MAPU o La Seduccion Del Poder. Cristina Moyano
MAPU o La Seduccion Del Poder. Cristina Moyano
MAPU o La Seduccion Del Poder. Cristina Moyano
MAPU
LOS
MAPU o la seduccin del poder y la juventud Los aos fundacionales del partido-mito de nuestra transicin (1969-1973) Cristina Moyano Barahona Ediciones Universidad Alberto Hurtado Impreso en Santiago de Chile Abril de 2009 ISBN 978-956-8421-20-5 Registro de propiedad intelectual N. 177622 Impreso por CyC impresores Direccin editorial Alejandra Stevenson Beatriz Garca Huidobro Diseo de la coleccin Francisca Toral Diseo y diagramacin Francisca Toral Imagen de la portada Archivo personal de *** Digitalizacin y retoque ***
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita de los titulares del copyright, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, as como la distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamos pblicos.
MAPU
LOS
AGRADECIMIENTOS
Toda investigacin historiogrca es siempre un ejercicio colectivo. Por ello el acto de agradecer a quienes me han acompaado durante este tiempo y que posibilitaron la publicacin de esta investigacin, es siempre un reconocimiento a la conanza y a los apoyos entregados. Probablemente muchos se me queden fuera de la memoria, porque la fragilidad es una de sus principales caractersticas. Quiero en primer lugar agradecer a la editorial de la Universidad Alberto Hurtado por estimar que esta investigacin mereca ser publicada. Al historiador Marcos Fernndez por su compromiso con la promocin del primer manuscrito. A Pedro Milos director del departamento de historia de dicha universidad, quien ha sido un gran formador y gua desde hace muchos aos. Al Comit Memoria MAPU quien a travs de la colaboracin de Sergio Muoz nos permiti contar con un material fotogrco indito. A ellos les agradezco el compromiso y la voluntad de compartir un fragmento de sus memorias y experiencias vividas. A toda la escuela de historia de la USACH que me entreg una slida formacin profesional y que hoy me cobija dentro su cuerpo acadmico. Tambin agradecer al Instituto de Estudios Avanzados y en especial a la Dra. Olga Ulianova. A mis amigos historiadores Rolando lvarez, Claudio Prez y Claudio Barrientos, con quienes compart en diversas oportunidades parte de las reexiones que aqu se encuentran vertidas. A mis amigos y amigas: Daniela, Ivette, Mariela, Tatiana y Lorena, quienes han estado muy cerca de m en el ltimo tiempo y quienes me han apoyado con alegra y entereza a sobreponerme al cansancio de lo cotidiano. A todos quienes me brindaron su testimonio, compartieron sus
experiencias de vida y dedicaron un valioso tiempo para recordar viejas historias. Quiero resaltar aqu a Paulina Saball, Ernesto Galaz y Eugenio Tironi, quienes de diversas formas ayudaron a desarrollar esta investigacin. A mis padres y a mi abuela, por su amor y su conanza. A mis hijos, Javiera y Pablo, quienes le han dado alegra y fuerza a mi vida. A Felipe, mi compaero, mi amigo, mi crtico y mi impulsor. Por su conanza, su amor y respeto en estos ms de 15 aos juntos. A todos ellos mis ms sinceros agradecimientos.
11
10
NDICE
Presentacin Introduccin CAPTULO 1: Tres consideraciones tericas: subjetividad, memoria y cultura poltica CAPTULO 2: El MAPU en la historiografa. Relatos incomprensibles de una elite poltica. CAPTULO 3: Desde el movimiento al partido, 1969-1971. Los registros de prensa y el relato coyuntural. CAPTULO 4: Gobierno y quiebres 1971-1973. MAPU: el partido que naci a caballo. CAPTULO 5: Memoria a tres voces Primera voz: la memoria de los ex rebeldes de la JDC Segunda voz: en los mrgenes del PDC y en el centro de la universidad Tercera voz: el MAPU como atajo revolucionario al socialismo A modo de conclusin: historiando una cultura poltica. Aportes a la reexin terica para una nueva historia poltica de los partidos
Bibliografa
11
12
foto portadilla
13
14
Presentacin
El MAPU fue un pequeo partido poltico, nacido a nes de los aos sesenta de la Juventud Demcrata-Cristiana, que se dividi en 1972 y se desintegr totalmente a mediados de los ochenta. En su origen reuni a la crema y nata de los jvenes intelectuales y profesionales de una poca fundacional en todo sentido. Estuvo en el nacimiento de la Unidad Popular, donde aport su marca identicada con el mundo catlico progresista y su actuacin como intermediario en el eterno conicto entre los partidos Comunista y Socialista. Esto, ms la participacin de sus tcnicos en puestos clave en el gobierno de Allende y la competencia intelectual y organizativa de sus cuadros, le dieron ya entonces una inuencia que no guardaba relacin con su peso electoral. Despus del golpe militar, la inuencia del MAPU en la izquierda se hizo an mayor. En parte porque la represin hacia este grupo fue menos dura, pero sobre todo porque sus militantes reunan las condiciones para establecer lazos de conanza entre sectores que se haban enfrentado duramente entre s, facilitando el colapso de la democracia. El MAPU fue el vehculo a travs del cual la izquierda chilena se vincul con la Iglesia, cuyo rol en la defensa de los derechos humanos y a favor del retorno a la democracia en los aos de dictadura fue vital. Este grupo que dispuso de buenas oportunidades de formacin en los tiempos del exilio hizo sentir su inuencia a la hora de renovar el pensamiento de la izquierda y construir el andamiaje intelectual en el que posteriormente se sostuvo la transicin. Los militantes del MAPU fueron tambin claves en el proceso a travs del cual se restableci la amistad y la colaboracin entre la antigua Unidad Popular (UP) y la Democracia Cristiana (DC), que dio origen nalmente a la Concertacin.
15
PRESENTACIN
Despus de 1990, y ya desde el Partido Socialista (PS) y del Partido Por la Democracia (PPD), los ex MAPU ejercieron un rol fundamental en los gobiernos de la Concertacin. Ellos constituyeron un ncleo transversal, donde se imbricaron dos culturas polticas que hasta entonces haban sido antagnicas: la social-cristiana y la socialista-laica. Aqu, en este ncleo, estuvo el alma de la Concertacin; aquello que le permiti ser una entidad viva, algo que iba mucho ms all de un acuerdo formal entre dirigentes de partidos. Esta fue la obra histrica del MAPU: la creacin y el funcionamiento de la alianza entre la izquierda y la DC, que dio lugar a la Concertacin tal cual la conocemos hasta ahora y con ello, a una cultura poltica orientada a los acuerdos. Esto merece un homenaje. Pero las cosas han cambiado. Los puentes ya estn construidos. La misma Concertacin se ha formalizado: ahora descansa en la institucionalidad de sus partidos, no en las intimidades transversales. Y los partidos se muestran conformes con sus identidades histricas: han renunciado a la aspiracin de construir una comunidad poltica que capitalice lo que fue la transicin. Es el n del MAPU. Ojal no sea tambin la muerte de la Concertacin. Escrib lo anterior en El Mercurio en septiembre de 2005, a pocos meses de la eleccin que llev a Michelle Bachelet a la Presidencia de la Repblica. En ese momento, me pareci que el desplazamiento del que haba sido objeto el entonces senador Viera-Gallo de su cupo para la re-postulacin por un Partido Socialista que haba preferido a uno de los suyos, como Alejandro Navarro, as como el surgimiento de Bachelet por sobre guras histricas como Insulza y Alvear, marcaban el n de la inuencia que ejerci la generacin del MAPU sobre la poltica chilena de las ltimas dcadas, lo que provocaba un inocultable deleite entre quienes, desde hace mucho, venan reclamando por el protagonismo alcanzado por este grupo, y por el estilo que ste le dio a la transicin y a la poltica chilenas. Das despus de esa columna, fui entrevistado por Claudia la16
mo (La Tercera, 11 de septiembre de 2005). Ah seal que las generaciones son reejo de ciertos ciclos histricos, y la del MAPU fue la expresin de un ciclo que ahora est cerrndose. Muchos [de los lderes del MAPU] pueden seguir sobreviviendo o actuando, pero en roles distintos. El papel que desempearon como generacin puente ya no pueden seguir representndolo. Eso fue lo que le pas a Jos Antonio Viera-Gallo en el PS. En el fondo, lo que le dijeron fue: Ya no ms. Tu rol de articulador de acuerdos, de ser un puente entre mundos distintos, no nos interesa. (...) Pero quiero aclararte que no soy un viudo del MAPU. Todo lo contrario. Soy de los que han venido diciendo [desde hace rato] que mi generacin tiene que hacerse a un lado, porque somos una generacin de sobrevivientes. Tenemos una obsesin por el orden que es excesiva para los tiempos actuales. Este no es un problema de edad biolgica. Es un cambio en el modo de hacer las cosas. Si uno mira la conformacin del comando de Michelle Bachelet, observa que hay una tendencia a descansar ms en las estructuras formales de los partidos. Y ya no tanto en los ncleos transversales. Es decir, aquella coalicin que se basaba en la conanza, en los vnculos y relaciones de un ncleo transversal, ahora ha optado por los acuerdos formales entre sus dirigentes. Pero ese ncleo transversal que estaba en La Moneda en los tiempos de Patricio Aylwin, que luego sigui con Eduardo Frei y que estuvo menos representado en los tiempos de Lagos, ya no existe ms. Lo que estamos viendo es que hoy las instituciones funcionan. Llam la atencin la manera en que entr la DC [al comando]. Se tuvo con ellos contemplaciones y cuidados como solo se tienen con un socio al cual no se le tiene conanza. Finalmente, se opt por gente que tuviera peso en la DC y no por personas que creyeran ms en la Concertacin como proyecto. Por lo tanto, la Concertacin que hemos tenido hasta ahora ya no existe ms. (...) lo que se acab es la cultura de Concertacin. Si hay que gracarlo, la coalicin se traslad a la calle Londres, a esas reuniones en que estn sentados todos los dirigentes de partidos, pero dej de tener
17
PRESENTACIN
alma propia. Es lo mismo que esas empresas que parten de la nada entre varios amigos, pero de pronto entra la segunda generacin y encuentran que todo es muy informal. Deciden institucionalizar las cosas y hacer un pacto de accionistas. Y lo que era el espritu pionero de esta alianza, se reemplaza por las precauciones jurdicas. Los que hacan de puente quedaron out y se fueron para la casa. No s [si eso es bueno o malo para la Concertacin]. Lo que es claro es que las instituciones son el mecanismo que se dan las organizaciones para sustituir el calor humano. Las instituciones son fras, impersonales, pero permiten resolver conictos. Y eso es muy distinto a lo que habamos tenido hasta ahora. La Concertacin descansaba menos en la formalidad y mucho ms en el calor humano. Ese calor se ha ido extinguiendo. Y ahora hay que ver si las instituciones de la Concertacin funcionan. Ms que [como] poltico, yo miro las cosas desde la sociologa. En ese sentido, creo ms en los vnculos afectivos, en esa especie de fondo comn de sentimientos, de sueos, de frustraciones compartidas. Ese es, a mi juicio, el sostn de la sociedad. Por tanto, coneso que estoy mirando lo que viene con signo de interrogacin. Se est inventando algo nuevo. sta no es la Concertacin que conocimos desde nes de los ochenta. As que antes de pronunciarme, quiero ver qu pasa. Pero reconozco que no tengo la certidumbre de que esto vaya a funcionar. Un gobierno no puede descansar nicamente en una coalicin cuyos afectos son sustituidos por la formalidad de los acuerdos entre sus dirigentes. Para gobernar bien hay que tener capacidad de crear redes afectivas y de conanza. Temo que ahora esas redes no existan, que se les d poca importancia y que se crea que se puede gobernar nicamente apelando al cario del pueblo, prescindiendo de las intermediaciones. Eso no funciona as en Chile. Y es all donde esta generacin MAPU puede echarse de menos. Porque las instituciones funcionan, pero funcionan sobre la base de conanzas. Las redes se cultivan. Ricardo Lagos cultiv vnculos durante veinte aos con los distintos segmentos de la sociedad. Eso le permiti dar gobierno a una sociedad
18
compleja como la chilena. se no es el caso de Michelle Bachelet. Ella emerge sorpresivamente con un impacto gigantesco sobre la opinin pblica, y en lo ms privado, con una relacin preeminente con un solo partido, el PS. Desde el punto de vista de la gente, s [es heredera de Lagos; pero desde el punto de vista de la clase poltica], no. Ella es parte de otra generacin. Lagos es casi la quinta esencia de la historia de la transversalidad en Chile. En ese sentido, Lagos es como un MAPU Platinum. Probablemente, Bachelet va a ser ms partidaria de que cada uno de los actores se siente a la mesa a partir de lo que son. Su gobierno va a ser ms como una reunin de directorio que como una coalicin con cultura comn. Las reuniones no se harn en la Mansin de la Novia, donde se forj la Concertacin, ni tampoco en el Mnchen. [Ese cambio] es un paso inevitable, pero no sabemos cmo va a funcionar. A eso, smale que el prximo ser un gobierno corto. No podr enfrascarse en pugnas testimoniales o presentar proyectos que no cuenten con la mayora. Va a requerir habilidades de gobernabilidad, habilidades transversales y redes. Lagos tuvo que hacer transacciones en el Plan Auge para poder sacarlo... [Transar] es la esencia de la transicin. sa es la generacin MAPU. Y eso es lo que le ha valido a gente como yo la cantidad de improperios que hemos recibido de cierta cultura de izquierda, que ha visto en esto una permanente transaca. [No tengo nostalgia]. Primero que nada, no me siento parte de la generacin del MAPU. No soy Viera-Gallo, Correa, Insulza o Flores. Ellos eran cuasi ministros cuando yo recin sala del colegio. Ellos vivieron la Unidad Popular y todo lo que vino despus del golpe de un modo distinto a como yo lo viv. En ese sentido, yo los he observado a ellos. No soy parte del ncleo. Siempre se me ha asimilado como uno ms del club, pero no lo soy. Adems, lo que hoy llamamos MAPU se reere al de Jaime Gazmuri, de Enrique Correa, de Jos Miguel Insulza. se era el MAPU del poder. Yo estaba en el MAPU que lideraba Carlos Montes, que era ms marginal, ms ajeno y desconando del poder. Yo apost a que todos bamos
19
PRESENTACIN
a ser MAPU, en el sentido de que la Concertacin iba a dar lugar a la creacin de una identidad nueva, a un proyecto poltico que pudiera organizarse como una federacin en que todos pudisemos transitar entre un liderazgo DC, socialista, PPD o radical. Pensaba que sera un hogar comn en que las identidades ya no estuvieran fundadas en los partidos previos al 73, sino que pudiera fundarse a partir de lo que haba sido la experiencia de la transicin a la democracia. Ese proyecto fracas. Y el alma de ese proyecto era la generacin del MAPU. Fracas la generacin MAPU. No logr crear un proyecto fundacional ni tampoco pudo darle a la Concertacin una nueva identidad poltica. Hoy los partidos polticos vuelven a sus reductos originales. (...) la generacin MAPU cop muchas posiciones de poder, porque ese ncleo transversal fue esencial para el nacimiento de la Concertacin y para el xito de la transicin. Ahora se entiende que este grupo ya cumpli su tarea. Y las criaturas que fueron naciendo en estos aos ya se sienten adultos y quieren sus propios espacios. Entonces, ms que una pasada de cuentas, este es un asunto de maduracin. Era inevitable. En diversos actores polticos y analistas, mis armaciones anteriores suscitaron furibundas reacciones, que pueden ser divididas en varios tipos. La primera, y la ms radical, provino de quienes me acusaban de estar inventando una entelequia, pues nunca habra existido ese ncleo transversal del que yo hablaba; y si existi decan, no tuvo relevancia alguna en la gestacin de la Concertacin y en la transicin, pues stas se basaron siempre en las estructuras partidarias formales. Un segundo tipo de reaccin apuntaba a que la pretensin que yo imputara al MAPU, aunque lo criticara por no haberla impulsado con ms decisin de crear a partir de la Concertacin una cultura poltica que trascendiese a los partidos revelaba una ingenuidad abismal, pues en Chile los partidos histricos y sus culturas seguan siendo infranqueables: lo que yo llamara metafricamente el n del MAPU, por ende, no sera ms que una
20
normalizacin del sistema poltico, en la cual la disolucin de las diferencias tras la bsqueda de consensos deja lugar a la tradicional competencia basada en la acentuacin de las diferencias, incluso al interior de una coalicin como la Concertacin. En n, en un tercer tipo de reaccin, prominentes guras del fenecido MAPU me acusaron de algo as como estar revelando un secreto de familia. Sealaban que los MAPU no tuvieron el monopolio del transversalismo; que no tenan dudas de que, con Bachelet, se crearan nuevas redes de afecto y complicidad como las que haban existido en el pasado; y que, por cierto, los MAPU seguiran estado ah, pues seguan vivitos y coleando. Nunca imaginando que mi modesta columna fuese a generar tantas pasiones y tan variopintas respuestas, quise reexionar un poco ms detalladamente sobre este fenmeno del MAPU. Un MAPU rodeado hasta hoy de una leyenda cuya relevancia supera con creces su fugaz paso por la historia poltica chilena. Me puse entonces en contacto con Cristina Moyano Barahona, una joven historiadora que en el pasado me haba entrevistado para su tesis, la cual versaba sobre el MAPU, y que me haba llamado la atencin por su conocimiento sobre el tema, su curiosidad y su inteligencia. Nos reunimos en torno a ciertas hiptesis que yo elabor, y planeamos trabajar en conjunto en una investigacin a fondo que permitiera separar lo que haba de leyenda y lo que hay de realidad en torno al MAPU. Durante ms de un ao, tuve que renunciar a un papel ms activo y resignarme al de comentarista de los avances de Cristina; pero me alegro mucho que ella haya seguido en el proyecto, uno de cuyos frutos y seguramente no el ltimo ni denitivo es este libro. Cules eran esas hiptesis que nunca alcanc a desarrollar, pero que hasta ahora considero vlidas como pistas de investigacin? Como toda hiptesis, stas son provocativas y, en muchos casos, contraran el sentido comn. A continuacin las enunciar brevemente, con la ilusin de que otros interesados, con mayor distancia y disciplina, puedan abocarse a refutarlas o validarlas.
21
PRESENTACIN
1. La gestacin del MAPU tuvo sobre el Partido Demcrata Cristiano un impacto que dura hasta nuestros das. Como bien lo documenta Moyano en este libro, la ruptura de la Democracia Cristiana que condujo a la creacin del MAPU en 1969 tuvo su origen en un conicto que se remonta a 1967. Pero, en los hechos, el MAPU de Rodrigo Ambrosio, Enrique Correa, Juan Enrique Vega, scar G. Garretn, Jaime Gazmuri, Jos Antonio Viera-Gallo, Jos Miguel Insulza, Juan Gabriel Valds, entre muchos otros, se llev la crema y nata de la intelligentsia joven del PDC. Aunque el que se fue era un grupo muy reducido y de escaso peso electoral, lo tena en cierto grado en las estructuras del partido, dispona de una fuerte inuencia intelectual, formaba parte de las redes sociales bsicas (de las familias fundadoras) del PDC, y reclutaba a los tecncratas que manejaban las reas ms innovadoras del gobierno de Frei Montalva, como la Reforma Agraria y la Promocin Popular. Se trataba, por lo dems, del ncleo que haba liderado un movimiento emblemtico, como fue la Reforma Universitaria, expresin local de la protesta estudiantil que sacudi las calles de Pars, Berkeley, Berln y otras capitales del mundo, desatando un proceso de liberacin que marcara el nal del siglo 20. Ms all de su nmero, la DC fue conmovida por el desgarramiento que dio nacimiento al MAPU y despus, en 1970, por la ruptura que dio origen a la Izquierda Cristiana. Los problemas que ha mostrado la DC para adaptarse a la modernizacin de tipo capitalista y levantar un discurso capaz de competir por su hegemona en buena medida se explican por el vaco dejado en su seno por la prdida de la generacin MAPU. 2. La conducta del PDC ante la UP y Allende fue estimulada en parte por el desprendimiento del MAPU y, posteriormente, de la Izquierda Cristiana. Estos desgajamientos fueron interpretados por la DC, y con razn, como un gesto hostil de la izquierda, tendiente a su debilitamiento o extincin. Ello contribuy fuertemente a suscitar la reaccin anti-izquierdista que condujo a la
22
DC a descartar la tesis de la unidad del pueblo planteada por Radomiro Tomic en 1970, y que llev luego a la oposicin a la UP y Allende. De hecho, la formacin del MAPU coincide con la ruptura de los nexos entre la DC y la izquierda, lo que en el clima de polarizacin generado durante la UP la condujo a abandonar el centro y acercarse a la derecha. Fue recin en los aos ochenta, por intermedio precisamente de aquellos hijos prdigos que la haban abandonado para formar el MAPU y que ya no eran parte de sus las, que la DC volvi a acercarse a la izquierda socialista para crear la Concertacin bajo su hegemona, alcanzando con ello quiz el punto ms alto de su historia poltica. 3. El MAPU ejerci un rol desproporcionadamente alto, tanto en la campaa de Allende como en su gobierno. Allende y el Partido Comunista pensaban que, en los intentos anteriores, un obstculo grave para alcanzar la presidencia haba sido el temor del voto cristiano a la izquierda, temor que lo llevaba a volcarse abrumadoramente hacia el PDC. El MAPU, una fuerza desgajada de la DC y formada por personajes de incuestionables credenciales cristianas (como Jaques Chonchol, Rafael Agustn Gumucio, Julio Silva Solar, entre otros), poda ser entonces la ganza para penetrar ese electorado clave y ganar la eleccin de 1970. Aunque es difcil de probar, no sera extrao que Allende haya tenido una participacin no conocida en el desprendimiento del MAPU del PDC, a travs de los sectores ms anes del PS (Almeyda) y el PC. Como lo documenta Moyano, durante la campaa de los setenta, y a lo largo de todo su gobierno, una y otra vez Allende hizo alusiones a los cristianos de izquierda que lo acompaaban para molestia de los dirigentes del MAPU, que queran desprenderse de la identicacin cristiana para transformarse en un partido propiamente de izquierda, con credenciales marxistas y proletarias. No obstante, pese a la incomodidad de sus dirigente, el rol que le asign Allende le dio al MAPU un poder simblico, intelectual y poltico muy superior a su peso electoral y orgnico, rasgo que, como veremos, se reproducira despus en la oposicin a la dictadura y la transicin
23
PRESENTACIN
a la democracia. En el curso de la campaa de 1970 esto se ilustr, entre otras cosas, en la importancia que tuvieron militantes del MAPU en la denicin del Programa de la UP. 4. En el gobierno de la UP (19701973), el peso poltico del MAPU fue muy superior a su peso electoral, lo que se explica por su rol muy instrumental al Presidente Allende. Moyano entrega alguna evidencia de la sorprendentemente baja performance electoral del MAPU bajo la UP. Sin embargo, Allende coloc a muchos de sus militantes en posiciones gubernamentales claves. En parte, ello obedeci a su deseo de blindarse con esos cristianos de izquierda y mitigar as el temor de los grupos de centro. Tambin a la formacin y capacidad tcnica de esos militantes, que eran bienes escasos en la izquierda tradicional. Pero, por sobre todo, a que el MAPU mantena una posicin equidistante dentro de la UP entre los dos partidos dominantes (el PC y el PS), que alimentaban entre s una soterrada pugna. Tal alineacin le permita a Allende encomendar a militantes del MAPU tareas que no poda encomendar a socialistas o comunistas, ms eles a sus partidos que al gobierno. No es extrao, entonces, que algunos dirigentes del MAPU se transformaran en los vicarios de Allende hacia grupos como los empresarios y los militares. La vocacin de ejercer como nexo o puente entre sectores dismiles y la delidad hacia ciertos objetivos o autoridades superiores por encima de la delidad partidista parecen ser ciertos rasgos de la generacin MAPU con antiguas races. Como sea, la existencia y la actuacin del MAPU son centrales en lo que fue la experiencia de Allende. 5. El MAPU no fue un grupo homogneo: en l coexistan diversos carismas o almas, lo que dio lugar a sucesivas divisiones internas. Moyano describe este fenmeno detalladamente. Hubo un alma cristiana, de la que era expresin buena parte de las guras fundacionales, como Gumucio, Jerez, Chonchol y Silva Solar, pero ella dej escasas huellas en el MAPU. Rpidamente entr en colisin con el grupo de la juventud, con fuerte inuencia del marxis24
mo althusseriano y decidido a constituir un partido de vanguardia a la usanza leninista, objetivo que lo llev a unirse sin mayor drama con una nueva fragmentacin del PDC para dar vida a la Izquierda Cristiana en 1970. A partir de entonces, es posible distinguir gruesamente dos carismas o almas diferentes. La primera es precisamente la del ncleo formado por Ambrosio, Correa, Gazmuri, cuyo propsito era formar un partido de cuadros de corte leninista, que se senta atrada por el uso y la acumulacin de poder estatal, era el a Allende, estaba cerca del PC y del comunismo sovitico, desconaba del ultraizquierdismo, tena como mentor a Clodomiro Almeyda y ocupaba posiciones estratgicas en el gobierno de la UP a travs de guras como Fernando Flores. ste fue el grupo que, luego de perder el control del MAPU a nes de 1972, dio un golpe en marzo de 1973, quebr el partido formando el MAPU-OC, y comenz a ejercer el liderazgo poltico de facto, as como la representacin pblica de toda la generacin MAPU hasta hoy. De otra parte, est el alma que podramos llamar basista, anti-estatal o ultraizquierdista, conformada por guras menos conocidas en la poltica nacional, pero con fuerte inuencia en los niveles intermedios, especialmente en regiones: Eduardo Aquevedo en Concepcin, Rodrigo Gonzlez en Valparaso, Carlos Montes en la zona sur de Santiago, entre otros. Se trataba de un grupo internamente muy heterogneo, aunque comparta una ideologa antisovitica, una distancia hacia el poder del Estado en todas sus formas, fe cerrada en el poder popular y desconanza hacia Allende y su va chilena. Desde tales posiciones, se mantuvo en la periferia del gobierno, instalndose de preferencia en los frentes de masas. Aunque este grupo gan la mayora en el congreso del MAPU de 1972 y se qued con la marca MAPU, despus del quiebre de 1973 se fragment y, como tal, no alcanz la inuencia del MAPU-Obrero Campesino.
6. La violenta divisin del MAPU en 1973 fue la puesta en escena de un conicto mucho ms amplio dentro de la UP, y que nunca se resolvi del todo. Se trata de la divisin entre dos bloques: el blo25
PRESENTACIN
que gradualista, partidario de una negociacin con las FF.AA. y la DC; y el bloque rupturista, partidario del poder popular y de la radicalizacin del proceso de cambios. El primero era encabezado por el PC y los sectores del PS liderados por Almeyda y la juventud, y respaldado rmemente por la elite dirigente del MAPU. El segundo estaba encabezado por sectores del PS liderados por Carlos Altamirano, tena fuertes nexos con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), contaba con el respaldo de Cuba y, dentro del MAPU, era apoyado por los ncleos de Concepcin, Valparaso y los regionales Sur, Centro y Norte de Santiago. Esta divisin al interior de la UP entre dos estrategias crecientemente incompatibles no lograba resolverse, en gran medida por la ambigedad de Allende, desgarrado entre su intuicin socialdemcrata y su dependencia emocional hacia la Cuba de Fidel. El quiebre del MAPU en marzo de 1973 por un golpe de fuerza de corte cuasi-militar, buscaba no solo neutralizar la radicalizacin de este partido, sino precipitar una separacin de aguas al interior de la UP y el gobierno, con el n de encaminarse tras una estrategia clara ante una crisis que ya pareca inminente. En este sentido, se trat de una operacin ms vasta en la que estuvieron involucrados directamente por lo menos el PC y los sectores almeydistas del PS. Pero el quiebre del MAPU no logr el objetivo, pues la ambigedad estratgica de la UP, en vez de aplacarse, se acentu, facilitando el desenlace del 11 de septiembre. 7. Las dos almas del MAPU, que llevaron a su divisin, han denido dos trayectorias diferentes para sus antiguos miembros. As, por ejemplo, en el plano intelectual, los del alma gradualista y estatista, con asiento en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), durante la dictadura se interesaron fundamentalmente en las cuestiones relativas al sistema poltico y la democracia, con fuerte predominio de la ciencia poltica. En cambio, los del alma rupturista o basista se replegaron en el Centro de Estudios Sociales y Educacin SUR, desde donde se volcaron a los temas de la sociedad civil y los movimientos sociales, priorizando la sociologa, la historia y la antropologa. En cuanto a la militancia,
26
los primeros nalmente no optaron por el PC y se incorporaron masivamente al PS, donde desplegaron sus habilidades organizativas y de ejercicio del poder, aunque siempre les estuvo vedado ocupar posiciones de alta direccin partidaria. Los segundos, en cambio, se agruparon en el PPD, un partido menos organizado y con menos vocacin de poder, donde llegaron a ocupar posiciones de alta direccin. En n, en lo que respecta a su posicin social, los del alma gradualista llegaron a ocupar altas posiciones en los gobiernos de la Concertacin, mientras los del alma basista tendieron a quedarse en la sociedad civil: organizaciones no gubernamentales, academia, empresas. En suma, el MAPU dio lugar a dos trayectorias de vida muy diferentes, las que no son adecuadamente diferenciadas cuando se habla de la generacin MAPU. 8. Los antiguos miembros del MAPU ejercieron un rol relevante en el acercamiento entre la izquierda y el PDC y, con ello, en la gestacin de la Concertacin. La Concertacin cabe recordarlo representa la materializacin de un viejo proyecto democratacristiano, como fue la unidad del pueblo de Tomic. Es al mismo tiempo la alianza de la izquierda con el centro y la reconciliacin del mundo laico y el cristiano, que durante la guerra fra compitieron codo a codo por el respaldo popular. Y junto con ello, es un sistema competitivo para dirimir la hegemona en la alianza. La Concertacin se gest a travs de tres tipos de acercamientos, que se produjeron en tres momentos histricos diferentes, pero que tuvieron en comn la participacin activa de antiguos miembros del MAPU: un acercamiento espiritual, que tuvo lugar en torno a la defensa de los derechos humanos, y cuyo escenario estuvo constituido por el Comit Pro Paz y la Vicara de la Solidaridad de la Iglesia catlica; un acercamiento intelectual, que ocurri entre intelectuales de la DC y la izquierda, y que tuvo como escenario las ONG y los centros acadmicos (CIEPLAN, FLACSO, SUR, ILET, CED); por ltimo, un acercamiento poltico, que se despleg en diversos momentos, pero que entr en tierra derecha a partir del Acuerdo Nacional hasta culminar en la Concertacin por el No de
27
PRESENTACIN
1988. En estos tres tipos de acercamientos fueron actores personeros del antiguo MAPU, a manera de nexo o puente entre la DC y la izquierda tradicional. 9. Los antiguos miembros del MAPU han ocupado en los gobiernos de la Concertacin posiciones de poder que no se condicen con el poco relevante peso poltico que poseen en los partidos en que militan, o del que disponen en la arena electoral. Es lo mismo que les ocurri bajo Allende. En efecto, sobre todo hasta el gobierno de Lagos, han ejercido altas posiciones institucionales en el gobierno, la mayora en reas crticas, donde tambin se han desempeado como asesores. Tambin alcanzaron posiciones en el Congreso, tanto en las las del PS como del PPD. Ejercen roles de inuencia en el campo cultural, intelectual, en el mundo acadmico, en los medios de comunicacin y en la empresa, y son reconocidos por disponer de amplias redes transversales en los crculos de inuencia y poder. El secreto en todo esto no se encuentra en su capacidad conspirativa, sino en su consabida capacidad profesional y de trabajo, lo que en el caso de los que vienen del alma estatista se une a su hbil manejo del poder y de los hilos del aparato de gobierno. Tambin les ha ayudado el hecho de conocer a fondo y desde dentro el mundo laico socialdemcrata (del que hoy forman parte) y el mundo humanista-cristiano (donde se formaron), con redes personales en ambos, lo que les facilita enormemente desplazarse en el seno de una coalicin como la Concertacin, formada por esos dos segmentos. Esta alianza, nica en el mundo, ha encontrado en los antiguos MAPU un invisible factor de cohesin. 10. La mayor obra histrica del MAPU fue la creacin de la Concertacin: su institucionalizacin o disolucin terminan con su rol histrico. Obviamente, la Concertacin no es obra exclusiva del MAPU, ni mucho menos; pero desde el punto de vista de su trayectoria o de sus miembros, la creacin de la Concertacin es su obra ms robusta y permanente, considerando que los sueos de crear un partido nuevo (el tercer partido de la izquierda) fracasaron. No obstante, el logro del MAPU con respecto a la Concertacin
28
no fue completo. Su culminacin natural tendra que haber sido la creacin del Partido de la Concertacin; esto es, una identidad y organizacin nueva, que superara a los partidos histricos (Socialista, Por la Democracia, Demcrata Cristiano y Radical Social Demcrata). Hubo algunos intentos en este sentido. Pero con el tiempo, las identidades e institucionalidades partidarias histricas (como el PS y el PDC) se fueron imponiendo sobre la transversalidad que dio vida y anim la Concertacin hasta el gobierno de Bachelet, dejando sin su espacio histrico a la generacin MAPU. Respondiendo a algunas de las crticas que recib por mis armaciones acerca del n del MAPU, a nes de septiembre de 2005 publiqu en La Tercera una columna titulada Sin miedo, con pena, sin nostalgia. Ah armaba que mi intencin haba sido rendirle un homenaje a la generacin MAPU por haber sido el nexo cultural y poltico entre la izquierda laica y el centro cristiano, transformndose con ello en el motor de la Concertacin y, por esta va, de la transicin. Y que cuando he hablado de su fracaso me he referido a algo muy especco, como fue no haber logrado consumar el destino natural del MAPU: la creacin, a partir de la Concertacin, de una fuerza poltica con identidad y organizacin propias que superara a los partidos histricos. Y agregaba: La Concertacin es una entidad con vida propia a nivel de la ciudadana (...) pero ella sigue encauzada por la estructura de partidos pre-73, con muchos dirigentes partidarios que la soportan, pero no la quieren ni promueven. () me habra gustado y esto lo digo con pena haber dado en este aspecto un paso fundacional tan potente como los que ha dado Concertacin en otros campos; o, dicho de otro modo, que en vez de destinar energas en institucionalizar a los partidos antiguos, las hubisemos puesto en darle una identidad y organicidad ms potente a la Concertacin. Pero esto, lo admito, ya es historia. Terminaba diciendo: Tengo gran admiracin y cario por lo que ha realizado la Concertacin, y har todo lo que est a mi alcance para que este nuevo modelo funcione. En lo personal, tengo
29
PRESENTACIN
un gran respeto por las instituciones; pero no creo que stas puedan funcionar sin una base de conanza y afecto. Hay aqu, quizs, un punto de quiebre con la experiencia de mi generacin, marcada por la ruptura del 73, cuando nos toc ver como hasta las ms sagradas instituciones nos estallaron en la cara. Por lo mismo y as lo he venido sosteniendo desde hace mucho tiempo estoy porque una generacin sin esos traumas asuma el protagonismo de estos nuevos tiempos; lo que no signica que est conminando a nadie a jubilarse Solo que la sociedad cambia, y nadie puede quedarse ejerciendo para siempre los roles de ayer, por gloriosos que hayan sido. El MAPU ha muerto. Viva el MAPU!
30
INTRODUCCIN
31
32
Introduccin
Diversas razones de ndole familiar, polticas y de inters intelectual me impulsaron a cuestionar la problemtica de las identidades polticas y su conguracin histrica. As descubr, en conversaciones cotidianas y en observaciones poco sistemticas, cmo diversos actores sociales hacan mencin a la existencia de un grupo, inorgnicamente poltico, que aparentemente tena mucha injerencia en la construccin del proceso de transicin a la democracia y en la administracin del Estado desde la dcada del 90 hasta nuestros das. Me reero puntualmente a los ex militantes del MAPU. Una disputa ideolgica y con algunos rasgos de academicismo que se fueron diluyendo enfrent al historiador Alfredo Jocelyn-Holt con el socilogo Eugenio Tironi en una epistolar controversia cuyo problema de fondo eran las redes de poder que, segn el historiador, tena al MAPU en las lneas de direccin de la poltica y tambin, en menor medida, en el mundo empresarial. Uno de los puntos ms signicativos se puede gracar en el titular de la revista Cosas del ao 2000, donde Jocelyn-Holt armaba que el Gobierno de Frei Ruiz-Tagle era un gobierno DC dirigido por gente del MAPU. Sobre este debate, que me interes muchsimo, nacieron mis primeras inquietudes acadmicas por tratar de dilucidar una problemtica que adems de poltica consideraba histrica. Cmo es posible que quienes militaron en un partido desaparecido hace ya ms de dos dcadas (y que se integraron en su mayora a otras colectividades) sigan siendo visibles e identicados con su militancia primera? Qu volva a los MAPU tan atractivos pero, a la vez, por qu eran tan fustigados? Por qu dentro de
33
INTRODUCCIN
los actuales partidos, donde muchos de ellos se desenvuelven, siguen apareciendo como un grupo con conexiones, homogneo e incluso con relaciones transversales y diversas en lo ideolgico? Hay detrs de ellos una propuesta ideolgica unitaria que los hace identicables o son ms bien portadores de una cultura poltica particular congurada histricamente? Mis intentos por dilucidar estas interrogantes se volcaron hacia el estudio histrico de la constitucin de una cultura poltica particular. Paralelamente, se agruparon en una gran pregunta: por qu los ex militantes del MAPU son todava maniestos, en tanto tales, aun cuando orgnicamente su referente espacial, temporal y de construccin narrativa, como lo fue el partido propiamente tal, dej de existir hace ya ms de 15 aos? O, dicho de otra forma, cmo constituyeron una identidad tan particular y presente en la actualidad que ha trascendido a las estructuras partidarias clsicas y que sigue siendo perceptible especialmente para los otros? A lo largo de este escrito, se arma que el MAPU fue un partido generacional muy compacto en su desarrollo histrico, y que sin haber logrado nunca ser un movimiento de masas logr formar importantes cuadros individuales. Esto, junto a los poderosos lazos sociales forjados en una historia comn, que rompi con la pertenencia hacia el pasado, se tradujo en una especial y particular manera de entender y de hacer la poltica entre los aos 69 y 73. El peso de esa historia compartida en aos tan complejos de la historia chilena, combinado con las formas que impusieron en la poltica, ms como prcticas que como aporte ideolgico, gener en sus militantes procesos de identicacin tan poderosos que, aun cuando el partido haya desaparecido histricamente en el ao 89, siguen existiendo como seas de identidad en sus ex militantes. En suma, se puede hablar de la constitucin de una cultura poltica MAPU que impregna cierta matriz identitaria en quienes participaron de ese proceso fundacional, que se superpone a las identidades
34
partidarias vigentes y que construye un nuevo referente poltico en el Chile contemporneo, superando las estructuras polticas partidistas. Sin embargo, se vuelve imperioso aclarar que no se est reriendo a una entelequia o esencia del MAPU como algo que se constituy en un momento histrico y que se ha mantenido inmutable en el tiempo, como podra pensarse a primera vista. Aun as, queremos enfatizar que las identidades son mutables y se van construyendo incesantemente en el transcurso del tiempo, en espacios, ambientes y lenguajes o narraciones distintas. No obstante, existen ncleos de acontecimientos que se constituyeron en espacios y tiempos especcos y que son ms importantes en tanto aglutinadores y conformadores de ciertos elementos de identidad. Esta visin solo se puede abordar desde una perspectiva histrica, en un proceso mayor, aun cuando para el caso puntual hagamos nfasis en la genealoga del partido estudiado. Sern entonces, a nuestro juicio, tres los momentos histricos cruciales que han congurado una cultura poltica MAPU: el primero, y del que se har cargo este estudio, es el momento fundacional. El segundo, las vivencias de los militantes durante la clandestinidad al interior de Chile Y el tercero, el exilio y el proceso de renovacin socialista. Todos ellos conuyen para explicar la pregunta que desde el presente se hace sobre la identidad y la cultura poltica de los MAPU. En este escrito se abordar el momento fundacional, ya que creemos que los smbolos de identidad y de cultura poltica que explican la vigencia de la mirada a los MAPU en la realidad nacional actual son ms fuertes en quienes iniciaron este proceso que en aquellos que ingresaron posteriormente a la colectividad. De esta manera, el elemento generacional que asume la matriz identitaria del partido en el momento fundacional no sigui un curso normal, si es que pudiera haber existido alguno, debido al impacto que produjo en el sistema poltico el golpe de Estado
35
INTRODUCCIN
de 1973. As, este golpe asestado contra la democracia ese 11 de septiembre ayud a cristalizar la identidad y la cultura poltica MAPU sin haber logrado institucionalizar la colectividad. El partido en cuestin fue impelido rpidamente, pese a su corta vida, a abandonar la vida partidaria normal y a sumergirse en la clandestinidad, donde las identidades de todos los partidos polticos de oposicin al rgimen de facto se confundieron en la gran caracterizacin y denominacin de opositores, upelientos perseguidos, marxistas o traidores, segn quien emitiera el juicio sobre los mismos. Este elemento de homogeneizacin, que comenz a diferenciarse en los procesos de articulacin para derrotar a la dictadura y en las distintas apuestas tericas que dieron sustento a las prcticas, hizo que mientras los dems partidos opositores sumaban a su construccin poltica presente su historia y una identidad forjada en aos de lucha, que no solo se retrotraa a la UP, el MAPU aportara solo su identidad, donde el momento fundacional, como eje aglutinador de los lazos y redes sociales que sostuvieron el proceso, se hizo muy importante. De all la relevancia que le damos en este estudio a ese periodo histrico y su relacin con la memoria sobre el mismo. Para llegar a esta propuesta decid sumergirme en las caudalosas aguas del estudio de las subjetividades colectivas e individuales y de la conguracin de culturas polticas. Lamentablemente, la mayora de los estudios historiogrcos se reere ms a investigaciones acerca de ideologas expresas, comportamientos electorales, alianzas y discursos sobre determinados ejes, tales como estrategias de lucha, tcticas y formas de conceptualizar y practicar el poder, que a la vertiente subjetiva, aquella ms volcada a las experiencias cotidianas, a las redes sociales y a los modos de construir los universos discursivos que conguran los marcos de accin que ayudan a formar identidades colectivas, visibles no solo para quienes se sienten partcipes del grupo en cuestin, sino tambin para los otros actores con los
36
que se comparten espacios, se lucha y se construyen alianzas y oposiciones. Los universos discursivos que los sujetos construyen acerca de su mundo ayudan a la comprensin de los perodos histricos, ya que dan cuenta no solo de una realidad aparentemente objetiva, sino que, con la utilizacin de tal o cual lenguaje, determinan la manera como dicho sujeto o grupo comprende la realidad. El lenguaje como instrumento de comprensin, y como herramienta de construccin a la vez, permite articular identidades propias que vuelven visibles a los sujetos a s mismos y a los dems. De esta forma, el estudio de las construcciones discursivas hace posible captar tanto esa objetividad o materialidad en la cual los sujetos actan y pretenden cambiar, como la constante articulacin de nuevos mundos discursivos que reconstruyen las realidades en las que estn insertos. En este marco, pertenecer a una colectividad poltica signica adherir no tan solo a un discurso ideolgico en particular, sino tambin a la construccin colectiva de una identidad, a la participacin en redes sociales, a la prctica de formas de lucha que hacen al sujeto sentirse parte de un grupo que lo dene en forma particular y que lo hace visible a los otros sujetos con quienes convive. Dado lo anterior, la decisin de pertenecer a un partido poltico, ms all de condicionar el modo de percibir el mundo y el discurso al que se adhiere, permite construir una realidad en conjunto, hacer amigos, formar una familia, fortalecer y ampliar redes que, en el plano de la afectividad, van dando sentido y un nuevo cariz a la vida individual y social. El sujeto y su vida se modican a la luz de la militancia, as como el partido se forja a la luz de la vida de los sujetos. As se abordan los elementos constitutivos de lo que entenderemos como cultura poltica de un partido, concepto que est compuesto por la manera de construir discursos polticos, la formacin de las auto y heteroimgenes, las prcticas polticas, las
37
INTRODUCCIN
formas de organizacin y de lucha, las redes sociales y los modos de expresar discursivamente las experiencias de vida. Comprender la cultura poltica de este partido puede ayudarnos a complejizar los actuales anlisis sobre las elites polticas. Nuestra transicin a la democracia, con sus altos y bajos, sus aciertos y fracasos, no podra comprenderse si no escarbamos en las construcciones identitarias de los principales lderes que la dirigieron. Muchos de quienes son apuntados como los artces de nuestra transicin militaron en esta tienda poltica, por lo que nos atreveramos a decir que fueron sus imgenes sociales las que articularon una visin hegemnica de nuestra sociedad y sobre las cuales se pensaron y disearon las acciones de salida a la dictadura. Los MAPU se han venido constituyendo en los demonios de la Concertacin, los negociadores y los lobbistas, los que abandonaron sus banderas para venderse a las bondades de un mercado que antao criticaban. Estas imgenes se hicieron mucho ms potentes en el curso de la eleccin presidencial que llev a la Concertacin a su cuarto gobierno. Se habl del n de esa elite, ya que esos hroes fatigados haban sido expulsados por un recambio poltico y ciudadano. Estas interpretaciones sufrieron un revs cuando volvan a La Moneda ministros como Jos Antonio Viera-Gallo, lo que fue titulado por la prensa como el retorno del MAPU al poder. Ms que una constatacin de estas armaciones, este libro invita a pensar desde las identidades y las culturas polticas. Ms que lapidar al MAPU y su vigencia, hay aqu una invitacin a recorrer cinco aos de su corta vida poltica. Si el MAPU est muerto o vivo, si resucitar al amparo de un Lagos o de un Insulza el 2009 o si verdaderamente las estructuras histricas de los partidos de la Concertacin abortaron su forma de existencia, no son cuestiones que podremos resolver como analistas. Pero ante las preguntas surge al menos una observacin: unidos o dispersos, la elite fundadora del MAPU encontr formas de sobre38
vivencia innovadoras que, habiendo molestado a los militantes histricos y a su propia meritocracia, han logrado mantener su identidad pese a los golpes recibidos. Si el 73 se levant despus del quiebre, si resisti la dictadura con dos escisiones y nuevas fusiones, quin puede augurar su muerte denitiva? Ser esta una expresin posmoderna de una poltica en crisis?
39
40
CAPTULO 1
41
42
Subjetividad
El gran cientista poltico Norbert Lechner, fallecido hace unos aos, haca un llamado en sus escritos a volcar las miradas y los estudios sociales hacia la comprensin de la vertiente subjetiva de la poltica. Segn dicho autor, el acercamiento a este aspecto, controvertido y poco estudiado, era necesario no solo para comprender el funcionamiento del sistema poltico en s mismo, sino tambin para saber la percepcin que tiene de la poltica el comn de las personas y las valoraciones, simbolizaciones y apropiaciones afectivas que de dichos universos subjetivos hacen los sujetos en su vida cotidiana. Hacindonos eco de este llamado, creemos que los estudios sobre subjetividades polticas son importantes tambin para comprender el funcionamiento de los partidos, en especial para indagar acerca de las particularidades que los hacen atractivos ms all del mero enunciado de sus ideales programticos. Si entendemos por poltica la construccin del orden deseado por una colectividad y por los sujetos que la componen, la subjetividad es inherente a la misma. Los discursos sobre los distintos rdenes, las formas de articulacin del poder y los signicados que en ese proceso juegan los actores de carne y hueso no son solo una tcnica de administracin, sino una creacin simblica y signicativa que pone en discusin el lugar que cada sujeto quiere, desea y puede ocupar en el nuevo orden por el cual lucha, acta, se moviliza; en suma, por el cual vive. Por este motivo, los discursos programticos de los partidos dan cuenta de la constitucin de estos universos simblicos que intentan comprender la realidad en la cual estn insertos para as mantenerla o cambiarla. De esta forma, la administracin de la
43
poltica por un grupo en particular no debe ser analizada solo en tanto impacto de polticas pblicas, sino tambin en tanto apropiacin afectiva de sus receptores, quienes, al no ser pasivos, resignican las acciones y modican conductas, alterando siempre las delicadas y mltiples redes de poder. Las suposiciones anteriores, sin embargo, solo tienen validez si estimamos, como arma Lechner1, que la poltica posee un carcter constructivista, es decir, que es la herramienta que nos permite construir sociedad. Solo all la subjetividad social ofrece las motivaciones que alimentan el proceso de constitucin simblica y valrica de lo social. En este contexto, volcarse hacia lo subjetivo no signica renunciar al afn de comprensin global, no signica querer crear discursos falsos o irreales, sino que aspirar a abrir una nueva luz en la comprensin de los sujetos sociales y sus universos. De esta manera, cuando estudiamos un partido poltico debemos partir de la premisa de que est compuesto por sujetos activos, que sienten, que valoran y que cambian en el transcurso de la historia, herederos de un pasado y constructores de un futuro. Son la fuerza de la historia, y olvidar esta vertiente signica renunciar a la comprensin ms profunda del pasado. Un partido poltico, entonces, no es solo una estructura, sino que es un colectivo, y como tal est compuesto por sujetos-actores que construyen su historia presente hacindose eco de un pasado conjunto y que proyectan sus visiones de futuro en la lucha poltica electoral, administrativa, valrica e ideolgica. Lechner arma que las experiencias pasadas, sean rutinas inertes o acontecimientos extraordinarios, nos jan los objetivos que ambicionamos. () expuestos a un futuro indito, somos llevados a buscar en el pasado las lecciones que ayuden a comprenderlo.2 De esta forma, la concatenacin temporal del pasado-presente-futuro, constitutiva de la concepcin moderna de la historia, tiene como vector de direccin elementos subjetivos que motivan a los sujetos a su accin, ya sea de forma individual
44
o colectiva. Son esos elementos subjetivos racionalizados en las acciones colectivas los que han estado ausentes en los estudios de la teora poltica contempornea y de las ciencias sociales en general, por cuanto se ha tendido a fomentar un proceso de dessubjetivizacin. Una poltica que no da cuenta de los deseos, ansiedades y dudas de las personas corre el peligro de caer en la denominada crisis de representacin, es decir, una crisis que se caracteriza por estar constituida por discursos y acciones vacas, alejadas del sentir popular, del sentir colectivo, que no representa nuestros anhelos y que, por lo mismo, pierde el sentido de su ser. Segn Lechner, la brecha que se abre entre sociedad y poltica tiene que ver con las dicultades para acoger y procesar la subjetividad. Esta no es una materia prima anterior a la vida social, es una construccin cultural. Depende, pues, del modo en que se organiza la sociedad y, en especial, de la manera en que la poltica moldea esa organizacin social3. Para Zygmunt Bauman, coincidentemente con Lechner, el problema no es solo metodolgico sino que tambin poltico. Para dicho autor, la poltica en la actualidad no solo no da cuenta de las subjetividades, sino que se ha constituido sobre la negacin de la representatividad de nuestros anhelos y las promesas incumplidas. En lneas generales, el aumento de la libertad individual puede coincidir con el aumento de la impotencia colectiva mientras los puentes entre la vida pblica y la vida privada estn desmantelados o ni siquiera hayan sido construidos alguna vez, o, para expresarlo de otro modo, mientras no exista una forma fcil ni obvia de traducir las preocupaciones privadas en temas pblicos e, inversamente, de extraer de las preocupaciones privadas temas de inters pblico. Y si en nuestra clase de sociedad los puentes entre ambas dimensiones estn cortados, o desaparecieron abiertamente, lo pblico y lo privado se vuelven antagnicos, incomprensibles entre s y diferenciados. De esta forma, los agravios privados, los problemas
45
cotidianos, al estar los puentes cortados, no se convierten en causas colectivas4. Esta interpretacin sirve para entender el descontento, el desnimo y la incredulidad reejados en numerosas encuestas y estudios ms o menos serios de nuestro pas, que dan cuenta de un cambio en la identidad chilena. Se opone a la imagen de una sociedad politizada, participativa y con proyectos globales, como la chilena de las dcadas de los sesenta y de los setenta, una sociedad incrdula, individualista, desconada y pesimista de los aos noventa y del 2000. Algunos analistas sociales culpan de este proceso a la dictadura militar de los aos setenta y ochenta. Sin embargo, los cambios parecieran ser, segn Bauman, ms complejos, ms globales y menos locales. En otras palabras, podramos entender la dictadura militar como un factor que aceler en Chile un proceso de transformacin de la poltica que hoy parece ser caracterstico de la sociedad mundial-global. No obstante, lo que no podemos desconocer es que la poltica actual tiene poco que ver con la de antao y, ms an, que a pesar de una permanencia de los actores, los discursos han cambiado, para volverse vacos, televisivos y de poco impacto. As, la conguracin de los universos de lo deseable, de lo anhelable, de lo justo, de lo tico y de lo bueno son construcciones culturales simblicas que dan cuenta de las relaciones de poder sobre las cuales se fundamentan, se constituyen, cambian y se descomponen. Dichas relaciones de poder son, por ende, relaciones de poltica. Poltica de lo cotidiano, poltica de la vida diaria, que nutre los discursos pblicos y viceversa. De esta manera, cuando un partido poltico convoca a la militancia y a sus adeptos y el colectivo es capaz de construir seas de identidad social, ese partido ha logrado unir los elementos de la subjetividad individual y colectiva y hacerlos eco en un discurso pblico coherente y atractivo. Es un partido que impregna lo cotidiano porque da cuenta de lo cotidiano, pero, a su vez, da sentido a las mismas acciones con ambiciones de trascendenta46
lidad y cambio en el n ltimo de la poltica, la bsqueda del poder. De este modo, cuando la estructura partidaria desaparece y el imaginario colectivo sigue haciendo referencia a la existencia del partido-inexistente, podramos estar en presencia de una nueva forma de organizacin poltica, que ya no necesita de la estructura tradicional de funcionamiento, sino que son sus lderes, militantes y adeptos quienes llevan al partido en su subjetividad, en sus acciones cotidianas, y pueden desarrollarse an dentro de otros partidos polticos. El reconocimiento de estos actores-enclaves es sustancial para nuestra interpretacin de lo que entenderemos como cultura poltica del MAPU. Los sujetos y sus discursos e imaginarios, por lo tanto, se hacen ms necesarios de estudiar, por cuanto la estructura legal ya no existe y no se articula, como habitualmente se supone lo hacen los partidos polticos tradicionales5. El partido est en cada uno de los sujetos, aun cuando stos ni siquiera estn juntos, porque dicho partido ms que discurso ideolgico fue constructor de una identidad colectiva, donde el individuo explica y entiende su vida cotidiana y poltica. As, el sujeto no es una unidad cerrada, como postulan las vas inductiva y deductiva, sino abierta (disparatada, contradictoria). La transduccin se mueve en el elemento de la unidad, pero de una unidad problemtica.6 Individuo considerado como frontera topocronolgica que divide el universo en dos zonas: una interior/pasado (la parte del universo ya incorporada) y una exterior/futuro (la parte del universo por incorporar)7. Individuo depositario y constructor de historia, entendido ste como el ser que aglutina en su interior lo pasado y lo futuro como vivencia y proyecto. La consideracin del sujeto como unidad topocronolgica sugiere, sin embargo, una problemtica de acercamiento metodolgico y epistemolgico a la vez. Si el observador es sujeto/ individuo que intenta observar/comprender a otro sujeto/indi47
viduo como universo independiente y distinto, debe negarse a s mismo en tanto observador/activo. Esta escisin pone una disparacin o una contradiccin en el corazn del universo: el mundo es indudablemente s mismo (esto es, idntico a s mismo), pero en cualquier intento de verse a s mismo como objeto, debe tambin, indudablemente, actuar de modo que se haga a s mismo distinto, y por tanto, falso a s mismo. En estas condiciones siempre se eludir parcialmente a s mismo8. Esta disyuntiva quiz pueda resolverse a travs de darle validez a la subjetividad inherente a cada sujeto, que al interrelacionarse se vuelve intersubjetiva y plausible de aprehender como objeto de anlisis social. Lograr simular mediante la accin simblica y lingstica universos construidos y vividos en la simultaneidad del relato permite asir la realidad pasada intersubjetivamente, sin necesidad de que esta reconstruccin sea intrnsecamente falsa. Segn Ibez, el sujeto actual es un sujeto reexivo, pues tiene que doblar la observacin del objeto con la observacin de su observacin del objeto (medida cuntica). El sujeto y el objeto son efectos del orden simblico: el sujeto est sujetado y el objeto objetivado por el orden simblico.9 La estructura de este orden simblico, sin embargo, no es inmutable, sino que histrica. Es en dicho orden donde las funciones de arquetipo ideal o imaginario dan las coordenadas de nuestra situacin y de nuestro futuro. Es en el cambio o en las mutaciones permanentes del orden simblico donde se sita y construye a s mismo el sujeto, se cruzan, segn Ibez, dos movimientos: un movimiento de represin, que produce el desvanecimiento del sujeto (que pierde su profundidad vertical, para quedar aplanado en la horizontalidad supercial del intercambio), y un movimiento de retorno a lo reprimido (del sujeto de la enunciacin). Se puede hacer coincidir el primer movimiento con la modernidad, y el segundo que acta ya en la modernidad con la posmodernidad10.
48
Es el sujeto de la enunciacin el que nos interesa, por cuanto es en l donde prima la subjetividad. El sujeto de la enunciacin no se resigna a perder lo bello, lo bueno, lo verdadero. Reivindica equivalentes de valor que sean, otra vez, unidad de medida y tesoro. El movimiento que desemboca en el formalismo reivindica la unidad de medida. Es el retorno de los reprimidos en el objeto y en el sujeto. No hay cobertura en la horizontal de la circulacin: la hay en la vertical, arriba est el ideal, abajo est el tesoro11 Lo real aparece, de esta forma, en la perspectiva del sujeto como interioridad experiencial. Nuestro tesoro solo es alcanzable a travs de la memoria, ya que sta permite dar cuenta de las construcciones simblicas y de valor que dan coherencia a los universos colectivos. Segn Subercaseaux, se trata de realzar el proceso de constitucin y autonoma del sujeto, sin desconocer los determinismos sociales, pero focalizando el anlisis en ese espacio en que el sujeto llega a ser y en que se maniesta o representa su autonoma. En este proceso el yo interacta con el mundo externo. El sujeto se constituye y es modicado en dilogo continuo con el otro, con las formaciones discursivas y con los mundos culturales exteriores. 12 El dilogo continuo de la multiplicidad de sujetos individuales (yo) no debe ser considerado en los anlisis sociales como individualidad pura, sino que como contacto transcultural con otros sujetos. De all la validez historiogrca de los relatos, de las memorias que dan cuenta de las subjetividades individuales y colectivas. De este modo, la nocin de sujeto histrico apunta a un sujeto colectivo compacto, a un conjunto de yoes que se proyectan e interactan en lo poltico y cultural. Cuando nos referimos a un sujeto colectivo, al usar la voz sujeto, en lugar, por ejemplo, de hablar simplemente de sector social, estamos implicando que tiene conciencia de s13. O, dicho en otros trminos, estamos hablando de sujetos con identidad. En estos usos el espacio semntico del yo pareciera que se disuelve, o se presupone plegado a un sujeto preconstituido, o,
49
en algunos casos, cooptado por la dimensin de lo poltico y lo social. Sin embargo, la dimensin poltico-social implica siempre una eleccin de valores y una accin dentro de un repertorio posible de opciones. Se trata, por ende, de un espacio en que opera la autonoma del sujeto desde el yo, pues es desde all desde donde se elige y acta. Y es desde all tambin que se pliega o no a un determinado discurso y a un conjunto de valores 14 Ese es el espacio donde la subjetividad opera, donde las acciones adquieren su sentido y signicado ms profundo. La articulacin de la tensin operativa entre el mundo individual, el yo, y el mundo colectivo del cual formo parte, los yoes, nutre la subjetividad poltica de los actores. Es en esta tensin donde las decisiones valricas, de militancia, de hacerse y sentirse parte de un discurso y de una accin, cobran la relevancia de la que queremos dar cuenta en este estudio. Tensin que existe tambin en la relacin histrica de pasado, presente y futuro, ya que cada sujeto llega cargado de una herencia cultural propia, que congura su existencia del presente, y sobre el cual se articularn las opciones de futuro. Sin embargo, si bien ese pasado no es determinante, tampoco es ftil. Por esa razn, el sujeto activo debe ser considerado siempre un sujeto topocronolgico, ya que las interrelaciones temporales para este estudio sern muy relevantes en la conguracin de una particular cultura poltica. Los mundos de los cuales los sujetos provienen, sus crculos sociales, sus experiencias pasadas, los hacen sentirse ms cerca o ms lejos de otros sujetos con quienes pueden compartir o no dichos universos simblicos y signicantes. El presente, por su parte, ser comprendido a la luz de esa experiencia pasada. Sin embargo, las nuevas vivencias interrelacionadas van a la vez congurando las opciones de futuro, la nueva relectura del mundo social, la construccin de nuevos universos discursivos, que reinterpretan mi pasado, pero que me guan hacia mi futuro. Aqu se constituye, entonces, una determinada cultura poltica.
50
Lechner armaba, los temores al futuro nacen en el pasado. Y los sueos de futuro nos hablan de las promesas incumplidas del pasado; lo que pudo ser y no fue. De lo que hemos perdido y de lo que no deba haber sucedido. Hacer memoria es actualizar nuestras experiencias15. As, memoria y subjetividad estn interrelacionadas, por cuanto la primera se constituye no solo en herramienta para excavar en las subjetividades, sino en parte constitutiva de la misma subjetividad. Cultura poltica como sntesis comprensiva Finalmente, uno de los ltimos conceptos ancla de esta investigacin es el de cultura poltica, el que a diferencia de lo referido a la memoria, no existe una sistematizacin muy acabada. La principal fuente terica acerca de este tpico se encuentra en la ciencia poltica, en la sociologa y en algunos estudios de antropologa; sin embargo, en ninguno de ellos se da una denicin exhaustiva de l. Por lo general, se habla y se entiende el concepto cultura poltica como formas de hacer poltica o produccin de universos simblicos y discursivos. Por su parte, el anlisis historiogrco es casi inexistente, salvo los estudios de Ana Mara Stuven, quien utiliza una denicin bastante somera para referirse a la cultura poltica de la elite chilena en el proceso de construccin de la nacin16, y los de Julio Pinto y Vernica Valdivia, quienes en Revolucin proletaria o querida chusma..., quizs rozando el concepto, se acercan a la produccin de signicado y de apropiacin que los discursos y la expresin en prcticas polticas determinadas generaron con las propuestas socialistas de Recabarren y el populismo alessandrista17. La escasa sistematizacin conceptual de los estudios historiogrcos monogrcos sobre algn partido o movimiento ha hecho primar la atencin en los aspectos ms visibles de la
51
constitucin y actuacin de los mismos, obviando los efectos subjetivos que la participacin, la produccin de signicados y representacin generan en los militantes y en los no militantes en un determinado tiempo histrico. Para este estudio, el concepto de cultura poltica constituir un eje central en el anlisis, porque nos permitir interrelacionar las variables objetivas (nmero de militantes, discursos, votos, escritos de prensa) con aquellas variables subjetivas de apropiacin de signicados, produccin de sentidos, construccin de mapas mentales y cognitivos que siten a los actores en la lucha por la construccin de un determinado orden social. De esta forma, cultura poltica ser el modo en que un movimiento entiende la actuacin poltica y simblica de sus miembros dentro de la construccin de un orden social determinado; la signicacin que realizan de su actuacin; las luchas por la bsqueda de las hegemonas del recuerdo y del presente; la direccionalidad que le entregan a la accin y las lecturas que hacen de ella; las redes sociales que articulan sus relaciones; en suma, la manera en que construyen una identidad partidaria forjada en la vida cotidiana misma. Para esto, ser necesario tratar de esbozar los mapas mentales que los actores construyeron durante el perodo en estudio para as entender espacial y temporalmente las signicaciones que desde la memoria realizan de los mismos. Entenderemos por mapa mental la forma que tienen los sujetos de representar una determinada realidad social para hacerla inteligible en los tres tiempos histricos. Segn Lechner, hay distintas maneras de mirar y sentir cada uno de los tres tiempos y, en particular, de anudar los hilos, tenues o gruesos, entre ellos. Y de esa delicada trama depende nalmente la construccin del orden social y su sentido. Nuestro modo de vivir el orden social tiene que ver con la forma en que situamos al presente en la tensin entre pasado y futuro18. En dichos mapas se encontrarn los horizontes de lo poltico
52
(los lmites geogrcos entre lo que se considera poltico y lo que no lo es), las utopas, los anhelos, el poder y las relaciones sociales dentro del mismo. Tambin, la manera de simbolizar y de textualizar las acciones con sus signicados y los modos de nominar el orden social. La construccin del orden est ntimamente ligada a la produccin social del espacio y del tiempo. Por un lado, el orden es creado mediante la delimitacin de su entorno, estableciendo una separacin entre inclusin y exclusin. No hay orden social y poltico sin fronteras que separen un nosotros de los otros. An ms, la nocin de orden modela la idea del espacio. Dentro de este contexto, la reformulacin de los cdigos interpretativos, el manejo de nuestros miedos, el trabajo de hacer memoria, son facetas de la subjetividad social, abarcando tanto los afectos y las emociones como los universos simblicos e imaginarios colectivos. La politicidad de estos elementos se maniesta en una doble relacin: como formas de experiencia cotidiana que inciden sobre la calidad de la democracia y, a la vez, como expresin de la sociedad que es construida por la poltica. Un estudio de cultura poltica debe volcar su mirada a la vida cotidiana que los militantes realizan durante un perodo en cuestin, por cuanto ella ayuda a revisar los procesos de apropiacin simblica de los discursos y de las acciones mismas. Segn Lechner, al tomar una parte de nuestra vida como lo normal y natural estamos elaborando cierto esquema de interpretacin para concebir los otros aspectos de nuestra vida. Al denir un conjunto de actividades como cotidianas, jamos ciertos criterios de normalidad con los cuales percibimos y evaluamos lo anormal, es decir, lo nuevo y lo extraordinario, lo problemtico. Tal vez el aspecto ms relevante de la vida cotidiana es la produccin y reproduccin de aquellas certezas bsicas sin las cuales no sabramos discernir las nuevas situaciones ni decidir qu hacer. Para un animal de instintos polivalentes como el ser humano, crear esta base de estabilidad y certidumbre es una experiencia indispen53
sable, requiere un mbito de seguridad para enfrentar los riesgos de una vida no predeterminada. Enfrentado a un futuro abierto, recurre a un mundo familiar donde encontrar los motivos, los por qu, que le permitan determinar el para qu19.Qu es lo poltico para unos y cmo se pone en prctica, hasta dnde llega el partido y hasta dnde el militante, cmo me apropio del discurso de accin en mi vida privada y cmo se crean y entrecruzan las nuevas y antiguas redes sociales son elementos que forman parte de la vida cotidiana y tambin de la cultura poltica de un grupo en particular. Cada grupo social concibe su vida diaria en referencia, tcita o explcita, a otros grupos, asimilando o modicando, aspirando o rechazando lo que entiende por la vida cotidiana de aquellos. Encontramos pues diferentes vidas cotidianas, determinadas por el contexto en que se desarrollan los distintos grupos. La vida cotidiana es un mbito acotado, pero no aislado. Solo en relacin con la totalidad social y, especcamente, con la estructura de dominacin, puede ser aprehendida la signicacin de la vida diaria en tanto cara oculta de la vida social20. La vida cotidiana de los aos sesenta y setenta fue particularmente especial, segn cierto consenso historiogrco que enfatiza que en dicha poca existi una gran polarizacin y discusin poltica que los actores vivenciaban a diario. Todos parecen coincidir en que en esos aos lo poltico se volvi precisamente cotidiano y marc a generaciones, sobre todo a los jvenes, en la comprensin de un mundo donde las relaciones polticas y de poder, sistematizadas en discursos, movimientos y prcticas polticas, construan la identidad particular y colectiva de los mismos. Por esa razn, obviar la produccin subjetiva de las prcticas polticas cotidianas y los lazos afectivos de la accin parece absurdo al momento de querer adentrarnos en las arenas de la comprensin de una cultura poltica particular como lo fue la del MAPU durante esos aos (69 al 73). As, estudiar a un partido desde lo cotidiano implica consi54
derar el cruce de las relaciones entre los procesos micro y macro sociales. En lugar de reducir los procesos microsociales al plano del individuo (en contraposicin a la sociedad), habra que visualizar la vida cotidiana como una cristalizacin de las contradicciones sociales que nos permiten explorar la textura celular de la sociedad de algunos elementos constitutivos de los procesos macrosociales. Desde este campo de anlisis de los contextos en los cuales diferentes experiencias particulares llegan a reconocerse en identidades colectivas. Ello remite, por otro lado, a la relacin entre la prctica concreta de los hombres y su objetivacin en determinadas condiciones de vida. En lugar de reducir la vida cotidiana a los hbitos reproductivos de la desigualdad social (Bourdieu), habra que sealar igualmente cmo a raz de la vivencia subjetiva de esa desigualdad estructural las prcticas cotidianas producen (transforman) las condiciones de vida objetivas. Vista as, la vida cotidiana se ofrece como un lugar privilegiado para estudiar, segn una feliz expresin de Sartre, lo que el hombre hace con lo que han hecho de l21. La memoria, la vida cotidiana y la cultura poltica como sntesis comprensiva son tres elementos que van de la mano en esta investigacin que quiere adentrarse en la aguas de la produccin simblica y subjetiva para comprender la vigencia de un movimiento que en la actualidad, sin tener estructura formal, sigue inuyendo y es reconocido por otros actores como parte importante en las luchas por el poder poltico. Las claves, creemos, estn en la genealoga misma del partido, en la cultura poltica que en el momento fundacional contrapuso a jvenes y viejos, antiguos y nuevos discursos, acciones y smbolos de poder, marxismo y cristianismo, gradualidad y revolucin, ideologa y pragmatismo, que marcaron la forma de hacer poltica de sus militantes, desde los dirigentes hasta sus bases. La participacin militante de los miembros de este partido ha congurado histricamente una cultura poltica particular que a nuestro juicio tiene tres momentos sustanciales: el perodo fundacional, la clandestinidad y
55
el proceso de renovacin socialista, y por ltimo el retorno a la democracia en los aos 89-90. Sin embargo, a pesar de creer que los tres momentos mencionados son importantes, esta investigacin solo ahondar, por razones metodolgicas, el primer perodo, dejando para investigaciones posteriores los otros momentos histricos en la conguracin de la cultura poltica MAPU. Las razones para anclar este estudio particularmente en el perodo de formacin son bsicamente la existencia de varias tensiones puntuales que a nuestro juicio tuvieron expresin solo en el perodo fundacional (de all su importancia histrica). Dichas tensiones son las siguientes: 1. Existencia de dos maneras de hacer poltica, sintetizada en la pugna juventud versus antigua escuela. El MAPU vivenciar durante los aos de su formacin una fuerte pugna por el control del partido, la que contrapone dos maneras o concepciones de entender y practicar la poltica. Una es la vigorosa, nueva y fuerte que traen los jvenes, y la otra, la clsica y un tanto desprestigiada que tenan los viejos cuadros provenientes de la DC. De este modo, se da en el MAPU una tensin generacional, donde el grupo ms joven terminar por hegemonizar el partido y darle un cariz distintivo. 2. De lo anterior surgir una caracterstica muy importante de considerar en este partido, que tiene relacin con las particulares formas como estos jvenes se relacionarn entre s y con los crculos de poder. Muchos jvenes militantes, estudiantes universitarios, profesionales recin egresados, estudiantes de enseanza media, pobladores y trabajadores, participarn del proyecto poltico de la UP, imprimindole un sello especial de mpetu juvenil, pero generando una identidad particular en los miembros mismos. Ellos se hicieron polticos en la cspide del poder administrativo del Estado. Esta caracterstica no la ha tenido ningn otro partido poltico en Chile.
56
3. Existencia de una compleja combinacin entre la teora marxista y una vertiente del cristianismo social que haca de la propuesta del MAPU una apuesta novedosa, heterodoxa y con cierta cercana a grupos de jvenes de clase media y acomodada, donde se mezclaban el mesianismo redentor, el materialismo histrico, la lucha de clases, el concepto de revolucin y el paternalismo. 4. Otra de las tensiones que cruzarn no solo al MAPU sino que al espectro poltico general de izquierda y centro tiene que ver con la relacin entre cambio gradual y revolucin. Si bien la mayora del partido abogaba por un cambio revolucionario, los tiempos de la revolucin y la evaluacin de sus costos se encontraron supeditados a la disputa generacional y posteriormente a la que se dio entre gradualistas-aliancistas y revolucionarios-rupturistas. Ser en esta ltima tensin donde dos concepciones del poder y sus propuestas de cmo alcanzarlo terminen empujando al MAPU a la divisin en el ao 1972 en MAPU-OC y MAPUGarretn, contraponiendo dos formas de cultura poltica que se unirn posteriormente en el proceso de renovacin socialista y retorno a la democracia. Especicadas las tensiones descritas ms arriba, creemos que el perodo fundacional merece una especial atencin, sobre todo en lo que respecta a la conguracin de una cultura poltica partidaria especial que identic y an hace visibles a sus ex militantes como miembros de un colectivo estructuralmente inexistente pero subjetivamente vivo.
57
58
CAPTULO 2
59
60
Introduccin
La reconstruccin historiogrca sobre nuestro pasado reciente ha estado sujeta a una serie de avatares epistemolgicos e interpretativos. Por una parte, aparecen los clsicos cuestionamientos frente a la posibilidad que tiene el historiador de escribir sobre algo en que l (ella) mismo(a) fue actor sin caer en la excesiva subjetivizacin de ese pasado reciente. Por otra, surge la problemtica de cmo acercarse a ese objeto de estudio, a las fuentes y a las memorias que cruzan el perodo si muchos de los actores estn vivos y pueden validar los estudios segn sus propias experiencias. Sin embargo, a pesar de lo anterior y de las mltiples crticas que puedan provenir de la historiografa ms conservadora y positivista, nuestro pas ha visto como se han multiplicado en la ltima dcada los anlisis sobre el pasado reciente, el que, producto de la gran fractura ocasionada por el golpe de Estado, hizo cambiar la conguracin del presente en que vivimos. De esta manera, el estudio de los aos sesenta y setenta hasta el golpe mismo se ha vuelto un tema de ridas disputas interpretativas por cuanto las distintas visiones buscan enfocar nuestra realidad desde sus particulares posiciones polticas.Denir cmo ramos y qu sucedi es fundamental para llegar a comprender cmo somos en la actualidad, y en ese margen existencial la visin interpretativa del pasado es fundamental. Quizs uno de los hechos trascendentales y abiertamente polmicos de esta problemtica, en el plano de la historiografa, fue la disputa entre Gonzalo Vial (como representante de una corriente historiogrca y por cierto poltica) y un grupo rmante de lo que se conoci como el Maniesto de historiado61
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
res. Entre ellos se desat un debate en torno a temas cruciales de las dcadas mencionadas, cuestionndose las bases clsicas de la aproximacin al estudio de dicho perodo, que haca ver a Gonzalo Vial no solo la inevitabilidad del golpe sino tambin su justicacin en tanto proceso de quiebre de la democracia. De esta forma entr al tapete de la opinin pblica la fuerza de la historiografa como herramienta poltica para la interpretacin del pasado. Esta dejaba de ser encubiertamente objetiva para transformarse en instrumento de accin de los sujetos para el presente. Detrs de ella haba una cuestin de proyecto, una idea de destino. La nalidad ya no era saber del pasado porque s, sino comprender nuestro presente y actuar sobre l. Y esto obviamente sin cambiar arbitrariamente los hechos. La abundancia de textos sobre la historia presente se puso de maniesto tambin cuando se conmemoraron los 30 aos de la eleccin y triunfo de Allende y ms tarde los 30 aos del golpe de Estado. Esto dej de maniesto que las dcadas pasadas tenan mucho que decirnos sobre nuestro presente, y frente a la necesidad permanente de las sociedades de comprenderse, la historiografa apareca como una herramienta muy vlida, sin embargo no nica, ya que los aportes disciplinarios que entregaban la sociologa, la antropologa y la ciencia poltica venan a complejizar los anlisis y hacerlos ms tiles para ese intento comprensivo. De esta manera, el presente captulo pretende dar cuenta de la discusin que dentro de las ciencias sociales ha existido sobre este pasado reciente. Las dcadas de los sesenta y de los setenta resultan cruciales para la comprensin del quiebre de la democracia en Chile. Sin embargo, las distintas miradas nos complejizan las relaciones y cambian los enfoques interpretativos. El nacimiento del MAPU como partido en el ao 69 debe ser analizado a la luz de la perspectiva histrica de esas dcadas, de sus especicidades, as como de sus continuidades. Un enfoque de ms largo plazo (estructural) u otro que ponga su eje en la co62
yuntura explican de distinta manera el origen de la colectividad. De ah la importancia de contraponer estas visiones, por cuanto nos abren dos perspectivas de anlisis sobre un mismo proceso, que si bien no son antagnicas, por lo menos son diversas y hasta cierto punto complementarias. El ethos cultural de la poca en el corto plazo: Las dcadas de los sesenta y de los setenta segn las ciencias sociales. La mayora de los estudios sociales sobre las dcadas en cuestin ha puesto fuerte nfasis en los temas que tienen relacin con el espacio o la esfera poltica. El sistema de partidos, los anlisis de los cambios electorales y los partidos polticos y sus comportamientos en torno a discurso, prcticas y alianzas constituyen la piedra angular dentro de la mayora de las aproximaciones a este pasado reciente. El recuento que propone este apartado comenzar al revs de la mayora de los anlisis. Es vlido iniciarlo con la reconstruccin que han hecho las ciencias sociales del el campo cultural y la produccin simblica y discursiva que permite denir el ethos cultural propio de una poca. Ello har posible validar la propuesta de la importancia de la subjetividad en la poltica, y tratar de comprender las clsicas armaciones que nos hablan de una poca de gran radicalizacin e ideologizacin en la cual se movilizaban los individuos. El no caracterizar esta parte ms subjetiva de las producciones polticas puede llevarnos a no comprender cabalmente las producciones discursivas de la poca, los enfrentamientos simblicos que estaban detrs de los proyectos de los diferentes actores polticos. En suma, puede llevarnos a no comprender ese pasado tan distinto, culturalmente hablando, del nuestro. La dimensin subjetiva de la poltica puede acercarnos a este pasado de una manera distinta para que las otras esferas adquieran ms sentido.
63
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
64
Los estudios en este mbito no son muy abundantes, y la mayora de los que han analizado la poca entregan descripciones no muy exhaustivas sobre las producciones culturales y discursivas que la sociedad chilena, en especial los partidos polticos, creaba en ese entonces como marco de signicacin de sus acciones. Tal como lo expresa Moulin, la poltica se despliega mediante la produccin de un imaginario donde la realidad aparece simblicamente elaborada. Esta construccin contiene deniciones del mundo social realizadas en trminos fcticos (proposiciones donde se arma la existencia objetiva de hechos sociales) y en trminos normativos (proposiciones del deber ser)22. Este artefacto, denominado por Moulin como imaginario, sirve para orientar las acciones de los sujetos as como para movilizar las voluntades. Dentro de l conuyen, adems, las motivaciones inconscientes y los sentidos racionales e irracionales que se entremezclan en las estrategias, alianzas y clculos de las mismas acciones23. De all que el plano discursivo sea tan importante como las actuaciones, porque estas ltimas adquieren sentido en el primero, all se signican e incluso se evalan. El papel que juega la construccin discursiva tambin ayuda a visibilizar la realidad social. Al transformar en texto lo que presenciamos, lo que sentimos y lo que vivenciamos, ste adquiere la validez de su existencia. As lo expresa Illanes al enfatizar que el papel que juegan las ideologas dentro de las sociedades es nominar y visibilizar las corrientes del cambio social24. En otras palabras, darle cuerpo de signicacin y coherencia analtica a una realidad diversa, compleja y dispersamente ininteligible. Dadas las premisas anteriores, la caracterizacin cultural de las dcadas de los sesenta y de los setenta resulta primordial para entender algunas particularidades que los cientistas sociales, desde distintos enfoques, han manifestado casi de manera consensual: la existencia de una gran polarizacin y radicalizacin en los discursos polticos de la poca, que dieron el marco de accin
65
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
para que el sistema poltico adquiriera la forma que tena en esos aos. Segn Moulin, una caracterstica central de la poca estudiada tiene relacin con la fuerte contraposicin entre crecimiento econmico real y expectativas de derrumbe del capitalismo. Tal como lo expresara Hobsbawm en su historia del siglo XX, los aos que van desde el 50 hasta el 73 corresponden a lo que l denomina como los aos dorados del capitalismo. El alto crecimiento econmico y la conguracin de un Estado benefactor hicieron que muchos sectores sociales marginales pudieran incorporarse al consumo. En los pases en desarrollo ampli las expectativas educacionales, mejor los sistemas de salud e incorpor al movimiento obrero a prcticas sindicales que exigan cada vez ms posibilidades de consumo masivo y menos enfrentamiento antagnico para derrumbar al modelo capitalista25 . Sin embargo, a pesar de que esto ocurre en el plano de lo cotidiano, existe una sensacin, tanto en el Primer como en el Tercer mundo, de descontento, de necesidad de cambiar el sistema. Dicha situacin se agudiza an ms en continentes como el americano, donde la realidad del Estado benefactor no tuvo la fuerza histrica de los pases desarrollados y, por lo tanto, la insercin equitativa, igualitaria y real de todos los sectores sociales era mucho menor que en Europa. En el mundo de los aos 60 se contraponan dos imgenes importantes que ayudaron a articular un determinado campo de signicacin simblica. En los aos sesenta ya haba madurado y estabilizado, aunque con diferencias fuertes entre pases, un capitalismo ms racionalizado. Pero esto ocurra en la atmsfera opresiva de la guerra fra, de la amenaza nuclear y del riesgo de las constantes aventuras militaristas, realizadas por los pases capitalistas occidentales o socialistas Justamente lo que hace tan contradictoria esa poca es que este relativo mejoramiento de la situacin econmico-social, que demostraba que no eran verdaderas las profecas de la crisis ineluctable o de la necesaria
66
intensicacin de los conictos, se combinaba con una tendencia totalmente opuesta, la expansin de una ideologa revolucionaria26. Esta expansin de la ideologa revolucionaria, la idea de la posibilidad de cambiar este mundo, de darle mayor espacio simblico trascendental a la vida del ser humano, de terminar la insoportable levedad del ser, la posibilidad de que el ser humano se realizara en algo ms all del consumo, fue generndose en la poca de expansin econmica del capitalismo precisamente porque solo bajo esas condiciones era posible imaginar un mundo mejor. Sin embargo, el modelo capitalista que haba posibilitado el crecimiento econmico y la integracin (aunque desigual) de sectores que antes se encontraban marginados del consumo no haba desarrollado un marco discursivo de legitimacin que le diera a l mismo la justicacin de su mantencin. En otras palabras, el capitalismo haba fracasado en la construccin hegemnica. Sobre este punto, el socialismo, en cuanto modelo simblico, le llevaba gran ventaja. As, como aparente contrapunto paradojal, tambin desde la posguerra, se fue renovando constantemente la esperanza del socialismo. Ms an, en la dcada de los sesenta sta lleg a convertirse en el mito ideolgico de un segmento importante de los intelectuales y de un movimiento obrero que, sin embargo, estaba integrado, en los pases del Occidente desarrollado, en la reparticin del poder estatal27. El socialismo desplegaba de esta forma su principal virtud, una capacidad de seduccin, en tanto promesa de buen orden en lo tico, que apelaba a la bsqueda y construccin de la felicidad del hombre en la tierra, pero que poco se condeca con los avances reales del modelo en la prctica, aunque como anhelo virtuoso funcionaba a cabalidad. De esta forma, el socialismo haba alcanzado una hegemona discursiva de bondad, de seduccin y desarrollo igualitario que se proyect hasta entrada la dcada de los ochenta, cuando las perversiones, desviaciones y problemas del sistema hicieron caer
67
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
el modelo en su conjunto. Sin embargo, a pesar del derrumbe de lo que se denomin socialismos reales, exista una lgica de preservar el ideal por sobre la construccin real.
El socialismo logra ancarse como ilusin liberadora, como nico modelo de buen orden por su consonancia con ciertas caractersticas culturales de la poca, que por supuesto (dialcticamente) contribuy a formar. Se instaur como la nica teora que, por su radicalidad, poda dar cuenta del capitalismo, que provea tanto una explicacin fctica como una poltica normativa, una propuesta utpica realizable, no por voluntad de los sujetos, sino por las condiciones histricas. Impregn al propio mundo catlico, cuyas posiciones diferenciadoras fueron perdiendo la clara identidad de antao y substituy a las crticas que se inspiraban del liberalismo democrtico o que tomaban las banderas del humanismo28 En Amrica Latina, segn Moulin, el socialismo se hizo
68
particularmente atractivo por cuanto era el ejemplo histrico mediante el cual sociedades atrasadas podan alcanzar en poco tiempo el desarrollo econmico del que se ufanaban las sociedades del socialismo real con la URSS a la cabeza y ms tarde China. Nuestra conceptualizada dependencia econmica, nuestro atraso y desigualdades generaban un campo frtil para que estos discursos germinaran en proyectos polticos locales. Si se estima que el socialismo tena esa virtud de vocacin seductora y hegemnica porque estaba planteada en trminos valricos, las acciones realizadas bajo esa bandera deban ser, por lo dems, radicales y profundas. Sobre esto, Moulin destaca la fuerte carga de historicismo que trae consigo esta concepcin losca que supone el cambio como algo global y necesario: En esos tiempos, los proyectos polticos con capacidad civilizatoria se formulaban como realizacin de una moral o como implementacin de verdades Ms an, tenan en su base una losofa y ms especcamente una antropologa, de manera tal que en su centro no solo haba la propuesta de una nueva organizacin econmica, sino la propuesta de una revolucin cultural.29 La posibilidad que le daba el socialismo al hombre de aparecer como actor de su destino y como artce de su presente, en una lucha que adems era tica por cuanto no era un trabajo mezquino e individual, sino que una lucha colectiva por el mejoramiento de la sociedad en su conjunto, lo haca atractivo e inmensamente ms hegemnico que el capitalismo. De esta forma, lo ms seductor del marxismo, aquello que le permiti captar las ilusiones ms profundas del mundo contemporneo, es que en l se representa a la revolucin como historicidad mxima, y en cuanto tal como despliegue de la razn y como condicin del paso de la sociedad dividida a la sociedad armoniosa. En ella se concentra, por tanto, toda la carga de pasin, esperanza y energas que suscita la posibilidad de la emancipacin30. De all que la praxis poltica fuera entendida como una
69
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
accin humana superior, de entrega, de emancipacin del hombre. Su fuerte carga tica conduca las acciones con una lgica de superioridad que el discurso entregaba incluso a los actos ms mnimos o corrientes. Segn Illanes, esa poca puede ser caracterizada porque se vivenci una gran revolucin tica que atravesaba por casi todos los sectores de la sociedad y que inspiraba especialmente a la juventud31, sector social donde la radicalidad del discurso se combinaba con la condicin biolgica de capacidad de accin y movilizacin del propio sujeto. En ese contexto deben entenderse las prcticas y los discursos polticos. Sin embargo, en los partidos que nacen en esta poca estas condicionantes sern mucho ms poderosas, por cuanto no cuentan con una historia pasada de organizacin con la que deban lidiar o al menos intentar acomodar. Ellos sern absolutamente hijos de esa poca donde la revolucin, la entrega y el cambio son los ejes fundamentales de la praxis poltica. Quizs un ejemplo importante lo da la Democracia Cristiana, partido creado en 1957. Dicho partido, que ha sido analizado como colectividad de centro ideolgico, puede ser entendido como parte de este proceso de construccin simblica. As lo expresa Jocelyn-Holt cuando arma que la DC, en ese entonces, ofreca mstica, unidad e ilusiones. La poltica se haba desacreditado, ergo haba que cambiar la poltica. De ah que se ofreciera pureza e integridad, solvencia tcnica y capacidad movilizadora, fe y esperanza, visin futura y crtica, conable y fraternal, amor a la Patria, sin dejar de lado el compromiso continental, el sueo de Bolvar, certeza de los principios sumados a un permanente nimo de lucha Frei Montalva en l se encarna la idea de que la poltica es otra manera de hacer religin32 . Partiendo de esa caracterizacin, Jocelyn-Holt cuestiona polticamente a la DC. Le cuesta situarla en el contexto de signicacin simblica mayor. Segn l, las fuertes crticas que plante la DC al sistema, que intentaron borrar de una plumada
70
150 aos de historia chilena con ese afn revolucionario, fue lo que desequilibr el orden poltico33. Sin embargo, segn la lgica de Moulian y de Illanes, esta potencialidad revolucionaria y discursiva era algo mucho mayor, ms universal, que no se circunscriba solo al mbito de la poltica chilena. La DC, as, es solo un ejemplo, no una excepcin, y por tanto su actuacin en este mbito no podra haber desequilibrado por s sola el orden poltico existente. Jocelyn-Holt tambin critica la importancia de la verbalizacin en dicha poca. A diferencia de Illanes, no entiende el discurso como capacidad de visualizar la realidad, de darle cabida a la inteligibilidad, sino que lo calica como peyorativo al entregarle una validez en la accin material positiva. Segn el autor, se habla porque se piensa que hablando se va a cambiar el mundo, mundo que se transformara a punta de verbo y adjetivo en imagen y forma de nuestro creciente y deslumbrante bla bla. A propsito de esta eterna verbalizacin, llama la atencin otro aspecto: el que tenga tan poca consistencia, tan precaria materialidad. Frei Montalva nuevamente me parece el mejor exponente. Leyndolo impresiona su facilidad extraordinaria de moverse en la abstraccin. Siguiendo a Maritain, insiste mucho en esto del humanismo, de que el hombre no caiga en la alienacin; sin embargo, es difcil, muy difcil34, ubicar al hombre de carne y hueso en sus discursos. Lo de l es ante todo una mirada sociolgica, platnica, vaporosa. Frei habla para la historia, a partir de la historia, a propsito de la historia, para terminar con la historia35. En esto ltimo existe una coincidencia con Moulian, al entregarle al discurso de Frei un sentido historicista, caracterstica del perodo segn el socilogo. Sin embargo, diere en suponer que el discurso deba evaluarse en la materialidad, ya que Moulian propone que la accin se signique en torno a la potencialidad discursiva, en su capacidad de visibilizar la accin y de darle coherencia mayor. Si seguimos con la lgica de Jocelyn-Holt, una sociedad don71
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
de la verbalizacin es excesiva no puede construir una poltica que aspire al gobierno, sino solo a la movilizacin. De all emerge la potencialidad disruptiva de la misma. De modo que este hablar pretenda adems convertirse en accin. Esto es enteramente nuevo. En el siglo XIX la poltica fue un medio para hacer pas; mejor dicho, fue una manera de pensar e imaginar el pas. Luego, con el tiempo, la poltica se volvi instrumento participativo. En las dcadas que estamos analizando, sin embargo, la poltica se redujo a una mera fuerza de cambio y movilizacin36. De igual manera no se entendi que una cosa es movilizacin y otra es gobernar. Movilizar, desde luego, no garantizaba un ordenado manejo de demandas. Tampoco aseguraba un disciplinado accionar poltico. En efecto, lo que se gener particularmente despus de 1967 fue una avalancha de expectativas, de ilusiones que resultaron imposibles de satisfacer y frenar37. Desequilibrio del orden poltico existente, como consecuencia de la excesiva verbalizacin, segn el autor, y nuevas formas de praxis polticas ms globales, segn Moulian, producto de una caracterstica ms general del sistema losco mundial que cambiaba los parmetros para evaluar las acciones polticas, son dos visiones culturales contrapuestas de la misma poca, coincidentes en la caracterizacin inicial: polarizacin, ideologizacin y predominio del ideal revolucionario. Este ltimo ideal, existente siempre bajo los discursos socialistas, tomar gran fuerza en las dcadas mencionadas, dada la importancia que adquiere el fenmeno de la Revolucin Cubana. La mayora de los cientistas sociales coincide en destacar la importancia del mismo, como ejemplo y como realizacin efectiva de la lgica historicista que est detrs del modo socialista. Claro, eso s, previas modicaciones conceptuales, donde el paso de un modo de produccin a otro no tena por qu seguir la lgica sovitica. En este punto, los tericos de la dependencia, que conceptualizaron la realidad latinoamericana como un tipo especial de capitalismo dependiente, enfatizaron que la hora de la
72
revolucin no solo era posible, sino que se acercaba raudamente, y el ejemplo ms visible de ello fue precisamente Cuba38. En conjunto con la posibilidad cierta de una revolucin en este continente, Cuba, adems, aport una especie de moralizacin de la lucha armada o una revalorizacin de la violencia como mtodo de lucha para derrocar al rgimen capitalista. De esta forma, esta dej de ser objeto de anlisis en trminos de racionalidad instrumental, porque dej de estar sometida al estudio de la correlacin de fuerzas, al clculo de costos y oportunidades alternativas, para convertirse en un trascendental, en un n en s misma. Se produjo una verdadera metamorfosis del medio en n39. La violencia pas a estar sacralizada por el ejemplo cubano. Su utilizacin se justicaba en la historia misma y surga adems la idea de concebirla como necesidad. Este elemento puede ayudar a entender la radicalidad del discurso, violencia que penetr no solo los discursos de los partidarios del modelo socialista, sino tambin a ciertos sectores de la derecha chilena. La revolucin, por lo tanto, ser entendida como necesidad y no como posibilidad. Realizarla, paralelamente tena que ser por un medio violento. El ejemplo cubano y la especicidad del modelo de desarrollo capitalista dependiente eran los sustentos tericos de dicha armacin. Sin embargo, a pesar de que estos elementos calaron hondo en los grupos polticos de izquierda de la poca, pusieron en tensin en nuestro pas a aquellos sectores que no creyeron que esta posibilidad se pudiera aplicar en Chile: me reero a la pugna entre los grupos denominados gradualistas y los rupturistas40, que no cruz solo a la izquierda, sino tambin a la derecha y al centro poltico. Esto demostrara lo profundo y transversal de la discusin en torno al cambio revolucionario y la violencia. La memoria de la izquierda que se registra en aquellos meses (ltimos de 1968) sacude a los estudiantes en las universidades y en general a la juventud a propsito de la suerte de Guevara y de sus compaeros. La radical disconformidad de los jvenes con la
73
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
sociedad que les toca vivir; la conviccin de que pueden lograr cambios sustantivos si luchan; la disponibilidad de organizaciones fuertes, como las federaciones de estudiantes o las juventudes polticas, y el efecto carismtico de lderes inspirados en el Che o en el sacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres son el sustento del estudiantado como sujeto social con creciente poder poltico, tanto como los cambios que se viven al interior de la Iglesia y en la sociedad41 Junto al impacto de los elementos anteriores en la conguracin discursiva de los actores polticos de la poca, Moulian destaca que tres cuestiones favorecieron la capacidad de seduccin de la revolucin cubana. La primera era que convocaba a una poltica concebida como gesta pica, como sacricio y entrega de s, conectndose con las profundas races catlicas de la cultura latinoamericana. La segunda clave era que presentaba al socialismo como solucin para la situacin sin salida de las economas latinoamericanas. La tercera clave era la ya sealada debilidad cultural del capitalismo, su incapacidad de proyectar el camino de futuro, carencia que era mucho mayor en los pases perifricos y atrasados42 Nos interesa destacar, por su importancia con la colectividad que es el eje de esta tesis, el primer elemento sealado por Moulian, referido a la conexin con las races catlicas de la sociedad latinoamericana. Esta conexin pone de maniesto cierta transformacin de la poltica en la dcada, ya que vuelve a nutrirse de una tica de vida, de entrega completa, de sacricio, dejando atrs la propuesta maquiavlica que haba separado la tica de la poltica, all por el siglo XV. La accin poltica y los discursos se vuelven ms globales y a la vez ms duramente antagnicos, toda vez que en ellos se encuentran expresados valores ticos que serviran para alcanzar no solo el poder, sino tambin para transformar el mundo en algo ms feliz y bueno para todos. El n de la lgica socialista, entonces, era alcanzar una especie de paraso terrenal, similar al
74
propuesto por la Iglesia en el cielo. De all el poder de la accin de este discurso y la permeabilidad que gener en las esferas de la vida privada de quienes vivieron la poltica en esos momentos. Volvemos a enfatizar que la presencia de esta caracterstica ser ms fuerte en los grupos formados en estos mismos aos, ya que los otros partidos de izquierda, como el Socialista y Comunista, traan prcticas propias, pero que si bien se nutrirn en estos aos con la nueva tnica, no signicar un abandono absoluto de las otras que eran la base histrica de su identidad43. Sin embargo, en colectividades como el MIR y el MAPU, donde el elemento juvenil se combinaba con el ethos revolucionario, esta lgica de la militancia tica ser a nuestro juicio mucho ms poderosa como parte de una cultura poltica propia. Por su parte, la Iglesia, en cuanto institucin, tambin vivenci cambios importantes en la poca. Proceso que para Moulian se retrotrae a la encclica Rerum Novarum, ya que aun cuando esta misma no haya cuestionado el orden constitutivo del capitalismo ni sus ejes centrales de propiedad, lucro y mercado44, gener en la Iglesia un cambio de postura al pasar a constituir sus ejes de preocupacin los elementos de desigualdad y pobreza que generaba el capitalismo como modelo de desarrollo. Uno de los cambios ms trascendentales en la profundizacin de este proceso de transformacin se vivencia en la Iglesia justamente hacia estos mismos aos: El Concilio Vaticano II, que en parte culmin un cambio de atmsfera que haba comenzado antes. La nocin de revolucin sigui siendo sospechosa, a menos que se usara por analoga, pero cambi la clasicacin moral de los revolucionarios. Se les borr el estigma semidiablico que se les haba colocado y hasta fueron aceptados en la categora, por otra parte sujeta a reinterpretacin, de los humanistas45. De esta forma, los revolucionarios fueron bendecidos con el rtulo de buenas personas, de idealistas, de humanistas. Buscaban el bien en la tierra, queran acabar con la pobreza, todos ideales que no tenan por qu contraponerse a los que tambin
75
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
deca sostener la Iglesia catlica. As, no es extrao que comenzaran a acercarse entre s los partidarios del socialismo, los curas y los miembros laicos de la Iglesia. Teologa de la liberacin en Amrica Latina y Cristianos por el socialismo en Chile son ejemplos de esta mixtura que hoy nos parece tan extraa, pero que en la poca se insertaba plenamente en la lgica cultural imperante. El elemento cristiano le incorpor a la poltica de la poca la concepcin sacricial de la militancia. Tal como lo expresara Moulian, en las dcadas de los sesenta y de los setenta, y en particular durante la Unidad Popular, la poltica se convirti en una especie de religin, de fe quiliastica. En dicho nuevo constructo de la praxis poltica y de lo simblico, el elemento proftico, mesinico, se una a la idea de entender la revolucin como una necesidad. De esta forma, la consecuencia, mxima expresin de la tica revolucionaria, implica herosmo, entrega de s, entrega de la vida, en ocasiones a travs del martirio. Esa visin de la poltica es profundamente religiosa: a travs de la militancia consecuente se consigue la salvacin del alma46, todos elementos que posibilitaron la alianza (no hegemnica por cierto) entre marxismo y cristianismo, que pareca imposible y antagnica. Cuando los discursos polticos estn planteados en esos trminos, la potencialidad radicalizadora de las prcticas est en las palabras mismas que la textualizan. Sin comprender estos elementos, la polarizacin discursiva que caracterizaba, segn los cientistas sociales, el perodo que antecede al golpe de Estado no se consigue entender en su totalidad. Los elementos subjetivos del ethos cultural de la poca se van nutriendo de realidades signicadas bajo conceptos construidos en un momento histrico. Las prcticas polticas no tendran por qu estar ajenas a dicho proceso y se van alimentando adems dialcticamente. Segn Mara Anglica Illanes, una suerte de expiacin histrica ocurra a travs del acercamiento de la palabra solidaria y del compromiso por el cambio estructural47. El sujeto que permita
76
a las colectividades polticas acercarse a esa expiacin histrica y tica era el sujeto popular, de all la constante presencia en los discursos de la poca. Se habla para el pueblo, desde el pueblo y por el pueblo. Su estado de abandono y de pobreza lo haca asible como sujeto con el cual se alcanzaba la salvacin. El pueblo pas a ser el tema central de la sociedad chilena. Al nombrarse su presencia pobre, al estamparse su imagen blanca y negra con sus tablas, cartones y cordeles de ropa hmeda, el pueblo entr al texto, a la conciencia social y a la economa, a la prensa, a las cmaras y al aula universitaria48, y su gura estuvo en el centro de los discursos y debates polticos, copando de manera hegemnica las referencias en estos mbitos. Sin embargo, y esto fue lo ms peligroso para un sector de la clase poltica chilena, el pueblo tambin entr a las prcticas polticas, sobre todo en las dcadas donde se dieron las primeras polticas de promocin popular del gobierno de Frei y ms tarde las polticas de integracin y participacin que foment la UP. El pueblo pareca convertirse en actor con deseos de poder no solo a travs de discursos que otros podan emitir, sino que de acciones que l pudiera realizar. Para Illanes, esto fue un elemento esencial de la UP en cuanto apropiacin de los sectores populares de las acciones del gobierno. Los problemas eran secundarios, la factibilidad era secundaria, la va era secundaria; lo principal era haber hecho andar la gobernabilidad popular a travs de un camino que la haba conducido al gobierno mo. En esto consista la base real de la revolucin49. Estas caractersticas culturales de la poca que hemos destacado recientemente signican el espacio donde se desarrollar el particular sistema de partidos que articular las redes de poder que manejarn al Estado en Chile en las dcadas analizadas.
77
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
El MAPU en la historiografa El nacimiento de esta colectividad poltica a nes de la dcada de 1960 no gener una gran preocupacin en los anlisis polticos de la poca. La mayora de las producciones historiogrcas solo hacen una mencin menor de esta colectividad en el contexto del quiebre del Partido Demcrata Cristiano en 196950. El MAPU solo merece algunas lneas, y no posee especicidad propia al ser entendido siempre como una fractura de la DC. El nacimiento del MAPU ser analizado bajo una coyuntura mayor que dice relacin con los procesos de polarizacin que cruzaron a la sociedad en su conjunto en esas dcadas. Bajo estas premisas, la fuerte polarizacin tambin cruz a la Democracia Cristiana, la que se vio aparentemente atrapada por el discurso revolucionario de la poca y por prcticas que tendieron a controlar la movilizacin social que, en los primeros aos del gobierno de Frei Montalva, el mismo Estado haba ayudado a crear. As, los autores que explican el nacimiento del MAPU lo hacen poniendo de relieve este conicto o tensin entre logros reales y expectativas generadas de un cambio social ms radical. De esta manera lo expresa, por ejemplo, Sofa Correa, quien arma que al mismo tiempo, la DC se vio envuelta en graves disputas internas, a la vez que paulatinamente fue perdiendo respaldo popular en atencin a las dicultades econmicas y polticas que se presentaron en la aplicacin del programa de gobierno. Sus militantes se debatieron entre las tendencias que propiciaban la desaceleracin del proceso de cambios y las que buscaban su profundizacin inmediata. El conicto culmin en el quiebre del partido cuando en 1969 un numeroso grupo de militantes de la Juventud Demcrata Cristiana form el Movimiento de Accin Popular Unitaria (MAPU), el que poco ms tarde pasara a integrar las fuerzas de la izquierda agrupadas en la Unidad Popular51. Collier y Sater, compartiendo la tesis anterior, arman que
78
el proceso de polarizacin que viva el sistema poltico y la disensin sobre los proyectos y las vas para alcanzar los objetivos no estuvo restringida solo a la izquierda. En junio de 1967, los rebeldes y terceristas se hicieron con la direccin del PDC. Las relaciones entre Frei y su partido se volvieron pronto muy tensas. Un comit del PDC, encabezado por Jacques Chonchol (el lder rebelde)52, haba esbozado recientemente un informe que defenda la va no capitalista de desarrollo. Bajo una nube de ampulosas generalidades, este documento exiga claramente una poltica radical, incluidas las nacionalizaciones y ciertos esquemas de control de los trabajadores. Aunque los disidentes fueron expulsados de la direccin del partido en una Asamblea del Comit nacional (enero de 1968) con la ayuda de una efectista aparicin del mismo Frei, el descontento del ala izquierda del PDC y de su movimiento joven continu madurando. En noviembre de 1968, Chonchol renunci a su cargo de vicepresidente del INDAP. La escisin del PDC pareca solo una cuestin de tiempo53 En una perspectiva similar, Skidmore y Smith entienden el surgimiento del MAPU dentro de un contexto de descontento con los logros alcanzados por el gobierno de Frei. Tal como lo expresan, los logros reformistas haban sido sustanciales si se medan con los parmetros del pasado chileno, pero ya no resultaban sucientes54. Sin embargo, agregan un nuevo elemento: los actores sociales recientemente incorporados al sistema, campesinos, mujeres y jvenes, aspiraban a mayores demandas y mejores satisfacciones. Aqu se entiende el clima cultural al cual haca mencin Moulian, relativo a que las expectativas de cambio ms radical en un escenario donde haba una mejora cualitativa dan cuenta de la escasa legitimidad que tena el capitalismo como discurso cultural hegemnico. Skidmore y Smith, al igual que Yocelevsky, introducen un elemento adicional al tema de la polarizacin y radicalizacin del sistema poltico y de las demandas, que tiene estricta relacin
79
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
con el sistema electoral y la imposibilidad de reelegir al Presidente de la Repblica. Segn estos autores, lo anterior posibilitaba fuertes pugnas internas en los perodos cercanos a las elecciones para desvincularse crticamente de la administracin que vena saliendo, como estrategia para no cargar con el peso electoral que la evaluacin de la gestin gubernamental pudiera producir en ellos. Dicho de otra forma, la coyuntura electoral era vista como estrategia de sobrevivencia de los partidos o de sectores dentro de los mismos, pero tambin como forma de desbloquear los ascensos partidistas y pasar a constituir parte de las elites de los mismos.
En este contexto, el elemento generacional juega un rol muy importante a juzgar por Yocelevsky y Luis Moulian. Tal como lo expresaran Toms Moulian y Mara Anglica Illanes, la dcada de los sesenta constituy un momento histrico en que los jvenes irrumpieron con su especicidad en el espacio poltico.
80
Ellos no se sentan representados por los partidos y las prcticas tradicionales de la poltica y buscaron referentes propios, donde el culto a la revolucin y al cambio formaba parte de la cultura poltica que ellos supieron construir. Sin embargo, no solo no se sintieron representados, sino que vieron que el sistema de partidos no les daba cabida para hacer carrera poltica dentro de los mismos. Segn Yocelevsky, la evolucin de la generacin de jvenes aspirantes a una carrera en la poltica en la dcada de los sesenta obedeci a los fenmenos ideolgicos internacionales, por una parte, y, por otra, a sus perspectivas de ascenso y desarrollo dentro del sistema de partidos polticos55. Los jvenes que ingresaron a la DC, y que ms tarde la quebraron, eran jvenes de la clase media con educacin universitaria, por lo general formados en los partidos y movimientos que haban dominado en los aos cincuenta, a travs de ideologas nacionalistas y desarrollistas, y que encontraban sus carreras polticas obstruidas o retardadas por una generacin que envejeca lentamente para sus intereses56. Por ello, la ruptura de partidos en la dcada de los sesenta y la emergencia de nuevas colectividades tenan un elemento generacional muy importante. Aspiracin de ascenso dentro de las elites polticas, as como bsqueda de otras prcticas y discursos que se hicieran cargo de las nuevas realidades y expectativas que el mundo contemporneo les haca visible. En este sentido, el quiebre de la DC puede ser entendido como un fracaso debido a que este partido, tambin surgido bajo el mismo contexto diez aos antes, no pudo darles cabida a los ms jvenes ni hacer eco de sus expectativas. As lo expresa Luis Moulian cuando arma que el movimiento estudiantil, y de la juventud en general, pasa a un abierto rechazo del gobierno, porque no hizo una patria para los jvenes como haba prometido. Frei qued con una gran deuda ante el movimiento juvenil. Hay que reconocer que el Presidente de la Repblica fue sobrepasado por una serie
81
EL MAPU EN LA HISTOGRAFA
de cambios que no estaba en condiciones de liderar por su historia personal y sus ideas polticas. Haba un fuerte viraje de la juventud hacia concepciones revolucionarias y progresistas. Frei no se encontraba capacitado para entender la nueva dinmica de los jvenes. Se haba denido como alternativa a la Revolucin Cubana y tambin contra el Che Guevara y las guerrillas. No era, a mediados de su gobierno, con el proceso de derechizacin en marcha, un modelo por seguir para los jvenes. Era un lder de distinto pao, demasiado tradicional. El movimiento juvenil no estaba para largos procesos de reformas: quera vivir y hacer la revolucin57. En ese clima, la disonancia tambin alcanz a un sector de la Juventud Demcrata Cristiana, el que dentro del partido comienza una fuerte crtica a las polticas gubernamentales y tensiona a la militancia en el seno mismo de la colectividad. En esta, dichos jvenes son fuertemente atacados por traicionar los principios de la DC. Segn Moulian, en la Junta DC realizada en Peaor, Frei se reri duramente a ellos58, enfatizando que usaban un lenguaje marxista o lomarxista y que no respetaban la postura anticapitalista y antisocialista de la DC. Que vea una coincidencia entre la juventud del partido con las juventudes comunistas y socialistas59. Estos enfrentamientos cubrieron parte importante de los aos 68 y 69, hasta que las cercanas de las nuevas elecciones presidenciales y la coyuntura de la matanza ocurrida en Pampa Irigoin generaron la salida de estos jvenes del partido, liderados pblicamente por algunos destacados militantes que tambin aspiraban a cambios ms radicales60 dentro del cristianismo. Para Jocelyn-Holt, este desencanto de la juventud tambin se entiende como otro fracaso ms del proyecto DC. Segn el historiador, ya en la Junta Nacional de enero de 1968 Frei les pidi a los delegados denir si el partido estaba en el gobierno o en la oposicin. Tanto la creacin del MAPU en 1969 como eventualmente la Izquierda Cristiana en 1972 signicaron pr82
didas en varios sentidos. Las escisiones favorecieron a la Unidad Popular e implicaron la salida de los cuadros jvenes del partido. Desde ese entonces hasta nuestros das la DC nunca ha vuelto a representar a las nuevas generaciones polticas61. El conicto generacional de representacin de intereses y de ascenso en la poltica, un clima cultural donde la revolucin se volva hegemnica, ms el conicto electoral inminente de 1970, fueron los elementos coyunturales que explican el surgimiento del MAPU, analizado dentro de la ruptura de su partido madre: el Partido Demcrata Cristiano. Sin embargo, estas escasas menciones, que ms tarde sitan al MAPU y su accin dentro de la UP como parte de las fuerzas rupturistas de la coalicin, nos parecen insucientes para entender lo particular de este partido. Creemos que el MAPU introduce nuevas maneras de hacer poltica y constituye otras formas de articular una cultura poltica, las que lo volvieron actor central en los procesos pos dictadura y de transicin a la democracia; mas los anlisis anteriores no nos permiten acercarnos a la comprensin de este fenmeno. Lo que viene ms adelante en esta investigacin est orientado a comprender cmo se articul esta cultura poltica desde su momento fundacional hasta el golpe de Estado de 1973.
83
84
CAPTULO 3
85
86
Introduccin
El proceso de formacin del Movimiento de Accin Popular Unitaria (MAPU) en el ao 1969 no puede ser entendido fuera del conicto que comienza a vivenciar el Partido Demcrata Cristiano a partir de 1967. La coyuntura electoral en cierne, as como el surgimiento de posturas cada vez ms crticas y radicales dentro de la colectividad, que abogaban por llevar a un cabal cumplimiento las propuestas del programa de la Revolucin en Libertad, comienzan a ser cada vez ms notorias en esta segunda mitad del gobierno de Frei Montalva. La radicalidad de un grupo de militantes DC, conocidos como los rebeldes, va haciendo cabeza del descontento y de las ansias de avanzar ms rpidamente a una sociedad socialista y ya no solo comunitaria. La jerga revolucionaria y los conceptos analticos del marxismo son adoptados por los lderes de esta corriente, mayoritariamente de la Juventud Demcrata Cristiana, que se van distanciando cada vez ms del gobierno y empiezan a hacerle una dura oposicin dentro del mismo partido. Quienes encabezan, a la luz de la prensa de la poca, dicha corriente contestataria dentro del PDC y que ms tarde formaran el MAPU son el emblemtico senador fundador de la Falange Rafael Agustn Gumucio; Jacques Chonchol62, ex vicepresidente de INDAP, y los entonces diputados Alberto Jerez (ms tarde senador) y Julio Silva Solar. Los siguientes dos captulos de esta investigacin se encuentran exclusivamente elaborados con los registros de la poltica coyuntural que un grupo de peridicos seleccionados63 publicaba da a da. De esta forma, se tratar de reconstruir la historia de la fundacin del MAPU solo con las noticias polticas y comentarios editoriales en que di87
cha colectividad sea mencionada Esto tiene como fundamento contraponer dicha informacin con los relatos que ms tarde nos harn los militantes entrevistados. Creo que a travs de esta combinacin de fuentes, la historia de un partido poltico en particular puede dar nuevas pistas sobre nuestro pasado poltico reciente en general.
Dado lo anterior, es posible constatar que junto a estas cabezas visibles (en la prensa) se encuentran otros personajes de real importancia, ya que son los que todos los militantes recuerdan en la constitucin plena del movimiento. Son los jvenes democratacristianos liderados por Rodrigo Ambrosio, Juan Enrique Vega y Enrique Correa, quienes encabezan la resistencia y las crticas al gobierno de Frei. Tan importante ser su actuacin en la formacin del nuevo movimiento que al momento del quiebre provocado en la DC, en el ao 1969, este partido se qued prcticamente sin juventud poltica, ya que esta se constituy
88
en pleno en la primera base de apoyo del recin formado Movimiento de Accin Popular Unitaria. Dichos jvenes signicarn un elemento generacional muy potente en el MAPU y aportarn no solo la radicalidad de su juventud, sino que, por sobre todo, sern quienes abrazarn con mayor fuerza el marxismo como vertiente de identicacin analtica y programtica, renegando de una posicin reformista donde el cristianismo tena importancia fundamental64. Estos jvenes constituirn el aparato orgnico del partido y de a poco comenzarn a imprimirles un sello propio a sus propuestas polticas, as como a las prcticas que los identicarn y diferenciarn de las otras colectividades de izquierda. Se esboza aqu un conicto generacional en cierne, que en el primer ao de vida del MAPU queda cubierto u opacado por la necesidad de jar las bases programticas de la Unidad Popular y la decisin de nominar al abanderado de dicha coalicin. Los primeros registros de prensa, entonces, nos muestran como cabezas visibles a los ex rebeldes de la DC. Sern los viejos quienes asumirn la vocera del MAPU y, por lo mismo, durante todo el primer ao, la identidad MAPU y su nominacin siempre tendr que cargar con el peso de ser nombrados como los rebeldes de la DC, existiendo por lo tanto una vinculacin permanente con el pasado originario de la coyuntura, del que poco a poco querrn irse desligando. Sin embargo, ya a contar del segundo ao (1970) el conicto generacional y tambin doctrinario65 se har ms visible para, en denitiva, explotar en 1971 cuando se forma la Izquierda Cristiana. En dicha coyuntura histrica, los viejos rebeldes de la DC se van a la recin formada colectividad, quedando a la cabeza del MAPU quienes efectivamente tenan el control del partido: los jvenes provenientes de la JDC liderados por Rodrigo Ambrosio. A pesar de lo anterior, los jvenes MAPU ya haban conseguido durante el ao 1971 convertirse en partido poltico
89
propiamente tal, desaando las primeras apuestas de los viejos rebeldes, quienes no aspiraban a lo anterior y encontraban que aquello solo contribuira a complicar ms el esquema de las fuerzas de izquierda. Con la constitucin del MAPU como partido y la jacin de una propuesta poltica que abrazaba el marxismo-leninismo como base, los jvenes terminaron por tomarse completamente la colectividad y avanzar en una propuesta ms novedosa, con todas las particularidades de lo que nosotros entenderemos como cultura poltica.
Sin embargo, los escritos de prensa apenas dibujan los conictos anteriores. Estos solo se hicieron visibles luego de contrastar el material periodstico con las memorias orales de sus ex militantes. A pesar de lo anterior, creemos que ser fundamental analizar a la luz de las primeras fuentes cmo fue vista la fundacin del MAPU en la coyuntura poltica de 1969. Para lograr
90
este objetivo, sin el cual nuestra investigacin histrica quedara trunca, nos abocamos a la revisin de la prensa de esos aos. Metodolgicamente, se cubrir todo el perodo que se extiende desde 1969 hasta 1973, analizando a la luz de los peridicos de izquierda Clarn y el Siglo cmo fue vista por dicho sector la formacin de la nueva colectividad. De manera paralela, se consultarn los peridicos El Mercurio y La Tercera, a modo de contraste, para saber la signicacin que se le dio a la creacin del MAPU desde la ptica de la derecha. Ambas visiones polticamente encontradas nos ayudarn a dar una imagen de cmo fue abordado y el signicado que tuvieron en la coyuntura histrica el quiebre de la DC, la propuesta del MAPU y la participacin del mismo en el gobierno de la UP. Examinados estos tres tpicos fundamentales, se irn cruzando las variables del conicto que explican la formacin de la Izquierda Cristiana y las nuevas prcticas culturales y programticas que dicha agrupacin poltica aportar a la izquierda y al gobierno de Salvador Allende. El Conicto al interior de la DC y la formacin del MAPU El Partido Demcrata Cristiano se fund como tal en 1957, y sus grupos originarios provenan de la Falange Nacional. Sus miembros iniciales estaban constituidos primordialmente por profesionales jvenes universitarios, que encantados con el cristianismo social de la Iglesia, la teora de la marginalidad y el pensamiento tecnocrtico de la Cepal formaron esta nueva colectividad que representaba los intereses de los sectores medios ilustrados comprometidos con una mayor justicia social y el logro de un desarrollo econmico estable en el tiempo. Sus lderes ms connotados eran Eduardo Frei Montalva, Bernardo Leighton, Rafael Agustn Gumucio, y Radomiro Tomic. La Democracia Cristiana fue entendida, adems, como una colectividad con nuevos aires y ms moderna, que se haca eco
91
de la crtica a los partidos tradicionales porque no haban dado cabida a los intereses de ciertos sectores sociales y adems por su anquilosamiento y por sus prcticas anticuadas66. La organizacin interna de la Democracia Cristiana qued sancionada en los estatutos internos aprobados en noviembre de 1963, poco tiempo antes de que Frei asumiera como nuevo Presidente de Chile. Los dos organismos bsicos que constituan al partido eran: 1. los organismos polticos, donde se encontraban todos los grupos comunitarios y de base. 2. las organizaciones especializadas, compuestas por cuatro comits o departamentos: orden y administracin, accin poltica, asesora poltica y asesora tcnica. De estos comits, el ms importante por su labor en la movilizacin de masas y obtencin de clientela electoral lo constituy el de accin poltica, que a su vez estaba compuesto por los departamentos sindical, campesino, pobladores y juvenil. Los departamentos, dada su clara orientacin electoralista y de movilizacin, se convirtieron rpidamente en grupos de poder dentro del partido, sobre todo si a esto le sumamos que los nuevos grupos integrantes de la colectividad tenan solo ese espacio para ascender polticamente, dado que la direccin del PDC se encontraba anquilosada en la misma generacin fundadora de la Falange en los aos 40. Por lo anterior, uno de los departamentos que ms importancia adquirieron durante los aos sesenta fue el juvenil. En dicho espacio, los jvenes que se integraban al PDC motivados por esta idea de la nueva colectividad y de la nueva representacin, as como frente a la posibilidad de ascenso dentro de la elite poltica chilena, organizaron una estructura que funcionaba casi paralela al partido. La orgnica de la JDC reproduca en su interior todo el esquema organizativo del partido y estaba controlado y mayo92
ritariamente compuesto por estudiantes universitarios67. Esto hizo que la juventud del partido tuviera representacin en todo el pas y estuviera casi ausente de la poltica a nivel local, puesto que expresaba sus opiniones preferentemente en trminos de los problemas polticos globales. Los jvenes se convertiran en una fraccin de presin dentro de la DC y en actores de peso dentro de la coyuntura del quiebre en 1969. Junto al aparato orgnico de la DC, es necesario esbozar las principales tendencias o fracciones internas que cruzaron al partido durante el gobierno de Frei y que comenzaron a enfrentarse de manera ms abierta y radicalmente opuesta desde 1967 en adelante. Estas fracciones fueron: 1. los ocialistas, tambin conocidos como los hombres de Frei y que fueron los ms comprometidos con el xito del gobierno y su programa reformista. 2. los rebeldes, es decir, los ms crticos al gobierno de Frei y que abogaban por una radicalizacin y profundizacin del programa de reformas, que transformara la actual sociedad ya no solo en una comunitaria sino que en una sociedad socialista. Ellos eran partidarios, adems, de llegar a un acuerdo con la izquierda para lograr estos aspectos programticos y vencer a los grupos de intereses econmicos monopolistas e imperialistas68. 3. los terceristas, quienes asumieron un rol de crtica al gobierno ms moderado que los rebeldes y se plantearon como mediadores entre las fracciones anteriormente mencionadas, y que apostaban a transformar al partido desde dentro. En otras palabras, ellos pretendan izquierdizar a la Democracia Cristiana en su conjunto. El enfrentamiento fraccional no qued supeditado a la vida interna, sino que se hizo pblico, sobre todo a travs de los parlamentarios rebeldes y terceristas que ocuparon los escaos legis93
lativos para criticar al gobierno. Paralelamente, la JDC se aboc a construir redes de apoyo y de poder que le valieron convertirse en la principal fuente opositora al gobierno dentro del mismo partido. Los problemas al interior del partido de gobierno se hicieron visibles despus de las elecciones municipales de 1967. La DC, que haba prometido gobernar 30 aos, sufra un gran revs en dichas elecciones, bajando su apoyo electoral. Esto motiv profundos anlisis que pusieron de maniesto el problema central que divida a las fracciones internas: el conicto entre la justicia social y el desarrollo econmico69. Quienes hegemonizaron por un momento la discusin, rebeldes y terceristas, plantearon la necesidad de lograr una alianza poltica con aquellas otras fuerzas polticas que estuvieran dispuestas a acelerar los cambios que el pas necesitaba, toda vez que se entendi esta prdida de apoyo como crtica a las expectativas generadas y no cumplidas del gobierno de Frei. El 16 de julio de 1967, un nuevo Consejo Nacional, dominado por terceristas y rebeldes, pone como presidente del partido al lder rebelde Rafael Agustn Gumucio70. Durante su presidencia, el senador Gumucio asumi la tarea de potenciar dentro del partido aquellas fuerzas que estaban por profundizar los cambios estructurales que Frei haba prometido y que los distintos grupos de poder econmico se haban propuesto obstaculizar. Para ello, la lnea central de su accin directiva qued planteada en el documento Proposiciones para la accin poltica en el perodo 1967-1970 de una va no capitalista de desarrollo. En dicha propuesta, la nueva direccin del PDC plantea la posibilidad de realizar una alianza con la izquierda como nica forma de terminar con el podero de los grupos econmicos, y sugiere transformar legalmente todo aquello que impida el avance ms rpido hacia la sociedad comunitaria. El 6 de enero de 1968, una nueva Junta Nacional deba analizar la propuesta de la directiva y decidir los pasos por seguir.
94
Lideres juveniles fundadores del MAPU. A la izquierda abajo Jaime Gazmuri, a la derecha abajo scar Guillermo Garretn y a la derecha Enrique Correa.
El gobierno de Frei y el propio Presidente sienten que el partido est siendo poco leal con sus logros y llama a la delidad dentro de los mrgenes que la accin del gobierno puede y debe ejecutar. Por ello, el Presidente llama a rechazar la propuesta de la direccin y su opcin gana por 237 votos contra 235 de los rebeldes y terceristas, ante lo cual asume una nueva directiva, dominada por la fuerzas ocialistas y liderada por Jaime Castillo Velasco. Con esta estrategia, Frei trataba de mitigar las crticas dentro del propio partido, las que hacan ms difcil su gobierno. Sin embargo, la nueva coyuntura electoral parlamentaria que se avecinaba, marzo de 1969, favoreci la mantencin y proliferacin de los discursos crticos al gobierno de Frei, sobre todo como estrategia electoral de quienes sentan que un acercamiento a la administracin gubernamental poda generarles prdidas
95
importantes en el electorado. As, el 3 de agosto de 1968 es elegida una nueva directiva, cuya misin consista en conducir al PDC en la campaa electoral. La cabeza directiva es asumida por Renn Fuentealba, quien fue elegido por unanimidad. Bajo la direccin de Fuentealba, no solo se debati el tema ms prximo de la campaa parlamentaria, sino que tambin comenzaba a esbozarse la campaa presidencial de 1970. Ante ello, el impedimento constitucional de la reeleccin volva el escenario favorable a aquellos partidarios de desmarcarse de la accin administrativa de Frei y propulsar un programa poltico ms revolucionario, donde la justicia social jugara un rol preponderante. Es as como el 1 de mayo de 1969 una nueva Junta Nacional deba votar la propuesta de la directiva de Fuentealba, que como programa presidencial levant la va no capitalista de desarrollo y plante la idea de una alianza con la izquierda para enfrentar la eleccin de 1970. Los puntos que segn esta directiva deba discutir la nueva Junta Nacional eran los siguientes: 1) Postergacin del Congreso Nacional del Partido, proposicin que se hace sobre la base de un compromiso tcito de los distintos sectores del partido. 2) Reforma de los Estatutos, con dos nes esenciales: a) dar al partido una estructura moderna, dinmica y ecaz; b) fortalecer las autoridades del partido y dictar normas disciplinarias, entregando el conocimiento de las relacionadas con el cumplimiento de los deberes polticos que tienen los militantes a la directiva nacional y al Consejo Nacional segn los casos. 3) Bases programticas para una segunda etapa: a) participacin popular real, efectiva en la conduccin del pas a travs de todos los rganos del Estado, interviniendo en su direccin, en sus deliberaciones y acuerdos y en la ejecucin de stos. El actual gobierno ha sido el de la organizacin popular; el prximo debe ser
96
el de la participacin popular. b) Derecho para los trabajadores. El desarrollo que nosotros queremos es el siguiente: 1. Se trata de un derecho que no tenga como precio una cada vez mayor dependencia del imperialismo. 2. Se trata de un derecho que benecie directa y exclusivamente a la mayora de los trabajadores, que corrija las desigualdades en la distribucin del ingreso, la riqueza, las oportunidades, utilizando los recursos nacionales en la produccin de bienes o servicios que satisfacen las necesidades ms urgentes del pueblo. 3. Se trata de un derecho que no se hace a base de sacricar los bajos niveles de vida de los trabajadores a travs de la compresin o congelacin de sus niveles actuales de consumo, sino de la compresin de los consumos de los sectores oligrquicos71 Como se desprende de lo anterior, los puntos de discusin estaban cruzados por una aguda crtica al gobierno y su actuacin en torno a los temas salariales y partidarios. La mesa dirigida por Fuentealba aspiraba a profundizar los cambios en la sociedad en conjunto con una nueva autonoma al partido como estructura para que su accionar en el escenario electoral le permitiera no cargar con los problemas y crticas que se le hacan al gobierno de Frei Montalva. El resultado fue lapidario, ya que el frente ocialista abort dicha propuesta y postul la idea del camino propio, sin resolver por cierto la problemtica mayor del programa poltico de fondo72. El fracaso de la propuesta llev a la renuncia de la directiva a la mesa y la renuncia al partido de los lderes rebeldes, que sintieron que ya nada tenan que hacer en esta colectividad. La formacin del MAPU estaba ad portas de concretarse, sobre todo con los acontecimientos desatados dentro de la juventud y la coyuntura generada por la matanza de Pampa Irigoin73.
97
El ao 1969 y los primeros meses del conicto. De la coyuntura electoral a la formacin del Movimiento de Accin Popular Unitaria. En 1969, ao marcado por la coyuntura electoral, se agudiza tambin el conicto al interior de la Democracia Cristiana. Las crticas al gobierno y la tensin creciente de los grupos o fracciones que constituyen el PDC se van volviendo cada vez ms visibles e irreconciliables dada la fuerte necesidad de diferenciarse o distanciarse de las decisiones gubernamentales como una estrategia para obtener dividendos polticos. La eleccin parlamentaria del ao 69 se vivir dentro de la DC como una instancia decisiva para medir las posibilidades de triunfo en el campo presidencial para el ao siguiente. Estos elementos no deben dejarse de lado en el anlisis, porque si bien existen conictos ideolgicos y crticas programticas a la administracin de Frei Montalva que constituyen la identidad de los grupos dentro del partido, tambin es cierto que la mayor intolerancia y posterior ruptura se vive en el ambiente electoral, donde se hace propicio el enfrentamiento para construir el apoyo poltico que les granjee los benecios a los distintos candidatos. Por lo menos esto ser parte de la estrategia de los terceristas y de los rebeldes, que estiman que solo con un discurso radicalizado y ms cercano a la izquierda podrn obtener las cuotas de poder respectivas. La coyuntura electoral obliga a denirse terica y programticamente. La prensa nos demuestra que durante esos aos no solo bastaba con ofrecer las clsicas medidas populistas de mayor bienestar al electorado o a las masas, sino que era necesario tambin que estas medidas se enmarcaran en proyectos ideolgicos ms poderosos que les dieran coherencia a las medidas y continuidad en el tiempo. De all que dentro de la DC la discusin sobre la va no capitalista de desarrollo se convirtiera en algo vital dentro del contexto electoral y que las posiciones particula98
res dentro del partido tuvieran que denirse tambin en trminos programticos. Democracia Cristiana es algo que deriva de una losofa propia, losofa tan vieja como nuestra civilizacin, pero absolutamente reconocible en las distintas gamas ideolgicas. Rechaza con igual energa el predominio del individuo sobre la sociedad, que es el caso del capitalismo burgus, como el predominio de la sociedad sobre el individuo, que es el caso del comunismo. Pretende hacer justicia distributiva sin menoscabo de la libertad de cada cual, as como pretende defender la dignidad del ser humano sin perjuicio de su bienestar econmico. La DC pretende reemplazar a un Estado grande y poderoso por comunidades pequeas y solidarias entre s. La DC, para defender a los dbiles, pretende que nadie sea fuerte, y no existiendo propiedad individual o estatal, sino propiedad comunitaria, todos cuidarn de lo de todos y cada cual estar resguardado en su derecho porque desaparecern los derechos privilegiados, y el hombre, a la luz de su propia razn y de un orden desligado de imperfecciones, no requerir de fuerzas represivas para solucionar sus problemas74. A pesar de lo anterior, existan personeros de la DC ms cercanos al ocialismo que estaban por mejorar la administracin sin darle tanto nfasis al debate terico, que encontraban estril. El PDC de Antofagasta, timoneado por Benito Prez Zujovic, hermano mayor del ministro del Interior, y hombre que no se anda con chicas para denir las corrientes internas de su partido en el Norte: -Ac hay algunos intelectuales, porque eso son: intelectuales (y lo dice con tono despectivo) que se preocupan de esas cosas. La mayora de nosotros no, y yo entre estos ltimos. -Los idelogos? Bueno, son los que generalmente menos trabajan, son los ms jvenes en general, los que no ponen los pies en el suelo75
99
De esta forma, se va delineando el debate dentro de la Democracia Cristiana, donde, a pesar de lo expresado por Prez Zujovic, el tema de las fracciones y las deniciones terico-ideolgicas cubre la mayor parte de los escritos de prensa, dando cuenta de lo importante que pareca esta materia en el conicto electoral existente. Por ejemplo, el peridico La Tercera, a inicios de 1969, arma que las aguas internas del PDC se encuentran demasiado turbias; a pesar de la campaa parlamentaria, las posiciones se hacen cada vez ms divergentes. Mientras los ocialistas o moderados quieren seguir siendo una alternativa entre el capitalismo y el comunismo, los rebeldes y terceristas opinan que deben abrirse las compuertas hacia un entendimiento con la izquierda marxista76. El peridico Clarn, por su lado, en marzo del ao 69, dedica su anlisis poltico a dar cuenta de las distintas fracciones del PDC, enfatizando las diferencias ideolgicas que sustentan los grupos. As arma que en 1966 el movimiento tercerista surgi en el PDC como un hito de conducta doctrinaria. Lo procre un grupo de intelectuales de ese partido que estimaba que no todo estaba perdido en cuanto a los esfuerzos por llevar al gobierno ms a la izquierda cada vez. Se alimentaron de esperanzas ante la estrategia de poder esgrimida por el grupo rebelde que naci deshaciendo esa posibilidad como tarea inmediata. Los rebeldes exigan una aceleracin mxima en la Revolucin en Libertad y maduraron trabajando en las bases, por lo tanto se robustecieron. Los terceristas se quedaron en el grupo de amigos hermanados por inquietudes comunes. Solo reaccionaban ante hechos provocados por otros grupos y cuando alguno de sus talentos era cuestionado o puesto en apuros77. Sin embargo, a pesar de estas diferencias entre ambos grupos, la idea comn de llevar hacia la izquierda las posturas democratacristianas los haba tendido a unir en la accin partidaria. Podemos decir que se vislumbraba en la prensa la posibilidad de que en el ao 1969 se formara una especie de Frente de Izquierda
100
Cristiana dentro del mismo partido, que propugnara por acelerar los cambios, sin romper con la colectividad. As lo arma Clarn cuando especica que despus del requiescat in pacem de esta noche, en todo caso, los ya casi ex terceristas se integrarn al gran grupo de izquierda cristiana. Hablamos de la mayora de ellos Los rebeldes, por su parte, recibirn este brillante grupo, haciendo necesariamente algunas concesiones. Al parecer, ya hay acuerdo. Para hablar de frente, digamos que la izquierda cristiana (como probablemente se denomine a la corriente) agudizar su vigilancia revolucionaria, ponindoles la bayoneta en el pecho a los grupos juveniles rupturistas. En casi todos los planteamientos doctrinarios hay coincidencia hasta con los rupturistas, pero estos ltimos estn en otra tctica, en aquella que aconseja dividir el partido en ltimo caso. La nueva izquierda cristiana har notar que eso no corresponde ni siquiera en ltimo caso78. Los grupos rupturistas estaban concentrados mayoritariamente en la JDC, de all que la relacin de stos con el partido se hiciera bsicamente al amparo del grupo rebelde encabezado por Gumucio, Jerez y Silva Solar. Este grupo no esgrima, como ya expresamos, la necesidad imperante de romper con el partido. De hecho, Rafael Agustn Gumucio era uno de los lderes fundadores de la DC y su poder se daba en el contexto de esta colectividad. Sin embargo, las relaciones del grupo rebelde con los rupturistas, van a tensar cada vez ms la posibilidad de que terceristas y rebeldes lleguen a un acuerdo antes de la Junta que se celebrara en mayo de ese ao y que deba denir las posturas ideolgicas y programticas que llevara la DC en la prxima eleccin presidencial. Posiblemente a tres bandos se d la Junta Nacional del PDC que debe efectuarse los das 1, 2 y 3 de mayo prximo. Por una parte, el ocialismo jugara sus cartas en el sentido de buscar un camino propio para el PDC, elaborando un programa presidencial para 1970, eligiendo a un abanderado de sus las y facultando a ste para que inicie los contactos necesarios a n de
101
facilitar un apoyo al abanderado DC de otros sectores polticos. Por su parte, el sector rebelde propicia, al igual que los terceristas, una denicin del partido hacia la izquierda, buscando contactos con las fuerzas del FRAP, radicalizando el partido y su esquema de transformaciones para el pas. Rebeldes y terceristas han efectuado numerosas conversaciones para presentar un rostro unido a la Junta Nacional, pero el llamado sector tercerista no acepta que dentro de la unidad de ambos grupos guren los elementos juveniles llamados rupturistas, que al n y al cabo ganaron la Junta Nacional de la JDC79. La tensin por la presencia de los grupos rupturistas, amparados por el grupo rebelde del partido, se agudizar y nalmente los terceristas no llegarn a acuerdo con los rebeldes. Los terceristas incluso conversarn con los ocialistas y el sector denominado unitario, dejando fuera de cualquier acuerdo a los rebeldes, sobre todo en los aspectos relativos a la determinacin del nombre del candidato a la presidencia80. Sin embargo, si bien esto pasa al nivel del partido, la dinmica de la JDC es un tanto distinta. Podemos enfatizar que aqu el conicto es ms ideolgico y menos pragmtico, ms de fondo y menos electoral que el que se viva en el nivel adulto de la colectividad. De all la radicalidad de las mismas crticas y los enfrentamientos de los grupos adultos con el sector juvenil. Estos ltimos, con cierta lgica de poder en su actuar, se dan cuenta de que el contexto electoral existente los benecia, porque obliga a los miembros adultos a tomar posiciones sobre los temas ms profundos del debate, medir fuerzas y disputar los nichos de poder poltico existentes. Finalmente, el conicto se resuelve a travs de la ruptura, la salida ms viable y ms beneciosa para el sector juvenil, aunque no as para el sector adulto81. Presenciamos as dos formas de hacer la poltica, donde el corte generacional es la variable ms importante. Por un lado, la de los miembros del partido, que, si bien estaban preocupados por la denicin doctrinaria, fue siempre ms tradicional, bus102
cando cauces dentro del partido, en contraposicin con la de los jvenes, que rpidamente buscaron la ruptura. De all que los rebeldes juveniles fueran tildados como rupturistas. Los rebeldes de la Democracia Cristiana del sector adulto eran vistos como aquel que quiere otro ritmo revolucionario, el que busca nuevas estructuras y se desespera un buen poco cuando el gobierno de su partido aparece haciendo concesiones a los enemigos irreconciliables de cualquier proceso de cambios verdaderos: la derecha poltica y econmica82 En cambio, el sector juvenil, constituido por los rebeldesrupturistas, era visto como una especie de marxistas-leninistascristianos, pero no mucho, que propician, dicho en trminos claros, que la gente izquierdista de la DC se embarque en un viaje con comunistas y socialistas83. Incluso, para los diarios que representan la opinin de la derecha chilena, La Tercera y El Mercurio, estos grupos eran abiertamente marxistas. Estas dos conguraciones identitarias se pondrn de maniesto en el conicto inmediato suscitado por los sucesos ocurridos en Pampa Irigoin en marzo de 1969. La matanza ocurrida producto de la toma de terrenos en la zona de Puerto Montt fue rpidamente condenada por los jvenes, quienes con mucha fuerza criticaron y pidieron la salida del ministro del Interior Edmundo Prez Zujovic. La intransigencia de la misiva hecha pblica por la directiva de la JDC que encabezaba Enrique Correa gener un arduo debate dentro del partido y medidas disciplinarias de suspensin para los miembros de la juventud que apoyaron la carta. Solo unos das despus de las fuertes declaraciones de los jvenes, los adultos del grupo rebelde se suman a las crticas; sin embargo, su adicin fue siempre bajo la lgica de mantenerse dentro del partido y, por ende, menos intransigente que la carta de los jvenes. Esta carta revela dos tipos de elementos que sern tambin visualizados por actores DC de la poca. La coyuntura de Pampa Irigoin ser vista casi como una excusa para quebrar el partido y
103
llevarse por parte de la JDC una orgnica que haca tiempo funcionaba de manera bastante autnoma y, por otro lado, demuestra que los adultos de la colectividad salieron, por la emergencia de la coyuntura y los cauces propios que rodearon el conicto, a sumarse a un proyecto progresista que rpidamente se les escap de la manos y fue hegemonizado por los ms jvenes. La carta que gener la salida de parte importante de la JDC y por la cual fue pasada al tribunal de disciplina toda su directiva enrostraba una dura crtica al gobierno de Frei en su gestin en general y no solo haca referencia a los sucesos de Pampa Irigoin, demostrando que el quiebre no era solo coyuntural, sino que estructural y profundo. Ellos armaban que este nuevo acto represivo del gobierno no es sino la consecuencia de una poltica cada vez ms alejada y contraria a los intereses populares, que necesita para imponerse de una cuota cada vez mayor de autoritarismo. Esto no es otra cosa que la demostracin de la incapacidad que el gobierno ha tenido en la tarea de unir al pueblo para destruir el poder antipopular de la derecha econmica; la creciente vacilacin y debilidad gobiernista lo obliga a ser cada vez ms obsecuente con los poderosos y cada vez ms duro con el pueblo. Ante una derecha triunfante, el gobierno no parece querer competirle apoyo y clientelas84 . Por su parte, la carta de repudio que el sector adulto rebelde enva al gobierno tiene un carcter menos radical y apela a la bsqueda de unidad. Dicha misiva se enva un da despus de la carta de los jvenes, tambin como una forma de apoyo a las duras medidas disciplinarias a las que fueron sometidos los miembros de la directiva juvenil despus de la publicacin de la misma. Los lderes rebeldes rmantes de la carta, Rafael Gumucio, Alberto Jerez, Julio Silva, Vicente Sota y Jacques Chonchol sealaban: Los dolorosos sucesos de Puerto Montt que lamentamos profundamente ocurran en un gobierno DC son de aquellos que no permiten guardar un silencio que podra aparecer como un acto de tcita aceptacin. No se puede limitar lo suce104
dido a solo un problema de autoridad. Menos an, justicarlos calicando como actitud sediciosa la legtima protesta popular provocada por la difcil situacin habitacional que, aun cuando no es de responsabilidad del actual gobierno, corresponde a una angustiosa realidad. Las declaraciones de la JDC, de la FECH y de la UFUCH son serias y enjuician con extraordinaria valenta los hechos ocurridos85. En la misiva de los jvenes, stos comparan el gobierno de Frei con la dictadura de Ongana en Argentina y exigen la rpida salida de Prez Zujovic del gabinete. El enfrentamiento de poderes al interior de la DC y la intransigencia de los trminos utilizados van marcando un camino de ruptura que ya no puede ser consensuado: No es este el camino; el PDC ofreci una salida al gobierno: destruir con el apoyo del pueblo el circuito bsico del poder capitalista, liderando de este modo el movimiento popular, en lugar de reprimirlo con grupos mviles y balas. El gobierno no acept y opt por el camino antipopular de ser guardin de un capitalismo eciente. Los guardianes que los capitalistas preeren en toda hora son los gorilas; se trata, para ganar su preciada conanza, de demostrar que ste es un gobierno tan ecaz para defender el orden como lo es el de Ongana u otros. Smbolo y personicacin de esta derechizacin creciente demostrada en estas nuevas muertes que el pueblo sufre es el ministro del Interior, Edmundo Prez. La JDC exige su inmediata salida, porque de nada valen las explicaciones y excusas que acostumbra dar al partido si fuera de l acta de un modo diametralmente opuesto86. Para el caso de los adultos, quienes buscan resolver el conicto dentro del partido, la colectividad sigue siendo el lugar adecuado y la que pone los marcos para resolver el conicto. A diferencia de los jvenes que han deslegitimado abiertamente esa opcin, los adultos rebeldes armaban que Coincidimos con lo expresado por el presidente del PDC en
105
el Consejo Plenario de Cartagena, que el partido debe ser solidario con todo lo bueno y lo malo de la accin del gobierno, pero creemos que l, como cualquier militante DC, debe entender esa solidaridad limitada a las polticas que se deciden en el seno del partido. La represin popular siempre ha sido condenada por el PDC y por lo tanto no cabe solidaridad alguna con la poltica representada por los actos que deploramos, ni con sus responsables directos.
Insistentemente, y dentro del marco de la disciplina y del dilogo interno, hemos luchado por acentuar en forma clara el espritu revolucionario que debe presidir los actos del gobierno DC. Ahora, ms que nunca, frente a la prepotencia de la derecha que aprovecha los luctuosos procesos de Puerto Montt para llevar agua a su molino, rearmamos nuestra conviccin de que por sobre los sectarismos partidistas se hace indispensable unicar a todas las fuerzas polticas y sociales que estn dispuestas
106
a impedir el regreso de la oligarqua al poder y a instaurar un gobierno popular en Chile. La desgraciada repeticin de hechos como ste que el pas enfrenta hoy y perjudican gravemente el destino popular del partido, nos ha obligado a hacer pblica expresin de nuestro pensamiento87. Los sucesos de Pampa Irigoin denotan dos lgicas polticas distintas, que se pondrn de maniesto de manera ms clara en los meses que siguen a la matanza de pobladores y la fundacin del MAPU en mayo de 1969. Es decir, entre marzo y mayo de 1969, adultos rebeldes y jvenes rupturistas van caminando al encuentro disidente fuera de la colectividad, pero por vas y lgicas de actuar diferentes. Para los adultos rebeldes y algunos terceristas la propuesta de la formacin de una Unidad Popular, que buscara acuerdos con la izquierda marxista, era un elemento central que deba discutirse en la Junta Nacional de mayo de 1969. El programa sobre el cual deba buscarse el nombre del candidato y las alianzas estaba planteado en el famoso documento de la va no capitalista de desarrollo, que, segn los diarios La Tercera y El Mercurio, no era otra cosa que una va socialista a secas. As lo demostraran los dichos del diputado Alberto Jaramillo, quien anunci, a raz de la prdida de la Junta Nacional por parte del grupo rebelde, que no estoy de acuerdo con los resultados de la Junta Nacional. El partido ha demostrado que preere seguir por la va capitalista. En cambio, nosotros pensamos que la va socialista es la nica solucin para desarrollar el pas. No un socialismo marxista, sino un socialismo democrtico88. De esta forma, los miembros del grupo rebelde del partido buscaron ganar la Junta Nacional y persistir en el apoyo a la mesa dirigida por Renn Fuentealba. Por su parte, los jvenes realizaron toda una campaa poltica dirigida a ganar la Junta de la JDC, pero con una aspiracin aparentemente distinta a la que tena el grupo adulto. Los jvenes apostaban a ganar a la juven107
tud, logrando una hegemona visible, de manera que al quebrar el partido la ruptura fuera ms aguda. Los discursos utilizados por los jvenes para ganar la Junta de la JDC, que se realiz antes de la adulta y producto de la suspensin de la directiva que encabezaba Enrique Correa, fueron de abierta crtica al gobierno. A ste se le acusaba de haber abandonado los principios libertarios y comunitarios que sustentaban la Revolucin en Libertad y de trabajar para el capitalismo y el imperialismo yanqui, as como para la oligarqua nacional. As lo destaca El Mercurio, donde se da cuenta que La Junta se inici con la cuenta del presidente suspendido de su cargo hace algunas semanas, Enrique Correa, quien pudo presentarla solo a travs de un miembro del Consejo, ya que el Tribunal de disciplina que lo suspendi por dos aos de sus derechos de militante no le permiti actuar ocialmente en la Junta El informe poltico de Correa consta de 20 carillas y es en el fondo una lista de acusaciones a la lnea gubernamental. Culpa a esta y a la corriente ocialista de haber llevado al partido a la ambigedad, a la derechizacin y a la entrega al capitalismo Por primera vez, dijo Correa, aluda a una situacin que no haba tocado antes por no rebajar el nivel del debate. Este nuevo elemento de crtica que aporta el joven rebelde es que el poder, cuando no es ejercido colectivamente por el pueblo en un sentido revolucionario y socialista, corrompe, es biombo de los oportunistas, de los que quieren convertir a la poltica en la mejor profesin del mundo El dilema para Correa es claro: revolucin socialista o regresin derechista89. El triunfo de los rebeldes rupturistas en la Junta de la JDC fue abrumante y categrico y segn Clarn los ocialistas y hombres del gobierno pueden sufrir peligroso infarto. La lista encabezada por Juan Enrique Vega obtuvo 154 votos, contra la lista de los ocialistas que encabezaba Luis Capiolo. Los terceristas dieron chupe de guata con 24 votos y llevaban como abanderado al ex presidente de la UFUCH, Jos Miguel Insulza90. Al igual que
108
lo destacara El Mercurio, Clarn, diario de corte izquierda-populista, arma que la victoria de los rebeldes se bas en las duras crticas que se hicieron al gobierno y en especial al ministro del Interior, Edmundo Prez Zujovic, por sus inclinaciones antipopulares y derechistas91. La fuerza del triunfo que los rebeldes-rupturistas obtuvieron en la Junta hizo que el enfrentamiento con el partido fuera cada vez ms frontal e ideologizado, generando un clima de tensin tan abrumante que no tuviera otra salida que la divisin del partido. De hecho, las consignas utilizadas por los jvenes hablaban cada vez ms de socialismo y revolucin, dejando de lado cualquier duda sobre la ambigedad de sus postulados. Cuestin que no era tan evidente en el sector adulto, donde el cristianismo era ms preponderante que el marxismo. Los jvenes de la DC se comenzaban a apropiar del imaginario de la izquierda marxista, y con estos postulados iniciaran el camino de ruptura, que deba desarrollarse en una coyuntura particular: los resultados de la Junta Nacional del Partido Demcrata Cristiano a realizarse en mayo. Mientras tanto, estos jvenes gritaban despus del triunfo de Juan Enrique Vega en la JDC, las palabras que inmortalizaron al Che Guevara: Patria o Muerte Venceremos!92. La postura programtica que los consejeros juveniles llevaran a la Junta Nacional adulta apostaba a la creacin de un Frente Revolucionario, que condujera a la Unidad Popular y a la revolucin93. Dicho Frente Revolucionario deba estar conformado por la DC y los sectores de la izquierda tradicional chilena como nica estrategia para derrotar a Alessandri en las elecciones y conducir al pas hacia cambios radicales que tuvieran como horizonte nal la construccin de una sociedad socialista, y ya no tan solo comunitaria94. Estos aspectos, referidos a los discursos revolucionarios y abiertamente marxistas son destacados mayoritariamente por la prensa de derecha, donde el conicto juvenil aparece mejor tratado que en los peridicos de izquierda que hemos revisado.
109
Para Clarn, por ejemplo, el conicto juvenil es menor, los actores desaparecen ante el conicto adulto y lo que resaltaba este diario haca ms bien referencia a un cristianismo radicalizado que a un socialismo abiertamente marxista, como lo declaraban los otros peridicos que cubrieron el conicto. Lo anterior puede entenderse como estrategia comunicacional-poltica en un enfrentamiento electoral ampliamente polarizado, que lleva a los democratacristianos a denirse con una postura identicable y donde el comunitarismo apareca como ambiguo y poco atractivo. Los jvenes DC que triunfaron en la Junta comienzan a reunirse y a planicar sus posturas y actuaciones para la Junta Nacional que se realizara en mayo. Cada vez quedaba ms claro que si las posturas de los rebeldes-rupturistas no eran acogidas o no triunfaban en la Junta, el Partido Demcrata Cristiano se quebrara. Sin embargo, la interrogante que se hacan los medios de comunicacin era sobre la magnitud del quiebre. Las dudas comienzan a despejarse una vez realizada la Junta Nacional los das 2 y 3 de mayo de 1969. En dicho evento ganaron las posturas ocialistas y la tesis del camino propio por un escaso margen de 18 votos. Ante el triunfo de estas posturas, la mesa dirigida por Renn Fuentealba renuncia y asume la nueva directiva encabezada por Jaime Castillo Velasco, quien perteneca a las posturas triunfadoras. Segn Clarn, El PDC se puso ropita usada despus de la Junta que, durante dos das, mantuvo al mundo poltico del pas en suspenso. El nuevo presidente de la colectividad result Jaime Castillo, ministro de Justicia, idelogo de la soledad del partido para conservar la pureza. Qu cosa nueva puede ofrecer el PDC con Castillo a la cabeza? Nada de consideracin, a juzgar por el voto poltico aprobado por una estrechsima mayora. El triunfo del ocialismo en la Junta Nacional del PDC se logr apenas por 18 votos, entre ms de 400 delegados que votaron. Este hecho signic la renuncia de la mesa de Fuentealba y Bernardo Leighton, y el alejamiento del
110
todos los consejeros de libre eleccin de las corrientes rebeldes y terceristas95. La tesis del camino propio, triunfadora en la Junta en manos del ocialismo, rechazaba de pleno la postura rebelderupturista de la juventud referida a la tesis del Frente Revolucionario. Segn este mismo peridico, Los ms damnicados con el voto aprobado por la Junta Nacional del partido fueron los cabros de la juventud, que propiciaron con enorme entusiasmo el Frente Revolucionario. Durante aos elaboraron la teora y la propusieron como tesis fundamentada en el Congreso de la JDC. Con el Frente Revolucionario ganaron Juan Enrique Vega y sus boys de la directiva juvenil. Sin embargo, el voto victorioso seala expresamente que la tesis del Frente Revolucionario es rechazada por la Junta Nacional del PDC como incompatible con la existencia del partido y con su posicin poltica. En otras palabras, lo prohibieron.96 Ante esta nueva coyuntura, los jvenes rupturistas deban decidir qu hacer en la DC. Estaba cada vez ms claro que dentro de esta colectividad sus posturas no tenan respaldo, as como tampoco podan contribuir desde ste a la propuesta de la Unidad Popular para derrotar a las fuerzas polticas de la derecha que representaba Alessandri. Denido un marco de actuacin cada vez ms estrecho y que daba como nica opcin la salida y el alejamiento del partido, los jvenes perdedores en la Junta Nacional deban resolver el mejor momento o coyuntura poltica para que fuera lo ms impactante posible. Los jvenes tenan claro que esto solo sucedera si lograban que dentro del partido renunciaran militantes de la talla de Gumucio, de manera que la sangra fuera transversal y no solo generacional. As lo declara La Tercera cuando analizando los resultados de la Junta se pregunta Qu ocurrir en el seno de la DC? Es difcil predecirlo. Los propios lderes rebeldes y terceristas, como Rafael Agustn Gumucio, Alberto Jerez, Juan Enrique Vega y otros, prerieron no opinar dado que el momento era difcil y
111
los nimos estaban tensos. Muchos piensan que un sector del PDC, especialmente la juventud, abandonar las las del partido de Gobierno. Esto se sabr en los prximos das. En todo caso, grupos ocialistas predijeron que solo una pequea parte de la juventud, del llamado grupo rupturista, y probablemente uno o dos parlamentarios abandonaran el partido, pero el resto de los militantes se mantendra disciplinadamente en la colectividad. En gran medida, todo depender de la resolucin que adopte el senador R. A. Gumucio. Si Gumucio se va, se ir con l la juventud. No podra decirse en modo alguno que la Junta Nacional de la DC no dej heridos, los dej y en todos los niveles97. Los efectos que traera esta Junta en la esfera poltica no dejaron indiferente a nadie. As, mientras los socialistas hacan un llamado a los jvenes de la DC para que se salieran del partido del cual formaban parte, 98 el Partido Nacional haca el siguiente anlisis: Para nosotros habra sido ms conveniente el triunfo del sector marxista, porque as se habra denido con mayor claridad la verdadera situacin poltica de Chile. Dijo (Jarpa) respecto de la posibilidad de que un grupo de la juventud y de sectores rebeldes del PDC se retiraran de la DC, que como casi todos los rebeldes tienen puestos pblicos y scales, van a ser muy pocos los que quieran perder esas granjeras y opten por irse99. Sin embargo, el momento lleg el 6 de mayo de 1969, cuando Rafael Agustn Gumucio, militante ejemplar, dada su connotada trayectoria en la colectividad desde su fundacin, present su renuncia ante la mesa del PDC. La renuncia del senador rebelde gener en los das subsiguientes una seguidilla de dimisiones que hicieron que la ruptura fuera eminentemente signicativa en la DC y los anlisis de la derecha profundamente equivocados. En su carta de renuncia, el Senador Gumucio arma que su decisin es una opcin personal, y que no pretende arrastrar con
112
ella a nadie ms dentro de su partido. Su carta demuestra que no aspiraba a la ruptura, y que sta se gener producto de las condiciones internas que viva el proceso poltico democratacristiano. Segn el senador
Esto me ha llevado al convencimiento de que en nuestro partido se han consolidado fuerzas que ya nada tienen en comn con lo que yo pienso. El acuerdo de la Junta revela una indiferencia realmente alarmante ante la seria chance de la derecha de retornar al gobierno, y junto a eso un rechazo muy profundo a buscar condiciones que pudieran aproximarnos a la izquierda. El
113
ideal que siempre nos uni fue la lucha contra la injusticia de las estructuras capitalistas, la lucha por cambiar esta sociedad de un modo verdadero, profundo. Los principios cristianos han inspirado nuestra accin. Pero yo veo que ahora las cosas son distintas. Las corrientes ms avanzadas del pensamiento cristiano no son recogidas por nosotros y de hecho ms que un instrumento del cambio revolucionario de la sociedad somos un instrumento del status social, una fuerza administradora del sistema, garantizadora del orden establecido. No son pocos los esfuerzos que hemos hecho por recticar desde dentro esta situacin. Hoy creo honradamente que tal recticacin es imposible al menos por largo tiempo. La inuencia del poder se ha hecho incontrarrestable dentro del Partido para imponer criterios. No pretendo arrastrar a nadie con mi actitud; no pretendo convocar una divisin en el PDC, y an ms, respeto el criterio de los camaradas que creen que hay posibilidades de impedir la derechizacin creciente del Partido permaneciendo dentro de l. Solo pretendo resolver mi caso individual100 Continuaba Gumucio esgrimiendo que mi renuncia es un problema de conciencia personal. No quiero, por lo tanto, arrastrar a sectores de la Juventud del Partido para que adopten igual postura. En una oportunidad dije que hara mal quedndome en el partido si yo no comparta su lnea poltica101. Sin embargo, pese a que la postura de Gumucio no buscaba la ruptura del PDC, sta igual lleg. Entre los das 7 y 14 de mayo renuncian en conjunto el recin electo senador Alberto Jerez, los diputados Vicente Sota y Julio Silva, el departamento campesino de la DC102, el departamento sindical con el vicepresidente de la CUT Sergio Snchez103a la cabeza, el ex vicepresidente del INDAP y lder del sector tercerista Jacques Chonchol y la juventud casi completa104. En los das que siguen al 14 de mayo, cuando se registra la salida de la JDC del PDC hasta la fundacin del MAPU, el 19 de mayo, los peridicos realizan una serie de conjeturas sobre las
114
acciones que los rebeldes y escindidos del partido de gobierno harn como prxima movida poltica. Segn constata El Mercurio, los sectores rupturistas encabezados por Gumucio; el ex vicepresidente de INDAP Jacques Chonchol; el senador electo Alberto Jerez, y el diputado Vicente Sota unirn su destino a un movimiento cuyas bases sern sentadas en plazo de 15 das. Tendr un carcter que escape a los mrgenes de los partidos tradicionales, no basado en la accin parlamentaria, sino en la actividad con campesinos, obreros y juventud, y abierto a las colectividades marxistas para la conformacin de la Unidad Popular105. Estos mismos disidentes agregan que nos organizaremos para seguir luchando por aquello que ha tenido un carcter ms permanente en nuestra accin: retomar el legado moral de la Falange, unirnos a la lucha del pueblo por la justicia, por la democracia, por la revolucin, por la nueva sociedad comunitaria y socialista106. Estaba en discusin, sin embargo, la estructura que deba tomar este nuevo movimiento poltico. Las posturas que armaban que esto deba ser un movimiento que apostara por la unidad de la izquierda triunfaron en un primer momento. Sin embargo, ya en 1970 la postura de convertir el movimiento en partido tena la hegemona. El control del nuevo aparato estara en manos de los sectores liderados por Ambrosio. En este sentido, podemos decir que el peridico que hizo el anlisis ms certero sobre el MAPU fue El Mercurio, al enfatizar que el nuevo movimiento formado por los rebeldes es de corto tiempo y est destinado a convertirse en partido107.
115
La formacin del MAPU La maana del 19 de mayo de 1969 traa una noticia poltica que se vena fraguando haca ya varios das. Los peridicos consignan este hecho ocurrido el 18 de mayo con los siguientes titulares: Rebeldes del PDC formaron el MAPU108; Movimiento poltico formaron militantes que abandonaron PDC109 y Ex militantes del PDC forman nuevo partido110. De esta forma, mientras Clarn resalta los primeros das de formacin de la nueva colectividad el elemento rebelde democratacristiano como principal caracterstica identitaria del MAPU, El Mercurio y La Tercera destacarn el elemento marxista que existe dentro de la nueva colectividad y que se aglutina con el cristianismo avanzado para darle al MAPU una nueva fuerza dentro de la izquierda chilena111.
116
Las primeras reacciones de la prensa poltica al cubrir la formacin del MAPU fue analizar el objetivo de su constitucin como colectividad poltica y los alcances de su actuacin en el marco de la poltica chilena y los actores tradicionales. Para El Mercurio, tal como lo seala la tira cmica El perejil, el MAPU era una especie de tumor maligno que se le extirp a la DC, tumor maligno que por lo dems haba ayudado a generar el Partido Comunista112, dentro de su estrategia de corroer a la Democracia Cristiana. Para Clarn, en cambio, el MAPU ser asociado durante todo su primer ao de vida al movimiento rebelde de los democratacristianos, sin atribuirle a la nueva colectividad ninguna otra caracterstica que la que ya tena este grupo desde su formacin en la Democracia Cristiana. Incluso Eugenio Lira Massi enfatiza, luego de mofarse del nombre MAPU, que la nueva colectividad solo puede ofrecer la doctrina del cristianismo en la sociedad moderna y que ese sera y debera ser el gran aporte de estos actores al engrandecimiento de la izquierda chilena. Dice Lira Massi que quienes formaron este movimiento tienen una sola cosa que vender y es la doctrina democratacristiana. Son democratacristianos. Desean aplicar en nuestros das la doctrina de Cristo y dos milenios avalan la calidad de la mercadera. Cristo sigue siendo ms importante que Chonchol, Juan Enrique Vega o Enrique Correa, para no mencionar a los ya nombrados. La gracia que tienen quienes se marginaron del PDC es que se fueron porque pensaron que la directiva de su partido no estaba cumpliendo con el ideal que inspira esa colectividad. Son ellos entonces los depositarios del ideal cristiano de una sociedad moderna. Ellos son los rebeldes. Los que se rebelaron cuando se quiso llevar al partido junto al dinero y lejos del pueblo. Martn Lutero nunca neg a Cristo. Por qu los rebeldes lo esconden? Ellos quieren la reforma. Instalen entonces su capilla. Pngale Partido Rebelde Demcrata Cristiano y llegarn solitos miles y miles de feligreses. Pero si le ponen MAPU no les va llegar nadie.
117
Les costar mucho ms que un ao ensear a la gente que eso signica Movimiento de Accin Popular Unitaria y otro ao ms para que el pueblo entienda lo que eso quiere decir en el terreno poltico. Y para entonces habra pasado el 70113. En forma conjunta, el mismo comentarista poltico critica que si el MAPU no asume su carcter identitario rebelde y democratacristiano, solo conseguir entrar al nal en cualquier negociacin con el FRAP, sin lograr ser tomado demasiado en cuenta. As como tambin crtica que el nuevo nombre y esa falsa identidad se deba al inujo de los idelogos que estn muy presentes en la nueva colectividad. Enfatiza que est bueno que los idelogos se dejen de ser tan inteligentes todo el tiempo y se convenzan que las siglas ya estn desprestigiadas y sirven solo de factor de perturbacin para los escolares, de irona para los adultos y de clave para los iniciados. Qu importa un MAPU ms o un MAPU menos? Pero los rebeldes DC son otra cosa. Y signican ms que cuatro letras114. De esta manera, el nacimiento del MAPU ser registrado como parte de un conicto interno de la DC, para ms tarde ir adquiriendo vuelo propio cuando se desate la campaa presidencial de 1970. Sin embargo, la opinin de Eugenio Lira Massi estaba dando cuenta de lo que a un sector de la izquierda chilena interesaba destacar: la llegada de cristianos a ese mundo tradicionalmente hegemonizado por los dos partidos marxistas existentes. La tensin entre cristianismo y socialismo estaba solo asomada en la prensa, pero poco a poco se volver un elemento trascendental en la denicin ideolgica de la naciente colectividad. El MAPU nace un 18 de mayo de 1969, constituido por 550 miembros que se reunieron en el local de los trabajadores de la Empresa de Transportes Colectivos del Estado (ETCE). La mayora de ellos eran los expulsados o renunciados del Partido Demcrata Cristiano, liderados pblicamente por los parlamentarios rebeldes de la DC ms el ex vicepresidente de INDAP Ja118
cques Chonchol, que perteneca al sector tercerista. La gran base de apoyo a la nueva colectividad la constitua la mayora de la juventud renunciada de la DC, por lo que el elemento juvenil ser muy importante en el MAPU, aun cuando todava su guracin pblica y meditica no sea tan visible en los primeros meses. Sin embargo, a pesar de la invisibilidad meditica de los jvenes, estos aportarn la identidad ideolgica marxista que rpidamente va tomando el MAPU. Estos apuestan adems a que su fracasada propuesta del Frente Revolucionario sea tomada como bandera de lucha por los otros partidos de la izquierda chilena. Al respecto deca Rodrigo Ambrosio, en un texto expuesto en la primera reunin masiva del MAPU, realizada el 27 de mayo en el teatro La Comedia, que los partidos de izquierda en Chile deberan sufrir una decantacin similar a la que ocurre en la DC chilena: los que estn con la revolucin para este lado; los otros y los tibios, que se queden donde estn.115. En paralelo a la denicin de la identidad de la nueva colectividad poltica, surge el debate meditico acerca de cmo se organizarn los nuevos actores. Ser movimiento o partido aparece como una primera disyuntiva rpidamente despejada por los lderes. El MAPU, como su nombre lo dice, ser un movimiento, y su principal objetivo de existencia era ayudar a crear conciencia unitaria en la izquierda chilena para avanzar de manera real y revolucionaria a la construccin de una sociedad socialista. De all que las primeras declaraciones de su Secretario General sean desmentir que el MAPU es o ser un nuevo partido poltico. Al respecto titula Clarn El MAPU apenas dijo ag y ya le estn inventando chuecuras. Contina con Est bien que el MAPU de los ex rebeldes democratacristianos tenga un nombre poco agarrador, pero no hay derecho a que le anden inventando propsitos e ideas que nunca han tenido. Desde la reunin que tuvieron el domingo les andan colgando que ahora estn reuniendo 10.000 rmas para inscribir al movimiento como nuevo partido poltico. Nunca ha sido ese nuestro objetivo! dijo
119
a Clarn Jacques Chonchol. Secretario General del MAPU, para luego subrayar: creemos que eso solo contribuira a aumentar la confusin dentro de la fuerzas populares. El objetivo del movimiento (que tiene nes polticos, pero que no est destinado a ser un partido poltico ms) fue sealado por Chonchol como destinado a crear conciencia en las bases sociales del pas: obreros, campesinos, asalariados, empleados, juventud, estudiantes, intelectuales, en toda la gente, y tambin en los partidos que se dicen y son populares de la necesidad de unirse para impedir el regreso de la derecha al poder y la posibilidad de echar las bases para un proceso efectivamente revolucionario en nuestro pas116. De esta forma, tal como lo expresan los medios periodsticos117, el MAPU tena una abierta vocacin movimientista de cuadros y no de masas. Su aspiracin era unir a la izquierda en las cpulas partidarias y en las bases sociales. Objetivo muy ambicioso y que demostraba cierto aire de superioridad que se autoentregaron los lderes del movimiento para creer que con su actuacin romperan con las lgicas tradicionales de la izquierda chilena118. Gazmuri planteaba al respecto, creemos estar en los 5.000 militantes. No buscamos ser una elite, pero pensamos que representamos lo mejor en poder social. Tenemos sectores bien importantes del estudiantado y del campesinado119. As, sin ser de una identidad de izquierda tradicional en su nacimiento, los recin nacidos llegan a dar lecciones a la izquierda, a denir lo que deben hacer para derrotar a Alessandri. Esto ser un elemento fundamental en la forma que tendr de desenvolverse el MAPU dentro del contexto de la campaa electoral del ao 70 y durante los aos que participan del gobierno de Allende. De all que uno de los elementos ms importantes de destacar durante los primeros das y meses de funcionamiento del MAPU sea el lograr la unidad de la izquierda para la eleccin de 1970, vista como nica arma para derrotar a Alessandri. La nueva organizacin, pese a no ser un partido poltico como lo enfatizan sus lderes, funcionar en la prctica como
120
partido. Rpidamente se aprontaron a elegir un Secretario General, Jacques Chonchol; un Subsecretario General, Jaime Gazmuri, y una Direccin Nacional constituida por 25 miembros, donde destacaron los ex rebeldes Alberto Jerez, Rafael Agustn Gumucio, Julio Silva Solar y Vicente Sota120. En forma conjunta a la eleccin de esta directiva, el MAPU se aprest a funcionar en un local establecido para as evitar cualquier problema de conexin ms formal con los otros partidos de izquierda. El local elegido estaba ubicado en Mac Iver 555 y en sus inicios, dada la precariedad econmica de la nueva colectividad, ser bastante pobre en infraestructura121. En forma paralela a la estructura orgnica del nuevo movimiento, el MAPU se asigna como prioritario el trabajo en cuatro frentes, donde decide intervenir para lograr la tan mentada unidad de la izquierda chilena. Dichos frentes son el campesinado, los trabajadores, los estudiantes y los artistas, profesionales y tcnicos. Se abarca con ellos a las fuerzas sociales trabajadoras, cruzando las barreras denitorias de una clase social en particular. El MAPU ser representante de los trabajadores, sea cual sea la rama de actividad en la que se desempeen, ampliando de esta forma la representacin de la izquierda, incorporando a estudiantes, empleados, profesionales, intelectuales y artistas, que no siempre eran convocados por el discurso clasista de la izquierda tradicional chilena. Una vez denidos los frentes de actuacin, el MAPU se aboca a la construccin de la Unidad Popular. Sin embargo, un elemento importante por destacar es que el MAPU enfatiza que la unidad de la izquierda debe hacerse en torno a un programa y no en torno a un candidato, cambiando la lgica electoralista que traa consigo la izquierda tradicional, segn la crtica que la nueva colectividad realiza. De all que para el MAPU sea ms importante un programa revolucionario y novedoso, que la denicin del nombre del candidato que tena enfrascada a la izquierda en un punto de no retorno para la constitucin de la UP.
121
As, el MAPU autodene su identidad de actuacin inicial como un movimiento que desea crear conciencia en los partidos polticos de izquierda de que si no superan sus diferencias, que son lgicas porque somos pluralistas, no podremos jams cambiar las estructuras, caeremos en el populismo y nos seguiremos engaando todos. Con la Unidad Popular conquistaremos el poder. () pretendemos ser un movimiento de cuadros y no un movimiento de masas. No pretendemos andar robndoles gente a los dems, sino dedicarnos a crear conciencia revolucionaria122. Esta conciencia revolucionaria se realizara por medio del trabajo con los trabajadores en los cuatro frentes antes denidos, revelando a stos las contradicciones de clase que son producto del sistema capitalista y del reformismo populista que lo sostiene a travs de la agudizacin de las luchas sociales123. La actuacin del MAPU, por lo tanto, debera concentrarse, segn sus objetivos iniciales, en lograr la Unidad Popular por arriba, es decir, a travs de acuerdos con las directivas de las distintas colectividades de izquierda, as como por abajo, a travs de discusiones y concientizacin de las bases sociales de apoyo. Solo en esta mutua nutricin entre estructura partidaria y bases electorales y de apoyo se lograra la tan mentada Unidad Popular. Un elemento importante que deba denirse previamente a la discusin del programa de la Unidad Popular consista en claricar la situacin de la sociedad chilena y su estado de desarrollo. Esto era considerado sustancial para el MAPU, porque sobre ese diagnstico preliminar se poda llegar a un acuerdo de transformacin ms radical y ms revolucionario. Por ello, los primeros maniestos de la naciente colectividad estaban dirigidos a dar a conocer la visin mapucista de la historia nacional. De esta forma, en el Informe Poltico del MAPU del 2/08/1969 se destacaba lo siguiente: Chile es hoy una sociedad dominada por una estructura social y cultural de tipo capitalista y burgus, que se ha demostrado incapaz, a travs de mltiples experiencias
122
conducidas por diversos hombres, bajo distintos signos, de resolver los problemas fundamentales del pueblo. Explotado y colonizado mentalmente por el imperialismo, ha logrado alcanzar un nivel de desarrollo que solo es capaz de sustentar un alto nivel de vida para la oligarqua y un adecuado nivel de vida para sectores mnimos de la clase media, condenando a la inmensa mayora del pueblo y de la clase media a la frustracin permanente que proviene de la contradiccin entre las aspiraciones crecientes que promueve el capitalismo de consumo y su incapacidad para satisfacerlas en un rgimen neocolonial subdesarrollado124. As, y previo diagnstico segn el MAPU, el programa que deba estructurar la Unidad Popular debera estar constituido en torno a siete puntos 1) no acelerar las aspiraciones al consumo de todos los grupos sociales125; 2) recuperacin total de las riquezas mineras en poder de empresas extranjeras; 3) profundizar la Reforma Agraria en toda su extensin; 4) participacin activa de los trabajadores organizados en la conduccin del Estado; 5) nacionalizacin de la Banca y de los grandes centros econmicos; 6) acelerar el programa de industrializacin, y 7) establecer las bases de una nueva educacin126. Denidos as los puntos, el MAPU consideraba bsico para lograr la Unidad Popular que la nueva colectividad realizara un amplio despliegue territorial para ir trabajando en los frentes antes descritos, as como una serie de reuniones con las directivas de los partidos de izquierda (Partido Socialista y Partido Comunista) y con el Partido Radical, de manera de buscar la base partidaria sobre la cual deba constituirse la nueva Unidad Popular. Segn el MAPU, una vez realizada esta discusin programtica, el nombre del candidato vendra solo y sera, por lo dems, secundario. Sin embargo, el MAPU senta que la izquierda estaba enfrascada en una discusin poco asertiva y que se quedaba en la lgica electoralista. La nueva colectividad abogaba por una ruptura de los marcos tradicionales sobre los cuales la izquierda haba reali123
zado sus alianzas, entendiendo que sin Unidad Popular efectiva, los obstculos son demasiado grandes, los enemigos externos e internos demasiado poderosos, las fuerzas del mantenimiento del statu quo, demasiado signicativas para que la revolucin pueda ser realizada. Hay muchos ejemplos en Amrica Latina de gobiernos que contaron incluso con el apoyo mayoritario del pueblo y que terminaron con un populismo de compromiso con la oligarqua interna y con el imperialismo para pensar que sin Unidad Popular profunda, consciente y organizada se pueda hacer efectiva una revolucin anticapitalista y comenzar a construir el socialismo127. Por ello, la Unidad Popular deba ser por sobre todo programtica y esto ser el principal aporte del MAPU en este contexto histrico. La actuacin del MAPU en el contexto de la campaa electoral de 1970: la denicin del programa y del candidato. Como se haba mencionado anteriormente, la gran preocupacin del MAPU desde su fundacin y hasta la eleccin del candidato que deba conducir la Unidad Popular estaba constituida por la elaboracin de un programa poltico revolucionario, que condujera a Chile a una sociedad socialista. En ese contexto, el MAPU como colectividad estaba abocado a la construccin poltica de un lenguaje y de un ideario programtico que le diera consistencia a la propuesta de izquierda, avanzando en una lnea ms profesional de la poltica y entendiendo que haba que dejar atrs las prcticas populistas que haban caracterizado a la izquierda, segn su opinin, hasta esa fecha. La gran cantidad de intelectuales y profesionales que constituyeron al MAPU desde sus inicios le dio una potencialidad nica a este movimiento poltico, por cuanto cont con numerosos y bien formados cuadros que potenciaron ideolgicamente la campaa de 1970. Ya no bastaban las viejas consignas ni
124
los mismos smbolos. El MAPU crea que haba que cambiar la forma de hacer la poltica en todos sus planos como paso inicial para transformar radicalmente la sociedad. En ese sentido, el MAPU crea, mesinicamente, que su misin era transformar la poltica chilena y conducir a Chile a la sociedad socialista. Para ello haba nacido el Movimiento de Accin Popular Unitaria, para forjar la unidad, para ser la punta de lanza de una transformacin mayor, en suma, para ser la vanguardia de la izquierda chilena.
Bajo esos objetivos que se dio el MAPU desde su nacimiento, se entiende su especial preocupacin por el programa poltico que deba aglutinar a la Unidad Popular, y de all tambin el fuerte desprecio mostrado hacia el hombre o nombre que deba conducir al gobierno de la UP, porque segn Jacques Chonchol Unidad Popular signica unidad consciente de todos los sectores sociales del pueblo conducidos por sus vanguardias
125
polticas, que superen sus diferencias ideolgicas y sus contradicciones ms aparentes que reales que los dividen, que se establezca en torno a programas de accin comn orientados a la efectiva sustitucin del capitalismo y sin la cual pensamos que hablar de revolucin es un engao consciente o inconsciente. Esta es nuestra tarea principal del futuro128. Y en ese contexto, nos interesa darles forma primero a la plataforma y al programa y no somos partidarios, ahora, de nominar a alguien de nuestras las como candidato129. Sin embargo, a pesar de que el MAPU intentaba conducir a los otros partidos que conformaran la UP en esta direccin de discusin ideolgica y poltica, los partidos de la izquierda tradicional, especialmente el Partido Comunista y el Partido Socialista, eran promotores primero de nominar al candidato y posteriormente construir el programa. Esta frmula favoreca particularmente al Partido Socialista, que apostaba por cuarta vez la candidatura de Salvador Allende. Desde mayo de 1969 hasta enero de 1970, fecha en que es nominado Allende como candidato, el MAPU trabaja arduamente por darle coherencia a la construccin de un programa slido de gobierno. Este programa, que ser la base de la propuesta nal de la UP, fue denominado por el MAPU Acta del Pueblo y contena los puntos bsicos que fueron mencionados anteriormente, es decir; la construccin de un Estado socialista con participacin activa de los trabajadores, nacionalizacin de las riquezas naturales de nuestro pas que estaban en manos extranjeras, aceleracin del proceso de industrializacin y de Reforma Agraria, estatizacin de las empresas y la banca, as como una reforma educacional, base articuladora de una nueva construccin valrica que le diera legitimidad y sustento a las transformaciones que iniciara el nuevo gobierno130. Sin embargo, pese a que el MAPU es categrico en enfatizar que su estrategia poltica y, en denitiva, su razn de ser es la construccin de un proyecto de Unidad Popular, los aconteci126
mientos van tomando el rumbo contrario, y a poco andar debe entrar en la disputa del nombramiento del candidato como nica forma de no quedarse fuera de la discusin. Hacia mediados de septiembre de 1969 el MAPU designa como precandidato presidencial a Jacques Chonchol131.En el acto de proclamacin del candidato mapucista, este enfatiz que todos nosotros fuimos partidarios de que la unidad de las fuerzas polticas y sociales que representan al pueblo deba construirse, primero, en torno a una visin comn, basada en un anlisis profundo y objetivo del momento que vive el pas y en un acuerdo en cuanto a los planteamientos que era necesario hacerle para superar en denitiva el atraso y la opresin que derivan de su estructura capitalista y comenzar a construir una verdadera sociedad de trabajadores. Qu solo despus de logrado lo anterior, deba buscarse a quienes eran las personas que podan encabezar ese movimiento y elegir entre ellas aquella que fuera la ms adecuada. Pero las cosas se dieron de otro modo y los distintos partidos populares han ido proclamando, con legtimo derecho, a sus abanderados. Esto nos ha conducido, con el n de acelerar el proceso de claricacin y apresurar la unidad, a elegir tambin uno de entre nosotros para representarnos y ustedes me han hecho el honor de designarme a m132 De esta forma, el MAPU con Chonchol como su precandidato sucumbe a la lgica electoral de las otras colectividades. Sin embargo, seguir luchando por la construccin del programa socialista por el cual abogaba desde sus inicios. La gura de Chonchol, que podra haber sido entendida por el MAPU como una nominacin forzada ante los hechos consumados, fue generando en la prensa una particular valoracin. De ser el ex vicepresidente de INDAP, expulsado de la DC y de su cargo y posterior secretario general del MAPU, Chonchol comienza a aparecer ante la prensa como un candidato particularmente atractivo y con potencialidades para disputarle el triunfo a Alessandri.
127
As lo destacaba Clarn en sus pginas cuando retrataba a Chonchol como un candidato poco tradicional, joven, inteligente, de estilo directo y muy bien preparado. Segn este peridico de los cinco postulantes de la izquierda (Neruda y Tarud para empezar no tienen na que ver (sic)), la mejor carta podra ser Jacques Chonchol, que representa algo nuevo y tiene el aporte de la juventud. Con Chonchol la izquierda demostrara que no es la misma de hace treinta aos, que levanta los mismos gastados lderes133 y eslogans.134. Bajo esta mirada de Clarn, el MAPU completo aparece como una colectividad novedosa, ms moderna, ms adecuada a los requerimientos del pas. Sus apuestas revolucionarias se volvan coherentes al ser planteadas por estos grupos de jvenes profesionales, intelectuales, que, muy preparados, venan a hacer la revolucin, previa unidad de la izquierda chilena, a la que aspiraban conducir como vanguardia. Estos elementos tambin aparecen como novedosos, y por lo dems peligrosos, a los ojos de la prensa de derecha de nuestro pas. Segn La Tercera, por ejemplo, el MAPU se haba convertido ya hacia octubre de 1969 en la entidad ms revolucionaria de la fuerzas constitutivas de la Unidad Popular, ya que segn la periodista de ese medio comunicacional Mara Eugenia Oyarzn Para Chonchol y su partido el futuro gobierno debe ser socialista en lo econmico; un Estado de trabajadores es su concepcin poltica y un gobierno expropiador en toda o casi toda la industria privada, en que incluso los medios de expresin, como la prensa, la radio y la televisin estn en manos de los trabajadores. Poco se libra al nimo expropiatorio del MAPU135. La opinin anterior es compartida por El Mercurio, para el cual las propuestas programticas del MAPU eran bastante preocupantes, sobre todo su apuesta por la creacin de una Asamblea Popular, que reemplazara al Congreso Nacional e incluso al Poder Judicial, terminando, como enfatiza el peridico, con
128
la democrtica tradicin de la divisin de los poderes del Estado136. Los aspectos anteriores hacen aparecer al MAPU como la fuerza ms de izquierda dentro del espectro de la Unidad Popular y, por lo tanto, su peligrosidad se volcaba adems en que dicha colectividad aspiraba a conducir el aspecto programtico del nuevo gobierno. Dado lo anterior, los peridicos de derecha enfatizaron las discrepancias entre el MAPU y el Partido Comunista, ya que segn estos ltimos los mapucistas no buscaban la construccin de un Estado socialista inmediato, sino que solo una transicin hacia dicho ideal. Otro de los aspectos que estos peridicos destacaron fue la fuerza que puso el MAPU en la idea de que fueran las bases sociales las que decidieran el nombre del candidato y no un acuerdo poltico superestructural, como lo haba sido hasta la poca. Segn el MAPU, solo as se podra asegurar que el nuevo gobierno fuese revolucionario de verdad y no como sucedi con la campaa de Allende en 1964, en que se busc atenuar el discurso revolucionario137. Sin embargo, pese a todas las visiones anteriores, tanto de la prensa de izquierda como de derecha, la lgica poltica tradicional se impuso. Y ante el estancamiento y el punto de no retorno de las conversaciones entre las distintas colectividades, el MAPU decide bajar a su candidato Jacques Chonchol en un gesto poltico que pretenda demostrar la coherencia de sus postulados ideolgicos y programticos en pos de lograr el objetivo nmero uno que los convoc como colectividad: lograr la unidad de las fuerzas populares138. Desde el retiro de Chonchol a comienzos de enero de 1970 hasta la nominacin denitiva de Allende el 23 de enero de 1970, el MAPU comienza a tener un papel de menor importancia. Al bajar a su candidato, si bien oblig a las dems colectividades a que hicieran el mismo gesto poltico de unidad, y lo logra, tambin restringi su capacidad efectiva de negociar polticamente,
129
dado el incierto apoyo electoral con el que contara. En forma paralela, la eleccin de Allende no agradaba del todo al MAPU, dado que era caracterizado como un poltico tradicional y pasado de moda, que representaba precisamente todo aquello de la izquierda que el MAPU se propona cambiar. Sin embargo, y muy disciplinadamente, el MAPU apoy al candidato electo, desplegando un gran trabajo territorial en los meses que siguen a la nominacin y hasta la eleccin el 4 de septiembre de 1970. Su participacin se concentra prioritariamente en los sectores campesino y estudiantil, donde la colectividad haba ganado notorias fuerzas139. Pero durante la campaa tiene poca cobertura periodstica debido, principalmente, a los escasos actos a los que convoca como antrin. La mayora de las acciones las realizan el Partido Comunista y el Partido Socialista, a los cuales los lderes del MAPU apoyan con su oratoria, pero con muy pocas bases sociales de apoyo real. Lo anterior se explica adems porque el MAPU en sus primeros meses no aspira a convertirse, a lo menos pblicamente, en un partido de masas. Como ellos manifestaron, no aspiraban a robarle gente a nadie. No obstante, la fuerza de la poltica chilena y su propia lgica de funcionamiento pronto generar la disyuntiva de cmo sobrevivir el MAPU ante el triunfo de la UP con Allende a la cabeza. Qu papel le queda al MAPU una vez cumplido el objetivo de lograr la unidad de las fuerzas populares? Una respuesta posible, y que fue signicativa en el largo pla140 zo , era su propuesta de formar una Federacin Socialista donde el MAPU y el PS se fundieran para evitar la proliferacin de pequeos partidos de izquierda que tuviera coincidencia programtica visible, en torno a la idea de realizar una revolucin socialista de carcter nacional, sin copiar modelos extranjeros141. Esto no tendr eco en esos momentos, pues el PS era un partido fuerte y adems contaba con el abanderado presidencial en sus las.
130
La otra respuesta posible, y la que nalmente se concret, era convertir al MAPU en un partido poltico que pudiera competir por los espacios de poder y transformar desde el sistema las prcticas polticas para hacer de Chile una verdadera sociedad socialista. Hacia la construccin del Partido MAPU Desde el triunfo de Allende en 1970, comienza a plantearse la interrogante sobre el papel que el MAPU debera asumir en el nuevo contexto poltico. Como movimiento poltico nacido con la aspiracin de lograr la unidad de las fuerzas de la izquierda, el MAPU se agotaba con el triunfo electoral de Allende y la puesta en vigencia de un programa revolucionario. Sin embargo, ninguno de sus militantes se ira a su casa y abandonara de manera tajante la actividad poltica, porque tambin los agrupaba el objetivo de construir en Chile una sociedad socialista. De all, entonces, que los distintos actores plantearan la necesidad de redenir los objetivos del MAPU en el marco de una accin de largo plazo. Sera posible participar en la poltica chilena de una forma distinta a la de un partido poltico? Durante el ao 1970 se realizaron dos congresos importantes de la colectividad: uno de carcter regional, desarrollado en mayo de 1970 en la Universidad Tcnica del Estado, y uno de carcter nacional, realizado en el cine Normandie en octubre de 1970142. En estas dos instancias, el MAPU dene los siguientes objetivos polticos inmediatos: 1. Hacer crecer la colectividad dentro de su estructura celular, de movimiento de cuadros, es decir, ampliar sus bases de apoyo sin desestructurar la lgica que le permitira actuar como vanguardia organizada143. 2. Orientar su accin poltica a liquidar a los denidos como
131
enemigos fundamentales del pueblo chileno, es decir, el imperialismo, los monopolios y el latifundio. 3. Conseguir lo anterior por medio de amplias alianzas polticas que tuvieran como base al proletariado, pero tambin a los sectores de la pequea y la mediana burguesa que aspiran a un desarrollo democrtico y nacional y cuyos intereses eran ahogados por el gran capital imperialista144. Denidos estos objetivos principales, el MAPU se integra a la accin gubernamental de la Unidad Popular, actividad que se desarrolla de manera paralela a las deniciones ideolgicas que la colectividad fue esbozando para construir una identidad diferente en el seno de la misma UP. De esta forma, Allende nomina como ministro de Agricultura a Jacques Chonchol y como subsecretarios de las carteras de Economa a scar Guillermo Garretn y de Justicia a Jos Antonio VieraGallo145. La nominacin que hizo Allende de estos militantes del MAPU para que se integraran a su gabinete respondi a la lgica de la distribucin de cargos polticos, lo que en la jerga poltica tambin se conoce como cuoteo. La consideracin de los militantes de la nueva colectividad a formar parte del gabinete va manifestando que ste era considerado, en la prctica, como un partido poltico ms y funcionaba de esta forma haca bastante tiempo, aun cuando su denicin inicial no haya sido explcitamente esa y aun cuando ni siquiera se encontrara inscrito legalmente en el Registro Electoral. As, el MAPU sin estar inscrito como partido poltico funcionaba en las relaciones con los otros partidos y en el gobierno mismo como si lo fuera. Ello da cuenta a nuestro juicio de dos cosas: por un lado, el peso que tenan los partidos polticos y su estructura, dinmica que generaba que cualquier otro tipo de organizacin poltica alternativa tendiera rpidamente a funcionar con los cdigos y estrategias de stos y por el otro, el peso que van ganando los grupos ms juveniles del MAPU, para quienes la lgica del partido siempre fue maniesta y entendida como
132
herramienta y espacio donde ellos podan acceder al poder poltico, ya que dentro de otras colectividades su ascenso rpido estaba vetado por el peso de los antiguos militantes que tenan controlada la estructura partidaria.
En otras palabras, la idea del movimiento era mucho ms til para aquellos militantes de la DC como Chonchol, Silva Solar, Gumucio o Jerez, que tenan un espacio poltico ganado y que mal que mal haban formado parte de la direccin de la colectividad poltica que haban quebrado. Sin embargo, a los ms jvenes la idea del movimiento no les permita construir poder poltico ni ganar ms espacios de poder. El partido era considerado por stos como la herramienta ms til y vlida para lograr sus objetivos polticos. Finalmente, estos jvenes no eran parlamentarios y su papel dentro de la poltica chilena, para que
133
pudiera tener efecto real, deba hacerse dentro de una colectividad organizada y reconocida por los otros actores polticos. De all que la estrategia de constituir al MAPU en un partido poltico fuera considerada un triunfo especialmente para los sectores ms jvenes liderados por Rodrigo Ambrosio. Lo anterior queda de maniesto con la eleccin de Ambrosio como nuevo secretario general del MAPU, despus de la realizacin del Congreso de nes de octubre del ao 1970. A pocos das de la eleccin de Ambrosio, se anuncia que el MAPU se inscribir como partido poltico. Segn el nuevo Secretario General, los mapucistas son de hecho un partido poltico y es absurdo que un movimiento que pretende colaborar estrechamente con el gobierno renuncie a tener representantes en la asamblea del pueblo146 La postura de que el partido poltico era la herramienta ms vlida, viable y til para competir por los espacios de poder y en la construccin de un proyecto poltico de largo aliento, como lo era la idea de hacer de Chile una sociedad socialista, se decanta y se vuelve hegemnica con la eleccin de Rodrigo Ambrosio. Segn este lder, la historia del MAPU y este decantamiento hacia la constitucin del partido se entenda porque en 1969, cuando se form el movimiento, nos pareci que lo que requera la izquierda, ms que un partido nuevo, era un movimiento con perspectiva renovadora que empujara la unicacin de la izquierda. Creemos que eso fue entendido por el pueblo y tenemos varios hitos signicativos. Hay un aporte al programa de la UP a travs del retiro de nuestro candidato Jacques Chonchol, un nfasis en la accin de los Comits de Unidad Popular, un aporte al estilo de la campaa, nuestra actitud frente a la constitucin del gabinete y respecto de los cargos de la administracin pblica que denotan nuestra actitud antisectaria147. Declarada la idea de que el MAPU deba inscribirse como partido y de hacer congruente la actuacin de facto de la colectividad, se puso de maniesto una nueva problemtica: Cmo
134
se denira ideolgicamente este nuevo partido? Cul sera el elemento identitario hegemnico: el ser cristiano revolucionario o el ser marxista? La denicin ideolgica del MAPU trajo consigo un conicto poltico que no se decantar sino hasta la formacin de la Izquierda Cristiana a mediados del ao 1971. Durante todo el periodo que se extiende desde las declaraciones de Ambrosio en noviembre de 1970 hasta agosto de 1971, se cierne al interior del MAPU una dura pugna por denir los elementos ideolgicos que le darn la especicidad y la identidad a la nueva colectividad poltica. El enfrentamiento estuvo planteado por la aparente oposicin entre el cristianismo radicalizado y comunitarista que encabezaban los parlamentarios del MAPU, es decir, los lderes rebeldes de la DC que generacionalmente eran mayores que los jvenes liderados por Ambrosio, y los que apostaban a que el MAPU deba denirse como un partido marxista leninista. Ambrosio apostaba a que los cristianos revolucionarios tuvieran cabida en el MAPU, aun cuando estos deban aceptar que este nuevo partido sera marxista. Para el lder del MAPU, ste no ser jams un partido de sacrista, pero s tienen cabida los verdaderos y autnticos cristianos revolucionarios de nuestro pas148. Segn el Secretario General, el MAPU se dena como un partido proletario que usara todas las herramientas prcticas y tericas que esta clase social tiene para hacerse del poder y comprender la realidad en que viven. Una de esas herramientas de anlisis, y la ms importante, era el marxismo, y Ambrosio planteaba que necesitamos que todos nuestros militantes aprendan a manejar esa herramienta de anlisis de la lucha de clases que el marxismo entrega. Sin embargo, no se trata de ponerse un escapulario ni reemplazar un credo por otro, sino que el partido no renuncie a las herramientas que tiene el proletariado en el mundo149. La apropiacin del marxismo a nivel terico, entendida ms como herramienta de anlisis que como dogma, fue un elemento
135
importantsimo en la historia del MAPU a posteriori y demostr el inujo que Althusser, a travs de Rodrigo Ambrosio, tuvo al interior de la colectividad. Esto le dio al MAPU un carcter ms moderno en la apropiacin del marxismo que las otras colectividades de izquierda, sobre todo frente al Partido Comunista. Sin embargo, esta nueva forma de usar el marxismo se fue desvirtuando hacia el desarrollo del 2 Congreso del MAPU realizado en 1972, donde ste se deni como marxista-leninista, asumiendo la doctrina de Marx ms como dogma150 que como una herramienta de anlisis social.
Acto de la CUT.
El triunfo de la denicin del MAPU como partido proletario y marxista fue generando tensiones en los grupos ms apegados al cristianismo, los que fueron prcticamente alejados de la colectividad y terminaron migrando en agosto de 1971 a la
136
recin formada Izquierda Cristiana. La lucha entre cristianismo y marxismo dentro de la colectividad polariz y reforz articialmente ambas posiciones que haban convivido tanto en la DC como en los primeros aos del MAPU (1969-1971). El grupo encabezado por Ambrosio dio cuenta de que era inconcebible un partido de izquierda que no abrazara esta herramienta de anlisis de manera explcita y hegemnica. Sin embargo, antes de que esto ocurriera, durante la primera mitad del ao 1971 los militantes del MAPU se abocaron a dos tareas fundamentales: colaborar con la administracin de Allende y juntar las rmas para convertir al MAPU en partido poltico formal. La colaboracin en la administracin de Allende visibiliz al MAPU en dos reas donde sus militantes aportaron al mximo: el rea de la Reforma Agraria, donde Jacques Chonchol como ministro de Agricultura tom el papel principal, y el rea de la constitucin de la propiedad social, donde scar Guillermo Garretn como subsecretario de economa tuvo tambin un papel fundamental. En otras palabras, la actuacin del MAPU se hizo perceptible en dos de los proyectos ms ambiciosos y ms criticados por la derecha chilena, por el impacto que tuvieron en torno a la problemtica de la propiedad privada. La radicalizacin de la Reforma Agraria y la apuesta por terminar con el latifundio ser una de las tareas conducidas por lderes del MAPU, as como la constitucin de un nuevo tipo de propiedad, ms congruente con el modelo de sociedad socialista al que se aspiraba: la propiedad social. En otras palabras, fueron militantes del MAPU los que condujeron pblicamente los proyectos ms radicales de transformacin estructural que tena la Unidad Popular. En forma paralela, la colaboracin con el gobierno de la UP por parte del MAPU siempre se manifest de manera bastante crtica. Sin embargo, esa crtica, mientras estuvo Ambrosio a la cabeza del partido, no fue destructiva y se dio en el marco de colaboracin con el presidente Allende. El 31 de mayo de 1971, en un discurso realizado por Ambrosio, ste le dijo a Allende
137
que de este partido de la UP no va a recibir jams una pualada por la espalda. Puede armarse en este partido seguro de innita lealtad151. Sin embargo, esa lealtad se entenda en el marco de fomentar un buen gobierno que transformara la sociedad chilena, de all que la crtica no se escondiera en esta colectividad. Un ejemplo de ello es la preocupacin de Ambrosio porque el gobierno (no) se constituya de hecho en un centro burocrtico de decisiones, haciendo nfasis en que las masas no han tenido suciente presencia en el gobierno popular152. De esta forma, las primeras posturas del MAPU hacia el gobierno de la Unidad Popular fueron de una colaboracin crtica. Se entenda que el objetivo nal era la construccin de la sociedad socialista y en ese contexto se abocaron sus militantes a ampliar las bases de apoyo al gobierno y a la colaboracin de sus cuadros tcnicos en la administracin del Estado. El conicto sobre la rapidez del proceso, sobre la tensin entre reforma y revolucin no apareci en el MAPU de manera visible sino hasta despus de la muerte de Ambrosio. Mientras ste condujo la colectividad, la idea de lealtad crtica hacia Allende fue la tnica caracterstica, por lo menos de eso dara cuenta la prensa. A Rodrigo Ambrosio le preocupaban tambin las numerosas crticas que sectores de la Democracia Cristiana hacan a los militantes del MAPU, porque stos eran vistos como personas que buscaban puestos de trabajo en la nueva administracin, sin ideales y simplemente ambiciosos de poder, ya que tal como expresara Gazmuri, el MAPU est(ba) de moda153, y eso convoc a muchos jvenes a ingresar a la colectividad, ampliando los reproches de aquellos partidos que no reciban contingentes masivos nuevos. Para hacer frente a esto, Ambrosio enfatiz que el MAPU no es una bolsa de trabajo. Estamos conscientes que el poder corrompe y destruye y por eso ningn militante del MAPU que ocupe cargos pblicos podr tener ingresos superiores a los que tena antes. La diferencia pasar al MAPU. De esta manera,
138
Rodrigo Ambrosio pretenda generar una disciplina partidaria a travs de la que el partido fuera entendido como colectividad superior al individuo. Es en ese espacio donde se entender la bsqueda del poder como una lucha justa y vlida, en tanto necesaria para construir la sociedad socialista. Sin embargo, la utilizacin de la poltica como estrategia para lograr poder personal ser fuertemente criticada en esos aos. La disciplina partidaria, sustentada en una tica poltica particular, llev al MAPU a plantearse abiertamente el tema del poder en su conjunto, coexistiendo en la colectividad dos ideas de poder que permanecieron unidas tericamente mientras Ambrosio dirigi al partido: la idea de que el poder deba estar en las masas y ser ejercido desde las masas, y la idea de que el poder tambin deba ser buscado y ejercido desde la superestructura del Estado, en la administracin. En otras palabras, haba que cubrir los dos frentes para que se pudiera conseguir el objetivo de la sociedad socialista154. Este conicto entre poder de las masas, que enfatiza la autonoma del movimiento popular, versus la estructura burocrtica y gubernativa tambin estuvo presente en el debate en torno a la constitucin del MAPU como partido versus la de permanecer como movimiento. Esta tensin solo esbozada en sus inicios y resuelta por la fuerza de los hechos en la campaa electoral y ms tarde por la participacin en el gobierno de Allende, quedar sumergida y har explosin denitiva en marzo de 1973. Paralelamente, la denicin del tipo de partido que sera el MAPU signic enfrentamientos dentro de la colectividad en torno a la idea del poder y lugar de accin, as como la tensin anterior entre cristianos y marxistas. La primera de estas permanecer sin grandes problemas hasta el ao 73, cuando el MAPU se divida, tensionado por una pugna que por lo dems afect a toda la Unidad Popular; y la segunda de ellas se resolver antes, por cuanto el nacimiento de la Izquierda Cristiana permiti que los militantes de identidad cristiana en el MAPU migraran hacia ella.
139
Hegemonizado el partido por los marxistas que lideraba Ambrosio, el MAPU inici una campaa de reunin de rmas para inscribir a la colectividad en los registros electorales. La ley electoral estableca que todo grupo que aspirase a convertirse en partido poltico deba reunir 10.000 rmas para poder inscribirse como tal. En ese contexto, el MAPU lanza la campaa El pueblo inscribe al MAPU. Lo ambicioso de la campaa se justicaba para darle a la colectividad desde sus inicios un pie electoral importante, que les permitiera ser considerados y competir en igualdad de condiciones con los otros partidos miembros de la coalicin de gobierno, esto a pesar de que muchos militantes, sobre todo Ambrosio, consideraran que esta accin constitua una mera cuestin legal y burocrtica. En otras palabras, las rmas le daran la legitimidad de accin que a los otros partidos les daba la historia y la experiencia poltica. Abiertamente, sus militantes plantean que la bsqueda de tantas rmas servira para demostrar que ellos tienen una militancia activa y denitiva y que estn en condiciones de dar cualquier batalla electoral en mejores condiciones que la DC, de la que se desprendieron155. Existe nuevamente aqu un discurso contradictorio. Sin embargo, a poco andar, la elevada cifra demostr lo impracticable de la estrategia y el MAPU opt por tratar de juntar ms rmas de lo que la ley estipulaba como el mnimo. Del seremos 100.000, bajaron a los 40.000 y luego a los 20.000, en paralelo con el desplazamiento de la fecha en que se inscribiran como partido de mayo a agosto del mismo ao 1971. Es as como en junio de 1971 Gazmuri dira a la prensa que la postergacin de la inscripcin del MAPU obedeca a que como esta colectividad est de moda, si se amplia la fecha para inscribirla como partido poltico, es casi seguro que muchos democratacristianos desencantados abandonarn las las del PDC para ingresar inmediatamente al MAPU156.
140
La apuesta del MAPU a ganar adeptos nuevos entre los desencantados de la DC obedeca al conicto que viva el sector cercano a Frei Montalva con aquel sector conocido como el tercerismo, que apost en el ao 69 a quedarse en el partido para tratar de izquierdizarlo desde dentro y que no acudieron al llamado de los rebeldes que lo quebraron y migraron al MAPU. Se crea que el tercerismo, derrotado y ahogado dentro de la DC, poda ver en el MAPU una alternativa poltica donde dar una mejor batalla por sus ideales. Sin embargo, los terceristas de la DC, desencantados de su propio partido y perdida la batalla que aspiraron ganar, no vean en el MAPU una alternativa, dada su fuerte denicin laica y
141
marxista. Ellos aspiraban a formar un movimiento revolucionario pero de raz cristiana, cuya principal seal de identidad fuera esencialmente un cristianismo radicalizado y comprometido con la transformacin de la sociedad, cuestin que podra haber caracterizado al MAPU en sus inicios, pero que se fue desvirtuando por el inujo que lograron los jvenes marxistas liderados por Ambrosio. De lo anterior da cuenta la prensa chilena, ya que en los primeros meses de existencia del MAPU, la principal seal de identidad que los otros reconocen en la nueva colectividad es el elemento cristiano radicalizado y su vinculacin con la DC. Esta identidad ser enarbolada por los lderes que encabezaron pblicamente los primeros meses de vida del movimiento: Chonchol, Gumucio, Silva Solar y Jerez. Sin embargo, conforme avanzaron los meses, el perl marxista, que haba sido enfatizado por los peridicos como La Tercera y El Mercurio, va ganando cada vez ms espacio, y entonces comenzaron a aparecer pblicamente los nombres de Ambrosio, Gazmuri, Garretn, entre otros, que lideraban dicho sector y que nalmente terminaran hegemonizando al naciente partido, desapareciendo la imagen pblica de los lderes anteriores. En otras palabras, a medida que el MAPU camin hacia su conguracin como partido, desaparecieron los rebeldes y aparecieron los marxistas; desaparecieron los ms viejos y controlaron la colectividad los ms jvenes. La anterior tensin que viva la DC tambin gener un conicto dentro del MAPU, porque rpidamente Ambrosio se dio cuenta de que los desplazados cristianos de su colectividad miraban con buenos ojos migrar hacia el nuevo movimiento que emerga en los inicios de agosto de 1971. Lo que le preocupaba al MAPU, sin embargo, era que la Izquierda Cristiana desgarrara al partido an antes de su inscripcin formal, lo que sera considerado un duro golpe para esta nueva colectividad157. Y eso fue lo que nalmente ocurri. A mediados de agosto de 1971, toda la delegacin parlamentaria del MAPU, es decir, los rebeldes de
142
la DC como Gumucio y Jerez, sumados a Chonchol y Silva Solar, migraron a la Izquierda Cristiana, generando la primera gran ruptura interna del Movimiento de Accin Popular Unitaria. Este duro golpe, sin embargo, ser evaluado por los idelogos de la colectividad como una oportunidad valiosa para denir una identidad ms clara y precisa del MAPU, que los desvinculara denitivamente de su pasado de origen cristiano y ex DC, y aparecer como el tercer partido de la izquierda chilena de identidad marxista sin lugar a equivocaciones. La prensa de esos aos, sobre todo la de oposicin a la Unidad Popular, destac por sobre todo la posibilidad de que la formacin de la Izquierda Cristiana desgarrara al MAPU. La intencin era mostrar cmo al interior de los partidos que conformaban la alianza de gobierno se suscitaban tensiones en torno a la denicin ideolgica, donde inevitablemente, a juicio de dicha prensa, deba enfrentarse el marxismo con el cristianismo. De all que tanto La Tercera como El Mercurio apostaran por destacar el conicto entre los parlamentarios del MAPU y los jvenes ms radicalizados del mismo movimiento, comandados por Rodrigo Ambrosio. Lo anterior difera de la forma en que peridicos ms cercanos a la UP, como Clarn y El Siglo, lo cubrieron, por cuanto estos diarios enfatizaron que el problema era interno de la DC y constitua parte del descontento de sus bases para con las promesas y primeros valores que sustentaban los militantes de la colectividad de la echa roja. Segn esta prensa, la Izquierda Cristiana y su formacin demostraba que los cristianos compartan el ideal de la sociedad ms justa y ms igualitaria que prometa la UP con su gobierno. El ideal del socialismo, poda ser, por lo tanto, tambin enarbolado por los cristianos, ya que no haba en ello incoherencia aparente. El objetivo de los escritos periodsticos de la prensa opositora, en cambio, era mostrar el desmembramiento de la UP, ya que enfatizaban que la formacin de la IC no aumentaba las bases de apoyo a la UP, sino que solo las reagru143
paba, demostrando la intolerancia de los sectores marxistas que no posibilitaban una militancia en conjunto. Junto a lo anterior, es interesante constatar que si bien la formacin de la IC era un conicto de ruptura dentro de la Democracia Cristiana, desde donde salen los lderes fundadores del nuevo movimiento, como Luis Maira y Bosco Parra, en la prctica, la prensa de oposicin traslad el conicto al interior de la Unidad Popular.
As es posible distinguir dos esferas de conicto, una ms pblica y cupular y otra ms privada y basista. La primera es hecha pblica mediante la prensa y muestra el conicto entre lderes. Es en esa esfera donde la colectividad ms afectada es el MAPU, por cuanto al momento de la formacin de la Izquierda Cristiana migra del Movimiento toda la delegacin parlamentaria liderada por Jerez y Gumucio. De esta forma, desaparecieron virtualmente quienes haban sido la cara visible del MAPU desde mayo de 1969 hasta agosto del ao 1971.
144
La otra esfera, sin embargo, la que hemos denominado basista y privada, es aquella que comenz a aparecer por la prensa una vez formada la Izquierda Cristiana. Dicha esfera y sus lderes no eran cara visibles desde el momento fundacional, ya que sus nombres apenas tenan una mencin en las pginas de la prensa, de modo que su aparicin sbita es explicada por la prensa de la poca como un conicto interno que solo se hace pblico en el ao 1971. Esta esfera no se ver mayormente afectada por la migracin de los lderes parlamentarios, ya que aparentemente el MAPU funcionaba en la prctica sin ellos. Si bien no existen datos exactos sobre cunta gente del MAPU se fue a la Izquierda Cristiana, queda la impresin que la migracin fue ms bien cupular. Qu podra decirnos esto? Al respecto, es posible esbozar que esta ruptura va demostrando que durante los primeros aos de existencia del Movimiento de Accin Popular Unitaria exista un partido con dos caras: una pblica, que estaba conformada por los viejos de la DC y que representaba la imagen del cristiano comprometido con la transformacin de la sociedad, imagen que le interesaba sobre todo a Allende, y por otro lado, una cara menos pblica, ms interna, que diriga en la prctica el partido. Este sera el grupo liderado por Ambrosio, un grupo ms joven y de corte ideolgico marxista, que va construyendo una praxis poltica que va dejando fuera a los militantes ms viejos que provenan de la DC. As, esas dos caras representaran tanto el conicto generacional como el ideolgico. El nuevo nicho de poder que constitua el MAPU fue hegemonizado por los ms jvenes, quienes deban denir cuestiones trascendentales: seguir siendo movimiento o constituirse en partido. La ltima opcin era la ms adecuada para las aspiraciones del sector ms joven, quienes solo en un partido podan congurarse como sujetos polticos reconocidos por los otros actores polticos. Esto porque tanto Chonchol, Gumucio, como Silva
145
Solar y Jerez eran sujetos reconocidos como tales y, por lo tanto, podan darse el lujo (por lo menos hasta la prxima eleccin parlamentaria) de mantener la idea de un movimiento amplio y diverso. De all que el MAPU movimiento no fuera funcional a las aspiraciones de poder poltico que tenan los ms jvenes. Sin embargo, si bien esta decisin de convertirse en partido fue algo que se poda suponer, el conicto mayor estara en torno a la denicin ideolgica y al tipo de partido que se aspiraba. Cmo se entendera el marxismo para seguir siendo una fuerza de izquierda nueva? Cul sera la estructura orgnica del MAPU? Partido de cuadros o de masas? Estos cuestionamientos, generados en la participacin y colaboracin con el gobierno de la UP, as como en la espiral de polarizacin que hacia nes del ao 1971 comenzaba a hacerse cada vez ms evidente en la sociedad chilena, guiaron la forma de articular una cultura poltica particular que estuvo marcada por los quiebres de la colectividad. De acuerdo a lo anterior, es posible distinguir varios perodos importantes en la fundacin del MAPU, que se encuentran cruzados por los siguientes hitos, segn la prensa de la poca. El primer periodo es el que se extendi entre 1967 y 1969, caracterizado por un conicto interno de la Democracia Cristiana, donde los rebeldes encabezados por Gumucio en el partido y por Ambrosio en la JDC fueron articulando un discurso cada vez ms critico del gobierno de Eduardo Frei Montalva. Ambos personajes criticaron el no cumplimiento del programa de Revolucin en Libertad y el giro hacia la derecha en la administracin gubernamental. Durante todo este primer periodo, la pugna es al interior del partido de gobierno y est expresada en torno a la crtica ms o menos radical a las acciones del mismo. Sin embargo, a medida que se acerca la campaa parlamentaria, es decir, hacia marzo del 69, el tono de la crtica se va volviendo cada vez ms radical. La radicalidad de la misma, no obstante, no tiene el mismo
146
cariz en los rebeldes de la JDC que en los militantes del PDC, por cuanto, tal como lo esbozamos en este captulo, los sucesos de Pampa Irigoin van haciendo cada vez ms ntida la idea de que el grupo juvenil quera romper el partido y haba optado por salirse de la Democracia Cristiana. Por su parte, los rebeldes del partido fueron absorbidos por la dinmica juvenil y terminaron formando parte de la nueva colectividad, aun cuando ese no haya sido su objetivo inicial. El segundo periodo que es posible identicar en la prensa de la poca es el que se extendi entre mayo de 1969 hasta la eleccin de Allende en septiembre de 1970. Dicho periodo estuvo cruzado por la actuacin del MAPU en la campaa de Allende en el plano pblico y por la denicin programtica interna de la colectividad. Comienzan a aorar entonces las primeras tensiones evidentes entre marxistas y cristianos y entre partido y movimiento. Por ltimo el tercer periodo es el que se extendi entre 1970 y 1971, caracterizado por las luchas internas en torno a la matriz identitaria que denira al MAPU, donde las discusiones fueron zanjadas a favor del grupo encabezado por Ambrosio. Ya hacia 1971 el MAPU haba decidido convertirse en el tercer partido de izquierda marxista de nuestro pas. Su propuesta programtica, sin embargo, no aparece muy atractiva a la prensa de la poca, que est ms abocada a mostrar el surgimiento de la colectividad que su propuesta ideolgica especca. De este modo, lo particular del MAPU y su permanencia en el imaginario colectivo actual puede encontrarse de mejor forma en el relato de las memorias de los militantes. Sin embargo, antes de entrar en esto, es necesario cubrir el cuarto periodo que se extiende desde 1971 hasta 1973, es decir, desde la formacin de la IC, que desgarra a la cabezas pblicas del MAPU, hasta el quiebre del mismo partido meses antes del golpe de Estado.
147
148
CAPTULO 4
149
150
La formacin de la Izquierda Cristiana y la primera fractura del MAPU: la oportunidad para denir la identidad marxista.
Ampliamente cubierto por El Mercurio, el conicto desatado en la mitad de 1971 mostraba, segn el peridico, las tensiones insalvables e irreconciliables, en el largo plazo, de la compleja convivencia entre marxismo y cristianismo. La idea de que el marxismo y el cristianismo podan convivir de manera armnica y potenciarse mutuamente se termina abruptamente con la creacin de la IC y la salida de los parlamentarios del MAPU, principales lderes en los primeros meses de actuacin del partido, cuestin que ser sobredimensionada por la prensa de derecha. Sin embargo, cabe mencionar que la formacin de la Izquierda Cristiana no se debe a dichos parlamentarios, sino que a un conicto que cruza a la DC y el sector tercerista, que decide quebrar con dicho partido ante el fracaso de reformar por dentro la colectividad de la echa roja y avanzar en un proceso de profundizacin de las reformas sociales y econmicas prometidas bajo el lema de la Revolucin en Libertad. El conicto por la denicin ideolgica al interior del MAPU comienza a hacerse ms agudo en el mes de agosto de 1971, das previos a la inscripcin formal de la colectividad en el registro electoral. Dada la importancia que tena el hecho de convertir al MAPU en un partido, con todas las de la ley, las pugnas internas se hicieron cada vez ms visibles. La nueva colectividad deba tener una ideologa clara y denida y en ese mbito parece que la opcin de Rodrigo Ambrosio, Secretario General por esos aos, de denirlo como partido marxista, exclua la posibilidad de mantener el ideal cristiano.
151
As lo expresaba una carta enviada por Jerez, Gumucio, Silva Solar y Chonchol a Ambrosio el 25 de mayo de 1971, en donde conminan al Secretario General a abordar y resolver seriamente el problema de su ideologa. En dicha carta los viejos fundadores del MAPU enfatizaban que para algunos, entre los que nos encontramos, somos una fuerza dentro de la izquierda, destinada fundamentalmente a ser cauce para aquellos que siendo de formacin o tradicin cristiana, se sienten comprometidos en un frente poltico y con un programa comn para la fuerzas populares, fundamentalmente de formacin marxista, para impulsar juntos el cambio revolucionario de la sociedad y construir en Chile una sociedad socialista Para otros, por ejemplo, para muchos jvenes del MAPU y para usted mismo, compaero Ambrosio, somos un partido leninista. Con ello deja atrs lo planteado en el principal documento terico del movimiento que al formarse el MAPU seal que ste haca suyos los valores revolucionarios que el cristianismo como fuerza cultural incorpor al mundo.158 Se planteaba en esta carta que el MAPU se encontraba perdiendo la fuerza potencial, que los viejos fundadores crean tena la nueva colectividad de izquierda. Ese elemento de identidad y que segn ellos ampliaba las bases de la UP al incluir el elemento cristiano al ideario popular y revolucionario, que en nuestro pas estaba articulado bsicamente en torno a los partidos que se haban declarado marxistas, se abandonaba para constituirse en un partido ms de la izquierda ya existente. Segn los mismos parlamentarios respetamos plenamente al cristiano que milita en un partido marxista. Nos parece una opcin legtima. Pero creemos que la incorporacin masiva de los sectores populares cristianos a la lucha por la construccin socialista requiere de un cauce poltico que les sea ms accesible, y eso es, a nuestro juicio, una izquierda de inspiracin cristiana que tome su puesto en la tarea de transformacin revolucionaria de la sociedad junto a los comunistas, socialistas, radicales y toda la izquierda.159 Sin embargo, la misiva, junto con enfatizar que la opcin por
152
el marxismo-leninismo dejara fuera a un importante contingente de personas cuya identidad popular no estaba aanzada en esa ideologa, tambin dejaba ver, entre lneas, que la denicin terico-ideolgica estaba cruzada por un conicto generacional. Los parlamentarios sealan que son los ms jvenes los que mayoritariamente abogaron por esta denicin ideolgica, y entre ellos se encontraban Ambrosio y la gran cantidad de militantes que, provenientes de la tradicin cristiana, necesitaban denirse como marxistas, quebrando sus lazos con el pasado, construyendo una nueva identidad. Finalmente, la apuesta de los jvenes no estar en aportar a la izquierda una ideologa distinta, sino que una forma de poner en prctica esa ideologa, una nueva forma de hacer poltica, que requera precisamente de cortes y rupturas con aquellos sectores tradicionales y que en el MAPU representaban los ms viejos, aquellos para quienes el peso de la cultura poltica adquirida en la Democracia Cristiana no poda ser arrancada de raz. La constitucin de la Izquierda Cristiana, aun cuando se propusiera bsicamente herir a la Democracia Cristiana, terminara tambin hiriendo al MAPU, toda vez que la base militante y el ideario eran bastante comunes. Es por eso que los intentos pblicos de Ambrosio se abocaban a construir una imagen del MAPU como partido tolerante, donde todos tuvieran espacio para hacer poltica, tratando con ello de mantener esa duplicidad que le daba la importancia poltica a la colectividad. Ambrosio sealaba que en el MAPU tenan un espacio de participacin todos los que quisieren adherir a su propuesta, ya que esta colectividad era pluripartidista no solo como actitud, sino que como una forma de vivir y actuar160. Mientras Ambrosio intentaba mantener esta imagen del MAPU para evitar que otros militantes salieran de la colectividad, la Izquierda Cristiana en sus declaraciones pblicas enfatizaba la imposibilidad de que convivieran en la misma colectividad marxistas y cristianos. Las palabras de Luis Maira, lder fundador
153
de la IC, eran bastante claras cuando argumentaba que no polemizar con el MAPU, por cuanto los diferencia la matriz ideolgica: los primeros son cristianos y los segundos de inspiracin marxista161. Con ello, Maira zanjaba la discusin al armar que los cristianos revolucionarios estn en la IC; los marxistas, en las otras colectividades. Para la prensa de ese entonces, el conicto desatado con la formacin de la IC viene a poner en juego la base de apoyo a la Unidad Popular. Para El Mercurio, por ejemplo, la formacin de esta nueva colectividad no aumenta el apoyo al gobierno de Allende, sino que divide el ya existente. Segn este peridico, la IC permite simplemente que los cristianos del MAPU formen su propia colectividad, dejando de convivir con los marxistas. Eran los mismos, no aumentaron, solo se dividieron, era la conclusin del peridico. Al mismo tiempo, El Mercurio sealaba que el MAPU al perder su identidad inicial cristiana, socialista y revolucionaria deja(ba) de ser atractiva, para convertirse en un partido leninista ms que no le aporta(ba) pluralismo a la UP162. Resaltaba tambin el peridico, para fundamentar esta idea, las palabras con que Narciso Irureta, militante de la DC, analizaba el conicto, esgrimiendo que la formacin de la IC y la aparente crisis que generara en la DC era simplemente una estrategia para tapar la crisis de la UP163. De esta forma, tanto el peridico El Mercurio como La Tercera enfatizaron la creacin de la Izquierda Cristiana como un conicto que si bien se inicia en la DC, termina afectando tambin al MAPU y a las bases de apoyo de la Unidad Popular. Dicho enfoque, sin embargo, quedaba matizado con la forma en que se cubri el nacimiento de la nueva colectividad poltica por los peridicos El Siglo y Clarn. En estos ltimos, el conicto pareca solo rozar al MAPU, plantendose como clave el problema del debilitamiento estructural de las fuerzas democratacristianas, causado por un descontento militante ante el comportamiento
154
de las cpulas partidarias, bastante alejado de las promesas de cambio social y de construccin de una sociedad comunitaria que hicieron atractivo a dicho partido formado hacia nes de los aos 50. Dentro de este conicto poltico, el 12 de agosto de 1971 el MAPU se inscribi como partido formal ante el registro electoral. Avalan su inscripcin 34.000 rmas, de las que haba que restar la de los lderes ms visibles en los primeros meses de existencia del Movimiento de Accin Popular Unitaria, que haban renunciado el 6 de agosto. No estaran en el MAPU partido ni Chonchol, ni Jerez, ni Gumucio, ni Silva Solar. Solo dos das despus de la inscripcin de la colectividad, Ambrosio acept la renuncia de los antiguos militantes y en una declaracin pblica arm que la declaracin de los renunciados envolva una paradoja, porque mientras por un lado se integraban a un nuevo cauce revolucionario, desvalorizaban al mismo tiempo la multiplicidad de caminos que tienen los cristianos para trabajar por la revolucin164. En forma similar, en una carta de la comisin poltica del MAPU hecha pblica el 17 de agosto del ao 1971 se argumentaba que el MAPU aceptaba la renuncia de dichos militantes, pero sin comprender la estrechez de visin de los parlamentarios, que no les permita entender la posibilidad de que un cristiano milite en un partido sin ideologa cristiana y de izquierda165. La estrechez de visin que los miembros de la comisin poltica del MAPU destacaron como argumento a la renuncia de estos militantes ex rebeldes de la DC estaba referida tambin a otro elemento que sobresaltaron en la misma carta, referida a la profunda crtica sobre la forma tradicional de entender y practicar la poltica, tal como estos lo haban hecho en su partido originario. Los jvenes del MAPU enfatizaron as que el problema no era solo ideolgico-doctrinario, sino que contrapona dos formas de pensar y actuar la poltica, antagnicas tanto en el sentido ideolgico como en el sentido generacional.
155
La prensa de la poca relev esos elementos y contrapuso de manera ms evidente la aparente incongruencia entre marxismo y cristianismo. De hecho, una tira cmica que aparece en El Mercurio muestra al MAPU como un partido atropellador e intolerante, tratando con ello de estigmatizar un dogmatismo exacerbado del marxismo, que no se condice con los postulados expresos en los documentos polticos de la colectividad, donde ellos argumentaban que el marxismo era simplemente una herramienta de anlisis de la realidad social y no un dogma incuestionable. En la tira cmica aparece el sacerdote jesuita Gonzalo Arroyo, destacado militante del MAPU, pescando con un anzuelo dos peces que tienen escrito en sus vientres marxistas y cristianos, y bajo los pies del sacerdote dice Se desbord el arroyo! As, la primera ruptura del MAPU comenz a congurar de manera ms expresa elementos de su propia cultura poltica. La intensidad puesta en la denicin doctrinal inicial era interesante porque llevaba a la colectividad a expresar de forma p156
blica cul sera su modo de relacionarse con el marxismo. Aqu aparece, por lo tanto, un elemento que ser importante no solo en esos momentos, sino que ms tarde dentro del proceso de renovacin socialista. El MAPU entender el marxismo como un instrumento de anlisis de la realidad social, sin dejar de lado otros elementos que permitieran adentrarse en una comprensin ms profunda de lo social. Lo importante para ellos era generar una nueva forma de ver la poltica, donde el anlisis coyuntural y estructural de la realidad chilena se volviera clave para denir la accin de los militantes. El estudio y, por lo tanto, una construccin ms profesional de la poltica fueron elementos que van congurando la novedosa cultura poltica del MAPU. Junto con lo anterior, otro elemento que va demostrando este quiebre era una forma de militancia poltica que va poniendo en jaque la diversidad dentro del partido. Si bien Ambrosio permanentemente tratar de postular que un elemento importante que aporta el MAPU a la izquierda es la posibilidad de que coexistan y convivan dentro del partido distintos actores y distintas posturas sobre lo que se entiende por socialismo y marxismo, en la prctica la militancia cotidiana, tan mezclada con el compromiso personal, la tica y la moral del militante, va imposibilitando que permanezcan en la colectividad grupos demasiado diversos. De all que la historia de este perodo fundacional tenga dos quiebres importantes en un corto perodo: el que acabamos de relatar y el que se ir produciendo hacia el ao 1972 y que terminar por quebrar pblicamente al MAPU en marzo de 1973. Esto quedar gracado de manera metafrica en un dicho atribuido a Ambrosio y recordado en la prensa por scar Garretn, a raz del quiebre del ao 1973: El partido naci a caballo de all que no temamos a los corcoveos166, haciendo referencia a las turbulencias en las cuales naci y se desarroll el MAPU en sus cortos aos de existencia.
157
El MAPU y la colaboracin crtica con el gobierno de la Unidad Popular Tal como expresamos en el captulo anterior, el MAPU naci como colectividad para posibilitar la unin de la izquierda con miras a la elecciones de 1970. As, una vez que Allende triunf, el MAPU debi articular un nuevo discurso que justicara su existencia en la arena poltica, cuando ya se haba alcanzado el objetivo fundacional. La participacin en el gobierno de la Unidad Popular conllev al MAPU a una denicin doctrinal importante que fundament el primer quiebre antes relatado. En forma paralela, puso a los jvenes militantes a disear una estrategia de participacin en el recin formado gobierno, participacin que podemos denir de colaboracin crtica. Dicha colaboracin crtica se caracterizar por el aporte de importantes cuadros tcnicos en la administracin del Estado. Es en esa esfera donde comenzarn a aparecer en la prensa los nombres de los militantes que hasta nuestros das son asociados al MAPU: scar Guillermo Garretn167 en la subsecretara de Economa, quien ms tarde ser reemplazado por Fernando Flores168; Jos Antonio Viera-Gallo169 en la subsecretara de Justicia; otras guras en la CORFO, como el mismo Flores o Francisco Gonzlez170; interventores de empresas pasadas al rea de propiedad social171, o dentro de la misma rea econmica y nanciera, como Jaime Estvez, por ejemplo. De este modo, el MAPU entreg a la gestin administrativa del gobierno de Salvador Allende importantes cuadros tcnicos172, compuestos por militantes jvenes, con preparacin universitaria y que a temprana edad se encontraban ejerciendo altos cargos en la administracin del Estado173. Sin embargo, esta participacin en la administracin no estuvo exenta de crticas a la gestin del gobierno. As, mientras algunos cuadros participaban de la construccin de la sociedad socialista desde el Estado,
158
otros militantes174 del MAPU articularon duras crticas a dicho proceso, referidas tanto a la rapidez como a la profundidad de las transformaciones.
Junto a este cuestionamiento coexiste otro referido al lugar desde donde es necesario construir el poder para llegar a la sociedad socialista. Un grupo importante de militantes del MAPU, bsicamente agrupados en el Regional de Concepcin, Valparaso y el Regional Sur de Santiago, adheri a la propuesta de
159
que era necesario crear poder popular y que, por lo tanto, la participacin en el Estado era una cuestin menor, razn por lo cual el partido debera concentrarse en el trabajo con las masas y desde las masas.
As, parte importante de la crtica que un sector del MAPU hizo al gobierno de Allende se realiz desde el lugar que cada militante ocupa en la sociedad. En otras palabras, el MAPU durante ese perodo rene en su crtica elementos visibles de la prctica poltico-administrativa generada a raz de lo que sus propios militantes realizan. Esto es importante, por cuanto la crtica del MAPU no es solo doctrinaria, sino que tambin prctica, derivada de su propia participacin y experiencia, cuestin que lo diferenciaba del MIR, por ejemplo. Los cuadros tcnicos de MAPU que ocuparon puestos estratgicos fueron generando una particular forma de entender el proceso de construccin del socialismo. Su aporte crtico o de
160
colaboracin se hizo desde la perspectiva profesional administrativa en la que actuaban, hacindose cada vez ms partidarios de fortalecer el poder del Estado, desde donde entendan deba dirigirse el proyecto de construccin de una sociedad socialista. De all que el MAPU apareciera como un actor importante en el proceso econmico, tanto en el sector industrial-empresarial como en el agrcola, ya que fue a travs de su accin en la subsecretara de economa, en la CORFO o en INDAP que sus cuadros hablaron a la prensa de la poca. Es por eso que una primera forma de aparicin del MAPU en la prensa tuviera un corte asociado al trabajo programtico, profesional y administrativo; es decir, sus actuaciones pblicas estaban en estricta relacin con su actuacin en el gobierno. De la accin gubernamental, por lo tanto, el MAPU aprovech los espacios para comunicar su propia idea de socialismo y de nacin chilena, quedando claro que la opcin del proyecto socialista deba partir de una accin prctica que evidenciara un real conocimiento de nuestra sociedad. Este elemento era vlido tanto para quienes eran ms partidarios de fortalecer el movimiento popular, como para quienes eran ms cercanos a la idea de fortalecer el poder del Estado y potenciar el proyecto de la UP dentro del marco institucional. Entre 1970 y nes de 1971, el MAPU plante la lnea de colaboracin crtica hacia el gobierno de la UP, cuestin que en la prctica se tradujo en una militancia ordenada y disciplinada de apoyo a la gestin gubernamental con sus cuadros tcnicos, dirigiendo sus principales crticas a la Democracia Cristiana, al imperialismo y a la oligarqua patronal chilena. Estos ltimos focos de ataque fueron recurrentes en casi todos los partidos de la UP, aunque el conicto con la DC fuera ms patente en el MAPU, en su afn permanente por diferenciarse de su partido original. Las tensiones internas entre los dos grandes grupos que hemos destacado solo asomaron en la prensa y no lograron constituir un elemento distintivo de la colectividad.
161
En ese perodo y bajo la conduccin de Rodrigo Ambrosio, el MAPU se dedic, en conjunto con las labores administrativas y ejecutivas, a crecer como colectividad. Para esta ltima tarea situ como elementos centrales de su trabajo el frente de masas, donde la colectividad tuvo importante participacin sindical (CUT)175; las Federaciones Universitarias de Estudiantes, donde el MAPU logr bastante presencia, y el sector campesino, cuyas bases populares junto a los estudiantes y algunos dirigentes del movimiento de pobladores fueron su gran sustento. La Democracia Cristiana haba hecho un gran trabajo en el sector campesino, con guras importantes como Jacques Chonchol y que continuaron militantes destacados como Jaime Gazmuri, por ejemplo. Las conexiones de la DC en el campesinado a travs de la creacin de INDAP y la CORA en el contexto de la Reforma Agraria del gobierno de Frei Montalva, fueron generando condiciones positivas para que una vez producido el quiebre el MAPU mantuviera dichas conexiones, ya que de modo general era un espacio poco visitado por la izquierda tradicional. El trabajo de base y de proselitismo que se realiz en el contexto de la Reforma Agraria por guras del aparato DC del departamento campesino y que ms tarde migraron de manera masiva al MAPU posibilit a esta colectividad heredar un espacio de inuencia nuevo y que se encontraba tradicionalmente en disputa por el centro poltico y la derecha. Las inuencias del MAPU en otros sectores sociales, como el movimiento obrero ms clsico (industrial o minero, por ejemplo), fueron ms reducidas. Se puede inferir, por tanto, que su capacidad de disputa de los viejos nichos fue bastante escasa, ya que el MAPU no concit mayor atractivo entre los viejos dirigentes sociales, que se sentan mucho ms identicados con los postulados y los estilos polticos de comunistas y socialistas. Sin embargo, donde el MAPU logr importantes apoyos fue en aquellos sectores sociales y econmicos ms nuevos y que emergieron en el proceso de modernizacin iniciado con
162
los radicales. La ampliacin importante del sector servicios en la economa proporcion un nicho no explorado por los partidos tradicionales, compuesto por personas jvenes, sin militancia previa reconocida, con algunos grados mayores de preparacin educacional, para quienes el MAPU apareca como una fuerza novedosa y atractiva. De all que una de las labores importantes de esta colectividad, junto al trabajo tradicional en el frente de masas, se concentr en buscar los mejores cuadros tcnicos para ocupar lugares del aparato gubernamental y aumentar en conjunto su dotacin parlamentaria. Esto ltimo se deba realizar con suma urgencia, por cuanto si bien el MAPU naci como colectividad teniendo cinco parlamentarios, al momento de la fundacin de la IC se qued sin ninguno. De esta forma, el registro de la prensa nacional va mostrando cmo esta colectividad que si bien era un grupo minsculo o diminuto como lo dena El Mercurio176, fue hacindose cada vez ms importante en la gestin gubernamental, as como en los espacios visibles del movimiento estudiantil, de trabajadores y campesinos. La concentracin en estos dos frentes de trabajo permite gracar su concepcin del poder y de la poltica. De acuerdo con la prensa, el MAPU concentr su trabajo partidario en aumentar sus bases sociales de apoyo as como sus cargos en el Estado. De all que los MAPU aparecieran en la prensa de la poca enfatizando el objetivo de ayudar a construir un puente entre el movimiento social y el poltico, de manera que el primero pudiera efectivamente convertirse en un actor con capacidad autnoma de participacin en la construccin de la sociedad socialista. Sin embargo, los grados de preparacin que el MAPU privilegiaba para participar de la administracin terminaban generando una exclusin efectiva de todo aquel militante que no pudiera colaborar tcnicamente en dichas tareas. Por ello que la conguracin pblica de esta colectividad est concentrada en guras provenientes del mbito profesional universitario y no existan
163
militantes conocidos (o al menos recordados por la prensa) que pertenecieran a otros mbitos de la vida social o econmica de nuestro pas. Esto ltimo se hizo ms visible en el perodo de la direccin de Ambrosio, quien termin por sistematizar esta conexin entre lo social y lo poltico en su teora de los dos los. En dicha teora se esbozaba que era necesario que los MAPU estuvieran presentes tanto en el aparato del Estado como en los movimientos sociales, porque el partido deba ser entendido como el vehculo que permitiera conectar estos dos espacios que, segn su crtica a los partidos tradicionales, permanecan desconectados. De all que mientras se pretenda crecer en la esfera social, participando en la CUT o ganando federaciones de estudiantes (secundarias y universitarias), tambin se abocaran a decidir racionalmente en qu mbitos del Estado les pareca adecuado participar para seguir creciendo orgnicamente y ganando inuencia en las bases sociales. Solo en este sentido supona el MAPU se poda construir hegemnicamente un proyecto socialista. Sin ambos frentes ocupados y conectados, la disociacin entre lo poltico y lo social se mantendra. Para muchos, esta teora y este espritu que nutri la forma de participacin del MAPU en la UP era una simple forma de ocultar articiosamente una intensa ambicin de poder de quienes participaban en dicho movimiento. Crticos del MAPU vean en esos aos que esta colectividad era usada como trampoln social y econmico para hombres y mujeres que aspiraban a participar de las labores del Estado y tener un trabajo estable y remunerado177. Sin embargo, esta crtica no era una prerrogativa exclusiva de los partidos opositores a la UP, sino que tambin gener conictos al interior del MAPU. El 18 de diciembre de 1971 se realizaba en Santiago el 4 pleno de la Directiva Nacional del MAPU, cuyo objetivo central era realizar un balance realista, crtico y autocrtico del primer ao de gobierno; disear las grandes ta164
reas de gobierno y del partido para el ao 1972, y hacer una revisin autocrtica del funcionamiento del MAPU, su desarrollo en las masas y su funcionamiento en el gobierno.
Manifestacin poltica durante la Unidad Popular donde participan activamente militantes del MAPU.
En la recurrente y permanente autocrtica que realiza el MAPU de su actuacin178 se van delineando claramente dos corrientes que comenzarn a tensionar la militancia interna. Por un lado, la corriente partidaria de acentuar el trabajo en las masas y en los movimientos sociales y que propona una proletarizacin del partido y de sus militantes, criticando la preocupacin dirigencial de nutrir con cuadros tcnicos al aparato de gobierno. Dicho sector planteaba como tarea urgente la necesidad de articular los Comits de Unidad Popular, concebidos como el mejor vehculo de comunicacin entre el gobierno y las masas179, evitando la desmovilizacin que segn ellos se estaba generando con la excesiva burocratizacin en la que haba cado el gobierno de la
165
UP. Ante ello, este sector era tambin partidario de unirse con el MIR y con el PS para aumentar la movilizacin y tensionar la estructura ocial (rgimen poltico constitucional), permitiendo as acelerar el proceso de transicin hacia el socialismo, congurando adems lo que ms tarde se conocera con el nombre del Polo Revolucionario. Por otro lado, se delineaba el sector partidario de mantener puestos importantes en el aparato del Estado y en el Parlamento, por cuanto entendan que no solo era importante contar con apoyo de masas, sino que tambin contar con las herramientas que el poder institucional estableca como vlidas para realizar las transformaciones hacia el socialismo. Aunque ambas corrientes terminaban en el mismo objetivo, las tensiones y las crticas que ambos sectores comenzaban a hacerse se volvieron cada vez ms fuertes. Sin embargo, las resoluciones del 4 Pleno del MAPU estipulaban que las tareas para el ao 1972 seran las siguientes: lucha antiimperialista, expropiacin de todos los monopolios, acelerar la Reforma Agraria, ganar la batalla de la produccin, ganar a los medianos y pequeos empresarios, organizar el abastecimiento, incorporar a las masas a las instancias de poder, recuperar la iniciativa en el terreno ideolgico, preparar la batalla por el Parlamento y mejorar los mtodos de direccin en la UP y el gobierno180. Estas tareas trataban de unir ambas posturas dentro de la colectividad, establecindose bajo la direccin de Ambrosio que no haba una incongruencia en ellas, y que el MAPU deba dirigir sus acciones tanto a la esfera social como a la esfera estatal y administrativa. Para Ambrosio, tensionar ambas acciones terminara disolviendo la potencialidad del MAPU dentro de la UP y, por lo tanto, haciendo a este partido inoperante y prescindible dentro de la coalicin de gobierno. Mientras el MAPU se concentraba en estas labores de construccin de una identidad ideolgica, el resto de la Unidad Popular, sobre todo el PC y un sector del Partido Socialista (sector
166
moderado, liderado por Clodomiro Almeyda), encabezados por la gura del Presidente Salvador Allende, vean que el MAPU gastaba demasiado tiempo en discusiones ftiles, por cuanto su potencialidad como colectividad haba sido zanjada en el momento de su creacin. Segn la carta que Allende le envo a Rodrigo Ambrosio, disculpndose por no estar presente en la clausura del 4 Pleno, el Presidente enfatizaba que la incorporacin del MAPU a la UP era una muestra de pluralismo ideolgico y verdadera democracia; cristianos, laicos y marxistas hemos volcado en un programa de gobierno, cuyas primera etapas ya hemos cumplido y seguiremos cumpliendo inexiblemente. As estamos haciendo la Historia. Contina ms adelante Allende, diciendo que tenemos que demostrarles a estos chilenos que estn equivocados y que aquellos que son cristianos se convenzan que nadie que considere al cristianismo como eje central de su existencia puede ser adversario nuestro. No hay nada de lo que el gobierno popular construya que no pueda contar con la adhesin y participacin de los discpulos del carpintero. An por sobre los errores que podamos cometer, porque es ese tambin uno de los riesgos de la revolucin chilena, que no se sujeta a ningn modelo extrao a nuestra nacionalidad. Para un autntico cristiano, tales riesgos no deben constituir una valla, sino un estmulo para una sociedad sin explotadores ni explotados.181 Allende termina dicha carta, dicindole a Ambrosio que el MAPU ha ocupado, en el sentido antes descrito, un lugar de vanguardia, como incentivo para zanjar la discusin que se volva cada vez ms visible dentro de la colectividad y se decidieran de manera denitiva por una colaboracin irrestricta (y no crtica) al gobierno, dada la tenaz oposicin que ejercan en su contra. Mientras Ambrosio y sus correligionarios gastaban horas tratando de construir una identidad y un estilo poltico propio, Allende les reforzaba la imagen cristiana. El gran aporte del
167
MAPU, segn el sector de la izquierda que el Presidente representaba, estaba puesto en la integracin de un sector social e ideolgico que antes escapaba a la izquierda tradicional. Sin embargo, el cristianismo no era para el MAPU carta de nada, ni seal de identidad y menos de una cultura poltica en particular. A los hijos de Ambrosio esto ya les pareca un karma, que les recordaba permanentemente el pecado original, por lo que se esforzaron en construir un tipo de partido distinto en la izquierda, donde elementos no asociados al cristianismo les permitieran mostrar una identidad tambin distinta a su origen democratacristiano. Sin embargo, en ese esfuerzo se entienden los dos quiebres. El primero antes relatado y el segundo, que se gesta en la decisin denitoria sobre el MAPU, su carcter y objetivo poltico en la lucha por el poder y el socialismo. Los signos pblicos, que auguraron el segundo y gran quiebre del MAPU, se comienzan a visibilizar en los primeros das del ao 1972 y se agudizan de manera profunda despus del paro de octubre del mismo ao, perodo en el que se realiza el II Congreso de la colectividad. La primera luz la dara la renuncia al partido hecha por entonces intendente de uble, Alejandro Bell. En su carta de renuncia este militante aduce como motivo de su accionar la disconformidad en lo que se reere a la relacin entre el partido y el aparato de gobierno182. Bell maniesta que el Partido ha abandonado su quehacer social y que la actual directiva solo est preocupada de la burocracia administrativa, ante lo cual aduce que el colectivo en el que milita ha perdido su norte y su sentido. Otros de los puntos que hicieron pblica la tensin al interior de la colectividad fue la discusin de la propuesta del MAPU de crear un Partido Federado que permitiera enfrentar de mejor forma las elecciones de mayo de 1973. Dicho partido pretenda concentrar las fuerzas de la UP en un gran organismo disciplinado que permitiera, por un lado, contener las fuerzas que tendan a la dispersin y, por el otro, articular un discurso hegemnico y
168
coherente que le diera una base de apoyo ms slida al gobierno de la UP. Sin embargo, si bien esta propuesta estaba liderada por la Direccin ocial del MAPU, existan algunos militantes del sector ms radical que advertan que esta era una preocupacin menor, ya que la gran tarea era hegemonizar el movimiento social, labor que permitiera constituir bases poderosas para oponerse con fuerza a la accin sediciosa de la oposicin.
Las tensiones de este perodo estuvieron contenidas por la gura de Ambrosio, que constitua un liderazgo indiscutido dentro de la colectividad. Su gran preparacin intelectual era reconocida por todos los sectores polticos, cuestin que generaba un respeto y admiracin que permita unicar cualquier disidencia en torno a su gura. Nadie dentro de la colectividad pareca querer ir en su contra183. Sin embargo, un suceso fortuito posibilit
169
que se dieran las condiciones para que las tensiones dentro del MAPU generaran el quiebre inminente. El 19 de mayo de 1972, Rodrigo Ambrosio muere en un accidente de trnsito en Panamericana Norte, cuando el vehculo donde viajaba trat se sobrepasar a un camin que transportaba cemento. Le acompaaba ese da el ms tarde electo vicepresidente de la CUT Eduardo Rojas.
Quilpue 1972, ltimo acto en el que particip Rodrigo Ambrosio antes de morir.
La muerte de Ambrosio genera un descalabro interno, no hay un liderazgo claro que asuma su conduccin. De manera interina, ocupar la Secretara General del partido el hombre de conanza de Ambrosio, Jaime Gazmuri. Sin embargo, las posiciones de ste ltimo, ms distanciadas de los sectores radicales de la colectividad, condujeron a acelerar el conicto, ante lo cual
170
el 24 de junio de 1972 el MAPU convoca al 5 Pleno, que presenta como objetivo examinar la situacin poltica interna de la colectividad y del pas. Dicho pleno tiene tambin como objetivo encubierto parar la serie de renuncias masivas que a contar de mayo del ao 72 se estaban produciendo en el partido, que enfatizaban que dicha colectividad no haba cumplido las aspiraciones de los trabajadores184. Segn el peridico El Siglo, estos militantes haban migrado hacia el MIR185. Se comienza a articular de forma cada vez ms clara una vinculacin fraccional entre un sector del MAPU y el MIR, as como con el sector del PS dirigido por Carlos Altamirano. El polo revolucionario que nunca se constituye de manera ocial, comenzaba a funcionar en la prctica desde mediados del ao 72. Bajo la conduccin de Gazmuri, el MAPU va delineando sus posturas polticas, y en las resoluciones del pleno antes mencionado queda de maniesto el gran apoyo que tenan las posturas ms crticas al gobierno de la UP. Segn las conclusiones plenarias, el MAPU enfatiza que el gobierno debe apresurar la constitucin del rea social de la economa, la cual deber ser organizada como centro de direccin de la economa en conjunto, con plena participacin de las masas en la poltica de distribucin186. En agosto de ese mismo ao, Gazmuri debe enviar una carta al Presidente Allende donde se plantea la existencia de serios problemas en la direccin de la UP, especialmente en lo que se reere a la movilizacin y participacin de las masas187. As mientras Gazmuri es presionado por un sector del MAPU a plantear posturas cada vez ms crticas al gobierno, por otra parte, el sector operativo interno manejado por los cercanos a dicho Secretario General elimina del partido a los grupos ms radicales. El quiebre por lo tanto se haca inminente.
171
El violento quiebre: se delinea una cultura poltica El 25 de mayo de 1972 Gazmuri es conrmado como cabeza del MAPU en su cargo de Secretario General y el 29 de ese mismo mes esta colectividad llamaba a acentuar el proceso revolucionario chileno. Sin embargo, cinco das antes de esta declaracin 4 interventores del MAPU renuncian a sus cargos por no hacerse efectiva la participacin de los trabajadores en la administracin de esas empresas... Raimundo Baeza (uno de los interventores) argument que la UP no se haba pronunciado sobre el traspaso de esas empresas al rea social y dijo que la direccin del MAPU les haba obligado a perseguir a los trabajadores adictos al Frente de Trabajadores Revolucionarios188. Se va congurando as, a travs de los escritos de prensa, un partido que apareca dividido en la prctica. Mientras por un lado la direccin apareca liderando una crtica formal pero responsable al gobierno, los lderes intermedios y otros ms visibles actuaban en otros frentes ms radicales, y para algunos de ellos la colectividad ya no tena razn de existir. Es necesario recalcar aqu que esta imagen de un partido fracturado, inorgnico y poco disciplinado era resaltada por la prensa de oposicin a la UP. As, mientras El Mercurio y La Tercera enfatizaban las tensiones, El Siglo y Clarn trataban al sector disidente a la direccin como grupsculo que sufre de infantilismo poltico189 y que solo entorpece la conduccin gubernamental. Lo que queda claro a pesar de estas diferencias es que el conicto al interior del MAPU adquirir ribetes cada vez ms violentos, caracterizando un estilo de hacer poltica donde resaltan la intransigencia y el desprecio por la colectividad y su orgnica. En la segunda mitad del ao 1972 el MAPU contina actuando en el frente social y en el gobierno. As, el 13 de julio de 1972 gana la segunda vicepresidencia de la CUT con Eduardo Rojas190 y el 27 de julio maniesta su acuerdo con la consti172
tucin de una Asamblea Popular en Concepcin, cuestin que desata la ira del Presidente y del Partido Comunista. El 4 de agosto del mismo ao la direccin del MAPU es obligada por el Presidente Allende a retractarse del apoyo a dicha asamblea. Es as como una nueva declaracin de la direccin consign el rechazo de las acciones espontanestas y el intento de implantar el paralelismo en los poderes pblicos191. Jos Antonio Viera-Gallo, subsecretario de Justicia y militante del MAPU, acusa a los partidarios de dicha asamblea de sufrir de infantilismo poltico, declarando que el MAPU no est por respaldar iniciativas que debiliten los poderes del Estado legtimamente consagrados por la Constitucin192. Se va congurando as un estilo confrontacional de hacer poltica, donde la estructura partidaria parece ms un espacio de ubicacin y reconocimiento para el resto de los conglomerados polticos, que un espacio de actuacin para los mismos miembros. La facilidad para que las posturas divergentes lleguen a la prensa y sean destacadas por ella no maniesta solo el inters de la oposicin por resaltar los conictos, sino que la debilidad de la estructura orgnica del MAPU y los grandes mrgenes de libertad dados para que cada militante apareciera como voz vlida del colectivo. Tambin puede dar cuenta de las redes y contactos que los militantes utilizaban para hacer pblicas sus divergencias. As, el partido pareca signicar bastante poco cuando la disputa por el poder se haca inminente. Ante esta situacin la colectividad poda fracturarse, tomar otro nombre o integrarse a otro colectivo, por cuanto eran sus militantes con sus particulares experiencias de vida los que hacan al partido, congurando un estilo personalista de hacer poltica, donde si bien se aceptaba al partido como institucin legtima para alcanzar el poder poltico, tambin se demostraba que en la prctica podan existir otras formas igualmente vlidas. Todo dependera del momento histrico y sus caractersticas. El 2 de diciembre de 1972 se inici el II Congreso Nacional
173
del MAPU, que culmin el 7 del mismo mes. Dicho congreso se realiza despus de ocurrido el paro de octubre, que deja a Allende y sus partidarios muy debilitados frente a la oposicin. Desde sus inicios las voces que auguraban la divisin se hacan ms fuertes. En este pleno el MAPU asume una identidad marxista-leninista, renegando de cualquier otra inuencia en la composicin de su ideologa. Se reniega por tanto del cristianismo o de la forma en que Ambrosio entenda el marxismo, es decir, esta losofa pasaba de ser una herramienta vlida para el anlisis social a convertirse en un dogma. Hacia el da 6 de ese mes, y en pleno desarrollo del Congreso, las crticas a la directiva de Jaime Gazmuri eran cada vez ms violentas. Dicho dirigente ya no poda jugar el rol conductor y ante ello se elige una nueva directiva, que estara compuesta por scar Guillermo Garretn como Secretario General, y como subsecretarios Eduardo Aquevedo (lder de la fraccin ms radical del MAPU) y Juan Enrique Vega (ms cercano a las posturas de Gazmuri). Con dicha directiva a la cabeza, el MAPU da a conocer que en el pleno general se aprob la estrategia poltica en orden a aumentar la base proletaria de la UP y del propio MAPU, convirtindolo en un partido revolucionario. Con lo anterior se desliza la crtica interna tanto a la conduccin del gobierno as como a la direccin de Ambrosio y Gazmuri, quienes no haban logrado aumentar considerablemente las bases del MAPU en los sectores proletarios del pas. De hecho, los grandes apoyos provenan de estudiantes secundarios y universitarios, profesionales jvenes, tcnicos, campesinos y trabajadores del sector servicios y obreros de reas de la industria ms modernas (por ejemplo, rea metalrgica). Sin embargo, en el mundo poblacional y en los obreros de la industria ms clsica el MAPU tena poca inuencia real. Su estilo poltico no les era atractivo. Con Garretn a la cabeza, el MAPU va articulando una lnea de crtica pblica al gobierno que va perdiendo la idea de cola174
boracin manifestada en los inicios de la UP. Por ejemplo, el 28 de enero de 1973 el MAPU plantea abiertamente una postura contraria a la propuesta del comunista Orlando Millas sobre el rea de propiedad social y la posibilidad de coadministrar las empresas. Segn la colectividad de la bandera verde, la creacin y desarrollo multiplicado de organismos de base tales como las JAP y los Comandos Comunales, es decir, del control y poder revolucionarios de las masas, es el fundamento y la condicin de la nueva poltica. Pues bien, el impulso de esta poltica por parte de la UP y del gobierno ha sido hasta hoy demasiado dbil, casi inexistente193.
Sin embargo, pese a que esta era la declaracin ocial de la colectividad, el 4 de febrero del mismo ao apareca Jaime Estvez apoyando la tesis comunista, avalada por Fernando Flores (como subsecretario de Economa, en reemplazo de Garretn, quien era candidato a diputado por la zona de Concepcin). Segn Estvez la nica solucin es el control del pueblo y del
175
gobierno sobre la produccin y la distribucin194. As nuevamente las opiniones de la directiva de turno eran desaadas y desautorizadas por las voces disidentes. La pugna anterior se da en el marco de la campaa electoral del ao 73, que en marzo deba renovar el Parlamento. De esta manera, los militantes del MAPUMAPU tuvieron que participar en una campaa electoral divididos de facto a partir de diciembre del ao 72. Los resultados de dicha eleccin son bastante magros para la colectividad, obteniendo un 2,79%195 de la votacin, que correspondan a 101.987 votos. Ninguno de sus candidatos por la zona de Santiago, Carmen Gloria Aguayo (candidata a senadora), Jos Antonio Viera-Gallo (candidato a diputado por el primer distrito - Santiago) y Jos Miguel Inzulza (candidato a diputado por el tercer distrito - Santiago) resultaron electos. Es ms, si comparamos electoralmente el porcentaje de votacin que haba obtenido la DC en la eleccin de 1969, correspondiente a un 30,98% de la votacin nacional, con el resultado obtenido por la misma colectividad en el ao 1973, correspondiente a un 28,32 %, podemos decir que la DC solo haba disminuido un 2,66%, es decir, muy similar a los resultados de la cifra electoral obtenida por el MAPU cuatro aos despus. En la prctica, si solo consideramos los resultados electorales, el MAPU era en 1973 lo mismo que pareci ser en el momento de su fundacin: el grupo rebelde escindido de la DC. Sin embargo, dicha interpretacin puede prestarse a errores, por cuanto el MAPU efectivamente haba concitado nuevas adhesiones, distintas del grupo original. Dnde estaban esos votos entonces? Pareciera que muchos miembros del MAPU votaron ya divididamente, manifestando la clara tensin entre las fuerzas ms radicales y rupturistas de la UP y aquellas ms gradualistas y cercanas al Presidente Allende. En marzo de ese mismo ao, Allende desesperadamente hace un llamado de atencin a la direccin, enfatizando que El
176
MAPU habla como si estuviera fuera de la UP196. Con ello pretenda enderezar las torcidas las, pero no lo consigue. La mecha ya estaba encendida, solo caba esperar el tiempo que demorara en tocar el explosivo para estallar denitivamente. Ese tiempo se acort, ya que el 2 de marzo del ao 1973, El Mercurio ltra un documento en donde militantes del MAPU arman que el gobierno de Allende solo tiene recursos econmicos para mantenerse a ote hasta nes de abril. Este informe lapidario sobre el manejo econmico desat la ira del gobierno, que desconoci la validez del mismo. Se le calic de falso y de errado. Los autores del documento del conicto fueron Eduardo Aquevedo, Rodrigo Gonzlez, Enrique Olivares, Kalky Glausser y Carlos Montes. Mientras las crticas del grupo partidario de la tesis moderada, que a estas alturas funcionaba como aliado de las posturas del Partido Comunista, se volvan contra el Secretario General y su incapacidad de mantener la disciplina interna, y adems denunciaban la irresponsabilidad de los autores del documento, El Mercurio resaltaba la capacidad analtica de los cuadros del MAPU a quienes se les atribua la autora del mismo. Segn este peridico en primer trmino hay que reconocer que el menos signicativo numricamente de los movimientos agrupados en la UP es el que da muestras de abarcar con mayor conciencia la incapacidad con que actan los organismos de la actual administracin y de precisar las causas de su inefectividad. Esto podra explicarse por actuar en el seno del MAPU elementos capaces de tomar en sus manos los instrumentos de la teora marxista y aplicarlos a la realidad poltica con mucha ms conciencia revolucionara que las directivas de los partidos que aparecen como propietarios del programa socialista197. Ms all de lo que expresa El Mercurio de los jvenes autores del documento, que considerado en el contexto de fuerte oposicin que este peridico realizaba al gobierno de Allende puede ser ledo como un intento de enardecer los nimos de la coali177
cin gobernante, tambin es posible detectar la valoracin que hace el mismo diario sobre los militantes del MAPU. En otras palabras, si le extraemos la intencin poltica coyuntural al escrito periodstico, es posible encontrar una mirada diferente desde la derecha hacia los militantes del MAPU. As, cuando el peridico enfatiza la idea de que en dicha colectividad es posible encontrar elementos capaces de tomar en sus manos los instrumentos de la teora marxista y aplicarlos a la realidad poltica da cuenta de la percepcin que exista sobre los cuadros altamente preparados del MAPU. De esta forma, si bien El Mercurio arma que este partido es el menos signicativamente numrico, era a su vez, y dada sus condiciones profesionales, y por qu no decirlo tambin (aunque no lo exprese abiertamente el peridico) de clase, la colectividad ms certeramente crtica de la UP. Esto permitira esbozar que para la opinin de derecha que representa El Mercurio, el MAPU apareca como un partido altamente intelectualizado y crtico, dado el grado de preparacin acadmica y profesional que tena la mayora (sobre todo la dirigente) de sus militantes. Lo anterior quedara expresado cuando el peridico arma que esta colectividad es vista as en comparacin con las directivas de los otros partidos que aparecen como propietarios del programa revolucionario. De all que para el sector de derecha que representa la opinin de El Mercurio los MAPU fueran visibilizados, identicados, como un grupo o partido distinto de los que tradicionalmente haban existido en la izquierda. Uno de los elementos que los haca aparecer atractivo para la poca era el alto grado de preparacin con que contaban sus cuadros dirigentes. Jvenes profesionales que ponan al servicio de la poltica y la conquista del poder sus formaciones intelectuales y acadmicas. Representaban, por lo tanto, la combinacin justa de idealismo revolucionario con el tecncrata profesional que aporta desde su prctica. Ante el lapidario documento que vaticinaba el fracaso de la
178
poltica econmica de la Unidad Popular, el gobierno exigi tomar sanciones contra los autores del mismo. Frente a ello, la directiva encabezada por Garretn se neg, aduciendo la libertad de expresin interna as como al carcter del documento. Segn el Secretario General, lo que haba que juzgar era el porqu se haba ltrado un documento que no tena para nada un carcter pblico y, por ende, sus autores no haban cometido ninguna falta. Sin embargo, el sector encabezado por Gazmuri, presionado por el Partido Comunista y Allende, pedan la cabeza de los autores. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, el da 7 de marzo del ao 1973 el MAPU se divide. La divisin de esta colectividad cobra ribetes de excesiva violencia, que no solo debe ser entendida en el contexto de polarizacin social que se viva seis meses antes del golpe, sino que tambin debido a la forma y el estilo propio de la colectividad al momento de resolver conictos. En un acto que fue calicado por el Secretario General como un intento de autogolpe, Jaime Gazmuri y Fernando Flores, que mantenan el control de la Secretaria de Asuntos Especiales del MAPU 198(SAE) expulsaron a quince miembros de la colectividad, entre los que se encontraban los miembros de la directiva E. Aquevedo y el mismo Garretn, entre otros199 Jaime Gazmuri se autonomina Secretario General subrogante, conformando una nueva directiva en conjunto con Fernando Flores, Jos Miguel Inzulza, Jos Antonio-Viera Gallo y Carmen Gloria Aguayo. Dicha directiva acusa a los expulsados de realizar labores obstruccionistas debido a su carcter pequeo burgus y calica la escritura y ltracin del documento como no solo un atentado contra la disciplina del partido, sino adems el hecho poltico ms grave creado por grupos divisionistas desde que el partido fue formado por Ambrosio200. De esta forma, la divisin quedaba maniesta con la constitucin de dos directivas que se autoarrogaban tanto el nombre
179
de la colectividad como la herencia de Rodrigo Ambrosio. En represalia a la expulsin hecha por la directiva de Gazmuri, el 9 de marzo scar Guillermo Garretn expulsa al sector conducido por Flores y Gazmuri, declarndolos fuera del partido y enfatizando que el MAPU es un partido que naci a caballo, de all que no temamos a los corcoveos201. As mientras el sector que deca mantenerse el al gobierno y a la va institucional, dirigido por Gazmuri, armaba que era necesario eliminar a los ultraizquierdistas del MAPU202 y lanzaba proclamas varias por medio de la prensa, el grupo de Garretn buscaba apoyo en las otras colectividades de la izquierda para que reconocieran su direccin como la nica legtima. El 15 de marzo tanto el Partido Socialista como el MIR arman que el verdadero MAPU es el que conduce Garretn203. En tanto, los registros de prensa que cubren el perodo desde la divisin hasta el da que el registro electoral dictamina que el nico MAPU que existe legalmente es el que se qued con la mayor parte de la directiva, es decir, el grupo encabezado por Garretn204, van dando cuenta de la violencia que adquiere el conicto entre los camaradas militantes. El da 19 de mayo de 1973, fecha en que esta colectividad celebraba su fundacin y conmemoraba la muerte de Ambrosio, se realizaron dos actos paralelos del MAPU. Dichos actos intentan apropiarse de la gura de Ambrosio como smbolo de identidad, de manera de dar continuidad con su pasado inicial. De all que la gura de este personaje, reconocido como el fundador de la colectividad, fuera tan disputada por ambos bandos. Quien se apropiara de l pretenda erigirse como el grupo legtimo ante el resto de las colectividades polticas, as como ante el resto de los militantes disidentes. Sin embargo, los grupos disidentes no solo se pelearon la gura de Ambrosio, sino que la prensa de la poca registr tambin violentos incidentes entre los militantes que se disputaban los bienes materiales de la colectividad, como los autos y las sedes
180
del partido. El conicto tom ribetes de suma seriedad cuando detuvieron a dos individuos por homicidio frustrado en San Fernando205, en una espiral de violencia, golpizas callejeras, intentos de incendio y acusaciones pblicas varias. Otra acusacin que cay sobre los militantes del MAPU, y que fue hecha por opositores a la UP, tuvo relacin con el usufructo del estanco de autos para la compra de dichas especies que tenan como destino la campaa electoral de marzo de ese mismo ao. Sin embargo, a los autos se les suma la adquisicin de camiones y de artculos de lnea blanca, que poco tenan que ver con la campaa misma. Las acusaciones de corrupcin recayeron sobre Gazmuri, quien termin reconociendo el hecho. Sin embargo, el episodio fue rpidamente empaado por la espiral confrontacional que hacia nes de junio de 1973 auguraba la antesala del golpe de Estado. Paralelamente a los conictos internos que terminaron con el quiebre pblico de la colectividad, la tensin expresaba tambin un conicto que cruzaba a toda la UP. La existencia prctica del famoso polo revolucionario, compuesto por el MAPU, el MIR y el PS (dirigido por Altamirano), tambin se hizo pblica con la famosa acusacin por intento de sedicin a la Armada. Dicha acusacin recay sobre Garretn (Secretario General del MAPU y diputado por la zona de Concepcin) y sobre Carlos Altamirano, en ese entonces senador y Secretario General del Partido Socialista, a quienes se les atribuye un ejercicio de inteligencia para tratar de congurar un grupo dentro de la marinera que estuviera dispuesto a realizar una especie de autogolpe interno para desbancar cualquier intento de golpe al gobierno de Allende, as como de generar un compromiso directo de esta rama con el proyecto revolucionario ms radical. Paralelamente a lo anterior, el 8 de agosto del ao 73 El Mercurio titula MAPU DE VALPARASO CONTRA LAS FF.AA.. Segn el registro de prensa, diez estudiantes universitarios y obreros, pertenecientes al MIR y al MAPU, fueron
181
detenidos luego de ser sorprendidos repartiendo propaganda subversiva para las FF.AA. en los blocks de Carabineros206. As, adems del intento de inltrar la Armada, se le acusa tambin a la colectividad de intervenir en Carabineros. Estas acusaciones generarn la peticin de desafuero parlamentario de Garretn y Altamirano el primero de septiembre de 1973, cuestin que es formalizada por la Corte Suprema el 3 de septiembre del mismo ao. Segn El Mercurio, el desafuero es pertinente para investigar las numerosas menciones en diversas declaraciones como autores intelectuales del intento de sublevacin en la Armada por varios de los detenidos207. La resolucin denitiva qued en suspenso ocho das despus acaeci el golpe de Estado y en la prctica tanto los cercanos a la conduccin de Allende como los sectores del polo revolucionario fueron los culpables de la crisis social, poltica, econmica y moral por la que pasaba nuestro pas, segn los dichos de la Junta Militar que asumi el poder ese da 11 de septiembre. La historia nal del MAPU quedaba trunca. Seis meses despus de la divisin del MAPU, que condujo a sus militantes a un enfrentamiento interno desgarrador, acaeci el golpe de Estado. Poco tiempo haban tenido ambas fracciones, la que mantuvo el nombre legtimo de MAPU y el grupo de Gazmuri y Flores, que tom el nombre de MAPU Obrero y Campesino (MAPU-OC), para rearmarse como colectividad. Las disputas, la violencia interna, la ruptura de amistades y de vnculos internos, sumados al clima poltico nacional, termin destruyendo la colectividad que haba nacido en el ao 1969 y que se haba planteado como objetivo ser el puente conector para que los partidos de izquierda se unieran en una sola fuerza. De su objetivo inicial y fundador: la unidad, quedaban en septiembre de 1973 dos fracciones que simbolizaban una cultura poltica particular: la de los jvenes de los aos 60. Los jvenes militantes que aspiraban a la unidad de las fuerzas de izquierda terminaron fracturando su propia colectividad.
182
El fuerte compromiso y la radicalidad de una cultura poltica que hizo de la militancia el aspecto ms signicativo de sus vidas, estructur un tipo de militante donde la experiencia compartida y el poder terminaron siendo los elementos identitarios ms fuertes. Cuando el partido se fractura, ya no quedan ms que los recuerdos y los smbolos. Cuando la violencia del golpe recae sobre los partidos polticos y la sociedad entera, no queda ms que la lucha de resistencia atomizada. Sin embargo, para militantes que entendan que la poltica se poda hacer fuera del partido o de la institucionalidad partidaria, la desaparicin del colectivo por la fuerza de los hechos represivos no era un golpe tan desastrosamente duro. La identidad MAPU poda permanecer en cada uno de sus militantes, quienes eran en suma el partido, ms all de la estructura ocial que los cobijaba. Cmo lo lograron? Creemos que aqu es necesario abordar las historias de vida y los relatos que cada uno de sus militantes puede hacer de ese pasado fundacional, y para ello ahondaremos en las memorias que de este momento histrico tienen algunos militantes polticos.
183
184
CAPTULO 5
185
186
Estructurar esta ltima parte de la investigacin tuvo varias complejidades. La primera de ellas corresponda a cmo dar cuenta de la variedad de memorias con las que me encontr al momento de sistematizar la informacin, que referan a perles de militantes diversos. La segunda de las dicultades derivaba de la primera, y era decidir cul de estos testimonios poda tener mayor inuencia en la construccin nal de este discurso histrico, sin dejar de expresar las voces distintas con las que me encontr. Por ltimo, la tercera complejidad, despus de decidir que lo ms ptimo era dejar plasmadas las tres memorias del proceso fundacional, corresponda a la escritura del mismo apartado. El ideal era lograr una escritura que no ahogara ninguna de las voces, mostrando el funcionamiento de la memoria y sus complejidades propias. En esas disyuntivas lo mejor fue intentar dar cuenta de las tres memorias al estilo Quentin Tarantino, es decir, articulando un relato compacto y nico en tres tiempos paralelos, pero distintos uno del otro. Es por eso que titul este ltima parte Memoria a tres voces, por cuanto son tres tipos de voces los que recopil en las ms de treinta entrevistas que utilic para esta investigacin. Voces que dan cuenta de perles de militantes distintos. El primer perl de militante es el que pertenece a los jvenes208 fundadores del MAPU provenientes de la JDC y que articularon la colectividad desde sus orgenes. Los entrevistados que situ en esta primera categora son Jaime Gazmuri209, Carlos Montes210, Gabriel Gaspar211, Rodrigo Egaa212, Enrique Correa213, Sergio Galilea214, Sergio Snchez215, Pedro Gaete216 y scar Guillermo Garretn217. Situar aqu tambin la entrevista
187
que hice a la hermana de Rodrigo Ambrosio, Valeria, quien me aport algunos datos sobre la vida de su hermano que combinar con escritos de la poca del mismo fundador. Por ltimo, un caso particular que tambin situar en este primer grupo o perl es el de Jos Miguel Insulza218, por cuanto si bien l no perteneca a la fraccin rebelde de la JDC, sino que al tercerismo, su grupo de referencia una vez ingresado al MAPU fue siempre el de los ex JDC. Sus memorias articulan el relato que ms adelante constituye la Primera voz. Un segundo perl es el de aquellos personajes fundadores del movimiento, pero que no militaban formalmente en el PDC, sino que eran identicados como simpatizantes del mismo. Como grupo fueron muy fuertes en la UC, y constituyeron en su mayora el Movimiento 11 de agosto que dirigi la Reforma Universitaria en dicha casa de estudios. La distincin de los pertenecientes al primer perl est referida bsicamente a que no necesariamente participaban de una militancia activa y, por lo tanto, su renuencia a la inscripcin formal daba cuenta de una manera particular de relacionarse con la poltica. Pertenecen a este grupo las memorias de Daniela Snchez219, Virginia Rodrguez220, Oscar Mac Clure221, Juan Milos222, Mara de la luz Silva223 y la misma Valeria Ambrosio224. Un caso particular que tambin situar en este grupo es el del ex militante del Partido Liberal Francisco Gonzlez del Ro225, quien trabaj en INDAP con Jacques Chonchol y se integr al MAPU desde sus inicios. Estas memorias conguran la reconstruccin histrico-discursiva de la Segunda voz que se presenta ms adelante. Por ltimo, un tercer perl es aquel correspondiente a todos los militantes que ingresaron directamente al MAPU y compartieron la historia del perodo fundacional, pero que no se sintieron atrados previamente por el proyecto democratacristiano. Estos militantes se inscribieron en el MAPU, mayoritariamente, sin tener militancia previa o provenientes de otras colectividades de izquierda, motivados por la fuerza renovadora de este par188
tido de jvenes revolucionarios. Los entrevistados que situ en esta categora son Fernando Ossandn226, Pedro Milos227, Eugenio Tironi228, Pablo Saball229, Paulina Saball230, Guillermo Ossandn231, Mario Alburquerque232, Ernesto Galaz233, Hermann Mondaca234 y Luis Sierra235. Sus historias estn relatadas ms adelante, en la denominada Tercera voz. La historia personal de cada uno de estos entrevistados reeja algo de lo que denominaremos como cultura poltica MAPU y sus particulares vivencias han sido valiossimas para adentrarse en la conguracin de los universos subjetivos de la poltica, sin los cuales cualquier historia de partidos polticos queda inevitablemente incompleta.
189
La fundacin del MAPU en mayo de 1969 tiene su proceso germinal en dos planos distintos. Un primer plano corresponde al conicto interno que vive la Democracia Cristiana, a partir del ao 1967, dada una potente corriente crtica de un sector de dicho partido que comienza a vislumbrar el estancamiento de la propuesta de cambio que involucraba la Revolucin en Libertad que llev a Frei a la presidencia y a la DC como el nico partido que gestion su gobierno. Este sector, conocido como el sector rebelde, era encabezado por lderes histricos del PDC, como lo eran las guras del entonces Senador Rafael Agustn Gumucio y el diputado Alberto Jerez. Dichos personajes representaban dentro de la DC las posturas ms comprometidas con el cambio social, poltico y econmico cultural, contenido en su propuesta de comunitarismo, que precisaba ser una va alternativa tanto al capitalismo como a la sociedad socialista. Siendo esta corriente comunitaria, tal como lo expresa Toms Moulian, la ideologa fundante y hegemnica en la DC hasta la eleccin presidencial de Frei en 1964, fue perdiendo validez y uniformidad conforme se avanzaba en la direccin gubernamental. Podra decirse, por tanto, que los rebeldes representaban el espritu ideolgico primario de los fundadores de la DC, con predominio de los primeros escritos del humanismo cristiano de Maritain y del personalismo de Mounier236. El grupo rebelde, entonces, se encontraba inuenciado ma190
yoritariamente por las grandes transformaciones que viva la Iglesia Catlica en el mundo, a travs del Concilio Vaticano II y en particular los cambios que para el caso latinoamericano quedaron expresados, hacia el ao 1968, en la famosa Conferencia Episcopal de Medelln. Las transformaciones que abogaban por una Iglesia comprometida con los pobres y con el cambio social, que apelaban a la transformacin de las estructuras capitalistas que generaban la explotacin y la miseria, inundaban parte importante del pensamiento rebelde dentro de la Democracia Cristiana, que encontr ms tarde eco en la teologa de la liberacin y que rpidamente pas a vincularse con movimientos importantes como lo fueron el de la Iglesia Joven, que realiz la toma de la Catedral, y el de Cristianos por el Socialismo. Sin embargo, en la segunda mitad de la dcada de los sesenta, los rebeldes de la DC constituan el sector ms a la izquierda del PDC y el que comenzaba crticamente a oponerse al proceso trunco que administraba Frei desde el gobierno. De esta forma, estos rebeldes encabezaron internamente una frrea oposicin al estancamiento del programa de la Revolucin en Libertad y comenzaron a pedir que se avanzara ms rpidamente en las transformaciones que conduciran hacia la sociedad comunitaria, que para el ao 1967 ya llevaba aparejada consigo el apellido de socialista. El pensamiento de los rebeldes de la Democracia Cristiana si bien tena alguna inuencia del marxismo, sobre todo a travs de las referencias en Mounier y en Fromm relativas a la explotacin y alienacin, posibilit una novedosa interpretacin gracias a la mezcla entre la doctrina social de la Iglesia y las referencias loscas de corte materialista histrico, que no exista en las posiciones polticas ni de la izquierda tradicional ni en el centro poltico en su conjunto. Segn Moulian, esta mezcla nueva estaba, sin saberlo siquiera, bastante cercana de la lnea ideolgica yugoslava237, que ms tarde sera una importante lnea alternativa a los modelos del socialismo real.
191
As, mientras los rebeldes de la DC constituan el grupo que mantena el pensamiento original comunitarista, este perda la hegemona de sus inicios para pasar a ser identicado como un sector dentro del partido, dominado en la prctica interna por los ocialistas, encabezados por Patricio Aylwin, dipuestos a defender sin tolerar ninguna crtica el gobierno de Frei Montalva. El otro sector de la DC era el denominado tercerista, que, segn lo sealado en captulos anteriores, ideolgicamente era bastante cercano a los rebeldes pero mantena una actitud de defensa pblica del gobierno de Frei. Para este grupo lo central era mantenerse como un partido compacto ante la opinin pblica, de manera de no posibilitar una derrota poltica por parte de la oposicin, mostrando los altos niveles de tensin que el conicto fraccional e ideolgico dentro de la DC tena hacia ya el tercer ao de gobierno. As, los terceristas estaban por tratar de izquierdizar a la DC desde dentro y eran partidarios de avanzar en la transformacin del capitalismo pero siempre a travs de la mantencin del partido como nico instrumento vlido para ello. Mientras las tres grandes fracciones tensionaban la situacin interna hacia el ao 1967, la Juventud Demcrata Cristiana viva una situacin bastante distinta, en donde el predominio del sector rebelde era casi hegemnico. La Juventud Demcrata Cristiana resultaba una alternativa progresista y cada vez ms de izquierda para todos aquellos jvenes que aspiraban a transformar la sociedad y terminar con la explotacin capitalista, pero que tambin sentan vnculos poderosos con un origen cristiano, cuestin que no les permita sentirse identicados cmodamente con los partidos de la izquierda tradicional en Chile. Enrique Correa por ejemplo, recuerda que l entr a militar en la JDC en Ovalle a los 12 aos, porque la JDC conjugaba primero la Iglesia, ya que yo he sido siempre muy vinculado a la Iglesia Catlica, con otro elemento que era la rebelda juvenil, el inters por expresar rebelda ante el estado de cosas... y la DC en
192
su conjunto representaba esa idea de catolicismo y cambio que era muy atractiva para quienes estbamos alejados del mundo de la izquierda clsica.238 Esta Juventud Demcrata Cristiana sigui un camino propio de radicalizacin, distinto tanto en ritmo y en profundidad de la radicalizacin del sector rebelde, que haba pasado del comunitarismo a secas a una propuesta de comunitarismo socialista. Dicha radicalizacin se entenda bsicamente a la luz de los cambios internacionales que viva la izquierda en general y que tenan que ver con el impacto de la Revolucin Cubana y el inujo de los movimientos de liberacin nacional de la misma dcada de los sesenta. As, sin ser la JDC un grupo de izquierda propiamente tal, rpidamente se apropi de un lenguaje y de una serie de smbolos de cambio que a nivel internacional convocaban fuertemente la incorporacin de los jvenes en la poltica. Antes de 1967, poca en que el conicto entre los sectores crticos de la DC (tanto en el partido como en la juventud) se hicieron ms pblicos, el sector juvenil de dicho partido ya vivenciaba un rpido proceso de radicalizacin y de apropiacin del lenguaje marxista. Jos Miguel Insulza recuerda, por ejemplo, que sin l pertenecer al sector rebelde de la JDC, vivenci como colectividad un rpido proceso de radicalizacin poltica. Segn Insulza, la JDC que dirigamos otros, es decir, antes de la llegada de Ambrosio, ya era muy radicalizada en su pensamiento poltico, ya era muy contestataria, muy anticapitalista si se quiere. Nuestras discusiones tericas estaban ya en el marco de la izquierda, pero de una izquierda distinta, de una izquierda ms moderna, con mucho marxismo mucho marxismo239. La JDC en la segunda mitad de la dcada de los sesenta pareca ya no solo dar cuenta de un cristianismo radicalizado, sino que de un proceso mayor de apertura a nuevos cdigos simblicos y tericos que antes haban sido de propiedad casi exclusiva de la izquierda tradicional. Sin embargo, tal como lo recuerda scar Guillermo Garretn,240 las convulsiones histricas que
193
presenciaba el mundo en su conjunto en esos aos, y la emergencia de nuevos sectores, como los jvenes por ejemplo, que no sentan una gran identicacin con el mundo de la izquierda clsica, expresaron parte de su rebelda y radicalizacin ingresando a estas colectividades y acelerando el proceso de transformacin ideolgica interna, que nalmente generara el quiebre de la DC en el ltimo ao de gobierno de Frei Montalva. Jvenes de formacin cristiana, provenientes de sectores medios y acomodados pero comprometidos con el cambio social y la transformacin de la estructura capitalista, con un lenguaje terico heterodoxo y muy crticos de la izquierda tradicional, muy crticos del PS y del PC, por su incapacidad para comprender las potencialidades, los cambios, las nuevas necesidades, es decir, un cuestionamiento a su inercia para comprender los nuevos vientos, las nuevas cosas ramos jvenes y pensbamos que era posible rehacer el mundo completamente241, constituan el perl predominante de los jvenes de la Democracia Cristiana de los aos sesenta, y que comienzan a articular una orgnica institucional propia dentro de la colectividad mayor que los cobija. Como lo recuerda Jos Miguel Insulza, el proceso de radicalizacin dentro de la JDC fue muy potente y consistente con procesos ms globales de cambio ideolgico en la izquierda y en el centro poltico. Segn este ex militante, la radicalizacin ideolgica de la JDC debe entenderse como una continuidad lgica mirada a la luz de los cambios histricos mundiales y que no es solo una cuestin chilena, por cuanto era la poca de la Revolucin Cubana, de la liberacin nacional, del Vietnam, de los movimientos juveniles de mayo del 68, todo esto fue lo que nos ir motivando a dejar de lado el pensamiento social cristiano de Maritain o Mounier para ser reemplazado por otros idelogos242. Segn Insulza, procesos de radicalizacin similar fueron vivenciados en otros partidos cristianos, como la Democracia Cristiana alemana, cuestin que complementa con el ejemplo
194
de la evolucin ideolgico-poltica del recientemente fallecido Norbert Lechner, tambin militante del MAPU en su periodo fundacional, quien lleg a trabajar a Chile enviado por la DC alemana en la dcada de los sesenta. El segundo plano, por tanto, tiene que ver con los procesos de cambio internacional que viva el mundo en esos aos y que son recordados por los ex militantes del MAPU entrevistados como elementos sin los cuales el proceso interno de la DC no puede comprenderse completamente. De all que sus menciones sean inevitablemente no solo referidas a la tensiones fraccionales dentro del partido, sino a cmo estas tensiones deben ser ledas a la luz de las convulsiones que viva el mundo en los aos sesenta, y de los cuales Chile no estuvo alejado. La radicalizacin interna de la JDC llev a que el grupo juvenil se planteara durante todo el gobierno de Frei de manera muy crtica su conduccin, as como la velocidad y profundidad de los cambios prometidos. Sin embargo, estas crticas cobrarn notoriedad a partir del ao 1967, ao en que los rebeldes del partido ganan la junta nacional de la colectividad, demostrando que la mayora del PDC estaba por un gobierno que profundizara y apurara los cambios de la sociedad capitalista chilena. El Presidente de la Democracia Cristiana despus de esa Junta fue Rafael Agustn Gumucio, lder de la fraccin rebelde. Lo acompaaba presidiendo la Juventud Rodrigo Ambrosio, lder juvenil del grupo rebelde. As, en la mitad de su gobierno, el Presidente Eduardo Frei haba perdido el control de su partido, que era dirigido por los sectores ms crticos a su conduccin. Las crticas internas a la conduccin de Frei se fueron haciendo cada vez ms pblicas y el grupo rebelde encabezado por Gumucio decidi generar una discusin ideolgico- programtica que diera cuenta al Presidente de las necesidades y requerimientos que el mundo DC tena para la segunda mitad de gobierno. Esta propuesta fue la que condens el famoso documento de la va no capitalista de desarrollo, documento en el que se estipu195
laban los ideales revolucionarios de transformacin del modelo capitalista y se acusaba a Frei no solo de no haber hecho la Revolucin en Libertad, sino que de haber transado el ideal de la sociedad comunitarista en pos de un capitalismo reformado, pero igual de explotador e injusto. El triunfo del sector rebelde dentro del PDC se entiende, segn Carlos Montes, porque en el ao 1967 se registra un viraje del gobierno, porque si bien Frei parte con una poltica de expansin de la demanda mediante un conjunto de medidas destinadas a aumentar el gasto pblico, la crisis inacionaria del ao 67 lo obliga a comprimir la demanda, generando un apretn en los salarios, en el gasto pblico. Es all donde intenta emitir bonos pblicos que se llamaron los chiribonos para pagarles a la gente que trabajaba en el Estado, evitando que aumentara el circulante de dinero. Ese es el contexto, sumado a la presin social que las mismas polticas de promocin popular, con toda la cosa territorial, poblacional, campesina y estudiantil, haban generado. Esos nuevos sectores pedan ms participacin en un momento en que el gobierno haba decidido cortar el gasto pblico243. El descontento dentro del partido era mayor hacia el gobierno, y las posturas ms crticas encontraron tierra frtil para la germinacin. Sin embargo, dentro de la JDC las posiciones rebeldes fueron rpidamente articulando un discurso de crtica que no encontraba punto de retorno con el gobierno. El alza en el tono ya no era la tnica, sino que la crtica era tan profunda que las diferencias internas se hacan irreconciliables. Hay algunos militantes que creen que la llegada de Ambrosio a la direccin de la JDC, que ms tarde contina Enrique Correa, de la misma lnea poltica, estaba orientada desde un inicio a generar una ruptura dentro del partido. Segn Jaime Gazmuri, cuando Rodrigo me invita a entrar a la JDC, yo le digo est bien, entro, pero si me aseguras que nos vamos a ir244.
196
Dirigentes de la Unidad Popular. Al centro Carlos Altamirano y a la derecha scar Guillermo Garretn, ltimo Secretario general del MAPU. (Archivo Museo Histrico Nacional).
Otros militantes no concuerdan con esta interpretacin y aseguran que esto fue un proceso interno de la JDC, donde Ambrosio jug un rol importante, pero que fue mucho ms colectivo y representativo de una generacin que la simple adhesin a un proyecto poltico personal. Sin embargo, hacia 1967 todos concuerdan en que el nivel y el tono de la crtica al gobierno de Frei se iba haciendo cada vez ms irreconciliable con la permanencia en el mismo proyecto y partido poltico. Segn Enrique Correa, la dinmica interna de la JDC que despus deriva en una juventud rebelde proviene precisamente del gobierno de Frei: Porque Chile se haba transformado en un
197
lugar de gran debate sobre la revolucin; el tema de la revolucin era el tema de moda, era el tema principal de los aos sesenta. Dos aos antes del gobierno de Don Eduardo, los jesuitas haban hecho pblico dos volmenes de su revista Mensaje, uno que se llamaba la Revolucin en Amrica latina y otro que se llamaba Las reformas estructurales en Amrica Latina. Yo estaba terminando mi enseanza secundaria, precisamente en el ao 62, y despus entr al Seminario. Y por tanto el tema de la revolucin era un tema muy importante. Y los cristianos queran tener protagonismo propio en esa revolucin, surgiendo otro proyecto de revolucin un compromiso con la idea de cambio revolucionario con la sociedad. La campaa de Frei se hizo sobre la base de una propuesta de revolucin. La Revolucin en Libertad era la propuesta del mundo cristiano ms comprometido con el cambio social. Y cuando lleg al gobierno, si bien su gobierno fue un gran gobierno con reformas sociales, promocin popular, alfabetizacin, Reforma Agraria Pero la sombra de crtica que empez a aparecer era, bueno pero vamos a hacer revolucin o vamos a seguir siendo capitalistas? Y yo dira que esa fue la discusin y eso origin la ruptura de la juventud con el partido245. Segn Correa, el razonamiento juvenil parta de la base que de ser partes de la revolucin hacia una sociedad socialista, o comunitaria socialista (en lenguaje de Julio Silva Solar), la JDC deba tener un comportamiento poltico prctico que buscara entendimientos y alianzas con los partidarios de ese mismo objetivo transformador. Por lo tanto, planteado en esos trminos, o la DC se aliaba con la izquierda o la JDC quebraba con su partido original. Lo que generar el desenlace de ruptura est asociado, ms que a una dinmica interna de la JDC, a la ruta que sigui la derrota de la mesa de Gumucio en la Junta de Peaor del ao 1968, donde la propuesta de la va no capitalista de desarrollo fue derrotada por escaso margen de votacin, previa interven198
cin del mismo Presidente Frei, que estimaba que un triunfo de los rebeldes imposibilitara una plataforma de apoyo viable para continuar con su gobierno. A la derrota de la mesa de Gumucio le sigue una mesa de consenso con Jaime Castillo a la cabeza, pero que fue marcando la ruta de un enfrentamiento cada vez ms visible del PDC, que se hizo ms aguda en torno a la proximidad de la eleccin presidencial del ao 1970 y a la nominacin del candidato para dicha eleccin. Para los militantes de la JDC la prdida de esta junta dio la seal de alerta de que era necesario romper con el partido, porque no habra espacio dentro de la DC para hacer la transformacin poltica por la que luchaban. La misma intervencin del Presidente Frei daba cuenta de cun inviable sera seguir dentro del partido. Segn Enrique Correa, de ah en adelante la izquierda de la Democracia Cristiana se dio cuenta de que nunca ms iba a dirigir el partido y entonces comenz a surgir la idea de la ruptura246 As, segn la memoria de los militantes, la JDC con Correa a la cabeza, comenz larvadamente a gestionar una ruptura con el partido, tratando que dicha operacin se hiciera de una manera tal que debilitara cualquier opcin de la DC a ser una alternativa revolucionaria en la nueva eleccin presidencial. La opcin rupturista, liderada por Ambrosio, es decir, la de romper con el partido, segn los ex militantes no era muy apreciada por los rebeldes del partido, a diferencia de la potencia que tena en la juventud de la colectividad. Gumucio, Jerez, Silva Solar, Sota y Chonchol trataron de resistir la idea de la ruptura, aun cuando saban que su poder estaba muy debilitado dentro de la DC. Ser la proximidad de la eleccin presidencial, por tanto, la que haga que a los rebeldes del partido no les quede otro camino que irse con los ms jvenes. El conicto sobre quin sera el candidato que apoyara la DC para los prximos comicios del 1970 desat las pugnas de manera ms intensa. Radomiro Tomic, quien era el hombre que
199
desde haca bastante tiempo se deca sucedera a Frei, segn Correa, plante la tesis de que sin unidad popular, no hay candidatura de Tomic, y su tesis fue derrotada en la junta de 1969 y ah no caba otra que irse a apoyar al candidato de la izquierda clsica. La posibilidad de encuentro dejaba de existir dentro de la DC y los jvenes de entonces saban que sus posiciones no tendran cabida dentro del partido, de manera que no pudiendo vencer al grupo ocialista y al no lograr convencer a los terceristas de seguir hacia la izquierda, los jvenes de la Democracia Cristiana buscaron el momento ms apropiado para romper con el partido. El suceso detonante fue la matanza de Pampa Irigoin en marzo de 1969; sin embargo, la fractura de la JDC era inminente y visible, un ejemplo de ello era lo que ocurra en el frente estudiantil universitario. Segn recuerda Rodrigo Egaa, militante de la JDC, hacia abril de 1969 haba elecciones en la FEUC y l se present como candidato por el Movimiento 11 de agosto247, conformado bsicamente por personas que haban dirigido la Reforma Universitaria en la UC un ao antes. Pese a ser militante de la DC, Rodrigo Egaa levant su candidatura por fuera del partido, aun cuando su principal base de apoyo orgnico era la misma JDC. Segn Egaa el sector ms de derecha del partido, el ocialismo, no nos apoy en la campaa y ah se expres el quiebre, porque mi candidatura perdi por 90 votos frente a la candidatura gremialista, habiendo como 200 votos en blanco, que fue la orden del partido no votar por m ni por el gremialismo, que era lo mismo que votar en blanco, porque la DC no llevaba candidato ocial. Esto ocurri un mes antes del quiebre formal, cuestin que demostraba que en el fondo haba una divisin real muy difcil de solucionar, que llev a que los DC hubiesen preferido perder la Universidad a que ganara en la Federacin de Estudiantes alguien que ellos saban, que si haba quiebre, terminara salindose con el grupo rupturista.
200
Pampa Irigoin fue la excusa para que la JDC iniciara la confrontacin formal con el gobierno y por ende con el partido para acelerar el proceso de ruptura. La carta que manda la directiva encabezada por Correa gener la expulsin del Presidente de la JDC, demostrando que el clima interno era insostenible. La migracin de varios jvenes militantes fue desangrando a la Democracia Cristiana; sin embargo, hubo que esperar hasta la Junta de mayo del 69, cuando la tesis de Radomiro Tomic fuera derrotada y la DC promoviera la idea del camino propio, para que los rebeldes del partido y la juventud en su conjunto se escindieran de la DC. Segn Correa, fue la juventud la que impuso el criterio de que haba que irse del partido y formar una nueva colectividad; a los mayores no les qued otra que acatar esto pero no era su proyecto248. La apuesta juvenil: el Movimiento de Accin Popular Unitaria (MAPU) y las primeras tensiones para denir una identidad poltica
El MAPU y su grupo dirigente apost a ser cabeza de ratn ms que cola de len (Rodrigo Egaa)
La denicin identitaria de esta nueva colectividad gener algunos conictos dentro de los militantes que formaron la agrupacin. Sin embargo, los registros de prensa dieren bastante de la memoria de estos militantes. Dos cuestiones importantes que cabe destacar: no existi una tensin entre el marxismo y el cristianismo, ya que, segn los militantes, el MAPU nunca pens tener una identidad cristiana, y segundo, la opcin del movimiento no sera una tensin formal inicial, porque de hecho la colectividad tuvo desde sus orgenes la intencin maniesta de convertirse en el tercer partido de la izquierda chilena.
201
Sin embargo, aparece aqu una tensin que solo es esbozada en los registros de prensa y que tiene relacin con la forma de militancia que va deniendo tanto el perl de militante del MAPU, as como su opcin por ser un movimiento de cuadros con vocacin de masas. Para la mayora de los militantes del MAPU que provenan de la DC, este s fue un conicto importante, pese a que ellos recuerdan que en su grupo el MAPU siempre fue visto como un partido de cuadros. Sin embargo, esa misma tensin estar asociada ms tarde al quiebre y tiene relacin con la discusin en torno al lugar desde donde se debe actuar polticamente, el lugar donde haba que crear poder. Los recuerdos de los militantes que ubiqu en esta voz rebelde democratacristiana provenientes en su mayora de la JDC concuerdan con lo planteado por Correa, respecto a que el MAPU fue un proyecto de la juventud rebelde, donde los personajes ms adultos, pero los ms pblicos en ese periodo fundacional, fueron solo un anexo que nunca logr integrarse totalmente al proyecto encabezado por Ambrosio. Segn estos militantes, Ambrosio, Correa, Vega, Gazmuri y Montes rpidamente asumieron el control del aparato interno del partido, aun cuando Jacques Chonchol apareciera elegido como su Secretario General. Tanto Gumucio como los otros rebeldes tuvieron muy poco control sobre el naciente movimiento y en la prctica sus nombres estn casi ausentes de las memorias. El lder indiscutido para estos fundadores era Ambrosio, quien racionalmente decidi dejar que stos ex rebeldes adultos fueran la cara pblica del MAPU, sobre todo por el perl cristiano que le interesaba a la izquierda tradicional de este nuevo movimiento, lo que le permitira al MAPU no aparecer disputando agresivamente ningn nicho de poder de los mismos, sino que, por el contrario, aparecer (pertinentemente en las vsperas de la campaa presidencial) aportando nuevos adherentes. Rodrigo Ambrosio es recordado como un personaje que ejerca un liderazgo indiscutido. Poseedor de una gran capacidad in202
telectual, lo que era muy valorado por quienes participaban del movimiento, gran orador y un tipo muy correcto moralmente, predicaba con su ejemplo de vida la valoracin del ascetismo y el engrandecimiento intelectual del individuo. Hacia el ao 1967, Ambrosio recin regresaba de Europa, despus de haber estudiado un doctorado. Socilogo de profesin, haba estudiado en la UC y de all se haba ido a perfeccionar en el extranjero. Tal como recuerda su hermana, Ambrosio se caracterizaba por actuar racionalmente, pero con una pasin que paradojalmente bordeaba lo irracional. Esta conducta fue una tnica en su vida, desde su intenso catolicismo en la adolescencia, pasando por su apasionada relacin y ruptura con Marta Harnecker, hasta su intensa ruptura con las posturas cristianas y su conversin al marxismo.
Rodrigo Ambrosio.
Segn su hermana Valeria, en Francia Rodrigo tom contacto con grupos de izquierda, sobre todo latinoamericanos que estaban estudiando all. Y yo creo que es en este acercamiento a la realidad latinoamericana y de contacto con la gente ms de la lucha poltica y de la justicia social, lo que hace que mi hermano cambie. Cuando regresa de Francia, Rodrigo vuelve laico, retirado de la Iglesia y de izquierda fue en Francia donde l tuvo este cambio tan fuerte249.
203
Quienes recuerdan a Ambrosio una vez que regres de Francia, arman que Rodrigo impuso nuevos temas y nuevos lenguajes en la JDC, que por cierto pareca estar muy receptiva a estos cambios. Si bien la mayora reconoce que la JDC haba tenido contactos con el marxismo, existe tambin unanimidad en reconocer que es solo bajo la direccin de Ambrosio donde el marxismo, de fuerte inujo althusseriano, se vuelve una corriente hegemnica dentro de la juventud. Segn estos militantes, es Ambrosio quien comienza a realizar un acercamiento a un marxismo ms novedoso que el clsico que caracterizaba a la izquierda chilena (PS o PC), y a difundirlo como una herramienta de anlisis de la realidad social, cientca y til para hacer el cambio revolucionario. Obnubilado por la experiencia china y vietnamita, Ambrosio quera construir un proyecto de una nueva izquierda, de una izquierda con nuevas prcticas y nuevos smbolos. Su propuesta, muy crtica de la izquierda tradicional, tena mucho de mesianismo, pero a la vez da cuenta de una gran racionalidad a la hora de evaluar la accin poltica. Segn Sergio Snchez, cuando Rodrigo volvi de Francia era un convencido marxista, pero saba que l dentro de la izquierda clsica tena mucho trecho que recorrer. De manera que como su crecimiento poltico, sus amistades y su cultura eran democratacristianas, fue all donde l saba tendra ms inuencia para hacer una transformacin de la izquierda. Adems, Ambrosio consideraba que los de la izquierda marxista eran partidos anquilosados, que no respondan a los desafos del momento, que no salan del discurso del Frente Popular, poco menos. En cambio, Rodrigo propona el Frente Revolucionario250. La profunda crtica de este grupo a la izquierda tradicional es una constante en las memorias. Tanto la ortodoxia del PC as como su rigidez le resultaban odiosas a un grupo que valoraba mucho la crtica intelectual y las propuestas alternativas. Paralelamente, eran muy crticos del fraccionalismo y de la indisciplina
204
del PS, al que vean como un partido inorgnico y sin propuesta coherente. El MIR, por su lado, no les resultaba atractivo por cuanto crean profundamente en el valor de la poltica como medio de alcanzar el poder, descartando la violencia como forma de hacer la revolucin, aun cuando entendan que poda ser usada como un medio en determinado momento, pero no la valoraban como el mecanismo ni ms vlido ni, por cierto, ms til, dada la realidad chilena que tanto se abocaron a estudiar y denir. El proyecto de Ambrosio y sus camaradas de la JDC era convertirse inevitablemente en el tercer partido de la izquierda chilena. Fervientes adeptos al proyecto revolucionario de una construccin social socialista, los mapucistas ex rebeldes creyeron ser la vanguardia iluminada, quienes estaban destinados a ser el puente de unidad que la izquierda necesitaba en el momento electoral que marca su fundacin, pero que claramente tena una vocacin de hegemona y de conduccin de una izquierda que despreciaba profundamente. Tal como lo expresara Pedro Gaete, ramos la vanguardia crtica de la izquierda tradicional, ramos la nueva izquierda251. Sin embargo, pese al proyecto inicial de Ambrosio, la izquierda ms clsica solo estaba dispuesta a concederle al MAPU su identidad cristiana. Tanto a Allende, como al PC y a un sector del PS el MAPU les pareca atractivo solo en la manera que incorporaba al proyecto de transformacin socialista elementos sociales que provenan del mundo cristiano. Paralelamente, el MAPU le aportaba a esa izquierda otros sectores sociales, especialmente de clase media y alta, desde donde provenan los intelectuales y profesionales que se sintieron convocados por este movimiento, as como tambin todo el aparato campesino con el que el MAPU se escindi de la DC, gracias al trabajo de la CORA e INDAP en el contexto de la Reforma Agraria del gobierno de Frei. La identidad cristiana como principal caracterstica del MAPU aparece no solo en la prensa de la poca, sino que tam205
bin en las memorias de estos militantes. Sus recuerdos ms recurrentes estn asociados a las mltiples molestias que esta identicacin les generaba. Ser esa molestia la que desate la lucha interna entre los cristianos y marxistas, que en la prctica tambin era una lucha generacional. Los jvenes rebeldes de la DC, que hegemonizaron desde el inicio el partido, instauraron un tipo de militancia, usaron smbolos y lenguajes que terminaron por alejar denitivamente del MAPU a aquellos lderes como Gumucio, Chonchol, Jerez y Silva Solar. Segn Jos Miguel Insulza, hubo un conicto claro con los mayores: Gumucio, Silva Solar, etc. Entre la gente de la misma generacin, Rodrigo Ambrosio era el lder, l era nuestro lder, a m no se me hubiera ocurrido jams participar de una cosa dirigida por Chonchol o Gumucio. Rodrigo era el lder y la gente que l tena a su alrededor era la directiva del MAPU y punto, nunca hubo disenso. El resto era pantalla252. Esa s como el MAPU que nos aparece en la prensa no es el MAPU real o efectivo que guardan estas memorias. Chonchol como Secretario General o Gumucio como lder no existen ms que cuando se les obliga una mencin, lo que da cuenta de que ms que una limpieza ideolgica, lo que posibilit la migracin de estos personajes en 1971 a la Izquierda Cristiana fue la aparicin pblica del verdadero MAPU. Segn scar Guillermo Garretn, el grupo fundador del MAPU, pese a tener un origen comn democratacristiano y a ser en algn u otro sentido cercano al catolicismo, nunca tuvo como proyecto hacer del cristianismo un baluarte de la poltica. Segn Garretn, aquello los diferenciaba absolutamente del grupo de Gumucio, por cuanto para ellos era el cristianismo radicalizado lo que los convoc a la poltica. De esta forma, hipnotizados por el marxismo europeo, se fue creando una distancia y la casa del MAPU se fue transformando en una casa poco hospitalaria, as que no me llam la atencin que despus se hayan ido a la Izquierda Cristiana253
206
Segn el mismo Garretn, las malas relaciones internas entre ambos grupos, as como la escasa recepcin que tuvieron a las propuestas de este grupo caracterizara un poco la soberbia de los militantes del MAPU, que se sentan superiores y poseedores de una gran misin histrica. El carcter mesinico y voluntarista ser muy atractivo para otros sectores que ingresan posteriormente al MAPU, sobre todo por el estilo novedoso de la militancia, as como por el gran toque intelectual que marc su identidad. Desde el inicio el MAPU apost por los cuadros polticos; sera desde all donde inuira en las masas. Sin embargo, pese a su declarada voluntad de inuir en las masas, el MAPU, con Ambrosio a la cabeza, nunca desestim como vlida la accin en el aparato gubernamental, ni la participacin en el sistema electoral burgus, ya que segn sus militantes ambos frentes eran importantes y el privilegio de uno u otro dependera de las condiciones objetivas por las cuales cruzaba la realidad chilena en determinado momento histrico254. Es as como comienza a articularse la constitucin de un partido que, pese a tener el nombre de Movimiento, funcionaba con una estructura leninista en su organizacin interna, muy similar, segn Enrique Correa, a la forma de organizacin que tena el P. Comunista, al que muchos MAPU admiraban por la disciplina interna de sus militantes. Secretaras a nivel nacional, las entidades territoriales que coincidan con la divisin administrativa del pas, se subdivida en regionales compuestos por varios Grupos de Accin Poltica, lugar donde se haca la militancia cotidiana. Los GAP eran la clula partidaria ms pequea que replicaba la organizacin central del partido y estaban insertos de acuerdo a los frentes sociales donde el MAPU deseaba tener injerencia. As haba GAP territoriales (poblaciones-comunales) o en los lugares de trabajo o de estudio. Cada GAP tena perles distintos de acuerdo a la composicin militante, as como al lugar especco donde se constitua. Sin embargo, lo que era condicin para todos era militar en un GAP porque, segn los dirigentes, ese era
207
el tipo de militancia que garantizaba que los militantes pudieran percibir lo que los sectores populares queran, empaparse de ello, inuir en el mismo campo y por tanto hacer crecer al partido. Se deslizaba all una crtica a aquellos partidos tradicionales que estaban distanciados de lo social. El MAPU se caracteriz en estos aos fundacionales por intentar mantener una unin entre ambos sectores y si bien esto gener varios problemas, tambin produjo un importante atractivo. La militancia en los GAP era democrticamente una obligacin de todos los militantes. Tal como recuerda Pedro Gaete, desde Garretn para abajo255 todos deban estar insertos en un frente social, porque segn Sergio Snchez, Rodrigo Ambrosio saba que el MAPU era un grupo de generales sin tropa, por ello esa vocacin de compromiso militante de ir a la bases sociales para construir un partido real y no solo de dirigentes. Sin embargo, esta forma de militar fue bastante agotadora, sobre todo porque el MAPU comenz a los pocos meses de su constitucin a formar parte de la UP y, por ende, tuvo que participar de la gestin administrativa de gobierno. En ese nuevo espacio las contradicciones siguieron apareciendo, sobre todo por la excesiva necesidad de autocrtica que tena la colectividad, su apertura a la discusin interna, lo que hizo gastara un tiempo importante en resolver un conicto que por cierto termin con el quiebre: cul era el lugar prioritario donde participar el gobierno o el movimiento popular?
208
El nuevo partido, cuya fecha de inscripcin formal es un dato no recordado por ningn militante, se hizo atractivo especialmente para los jvenes universitarios provenientes en su mayora de sectores acomodados y medios, de origen cristiano, pero que en su vida ms adulta haban roto con estas creencias y que no se sentan atrados por la izquierda tradicional pero s por la idea del cambio revolucionario. La idea de un tercer partido de izquierda, con un lenguaje marxista moderno, comprometidos con el cambio revolucionario, austeros y con moralidad cristiana exacerbada son las caractersticas que las memorias de los ex rebeldes de la JDC recuerdan como los mayores atractivos del MAPU. Si a esto se le suma la importancia del desarrollo intelectual y el debate, se generaba una imagen de un partido fresco, heterodoxo y donde se privilegiaba la meritocracia como forma de ascenso interno y con un lenguaje y smbolos de una izquierda ms moderna y ms cercana a los requerimientos del nuevo mundo de los aos setenta. Esta fue la heteroimagen que construy el MAPU, an cuando Gabriel Gaspar arme que a nosotros no nos importaba la imagen, sino que el poder256. De todas formas era necesaria la construccin de una identidad que nalmente convocara a nuevos cuadros militantes a formar parte de este proyecto que aspiraba a hegemonizar la izquierda para hacer la revolucin socialista. Si tuviramos que evaluar el logro de Ambrosio, podramos decir que convenci a muchos jvenes con perl similar a sus militantes originarios, pero no consigui transformar al MAPU en un partido con importancia real en las masas populares. En suma, pese a la vocacin movimientista, nunca dejaron de ser
209
un partido de cuadros, una elite de jvenes con insercin en el movimiento social. Pese a ello, los aos fundacionales del MAPU se caracterizaron por un trabajo muy comprometido en la militancia cotidiana, tratando de hacer crecer el partido y de tener real inuencia en el movimiento social. Tal como recuerda Gabriel Gaspar, los militantes eran verdaderos soldados del silencio, trabajbamos para crear organizacin, desarrollando estructuras, cero personalismo. En las reuniones ms internas, por ejemplo con Rodrigo, se nos obligaba a que las presidiramos indistintamente, deniendo muy racionalmente los objetivos y las tareas concretas que debamos desarrollar. ramos muy ecientes por ejemplo, si nuestro objetivo poltico era ganar la federacin de estudiantes, planicbamos cuntos centros de alumnos tenamos que ganar, a qu GAP le corresponda actuar, quin era el encargado del grupo, cunto tiempo nos tomara ganarlo Si resolvamos que nos demoraramos dos aos, cules deban ser las acciones ms pertinentes para lograrlo, entonces decidamos aumentar el nmero de mujeres, y as sucesivamente. Todo era muy planicado, todo por escrito y a los dos meses evaluacin. Esto era un estilo distinto en la izquierda, muy pragmtico, muy profesional257. Dicho estilo combinaba el ecientismo poltico medido en trminos muy tcnicos, con un gran compromiso de vida del militante, basado en una dedicacin exclusiva de 24 horas en funcin de la tarea de construir partido. Esta combinacin caus gran admiracin, compromiso y muchas redes sociales en una generacin de hombres y mujeres jvenes para quienes el MAPU fue una escuela poltica. Sin embargo, las tensiones en su interior sobre el lugar desde donde haba que actuar se fueron haciendo cada vez mayores conforme ingresaban al colectivo nuevos militantes. La muerte de Ambrosio posibilitara la germinacin de un conicto que no estaba resuelto. Con Gazmuri a la cabeza, los rebeldes de la JDC van per210
diendo poco a poco el control del partido y se irn congurando dos MAPU distintos y que en la prctica funcionaban separadamente. Tal como lo recuerda Galilea, caricaturescamente estaban el MAPU de Gazmuri, Correa y Flores, el MAPU que haba apostado por el poder en el gobierno, y el MAPU de Montes, el MAPU con vocacin basista258. Dada las tensiones que se generaron despus del paro de octubre de 1972, ese conicto que se daba en el seno del MAPU no poda sino hacer irrupcin y cruzarse con la tensin mayor que rodeaba a toda la Unidad Popular. Ese quiebre quedar expresado en el famoso II Congreso, como recuerdan sus militantes: el de la tesis 1 y la tesis 2
Esas tesis no eran otra cosa que las dos posiciones que articulaban la tensin dentro de la UP. Todos coinciden en que el quiebre el MAPU fue la antesala del quiebre de la UP y el fracaso del proyecto de la va chilena al socialismo. Muchos militantes del MAPU concuerdan que en el fondo tambin haba un debate no resuelto sobre el poder. Segn Carlos Montes, una de las
211
claves para entender la ruptura del MAPU, una de las claves, no la nica, es que hay un sector del MAPU que dice aqu lo que importa es mantenerse como un factor comprometido con la realidad, comprometido con la gente, con el sufrimiento humano, comprometido con el pueblo y otro grupo cuyos objetivos era bsicamente lograr y ocupar posiciones de poder. O sea, yo estoy convencido que la diferencia entre el MAPU y el MOC tiene mucho que ver con esto, o sea, un factor que inuye mucho en eso. Por lo tanto, en el MAPU haba una vertiente a la que le llamaban basista y otra a la que podra denominrsele superestructural, es decir, una vertiente ms del poder y otra ms de construccin social. El concepto de poder tiene que ver con la idea de equilibrio dentro de la sociedad, es decir, de una sociedad civil fuerte, o sea, pensando que el poder siempre va a tender a generar desigualdades, problemas, diferencias. Haba algunos que pensbamos que las estructuras de poder por s mismas iban a tender a ser abusadoras, por eso haba que buscar el equilibrio, pero no lo alcanzamos259 La conuencia de dos visiones sobre el poder, sumada a la tensin interna que viva la UP, gener un violento quiebre del MAPU, que Insulza calica como una conducta que no tiene ninguna explicacin plausible, aun cuando todava haya algunos que sigan dndolas. Lo nico que demuestra el golpe interno que dimos fue nuestro profundo desprecio por la democracia. El golpe del MAPU fue algo impropio, incluso dentro de la propia legalidad de la izquierda y eso asust a muchos. Sin embargo, puestos en esa coyuntura, nosotros no creamos en la idea de un poder popular generado desde la base, sino ms bien en la idea de que el poder se construa desde la direccin. Eso era lo que decamos. Cuando se iba a producir la ruptura, recuerdo que alguien me coment que bamos a quedar con poca gente abajo, con pocas bases y alguien me dijo: los partidos se construyen desde la direccin260. Segn Gazmuri, antes e inmediatamente despus de la elec212
cin de marzo de 1973, lo que se debata era si se mantena o no a Prats en el gabinete. Despus de las elecciones, y pasada la emergencia, las Fuerzas Armadas vuelven a sus funciones. Ah nosotros, con el Presidente, estamos por mantener a Prats en el gabinete. Hubo muchas conversaciones con Prats, yo las segu muy de cerca, unas veces a travs de Fernando Flores y otras veces directamente. Aqu hay una dimensin bastante desconocida. Prats plantea que la continuidad requiere de un acuerdo programtico que fundamente la permanencia de los militares. Se trabaja esa perspectiva. Se redacta incluso un documento programtico. El mayor problema para establecer un acuerdo poltico slido con el mando militar democrtico eran las divergencias en el interior de la Unidad Popular. Nos planteamos la necesidad de garantizar una direccin ms homognea, en plena sintona con el Presidente. Los obstculos en este sentido eran el PS y el MAPU. La idea era producir una denicin en el PS y en el MAPU, una denicin que pasaba por el cambio de las direcciones; en el fondo, por la sustitucin de Altamirano y scar Guillermo Garretn. Este asunto lo trabajamos mucho con los socialistas que estaban en esta lnea, sobre todo con Clodomiro Almeyda y Rolando Caldern, que representaban a un sector importante de la direccin del PS. Los socialistas pensaban en un pleno del comit central que cambiara al secretario general, crean que podan constituir una mayora para hacerlo. Nosotros, que habamos perdido el congreso en noviembre de 1972, no tenamos ms camino que la ruptura261. Ruptura que antecedi no solo al fracaso de la Unidad Popular, sino que tambin a la violencia que evidenci su abrupto nal. Tanto as, que Insulza cree que el golpe interno que genera la ruptura del MAPU asust a los dems partidos de la coalicin, quienes no estuvieron dispuestos a fragmentar de esta forma sus propias colectividades. Haba, al parecer, un aprecio mayor por la misma institucionalidad.
213
Finalmente, la divisin del MAPU termina con los objetivos iniciales de dicha colectividad. No logran la unidad de la izquierda y son barridos, despus del golpe de Estado, junto a los otros partidos de la UP, de manera que no alcanzaron a convertirse efectivamente en una tercera fuerza y menos lograron hegemonizar a los dems partidos. Meses despus del quiebre, el MAPU sufre su estocada mortal, aunque segn Garretn el MAPU ya haba dejado de existir cuando se dividi. El resto de su historia es una larga agona que dura como 10 aos ms262. La forma de hacer poltica, el estilo y su simbolizacin quedan expresados en el MAPU tanto en sus tensiones como en sus quiebres. Tres quiebres que delatan la fragilidad de la organizacin y el pragmatismo de los polticos que aspiraban a la construccin de la sociedad socialista. En estos militantes la frase que inmortaliz a Maquiavelo cobra una validez asombrosa.
214
Un perl militante distinto de los ex rebeldes de la JDC corresponde a quienes participaron del movimiento estudiantil en la universidad, lugar donde tuvieron sus primeras vinculaciones con la militancia poltica. Los entrevistados que situ en esta segunda voz de memoria estaban en los mrgenes del PDC. No militaban formalmente en l; sin embargo, eran identicados por otros sectores y entre ellos mismos como adherentes o simpatizantes de dicha colectividad, aunque quizs estos trminos no guarden la validez histrica ms adecuada para representar su relacin con la DC, ya que en la prctica se sentan casi como militantes, pese a no estar inscritos formalmente. La decisin de considerarlos distintos del grupo inicial no responde a una lgica electoral-legalista, sino ms bien a que detrs de su intencin de no militancia activa hay una percepcin de la poltica bastante distinta de la que tenan quienes s participaban en la colectividad. La decisin de la inscripcin no era menor, ya que maniesta el compromiso, el afecto y la identidad total de quien participa de un proyecto poltico colectivo. Estas memorias, por lo tanto, estaban incontaminadas de la vida orgnica partidaria, y su adherencia a la Democracia Cristiana era estrictamente valrica e ideolgica. En muchos casos provenan de un origen cristiano, con reconocimiento de cierta sensibilidad social y algunos rasgos de antioligarquismo, a pesar de ser en su mayora provenientes de sectores sociales altos que se sintieron atrados por el proyecto de Revolucin en Libertad de Frei y sus camaradas, proyecto con el que se sentan
215
ms cercanos culturalmente que con el que podan ofrecerles los otros partidos que se asociaban con el discurso revolucionario. Su primera militancia, por lo tanto, ser el MAPU, Es all donde la mayora de ellos comenzar a hacer su vida poltica orgnica e institucional. Sus recuerdos, entonces, estn marcados tanto por su origen, que les hizo entrar a la vida poltica de una forma determinada, como por la manera que tuvieron de hacer la poltica, imprimindole al MAPU un elemento particular de voluntarismo redentor, muy moralista, muy crtico del poder y donde la tensin entre poder estructural y poder de bases lleg a ser un conicto de tipo valrico, personal e identitario. Compartan sin embargo casi las mismas edades de quienes quebraron la DC, y por tanto coexistieron generacionalmente al conicto fundacional. Sus vinculaciones previas con la DC y el momento de la fundacin. Daniela Snchez recuerda que en los aos previos a la fundacin del MAPU no era militante de la DC, no estaba inscrita. Pero uno naca en una familia, no tena que bautizarse para serlo, y entonces era convocada a asambleas, a discusiones los sbados. Era una poltica que se haca al interior de las casas y de las familias, o sea, no es que uno fuera al partido, sino que el partido, sus sensibilidades, estaban dentro de las casas, de las familias263. Esas condiciones particulares, donde las redes sociales articulaban las relaciones polticas, la orgnica partidaria, la construccin de la institucin, no resultaban para nada algo indispensable o valioso. Finalmente, su adhesin a la DC estaba dada ms que por una rma en una cha validada por el Registro Electoral, por su propio origen y relaciones sociales. En ese contexto, proveniente de una familia fresta, ms que democratacristiana, es decir, una familia que se sinti atrada por la gura de Frei y
216
el proyecto que representaba, su vinculacin y el trabajo con los democratacristianos en la Universidad Catlica, le resultaba algo natural, lgico. El marco espacial donde este tipo de casos predominaba era, por cierto, la Universidad Catlica, lugar en que la DC representaba la opcin ms comprometida con los cambios sociales, pero que no implicaba ruptura absoluta con los orgenes de clase ni religiosos, valricos o identitarios. scar Mac Clure relata que si bien nunca llegu a militar en la JDC, estuve muy cerca acompaando el proceso de ruptura junto con el grupo rebelde. Posteriormente ingres al MAPU como un proceso natural. Natural porque mi familia era ms bien fresta, y bueno, yo lo siento como una historia relacionada con las funciones de mi familia, y tiene que ver tambin con mi formacin en la universidad y el ambiente que se viva, donde la idea de revolucin versus reforma era un punto muy central y el ambiente del cual formaba parte haba optado por una postura ms bien revolucionaria. Yo estudiaba Sociologa en la Catlica, y mi grupo ms cercano estaba plenamente en esa posicin264 La Democracia Cristiana oreci por tanto muy rpidamente en la UC, siendo un partido atractivo para jvenes profesionales que compartan los valores de la igualdad social, el antioligarquismo y la idea de una sociedad ms justa. Su vinculacin ms social con la JDC hizo que quienes se acercaron a la colectividad les costara muy poco decidir entrar al MAPU cuando este se hubo formado. Un caso distinto es lo que ocurra en la U. de Chile, donde existan de manera muy potente los otros grupos de la izquierda tradicional y el MIR, as como todo el espectro de la derecha. Aqu trabajar con la DC era estar en el centro, bastante distinta de la radicalizacin que adquiri en la UC la colectividad de la echa roja. Segn Juan Milos, por ejemplo, en la Escuela de Derecho se daban todas la corrientes. Haba muchas opciones, ahora yo
217
creo que lo que le daba cierto auge, cierto atractivo, aunque despus el MAPU trat de renegar, era el cierto aire de intelectualidad. A m no se me hubiera ocurrido entrar a un partido de puros obreros o empleados, porque no me senta representado por ellos. Adems de que era, volvemos como a la cosa idealista, de origen cristiano, por lo menos en m y en mucha gente de mi generacin eso fue un atractivo. No por el hecho de ser cristianos o querer hacer el cristianismo a travs de la poltica, sino que por la patente, la patente del idealismo, de tener objetivos ms sanos, ms no s, cosas que no se vean en otros partidos de la izquierda265. La diferencia en las universidades tambin gener diversidad de militantes y razones de participacin en la colectividad. Sin embargo, la UC fue el lugar donde el MAPU tuvo el mayor impacto social y poltico de entre todas las universidades. La radicalizacin social de la poca, el contexto de Reforma Universitaria y su profunda crtica de la izquierda tradicional y de la derecha gremialista llev a estos militantes a estar muy cerca de las posturas de los rebeldes. A ellos los convocaba Rodrigo Ambrosio y su propuesta de cambio, cambio que en la prctica no signicaba romper radicalmente con nada, porque no eran militantes propiamente tales. El calicativo con que scar Mac Clure recuerda su entrada al MAPU demuestra que para este tipo de militantes el ingreso a la nueva colectividad era un proceso natural. Como su militancia en la Democracia Cristiana no era activa, sus recuerdos de la crisis interna no tienen el nivel de relevancia que tuvieron para los actores que generaron el quiebre interno dentro del partido. Eso posibilita que sus recuerdos del momento fundacional del MAPU estn ms asociados a la poca que a una cuestin propiamente partidaria. Juan Milos enfatiza que el origen del MAPU tiene mucho que ver con el perodo que se estaba viviendo. Es un perodo de desencantamiento de lo que pasaba con la DC. No nos olvidemos que la DC estaba en el gobierno y haba sufrido un fuerte
218
proceso de desgaste y un cierto desencantamiento de la gente que esperaba que este fuera un gobierno ms nacionalista y ms revolucionario. Se hablaba de la Revolucin en Libertad, y de alguna manera tambin hay una similitud en la historia posterior. Y ese era el cuadro y la perspectiva de que efectivamente hubiera un gobierno ms socialista, y lo que yo siento, era como un cierto sector que ofreca una esperanza para los jvenes, que las cosas pudieran ser distintas y por eso se produce este quiebre en la DC266 Para estos militantes el MAPU representa el espritu de una poca, la potencia juvenil, la idea del cambio revolucionario y la moral cristiana, los sueos de la construccin de una sociedad ms justa, cuyos actores principales seran precisamente ellos. Una poca donde los jvenes parecan sentirse convocados a la construccin del pas, una poca donde se sentan actores predominantes e indispensables. El quiebre de la DC fue una ancdota. Pese a que la DC los identicaba, no se sentan totalmente cmodos all. El MAPU sera para ellos la creacin poltica que representaba ms potentemente sus sueos, sus aspiraciones e ideales. Solo all, en una colectividad de jvenes, con un origen social comn, compartiendo los elementos de una cultura cristiana que los haca verse como hermanos, podran sentirse protagonistas, y por eso entraron a formar parte del partido de Ambrosio. El atractivo del MAPU El dos de septiembre del ao 1969 aparece una publicacin denominada Ideologa y Poltica, donde el MAPU da a conocer cules son los objetivos que lo convocan como colectivo. Dicho documento fue realizado por la Direccin Nacional de dicho movimiento, en el cual expone sus puntos de vista frente a la
219
situacin poltica, y plantea la necesidad de la Unidad Popular como una herramienta para hacer la revolucin, ms que como una mera frmula electoral.267 En dicho documento se enfatiza que El MAPU no ha nacido en funcin de la eleccin presidencial de 1970. Sus objetivos van ms all. Ellos son constituir un movimiento que junto a los otros sectores del pueblo aporte creadoramente en el proceso de la Revolucin Chilena para eliminar el poder capitalista y construir una sociedad socialista268. La aclaracin previa resultaba fundamental para convocar nuevos integrantes al MAPU, ya que efectivamente la prensa de la poca enfatiz, como demostramos anteriormente, que dicha colectividad estaba claramente enmarcada en la coyuntura electoral. Sin embargo, ms adelante el mismo documento resalta que las elecciones son un elemento fundamental para garantizar el triunfo de la izquierda e iniciar el camino de la construccin socialista. Desde nuestro punto de vista, las elecciones del 70 representan un desafo a la izquierda chilena. No se trata ahora de discutir si se participa en el proceso electoral o no. El problema consiste en utilizar revolucionariamente el proceso electoral de manera de elevar el nivel de conciencia de las masas acerca de sus verdaderos intereses, de aumentar el volumen y la fuerza de sus luchas vinculndolas al problema del poder y de fortalecer signicativamente su organizacin. Una campaa electoral realizada en estos trminos, permite a nuestro juicio vencer en la eleccin y estar en condiciones de mantener el poder y comenzar a construir el socialismo269. El prrafo anterior destaca la necesidad que tiene el MAPU de plantearse como un movimiento de ms largo plazo, aun cuando no est denida su forma, que cumpla el rol de vanguardia esclarecida del pueblo chileno. Segn el documento, ellos nacen para ayudar a constituir la unidad, para hacer una campaa distinta, para ganar la eleccin e iniciar el camino revolucionario. Se de220
tectan nuevamente aqu las tensiones intrnsecas entre partido y movimiento, as como la tensin ms profunda entre poder del Estado y poder de las masas. Tensiones que nunca se resolvieron completamente y que coexistieron durante toda su existencia como partido.
Sin embargo, para quienes decidieron entrar al MAPU estas tensiones no eran tan visibles. El nuevo conglomerado permita convocar a una amplia gama de personas con expectativas y sueos distintos. Sin embargo, a pesar de esa diversidad de convocatoria, que est precisamente en la idea movimientista, el MAPU posea otro atractivo muy potente: su vocacin de poder, que se haca visible en sus ansias de ser vanguardia crtica. El MAPU planteaba que las fuerzas de izquierda aparecen todava frente a la actual coyuntura como una alternativa poltica poco dinmica, sin capacidad de expresar polticamente todo el potencial revolucionario que existe hoy en el pas, sin
221
ofrecer una alternativa clara, ecaz, que interprete y movilice a los trabajadores y a la juventud270. Los fundadores de este nuevo movimiento se presentaban a s mismos como la fuerza crtica, la avanzada esclarecida que podra ayudar a iluminar a la izquierda para salir de su estancamiento. Esta imagen fue muy potente para los jvenes que ingresaron al MAPU y que provenan de un origen cercano a la DC. Segn scar Mac Clure El factor tensionador por excelencia en el discurso de Ambrosio, ya en los tiempos de la JDC rebelde, era la idea de que se requera una vanguardia revolucionaria. Ese llamado era el que desencadenaba todas las energas. La revisin de la historia del movimiento popular y de la izquierda chilena en el siglo XX era analizada, valorada y respetada, pero denitivamente, se observaba que ni el PS ni en el PC, ni en la CUT, estaba la vanguardia iluminada capaz de hacer los cambios que se requeran, Unos no reconocan la importancia de las capas populares distintas al proletariado, como los pobladores y los campesinos, y carecan de una comprensin actualizada y multifactica del fenmeno de la dependencia. Otros no buscaban cambios de fondo y carecan de la estructura organizacional necesaria para conducirlos. Desde mi sensacin visceral, el descontento era transgeneracional respecto de las lites dominantes, y se requera hacer algo decisivo, rpido y ecaz. Para eso se necesitaba un grupo ms organizado, esclarecido, inuyente, audaz. No se trataba de fundar un movimiento o un partido ms271 Este descontento y crtica con el estado de situacin es recordado principalmente como una construccin de los jvenes fundadores. Ninguno de los entrevistados tiene recuerdos de que ste haya sido un proyecto de los rebeldes de la DC. Las caras pblicas del MAPU, las que aparecan en la prensa, no eran los portadores de este proyecto, ellos no eran vistos como la vanguardia, ese era un proyecto de Ambrosio, el lder indiscutido para la generacin ms joven. Ambrosio representaba el nuevo poltico, y era l y no Gumucio ni Chonchol el principal atracti222
vo del MAPU para las voces que articulan estas memorias. Segn Mac Clure responder el llamado de Ambrosio y estar en el MAPU era superar las falencias de las organizaciones izquierdistas existentes y ser parte de la vanguardia en proceso de construirse. Parte de la fuerza que diriga la transformacin del pas en una sociedad ms justa. Quiz haba mucho de ego en esto, pero lo que a m y en otros desencadenaba torrentes de energa era vivido ms bien como el aoramiento de un sper ego. Es decir, como un deber ser enorme y trascendente272. El aoramiento del sper ego, esa idea del deber ser, no se encontrara solo en la idea naciente de la militancia, sino tambin en la forma que la entendieron y practicaron. El compromiso moral, tico, social, poltico e ideolgico hizo que la militancia fuera de un compromiso del 100%, de una dedicacin exclusiva que los haca postergarse, y a travs de ello, pagar las culpas cristianas de provenir de otro mundo social del que queran formar parte, por venir de una clase distinta del proletariado incontaminado, de ese sujeto popular al que queran redimir, pero que saban distinto de ellos. Para el mismo scar Mac Clure la otra cara de la medalla era el para qu esa vanguardia. Se orientaba hacia un marco referencial terico-conceptual ms que al juego poltico coyuntural. Este marco referencial integraba en un solo cuerpo de pensamiento a un conjunto de enfoques (a diferencia de la doctrina del PC y del PC-URSS descalicada por monoltica), nuevas interpretaciones de la realidad y propuestas de cambio (a diferencia de las visiones del PS criticadas por aejas), a travs de un proceso constante de construccin de este marco, buscando racionalizar la creencia en una nueva sociedad, el cambio social, el desarrollo, en denitiva, el progreso. Este referencial reejaba el escenario intelectual y las nuevas ideas de esa poca a nivel internacional. Ejerca un peso dominante por sobre otros factores y procesos, racionalizando el deber ser de quienes aspirbamos a fundar esta vanguardia273.
223
La diversidad de enfoques posibilitara tambin la diversidad de prcticas polticas, y tambin de formas de entender la poltica y el poder que haran eclosin en el quiebre de la colectividad en 1973. Pero lo que termin siendo una debilidad era considerado en sus orgenes como un atractivo. La imagen de un partido donde exista la posibilidad de la discusin, de un partido que no reconoca vaticanos ideolgicos, donde se valoraba la capacidad de crtica, abri las puertas para que muchos jvenes de raz cultural cristiana se integraran a esta nueva cruzada. Y digo cruzada porque ese era el espritu de la poca en los militantes del perodo fundacional. Ellos sentan que su vida se les iba en la construccin del nuevo partido. Es por eso que el recuerdo de la militancia durante esos aos es reconstruido a partir de los valores de la entrega absoluta, de la lealtad y el compromiso mximo, que haca que muchos de ellos se negaran a s mismos, a sus familias, a sus orgenes, a su realidad pasada. Para Daniela Snchez, la juventud del MAPU le aada a la idea de la culpa y el compromiso cristiano el idealismo vanguardista que hizo que esta colectividad se convirtiera en el referente fundamental de sus vidas. Segn ella, yo entr como a una especie de convento, donde salamos a rayar, donde nos dedicbamos todo el da a funcionar para el partido, salir en citroneta para ac o para all. Yo creo que era como un noviciado de un convento y eso puso en peligro mi matrimonio, que tambin era con un MAPU. Pero tena razn, o sea, entro con una minora de edad y con cero visin de lo que es la instrumentalidad de la poltica, lo que es un partido poltico. Uno entraba aqu y listo, el resto era la vida completa274. Recuerdos similares comparten Juan Milos y Mara de la Luz Silva. El primero de ellos recuerda una militancia muy estricta, yo te dira que tena mucho de de en primer lugar era medio leninista, estbamos bien estructurados, rega el principio del centralismo democrtico, en n, tenamos clases de educacin poltica, era una militancia bastante activa, se haca mucha vida
224
partidaria. Yo dira que esto fue particular en el MAPU, porque agarr mucha gente joven, mucho idealismo, tambin nos toc una cosa distinta al organizar todo esto, es decir, el partido era el partido y se respetaba. Yo recuerdo, el ao 73 yo me cas y cuando part de luna de miel haba una reunin y yo pas con mi seora a saludarlos y explicarles que me iba a ausentar. Entonces haba mucho de eso, mucho de compromiso275. Muchos militantes expresan que quizs esto tambin pasaba en otros partidos como el PC, por ejemplo, pero al mismo tiempo expresan que la diferencia con el MAPU estaba precisamente en la potencia que tena la creencia de estar efectivamente haciendo el partido. No cargaban con el peso ni de historias ni tradiciones; cada uno de ellos tuvo la oportunidad de sentirse protagonista de esta historia y eso result ser un elemento muy unicador de la generacin que particip del perodo fundacional. La vida familiar y poltica se encontraba intrnsecamente vinculada. El partido era la casa y el hogar. No haba desvinculacin de espacios y por ello que las redes sociales que se articularon en el MAPU fueron tan poderosas. Quienes tuvieron conictos con esta vinculacin debieron romper con una o con otra, como fue el caso de Mara de la Luz Silva, quien para los aos fundacionales era esposa de Belisario Velasco, militante DC que no estuvo de acuerdo con la fundacin del MAPU y era frreo opositor a la UP una vez que Allende haba llegado al gobierno. La vida de Mara de la Luz se volvi demasiado complicada. Mientras por un lado estaba casada y con cuatro hijos, el partido al que haba decidido ingresar le exiga un compromiso total. Su opcin era romper con dos mundos que se volvan hacia 1972 totalmente incompatibles. Ella opt por la separacin matrimonial, el partido result ser ms importante. Ella recuerda que me separ el 72, en mayo,, poco despus de un gran problema que fue la discusin previa al Congreso, donde se dio la orden de concentrase en el partido. Haba que ir a unas reuniones, y en ellas se comenz a trabajar adems la idea de prepararse ante un
225
posible enfrentamiento armado. Entonces haba como alertas y en esa poca hubo una primera alerta y yo me tuve que dirigir al lugar correspondiente. Entonces llegu ms tarde a mi casa y cuando iba de vuelta para la casa me chocaron los tiras y termin llegando como a los dos de la maana. Y claro, no me creyeron que vena de la reunin poltica y era verdad, porque en eso estbamos y ms encima con el auto chocado. Entonces tuvimos una discusin muy fuerte, en un ambiente que ya estaba muy conictivo porque en ese tiempo el marido mo estaba a cargo de la radio Balmaceda y l estaba en contra de Toh y del gobierno y nos habamos pasado el verano entero peleando. Entonces despus de este episodio, como l no se fue de la casa, me fui yo276. Al compromiso total y a la dedicacin exclusiva que deban practicar los militantes se le agregaba adems la necesidad de vincularse con las bases o los frentes sociales. El MAPU tena la idea de que era imprescindible que cualquier militante realizara su actividad poltica en algn lugar donde efectivamente se mezclara, compartiera con el mundo popular. Eso generaba por lo tanto una idea de negacin del origen social, de una militancia donde se pagaban las culpas del origen de clase, pero que a su vez ayudaba a generar la imagen del sacricio, elemento que muchos pobladores y trabajadores valoraban de estos jvenes idealistas, segn la memoria de los ex militantes. La militancia en la universidad, a pesar de que era desde ese mundo donde se haban vinculado al MAPU, se convirti en un espacio inexistente al momento de la vida partidaria. La mayora de ellos no iba a clases y todos buscaron insertarse en el mbito poblacional o sindical. Incluso algunos de ellos decidieron ir a vivir en comunidades en lugares populares, para hacer caso del discurso de Ambrosio del deber de proletarizarse, cuestin que fue entendida no solo como la necesidad de nutrirse de la herramienta que constitua el marxismo, sino que tambin de vivir como y con los proletarios reales. De esta forma, otro atractivo
226
importante del MAPU fue este intento de vincular permanentemente lo social y lo poltico. Otro elemento atractivo que mostraba el MAPU como parte de su cultura poltica est asociado a la importancia que tena dentro de la militancia la educacin poltica y la discusin crtica. De manera que junto con la militancia ms pasional estaba el elemento racional siempre presente. Dicho elemento no solo estaba en las clases de educacin poltica, sino tambin en la forma pragmtica de diseo de estrategias y objetivos polticos que deban alcanzar como meta. Las cartas organizacionales, las estructuras y los objetivos estaban pre jados y sometidos a constante evaluacin, cuestin que produca una mezcla muy atractiva y le daba al MAPU un carcter de partido abierto, tolerante y de corte muy intelectual, que lo haca atractivo para los jvenes universitarios. Es decir, apareca como una interesante combinacin entre compromiso social revolucionario, idealismo y pragmatismo poltico, donde lo intelectual le daba el principal sustento identitario. Segn Virginia Rodrguez, en el MAPU todos debamos ser pensantes y actuantes. ramos un grupo bastante idealista, en el buen sentido de la palabra, es decir, en el sentido de que haba un compromiso que te pona al servicio de los otros y no al de tus intereses, por legtimos que fueran. El hecho de ser militante del MAPU tena un conjunto de exigencias, o sea, por supuesto t tenas que tener un grupo, se llamaba GAP (grupo de accin poltica), y tenas que analizar la realidad del espacio donde t trabajabas. Nosotros tenamos la Escuela de Trabajo Social de la Catlica y tenas que ver como ese grupo haca acciones, no solo con las personas que all estaban, sino con los otros miembros de la sociedad. Por eso haba que salir a hacer propaganda, salir a rayar y etc. Pero no haba una denicin entre el que pensaba y el que haca las tareas en la calle. Aqu todos deban tener esa capacidad277. La idea del intelectual y el poltico se combinaron muy bien
227
en el MAPU, de manera que la discusin en el partido era parte fundamental de la vida interna. Discusin, crtica y autocrtica permanente generaron, sin embargo, un partido que estuvo mucho ms preocupado de mirarse a s mismo que a los dems conglomerados polticos con los que compartieron los espacios de poder en la UP. As, a pesar de haber sido en sus orgenes una colectividad que pretenda ser el puente de la izquierda chilena, el MAPU en sus aos fundacionales trat simplemente de construirse y mirarse a s mismo. Construy una identidad basada en la crtica a los otros y en la autocrtica, pero que en la prctica poltica pec de intransigente y ensimismado. A la hora de hacer alianzas, de volcarse a las bases y de hegemonizar a la izquierda, cuestin que muchos militantes crean, no haba coherencia entre objetivosdiscurso y prctica. A los militantes del MAPU solo les importaban ellos mismos y los sectores populares a quienes queran no solo representar, sino tambin emancipar. Las tensiones internas y el quiebre de la colectividad De la conducta destacada anteriormente se van congurando dos MAPU, que a la luz de las memorias que hasta aqu hemos utilizado van articulando una poderosa tensin que har eclosin en marzo de 1973. La tensin entre poder de masas y poder del Estado. Mientras para la mayora de los militantes provenientes de la JDC el poder se entenda desde el Estado principalmente, para los militantes que antes del MAPU no haban participado de otro conglomerado poltico el poder era bsicamente popular. El miedo a la institucionalizacin y a la burocratizacin gener un tipo de militancia que crea cada vez menos en el partido como instrumento y ms en el partido como red. En otras palabras, el MAPU era el marco donde se desenvuelven las ac228
ciones, el espacio de reunin formal con otros que piensan de igual forma y comparten sueos e ideales, el espacio donde se agrupa la vanguardia. Sin embargo, el partido en la forma clsica, con una estructura, con una dirigencia, con una burocracia, ser profundamente despreciado, a pesar de la obediencia con la que actuaban. La convivencia de dos espacios que comenzarn a distanciarse cada vez ms y que era permitido por el tipo de estructura organizacional que tena el MAPU no se volver visible a estos militantes, sino hasta el quiebre de la colectividad. Cada GAP replicaba el aparato central del partido, y por lo tanto el GAP, es decir, el grupo ms pequeo de accin, era en suma el partido. All, en cada GAP se discuta, se tomaban las decisiones, se haca poltica, desentendindose del lugar central donde se articulaban las discusiones. Es por eso que para muchos MAPU la tensin interna que explota con el quiebre les haba pasado inadvertida. Lo que recuerdan del quiebre del MAPU estos militantes est asociado precisamente a la idea de que sta fue una pugna entre los sectores que estaban ms asociados a la direccin de la colectividad. Le suman adems a este factor la idea de un intervencionismo por parte de los partidos cercanos a la posicin de Allende, sobre todo del PC y del sector del PS liderado por Almeyda. Suponen que lo que estaba en juego al momento de producirse el golpe era la necesidad de decidir cunto ms poder se estaba dispuesto a entregar al pueblo para que este iniciara la construccin real del socialismo y terminara con el Estado burgus y su sistema democrtico representativo, y cunto poder estaba dispuesto a perder el Estado en esa disyuntiva. En otras palabras, cul era el lado del cuchillo, que en la teora de los dos los que haba esgrimido Ambrosio sera el ms alado, cul el que generara la herida ms profunda al sistema capitalista. Para Daniela Snchez la pugna estaba entroncada entre quienes tenan un concepto ms instrumental de la poltica y para quienes la poltica constitua la negacin del ser, de la entrega
229
total. El quiebre, por lo tanto, si bien anticipaba un conicto poltico mayor, daba cuenta adems de que haba dos formas de entender el poder y que hacia el ao 73 ya no podan convivir. La radicalidad de una convivencia que pona al servicio del partido la persona y todo su ser necesariamente terminara generando una ruptura. Porque para este tipo de militantes, esto no era una simple cuestin de grupos al interior de la colectividad, era la vida entera. La poltica, entonces, si bien era praxis, era por sobre todo sentimental, pasional, de all que para Daniela el MAPU fuera un convento y no un partido. Los recuerdos del quiebre para este tipo de militantes estn asociados a mucho dolor personal, a la idea de que se terminaba una utopa, de que se acababa la idea de que desde la poltica y el poder se podan construir y alcanzar esos sueos. De los entrevistados asociados a esta memoria ninguno milita activamente en ningn partido. Su desencanto, por lo tanto, los volvi a su origen inicial, a volver a comportarse como simpatizantes, adherentes, volver a los mrgenes de la poltica de los que provenan.
230
En ese tiempo, el MAPU era pura gente joven, representaba una opinin intelectual nueva, era como una onda que estaba recin naciendo y que tena esa gracia, esa magia de atreverse a pensar cosas de manera distinta. (Guillermo Ossandn)
La tercera voz de memoria sobre el perodo fundacional est compuesta por aquellos militantes del MAPU que se sintieron atrados por la idea de un partido renovador de la izquierda tradicional, con potencial revolucionario y que intentaba combinar lo poltico con lo social con aparente ecacia. La mayora de ellos son personas que entraron como primera militancia al MAPU o bien rompieron con militancias anteriores. Su ingreso a la nueva colectividad est enmarcado en los aos setenta, cuando ya el MAPU, en manos de Ambrosio, se haba abocado a la construccin de un partido de cuadros, marxista y revolucionario. Lo anterior resulta importante porque si bien la mayora de los que constituyen esta voz tenan un origen familiar cristiano, o bien haban estudiado en colegios de Iglesia, se encontraban vivenciando, al momento de su ingreso, o inmediatamente previo a ello, una ruptura con el cristianismo como religin y, por ende, un cuestionamiento profundo hacia la fe. Es por ello que en este grupo la necesidad de negar la identidad cristiana constitua un elemento identitario fundamental y, por ello, constituyeron el principal grupo de apoyo para la denicin de un marxismo ms ortodoxo que borrara cualquier vnculo con su pasado cristiano. La mayora de estos militantes provenan de sectores medios y altos de la sociedad y mantienen como constante su gran aprecio por lo intelectual y lo acadmico. La potencialidad de la cr231
tica a la izquierda ms clsica y un compromiso social y poltico a toda prueba fue otro de los elementos que los caracteriz como generacin al interior de la colectividad. Cabe destacar, adems, que muchos de quienes articulan esta tercera voz de memoria hicieron una opcin bastante racional de ingreso al MAPU. La izquierda tradicional les pareca anquilosada, rgida y poco asertiva al momento de dar cuenta de los requerimientos analticos y nuevos instrumentos de accin poltica para construir el socialismo. Es por ello que buscaron otros referentes para ingresar a la poltica y optaron por el MAPU, habiendo hecho una comparacin previamente con un movimiento que tambin los atraa, pero del cual estaban ms lejos tanto por origen territorial como socio-ideolgico: el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. El MIR fue para muchos de ellos una opcin; sin embargo, les signicaba una ruptura mucho mayor con su pasado social cristiano y una no confesada vocacin (en esos aos) de combinar lo social y lo poltico. El MIR les ofreca ms accin, ms radicalidad en el camino hacia el socialismo, cuestin que los seduca. Sin embargo, el MAPU los vinculaba, muy a su pesar, con su pasado cristiano; por lo tanto, signicaba reconocerse en los otros militantes, as como con un matiz identitario donde lo poltico, entendido como poder y negociacin, alianzas y competencia electoral, tambin los seduca. Su opcin por entrar al MAPU habla mucho de cmo se vean ellos mismos y a los otros. Su aporte, entonces, a la cultura poltica de esta colectividad es fundamental, por cuanto podra decirse que estos nuevos jvenes eran la apuesta de Ambrosio. Ellos son, por lo tanto, el perl ms clsico de lo que quiso ser el MAPU, con todas sus contradicciones y logros. Tenemos en estas voces de memoria personajes tan dismiles como Eugenio Tironi, quien actualmente dirige una de las consultoras ms inuyentes en el tema de la comunicacin estratgica y el lobby poltico, hasta Guillermo Ossandn, lder del movimiento re232
volucionario Lautaro, cuyas acciones, calicadas de terroristas en los aos inmediatamente previos al retorno formal de la democracia y durante los primeros aos del gobierno de Patricio Aylwin, le valieron varias condenas a perpetuidad en la Crcel de Alta Seguridad. Hoy da se encuentra libre despus de haber estado ms de diez aos en la crcel. Recuerdos de la coyuntura fundacional El recuerdo de la coyuntura fundacional del MAPU es bastante difuso en esta memoria. El conicto interno de la Democracia Cristiana aparece de soslayo, y aunque no se desconoce, parece algo bastante ajeno al movimiento mismo que se origina con el quiebre. El conicto que dio origen al MAPU est bsicamente vinculado a las transformaciones histricas que se vivan en esos aos, enfatizando bsicamente aquellos cambios profundos vinculados al mundo cristiano y particularmente catlico que durante los aos sesenta cambiara la faz de la Iglesia catlica latinoamericana. Estas transformaciones internas en el campo de la Iglesia son recordadas porque la mayora de quienes articulan esta tercera voz de memoria tenan algn vnculo con la Iglesia catlica. Por ejemplo, tanto Eugenio Tironi como Fernando Ossandn provenan del Colegio Saint George y haban participado de comunidades catlicas de bases en el movimiento de insercin social que encabezaba el conocido cura Wheelan. Otros provenan del colegio jesuita San Ignacio, como Pablo Saball, Guillermo Ossandn y Pedro Milos. En el caso de Mario Alburquerque, Luis Sierra y Hermann Mondaca, si bien provenan de colegios pblicos y laicos, sus familias tenan un grado de cercana con el proyecto democratacristiano y se sentan, por lo tanto, parte de la familia catlica. Los nicos casos que escapan a esta clasicacin son los de Ernesto Galaz, quien provena del Partido
233
Comunista Revolucionario, y Francisco Gonzlez del Ro, del Partido Liberal. Estos ltimos representan la convocatoria del MAPU hacia otros militantes polticos activos, que se sintieron motivados a entrar a este movimiento, atrados por su perl de vanguardia de izquierda crtica, moderna, libre y amplia. De all que para estos ex militantes del MAPU el recuerdo del perodo fundacional sea ms ajeno an a sus vidas y reconozcan en la nueva colectividad la idea de una necesidad de renovacin en la poltica, sus prcticas y discursos. Es as como los recuerdos del perodo fundacional no ahondan en detalles sobre el quiebre interno de la DC, que les parece solo una ancdota, y sus relatos tienden a profundizar ms el atractivo del MAPU que la coyuntura que lo origin. Para Luis Sierra, por ejemplo, la fundacin de la nueva colectividad est enmarcada en la idea de crisis que vivenciaba el gobierno de Frei Montalva. As expresa que tengo la sensacin de que el gobierno de Frei viva en medio de conictos sociales gigantescos, cuestin que se expresa al interior del partido con el conicto entre chascones278 dirigidos por Gumucio en el partido y Ambrosio en la juventud. Bueno, ese es el marco del que hoy uno tiene recuerdos. Ms bien como una cosa cristiana de izquierda al principio. Eso es todo lo que recuerdo, porque yo solo tena 13 aos para el momento puntual de la fundacin del MAPU en el ao 69279. La idea de que la nueva colectividad representaba al principio (consideracin temporal que no es menor) un conicto interno del mundo cristiano, aparece en todos los relatos de las personas que entrevist. Por ejemplo, para Guillermo Ossandn la fundacin del MAPU est en el marco del cambio profundo que vivenciaba la Iglesia catlica en Amrica Latina a raz de la difusin de la Teologa de la liberacin y de lo que signic la Conferencia de Medelln. Sus recuerdos, por lo tanto, estn asociados a cmo esta transformacin en el seno de la Iglesia
234
catlica tuvo expresiones renovadoras en los colegios de dicha institucin, que terminaron por acercar a los alumnos a una conciencia social mayor, que se entenda adems no solo como conocimiento de la realidad de desigualdad social, sino que tambin como compromiso activo por el cambio social hacia una construccin poltica ms igualitaria y ms justa. Guillermo Ossandn seala que de la fundacin exacta no me acuerdo, yo estaba estudiando. Pero, bueno, el MAPU se funda en el 69 y yo entr a principios del 70. No me acuerdo bien, no tengo recuerdos muy claros de la fundacin, pero s de unos meses despus, como siete meses, que es el tiempo que transcurre antes de que yo entre. Por eso, en estricto rigor, soy casi fundador. Bueno, yo estaba en el colegio, en el ltimo ao, yo entr en abril del 70 al MAPU, ao de elecciones, ad portas del gobierno popular. Yo estaba en el San Ignacio, colegio jesuita, curas que representaban la avanzada del pensamiento en ese tiempo, la onda era Medelln. S, fundamentalmente Medelln, inicio de un cambio de lo que era la Iglesia catlica, y los jesuitas eran la avanzada de eso. Estaba en el colegio, cuando nos empezamos a vincular con gente del MAPU, con la gente de la Catlica que haca un programa de televisin llamado Juventud Mayora280, y en ese ambiente de radicalidad empezamos a violentar la cultura interna del colegio. Empezamos a pegar carteles en la noche, de forma clandestina, con frases hirientes tanto para los curas, como para el colegio y los paps. Entonces las frases que raybamos decan Si Jesucristo viniera a la tierra sera jesuita?, o del tipo Oye, alumno, escucha, tu pap es un ladrn. Bueno, ese tipo de frases, y pasaron como cuatro meses antes de que nos pillaran y nos echaran del colegio281. Para Fernando Ossandn, por ejemplo, su ingreso al MAPU estando en la Universidad Catlica, responda tambin a una continuidad con su formacin cristiana vinculada con el mundo popular y el trabajo en las comunidades cristianas de bases, que haba realizado en el Colegio Saint George con el cura Wheelan.
235
Segn Fernando Ossandn282, la poltica se entenda solo si se lograba vincular con lo social, por lo que el MAPU le result atractivo. Sin embargo, el recuerdo del conicto interno de la DC es algo absolutamente anecdtico. Es interesante resaltar que en las memorias que articulan esta tercera voz, la coyuntura electoral no sea mencionada. Para ellos el MAPU responde mucho ms a una necesidad histrica que a una cuestin meramente electoral. Sus recuerdos, por tanto, dan cuenta del eco de los discursos identitarios que construyeron los ex JDC, con Ambrosio a la cabeza. Por ello que el conicto interno de la DC no representa un referente en trminos culturales. Las transformaciones ms estructurales a nivel del mundo cristiano y de la izquierda en su conjunto son las explicaciones del origen de la nueva colectividad. Lo ltimo me parece destacable por cuanto el MAPU est asociado a la izquierda, a una transformacin y crtica a la izquierda, ms que a un proceso de radicalizacin del centro poltico. Es decir, muy pocos hacen la vinculacin con el proceso de cambio que gener dentro de la Democracia Cristiana, partido que originariamente se planteara como alternativa al socialismo y al capitalismo, la incubacin de un pensamiento marxista y de izquierda revolucionaria. Esta asociacin est ausente y el MAPU, por lo tanto, pertenece para estas memorias a la cultura de la izquierda chilena. Lo atractivo del MAPU Aunque la mayora recuerda como elemento que ayuda a explicar el origen del MAPU la transformacin que se viva al interior de la Iglesia catlica, ninguno de los entrevistados recuerda que la vinculacin con el cristianismo y la izquierda haya sido lo fundamental para decidir el ingreso a la nueva colectividad. Lo anterior es lo que nos permite explicar por qu estn au236
sentes de sus memorias personajes que fueron la cara pblica del MAPU en sus primeros meses de vida. Ni Gumucio, ni Chonchol, ni Silva Solar ni Jerez eran referentes polticos para ellos. Su proyecto de un cristianismo radicalizado desde la poltica no constitua el principal atractivo del MAPU. Lo que estos ex militantes recuerdan mayoritariamente es la idea de que el MAPU representaba una nueva izquierda, ms renovada, ms libre, ms joven y, por lo tanto, ms atractiva para los grupos sociales que haban hecho su aparicin en la escena pblica en los aos 60. El elemento cristiano, sin embargo, constitua la matriz que los habra vinculado socialmente al MAPU. En otras palabras, en la nueva colectividad estaban sus mismos vnculos sociales, sus amigos, sus redes, su propio reconocimiento de pertenencia. Guillermo Ossandn recuerda que el principal atractivo del MAPU era la combinacin entre la juventud renovadora y el discurso revolucionario. Haba una gran frontera, haba una izquierda, una izquierda en serio, no como la de hoy da. Haba una izquierda y una derecha. Haba dos proyectos tambin, uno popular y el otro capitalista. Dentro de la izquierda haba varias opciones. Estaba el PC, que tradicionalmente apareca para la gente que no tena vinculacin con la cultura del PC como algo ms lento, ms enredado o ms complicado, a pesar de que el PC era el partido ms grande. Y, por otro lado, estaban las variedades de atajos: atajo socialista, atajo mirista y el MAPU, que era un atajo entretenido. En ese tiempo, el MAPU era pura gente joven, representaba una opinin intelectual nueva, era como una onda que estaba recin naciendo y que tena esa gracia, esa magia de atreverse a pensar cosas de manera distinta. El MAPU era de un marxismo distinto, formado en mayo del 68 en Pars, era otro cuento, no era el marxismo de la Unin Sovitica, y adems tena la vol (sic) de las cosas ms rpidas, pero no tanto como el MIR, que en ese tiempo ya actuaba, o sea, ya haba asaltado bancos; era como una cosa ms clandestina, aunque nadie los
237
buscaba, pero era como el sabor de otro cuento. Entonces, el MAPU tambin llegaba a esa frontera. Deslindaba con todas las fronteras, pero manteniendo una especicidad que te abra nuevos mundos, quiz esa haya sido la gracia del MAPU hasta que se quebr283. El marxismo, tal como lo recuerda Ossandn, ya era un referente identitario en los inicios del ao 70. Sin embargo, la imagen era precisamente la de un marxismo renovado, distinto del marxismo ortodoxo que en esos aos se le atribua a la URSS y que en Chile tena su mejor expresin, para estas memorias, en la cultura poltica que articulaba el Partido Comunista. Por lo tanto, la idea de que el MAPU tena la misin de renovar la izquierda chilena y cambiar las matrices analticas rgidas, de manera de poseer mayores y mejores instrumentos para poder nominar y cambiar la sociedad, era algo que lo volva muy atrayente. As por lo menos lo planteaba Ambrosio en el escrito denominado Elementos para una autocrtica que data de octubre de 1970, documento que articulara la base discursiva que llevara Ambrosio al Primer Congreso de la colectividad, del cual resultara electo Secretario General, sucediendo a Jacques Chonchol. Segn Ambrosio, se hace patente en los ejemplos que damos la necesidad de que el movimiento haga suyo el instrumental cientco con que el proletariado se dio conciencia a s mismo y a la humanidad, el marxismo. Mientras no lo hagamos, seguiremos a tientas por la revolucin y el socialismo, trayendo a ella con la mejor buena voluntad el contrabando burgus. Sobre todo, seguiremos a la rastra, porque es imposible otorgar direccin a un proceso si se tiene de l una visin confusa, moralista, precientca. El desarrollo del marxismo en el movimiento, es el nico antdoto ecaz contra la socialdemocracia284 La idea del marxismo renovador, en tanto instrumento de anlisis social, constitua, como hemos visto anteriormente, una dura crtica a la izquierda chilena que para esos aos, y segn estas memorias, se debata entre el extremo ortodoxo y rgido del
238
Partido Comunista y la mezcla sin contenido y la indisciplina interna del Partido Socialista. El MIR, sin embargo, a muchos militantes les resultaba atractivo, sobre todo por el componente juvenil y de accin que profesaban a travs de un discurso revolucionario. No obstante, la importancia excesiva que daba a la accin revolucionaria no expresaba precisamente la identidad de quienes optaron nalmente por el MAPU, para quienes la imagen del intelectual crtico que ya tena el movimiento para los inicios del ao 70, era bastante ms adecuada a su propio perl personal.
Eugenio Tironi recuerda que Yo a los 16 aos, y junto con mi grupo, evalubamos tal como evalas en el supermercado una marca de mayonesa para elegir: si Hellmans o Maggie; nosotros evalubamos si el MIR o el MAPU. Incluso nosotros invitbamos a la gente del MIR a que nos vinieran a hablar y que nos hicieran una oferta. Despus invitbamos a los MAPU a lo mismo.
239
Entonces los del MIR llegaban en un Austin Mini, y venan con el pelo largo, chaqueta de cuero, eran de lo ms atractivo que hay y andaban con un revlver. Y los del MAPU eran mucho ms intelectuales, con sus anteojitos, con su chaqueta de gamuza y, en general, nos invitaban a una especie de charla o iniciacin con mucho crucijo, nos invitaban a una charla para hablar del Marx joven. Bueno, despus de eso nosotros elegamos. Y nosotros elegimos al MAPU, en parte, porque nos atraa esta cosa intelectual ms que la accin que nos propona el MIR, y, en parte tambin, porque todos venamos de races catlicas, muchos de familias que de alguna forma fueron seducidas por Eduardo Frei Montalva. Entonces, en mi generacin del Saint George, como te digo, unos 30 de 140, los treinta que ramos de izquierda, nos fuimos al MAPU, todos285. El MAPU representaba, por tanto, para estos ex militantes una ruptura cultural mucho menor que lo que signicaba el MIR, y de hecho ingresar al MAPU fue considerado un proceso natural por quienes se haban radicalizado polticamente fuera del escenario poltico partidista. Un ejemplo interesante en este campo lo representa Pedro Milos, quien antes de entrar al MAPU era militante del Frente de Estudiantes Revolucionarios, rama estudiantil del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. Para Pedro Milos la ruptura hubo de ser ms explcita. Su recuerdo sobre ese momento precisa lo que en esos aos signicaba optar polticamente para un joven de los aos 70: Yo entr, creo, en enero del 71. Tena ah 18 aos y estaba saliendo del colegio. Sal en diciembre del 70 y estaba entrando a la vida universitaria. Estudi en el San Ignacio del Bosque. Yo era militante hasta mediados del 70 del FER, Frente de Estudiantes Revolucionarios, que era la rama secundaria del MIR, y ah haba una organizacin de militantes del FER de estudiantes de colegios particulares. Lo ms sui generi que hay, porque ramos del Saint George, del Grange y del San Ignacio pero bueno, esa es otra historia.
240
Yo estaba militando en el FER desde nes del ao 68. Me met bastante cabro, pero en ese mismo perodo yo segu un curso de alfabetizacin con el mtodo de Paulo Freire, y adems yo era miembro de comunidades cristianas. Entonces a esta militancia poltica se le sumaba una insercin social, por el lado de las comunidades cristianas y por el lado de ser alfabetizador, ya que haca un curso de alfabetizacin en Coln Oriente, en una poblacin que se llamaba reas Verdes, mientras tena esta militancia en el FER. Ah me fui dando cuenta de que la mayora de las viejas que asistan al curso de alfabetizacin estaban con Allende, y el MIR declar en ese tiempo su prescindencia respecto de la campaa. Y ah se me produjo una primera disonancia cognitiva, que hace mucho la matriz del MAPU, mucho de la matriz cultural que era esta obsesin por vincular lo social y lo poltico. Entonces, de verdad lo viv, en trminos personales, como un conicto muy profundo, porque mis afectos, mi entusiasmo estaban en la alfabetizacin, ah era donde lo pasaba bien, donde senta que las cosas tenan sentido y, por otro lado, tena cursos de preparacin militar para la guerrilla urbana en el marco del FER. Entonces, esas dos cosas no pegaban mucho y eso me llev a que en junio o julio del ao 70 escribiera una carta (ojal la encontrara alguna vez) a la direccin del FER renunciando. Lo que yo me recuerdo que argumentara era esto: que hay un pueblo allendista que iba por un lado y que nosotros bamos por otro, y yo quera ser parte de esa y terminaba con una frase as: estoy seguro de que por caminos distintos llegaremos a la misma meta, porque nalmente no dejaba de tener un cierto conicto renunciar al FER, en trminos de renunciar a una postura poltica ms radical286. El recuerdo anterior ilustra muy bien cmo era visto el MAPU por quienes optaron por ser militantes de la colectividad en los aos 70. Por un lado, el emergente movimiento atraa a aquellos sectores juveniles de raz cristiana, radicalizados y pro241
venientes de sectores acomodados de la sociedad, para quienes los partidos de la izquierda tradicional chilena no representaban una alternativa poltica atractiva, y por ende, optaron entre los dos movimientos nuevos que existan hacia esa dcada. La opcin MAPU o MIR se haca combinando orgenes sociales y culturales, crtica a la izquierda tradicional y equilibrio entre lo social y lo poltico. En esa sumatoria de elementos el MAPU resultaba, para este grupo, el partido ganador. Aunque no aparezca en forma explcita en las memorias de estos (ex)militantes, ambas colectividades, que si bien funcionaban como partidos de cuadros al estilo leninista, posean el nominativo de movimiento. Esto, a mi juicio, da cuenta de una crtica solapada a los partidos polticos, en tanto estructuras burocrticas y aparatos de poder. La idea del movimiento permita tanto vincular lo social como lo poltico, como el fortalecimiento de una individualidad libertaria, donde la estructura interna, si bien era obedecida, era en la prctica cotidiana, casi invisible. La tensin entre movimiento y partido no tena los mismos cdigos que para las voces que constituan lo que denominamos con el calicativo de primera voz, es decir, de quienes eran militantes de la JDC, ya que para los que conguran nuestra tercera voz de memoria la idea del movimiento, aunque todos ellos coincidan que entraron a militar en un partido, conjugaba ese atractivo que est presente en el testimonio de Pedro Milos y que tambin apareci en los recuerdos de Fernando Ossandn, es decir, de vinculacin entre lo social y lo poltico, cuestin que apareca como imagen disociada en los partidos tradicionales. Emerge entonces en la idea de movimiento una tensin entre dos formas de entender y practicar el poder que harn eclosin en el quiebre del MAPU de marzo de 1973, y que segn Tironi nunca lleg a estar completamente resuelta, pese a los esfuerzos que hizo Ambrosio por conciliar tericamente una teora del poder poltico. En la prctica cotidiana, ambas expresiones del poder, una ms social o basista versus una ms partidaria, estruc242
tural y gubernamental, estuvieron enfrentadas. En 1970, Rodrigo Ambrosio ya decantaba esa tensin y la asociaba precisamente al origen de clase que tena el MAPU en esos aos, donde prevaleca lo que nominaba como elementos pequeo burgueses. Segn Ambrosio en la pequea burguesa proliferan no solo las desviaciones de derecha, sino tambin las de izquierda. Lenin lo explicaba en 1920 en los siguientes trminos: Para los marxistas est plenamente establecido desde el punto de vista terico y la experiencia de todas las revoluciones y movimientos revolucionarios en Europa lo conrma por entero que el pequeo propietario, el pequeo patrn, que sufre bajo el capitalismo una presin continua y muy a menudo un empeoramiento increblemente brusco y rpido de sus condiciones de existencia y la ruina, cae con facilidad en el ultrarrevolucionarismo, pero es incapaz de manifestar serenidad, espritu de organizacin, disciplina y rmeza Son del dominio pblico la inconstancia de estas veleidades revolucionarias, su esterilidad y la facilidad con que se transforman rpidamente en sumisin, en apata, en fantasas, incluso en un entusiasmo furioso por tal o cual corriente de moda. Pero el reconocimiento terico de semejantes verdades no es suciente, en modo alguno, para poner a un partido revolucionario al abrigo de los viejos errores, que se producen siempre por motivos inesperados, con una ligera variacin de forma, con una apariencia o un contorno no vistos (Lenin, La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, Obras Escogidas, T. III. Pgs. 366-367).287 Contina ms adelante Ambrosio identicando las expresiones que tiene este tipo de conductas izquierdistas dentro del MAPU, enfatizando bsicamente en la incapacidad de dicho sector para realizar alianzas polticas con otros sectores polticos, en busca del objetivo mayor que es la construccin del socialismo. Segn Ambrosio, el izquierdismo minimiza la importancia de las tareas democrticas, fundamentales en esta etapa estrat243
gica, y sobre todo en las primeras fases tcticas, porque permiten ampliar y cohesionar la alianza y alterar en su favor la correlacin de fuerzas. Se observa (tambin) con recelo idealista (no exacerbar el consumo) la incorporacin al programa unitario de reivindicaciones inmediatas y concretas, muchas de ellas expresin de los intereses objetivos de la pequea burguesa y las capas medias288. De esta manera, el conicto de clases, originario del MAPU en tanto identidad social, se volva un referente ideolgico al momento de diagnosticar las causas de la diversidad de posturas al interior de la colectividad. Sin embargo, para la pequea burguesa, como se deca en esos aos, el MAPU era la colectividad de izquierda con espritu revolucionario ms atractiva que exista en el espectro poltico de los 70. Juventud intelectual crtica y revolucionaria, de origen cristiano y socialmente acomodada, corresponda al perl de quienes se sintieron atrados por el MAPU. Se le suma a esto la imagen que exista de un partido que rompa con los esquemas tradicionales de la forma de hacer poltica, donde se combinaban la organizacin leninista y la disciplina que caracterizaban al Partido Comunista con la apertura discursiva, la posibilidad de crtica interna, la heterodoxia ideolgica y el discurso revolucionario. En los aos 70, segn las memorias de estos ex militantes, el MAPU era la nueva izquierda revolucionaria. Nueva izquierda que estaba dispuesta a entrar en el juego electoral y sumarse al proyecto de que era posible, en una primera fase tctica, una transicin al socialismo por la va constitucional. Esta proyeccin de una imagen de un partido de izquierda renovador es lo que tambin est presente en el discurso de Ernesto Galaz, quien enfatiza que si bien era cierto que era un momento de efervescencia poltica, esta no se daba con tanta nura como para poder diferenciar entre un partido, entre un actor u otro. Era como decir, aqu la derecha o los momios, aqu la izquierda y aqu los DC o los beatos, pero no exista, o por lo
244
menos no se perciba en ese tiempo, la sutileza que haba entre los partidos, en trminos de programas polticos; solo eran imgenes, es decir, por ejemplo, en el color verde algo haba tambin de apoyo a la lucha vietnamita, y tambin cierta sintona con la revolucin yugoslava, o sea, un poco atrados por la posibilidad de una va distinta a la tradicional de los socialismos reales, y en ese sentido el MAPU apoy a Tito, sinti admiracin por los chinos, y por Cuba, aunque en menor medida en el MAPU nunca prendi la idea del foco guerrillero o las teoras guevaristas de la revolucin, a pesar de lo mucho que buscamos ser amigos de los cubanos; pero quin no lo era en esa poca289. La bsqueda de elementos simblicos que dieran una identidad poltica distinta al MAPU fue una tarea que tuvo gran atractivo. El uso de una bandera verde, que difera del color rojo combinado con blanco o negro, como lo tena la izquierda ms clsica e incluso el MIR, sumado a esta admiracin por las revoluciones alternativas de Mosc, y que potenciaron la idea de un partido abierto, alternativo y vanguardista, marca las aspiraciones de diferenciacin identitaria del nuevo conglomerado. Otro de los elementos que estos militantes recuerdan como atractivo del MAPU, aunque no necesariamente funcionara como elemento cautivador para el ingreso, pero s para la permanencia, era un tipo especial de militancia, donde se combinaba, aparentemente muy bien, lo social con lo poltico, marcado adems por un compromiso total hacia la labor partidaria. El estilo de una nueva militancia Si bien la disciplina y el compromiso total no podra decirse que fuera algo particular del MAPU, s es importante destacar que en esta nueva colectividad, que rpidamente asumi la organizacin de tipo leninista, el componente juvenil mayoritario gener un tipo de militancia de compromiso absoluto y de dedicacin
245
casi exclusiva de sus integrantes en la labor encomendada de hacer partido. El elemento juvenil y mayoritariamente estudiantil, proveniente adems de sectores acomodados, posibilit que el militante del MAPU de aquellos aos pudiera dedicarse a las labores partidarias sin mayores complicaciones. Es por eso que los convocados a este tipo de partido pertenecieran de una u otra forma a este perl sociopoltico, donde la conuencia generacional fue un elemento muy importante.
Segn estas voces de memoria, ingresar al MAPU estaba asociado a una seleccin previa y rigurosa, lo que le daba al militante de dicho partido cierto aire de superioridad frente a la otra izquierda. Se estableca como requisito para ingresar a dicha colectividad el transitar primeramente por una premilitancia, aproximadamente de seis meses, donde el militante deba dar cuenta del compromiso, participar en labores de apoyo al partido, en clases de educacin poltica y acciones de insercin en frentes sociales.
246
Despus de haber premilitado y previa aceptacin en el GAP donde se encontraba inserto, tendra el honor de ingresar al partido y ser considerado un militante de la colectividad. Cabe destacar, adems, que antes de ser premilitante exista una categora previa de aspirante, donde se evaluaba por los militantes del GAP la aspiracin de la persona a entrar a la colectividad. En dicho periodo bsicamente se analizaba su comportamiento y su compromiso con la causa del partido, as como la disciplina a acatar los puntos establecidos a su condicin de aspirante. Sin embargo, tal como recuerda Pedro Milos, el perodo de aspirante se poda sortear si se entraba invitado por algn militante del partido, que diera fe de las condiciones de la persona en cuestin. A pesar de ello, lo que nadie de estos entrevistados sorteara era la premilitancia que comenzaba a suceder dentro de un GAP; por lo tanto, te asignaban a un GAP y ah es probable que no hayamos tenido derecho a voto, a lo mejor ni siquiera a hablar. Nuestras funciones eran de apoyo a las funciones de cada GAP, donde se reproduca la estructura del partido; por lo tanto, haba un secretario de organizacin, uno de propaganda, otro poltico y el tesorero. Esas cuatro funciones290. La complejidad en el ingreso al MAPU, que daba carta de seleccin estricta a sus militantes, fue algo que hizo sentir muy orgullosos a los fundadores del partido, que efectivamente sentan que en sus las militaba lo mejor de la izquierda chilena. Tanto es as, que muchos recuerdan la ancdota de la hija de Clodomiro Almeyda, quien premilit seis meses en el MAPU. Segn Jos Miguel Insulza, Don Cloro le dijo a Ambrosio: oye, mi hija sale a rayar todas las noches, hace como seis meses, y todava es premilitante del MAPU. No ser mucho?291. La selectividad de la militancia potenciaba an ms la crtica a la izquierda tradicional, enfatizando adems el fuerte elemento mesinico que posean los fundadores de la colectividad de la bandera verde, de creer que su misin central era transformar y hegemonizar la izquierda chilena, para transformar la praxis y el
247
discurso poltico de manera que se pudiera avanzar de forma ms rpida hacia el socialismo. El compromiso total de los militantes para con el partido generaba una forma de vivir la vida cotidiana donde lo familiar y lo partidario estaban absolutamente mezclados. A diferencia de lo que destacaba Pedro Milos sobre la disonancia cognitiva que le provocaba su militancia en el FER y su trabajo social, la militancia del MAPU no generaba aparentes contradicciones porque cruzaba toda la cotidianeidad de los individuos. Toda la vida social tena como referente al MAPU, los amigos, las parejas e incluso el trabajo estaba referido a personas que de alguna u otra forma tenan vinculaciones con el partido. Es por eso que cuando uno preguntaba por sus relaciones con las otras colectividades de izquierda, o su percepcin sobre cmo eran vistos por los otros actores polticos, la respuesta fuera ms o menos unnime: no lo recuerdo, ni nos interesaba mucho. Estbamos preocupados de hacernos a nosotros mismos. Segn Mario Alburquerque, miembro de la Enseanza Media del MAPU, la militancia est asociada al activismo y al placer. Segn l, era lo ms parecido a una barra brava, o sea, es una militancia en que es el hecho mismo de militar lo que produce el placer, no es que t vayas consiguiendo xito. Para nosotros eso era absolutamente secundario, si ramos o no exitosos. Incluso te digo que cuando fue el golpe nadie pens, por lo menos de mi grupo, que eso signicaba que t dejabas de militar porque habas sido derrotado o porque no habas conseguido xito en lo que perseguas; era una cosa que entendamos que tena continuidad, que era tu vida completa292. La misma percepcin era compartida por Luis Sierra, quien de su militancia en la Enseanza Media recuerda que tuvo caractersticas religiosas. Nosotros ramos monjes rojos. Nosotros nos quedbamos hasta las tantas de la maana rayando, en reuniones y despus a las ocho al colegio de vuelta. No escuchbamos msica en ingls. A m los Beatles, que siempre me fascinaron, los
248
dej de escuchar. Entonces, toda esa cosa, la vida cotidiana, era nuestra militancia. Yo me acuerdo que cuando estaba en cuarto medio, en el ao 72, un da llam a mi mam el profesor jefe para decirle que iba a repetir por inasistencia. Y mi mam no poda creerlo, y le deca pero cmo, si Luis sale a clases todos los das. Si, le deca el profesor, pero solo entra a las dos primeras horas de clases y el resto se dedica a politiquear por los pasillos y no entra a clases293 La militancia interna, con la dinmica antes expresada, daba cuenta de otra tensin que estaba presente en el MAPU y que tambin demuestra dos formas de conceptualizar el poder. La nueva colectividad deba denir si a lo que aspiraba era a ser un partido de masas o uno de cuadros. Segn Eugenio Tironi ese s que era un dilema, porque el dilema estaba en que dado su origen y su cultura interna, su doctrina, nos llevaba a ser un partido de cuadros. Acurdate que el MAPU tena todo ese componente muy intelectual en la formacin, de estudio, la capacitacin. O sea, aqu la capacidad terica, crtica, aunque hubiese sido muy abstracta, como efectivamente lo era, estaba altamente recompensada. Eso te daba estatus, poder, te garantizaba xito con el sexo opuesto, te garantizaba pinches, o sea, todo. Pero, por otra parte, el MAPU funcionaba en su sistema burgus, de la democracia burguesa, con esta mana de que hay que sacar votos, y primero haba que tener candidatos y un discurso un poquito ms amplio y que en el MAPU se pensaba que ese rol lo jugaba la UP. La UP era como el organismo de pantalla, de fachada, que tena vocacin de masas294. La vocacin de masas de este partido de cuadros, que nunca abandon del todo el afn movimientista, pudo superarse, sobre todo para esta voz de memoria, a travs de la vinculacin e insercin en el frente social. De todos los militantes entrevistados, no hay ninguno que no haya expresado la incesante vocacin del MAPU por vincularse de forma efectiva con las masas. As tenemos desde militantes que se insertaban racionalmente en los
249
frentes sociales, con objetivos preestablecidos para formar y ganar dirigentes para el MAPU, hasta otros militantes que abandonaron sus casas familiares para irse a vivir en comunidades, insertos en el mundo popular, como es el caso de Fernando Ossandn, por ejemplo. Sin embargo, en este amplio espectro, quiz la militancia ms tpica sea la que relata Eugenio Tironi, quien recuerda que yo, pese a estar en la Universidad, nunca estuve en el frente universitario. Para m el frente universitario era algo ajeno. Yo estuve dedicado al trabajo en las poblaciones y a apoyar el trabajo en el campo, en las zonas cercanas a Santiago 295. Sus recuerdos coinciden con los de Pedro Milos: cuando yo entr al MAPU no entr a militar en la Universidad, sino que en el Frente Sindical. Para mis opciones personales, esta era una cuestin bastante signicativa; yo quera tener un compromiso ms directo con el pueblo, y el MAPU me lo permiti. A m lo que me hizo permanecer fue esa voluntad de conectarse con los movimientos reales, y eso yo lo logr a travs de una militancia en el frente sindical. Ahora, en el campo sindical, las diferencias entre el MAPU y los dems partidos eran muy fuertes y tenan que ver con el tipo de trabajo de captacin que hacamos los trabajadores, qu es lo que en denitiva hacamos. Bueno, nos bamos a las salidas de las fbricas con el peridico del partido, pero donde haba todo un trabajo de comunicacin, de relaciones humanas, que yo no lo vea, y que era como atpico, ya que muchas veces nos encontrbamos en las fbricas poco menos que con tres mesitas: una del PC, otra de nosotros y el PS. Y como nosotros no tenamos presencia en los sindicatos, todo nuestro trabajo era ms bien de base era llegar a tener dirigentes a travs de promover un trabajo distinto al existente.296 Ernesto Galaz tambin recuerda que no tener un frente social de referencia desde donde hacer trabajo poltico era muy mal mirado en el MAPU. Segn Galaz, en el MAPU coexistieron dos tipos de militancia, que daban cuenta de la tensin de las
250
prcticas polticas de la poca. Es por eso que enfatiza que tengo la impresin de que coexistieron dos tipos de orgnica. Una muy ligada a los frentes de masas, en el lenguaje ms clsico, en el lenguaje de la poca, donde cada militante haca de su lugar de trabajo o de estudio su lugar de militancia. Adems en ese tiempo la militancia poltica era absolutamente globalizante, o sea, no se entenda la poltica como el arte de gobernar, por lo menos el MAPU no lo entenda as. El MAPU lo entenda como algo universal, de la vida entera, casi como un apostolado. Y por otro lado estaba la constante necesidad de tener una estructura similar a los partidos clsicos, entonces haba que tener regionales, un Comit Central, comits locales, comisin poltica, comisin del gobierno, distintas comisiones sindicales, campesinos, similar a los departamentos de los partidos, o sea, yo creo que una tensin permanente fue este tipo de organizacin, similar a la de los dems partidos versus una concepcin ms movimientista, ms enraizada en el movimiento social297. Dicha tensin no ser evidente sino hasta el quiebre del mismo partido, por cuanto ambas estructuras de militancia coexistan sin percibirse la una a la otra. Otro elemento atractivo de la militancia en el MAPU era la rpida carrera poltica a que se poda aspirar, donde primaba la idea comn de que quien tena un puesto dirigencial de importancia se lo deba bsicamente a su mrito, a su compromiso y su lealtad para con el partido. Esto porque al ser un partido joven, el MAPU daba la imagen de no ser un partido donde haba que respetar la antigedad de los militantes y esperar el turno y los espacios para poder inuir dentro de la colectividad. De hecho, desde su crisis originaria, los fundadores del MAPU optaron por romper y no por pelear internamente posiciones de poder. El camino poltico del partido nuevo es un elemento importante al momento de considerar la valoracin que presentar el MAPU a la orgnica institucional. En otras palabras, existe aqu una tensin entre el respeto a la institucionalidad partidaria y el des251
precio a la misma, donde se hace posible la construccin de otras formas orgnicas de inuir. En la dcada del 70 era el partido, hoy podra ser otra forma. Por ltimo, cabe resaltar que otro de los atractivos que el MAPU represent para sus militantes era la alta valoracin a la capacidad crtica y de creacin terica al interior de la colectividad. Dicha valoracin permiti que el MAPU construyera una imagen de partido abierto a la discusin, lo que generar no pocos conictos. Tal como lo recuerda Pablo Saball, Ambrosio abri la puerta de un MAPU pensado para los cristianos a otros sectores. A travs de la idea de un marxismo renovado y crtico, se abri la puerta a estas corrientes distintas, como los chinos, los trotskistas u otros. Entonces, desde la imagen que el MAPU proyectaba, se perciba un movimiento polticamente nuevo, que era atractivo para el sector joven, estudiantil, tambin para algunos sectores poblacionales y que por lo tanto poda tener un eco mayor de masas que la que haban tenido las fracciones maostas y trotskistas tradicionales que estaban sper aisladas. Los Bandera Roja eran un grupillo, los trotskistas igual, entonces de alguna manera yo pienso que para ellos era una posibilidad de tener un vnculo social real con organizaciones sociales y transmitir desde all para generar un movimiento de masas. Ambrosio a pesar de que apoy y mantuvo al MAPU dentro de la UP, dentro de esa lnea, por otro lado abri esta puerta. Probablemente corresponda a la teora de los dos los, pero claramente no pens solamente al MAPU como un referente para el mundo cristiano. l pretendi establecer un ancla, un partido distinto al PS o al PC. Ahora, claro, yo no creo que l (Rodrigo) hubiera podido generar el nivel de polarizacin que esta misma diversidad que ayud a crear y que por lo dems estaba presente en toda la sociedad298. Las tensiones de un partido que de tan renovador cautiv a muchos jvenes de la elite, a nuevos trabajadores recin insertos en la lucha poltica, al mundo campesino y poblacional, termi252
nar haciendo explosin en marzo de 1973, cuando la diversidad no tenga espacio de expresin y se cruce con la tensin mayor que envolva a toda la Unidad Popular. La participacin en la Unidad Popular y las memorias sobre el quiebre La participacin durante el gobierno de la Unidad Popular est cruzada por la actividad que cada uno de los militantes realizaba durante esos aos. La mayora de los entrevistados no ocupaba cargos de gobierno y recuerda que hasta sentan cierto desprecio por esa burocracia. Un ejemplo de esta tensin est representado por la historia personal de Francisco Gonzlez299, miembro de una importante familia de La Serena, y que en varias oportunidades oscil entre el trabajo en altos puestos dirigenciales, como el cargo que ejerci en la gerencia agrcola de la CORFO, y su regreso intermitente a su ciudad natal, a trabajar sus tierras y a insertarse en el mundo social. Su oscilacin reiterada entre el mundo ms burocrtico-poltico y el social demuestra lo complicado de esta unin que tena el MAPU como atractivo. Sin embargo, otros militantes no vivenciaron tan intensamente la opcin porque no participaron de ambos frentes y por lo tanto sta fue una tensin ms a nivel del partido que de los propios militantes, lo que va situando dos grupos claramente denidos. El primero, aquel grupo ms cercano a las esferas del poder institucional en el Estado o en el Parlamento y el otro ms asociado al mundo social, de insercin en los frentes de masas. El recuerdo de este ltimo grupo frente a la participacin en el gobierno de la UP est asociado precisamente al profundo desprecio que a muchos les despertaba el trabajo en la burocracia. Por ello no tenan un compromiso muy activo con el gobierno, ya que lo entendan como un mal necesario, pero no se sentan especialmente vinculados a l.
253
Incluso en los recuerdos que emanan de las memorias, los militantes que participan del Estado estaban mucho ms asociados a quienes provenan de la DC que a quienes ingresaron al MAPU cuando este ya se haba constituido como partido. Por ejemplo, para Luis Sierra resulta necesario hacer la diferencia entre quienes haban desarrollado una cierta relacin con el poder en particular, porque ellos haban sido cabecillas del partido nico de gobierno. Creo que eso hace una diferencia importante, ellos eran la cabeza de un partido nico durante mucho tiempo. Estos gevones (sic) tienen esa dimensin que nosotros no. No, para nosotros esto tuvo caractersticas religiosas300. Se delinea as un cuadro donde los militantes que ingresan directamente al MAPU expresan diferencias tanto en las prcticas como en los estilos de militancia de quienes provenan de la DC, a pesar de que eran stos los principales creadores de los estilos de militancia que se articulan en el MAPU y que conviven aparentemente bien hasta la muerte de Rodrigo Ambrosio. En la prctica, la convivencia armnica no consista sino en la desconexin militante de las dos reas, ya que aunque si bien los que participaban de la administracin gubernamental tambin deban estar insertos en algn frente social, esta obligacin se fue diluyendo dadas las condiciones del trabajo. Por ello los militantes deban optar y el partido quedaba inevitablemente dividido en dos. El atractivo recordado resultaba ser ms una ilusin porque en lo efectivo segua manteniendo disuelta la tan anhelada unin entre lo social y lo poltico. La famosa frase de Enrique Correa poda seguir siendo usada por ambos grupos y fundando una unin que no se consolidaba: A transformar la victoria en poder y el poder en construccin socialista. De all que Eugenio Tironi recuerde que hubo un sector del MAPU Correa, Flores, en cierto modo Ambrosio y quiz Jaime Gazmuri y Garretn, que se incrustaron mucho ms en el gobierno y fueron cada vez ms identicndose con Allende y con la estrategia de Allende. En general, los que formaron ms
254
tarde el MOC. Pero la gente que se qued, como yo, digamos en la sociedad civil, nos quedamos con harta distancia del gobierno. Nosotros no tenamos nada que ver con el gobierno, ese fue el MAPU que se qued con el espritu original del movimiento, con un espritu antidemocracia burguesa, donde el hecho de estar o no estar en el gobierno era bastante irrelevante, ya que pensbamos que por ah no se poda hacer nada, que eso era simplemente un instrumento para aumentar el poder de las ideas socialistas, qu se yo, o de izquierda en el movimiento popular. Y para nosotros, para m en particular, las contiendas por los cargos de gobierno, los cnclaves, no tenan mucho signicado, no lo senta como mi problema301 . Mientras vivi Rodrigo Ambrosio, estas dos formas de practicar la poltica y de entender el poder convivieron sin molestarse; sin embargo, despus de su muerte, que coincidi con un ao de deniciones dentro de la UP, la convivencia se hizo menos pacca. Es por ello que el MAPU se convirti en un escenario de tensiones donde se expresaron las dos corrientes que cruzaban a toda la UP y que han sido nominadas como rupturistas y gradualistas302. En la prctica, los rupturistas, que en el MAPU eran los que profesaban su cercana por los frentes sociales y quienes estaban ms ajenos al gobierno y su labor, desconocieron la tensin formal que cruzaba a la UP. De all que la divisin les hiciera visible el aparato de poder interno del partido que hasta esa fecha desconocan. La sorpresa y la impotencia son elementos que subjetivamente simbolizan lo que sintieron los militantes cuando se produce el quiebre. Para ellos el quiebre del MAPU viene a mostrar que la posibilidad de un partido renovador y diferente en la prctica no era posible. A su vez, remarcan ms que las otras memorias el papel que jugaron las fuerzas aliadas al Presidente Allende en dicho proceso de ruptura. La discusin que antecede a la divisin est inserta en el II
255
Congreso del MAPU, el tambin recordado de la tesis I y II. Segn Pedro Milos, ambas tesis expresaban una tensin en la denicin de dnde depositar la fuerza poltica, es decir, si en la institucionalidad o en las herramientas del gobierno, con todo lo que eso signicaba en trminos de negociacin y transaccin, o bien en una mayor autonoma y fortalecimiento de los cordones, de los comandos comunales, etc. Lo que estaba en juego era el tema de la autonoma y del poder popular, a partir de un diagnstico de que en el fondo el gobierno tena cada vez recursos ms limitados para hacer frente a la ofensiva de la derecha; cuestin que despus se conceptualiza como el tema del sujeto popular, pero cuyos antecedentes yo claramente veo en ese periodo.303 Por lo tanto, ambas tesis contraponan nuevamente lo social y poltico, esa misma combinacin que a Milos lo haba incitado a permanecer en el MAPU, que le daba ese atractivo renovador. Despus que la direccin encabezada por Gazmuri pierde con su tesis ms institucional y de defensa del gobierno, el mismo aparato del partido comienza a visibilizarse como una especie de monstruo que emerga de las profundidades del mar. Un aparato desconocido para quienes militaban en el frente social y que demostraba un profundo desprecio por la democracia partidaria y que estaba dispuesto nuevamente a quebrar el partido con tal de hacer valer una propuesta que estimaban como correcta. Segn Hermann Mondaca, el quiebre no hace sino gracar una tensin mayor que cruzaba a toda la UP. Para mi grupo, la cuestin de fondo era entre quienes estaban por apoyar el gobierno de Allende y quienes irresponsablemente queran ms poder popular. Para m estaba claro que sin gobierno no habra nada de poder y menos poder popular, porque estaba la valoracin de que lo que se haba conseguido de logros para el pueblo e incluso de autonoma se haba conquistado desde el gobierno304. Para Mondaca el conicto era nuevamente con el infantilismo de izquierda, como lo habra dicho Ambrosio en el ao 70.
256
Para otros militantes, insertos en el frente social, la divisin del MAPU est muy asociada tambin a las viejas prcticas intervencionistas que practicaban los partidos polticos tradicionales. Pablo Saball recuerda que en primer lugar, cuando se realiz el segundo Congreso, uno se daba cuenta de que haba dos partidos, dos estructuras. Yo en realidad no me di cuenta hasta ese momento, yo no percib que haba una fraccin que se opona a la direccin hasta ese momento. Y nuestros conictos con la direccin Cordillera no tenan aparentemente esa connotacin y solo la adquieren en el marco del Congreso. En el segundo Congreso, cuando se elige el Comit Central, en el Nataniel estaban en bloques que parecan un partido de ftbol entre dos barras bravas. Entonces, eso era impresionante, y Garretn jugaba
257
un rol conciliador, pero no era de los que encabezaban las fracciones. Ahora, es posible que haya sido una decisin personal de l, en el momento de quebrarse el MAPU, una decisin difcil, aunque yo creo que l acept la decisin del MAPU como una mayora, entonces yo creo que ah ms bien estuvo su decisin, ms que despus en el momento del quiebre. Porque claramente el quiebre radicaliz las posturas anti MOC, porque ellos haban actuado dando un golpe de Estado, porque en la prctica si se hubiera producido en el mismo Congreso, la ruptura hubiera sido ms limitada y menos violenta, incluso creo que para Garretn o para otra gente le hubiera sido ms difcil optar. Gente como la Paulina305 o Fernando306 hubieran estado en el otro lado, porque para ellos fue sper difcil quedarse en el MAPU, pero la forma como se hizo el golpe interno, donde hubo mucha inuencia del PC, arroj a muchas de esas personas a repudiar a dicho sector y a quedarse con las posturas ms radicales307. El relato de Pablo Saball abre una nueva pista para entender el quiebre del MAPU, que no solo dara cuenta de dos formas de entender el poder y de las vas que encaminaban al socialismo, sino tambin la fuerte crtica que muchos militantes del MAPU hacan al intervencionismo de los partidos. El potencial de autonoma del MAPU como tercera fuerza de izquierda se habra quebrado cuando los ms cercanos a la direccin planican y ejecutan el golpe interno en marzo del 73. Sin embargo, lo que va quedando cada vez ms claro es que esta direccin, que era la que suceda a la direccin de Ambrosio, haba sido muy hbil en ocultar las estructuras internas de poder al interior del partido, que asustaban y hubieran espantado a muchos militantes de alma ms movimientista. Es por eso que la sorpresa y la vergenza por lo violento del golpe interno en el momento del quiebre est en todos los relatos. Pedro Milos recuerda que si bien estaba toda la tensin por la formacin prctica del polo revolucionario y la prdida de hegemona de Allende en las fuerzas que convocaba la Unidad
258
Popular, y por lo tanto expresin tambin de la tensin entre autonoma popular y respaldo al gobierno institucional, el quiebre del MAPU tambin tiene que ver con una cuestin ms interna del partido. Segn Milos, en el momento de la divisin se me hizo visible el aparato interno del MAPU, que yo nunca lo haba percibido y yo creo que parte de lo que explica la violencia de la divisin es que en el fondo los que reaccionaron fueron los de la estructura de poder del partido. La militancia fue tal vez un poco caja de resonancia de ese conicto. Bueno y claramente el secretario de organizacin era el guatn (sic) Correa, que es el que tena la estructura, el control sobre la estructura. Del momento que esa estructura opta ms por lo que despus ser el MOC, eso tensiona inmediatamente hacia abajo, como te lo graco en que yo sin haber tenido jams ninguna preparacin, me vi con una pistola defendiendo el local Santa Luca en marzo del 73. Porque esa es mi interpretacin, gente que estaba con la postura de Garretn, no tenamos el poder orgnico que tenan los otros y, por lo tanto, tenan que recurrir a un huevn (sic) como yo, donde me mandan a defender un local que adems no era el mo, con una pistola. Y me pas cuatro das ah haciendo guardia, cagado de susto porque en cualquier momento podan llegar los otros a tomrselo. Entonces, yo creo que en ese momento el conicto toc una estructura interna que para m era invisible, y que en trminos polticos tena mucho poder. Ahora, lo que yo escuch en esos aos, es que la violencia la puso el guatn Correa y su gente, y que la gente como nosotros solo reaccionamos308. La virulencia del conicto, en un partido donde la militancia era la vida misma, destruy lazos personales, gener conictos que perduraron an despus del golpe de Estado. El tipo de compromiso total tambin fue congruente con el tipo de quiebre, que fue general y absoluto. Este quiebre permite demostrar tambin la forma en que los militantes del MAPU entendieron y practicaron la poltica, as como valoraciones subyacentes a la democracia y del socialismo.
259
En denitiva, el MAPU y sus tres memorias, con las que hemos intentado gracar una cultura poltica particular, resultan importantes para reconstruir histricamente la forma como entendieron y practicaron la poltica los jvenes de la elite de la dcada de los sesenta. Por lo tanto, una mirada a la cultura poltica del MAPU, a travs de los afectos y las referencias a las memorias que nos permiten adentrarnos en las subjetividades de la poltica, nos muestra adems cmo una parte importante de la sociedad entenda el poder y sus formas orgnicas de ejercerlo. Tal como expresara Eugenio Tironi, el MAPU es un encuentro generacional, de una elite que por su misma naturaleza tuvo y ha tenido mucha inuencia, casi por razones de inercia. Despus del golpe, tuvo mucha inuencia en lo que fue la renovacin, tuvo mucha inuencia en la regeneracin de las conanzas entre la DC y la izquierda, que es lo que da origen a la Concertacin. Coloc a esa generacin en el primer lugar, porque conoce perfectamente los cdigos de la Democracia Cristiana, y a su vez haba generado grandes conanzas en el mundo de la izquierda, con la cual habamos gobernado y pasado veinte aos de exilio y penurias. Todo esto sumado a sus competencias profesionales, intelectuales, reforzadas por aos de exilio y estudios afuera. A esto tienes que sumar que por razones sociales, este era un grupo de la elite, de una elite que viene de sectores acomodados, y que tiene y tuvo vnculos con el mundo empresarial, redes que por lo dems eran naturales, con el mundo artstico, con el mundo intelectual. Yo creo que no es posible entender a la elite chilena en cualquier dominio sin entender al MAPU309. Sin embargo, han pasado ms de treinta aos de la fundacin del MAPU y esa elite que Tironi reconoce (de la cual se enorgullece), y que en los aos fundacionales se trataba de fundir con el pueblo, demuestra la forma como se radicaliz la poltica chilena en las dcadas de los sesenta y de los setenta y el papel importante que jugaron los jvenes en ese proceso particular. Aun cuando
260
la cultura poltica del MAPU no sea ms que una forma subjetiva de recordar el pasado comn del proyecto socialista de la UP, aun cuando esa cultura poltica est asociada a las redes sociales y al poder de simbolizacin, el MAPU y su particular historia nos permite adentrarnos en la aguas turbulentas de la subjetividad poltica y las elites. De all que hayamos intentado reconstruirla historiogrcamente, contraponiendo los registros coyunturales de la prensa con las memorias de sus ex militantes.
261
A MODO DE CONCLUSIN
A MODO DE CONCLUSIN
Historiando una cultura poltica: aportes a la reexin terica para una nueva historia poltica de los partidos
Hablar del MAPU en nuestra historia presente tiene multiplicidad de signicados. Por un lado, corresponde a un pequeo partido poltico escindido de la Democracia Cristiana all por el ao 1969 y que se extingue mayoritariamente hacia nes de la dcada de los ochenta, cuando la mayora de sus militantes entran al Partido Socialista. Por otro, signica hablar de uno de los mitos polticos transicionales ms interesantes de los ltimos aos. Dicha palabra ampla su nominacin histrica y especca para desbordarse hasta quienes la asocian a los artces de la transicin o a quienes a su vez la traicionaron. El MAPU aparece en la prensa como sujeto activo. Cada cierto tiempo y en determinadas coyunturas, alguien usa esas cuatro letras para signicar un imaginario particular. As, el MAPU desborda su propia historicidad para multiplicarse en variados imaginarios que condensan en su signicado los propios conictos que contiene nuestra particular transicin a la democracia. Este apartado, por lo tanto, no quiere concluir solo algunas reexiones en torno a las particularidades de esta investigacin, sino que, por sobre todo, aportar elementos tericos para una nueva historia de los partidos polticos. Un partido poltico es, por sobre todo, una comunidad de sujetos, es decir, la tienda en la que los pensamientos se construyen y desconstruyen310, el lugar donde los sujetos articulan su historia y donde prestan atencin a materias tan slidas como la representacin de la autoridad, la creacin de fronteras, la retrica de la persuasin, la expresin del compromiso y el registro del disenso311. O, en otras palabras, grupos de personas vinculadas
262
entre s de mltiples maneras, cuya coherencia analtica se la da el cientista social, pero cuya luz se hace visible mediante la construccin de identidades poderosas, en torno a produccin de ideas y prcticas materiales de los sujetos en cuestin. De esta forma, el partido poltico deja de ser una estructura slida (como lo deniera tan extensamente Maurice Duverger312) en donde los sujetos son una especie de apndice que llega a travs de una adhesin racional a determinados valores e ideas polticas. El partido aparece, bajo el concepto de Geertz, como una comunidad de intereses, de vidas conjuntas, de sujetos diversos que comparten ideas, pero donde la forma de hacer y practicar la poltica se encuentra condicionada no solo por las ideas como entes abstractos, sino que por las formas particulares que los sujetos aportan a la signicacin de las mismas en un momento histrico determinado. Cada partido poltico construye un universo en su conjunto, donde la suma de experiencias individuales nutre a los sujetos, pero donde stos tambin nutren una determinada cultura poltica. De all, entonces, que la cultura poltica entendida como la forma de hacer, pensar y entender la poltica, en suma, el estilo que diferencia e identica, que tiene expresin en las prcticas pero tambin en los discursos, pueda adentrarnos en la dimensin subjetiva de la poltica y nos abra nuevas perspectivas de comprensin de nuestra historia reciente. Solo en esa perspectiva cabe la posibilidad de pensar al MAPU como partido. El momento histrico, y con esto no se quiere decir contexto en los trminos clsicos, supone algunos marcos que articulan los mrgenes de accin de los actores sobre los cuales se entienden ellos mismos y sus posibilidades, de acuerdo a la autorreferencia de su particular situacin histrica. De all que la cultura poltica de un partido si bien articula elementos que permiten construir una identidad con tendencia a la permanencia en el tiempo, por ser una accin y un discurso que constituyen un estilo, no puede entenderse situada fuera de los mrgenes
263
A MODO DE CONCLUSIN
histricos. A su vez, la relacin de nutricin dialctica supone que el desarrollo de la cultura poltica de los sujetos nutre, a su vez, el mismo momento histrico en el que surge. De all que una comprensin de este fenmeno deba hacerse desde la perspectiva microhistrica. Cultura poltica, por tanto, es el estilo poltico que desarrollar una comunidad de actores a travs del cual articularn el partido poltico con una identidad denida. Identidad que debe ser entendida en trminos sociales y no individuales. De esta forma, el concepto de cultura poltica permite adentrarnos en la produccin subjetiva de los individuos, marco interno en el que las acciones se signican, vinculndose al accionar (prctico), siguiendo, segn una lectura personal, aquellos lineamientos valricos e ideolgicos que fundamentan la accin313. Indagar en el proceso de construccin de una identidad poltica a travs de la cultura poltica nos llev inevitablemente a navegar en las complejas aguas de la memoria, ya que solo a travs de ella podramos penetrar en los rincones ms oscuros de los procesos de signicacin de las acciones polticas pasadas. Sin embargo, navegar en esas turbulentas aguas requera de un cuidado permanente, precaucin que consista en no perder nunca de vista que la memoria, en tanto recuerdo del pasado, siempre se hace desde el presente. Por lo tanto, la memoria nos refera al pasado concreto, pero tambin, inevitablemente, a un discurso sobre el presente y sus condiciones. En forma paralela, permita visualizar la valoracin que se hace del pasado en cuestin con las crticas y desde la perspectiva del presente. Esa vinculacin temporal entre pasado y presente es lo que permite que el concepto de cultura poltica, construido a travs del uso de la memoria, cobre an ms potencialidad en el anlisis histrico. Es por ello que para abordar esta dimensin subjetiva resultaba necesario analizar las fuentes que tenamos para acercarnos al pasado de una manera distinta. En ese sentido, pareca atractiva la propuesta de Geertz al plantear que el discurso hay
264
que entenderlo no solo en el plano de la enunciacin sino que tambin como accin. La clave para la transicin del texto al anlogo del texto, de la escritura como discurso a la accin como discurso es, como seal Paul Ricoeur, el concepto de inscripcin: la jacin del signicado. Cuando hablamos, nuestras palabras uyen como acontecimientos, al igual que cualquier otro comportamiento; a menos que lo que digamos quede inscrito en la escritura (o en algn otro procedimiento jo de registro), ser tan evanescente como todo lo que hacemos. Por supuesto, tambin se desvanecer si queda inscrito, aunque en todo caso lo har como la juventud de Dorian Gray; pero al menos su signicado lo dicho y no el decir permanecer hasta cierto punto y durante algn tiempo. Este fenmeno tampoco es distinto por lo que se reere a las acciones en general: su signicado puede persistir all donde su realidad no puede. La gran virtud de la extensin de la nocin de texto ms all de las cosas escritas en papel o talladas en la roca es que atrae la atencin precisamente sobre ese fenmeno: qu provoca la inscripcin de la accin, cules son sus vehculos y cmo funcionan stos, y que implica para la interpretacin sociolgica la jacin del signicado a partir del ujo de eventos la historia a partir de lo sucedido, el pensamiento a partir de lo pensado, la cultura a partir del comportamiento314. Todo sujeto articulara de esta forma los discursos sobre su pasado. Aun cuando lo haga siempre desde el presente, ese discurso nos permite indagar en lo ocurrido, en aquellos hitos que lo fundamentan a l en su identidad social e individual presente. Imaginar un ser social sin esas conexiones resulta imposible. Todo sujeto, tal como lo expresbamos anteriormente, est cruzado unvocamente por dos fronteras: la interior/ pasado que est asumida y la exterior/futuro que dirige las acciones. Sin embargo, sus formas de articular y de autocomprender su frontera del pasado le ayudan a dirigir mejor sus fuerzas hacia la frontera exterior.
265
A MODO DE CONCLUSIN
El sujeto por lo tanto condiciona permanentemente sus recuerdos y los resignica a cada momento, de manera que sus percepciones del pasado son constantemente cambiantes y dicho proceso continuo es lo que le permite identicarse en el presente. De all que intentar reconstruir histricamente la cultura poltica del MAPU est inevitablemente asociado al presente en el cual se realiz la accin. Este problema, sin embargo, es un problema de la historiografa como disciplina, aunque sea mucho ms evidente en este tipo de historias ms cercanas al tiempo presente. Lo que nos permite no esencializar el pasado referido es llegar a establecer nudos de memoria en tanto acontecimientos fundantes de una identidad poltica particular. Identidad que si bien est en permanente construccin, reconoce hitos que permiten referir a todos quienes la comparten. Dichos hitos si bien se estn permanentemente resignicando, pueden ayudar a establecer ciertas coordenadas analticas que nos visibilizan procesos histricos compartidos y sus particulares formas de ser trados al presente. Esas formas de trabajar con la memoria, aun cuando los resultados de la accin sean diversos y cambien, tienden a ser constantes en aquellos grupos que comparten una determinada identidad, que los auto y heterovisibiliza. Es en dicho proceso ms constante donde entendemos se construye histricamente la cultura poltica de un determinado grupo. En el MAPU convivieron, con relativa armona, tres voces de memoria que narran una experiencia histrica, resignicada a la luz de un presente particular. Esas tres memorias son expresiones de trayectorias biogrcas distintas, experiencias de vida que se van entretejiendo en redes, en caminos surcados, en dolores y en visiones analticas del propio deber ser de la accin poltica. Voces que narran a veces ordenamente, a veces disgregadas, momentos cruciales de la politizacin de actores sociales que se pensaron como sujetos relevantes para la construccin de un nuevo Chile. Sujetos que vivieron el dolor de la represin, del exilio, del desagarro familiar y social y que se plantearon a la luz
266
de su propio pasado, salidas particulares para enfrentar el cruel golpe de Estado y las transformaciones profundas que generaba el modelo dictatorial. Estos sujetos narran su identidad, narran su historia, con poder y desde el poder. El poder de la enunciacin y el poder del registro. El poder de haberse pensado como sujetos en un momento histrico particular. Eso hizo muy interesante sus relatos y muy problemtico su propio anlisis. Los ex militantes del MAPU son y han sido conscientes del mito que pesa sobre sus cuerpos. Cabe destacar, tambin, que las memorias de los militantes del MAPU son muy diferentes a los registros de la prensa de la poca, y eso nos dice bastante sobre cmo se articulan y cambian las identidades polticas y sociales. De all, por lo tanto, que la referencia y uso de la memoria de los militantes muestren caminos de mayor continuidad con el presente que con el momento fundacional propiamente tal. Henry Rouss, quien se ha preocupado de la historia social de la memoria, en tanto anlisis de la evolucin de las formas y los usos del pasado sobre un perodo dado, tal como es llevado por grupos signicativos315, plantea que el acontecimiento en tanto hito fundacional es importantsimo dentro de la historia del tiempo presente. Sin embargo, tambin resalta que dicho acontecimiento si bien no se modica en su sustancia inicial, plantea como necesario al historiador considerar las diferentes mutaciones que estn detrs de la reconstruccin del mismo en el proceso de signicacin que realizan los distintos grupos sociales. El acontecimiento reconstruido y revalorado en distintas pocas condensa para Rouss una visin del pasado, del momento presente y del futuro esperado316, por ello no solo se remite a lo ocurrido sino que tiene plena vigencia en el presente donde se le resignica, donde nutre las memorias, donde se le representa. De all que todo ello est relacionado en el concepto mismo de acontecimiento.
267
A MODO DE CONCLUSIN
Es por ello que cuando trabajamos con las memorias de los militantes se nos hizo necesario considerar varias distinciones. Por un lado, realizar una clasicacin de los que participaron del proceso fundacional, encontrndonos aqu con tres tipos de militantes, cuyos orgenes, as como su presente, determinaban tambin la forma en que articulaban sus relatos. As, por ejemplo, nos encontramos con que los miembros del MAPU que participaron de la fundacin de dicha colectividad y que provenan de la Juventud Demcrata Cristiana (JDC) articulaban sus memorias haciendo mucho ms nfasis en las estructuras internas de la antigua (DC) y la nueva colectividad (MAPU), remarcando la institucionalidad del partido, as como el conicto interno que lo haba congurado. Para estos militantes la estructura partidaria era fundamental, por cuanto constitua el espacio en el cual ellos entendan se deba hacer la poltica. Su valoracin de lo institucional resultaba fundamental y de ello dan cuenta tanto sus actuaciones en el mismo periodo estudiado como sus vidas presentes. Todos los ex democratacristianos que entrevist seguan activamente vinculados a partidos polticos, de manera que para ellos el partido como espacio segua siendo el ms vlido para realizar las acciones destinadas a conseguir el poder. En este grupo de militantes aparecen conictos internos del MAPU mucho ms visibles en el momento de denir las identidades partidarias. En otras palabras, en ellos las tensiones entre partido y movimiento, as como la tensin entre cristianismo y marxismo, resultaban cuestiones centrales para denir la identidad MAPU. En ellos tambin estaban mucho ms presentes las guras pblicas de la colectividad que condensaban los registros de prensa. Ellos reconocan un conicto generacional, donde las nuevas prcticas, impuestas por los ms jvenes, resultan de la crtica que estos militantes hacan de los ms viejos, as como de la poltica en general. Tenan una necesidad de diferenciarse de la
268
colectividad original, por lo que buscaron crear un nuevo estilo poltico que los hiciera atractivos para nuevos sectores sociales. Por otro lado, exista otro grupo de militantes del MAPU durante los perodos fundacionales, que fueron clasicados como los adherentes a la DC en los momentos previos a la fundacin, que comparten con el tercer grupo317, correspondiente a los jvenes que ingresaron directamente al MAPU, rompiendo con otras militancias o siendo esta su primera militancia, recuerdos ms difusos con el origen preciso de la colectividad, asociado mucho ms a transformaciones estructurales de la poca histrica en la que est enmarcada la fundacin. Para este grupo, el partido poltico, en tanto espacio, no haba sido un referente previo. El MAPU fue siempre dbil en tanto institucionalidad. Para ellos, efectivamente, el partido era una comunidad de intereses, de lazos sociales, de experiencias compartidas, ms que un espacio poltico en el sentido clsico. Fue, a mi juicio, este tipo de militante, el que fortaleci una caracterstica de la cultura poltica del MAPU: el desapego a las formas institucionalizadas del poder poltico. En otras palabras, el MAPU resultaba ser ms una comunidad de actores que compartan un mismo ideal social y poltico, as como una historia, experiencias, redes y orgenes sociales que en la dcada de los sesenta y setenta tom el cuerpo y nombre de un partido poltico, porque este era el espacio ms reconocido, hegemnico y legitimado socialmente para hacer la disputa por el poder y las transformaciones sociales. Cuando este espacio cambi drsticamente con la dictadura, este grupo podra encontrar otras formas de seguir en la lucha por el poder. De hecho, las prcticas posteriores que conguraron la Renovacin Socialista, con su dura crtica a los partidos tradicionales y a las formas de hacer la poltica, terminaron con la existencia formal de la colectividad. Fue el mismo Eugenio Tironi quien, hacia nes de la dcada de los setenta, estimaba que el MAPU deba desaparecer, demostrando que la Renovacin
269
A MODO DE CONCLUSIN
Socialista tomara rumbos particulares en el MAPU, adecundose al marco de su particular cultura poltica318. Escriba Tironi: Y as, los partidos se nos fueron volviendo mecanismos de conservacin, refugios para que nuestra generacin logre protegerse en parte de la agresin de que es objeto desde arriba y sin descanso; lugares donde preservar muchas veces nicamente mediante gestos histricos nuestra cultura de la omnipotencia, lugares de encuentro que momentneamente aplacan nuestro recurrente desarraigo; enclaves que, por su propia naturaleza, nos alejan da a da de la cotidianeidad de nuestra gente. Pero que ya no dan abasto. Tanto recuerdo, tanta muerte, tanta repeticin de ritos, discursos conmemorativos y dogmas, los estn haciendo reventar. Ya desde antes nuestra frustracin ha buscado otros refugios, los que se han utilizado complementaria o alternativamente a este de los partidos. All irn, tal vez, a reunirse aquellos que sean espantados por esa descomposicin de los partidos, los que ojal se llenen nuevamente de vida despus de esta sobreacumulacin de nostalgias y reverencias319 Los sujetos que nutrieron con sus memorias nuestra investigacin nos hablaban de un pasado que daba cuenta de la cultura poltica del MAPU y de la que ellos, consciente o inconscientemente, eran depositarios, y tambin de su presente. As, mientras los ex militantes de la JDC todava participaban en la militancia poltica activa, los pertenecientes a los otros dos grupos no se caracterizaban por ello. Incluso algunos, pese a estar inscritos en partidos polticos, tenan una compleja relacin con los mismos, cargada de crticas, prejuicios y aoranzas de tiempos distintos. El acontecimiento como nudo de memoria, as como el intento de indagar en los inicios de los procesos que toman forma o se hacen ntidos en la reconstruccin histrica, es lo que nos llev a trabajar el periodo fundacional del MAPU, es decir, los aos comprendidos entre 1969 y 1973, como el periodo ms importante dentro de la conguracin histrica de su cultura poltica, ya que estimamos que es aqu donde la colectividad
270
construir los elementos ms poderosos que nutren su identidad y que la hacen permanecer en el imaginario colectivo poltico actual. Para aproximarnos a este periodo decidimos contrastar los registros de prensa con las memorias. Las razones que argumentaron esta opcin no solo tuvieron que ver con demostrar las particularidades del trabajo de memoria, sino que tambin indagar en percepciones que, desde la coyuntura poltica, se formaron sobre el MAPU. En ese proceso de contraposicin nos llevamos varias sorpresas. Entre los registros de prensa y la memoria haba una distancia bastante grande que nos llev a concluir que el MAPU que registraron los peridicos difera del MAPU que exista en la memoria de los militantes. Quizs las mayores diferencias se encuentren entre el periodo ms cercano a la fundacin (desde mayo de 1969 hasta mediados de 1970). All nos encontramos con un partido pblico que no tiene peso en la memoria de los militantes. Por un lado, las imgenes de Chonchol, de Gumucio, de Silva Solar y de Alberto Jerez que inundan la prensa en los primeros meses de existencia del partido, estn ausentes en las memorias de los fundadores. Existi, por lo tanto, un MAPU pblico, que no fue precisamente el ms importante, sino que constituy ms una estrategia, un instrumento de accin poltica en la bsqueda de la legitimidad y el reconocimiento de los otros actores de izquierda en esos aos electorales. Aos electorales que, por lo dems, no conguran un elemento especial en las explicaciones que guardan las memorias de los militantes sobre el origen de la colectividad, aun cuando todos reconozcan como relevante el triunfo de Allende. Este elemento es importante de considerar, sobre todo si lo contrastamos con las explicaciones sobre el origen del MAPU que dan historiadores como Yocelevsky, para quien el MAPU representa lo rgido del sistema poltico partidario chileno, as
271
A MODO DE CONCLUSIN
como la valoracin del mismo como instrumento o herramienta para hacerse del poder. Cuando Yocelevsky intenta explicar el surgimiento del MAPU, plantea que esta colectividad surge debido a que los partidos polticos existentes tienen estructuras de poder muy cerradas y competitivas, por lo cual, cualquier grupo que desee acceder al poder dentro de ellos tiene que dar una lucha tan intensa que es mucho ms conveniente el quiebre que el permanecer dentro. Plantea, adems, que la crtica interna es potencialmente til en el contexto electoral debido a que ello permite cierta movilidad e independencia dentro del sistema de partidos que facilita un distanciamiento de quienes estn en el poder. Es por ello que Yocelevsky recalca la idea de que el MAPU, y la crtica que se hace por parte del sector rebelde al gobierno de Frei Montalva, tenga que ser leda como un proceso de radicalizacin en bsqueda de la diferenciacin en una poca electoral. Esta explicacin, que da un nfasis mayor al contexto electoral para entender el surgimiento del MAPU, casi no aparece en las memorias de sus ex militantes, para quienes la colectividad recin nacida responde a una necesidad histrica y representa la dura crtica que los jvenes de los aos sesenta hacan tanto al sistema de partido existente como a la formas de entender y practicar la poltica. Sin embargo, una vez que el MAPU gan su espacio y se logr constituir como un actor reconocido por los otros, perodo que coincide precisamente con el inicio formal de la direccin de Rodrigo Ambrosio en el ao 70, los registros de la prensa comienzan a ser ms congruentes con las memorias de los militantes. Esto lleva a concluir que el MAPU fue una construccin dominada generacionalmente por los jvenes de la JDC, que convocaron a otros jvenes que se sintieron atrados precisamente por este elemento generacional crtico y renovador. No fue de esta forma el cristianismo radicalizado el potencial ms atractivo
272
del MAPU como lo registraba la prensa, sino que el elemento juvenil, crtico y de marcado talante intelectual, que aparece en las memorias de los militantes, lo que articul otras de las caractersticas de su cultura poltica: las formas particulares de militancia, as como sus dos concepciones del poder y sus discursos. Ambas estuvieron marcadas por el elemento generacional que compartieron quienes constituyen esta colectividad. El periodo que va desde mediados de 1970 hasta mayo de 1972 corresponde al tiempo donde hay una direccin central orientada racionalmente a denir identitariamente al MAPU. Dicho proceso de denicin tiene elementos preconstituidos, donde el abrazo al marxismo no era un tema en discusin. Sin embargo, otros elementos referidos al poder y a la tensin entre movimiento y partido (que incluye al poder) fueron elementos que nunca lograron denirse de manera absoluta en dicha colectividad. El atractivo para esos aos resultaba de esta ambigedad, que Ambrosio y otros dirigentes supieron hacer aparecer como una fortaleza. Sin embargo, lo que apareca como fortaleza termin convocando a una serie de jvenes, con perles ms o menos homogneos, que tendieron a optar por una u otra forma. En otras palabras, la vocacin de combinar lo social y lo poltico no se convirti nunca en una accin racionalmente dirigida a que dicha mezcla cuajara en algo coherente. En la prctica, la combinacin solo se mantuvo presente a travs de un estilo de militancia. Se requera hacer una opcin entre ambas y el partido lo soport muy bien mientras Ambrosio jug el rol coordinador. Sin embargo, esto signic esconder el aparato interno del partido, invisibilizarlo, de manera que solo se hizo visible cuando el conicto que cruzaba a toda la UP hizo explosin en el MAPU anticipadamente en el II Congreso de 1972. El atractivo termin condicionando el quiebre. El MAPU representa, por lo tanto, a los jvenes de los sesenta, jvenes radicalizados provenientes mayoritariamente de
273
A MODO DE CONCLUSIN
sectores acomodados y profesionales, de origen cristiano, que muestran cmo una parte de la elite chilena en esos aos tomaba rumbos polticos diversos. Su marcado carcter vanguardista, la militancia de tiempo completo, la dedicacin exclusiva y el sacricio, as como el mesianismo redentor y la marcada tendencia a la crtica, nos habla de cmo una generacin de jvenes entendi y practic la poltica en esos aos, tomando histricamente el nombre de Movimiento de Accin Popular Unitaria. Por lo tanto, las lneas de produccin discursiva del MAPU, que demostraban dos formas de comprender el poder y que contraponan adems dos direcciones hacia donde avanzaba el socialismo, si bien no fueron particularidades de dicha colectividad, sino tensiones que compartieron todos los partidos del conglomerado Unidad Popular, se vuelven especialmente interesantes en el MAPU, ya que es el nico partido que se quiebra formalmente, de manera violenta y vergonzosa a decir de sus ex militantes, a diferencia de las otras colectividades. El quiebre permite analizar cmo era valorada tanto la democracia como el socialismo por los jvenes mapucistas, as como las formas particulares para hacerse del poder. Una cultura, por tanto, donde el mpetu juvenil predomin por sobre el pragmatismo poltico y que va deniendo un elemento que hasta ahora sigue pesando sobre la imagen de la colectividad, referido a la idea de que cualquier medio es lcito para alcanzar el poder. Otro elemento de la cultura poltica del MAPU que se har visible en esos aos es la intrincada relacin entre la vida pblica y la poltica. Provenientes mayoritariamente de la elite, tanto intelectual, artstica, social como poltica y econmica320, los militantes de esta colectividad compartieron esos intensos aos de su juventud con un compromiso absoluto. Tal como lo indican las memorias, mucho de la negacin autopersonal y la culpa cristiana nutri las relaciones sociales al interior del MAPU. Sin embargo, lo que queda cada vez ms claro es que las redes sociales ms ntimas, las amistades, las pa274
rejas y toda la vida cotidiana se mezcl con la vida poltica, no existiendo una barrera denida entre ambas. Por ello, los lazos de camaradera compartidos hacen que esta colectividad aparezca an visible y poderosa, pese a las diferencias polticas, ideolgicas u ocupacionales que hoy tengan sus miembros. Y de hecho, este tipo particular de hacer partido es lo que posibilit que, hacia nes de la dcada de 1970, tal como lo mencionramos previamente, Eugenio Tironi llamara a terminar con los viejos partidos y proclamara el agotamiento del MAPU. En otras palabras, el MAPU fue una construccin de los jvenes de la elite para hacerse pblicamente del poder poltico. Esa confesada vocacin de poder, que en los aos setenta estaba orientada a la transformacin de la sociedad capitalista en una socialista, no pareca muy comn en la elite chilena, donde las redes hacia lo poltico eran bastante ms ocultas. De all el impacto de esta generacin, que, sin decirlo formalmente, era la construccin pblica y legitimada de una oligarqua que apelaba por la construccin del socialismo. Por ltimo, en el MAPU el recordar juntos y constituir un recuerdo particular en un recuerdo resignicado intersubjetivamente permite articular memorias colectivas. Son esas memorias colectivas las que ayudan a construir identidades y nutren su cultura poltica en particular, en ausencia de un programa ideolgico, de objetivos polticos o de una estructura partidaria tradicional. Lo anterior es especialmente signicativo en esta cultura poltica estudiada, sobre todo por la importancia poltica de dicho colectivo en los aos que enmarcan el proceso de Renovacin Socialista y los derroteros de la transicin a la democracia. Sin embargo, profundizar estos aspectos es objetivo de otra investigacin. Finalmente, cabe la pregunta de si es posible acudir a la reconstruccin histrica para hacer ms comprensivo el pasado y su relacin con el presente si trabajamos con un factor tan mu275
A MODO DE CONCLUSIN
table, variado, poco conable y difuso como es la memoria. Puede entonces la escritura o el relato histrico legitimarse ante sus actores y lectores, tomando en consideracin las problemticas anteriores? Una respuesta que nos parece interesante es la que plantea Paul Ricoeur321, para quien la escritura histrica y, por ende, el paso del recuerdo a la representacin escrita del mismo por parte de un sujeto extrao al actor no es algo que afecte solo a la historia del tiempo presente, aunque sea en esta especialidad donde se haga ms visible, sino que es un problema de la disciplina misma, ya que la escritura histrica es un proceso donde se concentran las dicultades ms tenaces en lo que concierne a la representacin del pasado en historia, porque la dicultad mayor resulta del hecho de que las conguraciones narrativas y retricas son requisito de lectura; estructuran al lector a pesar suyo y tienen un doble papel: mediaciones en direccin de lo real histrico y pantallas que opacan la pretendida transparencia de las mediaciones.322 Dada la limitacin anterior, es que nalmente en historia, cualquier construccin es, en el mejor de los casos, solo reconstruccin que debe hacer eco de las voces del pasado, sabiendo que no por ello se estar encubriendo y/o consagrando una verdad reconocida por todos, porque la historiografa es siempre una mediacin que aspira a ampliar la mirada en el espacio y el tiempo, la fuerza de la critica en el orden del testimonio, explicacin y comprensin, el dominio retrico del texto y, ms que nada, el ejercicio de equidad respecto de las reivindicaciones de los distintos bandos de memoria heridas y a veces ciega a la desgracia de los dems323.
276
Notas
Lechner, Norbert. Las sombras del maana. La dimensin subjetiva de la poltica. 2002. Pg. 8
1 2 3 4 5
Lechner, Norbert. Op. Cit. Pg. 9 Lechner, N. Ibid. Pg. 12 Bauman, Zigmunt. En busca de la poltica. F.C.E. Mxico 2000.
Sobre una tipologa y estructura bsica de los partidos tradicionales y no tradicionales ver Duverger, Maurice. Los partidos polticos. Fondo de Cultura Econmica, 1996.(Decimoquinta edicin).
Para este autor, los partidos para poder recibir esta nominacin deben no solo ser una comunidad solidaria de pares y dirigentes, sino que una estructura que tienda a la permanencia, con un orden interno, con diferenciaciones y tipos especiales de militancia, que la hagan permanente e identicable en el tiempo, sin importar el aporte especco que realice cada uno de sus miembros. En el estudio de Duverger no aparece la variable subjetiva, ya que para el autor el partido es una estructura conformada en la coyuntura pero con visin de proyecto de trascendencia en tanto destinada a formar parte de los tiempos de larga duracin. Ibez, Jess. El regreso del sujeto. La investigacin social de segundo orden. Santiago, 1991. Pg. 24.
6 7 8 9
Ibez, Jess. Op. Cit. Ibez, Jess. Op. Cit. Pg. 26. Ibez, Jess. Ibid. Pgs. 28-29. Ibez, Jess. Ibid. Pg. 86. Ibez, Jess. Op. Cit. Pg. 89.
10 11 12
Subercaseaux, Bernardo. La constitucin del sujeto: de lo singular a lo colectivo en Identidades y sujetos. Para una discusin latinoamericana. Universidad de Chile. Santiago, 2002. Subercaseaux, Bernardo. Op. Cit. Pgs. 131-132. Subercaseaux, Bernardo. Ibd. Pgs. 131-132. Lechner, Norbert. Las sombras del maana... Pg. 10. Stuven, Ana Mara. La seduccin de un orden. Las elites y la construccin de Chile
13 14 15 16
277
NOTAS
en las polmicas culturales y polticas del siglo XIX. Ediciones Universidad Catlica de Chile. Santiago, 2000. La denicin de cultura poltica que utiliza la autora es la siguiente: La cultura poltica incluye los valores, creencias y smbolos que denen la situacin en la cual se desarrolla la accin poltica. Ocupa, en otras palabras, el mbito subjetivo de la poltica. Pg.19.
17
Cabe destacar que el concepto que utilizan los autores y que puede ser asimilable, con diferencias por cierto, es el de politizacin. Segn ellos, Adoptando un marco ms restringido, aqu se hablar de politizacin solo para hacer referencia a cuatro fenmenos contenidos dentro del mbito ms amplio de la cuestin social: 1) una formulacin discursiva, difundida desde distintos sectores sociales, sobre el lugar que le corresponda ocupar al pueblo trabajador dentro del conjunto del cuerpo social; 2) la articulacin orgnica de las demandas populares a travs de referentes creados o adaptados expresamente para tal propsito, incluyendo asociaciones de diverso tipo, partidos polticos y comicios electorales; 3) la elaboracin de propuestas programticas destinadas a levantar un diagnstico y a disear soluciones para los principales males sociales; y 4) la reivindicacin de un principio de ciudadana popular, entendiendo por tal el derecho de los sectores obreros a participar en la discusin e implementacin de aquellas decisiones que afectan a toda la sociedad y, por tanto, a ellos mismos. En la medida que una propuesta o movimiento orientado hacia los trabajadores o nacido a partir de ellos rena esos cuatro componentes, podr sostenerse que se est en presencia de una politizacin del mundo popular, al menos dentro de los mrgenes aqu denidos. Pg. 10.
Pinto, Julio y Valdivia, Vernica. Revolucin proletaria o querida chusma. Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politizacin pampina (1911-1932). Ediciones Lom, 2001. De esta forma, en el concepto de politizacin estn presentes los elementos de apropiacin afectiva y activa de los discursos, tambin presentes en el concepto de cultura poltica. Sin embargo, la gran diferencia es la importancia que tienen para este ltimo concepto los universos de orden social que constituyen los mismos discursos en la construccin de identidades colectivas.
18 19
Lechner, Norbert. Los patios interiores de la democracia. Subjetividad y poltica. Flacso, 1988. Pg. 57. Lechner, Norbert. Op. Cit. Pgs. 63-64. Lechner, Norbert. Op. Cit. Pgs. 65-66.
20 21 22
Moulin, Toms. La forja de ilusiones: el sistema de partidos. 1932-1973. 1993. Pg. 233
278
23 24 25 26 27 28 29 30 31 32
Op. Cit. Pg. 234. Illanes, Mara Anglica. La batalla de la memoria. 2002. Pg. 139. Hobsbawm, Eric. Historia del Siglo XX. Ed. Crtica, 1996. Moulin, Toms. Op. Cit. Pg. 237. Moulin, T. Op. Cit. Pg. 239. Moulin, T. Ibid. Pg. 241. Moulin, T. Ibd. Pg. 243. Moulin, T. Op. Cit. Pg. 244 Illanes, M. Op. Cit. Pg. 147.
Jocelyn-Holt, Alfredo. El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar. 1998. Pg. 94. Jocelyn-Holt, A. Op. Cit. Pg. 97 La cursiva es del propio autor citado. Jocelyn-Holt, A. Ibid. Pg. 99 Op. Cit. Pg. 100 Op. Cit. Pg. 100.
33 34 35 36 37 38
Moulin arma que los tericos de la dependencia corrigieron las tentaciones historicistas-voluntaristas o subjetivistas para armar la necesidad actual del socialismo desde una lgica estructural. El objetivo de ese discurso antietapista consisti en demostrar que ya no haba espacio ni condiciones de viabilidad en Amrica Latina para un nuevo intento de modernizacin en el marco del capitalismo ni para una tercera va. Op. Cit. Pg. 250. Moulin, T. Op. Cit. Pg. 249.
39 40
Corvaln M, Luis. Los partidos polticos y el golpe del 11 de septiembre. Contribucin al estudio del contexto histrico. CESOC, Santiago, 2000. Arrate, Jorge y Rojas, Eduardo. Memoria de la izquierda chilena. Tomo 1. Ediciones B. Chile S.A. Santiago, 2003. Pgs. 430-431. Moulin, T. Ibid. Pg. 252.
41
42 43
Al respecto, ver trabajos de lvarez, Rolando. Por ejemplo, Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comunista. Ed. Lom, 2002, y tesis doctoral La tarea de las tareas (Universidad de Chile, 2007. Indita) Moulin, T. Op. Cit. Pgs. 254-255
44
279
NOTAS
45 46 47 48 49 50
Moulin, T. Ibd. Pg. 256. Moulin, T. Op. Cit. Pg. 263. Illanes, Mara Anglica. Op. Cit. Pg. 151. Illanes, Mara Anglica. Op. Cit. Pg. 150. Illanes, Mara Anglica. Ibid. Pg. 158.
Excepciones a esta armacin la constituyen dos tesis de pregrado de la Universidad Catlica de Chile. Correa, Sofa et al. Historia del siglo XX chileno. Editorial Sudamericana. 2001. Pgs 256-257.
51 52
Aqu hay una equivocacin histrica. Jacques Chonchol perteneca al sector de los terceristas. Collier, S. y Sater, W. Historia de Chile. Pg. 227.
53 54
Skidmore, Thomas y Smith, Peter. Historia Contempornea de Amrica Latina. Editorial Critica. Barcelona, 1996. Pg. 149. Yocelevsky, Ricardo. Chile: partidos polticos. Pg. 60. Op. Cit. Pg. 61.
55 56 57
Moulin, Luis y Guerra, Gloria. Eduardo Frei (1911-1982) Biografa de un estadista utpico. Editorial Sudamericana. 2000. Pg. 171.
58
Rodrigo Ambrosio, Enrique Correa y Juan Enrique Vega principalmente, como miembros de la directiva de la JDC. Moulin, Luis. Op. Cit. Pg. 172.
59 60
Militantes como Jacques Chonchol, Julio Silva Solar, Alberto Jerez, Vicente Sota y Rafael Agustn Gumucio. Jocelyn-Holt, Alfredo. El Chile perplejo. Pg. 103. Que para ser ms exactos pertenece al grupo de los terceristas. El Mercurio, La Tercera, Clarn y El Siglo. Un papel fundamental en este proceso lo jugar el liderazgo de Rodrigo Ambrosio.
61 62 63 64 65
A la diferencia generacional haba que sumarle el acercamiento o distanciamiento respecto de la utilizacin del marxismo como categora de anlisis de la realidad social. Los viejos fundadores creyeron que la particularidad del MAPU en la izquierda era precisamente el aporte del cristianismo, mientras que los ms jvenes queran sacarse ese estigma y pretendan convertirse en el tercer partido marxista de la izquierda chilena.
280
66
Dicha crtica se haca sobre todo al Partido Radical y a los sectores polticos de la derecha, como el Partido Liberal por ejemplo, que no lograban representar ni en sus discursos ni en sus prcticas a estos nuevos sectores de la clase media ms ilustrada y profesional. Jocelevsky, Ricardo. La Democracia Cristiana y el gobierno de Eduardo Frei (19641970). U. A. Metropolitana. Unidad Xochimilco. Mxico, 1987. Pg. 286. Uno de los paradigmas ideolgicos que cruzaba a toda la Democracia Cristiana hacia 1964 era la frase ni capitalista ni socialista, sociedad comunitaria. Sin embargo, los lderes rebeldes a poco andar el gobierno de Frei comenzaron a acuar la idea de una sociedad basada en el socialismo comunitario, cuestin que ser consignada en la propuesta de la va no capitalista de desarrollo que encabeza la lnea rebelde que gana la mesa de la directiva DC en el ao 1967, con Gumucio a la cabeza. Jocelevsky, R. Ibid. Pg. 299.
67
68
69 70
Importante me parece sealar que un mes antes de esta eleccin haba sido elegido como Presidente de la JDC el lder rebelde juvenil Rodrigo Ambrosio. Clarn. 3/5/1969. El lder de esta postura fue Patricio Aylwin, entonces senador de la Repblica.
71 72 73
En trminos de alianzas polticas, las contradicciones entre justicia social y desarrollo econmico signicaban optar por una alianza con los partidos de la izquierda o bien por una con los grupos de poder econmico. El problema de los democratacristianos es que pareca imposible para ellos ocupar una posicin hegemnica en cualquiera de los dos tipos de alianza. Jocelevsky, R. Ibid. Pg. 306. Clarn. Opinin poltica de Picotn. 15/1/1969. Clarn. 21/1/1969. La Tercera. 1/1/1969. Clarn. 25/3/1969. Clarn. Op. Cit. La Tercera. 23/4/1969. Clarn. 25/3/1969.
74 75 76 77 78 79 80 81
Esto permite entender por qu los militantes ms antiguos casi desaparecen de la memoria de los militantes ms jvenes.
Clarn. 12/2/1969. Perl electoral de Alberto Jerez, candidato a senador por la zona de Concepcin.
82 83
Clarn. 28/3/1969.
281
NOTAS
84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94
Clarn. 11/3/1969. Clarn. 12/3/1969. Clarn. 11/3/1969. Clarn. 12/3/1969. La Tercera. 7/5/1969. El Mercurio. 20/4/1969. Clarn. 21/4/1969. Clarn. 21/4/1969. Clarn. 21/4/1969 Clarn. 21/4/1969.
La Tercera. 22/4/1969. Segn Juan Enrique Vega, presidente de la JDC, el triunfo se logr debido al planteamiento de la siguiente tesis: En lo ideolgico, que el PDC debe denirse por el socialismo a secas; en lo poltico, armando que el PDC debe ubicarse en la izquierda; en lo estratgico, planteando la necesidad de la lucha por una unidad popular de nuevo tipo en Chile. Clarn. 5/5/1969. Clarn. 5/5/1969. La Tercera. 5/5/1969. Clarn. 5/5/1969. El Mercurio. 6/5/1969. Las declaraciones son de Sergio Onofre Jarpa. Clarn. 7/5/1969. Clarn. 6/5/1969. A este departamento perteneca Jaime Gazmuri.
95 96 97 98 99
Sobre la renuncia de Snchez al PDC, la tira cmica El perejil ironiza el 17/5/1969: Pam que renunci porque la echa roja no era tan roja ni tena la forma de hoz ni martillo, haciendo alusin al acercamiento y casi identicacin del sector rebelde con los lineamientos de la izquierda tradicional, en especial, el Partido Comunista. Clarn declaraba el 14 de mayo de 1969: El PDC se qued sin su juventud, como don Fulgencio: nos han cambiado el partido. Este no es el partido al que entramos, explican los cabros a Castillo. La carta est concebida en trminos dursimos, la crtica no est adornada y hasta le hacen un llamado de conciencia a Castillo para que medite sobre la composicin que ahora tiene el partido al cual l tanto le defendi la pureza. Vega inform que junto a ellos se salen 16 provincias, como departamentos
104
282
juveniles completos y en las otras renunciaron grupos importantes. Es decir, que ahora el PDC no tiene juventud.
105 106 107 108 109 110 111
El Mercurio.10/5/1969. El Mercurio. Op. Cit. El Mercurio. 18/5/1969. Clarn. 19/5/1969. El Mercurio. 19/5/1969 La Tercera. 19/5/1969.
La Tercera. 30/5/1969. Titular Marxistas y cristianos estn fabricando nueva izquierda. Contina las condiciones estn dadas para que surja una nueva izquierda en el pas, a juicio del personero del MAPU, que particip en una reunin con comunistas y socialistas. Sobre la reunin que se realiz en la sede del PS, dijeron los informantes que en ella hubo un anlisis sobre las posibilidades de la Unidad Popular y que se not gran coincidencia en los planteamientos de las tres colectividades, en el sentido de hacer la unidad partiendo desde las bases. Manifest el vocero que a su juicio el resultado ms importante es que las condiciones estn dadas para que surja una nueva izquierda, con participacin de cristianos, marxistas e independientes.
Clarn. 20/5/1969. Clarn. 20/5/1969. Clarn. 28/5/1969. Clarn. 20/5/1969. Este elemento tambin es cubierto por El Mercurio y La Tercera.
Esta reexin se ha repetido en muchos militantes mapucistas a lo largo de la historia de dicho partido, siendo un elemento constitutivo de la cultura poltica del mismo. En ese sentido, se entienden por ejemplo las ansias de constituir un partido federado, en la poca de Ambrosio, y ms tarde, en la poca de la transicin, la conformacin de la Concertacin. Clarn. 27/7/1969. El Mercurio. 4/8/1969. Clarn. 14/6/1969 y 25/7/1969. Clarn. 27/7/1969.
283
NOTAS
Criticas a medidas reformistas y populistas que no aspiran a un cambio radical del sistema capitalista.
126 127 128 129 130 131 132 133 134 135 136 137 138 139
El Mercurio. 5/8/1969. Clarn. 2/8/1969. Clarn. 3/8/1969. Clarn. 20/8/1969. Clarn. 30/9/1969. Clarn. La Tercera y El Mercurio. 22/9/1969 Clarn. 28/9/1969. Crtica a la nominacin de Allende por parte del Partido Socialista. Clarn. 10/10/1969. La Tercera. 5/10/1969. El Mercurio. 10/10/1969. La Tercera. 22/8/1969. Clarn. 1/1/1970.
Desde el momento fundacional hasta la eleccin el MAPU haba ganado varias elecciones de federaciones de estudiantes, en alianza con las otras colectividades de izquierda. Un ejemplo importante lo constituye el triunfo del Centro de Estudiantes de Ingeniera de la Universidad de Chile, con Manuel Riesco a la cabeza. Enfatizo el largo plazo, porque aqu est la primera idea que ms tarde retomar el MAPU durante el proceso conocido como Renovacin Socialista, que de una renovacin ideolgica pos golpe de Estado dar paso a la constitucin de un bloque histrico que pasar a llamarse, hacia los aos 80, Convergencia Socialista. No hay que olvidar que el MAPU se une al Partido Socialista en 1989, durante los inicios del proceso de transicin a la democracia en nuestro pas. La Tercera. 22/8/1969
140
141 142
Es en este I Congreso, con Rodrigo Ambrosio a la cabeza, donde los lineamientos de convertirse en un tercer partido de izquierda con predominio ideolgico del marxismo se vuelven pblicos. Una actividad caracterstica del MAPU en esta lgica del crecimiento de su estructura de cuadros es su apuesta por ganar espacio en el movimiento estudiantil. Es as como
143
284
hacia nes de 1970 asume como nuevo presidente de la Federacin de Estudiantes de la Universidad Catlica de Valparaso Gonzalo Pineda, militante del MAPU, al igual que fue electo presidente de la Federacin de Estudiantes de la Universidad Tcnica Federico Santa Mara Etienne Lefranc, en mayo de 1971. Los triunfos estudiantiles, que fueron los ms signicativos de la colectividad, nos demuestran el importante inujo que el MAPU gener en los sectores juveniles universitarios, donde tuvo sus principales bases de apoyo, aun cuando se declarara como partido proletario.
144 145
El Mercurio. 19/10/1970.
Otros militantes del MAPU asumirn cargos de menor visibilidad pblica, pero a la vez muy importantes, como es el caso de Fernando Flores en la Direccin de la CORFO o de Francisco Gonzlez en la gerencia agrcola de la misma institucin. La Tercera. 11/11/1970. El Mercurio. 15/5/1971. La Tercera. 31/5/1971. El Mercurio. 15/5/1971.
Es decir, bastante menos crtico que en sus inicios y que segn Toms Moulin Dentro del cdigo terico del marxismo en uso, proletarizarse signicaba adoptar la ideologa o la ciencia del proletariado, aquella con la cual este luchaba por su emancipacin, y tambin ser capaces de atraer a los componentes de la clase revolucionaria. En esta propuesta de partido, formulada por Ambrosio en el I Congreso de nes de 1970, exista el germen de la leninizacin que se hizo explcita en el II Congreso de nes de 1972. Pese a las deniciones iniciales del marxismo como un mtodo, como un instrumental para el anlisis de la realidad y para la creacin de la teora, el partido sigui a un ritmo paroxstico, propio de toda su agitada historia, un camino parecido al de los socialistas. Pg. 285. Evolucin histrica de la izquierda chilena: la inuencia del marxismo. En Encuentro de Chantilly 3 y 5 de septiembre de 1982. Mimeograado. La Tercera. 31/5/1971. El Mercurio. 9/1/1971 La Tercera. 1/6/1971 Esta idea ser recordada por los militantes como la teora de los dos los. La Tercera. 26/4/1971. La Tercera. 1/6/1971. La Tercera. 3/8/1971 La Tercera. 7/8/1971.
285
NOTAS
El Siglo. 7/8/1971. La Tercera. 19/8/1971. La Tercera. 19/8/1971. El Mercurio. 5/8/1971. El Mercurio. 15/8/1971. El Mercurio. 14/8/1971. El Mercurio. 17/8/1971. La Tercera. 9/03/1973.
Ex gerente general de IANSA, y ex presidente del Directorio del METRO y de Telefnica, despus del retorno a la democracia en Chile. Actual militante del Partido Socialista de Chile. Tambin form parte de los cuadros dirigenciales de la CORFO y actualmente es Senador de la Repblica por la Regin de Tarapac. Actual Senador de la Repblica, militante del Partido Socialista
168
169 170
Ex director del INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agrcolas) y candidato a senador por La Serena, durante la UP. Es el caso de Juan Francisco Snchez interventor de la fbrica Textil Yarur.
171 172
Al respecto cuenta Ismael Llona en sus memorias: Al gobierno van los buenos cuadros tcnicos-polticos como Fernando Flores, el Dr. Juan Carlos Concha, Carlos Bau, Jos Antonio Viera-Gallo, scar Guillermo Garretn, Rodrigo Egaa, Eugenio Ruiz-Tagle. Tambin Nelson vila, intendente de Aconcagua hace ms de treinta aos. Santiago Bell, Pancho Gonzlez, el Coco Echenique. Pepe Olavaria los coordina, desde el partido. En la direccin del partido quedan los mejores para la direccin de la revolucin: Ambrosio, Gazmuri, Correa, el chico vila, polticos-tcnicos, y sus acompaantes en la copol, la comisin poltica: Eduardo Rojas, Alejandro Bell, Pancho Geisse, Maria Antonieta Saa, Cesreo Flores, Luchn Toro, Vicente Sota, Frnex Vera, Jorge Setz y el MC que servira como MC y en agitprop. Los compaeros de la Cono, comisin nacional de organizacin, el negro Santander, el chico Riveros, el gordo Perell, que sufri un ataque al corazn, y Pete el Negro, que se les muri de un ataque al corazn. En Los Santos estn marchando. Ediciones Off The Record, Santiago, 2006. Pg. 68-69.
173
Por ejemplo, scar Guillermo Garretn tena 27 aos al momento de asumir como Subsecretario.
286
174
Es importante resaltar que las voces criticas tambin provenan de esos cuadros que participaban de la administracin. Obtuvo la 2 vicepresidencia en 1972 y ya la tena desde 1970. El Mercurio. 17/2/1972 El Mercurio. 15/8/1971.
Nos sorprende que en los pocos aos de existencia de dicha colectividad se hayan realizado 5 plenos y 2 Congresos orgnicos e ideolgicos, que mantenan al MAPU en una actividad partidaria interna bastante intensa. La Tercera. 9/1/1971. El Mercurio. 19/12/1971. Carta publicada en El Siglo, 20 de diciembre de 1971. El Mercurio. 21/1/1972.
Ismael Llona recuerda en sus memorias sobre la gura de Ambrosio: El joven Lenin, que ya se haba autodesignado, fue el designado. Su gura agradable, con cuidados bigotes debray, jockey escocs, plido, manta gruesa y clara de mediano propietario agrcola; un discurso autodictado y ledo en el aire o en el viento, atrayente por lo racional y lo verdadero; su pasin por la poltica como arte de dirigir para dirigir en el bien de los que estaban mal; su carcter aparentemente duro y aparentemente afable; su decisin de ordenar hacer, como dira Pablito, se impusieron entre sus pares. Entre 1967 y 1970 trabaj sin descanso para construir partido, partido revolucionario; construir alianzas; construir ideas; construir programa; construir estrategias y tcticas. Lea mucho, pero tena tambin quien le leyera y le formateara las chas correspondientes; en Concepcin, Eduardo Aquevedo; en Santiago, Toms Moulin. Escriba y para ello se apoyaba en Kalky Glausser. Correga y correga Con Ambrosio, el mediocampista entendi que el cambio revolucionario en el que haba soado desde adolescente solo se poda hacer desde el poder que era bastante ms que el gobierno y que el poder haba que conquistarlo con el gobierno y desde el gobierno con una revolucin. Llona, Ismael. Op. Cit. Pgs. 64 y 65.
184 185
El Mercurio. 24/5/1972.
El Siglo. 25/5/1972. Dirigentes del MAPU se pasaron al MIR: Seis dirigentes del MAPU, entre ellos el interventor de la industria SUMAR, Jaime Gre (sic) Zegers, fueron expulsados por la direccin nacional de esa colectividad. El informe emitido por ese organismo seala que la Comisin Nacional de Control y Cuadros de Inltracin y actividades fraccionales de dicho partido, los expuls por oportunismo poltico, trai-
287
NOTAS
Este militante acompaaba a Ambrosio en el auto el da del accidente; perteneca al sector ms cercano a Jaime Gazmuri. Palabras de Jaime Surez, quien reemplaza como ministro del Interior al socialista Hernn del Canto. El Siglo. 4/8/1972. La Tercera. 2/8/1972. El Mercurio. 28/11973. El Mercurio. 2/4/1973.
191
Base de Datos Polticos de las Amricas. Universidad de Georgetown. www.georgetown.edu/pdba/spanish.html. La Tercera. 31/3/1973. El Mercurio. 2/3/1973. Dirigida en esos aos por Gabriel Gaspar, entonces Subsecretario de Guerra.
Otros expulsados fueron Rodrigo Gonzlez, Ren Plaza, Gonzalo Ojeda, Ren Romn, Kalky Glausser, Francisco Ureta, Rodrigo Rivas, Fernando Robles, Luis Magalln, Alejandro Bahamondes, Carlos Pulgar, Leopoldo Vega, Alfonso Nspolo y Carlos Lagos. La Tercera. 8/3/1973. La Tercera. 8/3/1973. La Tercera. 9/3/1973. Palabras de Mario Montanari, en La Tercera. 10/3/1973. La Tercera. 15/3/1973.
Dictamen que tiene como fecha 2 de junio de 1973. Esto nutri uno de los gritos de batalla del MAPU, y que se sigui usando en los aos de dictadura: El MAPU es uno solo y est con GARRETN.
205 206 207 208
El Mercurio. 18/3/1973. El Mercurio. 1/9/1973. El Mercurio. 3/9/1973. Hoy da bordean los sesenta aos.
288
209
Jaime Gazmuri era dirigente del departamento campesino de la JDC y trabajaba con Rodrigo Ambrosio en INDAP, cuando Jacques Chonchol era su director. Perteneca a la fraccin de los rebeldes y participa del MAPU desde sus inicios. Actualmente es senador por la VII Regin y milita en el Partido Socialista. Carlos Montes era militante de la JDC y perteneca al grupo rebelde. Participa del MAPU desde su momento fundacional. Actualmente es diputado y milita en el Partido Socialista.
210
Gabriel Gaspar era militante de la JDC, grupo rebelde. Participa del MAPU desde su momento fundacional. Al momento de la entrevista era Subsecretario de Guerra y militante del PPD.
211 212
Rodrigo Egaa era militante de la JDC, perteneca al grupo rebelde y estudiaba en la UC. Fue candidato a la presidencia de la FEUC en 1968 por el Movimiento 11 de agosto que lideraba Miguel Angel Solar. Fundador del MAPU, al momento de la entrevista era Subsecretario del Ministerio Secretara General de la Presidencia y militante del Partido Socialista. Enrique Correa era presidente de la JDC para el perodo 1968-1969. Era uno de los lderes del grupo rebelde y fundador del MAPU. Fue ministro del presidente Patricio Aylwin y a mediados del ao 2004 fue expulsado del Partido Socialista.
213
214
Sergio Galilea era miembro del grupo rebelde de la JDC. Participa de la fundacin del MAPU. Al momento de la entrevista era el Director de Vialidad del Ministerio de Obras Pblicas y actualmente es el Intendente de la Regin de Los Lagos. Sergio Snchez era miembro del Partido Demcrata Cristiano, muy cercano a Rafael Agustn Gumucio. Perteneca al grupo de los cristianos que fundan el MAPU. Fue embajador en Yugoslavia durante el gobierno de la UP. Al momento de la entrevista trabajaba en el Hospital San Jos.
215
216
Pedro Gaete era miembro de la JDC y perteneca a un grupo denominado 11 de marzo, que corresponda a un sector radical dentro de las corrientes ms izquierdistas de la JDC. Se integra al MAPU desde su momento fundacional. Al momento de la entrevista era gerente de FRUCTPACLA S.A. scar Garretn es miembro fundador del MAPU, ex militante de la JDC aunque no muy activo en la participacin interna del conglomerado. Al momento de la entrevista era militante del Partido Socialista y gerente general de IANSA S.A. Jos Miguel Insulza se integra al MAPU en el ao 1970, y aunque no forma parte del grupo que fund el movimiento, una vez que ingresa su grupo de referencia siempre sern sus ex compaeros DC. Actualmente milita en el P. Socialista y es Secretario General de la OEA. Daniela Snchez participa en el MAPU desde sus inicios y es acadmica de la escuela de Trabajo Social de la UC. Actualmente no milita en ningn partido y al momento
217
218
219
289
NOTAS
de la entrevista era directora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Cardenal Siva Henrquez.
220
Virginia Rodrguez participa en el MAPU desde sus inicios. Directora de la escuela de Trabajo Social de la UC para los aos 1969-1971, est casada (desde esos aos) con scar Guillermo Garretn. Est inscrita en el PPD y al momento de la entrevista era la directora del PRODEMU y participaba del Consejo Directivo de Televisin Nacional de Chile. Falleci en 2007. scar Mac Clure participa en el MAPU desde sus inicios. Estudiante en esos aos de Sociologa de la UC. Actualmente est inscrito en el PPD y al momento de la entrevista trabajaba en el Ministerio de Planicacin. Juan Milos Hurtado participa en el MAPU desde su fundacin como estudiante de Derecho de la U de Chile. Actualmente est inscrito en el PPD y al momento de la entrevista trabajaba en la scala del Banco del Estado.
221
222
Mara de la Luz Silva participa en el MAPU desde el ao 1971 cuando ingresa a estudiar a la UC. Anterior a su fecha de ingreso, presenci la constitucin del MAPU como la esposa de un destacado dirigente DC, Belisario Velasco. Antes de entrar al MAPU trabaj con la gente que ms tarde form la IC. Actualmente milita en el PPD y al momento de la entrevista es Jefa del Departamento de Relaciones Internacionales del SERNAM.
223 224
Valeria Ambrosio, hermana del fundador del MAPU, ingresa al MAPU aunque nunca milita activamente en dicho movimiento. Para esos aos estaba casada con Jos Miguel Insulza y al momento de la entrevista trabajaba en el PNUD. Francisco Gonzlez del Ro actualmente es militante del PPD y al momento de la entrevista es Director del Instituto Nacional de Investigaciones Agrcolas (INIA). Fue candidato a senador por la zona de La Serena para la eleccin de marzo de 1973.
225
Fernando Ossandn ingres al MAPU en 1970 en la UC mientras era estudiante de Sociologa. Anterior a esta militancia trabajaba en la UC con la gente cercana al MIR. Actualmente est inscrito en el P. Socialista y es el Jefe de Comunicaciones del FOSIS.
226 227
Pedro Milos ingres al MAPU a nes de 1970 despus de renunciar a su militancia en el MIR (seccin Frente de Estudiantes Revolucionarios). Actualmente no milita en ningn partido y al momento de la entrevista es Director del CIDE, de la Universidad Alberto Hurtado. Eugenio Tironi ingres al MAPU a principios de 1970 en la UC, escuela de Sociologa. Actualmente es militante del PPD y presidente de Tironi y Asociados, empresa del rubro comunicacin estratgica.
228
229
Pablo Saball ingres al MAPU a principios de 1970 cuando estaba en cuarto ao medio en el colegio San Ignacio. Actualmente no milita en ninguna colectividad pol-
290
Paulina Saball ingres al MAPU a principios de 1970 cuando estudiaba Trabajo Social en la UC. Actualmente no milita en ningn partido y al momento de la entrevista era la Directora de la Comisin Nacional del Medio Ambiente. Guillermo Ossandn ingres al MAPU junto con Pablo Saball, con quien participaba del Centro del Alumnos del Colegio San Ignacio. Fue el fundador del Movimiento Lautaro, cuyas acciones consideradas terroristas le valieron 10 aos de crcel. La entrevista fue realizada a un mes de su salida de la CAS y se encontraba desempleado. (noviembre de 2004).
231
232
Mario Alburquerque ingres al MAPU en 1970, formando parte del grupo de la E. Media de esa colectividad. Actualmente milita en el PPD y trabaja en un organismo tcnico del Estado. Ernesto Galaz ingres al MAPU en el ao 1970 luego de haber militado en el Partido Comunista. Actualmente es militante del P. Socialista y se desempea como Director Jurdico del Ministerio Secretara General de Gobierno. Hermann Mondaca ingres al MAPU en 1970 en Arica. Actualmente milita en el P. Socialista y dirige el Grupo Proceso, empresa que se dedica al rubro de las comunicaciones audiovisuales. Luis Sierra ingres al MAPU a nes de 1969 mientras era alumno del Instituto Nacional. Actualmente es militante del Partido Socialista y al momento de la entrevista se desempeaba como Jefe del rea Administrativa de la Secretara Regional Ministerial de Educacin de la Regin Metropolitana. Moulin, Toms. Evolucin histrica de la izquierda chilena: la inuencia del marxismo. Encuentro Chantilly, 1982. Mimeograado, Pg. 282. Moulin, Toms. Op. Cit. Entrevista a Enrique Correa, marzo del 2005. Entrevista a Jos Miguel Insulza, febrero 2005. Entrevista a scar Guillermo Garretn, marzo del 2004. Entrevista a Carlos Montes, junio del 2004. Entrevista a Jos Miguel Insulza, febrero 2005. Entrevista a Carlos Montes, junio de 2004. Gazmuri, Jaime. El Sol y la Bruma, 2002. Pg. 53. Entrevista a Enrique Correa, marzo 2005. Entrevista a Enrique Correa, marzo 2005.
233
234
235
236
237 238 239 240 241 242 243 244 245 246
291
NOTAS
Fecha en que se toman la UC los grupos de estudiantes que estaban por la reforma de dicha casa de estudios.
247 248 249 250 251 252 253 254
Entrevista a Enrique Correa, marzo del 2005. Entrevista a Valeria Ambrosio, abril de 2004. Entrevista a Sergio Snchez, junio de 2004. Entrevista a Pedro Gaete, mayo de 2004. Entrevista a Jos Miguel Insulza, marzo del 2005. Entrevista a scar. Garretn. Op. Cit.
Ambrosio, Rodrigo. Sobre la construccin del partido. Sin ao de edicin. Recopilacin de discursos dados entre 1970 y 1971. Entrevista a P. Gaete, Op. Cit. Entrevista a Gabriel Gaspar, junio de 2004. Entrevista a Gabriel Gaspar, junio de 2004. Entrevista a Sergio Galilea. Op. Cit. Entrevista a Carlos Montes, Op. Cit. Entrevista a Jose Miguel Insulza. Op. Cit. Gazmuri, Jaime. El Sol y la Bruma. Op. Cit. Pgs. 92-93. Entrevista a scar Guillermo Garretn. Op. Cit. Entrevista a Daniela Snchez, mayo de 2004. Entrevista a scar Mac Clure, abril de 2004. Entrevista a Juan Milos, mayo de 2004. Entrevista a Juan Milos, mayo de 2004.
255 256 257 258 259 260 261 262 263 264 265 266 267
Ideologa y Poltica, 2 de septiembre de1969. Fondo Documental Eugenio RuizTagle. FLACSO. Ideologa y Poltica. Op. Cit. Pg. 2. Ideologa y Poltica. Op. Cit. Pg.2. Ideologa y poltica. Ibd. Pg. 3 Segunda entrevista a scar Mac Clure, 27 de mayo de 2004. Segunda entrevista a scar Mac Clure. Entrevista a scar Mac Clure.
292
Entrevista a Daniela Snchez, mayo de 2004. Entrevista a Juan Milos, mayo de 2004. Entrevista a Mara de la Luz Silva, mayo de 2004. Entrevista a Virginia Rodrguez, abril de 2004.
Ntese que la nominacin del grupo rebelde no aparece, sino que se habla de chascones, denominacin que caracterizaba el mapa interno de la DC en la poca de la dictadura, 1973-1989.
279 280
Programa que era dirigido por Fernando Ossandn y Estefano Rossi, ambos militantes del MAPU.
281 282 283 284 285 286 287 288 289 290 291 292 293 294 295 296 297 298 299 300
Entrevista a Guillermo Ossandn, agosto de 2004. Entrevista a Fernando Ossandn, mayo de 2004. Entrevista a Guillermo Ossandn. Ibd. Ambrosio, Rodrigo. Sobre la construccin del partido. Pg. 21. Entrevista a Eugenio Tironi, enero 2005. Entrevista a Pedro Milos, enero de 2005. Ambrosio, Rodrigo. Op. Cit. Pgs. 22-23. Ambrosio, Rodrigo. Ibd. Pg. 24. Entrevista a Ernesto Galaz, mayo del 2004. Entrevista a Pedro Milos, enero de 2005. Entrevista a Jos Miguel Insulza, febrero de 2005. Entrevista a Mario Alburquerque, junio de 2004. Entrevista a Luis Sierra. Ibd. Entrevista a Eugenio Tironi. Ibd. Entrevista a Eugenio Tironi. Ibd. Entrevista a Pedro Milos, Ibd. Entrevista a Ernesto Galaz. Ibd. Entrevista a Pablo Saball, agosto de 2004. Entrevista a Francisco Gonzlez, junio de 2004. Entrevista a Luis Sierra. Ibd..
293
NOTAS
301 302 303 304 305 306 307 308 309 310
Entrevista a Eugenio Tironi. Ibd. Ver captulo 2. La denicin clasicatoria es realizada por Luis Corvaln Mrquez. Entrevista a Pedro Milos. Ibd. Entrevista a Hermann Mondaca, enero de 2005. Se reere a su hermana. Se reere a Fernando Ossandn, que en esos aos era su cuado. Entrevista a Pablo Saball. Ibd. Entrevista a Pedro Milos. Ibd.. Entrevista a Eugenio Tironi. Ibd..
Geertz, Clifford. Conocimiento local. Ensayo sobre la interpretacin de las culturas. Paids 1994. Pg. 180. Geertz, C. Op. Cit. Pg. 180.
311 312
Duverger, Maurice. Los partidos polticos. Fondo de Cultura Econmica. Mxico, 1996.
313 Erik Ericksson le integra al concepto de identidad una dimensin psicosocial. l dene la identidad a la vez como conciencia y como proceso. Como conciencia, l se reere al sentimiento que el individuo tiene de su especicidad. Como proceso, l sugiere un esfuerzo inconsciente tendiente a establecer la continuidad de la experiencia vivida y por rematar la solidaridad del individuo con los ideales de un grupo. En Milos, Pedro, tesis Doctoral. Apartado 3.2. El concepto de identidad. Pgs. 24-25. 314 315
Geertz, Clifford. Op. Cit. Pgs. 44-45. Revista Puentes Entrevista a Henry Rouss. Nmero 2. Ao 2000. Pg.32.
Moyano, Cristina. Al rescate de la teora: Partidos polticos e historia del tiempo presente. El caso de la Renovacin Socialista en el MAPU en sus aos germinales: 1973-1980. Indito. Programa Doctorado en Historia, Universidad de Chile. Tironi, Eugenio. La Torre de Babel. Ensayos de crtica y renovacin poltica. Santiago, Ed. Sur. 1984.
319
320
Es necesario explicitar que el MAPU tambin tuvo bases de origen campesino, de empleados, pobladores y trabajadores. Sin embargo, los elementos que ataen a la cultura poltica en cuestin son mucho ms visibles en la dirigencia de la colectividad y en quienes compartieron los mismos nichos sociales.
294
321
Ricoeur, Paul. Lcriture de lhistoire et la reprsentation du pass, en Annales, Histoire, Sciencias Sociales. Agosto, 2000.
322 Paul Ricoeur. Historia y memoria: la escritura y la representacin del pasado. Pg. 13.
323
295
BIBLIOGRAFA
Bibliografa Fuentes primarias: Diarios y peridicos El Mercurio (Enero 1969 septiembre de 1973). La Tercera (Enero 1969 septiembre de 1973). Clarn (Enero de 1969 septiembre de 1973) El Siglo (Enero de 1969 septiembre de 1973) Impresas Ambrosio, Rodrigo. Sobre la construccin del partido. Impreso en los talleres de Soc. Impresos Roda. Sin ao de edicin. Ideologa y poltica. La Unidad Popular debe ser una herramienta revolucionaria. Santiago, septiembre de 1969. En: Fondo Documental Eugenio Ruiz Tagle. FLACSO. MAPU fuerza socialista. Ediciones Esteban Valenzuela. Santiago, 1987. Moulin, Toms. Evolucin histrica de la izquierda chilena: la inuencia del marxismo. En: Documentos para el Encuentro de Chantilly. Mimeo. 3 y 5 de septiembre de 1982. Gazmuri, Jaime y Martnez, Jess. El sol y la Bruma. Ediciones B Chile, Santiago 2000. Entrevistas - Mario Alburquerque, mayo de 2004. - Valeria Ambrosio, junio de 2004. - Carmen Astaburuaga, abril de 2004. - Enrique Correa, marzo de 2005. - Rodrigo Egaa, abril de 2004. - Pedro Gaete, mayo de 2004. - Ernesto Galaz, mayo de 2004. - Sergio Galilea, junio de 2004. - scar Garretn, abril de 2004. - Gabriel Gaspar, junio de 2004. - Francisco Gonzlez, mayo de 2004.
296
- Jos Miguel Insulza, febrero de 2005. - scar Mac Clure, abril de 2004. - Juan Milos, mayo de 2004. - Pedro Milos, enero de 2005. - Hermann Mondaca, enero de 2005. - Carlos Montes, junio de 2004. - Fernando Ossandn, junio de 2004. - Guillermo Ossandn, septiembre de 2004. - Virginia Rodrguez, abril de 2004. - Pablo Saball, agosto de 2004. - Paulina Saball, abril de 2004. - Daniela Snchez, mayo de 2004. - Sergio Snchez, junio de 2004. - Luis Sierra, mayo de 2004. - Mara de la Luz Silva, abril de 2004. - Eugenio Tironi, enero de 2005. Fuentes secundarias Entrevista con Henry Rouss: el duelo es imposible y necesario. Por Claudia Feld. Revista Puentes, diciembre 2000. lvarez, Rolando. Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comunista (1973-1980). Lom Ediciones. Santiago, 2003. Angell, Alan. Chile de Alessandri a Pinochet: en busca de la utopa. Santiago, 1993. Ansart, Pierre. Ideologa, conictos y poder. La red de Jons, Mxico, 1983. Arrate, Jorge y Rojas, Eduardo. Memoria de la izquierda chilena. Tomo 1 y 2. Ediciones B Chile. Santiago, 2003. Austin, Robert. Intelectuales y educacin superior en Chile: de la independencia a la democracia transicional 1810 -1990. Cesoc, Santiago, 2003. Bauman, Zygmunt, Legisladores e Intrpretes. Sobre la modernidad, la posmodernidad y los intelectuales, UNQ,
297
BIBLIOGRAFA
298
Buenos Aires, 1977. Bauman, Zygmunt. En busca de la poltica. Fondo de Cultura Econmica, Buenos aires, 2001. Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loic, Respuestas. Por una antropologa reexiva, Grijalbo, Mxico, 1995. Bourdieu, Pierre, La codicacin y Espacio social y poder simblico, en Cosas dichas, Buenos Aires, Gedisa, 1988. Bourdieu, Pierre, La eleccin de lo necesario, en La distincin, Madrid, Taurus, 1979. Bravo Lira, Bernardino. Rgimen de gobierno y partidos polticos en Chile 1924-1973. Ediciones Jurdica de Chile. Santiago, 1986. Burke, Peter. Formas de historia cultural. Editorial Alianza, Madrid, 2000. Casey, Edward. Remembering: a Phenomenological Study. Indiana University Press. 2000. Chartier, Roger, El mundo como representacin. Historia cultural: entre prctica y representacin, Gedisa, Barcelona,1999. Collier, Simon y Sater, William. Historia de Chile 18081994. Cambridge University Press. Barcelona, 1998. Correa, Sofa y otros. Historia del siglo XX chileno. Editorial Sudamericana. Santiago, 2001. Corvaln, Luis. Del anticapitalismo al neoliberalismo. Santiago, Sudamericana, 2002. Corvaln, Luis. Los partidos polticos y el golpe del 11 de septiembre, contribucin al estudio del contexto histrico. Cesoc. Santiago, 2000. Cuesta Bustillo, Josena. Historia del presente. Madrid, 1993. Cuesta Bustillo, Josena. La memoria del horror despus de la segunda guerra mundial. En: Ayer. Nmero especial Memoria e Historia. Madrid, 1998. De Certeau, Michel y Giard, Luce, Envo (257-269). En:
De Certeau, M., Giard, L. y Mayol, P.: La invencin de lo cotidiano 2. Habitar, cocinar, Universidad Iberoamericana, Mxico, 1999. De Certeau, Michel, Julia, Dominique y Revel, Jacques, Nisard. La belleza de lo muerto, en La cultura plural, Nueva Visin, Buenos Aires, 1999. De Certeau, Michel, La cultura en plural, Nueva Visin, Buenos Aires, 1999 [1974]. De Certeau, Michel, La invencin de lo cotidiano I. Artes de Hacer, Universidad Iberoamericana, Mxico, 1996. Devs, Eduardo. El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Tomo II desde la Cepal al neoliberalismo. Edit. Biblos. Santiago, 2003. Duby, George. Dilogos sobre Historia. Madrid, Alianza 1988. Escobar, Patricio La crisis del PDC y el surgimiento del Movimiento de Accin Popular Unitaria (1968-1967). tesis PUC. 1994. Faras, Vctor. La izquierda chilena (1969-1973): Documentos para el estudio de su lnea estratgica. Berln, 2000. Foucault, Michel. Las palabras y las cosas. Siglo XXI, Mxico, 1966. Foucault, Michel. Microfsica del poder. Ediciones la piqueta. Madrid, 1992. Garcs, Mario. La historia oral, enfoques e innovaciones metodolgicas. CIDPA Revista ltima dcada N 4. Via del Mar. Santiago, marzo de 1996. Garca Canclini, Nstor, Ideologa, cultura y poder, Secretara de Extensin Universitaria de la Facultad de Filosofa y Letras-Ocina de Publicaciones del CBC, UBA, Buenos Aires, 1995. Garretn, Manuel Antonio y Moulin, Toms. La Unidad popular y el conicto poltico en Chile. Ediciones Minga, Santiago 1983.
299
BIBLIOGRAFA
300
Geertz, Clifford. Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretacin de las culturas. Buenos Aires, Paids 1994. Gross, Jan. Neighbord. The Destruction of the Jewish Community in Jedwabne, Polan. Priceton University, 2001. Halbwachs, Maurice. On Collective Memory. Chicago, 1992. Hite, Katherine. When the Romance Ended. Leaders of the Chilean Left 1968-1998. Columbia University Press, 2000. Hunt, Lynn Beyond The Culture. Berkley University Press, 1990. Illanes, Mara Anglica. La Batalla de la memoria. Edit. Planeta/Ariel. Santiago, 2002. Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Editorial siglo XXI. Madrid, 2001. Jewsiewicki, B. La mmoire, en Ch. Coulon et D.C Martin (editores), Les Afriques politiques, Paris: La Dcouverte, 1991 Jocelyn-Holt, Alfredo. El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar. Editorial Planeta. Santiago, 1998. Laclau, Ernesto, Poltica e ideologa en la teora marxista. Capitalismo, fascismo, populismo, Siglo XXI, Mxico, 1980. Le Goff, Jacques. Pass/prsent en Histoire et mmoire. Paris, Gallimard, 1988. Le Goff. El orden de la memoria, Paids, Barcelona 1991. Lechner, Norbert. (comp.) Cultura poltica y democratizacin. CLACSO, FLACSO, ICI. Santiago, 1987. Lechner, Norbert. Las sombras del maana. La dimensin subjetiva de la poltica. Lom Ediciones. Santiago, 2002. Lechner, Norbert. Los patios interiores de la democracia.
Subjetividad y poltica. FLACSO. Santiago, 1988. Levi, Giovanni. Sobre Microhistoria. En: Burke, Peter. Formas de hacer historia. Madrid, 1999. Magnsson, Sigurour Gyl. The Contours of Social History. Microhistory, Postmodernism and Historycal Sources Mod nye historier, Arthus 2001. Maniesto de Historiadores. Lom ediciones. Santiago, 1999. Martn Barbero, Jess. De los medios a las mediaciones. Comunicacin, cultura y hegemona, Gustavo Gili, Barcelona, 1987. Merridale, Catherine. Nignt of Stone: Death and Memory in Twentieth Century Russia. Milos, Pedro. Identidad, memoria e historia. Documento de trabajo programa magster en Historia. Universidad de Santiago. Indito, 2001. Milos, Pedro. Memoria colectiva: entre la vivencia histrica y la signicacin. En: Memoria para un nuevo siglo. Chile: miradas a la segunda mitad del siglo XX. Mario Garcs et al. (comp). Santiago, Lom 2000. Morley, David, Televisin, audiencias y estudios culturales, Amorrortu, Buenos Aires, 1996. Moulin, Toms y Torres, Isabel. Sistema de partidos en la dcada del sesenta. Antecedentes histricos. FLACSO, 1989. Moulin, Toms. El rgimen de gobierno 1933-1973. Algunos problemas institucionales. FLACSO. Santiago, 1989. Moulin, Toms. La forja de ilusiones. El sistema de partidos 1932-1973. Universidad Arcis FLACSO. Santiago, 1993. Moyano, Cristina. Vendedores ambulantes en la ciudad horrorizada. Santiago 1850-1880. Cambios en la identidad popular. Tesis grado, Universidad de Santiago de Chile, ao 2000.
301
BIBLIOGRAFA
302
Moyano, Cristina. Al rescate de la teora: Partidos polticos e historia del tiempo presente. El caso de la renovacin socialista en el MAPU, 1973-1980. Programa Doctorado U. de Chile. Santiago, 2004. Paillard, Denis. URSS. Figuras de la memoria: Memorial y Pamiat, en Alain Brossat et al. En el este, la memoria recuperada. Valencia, Edicions Alfons Magnnim. 1992. Pavilack, Jody. La historia oral: trayectoria, innovaciones y critica a los historiadores. Indito, marzo de 2001. Pavlosvky, Eduardo, Micropoltica, en Pgina 12, del 6 de enero de 2002, p. 19. Prendergast, Christopher, The Triangle of Representation, Columbia University Press, Nueva York-Chischester, 2000. Revel, Jacques. Microanalysis and Construction of the Social. Reyes del Villar, Soledad. La Revolucin cultural de los aos sesenta vista a travs del mayo francs y del movimiento estudiantil chileno. Tesis PUC. Santiago, 1999. Ricoeur, Paul. Lecriture de lhistoire et la reprsentation du pas En; Annales. Histoire, Sciences Sociales. Julio, agosto 2000. Rousso, Henry. La mmoire dans tous ses tats, en Conan, Eric y Rouss, Henry. Vichy, un pass qui ne passe pas. Paris, Gallimard, 1996. Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia contempornea de Chile. Tomo 1. Lom Ediciones, Santiago, 1999. Schimpf-Herken, Ilse. De la historia a la memoria. Una orientacin conceptual y pedaggica de la educacin post-Auschwitz. Deutsche Stifung fr Internationale Entwicklung (DSE) Bonn, Paulo Freire Institut/ Internationales Akademie. Berln, 1999. Scully, Timothy. Los partidos de centro y la evolucin poltica chilena. CIEPLAN, 1992. Sewell, William. The Concept(s) of Culture en Victoria
Bonell y Lynn Hunt, Beyond the Cultural History. Berkeley, Los Angeles. 1999. Skidmore,Thomas y Smith, Meter. Historia contempornea de Amrica Latina. Edit. Crtica. Barcelona, 1996. Thompson, Edward Palmer. Costumbres en comn, Crtica, Buenos Aires, 1990. Thompson, Edward Palmer. La formacin de la clase obrera en Inglaterra, Tomo I, Crtica, Barcelona, 1989. Thompson, Paul. La historia oral y el historiador. Revista Debats N 10. Espaa, 1990. Valenzuela, Arturo. El quiebre de la democracia en Chile. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2003. Vezzetti, Hugo. El territorio de la memoria social. Un mapa por trazar en Revista Puentes, agosto 2000. Vezzetti, Hugo. Pasado y Presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Buenos Aires: siglo XXI, 2002. Williams, Raymond. Keywords Verso, Londres, 1983. Williams, Raymond. Cultura-Sociologa de la comunicacin y del arte, Paids, Barcelona-Buenos Aires, 1981. Yocelevsky, Ricardo. Chile: partidos polticos, democracia y dictadura 1970-1990. Fondo de Cultura Econmica. Mxico, 2002. Yocelevsky, Ricardo. La Democracia Cristiana y el gobierno de Eduardo Frei (1964-1970). U A Metropolitana Unidad Xochimilco. Mxico, 1987.
303
304