Jefes Rrincipales. Lo logico, desde el punto de vista milital',
era que el general Macco acucUese al encuentro del gener:l1 G6mez para
recibi.:- ordenes y acordar cl inmediato plan de campana. cumplio esta
ob'igacion a1 general Maceo, sin que pudiera disculparlo ninguna 0per.l
cion militnr apremiante -que no estaba rcalizando-- ni Ia cUstancia, que
se habfa reducido a una jornada.
Pero, recibe carras de Martf y de Gomez y su resentimiento disminuye
y los cita para una entrevista personal en Bocuoy. Debi6 llevar su nll
meros:! .. illas acudio al lugar s6Io Call sus Ayudantes y alguna escolta.
AI recibir ,wiso del general Gomez de que era imposib1e llegar a tiempo
Bocuoy se encamino a La Mejorana. donde encontro a G6mez v a Ma.rtf
'vo decto 12 celebre entrevista de ese nombre. No sc formul6 en elLl
lqn de la Invasi6n de las provincias occidentales ni de opel'acian
1'ai6 dc b forma de gobierno que debia a la Revolucion
-1 concurso del pals y d reconocimieJlto dc la beJigerancia
r
C
l':ov6 en La Mejorana la vicja dc los principios,
lea de GU<limal'O, entre b dictadura militar en la
'lto y arraigo en 10. guerra misllla de 1a inslituci6n
republicana, de manera -segtin antes sostuvo Ignacio Agramonte- que
"a mecUda que la revolucion avanzara las instituciones del bien fuel'On SU$
tituyendo a los instrumentos del mal". Cespedes, que defendia la plcnitud
de Ia autoridad mifitar; aunque solo en el tiempo que durase la guerra,
hubo de ceder ante Ia rectitud republicana de Agramonte sostenida por
Ia Camara. Ahora Maceo renovaba el cheque de esos principios fundamcn
ralts. PretencUo reducir el Gobierno a Lilla mera "Junta de Represen.
tativos de los Generales con mando" {rente a1 criteria de Marti, decicUdu
a Ia proclamadon inmediata de Ia Republica, con sus atributos csenciales.
La cUsC1.1si6n -de 10 que se aparto el general G6mez- pareci6 no de
venir en momentaneo acuerdo; pero alguna rectificaci6n se inicio en el
criteria del general Maceo, que al finalizar la confcrencia anunci6 cl envio
n la Asamblea, pi'Opuesta PO! Marti, de los representantes de Oriente:
de criterio tal ('que no los pudicsc enredar el sabia Marti". Esa rectifi
cacian lIego a sel' tan completa que meses dcspues el general Maceo pres
taba el juramenta solemne de obecUencia al de orden civil,
crendo par Ia Asamblea, como quiso Marti.
Terminada Ia conferencia dc La Mejorana, el mismo din 5 de mayo
-anota el general Gomez en su Diario- "nos condujo a las afueras de
su campamento, en donde pernoctamos solos y dcsamparados, apenas escol
tados par veinte hombres bisofios y mal armados. El dia 6, al marchar rUll
bo hacia Bayamo, confusos y abismados con la conducta del general An
tonio Maceo, tropezamos con una de las avanzadas de su campame:1l0 -de
mas de dos mil hombres- y fuerza nos fue entrar. El General s>:: discu10
-como pudoi nosotros no hicimos caso de Jas disculpas, como no 10 habiamos
hecho del desaire: y nuestra amarga decepci6n de In vispera qucdo curada
con el entusiasmo y respeto con que fuimos recibidos y vitoreados pOI
aquellas tropas. Dos horas despues continuamos marcha, abandonando tam.
bien cl campamento del Gcneral, pues cl salia en operaciones. Esa noch;;
pernoctamos en Jaglla".
En efeero, cl general Macco sali6 en operaciones sobre El CristO, pueblo
que tomo dos dias despues, e1 7.
La rectificaci6n, en cuanto al Gobietno revoillcionario, no se limita en
d poderoso cerebra de Maceo a1 anuncio de los repreSCi1tantcs de Oriente,
que concurrinln a la Asamblea: llega al acatamiento de la autoridad del
general Maximo Gamez como General en Jdc, y aun a Ia de Marti en la
Suprema De1egacion que Ie otorgo el Partido Rcvolucionario. Les da una
escoIta y los despide con dcferencia.
Enscguida cmprende movillliento hacia Guantanamo y el 13 de mayo
-en e1 campo del Jobito-- gan6 sefialada victoria contra las fuerz,\s del
teniente coronel Bosch, Jde de alta rcputacion, que aUf percU6 cl combate
y la vida. POl' algunas horas reino el panico cn Guantanamo; temiase la
ocupuci6n de la ciudad par las {uerzas insunectas, a .extremo tal que se
enterr6 de prisa el infortunado Jefe espaiiol. S610 la falta de informacion
del cstado de 1n ciud"d 1;\ salvo de la captura.
Despues del combate del Jobilo emprendio Maceo el recorrido de las
zonas de Holguin y Gibara panl intcnsificar 1a Revoluci6n. En el camino
170
173
Pero aham, con la llegada de los grandes Jees, la guerra tendra unidad
y direcci6n, fitmeza y acometividad. Ya esta a caballo el general Maceo, y
bajo cl fantaslico jinete, al coreel de la libertad Ie llacenin las alas de Sa
motrada.
Asumi6 el mando de Oriente el general Maceo y su primera marcha fue
de aproximaci6n a Santiago de Cuba; a la vel: acercabase a la ruta del general
Maximo G6mez, de Marti y sus companeros de expedici6n, a quienes escol
taban con fuerte columna los generales Jose Maceo y Pedro Perez. En e1
camino envia ordenes a Periquito pcrc7., a los coroneles Planas y Alfonso
Goulet y a! general Rab! para que se Ie inccrporen sin demora' y a Jose
Miro Argcnter para que intensuique cl alzamiento de Holguill a donde se
ropone acudir personalmente. Para las grandes operaeiones que prayeeta
necesita un ejercito; por ello ordena la concentracion de fuerzas.
A pesar de ir aproximandose a la comarca por donde marcha e1 general
Gomcl: con cl Delegado Supremo, no aparece deseoso de una entrevist,1
con cl. AUn Ie duele ]a negativa de Marti a los cinco mil pcsos que Ie pidi6
para ei cmbarque, realizado por Flor con dos mil, porque ya Marti no
tenfa mas.
Pensando que no habria la natural entrevista de los grandes Caudillo.>
de la guerra, dicta el 28 de abril esta orden al general Bartolome Mas6:
"General: el genera! Jose Maceo me participa que esran en su Cuartcl
el Mayor General Maximo G6mez, el brigadier Felix Francisco Borrero y e1
doctor Marti ... Sfrvase, pues, ordenar que e1 coronel Amador Guerra espere
al general Gomez en el potrero de Sabana de Hato del Medio, con 200
hombres de caballerfa, para que 10 conduzca el Camagi.iey de doode regre
sara tan luego 10 disponga el mencionado Jefe".
N6tase en esta orden la auseneia del titulo de General en Jefe, ya
reconoddo al Mayor General Maximo G6mez en la emigraci6n, Jesde que
Ie fue conferido par el Delcgado del Partido Revolucionario, luego de eon
suhar a los Jefes p'rincipales. Lo l6gico, desde cl pWHO de vista militar,
era que e1 general Maceo acudiesc al encucntro del gener31 G6mez para
recibir 6rdenes y acordar el inmediato plan de campana. No cumpli6 esta
ob'igaci6n al general Maceo, sin que pudiera disculparlo ninguna 0pera
ci6n militar apremiante -que no estaba realizando-- ni la distancia, que
se habia reducido a una jornada.
Pero, recibe cartas de Marti y de Gomez y Sll resentimiento disminuye
y los cita para una cntrevista personal en BowDY. Debi6 llevar su ilU
merosa tropa, mas acudi6 allugar s610 con sus Ayudantes y alguna escolta.
AI recibir aviso del general Gomez de que ern imposible llegar a tiempo
a Boeuoy se encamino a La Mcjorana, donde encontro a G6mez y a Marti
y tuvo efeeto Ia celebre entrevista de ese nombre. No se formul6 en ell.t
ni el plan de la Invasi6n de las provincias occidentales, ni de operacion
algllnll. Se aato de la forma de gobierno que debra darse a la Revolucioll
para mcrecer el concurso dei paIs y el reconocimienro de la beligerancia
exterior. Se renov6 eo La Mejorana la vieja de los prineipios,
1I11clada co Ia Asamblea de Guaimal'o, entre Ia dictadma militar en la
guerra y cI planteamiento y arraigo en la guerra misma de la institudon
republicana, de manera -segUn antes SOSt11VO Ignacio Agramonle- qu<:
"a medida que la revoluci6n avanzara las instituciones del bien fueron sus
tituyendo a los lnstrumentos del mal". Cespedes, quc defendia la plenitlld
de la autoridad miiitar; aunque s610 en el tiempo que durase la guerra,
bubo de ceder ante la recutud republicana de Agramonte sostenida por
la Camara. Ahara Maceo renovaba el cheque de esos principios fundamen
tales. Pretendi6 rcdllcir el Gobierno a una mera "Junta de Represen,
tativos de los Generales con mando" rente a1 criterio cIe Marti, decidido
a la proclamaci6n inmediata de la Republica, con sus atributos esenciales.
La discusi6n -de ]0 que se apart6 el general Gemcz- pareci6 no de
venit en momenraneo acuerdo; pero a1guna rectuicad6n se inici6 en el
cri terio del general Maceo, que a1 finalizar la conferencia anunci6 el envio
a la Asamblea, ptOpuesta por Marti, de los represcntantes de Oriente:
de criterio tal '\lue no los pudiese enredar el sabio Marti". Esa reetui
caci6n liege a ser tan completa que meses despucs el general J.\,l.lceo pres
taba c1 juramenta solcmne de obediencia a1 Gob.<:rno, de ardell civil,
creado por la Asamblea, como guiso Marti.
Terminada la conferencia de La Mejorana, el mismo dla 5 de mayo
-anota cl gencral G6mez en su Diario-- "nos eondujo a las afueras de
Sll campamento, en donde pernoetamos solos y desamparados, apenas eseol
tados par vcinre hombres bisonos y mal armados. El dia 6, a1 marchar rum
bo hacia Bayamo, confusos y abismados con la conducta del general An
tonio Maceo, tropezamos can una de las avanzadas de su campamcnto -de
mas de dos mil hombres- y fuerza nos fue enttar. El Genera: se disculpci
como pudo; nosotros no hicimos caso de las disculpas, como no 10 habfamos
hecho del desaire: y nuestra amal'ga decepci6n de la vispera qued6 curadn
con e1 entusiasmo y respeto con que fuimos rccibidos y viroreados par
aquellas tropas. Dos horas despucs eontinllamos marcha, abundonunJo tam
bien el campamento del General, pues el salla en operaciones. Esa noche
pernOClamos en Jagua".
En efecto, d general Maceo sa1l6 en operaeIones sabre El Cristo, pueblo
que tom6 dos ruas despues, el 7.
La rectificaci6n, en cuanto al Gobierno revolucionario, no se limita eo
e1 poderoso cerebro de Maceo al anuncio de los reprcse'liantes de Oriente,
que coneurriran a ]a Asamblea: llega al acatamienlo de ]a autori clad del
general Gomez como General en Jcfe, y aun a Ia de Marti en la
Suprema Delegaci6n gue Ie otorgo cl Partido Rcvolucionario. Les da una
escolta y los despide con deferencia.
Enseguida emprende movimiento hacia Guantanamo y cl 13 de mayo
-en el campo de) Jobito-- gana sefialada victoria contra las fuerzas del
teniente coronel Bosch, Jde de alta reputaci6n, que allf pen.li6 el combate
y la vida. POl' aIgunas hotas rein6 el panico en Guantanamo; temiase la
ocupaci6n d..: la ciudad par las fuerzas insurreetas, a .extremo tal que se
cnterr6 de prisa el infortunado Jefe espanol. S610 la falta de informacion
del estado de 1" ciudad la salvo de 1a Captlll'U.
Despues del combale del Jobito emprendi6 Maceo el reeon-ido de las
zonas dc Holguin y Gibara para intensificar la Rcvoluci6n. En e1 camino
172 173
ha ocupado una imprenta, la que destina a la publicaci6n de un pcri6Jico..
organo de los revolucionarios de Oriente, que difundiesc los prop6sitos )
os prestigios de 1a Revoluci6n. Se Uamani El Cubano Libre y a su reme
coloca al comandal)te Mariano Corona como Director, y como Regent(
a Jose Heredia.
En esta atrevida marclla de circunvalaci6n par el territorio de Holguin
lIeg6 a media legua de 1a ciudad de este nombrc, despleg6 al [rente Sll
numerosa caballerfa que tan alto elevo su prestigio en El Jobito y reta en
vano a 1a Division espanola de Suarez Valdes, que no se acerc6 a combat i [.
Sucedieronse alzamientos en aquella pob1ada region, y se penetro a viva
fuerza en los pob1ados de Guabajaney, Yabaz6n y Fray Benito, batiendo SLlS
destacamentos; se destruy6 parte de la linea ferrea en Aguas C1aras e1 5 de
junio y se machete6. un reten enemigo. El 29, en marcha pOl' los distr1tC1S
de Palma Soriano, San Luis y Alto Songo, libr6 breve combate en el
ingenio Union.
Sin tropiczo alguno ha penetrado Maceo en el territorio de Sagua (I..:
Tanamo. Y Sill hostiHdad ha girado en torno a la Division del general Sua
rez Valdes. Luego so encamino a 1a comarca de Bayamo de donde Ie He
gaban nOlicias de fuertes contingentes espaiioles.
Llano es el territorio de Bayamo, a1go ondulado hacia e1 puerto de Man
7.anillo por donde p.odian esperarse los nuevos contingentes traidos de .es
pana por el general Martinez Campos para 1a campana de Oriente, qUl.:
estim6 decisiva. Par este morlvo juzg6 Maceo mas importante recorrer d
territorio entre Bayamo y Manzanillo para contrarrestar el posible esfuerzo
del Capitan General espaoo1. El eje de aquella comarca de
importancia estrategica es el camino real de Manzanillo a Bayamo) via de
comunicacion que descle esta ultima ciudad se prolonga a traves de Holguin
basta el puerto de Gibara en 1a costa norte.
Comprendiendo10 asi, Maceo se acerco cautelosamente a ese camino rc,lI
y el 12 de julio acampo en las vegas del rio a media jornada de la impol
tante via, del Jado del sur. Tenia alli la selecta infanteda del brigadier Jesli'
Rab, los grupos del brigadier Quintin Bandera, dos cscuadrones del mag
nifico regimiento de cabalieria "Cespedes", otro eseuadron al mande del
tenlente coronel Juan Mas6 Parra, y el Estado Mayor y Escolla: en
setecientos hombres armados y numerosa impedimenta de reclutas sin ar
mas. Durante Ia noche del 12 Ie llegaroD noticias de Ia inminenre salida
de un convoy desde Veguitas a Bayamo. El doctor Jose NicoLls Ferrer,
que eSa misma noche ingres6 al servicio de la Revoludon} Ie iuformo que
en Manzanillo estaba el general Santocildos con numerosa ttOpU, prom,1
a eseoItar un convoy hacia Bayamo y s610 esperaba la llegada del general
Martinez Campos pata ponerse en marcha.
Ante noticia tan imeresante, Maceo -can aque! habito suyo de ma
drugade a1 enemigo- h1o:0 tocar formacion a media noche y una hora
despucs estaba en .rnarcha hacia In "El Tanteo", a media 1egu3 del
camino real entre Barrancas y cl rio Mabay, cOlTiente de eseaso cauda\.
que carta los dos caminos en que se biurca La via antes de !legal' a Ba
):lmo. Pero como de esa ciudad dista mllY poco cl rio Mabay, via el genera
,Ivlaceo que era mas venrajoso acercarse mas a Veguitas par'l disponer de
mayor tramo del camino real combatiendo y haciendo bajas a1 enemigo. si
este avanzaba podrfa renovarse 1a resistendll en las margenes del Mabay,
en cualquiera de las dos bifurcaciones del camino, 0 ambas si por elIas
se aproximaba 1a columna espanola. La acci6n cornenzarla en las embos
cadas y sobre el enemigo dcbilitado caeda a1 llegar a In sabana inmediatll
1a caballerfa aill situada.
Conforme a estos objetivos, embosc6 Maceo sus infanterias entre los
caminos de Babatuaba y Magueyes, apoyadas en un bosque alli existcnte; n
Ia derecha la de R.abf; Ia de Bandera a 1a izquicrda. Rebasando este obs
t<lcuJo, d enemigo llegaria a 1a Sabana de Pera1ejo. En ella desplego Maceo
hi caballeria, ocultandola entre los peralejos y maraiiones y los hajios del
terreno. La componian dos escuadrones del famoso regimienro "Cespedes",
situados a 1a eXlrema derecha; a 1a izquierda situ6 un escuadron al mando
del corond Juan Maso Parra. En e1 centro de esta linea de caballeria se
sitLIO cl general Maceo con los ayudantes y 1a escolta. A retaguardia, junto
al monte de 1a Caoba, coloco la numerosa impedimenta escollada pOl' cua
renta infantes al mando del coronel Alfonso Goulet. Entonces, tomadas tan
acertadas disposiciones, espero en silencio durante horas 13 aparicion del
enernigo.
Sucedio que cerca de las nuevc de 1a manana dos vendedores ambulanres.
interceptados por las avanzadas y conducidos a presencia de Maceo Ie dicrun
falsos informes en e! seIftido de que 1a columna espanola, que dejaron en
Veguitas, venia al mando del general Santoci1dos, y que aUi nada se sabia
de Martinez Campos; luego recorrieron todo e1 campamento y se les deJ.)
marchar en libertad. Estos individuos, segun se supo despues, a por sen
dems extraviados regresaron a Veguitas e informaron al general espanol
h situacion de las fucrzas cubanas y 1a de Ia impedimenta.
A 1:1s once de 1a manana de aque1 trascendente 13 de julio sonaron las
descargas; no en las emboscadas situadas a vanguardia. sino a
retaguardia, a 1a espalda del contingente, sobre In impedimenta. Allf 1a alar
rna y confusion fueron grandes. Pareci6 inexplicable que de modo tan com
p1eto hubiera sido flanqueada 1a linea cubana sin el menor obstacula. Lo
sucedido fue esto; advertidos los espafioles de las posidones ocupadas pm
sus contrarios, a1 lJegar desde Veguitas al Iugar conocido con el nombn.
de Barrancas, dande se bifurca cn dos ramales el camino real, tomaron el
de Solis, que se dirige por Magueyes, Peralejo y e1 Almirante hacia Bayamo,
y antes de llegar a las avanzadas cubanas situadas sobre cste camino dieron
un amplio rodeo a traves de un paso no frecuentado del arroyo Babatuaba
y lorciendo de nuevo hacia cl camino real, cayeron sobre 1a sorprendida
impedimenta.
Solo bien informados por aquellos pacificos vendedores -verdaderos es
pias- pudicron los espafioLes haber realizado maoiobra tan atl"icsgada y
aylldados por pnicticos excepdonales. Todo e1 ejercito insurrecto estab
amenazndo por Ia retaguardia y e1 flalleo y para librarse del inminente
peligro tenIa necesidad de cambial' Sll fonnaci6n l"llpidamente para afrontar
en Olros lugares ]a enemiga Ilgresi6n. No perdi6 tiernpo Maceo. Con la
174
175

También podría gustarte