Renacer No. 92 - Dec. 2010
Renacer No. 92 - Dec. 2010
Renacer No. 92 - Dec. 2010
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En este nmero
Renacer
pp. 109-111
Procura siempre hacer lo que empezaste en ti y en los dems, porque la cumbre de la perfeccin es innita... (San Antonio Mara Zaccaria)
Crnica del Tercer Encuentro Latinoamericano, P. Mauricio Ahumada T., pp. 3-5 Sacerdocio en Amrica Latina, P. Giulio Pireddu Pes, pp. 8-61 A las fuentes histricas de nuestro sacerdocio, P. Filippo Lovison., pp. 62-108 Entrevista a Padre Giovanni Villa, General de la Orden,
EDITORIAL
El 2010 ha sido un ao de especial complejidad para nuestra Provincia, y no tanto por tratarse del ao bicentenario sino por lo exigente y desaante que ha sido. El cristianismo tiene siempre una mirada sobre la realidad que sobrepasa el pesimismo trgico de las conclusiones viscerales y obvias. All donde algunos ven drama y tragedia nosotros vemos oportunidad, donde algunos ven muerte y desesperanza nosotros descubrimos al Dios de la vida, y donde otros slo ven el desierto nosotros vemos las semillas que esconde y que lo transforma luego en ese manto orido ante el cual se goza y maravilla el espritu humano.
En medio de tanta tragedia y dolor, los barnabitas de Chile no slo hemos sido capaces de buscar las formas para hacer frente a las necesidades inmediatas, sino adems de convocarnos en un nuevo encuentro latinoamericano para mirar juntos esta realidad que cada vez parece exigir ms de nosotros, pero mirarla con los ojos de Dios, esto es, con la proximidad que ofrece el amor cristiano, con la inteligencia y el corazn abiertos a escuchar lo que San Pablo y el Fundador nos sugieren como conclusin del ao sacerdotal. Este nmero de Renacer recoge fecundas reexiones sobre nuestra identidad barnabita y sacerdotal, dejndonos en el umbral pastoral de una nueva dcada. Como Provincia esperamos estar a la altura del llamado de Dios
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CRNICA
Este encuentro federativo, est orientado al sacerdocio y en especial al sacerdocio barnabtico y Latino Americano.
Todo comienza el lunes 19 de julio, ah prcticamente se encuentran todos los sacerdotes en nuestro pas (brasileos del norte y sur, argentinos, italianos), en especial, nuestro p. General Giovanni Villa y, por supuesto, los dueos de casa. Se inicia el traslado el lunes a las 15:30 horas teniendo que llegar un minibus que traslade la mayora de las maletas y padres a la casa de retiro llamada Casa Espritu Santo perteneciente a las Misioneras Siervas del Espritu Santo. Los invitados a hacer sus ponencias son: el p. Filippo Lovison y el p. Giulio Pireddu. El primero hablar sobre: introduccin al ministerio sacerdotal, de San Juan Crisstomo al p. Giovanni Semera; Juan Pablo II en los comienzos el misterio!; Sacerdocio comn y sacerdocio ministerial; Los rostros del sacerdote barnabita; A las fuentes histricas de nuestro sacerdocio; Corazones de fuego; Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo. Mientras que p. Giulio expondr: Sacerdocio en Amrica Latina (4 encuentros) Arribando a la casa de retiro, nos reunimos a las 18:30 para entregar una carpeta que contiene el horario y distribucin del cmo se trabajar en esta semana. Adems el p. Paulo Talep, sorprende a todos los invitados regalando la casulla que se utilizar esta semana y que fue confeccionada similar a la del ao jubilar zacaria-
no. Despus de dar las debidas indicaciones, se celebra la Misa con vsperas, la cual es presidida por el p. Provincial Angelo Leita. Se inicia la exposicin del p. Lovison, haciendo un contraste entre los autores que cita SAMZ ellos son: pseudo Agustn y San Juan Crisstomo del cual rescata su perl de sacerdote: amor al prjimo; prudencia; conocimiento de su propia alma; examen diligente de si mismo; humildad; conocimiento del ocio sacerdotal; exmenes del candidato y la aprobacin del pueblo. Pero lo ms importante en San Juan es: la virtud del alma. Recalca al amparo de este santo que, para el sacerdote, el cuidado del alma de sus eles es el amor a Cristo y que es menester que el sacerdote ilumine y resplandezca, sea puro y conozca las cosas cotidianas, en ningn caso, debe estar alejado como los monjes. Sobre algunos consejos ms, slo destaco: antes de orar, perdonar; antes de hablar, escuchar; antes de gastar, ganar; antes de es-
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cribir, pensar; antes de criticar, esperar; antes de rendirte, prueba. Hay que recordar, que el sacerdote, por excelencia, se mueve en medio de la pobreza humana. El sacerdote camina en su tiempo y con su tiempo y es oyente atento y benvolo pero a la vez, crtico y vigilante de lo que va madurando en la historia; todo esto, en nuestro caso, ya que el barnabita alimenta su propia vida con estos acontecimientos, ya que en este medio, al sacerdote se le pide Cristo y el hombre tiene derecho a recibirlo. Sobre este punto, se hace un pequeo e interesante debate respecto de la identidad del barnabita, se cuestiona si seguimos las lneas del Santo Fundador o si, como dicen nuestros detractores histricos, no tenemos nexos con nuestra fundacin y el querer de SAMZ. En este punto creo que no es malo aceptar los desafos de los estudiosos, mientras nos hagan ver hacia dentro y sacar lo mejor, eso est bien. Si somos o no similares, creo que no nos debe sacar de nuestras casillas, ya que veo, que no tenemos, como los franciscanos, disputas internas que nos hayan fragmentado y que han decantado en refundaciones y creaciones de otras ramas al interno, creo que estn todas las familias zacarianas como las quiso el Santo Fundador y, despus de la intervencin sufrida por los primeros padres, o, lo que no es menor, a la muerte del fundador, los que quedaron, no quedaron de brazos cruzados viendo el qu hacer, ni desconcertados, ni menos con prdida de vocacin; el sueo era el mismo, y se tenda a interpretar de muchas maneras, manteniendo la esencia. Fue, segn creo, esa maestra y experticia la que abri el campo de la educacin en nuestra vida congregacional, ya que el barnabita, siendo serio y constante como lo fue su fundador, dio muchas luces en otros campos en los cuales el mismo tiempo fue mostrando a los padres sobre el qu hacer. Algo que para variar, se apreci ms de afuera que del mismo interior de la congregacin.
Sobre la intervencin de p. Giulio Pireddu, cabe destacar el material entregado y el trabajo metdico sobre el sacerdocio en Amrica Latina (Medelln, Puebla, Sto. Domingo y Aparecida) Se hace ac un anlisis de lo que se ha discutido en cuanto al sacerdocio en nuestras tierras, del rol del sacerdote, de las problemticas y de las posibles soluciones para una mayor entrega y capacidad de evangelizacin y una de las problemticas es la santidad que busca el sacerdote para el pueblo y que hoy, no es querida por el pueblo. Cmo hacerlo, cmo anunciarlo, son temas hondos que muchas veces se topan los sacerdotes (junto con otros ms que estn ntegramente expuestos en el documento) y que requieren de una audacia, ya que adems nuestro continente se muestra joven y fuerte. Esto es lo que nos dice adems el p. General que encuentra que el futuro de esta regin hay que cuidarlo con mucho celo, ya que es el futuro de la congregacin y que, por ende, debe asumir la responsabilidad de mantener vivo el carisma de nuestra familia. Otras realidades jvenes son frica y Filipinas las cuales igual presentan problemas internos para poder posicionarse como actores principales en la renovacin congregacional. Momento de distensin fue el cumpleaos del Padre General (la edad no la pongo, por peticin expresa y entre risas del mencionado) el cual fue celebrado con mucha alegra y fraternidad, la que fue amenizada por canciones interpretadas por los propios padres (entre ellos el p. Lorenzo). El da viernes se tuvo un ltimo encuentro junto al p. General, y luego una reunin de Consultas Provinciales presidida por l. El encuentro naliz con una Misa a medio da presidida por Mons. Antonio Moreno C. Arzobispo Emrito de Concepcin (el cual
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hizo una gran homila, que estaba buensima como clase, pero.), el almuerzo y a empacar portando cada uno lo valioso que tuvo esta reunin. Antes y despus del encuentro, algunos padres aprovecharon la ocasin para conocer las comunidades de San Vicente y La Serena. Al regreso manifestaron lo impresionados que estaban con el trabajo realizado por los padres de las mencionadas comunidades. Imposible terminar con algo que hizo muy exitosa esta reunin y este hecho fue, el trabajo de quienes organizaron este encuentro: PP. Paulo Talep y Luis Garca, quienes hicieron un trabajo que se not perfecto pero, no se puede olvidar a los ejecutantes: los seminaristas de la casa de formacin, quienes con total disponibilidad, supieron responder a las necesida-
des previstas y a las que fueron surgiendo en el mismo desarrollo de la actividad: Felicitaciones y muchas gracias a todos!!! Adems de mencionar a nuestras visitas: PP. Lovison, Teodocio, Giovanni Villa (general), Eduardo, Sebastiao, Catel, Incampo, Ramos, Wesley, Rippa, Osvaldo, Edimundo, Antonio, Silva, Luiz Antonio, Sanzio y el hermano Ananas y el aspirante Lucas (argentino) A todos gracias, y ser hasta la prxima!!
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HORARIO DE TRABAJO
LUNES 19 17.00 Onces 18.30 Reunin de informacin 19.00 Santa Misa con Vsperas. P. Provincial Angelo Leita 21.30 Completas MARTES 20 08.00 Laudes 08.30 Desayuno 09.3011.00 1 Encuentro (p. Filippo): Introduccin al ministerio sacerdotal: de san Juan Crisstomo al p. Giovanni Semeria 11.10 Breack 11.30-12.30 2 Encuentro (p. Filippo): Juan Pablo II: En los comienzos El Misterio! 12.45 Sexta 13.00 Almuerzo 16.00-17.00 3 Encuentro (p. Filippo): Sacerdocio comn y Sacerdocio ministerial 17.10 Onces 17.3018.30 4 Encuentro (p. Filippo): Los rostros del sacerdote barnabita 19.00 Santa Misa con Vsperas. P. General Giovanni Villa 20.00 Cena
21.30 Completas. Barnabitas Film. Visin de la pelcula La divina llamada (Gnova, 1950) MIRCOLES 21 08.00 Laudes 08.30 Desayuno 09.3011.00 1 Encuentro (p. Filippo): A las fuentes histricas de nuestro sacerdocio 11.10 Breack 11.30-12.30 Adoracin al Santsimo con Sexta (p. Filippo): Consagracin al Corazn Inmaculado de Mara Madre de la Divina Providencia 13.00 Almuerzo 16.00-17.00 2 Encuentro (p. Filippo): Corazones de fuego 17.10 Onces 17.3018.30 3 Encuentro (p. Filippo): Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo 19.00 Santa Misa con Vsperas P. Filippo Lovison: Letanas de Nuestro Seor Jesucristo Sacerdote y Vctima 20.00 Cena 21.30 Completas. Barnabitas Film. Visin de la pelcula San Antonio M. Zaccara y su peregrinaje por Lombarda (IV Centenario de la muerte)
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JUEVES 22 08.00 Laudes 08.30 Desayuno 09.3011.00 1 Encuentro (p. Giulio): Sacerdocio en Amrica Latina 11.10 Breack 11.30 - 12.30 2 Encuentro (p. Giulio): Sacerdocio en Amrica Latina 12.45 Sexta 13.00 Almuerzo 16.00 - 17.00 3 Encuentro (p. Giulio): Sacerdocio en Amrica Latina 17.10 Onces 17.30 18.30 4 Encuentro (p. Giulio): Sacerdocio en Amrica Latina 19.00 Santa Misa con Vsperas. P. Giulio Pireddu Pes 20.00 Cena 21.30 Completas VIERNES 23 08.00 Laudes 08.30 Desayuno 09.15-10.00 Encuentro con P. General 10.10 Breack 10.30- 11.30 Reunin de Provinciales con P. General 12.00 Misa Final. Mons. Antonio Moreno C. Arzobispo Emrito de Concepcin 13.00 Almuerzo de despedida.
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P. Giulio Pireddu Pes Nuestro recorrido buscar comprender la apreciacin de la gura y misin del Sacerdote en Amrica Latina y tambin lo relativo a su formacin a travs de las opciones ociales de las 5 Asambleas plenarias del CELAM1. Se trata de una mirada y las hay otras y muchas. Pero este recorrido puede hacernos tomar el pulso sobre lo que la Iglesia en su conjunto ha ido fraguando acerca de la realidad y las expectativas vinculadas con la gura del sacerdote.
Las otras miradas no tienen porqu ser necesariamente antagnica con sta, pero sin duda hay matices y acentuaciones distintas y realmente de la gura del sacerdote se ocupan por ejemplo los tericos y pastoralistas de las Comunidades eclesiales de Base y un recorrido sobre ello no estara mal, San Alberto Hurtado que atribuye a la tarea de gua del sacerdote un rol fundamental para que el mundo cristiano sea catlico y cuyas reexiones pueden ser rastreadas cmodamente en el sitio sobre sus escritos elaborado por la Fundacin que va bajo su nombre al alero de la Ponticia Universidad Catlica de Santiago. Haremos un recorrido cronolgico en los dos ejes: gura del sacerdote y formacin. Antes de adentrarnos en la descripcin otra observacin previa. Es una gracia de nuestro continente esta bsqueda de trazar un proyecto
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comn en el recorrido espiritual y en la programacin pastoral. Realmente el proceso cristiano no es una seguidilla de improvisaciones sino que responde a un plan como lo seala Pablo a los Corintios: Enseamos el misterio de la sabidura divina, el plan secreto que estableci Dios desde el principio para llevarnos a la gloria (1Co 2,7). A la iglesia latinoamericana se le reconoce este inters y especcamente a la Iglesia chilena se lo reconoci el Papa Juan Pablo II en la visita ad limina de 1994: recordamos con gratitud la valoracin que el Papa Juan Pablo II hizo de estas iniciativas, cuando arm que las Orientaciones Pastorales han sido fruto de "un episcopado atento a los signos de los tiempos que, con afecto colegial, se decide a escrutar y responder a los designios de Dios" (Discurso en la Visita ad Limina, 18 de octubre de 1994)2. Armo que nuestro recorrido ser principalmente descriptivo, pero las reexiones personales y los dilogos debern ir buscando y -ojal- encontrando los criterios, las razones, los desafos y las lneas de accin. En Ro el primer rasgo que encontramos es el angustioso problema, sobre todo, de la escasez de ambos cleros en todos los Pases del Continente, hoy ms acuciante y grave que en tiempos pasados, por la creciente magnitud de los problemas de ndole apostlica que incumben a la Iglesia3. Esta conciencia explica el hecho que el Ttulo primero de esta Conferencia trate de Vocaciones y formacin del clero secular. Inicialmente seala los medios exigidos habiendo tomado en especialsima consideracin la exigencia fundamental de una activa campaa en favor de las vocaciones sacerdota2 3
les, a fin de satisfacer con un nmero adecuado de sacerdotes virtuosos y apostlicos las crecientes necesidades espirituales y morales de los pueblos de Amrica Latina sobrenaturales insistiendo en la oracin, tanto individual como colectiva, para alcanzar numerosas y selectas vocaciones al estado sacerdotal todos los medios aptos para intensificar la vida cristiana en los hogares, mediante misiones peridicas, ejercicios espirituales internos o externos, catequesis de adultos, predicacin constante, etc., para crear as el ambiente ms propicio al florecimiento de las vocaciones concretos fundacin en todas las parroquias -siempre que sea posible- de la Obra de las Vocaciones Sacerdotales, afiliada a la Obra Pontificia a travs del competente organismo diocesano la celebracin anual del Da del Seminario impulsar la creacin del llamado pequeo clero, o grupo de nios y jvenes esmeradamente seleccionados y cuidadosamente atendidos por medio de la direccin espiritual, la instruccin religiosa, etc., que colaboren como aclitos en el servicio de la Iglesia, formando as un clima propicio en el que fcilmente pueda arraigar la semilla de la vocacin creen, donde an no existan, escuelas parroquiales, las cuales pueden constituir un ambiente particularmente favorable al nacimiento de las vocaciones sacerdotales, y procuren tambin fomentar stas entre los alumnos de los dems centros de enseanza
CECH, Orientaciones pastorales 2008-2012, Presentacin. I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documento de Ro de Janeiro (de ahora en adelante, Ro), Prembulo. La Conferencia sesion entre el 25 de julio y el 4 de agosto de 1955.
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cultive de modo especial a los jvenes de las diversas asociaciones catlicas- de carcter universitario, obrero, deportivo, etc.- dndoles una ms intensa formacin cristiana; as, adems de prepararles para el apostolado seglar, se podr despertar en sus almas el deseo de servir a Dios en el Sacerdocio
A partir de la conviccin que la eficacia de la formacin recibida por los seminaristas y los frutos de su futuro ministerio sacerdotal dependen de que adquieran, ya en el Seminario, la necesaria vida interior, que les llevar a considerar y valorar todas las cosas a la luz de una profunda y constante visin sobrenatural se trazan unas lneas que permitan tal calidad y excelencia:
y aspectos prcticos, como: el nivel, no slo espiritual y moral, sino tambin social y material de los seminarios, conforme a las exigencias de la higiene y de la sana pedagoga la preparacin literaria y cientfica de los aspirantes al sacerdocio, la cual debe ser por lo menos no inferior a la de los seglares que frecuentan anlogos cursos de estudios aun dando toda la importancia debida a la esmerada seleccin de los candidatos al Sacerdocio, no se condescienda con inoportunas y exageradas consideraciones de raza, clase social o edad. Punto clave es considerado el esfuerzo y calidad de la formacin del que se dice el inters prctico y constante en la formacin de los sacerdotes, elegidos por el Seor para ser gua, luz, y maestros de los dems, debe ser considerado por los Excmos. Ordinarios como su deber apostlico de ms trascendencia, en la que -adems de concretas indicaciones ya probablemente inactuales- se sealan criterios de mayor durabilidad: mantener en los seminarios el ambiente espiritual, intelectual y humano necesario para formar santos, doctos e idneos sacerdotes; se unifique el sentir de los superiores, profesores y confesores, de manera que en la formacin de los seminaristas procedan siempre sin diferencia de criterio.
a. que se escojan para los cargos de Superiores y profesores de los Seminarios, tanto Mayores como Menores, sacerdotes virtuosos y doctos, que con la palabra y el ejemplo sean de continua edificacin para los seminaristas, y que se evite, en lo posible, elegir prefectos de entre los mismos alumnos; que se haga con particular prudencia la designacin del Director Espiritual, llamado a desempear, bajo este aspecto, una misin tan decisiva; que el Director Espiritual pueda entregarse a su labor con una dedicacin plena, sin que otras actividades le distraigan de la que es su principal obligacin; que, cuando los alumnos sean muy numerosos, se designen algunos sacerdotes que ayuden en su tarea al Director Espiritual, y se pueda as, dedicar a cada seminarista el tiempo que necesite; que, conforme a lo prescrito en el canon 1361 -1 del Cdigo de Derecho Cannico, se designe un nmero suficiente de confesores, cuidadosamente elegidos, a quienes los seminaristas puedan acudir con libertad. Aconseja con especial inters que: a) los Rectores y dems Superiores, y de modo particular, los Directores Espirituales, tengan un trato constante e individual con los seminaristas, para que la confianza filial de los alumnos en los
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Superiores, que nacer de ese trato, facilite su mejor formacin; b) el Director Espiritual, en las instrucciones colectivas a los alumnos, siga un programa previamente estudiado con el Rector; c) los Directores Espirituales se dediquen con el mximo empeo a crear en los aspirantes al Sacerdocio el hbito de una profunda vida interior, les instruyan con prudencia acerca de la vida que en realidad van a llevar fuera del Seminario, y les expongan las dificultades que habrn de encontrar, al mismo tiempo que los medios poderosos de que disponen para ser fieles a su altsima vocacin. Recomienda asimismo que: a) se eduque a los seminaristas en la imitacin de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, y en la dependencia del Obispo, de cuyo apostolado es cooperador el sacerdote, inculcando, especialmente en los estudiantes de teologa, la conviccin prctica de la grandeza del apostolado sacerdotal y de la necesidad y posibilidad de santificarse en l, ensendoles que el propio ministerio pastoral es fuente de santificacin y de perfeccin; b) se fomente el conocimiento y la imitacin de los sacerdotes del Clero secular que han alcanzado la santidad, cuyos ejemplos, vida y culto deben ser cada da ms estudiados y divulgados; c) se forme a los seminaristas, muy solcitamente, en una piedad slida, exenta de toda sensiblera, ajena a cualquier especie de falso y peligroso misticismo;
cultural, procurando un adecuado conocimiento de las soluciones dadas por la Iglesia a las diferentes cuestiones sociales de actualidad
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a) que cumplan todo lo dispuesto en el con un triple cometido que atiende a canon 125 2deg. del Cdigo de Derecho una acentuacin hacia los temas moraCannico, es decir, la prctica diaria de la les, a la progresiva ejercitacin apostlioracin mental, la visita al Santsimo Saca y a la defensa de la identidad cramento, el rezo del Santo Rosario y cristiana. Por eso concretael examen de conciencia; mente: b)que acudan a la confesin a) que los profesores Colocar a los recin semanal o al menos quincenal, de teologa pastoordenados junto a sacerdoal retiro mensual y cada ao, ral, adems de tes ejemplares y de experiensi es posible, a los ejercicios ocuparse de la cia, que con la enseanza de espirituales; tcnica de la sus vidas y consejos les inculc)que vivan el espritu de la asignatura, instruquen los hbitos de una liturgia y sean asiduos en la yan prudentemensanta vida sacerdotal meditacin de libros espirituales te a sus alumnos y, sobre todo, de la Sagrada Escrisobre las dificultades de tura, verdadera fuente de vida sobrenaorden moral que podrn entural; contrar en el ejercicio de su ministed) que cultiven una sobrenatural amistad rio, y sobre los medios ms aptos con sus hermanos sacerdotes, capaz de para vencerlas; llevarles a ayudarse mutuamente, y de un b) que los Superiores aprovechen la modo especial en el terreno espiritual; catequesis y las organizaciones de Accin Catlica, para ir introduciendo progresivamente a los seminaristas en el ministerio pastoral y en el contacto con los fieles; c) que se ensee a los futuros sacerdotes a orientar y a ilustrar a los fieles, de modo prctico y eficaz, sobre la verdad de la Santa Religin, disipando los errores que siembran los acatlicos y los enemigos de la Iglesia, y asimismo a combatir de manera asequible, la propaganda de las teoras materialistas del comunismo, exponiendo con claridad y sencillez las soluciones cristianas a los problemas sociales. y como tarea ms bien del esmero de los ordinarios: a) fomenten, en la medida que sea posible, la vida comn del clero, como aconseja y alaba el Cdigo de Derecho Cannico; b) establezcan asociaciones sacerdotales, que contribuyan al bien espiritual del sacerdote; c) utilicen los medios ms experimentados para aliviar a los sacerdotes las preocupaciones econmicas, que pueden restarles atencin y sensibilidad para los problemas espirituales y apostlicos: las soluciones concretas se acomodarn, lgicamente, a las circunstancias de cada regin, pero servir de gran ayuda conocer y estudiar los sistemas empleados con xito en otras Dicesis;
Finalmente, una buena formacin inicial necesita tambin de un sucesivo esfuerzo de Conservacin y mejora de la formacin del sa-
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d) estimulen la difusin entre el Clero de los documentos Pontificios, libros y revistas catlicas de actualidad, para que quede debidamente informado sobre las soluciones a los distintos problemas del momento; buen medio podra ser la creacin dentro de cada Dicesis de bibliotecas circulantes para los sacerdotes; e) cuiden de que las peridicas conferencias sacerdotales se tengan de forma fraternal y atrayente, como medio para perfeccionar los estudios eclesisticos y para intensificar la vida sobrenatural; f) recomienden a todos los sacerdotes, y especialmente a los ms jvenes, gran cuidado en las lecturas, prefiriendo las que pueden hacerles mayor bien espiritual, y evitando las que no sean idneas para un ministro del Seor. De especial importancia la invitacin que se hace para un seguimiento del clero joven en los inicios de su ejercicio pastoral, adems de que los mismos obispos tengan con ellos un contacto singularmente frecuente y paternal, a fin de conocerles, sostenerles y guiarles mejor en el comienzo de su vida sacerdotal: a) colocar a los recin ordenados junto a sacerdotes ejemplares y de experiencia, que con las enseanzas de su vida y sus consejos les inculquen los hbitos de una santa vida sacerdotal y les ayuden a ser fieles en los ejercicios de piedad; b) organizar equipos sacerdotales -por ejemplo para misiones, obras sociales, trabajos catequsticos y otras formas de apostolado- en los que, entre otras ventajas, los sacerdotes jvenes puedan encontrar en sus cohermanos de ms edad y experiencia, ayuda desde el punto de vista espiritual y pastoral. Recuerda en el cierre que la nalidad de la actividad sacerdotal es el comn ideal de la gloria de Dios y salvacin de las almas.
El ttulo II del Documento de Ro est dedicado al Clero no nacional, en el cual se seala la necesidad imperiosa de recibir la generosa ayuda de naciones donde la abundancia de vocaciones puede permitir auxiliar a las iglesias que carecen de ellas.
Colaboracin sacerdotal
Ya desde 1948 oper la Obra de Cooperacin Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), organismo eclesial para el envo de sacerdotes espaoles a las Iglesias necesitadas de Amrica. Esta importante iniciativa ha sido una feliz anticipacin de la llamada que Po XII lanz y extendi a toda la Iglesia y para toda la Iglesia. Juan Pablo II, en 1999, a los 50 aos de la OCSHA, ha interpretado dicha obra como la consecuencia natural de una honda conciencia eclesial y como una respuesta vigorosa a uno de los ms urgentes desafos de nuestra poca, cual es la necesidad de tejer vnculos de colaboracin y fraternidad entre las personas, los pueblos y las comunidades eclesiales, que se hace an ms apremiante en todo aquello que se reere a la difusin de la Buena Nueva de Jesucristo... La colaboracin sacerdotal y apostlica entre las comunidades cristianas puede ser considerada como una de las respuestas ms vlidas al desafo de asegurar una globalizacin en la solidaridad, as como una de las formas que caracterizan la nueva Evangelizacin.
La OCSHA, as como los sacerdotes y laicos Fidei Donum, son el feliz resultado de una doctrina misionera, que en el Concilio (PO 10; y varios otros textos) ha tenido su slida conrmacin. Juan Pablo II reconoce la novedad de la Fidei Donum en haber superado la dimensin territorial del servicio sacerdotal para ponerlo a disposicin de toda la Iglesia, como lo hace notar el Concilio (PO 10): El don espiritual que los presbteros recibieron en la ordenacin
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no los prepara a una misin limitada y restringida, sino a la misin amplsima y universal de salvacin hasta los ltimos connes de la tierra (Hch 1,8), pues todo ministerio sacerdotal participa de la misma amplitud universal de la misin conada por Cristo a los Apstoles. Aunque el nmero de los sacerdotes y laicos Fidei Donum y de la OCSHA nunca fue muy elevado y debera ser mayor, el balance es ciertamente positivo, como lo conrma el mismo Juan Pablo II, en la encclica Redemptoris Missio (68): Hoy se ven conrmadas la validez y los frutos de esta experiencia; en efecto, los presbteros llamados Fidei Donum ponen en evidencia de manera singular el vnculo de comunin entre las Iglesias, ofrecen una aportacin valiosa al crecimiento de comunidades
eclesiales necesitadas, mientras encuentran en ellas frescor y vitalidad de fe. Es necesario, ciertamente, que el servicio misionero del sacerdote diocesano responda a algunos criterios y condiciones. Se deben enviar sacerdotes escogidos entre los mejores, idneos y debidamente preparados para el trabajo peculiar que les espera... Mi deseo -concluye Juan Pablo II- es que el espritu de servicio aumente en el presbiterio de las Iglesias antiguas y que sea promovido en el presbiterio de las Iglesias ms jvenes. La valoracin de los sacerdotes dei donum se expres tambin en el Snodo de los Obispos sobre la Eucarista, que tuvo lugar en el Vaticano del 2 al 23 de octubre del 2005. Una de las proposiciones que presentaron los obispos al Papa, al nal del Snodo, arma que la
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asamblea sinodal expresa intensa gratitud, aprecio y nimo a los sacerdotes, en concreto a los sacerdotes dei donum, ministros de la Eucarista, que con competencia y generosa dedicacin edican la comunidad con el anuncio de la Palabra de Dios y del Pan de Vida. Si la nalidad era crear un ujo recproco, parece que se est dando. No es fcil siempre determinar si estos ujos son por una opcin eclesiolgica de universalidad y enriquecimiento o por las emergencias que provocan las bajas en las vocaciones en las iglesias de ms antigua tradicin. De todos modos concretamente se est dando el intercambio y, por ejemplo, en 2007 haba en Francia 1.060 sacerdotes extranjeros que ejercitaban su servicio pastoral. La vuelta de mano es signicativa si se considera que el aporte de Francia en sacerdotes Fidei Donum haba sido de 1.300. De la importancia de este ujo recproco se hace eco el Papa Benedicto XVI en el mensaje para la Jornada mundial de las Misiones de 2007: El buen Pastor invita tambin a las Iglesias de reciente evangelizacin a dedicarse generosamente a la misin ad gentes. A pesar de encontrar no pocas dicultades y obstculos en su desarrollo, esas comunidades aumentan sin cesar. Algunas, afortunadamente, cuentan con abundantes sacerdotes y personas consagradas, no pocos de los cuales, aun siendo numerosas las necesidades de sus dicesis, son enviados a desempear su ministerio pastoral y su servicio apostlico a otras partes, incluso a tierras de antigua evangelizacin. De este modo, se asiste a un providencial "intercambio de dones", que redunda en benecio de todo el Cuerpo mstico de Cristo. Deseo vivamente que la cooperacin misionera se intensique, aprovechando las potencialidades y los carismas de cada uno. Asimismo, deseo que la Jornada mundial de las misiones contribuya a que todas las comunidades cristianas y todos los bautizados tomen ca-
da vez mayor conciencia de que la llamada de Cristo a propagar su reino hasta los ltimos connes de la tierra es universal. Antes de este instrumento ms especco la colaboracin pastoral pasaba por la gura de los missionarii emigrantium para cuya regulacin el Papa Po XII haba publicado la Constitucin apostlica Exsul Familia el 1 de agosto de 1952. El documento de Ro hace mencin agradecida del apoyo que estos misioneros signicaron, lo que indica que no se limitaron a la atencin de los migrantes de sus respectivas naciones, sino que se integraron a la labor pastoral de las naciones de destino. La segunda conferencia general del CELAM es la de Medelln. Son muy diferentes los escenarios respecto de la primera. Mientras la Conferencia de Ro, adems de tener el cariz de ser pionera de una larga historia signicativa en lo teolgico-espiritual-pastoral de nuestro Continente, no sealaba opciones especcas, salvo el genrico acoso de una agresiva presencia evanglica y la necesidad de dar una estructura funcional y pastoralmente inuyente a la Iglesia, Medelln se sita en el ms amplio new deal provocado por el reciente Concilio Vaticano II e interpretado con un tinte prevalentemente liberacionista en nuestro Continente: el futuro nos exige una tarea creadora en el proceso de desarrollo El continente alberga situaciones muy diferentes, pero que exigen solidaridad Nuestra misin es contribuir a la promocin integral del hombre y de las comunidades del continente. Creemos que estamos en una nueva era histrica. Ella exige claridad para ver, lucidez para diagnosticar y solidaridad para actuar Nuestro propsito es alentar los esfuerzos, acelerar las realizaciones, ahondar el contenido de ellas, penetrar todo el proceso de cambio con los valores evanglicos No tenemos soluciones tcnicas ni remedios infali-
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bles. Queremos sentir los problemas, percibir sus exigencias, compartir las angustias, descubrir los caminos y colaborar en las soluciones 4. El proceso renovador requerido por el examen evanglico de la realidad latinoamericana y esbozado en las directrices de esta II Conferencia general tienen rol importante los consagrados: En la hora actual de nuestro continente, ciertos estados o momentos de la vida y ciertas actividades humanas representan una importancia vital para el futuro. Entre los primeros cabe destacar la familia, la juventud, la vida religiosa y el sacerdocio; entre las segundas, la promocin humana y todo lo que est o puede ponerse a su servicio; la educacin, la evangelizacin y las diversas formas de accin apostlica5. Esta funcin gravitante de la misin sacerdotal la coloca en una encrucijada y la obliga a pensar en su naturaleza y a examinar su forma de ejercicio: El sacerdocio jerrquico es enriquecido ciertamente por la accin renovadora del Espritu Santo, que provee siempre de carismas a su Iglesia. Es, sin embargo, posible comprobar en este campo que los Superiores no siempre prestan la suciente atencin a la diferenciacin carismtica; lo que afecta negativamente a una mayor ecacia del ministerio sacerdotal. Por otra parte, no faltan sacerdotes que confunden los dones del Espritu Santo con simples inclinaciones naturales e intereses individuales, sin tener debidamente en cuenta las perspectivas de la comunidad, para cuyo servicio son otorgados los carismas6. Realidad que tiene en verdad ribetes tambin muy prcticos que requieren un reestudio: Como causa global de la insuciencia pastoral en Amrica Latina mucho se trae a cuenta la escasez numrica
de los presbteros, ms an cuando se la pondera en relacin con el crecimiento demogrco. Esto es verdad, a pesar de la generosa integracin de presbteros de iglesias hermanas y a pesar de que no pocas familias religiosas procuran establecer fundaciones en zonas no sucientemente provistas de clero diocesano. Reconocemos, con todo, que hay errores de orden distributivo que inuyen en la calidad del trabajo pastoral: a) Lo primero que hiere la vista es la excesiva acumulacin de personal en las iglesias desarrolladas, y la ausencia de elementos en regiones necesitadas, en la misma nacin y hasta en la misma dicesis o ciudad; b) Hay Iglesias que abundan en clero parroquial, pero carecen de sujetos especializados. Hay regiones e Iglesias que se beneciaran, si recibieran (siquiera temporalmente), la ayuda de sacerdotes especializados cuyos servicios no se aprovechan sucientemente 7. La nueva ubicacin de la Iglesia ante la realidad requiere un repensar las tareas sacerdotales: Los grandes cambios del mundo de hoy en Amrica Latina afectan necesariamente a los presbteros en su ministerio y en su vida. Por ello los Obispos hemos querido reexionar con el propsito de contribuir a orientar la renovacin sacerdotal en esta hora compleja del continente. Las consecuencias de los cambios no son las mismas en todos los pases ni en todos los sectores de cada pas. Afectan de un modo particular a las personas jvenes y a los sacerdotes, que estn comprometidos en los puntos claves de la presente situacin de cam-
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Medelln, Mensaje 1, 2 y 3. Medelln, Conclusiones 9,5. Medelln, Conclusiones 11,4. Medelln, Conclusiones 11,3.
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bio. Estas consecuencias se caracterizan de modo especial por la mayor valorizacin de algunos aspectos del ministerio y de la vida sacerdotal, y por el eclipse de otros. En ambos casos se dan elementos positivos y negativos. La suma de ellos resulta ms bien constructiva y generadora de esperanzas 8. A la raz de estas consideraciones hay una nueva consideracin del rol animador que corresponde a la funcin conductora de los pastores de la Iglesia que por un lado sienten que debe crearse una vinculacin entre la doctrina y la accin y por otra parte requieren de una visin eclesial ms participativa: Hemos visto que nuestro compromiso ms urgente es puricarnos en el espritu del Evangelio todos los miembros e instituciones de la Iglesia Catlica. Debe terminar la separacin entre la fe y la vida, porque en Cristo Jess lo nico que cuenta es "la fe que obra por medio del amor" Renovar y crear nuevas estructuras en la Iglesia que institucionalicen el dilogo y canalicen la colaboracin entre los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos9. Esta tarea sacerdotal vinculada con el compromiso de hacer operativa la fe y de congregar los esfuerzos de muchos para darle coherencia y ecacia no debe parecernos fruto de un especial prurito del momento -por cierto por muchos aspectos muy especial- en que se celebr la Conferencia de Medelln. Es parte de la tradicin ms genuina de la Iglesia y la encontramos, por ejemplo, en el testimonio de la Apologa de Justino: En una palabra l [y Justino lo llama el presidente, es decir el jefe de la comunidad] se constituye provisor de cuantos se hallan en necesidad10. Por lo dems es la nueva
No pocos presbteros, antes de asegurar un trnsito valedero a formas nuevas, se emancipan de lo tradicional con el riesgo de caer en un desastroso debilitamiento de su vida espiritual
funcin sacerdotal tal como la traza la carta a los Hebreos que acenta la funcin mediadora y provocadora de conversin en lugar de la ejecucin de los sacricios ya innecesarios [Pontce de los bienes denitivos (Heb 9,11)] y esa vinculacin entre el ministerio de Cristo -arquetipo de la tarea sacerdotal de la nueva alianzaen Lc 4 y las tareas iluminadoras de Is 61. Y en esta lnea la peculiaridad de la visin sacerdotal en Medelln reside en su vinculacin especca con el servicio a la salvacin del mundo: Todo sacerdote ministerial es tomado de entre los hombres y constituido en favor de los hombres en lo que se reere a Dios. La consagracin sacramental del orden sita al sacerdote en el mundo para el servicio de los hombres. Es de particular importancia subrayar que la "consagracin" sacerdotal es conferida por Cristo en orden a la "misin" de salvacin del hombre. Esto exige en todo sacerdote una especial solidaridad de servicio humano, que se exprese en una viva dimensin misionera, que le haga poner sus preocupaciones ministeriales al servicio del mundo con su grandioso devenir y con sus humillantes pecados; e implica tambin un contacto inteligente y constante con la realidad, de tal modo que su consagracin resulte una manera especial de presencia en el mundo, ms bien que una segregacin de l 11. Y esta visin del sacerdote y de su misin tiene vincu-
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Medelln, Conclusiones 11,1 y 2. Medelln, Mensaje 6. Justino, Apologa I, 67, 6. Medelln, Conclusiones 11,17.
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lacin especca con la imagen peculiar del sacerdocio de Cristo: En su sacerdocio Cristo ha unicado la triple funcin de Profeta, de Liturgo y de Pastor, estableciendo con ello una peculiar originalidad en el ministerio sacerdotal de su Iglesia. Por eso los sacerdotes, aun dedicados a tareas ministeriales en las que se acenta alguno de los aspectos de esta triple misin, ni debern olvidar los otros, ni debilitar la intrnseca unidad de la accin total de su ministerio, porque el sacerdocio de Cristo es indivisible12. Con bastante lucidez Medelln se hace cargo de la inevitable zozobra que ir provocando y ya estaba provocando en la corta historia desde la conclusin del Concilio a la celebracin de la Asamblea en la identidad sacerdotal y en el trazado de su nueva sonoma. Es difcil dar un cuadro orgnico de todas las situaciones y de sus consecuencias. Con el riesgo de cierta arbitrariedad les ir sealando las que considero como las ms signicativas, no tanto por mi gusto, sino por el acento que yo percibo en el documento, pero esta percepcin de acento es necesariamente sesgada. Antes que nada la temperie espiritual. El riesgo de padecer el sndrome del rey desnudo13 es propio de todo cambio que quiera llegar hasta lo medular de su propia condicin. El sacerdote de hoy siente la necesidad de una
expresin ms vivencial de su oracin, de su ascesis y de su consagracin. La superacin de la dicotoma entre la Iglesia y el Mundo y la necesidad de una mayor presencia de la fe en los valores temporales, exigen la adopcin de nuevas formas de espiritualidad segn las orientaciones del Vaticano II. No pocos presbteros, antes de asegurar un trnsito valedero a formas nuevas, se emancipan de lo tradicional con el riesgo de caer en un desastroso debilitamiento de su vida espiritual. Este decaimiento de la espiritualidad es particularmente peligroso, porque el presbtero transere fcilmente su propia crisis a la comunidad en la que vive 14. Y a partir de estas expectativas, realmente crear una espiritualidad con tpicos precisos: La espiritualidad sacerdotal ha de ser una vivencia personal, intrnsecamente vinculada con su accin ministerial. Entre todas las exigencias de esta espiritualidad ninguna es superior ni ms necesaria que la de una profunda y permanente vida de fe. Por ella el sacerdote debe hacer visible la perfecta unidad de Cristo con el Padre: "quien me ve a M, ve al Padre", y poder testicar con San Pablo: "sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo". Importa, pues, ante todo, que el sacerdote sea el hombre de oracin por antonomasia. Un sacerdote cuya vida no fuere testimonio de este espritu de fe, jams podr ser reconocido como digno ministro de Cristo, el Seor15.
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Medelln, Conclusiones 11,13. Recordarn el cuento de Hans Christian Andersen [o tradicional retomado por Andersen como antes en los cuentos de Conde Lucanor ] en el que un rey obsesionado por lucir ropas nicas y originales fue persuadido por un par de estafadores para que vistiera unas ropas que, a la vez que bellas, eran invisibles para el vulgo y para los funcionarios que no estuvieran a la altura de sus puestos. Sus cortesanos, por miedo a estar en alguna de las dos categoras, aunque no vean las ropas no se animaban a decirlo y, en cambio, las alababan como si las vieran. El necio rey quiso que el pueblo apreciara sus fastuosas ropas y desl con ellas por el reinado. Nadie las vea pero, por no pasar por ingenuos o iletrados, todos simulaban verlas ya que el propio rey deca verlas. Hasta que un nio grit lo obvio: el rey iba DESNUDO. El pueblo reaccion gritando tambin: el rey iba DESNUDO. El rey con su squito se dan cuenta que el pueblo tiene razn, pero ya no se poda retroceder y deciden continuar con el parip, afanndose en la exhibicin y los cuidados de unas ropas que nunca existieron Medelln, Conclusiones 11,6. Medelln, Conclusiones 11,20.
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El roce entre su propia conciencia de misin y de estilo de servicio y la vinculacin con el sentir de la Iglesia universal y en denitiva la relacin con el Magisterio: En el ministerio presbiterial es fcil advertir hoy una tensin entre las nuevas exigencias de la misin y cierto modo de ejercer la autoridad, que puede implicar una crisis de obediencia. La conciencia ms viva de la dignidad y responsabilidad de la persona, la mayor sensibilidad actual por el orden de los valores ms bien que por el orden de las normas, la nueva concepcin del ministerio jerrquico como estructura colegial, el sentido de la autoridad como servicio, la distincin entre la obediencia especca del religioso y la obediencia propia del presbtero, son rasgos de un nuevo clima muy positivo, pero portador de tensiones. Si a ello se agregan los defectos inevitables de las personas, se comprender fcilmente la presencia de un conjunto de problemas delicados en el ejercicio del ministerio sacerdotal. En este orden de cosas cabe sealar, sobre todo, un peligroso ofuscamiento, en algunos, del valor del magisterio papal y episcopal, que puede conllevar no slo una falta de obediencia, sino de fe 16.
La mutacin en la percepcin del propio protagonista y del entorno eclesial y mundano
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sobre la sonoma del sacerdote: Tambin surgen dudas en lo que concierne a la propia vocacin sacerdotal. Las motivan varios factores caractersticos de esta hora de renovacin eclesial: a) La creciente valoracin del papel del laico en el desarrollo del mundo y de la Iglesia; b) La discusin moderna sobre el papel y la gura del sacerdote en la sociedad; c) La supercialidad con que se percibe y vive el propio sacerdocio, en servicios religiosos de rutina y en una forma de vida aburguesada17. La magnitud de la tarea pastoral asignada que abarca toda la magnitud del misterio de la encarnacin que comporta el encuentro ntimo de Dios con el hombre, pero dejando a Dios realmente Dios y al hombre realmente hombre: El mundo latinoamericano se encuentra empeado en un gigantesco esfuerzo por acelerar el proceso de desarrollo en el continente. En esta tarea corresponde al sacerdote un papel especco e indispensable. l no es meramente un promotor del progreso humano. Descubriendo el sentido de los valores temporales, deber procurar conseguir la "sntesis del esfuerzo hu-
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mano, familiar, profesional, cientco o tcnico, con los valores religiosos, bajo cuya altsima jerarqua todo coopera a la gloria de Dios". Para ello ha de procurar, por la palabra y la accin apostlica suya y de la comunidad eclesial, que todo el quehacer temporal adquiera su pleno sentido de liturgia espiritual, incorporndolo vitalmente en la celebracin de la Eucarista. Para promover el desarrollo integral del hombre formar a los laicos y los animar a participar activamente con conciencia cristiana en la tcnica y elaboracin del progreso. Pero en el orden econmico y social, y principalmente en el orden poltico, en donde se presentan diversas opciones concretas, al sacerdote como tal no le incumbe directamente la decisin, ni el liderazgo, ni tampoco la estructuracin de soluciones 18.
Esta tarea especca de formacin de comunidades y cristianos comprometidos y ecaces en la que el sacerdote tiene una responsabilidad cierta requiere una formacin adecuada: En la formacin del clero es preciso prestar mayor atencin a este tipo de pastoral especializada, preparando- tambin mediante estudios profesionales y tcnicos cuando fuere precisoasesores especializados para estos grupos 19. Una formacin acuciosa que algunos rasgos de la crisis requieren de todos modos: Cabe sealar principalmente cierta supercialidad en la formacin mental y una inseguridad doctrinal,
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ocasionadas tanto por el imperante relativismo ideolgico y por cierta desorientacin teolgica, como por los actuales avances, sobre todo de las ciencias antropolgicas y de las ciencias de la Revelacin, de los que muchos presbteros no poseen la necesaria informacin o no han llegado a tener una suciente asimilacin de sntesis. Se percibe, adems, en esta hora de transicin, una creciente desconanza en las estructuras histricas de la Iglesia, que llega, en algunos, al menosprecio de todo lo institucional, comprometiendo los mismos aspectos de institucin divina. Nos parece que este peligro para la fe es, en denitiva, el elemento ms pernicioso para el presbtero de hoy20. Uno de los trminos que recurre con ms frecuencia en todo el documento de Medelln es transformacin 21, ligado a la certeza que se est viviendo un momento especial desde muchos puntos de vista, un kairs. Ligado a esta conviccin asume un cariz peculiar tambin la formacin que se estima necesaria para el clero: En este contexto ubicamos la formacin del clero, que debe ser instrumento fundamental de renovacin de nuestra Iglesia y respuesta a las exigencias religiosas y humanas de nuestro continente22. Y como consecuencia de un examen de incertidumbre acerca de los seminarios23 y de la
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Medelln, Conclusiones 11,18-19. Medelln, Conclusiones 7,16. Medelln, Conclusiones 11,5. El trmino aparece 45 veces como transformacin o transformaciones (37 veces) o en formas verbales ligadas (en Puebla aparecer 55 veces: 17 como sustantivo y 38 en formas verbales); y signicativamente el concepto de liberacin aparece 31 veces como sustantivo o en formas verbales. Medelln, Conclusiones 13,1. Y especcamente se seala acerca de las experiencias no tradicionales en la formacin y en sus estructuras: Se verica en Amrica Latina una bsqueda de nuevas formas en la preparacin de los presbteros. Para que dichas experiencias sean fecundas, deben ser preparadas maduramente, aprobadas por la autoridad competente, bien comprendidas por los interesados. Adems han de ser seguidas, controladas, y evaluados sus resultados, teniendo en cuenta por otra parte, que sean reversibles. Sera tambin de desear que, una vez demostrada su validez, se comuniquen a las Conferencias Episcopales de los distintos pases para comn utilidad (Medelln, Conclusiones 13,28).
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misma valoracin especca del servicio sacerdotal, hacindose cargo de alguna ligera complacencia experimentadora en este mbito que ha creado incertidumbre, se sealan ejes considerados fundamentales en la formacin. Capacidad para escuchar elmente la Palabra de Dios Se pide al sacerdote de hoy saber interpretar habitualmente a la luz de la fe, las situaciones y exigencias de la comunidad. Dicha tarea proftica exige, por una parte, la capacidad de comprender, con la ayuda del laicado, la realidad humana y, por otra, como carisma especco del sacerdote en unin con el obispo, saber juzgar aquellas realidades en relacin con el plan de salvacin. Para llegar a esta capacidad se necesita: a) Una profunda y continuada puricacin interior que disponga al hombre para captar las autnticas exigencias de la Palabra de Dios (sentido de la direccin espiritual); b) Un "sensus dei", que se profundiza particularmente por: - La Sagrada Escritura asimilada vitalmente en la oracin personal, en el estudio serio del Mensaje y en una activa, consciente y fructuosa participacin en la liturgia; - Una constante confrontacin con las enseanzas del magisterio de la Iglesia. Con el mismo n, parece necesario desarrollar una fuerte pasin por la verdad y una disposicin habitual para defenderse de la unilateralidad por medio de una bsqueda y vericacin comunitaria.
mocin humana, a n de que cada hombre se realice a s mismo y goce de los bienes de la naturaleza, es necesario que el sacerdote d a sus hermanos, de una manera convincente, el testimonio de saber vivir con equilibrio y libertad la renuncia de aquellos bienes sin darles un valor absoluto, impidiendo as que se repitan errores ya conocidos.
Espritu de servicio
El Concilio Vaticano II y los Sumos Pontces han rearmado recientemente la vigencia del celibato para los sacerdotes. Siendo el motivo central del celibato la entrega a Cristo y con l a la Iglesia, y constituyendo al mismo tiempo una forma de caridad pastoral que se confunde con la consagracin total y es testimonio escatolgico ante los hombres, es necesario que se den al seminarista bases muy slidas para vivirlo gozosamente en la plenitud del amor. As, pues, dadas las circunstancias concretas en que frecuentemente le toca vivir al sacerdote latinoamericano, es de particular importancia una cuidadosa formacin de los seminaristas en este sentido. Esto exige principalmente una formacin gradual de acuerdo con el desarrollo fsico y sicolgico; estar en condiciones de realizar una eleccin madura, consciente y libre; capacidad de amor y de entrega sin reservas, lo que a su vez reclama una fe fuerte que lo haga capaz de responder al llamado de Dios; disciplina asctica y vida de oracin que lo lleve a una madurez en las relaciones con el otro sexo; realizacin del sentido de la amistad y capacidad para trabajar en equipo.
El sacerdote, como Cristo, est puesto al servicio del pueblo. Esto pide de l, aceptar sin limitaciones las exigencias y las consecuencias del servicio a los hermanos y, en primer lugar, la de saber asumir las realidades y "el sentido del pueblo" en sus situaciones y en sus mentalidades. Con espritu de humildad y de pobreza, antes de ensear debe aprender, hacindose todo a todos para llevarlos a Cristo.
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pastoral, debe cuidarse la preparacin de los seminaristas en algunos aspectos de particular importancia en nuestro ambiente latinoamericano: formacin bsica sobre Pastoral de conjunto, preparacin para la iniciacin y asistencia de las comunidades de base, conveniente informacin y entrenamiento en dinmica de grupos y relaciones humanas, informacin adecuada para la utilizacin de los medios de comunicacin social 25. Entre los rasgos del estilo de vida que deben caracterizar al Presbtero se seala como especialmente cargada de urgencia testimonial el de la pobreza. A la pobreza est dedicado todo el apartado 14 de las Conclusiones y en lo relativo a lo que atae al sacerdote se dice: Cristo nuestro Salvador, no slo am a los pobres, sino que "siendo rico se hizo pobre", vivi en la pobreza, centr su misin en el anuncio a los pobres de su liberacin y fund su Iglesia como signo de esa pobreza entre los hombres. Siempre la Iglesia ha procurado cumplir esa vocacin, no obstante "tantas debilidades y ruinas nuestras en el tiempo pasado". La Iglesia de Amrica Latina, dadas las condiciones de pobreza y de subdesarrollo del continente, experimenta la urgencia de traducir ese espritu de pobreza en gestos, actitudes y normas que la hagan un signo ms lcido y autntico de su Seor. La pobreza de tantos hermanos clama justicia, solidaridad, testimonio, compromiso, esfuerzo y superacin para el cumplimiento pleno de la misin salvca encomendada por Cristo. La situacin presente exige, pues, de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, el espritu de pobreza que "rompiendo las ataduras de la posesin egosta de los bienes temporales, estimula al cristiano a disponer orgnicamente la economa y el poder en benecio de la comunidad". La pobreza de la Iglesia y de sus miembros en Amrica Latina debe ser signo y com-
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promiso. Signo de valor inestimable del pobre a los ojos de Dios; compromiso de solidaridad con los que sufren Deseamos que nuestra habitacin y estilo de vida sean modestos; nuestro vestir, sencillo; nuestras obras e instituciones, funcionales, sin aparato ni ostentacin26.
Decantado ya bastante el impacto del Concilio Vaticano II, la III Conferencia del CELAM celebrada en la Ciudad de Puebla de Los ngeles en Mxico en 1979 se relaciona con la conciencia y necesidad de una nueva evangelizacin que surge como resultado del Snodo de 1974 que dio nacimiento a la Evangelii Nuntiandi, Exhortacin apostlica del 1975 de Pablo VI que se hace cargo de la urgencia de una renovacin en la tarea evangelizadora.
Efectivamente Puebla subraya que la liturgia es modo de manifestar el compromiso evangelizador que atae al sacerdocio comn y al ministerial: Otra forma privilegiada de evangelizar es la celebracin de la fe en la Liturgia y los Sacramentos. All aparece el Pueblo de Dios como Pueblo Sacerdotal, investido de un sacerdocio universal del cual todos los bautizados participan pero que difiere esencialmente del sacerdocio jerrquico27.
Antes de describir la gura del sacerdote en Puebla me parece necesario tomar en cuenta de una conciencia que el tema de la transformacin propia de Medelln y de la Comunin y Participacin que marcan a Puebla inuyen sobre el modo de vivir la Liturgia. No se trata de
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un movimiento repentino. Ya desde tiempo haba una reexin instalada sobre la misma y aqu nos puede ser til un resumen que, ms all despus de las modicaciones efectivas -algunas de mayor fortuna y otras quizs ms discutibles-, rindan cuenta de un espritu nuevo en la aproximacin a la liturgia. Me servir de unas acotaciones del dominico Jos Manuel Bernal que encuentro bastante claras e iluminadoras. En lo medular se trata de un intento de transformar el sentido litrgico de memoria en vivencia: "Uno de los ingredientes esenciales de la esta es la fantasa. Esta permite al hombre soar, proyectar nuevas formas de existencia humana, nuevos estilos de convivencia, estructuras sociales nuevas, nuevos modos de entender la vida y el mundo. As, la celebracin festiva viene a ser, por una parte, una memoria del pasado -una conmemoracin de los grandes acontecimientos salvcos y una armacin gozosa y alegre de Dios y de la creacin entera; por otra, la esta nos proyecta hacia el maana hacindonos soar -celebrar- un futuro nuevo como contrapartida del presente. Mediante el rito festivo, el futuro no slo se proyecta y anuncia, sino que se anticipa y
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experimenta. En el aqu y ahora de la celebracin conuyen el pasado y el futuro. Ambos -pasado y futuro- no hay que interpretarlos como realidades opuestas, extremas y lejanas. Por el contrario, la proyeccin del futuro se concibe como un retorno a los orgenes primordiales, como una nueva creacin. Del mismo modo que la memoria ritual no se limita a recordar los acontecimientos del pasado, sino que los hace presentes en el ahora de la celebracin, as tambin el futuro no es slo anunciado o esperado, sino que, de alguna manera, se anticipa y experimenta en y a travs de la celebracin festiva. Ms an: el futuro se experimenta como algo distinto del presente. Por eso, a la postre, la celebracin ritual canaliza y desarrolla, ofrecindoles un singular cauce de expresin, las aspiraciones ms hondas del hombre, sus expectativas ms profundas. Es como si en el ahora de la celebracin los sueos se hicieran realidad y objeto de experiencia. Al n y al cabo la esta viene a convertirse en un ensayo del futuro"28. Y puede resultar rico y estimulante ver esta perspectiva aplicada a la liturgia navidea donde los mismos textos obligan a resaltar el hoy o la presencia. "Con una insistencia machacona, como si de un estribillo se tratara, la liturgia de Navidad alude reiteradas veces a la presencia actualizada del misterio: Hoy sabris que viene el Seor; hoy, por nosotros, se ha dignado nacer de la Virgen; hoy nos ha descendido del cielo la paz verdadera; hoy nos ha nacido un nio; y, sobre todo, en la antfona para el cntico evanglico que se lee en las segundas vsperas del da: Hoy ha nacido Jesucristo; hoy ha aparecido el Salvador; hoy en la tierra cantan los ngeles, se alegran los arcngeles; hoy sal-
tan de gozo los justos diciendo: Gloria a Dios en el cielo. De manera anloga, pero sin tanta insistencia, la liturgia de Epifana incide en la misma conviccin: Hoy la Iglesia se ha unido a su celeste Esposo (antfona para el Benedictus), y en la antfona para el Magnicat en las segundas vsperas: Veremos este da santo honrado con tres prodigios: hoy la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy el agua se convirti en vino en las bodas de Can; hoy Cristo fue bautizado por Juan en el Jordn para salvarnos. Y en la esta del bautismo del Seor: Hoy en el Jordn, bautizado el Seor, se abri el cielo; hoy se han abierto los cielos; hoy se nos revela un gran misterio. La repeticin insistente del hoy no puede pasar inadvertida para quienes durante estos das celebramos la alabanza divina poniendo estas palabras en nuestros labios. Qu signica este hoy reiterado e insistente? De manera simple hay que responder que con esa expresin se intenta dejar constancia de la presencia y actualidad del misterio que se celebra. Quiero decir que el misterio del Dios hecho hombre y el de nuestra incorporacin a la vida divina no es una realidad lejana, olvidada en el pasado histrico o, a lo sumo, trada a nuestra mente como un puro recuerdo psicolgico. El misterio se hace presente y actual cuando la comunidad cristiana celebra la liturgia. Pero cmo? Cmo es posible hacer presente ahora un acontecimiento que se remonta al pasado histrico? Esta pregunta nos sita de lleno en la encrucijada teolgica que suscitaron los escritos de Odo Casel con su Doctrina de los Misterios (Mysterienlehre). [] As lo conrm de
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algn modo el Concilio Vaticano II cuando, tratando del ao litrgico, armaba: Conmemorando as los misterios de la redencin, (la Iglesia) abre las riquezas del poder santicador y de los mritos de su Seor, de tal manera que, en cierto modo, se hacen presentes (los misterios) en todo tiempo para que puedan los eles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvacin (Sacrosanctum Concilium, n. 102).
misterios y hacerlas vivir por ellos, misterios que estn perennemente presentes... (AAS 39 [1947] 580). Los acontecimientos redentores, que son evocados y celebrados a lo largo del ao litrgico, no son puros recuerdos reconstruidos en la imaginacin. En cierto sentido se hacen presentes y actan como acontecimientos de salvacin 29. [] Este es el ln de pensamiento, enraizado fuertemente en la tradicin patrstica y de manera especial en Len Magno, que ha inspirado una buena parte de los textos litrgicos de mayor solera, conservados todava en la liturgia romana. Aqu bebi Odo Casel y de aqu surgi su conviccin ms profunda respecto a la presencia viva y actuante del Seor en los misterios del culto. En un escrito pstumo, publicado por la revista francesa La Maison Dieu en 1961 (n. 65), el clebre liturgista alemn interpreta la signicacin del Hodie, tantas veces repetido en los textos litrgicos de la solemnidad romana de Navidad. Para Dios, que es presencia perenne e incesante, no hay ni pasado ni futuro. Todo se resuelve en un hoy divino e inmutable. Para nosotros, que vivimos inmersos en la provisio-
Estas palabras no hacen sino corroborar otras armaciones que ya en 1947 haba formulado Po XII en su encclica Mediator Dei: Por esto el ao litrgico, al que la piedad de la Iglesia alimenta y acompaa, no es una fra e inerte representacin de hechos que pertenecen al pasado, o una simple y desnuda reevocacin de realidades de otros tiempos. Es ms bien Cristo mismo, que vive en su Iglesia siempre y que prosigue el camino de inmensa misericordia ..., a n de poner a las almas humanas en contacto con sus
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Esta actualizacin no para todos tiene el mismo espesor en todos los elementos del ao litrgico. Por ejemplo San Agustn seala que hay una diferencia fundamental entre la Pascua y la Navidad. Para l, la esta del 25 de diciembre no era un sacramentum, sino una simple memoria. nicamente la esta de Pascua era considerada sacramentum por el Obispo de Hipona. Navidad no. As lo arma l de manera clara y taxativa: Conviene que tengas en cuenta que el da del nacimiento del Seor no se celebra como sacramento. Se limita nicamente a evocar el nacimiento como una memoria. Por eso era suciente sealar con una festividad religiosa el da en que tuvo lugar el acontecimiento (Carta 55: PL 33,205). Para san Agustn Navidad era un simple aniversario, una memoria, una conmemoracin del episodio de Beln. Se situaba, pues, en su opinin, al mismo nivel que las memorias de los mrtires. Pascua, en cambio, era un sacramento porque la celebracin pascual de la muerte y de la resurreccin del Seor representa para los creyentes el paso de la muerte da la vida, realidad sagrada y ecazmente presente y actuante, asumida por la comunidad cristiana desde la fe, la esperanza y el amor. San Len, en cambio, revisando la concepcin de san Agustn, ve las cosas en una perspectiva distinta. Segn l, Navidad celebra un acontecimiento privilegiado dentro del conjunto unitario del misterio redentor. No se trata de revivir el acontecimiento histrico -el pasado histrico es irreversible-, sino de reproducir espiritualmente el hecho salvador. Por eso, para l, el acontecimiento del Dios hecho hombre es celebrado no como puro evento pasado y lejano, sino como realidad perennemente presente y actuante. Porque en los actos salvadores de Cristo hay algo ms que el puro hecho histrico. Hay la fuerza viva e indestructible de Dios. La accin temporal pasa pero la virtus del misterio permanece.
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nalidad del tiempo, el instante presente -nuestro hoy- es pasajero, fugitivo, inconsistente. El hoy de Dios no pasa jams. Signica una presencia inmutable, para siempre, que no se marchita jams. Pero Dios, a travs de las celebraciones del culto, nos brinda a los cristianos la posibilidad de entrar, desde ahora, en su presente inmutable, en el hoy eterno de la divinidad. En el ahora -en el hoy- de la celebracin cultual convergen misteriosamente el pasado y el futuro. Todo se hace presente. De ah la riqueza inextinguible y la fuerza salvadora de los misterios del culto. De ah tambin la consideracin del culto como memoria del pasado y anticipacin escatolgica del futuro. A travs, pues, de la celebracin litrgica la comunidad cristiana se libera de los estrechos lmites de lo temporal y se ve transportada a la rbita de lo divino, inmersa en el eterno presente de Dios, en un hoy inmutable y siempre nuevo. Todos los actos redentores -la totalidad del misterio salvco-, como actos de la nica persona divina que acta en Jess de Nazaret, participan de la misma eternidad del Verbo, escapan a las ataduras histricas impuestas por el tiempo y el espacio y se transforman en gestos perennemente actuales, externamente presentes. Por eso arma Odo Casel, concluyendo su reexin: la Iglesia, que posee para siempre el misterio en su infrangible integridad, canta en ciertas estas y a propsito del acontecimiento que se celebra el hodie. As, en Navidad: 'Hoy Cristo ha nacido'; en Epifana: 'Hoy la Iglesia se ha unido a su celeste esposo'; en Pascua: 'Este es el da que ha hecho d Seor'; en Pentecosts: 'Hoy el Espritu Santo se ha ma-
nifestado'. En su conjunto y en su totalidad, el ao litrgico es ciertamente la imagen de la economa salvca divina y eterna, y contiene la totalidad del misterio de Cristo. Sin embargo, dentro del gran ciclo y a lo largo de su recorrido, el misterio se adapta a la mirada del hombre, incapaz todava de abarcar, con un solo golpe de vista, la totalidad del misterio. Del mismo modo que el ciclo anual contiene una presencia divina, as tambin cada uno de los das del ao contienen y hacen revivir el acontecimiento salvador (Odo Casel, Hodie: La Maison-Dieu 65 [1961] 131-132)"30 . Eco de esta conviccin la encontramos en Deuteronomio cuando se seala que la alianza no es una herencia sino una actualidad: Nuestra es la alianza que nos dio Yav, nuestro Dios, en el Horeb. Pues su alianza, no la tiene pactada con nuestros padres, sino ms bien con nosotros que hoy estamos aqu todos vivos (Dt 5,2s). Y Medelln marca esta misma visin de la Liturgia: En la hora presente de nuestra Amrica Latina, como en todos los tiempos, la celebracin litrgica corona y comporta un compromiso con la realidad humana, con el desarrollo y con la promocin, precisamente porque toda la creacin est insertada en el designio salvador que abarca la totalidad del hombre [] Como quiera que no vivimos an en la plenitud del Reino, toda celebracin litrgica est esencialmente marcada por la tensin entre lo que ya es una realidad y lo que an no se verica plenamente; es imagen de la Iglesia a la vez santa y necesitada de puricacin; tiene un sentido de gozo y una dolorosa conciencia del pecado. En una palabra, vive
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en la esperanza31. Y Puebla: El misterio de la Iglesia como comunidad fraterna de caridad teologal, fruto del encuentro de la Palabra de Dios y de la celebracin del Misterio Pascual de Cristo Salvador en la Eucarista y en los dems sacramentos, confiada al Colegio Apostlico, presidido por Pedro para evangelizar al mundo, logra su arraigo y tiende a desarrollar su dinamismo transformador de la vida humana, tanto personal como social, en diversos niveles y circunstancias que constituyen centros o lugares preferenciales de evangelizacin, en orden a edificar la Iglesia y a su irradiacin misionera [] La liturgia, como accin de Cristo y de la Iglesia, es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo (cfr. SC 7); es cumbre y fuente de la vida eclesial (cfr. SC 10). Es encuentro con Dios y los hermanos; banquete y sacrificio realizado en la Eucarista; fiesta de comunin eclesial, en la cual el Seor Jess, por su misterio pascual, asume y libera al Pueblo de Dios y por l a toda la humanidad cuya historia es convertida en historia salvfica para reconciliar a los hombres entre s y con Dios. La liturgia es tambin fuerza en el peregrinar, a fin de llevar a cabo, mediante el compromiso transformador de la vida, la realizacin plena del Reino, segn el plan de Dios 32. La manifestacin prevalente de la fe del pueblo est vinculada a la piedad popular que junto con rasgos profundamente enriquecedores tambin presenta aspectos negativos: falta de sentido de pertenencia a la Iglesia; desvinculacin entre fe y vida; el hecho de que no conduce a la
recepcin de los sacramentos; valoracin exagerada del culto a los santos con detrimento del conocimiento de Jesucristo y su misterio; idea deformada de Dios; concepto utilitario de ciertas formas de piedad; inclinacin, en algunos lugares, al sincretismo religioso; infiltracin del espiritismo y, en algunos casos, de prcticas religiosas del Oriente y por eso Es necesario que toda esta renovacin est orientada por una autntica teologa litrgica. En ella, es importante la teologa de los Sacramentos. Esto contribuir a la superacin de una mentalidad neorritualista 33. En la reexin teolgica sobre la familia, Puebla resume lo que entiende por espritu sacerdotal o experiencia de sacerdocio que en la familia se fragua: En la Eucarista la familia encuentra su plenitud de comunin y participacin. Se prepara por el deseo y la bsqueda del Reino, purificando el alma de todo lo que aparta de Dios. En actitud oferente, ejerce el sacerdocio comn y participa de la Eucarista para prolongarla en la vida por el dilogo en que comparte la palabra, las inquietudes, los planes, profundizando as la comunin familiar. Vivir la Eucarista es reconocer y compartir los dones que por Cristo recibimos del Espritu Santo. Es aceptar la acogida que nos brindan los dems y dejarlos entrar en nosotros mismos. Vuelve a surgir el espritu de la Alianza: es dejar que Dios entre en nuestra vida y se sirva de ella segn su voluntad. Aparece, entonces, en el centro de la vida familiar la imagen fuerte y suave de Cristo, muerto y resucitado34. Dimensiones que en forma especca vienen aplicadas al sacerdote ministerial con su tarea de ministro y constructor de la comunin y
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Medelln, Conclusiones 9,4. 2. Puebla, 567. 918. Puebla, 914. 916. Puebla, 588.
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Ir delante de las ovejas significa estar atentos a los caminos por los que los fieles transitan
la unidad: El Sacerdocio, en virtud de su participacin sacramental con Cristo, Cabeza de la Iglesia, es, por la Palabra y la Eucarista, servicio de la Unidad de la Comunidad (cfr. Ef 4,15-17). El Ministerio de la comunidad implica la participacin en el poder o autoridad que Cristo comunica mediante la ordenacin y que constituye al Sacerdote en la triple dimensin del ministerio de Cristo Profeta, Liturgo y Rey, en alguien que acta en su nombre, al servicio de la Comunidad35. Y la misin de gua y pastoreo viene sealada como la caracterstica saliente de ministerio con unas matizaciones interesantes: "El ministerio eclesistico, de institucin divina, es ejercido en diversos rdenes por aquellos que ya desde antiguo vienen llamndose Obispos, presbteros y diconos" (LG 28). Constituyen el ministerio jerrquico y se reciben mediante la "imposicin de las manos", en el Sacramento del Orden. Como lo ensea el Vaticano II, por el Sacramento del Orden- Episcopal y presbiteral- se confiere un sacerdocio ministerial, esencialmente distinto del sacerdocio comn del que participan todos los fieles por el Sacramento del Bautismo; quienes reciben el ministerio jerr35 36
quico quedan constituidos, "segn sus funciones", "pastores" en la Iglesia. Como el Buen Pastor, van delante de las ovejas; dan la vida por ellas para que tengan vida y la tengan en abundancia; las conocen y son conocidos por ellas. "Ir delante de las ovejas" significa estar atentos a los caminos por los que los fieles transitan, a fin de que, unidos por el Espritu, den testimonio de la vida, los sufrimientos, la Muerte y la Resurreccin de Jesucristo, quien, pobre entre los pobres, anunci que todos somos hijos de un mismo Padre y, por consiguiente, hermanos. "Dar la vida" seala la medida del "ministerio jerrquico" y es la prueba del mayor amor; as lo vive Pablo, que muere todos los das (cfr. 2Cor 4,11) en el cumplimiento de su ministerio. "Conocer a las ovejas y ser conocidos por ellas" no se limita a saber de las necesidades de los fieles. Conocer es involucrar el propio ser, amar como quien vino no a ser servido sino a servir (cfr. Mt 20,25-28) 36
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Se preocupa Puebla de dar una descripcin especca de su misin: Los presbteros, por el sacramento del Orden, quedan constituidos en los colaboradores principales de los Obispos para su triple ministerio; hacen presente a Cristo-Cabeza en medio de la comunidad (cfr. PO 2); forman, junto con su Obispo y unidos en una ntima fraternidad sacramental, un solo presbiterio dedicado a variadas tareas para servicio de la Iglesia y del mundo (cfr. LG 28). Estas realidades hacen de ellos "piezas centrales de la tarea eclesial" (Juan Pablo II, Alocucin Sacerdotes 1: AAS 71 p. 179).
Por ser inseparables de los Obispos, los rasgos de espiritualidad pastoral antes descritos se aplican tambin al presbtero. En la actual situacin de la Iglesia en Amrica Latina se ve prioritario lo siguiente:
El presbtero anuncia el Reino de Dios que se inicia en este mundo y tendr su plenitud cuando Cristo venga al final de los tiempos. Por el servicio de ese Reino, abandona todo para seguir a su Seor. Signo de esa entrega radical es el celibato ministerial, don de Cristo mismo y garanta de una dedicacin generosa y libre al servicio de los hombres.
El presbtero es un hombre de Dios. Slo puede ser profeta en la medida en que haya hecho la experiencia del Dios vivo. Slo esta experiencia lo har portador de una Palabra poderosa para transformar la vida personal y social de los hombres de acuerdo con el designio del Padre.
La oracin en todas sus formas -y de manera especial la Liturgia de la Horas que le confa la Iglesia- ayudar a mantener esa experiencia de Dios que deber compartir con sus hermanos.
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Como el Obispo y en comunin con l, el presbtero evangeliza, celebra el Santo Sacrificio y sirve a la unidad. Como Pastor que se empea en la liberacin integral de los pobres y de los oprimidos, obra siempre con criterios evanglicos (cfr. EN 18). Cree en la fuerza del Espritu para no caer en la tentacin de hacerse lder poltico, dirigente social o funcionario de un poder temporal: esto le impedir "ser signo y factor de unidad y de fraternidad" (Juan Pablo II, Alocucin Sacerdotes 8: AAS 71 p. 182)37. Estas indicaciones son precisadas indicando algunas tareas prioritarias que se le asignan y que tienen un tinte evangelizador e integrador a la vez: Den los presbteros prioridad en su ministerio al anuncio del Evangelio a todos, pero muy especialmente a los ms necesitados (obreros, campesinos, indgenas, marginados, grupos afro -americanos), integrando la promocin y defensa de su dignidad humana. Renuvese la vitalidad misionera en los sacerdotes y frmeseles en una actitud de generosa disponibilidad, para que pueda darse una respuesta eficaz a la desigual distribucin del clero actualmente existente. Den prioridad al trabajo evangelizador en la familia y la juventud y a la promocin de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Compromtanse en la incorporacin del laicado y de las religiosas en la accin pastoral cada vez con ms activa participacin, dndoles el debido acompaamiento espiritual y doctrinal38. Se seala otra vez el endmico problema de la escasez de vocaciones que deja al
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descubierto la imposibilidad de atender a las crecientes necesidades pastorales El crecimiento demogrfico ha desbordado las posibilidades actuales de la Iglesia para llevar a todos la Buena Nueva. Tambin por falta de sacerdotes, por escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas, por las deserciones producidas, por no haber contado con laicos comprometidos ms directamente en funciones eclesiales, por la crisis de movimientos apostlicos tradicionales. Los ministros de la Palabra, las parroquias y otras estructuras eclesisticas resultan insuficientes para satisfacer el hambre de Evangelio del pueblo latinoamericano39 aunque con seales de repunte y Respecto de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, en concreto, hacemos nuestras las palabras de Juan Pablo II: "En la mayora de vuestros pases, no obstante un esperanzador despertar de vocaciones, es un problema grave y crnico... Las vocaciones laicales tan indispensables, no pueden ser una compensacin suficiente. Ms an, una de las pruebas del compromiso del laico es la fecundidad en las vocaciones a la vida consagrada" (Juan Pablo II, Discurso inaugural IV b: AAS 71 p. 204)40 Naturalmente la atencin a la formacin y a las estructuras que la permiten es un modo de hacer que los sacerdotes sean los que el horizonte pastoral requiere y ser tarea del Obispo Prestar atencin preferencial al Seminario, dada su importancia en la formacin de los presbteros de quienes depende, en gran parte,
"la deseada renovacin de toda la Iglesia" (OT proemio), darles los mejores sacerdotes adecuadamente capacitados; buscar por todos los medios un mejor conocimiento de los formadores y de los alumnos y un mayor contacto con ellos 41. Y el horizonte nal de la formacin, variada y profunda, debe ser pastoral: La formacin de pastores debe ser preocupacin constante que oriente los estudios y la vida espiritual 42. Vale la pena mirar con atencin este aspecto que subray el Cardenal Bergoglio en una intervencin del 18 de febrero pasado durante la Plenaria de la Comisin Ponticia para Amrica Latina en la cual subraya este aspecto sealado por Optatam Totius y ligndola con Aparecida: El nmero cuatro de la Optatam Totius nos da el n desde el cual, conjunta y armnicamente, debe ordenarse toda la formacin sacerdotal: "Todos los aspectos de la formacin, el espiritual, el intelectual y el disciplinar, han de ordenarse conjuntamente a este n pastoral ("consociata actione ad hunc nem pastoralem ordinentur"): a que se formen verdaderos pastores de almas, a imagen de Cristo, Maestro, Sacerdote y Pastor (Optatam Totius 4). En el mismo sentido nos dice Aparecida: "Es necesario un proyecto formativo del Seminario que ofrezca a los seminaristas un verdadero proceso integral: humano, espiritual, intelectual y pastoral, centrado en Jesucristo Buen Pastor" (Ap 319). Queremos entender que no se quiere armar que tiene exclusivamente una perspectiva funcional, sino que lo profundo en lo espiritual, cul-
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Puebla, 78. Puebla, 859. 850, cfr. 116. Puebla, 708. Puebla, 875.
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tural, humano apunta a la imperiosa necesidad de comunicar lo que uno ha recibido43.
El mvil de la cuarta conferencia celebrada en Santo Domingo viene indicada por el mismo documento nal: Una significativa efemride ha sugerido la fecha de esta IV Conferencia: los 500 aos del inicio de la evangelizacin del nuevo mundo. Desde entonces, la Palabra de Dios fecund las culturas de nuestros pueblos llegando a ser parte integrante de su historia. Por eso, tras una larga preparacin que incluy una novena de aos inaugurada aqu mismo en Santo Domingo por el Santo Padre, nos hemos congregado con actitud asumida por el mismo Santo Padre, a saber, con la humildad de la verdad dando gracias a Dios por las muchas y grandes luces y pidiendo perdn por las innegables sombras que cubrieron este perodo 44. Y en la tarea de la nueva evangelizacin se arma la necesidad de sacerdotes fruto de una vivaz promocin vocacional: Para que Cristo est en medio de la vida de nuestros pueblos, convocamos a todos los fieles a una Nueva Evangelizacin y llamamos especialmente a los laicos, y entre ellos a los jvenes. Y en esta hora confiamos que muchos jvenes, ayudados por una eficaz pastoral vocacional, puedan responder al llamado del Seor para el sacerdocio y la vida consagrada45.
En sintona con el corte pastoral antes sealado, en esta circunstancia la ecacia del Sacerdocio se relaciona con un fuerte llamado a la santidad y al uso de los medios que la proporcionan:
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El sacerdocio procede de la profundidad del inefable misterio de Dios. Nuestra existencia sacerdotal nace del amor del Padre, de la gracia de Jesucristo y de la accin santificadora y unificante del Espritu Santo; esta misma existencia se va realizando para el servicio de una comunidad a fin de que todos se hagan dciles a la accin salvadora de Cristo (cf. Mt 20,28; PDV 12). El Snodo Episcopal de 1990 y la exhortacin post-sinodal "Pastores dabo vobis" han delineado de manera clara las notas caractersticas de una espiritualidad sacerdotal, con una insistencia honda sobre la caridad pastoral (cf. PDV cap. 3). Por estas razones nos proponemos: Buscar en nuestra oracin litrgica y privada y en nuestro ministerio una permanente y profunda renovacin espiritual para que en los labios, en el corazn y en la vida de cada uno de nosotros, est siempre presente Jesucristo. Crecer en el testimonio de santidad de vida a la que estamos llamados, con la ayuda de los medios que ya tenemos en nuestras manos: "los encuentros de espiritualidad sacerdotal, como los ejercicios espirituales, los das de retiro o de espiritualidad" (PDV 80) y otros recursos que seala el Documento Pontificio Postsinodal 46. Destaco esa indicacin de ser cuidadosos en ser eles transmisores del mensaje de Cristo y predicar y anunciar a l y no a s mismos. Es una
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Recordemos la conciencia paulina de que ay de m si no predico el evangelio! (1Co 9,16; cfr 1,17) corroborada por la lcida conciencia del profeta Ams As como nadie queda impertrrito al or el rugido del len, as tampoco se negar nadie a profetizar cuando escucha lo que le habla el Seor (Am 3,8) y plsticamente conrmado en el alboroto considerado blasfemo por los que observan la entusiasta proclamacin mesinica en la agitacin de los ramos al ingreso a Jerusaln: Yo les aseguro que si ellos se callan, gritarn las piedras (Lc 19,40). Santo Domingo, Mensaje 2. Santo Domingo, Mensaje 30. Santo Domingo, Conclusiones 70-71.
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de las cruces del ministerio donde las tentaciones de protagonismo acechan y ponen en peligro la siempre inestable delidad al mandante. Podr sernos til una relectura en esta clave de la alarmada preocupacin de Pablo con los Glatas. Quin nos asegurar que nosotros seamos ms avezados que ellos en distinguir trigo de paja, sustantivo de transitorio, esencial de prescindible, duradero de perecedero, verdadero de falso? De inmediato se indica la importancia de la promocin y formacin de las vocaciones: En nuestra pastoral vocacional tendremos muy en cuenta las palabras del Santo Padre: "condicin indispensable para la Nueva Evangelizacin es poder contar con evangelizadores numerosos y cualificados. Por ello, la promocin de las vocaciones sacerdotales y religiosas... ha de ser una prioridad de los obispos y un compromiso de todo el pueblo de Dios" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 26) hasta el punto de dar una tarea especca a los seminarios menores: Mantienen su validez los seminarios menores y centros afines debidamente adaptados a las condiciones de la poca actual para los jvenes de los ltimos aos de educacin media en los que
empieza a manifestarse un fuerte deseo por la opcin hacia el sacerdocio. En algunos pases y en ambientes familiares muy deteriorados son necesarias estas instituciones para que los jvenes crezcan en su vivencia cristiana y puedan hacer una ms madura opcin vocacional47. En el proceso de formacin es considerada especialmente importante la inculturacin. Es un tema especialmente importante y responde a una eclesiologa que acenta ms que los rasgos genricos y acadmicos la capacidad del evangelio de tomar vida propia en el contacto con diferentes experiencias sin perder sus caractersticas ms propias y haciendo verdad el principio de encarnacin: Integre en los programas de formacin sacerdotal y religiosa cursos especficos de misionologa e instruya a los candidatos al sacerdocio sobre la importancia de la inculturacin del Evangelio 48. Las repercusiones pastorales y prcticas relativas a las polticas de formacin son innegables, pero a lo mejor no del todo evidentes y quizs puedan ser mltiples. Se indicaba al comienzo de esta parte sobre la cuarta conferencia que se insiste sobre la ecacia de la santidad. Se la recuerda tambin como un ingrediente fundamental de la
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Santo Domingo, Conclusiones 82.81. En la Conferencia de Ro se habla de ellos en el ttulo 9 sobre "Misiones, Indios y gente de color", sealando que se haga lo posible para que en cada circunscripcin misional se tenga al menos un Seminario Menor; y donde esto no fuere factible, se cree un Seminario Intermisional para la formacin del Clero nativo. En Medelln, casi a nivel de constatacin se indica como en un clima que quiere vincular la formacin y la vida de la Iglesia en general con el entorno social y eclesial quitando o moderando un excesivo aislamiento En cuanto al seminario menor, incorporacin cada vez mayor de personal laico, inclusive femenino; apertura hacia una orientacin vocacional pluralista; creacin de formas nuevas de seminarios menores, tales como semi-internados, externados, asistencia a clases en colegios estatales, privados (Medelln, Conclusiones 13,6.b). En Puebla se indica que servir como adecuada preparacin para el ingreso al Seminario mayor -que parece ser visto como el verdadero seminario- y adems se indica que deber ser oportunamente renovado: El Seminario Menor, profundamente renovado, debe tratar de responder a esta necesidad y efectivamente ha sido ya en algunos lugares una respuesta positiva a tal problemtica; en otros sitios son los centros de capacitacin para el Seminario Mayor o las iniciativas afines (Puebla, 870). En Aparecida no aparece el concepto y las indicaciones que se sealan para las casas y los procesos formativos parecen dirigidas ms bien a adultos bien maduros y capaces de exigente compromiso personal. Santo Domingo, Conclusiones 128.
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primera evangelizacin, junto con sealar los medios pastorales concretos de que se serva para la evangelizacin: Aquella primera evangelizacin tuvo sus instrumentos privilegiados en hombres y mujeres de vida santa. Los medios pastorales fueron una incansable predicacin de la Palabra, la celebracin de los sacramentos, la catequesis, el culto mariano, la prctica de las obras de misericordia, la denuncia de las injusticias, la defensa de los pobres y la especial solicitud por la educacin y la promocin humana 49. Y dentro de esos medios destaca la capacidad de hacerse defensores de los atropellados, especialmente de los indgenas: Los grandes evangelizadores defendieron los derechos y la dignidad de los aborgenes, y censuraron "los atropellos cometidos contra los indios en la poca de la conquista" (Juan Pablo II, Mensaje a los indgenas, 12. 10. 92, 2). Los Obispos, por su parte, en sus Concilios y otras reuniones, en cartas a los Reyes de Espaa y Portugal y en los decretos de visita pastoral, revelan tambin esta actitud proftica de denuncia, unida al anuncio del Evangelio.
As, pues, "la Iglesia, que con sus religiosos, sacerdotes y obispos ha estado siempre al lado de los indgenas, cmo podra olvidar en este V Centenario los enormes sufrimientos infligidos a los pobladores de este Continente durante la poca de la conquista y la colonizacin? Hay que reconocer con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indgenas hermanos e hijos del mismo Padre Dios" (Juan Pablo II, Mensaje a los indgenas, 12. 10. 92, 2). Lamentablemente estos dolores se han prolongado, en algunas formas, hasta nuestros das. Uno de los episodios ms tristes de la historia latinoamericana y del Caribe fue el traslado forzoso, como esclavos, de un enorme nmero de africanos. En la trata de los negros participaron
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Hay que reconocer con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indgenas hermanos e hijos del mismo Padre Dios
entidades gubernamentales y particulares de casi todos los pases de la Europa atlntica y de las Amricas. El inhumano trfico esclavista, la falta de respeto a la vida, a la identidad personal y familiar y a las etnias son un baldn escandaloso para la historia de la humanidad. Queremos con Juan Pablo II pedir perdn a Dios por este "holocausto desconocido" en el que "han tomado parte personas bautizadas que no han vivido segn su fe" (Juan Pablo II, Discurso en la Isla de Gorea, Senegal, 21. 2. 92; Mensaje a los afroamericanos, Santo Domingo, 12. 10. 92, 2) 50. Es parte de esa inculturacin que no signica slo atencin a costumbres ms o menos exticas, sino la asuncin redentora de la historia peculiar de un pueblo. Tengo la sensacin que no hay hoy gran ambiente por estos argumentos pero la historia de Latinoamrica est tan plagada de episodios horrendos ligados con este tema que, de no considerarse, se transforman en esos cadveres/fantasmas guardados en el armario que terminan emponzoando la vivencia del hogar. Tendr que haber ms de una aproximacin razonable que no sean simplemente el barrido sobre el pasado o el de los indigenistas furibundos que parten siempre ab ovo. Y precisamente vinculado a este complejo problema toma especial importancia el compromiso de formacin permanente: San Pablo recomienda a su discpulo que reavive el
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don que ha recibido por la imposicin de las manos (cf. 2Tim 1,6). Juan Pablo II nos ha recordado que la Iglesia necesita presentar modelos crebles de sacerdotes que sean ministros convencidos y fervorosos de la Nueva Evangelizacin (cf. PDV n. 8 y cap. 6). Existe una conciencia creciente de la necesidad e integralidad de la formacin permanente, entendida y aceptada como camino de conversin y medio para la fidelidad. Las implicaciones concretas que tiene esta formacin para el compromiso del sacerdote con la Nueva Evangelizacin exigen crear y estimular cauces concretos que la puedan asegurar. Cada vez aparece con ms fuerza la necesidad de acompaar el proceso de crecimiento, intentando que los desafos que el secularismo y la injusticia le plantean puedan ser asimilados y respondidos desde la caridad pastoral. Igual atencin hemos de prestar a los sacerdotes ancianos o enfermos51.
para potenciar sus valores, iluminar lo que puede parecer confuso y denunciar lo que resulta contrario a la dignidad humana. Al leer las Escrituras, anunciar con fuerza lo que el Evangelio significa para la mujer y desarrollar una lectura de la Palabra de Dios que descubra los rasgos que la vocacin femenina aporta al plan de Salvacin 52. No es raro que las ms numerosas, las ms eles colaboradoras de tareas evangelizadoras o litrgicas sean precisamente las mujeres. Me llam la atencin en el reordenamiento de la Biblioteca del Seminario de Los Quillayes la presencia de varios libros de los aos 50-70 del siglo pasado dedicados al trato del sacerdote con la mujer. Aunque no los haya ledo con detencin me parece que en su mayora estn escritos desde la alerta. Habrn escuchado ustedes tambin en la atencin espiritual a las religiosas la amarga sensacin que expresan de sub-valoracin, cuando no de franco desprecio. Ms all de los estereotipos o de las aproximaciones jocosas, como alerta Santo Domingo, cabe una tarea aqu a la reexin teolgica y a la revisin pastoral. No caeremos en la contradiccin de querer nosotros -varones- descubrir el rol autntico de la mujer en la Iglesia y en la evangelizacin y especcamente en la nueva evangelizacin. Pero es parte de la tarea de "gobierno pastoral" del sacerdote cautelar que tengan la efectiva posibilidad de descubrirlo e implantarlo por ellas mismas. El jesuita Vctor Codina en la revista TESTIMONIO de marzo abril despus de un listado de ancianos -religiosos y laicos- que han sido un aporte para el crecimiento en la fe hasta sus ltimos das, precisa: Seguramente a estos nombres habra que aadir los de muchas mujeres ya ancianas, que callada y silenciosamente generan vida en la Iglesia, pero que la estructura patriarcal de la sociedad y de la misma Iglesia reconoce poco y las mantiene en el anonimato. Miles de abuelas que sostienen la fe del pueblo, que luchan por
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un mundo mejor como las Abuelas de la Plaza de Mayo, que animan comunidades de base, que ensean con su doctrina y su ejemplo como la laica francesa Madeleine Delbrl inserta en los suburbios comunistas de Pars, la teloga evanglica Dorothe Slle, la carmelita Cristina Kaufmann, la mstica de la unidad Chiara Lubich, algunas mujeres que incluso han dado su vida por la fe y la justicia como la hermana Dorothy Stang, defensora de los indgenas del Brasil y asesinada por orden de los "fazendeiros" mientras lea en voz alta las bienaventuranzas evanglicas... Todos estos ancianos y ancianas han sido y son testigos que alimentan nuestra fe cristiana53. Ahora bien la gura del pastor depende mucho tambin del pastoreo que se persigue. Por ende mucho de lo que se espera del Sacerdote est ligado a esa tarea de nueva evangelizacin que aqu tambin, como en Puebla, estaban en el horizonte. La tarea de nueva evangelizacin es as descrita:
bajo la accin del Espritu, genere una mstica, un entusiasmo incontenible en la tarea de anunciar el Evangelio y capaz de despertar la credibilidad para acoger la Buena Nueva de la Salvacin. Nueva en sus mtodos. Nuevas situaciones exigen nuevos caminos para la evangelizacin. El testimonio y el encuentro personal, la presencia del cristiano en todo lo humano, as como la confianza en el anuncio salvador de Jess (kerygma) y en la actividad del Espritu Santo, no pueden faltar. Se ha de emplear, bajo la accin del Espritu creador, la imaginacin y creatividad para que de manera pedaggica y convincente el Evangelio llegue a todos. Ya que vivimos en una cultura de la imagen, debemos ser audaces para utilizar los medios que la tcnica y la ciencia nos proporcionan, sin poner jams en ellos toda nuestra confianza.
Nueva Evangelizacin
Cmo debe ser esta Nueva Evangelizacin? El Papa nos ha respondido: Nueva en su ardor, en sus mtodos y en su expresin.
Nueva en su ardor. Jesucristo nos llama a renovar nuestro ardor apostlico. Para esto enva su Espritu, que enciende hoy el corazn de la Iglesia. El ardor apostlico de la Nueva Evangelizacin brota de una radical conformacin con Jesucristo, el primer evangelizador. As, el mejor evangelizador es el santo, el hombre de las bienaventuranzas (cf. Rmi 90-91). Una evangelizacin nueva en su ardor supone una fe slida, una caridad pastoral intensa y una recia fidelidad que,
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Por otra parte es necesario utilizar aquellos medios que hagan llegar el Evangelio al centro de la persona y de la sociedad, a las races mismas de la cultura y "no de una manera decorativa, como un barniz superficial" (EN 20). Nueva en su expresin. Jesucristo nos pide proclamar la Buena Nueva con un lenguaje
CODINA, Vctor, La ancianidad en claroscuro, en TESTIMONIO n 238, Santiago de Chile marzo-abril 2010, p. 10. En una de esas ntegro este nmero de Testimonio dedicado a la ancianidad puede tener sugerencias valiosas sobre el sacerdocio y la funcin sacerdotal.
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que haga ms cercano el mismo Evangelio de siempre a las nuevas realidades culturales de hoy. Desde la riqueza inagotable de Cristo, se han de buscar las nuevas expresiones que permitan evangelizar los ambientes marcados por la cultura urbana e inculturar el Evangelio en las nuevas formas de la cultura adveniente. La Nueva Evangelizacin tiene que inculturarse ms en el modo de ser y de vivir de nuestras culturas, teniendo en cuenta las particularidades de las diversas culturas, especialmente las indgenas y afroamericanas. (Urge aprender a hablar segn la mentalidad y cultura de los oyentes, de acuerdo a sus formas de comunicacin y a los medios que estn en uso). As, la Nueva Evangelizacin continuar en la lnea de la encarnacin del Verbo. La Nueva Evangelizacin exige la conversin pastoral de la Iglesia. Tal conversin debe ser coherente con el Concilio. Lo toca todo y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y de autoridad; con estructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con ms claridad a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de salvacin universal 54 La ltima indicacin explica el por qu Santo Domingo cifra mucha de su conanza en la capacidad de asumir un compromiso de santidad; ser santos y buscar llegar a cada vez mayor santidad parece la consigna: Estamos todos llamados a la santidad (cf. LG 39-42). En una Iglesia, comunidad misionera, nos urge un decidido empeo por la continua educacin de la fe, por medio de la catequesis, que tiene su fundamento en la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, y permite a los catlicos dar razn de su esperanza en toda ocasin y frente a las sectas y a los nuevos movimientos religiosos La Iglesia, como misterio de unidad, encuentra su fuente en Jesucristo. Slo en l puede dar los frutos de santidad que Dios espera de ella. Slo partici54 55
pando de su Espritu puede transmitir a los hombres la autntica palabra de Dios. Solamente la santidad de vida alimenta y orienta una verdadera promocin humana y cultura cristiana La Iglesia es comunidad santa (cf. 1Pe 2,9) en primer lugar por la presencia en ella del Cordero que la santifica por su espritu (cf. Ap 21,22s; 22,1-5; Ef 1,18; 1Cor 3,16; 6,19; LG 4). Por eso, sus miembros deben esforzarse cada da por vivir, en el seguimiento de Jess y en obediencia al Espritu, "para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor" (Ef 1,4). stos son los hombres y mujeres nuevos que Amrica Latina y el Caribe necesitan: los que han escuchado con corazn bueno y recto (cf. Lc 8,15) el llamado a la conversin (cf. Mc 1,15) y han renacido por el Espritu Santo segn la imagen perfecta de Dios (cf. Col 1,15; Rom 8,29), que llaman a Dios "Padre" y expresan su amor a l en el reconocimiento de sus hermanos (cf. DP 327), que son bienaventurados porque participan de la alegra del Reino de los cielos, que son libres con la libertad que da la Verdad y solidarios con todos los hombres, especialmente con los que ms sufren. La Iglesia ha alcanzado en la Santsima Virgen la perfeccin en virtud de la cual no tiene mancha ni arruga. La santidad es la clave del ardor renovado de la Nueva Evangelizacin (Juan Pablo II, Homila en Salto, Uruguay, 9. 5. 88, 4) Predicamos poco acerca del Espritu que acta en los corazones y los convierte, haciendo as posible la santidad, el desarrollo de las virtudes y el valor para tomar cada da la cruz de Cristo (cf. Mt 10,38; 16,24) 55.
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Asumir plenamente las directivas de la exhortacin post-sinodal "Pastores dabo vobis" y revisar, desde ella, nuestras "Normas bsicas para la formacin sacerdotal" en cada pas.
Ante esta movilizacin general la Conferencia de Aparecida se preocupa de precisar la identidad del sacerdote: El primer desafo dice relacin con la identidad teolgica del ministerio presbiteral. El Concilio Vaticano II establece el sacerdocio ministerial al servicio del sacerdocio Seleccionar y preparar formadores, aprocomn de los eles, y cada uno, aunque de vechando los cursos que ofrecen el CEmanera cualitativamente distinta, participa del LAM y otras instituciones. Antes de abrir nico sacerdocio de Cristo57 . Cristo, Sumo y un seminario es necesario asegurar la Eterno Sacerdote, nos ha redimido y nos ha presencia del equipo de formadores. participado su vida divina. En l, somos todos hijos del mismo Padre y hermanos entre nosotros. El sacerdote no Revisar la orientacin de puede caer en la tentacin de la formacin impartida considerarse solamente un en cada uno de mero delegado o slo un El sacerdote no puede caer en nuestros seminarios representante de la comula tentacin de considerarse sopara que corresnidad, sino un don para ponda a las exilamente un mero delegado o slo ella por la uncin del Espgencias de la Nueun representante de la comuniritu y por su especial unin va Evangelizacin, dad... con Cristo cabeza. "Todo con sus consecuenSumo Sacerdote es tomado cias para la promocin de entre los hombres y puesto humana y la inculturacin para intervenir a favor de los homdel Evangelio. Sin disminuir las bres en todo aquello que se reere al servicio exigencias de una seria formacin intede Dios" (Hb 5,1) 58. gral, dar particular inters al desafo que representa la formacin sacerdotal de aquellos candidatos que provienen de culturas indgenas y afroamericanas. Hay que reconocer que existe un tironeo entre la acentuacin puesta en el sacerdocio comn de los eles o en el sacerdocio ministerial. Cabe una reexin relacionada tambin con novedades evidentes en la percepcin social acerca del sacerdocio tanto en su esencia como en su funcin. Los cambios son tanto en la sociedad en general como en la misma comunidad eclesial. La sonoma de su vivencia es especicada en Aparecida sealando mbitos que deben ser considerados en su estructura psicoespiritual: El tercer desafo se reere a los as-
Procurar una formacin integral que ya desde el seminario disponga para la formacin permanente del sacerdote 56.
La ms reciente Asamblea del CELAM est an en etapa de implementacin y tiene una dimensin sacerdotal general plasmada en el compromiso de un discipulado misionero permanente propuesto a la vida cristiana en su conjunto.
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pectos vitales y afectivos, al celibato y a una vida espiritual intensa fundada en la caridad pastoral, que se nutre en la experiencia personal con Dios y en la comunin con los hermanos; asimismo al cultivo de relaciones fraternas con el Obispo, con los dems presbteros de la dicesis y con laicos. Para que el ministerio del presbtero sea coherente y testimonial, ste debe amar y realizar su tarea pastoral en comunin con el obispo y con los dems presbteros de la dicesis. El ministerio sacerdotal que brota del Orden Sagrado tiene una "radical forma comunitaria" y slo puede ser desarrollado como una "tarea colectiva"59 . El sacerdote debe ser hombre de oracin, maduro en su eleccin de vida por Dios, hacer uso de los medios de perseverancia, como el Sacramento de la confesin, la devocin a la Santsima Virgen, la morticacin y la entrega apasionada a su misin pastoral 60. Y concretamente se traza una imagen ideal del sacerdote cercano al caminar del pueblo: El Pueblo de Dios siente la necesidad de presbteros-discpulos: que tengan una profunda experiencia de Dios, congurados con el corazn del Buen Pastor, dciles a las mociones del Espritu, que se nutran de la Palabra de Dios, de la Eucarista y de la oracin; de presbteros-misioneros; movidos por la caridad pastoral: que los lleve a cuidar del rebao a ellos conados y a buscar a los ms alejados predicando la Palabra de Dios, siempre en profunda comunin con su Obispo, los presbteros, diconos, religiosos, religiosas y laicos; de presbterosservidores de la vida: que estn atentos a las necesidades de los ms pobres, comprometidos en la defensa de los derechos de los ms dbiles y promotores de la cultura de la solidari-
dad. Tambin de presbteros llenos de misericordia, disponibles para administrar el sacramento de la reconciliacin que pero en lo concreto es dicultado por situaciones estructurales como por ejemplo la existencia de parroquias demasiado grandes, que dicultan el ejercicio de una pastoral adecuada: parroquias muy pobres, que hacen que los pastores se dediquen a otras tareas para poder subsistir; parroquias situadas en sectores de extrema violencia e inseguridad, y la falta y mala distribucin de presbteros en las Iglesias del Continente61. Sintomticamente se recuerda que las estructuras pastorales requieren una profunda renovacin, pero ninguna renovacin estructural tendr suciente consistencia y ecacia sin una renovacin interior: La renovacin de la parroquia exige actitudes nuevas en los prrocos y en los sacerdotes que estn al servicio de ella. La primera exigencia es que el prroco sea un autntico discpulo de Jesucristo, porque slo un sacerdote enamorado del Seor puede renovar una parroquia. Pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administracin especialmente en lo que se reere a la comunin: "Sin este camino espiritual de poco serviran los instrumentos externos de la comunin. Se convertiran en medios sin alma, mscaras de comunin ms que sus modos de expresin y crecimiento"62 Como acentuacin pastoral se privilegia la formacin de pequeas comunidades, ms idneas a profundizar el mensaje y permitir la vivencia de la experiencia de la fe; en ellas se vislumbra tambin una fuente de vocaciones:
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Cf. PDV 72. Aparecida, 195. Aparecida, 199.197. NMI 43; Aparecida 201-203.
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Sealamos que es preciso reanimar los procesos de formacin de pequeas comunidades en el Continente, pues en ellas tenemos una fuente segura de vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, y a la vida laical con especial dedicacin al apostolado. A travs de las pequeas comunidades, tambin se podra llegar a los alejados, a los indiferentes y a los que alimentan descontento o resentimientos frente a la Iglesia63. Y el llamado a una promocin vocacional ms entusiasta es apremiante: Esta V Conferencia hace un llamado urgente a todos los cristianos, y especialmente a los jvenes, para que estn abiertos a una posible llamada de Dios al sacerdocio o a la vida consagrada; les recuerda que el Seor les dar la gracia necesaria para responder con decisin y generosidad, a pesar de los problemas generados por una cultura secularizada, centrada en el consumismo y el placer. A las familias, las invitamos a reconocer la bendicin de un hijo llamado por Dios a esta consagracin y a apoyar su decisin y su camino de respuesta vocacional. A los sacerdotes, les alentamos a dar testimonio de vida feliz, alegra, entusiasmo y santidad en el servicio del Seor 64. Aparecida se hace cargo del hecho que la materia prima con la que se trabaja en la formacin presenta problemticas inditas. Tambin en este caso habr que cuidarse en rehuir estereotipos y prejuicios, pero tambin de ingenuidades. El proceso de formacin est dirigido hoy a personas cuyas personalidades son especialmente inestables: La realidad actual nos exige mayor atencin a los proyectos formativos de los Seminarios, pues los jvenes son vctimas de la inuencia negativa de la cultura postmoderna, especialmente de los medios
de comunicacin social, trayendo consigo la fragmentacin de la personalidad, la incapacidad de asumir compromisos denitivos, la ausencia de madurez humana, el debilitamiento de la identidad espiritual, entre otros, que dicultan el proceso de formacin de autnticos discpulos y misioneros. Por eso, es necesario, antes del ingreso al Seminario, que los formadores y responsables hagan una esmerada seleccin que tenga en cuenta el equilibro psicolgico de una sana personalidad, una motivacin genuina de amor a Cristo, a la Iglesia, a la vez que capacidad intelectual adecuada a las exigencias del ministerio en el tiempo actual 65. Lo anterior justica tambin que el proyecto formativo trazado sea particularmente exigente y matizado. Este proyecto est pormenorizado en los nmeros 319-327, que no reproduzco aqu y que debern llamar nuestra atencin. Los criterios all sealados son de extrema importancia, pero tambin no siempre fcilmente asibles -lo que pasa en todo lo relacionado con una formacin que no sea mero entrenamiento- y sin embargo uno olfatea que por all va el verdadero proceso de formacin de personas que debern tener con Dios una relacin del todo singular, y con los hombres tambin. Hombre de Dios entre los hombres y abogado de los hombres ante Dios, su tarea es tan misteriosa como su formacin. El mirar a nuestra realidad permite descubrir la presencia de un ujo inefable del Espritu de Dios que suscita pastores y ministros santos y capaces de una entrega apostlica delicada, ilustrada, amplia y generosa. El testimonio de un sacerdocio bien vivido ennoblece a la Iglesia, suscita admiracin en los eles, es fuente de bendicin para la Comunidad, es la mejor promocin vocacional, es la ms autntica invi-
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Aparecida, 310. Aparecida, 315. Aparecida 318. Cf. C.I.C., can. 241, 1; Congregacin para la Educacin Catlica, Instruccin sobre los criterios de discernimiento vocacional en relacin con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisin al Seminario y a las rdenes sagradas.
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tacin para que tambin otros jvenes respondan positivamente a la llamada del Seor. Es la verdadera colaboracin para la construccin del Reino de Dios. Os doy las gracias sinceramente y os exhorto a que continuis viviendo de modo digno la vocacin que habis recibido. Que el fervor misionero, el entusiasmo por una evangelizacin cada vez ms actualizada, el espritu apostlico autntico y el celo por las almas estn siempre presentes en vuestra vida. Mi afecto, mis oraciones y mi agradecimiento se dirigen tambin a los sacerdotes ancianos y enfermos. Vuestra conguracin con Cristo doliente y resucitado es el apostolado ms fecundo. Muchas gracias!66.
No se puede no hacer mencin al concluir esta revisin de la visin del sacerdote en Amrica Latina a los escndalos y delitos que han ido apareciendo y tomando relevancia pblica en los ltimos tiempos. Del punto de vista semntico cabe observar inicialmente que el trmino escndalo en los documentos del CELAM que hemos examinado aparece relacionado con dos mbitos: el de la divisin entre las iglesias que se identican con Jesucristo y que deberan tener como rasgo peculiar la unidad querida por su fundador y las odiosas diferencias sociales que ven a muchos padecer hambre mientras otros sufren empacho o se malgasta en armamentos lo que servira para la subsistencia de muchos.
En las campaas de prensa y en el sentir comn, ahora el escndalo est relacionado con los casos de pedolia o abusos de menores en los que estn involucrados sacerdotes como culpables del delito y las autoridades eclesisticas como encubridoras o negligentes en tomar las medidas y aplicar las sanciones debidas. Estos desajustes emocionales y el mal uso de la autoridad moral que el sacerdote tiene
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es en este momento en el subconsciente colectivo casi un axioma. Los Sacerdotes sufren como cuerpo de una emocionalidad enferma y usan de su autoridad para satisfacer instintos desaforados. Nos gustara que no fuera as, pero la prensa difunde esta caricatura y mucha opinin pblica comparte esta ptica. Aparejados a esta visin, donde no se barre con la institucin misma, surgen indicaciones de remedios que tocan aspectos relevantes del estilo de vivir el sacerdocio en la iglesia latina: celibato en primer lugar. Ustedes vern si quieren dar un tiempo para adentrarse en esta problemtica. De todos modos a quienes ya ejercemos el ministerio y a quienes se estn preparando para ejercerlo cabe la obligacin de examinar su desempeo y su estructura mental y espiritual acerca de la educacin de sus sentimientos. Eso de ser expertos en amor servicial no pasara de ser un clich si efectivamente no somos capaces de amor oblativo y de una madurez humana que no necesite recurrir a mecanismos de compensacin que inevitablemente llevan a hacer un uso instrumental de otras personas para la satisfaccin de sus falencias viviendo concretamente en forma contradictoria a nuestro ser. Las mismas intervenciones jerrquicas sealan lo diverso de estas situaciones dolorosas, porque no se trata de agresiones externas, las que podran signicar que somos objeto de martirio y por ende manifestar delidad irritante para el mundo, sino de gangrena interna que -adems de alertar sobre la salud mental/moral de los implicados- seala una indelidad al Seor al que servimos. Lo remarc en la solemnidad de San Pedro: El dao mayor, en efecto, la Iglesia lo recibe de lo que contamina la fe y la vida cristiana de sus miembros y de sus comunidades, mellando la integridad del Cuerpo ms-
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI AL FINAL DEL REZO DEL SANTO ROSARIO EN EL SANTUARIO DE NUESTRA SEORA APARECIDA, Sbado 12 de mayo de 2007, n 3.
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tico, debilitando su capacidad de profeca y de testimonio, ofuscando la belleza de su rostro Las soluciones de parte de la Iglesia apuntan esencialmente a un ms riguroso proceso de seleccin y de educacin de los candidatos. Tambin con relacin a estas soluciones es necesario que nos demos un tiempo para revisar y, eventualmente, actualizar nuestro proceso de formacin. El Papa tanto en el discurso nal del ao sacerdotal el 11 de junio recin pasado como en el dilogo con los sacerdotes el da anterior seala que una de las claves es consolidar la conviccin que no se accede al sacerdocio como una profesin sino como respuesta a una vocacin. Nos lo record el P. General en Barn@bytes 62: El sacerdocio no es simple ocio, sino "sacramento". De tan simple la armacin puede prestarse a la banalizacin,
pero detrs de esta conviccin hay una espiritualidad personal y una valencia apostlica de extraordinaria ecacia y profundidad que dejo a su reexin y no quiero estropear con comentarios. Me llama la atencin que similar conviccin aparece en la mirada profana al sacerdocio y Honor de Balzac la pone en boca del cur Bonnet: Yo no he visto una posicin en el sacerdocio. No comprendo que se pueda llegar a ser sacerdote por motivos que no sean las indenibles potencias de la Vocacin67. No se puede soslayar la paradoja que se puede estar tan enfrascados en las obras de Dios que se pueda descuidar al Dios para quien se hacen las obras. Es una constatacin que se hace a diario y de la que se hizo cargo la Sagrada Congregacin por los Religiosos en su documento de 1980 La dimensin contemplati-
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Je n'ai point vu d'tat dans la prtrise. Je ne comprends pas qu'on devienne prtre par des raisons autres que les indnissables puissances de la Vocation, Le Cur de village, cap. 3.
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va de la vida religiosa, donde seala Un peligro constante para los obreros evanglicos consiste en dejarse implicar de tal forma en su propia actividad por el Seor que se olviden del Seor de toda actividad (n 4) 68. Y sin embargo las obras de Dios a las que estamos dedicados no deben ser olvidadas y es bueno recordar que en eso se dene tambin Cristo. De las deniciones o descripciones de s mismo, adems de aquella en Lc 4 en que asume los rasgos del mundo nuevo de Is 61, es particularmente estimulante, signicativa y rica de potencialidades esa que se encuentra en el dilogo que concluye su escapada en la peregrinacin a Jerusaln (Lc 2,49) y que tiene traducciones para todos los gustos: estar en la casa (o las cosas) de mi Padre, el los asuntos, los negocios, "business", "affaires", en lo de y que en griego es en efecto ese indenido n toj to patrj mou. Ahora esto de lo de mi Padre que pudiera correr el riesgo de hacer olvidar al Padre puede ser todo compromiso apostlico radical, todo compromiso de caridad y promocin humana, toda devocin o ascesis en la medida que pierden su caracterstica de medio para solicitar y permitir el encuentro con Dios y se transforman en n a s mismos 69.
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Las cinco Conferencias de CELAM insisten en la necesidad de formar una espiritualidad apostlica donde no se agreden sino que se complementan una vida espiritual profunda y slida y una dedicacin pastoral generosa 70. Me gusta a este propsito sealar la gura de Elas que en Israel tena una gravitacin especial tanto como para ser considerado el que abrira los tiempos del Mesas y que encarna rasgos inequivocables de pastor autntico de los que marco los siguientes: la capacidad para marcar itinerario, no tanto en el sentido de trazar un esquema moral para los auditores, sino en ese de provocar la revisin de un proyecto y lo indico en el texto de la disputa con los profetas de Baal donde sacude al pueblo por su ambigua indecisin: Elas se acerc al pueblo y dijo: "Hasta cundo saltarn de un pie al otro? Si Yav es Dios, sganlo; si lo es Baal, sganlo"71. El pueblo no respondi aceptando tambin la soledad que comporta opcin pastoral (1Re 18,21). El discurso de la montaa se hace eco de lo permanentemente riesgoso que es la autenticidad en el hombre de Dios (cfr. Mt 5,1112; Lc 6,22-23.26). Y slo como para pensar, sin ninguna pretensin de haber descubierto la clave me permito sugerir unas indicaciones sobre nuestro compromiso evangelizador:
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Cosa que, en otras palabras, formulaba ya el Padre de la Iglesia Gregorio de Nisa en su Comentario al Padre Nuestro: el hombre al descuidar la oracin deposita la esperanza en sus propias manos, olvidando a Aqul que le ha dado las manos (Or. I, p. 6,21-24). Baste recordar esa escandalosa declaracin de Dios al Moiss mstico que no se decide a pasar a la accin: Dijo Yahveh a Moiss: "Por qu sigues clamando a m? Di a los israelitas que se pongan en marcha" (x 14,15). Por ejemplo recordamos La espiritualidad sacerdotal ha de ser una vivencia personal, intrnsecamente vinculada con su accin ministerial (Medelln, Conclusiones 11,20); o La caridad pastoral, fuente de la espiritualidad sacerdotal, anima y unica su vida y ministerio (Aparecida, 198) y Es necesario formar a los discpulos en una espiritualidad de la accin misionera, que se basa en la docilidad al impulso del Espritu, a su potencia de vida que moviliza y transgura todas las dimensiones de la existencia. No es una experiencia que se limita a los espacios privados de la devocin, sino que busca penetrarlo todo con su fuego y su vida. El discpulo y misionero, movido por el impulso y el ardor que proviene del Espritu, aprende a expresarlo en el trabajo, en el dilogo, en el servicio, en la misin cotidiana (Aparecida, 284); y La Nueva Evangelizacin exige una renovada espiritualidad que, iluminada por la fe que se proclama, anime, con la sabidura de Dios, la autntica promocin humana y sea el fermento de una cultura cristiana (Santo Domingo, Conclusiones 45). Esta responsabilidad hacia el crecimiento de la comunidad la senta tambin Pablo con la matizacin que deseara no tener que recurrir a una actuacin severa seguro como es que el poder que el Seor me otorg para edicar y no para destruir (2Co 10,8).
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so (Ap 2,3), cubre de polvo y rutina. El tema es mantenerse hasta el n (Ap 2,26) o que sus ltimas obras sean ms que las primeras (Ap 2,19: Conozco tu proceder, tu amor, tu fe, tu servicio, tu perseverancia y tus ltimas obras ms numerosas que las primeras). No es malo a este propsito recordar que precisamente lo inconcluso es lo que ms disgusta a Dios, porque delata -segn la interpretacin del autor bblico- un compromiso y una conanza insuciente en Dios. Comenzar y no terminar72 o volver atrs de un camino emprendido es una afrenta insoportable para Dios: los nios estn a punto de nacer, pero falta la fuerza para darlos a luz reprocha Isaas a Israel (Is 37,3) o El que pone la mano en el arado y mira hacia atrs, no sirve para el Reino de Dios seala el Seor teniendo el fantasma de la mujer de Lot como paradigma o modelo negativo (Lc 9,62; cfr. 17,32); pero es posible tambin la renovacin radical y que va ms all de la expectativa: yo voy a realizar una cosa nueva, que ya aparece. No la notan? (Is 43,19) 73 o Ahora todo lo hago nuevo (Ap 21,5).
hay un inexorable inujo deteriorador del tiempo: cansa los brazos (x 17,12); hace perder la frescura del primer impul-
Este ltimo -lo que concierne a esta novedad- es el espectculo que el cristiano ofrece
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Adems de las conocidas observaciones del Fundador sobre el hecho que no avanzar es retroceder, se explica tambin la insistencia que pone en su invitacin a alcanzar el colmo. ZACCARIA, Antonio, Lettere Sermoni Costituzioni, Roma 1996, pp. 129.145.9.39-40.131; tr. esp., Escritos de San Antonio Mara Zaccaria, Provincia chilena 2008, pp. 199.220.20.73-74.201 (Constituciones, Provincia chilena 1984, pp. 31.49.32; Las Cartas, Provincia chilena 1984, pp. 8.52-53). El profeta hace las descripciones tradicionales del tiempo mesinico que usan guras que se reeren a circunstancias y situaciones exteriores al hombre (referidas a la naturaleza o a la organizacin de Israel en su estructura social y religiosa), pero no es difcil aplicar esas mismas obras nuevas al ser mismo del ser humano que puede recibir las mismas renovaciones que lo convierten en nueva criatura, como el mundo es nuevo y la sociedad es nueva.
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al mundo y que provoca la admiracin 74, sta tambin en doble direccin: por el trato singular que Dios tiene con ellos y que asoma ya en el Antiguo testamento: Entonces los pueblos respetarn tu nombre, y todos los reyes de la tierra, tu gloria; cuando el Seor reconstruya a Sin y se manieste en su gloria, cuando atienda la oracin del despojado y no se haga sordo a su plegaria (Sal 102,16-18); Con ningn otro pueblo ha actuado as, ni les dio a conocer sus decisiones (147,20); ... por el estilo de vida que ellos llevan, con mayor o menor coherencia por cierto que eso no se puede garantizar de antemano y para la cual se requerir el auxilio divino y la correccin permanente, que muestra un apego a valores y realidades poco comunes. San Pedro lo intuye en forma muy clara: Lleven una vida ejemplar en medio de los que no
conocen a Dios; de este modo, esos mismos que los calumnian y los tratan de malhechores, notarn sus buenas obras y darn gloria a Dios el da en que los visite (1Pe 2,12), as como lo perciben los primeros cristianos que hablan de proporcionar la documentacin de nuestra vida y de nuestra doctrina75 y que era reconocida incluso por los observadores externos que reconocen el esfuerzo de no llevar una conducta contradictoria con su creencia y las normas ticas ms exigentes, as Plinio el Joven escribe al emperador Trajano: obligarse por solemne juramento no a crimen alguno, sino a no cometer hurtos ni latrocinios ni adulterios, a no faltar a la palabra dada, a no negar, al reclamrseles, el depsito conado 76, cosa que Tertuliano retoma en forma polmica cuando juzga irracionales las persecuciones 77. Segn l la conducta
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Esta dimensin provocadora de interrogantes de la vida cristiana es presentada en forma luminosa por Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n 21. JUSTINO, Apologa, cap. 3. Plinio El Joven, Epist., 96, Lib. X. TERTULIANO, Apol., II, 6.
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intachable, junto con la valiente entrega al martirio son los elementos que fomentan el crecimiento cristiano78. Precisamente por esta presencia distin79 hay gente que nos interpela 80: qu debeta mos hacer (cfr. Lc 3,10; He 2,37). Hoy estas interrogantes son -a veces- indirectas. Por ejemplo es cierto que crece la desesperanza y la incertidumbre y la sola cara de duda del hombre contemporneo es una pregunta. Cmo puede responder la Iglesia y nosotros dentro de ella? Con odos atentos. Son modlicos los episodios de Emas: Mientras conversaban y discutan, Jess en persona se les acerc y se puso a caminar con ellos (Lc 24,15); o de Felipe con el funcionario deseoso
de comprender: El Espritu dijo a Felipe: Acrcate a ese carro y qudate pegado a su lado. (He 8,29); lo es Jess con el fariseo inquieto Nicodemo, que lo iba a ver de noche (Jn 3,110). La historia rabnica tiene una interpretacin interesante de los dos Rabb Hillel y Shammay, el uno capaz de vencer con su atencin y paciencia las aproximaciones impertinentes a la fe y el otro tajante -riguroso quizs, pero en trminos de la extensin de la buena noticia inecaz y hasta contraproducente- que no provoca aproximacin o no facilita la continuidad de la primera, quizs casual, aproximacin. Para muestra un botn: Un no-judo vino una vez al sabio Shammai y dijo: "Quiero convertirme al judasmo. Por favor, enseme toda la Tor mientras me mantengo parado en un pie". Shammai lo despidi abruptamente, empujndolo con la regla que tena en la mano.
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TERTULIANO, Apol., XXXIX. XL y especialmente L, 10. Insistimos que en ocasiones puede no ser todo lo luminosa y testimonial que debera, pero es sin duda llamativa por la singular perspectiva que tiene en los dos aspectos antes sealados: el peculiar trato con Dios y el rigor en la existencia. Cmo ocurra a Jess y a sus discpulos: Uno de entre la gente pidi a Jess: Maestro, dile a mi hermano que me d mi parte de la herencia ... (Lc 12,13); Un maestro de la Ley, que quera ponerlo a prueba, se levant y le dijo: Maestro, qu debo hacer para conseguir la vida eterna? ... (Lc 10,25); Cierto hombre importante le pregunt: Maestro bueno, qu tengo que hacer para heredar la vida eterna? ... (Lc 18,18; cfr. Mc 10; Mt 19); Un da estaban ayunando los discpulos de Juan el Bautista y los fariseos. Algunas personas vinieron a preguntar a Jess: Los discpulos de Juan y los de los fariseos ayunan; por qu no lo hacen los tuyos? ... (Mc 2,18ss; cfr Mt 9,14ss; Lc 5,33ss). A veces son incluso murmuraciones: Se preguntaban: De dnde le viene todo esto? Y qu pensar de la sabidura que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos? ... (Mc 6,1-6; cfr Mt 13,54-56). Tambin reproches por lo que hacen sus discpulos: los fariseos y los maestros de la Ley que eran amigos suyos expresaban su descontento en medio de los discpulos de Jess: Cmo es que ustedes comen y beben con los cobradores de impuestos y con personas malas? (Lc 5,30); Algunos fariseos les dijeron: Por qu hacen lo que no est permitido hacer en da sbado? (Lc 6,2) ... .
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Puede pasarle tambin al religioso tentado de hacer las cosas de Dios olvidando al Dios por quien las hace. Podra as crearse un curioso monstruo con una cabeza pequea, el corazn estrecho y las manos largas
El mismo hombre lleg a Hillel y repiti su solicitud. Hillel le dijo: "Lo que no quieres para ti, no se lo hagas a otra persona. Esa es toda la Tor. Todo lo dems es comentario; ve y aprndelo!"81.
Una ltima indicacin. Pedir a Dios qu hacer. Esas vigilias de Jess antes de momentos clave de su vida vuelven divina la posterior accin o entrega de la buena Noticia82 . Por ejemplo antes de la eleccin de los doce: En aquellos das se fue a orar a un cerro y pas toda la noche en oracin con Dios (Lc 6,12); o en el pleno de su actividad: Durante el da Jess enseaba en el Templo, y luego sala e iba a pasar la noche al aire libre al monte de los Olivos (Lc 21,37), o Jess, pues, despidi a la gente, y luego subi al cerro para orar a solas. Cay la noche, y l segua all solo (Mt 14,23) 83. Los discpulos siguen la misma costumbre para encarar momentos cruciales de su desenvolvimiento84 . Este testimonio le resultar particu-
larmente til al mundo de hoy, tan acelerado que frecuentemente reacciona por impulso o tincada. Puede pasarle tambin al religioso tentado de hacer las cosas de Dios olvidando al Dios por quien las hace. Podra as crearse un curioso monstruo con una cabeza pequea, el corazn estrecho y las manos largas85. Hay un problema espiritual ms hondo detrs de estas visiones. No cabe duda que el hombre busca a Dios y esta bsqueda requiere de sistemas, modos y ritos que lo permitan y lo hagan ecaz. Pero puede haber una distorsin tambin. En verdad nuestra opcin de fe se fundamenta sobre el hecho que Dios nos llama, ms que sobre el hecho que nosotros lo busquemos. Sin duda esta visin tiene repercusin en las opciones y medios pastorales y tambin en la gura del sacerdote. Es otro tema complejo que requiere investigacin. Slo les sealo una reexin de Simone Weil que comparto y me parece fecunda: Hay quienes tratan de elevar su alma como quien se dedica a saltar continuamente, con la esperanza de que, a fuerza de saltar cada vez ms alto, llegue el da en que alcance el cielo para no volver a caer. Ocupado en ello, no puede mirar al cielo. Los seres humanos no podemos dar un solo paso hacia el cielo. La direccin vertical nos est prohibida. Pero si miramos largamente al cielo, Dios desciende y nos toma fcilmente. Como dice Esquilo: "Lo divino es ajeno al esfuerzo". Hay en la salvacin una facilidad ms difcil para nosotros que todos los esfuerzos.
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Talmud de Babilonia, Shabat 31a Sugerentes las indicaciones que el Fundador hace a Carlo Magni sobre como consultar con Dios en toda la carta, pero ver Especialmente ZACCARIA, cit, p. 13; tr. esp. Escritos, cit., pp. 26-27 (Las Cartas, cit., p. 13). Indicamos aqu las noches de oracin, porque la noche es seal ambigua, puede ser tambin habitat de la perdicin o de la confusin que llegue incluso a la traicin: Jess les dijo: "Todos ustedes caern esta noche: ya no sabrn qu pensar de m" (Mt 26,31); Maestro, por ms que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada (Lc 5,4); Todos ustedes caern esta noche (Mc 14,27). Por ejemplo: mientras Pedro era custodiado en la crcel, toda la Iglesia oraba incesantemente por l a Dios (He 12,5.12); Bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espritu Santo (8,15); ... . PALMS, Carlos, La vida religiosa en la encrucijada del tercer milenio, Clar nov.-dic. 2003.
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En un cuento de Grimm se celebra un concurso de fuerza entre un gigante y un sastrecillo. El gigante lanza una piedra a una altura tal que tarda mucho tiempo en caer. El sastrecillo suelta un pjaro que no cae. Lo que no tiene alas acaba siempre por caer86.
Es imprescindible mencionar una preocupacin que asoma como constante en los mensajes para los sacerdotes en las Conferencias generales del CELAM. Se trata del siempre irresuelto tema de la inmanencia. Concretamente del modo en que el ministro debe involucrarse en los intentos que el hombre hace para construir en justicia su convivencia y en las opciones polticas para conseguir una sociedad ms justa.
Es un tema muy grande y slo sealamos las alertas a este propsito del CELAM.
Ro dedica el Captulo III al Apostolado social y responsabilidad del cristiano en la vida cvico-poltica el cual seala especialmente la responsabilidad de los laicos cristianos, especialmente a travs de la Accin Catlica, para encarnar los principios de la doctrina social cristiana. No se dan an indicaciones acerca del compromiso poltico del Clero. No se ve el tema, no porque no exista, sino porque el pensamiento de la jerarqua y del clero en esta materia es de natural alianza con la aristocracia y su idea de sociedad natural y justamente estraticada.
Esta realidad explica que Medelln proponga una necesaria nueva ruta a este propsito: La carencia de una conciencia poltica en nuestros pases hace imprescindible la accin educadora de la Iglesia, con objeto de que los
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cristianos consideren su participacin en la vida poltica de la Nacin como un deber de conciencia y como el ejercicio de la caridad, en su sentido ms noble y ecaz para la vida de la comunidad87 y a la vez la institucin-Iglesia vele por su libertad ante los poderes inhibidores: La Iglesia deber mantener siempre su independencia frente a los poderes constituidos y a los regmenes que los expresan, renunciando si fuera preciso aun a aquellas formas legtimas de presencia que, a causa del contexto social, la hacen sospechosa de alianza con el poder constituido y resultan, por eso mismo, un contrasigno pastoral88. En este mbito aclara que existe una diferencia fundamental entre laicos y sacerdotes al momento de determinar el tipo de compromiso que en este mbito deben asumir: Para promover el desarrollo integral del hombre formar a los laicos y los animar a participar activamente con conciencia cristiana en la tcnica y elaboracin del progreso. Pero en el orden econmico y social, y principalmente en el orden poltico, en donde se presentan diversas opciones concretas, al sacerdote como tal no le incumbe directamente la decisin, ni el liderazgo, ni tampoco la estructuracin de soluciones 89. Puebla se pronuncia sobre este tema inicialmente en el n 3 del Mensaje a los Pueblos de Amrica Latina: Queridos hermanos: una vez ms deseamos declarar que, al tratar los problemas sociales, econmicos y polticos, no lo hacemos como maestros en esta materia, como cientficos, sino en perspectiva pastoral en calidad de intrpretes de nuestros pueblos, confidentes de sus anhelos, especialmente de los ms humildes, la gran mayora de la sociedad latinoamericana Y porque creemos que la revisin del comportamiento religioso y moral de
WEIL Simone, Formas del amor implcito a Dios, 1942. Medelln, Conclusiones 1,16. Medelln, Conclusiones 7,21,c. Medelln, Conclusiones 11,19.
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los hombres debe reflejarse en el mbito del proceso poltico y econmico de nuestros pases, invitamos a todos, sin distincin de clases, a aceptar y asumir la causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo. "Todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos, por humildes que sean, a m me lo hicisteis" (Mt 25,40). Enseguida se preocupa de armar la valencia evanglica del proceso de liberacin: Lo presentado por Pablo VI en Evangelii Nuntiandi refleja lcidamente la realidad de nuestros pases: "Es bien sabido en qu trminos hablaron durante el reciente Snodo numerosos Obispos de todos los continentes y, sobre todo, los Obispos del Tercer Mundo, con un acento pastoral en el que vibraban las voces de millones de hijos de la Iglesia que forman tales pueblos. Pueblos, ya lo sabemos, empeados con todas sus energas en el esfuerzo y en la lucha por superar todo aquello que los condena a quedar al margen de la vida: hambres, enfermedades crnicas, analfabetismo, depauperacin, injusticia en las relaciones internacionales y, especialmente, en los intercambios comerciales, situaciones de neocolonialismo econmico y cultural, a veces tan cruel como el poltico, etc. La Iglesia, repitieron los Obispos, tiene el deber de anunciar la liberacin de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberacin, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extrao a la evangelizacin" (EN 30)90. Esta realidad no es sin problemas y por un lado se indica que la situacin angustiosa separa la sensibilidad de los creyentes en actitudes antagnicas: Las profundas diferencias sociales, la extrema pobreza y la violacin de
derechos humanos que se dan en muchas partes son retos a la Evangelizacin. Nuestra misin de llevar Dios a los hombres y los hombres a Dios, implica tambin construir entre ellos una sociedad ms fraterna. Esta situacin social no ha dejado de acarrear tensiones en el interior mismo de la Iglesia; tensiones producidas por grupos que, o bien enfatizan "lo espiritual" de su misin, resintindose por los trabajos de promocin social, o bien quieren convertir la misin de la Iglesia en un mero trabajo de promocin humana hasta un compromiso poltico del clero como grupo: Fenmenos nuevos y preocupantes son tambin la participacin por parte de sacerdotes en poltica partidista, ya no solamente en forma individual como algunos lo haban hecho, sino como grupos de presin, y la aplicacin a la accin pastoral en ciertos casos por parte de algunos de ellos de anlisis sociales con fuerte connotacin poltica91. La Iglesia en Puebla entiende que hay un proceso de educacin religiosa genuina pendiente: Si la Iglesia no reinterpreta la religin del pueblo latinoamericano, se producir un vaco que lo ocuparn las sectas, los mesianismos polticos secularizados, el consumismo que produce hasto y la indiferencia o el pansexualismo pagano. Nuevamente la Iglesia se enfrenta con el problema: lo que no asume en Cristo, no es redimido y se constituye en un dolo nuevo con malicia vieja92. Antes de precisar los roles que competen a los cristianos segn su misin eclesial especca, el Documento de Puebla hace una valoracin de la nobleza de la accin poltica: La fe cristiana no desprecia la actividad poltica; por el contrario, la valoriza y la tiene en alta estima. La Iglesia -hablando todava en general, sin distinguir el papel que compete a sus diversos miembros- siente como su deber y derecho
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estar presente en este campo de la realidad: porque el cristianismo debe evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida la dimensin poltica. Critica por esto a quienes tienden a reducir el espacio de la fe a la vida personal o familiar, excluyendo el orden profesional, econmico, social y poltico, como si el pecado, el amor, la oracin y el perdn no tuviesen all relevancia 93. Y as articula la manera de ponerse de la Iglesia ante el tema poltico y las diferentes tareas: La Iglesia reconoce la debida autonoma de lo temporal (GS 36), lo que vale para los gobiernos, partidos, sindicatos y dems grupos en el campo social y poltico. El fin que el Seor asign a su Iglesia es de orden religioso y, por lo tanto, al intervenir en este campo no la anima ninguna intencin de orden poltico, econmico o social. "Precisamente de esta misma misin religiosa derivan funciones, luces y energas que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana segn la ley divina" (GS 42). Interesa especialmente distinguir en este campo de la poltica aquello que corresponde a los laicos, lo que compete a los religiosos y lo que compete a los ministros de la unidad de la Iglesia, el Obispo con su presbiterio 94. Oportunamente aclara que hay niveles diferentes, Deben distinguirse dos conceptos de poltica y de compromiso poltico: Primero, la poltica en su sentido ms amplio que mira al bien comn, tanto en lo nacional como en lo internacional. Le corresponde precisar los valores fundamentales de toda comunidad- la concordia interior y la seguridad exterior- conciliando la igualdad con la libertad, la autoridad pblica con la legtima autonoma y participacin de las personas y grupos, la soberana nacional con la convivencia y solidaridad internacional. Define tambin los medios y la tica de las relaciones sociales. En este sentido amplio, la poltica interesa a la Iglesia y, por tanto,
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a sus Pastores, ministros de la unidad. Es una forma de dar culto al nico Dios, desacralizando y a la vez consagrando el mundo a l (LG 34) y que Las ideologas elaboradas por esos grupos, aunque se inspiren en la doctrina cristiana, pueden llegar a diferentes conclusiones. Por eso, ningn partido poltico por ms inspirado que est en la doctrina de la Iglesia, puede arrogarse la representacin de todos los fieles, ya que su programa concreto no podr tener nunca valor absoluto para todos (cfr. Po XI, La Accin Catlica y la Poltica, 1937; Juan Pablo II, Discurso inaugural I,4, AAS LXXI, p. 190) 95. Los laicos cristianos estarn encargados de concretar este encuentro entre mensaje evanglico y construccin de la ciudad de los hombres que haga a sta lo ms cercano posible al ideal de la fraternidad y justicia que se cumplirn en plenitud en el Reino, mientras Los Pastores, por el contrario, puesto que deben preocuparse de la unidad, se despojarn de toda ideologa poltico -partidista que pueda condicionar sus criterios y actitudes. Tendrn, as, libertad para evangelizar lo poltico con Cristo, desde un Evangelio sin partidismos ni ideologizaciones. El Evangelio de Cristo no habra tenido tanto impacto en la historia, si l no lo hubiese proclamado como un mensaje religioso. "Los Evangelios muestran claramente cmo para Jess era una tentacin lo que alterara su misin de Servidor de Yahv (cfr. Mt 4,8; Lc 4,5). No acepta la posicin de quienes mezclaban las cosas de Dios con actitudes meramente polticas" (cfr. Mt 22,21; Mc 12,17; Jn 18,36; Juan Pablo II, Discurso inaugural I 4: AAS LXXI p. 190)96 y Los sacerdotes, tambin ministros de la unidad y los diconos debern someterse a idntica renuncia personal. Si militaran en poltica partidista, correran el riesgo de absolutizarla y radicalizarla, dada su vocacin a ser "los hombres de lo absoluto". "Pero en el orden econmi-
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co y social y principalmente en el orden poltico, en donde se presentan diversas opciones concretas, al Sacerdote como tal no le incumbe directamente la decisin, ni el liderazgo, ni tampoco la estructuracin de soluciones" (Med. Sacerdotes 19). "El asumir una funcin directiva (leadership), militar activamente en un partido poltico, es algo que debe excluir cualquier Presbtero a no ser que, en circunstancias concretas y excepcionales, lo exija realmente el bien de la comunidad, obteniendo el consentimiento del Obispo, consultado el Consejo Presbiteral y- si el caso lo requiere- tambin la Conferencia Episcopal" (Snodo 1971, II parte, 2b). Ciertamente, la tendencia actual de la Iglesia no va en este sentido97. Lo que no quita ecacia a la accin apropiada de los ministros de la Iglesia en este campo, sino que le conere mayor profundidad: Una atenta reflexin de obispos, sacerdotes y religiosos sobre las palabras del Santo Padre, ser preciosa orientacin para su servicio en este campo: "El alma que vive en contacto habitual con Dios y se mueve dentro del ardiente rayo de su amor, sabe defenderse con facilidad de la tentacin de particularismos y anttesis, que crean el riesgo de dolorosas divisiones; sabe interpretar, a la justa luz del Evangelio, las opciones por los ms pobres y por cada una de las vctimas del egosmo humano, sin ceder a radicalismos socio -polticos, que a la larga se manifiestan inoportunos, contraproducentes y generadores ellos mismos de nuevos atropellos. Sabe acercarse a la gente e insertarse en medio del pueblo, sin poner en cuestin la propia identidad religiosa, ni
oscurecer la originalidad especfica de la propia vocacin que deriva del peculiar seguimiento de Cristo, pobre, casto y obediente. Un rato de verdadera adoracin tiene ms valor y fruto espiritual que la ms intensa actividad, aunque se tratase de la misma actividad apostlica. sta es la contestacin ms urgente que los religiosos deben oponer a una sociedad donde la eficacia ha venido a ser un dolo, sobre cuyo altar no pocas veces se sacrifica hasta la misma dignidad humana" (Juan Pablo II, Discurso a los Superiores Mayores Religiosos, 24.11.78) 98. Lo que parece que no es posible ya para un cristiano es la indiferencia o el esquivar las implicancias sociales de la fe evanglica. Con toda cautela y segn su competencia, pero realmente; la instrumentalizacin, que es siempre un riesgo en la vida poltica, puede provenir de los propios cristianos y aun de sacerdotes y religiosos, cuando anuncian un Evangelio sin incidencias econmicas, sociales, culturales y polticas. En la prctica, esta mutilacin equivale a cierta colusin- aunque inconsciente- con el orden establecido 99. La Conferencia de Santo Domingo aborda de otra forma esta problemtica, antes que nada sealando el riesgo de una esquizofrenia que no permitira al creyente iluminar con la luz del Evangelio aspectos tan importantes en su proyecto de vida personal y comunitario: se comprueba que la mayor parte de los bautizados no han tomado an conciencia plena de su pertenencia a la Iglesia. Se sienten catlicos, pero no Iglesia. Pocos asumen los valores cristianos
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DP 527; cfr tambin 696. Y en el n 528 (cfr. tambin 769) se precisa que similar cautela debern tener los Religiosos: Los religiosos, por su forma de seguir a Cristo, segn la funcin peculiar que les cabe dentro de la misin de la Iglesia, de acuerdo con su carisma especfico, tambin cooperan en la evangelizacin de lo poltico. En una sociedad poco fraternal, dada al consumismo y que se propone como fin ltimo el desarrollo de sus fuerzas productivas materiales, los religiosos tienen que ser testigos de una real austeridad de vida, de comunin con los hombres y de intensa relacin con Dios. Debern, pues, resistir, igualmente, a la tentacin de comprometerse en poltica partidista, para no provocar la confusin de los valores evanglicos con una ideologa determinada. DP 529. DP 558.
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El anlisis de Aparecida parte de la constatacin de que en nuestro continente se estn creando mayores espacios de participacin poltica y a la vez en amplios sectores de la poblacin, y especialmente entre los jvenes, crece el desencanto por la poltica y particularmente por la democracia, pues las promesas de una vida mejor y ms justa no se cumplieron o se cumplieron slo a medias
como un elemento de su identidad cultural y por lo tanto no sienten la necesidad de un compromiso eclesial y evangelizador. Como consecuencia, el mundo del trabajo, de la poltica, de la economa, de la ciencia, del arte, de la literatura y de los medios de comunicacin social no son guiados por criterios evanglicos. As se explica la incoherencia que se da entre la fe que dicen profesar y el compromiso real en la vida (cf. DP 783). Se comprueba tambin que los laicos no son siempre adecuadamente acompaados por los Pastores en el descubrimiento y maduracin de su propia vocacin. La persistencia de cierta mentalidad clerical en numerosos agentes de pastoral, clrigos e incluso laicos (cf. DP 784), la dedicacin de muchos laicos de manera preferente a tareas intra-eclesiales y una deficiente formacin les privan de dar respuestas eficaces a los desafos actuales de la sociedad100 y a partir de eso los pastores procuraremos, como objetivo pastoral inmediato, impulsar la preparacin de laicos que sobresalgan en el campo de la educacin, de la poltica, de los medios de comunicacin social, de la cultura y del trabajo. Estimularemos una pastoral especfica para cada uno de estos campos de tal manera que quienes estn presentes en ellos sientan todo el respaldo de sus pastores. Estarn incluidos tambin los militares, a quienes corresponde siempre estar al servicio de la libertad, la democracia y la paz de los pueblos (cf. GS 79)101. Considerando que el diagnstico es lapidario: La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida cotidiana es una de las varias causas que generan pobreza en nuestros pases, porque los cristianos no han sabido encontrar en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los sectores responsables del liderazgo ideolgico y de la organizacin de la convivencia social, econmica y poltica de nuestros pueblos. "En pueblos de arraigada fe cristiana se han impuesto estructuras generadoras de injusticia" (DP 437) 102 vuelve a aclarar desde qu perspectiva y con qu espritu se interesa por la poltica La Iglesia respeta la legtima autonoma del orden temporal y no tiene un modelo especfico de rgimen poltico. "La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participacin de los ciudadanos en las opciones polticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacfica" (CA 46)103. Recuerda de nuevo las grandes preocupaciones de la Iglesia en el mbito temporal y el protagonismo deseado de los laicos cristianos en el ennoblecimiento de esa misin sin alertas especiales acerca de un desborde del clero en actividades partidistas.
Santo Domingo, Conclusiones 96. Santo Domingo, Conclusiones 100. Santo Domingo, Conclusiones 161; cfr. 178. Santo Domingo, Conclusiones 190.
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El anlisis de Aparecida parte de la constatacin de que en nuestro continente se estn creando mayores espacios de participacin poltica 104 y a la vez en amplios sectores de la poblacin, y especialmente entre los jvenes, crece el desencanto por la poltica y particularmente por la democracia, pues las promesas de una vida mejor y ms justa no se cumplieron o se cumplieron slo a medias. En este sentido, se olvida que la democracia y la participacin poltica son fruto de la formacin que se hace realidad solamente cuando los ciudadanos son conscientes de sus derechos fundamentales y de sus deberes correspondientes105. Serenamente se indica una lograda mayor madurez en abordar la responsabilidad de la Iglesia acerca de la poltica: Se han ido superando los riesgos de reduccin de la Iglesia a sujeto poltico, con un mejor discernimiento de los impactos seductores de las ideologas. Se ha fortalecido la responsabilidad y vigilancia respecto a las verdades de la Fe, ganando en profundidad y serenidad de comunin106 y la Doctrina Social de la Iglesia constituye una invaluable riqueza, que ha animado el testimonio y la accin solidaria de los laicos y laicas, quienes se interesan cada vez ms por su formacin teolgica, como verdaderos misioneros de la caridad, y se esfuerzan por transformar de manera efectiva el mundo segn Cristo. Innumerables iniciativas laicales en el mbito social, cultural, econmico y poltico, hoy se dejan inspirar en los principios permanentes, en los criterios de juicio y en las directrices de accin prove-
nientes de la Doctrina Social de la Iglesia. Se valora el desarrollo que ha tenido la Pastoral Social, como tambin la accin de Caritas en sus varios niveles, y la riqueza del voluntariado en los ms diversos apostolados con incidencia social 107. Se reitera el concepto que es tarea de los laicos cristianos la construccin de la poltica: Tambin es importante recordar que el campo especco de la actividad evangelizadora laical es el complejo mundo del trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la poltica, los medios de comunicacin y la economa, as como los mbitos de la familia, la educacin, la vida profesional, sobre todo en los contextos donde la Iglesia se hace presente solamente por ellos 108 y en esta tarea laicos y laicas cuentan con la rica tradicin de la doctrina social: En esta tarea y con creatividad pastoral, se deben disear acciones concretas que tengan incidencia en los Estados para la aprobacin de polticas sociales y econmicas que atiendan las variadas necesidades de la poblacin y que conduzcan hacia un desarrollo sostenible. Con la ayuda de distintas instancias y organizaciones, la Iglesia puede hacer una permanente lectura cristiana y una aproximacin pastoral a la realidad de nuestro continente, aprovechando el rico patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia. De esta manera, tendr elementos concretos para exigir que aquellos que tienen la responsabilidad de disear y aprobar las polticas que afectan a nuestros pueblos, lo hagan desde una perspectiva tica, solidaria y autnticamente humanista 109. Competencia de los pastores sigue sien-
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Aparecida, 75. Aparecida, 77, cfr. 502. Aparecida, 99.b. Aparecida, 99.f. Aparecida, 174 donde cita LG 31.33; GS 43; AA 2. Cfr. tambin Aparecida 210 y 283 (en los que cita EN 70). Aparecida, 403.
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do, ahora con una emergente necesidad aclaradora ante confusiones no siempre slo casuales de una antropologa no morticante o reductora: Compete a la Iglesia denunciar claramente "estos modelos antropolgicos incompatibles con la naturaleza y dignidad del hombre"110. Es necesario presentar la persona humana como el centro de toda la vida social y cultural, resultando en ella: la dignidad de ser imagen y semejanza de Dios y la vocacin a ser hijos en el Hijo, llamados a compartir su vida por toda la eternidad. La fe cristiana nos muestra a Jesucristo como la verdad ltima del ser humano111 , el modelo en el que el ser hombre se despliega en todo su esplendor ontolgico y existencial. Anunciarlo integralmente en nuestros das exige coraje y espritu proftico. Contrarrestar la cultura de muerte con la cultura cristiana de la solidaridad es un imperativo que nos toca a todos y que fue un objetivo constante de la enseanza social de la Iglesia 112. Hoy el riesgo, ms que de excesos en compromisos polticos, puede ser de descuido de esta valencia de la ecacia evanglica en aportar a la oportuna construccin de la ciudad de los hombres, de un repliegue en las sacristas y por eso queremos llamar al sentido de responsabilidad de los laicos para que estn presentes en la vida pblica, y ms en concreto "en la formacin de los consensos necesarios y en la oposicin contra las injusticias" la Iglesia no tiene como tarea propia emprender una batalla poltica, sin embargo, tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia113. Precisiones sobre este difcil equilibrio hizo el Papa en el discurso inaugural de la Conferencia el 13 de mayo de 2007. Es difcil establecer cun representativas sean de las preocupaciones pastorales de la Iglesia latinoamericana, sin embargo me parece que estn en sintona con la forma
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en algunos aspectos novedosa con que Aparecida aborda el problema del compromiso con la justicia: En este esfuerzo por conocer el mensaje de Cristo y hacerlo gua de la propia vida, hay que recordar que la evangelizacin ha ido unida siempre a la promocin humana y a la autntica liberacin cristiana. Amor a Dios y amor al prjimo se funden entre s: en el ms humilde encontramos a Jess mismo y en Jess encontramos a Dios (Deus caritas est, 15). Por lo mismo, ser tambin necesaria una catequesis social y una adecuada formacin en la doctrina social de la Iglesia, siendo muy til para ello el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino tambin en las virtudes sociales y polticas Este trabajo poltico no es competencia inmediata de la Iglesia. El respeto de una sana laicidad -incluso con la pluralidad de las posiciones polticas- es esencial en la tradicin cristiana. Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto poltico, no hara ms por los pobres y por la justicia, sino que hara menos, porque perdera su independencia y su autoridad moral, identicndose con una nica va poltica y con posiciones parciales opinables. La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres precisamente al no identicarse con los polticos ni con los intereses de partido. Slo siendo independiente puede ensear los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opcin de vida que va ms all del mbito poltico. Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y polticas, es la vocacin fundamental de la Iglesia en este sector. Y los laicos catlicos deben ser conscientes de su responsabilidad en la vida pblica; deben estar presentes en la formacin de los consensos
BENEDICTO XVI, Discurso al Cuerpo Diplomtico, 8 de enero de 2007. GS 22. Aparecida, 480. Aparecida, 508.546.
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necesarios y en la oposicin contra las injusticias, que tambin retornan en el Mensaje nal: Con rmeza y decisin, continuaremos ejerciendo nuestra tarea proftica discerniendo dnde est el camino de la verdad y de la vida; levantando nuestra voz en los espacios sociales de nuestros pueblos y ciudades, especialmente, a favor de los excluidos de la sociedad. Queremos estimular la formacin de polticos y legisladores cristianos para que contribuyan a la construccin de una sociedad justa y fraterna segn los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. El peligro de un involucramiento del clero en actividad poltica se ha ido diluyendo, pero a la vez se ha ido creando un desapego de los
creyentes en general acerca de presencia en la construccin de una sociedad justa, lo que no deja de ser inquietante 114. Se trata tambin de opciones teolgicas y concretamente de una reclusin en pequeas lites de la comprensin o al menos la asuncin de la teologa de la liberacin. Personalmente considero este hecho una prdida fruto de un prejuicio y del desconocimiento de que es una aportacin especcamente latinoamericana valiosa a la reexin teolgica. Especialmente la equilibrada visin de Gustavo Gutirrez, junto con su testimonio de vida, es una riqueza a no perder y sobre este aspecto especco seala: lo que la teologa de la liberacin busca no es un sacerdote poltico,
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Conviene recordar que tambin nuestro Fundador en el sermn sobre el cuarto mandamiento observa Y t, cuando te toca hablar por el bien pblico, no te atreves, callas y toda la argumentacin en este punto es harto rica y vale revisar en ZACCARIA, cit., p. 82; tr. esp. Escritos, cit., pp. 136-137. Por lo dems el Catecismo sigue recordndonos que la vida pblica no puede ver prfugos a los cristianos y en el compendio lo seala de esta manera: Todo hombre, segn el lugar que ocupa y el papel que desempea, participa en la realizacin del bien comn, respetando las leyes justas y hacindose cargo de los sectores en los que tiene responsabilidad personal, como son el cuidado de la propia familia y el compromiso en el propio trabajo. Por otra parte, los ciudadanos deben tomar parte activa en la vida pblica, en la medida en que les sea posible (Compendio del Catecismo de la Iglesia catlica, 410).
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sino rescatar que en el mensaje mismo de Jess est contenida la transformacin de la sociedad para que sea ms justa 115. Mientras tanto sugiero la lectura de una visin sinttica en esta contribucin de SILVA, Sergio, La Teologa de la Liberacin, Teologa y vida v. 50 n. 12 Santiago 2009, pp. 93-116 y este nmero de la revista tiene otros aportes interesantes sobre este tema, especialmente FERRANDO, Miguel ngel, La interpretacin de la Biblia en la Teologa de la liberacin, 1971-1984, pp. 75-92. Una ltima consideracin que debo aportar: adems de los anlisis sociolgicos un espejo en el que mirar el actuar de la Iglesia y su percepcin es la literatura. Especialmente el aparecer en ella de guras de sacerdotes que revelan el tipo de percepcin que la sociedad en que vivimos tiene de la accin de la Iglesia encarnada en sus ministros. Atribuyo a esta atencin particular importancia y la expresaba en una contribucin a RENACER 86 de abril de 2007 al describir qu es la funcin del consa-
grado y lo til para percibir cmo se le ve de recurrir a la literatura: Me empeo en querer la misma cosa por largo tiempo y realizar con gusto lo que me compete hacer 116. Recientemente me ha ayudado un artculo de Teologa y vida 117 que busca rastrear la percepcin de la Iglesia y del Sacerdote en la literatura latinoamericana. Les transmito alguna de sus indicaciones y otras mas en esta lnea. Antes que nada se seala un sucesivo doble desfase uno entre la religin del pueblo -con sus ritos, devociones, creencias en las que convergen elementos precolombinos y cristianos- y el cristianismo de la Iglesia y el otro entre la percepcin que intelectuales latinoamericanos progresistas -entre los que se cuentan muchos de los escritores- tienen de la Iglesia como una institucin "aliada de los poderes ms retrgrados y adormecedora de la conciencia crtica de la poblacin y del potencial revolucionario de las masas"118. Por ejemplo en la novela Pedro Pramo, del escrito mexica-
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En entrevista a la BBC Lunes, 12 de mayo de 2003 reproducida en Solidaridad.net. je marrange pour vouloir la mme chose longtemps et faire avec plaisir tout ce que je dois faire, DAUDET Alphonse, Lvangliste, cap. III. Naturalmente Daudet no es un telogo ni un maestro espiritual, pero cuntos literatos seran lectura til para telogos o pastores en la bsqueda de una cabal comprensin del misterio humano y de ese de la salvacin. Borges, por ejemplo, con ese culto de la palabra que es savia del Antiguo testamento y nombre del mismo salvador; Bernanos como reejo de una Iglesia que buscaba el reencuentro con el mundo que nunca debi perder; Bloy con su rabia de perro acosado por la grandeza divina y la pequeez humana; Bll en esa incansable tarea de encontrar sentido a un pos-guerra enloquecido y cordura y horizonte a una Iglesia que alcanza los equilibrios macroscpicos y pierde la brjula microscpica; Lagerkvist con sus itinerarios en los pozos del alma donde sabe ltrar algn rayo de luz entre tanta tiniebla; Joseph Roth que descubre la misma pica del Antiguo testamento en los personajes del inicio de la era contempornea y en su misma atormentada conciencia; Jos Gutirrez Solana que pinta con la misma cruda insercin de bistur con la pluma o con el pincel; Csar Vallejo que se atreve a reencarnar Job como si fuera hoy; Sender que en su Mosn Milln estampa la triste cotidianidad de mucha pastoral marginal a la vida y culpable de vaco; Gabriela Mistral, franciscana singular y muchos ms para quienes el uso de la inteligencia consigue inteligencia. Acaso no s que hay guras ms luminosas y optimistas de la Iglesia y de los eclesisticos en la literatura y en la hagiografa, especialmente apologtica? S que lo s; sirve de veras de algo? TOUTIN Alberto, La realidad crucial de los pobres da que pensar a la teologa latinoamericana. Teologa y literatura desde esta ladera del mundo en Teologa y vida, 2009, vol. 50, no. 1-2, pp.117-129. Pedro Trigo, La institucin eclesistica en la nueva novela latinoamericana. Caracas: Universidad Catlica Andrs Bello/Compaa de Jess/ Iter, 2002, vol. I, pp. 5.393ss.XXI.
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no Juan Rulfo el cura prroco de Contla dirige un reproche severo al padre Rentera por su condescendencia con el amo y seor de Comala, Pedro Pramo y por su inexibilidad para con los pobres del mismo pueblo, vctimas silenciadas del poder abusivo de Pedro Pramo: "Qu has hecho de la fuerza de Dios?"119. En la novela El Seor presidente del guatemalteco Miguel ngel Asturias en el captulo XXIII El parte al Seor Presidente asoma la actitud pendenciera por causas no cierto de orden pastoral en el clero y la supercialidad en el ejercicio sacerdotal en el captulo XXV El paradero de la muerte y en el captulo XIV Todo el orbe cante! aparece la obsecuencia al poder propio de la Iglesia expresado como Sacerdotes de mucha enjundia le incensaban y la indiferencia en el captulo XXX Matrimonio in extremis en tanto el sacerdote lea los latines sacramentales, pero a la vez en el ya citado captulo XIV Todo el orbe cante! mientras aclara no aclara sonaba en las iglesias, tmida y atrevida, la campana de la primera misa, tmida y atrevida, porque si su tantaneo formaba parte del da de esta con gusto a chocolate y a torta de cannigo, en los das de esta nacional ola a cosa prohibida y en el captulo XIX La cuentas y el chocolate la siniestra gura del Auditor que de todos modos no pierde misa y que, en el captulo XXI Centinelas de hielo, aparece ajeno a toda piedad. An peor el Padre Berenice de Torotumbo en su funcin de organizador de delacin, gran espulgador de annimos y aliado -en nombre de la Iglesiadel aparato represivo. Siempre en esta lnea de la funcin del clero en el apoyo a las maniobras de regresin social el mismo Asturias en el cap119 120
tulo 5 de Los Agrarios de la coleccin WeekEnd en Guatemala, seala acerca del arreglar la verdad para justicar la represin: Mi confesor me autoriz a que lo contara como cierto, y no me va a decir usted que la palabra de un sacerdote no es suciente para transformar en verdad una mentira. En forma ms inocua en el relato que da nombre a la coleccin se hace aparecer en forma jocosa un chiste sobre los curas. No dejar de ser ilustrativa la reexin sobre los fantasmales sacerdotes de Garca Mrquez desde el Padre Nicanor un anciano endurecido por la ingratitud de su ministerio al cachorro120 o el Padre Antonio Isabel que despliegan sus herosmos en Cien aos de soledad; el paciente nuncio apostlico, el arzobispo primado y el enigmtico monseor Demetrio Aldous de El otoo del patriarca; y el Padre ngel de La mala hora, con su idea eterna ante la maledicencia y la estatura de los hombres y que nunca haba sentido vergenza de su soledad y cuya desencantada lucha perdedora con los ratones es casi una parbola de la accin pastoral que se presta a las pullas burlonas:
-Cmo estn esos enfermos, doctor? -pregunt el padre ngel. -Los mos estn bien, padre -contest el mdico-. Y los suyos? El padre ngel se mordi los labios. Tom al mdico del brazo y empezaron a cruzar la plaza. -Por qu me lo pregunta?
Juan Rulfo, Pedro Pramo. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1968, p. 75. El mismo sacerdote ocupa un lugar menos fantasmal en La hojarasca. As se lo describe: La gente inventa chismes a El Cachorro porque lo quieren mucho. Pero all tiene usted un caso, doctor. El Cachorro est muy lejos de ser un rezandero, un santurrn como decimos. Es un hombre completo que cumple con sus deberes como un hombre y de todos modos capaz de movilizar el pueblo con mano segura: El Cachorro los tena sometidos a una disciplina frrea. Incluso despus de que muri el sacerdote, hace cuatro aos -uno antes de mi enfermedad-, se manifest esa disciplina en la manera apasionada como todo el mundo arranc las ores y los arbustos de su huerto y los llev a la tumba, a rendirle a El Cachorro su tributo nal.
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-No s -dijo el mdico-. Tengo noticias de que hay una epidemia grave en su clientela.
Y el tema es que la pastoral es un atender al tiempo actual: -Sus tiempos son stos, padre -sonri-. No les saque el cuerpo.
La coleccin de cuentos Los funerales de la Mam Grande presenta tambin una galera de sacerdotes buscando las misteriosas razones que hacen perder la fe, no a ellos sino a los dems, naturalmente. Y as son inermes o peor: la experiencia lo haba vuelto un poco escptico era considerado por sus feligreses como un buen hombre, pacco y servicial, pero que andaba habitualmente por las nebulosas. Ms sutil y desencantado el punto de observacin de Onetti en Juntacadveres donde se plasma la observacin de una lucha perdedora de la Iglesia ante el deterioro moral. Por muchas tretas o modales que excogite denitivamente el llamado al mero instinto termina fascinando a las personas, tanto creyentes como no y se termina estando todos de putas hasta las orejas a no ser que se cierre todo a cal y canto. All est el Padre Berger, retrato del afn siempre en ascuas ante el mal.
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Particularmente sugerente es la obra del escritor brasileo Jorge Amado especialmente en lo que se reere a la cercana de la gura del sacerdote a los pobres y marginados visto que sus personajes principales son los pobres, descritos en su vida sencilla y cotidiana, llena de belleza oculta y violencia cometida y padecida121 y este dilogo posible aparece en sus obras Los subterrneos de la libertad, Gabriela, clavo y canela donde se hace explcita esa rara conjuncin de piedad y utilidad que es un tpico en las descripciones de los sacerdotes 122 que logra producir milagros desbocados y donde asoma tambin esa doble alma a veces esquizofrnica en el sacerdote propenso en forma enfermiza hacia una ascesis excesiva y as [padre] Cecilio es un pedante, a quien le gustan ms las penas del inerno que los goces del cielo mientras el padre Basilio todo cuanto l sabe de la Biblia es que el Seor dijo: "Creced y multiplicaos" pero tambin aparece esa tendencia a lisonjear el poder Misa cantada por el Obispo, la Cofrada de San Jorge en pleno, la iglesia llena y el sermn del padre Cecilio, celebrando con su voz ardiente y afeminada las virtudes del "coronel" y especialmente Tienda de
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El mismo Jorge Amado se enorgulleca de ser llamado "el escritor de los pobres y marginados", como lo arm en el discurso de toma de posesin de su puesto en la Academia de Letras Brasileras, Jorge Amado, "Discurso na posse da Academia Brasileira" in AA.VV. Jorge Amado, Povo e Terra. 40 anos da literatura. Sao Paulo: Martins, 1972, p. 8. Un botn para muestra: Se contentaban con atender los pedidos de dinero del Obispo y de los sacerdotes, destinado a obras y diversiones: el colegio de monjas en lo alto de la Victoria, el Palacio Diocesano, las escuelas de catecismo, las novenas, el mes de Mara, las kermesses y estas de San Antonio y de San Jos. Aquel ao, en vez de quedarse por los bares bebiendo, todos ellos estaban en la procesin, con la vela en la mano, contritos, prometiendo el oro y el moro a San Jorge, a cambio de las preciosas lluvias. La multitud detrs de la litera, acompaaba por las calles los rezos de los sacerdotes. Vestido con el ropaje del ritual, las manos unidas para la oracin y el rostro compungido, el padre Basilio elevaba la voz sonora, arrastrando los rezos. Elegido para la importante funcin por sus eminentes virtudes, consideradas y estimadas por todos, tambin lo haba sido porque aquel santo hombre era propietario de tierras y plantaciones, y por lo tanto, directamente interesado en la intervencin celestial. As, rezaba con redoblado vigor. Las numerosas solteronas, en torno a la imagen de Santa Mara Magdalena, retirada la vspera de la iglesia de San Sebastin para acompaar la litera del santo patrono en su ronda por la ciudad, se sentan transportadas en xtasis ante la exaltacin del padre, habitualmente bonachn pero apurado, despachando su misa en un abrir y cerrar de ojos, confesor poco atento a lo mucho que tenan ellas para contarle. Tan diferente del padre Cecilio, por ejemplo!.
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los milagros. En otra obra menor en calidad de Amado, La desaparicin de la Santa asoma un guio a guras de sacerdotes ms comprometidos con la realidad y que, por eso, en denitiva -al menos en parte- debern renunciar a su compromiso de consagrados. Se trata de un tpico frecuente en la literatura de presentar el contraste entre la misin sagrada de que estn investidos los sacerdotes siempre a palos con sus necesidades diarias. Una presentacin sencilla de este contraste es El obispo de Antn Chejov. Figura que no puede pasar desapercibida, ante el sacerdote la concurrencia se divide y, como reza el refrn castellano: Todo el pueblo va detrs del clero, la mitad para sostenerle el lbaro y la otra mitad con el garrote o en la versin los espaoles vamos siempre detrs de los curas, con un cirio o una estaca.
las discusiones conciliares predominaron dos cuestiones: la fundamentacin teolgica de las conferencias y su capacidad de tomar decisiones vinculantes. El concilio adopt una actitud positiva, aunque cautelosa (CD 38,4). En 1966 apareci la primera legislacin de las conferencias, y el Cdigo de Derecho cannico trata de ellas en los cns. 447-459, armando: La conferencia episcopal, institucin de carcter permanente, es la asamblea de los obispos de una nacin o territorio determinado, que ejercen unidos algunas funciones pastorales respecto de los eles de su territorio, para promover conforme a la norma del derecho el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, sobre todo mediante formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y de lugar (CIC 447). El texto del Cdigo aade la restriccin algunas al texto del Vaticano II, que dice: ejercen unidos sus funciones pastorales (CD 38), y la norma de que la conferencia sea una institucin permanente, una persona jurdica. Mientras que el Vaticano II considera que las conferencias tienen, entre otras cosas, una misin misionera de proyeccin hacia el mundo (cf CD 36), el Cdigo las considera fundamentalmente intraeclesiales. Corresponde a la Santa Sede erigir o suprimir conferencias (CIC 448-449). La pertenencia a ellas est determinada por dos criterios principales: la pertenencia al colegio episcopal (o su equivalente legal) y la responsabilidad pastoral (CIC 450). Las conferencias tienen que tener estatutos, reuniones regulares (CIC 451-454) y estructuras permanentes adecuadas (CIC 457-458). Se aconsejan adems las relaciones mutuas entre las conferencias (CIC 459). La cuestin ms polmica es la relativa a los decretos de las conferencias y su fuerza vinculante. Hay, en primer lugar, 82 materias que segn el Derecho cannico son objeto de la accin de las conferencias episcopales.
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En segundo lugar, hay casos que la Santa Sede puede poner en manos de las conferencias, o para los cuales una conferencia puede solicitar mandato. En ambos casos debe haber una mayora de dos tercios de los miembros de la conferencia, tanto si estn presentes como si no. En otros decretos cada obispo tiene que dar su consentimiento para que el acto de la conferencia sea vinculante (CIC 455). Los decretos y actos de la conferencia. tienen que ser enviados a la Sede Apostlica para su examen y posible revisin (recognosci possint, CIC 456). La historia ha mostrado que en el caso de los concilios y snodos provinciales (CIC 446) han sido frecuentes por parte de la Santa Sede las revisiones sustantivas y los aadidos a lo decretado a nivel local. En la actualidad hay en la Iglesia dos actitudes distintas ante las conferencias episcopales. La primera est representada, entre otros, por los ltimos escritos del entonces cardenal J. Ratzinger [que, por ejemplo, precisa acerca de Apostolos suos, publicado el 23 de julio del 98: "las Conferencias Episcopales no alteran la relacin de cada uno de los obispos con las respectivas Iglesias particulares y con el colegio episcopal. No son un sujeto colegial del gobierno de las Iglesias particulares ni la instancia intermedia entre los diferentes obispos y todo el colegio episcopal". O con palabras ms claras: "Las conferencias episcopales con sus organismos auxiliares existen para ayudar a los obispos, no para sustituirles"; "las conferencias episcopales no son realidades sustitutivas o paralelas del ministerio del cada obispo, no constituyen de por s una instancia doctrinal vinculante y superior a la autoridad de cada obispo"], el cardenal H. de Lubac y el documento de trabajo elaborado por el Vaticano en 1988 sobre las conferencias episcopales. Estos insisten en la naturaleza esencialmente pragmtica de las conferencias episcopales: no son de derecho divino (Ius divinum); en el mejor de los casos, slo de manera anloga se puede decir que son
un ejercicio de la colegialidad; conllevan el riesgo de desprestigiar el deber que tienen los obispos individualmente de ensear en su dicesis, o de hacer que los obispos se parapeten detrs de la institucin burocrtica de la conferencia y se evadan de sus deberes; por otro lado, pueden ser motivo de aliento para el nacionalismo, minando as las bases de la comunin que es la Iglesia; no existe ningn cuerpo intermediario, teolgicamente justicado, entre el obispo local y la sede de Pedro; el nmero excesivo de conferencias episcopales [en el 2007 eran 113 de rito latino] puede conducir a un testimonio contradictorio y fragmentario ante el mundo. Este punto de vista particular insiste con especial fuerza en que el papel de las conferencias no es de enseanza o magisterial, sino slo pastoral. Pero hay otra posicin enrgicamente representada en el Coloquio de Salamanca de 1988: las conferencias episcopales estn en continuidad con los concilios provinciales y regionales en la historia de la Iglesia; las categoras de ius divinum y de derecho meramente eclesistico no son enteramente adecuadas de cara al apuntalamiento (o rechazo) de las conferencias episcopales, porque de otro modo corremos el riesgo de impugnar importantes concilios del pasado; las conferencias episcopales son expresin verdadera, aunque parcial, de la colegialidad; su fundamentacin teolgica hay que buscarla en el hecho de que el episcopado es un orden sagrado y, en cuanto tal, est orientado hacia Dios y hacia la Iglesia y el mundo; constituyen un cuerpo orgnico marcado por la solidaridad entre sus miembros en el desempeo de sus funciones sagradas; son una manifestacin de la solicitud por todas las Iglesias, que es uno de los rasgos esenciales del colegio episcopal. La cuestin de la potestad magisterial de las conferencias episcopales slo se convirti en una cuestin candente a mediados de la dcada de 1980. Los argumentos en contra de
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los autores anteriormente citados no parecen apodcticos, y hay una importante corriente de opinin entre prestigiosos eclesilogos y canonistas que atribuye al menos una funcin magisterial limitada a las conferencias episcopales. Sus argumentaciones no se mueven directamente en el sentido de la colegialidad, lo cual exigira que los obispos ensearan en unin con el papa, la cabeza del colegio episcopal. Es legtimo, sin embargo, hablar de colegialidad parcial (cf espritu colegial, collegialis affectus, LG 23). Argumentan a partir de los debates del Vaticano II y de los documentos promulgados (CD 38 interpretado por CD 11), del snodo de obispos de 1969, y de los cnones 447, 753 y 838 3 del Cdigo de 1983. La fundamentacin teolgica se apoya ms bien en las implicaciones del hecho de que la Iglesia sea una comunin y de que tenga la obligacin de adaptarse a los distintos lugares y modos que a veces estn fuera del alcance de los obispos locales solos; adaptaciones que pueden no ser apropiadas para un edicto general procedente de Roma. Muchos sealan la equivalencia bsica de hecho entre las conferencias episcopales modernas y los concilios y snodos particulares o provinciales desde los tiempos primitivos hasta la poca de la Reforma. Si las conferencias episcopales tienen una funcin doctrinal magisterial, surge espontneamente la cuestin del asentimiento. A esta se aaden otras cuestiones relativas a la naturaleza de dicha enseanza: se trata de una mera repeticin de lo que ensean el magisterio universal o ponticio?, puede orientar en reas nuevas o difciles?; y, si es as, se trata de una orientacin provisional o denitiva?, puede llamar la atencin de los catlicos sobre cuestiones sociales en las que cabe la diversidad de opiniones prcticas? Es la naturaleza del documento la que ha de determinar la obligacin al asentimiento, en caso de haberla. Durante el concilio e inmediatamente despus, los obispos y los telogos, as como
los snodos de obispos de 1969 y de 1985, recibieron bien la nueva situacin de las conferencias episcopales. Luego se ha producido un desarrollo con una saludable tensin entre las conferencias y los obispos locales, y entre las conferencias y la Santa Sede. Si estos elementos se mantienen en tensin, el nuevo fenmeno, enraizado en los antiguos concilios y snodos, constituir una experiencia valiosa para la Iglesia, abierta quiz a formas y desarrollos que no es posible prever. El espritu colegial encuentra aplicacin concreta en las conferencias episcopales (cf LG 23). Nadie puede dudar de su utilidad pastoral, y menos an de su necesidad en la situacin actual. La Iglesia en su conjunto sera ms pobre sin los documentos de Medelln (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992), aprobados por la Conferencia Episcopal Latinoamericana, y sin otros documentos publicados por diversas jerarquas. El Motu Proprio Apostolos suos de 1998 representa un importante punto de referencia reciente sobre este tema. En l se rearman algunos puntos claves: las conferencias episcopales se sitan en el horizonte de la comunin y unidad eclesial; son aplicacin dinmica del principio de colegialidad; su actividad es una forma parcial de colegialidad episcopal y realizan una ayuda subsidiaria de los obispos que la componen. Por otro lado se dan cuatro normas complementarias sobre su actividad docente: la necesidad de la unanimidad, o en caso de serlo slo por dos tercios deben ser sometidas a la recognitio de la Sede Apostlica; slo la conferencia reunida en sesin plenaria es sujeto habilitado para emitir declaraciones doctrinales; otro tipo de declaraciones deben ser autorizadas por el consejo permanente de la conferencia y los estatutos de las conferencias deben ser revisados de acuerdo con estas normas y ser sometidos a recognitio. Aunque desde el punto de vista teolgico-eclesiolgico no ofrece novedades de relieve con respecto al estatus teolgico de las conferencias episcopales.
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Resumiendo: la Conferencia Episcopal o Conferencia Nacional de Obispos, dentro de la Iglesia Catlica, es una institucin de carcter permanente, que consiste en la asamblea de los obispos de una nacin o territorio determinado, que ejercen unidos algunas funciones pastorales respecto de los eles de su territorio, para promover conforme a la norma del derecho el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, sobre todo mediante formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y de lugar. Por el derecho mismo, pertenecen a la Conferencia Episcopal todos los obispos diocesanos del territorio y quienes se les equiparan en el derecho, as como los obispos coadjutores, los obispos auxiliares y los dems obispos titulares que, por encargo de la Santa Sede o de la Conferencia Episcopal, cumplen una funcin peculiar en el mismo territorio; pueden ser invitados tambin los ordinarios de otro rito, pero slo con voto consultivo, a no ser que los estatutos de la Conferencia Episcopal determinen otra cosa. Las conferencias episcopales tienen una larga existencia como entidades informales, pero fueron establecidas como cuerpos formales por el Concilio Vaticano II (Christus Dominus, 38) e implementadas por el papa Pablo VI en
1966 motu proprio Ecclesiae sanctae. La operacin, autoridad y responsabilidad de las conferencias episcopales est generalmente gobernada por el Cdigo de Derecho Cannico (vase cnones 447-459). La naturaleza de las conferencias episcopales y su autoridad magisterial fueron claricadas por el papa Juan Pablo II en 1998 motu proprio Apostolos suos
P Giulio Pireddu Pes, Supe!or Ca. sa Puente Alto, Santiago de Chil$ de Formacin, Los
Quillayes,
Es necesario que en tu obra seas perseverante, pues muchos empiezan gallardamente, pero despus cesan por lo larga que es
(San Antonio Mara Zaccaria)
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Fidelidad de Cristo, delidad del sacerdote. Vuestro hermano en Cristo. Antonio Mara Zaccaria, sacerdote.
invoco como mi gua y mi defensa en los peligros. En las angustias presentes, concdeme seguro amparo. Oh dulce Madre de la Providencia, dirige tu rostro hacia m; t eres mi esperanza en la tierra. Haz que pueda tenerte Madre de gloria en el Cielo. Amn. Vamos a leer la cuarta carta San Antonio Mara Zaccara que ustedes han recibido en regalo. Antonio la escribi de Guastalla el 16 de enero de 1534. La he elegido porque fue escrita cuando soo haban transcurrido quince das desde la muerte del p. Fray Bautista de Crema, Transpira todo el afecto y devocin por este gua y modelo inolvidable. Para l y toda la pequea corte de Guastalla, Fray Bautista es, sin ms, Nuestro Padre. Al que fue por varios aos el gran impulsor espiritual de toda la comarca no hay necesidad de nombrarle para que sea reconocido. Le reemplazar en el cargo el mismo Antonio Mara, como lo va a demostrar esta carta de direccin espiritual a uno de los mayordomos de la Condesa Torelli.
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A Juan Santiago Piccinini, muy querido hermano en Cristo, que se aloja en la casa de la condesa de Guastalla, cerca de San Ambrosio, en Miln. JC. XC. + Querido Hermano en Cristo, salud.
ro, cun rico fue ese corto tiempo a pesar de las crticas que cada uno de nosotros sacerdotes encuentra hoy en su ministerio: Si habla ms de diez minutosno acaba nunca! Si habla de la contemplacin de Dios est en las nubes! Si aborda los problemas socialesgira a la izquierda! Si se queda en la Comunidadest separado del mundo! Si hace visitasno est nunca en Comunidad! Si casa y bautiza a todo el mundo vende los sacramentos como en rabajas! Si se vuelve ms exigentequiere una Comunidad de puros! Si hace obras en la iglesia, en la casa o en el colegio, tira el dinero por la ventana! Si no hace nadaes un abandonado!
Mi carta solamente servir para saludarle y decirle en nombre del Padre (Fray Bono de Crema) como ni usted ni nosotros debemos disgustarnos de los agravios que nos suceden o nos puedan suceder, porque nosotros no llevamos el peso, sino l. Bien es verdad, que siempre le disgustaban los perezosos y los que no se ayudan a s mismos. Por lo tanto, busquemos no faltar por nuestra parte, porque el crucijo satisfar en lo dems, o por s mismo o por medio de nuestro Padre. Esto no nos debe angustiar, porque para Dios todo es posible, y as es en efecto, como nos lo dice nuestra propia experiencia. Basta, pronto comprender todo esto de palabra, aunque ni a usted ni a nosotros nos atae tener prisa para conocer tales consecuencias; mas an con esto basta y es demasiado que andemos por el camino de la cruz, en el cual es suciente conocer lo que es virtud o vicio, lo que hay que hacer o dejar de hacer. Y despus eliminando toda curiosidad estril pongmonos a trabajar. Estoy seguro que usted no sigue semejantes cosas y hace bien; pero esto que le digo, lo digo para que en parte sea consciente, como lo somos todos.. Guastalla 16 de Enero de 1534. Vuestro hermano en Cristo. Antonio Mara, sacerdote. Nosotros tenemos un santo fundador joven, San Antonio Mara Zaccara, que quem sus cartuchos en un tiempo muy restringido y entreg sus energas a la causa del Seor con un fervor que lo consumi en poco tiempo. Pe-
Si colabora con los Superiores de la Provincia o de la Congregacinse deja llevar como un borrego! Si no colabora con nadiees un individualista! Si es padrecitono tiene experiencia! Si es mayordebera jubilarse!
Nos preguntamos: hay una imagen del sacerdote que ha vivido a travs de los siglos? Si, claro! En estos vidrios antiguos de Francia, por ejemplo. (Francia, Armentires, Iglesia de Vaast (1934).
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na libre hacia Dios y no te apegues a cosa alguna, ms bien corre en mala y buena fama, en la abundancia y en la necesidad, en fro y desnudez, en gloria o ignominia, tenidos por impostores siendo veraces. Slo dos son pues los Autores que nuestro Santo cita expresamente: Juan Crisstomo por sua obrita Nemo laeditur nisi a se ipso (cfr Serm. 6, texto crt., lns. 103-104; texto vulg. ln. 104) y el pseudo Agustn (es decir Genadio de Marsella) a propsito de la comunin semanal, relacionada tambin con la cotidiana (Serm. 3, texto crt. lns. 155-156, texto vulg. lns. 164-165). Se trata de dos citas comunes, dadas como ya conocidas (acurdate que...), ms all de las cuales ningn otro nombre se cita. Tambin en las Constituciones del Santo Fundador lo volvemos a encontrar, en el Captulo 12, reservado a los Novicios: Pero si queriendo y debiendo temen a alguien, enseles a temer al mayor enemigo que est en su interior, porque quin a ti o a m nos perjudica, sino nosotros mismos? (coll. 135-137 temere... noi stessi: S. Antonio vuelve a tomar aqu la doctrina de S. Juan Crisstomo, ya citado explcitamente por l en los Sermones). Era comn en los reformadores del tiempo referirse a Crisstomo. Bien entre los catlicos, como Domenico de Domenichi (1416-1478) quien en su tratado de reforma de la Iglesia escrito en 1458, parte precisamente de una cita de Crisstomo (llamado boca de oro): Grande es la vergenza de los sacerdotes, cuando los laicos han sido encontrados ms eles y justos que ellos ; bien en los protestantes, como en el caso de Martn Bucero, en su obra ms importante De Regno Christi: Il Regno di Cristo (1550). Bucero estaba inuido por Lutero, pero tambin por Zwinglio y Ecolampadio. Y cita a Crisstomo sobre el delicadsimo tema de las relaciones Reino de Cristo y
Cristo Sacerdote en Oracin, circundado por ocho escenas con las funciones del sacerdocio: 1) orar; 2) dar limosna; 3) visitar los enfermos; 4) administrar el leo santo; 5) catequizar; 6) bautizar; 7) celebrar los divinos misterios; 8) confesar a los eles Pero sobretodo en la Tradicin de la Iglesia. Vamos a ver:
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Estado. En denitiva arma que como Jess se ha sometido al poder poltico aunque injusto, segn ensea S. Pablo a los Romanos 13, 1 ss Cada alma se someta a la autoridad de los superiores. Justamente Crisstomo entiende por toda alma tambin la de los sacerdotes y monjes, e incluso apstoles, evangelistas, profetas, y no slo la de los seglares, puesto que este sometimiento no desgura la piedad. Crisstomo es citado tambin por Juan Calvino, en su Epstola a Sadoleto (1539), cuando habla de la verdadera Iglesia: Crisstomo est en lo cierto cuando invita a desconar de quienes nos alejan de la pura doctrina evanglica, apelndose al Espritu. ste, pues, ha sido prometido no para suscitar nuevas doctrinas sino para radicar en el corazn humano la verdad del Evangelio.
1626 traslado de sus reliquias en la capilla del coro de la Baslica de San Pedro
Breve vistazo sobre la vida: 349 nacimiento de Juan en Antioqua; formacin literaria 368 bautismo en la noche de Pascua; asiste al Asketerion de Diodoro (escuela de exgesis histrico gramatical) 372-378 vida eremtica, aprende la Biblia de memoria 381/382 ordenacin diaconal; actividad homiltica y literaria 386 ordenacin sacerdotal 398 ordenacin episcopal: Patriarca de Costantinopla: preocupacin por el clero, empeo caritativo, actividad homiltica: criticando la lujuria de la corte imperial atrae sobre s la ira de la emperatriz Eudosia 403 primer exilio (depuesto por el "snodo de la encina" guiado por Telo de Alejandra) 404 segundo exilio y muerte (14 de septiembre 404) en Comana Pntica 438 traslado de su cuerpo a Constantinopla V siglo: apodo "Crisstomo" - "boca de oro"
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a aqul. La razn es que todos se despreocupan de la nica cosa por la que hay que preocuparse, la virtud del alma; mas son bien otros los criterios inspiradores de este ocio. Digo: sea elegido ste porque es de familia ilustre. O bien a ste porque tiene muchos bienes y no tendra necesidad de vivir de los ingresos de la Iglesia. A ste, porque ha desertado de los adversarios. Procuran hacer prevalecer sobre los dems, quien a un pariente, quien a un adulador. Nadie quiere tomar en cuenta a quien es apto, ni examinar el alma. Yo soy tan ajeno de pensar que estos criterios sean adecuados para el nombramiento de los sacerdotes, que ni siquiera si alguien mostrara gran piedad, que para m no poco pesa en el ocio, arriesgara aprobarlo inmediatamente sobre la base de ella, si junto con la piedad no tuviese mucha sabidura" [Aqu la dos palabras de nuestro Fundador: Luz y Fuego] [...] Si va a anteponer a su propia salvacin el favor de aquellos, eligiendo a quien no debera, tendr por enemigo a Dios en vez que a aquellos. Podra darse cosa ms terrible? (III,15).
LAS VIRTUDES
Venerable Francesco Castelli, muerto a 19 aos, sepultado en S. Maria di Caravaggio a Napoli. Se cuenta que un da el Superior de la casa, hombre muy curioso, mir a travs de la cerradura de su puerta y con mucha sorpresa vio que estaba levantado de la tierra en profunda oracin hacia la Virgen Santsima.
Es menester que el alma del sacerdote resplandezca como luz que ilumina el mundo []. Es necesario que sea no slo puro, como quien es digno de tanto ministerio, sino tambin de mucha experiencia y prctico de muchas cosas. Debe conocer las cosas de la vida cotidiana de manera no inferior a la que tienen quienes estn metido en ella, no estar alejados de ellos ms que los monjes, que habitan en los montes. Es necesario que trate con hombres que tienen esposas, que cran hijos, que tienen siervos, que estn rodeados de muchas riquezas, que administran el poder pblico y que estn en los altos cargos. Es necesario que sea sutil, digo sutil, no simulado, no adulador, no hipcrita, sino lleno de mucha libertad y franqueza, que sabe ser condescendiente con docilidad cuando la naturaleza de las cosas lo hagan necesario, siendo afable y austero (VI,4).
LA CURA ANIMARUM
El cuidado de las almas es una prueba del amor por Cristo (II,1) Perdiendo un alma el pastor pierde su propia vida (II,1), habr un juicio ms severo para el pastor; El pastor debe combatir el diablo y las malas tendencias de los hombres (II,1) El diablo quiere la ruina de las almas y no concede ningn descanso al pastor (VI,13) La enfermedad del alma difcilmente se descubre y se sana a causa de la resistencia del enfermo y la imposibilidad de poder emplear la violencia (II,3) Se necesita el espritu de discernimiento para las obras de penitencia (II,4; III, 17) El sacerdote debe orar por todo el mundo (VI,4), es el ejemplo de los eles (III,14) maniesta es-
LAS TENTACIONES
El orgullo (III,9) La envidia hacia los cohermanos (III,4) La pereza espiritual (III,12) La ira (III,13) El recelo hacia los hombres (V,8); La belleza y la debilidad de las mujeres (VI,1) El favor de los hombres (VI,3)
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Oh maravilla! oh benignidad de Dios para con los hombres! Aqul que est sentado en el cielo juntamente con el Padre, en aquella hora es manoseado de todos, y se da a s mismo a todos los que quieren, para que lo estrechen, y abracen? y esto lo hacen todos con los ojos de la fe: Te parecen, por ventura, dignas de desprecio estas cosas, o ser tales, que alguno pueda levantarse contra ellas? Quieres tambin por otra maravilla conocer la excelencia de este sacricio? Ponme delante de los ojos a un Elas,y una innumerable muchedumbre que le rodea, la vctima puesta sobre las piedras, y a todos los otros en una gran quietud y silencio, y slo al profeta en oracin: despus, en un punto, el fuego que se desprende de los cielos sobre la vctima: maravillosas son estas cosas, y llenas de pasmo. Pasa despus de all a las que se hacen al presente, y las encontrars, no slo maravillosas, sino que exceden todo asombro. Se presenta, pues, el sacerdote, no haciendo bajar fuego del cielo, sino al Espritu Santo; y permanece en oracin, no para que consuma las cosas propuestas una llama encendida en lo alto, sino para que descendiendo la gracia sobre la vctima, por medio de ella se enciendan los nimos de todos, y queden ms brillantes que la plata puricada en el fuego (III, 4). Sobre el Sacramento del perdn Venerable P. Vittorio de Marino (18631929), gran confesor porque tena mucha paciencia con las almas. Le preguntan: Padre cmo puede tener tanta paciencia con las personas molestas? El les contest: Eso es caridad. Los que habitan en la tierra, y hacen en ella su mansin, tienen el encargo de administrar las cosas celestiales y han recibido una potestad que no concedi Dios a los ngeles ni a los arcngeles; porque no fue a stos a quienes se dijo:Lo que aten sobre la tierra, quedar
LA DIGNIDAD SACERDOTAL
Chi ama la Messa gi in Paradiso (San Filippo Neri)
Con relacin a la celebracin de la eucarista: Porque cuando t ves al Seor sacricado y humilde, y el sacerdote que est orando sobre la vctima, y a todos teidos de aquella preciosa sangre; por ventura crees hallarte an en la tierra entre los hombres, y no penetras inmediatamente sobre los cielos, y apartado de tu alma todo pensamiento carnal, con un alma desnuda, y con un pensamiento puro no registra las cosas que hay en el cielo?
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tambin atado en el cielo, y lo que desaten, quedar desatado. Los que dominan en la tierra tienen tambin la potestad de atar, pero solamente los cuerpos; mas la atadura de que hablamos, toca a la misma alma y penetra los cielos; y las cosas que hicieren ac en la tierra los sacerdotes, las ratica Dios all en el cielo, y el Seor conrma la sentencia de sus siervos. Y qu otra cosa les ha dado, sino toda la potestad celestial?De quien perdonen, dice, los pecados, le son perdonados, y de quien los retuvieren, les son retenidos. Qu potestad puede darse mayor que sta? El Padre ha dado al Hijo todo el juicio. Pero veo que toda esta potestad la ha puesto el Hijo en manos de stos. Como si hubieran sido ya trasladados a los cielos, y levantndose sobre la humana naturaleza, y libres de nuestras pasiones, as han sido ensalzados a tan gran poder (III,5). Sobre el Sacramento del Bautismo Cmo, pues, podr alguno, sin stos, escapar del fuego del inerno, o llegar al logro de las coronas que estn reservadas? stos pues son a quienes estn conados los partos espirituales y encomendados los hijos que nacen por el bautismo. Por stos nos vestimos de Cristo y nos unimos con el Hijo de Dios hacindonos miembros de aquella bienaventurada cabeza; de modo que para nosotros justamente han de ser ms respetables, no slo que los potentados y que los reyes, sino aun que los mismos padres; porque stos nos han engendrado de la sangre y de la voluntad de la carne, pero aqullos no son autores del nacimiento de Dios y de aquella dichosa regeneracin de la verdadera libertad y de la adopcin de hijos segn la gracia (III, 5-6).
Antes de CriticarESPERA Antes de RendirtePRUEBA San Juan Maria Vianney confesaba, enseaba el Catecismo y tena sus homilas. Sorprende sobre todo la revelacin en l de la potencia de la gracia que se mueve en la pobreza de los medios humanos. Hoy nos toca profundamente su heroico servicio del confesionario. Humilde sacerdote confesaba por ms de diez horas al da, alimentndose poco y dedicando al descanso slo algunas horas. Miles de personas pasaban por Ars y se arrodillaban en su confesionario. En el trasfondo del anticlericalismo y laicismo del siglo XIX, su testimonio constituye un evento ciertamente revolucionario. Del encuentro con su gura se dibuja la conviccin que el sacerdote realiza una parte esencial de su misin a travs del confesionario, por medio de aquel voluntario hacerse prisionero del confesionario
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conducindolas a Dios o hasta l, gloricar a Dios buscando hacer reinar Su verdad y justicia en las almas. Es ste su duro y fatigoso trabajo. Por esto, salido de la apacible Nazareth, emprende una serie de peregrinaciones a travs de Palestina, preferentemente en Galilea; y las ruidosas ciudades no lo asustan con su grandeza, su soberbia, su apata; y los humildes villorios no le parecen espacios demasiado pobres y angostos. Se dirige a toda clase de personas: doctores con quienes es menester emplear la sutil arma de un razonamiento dialctico y erudito, gentes ignorantes que al contrario no entienden sino el intenso lenguaje de las imgenes; almas selectas que beben con avidez sus palabras, como Mara sentada en xtasis a sus pies y almas vulgares o terriblemente daadas por las culpas como la pecadora de la ciudad sin nombre. Fariseos hipcritas hartos ya se dira de celestes doctrinas y pobres publicanos que de esas mismas doctrinas nunca han sido considerados dignos. El celo de Jess abarca almas y cuerpos, o mejor empieza por pobres cuerpos enfermos, por estmagos en ayunas para llegar mejor a las almas dbiles o daadas. Para ello, emplea todos los medios: la palabra que convence amablemente, la invectiva que suena dura, la limosna que cae beneciosa, la sanacin que llega oportuna, la amenaza que truena, si es necesario, terrible. Prudente en su mpetu, este celo conoce el potente instrumento de la organizacin. Jess rene a su alrededor un puado de amigos de los ms eles, de discpulos de los ms ables, de discpulos de los ms atentos y asiduos: los empapa de su espritu, forma con ellos un equipo volante y los adiestra en las batallas del apostolado. Piensa en el da lamentablemente no lejano en el que l, vctima de su celo, ya no estar y, sin embargo, la humanidad tendr necesidad, ms que nunca, de experimentar esos frutos de celo veraz que gracias a l acaba de empezar a gustar. La transformacin que sabe llevar a cabo en esas toscas almas de pescadores, el sa-
P. Giovanni Semeria grado fuego de entusiasmo que les comunica, la pasin por las cosas divinas, por los divinos intereses que l substituye a las rastreras codicias terrenales, es una prueba muy elocuente del ardor de se su celo apasionado. Ahora bien, no se logra encender de tal manera su proprio ambiente sino cuando uno se quema en su propia persona. Ningn obstculo vence este celo devorador, al igual que nada logra poner obstculo al fuego estival en su carrera por los campos abrasados, ningn obstculo. Ni la indiferencia de la gente menuda atrada por otros bienes de menor consistencia y, sin embargo, ms atractivos. Ni la soberbia de los Fariseos, ni el desdn de los Sacerdotes, ni la calumnia que se le echa encima, ni las asechanzas que se le urden. Es un celo fuerte hasta la muerte porque an cuando es evidente para todos que la franqueza en anunciar la odiosa y odiada verdad, su libertad apostlica en agelar ciertos altos, altsimos vicios, le acarrear la muerte, Jess no se echa atrs: desea su celo devorador, quiere ser no slo la vctima, sino el mismo holocausto. Y su ejemplo se vuelve en contagio,
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porque a su escuela crece ese Pablo que se yergue como gigante as de majestuoso en la historia de toda propaganda ideal, ese Pablo a quien estaramos tentados de creer que fuera un Maestro de apostolado si el mismo no se reconociera y profesara con pursima humildad un pobre discpulo del Nazareno, el apostol de todo trabajo, de todo sacricio, de todo amor. Este celo de Jess, amigo mo, se torna en su ley siempre que no querr envanecer su profesin de religiosidad. Porque usted profesa ser religioso en el sentido y en la forma que Jess ha dado a esta palabra. Y bien, Jess no ha separado la religin del celo, el amor para con Dios de la actividad de difusin de su reino y la feliz salud de las almas. Otros lo haban entendido de otra manera. Incluso en sus tiempos, los Esenios se haban apartado del mundo en el desierto para vivir dira casi egostamente recogidos en s mismos quizs con desdn desconaban del mundo y de la sociedad demasiado corrupta: en lugar de entrar en ella para salvarla, huan de ella para salvarse as separados, esperaban el gran da quizs inminente para ellos de la manifestacin de Dios. Religiosos s, pero egostas e inertes. Jess no se les junta: no va al desierto si no es para dejarlo despus de haberse espiritualmente fortalecido. Nuevo Moiss en la relacin ntima con Dios, en su contemplacin cara a cara, extrae energas para volver benco, regenerador hacia los hermanos. Igual a la suya debe ser nuestra religin. En el celo, pues, se encuentran los dos grandes amores en los que Jess vio compendiada admirablemente la ley con los Profetas: el amor de Dios y del prjimo. El amor de Dios... que no signica otra cosa sino el deseo, el ardiente deseo de que se cumpla su voluntad, que sea santicado su nombre, que se establezca su reino tanto en la tierra como en el cielo. Adveniat regnum tuum, es el suspiro del alma religiosa, del alma que sabe y siente qu signica
Dios, cuanta justicia hay en su reino entre los hombres y las cosas. Mas esta causa de su reino que avanza, que se difunde, Dios mismo se la ha conado a los hombres. Por un misterioso entrelazamiento Dios no logra sus nalidades, incluso las ms santas, si no es a travs y por medio de la actividad de los hombres. Ciertamente es un misterio, mas para nosotros los hombres es una realidad terrible y consoladora, terrible y consoladora igual que todas las responsabilidades. El reino de Dios no se abre camino en el mundo si no es llevado por voluntad y accin humanas. El Evangelio de Jess, la mxima obra de Dios, se ha difundido ciertamente en el mundo, sin embargo se ha difundido porque los hombres llenos de celo apostlico lo han llevado delante de las majestades de los reyes y de las democracias de los pueblos. Las masas no se han convertido sino porque los apstoles les han predicado, segn armaba orgullosa e insistentemente S. Pablo. La causa de Dios, la causa del mundo, est en sus manos, amigos mos: acaso piensan en ello? Caesarem vehis, deca al piloto para infundirle valor ese relmpago romano de guerra: T llevas la salud del imperio. Oh t, amigo mo, t, religioso de profesin, llevas en tu mano algo ms grande y mejor: llevas la salud del mundo. Por tu celo ardiente puede dilatarse el reino de Dios, por tu inercia puede sufrir estancamientos, por tu maldad escandalosa e incluso por tu imprudencia puede quedar en jaque o retroceder. Por tu... porque nosotros los religiosos, nosotros somos los verdaderos soldados de Dios y de su Cristo. Ciertamente todo cristiano, si y en cuanto animado por la caridad hacia Dios debe ser un propagandista de su Reino. Es verdaderamente admirable y consolador el hecho de que simples eles, humildes mujeres del pueblo en ocasiones hacen muestras de celo, realizan cosas buenas, se vuelven admirables por los sacricios que se imponen, admirables por las palabras de sabidura que dicen, por las industrias que emplean. Hermo-
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sos estos voluntarios de las batallas de Dios! Pero, si los voluntarios pueden y saben hacer tanto no sera vergonzoso que las tropas regulares quedaran atrs? Nosotros conformamos esas milicias regulares y no tenemos en el mundo - otra cosa que hacer. Un padre tiene que mantener su familia: nuestra familia es la familia humana; un mdico tiene a sus enfermos: nuestros enfermos son los pecadores; un comerciante tiene sus negocios: nuestro negocio es la obra de Dios en el mundo. Y cmo no exaltarse, sin recurrir a estmulos, delante de la nobleza y grandeza de esta obra? Estamos llamados a promulgar porque triunfe en las mentes la verdad, la cndida, luminosa, beneciosa verdad. Estamos llamados para defender la causa santa entre todas de la justicia. Estamos llamados a difundir la energa del amor. En la tierra, existen, pueden pensarse, ideales ms nobles? Entiendo que una suma tan grande de ideales nos pueda asustar, pero no comprendo que pueda dejarnos fros e indiferentes. A voz en cuello deberamos suplicar a Dios que nos aceptara en su milicia, al igual que en ciertos momentos de graves peligros y de nobles empresas para la patria muchos de sus mejores y valientes hijos acuden suplicando de poder combatir por ella, deberamos suplicar de vernos aceptados. Pero, puesto que Dios nos ha acogido, nos ha llamado y nosotros hemos aceptado su invitacin, comprometido nuestra palabra, no nos volveramos desleales al cruzar inertes los brazos? Desleales para con Dios y para con los hermanos. Porque la humanidad est sumamente interesada en estas realidades, en cuya victoriosa difusin se vuelca el celo de los apstoles. La humanidad tiene necesidad de verdad, de justicia, de amor para encontrarse a s misma, digna de verdad del nombre que lleva. Necesita de ello para ser feliz. Pensaron alguna vez qu sera una inteligencia, un mundo de inteligencias carentes de la luz de la verdad? Qu llegaran a ser unos corazones rebeldes al freno de la justicia? En qu podran tornarse unas almas insensibles a los estmulos del
amor? Lamentablemente almas parecidas an existen en gran cantidad. An existe tanta tiniebla de ignorancia, tanto dominio de prejuicios y de errores, tantas pasiones inquietas y rebeldes, tantos abusos, tantos odios, tanta iniquidad. Podramos nosotros decirnos amigos de las almas si dejramos de conmovernos frente a este espectculo? Si no nos comprometiramos en reparar esta situacin con todas nuestras fuerzas? Y podramos llamarnos amigos de Dios si no amramos las almas? Deus qui amat animas: es la sublime denicin de Dios que nos entregan las Sagradas Escrituras: es la denicin capaz de inspirar nuestro celo. Cuyo espritu interior, cuya ley ms profunda debe ser precisamente sta, el amor. A quien me preguntara qu debe hacer para ser de verdad celoso, yo no le podra entregar ms que una respuesta, la famosa contestacin de S. Agustn: ama et fac quod vis. menlas de verdad las almas o mejor amen de verdad a sus hermanos, amen a esta pobre humanidad, tan msera y tan grande, as de msera en la realidad y as de grande por sus destinos: menla y despus dejen hacer a su amor: ama et fac quod vis. El amor inspirar su actividad, estimulndola todos juntos y frenndola con una robusta prudencia: activos, no rehusarn a priori ningn medio para hacer el bien, ninguna expresin de laboriosidad; prudentes, escogern los que son ms adecuados, se detendrn justo donde la experiencia les ha demostrado que es intil o peligroso avanzar. En su celo, el amor los har generosos hasta el sacricio de ustedes mismos, de sus comodidades, de su amor propio, de su ojedad, de su orgullo. Con la cruz Jess ha salvado a la humanidad, pero crucicndose a s mismo en esa cruz; con una cruz de algn modo mojada por sus lgrimas y por su sangre cada apstol suyo podr llevar a cabo obras de ecaz apostolado. El amor entregar al celo de ustedes esa marca de desinters que es el sello de la autenticidad. No olviden jams la crtica de Pablo dirigida a
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esos apstoles que se buscan a s mismos con el pretexto de buscar a Jess y a su reino, verdaderos secuaces de los Fariseos que explotaban su proprio celo con nes orgullosos y codiciosos. Para ser bella, la llama debe ser pura, y por ser ardiente, sea puro su celo. Consumiendo su alma en este ardor puro, queridos amigos, encontrarn aqu en la tierra las ms profundas satisfacciones y se encaminarn junto con Pablo, seguramente, hacia la corona justiicia de la inmortalidad.
tras obras, sino por su propia determinacin y por su gracia" (2 Tm 1, 9). Al mismo tiempo, nos damos cuenta de que las palabras humanas no son capaces de abarcar la magnitud del misterio que el sacerdocio tiene en s mismo.
INFLUENCIAS EN MI VOCACIN
El ambiente del Estudiantado fue ciertamente el que tuvo mayor incidencia en mi vocacin sacerdotal. Sin embargo, dirigiendo la mirada hacia un horizonte ms amplio, veo con claridad que, desde tantos otros ambientes y personas, he recibido inujos positivos, por medio de los cuales Dios me ha hecho or su voz. La familia, La parroquia, unas personas que se distinguan sobre las dems, La "trayectoria mariana", el santo Fundador, mi experiencia de vida, el amor de Dios...
SACERDOTE!
Mi ordenacin tuvo lugar hace mucho tiempo. Me veo as, en aquella capilla durante el canto del Veni, Creator Spiritus y de las Letanas de los Santos, mientras, extendido en forma de Cruz en el suelo, esperaba el momento de la imposicin de las manos. Un momento emocionante! Hay algo de impresionante en la postracin de los ordenandos: es el smbolo de su total sumisin ante la majestad de Dios y a la vez de su total disponibilidad a la accin del Espritu Santo, que desciende sobre ellos como artce de su consagracin. Veni, Creator Spiritus, mentes tuorum visita, imple superna gratia quae Tu creasti pectora. Al igual que en la Santa Misa el Espritu Santo es el autor de la transubstanciacin del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, as en el sacramento del Orden es el artce de la consagracin sacerdotal o episcopal. El obispo, que conere el sacramento del Orden, es el dispensador humano del misterio divino. La imposicin de las manos es
Cul es la historia de mi vocacin sacerdotal? La conoce sobre todo Dios. En su dimensin ms profunda, toda vocacin sacerdotal es un gran misterio, es un don que supera innitamente al hombre. Cada uno de nosotros sacerdotes barnabitas lo experimentemos claramente durante toda la vida. Ante la grandeza de este don sentimos cuan indignos somos de ello. La vocacin es el misterio de la eleccin divina: "No me habis elegido vosotros a m, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca" (Jn 15, 16). "Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarn'' (Hb 5, 4). "Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conoca, y antes que nacieses, te tena consagrado: yo profeta de las naciones te constitu" (Jr 1, 5). Estas palabras inspiradas estremecen profundamente toda alma sacerdotal. Dios "nos ha llamado con una vocacin santa, no por nues-
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continuacin del gesto ya practicado en la Iglesia primitiva para indicar el don del Espritu Santo en vista de una misin determinada (cf. Hch 6, 6; 8, 17; 13, 3). Pablo lo utiliza con su discpulo Timoteo (cf. 2 Tm 1, 6; 1 Tm 4, 14.) y el gesto queda en la Iglesia (cf. 1 Tm 5, 22) como signo ecaz de la presencia operante del Espritu Santo en el sacramento del Orden.
El suelo
Quien se dispone a recibir la sagrada Ordenacin se postra totalmente y apoya la frente sobre el suelo del templo, manifestando as su completa disponibilidad para asumir el ministerio que le es conado. Este rito ha marcado profundamente nuestra existencia sacerdotal: "Eres t, Pedro. Quieres ser aqu el Suelo sobre el que caminan los otros... para llegar all donde guas sus pasos...Quieres ser Aqul que sostiene los pasos, como la roca sostiene el caminar ruidoso de un rebao: Roca es tambin el suelo de un templo gigantesco. Y el pasto es la Cruz''. (Iglesia: Los Pastores y las Fuentes. Baslica de San Pedro, otoo de 1962: 11.X 8.XII, El Suelo) En ese yacer por tierra en forma de Cruz antes de la Ordenacin, acogiendo en la propia vida -como Pedro- la Cruz de Cristo y hacindose con el Apstol "suelo" para los hermanos, est el sentido ms profundo de toda la espiritualidad sacerdotal.
La "primera Misa"
Quin es el sacerdote? Qu signica ser sacerdote? Segn San Pablo signica ante todo ser administrador de los misterios de Dios: "servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que en n de cuentas se exige de los administradores es que sean eles'' (1 Co 4, 1-2). La palabra "administrador" no puede ser sustituida por ninguna otra. Est basada profundamente en el Evange-
lio: recurdese la parbola del administrador el y del inel (cf. Lc 12, 41-48). El administrador no es el propietario, sino aqul a quien el propietario confa sus bienes para que los gestione con justicia y responsabilidad. Precisamente por eso el sacerdote recibe de Cristo los bienes de la salvacin para distribuirlos debidamente entre las personas a las cuales es enviado. Se trata de los bienes de la fe. El sacerdote, por tanto, es el hombre de la palabra de Dios, el hombre del sacramento, el hombre del "misterio de la fe''. Por medio de la fe accede a los bienes invisibles que constituyen la herencia de la Redencin del mundo llevada a cabo por el Hijo de Dios. Nadie puede considerarse "propietario'' de estos bienes. Todos somos sus destinatarios. El sacerdote, sin embargo, tiene la tarea de administrarlos en virtud de lo que Cristo ha establecido.
Admirabile commercium
La vocacin sacerdotal es un misterio. Es el misterio de un "maravilloso intercambio"-
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admirabile commercium- entre Dios y el hombre. ste ofrece a Cristo su humanidad para que El pueda servirse de ella como instrumento de salvacin, casi haciendo de este hombre otro s mismo. Si no se percibe el misterio de este "intercambio" no se logra entender cmo puede suceder que un joven, escuchando la palabra ''sgueme!'', llegue a renunciar a todo por Cristo, en la certeza de que por este camino su personalidad humana se realizar plenamente. Hay en el mundo una realizacin ms grande de nuestra humanidad que poder representar cada da in persona Christi el Sacricio redentor, el mismo que Cristo llev a cabo en la Cruz? En este Sacricio, por una parte, est presente del modo ms profundo el mismo Misterio trinitario, y por otra est como "recapitulado'' todo el universo creado (cf. Ef 1, 10). La Eucarista se realiza tambin para ofrecer "sobre el altar de la tierra entera el trabajo y el sufrimiento del mundo'', segn una bella expresin de Teilhard de Chardin. He ah por qu, en la accin de gracias despus de la Santa Misa, se recita tambin el Cntico de los tres jvenes del Antiguo Testamento: Benedicite omnia opera Domini Domino... En efecto, en la Eucarista todas las criaturas visibles e invisibles, y en particular el hombre, bendicen a Dios como Creador y Padre y lo bendicen con las palabras y la accin de Cristo, Hijo de Dios.
terio de Cristo, nos permiten acercarnos tambin al misterio de la Eucarista. En ella el Hijo consustancial al Padre, Aqul que slo el Padre conoce, le ofrece el sacricio de s mismo por la humanidad y por toda la creacin. En la Eucarista Cristo devuelve al Padre todo lo que de El proviene. Se realiza as un profundo misterio de justicia de la criatura hacia el Creador. Es preciso que el hombre de honor al Creador ofreciendo, en una accin de gracias y de alabanza, todo lo que de l ha recibido. El hombre no puede perder el sentido de esta deuda, que solamente l, entre todas las otras realidades terrestres, puede reconocer y saldar como criatura hecha a imagen y semejanza de Dios. Al mismo tiempo, teniendo en cuenta sus lmites de criatura y el pecado que lo marca, el hombre no sera capaz de realizar este acto de justicia hacia el Creador si Cristo mismo, Hijo consustancial al Padre y verdadero hombre, no emprendiera esta iniciativa eucarstica. El sacerdocio, desde sus races, es el sacerdocio de Cristo. Es l quien ofrece a Dios Padre el sacricio de s mismo, de su carne y de su sangre, y con su sacricio justica a los ojos del Padre a toda la humanidad e indirectamente a toda la creacin. El sacerdote, celebrando cada da la Eucarista, penetra en el corazn de este misterio. Por eso la celebracin de la Eucarista es, para l, el momento ms importante y sagrado de la jornada y el centro de su vida. In persona Christi Las palabras que repetimos al nal del Prefacio -"Bendito el que viene en nombre del Seor...''- nos llevan a los acontecimientos dramticos del Domingo de Ramos. Cristo va a Jerusaln para afrontar el sacricio cruento del Viernes Santo. Pero el da anterior, durante la Ultima Cena, instituye el sacramento de este sacricio. Pronuncia sobre el pan y sobre el vino las palabras de la consagracin: "Esto es mi Cuerpo que ser entregado por vosotros (...) Este es el cliz de mi Sangre, de la nueva y eterna alianza, que ser derramada por voso-
Sacerdote y Eucarista
La principale conversione che fai a Dio, si di questo cibo (S.A.M.Z. Sermone III)
"Yo te bendigo, Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeos (...) Nadie conoce quin es el Hijo sino el Padre; y quin es el Padre sino el Hijo y aqul a quien el Hijo se lo quiera revelar'' (Lc 10, 21-22). Estas palabras del Evangelio de San Lucas, introducindonos en la intimidad del mis-
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tros y por todos los hombres para el perdn de los pecados. Haced esto en conmemoracin ma''. Qu "conmemoracin"? Sabemos que a esta palabra hay que darle un sentido fuerte, que va ms all del simple recuerdo histrico. Estamos en el orden del "memorial" bblico, que hace presente el acontecimiento mismo. Es memoria-presencia! El secreto de este prodigio es la accin del Espritu Santo, que el sacerdote invoca mientras extiende las manos sobre los dones del pan y del vino: "Santica estos dones con la efusin de tu Espritu de manera que sean para nosotros el Cuerpo y Sangre de Jesucristo Nuestro Seor". As pues, no slo el sacerdote recuerda los acontecimientos de la Pasin, Muerte y Resurreccin de Cristo, sino que el Espritu Santo hace que stos se realicen sobre el altar a travs del ministerio del sacerdote. ste acta verdaderamente in persona Christi. Lo que Cristo ha realizado sobre el altar de la Cruz, y que precedentemente ha establecido como sacramento en el Cenculo, el sacerdote lo renueva con la fuerza del Espritu Santo. En este momento el sacerdote est como envuelto por el poder del Espritu Santo y las palabras que dice adquieren la misma ecacia que las pronunciadas por Cristo durante la ltima Cena.
Mysterium dei
Durante la Santa Misa, despus de la transubstanciacin, el sacerdote pronuncia las palabras: Mysterium dei, Misterio de la fe! Son palabras que se reeren obviamente a la Eucarista. Sin embargo, en cierto modo, conciernen tambin al sacerdocio. No hay Eucarista sin sacerdocio, como no hay sacerdocio sin Eucarista. No slo el sacerdocio ministerial est estrechamente vinculado a la Eucarista; tambin el sacerdocio comn de todos los bautizados tiene su raz en este misterio. A las palabras del celebrante los eles responden: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurreccin, ven Seor Jess''. Participando en el Sacricio euca-
rstico los eles se convierten en testigos de Cristo crucicado y resucitado, comprometindose a vivir su triple misin -sacerdotal, proftica y real- de la que estn investidos desde el Bautismo, como ha recordado el Concilio Vaticano II. El sacerdote, como administrador de los ''misterios de Dios", est al servicio del sacerdocio comn de los eles. Es l quien, anunciando la Palabra y celebrando los sacramentos, especialmente la Eucarista, hace cada vez ms consciente a todo el Pueblo de Dios su participacin en el sacerdocio de Cristo, y al mismo tiempo lo mueve a realizarla plenamente. Cuando, despus de la transubstanciacin, resuena la expresin: Mysterium dei, todos son invitados a darse cuenta de la particular densidad existencial de este anuncio, con referencia al misterio de Cristo, de la Eucarista y del Sacerdocio. No encuentra aqu, tal vez, su motivacin ms profunda la misma vocacin sacerdotal? Una motivacin que est totalmente presente en el momento de la Ordenacin, pero que espera ser interiorizada y profundizada a lo largo de toda la existencia. Slo as el sacerdote puede descubrir en profundidad la gran riqueza que le ha sido conada. Cincuenta aos despus de mi Ordenacin puedo decir que el sentido del propio sacerdocio se redescubre cada da ms en ese Mysterium dei. Esta es la magnitud del don del sacerdocio y es tambin la medida de la respuesta que requiere tal don. El don es siempre ms grande! Y es hermoso que sea as. Es hermoso que un hombre nunca pueda decir que ha respondido plenamente al don. Es un don y tambin una tarea: siempre! Tener conciencia de esto es fundamental para vivir plenamente el propio sacerdocio. El Concilio ha mostrado cmo es posible y necesaria una autntica renovacin, en plena delidad a la Palabra de Dios y a la Tradicin. Pero ms all de la debida renovacin pastoral, estoy convencido de que el sacerdote no ha de tener ningn miedo de estar "fuera de su tiempo", porque el "hoy" humano de cada
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sacerdote est insertado en el "hoy" de Cristo Redentor. La tarea ms grande para cada sacerdote en cualquier poca es descubrir da a da este "hoy" suyo sacerdotal en el "hoy" de Cristo, aquel "hoy" del que habla la Carta a los Hebreos. Este "hoy" de Cristo est inmerso en toda la historia, en el pasado y en el futuro del mundo, de cada hombre y de cada sacerdote. "Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo ser siempre'' (Hb 13,8). As pues, si estamos inmersos con nuestro "hoy'' humano y sacerdotal en el "hoy" de Cristo, no hay peligro de quedarse en el "ayer", retrasados... Cristo es la medida de todos los tiempos. Las aspiraciones profundas del hombre Si se analizan las aspiraciones del hombre contemporneo en relacin con el sacerdote se ver que, en el fondo, hay en l mismo una sola y gran aspiracin: tiene sed de Cristo. El resto -lo que necesita a nivel econmico, social y poltico- lo puede pedir a muchos otros. Al sacerdote se le pide Cristo! Y de l tiene derecho a esperarlo, ante todo mediante el anuncio de la Palabra. Los presbteros -ensea el Concilio- "tienen como primer deber el anunciar a todos el Evangelio de Dios'' (Presbyterorum Ordinis, 4).
Los hombres de hoy esperan del sacerdote antes que la palabra "anunciada" la palabra "vivida"
des dependen tambin de las circunstancias, y que cada sacerdote ha de precisarlas y vivirlas de acuerdo con su obispo y en armona con las orientaciones de la Iglesia universal. Una prioridad ineludible es hoy la atencin preferencial a los pobres, los marginados y los emigrantes. Para ellos el sacerdote debe ser verdaderamente un "padre". Ciertamente los medios materiales son indispensables, como los que nos ofrece la moderna tecnologa. Sin embargo, el secreto es siempre la santidad de vida del sacerdote que se expresa en la oracin y en la meditacin, en el espritu de sacricio y en el ardor misionero. Cuando pienso en los aos de mi servicio pastoral como sacerdote y como obispo, ms me convenzo de lo verdadero y fundamental que es esto.
Hombre de la Palabra
Me he referido ya al hecho de que para ser gua autntico de la comunidad, verdadero administrador de los misterios de Dios, el sacerdote est llamado a ser hombre de la palabra de Dios, generoso e incansable evangelizador. Hoy, frente a las tareas inmensas de la "nueva evangelizacin'', se ve an ms esta urgencia. Una dimensin exigente, ya que los hombres de hoy esperan del sacerdote antes que la palabra "anunciada" la palabra "vivida". El presbtero debe "vivir de la Palabra''. Pero al mismo tiempo, se ha de esforzar por estar tambin intelectualmente preparado para conocerla a fondo y anunciarla ecazmente. En nuestra poca, caracterizada por un alto nivel de especializacin en casi todos los sectores de la vida, la formacin intelectual es muy importante. sta hace posible entablar un dilogo intenso y crea-
La cura animarum
Slo desde el terreno de la santidad sacerdotal puede desarrollarse una pastoral ecaz, una verdadera "cura animarum". El autntico secreto de los xitos pastorales no est en los medios materiales, y menos an en la "riqueza de medios''. Los frutos duraderos de los esfuerzos pastorales nacen de la santidad del sacerdote. Este es su fundamento! Naturalmente son indispensables la formacin, el estudio y la actualizacin; en denitiva. una preparacin adecuada que capacite para percibir las urgencias y denir las prioridades pastorales. Sin embargo, se podra armar que las priorida-
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tivo con el pensamiento contemporneo. Los estudios humansticos y loscos y el conocimiento de la teologa son los caminos para alcanzar esta formacin intelectual, que deber ser profundizada durante toda la vida. El estudio, para ser autnticamente formativo, tiene necesidad de estar acompaado siempre por la oracin, la meditacin, la splica de los dones del Espritu Santo: la sabidura, la inteligencia, el consejo, la fortaleza, la ciencia, la piedad y el temor de Dios. Santo Toms de Aquino explica cmo, con los dones del Espritu Santo, todo el organismo espiritual del hombre se hace sensible a la luz de Dios, a la luz del conocimiento y tambin a la inspiracin del amor. La splica de los dones del Espritu Santo me ha acompaado desde mi juventud y a ella sigo siendo el hasta ahora.
Obrando as nunca caeris" (2 Pe I, 10). Amad vuestro sacerdocio! Sed eles hasta el nal! Sabed ver en l aquel tesoro evanglico por el cual vale la pena darlo todo (cf. Mt 13, 44). Pupilla oculi He pensado tambin en tantos jvenes seminaristas que se preparan al sacerdocio. Cuantas veces un obispo va con la mente y el corazn al seminario! ste es el primer objeto de sus preocupaciones. Se suele decir que el seminario es para un obispo la "pupila de sus ojos". El hombre deende las pupilas de sus ojos porque le permiten ver. As, en cierto modo, el obispo ve su Iglesia a travs del seminario, porque de las vocaciones sacerdotales depende gran parte de la vida eclesial. La gracia de numerosas y santas vocaciones sacerdotales le permite mirar con conanza el futuro de su misin. El Seor Jess ha comparado esta preocupacin a la del segador: "La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueo de la mies que enve obreros a su mies" (Mt 9, 37).
Deo gratias!
No puedo terminar estas reexiones sin decir que cada nuevo sacerdote trae consigo una bendicin especial: "Bendito el que viene en nombre del Seor''. En efecto, es Cristo mismo quien viene en cada sacerdote. Si San Cipriano ha dicho que el cristiano es "otro Cristo" - Christianus alter Christus -, con mayor razn se puede decir: Sacerdos alter Christus.
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ves bblicas para la comprensin de nuestra historia sacerdotal desde los orgenes. La fundacin de los Laicos de San Pablo y su participacin inusitada en aquel tiempo de la vida religiosa hacia la perfeccin, en donde pareca desaparecer los lmites entre sacerdocio ministerial y sacerdocio de los bautizados, nos hace reexionar sobre la intuicin sacerdotal de Antonio Maria Zaccaria: uno en Cristo Jess. Desde aqu la verdadera y propia revolucin de nuestro Fundador transmitida a las Anglicas y a los Laicos: fuego en el corazn, que se haca extensiva a la sociedad para trasformarla, mejor dicho, cristianizarla. Podemos entonces, partir de la pregunta: Qu es un sacerdote? Para responderla debemos recurrir a la Sagrada Escritura.
cipio el sacerdocio cristiano era totalmente nuevo que pareca en realidad no ser un sacerdocio. Los Evangelios no hablan de sacerdocio ni para Jess ni para sus discpulos. A Jess se le otorgan diversos ttulos: rabb, maestro, profeta, etc., pero nunca Sacerdote o Sumo Sacerdote. A los discpulos en el libro de los Hechos no se les atribuye el sacerdocio, pero se habla de presbteros: trmino que no tiene nada de ministerial, solo signica: ms viejo, anciano. S. Pablo en sus cartas no usa nunca las palabras Sacerdote o Sumo Sacerdote. He aqu la novedad. Son ms bien, raros los pasajes que arman la participacin de la Iglesia (1 Pe. 2,4) o de los cristianos (Ap 1,6; 5,10; 20,6) al sacerdocio de Cristo (ver tambin Rm. 15,1516) La reelaboracin de las categoras sacerdotales ha necesitado, por lo visto de aos. El resultado se encuentra en el especial tratado de cristologa sacerdotal que es la Carta a los Hebreos.
Antiguo Testamento
El primer sacerdote de Dios Altsimo se llamaba Melquisedec, y era rey de la ciudad de Salem (Gn. 14,18): luego aparecieron sacerdotes en la historia de Jos, hijo de Jacob (Gn 41,45.50; 46,22; 47,22.26). Luego aparece Jetr, sacerdote madianita (Ex 2,16; 3,1; 18, 127). El sacerdocio levita que viene posteriormente, no es por lo tanto una novedad (Ex. 28,1; 32,26-29). Las funciones de los sacerdotes levitas, no eran diversas a las de los sacerdotes paganos: custodia del santuario, ofrecimiento de sacricios. Se diferenciaban por rechazar el politesmo y el culto a los dolos. He aqu la primera respuesta parcial a la pregunta sobre qu es ser sacerdote?: El sacerdote es un hombre encargado del culto.
Nuevo Testamento
El sacerdocio cristiano es una gran novedad. No es una continuidad, es la ruptura con la institucionalidad antigua. Al punto que al prin-
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docio de toda la Iglesia: pueblo de la nueva alianza (1Pe. 2,5) En el AT exista la relacin entre sacerdocio y alianza, pero no de forma explcita. En el Sina la alianza se cumple sin la intervencin de los sacerdotes (Ex. 24,3), si bien fueron nombrados en un pasaje anterior (Ex. 19,22). Se observaba no tanto a la mediacin, sino que al honor de la relacin privilegiada del sacerdote con Dios. En vez, el NT coloca como primero el aspecto de la mediacin, y se conecta estrechamente sacerdocio y alianza. En la carta a los Hebreos se usa el trmino diathk (alianza) en 17 ocasiones, mientras que en el NT solamente 16.
ca (2 Cr 36,14). He aqu que Dios promete por boca de la profeca de Jeremas de remediar esto, estableciendo una nueva alianza, bien diversa a la primera, ya que no estar inscrita en la piedra, sino que ser escrita en el corazn (Jer 31,31). En el orculo de Ezequiel, Dios as habla: les dar un corazn nuevo, les dar un espritu nuevo (Ez 36,26).
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est en grado de realizar la funcin esencial del sacerdocio, aquella de asegurar una mediacin entre los hombres y Dios. Para contactarse con Dios se debe pasar por Cristo (Jn 14,6) y precisamente a travs de su sacricio. Nadie puede
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Tambin ellos son invitados a ofrecer sacricios en unin con el sacricio de Cristo. Por una parte los cristianos ofrecen un sacricio de alabanza (Heb 13,15) o sea una accin de gracias (S. Pablo: en cada momento den gracias (1 Ts 5,18), y Den continuamente gracias en todo momento (Ef 5,20); el otro aspecto de los sacricios cristianos consiste no en los ritos, sino en la misma transformacin de la existencia, como ofrenda de amor, o sea un sacricio existencial: no se olviden de la benecencia y de la comunin de bienes, porque de tales sacricios el Seor se complace(Heb 13,16). La carta a los Hebreos invita a los bautizados a ser sacerdotes en estos dos modos, pero no les atribuye explcitamente el ttulo de sacerdote. El sacerdocio no es atribuido a los cristianos en modo singular, mas en el modo comunitario del Pueblo de Dios en la comn adhesin de fe y de vida en Cristo: ha hecho de ellos un reino, sacerdotes para su Dios y Padre (Ap. 1,6). Todos los cristianos, siendo eles o pastores, forman juntos un organismo sacerdotal y un edicio espiritual, aunque realicen funciones diversas.
Entonces, qu es un sacerdote?
El modo de comprenderlo es muy distinto que al principio. En vez de hablar de ceremonias y de culto, se habla de transformacin del mundo. El sacerdote es un hombre o una mujer que acoge con reconocimiento el amor que proviene de Dios por medio de Cristo y que se sirve de este amor para transformar la propia existencia y aquella de su ambiente. En sntesis el sacerdote es aqul que acoge el amor divino y se coloca a su servicio para la transformacin del mundo. Estas son las dos dimensiones del sacerdocio de todos los bautizados: 1) acogida del amor divino; 2) el servicio de este amor. Hay entonces una correspondencia entre el sacer-
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los sacerdotes (confesin, eucarista, etc.). Los sacerdotes no son por s mismos mediadores, sino que instrumentos de Cristo mediador. Esto nos lleva a denir al sacerdote en un tercer modo: en el sacerdocio ministerial, el sacerdote cristiano, es un hombre tomado por Cristo como instrumento de su mediacin de amor para la salvacin del mundo. La diferencia entre sacerdocio comn y ministerial no es slo de grado, sino que de naturaleza (cf. LG 10), el sacerdocio cristiano es sobre todo mediacin sacramental; el sacerdocio comn es un ofrecimiento personal. El sacerdocio comn posee un gran valor porque viene ejercitado con el ofrecimiento personal, existencial, de toda la vida, un ofrecimiento de amor que promueve la comunin entre las personas y as transforma el mundo positivamente. El sacerdocio comn es verdaderamente comn, reservado no slo a los simples eles, sino que tambin debe ser ejercitado por los sacerdotes, los obispos y el papa, junto al sacerdocio ministerial. Todos son llamados a unirse personalmente con Cristo con el ofrecimiento de su vida. En la existencia de un sacerdote ordenado no todo es ministerio, pero todo debe ser vivido en la caridad gracias a la unin con Cristo: esto es el ejercicio del sacerdocio comn (un sacerdote puede celebrar la eucarista sin adherir personalmente a la caridad de Cristo sentimientos homicidas, por ejemplo pero no por eso la eucarista ser invlida). Sacerdocio comn importante en la humildad porque es ofrecimiento real y transformacin de la realidad; humilde porque debe reconocer que no se basta a s mismo, tiene absoluta necesidad del sacerdocio ministerial que lo coloca en relacin con la mediacin de Cristo.
Es bien notar que todos somos conscientes de la comn participacin al sacerdocio comn. De hecho esto elimina el espritu de dominio que puede ser en ciertos sacerdotes y el espritu de celo que puede darse en algunos laicos Esta conciencia se pone en la base teolgico-bblica de las tres familias y de su estrechas relaciones para ser una sola, querida de San Antonio M. Zaccaria en el siglo XVI No es por casualidad que Antonio Maria, en los Sermones arma que los sacerdotes son llamados ngeles, hablando de aquella luz de Dios que desde el alto desciende al pueblo, a travs de los profetas y sacerdotes (Sr II) Dios no acta en las creaturas por medio de las creaturas? S, s. Y tanto suele realizar Dios, que en sus actuaciones milagrosas tiene y quiere de por medio al hombre (= el hombre como medio). Conduce al pueblo de Israel por mano de Moiss; es el mismo pueblo que deja bajo el consejo de Samuel; y de esta forma Dios ha observado an en las obras particulares de simples hombres; lleva a Dios a su particular dilogo con Samuel por medio de El, etiam (= si bien era) mal sacerdote (Sr 4). La causa de la ruina son los malos sacerdotes (Cost. Cap. 14). Visin proftica que anticipa, entre los ltimos, incluso lo manifestado por Benedicto XVI que contina diciendo: el peligro ms grave para la Iglesia hoy no viene de las persecuciones externas, sino del mal que la contamina dentro. Lo ha armado el papa, no citando directamente el escndalo de la pedolia, durante la homila de la misa celebrada en la baslica vaticana en la solemnidad de san Pedro y san Pablo el 29 de junio del presente ao.
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Los sacerdotes no son por s mismos mediadores, sino que instrumentos de Cristo mediador
Los rostros del sacerdote barnabita
Debemos realizar una premisa: no conocemos sucientemente a tantos hermanos y su profundidad y belleza espiritual. Muchos de ellos han deseado vivir en diversos modos su sacerdocio en el anonimato, con tal de que no se diesen cuenta de su santidad o virtudes. Por ejemplo el p. Clemente Tanzi (1822-1901), quin lo recuerda?. Siendo miope, mas no seguramente del punto de vista espiritual, tanto as que peda a sus penitentes el silencio sobre la direccin espiritual. Con el andar del 1600, los padres no fueron solamente sacerdotes, sino que sacerdotes-profesores, prrocos y coadjutores, misioneros, educadores, cientcos, profesores, ociales de la Santa Sede, samaritanos, capellanes militares.
En el cuadro Gloria de los Santos de la Orden, San Antonio, presenta al Crucicado y a San Pablo algunos representantes de sus mejores hijos: misioneros y mrtires, Paolo Nerini, con la palma del martirio (Reinos de Ava y Peg); obispos y apstoles, San Alejandro Sauli; ascetas y msticos, San Francisco Javier M. Bianchi; soldado y hombres de armas, Cosimo Dossena que depone las armas empuadas en Lepanto; educadores y maestros, Fortunato Redol (fundador en Monza del primer oratorio en el mundo); apstoles de la caridad: Giovanni Semera. En el Seiscientos encontramos grandes barnabitas, ovejas blancas: El Venerable Bartolomeo Canale (16051681); gran asceta, Vir extaticus se lee en la leyenda de la imagen El Venerable Carlo Sauri (1562-1642), hermano converso analfabeto, pero que obtiene de la Virgen la gracia de poder leer solamente el ocio en su honor. P. Aurelio Fisso (1621-1660) de grandsima humildad. P. Selva (1666-1691) al cual el Crucijo le alumbraba para poder rezar el ocio antes del alba. P. Pallamolla (1571-1651), confesor y gran condente de Calasanz. Michelangelo Pane, llamado langelico por su gran perfeccin obtenida apenas cuando tena 18 aos. El Venerable Francesco Castelli (1752-1771) llamado nuestro S. Luis, que, a su muerte, las campanas de la casa y de la iglesia sonaron a esta. El Venerable Carlo Giuseppe Fedeli (17121736), llamado el serco en ardor. Fortunato Redol (1777-1850) en el Oratorio de Monza, hombre de grandes penitencias. Carlo Schilling (1836-1907), noruego, pintor, convertido llega a ser un gran confesor de almas. Cesare Barzaghi (1836-1941), un predicador incansable y abnegado trabajador en la obras de caridad. P. Giacobbe Priscolo (1761-1853), gran conocedor de las almas en Npoles. P. Luigi Villoresi (1814-1883), que en el seminario por l instituido da a la dicesis de Miln muchos sacerdotes. P. Vittorio De Marino (1863-1929), mdico.
Encontramos en nuestra historia Barnabitas ovejas negras? Algunas son propiamente negras:
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En la Relacin al Captulo General del 1677, el superior del Colegio dei Lumi, de san Severino en Marche, Filippo Tinti, an recordaba los daos provocados por tres hermanos, su comportamiento haba provocado un escndalo pblico, y por eso, siendo castigados severamente, pero convencidos de sus errores: uno, ponindose en fuga, despus de algunos meses retorn a la Congregacin y lleg a ser confesor en S. Barnaba; otro, expulsado, cambi el hbito religioso y as llev en otras partes el mal olor de sus costumbres relajadas; el ltimo, menos culpable que los otros, realiza penitencia. Otros, bajo la piel, esconden la bondad. Por ejemplo: Fray Bautista de Crema (1460-1534), dominico. Padre espiritual de Zaccaria y de los primeros paulinos. Muy criticado por sus hermanos y acusado de hereja: Cognitione et vittoria di se stesso. Siervo de Dios Antonio Pagani (+1589), quien pasando de los barnabitas a la observancia franciscana, funda a las hermanas Dimesas y la compaa laical de los Hermanos de la Santa Cruz, escap de San Barnaba en los primeros das de julio del 1552 descolgndose de una ventana. La Angelica Paola Antonia Negri (15071555)primera en recibir el hbito de Anglica el 26 de febrero de 1536. En misin con el fundador en Vicenza. Luego a Venecia y de aqu su damnatio memoriae. P. Virginio Batocletti, poco estudiado, pero con seguridad va en el lugar de los memore barnabitas apostlicos, de los ms conocidos (entre los cuales est el padre Domenico Boerio). Se desconoce su fecha de nacimiento. Era un valiente soldado trentino que en Viena senta la llamada de Dios, depone las armas e ingres a los Barnabitas. Fue enviado a Monza a realizar el noviciado. Dejando el nombre de Andrea, toma el de Virgilio, el gran obispo del Trentino. Profes el 18
de junio de 1627. Luego se transri a San Alejandro, pero fue llamado por los padres de Viena, y en octubre de 1629, en compaa de un joven hermano converso, an joven estudiante, inici el viaje a pie desde Miln a Viena. Pero encontrando los pasos cerrados hacia Mantua por motivo de la peste, se decide regresar a San Alejandro. Incluso all estaba el contagio, pero el Seor lo preserv (la dicesis era guiada por Federico Borromeo, primo de San Carlo, y la peste terrible del 1630, mat dos tercios del clero milans). Continu los estudios y en septiembre de 1634 fue ordenado sacerdote. Fue llamado nuevamente a Viena, por su buen conocimiento del alemn y porque era considerado un buen hombre con pasta de misionero. De hecho, fue enviado inmediatamente en Bohemia, y luego al valle de Joachima, en un lugar de preeminencia hertica de suecos y sajones. Luego en 1636, suecos y sajones invadieron denitivamente la Bohemia, y en el valle de Joachima todos los prrocos se dieron a la fuga. En virtud del asalto, reasume su condicin de soldado y organiz la resistencia catlica armada en lugares forticados. Despus de vanos asaltos, se llega a un acuerdo con los protestantes que jurando dejaran el valle, pero capturan al padre, y al estar por ajusticiarlo, de improviso fue liberado gracias a una fuerte suma de dinero pagada por los catlicos y con el n de alejarlo. Fue obligado a irse a la comunidad de Praga. Pero en 1645 el Papa Inocencio X y la Congregacin de Propaganda Fide lo nombraron Misionero Apostlico en los cantones suizos de Constanza y Basilea. Y luego en 1647, se le llev incluso a l, y como ya se haba hecho con varios barnabitas, a Valtellina para obstaculizar la invasin protestante en Italia. Regresado a Cremona, se da el trabajo y logra convertir a 34 soldados luteranos alemanes que estaban habitando la ciudad. Una orden proveniente de la Santa Sede, lo hace ir en 1653 como misionero apostlico
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en Silesia, con los padres apostlicos, Oprtand y Fernando Hauch. Regresa a Viena, y muere en 1660. P. Francesco Lacombe (1640-1715), hombre discutido y vilipendiado, acusado de ser un hereje, exponente del quietismo y rebelde a la Iglesia. De hecho su obra orationis mentalis analysis fue colocada en el Indice ad cautelam. Bossuet, particularmente, desacredit al Barnabita, y bajo el reinado de Luis XIV fue encarcelado en la Bastilla, y en otras crceles, y al nal ya enloquecido, se le reclut en el manicomio de Chanteron, donde fallece. P. Ugo Bassi, capelln de Garibaldi, fusilado en Roma por los austriacos. P. Semeria, acusado de modernismo, y mandado al exilio en Blgica. P. Paolo Onofrio Branda (1710-1776), en polmica con Parini, entre bocinas, pedradas y maniestos injuriosos aparecidos en las calles de Miln. Haba criticado el dialecto milans en su Academia, en el Colegio Arcimbol: Della lingua toscana.
Causas de muerte: Durante la presencia barnabita en Birmania, algunos encontraron la muerte, incluso el martirio, cuatro se ahogaron en los naufragios, cinco fueron asesinados en insurrecciones poltica, trece no resistieron a las enfermedades contradas y por las dicultades padecidas; pocos llegaron a la edad natural de la vejez (entre ellos recordamos a Mons. Nerini, asesinado en Syriam en 1756 a golpes de lanzas. Perodos de mayor y menor presencia: D'amato 48 aos y l0 meses - Gazzari: 0 das. Misioneros nombrados Obispos o Vicarios Apostlicos: 9
P. Paolo Nerini
Los soldados se presentaron en al iglesia de p. Nerini en Syrian y, para tener un mnimo pretexto para desencadenar la violencia, le exigieron entregar a las mujeres que estaban all refugiadas, probablemente sus hurfanas. El barnabita se opone, y un soldado lo golpea con la lanza, mientras que con otros golpes fue asesinado: su cabeza cortada, envuelta en la tupida barba negra, fue llevada al Rey. El muri como mrtir como en diversas ocasiones haba invocado: Father Nerini himself died a martyrs death, while defending the virtue of several christian girls and women who had run to him for shelter and help . Si el mrtir es slo quien es asesinado por odium Fidei no parecera que Mons. Nerini pueda considerarse como tal. Premoli en su Storia dei Barnabiti habla, con prudencia, de muerte violenta. Pero si para ser mrtir se puede decir de aqul que se deja morir por amor de la fe y de las virtudes ms bellas que le adornan, como la caridad hacia el prjimo y la pureza de los inocentes, entonces Mons. Nerini fue ciertamente un mrtir. P. Ignacio Pica lo dene as: Glorioso mrtir por la virtud de la castidad. Bofto en cambio, dene a
La misin en breve
Nmero de los misioneros 28+3 nativos (18 profesores, 5 neosacerdotes, 2 hermanos conversos, 3 padres de mayor experiencia). Antes de partir de Italia, casi todos haban pasado por ctedras de teologa, letras, losofa en los diversos colegios del orden e incluso en prestigiosas universidades. Edad media de los misioneros: 28 aos.
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Mons. Gallizia mrtir, as como tambin a los padres Mondelli y Del Conte que Levati menciona en el Menologio cit., III, pp. 230-235.
Antes de fallecer, en Brasil, escriba de que an tena en el corazn aquel pequeo trozo de Oriente: Afghanistan, y habra deseado volver tanto al menos para ser sepultado all, volver a casa, pero nunca os de traspasar este deseo a sus hermanos; por lo mismo, ni siquiera estando enfermo no se decida a tomar un avin ni siquiera para Italia. Muere en Ro de Janeiro el 22 de mayo de 1986, en el silencio de aquella humildad y a lo largo de los caminos polvorientos y no fciles de aquella juventud que tanto haba amado, despus de haber hecho el todo para encaminarse hacia la misin con sus ms jvenes hermanos.
Afganistn y Npoles
Poda ir a Afghanistan slo un sacerdote. Entonces, el P. Boschetti quien le acompa, y que nadie deba saber de que era sacerdote barnabita, pas como su cocinero. Permanece en Afghanistan por once aos (19471957), poseyendo una sensibilidad y un calor humano extraordinario, dejando un gran recuerdo.
Pero el 21 de junio de 1957 un principio de infarto le juega una mala pasada Se recupera bien, desapareciendo los rastros de su enfermedad, tanto que se atribuye un milagro de la Virgen (de hecho, se supo despus que una hermana religiosa en esa hora rezaba por l en Lourdes). Pero entrando en Italia por un control mdico, la prudencia le impone el sacricio de no retornar ms, por el motivo de la altura (Kabul se encuentra cerca de 1800 metros sobre le nivel del mar).
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nes, sino que tambin a un experimentum de carcter organizativo, sobre dos aspectos: 1) la eventual reduccin y conguracin diversa de las provincias italianas; 2) la eventual fusin de algunas provincias, para favorecer el intercambio de cohermanos. El deseo de hacer frente a las necesidades de las nuevas fundaciones extranjeras lo lleva de hecho a concentrarse sobre las nuevas generaciones, preocupndose sobre todo del desarrollo de las vocaciones y de su formacin. Favoreci la apertura de nuevas casas de formacin, buscando de detener la hemorragia que golpeaba a la Iglesia; por eso el nacimiento de la Escuela Apostlica de Altamura, de la Escuela Apostlica de Palencia en Espaa, del Seminario Escuela Apostlica en Bragana, del noviciado en Bragana, del Estudiantado en Belm, de la fundacin de Caseiros (Brasil), del Estudiantado de los Quillayes (Chile), del noviciado de Montaldo, y el inicio de las prcticas para una Escuela Apostlica en los Abruzzos y de otras fundaciones, siempre en visin vocacional (Pont-Celles, Trenque Lauquen, Valdagno).
Brasil
Entre las diversas esperas de quien lo deseaba en el propio pas, por motivo de su amabilidad y conocimiento de diversos idiomas, Bernasconi elige Brasil como su ltima destinacin. Deseaba ir a la casa de formacin de Jacarepagua para permanecer en medio de los jvenes, pero se le solicit ser colaborador pastoral en la parroquia de San Pablo en Copacabana (Ro de Janeiro), aprendiendo en pocos meses incluso el portugus; sobre su confesionario, como los penitenciarios de las baslicas romanas, apareci (contra su voluntad) el cartel: confesor de lengua portuguesa, italiana, inglesa, francesa, espaola y alemana.
San Francisco de Sales escriba: les exhorto a estudiar todo de buen grado, con el n de que, siendo doctos y poseyendo una buena conducta, sean irreprensibles y prontos a responder a todos aquellos que les interroguen sobre cosas de la Fe (Obras completas, vol. XXIII, VII, p. 303). No slo conocimiento losco o teolgico, sino que tambin cientco: Si ya en el pasado fue necesario que el sacerdote se instruyese, esto es mayormente necesario en nuestros tiempos, cuando la ciencia es tan unida a la vida cotidiana ocurre, entonces que nosotros nos empeamos en todos nuestros esfuerzos para agregar a nuestra fe todos los conocimientos humanos, que puedan servir de ayuda y sostn; reunidos con claridad, se har brillar a los ojos de todos la belleza de la verdad y se disiparn sin cansancio las insidiosas objeciones que una teora cientca acumula contra los dogmas de la fe (Carta Apostlica Unigenitus Dei de Pio XI, 19 marzo 1924).
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P. Cavalleri
Por esto, en el setecientos entraron a pleno titulo en la enseanza de los Barnabitas las disciplinas cientcas, fsica y matemticas, dando sobre todo un gran espacio a la experimentacin. Y si el barnabita Pietro Besozzi en 1764 hace conocer en la escuela Arcimboldi los descubrimientos de Newton, a principios del ochociento se tienen a los padres Paolo Frisi (1728-1784), matemtico y astrnomo, Guiseppe Racagni (1742-1822) Francesco de Regi (1720-1794), matemtico e hidrulico, Ermenegildo Pini (1793-1835) cientco y naturalista. Notable fue el p. Francesco Denza, fundador de la metereologa en Italia, y muchos otros barnabitas, los cuales se dedicaron particularmente al estudio de las ciencias de la tierra, tanto as que se hablaba de ciencia en la comunidad.
En el siglo XIX se ve de hecho que la congregacin se estructura como un extraordinario laboratorio cientco. Cada colegio ve alternarse en sus salas cientcos de carcter nacional e internacional. Cada colegio posea un observatorio astronmico, a menudo nanciado por el padre General, cada comunidad se enorgulleca de su observatorio ssmico y metereolgico, que si bien estaba relegado en un lugar cerrado, siempre daba datos exactos. Cada ramo cientco destacaba a sus estudiosos: desde astronoma a sismologa, de meterologa a botnica, de matemticas a la numismtica, de la arqueloga a la egiptologa.
Entre los ms notables se recuerdan Ambrogio Mazenta (1565-1635), arquitecto e hidrulico; Redento Baranzano (1590-1622) cientco y astrnomo; Angelo Cortenovis (Bergamo 1727-1801); Francesco Stella (17451800) que en Udine fue el primero en Italia en hacer salir globos aerostticos en el memorable 24 de febrero de 1783 (los hermanos Montgoler realizaron tal experimento en Annonay el 5 de junio del mismo ao); Giovanni Cavalleri
(1807-1874), ptico, fsico, astrnomo, profesor de fsica y de ciencias al colegio de Monza; Pietro Monte (Tonengo di Mazz, 21 de agosto 1823), profesor de matemtica y fsica, adems fundador del Observatorio astronmico de Livorno; el bolos de nacimiento, pero orentino de accin, Timoteo Bertelli (1826-1905), sismlogo, que confronta a Denza su sistema de las causas areas de la variacin de los pndulos; el napolitano Francesco Denza (1834-1894), fundador de la Sociedad Metereolgica Italiana y Director de la Specola Vaticana, del Observatorio de Moncallieri y representante de la Sociedad de Alpinistas Trentinos y de la seccin de Domodossola de la C.A.I.; el Padre Camillo Melzi dEril (1851-1929), sismlogo e historiador cientco, en Florencia; los padres Leonardo Matera (1811ca.-1871), profesor de matemtica, fsica y losofa, y Giuseppe Pellanda (18651928) a Napoli; Luigi Guanzati (1757-1836), lsofo naturalista destacado por sus estudios sobre los infusorios, en Lodi; Giuseppe Bofto (1869-1944), historiador, cientco y tcnico, bibligrafo de aeronutica y metereologa, erudito e insigne biblilo, entre otras cosas. El p. Timoteo Bertelli (1829-1903), gran cientco pero tambin virtuoso religioso. Se escribe de l: posea la intuicin del genio, la simplicidad de un nio, la bondad de un santo.
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ma de alguna tentacin contraria a esta vocacin y por remedio principal tengan en mente aquella similitud tantas veces presentada de nuestro glorioso patrono S. Pablo Apstol: que la congregacin es como el cuerpo humano, el cual consta de numerosos miembros, quien tiene un ocio quien tiene uno diverso, quien ms digno, quien no tanto, quien honrado, quien vil, quien en pblico, quien en privado, quien descansado, quien cansado. Todos no pueden ser ni cabeza ni ojos, o algn otro miembro noble, es necesario que sean los brazos, piernas y pie; y as como sera contra la ordenanza de Dios que los pies se excusasen de su ocio porque estn por tierra y soportan todo el peso; murmurando por ejemplo contra los ojos que estn en alto sin una carga similar a la suya, o contra el estmago, que est al medio del cuerpo sin moverse: as no debe ningn miembro de la congregacin lamentarse de su vocacin y de aquel ocio que se le ha asignado segn su talento que Dios le ha dado Entre todos, recuerdo a Fratel Angelo Bertone, coquus perpetuus: desde la cocina de san Dalmazzo a la cocina de San Carlo ai Catinari, de la cocina de Livorno a la de Asti, siempre humilde, de mucha piedad y sentimiento religioso: una vida retirada, paulina y santa. Fratel Filippo Balestrini (1806-1877), prefecto del pensionado de Monza, que a las 3 de la madrugada iniciaba su preparacin a la comunin. Era hijo de un rico banquero milans, entra a los barnabitas slo para poder estar cerca del sagrario. Deseaba ser sacerdote, pero una enfermedad a los ojos le impeda el estudio del latn. Fratel Pierino Beria (1920), clsico sacristn, amaba cultivar el huerto y esculpir en marl crucijos y crneos. Tena una escoba para el pavimento de la iglesia, una para el presbiterio, pero sta era de un mango rojo; y as para los manteles, aquellos del tabernculo debna de ser de pura seda.
Fratel Angiolino (Angelo Perego) (18751954). Al verlo pareca un esqueleto, todo piel y huesos, con dos grandes ojos. Hablaba bajsimo y pas gran parte de la vida comunitaria como sacristn a San Barnaba. Vida hecha de silencio, de obediencia y de oracin. Se enferm gravemente. Quien le preguntaba si sufra mucho, le responda: ciertas cosas las debe de saber slo el buen Dios. Deseaba morir el 5 de julio, en honor al santo Fundador, o en un sbado, en honor a la Virgen. Y fue escuchado: muere un sbado y antes que terminase la solemne octava litrgica de San Antonio M. Zaccaria.
LOS ESTUDIANTES
Don Silvio Migliorini (1893-1918), ocial que en la Primera Guerra Mundial se ofreca siempre para la primera lnea, con este razonamiento: Nunca se sabe podra morir, si muero, espero de ir al paraso porque estoy en gracia; pero si viene elegido otro aduca a los otros ociales ms libertinos, de los cuales estaba lejos de sus mesas, comiendo el rancho de los soldados: melius est modicum iusto super divitias peccatorum multas.
Don Luigi Raineri (1895-1918) tambin l fue un ocial en la gran guerra, amaba repetir: Dame, Seor tu gracia y despus una bala en la frente. O Paraso en el cielo, o santidad en la tierra!. Muere en Crespano del Grappa el 24 noviembre 1918.
Don Cesare Oltolina (1922-1945), muy enfermo, de su lecho escriba: Jess, cuntas penas me haces gozar y luego agregaba: Seor, no me lleve luego al Paraso, haz que pueda conquistar almas para ti. Sufro mucho, pero estoy feliz. No suspiro el Paraso, porque espero que me concedas el apostolado del sufrimiento.
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Me alargues la vida Jess, pero vida en este lecho, con todos los dolores
chivo- que una dulcsima vida en virtudes, han dado a la Iglesia y a la sociedad civil una excepcional pero discreto testimonio paulino. P. Domenico Boerio, misionero de la Valtellina. Fue el mismo san Carlos Borromeo que en 1583 pide al Superior General Agostino Tornielli (1579-1585) de enviar a Chiavenna al barnabita Domenico Boerio (1548ca.-1601), despus recordado como el apstol de la Valtellina, junto al jesuita P. Adorno y al oblato P. Grattarola. Tanta espera de la comunidad catlica, se encontraron con la hostilidad del Comisario de gobierno, protestante, que les obliga a regresar a Miln. Boerio no se dio por vencido, y continu regresando all, sobre todo a Poschiavo, iniciando una vida aventurera y peligrosa debiendo incluso desaar el juicio de la dieta de Coira sobre la cual se dan luces en sus bellas cartas enviadas al mismo Arzobispo de Miln (Revisar Eco 2-2010) P. Giacomo Berna (1500-1576), muerto asistiendo a los apestados
LOS PADRES
P. Paolo Molteni (1882-) por treinta aos vive con el cuerpo marcado por las heridas que sufri por el estallido de una bomba en guerra; pierde los brazos, un ojo y le siguen numerosas enfermedades. Pero siempre era sereno, de una gran profundidad espiritual, era muy buscado como director de conciencia, y en la escuela enseaba qumica y matemtica
P. Domenico Boerio. En este ao sacerdotal que ya ha pasado (19 junio 2010) y al inicio de las celebraciones al Cuarto centenario de la canonizacin de San Carlos Borromeo ocurrida el 1610, y ms all de las celebraciones de barnabitas destacados por fama de santidad y de ciencia, o de dignidad cardenalicia y episcopal, es deber nuestro homenajear a todos los volpi infangate de la historia de la Orden muchos an de buscar en los recovecos de un ar-
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nio mientras le hace entrega de las Constituciones latinas de 1579. La frase que en l se lee es intencionalmente vaga: Quicumque hanc regulam secuti fuerint (a quien quiera seguir esta Regla, paz sobre l y misericordia; cf. Galati 6), mientras en la segunda pgina destaca la cruz del escudo barnabita. La cruz y los santos barnabitas. Particular de un cuadro del 1617 (Campi o Crespi), que adems de representar al p. Giovanni Antonio Mazenta Superior General desde el 1612 a 1618, muestra a san Pablo, con la espada, y a los pies el libro con las cartas y las cadenas; San Carlos Borromeo con la aureola, y san Alejandro Sauli, con la aureola alrededor de la cabeza (sin ser an beaticado), y a los pies, la mitra pastoral con el escudo de los barnabitas y el nombre (Eco dei Barnabiti, pp.149-150, 4-5 agosto-octubre 1969) Regresando a la primera imagen del Siervo de Dios, sta es, pues, la primera imagen del Siervo de Dios, impresa en tiempos del cardenal Federico Borromeo, que era muy rgido en estas cosas, y pone en claro el Cor Antonii Cor Pauli. Ilustrada por Gabuzio, y lista ya desde el ao 1612 segn Bonelli y el P. Secco, pone en relieve en su marco, siete escudetes que relatan la vida del Santo: rodeando San Pablo, toda su vida sacerdotal, a la escuela de su mam; institucin de los Barnabitas; el xtasis, oracin y caridad; ngeles en la Primera Misa; la fuga del demonio; la conversin del joven; la santa muerte, presente San Pablo quien predijo su fallecimiento. Cabe subrayar el cuadro que representa a Antonio que expulsa un demonio desde una casa particular, retomando el relato de la Anglica Annima: Expuls desde una casa por medio del signo de la santa cruz y con la invocacin de la ayuda divina visiblemente un demonio que la infestaba, y acosaba y turbaba mucho a sus moradores.
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Es la nica referencia al apostolado de los laicos, la santicacin de los casados especialmente a travs del instrumento de las collaciones, que respondan a su fundamental conviccin: el verdadero cristiano no slo debe ganar para s, sino tambin para los dems. A su vez, los Casados habran contagiado a su familia, a su servidumbre, a su propio ambiente profesional, social ciudadano, produciendo una renovacin de la entera christianitas. Despus de haberlos introducido en Cremona y en Miln, hizo otro tanto tambin en Vicenza, conversin de Tito Alessi. Importante subrayar la prudencia del Fundador y de nuestros primeros Padres: cuando se dedicaban a la reforma de Institutos tpicamente religiosos siempre enviaban a dos o ms anglicas, mientras que en la reforma de las Convertite (Vicenza, Ferrara, Milano con las Remisse), enviaban una anglica con dos o tres mujeres, pertenecientes al grupo de los Casados o del squito de la Condesa Torelli. De hecho, a propsito de Vicenza, la anglica Sfrondati dej escrito: Adems de la renovacin del monasterio, que se encontraba en gran ruina espiritual y temporal, hizo squito un admirable provecho de los nobles de la ciudad, de uno y otro sexo, que se les acercaban (es decir, a los paulinos) y haca vida comn con ellos, con frecuencia de los SS. Sacramentos, menosprecio de las vanidades y renovacin en sus familias, haciendo juntos collaciones espirituales muy tiles, entregndose a obras pas con grande edicacin de esa ciudad. Pero, sobre todo, la anglica Sfondrati arma: en las que se atenda la reforma de sus propias casas , he aqu el cuadro! Es lo mismo que Antonio Mara ya llevaba a cabo en Miln an antes que en Vicenza. A este propsito, el P. Tornielli arma: Ni solamente atenda a los susodichos clrigos, mas todava, al haber instituido una compaa de gentilhombres casados
que en determinados tiempos se juntaban, a ellos tambin los entrenaba en obras virtuosas y pas.
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de 1554, para dar vida, con los Jesutas, al Colegio de la Guastalla; 3) la anglica Paola Antonia Negri, divina madre as escribe la anglica Negri al marqus dal Vasto Tenis a la seora marquesa de nimo tan cristiano que os ser de gran ayuda en el camino de Dios y os har compaa, sta es una muy grande dicha ; y despus es metida en una crcel de por vida, en un forzoso exilio en santa Clara lejos del monasterio de San Pablo converso.
La Historia no se hace con los si, pero la Orden sera distinta si Antonio M. hubiera tenido el tiempo para manifestarse plenamente, de hacer lo que hicieron para sus propias familias religiosas y para la Iglesia por ejemplo San Ignacio de Loyola, San Pablo de la Cruz, San Felipe Neri, San Juan Bosco, etc. Tambin la historia de nuestros orgenes hubiera sido distinta. Antonio M., al morir as de prematuramente, por lo menos tuvo la suerte de no ver desmoronarse sus sueos, como las personas con las que los haba compartido. De ma-
Qu puede decirse de la sangra de barnabitas, laicos e anglicas despus de la intervencin del Visitador apostlico? Qu puede decirse de la intervencin de San Carlos Borromeo y las nuevas Constituciones? Qu puede decirse del hecho que Antonio Mara esper ms de cuatro siglos antes de ser canonizado el 27 de mayo de 1897? Muchas preguntas. De aqu el primer aspecto histrico que corresponde tener presente. Padres, no hay ms que uno: San Antonio Mara Zaccaria, fundador de los Barnabitas. Sin embargo, Antonio Mara muri muy pronto. P. Pietro Gazzola (1856-1915) repeta justamente que los Barnabitas hemos patito a balia, es decir hemos sufrido siendo nios, hemos quedado hurfanos de nuestro Padre Santo. Pero, es hacia l que tenemos que mirar!, porque si es verdad que junto con l (los as llamados cofundadores Morigia y Ferrari) y despus de l, pienso sobre todo en San Alejandro Sauli (1534-1592), Cosme Dossena (1548-1620), Carlos Bascap (1550-1615) y tantos otros, han dejado una huella imborrable, el mismo San Pablo en su carta a los Corintios (1 Cor 4,15) nos recuerda que Podran pues tener incluso diez mil pedagogos en Cristo, pero seguramente no muchos padres, porque he sido yo el que los ha engendrado en Cristo Jess, por medio del evangelio!. Por lo tanto, el Padre es slo uno. Se llama Antonio M. Zaccaria.
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nera particular con dos mujeres: 1) la condesa de Guastalla Ludovica Torelli 2) la Anglica Paola Antonia Negri. Empecemos por ellas, por las mujeres que fueron tan cercanas a la vida de Antonio M., a sus ideales, a su apostolado, a su sacerdocio. Mas lo hacemos a travs de los ojos de San Pablo.
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En los Superiores se vea al mismo Cristo, de aqu que con ellos se hablara slo de rodillas o pidiendo antes y despus la bendicin (esta costumbre qued entre los Barnabitas y las Anglicas hasta el Concilio Vaticano II). La democracia y la igualdad eran perfectas (tanto las Reglas de los Barnabitas como las de las Anglicas tenan un mismo captulo: De aequalitate. Todo era en comn: los trajes (despus de lavados se distribuan a quienquiera; nica consideracin: la talla), as como los objetos de devocin (intercambiaban sus propios rosarios y crucijos). Pero, sobre todo se pona en comn lo que uno era interiormente (era parte del voto de pobreza) de aqu la direccin espiritual capitular, en la que la anglica ubicada en el medio era ayudada en su camino interior con consejos y terapias escritas en hojas. Nadie se escapaba de este captulo. El Captulo era el rgano soberano; la profesin religiosa se llevaba a cabo considerando no la llegada de los trminos prescritos, sino la decisin del Captulo. Comunidades abiertas tambin a las viudas, a las damas, es decir, al tercer colegio, los laicos, quienes tambin participaban en el captulo junto con los Padres, y sus votos tenan el mismo valor que los dems. Direccin espiritual recproca entre barnabitas y anglicas, y eso jams origin desorden. La clausura estaba limitada al mbito material del monasterio, del que podan salir por motivos razonables o pastorales. Cmo denir, pues, el sacerdocio de Antonio Mara? Como el mismo lo ha denido: sacerdote de Pablo apstol. Es decir, un sacerdocio a la insignia de San Pablo Apstol, es decir de la apostolicidad entendida como un reencontrarse en Cristo. El sacerdocio para Antonio Mara? Vivir (reforma de s mismo) y hacer vivir en (reforma del prjimo). He aqu el Espritu vivo, pero no slo de palabra, sino con el ejemplo de la vida. Por lo tanto, el sacerdocio de Antonio es un sacerdocio apostlico, mejor proftico, que tiende a construir el Reino de Dios en la tierra. Reino de Dios entendido como
conformado por todos, hombres y mujeres, clrigos y laicos, unidos en Cristo Jess. Nace una nueva eclesiologa, que contempla la accin de los laicos y el papel proftico de las mujeres; nace as la Orden de los Barnabitas que en sus orgenes persegua esta unidad en Cristo, tanto en relacin con las mujeres, como con los laicos. He aqu los tres colegios, he aqu las estrechsimas e intercambiables relaciones entre barnabitas, anglicas, laicos: una sola familia, una sola cosa en Cristo Jess. ste era el sueo sacerdotal de Antonio: una iglesia viva, distinta, ms all de su estructura jerrquica, en donde poder vivir juntos hacia la perfeccin, consagrados y no, en Cristo. Una apuesta que sabemos perdida, al menos en el siglo XVI! A la luz de esto entonces empezamos a comprender muchas cosas: cmo en el tiempo de la ruidosa reforma protestante y en el brillo del arte renacentista, Antonio Mara aparezca como distrado y lejano. Leyendo sus escritos, parece sordo a todo esto, al arte igual que a las herejas. Parece estar fuera del mundo, insensible a su presente. No escribe libros, no despierta polmicas, no viaja sino para ir unos pocos das a Vicenza, no sermonea mucho y quizs ni siquiera bien. Era simplemente un apstol de la segunda hora, como Pablo, es decir de quien vive y quiere hacer vivir en Cristo. Aqu est: sa-
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cerdote de Pablo apstol. No tena tanto la intencin de fundar una Orden religiosa, como por otro lado tampoco la tena la Torelli, cuanto pone en marcha una autoreforma interna a la Iglesia. A propsito de la condesa Torelli: Las Memorias de la Anglica Annima dicen expresamente, cuando se quera que la condesa entrara a la clausura: Eso disgusta a la Seora Condesa, porque desde un principio su intencin no fue la de levantar un monasterio, sino un lugar como el de la Guastalla. El Cardenal Alejandro Farnesio escriba al nuncio de Venecia Juan de la Casa, con fecha del 10 de enero de 1545, de persuadirla y amonestarla de no querer, como mujer, seguir por ese camino e ir por ciudades y pueblos. Roma tema pues nuevas fundaciones de la que entonces era llamada la secta de los Guastallini. Sin embargo, la Condesa no haca otra cosa sino permanecer el al carisma recibido de parte de fray Bautista de Crema, ya en olor de hereja, por el cual la maternidad espiritual era una obligacin religiosa y una comprobacin de la genuina vocacin paulina y del grado de perfeccin espiritual alcanzado; surge espontnea la necesidad, cito: de pescar las almas. Y cito todava: De da predicaba [Antonio Zaccaria] y [la Torelli con l] en las pblicas plazas a la gente menuda del rigor del juicio nal En la tarde, en las casas particulares a los ms destacados ciudadanos [predicaba] acerca de la vanidad de las cosas mundanas, de la belleza de las virtudes, del conocimiento de las cosas celestiales... predicaba a Jess y a Jess crucicado, y crucicado por nuestros pecados , hasta tal punto de comparar a Antonio M. y a la Torelli a esas grandes lumbreras de la Iglesia de Dios Francisco y Clara. Haba entendido qu era ms importante: para comunicar a Cristo es menester vivir con l. En Cristo est la vida nueva, el fervor espiritual, la reforma. Cul era pues el anhelo de su ser sacerdote? Formar las almas en Cris-
to: donec formetur Christus (Gal 4.19): formado Cristo en ustedes. Su contrasea siempre era la misma: Jess Crucicado, palabra que est escrita al inicio de cada una de sus cartas. De aqu su gran enemigo: la tibieza (ver la ltima carta del 20 de junio de 1539, escrita a Omodei y Laura): pestfera y mayor enemiga de Cristo Crucicado. Por qu enemiga? Porque tiene el alma alejada de Dios, la separa del Amado. He aqu la invitacin a las Anglicas: pronto anunciarn la salvacin del espritu y el espritu vivo dondequiera. Espritu vivo, de fuego, que funde las almas y los cuerpos en el amor de Cristo. Es decir, el espritu del evangelio, esto es, ya no existe diferencia ninguna en Cristo Jess. Las Memorias de la Anglica Annima nos hablan de l y dicen que stas eran sus mismas palabras: Por amor del Crucijo; por imitacin del Crucijo; y stos eran los trminos que iban por casa: El amor del Crucijo, Para imitar el Crucijo, pues, abracemos los oprobios. Es decir, asimilar los sentimientos de Cristo tanto como para reproducir sus gestas: he aqu el eslogan de la Anglicas gastarse por las almas, as como el odio para con la tibieza (la traicin para un enamorado, tal como debe ser el religioso), y mantener siempre viva la llama del fervor. Las Memorias de la Anglica Annima, evidencian precisamente esto: Y con gran satisfaccin trabajaba para entregar ptimos principios de virtud, morticacin y santa observancia a stos retoos, tanto que rehus el cargo de Preposto en su Congregacin, para atender con mayor diligencia al cuidado de estas vrgenes, llamadas precisamente con el nombre de Anglicas, por privilegio y concesin del Sumo Pontce. Acerca de su apostolado, siempre las Memorias de la Anglica Annima arman: Era muy ardiente su celo por el honor de Dios y la
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salud de las almas, y ecaz en promover la conversin de los errantes y pecadores. La caracterstica de la devocin era el CrucijoEucarista, es decir presentados como unidad, incluso fundidos entre ellos. He aqu el porqu el Fundador llamaba a la Eucarista el Crucijo vivo. Visin tpicamente paulina. Un mensaje revolucionario, que decidi el aplastamiento de la experiencia de los primeros paulinos. Ese encontrar a nobles y plebeyos juntos, ricos y pobres, personas de alta alcurnia y galopines, unidos en la bsqueda de la perfeccin, que es la unin con Cristo, abandonando todos sus privilegios y honores, es una amenaza social y poltica, adems de fuente de suspicacia eclesial por temor a desviaciones herticas. Esto se veric con Bando del territorio de la Serensima. Vivir libres en Cristo era fuente de miedo para la sociedad y la Iglesia.
Cardenal Segismundo Gerdil (Samons 1718-1802 Roma) Hacia nales de 1799 sali rumbo a Venecia, en donde se tena el cnclave para buscar al sucesor de Po VI. Ya tena 82 aos y en su viaje, pasando por las casas de la Orden, los cohermanos lo veneraron como una reliquia. A pesar de ser mayor, ocurri que en cnclave casi todos los cardenales pensaron en l. Sin embargo se opusieron las voluntades polticas del gobierno austraco, contrario a Francia, a la que Gerdil perteneca por nacimiento. El cardenal Hertzan, portavoz de Austria en el Cnclave, fue contactado por el cardenal Antonelli para discutir acerca del asunto. Durante dos horas Gerdil fue Papa, mas despus del coloquio dijo que tena el veto del Emperador. El Cnclave eligi despus a Po VII. Gerdil lo sigui a Roma y tuvo todava la fuerza de escribir en contra del Regalismo. Muri un 12 de agosto de 1802. El Papa en persona bendijo su cuerpo que fue enterrado en San Carlos ai Catinari.
Cardenal Francisco Luis Fontana (Casalmaggiore 1750-1822 Roma) El Cardenal Fontana sufri mucho por la Iglesia. El 6 de julio de 1809 con mucha violencia Po VII fue deportado a Francia. Fontana era demasiado conocido, y la noche del 12 de agosto la tranquilidad de S. Carlos fue turbada por la irrupcin de gendarmes que llegados a la habitacin del General le ordenaron emprender viaje rumbo a Pars dentro de 24 horas. Un viaje penoso de 36 das, debido al maltrato sufrido de parte de los gendarmes que lo escoltaban. En el exilio, fue obligado a vestir trajes civiles. Fue escuchado por el Ministro de Cultos y despus se encontr cara a cara con Napolen: el hombre ms poderoso del mundo. La audiencia fue muy larga y Napolen, como era su costumbre, habl con tono subido y astutamente
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desconectado; Fontana mantuvo la calma y actu con prudencia. Napolen quera que fuera a Savona para doblegar el nimo del Papa a sus deseos. Tambin el Cardenal Fesch intent convencerlo, pero Fontana fue inquebrantable, tanto que hizo enojar a Napolen quien grit: Me doy cuenta muy bien que ste es enemigo declarado de Francia: pues bien, jams saldr de mis estados. Finalmente, derrotado Napolen, fue liberado y volvi a Italia, a Monza precisamente, para encontrar un poco de tranquilidad. Pero el Papa quiso que enseguida fuera a Roma, donde form parte de nada menos que cuatro congregaciones. Poco despus segua al Papa a Gnova, debido a la invasin del ejrcito napolitano. Vuelta la tranquilidad, volvieron a Roma y el Papa nombr a Fontana Cardenal del ttulo de Santa Mara sobre Minerva, en el Consistorio del 8 de marzo de 1816. Premio por tantos sufrimientos. Pero los barnabitas no queran perderlo y pidieron y obtuvieron del Papa que quedara como General de la Orden. Sin embargo, despus de pocos aos falleci un 19 de marzo de 1822. Fue sepultado en San Carlo.
Cardinal Luigi Bilio (Alejandra 1826-1884 Roma) Los barnabitas lo nombraron asistente del P. General y Po IX lo quiso consultor, primero del S. Ocio y despus de la Congregacin del ndice. Fue precisamente en este tiempo que trabaj en torno al Slabo y se dice que l mismo lo compuso. Se hablaba tambin de un Concilio y en mayo de 1866 el Papa decret que recibiera el capelo cardenalicio, cuando Bilio slo contaba con 44 aos. La noticia lo asust, fue donde Po IX y le dijo: est el famoso p. Vercellone, cultor de ciencias bblicas, por qu no a l? Po IX sonriendo le contest que ya le haba ofrecido el capelo a Vercellone quien, sin embargo, le haba contestado: No, Santo Padre, est el padre Bilio; es joven y tiene mucha capacidad, de este modo l podr en-
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tregar a Vuestra Santidad servicios que yo, anciano, no estara en condiciones de hacer. Admirable muestra de humildad! Bilio tuvo que ceder. Acept esperando que el cargo no cambiara jams su corazn. Sin embargo, en el concilio de 1870 la gura de Bilio fue enorme, particip dirigiendo las discusiones y redactando los decretos. Le toc enfrentar el tema de la infalibilidad ponticia. Fue un gran cardenal pero tambin un gran obispo de su dicesis la pobre regin de Sabina, cerca de Roma durante 10 aos. La am, hizo muchas visitas pastorales tanto que se le llam el San Carlos de Sabina, an continuando en el trabajo de las congregaciones romanas.
la espiritualidad del sacerdote barnabita. Muchas son las referencias al corazn en los escritos de San Antonio M. Zaccaria.
Pequeo TEST:
Simples y rectos de corazn (Carta Planten sobre mi corazn (Carta Corazn generoso de desear a Cristo(Carta Trapassano i cuori negli interiori midolla (Carta Altrove non il cuore nostro (Carta Il cuore nostro che col vostro cuore (Carta Ha sembrado y sembrar en sus corazones (Carta Escrito en papel pero no en sus corazones (Carta Interroga a tu corazn y l te responder (Sermn Preparar mi corazn a Dios (Sermn Haz que el corazn adorne el templo de Dios (Sermn
CORAZONES DE FUEGO
La devocin al Sagrado Corazn, representa uno de los aspectos ms importantes de
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Por su bondad encienda mi corazn (Sermn Vuelve a abrir tu corazn a la gracia (Sermn Habitar en la celda de tu corazn (Constituciones Abrir completamente el corazn al Maestro (Constituciones T eres de corazn y alma grande (Constituciones Sean entonces de un grandsimo corazn (Constituciones El p. Egidio Caspani, en 1922, en ocasin del quincuagsimo aniversario de la consagracin de los Barnabitas al Sagrado Corazn, publica un libro de memorias domsticas, con el ttulo I Barnabiti e il S. Cuore.
nas que una esposa de Cristo deba: saciarse slo del sacratsimo costado abierto En 1748, con el joven udins Giovanni Percoto, al tiempo estudiante de losofa, la devocin al Sagrado Corazn, asume un perl denitivo en la Orden. Ya exista, de hecho nunca Percoto buscara devociones extraas a la Congregacin; en este sentido haba escrito cuando era un joven novicio: sin buscar extraas devociones peregrinas y de ejercicios no atingentes al Instituto. Si ya estaba la devocin, lo era en un modo discreto, en lo referente a la devocin del Sagrado Corazn era combatida por los jansenistas. Siempre escribe Percoto: Cierto que no debemos de dejar de preocuparnos de ciertas cosas efmeras; pero cuando se trata de los Sagrados Corazones (Jess y Mara), querido hermano, no tememos de preocuparnos Yo conozco la verdad de esta mxima: Deseo de estar oculto a los ojos del mundo y no mostrarse. Quien mejor ha comprendido esta doctrina ha sido la Venerable Margherita Alacoque. Pero cuando se trata de este Divino Corazn, ella se ha dado cuenta? Qu ha dicho y hecho o no? Cuando Dios nos invita a actuar de igual forma, por qu resistirnos? Actuamos no para destacarnos, sino que para agradar a Dios. Esos son los sentimientos de los hombres sabios y prudentes con los cuales me he abierto a esta persona(Cf. Bullettin des Enfants du Sacr Coeur, 1896). En una hojita autgrafa, compuesta cuando era un joven estudiante, Percoto renovaba sus fervientes propsitos de santidad: ofreceremos una parte del rosario, una disciplina, dos meses, dos comuniones, cien actos de virtud a SS. Corazones de Jess () y lo mismo a aquel de Mara por medio de San Jos, pidindole obtener una verdadera sumisin a las disposiciones divinas: prometiendo hacer lo mismo en accin de gracias.
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Percoto quiere escribir un libro donde resume el sentido y las prcticas de tales devociones. El as llamado Libro de oro. Se aconsej con p. Gian Francesco Marinoni y luego fue ayudado por p. Giuseppe Rusca. El libro fue publicado en Bologna en 1752 con el ttulo: Devocin al Sagrado Corazn As escriba siempre Percoto al novicio don Costante Madrisio, de Bologna el 6 de abril 1751: La paz de que gozan los verdaderos religiosos sobrepasa cada sentimiento; si no estn llenos, pero no se sabra describir. Busca de todas forma esta paz en el dulcsimo Corazn de Jess, yo quiero decir en un amor ardiente, en una adoracin constante de este dulcsimo Corazn. Cunto sern felices progresando en esta excelente prctica! Y cunto agradecern a Dios por habrselas dado! Gozarn de ello durante su vida y en la hora de la muerte . En S. Alessandro, por primera vez, Percoto uni el ardiente amor al S. Corazn a la irresistible fascinacin de la evangelizacin en las lejanas tierras de misin: Grande ha sido la alegra y el regocijo que he probado del padre Curioni las fatigas de los Reverendos Padres misioneros . Con estos nobles sentimientos, bien custodiados en lo profundo de su alma, se dirigi a Bologna para iniciar el estudio de la Teologa, sin olvidarse de su gran amor. -Les dejo (escribiendo siempre Percoto al hermano Niccol) en el S. Corazn de Jess, donde est el tiempo para estar ms que nunca unidos a este amorossimo horno de amor y continuando el camino de la perfeccin evanglica: Es verdad, es una mxima cierta el procurar estar escondido a los ojos del mundo, y de no hacerse distinguir; y quin mejor nos lo ensea esta doctrina de V. Margherita M. Alacoque? Les enviar si puedo, las oraciones o particularmente las imgenes de estos SS. Corazones . Y meses ms tarde, agrega Unin del dulcsimo Corazn de Jess, oh querido hermano, y aqu encontrars todo ms fcil, te dar la prc-
tica de toda virtud, fcil de conservar el fervor. Feliz quien verdaderamente sabe vivir en este dulcsimo espacio, pidamos que nos conceda esta singularsima gracia. Viva Jess Luego ir a las misiones en los reinos de Ava y Peg. En el estudiantado de S. Alessandro en Miln, fue introducida la primera esta privada del S. Corazn. La describe las Actas de la casa del 25 de junio de 1752: El altar haba sido muy bien adornado, y sobre l se expona la imagen del Divino Corazn. Eran en el lugar muchos padres de nuestro Colegio y algunos del Colegio de S. Barnaba. Don Idelfonso Grasselli, profeso nuestro, estudiante de losofa, tiene un copioso discurso sobre la riqusima fuente y dulcsima del amor divino que se debe provocar en nosotros. Luego el culto al Sagrado Corazn se difunde a San Barnaba, a Monza, a Bologna, a Macerata, y en cada lugar en donde se encontrasen los Barnabitas, gracias al p. Innocente Gobio, Alessandro Teppa, el Cardenal Granniello, etc. En el Captulo General de 1767 se solicita la posibilidad de la Misa y del Ocio al Sagrado Corazn, y mediante el decreto del 12 de mayo de 1767 viene concedido para satisfacer la gran devocin existente en sus relaciones entre los Barnabitas. A los jansenistas, que decan que se renda culto slo al msculo del corazn, les responde la bula Auctorem Fidei del 28 agosto 1794, inspirada y redactada por nuestro cardenal Gerdil. El 15 septiembre 1805 se iniciaba solemnemente en la iglesia de S. Carlo ai Catinari el culto al S. Corazn, siendo expuesta la imagen que hoy se encuentra en el altar de San Biagio. Altsima la frecuencia del pueblo y de los Barnabitas devotsimos al S. Corazn, como el cardenal Lambruschini, o Cadolini, Obispo de Cesena.
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Un gran propagador del culto ser el p. Donato Maresca, que conociendo el Apostolado de la Oracin, instituido por los jesutas en 1844, se contacta con el p. Ramire, s.j., obteniendo de l en 1864 la autorizacin a publicar la traduccin de El Mensajero del S. Corazn en Italia (luego volver a los jesutas), queriendo adems de iniciar la construccin de un santuario dedicado al S. Corazn (en va Marsala). Luego la consagracin de los barnabitas al S. Corazn por obra del p. General Giuseppe Albini el 14 enero 1872,unindose en ese mismo da todas las casas barnabitas dispersas en el mundo. Agrade al piadossimo Redentor nuestro de acoger en olor de santidad este humilde tributo de nuestra servitud y de acercarnos a todos a su amorossimo corazn, con tal de llegar a ser una cosa en l, como l es en el Padre y el Padre en l. Que formando en todos nosotros un solo corazn y una sola alma, seamos unidos y cercanos en un mismo espritu de viva fe y de paciente obra caritativa, trabajando sin descansar por su amor a la santicacin de nosotros mismos y de la almas que l tanto am y a un alto precio redime de la culpa. Y ser este homenaje a l muy agradable y el mayor signo de la verdadera devocin nuestra a su amabilsimo Corazn. Los barnabitas franceses se consagrarn al S. Corazn el 14 de abril de 1876. Gracias tambin al p. Vitale, la devocin al S. Corazn entre los barnabitas durante la Primera Guerra Mundial y la juventud barnabtica, hasta hoy.
CENTRALIDAD DE CRISTO
Conducir a Cristo toda cosa implcita y explcitamente Dialogar con Cristo con conanza Dar a comprender el rol central de Cristo como novedad del Cristianismo Espritu de unidad que tiene a Cristo como fundamento Combate espiritual Vigilancia continua, personal y comunitaria, sobre uno mismo y los hermanos. Formacin permanente Esfuerzo cotidiano de ascesis Lucha contra la tibieza Ir al fondo de las cosas Ser servidores de la verdad No hacer las cosas por hbito
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Evangelizacin de los que estn lejos Atencin a los ms pobres y a los necesitados Dilogo con los no creyentes Ecumenismo Espritu misionero. La ganancia de Dios
A tal punto que el amor por el otro, por el prjimo, viene antes que el amor propio, como arma en la Carta 5: Otra ha perdido a s misma totalmente, no mirando sino al prjimo, posponiendo toda utilidad, creyendo de ser una gran ganancia, si slo buscas ganar en otros, slo sirviendo en discrecin y madurez continua en sus procederes (en su actuar) . En la Carta X Antonio Mara insiste sobre este concepto, hasta recordndoselo a Soresina: No dejes de ganar a los otros. Nosotros debemos ser amantes de la ganancia del prjimo (Carta X). Entonces, segn la enseanza de nuestro Fundador, en nuestra vida debemos balancear estas dos tendencias a la ganancia personal y a la del prjimo, lo dice de hecho en la IX Carta: Mira [la Negri] que nunca en reposo se detiene, que no ganars para ti y los dems algo nuevo. No es quizs aquello que deseaba decir Jess, cuando invitaba a hacerse de un tesoro en el cielo?
El dilogo con todos es un tpico argumento paulino. Pero no es un dilogo vaco, un hablar al viento, un hablar ligero, para Antonio Mara dilogo signica ganancia. Recordemos la carta sexta del Fundador, cuando dice: Ganen en ustedes y en los otros. Antonio retoma un trmino evanglico, usado por Jess literalmente en la parbola de los talentos Mt 25, 1622 y en manera gurada en Mt 8,36: ganen el mundo entero. E incluso en Mt 18,15: Haz ganado a un hermano . Incluso San Pablo usa el trmino ganancia: en forma negativa: Fil 3,7: Aquello que podra ser una ganancia, lo he considerado una prdida en el nombre de Cristo En forma positiva: Fil 1,21: Para m el vivir es Cristo y el morir es una ganancia . En forma superlativa referida a Dios: Fil 3,8: He dejado todo de lado y las considero intiles al n de poder ganar a Cristo . En forma superlativa referida al prjimo: 1 Cor 9,19-22: donde ganar es sinnimo de salvar. De aqu que Antonio Mara retoma en varias ocasiones la voluntad de ganar en s, pero tambin en los dems. Para s: Carta 5: Les pido de hacer el todo para acontentarme, a n que, cuando venga, les encuentre con una ganancia . Carta 6: Sus cosas pasarn con una gran ganancia . En los dems: Carta 6: Deseara que [ cada uno coloca su nombre ] se asemejasen a m: que no slo busquen de ganar en l lo que sera poca cosa- sino que ganase tambin en los otros .
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verit (2 Cor 6,7; cfr 4,2; 7,14; 13,8; Gal 2,14, Rm 15,8) Con la potenza di Dio (2 Cor 6,7) Onorato (Fil 4,8) Giusto (Fil 4,8; cfr Rm 3,10; 5,7; Fil 1,7) Nobile (Fil 4,8) Amabile (Fil 4,8) Degno di lode (Fil 4,8; cfr 2 Cor 8,18; Fil 1,18, Rm 13,3 Vedi ringraziamento
Catlogo de los vicios Idolatria (1 Cor 5,10ss; 6,9; Gal 5,20; cfr 1 Cor 10,14.19; Rm 1,20-25) Nemici di Dio (Rm 1,30) Stregoneria (Gal 5,20) Malvagit, malizia 8Rm 1,29; cfr 1 Ts 5,22; 1 Cor 5,8.13; 14,20; Rm 12,9 Ingiustizia (Rm 1,29; cfr. 1,18; 2,8; 3,15; 6,13; 9,14; 1 Cor 13,6) Inventori di male (Rm 1,30) Cupidigia (Rm 1,29) Disumanit, mancanza di sentimenti (Rm 1,31) Mancanza di misericordia (Rm 1,31) Arroganza (2 Cor 12,20; Rm 1,30) Insolenza Rm 1,30 Egoismo, prevaricazione (2 Cor 12,20; Gal 5,20; cfr Fil 1,17; 2,3; Rm 2,8) Stoltezza Rm 1,31 Invidia Gal 5,21; Rm 1,29; cfr Gal 5,26; Fil 1,15 Gelosia (2 Cor 12,20, Gal 5,20, Rm 13,13; cfr 1 Cor 3,3; 13,4; Gal 4,17 Inganno (Rm 1,29, 1 Ts 2,3; 2 Cor 4,2; 11,13; 12,16; Rm3,13 Avarizia (1 Cor 5,10ss; 6,10; Rm 1,29; cfr 1 Ts 2,5; 4,6; 2 Cor 7,2; 12,17ss) Maldicenza (1 Cor 5,11, 6,10; cfr 1 Ts 5,14; 1 Cor 4,12) Calunnia (2 Cor 12,20; Rm 1,30) Diffamazione (2 Cor 12,20; Rm 1,30) Disobbedienza ai genitori (Rm 1,30) Contese (2 Cor 12,20; Gal 5,20; Rm 1,29; 13,13; cfr 1 Cor 1,111; 3,3; Fil 1,15)
Dissensi (Gal 5,20; cfr Rm 16,17) Divisione (Gal 5,20; cfr 1 Cor 6,1-8; 11,19) Ribellione, disordini (2 Cor 12,20; cfr 1 Cor 14,33; 2 Cor 6,5) Immoralit sessuale (1 Cor 5,10ss; 6,9; 2 Cor 12,21; Gal 5,19; cfr 1 Ts 4,3; 1 Cor 5,1-13; 6,9-18; 7,2; 10,8) Impurit (2 Cor 12,21; Gal 5,19; cfr 1 Ts 2,3; 4,7; 1 Cor 7,14; 2 Cor 6,17; Rm 1,24; 6,19). Fornicazione (1 Cor 6,9; 2 Cor 12,21; cfr 1 Cor 6,12-20; 7,2) Adulterio (1 Cor 6,9; cfr. Rm 2,22; 7,3; 13,9) Dissolutezza 2 Cor 12,21; Gal 5,19; Rm 13,13 Gozzoviglie (Rm 13,13) Omosessualit (1 Cor 6,9; cfr. Rm 1,2428) Rapine (1 Cor 6,10; cfr Rm 2,21; 13,9) Ubriachezza (1 Cor 5,11; 6,10; Gal 5,21; Rm 13,13; cfr 1 Ts 5,7 Smoderatezze (Gal 5,21; Rm 13,13) Omicidio (Rm 1,29; cfr 13,9)
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te dei vostri connazionali come loro da parte dei Giudei, i quali hanno perno messo a morte il Signore Ges e i profeti e anno perseguitato anche noi; essi non piacciono a Dio e sono nemici degli uomini, impedendo a noi di predicare ai pagani perch possano essere salvati En sntesis, Pablo habla de la imitacin de s en todas sus cartas, excepto en la de Romanos (que no la hemos conocido an) y en la de Filemn (slo una idea vaga). Por lo tanto Pablo llama a los cristianos a imitarlo en su imitacin de Cristo. Para Antonio M. Zaccaria, fue este desafo que acoge, en la V Carta del 26 de mayo de 1537, hablando a sus seguidores deseoso de amar y sufrir por Cristo, escribe que un da, por esto harn de la envidia del divino Pablo. Y en la Carta X del 11 de junio de 1539, antes de morir, escribe: Les prometo que el Crucicado les colocar en tal grado de perfeccin que de los Hijos de san Pablo (as eran llamados los primeros barnabitas) les tendrn santa envidia. Vir evangelicus: humildad y fuerza de voluntad! Ellos, de hecho, centran su vida en Cristo y subordinan cualquier cosa dicha o hecha de ser imitada; en particular la imitacin de Cristo en sus sufrimientos. Es ms, cual siervo de Cristo, busca de agradar a todos (todo en todos) y de conquistar a todos al Evangelio. De modo especial los lejanos, los picadores. Cada uno debe identicarse en la debilidad de Pablo. A los cristianos se les da la unin de s mismos y de las propias debilidades a la muerte de Cristo y de experimentar la fuerza de su resurreccin en la propia vida. ste es el signo de esperanza. Mi vida es Cristo. En la carta a los Filipenses, 1,29, Pablo pide la gracia de no slo creer en Cristo, sino que tambin sufrir por l. Pero cuntos de los modernos Barnabitas podran repetir con since-
ridad y persuasin estas palabras de San Pablo? Es menester retornar a su enseanza, retomada por S. Antonio M. Zaccaria: 1) meditacin 2) oracin 3) el sacricio del combate No es Reza y trabaja (ora et labora) sino reza y sacrifcate por Cristo.
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Pablo ha dejado huella en nuestra civilizacin por medio de sus escritos, las Cartas, y su aporte fundamental a la difusin del cristianismo en el mundo hasta ahora conocido
verbios se lee: hay compaas que te llevan a la ruina, pero tambin amigos ms cercanos como un hermano (Pr 18,24). Esto porque la caridad dice Pablo anima a la amistad porque sin ella pronto llega a ser odiosa y poco a poco se pierde. Es la caridad que conecta los corazones y obra la presencia de Dios: In medio eorum sum.
Lleno de esta virtud estuvo S. Pablo. Cito slo un pasaje, el de 2 Cor. 2,2: Perch se io rattristo voi, chi mi rallegrer se non colui che stato da me rattristato?.
La amistad cristiana, basada en la afabilidad y conversacin virtuosa, es como una ctara bien anada. Su centro podra ser: Omnibus omnia (todo a todos). 1 Cor 9,22: me he hecho todo en todos para salvarlos a todos .
gua, muchos santos y rdenes monsticas le daban una gran devocin, pero los primeros en asumir cannicamente su nombre, es decir llegar a ser totalmente sus hijos, y tomar en mano una bandera y enarbolarla en la Iglesia, en otras palabras constituir una compaa, la compaa de S. Pablo (ms tarde con los jesutas tendremos la Compaa de Jess), como se llamaba originalmente, constituyndose en su ejrcito el. Antonio M. escribe: Ya que hemos elegido como padre y gua a un gran apstol y nos gloriamos de ser sus discpulos, esforcmonos en vivir en nosotros su doctrina y ejemplos. No sera bello que en las las de tal gua sean de soldados viles o desertores y que nosotros mismos siendo sus hijos, no estuvisemos a la altura de tan glorioso Padre. Pablo ha dejado huella en nuestra civilizacin por medio de sus escritos, las Cartas, y su aporte fundamental a la difusin del cristianismo en el mundo hasta ahora conocido.
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As el Reverendo Padre, lleno de ardiente deseo de dar inicio a la fundacin de la Congregacin, les reuni a todos en Santa Caterina en Porta Ticinese para vivir en comn. Cada uno llev aquello que retena oportuno para las propias necesidades. Para las dems necesidades fueron sostenidos por la Ilustrsima Seora Condesa de Guastalla, que se serva del Reverendo Padre para dar inicio al monasterio de San Pablo Converso en Porta Ludovica; as adviene despus. Nosotros comenzamos a realizar morticaciones pblicas por Miln, y en casa. El Padre, por el gran deseo que posea en el corazn, fue inducido a dar el permiso: a uno de ir con una cesta a buscar el pescado; a otro de hacer una disciplina en el Duomo; a un tercero de ir a Puerta San Ambrosio a pedir limosna; a un cuarto a otras cosas, que a referirlas todas requerira de mucho tiempo. Por el gran deseo que tenan, as se encomendaban al Padre que les concediera a ellos similares gracias. En tal forma que se da un gran comentario en Miln, no slo de parte de los seculares sino que tambin de los religiosos e incluso en los plpitos, a tal punto que se discute en el Senado, donde nalmente el Presidente [Jacopo Filippo] Sacco dice: Nosotros tontamente juzgamos sus vidas como una locura y sin honor. Aqu les vemos asociados (a los hijos de Dios) y compartir la suerte de los santos [cf. Sap 5,4-5]. Todos enmudecieron. El Reverendo Padre, temiendo que algunos desviasen el camino, los llam a su dormitorio, en el da del Serco San Francisco, y nos dirige una exhortacin con tal fervor que nos inam a todos al punto de que nos postramos, con abundantes lgrimas, con amplias promesas de perseverar, y con grandeza de corazn prometimos a Dios gastar la vida y derramar la sangre por amor de nuestro Seor, que por nosotros muri en la cruz. As arrodillados nos abrazamos el uno con el otro. Y abrazndonos con abundantes lgrimas nos empeamos en hacer todo aquello que el Padre [Antonio M. Zaccaria] nos peda sin reservas. Y as se comenz a vivir pobremente, a preocuparnos con solicitud a la morticacin y a la extirpacin de los vicios y de
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las pasiones y a ganar al prjimo, sin curar la fatiga por ser til a todos. ste era el desafo al cual todos tendamos . Para llegar al desafo de nuestro sacerdocio sobre todo debemos acoger el Evangelio con una completa rectitud de espritu. Los corazones reticentes estn condenados a la mediocridad espiritual. A veces les envidiamos su dignidad y pureza que se irradian de su rostro iluminado. Reconocemos que los progresos en la vida cristiana comnmente son lentos. El Seor en este modo nos forma a la humildad, nos ensea a aprovechar nuestras faltas de ardor y nuestras debilidades para perdonar, y nos llama a seguirlo con mayor fuerza. No a los sacerdote escrupulosos que ven slo detalles y se jan por su insistencia; no a los sacerdotes tericos que ven los problemas generales separados de la vida; no a los sacerdotes rgidos que superan el lmite de lo que es justo y razonable; no a los sacerdotes dbiles porque se detienen antes de llegar al lmite. Entre los Novicios barnabitas recuerdo a 1) P. Cesare Tondini, de Lodi (1839-1907), un misionero barnabita valiente que se ha sacricado por la unidad de la Iglesia, o sea, por la causa ecumnica, ofreciendo su vida en cada celebracin eucarstica sobre todo por la conversin de la Rusia. 2) Padre Po Cassetta (1596-1664), que poco antes de morir denunciaba las causas del declino del valor del sacerdocio barnabtico en la Congregacin: la inobservancia de las Reglas, frmulas, decretos, constituciones fundadas en mucha sabidura, santidad y discrecin; la desacralizacin de los tres votos religiosos; la falta de cuidado de la propia vida espiritual. Haba escrito en su libro Tranquillit Humana: es ciertamente fuerte [aqul] que puede vencerse a s mismo, que sabe refrenar la ira, que no se deja llevar por los placeres, que sabe domar la carne, que no se llena ni enorgullece en la prosperidad, que no se
asusta ni aterra frente a la adversidad, que no teme algn peligro, ni siquiera la muerte por servir a Dios . Deseo que seamos muy diligentes y solcitos []. Pero no en modo tal que esto nos quite la paz y la conformidad a la voluntad de Dios. Hagamos de nuestro canto cuando podamos, y luego descansemos en la voluntad del Seor; no nos desesperemos, porque no seremos de los memore ni aunque de los mediocres, pero agradecemos al Dios de la esperanza el darnos la oportunidad de salvarnos por su misericordia
P Fili%o Lov&on, Profesor de la .
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Cules son los objetivos y las expectativas ligadas a los encuentros interprovinciales? En las intenciones que se encuentran en el origen de estos encuentros, que han llegado a la tercera edicin, est la voluntad de responder a las expectativas de los ltimos Captulos generales, que prospectan un nuevo ordenamiento para la Congregacin del futuro: el reducido nmero de los cohermanos en general, el redimensionamiento ya encaminado en algunas Provincias, las nuevas realidades emergentes, exigen una forma diversa de unidad y de colaboracin, para superar los lmites de las Provincias y de las Delegaciones, y para expresar mejor el carcter de familia caracterstico de nuestra Congregacin. Los Captulos han hablado de Federaciones, pero tambin dan a entender que el camino para alcanzarlas no pasa slo a travs de la introduccin de estructuras y sistemas organizativos, tambin necesaria, sino que es un proceso que parte desde el corazn, del conocimiento mutuo, de experiencias de fraternidad, que contribuyen a superar prejuicios y distancias, costumbres y perezas ligadas al pequeo mundo de la comunidad o Provincia consideradas singularmente. En este sentido, el estar juntos, rezar, compartir reexiones y problemas como ha ocurrido entre las cuatro Provincias de Amrica latina (comprendida la representacin mejicana), ha sido un paso adelante para crecer y aceptar modalidades ms fuertes de unidad y colaboracin.
En qu medida han sido alcanzados estos objetivos en los tres encuentros de las Provincias latinoamericanas? He percibido un buen clima entre los cohermanos presentes. El conocimiento ms directo y calicado de los problemas de las distintas Provincias ha hecho madurar la exigencia de mayor interdependencia de unos con otros. La misma participacin de estudiantes y postulantes de la comunidad de Los Quillayes, pertenecientes a distintas Provincias ha sido una novedad ms que positiva que contribuye a construir nueva mentalidad y nuevas relaciones ya
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desde los primeros aos de la formacin religiosa. Puede decirse que este encuentro ha marcado la plena aceptacin del proyecto de formacin interprovincial, as como ha sido encaminado en estos aos. En la evaluacin de este encuentro, qu juicio expresa sobre la organizacin, la participacin y la seleccin de los temas abordados? Antes que nada me parece que haya sido feliz, y valorada por los participantes la opcin de apostar sobre dos cohermanos para la animacin de las jornadas. Un sincero agradecimiento va a los PP. Lovison y Pireddu. Hacer las cosas entre nosotros no ha signicado hacerlas de cualquier forma: los argumentos propuestos han sido desaantes y profundos -ser necesario, incluso para quienes han estado presentes, volver a leer y profundizar el material-; el
ritmo de las jornadas ha sido intenso, pero tranquillo y vivido en plena cordialidad. Adems, ver juntos cuarenta cohermanos de diversas Provincias ha sido un buen logro que todos han valorado y gozado. Qu proyecciones se abren a partir de estos encuentros y de otras instancias para una integracin de las Provincias? Para el gobierno central -ha sido bueno que estuviesen presentes con el P. General tambin dos Padres Asistentes- y para los distintos cohermanos de las Provincias, la constatacin de las lagunas y de las dicultades de las diferentes Provincias es el punto de partida que induce a pensar en ulteriores objetivos. Con humildad y realismo debemos admitir no poder ya ser autosucientes al interior de cada Provincia, por ende el prximo paso considero deber ser reproponer, sin duda bien pensada y ponderada, la fusin de algunas Provincias, para pre-
La misma participacin de estudiantes y postulantes de la comunidad de Los Quillayes, pertenecientes a distintas Provincias, ha sido una novedad ms que positiva, que contribuye a instalar una nueva mentalidad y nuevas relaciones
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Sin duda la Provincia chilena es la ms slida de las Provincias latinoamericanas. El carisma de muchos cohermanos ha impreso un estilo y un camino equilibrado y slido que, con la ayuda de Dios, contina tambin hoy
sentar al prximo Captulo general. Estimo que Amrica latina est en buen pie para esta hiptesis y que el ejemplo y la referencia de Amrica latina pueda ser impulso para el resto de la Congregacin. Cules dicultades o problemas han aparecido ya o se vislumbran en perspectiva?
En el pasado ha habido intentos de fusin e integracin no siempre felices, pero no deben inquietar en demasa. Son elementos desalentadores las distancias y las fragmentaciones: nuestras Provincias y Delegaciones son pequeas y adems geogrcamente alejadas entre s; pesa en el cuadro general la desproporcin entre las dos Provincias italianas y el resto de la Congregacin, etc. Pero la dicultad verdadera es el temor de perder su propia individualidad y su propia historia, lo que hay que demostrar. Considerando tambin la visita cannica a las comunidades de la Provincia chilena, qu mensaje quiere enviar a los cohermanos que despliegan all su misin?
Sin duda la Provincia chilena es la ms slida de las Provincias latinoamericanas. El carisma de muchos cohermanos ha impreso un estilo y un camino equilibrado y slido que, con la ayuda de Dios, contina tambin hoy. Hay apego y sincero amor a la Congregacin y deseo de servir al bien de toda nuestra familia. Hay obras bien establecidas y ecientes y en lnea con el espritu de nuestra tradicin apostlica. Con una poltica vocacional ms convencida, la Provincia, siempre que Dios lo conceda, puede crecer en modo mas decidido, para ofrecer una contribucin adecuada a toda la Congregacin
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Feliz
Ao
Nuevo!
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Renacer
Renacer 30 XX
N 92-Diciembre 2010
Revista Renacer es editada en Colegio El Salvador Horacio Arnguiz 1500 San Vicente de TT Fono 56-72-583053 E-mail: info@colegioelsalvador.cl www.colegioelsalvador.cl Edicin y diagramacin: P. Humberto Palma Orellana Correccin ortogrca: Mara Anglica Oss Vargas Imprenta: San Cristbal. San Vicente de TT