Imágenes Vivientes y Leyendas Hagiográficas en El Siglo XIII
Imágenes Vivientes y Leyendas Hagiográficas en El Siglo XIII
Imágenes Vivientes y Leyendas Hagiográficas en El Siglo XIII
segn Toms de Aquino la verdad religiosa es sobrenatural y suprarracional pero no irracional. ERNST CASSIRER
1.-INTRODUCCIN: SIGNIFICADO Y GNESIS 2.-HAGIOGRAFA: FUENTE INAGOTABLE DE FICCIN. 3.-EL PROCESO SACRALIZADOR DE LAS IMGENES DE CULTO 4.-ALGUNOS EJEMPLOS EN LA LITERATURA EUROPEA.
1.-INTRODUCCIN: SIGNIFICADO Y GNESIS. Las llamadas imgenes vivientes, trmino poco comn, y que dara lugar a usarlo indistintamente en las representaciones qu de los dolos no cristianos se hicieron a lo largo de la historia medieval, tambin pueden denominar a las imgenes religiosas que se representan a lo largo del siglo XIII, y con bastante anterioridad hasta una regresin temporal al Imperio Romano, como una constante ritual que permite una familiaridad con el concepto hagiogrfico de <<presencia>>, <<virtus>>, <<transitus>>, etc. Trminos analizados y as estudiados por Alejandro Garca Avils (2007a. p-324) :
Una imagen viviente est infundida de un poder que en griego se llamaba energeia o dynamis, y que se traduce al latn por el trmino virtus. Desde la perspectiva eclesistica, esta virtus puede ser una virtus sancta o bien una virtus mgica. La virtus sancta proviene de un prototipo sagrado, normalmente la Virgen, los santos o el propio Cristo, y en este caso su accin es milagrosa1.
Otros medievalistas y estetas consultados para este estudio (Belting, Garca de la Borbolla, Mle, Kitzinger, Delahaye, Mochol .. ), las definen como dolos en tres dimensiones que tienen la capacidad de realizar un milagro a travs de su corporeizacin. Su historia nace en Bizancio; su apogeo, en los siglos medievales del romnico y el gtico. La hagiografa del siglo XIII es especialmente sensible a estas aportaciones en las descripciones de la vida de los santos, aunque el detalle de las imgenes trasciende el mbito puramente hagiogrfico, -sobre ello abunda y teoriza profundamente Belting en su obra maestra Imgenes y culto...-. En la delimitacin del tema debemos acometer el sentido o significado profundo de tales imgenes en la cultura occidental cristiana, su objetivo principal como exemplum de santidad y, ante todo, su capacidad de sacralizar dolos y personas, de diferente origen, que proliferan en este siglo: el XIII. En donde la literatura comienza -como despus demostraremos- a catalogar las imgenes de imprescindibles para la capitalizacin de creyentes.
Antes, los diferentes procesos que se desarrollan en el cristianismo en oleadas pro y contra los iconos a lo largo de su historia y cmo, de esas oleadas, surgen las ideas de << virtus>>, <<proskinesys>>, <<latra>>, <<acheropoisis>> e <<iconodulia>>, a travs del culto de las reliquias y, posteriormente, como proceso de sacralizacin de determinadas tallas y objetos de culto que encontramos en la literatura, en manifestaciones artsticas llegadas a nuestro tiempo en forma de <<cdices miniados>> o cualquier tipo de tradicin oral recogida en cancioneros populares o en la creciente literatura. Aunque el tema ha sido especialmente tratado por el profesor Garca Avils (2007a: 2007b), documentando ejemplos concretos en las Cantigas de Santa Mara y otros escritos medievales europeos, la totalidad de la historiografa pone en comn el proceso que, las imgenes vivientes, siguen a lo largo de la historia como justificadoras de santidad por la cual se sacralizan y se veneran como imgenes santas. La historia europea del siglo XIII deja bien claro que el proceso de aceptacin icnica es una necesidad imperiosa para satisfacer la fe de aquellos que no son capaces de leer (Concilio Niceno 1230) y, por ello, proliferan biblias ilustradas << biblia pauperum>>, <<exempla>>, <<himnos>>, escritos sobre la vida de los santos, que luego se trasladan en forma de sermones para captar la atencin y veneracin de las imgenes por parte de los fieles (Belting 2003, 46)y configurar una religiosidad basada en la percepcin visual. En todo el Occidente Cristiano, los <<cdices iluminados>> proliferan, de tal forma que muchas de esas imgenes, consiguen un referente no slo hagiogrfico sino tambin iconogrfico.
La mstica ya haba desarrollado en la primera poca los smbolos esenciales con los que an se segua trabajando en la plena Edad Media, a menudo haciendo uso de un arcasmo consciente en el lenguaje. Temas y motivos similares sirven una y otra vez a una sociedad distinta o vuelven a actualizarse de una forma siempre nueva y con un acento cambiante. A menudo, es difcil distinguir los rasgos intemporales de los temporales en la apariencia de poesa litrgica, o incluir convenientemente en nuestro planteamiento la sociedad bizantina en su devenir como entorno del icono, aunque precisamente esto es lo que hay que realizar.2
2 Belting, Hans: <<Imagen y culto: una historia de la imagen anterior a la era del arte>> Madrid. 2010. p-47.
Traducido por Cristina Dez Pampliega / Jess Espino Nuo
Es desde la hagiografa, en auge en el siglo XIII, desde donde conocemos la mayor parte de los milagros producidos por imgenes o apariciones de la Virgen, -como he dicho- en un alarde de hacerlas partcipes de la santidad y tambin de popularizar su culto ante aquellas facciones del cristianismo que las consideran un elemento hertico. La intervencin conciliar y papal configura un ambiente de permisividad y potenciacin del culto de las imgenes y, si hasta entonces eran los relicarios los motivos ms claros de santidad en las iglesias, sern despus las imgenes virtuosas las que acaparen la atencin de los fieles en un proceso de necesaria sacralizacin, ante su proliferacin en este siglo. En el anlisis que la profesora Garca de la Borbolla 3 realiza de la hagiografa como gnero biogrfico, resalta una cita de Hipolyte Delahaye que la define como:
un nuevo gnero que se nutre de la biografa, del panegrico y de la leccin moral 4.
Al mismo tiempo, el relatar la vida de los santos permite, no slo santificarla, tambin, introduce como elementos del culto cristiano aquellas imgenes que, bien por parte de la leyenda popular, bien por la obra de los muchos frailes que en toda Europa se dedican de una forma casi metdica a
3 GARCIA DE LA BORBOLLA, NGELES. <<La leyenda hagiogrfica medieval: una especial biografa?
Memoria y Civilizacin 5, 2002, pp 77-99)
compilar dichas vidas, surgen para el estudio de la historia del arte aquellas imgenes que validan con su materializacin (transustanciacin) la santidad. Todos estos, son preceptos que podemos encontrar en cada uno de los artculos relacionados con las imgenes de culto, escritos por Garca Avils, (2007a: 2007b) en los que intenta desglosar el proceso que siguen en el occidente cristiano la sacralizacin de las imgenes y analizar el llamado auge mariano en los albores del gtico:
Paradjicamente, el relato que conservamos de una de las primeras esculturas de la Virgen, la de Clermont-Ferrand, la presenta como se poda imaginar a un dolo pagano: en lo alto de una columna exenta. Pero se trata de una estatua relicario, y, como tal, su culto no debe encerrar la sospecha de idolatra, porque se honra a las reliquias5
Aunque con precedentes importantes en el Romnico y, por supuesto, de un origen ms directo que es Bizancio. Con Bernardo de Clarivaux, se inicia, prcticamente, la iconodula mariana en el Occidente Cristiano. No debemos olvidar el interesante proceso que las imgenes de culto viven en su funcin de portadoras de signo: en los albores de la Edad Media empezaba a surgir un conflicto que tena sus primeras races en el
uso de las imgenes durante la antigedad. La imagen de culto del cristianismo se haba abierto camino en los terrenos de la corte y el Estado, donde el antiguo culto de las imgenes an sobreviva, y haba adoptado los derechos de ste ltimo. El Dios nico de improviso se volvi tan sujeto de imgenes como lo haba sido el emperador nico hasta ese entonces. Pero all tambin estaba comprometida la concepcin de las imgenes en general. En una imagen una persona se hace visible. Con un signo ocurre algo diferente. Uno puede hacer su aparicin con un signo, pero no con la ayuda de una imagen, que implica tanto aparicin como presencia. Donde Dios est presente, el emperador no lo puede representar. Es la antigua anttesis entre representar y hacerse presente, entre ocupar el lugar de alguien y ser ese alguien
6
y transitus: Al rechazar tajantemente el culto de las imgenes, los carolingios crean denunciar los excesos del
segundo Concilio niceno. Una defectuosa traduccin latina extractada de las actas conciliares les hizo pensar que los Padres nicenos defendan la adoracin (latreia) de las imgenes. En realidad, haban establecido una distincin ms sutil entre la adoracin, que se reservaba a Dios, y la veneracin (proskynesis) que merecan las imgenes. La veneracin ofrecida a las imgenes transita hacia su prototipo, segn una vieja frmula de Basilio de Cesarea postulada por Juan Damasceno y aceptada en el Concilio niceno. La teora deltransitus tampoco pareci aceptable a los ojos de los carolingios, porque implica un cierto grado de consubstancialidad de la imagen y el prototipo.7
En ese sentido, el artculo sobre <<Imgenes de culto antes de la era del arte>> de Hans Belting8 , proclama la teora de la reticencia a sacralizar imgenes por parte de la curia teolgica debido, en gran medida, a su procedencia, en muchos casos, pagana, y slo de la tensin entre poder local y poder eclesistico nace el culto y la aprobacin de las imgenes, poseedoras de la virtus: La imagen cumpla mltiples funciones; adems de definir al santo y honrarlo en el culto, tambin
ejerca una funcin relacionada con el lugar donde resida. La presencia del santo local estaba, por as decirlo, condensada en una imagen corprea, que tena una existencia fsica, como un panel o una estatua, y una apariencia especial, como modelo de imagen, apariencia que la distingua de las imgenes del mismo santo en diferentes lugares. Las imgenes de Mara, por ejemplo, siempre se distinguan visiblemente entre s, de acuerdo con las caractersticas atribuidas a las copias locales. Del mismo modo, los ttulos de las antiguas imgenes son de carcter toponmico: nombran el lugar de un culto. Por lo tanto, la conexin entre imagen y culto, como vemos, abarca muchos aspectos. El recuerdo
6 Belting, Hans; <<Semejanza y presencia: Una introduccin a las imgenes antes de la era del arte>>.
REVISTA ARTES. N. 5/ Volumen 3/ enero-junio, 2003, (p-11)
8 Ibidem, pp 3-18).
evocado por una imagen se refera tanto a su propia historia como a la de su lugar de origen. Se hacan copias con el fin de propagar la veneracin de la imagen ms all de su propio lugar, aun cuando stas reforzaran la relacin entre el original y su propia localidad. Por consiguiente, el recuerdo ligado con el original se conservaba sin divisin. Las copias evocaban el original de una imagen local famosa, la cual, a su vez, evocaba los privilegios que haba adquirido dentro de su propia localidad (y para ella), a lo largo de su historia. En este sentido, la imagen y el recuerdo se convierten en un aspecto de la historia oficial.(Belting
2003, 15-16)
Entre los temas generales de la historia medieval es necesario considerar el proceso de fortalecimiento del papado romano frente a la iglesia bizantina, y resalta, especialmente, cmo en los periodos de iconoclastia bizantina, existe mayor permisividad en el occidente cristiano a las imgenes y viceversa, y, ante todo, cmo las imgenes que son representadas en occidente difieren, en diseo, de las orientales de tal forma que el cisma tiende a hacerse ms evidente, A pesar de que el culto a las imgenes supone un fortalecimiento de la Iglesia como valor espiritual plurinacional. Pero en el siglo XIII, ese fortalecimiento es inevitable despus de la invasin Veneciana a Constantinopla. Refleja el fortalecimiento del culto a la imagen, esta explicacin sobre proteccin necesaria y proteccin brindada, o la naturaleza de la imagen, pintada por San Lucas 9 con la cooperacin de la Virgen.( Belting 2003, 7)
9 (Ibidem nota 5)El icono pronto se conoci en Venecia con el nombre de Madona de San Lucas. Se
consideraba como originario de la poca de los apstoles, y se crea que la misma Mara haba posado para l. Este retrato autntico naturalmente era preferido por la Virgen, pues la representaba de manera correcta y se haba logrado con su cooperacin; as, pues, esta pintura reuna una gracia especial; posea una existencia nica y hasta una vida propia. En ceremonias de Estado, era recibida como si fuese una persona real. La imagen, como objeto, necesitaba proteccin, pero, a su vez, la brindaba, como intermediario del ser al que representaba. Se consideraba que la intervencin del pintor en tales casos tena algo de intromisin, pues no se poda esperar que reprodujese el modelo con autenticidad. Slo se poda verificar la autenticidad de los resultados si se estaba seguro de que el pintor haba plasmado la imagen del modelo vivo real con la exactitud que hoy solemos atribuir a una fotografa, como en el caso de San Lucas o del pintor llevado por los tres reyes a Beln para pintar a la Virgen y al Nio.
sta es una aproximacin al tema de las Imgenes vivientes en la Hagiografa del siglo XIII, pero el problema real que surge ante la documentacin, es tan relevante como la casustica; es decir, el nmero de manuscritos a estudiar es tan inmenso que toda Europa nos ofrece casos documentados en la literatura. El siglo XIII, en s mismo, constituye el periodo ms importante de fijacin de las leyendas hagiogrficas, no slo en la literatura hispnica, como seala en su Censo bibliogrfico de la Hagiografa medieval castellana, Vanesa Hernndez Amez 10; los precedentes, franceses y centroeuropeos son cuantiosos mucho ms evidentes, numerosos y ejemplares que los recogidos en la tradicin hispana-, recogen gran parte de simbolismos y temas relacionados con las imgenes de culto, como es el caso de la aproximacin iconogrfica realizada por Emile Mle antes de1913, que tiene como objeto de estudio las compilaciones hagiogrficas de la Francia del siglo XIII, sus influencias Romanas y Bizantinas, puntos realmente focales de una nueva atencin por la sabidura griega que llega hasta Italia y resto de Europa- en un proceso secular de desmembramiento del Imperio Bizantino (Finney 1994, XII) y un apogeo extraordinario de las recopilaciones filolgicas sobre tratados y estudios de la antigedad: la filosofa en todos sus aspectos categricos se expande por el occidente cristiano, aunque no slo la literatura es exportada por la decadencia poltica de Bizancio, tambin las imgenes y reliquias se extienden por el orbe cristiano occidental; de tal manera, aparecen movimientos contrarios a la idolizacin de la religin, como ya ocurriera en el siglo IX y secularmente en oleadas pro y contra las imgenes de culto sobre todo en las primeras pocas del cristianismo:
To summarize, the conflict between our two evidentiary sources, literature and material culture, is a smoke screen. Scholars have exploited this as a pretext to justify a larger, synthetic picture of early Christianity as a fundamentally and irrevocably aniconic form of religiosity. As the following chapters will reveal, this picture has little or no basis in the primary sources that have come down to us. This is a picture of early Christianity created by Byzantine and Reformation polemicists, and a picture carried forth into the modern period by Ritschlian Liberals11.
11 Finney, Paul Corby: <<The Invisible God: The Earliest Christians on Art>>.New York, Oxford, 1994.
(prefacio XII)
Es interesante, la difusin hagiogrfica de leyendas que permitan la sacralizacin de esculturas, a las que se les confiere un origen acheropoitico, como dice Mara Elvira Mocholi12: Las primeras leyendas difundidas entre la Cristiandad, que trataban de otorgar un carcter sagrado a
las imgenes, se basaban en dos principios fundamentales: la acheiropoiesis, es decir, la realizacin de imgenes por mano no humana, y la reproduccin fidedigna de los modelos originales, que la tradicin atribua a San Lucas en el caso de los retratos pictricos y a San Nicodemo en el caso de las imgenes escultricas.
Y ms all de esa consideracin, segn esta autora, el nacimiento de las imgenes vivientes redunda en la necesidad de sacralizarlas: As pues, las imgenes escultricas, para santificarse, copiaron el procedimiento de los iconos, ya que
en su mayor parte no podan reclamar un origen divino, aunque s al menos lo suficientemente antiguo. Son precisamente estas obras las que, debido probablemente a su tridimensionalidad, adquirieron un trasfondo legendario y por tanto fueron sacralizadas. Independientemente de la veracidad de sus rasgos es decir, aunque no se tratara de reproducciones de modelos originales-, una escultura, por su corporeidad, se asemejaba ms a la figura histrica de Mara. Si bien algunas imgenes icnicas podan desplazarse, segn el acervo legendario cristiano, slo las escultricas eran capaces de moverse como si estuvieran hechas de carne y hueso, una capacidad incompatible con la bidimensionalidad de los iconos.13
Lgicamente, los ejemplos aludidos por los principales estudiosos de las imgenes vivientes redundan en ese precepto; an cuando sean imgenes pintadas, representan siempre esculturas. Todas las imgenes referidas como vivientes en las cantigas de Alfonso X el Sabio hacen referencia a tallas o imgenes de culto, para lo cual debe darse siempre una premisa explicada por el profesor Avils: Uno de los objetivos comunes a ambos proyectos ilustrativos es otorgar verosimilitud a lo narrado, inducir a
sus espectadores a ver para creer.
12 Mochol Martnez, Maria Elvira: <<Leyendas marianas e imgenes milagrosas. Las vrgenes
encontradas en la Valencia medieval >>. XVII C.E.H.A. Art y Memria. 2008. (p.1)
13 Mochol Martnez, Maria Elvira: <<Leyendas marianas e imgenes milagrosas. Las vrgenes
encontradas en la Valencia medieval >>. XVII C.E.H.A. Art y Memria. 2008. (p.2)
O como en el caso de Valencia, recin conquistada al cristianismo (Mocholi 2008, 3): la conquista cristiana del territorio valenciano justificaban el culto dado a numerosas imgenes
escultricas de Mara, alrededor de las que se congregaba la comunidad. La antigedad de la imagen, y con ello el recuerdo de un pasado cristiano que legitima su recuperacin, es lo que garantizaba la intervencin divina y el carcter sagrado de la misma. As pues, la leyenda es un aspecto inseparable de las imgenes de culto y del estudio de la cultura que las realiz.
Tal vez, sea motivo de reflexin la aparicin continuada y redundante de advocaciones de la Virgen Mara en el siglo XIII. Tambin es cierto que en toda Europa, los llamados exemplum empiezan a conformar una frmula magistral para la enseanza de las virtudes cristianas de sus dolos. A ese respecto, debemos tener en consideracin la aportacin realizada en los siglos XI y XII por diferentes autores monacales que confluyen en los Libri Miraculorum de Cesreo de Heisterbach y, finalmente, en la Legenda Aurea de Jacopus de la Voragine a finales del XIII. Todo el proceso de aceptacin de las imgenes como imgenes de culto ha sido reiteradamente estudiado en su conjunto por muy diferentes historiadores y fillogos, y los ms grandes tericos de la escolstica, consiguen, como dice el profesor Garca Avils (2007a, 35), qu: El pensamiento escolstico, con Toms de Aquino al frente, acuar una nueva articulacin de la
realidad, escindida en natural y sobrenatural, donde lo natural no siempre ser visible, lo que despertar el afn de explorar los secretos de la naturaleza, y donde, en fin, lo sobrenatural no estar sistemticamente vedado a la vista.
Pero la descripcin que mejor comunica el proceso que alimenta el culto de las imgenes es la que encontramos en Jules Michelet: Los monjes escribieron las vidas de los santos, pero el pueblo las creaba. [] La vida precaria,
insegura, propia de tiempos de violencia, avivaba la imaginacin de aquellas pobres tribus, crdulas de sus propios sueos, que les daban seguridad. Sueos extraos, llenos de milagros, de locuras absurdas y encantadoras. [] Cuando la leyenda llega a la abada, enseguida encontrar a un monje, un intil, un curioso, que no sabe ms que escribir, y que se cree toda clase de cosas maravillosas. La escribe,
adornndola con su retrica, estropendola un poco. Una vez consignada y consagrada, ser leda en el refectorio y, ms tarde, en la iglesia. Copiada y sobrecargada de adornos, a menudo grotescos, pasar de siglo en siglo hasta que, por fin, se integre en los renglones de la leyenda dorada14.
El primer recorrido, sobre citas a documentos de la poca sealada (fuentes primarias), nos sita en diferentes momentos de la historia anteriores al siglo XIII, que constituyen el germen de la recopilacin de las vidas de mrtires y santos por una parte, por otra, la proliferacin de escritos iluminados que responden a la necesidad de objetar ante corrientes herticas, dentro del cristianismo, y que constituyen una amenaza a la apuesta oficial de la iglesia de aceptar y fomentar las imgenes como integrantes del culto catlico, admitiendo el <<transitus>> -teora de Basilio de Cesarea- de la divinidad, y convirtindolas en poseedoras de la virtus caracterstica, como tambin asevera y expone en su Suma Teolgica Toms de Aquino, concepto reformulado por Garca Avils (2007b, 35) .
El transitus se interpreta como una suerte de transustanciacin, de modo que se aboga tcitamente por la desaparicin de los lmites entre la imagen y su prototipo, el retrato y lo retratado, como objeto del culto, suprimiendo as, de hecho, la distincin dialctica de los escolsticos entre el carcter ontolgico (in essendo) y el carcter semitico (in significando) de la imagen.
De una forma explicativa, y muy grfica, el ya citado Emile Mle, expone el carcter didctico del arte de la Edad Media en los siguientes trminos: To the Middle Ages art was didactic. All that it was necessary that men should knowthe history of the
world from the creation, the dogmas of religion, the examples of the saints, the hierarchy of the virtues, the range of the sciences, arts and craftsall these were taught them by the windows of the church or by the statues in the porch. The pathetic name of Biblia pauperum given by the printers of the fifteenth century to one of their earliest books, might well have been given to the church. There the simple, the
14 Michelet, Jules: <<La bruja. Un estudio de las supersticiones en la Edad Media>>, Madrid: Akal.
(2006) FALTA PAGINA
ignorant, all who were named " sancta plebs Dei," learned through their eyes almost all they knew of their faith..15
Argumento que integro como consideracin propia en este trabajo, precisamente, por el proceso de fijacin hagiogrfica que tendr su mximo exponente en la Legenda Aurea de Jacobus de la Voragine, as como la proliferacin de imgenes de culto, milagrosas y ejemplarizantes, en definitiva: el culto a la imagen, que no es ms que la implantacin, una vez ms, de la <<iconodula>> cristiana en transformacin a <<latra>> como frmula imprescindible de aleccionamiento de los iletrados en los preceptos catlicos puestos en duda, en muchos frentes, por corrientes herticas mermadas en nmero de seguidores tras el IV Concilio de Letrn(1215), pero importantes en los planteamientos que resurgirn en los siglos XV y XVI y conducirn a un reforzamiento en la idea de imago como fuente de santidad en el Concilio de Trento(1548). La tan dilatada, en el tiempo, expresin: UT PICTURA POESIS se expone en el siglo XIII como una regla fija en ese proceso de propagacin de la imagen, la cfrsis como gnero permite y perpeta la oralidad como contadora de historias y emergente educadora recordemos toda la serie de manuscritos que entre el siglo X y XIII existen sobre la Biblia de los pobres o BIBLIA PAUPERUM- en la fe catlica; en un perodo, que nos llevar, no slo a la aceptacin incondicional de la imagen de culto como fuente de santidad -en el Renacimiento-, sino a la exaltacin manifiesta de los valores y enseanzas cristianas -en el manierismo- y en el lenguaje Barroco- que potencia la contrarreforma nacida del concilio de Trento. Por tanto, los dos temas que tratamos: Hagiografa e Imgenes vivientes, forman parte una misma idea programtica que se desarrolla en el siglo XIII -y con anterioridad-, en la cristiandad, de diversos modos, segn los territorios, pero con el aval del Papado, de constituir una religin basada en el culto a las imgenes como poseedoras de Transitus, teora avalada por Juan
15 Mle, Emile: <<Religious Art in France. A Study un medieval Iconography and its sources of
inspiration>>.Translated by Dora Nussey. Londres. 1913.(pg XII Prefacio))
Damasceno y Toms de Aquino refirindose en su Suma Teolgica a tales imgenes de culto con las palabras recogidas de los textos sagrados: Carta a los Romanos 1,14: Me debo a los sabios y a los ignorantes, presentase lo espiritual bajo
imgenes tomadas de lo material, a fin de poder ser captado por los simples, los cuales, por sus propias fuerzas, son incapaces de entender lo que es posible ser comprendido.
En el recorrido bibliogrfico se constata la naturaleza y funcin del hecho hagiogrfico, como resea Senz Herrero, en una mezcla de testimonio popular y material culto usado ex profeso para la predicacin: En la hagiografa se descubre la imagen que de los santos forja el pueblo, figura en la que proyecta sus
inquietudes religiosas (lo que espera de ellos, sus rogativas y su agradecimiento). Pero ser la Iglesia, tras cuestionarse el milagro, quien se lo plantee como testimonio mediante el cual Dios confirma la santidad. En este complejo proceso de relaciones entre la religin culta y la popular se configur un gnero literario que utiliz la Iglesia como materia para la predicacin, expuesta a los fieles con el fin de alimentar su devocin y estimular en ellos su fervor espiritual16
2.-HAGIOGRAFA: FUENTE INAGOTABLE DE FICCIN. Sobre el ttulo de este captulo, vase la bibliografa general, referida a los elementos discursivos como gnero literario. En Historia del Arte es ms imprecisa la denominacin de Hagiografa como literatura de ficcin; sin embargo los trabajos, al respecto, de Rodrguez de la Borbolla, arrojan mucha luz sobre la forma de configurar el sistema de narracin de la vida de los portadores de santidad, y cmo seala Emile Male: The art of the Middle Ages is first and foremost a sacred writing of which every artist must learn the
characters. He must know that the circular nimbus placed vertically behind the head serves to express sanctity, while the nimbus impressed with a cross is the sign of divinity which he will always use in portraying any of the three Persons of the Trinity. He will learn that the aureole {i.e. light which emanates from the whole figure and surrounds the body as a nimbus) expresses eternal bliss, and belongs
16
Senz Herrero, Jorge: <<Lo real, lo fantstico y lo maravilloso en el relato hagiogrfico. El caso de los dilogos de Gregorio Magno>> Universidad de la Rioja. 2008. (pp.845-846)
to the three Persons of the Trinity, to the Virgin, and to the souls of the Blessed. He must know that representations of God the Father, God the Son, the angels and the apostles should have the feet bare, while there would be real impropriety in representing the Virgin and the saints with bare feet.17
De tal forma, que el reglaje que supone el arte medieval no deja de ser interesante, tambin, para conocer cmo existe un historial de fijaciones de smbolos que se muestran repetidamente a lo largo de las representaciones artsticas. La hagiografa se sirve de esa estructura, una representacin metdica, de las vidas de los santos o los milagros de la Virgen, basados la mayor parte de las veces en leyendas populares que se reescriben en monasterios, luego se leen en los refectorios y posteriormente vuelven al pueblo en forma de sermn o lectura: Situados a medio camino entre la realidad y la fantasa, el auge de los relatos hagiogrficos se debe a
un complejo proceso de relaciones entre la Iglesia y el pueblo. Por un lado, la religiosidad popular fusion historia y ficcin para conformar un relato que se convirti en leyenda, arraigando profundamente en la cultura occidental; por otro, la Iglesia utiliz tales textos como materia para los sermones litrgicos, expuestos a los fieles con el fin de edificarlos y avivar en ellos sus anhelos de espiritualidad. Esta doble vertiente definir un gnero literario de mltiples dimensiones en el que resulta arduo intentar analizar el xito inicial y su posterior declive.18
El cmputo de milagros acaecidos en los albores del nuevo milenio, que constituyeron una novedad en la cristiandad, llevaron a algunos telogos de la Iglesia Catlica a considerarlos como demasiado frecuentes. La compilacin de tales milagros se realizaron en toda Europa, es el caso de Cesreo de Heisterbach, Gonzalo de Berceo o Jacobus de la Voragine, entre otros muchos de consabido ejercicio de unin de conocimientos, en un siglo que dio innumerables ejemplos de escritores enciclopedistas, como Toms de Aquino con su Suma Teolgica. Pero el gnero hagiogrfico que prolifera en el siglo XIII, y cuyas races hemos situado en el propio Bizancio, pasa 17
Mle, Emile: <<Religious Art in France. A Study un medieval Iconography and its sources of inspiration>>.Translated by Dora Nussey. Londres. 1913.(pp.1-2)
18
Senz Herrero, Jorge: Lo real, lo fantstico y lo maravilloso en el relato hagiogrfico. El caso de los dilogos de Gregorio el Magno. (p-827)
en toda Europa por distintas fases, que segn Mara Cristina Balestrini, no es sino la distincin de diferentes gneros :
En primer lugar, vale la pena recordar que la hagiografa integra el campo de lo histrico, segn la clasificacin propia de la retrica clsica, que influy a lo largo de la Edad Media principalmente a travs de su difusin por Isidoro de Sevilla. De acuerdo con sus distintos grados de veracidad, se establecen tres tipos de genera narrationis: el primero de ellos, historia, constitua el registro veraz de hechos que en realidad haban ocurrido, pero distantes en el tiempo (res verae quae factae sunt); en el otro extremo, la categora de fbula inclua la narracin de sucesos que ni haban tenido lugar ni tampoco eran plausibles de suceder (fabulae vero sunt quae nec factae sunt nec fieri possunt). En un lugar intermedio, se ubicaba una tercera categora, la de argumentum, res ficta, ms o menos cercana al concepto moderno de ficcin.19
Eso en cuanto al gnero, pero la santidad, y referirse a esa santidad, es otra cosa: como determina una especialista en la hagiografa medieval castellana, Garca de la Borbolla, quien dice que el grado de santidad tiene un origen muy determinado pero que no tiene que ver con lo individual: es durante los primeros siglos del cristianismo cuando el vocablo sanctus adquiere el significado de
aquello a lo que se debe veneracin y respeto, de manera que muchos cargos eclesisticos e incluso el mismo emperador cristiano llegaron a recibir ese ttulo. No obstante, el trmino santo an no haca referencia a una condicin individual, sino que ms bien su aplicacin era colectiva, entendindose por ella a los santos que conforman la Iglesia.20
Todo el proceso siguiente, de compilacin hagiogrfica y su adorno pictrico en cdices y manuscritos iluminados, convierte las historias referidas por los monjes en imgenes que sellan su
19 Balestrini,Mara Cristina:<<LA HAGIOGRAFA DE CLERECA COMO DISCURSO DE LA VERDAD: UNA REVISIN DEL PROBLEMA>> Universidad de Buenos Aires. <<http://www.vallenajerilla.com/berceo/balestrini/clereciadiscursodeverdad.htm escritura>>. (1997) (p.2)
>>
Balestrini,Mara Cristina y Chicote, Gloria: <<El mester de clereca en la encrucijada entre oralidad y
20 Garca de la Borbolla, ngeles: << La santidad en el mundo medieval: un concepto unvoco y una
diversidad de modelos>> Ed. Coleccin Simposios Internacionales de Teologa, 21, p. 136.
carcter iconogrfico a lo largo de los siglos, como ya hemos referido y, algunas de esas representaciones, dan lugar a un gnero especialmente extrao, pero bien estudiado por el profesor Alejandro Garca Avils: las imgenes vivientes, realmente comunes en las representaciones miniadas de cdices del siglo XIII en adelante, y de las que hemos querido conocer su origen y su desarrollo desde su fuente de inspiracin: la hagiografa, aunque tambin las leyendas populares han dado lugar a multitud de esas representaciones, casi siempre adornadas con la literatura fantstica de la que hace uso la hagiografa, con el fin de volver al pueblo como enseanza o ejemplo. 3.-EL PROCESO SACRALIZADOR DE LAS IMGENES DE CULTO. La imgenes de culto siguen un proceso de aceptacin creciente en el occidente cristiano desde el siglo X. Varias veces definido por los autores mencionados a lo largo de esta aproximacin al concepto de las imgenes vivientes. Un primer terico puede ser Hans Belting, aunque la naturaleza de esas peculiares imgenes son fruto de la sabidura oral. La cultura popular, acostumbrada al culto de las imgenes desde antiguo, mantiene el mpetu adorador hacia las nuevas imgenes de origen acheropoitico o transformadas a lo largo de los siglos en santos o advocaciones de la virgen del cristianismo, por los textos hagiogrficos que vuelven al pueblo en forma de sermn. A este respecto, volvemos a citar la bibliografa de Alejandro Garca Avils, en la que se procede a la catalogacin, explicacin y aceptacin de tales imgenes vivientes a lo largo de los siglos en unun proceso sacralizador que nace en la poca iconodlica bizantina y que se mantiene en orden creciente en el imperio occidental, como hemos sealado por la proliferacin de objetos destinados al culto y que provienen de Bizancio o, simplemente, alcanzan un reconocido prestigio milagroso en forma de relicarios:
...nos dice Dionisio en el c.1 de Ierarch. Cel.19: Es imposible que la luz divina nos ilumine si no nos llega atenuada por variados velos sagrados. Tambin convena que la Sagrada Escritura, dirigida a todos segn aquello de la carta a los Rom 1,14: Me debo a los sabios y a los ignorantes, presentase lo espiritual bajo imgenes tomadas de lo material,a fin de poder ser captado por los ms simples, los
cuales, por sus propias fuerzas, son incapaces de entender lo que es posible ser comprendido. Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: El poeta usa metforas para ofrecer una imagen, pues la imagen por naturaleza agrada al hombre. Sin embargo, la doctrina sagrada las usa porque el hombre las necesita y le son tiles, como hemos dicho (sol.)21
Pero antes de la sacralizacin de las imgenes se produjo la de los libros: Durante los primeros siglos de la nueva religin se fue configurando un cdigo: el libro cerrado y
ricamente encuadernado significaba un mensaje divino y misterioso, cuyo contenido haba que interpretar. Frente a esta imagen su representacin como cdice abierto indicaba la condicin de texto destinado a ser conocido y divulgado. Gulielmus Durandus en su Rationale diuinorum officiorum confirma indirectamente esta hiptesis cuando afirma: La divina majestad es pintada a veces con un libro cerrado en las manos [para dar a entender] que no se ha encontrado a nadie digno de abrirlo, a no ser el Len de la tribu de Jud; en otras, con un libro abierto, a fin de que cualquier individuo pueda leer que l es la luz del mundo y el camino, la verdad y la vida.(Sed et diuina maiestas depingitur quandoque cum libro clauso in manibus, quia nemo inuentus est dignus aperire illum, nisi Leo de tribu Iuda, quandoque cum libro aperto, ut in illo quisque legat quod ipse est lux mundi et uia, ueritas ac uita et liber uitae (Lib. I, cap. 3, 12).22
La valoracin del libro como objeto de culto es recogido por el mismo Gulielmus: Quando episcopus uel sacerdos celebrat cum ministris cuncta solemnius peraguntur [] diaconus,
dextra manu pontificis osculata, codicem Euangelii sumit de altare, illum subdiacono ad ferendum tradens, postea benedictionem postulat ab episcopo uel a sacerdote, et ei benedicitur. Data itque benedictione, procedit diaconus ad pulpitum per dextram partem chori, quem precedit subdiaconus cum textu Euangelii, et illum precedit turibulum cum incenso, et ante turiferarium ceroferarii cum faculis accensis, ante illos in quibusdam ecclesiis crucis uexillum,sicque pulpitum ascendit .
(Gulielmus
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Ruiz Garca, Elisa: LA ESCRITURA: UNA VOX DEI (SIGLOS X-XIII)Universidad Complutense de Madrid. www.ucm.es/centros/cont/descargas/documento11726.pdf
En los diferentes procesos de sacralizacin de las imgenes que queremos resear en este trabajo, se impone en la pennsula ibrica: una paradigmtica; en cuanto a explicativa de la introduccin de las imgenes como culto, cuando la trayectoria anterior, de gran peso musulmn, lo rechazaba expresamente; incluso en las iglesias mozrabes, las imgenes son poco frecuentes. Efecto de la reconquista en las tierras castellanas y aragonesas, donde se produce una introduccin constante del culto a las imgenes, -y sera conveniente echar un vistazo a las teoras que plantea Bango Torviso al respecto-, mucho antes del siglo XIII. Evidentemente, el proceso introductorio de ese culto tiene que ver con la aparicin de imgenes perdidas, muchas veces reencontradas en lugares extraos y que aparecen con encarnaciones de la misma imagen, despus referidas en las leyendas hagiogrficas, y no slo eso, tambin se repiten asiduamente los mismos milagros, las mismas formas de aparicin de los santos, como relatan los medievalistas estudiosos de las advocaciones y santos locales. Eso en cuanto al territorio ibrico, pero no cambia tanto el resto de Europa en cuanto a la similitud de apariciones diversas de la Virgen Mara o diferentes Santos de advocacin local que aparecen una y otra vez, como queda recogido en las recopilaciones hagiogrficas mencionadas hasta ahora. 4.-ALGUNOS EJEMPLOS EN LA LITERATURA EUROPEA. Como ejemplo, de la aseveracin hecha, podemos recoger una afirmacin de Julio Caro Baroja, referida al estudio que hace sobre un santuario y, tambin, un retablo dedicado al arcngel San Miguel y su culto en territorio ibrico : El culto y la leyenda. San Miguel de Excelsis: Estas tradiciones y leyendas hacen que el santuario est fundado primero por unos penitentes u otras
personas que en sus alturas viven en la soledad, acechados por dragones y seres malignos. Tales leyendas se han modificado en la memoria colectiva de diversos modos, aunque ya hay redacciones de milagros relacionados con ellas del siglo XIII.23
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Caro Baroja, Julio: <<El culto y la leyenda. San Miguel de Excelsis>> El Retablo de Aralar y otros esmaltes navarros. VV.AA. Institucin Prncipe de Viana. Diputacin Foral de Navarra. Pamplona 1982. (pp. 5-10)
Al sur, en Andaluca, los procesos de sacralizacin de las imgenes viene antecedida, como en toda la cristiandad por la aparicin y traslatio de reliquias. En ese sentido, el artculo publicado por Andrea Mariana Navarro24 expone cuatro procesos de sacralizacin de las imgenes en las que hace un recorrido por el mundo hagiogrfico de los siglos IV y V:
Veamos algunos ejemplos de traslatio de reliquias de las ciudades andaluzas reseados por la historiografa. Estas noticias referidas a Sevilla, las registra Luis Peraza (1535), sealando que prudentsimos sevillanos, despus de la batalla del rey Don Rodrigo, llevaron a Toledo y, desde all, a Oviedo un arca de reliquias corporales y representativas que contena una ampolla de cristal con sangre de Nuestro Seor Jesucristo, un madero de la Santa Cruz, parte de la piedra de su sepulcro, una parte de la corona de espinas, del manto y saja de Nuestra Seora, de los paos en el que Jess estuvo envuelto
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Navarro, Andrea Mariana: <<Los Santos y el imaginario urbano en los discursos historiogrficos: Andaluca Siglos XIII-XVII>>. Hispania Sacra, LXII 126, Julio-Diciembre 2010. pp. 457-489
en el pesebre, del pan con que aliment a 900 hombres, del pan con que cen con sus discpulos, del man con que llovi a los hijos de Israel, de la tierra del Monte de los Olivos donde Nuestro Seor tuvo los pies cuando subi a los cielos, de la tierra donde puso los pies cuando resucit a Lzaro; las manos del mrtir San Esteban, la sandalia diestra de San Pedro apstol, los cabellos con que Magdalena limpi los pies de Nuestro Seor, los huesos de profetas y santos. La traslatio aparece asimismo detallada en la obra de Alonso Morgado (1587), escritor extremeo y sacerdote en Sevilla. Explica el proceso de circulacin de reliquias y su posterior descubrimiento o hallazgo por la intervencin divina, que revel a las ciudades dnde estaban: los godos sevillanos pusieron cuidado en llevar reliquias para esconderlas en sierras y cuevas donde permanecieron hasta que el Seor las revel a los cristianos. Las santas reliquias fueron llevadas a donde se haba consolidado el dominio cristiano.25
Son tantas las muestras literarias en las que se hacen referencias a las reliquias, como atesoramiento y vinculacin con la antigedad que, en cdices, literatura popular y los primeros ejemplos de literatura hagiogrfica las mismas se convierten en un pozo sin fondo de ideas que la oralidad convierte en historias de imgenes vivientes, como las documentadas en las Cantigas de Santa Mara de Alfonso X el Sabio. Una de las fuentes claves de estas obras fueron las hagiografas. Sin duda, fueron uno de los medios
fundamentales para promover el culto a los santos y favorecer su difusin y veneracin. Redactadas y codificadas por clrigos y rdenes religiosas, esos textos respondan a estrategias pastorales y espirituales que potenciaban y exaltaban virtudes, comportamientos y valores ejemplarizantes. Ciertamente, la inclusin de martirologios y pasionarios tuvo una intencin pedaggica-edificante que se cumpla instruyendo a los fieles y dando a conocer las vidas de los santos y mrtires con el relato de sus gestas, actuaciones picas y heroicidades segn modelos de santidad elaborados por la jerarqua eclesistica que podan incitar a ser imitados por los ciudadanos. Por otra parte, la Iglesia quiso mantener vivo el recuerdo de sus hroes cristianos, para ello sacraliz el ao organizando detalladamente el calendario de celebraciones, consignando las fechas de sus festividades. Tambin dio legitimidad a la veneracin de las reliquias incluyendo noticias sobre su traslatio, sobre inventio de imgenes o relatos sobre apariciones, revelaciones de la Virgen o de los santos, visiones del clero, de ciudadanos y de aldeanos. Todas ellas permitieron promocionar y prestigiar los lugares de culto (loca
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Navarro, Andrea Mariana: <<Los Santos y el imaginario urbano en los discursos historiogrficos: Andaluca Siglos XIII-XVII>>. Hispania Sacra, LXII 126, Julio-Diciembre 2010. p-471).
sanctorum) que se honraban mediante la construccin de monumentos, iglesias, ermitas, humilladeros, dando cuenta as de la multiplicacin de los espacios sagrados.26
Pero ms que ejemplos concretos sobre imgenes vivientes y su biografa literaria podemos hablar del efecto narrativo necesario que se reinventa en los siglos XII y XIII con el fin de convertir en imgenes de culto, aquellas que por su fama podran ser utilizadas como imgenes contra la divinidad. Esa lectura en el siglo XII es imposible porque -como hemos visto recurrentemente- la actitud del papado y de los nuevos telogos confieren a la imagen un halo de necesidad implcita ante la ignorancia. Es esa la forma y manera que tienen de llegar al gran pblico y catequizar acercndolo a la mente de Dios, y es evidente que ste es un periplo globalizado, al menos en la Europa cristiana, que adquiere una unidad a travs del sentimiento y la argucia de considerar el arte como la facilidad de influir en el conocimiento de la Religin a los iletrados: If images can tell effective narratives and work to lift the mind to God, a final question concerning
image theory remains. Can images convey the intricacies of theological meaning? And in particular, can art explicate or facilitate the relationship of sight and knowledge? In Medieval Art as Argument, Kessler expands on the possibilities of dogmatic or epiphanic images. He argues that art can be used to evoke spiritual seeing through its ability to synthesize diverse sacred texts and its capability, even in the early medieval period, to have an anagogical effect.27
Hemos conocido el proceso de expansin de la Hagiografa en toda Europa y cmo conforma una serie de rasgos sociales que lleva a entender a los creyentes una serie de argumentos dogmticos que concuerdan con las aportaciones de: telogos, por una parte; la literatura y la
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Hahn, Cynthia: <<Vision. A Companion to Medieval Art: Romanesque and Gothic in Northern Europe>>. Edited by Conrad Rudolph. 2006., Blackwell Publishing Ltd.( p.53)
nobleza, con la proliferacin de libros de horas y cdices miniados en donde las representaciones que se hacen de las imgenes divinas son a veces, caractersticas, de las imgenes vivientes de las que hemos hablado a lo largo de este trabajo, como imgenes cuyo ejemplo refieren la ejemplaridad, y tantas caractersticas como hemos reseado a lo largo de estas pginas.
Para un lector actual no excesivamente crdulo es evidente que la hagiografa medieval es ficcin, incluso en aquellos relatos que contienen datos histricos, porque stos se revisten de detalles, de descripciones, de dilogos y situaciones que no pueden ser sino fbula, invencin, y, salvo determinadas actas oficiales no han de considerarse como documentos ms veraces que las novelas histricas. La hagiografa medieval es ficcin tambin en otro sentido: por muy inspirado que est en la realidad, un relato no es una parcela de ella, sino una obra de creacin, independiente de la realidad, con sus propios elementos, concebidos para funcionar en su propio sistema, sin que nada sea gratuito ni falte nada. As entendida la hagiografa medieval es, indudablemente, literatura
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A partir del siglo XIII se observan ciertas modificaciones entre aquellos individuos considerados santos en Europa Occidental. Esta evolucin presenta dos caractersticas fundamentales: por un lado, un incremento cuantitativo y por otro, la proximidad temporal y espacial entre el santo y el fiel. Esta transformacin, percibida ya tras la reforma gregoriana, viene impulsada por la influencia de un Papado desde ahora identificado con la idea de una cristiandad ideal hic et nunc.29
Por ltimo el silencio sobre las imgenes includas, es un silencio que concuerda con la intencin del autor de este trabajo. Ya que son imgenes que dan mucho de s en cuanto a su explicacin iconogrfica e iconolgica. 28 29
Baos Vallejo, Fernando: <<La vida de santos en la literatura medieval>>. 2003. pp.46-47
Garca de la Borbolla, ngeles: <<La santidad en el mundo medieval: un concepto unvoco y una diversidad de modelos>> Ed. Coleccin Simposios Internacionales de Teologa, 21,. Pamplona, 2001. p134)
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Baos Vallejo, Fernando: <<La vida de santos en la literatura medieval>>. 2003. pp.46-47, N.A: Obra que revisa, resume y enriquece su tesis doctoral defendida en 1989 en la Universidad de Oviedo y titulada: <<La hagiografa como gnero literario en la Edad Media. Tipologa de doce vidas individuales castellanas>>.)
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